Con Cristo o Contra Cristo
Con Cristo o Contra Cristo
Con Cristo o Contra Cristo
Joaquín Sáenz y
Arriaga. (Primera parte “1 de 2”)
Rev. Padre:
Espero que todo llegue a sus manos a entera satisfacción. Pbro. Moisés
Villegas R.
Hemos leído con detención y ponderado seriamente los conceptos
expresados por el Dr. D. Joaquín Sáenz Arriaga en su comentario a los
artículos del Sr. Josep Koddy (Revista look, Enero 25 de 1966), acerca de
la Declaración que el Concilio Ecuménico Vaticano II ha hecho sobre el
problema judío, y nada hemos encontrado que de alguna manera se oponga
al Dogma Católico. Por esta razón autorizamos al expresado Sr. Pbro y
Doctor Sáenz Arriaga para que divulgue su opúsculo en esta Arquidiócesis.
Es verdad que son pocos los católicos que directamente enseñan a odiar a
los judíos. Sin embargo, la doctrina católica no había podido eludir la
narración del Nuevo Testamento, según la cual los judíos provocaron la
Crucifixión. Las cámaras de gas fueron tan sólo la última prueba de que los
judíos no habían sido todavía perdonados. Pero la mejor esperanza de que
la Iglesia de Roma no aparecerá de nuevo complicada en un genocidio de
esta magnitud es el capítulo IV de la “Declaración (Conciliar) acerca de la
Relación de la Iglesia con las Religiones no-Cristianas”, cuya declaración
fue promulgada por Paulo VI, como ley de la Iglesia, casi al fin del Concilio
Vaticano II. En ningún lugar de su declaración o de sus discursos desde la
Cátedra de San Pedro, el Papa menciona a Jules Isaac. Pero, quizás el
Arzobispo de Aix, Charles D. Provencheres haya dejado perfectamente
esclarecida la ingerencia de Isaac, en la proclamación de este decreto
cuando dijo: “Es un signo de los tiempos el que un seglar y sobre todo un
seglar judío haya originado un decreto del Concilio”.
Al día siguiente, Isaac tuvo un apoyo más fuerte. Juan XXIII, de pie, en el
pasillo de los aposentos Papales del cuarto piso, estrechó la mano de Jules
Isaac y le hizo sentar después a su lado. “Yo me presenté, como un no-
cristiano, el promotor de la Amistad Judeo-Cristiana, un hombre muy
sordo y viejo, dijo Isaac”. Juan habló largamente de su devoción por el
Antiguo Testamento, de su estancia como diplomático en Francia y
preguntó a su visitante dónde había nacido. Comprendió Isaac entonces que
el Sumo Pontífice quería charlar con él y empezó a preocuparse por la
manera cómo debía él dirigir esta conversación hacia el tema anhelado.
“Vuestra política, dijo el judío al Papa, ha despertado grandes esperanzas
en el Pueblo del Antiguo Testamento”. Y agregó luego: “¿No es este mismo
Papa, con su gran bondad, responsable de que nosotros hayamos concebido
mejores esperanzas?”. Juan sonrió afablemente. Isaac había ganado para
su causa a uno que quería escucharle. El judío dijo después al Papa, que el
Vaticano debería estudiar el anti-semitismo. Juan contestó entonces que él
había estado pensando desde el principio de su conversación con el judío, la
conveniencia de hacer este estudio. “Yo pregunté luego si podía yo llevar
conmigo algún rayo de esperanza”, recordó Isaac más adelante. A lo que
Juan respondió diciendo que tenía derecho a algo más que a una esperanza;
y, haciendo a los límites de su soberanía, añadió: “Yo soy la cabeza, pero
debo consultar también a otros...esta no es una Monarquía absoluta”.
Para mucha gente en el mundo el gobierno de Juan parecía ser una
monarquía benévola. Por causa suya, muchas cosas habían acaecido entre
el catolicismo y el Judaismo.
La acusación de los conservadores contra los judíos era que estos eran
deicidas, culpables de dar muerte a Dios en la persona Divino-Humana de
Cristo. Y que afirmar ahora que los judíos no eran deicidas era tanto como
decir de una manera indirecta que Cristo no era Dios, porque el hecho de la
ejecución en el Calvario era incuestionable para la teología católica. Sin
embargo, la ejecución del Calvario y la religión de aquellos que creen en
ella, son las razones por las cuales los antisemitas vituperan a los judíos
como “asesinos de Dios” y, “asesinos de Cristo”. Era evidente, por lo tanto,
que las Sagradas Escrituras de los católicos tendrían que ser sometidas a
juicio, si el Concilio se decidía a hablar acerca de los deicidas y de los
judíos. Hombres sabios y viejos mitrados de la Curia aconsejaron que los
Obispos del Concilio no debieran tocar este tema delicado. Pero, una vez
más, Juan XXIII ordenó que el problema se incluyera en la agenda del
Concilio.
