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ESCUELA DE HUMANIDADES FACULTAD DE COMUNICACIÓN La crisis de los partidos en el Perú y la consiguiente personalización de las campañas Trabajo realizado para la asignatura de Comunicación Política Profesor del curso: MACKELMANN ROEDENBECK, Mathias IPARRAGUIRRE BERNAOLA, Milagros Teresa 20131902 Ciclo 2016-2 Lima-Perú Los partidos políticos tienen su principal función con la democracia, específicamente la representativa, la cual depende de estos para garantizar su legitimidad. ​Según la ACE, Red de Conocimientos Electorales, “todas las democracias modernas son democracias representativas en tanto que resulta inviable un sistema de democracia directa. La democracia y la representación política parecen integrar un binomio indisoluble, en el que ambos elementos se complementan y condicionan recíprocamente”. (ACE, 2012) Sin embargo, la democracia, en sus inicios, no siempre contó con la existencia de partidos políticos como tal. Ellos resultan de un quiebre de la sociedad feudal y su consecuente paso a la sociedad industrial. La burguesía “requería de formas de organización política que sustituyeran a las testamentarias o corporativas por nuevos modos de organización, dependientes de grupos políticos organizados en el parlamento, con reglas claras para la circulación de la clase política. Estas reglas serían de carácter electoral y tendrían un sentido distinto al llamado mandato directo (y en ocasiones vitalicio) de los representantes respecto de sus representados; tal mandato quedó sustituido por el representativo, con el cual el diputado ya no es considerado representante exclusivo de su distrito, sino de toda la nación, y deja de estar obligado a seguir ciegamente el mandato imperativo de sus electores. La sociedad libre que surgió después de la quiebra de los estamentos y las corporaciones precisaba de organizaciones que fueran funcionales en el nuevo estado de cosas” (Cárdenas Gracia, 1996). Es así como se divide la sociedad civil y la sociedad política, la cual necesitaba de canales comunicativos para la articulación de intereses bidireccionales. Esta comunicación luego se vio materializada en parlamentos, partidos políticos y la opinión pública. De esta manera, se concibe a los partidos políticos como articuladores de la relación entre la sociedad civil y el Estado, los cuales permiten la expresión de intereses a un nivel individual y colectivo; sin embargo, las sociedades al ser plurales y diversas intrínsecamente, encontramos intereses diversos, por lo que es complicado llegar a un consenso para satisfacer todas las necesidades e intereses. “Su función es por tanto ambigua, pero indispensable en una sociedad plural en la que los distintos grupos e intereses requieren de participación y representación. Lo condenable siempre es el partido único, que generaliza artificialmente intereses particulares. Por el contrario, los partidos políticos en plural y en condiciones de una lucha política en igualdad de oportunidades son los mejores catalizadores, propiciadores y garantes de la democracia” (Cárdenas Gracia, 1996). Es así que encontramos en los partidos políticos, basándonos en la teoría, una importante contribución a la ejecución de la democracia, al proceso electoral y al fomento de instituciones de representación y gobierno, donde los partidos son los principales actores. Además, tienen una función importante con la socialización política, la formación de la opinión pública, así como a la misma dinámica de sistema de partidos que mantiene cada país, los cuales ofrecen a la ciudadanía, la sociedad civil, alternativas de proyectos y programas políticos, los llamados planes de gobierno. Los partidos son, entonces, la base para la representación de los ciudadanos, donde nacen las propuestas y directrices a seguir para alcanzar un desarrollo a nivel individual y social. De ellos depende un sistema democrático, así como su profundización y consolidación, a pesar de la crisis que parece estar teniendo ya desde hace varias décadas, creando el peligro de la partidocracia, cuando algunos partidos buscan apoderarse de instituciones y convertirse en medios degenerativos mediante prácticas clientelares, buscando intereses particulares y no en los que expresaba basarse, yendo contra los principios de la democracia y los derechos humanos. Los crecientes conflictos sociales y descontento social de las distintas poblaciones de cada país demuestran que la democracia representativa no está satisfaciendo las necesidades de todos los conformantes de una sociedad. Esto se debe a factores como la perpetuada desigualdad y pobreza (en todos sus aspectos), la corrupción, la deslegitimación de la política y por tanto las instituciones, conflictos sociales y la carente comunicación entre el Estado y los ciudadanos. ​Existe una crisis de representatividad política, en la que el sistema político, el Estado, y el ciudadano se mantienen alejados, incrementándose la brecha en los NSE más bajos. Encontramos así un rechazo del aparato público a las demandas de la sociedad, no se construye un puente eficiente de comunicación entre ambas partes, necesarias para un íntegro funcionamiento de la democracia representativa. En la actualidad somos testigos de nuevos intentos de participación en la democracia para reducir estas brechas sociales, principalmente comunicativas, buscando “estimular una interacción entre la clase política, las administraciones y la ciudadanía; en definitiva, estamos asistiendo a la creación de nuevas fórmulas de poder compartido que hace posible afrontar nuevos retos sociales”. (Federación Andaluza de Municipios y Provincias , 2010) Así, llegamos entonces a representaciones políticas locales, en la que vemos a través de los partidos políticos una participación política y ciudadana para formar un plan de gobierno en base a ideas compartidas respecto a democracia y ejercicio de poder. Estos partidos se han visto deslegitimados en la historia de nuestro país, en el que las ideologías y contenido han pasado a segundo plano y las personalidades y carisma del líder político imperando, siguiendo esta política “mesiánica” que se repite en los últimos procesos electorales. Según Mayora, “desde hace muchos años, el sistema democrático en la región andina está asediado por una compleja crisis de gobernabilidad que se origina principalmente en la fragmentación de la representación política y de los sistemas de partidos, así como en el desmantelamiento de las capacidades de los Estados para hacer frente a las crecientes demandas y conflictos sociales” (Mayorga, 2004). Es así que plantea que es necesario pasar de creer que los partidos políticos se enfrentan a una crisis de descomposición por la misma volatilidad de la representación política, remitiendo la problemática a una falta de confianza y credibilidad, a entender que enfrentan una crisis por las mismas deficiencias y fracasos de los partidos en la gestión estatal. Por lo tanto, la crisis de esta representatividad política y su legitimidad es consecuencia directa de los partidos como actores gubernamentales, no a la inversa. Una de las razones de esta mal praxis por parte de los partidos políticos en los regímenes democráticos es, como sostiene Alberto Adrian zen haciendo referencia a Francisco Durando, “es la captura del Estado por los poderes fácticos y los grandes grupos económicos y mediáticos que hace de este casi un actor ausente de la política, como una forma de satisfacer las demandas y como búsqueda para construir una representación, un acto inútil mientras el Estado siga prisionero de estos grupos. Otra es la ausencia de una mayoría política que «ordene» el país. Lo que tenemos es una suma de minorías como consecuencia de un divorcio político entre el centro y la periferia del sistema y de una persistente fragmentación social” (Adrianzén, 2015). Lo que sucede, también, es que el “capitalismo tardío” y la “modernidad líquida” de la que Hauman hablaba “han construido nuevas formas de mediación pluralizando, también, el campo de la mediación política, de forma tal que los partidos políticos se han visto notablemente relativizados en su función mediadora primigenia y, en el caso extremo, prescindidos de ellos en su responsabilidad mediadora. Así, los gremios corporativos del capital y el trabajo (sindicatos, federaciones, confederaciones) comienzan a adquirir relieve mediaciones; lo mismo acontece con las diferentes organizaciones populares; las personalidades reconocidas, nacional e internacionalmente; los gobernadores regionales; las iglesias; las ONG(s); que asumen funciones de mediación política porque las circunstancias reales los empujan a ello, circunstancias donde, además, las líneas divisorias concretas entre lo político y lo no político se hacen más tenues con una particularidad: la mediación política en esta nueva forma de mediación Estado-sociedad que ya no necesita de organismos especialistas en la mediación política como los partidos políticos, es una mediación de coyunturas, de tiempos cortos y específica; lo que funciona muy bien con los intereses de las clases gobernantes, el gran capital y el Estado que los representa porque ello obvia vigilancia orgánicas y sostenidas de las políticas gubernamentales y acciones de envergaduras desde las posiciones contestatarias al “establecimiento” sociopolítico global” (Vilcatoma, 2015). De esta manera, los partidos políticos, sean de izquierda, centro o derecha, quedan limitados a una mediación de normas en el Congreso que, lejos de ser real, es una mediación de la tecnocracia que estipula y argumenta normas, pero que no realiza una comunicación directa con la sociedad civil u otros actores de la política. No hay una mediación que busca una acción social o colectiva, ya que no toma en cuenta a los actores, ni sus necesidades ni particularidades sociales y culturales. Esto lleva a entender el sentir de la opinión pública al expresar que el Congreso no es necesario o que fácilmente podría ser cerrado de manera dictatorial o autoritaria, sin importar las consecuencias de tal medida inconstitucional a la democracia. Vilcatoma agrega que la tendencia social lleva a una “pluralidad de mediaciones”, convirtiéndose en una opción mediaciones más, ya no ocuparía el lugar que antes tuvo, debido a los procesos históricos, el capitalismo y la necesidad de representación. Actualmente los movimientos sociales, por parte de la sociedad civil, promueven una auto transformación crítica y creativa, basada en lo colectivo, para, posiblemente, la creación de “partidos de nuevo tipo” que se adecúen a la lucha política y exigencias del contexto actual. Esta crisis de los partidos políticos llevan las consecuencias mencionadas en cuanto al impacto político y sociedad. Pero a pesar de que no existan buenos canales de comunicación entre ellos y la ciudadanía, igual existe una comunicación. Sin embargo, esta ha ido cambiando mucho debido a las dinámicas de la actual sociedad y, yendo de la mano, los medios de comunicación. Se busca la inmediatez, el entretenimiento, el espectáculo, lo digerible, lo más llamativo. Esto ha hecho que los partidos, en especial sus candidatos, también se ajusten a estas medidas, cambiando por lo tanto las formas en las que comunica su imagen, su mensaje y sus ideas. Como menciona “se debería tener en cuenta que, ante la gran cantidad de estímulos comunicacionales a los que es sometida la sociedad -la publicidad, las noticias, los espectáculos, internet, etc., para nombrar los más comunes-, el político debería hacer un esfuerzo mayor para que su mensaje pueda tener un espacio en a mente de la gente. Hoy nos enfrentamos a un nuevo ciudadano espectador, que analiza la información desde otros esquemas, utilizando los medias de comunicaci6n, sobre todo los audiovisuales, como un elemento de entretenimiento” (Dell'oro, 2013). Así, además de la dificultad de llamar la atención del espectador, entra en cuestión el diferenciarse del competidor, ya que los partidos se ven enfrentados a la cobertura de las nuevas tecnologías de información para la participación ciudadana, que lleva a tomar decisiones rápidamente y continuamente, pero que ofrece una oferta uniforme y con candidatos parecidos entre sí. Por lo tanto, como lo menciona Dell ‘oro, para alcanzar esta diferenciación, es necesario realizar mecanismos de persuasión, haciendo una recomendación clara a través de un mensaje claro y entendible para el público dirigido. Es el cómo, actualmente, lo que genera un impacto y lo que podría generar que se gane una elección. Se invita, mediante el relato en el mensaje, a votar por la opción política así como la de no votar por el contrario. De esta manera, lo que se busca, mediante la persuasión, es que el ciudadano guste del candidato para así votar por él, agregando así al mensaje componentes humanos y emocionales, para así conectar con la persona y que se sienta identificado. Además, estimula la atención del receptor así como sus pensamientos y comportamiento. Esto va contrario a lo que usualmente se veía de la política, visto como una actividad fría y especulativa. Al momento de expresar su mensaje político, las personas buscan lo racional, conocer su experiencia y las soluciones que plantea a las problemáticas percibidas, pero también el aspecto emocional es importante al atraer al ciudadano a que se interese por esa información. Se busca, aunque normalmente solo en las campañas electorales, acercarse al ciudadano. “Los candidatos son protagonistas durante el espacio de tiempo que dura la campaña, como un espectáculo que la sociedad mira. Cada uno intenta ser el actor principal y con ese propósito, su mensaje, encarnado por él mismo, toma vital importancia. No se trata de representar un papel como en el teatro o el cine; se trata de conjugar la personalidad y el carácter del candidato con el mensaje” (Dell'oro, 2013). Esto podemos verlo en los intentos de candidatos como PPK con sus bailes, “chapuzones” en la playa y constante interacción con lo “popular”, recorriendo y aceptando interacciones físicas con los ciudadanos, repartiendo besos y abrazos, incluso una “cogida de testículos”. PPK intenta mostrarse no como una persona fría y lejana, sino todo lo contrario, alguien cercano, confiable, al que se le puede hablar de manera “familiar”. Esto también lo logra con el uso de su mascota, el PPKuy. Encontramos otras iniciativas de que las personas se sientan identificadas con el candidato como cuando Alan García se alianza con Mario Hart, en busca de la aceptación de los jóvenes. Sin embargo, esto se vio como algo forzado, percibido fácilmente por la población, ya que no han visto en otras acciones del candidato estas características “sencillas y joviales”. Se plantea que el mensaje del candidato se construya bajo un primer paso de definir lo que el candidato es, para luego definir la imagen que intenta proyectar para que luego se vea la imagen que los votantes perciben. Sin embargo, esto no ocurre siempre, es el ideal, ya que mucho de lo que los políticos afirman no necesariamente es cierto. Esto lo vemos claramente con el caso Acuña y los plagios de tesis. De esta manera, referente a la diferenciación, los candidatos, al manejar información y herramientas parecidas, deben modular su mensaje en tanto al receptor, diversificando según las particularidades de cada audiencia, para que así llegue un mensaje personalizado y claro, buscando especialmente la persuasión de ese grupo. El contenido sigue siendo lo esencial pero revestido de cierta “espectacularizaciòn” para atraer al ciudadano. Esto lo realiza de manera masiva y sólida la televisión, en la que el espectáculo se sobrepone al contenido. “Este medio audiovisual pone en juego la efectividad de otros medias, sobre todo los impresos y, en menor grado, la radio. Sartori dice que la palabra ha sido destronada por la imagen. Ante ese hecho innegable, el contenido debe manejarse, de ser posible, con asociación de imágenes. Está comprobado que las palabras que remiten a una imagen quedan grabadas más rápido en la mente de las personas. Para lograr persuadir al votante, es necesario encontrar una diferencia real del contenido del discurso con respecto al competidor; esto se logra con un concepto relevante e innovador, ya que la innovación es la única ventaja competitivo permanentes” (Dell'oro, 2013). Así, los mensajes que diagnostican un problema no tienen ninguna efectividad, estos deben ofrecer una solución, enfocándose en crear un mensaje con valor positivo y asociar al competidor con un mensaje negativo. La sociedad ya cuenta, en su bagaje cultural, con ideas sobre lo que es bueno o malo, por lo que es necesario conocer lo que las personas piensan para poder amoldar la forma en la que se cuenta el mensaje y explotar los aspectos positivos del candidato. Entonces se busca posicionar al candidato al asociar su candidatura con valores positivos y atribuir al adversario con lo negativo. Pero, si nos ponemos a analizar los límites, en la sociedad peruana se ha llevado a cabo una política en medios de “dimes y diretes”, en la que el espectáculo se centra en las discusiones de los políticos más que en sus propuestas. Por ejemplo, encontramos el caso de PPK cuando se dirigió a su opositora, Verónica Mendoza, diciendo que “no ha hecho nada en su perra vida” (Diario Correo, 2016). A pesar de que el pacto ético electoral del Jurado Nacional de Elecciones sostiene en su primer artículo que los candidatos no deben hacer uso de violencia, agresión, insultos y ataques personales. Esta noticia luego repercutió en distintos medios y redes sociales, lo que fue comentada por varios días, concentrando las entrevistas a estos políticos en estos temas. Otro ejemplo es el comentado chicharrón de Barnechea, quien, por rechazar un pedazo de chicharrón en la visita a un mercado, fue criticado por los medios y burlado por la sociedad civil mediante las redes sociales, haciendo uso del conocido meme. Otro gran ejemplo es el de Popy Olivera, quien, en el debate nacional arremetió contra Alan García, haciendo uso de su tiempo para plantear sus propuestas, manifestando todas las “verdades” de él. Luego de esto, Popy se convirtió prácticamente en una sensación nacional, ganando simpatía por la población peruana gracias a su “refrescante honestidad”. Gracias a esto ganó ciertos puntos porcentuales en las elecciones, pero no significó nada más grande. Su participación mediática fue intensa, pero esto no se debía mucho al contenido y propuestas que pudiera tener, sino que los medios buscaban mostrarlo ya que les causaba gracia a las personas. Por otro lado, viendo el poder de los medios de comunicación, se percibe cierto incremento de la corrupción así como otros aspectos negativos. Esto no significa, según Dell ‘oro, que haya aumentado necesariamente, sino que lo que ha aumentado es “la publicidad de la corrupción, la percepción de la corrupción y el impacto de dicha percepción en la confianza política. Según Warren, la confianza política psicológica conlleva una evaluaci6n de los valores y atributos morales asociados con un determinado gobierno, institución poliúrica y/o líderes políticos concretos. Como tal, se refiere a la perspectiva que la gente podría tener sobre la honradez de sus representantes políticos. Si la confianza política se basa en el razonamiento psicológico, la gente busca sinceridad y veracidad en la personalidad, la apariencia publica, el discurso y la conducta de sus líderes políticos. Por tanto, la conexión entre exposición a la corrupción política y el declive de la confianza política puede estar directamente relacionada con el dominio de la política mediática y la política del escándalo en la gestión de los asuntos públicos” (Dell'oro, 2013). Los medios buscan esta espectacularizaciòn de todo suceso, ya que se basan en modelos liberales, los cuales regulan sus acciones en tanto al mercado y el comercio, buscando siempre el lucro mediante el rating, siendo su principal contenido el entretenimiento o todo lo que pueda producir rating. Salomón Lerner opina que “​en la mayoría de medios, lamentablemente, prima el ‘show business’, el ampay. Vivimos en una sociedad que vive el día a día. Hay una especie de adicción a la novedad, al impacto. Y eso lo aprovecha la prensa. La l​abor de fiscalización (de los medios) se entorpece cuando se banalizan los asuntos y cuando ponen como alimento diario las cosas ridículas de la farándula local” (Perú 21, 2014). Por otro lado, Henry Pease sostiene que “Una de las razones de la crisis y debilidad de los partidos es que no son asociaciones sino listas con dueño, y en este caso es evidente que ha habido errores políticos garrafales". No existe una unidad en los partidos políticos, que se rijan por sus ideas sobre desarrollo y sus propuestas. Otra razón que sostiene es la inexperiencia de los congresistas, ya que usualmente en cada gobierno, la gran mayoría adquieren el cargo por primera vez. "Empieza porque los partidos que gobiernan pierden la siguiente elección. A los presidentes no les interesa que uno de su partido lo suceda porque van a perder liderazgo al interior. Esa ha sido la conducta de García en su segundo gobierno”. Además, critica al transfuguismo, ya que no había ningún reparo en salirse de un partido político y unirse o formar otro, lo que demuestra la poca seriedad de base (La Mula, 2014). Así, vemos que los partidos políticos que han gobernado el Perú van cayendo, claro caso con el APRA y la izquierda, aunque últimamente tuvo cierto revivir con el Frente Amplio, aunque las divisiones y conflictos siguen ocurriendo. “Lo que tenemos por delante no es como se ha dicho una «democracia sin partidos» sino más una democracia con un tipo de partidos radicalmente distintos al ciclo anterior y que pueden calificarse de pospolíticos: partidos «aideológicos», «aprogramáticos» y sin referentes sociales” (Adrianzén, 2015). Se menciona el ejemplo de Acuña y su partido, Alianza para el Progreso (APP), el cual no contaba con programa ni ideología conocidos, tampoco identificándose con un grupo social al que aspiraba representar. Sin embargo, a pesar de lo indicado, logró ejecutar una lógica descentralista a diferencia de otros partidos que nacen en Lima, aunque con métodos clientelares. De esta manera, encontramos no solo un sistema político con partidos sin base sólida ni ideología, sino también una sociedad débil con poca capacidad de participar e influir en una transformación de la situación, así como una gran dependencia de los medios de comunicación. Esto resulta porque estos componentes son interdependientes. “La democracia, ahora sí, pasará a ser un mero ritual cada cinco años para elegir a un candidato que hará en el gobierno no lo que expresaron sus electores al votar por él —o ella— sino lo que él crea conveniente hacer y con una activa presencia de los poderes fácticos y los medios de comunicación” (Adrianzén, 2015). Bibliografía ACE. (2012). ​Ace Project​. Recuperado el 05 de Octubre de 2016, de Ace Project: http://aceproject.org/ace-es/topics/lf/lfa/lfa02/lfa02e/default Adrianzén, A. (03 de Diciembre de 2015). ​La crisis de los partidos y el nuevo ciclo político​. Obtenido de La Repùblica: http://larepublica.pe/impresa/opinion/722951-la-crisis-de-los-partidos-y-el-nuevo-ciclo-politic o Cárdenas Gracia, J. F. (1996). ​Partidos políticos y democracia.​ Obtenido de Instituto Nacional Elector de Mexico: http://www.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/IFE-v2/DECEYEC/DECEYEC-Cuadernos Divulgacion/2015/cuad_8.pdf Dell'oro, J. (2013). Contexto de la comunicación política actual. En C. Fara, ​Acciones para una buena comunicación en campañas electorales : manual de marketing y comunicación política (págs. 115-145). Buenos Aires: Konrad Adenauer Stiftung. Diario Correo. (27 de Marzo de 2016). ​Critican a PPK por afirmar que Véronika Mendoza "no ha hecho nada en su perra vida"​. Obtenido de Diario Correo: http://diariocorreo.pe/politica/critican-a-ppk-por-afirmar-que-veronika-mendoza-no-ha-hecho -nada-en-su-perra-vida-662597/ Federación Andaluza de Municipios y Provincias . (2010). ​Guìa Pràctica para la Implementaciòn de la Participaciòn Ciudadana en los Gobiernos Locales de Andalucìa: Estrategias para la Acciòn.​ Obtenido de FAMP: http://www.famp.es/racs/observatorio/GLOSARIO/GUIA_participacion_ciudadana.pdf La Mula. (08 de 08 de 2014). ​La crisis de los partidos políticos bajo la mirada de Henry Pease​. Obtenido de La Mula: https://redaccion.lamula.pe/2014/08/08/la-crisis-de-los-partidos-politicos-bajo-la-mirada-de-h enry-pease/jorgepaucar/ Mayorga, R. A. (2004). ​La crisis del sistema de partidos polìticos: causas y consecuencias. Caso Bolivia.​ Obtenido de Partidos políticos en la región andina: entre la crisis y el cambio: http://www.idea.int/publications/upload/La%20crisis%20del%20sistem%20de%20partidos%2 0politicos,%20causas%20y%20consecuencias.%20Casa%20Bolivia.pdf Perú 21. (20 de Noviembre de 2014). ​"Los partidos políticos no existen en el Perú"​. Obtenido de Peru 21: http://peru21.pe/opinion/partidos-politicos-no-existen-peru-2204482 Real Academia Española. (2014). ​Diccionario de la Lengua Española (23ª ed.)​. Obtenido de http://dle.rae.es/?id=C9NX1Wr Vilcatoma, L. (09 de Agosto de 2015). ​Los partidos políticos y la crisis de mediación política en el Perú​. Obtenido de Los Andes: http://www.losandes.com.pe/Nacional/20150809/90584.html