EL OFICIO DE SER MAESTRO:
Relatos y reflexiones breves
EDUARDO MERCADO CRUZ
Compilador
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Prólogo
Con entusiasmo he tomado la invitación de mi colega
el doctor Eduardo Mercado Cruz a prologar esta obra,
coordinada por él, pero realizada junto con maestros,
escrita por maestros y dirigida también a los maestros.
La trayectoria del doctor Eduardo como investigador en
la línea de Formación Docente, donde sus trabajos
vinculados a los procesos de formación en las Escuelas
Normales, le han permitido contar con los elementos
para desarrollar una docencia orientada al
fortalecimiento de la práctica profesional de los maestros
en servicio.
El Instituto Superior de Ciencias de la Educación del
Estado de México y, especialmente, la División Ecatepec,
en la que tanto el doctor Eduardo como una servidora
laboramos, se congratula de contar entre sus docentesinvestigadores a tan destacado colega que no contento
con sus logros académicos, ha querido sumar este
trabajo producto de su labor docente, al acervo de textos
que recuperan las reflexiones de maestros frente a
grupo, con el propósito no sólo de consignarlas por
escrito, sino de socializarlas entre la comunidad
magisterial de la entidad y del país.
Nuestra institución cuenta entre sus principales tareas,
además de la investigación, la de brindar estudios de
postgrado a maestros en servicio, abriendo cada dos
años una promoción de Maestría en Ciencias de la
Educación.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Aunque predominan los docentes del sistema educativo
estatal, nuestro programa de maestría no queda
restringido a ellos, también acuden a nuestras aulas
profesores federales y universitarios.
Debido a sus diversas procedencias, como es el caso
de quienes participan en este libro, los pensamientos
que aquí se consignan -aunque tienen un anclaje local
porque parten de la propia práctica profesional de
quienes han escrito- no se restringen en su alcance al
ámbito del Estado de México; pues abarcan situaciones
y experiencias que pueden sonar muy parecidas a las de
otros tantos maestros de “carne y hueso” de distintas
partes del país. Estos escritos nos muestran que las
ideas renovadoras tienen como referente la práctica
docente que se gesta al interior de las escuelas y las
aulas.
Los contenidos locales de sus reflexionen tampoco los
constriñen a su carácter anecdótico, dado el alcance
genérico de los asuntos abordados, convocan al diálogo
entre maestros. Por esto, contienen un potencial
formativo insospechado porque se originan y se ubican
en un contexto académico más amplio, en el que
considero tres virtudes:
• Derivan del trabajo entre maestros dentro del curso
optativo de Docencia, uno de los tres ejes de
especialización que se desarrollan en los dos últimos
periodos del programa de maestría, cuyo propósito es
fortalecer, a partir de la reflexión y el análisis, la práctica
profesional docente.
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• Fueron generados a través de la evocación e
introspección de las experiencias docentes, detonadas
no espontáneamente, sino suscitadas por la reflexión
derivada de la lectura puntual de textos académicos
vinculados con la formación, la cultura profesional, la
práctica docente y la identidad de los maestros.
• Afianzan, en cuanto soporte de la reflexión docente,
los elementos teóricos y metodológicos que permiten al
maestro elaborar ideas propias arraigadas en su
experiencia y, no sólo disertar sobre los pensamientos de
otros intelectuales que suelen sonar alejados del
quehacer cotidiano de nuestras escuelas.
En este sentido, los escritos aquí compilados se
atreven a cuestionar la formación docente tradicional,
aquella que se conforma únicamente en brindar
elementos teóricos y que se olvida de que la tarea
profesional de los maestros es tan compleja que no se
satisface solamente con conceptos; necesarios, ni duda
cabe en toda labor intelectual, pero no en su sentido
enciclopédico sino como herramientas que permitan
someter a un análisis crítico el trabajo docente.
Permitir a los maestros tomar la palabra, expresar a
través de ella sus propios sonidos, y crear nuevas formas
de entender la docencia, con base en la reflexión y la
recuperación de elementos teóricos, es gestar
condiciones de posibilidad para una escuela que requiere
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
ser renovada, donde los maestros que asisten a ella
puedan alzar la voz, en el sentido señalado por
McDonald (1986), y referido por Eduardo Weiss (1990),
de manera crítica y constructiva.
El maestro como sujeto entero, según lo plantea Agnes
Héller (1987), en su condición profesional, personal y
como trabajador, es revelado en estas voces por escrito.
De hecho, se muestra la complejidad de la tarea del
maestro, la cual no sólo se define por la enseñanza, sino
por la interrelación que ésta mantiene con las
dimensiones social, cultural, institucional y profesional.
Las constantes contradicciones en las que se
desenvuelve la tarea docente, sus demandas cognitivas,
metodológicas, afectivas y un largo etcétera, quedan
expresadas particularmente con sentidos genéricos por
los rasgos de humanidad con que han sido redactados
estos textos. De tal modo que las certezas, las
esperanzas, los desalientos, las razones y las
motivaciones que cada maestro expresa, cobran forma
de distintas maneras y permiten apreciar las diferentes
facetas de la práctica profesional docente.
El mejor destino que pudiera tener esta obra, es el de
ser empleada no sólo para levantar la voz de los
maestros, consignarla, socializarla y compartirla;
también se convierte en una invitación a otros docentes
para expresar sus palabras y así suscitar el diálogo entre
las múltiples y diversas voces magisteriales.
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Por ello, en nuestra institución, ofrecemos un espacio
para el debate, la comunicación y el intercambio de ideas
entre maestros.
Estamos convencidos en las virtudes de la
investigación como base de la enseñanza, como lo
propuso alguna vez Lawrence Stenhouse, este libro,
aunque no deriva propiamente de la investigaciónacción, permite mostrar cómo la docencia y la
investigación pueden comenzar a entrelazarse
fructíferamente teniendo como horizonte la innovación
educativa, esto es parte de un compromiso institucional
de formación docente, en el cual se respalda el proyecto
académico del ISCEEM Ecatepec para impulsar al
magisterio de la entidad.
Leonor E. Pastrana*
Docente-Investigadora y Coordinadora del
ISCEEM-División Académica Ecatepec.
Enero 2007.
* Correo electrónico: elopasflo@hotmail.com
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El Oficio de ser maestro:
Relatos y reflexiones breves
Presentación
Este documento contiene las elaboraciones
individuales que los estudiantes inscritos en el seminario
optativo de Docencia desarrollaron en el marco del
programa de Maestría en Ciencias de la Educación(1). A
diferencia de los trabajos que suelen llamarse
académicos en sentido estricto, en esta compilación,
aparecen relatos y reflexiones breves en torno al
quehacer cotidiano de cada uno de los integrantes. De
hecho, nos aventuramos a tratar los temas vinculados al
Oficio de ser maestro desde una perspectiva más
narrativa y anecdótica. Con ingenio, muchos de los
escritos retoman alguno de los aspectos que las (os)
maestras (os) viven y/o vivieron en sus escuelas; en
ocasiones, la ironía con la que son elaborados y el
sarcasmo que evocan, reflejan la necesidad de expresar
y compartir con los otros profesores lo que sucede en las
escuelas y que pocas veces es socializado y evidenciado
de manera abierta y natural.
Las experiencias son ricas y variadas, los senderos que
recorren los escritos de los estudiantes nos presentan los
contrastes, las diferencias y la especificidad de cada uno
de los niveles educativos. Ello refleja la variedad de
temáticas y, obviamente, de preocupaciones. Así,
mientras las maestras de educación preescolar buscan
reivindicar y profesionalizar su actividad docente, los de
educación media superior y superior se preocupan más
1 El seminario referido correspondió a la promoción 2004-2006, de la Maestría en Ciencias de
la Educación del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México (ISCEEM)
división Académica de Ecatepec.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
por las interacciones docentes, el trabajo con los
alumnos, la especificidad de la asignatura, el desarrollo
de valores y competencias en los alumnos. Esto no
significa que exista una diferencia en el rigor de la
reflexión con la que son tratados los temas, más bien, lo
que nos permite observar es la pluralidad de formas de
ver y verse a sí mismos como profesores.
Es pertinente señalar el camino metodológico y
didáctico que seguimos para elaborar estas reflexiones,
ya que todos ellos surgieron a posteriori; es decir, una
vez revisadas las lecturas propuestas en el curso y
discutidas de manera grupal, cada uno de los
estudiantes-profesores, se llevaba las inquietudes
planteadas, las preguntas, preocupaciones externadas
colectivamente, para después conformar su propio
relato, reconstruir su propia historia y su vivencia. Esto
permitió que los estudiantes retomaran las experiencias
y las reflexiones de los demás compañeros para
enriquecer la propia. De este modo lo que encontramos
son reelaboraciones de segundo orden; o para decirlo de
otra manera, escritos que surgen de la lectura y el
análisis colectivos y que después se traducen en
elaboraciones particulares, cuyo ingrediente principal es
la reflexión de la experiencia docente.
Hemos de señalar también que aunque en la mayoría
de los escritos no predomine la cita de los autores
tratados en cada una de las sesiones, como suele
suceder en los trabajos escolar-académicos, su
contenido refleja de manera contundente, el impactoque
dejaron en cada uno de los profesores los textos.
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Por otro lado, evidencia, la manera en que los
maestros pueden articular conceptos y categorías
revisadas en otros seminarios del programa de maestría.
De esta forma recorrimos el camino y las veredas del
Oficio de ser maestro, transitamos por las políticas
internacionales y nacionales que orientan hoy en día los
cambios en la educación y en la formación. Nos
sumergimos en el laberinto de la profesionalización de la
docencia, profundizamos en los recovecos de la
autonomía docente, de los saberes, la feminización de la
enseñanza, las condiciones laborales de los profesores;
caminamos por el desierto del individualismo y bebimos
del cáliz del trabajo colegiado, perfilamos y encaramos la
necesidad de trabajar para el otro y para uno mismo
tratando de enseñar en segunda persona y atravesamos
llanuras y desiertos para encontrarnos con los
claroscuros del oficio de ser maestro, así evocamos la
mística y la identidad acuñada en los albores del
magisterio y nos reencontramos con una vocación y
responsabilidad profesional que urge ser llenada con un
nuevo sentido.
Fue así como nos atrevimos a mirar a los autores
propuestos, de frente y recuperando las problemáticas
del oficio de la enseñanza; la lectura de José Coraggio y
Rosa María Torres, Emilio Tenti, José Contreras, Andy
Hargreaves, Luis Not, Ruth Mercado, Philippe Perrenoud,
Jaume Carbonell, Juan Delval y Jaume Martínez Bonafé
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
entre otros, no sólo nos permitió discutir acerca del
contenido que presentan, también nos condujo a
recomponer la mirada y alzar la guardia en el complejo
Oficio de ser maestro . Es evidente que el análisis y la
revisión de estos textos, llegaron a mover que algunas
fibras sensibles de los maestros que asistían al curso, por
esa razón, en un atrevimiento más, en cada uno de los
temas que aquí tratamos existe un escrito elaborado por
un servidor que anuda y recupera lo que las maestras y
maestros realizaron.
La pretensión de hacer un ejercicio de esta naturaleza
también tuvo un condimento más, debido a que en el
programa de maestría insistimos en la producción de
textos y de conocimiento en el campo de lo educativo,
creí pertinente no sólo solicitar dicha producción, sino
realizar con los estudiantes el mismo ejercicio que estaba
solicitando.
No cabe duda que logramos hacer un buen esfuerzo
que hoy se materializa en este libro colectivo, por esa
razón, ahora que redacto esta presentación me es difícil
quitar de mi pensamiento una de las primeras
elaboraciones de uno de los estudiantes, que no está
incluida en los temas tratados y que voy a citar a
continuación, porque que se ha convertido en un
referente personal que me permite reflexionar
constantemente lo que hacemos los maestros con los
estudiantes y el impacto que dejamos en ellos.
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Decía este profesor que una madre de familia de
secundaria se le había acercado para comentarle que su
hijo tenía problemas no sólo en la escuela sino en su
sueño, que cuando dormía oía la voz de los maestros y
eso le aterraba, de ahí que este maestro se preguntara
por la forma en que los docentes, sin percatarnos,
impactamos en el alumno. Ello lo condujo a escribir lo
siguiente:
Vo
V
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ce
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qu
ue
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n ii c
co
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so
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ña
ar
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Las escuelas secundarias son como pequeñas ciudades
donde las personas, maestros, alumnos, directivos y
trabajadores transitan entre un constante ajetreo, con sus
patios todos llenos de cemento y algunos espacios verdes que
sirven como testimonios de lo que se habla de ecología,
donde lo ceremonioso y solemne se confunde con el
sometimiento y con la velada o manifiesta amenaza que la
institución y los maestros imponen; donde el bullicio, los
gritos y los llantos se confunden con las risas, las burlas o las
ironías.
Pero la escuela secundaria no está para eso, en las juntas de
los profesores se habla de aprendizaje significativo, de
constructivismo, de inteligencia emocional, del pensamiento
creativo, del crítico, del convergente y el divergente, frases
célebres, ritualismo de palabras hechas, buenos propósitos
que terminan por ser deslices retóricos, que hacen que el
docente poco a poco extravíe la mirada; sofismas discursivos
que propician el desinterés.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Bien a bien el maestro no entiende qué es lo que los
coordinadores quieren y se pregunta, en silencio, no habla en
tanto sabe que está de por medio el sencillo recurso de la
descalificación. Lo que sí ha entendido muy bien es que el
plan del Modelo Pedagógico se parece más a un horóscopo
porque habla a futuro.
Lo que no sabe o no le interesa saber, es que esa historia
que niega, él mismo la repite frente al grupo; recordemos que
casi siempre dirigimos nuestro discurso al alumno o alumna
que nos presta más atención porque percibimos de inmediato
su cara de marco teórico; nos solazamos con nuestras
transposiciones lúdicas de vocablos, pero ¿En verdad ellos me
entienden? o ¿Yo me doy a entender?
Lo que tampoco sabemos es cómo nos clasifican nuestros
alumnos, cómo es que hacen de nosotros una tira cómica que
poco a poco se va llenando de complicidades y de esa forma,
nos volvemos populares. Casi siempre terminan clasificando a
los maestros por su manera de dar la clase: la de español por
su oratoria pintoresca, bisutería lingüística o trapecista en
verso; el de Cívica y ética por su retórica futurista, ritualismo
de expresiones moralistas y palabras azucaradas; el de
Geografía con su lenguaje acartonado; el de Historia con su
discurso del poder o demagogia política; la de Inglés con el
forcejeo lingüístico y arrebatos verbales porque nadie le
entiende; el de Física y la de Química con sus jerigonzas
técnicas y lenguajes crípticos; el de Matemáticas con su
arquitectura verbal y su intransigencia numérica; el de
Biología con sus discursos orgánicos y palabrejas sicalípticas;
la Orientadora con sus verborragias advertencias y etc., etc.,
etc.
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Ante esto, no falta que algún maestro profiera amenazas de
viva voz, pero tampoco se vale que nosotros manejemos
escaladas verbales, porque como docentes caeríamos en
arenas verbalmente movedizas cuando tenemos como misión
el cultivar el diálogo y confinar las voces, que da pánico soñar.
Germán Gutiérrez Goytortúa
Vaya pues esta producción que esperamos sea útil a
los maestros y maestras que al igual que nosotros
tenemos algo que pensar y decir sobre la docencia.
Eduardo Mercado Cruz*
Enero, 2007.
* Docente Investigador del ISCEEM-Ecatepec, correo electrónico: emecruz67@hotmail.com
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El maestro del siglo XXI, según el Banco Mundial:
La modernidad, la globalización y sus demonios
Eduardo Mercado Cruz
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Hoy en día nadie pone en duda la necesidad de contar
con un maestro nuevo y diferente, un maestro que se
haga cargo de desarrollar en sus estudiantes las
habilidades, destrezas y competencias que se requieren
en este mundo para insertarse de la manera más
adecuada en él. De hecho, el asunto de la formación y
de la escuela ha dejado de ser sólo una cuestión
reservada a los sistemas educativos y sus respectivas
secretarías.
En
la
actualidad,
organismos
internacionales, políticos, empresariales, y muchos
agentes más, exteriorizan su opinión respecto a la
educación, algunos de ellos –particularmente los que
financian los proyectos educativos de las naciones- se
mantienen atentos e interesados porque los países sigan
las políticas que -en el orden de lo monetario y esa idea
diabólica de progreso- se establecen en el “globo”.
El Banco Mundial es uno de esos organismos que no
duda en financiar proyectos educativos, sobre todo, si
éstos van a favor de su beneficio. Si se quiere una
educación de calidad, habrá que contar con maestros y
escuelas de “calidad”. La crítica no se hace esperar, de
acuerdo con el informe realizado por Rosa María Torres,
es necesario trascender y romper con un modelo
tradicional de escuela y de profesor. Hoy los aprendizajes
están en todas partes, los seres humanos aprendemos
tanto al interior de las escuelas como fuera de ellas; se
propone una educación para la vida, se replantean los
insumos en espera de tener buenos resultados a través
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
de la lógica del costo-beneficio; en la perspectiva del
Banco Mundial, el maestro, su formación y su salario no
son una condición determinante para mejorar la calidad
en las escuelas; sin embargo sí se reconoce que la
participación de éste es fundamental para el cambio
educativo.
A río revuelto, ganancia de pescadores, suele rezar el
refrán, ¿quiénes se benefician con este tipo de políticas,
a quién favorece que las escuelas y los maestros dejen
atrás prácticas arraigadas –contradictorias en sí mismasdonde el saber era enciclopédico y acumulativo y la
escuela se consideraba un espacio para la formación
integral y universal? La observación que se hace al
trabajo de los maestros parece sesgada, si el estandarte
de la calidad de la educación y el desarrollo de
competencias, destrezas y habilidades se convierten en
el propósito único y exclusivo de la escuela para
favorecer un pensamiento utilitario y pragmático viciado
por la incorporación de las tecnologías y la informática,
¿quién se va a hacer cargo -de lo que en su momento
planteó Jaim Etcheverry (2001)-, de hacer pensar a los
estudiantes? Los demonios andan sueltos y hoy, para
que haya calidad, también se requiere establecer un
calendario que garantice un número determinado de días
de asistencia a la escuela (200 días, más los que se
acumulen), la idea de la que se parte es que la
permanencia regular de los estudiantes en las
instituciones garantiza una educación también de
calidad.
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Cobertura, eficiencia, eficacia son términos que estamos
ya más acostumbrados a oír en los discursos de políticos,
funcionarios, e incluso los hemos incorporado a los
nuestros. Ingresar a la globalización nos ha llevado a
diseñar estrategias de venta de mercado, un mercado de
formación (Honoré, 1990). Tenemos enciclomedia,
estamos en el pináculo de la modernidad, un pizarrón
inteligente para un niño inteligente (aunque no sea para
todos).
Los problemas y los retos están ahí, si los maestros
tenemos que sobrevivir a los embates de la modernidad
y la globalización, tendremos que lidiar con los demonios
del mundo y con los propios, transitar hacia otro tipo de
docencia, implica entender que la escuela tiene que
ofrecer conocimientos para posicionarse en el mundo,
como lo apunta Yurén (1999), lo cual sugiere reconocer
que el modelo de formación y de escuela con que fuimos
formados en nuestra etapa de estudiantes y el que
promovemos ahora como profesores, no puede
permanecer estático y mucho menos estar al margen de
lo que pasa en el mundo, formarse para ser el maestro
del siglo XXI, supone una tarea que no por compleja y
abrumadora tiene que desdeñarse, pues como bien lo
señala Ibarra (1999), nos ha tocado jugar con esta
realidad que se asemeja más a la “realidad del diablo”.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Subordinación y modernidad
Germán Gutiérrez Goytortúa*
La vida educativa de nuestro país siempre ha estado
bajo decisiones del más allá y no decisiones del más acá.
Veamos sólo algunos hechos: desde sus inicios España
tuvo para México ordenanzas y todo el ejercicio del
poder influyeron en la educación, en leyes como las que
contenía La Constitución de Cádiz,
también se
delinearon proyectos de acuerdo con las reformas
borbónicas, todas ellas basadas en intereses políticos
hasta llegar a la época actual donde privan situaciones
de orden económico. Los antecedentes de este
mecanismo de desarrollo se sustentan desde la etapa del
mercantilismo, del libre cambio, de los acuerdos
Bilaterales hasta los Multilaterales.
Pero debemos conocer las cosas por su nombre,
México firma los tratados internacionales como el GAT y
el TLC, pues al terminar la guerra fría se hace necesario
un nuevo orden económico mundial y este nuevo orden
se llama GLOBALIZACIÓN, una teoría económica que
pretende rebasar la crisis del capitalismo de Estado
donde todo debe de modernizarse: el Estado, el derecho,
la productividad, los valores, la competitividad basada en
la calidad y la excelencia, y por supuesto, la educación.
Esta urgente modernización educativa se lleva a cabo
con base en tres prioridades: Calidad, equidad y
pertinencia; y se plantea un ordenamiento legal de
reforma para llevar a cabo dichas tareas. En este
sentido, hemos seguido al pie de la letra las políticas que
se nos han recomendado para este importante desafío,
pero vemos que este proyecto se aleja del mundo real
del trabajo, que no hay una verdadera relación entre la
escuela y la realidad, que existen serios desfases de
origen y que a pesar de eso estamos próximos a una
nueva reforma educativa.
Habría que cuestionarnos qué ha pasado, y sacar
nuestras propias conclusiones, porque si tenemos
perfectamente claro qué es el desarrollo, sabremos qué
hacer para impulsarlo. ¿No será que nuestro proyecto
requiere de autonomía?, ¿será acaso que dentro de la
globalización determinemos nuestro propio ritmo de
cambio?, ¿es posible que los beneficios para la educación
fueran distribuidos equitativamente y que la
autodeterminación sea condición necesaria para el
cambio? Porque, esa tan llevada autodeterminación
nacional, ha sido sustituida por eso que debemos llamar:
subordinación global.
Y si de educación se trata, el Banco Mundial nos ha
dado las prioridades y estrategias para llevar a cabo la
Modernización.
* Profesor de Educación Secundaria.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¿Modernización educativa igual a
calidad en la escuela?
Bentham Borrallas Verdejo*
Cierto día me invitaron a participar como docente en
un colegio donde se imparte educación en el nivel medio
superior; acepté, aunque el sueldo era austero; tenía
mucho tiempo de buscar algún empleo que me
permitiera tener un ingreso y a su vez, porque me gusta
mi trabajo.
Como sabemos, después de realizar todos los trámites
burocráticos respectivos, incluyendo la forma de vestir
del docente, al fin me permitieron el ingreso a su
instituto. Al día siguiente fue la presentación ante el
grupo, la cual demanda de manera obligada la famosa
clase modelo, otro aspecto más que evaluar; un ritual
que en la actualidad resulta imprescindible. Sin embargo,
la pregunta que emana de ello es: ¿quién evalúa al
evaluador? Cuando en la práctica el evaluador, en
muchos casos, no presenta una preparación pedagógica;
o bien, no tiene experiencia frente a grupos de escolares.
Una vez aprobada la evaluación me presenté ante el
grupo, pero en esta ocasión como titular de la materia;
al trabajar con ellos pregunté si había algún espacio en
donde realizaban sus prácticas de laboratorio, ya que la
materia que impartiría necesita como apoyo a la
enseñanza de ese espacio áulico; ante una negativa en
unísono me quedó claro la ausencia del lugar.
En ese momento recordé que durante la serie de
entrevistas que sostuve con las autoridades educativas
del plantel, me hicieron énfasis en lo vanguardista de su
institución, ya que operaba con tecnología educativa de
punta y estaba inmersa en la modernización educativa,
por lo que los posibles candidatos a pertenecer a ella
deben cumplir con cierto perfil académico.
Ante aquella retrospectiva me preguntaba: si en
verdad la escuela está inmersa en las innovaciones
tecnológicas, ¿cuál es el objetivo de no contar con un
laboratorio?; mismo que mejoraría el desempeño
académico del alumno. Es decir, parece que al docente
se le exige una preparación sólida en el ámbito
pedagógico y en el científico; pero por otro lado, se
carece de los recursos mínimos para el ejercicio docente,
se considera al maestro como el objeto, no como el
sujeto que busca un empleo para poder subsistir y cubrir
sus necesidades básicas, a través de un salario acorde a
su profesión, desarrollo profesional, con oportunidades
de crecimiento; en fin, aspectos que motiven y
garanticen la calidad de su labor, y la permanencia
profesional en la institución educativa. Sin embargo,
encontramos que esto es una quimera, lo que impera no
es la relación directa entre la preparación del maestro,
salario y condiciones laborales.
Cuando comenzamos a tocar el trasfondo de las cosas
encontramos las raíces de esta situación.
* Profesor de Educación Media Superior.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Una de las propuestas innovadoras en la educación,
apuntan a que el maestro promueva el conocimiento,
transformando su labor docente en una tarea de
creatividad científica. No obstante, la enseñanza y el
aprendizaje van más allá de sólo enseñar y aprender. La
realidad del proceso educativo demanda conocer las
condiciones en que se mueve el docente, las cuales cada
vez más están siendo manipuladas en el ámbito
internacional, en donde imperan intereses hegemónicos,
enmascarados por políticas internacionales que inciden
sobre la educación; lo cual ha tomado por nombre
Globalización, que, como señala Dieterich, consiste en
un proceso de expansión mundial de la sociedad
burguesa que va invadiendo poco a poco las distintas
regiones geográficas.
Por ello, el ahorro en el gasto que se destina a los
salarios de los profesores, como lo ha expresado en su
momento el Banco Mundial, es un argumento sin
fundamento pedagógico y sin consideración al maestro
como sujeto y profesional.
Desde esta ideología perversa los resultados
ostentarán bajos rendimientos escolares e incluso el
abandono de la docencia, lo cual culmina en el
empobrecimiento de la calidad educativa.
La globalización lleva de la mano la modernización
educativa, vinculada con los intereses de ganancia de las
grandes transnacionales que exigen una necesidad de
adaptación de los sistemas educativos. Por lo que la
llamada modernización educativa afecta las condiciones
de trabajo del docente y los salarios; y además no busca,
como se menciona en el discurso, una mayor calidad en
la educación. Las innovaciones tecnológicas serán
entretenidas o divertidas; sin embargo la educación no
sólo es asunto de recreación, tampoco de avances
tecnológicos, es de compromiso y de inmersión en el
ejercicio docente y sólo el mejoramiento en condiciones
de salario y un mayor reconocimiento social pueden
llegar a ser factores claves en el mejoramiento de la
calidad educativa.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Mi supervisora es representante
del Banco Mundial
Rosa Cecilia Torres Morales*
Mi supervisora no tiene una idea suelta, sino una
propuesta articulada: considera que se debe alcanzar el
acceso, equidad y calidad en las escuelas de educación
preescolar y toma en cuenta los postulados del BM para
poder alcanzar dicha meta; es decir, al igual que todos
los que opinan sobre lo hay que hacer o no hay que
hacer en educación, a pesar de tener nula o poca
experiencia de trabajo en un aula, se atreve a hacer
recomendaciones. Ella jamás ha sido educadora, no ha
trabajado con 30 niños pequeños, “niños de
departamento”, que el único espacio con el que cuentan
para explayarse fuera de sus diminutas casas es el Jardín
de Niños; a ellos nadie los conoce, nadie los ha
estudiado, son indiferentes para el BM y para su
representante: la supervisora escolar. Por eso el día que
quiso conversar con los niños preguntándoles sobre un
tema -creo que de gusanos- ni la escuchaban, ni la
veían; ¡cómo lo disfruté!, pero ella salió diciendo que no
estaba trabajando en forma adecuada con ellos. “No lo
creo maestra -le contesté- a mí sí me escuchan, pero eso
también hay que saber cómo hacerlo”.
Mi supervisora escolar se limita a mencionar una y otra
vez cuáles son los contenidos que se deben desarrollar
en el nivel preescolar; pero jamás ha analizado una
propuesta, sus alcances o pertinencia en relación con las
características de la comunidad, los niños o la
institución; claro, para ella es más fácil repetir lo que
dicen los textos.
Finalmente para eso nos pagan, como dice ella, “¡¿qué
no les da pena ir a recoger un cheque que no se
ganaron?!” Y a ella, ¿no le da pena recoger uno de
mayor cantidad por seguir entorpeciendo el proceso
escolar en las escuelas?
“¡Ay, pobres padres de familia, ellos creen que ustedes
están educado a sus hijos, ellos no saben, los
engañamos fácilmente!”, palabras de mi supervisora
cada vez que ve a los papás participando de manera
entusiasta con nosotras. Ellos saben más que usted
sobre los procesos de los niños, los ven todos los días,
los conocen, saben de qué pie cojean y en qué se les ha
apoyado, por lo menos han asistido dos horas a clase
abierta para que vean el trabajo con sus hijos. Usted,
querida supervisora, no aguanta estar en el grupo más
de cinco minutos, no creo que eso dé idea de lo que se
genera con un niño de preescolar.
El BM hace públicamente responsables a los
funcionarios educativos sobre los errores que se
cometan, en esta postura, la supervisora olvida que
también forma parte del proceso educativo y transfiere
toda la responsabilidad a las maestras. Los talleres de
actualización docente se convierten en llamadas de
atención similares a las de una madre a su hija
adolescente: “¡y si quieren que ande como latiguito atrás
de ustedes para que hagan las cosas, así voy a andar!”
* Profesora de preescolar, docente de Educación Normal.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El tiempo de enseñanza
Por lo menos si no va a ayudar, que no estorbe, pues
deja mucho que desear su conocimiento de los niños y
de las propuestas pedagógicas que empiezan a surgir. Mi
supervisora, igual que el BM, retoma la propuesta sin
contextualizarla, no retoma los problemas específicos de
la zona y se limita a obligar a la educadora para que
haga lo que el planteamiento oficial dice.
Es al revés, querida supervisora, a ti y al BM se les
olvida que somos nosotras las educadoras las que
posibilitamos las reformas curriculares, pero te conviene
seguir asignándonos un rol débil y pasivo, cómo quedaría
su figura de autoridad, ya no se engolosinaría al decir:
“Las egresadas vienen sin saber nada, pues qué hicieron
en la Normal, tenemos que darles una capacitación
intensa para que puedan trabajar”. La capacitación de la
que hablas se refiere a intimidar, con advertencias y
amenazas sobre las formas como a ti te gusta que
actuemos, como una señora cuando contrata “chacha” y
le dice: “a mí me gusta que me hagan así el quehacer”.
Con las propuestas vacías de sustento real del BM y
sus representantes educativos disfrazados de
supervisoras, a la educación en México le espera un
difícil, muy difícil proceso.
30
Micaela Ortega Solórzano*
El Banco Mundial, un organismo internacional dedicado
a las finanzas, ha tenido cada vez mayor influencia en las
políticas educativas de aquellos países a los que les
presta dinero. Según él, cuatro son los desafíos
fundamentales para los países en desarrollo en materia
de educación: acceso, equidad, calidad y reducción entre
la reforma educativa y la reforma de las estructuras
económicas.
La función del BM no sólo se concreta a señalar los
“errores”; sino también a dar una serie de “sugerencias”
a los países para mejorar la educación, entre las que
destacan: a) dar prioridad a la educación básica; y, b)
mejorar la calidad (y la eficiencia) de la educación. Para
el caso de la primaria se consideran nueve aspectos
como determinantes de la calidad: Bibliotecas, tiempo de
instrucción, tareas en casa, libros de texto,
conocimientos del profesor, laboratorios, salarios y
tamaño de la clase. (Coraggio y Torres, 1999)
En este escrito me referiré al tiempo de instrucción(2)
; porque es un tema que debaten los maestros al interior
de las academias en la Escuela Normal 2 de
Nezahualcóyotl. Por un lado, están los que consideran
que las actividades extra-clase y de organización que
complementan el tiempo de instrucción son una pérdida
de tiempo; mientras que para otros, esas actividades
también son parte de la formación.
* Docente de Educación Normal.
2 Utilizaré el mismo término que se maneja en el texto de Coraggio y Torres (1999) para referirme a la enseñanza frente a grupo de las distintas asignaturas del plan de estudios de la licenciatura en educación secundaria.
31
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El BM, para mejorar la calidad de la educación, propuso
incrementar el tiempo de instrucción por medio de la
prolongación del año escolar. Aún cuando esta medida es
sugerida para la educación básica; las Escuelas Normales
también se han visto afectadas por esas políticas.
Supongo que por la estrecha relación y dependencia que
existe entre ambos niveles
La propuesta de incremento del ciclo escolar se
justifica dado que: “El tiempo destinado a la instrucción
dentro del aparato escolar es una de las variables que
diferencia notablemente a los sistemas escolares de los
países industrializados de los en desarrollo.” (Coraggio y
Torres, 1999:140). La educación normal, siguiendo el
calendario escolar de la SEP, tendría que trabajar
doscientos días anuales. Si tomamos como base una
asignatura de seis horas a la semana, ésta tendría que
trabajarse 120 horas semestrales. Pero resulta que los
alumnos tienen que realizar otras actividades aparte de
asistir a clase; por ejemplo, intercambios deportivos y
culturales con otras Escuelas Normales; actividades
diversas dentro de la escuela como preparación y
asistencia a actos cívicos, festivales, convivios, etc.
Desde la perspectiva del BM, ese hecho sería una
pérdida de recursos y, por lo tanto, de efecto directo a la
calidad de la educación; sin embargo, aún cuando los
alumnos no estén en aula tomando clases, hay una
formación implícita de actitudes, de formas de ser
maestro. Por ello, no podríamos considerar que todo el
tiempo que los alumnos pasan fuera del aula sea
perdido. Tampoco se han realizado estudios al respecto;
ni del impacto del tiempo en la formación.
Aumentar oficialmente el número de días u horas de
clase al año no necesariamente garantiza un uso efectivo
y productivo de ese tiempo. “Evidencias de varios países
indican que, en muchos casos, el tiempo real enseñanzaaprendizaje no llega ni al 50% del tiempo disponible”
(Coraggio y Torres; 1999: 144). Al igual que ellos,
considero que mayor tiempo de enseñanza no implica
mayor aprendizaje. Por lo que es necesario preocuparse
más por la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje,
que por la cantidad de tiempo que los alumnos pasan en
las aulas.
Como maestra horas clase de la Escuela Normal, he
vivido muchas suspensiones a lo largo de los
semestresaparte de las ya mencionadas hay que agregar
las semanas de prácticas a las que asisten los alumnos
durante las cuales se suspenden las actividades frente a
grupo. Resultando que de un total de 120 horas, se
trabaja un promedio de 90-80.
32
33
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Desde la visión económica, un llamado a dos ausentes
Sandra Lilia Andrade Peralta*
Las propuestas del Banco Mundial para la educación
son hechas fundamentalmente por economistas, desde
la lógica y el análisis económico. La relación costobeneficio y la tasa de rentabilidad, constituyen las
categorías centrales desde las cuales se define el
quehacer educativo; las prioridades de inversión (niveles
educativos e insumos a considerarse), los rendimientos y
la calidad de la misma. (Coraggio y Torres, 1999: 95)
En México suceden innumerables acontecimientos,
cambios económicos, políticos, ideológicos, sociales,
culturales, etc., que obligan a nuestra sociedad a
trasformarse a un ritmo acelerado. Sin embargo, el
manejo de un cambio que responda a las nuevas
necesidades de una nación como la nuestra y a los
compromisos ante las demandas mundiales que ya
forman parte de un cierto itinerario internacional, no se
da ni libre ni espontáneamente a pesar de los discursos,
y ante esa realidad es que deben moverse y
transformarse innumerables condiciones sociales,
instituciones y estructuras, que perfilan en lo concreto,
un estilo de vida particular para los sujetos que integran
cada estrato de la sociedad mexicana, así como la
definición de un tipo de sujeto, acorde por supuesto, a
las dinámicas que nos puedan permitir participar en el
sistema neoliberal, (aunque únicamente sea como mano
de obra barata).
En este sentido, marquemos que el margen bajo el
cual se dan los cambios, las nuevas políticas y los
proyectos de nuestra nación como base de acciones que
permiten cierto movimiento, relativa transformación, y la
apertura a un cuadro de relaciones internacionales, es
pensado y minuciosamente analizado de tal manera que
no se permiten las acciones azarosas; sino, por el
contrario, proyecta la atención, estrategia y el manejo de
la opinión pública para ganar consenso, acogiendo los
cambios y las propuestas, que no son pensadas desde
nuestras necesidades, sino desde el juego de intereses y
ganancias para los grupos con poder mundial, en los
cuales se proyecta la tendencia económica que
sobrepasa, incluso que olvida, la carencia humana.
