Septiembre 2017. Núm. 21
LECTURAS Y RELECTURAS
ISSN: 1988-3927
La arquitectura moderna: romanticismo y reintegración
HENRY-RUSSELL , HITCHCOCK (2015). La arquitectura moderna: romanticismo y reintegración. Barcelona: Reverté, 2015. 316 páginas.
Edición original: Modern architecture: romanticism and reintegration. Nueva York: Payson & Clarke Ltd., 1929.
Jos é An ton io Fl ores S oto [*]
toriadores y estudiosos reconocen a Henry-Russell Hitchcock haber sido el primero
en ofrecer una historia del Movimiento Moderno con esta obra tan temprana, cuando
estaban por llegar las piezas que mejor lo
habrían de representar. No obstante, su éxito
como tal fue eclipsado al poco tiempo por
la aparición del renombrado y ya mítico libro que el propio Hitchcock escribió junto
con Philip Johnson: he international style:
architecture since 1922, a raíz de la famosa
exposición del Museo de Arte Moderno de
Nueva York (MoMA): Modern architecture:
international exhibition (1932), de cuyo comisariado se encargaron ambos.
Cuando se publicó Modern architecture: romanticism and reintegration (1929), aún no
habían sido erigidos algunos de los que luego serían ediicios canónicos de la Modernidad, como la Villa Saboya (1929-1931).
Es más, el proceso de su redacción, en los
dos-tres años inmediatamente anteriores,
coincidió en parte con la construcción de
otros «iconos modernos», como el Pabellón
Alemán de Barcelona o la Casa Tugendhat
(1928-1929); objetos de culto apenas difundidos ni conocidos cuando el libro estaba ya
preparado para ver la luz. Pese a ello, his-
Quizás por este segundo plano al que pasó
rápidamente, nunca se tradujo al español.
En la presente publicación, La arquitectura moderna: romanticismo y reintegración
(2016), la Editorial Reverté y el Departamento de Composición Arquitectónica
(DCA) de la Escuela Técnica Superior de
Arquitectura de Madrid han abordado dicha labor de traducción para ofrecerla al
mundo hispanohablante. Cuarto volumen
de la colección Documentos de Composición
Arquitectónica e integrada en las labores de
investigación del DCA, se ofrece con prólogo de la profesora Emilia Hernández Pezzi
sobre la historiografía de la arquitectura del
Movimiento Moderno y la inserción de esta
peculiar obra en ella. Así mismo, se cierra la
edición con el no menos interesante estudio
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sobre su legado en la citada historiografía.
En él, la joven investigadora Macarena de la
Vega indaga la presencia de las tesis expresadas por Hitchcock en este libro pionero entre críticos e historiadores contemporáneos
y predecesores de la arquitectura moderna.
Ambos estudios añaden interés académico a
esta primera versión española del libro y, sin
duda, la actualizan.
Hitchcock, jovencísimo e incipiente historiador en el momento de la publicación de
Modern architecture, entendía la Historia no
como un proceso desarrollado a saltos, sino
como una serie de sucesos en progreso continuo. Presenta entonces la arquitectura del
Movimiento Moderno como el resultado
casi indefectible del recorrido en continuidad
del sentimiento de la Edad Moderna. Para
él, como luego para Giedion, la arquitectura
moderna es el in de una larga evolución y no
una ruptura abrupta durante el primer cuarto del siglo xx respecto a los modos de hacer
del pasado. La división tripartita del texto:
‘Romanticismo’, ‘Nueva tradición’ y ‘Nuevos
pioneros’, incide en ello como postura canónica en el entendimiento del desarrollo de los
fenómenos naturales e históricos. De hecho,
esa manera de enlazar con el pasado por medio de tres pasos: gestación, desarrollo y clímax, es un ejercicio completamente académico desde J. J. Winckelmann. Se tratará de un
relato en tres actos cuya tesis sobre el origen
de la arquitectura moderna es el espíritu del
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último gótico. Hasta él se remonta Hitchcock
con muestras de una escritura algo pedante,
con la que tal vez quisiese presentarse ante
el público entendido europeo del momento como un joven erudito —tenía veintiséis
años— digno de ingresar en el elenco de los
grandes historiadores de la talla de Jacob
Burckhardt o Heinrich Wöllin.
