La Orientación e Intervención Psicopedagógica
La Orientación e Intervención Psicopedagógica
La Orientación e Intervención Psicopedagógica
Es curioso observar hoy en día a un psicólogo en una institución educativa, agazapado tras un
escritorio realizando una entrevista a un estudiante que cuenta sus problemas. Si sólo realiza esta
labor de tipo clínico, prácticamente estaríamos hablando de una pieza de museo de utilidad
inmediata para la historia de la psicología.
La labor de orientación educativa, sin embargo, no empezó con este enfoque clínico; sino como
"orientación vocacional" preocupada por la selección e inserción ocupacional. Parsons fue el
precursor de este enfoque en 1909, cuando escribió su célebre obra On Choosing a Vocation. Su
compromiso fue con los inmigrantes que llegaban a norteamérica en busca de un mejor futuro. Lo
importante de este primer enfoque fue el compromiso social de los orientadores que luego, como
veremos, se fue convirtiendo en una preocupación individual.
En los años veinte empezó su influencia el enfoque clínico a través de la "orientación para el ajuste
personal". La preocupación principal fue el síntoma, el problema, con la idea de reorientar el
comportamiento desajustado hacia la adaptación. Su enfoque fue netamente individual, donde la
persona es atendida en el consultorio. En el ámbito educativo, la orientación desde esta
perspectiva era vista como secundaria, como un apoyo a la relación principal, la del profesor-
alumno. Desde finales de los sesentas e inicios de la década del setenta, de acuerdo a Sanz, R.
(pág. 55), surgió el concepto de orientación para el desarrollo, originando así los "programas
comprensivos de orientación" basados en la psicología del desarrollo; donde se observa que el
trabajo del orientador se rebela como integral y preventivo. Este es el enfoque que predomina
actualmente.
Por ese motivo, un psicólogo educativo de estos tiempos exige que se convierta en un "activista
social". Una persona y un profesional que tenga sensibilidad y una capacitación desde un enfoque
social. Un profesional que piense en términos macro donde su preocupación se centra en el grupo
y la prevención. Para ello se necesita que el psicólogo “de estos tiempos”, además del manejo
individual del estudiante, debe tener habilidades en el diseño y la implementación de programas
preventivos, como herramientas psicosociales específicas, que lo lleven fuera del consultorio
psicoterapeútico; y una capacitación en psicología del desarrollo, con el objetivo de conocer las
características por áreas de acuerdo a la edad evolutiva; y así trazar los programas preventivos
señalando las tareas a cumplir por parte del individuo .
Un enfoque actual de la psicopedagogía responde a un modelo psicosocial, donde los grupos son
prioritarios y la prevención es la esencia de lo que se pretende. Por el contrario, una intervención
basada en el modelo clínico resulta limitante porque arrincona a la persona a su espacio individual;
y la recorta porque sólo destaca sus rasgos disfuncionales o patológicos.
Dentro de este panorama, la orientación e intervención psicopedagógicas, tema de este capítulo,
la enmarcaremos dentro de las tendencias actuales subrayando los enfoques comprensivos de
orientación. Para empezar, realizaremos un deslinde terminológico entre orientación, consejería y
psicoterapia, para posteriormente describir los diferentes modelos de orientación.
Ambas se pueden entender como un proceso de ayuda continua a todas las personas, como una
atención especializada que pretende potenciar el desarrollo humano a lo largo de toda la vida.
Enseguida trazaremos un esbozo de desarrollo histórico de ambos conceptos, señalando, a su
vez, la diferencia con la psicoterapia.
La orientación (güidance):
Si bien, la "orientación" surgió como orientación vocacional o profesional desde 1909; a lo largo
del siglo XX ha ido ampliando considerablemente su campo de intervención. Por ejemplo, de
acuerdo a Bizquerra (pág. 16), en el ámbito educativo se aplica para: las dificultades de
aprendizaje, estrategias de aprendizaje, también para la prevención y el desarrollo personal,
desarrollo de la carrera en las organizaciones, educación para la vida, etc.