Estos grupos representan un inmenso capital
económico, con poder de adquisición para pagar el
avance de la ciencia y la tecnología a su favor, figuras
con gran peso que ya ni siquiera están al margen
nacional, sino funcionan como imperios sin identidad, sin
nombre y sin frontera, sin conciencia histórica, ni
humana, que a través de su poder de decisión definen la
vida de millones de seres humanos, bien para
mantenerlos al margen de la miseria, el hambre, el
desempleo y el analfabetismo; o bien, para
incursionarlos en el proceso de libre comercio
argumentando las supuestas ventajas por igual para
todos los socios de un tratado de libre comercio, por
ejemplo TLC Estados Unidos-México-Canadá.
* Profesora de Preescolar.
34
35
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Bajo este contexto, para México es necesario
preguntarse: cómo es que se plasman las políticas
internacionales en la vida de nuestra sociedad; cómo se
proyectan en la vida de un currículum marcado -por
intereses ajenos- y tomando forma en el currículo oficial;
y cómo, a su vez, viven o mueren en el hecho real y
quizá el más interesante, que refiere a la posibilidad del
docente de participar de ese currículum, con otro sentido
e intención, a través de lo que se vive, recuperando en
la sensibilidad de su trato y conciencia de su quehacer
docente a los sujetos que hacen, el por qué y la razón de
su compromiso social y que se refiere como la posibilidad
más cercana de rescatarnos sin perder la identidad y los
principios de humanidad que hoy nos han hecho, no sólo
participar en la dinámica de la globalización, sino en
muchos casos reproducirla como tarea primordial de
nuestro papel como docentes.
Por ello en la actualidad se hace necesario que quien
pretenda tener una visión de los sistemas sociales, se
ubique en un rompimiento tanto de discursos, como de
fronteras; logrando comprender que los parámetros
económicos, políticos e incluso sociales y culturales de
las naciones, han entrado a un engranaje que los ha
llevado a la pérdida de las esencias e identidades, en
este sentido parece que la única lógica que cobra
relevancia, es la del libre mercado, del consumismo, de
la extrema pobreza para millones de seres humanos y la
inimaginable acumulación de capitales para unos
cuantos, concretamente hablemos de la perspectiva
neoliberal.
36
En esta visión aplastante del sistema neoliberal, que
no es nueva, pero que de alguna manera, por las
diversas condiciones que se han generado a partir de la
segunda modernidad y con ella del derrumbamiento de
símbolos sociales como el propio sistema socialista, se
han dejado sentir con más fuerza sus mecanismos de
aprisionamiento y agresión a gran parte del sistema
mundial, conformando para México un panorama de
contexto difícil y desalentador. No así, aún se crea en la
demagogia de sus discursos y políticas, el espejismo en
la mente de su pueblo de la existente idea del bienestar
y progreso, colocando bajo sus instituciones, por
ejemplo en la escuela, la responsabilidad de garantizar a
la sociedad la posibilidad de alcanzar la expectativa de
una mejor vida para quien cubra el recorrido de un
currículum oficial “que le haga ser alguien en la vida”,
como si quien no pudiese traspasar el innumerable
número de filtros que se dan en cada nivel fuera
inexistente o responsable de ser oprimido, segregado, o
múltiplemente olvidado por ser mujer, por ser pobre, por
ser indígena, campesino, por ser, o mejor dicho, por no
ser… lo que puede funcionar en las concepciones
dominantes.
En este sentido, es importante retomar la perspectiva
que cumplen las instituciones escolares y concretamente
la visión que se tiene de la educación, ya no como una
forma de llevar a la unidad nacional, (perspectiva que en
algún momento figuró como central en el proyecto
nacional),sino ahora como una forma de dar cuenta de
37
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
las demandas de mercado, para insertar mano de obra
barata, pero técnicamente calificada para responder a la
pérdida de la sensibilidad, no así a la alta capacidad de
producir más y a bajo costo.
Sufrimos la pérdida del eje estructurador que daba
sentido al acto educativo en sus múltiples instancias.
Ante el vacío de proyectos políticos claros, el terreno de
la lucha se dispersa, se individualiza, se parcializa y
vuelca, ya no sobre el asunto de quién controla el
sistema educativo (formalmente el gobierno en sus
diversas instancias), sino sobre el sentido mismo de la
educación; es decir, su para qué profundo, su función
privilegiada. (Aboites, 1996)
En esta imagen tangible en la cotidianidad de nuestra
vida es que aprendemos a ser competitivos e
individualistas, indiferentes en su mayoría a los
problemas sociales que nos aquejan; y es que al analizar
en un marco general cuál es el fondo de nuestra
educación, encontramos una profunda desvinculación
entre nuestras necesidades y lo que desde lo oficial se
pretende, sin embargo, no se debe asumir que la crisis
educativa es la responsable de todos los desajustes
sociales, ya que asumirlo de esta manera incurriría en
proyectar que la educación es la causante de la crisis de
un sistema.
38
Analicemos propiamente que el ámbito educativo declina
por la falta de múltiples elementos, por ejemplo
presupuesto, intencionalidad por parte de las políticas
que se determinan desde el BM y otros organismos
internacionales, para incidir verdaderamente en una
mejora radical de los sistemas sociales de los países
tercermundistas, la falta de reconocimiento de lo que
verdaderamente somos en nuestras raíces y la falta de
visión para entender la educación como un proceso
social con problemáticas específicas; que si bien no
pueden ser despegadas del contexto macro, sí son claros
problemas educativos, que tendrán que resolverse en lo
educativo, en el juego de sus elementos, en la presencia
de los ausentes; es decir, en la presencia de los maestros
y de los elementos, no sólo pedagógicos, sino de los que
se integran a partir del margen multidisciplinario en las
Ciencias de la Educación.
39
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Los privilegiados apadrinados
J. Magdaleno Villegas Baena*
Hace tiempo que las reformas educativas presentan un
gran vacío, que desde mi particular punto de vista, se
origina en las decisiones del grupo hegemónico que
decide los destinos de la educación en el ámbito nacional
SEP-SNTE-gobierno. Me refiero al camuflaje que utilizan
los aviadores, los recomendados, los apadrinados que
sólo se dan a conocer cuando es quincena o cuando
tienen que apoyar al padrino. Son incondicionales que se
atrincheran en el poder de otros, perdiendo de vista la
finalidad de la educación, ¿serán éstos los personajes
que echan a perder en parte las propuestas de las
reformas educativas? Si esto fuera así, por qué no se
revisa y se determinan con claridad los requisitos y
parámetros que otorguen confiabilidad para garantizar
una educación de calidad acorde con las necesidades de
la sociedad, en vez de garantizar los intereses de grupo
y las aspiraciones de poder.
Ciertas experiencias resultan dolorosas cuando nos
enteramos de la realidad en algunas escuelas, casos en
los que algunos trabajadores son recomendados por ser
familiares del director, del jefe de sector, etc.,
aprovechando este privilegio para no realizar un esfuerzo
igual al de los demás para ingresar a la plaza, generando
inconformidad entre los que cumplen cabalmente con su
trabajo y con la institución. A nivel sindicato, ellos son los
que tienen acceso a los ascensos, a los incrementos por
otro lado, entran y salen, son faltistas y altaneros, se
sienten respaldados son los que faltan a trabajar para
embolsar los desayunos, para hacerla de policía, para
hacer el escenario, para resguardar las instalaciones
sindicales en el caso de las protestas de la corriente
sindical contraria. Se les encuentra a menudo haciendo
filas para pasar lista ante el líder sindical, reafirmando así
su postura incondicional.
En las escuelas se les encuentra en dirección, con plaza
de docente pero como auxiliar del coordinador, del
propio director, en ocasiones como su chofer, o haciendo
el trabajo más ligero, por ser, como dicen: “personas
intocables”. Esto último lo menciono por la sencilla razón
de que no son juzgados con el mismo rigor, pareciera
que en sus proyectos, si es que los tienen, no entra la
educación, la simulación tal vez sea el punto central de
su actitud.
Lo anterior sería importante considerarlo como un
tema medular en las reformas educativas, pues son los
docentes y el personal de una institución en general, los
encargados de hacer el cambio con la visión de mejorar,
sobre todo los docentes, quienes son los técnicos que
llevan a cabo las propuestas de reforma curricular. Hay
que hacer una limpia en este sentido, con una política
más clara de rendición de cuentas, del chequeo del
personal, tomando como punto de referencia la
preparación, el desarrollo de su labor frente a grupo, la
procedencia al llegar a las instituciones, que pudieran
fortalecer la equidad entre la comunidad educativa.
* Profesor de Educación Secundaria.
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41
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La preparación, por otro lado, no es asistir a cursos de
unas cuantas horas y obtener un puntaje o un diploma;
tampoco resultan congruentes los parámetros que
proporciona carrera magisterial(3), porque ésta se vuelve
un privilegio para los que compraron el examen, para los
que hicieron presencia en un curso de unas cuantas
horas, para los que obtienen un puntaje elevado en los
exámenes estatal y nacional, más los requisitos de
ingreso para tener derechos a participar en las
vertientes.
Estos privilegios contribuyen a la desigualdad docente,
otro grave problema que sirve de indicador para juzgar
quién tiene más capacidad, quién tiene la posibilidad de
desarrollar con más eficiencia su trabajo; lo que resulta
contraproducente porque, una vez alcanzados los
anhelos de acceder a un nivel, se pierden los proyectos
de una verdadera preparación más especializada.
Como se ve, por un lado la distancia entre los docentes
se fortalece al institucionalizar las diferencias, y por otro,
el afán de poder se sostiene en lo incondicional, dejando
al margen los ideales y principios de la educación, como
es el caso de la equidad y la calidad. Por si fuera poco,
existen sobrantes de personal que no desarrollan
ninguna función, pareciera que algunas escuelas se han
convertido en refugio de aviadores y docentes
rechazados porque no fueron tolerados por su falta de
responsabilidad como parte de un equipo de trabajo.
42
3 El Programa de Carrera Magisterial se estableció, en el marco del Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación Básica, como una estrategia para elevar la calidad de la educación y revalorar la función social del magisterio. Consiste en un sistema de estímulos económicos que, por medio de un proceso de evaluación, le son asignados al profesor que cubra los
requisitos y perfiles propuestos.
Viene a mi mente el recuerdo de un compañero que
cuenta del nepotismo en la institución en que trabaja,
donde el director, los familiares y amantes de él, han
formado un grupo de poder donde impera el olvido de
los ideales de la educación, sólo la preocupación de
algunos sostiene la imagen de la institución. Otro caso es
el de un jefe de sector que tiene a sus hijas con tiempo
completo, con plaza de docente frente a grupo pero
ocupando puestos, una de ellas, de auxiliar laboratorista
y la otra en la sala de cómputo; la primera en su sillón
reposet, la segunda llega a la hora que quiere, sin darle
utilidad a la infraestructura que está en sus manos, por
no tener un proyecto que tampoco le interesa, además
de que la tía ya está ocupando un cargo de auxiliar de
taller. Falta comentar sobre el hermano que no se
presenta, pero que está en la nómina y cobra tiempo
completo. Como se ve, estos son ejemplos de los
muchos males que no dejan caminar las reformas
educativas y en cambio están generando desigualdad
entre los actores educativos.
Al hacer una revisión hacia el interior de las escuelas
se encontrarán diferencias marcadas en cuanto a la
preparación y convicción al trabajo, habrá escuelas
individualizadas, donde existen intereses que quedan
fuera de los preceptos que enmarca la educación.
Pareciera que este tenor es el que mantiene y garantiza
el poder dejando a un lado como prioridad la visión de la
preparación constante, para dar paso al formulismo, la
simulación, los privilegios, la incondicionalidad.
43
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¿Es el trabajo del maestro una
realidad educativa?
Si en las reformas se incluyera una revisión seria y
profunda con respecto a este problema, las
inconformidades provocadas por la desigualdad tendrían
una disminución y el trabajo conjunto se fortalecería.
Guadalupe Solano Pérez*
Si realmente el BM (Banco Mundial) analiza la
educación a partir de la globalización, valdría la pena
hacer una reflexión sobre las condiciones de vida que
tiene cada país, y a su vez, la diversidad cultural y social
que sus habitantes poseen (costumbres, tradiciones, y
contextos de desarrollo vivencial, etc.), para considerar
las necesidades y prioridades de éstas.
Respecto a lo anterior, me gustaría comentar que hace
aproximadamente seis años laboré en una escuela con
condiciones muy precarias en el turno vespertino. Como
ejemplo diré que los alumnos, que entraban a las 13:30
horas, a veces no habían comido nada, en dos ocasiones
atendí a niños que, por desnutrición, se desmayaron
dentro del aula durante la clase. Retomo esto debido a
que Coraggio y Torres (1999) comentan que el BM
analiza aumentar el tiempo escolar y considero que en
algunas comunidades de escasos recursos, como la que
menciono, los alumnos no podrían resistir más horas en
la escuela, se tendría que considerar la posibilidad de
plantear algunas propuestas que permitan ayudar a este
tipo de alumnos y, por supuesto, contemplar las
condiciones en la que los maestros trabajan, ya que no
cuentan con conocimientos de primeros auxilios para
estos casos o con las condiciones y conocimientos
necesarios para atender diversos problemas que los
niños presenten en este tipo de comunidades.
* Profesora de Educación Primaria.
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45
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
A la vez me cuestiono y actúo en el momento, pero
¿de qué modo?, dándole mayor importancia al desarrollo
de contenidos curriculares o a las necesidades
prioritarias que presentan los alumnos.
Al reflexionar sobre esto, me hago la siguiente
pregunta: ¿Qué es más importante para el profesor en
ese momento, atender la salud del niño o abordar algún
contenido curricular?, bajo estas condiciones lo más
seguro es que la mayor parte de los alumnos no pondrán
atención y por más empeño y dedicación que el maestro
ponga en el desarrollo de su trabajo, el conocimiento no
será significativo para el niño, ya que para él, son más
significativas otras cosas que no son escolares.
Analizando lo anterior me atrevería a comentar que la
problemática para elevar la calidad de la educación no
depende solamente del maestro, citando sólo algunos
factores como la voluntad y la situación en la que se
desarrollan sus actividades, así como de las diversas
estrategias, métodos y tiempos disponibles que éste le
dedique a su preparación profesional; no olvidando,
además, que también él es un sujeto con problemas,
límites y necesidades y, por otro lado, habría que tomar
en cuenta las condiciones y características escolares y
comunitarias donde desarrolla su actividad, ya que todo
esto influirá para el ejercicio de la labor docente.
¿En qué situación realmente desarrollamos nuestro
trabajo los maestros?
46
¿creen las instituciones gubernamentales que
proporcionándonos libros, un currículo y un salario (que
no alcanza a cubrir todas las necesidades de una familia)
podremos llegar a realizar una educación de calidad?,
¿de calidad, para quién?, ¿en beneficio de quién?
Porque, según datos estadísticos, a fin de ciclo escolar y
después de la aplicación de un examen para medir los
aprendizajes obtenidos con los alumnos, los resultados
demuestran un bajo rendimiento escolar; entonces ¿qué
pasó ahí?, ¿quién tuvo la culpa?, ¿todo es culpa del
maestro, porque no es dinámico, no hace alumnos
reflexivos, críticos y capaces de resolver un examen que
él mismo o las autoridades realizaron para medir el grado
de aprovechamiento escolar?
La realidad educativa en el salón de clases sólo la
vivimos los profesores y alumnos, los contenidos
programados en el currículo son parte del trabajo que se
desarrolla en una institución; una buena educación no
depende únicamente del maestro, ya que el traer
materiales llamativos e ilustrativos para “enseñar”, así
como permanecer en el salón de clases la mayor parte
del tiempo escolar no garantiza que los alumnos estén
apropiándose del conocimiento. Pienso que se tendrían
que analizar otros factores que influyen en el proceso
enseñanza-aprendizaje; en este punto coincido con
Coraggio y Torres (1999) quienes mencionan algunos
factores que influyen de forma determinante en este
proceso: la salud, el tiempo, la designación de otras
funciones como comisiones, los salarios, un currículo
47
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
efectivo, el ausentismo del profesor por diversas
situaciones, etc. Como podemos ver, la educación en la
realidad es muy problemática, ya que en ella influyen
muchos factores; además, nada garantiza esa “calidad”.
Por otro lado, la matrícula por grupo es muy importante,
debido a que es muy difícil trabajar con muchos
alumnos (40 ó más), principalmente en los primeros
años de educación primaria.
programa de segundo grado contiene, también el hecho
de trabajar con niños pequeños, para mí implicaba
temor, inquietud, así que ese año fue un gran reto en mi
trabajo como maestra. Cabe mencionar que mi
formación profesional es como licenciada en el nivel
medio básico en matemáticas y que las diversas
experiencias como docente, las había tenido en cuarto,
quinto y sexto grado.
Al respecto Schiefelbein (citado en Coraggio y Torres,
1999), en su argumento pedagógico, dice que se podría
tener un grupo numeroso, en tanto se cambie a una
enseñanza activa, trabajando en pequeños grupos.
Tomando como punto de partida lo expuesto, podría
comentar que no estoy de acuerdo con esa idea, porque
desde el punto de vista de mi experiencia en los últimos
grados, sí he logrado realizar trabajos activos y
dinámicos sin perder el orden con pequeños grupos,
pero en grados inferiores como primero, segundo y
tercero, es más difícil trabajar de esta manera debido a
que los alumnos -la mayoría de las ocasiones- en lugar
de trabajar, se ponen a jugar o no saben seguir las
indicaciones de una actividad.
Me gustaría comentar antes que mi forma de enseñar
a los alumnos “grandes” de nivel primaria, era muy
dinámica; es decir, formaban equipos discutían,
debatían, competían, hacían escenificaciones, etc.
Cuando yo me enfrento al grupo de segundo grado
conformado con 48 niños, pierdo prácticamente mi
manera anterior de trabajar, todo era calificar, calificar y
calificar, no podía extenderme mucho al análisis de cada
tema, porque además las mamás exigían todo calificado.
En los años de servicio que tengo (trece), la mayor
parte he atendido a grupos de 5o. y 6o. grado,
principalmente sexto; al llegar a la escuela donde laboro
actualmente, el directivo me asignó un grupo de
segundo grado; me sentí perdida, en realidad nunca me
había detenido a analizar los temas o contenidos que el
48
Con el paso del tiempo traté de retomar mi práctica
anterior, pero no pude, encontré muchos obstáculos;
primero el director, él prefería un grupo callado,
ordenado, y no un grupo activo, expresivo y dinámico, ya
que para él esto significaba falta de control por parte del
maestro y un trabajo no agradable.En segundo lugar, el
número de alumnos no me lo permitía, y por otro lado,
había muchas quejas de mi trabajo con el director
49
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
que según provenían de padres de familia; pero poco
después me enteré que había sido una compañera
maestra la que argumentaba los comentarios negativos
de mi trabajo, ella en ese entonces atendía el grupo de
primer año, pero siempre navegaba con bandera de ser
perfecta, pues decía llevar el método Pronalees al 100%;
por lo tanto, pensaba que era lo máximo y como además
era la “mano derecha” del director, entonces, en la
escuela, las ideas de ella predominaban sobre las demás.
Algunos de sus argumentos en mi contra eran: que los
niños no llevaban muchos escritos en el cuaderno, y que
la maestra de primero los había acostumbrado a darles
muchas copias, el directivo me exigió un trabajo similar;
cosa que a mí, por ética profesional no me gustaba, pues
mi forma de pensar y trabajar era más activa y menos
trabajo escrito o repetitivo, encaminaba más al niño a la
reflexión y discusión de temas, que al dictado de
conceptos del libro de texto o guías comerciales como yo
veía que hacían otras compañeras, o al simple hecho de
llenarlos de copias para mantener al grupo en orden,
trabajando y callado.Yo seguí tratando de realizar una
práctica activa, lo que implicaba que los alumnos y
mobiliario estuvieran en constante movimiento y
desorden, pero siempre tuve en contra a las autoridades
educativas.Ese año fue de mucha experiencia, pero para
mí fue el peor, porque el directivo me llegó a decir que
mi trabajo no servía, que hiciera lo que los padres de
familia pedían para evitar problemas.
50
Comento lo anterior, porque Coraggio y Torres (1999)
argumentan que el BM considera que el número de
alumnos no afecta el nivel de enseñanza-aprendizaje,
que lo mismo da 30 ó 50, respecto a esto considero, con
base en mi experiencia, que en la realidad escolar es
muy difícil trabajar con un grupo numeroso, en especial
cuando son los primeros grados (1o, 2o, y 3ero.). Para
mí fue muy difícil ese año de trabajo, pues calificaba o
los cuidaba, o me dedicaba a trabajar contenidos y a
ejercitarlos; además muchos de los contenidos tenían
que haberlos visto en primero, esto no sucedió así.
Haber trabajado con puras copias no les permitió
desarrollar la habilidad de escritura, ni de ubicación
espacial en el cuaderno, la mayoría de los alumnos
escribían de cualquier forma y letra que no se les
entendía nada, por tanto mi trabajo debía ser más
comprometido.
Quisiera comentar que poco después me enteré que
ese grupo era considerado como uno de los más
desordenados, pero a la vez (según se comentó por los
padres y el directivo), habían tenido una excelente
maestra en primer grado y que por lo tanto era muy
buen grupo, esto me hizo sentir peor, ya que el director
comentaba en las reuniones de colegiado que mi forma
de trabajo había terminado por echar a perder ese
grupo.
Entonces, estar frente a un grupo no es nada fácil;
estos autores mencionan que un mayor conocimiento en
51
la materia, aunque con poca pedagogía, tiene como
resultado una mejor enseñanza; no coincido con ellos,
porque aunque ponga todas las ganas del mundo como
maestra para que los alumnos se apropien del
conocimiento y me prepare antes para dar un tema, hay
muchas otros factores externos e internos que no
permiten al maestro brindar una “educación de calidad”.
Por una educación de cien pesos por día:
La enajenación del trabajo docente
Eduardo Mercado Cruz
52
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Alguna vez usted como maestro, al igual que yo, se ha
preguntado ¿cuánto cuesta nuestro saber? Es decir,
¿cuál es el valor monetario de nuestro conocimiento? Si
no se ha hecho esta pregunta aquí le van unos cuantos
cálculos y junto con ello las posibles razones por las que
nos vemos obligados a conformarnos con este tipo de
situación. En el magisterio estatal existen muchas
categorías laborales, las hay de profesores
alfabetizantes, profesores extraescolares, promotores,
profesor estudiante, pasante, titulado, secretario escolar,
director, orientador, pedagogo “A” y “B”, investigador
educativo, profesor horas clase, supervisor escolar, etc.,
etc. Cada uno recibe un salario por el tipo de trabajo que
desempeña y estos salarios van desde los 1,584.80
pesos mensuales para el caso de los alfabetizantes,
hasta los 19,012.90 que recibe un supervisor escolar.
Una pequeña diferencia salarial entre uno y otro, que
no es nada -según la opinión de los que se llevan la
mejor tajada del pastel- si tomamos en consideración el
“tamaño de la responsabilidad que cada uno tiene con el
Estado, de acuerdo con la función que desempeña”. El
caso no es comparar sólo porque sí, sino establecer
algunas consideraciones con respecto a lo que el
gobierno invierte para retribuir económicamente la
cantidad de conocimientos y tareas que realizamos los
maestros. Martínez Bonafé (1998) ha planteado, desde
una perspectiva marxista, que el maestro puede ser
considerado como una mercancía; es decir, enajena el
conocimiento y saber que posee y al hacerlo establece
55
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
un tipo de valor de cambio entre lo que sabe y lo que el
empleador puede pagar por ese saber. Si partimos de
esta premisa, y si le echamos cuentas de cuánto cuesta
lo que sabemos podemos llevarnos varias sorpresas.
Como es sabido, un obrero recibe por la fuerza de
trabajo que vende al empleador una cantidad de dinero
que se tasa según el salario mínimo vigente y la zona
económica donde se viva; por tanto, el ingreso de este
trabajador puede variar según la empresa, las
prestaciones, las utilidades, el aguinaldo, las cajas de
ahorro, etc., que reciba de acuerdo con el contrato
colectivo de trabajo. En el caso de los maestros eso no
sucede así, en tanto profesionales subordinados al
Estado, los salarios que reciben los mentores quedan
estipulados a partir del tabulador y el escalafón que se
establece para tal efecto. Para no irnos tan lejos con
tanta información, vamos a proceder a ver cuánto
invierte “nuestro patrón” en cada uno de nosotros. Un
profesor en el Estado de México que tiene la categoría de
Profesor Titulado en educación primaria, recibe como
percepción total, sin descontar impuestos y seguridad
social, $6,392.10 al mes, eso significa que a la quincena
obtiene 3,196.05 pesos, que divididos en 15 días -10 ó
12 laborables dependiendo de la fecha de pago- nos
arroja una cantidad de 213.07 pesos al día, un buen
salario para un profesional que ha enajenado su fuerza
de trabajo después de 16 años de estar escolarizado.
56
Pero ahí no acaba el asunto, para quien trabaja en
escuelas donde el número de estudiantes excede a los
50 por grupo, esta retribución ya no resulta tan
gratificante. ¡Imagínese! Atender a cincuenta niños por
cinco horas al día, lo cual implica revisar tareas, cuidar
que no se lastimen, promover buenas conductas y aparte
de todo enseñar; eso no excluye preparar la clase, los
materiales, llenar formatos, hacer gráficas de
rendimiento escolar, hacerse cargo de campañas de
salud, limpieza, fomento a la lectura, etc. El punto es que
si dividimos los 213.07 pesos al día que recibimos entre
las cinco horas presenciales en la escuela -el trabajo que
nos llevamos a casa no cuenta- el resultado de esa
cantidad entre los cincuenta niños con los que
trabajamos, resulta que los maestros enajenamos
nuestra fuerza de trabajo por la suntuosa cantidad de 85
centavos por hora de atención a cada niño, o lo que es
lo mismo, 42.61 pesos por atender a todos al mismo
tiempo. Pero no se alarme, no siempre hay grupos de
cincuenta niños y muchos maestros hemos aprendido a
tomar una actitud acomodaticia frente a esta situación
sacando el mayor provecho con el menor esfuerzo, o
como suelen decir algunos maestros, “si el gobierno
hace como que me paga, yo hago como que trabajo”. De
cualquier manera, qué más puede pasar en un país
donde las condiciones profesionales de trabajo que
realizan los maestros no son del todo valoradas por el
gobierno, y donde en éste, como en otros sexenios, se
ha conformado con una educación de 100 pesos por día.
57
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Si me han de cualificar mañana,
me enajeno de una vez
Germán Gutiérrez Goytortúa
Suena paradójico hablar ahora de Marx, ahora que al
capitalismo se le llama Economía de Mercado y que nos
ha hecho entender que en la ley del mercado lo que no
tiene precio no tiene valor. Aunque eso de paradójico es
un decir, porque este pensamiento confirma ahora que
los países pretenden insertarse en la economía global.
Esto de cuánto tienes, cuánto vales, no pensé que fuera
tan profundo, ahora sé que está relacionado con la teoría
del valor. Si cada maestro incrementa su valor cultural,
entonces la fuerza de trabajo tendrá una relación directa
con el valor de uso y por supuesto, responderá a un valor
de cambio.
Es necesario reconocer que en el maestro existe una
reserva de creatividad, imaginación y dominio del oficio
y sólo se le da la tarea de ser correa de transmisión, sin
que el sistema educativo estimule su potencial. ¿Acaso
pensarán que es como el valor agregado, al valor de
cambio del vendedor?, porque esa capacidad creadora
se enajena al vender su fuerza de trabajo.
Lo cierto es que ahora el sector magisterial está
ocupado en asumir las nuevas tecnologías
transformando así su rol y no sabemos si también
cualificando la oferta de trabajo. Sin embargo, se insiste
en que los maestros deben transformarse, pasando de
ser divulgadores del conocimiento a administradores del
aprendizaje.
58
De lo que poco se habla es de la política salarial
integral para los trabajadores del sistema educativo, no
se toma como punto de partida el carácter práctico y
profesional que debe tener y qué es lo que la sociedad
debe cuidar para que se mantenga el nivel educativo
frente a los fenómenos de carestía e inflación.
Muchas carencias ha sufrido el maestro hasta el
momento de sentirse proletario de la educación, sus
protestas se hicieron comunes y sus marchas y
consignas dieron duros golpes en son de una
sobrevivencia mínima. Todavía es posible recordar
aquellas tonadillas de protesta que muchos maestros
enseñaban a sus alumnos con el afán de confirmarse
como partícipes de un movimiento que los reivindicara
como personas y como profesionales de la docencia y
que en sus letras cada palabra grita, murmura, truena,
agita, ruge, gruñe, suspira, lamenta y sueña con esa
manía de andar soñando despierto, cuando dice:
El deber del trabajo
dicen que tengo Yo,
de mis deberes hablan,
Paloma
de mis derechos, No.
Nos juzgan y condenan
en nombre de la Paz,
cada vez que pedimos,
Paloma
justicia y libertad.
Pero nos uniremos
contra la explotación,
la fuerza de los hombres,
Paloma
siempre será la Unión.
(Dominio Público)
59
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El contexto realista de las
circunstancias
José Antonio Morales Contreras*
En la sesión anterior de este mismo seminario,
analizábamos una serie de premisas en torno a la
película denominada: “Ni uno menos”, donde subyace
una serie de complejidades de la protagonista asumida
como profesora y con un mínimo de saberes
pedagógicos y culturales para impartir o ejercer la
docencia en el contexto rural de China.
Si no mal recuerdo, al realizar una serie de comentarios
al respecto, una de las compañeras señalaba el discurso
desgastado de progreso y movilidad social que se le ha
atribuido a la escuela, a la que actualmente, se ha
cuestionado por los “chavos” de educación media
superior, al realizar expresiones como “para qué estudio
si no voy a encontrar chamba”.
Dentro de mi intervención en este tipo de comentarios,
señalaba en su momento que habría que reflexionar
sobre el papel que debe o debería tener el docente ante
esta realidad social inquebrantable. Obtuve respuesta
inmediata del responsable del seminario al expresar que
no se le debe cargar más a cuestas este tipo de
responsabilidades al docente, en tanto no todas le
competen a él.
Después de realizar una reflexión minuciosa sobre el
asunto, concluí que el conductor tenía razón.
Esta función le pertenece eminentemente al Estado
mexicano porque desde el momento en que la educación
es una función social, el Estado no puede desinteresarse
y deshacerse de ella.
Adicionalmente a lo anterior, el Estado mexicano a lo
largo de la historia ha marcado rumbos nuevos o
diferentes para el estudio social de la educación, en una
búsqueda inacabada de apostarle todo a ella, aunque sin
orientación o dirección fija. De esta manera, y sin
pretender querer que este escrito asuma tintes de índole
política, o un tratado de las dimensiones sociales de la
educación, considero necesario exponer los matices que
marcan los conflictos entre la escuela, el trabajo y las
relaciones laborales en equipo entre los profesores.
Mi punto de partida es exponer que nuestro pueblo
necesita un gobierno con mayúsculas y no un hablador
del predominio. A ningún trabajador actualmente le quita
el sueño la existencia o inexistencia del IFE, de los
coloquios y múltiples e inútiles mesas redondas sobre la
utópica e incipiente democracia mexicana.
Lo que sí le quita el sueño al pueblo trabajador es la
falta de trabajo, por lo que esto significa: miseria, falta
de pan y techo. Nuestro pueblo, hay que decirlo aunque
moleste, las abstenciones sumatorias electorales así lo
demuestran, carece totalmente de fe en sus
gobernantes, porque desde hace tiempo en ellos sólo se
ha visto a mercenarios del dinero público.
* Docente de educación superior
60
61
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El maestro como trabajador
El pueblo mexicano está urgido de que se le reinstale
la esperanza en los valores legítimos de una escuela libre
de las políticas neoliberales impuestas por el Banco
Mundial y otros organismos internacionales; el derecho a
un trabajo estable que le permita desarrollarse
productivamente desde el lugar donde lo desarrolle y,
por último, recuperar la labor social del profesor al
colaborar profesionalmente con sus colegas en la
formación plena de seres humanos que puedan redundar
en mejores condiciones para la supervivencia del género
humano.
Para lograr el último punto expuesto, he de insistir que
es necesario que el profesor colabore y aprenda de sus
colegas más expertos durante su actividad profesional;
que recupere y sistematice los aciertos y errores vividos
como sujeto y ser humano en cada curso; dejar de lado
la soberbia y la panacea del conocimiento patentizado, y
sí hacer acopio de materiales, libros y contenidos
teórico-prácticos con el propósito de reflexionar
críticamente sobre su labor dentro y fuera del ámbito
escolar que le permita ir ubicando a los “chavos” en el
contexto realista de las circunstancias en la que estamos
viviendo.
62
Micaela Ortega Solórzano
Cursando el seminario de Análisis Histórico del Sistema
Educativo, abordamos el tema de la influencia
norteamericana en la educación mexicana, uno de los
textos leídos tenía un párrafo que decía:
Una profesora norteamericana que trabajó en este
colegio [se refiere al Colegio Americano] desde los años
treinta afirmó: (…) Vivíamos en un mundo propio…
Recuerdo que tuve que asistir a una junta de profesores
de primaria mexicanos después de nuestra incorporación
al programa de la Secretaria de Educación Pública; qué
ingenuamente sorprendida quedé al ver a esa gente… Lo
primero que pensé fue que todas las maestras parecían
sirvientas. (Torres Septién, 1993:95)
Por supuesto, me indignó tal opinión; no porque se nos
comparara con las sirvientas, sino porque era a todas
luces un comentario despectivo, discriminatorio y sin el
menor conocimiento de las condiciones reales del
maestro y de la sociedad mexicana.
Es una visión propia de una concepción imperialista,
que con su sistema de dominación capitalista ha llevado
a los maestros a vender su fuerza de trabajo, por un
pobre salario a cambio. ¿Entonces cómo esperan que el
maestro se vista de traje y corbata de Armani o las
maestras con los diseños de Martha Sahagún de Fox?
63
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las condiciones de producción y reproducción
capitalistas le han dado un sello propio al trabajo, no sólo
al de las sirvientas, sino también al de los maestros. Las
sirvientas y los maestros tienen varias similitudes:
1. Ambos venden su fuerza de trabajo según la ley de la
oferta y la demanda.
2. Ambos, por lo tanto son trabajadores.
3. Ambos venden su fuerza de trabajo por un salario
raquítico.
4. Ambos participan en mayor o menor medida y en
distintas formas en la reproducción social.
La diferencia es que el maestro:
1. Vende la enseñanza… su trabajo de enseñanza.
2. La enseñanza se convierte entonces en mercancía.
El maestro en el sistema capitalista es manipulado, de
tal modo que inhibe su capacidad creadora, al ser
despojado de los medios de producción y del producto
de su trabajo; de esta manera la sociedad se convierte
en un mercado donde sus miembros entablan
únicamente relaciones de compra y venta. Todo ello trae
como consecuencia la deshumanización del individuo, la
indiferencia, la mecanización y la competitividad hacia el
mundo que lo rodea.
Ese vínculo de compra-venta le provoca, además, un
sentimiento de pasividad, se siente incapaz de
transformar y explicar su realidad; tampoco es capaz de
ver al mundo en constante cambio y desarrollo. Ve su
trabajo en todo momento como natural y no como
producto de una relación social de dominación.
Bajo esta perspectiva ¿cuáles son las posibilidades de
autonomía y resistencia del maestro? Esta historia
continuará…
3. Vende su enseñanza al Estado, por lo tanto deja de
pertenecerle; ya no puede decidir ni le interesa su
trabajo.
4. El maestro al vender su enseñanza, deja también de
ser un profesional, para convertirse en un trabajador.
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65
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las escuelas particulares, lugares
de explotación
María Cristina León Kempis*
Ayer hablé con mi hermana, me dijo que ya está a
punto de estallar por tanto estrés, y es que últimamente
se le ha juntado el trabajo de la escuela secundaria
particular donde trabaja, además me comentó que en la
ENEP Iztacala, donde estudia la Licenciatura en la
enseñanza del inglés, se está poniendo más complicado
el asunto, pues, debe ya de leer libros completos en ese
idioma, y los trabajos y exposiciones que tiene que
presentar son abundantes.
Por si fuera poco, su familia demanda mucha atención,
pues Kevin, su hijo, está como alumno de la secundaria
donde ella trabaja, y la presión de las tareas es fuerte,
ya que él es un niño que siempre ha presentado
dificultades para desempeñarse bien en la escuela.
Ante todas estas penalidades, sólo hay un ángel que
la apoya, Paty, su amiga; ella perdió su trabajo, familia y
hasta su libertad, pues trabajaba en la judicial del D.F. y
un día, en un enfrentamiento entre dos grupos
delincuentes, ella tuvo el infortunio de disparar para
dispersar a los agresores, y ahora la buscan por
homicidio imprudencial. Mi hermana fue la única persona
que le ha brindado su apoyo, a lo cual ella corresponde
realizando quehaceres domésticos.
