EMOCIONES EN MEDIACIÓN
por Erica Baum*
“En la [vida] amorosa a veces el amante se queja porque, amando él apasionadamente, no se le
ama a la vez, aunque llegado el caso, nada tenga de amable; y muchas veces el amado [se queja]
porque prometiéndole [el amante] primero todo, ahora nada cumple. Tales cosas ocurren toda vez
que el uno ama al amado a causa del placer y el otro al amante a causa de lo útil y ninguno de los
dos obtiene esas cosas. Pues por tener [la vida sentimental] esas causas se produce su disolución
toda vez que no se da aquello con vistas a lo cual se amaba; pues no se apreciaban ellos, sino que
[apreciaban] sus atributos, que no son estables...”.
Aristóteles, Ética Nicomaquea, Libro IX, 1715
INTRODUCCIÓN
Como seres humanos lidiamos a diario con nuestras emociones, ya sea en virtud de un
proceso subjetivo que forma parte de ciertos mecanismos de resistencia, de aceptación o de
asimilación de ideas o de situaciones que escapan a nuestro control o que no podemos
modificar, o como consecuencia de un proceso en el que nuestras emociones afloran en el
contexto de conflictos en los que somos parte o que se encuentra comprometida una parte de
lo que para nosotros representa algo valioso del mundo. Solemos sentir vergüenza, temor,
enojo, humillación, envidia, celos, repugnancia, odio o indignación y, con frecuencia, no
sabemos cómo manejar nuestras emociones. Ello en parte, se explica por la ausencia de
conocimiento sobre qué son las emociones y por la falta de herramientas para conducirlas
adecuadamente.
Las personas que mediamos tampoco estamos exentas de experimentar ciertas
emociones cuando intervenimos una situación conflictiva; sin embargo, nuestro rol de
neutralidad e imparcialidad nos exige un mayor compromiso con el conflicto consistente en primera instancia- en desarrollar la habilidad de gestionar con inteligencia nuestras
propias emociones para mantener una distancia equitativa con todas las partes involucradas
que nos permita: brindar un servicio de calidad, generar empatía entre las partes y ayudarlas
a sostener el diálogo, que es la esencia de la mediación (Mayer, 2008, págs. 23-67) (Suares,
2010, págs. 145-162) (Goleman, (1995) 2000, págs. 123-155) y (Smith, 1997, págs. 49-65).
En mi trabajo anterior, Emociones, Justicia y Derechos Humanos (2011), investigué
sobre el rol de las emociones en la esfera pública: analicé cómo se reflejan en los actos de
*
Abogada (1997), Magíster en Derechos Humanos (2011) y alumna del Doctorado en Ciencias Jurídicas y
Sociales (2015 al presente) por la Universidad Nacional de La Plata. Mediadora (2012) por la Fundación
Ciencias Jurídicas y Sociales. Árbitro suplente (2016) del Tribunal Arbitral del Colegio de Abogados de La
Plata. e-mail: mediaciones.ericabaum@gmail.com
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justicia las emociones expresadas por los testigos y las partes de un proceso judicial, qué rol
desempeñan los sentimientos manifestados por las personas encargadas de juzgar en las
sentencias y si la consideración de las emociones en la justicia afecta al principio de ético de
imparcialidad. En dicha oportunidad presenté las distintas perspectivas teóricas sobre las
emociones, clásicas y contemporáneas, e identifiqué dos marcos conceptuales básicos: el de
aquellas teorías que conciben a las emociones como estados del alma o respuestas
neurobiológicas sin contenido alguno y el de las teorías que, con distintos matices, asignan
a las emociones un valor cognitivo (Baum, Emociones, Justicia y Derechos Humanos. Un
Ensayo Jurídico Filosófico., 2011, págs. 17-75). Ahora, me concentraré en la gestión de las
emociones dentro de los procesos de mediación bajo una perspectiva cognitivista.
Para ello, continuaré con la línea teórica de las emociones elaborada por Martha
Nussbaum (Nussbaum, La terapia del deseo. Teoría y práctica en la ética helenística, 1994)
(Nussbaum, Upheavals of Thought. The Intelligence of Emotions, 2001), para quien las
mismas están compuestas por cuatro elementos: cognitivo, perceptual, imaginativo y
apreciativo que hace que pensemos sobre ellas como “racionales” y no como algo visceral o
fisiológico.
