aristoteles
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aristoteles
La búsqueda de la felicidad y la forja del carácter fueron para Aristóteles y para el helenismo posterior el
núcleo fundamental de una filosofía de tipo más empirista, más apegada a la realidad material que la de
Platón. Como el texto nos indica, ambos filósofos tuvieron diferencias de planteamiento: la filosofía
aristotélica centraba su investigación en el mundo sensible, con una mirada científica y unos
planteamientos sobre la realidad que tuvieron en cuenta el mundo material, que Platón consideraba
subjetivo y sujeto a error, y al que tan poca atención le había prestado. El abandono del proyecto idealista
por parte del discípulo Aristóteles dio lugar a una filosofía práctica centrada en el buen vivir, entendido
este como ejercicio del carácter para conseguir la virtud con la finalidad de alcanzar la vida buena, dando
lugar a una filosofía que, como expresa el texto, tiene sus pies apoyados en la tierra.
Aristóteles nació en Estagira, polis del reino de Macedonia que, durante la vida del filósofo, se convirtió en
la potencia hegemónica del mundo griego gracias a las conquistas militares del rey Filipo II. Se formó en
la Academia y, aunque fue el alumno más destacado de Platón, este no lo dejó al frente de la institu-ción,
por lo que, tras la muerte del maestro, Aristóteles salió de Atenas y se dedicó a un estudio minucioso de
la naturaleza. Convertido en un pensador maduro, en el año 343 a. C. fue nombrado tutor del hijo de
Filipo II, quien se convertiría en el gran estratega y guerrero Alejandro Magno. En el esplendor del reinado
de Alejandro, fundó el Liceo, en el que se impartían clases. Pero al morir Alejandro, en 323 a.C., con el
colapso del gran imperio que creó y ante la presión del partido de Demóstenes, que ansiaba una Atenas
libre y demo-crática, prefirió exiliarse antes que correr la misma suerte que Sócrates.
Corpus aristotelicum es la expresión latina con la que nos referimos al conjunto de las obras de Aristóteles
que nos han llegado. La mayoría de las que se han conservado son los apuntes de clase, las obras
acromáticas, es decir, concebidas para ser escuchadas, que tienen un estilo tosco, pues eran obras
esotéricas, dirigidas a alumnos especializados. Son apuntes escritos casi taquigráficamente de las
lecciones del maestro que tocan todos los campos del saber cultivados en su escuela. Frente a estas,
Aristóteles escribió diálogos para difundir las ideas del Liceo, obras exotéricas por estar destinadas al
público en general y que se han perdido en su gran mayoría.
Obras de Aristóteles
Logica Categorías, De la interpretación, Analíticos.
Filosofia natural Física, Sobre el cielo, De la generación y la corrupción.
Metafísica Metafisica (catorce libros recopilados por Andrónico de
Rodas).
Ética y política Etica a Nicómaco, Ética a Eudemo, Gran Moral, Política.
Poética y Poética, Retórica, Retórica a Alejandro.
retórica
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Aristóteles nunca llamó metafísica a esta ciencia de las causas últimas y los primeros principios del ser,
sino sabiduría o filosofía primera. Un discípulo suyo, Andrónico de Rodas, ordenó sus escritos y les dio el
título Ta meta ta physiká, «Las [cosas) que están después de las [cosas] físicas», por ser el libro siguiente
a los de física. Frente al resto de las ciencias que estudian una parte del ser, la metafísica estudia el
problema del ser en cuanto ser.
3.1. La sustancia y los accidentes
El término seres análogo; es más, se puede decir que es el término más análogo de todos, ya que se
puede aplicar a cualquier cosa. Como se vio en el apartado de la lógica, los términos análogos se aplican
a diversos referentes, pero siempre tienen un referente principal; así, por ejemplo, sano/sana se dice del
clima o de una comida, pero siempre en referencia a la salud. Aristóteles se pregunta cuál es el referente
principal del término ser y concluye que toda vez que aplicamos este término a una cosa lo hacemos en
referencia a la sustan-cia. Este concepto tiene dos significados en Aristóteles; no dos tipos diferentes de
sustancia, sino dos sentidos del mismo término:
o Sustancia primera. Individualidad, lo que particulariza al ser (Sócrates).
o Sustancia segunda. Esencia o género universal al que pertenece el ser y que comparte con
todos los individuos de su misma especie (ser humano). Esto es para Aristóteles lo más
importante de un ser, ya que es lo que lo define.
