Cotidiano
EL
Revista de la realidad mexicana actual
Director: Miguel Ángel Romero Miranda
Editora Responsable: Marybel Martínez Robledos
Rector General
Eduardo Abel Peñalosa Castro
Secretario General
Dr. José Antonio De Los Reyes Heredia
Rectora en funciones
Mtra. Verónica Arroyo Pedroza
Secretaria de la Unidad
Mtra. Verónica Arroyo Pedroza
Director de la División
de Ciencias Sociales y Humanidades
Mtro. Miguel Pérez López
Secretario Académico de la División
de Ciencias Sociales y Humanidades
Lic. Gilberto Mendoza Martínez
Nuestra revista es el producto de un proceso de
investigación que recoge diversas experiencias
teóricas y metodológicas.
Por otra parte, es el resultado de la conjugación de
los intereses teóricos de una serie de investigadores que han adoptado como desafío el referirse a
la realidad inmediata, intentando superar, aunque
sea en parte mínima, el sentido común.
Es un proyecto universitario en el mejor de sus
sentidos: pluralista, abierto a la crítica y, por
tanto, no sectario. Pretende entregar un instrumento de expresión a los académicos de nuestra
Universidad y a aquellos que compartan estos
principios, con la idea de que la referencia a lo
real no se reduzca a las investigaciones de largo
plazo ni al juicio periodístico, sino que sea posible
también referirse al presente en forma rigurosa.
Our magazine is the product of a research process
that shows a diversity of theories and methodologies. Also, it is a result of the unification of a variety
of researchers coming together with theoretical
interests and the need to express their beliefs
on the immediate reality of Mexico, and how it
affects us all.
This magazine is a University project in the very
best sense. Our magazine is pluralistic, open to
all critics and nonsecular. We feel that it is an
instrument of expression for the Academics of
our University and for those who share similar
principles.
The idea is that the reality cannot be reduced
to long-term research and neither to periodical
judgment, but to understand the reality as it is. We
hope that this is a possible form to comprehend
the present in a more structural way.
We welcome all participation and submissions.
Comité Editorial: Luis H. Méndez y Berrueta, Miguel Ángel Romero Miranda, Raúl
Rodríguez Guillén, Norma Ilse Veloz Ávila, Miriam Alfie Cohen, Rafael Montesinos
Carrera, Marco Antonio Leyva, Juan Reyes del Campillo, Agustín Cue Mancera,
Miguel Ángel Casillas Alvarado y Janett Góngora Soberanes
Coordinadores de las secciones fijas:
Análisis de Coyuntura: Luis Méndez, Miguel Ángel Romero
Empresas y Relaciones Laborales: Marco Antonio Leyva, Griselda Martínez V.,
Sergio Sánchez, Abel Pérez
Economía Nacional: Juan Froylán Martínez, Cristian Leriche
Partidos Políticos y Procesos Electorales: Juan Reyes del Campillo, Noemí Luján Ponce, Víctor Alejandro Espinoza Valle, Víctor Reynoso, Francisco Reveles
Panorama Internacional: Miriam Alfie, Silvia Vélez, Agustín Cue, Alejandro
Becerra, Carlos Vilas, Neil Harvey
Conflictos Sociales: Raúl Rodríguez Guillén, Karina Ochoa, Juan Mora Heredia,
Raúl Villamil, José Luis Cisneros
Dictaminadores: Hugo Aboites, Jaime Aboites, Arturo Anguiano, Alejandro
Carrillo, Michel Chauvet, Adrián de Garay, Rosa Albina Garavito, Alenka
Guzmán, Luis Hernández Navarro, Luis Arturo Jiménez, Cristian Leriche, Francisco Zapata, Yolanda Massieu, Norma I. Veloz Ávila
Portada: Rosalía Carrillo Meraz
Coordinación Administrativa: Gabriela Pérez Venegas
Distribución: María de Lourdes Delgado Reyes, Víctor Hugo Ramírez Jiménez
Fundadores: Rosa Albina Garavito Elías, Augusto Bolívar y Edmundo Jacobo
Molina
Esta revista está indexada a nivel nacional e internacional en la Red de
Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal (Redalyc).
EL COTIDIANO, REVISTA DE LA REALIDAD MEXICANA ACTUAL. Año 34,
número 213, enero-febrero de 2019, es una publicación bimestral editada por
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División de Ciencias Sociales y Humanidades. Prolongación Canal de Miramontes 3855, colonia Ex-Hacienda San Juan de Dios, delegación Tlalpan, C.P.
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Revista No. 212
Género
Noviembre-Diciembre 2018
Año 34. ISSN 1563-7417
Periodicidad Bimestral
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Certificado de Licitud de Contenido 4086.
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Índice
La cuarta transformación
Presentación
La coyuntura del 1 de julio de 2018. ¿El inicio
de la construcción de un nuevo régimen en
México?
Luis H. Méndez y Berrueta
0
0
Por los caminos de la cuarta transformación
Luis Hernández Navarro
00
Algunos de los rasgos populistas de AMLO
Rita G. Balderas Zavala
Moisés Tapia Ornelas
00
Prospectiva de la agricultura en México
2018-2024
Eduardo Pérez Haro
AMLO: claroscuros de propuestas para el
campo
Ana de Ita
Hacia un nuevo horizonte para la
transformación de la educación en México
Hugo Aboites
El
Cotidiano 213
Neoindigenismo de baja intensidad
Magdalena Gómez
Salud y seguridad en el gobierno AMLO.
Cuerpos de políticas públicas para el Estado de
Bienestar
Gustavo Leal F.
Odilia Ulloa Padilla
El rompecabezas de la educación superior
privada. Algunas piezas locales para
comprender las nuevas dinámicas
del sector privado en México
Adrián de Garay
Eduardo Navarro
00
00
00
La descolonización del pensamiento
en clave indígena
Francisco López Bárcenas
00
“Un foco de agitación latente”. Los normalistas
rurales y la lucha agraria en Chihuahua durante
la década de 1960
Tanalís Padilla
00
00
00
La descolonización del pensamiento
en clave indígena
Francisco López Bárcenas*
El desafío que tenemos enfrente y al que habrá que darle respuesta es que hoy
nos encontramos ante el reto de pensar, de pensarnos como pueblos indígenas y como
sociedad diferentes, en un contexto donde muchas de las condiciones son adversas
para hacerlo.