Mi hipótesis es que los conflictos entre seres humanos tienen un componente
emocional irreducible que puede brindarnos una clave para su tratamiento en los procesos
de mediación.
Con este trabajo propongo una breve aproximación a la gestión de las emociones en
cada uno de los tres modelos de mediación: Harvard, Transformativo y Circular Narrativo,
teniendo en cuenta el marco de referencia elegido. Para ilustrar tomaré un caso real que
trabajé en mediación protegiendo la identidad de las personas involucradas, las que serán
mencionadas con iniciales ficticias, debido al deber de confidencialidad.
EL CASO:
JOTA, solicitó una mediación, por intermedio de su abogada -quien caratuló la acción
judicial como “daños y perjuicios por enriquecimiento sin causa”-, requiriendo a EFE el
reintegro del cincuenta por ciento del desembolso que realizó, con dinero en efectivo, para
la culminación de una obra con fines de vivienda, construida en tres pisos, con miras a
obtener una renta por el alquiler de cada unidad y, también, por el dinero invertido para
construir una casa sobre una hectárea y para conservarla en buen estado. Reclamaba, además,
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sumas de dinero por su trabajo como albañil en las distintas obras. Celebrada la primera
audiencia, la parte requerida no se presentó, haciéndolo en su lugar un abogado que esgrimió
que, por razones laborales, EFE se encontraba trabajando en una de las empresas que tiene
el grupo familiar en otra provincia y solicitó el cierre de la mediación.
Ante dicha circunstancia, trabajé en forma individual con JOTA y su abogado y, en
forma conjunta, con los abogados de JOTA y EFE. En sesión privada, JOTA me manifestó
que convivió más de diez años con EFE y que la ayudó con la crianza de sus dos hijas: una
de las cuales no llegó a conocer a su padre, quien habría fallecido, y que la otra niña
mantendría una relación esporádica con su padre quien, por su situación económica, no se
encontraba en condiciones de pasar una cuota de alimentos. Luego, expresó que EFE era una
persona dominante, que lo obligó a tomar créditos a su nombre para financiar las obras y que
no perdió la oportunidad de humillarlo frente a sus amistades y familiares. Adujo que todo
el dinero que pedía en los bancos iba directamente a las manos de EFE, quien efectivamente
lo usaba para llevar a cabo las obras de construcción. JOTA expresó que llevaba a las niñas
al colegio, que con el dinero que ganaba en la tienda para la que él trabajaba contribuía con
todos los gastos del hogar y con la manutención de las niñas, con quienes tenía una excelente
relación. Finalmente, JOTA dijo que se quedó sin hogar, en la calle, y sin familia.
Ante la ausencia, en primera instancia de EFE, decidí hablar con su abogado para
informarle sobre la necesidad de trabajar en forma personal en mediación y garantizarle que
si EFE no deseaba comunicarse directamente con JOTA lo podría hacer por mi intermedio,
ya que establecer ese puente de diálogo era mi función. Efectivamente, a la siguiente
audiencia concurrieron ambas partes con sus asistentes letrados y, habiendo tenido una
conversación previa con JOTA, comencé con EFE, en reunión privada. Le transmití a EFE
en qué consistía el reclamo de JOTA y le pedí que se explaye sobre su punto de vista sobre
ése problema. Todavía no estaban en condiciones de compartir un diálogo directo entre ellos.
EFE dijo que era una mujer trabajadora con varias empresas a su cargo que funcionaban con
éxito y que de ningún modo le pidió jamás un centavo a JOTA, a quien se refirió como “un
pobrecito que no tenía dónde caerse muerto hasta que me conoció, no sabía ni hablar”. Con
lágrimas en los ojos sostuvo que debido a una a enfermedad crónica de su padre ella siempre
tuvo la necesidad de tener una pareja a su lado, una figura masculina, pero que nunca fue
feliz y que jamás se sintió amada, que lo que ella quería era darle a sus hijas un clima familiar
y que JOTA se lo daba: viajaban juntos, iban al cine y al teatro con las nenas, iban a ver los
partidos de fútbol en familia, arreglaban la casa, incluso él se ocupaba más de la casa que
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ella, pero… en un mar de lágrimas dijo: “como hombre no existía y él sabía que yo necesitaba
estar con un hombre, pero un hombre de verdad… ¡está loco si cree que le voy a dar un
centavo por haber hecho lo que tenía que hacer!, tengo dignidad…”.
