Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Módulo 4-1

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 31

Lectura integradora

Energía
El movimiento humano se caracteriza por ser un evento energético. La
ciencia que estudia los principios que limitan el intercambio de energía
se conoce como termodinámica o energética, mientras que la ciencia
que estudia los eventos energéticos en el mundo biológico se denomina
bioenergética.
Para describir la energía en el cuerpo humano se deben tener presente
2 cosas: a) la energía no se crea, sino más bien que se obtiene en una
forma y se convierte en otra; b) los procesos de conversión de energía
son relativamente ineficientes, y la mayoría de la energía se libera en
forma de calor (Brooks, Fahey, 8 Baldwin, 2013).

Metabolismo

El metabolismo son todas las reacciones químicas que se llevan a cabo


en el cuerpo; incluye la degradación de moléculas complejas en
estructuras más pequeñas (i.e., catabolismo) y la síntesis de moléculas
más complejas a partir de otras más simples y de menor tamaño (i.e.,
anabolismo) (Tortora 8%: Derrickson, 2008). Las enzimas funcionan como
catalizadores para aumentar la velocidad en las reacciones químicas.
El calor producido por todas estas reacciones químicas es lo que se
denomina tasa metabólica, y está reflejada en la tasa de producción de
calor. Todas las reacciones dependen de las reacciones de oxidación
biológica; por lo tanto, la evaluación del consumo de oxígeno es una
buena aproximación de la tasa de producción de calor o tasa
metabólica (Brooks et al., 2013).

Producción de energía mecánica y sistemas


energéticos
Existen 6 formas básicas de energía: térmica, química, mecánica,
eléctrica, lumínica y atómica. Las máquinas mecánicas convierten
energía en calor, el cual es convertido en energía mecánica. En cambio,
las máquinas biológicas (e.g., el cuerpo humano) no tienen la capacidad
de convertir el calor en otro tipo de energía.
Los mecanismos para la conversión de energía están presentes en
todas las células. Ellas necesitan de una sustancia que sea capaz de
recibir la energía que se libera en numerosas reacciones y, al mismo
tiempo, también que sea capaz de proporcionar energía en las
reacciones que precisan de ella. Esa sustancia es casi siempre el ATP.
Por lo tanto, el ATP puede ser considerado como un intermediario
químico común usado para brindar energía al trabajo celular. Sin
embargo, la concentración de ATP en las células musculares es baja.
Pero las células están preparadas para mantener la concentración
celular de ATP relativamente constante; esto es lo que se conoce como
homeostasis del ATP (Brooks et al., 2013).
El músculo cuenta con 3 fuentes de energía (o sistemas de producción
de energía) que permiten dar soporte a la homeostasis del ATP:
inmediatas, no oxidativas y oxidativas (Brooks et al., 2013).

Cuantificación del gasto energético de la actividad


física
El término actividad física (AF) no es sinónimo de gasto energético (GE).
La AF es una conducta caracterizada por el movimiento corporal,
consecuencia de la acción muscular, y que resulta en un GE.
Una posible categorización de la AF podría basarse en la intensidad con
la que se realiza, es decir la tasa del GE atribuida a la actividad
específica (Ainsworth et al., 1993; Ainsworth et al., 2000; Pate et al.,
1995).
La AF generalmente se la tipifica en base a su frecuencia (e.g., cantidad
de veces por semana) y la duración (e.g., minutos de duración). Pero el
GE refleja el costo metabólico de una AF específica, y es el producto de
la frecuencia, la duración y la intensidad de dicha actividad.
Otro punto importante referido al GE de una actividad es la posibilidad
de expresar la intensidad o el GE de manera absoluta (e.g.,
kcal/kg/hora) o relativa (i.e., % de la máxima capacidad actual).

Reservas de energía
Los sustratos utilizados para producir ATP, siendo la vía oxidativa la
principal (salvo cuando se trata de esfuerzos intensos y breves), son los
carbohidratos (CHO), las grasas y las proteínas. Si bien las proteínas
pueden ser utilizadas como combustible, sus principales funciones son
la estructural y la reguladora, por lo que no se consideran un sustrato
energético importante.
Los triglicéridos (TG) almacenados en los adipocitos del tejido adiposo
son hidrolizados, a través de la lipólisis, a glicerol y ácidos grasos libres
(AGL). Los AGL pueden ser transportados en la sangre hasta otros tejidos
(e.g., músculo esquelético). También hay grasa almacenada en el
músculo esquelético en forma de TG (TGIM), y representan una
importante fuente de energía adicional para el músculo.
Los CHO se almacenan en forma de glucógeno, y las dos principales
reservas corporales son las ubicadas en el hígado y en el músculo
esquelético. Dependiendo de la dieta y el patrón de AF realizado, las
reservas de glucógeno muscular en el cuerpo pueden variar entre 250 y
750 g.
Debido a que una tasa muy elevada de oxidación de CHO es necesaria
para sostener un ejercicio intenso durante períodos prolongados, un
individuo puede agotar sus reservas de glucógeno y experimentar
fatiga durante el ejercicio (Coyle, 1997).
Requerimentos energéticos
del deportista
Balance energético

El balance energético (BE), o sea la relación entre la energía que


consumimos a través de los alimentos y la energía gastada durante el
día, es estudiado a través de ecuación comúnmente denominada
“estática” (Ravussin 8 Swinburn, 1993):

Balance energético = Ingesta de energía — Gasto de energía


(A en depósitos de energía)

Esta refleja que cuando la ingesta de energía (IE) es mayor que su gasto,
se produce un BE positivo, que se manifiesta en un aumento de peso
(principalmente debido a un aumento de tejido adiposo); por el
contrario, cuando se induce un GE superior a la IE se logra un BE
negativo y una disminución del peso corporal.
Los requisitos energéticos variarán dependiendo del deporte y de cada
persona. La dieta y los programas de entrenamiento tienen que ser
cuidadosamente dirigidos para modificar la constitución, conseguir
objetivos en el rendimiento y evitar enfermedades.

Componentes del gasto energético

Los principales componentes del gasto energético total diario (GETD)


son el GE en reposo (GER), la termogénesis inducida por los alimentos
(TIA) y el GE de la actividad física (GEAF).
El GER (o tasa metabólica en reposo (TMR)) es la energía que requiere
una persona para mantener el normal funcionamiento de los distintos
sistemas del cuerpo y la constancia de la temperatura corporal en
estado de reposo. En un adulto sedentario representa entre el 60-75%
del GE diario. Para un tamaño y composición corporal dada, el GER
puede variar significativamente entre diferentes sujetos. La masa
magra, la masa grasa, la edad y el sexo son los principales factores que
determinan el GER.
La TIA (también denominada efecto térmico de la dieta (ETD)
corresponde al aumento en el GE por encima del GER asociado a la
alimentación. Incluye el GE de la digestión, absorción, transporte,
metabolismo «y depósito de los nutrientes. Representa
aproximadamente el 10% del GE diario. Este valor puede variar según el
contenido energético de la comida, el tipo de alimentos consumidos, la
composición de la dieta y el grado de obesidad de los sujetos.
El GEAF (también se suele denominar efecto térmico de la actividad
física (ETAF)), es el componente más variable y el único capaz de ser
controlado voluntariamente. Puede representar un GE elevado en
personas muy activas (e.g., en deportistas con programas de
entrenamiento muy exigentes puede llegar a representar el 50% o más
de su GE total); sin embargo, en personas sedentarias el GEAF oscila
entre el 155% y el 30% del GE diario. A la hora de evaluarlo, debemos
hacerlo de manera amplia, teniendo en cuenta todas las posibles
manifestaciones de la AF diaria, ya que esto nos permitirá una mejor
estimación del GEDT del sujeto, dato que es fundamental para la
planificación del plan de alimentación.

Cálculo del gasto energético de la actividad física


Al estudiar el GE que presentan las diferentes AF se lo suele expresar en
función de la unidad de tiempo f(e.g., kcal/min) o bien teniendo en
cuenta también el tamaño de la persona f(e.g., kcal/kg/min). Otra
manera de expresar el GE (o la intensidad) de una AF determinada es el
MET o equivalente metabólico (Ainsworth et al., 1993; Ainsworth et al.,
2000; Serra Grima 8 Llach Clamó, 1996 ); se considera 1 MET al GER, es
decir a la energía que consume una persona cuando está sentada
tranquilamente, lo que equivale a 3,5 ml de 02/kg/min o 1 kcal/kg/hora
(Ainsworth et al., 1993). Por lo tanto, el GE o la intensidad de la actividad
se expresa como múltiplo de 1 MET.