Cada vez que platicamos de todas estas situaciones,
nos remitimos a pensar en el pasado, cuando las dos
cursábamos la preparatoria en el mismo grado aunque
ella es mayor, pues se casó a tempana edad. Después
nuestros rumbos se apartaron; yo decidí estudiar
pedagogía y ella una carrera de Asistente Técnico
Educativo Bilingüe, después estudió cursos completos de
inglés, lo que le ha permitido trabajar en escuelas
particulares.
Recuerdo que la última vez que tuvo que abandonar
un trabajo, fue en una escuela de monjas que está
ubicada por La Villa, donde las “madres” mantenían un
control total del plantel a través de sus normas
religiosas, mismas que contemplaban hacer trabajar al
máximo a las maestras que no debían siquiera de platicar
de otro asunto que no fuese académico, pues de otro
modo, eran amenazadas con ser despedidas.
Mi hermana tuvo que atravesar por largos periodos de
actualización y capacitación para poder dar respuesta a
las exigencias de las monjas, que eran las empleadoras.
También tuvo que ir más allá de su energía vital para
aprender a realizar lo que no sabía hacer: Montar obras
de teatro en inglés, preparar una escolta, dirigir las
dinámicas grupales de los “retiros espirituales” que
organizaba el plantel, y muchas otras actividades que
escapaban a su labor docente.
Afortunada o desafortunadamente, llegó a la escuela
personal “más calificado”, es decir, con títulos y
certificaciones, por los cuales mi hermana fue
desplazada.
* Profesora de Educación Media Superior
66
67
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La educadora = mercancía
femenina
Sin embargo, poco tiempo después fue requerida para
volver a trabajar ahí, pues se dieron cuenta que la fuerza
de trabajo que mi hermana vendía era más barata que la
de otras personas, y que además ella estaba dispuesta a
aprender lo necesario para satisfacer las necesidades del
plantel, lo cual no querían hacer las otras maestras.
Analizando todo esto, siempre llegamos a la misma
conclusión: “debes terminar tu carrera, instalar tu propia
escuela de inglés, o simplemente dedicarte a buscar
empleos mejor remunerados y donde no se explote de
esa manera a la gente, y así, luchar por la sobrevivencia,
porque las escuelas particulares son la viva evidencia de
cómo se comercia con la educación, en donde la fuerza
de trabajo de quien se alquila como maestro, es
menospreciada”.
Laura Morales Rodríguez*
La docente de preescolar ha sido agredida en su status
profesional por sus condiciones histórico culturales. La
educación preescolar únicamente ha sido un paliativo,
para que la madre de familia tenga una niñera barata.
Desde hace años se empezó a contratar a mujeres
solteronas o divorciadas para que cuidaran a niños
menores de seis años, los instruyeran en labores
domésticas-manuales (coser, bordar), enseñanza de la
Biblia y en ocasiones a leer y escribir. Dichas enseñanzas
eran con malos tratos, pero su necesidad económica era
satisfecha por estos contratos que le daba gente
adinerada, con la seguridad de poder realizar actividades
sin sus hijos y que éstos se encontraran en buenas
manos.
Por otro lado, la necesidad de que la mujer ingresara
al campo laboral, dio pauta a que se preparan
educadoras y se inició la educación preescolar. No
obstante, el trabajo de la educadora en la actualidad, es
visto por la sociedad como el de una niñera, se piensa
que cualquier persona sin estudios puede ejercer y
cumplir con el cuidado de 35 niños en un aula, jugando,
realizando trabajos manuales y prestando sus servicios
de “mamá”.
Pero de esto no tiene la culpa la comunidad, sino el
mismo sistema, que ha creado, de acuerdo con sus
intereses, ciertos rasgos que debe cubrir la docente de
* Profesora de Preescolar.
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69
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El mercado de maestros
preescolar, como: ser mujer, joven, tener características
aniñadas ser soltera -por la creencia que no se rinde
igual en el trabajo si se tiene hijos- tener una visión
maternalista, etc. En resumen, para tener un trabajo
debemos participar en una reproducción social,
cubriendo ciertos patrones, que el sistema determine
qué debe enseñarse en una escuela pública de nivel
preescolar y que se encuentre autorregulada y sometida
a mecanismos de control, a través de directoras y
supervisoras, que determinan quién realiza bien su
trabajo y evalúa los comportamientos que debe tener la
docente ante un alumno, padre de familia y autoridad
educativa.
Es así, como la educadora ha sido víctima del sistema,
y se ha convertido en una mercancía sin formación
profesional adecuada, sumisa, reproductora de los
intereses y arbitrariedades de sus autoridades
educativas. Cabe hacer mención que educación
preescolar se encuentra en proceso de transformación,
de un nuevo compromiso ético-pedagógico a partir de
las reformas en la formación inicial.
70
J. Magdaleno Villegas Baena
Quién se imaginaría que los maestros estamos en el
mercado, ahora sólo falta que nuestra fuerza de trabajo
se cotice en la bolsa de valores, en todo caso, ¿a quién
le interesaría comprar acciones garantizadas por la
fuerza de trabajo de los maestros?, la plusvalía del
trabajo docente nos llevaría a la privatización, habría
más competitividad entre docentes y ¿esto sería la
garantía de la tan exigida calidad? Suena paradójico que
los maestros sólo seamos dueños de nuestra fuerza de
trabajo, porque una vez que nos rentamos con los
dueños de la educación, son ellos los que rigen nuestros
destinos hasta consumir nuestra energía, cubriendo una
necesidad que ahora indica hacer más con menos, según
requiera el comprador en el mercado.
Se necesita un capital cultural en los maestros para
que formen seres humanos que le sirvan al comprador
según las necesidades actuales; es decir, si en
determinado momento no se precisan científicos, para
qué se forman científicos si para el mercado “todo está
hecho”. Por el contrario se requieren personas para
accionar y pulsar botones, para esto, sólo basta la
cualidad de obedecer órdenes, y los docentes nos
convertimos en reproductores de cultura, para eso nos
pagan, para reproducir patrones establecidos por el
grupo hegemónico al cual le vendemos nuestra
mercancía, que a la vez es determinada en el proceso de
formación como capital cultural.
71
Análogamente, estamos en una empresa a la cual le
vendemos nuestra fuerza de trabajo, colocados en la
línea de producción, los alumnos son formados en un
orden preestablecido, en un proceso paso a paso con los
saberes y conductas más idóneas que los convierten en
un producto terminado que sirve también en el mercado
de trabajo.
Ahora la publicidad que debería estar determinada por
los padres de familia y los alumnos, de acuerdo con sus
necesidades, se confunde, porque éstas también están
determinadas en esa visión de capital-trabajo del
mercado mismo.
Finalmente los maestros hacemos la función de
supervisores y controladores de la calidad del producto
final que, a la vez, es garantizado nuevamente por quien
valida la fuerza de trabajo de los maestros: SEP,
Gobierno, empresas, etc.
Cenicientas, madrastras y tías.
Reflexiones acerca de la feminización de la docencia
Eduardo Mercado Cruz
72
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Hoy recuerdo, como lo hacen muchos, que una buena
parte de mi vida escolar la pasé y la he vivido en
compañía de varias Maestras, para bien o para mal,
algunas de ellas han sido una influencia en lo que soy
ahora. A mi memoria vienen muchos de sus consejos, de
sus regaños, de la forma en que nos trataban, de la
manera en que distinguían a nosotros, los niños, de
ellas, las niñas. De algún modo, si comprendí algunos de
los significados con respecto a ser niño u hombre, fue
gracias a que ellas se encargaron de reiterarlo
constantemente en sus acciones: a las niñas no se les
pega, las niñas no juegan pesado, las niñas no trepan
árboles, las niñas no… con el paso del tiempo, como
estudiante en la escuela Normal, cada uno de estos
aspectos se reafirmaba, las asesoras profesionales
(orientadoras) se encargaban de resaltar las diferencias:
las mujeres se tienen que arreglar, se tienen que ver
bonitas, las mujeres son delicadas, comprensivas, las
mujeres no dicen malas palabras, las mujeres no….
Cuando me pongo a pensar en ellas, ahora a la
distancia, me doy cuenta de que algunas ejercían la
docencia con la abnegación, la entrega y la obediencia
de una Cenicienta, una que espera que llegue el príncipe
azul que habrá de sacarla del destino del cuidado de los
hijos ajenos para hacerse cargo de los propios.Un
príncipe que convierta ese vestido modesto y poco
oneroso en un ropaje digno de una reina, ¡vaya suerte!,
si ellas mismas han de convertirse a la larga en el sostén
principal de la familia.
75
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Pero la historia es así, el destino se revela escasamente
halagüeño para las mujeres que ejercen la docencia en
esta condición, si se tiene suerte, se puede cumplir el
sueño de que llegue ese príncipe azul, si no, una buena
parte de su vida como maestra habrá de vivirla con
abnegación, entrega, sumisión. Eso no quiere decir que
está condenada a vivir así, no se trata de un karma, o un
decreto para las mujeres, ni siquiera de una jugada del
destino, se trata de una situación cultural y social en la
que la propia mujer ha participado.
Hay quien dice que porque es mujer nació maestra y,
que una buena muchacha de casa decente no puede
salir, que de rosa, moños, vestidos y encajes se habrán
de cubrir; entonces de objetos casuales tendrán que
servir. Así idealizamos a la mujer, la santificamos, la
hacemos blanco de nuestras atenciones, pero las
mujeres mismas se idealizan y contribuyen a conformar
este imaginario que, más que colocarlas en una
condición de igualdad, las condena a vivir en
dependencia con el género opuesto. Presumen que por
el sólo hecho de ser mujeres, el instinto maternal les
provee de ternura y comprensión para hacerse cargo de
los niños, quién si no ellas, mujeres, madres, maestras,
qué relación tan natural.
Pero no todo es abnegación, comprensión, ternura y
cariño, también hay maestras que ejercen la docencia
cual si fueran madrastras; regañan, golpean, chantajean,
hacen de la escuela una verdadera prisión.
76
Gozan de la pena del niño y de la niña, humillan y al
hacerlo nos dejan una clara lección durante nuestra
infancia: no todas las maestras son buenas.
En este sentido hay quienes prefieren asumirse como
tías, dice Freire, porque una tía es cariñosa,
comprensiva, cómplice y solapadora. Las tías se
encuentran así en ese lugar intermedio entre la madre y
la maestra, a ellas les justa jugar con los sobrinos,
hacerse cargo de ellos, no con abnegación, no con
sacrificio, sino con gusto, con júbilo, pues en tanto tías,
la relación es menos áspera que la que se puede esperar
con una madre o con una maestra.
Es aquí donde surgen los imprevistos de una profesión
que se ha consagrado, “aparentemente”, para quienes
son mujeres, estos imprevistos, en algunos casos se
tornan perversos, pues anticipan una condición no sólo
de subordinación, sino de poco reconocimiento
profesional. Sueldos, puestos, ascensos, prestaciones,
condiciones de trabajo, todo se anuda, todo se entreteje,
todos participan, todos reproducen. Quienes no son
conformes con esa situación levantan la cara exigiendo
el lugar que se han ganado por derecho propio a través
de la historia y tienen que enfrentar una doble lucha,
como mujer y como profesionales. De cualquier modo el
reto está ahí, ya sea como Cenicienta, Madrastra o Tía,
la maestra tendrá que desafiar al destino para reivindicar
su lugar en este mundo dominado por la masculinidad.
77
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Un silente desplazamiento
Germán Gutiérrez Goytortúa
Se piensa a menudo que la docencia no es
verdaderamente una profesión como las demás, sino una
simple ocupación para la que basta buena voluntad,
sentido común, saber dos o tres cosas, y ya. Es decir,
que junto a la exigente profesionalización del docente,
existe un permanente intento de desprofesionalización y
de eso vivimos en eterno lamento. Ahí es donde se
inserta la paulatina feminización de la profesión; estando
las cosas como están, y como parece que estarán cada
vez más, se debe llegar a revisar la pertinencia de que
los alumnos se relacionen igualmente con profesores
hombres y profesoras mujeres, incluso a tempranas
edades, es decir, desde la educación preescolar.
Una de las grandes glorias que ha tenido la educación
estos dos últimos siglos, es el haber sido la catapulta de
la mujer en el ámbito profesional. Se puede decir que el
magisterio ha sido su plataforma de lanzamiento en la
profesión y que ha sido una de las grandes riquezas de
este último siglo. Es fantástico ver que el ingreso a la
universidad sea en gran parte de la mujer y con esto su
inclusión en la vida cultural, social, económica, científica
y política de la mayoría de los países. Pero ahora no
debemos ignorar que la feminización docente también
tiene su lado inconveniente.
a mujeres en todo ese tiempo?, ¿puede ser esto positivo
para la educación? Me sorprendería que esto fuera así.
¿Por qué, en educación primaria, el niño tiene que ver
nada más que a maestras por todos lados casi siempre y
convivir sólo con mujeres adultas?, ¿puede ser bueno
para la educación cuando hay de por sí una falta
endémica de la presencia del hombre en el hogar?
Porque ahora el hombre no está en casa, no existe el
hombre en el hogar, así se interpreta cuando se dice que
aumentan las familias monoparentales, es decir, familias
que cuentan sólo con mamá.
Estando las cosas como están, ¿tendrán que
imponerse en el futuro cuotas de hombres en los
distintos niveles educativos como se han impuesto
cuotas de mujeres en los escaños políticos o en la
gubernatura de los estados? Yo sólo pregunto.
Habría que preguntar: ¿Por qué hay que condenar a
los niños pequeños de preescolar a que no vean más que
78
79
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El clima que viene
Bentham Borrallas Verdejo
Es cierto que la mujer ha ido ocupando espacios dentro
de la sociedad cambiante, antes era muy difícil e
inexistente concebir a las féminas como conductoras de
un transporte, como prestadoras de un servicio en
gasolineras; en fin, en una serie de actividades que, de
acuerdo a mitos y costumbres, no eran propias para su
género. Empero, hoy han cambiado las cosas, las
encontramos hasta en el baño de los hombres, ¡claro
está, en la recepción!
Las mujeres están presentes en ambientes sociales
que antes no eran reconocidos o no se querían reconocer
como espacios adecuados para su presencia. Pienso que
la sociedad ha dado un gran paso al ya no considerar a
la mujer como aquella abnegada y resignada a ocupar o
desempeñar actividades que, según la tradición, eran
propias de su género, donde se valoraban más los
prejuicios que las capacidades.
En la actualidad la mujer encuentra una mayor
apertura de espacios donde desenvolverse, pero todavía
falta aún más por hacer, ya que aún encontramos
indicios limítrofes de su participación y valoración. Como
es el caso del ambiente educativo, la mujer docente que
se desenvuelve en el terreno áulico, por lo regular
presenta pocas posibilidades de movilidad social, la
mayor concentración de profesoras están en niveles de
preescolar y primarias; a medida que asciende la
enseñanza, desciende la presencia de ellas.
80
Los niveles más remunerados los tienen los hombres, lo
que indica que ellas están en una escala salarial inferior.
A las mujeres les corresponde los trabajos de servicio y,
sobre todo, puestos subordinados.
En los últimos años pareciera que existe un proceso de
feminización de la profesión del magisterio; sin embargo,
subyace a todo ello una peyorativa, ya que los espacios
ocupados son abandonados por maestros que han
renunciado a su actividad; cediéndole el lugar, debido a
que no se contentan con bajos sueldos subvalorados y
con la ausencia de reconocimiento social que operan en
el ejercer docente.
Por ello existe una deserción de hombres en el ámbito
docente, en virtud de que buscan moverse en espacios
verticales y de mayor remuneración que les aporte más
beneficio, lo cual ha generado ceder espacios a las
mujeres.
Ante este clima se vislumbra, en el ámbito docente,
una tendencia hacia la profesionalización magisterial
femenina. El oficio docente no presenta sexo de
antemano. Además, se debe reestructurar la relación de
género y desigualdad que impera en la sociedad para
poder llegar a la imparcialidad. Y de esta manera estar
en concordancia con la justicia de: “dar a cada uno lo
debido”.
81
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La participación de la mujer en el
magisterio
José Antonio Morales Contreras
Abordar una temática como la participación de la mujer
en el mercado de trabajo educativo, abre sin duda
alguna, un campo de amplios debates y problemas
derivados de la perspectiva de género en una base
ideológica de producción y reproducción, en la que los
hombres “son trabajadores” y las mujeres “son madres”,
aunque en la actualidad la frontera entre ambos está
cambiando.
Sin embargo, he de intentar tratarlo de manera
sistemática que me permita recuperar, en primera
instancia, el papel que juega la familia en este asunto,
porque es ahí donde se da el proceso de socialización
inicial y es la mujer o la madre quien se encarga del
cuidado y protección de los hijos. El papel que juegan
éstos en la familia será el de aprender, obedecer y
entender lo establecido y transmitido por sus padres,
provocando modelos genéricos para la reproducción en
la adscripción social.
De esta manera, creo yo, que el papel genérico que ha
jugado la mujer a lo largo del tiempo dentro de la familia
y la sociedad ha sido subordinado frente a la producción,
ya que su papel “típico” es el de ama de casa, servil a
sus “superiores” y reina sobre sus “inferiores”.La mujer
es dueña y señora de su casa, también de quienes la
habitan, principalmente de sus hijos, ya que ella, para
bien o para mal, es la reproductora de la especie
82
humana, si tomamos en cuenta expresiones como:
“tienes que ser como tu padre”, “los hombres no lloran”,
no juegues con muñecas”, etc., etc.
Todas estas representaciones de la mujer en el seno
social, han propiciado que todos(as) y cada uno de
nosotros(as), hayamos sido maternizados, socializados y
cuidados por una mujer que se reafirma al incorporarnos
al ámbito escolar, donde la mayoría de la plantilla
académica en los niveles básicos son mujeres,
originando desde mi perspectiva, una traumática
exigencia social de la docencia femenina relacionada con
la maternidad, referida con la protección, la
comprensión, el amor, el cariño, la paciencia, el orden y
la disciplina, con el trato y cuidado de los niños, dejando
de lado el fin o el propósito de la enseñanza que consiste
en desarrollar una serie de habilidades y destrezas en los
núcleos escolares respectivos.
Esta vaga e inexplicable idea social que se tiene de la
madre-maestra, entre profesoras, sobre todo del nivel
preescolar, que se ha caracterizado por dar amor,
cuidado y protección al otro, ha propiciado sin duda
alguna que se origine un conflicto en la disminución del
valor social de su profesión, así como en las condiciones
de ingreso y laborales de las compañeras, contrarias a la
que la sociedad tiene de ésta, como la obtención de una
plaza o base segura desde el inicio de la profesión,
servicios asistenciales, largos periodos vacacionales, así
como la realización de otros trabajos para incrementar el
83
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
ingreso familiar; como si esto garantizara la permanencia
y estabilidad laboral, ante el desgaste físico y emocional
de un trabajo de esta naturaleza.
Creo que lo que socialmente se desconoce tanto en la
feminización del magisterio, como en las empleadas
bancarias, enfermeras y trabajadoras sociales, que en
efecto, son profesiones propias de la mujer en el
mercado laboral, es la paciencia y resistencia pragmática
con la que desarrollan sus prácticas, debido a que están
determinadas por las condiciones socioeconómicas de un
neoliberalismo que todo lo permea y no por su formación
profesional, experiencia, capacitación y género que pone
en evidencia las relaciones específicas, de orden
cualitativo o cuantitativo, entre educación y experiencia,
con los niveles de ingreso y ocupación y, por supuesto,
las razones de la discriminación del trabajo femenino.
desarrollar otras actividades como atención al hogary
cuidado de los hijos, dos tareas tradicionalmente
asignadas a la mujer, estableciendo el círculo de poder
cumplir con un trabajo asalariado de madre-maestra, a
la vez que cumple su función de madre-esposa que se
constituyen,
lamentablemente,
en
factores
discriminatorios del género femenino en el ámbito
laboral.
Lo que invita a realizar un recorrido reflexivo y analítico
independientemente del género al que uno pertenezca,
para orientar una mirada, aunque sea por un momento,
hacia otras formas de analizar y concebir la educación, el
mercado laboral y el trabajo de las mujeres en el
magisterio.
Desde mi punto de vista, actualmente la participación
de la mujer en el magisterio no ha cambiando mucho
con el tiempo; y con ello, los problemas derivados de una
perspectiva de género en los procesos económicos y
productivos de ubicar a las profesoras en el lugar que
social y profesionalmente les corresponde.
En un sentido estricto creo que esto se debe a la
imagen social que se tiene del magisterio en general, y
en particular, a las maestras de preescolar, al ubicarlas
en los trabajos que demandan “tiempo parcial” y,
consecuentemente, aumentan las oportunidades para
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85
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La gran madre
Rosa Cecilia Torres Morales
El problema de la feminización educativa radica en los
efectos que tiene en la enseñanza. El ejemplo más claro
lo manifiesta la Escuela Normal. Durante la estancia en
ella, te protegen, te cuidan, te vigilan. Yo, que no estaba
acostumbrada a que estuvieran sobre mí en las
cuestiones escolares, aquí me vine a cuidar de cubrir las
expectativas de “la gran madre”: la Escuela Normal.
Durante cuatro años, cuidó, vigiló y se preocupó por
formar los hábitos necesarios para la docencia; la
asistencia y puntualidad eran aspectos vitales, la asesora
de grupo siempre estaba al punto de las siete de la
mañana pasando lista rigurosamente, parecía carcelera,
posteriormente se echaba un sermón sobre la necesidad
de presentarse con puntualidad, decía: “qué necesidad
hay de que vengan corriendo, cuando estén en sus
centros laborales esto es falta y descuento, además la
pena con los padres de familia que las vean llegando
tarde”. Al pasar de los años cuando egresé, en mi
primera junta con padres de familia repetí el mismo
sermón, con algunas variantes, diciéndoles: “les pido
que los niños asistan con puntualidad, qué necesidad
tienen de venir corriendo, y que a los niños les enseñen
a ser impuntuales”. ¡No puede ser! -ahora reflexiono¿qué me pasó?, soy el resultado de lo que la gran madre
me enseñó.
86
Todavía recuerdo lo que pasaba cuando estaba en la
Normal, que si la presentación de mi persona tenía que
estar de acuerdo con los parámetros de lo “socialmente
aceptable”, que si el novio a doscientos cincuenta metros
de distancia de la escuela, que la inscripción y la firma
de boletas con el padre o tutor, que además servía para
dar las quejas de comportamiento, ¡Dios santísimo!, no
puede ser, a varios años de distancia esto no ha
cambiado: las alumnas parecen niñas grandes, las
maestras y maestros, las mamás y papás de ellas.
Por eso no parece tan difícil cuando uno está cursando
la carrera, te llevan de la manita de manera protectora,
guiándote y conduciéndote, ¡ah, pues está padre! ¿no?
Vas interiorizando que esa es la función que te tocará
asumir dentro de poco, como cuando a una niña en la
infancia la cuida y regaña su mamá y posteriormente lo
hace el esposo, así las maestras primero nos protegen
cuidan y regañan en la Normal y posteriormente el gran
sistema, o lo que es lo mismo, la directora, supervisora,
coordinador, padres de familia, etc.
¡Qué desolado se ve el camino para las mujeres que
trabajamos en la docencia!, pero así como se argumenta
que nosotras lo fuimos creando, podemos ser capaces
de romper con estas formas que no conducen más que
a la dependencia, a la sumisión y, lo que es peor, a la
reproducción de estos esquemas.
87
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Diálogo entre mujeres
Micaela Ortega Solórzano
Leyendo el texto de Fernández y Sonsoles (1999)
recordé una experiencia con una alumna de la Normal,
llamada Saraí. Llegado el final de semestre y la entrega
de calificaciones, resultó que esta alumna iba a reprobar;
al enterarla de la calificación se puso a llorar y me dijo
que estaba embarazada, aún no se lo había dicho a sus
padres y había reprobado ya dos asignaturas; al reprobar
una más, o sea la mía, por reglamento podían darla de
baja. Total que después de un estira y afloja le dejé un
trabajo para evitar que se fuera a extraordinario. Al
siguiente semestre, ya con un niño recién nacido, volvió
a reprobar y esta vez sí se fue a extraordinario. Reprobó
el extraordinario; al otro día vinieron la mamá y el papá,
para solicitar le diera otra oportunidad. La que habló en
todo momento fue la mamá (Saraí nunca estuvo
presente), argumentando principalmente la maternidad
de su hija y el modo en que iba a mantener al niño. Por
mi parte, estaba la idea de la formación de una maestra
dispuesta, comprometida y capaz; sin embargo, no
dejaba de reconocer su condición de mujer. Al cabo de
una larga discusión, decidí dejar otro trabajo y un
examen escrito para el otro día; tal y como lo esperaba
Saraí no se presentó y finalmente fue dada de baja.
Me saltan las preguntas: ¿Hubiera reaccionado igual
un maestro ante el mismo caso?, ¿fue mi condición de
mujer y no de maestra la que tomó la decisión?
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En el texto de Fernández y Sonsoles (1999) se analiza
la feminización de la docencia, la cual me permite hacer
las siguientes reflexiones:
Primero. La madre de Saraí, esperaba que yo
respondiera como madre. A este respecto encontramos
lo que los autores denominan la “dinámica
autoreproductora de la feminización”, que consiste en la
reproducción, desde la docencia, del rol de mujer como
madre.
Segundo. Aún estando presente el papá, el diálogo
se dio sólo entre la mamá y yo; supongo que porque era
un “mundo de mujeres”, donde únicamente nos
entendemos y comprendemos entre nosotras. Pero
pudiera ser por otro elemento que los autores llaman
“imprevistos de la feminización”: que hay un
reconocimiento de la mujer en ese campo laboral y por
lo tanto las decisiones son vistas desde la autoridad
como profesional. Sería muy interesante explorar ese
terreno; para salir de la idea de que es casi natural que
la mujer estudie para maestra.
Tercero. En los argumentos de la mamá encontramos
claramente la idea de que la mejor opción para Saraí,
ahora que tiene un hijo, es la de maestra, porque de ahí
puede mantener a su hijo. Nunca aludió a la
profesionalización, formación o preparación.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Mujeres
Aquí encontramos como contradicción la conducta de
Saraí; al no estar presente y no asistir al otro día, me
hace suponer que no estaba convencida de que eso
fuera lo más conveniente para ella. La presión estaba
desde los padres.
La feminización de la docencia tiene, desde mi punto
de vista, dos aspectos muy importantes:
Uno. Aunque todavía se tiene que trabajar mucho en
el reconocimiento de su trabajo como profesional,
implica una forma de emancipación de la mujer en su
conjunto.
Dos. La mujer tiene compromiso con aquello que
emprende; compromiso(4) que puede llevar a que la
mujer luche por su autonomía, no sólo personal, sino
social. Con esa lucha estaría involucrando también al
hombre.
Finalmente, es un tema muy interesante, que tiene
muchas vetas que explorar. En donde, como mujer estoy
implicada totalmente; porque ya no sólo se trata del
magisterio, de sus condiciones sociales y laborales, sino
de la mujer como profesional. Es una doble lucha.
Sandra Lilia Andrade Peralta
Una buena muchacha,
de casa decente no puede salir,
qué diría la gente el domingo en la misa si saben de ti,
qué dirían los amigos, los viejos vecinos que vienen aquí,
qué dirían las ventanas,
tu madre y su hermana, y todos los siglos de colonialismo español,
que no en balde te han hecho cobarde, qué diría dios,
si amas sin la iglesia y sin la ley,
dios, a quien ya te entregaste en comunión,
dios, que hace eternas las almas de los niños.
que destrozaran las bombas y el napalm.
El derrumbe de un sueño,
algo allá va pasando,
resultabas ser tú,
una esponja sin dueño, un silbido buscando, resultaba ser yo,
busca amor con anillos
y papeles firmados y cuando dejes de amar
ten presentes los niños, no dejes tu esposo, ni una buena casa
y si no se resisten serruchen los bienes, que tienes derecho
también porque tú,
tenías lazos blancos en la piel,
tú tenías puesto precio desde ayer
tú valías cuatro puños de la ley,
tú sentada sobre el miedo, sentada sobre el miedo de correr.
La familia, la propiedad privada y el amor.
Silvio Rodríguez
Cuando se habla del género femenino, la historia nunca
puede escribirse en singular, siempre habrá que hablar
de las mujeres; sí, en ese sentido y de diversas formas,
con diferentes tintas, con muchas o pocas palabras.Sin
embargo, al escribirlas se deberá referir a las diferentes
maneras que hay de pensar, de ser, de sentir, de mirar
4 En contraposición de la vocación del maestro, otro mito de la profesión.
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91
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
pues las mujeres no son reflejo ni destino de aquel que
las ha mirado sólo en la acción de dar, incluso en la de
darle la vida. Son historia, son presente, son caminantes
y cambiantes, hacedoras de un futuro económico,
político y social, y en ese sentido, ajenas a pensarlas
siquiera como aquellas que sólo pueden ser lo que no se
es, lo que no se valora, lo que no existe en términos y
visión de lo androcéntrico.
Por ello hoy, al abrir mi diálogo con esta primera cita,
no intento sino recuperar, cuestionar y hablar con voz
propia, con mi voz de mujer y desde mi formación de
docente en ese nivel de atención a “chiquitos”, en ese
espacio satanizado donde sólo caben ¡puras madres!
bellas, tiernas y cálidas. Lo que las mujeres, incluso las
que estamos en este espacio, no podemos aceptar: que
se nos mire como madres, y mucho menos es posible
aceptar que nosotras mismas nos vistamos con las ropas
de mamá, delicadas, tiernas, rosas.
Quienes participamos de este campo educativo
debemos ser adultas, profesionistas, con competencias
vastas para desarrollar nuestra función en términos del
aprendizaje y de las necesidades de los niños; en este
sentido, es necesario dejar atrás los imaginarios sociales
y la posición dentro de una red que nos coloca en la
perpetuidad de un rol, que nos pone simples, pasivas o
tal vez hasta radiantes por trabajar en la fuente de la
bondad y la inocencia; la infancia es un periodo de
constitución importante para el ser humano, que no
92
puede dejarse en manos de un trabajo asistencial o
nutricional,exige atención y preparación en donde la
mujer docente tenga muy clara su posición dentro de
una sociedad y la trascendencia de su labor, por lo cual
su quehacer docente, tendrá que ser recuperado en una
resignificación de su ser como profesionista y mujer.
La voz que emana de nuestro ser nos pertenece igual
que la otra mitad del mundo, no somos seres de
segunda, ni es cierto que estemos atrás de un hombre;
somos nosotras mismas y con esa seguridad debemos
ver el mundo, el sentido y la importancia de nuestro
quehacer en él, qué importa si somos feas, si no somos
maternales, si no somos hijas de… hermanas de… o
esposas de… Debemos encontrar el valor en nosotras
mismas y atrevernos a resignificar la historia, a encontrar
nuestro lugar en ella y entender que nuestra condición
no es una trasgresión fortuita, ni divina, ni natural; sino
que resurge de un juego de poder y sometimiento de
violencia simbólica, física, psicológica y sexual, que nos
atrapa en un cuerpo que no es nuestro, en una
sexualidad revestida de prejuicios y mitos, jamás
permitida de ser gozada, usada para procrear y, en
muchos casos, para atar aún más a la cadena de ser
para lo otros, refiriendo a los sujetos, y permitiendo ser
sólo a partir de los Otros, recuperando el sentido de las
construcciones culturales, que nos imaginan así,
naturalmente
frágiles,
naturalmente
madres,
naturalmente delicadas y bellas… naturalmente sin voz,
sin protesta, sin existir ni ser.
93
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Los ejemplos que dan cuenta de esta condición son
muchos, y cada mujer puede dar sus propias
experiencias al respecto, y la que diga que no puede
participar de éstas, más sometida es aún, pues no sólo
es cautiva de los otros, sino de ella misma quien es la
peor vigía.
Vendida, violada, rechazada desde que nace por ser
mujer, apedreada y asesinada por ser adúltera, con su
maternidad siendo niña, engañada, burlada, negada
para una preparación, mutilada sexualmente, y
condenada eternamente por la religión, son algunos de
los puntos sobre los que se construye el contexto para
una mujer y aunque ésta es una dura loza, es
indispensable dejar de cargarla para poder mirar de
frente y romper con un destino que no es el nuestro.
Desde cualquiera de los puntos en donde nos paremos,
conviene pues hurgar esas construcciones imaginarias
de una sociedad, con el fin de pararnos frente a ellas y
decidir nosotras mismas con qué de eso nos quedamos,
si es que el atuendo no es demasiado viejo y ajeno a
nuestra -aún no terminada- resignificación.
a nuestros hijos, si tenemos o no hijos, qué
conversamos, qué callamos, qué defendemos. Yo creo
que una buena dosis de la esencia de este valor
imprescindible tiene que ver, aunque no lo sepa o no
quiera aceptarlo un grupo grande de mujeres, con las
teorías y las prácticas de una corriente de pensamiento
y de acción política que se llama feminismo (Mastretta,
2002).
Se necesita valentía para cruzar cualquiera de los
umbrales con los que tropezamos las mujeres en el
momento de decidir a quién o a quiénes amamos y
cómo, rompiendo con qué enseñanzas atávicas, qué
hacemos con nuestros embarazos, qué trabajo nos
damos, qué opción de vida preferimos o incluso en qué
tono hablamos con los otros, de qué modo vemos crecer
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las mujeres... ¡presentes!, ¡aquí
estamos!
Carmen Susana Camarillo Ramírez*
Abrir el camino a los demás no es una labor fácil, más
bien es complicada, ya que romper con esquemas, mitos
y tabúes siempre implica ir en contra de lo establecido:
ideas, pensamientos y valores; pero a la vez, lo valioso
de esto, es que se proponen otras acciones que buscan
un cambio. Las mujeres que nos precedieron en la noble
tarea de la enseñanza padecieron mucho por abrirnos el
camino a las actuales profesoras y no sólo a ellas, sino a
toda la gama de profesionistas mujeres que se han
integrado al mundo laboral de nuestro país.
Retomando lo que dice Oresta López Pérez, con
respecto a la situación de las mujeres que osaban
acceder a los espacios destinados únicamente para
varones a inicio del siglo XX:
Existían espacios profesionales considerados
exclusivamente masculinos; aquellas mujeres que se atrevían a
invadirlos, se contaminaban, se volvían masculinas, perdían
–en un sentido simbólico- sus atributos femeninos,
modificaban su destino. En este caso, el logro de una profesión
no las hacía más atractivas ante los hombres, no se consideraba
que ganaran espacios en un sentido positivo, sino que, siendo
imposible para ellas poseer las dotes intelectuales del hombre,
perdían el único valor social que les reconocía: la feminidad,
sinónimo de virtudes como la gentileza, la bondad, la
maternidad y el servicio incondicional al bienestar de la
familia. (López, 1991).
Con tristeza veo que en la actualidad aún prevalecen
esas ideas, claro, a veces las maquillan para que las
mujeres no nos sintamos tan discriminadas; pero en
otras ocasiones, la violencia contra la mujer es evidente,
al tacharla cuando hace actividades propias del hombre,
como lesbiana. O si no se ha casado a cierta edad,
cuestionan sus preferencias sexuales o no la bajan de
“quedada” y solterona, también la mujer es considerada
inferior ante los puestos de mando o gran
responsabilidad, un claro ejemplo se observa cuando en
las escuelas primarias trabajan sólo profesoras pero eso
sí, el director o el supervisor, es hombre. ¿Qué, no
tenemos la misma capacidad de mando?, o ¿no
queremos enfrentar la responsabilidad que implica el
puesto?, o tal vez, lo que siempre se nos enseñó fue que
la mujer no debe desatender su hogar, sus hijos, su
marido, por eso nosotras mismas no queremos esos
puestos. En las empresas, los jefes son generalmente
hombres y cuidado si las mujeres que trabajan ahí se
embarazan. La mayoría de los políticos son hombres y
corruptos.
Por otra parte, qué decir de las mujeres indígenas, en
el discurso político y en el educativo se habla de equidad,
y se ven tantas injusticias con las niñas indígenas: el no
acceso a la educación, si se va a casar o va a ser ama de
casa ¿para qué estudiar?, es un gasto solamente;
incluso, las mismas madres de estas niñas piensan de
esa manera y limitan la capacidad de sus hijas.
