ÍNDICE
PALABRAS PRELIMINARES
XIII
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN, Nidia Maidana
XVII
PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN, María Ledesma
XXIII
PARTE I
El modelo operativo: nonágono semiótico
1.
2.
3.
4.
5.
3
Charles Sanders Peirce
De la filosofía a la práctica
Breve historia de la génesis y validez de un modelo operativo
Algunos conceptos sobre las categorías y el signo peirceanos
Las categorías peirceanas
Primeridad
Segundidad
Terceridad
6. Hacia la construcción del nonágono semiótico
Correlatos
Tricotomías
7. El ícono diagramático
8. La lectura vertical del nonágono semiótico
Pasado, presente y futuro
9. La lectura horizontal del nonágono semiótico
10. Relaciones internas y externas del nonágono semiótico
11. La dinámica del nonágono en un proceso proyectual
12. Análisis sincrónico y diacrónico
13. Posibles modos de utilización del nonágono semiótico
El orden práctico
El orden histórico
El orden lógico
14. Las diez clases de signos
Algunas intervenciones sobre la representación peirceana: las
semióticas particulares y la incorporación de la gradualidad
3
3
4
6
6
7
8
9
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10
11
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15
17
17
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21
21
22
23
23
28
claudio guerri
IX
PARTE II
Arquitectura y Diseño Gráfico
31
1. Un recorrido por el signo Arquitectura
2. Un recorrido por el signo Diseño Gráfico
31
37
PARTE III
Otras aproximaciones al pensamiento triádico
43
1. La práctica social desde una perspectiva triádica
El nonágono semiótico de la práctica social
Pensar desde lo gráfico
Cómo un sistema de valores puede transformarse en pura forma
La recursividad de las prácticas
La forma necesita más tiempo
Otra temporalidad del signo: la sincroníz
Lo decisivo, lo determinante, lo posibilitante
Sostenibilidad y sustentabilidad
Lacan, Althusser y Peirce
2. Los cinco sentidos son tres
3. Lo diádico y lo triádico
El mapping semiótico de Andrea Semprini
Gestión del conocimiento. El modelo de creación de
pensamiento de Nonaka y Takeuchi
43
45
48
50
52
53
55
57
60
63
66
70
70
74
PARTE IV
1. Retórica revisitada
79
CLAUDIO GUERRI
2. Las figuras de la manipulación
MARTIN ACEBAL
X
nonágono semiótico
97
3. De la identidad social a la representación visual
115
MARIA XIMENA BETANCOURT RUIZ
4. Clase media de Buenos Aires: una cotidianidad
dis-locada por la crisis
JORGE ALISIO, ANA MARIA BINNEVIES
129
5. Sobre la producción y la recepción radiofónicas
ANA MARIA BINNEVIES , CLAUDIO GUERRI
137
6. Diagramar a Deleuze con Peirce. Nuevos apuntes
para una cartografía de la imagen cinematográfica
149
CRISTINA VOTO
7. Los motion graphics como forma de lenguaje
165
MIGUEL BOHORQUEZ NATES
8. La sostenibilidad de las organizaciones.
Una perspectiva semiótica
181
RAQUEL SASTRE
9. Contrapuntos en la prensa gráfica sobre la Ley de Identidad
de Género
193
WERNER PERTOT
BIBLIOGRAFÍA
209
ACERCA DE LOS QUE ESCRIBEN
223
claudio guerri
XI
6
DIAGRAMAR A DELEUZE CON PEIRCE
Nuevos apuntes para una cartografía
de la imagen cinematográfica*
Una teoría del cine no es una teoría
‘sobre’ el cine, sino sobre
los conceptos que el cine suscita
y que a su vez guardan relación con
otros conceptos que corresponden
a otras prácticas.
Cristina Voto
Gilles Deleuze,
La imagen tiempo, 19851
Lo cinematográfico, los medios de comunicación
y los discursos de la cultura
Como señala Lev Manovich (2008: 87), el paradigma epistemológico
propio del lenguaje cinematográfico se ha vuelto hoy en día el paradigma
de los nuevos medios de comunicación: “las maneras cinematográficas de
ver el mundo, de estructurar el tiempo, de narrar una historia y de enlazar
una experiencia con la siguiente, se han vuelto la forma básica de acceder a
los ordenadores y de relacionarnos con todos los datos culturales”. En esta
misma perspectiva, puede pensarse en cierta continuidad persistente en
las tecnologías y los discursos cinematográficos, aun ahí donde el concepto
de “novedad” ha sido penetrante y aberrante, particularmente con respecto a las razones de mercado. Como afirma Philippe Dubois, en su ensayo
Video y teoría de las imágenes (2001), en el contexto de los audiovisuales
la “novedad” se encuentra primariamente como efecto de discurso, en la
medida en que siempre estuvo presente en la historia de los medios de
comunicación: desde la aparición de la fotografía, pasando por el cine, la
televisión luego y, finalmente, la imagen informática y sus derivados más
recientes. El riesgo de que los discursos sobre estos objetos, condenados a
una condición de novedad constante, oculten la persistencia de las inquietudes que los atraviesan contamina tanto una atenta práctica proyectual
cuanto una posible arqueología (Foucault 1969).