Estimación del requerimiento de energía diario y


disponibilidad energética

El requerimiento energético se puede definir como la cantidad de


energía que debe consumir diariamente un individuo para cubrir su GE,
y además mantener un tamaño y composición corporal, así como un
nivel de AF, que sea compatible con un buen estado de salud
(FAO/UNUAWHO, 2004). Otra definición considera al requerimiento
energético estimado (REE) como la ingesta energética promedio que
permitiría mantener un BE en un adulto saludable de sexo, edad, peso,
talla y nivel de AF consistente con una buena salud (Institute of
Medicine, 2005).
Para adultos sanos esto es equivalente al GETD, ya que se busca lograr
un BE (es decir, REE = GETD). Sin embargo, esto no necesariamente se
aplica a otras situaciones; por ejemplo, en una persona que desea bajar
de peso la IE diaria debería ser menor al GETD, para así lograr un BE
negativo (REE < GETD). En el caso de una persona que desea ganar
peso, la situación es la opuesta y se debería realizar una IE mayor a su
GETD para así lograr un BE positivo (REE > GETD).
Sin equipos sofisticados es difícil determinar con exactitud los
requerimientos de energía de un atleta, ya que dos atletas con la misma
edad, talla y composición corporal equivalentes, involucrados en el
mismo deporte y con entrenamientos similares pueden tener
necesidades energéticas diferentes. La forma más práctica de
corroborar si las necesidades energéticas están siendo cubiertas es
monitorear simultáneamente la IE y el peso corporal (Reimers, Ruud, 8
Grandjean, 1997); el BE es verificado por un peso corporal estable.
La metodología que se recomienda para estimar el requerimiento
energético de un deportista es usar ecuaciones de predicción del GER al
cuál se le adiciona el GE de las actividades diarias, incluido el
entrenamiento (Burke, 2001).
Nutrientes
Se suele definir a la nutrición como el estudio de los alimentos y de
cómo éstos mantienen el cuerpo e influyen en la salud (Thompson,
Manore, 8 Vaughan, 2008).
Los nutrientes se suelen definir como las sustancias químicas que se
encuentran en los alimentos y que el organismo utiliza para obtener
energía y para ayudar al crecimiento, mantenimiento y reparación de
los tejidos (Thompson et al., 2008). Se pueden clasificar en esenciales
(aquellos que el organismo no es capaz de sintetizarlos o no puede
hacerlo en las cantidades necesarias) y no esenciales (cuando el
organismo puede sintetizarlos). De acuerdo con el nivel que se debe
ingerir diariamente pueden dividirse en macronutrientes (>100 mg/día)
o micronutrientes (<100 mg/día).

Hidratos de carbono

Los hidratos de carbono (CHO), también llamados carbohidratos o


glúcidos, forman un extenso grupo de sustancias. Son compuestos
orgánicos, la mayoría de origen vegetal, cuyas unidades estructurales
son los monosacáridos (González Ruano, 1986).
La clasificación tradicional de los CHO, basada en el grado de
polimerización, que ha llevado a la división de este diverso grupo de
sustancias en CHO simples y CHO complejos, es actualmente
considerada como un sistema sobresimplificado.
Se le han realizado varias críticas a este sistema (Burke, 2000). Por lo
que hace algunos años se propuso utilizar otro sistema de clasificación
basado en el índice glucémico (1G); se basa en la respuesta glucémica
postprandial, comparada con un alimento de referencia (usualmente
glucosa).
Funciones: Su principal función es energética (1 g CHO = 4 kcal 017 kj),
en segundo lugar cumplen funciones plásticas (forman parte de
diversas estructuras, por ejemplo, las membranas celulares) y
metabólicas.

Lípidos
Son compuestos orgánicos de estructura química muy variada; sin
embargo poseen algunas propiedades fisicoquímicas en común: son
insolubles en agua (hidrofobia) y solubles en solventes orgánicos
(alcohol, etc.) (Blanco, 1988; Menshikov 8 Volkov, 1990; Thompson et al.,
2008).
Se los puede clasificar según: 1) su origen, en animales o vegetales; 2) su
consistencia a temperatura ambiente, se los divide en grasas o aceites;
3) su composición química, se clasifican en lípidos simples (incluye
acilglicéridos y ceras), lípidos complejos y sustancias asociadas o
derivadas (Blanco, 1988; MacLaren 8% Morton, 2012).
Funciones: cumplen numerosas funciones, entre ellas se destacan la
energética (1 g de grasa = 9 kcal o 38 kj), la estructural (algunos lípidos
forman parte de las membranas celulares); aislamiento térmico; la de
sostén (para proteger a numerosos órganos); y la de transporte, ya que
se encargan de vehiculizar las sustancias que no son solubles en agua,
como por ejemplo las vitaminas liposolubles (Blanco, 1988; Menshikov
8 Volkov, 1990).

Proteínas

Son compuestos orgánicos nitrogenados de gran tamaño. Sus unidades


estructurales básicas son los aminoácidos (AA); existen unos 20 AA
diferentes, se los diferencia en esenciales o no esenciales, dependiendo
de si el cuerpo tiene la capacidad o no de sintetizarlos a partir de otras
moléculas.
Clasificación: Según su estructura molecular se las diferencia en
fibrosas y globulares. Según su composición química se las clasifica en
proteínas simples, constituidas sólo por AA, y conjugadas, constituidas
por AA y otros compuestos (Menshikov 8 Volkov, 1990). Según el valor
nutricional se distinguen: las completas, que tienen un alto valor
biológico (AVB) porque incluyen los 8 AA esenciales, y las incompletas
que no contienen todos los AA esenciales, o lo hacen en cantidad
insuficiente. Una alimentación adecuada debe combinar ambas
(González Ruano, 1986).
Funciones: su principal función es plástica (o estructural); también
intervienen en la regulación de procesos biológicos, constituyendo
enzimas y una gran cantidad de hormonas, entre otras sustancias
reguladoras; en menor proporción suelen desempeñar una función
energética, especialmente cuando hay escasez de CHO (1 g de proteínas
=4 kcal 017 kj).

Micronutrientes
Vitaminas

Son compuestos orgánicos ide estructura química variada y


relativamente simple, diferentes de los CHO, proteínas y lípidos (Blanco,
1988). Son esenciales para el organismo para mantener la salud y un
normal crecimiento. En general, no pueden ser sintetizadas por el
organismo y deben ser provistas con la dieta.
No son útiles como fuente de energía ni como material plástico. Su
función es eminentemente reguladora, ya que participan en numerosas
vías metabólicas, generalmente formando parte de sistemas
enzimáticos (coenzimas), algunas también actúan de manera similar a
las hormonas (Blanco, 1988).
Clasificación: según su solubilidad se las divide en: a) liposolubles (A, D,
E y K), no se eliminan por orina, b) hidrosolubles (complejo B y vitamina
C) no se acumulan en el cuerpo y se eliminan principalmente por orina.

Minerales

Son un grupo de compuestos inorgánicos muy variado que participan


en la composición del cuerpo humano. No pueden ser sintetizados por
el organismo y deben ser provistos con la dieta.
A menudo se los clasifica según la cantidad requerida diariamente.
Aquellos que se requieren en cantidades de 100 mg/día o más se
denominan macrominerales, por ejemplo, calcio, fósforo, magnesio,
etc.; los minerales que se requieren en pequeñas cantidades se llaman
oligoelementos, algunos de ellos son el hierro, zinc, iodo, etc. (Mahan 8
Escott-Stump, 1999).
Dentro de los macrominerales se destaca un grupo en particular de
minerales, denominado electrolitos. Se caracterizan porque al
disolverse en agua se disocian en sus iones componentes, pudiendo
tener carga eléctrica positiva (cationes) o negativa (aniones). Entre ellos,
se destacan el sodio, potasio y cloro.

