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REVISTA INCLUSIONES ISSN 0719-4706 VOLUMEN 2 – NÚMERO 2 – ABRIL/JUNIO 2015
ISSN 0719-4706 - Volumen 2 / Número 2 / Abril – Junio 2015 pp. 111-129
CIUDADANÍA: UN CONCEPTO EN CONSTRUCCIÓN
ENTRE EL LIBERALISMO Y EL COMUNITARISMO
CITIZENSHIP: A NOTION IN CONSTRUCTION BETWEEN LIBERALISM
AND COMUNITARISMO
Mg. © Eder Noda Ramírez
Universidad Autónoma de Tamaulipas, México
eder.noda@gmail.com
Dr. © Alfredo Sánchez Carballo
Universidad Autónoma de Tamaulipas, México
alscarballo@gmail.com
Fecha de Recepción: 10 de enero de 2015 – Fecha de Aceptación: 18 de febrero de 2015
Resumen
Este artículo tiene como objetivo discutir el tema de ciudadanía que actualmente está circunscrito en un debate
liberal y comunitario. Primero, explica las bases histórico-políticas de la ciudadanía, así como su actual
constitución; posteriormente, son involucrados al concepto, mayores elementos como la pluralidad y comunidad,
propios del andamiaje teórico que recientemente está pensando en replantear a la ciudadanía desde lo plural y
la acción política; por último, se pretende reflexionar acerca del debate que hay entre liberalismo-individualismo
y el comunitarismo, esta última postura -que critica a la primera-, ofrece elementos discursivos oportunos
encaminados hacia la continuidad de una construcción teórica sobre ciudadanía.
Palabras Claves
Ciudadanía – Derechos – Liberalismo – Comunitarismo - Democracia
Abstract
This paper aims to discuss the issue of citizenship that is currently circumscribed in a liberal and communitarian
debate. First, explain historical and political citizenship, bases and its current constitution; subsequently, are
involved the concept, major elements as the plurality and community own the theoretical framework that is
recently thinking about rethinking citizenship from the plural and political action; Finally, some thoughts about
the debate between liberalism-individualism and communitarianism, the latter position, which criticizes the firstprovides timely discursive elements geared towards continuity of a theoretical construct citizenship.
Keywords
Citizenship – Rights – Liberalism – Communitarianism –Democracy
MG © EDER NODA RAMÍREZ / DR. © ALFREDO SÁNCHEZ CARBALLO
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Ciudadanía: un concepto en construcción entre el liberalismo y el comunitarismo pág. 113
Introducción
La ciudadanía ha sido un concepto perteneciente a la comprensión del Estado, tal
idea ha ido desapareciendo con el devenir de la modernidad y la complejidad de la
estructura social resultado de los cambios globales. El Estado en las democracias actuales
representa un papel minimalista debido a la gran expansión del poder que reconfigura las
reglas de un nuevo juego político; en este sentido, surge un proceso de desnacionalización
o desestatalización de las sociedades actuales, donde el mercado internacional está
reclasificando el derecho privado y descentralizando la autoridad.
Derivado de lo anterior, la ciudadanía debe entenderse como un objeto de lo político,
así como el Estado, autónoma a la noción de este último, pero sin dejar de observar la
estrecha relación que guarda con la democracia por medio de los derechos civiles, lo cual
involucra no sólo la administración pública gubernamental, sino la vida política actual de los
países interconectados en la era tecnológica globalizada, lo cual abre el debate para discutir
el entendimiento y operacionalidad de la ciudadanía en las democracias contemporáneas,
pertenecientes al capitalismo tardío.
1.- La ciudadanía homogénea y su constitución en la política
El concepto ciudadanía alude a lo político; de acuerdo a Sartori, la política concebida
por lo antiguos griegos -animal político-, hacía referencia a una antropología en donde el
ciudadano se inmiscuía en los asuntos de la ciudad y la ciudad era internalizada en el
hombre1
Esta concepción fue repensada por los romanos, que incluyeron en la historicidad
del término la noción de jurisdicción, es decir, la normatividad y regulación de los asuntos
comunitarios, legitimados en la República. No fue sino hasta la concepción escolástica
(Tomas de Aquino) que comenzó a dilucidarse “lo social” de lo político, arguyendo a un
sentido de orden social en función a un derecho divino. Fue Maquiavelo 2 quien profundiza
en la práctica política, lo que da por sentado una separación entre la teoría y la práctica, en
un contexto de revolución filosófica, en donde se formulaba una separación importante para
la construcción del objeto denominado “política”.
Entonces, la noción de ciudadano está ligada a la noción de lo político, que con el
paso del tiempo ha pasado de ser una antropología de los asuntos urbanos a formar parte
de una normatividad y status dentro de un Estado fundamentado en la jurisdicción y el
derecho. Lo anterior es un punto importante a destacar, dado que la ciudadanía sería
entendida dentro del marco del desarrollo de la política y el Estado.
En este sentido, Marshall describe las etapas históricas de la ciudadanía moderna3.
La primera etapa, consistió en el desarrollo legal de los derechos (siglo XVIII);
continuamente, la lucha de clase en el siglo XIX, lo cual también dio un panorama de
exigencias políticas (demandas sociales); por último, en el siglo XX, la ciudadanía incluiría
1
Giovanni Sartori, La política: Lógica y método en las ciencias sociales (México: Fondo de Cultura
Econóimca, 2002).
2 En este sentido, son discutidos los argumentos que se encuentran en las obras de Discursos de la
primera década de Tito Livio y El Príncipe.
3 Thomas Marshall, The right to welfare and other essays (Londrés: Heinemann Educational, 1981).
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los reclamos por los derechos sociales. En esos tres siglos, los objetos políticos
desarrollados fueron: los tribunales, los parlamentos y el sistema de bienestar,
pertenecientes a la constitución de un Estado moderno con características liberales.
Mann, a diferencia de Marshall, observa a las fases de la ciudadanía en un marco
de régimen político: ciudadanía liberal, reformista, monárquica, fascista y socialista
totalitaria4. Es notorio el proceso histórico en estas fases, desde la revolución
norteamericana y francesa que dio paso a la democracia occidental, hasta los regímenes
políticos a principios del siglo XX como lo fue el fascismo en Italia y el socialismo totalitario,
aludiendo a la Unión Soviética.