Entrada
El siglo xxi nos sorprendió con una
crisis civilizatoria que pone en cuestión la existencia de vida en el planeta
dentro de unas décadas, crisis que se
manifiesta de múltiples formas: predominio del capital sobre la soberanía
de los Estados, calentamiento de la
tierra como nunca antes, devastación
de la naturaleza para sacrificarla en el
altar del mercado, grandes migraciones humanas que ya constituyen una
de las más profundas tragedias de la
historia humana, desigualdad social,
entre otras. A ellas hay que agregar
las intenciones del capital de controlar
la vida de los pueblos para explotar
sus recursos naturales, los únicos
que le quedan, porque otros ya se los
expropiaron hace años. Las evidencias
* Doctor en Desarrollo Rural. ProfesorInvestigador de El Colegio de San Luis.
enero-febrero, 2019
son alarmantes, las empresas mineras
controlan cerca de una tercera parte
del territorio mexicano y, de éste,
20% corresponde a los territorios
indígenas; a ellas se suman los parques
generadores de energía eólica, los
proyectos para la de extracción de
hidrocarburos;,los de comercialización del agua –indispensable para la
vida– y las industrias interesadas en
apropiarse de la biodiversidad.
En este contexto, el conocimiento
colonial de raíz occidental se ha vuelto
insuficiente para explicar estos fenómenos y proponer formas adecuadas
de atenderlos. Ante esta situación,
necesitamos nuevas formas de crear
el pensamiento. En este ambiente el
pensamiento indígena adquiere gran
importancia. Al ocuparnos de las maneras en que las y los intelectuales indígenas racionalizamos o imaginamos
la realidad en que transcurre la vida de
los pueblos a los que pertenecemos y
la del planeta en general, no podemos
ignorar esta situación, porque las ideas
no nacen de la nada; al contrario, se
originan y se desarrollan a partir de
las situaciones concretas en las que
nos desenvolvemos y en las que se
desenvuelven los pueblos a los cuales pertenecemos; se nutren de su
relación con ideas externas, que nos
llevan a reflexionar y a fortalecer o
debilitar nuestro pensamiento (Tapia,
2013: 19), retomando elementos de
aquéllas para incorporarlos a las nuestras, o perdiendo algunos que fueron
importantes pero que con el cambio
de la realidad dejaron de usarse socialmente perdiendo su importancia.
Otro aspecto que no podemos
ignorar a la hora de reflexionar sobre nuestro quehacer es que somos
producto de la historia. Una historia la
mayoría de las veces violenta. Desde
la invasión europea a las tierras del
Anáhuac hasta la actualidad, con sus
El
Cotidiano 213
123
particularidades en cada etapa histórica, los pueblos de los
cuales provenimos se asoman hacia el resto de la sociedad
por heridas que no dejan de sangrar y, por lo mismo, no
cicatrizan. Todavía en el siglo xxi nuestros pueblos siguen
subordinados a poderes externos que deciden su presente
y su futuro. Esta es una situación que desde el poder no
se reconoce porque cuestiona la ideología de igualdad, esa
promesa incumplida de la modernidad. Pero es una realidad l hecho de que los pueblos indígenas, en su mayoría,
habitan territorios con gobiernos sin reconocimiento por
parte del poder central, a quienes se reconoce el derecho
de administración económica, política y jurídica, impidiendo que los representantes de los pueblos se incorporen
a ellos, a menos que sea en calidad de “asimilados”; y sus
derechos, así como su situación económica, política social
y cultural son regulados por el gobierno central. Por más
que a algunos sectores sociales les incomode reconocerlo,
esto se llama colonialismo interno (González Casanova,
2017: 121-146).
En estas condiciones históricas y presentes de subordinación es que se presenta la necesidad de expresar
nuestro pensamiento. Con base en ellas podemos comenzar
preguntándonos qué significa para los integrantes de los
pueblos indígenas pensar la realidad de nuestros pueblos y
de la humanidad en general desde la óptica de los pueblos,
cómo se está elaborando ese pensamiento, cuál puede ser
la mejor forma de fortalecerlo y difundirlo, y sobre todo,
para qué. ¿Estamos pensando, acaso, en clave indígena la
construcción de un futuro distinto? De encontrar respuestas a estas interrogantes se ocupa el presente trabajo.
Pensamiento indígena
y colonialismo cultural
Para buscar respuestas a las anteriores interrogantes
podemos comenzar asumiendo que los pueblos a los que
pertenecemos representan sociedades contemporáneas
que no están ni han estado atrasadas frente a ninguna
otra. En consecuencia, el pensamiento de los intelectuales
indígenas en cada una de las etapas de nuestra historia
ha sido contemporáneo. Si no, ¿cómo se explicarían los
grandes avances científicos, tecnológicos, culturales y espirituales que después de la invasión europea asombraron
a los conquistadores y que en mucho eran superiores a
los que ellos, que se consideraban sociedades avanzadas,
desconocían? ¿Cómo se explicaría la noción de tiempo y
espacio que ya tenían y en muchos casos median con más
precisión que los europeos? ¿Qué explicación podríamos
124
La cuarta transformación
dar de su relación con la naturaleza? ¿Cómo se explicaría
la exactitud en la construcción de grandes ciudades, la
obra poética de Netzahualcóyotl, Rey de Texcoco, el Popol
Vuh y el Chilám Balam, libros sagrados de los mayas o los
códices mixtecos?
Hemos hablado del pasado prehispánico, pero lo mismo sucedió en el periodo de la conquista. De esta etapa
de nuestra historia se desconocen los aportes intelectuales
de los miembros de los pueblos indígenas porque éstos no
sabían leer ni escribir en castellano, el lenguaje que los conquistadores impusieron, y el de ellos, basado en imágenes
que habían usado para realizar los códices, fue proscrito.
La colonización del Anáhuac incluyó la colonización cultural, lo cual no sólo consistió en la subordinación de las
culturas de los colonizados a la de los colonizadores. Lo
más importante de esta colonización es que transformó el
pensamiento del colonizado para que dejara de pensarse
otro y menos colonizado, mientras socialmente se le excluía
y negaba su capacidad de raciocinio.
El colonialismo cultural impactó la forma de conocer, de producir conocimiento, de generar perspectivas,
sistemas de imágenes, símbolos y modos de significación;
impactó también los recursos, los patrones e instrumentos
de expresión formalizada y objetivada, intelectual o visual:
las culturas indígenas fueron convertidas en culturas iletradas, lo que se manifestó en los patrones de expresión
de los colonizadores sobre los de los colonizados (Gruzinski, 2016). La finalidad del colonialismo cultural no fue
sólo subordinar la cultura de los dominados, sino, sobre
todo, impedir su producción; de esa manera los medios
de control cultural se trasformaron en medios de control
también económico, político y social.
En esta etapa de nuestra historia, el conocimiento
indígena fue proscrito por los colonizadores, pero no por
eso desapareció. Los sabios indígenas, los que portaban los
saberes por tantos años desarrollados, buscaron la manera
de protegerlo y transmitirlo a las nuevas generaciones, de
manera oral, como todavía se sigue haciendo en muchos
pueblos. De esta manera no sólo se mantuvo, sino que se
transmitió y se fue desarrollando, aunque fuera de las leyes
y de otras normas impuestas por los colonizadores españoles. Los centros de enseñanza se trasladaron a los cerros,
lo mismo que los rituales donde se practicaba, lejos de la
mirada de los españoles, evitando un enfrentamiento de
conocimientos.