“CON CRISTO O CONTRA CRISTO”
R.P. Joaquín Sáenz y Arriaga.
Sin embargo, los Obispos tuvieron, fuera del Concilio, abundante lectura
relacionada con los judíos. Una agencia publicitaria, suficientemente
cercana al Vaticano para tener la dirección en Roma de los 2,200
Cardenales y Obispos que de afuera habían acudido al Concilio, entregó a
cada uno de ellos un libro de 900 páginas “Il Complotto contra la Chiesa”
(El Complot contra la Iglesia). Entre las infamatorias páginas del
libro, había algunos vestigios de verdad. La afirmación que dicho
libro hace de que la Iglesia había sido infiltrada por los judíos, era
una intriga eficaz para los anti-semitas; pero, es un hecho
innegable que muchos judíos, ordenados de sacerdotes, estaban
trabajando en Roma para obtener esa declaración en favor de los
judíos. Entre ellos estaba el Padre Baum, como también Mons.
Juan Oesterreicher, miembros del Secretariado de Bea. Y el
mismo Cardenal Bea, según el Diario del Cairo “Al Gomhuria”,
era un judío llamado Behar.
Ni Baum ni Oesterreicher se hallaban con Bea al declinar la tarde del 31
de mayo de 1963, cuando un limousine estaba estacionado, en frente del
hotel plaza de Nueva York, esperándole. El “ride” terminó seis calles más
adelante, en las afueras de las oficinas del Comité Judío Americano. Allí,
un Sanhedrín contemporáneo estaba esperando para dar la bienvenida al
Jefe del Secretariado por la Unidad Cristiana. La reunión fue guardada en
secreto para la prensa. Bea deseaba que ni la Santa Sede ni la Liga árabe
supiesen que él estaba allí para recibir las preguntas que los judíos
deseaban que fuesen contestadas. “No tengo autorización, les dijo Bea, para
hablar oficialmente”. “Por lo tanto yo solamente puedo decir lo que en mi
opinión puede y debe, en verdad, acaecer”.
Pero esta Segunda Sesión terminó, sin el voto sobre los judíos o la
Libertad Religiosa, con una agria nota, claramente manifiesta, a pesar de la
visita anunciada por el Papa a Tierra Santa. Esa peregrinación del Pontífice
tenía que dar necesariamente amplio campo para los comentarios de la
prensa, pero dejó sin embargo espacio para hacer importantes
investigaciones sobre esas dos votaciones que habían sido pospuestas. “Algo
ha sucedido detrás de bambalinas”, comentó el National Catholic Welfare
Conference. “Este es uno de los misterios de la Segunda Sesión”.
Por lo que toca al antisemita Obispo de Segni, el enviado del Cardenal dijo
que la manera de pensar de Carli definitivamente no era la del Secretariado.
Morris B. Abram, del Comité Judío Americano, fue al aeropuerto a recibir a
Bea y calificó como alentadora la opinión de su Secretario.
Días después, parte de los miembros del Secretariado se reunieron en
Roma para votar sobre las sugestiones hechas por los Obispos. Entre esas
sugestiones, algunas habían nacido y habían sido enviadas del cuarto piso
del Vaticano, bajo la firma del Obispo de Roma. Se ignora si ese Obispo en
particular fue ciertamente el que urgió el que fuese suprimido la negación
de la “Culpabilidad del Deicidio”; pero la alternativa posibilidad de que la
frase hubiera sido suprimida, aunque él hubiese indicado lo contrario, no
tenía ya importancia ahora.
Esa reunión tuvo lugar del 9 al 15 de mayo, y durante esa semana el New
York Times publicó una nueva historia, cada tercer día desde el Vaticano.
El 8 de mayo, el Secretariado volvió a negar que gente extraña hubiese
puesto la mano en la Declaración judía. El día 11 de ese mismo mes, el
Presidente de Líbano, Carlos Helou, árabe de raza y maronita católico de
religión, tuvo una audiencia con el Papa. El día 12 la oficina de prensa del
Vaticano anunció que la Declaración Judía permanecía invariable. Si esto
era para alentar a los judíos, parecía como si la prensa oficial declarase
demasiado.
