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Los comienzos poéticos de Darío: Romanticismo y Parnaso Si bien Darío no «revolucionó» el Romanticismo —ya que el Romanticismo Social, cuando Darío empezó a escribir, hacía muchas décadas que estaba establecido en Hispanoamérica y se encontraba, podemos pensar. en su fase epigonal— realizó en su adolescencia una obra poética romántica intelectual de relieve. Ineorporó a la poesía social el análisis critico y el comentario intertextual, defendió (en la mayoría de los casos) los grandes principios liberales de las revoluciones burguesas decimonónicas: democracia, progreso cívico, libertad política, religiosa y educacional, rebelándose contra los abusos de la religión institucionalizada y la tiranía’. Sostuvo la noción de una poesía cívica comprometida con su sociedad y sus luchas históricas2, asignándole al poeta un papel de profeta, tal como lo había propuesto su maestro Hugo3. Darío fue capaz de comunicar en su poesía su auténtica pasión intelectual, su gusto por el aprendizaje y su fino instinto de lector. A los catorce años escribió «El libro», para su lectura en la inauguración de la Bibliote- í. ver Emilio Carilla, El Romanticismo en la América Hispánica (Madrid: Gredos. 1975). tercera edición revisada y ampliada, tomo 1. pp. 47-70. 2. Alfred Glauser, La poéíique de Hugo (Paris: Librairie Nizet. 1978>. pp. 11-29: Paul Bénichou, El tiempo de/os profetas Doctrinas de la época romántica (México: Fondo de Cultura Economíca, 1984). traducción de Aurelio Garzón del Camino, PP. 213-303: Roger Picard, El Romanticismo Social (México: Fondo de Cultura Económica. 1947). traducción de Blanca Chacel. pp. 57-78. 3. FI respeto que Darlo sentía por los ideales de Hugo no era un hecho excepcional: continuaba una tradición literaria seguida por los principales escritores románticos en Hispanoamérica. Esto no debe llevarnos a creer. sin embargo, que Darío luera un mero imitador y un poeta romántico sin mérito: sus contemporáneos, en Centroamérica y Chile. reconocieron la calidad de su poesía romántica. Ver Diego Manuel Sequeira, Rubén Darío criollo Raíz y médula de su creación poética (Buenos Aires: Editorial Kraft. 1945), pp. 3548; Raúl Silva Castro, Rubén Darío a los veinte años (Santiago: Editorial Andrés Bello, 1966). segunda edición corregida y aumentada, pp. 161-80. Anales de literatura hispanoamericana, núm. 21. Editorial Complutense, Madrid, 1992 484 Alberto Julián Pérez ca Nacional de Managua en enero de I882~. Hace en el poema una enumeración histórica de las grandes obras escritas. Los autores clásicos comentados son aquellos reivindicados por los románticos contra el gusto clásico, especialmente Shakespeare y Calderón, y los contemporáneos son los escritores típicos de una biblioteca romántica bien organizada de un intelectual de la época5. Las lecturas que evidencia Darío en el momento que escribe este poema, nos revelan a un adolescente de gran capacidad intelectual y crítica, un lector inusual, idiosincrático, «salvaje», que consideraba la poesía un ejercicio ilustrado de aprendizaje y no el simple fruto de la inspiración6. Demuestra que el libro es un aliado de las ciencias y las artes, y tiene un enemigo: el Vaticano. Su condena es aritieclesiástica y no antirreligiosa. Para él la Iglesia «excomulga» la libertad y maldice el libro. Anuncia la caída de ese «edificio del Mal» y el comienzo de una nueva era, hija de la Revolución Francesa. La juventud pregona la democracia y el liberalismo. Incluye la visión de un sueño en que se le aparece un ángel que le pone en sus manos un ama y le da el don de la poesía, previniéndole que no le cante al mal ni a la tiranía, y que se inspire en la Naturaleza. A pesar de la juventud de Dario, su radicalismo liberal inspirado muestra la tnfluencia que han tenido en él las lecturas de los escritores románticos, y cómo todavía permanece vivo en Hispanoamérica en este entonces el espíritu revolucionario de la independencia, al menos en el idealismo de los jóvenes, alimentado por el imaginario del Romanticismo Social7. Pero no toda la producción romántica de Darío acept-a el modelo poético con docilidad. En esta época tardía del Romanticismo, cuando ya habían surgido poetas contestatarios antirrománticos, como los parnasianos franceses, el lector abordaba la tradición romántica con cierta desconfianza. animado de un espíritu de negación. El Romanticismo ya no podría ser repetido ni en su primera fase espiritualista anglo-germana ni en su segunda fase liberal francesa8. Los poetas se encontraban con un dilema muy 4. Ver Diego Manuel Sequeira, Rubén Darío criollo.., pp. 49-74 y Rubén Darío. Autobiografio, Obras completas (Madrid: Afrodisio Aguado, 1950), tomo 1. p. 39. 