Así sobrevivió el conocimiento indígena en la época
colonial. Para la etapa de la independencia, los criollos
sustituyeron a los españoles en el poder y decidieron, por
decreto, desaparecer a los pueblos indígenas. Imbuidos
de la ideología liberal que permeaba en Europa pensaban
que para el desarrollo del capitalismo en América –y
particularmente en nuestro país– era necesario acabar
con las comunidades indígenas promoviendo el individualismo, como lo predicaba la filosofía de la modernidad, y
con ello la idea de la propiedad privada sobre la comunal
y los gobiernos electos por voto abierto, en lugar de las
representaciones por méritos (Carmagnani, 2004). Fue una
situación difícil para los pueblos que amenazó su existencia,
tanto que la mayoría de ellos decidieron ir a la guerra y
la perdieron, iniciando lo que muchos han denominado la
segunda conquista.
Cuando los liberales se hicieron del poder, el colonialismo cultural se presentó con más fuerza. Para comenzar, los
idiomas indígenas dejaron de escribirse, como una forma de
hacer que los indígenas olvidaran sus culturas. En medio
de esa situación, los pueblos y sus intelectuales buscaban
resquicios por donde manifestarse. Ya entrado el siglo xx,
un indígena de origen mixteco dejó ver sus preocupaciones
por la cultura de los pueblos indígenas. Su nombre era
Abraham Castellanos Coronado. Originario del municipio
mixteco de Nochixtlán, en el estado de Oaxaca, estudió en
la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria
en la ciudad de Jalapa, Veracruz, bajo la Dirección de Enrique C. Rébsamen. Por invitación del gobernador de Oaxaca,
maestro y alumno se trasladaron en 1891 a ese estado con
el propósito de organizar su enseñanza primaria y normal.
Ahí fue donde Abraham Castellanos Coronado desarrollo
sus principales ideas (Ortiz, 2002: 153-162). Como profesor, lo que le interesaba era la educación. De ella dijo:
El problema de México es un problema de educación, de
educación étnica. La causa de nuestras desgracias está en
nuestra falta de cultura. Cuando en México el maestro
cruce por las montañas con la bandera de la paz, habremos puesto la piedra angular de la civilización. Entonces
despertarán los dormidos genios de la selva, entonces
los héroes que cayeron por la defensa del suelo en las
lejanas épocas de la conquista española se levantaran
de sus tumbas para saludarnos, porque habrá surgido el
verdadero sol de la libertad.
Pero tened entendido que estos maestros deben ligar
la antigua civilización al moderno progreso.
Entre nosotros hay un error generalmente admitido,
que consiste en creer que somos un pueblo de educación española. Este error ha tenido su origen en ciertas
costumbres y hábitos españoles, pero la verdad es que
no hay tal educación hispana.
La educación mexicana está por formarse, y dados
los elementos que tenemos, será más completa y más
segura porque nuestros elementos son más poderosos
(Castellanos en Ortiz, 2002: 159).
El lenguaje que Abraham Castellanos Coronado usaba era
el de la época que vivía. No hablaba de pueblos indígenas
sino de etnias, no se refería la ausencia de las culturas indígenas sino de nuestra cultura, no hablaba de incorporar
estas culturas a la enseñanza sino de banderas de , porque
era consiente de que al excluirlas se les estaba haciendo la
guerra. Pero decía que sin la presencia de ellas la civilización
estaría incompleta. Afirmaba que el conocimiento debería
incorporar los saberes antiguos con los modernos. Que la
educación españolizada era una farsa y que era el momento
de construir una educación propiamente mexicana. Lamentablemente, estos pensadores y otros de su tipo estaban
muy adelantados a su época y sus predicas fueron como
gritos en el desierto.
El indigenismo y el indígena permitido
En 1915, cuando el país estaba sumido en la guerra civil
que representaba la revolución de los campesinos por
recuperar sus tierras, Martín Luis Guzmán, uno de los
intelectuales más influyentes dentro de las clases dominantes, que serían las mismas que se harían el poder
después la de Constitución de 1917, expresaba sus ideas
sobre el pasado y el presente de los pueblos indígenas. De
acuerdo con él, los indígenas mexicanos se encontraban en
una postración servil, la cual se fundaba en una falsa o al
menos exagerada grandeza y un supuesto gran desarrollo
material e intelectual, y sobre todo moral, alcanzado por
los indígenas antes de la llegada de Hernán Cortés, es decir,
antes de la invasión española. Esta exageración del desarrollo indígena –“engañosa cuando se aprecia el valor de
la masa indígena como uno de los elementos constitutivos
de la sociedad mexicana”–, según él, había sido alimentada
por los primeros españoles que llegaron a América, entre
quienes contaba a los primeros frailes, por hacer de la figura
del indígena digna de conmiseración, la tendencia de los
cronistas e historiadores mexicanos a acrecentar el pasado
glorioso de los indígenas para sublimar las dos ramas –la
española y la indígena– de su estirpe. Sus opiniones no
tenían desperdicio:
El
Cotidiano 213
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La población indígena de México es moralmente inconsciente; es débil hasta para discernir las formas más simples
del bienestar propio; tanto ignora el bien como el mal,
así lo malo como lo bueno. […] La masa indígena es para
México un lastre o un estorbo; pero sólo hipócritamente puede acusársela de ser un elemento determinante.
En la vida pacífica y normal, lo mismo que la anormal y
turbulenta, el indígena no puede tener sino una función
única, la del perro fiel que sigue ciegamente los designios
de su amo. […] El indígena nada exige y nada provoca; en
la totalidad de la vida mexicana no tiene más influencia
que la de un accidente geográfico; hay que considerarlo
como integrado en el medio físico. El día en que las clase
criolla y mestiza, socialmente determinadoras, resuelvan
arrancarlo de allí, él se desprenderá fácilmente y se dejará
llevar hasta donde empiecen a servirle sus propias alas.
Pero entre tanto, allí queda (Guzmán, 2015: 24-25).
Por eso, el primer consejo serio que yo quiero darte es
que con estos niños no hagas otra cosa antes de enseñarles a hablar castellano. […] hasta ahora, querido maestro
rural, te hemos considerado como un agente valioso de
incorporación de la raza indígena al seno de la nuestra,
precisamente porque pensábamos que comenzaba tu
labor enseñando a los indios a hablar el castellano, a fin
de que pudieran comunicarse y entenderse con nosotros
los que hablamos ese idioma, ya que ningún interés práctico nos empuja a nosotros a aprender el suyo. […] La vida
entera de los pueblos se condensa en el lenguaje, de modo
que cuando uno aprende un idioma nuevo, adquiere uno
también nuevas formas de pensar y aun nuevas maneras
de vivir. Por eso yo considero como cosa muy importante
que tú sepas enseñar el castellano como Dios manda, es
decir, sin traducirlo al idioma de los niños (Ramírez en
Aguirre Beltrán, 1992: 76-77).