Por ese tiempo, la revista “Time” y el “New York Times” de Nueva York
estaban satisfechos de tener dentro del Concilio un fiel informador. Sólo
como una humorada periodística de las revelaciones del hombre infiltrado
eran firmadas con el nombre de “Pushkin”, cuando estas informaciones
eran secretamente dejadas en las puertas de algún corresponsal.
Aparte de su gusto por los seudónimos, por las hermosas mujeres, y por
los relatos sobre lo no existente, y, tal vez, siendo un real genio para hacer
narraciones humorísticas, Fitzharris O'Boyle era eficiente trabajador en
el puesto que tenía en el Secretariado del Cardenal Bea, muy valioso para
el Comité Judío Americano y todavía es considerado por muchos en los
círculos de Roma, como una especie de genuino salvador en la Diáspora
(dispersión). Sin su intervención, la Declaración Judía pudo haber
fracasado antes, porque fue Fitzharris O'Boyle quien mejor ayudó a la
prensa para denunciar a los romanos que querían suprimirla. El hombre
tiene muchas peticiones de sacerdotes.
Lichten recuerda todavía más: “Higgins dijo: “debéis daros cuenta del
daño que se haría, Joe, si nosotros permitimos que estos cambios que se
han hecho en el texto se conviertan en barreras para interceptar el
camino que hemos emprendido hace ya tanto tiempo. Y esto puede
suceder, si su gente y la mía no responden a los aspectos positivos del
nuevo texto. Este fue el argumento sicológico decisivo para mí” dijo
Lichten.
“En este sentido era menos efectivo para la causa del pueblo judío”.
Morlion sabía perfectamente lo que los judíos habían hecho para obtener
la Declaración y por qué los católicos habían aceptado ese compromiso.
“Nosotros hubiéramos podido derrotar a los dogmáticos, insistió el Padre”.
“Ellos hubieran ciertamente perdido, pero el costo hubiera sido la división
de la Iglesia”.
JOSEPH RODDY.
I
El problema judío NO ES, como lo han presentado muchas
veces los interesados, el antisemitismo; no es, ni nunca ha sido
un problema racial. Sería absurdo afirmar que el cristiano aborrece al
judío, porque tiene sangre judía. Judíos son Cristo, su Madre Santísima,
los Apóstoles y tantos y tantos verdaderos cristianos de origen judío, que
ya desde la Iglesia Apostólica han formado parte del cuerpo místico de
Cristo.
II
El problema judío NO ES tampoco un problema religioso . Es
falso que los Evangelios y demás libros del Nuevo Testamento hayan
propagado el antisemitismo judío “como una enfermedad social por el
organismo del género humano, durante veinte siglos que han pasado
desde la muerte de Cristo”; es falso que la tradición, que la liturgia,
que la teología, que la catequesis católica hayan nunca inculcado
el odio a los judíos, por el hecho de ser judíos. Si la Iglesia, por
boca de los Papas o de los Concilios, ha denunciado y condenado los
crímenes, los errores y las secretas profanaciones de los judaizantes, ha
sido solamente en legítima defensa de lo que Dios mismo les había
confiado.
IV
VI
VII
Los defensores de la pretensión judaica no solamente eluden la
verdad histórica y la verdad revelada, que la Iglesia siempre ha
enseñado, sino que van más adelante: para complacer al Judaismo
Internacional, condenan a la Iglesia; condenan implícitamente no
solo la nefanda Inquisición, sino todas las necesarias defensas que
la Iglesia Católica haya podido tomar, en cualquier tiempo y por
cualquier causa, contra las incursiones y ataques, abiertos u
ocultos, con que la Sinagoga ha podido combatir a la obra de
Jesucristo. Es una condenación en masa; es una condenación de
más de 30 Pontífices y de varios Concilios, que han tenido que
levantar su voz contra los desmanes, las intrigas, los crímenes
perpetrados por los judíos, por la mafia, que no por tener sangre
de Abraham son impecables.
¿Vamos a afirmar ahora que todos esos Papas, todos esos
Concilios, todos esos santos se equivocaron? ¿Vamos a confesar,
con un mea culpa absurdo, que la Iglesia de veinte siglos careció
de la caridad cristiana e incurrió en injustos prejuicios raciales?
¿Vamos a hacer víctimas a los culpables, a los que la justicia
condenó por sus probados crímenes? Ante el dilema: la Iglesia o
los judíos, parece que sus celosísimos defensores escogieron a los
judíos, como ellos antes habían escogido a Barrabás y habían
rechazado al Hijo de Dios vivo. La historia se repite.