5. Empieza comentando un texto religioso: las tablas de Moisés: luego, las obras canónicas de los grandes autores clásicos de la literatura: Cervantes, Shakespeare, Milton, Dante, Calderón: y las obras de escritores contemporáneos, como Jorge lsaacs. Víctor Hugo. Renán. Nóñez de Arce, Campoamor. Trueba, Byron. Espronceda. Sobre las lecturas de Darío en sus años de formación, ver el estudio de Ernesto Mejía Sánchez. «Las humanidades de Rubén Darío». Cuestiones rubendarianas (Madrid: Ediciones de la Revista de Occidente. 1970), pp. 137-60. 6. Sobre Darío adolescente ver Diego Manuel Sequcira. Rubén Darío criollo..., y Edelberto Torres. La dramática vida de Rubén Darío (México: Grijalbo. 1956). pp. 21-51. 7. Termina el poema celebrando el papel social y político del libro. su misión en defensa de la libertad de pensamiento y en la creación de «modernos girondinos/ que cantan La Marsellesa>. El libro hace «lo grande». «lo etemal». «lo sublime», redime la razón y expande el sentimiento, creencias del ideario romántico. Ver Roger Picard, El Romanticismo Social... pp. 325-42 y Emilio Carilla. El Romanticismo en la América Hispánica..., tomo 1, pp. 71-lIS. 8. M. H. Abrams, «Coleridge. Baudelaire, and Modernist Poeties», The Correspondent Breeze Essays on English Romanticism (New York: W. W. Norton. 1984). PP. 109-144. Los comienzos poéticos de Darío: Romanticismo y Parnaso 485 difícil de resolver, que exigía de ellos un agudo análisis de la tradición romántica y sentido de autobservación. Debían tomar conciencia de la propia actitud hacia esa tradición, y asumir una distancia crítica. Darío. durante su adolescencia, estudi-a las obras de autores románticos y de escritores contemporáneos, buscando un camino para su propia creación; testimonio de esto son los poemas que dedica en 1884 a Manuel Reina y a Francisco Gavidía, donde revisa la estética que subyace bajo la obra de estos autores9. Darío entendió que una de las funciones de la poesía era meditar sobre la poesía; a lo largo de su obra hay gran cantidad de poemas dedicados a otros poetas, entre lo que se destacan los «Medallones» publicados en la edición de 1890 de Azul... En Epístolas y poemas (primeras notas). Managua. 1885, predominan las composiciones destinad-as a reflexionar sobre los problemas de la cultura y la literatura: «El poema y las musas», «A Ricardo Contreras». «A Juan Montalvo». «A Emilio Ferrari». «Víctor Hugo y la tumba». «El arte»’0. «Víctor Hugo y la tumba» lo escribe Darío al morir el poeta mayor del Romanticismo francés. Presenta a Hugo en el momento de entrar en la muerte: la naturaleza patéticamente acompaña al Genio, demostrando su afinidad con su carácter y su subordinación a lo humanolí. Es ésta una poesía elegíaca, donde utiliza procedimientos alegóricos de difícil composictón, tanto por el diálogo que realizan entre silos elementos antropomorfizados, como por el carácter abarcador y mítico que debe dar al mundo representado de gran complejidad cultural, e implica un acto de valoración crítica del-a trascendencia de Hugo, su admirado poeta. para la poesía de] siglo diecinueve. Darío destaca la misión social del liderazgo poético de Hugo, su papel como profeta e iluminador del pueblo, su defensa de los principios políticos liberales: la libertad y el progreso, y su relación patética y heroica con Ja naturaleza. Durante su periodo romántico, Darío poetizó sobre temas y problemas 9. Gavidia era un poeta coetáneo de Dario. que compartía muchas de sus preocupaciones post-románticas. Darlo alaba su nueva práctica poética formalizante. el uso de los colores. el manejo diesiro de los metros y eí sentido plástico y escultórico de la imagen. Ante el poeta español Manuel Reina, que ya había publicado en esta época dos libros de poemas: Andantesyalegro& 1877 yCromosyacuarelas Cantos de nue~-cra época. 1878, en los que se notaba la influencia parnasiana francesa, Darío toma una posición crítica muy clara de defensa de este tipo de poesía. lO. El poema «A Ricardo Contreras» es una epístola satírica de defensa. ante un ataque que éste le hiciera a su poema «Ley Escrita»: el poema dedicado a Montalvo es una revaloración de los principios poéticos románticos: los concepios de genio, la inspiración, lo sublime: el papel de lo belio y lo noble, la Naturaleza, la Humanidad, la Libertad. II. Dice Darlo: «En tanto, en las alturas, las mil constelaciones! bordaban los cambiantes de sus fulguraciones!en el velo impalpable del esplendente azur,! Callaba el oceáno: y sobre los volcanes! altísimos, dormian los grandes huracanes! del Este, del Oeste. y del Norte y del Sur,» (PC, p. 388>, En esta poesía de Darío. como en toda su producción posterior. notamos eí dominio del sentido plástico de la imagen y la riqueza de sus formas rítmicas. 