Estas fueron las ideas con las que los grupos triunfantes
después de la revolución de 1917 establecieron su relación
con los pueblos indígenas. Para la atención del “problema
indígena”, como llamaban a los indígenas, crearon políticas
institucionales que bautizaron como indigenismo. Para llevarlas a cabo, en 1948, el Estado creo el Instituto Nacional
Indigenista cuyo primer Director General, el antropólogo
Alfonso Caso, expresó: “existen grupos atrasados que
forman comunidades a las que hay que ayudar para lograr
su trasformación en los aspectos económico, higiénico,
educativo y político; en otras palabras, la trasformación de
su cultura” (Roitman, 13 de enero de 2018); su sucesor, el
antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, seguía con la misma
idea. Según él, “el indigenismo no es una política formulada
por indios para solución de sus propios problemas sino la
de los no-indios respecto a los grupos étnicos heterogéneos
que reciben la general designación de indígenas” (Aguirre
Beltrán, 1976: 24-25). No quedaba, pues, ninguna duda
de que los aparatos estatales consideraban a los indígenas
como un lastre o un estorbo para el avance del capitalismo
en el país, como se los había predicado años atrás Martín
Luis Guzmán y, ahora que podían, estaban dispuestos a
acabar con ellos, desaparecerlos culturalmente y, con ellos,
todos sus conocimientos.
Ese discurso fue retomado por los formadores de los
profesionistas que debían “aculturar” a los pueblos. Uno
de ellos fue el profesor Rafael Ramírez Castañeda, pionero
en la formación de castellanizadores que, al dirigirse a los
futuros profesionistas, expresaba:
No fue una tarea fácil, porque los indígenas no estaban
dispuestos a que lograran sus objetivos y se resistían a
sus políticas. Entonces la burocracia estatal echó mano de
la educación y prepararon profesores indígenas para que
ellos se encargaran de “aculturar” a sus comunidades, en
programas que se denominaron de educación indígena. Pero
estos profesionistas tampoco cumplieron completamente
las expectativas de impulsar el colonialismo cultural. Y cuando los pueblos indígenas comenzaron a luchar por exigir
sus derechos, entraron en la disyuntiva de estar con ellos
o en su contra. Aquí hubo dos posiciones: unos prefirieron
defender su estatus económico y social y se colocaron del
lado del gobierno, los otros se decidieron por estar con
sus pueblos, muchos inclusive abandonaron sus empleos
y, junto con otros profesionistas, comenzaron a generar
otro tipo de pensamiento. Los que se quedaron del lado del
poder siguieron pensando como indígenas pero desligados
de las realidades de sus pueblos, generando las ideas que las
clases dominantes deseaban escuchar; por eso, con mucha
razón, se les señaló con el mote de “indios permitidos”.
126
La cuarta transformación
El pensamiento indígena contemporáneo
En los años setenta de siglo pasado, al calor de la conversión de los pueblos indígenas como sujetos políticos y su
reivindicación de derechos colectivos, sus intelectuales
voltearon a mirarse a ellos mismos y se dieron cuenta de
lo distintos que eran culturalmente con respecto a otros
grupos sociales y la manera tan injusta en que por siglos
se les había sometido, generando un colonialismo cultural.
Cuando comenzaron a analizarse sin los anteojos de la
ideología estatal, descubrieron que esa negación no era
gratuita, pues en ella estaba su fortaleza. Entonces cambiaron el rumbo y desandaron el camino andado. Por muchas
partes se vieron aparecer los intelectuales indígenas que
hacían esfuerzos por sistematizar los saberes recreados
durante siglos por sus abuelos, algunas veces solos; otras,
acompañados por intelectuales de cultura occidental que
no estaban de acuerdo con el colonialismo cultural ejercido contra ellos, porque sentían que eso empobrecía a
la humanidad.
Estos intelectuales tenían varias características en
común. Una de ellas era que casi todos habían salido de
sus pueblos hacia los centros urbanos en busca de una
educación universitaria que los colocara en una situación
distinta a la que les esperaba si se hubieran quedado en
sus comunidades; algunos habían terminado sus estudios
universitarios, algunos no, pero todos habían tenido
la oportunidad de hacerlo. Otra característica que los
identificaba era que en las escuelas donde estudiaban o
en los lugares que habitaban habían participado en luchas
populares, o al menos se habían enterado de ellas. Algunos
se vieron involucrados en las luchas estudiantiles de 1968
y 1971 que terminaron en masacres; otros participaron
en luchas barriales por vivienda u otro tipo de servicios
sociales. Todo eso los hizo reflexionar y, cuando volvieron
a sus pueblos, ya tenían inquietudes sobre cómo potenciar
sus reivindicaciones, lo que los llevó a buscar formas de
sistematizar sus conocimientos en clave de sus propias
culturas.
“Wejën Kajën”: el pensamiento Ayuujk
Uno de estos movimientos fue el que se desarrolló en
la Sierra Norte y la región mixe del estado de Oaxaca.
Alimentado por la lucha de los pueblos en defensa de sus
recursos naturales y la construcción de gobiernos propios,
es decir, la construcción de formas emancipatorias de vida,
se generó un movimiento intelectual que llegó a conocerse
como comunalidad1 ,mismo que al paso de los años se ha
ido desarrollando en varios ámbitos, uno de de los cuales es
la construcción de un conocimiento propio, cuya base es la
1
Una exposición amplia sobre el tema se encuentra en Cuadernos
del Sur (2013), 18(34). Recuperado de <http://pacificosur.ciesas.edu.mx/
Images/cds/cds34.pdf>.
cultura propia. De acuerdo con Floriberto Díaz, originario
de Tlahuitoltepec, en la región mixe, uno de los pensadores
mixes que iniciaron este proceso de reflexión, el concepto
de comunalidad es una categoría adecuada para analizar la
vida en comunidad porque define otros conceptos fundamentales para entender la realidad indígena.
La comunalidad expresa principios y verdades universales
en lo que respecta a la sociedad indígena, a la que habrá de
entenderse de entrada no como algo opuesto sino como
diferente de la sociedad occidental. Para entender cada
uno de sus elementos hay que tener en cuenta ciertas
nociones: lo comunal, lo colectivo, la complementariedad
y la integralidad. Sin tener presente el sentido comunal e
integral de cada parte que pretendamos comprender y
explicar, nuestro conocimiento estará siempre limitado
(Robles y Cardoso, 2007: 40).
