AYLLÓN
AYLLÓN
AYLLÓN
LA VERDAD
(A r is t ó t e l e s )
Ética y verdad
i
fOSf KAVftXVAXU.OS ----------- ------------------------------------------------
M
LA VERDAD
La inclinación subjetiva
35
ftguvKWifflnw____________ ___________________________ ___
El peso de la mayoría
36
LA \TRDAD
El conocimiento de la verdad
Un diálogo cervantino:
¿Es vuesa merced, por ventura, ladrón?
Sí -respondió él-, para servir a Dios y alas buenas gentes.
A lo cual respondió Cortado:
Cosa nueva es para mí que haya ladrones en el mundo para ser
vir a Dios y a la buena gente.
A lo cual respondió el mozo:
Señor, yo no me meto en tologías; lo que sé es que cada uno en su
oficio puede alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Moni
podio a todos sus ahijados.
Sin duda -dijo Rincón- debe ser buena y santa, pues hace que los
ladrones sirvan a Dios.
Es tan santa y buena -replicó el mozo-, que no sé yo si se podrá
mejorar en nuestro arte. Él tiene ordenado que de lo que hurtáremos
demos alguna cosa o limosna para el aceite de la lámpara de una
imagen muy devota que está en esta ciudad, y en verdad que hemos
visto grandes cosas por esta buena obra. Tenemos más: que rezamos
nuestro rosario, repartido en toda la semana, y muchos de nosotros
no hurtamos el día del viernes.
(C erv a n tes, R in c o n e íc y Cortadillo).
39
4. LA CO N CIEN C IA
S
pero no estamos obligados a acertar. Por eso necesita
mos una brújula que nos oriente en la azarosa navega
ción de la vida. Si en el primer tema dijimos que esa
brújula es la ética, esa respuesta es muy general. Ahora damos
un paso más al identificar a la conciencia como el instrumento
ético que se encarga de señalar el rumbo, de distinguir el bien y
el mal.
La conciencia es la misma inteligencia que juzga sobre la
moralidad de nuestros actos. Por tanto, no se trata de una voz
misteriosa ni de un oráculo profétíco: es, simplemente, la ra
zón que juzga la bondad o maldad de nuestras acciones. La
conciencia no echa en cara ser mal deportista o mal dibujante;
su juicio es absoluto: eres malo. Por la presencia de ese crite
rio absoluto intuye el hombre su dignidad absoluta. Por eso
41
i.
emendemos a Tomás Moro cuando escribía a su h ija M argaret,
ames de ser decapitado; «Esta es de ese tipo de situ acio n es en
las que un hombre puede perder su cabeza y au n a sí no ser
dañado».
La conciencia se presenta como exigencia de n osotros a no
sotros mismos. No es una imposición externa: ni la fuerza de la
ley, ni el peso de la opinión pública, ni el co n sejo de los más
cercanos. Cuando el poderoso Critón ofrece a Só crates la posi
bilidad de escapar de la cárcel y de la muerte, se en cu en tra con
una negativa rotunda, porque las razones que le im p id en huir
«resuenan dentro de mi alma haciéndome in sen sib le a otras».
En b historia de quienes tomaron decisiones de vida o m uerte
tampoco se aprecia una previa inclinación a la d isid en cia. No
les guia el afán de rebeldía, sino el pacífico conven cim ien to de
que hay cosas que no se pueden hacer. «He desobedecido a la
ley », dirá GandhL «¡no por querer faltar a la autoridad, sin o por
obedecer a la ley más importante de nuestra vida: la voz de la
conciencia».
Un párrafo de Harper Lee: en la novela M atar un ru iseñ or,
el abogado Atticus Finch defiende a un m u chach o negro acu
sado injustamente de haber violado a una ch ica b la n ca . Pero
toda la ciudad, donde los prejuicios racistas son fu ertes, se le
echa encima. También su hija le reprocha su con d u cta, contra
ria a lo que lodos piensan. Atticus, al resp o n d er a la n iñ a,
ofrece uno de los argumentos más elegantes sobre la dignidad
de la persona: «Tienen derecho a creerlo, y tien en d erech o a
que se respeten por completo sus opiniones, pero antes de po
der vivir con los demás tengo que vivir co n m ig o m ism o : la
única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la propia
conciencia*.
Un freno para el mal
43
varios a ejecución ¿Por qué han de existir in dividu os co m o y o para
arrastrarse entre Ios cielos y la tierra? (Shakespeare, H am let).
¿Mi crimen? ¿Qué crimen? ¿Es un crim en m a ta r a un p a rá sito
vil y nocivo? No puedo concebir que s ea m ás g lo r io s o b om b a rd ea r
-una ciudad sitiada que matar a h ach azos. A h o ra co m p ren d o menos
;que nunca que pueda llam arse crim en a m i a c c ió n . Tengo la
conciencia tranquila. (Dostoiewski, C rim en y c a s tig o ).
Educación de la conciencia
45
JOSÉ RAMÓN AYLLÓS
Contra la conciencia
Í
ibre por medio de su inteligencia.
Y Nietzsche, en la segunda mitad del xtx, se propone pasar a la
| historia como el provocador de un conflicto de conciencia de
LA CONCIENCIA
La tragedia de Macbeth
47
; . se v en e n v u e lto s y absorbidos por su
"protagonista y su j lar alcanzar a cualquier precio
culpabilidad progr ^ ,a lr a g e d ia d e d o s p e r s o n a s
d poder. ShakP Máj en concrei0> la obra es una refle-