Junto con la sustancia, están los accidentes, definidos en la Metafísica como «lo que se encuentra en un
ser y puede afirmarse con verdad, pero que no es, sin embargo, ni necesario ni ordinario. I.... El accidente
se produce, existe. pero no tiene la causa en sí mismo, y solo existe en virtud de otra cosa». Sustancia y
accidente son las principales categorías del ser. La sustancia es el ser. el sujeto que posee propiedades,
y los accidentes son las propiedades de ese sujeto. Aristóteles distingue nueve tipos de accidentes:
cantidad, cualidad, re-lación, lugar, posición, tiempo, estado, acción y pasión, que, junto con la sus-tancia,
sumarían las diez categorías o formas supremas del ser.
3.2. La teoría hilemórfica. El problema de la realidad
Toda sustancia es un compuesto inseparable de materia (hyle) y forma (mor-phé). La forma es la
sustancia segunda y se refiere a lo universal que comparte con los individuos de su género o especie, su
esencia. La materia, en cambio, representa la sustancia primera y se refiere a todo aquello que la
particulariza o individualiza; por ejemplo, para que el ser humano exista tiene que poseer unos rasgos
materiales concretos, un cuerpo que hace de él un ser particular.
Tanto materia como forma se unen sustancialmente para dar lugar a la sus-tancia, siendo su causa.
Esta teoría, conocida como hilemorfismo, niega la teoría platónica que defendía la existencia de formas
puras sin materia. Para Aristóteles es absurdo pensar que las esencias existen separadas de las cosas:
¿cómo es posible que aquello que hace que una cosa sea lo que es no resida en dicha cosa?
3.3. La teoría de la potencia y el acto.
El problema del cambio
Parménides fue el primero en formular el problema del cambio: el cambio es absurdo porque es un
concepto en sí mismo contradictorio, ya que supone un paso del ser al no-ser que es lógicamente
imposible. Para que una cosa cambie tendría que no-ser ahora lo que luego será y con ello estaríamos
afirmando que el no-ser está en el ser, o, lo que es lo mismo, que la nada es, algo que resulta
completamente absurdo. Por eso, Parménides afirma que solo existe un ser único, inmutable y eterno,
haciendo del cambio mera apariencia.
Para Aristóteles, la paradoja de Parménides se basa en el error de entender el ser como un concepto
unívoco cuando «el ser se dice de muchas maneras».
En palabras de Aristóteles en el Libro IX de la Metafísica: «El ser no solo se toma en el sentido de
sustancia, de cualidad, de cantidad, sino que hay también el ser en potencia y el ser en acto, el ser
relativamente a la acción».
Es mediante las formas de ser en acto y en potencia como Aristóteles resuelve el problema. El acto
(enérgeia) es lo que una cosa es aquí y ahora, mientras que la potencia (dynamis) es el conjunto de
posibilidades que una sustancia tiene; todo lo que una sustancia puede llegar a ser, pero todavía no es.
En ese sentido, el cambio supone la actualización de una potencia o la realización efectiva de una
capacidad; no es un tránsito entre el no-ser y el ser, sino un paso entre dos modos de ser: del ser en
potencia al ser en acto. Con ello, la paradoja desaparece.
Por ser en acto entiende Aristóteles las sustancias tal y como se nos presentan en un momento
determinado: así, por ejemplo, una niña es en acto una niña, pero alberga en su ser la posibilidad de ser
una mujer y, así, diremos que una niña es en potencia una mujer. La potencia es, por tanto, el conjunto de
capacidades o posibilidades de una sustancia para llegar a ser algo distinto de lo que actualmente es. Las
potencias de una sustancia vienen determinadas por su naturaleza y, en este sentido, son cualidades que
definen su esencia, ya que las cosas no solo son lo que son, sino también lo que pueden llegar a ser.
Por tanto, en relación con el cambio y la potencia, podemos diferenciar dos formas de no-ser:
o No-ser absoluto. Lo que un ser no es y nunca podrá llegar a ser; por ejem-plo, un niño no es en
absoluto un reptil.
o No-ser relativo (potencia). Lo que un ser no es, pero puede llegar a ser; por ejemplo, una semilla
no es una planta, pero puede llegar a serlo.
Puede decirse que el error de Parménides fue confundir el no-ser absoluto con el relativo. Para aclarar
este punto, Aristóteles acuña la noción de privación:
decir que una cosa es algo en potencia equivale a afirmar que está actualmente privada de esa forma de
ser. Un menor, por ejemplo, tiene derecho a voto en potencia, pero está actualmente privado de su
ejercicio; un perro no tiene tal derecho en absoluto.