Como parte de esas reflexiones, a finales de 1999, los
profesores de educación indígena de los niveles preescolar
y primaria de Tlahuitoltepec crearon una organización a la
que denominaron Comunidad de Maestros Indígenas de
Tlahuitoltepec (Comun), con el propósito de desarrollar
el Proyecto de Educación Básica Indígena e Intercultural
de Tlahuitoltepec (pebiit), elaborado por ellos mismos. A
través de dicha comunidad promovieron el fortalecimiento
de la escritura y lectura de la lengua mixe, mediante cursostalleres, investigación de saberes indígenas: el 5 de junio
de 2004 realización del Primer Festival de la Lengua Mixe,
el 11 de junio de 2006 el Primer Seminario de Educación
Autóctona e Intercultural y en marzo de 2008 el segundo.
En las actividades realizadas por la Comun se comenzó
a hablar de wejën-kajën como categoría aglutinadora del
conocimiento mixe o Ayuujk (Cardoso, 2008: 63).
A partir de reflexiones que se han realizado entre los
habitantes Ayuujk, coordinadas por las autoridades municipales y con una destacada participación de los profesionistas del lugar, ellos han concluido que la expresión wejën
kajën proviene de los términos wejën (conocer, despabilar,
despertar) y kajën (desarrollar, desenredar, desenvolver,
descubrir). La manera en que esto se da lo explican ellos
mismos:
Ocurre por el tsënääyën-tanääyën (vida-existencia) en
el näxwiiny juky’äjtën (tierra-vida), inicia con el kaxë’jkën
(nacimiento) y termina con el cambio wënpejtën tëjk’äjtsën
(cambio-transformación) que le pasa al ser humano en
cualquier momento. Se fortalece en los wejkajtäjk’jotp
El
Cotidiano 213
127
(espacios y lugares de aprendizaje) en tres dimensiones
fundamentales: yaj’kën (maduración psicosocial y biológica), wënmääny (maduración del pensamiento, conocimiento, mente o saber) y jääwën (maduración emocional
y espiritual). En él se concibe al ser humano en relación
directa con su comunidad y este último en relación con el
primero, construyéndose así la relación de käjp jääy’äjtën
o ser gente-pueblo o humano-pueblo (H-P) entendiéndose que si el humano se fortalece, el pueblo también lo
hace, y si el pueblo se fortalece, también el humano. Así,
el wejën kajën ocurre en el H-P en sus espacios y lugares
de aprendizaje en toda su vida-existencia (Nop Vargas,
2008; 2012: 80-81).
De acuerdo con su propia explicación el fortalecimiento
en las tres dimensiones del wejën kajën ocurre a través de
cuatro etapas.
Para la dimensión del yaj’kën son: maxuunk’äjtën (ser
muy pequeño), mutsk’äjtën (ser pequeño), mëj’ätën
(ser grande), mäjääy’äjtën (ser muy grande); en cuanto a
la dimensión del jääwën, estos son: yiinëm (muy poco),
waanë (poco), mëjk (mucho), kajaa (bastante). Para la
dimensión wenmää’ny: loj’äjtën (ser muy tierno), uunk’äjtën
(ser tierno), mëj’äjtën (ser grande), mäj’äjtën (ser macizo)
(Nop Vargas, 2012: 81).
Como puede verse, los esfuerzos de los Ayuujk por recuperar su propio conocimiento avanzan, a veces por su propio
esfuerzo, a veces con el acompañamiento de instituciones
públicas, pero siempre mirando hacia el futuro, sin perder
el control de sus actividades.
“Kaltaixpetaniloyan”: casa donde se abre
el espíritu
Otro ejemplo de organización para recuperar, sistematizar
y fortalecer el conocimiento propio es el que realizan los
pueblos masehual y tutunakus en la Sierra Norte del Estado
de Puebla, agrupados en la Cooperativa Tosepan Titataniske
(unidos venceremos). El espacio donde se reúnen para
planear y llevar a cabo sus actividades se llama Centro
de formación Kaltaixpetaniloyan (casa donde se abre el
espíritu). Comenzaron a concebir este espacio propio en
1998, a partir del convencimiento de que “el sistema escolar
en su conjunto no responde a las necesidades concretas
de nuestra población, mayoritariamente indígena y campesina, […] las escuelas de bachillerato existentes en la
128
La cuarta transformación
zona imparten a los jóvenes una capacitación diseñada en
función del mercado de trabajo urbano” y ellos necesitan
“una verdadera formación que nos permita incorporarnos
de lleno en el proceso de desarrollo regional y nacional
sin dejar de ser nosotros mismos” (http//vinculando.org/).
El nombre completo del centro es Kaltaixpetaniloyan:
Casa donde se Abre el Espíritu “Francisco Agustín Dieguillo”, en memoria del líder indígena que durante 1862-1867
dirigió la lucha contra la intervención francesa y después
fue el primer alcalde del municipio de Cuetzalan –lugar
donde se ubica el centro–, desde donde impulsó el desarrollo regional, promoviendo la construcción de escuelas,
edificios públicos y brechas camineras, al tiempo que se
oponía a que algunos mestizos provenientes de otras
regiones se apoderaran de las tierras de los indígenas al
amparo de las leyes de la reforma. Dentro de los objetivos
del Centro se encuentra impartir formación a los miembros
de la cooperativa, la cual incluye una capacitación técnica
y administrativa, desarrollar la conciencia económica,
sociopolítica, étnica, medioambiental y de género de los
campesinos indígenas de la sierra norte de Puebla. Dentro
de la capacitación ocupa un lugar importante la línea que
ellos denominan etnocultural, que consiste en “esbozar
la situación de los pueblos indígenas de México y su participación en una sociedad multicultural; el movimiento
indígena actual y sus distintas tendencias y el desarrollo
de los pueblos indígenas en México y América Latina y su
futuro” (http//vinculando.org/).
La base de la investigación y divulgación del conocimiento son los talleres: sesiones que, en torno a un
determinado tema, combinan los elementos teóricos y
las experiencias prácticas. En esto también difiere de la
educación oficial, pues “el formador tiene que partir de
la experiencia de sus alumnos, sintetizarla y devolvérsela
de una forma más universal, de tal forma que quien se
esté formando enseñe y que el formador siga siempre
aprendiendo. Se evitará especialmente la creación de un
núcleo de ‘maestros’ alejados de su base y que se sientan
poseedores del saber. La socialización de los conocimientos
entre los participantes en los talleres será la norma en el
aprendizaje” (http//vinculando.org/).