De esas lejanías medievales, Hitchcock llega en
línea recta al surgimiento de lo que llama ‘estilo
internacional’. Y este término con el que denomina a la arquitectura de los ‘nuevos pioneros’
por vez primera en este libro, tres años antes
de que se institucionalizase con la exposición
del MoMA, indica que en Modern architecture
estaba fraguado en su ideario, como algo propio, el concepto estilístico de esta arquitectura.
Este matiz es importante, pues indica el origen
de una denominación que hoy nos es completamente familiar y que generalmente se suele
atribuir a Johnson y a la citada exposición del
MoMA de 1932. Se ve que Hitchcock ya pensaba en ofrecer la imagen de un ‘estilo’ característico del siglo xx, aunque este no estuviese
aún del todo formado.
La exposición del hilo argumental del libro
adolece de un insuiciente apoyo en imágenes; se trata de un silencio gráico clamoroso
para tratarse de una obra que intenta presentar la nueva arquitectura del siglo xx. Son
muchos los ediicios descritos prolijamente
—demasiados tal vez—, pero muy pocas las
fotografías que los ilustran. Este hecho tiene
la virtud de incitar al lector a una indagación
particular al respecto para reconstruir el relato gráico, pues la versión española ha respetado el espíritu de escasez gráica original
y no ha añadido ilustraciones. Sin embargo,
se echan en falta, dada la llamativa densidad
en el lenguaje empleado, sobre todo en el
capítulo del Romanticismo, particularmente
plúmbeo (pese a ello, no haría bien el lector
en desanimarse en el propósito de leer, pues
se trata del capítulo inicial).
Sorprenden en el libro algunas opiniones de
Hitchcock sobre los arquitectos de la ‘Nueva
tradición’ (aquellos que ya tenían una amplia
carrera arquitectónica en la década de 1920
y eran precursores de los artíices plenos de
la arquitectura moderna: los ‘Nuevos pioneros’). Entre ellos, y contrariamente a lo que
otros historiadores sostuvieron luego, resulta
llamativo como despacha el comentario de la
obra de Charles Rennie Mackintosh en una
breve referencia. La trata al mismo nivel que,
en el caso español, la de Antonio Gaudí. Para
Hitchcock ninguna de las dos es relevante
en la arquitectura de los ‘Nuevos pioneros’;
lo que es acuerdo general en la historiografía
de la arquitectura moderna con Gaudí, pero
no con Mackintosh, a quien se le atribuye no
poca inluencia en la génesis de la ortodoxia
arquitectónica moderna. Es en gestos como
este donde se ve la particular mirada del historiador sobre dichos orígenes, que también
sorprende en lo que se reiere a los protagonistas de la modernidad plena.
Entre los ‘Nuevos pioneros’, Hitchcock procede a un detallado repaso de la obra construida de arquitectos que aún en los años de
1920 tenían toda una carrera por delante.
Ellos representan lo que él cree que podría
dar de sí esa nueva arquitectura. Aborda su
estudio por países, analizando las aportaciones destacadas al espíritu de la modernidad:
Francia, Holanda y Alemania principalmente. Y lo hace con la misma escasez de imágenes que ilustren los ediicios analizados
antes.
Llama la atención en este caso la durísima
crítica a la obra de Frank Lloyd Wright, de
quien todavía no sospechaba ediicios como
la Casa de la Cascada, el Ediicio Johnson
Wax o el Museo Guggenheim. Hitchcock lo
considera entonces no en declive, sino un arquitecto ya acabado; al inal, por tanto, de su
carrera. Sin embargo, pese al rigor con que
lo trata, termina asegurando de él que es el
mejor arquitecto norteamericano del primer
cuarto del siglo xx —quizás como postrer
elogio—; sin barruntar siquiera lo que estaba por venir de su parte y que lo haría el
maestro que llegó a ser.