Esa persistencia quiere ser investigada, en estas páginas, a través de la
construcción de un mapa de las relaciones subyacentes en la imagen-cinematográfica en busca de una posible lógica propia al dispositivo audiovisual, posiblemente útil a su diseño. Para cumplir con el propósito, emplearemos en primer lugar el concepto de signo triádico y la lógica recursiva
de las categorías de Charles S. Peirce, con las cuales trabajó también Gilles
Deleuze (1983 [1987a]; 1985 [1987b]) en sus investigaciones acerca del
cine. Luego utilizaremos el nonágono semiótico (Guerri et al. 2014) para
*
Este texto es parte del desarrollo de tesis de doctorado en la FADU-UBA y de una ponencia
en el congreso internacional de la IAVS-AISV 2012, Buenos Aires.
1
Las cursivas que enfatizan la cita son nuestras.
claudio guerri
149
favorecer la “posibilidad de acción de la propia teoría” peirciana, pasando
“de una propuesta lógico-filosófica a un modelo operativo logrando una
práctica concreta que la propuesta filosófica no tuvo” (Guerri 2003: 157).
Bergson, Deleuze y Peirce, o cómo pensar con el cine
La naturaleza de la imagen cinematográfica ha insistentemente interesado
quien, con su emplazamiento filosófico, buscaba construir con el cine una
instancia dialéctica y de debate con finalidades éticas y cognoscitivas. En
este sentido Deleuze con la publicación de sus célebres libros La imagenmovimiento: estudios sobre cine 1 (1983 [1987a]) y La imagen-tiempo: estudios sobre cine 2 (1985 [1987b]) se ha vuelto interlocutor indispensable
para poner a prueba y sondear los productos audiovisuales. En los dos
textos, Deleuze analiza las tesis sobre el movimiento escritas por Henri
Bergson en Materia y Memoria. Ensayo sobre la relación del cuerpo con el
espíritu (1986 [2006]) y en La Evolución Creadora (1907 [2007]). Ahí Bergson (1986 [2006]: 25-26) dispone un verdadero campo de batalla en el que
hacer negociar el carácter metafísico de la imagen con las categorías que la
experiencia cinematográfica empezaba a difundir social y culturalmente:
Es falso reducir la materia a la representación que tenemos de ella,
falso también [es] hacer de ella una cosa que produciría en nosotros
representaciones pero que serían de otra naturaleza que estas. La
materia, para nosotros, es un conjunto de “imágenes”. Y por “imagen”
entendemos una cierta existencia que es más que lo que el idealismo llama
representación, pero menos que lo que el realismo llama una cosa, una
existencia situada a medio camino entre la “cosa” y la “representación”.
A partir de esa mediación Bergson considera que habría una tendencia
cinematográfica en nuestra manera usual de percibir y conocer, respecto de
la cual los procedimientos de la metafísica tampoco diferirían. El hábito de
tomar instantáneas inmóviles (bergson 1986 [2006]) con las que retener
del devenir de la realidad aquello que más nos interesa para la acción, se
desplaza entonces desde una posibilidad fenomenológica hacia una morfosintaxis cinematográfica. Los conceptos que resultan de esta tendencia del
conocimiento serían, para Bergson (1907 [2007]: 700), equiparables a los
fotogramas producidos por el cinematógrafo:
Ese es el artiicio del cinematógrafo. Y ese es también el mecanismo de
nuestro conocimiento […] Tomamos vistas casi instantáneas de la realidad
que pasa, y, como ellas son características de esa realidad, nos basta con
ensartarlas a lo largo de un devenir abstracto, uniforme, invisible, situado
en el fondo del aparato del conocimiento. La percepción, la intelección,
el lenguaje proceden en general así. Se trata de pensar el devenir, o de
expresarlo, o incluso de percibirlo, no hacemos otra cosa que accionar una
especie de cinematógrafo interior.
150
nonágono semiótico
El mecanismo cinematográfico plantea, para Bergson, un problema
en analogía con la teoría del conocimiento. El filósofo reconoce en la
práctica de análisis y síntesis del conocimiento las mismas operaciones
con las que cine y montaje presentan al movimiento a través de discriminaciones –en tanto análisis– y recomposiciones –en tanto síntesis– de
procedimientos que finalmente son incapaces de captar y reproducir el
devenir de la realidad.
Recuperadas las tesis de Bergson y articuladas con la lógica epistémica de Peirce, Deleuze se acerca a la imagen cinematográfica a partir de
aquel plano de inmanencia donde cine y filosofía se retro-alimentarían
para producir nuevas y múltiples imágenes del mundo. Entre el mecanismo cinematográfico y nuestra percepción no habría, entonces, sólo
una analogía, sino una verdadera comunidad de naturaleza abriendo el
espacio para una propuesta interpretativa donde despistar el umbral entre cine, filosofía y metafísica. Las películas, los cineastas y la producción teórica del cine son analizados en los dos textos de Deleuze como
herramientas para la construcción de un pensamiento sobre la acción y
la percepción.