La consejería (counseling):
Por su parte, el término "consejería" (counseling), de acuerdo a Bizquerra (pág. 25) fue introducido
por primera vez por Proctor, Bloomfield y Wrenn, en el año 1931, en la obra intitulada "Workbook
in Vocation". En ese primer momento, fue interpretada como un proceso psicológico de ayuda
personal para la comprensión de la información profesional y su relación con las potencialidades
y posibilidades de la persona. El counseling en consecuencia nació como una técnica de ayuda
individual en el proceso de orientación profesional. Posteriormente, en la década del 30 se
equipara al "asesoramiento psicológico" que buscaba, sobre todo, el autoconocimiento, donde el
sujeto asume un rol más activo en el proceso de orientación.
Luego, desde la década del 60 se incorporan elementos importantes que perduran hasta la
actualidad. Bizquerra (pág. 28) anota lo siguiente: que se manifiesta un interés progresivo por la
atención a los grupos en lugar del tratamiento individualizado. Además, se empieza a destacar el
carácter preventivo, la importancia de la motivación por parte de la persona para poder cambiar, y
la necesidad de capacitar al consejero para convertirse en agente facilitador de cambios.
La psicoterapia:
Si la consejería tiene una función preventiva de autoconocimiento y de desarrollo de las
potencialidades, donde se observan, incluso, problemas menores de ajuste; la psicoterapia es un
tipo de intervención más profunda de tratamiento de la personalidad, donde la duración del proceso
también es mayor y complejo, incluyendo la terapia de los procesos psicopatológicos.
Marina Müller dice lo siguiente respecto a este tema, que "...a través de la orientación se pueden
lograr cambios actitudinales focalizados, centrados en algunas situaciones específicas... sin
pretender por ello un cambio del conjunto de la personalidad, como ocurre en la psicoterapia"
(Müller, M. pág. 47). En consecuencia, el enfoque de orientación contemporáneo forma parte de
un proceso que se ha desarrollado a lo largo del siglo XX. Nosotros, en el presente trabajo,
consideraremos como equiparables los términos de orientación y consejería; utilizando de forma
preferente el término "orientación".
¿QUÉ ES LA ORIENTACIÓN?
De acuerdo a Georg Dietrich (1986) es:
"...en su núcleo sustancial, esa forma de relación auxiliante, interventiva y preventiva, en
la que un consejero, sirviéndose de la comunicación lingüística y sobre la base de métodos
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En ese sentido, la orientación se puede entender como un proceso de relación entre dos o más
personas; en el cual una de ellas debe estar entrenada (consejero, orientador, o tutor) asumiendo
una función de ayuda a otra o a grupos de personas, a que ganen comprensión de sí mismos y de
otras personas; con el objetivo de solucionar problemas y conflictos de la vida diaria. El proceso
de orientación no se queda en la dinámica intrasujeto, sino que deviene en una relación con los
demás. Por eso los consejeros de hoy trabajan más con la familia y con los grupos de pares que
en décadas pasadas, donde los enfoques individuales predominaban.
Otra definición es la que da Shertzer y Stone (1980) sostienen:
Este concepto también tiene la misma connotación que el anterior. Subraya: la interacción, el
autoconocimiento, la toma de decisiones, y la capacidad operatoria, de la persona.
De acuerdo a Marina Müller (pág. 31), las actitudes de un buen orientador se pueden describir de
la siguiente manera:
- Interesarse por los seres humanos y por atender sus problemas.
- Reconocer y respetar a cada persona como única y distinta.
- Recibir y contener empáticamente los problemas individuales, grupales, e institucionales.
- Mantener una distancia óptima respecto a los problemas atendidos, sin involucrarse personalmente y
sin escudarse en una lejanía defensiva.
- Aceptar el conflicto individual, grupal, e institucional como aspectos integrantes del aprendizaje.
- Conocer los propios límites y solicitar ayuda para afrontar situaciones difíciles, tanto en lo personal
como en lo estrictamente profesional.
- Proseguir en forma continua la propia formación profesional.
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• CONSULTA:
Los orientadores crean un espacio de “consulta” o “asesoría”, evaluando la dificultad que se
consulta y haciendo recomendaciones para mejorar las interacciones entre las personas. Por
ejemplo, en una institución bancaria, cómo relacionarse o comunicarse con el público.