486 Alh eflo Julián Pérez políticos de su tiempo, como lo testimonian sus poesías dedicadas a Máximo Jerez (líder liberal que impulsaba la unión centroamericana, a favor de la cual estaba Darío), entre las que se cuentan «Máximo Jerez», «Soneto Cívico a Jerez», «Himno-a Jerez» y «El apocalipsis de Jerez». Dirige estos poemas a la humanidad y exalta los principios liberales. En «Máximo Jerez», que recitara en la velada de duelo del Partido Liberal en 1881, cuando contaba 14 años de edad, Dario llama a Jerez «...discipulo sublime/de Augusto Comte y Littré» (P.C., p. 22), los filósofos positivistas cuyo cientificismo biologicista animara el pensamiento determinista e historicista de la burguesía liberal latinoamericana durante el siglo diecinueve’2. En «El apocalipsis de Jerez» demuestra una aguda comprensión de los procedimientos poéticos de enmarcación de los versos, del sentido dramático de la sustantivación y del valor de los comentarios literarios incluidos en sus poemas narrativos. Exalta el carácter heroico del poeta como personaje que, al cantar, se eleva hacia los grandes motivos sublimes. Habla de la misión del poeta como pensador y de la poesía como fuente de meditación y expresión del pensamiento’3. Entre sus composiciones de celo patriótico, se destacan las dedicadas a Morazán, a Bolívar, a la unión centroamericana, que desarrollan la preocupación romántica de la inserción del sujeto en la historia y la reflexión sobre los problemas políticos”. Trata en varios poemas las ideas principales del romanticismo liberal: la razón, el progreso, la educación, el porvenir. Aparecen repetidamente los grandes tópicos de descripción de la naturaleza sublime y antropomórfica, cargada de patetismo. empleados unas veces como elementos dramáticos en sus poemas narrativos patrióticos neo-épicos, y otras desarrollados en poemas específicamente dedicados a ella: «Naturaleza». «Al mar». «La luz». Escribe diversas composiciones de tema amoroso. Se trata en muchos casos de poesías de ocasión, como la que dedicara en 1882 a Mercedes de Zavala, esposa del presidente de Nicaragua. en la Velada organizada en el Salón de la Cámara de Diputados para la construcción del Hospital General de Managuais. En esta poesía. titulada «Serenata», imita el tema orien- 12. Edelberto Torres. La dramática vida de Rubén Darío (México: Grijalbo. 1956). 23 edición. p. 32; Enrique Anderson lmberi. La originalidad de Rubén Darío (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1967). pp. 19-36. 13. Dice: «iFí pensamiento! ¡Fuerza poderosa...! ¡Luz que ilumina eí orbe. fulgurosal prepotente, fortísima palanca! que, en estupendo vórtice prolundo.! domina el cielo y engrandece el mundo!» (PC., p. 64). 14. El poema «A] Libertador Bolívar» es un himno de celebración del héroe hispanoamericano; Darío ve a Bolívar pasar por eí espacio liberando pueblos: «Transfigurado pasa! llevando su estandarte que flamea:! en ardores se abraza.! y pueblos libres crea! volando en su caballo de pelea» (PC., p. 69). 15. Esta actitud de Darío de escribir «poesía de ocasión» y para situaciones oficiales (en parte porque siendo reconocido en su pais como «poeta-nito» se labré rápida fama y lo llamaban para recitar en fiestas públicas y celebraciones cívicas) se mantiene a lo largo de su Los comienzos poéticos de Darío: Romanticismo y Parnaso 487 tal que Víctor Hugo introdujera en la poesía romántica con su libro Oriensales’6. Notamos la habilidad descriptiva que tan bien empleada años después en su poesía parnasiana17. Es posible que en este tiempo ya hubiera leído Dado a algunos de los poetas parnasianos (cuya obra se difundia desde 1867) sin tomar demasiada conciencia del cambio cualitativo de esa estética con respecto a la romántica, pero aún no había pensado en trasladar esas innovaciones a su propia obra. Muchas de las poesías líricas de Darío son «exotistas», mostrando que ese aspecto del Romanticismo le había impresionado tambiénís. Existían en la poesía en lengua española antecedentes de «orientalismo» y «exotismo» desde el primer romanticismo español, en poesías como «A Jarifa en una orgia» de Zorrilla y, entre los poetas hispanoamericanos, en «La cena de Baltasr». del mexicano Manuel Carpio19. En el primer Romanticismo hispanoamericano, encontramos imágenes de lujoso colorido en «Oda a la agricultura de la zona tórrida» de Bello, que describe a los seres y al paisaje en su extrafieza y en su exotismo21>. El problema con lo diverso, lo que se opone a nuestra identidad y la provoca, lo «otro», queda así radicalmente planteado en el Romanticismo y en el Modernismo hispanoamericano21. En sus posteriores libros de poemas, Abrojos, de 1887 y Otoñales (Rimas,), 1887, publicados en Chile, Darío retoma el tema lírico amoroso. Con respecto a su procedimiento técnico, dijo el poeta que Abro¡os había nacido de vida, Ver Antonio Oliver Belmás. Este otro Rubén Darío (Madrid: Aguilar. 1968). segunda cdiclon corregida y aumentada. PP. 15-86. 16. Orienta/ev fue uno de los libros preferidos de los poetas descriptivistas como Gauthier e inspiré a los Parnasianos franceses. Ver P. Martino. Parnasse et Svmbo/isme (Paris: Librainc Armand Colín, 1928). Pp. 3-30: Catulle Mendés, La légende du parnasse <-ontemporain (Bruxelles: Auguste Brancarí. 