Y para hacer esa elección, para confesar la culpabilidad de la
Iglesia en el pasado, para declarar persecuciones injustas las
penas impuestas a las fechorías de la judería, ¿han estudiado los
jueces a fondo el problema? Tal vez un sentimentalismo que
simula la caridad o una conveniencia perenal o una consigna
secreta de ignorada procedencia haya impulsado a no pocos
católicos a convertirse ahora en los ahogados defensores del
Judaismo Internacional. Bien está la caridad, pero también bien
está la justicia: ni caridad sin justicia, ni justicia sin caridad.
VIII
IX
X
Por lo que se refiere al diálogo entre el Catolicismo y el
Judaismo religión, me parece absurdo que la astucia de Su
Eminencia el Cardenal Bea no se dé cuenta de que no solamente
es irrealizable, sino absurdo.
El Cristianismo y el Judaismo están basados en principios
diametralmente opuestos. El Judaismo es una religión de promesa.
El Antiguo Testamento nos demuestra que el judaísmo terminó
con la venida de Cristo. El Cristianismo es el cumplimiento de la
promesa de la antigua Ley. ¿Cómo es posible que haya una
armonía entre el Cristianismo y el judaísmo, a no ser que
algunos de los dos renuncien a sus principios religiosos? Si
queremos nosotros imponer la fraternidad y la armonía de los
cristianos hacia los judíos, entonces el cristianismo tiene que
renunciar a su verdad central, que es Cristo, el Mesías
prometido. Si queremos imponer la armonía a los judíos
respecto de los cristianos, sin renunciar a sus ambiciones
mesiánicas, pedimos un imposible, una ilusión, una quimera. Los
judíos hablan de la religión de la hermandad humana, pero esa
hermandad es materialista, naturalista, atea. La fraternidad
cristiana, en cambio, es esencialmente sobrenatural. “La
salvación, dice su Santidad Pío XII, no vendrá al mundo, hasta
que el género humano, derivando sus inspiraciones humanas y
enseñanzas del ejemplo de Cristo, llegue a reconocer que todos los
hombres son hijos de un sólo Padre que está en el cielo y están
destinados a ser verdaderamente hermanos a través de la unión
con su Divino Hijo, que vino a ser el Redentor de todos”.
“Solamente esta fraternidad le da al hombre, juntamente con el
más alto sentido de su personal dignidad, la seguridad de una
verdadera igualdad que es la base necesaria de la verdadera
libertad en el goce de nuestros derechos y en el cumplimiento de
nuestros deberes, en la obediencia a las leyes dadas por el Dios
Todopoderoso y su Divino Hijo para la moralidad y santidad de la
vida humana. Solamente esta fraternidad inspira, alimenta y
vivifica en los corazones de los hombres aquella caridad verdadera
que aborrece la opresión y violencia, que se levanta sobre todo
egoísmo, ya sea individual, ya sea colectivo, que es capaz de
sacrificarse así misma por el bien común y dar generosamente de
sí misma a todos los que están destituidos y remediar así a todos
los que están sufriendo”.
XI
12
Ese mesianismo propio de esa raza escogida, esa elección divina en orden a
la venida de Cristo es la fuente de la teocracia única del pueblo de Israel y
de las bendiciones y prerrogativas con que Dios indiscutiblemente le
favoreció.
En el plan de Dios la humanidad entera fue objeto de la misericordia divina.
"Así amó Dios al mundo, dice San Juan, que nos dio a su Unigénito Hijo".
No los judíos solamente, la humanidad entera era la causa final del
mesianismo divino, de la obra redentora de Dios, que fue ocasión y motivo,
por así decirlo, de la misma elección divina del pueblo judío. Israel, en el
plan redentor fue el medio, la preparación, la imagen representativa; pero la
salvación de Cristo abarca a toda la humanidad, sin distinción de razas y de
pueblos, presupuesta la aceptación de la fe en Cristo y nuestra regeneración
a la vida sobrenatural.
13
Desgraciadamente los dirigentes y las sectas del pueblo judío, los que le
representaban, los que expresaban, por así decirlo, la voluntad colectiva de
Israel, solidariamente unido por la elección y los planes divinos, no
entendieron el sentido espiritual y universal de las promesas divinas y se
forjaron la espectación absurda de un Mesías dominador, de un caudillo
poderoso, que subyugase a Israel todos los pueblos de la tierra. Pensaron
absurdamente que los judíos y no la humanidad entera, eran el fin que tenía
la promesa mesiánica.