* Profesora de educación secundaria
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Al mal paso, darle prisa
Gran tarea tenemos las mujeres docentes: romper con
esos mitos, volver a abrir caminos para las futuras
generaciones, elevar la calidad de nuestra práctica
tomando en cuenta que, no sólo implica cuidar niños y
darles amor, sino una verdadera profesionalización de la
labor docente. Ante la gran diversidad de intereses y
deseos, nosotras como profesoras debemos atrevernos a
promover en los alumnos y en las alumnas que decidan
estudiar lo que ellos quieran, sin marcar pautas. No tener
miedo al cambio, a la ruptura de lo establecido, a la
reflexión constante de nuestra práctica con el fin de
evitar la reproducción del sistema.
Guadalupe Solano Pérez
Después de analizar el texto de Fernández (1999),
siento, como si nos marcaran desde que nacemos el
camino que nos guiará en la vida, nuestro futuro ya está
determinado por otras personas ajenas a nosotras las
mujeres. Luchar contra los prejuicios humanos y las
creencias acumuladas en las generaciones pasadas no es
fácil, éstas han dejado una huella imborrable que nos
persigue hasta el momento.
Sin embargo, romper con esto tampoco es imposible,
aunque seamos o estemos en el “ojo del huracán”, de las
burlas, malas caras y hasta insultos debemos luchar por
nuestra autonomía. No es común ver a una mujer de
trailera, mecánica o en otras profesiones, que habían
sido anteriormente exclusividad del hombre. Los
prejuicios y creencias de esta ideología han disminuido a
través del tiempo, al demostrar la mujer que es capaz de
inmiscuirse en el mundo del saber y la equidad
profesional.
El ser maestra también es una profesión, requiere de
ciertos
conocimientos
empíricos,
científicos,
metodológicos y pedagógicos para poder ejercer en el
campo de la docencia, por lo tanto ser hombre o mujer
no implica ser mejor o peor.
Las mujeres no sólo servimos para cuidar niños, somos
capaces de enfrentar, afrontar y desarrollar situaciones
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
de conocimiento “mucho mejor que los hombres”, las
mujeres podemos realizar múltiples tareas conjuntas
(quehaceres domésticos, trabajo docente, cuidado de los
hijos y del marido, etc.), que no son reconocidas; y, sin
embargo, no dejamos de hacerlas porque de alguna
manera, de acuerdo con las tradiciones, son parte de
nuestra “obligación”, aunque pienso que el hombre
difícilmente podría con todas ellas.
La corriente ideológica de la mujer, como Fernández la
describe, no coincide con las expectativas de cambio que
muchas mujeres estamos generando actualmente. La
mujer en el presente está preparándose y siendo
ejemplo de expectativa del cambio.
El trabajo de maestra no es fácil, no sólo estamos para
cuidar niños, sino que somos capaces de generar
conocimientos, a pesar de nuestra sensibilidad y de
nuestra nobleza, ejercemos una docencia como cualquier
maestro. El papel profesional no lo asumimos como
simple reproducción social, somos conscientes que éste
juega un rol más de muchos que tenemos en nuestra
vida, por lo tanto, no es que nos falten propósitos y
deseos de profesionalización, sino que el cumplir con
todas nuestras obligaciones nos reditúa espacio para
generar la construcción de conocimientos; sin embargo,
siempre procuramos actuar en función del valor del
sujeto, dando lo mejor de nosotras, buscando entre
otras cosas, superarnos cada día más.
Existen pocos lugares en donde la mujer todavía es
vendida, o dada en matrimonio, su autonomía en estos
lugares queda debajo de su autoestima, la mujer vale
por el sólo hecho de ser un sujeto, una persona que es
capaz de tomar sus propias decisiones.
Es el magisterio uno de los centros de trabajo que más
mujeres tiene, esto no quiere decir que sea una
profesión carente de validez, sino por el contrario, el ser
maestra requiere una serie de cualidades profesionales
“que no cualquiera posee”.
En algunas ocasiones, todavía escucho decir a algunas
mujeres “tengo que darle de comer a mi esposo”,
“déjame pedirle permiso”, “no puedo estudiar o salir
porque no me deja mi esposo”, incluso en algunas
reuniones escolares las madres de familia se tienen que
salir antes porque manifiestan “mi marido se va a enojar,
ya me tardé mucho”. En estos casos pienso que el valor
social se encuentra por delante de su propia autonomía
y que difícilmente podrá recuperarla si no adquiere
voluntad y capacidad propia.
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El mito de la eterna vocación:
El maestro Sísifo y su piedra rodante
Eduardo Mercado Cruz
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Cuenta la leyenda, que Sísifo desafió a los dioses, se
burló de ellos, regresó de la muerte y se negó a volver.
Los dioses condenaron a Sísifo a rodar una roca a la cima
de una montaña desde donde la piedra volvería a caer
por su propio peso; se pensaba, que no habría un
castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza
(Camus, 2000). La sentencia estaba dictada, tocaba a
Sísifo emprender el viaje cuesta arriba, cada vez que la
piedra llegara a la montaña ésta caería siempre para
repetir por toda la eternidad su condena. ¿Pero qué
podría hacer Sísifo sin una “pizca” de vocación?
Disponerse a rodar la piedra requiere de un halo de
cierta abnegación, de sentirse llamado a cumplir con una
tarea que es asignada, no por convicción, no por deseo,
sino por obligación; pero en cierto sentido, se trata de
una tarea que redime, que enaltece, que está marcada
por el sufrimiento y la entrega sin esperar recompensa,
se trata de una misión que sin vocación, perdería su
sentido. Y ahí está el maestro Sísifo, empujando una
piedra y cargando sobre su espalda todas las miserias de
la humanidad. Quien ha de gozar de la vida, tendrá que
dejar su cuota de sufrimiento en ella. Vemos caminar al
maestro Sísifo por una vereda que ha labrado con el
paso de los años, haciendo camino, forjando
conciencias, haciendo escuela, predicando la palabra de
la razón. La piedra no resulta tan grande cuando se la
mira como una misión, cuando se la ve como una noble
tarea; se trata de predicar la verdad, de ayudar a
conformarla nación, de dar sin esperar gratificación
alguna.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Anécdota de un docente
Pero hay algo más, el maestro Sísifo no puede ser
cualquiera, el maestro Sísifo ha de ser un hombre o una
mujer sin tacha, educado, noble, comprensivo,
abnegado, de físico resistente para aguantar las arduas
horas de trabajo, debe tener el oído y la vista siempre
alertas; además ser pulcro en el vestir, no importa si se
tiene o no para comprar una vestimenta adecuada, ser
pulcro no significa vestir opulentamente, sino con
limpieza y decoro.
La pesada loza puesta, e impuesta, sobre los hombros
del maestro Sísifo y el tamaño de la piedra que empuja,
no serían tan pesadas si se le reconociera y valorara
social y económicamente, de ahí la pregunta: ¿Es
suficiente la vocación para que el maestro Sísifo
emprenda todos los días su complicada misión? Hay
quien dice que si el maestro Sísifo no tuviera vocación,
no tendría la fuerza suficiente para enfrentarse todos los
días a su desalmado destino, pero ésta no nos es
concedida a todos por igual, algunos nacen con ella,
otros la adquieren sobre el camino. Quienes nacen con
ella, creen que su destino está prescrito, que su tarea es
salvar almas, quienes la adquieren en el camino y lo
hacen además con una aproximación al estudio y
conocimiento de las razones para educar, creen que su
destino es ofrecer una y mil formas de ver las cuestas y
los caminos que el destino nos depara a cada uno de
nosotros.
106
Bentham Borrallas Verdejo
En la actualidad, un grupo mayoritario de la población
vive de forma autómata, irreflexiva, mecanizada, donde
todo lo que ocurre a su alrededor lo considera como
dado, terminado, absoluto; no obstante, para alcanzar la
realidad debemos de comenzar a cuestionar la forma en
que imperan los acontecimientos, de lo contrario
estamos condenados a suscitar la expresión de
individuos con pensamientos no pensados, sino
asignados (Individuo reproductor), sin una reflexión o
análisis de los fenómenos que ocurren en la vida
cotidiana.
Cierto día me dirigía a mis labores cotidianas de
docente, como de costumbre, abordé el transporte que
me llevaría a mi destino, una vez en el interior meditaba
sobre las actividades que realizaría con un grupo de
alumnos. Transcurridos unos minutos de
viaje, el
conductor, sintonizaba una estación de radio, al
encontrarla siguió fijando su atención en el recorrido. Por
mi parte dejé de pensar por un momento en las
actividades que realizaría y puse atención en lo que se
narraba, al cabo de unos minutos escuché al locutor
mencionar que se acercaba el mes patrio ”Septiembre”,
no obstante la fecha de la celebración, era muy
lamentable que los docentes ya no inculcaran a sus
alumnos la importancia que se le debe otorgar a estos
días.
107
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¿Ironía de la vida o azares del
destino?
En ese instante medité sobre lo externado por el
radiodifusor, considerándolo como un mero reproductor
social que se vale de un medio de comunicación masiva
para exteriorizar su opinión acerca del papel del maestro.
Como sabemos, la escuela no es el único lugar donde
se educa, tampoco es el insuperable templo del saber; la
educación es una práctica social y en ella convergen una
serie de aspectos como la familia, los medios de
comunicación, la economía, la política, la sociedad que
influyen en la educación de un individuo enalteciendo o
abatiendo la apropiación de su cultura e historia; sin
embargo, el imaginario social que se tiene del docente lo
muestra como el único responsable de la educación del
individuo. Como señala Adorno (1969) son las
representaciones inconscientes o pre-conscientes de la
función que ejerce el docente, las cuales condenan a
esta profesión sin tener una idea clara por lo que
exponen aspectos carentes de una base real, lo que
repercute en la valoración del profesor.
Considerando esta ideología, se debe rescatar la
imagen del profesor como sujeto inmerso en el proceso
educativo y únicamente un cambio radical del papel del
docente reside en la sociedad y su relación con ella, a fin
de que docente y sociedad trabajen de manera conjunta,
logrando un fortalecimiento mutuo.
Después de este diálogo conmigo mismo, por fin llegué
a mi destino e ingresé a mi aula, donde un grupo de
alumnos comentaba la importancia del mes patrio.
108
José Antonio Morales Contreras
No puedo negar la avalancha de sensaciones
contradictorias que originó en mí el escrito de Emilio
Tenti Fanfani, en torno a “El oficio del maestro:
contradicciones iniciales”. Con esta lectura, de inmediato
vino a mi mente un recuerdo de hace más de veinte
años, cuando mi más grande intención era ingresar a la
Normal. Sí, quería ser maestro, influenciado por uno de
ellos en secundaria que nos impartía la asignatura de
Ciencias Sociales y del que, aún a estas alturas, todavía
recuerdo su nombre completo. Pero la reforma de 1984,
cuando se elevaron a grado de licenciatura los estudios
de educación Normal, me lo impidió.
Así que el tiempo pasó e ingresé al CCH Azcapotzalco.
Sin embargo, todavía persistía en mí aquella espinita de
formarme como profesor, así que una vez concluido el
bachillerato, ansié ingresar a la Escuela Normal Superior
de México y en el segundo intento me quedé en la
Licenciatura en Ciencias Sociales.
Ya estando dentro de la ENSM, me desilusionó la
práctica desarrollada por los mentores; en particular,
recuerdo al maestro de psicología educativa que nos
decía: “abran su libro en tal página, me hacen un
resumen y me lo entregan la próxima clase”. Y así fue,
con dos o tres de ellos, que llegué a cuestionarme si así
se ejercía la docencia.
109
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Fue tal mi desagrado, que un amigo que conozco hace
más de 25 años, compañero de la secundaria, me dijo en
ese entonces: “Si no te gusta la Normal, salte de ahí. Tú
tienes una trayectoria de más de cinco años trabajando
en bibliotecas, podrías mejor estudiar la licenciatura en
Biblioteconomía, que te va a dejar más de ingreso que
como maestro y con menos trabajo”.
Lo que me retuvo fue la cercanía a mi domicilio, la
flexibilidad del horario, y por qué no decirlo: la paga. Así
pasó el tiempo, y por la sugerencia de varios
compañeros de trabajo e iniciativa propia, ingresé al
Programa de Maestría del ISCEEM y ahí empezó a
originarse el conflicto interno entre una formación
original y el oficio de ser maestro.
Lo pensé bien, y sí, le hice caso… me salí, cuando
cursaba tan sólo el segundo semestre. En ese entonces
“chavo” y sin responsabilidad alguna, dejé de estudiar
por más de 8 años, lo que me permitió acceder
laboralmente a la UAM Azcapotzalco, a la Dirección
General de Transporte del D.F., a la Dirección General de
Bibliotecas de la UNAM, a la Dirección General de
Bibliotecas de la SEP, a una universidad privada por la
colonia Del Valle, a la ENEP Iztacala y a la UVM, hasta
que “me cayó el veinte” de que para continuar laborando
en algo que llevaba más de 15 años haciéndolo, debía
estudiar la licenciatura, y así lo hice.
Ahí he podido entender que, si bien es cierto que para
ejercer la docencia se debe tener una vocación y un
amplio sentido de identidad y de pertenencia o arraigo
ante esta práctica, el ejercicio de ésta requiere de una
serie de cualidades que no sólo se circunscriben a saber,
sino a una serie de habilidades y destrezas intelectuales,
sociales, de empatía y, sobre todo, a la búsqueda de un
sentido a través de la coherencia y el compromiso con
los demás.
Pero ante una nueva realidad y ya titulado, busqué
chamba en lo mío y caí en el ISCEEM, en ese entonces,
no le tomé mucha importancia; es más, mi intención era
dejarlo cuando concluyera el año, ya que yo estaba
acostumbrado a trabajar con una infraestructura
diferente, orientado a impartir cursos de formación de
usuarios en fuentes y recursos de información, además
que nunca había estado en el servicio al público, pero
como dicen: “cae más pronto un hablador que un cojo”.
110
El simple hecho de pensar en lo anterior, da temor,
independientemente de una vocación “espontánea” o
“adquirida”, sobre todo por los cambios tan rápidos en
los que vivimos actualmente, que dejan claro que la
práctica educativa se complica cada vez más.
De esta manera y en el plano personal, puedo exponer
libre y abiertamente que el llamado a ser y luego ser
maestro, me llegó tardíamente como pilar de una
formación en este campo, sobre todo por la falta de
arraigo; de pertenecer a algo.
111
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Parecía el concurso del mayor
sufrimiento
Sin embargo, como río que sabe a donde van a parar
sus cauces, he de construir un proyecto de vida
comprometido con lo que hago y lo que he de hacer que
articule mi formación original con la práctica educativa (a
menos que la vida me tenga preparada una mala jugada)
que represente un proyecto de existencia en el futuro
que me permita desempeñar lo que se ha invertido en
tiempo, esfuerzo y dinero cerca de dos años y dejar que
esto se convierta en una ironía o azares del destino.
Rosa Cecilia Torres Morales
Cuando en una ocasión se realizó una mesa de análisis
sobre las prácticas intensivas realizadas en un tercer
grado de la licenciatura en educación preescolar, se
convocó a supervisoras, educadoras, alumnas y
profesores de la Normal para valorar los alcances, logros
y dificultades en dichos acercamientos.
En términos generales, la reunión cumplió sus
propósitos, las alumnas guiaron los ejes de análisis que
nos permitieron centrar nuestra atención en una
evaluación donde se podrían apreciar los vínculos más
estrechos sobre la corresponsabilidad de formación con
las alumnas.
Todo empezó cuando llegamos a la parte final de la
sesión, una de las educadoras felicitó a su docente en
formación por la maravillosa entrega y disposición en las
dos semanas de trabajo con los niños; haciendo hincapié
que, para llegar a su escuela, se necesita caminar como
cuarenta minutos y que la alumna nunca llegó
indispuesta, de malas o fastidiada; al contrario, siempre
entusiasta, atenta con los niños, por eso le dijo “yo la
quiero felicitar por su gran dedicación que mucho hace
falta en esta carrera”.
De ahí se soltaron las demás. Otra de las educadoras
alzó la mano y mencionó: “yo quiero también felicitar a
mi practicante pues ahorita en mi escuela aumentó un
112
113
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El maestro ideal:
vocación vs. compromiso
grupo y tuvimos que separar un aula con una tarima, los
salones quedaron reducidos para los treinta niños y
además el ruido del grupo se alcanza a escuchar hasta el
otro lado y esto no fue motivo para que ella se
desanimara, siempre estuvo entusiasta, con gran
disposición”.
Y siguieron los cebollazos, las manos de las titulares
de grupo se levantaron, como si esto fuera un concurso
de haber quién había sufrido más. “Yo, yo”, -decía una“yo también quiero felicitar a mi practicante porque
nunca salió a la una treinta de la escuela, mínimo salía a
las cuatro, incluso, una ocasión a las cinco de la tarde, y
es que por su planeación con los niños ella se quedaba
a elaborar materiales, siempre bien entregada, muy
dedicada”.
La mayoría de las educadoras ahí presentes alzaron su
mano y expresaron una serie de sacrificios, dificultades
y penas que cada una de sus practicantes había
realizado; cuando creía que ya había escuchado todo,
venía otra cosa peor, que trataba de superar a la anterior,
y parecía que hasta estaban inventando para colocarse
en un mejor lugar.La sesión cerró, con un “gracias” por
parte de la subdirectora y cada quien se fue a su casa
satisfecha con su participación en el concurso de
sufrimientos. Incluso me imagino que se fueron
pensando estrategias para que en el segundo periodo de
prácticas, sus hazañas de sufrimiento las hicieran ganar
el primer lugar.
114
Micaela Ortega Solórzano
Cuando hablamos de un maestro ideal, nos estamos
refiriendo a alguien que no existe realmente, que sólo
está en nuestra imaginación; es un prototipo a alcanzar.
Esos ideales no surgen de la nada, se van construyendo
social e históricamente; y van formado parte de los
discursos sobre lo que debería ser el maestro.
Emilio Tenti, haciendo una revisión histórica sobre el
oficio del maestro, encontró entre sus cualidades
básicas: la vocación, la moral, dominio del método y
conocimiento de los contenidos. Mismas que encuentra
desde principios del siglo XX, cuando era necesario
fortalecer un Estado moderno, a partir de una educación
laica y homogeneizadora que formara al ciudadano.
De ellas, la vocación, es la que más ha trascendido el
tiempo. En 1900 se expresaba “entre las cualidades
pedagógicas la principal es la vocación”(5) ”. Luego
vienen las “cualidades morales” (Tenti, 1990). En el 2003
se dice: “El normalismo mexicano se ha constituido en
uno de los principales impulsores de la educación
pública. Dos aspectos lo hacen peculiar: vocación y
mística de servicio (…) El normalismo en nuestro país ha
representado una alternativa de preparación profesional
para los jóvenes que desean servir a la nación desde el
pedestal de la cátedra; por eso, ser normalista implica
compromiso con las instituciones y amor pedagógico que
se traduce en la entrega permanente del mayor esfuerzo
115
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
para educar a la niñez y juventud mexiquenses con alto
sentido profesional y humano”. (Nava Fabela, Roberto,
2002:4)
Una pregunta que salta es ¿a quién le sirve un maestro
con vocación o vocación para servir a quién? La
respuesta va en dos sentidos, una de carácter macro,
que tiene que ver con servir a los intereses del Estado.
Desde aquí se necesita un maestro que responda a los
intereses de la educación pública, que sea abnegado,
obediente, alineado, mártir; dispuesto al trabajo duro
por poco salario. La segunda respuesta tiene que ver con
las condiciones particulares del trabajo magisterial.
Caracterizado por una excesiva regularización
burocrática, que lo hace someterse a procesos,
contenidos y a una organización escolar. Eso es vocación
en la actualidad; de ahí que se exalte continuamente
como la cualidad fundamental del maestro.
Ejemplos de ese apostolado hay muchos:
Habla la profesora Zoila León de la Ciudad de Oaxaca,
- Tengo 60 años y trabajo doble turno, y esta es mi experiencia:
desde que se agudizó la crisis, el ser maestro nos impide aprender a
desempeñar otras ocupaciones. Uno se encierra. Eso lo resentimos,
no haber aprendido algún oficio, aunque sea vender algo. Fíjese,
cuando oímos que el gobierno llama a la ciudadanía a salir adelante,
me pregunto: salgo a la ocho de la mañana de mi hogar, a las dos y
media de la escuela (soy directora), y de allí me voy a rendir
informes, o cosas administrativas. No me da tiempo de comer y al
otro turno.
116
Salgo a la seis de la tarde me dirijo al local del sindicato y regreso
al hogar a las nueve o nueve y media. Para salir adelante ¿qué voy a
hacer, si mis hijos estudian? ¿A qué horas vendo o hago algo?
(Monsiváis, 1989:9).
La vocación es entonces una imposición ideológica que
sirve a los intereses del Estado; pero qué pasa con las
necesidades de la comunidad, de los niños, del maestro
mismo (de su autonomía). Cambiar la mirada, implica, ya
no una vocación, sino un compromiso (6); supone un
maestro que reflexiona, cuestiona, toma decisiones,
lucha por sí mismo y la comunidad escolar.
El maestro ideal, es entonces, el que se compromete
con su labor de enseñanza, con los niños; y no con la
dirección de estado y escolar, que lucha por sus intereses
gremiales y profesionales. Y como no quiero dejar esta
idea sólo en utopía, mostraré el siguiente testimonio:
En el gimnasio. Conversación entre delegados,
- Si de burlas se trata, los de Vanguardia son los reyes. Se ha
convocado tres veces el Congreso, se instala y Vanguardia no
aparece. La última vez llegamos a la 9, no, que iba a ser a las
doce, no, que iba a ser a la cuatro de la tarde, que ya mañana.
Nos acusan de radicales los que nos radicalizaron. Los
vanguardistas nunca explican lo que entienden por
“integración”. Y la gente dijo. “Pues tampoco. Ya basta de
recursos legaloides”. Fue la base la que actuó. En la asamblea
estatal 249 delegados dijeron NO, y 38 dijeron SÍ. Se
argumentó: “No podemos dejar que otros luchen sin nosotros
hacerlo”
6 Entendida, de acuerdo con Contreras (1997), como una obligación moral, por encima de la
obligación contractual; que le confiere a la enseñanza un papel humano, donde lo importante es
el desarrollo de los alumnos.
117
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Maestro: ¿ejemplo a seguir o ejemplo
a desechar?
(La historia de Gloria y Carmelo)
- Costó mucho, también la experiencia dolorosa. Son muchos
maestros democráticos asesinados después de 1980, cerca de
65 compañeros. Al maestro Cenobio Reyes, en la Mixteca, el
2 de marzo de l989 a Romualdo Carrasco, saliendo del
plantón. Y eso alimenta el aguante, la decisión de resistir. Y
esos muertos nuestros nos impulsan también a las marchas, las
caminatas largas, las idas a México, las huelgas de hambre. El
otro día, un maestro viejo me confiaba: “Cada vez que
decimos NO, siento que le estamos fallando a los maestros
asesinados” (Monsiváis, 1989:8-9)
El relato nos muestra una de tantas experiencias de
maestros que entablan luchas políticas para mejorar sus
condiciones; a partir de una reflexión y conciencia de su
papel y el de las organizaciones gremiales. Por eso
afirmo que vocación y compromiso son dos cualidades
que ponen al maestro en distinta posición: la vocación,
con una posición política neutra; la del compromiso con
una posición política a favor de los grupos cercanos al
maestro. Por ello, es necesario construir un nuevo ideal
a alcanzar: El maestro comprometido.
118
María Cristina León Kempis
En el Nivel Medio Superior la tarea de enseñar es
compleja, pues además de tener que contar con un
cúmulo de contenidos de las asignaturas que imparte el
maestro, hay que adoptar cierta personalidad a manera
de “careta teatral” para evitar que los alumnos
descubran en nosotros los maestros que tenemos ciertas
desavenencias, ya sea en nuestra vida personal, en el
aspecto laboral, o en el económico.
Aquí voy a narrar la historia de dos jóvenes docentes
de una preparatoria que se vieron inmersos en un
remolino de comentarios que inundaron la escuela, pero
además traspasaron las fronteras de ésta, involucrando
a padres de familia y autoridades estatales de Educación
Media Superior.
Se trata de Gloria y Carmelo, una pareja sin igual en
la docencia. Ella, siempre elegante y con un toque sexy,
era el modelo a seguir para las jovencitas de la
preparatoria; además, con su palabra mágica “mi amor”,
dirigida a los alumnos, desarmaba cualquier reclamo por
abuso de autoridad o por injusticias en las evaluaciones.
Carmelo, por su parte, era el maestro galán, que a
jóvenes y señoritas mantenía boquiabiertos con su forma
de declamar poemas con su potente voz y su
enternecedora mirada. “¡Ah, quien pudiera decir cosas
tan bonitas como él!”, decían los jóvenes; “así tendría a
las viejas arrastrándose por mí”, comentaban.
119
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Todo era miel sobre hojuelas, cuando un padre de
familia y su esposa se presentaron en la casa de Gloria y
Carmelo a reclamar a este último por haber embarazado
a su hija, quien era su alumna en la Normal, donde
Carmelo también impartía clases. El pleito fue tal, que la
bonita pareja se separó, y aunque Carmelo juraba y
perjuraba que ese hijo no era suyo, Gloria jamás le
creyó.
Así transcurrió aquel ciclo escolar para Gloria y
Carmelo; él pidiéndole perdón, y ella negándose a
regresar a la casa. Durante ese tiempo, recuerdo que
tenían en común a los alumnos de segundo grado de la
preparatoria. Eran pequeños grupos de estudiantes
admiradores de la pareja, quienes se entretenían
llevando y trayendo recados de Carmelo para Gloria y
viceversa.
Un día en una presentación de un libro en la escuela,
Carmelo se arrodilló ante todo el auditorio para
expresarle un poema a Gloria, aprovechando que el libro
tenía ese contenido. Esto causó que toda la escuela se
enterara de la situación que vivían y de que los alumnos
estuvieran siendo mandaderos de las pasiones de la
pareja de maestros.
Tal evento puso en alarma a los padres, quienes de
inmediato se presentaron a la escuela y de ahí el asunto
llegó hasta el Departamento de Educación Media
Superior.
La dulzura y el aspecto personal de Gloria se habían
venido abajo, pues se mostraba desarreglada y siempre
con mal humor. A Carmelo se le veía con la mirada
extraviada, y de su potente voz en la declamación, sólo
le quedaba un tono quebrantado a punto de estallar en
llanto.
Al fin terminó ese ciclo escolar, y con él, todo el
remolino de comentarios sobre los maestros Gloria y
Carmelo. Los alumnos, acreditaron las materias que
impartían cada uno de ellos, y el asunto no pasó de una
llamada de atención por parte del director escolar. Y a
todo esto… ¿Quién dijo que los maestros debíamos de
ser un ejemplo para nuestros alumnos? ¿Qué no somos
seres humanos con subjetividades múltiples?
Cierto día, Gloria ya estaba tan enfadada, que se
desquitó con los alumnos preferidos de Carmelo
enviándolos directamente al extraordinario de su
materia.
120
121
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La maestra de preescolar: una madre
pura y bella en el lecho de su vocación
Sandra Lilia Andrade Peralta
En la tradición Mexica, el discurso de recibimiento a la
criatura recién nacida era un ritual que marcaba su vida
adulta, enterrando el cordón umbilical que la ataba a su
madre, constreñida dentro de la tierra de casa para que
no se fuese, igual que el corazón del pecho, le decían:
No debéis andar fuera de casa, no debéis de tener costumbre
de ir a ninguna parte. Habéis de ser la ceniza con que se cubre
el fuego del hogar. Habéis de ser las trébedes donde se pone la
olla. En este lugar os entierra nuestro señor. Aquí habéis de
trabajar. Vuestro oficio ha de ser traer agua y moler maíz en el
metate. (Romero, 2002: 45)
La presencia del señor se vistió con los trajes de dios,
un dios hombre que condenó y recogió la moral como su
más fuerte látigo, la razón desgarró su vestimenta que
nada tenía de humilde, el señor se vistió de verdades
poderosas que hicieron rendir a la naturaleza y la
sometieron.
Con poder, marcó el símbolo de su propiedad sobre los
más débiles, creó súbditos, el señor se transformó en
Estado y dictó cómo tenían que ser sus hijos; siempre
habló de hijos, nunca de hijas, las olvidó en sus
derechos, pero las recordó en sus obligaciones, igual que
en el pasado, las encerró en el eco de una naturaleza
cruel, cautiva del cuerpo del deber para con los otros, y
cuando le permitió salir la colocó en aquel paraíso donde
122
trabajaría con la más infinita fuente de amor y ternura:
con los querubines de dios, pues ese era un lugar
perfecto para ella, tan bella, tan correcta, tan cariñosa,
tan alejada siquiera de poder desear tener o saber, para
intentar salir de aquella jaula de hierro.
Se usó el discurso de la vocación para comprar la
conciencia, se le enfundó en los discursos de la noble y
enajenante misión de ser parte de aquel conjunto de
desdichados que se cree pueden vivir únicamente
contemplando la felicidad y el progreso de los otros, se
petrificó en el lecho de una vocación nacida en la pulpa
de sus usos, misma que la fue pudriendo desde sus
entrañas. ¡Mírala ahora!, está contemplando qué hacer,
parece que ni las medicinas de la modernización
educativa, le han servido para reactivar su sistema de
de-construcción y es que lo único que le permitiría seguir
viviendo, es que ella se atreviera a quitarse esa joroba
en la que se le acumularon las culpas y las inútiles tardes
de cansancio y preocupación por no terminar los
adornos, y qué decir de los 40 regalos para sus
querubines. Algunas se han sometido a la cirugía y han
quedado pasmadas al contemplarse en aquellas fotos
viejas y amarillentas, de cuando se vendieron por
vocación; y a pesar de todo, hoy ninguna de ellas olvida
lo difícil que ha sido este proceso y lo extrañas que se
sienten sin aquella pesada carga sobre su espalda.
123
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¡Soy maestra! Dios mío, ¿quién lo
sabe?
Guadalupe Solano Pérez
Que la gente me reconozca como maestra, hasta cierto
punto me enorgullece, pero en otras ocasiones no me
permite actuar como cualquier otra persona, en el
momento que menos te lo esperas, alguien te conoce,
cuando más quieres pasar desapercibida de repente oyes
que gritan: ¡maestra!, ¡oh, dios mío!, ¿quién será?. No,
que no me vean, hoy no me arreglé, estoy en fachas, y
no quiero que me vean así; procuro hacerme la
disimulada, pero escucho nuevamente: ¡maestra!, creo
que llama más la atención de toda la gente, ni modo,
saludaré, aunque la verdad quisiera esconderme atrás de
la piedra más grande o ponerme unos lentes que me
taparan toda; pero en fin, con titubeos, vergüenza y
molestia, saludaré, “¡hola y adiós!”, retirándome de ese
lugar lo más rápido posible.
¡Oh, qué cosas!, yo que siempre en la escuela procuro
dar una buena imagen, bien arreglada, puntual, me
gusta crear una buena impresión en los alumnos y en los
padres de familia, y ahora, qué pensarán de mí, qué
vergüenza, ojalá que la persona que me vio no diga nada
a los alumnos, ni a los demás padres.
Dentro de la escuela, y donde vivo, conocen mi
profesión, me enorgullece que me digan “maestra” y me
incomoda que la gente me llame “Señora”, siento que me
restan importancia.
124
Antes, en los festivales, eventos y actividades
escolares, me sentía grande, me sentía importante, al
igual que en el salón de clases ante los alumnos, me
sentía el ejemplo: yo era la que controlaba, mandaba y
dirigía la clase, ¡cuidado con aquél alumno que no me
obedeciera, o quisiera ser más que yo! Pero leer el texto
de Tenti (1998) me ha hecho reflexionar y comprender
que eso no significa ser un buen maestro, que tanto la
actitud como la imagen del maestro no se crean por su
vestimenta, ni por su forma de ser con los demás, sino
por el compromiso que éste adquiera durante su trabajo
pedagógico, por la visión que tenga de su
profesionalización.
Considero mi vocación como innata, aunque ahora
también es científica, como la define Tenti; me gusta lo
que hago, aunque las circunstancias por las que estoy en
la docencia no fueran desde un principio mi intención. Yo
estudié en el Politécnico Relaciones Internacionales,
trabajé doce años como Contador Público en grandes
empresas, pero un buen día tuve que dejar todo eso por
situaciones familiares y cuidar a mis hijos, después de
cinco años de realizar el trabajo que hasta ahora ha sido
el más pesado para mí, y en verdad el más feo (ama de
casa), me llegó la inquietud de ser maestra, consideré
que era fácil, pues en primera me llamaba la atención,
tenía estudios, aunque no de pedagogía, pero sí
conocimientos y pensé que no sería difícil pararme frente
a un grupo y enseñar. ¿Qué podían enseñar, que yo no
supiera?, lo de primaria, consideraba que era
sumamente fácil.
125
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Pero me sentía extraña, aunque le eché muchas ganas,
yo era la única interina en la escuela donde inicié, las
demás -eran once maestras recién egresadas y se creían
la “gran cosa”-, pensaban que eran “insuperables”, sólo
porque tenían un Título de Licenciatura en Primaria y yo,
como era interina, no tenía mucha participación en las
opiniones de organización en la institución y era excluida
de algunas valoraciones como mejor maestra, ¿cómo
yo?, ¡si ellas eran Licenciadas!
En fin, ahora también tengo un título de Licenciada y,
con título o sin él, yo sigo echándole muchas ganas a mi
trabajo como maestra, la vocación y los conocimientos,
así como la ética profesional conjuntan lo que para mí
hoy significa ser un buen maestro; pues una sola cosa no
lo garantiza, serían muy Licenciadas pero yo obtuve el
grupo con mejores resultados de aprendizaje en toda la
escuela ese año y no era fácil, pues me dejaron el grupo
que nadie quiso, un primer grado.
La imagen de maestra que yo en aquél momento
mostraba era dócil, comprensiva, tranquila, sumisa,
obediente, dedicada a cuidar al grupo, con buena
conducta (hablando de mantenerlos callados, ordenados
y trabajando) y a enseñar los contenidos. Demostré,
como menciona Tenti (1998), características morales y
conductuales, así como físicas y de auto presentación.
El tener un título y una buena imagen, no significa ser
buen maestro y asumirse como tal, ya que podríamos
fácilmente terminar siendo reproductores de contenidos
126
de planes y programas de estudios, como aquellos
maestros de los años sesenta que Tenti describe, a
quienes sólo les interesaba reproducir y no desarrollar y
promover estrategias para que los alumnos aprendieran.
En el sistema educativo la imagen del maestro ante
otros profesionistas está muy deteriorada, se oyen
expresiones desfavorables, de manera que se crea la
imagen de que el ser maestro no es una profesión que
valga la pena, así que cualquiera que se pare frente a un
grupo “lo puede hacer”. Un familiar muy cercano me
dice: “tu trabajo es muy fácil, estás nada más sentada
dictándole a los niños, puedes ponerles mucho trabajo
en el pizarrón operaciones u otra cosa, y ya los tienes
callados; en cambio, mi trabajo sí requiere de mucho
esfuerzo y es cansado, pues consiste en estar siempre
contestando teléfonos y resolver muchos problemas de
la empresa”. Considero que actualmente esa imagen del
maestro que nos presenta Tenti, no ha cambiado mucho,
sin embargo el cambio sólo se logrará en la medida en
que cada maestro adquiera realmente el compromiso de
nuestra profesión, y demostremos así que ser maestro
no es cualquier cosa y que no cualquiera puede hacerlo,
que para ello se necesitan, además de deseos y muchas
ganas, conocimientos pedagógicos y desarrollar una
profesionalización.
El orgullo de ser reconocidos como maestros debe
partir de valorar nuestro trabajo, la imagen que nos
vayamos creando en la comunidad escolar o donde
127
hemos trabajado, va a contribuir a que esa mala
imagen cambie, sólo nosotros los profesores, podemos
lograrlo con nuestra dedicación y preparación
profesional.
Porque no todo cambio es cambio:
Entre la voluntad, el deseo y la obligación de cambiar
Eduardo Mercado Cruz
128
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Hoy en día nadie pone en duda que los maestros
tenemos que cambiar, si es que queremos sobrevivir en
la escuela. El cambio se ha convertido en el recurso
ineludible de quien cuestiona el trabajo tradicional de los
maestros. Comete una herejía quien no asume el
cambio; se argumenta que la sociedad toda está
cambiando, que los alumnos con los que trabajamos no
son los mismos de antes, que los medios de
comunicación están marcando el ritmo de lo que es la
realidad y la historia de esta humanidad. Lo que hoy es
noticia y novedad en unos segundos es historia, la
información que circula en la “red” es tanta y se crea con
una velocidad vertiginosa, que a los maestros no nos
queda más que acelerarnos y ponernos a tono para
cambiar con la misma velocidad con la que se mueve el
planeta.
Paradójica situación esta, la que tiene como condición
el cambio, pero nos hemos preguntado ¿qué significa
para un maestro(a) cambiar? Es decir, hemos
presenciado muchas veces estos discursos, sobre todo
cuando tienen de telón de fondo una reforma a planes y
programas de estudio, o cuando se trata de introducir
nuevos enfoques en la enseñanza, a la gestión, en la
organización escolar, en la planeación, etc.; quien no
repite y está de acuerdo con los nuevos discursos, está
condenado a ser etiquetado como un retrógrada, como
un tradicionalista, como un dogmático. Al tiempo que se
sostiene que sería una herejía no cambiar, también se
131
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Porque todo debe cambiar: retos
para los docentes
construye un mito en torno al cambio dice Hargreaves
(1996). Parece que el cambio es la solución a los
problemas, es el antídoto contra el inmovilismo y la
pasividad, es la cura para una escuela y una docencia
enferma que tiene paralizados sus miembros y afectado
su corazón. Alguna vez leí un trabajo de Crahay (1989)
donde señalaba que no se podía cambiar sólo por
obligación o sólo por deseo. No basta lo uno y lo otro
para cambiar, más bien es necesario considerar todos y
cada uno de los aspectos que pueden ser detonadores o
condicionantes para el cambio.
Germán Gutiérrez Goytortúa
El papel del profesor que ahora se piensa, es bastante
distinto al que estábamos acostumbrados, pero hay
componentes esenciales de la función docente que no
han cambiado ni van a cambiar en el futuro, uno de ellos
es que sea capaz de impactar, de dejar huella en los
alumnos y en las acciones que realiza, estemos o no de
acuerdo. Otro será el que, aunque las fuentes de
conocimiento sigan hoy distintos caminos, él tiene que
ser reconocido y respetado por el saber que enseña.
Será siempre un promotor de aprendizaje sin el cual la
enseñanza resultará vacía.
Hay muchos valores que la escuela tiene el deber de
inculcar, como el respeto, la honradez, la generosidad y
la tolerancia; pero de ninguna manera será posible si los
profesores no los viven personalmente, pues los alumnos
esperan que se les eduque con el ejemplo. Es la actitud
ante el alumno, ante la ciencia, la generosidad en el
empleo de su tiempo, el diálogo, la dedicación, la
coherencia, lo que hace que la labor docente sea eficaz.
El primer rasgo de esa ejemplaridad debería ser, ante
cualquier tipo de alumnos, la competencia real del
docente en lo que se refiere a sus capacidades de saber
y de incitar al saber.
Pero el docente vive con frecuencia una situación
ambivalente con respecto al trabajo que tiene que
desempeñar y a la valoración que los demás tienen sobre
132
133
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las perversiones del cambio
educativo
ese trabajo. Con frecuencia siente que se le pide
demasiado, además tiene que cumplir con la burocracia.
Siente que la jornada escolar es demasiado corta para
poder hacer tantas cosas y demasiado larga para que
repercuta en su salud, donde ni siquiera las vacaciones
suponen un alivio.
Por eso creemos que para estar a la altura de los
tiempos, en ese acelerar el reloj del cambio, el maestro
necesita mucho más una brújula que un reloj para no
extraviarse.
Bentham Borrallas Verdejo
Por lo regular cuando escuchamos la palabra cambio
lo asociamos con eficacia, mejora, adelanto, certeza,
eficiencia; aunque en la realidad el cambio no siempre va
acaudillando el progreso.
Debemos de considerar que el medro desde el ámbito
educativo se desenvuelve y debate en una serie de
complejas interacciones y relaciones que suponen una
elección: entre la vida que se adopta y la que se
desecha, para ello debemos considerar una visión más
amplia y profunda, observando aspectos como el
contexto, el proceso y las posibles consecuencias;
prácticas adecuadas que finalmente aportan mejoras en
la relación enseñanza-aprendizaje, en esa relación
alumno-docente, vínculo inseparable.
Actualmente vivimos un oleaje de reformas educativas
de diferente índole, que han bañado a diversos niveles
desde el preescolar, primaria, secundaria y hasta
superior, pero debemos preguntarnos hasta qué punto
ese oleaje se adentra en el núcleo central del proceso
educativo, en el meollo de cómo aprenden los niños y
cómo se enseña.
En el ambiente natural, es decir en el ambiente áulico,
vivimos efectivamente un cambio, pero hemos notado
que tal cambio intensifica las actividades laborales,
donde las obligaciones que demanda el sector educativo
134
135
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¿La práctica es algo práctico?
Marcos críticos para el cambio
al docente se incrementan, por lo que, lejos de alentar
su práctica educativa, la desalienta y cuyo producto final
sufre el detrimento en el tiempo asignado a su labor.
Considero que se deben abrir espacios que permitan
reflexionar sobre aquello que es necesario preservar y
aquello que debemos desechar. Si bien es cierto que el
cambio no siempre es hacia una mejoría, debemos
conformar un pensamiento rescatando la voz del
docente, cuestionando aspectos como: ¿Cuáles son sus
deseos de cambio?, ¿cómo puede llevarse a cabo de
manera eficiente?, ¿qué debemos de cambiar y de qué
manera?, así como ¿qué debemos conservar?
Únicamente de esta forma el medro fortalecerá el
oficio de la docencia desde la raíz de la profesión, y no
se sujetará a un cambio donde sólo se rescate la voz de
otros, pues caeríamos en una forma más de control del
docente y no de optimización docente.
José Antonio Morales Contreras
En mis más recientes e incipientes acercamientos a la
práctica educativa, he escuchado constantemente la
expresión de que “la práctica hace al maestro”,
descubriendo que este término es usado “comúnmente”
por los profesores para referirse al acto de llevar o
realizar el trabajo cotidiano propio del oficio del maestro.
Sin embargo, considero que esta expresión fue
implementada en el mito de la Modernidad que está
relacionado con lo útil, lo inmediato, lo funcional y con lo
cotidiano, que se traslada a expresiones habituales como
“poner en práctica la teoría”, lo que deja al descubierto
el desconocimiento de los mentores ante los contextos
múltiples de cambio, resistencia y contradicción en la
que se ve inmerso su trabajo ante la capacidad de
respuesta rápida a las demandas cambiantes de
innovación e intensificación en una época de
competitividad global.
Hipotéticamente, considero que los maestros de
educación básica con los que he trabajado, han estado
ajenos a la brecha generacional ante las aceleradas
modificaciones que se han dado en el contexto de una
“manifestación pluricultural” o cultura mosaico de la
Posmodernidad, que ha propiciado que la práctica
educativa se vuelva cada vez más compleja e insegura,
debido a los métodos, estrategias y destrezas básicas
que deben utilizar ante los avances en las Tecnologías de
136
137
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
la Información y la Comunicación, junto con la
divulgación más amplia y más rápida de la información
vía Internet, así como la proveniente aparición de
culturas emergentes de respeto y reconocimiento a los
otros, aunada a la exigencia social que tienen que
afrontar los mentores al colocarlos sólo como
consumidores pasivos de conocimientos enlatados que
otros producen y que los colocan en una constante
crítica.
De esta manera, la idea de que “la práctica hace al
maestro” en esta época de constantes transformaciones
y una acelerada producción teórica-conceptual del
campo educativo, han ahogado su intención pragmática.
No obstante, ante la imperiosa necesidad de generar
cambios radicales que puedan adaptar y adoptar los
profesores para afrontar los retos que se le van
presentando en la práctica, éstos deben empezar por
cuestionarse qué cambiar y qué conservar.
no necesariamente produce una transformación. Por lo
anterior, considero que el proceso de cambio que deben
desarrollar los profesores en el contexto de un nuevo
liberalismo en el que nos desenvolvemos actualmente,
debe estar orientado a un interés y a una motivación que
surge del interior para adoptar una nueva actitud y
disposición para enseñar y resolver problemas en una
formación íntegra que ayude a los sujetos a aprender de
la escuela, pero sin dejar a un lado la escuela de la vida.
Como cierre a este comentario, he de concluir que en
efecto, se habla mucho en el discurso sobre el cambio de
los profesores, pero éste poco se ejerce, ya que ante la
incertidumbre de las constantes transformaciones, a los
maestros les acomoda más cambiar para seguir igual.
Pero esto no es fortuito, la pesada losa que recae sobre
ellos, está más allá de la idea de que la práctica es algo
práctico.
He visto como los maestros se ven inmersos entre lo
aprendido de la experiencia docente en años, sin dejar
de enarbolar la bandera de la práctica, pero
resistiéndose a ser uso mínimo de la computadora para
llevar sus registros de evaluación, por ejemplo. He
observado que esto origina entre ellos un conflicto que
constituye un elemento necesario para el cambio, pero
un cambio sustentado en la resistencia, porque para que
haya un cambio, éste debe sustentarse en el deseo,
además de que el cambio surge de una experiencia que
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Conocer o querer
Rosa Cecilia Torres Morales
En ocasiones te das cuenta que hay ideas, formas,
maneras de hacer que no deben seguir igual, porque no
sirven para nada, intentas modificarlo haciendo un
análisis de lo que crees más conveniente pero no estás
muy segura que así deba ser, entonces lo haces de
manera oculta y traviesa. Probablemente eso que haces
te salga bien porque tú crees que tiene razón de ser,
porque buscas nuevas formas para perfeccionarlo,
porque lo constatas continuamente con tus alumnos, con
ellos ves tus aciertos o errores y los vas corrigiendo.
Yo creo que sí cambiamos, pero lenta, muy
lentamente. Porque en ocasiones nos enfrentamos con
discursos y escritos oficiales que nos plantean nuevas
formas de hacer las cosas, algunas siempre las hemos
hecho a nuestro modo, otras no sabemos ni para qué las
tenemos que hacer, peor aún, ni las entendemos, pero
las tenemos que hacer, y en este relajo, bloqueamos
nuestras aspiraciones de mejorar lo que hacemos.
Y cuando estos cambios vienen con planteamientos
con los que coincidimos, o que queremos conocer, nos
sentimos seguros, libres, hasta felices, pero como
siempre, nada es perfecto, el otro, al que le toca o se
adjudicó la función de vigilante de la norma lo hecha
todo a perder, en esa loca necesidad de controlar todo,
se inventan cada estrategia de seguimiento de reforma
que acaba con las aspiraciones de cambio de cualquiera.
140
Le preguntaba a una amiga educadora que cómo les iba
ahora con la reforma y ella me comentaba: “bien, las
compañeras están muy contentas, dicen que el nuevo
plan tiene mucho que darnos, están bien animadas, lo
único malo es que no saben ni por dónde, no contamos
con los elementos para desarrollarlo”. “¡Helloou!”, como
dicen ahora, me pregunto cuál será el primer paso:
conocer o querer; el que se las vendió, se las vendió muy
bien, pero ¿sólo es necesario querer y desear...?
Las maestras de la estancia infantil de mi hija son
auxiliares de educadora y están recibiendo capacitación
para trabajar con la reforma de preescolar, me pregunto
¿los cambios que se van a implementar requieren de una
formación específica que les permita discernir de qué
manera se pude incidir en el nuevo plan de estudios o,
se presupone que con dos capacitaciones de tres horas
la nueva propuesta curricular se puede llevar a cabo? Y
se le vuelve a apuñalar a la educación preescolar, qué
tanto se puede desarrollar en este nivel que no lo pueda
realizar un educador físico, una maestra de educación
especial o una auxiliar de educadora.
141
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¿Cambio sin crisis?
Micaela Ortega Solórzano
En 1997 se dio un cambio en la Educación Normal; en
su momento se argumentó que era necesario porque
estaba abandonada y deteriorada. Que se requería
cambiar; no sólo el plan de estudios, sino varios
elementos que no habían sido atendidos, a saber:
infraestructura, gestión institucional, materiales de
apoyo tecnológico y actualización docente.
En el 2004, se propone un cambio en el plan de
estudios de secundaria, porque “siendo autocríticos y
honestos tenemos que reconocer que si bien los cambios
de 1993 fueron reformas curriculares de fondo, no
tocaron el ámbito de la gestión en la escuela, ni otros
aspectos que ahora sabemos (después de diez años de
investigación educativa) que son muy importantes.”
(Guevara Niebla, 2004: 56)
Al parecer estas reformas tienen como base la crisis
que sufrió, por un lado, la Educación Normal y, por otro,
la que sufre la educación secundaria. La pregunta aquí
sería: ¿es necesario que haya una situación difícil y
comprometida para que haya un cambio?
Siguiendo la idea de Hargreaves, el conflicto es necesario
para el cambio, pero no es el único elemento. Desde mi
perspectiva, los cambios no pueden darse cuando se
imponen desde arriba, a partir de leyes o políticas
educativas. Tienen que ver con lo que los maestros son,
piensan y hacen.
142
Las reformas, en el caso de la Normal, se fueron dando
antes de la reforma oficial; con acciones sencillas, como
vinculación más estrecha con el nivel básico, seminarios
y cursos para conocer los planes de estudio 1993,
discusión en grupos sobre la forma de aprendizaje y
enseñanza de la educación normal. Esto es, había una
convicción de cambio y se ponía en práctica.
En el fondo se estaba dando una crisis,
independientemente de su reconocimiento por la parte
oficial, que era percibida por los maestros a través de la
discusión, el diálogo, la reflexión y la práctica diaria de la
enseñanza.
En otras palabras, para el cambio es necesario el
germen de la crisis, luego le sigue la colaboración, la
negociación, la elección, la innovación. “Por lo tanto, un
análisis significativo y realista del cambio educativo
requiere algo más que un simple balance de ventajas e
inconvenientes de reformas concretas, como la de la
gestión escolar. Nos exige que relacionemos la parte con
la totalidad –una reforma determinada con el fin que
persigue y el contexto en que se desarrolla.”
(Hargreaves, 1999: 35)
143
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Vuelta a un sistema penitenciario en las
escuelas preparatorias del Estado de
México, ¿cuál cambio?... retroceso
María Cristina León Kempis
A doce años de servicio en diversas preparatorias
oficiales del Estado de México, en donde me he
desempeñado como orientadora, me doy cuenta de que
en lugar de avanzar en algunos aspectos, retrocedemos.
Voy a comentar una situación que me parece absurda, y
que se está llevando a cabo en el ámbito de la
normatividad escolar de las escuelas mencionadas.
Desde su creación, en los años ochenta, las
Preparatorias de Estado de México surgieron al amparo
como escuelas anexas a las Normales Estatales;
adoptaron el reglamento y normatividad de éstas, en un
momento de vacío administrativo y técnico del nivel
medio superior en esta entidad.
Esto trajo consecuencias que se manifestaron como
una gran dependencia de los alumnos hacia los docentes
y al personal de orientación educativa, pues los jóvenes
eran obligados a cumplir con el uniforme, con una
disciplina escolar en la que éstos sólo tenían derecho a
permanecer callados, y en la que las decisiones que
afectaban a sus proyectos de vida eran mediadas por sus
padres y autoridades educativas.
Paulatinamente, con las reformas curriculares en las
que se adoptaron discursos del paradigma
constructivista, se vio la necesidad de que el alumno
fuera formado dentro de un ambiente crítico, reflexivo y
144
analítico. Hábil en la búsqueda de información, y con un
bagaje de conocimientos, destrezas y aptitudes, los
cuales se traducirían en competencias genéricas y
específicas, a utilizar en la resolución de problemas de la
vida cotidiana.
A partir de lo anterior, se vislumbró la necesidad de
educar con más autonomía a los jóvenes, desechando
por parte de los maestros, orientadores y autoridades
educativas el trato “paternalista” del que una buena
parte de la comunidad escolar nos quejábamos, y que
fomentaba la dependencia en el aprendizaje de los
alumnos.
Hoy, en este nuevo milenio, puedo decir a partir de mi
observación y experiencia en el nivel, que vamos de
vuelta a un sistema casi penitenciario al que nos obligan
las reglas y normatividades oficiales, bajo las cuales
actualmente se rigen las preparatorias.
Como orientadora, debo decir que me cuesta trabajo
ejercer el listado de castigos, y sobre todo, vigilar al
estudiante en todo momento como si fueran
delincuentes potenciales; y no es que no quiera cumplir
con mi trabajo, sino que pienso que bajo un régimen de
vigilancia estrecha los alumnos pierden la espontaneidad
para tomar sus propias decisiones: aprender lo que
quieran aprender y de la manera en que consideren
óptimo este proceso, seguir en la escuela o desertar para
dedicarse a otras actividades, investigar su propia
145
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
información y contrastarla con la del profesor y de sus
demás compañeros, salir y entrar de la escuela según
sus horarios de clases y sus necesidades, usar horas
libres en las actividades que ellos decidan y no tener al
orientador checando que no se escapen, vestir de
acuerdo al proceso de conformación de su propia
identidad, expresar sus inconformidades, etc.
padres de familia requiriéndoles que apliquen extrema
vigilancia? ¿De qué manera, entonces, debemos formar
alumnos críticos, analíticos y reflexivos? “Cambian los
tiempos, regresan las normatividades”.
Cabe recordar que las demás escuelas de bachillerato
(CCH, Vocacionales, Colegio de bachilleres, y otras),
contaban con sistemas más libres en donde se formaban
alumnos con verdadera conciencia y responsabilidad en
el aprendizaje y, lamentablemente, hoy han adoptado la
vigilancia, el castigo, el llamado a los padres de familia
para darles “quejas” de sus hijos, y con esto, considero
que se están dejando de lado las iniciativas que los
jóvenes bachilleres pudieran tener.
Por ello, hago esta reflexión: Avanzamos en el manejo
de tecnología, en las teorías pedagógicas, tenemos
nuevos discursos en cuanto a la formación y
actualización de los docentes en el nivel medio superior,
nuevas propuestas en el ámbito de la orientación
educativa... ¿y el cambio? ¿Es posible operar todo este
tipo de avances en la educación cuando la normatividad
escolar contiene un alto sentido restrictivo para el
alumno? ¿Por qué al alumno adolescente se le considera
incapaz de tomar sus propias decisiones, y no se le
permite equivocarse y reorientar su camino? ¿Por qué la
escuela ha demandado de nuevo la presencia de los
146
147
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Del dicho al hecho… hay mucho
trecho
Sandra Lilia Andrade Peralta
Confinados a una función de mesa, teclado y monitor,
aquellos sujetos de oficina empiezan a delinear la
perspectiva de la reforma educativa, su tarea debe
engarzar cada enunciado con la sutileza que pone de
relieve los grandes avances de las naciones del primer
mundo, en las manos, los ojos, los oídos y la mente de
los que desde la conquista, no han parado de ser
conquistados, de los que no han vivido la modernidad
más que sólo en el papel y la tinta; es decir, dibujada y
coloreada de brillo y luz, como en aquellos cuentos
infantiles que permiten soñar, imaginar y tocar un castillo
que se derrumba cuando lo alcanza el tacto tosco de
nuestros dedos. La modernidad ha sido sólo un cuerpo
del que hemos alcanzado a abrazar en un último
esfuerzo, final y desesperado su crisis. ¿Cómo poder
ahora siquiera pensar en el postmodernismo?
En los efectos de ese terrible terremoto mucha gente
se ha levantado, entre ellos siempre destaca aquella
figura gris pero inquebrantable, sobre la que puede caer
cualquier tempestad, propiciada por la avalancha de
discursos huecos que aquel monigote señalado por el
sexenio anterior repite en los pedestales de las cumbres
internacionales, haciendo compromisos, sobre el cuerpo
de los otros, sobre el sentir de los otros, sobre el pensar
y el mirar de los otros, qué importa si éste no tiene forma
de alcanzarlo, qué importa lo que el otro tenga que
hacer, finalmente no recibe un pago por lo que hace,
148
para ponerse la máscara de los nuevos discursos y
manejar un lenguaje que dé cuenta de las nuevas
tendencias.
Si asumimos una respuesta afirmativa, todo se ha
perdido en el vacío, pues la voz con la que respondemos
a los cambios y el espacio en donde los ponemos en
juego son mucho más complejos que el ir y venir entre
un discurso y la sumisión, pues envuelve una acción
mucho más profunda en la que el exterior no se asume
ni pasa lineal en el cuerpo y sentido de los otros, es algo
externo que se reviste y tuerce en el interior de nuestro
significado de acuerdo con nuestra singularidad. El
cambio, es abrir la posibilidad de crear un marco mucho
más amplio, sin límites para el propio ejercicio de la
docencia, en la que se ponga de relieve el movimiento,
el conflicto, las diferencias, y en este sentido no puede
ser otro sino el maestro, el que dé cuenta de su propio
proceso que le lleva a asumir y resignificar su posición
ante los cambios, atreviéndose a pelear ante la pesada
carga de los discursos sofocantes, marcando el derecho
de vivir su docencia como algo que necesariamente tiene
que ser vivido por él, de su autonomía, de su
individualidad, con un último intento de no apagar el
motor que da vida y sentido con ética, al ejercicio de su
docencia.
149
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El cambio ¿para qué o para
quién?
Carmen Susana Camarillo Ramírez
El cambio, es una frase que se puso muy de moda en
el año 2000 en el ámbito político, y que actualmente es
cuestionada desde diversos puntos de vista, ya que se
observa y se comprueba que no ha habido un cambio
significativo en nuestro país. Bueno, pero eso sí, a los
compromisos firmados antes del 2000 con el TLC y otros
acuerdos internacionales que nos dieron el boleto de
entrada al mundo globalizado, esos sí se tienen que
respetar, lo cual nos lleva a tener un cambio parcial en la
forma de organización político-económica que repercute
lógicamente en lo social, y por ende en la educación.
Uno de los ejemplos claros es la Conferencia de
Educación para Todos, donde el Banco Mundial y otros
organismos internacionales realizan recomendaciones a
los países tercermundistas –como el nuestro- para
reorganizar el sistema educativo por medio de reformas.
El ejemplo claro en nuestro país es la serie de reformas
a la educación básica y normal, las cuales retoman los
planteamientos citados en dicha reunión y los explicitan
en los planes y programas de estudio; algunos de estos
planteamientos son los siguientes: ubicar las
necesidades básicas de aprendizaje, el desarrollo de
competencias, la educación ciudadana, etc. Cabe señalar
que el profesor es quién debe ser responsable de operar
dicha reforma, al trabajar bajo las nuevas condiciones
que marcan los planes y programas. Pero, ¿cómo ven los
profesores este proceso?
150
Según Torres (2000), tres elementos aparecen
destacados en la literatura con respecto a los docentes y
sus organizaciones frente a la reforma educativa en las
últimas décadas:
a) Oposición a la reforma.
b) Reivindicación corporativa, fundamentalmente en
torno al salario y las condiciones laborales.
c) Ausencia de propuestas alternativas.
La idea de oposición a la reforma, trae consigo otros
elementos como la resistencia de la planta docente, el
miedo y temor a lo desconocido, al cambio y también la
idea de preservar las prácticas docentes tradicionales y
seguras, que dan “resultados” cuantitativos. Pareciera
ser que el proceso de cambio viene de arriba hacia
abajo, por lo cual siempre van a encontrarse resistencias
en los docentes, más bien este proceso se debe pensar,
analizar y cuestionar desde el interior del docente: ¿por
qué quiero cambiar?, ¿para qué lo quiero hacer?, si se
atienden los intereses personales y de contexto del
docente tal vez el cambio ya se esté dando en muchas
instituciones y esté presente en muchos maestros.
151
Las sin razones del individualismo:
Los maestros en la era de Narciso
Eduardo Mercado Cruz
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
En un mundo tan convulsionado como el nuestro,
donde las apariencias parecen estar por encima de lo
que realmente somos, resulta extraño y raro pensar en
plural; es decir, en Nosotros. Dice Lipovetsky (2000) que
asistimos y somos parte de la era de Narciso, aquí y
ahora nadie importa más que yo. Justamente cuando
Narciso se descubrió a sí mismo en el espejo, quedó tan
embelesado consigo mismo que no tuvo ojos, motivo y
razón que no fuera la de satisfacerse. Así, dejó de formar
parte de Nosotros para concentrarse en su egocéntrico
Yo. ¿Qué de grave tiene pensar en uno mismo? ¿A quién
le hacemos daño si en lo único en que pensamos es en
nosotros mismos?
Es sabido que en estos días lo que no causa
admiración, genera envidia. Quien tiene un buen auto,
una buena casa, cuenta en el banco, muchos amigos,
reiterados reconocimientos, etc. etc. etc., los tiene
porque es corrupto, por tranza, por avaricioso, porque se
lo sacó en una rifa, porque es lambiscón o por no sé qué
tantas cosas más. Las cuestiones de la vida se trasladan
a la escuela, pasa lo mismo aunque en una situación
diferente. Quien tiene buenos grupos, saca
reconocimientos, obtiene títulos y diplomas, adquiere
nuevos puestos, etc., los obtuvo porque anda de
barbero, porque tiene palancas, porque es un mezquino,
enérgico con los niños o por muchas otras cosas, nunca
porque haya un mérito propio que justifique cualquier
tipo de ascenso, pero ¿qué podemos esperar si justo la
escuela y los maestros nos hemos encargado de sembrar
155
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
la duda en los logros que no nos son propios? Lo
paradójico de esto es que el maestro que tiene buenos
resultados difícilmente comparte el secreto de su éxito.
Hemos estado tan acostumbrados a encerrarnos en
nuestro propio cascarón y a vivir en nuestro pequeño
mundo que nos cuesta trabajo poder compartir.
Compartir con el Otro ¡eso es una herejía!, si se convida
del banquete del saber, si se ofrece la experiencia
acumulada como el entremés, los resultados buenos o
malos como el plato fuerte y el intercambio de esas
experiencias como el postre de ese festín, entonces
estaríamos perdiendo algo que nos pertenece, porque lo
hemos ido almacenando con el transcurso de los años:
Nuestro individualismo.
No es gratuito entonces que fomentemos el
individualismo como una forma de vida, si tomamos en
consideración que el éxito de mis acciones,
probablemente me dé la oportunidad de escalar mejores
posiciones, entonces por qué compartirlas con otros,
cuál sería la razón. Hargreaves plantea mirar nuestros
propios actos, propone la individualidad como una
posibilidad de reconocer los intersticios donde se mueve
nuestra autonomía como docentes, una autonomía que
nos permita tomar el control de nuestras acciones y que
conduzca a fortalecer la capacidad de hacer juicios
independientes, ejerciendo la libertad de criterio
personal y la iniciativa propia; sin embargo eso no es
sólo otra herejía, es la sinrazón misma. ¿A quién le
conviene que el maestro se haga responsable de sus
156
propias acciones? ¿A quién le interesa que el maestro
fortalezca la manera en que emite sus juicios, para qué
compartir si todo está hecho a medida? Tenemos una
escuela que acalla cualquier indicio de creatividad en
aras de la homogeneidad, una escuela que fomenta la
obediencia y la subordinación antes que la
independencia de juicio y la autonomía. ¿Individualidad?
¿Para qué?
En esta era la sinrazón se ha puesto en marcha,
solemos decir más vale solos que mal acompañados, nos
preguntamos acaso dónde se encuentra el maestro, cuál
es su papel en esta historia, cómo se mueve en ella.
Hemos estado tan acostumbrados a que nos roben y que
gobiernen nuestra voluntad, que todo intento de
plantear una forma de trascender la individualidad se
convierte en una propuesta sin razón. Así quedamos
conformes, pues como solemos expresar toda agua que
no corre es charco, de este modo entre más estancado,
más protegido. El reflejo del agua del charco es un
reflejo que nos satisface, como Narciso, nos hemos
embelesado con nuestra propia imagen y hemos dejado
que el tiempo se consuma en nuestro propio reflejo.
157
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Toda agua que no corre es charco
Germán Gutiérrez Goytortúa
El maestro se mueve entre cambios desconcertantes y
contradictorios. El pluralismo cultural en el que ya tiene
que insertarse no puede servirle de excusa para ocultar
su propia escala de valores, creencias, hábitos y la razón
de su comportamiento. Ocultación inútil, puesto que lo
que el alumno sabe sobre su maestro, es mucho más de
lo que éste cree, su actitud no debe estar apegada a la
influencia de la escuela tradicional que es la que
constituye en gran parte el eje central de su ejercicio
docente.
Toda su visión debe generar retos que coadyuven a
fomentar su comunicabilidad, a su potencialidad
formadora, a la generación de un código claro personal
y de sus propias redes de interacción con sus demás
compañeros docentes, porque si su individualidad es
estimulante incitará a sus alumnos al saber. Debe ver no
sólo por el desarrollo de los demás, sino por su propio
desarrollo y la formulación de metas compartidas donde
los profesores fomenten la colaboración y el trabajo en
equipo. Mejorar sus competencias para promover una
relación armoniosa entre el YO y los OTROS, gracias a
una aproximación personal e interpersonal que mejore
su calidad de vida profesional cooperando en tareas y
proyectos comunes, con estrategias que no lo entrampen
en cualquier herejía fundamental.
Falta conocer la competencia real del docente en lo
que se refiere a sus capacidades de saber y de incitar al
saber, pero en este rubro casi siempre se generaliza y no
podemos quedarnos con la idea de que la cultura de los
profesores se divide entre individualistas y antagonistas,
puesto que habrá que ampliarlo a otras categorías. Están
los innovadores, los ansiosos por ensayar novedades,
sus intereses los apartan del círculo local de sus
compañeros docentes y los conducen a establecer
relaciones fuera de su espacio escolar y casi siempre son
buscadores de nuevos campos de experimentación
docente; otros serán los primeros adoptantes, casi
siempre los maestros líderes quienes tienen una opinión
más desarrollada y que comparten con los demás; otros
son aquellos que antes de acoger una nueva idea
analizan con cuidado porque no quieren equivocarse,
son los deliberantes que no quieren ser los últimos ni los
primeros en aplicar lo nuevo; otros más, son aquellos
maestros o docentes que no están convencidos de
cambiar su estructura cultural pero que toman el
discurso y siguen siendo escépticos, que aunque se les
logre persuadir de la utilidad de una nueva cultura de la
enseñanza, resulta indispensable la presión de la
autoridad para la adopción de una reforma que sufre esa
mayoría tardía; otros, son los más localistas cuya única
referencia es el pasado y que toma sus resoluciones con
el criterio de lo que siempre ha realizado.
Sus orientaciones a la tradición entorpecen su
capacidad de decisión y no aparta sus ojos del espejo
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Lo que callan los maestros
retrovisor, de sus costumbres, de sus hábitos y de sus
creencias. Comúnmente son conocidos como
antagónicos, tradicionales o rezagados.
No es fácil hacer una clasificación así, porque la
postura podría ser muy determinista, pero con ello
tratamos de entender una realidad que nos preocupa y
que a la vez nos ocupa, con todas las posibilidades de
caer en las simplificaciones y en las contradicciones que
no es nuestra intención.
Bentham Borrallas Verdejo
El aislamiento del docente, aunque contiene el
elemento individual, es más una generalidad, en el
sentido de que la mayoría de los profesores la padecen.
¿Será un mal o un bien necesario? ¿Hasta qué grado es
adecuada?, en fin, éstas son cuestiones que cavilaré en
el presente escrito.
La mayoría de las actividades que se relacionan con el
proceso de enseñanza-aprendizaje son ignoradas por la
comunidad de maestros, me refiero a aquellas
situaciones relacionadas con la forma de enseñar, la
manera de promover el aprendizaje de los alumnos, la
resolución de
situaciones conflictivas entre sus
discípulos, la forma de reprimir ímpetus... en fin,
cuestiones que prevalecen un sin número de veces, pero
que en la mayor parte de los casos no se tiene
conocimiento en la forma que son resueltas por el
docente y, por lo regular, la manera de dar respuesta a
estas situaciones surge y queda a su vez resuelta en el
interior de su aula, en ese resguardo de cuatro paredes.
Estas situaciones que ocurren en el aula y que son
parte del oficio docente se quedan en: auto análisis, auto
interpretación, en una autorreflexión, y una auto
resolución; sin ser compartidas con los demás
compañeros, o bien, si llegase a manifestarse, por lo
regular se externa hacia aquellos compañeros que más
se identifican con el docente que la padece.
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El sentimiento de inseguridad o temor a ser descubierto
con esta serie de circunstancias obliga al maestro a callar
esas cuestiones, evitando la desacreditación y
estigmatización del maestro ineficiente.
A aquellos maestros que se atreven a decir que su
clase es la mejor, habrá que preguntarles: ¡¿si la misma
clase la ha dado mil veces o mil veces ha dado la clase
diferente?!
No obstante, esto se vuelve un problema más complejo
que debemos de mirar con detenimiento, ya que el no
externar las situaciones que ocurren en nuestra aula, y
que en muchos casos se ve envuelto el docente, en esta
serie de conflictos que son resueltos por él mismo en su
interior, pero desconocidos hacia el exterior, lejos de
mejorar la práctica de la enseñanza, la condenamos a
perpetuar el desconocimiento de lo que sucede en su
terreno natural: el ambiente áulico. El docente labora en
su recinto de manera disociada más que asociada.
Lo que sucede al interior de nuestras aulas aporta un
cúmulo de información digna de ser considerada o
incluso mejorada, ¿pero cómo podemos avanzar si es
ignorada?
A manera de cierre, considero que las actuales
reformas educativas que buscan mejorar el proceso de
enseñanza, deben pensar sobre el valor de lo que ocurre
en el aula y cómo el docente da respuesta a ello; ya que
finalmente el profesor es quien está frente al grupo.
Es cierto que debemos respetar la autonomía áulica y
profesional, pero también debemos recordar que el
docente forma parte de una institución; entendida como
aquella que lleva el tinte de cooperación entre individuos
para el logro de fines que de manera independiente no
se pueden obtener.
Considerando lo anterior, el miedo a exteriorizar lo que
pasa en nuestra aula está vinculado con exponerse al
fracaso, pero el fracaso vale más que el éxito, pues
permite rectificar y encauzar para poder avanzar. El éxito
confirma lo ya pensado, los fracasos son naturales y son
parte de la incertidumbre del oficio docente.
162
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El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las dos herejías
Rosa Cecilia Torres Morales
He tenido la oportunidad de vivir experiencias laborales
donde se ha generado el trabajo de academia, hemos
escuchado las inquietudes y problemas de los otros, se
ha tratado de aportar algo sobre la problemática o
alcance que se esté presentando con nuestros alumnos,
de este modo se unen fuerzas para obtener logros en el
trabajo escolar. Se siente uno fuerte, comprometido,
entusiasta, satisfecho; pero, desgraciadamente, también
he tenido experiencias nada gratas, y ésta, la
espeluznante, es a la que me voy a referir enseguida.
Laboro en una institución de educación preescolar de
cuatro grupos en el turno vespertino, cada una de las
docentes de esa escuela, trabajamos en el turno
matutino en otras instituciones. Ahí no existe la guardia
de entrada. Todos los días camino a la escuela le
pedimos a Dios que alguien llegue a tiempo para que
abra la escuela; conforme vamos llegando, comentamos
las peripecias que tuvimos para llegar al trabajo: “que si
la entretuvo la supervisora”, “que si llegó una madre de
familia con un problema”, “que si había mucho trafico en
la López Portillo”, etc. Siempre llegamos alteradas,
exhaustas, estresadas.
Agarrando impulso comenzamos a trabajar, nos
encerramos con nuestros “niños de departamento” que
para las dos de la tarde ya tienen la pila bien cargada, y
nos ponemos a trabajar. A las cuatro, hora del recreo,
164
mientras cuidamos el patio -que es inmenso- comemos
con gran apuración, antes de que los “pinguitos” hagan
de las suyas y salgamos corriendo atrás de ellos con el
bocado en la boca.
Al terminar la jornada, lo que quieres es irte a tu casa,
donde te falta el tercer turno. Durante el horario de
trabajo, no hay un espacio para conversar sobre las
dudas, los conflictos e intereses del trabajo. Pero existen
los Consejos Técnicos, espacios creados para compartir,
retroalimentar y revisar aspectos de interés educativo.
La escuela es de organización incompleta, es decir la
directora tiene grupo, por lo cual la supervisora
considera que ella debe coordinar la actividad porque la
directora y las maestras no son capaces de desarrollar
este trabajo.
La supervisora actúa como hereje, siempre está en
desacuerdo con lo que digas y hagas, ocupa el tiempo
de Consejo Técnico para “echar habladas”, “que si no
hacen”, “que no pueden”, “no veo el trabajo con los
niños”, “voy a implementar un seguimiento riguroso,
porque de otra manera no se puede”. Nosotras la vemos,
pero no la vemos, según la oímos pero no le oímos,
como si no hablara nadie, porque ya en otras ocasiones
intentamos debatir con sus ideas y parece que
hablábamos con la pared, nos dice: “ustedes lo que
quieren es no trabajar, pero para eso estoy yo, para que
desquiten”.
165
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La individualidad del maestro
Esto tiene que ver con las ideas, creencias y supuestos
que hemos creado de la figura de la supervisora, un ser
que tiene el poder de mandar sobre el trabajo docente,
quien tiene la última palabra y que tiene derecho a
regañar, en una relación con las docentes de hijamadrastra. Ella en el pedestal que le confiere la
autoridad, se da el lujo de estropear el espacio que se
podría ocupar para atender dificultades de nuestra labor
docente.
En el ambiente se respira una sensación de
insatisfacción, frustración y lo que es peor, te sigues
quedando con dudas, con conocimientos que puedes
compartir, con el sentimiento de estar solo en la
responsabilidad de educar niños de edad preescolar. Esto
tiene que ver con la dinámica escolar, cuando trabajas
doble turno, tu disposición o interés para poder ponerte
de acuerdo con los demás se minimiza. Pero también
está presente la segunda herejía, probablemente la más
difícil de erradicar para poder atender el trabajo en
colectivo, existe la posibilidad de que ninguna de las que
ahí laboramos sienta la necesidad o el interés por el
trabajo en conjunto, y considere que no le hace falta
reunirse con las demás para atender sus requerimientos
profesionales, de esta forma nos sumimos
en el
aislamiento, en el individualismo, anulando toda
posibilidad para poder llevar a cabo un trabajo colegiado.
Micaela Ortega Solórzano
Las escuelas, particularmente en la que trabajo, han
abanderado de unos diez años para acá, la idea de que
para mejorar la educación hay que mejorar las formas de
gestión institucional, entre ellas el trabajo en grupo. Hay
reuniones de Consejo Técnico, talleres de actualización,
reuniones de planeación, reuniones de academia, etc.;
en las cuales se invierte mucho tiempo. En la Normal
había ocasiones en que teníamos dos reuniones por
semana, que se prolongaban hasta cuatro horas. Los
alumnos incluso reclamaban que hubiera tantas
reuniones.
Los resultados del trabajo en equipo rara vez se vieron
reflejados en el trabajo concreto con los alumnos o en el
cumplimiento del perfil de egreso. Considero que uno de
los principales problemas que se perdía de vista era: la
individualidad de los profesores. Es decir, “la capacidad
de hacer juicios independientes, de ejercer la libertad de
criterio personal, la iniciativa y la creatividad de su
trabajo –lo que Schön considera que define el núcleo de
la acción profesional-“ (Hargreaves, 1999:204).
Privilegiando el trabajo colectivo, surgido desde una
administración autoritaria; donde la colectividad se
disfraza de democracia.
Desde mi punto de vista, mientras el maestro no logre
su individualidad o autonomía profesional, el colectivo
tenderá al fracaso; y con ello las posibilidades de
reflexionar sobre su propia práctica y la educación en
general.
166
167
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Pero, ¿cómo el maestro construye su individualidad?
En primer lugar, es necesario “que enfoquemos el
individualismo(7) con un espíritu de comprensión y no de
persecución”
(Hargreaves,
Op.
Cit.:198).
El
individualismo puede tener otros significados, no
necesariamente negativos. En este sentido hay factores
que permiten que el maestro alcance la individualidad.
a) Cuando hay limitaciones administrativas que
obstaculizan el trabajo, como estilos no participativos,
arquitectura escolar que favorece la individualidad,
pocos espacios y tiempos disponibles para trabajar en
conjunto y la masificación de la enseñanza, entre otros;
hacen que el profesor enseñe, planee y trabaje solo, que
se vea impedido de hacerlo de otra manera. Es
denominado individualismo restringido; no es una
decisión autónoma del maestro trabajar solo; se ve
obligado por las circunstancias.
b) Los objetivos difusos de la tarea docente, las
graduales presiones y expectativas externas, la rendición
de cuentas, el creciente número de obligaciones
extraescolares y la diversificación de características
individuales de los alumnos; hacen que el maestro utilice
y cree activamente formas de trabajo centradas en sus
propias aulas, en aras de conseguir los interminables
programas de trabajo que él mismo se impone.
168
7 El individualismo es visto como el culpable de que las reformas fracasen; se afirma que el
maestro por comodidad y miedo a la crítica prefiere hacer su trabajo aislado. Se privilegia el
trabajo colegiado sobre el individual. Aquí es necesario hacer una diferencia entre individualismo e individualidad, el primero supone desorganización y balcanización social; mientras que el
segundo independencia y realización personal.
Es un individualismo calculado. Es un individualismo
estratégico.
c) A diferencia del individualismo restringido y
estratégico hay otro más avanzado, el individualismo
electivo, que se refiere a la iniciativa de trabajar solo,
inclusive cuando hay alternativas de colaboración con los
compañeros. Es una opción libre de estar y trabajar solo
y no una respuesta a las circunstancias (individualismo
restringido) o como estrategia para optimizar el tiempo y
el trabajo (individualismo estratégico). “Es una forma de
individualismo que se experimenta más bien como una
manera preferida de actuación profesional en todos o en
parte de los aspectos propios del trabajo.” (Hargreaves,
Op. Cit.:199)
En este tipo de individualismo es necesario el sentido
del yo, sentido de valía y dignidad en su trabajo; que se
da cuando el maestro obtiene recompensas psíquicas, es
decir, alegrías y satisfacciones que se derivan de atender
y trabajar con los alumnos.
En muchas ocasiones el colectivo desconoce y
quebranta la individualidad, no permitiendo ni
reconociendo la autonomía, capacidad y derecho del
maestro de ejercer su libre juicio, con ello crea una
sensación de incompetencia profesional.
169
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Individualidad: aspecto sustantivo
en épocas de globalización
“En consecuencia, los esfuerzos para eliminar el
individualismo deben realizarse con prudencia, habida
cuenta de que también acaban con la individualidad y
con la competencia y eficacia del profesor que la
acompañan.” (Hargreaves, 1999:206)
En conclusión, la individualidad se construye, a veces
en forma obligada, pero fundamentalmente a partir de
una reflexión y conciencia de estar solo (que no
aislados); de ejercer a partir de ella la autonomía y
acciones creativas al trabajo. En la Normal, el
individualismo está determinado por las circunstancias;
no obstante hay esfuerzos importantes para transitar
hacia la individualidad.
María Cristina León Kempis
En estos tiempos se exalta el trabajo en equipo que
promueven las teorías pedagógicas de hoy. Influidas por
la biología, en el sentido de mirar a la educación como
un sistema compuesto por diversos subsistemas en
equilibrio; y, por otro lado, la economía ha contribuido a
que la escuela se mire como un sistema racionalizante en
el que la acción de cada insumo es importante para
generar un buen producto.
Dichas tendencias han originado discursos en el ámbito
educativo a favor de la interdisciplinariedad, la
transdiciplinariedad, colegialidad, colaboración, ínter
academia, etc., etc.
De este modo, me parece que hay una doble intención
del neoliberalismo
en la educación: Por un lado
promueve el individualismo al dictar una serie de
competencias con las que debe contar el maestro
otorgándole estímulos económicos y demás; pero por
otro, argumenta que las reformas curriculares deberán
trabajarse desde la perspectiva de un trabajo
colaborativo en donde no haya diferencias entre
maestros, en una especie de trabajo democrático.
El individualismo en la docencia constituye “un mal”
para las autoridades educativas y para los mismos
compañeros profesores, pero analizando todas sus
170
171
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Por el camino del misionero,
encontré la fortaleza del hereje
implicaciones me pregunto: ¿El individualismo no
propicia una práctica reflexiva? ¿El centrarse en su
trabajo y en sus alumnos no trae como consecuencia un
mejor conocimiento de los procesos de enseñanza
aprendizaje de ambos, maestros y alumnos? ¿El
individualismo no genera en sí mismo una conformación
de cierta autonomía, entendida como aquella capacidad
de tomar decisiones que afecten sobre el trabajo
docente?
Considero que antes de tachar a un maestro de
individualista, porque cierra su aula y se concentra en la
clase, en los alumnos, en sus estrategias de enseñanza,
en sus formas de evaluar, y demás aspectos, deberíamos
reconocer que la docencia es un oficio que requiere de la
aplicación de ciertas habilidades del individuo y, que
continuamente están en construcción y reconstrucción,
entonces más que de individualismo, podríamos hablar
de individualidad como una oportunidad de
reconceptualizar nuestra práctica docente.
La individualidad en el trabajo docente nos permitiría
tener una visión más amplia de nuestro trabajo y de qué
podemos aportar en las academias, colectivos, etc.,
pero, más que nada, no perder el control de lo que
implica el oficio de enseñar.
172
Sandra Lilia Andrade Peralta
Si he de ser honesta para quien lea este texto, jamás
entretejí un deseo, ni un anhelo por crucificarme en las
ataduras del misionero; mas, por un intento de no
quedarme perdida en aquellas tareas que encierra la
vida de mi madre, mi poca vestidura económica y sí las
fantasías que todos encerramos al mirar las condiciones
desahogadas de otros, decidí ser maestra (decisión
equivocada cuando se enlaza con el deseo de tener,
cuando una piensa en el camino fácil). Sin embargo, al
principio de mi formación me avergonzaba no poder
expresar, con verdadera decisión y con la fuerza del
colectivo, una respuesta honesta cuando los maestros de
la Normal nos cuestionaban porqué estábamos en esa
escuela, pues como en coro mental cada una de las
compañeras formaba la representación de su más tierna
imagen dando clases a sus amiguitos, matizado de un
gusto choteado por los chiquillos, y tras de ello,
frecuentemente se escuchaba decir a cada una de las
estudiantes un discurso meloso y perverso que revestía
de las más incómodas vestimentas a los niños de su
imaginación. La perversidad de su construcción
lingüística la observo porque parecían encerrarse a la
infancia en un mundo donde el tiempo se detenía entre
sonrisas y felicidad, donde los colores ideales seguían
haciendo alusión al rosa y al azul. Muchas veces me
sentí inadaptada, ajena al mundo de la docencia,
individualista a cooperar con esas ideas que me parecen
tan perdidas y alejadas de las necesidades del nivel
preescolar.
173
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El individualismo como estrategia
de protección
Sin embargo, al cabo de algunos años de recorrer el
camino, y creo yo, de recuperar parte del sentido ético
de mi profesión, de sumar algunas condiciones, muchas
adversas al sentido de mi docencia, de revisarme, de
reflexionar sobre lo que hago en la cotidianidad, de
haberme regalado la maestría y de dialogar con otros, es
que me he permitido cuestionar el poder y a quien en él
se asuma con la postura de dictador, de sus acciones, de
sus decisiones, de sus visiones, a las que muchas veces
se piensa que por pintarlas de colores pastel y
atiborrarlas de flores y encajes caros, deben ser
obedecidas, como si el sentido y el valor de la escuela y
de los docentes estuviese en obedecer lo más fielmente
posible la autoritaria visión de alguien que se quedó
atrapada en la tradición de antaño.
Aunque este no es un proceso que se concluya, en
verdad me siento muy entusiasmada de participar de
otros espacios donde cada una de las docentes habla de
lo que le mueve y preocupa, donde cada una, a su paso,
está aprendiendo a ser individual con un sentido
autónomo que encierra un proyecto de responsabilidad y
colaboración, y donde creo cada una tiene mucho que
ofrecer, desde donde se pare en la docencia en una
interminable resignificación.
174
Carmen Susana Camarillo Ramírez
Las categorías de individualismo e individualidad, como
señala Hargreaves (1999), son dos cosas distintas, a
pesar de que se pudiera pensar que son similares. Mi
concepción acerca de estas categorías se ha modificado,
el significado ha cambiado, se ha transformado.
En algún momento de mi trayectoria laboral fui
individualista, es decir, aislada, actuaba en solitario, pero
acompañada de la cultura del profesorado que había
aprendido en mi formación normalista y que en ese
tiempo reproducía en las aulas, como quien dice:
actuaba en solitario pero acompañada. Ahora reconozco
que al cerrar la puerta de “mi” salón, cerraba la puerta
al contexto escolar, a las posibilidades de intercambio
con los compañeros, con otros alumnos y también con
los padres de familia; negándome a otras posibilidades
de acceso a la autonomía, al trabajo en equipo y a la
interacción con los otros, limitando así la identificación
autónoma conmigo misma y con los demás.
Por fortuna, en otro momento de mi trayectoria laboral
y tal vez por obligación o a la fuerza (por cumplimiento
de las disposiciones del directivo o de la organización
institucional),
aprendí
a
trabajar
en
la
individualidad.Considero que fue difícil, porque no es tan
fácil romper con el egoísmo, con la costumbre de
resolver situaciones uno solo y también por la supuesta
seguridad que da cerrar la puerta del aula;
175
no tan fácilmente se puede cambiar por una dinámica
que implica vernos como parte del equipo intercambiar
puntos de vista, reflexionar individualmente para
compartir, sentir que la opinión de uno es tan importante
como la de los demás, establecer procesos de interacción
con los otros, todo esto con la finalidad de lograr la
autonomía.
Esta idea de la individualidad, puede producir cosas
positivas en el profesorado, pero que hay que tener un
significado en común acerca de esta categoría. Si como
equipo docente se concibe a la individualidad como un
camino para lograr la autonomía, habrá posibilidades
reales de lograrla, y se trabajará en ello. Si se parte de
la idea de que es una oportunidad para reflexionar
personalmente acerca de la práctica docente y luego
compartir en colectivo, creo que habrá resultados.
Lo importante aquí es arriesgarse, apostarle a la
individualidad y al trabajo colegiado, sólo así podremos
tener la posibilidad de equivocarnos para modificar las
prácticas educativas o acertar y mejorar las mismas; el
verdadero cambio proviene desde lo interno del profesor.
Las paradojas del trabajo colegiado:
De la muerte y el nacimiento de la colegialidad
Eduardo Mercado Cruz
176
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¡Albricias, albricias, la colegialidad ha muerto, viva la
colegialidad! Solían decir los menesterosos que volvían a
alimentar la expectativa de un mundo y una vida mejor
en la escuela, una escuela en la que todos somos
iguales, donde la opinión de uno y la experiencia de otro,
se unían en un intercambio interminable cuyo único
propósito era mejorar el trabajo por el bien de todos. Así
se anunciaba la muerte y la vida de algo que ahora nos
es común, por lo menos en el lenguaje de los maestros:
el trabajo colegiado. Asistimos con entusiasmo a su
nacimiento pues creímos, una vez más, que la solución a
nuestros problemas educativos había llegado,
comenzamos a experimentar esa sensación de
esperanza, nos ilusionamos, construimos castillos de
algodón que se sostenían en el aire, un aire de cambio,
llegamos a pensar que teníamos que ser realistas y que
había que empezar por hacer lo imposible; es decir,
transformar todo.
Con el ánimo en pleno ascenso, los profesores
comenzamos a considerar la posibilidad de dejar de lado
las diferencias de percepción, opinión, valoración e
incluso actitud con respecto a trabajar con el Otro por el
bien de la escuela. La colegialidad surge (o debiera
surgir) espontáneamente del colectivo docente, suele
decirse, sin que medie un horario fijo, una orden
administrativa o una disposición institucional; en otras
palabras ésta ha de emerger de interés puro, auténtico e
interesado de maestros y maestras que quieren convertir
su labor docente en un ejercicio profesional con sentido.
179
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Es obvio que esto requiere de más que sólo reunirse para
verse de frente y cara a cara, sería ingenuo imaginar que
en cada reunión, todos estuvieran dispuestos a compartir
las dudas, los aciertos, los errores, los saberes, las
experiencias, los conocimientos que han ido acumulando
con el paso de los años. De hecho el nacimiento de la
colegialidad plantea retos que, si no se consideran, de
entrada, estarían anticipando la muerte.
El primero de ellos estriba en que no se trata de
pan con lo mismo, como en ocasiones llegamos a
plantear, que el trabajo en colegiado no es un atentado
contra la autoridad, que la transformación no se da, ni
se gesta, por una disposición oficial, que la colaboración
y la colegialidad significan diálogo y no protagonismo de
alto mando.
El segundo requiere de involucrar a todos
reconociendo las diferencias de función y, si se quiere, de
rango escalafonario. Ello plantea la necesidad de
reflexionar acerca de la micropolítica escolar. La
consolidación de pequeños grupos en las instituciones
tensa las relaciones entre éstos. Dependiendo de la
fuerza y poder que cada uno tenga para influir en la
toma de decisiones, es el rumbo y la dirección que ésta
habrá de seguir, lo paradójico de todo es que en la
mayoría de las ocasiones, se disputan un terreno que
debiera ser de todos: la escuela.
El tercero implica trascender la simulación, hemos
estado tan acostumbrados a hacer las cosas y a
cumplirlas, que terminamos dejando que sea la rutina la
180
que se apodere de nuestra voluntad . Al simular dejamos
que la colegialidad se convierta en una actividad
artificial, en un ardid en el que participamos únicamente
para no estar fuera del orden administrativo, para estar
ad hoc con el discurso modernizador de la escuela. La
contradicción que resulta de este episodio es que cuando
la colegialidad es promovida por la base, resulta que es
una comuna que carece de legitimidad institucional;
cuando la promueve la institución, es una propuesta de
avanzada y de innovación.
El cuarto supone democratizar a la escuela, es decir,
hacer posible que la opinión de uno y otro sea escuchada
con respeto, y además, pueda considerarse para la toma
de decisiones. En cierto sentido, democratizar el espacio
escolar significa construir consensos sobre la base del
diálogo. No son pocos los que opinan que la escuela
debería de ser un espacio abierto, plural y tolerante, el
problema es que no muchos estarían dispuestos a
asumir la crítica, la inconformidad y la diferencia de
opinión. A algunos de nosotros nos cuesta trabajo
aceptar que alguien tiene una idea mejor, que tiene
mayores fundamentos para las propuestas que hace, que
sin tener un puesto directivo o teniéndolo, tiene la
capacidad de generar consensos con los demás
compañeros. Esto resulta difícil de aceptar,
particularmente cuando cada uno tiene una idea distinta
del sentido y la finalidad de la escuela, cuando
anteponiendo la experiencia o el rango, creemos que lo
que hacemos es lo correcto.
181
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Entre asuntos de colegas y de
colegios
De ahí lo paradójico del trabajo colegiado, de la
colegialidad como una construcción colectiva, si no se
está dispuesto a colaborar con los Otros, entonces
estaremos anunciando constantemente, dependiendo de
la época y el tiempo que nos toque vivir, que ¡la
colegialidad ha muerto, viva la colegialidad!
Germán Gutiérrez Goytortúa
Es indudable que una transformación de la enseñanza
requiere de la activa colaboración de todos los sujetos
involucrados en ella, en especial de los cuerpos
directivos y docentes de los centros educativos, en
donde los maestros ocupan un lugar central porque
todas las propuestas innovadoras exigen que éstos
tengan un profundo conocimiento de la realidad y de la
naturaleza de las nuevas demandas que se hacen a las
escuelas. Es cuestión de imaginar cómo cada escuela
enfrenta los desafíos para desarrollar los programas que
las políticas educativas van generando y las escuelas
asumiendo, en la medida de la comprensión de las
nuevas propuestas. Entre ellas están las de promover el
trabajo colegiado y autogestivo entre los maestros, la
tan mencionada colaboración y colegialidad con sus
respectivas modalidades.
Varias preguntas deberán contestarse al interior de las
escuelas en donde se debe propiciar la discusión: ¿Cómo
consolidar el trabajo colegiado y llevarlo más allá de lo
inmediato? ¿Cómo integrar a los maestros que no
asisten a las reuniones colegiadas? ¿Cómo rescatar y
posicionar los aportes del colegio? ¿Cómo vincular y
hacerlo atractivo para que otros docentes ingresen y
sean suficientemente dinámicos?
Nos hemos dado cuenta que en este plano existen
diferencias individuales que son determinantes en la
182
183
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
consecución de nuevos retos, el profesorado trabaja en
equipo determinados aspectos de la actividad de la
escuela, siendo más frecuente en este tipo de alianzas,
las actividades de planificación del trabajo docente, pero
no con el compromiso de llevar a cabo dichas acciones ni
con el entusiasmo de experimentar nuevas fórmulas y
complicidades educativas para el mejoramiento y
rendimiento educativo.
como una amenaza ni una invasión a su individualidad.
En fin, que la colaboración y la colegialidad no se
conviertan en un encuentro de complejidades, sino en un
trabajo basado en la buena relación cara a cara y en una
discusión rica y fructífera.
Habría que colaborar más para que este trabajo no
quedara sólo en el plano de preparación de clases, de
materiales didácticos y planificación del currículum, sino
que trascienda a un análisis para conocer y enfrentar las
debilidades o los obstáculos que impiden un buen
desarrollo del trabajo, fortalecer el espíritu crítico, la
responsabilidad y la autonomía.
Pero el éxito del colegiado depende también de otros
factores, sobre todo de las relaciones interpersonales, de
las simpatías, de las empatías, de los vínculos, entonces
no asisten a las reuniones, dando al traste con las
posibilidades que brinda un colegiado.
Habría que agregar a esto las tendencias
conservadoras de algunos docentes que tienen a su “Yo”
como una fuente de significación, sujetos a sus
creencias, costumbres, marcos de referencia, formados
por la cultura de lo tradicional. Con ellos hay mucho
trabajo por realizar evitando siempre la descalificación o
la marginación para que no definan al trabajo colegiado
184
185
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Colaborando con el enemigo
Bentham Borrallas Verdejo
Cuando evocamos la palabra colegialidad por lo regular
la consideramos como ese puente vital entre el
mejoramiento de la escuela y el desarrollo del
profesorado; la unión que debe existir entre todos los
individuos que conforman una institución, ya sea del
área administrativa, docente o autoridades, todos
trabajando en unión, de manera armónica, permitiendo
que todos y cada uno de los que integran un colegio se
sientan a gusto, donde el espacio laboral se conciba
como una forma de expresar nuestra capacidad e
ingenio; en fin, que prevalezca ese espacio de apoyo
mutuo de crecimiento a nivel personal e institucional.
Sin embargo, la realidad en que se desenvuelven los
colegios educativos, desafortunadamente, dista en su
mayoría de contemplar el edén que mencionaba
anteriormente. Si bien es cierto que algunas instituciones
educativas manejan un clima de colegialidad, podría
asegurar que en la mayoría hay un clima de tormentas y
truenos estrepitoso. Pues en un clima micropolítico,
donde impera el uso del poder, el sometimiento y la
subordinación, con el fin de conseguir resultados que
interesan a un grupo en particular y no son tomados en
consenso con la comunidad, la participación de los
demás se desvaloriza, descartando la voz de los otros,
específicamente de los docentes.
186
La colegialidad, desde esta perspectiva, es muy
reducida y lo único que conlleva es al alineamiento y
desaliento del personal que la integra, y en la gran
mayoría de los casos, lo que queda por hacer, es
adaptarse a esas circunstancias, de lo contrario, el
docente o personal que no se ajuste a esta forma de
colegialidad impuesta por determinado grupo (directivos,
supervisores, entre otros) quedará fuera.
Al docente se le exige cumplir con ciertas
responsabilidades, su compromiso va de la mano con el
conjunto de tareas que realiza y relaciones humanas que
establece, pero considero que es innecesaria la
obediencia arbitraria. Si deseamos continuar y garantizar
nuestra permanencia en un colegio que conciba la
colegialidad de esta manera, no tendremos más remedio
que continuar colaborando con el enemigo.
187
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Una versión de colectividad
Rosa Cecilia Torres Morales
En las recientes reformas educativas se ha apostado a
la colegialidad como elemento central para alcanzar las
metas previstas en los planteamientos oficiales, se
menciona la necesidad de que en cada una de las
escuelas se promueva el desarrollo profesional con el fin
de mejorar las acciones educativas y de esta manera
garantizar los cambios que se apuntan desde el exterior.
Cada escuela ha estructurado, a su estilo y por sus
circunstancias, el grupo de academia que creyó más
conveniente, y se han tenido los resultados con respecto
a la decisión que se tomó. No se puede negar la idea de
que los procesos que en las escuelas se desarrollan
deben partir primero de las dificultades o necesidades en
la tarea diaria que los profesores van requiriendo.
En la Normal en la que trabajo, se planteó la necesidad
de que las alumnas también participaran en estos
espacios, el objetivo era mejorar la tarea educativa de
las licenciadas en educación preescolar, por lo cual
alguien tuvo la brillante idea de que ellas deberían estar
inmersas en lo que se estaba tratando de construir como
colectivo. Los días de academia se presentan dos
representantes por grupo quienes participan en las
sugerencias, observaciones, alternativas de solución y
temáticas que se haya elegido desarrollar.
188
La tarea se presentó aún más difícil, ya que para una
verdadera colectividad debería haber interdependencia,
y en la institución, muchos trabajábamos sin que esto
existiera, además de que no faltaba el cínico, el
“contreras”, el pesimista, el “vale gorro”. Con esta
variante, mínimo por vergüenza, cada quien se
comportaba con congruencia ante “lo que dice y hace”
dentro de estos lugares, porque estábamos involucrando
a nuestras alumnas a participar en un espacio en el que
se estaba construyendo para
mejorar lo que les
ofrecemos. Fue impresionante ver desde la primera
reunión la manera como las alumnas tomaron estas
reuniones, no se tentaron el corazón para decirnos con
puntualidad, sustento y seguridad sus necesidades, lo
que observaban, las incongruencias que encontraban y
las alternativas que en consenso ya habían dialogado con
sus compañeras, solicitando lo justo y necesario para
una mejor preparación en su estancia en la Escuela
Normal; de esta manera se desarrollaron todas las
reuniones, fueron tomadas en cuenta en todas las
sesiones, en los acuerdos, en los de informes de
actividades, en las reuniones de capacitación, en los
cursos y diplomados que se tenían; ellas por su parte
iban decidiendo quienes iban a participar en las
reuniones, con el compromiso de informar al resto del
grupo lo que se había hecho en cada sesión. Esta
variante otorgó un sentido distinto a la participación en
este tipo de eventos, se empezó a observar más
disposición para trabajar con los otros, para respetar
acuerdos de mejora, y comprometerse con el trabajo de
189
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La colaboración de los alumnos
todos. En esta versión de una forma de hacer colectivos,
la participación de las alumnas constituyó un eje
importante para el desarrollo de nuestro trabajo. Cada
escuela de acuerdo con su contexto, sus aspectos
específicos y libertad de juicio de cada uno de los
integrantes, debe encontrar la mejor versión que
responda para conformarse como colectivo.
Micaela Ortega Solórzano
La colegialidad en la Normal No. 2 de Nezahualcóyotl
ha tenido auge a partir del Programa para la
Transformación y el Fortalecimiento Académico de las
Escuelas Normales; éste resalta al trabajo colegiado
como una de las acciones principales para “consolidar los
avances hasta ahora logrados en relación a la gestión
escolar y de contribuir a transformar los procesos clave
de la organización y el funcionamiento de las escuelas
normales” (SEP, 2004:37). El trabajo colegiado se realiza
a partir de reuniones de academia por grados o por
asignaturas. Los tiempos y formas de trabajo están
determinados por la dirección.
De acuerdo con Hargreaves (1999), esa colegialidad,
vista desde la micropolítica, es de tipo artificial porque:
es reglamentada desde la administración, es obligatoria,
orientada a la implementación, fija en el tiempo y
espacio, y es previsible. Este tipo de colegialidad “anula
la profesionalidad de los profesores y el juicio
discrecional que ella supone y desvía los esfuerzos y
energías a fin de simular su aceptación de unas
exigencias administrativas, inflexibles e inadecuadas
para los ambientes en los que trabajan.” (Hargreaves,
1999:234)
Sin embargo, en la Normal no es el único tipo de
relación que se establece; las hay más espontáneas,
como los encuentros en la cafetería, las improvisadas
190
191
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
con algún coordinador sobre un aspecto específico que
atañe a varios maestros, la búsqueda de un compañero
para ponerse de acuerdo para alguna actividad. Todas
ellas encaminadas a mejorar el trabajo. Es lo que
Hargreaves denomina colaboración(8) .
Una de las formas poco tratada en las escuelas
Normales es la colaboración de y con los alumnos. Me
atrevo a decir que ésta es una de las formas más
efectivas de colaboración porque:
a) Si la intención de la colegialidad y la colaboración es
mejorar el trabajo de enseñanza, los acuerdos entre el
maestro y los alumnos pueden ser más efectivos porque
son ellos los que viven de cerca la formación.
e) Los tiempos y espacios no son obstáculo, puesto que
maestro y alumnos se reúnen frecuentemente.
f) Maestros y alumnos, al tener contacto habitual, se
conocen bien; por lo tanto, las decisiones tomadas
pueden ser más efectivas.
En conclusión, las relaciones que se establecen en las
escuelas Normales, no son sólo de tipo normativo
(colegialidad artificial), sino diversas; los maestros
debemos reconocer la riqueza de éstas. Además, se
debe considerar, como colaboración, no sólo la que se da
entre maestros, sino también la colaboración de los
alumnos en el mejoramiento de la enseñanza.
b) La dinámica entre maestro y alumnos permite tomar
decisiones consensuadas en los momentos requeridos,
sin tener que esperar al compañero maestro para
consultarlo.
c) Los problemas sobre los que se discute son más reales
y concretos; con los compañeros los problemas suelen
ser más generales.
d) El alumno, al opinar sobre su propia formación, se
siente más comprometido en la búsqueda de mejores
resultados.
192
8 En las culturas de colaboración, las relaciones de trabajo son: espontáneas, voluntarias,
orientadas al desarrollo, sin tiempo ni lugar, e imprevisibles.
193
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¡La escuela no es una comuna!
(una visión de las autoridades
educativas)
María Cristina León Kempis
Cada vez que escucho hablar de trabajo colaborativo
y de colegialidad, vuelven a mi mente aquellas
experiencias tan gratas que tuve con mis compañeros de
la Escuela Preparatoria No. 92, ubicada en Valle de
Chalco. Como era una escuela surgida de la comunidad,
la organización era de tipo “popular”; entonces la
manera en que se gestionaban las plazas de maestros,
basificaciones, mobiliario y demás trámites, era distinta
a la de las escuelas “oficiosas”.
Tal vez, en este sentido, tuve la suerte de comenzar a
trabajar en una escuela de nueva creación, en una plaza
también nueva y con una gran posibilidad de sugerir e
implementar formas de trabajo, ideales e innovaciones
que cada uno de los integrantes de la planta docente
teníamos.
Recuerdo que todos éramos muy jóvenes, solteros la
mayor parte y algunos recién casados, todos con
carreras universitarias y con muchas ganas de trabajar y
aprender a ejercer el oficio de la docencia. El director,
también joven, con una profesión de Ingeniero Mecánico
y formado en la Escuela Revolucionaria “Mártires del 68”,
ubicada en el espacio mejor conocido como el “ local de
costureras”, tenía grandes ideales de trabajo comunitario
en aquella localidad de escasos recursos.
194
Así, comenzamos un trabajo de autoformación
implementando “los círculos de calidad”, en donde
intentamos que las jerarquías desaparecieran y que
hubiera una participación activa de todos los miembros
de la escuela, incluyendo a los padres de familia,
reconociendo a los alumnos como el centro de todas
nuestras preocupaciones y con un amplio potencial de
desarrollo.
Realizábamos sesiones en donde a través de la “lluvia
de ideas” priorizábamos los problemas educativos y
administrativos a los que había que atacar, y a partir de
esa identificación de problemas, planeábamos cuáles
serían las posibles soluciones y medios para lograr
nuestros propósitos. De esta manera, nos dimos cuenta
de que nos faltaban elementos de formación docente, y
así comenzamos cada uno a darnos una “clase tipo” de
las que surgieron propuestas bastante interesantes,
mismas que cada uno retomó en su forma de trabajar.
Se fueron atacando los problemas, incluso los
económicos, pues desde la supervisión se nos ponían
trabas para la autorización de gastos para recursos
didácticos e incluso de mantenimiento.
Cuando ya habíamos logrado en gran medida ser una
escuela autogestiva, se nos vino encima un problema
político: La supervisión introdujo a personas que llegaron
a desequilibrar el trabajo, y el Director fue cesado con
argumentos de ineficiencia, fraude, y otros males por el
estilo.
195
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Hay que ser realistas
Todavía recuerdo los enfrentamientos que tuvimos
padres, alumnos y docentes con las autoridades
educativas en Toluca; negociaciones, promesas,
desgaste económico y emocional, ilusión y
desesperanza.
Hay palabras que todavía me dan vueltas en la cabeza;
cuando en una negociación con la Subsecretaria de
Educación Media Superior le planteamos nuestra forma
de trabajar y los resultados que íbamos obteniendo a
partir de un trabajo verdaderamente colegiado, en
donde las formas de participación de cada integrante
eran respetadas y valoradas para abatir los problemas
escolares, la respuesta de esta mujer fue: “¡La escuela
no es una comuna! ¡De esa manera no van a llegar a
ningún lado!”
De esta respuesta me surgieron varias reflexiones y
cuestionamientos como este: ¿Pues no que querían que
los maestros tuviéramos una actitud abierta al trabajo
colegiado, ya sea por academias o por equipos de grado
para
lograr
un
trabajo
interdisciplinario
o
transdisciplinario, adoptando una postura crítica y
reflexiva?
Ahora pienso que la colegialidad y la colaboración en
la docencia, desde la perspectiva de las autoridades
educativas, es limitarse a desarrollar pautas de trabajo
predeterminado… pues ¡No vaya a ser que quieran ser
demasiado autónomos!
196
“Empecemos por hacer lo imposible”
Ché Guevara
Laura Morales Rodríguez
Alguna vez escuché esta frase, traté de entenderla
una y otra vez, pero al leer el artículo de colaboración y
colegialidad artificial, volvió a mi mente, más clara que
como lo había hecho en un principio.
La educación está inmersa en una “utopía marginal”,
llena de proyectos, ideales, propuestas pedagógicas y
psicológicas. Análisis de diferentes personas interesadas
en entender y conocer algunas paradojas que se
encuentran en nuestras escuelas, con muchas
interrogantes, que nos llevan a pensar si en realidad un
cambio en programas y estrategias, son la solución a los
conflictos que se ejercen en las realidades escolares.
En la tesis de Licenciatura, inicié con el tema del
análisis de la Modernización Educativa en preescolar y
estuve participando directamente con la escuela piloto
elegida, la idea principal era el trabajo en conjunto, la
invitación a una mejor preparación profesional de las
educadoras y a cubrir las necesidades reales de la
institución, tanto pedagógicas como materiales, todo a
través del diálogo.
197
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las reuniones de docentes… espacio de
diálogo y
colaboración o protagonismo del alto mando
Es así como en un ciclo escolar se lograron un sin fin de
cosas, era un verdadero equipo de trabajo, desde la
educadora hasta el coordinador, pero fue una farsa, era
un proyecto piloto y todos estaban en la expectativa de
los resultados, por lo tanto se tenía que quedar bien.
Al inicio del siguiente ciclo escolar todo volvió a la
normalidad, la directora entró en crisis diciendo que no
tenía autoridad, porque ella no podía decidir sobre su
escuela, algunas educadoras manifestaron no poder
seguir en cursos o comprar libros, la supervisora no
entendió el nuevo programa, ni el diálogo, y prefirió
seguir con su autoritarismo. Es así como, en conclusión,
mi tesis terminó llamándose “La lucha de poderes:
autoridad o autoritarismo”. Esas luchas de poderes que
siempre van existir para el mejor control de la
micropolítica.
Sin embargo, creo que todavía existimos maestros con
resistencia a ser sometidos, y en ocasiones logramos
poco o bastante por conservar aún nuestra
individualidad, haciendo hasta lo imposible por llevar las
cosas a una realidad.
198
Sandra Lilia Andrade Peralta
La verdad es que cada cual habla como le va en la
feria, y para mí las reuniones de Consejo Técnico, las
juntas semanales, o cualquier otro espacio de encuentro
entre las maestras y la directora de mi escuela, no
representan ni siquiera una grata experiencia, porque lo
que nos liga no es una preocupación por los alumnos,
por las estrategias, por los problemas escolares; sino el
desafío al poder, el gusto por enfrentarnos ciegamente a
nuestros temperamentos, de ver de qué manera
podemos contrarrestar eso que se nos manda, y la jefa
ver de qué manera nos va reprimir. En ambas partes lo
que se observa no es sino la forma de cómo aplastar al
otro, por eso de hoy en adelante todo es pedido por
escrito y firmado, ambas partes lo hacemos en
desacuerdo, por ello la implicación de cada miércoles
(porque ese es el día de la junta semanal), jamás ha
representado un espacio de diálogo, ni de propuesta; lo
que ha representado es un espacio donde siempre hay
que darle lectura a una larga lista de tareas que agobian
más el arduo trabajo, que implica ya en sí mismo el ser
maestro, el pensar y preparar el saber y el hacer del día
siguiente. A eso se le debe sumar el “bonche” de memos
que hay que firmar, y entre éstos, las amenazas sutiles,
que te recuerdan siempre la norma del ser maestro, y del
lugar que ocupas como hacedor y no pensador, ni
creador.
199
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Pan con lo mismo
Para mí la causa está dada y la condición sería generar
una respuesta inmediata de formas de hacer, de acatos,
de firmas, etc., sin embargo, el efecto no es así, y tras la
junta obligatoria se da el empate, donde, honestamente,
después de comernos las arbitrariedades de la jefa es
cierto hay un clima distinto, cada docente se abre a decir
lo que piensa, lo que sabe, los aportes que puede hacer
para ayudar a la otra, la forma en la que se compromete,
la causa de sus limitaciones, y ciertamente que en la
soledad cada una reconstruye los dos enfoques, sin firma
de por medio. La junta siguiente no se dará el próximo
miércoles, sino en el momento en que cualquiera de las
maestras atraviese la puerta del salón de la otra para
decirle “hoy me sucedió esto”.
J. Magdaleno Villegas Baena
A menudo suele escucharse en los espacios de diálogo
entre maestros “¿para qué reunirnos?, si sólo es perdida
de tiempo, además a mí no me toca venir ese día”, o
para viborearnos, porque sucede que siempre el que
toma la palabra es el primero en romper los acuerdos o
no tiene calidad moral para sugerir algún cambio y, si es
una reunión dentro o fuera de la institución, resulta ser
“pan con lo mismo”.
Por otro lado, el carácter burocrático en la organización
institucional de la escuela le otorga mayor importancia a
lo cuantitativo, mientras las cualidades de los actores
educativos quedan en segundo término, la calidad
académica está en lo estadístico, es en donde se centran
las críticas, pero no se llega al convencimiento y
propuesta de estrategias que unifiquen las posibles
soluciones.
Los espacios de reflexión se pierden en la dinámica de
un trabajo marcado por el tiempo curricular y los datos
numéricos que justifican a la vista de los demás el
proceso de educar. En medio de todo esto, la
colaboración y la colegialidad se dan esporádicamente
para cumplir con lo protocolario y, en el nivel dirección,
para caer en lo burocrático.
“Pan con lo mismo”, es la frase que adorna las
reuniones de academia que al final, con el acta de
200
201
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Las comunidades colaborativas
compromisos y acuerdos, dejan fuera el análisis de los
estilos de trabajar, de cómo enfrentar las problemáticas
de reprobación, deserción y disciplina, entre otros temas,
que permitirían enriquecer la oferta de trabajo ante los
alumnos; y son sustituidos por quejas sin propuestas de
solución, que no ayuda para convertirlas en críticas
constructivas y propositivas que apunten hacia el
compromiso del perfeccionamiento continuo.
“Pan con lo mismo”, puede ser la voz de la impotencia,
pero también la voz del conformismo garantizado por un
salario a partir de una plaza base. Romper con esto es el
gran reto que tiene que colocar como problema principal
el porqué del desinterés de los profesores para unir
esfuerzos, para compartir experiencias, para estar
atentos ante los que confían en nuestra responsabilidad
como educadores.
202
Carmen Susana Camarillo Ramírez
Hoy en día, es común escuchar que uno de los
aspectos de la nueva gestión institucional promueve las
comunidades colaborativas profesionales de aprendizaje;
es decir, motiva a las instituciones al trabajo colegiado,
en colectivo. El propósito principal -en teoría se expresa
así- es que cada escuela debe generar un aprendizaje
institucional producto de las relaciones de trabajo y de la
misma organización, transformando a la planta docente
en un conjunto de profesionales que aprendan en
espacios destinados para la reflexión y el análisis de la
práctica docente.
Lo ideal en estas comunidades colaborativas es
aumentar “la cohesión y solidaridad en el trabajo
docente, porque se genera una comunidad de
aprendices interactivos en la reflexión-accióntransformación en su contexto escolar” (Hurtado,
2005:50). Tal vez esta propuesta parezca prometedora,
pero yo cuestionaría la organización jerárquica y de
poder al interior de las instituciones: ¿cabe la figura de
“máxima autoridad” del director en esta nueva
organización?, ¿los directivos, van a permitir una
estructura organizativa horizontal?, los directivos y
supervisores ¿están dispuestos a delegar autoridad para
cohesionar su equipo de trabajo?, ¿el profesor está
dispuesto a trabajar en colectivo o prefiere el trabajo en
la individualidad?
203
Considero que acceder o pensar en el trabajo
colaborativo implica, no sólo cuestionar la organización
jerárquica y de poder al interior de las instituciones, sino
algo más significativo: revisar, cambiar o replantear las
prácticas docentes tradicionales, aquellas que han sido
“seguras” y “que han dado resultados” cuantitativos por
años y años.
Por otra parte, lo que Hargreaves denomina
colegialidad artificial, y que dista de esta idea de la
colaboración, se basa en una propuesta educativa que
parte y es elaborada por autoridades superiores, ésta
pierde el valor o la objetividad por el hecho de ser parte
de lo “impuesto” por la autoridad. Cuando se privilegian
las relaciones de poder y de control al interior de las
instituciones educativas, lo que se busca es que se
cumpla con los acuerdos emanados de alguna reunión
académico-administrativa que en muchas ocasiones, son
decisiones del directivo y no del colectivo escolar.
Considero que la colaboración real del docente se
proyecta en una forma de pensar, actuar y de
interaccionar con los otros, en su participación en las
actividades, en la toma de decisiones y al escuchar a sus
alumnos y compañeros de trabajo, a partir de la
democracia que promueva al interior de la institución.
Tú sabes, yo sé, todos sabemos:
De los saberes, experiencias y práctica docente de losmaestros
Eduardo Mercado Cruz
Maribel Ángeles Contreras*
204
* Profesora de educación especial CAPEP
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Para muchos de nosotros el saber tiene un halo de
totalidad, “saber es conocer” y “saber es poder”, rezan
los dichos, el que sabe está autorizado para detentar el
poder y transmitir conocimientos. El maestro, por ser el
poseedor del saber, puede “enseñar” a sus alumnos,
conducirlos por el sendero del conocimiento y
acompañarlos en los procesos de aprendizaje, pero ¿qué
es lo que enseña el maestro?, ¿cómo y a partir de qué lo
hace? Muchos de los que nos encontramos en la
docencia, recurrimos a los saberes acumulados a partir
de la experiencia, profesional y personal, para tratar los
contenidos escolares, presumimos que los conocimientos
derivados de la ciencia, la tecnología o de las diferentes
teorías pueden ser llevados al aula tal y como los
aprendimos en nuestra etapa de formación profesional o
bien tal y como los hemos abordado en el transcurso de
los años.
Sin duda los años nos brindan experiencias invaluables,
pero ¿es suficiente la experiencia para enseñar?
Bachelard sostiene que la experiencia, así como la
opinión, son obstáculos epistemológicos, es decir, en
lugar de posibilitar el conocimiento obstruye y lo hace en
la medida en que ésta se convierte en el referente
principal de la explicación de las cosas. De ahí la
pregunta, ¿qué es lo que sabe el maestro que no sabe el
alumno y que obliga al primero a transmitirle ese saber?,
¿podemos transmitir ciertos saberes, pero éstos son lo
mismo que conocimiento? Villoro sostiene que “el
conocimiento, a diferencia del saber, no es directamente
transmisible.
207
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Cualquier saber es compartible; nadie, en cambio,
puede conocer por otro, cada quien debe conocer por
cuenta propia.” (Villoro, 1999: 211) Tal vez sea por eso
que a los maestros nos gusta tanto anteponer la
experiencia a los saberes, conocemos en la medida que
interactuamos con el objeto, en tanto vamos
acumulando experiencias, y ahí es donde surge la tan
citada frase: “la práctica hace al maestro”, dando a
entender que lo que vale al ser maestro es la práctica.
“La realidad con la que te enfrentas fuera de la Normal
es otra”, “lo que te enseñan en la escuela no te sirve para
enfrentarte a los alumnos”, son algunas de las frases que
hemos escuchado con frecuencia de los maestros
nóveles. Pero ¿qué tan cierto es que la práctica hace al
maestro?, ¿será que un buen maestro se forma sólo de
manera empírica?, ¿dónde queda, entonces, el papel de
la formación docente?
La cuestión radica en qué tanto anteponemos nuestra
experiencia a los conocimientos teórico-pedagógicos que
deben –o debieran- guiar la práctica docente. Sin lugar a
dudas los conocimientos adquiridos por medio de la
experiencia resultan fundamentales a la hora de ejercer
la docencia, pero no son los únicos que le permiten al
maestro desarrollar su práctica.
Según Mercado (2002) los saberes son pluriculturales,
históricos y socialmente construidos, se comparten, no
son exclusivos de una sola persona, por lo que tienen
carácter público.
208
El carácter público de los saberes implica su
transmisibilidad y el hecho de que no son reservados a
un solo sujeto del “saber”.
Por tanto, resulta paradójico pensar en aquellos
maestros que enarbolan la experiencia como la principal
base de su práctica, que guían sus clases con “el viejo
cuaderno amarillento, que parece ser el mismo con el
que estudiaron”, que se viven y se reconocen como los
únicos poseedores del saber, repitiendo, día tras día, la
misma vieja cátedra, cual si se constituyera por un saber
inamovible que permanece estático en el tiempo.
Con base en lo anterior vale la pena preguntarnos
“¿cómo aprendimos a ser maestros?”, esto tal vez
permita darnos cuenta de todas aquellas cosas que han
influido en nuestra manera de ejercer la docencia y en
cómo hemos ido anudando en nuestra formación y
práctica profesional los saberes, los conocimientos, las
historias personales, las vivencias cotidianas y las
experiencias, que conforman nuestro actuar como
docentes.
En la medida que nos reconozcamos no sólo como
transmisores sino hacedores del saber, en tanto sujetos
determinados social e históricamente y seamos capaces
de llevar a la reflexión el carácter público de los saberes,
en un entramado en donde el otro, igual que yo, sabe, y
en el que todos estamos en condiciones de saber;
entonces estaremos en posición de reflexionar el papel
209
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Un diálogo conmigo mismo y mis alumnos:
“La enseñanza”
que juega la experiencia en la construcción de los
saberes y podremos cuestionar si, como dice el refrán,
“la práctica hace al maestro”.
Bentham Borrallas Verdejo
Se acerca el día de estar nuevamente con mis
alumnos, en ese espacio al que juntos le damos vida: el
aula.
Antes de la llegada de esa jornada pienso y vuelvo a
pensar sobre la forma en que juntos vamos trabajando.
Reflexiono si en realidad estamos dando vida a nuestro
espacio de conocimiento, apropiación y construcción, si
los discípulos consideran la clase divertida e interesante,
o por el contrario, aburrida y monótona.
En ese baile de ideas que transitan en mi mente sobre
el sentir de mis estudiantes -que como alumno viví-,
trato de indagar, diseñar e inventar nuevas y variadas
formas de presentar un tema; aunque es una enorme
tarea que demanda tiempo y dedicación. Pese a ello,
acuden a mi mente reflexiones hechas con base en mi
trayectoria como docente y alumno, lo cual permite
pensar en otras alternativas para enseñar un tema,
existen algunas obtenidas a partir de conferencias,
talleres, o bien al leer algún periódico o revista que llega
a mis manos, a veces observando un programa de
televisión; todo ello trato de integrarlo a mi labor,
ajustándolo a mi tarea: la enseñanza.
En diversas ocasiones acudo a mis clases con paquetes
de material que yo mismo he realizado a partir de
periódicos y revistas o algún otro recurso, como señala
Mercado (2002), improvisando, pero no en el entendido
210
211
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
De cómo aprendí a ser maestra
azaroso, más bien en probar lo pensado, lo meditado. Al
terminar esa jornada y aproximarse la siguiente sesión,
una vez más llega ese diálogo conmigo mismo que me
invita a esa búsqueda incansable de elementos que
apoyen mi labor educativa.
Considero que el oficio docente es precisamente ese
interés de búsqueda, de investigación, que caracteriza a
todo servidor de la enseñanza y nace a raíz del
compromiso por ver el crecimiento del otro.
Micaela Ortega Solórzano
Como profesionales de la educación, generalmente
tenemos una percepción implícita o explícita de nuestra
aptitud, eficacia y disposición hacia la labor; podemos
considerarnos como profesionales regulares o muy
competentes. Pero en raras ocasiones nos detenemos a
reflexionar sobre cómo llegamos ahí; de cómo hemos
logrado los saberes propios de la profesión.
Al hacer un recuento de mi historia como docente, he
identificado cinco aspectos básicos que me han
permitido construir los saberes de mi profesión:
Primero. Mi formación universitaria me permitió
saberes generales en torno a la educación (con sus
puntos de vista psicológico, social y filosófico), la
didáctica y sobre los distintos niveles y sistemas
educativos. Fue una base fundamental.
Segundo. Mi incursión en cuatro niveles educativos
distintos; el primero de ellos como maestra en educación
secundaria, ahí aprendí cuestiones específicas:
contenidos de español, manejo de adolescentes, relación
con maestros expertos. El segundo, con un puesto
directivo en CONALEP, los saberes obtenidos fueron de
gestión educativa, capacitación a profesores y relación
con distintos profesionales. El tercero, en nivel medio
superior, donde aprendí las dificultades para conducir
grupos numerosos y difíciles. El cuarto, en la educación
212
213
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Normal, en la cual retomo temas relacionados
estrechamente con mi profesión; por ejemplo, el
conocimiento de los niveles educativos.
Tercero. En los dos momentos de mi formación
profesional, la lectura de libros (desde los teóricos hasta
los de texto de los distintos niveles) y documentos (de
normatividad, reglamentos, currículos, etc.) en muchas
ocasiones sustituyeron a la experiencia. Por ejemplo, al
no haber trabajado en primaria, y tener que conducir
asignaturas relacionadas con el acercamiento al nivel,
leía todo lo que encontraba de ella, sus problemáticas,
sus estadísticas, sus planes y programas, quiénes eran y
qué hacían los maestros de ese nivel.
En suma, gracias a esta reflexión revaloro la
importancia de la historia –de las trayectorias-, los
contextos y las relaciones sociales como constituyentes
del sujeto; y más específicamente, en mi caso, como
profesional de la educación.
Cuarto. La labor diaria, es una fuente muy importante
en la construcción de mi saber profesional. Gracias al
trabajo en cuatro niveles y funciones distintas he tenido
una riqueza de problemáticas, que día con día se van
resolviendo, revalorando o desapareciendo.
Quinto. El trabajo con los otros ha sido también
fundamental en la construcción de mis saberes; con mis
compañeros de clase, de trabajo y mis alumnos he
resuelto dudas y problemáticas; con ellos el trabajo se
ha hecho más sencillo. Nuestros diálogos han
enriquecido mis conocimientos. Diálogos que se han
realizado desde el aula universitaria hasta la sala de
maestro de la Normal.
214
215
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
¿Qué se enseña en educación
preescolar?
Laura Morales Rodríguez
Cuando escuché a través de los medios de
comunicación que a partir de este ciclo escolar 20052006, la educación preescolar es oficialmente obligatoria
para niños de 4 y 5 años de edad, me vino la inquietud
de pensar qué elementos tenemos las maestras de
preescolar para desarrollar una “calidad educativa”
durante este tiempo, que le proporcione al niño los
conocimientos necesarios para ese momento y para los
años posteriores en su vida en la escuela. ¿Realmente
estamos preparadas para fortalecer este nivel con
conocimientos formales? ¿Seguiremos atormentando al
niño con trabajos manuales? ¿Las supervisoras y
directoras seguirán enfrascadas en los ritos del salón
adornado y la educadora tierna y bonita?
Quizá soy muy extremista, pero en mi experiencia
laboral, he vivido prácticas muy productivas, aunque
también decepcionantes al no sentir satisfacción al
término del día. Al comentarlo con varias compañeras
caemos en cuenta que lo que hacemos es tratar de
sobrevivir en el grupo día a día, entretener al niño con
exceso de ejercicios de maduración (“bolear”, pegar,
recortar, colorear, etc.) y fortalecer sus hábitos de
limpieza. Se me hace aburrido para todos, lo pienso más
porque con la obligatoriedad es probable que estemos
bajo este “proceso educativo”, ahora por dos años más.
216
Por otro lado, cuando escuchamos decir a los niños que
tienen interés en aprender nuevas cosas que no
dominamos como educadoras, se altera nuestra rutina
pedagógica; tal es el caso de la lectura y escritura en
preescolar. Tenemos actividades de rutina en el salón de
clases que les aburren y encontramos a un grupo de
niñas y niños sin interés en ellas, así, permanecen
inquietos en clase, distraídos y rebeldes ante la autoridad
de las maestras de preescolar.
Es en ese momento cuando le reprochamos a nuestra
formación normalista no habernos dado las armas
teórico-pedagógicas suficientes para llevar a cabo
nuestra labor educativa. Nos formaron en la
“dependencia” de las autoridades inmediatas, con una
autonomía restringida de nuestro trabajo, nos enseñaron
a ser pasivos, a memorizar los conocimientos de rigor, a
ser maternalista con nuestra labor; o sea, nuestra
educación fue convencional y, por lo tanto, nuestra
función es conformarse. Lo peor de todo es que la
reproducimos en los alumnos, aunque sabemos que esta
postura es muy cómoda, opresiva y controladora.
Sin embargo, nos preguntamos ¿qué enseñamos? Y no
sabemos responder, no sabemos justificar nuestro
trabajo, no sabemos qué tipo de conocimiento le
proporcionamos al alumno y cuando creemos haber
enseñado algo, nos damos cuenta que ni siquiera
nosotras lo hemos internalizado y no podemos explicar
algo que nosotras mismas no hemos aprendido: a
ENSEÑAR.
217
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Más allá de una cuestión de
palabras…
Sandra Lilia Andrade Peralta
Desde aquella plataforma todos parecían grandes,
sobre todo cuando uno no tiene más de 12 ó 13 años,
sobre aquel rectángulo de vieja madera se paseaban
como en una pasarela todo tipo de maestros. Algunos sin
escrúpulos, nos ridiculizaban cuando no respondíamos la
letanía única de su saber, y la refiero así porque ésta
estaba constituida por un viejo cuaderno amarillento,
que daba la apariencia de ser el mismo con el que ellos
habían estudiado. Para otros la constitución de su saber
estaba en repetir cinco veces el error, pararnos frente a
la pared y traer firmado el cuaderno; para otros tantos
era más fácil, porque sólo se tenía que comprar el libro
y subrayar de tal línea a tal línea, contestar el
cuestionario y, en pocas palabras, hacer del pasado, el
mismo pasado, un tiempo presente.
se internaliza, se significa y externamente se devuelve
en un proceso particularizado que no remite a la
transmisión, sino a la creación y resignificación de un
conocimiento propio. Un proceso que puede ser
angustioso, que conflictúa, pero que a la vez, también
permite que otros aprendan a colocar la necesidad de su
saber en un plano, que no es plano, pero que sin dudas,
sí es una posible respuesta a la condición humana, a la
diversidad y a la creatividad intelectual.
Eso fue parte de lo que yo viví siendo estudiante; sin
embargo, al referir que los saberes son públicos, también
puedo decir que constituyen una parte no tangible en el
seno de la cultura, donde los sujetos existen, significan,
valoran y jerarquizan y, en este sentido, la propuesta de
la docencia se abre, se diversifica, se enriquece y
pluraliza. De igual forma, la vida de estudiante no sólo
me ha dado parte de un saber, sino la oportunidad de
transformarme con otros maestros, para quien no sólo
basta saber, pues es claro que el saber por el saber, te
lleva a no saber. Lo que debe ponerse en juego, no es
sólo la memoria, sino la apropiación en la que el saber
218
219
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Mis primeros años de servicio
Carmen Susana Camarillo Ramírez
Mi experiencia profesional como docente frente a
grupo consta de once años de servicio, a lo largo de ellos
he vivido experiencias inolvidables, muchas satisfactorias
y otras no tanto. Considero que mi práctica profesional
ha permitido cierta transformación en mi labor docente,
recuerdo que en mi primer año de servicio me enfrenté
a retos nuevos, como atender a un grupo de niños
preescolares y a la vez a un grupo de padres de familia,
a las exigencias de una comunidad y al acoplamiento de
un pequeño equipo de trabajo.
Recuerdo que ése, mi primer año de trabajo, fue
decisivo para que yo continuara en el Magisterio, ya que
tenía mis dudas... pero la satisfacción de observar en los
niños logros, como el desarrollo de la psicomotricidad, la
práctica de hábitos y valores promovidos y a la vez el
apoyo y amistad de mis compañeras de trabajo, permitió
que comenzara a amar mi profesión. A partir de ese
momento, cada año fue diferente, con fortalezas y
debilidades, con aciertos y sinsabores, con logros y
algunos fracasos, pero siempre siendo perseverante en
la responsabilidad que significa para mí enseñar y
aprender.
Uno de los acontecimientos que en mis primeros años
como educadora me llamó la atención y, además puse en
él especial interés (tal vez por la dinámica del nivel), fue
el hecho de escuchar y atender los reclamos de los
padres de familia en cuanto al aprendizaje de los
pequeños.
220
Los padres se preocupaban porque sus hijos
aprendieran conocimientos que fueran palpables:
elaboración de actividades y trabajos en hojas o libretas.
Cuando en realidad el desarrollo de los niños a esa edad
no se mide únicamente en relación con lo que éste
pueda plasmar en una hoja, sino que todas las
actividades cotidianas permiten el desarrollo integral del
preescolar.
Esta experiencia me permitió reflexionar, primero
observando mi práctica cotidiana y más adelante realizar
una sensibilización hacia los padres con el objetivo de
permitir los procesos de desarrollo y aprendizaje de los
niños. Tal vez para mí fue significativo este hecho, a lo
mejor alguna de mis compañeras cambió su dinámica,
no lo sé; pero sí estoy consciente de que tengo apertura
hacia otra forma de pensar, de ver las cosas de otra
manera, cuestionar lo que hago e intentar cambiar, quizá
por eso quise integrarme a la maestría... necesitaba
respuestas ante las problemáticas que se presentan en
el aula. Han pasado los años y ahora soy profesora de
secundaria, me enfrento a otros retos, tengo habilidades
y conocimientos para hacerlo, pero es necesario acceder
a espacios de formación para que el ritmo y ambiente de
trabajo no me absorban.
221
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Vivir es aprender
Guadalupe Solano Pérez
Las prácticas educativas de los maestros son
adquiridas a partir de diversos saberes acumulados
durante su proceso formativo. El profesor no sólo
aprende durante su formación profesional, también lo
hace a través de su práctica educativa; es decir, a través
de su experiencia. El maestro no es un ser aislado, se
inmiscuye dentro de los diversos procesos sociales,
construye su mundo y aprende de él. Dicho de otra
forma, el maestro adquiere una gran gama de saberes
formales, informales y sociales.
La escuela brinda herramientas valiosas que sin duda
dentro de la práctica docente adquieren sentido, pero
éstas no son suficientes para que el maestro pueda
desarrollar todos los argumentos teóricos adquiridos en
su formación inicial, sino que se enfrenta a una realidad
objetiva distinta de la que suponía en su etapa de
estudiante, pero sólo a él le corresponde hacer valer y
dar sentido a sus saberes a través de sus actitudes y
desempeño profesional.
Cada práctica educativa es única, ninguna puede ser
igual a otra, el sentido que el maestro le dé a su trabajo
estará en función de sus anhelos y de la manera en que
combine los saberes aprendidos en la escuela que lo
formó, con los que adquiere a través de la experiencia
docente.
222
Debe concientizarse de que el trabajo del maestro no
es fácil, pues ningún grupo es igual a otro, cada uno
tiene su particularidad y en cada uno se aprenden cosas
diferentes. Una gran diversidad de saberes y
experiencias se acumulan en el profesor cuando transita
por estas experiencias, mismas que le permitirán ir
mejorando cada día más su trabajo, siempre y cuando se
lo proponga.
Por otro lado, es importante mantenerse abierto al
diálogo con los compañeros, alumnos y autoridades
educativas, esto permitirá compartir experiencias y
saberes que sin duda repercutirán también en mejorar
su práctica profesional.
Sin embargo, al paso de los años en el ejercicio de la
docencia, algunos maestros dejan a un lado los
sustentos de su formación inicial y operan sólo a través
de una práctica rutinaria y tradicional; es decir, pierden
el deseo de buscar, mejorar y prepararse, pierden toda
responsabilidad para consigo mismos y con la
enseñanza. Entonces el maestro, en lugar de mejorar su
práctica educativa, tiende a colocarse en la rutina,
situación que lo lleva a realizar una práctica menos
conflictiva y más cómoda.
Por ello es que considero que los saberes adquiridos
(formal, informal, social) no deben olvidarse, hay que
procurar hacer uso de ellos, dar, conocer, adquirir, decir
y compartir servirán para que el maestro reflexione más
sobre lo que hace.
223
No sólo hay que poner en práctica lo que nos den en
un curso, o las experiencias, es necesario hacer un
balance de éstas, además de prepararse, leer,
documentarse, estudiar, etc., no dirigir una actividad a
ciegas. Se debe saber el cómo, el por qué y el para qué
se trabajará de una u otra determinada forma, esto, sin
duda, será parte de un análisis reflexivo sobre la manera
en que se podría mejorar la práctica docente, con todos
los saberes acumulados, para dar cabida a tener otro
tipo de práctica profesional, con un nivel más de
profesionalización.
En busca de la autonomía perdida:
Dónde, cuándo, cómo y por qué dejamos de ser autónomos
Eduardo Mercado Cruz
224
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El trabajo del maestro discurre cotidianamente en
varias dimensiones y temporalidades que se materializan
en actividades concretas dentro y fuera de las aulas
escolares. La atención a los alumnos, a los padres, a las
demandas administrativo-burocráticas, al tratamiento de
contenidos, las comisiones, es el “pan de todos los días”.
El tiempo, el control y la definición precisa de la acción
docente, actúan como una “camisa de fuerza” que pone
los límites y establece los contornos de los alcances del
trabajo docente. Ante todo esto, no es raro preguntarnos
acerca de cuáles son los márgenes y las posibilidades
que tenemos para actuar con autonomía en cada una de
las actividades que emprendemos, y, llegado el
momento, esta misma situación ha de llevar a
plantearnos cómo es que entendemos esa autonomía.
Si promovemos una tarea novedosa para trabajar con
nuestros estudiantes, corremos el riesgo de que sea
cuestionada, salir al patio está vedado en algunas
escuelas, a menos que se trate de la clase de educación
física o de la hora del recreo. Tomar la decisión de hacer
una visita didáctica a algún museo, parque o zona
arqueológica puede ser un verdadero reto, no tanto por
los niños, sino por el tortuoso y laberíntico camino que
ha de recorrerse para conseguir el permiso de los padres
y de la escuela, en este sentido hemos estado
acostumbrados a depender de la autorización externa
(sea por la vía del director, supervisor, padre de familia,
etc.), para poder realizar ciertas tareas.
227
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Contreras (1997), establece una serie de hipótesis que
resultan provocadoras para hablar del concepto de
autonomía docente. Considera que ligado al tema del
profesionalismo docente, la autonomía se instala en un
discurso teórico e ideológico que contrasta con las
condiciones de trabajo y que contribuye a ahondar en su
ideologización. Para muchos de nosotros la palabra
autonomía nos ha llevado a considerar las cualidades del
oficio de ser maestro; atendiendo a éstas hay quien
señala que su autonomía se materializa cuando entra al
aula, cierra la puerta, y decide qué hacer con su clase y
con el grupo. Se trata de una relativa autonomía, como
lo sugiere Apple (en Contreras, 1997), en donde existe
una ambigüedad acerca de las atribuciones del Estado,
la institución y el maestro en lo que respecta al trabajo
dentro del aula. En otras palabras, ¿es suficiente con que
el maestro cierre su aula para sentirse autónomo?
¿Acaso no median ahí los propósitos y los intereses
personales e institucionales?
En la medida en que transcurren esas discusiones,
encontramos también opiniones en las que se es más
autónomo cuando más se especializa y se aumenta el
capital académico–profesional. De este modo, existe un
intento de escapar a lo que Contreras ha denominado la
proletarización del trabajo docente , el cual se rige por la
tecnificación y control racional de la enseñanza, que,
dicho sea de paso, se convierte en el elemento central de
control externo del maestro. Al igual que el obrero, el
maestro que está colocado en esa situación responde,
como en la empresa, a un modo de producción, su tarea
228
es atender su disciplina y su materia, porque es la más
importante de todas, perdiendo de vista cómo se inserta
ésta en el entramado de la formación integral y global
del alumno.
Así como sucede en el Tylorismo, sostiene
Contreras, el trabajo que realizamos ha pasado a formar
parte de la cadena de producción escolar donde a cada
uno de nosotros le toca “apretar una tuerca” o “colocar
una pieza” en el proceso de enseñanza del estudiante.
Quizá es aquí donde tengamos que detenernos a
reflexionar acerca de cómo, cuándo, dónde y porqué
dejamos de ser y ejercer nuestra profesión con
autonomía y cómo es que nos hemos ido despojando
poco a poco de la responsabilidad de atender la tarea de
enseñar.
229
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La autonomía condicionada
Bentham Borrallas Verdejo
La Real Academia de la lengua española señala que la
palabra autonomía es la libertad de gobernarse a sí
mismo. A pesar de ello, su significado se ha soslayado en
la aplicación real; tal es el caso del ejercicio docente.
La regulación burocrática somete al individuo que ejerce
la docencia a un proceso de control y dominio, que lejos
de mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, lo
empobrece. El docente funge como administrativo al
tener la responsabilidad de elaborar planes y programas
de estudio: semanales, mensuales, bimestrales; con
formatos preestablecidos y uniformes, como si el
aprendizaje fuera ante un grupo homogéneo, cuando
bien sabemos que nuestros discípulos son heterogéneos.
También se delegan funciones pertenecientes a áreas
de supervisión y control, por ejemplo entrega de
reportes de alumnos candidatos a ser reprobados, de
asistencia, asimismo se pide coordinar la elaboración de
periódicos murales, la organización y participación en
ceremonias cívicas, entre otras.
Al docente se le asignan funciones de asesor de grupo,
casi paternales. Convirtiéndolo, en fin, en un “todólogo”.
Todas las actividades descritas demandan tal cantidad de
tiempo, que se reduce el empleado en la preparación de
su clase, aunado al desgaste físico y mental que implica.
Las actividades extra-clase son consideradas como
distractores para impedir que el docente, en ese baile de
230
cosas por hacer, pueda reflexionar, transformándolo en
un mero operario de la enseñanza cuya finalidad es su
control, formándolo como “obrero profesional”,
ingresando a las filas del proletariado.
A pesar de ello, el docente comprometido cubre las
exigencias emanadas del directivo y abre un espacio
para ejercer su autonomía y desarrollar la cátedra con
creatividad y elementos de apoyo para fortalecer el
aprendizaje, tales como, promover la participación del
alumno en eventos extra-clase, visitas a museos,
asistencia a conferencias o exposiciones, con el objetivo
de obtener información relevante para su formación
académica.
Aquí es vital el compromiso del docente, en virtud de
que es reducido el número de aquellos que asumen esta
gran tarea. A manera de cierre concluyo que quien
asume estas funciones, podrá realmente aspirar a la
calidad educativa con una clara visión de la función
docente. Sólo con ello podrá ser más eficiente el proceso
de enseñanza-aprendizaje y a su vez valorada su
función.
231
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La aspiración a la autonomía del
profesorado
José Antonio Morales Contreras
Apenas el día de ayer, en la Escuela Secundaria
Número 127, ubicada en Teotihuacán, inicié un curso
sobre elaboración de mapas mentales y conceptuales,
dirigido a profesores de educación secundaria dentro de
los Talleres Generales de Actualización y en el marco de
la “X Semana de Ciencia y Tecnología”. Comencé con
lecturas sobre la fundamentación teórica y metodológica
en la elaboración de estrategias de aprendizaje, pero al
iniciar la lectura: “Las perversiones de la globalización en
educación” de Dieterich, para realizar ejercicios prácticos
de ensayo y error, en la elaboración de mapas mentales,
se originó un debate en torno a la función social de la
educación y la responsabilidad del Estado en ésta en el
contexto de la globalización, que ya parecía más una
sesión de política educativa.
Sin embargo, pude percatarme por la expresión vertida
de los 15 profesores asistentes, que el discurso
educativo se ha malgastado y desgastado, pero el mito
educativo aún sigue vigente: se le sigue apostando a la
escuela.
Pude percibir que de ello están conscientes los
profesores, no obstante, ellos mismos aceptaron que los
procesos y prácticas educativas que realizan están
centradas en una regulación burocrática que no les
permite una autonomía frente a las actividades
planeadas y desarrolladas en el aula porque están
“impuestas desde arriba”.
232
Expresaron desarrollar prácticas aceptadas en el
orden, la disciplina y el control como valoración del
trabajo docente. Esto sí me asombró, porque siento que
estos profesores no han vislumbrado cambios
diferenciados en la actitud, en la disposición, en los
contenidos escolares, en las relaciones interpersonales
con otros compañeros de trabajo y la resolución de
problemas que se les presentan día a día en la vida
cotidiana de las aulas, y están orientando,
inconscientemente, una pérdida de autonomía como
profesores de un modelo educativo en el que se
desempeñan constantemente.
De esta manera, las expresiones vertidas en ese
momento, hicieron alusión a una forma de ser del
profesor con relación al mundo en que vive y cómo actúa
con un cuerpo de saberes ante los problemas políticos y
educativos que tiene que enfrentar día a día.
Una vez agotado el tema que originó el debate,
continuamos con el programa establecido, dando pauta
a crear estrategias procesales y prácticas en la
elaboración de mapas mentales y conceptuales con la
intención de que propicien entre sus alumnos el
aprender a aprender y el aprender a pensar como base
del conocimiento y de la autonomía personal.
233
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La historia sin fin
Rosa Cecilia Torres Morales
Eran las prácticas finales del último semestre de la
carrera de la Licenciatura en Educación Preescolar, los
profesores y alumnas, estábamos alborotados por esta
actividad, y yo estaba nerviosa, porque las prácticas de
acercamiento en los Jardines de Niños no eran mi fuerte
y, para cerrar con broche de oro, éstas habían sido las
peores. El ritual iniciaba cuando la maestra de
laboratorio de docencia, con esa estatura que alcanzaba
el 1.80 m., sus enormes ojos y una voz que se escuchaba
hasta la explanada, me cuestionaba cómo iba a ir vestida
el primer día de práctica, cabe mencionar que tras una
fuerte lucha de mis compañeras y mía, no llevábamos
uniforme de práctica y la bata era opcional de acuerdo
con nuestro criterio. Pero, me encontraba dentro de esos
casos que propician cierta preocupación, pues
acostumbraba a no estar vestida conforme los
parámetros de lo normal, es decir, mechones de colores
en el pelo, cierta moda psicodélica, etc.
Me divertía bastante ver a mi maestra cuando le
mencionaba como asistiría a practicar: “bueno, pues yo…
no lo he pensado… probablemente una falda negra que
me llega aproximadamente debajo de las rodillas, una
blusa roja de manga larga, le prometo que me peino…
no se preocupe maestra de eso no va a haber queja”, lo
bueno que no prometí nada más, porque de lo demás sí
hubo queja.
234
Era un jardín de niños inserto en una comunidad
pueblerina, cuando llegamos sentí la molestia que
provocó mi llegada, no sé qué molestaba más a la titular
del grupo y a la directora, que fuera “una papa” como
educadora o que hiciera todo lo contrario a lo que me
solicitaban.
Para empezar, la directora dejaba su chamba para
entrar al grupo con una “jetota” a verme. Cuando
arranco y les digo a los niños “hoy vamos a salir al jardín
a platicar sobre el tema”, salimos felices, la titular me
alcanza y me dice “no puedes dar el tema en el jardín”;
¿por qué no? -le contesto-. “Pues porque se da en el
salón”, ¡ah!, pero yo lo voy a dar aquí, me siento y
empiezo. Se regresa la titular al salón donde estaba la
directora -ya me estoy imaginando a la directora
encanijadísima y a la titular pensando en la forma de
desquitarse de tal desobediencia-, pues quién era yo
para saltar órdenes y tomar decisiones en torno a mi
práctica docente. Y yo, sintiendo la adrenalina de la
emoción. Los niños bien a gusto, comentamos,
platicamos, cuestionaron, y finalmente nos metimos.
¿Cuál será el plan me preguntaba? Estoy segura que
esto no se va a quedar así, bueno pues si ya empecé
ahora le sigo. Fueron dos semanas intensas, pero de un
intenso fosforescente, como para escribir una novela de
terror. Llegó el esperado último día de práctica, al
terminar la mañana la directora tuvo una larga plática
conmigo donde me expresaba, entre otras cosas, que no
235
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El ABC de la autonomía del
maestro
sabía cómo iba a poder trabajar en preescolar, pero que
ella no me iba a detener, sería la vida en el servicio con
la que me iba a dar de topes. La titular del grupo antes
de irme me dio una carta diciéndome: “espero no te
ofendas por lo que te expreso”. La carta decía entre otras
cuestiones: “la carrera de educadora es muy difícil,
todavía está a tiempo de pensarlo por el bien de los
niños”. No me dieron flores y chocolates como a mis
demás compañeras, realmente eso fue lo que más me
dolió. Salí de ahí pensando que me estaba librando de un
infierno, donde me sentía impotente, nula de
capacidades, donde no puedes ejercer tu criterio sino
asumir el del otro, lo peor es que no sabía que ahí no
terminaba, sino que apenas iniciaba.
Micaela Ortega Solórzano
Para Martínez Bonafé (1998), el maestro en el sistema
capitalista es manipulado, de tal modo que inhibe su
capacidad creadora al ser despojado de los medios de
producción y del producto de su trabajo; de esta manera
la sociedad se convierte en un mercado donde sus
miembros entablan únicamente relaciones de compra y
venta. Ese vínculo le provoca al maestro un sentimiento
de pasividad, se siente incapaz de transformar y explicar
su realidad.
Según Contreras (1997), el maestro está bajo el
dominio y control de la regularización burocrática, que se
manifiesta en: los procesos educativos, los contenidos
escolares y la organización docente; lo que le impide ser
autónomo.
Bajo esas perspectivas, las posibilidades de autonomía
y resistencia del maestro se perciben difíciles; sin
embargo, considero que hay ocho elementos que
podrían generar en él esas características:
El primero, se relaciona con las nociones más
generales de la teoría marxista sobre el hombre, que lo
concibe esencialmente como poseedor de conciencia(9) y
que lo diferencia radicalmente del animal. De ahí que sea
capaz de crear todo un cuerpo de ideas o utopías; entre
ellas generar innovaciones para su trabajo como
maestro.
236
9 Es definida como “una imagen subjetiva del mundo objetivo”. Academia de la URSS,
Fundamentos de Filosofía Marxista-Leninista, p. 105
237
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Segundo, el maestro al ser considerado por la teoría
marxista como ser social, es al mismo tiempo un
producto y productor de ésta; lo que implica que él
puede cambiar o mejorar sus condiciones de trabajo.
Tercero, el maestro no realiza un trabajo aislado, se
relaciona con otros (compañeros, padres, autoridades y
comunidad en general), lo que permite entablar
diálogos(10)y con ello la posibilidad de reflexionar sobre
su quehacer docente.
Cuarto, en el trabajo del maestro, no existe un control
y vigilancia absolutos, por lo que él tiene espacios, tanto
de resistencia como de autonomía, desde la organización
institucional, hasta la planeación didáctica.
Quinto, la autonomía es una lucha política por la
capacidad de decidir libremente sobre las tareas del
maestro. Lucha política que históricamente el maestro ha
entablado con el Estado y las organizaciones gremiales.
Ejemplo de ello son las luchas magisteriales emprendidas
por los maestros en 1958, 1979 y 1989. Donde no sólo
había demandas económicas, sino de condiciones de
trabajo.
Séptimo, el trabajo del maestro es básicamente
intelectual, por lo que está más ligado al ámbito de la
superestructura, es decir con elementos ético-culturales
y político-morales; lo que le da posibilidades de un
trabajo ideológico en lo político y de innovación en lo
pedagógico. El docente al ser considerado como
intelectual puede suscitar la construcción de elementos
alternativos, que rompan con lo dominante, tanto en su
práctica docente como en su práctica social.
Octavo, el trabajo del maestro se realiza con seres
humanos con conciencia y heterogéneos, lo que genera
dinámicas distintas y con ello posibilidades de repensar
constantemente la práctica educativa.
No sugiero que éstos deban darse al mismo tiempo, ni
en orden, ni que sean los únicos. Lo que afirmo es que
el maestro no es un sujeto pasivo; por lo tanto, tiene
posibilidades de repensar y sugerir elementos
alternativos para mejorar y transformar su práctica. Y
que sí hay vías y elementos para ser autónomo.
Sexto, definir la tarea del maestro como oficio, implica
un compromiso moral, que se da más allá del contrato
con el gobierno y se compromete directamente con el
desarrollo del alumnado. Darse cuenta de ese
compromiso implica autonomía.
10 Para Freire, el diálogo es un factor fundamental de concientización.
238
239
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
La decisión
Laura Morales Rodríguez
Esta palabra, desde hace unos cuantos días me
estremece y, a la vez, me confunde más en mi forma de
actuar y pensar día tras día, tanto en el aspecto personal
como en el profesional.
Al recordar mi trabajo docente frente a grupo durante
varios años, es la primera vez que me detengo a pensar:
¿Por qué como educadoras estamos siempre en un
último plano de jerarquización y reconocimiento laboral?
¿Por qué los padres de familia llegan a las escuelas de
educación preescolar con miradas retadoras y de
acusación para la docente y no así para los directivos?
No sé, tal vez esa proyección damos en nuestro trabajo
cotidiano, lo que me indica, primero, la falta de carácter
y de seguridad que debemos emplear en nuestro
trabajo; y segundo, el reconocer para quién trabajamos
y qué fines perseguimos.
Sin embargo, hago estas reflexiones porque al recordar
las actividades generales que ejecuto como educadora
durante los días de cada mes, me percato cómo éstas
se encuentran saturadas de: proyección a la
comunidad (escenificación de un cuento con el grupo,
cambio de friso decorativo y ventanas con adornos
alusivos, periódico mural, letrero de valores por
semana); documentos administrativos (lista de
asistencia, cinco evaluaciones por niño, registros de 5
minutos de lectura, registro de actividades de educación
240
física, planes diarios y evaluación al término del día) y
lineamientos a seguir (que la escuela organiza con la
sociedad de padres de familia, kermés, control de pago
de personal manual y documentos a llenar que llegan de
supervisión escolar, etc.).
Al hacer este recuento y reflexionar sobre todas estas
actividades, me doy cuenta que estoy trabajando para
llevar una organización y control de la escuela, dejando
a un lado la parte teórico-pedagógica con los alumnos,
pensando en ellos como una máquina y, sobre todo,
olvidando cuál es el fin de mi profesión. Esto me hace
pensar en “la pérdida del sentido y control sobre el
propio trabajo” (Contreras, 1997:227) a la que llegamos
los maestros.
Es así como la falta de decisión por parte de la
educadora y la poca resistencia a tan diversas
actividades que carecen de sentido, provoca
mecanización y menosprecio a su trabajo, sin nada de
reflexión. Limitándose a esa regulación burocrática que
llega a ser el pan de cada día en nuestras vidas de
profesionales; misma que nos permite olvidar que existe
una palabra que se llama autonomía, que quizá no la
entendemos o nos da miedo enfrentarla, por comodidad
o ignorancia, puesto que esto implica comprometernos
con la comunidad, en espera de ser “alguien” importante
en la vida. En fin, a cada educadora tocará repensar
nuestra decisión laboral.
241
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Autonomía ¿igual a
individualismo?
Carmen Susana Camarillo Ramírez
La autonomía la concibo como la acción de valerse por
sí mismo en la resolución de situaciones cotidianas en lo
individual; además, considero que esta habilidad está
relacionada con el aprendizaje y la experiencia que el
sujeto ha obtenido a través de su formación, de estos
dos elementos puede depender el grado de autonomía
del individuo. Tal vez por el hecho de que en mi
experiencia profesional se han presentado muchos
momentos en los cuales he tenido que resolver
situaciones en solitario, donde la única responsable he
sido yo, aunado al hecho de que desde la formación
académica (educación básica) no se aprende a trabajar
en equipo, a buscar el apoyo y los intercambios de los
compañeros, la individualización prevalece en las
escuelas, entre maestros y alumnos.
En contraposición a estas ideas, se dice: “La autonomía
no es un aislamiento y no es posible sin el apoyo, la
relación y el intercambio” (Contreras, 1997:14),
personalmente esta referencia me da otra perspectiva de
la autonomía, focalizada en la docencia. En las
instituciones educativas es común escuchar: el equipo de
trabajo, el trabajo colectivo, el trabajo colaborativo...
estas frases nos llevan a pensar en esta idea de
autonomía que nos expresa el autor, ¡qué bueno!, sin
embargo en muchas ocasiones no es más que organizar
actividades fragmentándolas para que cada quien haga
una parte en su salón y así cumplir con la comisión
encomendada.
242
Debemos reconstruir esa conceptualización de
autonomía en lo individual y en lo colectivo e impactar
con ello la sociedad misma. Llama la atención el hecho
de que organizar actividades estableciendo relaciones e
intercambios con los otros implica dar un poco más de
tiempo, mismo que está saturado de mil cosas: se nos
exige a los profesores entregar listas, escalas, proyectos,
gráficas, planeaciones, evaluaciones, periódicos murales,
reporte de actividades, programa de honores a la
bandera, ir al desfile, ir al T. G. A., etc.; algunas de estas
actividades se realizan por tradición, a veces sin sentido,
pero también nos quitan mucho tiempo para pensar y
repensar en nuestra actividad docente, reflexionar
acerca de ésta y, como consecuencia, ubicar a la
autonomía donde debe estar para mirar de otra manera
el oficio.
Muchas veces lo administrativo adquiere prioridad para
evitar sanciones, dejando de lado la verdadera función
del docente, nos aislamos al trabajar tan
individualmente, esto nos absorbe, nos impide
establecer redes de identificación con los colegas, nos
impide intercambiar ideas, problemáticas. Considero que
si hay un compromiso profesional con el oficio de ser
docente, se puede lograr la autonomía del profesorado,
pero debemos iniciar por nosotros mismos reflexionando
la propia práctica.
243
De diálogos y monólogos:
Los desafíos de la enseñanza en segunda persona
Eduardo Mercado Cruz
Maribel Ángeles Contreras
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Es fácil hacer un monólogo, tan simple como pararse
frente a un grupo de alumnos y comenzar a hablar y
hablar... lo difícil es entablar diálogos, sobre todo cuando
se trata de la enseñanza. Como maestros nos hemos
acostumbrado a ser transmisores de conocimientos, a
colocarnos en el lugar del poder que da el saber; desde
esa postura es sencillo entablar monólogos, pues se
piensa que el alumno es un depósito vacío que debe ser
llenado, así las cosas nuestro monólogo gira en torno a
los conocimientos que creemos requiere el alumno, a los
aprendizajes que le podrían ser útiles para aplicarlos en
su vida diaria.
Hemos estado acostumbrados a una enseñanza de tipo
bancaria, la cual criticaba con agudeza Paulo Freire
(2004). En ella los contenidos escolares pueden ser las
municiones que el maestro utiliza para penetrar en la
mente de los estudiantes, no importa tanto el alumno,
sus experiencias, sus conocimientos previos, sus
expectativas, pues lo que predomina es la idea de que el
maestro es quien sabe, educa, habla, prescribe y decide
qué tiene que aprender su discípulo; en consecuencia el
alumno es educando, escucha, sigue la prescripción, se
convierte en depósito y no sabe.
Pocas veces nos detenemos a pensar en lo que
requiere el otro, nos hemos acostumbrado a enseñar,
como lo sostiene Luis Not, sólo en primera persona, y se
nos escapa de las manos el papel que tiene el alumno en
ese proceso de ida y vuelta, en el sentido dialéctico y
dialogante que debiera tener el aprendizaje.
247
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
“Uno es por el otro”, aunque a veces en nuestro
monólogo nos olvidemos de quién es ese otro, aunque a
veces olvidemos que alguien nos vigila, de manera
callada -pues le hemos enseñado a no hablar en clase-,
casi imperceptibles, pero estando presentes, tal vez al
acecho de la mínima posibilidad que le otorguemos para
decir lo que piensa, para enfatizar que él –el otrotambién sabe, para poder entablar el diálogo del que lo
hemos anulado o ignorado.
Lo es también porque el contenido escolar deja de ser
el trofeo a conquistar para convertirse en uno de los
recursos para el “juego” del aprendizaje. Dialogar y
enseñar en segunda persona, como lo plantea Not, no es
más que colocarse en un lugar en el que podamos mirar
de frente a los alumnos y tomemos los contenidos
escolares como los insumos que requerimos para
entablar un diálogo de ida y vuelta en esa práctica que
tradicionalmente hemos llamado enseñar.
Quizá tengamos que hacer un alto, y concebir la
enseñanza como una tarea inacabada, en donde el
alumno interactúa junto con nosotros al dar significado a
lo que le enseñamos, para poder decir que nosotros sí
somos maestros, pero no porque tengamos de
antemano la fuente del saber, sino porque somos
capaces de establecer diálogos con los alumnos y
enseñar en segunda persona.
El desafío está allí y ha estado siempre, la figura del
maestro y del alumno en la relación pedagógica y de
enseñanza son irremplazables, la cuestión está en cómo
es que asumimos esa relación y de qué manera los
contenidos escolares se convierten en el pretexto para
entablar diálogos de aprendizaje. Es muy probable que
se piense que enseñar en segunda persona es imposible
en tanto que eso implica reconocer que el alumno no es
más el objeto de nuestras enseñanzas, sino el sujeto de
nuestros diálogos.
248
249
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Hacia una postura dialogante
Germán Gutiérrez Goytortúa
Una de las grandes preocupaciones de los docentes es
cómo diseñar el mapa cognitivo o elaborar las
herramientas para conducir el aprendizaje de los sujetos,
cómo ser mejor mediador y cómo establecer
interacciones afectivas y acertadas para el desarrollo del
aprendizaje. En el fondo, cada maestro piensa así o
debería pensar así, puesto que escogimos la práctica
educativa para desarrollarnos social o profesionalmente.
Lo difícil es que a veces no reconocemos que trabajamos
con mentes, con inteligencias, que son aspectos
cualitativa y cuantitativamente superiores en lo que
corresponde a la dignidad humana; porque la
inteligencia es un elemento orientador que permite que
los seres humanos cuenten con un mecanismo superior
para conocer el medio en el que le ha tocado vivir.
la cual permite la evolución a través de un proceso de
continuas interacciones, un tanto complejas, entre
profesor y educando.
Es importante reconocer que toda mediación es una
enseñanza dialogante, porque el docente dará un
tratamiento pedagógico a la información que por sí solo
el alumno no podría encontrar, y a ello habría que
agregar la intencionalidad, la trascendencia, los
significados, el estímulo a su anticipación, a la regulación
de su conducta, a su individualización y a la construcción
de sus competencias.
En este sentido, todas las teorías del aprendizaje se
orientan a la modificabilidad de la estructura cognitiva
como determinante del comportamiento inteligente que
ayude al sujeto a enfrentarse a su medio, ¿cómo el
individuo obtiene la información y la utilizará más tarde
generalizándola a otras situaciones nuevas?
En este acompañamiento de redes conceptuales que
han definido los teóricos, contamos con las que Piaget
propone en su teoría, con puntos clave como la
asimilación y la acomodación. Sin olvidar que podemos
ubicar, de forma transversal, a la enseñanza dialogante,
250
251
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
El camino hacia la enseñanza
Bentham Borrallas Verdejo
En mi trayectoria como docente he observado y vivido
diversas situaciones con respecto a la forma en que los
alumnos expresan su agrado o desagrado hacia una
asignatura, ya sea porque no les gusta la escuela, la
materia no resulta interesante, o porque, según señalan,
su maestro no sabe enseñar.
Si bien es cierto que la enseñanza escolarizada
involucra una serie de complejas relaciones, que van
más haya de las destrezas, capacidades y habilidades de
que está dotado el preceptor; estos factores dependen
en gran medida de la forma en que opera la institución:
normas, reglamentos, entre otros.
asimilar los contenidos, lo que llamaría flexibilidad
intelectual; otro punto importante es buscar la forma de
transformar la estructura del pensamiento del alumno, lo
cual le permita presentar una nueva visión de las cosas
y la última transmitir información, elementos que no
puede encontrarlos solo y que son necesarios para su
crecimiento intelectual.
Considerar estos aspectos permitirá mejorar en el
alumno ese interés, curiosidad, inquietud, sobre la
materia, de esta manera contribuirá a optimizar el
proceso de enseñanza y su vida académica.
No obstante, el papel que juega el maestro en el
proceso de enseñanza-aprendizaje es fundamental, en
diversas ocasiones he escuchado la frase: “Mi maestro
sabe mucho, pero no sabe enseñar”. El dominar una
materia no necesariamente garantiza el éxito en la
enseñanza, tampoco el no tener el dominio está
relacionado con el fracaso. El meollo es estar
comprometido y abierto a una continua actualización de
la enseñanza.
Con base en lo anterior, considero adecuado evocar los
principios que involucra el acercarse al proceso de
enseñanza, debemos de considerar las capacidades
intelectuales que tienen nuestros alumnos, para poder
252
253
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Nosotros sí somos maestros
Rosa Cecilia Torres Morales
Para añadir otro aspecto a la ardua labor del que
pretende enseñar, nos encontramos con una tarea que
difícilmente podemos dejar de lado: tener la capacidad
de que el otro, el alumno, sea capaz de reconstruir e
integrar los conocimientos que le ofrecemos y con ellos
pueda comprender lo que hace y por qué lo hace. Esto
nos invita a bajarnos del pedestal en el que estamos
parados y reconsiderar esa idea de que sólo nosotros
sabemos lo que el otro debe de aprender. Esto me
recuerda una experiencia con el “profe” de inglés.
Bueno, sólo en algunas ocasiones no lo hacemos,
cuando tenemos más de 30 niños, y es sumamente difícil
escucharlos y tomar en cuenta tantas ideas; también
cuando hay disposiciones oficiales que se presentan
como obligatorias, uno no las puede cuestionar, sólo
realizar; en ocasiones cuando por la diversidad de
eventos, concursos, festejos, el tiempo está por agotarse
y hay que cubrir el programa por las evaluaciones o
siguiente curso; las menos de las veces cuando tenemos
referencias del grupo y más vale que ni les preguntemos.
Pero fuera de eso, siempre somos maestros y
propiciamos una enseñanza dialogante.
Era la primer sesión, todos nerviosos porque no
cachamos bien el inglés, llega el “teacher”, quien primero
se presenta y dice: “no soy maestro, estudié enseñanza
del inglés, pero no soy maestro”. A continuación empieza
la clase, una mano por ahí se levanta diciendo: “nos
podría decir por favor qué vamos a trabajar, cómo va ser
la dinámica del grupo, qué objetivos tienes”. “Claro que
sí”, dice el teacher, y nos menciona la idea general y
dinámica de grupo. Si no nos hubiera dicho que no era
maestro, lo hubiéramos notado enseguida, a nosotros los
maestros no se nos va nunca mencionarles a nuestros
alumnos nuestro propio proyecto, el planteamiento del
programa, colocando al alumno como sujeto participante
en su formación. Jamás tomamos al alumno como
objeto, recipiente de conocimiento, ni decidimos por
ellos, participamos e interactuamos para tener presente
en todo momento cómo está construyendo las temáticas
que se van desarrollando.
254
255
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
“Del ignorar sistemáticamente a los
estudiantes
en las escuelas”
María Cristina León Kempis
Durante mi existencia, la escuela ha estado presente
como un espacio de interacción, de sabiduría y de
problemáticas constantes que un día aparecen… y
después simplemente ya no están presentes para nadie.
En la escuela crecimos, aprendimos a convivir con
extraños, a limitarnos a seguir normas impuestas por los
maestros y por los directivos; también aprendimos a
practicar nuestra audacia para enfrentar momentos
difíciles, como los exámenes o los cuestionamientos de
algún profesor, encontramos personas afines y nos
enamoramos… En fin, en la escuela se vive la vida de
verdad; es como una especie de sociedad en la que
todos y cada uno tenemos nuestro lugar y nuestra forma
de actuar, según las circunstancias que se nos presentan,
pero también es cierto que la dinámica escolar la
construimos poco a poquito y que a veces los maestros
ignoran o no le dan importancia a aquellos sucesos que
en ocasiones pueden marcar la vida de los estudiantes
para siempre.
Aquí voy a narrar un acontecimiento que, a mi parecer,
pasó desapercibido por un profesor, integrante de una
planta docente que en su mayoría ocupaba el turno
escolar vendiendo AVON, cobrando tandas, platicando
del fútbol o de las comedias del momento.
256
Entonces una gran parte del horario de clases los niños
pasaban el tiempo haciendo copias interminables de una
lectura, numeraciones hasta el 100,1000, 2000 y así,
según el tiempo que fuera a durar la ausencia del
maestro.
En una ocasión, una niña tímida ingresó a primer
grado. Contaba con siete años y antecedentes de haber
estado en un jardín de niños en donde aprendió a leer y
a escribir. No obstante que provenía de un ambiente
escolarizado, la escuela primaria le parecía enorme y
espantosa.
Ese primer día otra alumna con mayor disposición para
entablar una plática se acercó a ella y le contó de su
familia. Con entusiasmo le platicó que ella no estaba sola
en la escuela, pues su hermana iba en tercero. Desde
ese día su amistad fue creciendo y cuando los lazos eran
más fuertes, el maestro separó al grupo en filas de
“aplicados” y “burros”, la niña tímida lloró y lloró porque
ella quedó en la fila de aplicados y su amiguita, lejos de
ella.
El maestro solucionó el problema castigando a la niña
por el llanto, la cambió a la fila de los “burros”, pero no
con su amiga, sino hasta la parte de atrás con un niño
que según los lineamientos escolares, tenía la edad para
estar en tercero, lógicamente tenía la situación de
repetidor de grado.
257
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Un cuestionamiento… Un alto…
Una tarea inacabada
poco a poco en el ambiente escolar, se convirtió en
desconfianza al vivir en un clima hostil en el que los
demás niños se burlaban de ella por estar en la fila de
los “burros”, y por estar sentada al lado de un niño que,
según ellos, ya era su novio por el sólo hecho de
compartir el mesa banco. Le daba coraje y rabia que le
cantaran la tonada “ya se supo” y la de “son novios”.
Para el maestro pasó desapercibido ese sentimiento de
odio que la niña le tuvo a la escuela durante ese primer
grado, pues jamás pudo recuperar la amistad de su
amiguita, por extrañas razones ya no volvieron a platicar
nunca.
Quizá el maestro nunca lo supo, quizá sí. Sin embargo,
sus actividades múltiples no le permitieron apoyar a la
niña en contra de sus miedos y odios. Tampoco
intervenir para que ella pudiera socializarse con otros
niños o niñas para que se quitara ese estigma de ser
considerada como la novia de alguien a quien se le
etiquetó como el más “burro” del salón.
Como docentes, coordinadores, encargados de un
grupo, o como lo que sea, hay que pensar en que los
estudiantes no son sólo eso, el niño o joven tiene una
serie de expectativas de la escuela; pero además que en
la clase se generan una serie de interacciones que
influyen de manera primordial en la conformación de la
personalidad del niño, adolescente y del adulto.
258
Sandra Lilia Andrade Peralta
Sin poder dejar de lado la otra visión que da el hacer
cotidiano dentro de un salón de clases en la escuela, hoy
la recuperación de mi docencia es aún más complicada,
las razones me llevan a hacer un alto total, a mirarme, y
es que al igual que muchos maestros, cuando yo egresé
de la Normal, me sentí en busca de la tan esperada
promesa de aquello que te hace ser un buen maestro.
De entrada, lo que se comenta hace sentir que la
experiencia de los años y el amplio bagaje de actividades
pueden llevarte a ser un educador trascendente, casado
seguramente con la idea de redentor, de sabedor de todo
lo inaccesible para aquellos a quines refieres como tus
alumnos. Así, fui acentuando una preocupación por ir
afianzando técnicas y recursos didácticos, en mi caso soy
educadora y el estereotipo, la tradición y mi ignorancia,
me hizo preocuparme por acumular el papel, la revista,
los mil dibujitos para toda ocasión, los 101 moldes para
los regalos, muchos materiales para decorar, etc.
Me preocupé por vestir mi docencia con la apariencia
de una muñeca, bonita, pero acartonada, vacía, ejercí un
saber en el hacer que, mirándolo así, cualquiera podía
ocupar el lugar que yo me había ganado con mucho
trabajo en la Normal. Sin embargo, mi saber en la
práctica a veces sigue flotando, sin encontrar el espacio
de reconstrucción, porque en muchos momentos mi
preocupación se ha acentuado en un proceso irreflexivo
259
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
Alguien nos vigila
de adaptación, que me lleva a vivir un día, un mes o un
ciclo, entre el mito y el rito, entre la costumbre y la
tradición, sintiéndome segura, certera, pero ajena,
acumulando experiencia, como si ésta se pudiera echar
en un costal, como si yo misma no tuviera qué decir,
como si no existiera, cargándola con dudas e
inconformidades y algunas, no muchas veces, con
comodidad.
Sin embargo, quizá como si hoy me refiriera a un
segundo aire de formación al roce de un título “La
Enseñanza Dialogante”, la realidad se pone de cara
frente a mí con una pregunta sencilla, pero profunda, la
que se refiere a pensar la enseñanza en segunda
persona, la que refiere a entender otro ángulo de la
práctica docente, un ángulo profundo con el vértice en el
otro, que no hace posible que los docentes saquemos el
molde de años pasados para colocarlo por encima del
alumno que hoy es distinto, que demanda otras cosas y
que lleva al ejercicio de la docencia a un plano de
proyecto inacabado, que no puede construirse en una
sola dirección, porque no interesa, porque por bien
planeado, no se enlaza con el otro que también significa
un saber, que también lo transfiere para sí, que lo
trasforma, que lo denuncia y que hace -por lo menos hoy
para mí- pensar en una posibilidad de develar las
preocupaciones y las ocupaciones en otro sentido, que
es la propia necesidad de saber quién es el otro.
260
J.Magdaleno Villegas Baena
Alguien nos vigila, ese alguien puede estar presente en
un diálogo reflexivo, constante en nuestro interior,
convertido en reflexión nos juzga y es exigente, cada vez
pide que se mejoren los resultados de nuestras acciones,
por lo tanto nos llama a dar cuenta de ellas. Pero
también alguien nos vigila de otra manera, su silencio y
mirada fija pueden ser señal de resistencia o aceptación,
puede estar convertido en bostezos acompañados de
desinterés ante la actividad ofertada, sabe los
movimientos y se entera de las fortalezas y debilidades
del otro, después de todo, considera que siempre ha sido
así. Los actores están frente a frente, pero se ignoran,
uno menosprecia al otro, cada quien se pierde en su
manera de interpretar las acciones, ¿quién vigila a
quién?, ¿quién se convierte en parte del otro?
Alguna vez escuché algo que me parece muy cierto y
que se relaciona con el maestro: su función no sería tan
necesaria si no hubiera alumnos, por el contrario, los
alumnos sí podrían sobrevivir sin el maestro de escuela.
De ahí que la reflexión sobre la labor del maestro que
pudiese tener mayor importancia sobre la labor del
alumno, se tenga que reconsiderar en la visión de equipo
y la necesidad de considerar el papel del otro, sin
menospreciar los saberes de cada actor. Escuchar a los
demás podría dar la oportunidad de conocernos a través
261
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
de los otros, la visión del otro enriquece la propuesta de
trabajo y fortalece las posibles soluciones de los
problemas.
En una mirada puede estar el diálogo para comprender
al otro, pero en la diversidad de interpretaciones, el
maestro es uno de los puntos por el que convergen las
miradas de los otros (sus alumnos), en ellos puede verse
el resultado de su actuar; cumplir como mero trámite
provoca desventaja, más si está presente la represión, el
sometimiento, las contradicciones. Mirar nuestro propio
actuar con relación a los otros exige un ejercicio de
reflexión que permita tomar el lugar del otro.
Por lo anterior, resultaría necesario considerar al otro en
sus intereses y necesidades antes de tomar una
determinación, sobre todo en lo concerniente a la
actividad educativa que debe incluir a los actores
principales, menospreciar la existencia de alguien hace
que las miradas se llenen de resentimiento y frustración,
no debemos olvidar entonces que “alguien nos vigila”.
262
263
El oficio de ser maestro: relatos y reflexiones breves
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268
ÍNDICE
Prólogo, Leonor E. Pastrana.....................................................................3
El Oficio de ser maestro: Relatos y reflexiones breves.
Presentación
Eduardo Mercado Cruz ............................................................................9
I. El maestro del siglo XXI, según el Banco Mundial:
La modernidad, la globalización y sus demonios.
Eduardo Mercado Cruz ..........................................................................................7
1. Subordinación y modernidad
Germán Gutiérrez Goytortúa................................................................. 22
2. ¿Modernización educativa igual a calidad en la escuela?
Bentham Borrallas Verdejo....................................................................24
3. Mi supervisora es representante del Banco Mundial
Rosa Cecilia Torres Morales.................................................................28
4. El tiempo de enseñanza
Micaela Ortega Solórzano.....................................................................31
5. Desde la visión económica, un llamado a dos ausentes
Sandra Lilia Andrade Peralta................................................................34
6. Los privilegiados apadrinados
J. Magdaleno Villegas Baena................................................................40
7. ¿Es el trabajo del maestro una realidad educativa?
Guadalupe Solano Pérez......................................................................45
II. Por una educación de cien pesos por día: La enajenación del trabajo
docent. Eduardo Mercado Cruz..........................................................................53
1. Si me han de cualificar mañana, me enajeno de una vez
Germán Gutiérrez Goytortúa.................................................................58
2. El contexto realista de las circunstancias
José Antonio Morales Contreras............................................................60
3. El maestro como trabajador
Micaela Ortega Solórzano ....................................................................63
4. Las escuelas particulares, lugares de explotación
María Cristina León Kempis..................................................................66
5. La educadora = mercancía femenina
Laura Morales Rodríguez......................................................................69
6. El mercado de maestros
J. Magdaleno Villegas Baena................................................................71
III. Cenicientas, madrastras y tías. Reflexiones acerca de la feminización
de la docencia.
Eduardo Mercado Cruz........................................................................................73
V. Porque no todo cambio es cambio: Entre la voluntad, el deseo y la
obligación de cambiar.
Eduardo Mercado Cruz......................................................................................129
1. Un silente desplazamiento
Germán Gutiérrez Goytortúa.................................................................78
1. Porque todo debe cambiar: retos para los docentes
Germán Gutiérrez Goytortúa................................................................133
2. El clima que viene
Bentham Borrallas Verdejo...................................................................80
2. Las perversiones del cambio educativo
Bentham Borrallas Verdejo ................................................................ 135
3. La participación de la mujer en el magisterio
José Antonio Morales Contreras...........................................................82
3. ¿La práctica es algo práctico? Marcos críticos para el cambio
José Antonio Morales Contreras..........................................................137
4. La gran madre
Rosa Cecilia Torres Morales.................................................................86
4.Conocer o querer
Rosa Cecilia Torres Morales...............................................................140
5. Diálogo entre mujeres
Micaela Ortega Solórzano.....................................................................88
5. ¿Cambio sin crisis?
Micaela Ortega Solórzano...................................................................142
6. Mujeres
Sandra Lilia Andrade Peralta................................................................91
6. Vuelta a un sistema penitenciario en las escuelas preparatorias del
Estado de México, ¿cuál cambio?... retroceso
María Cristina León Kempis.................................................................144
7. Las mujeres... ¡presentes!, ¡aquí estamos!
Carmen Susana Camarillo Ramírez......................................................96
8. Al mal paso darle prisa
Guadalupe Solano Pérez.......................................................................99
IV. El mito de la eterna vocación: El maestro Sísifo y su piedra rodante
Eduardo Mercado Cruz......................................................................................103
1. Anécdota de un docente
Bentham Borrallas Verdejo..................................................................107
2. ¿Ironía de la vida o azares del destino?
José Antonio Morales Contreras..........................................................109
3. Parecía el concurso del mayor sufrimiento
Rosa Cecilia Torres Morales................................................................113
4. El maestro ideal: vocación vs. compromiso
Micaela Ortega Solórzano...................................................................115
5. Maestro: ¿ejemplo a seguir o ejemplo a desechar? (La historia de
Gloria y Carmelo)
María Cristina León Kempis................................................................119
6. La maestra de preescolar: una madre pura y bella en el lecho de
su vocación
Sandra Lilia Andrade Peralta...............................................................122
7. ¡Soy maestra! Dios mío, ¿quién lo sabe?
Guadalupe Solano Pérez....................................................................124
7. Del dicho al hecho… hay mucho trecho
Sandra Lilia Andrade Peralta...............................................................148
8. El cambio ¿para qué o para quién?
Carmen Susana Camarillo Ramírez....................................................150
VI. Las sin razones del individualismo: los maestros en la era de Narciso
Eduardo Mercado Cruz......................................................................................153
1. Toda agua que no corre es charco
Germán Gutiérrez Goytortúa................................................................158
2.Lo que callan los maestros
Bentham Borrallas Verdejo..................................................................161
3. Las dos herejías
Rosa Cecilia Torres Morales................................................................164
4. La individualidad del maestro
Micaela Ortega Solórzano....................................................................167
5. Individualidad: aspecto sustantivo en épocas de globalización
María Cristina León Kempis................................................................171
6. Por el camino del misionero, encontré la fortaleza del hereje
Sandra Lilia Andrade Peralta................................................................173
7. El individualismo como estrategia de protección
Carmen Susana Camarillo Ramírez....................................................175
VII. Las paradojas del trabajo colegiado. De la muerte y el nacimiento de
la colegialidad. Eduardo Mercado Cruz...........................................................177
1. Entre asuntos de colegas y de colegios
Germán Gutiérrez Goytortúa...............................................................183
2. Colaborando con el enemigo
Bentham Borrallas Verdejo.................................................................186
3. Una versión de colectividad
Rosa Cecilia Torres Morales................................................................188
4. La colaboración de los alumnos
Micaela Ortega Solórzano...................................................................191
IX. En busca de la autonomía perdida: Dónde, cuándo, cómo y por qué
dejamos de ser autónomos.
Eduardo Mercado Cruz......................................................................................225
1. La autonomía condicionada
Bentham Borrallas Verdejo..................................................................230
2. La aspiración a la autonomía del profesorado
José Antonio Morales Contreras.........................................................232
3. La historia sin fin
Rosa Cecilia Torres Morales...............................................................234
4. El ABC de la autonomía del maestro
Micaela Ortega Solórzano .................................................................237
5. ¡La escuela no es una comuna! (Una visión de las autoridades
educativas)
María Cristina León Kempis................................................................194
5. La decisión
Laura Morales Rodríguez....................................................................240
6. Hay que ser realistas
Laura Morales Rodríguez....................................................................197
6. Autonomía ¿igual a individualismo?
Carmen Susana Camarillo Ramírez ..................................................242
7. Las reuniones de docentes... espacios de diálogo y colaboración o
protagonismo del alto mando
Sandra Lilia Andrade Peralta..............................................................199
X. De diálogos y monólogos: Los desafíos de la enseñanza en
segunda persona.
Eduardo Mercado Cruz y Maribel Ángeles Contreras.......................................245
8. Pan con lo mismo
J. Magdaleno Villegas Baena..............................................................201
1. Hacia una postura dialogante
Germán Gutiérrez Goytortúa...............................................................250
9. Las comunidades colaborativas
Carmen Susana Camarillo Ramírez ...................................................203
2. El camino hacia la enseñanza
Bentham Borrallas Verdejo..................................................................252
VIII. Tú sabes, yo sé, todos sabemos: De los saberes, experiencias y
práctica docente de los maestros.
Eduardo Mercado Cruz y Maribel Ángeles Contreras.......................................205
3. Nosotros sí somos maestros
Rosa Cecilia Torres Morales................................................................254
1. Un diálogo conmigo mismo y mis alumnos: “la enseñanza”
Bentham Borrallas Verdejo.................................................................211
2. De cómo aprendí a ser maestra
Micaela Ortega Solórzano...................................................................213
3. ¿Qué se enseña en educación preescolar?
Laura Morales Rodríguez ...................................................................216
4. “Del ignorar sistemáticamente a los estudiantes en las escuelas”
María Cristina León Kempis................................................................256
5. Un cuestionamiento… Un alto…Una tarea inacabada
Sandra Lilia Andrade Peralta...............................................................259
6. Alguien nos vigila
J. Magdaleno Villegas Baena..............................................................261
Bibliografía........................................................................................................264
4. Más allá de una cuestión de palabras
Sandra Lilia Andrade Peralta .............................................................218
5. Mis primeros años de servicio
Carmen Susana Camarillo Ramírez...................................................220
6. Vivir es aprender
Guadalupe Solano Pérez....................................................................222