1884). Pp. 24-8: Luc Decaunes. La poéíe parnassienne de Gautier á Rímbaud (Parls: Seghers, 1977). Pp. 7-36. 17. Dice: «Señora, allá en la tierra del sándalo y la gomal bajo el hermoso cielo de Arabia la Oriental! do bullen embriagantes la mirra y el aroma.! y lucen sus colores la perla yel coral:! ofrecen los cantores al dar su serenatal en medio de sus notas etéreas y vibranies,! del dálil la dulzura, del loto la escarlata.! carbunclos y zafiros., rubíes y diamantes” (PC. p. 106). 18. Darío desarrolla el tema orlental en poesías narrativas como «La cabeza de Rawí» y «Ah,>, publicadas en su primer libro Epístolas y poemas (primeras notasj 1885. 19. Ver Marcelino Menéndez y Pelayo. Antología de poetas hispanoamericanos (Madrid: Real Academia Española. 1893-95). tomo ti. p. 180. 20. Esta posibilidad de describir lo «otro» está siempre presente en la base del problema de la representación literaria del imaginarlo latinoamerleano del siglo XIX y es concomitante con el problema de la fundación y constitución de una literatura propia. Ver Julio Ramos. «Saber de ‘niro’: escritura y oralidad en el Facundo de D. F. Sarmiento», Revista Iberoameri<-ana. Núm. 143, Abril-Junio 1988. Pp. 551-72. 21. El pensamiento europeo decimonónico iambién trataba de explicar y dar un lugar dentro de su sistema «occidental y cristiano,,, es decir, logocéntrico y eurocéntrico, a la representación de aquellos pueblos de culturas diversas a los que se iban acercando como consecuencia de las aventuras imperlalistas y las guerras. sin renunciar al sentido de legitimidad que asignaban a su empresa. Ver Edward W. Said. Orientalism (New York: Vintage Books, 1979). Pp. 1-28. 488 Alberto Julián Pérez la imitación de las Humoradas de Campo-amor y de las Saetas de Leopoldo Cano, y que no había tratado de imitar ni a Heme ni a Bécquer22. Procura Darío en este libro experimentar en la creación de una poesía popular de lenguaje directo y sencillo, expresando pensamientos sorprendentes de tipo aforístico, en que el sujeto lírico comunica su «verdad», por lo general un entimema (o enunciado silogístico imperfecto al que le falta uno de los miembros) provocativo, misterioso y sugerente (gracias a esta «falta» de lógica) y crea la imagen de un poeta «sabio» y profundo, que motiva con sus pensamientos el interés del lector. Otoñale~ escrito para un certamen poético de composiciones al estilo de Bécquer, está compuesto de rimas que siguen la tradición romántica del subjetivismo lírico del español, y muestran la habilidad descriptiva y colorista de Darío, preanunciando su propia poesía parnasiana posterior23. Darío fue un poeta romántico «completo» que trató de ser seriamente Víctor Hugo y jugó a parecer Bécquer. Campo-amor y hasta Zorrilla, en numerosas poesías narrativas y leyendas, entre ellas «Moderno idilio (Francisco y Elisa)». «El anverso y el reverso». «La cegua». «¡Margarita!». De todos estos modelos, el que reprodujo mejor fue el de la poesía social de Víctor Hugo. en composiciones como «El libro». «Al libertador Bolívar» y «A Juan Montalvo»24. Tradujo con buena habilidad una parte de la Légende des siécles de Hugo: «Los cuatro días de Elciis» y de Fin de Salan, «La entrada en Jerusalén». Dado tomó conciencia del cambio de los nuevos tiempos y supo Ver cl Romanticismo con sentido crítico, cuestionando en el poema satírico «Ecce Homo» de Epístolas y poemas el uso reiterativo de ciertos motivos «gastados». Percibimos en esta crítica un cambio paulatino de la recepción del discurso romántico: sus motivos poéticos son incapaces de emocionar al poeta, han perdido legitimidad y prevalece el aburrimiento. Insiste en otro verso que «el spleen» invade a l~i humanidad y la sofoca y que hacen falta emociones y maravillas nuevas para poder volver a sentir25. En su poema Darío expresa un sentimiento de desilusión, de decepción postromántica «decadente»26. Muestra su capacidad para ponerse por encima 22. Rubén Darío, A. de Gilben Biografía de Pedro Balmaceda. 1889,0(1, lomo II. p. 157. 23. En estas rimas tos versos se alejan del estilo discursivo romántico social; son preciosistas y se concentran en el efecto visual y sonoro. Darlo trata de crear un contenido de sensaciones sugestivas. sin exagerar en la descripción de detalles pintorescos, empleando repetición para reforzar la melodía del verso, tal como lo había hecho Bécquer en sus rimas, Ver Edelberto Torres. La dramática vida.., p. 74. 24. Ver Roger Picard. El romanticismo social (México: Fondo de Cultura Económica. It edición. 1987), pp, 105-28 y Alfred (ilauser. La poétique de Hugo (Paris: Nizet. 1978). 25, Ver Jean Fran9ois Lyotard, «The Sublime and the Avant-Garde>,. The Lyotard Reoder (Cambridge: Basil Blackwell. 1989), edición de Andrew Benjamin. PP. 196-211. 