14
15
Cuando Jesús se presentó ante su pueblo, in propia venit, et sui Eum non
receperut (Joan I, 11), vino a los suyos y los suyos no le recibieron. "Hic est
haeres, venite, occidamus eum, et habebimus haereditem eius" (Mat. XXI,
38): "Este es el heredero, venid, démosle muerte, y tendremos así su
herencia", dijeron los dirigentes al pueblo de Israel. El Mesianismo Divino
combatido, negado, violentamente atacado por el Mesianismo Judío, es
decir, por la Sinagoga, por el Sionismo Internacional. Creyeron, en su
soberbia, que, dando muerte a Cristo, podrían hacer suyo el gobierno
universal del mundo —que ellos pensaban ser un gobierno material— que a
Cristo corresponde: "Postula a me, et dabo tibi gentes haereditatem tuam, et
posessionem tuam términos terrae" (Ps. II, 8): "Pídeme y te daré todas las
gentes por tu herencia y los términos de la tierra por tu posesión".
Cristo dijo: "Mi reino no es de este mundo". "Dad al César lo que es del
César y dad a Dios lo que es de Dios". Este es el mesianismo divino,
intolerable para el mesianismo judío, que, hoy como ayer, busca el dominio
temporal de este mundo para tener así la hegemonía de todos los pueblos.
16
Es cierto, como dice San Pablo, (Rom XI 18) que Israel es el olivo y los
gentiles son el acebuche, injertado en ese olivo; pero el injerto tiene ahora
toda la vitalidad y todos los frutos que el tronco añejo ya no dió. No es la ley
que ya fue derogada, sino la gracia de Cristo la que nos salva y santifica.
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18
Vale la pena publicar aquí el comentario del periódico oficial del Estado de
Israel "The Jerusalem Post", sobre la Declaración Conciliar, publicado el
domingo 17 de octubre de 1965:
EL VOTO VATICANO
"En esa Declaración, por lo que se refiere a los judíos, lo más fascinante ha
sido el espectáculo de la Iglesia Católica que voluntariamente se ha sentado
en el banco de los acusados. Un estudio de la historia de la Iglesia
demuestra evidentemente que el antisemitismo no es hermano del
cristianismo, sino que se ha desenvuelto como una reacción a específicas
circunstancias históricas. La atribución trágica de la responsabilidad de la
crucifixión a todo el pueblo judío, obviamente se opone a los detalles
contenidos en los mismos Evangelios, y la acusación del "Deicidio", que
empezó a circular después de más de una centuria de los acontecimientos
históricos, fue promulgada por razones políticas. Pero, a través del tiempo,
se olvidó la motivación política y esta acusación tuvo reconocimiento de
dogma religioso. De aquí procede la historia terrible del antisemitismo
cristiano y de las persecuciones que han sufrido los judíos y que
caracterizan y han hecho infernal la historia de los judíos en tierras
cristianas. Fue esa tradición la que en gran parte preparó la mentalidad
europea para simpatizar con el antisemitismo nazi, que culminó con el frío
asesinato de 6 millones de personas, ultimadamente porque esas personas
no eran cristianas.
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Los árabes católicos, a su vez, nos dan su punto de vista en otro periódico,
publicado también en Jerusalén, en la parte de la Ciudad Santa, que está en
poder de Jordania:
"La obligación del Vaticano, según los católicos conscientes, está en buscar
la unidad cristiana y la reconciliación de los diferentes puntos de vista que
llegaron al gran cisma y a la Reforma Luterana. Es necesario empezar la
obra en casa, porque..., 'si la casa está dividida en sí misma, la casa no
puede permanecer en pie".
Por más que se haya procurado encubrir la tendencia política del Judaismo
Internacional, al sugerir primero y alcanzar después, con todos los
poderosos recursos de que disponía, esta famosa Declaración; por más que
el Secretariado del Cardenal Bea haya enviado un agente personal para
visitar a todos los Patriarcas y Obispos árabes, un mes antes del principio de
la Cuarta Sesión del Concilio, y asegurarles que la Declaración no tendría
ningún carácter político y que sería benéfica para la tranquilidad misma y
florecimiento de las cristiandades del Oriente y del mundo entero; por más
que la Democracia Cristiana de Italia y Alemania haya demostrado estas
buenas intenciones, con sus generosos y cuantiosos donativos para remediar
las necesidades de esas Iglesias del Medio Oriente, es evidente que para los
pueblos Arabes la Declaración, usando el lenguaje más benigno —era
peligrosa, muy peligrosa. Los refugiados palestinos, que en su desgracia
sufren las consecuencias de la traición del Estado de Israel, eran para los
países árabes una prueba viviente de lo que significa la ambición mesiánica
del Judaismo Internacional. La Declaración puede ser interpretada y de
hecho lo ha sido por el Judaismo como una aceptación de la Iglesia de su
actitud política.