Turner, señala una remembranza histórica de la ciudadanía desde el cómo se fue
entendiendo y no sólo por lo que ocurría. La ciudadanía -explica- fue concedida desde
arriba, con un sentido antropológico aristotélico; así mismo, tuvo que ver con el proceso de
ciudanización de la persona (ontología política); la ciudad era el centro de las libertades
(época estoica); en la época pos mercantilista, se asociaba a privilegios, los habitantes de
la Burgh (fortaleza) que por residencia gozaban de ellos; menciona que a finales del siglo
XVIII, la ciudadanía tenía una estrecha relación con la noción de sociedad civil; con base a
Gramsci, explica que en el siglo XX, se articularon sociedad civil con el Estado, así como la
sociedad y la economía5.
Estas clasificaciones históricas, permiten entender que la ciudadanía es concebida
dentro de un marco de la política y del Estado, aplicada a cualquier régimen. Sin embargo,
es la democracia la que ha moldeado su propio concepto bajo la ética de libertad e igualdad;
así por ejemplo, el ciudadano adquiere igualdad ante la ley para desarrollar sus libertades
individuales; tal relación con el Estado, es decir: de arriba hacia abajo en función al derecho,
ser libre desde el punto de vista del ciudadano, era servir al Estado6; de esta manera haría
válida su garantía jurídica y podría acceder a los privilegios dentro de su nación. La relación
ciudadano-Estado estaría política y socialmente legitimada por medio de su
institucionalización. La ciudadanía es entendida desde la sociedad civil, como un sistema
de instituciones y organización que tenía posibilidad de desarrollar libertades individuales
en un sistema de consentimiento7, ergo, involucra elementos como: normas, valores,
principios y formas de asociación política de la relación Estado-individuo.
El proyecto por el cual la ciudanización adoptó valores “universales” de igualdad y
libertad en tanto a derechos, como menciona Guiddens en su crítica a Marshall, se separa
de una noción eurocéntrica, por lo que hay que pensar en nociones universalistas. También
explica que la ciudadanía no es una evolución funcional de la sociedad, es decir, en sus
fases históricas no es que haya pasado de una confederación legal de derechos por parte
del Estado a una continua exigencia de los mismos por parte de la sociedad, no puede
compararse la constitución normativa pos revolución democrática, a las movilizaciones
sociales de obreros en el siglo XIX o de grupos étnicos o minoritarios del siglo XX8
4
Michael Mann, «Ruling Class Strategies and Citizenship.» Sociology, nº 21 (1987) 339-354.
Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía.» En Dimensiones de democracia radical:
Pluralismo, ciudadanía, comunidad, de Chantal Mouffe, (2012) 49-84.
6 Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía…
7 Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía…71.
8 Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía…
5
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Otro elemento por agregar a la discusión, es el rescate de lo económico a la
conceptualización, dado que existen contradicciones entre las libertades políticas que
impulsó la democracia liberal para legitimar el propio proyecto democrático y los derechos
de propiedad, en donde está latente el conflicto de clase.
La lógica de la ciudadanía se ha circunscrito dentro de la propia discusión del
Estado-Nación, es decir, como un concepto propio del binomio, que desemboca en una
conducta cívica y funcional dentro del régimen político, una manera de coexistencia pacífica
al poder, mientras el juego e intereses políticos mantienen su propio espacio de
reproducción y disputa, la ciudadanía como representación social de una nación, anula las
diferencias que existen entre dominados y dominantes.
En cuanto a los derechos humanos y civiles, se puede decir que son el punto teórico
de encuentro más fuerte entre la democracia y la ciudadanía 9, porque históricamente se
han visto como objetos confederados por el aparato estatal al pueblo como un contrato
social de coexistencia pacífica.
En otro sentido, los derechos han traído in natura una exigencia de los grupos
sociales periféricos al poder y que también forman parte de la construcción social llamada
pueblo. Tilly, explica que hay relaciones significativas entre derechos y demandas
sociales10; es decir, exigidos desde abajo, lo que permite una amplia extensión de
aplicación, cobertura y aceptación, a diferencia de los dictados “desde arriba” en donde los
derechos generales, son más particulares y excluyentes.
Lo anterior, lleva a la siguiente pregunta: ¿Los derechos son resultado de los
privilegios desde arriba o de las luchas radicales por parte de los grupos subordinados
desde abajo?
Por una parte se tiene a la democracia pactada por medio de la representatividad,
en donde el aparato estatal es quien confiere los derechos al pueblo; por otra parte, está la
democracia del consenso en donde convergen los intereses y las disputas de la sociedad
para adquirir sus derechos.
El proyecto universal de la ciudadanía que sirve al Estado para gozar de derechos,
pertenece a una democracia liberal cerrada con aplicaciones jurídicas particularistas, esta
ha sido la práctica histórica, ergo, abrir el sistema cerrado, ha involucrado luchas sociales
para extender el marco de los derechos.
Turner sintetiza el proceso histórico de la ciudadanía convertida en una forma de
derecho y en relación a los regímenes democráticos más conocidos11.
9
Alberto Olvera, «La construcción de la ciudadanía en México en los albores del siglo XXI.»
Sotavento, (2001) 35-48.
10 Charles Tilly, Citizenship, Identity and Social History (Nueva York: International Review of Social
History, 1996).
11 Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía…
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Abajo
Arriba
Contextos revolucionarios
Democracia pasiva
Espacio público
Pluralismo liberal
Autoritarismo plebiscitario
Espacio privado
Abajo
Arriba
Espacio público
Tradición de la revolución
Caso pasivo inglés
francesa
Liberalismo
Fascismo alemán
estadunidense
+
-
Cuadro 1: Desarrollo de la ciudadanía Fuente: Turner12
Con base en el anterior cuadro, se argumenta que el desarrollo de la ciudadanía
tiene que ver con el tipo de democracia construida desde arriba o desde abajo, esto en
referencia a algunos regímenes políticos surgidos entre el siglo XIX y hasta mediados del
siglo XX. En unas democracias, el espacio público es más consistente que en otras. Cabe
destacar, por ejemplo, que puede desarrollarse más un espacio privado en el autoritarismo
plebiscitario si se plantean los derechos desde arriba, caso contrario, desde abajo,
estaremos ante un pluralismo liberal. De acuerdo a Turner, existe una ciudadanía pasiva y
activa en función a una democracia desde abajo o arriba, más abierta o más cerrada13.