• EDUCACIÓN PSICOLÓGICA:
Aquí se promueve el cambio de actitudes y el entrenamiento de habilidades necesarias en la vida
cotidiana. Se organizan talleres, clases formales o seminarios, para mejorar, por ejemplo, las
habilidades en la paternidad, entrenamiento asertivo, construcción de la autoestima, habilidades
de la comunicación, etc. La intervención es básicamente grupal y preventiva.
• INTERVENCIÓN EN CRISIS:
Este tipo de intervención es útil cuando se presentan situaciones intempestivas e intensas, tales
como: la depresión severa por pérdida de un ser querido, amenazas de suicidio, shock agudo o
trauma, reacción a las drogas, episodios psicóticos, ruptura de relaciones de pareja; los
orientadores deben actuar decidiendo en unos casos, si una derivación es necesaria y para qué
tipo de especialista.
De acuerdo a estos tipos de intervención, los enfoques se pueden clasificar de la siguiente manera:
ENFOQUES DE LA ORIENTACIÓN
• ENFOQUE PREVENTIVO
Sirve para prevenir problemas. Se aplica antes de que se presente el conflicto. Por ejm. un
programa de control de la natalidad, prevención del SIDA, promiscuidad sexual, abuso de drogas,
ausentismo escolar, hábitos de estudio, etc.
• ENFOQUE REMEDIAL
Se actúa a través de un programa que intenta remediar deficiencias identificables en las personas.
Esta intervención se aplica cuando ya se presentó el problema. Por ejm. cuando se detecta en uno
o en un grupo, falta de control de impulsos; o falta de habilidades en la comunicación, en la toma
de decisiones, dificultades para entender determinadas asignaturas, etc.
• ENFOQUE DE CRISIS
La intervención de crisis se realiza cuando se presentan hechos críticos, donde se necesita tomar
decisiones importantes para una acción rápida.
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En estos casos, los involucrados alcanzan un nivel en el cual su bienestar o el bienestar de otras
personas es amenazado. El consejero actúa como un mediador y en otros casos ayuda a negociar.
Por ejemplo, cuando un estudiante agrede a otro, un muchacho que se resiste a entrar al aula,
consumo de drogas, violación, uso de armas punzocortantes, sustracción de especies, etc.
Estos aspectos básicos del tema, “orientación”; en la actualidad se vienen aplicando obviamente
al ámbito educativo. Es probablemente el campo donde demuestra mayor utilidad, con resultados
evidentes.
"... un proceso de ayuda continua a todas las personas, en todos sus aspectos, con el
objeto de potenciar el desarrollo humano a lo largo de toda la vida". (Bizquerra, R. pág.09).
Esta función la cumple en primer lugar, una persona preparada que asume la función de
"orientador"; pero también participan los tutores, profesores, y padres, de acuerdo a su rol que les
corresponde dentro del centro educativo. No obstante, la orientación psicopedagógica no se limita
a la escuela, sino que se extiende a los medios comunitarios y a las organizaciones.
MODELOS DE INTERVENCIÓN
Si bien se ha puesto el acento en la aplicación de programas preventivos de tipo grupal; no deja
de tener importancia la consulta individual de los agentes educativos. Claro está, que un
psicopedagogo con una formación tradicional y conservadora enfatizará, o realizará sólo, el
“modelo de consulta”, atendiendo individualmente a sus “pacientes-alumnos” como si estuviera en
una “clínica escolar”, encaramado detrás de un escritorio ascéptico propio de un hospital de la
conducta. Por el contrario, un psicólogo actualizado implementará los tres modelos a la vez, de
acuerdo a un cronograma diario, enfatizando siempre la prevención y el desarrollo de
potencialidades. Haciendo esta aclaración, podemos distinguir tres modelos de intervención:
- El modelo de consulta:
Está centrado en la atención individualizada, donde la entrevista personal es la técnica
característica, y la identificación de conductas o síntomas patológicos son el objetivo. Si bien
tradicionalmente esto era frecuente; actualmente este enfoque ha cambiado sus objetivos. El
modelo de consulta fortalece la atención individualizada, pero coloca el acento en los rasgos
no-patológicos, características que serán la base para la superación. Además subraya la
comprensión crítica de parte del estudiante y el desarrollo de potencialidades que permitirán
que la esencia personal se actualice en relación al entorno.