Nutrición deportiva
El origen de la Nutrición como ciencia se remonta aproximadamente a
mediados del siglo XVIIL Pero el de la Nutrición Deportiva (ND) es
mucho más antiguo; los registros más remotos que se tienen sobre las
prácticas de entrenamiento y alimentación se remontan a los Juegos
Olímpicos de la Grecia Clásica.
La ND podría considerarse como la aplicación de los principios
nutricionales para el mantenimiento de la salud y la mejora de la
performance deportiva. Es decir, que se refiere a aquellos aspectos de la
ciencia de la nutrición que se relacionan con la interacción de la
nutrición y la AF.

Relación entre entrenamiento, nutrición y rendimiento


Los principales factores que afectan la capacidad de rendimiento
deportivo son básicamente la herencia genética y la calidad del proceso
de entrenamiento. Pero más allá de estos factores, la nutrición juega un
papel crítico en optimizar la capacidad de rendimiento (American
College of Sports Medicine, 2000; Leutholtz 8% Kreider, 2001).
Lo que un atleta come y bebe sin duda afectará su salud, su peso y
composición corporal, la disponibilidad de sustratos energéticos
durante el ejercicio, el tiempo de recuperación luego del entrenamiento
o competencia y, por ende, su performance (American College of Sports
Medicine, 2000).

Principios y objetivos

Principios de la nutrición deportiva

El primer principio para optimizar el rendimiento del deportista es


lograr que consuma suficiente energía, es decir, que mantenga su
balance energético (American College of Sports Medicine, 2000;
Leutholtz 8: Kreider, 2001).
El segundo principio en la alimentación del deportista es asegurarse
que consuma cantidades adecuadas de macronutrientes en su dieta
(Leutholtz % Kreider, 2001). El uso de porcentajes para expresar la
distribución de los macronutrientes en la dieta de los deportistas puede
llevar a recomendaciones erróneas o confusas; lo adecuado es expresar
los requerimientos de macronutrientes en función del tamaño corporal
(American College of Sports Medicine, 2000).
El tercer principio en la alimentación de los deportistas es asegurarse
que mantengan un estado de hidratación óptimo, ya que la
deshidratación afecta negativamente el rendimiento deportivo
(American College of Sports Medicine, 2000).
El último principio es “periodizar la alimentación”, es decir, planificar el
momento de ingerir las comidas y la composición más favorable que
éstas deberían tener, para lograr una completa recuperación de los
entrenamientos y así optimizar las adaptaciones inducidas por el
entrenamiento. Esta idea también se aplica al uso de suplementos.
En el BFC, los atletas expuestos en entrenamientos intensivos y
prolongados son aconsejados a comer con disciplina, es decir comer
cantidades específicas de alimentos particulares a tiempos fijados
(Loucks et al., 2011).
También se sostiene que la gran influencia de un atleta es su
entrenador. Teniendo esto en cuenta, el implementar las estrategias
nutritivas no tendría que ser únicamente una tarea del “nutricionista”
del club. Un cambio de comportamiento será más efectivo cuando todo
el personal que influye al atleta entienda la importancia de la demanda
energética y las estrategias nutritivas. Esto se consigue a través de
seminarios en grupos pequeños y sobre todo en los manuales dirigidos
a los entrenadores.

Objetivos de la nutrición deportiva

La nutrición del deportista persigue 2 grandes finalidades:


1) Lograr desarrollar una dieta de entrenamiento adecuada que
permita hacer frente al estrés físico que representa el
entrenamiento, aportando todas las sustancias necesarias para
lograr una óptima adaptación y facilitar una adecuada recuperación
entre las sesiones de entrenamiento.
2) Desarrollar una dieta de competencia óptima. Su objetivo es
permitirle al deportista llegar a la competencia en condiciones
favorables para lograr su máximo rendimiento. Básicamente
involucra 3 momentos: el antes, el durante y la alimentación post-
competencia.

Composición dietaria óptima


Si bien la nutrición es uno de los principales factores que puede afectar
el rendimiento, algunos deportistas solo se preocupan por su
alimentación unos pocos días antes de una competencia importante; es
muy poco probable que esto pueda mejorar su rendimiento.
Del mismo modo que los deportistas periodizan su entrenamiento,
deberían adaptar su plan de alimentación. Es decir, que cada vez que el
plan de entrenamiento entra en un nuevo ciclo o etapa, el plan de
alimentación debería adaptarse a este cambio, y así poder hacer frente
a estos nuevos requerimientos energéticos y de nutrientes. Esto es lo
que se denomina periodización nutricional (PN). Las metas principales
de la PN son (Seebohar, 2011):
e Mejorar el rendimiento.
e Mejorarla salud.
e Optimizar el peso y la composición corporal.

Función gastrointestinal y ejercicio


La función gastrointestinal (GI) puede influenciar tanto la salud como el
rendimiento deportivo. La competencia deportiva y el ambiente en la
cual se desarrolla pueden comprometer el tubo digestivo. La disfunción
GI puede reducir la disponibilidad de nutrientes y los síntomas
asociados puede producir un debilitamiento; ambas condiciones
pueden reducir la capacidad de rendimiento.

Efectos del ejercicio y características de los sujetos sobre la función GI

La intensidad del ejercicio tiene un efecto importante sobre la tasa de


vaciado gástrico. El ejercicio de baja intensidad la aumenta; el de
moderada intensidad no tendría efectos muy diferentes al de baja
intensidad. En cambio, el ejercicio intenso o esfuerzos intermitentes la
disminuyen (Leiper, Broad, 8 Maughan, 2001; Leiper, Prentice, et al.,
2001; Rehrer, McLaughlin, 8: Wasse, 2014).
El modo de ejercicio no parece tener un impacto muy elevado en la tasa
de vaciado gástrico (Houmard et al., 1991).
Tampoco el nivel de entrenamiento parece afectar la tasa de vaciado
gástrico, ya que no se observan diferencias significativas entre sujetos
entrenados y no entrenados (Rehrer et al., 2014).
Si bien el efecto del sexo en el vaciado gástrico no ha sido muy
estudiado, parece ser que los hombres tienen tasas de vaciado algo
más elevadas que las mujeres (Datz, Christian, 8% Moore, 1987).
Los estudios que analizan el efecto del ejercicio sobre la tasa de
absorción intestinal son en parte inconsistentes, y reflejan una gran
variación interindividual. Sin embargo, parece ser que se reduce
durante el ejercicio solo cuando la intensidad o las condiciones
ambientales son tales que el flujo sanguíneo al tubo GI se reduce y
compromete el aporte de oxígeno (Rehrer et al., 2014).
El ejercicio físico disminuye el flujo sanguíneo esplácnico, y esto se
vuelve más evidente a medida que aumenta la intensidad. Incluso el
efecto combinado del ejercicio con la hipertermia y la deshidratación
pueden reducir el flujo sanguíneo en mayor grado (Rehrer et al., 2014).

Efectos del tipo de nutriente y las características de las


bebidas/comidas sobre la función GI

Uno de los principales factores que regula el vaciado gástrico es la


concentración de CHO; a medida que aumenta el vaciado se vuelve más
lento (Rehrer et al, 1989; Rehrer et al, 2014; Vist 8 Maughan, 1994). El
tipo de CHO también modifica la tasa de vaciado gástrico, debido que
afecta la osmolaridad y la viscosidad (Rehrer et al., 2014), aunque esto
quizás sea relevante solo para bebidas con una elevada osmolaridad
(>500 mOsm/L) (Brouns et al., 1995). Otro factor que tiene una gran
influencia es el volumen de fluido consumido (Noakes, Rehrer, 8%
Maughan, 1991); el aumento del volumen aumenta la tasa de vaciado
gástrico. Si bien la tolerancia individual es bastante variable, la tasa de
ingesta de fluidos que suele provocar malestar gástrico ronda entre 1-
1,2 L/hora (Mitchell 8 Voss, 1991; Rehrer et al., 2014).
La adición de otros nutrientes (e.g., proteínas y grasas) produce una
disminución de la tasa de vaciado gástrico, en directa relación con la
densidad energética (Calbet 8 Maclean, 1997). También el estado físico
del alimento consumido afecta la tasa de vaciado gástrico, ya que los
líquidos se evacúan más rápido que los sólidos (Rehrer et al., 2014). La
temperatura de la bebida no parece tener una gran influencia sobre la
tasa de vaciado gástrico.
La osmolaridad de una bebida con CHO (6%) cuando se encuentra
dentro de 200 a 400 mOsm/L tampoco parece afectar la absorción
intestinal de fluidos (Gisolfi et al., 1998). Sin embargo, si la
concentración de CHO aumenta demasiado, al punto de elevar la
osmolaridad por encima de los 400 mOsm/L, puede provocar una
menor absorción intestinal de agua (Ryan et al., 1998).

