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Ecuador

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Estimadas y estimados miembros de la CEPAL.

Me complace vernos reunidos


nuevamente, en un año clave para América Latina y el mundo. Un año
marcado por la continuación de conflictos armados internacionales que no
dejan indiferente a ningún continente. Sin embargo, en esta ocasión me
gustaría referirme a otro tipo de conflicto, ese enorme elefante siempre
presente en nuestra habitación global: el conflicto climático.

Como ustedes sabrán, la crisis climática ha golpeado duro a Ecuador. Las


intensas lluvias que azotaron el país en el mes de junio causaron estragos en
varias provincias, especialmente en la Amazonía. Pero solo unos meses
después, nos encontramos en la peor sequía en seis décadas que ha vivido
Ecuador. Y esto nos ha llevado a la crisis energética más grande de nuestra
historia. Ecuador depende de las hidroeléctricas para abastecerse de
energía, y en especial de la represa de Mazar. Ahora esta represa se
aproxima al nivel mínimo, lo que afecta a la producción de energía de las
hidroeléctricas.

Ante esta crisis, debimos tomar una decisión muy dura: racionar la energía
mediante cortes programados de 10 horas de duración. Como gobierno nos
hemos comprometido a reducir paulatinamente esta cifra hasta solo 4 horas.
Aun así, prevemos que está situación podría continuar hasta enero.

Les podrá sonar catastrófico, pero el impacto del cambio climático y las
condiciones de vulnerabilidad de algunas regiones de Ecuador demandan un
esfuerzo titánico en materia de política pública y una voluntad firme para
tomar en serio este problema que estamos dejando de herencia a nuestras
próximas generaciones.

Ecuador sufrirá graves impactos en su economía y desarrollo como producto


del calentamiento global. Se estima que hasta 2050 se podría reducir el PIB
per cápita en 4%.

Algunos impactos son inevitables, están ligados a las condiciones


geográficas del país. La región costera es más propensa a las inundaciones,
mientras que en las zonas montañosas serán más frecuentes los
deslizamientos de tierra producto de intensas lluvias y crecidas de ríos.

Así como existe la posibilidad de crisis por exceso de agua, también se


prevén largas sequías, como la que presenta actualmente el país.

Los impactos más importantes en uno u otro caso recaerían en el sector


agrícola, la infraestructura del transporte y la producción de energía
hidroeléctrica, de la cual Ecuador es altamente dependiente.
Además, el petróleo es el mayor producto de exportación de Ecuador. Su
economía depende en gran medida de sus niveles de producción de este
combustible, así como de las fluctuaciones de su precio. Sin embargo, la
tendencia mundial apunta hacia la descarbonización, por lo que se estima
que la demanda de petróleo y su precio bajará.

Del mismo modo, la tendencia de los países está orientada a adoptar


posturas más estrictas contra los cultivos de alta deforestación, lo que puede
provocar que las exportaciones agrícolas del Ecuador, como el plátano o el
camarón se vean sometidas a restricciones cada vez mayores.

Pero existen salidas viables para enfrentar el calentamiento global y al


mismo tiempo impulsar el crecimiento económico junto con reducir la
pobreza.

Estas presiones pueden convertirse en oportunidades en tanto Ecuador


reconozca que cuenta con algunas ventajas que pueden convertirse en
alternativas sostenibles de ingresos económicos. Pero estas ventajas solo se
podrán aprovechar con una serie de reformas multisectoriales en el que se
prioricen los sectores energéticos, de transporte y del uso de la tierra.

Es difícil imaginar un país netamente agrícola que pueda seguir su rumbo si


la disponibilidad de agua va a ser cada vez menor.

Es una gran interrogante imaginarse el futuro de una ciudad tan poblada


como Guayaquil cuando es una de las ciudades costeras más vulnerables del
mundo ante la elevación del nivel del mar.

No solo se trata de infraestructura. Se trata de seguridad alimentaria, de


actividades vulnerables como la pesca, el turismo y la agricultura. Se trata
de la emigración de miles de personas que buscarán lugares más seguros
para vivir.

Es momento de prestar atención al pronóstico del tiempo no solo para saber


si debo llevar un paraguas para el día de mañana, sino para planificar cómo
nos vamos a preparar para los próximos 25 años.

Diseñar y aplicar un sólido programa de políticas climáticas que integren las


prioridades en materia de clima y desarrollo podría convertirse en parte de la
solución.

Señoras y señores miembros de la CEPAL. Estamos en un momento crítico en


el que aún podemos actuar para mitigar las consecuencias de esta crisis.
Pero no podemos hacerlo solos. Latinoamérica y el Caribe deben unirse como
los hermanos que somos para hacer frente a este conflicto, porque no es un
problema único de mi país o del suyo, es un problema de la tierra, el agua y
el aire que sustentan la vida de todos. Muchas gracias.

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