DOMINGO, 19 DE AGOSTO DE 2012
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21
El primer frente invisible que la mafia judía creó para la batalla final es la
francmasonería, con sus ritos distintos, imbuidos del Talmud y la Kábala,
con sus secretos herméticos, solamente conocidos en la cúspide de la
pirámide; con sus apariencias filantrópicas, con su filosofía atea disimulada
con la ficción del Gran Arquitecto del Universo, que encierra en sí el
panteísmo y da culto al satanismo.
Citaré aquí algunas palabras del Dr. Nagy que nos dan idea de la
bancarrota ideológica que en ciertos elementos de la Orden provocó el
diálogo intelectual con la Masonería:
La otra gran figura que oprimía nuestros estudios, era la máxima autoridad
de Santo Tomás de Aquino. Ningún profano se puede imaginar cuán
elevada es la autoridad de ese santo en la Iglesia para los teólogos, sobre
todo, para los dominicanos, que reaccionan con su inflexibilidad conocida
frente a la mínima disminución de esta autoridad. Si algún profesor de
teología llegara a desviarse un poco de las doctrinas de Santo Tomás y esta
desviación fuera visible en la tesis del examen de fin de curso, recibirá duros
retos desde Roma como si estuviera en camino de convertirse en hereje. Uno
de mis profesores, cuyas tesis tenían esta tendencia, sufrió tantas
hostigaciones, que, cansado, pidió su relevo y se fue a China como
misionero.
Es más beneficioso para la Iglesia, que sean ellos quienes desmenuzan a los
libros sagrados, porque así les queda algo de su precioso tesoro; ha llegado
el momento en que la Iglesia no tendrá más que ir reconociendo día a día
que los patriarcas nunca fueron monoteístas, que la historia de Sansón es
folklore, el libro de Job es un plagio, Salomón nada tiene que ver con los
libros que le atribuyen y casi ningún salmo fue escrito por David, etc. Todo
esto hoy aparece en los libros con el "Imprimí potest" de los provinciales
jesuítas y yo mismo siento un poco de miedo al leerlos, tan distintos de lo
que me enseñaron hace décadas. Puede cualquiera leer en el libro "De la
Edad de Piedra al Cristianismo" por William Foxwell, en cuya tapa figura
"Revisado, por varios padres de la Compañía de Jesús" y por dentro reza;
"Nihil obstat", y verá que del Antiguo Testamento apenas quedarán
algunas hojas para aplicarles la definición del Concilio Vaticano I, según la
cual, "Spiritu Sancto inspirante concripti Deum habent autorem" —
Denzinger-Bammwarte, 1787—.
Ahora está pagando la Iglesia con creces el haber ligado, tiempo ha, su
conjunto de verdades a las ciencias aparentemente eternas e inamovibles, y
el haberse metido en un laberinto caótico de especulaciones filosóficas
humanas, y de dudosas interpretaciones; porque pretendía ser sabia, en
sentido profano, en vez de identificarse con la simplicidad, santidad y pureza
cristalina evangélica y con lo eterno en el hombre que no es de este mundo.
Juan XXIII encabezaba una Iglesia así y durante cuatro años ha
conquistado más fieles y más honor para su Iglesia, que todos los filósofos y
teólogos en cuatro siglos."
René Fülop Muller, en su obra "El poder y los Secretos de los Jesuítas",
escribe: "Gran sorpresa tiene que causar el que precisamente la más
reciente actualidad haya conducido a una aproximación entre Jesuítas y
francmasones. Después de manifestarse, durante largo tiempo, cierta
disposición a una inteligencia, en junio del año de 1928, se ha llegado a
negociaciones en toda regla, en un debate celebrado en Aquisgrán, tomando
parte de un lado el P. Hernán Gruber, el jesuíta más conocedor de la
Francmasonería, y del otro lado el Secretario General de la logia de Nueva
York, Ossian Lang, el filósofo francmasón de Viena Dr. Kurt Reichl y el
escritor Eugene Lennhoff, autor de una obra muy documentada sobre la
francmasonería".