Disfunción GI durante el ejercicio

Las causas de los disturbios GI no son del todo comprendidas. La


prevalencia de los síntomas GI entre los deportistas varía ampliamente;
su frecuencia y severidad suelen depender de la intensidad y duración
del esfuerzo, y en general son más frecuentes en ambientes calurosos
(Rehrer et al., 2014).
Los síntomas GI en general suelen clasificarse en superiores (i.e.,
gastroesofágicos) o inferiores (l.e., intestinales).
Los factores mecánicos podrían explicar, al menos en parte, la
diferencia entre la carrera y el ciclismo. Entre los factores fisiológicos,
unos de los que más ha sido relacionado a los problemas G[ es el flujo
sanguíneo; durante el ejercicio el flujo sanguíneo hacia el tubo digestivo
disminuye, por lo que los síntomas GI podrían ser consecuencia de la
isquemia (Rehrer et al., 2014).
El consumo elevado de CHO durante el ejercicio ha sido relacionado con
problemas GI, principalmente náuseas, eructos y flatulencias, aunque
estos síntomas suelen ser leves a moderados.
El momento y la composición de la comida previa al esfuerzo también
es un factor importante a tener en cuenta, especialmente en los eventos
de larga duración.
Los deportistas deberían de contar con un plan nutricional
individualizado y practicado previamente que los ayude a identificar
cuál sería la estrategia nutricional más adecuada para cada caso.
Nutrición, ejercicio y sistema inmune
El ejercicio puede ser considerado como un factor que estresa el
sistema inmune y puede provocar una inmunosupresión, al igual que
otros agentes estresantes (e.g., cirugía, lesión traumática, etc).
En este “período de ventana” post-ejercicio donde el sistema inmune se
encuentra deprimido, es más factible que virus y bacterias puedan
ingresar al organismo, y aumenta el riesgo de infecciones.
Los atletas que pertenecen a deportes donde normalmente se requieren
cuerpos con poca grasa corporal, normalmente incrementan sus horas
de entrenamiento y hacen numerosos intentos para perder peso. Es
conocido que la energía consumida por estos atletas puede ser muy
baja (Erp van-Baart et al., 1989; Dahlstrom et al., 1990). Como
consecuencia, estos atletas están más expuestos a padecer infecciones
del tracto respiratorio superior en comparación con los atletas que
mantienen su balance energético (Hagmar et al., 2008). Un excesivo
entrenamiento, una baja energía crónica, la ingesta de bajos nutrientes
y angustias psicológicas son normalmente involucrados en las
estrategias de pérdida de grasa y puede causar daños a largo plazo a la
salud, el bienestar y, en consecuencia el rendimiento.
Varios agentes nutricionales han sido evaluados por sus potenciales
efectos en atenuar la respuesta inmune, el estrés oxidativo y la
inflamación provocada por el ejercicio. Sin embargo, la mayoría no han
sido efectivos, excepto por la suplementación con CHO y algunos
polifenoles (Nieman, 2008, 2014).
Nutrición en competencia
La meta de los deportistas durante la competencia es poder rendir al
máximo de su potencial. Son varios los factores que pueden llegar a
disminuir su capacidad de rendimiento; sin lugar a dudas, la nutrición
es uno de ellos.
La estrategia de nutrición competitiva debe ser lo más individualizada
posible, ensayada previamente y tener en cuenta los aspectos prácticos
que permitan llevarla adelante, todo esto sin ocasionar malestares
gastrointestinales que puedan afectar negativamente el rendimiento.

Precompetencia
Una variedad de factores relacionados a la nutrición pueden afectar
negativamente el rendimiento durante la competencia. Entre ellos se
destacan: a) la depleción del glucógeno muscular, b) hipoglucemia, o)
deshidratación, d) malestares gastrointestinales, e) hiponatremia, f)
mecanismos de la fatiga central relacionados con neurotransmisores
(Burke, 2006).
El riesgo de desarrollar algún problema durante la competencia, así
como la severidad del mismo, va a estar influenciado por otros factores,
como por ejemplo, la duración e intensidad del esfuerzo, las
condiciones ambientales en las que se compita, el estado de
entrenamiento, las características individuales, y el éxito del plan
nutricional para antes y durante la competencia.
Las estrategias nutricionales pre-competencia pueden incluir una gran
variedad de intervenciones que pueden implementarse la semana
previa a la competencia, o solo abarcar las horas previas.
La principal meta de la alimentación pre-competitiva es optimizar las
reservas de glucógeno, debido a que la depleción de los depósitos
corporales de CHO es uno de los principales factores causantes de
fatiga. Otras metas que persigue la alimentación en esta etapa son
asegurar un óptimo estado de hidratación y prevenir el hambre que
puede ocurrir durante la competencia, pero evitando molestias
gastrointestinales que puedan perjudicar el rendimiento.
Las recomendaciones generales para este momento son que tenga un
contenido elevado de CHO, moderado de proteínas, y bajo en grasas y
fibras para que facilite el vaciado gástrico, que aporte una suficiente
cantidad de líquidos, y que los alimentos resulten familiares y
agradables (American College of Sports Medicine, 2000).
El tamaño y el momento de ingesta están inversamente relacionados,
es decir, que cuanto más cerca se esté del comienzo de la competencia,
menor debe ser la cantidad de alimentos a ingerir.
En el BFC, el tipo, la duración y la cantidad de comidas previas a los
eventos son acordados según las circunstancias individuales de cada
atleta, de su experiencia y sus preferencias. Alimentos bajos en grasa,
bajos en fibra y con contenido proteico bajo-moderado son los
preferidos para las comidas previas a los eventos ya que son menos
probables de causar problemas gastrointestinales (Jeukendrup 8 Killer
2010).

Durante la competencia

A pesar de la numerosa evidencia que apoya consumir líquidos y CHO


durante el ejercicio, en algunas circunstancias resulta complicado
trasladar estas recomendaciones a pautas prácticas que puedan ser
seguidas en la situación real de competencia.
Los principales nutrientes a consumir durante el ejercicio o la
competencia son CHO, fluidos y sodio.
Los CHO son los nutrientes más importantes debido a que son el
principal sustrato energético en ejercicios intensos, y porque la fatiga
durante un esfuerzo intenso y prolongado comúnmente se debe al
agotamiento del glucógeno muscular y hepático.
Consumir CHO durante el ejercicio se vuelve aún más importante en
ciertas circunstancias, como por ejemplo, cuando el deportista no tuvo
oportunidad de efectuar una “carga de CHO”, cuando no fue posible
realizar una comida antes de la competencia, o bien cuando se
encuentra realizando una plan de alimentación para perder peso
(American College of Sports Medicine, 2000).
Habitualmente se recomienda, cuando sea posible, que los deportistas
consuman fluidos en cantidad suficiente como para equilibrar la tasa de
sudoración (Coyle, 2004). Cuando no es posible o práctico ingerir
suficiente cantidad de líquidos, es posible que los deportistas toleren
niveles de deshidratación equivalentes al 2-3% de su peso corporal sin
ver afectado su rendimiento o su salud de manera significativa.

Poscompetencia
La recuperación posterior al ejercicio es un proceso complejo que
requiere que se repleten los depósitos corporales de sustratos
energéticos, que se repare el tejido muscular dañado y que se
comiencen las adaptaciones al entrenamiento (Ivy, 2004). Se necesita,
no sólo que se consuman los nutrientes apropiados, sino que también
estos sean aportados en cantidad suficiente y en el momento (“timing”)
adecuado.
Los objetivos de recuperación también incluyen atención al sistema
inmunes, al conjunto del músculo y a la reparación en lesiones. Por
tanto, puede ser útil comer carbohidratos ricos en nutrientes y bebidas
durante el periodo de recuperación para así ofrecer una gama de
nutrientes importantes (Betts 8 Williams 2010).
Nutrición aplicada a
diferentes especialidades
deportivas
Deportes de resistencia

En general, se considera que la nutrición es un determinante


fundamental de los esfuerzos de resistencia, en particular los que
superan los 90" aproximadamente.
La fatiga durante el ejercicio prolongado es a menudo asociada con la
depleción del glucógeno muscular y la disminución de la glucosa
sanguínea. De ahí que elevadas concentraciones de glucógeno
muscular y hepático previo al esfuerzo se consideran esenciales para
un óptimo rendimiento (Jeukendrup, 2011).
Además, la deshidratación también afecta negativamente el
rendimiento de resistencia (Sawka et al., 2007).