26. En las últimas estrofas comenta sobre la «vejez» de esa visión del mundo, frente a la que él reacciona con la «nueva» hipersensibilidad e ironía del hombre de fin de siglo, que sc siente impotente frente a la realidad social. Ver Marcel Raymond. De Raudelaire al .surrcalismo (México: Fondo de Cultura Económica. 1960). pp. 9-37. Los comienzos poéticos de Dado: Romanticismo y Parnaso 489 de la práctica poética romántica de su tiempo en Hispanoamérica, donde la influencia poética del parnaso francés era aún bastante vaga. Pero su postura tiene vaivenes y se caracteriza por unafalta de idenqficación definitiva y total con una doctrina27. Dado muestra (a pesar de su enorme ambición de «modernizar» la poesía en lengua española y su demostrada habilidad para llevarla a cabo), una actitud cambiante y oportunista. A lo largo de su vida supo adaptarse a los diferentes intereses y satisfacer las demandas ideológicas de los grupos institucionalizados (no contestatarios) que requenan sus servicios28. Esta actitud inmoral frente al poder, y el sentimiento de pertenecer a una «élite» intelectual y artística que no necesitaba regirse por las reglas morales y prejuicios de los hombres comunes de la «masa», llevó a muchos modernistas, como Lugones. a idealizar doctrinas totalitarias de fuerza y dar su apoyo al fascismo29. En comparación con estos casos extremos, aunque no excepcionales, la actitud de Dado fue más moderada. Esto se debió, en parte, a su catolicismo, que le exigía buscar posiciones conciliadoras y pacifistas. Dirigió su tendencia destructiva hacia sí mismo. sometiéndose, como su admirado Verlaine, a la muerte lenta del alcoholismo. Darío fue en su vida muchas cosas contradictorias y diversas: pasó de ser un poeta romántico-social, identificado con los grandes motivos poéticos humanistas de Hugo. a ser poco después un poeta parnasiano, identificado con el ideal esteticista del «arte por el arte»30. Su apetito oportunista se manifestó de forma abierta cuando viajó a Chile en 1886 y. alejado de su tierra, tuvo que abrirse paso en un medio para él extraño31. En estas cir27. Oscar Rivera-Rodas. La Poesía Hispanoamericana dcl siglo XIX (Del ro,na,,tícismo al modernismo) (Madrid: Alhambra. 1988). pp. 231-302. 28. Darío era un hombre de gran ambición y tenía un apetito desmedido de aceptación. reconocimiento y fama, que lo llevó a buscare1 favor de los poderosos y a distanciarse de aquellos comprometidos con una lucha ética conira el sistema político que pudieran comprometer la viabilidad de su nombre para las oligarquias. Ver el episodio entre Darío y Martí en Nueva York en Rubén Darlo, «Autobiografía». 0(1. lomo 1. p. 10<). 29. Otros, como Quiroga y Chocano. se entregaron a aventuras de grandeza y poder (iniciaron empresas economícas descabelladas que terminaban necesariamente en la catástrofe) y expresaron su desilución social a través de una actitud destructiva, que podia terminar en eí suicidio o. en el caso de Chocano. en el asesinato. Ver Lily Litvak, editora. Luis Mongtno. «La modalidad peruana (leí modero ismo,,, El Modernismo (Madrid: Taurus. 1975). Pp. 243-26<) y I.uis Alberio Sánchez. Aladino o vida y obra de José Santos Chocano (México: Libro Mex. 1960). 30. Podemos explicar en parte (aunque no justificar) esta actitud de «camaleón» y su oportunismo (que no era inusual en el hombre pequeño burgués de fin de siglo) si consideramos la marginación de la cultura hispanoamerlcana en esta época, especialmente en la Centroamérica pobre a la que perteneció, donde se hacía evidente el fracaso de las burguesías liberales surgidas de las guerras independentistas, y donde la buena educación humanísta era básicamente una tarea autodidáctica. Ver Angel Rama. Rubén Darío y el modernistao (Caracas: Alfadil, 1985) y Diego Manuel Sequeira. Rubén Darío riollo pp. 49-74. 31. Raúl Silva Castro. Rubén Darío a los veinte año,s (Santiago: Editorial Andrés Bellos, 1966), segunda edición corregida y aumentada, 490 Albeno Julián Pérez cunstancias demostró una habilidad notable para obtener favores de los poderosos: consiguió hacerse amigo del hijo del Presidente de Chile. un joven de su edad aficionado a las letras, y gracias a sus contactos obtuvo la corresponsalía en el extranjero de La Nación de Buenos Aires, periódico en cl que colaboraban las plumas más prestigiosas de América y España32. Dada la fuerza de la divisa argentina en esa época. este trabajo sería una gran ayuda para el joven poeta y le permitiría, pasado el tiempo. no sólo vivir en Buenos Aires. sino también en Madrid y París y viajar por Europa, concretando así su aspiración cosmopolita fin-de-siécle. Durante su estadía en Chile, hubo un concurso poético en Santiago para «celebrar» la gloria «épica» de la nación y su victoria en la vergonzosa guerra fratricida de 1879 con Perú por cuestiones limítrofes~, y Darío. viendo esto como una buena oportunidad para demostrar su talento poético y su