De acuerdo a lo mencionado hasta el momento, la ciudadanía moderna tiene tres
características14:
1.- Condición jurídica:
a.- Elementos cívicos. Los derechos como libertades
b.- Elementos políticos. Participación política
c.- Elementos sociales. Participación mínima en la riqueza y seguridad social por medio de
la justa distribución
2.- Condición funcional del ciudadano. La multiplicidad de actividades, el derecho privado.
Competencia política y promoción de sus intereses como miembro de diferentes grupos
sociales.
3.- Cualidades morales. La ciudadanía corresponde a un buen ciudadano.
La discusión es más abierta, la unitariedad planteada desde un concepto del Estado,
particularmente democrático y liberal, cuyo proyecto de universalización de los derechos
institucionalizados es el ancla del discurso político, no son suficientes para entender a la
ciudadanía. La política tiene una multiplicidad de actores y relaciones sociales dentro de
una economía más avanzada que ha reconfigurado el juego político; por otra parte, existe
la pluralidad de grupos sociales que están en constante lucha y negociación, así como
Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía…
Bryan Turner, «Esbozo de una teoría de la ciudadanía…
14 Jean Leca, «Preguntas sobre ciudadanía.» En Dimensiones de democracia radical: Pluralismo,
ciudadanía, comunidad, de Chantal Mouffe, (2012) 31-47.
12
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pertenencias identitarias-culturales, las cuales ofrecen mayores elementos tanto para
entender lo liberal como lo comunitario.
2.- Pluralidad, comunidad y multiculturalidad
Pensar al ciudadano como individuo activo dentro de su comunidad, es tratar de
darle una característica política a una despolitización del concepto pasivo en las
democracias, es decir, no precisa solamente en la noción griega ni su polis, ni reducirlo al
civitas romano, al privilegiado o al que sirve al régimen para prevalecer sus garantías.
Chantal Mouffe, señala la necesidad de replantear el discurso liberal por uno radical:
derechos, soberanía, participación y representación popular en la propia reconfiguración de
la democracia cada vez más heterogénea15 .
Si la ciudadanía es entendida desde lo político, que en su devenir moderno ha
pasado a ser un objeto despolitizante de estudio, entonces debe estar relacionada –como
mencioné ut supra- no solamente con el Estado-nación sino también con la democracia,
por lo que conviene entender primeramente las condiciones actuales de ambos en los
actuales tiempos modernos.
La primera característica es la expansión del capital y la globalización. La
consolidación de la red global de actividades económicas a lo largo del siglo XX, los
cambios tecnológicos, la terciarización de servicios y la nueva división internacional del
trabajo, contribuyeron a superar las fronteras regionales o nacionales por las de escala
mundial. El triunfo de las economías más fuertes o desarrolladas a costo de las economías
periféricas y la derrota del socialismo, permitió dar un gran salto a la reconfiguración del
orden internacional; la globalización vendría a dar forma a un proyecto de liberalización
masiva de los mercados con una despolitización del Estado-Nación. De acuerdo a Beck,
los cambios económicos de la expansión del capitalismo no sólo intensificaron las redes
comerciales de intercambio, sino configuraron un Estado-Nación en una versión minimalista
del poder político, con ello la pérdida de su soberanía al servicio del capital privado16, ergo,
las políticas intentarían dar impulso a la protección de intereses regionales que están
conectados con los internacionales, de ahí que lo local/global no sea mutuamente
excluyente.
Lo político vendría a girar en el círculo del poder, el cual es reconstruido en las reglas
del juego de interés internacional divido en sistemas-mundo que promueve la diversidad sin
unidad (política de derechos humanos), la dominación económica centro-periferia y la
instauración de una estructura hegemónica en los órdenes sociales. Entonces, el propio
tema del Estado-Nación, no es sólo un asunto público, sino también mundial, por lo
consiguiente, los esquemas teóricos deben adecuarse a estas exigencias históricas17.
15
Chantal Mouffe, Dimensiones de democracia radical: Pluralismo, ciudadanía, comunidad.
(Prometeo, 2012).
16 Ulrich Beck, ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización.
(Paidós, 1998).
17 David Held, La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno cosmopolita (Paidós,
1997).
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Este contexto influye en la acción de los actores que componen el propio orden
social, es decir, los ciudadanos desde una perspectiva conceptual de la unidad y a su vez
diferenciada por razones identitarias. Lo anterior conlleva a estructurar un orden
democrático, es decir, un orden sociopolítico que está en función a las acciones de los
ciudadanos conceptualizados unitariamente y heterogéneos subjetivamente, dentro de las
esferas pública y privada influenciadas por la globalización.
El tema de los derechos no es entendido ya desde el reduccionismo (derechos
humanos universales), ahora se trata de construir un marco vinculante de los asuntos
políticos de los Estados, las sociedades y las regiones18. El campo de facultades y
obligaciones es más amplio y el sistema político nacional al internacionalizar, es más
complejo; sin olvidar la estrecha relación que se tiene con la propia expansión del capital
en la actualidad. Son los cambios económicos, los que están estableciendo los límites de
la autoridad.
Para Sassen, la globalización es un proceso de “desensamblaje” del Estado-Nación,
es decir: del territorio, la autoridad y los derechos; se preserva la lógica de propietarios y
trabajadores, donde los propietarios son los que tienen mayor autoridad, derechos y
privilegios sobre los territorios en donde es expandido el capital intensificadamente,
verbigracia, las ciudades de hoy19.
En este sentido, el Estado-Nación dejaría ser el proveedor de privilegios, fungiendo
ahora un papel de gestor y administrador para que los privilegios se den en el espacio
privado; el vencimiento del estado de bienestar en la década de los ochenta, provocó que
lo nacional sentara las bases o diera lugar a lo global, constituyendo una nueva autoridad
moderna, institucionalizada internacionalmente. Bajo esta observación, la democracia
dentro de la globalización más avanzada, tiene a un Estado desnacionalizado en cuanto su
andamiaje político y sus políticas, con una privatización de las normas jurídicas que modifica
a la autoridad, el territorio y los derechos. Un Estado desnacional, implica un marco jurídico
institucional al servicio del capital global.