La alimentación en los días previos a la competencia

El objetivo de la ingesta de CHO en los días previos a la competencia es


lograr repletar al máximo los depósitos corporales de glucógeno.
Los depósitos musculares podían aumentarse muy por encima de los
niveles normales a través de la manipulación de la dieta y el
entrenamiento durante los días previos a la competencia. Ellos
desarrollaron lo que se conoce como sobrecarga glucogénica.
A través de los diferentes protocolos de sobrecarga de glucógeno es
factible llevar los depósitos de glucógeno muscular hasta niveles que
rondan entre los 150-200 mmol/kg w.w., lo que representaría una
ventaja a la hora de competir en esfuerzos de resistencia prolongados;
esta estrategia nutricional se ha relacionado con mejoras en el tiempo
de resistencia de hasta un 20%, y con reducciones del tiempo necesario
para desarrollar una carrera contrarreloj de un 2-3% (Hawley et al.,
1997).
Aquellos deportistas que no compiten en eventos de resistencia, es
decir, que participan en competencias con una duración menor a 90'
puede que no encuentren ningún beneficio en aplicar esta estrategia
previo a una competencia.
La alimentación en las horas previas a la competencia
Un aumento en la ingesta de CHO, en combinación con una reducción
en el entrenamiento, en los días previos a la competición pueden
aumentar significativamente los depósitos intramusculares de
glucógeno. Sin embargo, cuando la preparación nutricional previa a la
competencia no ha sido óptima, si ha habido un período moderado de
ayuno (8-12 hs), o si el acceso a CHO durante la competencia se
encuentra disminuido o es imposible, entonces la ingesta de CHO en las
horas previas a la competencia puede tener un efecto beneficioso sobre
el rendimiento.
La meta es aumentar la disponibilidad de glucosa, al mismo tiempo que
se trata de minimizar el malestar gastrointestinal y los potenciales
efectos metabólicos adversos que la hiperinsulinemia puede ocasionar
en sujetos susceptibles.
Ingesta de carbohidratos 3 a 4 horas antes del ejercicio.
En un sentido práctico, si el acceso a CHO durante el ejercicio va a ser
limitado o imposible, consumir entre 200-300 g CHO entre 3 a 4 hs
antes del esfuerzo puede ser una estrategia efectiva para buscar
mejorar la performance de resistencia.
Ingesta de carbohidratos 30' a 60' (minutos) antes del ejercicio.
La ingesta de CHO en la hora previa al ejercicio resulta en un marcado
aumento de la glucosa plasmática y la insulina.
A pesar de que la ingesta de CHO en la hora previa al ejercicio tiene
efectos metabólicos notorios, que podrían tener consecuencias
negativas en personas susceptibles, hay muy poca evidencia científica
para recomendar no consumir CHO durante la hora previa al esfuerzo,
siempre y cuando la cantidad ingerida sea la suficiente (Coyle, 1997;
Hargreaves, 2001). Además, la ingesta de CHO durante el ejercicio
reduce los efectos negativos potenciales que acompañan a la ingesta en
la hora previa al esfuerzo.

La hidratación precompetencia
La deshidratación es probablemente uno de los problemas
nutricionales más comunes en el deporte.
Una recomendación general que podría resultar útil para la mayoría de
los deportistas es consumir 300-600 mL en la comida pre-competencia
y luego 300-450 mL unos 15'-20' antes de que comience el evento
(Burke, 2006). Otra recomendación es consumir -5-7 mL/kg al menos 4
hs antes de comenzar, si el sujeto no orina o la orina es oscura,
consumir más fluido (e.g., -3-5 mL/kg) cerca de 2 hs antes de que
empiece la competencia (Sawka et al., 2007).
Deportes de fuerza, velocidad y/o potencia
La fuerza y la potencia son factores importantes en el rendimiento de
numerosos deportes. Los principales factores nutricionales de interés
en este plan de alimentación son el logro de un balance energético
positivo, una ingesta proteica adecuada y el óptimo aporte de
nutrientes (en cuanto a tipo, cantidad y momento) en relación a los
entrenamientos de fuerza. El último punto mencionado se podría
resumir bajo el concepto de “timing”, es decir, el aporte oportuno y
coordinado de los nutrientes claves, en función de la sesión de
entrenamiento, para lograr una optimización en las adaptaciones, que,
en última instancia, permita una mejora en el rendimiento.

Ingesta de energía
Es importante recordar que para la modificación del peso corporal
debemos alterar el BE, ya sea produciendo un BE negativo si nuestro
objetivo es bajar de peso, o bien un BE positivo si lo que buscamos es
aumentar de peso.
La literatura sobre este tema no es muy basta, pero la mayoría coincide
en recomendar aumentos modestos en la IE para maximizar la
ganancia de tejido magro y minimizar los aumentos de masa grasa. La
recomendación es estimar el GE diario y a esto sumarle un pequeño
plus de energía, para el logro de un BE positivo. Algunos autores
sugieren aumentos de tan solo 200 kcal/día, o de 3 kcal/kg (Butterfield,
1991). Otros proponen un aumento de entre 300-500 kcal/día sobre el
GE estimado (Manore 8 Thompson, 2007).

Ingesta de carbohidratos
Las necesidades de CHO en esta población deportiva han sido mucho
menos investigadas, que las de otras especialidades deportivas. Sin
embargo, la ingesta de CHO puede jugar un rol importante en optimizar
las adaptaciones producidas por el plan de entrenamiento de fuerza.
Si bien es cierto que la dieta de los deportistas de fuerza y potencia no
requiere cantidades significativas de CHO, comparada con otras
especialidades deportivas (por ej., resistencia), esto no es razón para
recomendar una restricción deliberada de CHO, en la forma de dietas de
muy bajo contenido de CHO; por lo tanto, se debería aportar una
cantidad normal de CHO (i.e., 5 a 6 g/kg/día), aunque esto debería
ajustarse según el nivel de exigencia del plan de entrenamiento.
Requerimientos de proteínas
La controversia acerca de los requerimientos de proteínas de las
personas físicamente activas, y de las que entrenan la fuerza en
particular, parecería estar centrada en el concepto de adecuado.
Parece ser que los deportistas presentan requerimientos de proteínas
un poco más elevados que los sujetos sedentarios. En términos
generales, se sugiere una ingesta de proteínas que oscile entre 1,2 y 2
g/kg de peso corporal/día.
Un aspecto importante para recordar es que la cantidad de proteínas
requeridas en la dieta, tanto para mantener como para aumentar los
depósitos de proteínas corporales, está estrechamente relacionada con
la cantidad de energía consumida (Butterfield, 1991; Phillips, 2002;
Tarnopolsky, 2006); si consumimos suficiente energía nuestros
requerimientos de proteínas serán menores.