LAS EMOCIONES EN MEDIACIÓN
Debajo del conflicto del caso descripto, de aparente contenido patrimonial, emerge un
problema relacional con un fuerte contenido emocional, con diferente puntuación y
perspectivas de cada una de las partes sobre el asunto.
Pero, ¿qué son las emociones? La filósofa norteamericana Martha Nussbaum ha
hecho un estudio profundo sobre las emociones morales, destacándose su obra Upheavals of
Thoughts (2001) en la que afirma que las emociones pertenecen al campo de las decisiones
puesto que, al interactuar con nuestros pensamientos, las iluminan permitiéndonos razonar
y efectuar juicios de valor en relación a las situaciones, ideas u objetos que las disparan. Dice
Nussbaum:
Si las emociones están imbuidas de inteligencia y discernimiento, y si contienen en
sí mismas una advertencia sobre lo que es valioso o importante, no pueden, por
ejemplo, ser fácilmente apartadas de su consideración como juicios éticos, como tan
usualmente lo ha sido en la historia de la filosofía… Debemos considerar a las
emociones como una parte y una parcela del sistema ético de razonamiento.
(Nussbaum, 2001, pág. I).
En tal sentido, la autora inscribe su encuadre teórico de las emociones dentro del
cognitivismo. Ello, implica que las emociones tienen un objeto de conocimiento al que se
dirigen. Nos emocionamos sobre algo. En el caso presentado podemos identificar dos
emociones claras en cada una de las partes: JOTA sentía humillación y EFE sentía
indignación. Ambas emociones son morales, porque son propias de los seres humanos. Los
animales no humanos no se indignan ni sienten humillación. La humillación que JOTA
siente tiene por objeto la relación con EFE, el modo en que se relacionaron en el pasado y
que aún persiste. Cuando JOTA dice: “EFE es dominante” nos da una pista, pero cuando nos
cuenta que EFE lo descalificaba o se burlaba de él en público nos describe un conflicto
emocional relacional; en la humillación se requieren dos partes: quien humilla y quien se
siente humillado.
Siguiendo con el esquema conceptual de Nussbaum (Nussbaum, 2001, pág. 27), las
emociones tienen un objeto interno perceptual, esto significa que pueden ser vistas o
interpretadas por la persona que se emociona. Es decir, tienen un punto de vista subjetivo,
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que nos da cuenta de cómo la persona se ve a sí misma y cómo ve al mundo. En el caso que
analizo, EFE nos dice que siente indignación y que no va pagarle ni un solo centavo a JOTA
por “haber hecho lo que debía hacer”. “Haber hecho lo que debía hacer”, para EFE es haber
ocupado un puesto en su vida: el lugar vacante que un padre ausente dejó. Pero, hay
ambigüedad entre lo que EFE siente y lo que necesita de un hombre; y no queda claro que
haya sido clara con JOTA. Entonces, surge el conflicto emocional: EFE coloca a JOTA en
su esquema familiar en un lugar, pero es en ese lugar y no en otro; aunque ella reconoce que
necesitaba, también, tener una relación sentimental. EFE siente frustración, enojo y se
indigna ante el pedido de dinero de JOTA. El cuadro del conflicto emocional entre JOTA y
EFE es evidente y a medida que ellos “exorcizan” su resentimiento se hace más clara la
posibilidad de ayudarlos a transformar su relación. Pero, ¿estamos quienes mediamos en
condiciones de ayudar sobre esto?, ¿cómo?