- El modelo de programas:
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- El modelo de asesoría:
Se propone asesorar a los mediadores del proceso de enseñanza-aprendizaje (profesores,
tutores, familia, institución, etc.); para que ellos asuman también la función orientadora. En
este modelo se intercambia dinámicamente tanto la intervención individual como grupal.
AREAS DE INTERVENCIÓN:
De acuerdo a Bizquerra (pág. 11) las áreas donde puede intervenir el psicólogo educativo
podemos ubicarlas de la siguiente manera:
- Atención a la diversidad:
Implica atender a aquellos estudiantes que necesitan una atención particular por sus
"necesidades educativas especiales" ya sea por sus dificultades de aprendizaje o por sus
problemas de adaptación. Aquí se encuentran los grupos de riesgo, minorías étnicas,
marginados, grupos desfavorecidos, inmigrantes, estudiantes con discapacidades de
aprendizaje, etc.
preventivo basado en la edad de desarrollo del estudiante; a este último tipo de intervención se le
ha denominado “programas comprensivos de desarrollo”. Sin entrar en el detalle de los modelos
que le antecedieron, desarrollaremos enseguida este último modelo por su importancia y
actualidad, y porque integra todas las demás áreas de intervención.
No obstante, para completar el modelo, se necesitó el aporte de la psicología del desarrollo para
conocer las características de los individuos en sus áreas física, afectiva, social, y cognoscitiva,
de desarrollo, asumiendo el principio que las personas progresan a lo largo de una secuencia de
estadios cualitativos diferentes cuando interactúan con su entorno.
El objetivo del orientador que aplica un “programa comprensivo”, es desarrollar al máximo los
potenciales, y minimizar, en la medida de lo posible, los esfuerzos curativos y remediales; ayuda
a los estudiantes a adquirir el conocimiento, la autoconsciencia, las habilidades, y actitudes,
necesarias para lograr las tareas normales de desarrollo.
Este enfoque surgió en los años que siguen al fin de la Segunda Guerra Mundial. Sanz Oro (pág.
31) opina que desde los años sesenta se generó en la literatura científica suficiente evidencia
empírica para permitir a los orientadores identificar problemas potenciales en los primeros estadios
evolutivos de las personas, y actuar en consecuencia; en vez de esperar a la presentación de
posibles desajustes como hechos consumados.
Los estudios más destacados, de acuerdo a Sanz (pág. 32), dentro de este ámbito de intervención
pertenecen a: Jean Piaget, respecto al desarrollo cognitivo, el razonamiento moral de Kohlberg, el
tema del razonamiento ético de Gilligan, la comprensión interpersonal de Selman, el nivel
conceptual de Hunt, el desarrollo del yo de Loevinger, el desarrollo psicosocial de Erikson, el
desarrollo de la carrera de Super, las tareas de desarrollo de Havighurst.
Estas estrategias están concebidas para actuar de forma integrada a las actividades curriculares
como experiencias de aprendizaje para todos los estudiantes que los orientadores deberían
aplicarlas en clase; y no de forma aislada como un servicio de apoyo. Esta fue la principal
innovación a fines de la década del 50 y principios del 60 en los EE.UU.
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En la década del 70, Mosher y Sprinthall (citado por Sanz, pág. 34) plantearon los siguientes
principios de acuerdo al programa de desarrollo que elaboraron:
Por su parte Robert Myrick en 1993 (ídem, pág. 34) aporta señalando ocho metas que caracterizan
casi a todos los programas de orientación basados en el desarrollo:
Metas de los programas comprensivos de desarrollo:
Además el mismo autor (op. cit. pág. 52) señala que este tipo de programas se caracterizan por:
Características de los programas:
A su vez, las competencias específicas que se pueden lograr, en los estudiantes con la aplicación
de este modelo, se agrupan en 3 áreas:
Competencias que buscan los programas de desarrollo:
- Aprender a vivir: Es el área personal-social, que tiene como finalidad llegar a ser cada
vez más conscientes de quiénes somos y cómo podemos interactuar
de forma efectiva con otros.
- Aprender a trabajar: Es el área vocacional y de la carrera, que pretende llegar a ser cada
más conscientes de qué y cómo establecer un plan de acción durante
los años escolares y organización de la vida después de la escuela.
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- Aprender a aprender: Corresponde al área académica, que tiene como finalidad llegar a ser
cada vez más conscientes de cómo alcanzar el máximo potencial de
logro académico mientras se está en la escuela y después de ella.