Efecto del tipo de nutrientes y el momento de la ingesta en el


metabolismo de las proteínas musculares
En los últimos años se ha acumulado evidencia de que las necesidades
de proteínas no pasan sólo por un valor total diario a alcanzar, sino que
otros factores pueden ser tan o más importantes, como por ejemplo, el
tipo de proteínas o AA a consumir, el momento en que se los consume, y
si el consumir simultáneamente algún otro nutriente (por ej., CHO) tiene
algún beneficio extra.
El ejercicio de fuerza provoca un aumento en la tasa de síntesis de
proteínas musculares (SPM) en la recuperación post-esfuerzo, pero
conjuntamente se produce también un aumento en la tasa de
degradación. Por lo tanto, el balance neto de proteínas continúa siendo
negativo hasta tanto no se le aporten AA al músculo (Tipton etal., 1999).
Otro aspecto importante a tener en cuenta es la dosis de AA que se
aporta. La dosis mínima de AA necesaria para incrementar la SPM es
-3-6 g de AAE (Borsheim et al., 20072; Cuthbertson et al., 2005; Miller et
al., 2003). Mientras que la dosis que estimularía la SPM a nivel máximo,
tanto en reposo (Cuthbertson et al., 2005), como luego del
entrenamiento de fuerza (Moore et al., 2009), ronda entre los 8-10 g de
AAE. Si se examina la respuesta de la SPM a diferentes dosis de proteína
luego del ejercicio de fuerza, parece que aumentar la dosis de proteína
ingerida estimula la SPM en una relación dosis-respuesta hasta los 20 g
(equivalente a -8,5 g de AAE), cantidad a partir de la cual no se observa
una mayor SPM, pero sí una mayor oxidación de AA (Moore et al., 2009).
Estudios recientes han puesto en duda el papel de la ingesta de CHO, y
la concomitante hiperinsulinemia, para el logro de una óptima
respuesta en el recambio de proteínas musculares. Parece ser que
cuando la dosis de proteínas consumida es adecuada, el consumo de
CHO durante la fase de recuperación no es necesario para maximizar la
SPM (Koopman et al., 2007; Phillips, 2011, 2014).
Otro factor importante que puede modular el efecto anabólico de la
ingesta de diferentes proteínas, además de su tasa de digestión, es el
contenido de AA de la proteína específica. Diferentes proteínas
consideradas nutricionalmente completas (i.e. de “alta calidad”) pueden
dar origen a una diferente amplitud y duración en la elevación
plasmática de los AAE, y de leucina en particular, lo que terminará
afectando el grado en el que se estimulará la síntesis de proteínas,
especialmente a nivel muscular (Phillips, 2009, 2011).
Algunas investigaciones han abordado este tema en el contexto de los
alimentos completos, aunque son menos abundantes. Han sido
publicados estudios que señalan el efecto positivo del consumo de
leche en la fase de recuperación luego de una sesión de fuerza.
Aún genera cierta polémica cuál es el momento más indicado para
hacer el consumo de nutrientes. Al respecto algunos autores proponen
que la “ventana anabólica” en la que se deberían de consumir los AA o
proteínas para lograr los mayores aumentos de masa muscular es
probablemente el período de los 30'-45' previos y/o antes de 2 horas
post-sesión (Phillips, Tang, 8. Moore, 2009).

Deportes intermitentes

El ejercicio intermitente se caracteriza por estar compuesto por


esfuerzos de alta intensidad que se alternan con períodos donde se
realizan esfuerzos de menor intensidad o incluso a veces de descanso.
Este tipo de esfuerzo suelen abarcar una enorme gama de deportes
(e.g., la mayoría de los deportes de equipo y muchos deportes
individuales), y si bien suelen presentar algunas características en
común, para facilitar su análisis se los suele agrupar, en 3 grandes
grupos: a) deportes colectivos de campo (por ej., futbol, rugby, hockey
sobre césped, etc.), b) deportes colectivos de cancha (por ej.
básquetbol, voleibol, etc.), c) deportes de raqueta.

Cuestiones nutricionales comunes a los deportes de equipo


Las necesidades nutricionales que imponen los deportes de equipo de
campo son complejas y variadas. Las mismas incluso pueden ir
cambiando a lo largo de la temporada, de acuerdo a la fase que se esté
transitando. Si bien resulta claro que hay diferencias en las necesidades
nutricionales entre los diferentes deportes, a veces también se dan
diferencias incluso dentro de un mismo equipo.
Se resumen algunos puntos comunes de los deportistas de equipo de
campo, diferenciándolos según se traten de la competencia o del
entrenamiento:
Entrenamiento:

e Lograr cubrir requerimientos de energía, especialmente en


períodos muy exigentes de entrenamiento (pre-temporada, doble
turnos, etc.), durante fases de entrenamiento de fuerza destinadas
al desarrollo de la masa muscular, o durante períodos de
crecimiento (e.g., adolescencia).
e Alcanzar elevadas ingestas de CHO para permitir una óptima
repleción de los depósitos corporales de glucógeno.
e Consumir una adecuada cantidad de proteínas que permita hacer
frente al entrenamiento exigente, los procesos de recuperación y
la adaptación al entrenamiento.
e Prestar atención a la ingesta de CHO y fluidos durante sesiones
prologadas de entrenamiento.
e Llevar acabo programas de educación alimentaria nutricional que
mejoren los conocimientos de los deportistas en cuestiones claves
relacionadas a la nutrición.

Competencia:
e Consumir una comida pre-competencia.
o Administrar la ingesta de fluidos y CHO durante el partido.
e Reponer las reservas de combustibles y rehidratarse
adecuadamente entre las competencias, especialmente durante
los torneos.
e Planificar la nutrición óptima cuando los atletas deben viajar para
competir.
e Consumir alcohol con moderación, especialmente luego de la
competencia para no entorpecer el proceso de recuperación.

Consumo de carbohidratos en deportes de equipo


Si bien hacen falta más estudios para poder proporcionar
recomendaciones más claras a los jugadores de deportes colectivos,
parece razonable establecer como meta 5 a 7 g CHO/kg/día para
aquellos deportes que no tienen una dinámica de juego muy exigente,
para situaciones de entrenamiento o competencia no muy
demandantes, o para jugadores con bajos requerimientos de energía.
En el caso de jugadores que tienen demandas más importantes y
desean maximizar sus reservas de glucógeno muscular entre las
sesiones o partidos sería necesario subir ingesta a 7-10 g CHO/kg/día.
Deportes por categoría de peso

Una característica distintiva de estos deportes es tener que “dar el peso”


de su categoría. Esto se refiere a los procesos utilizados por los
deportistas para perder peso para calificar en una categoría de peso
que está por debajo del peso natural del sujeto (Wright 8. Garthe, 2014).
Es común que los sujetos que compiten en estos deportes realicen
ciclos de peso, es decir, etapas donde se alternan la pérdida con la
ganancia de peso. Durante estos ciclos, intentarán dar el peso
esforzándose por mantener su masa magra, capacidad de rendimiento
físico y salud, y luego del pesaje intentar recuperar su peso previo y
capacidad de rendimiento consumiendo una gran cantidad de
alimentos y bebidas (Wright 8 Garthe, 2014).
Las estrategias para la pérdida de peso incluyen la restricción del
consumo de alimentos y/o bebidas, y/o un aumento en el ejercicio.
Entre las técnicas más comúnmente utilizadas para restringir la ingesta
de alimentos se destacan el ayuno, el saltearse algunas comidas,
inducir vómitos o purgas. Como técnicas de deshidratación se suelen
usar saunas, baños calientes, salas de entrenamiento calefaccionadas,
ropa de plástico o goma, laxantes, y/o diuréticos (Wright 8% Garthe,
2014). En general los deportistas para dar el peso suelen usar
combinaciones de diferentes técnicas.
Con respecto al aspecto nutricional, se debería intentar individualizar
las necesidades nutricionales de cada deportista, y adaptarlas al
momento de la temporada y los objetivos de pérdida de peso buscados.
En general, se recomienda mantener un peso que esté no más de un 3%
por encima del peso de competencia deseado (Wright 8% Garthe, 2014).
Se recomienda aplicar una técnica de disminución de peso gradual (+1
kg/semana) durante el período de pre-competencia para promover
principalmente la pérdida de masa grasa y el mantenimiento de masa
magra, y de esa manera minimizar el potencial efecto negativo que
tendría una pérdida rápida de peso sobre el rendimiento (Wright 8
Garthe, 2014).
Con el objetivo de profundizar más en el conocimiento de cómo la
teoría se lleva al campo, la nutricionista del primer plantel del FCB, Dra.
Antonia Lizarraga ha respondido algunas preguntas que refieren al
presente curso de “Alimentación y Rendimiento Deportivo”:

1) Nutrición de sus deportistas profesionales. ¿Cómo se maneja?

Cada vez más, los jugadores profesionales están motivados por una
correcta alimentación y esto facilita el hacer las recomendaciones
adecuadas, que por otro lado se intenta que sean lo más personalizadas
posible.
Al inicio de temporada se realiza un cuestionario referente a aspectos
nutricionales que permite conocer los hábitos nutricionales de los
deportistas de nueva incorporación o ir valorando cambios en los
jugadores que ya pertenecían al club en temporadas anteriores.