Aristóteles rechazó también el planteamiento de Platón porque sus ideas eran incapaces de explicar el
movimiento al que están sometidas las sustancias.
Si las ideas son inmutables, y si las cosas son meras copias de las ideas, estas deberían ser también
inmutables. ¿Cómo es posible, entonces, el cambio? Con la teoría de la potencia y el acto Aristóteles trató
de encontrar una explicación más plausible que la de Parménides y Platón.
3.4
Existen dos tipos de sustancias: naturales y artificiales. La física es la ciencia que estudia el conjunto de
sustancias naturales, la physis. Según expresa Aris-tóteles, el movimiento es el atributo esencial de la
naturaleza. Por tanto, la ciencia de la naturaleza debe explicar este fenómeno.
En el proceso de cambio que experimenta toda sustancia se pueden identificar tres elementos:
o Algo que permanece durante la transformación: el sustrato o materia.
o Algo que se pierde: la forma que determina la esencia de la cosa.
o Algo que se adquiere: la privación, que, como se ha visto, es una forma que la cosa tiene en
potencia.
Por ejemplo, en el proceso de evaporación del agua, el sustrato serían las moléculas de HO, el estado
líquido es la forma perdida y el gaseoso es la privación adquirida.
El cambio es natural cuando se produce espontáneamente en la sustancia, como el germinar de una
semilla, y artificial cuando se produce por la intervención de un agente externo, como un incendio en un
bosque. A su vez, Aristóteles distingue:
o Cambio sustancial. Afecta de tal modo a la sustancia que algo deja de ser lo que era. Puede
producirse por generación (surgimiento de una nueva sus-tancia) o por corrupción (destrucción
de la sustancia).
o Cambio accidental. Este tipo de cambio puede ser local (el movimiento de las aguas de un río),
cuantitativo (el aumento de peso) o cualitativo (el cambio de color de las hojas de un árbol en
otoño).
Para explicar el cambio, Aristóteles recurre a la causa, «aquello por lo cual algo es y se comporta como lo
que es y, por lo tanto, nos proporciona todo lo necesario para poder explicarlo. Las causas son los
principios últimos de los que todo ser depende para realizarse como lo que es». Aristóteles distingue
cuatro tipos de explicación o cuatro causas:
o Material. Es el sujeto, la materia.
o Formal. Es la esencia, la forma propia de cada cosa.
o Eficiente. Es el principio de movimiento.
o Final. Es la finalidad o el sentido de cada cosa.
Aristóteles aplica su teoría de las cuatro causas al cambio para explicar cómo este se produce. Por
ejemplo, cuando a un joven le sale barba, la causa del cambio es formal ya que deriva de su propia
esencia, de su ser joven; cuando el joven va a la barbería para ser afeitado, la causa eficiente es el
barbero; al utilizar este la espuma, la causa del cambio es material; el deseo de tener una buena
apariencia que mueve al joven a afeitarse representa la causa final de ese cam-bio. Esta última causa,
denominada teleológica (de telos, 'fin'), según la cual el movimiento de toda sustancia del universo tendría
una finalidad y un sentido, tiene gran importancia en la visión aristotélica de la naturaleza.
Aristóteles, gran conocedor de la biología, entendió el universo como un gran organismo vivo en el que
cada parte está conectada con el resto y cumple una función propia. La naturaleza es un gran sistema
que se autogestiona y se explica por sí mismo sin necesidad de acudir a ningún agente exterior. Al igual
que un ser vivo, los cambios que en ella se producen se explican por su propia dinámica interna. La
semilla lleva en su ser el proceso de transformación que sufrirá hasta alcanzar su naturaleza de planta,
como el embrión contiene el adulto. Cada ser contiene su telos, el camino que habrá de recorrer para
llegar a su propio cumplimiento y perfección. Toda sustancia es un devenir, un proyecto que ha de con-
cuir en un fin. El telos aristotélico remite a la actividad de «de-fin-ir(se)» que lleva a cabo todo ser, que
encuentra en esa definición su ser y su plenitud.
3.5
Pero ¿quién mueve el universo? Aristóteles parte de la hipótesis de que «todo lo que se mueve es movido
por algo». Como la serie de las cosas que mueven y que, a la vez, son movidas por otro no puede ser
infinita, ya que, si así fuese, no se daría ningún tipo de movimiento, ha de haber un primer motor que
mueva sin ser movido. Este motor inmóvil se identifica con la divinidad y mueve todo desde la eternidad.
