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Universidad del Valle Facultad de Humanidades Departamento de Filosofía Seminario: las creencias en el escepticismo antiguo Santiago Cobo Martínez – 1630730 Exposición: 25% El filósofo escéptico como benefactor social “Con razón decimos que el fundamento del escepticismo es la esperanza de conservar la serenidad de espíritu” (Sexto empírico, EP I, VI). (Zetesis) En el presente escrito tengo como objetivo hacer una reconstrucción de los problemas formulados en el Artículo Zetesis de Ezequiel de Olaso. El artículo gira alrededor del entendimiento del concepto de “zetesis” dentro del escepticismo antiguo. Como bien lo expresa Olaso en su abstract, no tenemos un análisis y entendimiento satisfactorio sobre el concepto de Zetesis utilizado por el escepticismo helenista (especialmente por Sexto) lo cual es sumamente problemático puesto que, la zetesis, dentro del escepticismo antiguo, fue “una de las actividades más importantes. Por no decir la más importante del escepticismo pirrónico” (1986; 1) Trad. Original: “zetesis refers to one of the most important activities, if not the main one, of the pyrrhonian skepticism”. Uno de los problemas fundamentales –dentro del escepticismo antiguo– fue que se entendió –y se debe entender– la zetesis como una investigación abierta aun cuando aparentemente el escepticismo “no llega a nada” lo cual es, al parecer, contradictorio (dado que, como expresa Sexto, el escepticismo sigue investigando). Ahora bien, el artículo plantea el siguiente interrogante: ¿cómo una investigación que lleva a la suspensión del juicio puede ser una investigación abierta? Debo empezar mencionando que la zetesis, tal cual como lo expresa Sexto en Hipotiposis Pirrónicas es una actitud “investigativa” o “investigadora” debido a su actividad de indagación y búsqueda. Sin embargo, la zetesis escéptica es una investigación particular puesto que es, a su vez, eféctica (suspensiva) y aporética (lleva a razonamientos irresolubles). En términos generales, podemos decir que, la zetesis escéptica es una investigación solamente de carácter refutatorio. Cabe aclarar que a lo largo del artículo Olaso distingue dos clases de zetesis: la investigación dogmática (propia de las escuelas filosóficas tradicionales) y la investigación escéptica. La primera indaga sobre lo desconocido, es decir sobre lo oculto. La segunda busca discutir o anular las pretensiones de descubrimiento de lo oculto que plantean los dogmáticos (no demostrando su falsedad para no caer en el dogmatismo, sino demostrando su indecibilidad para mantener la actitud escéptica). Se puede argumentar que en el caso de las investigaciones dogmáticas se indaga sobre algo “x” para mantener, adquirir o cambiar las creencias que tenemos al respecto de lo que se investiga. De esta manera, se adquieren creencias un poco más adecuadas que las anteriores. Sin embargo, la investigación escéptica es un poco más confusa. Recordemos el compromiso del escéptico con sus creencias (y con la filosofía): con el deseo de alcanzar la verdad Me parece pertinente mencionar que, aunque el escéptico está comprometido con la verdad, el escéptico (maduro) reconoce que no la puede alcanzar. Como expresa Sexto: prometer la verdad es un canto de sirenas (Adversus Mathematicus I-41) o que podemos alcanzar la verdad pero nunca lo sabremos por falta de criterios (Adversus Mathematicus VII, 51-52). pero ante la diversidad e igualdad de opiniones o creencias en disputa sobre algo en específico y la discordia de las cosas, el escéptico sin un criterio de discernimiento sobre éstas (las cosas), para no caer en el dogmatismo, suspende el juicio. Por ejemplo: supongamos que se encuentran un escéptico, un epicúreo y un estoico. El estoico y el epicúreo se encuentran argumentando sobre la existencia del alma. El primero argumenta –siguiendo la tradición de Leucipo y Demócrito– que el alma está compuesta por átomos. Por su parte, el filósofo de la Stoa, cree que el alma está compuesta por dos elementos activos (aire y fuego) los cuales generan un halito que da soplo de vida a los seres de la naturaleza. El escéptico, que encuentra dos tesis diferentes y validas (aparentemente), al no poder discernir cuál de las dos es la verdadera o la falsa, suspende el juicio y no se compromete con ninguna de las dos Al respecto de la suspensión del juicio Barnes en Tools of Skepticisms expresa: We take 'I suspend judgement' in the sense of 'I cannot say which of the offered views I should believe or disbelieve', thus showing that the matters seem equal to us with regard to warranty and lack of warranty (PH I r95). In other words, I suspend judgement on, say, the immortality of the soul if, having considered the matter, I neither reject nor accept the soul's immortality, if I neither believe nor