Los aspectos relacionados con problemas digestivos, intolerancias


alimentarias, mala aceptación de los suplementos, etc. quedan
reflejados en dicho cuestionario, así como la posibilidad de personalizar
en lo posible las recomendaciones en función de las sensaciones
subjetivas del jugador durante los entrenamientos o partidos.

La oferta alimentaria al jugador tanto dentro del club como en los


desplazamientos de un lugar a otro, responde a unos criterios de alta
calidad nutricional y composición acorde a cada momento o timing;
siendo por ejemplo de fácil digestibilidad y bajo contenido en grasas y
fibra en el pre- esfuerzo pero especialmente rica en carbohidrato y
proteína recuperadora en las dos primeras horas del post partido.

2) Corriente Nutricional en relación al Alto Rendimiento.

En el alto rendimiento, la corriente nutricional que se impone nos refleja


que el deportista es capaz de rendir al máximo cuando la nutrición, el
entrenamiento adecuado y el descanso reparador son capaces de
optimizar su potencial genético.

Determinados nutrientes son capaces de modificar la expresión


genética y reflejarse en formas diferentes en individuos semejantes.
Estos aspectos, junto con otros de variabilidad interindividual asociada
a los polimorfismos, nos permiten entender que las necesidades
nutricionales o de suplementación son cada vez más individuales y en
lo posible han de ser personalizadas.

Existen hoy en día estrategias nutricionales basadas en adaptar el


metabolismo muscular a dietas de mayor o menor contenido en
carbohidratos y potenciar el metabolismo de las grasas; o bien
periodizar a lo largo de un período de tiempo el entrenar con bajos
carbohidratos y previo a la competición incrementarlos. Todas estas
estrategias requieren haberse entrenado antes y son eficaces en unas
especialidades deportivas más que en otras.

Por ultimo decir que ciertos alimentos pueden tener afectos anti-
inflamatorios y protectores para el deportista cuando son consumidos
de manera regular

3) ¿Las decisiones o propuestas de nutrición y alimentación de sus


deportistas, en que se basan? ¿Son genéricas o individuales?
Las recomendaciones nutricionales tienen una base general común en
la que se da importancia a determinados tipos de alimentos en ciertos
momentos, pero cada vez más se personalizan en función de conseguir
objetivos concretos de composición corporal y rendimiento para cada
jugador.

Esta individualización se hace en base a test previos metabólicos para


conocer si el tipo de metabolismo predominante es más quemador de
carbohidratos o de grasa y según ello se aconseja un modelo
personalizado de dieta o bebidas.

Los resultados de biomarcadores analíticos ayudan también a hacer


esta personalización.

4) ¿Hay seguimiento Nutricional de los deportistas?

Existe un seguimiento a lo largo de la temporada por medio de


controles de peso, repetición de test de composición corporal, o
entrevistas con los propios jugadores

5) ¿Se han dado casos de ganancia o pérdida de peso drásticos en base


a Una orientación nutricional propuesta por la institución?

No suelen plantearse como objetivo estos cambios drásticos salvo en


casos como pretemporada en que a veces se ha producido un desajuste
importante durante las vacaciones. Es en estas semanas cuando se ven
los cambios más marcados, pero suelen corresponder a una
disminución de grasa y en paralelo aumento de masa muscular
asociado ala nueva reincorporación a entrenamiento.
Referencias
American College of Sports Medicine. (2000). Joint Position Statement:
Nutrition and athletic performance. American College of Sports
Medicine, American Dietetic Association, and Dietitians of Canada
(Traducción propia). Med Sci Sports Exerc, 32(12), 2130-2145. Retrieved
from http:/www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/11128862

American College of Sports Medicine. (2016). Joint Position Statement:


Nutrition and Athletic Performance. American College of Sports
Medicine, Academy of Nutrition and Dietetics, Dietitians of Canada
(Traducción propia). Med Sci Sports Exerc, 48(3), 543-568.
doi:10.1249/MSS.OD00000000000852

Antonio, J., Sanders, M. S., Kalman, D., Woodgate, D., 8 Street, C. (2002).
The effects of high-dose glutamine ingestion on weightlifting
performance (Traducción propia). J Strength Cond Res, 16(1), 157-160.
Retrieved from http://www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/11834123

Artioli, G. G., Gualano, B., Smith, A., Stout, J., 8 Lancha, A. H., Jr. (2010).
Role of beta-alanine supplementation on muscle carnosine and
exercise performance (Traducción propia). Med Sci Sports Exerc, 42(6),
1162-1173. doi:10.1249/MSS.0b013e3181c74e38

Asaduroglu, A., Colombo, N., Leal, N., 8 Ruben, M. (2003). Análisis de


suplementos dietarios disponibles en la República Argentina. Revista
Española de Nutrición Comunitaria, 9 (4), 185-189.

Bernardot, D., Clarkson, P., Coleman, E., 8 Manore, M. (2001). Can


vitamin supplements improve sport performance? (Traducción propia).
Sports Science Exchange £45: Gatorade Sports Science Institute.

Bloomer, R. 3. (2010). Suplementación con Óxido Nítrico para el Deporte.

Betts, J.A. and C. Williams (2010). Short-term recovery from prolonged e


exercise: exploring the potential for protein ingestion to accentuate the
benefits of carbohydrate supplements. Sports Med 40(11): 941-959.

Burke, L., Cort, M., Cox, G., Crawford, M., Desbrow, B., Farthing, L.,. ..
Warnes, O. (2006). Supplements and sports foods (Traducción propia).
In L. M. Burke 8 V. Deakin (Eds), Clinical Sports Nutrition (3rd ed., pp.
485-579). Sydney: McGraw-Hill.

Burke, L. M. (2003). Sports supplements and sports foods (Traducción


propia). In M. Hargreaves 8 J. A. Hawley (Eds.), Physiological Bases of
Sports Performance (pp. 183-253). Sydney: McGraw-Hill.
Burke, L. M. (2007). Sport Foods and Supplements (Traducción propia).
In L. M. Burke (Ed.), Practical Sports Nutrition (pp. 41-69). Champaign, IL:
Human Kinetics.

Burke, L. M., Desbrow, B., 8 Minehan, M. (2000). Dietary supplements


and nutritional ergogenics aids in sport (Traducción propia). In L. M.
Burke 8 V. Deakin (Eds), Clinical Sports Nutrition (2nd ed., pp. 455-528).
Sydney: McGraw-Hill.

Burke, L. M. 8 Read, R. S. (1993). Dietary supplements in sport


(Traducción propia). Sports Med, 15(1), 43-65. Retrieved from
http://ww1mv.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/8426943

Candow, D. G., Chilibeck, P. D., Burke, D. G., Davison, K. S., 8 Smith-


Palmer, T. (2001). Effect of glutamine supplementation combined with
resistance training in young adults (Traducción propia). Eur J Appl
Physiol, 86(2), 142-149. Retrieved from
http:7/www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/11822473

Carter, L. (2000). Somatotipo. In K. Norton 8% T. Olds (Eds),


Antropometrica (pp. 133-155). Rosario: Biosystem Servicio Educativo.

Castell, L. (2003). Glutamine supplementation in vitro and in vivo, in


exercise and in imnmunodepression (Traducción propia). Sports Med,
33(5), 323-345. Retrieved from
http://www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/12696982

Clarkson, P. M. (1996). Nutrition for improved sports performance.


Current issues on ergogenic aids (Traducción propia). Sports Med, 21(6),
393-401. Retrieved from
http:7//www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/8784959

Dahlstrom, M., E. Jansson, E. Nordevang and L. Kaijser (1990).


Discrepancy between estimated energy intake and requirement in
female dancers. Clin Physiol 10(1): 11-25.

Erp van-Baart, A. M.., W. H. M. Saris, R. A. Binkhorst, 3. A. Vos and 7. W.


H. Elvers (1989). Nationwide survey on nutritional habits in elite
athletes. Part II: Mineral and vitamin intake. Int 7 Sports Med 10(suppl.
1): S11-S16.