En La imagen-tiempo: estudios sobre cine 2, Deleuze establece claramente el porqué de su interés por Peirce: “lo importante de Peirce cuando
inventa la semiótica es que concibe los signos a partir de las imágenes y de
sus combinaciones, no en funciones de determinaciones que ya serían de
lenguaje”. Reconocido el mismo interés, este trabajo empieza con la apuesta de hacer trabajar los dos textos de Deleuze con el nonágono semiótico
de Guerri, para hacer convivir en el espacio del ícono-diagramático la propuesta epistémica que comparten los tres autores.
El nonágono semiótico del signo imagen-cinematográfica
propuesta interpretativa para la construcción del diagrama
En el primero de los dos volúmenes, Deleuze (1983 [1987a]: 51-52) afirma:
Sí se consideran los tres niveles, la determinación de los sistemas cerrados,
la del movimiento que se establece entre las partes del sistema y la del
todo cambiante que se expresa en el movimiento, hay entre los tres una
circulación de tal índole que cada uno puede contener o preigurar a los
demás. Así pues, ciertos autores podrán “meter” ya el montaje en el plano o
incluso en el cuadro, y de este modo conceder poca importancia al montaje
por sí mismo. Pero aun así, la especiicidad de las tres operaciones subsiste
hasta en su mutua interioridad. (Cursiva nuestra; comillas del autor)
Si se releen estas palabras teniendo presente la lógica peirceana, puede pensarse en una primera actualización de la dinámica de las categorías
de la siguiente forma:
claudio guerri
151
1. el cuadro como primeridad o posibilidad del signo imagen-cinematográfica; es la determinación, el punto de vista sobre un conjunto invariable:
2. el plano como segundidad o corte móvil; es la duración, la modulación
del espacio y del tiempo,
3. el montaje como terceridad o necesidad; es el todo, la duración que
sólo puede ser captada indirectamente, en relación con las demás
imágenes y por medio de una concatenación con la que dar cuenta de
leyes subjetivas y culturales.
Desde mi punto de vista cuadro, plano y montaje pueden ser interpretados como las tricotomías del signo imagen cinematográfica, las tres
categorías con las que dar cuenta las relaciones que el signo mantiene
“consigo mismo” (CP 2.244), “con su objeto dinámico” –es decir la realidad
que representa– (CP 2.247) y “con el interpretante” (CP 2.250). A partir de
esta primera interpretación, propongo las tres categorías de percepción,
acción y relación para pensar los modos de manifestación de la imagen
cinematográfica es decir, los correlatos del signo. Una vez puesta en acto la
regla de producción del nonágono por medio de una intersección entre las
tricotomías y los correlatos, resultará un diagrama con el que dar cuenta
de los nueve subaspectos del signo imagen cinematográfica.
El Cuadro 1 tiene varias afinidades con la clasificación hecha por Deleuze en sus escritos sobre cine. En primer lugar, aquella de la terminología
y la elección del repertorio de análisis, aunque aquí ambos aspectos están convocados a través de una necesaria distancia epistémica con la que
tensionar la propuesta filosófica hacia una coherencia interna (Foucault
1969) necesaria al modelo.
Con respecto a la imagen-percepción, por ejemplo, propongo pensarla
en tanto sinsigno, mientras que en los escritos deluezianos aparece como
dicisigno, en razón del carácter de apertura y conexión del sentido que
tiene el dicisigno y que Deleuze atribuye tanto al objeto como al sujeto
de la percepción. En estas páginas, la tipología del dicisigno es, por lo
contrario definida por la imagen-relación “lo que reconstituye el conjunto
del movimiento con todos los aspectos del intervalo (terceridad funcionando como cierre de la deducción)” (Deleuze [1985] 1987b: 53). Es decir
que frente a dos tipologías de imágenes relativamente similares, se buscó
restituir los parámetros de predominancia del nonágono semiótico para
que desde su propia lógica gráfica pueda abducirse una nueva relación
cognoscitiva del signo en análisis.
En este sentido, confío en que la propuesta diagramática del nonágono
pueda dar forma a un espacio donde activar un razonamiento abductivo,
apelando a la capacidad que tienen los íconos de conectar ámbitos hasta
entonces separados. Mi apuesta es que al ver, dispuestas en un plano, las
tipologías de imágenes con las que trabaja Deleuze, pueda abducirse una
experiencia inesperada. La abducción, ese destello de comprensión con el
152
nonágono semiótico
imaGencinematoGrÁfica
f
f
forma
pErcEpción
Primer Correlato
e
existencia
acción
Segundo Correlato
v
rElación
Tercer Correlato
valor
forma
e
existencia
v
cuaDro
plano
montajE
Primera Tricotomía
Segunda Tricotomía
Tercera Tricotomía
FF
eF
VF
imagen-óptico sonora
(t)
imagen-afección
(m)
imagen-pulsión
(m)
Fe
ee
Ve
imagen-percepción
(m)
imagen-acción
(m)
imagen-relación
(t)
FV
eV
VV
imagen-sueño
(t)
imagen-recuerdo
(t)
imagen-cristal
(t)
que deviene posible saltar por encima de lo sabido, puede prefigurar un
primer paso del razonamiento con el que efectuar, luego, una evaluación
de hipótesis aplicables al fenómeno. A continuación, quiero quebrar la especificidad deleuziana y decantar, a partir de un reordenamiento de sus
elementos, el entramado que esboza un posible diagrama-teórico para la
imagen cinematográfica.