La reconfiguración del nuevo orden mundial, consiste en el que el poder se
encuentra ahora en muchas manos, un poder red20. El mundo no es dominado por uno, dos
o inclusive varios Estado-nación, sino por docenas de actores que poseen y ejercen
diferentes tipos de poder. Los desafíos del Estado-Nación estarían representados por los
siguientes macro actores: organizaciones regionales y globales, corporaciones,
organizaciones no gubernamentales y las milicias, idea que está asociada a la
desnacionalización y la nueva reconfiguración de la autoridad y los derechos.
Pero, ¿cómo garantizar la igualdad y la libertad en una desnacionalización de
Estado que está sujeto a las nuevas reglas del juego económico y político global,
enmarcado en el desarrollo desigual de la propia expansión del capital? Si bien por un lado,
la noción de ciudadanía liberal clásica, suprime de estas diferencias de clase con una
abstracción generalizada por medio de los derechos humanos, en otras palabras,
despolitiza al individuo; por otro lado, se ha mantenido latente y continuo, los movimientos
David Held, La democracia y el orden global. Del Estado moderno… 278.
Saskia Sassen, Territorio, autoridad y derechos. De los ensamblajes medievales a los ensamblajes
globales (Katz, 2013).
20 Michael Hardt y Antonio Negri. Common wealth: el proyecto de una revolución del común (Madrid:
Akal S.A, 2011).
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de la ciudadanía (plural y heterogénea) para demandar sus propios derechos e intereses,
lo cual es más abierto al consenso y al reconocimiento del conflicto. Parece que hay una
evolución conceptual de esto: de una ciudadanía despolitizada a una politizada, de un
entendimiento representativo a uno participativo; aunque de ser así, el ciudadano estaría
nuevamente en la funcionalidad como actor que representa un papel más específico, uno
más democrático que otro.
Al principio se señaló que la ciudadanía está relacionada a la política pero como una
categoría de Estado; ahora, el concepto es entendido dentro de la política como acción
social que ya no depende del Estado. Sin embargo, en el campo de la democracia, los
derechos han sido un vínculo teórico que dadas las condiciones actuales de la
reconfiguración del capitalismo y la globalización, así como el desarrollo de la esfera pública
y la multiplicidad de poderes, la ciudadanía tiene como eje principal de participación a la
sociedad civil, la cual es relacionada como un contra poder en el nuevo juego del poder
político mundial.
No obstante, hay complicaciones en asegurar la igualdad y la libertad en cuanto a
la acción política de los actores dentro de los procesos desnacionales por el mundialismo,
dado que las contradicciones entre dominados y dominantes, en la propia desigualdad del
sistema económico y las relaciones económicas, permanecen constante en el imperativo
del poder y la organización social. El derecho privado, por más que exista movilización
social, impera dentro de la esfera pública porque persisten los elementos de competencia
e interés personal, sigue sin superarse un individualismo metodológico en la propia noción
de ciudadano.
Es importante notar, que circunscribir la ciudadanía en la democracia
contemporánea, va más allá de la noción de Estado, incluso se asocia con formas de
organización política de la sociedad en cuanto a temas del espacio público; sin embargo,
es una sociedad lejos de ser homogénea, cerrada o sensible a los cambios globales, es
multinacional, multicultural y plural.
La poliarquía según Robert Dahl es el gobierno de muchos, y por muchos se refiere
a la democracia del pueblo representado por sus gobernantes que fueron elegidos por
mayoría de sufragios; las mayorías ejercen sus derechos en un plano bidimensional de
libertad e igualdad y los grupos políticos están en una constante disputa por el poder21. Esta
noción de un tipo ideal weberiano, presentaría una situación: como la democracia moderna
está circunscrita en un Estado de partidos, los gobernantes electos representarían sólo a
un sector del pueblo, así como a un grupo de élites políticas y económicas, segmentando
el ejercicio del poder en un sistema político representativo, en donde la política de la
diferencia, estaría fundamentada en la tolerancia hacía los sectores poblacionales que no
lograron posicionar sus máximos intereses públicos, esa es una funcionalidad realista de la
democracia, que como se señaló en los anteriores párrafos, estaría sujeta a la
reconfiguración del poder en el orden mundial asociado a los intereses globales in situ al
propio juego del meta poder y las propias contradicciones sociales que trae consigo la
expansión del capitalismo.
La democracia por antonomasia es “incluyente”: está en constante diálogo también
con las minorías de manera institucional; en este sentido, Kymlicka abre la discusión de los
derechos esenciales para las minorías, desde la noción liberal del problema de las minorías,
21
Robert Dahl, Poliarchy: participation and oppsition (New Haven, Yale University Press., 1971).
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Ciudadanía: un concepto en construcción entre el liberalismo y el comunitarismo pág. 120
alude que ha existido una “desatención benigna”22, es decir, hay derechos tan universales
que desatienden los derechos específicos de las minorías. Surge la necesidad de
explicación sobre la coexistencia de derechos de las minorías vis a vis derechos humanos.
Para Kymlicka23, el crecimiento demográfico y económico, así como la migración
intensificada a finales del siglo XX, que trajo consigo una serie de intercambios culturales,
comprende una serie de cambios interpretativos en lo que es una nación.
El autor explica que existen Estados multinacionales y multiculturales. Un Estado
con más de una nación se le conoce como Estado multinacional, donde las culturas más
pequeñas conforman las minorías nacionales, verbigracia, los Estados Unidos: indios
americanos, puertorriqueños, chicanos, Hawaianos, Chamorros de Guam; Canadá:
ingleses, franceses y aborígenes; tienen por característica la lealtad común al Estado que
es identitaria a los valores nacionales.
El Estado multicultural. El término multicultural, hace referencia a una extensa gama
de grupos sociales no étnicos que han sido excluidos y marginados, no se trata de
diversidad, sino de un pluralismo cultural el cual existe gracias a la inmigración, es una
cuestión de coexistencias policéntricas; hay estados poliétnicos como el australiano.
Los grupos dominantes poliárquicos, han impulsado un proyecto de integración de
las minorías por medio del reconocimiento a sus derechos básicos como parte del proceso
de civilización, integrarse es igual a civilizarse, culturizarse conforme a las exigencias de
los cambios actuales, un proyecto de homogenización bajo un discurso de democratización,
igualdad y libertad. Hay un viejo mundo conformado por pueblos federados y un nuevo
mundo de pueblos integrados o asimilados.
El caso de los afroamericanos en Estados Unidos es de especial atención: No se
les dejó integrarse, ni tampoco mantener sus lenguas, ni crear sus instituciones culturales.
