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Universidad Alberto Hurtado
Licenciatura en Historia III Año José Parada Taller No. 2
El libro, Drogas en Chile 1900-1970: Mercado, consumo y representación,
publicado en 2011 por Marcos Fernández Labbé (doctor en historia y docente de la Universidad Alberto Hurtado), analiza el problema de las drogas pero desde múltiples perspectivas, principalmente desde el mercado de estas, su regulación, y sobre todo de la experiencia de los consumidores y la representación de estos en la sociedad. Enfocado especialmente en la última perspectiva, la tesis principal del texto se enfoca principalmente en las drogas como un fenómeno social, el cual debe ser analizado como tal, pues la obra invita a dejar atrás los prejuicios asociados al consumo y sobre todo a la gente misma que las consume. Dentro de esta misma problemática, el autor termina sugiriendo la implementación de estrategias de prevención que aborden el problema de las drogas como uno dentro del ámbito de la salud pública, en vez de simplemente verlo desde la represión y la criminalización, pues “los delitos asociados al narcotráfico, el fenómeno recurrente en la historia chilena del hacinamiento penitenciario y la violencia y degradación a ello asociado no ha hecho sino intensificarse” (Fernández, 2011, p. 175), lo que habla de la urgencia y mayor detalle que se debe prestar atención a la hora de combatir efectivamente en problema, siendo más particular y analizar cada tipo de droga según el daño que estas produzcan, y entendiendo que en algunos casos ciertos tipos de drogas representan más una experiencia del momento que una adicción, tal como lo puede ser beber alcohol ocasionalmente, pues tal como dice el médico experto en leyes de drogas Sergio Sánchez Bustos: “una buena campaña debería hablar de cada una de las drogas, nunca de drogas en general, pues no es lo mismo el consumo de marihuana que el de alcohol o tabaco” (Sánchez, 2018, p. 73). La temporalidad de la obra se encuentra principalmente, tal como lo dice su título en el siglo XX, hasta principios de los 70, periodo en el cual la sociedad chilena afronta los desafíos que la modernidad traía consigo. A pesar de ser una obra que su periodo de estudio está bien marcado, debido a la naturaleza de su estudio, el cual son las drogas, un tema que cada vez, dependiendo a quien se aborde, ya está interiorizado en la sociedad, y aunque no sea por la mayoría, mucho más aceptado por la sociedad en comparación al rango de tiempo expuesto en el libro. En la obra, esto resulta sumamente interesante, pues en la forma que está hecha, primero conocemos cómo fue evolucionando este mercado, el cual pasó de ser laxo a cada vez más regulado, lo cual se explica principalmente en el segundo capítulo, que a su vez está conectado en la experiencia que representaba el consumo de las mismas, y a como estas fueron percibidas por la mayoría de la sociedad. Al principio puede verse como eran distribuidas de manera legal, principalmente recetadas por farmacéuticos y boticarios, pues estos eran los “los individuos signados con el estigma del tráfico” (Fernández, 2011, p. 21). Esto sin duda resulta curioso, pues en aquellos tiempos, los farmacéuticos de alguna manera se podría decir que tenían peso a la hora de opinar sobre la salud pública, convirtiéndolos en actores importantes en este tema, resultando curioso como por ejemplo las leyes al inicio no consideraban aspectos personales de los consumidores, sino que el foco estaba puesto en la correcta distribución y elaboración del “medicamento” por parte de los farmacéuticos. Resulta interesante que las primeras alarmas sobre el consumo de estupefacientes no viene principalmente de un afán auxiliador, pues dificultosamente hay relatos sobre adicciones puntuales al inicio del siglo XX, sino que la primera alarma vino de la mano de instalar un discurso nacionalista, el cual buscaba culpar de los males que se vivían en la nación a la gente foránea. Consecuente con esto, los primeros discursos anti drogas buscaron principalmente ensalzar un discurso que permitiese alejar las “malas prácticas” de la población, sino en la búsqueda de una identidad nacional pura y libre de influencias extranjeras, como por ejemplo lo era el opio con la población china, pues en como dice Fernández: “la vinculación explícita entre el consumo del opio y los chinos era un efecto natural, asociado en términos específicos –y fatales, irredimibles– a la propia naturaleza, a la “raza” de