El cuadro, la posibilidad del signo en relación consigo mismo
En el nonágono semiótico propuesto, la primera tricotomía de la imagen-cinematográfica está representada por la imagen-óptico sonora, la
imagen-percepción y la imagen-sueño, en tanto son ‘la-pura-posibilidadde’ la construcción de una sensación, de un dato o hecho y de un valor
imaginario. Todas las imágenes representan la posibilidad de un inicio
formal, es decir que para que haya signo la primera condición es la de
una imagen que posibilite una representación en el espacio y en el tiempo. Lo que aparece en las imágenes va desde la percepción de sujetos,
representando diferentes vínculos de subordinación de la mirada, hasta
la generalidad de una ley representada por la imagen-sueño, en donde se
claudio guerri
valor
Cuadro 1.
Nonágono semiótico del signo imagencinematográica analizado en sus tres
correlatos y tres tricotomías utilizando
las tipologías de imágenes que Deleuze
propone en sus libros La imagenmovimiento: estudios sobre cine 1
(m) y La imagen-tiempo: estudios
sobre cine 2 (t). La propuesta de
agregar (m) y (t) es sugerida por
Diego Juhant a partir de Voto (2014:
111-126) en “Series de Violencia. La
enunciación hostil de Violencia Rivas
como espejo crítico de la cultura” tesis
de graduación en Lengua y Literatura
de la Universidad del Noroeste de la
Provincia de Buenos Aires, inédita.
153
Figura 1.
Maria Pia Casilio en Umberto D.,
1954, de Vittorio De Sica. Una joven
criada entra en la cocina donde
trabaja y se desplaza realizando una
serie de gestos cotidianos mecánicos
y cansados. De repente su mano se
encuentra con su vientre de mujer
embarazada: una maternidad ni
reconocida ni apreciada. Un encuadre
del cual parece surgir toda la miseria
del mundo sin que haya un solo grito,
mientras todo queda líricamente
suspendido.
recurre a entramados de percepciones culturales posibles en el mundo
diegético. 2
Forma de la Forma: la imagen-óptico sonora
Es la primera condición de posibilidad de la imagen cinematográfica y
se refiere a aquellas imágenes en las cuales tanto la dimensión sensorial
como la del movimiento quedan suspendidas en la pura posibilidad, sin acción alguna. Es la imagen que vale por sí misma a partir de la cual surgirán
todas las otras imágenes tratadas más adelante.
El valor de la imagen-óptico sonora (Figura 1) –en tanto uno de los aspectos de la imagen-cinematográfica– está en la pura forma –cualisigno–.
Se propone una forma mínima y suficiente que permitirá desencadenar
después otras instancias de la representación. Al tratarse de la Forma de
la Forma la imagen surge por selección de posibles calidades formales en
virtud de las cuales un objeto puede estar en lugar de otro. La imagen toma
del drama de la joven criada la dimensión sensorial-emotiva y la deja en
potencia. ¿Cuánta conciencia hay en el movimiento de esa mano? Tal cual
las historias de los otros personajes de Umberto D., la frágil historia de
María es representada, en esta instancia, casi por defecto, dejando para
más adelante posibles narraciones espectaculares del desarrollo.
Se entiende por diégesis el mundo ficcional así como se presenta en la realidad que
narran las películas y sus personajes.
2
154
nonágono semiótico
Forma de la Existencia: imagen-percepción
Se entiende por imagen-percepción aquella imagen cinematográfica que
actualiza la posibilidad de percepción del discurso diegético gracias a los
dispositivos o a los discursos utilizados. Deleuze reconoce dos tipos distintos de imagen-percepción: la subjetiva y la objetiva; ambas permiten
percibir las ‘realidades’ mostradas en la película.
En este ejemplo (Figura 2) de la imagen-percepción se nos muestran
singularidades –sinsignos– del indicio que nunca llegan a actualizarse
completamente en relación con las realidades diegéticas y extra-diegéticas. A lo largo de la película no siempre será posible reconstruir el origen
de la mirada, ni opinar acerca de sus representaciones, tanto en la construcción de las subjetivas –las fotografías– como en la construcción de las
objetivas –los encuadres de la película. Al tratarse de la Forma de la Existencia no puede haber más que indicios singulares de lo indicial. Veremos
en la imagen-acción cómo lo indicial cobra corporeidad.