Hubo dificultades para construir un Estado negro en el Sur, surgió una lucha por la
participación política para practicar el derecho de estar aunque se le sea negado24. Las
relaciones sociales entre grupos, han estado modificando la noción de ciudadano.
La idea de la coexistencia de varias naciones en un Estado que en la globalización
se ha ido fragmentando y desestatilizando, ha estado agotando el proyecto de la
homogenización democrática, reconociendo la pluralidad y conflicto de intereses en el juego
político por el poder. Las minorías no implican un no poder, sino que también pueden
obtenerlo o representarlo; la tesis de Kymlicka sobre minorías excluidas y las que son por
“asimilación” política, no toma en cuenta el posicionamiento del grupo étnico o religioso, por
ejemplo, Brasil, país en donde la religión protestante está tomando cada vez mayor fuerza
en la vida política: una minoría puede también representar elites en un sistema federalista
e inclusive de autogobierno.
Sin embargo, su propuesta sobre la reconfiguración de los derechos de las minorías,
permite abrir la discusión hacía una propia reforma de participación política de los
ciudadanos que conforman un complejo cultural en una era moderna, aunque la democracia
liberal planteada desde un proyecto de universalización de los derechos no sea compatible
22
Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural (México: Paidós, 2002).
Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural…
24 Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural…
23
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con el propio derecho de las minorías, es en la propia democracia donde puede plantearse
un proyecto heterogéneo: la democracia como gobierno del pueblo en territorios donde hay
varios pueblos, a cada pueblo su nación.
La premisa “varios pueblos para varias naciones”, predispone la idea de una
democracia plural y no de “muchas democracias”. Laclau, entiende que la operacionalidad
política de una construcción unitaria que represente significativamente a lo heterogéneo, es
conocido como pueblo; no hay división de clases en un sentido simbólico, porque existe un
concepto que da identidad y representatividad en cuanto a una nación que es operativa de
acuerdo a las demandas producidas por la insatisfacción, las cuales dinamizan la propia
acción política25; advierte que las demandas no deben ser homogenizadas porque entonces
la noción de pueblo sería sustituida por el de “masas”; existe un proceso de
encadenamiento equivalencial que constituye la multiplicidad de relaciones de las
demandas, el cual surge desde la periferia del poder para después articularse como un
antagonismo al sistema político. Es el antagonismo, la prueba específica de la
heterogeneidad, el pueblo en su totalidad parcial aludiendo a la operatividad política, es una
unidad simbólica, debe estar coordinado por mediadores en los procesos de articulación
política, el pueblo no se compone de una identidad homogénea que exprese una sola
demanda.
La diferencia con Kymlicka reside en la autonomía, dado que la democracia vendría
a ser un sistema unitario poliárquico y plural, que no puede limitarse a la noción de un
pueblo que corresponda a una nación, sino que es por consecuencia de la pluralidad, que
los derechos deben ajustarse, dado que representan a varios pueblos, varias demandas
que conforman culturalmente naciones.
Hardt y Negri explican qué es la “multitud”, misma que representa al sujeto político
como producto de las luchas en el propio devenir del tiempo, una especie de sujeto
emancipador que es contra poder, mismo que es interconectado a través de la formación
de redes (Hardt y Negri, 2004). Para los autores, la heterogeneidad no es suficiente, sino
la “mezcla” entre actores manifestantes en contra del poder hegemónico que permita poner
la piedra angular para el cambio del sistema, la hibridación es esta mezcla interconectada
que forma la multitud, una metamorfosis biopolítica. Se oponen al proyecto de
homogenización del capital, mismo que quiere que la multitud se convierta en unidad
orgánica, exactamente como el Estado quiere convertirla en pueblo26.
Otra crítica a la homogenización del Estado-Nación y la democracia del siglo XX, la
hace Chaterjee27, quien alude al anclaje de esos dos conceptos en un marco narrativo del
capitalismo, siendo macro extensiones de un proceso de dominación colectiva por medio
de una normalización del individuo que suprime la narrativa comunitaria. Los conceptos de
ciudadanía y sociedad civil se construyeron sin considerar elementos autóctonos en su
comprensión teórica, sólo fueron operativos a la reproducción de la dominación, los cuales
han fracasado; por ejemplo, la sociedad civil no ha logrado homogenizar a todos los grupos
y menos a los subalternos, hay resistencias fragmentadas en contra de ese proyecto
normalizador. La verdadera discusión de intereses, no está en las élites, ni en la sociedad
civil como tal, sino en la confrontación que hay entre el Estado del capital global-nacional y
las comunidades locales, por lo que deben existir buenos mecanismos de mediación en la
25
Ernesto Laclau, La razón populista (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005).
Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud (Barcelona: Debate, 2004), 129.
27 Partha Chaterjee, La nación en tiempo heterogéneo (Buenos Aires: Siglo XXI, 2008).
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esfera pública, de ahí que sea más pertinente pensar en una sociedad política, la cual está
organizada por grupos locales, no siempre tiene reconocimiento legal y se encuentra en
constantes negociaciones de la reivindicación de los derechos28.
La narrativa de los derechos universales que construyen un “ciudadano común”,
debe ser sustituida por la idea heterogénea de los derechos, dado que son demandas
concretas sobre realidades particulares en el proceso complejo de resistencia y negociación
con el capitalismo. Se opone a la idea de dos sociedades fragmentadas: la progresista
cosmopolita y la atrasada, puesto que el espacio-tiempo es heterogéneo, fragmentado y
denso por muchos significados, negando la coexistencia de dos tiempos, reconociendo sólo
realidades fragmentadas.
Chaterjee como Laclau, se oponen a la idea de ciudadanía universal y multitud de
Hardt y Negri, la cual demanda la universalización de los derechos humanos, aclarando que
éstos son entendidos desde una perspectiva no homogeneizadora y dominante. Sin
embargo, el debate se encuentra en una disyuntiva: la familia heterotrópica o el pueblo,
están circunscritos en una acumulación histórica de lo político y lo cultural; por otro lado, la
ciudadanía universal y la multitud, se entienden como una posibilidad de emancipación, una
movilización de contrapoder.