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En la misma línea también sorprende la
predilección sin paliativos mostrada por la
arquitectura de J. J. P. Oud frente a la de Le
Corbusier como mejor representante de la
arquitectura moderna. Hitchcock considera al autor holandés uno de los principales
‘Nuevos pioneros’ de esa arquitectura que en
1929 estaba por descubrir su resultado en
la Historia. No en vano las obras de Oud se
hallan muy bien ilustradas entre las estudiadas de los ‘Nuevos pioneros’ —quizás las que
mejor lo están—, lo cual demuestra la gran
estima en que lo tenía.
A Le Corbusier, en cambio, lo caliica como
formalista y demasiado propagandístico. No
consideraba que la suya fuese una arquitectura verdaderamente moderna en comparación con la de Oud; aunque la tuvo en
cuenta, por supuesto. Sin embargo, y como
ya ocurriera con Wright, le auguraba un corto recorrido; en lo cual se equivocó clamorosamente —conviene recordar que se trata
de la primera de las historias del Movimiento
Moderno, cuando aún estaba gestándose—.
Y esto también es importante, pues ya se
ha dicho que lo que en este libro se anuncia
como ‘arquitectura moderna’ todavía no contaba con sus obras más representativas, entre
las que aquellas más nombradas sean tal vez
y precisamente las de este ‘Nuevo pionero’
al que no se le dedica tanta atención como a
Oud: Le Corbusier. Así que, igual de relevante es esta visión inicial de la modernidad ortodoxa, como los grandes errores de cálculo
que cometió Hitchock en ella en relación a lo
que luego sucedió. Quizás es que, en su afán
de aparecer como el primer historiador de la
arquitectura moderna, se precipitó y apostó
en sus predicciones por las propias preferencias arquitectónicas y no por lo que luego
consiguió ser más mediático.
Llegados a este punto, cabe preguntarse qué
interés actual pueda tener un libro publicado por vez primera hace casi ochenta años
y que no se ha traducido al español hasta
ahora. Después de lo dicho sobre el Movimiento Moderno, esta obra ofrece al mundo
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de habla hispana una versión hasta ahora
incógnita, pionera, sobre los orígenes del
Movimiento cuando este todavía no era del
todo consciente de que lo representaba ni de
su alcance en la arquitectura del siglo xx. Y
ya se sabe que la Historia, como verdad absoluta, no existe; sino que es un relato construido por los historiadores, según sus preferencias, hipótesis y visión particular. Aquí
se puede comprobar el caso de una ‘historia’
escrita como avanzadilla de muchas otras; y
que, como tal, no coincide punto por punto con la ‘historia’ que con el tiempo se ha
venido a consolidar de aquella arquitectura
moderna, hoy ampliamente superada.
Como diría Umberto Eco, el paso del tiempo
hace que se olviden las razones primeras de
lo que en nuestro momento consideramos
cierto; algunas veces incluso las trastoca. Se
pierden en el ayer las razones y quedan los
relatos asentados en la conciencia colectiva
—en eso quizás consista la Historia: en la
construcción de las verdades del pasado—.
La arquitectura moderna: romanticismo y
reintegración es un libro interesante para
indagar en los orígenes de la construcción
del relato de la ortodoxia moderna; merece
no dejarlo en el olvido a pesar de los años
transcurridos desde que vio por vez primera
la luz.
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Notas
[*] Doctor arquitecto, Profesor Asociado en la Escuela
Superior de Arquitectura y Tecnología de la Universidad Camilo José Cela, Madrid, España.
Contacto con el autor: jalores@ucjc.edu