Figura 2.
James Stewart en Rear Window,
1954, de Alfred J. Hitchcock. Un
fotógrafo, circunstancialmente
en silla de ruedas, mira por una
ventana hacia un amplio patio y,
para combatir el aburrimiento, saca
fotografías. ¿Quién mira a quién
y qué es lo que estamos mirando
cuando vemos las imágenes en
pantalla? Tanto a nivel discursivo –lo
argumental– como a nivel de los
recursos de los dispositivos técnicos
utilizados –el efecto telescopio, el
acoplamiento y el zoom entre otros–,
el mundo que percibimos en Rear
Window cuestiona la indicialidad.
Forma del Valor: imagen-sueño
Se entiende por imagen-sueño aquella imagen cinematográfica que representa un mundo poiético, creando una ‘realidad otra’ aceptada por parte
del espectador por razones de orden social y convencional. A pesar de la
otredad a la que apela la representación, acreditamos su posibilidad en
claudio guerri
155
Figura 3.
Charlie Chaplin-pollo y Mack Swain
en The Gold Rush, 1925, de Charlie
Chaplin. En una cabaña en ruinas
en el medio de una nevada y a la
merced del sueño americano,
Big Jim McKay y Charlot, el vagabundo,
padecen hambre. En el encuadre,
Big Jim combate con sus alucinaciones
en el circuito simbólico construido
a lo largo de toda la película bajo
el tópico de la iebre del oro. En ese
contexto reconocido culturalmente
por el espectador –éxito y hambre–,
la ausencia de recursos de los
protagonistas en el mundo diegético
habilita ‘realidades otras’ en ese mismo
mundo, como la de Charlot-pollo.
156
razón de la intrínseca inseparabilidad que podemos reconocer entre ‘lo
real’ y ‘lo imaginario’ (véase página 63 y ss).
En la imagen-sueño (Figura 3) se habilita la posibilidad de una sustitución simbólica –legisigno– en la propia imagen cinematográfica independientemente de la realidad de la representación. Como Valor de la
Forma esta imagen posibilita la presencia de repertorios de valoraciones
convenidos socialmente como, en el ejemplo propuesto, los repertorios
relacionados a la fiebre de éxito y sus consecuencias.
El plano, la duración del signo en relación con su objeto dinámico
La segunda tricotomía de la imagen-cinematográfica está representada
por la imagen-afección, la imagen-acción y la imagen-recuerdo. Éstas están determinadas por la concreta modulación espacial y temporal que
se activa en el mundo diegético, o sea, en el mundo representado en el
propio universo audiovisual. Lo que se ve es indicio de alguna realidad
concreta. Se mostrarán entonces, posibles actualizaciones de un estado
de cosas, en tanto sinécdoques con las que interpretar y volver presente
un aspecto de la realidad representada; acciones en un espacio-tiempo
determinado, metonimias de lo que representan al hacer convivir dos movimientos –con frecuencia contrastivos– en el plano, y jerarquizaciones de
nonágono semiótico
distintos grados de reconocimiento de imágenes, tanto virtuales cuanto actuales, como metáforas es decir, composiciones en donde pueden estar en
presencias y durar dos metonimias (véase página 86 y ss).3
La Existencia de la Forma: imagen-afección
Se entiende por imagen-afección aquella tipología de imagen-cinematográfica en la que hay una manifestación concreta de una acción posible y
concebible pero que no se ejecuta en pantalla; una instancia siguiente podría ser una imagen-acción en la cual efectivamente se ejecuta la acción. La
imagen-afección, en tanto sinécdoque, alude a un recorte que habilita la posibilidad cercana de otras instancias menos formales. Esta posibilidad –la
parte por el todo– podrá resolverse de manera icónica, indicial o simbólica.
En el ejemplo de imagen-afección propuesto (Figura 4) se ve al pequeño Bruno mientras recoge del suelo la gorra paterna y entre lágrimas
suplica, desde el desamparo –icónico– de la infancia, el rescate del padre.
En línea con las reflexiones de Deleuze, que indican al primer plano como
ejemplo por excelencia de imagen-afección, el rol de esta imagen es el de
abstraer lo que se ve de las coordenadas espacio-temporales, para volverlo
Figura 4.
Enzo Staiola en Ladri di biciclette,
1948, de Vittorio De Sica. En una
sociedad desgarrada por la pobreza
económica y social de la posguerra,
los robados se vuelven ladrones y
los niños se vuelven adultos antes
de tiempo. El pequeño Bruno ve a su
padre convertirse en un delincuente
inligiendo a otro el mismo daño
sufrido anteriormente por él. En el
plano de la imagen que se muestra,
mientras la multitud ataca al padre
por haber robado una bicicleta,
el rostro del niño contiene todo
el sufrimiento de este mundo, sus
lágrimas y sus suspiros, mientras se
dirige a pedir el rescate del padre.
Esas lágrimas son la muestra del
duro golpe inligido a los débiles por
parte de una sociedad destruida y
desesperada.