El actual momento histórico de la globalización, ha permitido desarrollar un proyecto
ideológico de despolitización de ciudadanía por medio de los derechos universales y el
monopolio del poder en manos del mercado internacional en el nuevo juego político; sin
embargo, es esta circunstancia, también implica la despolitización entre dominados y
dominantes, pero en un sentido participativo; es decir, el ser ciudadano implica la posibilidad
de movilizarse y exigir independientemente a la clase que represente. La ciudadanía actual
depende de tres elementos: división de trabajo, movilidad geográfica, símbolos de
identificación colectiva29, mismos que son superpuestos a la nacionalidad y la comunidad
cultural; hay una reconfiguración de los espacios públicos y privados: el individuo exige
garantías cada vez más privadas dentro de un encadenamiento de demandas segmentadas
que lo hace activo en los procesos de negociación dentro de un espacio público.
Por lo tanto, hay una bifurcación en los cambios del concepto, por un lado está el de
origen privado, haciendo referencia a la conformidad de las leyes a cambio de protección y
a la economía de mercado; por el otro lado, la de origen público, que es entendida por la
participación permanente en actividades políticas, relacionada al asociacionismo o a la
sociedad civil. De lo anterior, se distinguen dos Estados: el nomocrático, que es el imperio
de la ley del mercado o el gobierno, y el telocrático, fundamentado en la ley de la historia o
los intereses de las masas30.
La premisa central, consiste en replantear al individuo desde la comunidad, a partir
de esta información surge la siguiente pregunta: ¿debe formularse una concepción no
individualista o un individuo colectivo? Si la ciudadanía es pluralista, no puede concentrarse
aunque esté reconfigurado el derecho privado, en una unidad de todos los aspectos de la
vida, aunque es en la esfera pública donde existe conjuntamente con el poder. Al
comprender un individuo colectivo, la democracia es comprendida totalmente como una
forma de organización que institucionaliza la acción política de los ciudadanos que están
Partha Chaterjee, La nación en tiempo heterogéneo…
Jean Leca, «Preguntas sobre ciudadanía…
30
Jean Leca, «Preguntas sobre ciudadanía…
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en constante negociación dentro de la esfera pública, la comprensión de árbitros neutrales
sería sustituida por mecanismos eficientes de intermediación; de esta manera, el individuo
colectivo formula una identidad política en relación a la propia democracia.
Lo que es fundamental en esta discusión, reside en el rescate de lo político por
medio del pluralismo. De acuerdo a Mouffe31, el pluralismo es agnóstico en cuanto a temas
plurales (religión, sexo, etc.), pero no es agnóstico en cuando a lo político que relaciona
temas plurales en la esfera pública, intereses privados encadenados a los intereses
públicos; es decir, partir de un discurso homogéneo a uno heterogéneo en constante lucha
y negociación. Mouffe piensa que la democracia debe ser finalizada, afinada desde una
postura radical, anteponiendo lo social frente a lo colectivo, pero alejada del discurso
tradicional que ha imperado en el propio socialismo, sino adecuada a las exigencias del
actual momento histórico.
Minorías agregadas, pueblo o multitud, son conceptos convertidos en objetos
políticos que comprenden una pluralidad y heterogeneidad de la sociedad; así mismo,
manifiestan la necesidad de recomprender el papel del sujeto político en las actuales
democracias, reconociendo el poder político de facto que predomina en el imperio del
capital global. La ética política de la pluralidad, estará centrada en dos elementos
principales: la constante acción de los sujetos políticos, y la multiplicidad de estas acciones
en comunidad.
Ahora bien, la ciudadanía se reconfigura desde la propia teoría política, como un
propio objeto de estudio dentro de un marco de la democracia contemporánea en la era
global. Por otro lado, el ciudadano está integrado en los tres conceptos políticos
mencionados: es parte de una minoría multicultural o multinacional, de un pueblo y de una
multitud, ¿cómo comprender al ciudadano reconfigurado desde la perspectiva de lo plural
en una democracia de partidos gobernada por élites dentro de los intereses del capital
global y un Estado desnacionalizado?
Hasta el momento, la postura comunitarista ha planteado un rescate de la
democracia, manteniendo la esperanza de superar su actual estado existente, inacabado,
pero que desde su implementación, pueden elaborarse una serie de acciones que
modifiquen los sistemas actuales, si bien hay condiciones globales contrapuestas, propias
de la naturaleza del capitalismo, también hay mecanismos globales para comenzar a
construir una democracia desde la periferia al centro del poder, en una reidealización de la
república, en donde los agentes políticos dotados de derechos plurales, racionalmente
pueden luchar o negociar sus intereses en la esfera pública, como pensaba Arendt32. La
teoría de la ciudadanía plural y participativa, aún está en construcción y cada vez es más
compleja y dinámica por los propios cambios mundiales que existe en el espacio-tiempo
heterogéneo.
3.- Pensando en el debate liberal y comunitarista
La ciudadanía ha entrado en un debate que surge por la crítica a las posturas
liberales respecto al sujeto político que es dirigido en función a sus intereses personales, el
cual actúa racionalmente, por ejemplo, la constante búsqueda del poder es una acción
31
32
Chantal Mouffe, Dimensiones de democracia radical…
Hanna Arendt, The Human Condition (New York: Doubleday, 1959).
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propia de la racionalidad limitada que tiene el individuo, la competencia entre individuos
cuya intención es la maximización de sus beneficios o los del grupo al que pertenece, les
permite entrar a una competencia. Una democracia construida desde la competencia el
individuo en sociedad, es un régimen de ganadores y perdedores, es gobernar a los
perdedores, que bajo el discurso de la igualdad normativa y la libertad humana, ofrecen una
tolerancia de derechos humanos para la coexistencia pacífica, abriendo los canales
electorales para que el juego de la competencia empiece un nuevo ciclo.
La individualidad, según Stuart Mill, debe caracterizarse por la libertad sin daños a
terceros, la cual tiene una constitución normativa33. Lo social tiene que ver con lo solidario,
aunque los individuos ejercen sus libertades como naturaleza humana, el sentido social es
constituido por la solidaridad, tal sentido sólo es legítimo en el individuo y su acción
autónoma es el límite del Estado. Si asociamos este planteamiento al ciudadano, podemos
pensar que la competencia es un vínculo de las libertades individuales que no afectan a
terceros, porque su fin precisa, en acotar el poder del Estado que tiende a monopolizar la
vida política de los ciudadanos.