De acuerdo al trabajo realizado por Sanz (en Orientación Psicopedagógica y Calidad Educativa);
vamos a describir 3 programas, dentro de este enfoque, que son reconocidos mundialmente. Estos
son: el programa de orientación de Gysbers, el programa de Myrick, y el modelo de aprendizaje
motivacional de Purkey.
Este programa lleva sus actividades de orientación a todos los estudiantes porque se aplica como
parte de la currícula; forma parte del proyecto educativo del colegio, de forma estructurada. Le
quita protagonismo a las tareas burocráticas y administrativas, y a los procesos de intervención
individual.
Este modelo destaca tres dominios de la madurez y el desarrollo humano, que deben alcanzar los
estudiantes con la aplicación del programa:
Las principales actividades y los roles de responsabilidad del personal comprometido con el
programa, son:
- Currículum de orientación:
En esta área se incorporan las competencias: de autoconocimiento, roles de vida, y
planificación de la carrera para la vida; que todos los estudiantes deben aprender de forma
sistemática como parte de la currícula.
- Planificación individual:
Incluyen actividades, de carácter personal, para ayudar a los estudiantes a comprender sus
metas, valores, habilidades, aptitudes, e intereses, de forma periódica.
- Servicios de ayuda:
En esta área se aplican técnicas de orientación para resolver problemas urgentes que han
provocado crisis en el estudiante. Se realizan consultas con padres, y profesores.
Respecto a la planificación del horario por parte del orientador, Gysbers (citado por Sanz, pág. 58)
sugiere lo siguiente:
En Junior High (12 a 15 años), que incluye a los estudiantes hasta 4to. de secundaria en nuestro
sistema educativo, la proporción es mayor en los "servicios de ayuda" (30 a 40 %), el "currículo de
orientación", 25 a 35 %; mientras que la "planificación individual" con 15 a 25 %, y el "apoyo al
sistema" 10 a 15 % se consideran en menor proporción que las demás actividades.
En High School (16 a 18 años), casi todas se programan por igual; no obstante sobresale por igual,
la "planificación individual" y los "servicios de ayuda" con 25 a 35 % ambas. Mientras que la
aplicación del "currículo de orientación" y "apoyo al sistema" varían entre 15 a 25 % para el
primero, y 15 a 20 para el segundo. Kathy Synatsck (supervisora del programa del distrito escolar
de Austin – Texas) sugiere la siguiente distribución:
PLANEAMIENTO
INDIVIDUAL(o 15 % 20 % 35 %
planificación
individual)
SERVICIOS
RESPONSIVOS 25 % 30 % 30 %
(o servicios de ayuda)
SISTEMA APOYO
(o apoyo al sistema) 20 % 20 % 20%
Es evidente que un orientador especializado, que en nuestro país lo asumen los psicólogos, no se
darían abasto a los múltiples requerimientos de una institución educativa. Por ese motivo Myrick
(1990, 1993), pensó que los profesores podían asumir esa misión si recibieran una preparación
especial y adecuada; de tal manera que todos los estudiantes del colegio se beneficiarían
recibiendo una orientación de acuerdo a su nivel de desarrollo.
Los profesores son asignados como tutores a un grupo de estudiantes, donde se programan
sesiones de orientación tanto individual como grupalmente. El principio es, que cada estudiante
necesita de un “adulto amistoso” que lo conozca y se preocupe personalmente por él.
Estos tutores deben desarrollar una serie de habilidades, de acuerdo a Wittmer y Myrick (1989)
(citado por Sanz, pag. 62), que permitan la relación de confianza con sus estudiantes.
Esta labor tutorial, se facilita en los primeros años de aprendizaje cuando el estudiante cursa el
nivel primario. Generalmente como sucede en nuestro país, un solo profesor se encarga de la
enseñanza, y sin pretenderlo cumple también una labor orientadora. El problema se presenta en
la secundaria y la educación superior; cuando varios profesores enseñan varias asignaturas. Es
común escuchar quejas de los estudiantes respecto a sus profesores; pocos han logrado una
buena confianza, su preocupación principal se encuentra a nivel cognitivo, su creencia principal
es que cumpliendo con la currícula académica, a través de la transferencia de conocimientos, es
suficiente en la formación de los estudiantes; es el legado que se les puede dar para su futuro. Es
loable su preocupación pero no es suficiente si se considera la formación de la personalidad del
estudiante como un pilar fundamental en el desarrollo de los seres humanos.