afinidad con los intereses del país, estimulado por el consejo de Pedro Balmaceda. hijo del presidente chileno, escribió en 1887 el Canto épico a las Glorias de Chile que salió premiado. Esta ambición del nicaragúense de ser el poeta épico. si no de América. de sus oligarquias enriquecidas, continuaría a lo largo de su vida, culminando en 1910 cuando, en ocasión de celebrarse el Centenario de la Independencia argentina, escribió el «Canto a la Argentina» en homenaje al progreso y la vida moderna. En 1888 Dario publica Azul.., la colección de cuentos y poemas que tanto apreciara el crítico español Juan Valera. el primero que llamó la atención en España sobre el gran talento poético y las ideas literarias renovadoras que Dado estaba llevando a la práctica. Valera le dice en su primera carta que. al ver el título del libro, había ercido que era uno de los tantos imitadores de Víctor Hugo. ya que la «manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos...’>. pero que, al leerlo, se convenció de que se trataba de otra cosa, y que su autor conocía bien la antigua literatura griega y «todo lo moderno europeo»33. La principal fuente literaria de Azul..., reconoce Valera. son los «libros franceses», y se muestra admirado ante la capacidad de Darío de «asimilarse todos los elementos del espíritu francés» sin haber vivido en Paris y «sin el influjo del medio ambiente». Afirma que «no se ha dado jamás caso parecido con ningún español peninsular», ya que los españoles tienen un fondo local tan arraigado que les es imposible aprender lo extranjero, excepto superficialmente. Comprende que este americano posee una aptitud especial para asimilar sus lecturas, que lee lo francés desde una perspectiva general y amplia y lo recibe de una manera liberadora34. Indica que en su prosa y en cl verso 32. Edelberto Torres, La dramática vida de Rubén Dado..,, pp. 126-7. 33. Rubén Darío. «Carta de Juan Valera a Rubén Darío”. Azul... El Salmo dc la ¡‘luma Cantas de vida y esperanza Otros poemas (México: Porrúa. 1965). edición de Antonio Oliver Belmás. pp. 3-16. 34. Dice que Darío ha leído a los autores románticos y post-románticos más destacados del siglo diecinueve francés, pero que, sin embargo. Darío había creado de estas lecturas Los comienzos poéticos de Dado: Romanticismo y Parnaso 491 «todo está cincelado, burilado, hecho para que dure», a semejanza de los autores parnasianos y de Flaubert: ve que no quiere «enseñar» nada, y es, por lo tanto, un artista que practica «el arte por el arte». Valera reconoce en los cuentos una forma «más afrancesada» y en las poesías una forma «más castiza». Observa que es en sus cuentos donde Darío intenta una trasposición más agresiva de las formas literarias francesas al español, y dice, en su segunda carta a Darío. que esos cuentos «parecen escritos en París». Concluye la segunda carta con bien intencionado eclecticismo, reiterando que aplaude su «galicismo mental», pero que lo combine con la ilustración de otras literaturas europeas. incluida la española. y que emplee una mayor variedad y riqueza de elementos en su compostcíon. Si bien Darío puede trasponer los hallazgos de la nueva literatura francesa a la prosa, siguiendo en esto el ejemplo de escritores como Martí (que empleaba el período corto y la frase plástica y sonora, derivada de las tendencias parnasianas, en sus ensayos periodísticos), no logra un resultado tan satisfactorio en su poesía, que aún mantiene en Azul... muchas características románticas combinadas con efectos poéticos parnasianos35. En la sección «El año lírico» incluye un poema por cada estación: «Primaveral». «Estival». «Autumnal» e «Invernal». Los cuatro poemas tienen tema amoroso y, con la excepción de «Estival», están escritos en la primera persona lírica que tanto idealizaron los románticos y que rechazaban los poetas parnasianos. En «Primaveral», si bien habla de «rimas» y utiliza el discurso confesional amoroso típico de la poesía romántica (los parnasianos habían reemplazado la confesión por la impersonalidad poética y la descripción), evidencia la influencia de la nueva conciencia formal post-romántica en el tratamiento artesanal del verso, ensayando la imagen escultórica preciosista parnasiana que luego usaría mucho más extensamente en las adiciones a la edición de AzuL.. dc 1890. especialmente en los «Medallones», y en Prosas proflmnas, 1896. Adquiere relevancia en las imágenes de esta descripción de «Primaveral» la presentación del tema mitológico y de los objetos culturales (el ánfora griega, la copa de oro) en su aspecto arqueológico, haciendo resaltar su cualidad plástica y su colorido. así como también la nobleza del material que se emplea (el alabastro, el oro, las perlas). A pesar dc que notamos en este poema cierta indecisión estética y la trasposición de los hallazgos poéticos parnasianos es parcial, posee un lirismo neo-romántico conmovedor. En él Darío exaltó las propiedades melódicas del lenguaje y la cualidad discretamente sugestiva e otra cosa. «Usted lo ha revuello tod<,» —explica con gran intuición Valera. reconociendo que el resultado era una combinación de estéticas contradictorias y hasia contrapuestas en su lugar de origen, y no se ajustaba con rigor a ninguna de ellas— «Y usted no imita a ninguno: ni es usted romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano». Ibid.. p. 6. 