Los trabajos del Centro son notables. En el cuarenta
aniversario de la Cooperativa Tosepan Titataniske, realizado en febrero de 2017, presentaron a la asamblea de
socios e invitados un documento titulado “Soñando los
próximos cuarenta años”, donde esbozan una prospección
de cómo se miran en el futuro mediato. Lo interesante del
documento para el pensamiento indígena contemporáneo
es que se proponen hacer reverdecer el árbol del Yeknemilis
(la vida buena). El árbol de la buena vida es una metáfora
de los conocimientos tradicionales donde las raíces son
los valores de la cultura masesual y tutunaku y las ramas
las acciones que necesitan realizar, con base en esos valores, para alcanzar la buena vida. Como los frutos que se
cosechan de un árbol después de que se le ha sembrado,
cuidado para que crezca y seguirlo manteniendo para que
nadie lo destruya. Sobre cómo piensan lograrlo, dice:
Tenemos nuestro propio sistema educativo masehual que
está orientado para educar en el ejercicio del yeknemilis,
en la identidad y solidaridad comunitaria masehual. Se
basa en el saber local del diálogo con otros saberes que
responde a los principios, valores y el amor a la naturaleza
con amplio respeto a las costumbres que nos identifican
como pueblo originario y fomenta el trabajo cooperativo.
Tenemos escuelas masehual-tutunaju de diferentes
niveles en nuestro territorio y entendemos que la familia
y la escuela son los lugares donde se enseña maseualyot
(nuestra esencia masehual). En nuestros centros educativos se da énfasis a la soberanía y seguridad alimentaria,
a los procesos productivos bioculturales, a la vida sana, a
la gobernanza, al trabajo cooperativo, a la identidad
cultural, a la apropiación tecnológica, ética y estética y
al respeto a la naturaleza. Formamos nuestros propios
especialistas en la prepa y universidad tutunaku maseual
y en alianza a otros centros educativos afines (Tosepan
Titataniske, 26 de febrero de 2017).
El Plan Estratégico para 2057 se compone de diez líneas.
En primer lugar figuran los derechos territoriales maseualtutunaku-mestizo, lo cual indica que reivindican la condición
multicultural del territorio que habitan y tienen la intención
de ejercer conjuntamente su derecho a la autonomía y
organización política, cultural y social de acuerdo con su
propio plan de vida (Yeknemilis). La segunda línea es la
soberanía y seguridad alimentarias, seguida de la identidad
cultural, con programas como “revitalización del cultivo del
lenguaje y vestimenta, memoria biocultural (reconstrucción
y difusión de nuestra historia), apropiación del territorio
ancestral, proceso de comunicación cultural, buenas
prácticas, ritualidad y espiritualidad, creatividad artística
y estética y reforzamiento cultural intergeneracional”. La
cuarta línea estratégica se constituye por los procesos
bioculturales y el cuidado de la tierra y el agua, la quinta
el pueblo y su entorno, la sexta el proceso de gobernanza
y comunalidad, la séptima economía social y solidaria, la
octava procesos educativos identitarios para el Yeknemilis,
la novena autonomía energética y la última hogar y vivienda
digna (Tosepan Titataniske, 26 de febrero de 2017).
Los dos casos anteriores de rescate del conocimiento
propio tienen en común que quienes los han impulsado lo
han realizado junto con sus pueblos. Existen otros distintos
a ellos, impulsados por profesionistas indígenas, interesados
en su cultura y las reivindicaciones de los pueblos a los
que pertenecen, pero su esfuerzo no va acompañado de
los pueblos, bien porque ellos no han buscado ese acercamiento –tal vez pensando que este tipo de reflexiones poco
les importan, o porque no han encontrado la forrma de
hacerlo–. Cualquiera que sea el caso, no se puede dejar
de mencionar, pues tarde o temprano, de manera directa
o indirecta, terminan impactando a los pueblos
“Ambonhascaquarheparini”: caminar
en el propio entendimiento
Uno de esos esfuerzos es el Seminario de la Cultura
P’urhepecha. El seminario nació en la comunidad de Santa
Fe de la Laguna, municipio de Quiroga, en el estado de
Michoacán, por iniciativa de Pedro Márquez Joaquín, un
lingüista formado en el Programa de Formación de Etnolinguistas, impulsado por el doctor Guillermo Bonfil Batalla en
1978, con la finalidad de preparar profesionistas indígenas
que estuvieran capacitados para guiar los programas de
desarrollo de sus propias regiones, con lo cual se buscaba
que incidieran en el desarrollo de sus comunidades y ya
no se les impusieran programas elaborados en las oficinas
del gobierno federal.
Uno de los antecedentes del Seminario fue la P’urhe
Uantakueri Juramukua, Academia de la Lengua P’urhepecha
A.C., que funcionó entre 1991 y 2000; su lema da cuenta de
sus intenciones: Ambonhascaquarheparini, que en español se
traduce como caminar en el propio entendimiento, es decir,
con el conocimiento propio del mundo y la vida. Dentro
de los objetivos que quienes participan en el Seminario
se han propuesto, se encuentra realizar estudios desde
la visión endógena –lengua y cultura p’urhepcha–, lo que
obliga a los participantes a revisar y discutir temas con antropólogos, historiadores y lingüistas que están estudiando
la cultura p’urhepech, dar sus puntos de vista sobre ellos
y, sobre todo, enfrentar el reto de encontrar enfoques
teórico-metodológicos propios para lograr su objetivos.
Como parte de su metodología convocan a estudiantes
de licenciatura y maestría a presentar sus avances de tesis,
sometiéndolas al escrutinio de los participantes.
El
Cotidiano 213
129
Profesionalmente, los investigadores que participan del
Seminario de Cultura P’urhepecha son p’urhepecha-parlantes
con estudios de posgrado, adscritos a alguna institución de
investigación académica. Entre ellos se cuenta el doctor
Pedro Márquez Joaquín de El Colegio de Michoacán, la
doctora Alicia Lemus Jiménez del Instituto Tecnológico
Superior P’urhepecha, el doctor Juan Carlos Máximo Cortés y el doctor Amaruc Lucas Hernández del Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo, el maestro Abraham Custodio
Lucas de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán,
el maestro Néstor Dimas Huacúz de la Unidad 163 Morelia
de Universidad Pedagógica Nacional y el doctor Elías Silva
Castellón de la upn Zamora, Michoacán.
En la realización de sus actividades dan prioridad al trabajo colegiado, los temas y estrategias se definen en grupo.
Se presentan ideas con argumentos, se discuten y se toman
decisiones por consenso. Además de seminarios públicos,
realizan seminarios internos donde los participantes presentan sus borradores y discuten sus contenidos con el fin de
mejorarlos. Aunque dicen que su aspiración es mayor, hasta
ahora se han centrado en organizar seminarios públicos con
temas como Kaxumbikua (honorabilidad), en el Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana
de la Nicolás de Hidalgo, cuya sede se encuentra en la
ciudad de Morelia; Juramukua (gobernabilidad de la casa) en
El Colegio de Michoacán, ubicado en la ciudad de Zamora;
Marhuatspekua (servicio) en la misma sede que el primero,
Jurhenkuarheni (enseñanza), en el Instituto Tecnológico
Superior P’urhepecha, ubicado en Cherán, y Jakak’ukua (sistema de creencias) en la Universidad Pedagógica Nacional
con sede en Morelia. Además de los seminarios, en 2015
organizaron la Feria a la Palabra, en Santa Fe de la Laguna.
Tienen listos para publicar memorias y libros colectivos,
resultado de los seminarios públicos realizados2.
“Ve’e Tu’un Savi”: Academia
de la Lengua Mixteca
La Ve’e Tu’un Savi de los ñuú savi –pueblos mixtecos– como
la P’urhe Uantakueri Juramukua, Academia de la Lengua
P’urhepecha A.C., también estuvo influenciada por el
Programa de Formación de Etnolinguistas impulsada por
el doctor Guillermo Bonfil Batalla. Su antecedente inmediato fue el Centro de Investigación Ñuú Savi, A.C., que se
2
Testimonio de Pedro Marquez Joaquín, enero de 2018.
130
La cuarta transformación
formó en 1990 con el apoyo del Centro de Investigación
y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) del
estado de Oaxaca. El Centro realizó cuatro encuentros con
escritores mixtecos y después llegaron a la conclusión de
que necesitaban construir otra instancia que se dedicara
exclusivamente a estudiar lingüísticamente el mixteco; para
ello nombraron un equipo que elaborara el proyecto y en
1995 se reunieron en el municipio de Ayutla de los Libres,
donde decidieron crear la Ve´e Tu´un Savi.
Como ya se dijo, desde un principio la Academia decidió poner en el centro de sus actividades el estudio de la
lengua tu’un Savi y en ese sentido comenzaron a planear
sus actividades. Otro rasgo que la distinguió de los otros
proyectos es que comenzaron a buscar financiamiento gubernamental para realizar sus actividades, sobre todo en los
estados de Oaxaca y Puebla. Eso marcó su derrotero, pues
la mayor parte de su trabajo dependió de que existieran
recursos económicos para poder movilizarse y realizar las
actividades necesarias para sacar adelante sus programas.
A esto hay que agregar que el magisterio, aun el democrático, ha institucionalizado una cultura de comportamiento
muy vertical: se movilizan sólo si así lo ordena un superior
y hay recursos para ello. Pocos son los que lo hacen por
convicción y con recursos propios.
Una de las condiciones para ser miembro de la Ve´e
Tu´un Savi es hablar mixteco y estar escribiendo algo en
tu’un savi, lo que refleja la importancia que le dan a la comprensión y escritura de la lengua, pues como dice Ubaldo
García, el primer presidente de la Academia,
[…] uno no se puede introducir en este terreno si no
conoce realmente la profundidad de la lengua. Creo que
somos hablantes, pero hablantes superficiales de la lengua,
no nos hemos metido realmente a manejar el gran contenido que ella tiene; no somos analistas de ella. Esto ha
llevado a minimizar lo propio y más que la otra sociedad
ha dicho que las lenguas son ágrafas, las lenguas no sirven,
las lenguas indígenas son un problema de atraso y más
descalificativos. Entonces, nos han acomplejado para no
valorar lo nuestro […] (Romero Frizzi, 2003: 224-225).
Raúl Alavez, también miembro de Ve’e Tu’un Savi se pronuncia en el mismo sentido:
Yo creo que el mixteco es muy valioso para nosotros
los mixtecos porque es un patrimonio que nos dejaron
nuestros ancestros, es una riqueza tan grande, tan importante para mí, para muchos que lo apreciamos, por
esa razón. Mis pensamientos dicen no perder el mixteco, porque si pierdo el mixteco pierdo mi patrimonio,
pierdo mi cultura, y hasta mi identidad, ya no sé quién
soy. Entonces mi propósito es escribir el mixteco, seguir
valorando nuestra cultura, esta cultura del lenguaje. Seguir
impulsando a la gente que no olviden, que no dejen de
hablar porque esta lengua es interesante, es una herencia
de nuestros ancestros y conservando la lengua conservas
muchas cosas de lo que dejaron nuestras gentes de antes
(Romero Frizzi, 2003: 221).
Un resultado tangible de los años de trabajo son las Bases
para la escritura del tu’un savi (Ve’e tu’un savi , 2007), material
con el cual se dedican a impartir talleres de escritura por
distintas partes de la región.
Al parecer los miembros de la Ve’e Tu’un Savi privilegiaron el instrumento por el que se manifiesta el conocimiento
por sobre el conocimiento mismo. Este fue un problema
que los ha entrampado porque muchos escritores que no
participan de la Academia los cuestionan por querer homogeneizar el habla de los pueblos cuando existen distintas
variantes para usarla. Pero, más que eso, privilegiar la el
estudio del alfabeto sobre la cultura que con él se expresa
ha provocado un cisma en ellos, pues los profesores del
estado de Guerrero, sin declararlo, se separaron de los
lineamientos de la Academia y tomaron su propio rumbo,
para lo cual, en 2010, nombraron un Comité Estatal de
Desarrollo Lingüístico.
A diferencia de los miembros de la Academia de Oaxaca, ellos buscaron ligar sus trabajos a las comunidades,
lo que los obligó a relacionar el estudio de alfabeto tu’un
savi a temas específicos que interesan a los pueblos. En el
Cuarto Congreso realizado los días 19, 20 y 21 de febrero
de 2015, celebrado en Jicayán de Tovar, en consenso con
las autoridades de ese lugar, decidieron formar mesas
temáticas como “eje central para el desarrollo de los conocimientos, saberes, filosofía y educación propia, entre
otros [objetivos] para la identificación de los elementos que
se integrarán como contenidos educativos de ñuu savi, ñuú
kuatyi (pueblos mixtecos del estado de Guerrero)”. Fueron
diez las mesas temáticas que se acordaron: Yoo kúú mií yo
ná savi, nda ku ñuú yo (historia y territorio, Yikun kúu tyiun
ñuuu (sistema de organización social, gobierno y trabajo),
Ña kundaa ñini yo ñuu yívi (cosmovisión), Yityi ña sana’a yo
(metodología para la enseñanza), Ña Nduvii xa’a ndiakua
tu’un savi (normalización de la escritura en tu’un savi), Tyiñu
na sana’a (el papel del docente en la educación bilingüe),
Tatan mií yo na savi (medicina tradicional), Ña xini tuni xi’i
ña na tava yo ki’va (etnomatemáticas), Tu’un xa’a ñavií, tu’un
latun (lengua y literatura) y Vikó xi’in na tivi ña na kusii ñini
yo (fiesta y música)3.
Otros esfuerzos
A estos esfuerzos colectivos, desde las comunidades, los
profesores indígenas o indígenas profesionalizados que
prestan su servicio en alguna institución de enseñanza pública, hay que sumar el esfuerzo que hacen algunos indígenas
en lo individual, porque eso es lo que les permiten las actividades que diariamente desempeñan o porque así lo han
decidido. Dentro de estos podemos encontrar iniciativas de
sabios desescolarizados o profesionistas escolarizados que
han mostrado su obra a través de algunas publicaciones. Un
claro ejemplo de esto fue la participación de una treintena
de hombres y mujeres, jóvenes y adultos, profesionistas y
no escolarizados, de pueblos de diversas partes del país, en
el Coloquio sobre Pensamiento Indígena Contemporáneo,
realizado el 9 de agosto de 2016 con el apoyo de varias
instituciones públicas, cuyas memorias se está intentando
publicar. En él se desarrollaron temas como: cosmovisión,
desarrollo, identidad y justicia desde muy diversas ópticas.
Los esfuerzos individuales tienen una variedad de la
que carecen los colectivos, porque dependen en mucho
de la profesión de quienes se embarcan en ese esfuerzo,
o los problemas a los que se le busca solución. Abundan
los análisis sobre filosofía y cosmovisión, porque dan un
panorama amplio y profundo del ser de los pueblos, pero
también los hay de otro tipo, entre ellos: formas de ejercicio
del poder, instancias y procesos para la administración de
justicia, técnicas agrícolas, el papel de las mujeres en las
sociedades indígenas, estructura y significado del discurso
solemne y sagrado y estética de la literatura –novela, cuento
y poesía entre los más abundantes–, por mencionar de los
que más se conocen.
Estos esfuerzos individuales se manifiestan dando a
conocer los resultados de sus investigaciones por diversos medios de comunicación, entre los cuales sobresalen
libros, folletos y documentales. Además de la dificultad de
realizar sus trabajos de manera aislada y sin los recursos
necesarios, tienen que enfrentar la carencia de recursos para dar a conocer el fruto de su esfuerzo, pues los
medios de información poco se interesan en estos temas,
3
Comité Estatal de Desarrollo Lingüístico, Convocatoria al Cuarto
Congreso estatal de tu’un savi, noviembre de 2014.
El
Cotidiano 213
131
ya que todavía son incapaces de entender la importancia de
los conocimientos indígenas para acceder a una mejor vida.
Sucede lo que Edward Said ya había de mostrado con otras
culturas de otras latitudes: la ignorancia de occidente ante
la producción intelectual y cultural fuera de sus fronteras o
su control, y por lo mismo desvalorizada (Said, 2007). Una
excepción es el diario La Jornada y sus suplementos Ojarasca
(septiembre de 2016) y La Jornada del Campo (15 de octubre
de 2016). La primera publica artículos que algunos indígenas
le envían, la segunda se especializa en temas indígenas y da
cabida a escritores indígenas y la tercera ocasionalmente
realiza números temáticos con temas indígenas.
Salida
Hoy nos encontramos ante el reto de pensar, de pensarnos
como pueblos indígenas y como sociedad diferentes, en un
contexto donde muchas de las condiciones son adversas
para hacerlo. Ese es el desafío que tenemos enfrente y al
que habrá que darle respuesta. Un reto similar al que enfrentan los pueblos de los cuales provenimos para hacerse
visibles y reclamar su derecho a seguir siendo pueblos, pero
remontando la situación de colonialismo en que viven. Pueblos con derechos, entre ellos la libredeterminación. Ahí
hay un primer horizonte para guiar nuestro pensamiento.
Si queremos que sirva para construir un futuro distinto
para nuestros pueblos, para nuestro país y la humanidad,
tenemos que construir a partir de los proyectos de futuro
que imaginan nuestros pueblos. Esa es la primera condición.
Las otras son las bases para esa construcción: entre éstas
podemos encontrar todos los valores culturales que los
pueblos han construido a través de la historia, mismos
que se reflejan en la vida cotidiana: el servicio para el bien
colectivo, la ofrenda para el bienestar de los hermanos y
hermanas, la ayuda mutua para la satisfacción de necesidades, el servicio comunal para que el pueblo funcione, entre
otros. En pocas palabras, descolonizarnos de Occidente y
emanciparnos a partir de nuestra propia cultura.
Todo esto guarda estrecha relación con la forma en
que se concibe el conocimiento y la manera de construirlo.
En los últimos años ya se demostrado que tanto el mito
como el logos tienen su propia racionalidad y uno no es
la negación o superación del otro, sino una forma racional
distinta de explicar los fenómenos de la vida, que obedecen a situaciones históricas concretas, cada una con su
propia sabiduría, entendida como la capacidad de exponer
de manera ordenada los componentes de las respuestas
fundamentales de la vida (Dussel, 2015: 11-30). Si acep-
132
La cuarta transformación
tamos lo anterior, también podemos aceptar que para la
construcción del pensamiento indígena contemporáneo
contamos con los elementos míticos, científicos, tecnológicos, humanistas y filosóficos construidos por los pueblos
a través de la historia, del mismo modo que con los avances de la ciencia, la tecnología el pensamiento humanista
y filosófico generado por la sociedad en general. Porque
no se trata de negar lo ajeno sino de revalorar lo propio
para, en conjunto con otros conocimientos y en igual de
valorizaciones, proyectar un futuro mejor.
Requerimos de la construcción de un conocimiento
que genere conciencia social de que los pueblos son pueblos, que tienen derecho a seguir siéndolo, y nadie tiene el
derecho de negárselo; que su fortaleza está en su diferencia
del resto de la sociedad dominante, que esa sociedad ha
convertido la diferencia en pivote para la subordinación y
que ahora los pueblos deben convertirla en instrumento
de emancipación. Necesitamos construir un pensamiento
que vaya a contracorriente de las tendencias dominantes,
porque ese es el camino que transitan los pueblos y también
las naciones que se reclaman soberanas. En los escenarios
de lucha donde unos piensan que la historia sólo tiene un
sentido y el futuro de la humanidad es el de la dominación
del capital sobre la vida, debemos construir escenarios donde el centro de todo sea la vida y en eso los pueblos tienen
mucho que enseñarle al resto de la humanidad. Es nuestra
responsabilidad poner nuestros esfuerzos a esa causa.
Nuestro pensamiento, el pensamiento indígena, para
que sea descolonizador debe alimentarse de la realidad de
los pueblos y contribuir a su transformación. Debe aportar
elementos teóricos que sirvan de guía a los pueblos en su
lucha por la descolonización y nutrirse de ella, pues resulta
un contrasentido un discurso de la descolonización que
carezca de una práctica descolonizadora. Pero no puede
encerrarse en sí mismo, bebe dialogar con otros pensamientos de otras culturas que persigan los mismos fines.
Los ejemplos que hemos mostrado en este trabajo son
muy importantes, aunque representan apenas los inicios de
un largo camino por recorrer. Ese es el reto. Y el camino
para la descolonización del pensamiento en clave indígena.
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