los opiómanos” (Fernández, 2011, p. 113). Al mismo tiempo, es importante notar cómo las drogas derivadas de los opioides en un inicio no se les dio mayor importancia, puesto que su consumo no era muy visibilizado, ya que en gran parte esto solo era llevado a cabo por los sectores “educados” de la sociedad, por lo cual no estaba alcance de todo el mundo. Sin embargo, cuando apareció la cocaína, esta se difundió rápidamente por el mundo nocturno de las ciudades, por lo que su consumo estuvo asociado a prostitutas, homosexuales, artistas, por lo cual esta droga se empezó a asociar con los malhechores, lo cual la atención de esta droga, pues en palabras del autor: “la presencia del tráfico callejero o instalado en centros nocturno, la presencia del tráfico callejero o instalado en centros nocturnos y restaurantes no hacía sino, conforme avanzamos en la década de 1930, aumentar su visibilidad” (Fernández, 2011, p. 37), y así como varias cosas, la regulación de la misma no vino de una genuina preocupación sobre sus efectos, sino que fue su contexto social de difusión el cual condicionó las medidas tomadas frente a ella. Es curioso, como esta difusión de la cocaína al mismo tiempo que visibiliza aún más el tema de las drogas, terminó por visibilizar las primeras redes de narcotráfico, las cuales a posteriori desembocaron en las primeras medidas policiales específicas en combatir la difusión de esta droga, puesto que antes como se mencionó, debido a que los opioides únicamente se difundían en la clase alta, salvo en los lugares de difusión clandestina, como fumaderos de opio, la policía prácticamente no tenía injerencia directa con el mundo de las drogas. Sin duda, tal vez influenciado por el ambiente socio cultural en el que actualmente se uno convive, el momento que más resaltan, es cuando se refiere al uso del cannabis, puesto que en un inicio esta apenas tenía mención, y no fue hasta el boom de la misma en los 60 a nivel mundial que recién se le tomó el peso a esta droga, pero aun así durante esta década no había como tal una forma ilegal de consumirla, aunque cabe resaltar que su consumo no era masivo. Lo más interesante de esto, es que uno podría pensar que con la difusión de la misma, esta no era percibida como peligrosa por la mayoría de los jóvenes, dando a entender que esta era principalmente vista como un estilo de vida o un mero pasatiempo antes que ser visto como una forma de alienación, pues en palabras del autor: “el hecho de que para los mismos consumidores encuestados en el hábito de fumar Cannabis no solo es un mecanismo de integración juvenil, sino que aparece como normal, es decir, significado sin los rasgos de peligrosidad y excentricidad con que se habían reseñado cualquier habito de sustancias reguladas o ilícitas hasta ese momento (Fernández, 2011, p. 172). Es curioso como la fuentes usadas en el libro, incluso a palabras del mismo autor en una charla acerca de su libro son: “bastante restringidas”, puesto que no son muchos los actores que hablan acerca del tema, tan solo los ya mencionados farmacéuticos, los médicos y la ley, principalmente debido a que el autor busca comprender cómo se construye el campo de las sustancias ilícitas y como esto derivó en políticas de prohibición y leyes anti drogas. Bajo esto mismo podemos entender que en muchos casos, drogas no tan nocivas como el cannabis, tienen la fama de ser peor de lo que son principalmente gracias a los medios de prensa, en su afán de combatir la contracultura. Es interesante como la misma demonización por parte de los medios llevó a que el tema de las drogas pasara a ser un tema de salud a uno de seguridad, puesto que el consumidor pasó de ser visto como una persona enferma que podría rehabilitarse a ser visto como un delincuente, cosa que para nada ha ayudado a resolver el problema, pues en la práctica solo ha aumentado el número de presidiarios en las cárceles. En base a esto se puede ver como esta perspectiva histórica invita reflexionar sobre cómo los discurso y las políticas públicas influyen en la percepción y evolución de un tema tan complejo como lo es el consumo de drogas, y al mismo comenzar a considerar este tema de forma más global donde el fin sea la rehabilitación, el bienestar y sobre todo la salud de las personas. Bibliografía
-Fernández, M. (2011). Drogas en Chile 1900-1970: Mercado, consumo y
representación. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.
-Sánchez Bustos, S. (2019). Situación de la reforma política sobre drogas en Chile.