35. Consultar el excelente estudio de Raimundo Lida. «Los cuentos de Rubén Darío». Rubén Darío Modernismo (Caracas: Monte Avila. 1984), Pp. 19-92. 492 Alberto Julián Pérez intimista de la imagen, y empleó recursos técnicos novedosos, como los encabalgamientos. El segundo poema de «El año lírico», «Estival», es el menos «moderno» de los cuatro poemas de esta serie; narra una fábula: la relación bestial, inocente y amorosa entre dos tigres, que concluye trágicamente para éstos cuando el príncipe de Gales sale de cacería e, ignorante dc la vida que encerraba esa naturaleza, con gran torpeza mata a la tigre. Es el poema que más le interesó a Valera. dado su gusto romántico3<’. Reprocha suavemente a Darío el final truculento, censurando el sueño de venganza del tigre, que soñaba que devoraba varios «niños tiernos». En «Ananké» Dano presenta una fábula en que una paloma, que confiesa su felicidad y su amor a la vida. termina devorada por un gavilán. Esta escena da lugar a la conclusión que criticó Valera, en que Dios aparece representado como falible y reconoce su error, menospreciándose la omnipotencia e infalibilidad atribuida por el catolicismo a Dios como creador37. La transformación de la poesía de Darío, con respecto a su poesía antenor, en la primera edición de Azul..., es sumamente moderada. Muestra una serie de actitudes post-románticas que mantendría en el futuro, como es el abandono de los grandes temas romántico-sociales humanistas y políticos que desarrollara en Epístolas y poemas y otros trabajos de adolescencia, y el surgimiento de una conciencia formal que lo lleva a escribir composiciones más breves, de tendencia descriptiva, en que prescinde parcialmente de lo explicativo y discursivo que animaba su poesía románticosocial. El pesimismo que percibe Valera lo acerca a la posición de los artistas «decadentes» europeos de la época; ve en el artista una función diferente, más autónoma y estetizante. y trata dc integrar descripciones de las artes plásticas a la imagen poética. Pero no es ésta una poesía desligada del yo poético, siguiendo el principio de la «impasibilidad» de que hablaban los parnasianos, ni encontramos en ella (aunque sí en los cuentos del libro, cuya intencionalidad estética es más radical3>) una defensa abierta del «arte por el arte» (que implique un rechazo definitivo de los grandes principios poéticos revolucionarios del romanticismo liberal dc Hugo en que creía antes). La transición poética al parnasianismo ocurrió poco después: en la segunda edición de AzuL.. de 1890, publica varios poemas nuevos, particularmente los «Sonetos áureos» y los «Medallones», que muestran la culminación feliz del proceso de adaptación de las técnicas parnasianas francesas a su propia poesía. Los «Sonetos áureos»: «Caupolicán», «Venus». «De invierno», son tres composiciones descriptivas en que prevalece la 36. Dice Valera: «Es un cuadro simbólico de los dos polos sobre los que rueda el eje deja vida: el amor y la lucha, el prurito de destrucción y el de reproducción». «Carta de Juan Valera a Rubén Dado,>. Azul.... p. II. 37. «Carta de Juan Valera a Rubén Darío», Azul.,, p. II. 38. Raimundo Lida. «Los cuentos de Rubén Darío”, PP. 21-39. Los comienzos poéticos de Darío: Romanticismo y Parnaso 493 acción de la mirada en el trabajo de composición de la imagen. En el segundo soneto el sujeto poético está emocionalmente implicado en el acto de percibir a Venus, que es simultáneamente la estrella Venus y la diosa mttológica del amor; la voz poética se desplaza sutilmente de una a otra tmagen y reconstruye los significados culturales que Venus tiene para el sujeto que la percibe. Prevalece el sentido de la composición como lectura de un proceso cultural que merece ser descifrado para recuperar su significación, tanto en un sentido arqueológico (las huellas de las culturas pasadas) como hermenéutico (las capas de significación múltiple de los signos). lEn los otros poemas el sujeto poético mayormente queda fuera del texto: es la mirada la que compone y articula en lenguaje cl cuadro que ve. «Caupolicán» cuenta la prueba de fuerza del héroe araucano, que sostiene sobre su hombro un enorme tronco de árbol durante un día entero con su noche; Darío relaciona la figura del héroe americano con los héroes de la tradición literaria épica. A pesar del «contenido» del poema, el poeta ha prescindido dc la descripción comprensiva que empleaba en su periodo romántico: la descripción se basa en el efecto de un detalle, la prueba de la resistencia del campeón americano, alrededor de la cual centra la escena. En adelante ésta será la técnica parnasiana que empleará en sus descripctones, que si bien no prescinden totalmente de lo discursivo, reducen la anécdota a dos o tres momentos significativos, en los que centra la descripción visual. Arma así un complejo sistema referencial que remite al aspecto cultural relevante en el poema, trayendo a primer plano su condición artesanal y su carácter de complejo y sutil «artefacto» cultural. En «Dc invierno» Darío presenta a una sensual mujer-niña: Carolina, mientras duerme recostada en un sillón. La descripción es «moderna». porque Carolina aparece rodeada de objetos culturales de carácter exótico y decorativo, como una jarra de «porcelana china» y «un biombo de seda del Japón». La descripción preciosista descansa sobre «detalles» intrascendentes: el gato de angora roza la «falda de A.lenyon» de Carolina. su tapado es dc piel de marta. En el poema «no pasa nada»: simplemente la muchacha se duerme y luego despierta. Darío guía la «mirada» del nuevo lcctor parnasiano cocí cuadro; dice: «mirad a Carolina» y luego se ubica a sí mismo dentro del cuadro que describe. «irrumpe» en la escena, podemos decir, y es visto a su vez por el personaje: «Abre los ojos, mírame con su mirar risueño...» (PC., p. 536). En el poema. además de la objetividad que procura la voz poética al fijar el cuadro, notamos cómo destaca Dado el aspecto «pictórico» de la imagen, tratando de crear un juego de contrastes de colores (aparecen el marrón, el rojo. el blanco, el gris. el rosado), así como también producir el efecto de diversas texturas (el pelo suave de los gatos, la seda, la nieve). Observamos, en estos poemas, una lograda y completa trasposición de los efectos poéticos desarrollados por la poesía parnasiana francesa a la poesía en lengua española. Esta efectiva práctica innovadora de Darío se mantíe~e en los seis sonetos de «Medallones», dedicados a los poetas parnasianos franceses 494 Alberto Julián Pérez Leconte de Lisle y Catulle Mendés, al famoso vate cívico neo-romántico norteamericano Walt Whitman, al cubano J. J. Palma, al italiano (que escribe en francés) Parodi y al mejicano Salvador Díaz Mirón. Darío trata de definir a cada uno: comenta brevemente la personalidad cultural de los poetas. el carácter de su creación, los contenidos y valores culturales de otras «altas» culturas reflejadas en sus obras39. Notamos en la descripción la cuidadosa y culta selección del léxico, característica que se habría de mantener como uno de los recursos más distintivos de la poesía postromántica. «modernista», de esta época. Después de la publicación de AzuL.. en 1888 y las adiciones de 1890. Darío no es sólo considerado un buen poeta romántico tardío, como lo había demostrado en Epístolas y poemas, sino un innovador de la poesía. el introductor y difusor de un parnasianismo agresivo, del arte por el arte, de las nuevas corrientes francesas, y el líder del «Modernismo». Empieza a trabajar en la obra parnasiana que habría de consagrarlo como poeta «maduro»: Prosas- profanas; que publicaría en Buenos Aires en 1896. Y en Buenos Aires será donde logre establecer su «escuela» poética y ser respetado y seguido por muchos discípulos notables, especialmente el boliviano Jaimes Freyre y el argentino Lugones<t1. Ese magisterio se verá consolidado con la publicación de los ensayos de Los raro~ también en 1896. en los que introduce la vida y la obra de diversos escritores post-románticos. la mayoría franceses, y entre los que se destacan los dedicados a Leconte de LisIe, Verlaine, Moreas. Lautréamont. al norteamericano Poe. al portugués Eugenio de Castro y al cubano Martí. Darío evidencia en esos ensayos un notable conocimiento literario y un fino sentido crítico. Como otros escritores finiseculares, Darío fue un gran lector, que tuvo que asimilar, primero, la revolución romántica, para poder trascendería. Basó su renovación «modernista» en una interrelación de los diversos medios artísticos y su reflexión en el medio poético. Demostró una profunda comprensión de los procedimientos formales y valoré la intencionalidad del artista, en ese momento histórico-literario difícil en que el lenguaje poético buscaba incorporar una multitud de efectos «técnicos» visuales y sonoros, exigiendo del poeta un alto grado de virtuosismo. PÉREZ Dartmouth College (EE.UU.) ALBERTO JULIÁN 39. A Palma, por ejemplo, lo presenta como un poeta interesado en lo exótico, en eí lujo. que «cincela,,. esculpe su poesía y se inspira en motivos mitológicos. Destaca su tendencia «parnasiana>’: es un «nuevo» poeta. Procediendo de esta manera descubre las intenciones estéticas de su «modernismo». 40, Emilio Carilla. tina etapa de<-isiva de Dado (Rubén Dará, en la Argentina) (Madrid: Oredos, 1967), pp. 57-75.