Para precisar ¿Por qué una democracia es mejor que una monarquía? No puede
hablarse de eficiencia, porque el concepto es independiente al sistema político, puede
haber un gobierno monárquico con políticas y administración eficiente; sin embargo, el
fracaso de la mayoría de regímenes cerrados, se debió a la poca flexibilidad al cambio, la
democracia ofrece sistémicamente la posibilidad de cambios en las decisiones de Estado;
visto desde arriba, la competencia entre partidos y la división de poderes, establece
parámetros de consenso y posibilidades de ir perfeccionando la decisión, con la intención
de prevalecer una buena vida para los habitantes de la nación. Surge entonces una relación
ambivalente del poder: la sociedad como demanda y fuente de poder, el gobierno como
oferta y representante de ese poder, es un contrato social que sirve para asegurar la
existencia humana.
La constitución de la democracia liberal moderna después de la segunda mitad del
siglo XX, surgió como un proyecto moral para abolir los regímenes autoritarios; la
divulgación del discurso emancipador democrático, obligó a la ciencia política a estudiar las
transiciones democráticas de los regímenes políticos34.
Sin embargo, la expansión del capital global ofreció un panorama muy diferente en
la política internacional, los países más democráticos (ganadores) que aventajaban en sus
factores de producción a los países menos democráticos o autoritarios (perdedores), tenían
una problemática. El crecimiento económico acelerado de los países altamente
tecnológicos y productivos, generó excedentes económicos que superaron las expectativas
de la “buena vida”, el consumo colectivo aumentó y la vida cosmopolita se desarrolló
exponencialmente, por otra parte, la inversión en la guerra también aumentó, lo que da a
entender: una democracia económicamente fuerte, tiende a la propia expansión del poder
y la dominación35.
La expansión de la democracia desde la moral, es una idea romántica, la propia
lógica de la competencia busca mecanismos eficientes de captación del poder y la
33
John Stuart Mill, Sobre la libertad (México: Alianza Editorial Mexicana, 1989).
Guillermo O´donell; Philippe Schmitter y Laurence Whitehead. Transiciones desde un gobierno
autoritario (Barcelona: Paidós, 1994).
35 Luis Tapia, Política Salvaje (Bolivia: CLACSO, 2008).
34
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formación de élites políticas y económicas. La democracia no está exenta de riesgos, se
mantiene incluso una pseudoparticipación de las masas manipuladas por grupos
totalitarios36.
Otra cuestión ¿Podemos pensar, que los riesgos de la democracia son producto de
la formación ontológica de un individuo ensimismado y egoísta, preconcebido, ajeno al otro?
Al interior del pensamiento liberal, hay también variantes. De acuerdo a Rawls, la cuestión
del individuo está en el acto de selección. Primeramente explica que existe una
imposibilidad en distinguir lo que soy de lo que tengo, hay un velo de la ignorancia que nos
hace a todos iguales37. Entonces, el yo rawlsiano es un yo que elige sus fines antes de
experimentar su descubrimiento, el yo se remite a preferencias, emerge un sujeto
previamente individualizado y preconcebido.
Como el individuo es capaz de discriminar racionalmente, entonces su libertad es
una capacidad manifestada en diferentes objetos, cada individuo tiene un derecho igual al
esquema de libertades básicas similar a los esquemas de otros. A cada libertad
corresponde una necesidad básica, misma que puede entrar en conflicto con otros, por lo
que es necesario intercambiarlas, la justicia opera como una distribución de bienes
contingentes y en la resolución de las desigualdades económicas y sociales (la justa
igualdad de oportunidades).
Hay un sentido de equivalencia en este discurso: por una parte están los bienes
primarios que toda persona desea por lo tanto podría elegir, del otro lado está la distribución
equitativa de esos bienes38. La idea de justicia de Rawls, entonces tiene que ver con la
maximización de oportunidades de los menos favorecidos por medio de la distribución de
bienes contingentes, entre más justicia, menor desigualdad social; la justicia planteada
desde la elección, deja a la humanidad la tarea de qué elegir en condiciones universales,
un instructivo de dirección de la política democrática.
Tales indicadores filosóficos, permiten plantear lo siguiente: ¿no es esta postura,
una reivindicación de tolerancia y asistencialismo del propio poder político que justamente
distribuye derechos por medio de la cooperación societal? ¿Un individualismo solidario?
Para Sandel, la cuestión del individuo no reside en el acto de la selección, sino en
la capacidad de elegir, la elección es vista como un proceso de experiencias con el entorno
y no sólo por la racionalidad individual, el individuo es pos concebido, es a posteriori: si los
fines fueran completamente míos como producto de la racionalidad, no podrían identificarse
conmigo mismo porque no existe la noción de “otros”. Rawls cae un falso dilema al seguir
sosteniendo la individualidad cuando entra en conflicto y formas de intercambio de las
libertades, derechos o bienes; hablar ya de otros “yoes” es ya referir una experiencia
cooperativa, el individuo no actúa conforme a lo que elige sino a lo que ve, no a lo que
deciden sino a lo que descubren, no es un contrato sino una autoconciencia de un ser
intersubjetivo, explica39.
36
Klaus Von Beyme, La clase política en el Estado de partidos (Madrid: Alianza Universidad, 1995).
John Rawls, Teoría de la justicia. 2a Edición, 6a reimpresión (México: Fondo de Cultura
Económica, 2006).
38 Dante Avaro, «Rawls, Sandel y Walzer: un debate más que imaginario.» Metapolítica, (1998) 241262.
39 Michael Sandel, Liberalism and the Limits of Justice (Cambridge: Cambridge University, 1982) y
Dante Avaro, «Rawls, Sandel y Walzer: un debate…
37
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En el mismo sentido, el yo rawlsiano según Walzer, niega su constitución por medio
de lazos y valores40; al desestimar la consistencia sustancial del yo en comunidad y su
conciencia a través de la experiencia es devaluar lo político, el individuo racional aislado no
es político, es un organismo natural que procesa una serie de información desembocando
en una acción humana libre, es la relación con el otro, la categoría de “varios”, la fuente de
lo político. Al existir la noción de bienes básicos correspondientes a necesidades a la
distribución justa, es implícitamente una noción comunitaria porque entran en juego
significados compartidos. Tanto los significados como las acciones son compartidas y
plurales, por eso, los conciudadanos se interpretan a partir de un mundo de significados
plurales que comparten; la capacidad de elección en la distribución de la justicia, no puede
darse en condiciones universales desde el planteamiento liberal, porque no considera la
especificidad de la cultura; el derecho como punto teórico de vinculación entre ciudadanía
y democracia, no es llano o natural, es interpretativo y conquistado por la comunidad, la
pluralidad no es un principio, los principios son plurales. Hay varias esferas de justicia, de
poder y dominación. La justicia no debe violar la distribución social de bienes, que una
esfera no domine a otra, como la riqueza41.