La utilización de las tres figuras retóricas básicas para la caracterización de esta segunda
tricotomía –determinada por concretas dimensiones espaciales y temporales– me fue propuesta por Claudio Guerri (véase capítulo “Retórica revisitada”, página 79).
2
claudio guerri
157
Figura 5.
James Stewart y Lee Marvin en
The man who shot Liberty Valance,
1962, de John Ford. En un pequeño
pueblo en el Far West legalidad e
ilegalidad se enfrentan cara a cara,
reciben la violencia de los golpes
de la realidad y de la afrenta, y
delinean los umbrales del mito. Los
western y los imaginarios relativos
a ese mundo reairmaron los duelos
como herramientas mito-poiéticas,
en una sociedad en búsqueda de
mitos fundadores. Es a través de las
acciones que realizan los personajes
–a su vez delimitándose mutuamente
entre ellos– que se modiica
irrevocablemente el mundo diegético.
ícono. Expresión pura de un afecto que existe por lo que expresa: al ver un
rostro que sufre vemos el sufrimiento. En tanto Existencia de la Forma la
imagen-afección muestra cualidades o potenciales afecciones consideradas en sí mismas, sin que estas imágenes se refieran a nada más.
La Existencia de la Existencia: imagen-acción
Es la imagen de lo actual, donde la cualidad se actualiza en hechos o acciones particulares. En esta tipología de imagen, personajes y situaciones son
dos términos correlativos y antagónicos: el ambiente actúa sobre el personaje que a su vez reacciona de manera tal que modifica el ambiente, llegando a
una nueva condición. El ejemplo más clásico es el del duelo en los western.
Ya no hay un recorte que vale por sí mismo, sino dos sinécdoques en presencia que cobran valor por contigüidad. Peirce diría que se trata de la “violencia del hecho” (CP 1.147) y en pantalla se ve exactamente lo que significa.
En los duelos (Figura 5) y en el recurso típico de su puesta en escena
–el campo-contracampo, lo indicial–, el dispositivo cinematográfico cobra
efectivamente corporeidad. Como ejemplo de Existencia de la Existencia
del signo y por su valor indicial, en la imagen-acción existe todo lo que se
opone a algo. Cualidades y potenciales afecciones existen y se actualizan
en estados de cosas particulares de la película.
El Valor de la Existencia: imagen-recuerdo
Se entiende por imagen-recuerdo aquella imagen-cinematográfica que se
crea haciendo valer una imagen actual en pantalla por una imagen virtual
fuera de pantalla. Como la metáfora, permite presencia y ausencia a la
158
nonágono semiótico
vez. La imagen-recuerdo sostiene, así, el circuito que va desde el presente
hacia el pasado para luego volver al presente actualizando el recuerdo
a través, por ejemplo, del mecanismo del lashback. Una vez creada una
particular relación entre lo actual y lo virtual, ésta es sostenida también
por recursos estratégicos codificados, como por ejemplo las disolvencias.
Si hay un tópico que combina las distintas inquietudes abordadas
por esta película –tan conocida como compleja–, éste es el rol de los
recuerdos, en tanto acciones ocurridas en un pasado y su pretendida
posibilidad de reconstruir la realidad narrada en el mundo diegético. La
película está organizada alrededor de relaciones no lineales entre las
distintas situaciones narradas. En el ejemplo (Figura 6) se debería poder
ver cómo los copos de nieve –que no son los de la bola de cristal– invaden literalmente el plano del presente de Kane, sin linealidad de causa o
de tiempo. Esos copos son presentados, y por primera vez en la película,
simplemente por su dimensión plástica, aunque aún no se haya podido
reconocer su valor diegético en el texto cinematográfico. A lo largo de la
película esos copos se irán haciendo relevantes en tanto imagen virtual
de la infancia de Kane. Esta imagen-recuerdo –Valor de la Existencia–,
asume valor simbólico tanto a nivel de lo figurativo, de lo representativo
y de lo argumental.
Figura 6.
El circuito inicial del flashback
en Citizen Kane, 1941, de Orson
Welles. Detalle del plano de la mano
del moribundo Charles Foster Kane
en superposición con los copos
de nieve de la reiterada nevada
–prácticamente imperceptibles
tratándose de una imagen ija y de
tamaño reducido– símbolo de su
infancia. A partir de este plano y
a lo largo de todo Citizen Kane el
espectador es llamado a rehacer
el rompecabezas de la vida del
ciudadano Kane a través de seis
flashback –incluyendo el noticiero
inicial– que relatan sus gestas. Se
trata de pliegues luidos del pasado
que emergen en el mundo diegético
con recursos simbólicamente
reconocibles por los espectadores,
como disolvencias o superposiciones
entre planos distintos.
El montaje, la concatenación en relación con el interpretante
La tercera tricotomía da cabida a los valores como posibles relaciones sistemáticas, actualizadas y teóricas. Pero ¿cuál es el valor del signo imagen-
claudio guerri
159
Figura 7.