Gleeson, M. (2008). Dosing and efficacy of glutamine supplementation


in human exercise and sport training (Traducción propia). 7 Nutr,
138(10), 20455-20495. Retrieved from
http:/www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/18806122

Gomez-Cabrera, M. C., Domenech, E., Romagnoli, M., Arduini, A.,


Borras, C., Pallardo, F. V., ... Vina, J. (2008). Oral administration of
vitamin C decreases muscle mitochondrial biogenesis and hampers
training-induced adaptations in endurance performance (Traducción
propia). Am 1] Clin Nutr, 87(1), 142-149. Retrieved from
http:/4www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/18175748

Graham, T. E. (2001). Caffeine and exercise: metabolism, endurance and


performance (Traducción propia). Sports Med, 31(11), 785-807. Retrieved
from http:/ww.ncbi.nIm.nih.gov/pubmed/11583104

Green, A. L., Simpson, E. J., Littlewood, J. J., Macdonald, I. A., 8


Greenhaff, P. L. (1996). Carbohydrate ingestion augments creatine
retention during creatine feeding in humans (Traducción propia). Acta
Physiol Scand, 158(2), 195-202. doi:10.1046/).1365-
201X.1996.528300000.x

Greenwood, M., Kreider, R. B., Melton, C., Rasmussen, C., Lancaster, S.,
Cantler, E., . . . Almada, A. (2003). Creatine supplementation during
college football training does not increase the incidence of cramping or
injury (Traducción propia). Mo! Cell Biochem, 244(1-7), 83-88. Retrieved
from http:7//]ww.ncbi.nIm.nih.gov/pubmed/12701814
Hagmar, M., A. L. Hirschberg, L. Berglund and B. Berglund (2008).
Special attention to the weight-control strategies employed by Olympic
athletes striving tor leanness is required. Clin 3 Sport Med 18(1): 5-9.

Hargreaves, M. H. 8 Snow, R. (2001). Amino acids and endurance


exercise (Traducción propia). Int 3 Sport Nutr Exerc Metab, 11(1), 133-145.
Retrieved from http:///www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/11255141

Harris, R. C., Soderlund, K., 8 Hultman, E. (1992). Elevation of creatine in


resting and exercised muscle of normal subjects by creatine
supplementation (Traducción propia). Clin Sci (Lond), 83(3), 367-374.
Retrieved from http://www.ncbi.nIm.nih.gov/pubmed/1327657

Jeukendrup, A. E. and S.C. Killer (2010). The myths surrounding pre


exercise carbohydrate feeding. Ann Nutr Metab 57 Suppl 2: 18-25.

Knechtle, B., Wirth, A., Baumann, B., Knechtle, P., 8 Rosemann, T.


(2010). Personal best time, percent body fat, and training are differently
associated with race time for male and female ironman triathletes
(Traducción propia). Res 2Q Exerc Sport, Bl(1), 62-68.
doi:10.1080/02701367.2010.10599628

Kreider, R. (2007). Creatine. In 7. Driskell (Ed), Sports nutrition: fats and


proteins (Traducción propia) (pp. 165-186). Boca Raton, FL: CRC Press.

Kreider, R. B., Melton, C., Rasmussen, C. J., Greenwood, M., Lancaster,


S., Cantler, E. C., Almada, A. L. (2003). Long-term creatine
supplementation does not significantly affect clinical markers of health
in athletes (Traducción propia). Mo! Cell Biochem, 244(1-2), 95-104.
Retrieved from http:///www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/12701816

Lehmkuhl, M., Malone, M., Justice, B., Trone, G., Pistilli, E., Vinci, D. Haff,
G. G. (2003). The effects of 8 weeks of creatine monohydrate and
glutamine supplementation on body composition and performance
measures (Traducción propia). J Strength Cond Res, 17(3), 425-438.
Retrieved from http://www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/12930166

Leutholtz, B. 8 Kreider, R. B. (2001). Optimizing Nutrition for Exercise 8


Sport (Traducción propia). In T. Wilson 8 N. Temple (Eds.), Nutritional
Health: Strategies for Disease Prevention (pp. 207-239). Totowa, New
Jersey: Humana Press.

Loucks, A. B., B. Kiens and H. H. Wright (2011). Energy availability in


athletes. J Sports Sci 29 Suppl 1: 57-15.

Maughan, R. J. (1999). Nutritional ergogenic aids and exercise


performance (Traducción propia). Nutr Res Rev, 12(2), 255-280. doi:
10.1079/095447299108728956

Mayhew, D. L., Mayhew, J. L., 8 Ware, 7. S. (2002). Effects of long-term


creatine supplementation on liver and kidney functions in American
college football players (Traducción propia). Int J Sport Nutr Exerc
Metab, 12(4), 453-460. Retrieved from
http:7//www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/12500988

Mifflin, M. D., St Jeor, S. T., Hill, L. A., Scott, B. J., Daugherty, S. A., 8 Koh,
Y. O. (1990). A new predictive equation for resting energy expenditure in
healthy individuals (Traducción propia). Am J Clin Nutr, 51(2), 241-247.
Retrieved from http://www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/2305711

National Research Council. (1989). Recommended dietary allowances


(Traducción propia). (10th ed.). Washington, D.C.: National Academy
Press.

Nelson Steen, S. 8 Coleman, E. (1999). Selected ergogenic aids used by


athletes (Traducción propia). Nutrition in Clinical Practice, 14, 287-295.

Nichols, A. W. (2007). Probiotics and athletic performance: a systematic


review (Traducción propia). Curr Sports Med Rep, 6(4), 269-273.
Retrieved from http:2//www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/17618005

Paulsen, G., Cumming, K. T., Holden, G., Hallen, 3., Ronnestad, B. R.,
Sveen, O., Raastad, T. (2014). Vitamin C and E supplementation hampers
cellular adaptation to endurance training in humans: a double-blind,
randomised, controlled trial (Traducción propia). 7 Physiol, 592(8), 1887-
1901. doi:10.1113/jphysiol.2013.267419
Persky, A. M. 8 Brazeau, G. A. (2001). Clinical pharmacology of the
dietary supplement creatine monohydrate (Traducción propia).
Pharmacol Rev, 53(2), 161-176. Retrieved from
http://www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/11356982

Poortmans, 3. R., Auquier, H., Renaut, V., Durussel, A., Saugy, M., 8
Brisson, G. R. (1997). Effect of short-term creatine supplementation on
renal responses in men (Traducción propia). Eur 3 App! Physiol Occup
Physiol, 76(6), 566-567. doi: 10.1007/s004210050291

Rohde, T., MacLean, D. A., 8 Pedersen, B. K. (1998). Effect of glutamine


supplementation on changes in the immune system induced hby
repeated exercise (Traducción propia). Med Sci Sports Exerc, 30(6), 856-
862. Retrieved from http://www.ncbi.nim.nih.gov/pubmed/9624643

Ross, W. D. a Kerr, D. A. (1991). Fraccionamiento de la masa corporal: un


nuevo método para utilizar en nutrición, clínica y medicina deportiva.
Apunts, 28 (109), 175-187.

Sherman, W. M., Costill, D. L., Fink, W. J., 8 Miller, 7. M. (1981). Effect of


exercise-diet manipulation on muscle glycogen and its subsequent
utilization during performance (Traducción propia). Int J Sports Med,
2(2), 114-118. doi: 10.1055/s-2008-1034594

Stellingwerff, T. (2014). Distance Running (Traducción propia). In R. 3.


Maughan (Ed.), Sports nutrition (pp. 572-583). Chichester, West Sussex:
Wiley Blackwell.

Williams, MM. (2005). Dietary Supplements and Sports Performance:


Amino Acids (Traducción propia). 7 Int Soc Sports Nutr, 2(2), 63-67. doi:
10.1186/1550-2783-2-2-63

Williams, M. H. (1996). El uso de ayudas ergogénicas en el deporte ¿es


una cuestión de ética? Resúmenes del 5% Simposio Internacional de
Actualización en Ciencias Aplicadas al Deporte. (pp. 300-308). Rosario:
Biosystem Servicio Educativo.

Williams, M. H. (1997). Suplementación vitamínica y performance


deportiva Resúmenes del Simposio Internacional de Nutrición e
Hidratación Deportiva para la Actividad Física, la Salud y el Deporte de
Competencia (pp. 66-80). Rosario: Biosystem Servicio Educativo.

También podría gustarte