Lo anterior plantea lo que es más justo: ¿un intercambio de libertades/necesidades
en la colectividad o el bienestar concebido desde la experiencia comunitaria? ¿Disminuir la
desigualdad en las esferas de poder o impedir que una domine a otra? Según Walzer, urge
el proyecto de reformular la teoría de los derechos individuales.
Surgen dilemas teóricos como los siguientes ¿Es el derecho privado quien debe
estar sobre la concepción del derecho comunitario o viceversa? ¿La fuente de poder y de
cambio en una democracia, es el concepto individuo o comunidad? ¿Somos libres en
cuanto ejercicio del derecho o del poder, el derecho es poder o esto es un error categorial?
¿Cuáles son los bienes justos para desarrollar una buena vida que goce la libertad,
universales o plurales? ¿Se trata de la cuestión de superar el discurso de la libertad o el de
la igualdad, o entenderlas desde otra lógica? ¿Empirismo o equilibrio reflexivo?
Lo evidente es, que el principal problema filosófico de las políticas liberales es el
pensamiento acerca del individuo, el cual es pensado antes de la socialización y está en
función a fines racionales, la visión del Estado en materia de lo social es reduccionista, por
lo que la crítica hacía el liberalismo tiene su génesis en la propia ontología social. En este
sentido, el individuo no es constitutivo a sí mismo, sino es constitutivo a lo sociohistórico42.
El discurso comunitarista es crítico-reflexivo, pretende reagrupar los conceptos
teóricos del liberalismo para dar otra interpretación, pero no lo supera, no trasciende la
sustancia de la categoría, expone el problema, ofrece resquicios para que desde la
hermenéutica teórica puedan concretarse objetos políticos de estudio en una ciencia
política más abierta pese a la dificultad epistemológica que representa la hegemonía del
neopositivismo, el cual presenta a la ciencia política como una ciencia auxiliar de la
administración racional: una tecnología social de la prospectiva, un aparato técnico que nos
predetermina y nos dice a dónde ir43.
40
Michel Walzer, Las esferas de la justicia (México: Fondo de Cultura Económica, 1993) y Dante
Avaro, «Rawls, Sandel y Walzer: un debate…
41 Michel Walzer, Las esferas de la justicia…
42 Luis Tapia, Política Salvaje…
43 Klaus Von Beyme, Teorías políticas contemporáneas: una introducción (Madrid: Instituto de
Estudios políticos, 1977).
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Ciudadanía: un concepto en construcción entre el liberalismo y el comunitarismo pág. 127
Conclusiones
La posibilidad de entender a la ciudadanía como una reconquista histórica, implica
una tarea de pensar en el andamiaje teórico que permita configurar un nuevo lenguaje
político o por otro lado, seguir superando el lenguaje político actual con presentes síntomas
anacrónicos.
La ciudadanía atiende a un reordenamiento del derecho, en otras palabras, un
derecho universal que permita la constante reconstrucción de los derechos desde la
comunidad como un proceso de negociación con el poder sistémico del capital global por
medio de las demandas plurales en un espacio público conflictivo.
Este reordenamiento del derecho (la ciudadanía es derecho para y por los
derechos), requiere un nuevo proyecto democrático, donde destacan las siguientes
características:
1.- La pluralidad (principios plurales).
2.- El sentido comunitario.
3.- La acción política del individuo, la constitución de sus redes:
a.- Contrapoder.
b.- Demandas heterogéneas.
c.- Redes de información cognitiva.
d.- Movilización política.
4.- Reconfiguración del espacio:
a.- Espacio público/global.
b.- Espacio privado/multicultural y multinacional.
5.- Supresión del individualismo metodológico.
6.- La construcción de un sujeto político a posteriori.
Los anteriores puntos, resultan ser algunos elementos a considerar para establecer
a la ciudadanía como objeto político de la ciencia social, así como la posibilidad de su
representación concreta vista como un fenómeno socio histórico y no sólo como un modelo
ideológico o de la ética política, o una simple especulación filosófica, sino como una
materialidad del lenguaje político-científico de la democracia.
Aunque es asumida la postura de elaborar un nuevo proyecto democrático, en
donde la humanidad está segura del éxito de la democracia en el mundo con todas sus
vicisitudes históricas ante las propias contradicciones del capital global y mira de lejos un
retroceso hacía el absolutismo y el autoritarismo entre más sea desarrollada la democracia
(sociedad civil, mecanismos institucionales de participación, redes de movilización social,
contrapoder, entre otros), cabe la posibilidad en un mundo de incertidumbre, que alguna
vez, la democracia sea reversible.
Finalmente, la postura comunitarista nos deja una reflexión conquistadora, en donde
el ciudadano ya no es un espectador de un sistema político incognoscible, inmodificable,
un régimen divino que nos ha limitado sólo a ser racionales desde un punto de vista liberal,
como escribiera John Milton en su libro “el paraíso perdido”44, cuando un ángel le responde
a Adán en su soledad: “que sea el cielo el que se mueve, o la tierra, te importa poco, con
tal que tus cálculos sean exactos”, ahora estamos ante la posibilidad de la cuestión y la
44
John Milton, El paraíso perdido (México: Alba, 1999).
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Ciudadanía: un concepto en construcción entre el liberalismo y el comunitarismo pág. 128
lucha constante a lo políticamente establecido: “denme la libertad para saber, pensar, creer
y actuar libremente de acuerdo con la conciencia, sobre todas las demás libertades”,
“porque es mejor reinar en el infierno que servir al cielo”, ahí la cuestión.
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Para Citar este Artículo:
Noda Ramírez, Eder y Sánchez Carballo, Alfredo. Ciudadanía: un concepto en
construcción entre el liberalismo y el comunitarismo. Rev. Incl. Vol. 2. Num. 2. Abril-Junio
(2015), ISSN 0719-4706, pp. 111-129, en http://www.revistainclusiones.cl/volumen-2nba2/oficial-articulo-2015-mg.-28c29-eder-noda-ramires-y-dr.-28c29--alfredo-sanchezcarballo.pdf
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