Escena del epilogo de Greed, 1924,
de Erich von Stroheim. En ese mundo
en el que la avaricia afecta y perturba
a todos los personajes, las monedas
–más allá de la desgracia que
produjeron– siguen reluciendo en los
encuadres inales con una siniestra
luz propia. Realismo y simbolismo
son recursos largamente indagados
en la construcción de esta obra
monumental –siete horas de duración
en su versión original–, durante cuyo
desarrollo terminan fusionándose en
un puro placer de la forma.
cinematográfica? De acuerdo con las reflexiones deleuzianas, creo que la
especificidad cultural del texto cinematográfico puede construir una dimensión espacio-temporal otra, o sea, distinta a la diegética. Entonces, la
imagen-pulsión, la imagen-relación y la imagen-cristal representarán las
posibles articulaciones, acciones y valores del espacio y el tiempo como
organización propia del texto. Si desde el principio hasta el final de un
texto audiovisual algo cambia, algo sucede o deviene, es gracias al montaje. El montaje es aquella operación que recae sobre las imágenes para
diferenciarlas estilísticamente –imagen-pulsión–, críticamente –imagenrelación– y a nivel comunicativo –imagen-cristal.
El Valor de la Forma: imagen-pulsión
Se entiende por imagen-pulsión aquella imagen-cinematográfica que representa los valores en su forma germinal. Entre estos, las pulsiones
culturalmente reconocidas, tanto elementales –el hambre, sexo, dinero–,
como complejas –por ejemplo las espirituales– y sus consecuencias. Es
el caso de las imágenes-pulsión en las cuales las cuestiones formales
cobran valor simbólico y por lo tanto adquieren valor estético. Lo que
se ve en pantalla tiene valor fundamentalmente escópico: el placer de
ver ‘formas’.
En el ejemplo de imagen-pulsión propuesto (Figura 7) la operación
en los tonos de colores –Valor de la Forma– crea posibles relaciones sistemáticas entre el mundo narrado y el universo del espectador. En este
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nonágono semiótico
caso las relaciones se pueden establecer primero, por ejemplo, a través
de la intervención del color y, luego, por el valor del contraste entre el
brillo de la monedas y la opacidad de las densas salpicaduras de sangre
en una película sin embargo en blanco y negro. Es decir que la imagenpulsión, como el rhema, señala la puerta de entrada de algún aspecto
estético en la película, porque favorece las herramientas para valorizar
culturalmente el signo.
El Valor de la Existencia: imagen-relación
Se entiende por imagen-relación aquella imagen-cinematográfica que
representa una relación indicial-hipotética –codificada por valores culturales– con la dimensión actualizada que muestra efectivamente en la
narración diegética. Esta relación es reconocida, subsiste y luego es interpretada críticamente gracias a una convención cultural. Es un nivel
indicial-simbólico que se pretende verosímil.
Si el rhema es la entrada del afuera al signo imagen-cinematográfica,
la imagen-relación, como dicisigno, señala la puerta de salida refiriéndose a valores existenciales concretos que se reconocen en el contexto de
recepción. En la imagen-relación propuesta (Figura 8), la interpretación
–como Valor de la Existencia– se vuelve necesaria para la comprensión de
la película, para poder entender la relación que sostienen las imágenes.
¿Cómo poder, si no, imaginar como posibles los acontecimientos que se
suceden en la película? De hecho, no sólo los creemos posibles, sino que
claudio guerri
Figura 8.
Escena de The Birds, 1963, de
Alfred Hitchcock. En una película
soisticadamente construida, en
la que las tres unidades de la
tragedia clásica –acción, tiempo y
lugar– son atentamente respetadas,
la Naturaleza, como otredad
simbólicamente representada por
los pájaros, se rebela lentamente
sin aparente solución de causa. Con
este conlicto, tal vez sintetizable
en la expresión Naturaleza versus
Cultura –pero según taxonomías más
complejas que una simple oposición
de correlatos–, los dos mundos se
relacionan en el universo diegético,
en una trama de acciones simbólicas
recíprocamente inligidas.
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Figura 9.
Giorgio Albertazzi y Delphine Seyrig
en L’année dernière à Marienbad,
1960, de Alain Resnais. En la
imagen, la presencia de la mujer
es virtual en relación al hombre,
pero es actualizada en el espejo. En
la película hay un sólo evento: un
hombre conoce a una mujer en un
gran hotel. Él le cuenta que ya se
habían conocido el año anterior en
Marienbad, que estaban enamorados,
y que, al ser ella casada, habían
quedado en verse al año siguiente
para huir juntos. La mujer no
recuerda, o inge no recordar.
Sigue, entonces, el conlicto entre
los recuerdos del hombre y los de
la mujer, entre la voz en off y las
imágenes.
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los acreditamos y, además, nos movilizamos por su dimensión terrorífica. La carga simbólica de estas imágenes favoreció, de hecho, distintas
interpretaciones críticas a lo largo de la recepción de la película, como
la lectura cosmológica, la ecológica, la religiosa, la histórico-política, la
psicoanalítica y, least but not last, la de género.