Preguntará alguno cuáles son las pruebas para demostrar la filiación del
Comunismo Internacional respecto del Judaismo. Innumerables serían las
pruebas, ya ampliamente conocidas, que toda persona sensata puede
examinar en sus mismas fuentes. Hay una literatura copiosa sobre este tema
en todas las lenguas y en todos los países. Pero, no hay peor sordo que aquel
que no quiere oír la verdad. Citaré aquí algunos documentos tomados de los
archivos nacionales de los Estados Unidos. El primero es una información
secreta de la Embajada de Londres del 17 de julio de 1919. Está escrita por
la Scotland House, S. W. 1. 16 th July. 1919: "Existe ahora una evidencia
definitiva de que el Bolchevismo es un movimiento internacional controlado
por los judíos; hay comunicaciones frecuentes entre los líderes de América,
Francia, Rusia e Inglaterra, con miras a una acción concertada..."Y en otro
documento, tomado también de los archivos nacionales de los Estados
Unidos y que fue redactado en el Cuartel General de las Fuerzas
Expedicionarias Americanas, en Siberia, en Vladivostok leemos: "...Estas
esperanzas quedaron frustradas por las ganancias graduales de poder de los
elementos más irresponsables y socialistas, guiados por los judíos y otros
elementos raciales anti-rusos". Una estadística, hecha en abril de 1918 por
Robert Wilton, el corresponsal del "London Times" en Rusia, demuestra
que en ese tiempo había 384 comisarios, incluyendo dos negros, 13 rusos, 15
chinos, 28 armenios y más de 300 judíos. De éstos habían venido a Rusia de
los Estados Unidos 264 judíos, después de la caída del gobierno imperial.
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Otro caso concreto del poder oculto de esta Internacional Financiera del
Judaismo lo tenemos en México. Era el año de 1926. Gobernaba la nación
el General Plutarco Elias Calles, el Jefe Máximo de la Revolución
Mexicana. A pesar de las revoluciones precedentes, que habían
ensangrentado el país por 15 años, la moneda circulante era el oro y la
plata. Había tanto oro, que, algunas veces, por facilitar el cambio, la plata
llegaba a tener un premio extra-legal sobre el oro. Fue entonces cuando un
hombre iluminado, de ascendencia judía, sugirió al Presidente la creación
del Banco de México, el Banco Central, al que todos los otros bancos y las
finanzas del país debían estar subordinados. Se eliminó luego el oro de la
circulación; después se retiró la plata; el peso, con relación al dólar fue
perdiendo su valor adquisitivo. Al principio cada dólar valía 3 pesos 50
centavos, luego $ 4.50; más adelante $ 8.50, hasta que llegamos a su valor
actual de $ 12.50 por cada dólar. Esta inestabilidad monetaria vino a
provocar el derrumbe de inmensas fortunas y a crear en el país un
sentimiento de inseguridad que convirtió la vida económica de México en
un juego de aventuras peligrosas. Nos hacían falta las divisas y las divisas
estaban en poder de la mafia; y la mafia no hace concesiones gratuitas. Ese
hombre iluminado vino indiscutiblemente a revolucionar la vida económica
y política de México.
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"Si la antigua Liga de las Naciones fue instituida como una unidad de
adiestramiento y un ejemplo para acostumbrar a la gente a la idea de
internacionalismo y al abandono de la soberanía estatal, en favor de un
anónimo poder internacional, que ni siquiera se ha declarado cristiano, la
Organización de las Naciones Unidas tiene una verdadera finalidad, es la
última expresión antes de la culminación del plan de proclamar el
mesianismo materialista.
"Bajo este prisma es fácil comprender por qué estos últimos años un
número considerable de comunistas declarados se han convertido en
prominentes y, al parecer, sinceros anticomunistas. A primera vista puede
parecemos que han reformado su opinión. Nada de esto: lógica y
consistentemente siguen luchando por los mismos principios de antes, pero
de una forma nueva y mejor. No han abandonado su designio fatal, sino
únicamente los instrumentos que han resultado ineficaces..."
"Un aspecto importante del truco de las tres cartas, que tiene una relación
concreta con los presentes acontecimientos mundiales y explica muchos de
sus detalles y características, es que debemos tener presente la existencia,
por así decirlo, de dos bolchevismos: el bolchevismo blanco, con su punto
focal y base principal en América y el bolchevismo rojo, con su centro en
Rusia. Entendemos aquí por bolchevismo la expresión del estado de ánimo y
modo de vivir inducidos por el mesianismo materialista, independientemente
de si la forma de gobierno, en cualquier caso, es la democracia
parlamentaria o la de un terror abierto y despiadado. Naturalmente sabemos
y admitimos que, hoy por hoy, la vida en los países sujetos al bolchevismo
blanco es mucho mejor en todos los aspectos que bajo el gobierno rojo;
pero, ambos bolchevismos se relacionan en el fondo, tanto en su espíritu
como en su objetivo final".