Pero el dios de Aristóteles no es un dios crea-dor, y ni conoce el mundo ni se preocupa por él.
3.6. La teoria del conocimiento. El proceso de abstracción y los tipos de conocimiento
La mayor parte de los filósofos griegos desconfiaron de los sentidos por mostrarnos tan solo lo aparente y
apostaron por un conocimiento puramente ra-cional, como el de las matemáticas, para comprender la
realidad. En esta línea, Platón defiende la existencia de ideas innatas como base del conocimiento
científico. Aristóteles, en cambio, piensa de manera muy diferente y defiende una postura empirista: para
que haya conocimiento es necesaria la presencia física del objeto. Conocer es un proceso por el cual
llegamos a entender lo universal que hay en el objeto particular percibido. En este proceso entran en
juego las siguientes capacidades cognitivas:
Capacidades cognitivas
Sensación Capta lo particular del objeto con los cinco sentidos externos y uno interno, encargado de
ordenar y unificar la información percibida por los externos.
Imaginación Genera una imagen mental del objeto.
Memoria Guarda y permite recuperar la imagen del objeto.
Entendimient Extrae de la imagen lo que de universal hay del objeto: su forma o esencia.
o
Para Aristóteles, nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en los sentidos. Ni existen las
ideas ni las formas puras. Solo tenemos acceso a las sustancias particulares que, como sabemos, están
compuestas de forma y ma-teria. Toda idea surge de un proceso de abstracción, mediante el cual nuestro
entendimiento procesa la imagen sensible, separando en ella la forma de la materia.
Aristóteles distingue dos tipos de entendimiento:
o Entendimiento agente. Capacidad de realizar la abstracción y crear con ello el concepto
universal. Es usado por Aristóteles para crear el concepto de sustancia.
o Entendimiento paciente. Capacidad de entender una idea y retenerla en el entendimiento. Es
utilizado por el estudiante del Liceo para entender el concepto de sustancia aristotélico y
aplicarlo.
Aristóteles distingue también tres tipos de saber, que se corresponden con las actividades que podemos
realizar:
Tipos de saber
Productivo
Es técnico, remite a la «fabricación» de cosas útiles: artesanía, música o retórica.
Práctico
Supone saber actuar correctamente, tanto a nivel individual (ética)
como social (política).
Teorico
No tiene interés ni productivo ni práctico; es la forma de conocimiento más elevado, conduce a la
sabiduría y se pregunta por el ser de las cosas,
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Frente al dualismo antropológico de Platón, Aristóteles apuesta por una solución sustancialista: el ser
humano es un compuesto indisoluble de materia (cuerpo) y forma (alma). La unión de estos dos
elementos no es para Aristóteles accidental, como afirmaba Platón, sino que es una unión sustancial,
pues alma y cuerpo existen en una única sustancia llamada ser humano. Com-toda sustancia del mundo
sublunar, el ser humano está sometido a la degene-ración: la corrupción de esta sustancia implica la
destrucción tanto del cuerpo como del alma, que es mortal.
Aristóteles define el alma (en griego, psique, soplo, aliento, vida) como principio vital del ser vivo. Ahora
bien, aunque todo ser vivo tiene alma, puesto que tiene vida, no todos los seres tienen la misma forma de
vida. Esto es lo que lleva a Aristóteles a distinguir tres tipos de alma y a jerarquizarlas según el orden
biológico de los seres vivos:
Tipo de alma Seres Características y funciones
Permite al ser vivo nutrirse, crecer y reproducirse.
Vegetativa La posee todo ser
(plantas) vivo.
Sensitiva La posee todo ser Controla las funciones vegetativas: la percepción, el movimiento,
(animales) sintiente. la imaginación y la memoria.
Racional Es exclusiva del ser Controla las funciones vegetativas y sensitivas.
(humanos) humano. Permite la comunicación con otros seres racionales. Desarrolla el
conocimiento científico.
Cerámica griega que representa una escena de mujeres en el gineceo (470 a.C.), Museo Antoine Vivenel,
en Compiègne (Francia).