En los Estados Unidos, El Teacher Advisor Program, se introdujo en los años sesenta en las Middle
Schools americanas. Se asumió que los adolescentes atravesaban una crisis propia de la edad
que afectaba su rendimiento académico. Los profesores, en esos años, fueron escépticos ya que
no comprendieron esa relación entre los aspectos emocionales (autoconcepto, clarificacion de
valores, y desarrollo social y moral), que se encontraban en crisis en la adolescencia, y el área
académica. Evaluando los problemas de implementación del programa que se encontraron en esa
época, fueron: 1) el programa fue muy mal definido 2) la preparación de los profesores fue mínima,
y 3) suscitó muchos recelos entre los profesores, orientadores, y administradores (Sanz, pág. 63).
El Teacher Advisor Program consideraba que el profesor-tutor es aquél, que se responsabiliza del
progreso académico de sus tutelados, de sus planes de trabajo, plantea reuniones con el
estudiante, con los padres, y con otros profesores, y otros miembros del personal, e implementa
experiencias grupales de orientación y de tareas de seguimiento.
El programa combinaba el espacio para explorar, las preocupaciones, metas, e intereses, propios
del grupo; con un currículo de orientación previamente establecido. Se recomendaba que los
grupos sean pequeños de 15 a 25 alumnos. Que las sesiones no sean menores de 25 minutos por
sesión. Y de los 5 días de trabajo, dos se dedicaban a actividades previamente planificadas de
orientación (aplicación de la currícula de orientación). Los tres días restantes, eran flexibles donde
se podía supervisar el estudio, lectura silenciosa, tutoría individual, conferencias, etc.
Este fue el origen de los programas tutoriales, posteriormente se reconoció la importancia de los
programas tutoriales y su necesidad de aplicarlos, incluso a niveles más altos como el “high
School”.
Una meta ideal a alcanzar de acuerdo a la consciencia que vaya alcanzando la institución
educativa sería que el programa tutorial se aplique diariamente; sin embargo hay experiencias que
consignan su aplicación una o dos veces por semana considerando un tiempo de 40 a 45 minutos,
sin interferencias, ya sea en el salón habitual de clases o en otros ambientes.
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Algo importante, es la preparación que deben recibir los profesores-tutores. Esta debe ser
continua, en temas relacionados con la construcción de una currícula de orientación adecuada al
centro educativo. Los temas que deben concentrar el esfuerzo se ubican en: desarrollo psicológico
de los estudiantes, principios de orientación y consejería, y otros temas relacionados con el
aprendizaje y sus estrategias para asimilar conocimientos.
Es necesario subrayar la flexibilidad y la variación de las sesiones. Algunas son bien estructuradas,
otras son abiertas y sumamente flexibles. Por ejemplo, algunas sesiones son diseñadas para
buscar la cohesión del grupo, o identificar sus principales problemas; otras se aplica de forma
estructurada la currícula de orientación, mientras que otras sesiones se pueden dedicar a
conversar con los estudiantes sobre sus principales necesidades, o intereses particulares que
surgen en determinado momento.
El currículo de orientación:
Esta debe ser una tarea realizada por todos los profesores-tutores; comprende el diseño del
currículo, con sus respectivas unidades de orientación, junto a sus objetivos y actividades, por
sesión. Es importante que cada centro educativo diseñe su propio currículo, de acuerdo a sus
necesidades.
Este modelo asume una postura teórica, útil para los orientadores; porque considera no sólo la
relación interpersonal sino que también incluye la necesidad de enriquecer los entornos físicos y
psicológicos de las instituciones educativas. En ese sentido, Purkey involucra a las personas, con
las políticas, los lugares, los programas, y los procesos, elementos del contexto institucional.
La meta es, cambiar la estructura total de las organizaciones, construyendo una relación de
respeto, confianza, optimismo, , e intencionalidad. Es evidente, que este modelo se puede aplicar
a una gran variedad de ámbitos: la salud, la administración, educación, y orientación.