"De hecho, como ya sabemos, fueron los blancos, o, mejor dicho, sus
dirigentes, los que dieron vida a la variedad roja; y repetimos de nuevo que
los americanos, los rusos y todos los demás no son, en manera alguna,
responsables de los sistemas que los oprimen o, por lo menos los explotan".
No lo olvidemos: el enemigo que hoy nos halaga, el que nos recibe con
honores, el que abre generosamente la bolsa para ofrecernos su ayuda, será
el mismo que mañana nos esclavice y se burle de nuestra derrota. Después
del Domingo de Ramos, vino el Viernes Santo, con sus voces blasfemas, con
su Calvario y con su Cruz.
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Nada más como una cita histórica, relacionada con el tema que venimos
tratando, nos parece oportuno y conveniente citar aquí un documento que la
Delegación Arabe de Palestina en la ONU dirigió a su Eminencia el
Cardenal Bea S. J., y que fue publicado en diversos periódicos de los
Estados Unidos.
Filadelfia, Pa.
Su Eminencia:
Es chocante para mí, como Cristiano Arabe de Palestina, saber que usted
está asociado con la Liga Antidifamatoria, la organización Sionista más
destacada, que es anticristiana, y cuyas actividades para respaldar al
Movimiento Internacional Sionista y la ilegal ocupación de Palestina por el
Sionismo, son bien conocidas y probadas.
Con un buen corazón cristiano, Su Eminencia está trabajando por los más
altos ideales en la vida, dedicado a la causa de la paz y la buena voluntad
entre los hombres. El Sionismo judío, sin embargo, está aprovechando las
actividades de su Eminencia para ganar simpatía para su movimiento y para
la ilegal ocupación de la Tierra Santa por los Sionistas.
Sin embargo, no estoy muy preocupado por esta materia teórica. Lo que a
mí principalmente me preocupa en esto, es que los Sionistas están
aprovechando la conexión con Su Eminencia y con muchos Obispos
Americanos, católicos y no católicos, para proteger su inmoral e ilegal
causa en la ocupación del 80% de la Tierra Santa.
Como árabe cristiano que soy de esa Tierra Santa, que es víctima de la
agresión sionista y de sus latrocinios, yo apelo a Su Eminencia para que
ponga fin a sus actividades en favor de los sionistas; actividades, por otra
parte, que yo considero han sido hechas con toda buena fe, pero que han
sido explotadas por el perverso movimiento sionista, a fin de alcanzar sus
metas en contra de los cristianos, de la cristiandad y de la Tierra Santa.
Respetuosamente de S. E.,
ISSA NAKHLEH,
Director,
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Su Excelencia.
Mr. Issa Nakhleh.
He declarado una y otra vez que mi trabajo no tiene ninguna conexión con
cualquier tendencia política, y así este hecho es públicamente bien sabido
para todos aquellos que quieran verlo. Por otra parte, yo no puedo admitir el
que uno deba emitir o detener una obra buena sólo porque hay gente que
puede abusar de ella o de hecho abusa. Como siempre hay gente de esta
clase, uno nunca podría hacer una buena obra.
Por otra parte, ¿por qué se quiere proteger a los judíos, que actualmente
siguen tramando la muerte de Cristo Místico, que es la Iglesia? ¿Pensamos
que nuestra amistad judeo-cristiana va a hacer que ellos reconozcan a Jesús
como el Mesías prometido y acepten sus propios y gravísimos errores?
Porque si no es con este reconocimiento y esta aceptación, entendámoslo
bien, nuestra amistad con ellos implica nuestra enemistad con Dios. O
Cristo o el Anticristo.
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Una vez más quiero esclarecer mi pensamiento para evitar las malas y
torcidas interpretaciones. Estoy hablando de la mafia, no de los individuos
todos que tienen sangre judia. Estoy hablando de los que, hoy como ayer,
siguen condenando a Cristo y todo lo que Cristo es y significa.
Cristo tuvo misericordia hacia los pecadores, pero cuando los pecadores se
arrepentían y pedían perdón. La misericordia de Jesús no significaba una
aceptación del pecado, ni siquera una tolerancia, un disimulo; sino la
absolución amorosa del hijo arrepentido.
CONCLUSIONES
5) Masonería y Comunismo no sólo son aliados del Sionismo, sino que son
engendros suyos y armas eficacísimas que usa para destrucción del
Cristianismo y de la libertad del mundo. Yo pido a los que lo niegan que nos
den las pruebas de su negación; su tenaz convicción tiene que estar bien
cimentada.