El Valor del Valor: imagen-cristal
Según Deleuze, la imagen-cristal es aquella imagen-cinematográfica que
se genera cuando la imagen óptica actual se cristaliza con la propia imagen
virtual, es decir, cuando la imagen presenta un aspecto actual y virtual
simultáneamente. Un ejemplo eficaz de la misma es la imagen en el espejo, que es virtual en relación al personaje real pero es actualizada en el
espejo. Es decir que la imagen-cristal es recíprocamente pasada, presente
y futura, como si fuera un fragmento de tiempo en estado puro.
Como sugiere el ejemplo propuesto (Figura 9), el aspecto simultáneo
de lo actual y lo virtual, en tanto argumento discursivo y figurativo, vuelve
presente el recuerdo de los dos protagonistas ya no distinguible del curso
real de los hechos, creando un mundo ajeno. Abandonadas las formas de
narración procesuales y lineales, el espectador es llamado a observar la
película en una óptica no narrativa. El mismo sujeto de la enunciación –el
yo-aquí-ahora desde el cual se despliegan las concatenaciones de imágenes–, se pierde en este circuito en abismo de temporalidades líquidas. En
nonágono semiótico
tanto Valor del Valor la imagen-cristal posibilita la individuación de una
constante que relaciona y jerarquiza el nivel comunicativo a través de la
puesta en abismo de la argumentación de la película. Desde este mismo
abismo, se abre el espacio a la condición germinal de loop, como organización distinta de la imagen-cristal.
Últimas líneas de apertura
En el año 2011 se suceden eventos de alto tenor simbólico para el
mundo cinematográfico. Primero, los tres mayores productores de cámaras de cine –Arriflex, Panavision y Aaton– dejaron completamente
la producción. Luego, Kodak USA empezó el procedimiento de quiebra,
seguida por el anuncio de la famosa casa de producción y distribución
cinematográfica estadounidense Twentieth Century Fox de dejar de usar
el film en 35mm para la distribución de sus películas. Pero en ese mismo año la difusión de las tablets y los smartphones nos recuerda que,
no obstante estas ‘novedades’ táctiles cuadro, plano y montaje siguen
organizando nuestros ordenadores y las maneras que tenemos de ver y
acceder al mundo.
Estos eventos, luego, van necesariamente entretejidos con la difusión,
durante los últimos quince años, de obras cinematográficas más líquidas
–sólo para citar algunas, puede pensarse en los magmas digitales de Pedro
Costa, Abbas Kiarostami o Aleksandr Sokúrov– y con la emergencia de formas de producción más livianas, efímeras, comprometidas con el territorio
y autogestivas, incluso ahí donde la industria del cine no había plantado
sus bastiones.
Creo que la convergencia de todos estos eventos no debería pasar inobservada por quienes se dedican al análisis y al diseño de la materia
audiovisual. Ella nos habla, una vez más, de cierta continuidad interpretativa con la que poder imaginar cine y productos audiovisuales. Explicar su
significado, podría ser un aspecto importante para sondear los efectos de
sentido que configura el actual horizonte audiovisual en nuestras ciudades, para arremeter contra los discursos sobre la mercadotecnia audiovisual en favor de una episteme más englobante y compartida.
Filmografía
Chaplin, Charlie
1925 The Gold Rush, Estados Unidos, United Artist; distribuido en la Argentina
con el título La quimera del oro.
claudio guerri
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De Sica, Vittorio
1948 Ladri di biciclette, Italia, PDS Produzioni De Sica; distribuido en la Argentina
con el título Ladrones de bicicletas.
1954 Umberto D., Italia, Rizzoli Film, Produzione Films Vittorio De Sica,
Amato Film.
Ford, John
1962 The man who shot Liberty Valance, Estados Unidos, Paramount Pictures,
The John Ford Productions; distribuido en la Argentina con el título
Un tiro en la noche.
Hitchcock, Alfred J.
1954 Rear Window, Estados Unidos, Paramount Pictures, Patron Inc.; distribuido en la Argentina con el título La ventana indiscreta.
1963 The Birds, Estados Unidos, Universal Pictures, Alfred J. Hitchcock; distribuido en la Argentina con el título Los pájaros.
Resnais, Alain
1960 L’année dernière à Marienbad, Francia-Italia-Alemania-Austria, Argos
Films, Cinétel, Cormoran Films, Les Films Tamara, Precitel, Société Nouvelle des Films, Cineriz, Como Film, Silver Films, Terra Film Produktion;
distribuido en la Argentina con el título El año pasado en Marienbad.
von Stroheim, erich
1924 Greed, Estados Unidos, Metro-Goldwyn Pictures Corporation, Erich von
Stroheim Production; distribuido en España con el título Avaricia.
Welles, orson
1941 Citizen Kane, Estados Unidos, Mercury Productions, RKO Radio Pictures;
distribuido en la Argentina con el título El ciudadano.
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