Esta clasificación de los seres vivos llevó a Aristóteles a formular su conocida definición del ser humano
como un animal racional. Esta definición pone de manifiesto la animalidad del ser humano, puesto que
comparte con todo el reino animal las facultades vegetativa y sensitiva, lo que explica la presencia de
necesidades nutritivas y sexuales o las sensaciones de placer y dolor. La razón, sin embargo, es una
capacidad exclusivamente humana.
La razón nos capacita para asociarnos a otros seres racionales y, por ello, Aristóteles define también al
ser humano como un animal político (zoon politikon). La sociabilidad no es una cualidad exclusiva del ser
humano, pues la comparte con otros animales (por ejemplo, las abejas), sino que lo propio del ser
humano es su ser político: solo en la comunidad de la polis puede desplegar todas sus potencialidades.
El ser humano es el animal que viene al mundo más pobre, vulnerable e inter-dependiente. Su condición
de nacimiento es la indigencia y es por ello que, para sobrevivir, necesita formar parte de un todo mayor.
Pero también nace abierto a posibilidades y a perfecciones que solo se pueden desarrollar en la ciudad.
La ciudad es una obra de la razón construida para el bien común de sus miembros. No deberíamos
confundir el bien común con el interés de la mayoría, que solo es la suma de una serie de intereses
particulares. El bien común es otra cosa bien distinta: son las condiciones sociales necesarias para que
todos y cada uno de los individuos de una comunidad puedan alcanzar su máximo desarrollo, su plenitud
como seres humanos, la mejor versión de sí mismos. Ser un animal político no significa tan solo ser un
animal gregario, obligado a vivir junto a otros por su condición de vulnerabilidad e interdepen-dencia, sino
afirmar que únicamente podemos alcanzar nuestra plenitud, nuestra auténtica humanidad, en la ciudad.
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Tanto Sócrates como Platón concedieron una importancia capital al conocimiento como medio para
alcanzar el bien. El intelectualismo moral, asumido por ambos, defendía que bondad y sabiduría estaban
estrechamente relaciona-das, porque solo actúa bien el sabio. También en este punto Aristóteles se
desmarca de la tradición, dando más importancia a la acción que al conocimiento.
Dado que es posible conocer el bien pero no hacerlo, para él conocer el bien es una condición necesaria,
pero no suficiente: no basta con comportarse racio-nalmente, es necesario comportarse racionalmente
bien, es decir, de manera
virtuosa.
5.1. Felicidad y teoría de las virtudes
En el tratado Ética a Nicómaco -probablemente dedicado a su hijo-, Aristóteles realiza un exhaustivo
análisis de la acción humana, concluyendo que toda acción persigue algún tipo de bien. Toda técnica,
investigación o libre elección parece tender a alguna clase de bien: el fin de la medicina es la salud; el de
la economía, la riqueza, ete. Por tanto, el fin de la acción humana es también un bien, aunque hay
muchos tipos de bienes y no todos los seres humanos les dan el mismo valor. La mayoría de lo que
llamamos bienes son, en el fondo, un medio para alcanzar un bien mayor. Esto lleva a Aristóteles a
preguntarse si existe un bien supremo, que debe cumplir estas condiciones:
o Debe ser completo, es decir, se persigue por él mismo y no como medio para alcanzar otro bien
de naturaleza superior.
o Ha de ser autosuficiente, es decir, un tipo de bien que por sí solo haga la vida deseable, que
quien lo posea se sienta pleno y no necesite nada más.
o Debe ser universal: el bien que nos perfeccione como seres humanos.
¿Cuál es el único bien completo, autosuficiente y universal? La respuesta es la felicidad. La palabra que
Aristóteles usó para felicidad fue eudaimonia, que podemos traducir por «florecimiento» o «plenitud», y, a
diferencia de nuestro tiempo, no la aplicaba a momentos circunstanciales o a instantes fugaces, sino a
toda la vida. Al igual que existe un determinado modo de cultivar un manzano para que florezca y dé fruto,
debe existir un determinado modo de vida que permita a cualquier ser humano desarrollar plenamente su
naturaleza.
Aristóteles entendió que la respuesta a la pregunta sobre cómo debo vivir es cultivando las virtudes hasta
alcanzar la eudaimonia, es decir, hasta lograr nuestro máximo desarrollo como seres racionales. La virtud
es todo aquello que perfecciona nuestra naturaleza, es la causa de que cumplamos óptimamente
nuestras funciones. Pero la virtud no es innata; nacemos humanos, pero no nacemos humanos virtuosos.