Nussbaum, añade algo muy importante que gran parte de los filósofos antiguos,
griegos y romanos, reconocían que las emociones contenían. Esto es, una creencia acerca
del objeto de conocimiento al que ellas se dirigen. Como diría la autora ver a X como Y no
es lo mismo que creer que X es Y. Las creencias forman parte de las estructuras del
pensamiento del ser humano y son difíciles, sino imposibles, de desarraigar. Pero, siguiendo
con nuestro caso: que EFE haya visto en JOTA a un “padre de familia”, necesario para su
seguridad emocional y su esquema de vida, no significa que EFE se haya creído que JOTA
era un padre de familia. EFE no vio en JOTA a un par y ahí aflora su frustración ya que
JOTA no es para EFE un hombre que ocupe un lugar realmente relevante en su vida
sentimental. Por otra parte, que JOTA haya visto en EFE a una pareja confiable no es lo
mismo que JOTA haya creído que EFE era confiable. Pero, en nuestro caso sí: JOTA creyó
que EFE era una persona de confianza, a la que le podía dar dinero infinitamente para
construir un proyecto familiar. JOTA, a pesar de haber advertido el lugar que ocupaba en
esa familia, continuó hasta el último minuto confiando en EFE; que ya tenía un amante
externo. Y, en la creencia de que algún día sería lo que EFE necesitaba que él fuera, JOTA
permaneció en una relación desigual en la que EFE estableció un vínculo jerárquico dentro
del esquema relacional. Y es en este desequilibrio de poder relacional que emerge la
humillación, como conflicto entre JOTA y EFE, como una emoción moral que nos permite
conocer profunda y claramente que la situación traída a la mediación iba mucho más allá del
contenido patrimonial del reclamo. Señala Nussbaum que las creencias son una parte
constitutiva de la identidad de las emociones:
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…son esenciales para la identidad de la emoción: la agitación del pensamiento en sí
mismo no nos revelará en sí misma si lo que yo siento es temor, gratitud o pena. Solo
una inspección discriminada de esos pensamientos lo hará. No es el pensamiento
puro lo que revelará la heurística de lo que estoy sintiendo, donde el sentimiento es
entendido como algo carente de razón. Parece necesario poner el pensamiento en la
definición de la emoción misma…. El punto de vista de las emociones como fuerzas
encontradas es muy simple: ubicar a las emociones como creencias nos sirve, no
solo como una condición necesaria de las mismas, sino como una parte muy
importante de su identidad. (Nussbaum, 2001, pág. 29)
Finalmente, las emociones, bajo una perspectiva cognitivista, contienen un juicio de
apreciación acerca de lo que es importante o valioso para la persona. En nuestro caso, JOTA
esperaba de EFE un reconocimiento, no sólo monetario por el dinero que invirtió en los
proyectos familiares sino que también hubiera esperado un agradecimiento por su compañía,
por su confianza y por su disposición como compañero de familia. Asimismo, JOTA hubiera
esperado de EFE una disculpa por las burlas y descalificaciones públicas. El sentimiento de
humillación nos da cuenta de la existencia de un vínculo jerárquico destructivo en el que el
sujeto no se ubica voluntariamente por debajo de otra persona sino que, en cierta forma es
una “víctima”. JOTA, podríamos decir, se sentía preso de un modo de relación que no podía
modificar. El juicio de valor de la humillación en JOTA podría ser haber sido visto por él
como la inaceptabilidad moral del lugar que ocupaba dentro de esa relación debido al modo
en que EFE lo trataba frente a terceras personas y a la posición que EFE le daba dentro de
su vida familiar. El vínculo jerárquico es destructivo porque JOTA no tenía posibilidad de
reposicionarse mejor en esa relación; así hubiera invertido todo el dinero del mundo en los
proyectos de EFE. EFE destruyó la autoestima de JOTA y JOTA no se lo impidió,
generándose entre ambos un ciclo de interacción destructiva de su vínculo.
Por otro lado, EFE se sentía indignada ante el pedido de dinero de JOTA. Alegaba
que poner dinero en un proyecto familiar era lo que correspondía y le enojaba que él le
reclamase eso. La indignación es una emoción típicamente moral que se relaciona
directamente con el sentido de justicia (Baum, 2011). Para EFE no era justo que JOTA que,
según ella era pobre cuando la conoció, no trabajaba, ni tenía hogar o descendencia propia,
le hiciera un reclamo monetario. Su enfado, sin embargo, le producía nostalgia y EFE lloró
en la sesión privada de mediación y reconoció que la ausencia paterna había marcado todos
sus vínculos negativamente. El juicio de valor que EFE hacía sobre su indignación era que
JOTA no era merecedor de más de lo que ella le dio, que a su criterio fue mucho.
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En consecuencia, tenemos presentado un reclamo de sumas de dinero que esconde
un complejo conflicto emocional relacional. ¿Cómo podría ser abordado?
LA GESTIÓN DE LAS EMOCIONES EN MEDIACIÓN
El modelo de negociación de la escuela de Harvard, es un modelo de intervención en el cual
quien media ayuda a las partes a salir de su posición “dura”, a separarlas de su identificación
con el problema y a reconocer sus intereses subyacentes para replantear el conflicto en
términos de nuevas metas a alcanzar que satisfagan las necesidades mutuas (Fisher & Ury,
1981). El enfoque se basa en la satisfacción. La meta es la concreción de un acuerdo
negociado. Éste modelo de intervención del conflicto se estructura sobre la base de una
agenda que tiene por finalidad alcanzar la resolución de los problemas que emergen como
necesidades insatisfechas de las partes que son replanteadas en términos de metas y objetivos
(Caram & Elibaum, 2010). Las emociones serán tratadas en la medida en que sean
identificadas como un “obstáculo” para la persecución de las metas; caso contrario, el
modelo sugiere neutralizar los conflictos emocionales; connotar positivamente el discurso
de las partes cargado de emociones y reformularlo en términos claros sin adjetivaciones ni
alusión a sentimientos “negativos” (Haynes, 1995). En tal sentido, éste modelo gestiona las
emociones estratégicamente para ocultarlas, disimularlas o en el mejor de los casos
reinterpretarlas en la voz de quien media y no de las mismas partes.
El modelo de intervención transformativa se propone apoyar la voz de las partes hasta
el último segundo, en los términos en los que ellas quieran hablarse y decirse las cosas, con
el objetivo de reafirmarlas personalmente y de lograr que entre ellas surja un reconocimiento.
Es un enfoque de no interferencia por parte de quien media, orientado al proceso dialógico,
que se basa en el principio de autonomía personal y en el reconocimiento de la vulnerabilidad
de las personas que forman parte del conflicto (Baruch Buch & Folger, 2006). En éste
modelo, quien media se concentra en escuchar activamente de las personas para apoyarlas
en la continuidad del diálogo y en la posibilidad de ayudarlas a reafirmarse cuando se sienten
vulnerables, oprimidas o “víctimas de una situación”. La esencia de la mediación
transformativa consiste en auxiliar a las personas a salir de esa sensación de imposibilidad
de resolver sus asuntos mediante el desarrollo de las siguientes capacidades personales: (a)
de ver “más allá” de los problemas inminentes para poder descubrir el conflicto relacional y
emocional subyacente; (b) de integrar la perspectiva a corto plazo con una mirada sobre el
conflicto a largo plazo, lo que posibilita la integración de múltiples marcos temporales; (c)
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de pensar el conflicto en términos de dilemas: esto se logra mediante la reformulación de las
cuestiones preocupantes en objetivos mutuos e interdependientes, lo que favorece la
legitimación de las necesidades de ambas partes; (d) de abrazar la complejidad del conflicto,
ya que lidiar con todos los niveles del conflicto perpetua los patrones de interacción
destructiva, abrumando a las personas y haciéndoles sentir una constante incertidumbre con
la consecuencia de que quieran huir del problema o llegar a una solución rápida –que
fracasará rápidamente, también-; y, (e) de escucharse y escuchar al prójimo, lo que permite
detectar y modificar patrones de reacción y de opresión con la finalidad reconstruir el sentido
de identidad personal y /o grupal, de restaurar los lazos y de darle voz a todas las personas
implicadas (Lederach, 2003). Bajo este enfoque se alienta a las personas a expresar sus
emociones, sin que las mismas sean traducidas por quien media el conflicto. Las estrategias
para gestionar las emociones de las partes, consisten en reflejar lo que la persona dijo, es
decir repetir literalmente sus propias palabras, para que ella escuche lo que acaba de decir y
para que la otra persona desarrolle la escucha empática. Esas son las técnicas directas, sin
embargo se sugiere la implementación de estrategias que permitan gestionar las emociones
en forma indirecta por medio de actividades simbólicas: (a) “el ritual” como una actividad
predecible carente de explicación racional, que conecta a las personas con el cuerpo y las
sensaciones como, por ejemplo, comer o bailar, que puede contribuir a comprender los ciclos
de hostilidad que se dan al interior de comunidades cerradas religiosas o culturales; (b) “la
expresión artística” que permite a las personas reconectarse con sus valores y salir del
egocentrismo y del deseo de seguir pegadas al conflicto; y (c) “las bromas”, el uso del humor
por quien media el conflicto permite distender el clima y ofrecer una perspectiva más sencilla
y amigable (Maiese, 2007). La persona que media el conflicto en ningún momento hará
juicios de valor sobre lo que las personas manifiestan ni analizará lo que habrán querido
significar, sino que seguirá preguntando y abriendo el diálogo para y hasta que ellas mismas
se aclaren, se fortalezcan y se reconozcan mutuamente.
El modelo circular narrativo, centrado en los relatos de las personas, tiene influencia
de la literatura y de la teoría general de los sistemas. Postula que conflictos entre seres
humanos operan en el nivel de la comunicación, esto es en las manifestaciones observables
de la relación entre entidades –sujetos- y no respecto de sus identidades inobservables –
objeto de identificación (Watzlawick & Beavin Bavelas, 1981). Los conflictos de identidad
son de orden intrapsíquicos y, por lo tanto, son objeto de estudio de la psicología. En tal
sentido, quienes mediamos nos vemos en la obligación de delimitar nuestro campo de
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actuación profesional cuando las personas presentan problemas de ese nivel y de recordar
que estamos para ayudarles en sus conflictos de interacción. Dice Watzlawick:
…debemos recordar que todos los mensajes analógicos invocan
significados a nivel relacional, y que, por lo tanto, constituyen propuestas
acerca de las reglas futuras de la relación… mediante mi conducta puedo
mencionar o proponer amor, odio, pelea, etcétera, pero es el otro el que
atribuye futuros valores de verdad positivos o negativos a mi propuesta.
Evidentemente, esta es la fuente de innumerables conflictos relacionales.
(Watzlawick & Beavin Bavelas, 1981, pág. 99).
Para la teoría de la comunicación no existe la “no comunicación”, puesto que aún el
silencio emite un mensaje, lo que se conoce como el “dilema de los esquizofrénicos, al
señalar que estos pacientes se comportan como si trataran de negar que se comunican y luego
encuentran necesario negar también que esa negación constituye en sí misma una
comunicación.” (Watzlawick & Beavin Bavelas, 1981, pág. 73). A la teoría de la
comunicación no le interesa el “tipo de relación” en conflicto sino las pautas de interacción
humana, es decir, el modo que las personas tienen de relacionarse y los efectos estructurantes
de ese modo de relación.
El enfoque de mediación basado en la circularidad de las narrativas, se orienta al
lenguaje puesto que considera que las personas se encarcelan en sus relatos bien armados.
La intervención de quienes mediamos tiene por finalidad crear una desestabilización de la
trama que las personas traen a mediación permitiendo la transformación de la historia en un
relato “alternativo”. Las partes se presentan como antagonistas de un conflicto, destacan los
caracteres negativos de la otra parte y puntúan la historia donde más le conviene a cada una
elaborando cuatro tipos de relatos: acusatorios, recriminatorios, justificativos y negatorios
(Suares, 2010, pág. 193). El modelo no es dirigista; es decir, que quien media no conduce a
las partes hacia una nueva historia, perspectiva o punto de vista sino que les formula
preguntas reflexivas y circulares para que ellas mismas desplacen su pensamiento hacia otros
contextos, tiempos y escenarios e imaginen lo que sienten, creen o piensan las otras personas
involucradas en la trama. La técnica principal que este modelo propone es el re-encuadre
cognitivo. El enfoque circular narrativo afirma que los conflictos en los que intervenimos
quienes mediamos operan en el plano de las percepciones de la realidad que se manifiestan
a través del lenguaje, de los dichos como percepción de los hechos. La técnica del reencuadre cognitivo genera un cambio en la percepción de la realidad dando como resultado
un nuevo punto de vista: que permite “incluir nuevas experiencias, significados, inter
(acciones), y una reducción de la cohesión temática del conjunto o de historias sobre los
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comportamientos sintomáticos problemáticos” (Sluzki, 1995). No cambian los hechos,
cambia la percepción subjetiva de sí mismo y de cómo se veía al mundo.
Si bien este modelo ha generado la técnica del re-encuadre cognitivo para gestionar
el cambio de percepción y la técnica de la metáfora para re-encuadrar la imaginación, no ha
desarrollado una técnica específica para re-encuadrar las emociones. Al contrario, al emplear
la connotación positiva para descargar el relato de densidad, el modelo gestiona las
emociones “extirpándolas”. Como analiza Nussbaum:
Para Aristóteles, el adulto ético, la persona de sabiduría práctica, es como un
médico en su relación con nuevos casos y situaciones: sensible al contexto, dispuesta
a descubrir nuevos aspectos, flexible y atenta. La ética es un saber de la naturaleza
médica porque las normas son lo bastante buenas. Epicuro emplea el modelo
médico, en cambio, para describir la relación entre el “maestro” médico y el
“discípulo” enfermo. El maestro es casi literalmente un médico que debe enfrentarse
a las vicisitudes de la enfermedad en el alma individual… Así como las enfermedades
que Epicuro describe son enfermedades de la creencia, alimentadas a menudo por
una doctrina filosófica, así también la cura debe necesariamente llegar a través de
argumentos filosóficos… De lo que se trata es de erradicar las falsas creencias; para
ello necesitamos de argumentos que desacrediten lo falso y dejen en su sitio lo
verdadero…En estos argumentos, a diferencia de los de Aristóteles, el uso del
razonamiento práctico es meramente instrumental… Al discípulo epicúreo no se le
anima a que haga objeciones personales al sistema ni a que argumente
dialécticamente; y medida que se vuelve más dependiente del texto y de las doctrinas
del maestro, puede volverse menos apto para razonar por su cuenta. (Nussbaum,
1994, págs. 167-179).
En síntesis, para éste modelo narrativo las emociones si bien tienen una dimensión
cognitiva son instrumentales a la historia conflictiva y no constitutivas de la misma. Es decir
si sirven para solucionar el conflicto se toman, sino se extirpan. La perspectiva sugiere que
las personas al situarse como protagonistas, incluso, usan sus emociones de odio, temor o
vergüenza para reclutar una audiencia, generar un espectáculo, para su drama (pathos):
pueden ser otros personajes secundarios (hijos, vecinos, colegas, amistades, etc. o incluso
quien media el conflicto) y para posicionarse en la estructura narrativa como víctimas o
héroes y caracterizar al adversario como villano.
CONCLUSIONES:
Con este trabajo me propuse reflexionar brevemente sobre la gestión de las
emociones en cada modelo de intervención de conflictos en mediación. Sostuve, junto con
el punto de vista de Martha Nussbaum, un enfoque cognitivista de las emociones. En tal
sentido, considero que las mismas son un elemento constitutivo de los conflictos relacionales
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y no deberían ser apartadas, sin más, o limpiadas, del discurso como proponen algunos
enfoques.
Presenté un caso que trabajé en mediación, que elegí de entre muchos de los casos
que se presentan bajo un reclamo patrimonial cuando en el fondo hay un conflicto emocional
relacional. Ninguno de los enfoques de abordaje de los conflictos se presenta puro y las
técnicas que todos proponen son útiles. Sin embargo, de los tres modelos el que mejor aborda
las emociones es el transformativo. El modelo de negociación de Harvard se concentra en
los intereses de las personas y en la posibilidad de lograr su satisfacción mediante un acuerdo
negociado: no parece que hubiera espacio para la expresión de sentimientos aquí, sino más
bien un lugar para el regateo y el balanceo de las presiones mutuas. El modelo circular
narrativo se concentra en el relato de las personas y en la posibilidad de lograr un nuevo
discurso que las resignifique: las emociones aquí juegan un rol instrumental, sirven para
metaforizar y externalizar las narrativas, para caracterizar negativa o positivamente al otro y
generar una audiencia simpatizante. En mi opinión personal, el modelo transformativo es el
único que trabaja en la exploración individual, para que las personas se vean a sí mismas,
más allá de las etiquetas, y vean al otro como un ser humano y no como un personaje. El
reconocimiento sincero, puede ser también consecuencia de un proceso de compasión o de
autocompasión; una sabiduría ínsita que no se puede forzar, ni negar, si se ofrece.
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