- El respeto:
Si aceptamos a las personas tal como son, y reconocemos su potencial ilimitado; y si además
asumimos que cada persona es responsable de su propia vida, es valiosa y capaz;
estaríamos respetando la individualidad de cada persona que se relaciona con nosotros.
- La confianza:
La confianza para este modelo empieza, con el deseo de ayudar, y continúa con una
preparación premeditada de las condiciones para establecer la confianza, y una respuesta
sincera a las preocupaciones de los participantes. El cambio personal no es responsabilidad
del orientador o del orientado, sino que debe ser una actividad cooperativa, en la que la
relación de confianza es básica para que se produzca el cambio.
- El optimismo:
Es la fe en el cambio. Es asumir que la persona tiene potencialidades infinitas que necesitan
ser descubiertas y estimuladas. El éxito del orientador se ubica en el hecho de que sean
capaces de transmitir optimismo en las capacidades propias y de los demás.
- La intencionalidad:
La intencionalidad es perseguir una finalidad y una dirección concretas en el proceso de
orientación. Implica, preparación, planificación, y una implementación de calidad de cada
acción orientadora.
Los “buenos” profesionales, incluyendo a los buenos orientadores, tienden a ver a las
personas como, capaces, amistosas, respetables, formales, útiles, y motivadas. Como
consecuencia estos profesionales actuarán respetando y promoviendo los comportamientos
adecuados en los demás. La conducta de por sí, vista de forma externa, no tiene sentido sino
se le relaciona con la percepción interna del perceptor.
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Este “filtro perceptual” actúa de la siguiente forma: un estudiante ante determinada actividad (por
ejemplo, la exposición verbal de un material concreto), evalúa sus posibilidades personales en
base a creencias subjetivas (“soy capaz...”, “tengo la habilidad...”), y actúa en consecuencia. El
principio central es, si los individuos aprenden a verse a sí mismos como incapaces, lo más
probable es que su conducta será mediocre. Por el contrario, aumentará su rendimiento si su
autopercepción es positiva sobre sí mismo.
Premisas básicas:
En base a los trabajos de Purkey (1988) y Purkey y Schmidt (1990), el autoconcepto tiene tres
premisas básicas:
El autoconcepto es aprendido: el autoconcepto es aprendido paulatinamente en la relación con la
sociedad. Esto implica lo siguiente:
- El autoconcepto como producto social, posee un potencial ilimitado para su desarrollo y
actualización.
- De acuerdo a las circunstancias, y con diversos grados de claridad, varía la percepción sobre
sí mismos.
- El autoconcepto se autoprotege cuando se presentan experiencias poco habituales; pueden
ser percibidas como amenazas.
- Generalmente, los individuos se esfuerzan en comportarse de acuerdo a su autoconcepto,
confirmándolo.
- El autoconcepto es prioritario antes que el estado físico. Se puede sacrificar la seguridad y la
comodidad física a cambio de un autoconcepto razonable.
El autoconcepto es organizado: el autoconcepto tiene una cualidad estable que vuelve consistente
a la personalidad. A pesar de las múltiples percepciones, el autoconcepto busca la estabilidad y la
organización. Esto implica que:
1. Desmotivar intencionalmente:
Cuando las personas se encuentran desorientadas, frustradas, confundidas, por diversas
circunstancias, emiten generalmente conductas que disuaden, desalientan, frustran,
degradan, y destruyen, a las personas.
comportamientos positivos en los demás. Para esto se requiere tomar en cuenta, los
sentimientos, los deseos, y las aspiraciones, de las otras personas. Es practicar de forma
comprometida, el respeto, la confianza, el optimismo, y la intencionalidad con las demás
personas.
Finalizando esta parte debemos anotar, que los tres programas descriptos pueden o deben
trabajar de forma integral, complementándose. Los programas de Gisbers y Myrick funcionan
mejor creando un clima motivador impulsado por Purkey. A través del aprendizaje motivacional se
puede comprometer a los profesores, parte importante en la implementación de los programas.
Enseguida, anotaremos algunos aspectos sobre la “intervención individual” y algunos elementos
que nos permiten la “planificación de programas”. Si bien nuestro énfasis se da respecto a los
programas de prevención y promoción de trabajo colectivo, no podemos olvidarnos del trabajo
individual que se considera dentro de los enfoques tradicionales.
Referencias: