XIV JORNADAS DE ECONOMÍA CRÍTICA
Perspectivas económicas alternativas
Valladolid, 4 y 5 de septiembre de 2014
La economía política del
default ecuatoriano.
Lorenzo Vidal-Folch
Universidad Autónoma de Barcelona
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LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL DEFAULT ECUATORIANO
Lorenzo Vidal-Folch
Doctorando Universidad Autónoma de Barcelona
lorenzovidalfolch@hotmail.com
Abstract
El default de los Bonos Global 2012 y 2030 durante los primeros pasos del
gobierno de Alianza PAIS en el Ecuador, adquiere su verdadero significado al
ser analizado en el marco de los conflictos sociales que caracterizan el
agotamiento del modelo de gestión neoliberal y de las pugnas entre diferentes
fracciones del capital por dirigir el proceso de acumulación en el país. La
reestructuración de la deuda externa y el proceso de endeudamiento público
posterior han dado margen para un impulso del gasto público que ha
estimulado el crecimiento económico y facilitado una “pacificación fiscal” de la
conflictividad social e inestabilidad política. Los movimientos en la deuda
pública además, han actuado como “palanca de cambio” para un
reposicionamiento estatal y geopolítico que refleja un nuevo momento de la
correlación de fuerzas sociales y de la hegemonía en la economía mundial.
Palabras clave: default, deuda pública, Revolución Ciudadana, extractivismo
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1. Introducción
En el mes de diciembre de 2008, el gobierno ecuatoriano declara una cesación
de pagos respecto a parte de su deuda pública externa, en concreto los Bonos
Global 2012 y 2030. Los defaults de deuda externa no son ninguna novedad en
la historia reciente de América Latina y mucho menos en el caso de Ecuador,
que incurrió en defaults en los años 80 y 90. Lo distintivo de este default, y su
posterior desenlace, es que se lleva a cabo de forma unilateral a iniciativa de la
parte deudora en cuanto a los tiempos y términos en los que se plantea. A
diferencia de los defaults soberanos a los que han estado acostumbrados los
mercados internacionales de capital: forzados por la insolvencia del gobierno y
reencauzados en consonancia con los acreedores, este se basó en
argumentaciones sobre el carácter ilegal e ilegítimo de la deuda contraída. Así,
analistas financieros lamentaban que no se debiese a la incapacidad de pago,
sino a la falta de voluntad de pago y de "interés en trabajar con los tenedores
de bonos" (Pimentel y Kueffner 2008). Esta acción constituía, sin duda, una
ruptura con las reglas de juego que regían las relaciones deudores-acreedores
bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial
(BM).
Entre julio del año 2007 y noviembre del 2008, se había desarrollado una
auditoría de la deuda pública ecuatoriana para establecer "… la legitimidad,
legalidad y pertinencia de los préstamos, las negociaciones y renegociaciones;
que, además, señale las responsabilidades y corresponsabilidad de los
prestamistas y los impactos sociales, económicos y ambientales." (CAIC 2008:
7). La conclusiones de la Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público
(CAIC) recalcaban que el endeudamiento público había derivado en "una
herramienta de saqueo de recursos y de sumisión a políticas impuestas por los
organismos multilaterales" (ibídem: 17), una "injerencia en asuntos internos del
país con la consecuente lesión a la soberanía" (ibídem: 149) que había
"redundado en un freno impuesto al desarrollo" (ibídem: 7).
El siguiente texto analizará el perfil particular que adquiere este proceso de
repudio y reestructuración de deuda pública externa desde una perspectiva de
economía política, eso es, desde su imbricación en las dinámicas de
acumulación del capital a escala mundial y sus contradicciones y conflictos
sociales subyacentes. El objeto de estudio del trabajo pues, no se centra
exclusivamente en un recuento pormenorizado de los detalles de la nueva
política de gestión de la deuda y de las dinámicas de endeudamiento público
tras el default, sino en la conexión de estos con la cambiante correlación de
fuerzas entre los principales actores sociales en el Ecuador. Lo que se
pretende vislumbrar por lo tanto, es “el por qué” en última instancia de los
principales desarrollos observados. El texto propone que es desde el terreno
del conflicto capital-trabajo y las pugnas entre diferentes fracciones del capital
donde se puede comenzar a trazar los nexos que unen la estructura económica
del país y la política económica del gobierno. Dentro de esta, el enfoque se
centrará en la política fiscal del gobierno, siendo la que más lazos tiene con el
proceso de endeudamiento y desendeudamiento. Lo que justifica analizar estos
procesos desde la temática de la deuda pública es su significación como
“palanca de cambio” en las políticas económicas (Ugartche 2011). Es por lo
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tanto un hilo conductor idóneo que emite señales sobre muchas de las claves
del proceso histórico analizado. El periodo examinado se remonta a los años
70, pero el grueso del análisis se centra en los años 2000 y en particular en el
periodo 2007-2012 de gobierno de Alianza PAIS 1.
El objetivo de la investigación es analizar la forma en la que el default y las
nuevas dinámicas de endeudamiento han dado respuesta a las preocupaciones
expresadas por la CAIC. Eso es, en primer lugar, constatar si han logrado
reducir el peso del servicio de la deuda pública externa. En segundo lugar,
evaluar en qué modo ha facilitado levantar el “freno al desarrollo” que suponía
la condicionalidad ligada al endeudamiento. En este ámbito, la intención no es
sobredimensionar el impacto de la gestión de la deuda pública sobre el
conjunto de la economía, ni establecer relaciones de causalidad directa, sino
discernir el lugar que ocupa la deuda pública en el entramado de relaciones
analizado.
El trabajo se estructurará como sigue. La sección 2 esboza un marco analítico
desde el cual abordar los procesos de endeudamiento público, aplicándolo al
caso ecuatoriano para dar cuenta de la génesis del default y de los distintos
planos que se entrelazarán en el análisis posterior. La sección 3 se centra en el
impacto del default sobre las cuentas públicas y el margen que proporciona
para un impulso del gasto público. La sección 4 examina el cambio en los
esquemas de financiación del Estado que acompaña al default y su relevancia
en cuanto a la configuración de un nuevo marco de actuación estatal.
Finalmente, la sección 5 analiza la constelación de relaciones de poder y
dinámicas económicas que brotan de la estructura productiva e inserción
internacional ecuatoriana y como estas se imbrican en el endeudamiento
público tras el default. En definitiva, con la deuda pública como hilo conductor,
se pretenderá desmenuzar las principales líneas de fractura y dinámicas en
movimiento que conforman la realidad política y económica ecuatoriana. La
deuda pública se rige así como "punta del iceberg": la parte visible de una
extensa y sólida trama subyacente.
2. Marco analítico: deuda pública, dinámicas de acumulación y
conflicto
Tras el lenguaje del dinero y las finanzas, se encuentran las relaciones sociales
de clase que subyacen al constante reordenamiento de los flujos de capital a lo
largo de la economía mundial. Una aproximación a cuestiones de deuda
pública que vaya más allá de categorías superficiales por lo tanto, debe
enmarcarse en un análisis que las caracterice como manifestaciones concretas
de procesos muchos más profundos que atraviesan todo el plano social. En
este sentido, la deuda pública es simplemente una herramienta más a manos
del Estado en la gestión de contradicciones y conflictos sociales en aras de
establecer condiciones y crear vías para la acumulación del capital (Cleaver
1989). Un análisis del carácter de clase de la deuda pública, se sitúa en el
terreno del conflicto, en el constante desbordamiento y reencauzamiento de las
lógicas de la rentabilidad que caracterizan las pugnas entre capital y trabajo.
1
Oficialmente: Movimiento Alianza PAIS – Patria Altiva i Soberana.
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La deuda pública puede tomar la forma de “capital ficticio”, que se valoriza en
base a la capitalización de ingresos futuros, ligados en este caso a la
capacidad del Estado de gravar la producción futura (Marx 1999). Esta
característica la habilita como recurso para desplazar tanto espacial como
temporalmente (en el marco temporal adscrito al bono) los problemas de sobreacumulación y crisis que lastran la economía capitalista. Como enfatiza Harvey
(1982), los "arreglos espacio-temporales" permiten desplazar, pero no
solucionar, estas contradicciones, lo que sitúa la gestión de la deuda pública en
una dinámica en la que a veces aparece como impulso para la acumulación y
otras como catalizadora de crisis.
No se puede entender el sobreendeudamiento en el Ecuador por lo tanto, sin
primero apreciar los graves problemas de rentabilidad que arrastraban las
economías centrales en los años 70, lastradas por la sobreproducción y
enfrentadas a la “rigidez” de un impertinente movimiento obrero que no parecía
entender los límites de su propia posición subordinada. El consecuente desvió
de grandes masas de capital al Tercer Mundo en busca de rendimientos
alternativos fue, por otra parte, recibido con las manos abiertas por las élites
locales como un soplo de aire fresco para aliviar sus propios problemas de
rentabilidad y conflictividad social en el contexto de una triunfante revolución
cubana y un acelerado y descontrolado proceso de urbanización y
proletarización que generaba más dudas que certezas. No es casualidad que la
dinámica de endeudamiento agresivo se diese en el Ecuador, así como en
otros países latinoamericanos, bajo el mando de gobiernos militares. En el
Ecuador el influjo de recursos fue funcional para su proyecto “revolucionario y
nacionalista” de tibias y tardías políticas de industrialización y distribución de
rentas. Asimismo, también para aplacar con medidas represivas una parte de la
creciente organización sindical y popular que no habían podido asimilar en su
proyecto patrio. A la masiva corrupción y distribución de subvenciones a
diferentes sectores empresariales se sumaba la masiva compra de armas,
puestas en uso de forma más evidente en la masacre de los obreros de Aztra
el 18 de octubre de 1977 (Acosta 2001: 16).
El agotamiento de este esquema a principios de los años 80 se visibilizó de
forma más clara en las crecientes dificultades de retornar el dinero prestado, lo
que dio pie a una influencia cada vez más preponderante del capital
internacional acreedor en aras de asegurar la rentabilidad de sus inversiones.
El boom petrolero en el país, que había facilitado el acceso a los créditos
internacionales, se desinfló por la caída de los precios del crudo y ya no era
una garantía de capacidad de pago. Así, la suscripción de “cartas de intención”
con el FMI, y posteriormente de “cartas de desarrollo” con el Banco Mundial, se
constituyeron en la matriz básica de conducción de la economía, impulsando
políticas de ajuste y programas de estabilización para garantizar el buen
progreso de los procesos de refinanciamiento de la deuda externa.
La deuda externa se utilizó de palanca para impulsar cambios estructurales que
profundizasen la internacionalización y la monopolización de la economía. La
reestructuración de la acumulación del capital a nivel mundial tras la crisis de
los 70, no sólo tomó la vía de la financiarización, que fluía a través de la deuda
pública, la liberalización de la cuenta de capitales y la desregulación de los
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mercados financieros, sino también con la apertura comercial, favoreciendo la
ampliación del mercado para las grandes empresas transnacionales. El
trasfondo de estos cambios se encuentra, por una parte, en la tendencia a la
concentración y centralización del capital, y, por otra parte, en las dinámicas de
acumulación ampliada del capital que empujan a romper con todos los
obstáculos que se opongan en su camino, sean barreras arancelarias o
regulaciones financieras (Marx 1999). Así, los cambios estaban enmarcados en
un proceso dinámico que acabó por fortalecer al capital monopolista,
mayoritariamente transnacional, al cual un modelo económico extravertido le
era funcional (Moncada 2009: 131).
Estos procesos se sitúan en el contexto de los reordenamientos entre
diferentes fracciones del capital entorno a las distintas oportunidades y vías
para la acumulación: desde la explotación directa de la fuerza de trabajo en el
marco de una reproducción ampliada del capital, a las diferentes modalidades
de acumulación primitiva o “acumulación por desposesión” (Harvey 2004), así
como la captación de rentas. Las rentas asociadas al servicio de la deuda
externa, las privatizaciones de bienes estatales y los recortes de gasto público
y social, fueron las diferentes vías de acumulación que se impusieron en el
marco de una reprimarización de la estructura económica. A su vez, se
desmantelaban las pocas palancas de influencia que tenía la clase trabajadora
sobre el Estado.
Las disputas entre las distintas vías de acumulación del capital se han
caracterizado en Latinoamérica por su reaparición cíclica entre una incipiente
burguesía industrial nacional y una oligarquía, o clase compradora,
estrechamente imbricada con el capital internacional, como protagonistas
(Salama 1976). Disputas que se han desenvuelto según los patrones de
inserción en la economía mundial y el lugar ocupado en la cambiante división
internacional del trabajo. En realidad, tal delimitación entre dos fracciones de la
burguesía en Latinoamérica es difusa y difícil de discernir. Esta caracterización
sin embargo, es ilustrativa acerca de la existencia de presiones contradictorias
en torno a las distintas vías de acumulación que permite un modelo económico
más autocentrado o más extravertido. En el caso de Ecuador, una
caracterización más certera de estas dinámicas distinguiría quizás entre una
burguesía monopolista u oligarquía por un lado, tanto nacional como
internacional, y las capas no monopolistas de la burguesía nacional por otro
(Moncada 2010: 221). La segunda, favorecida por un modelo más autocentrado
y una demanda interna dinámica, se vería constantemente sobrepasada por los
cambios y reposicionamientos del capital monopolista según las variantes
dinámicas de la economía mundial2.
2
Se entiende aquí al capital monopolista como foco desarrollado del proceso de concentración
y centralización del capital que aumenta con la acumulación y fusión de capitales, pero que sin
embargo continúa sujeto a las presiones de la lucha competitiva intercapitalista. En definitiva,
una concepción en movimiento del monopolio moderno como síntesis entre las presiones
contradictorias que socavan y a la vez profundizan la competencia. Así, el monopolio engendra
la competencia y la competencia engendra el monopolio. Los monopolistas compiten entre sí y
los competidores pasan a ser monopolistas (Guerrero 2004).
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El entender la evolución de la deuda pública en relación a la conflictividad
subyacente entre capital y trabajo y la competencia entre diferentes fracciones
del capital, proporciona un marco en el que interpretar la llegada de Alianza
PAIS al poder en base a un programa electoral que incluía el repudio a la
deuda pública externa. En primer lugar, la pauperización social y volatilidad
económica generada por el efecto acumulado de reformas liberalizadoras
empezó a sobrepasar las capacidades de gestión del capital. El agotamiento
del ciclo de acumulación iniciado tras los primeros programas de ajuste
estructural latía en la movilización social que bloqueó el “plan Bucaram”3 y se
profundizó en la conflictividad social en torno a la crisis financiera de 1999. La
concatenación de 9 presidentes de la República en el periodo 1996-2006 ilustra
la ingobernabilidad ligada a la incapacidad de restaurar las condiciones para
relanzar un nuevo ciclo de acumulación.
No es hasta la llegada del Presidente Rafael Correa que se busca reencauzar
la conflictividad social en base a un impulso a la demanda interna y a un
reacomodo de las distintas modalidades de acumulación (el default siendo
funcional para ambos procesos). El discurso de rechazo a la “partitocracía”, al
“poder político de los banqueros” y del “gran capital y el sector financiero”
(Correa 2010) aglutina tanto a las clases populares como a fracciones de la
burguesía y pequeña burguesía interesadas en un modelo de acumulación más
autocentrado (Jaramillo y Carrión 2013). Así, el Movimiento Alianza PAIS,
como su propio nombre ya sugiere, se conforma en base a confluencias y
alianzas que incluían, por ejemplo, a pequeños y medianos productores
agrícolas, y hasta a grandes empresarios ganaderos afectados por la apertura
comercial del neoliberalismo e interesados en el fomento de la producción
nacional (Harnecker 2011: 188).
Los procesos de cambio en la hegemonía del sistema mundial atraviesan de
forma determinante las dinámicas anteriormente descritas. El lento
desplazamiento del centro de la economía-mundo hacia el nordeste asiático
(Wallerstein 2012), es acompañado por una disputa de mercados entre las
viejas potencias – Estados Unidos (EEUU) y Europa – y las nuevas potencias –
BRICS 4, liderados por China. Esto supone un desafío para las instituciones de
Bretton Woods concebidas en el marco de una economía mundial capitalista
unipolar. China proveyó aproximadamente 75 mil millones de dólares en
préstamos a países latinoamericanos entre los años 2005 y 2011 (Gallagher,
Irwin y Kolescki 2012: 24). A partir del año 2010, el Banco de Desarrollo Chino
(BDC), el China Eximbank y el Banco Industrial y Comercial Chino (ICBC en
inglés) prestaron más a América Latina que el BM, Banco Inter-Americano de
Desarrollo (BID) y Banco Ex-Im de EEUU combinados. El 91% de sus
préstamos además, se han concentrado en Venezuela, Brasil, Argentina y
Ecuador (ibídem: 7). Este reparto coincide con el trazado, a grosso modo, de
dos patrones de dominación política en América Latina: el que siguen
Colombia, México, Chile y parte de Centro América, por un lado, y el de los
3
El “plan Bucaram” suponía una profundización de la política de corte neoliberal y fue
rechazado en grandes movilizaciónes de masas en febrero de 1997 (Moncada 2009: 134).
4
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfica
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gobiernos "progresistas" o "posneoliberales" por otro. En el cómputo del
balance de fuerzas que subyace la gestión de la deuda pública externa por lo
tanto, es imprescindible también sumar el plano más amplio de la geopolítica
de relaciones interestatales y la competencia intercapitalista a nivel mundial.
3. Default y nueva orientación de la política de gasto público
El proceso de reestructuración de la deuda se concretiza finalmente en una
subasta Holandesa modificada o subasta inversa, entre junio y julio del año
2009, en la que el Estado ecuatoriano recompra los bonos en default. Los
efectos que genera el default en los mercados internacionales de capital y la
singular estrategia entablada por el gobierno permiten que esta recompra
concluya en términos muy favorables para el Estado ecuatoriano. En primer
lugar, la cesación de pagos genera un desplome de los precios de los bonos
Global 2012 y 2030 en el mercado secundario. A continuación, un banco
comercial de propiedad estatal, el Banco del Pacífico, en consonancia con el
gobierno, adquiere los papeles ecuatorianos a unos 20 centavos por dólar en el
mercado abierto. Algunos analistas estiman que hasta el 50% de los bonos en
default fueron adquiridos por este banco (The Economist 2009). Así, en el
momento de la subasta, con gran parte de los tenedores siendo “amigos” y el
resto actuando en un contexto de crisis financiera internacional, el gobierno
logra recomprar en torno al 93,2% de los bonos a un 35% de su valor nominal
(MEF 2012a).
El primer resultado de la maniobra es una reducción del 27% del saldo total de
la deuda pública externa en el año 2009. Tanto el servicio total de la deuda
pública externa como % del PIB como el pago de intereses se reducen a la
mitad al año posterior al default (ver Tabla 1). Asimismo, el servicio de la deuda
pública externa como % del gasto total del Sector Público No Financiero
(SPNF) se reduce del 14.3% y 7,6% en los años 2007 y 2008 a su mínimo en la
primera década de los 2000 del 3,95% en el año 2010 (BCE 2013).
Tabla 1: Movimientos de la deuda pública externa (millones de dólares)
Saldo
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
11.372,80
11.388,10
11.493,20
11.061,60
10.851,00
10.215,70
10.633,40
10.089,90
7.392,70
8.672,60
10.055,30
10.871,80
Desembolsos
1871,34
569,45
806,99
375,63
1019,69
928,26
1356,7
355,35
862,41
1874,28
2434,72
1970,19
Amortizaciones
1381,38
782,76
905,41
905,1
1041,71
1630,16
1053,82
984,01
3527,37
626,46
1090,16
1168,86
Intereses
1110,88
635,35
693,83
637,36
679,01
759,8
745,74
666,39
345,35
326,88
369,65
494,15
Servicio
2492,26
1418,11
1599,24
1542,46
1720,72
2389,95
1799,56
1650,39
3872,72
953,34
1459,81
1663,01
Transferencia
neta
-620,93
-848,66
-792,26
-1166,83
-701,03
-1461,7
-442,86
-1295,04
-3010,32
920,94
974,91
307,18
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BCE.
El default también supone un cambio en las dinámicas de transferencia de
recursos públicos al exterior. Como se observa en el Gráfico 1, las tres
147 de 350
décadas previas al default se caracterizan por una constante transferencia
neta 5 negativa a la vez que el saldo total de la deuda no cesa de aumentar: de
la mano de sucesivos procesos de reestructuración, de transferencia de
deudas privadas al Estado, de capitalización de intereses y de la imposición de
una variedad de costos onerosos (CAIC 2008). Esta tendencia sólo se ve
revertida enteramente a partir del año 2010, manteniéndose en el año 2012
una transferencia neta positiva de 307,2 millones de dólares (ver Tabla 1). Así,
el ciclo vicioso de “endeudarse para pagar la deuda” se quiebra, lo que permite
que el nuevo endeudamiento sirva para incrementar los recursos en el interior
de la economía ecuatoriana.
Gráfico 1:
Movimientos de deuda pública externa
14000
Millones de US$
12000
10000
8000
6000
4000
2000
2010
2008
2006
2004
2002
2000
1998
1996
1994
1992
1990
1988
1986
1984
1982
1980
1978
1976
1974
1972
-2000
1970
0
-4000
Transferencias netas
Servicio de la deuda
Intereses de la deuda
Stock de la deuda
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BM.
La reducción del peso de la deuda pública externa es funcional para un impulso
del gasto público, ya que permite recuperar recursos ligados anteriormente al
servicio de la deuda y amplía el margen para asumir nuevo endeudamiento.
Los gastos reales del SPNF casi se triplican entre 2006 y 2012 (BCE 2013). El
gasto del SPNF ha pasado del 24% del PIB en 2006 a más del 40% en 2012
(BCE 2013). La relación del servicio de la deuda externa versus gasto social se
ve invertida, pasando de una relación favorable al servicio de la deuda a un
peso mucho mayor del gasto social, que pasa del 4,74% del PIB en el año
2006 al 9,85% en el 2011. Por su parte, la Formación Bruta de Capital Fijo
(FBCF) pública, en línea con el artículo 290 de la Constitución, que estipula que
la deuda pública solo financiará programas de inversión, pasa de representar
un 4% del PIB de promedio en el periodo 2001-2006 a un 10% de promedio en
el periodo 2007-2012, alcanzando su máximo del 12% del PIB en 2012 (BCE
2013).
5
Transferencias netas = Desembolsos – Amortizaciones – Intereses, (de la deuda pública externa).
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La reestructuración de la deuda pública externa ha sido un factor, entre otros,
que ha facilitado un papel renovado del Estado en la economía, que a través
del gasto social y gastos en capital dinamiza la demanda interna. El gasto
público en definitiva, ha sido un motor clave del crecimiento económico, el PIB
real ha crecido un 4,6% de media anual en el periodo 2008-2012, a pesar de un
contexto de crisis y recesión global (BCE 2013). Estas dinámicas proporcionan
un respiro a las clases populares que forman la base social de la “Revolución
Ciudadana” y un estímulo para las fracciones de la burguesía y pequeñaburguesía que se habían ligado al proyecto de Alianza PAIS, como pueden
suponer las inversiones en carreteras y telecomunicaciones que apuntan a
incrementar la “productividad sistémica” de la economía nacional (SENPLADES
2012). Las ganancias derivadas del gasto estatal son la otra cara de la moneda
de las pérdidas encajadas por los tenedores de los Bonos Global 2012 y 2030.
4. Reordenamiento de los esquemas de financiación del Estado: el
default cierra unas puertas y abre otras
El default no sólo es el escopetazo de salida para un reajuste en las partidas
del gasto público, sino que también va acompañado de un cambio por la vía de
los ingresos. El impulso al gasto genera déficits globales del 3,6% del PIB en el
año 2009, del 1,4% en el 2010, del 0,01% en el 2011 y del 1,1 en el 2012, lo
que requiere asumir nuevo endeudamiento. Sin embargo, el residuo de
holdouts de los Bonos Global, que obstaculiza el acceso a los mercados
internacionales de capital, y el enfriamiento de las relaciones con el BM y el
FMI, son dos factores que han constreñido el abanico de posibilidades de
financiamiento para el gobierno. La respuesta ha sido un impulso por abrir vías
alternativas que permitiesen alimentar el estímulo al gasto público en el marco
de un reforzado protagonismo estatal. Estas se han concretado en un
incremento de los ingresos fiscales, un mayor peso relativo de la deuda pública
interna y el afianzamiento de nuevas líneas de crédito externas.
4.1. Ingresos internos: presión tributaria, captura del excedente extractivo
y deuda interna
El gobierno ha desarrollado un importante esfuerzo recaudador, con 10
reformas tributarias desde la llegada de Alianza PAIS al poder. La presión fiscal
medida como el ratio de los ingresos del SPNF por concepto de tributación
(IVA, Renta, Impuestos a Consumos Especiales (ICE), Impuestos arancelarios)
sobre el PIB, se incrementa en 3 puntos porcentuales desde el 2007, llegando
al 14,5% del PIB en 2011 (BCE 2012a). Si se incluyen los tributos pagados a
nivel subnacional a los gobiernos autónomos descentralizados, esta cifra sube
al entorno del 19% de acuerdo a los resultados publicados por CEPAL (2012),
situando al país en la media regional. Los impuestos indirectos siguen teniendo
un peso mayor que los impuestos directos, aunque han disminuido su
importancia relativa desde el 64% al 59% entre 2007 y 2012 (BCE 2012a).
Cabe recalcar que el IVA, que constituye casi la mitad de los ingresos
indirectos en 2012 (BCE 2012a), no es regresivo, ya que debido a sus
exenciones, es en realidad un instrumento progresivo (Mayoral, Agiar y Castro
2013: 89). Asimismo, es relevante el esfuerzo realizado por el Servicio de
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Rentas Internas (SRI) para reducir la evasión y elusión tributaria (Acosta 2012:
3). En definitiva, se puede concluir que el importante esfuerzo recaudador ha
sido además, a grandes rasgos, de naturaleza progresiva.
Por otra parte, las reformas financieras del gobierno han incluido la creación de
un “coeficiente de liquidez doméstica” que corresponde a la proporción de
liquidez (reservas, cuentas de inversión y el fondo de liquidez) que las
instituciones del sistema financiero deben mantener dentro del país. Del 45%
en 2009 pasó al 60% durante el verano del 2012. Esta reforma también ha
implicado que parte de esos fondos (3-5%) que se encuentran dentro del país
sean invertidos en títulos del Banco Central u otras instituciones públicas.
Adicionalmente, se impuso una tasa del 0.5% sobre la expatriación de capitales
que se ha elevado progresivamente hasta el 5%.
El peso preponderante del sector petrolero en la economía ecuatoriana
significa que las políticas públicas y los precios en esta área son determinantes
para los ingresos públicos. Los ingresos petroleros han representado el 34% de
media de los ingresos públicos en el periodo 2007-2012, alcanzando el máximo
de 41,5% en 2011 (a diferencia de la horquilla de entre el 20 y 30% en el resto
de la década de los 2000) y es la partida que más se ha incrementado en este
último periodo, un 40% de promedio anual (BCE 2013). Esta evolución se basa
en parte en la evolución de los precios del crudo ecuatoriano, que, aun
mostrando una gran volatilidad, se incrementaron en promedio un 15% anual
en el periodo (ibidem). Los niveles de producción petrolera por su parte se han
mantenido estancados. Estos se han conservado sin embargo por el
incremento de la producción de las empresas públicas mientras la producción
de las empresas privadas decaía (ibidem). Por otra parte, los cambios en la
modalidad de los contratos realizados con las empresas petroleras privadas a
fines de 2010, han asentado nuevos mecanismos que generan mayores
ingresos estatales 6. El resultado es que este es el gobierno que cuenta con el
mayor ingreso mensual promedio por exportaciones petroleras desde que se
inició esta actividad en el país (Acosta 2012: 63).
El gobierno también ha puesto en marcha un nuevo marco para la promoción y
regulación de la minería a gran escala y una mayor participación estatal sobre
los excedentes que genera. El rechazo de la minera canadiense Kinross, una
de las mayores empresas de explotación de oro en el mundo, a las condiciones
del gobierno, y su posterior retiro del megaproyecto Fruta del Norte, ilustra el
conflicto que acompaña el reajuste de pactos entre intereses enfrentados en
cuanto a la repartición del excedente. Las previsiones oficiales en el medio
plazo sin embargo, proyectan que la inversión en el sector minero represente
entre el 1,5% y el 2% del PIB, lo cual revierte la tendencia de esta variable en
estos últimos 7 años, la cual no supera el 1% del PIB (RCM 2013: 4). Así, se
6
Los antiguos contratos por participación sólo dejaban al país 18% de lo extraído, mientras que
los nuevos contratos de prestación de servicios con tarifa otorgan al Estado la propiedad del
100% del crudo, lo que le permite captar entorno al 80% de la renta petrolera. Entre enero
2010 a diciembre 2012, el Estado ingresó 2.795 millones de dólares adicionales por la
renegociación de contratos (Ministerio de Recursos Naturales No Renovables 2012).
150 de 350
espera generar un contexto favorable tanto para la IED como para las arcas
públicas.
Por otra parte, la deuda pública interna ha ido cobrando un protagonismo
relativo mayor desde el default. Los déficits de los años 2009, 2010 y 2012 del
SPNF, fueron cubiertos mayoritariamente por financiamiento interno, que
incluye nueva deuda y la variación de depósitos con instituciones públicas
(BCE 2013). La emisión de bonos del Estado se ha colocado principalmente a
través de las bolsas de valores locales, la banca pública e instituciones
públicas. El saldo de la deuda interna se ha más que duplicado desde el año
2007 (ver Gráfico 2). Ha pasado de representar en torno a un 6% del PIB a
más de un 9% en 2012, y de un 23% del total de la deuda pública a un 42%
(BCE 2013). En cuanto al coste relativo de la deuda pública interna, la Tabla 2
apunta que los bonos internos tienen unas condiciones más onerosas que la
deuda externa en cuanto a plazos de vencimiento, pero no en cuanto a
intereses a partir del año 2011. Así, aunque una alternativa más cara, la
emisión de deuda interna sí que provee financiación libre de condicionalidad
política.
Gráfico 2:
30
10000
25
8000
20
6000
15
4000
10
2000
5
Millones de US$
12000
0
2006
2007
2008
2009
2010
2011
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BCE.
0
% PIB
Deuda pública total
Deuda
externa
Deuda
interna
Saldo
deuda/ PIB
Servicio
deuda/PIB
Intereses/P
IB
2012
Tabla 2: Condiciones de nueva deuda pública externa e interna (colocación
bonos del Estado por decreto) contraída
Plazo promedio
Intereses promedio
(años)
(%)
Interna
Externa
Interna
Externa
2012
8,01
10,27
5,6
5,8
2011
3,76
12,78
4,74
5,37
2010
9,25
11,99
6,47
5,05
151 de 350
2009
2008
2007
4,6
6,4
6
23,16
18,67
20,94
6,16
6,65
8,11
3,27
3,02
5,36
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BCE y BM.
La deuda pública total (tanto interna como externa) por su parte, representa en
el 2012 el 22% del PIB, la misma magnitud relativa que en el año 2008 (ver
Gráfico 2). Asimismo, el peso del servicio de la deuda pública externa como %
del PIB repunta al 2% y el pago de intereses a los 494 millones de dólares en el
año 2012. En todo caso, estos repuntes se mantienen ligeramente por debajo
de las magnitudes previas al default y cuentan con la ventaja de haber llevado
a cabo un impulso del gasto público sin haber agravado el peso de la deuda
pública.
En resumen, el proceso de reestructuración de la deuda pública externa ha
avanzado en paralelo con los esfuerzos del sector público de abastecerse en
mayor medida de los recursos propios de la economía nacional. La
concatenación de nuevas regulaciones y políticas públicas dirigidas a captar los
excedentes de los sectores extractivos, el incremento de la presión tributaria de
carácter progresivo y el empeño por profundizar y contornear los circuitos
financieros a escala nacional, responden en su conjunto a un nuevo pacto fiscal
y esquema económico-financiero al que la banca y el gran capital han tenido
que adaptarse. Asimismo, el Estado ha recuperado funciones de regulación y
producción en la economía abandonadas durante los años de gestión
neoliberal.
4.2. Ingresos externos: regionalización y reposicionamiento geopolítico
Mientras que antes del default los desembolsos de deuda pública externa
provenían de una mayor diversidad de acreedores, que incluían a bancos
comerciales y a otros acreedores privados, tras el default se han reducido a
dos: organismos multilaterales y préstamos bilaterales (gobiernos, bancos
centrales y agencias oficiales de crédito a la exportación). Mientras que los
préstamos bilaterales representaban un porcentaje casi residual en los años
anteriores al 2009, a partir de esa fecha han cobrado un protagonismo central
(ver Gráfico 3). La cuantía restante la cubren fuentes multilaterales, una
magnitud relativa menor a su peso mayoritario en los años anteriores.
Gráfico 3:
152 de 350
Desembolsos de deuda pública externa
100%
90%
Bonos
80%
70%
60%
50%
40%
Otros
acreedores
privados
Multilateral
30%
20%
Bancos
comerciales
10%
0%
Bilateral
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BM.
Tras alejarse del FMI y el BM, Ecuador ha conseguido préstamos del BID, del
Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) y de la Corporación Andina de
Fomento (CAF). Asimismo, fue el segundo país en unirse al Banco del Sur en
el año 2010, con vistas a reducir su dependencia de otras instituciones
multilaterales y ganar más influencia sobre las condiciones y políticas ligadas a
los préstamos. Su membresía en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América (ALBA) y participación activa en la Unión de Naciones
Lationamericanas (UNASUR) apuntan a una apuesta por la colaboración y
cooperación latinoamericana en aras de reforzar la integración regional en
todos los planos. Así, el avance en los procesos de regionalización y el
mantenimiento de las relaciones con organismos regionales y continentales
alternativos al FMI y BM han sido puntos de apoyo clave en el giro tomado.
En cuanto a la deuda bilateral, China se ha posicionado como prestamista
central de las nuevas relaciones encaradas por el gobierno ecuatoriano.
Aunque nuevos préstamos han sido contratados con los Eximbank de Corea y
Rusia, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil
y el Banco Europeo de Inversiones de la Unión Europea, estas han sido líneas
de crédito únicas y de magnitudes relativamente pequeñas. China sin embargo,
ha proporcionado una cuantiosa y estable fuente de financiamiento, llegando a
sumar el 58,6% del total de todos los nuevos préstamos contratados en el
periodo 2008-2012 (MEF 2012a).
A los préstamos recibidos hay que sumar la financiación estructurada a través
de ventas anticipadas de crudo. Estas operaciones combinan un crédito con un
acuerdo de venta de crudo: una cantidad de barriles determinada durante un
periodo de tiempo acordado. PetroEcuador vende el crudo a PetroChina a
precios internacionales, menos un diferencial por la calidad del crudo y más un
153 de 350
“premio” por la seguridad de la provisión del petróleo 7, y un porcentaje de lo
recaudado se desvía para amortizar el crédito. El gobierno ha clasificado estos
contratos como contratos comerciales sin contabilizar como deuda pública a
pesar de conllevar el pago de intereses8. La cuantía de estos créditos
contratados suman 4000 millones de dólares en el periodo 2009-2012. Si se
contabilizasen como deuda pública, los prestamos provenientes de China
llegarían a representar aproximadamente el 68% del total de nueva deuda
pública externa contraída durante el periodo 2008-2012, y el saldo total de la
deuda pública se vería incrementada aproximadamente entre 2 y 3 puntos
porcentuales como % del PIB en el año 2012 9.
Tras los contratos de venta anticipada de crudo, en el año 2012 un 80% de la
exportación petrolera de Ecuador fue colocada a través PetroChina 10. Mientras
que antes el 75% de las colocaciones de petróleo pasaban por empresas
estadounidenses 11, China se ha convertido en el socio petrolero principal de
Ecuador en pocos años. El destino final del petróleo ecuatoriano sigue siendo
los EEUU sin embargo, en el año 2012 adquirió 82 millones de barriles, un
63,7% del total producido (BCE 2012b). A China por otro lado llegó un mero
1,4% del total (ibídem). Este proceso apunta a que el capital chino está
adquiriendo posiciones en sectores estratégicos a nivel mundial, como es la
industria petrolera, por razones que van más allá de su autoabastecimiento. Su
presencia en estos sectores, como intermediario en este caso, va en línea con
su rol cada vez más preponderante en los circuitos de la economía mundial así
como con su papel de potencia emergente.
A diferencia de las relaciones con el FMI, BM y los acreedores privados
avalados por estas dos instituciones, los préstamos chinos no conllevan
ninguna condicionalidad en cuanto a políticas económicas que deba desarrollar
el gobierno deudor (Gallagher, Irwin y Kolescki 2012). Así, el “Consenso de
Washington” se ve desplazado por un nuevo marco, el “Consenso de Pekín”,
que reconoce la importancia de adaptar el desarrollo a necesidades locales
(Cooper 2004). La “localización” y el “multilateralismo” de este modelo,
contrastan inequívocamente con la talla única y el unilateralismo de EEUU en
el “Consenso de Washington” (Arrighi 2007: 393). Los análisis más optimistas
apuntan a que el enfoque chino abre la oportunidad de desarrollar relaciones
mutuamente beneficiosas, a diferencia de las asimétricas y dañinas relaciones
confeccionadas por las potencias occidentales (Brautigam 2009). Sin duda, el
deseo de desprenderse de las políticas económicas de corte neoliberal ligadas
7
La opacidad que rodea algunos detalles de estos contratos hace difícil discernir si las
condiciones finales son realmente “un buen negocio” como opina el Ministro de Finanzas
(Diario Hoy 2011) o un grave perjuicio para el país como afirma el investigador Fernando
Villavicencio (2013).
8
De en torno al 7% (MEF 2011)
9
Cálculos propios hechos a partir de datos de (MEF, EIU y Gallagher, Irwin y Kolescki 2012). El
principal y el interés de estos contratos se devuelven de manera continuada con un porcentje
de cada barril de crudo exportado, mientras el primer crédito de 1000 millones de dólares en
2009 ya ha vencido, los dos posteriores restantes siguen en vigor. Es difícil saber por lo tanto la
magnitud restante de esta modalidad de “deuda” en el año 2012, por lo que el cálculo de su
peso sobre el PIB es meramente aproximativo.
10
Declaraciones de Marco Calvopiña, gerente de Petroecuador (El Comercio 2013)
11
Declaraciones de Rafael Correa (Inter Press Service 2011)
154 de 350
a la deuda fue uno de los motores principales tras la decisión del default. En
este sentido, un cambio formal en las condiciones que conforman la soberanía
nacional sí que ha tenido lugar con China como nuevo acreedor principal.
Evaluar los cambios reales tras este cambio formal sin embargo, requiere de un
análisis más detenido de las condiciones de los préstamos y de los sectores a
los que van dirigidos.
En términos de costes estrictamente económicos, los préstamos chinos no son
especialmente generosos. Las tasas de interés de en torno al 6 y 7% son altas,
por en encima del 5% en torno al cual se contratan las deudas con las
instituciones multilaterales, aunque muy por debajo del 10 y 12% ligadas a los
Bonos Global 2012 y 2030 y también inferiores al spread de deuda de
referencia EMBIG 12 por el que se rigen los mercados internacionales de capital
(ver Tabla 3). Como indica el Gráfico 4, la combinación de nueva deuda
contratada, tanto china como multilateral, resulta en unos intereses
relativamente bajos en perspectiva histórica. Los periodos de gracia y
vencimiento promedios sí que son más cortos sin embargo 13. En definitiva,
aunque las nuevas condiciones tras el default no suponen una mejora respecto
al historial anterior, tampoco apuntan a que el default haya conllevado tener
que asumir nueva deuda insosteniblemente onerosa.
Gráfico 4:
35
Condiciones de nueva deuda externa contraída
30
25
20
15
10
5
0
Periodo de gracia promedio (años)
Periodo de vencimiento promedio (años)
Intereses promedios (%)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BM y MEF.
12
Emerging Markets Bond Index Global. Diferencial de rendimiento contra bonos del tesoro de
EEUU en puntós básicos, calculada por JP Morgan Chase.
13
La nueva situación solo empieza a vislumbrarse realmente a partir del año 2010, ya que
durante los años 2008 y 2009 se contratan solamente 16,5 y 641,4 millones de dólares de
nueva deuda pública externa. Durante los años 2010, 2011 y 2012 se contratan ya 4,5; 3,6
y 3,5 mil millones de dólares respectivamente.
155 de 350
Brautigam (2009: 10) insiste en que en lugar de forzar a los deudores a cumplir
con las pautas occidentales, las contrapartes chinas les tratan como iguales y
simplemente buscan hacer negocio con ellos. El enfoque centrado en hacer
negocios orienta la financiación china comprensiblemente hacia sectores con
altos rendimientos y/o garantías para el retorno de los préstamos. No es
casualidad por lo tanto, que el financiamiento chino estreche lazos con países
abundantes en recursos naturales y commodities. Así, el negocio no se limita a
cuestiones de tasas de interés y periodos de gracia y vencimiento, sino que
también incluye otras dimensiones de interés para el capital chino.
Las contrapartidas con las que China sí liga sus préstamos tienen que ver con
la compra de bienes y servicios chinos y con la utilización de petróleo como
garantía implícita para minimizar riesgos de impago. Así, los préstamos
incorporan condiciones por las que el deudor debe contratar equipos de
construcción, telecomunicaciones y transporte chinos. El porcentaje de los
fondos ligados a estas compras varía: desde el 20% de los 1000 millones de
dólares del Banco de Desarrollo Chino (BDC) en la venta anticipada de crudo
del año 2010, hasta el 100% de los 1700 millones de dólares del Eximbank
Chino para la construcción de la presa hidroeléctrica Coca-Codo Sinclair por
una compañía china (Gallagher, Irwin y Kolescki 2012: 19). Por otra parte, las
ventas anticipadas de crudo son la fórmula más directa de garantizar el crédito
con ingresos petroleros. En torno al 15% de lo recaudado por cada barril de
crudo exportado a través de PetroChina se destina a amortizar el crédito por
una cantidad determinada de barriles durante el plazo del crédito (El Comercio
2013). Estos contratos permiten a China recibir petróleo ecuatoriano de manera
directa y preferente y además garantizar el retorno de sus créditos. Así,
mientras se compromete una parte del excedente petrolero también se
restringe el acceso a la ejecución de las inversiones ligadas a los créditos a
empresas nacionales o a licitación abierta.
Por otra parte, al estar articulado mayoritariamente en torno a sectores
extractivos o grandes proyectos de infraestructura, el financiamiento chino es
un factor que facilita e incrementa los incentivos para entablar una estrategia
de desarrollo basada en los recursos naturales como fuente principal de
crecimiento. Una tercera parte de la financiación china se concierta a través las
ventas anticipadas de crudo. Estos créditos a su vez, se dividen entre un 7080% de libre disposición para el deudor, y un 20 y 30% que deben ser
destinados a inversiones en el sector petrolero (MEF 2012a). Más allá de las
clausulas específicas al sector sin embargo, el hecho significativo es que la
nueva ola de financiación china se confía en base a la capacidad de pago
percibida que proporcionan los excedentes de los sectores extractivos. Es por
esta razón que las cuestiones en torno a la austeridad presupuestaria y la
actitud desafiante en cuanto a la legitimidad de la antigua deuda externa
contraída, tan centrales para los anteriores acreedores, se han relegado a un
segundo plano. La otra cara de la moneda de esta relación es que sólo puede
avanzar a medida que se expanden las actividades extractivas. En este
sentido, el “Consenso de Pekín” se sitúa en el marco del “Consenso de los
commodities” en América Latina (Svampa 2013). Asentado este sobre los altos
precios de las materias primas, fruto de la creciente demanda de los BRICS y
de la recepción de inversiones financieras que huyen de las deterioradas
156 de 350
condiciones de inversión en los países centrales lastrados por la recesión. Así,
aunque no exista una condicionalidad explícita en cuanto a políticas
económicas, sí que existe una condicionalidad implícita que marca los
contornos de actuación del gobierno. Esta ha influido sin duda en la correlación
de fuerzas entre los diferentes intereses que pugnan por el devenir de la nueva
política de gestión de la deuda pública y el propio sentido de la “Revolución
Ciudadana”.
5. Inercias de la estructura económica y el patrón de inserción externa
El default y la restructuración unilateral de la deuda, a pesar de representar una
ruptura con las prácticas establecidas de los mercados financieros, no ha
sacudido el proceso de acumulación del Ecuador. Los flujos de inversión se
han mantenido en torno a la misma estructura productiva e inserción
internacional del país en la economía mundial. Así, las visiones más
catastrofistas que ligan este tipo de acciones soberanas a profundas
perturbaciones en la economía nacional han quedado desmentidas por la
fuerza de los hechos. Este continuismo sin embargo, también significa que los
desequilibrios y debilidades estructurales que subyacían tras la problemática de
la deuda pública externa continúan latentes.
Las propias calificaciones de la deuda pública ecuatoriana que rigen los
mercados internacionales no sufren más que un bache. La calificaciones de
Moody’s, Fitch y Standard and Poors se disparan en torno al default pero
vuelven posteriormente a los baremos de los años previos al impago. La
mejora del rating de Moody’s en 2011 se justificó por las perspectivas de
incremento de la producción de crudo tras la firma de nuevos contratos
petroleros con las compañías extranjeras (Moody's 2011). La segunda mejora
en 2012 se debió a “la capacidad del Gobierno para garantizar el acceso a
nuevas fuentes de financiación externas (p. ej., China)”, la comparación
favorable de “indicadores económicos y fiscales” y “un historial de pagos de
toda
la
deuda
desde
el
último
default”
(Moody's
2012).
Por otra parte, el EMBIG de los bonos Ecuatorianos sigue un patrón similar (ver
Tabla 3). De todas formas, el spread es muy superior a la media
latinoamericana y a la de otros países vecinos como Colombia, Perú o Chile.
Por otra parte, se mantiene a niveles inferiores a la venezolana, un país que no
ha dejado de pagar su deuda externa, lo que apunta a que el capital es más
reacio a las políticas económicas heterodoxas del “Socialismo del Siglo XXI”
venezolano, que al default en sí. La evolución positiva de los indicadores de
“riesgo país” se sitúa en un contexto de un porcentaje muy reducido de
acreedores holdout, lo que dificulta de todas formas su retorno a la financiación
en los mercados internacional de capital. El gobierno, de hecho, ha sopesado
volver a emitir bonos en los mercados internacionales mediante un “plan piloto”,
pero la prueba no se ha llevado a cabo por el afianzamiento de fuentes
alternativas de financiamiento (La República 2012).
157 de 350
Tabla 3:
Diferencial de rendimientos del índice de bonos de mercados emergentes
(EMBIG)
Perú Argentina Brasil Chile Colombia
Ecuador
México
Países
Latinoam
Venezuela ericanos
2004 364
5047
538
83
417
791
193
573
527
2005 241
2584
392
65
321
704
167
408
363
2006 186
343
233
80
194
542
136
219
213
2007 151
355
196
111
176
731
137
375
208
2008 273
860
301
213
305
1326
255
871
427
2009 292
1175
305
218
330
2102
302
1265
507
2010 172
689
202
129
189
925
187
1081
360
2011 191
687
195
139
168
823
186
1212
404
2012 157
988
183
151
148
814
188
1011
393
2013 159
1067
209
Fuente: JP Morgan Chase
154
158
637
189
926
379
En cuanto a la evolución de la inversión extranjera, la IED fue reduciéndose
progresivamente a partir de 2003, para repuntar tras la llegada de Alianza PAIS
al poder y volver a caer tras el default (ver Gráfico 5). Esta tendencia apunta a
las desinversiones generadas quizás por la inseguridad percibida a raíz del
default. Los años 2011 y 2012 sin embargo, muestran un repunte de las
inversiones, aunque con menor intensidad, de las cuales la explotación de
minas y canteras representan un 60% y 40% respectivamente (BCE 2013). El
sector primario y extractivo ha sido el receptor principal de IED la última
década, y como muestra el Gráfico 5, a menudo a una distancia muy
considerable de las inversiones en el sector manufacturero. Por el lado de las
inversiones en cartera, la Tabla 4 muestra como hay una caída en los títulos de
participación en capital (pasivos) en el año posterior al default, lo que indica
una caída de las inversiones financieras extranjeras en el país, que sin
embargo se recuperan hasta marcar los 4,6 millones de dólares en el año
2012, el segundo valor más alto del periodo observado. En cuanto a títulos de
deuda (pasivos), se puede observar el desendeudamiento fruto de la recompra
de Bonos Global en el año 2009. Finalmente, en el apartado de activos, los
años 2009 y 2010 muestran una disminución de inversiones financieras
ecuatorianas en el exterior, lo que indica que, aparte del impacto de la crisis
financiera internacional, el default tampoco produjo una fuga de inversiones
financieras nacionales hacia el exterior. Los años 2011 y 2012 por otra parte, sí
muestran un incremento de los activos financieros de los ecuatorianos en el
exterior, pero a una distancia temporal del default que apunta a que no son
acontecimientos que estén directamente relacionados. En conjunto queda
patente que los movimientos de capital parecen ligados mayoritariamente a las
oportunidades de inversión rentable, y mientras el default tuvo un impacto
significativo, no dejó de ser secundario y pasajero.
158 de 350
Gráfico 5:
IED: entradas netas
1100
900
Millones de US$
700
Actividades
primarias y
extractivas
Industria
manufacturera
500
300
IED total
100
-100
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BCE.
Tabla 4: Inversiones en cartera (millones de dólares)
2002 2003 2004
Inversión en cartera
Activos
Pasivos
2005
2006
2007 2008
2009 2010 2011 2012
0,2 -303,5 -190,3 365,9 -1.383,9 -118,3 213,1 -3.141,5 -731,1 41,0
- -311,6 -190,7 -228,4
0,2
8,1
0,3 594,3
1,3
9,2
1,4
-1,1
-1,1
-640,8 -115,6 216,9
-743,1
-2,7
1,6
0,1
0,5
-1,1 592,7
-743,2
-3,2
66,7
-152,1 -720,9 47,6 138,7
-3,7 -2.989,4 -10,2
-6,6 -72,0
Títulos de
participación en
1,4
2,4
0,4
2,0
4,6
capital
Títulos de deuda
-5,1 -2.991,9 -10,6
-8,6 -76,6
Fuente: Elaboración priopa a partir de datos del BCE.
El continuismo establecido a poco tiempo del sobresalto del default en cuanto a
los flujos de IED y la capacidad percibida de pago de la deuda externa, es sin
duda un elemento positivo en cuanto al objetivo del gobierno de minimizar la
exclusión financiera y la fuga de capitales. Asimismo, refleja una confianza en
la seguridad jurídica y el respeto por la propiedad privada en el país, y por lo
tanto, a la limitada socialización que está llevando a cabo este particular
“Socialismo del Siglo XXI”: la nacionalización de ciertos recursos naturales,
gestionados a menudo por contratos mixtos público-privados, y la redistribución
ex-post, es decir, vía tributación y gasto público. Por otro lado, también refleja
159 de 350
la permanencia de la misma estructura productiva y encaje en la división
internacional del trabajo de la economía ecuatoriana. En cuanto a su inserción
internacional, mantiene su patrón de país petrolero primario-exportador e
importador de bienes manufacturados. La totalidad de la producción petrolera y
gran parte de la producción agro-pecuaria no está dirigida al mercado interno.
En el periodo 2007-2012, los sectores primarios y extractivos mantienen en
torno al 80% de las exportaciones y sólo el sector petrolero representa casi el
60% (BCE 2013). Por su parte, los bienes intermedios, de capital y los
vehículos automotores suman el 90% de las importaciones en el periodo. La
consecuencia de este patrón es la tendencia a incurrir en déficit en la balanza
de bienes y servicios, que se contrarresta con el dinamismo de las
exportaciones primarias. Como se puede observar en el Gráfico 6, sólo un
creciente superávit petrolero ha podido contrarrestar el creciente déficit no
petrolero.
Gráfico 6:
Balanza comercial
10000
8000
80%
70%
6000
60%
Millones de US$
4000
2000
0
-2000
50%
40%
Tasa de apertura
(X+M/Y)
Balanza comercial
(BC)
BC petrolera
30%
BC no petrolera
-4000
20%
-6000
-8000
-10000
10%
0%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del BCE.
Como se ha argumentado, el default ha sido acompañado por la búsqueda de
ingresos alternativos ante la cerrajón de los mercados internacionales de
capital. La búsqueda ha empujado hacia la captura de más excedente de los
sectores extractivos, tanto para incrementar los ingresos como para aumentar
el colateral disponible para el nuevo endeudamiento. Así, es un factor más que
apuntala la profundización de las actividades extractivas en el país. El impulso
al sector extractivo y la inercia de la estructura productiva genera dinámicas
contradictorias con la transición hacia un proceso de acumulación más
autocentrado. Como se puede observar en el Gráfico 7, la tasa de apertura, el
peso de los intercambios comerciales en el PIB, se mantiene a niveles mayores
en el periodo 2007-2012 que en los años anteriores, aun con los efectos de la
recesión en los países centrales. Por otra parte, la funcionalidad del default
para facilitar el impulso al gasto y la inversión pública sin embargo sí que lo
160 de 350
sitúa como palanca para los esfuerzos del gobierno por incrementar la
demanda interna. Así, la dinámica de endeudamiento público se sitúa a caballo
de dos presiones contradictorias hacia un modelo más autocentrado o más
extravertido que caracterizan las políticas económicas del gobierno y la lucha
competitiva entre las diferentes fracciones del capital en el país.
A pesar de que sí exista voluntad para “avanzar hacia el cambio en el modo de
acumulación a través de la transformación del patrón de especialización de la
economía” (MEF 2012b), el propio Correa admite que “básicamente estamos
haciendo mejor las cosas con el mismo modelo de acumulación, antes que
cambiarlo” (Pérez 2012).
Los esfuerzos por un desarrollo más autocentrado, se encuentran a
contracorriente de las inercias extravertidas que genera la estructura
económica. El elemento clave reside en que el impulso de las políticas
económicas topa con los límites que supone la actual estructura de propiedad
de la economía, y al no querer desbordarla, esta acaba esterilizando en gran
medida su capacidad transformadora. Como apuntan Jaramillo y Carrión
(2013):
El discurso oficial caracteriza las categorías matriz productiva y patrón de
especialización fuera de la historia y lejos de una comprensión de la dinámica
estructura-clases. Es el caso de considerar la disponibilidad y distribución
desigual de recursos productivos como un dato fijo, sobre el cual se puede
actuar solo en sentido paliativo dentro del marco competitivo del mercado (que
desconoce el carácter oligopólico de la economía nacional y sus rigideces) o
por las transformaciones jurídicas, antes que por la acción distributiva directa
del Estado apoyado y legitimado por la sociedad.
Tras las propias declaraciones de Correa subyace esta reflexión, al explicar la
falta de cambio “porque no es nuestro deseo perjudicar a los ricos, pero sí es
nuestra intención tener una sociedad más justa y equitativa” (Pérez 2012).
Así, la salida a la conflictividad social parece estarse plasmando por la vía de la
“pacificación fiscal” (Schuldt 2005) en mayor medida que por un intento de
abordar sus causas estructurales. El ahorro de gasto en servicio de la deuda,
los altos ingresos petroleros y la liquidez disponible en cuanto a nuevos
créditos externos ligados a la capacidad de pago que proporcionan los
excedentes del sector extractivo, han permitido al gobierno mantener la paz
social mediante una mejor redistribución ex-post. La deuda pública se revela
así como ha sido caracterizada en el primer apartado: como una herramienta
de política económica más para gestionar las contradicciones y los conflictos
sociales que surgen del proceso de acumulación. El carácter principalmente
paliativo de esta estrategia sin embargo, constituye una “huida hacia adelante”
que no ataja los desequilibrios e desigualdades de raíz, reapareciendo de esta
forma la “maldición de la abundancia” (Acosta 2009) que ha supuesto la
permanencia de estructuras subdesarrolladas y dependientes en los países con
abundantes recursos naturales. La propia sostenibilidad de la deuda pública
continúa en gran medida dependiente de la producción y los precios del sector
extractivo, principalmente del petrolero. Los altos precios del petróleo actuales
y el bajo ratio deuda pública/PIB no quitan que esta dependencia estructural
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persista y que pueda volver a poner en aprietos la economía ecuatoriana por
vía de la deuda pública. La “historia de la deuda externa” está íntimamente
ligada a la “historia del petróleo” (Fresnillo 2008), y lo continuará estando en los
años próximos.
En la “historia de la deuda externa” también se vislumbran las pugnas entre
diferentes fuerzas sociales y facciones del capital por un modelo más
autocentrado o más extravertido. El desenlace de estas disputas a lo largo de
la historia del desarrollo latinoamericano, y las dinámicas analizadas en el caso
Ecuatoriano, apuntan ambas hacia las misma dirección. El proceso sin
embargo, sigue en disputa abierta. Eso sí, el impulso a la auditoría de la deuda
pública y la Iniciativa Yasuní-ITT 14 del primer periodo de “Alianza PAÍS”,
contrastan con la profundización de las actividades extractivistas y el
afianzamiento de un nuevo cuasi-monoacreedor externo en el segundo.
6. Conclusiones
Las dinámicas de endeudamiento público han sido un elemento clave en los
cambios políticos y económicos puestos en marcha por el gobierno y una pieza
más en el engranaje de la acumulación del capital en el país. En primer lugar,
el default y posterior restructuración de la deuda generó una disminución del
peso del servicio de la deuda pública externa. Esto permitió liberar recursos
públicos ligados anteriormente a esta y amplió el margen para contraer nueva
deuda, tanto externa como interna, sin agravar los ratios del servicio y saldo
total de la deuda pública sobre el PIB. Este resultado ha sido funcional para
facilitar el impulso al gasto público y a la demanda interna llevado a cabo por el
gobierno. En segundo lugar, estos movimientos en la deuda pública han
servido de “palanca de cambio” para un reposicionamiento estatal y geopolítico,
en forma de búsqueda de fuentes alternativas de financiación a través de la
presión tributaria y la captura de excedentes extractivos por un lado, y el
cambio de acreedores de la deuda externa por otro. Este reposicionamiento ha
permitido desembarazarse de la condicionalidad de austeridad en el gasto
público ligado al anterior endeudamiento.
Enmarcando estos acontecimientos en las pugnas por la dirección del proceso
de acumulación entre diferentes facciones del capital, se observan
desplazamientos y reordenamientos significativos. El default y la nueva gestión
de la deuda han forzado el desplazamiento de los acreedores privados
avalados por el FMI y el BM y su rápida sustitución por el capital chino, en una
reciente e intensa relación bilateral, así como por la orientación hacia
organismos multilaterales alternativos, y en especial de carácter regional. Estos
desplazamientos dan cuenta de un nuevo momento en la hegemonía de la
economía mundial y la incipiente infraestructura institucional que se está
14
Acuerdo por el cual Ecuador se comprometía a mantener indefinidamente bajo tierra las
reservas petroleras del campo ITT en el Parque Nacional Yasuní, el lugar más biodiverso del
planeta. Rafael Correa sin embargo ha anunciado recientemente su decisión de dar el visto
bueno a la explotación petrolera en el Parque Yasuní, utilizando la figura de “interés nacional”
para conseguir un aval del Congreso que le permita sortear la prohibición de explotación de
recursos no renovables en áreas protegidas consagrada en la Constitución de 2008 (Constante
2013).
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constituyendo en base a esta nueva realidad. Estos cambios sin embargo, no
han supuesto una reconfiguración del lugar que ocupa el Ecuador en la división
internacional del trabajo, sino que más bien han mantenido su especialización
productiva vigente y su inserción primario-exportadora en la economía mundial.
El default ha contribuido así al ensanchamiento de algunos márgenes de
soberanía nacional mientras que ha facilitado el cercenamiento de otros. Las
condicionalidades políticas formales en torno a la deuda externa han sido
desechadas, pero continúa habiendo un nexo que une el nuevo endeudamiento
con el desarrollo de un conjunto de políticas públicas específicas, ya no los
paquetes de ajuste y austeridad, sino la profundización de las actividades
extractivas. Por su importancia como garantía implícita de capacidad de pago y
por las rentas que se derivan de sus excedentes tanto para el Estado como
para el capital privado, el desarrollo del sector extractivo continúa siendo un
elemento central de la política económica. El consenso que transciende el paso
del Consenso de Washington al de Pekín es en definitiva el “Consenso de los
commodities”. El default, ha contribuido, en el lenguaje de la CAIC, a levantar el
“freno impuesto al desarrollo” que suponía un Estado con las manos atadas,
pero a la vez, las nuevas dinámicas de endeudamiento han sido un factor de
incentivo para promover un modelo de desarrollo altamente dependiente del
sector extractivo. Así, el default y el nuevo endeudamiento, por su funcionalidad
en el impulso de este gasto público, han participado en ambos bandos de las
presiones contradictorias por un proceso de acumulación más autocentrado o
más extrovertido.
El gasto público por otra parte, ha permitido una “pacificación fiscal” de la
conflictividad social que caracterizaba el languideciente modelo de gestión
neoliberal. Al priorizar una redistribución ex-post y no ex-ante, la “Revolución
Ciudadana” queda atrapada en estas coordenadas: con el gasto público y
social como herramienta principal de su proyecto, se renueva su dependencia
de los ingresos que pueda generar el sector extractivo, y de la captación de
crédito que estos facilitan. De esta forma, el éxito del proyecto continúa ligado
en gran medida a los vaivenes de los precios internacionales de crudo y
materias primas. La propia gestión de la deuda, aun habiendo transitado hacia
unas coordenadas mucho más holgadas, mantiene su fragilidad estructural en
cuanto a esta dependencia. Una caída en los precios de los commodities
podría hacer reaparecer la conflictividad social actualmente apaciguada.
La dificultad de la política económica de incidir en el proceso de acumulación,
es el resultado del ambiguo intento de buscar “una sociedad más justa y
equitativa” sin querer “perjudicar a los ricos”. La propia política de gestión de la
deuda parece refutar esta posibilidad, pero a la vez ilustra la forma en la que el
gobierno la está intentando llevar a cabo. Por una parte, el default y la
reestructuración unilateral son un claro ejemplo de que el ahorro de recursos
públicos sólo fue posible mediante el perjuicio a los intereses de los
acreedores. Por otra parte, el default se canalizó a través de mecanismos de
mercado (recompra con subasta inversa) y no constituyó un repudio frontal al
pago de una deuda considerada “ilegal” e “ilegítima”. En este sentido, la nueva
gestión de la deuda pública capta la esencia contradictoria de la “Revolución
Ciudadana”, resultado una compleja interacción de relaciones de poder. Esta
163 de 350
posición indica el recorrido que puede tener la nueva orientación de política
económica del gobierno, pero también apunta hacia sus propios límites.
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