El hombre bueno para Aristóteles es un ser capaz de conocer y capaz de apetecer racionalmente. Son
dos las partes del alma humana capaces de manifestar racionalidad: la parte cognoscitiva, la razón
propiamente dicha, cuya función principal es el conocimiento; y la parte irracional, en donde residen las
pasiones y los apetitos, que, aunque irreflexiva, puede llegar a exhibir racionalidad cuando está
gobernada por la razón. Esta parte apetitiva de nuestra alma puede someterse o no a lo que la razón le
indica.
Puesto que son dos las partes del alma humana, han de ser también dos las virtudes propias del ser
humano:
o Virtudes dianoéticas o intelectuales, como la sabiduría y la prudencia, que perfeccionan nuestra
inteligencia.
o Virtudes morales o éticas, como el valor o la generosidad, que mejoran nuestro caracter
Como los campos de desarrollo de un ser humano son múltiples, la persona virtuosa no es aquella que ha
alcanzado un perfeccionamiento en un determinado campo, sino la que integra y armoniza todas las
virtudes humanas.
Las virtudes intelectissise se cultivan mediante el estudio, y las éticas, a través de los buenos
húbitosrisristételes compara la formación de los buenos hábitos con el aprendizaje de unstistnumento
musical, y concluye que la educación moral debe ser prioritaria e iniusase cuanto antes para evitar que
nuestros jóvenes desarrollencvas quque so stesteriori, costará mucho corregir.
La virtud moral es una tendencia, una propensión o una costumbre a sentir y a actuar de manera
excelente. Pero no es un hábito irreflexivo, ya que para llegar a ser virtuoso se necesita deliberar, juzgar
cuál es la respuesta correcta para las diversas situaciones con las que nos vamos topando en la vida. Si
en toda acción humana se pueden distinguir un exceso, un defecto y un término medio, Aristóteles iguala
la virtud moral a la conducta moderada.
Lo que diferencia a la virtud del vicio es que la primera nos sitúa en un término medio que atempera tanto
nuestras acciones como nuestros sentimientos, y el segundo, o bien los desata, o bien los aniquila. Así,
por ejemplo, la valentía ajusta nuestro sentimiento de miedo ante el peligro. Cada una de las virtudes
examinadas por Aristóteles modera un sentimiento o un apetito: cuando se trata de dar o recibir dinero, el
término medio es la generosidad, y, si se trata de placeres y dolores, el término medio es la templanza.
El término medio no debe entenderse como una proporción matemática. Es más, en ocasiones, como es
el caso de la valentía, el término medio está más cerca de un extremo que de otro: el valiente se parece
más al temerario que al cobarde, o, lo que es lo mismo, es peor pecar de gallina que de imprudente. La
virtud no es una pauta de comportamiento universal porque el término medio es siempre relativo a
nosotros y lo que para unos puede ser la medida exacta, para otros puede ser perjudicial. El ser humano
virtuoso posee prudencia,conocimiento racional práctico que le permite sopesar las consecuencias de
una acción y acertar en la elección.
5.2
Si la naturaleza nos ha dotado de palabra (logos), de lenguaje racional, es para que, mediante el diálogo,
podamos descubrir qué es lo conveniente, lo justo y lo bueno. Con el lenguaje, los seres humanos nos
comunicamos y establecemos comunidades. La polis no es un simple agregado de familias y aldeas, sino
la más alta forma de evolución de la comunidad humana, creada no ya para poder vivir, sino para poder
vivir bien, es decir, para que el ser humano alcance su perfección. Con la polis, los ciudadanos identifican
y construyen el bien común; este es el fin de la política.
La comunidad política se puede organizar de maneras diferentes y esto da lugar a un gran repertorio de
formas de gobierno. Aristóteles, siguiendo la clasificación del sofista Protágoras, las reduce a estos tipos:
Aristóteles concluye que todas las formas de gobierno, antes o después, terminan degenerando por la
inevitable tendencia a preocuparnos más por el bien individual que por el bien común. Esto lo llevó a
diseñar un gobierno que impida la corrupción hasta donde sea posible: la politeia o república, el gobierno
de una mayoría dotada de recursos económicos que no favorecerá ni a ricos ni a pobres. Este sistema es
el más estable, pues se apoya en las clases medias y proporciona equilibrio social. Es una forma mixta de
gobierno que combina lo mejor de la democracia y de la aristocracia: una asamblea en la que el pueblo se
podrá hacer oír igual que en la democracia; junto a esto, el pueblo elegirá a unos gobernantes que
tendrán que buscar siempre el bien común.