disbelieve that the soul is inmortal. [The suspend judgement is based on the disagreement]. Thus we might think to define disagreement in roughly the following manner: (DI) x and y disagree over some issue ?Q whenever either x offers P1 in answer to ?Q and y offers Pi in answer to ?Q and P 1 and Pi are incompatible, or else x offers P in answer to ?Q and y rejects P as an answer to ?Q (or vice versa). (Barns, 1990; 14-17). Barns desea ser riguroso al respecto y formaliza lo más que puede la suspensión del juicio vía el desacuerdo de opiniones: (1) On every issue ?Q there has been (or might be) disagreement (2) If a disagreement is to be decided, then we need a yardstick to decide it (3) If we are to use yardstick Y for issue ?Q, we must be justified in holding that Y is appropriate for ?Q (4) On any question of the form 'ls Y appropriate for ?Q?' there is undecided disagreement Hence, from (4) by the Principle of Disagreement: (5) For no Y and no ?Q are we justified in holding that Y is appropriate to ?Q Hence, by (3) and (5): (6) For no Y and no ?Q may we use Y for ?Q Hence, by (1) and (2) and (6): (7) No issue is decided Hence, by the Principle of Disagreement again: (8) On every issue ?Q, we should suspend judgement (cfr. Barns, 1990; 28). . Esta actitud suspensiva lleva a la vida del escéptico, como por azar, a la imperturbabilidad del alma. Por lo tanto, ¿qué puede investigar un escéptico que tiene una actitud suspensiva frente al conocimiento (creencias)? ¿Qué cree un escéptico? ¿Son contradictorias las creencias del escéptico con la investigación escéptica? A continuación veremos que investiga el escéptico para ver, posteriormente, que cree el escéptico. Como expresa Olaso en la actitud escéptica encontramos: conflicto de razones y de apariencias/ausencia de juez de la verdad/equivalencia de razones. Sin embargo, como expresa Sexto en Esbozos: Y si por casualidad el escéptico no ha podido encontrar un argumento para llegar a equivalencia de opiniones o razones encontradas, el escéptico argumentará: “Del mismo modo que antes de nacer el que introdujo el sistema filosófico que tú sigues, la tesis de ese sistema -a pesar de ser válida no era conocida, aunque realmente existía: así también es posible que lo opuesto a la tesis ahora propuesta por ti exista realmente y aun no nos sea conocida. De modo que todavía no debemos dar nuestro asentimiento a esa tesis que de momento parece segura”. (Sexto Empírico, EP I-XIII). ii.) Suspensión del juicio: la suspensión del juicio se da, al menos en el escéptico antiguo, al aplicar los 10 tropos (mencionados en Esbozos) a las creencias y opiniones de los demás. (Para ver los tropos cfr., Esbozos Pirrónicos I-XIV) iii.) Tranquilidad del alma Estás tres actitudes, al parecer, son incompatibles y contradictorias con la investigación (zetesis) escéptica porque: i.) Si lo que el escéptico busca es la equivalencia de opiniones en la disputa, la actitud investigativa va en contra de éste proyecto. Esto sucede porque cuando se investiga, se pretende encontrar la verdad de lo que se investiga. De esta manera, la investigación de la verdad y la equivalencia de opiniones se excluyen mutuamente. O me quedo con dos opiniones encontradas y equipolentes o me quedo con una de las dos opiniones como consecuencia de la actitud investigativa. Sin embargo, los escépticos mantienen la equivalencia de las opiniones y el propósito investigativo. ¿Esto es contradictorio? Como se mencionará más adelante, no es contradictorio en tanto que la actitud investigativa escéptica no tiene como fin el alcanzar la verdad (y no llega a ninguna verdad) porque su fin es la refutación al dogmatismo (práctica refutatoria). ii.) La investigación parece contradictoria con la suspensión del juicio. Se le ha adjudicado a Sexto que para que alguien (en este caso el escéptico) pueda investigar, debe aprehender y entender las proposiciones de los dogmáticos (las cuales investiga). Por lo tanto, el escéptico si quiere mantener el rumbo de su investigación debe asentir a ellas (las proposiciones) y cancelar la suspensión del juicio. Asimismo, los dogmáticos afirmaban que los escépticos no podían contradecirlos y que era imposible que lo hicieran. Para este juicio, los dogmáticos formulaban el siguiente dilema: o bien los escépticos aprehenden (conocen) las afirmaciones de los dogmáticos, en cuyo caso no pueden dudar de haberlas conocido; o bien no las conocen, en cuyo caso no pueden hablar de lo que no han conocido. Por lo tanto, la investigación escéptica es imposible. ¿Es está refutación cierta? ¿Puede el escéptico sostener la investigación y la suspensión del juicio? Siguiendo a Olaso, los dogmáticos hacen una reconstrucción de la paradoja socrática expuesta en el diálogo Menon. Como expresa Olaso: El pasaje del Menon sugiere que nadie puede emprender una zetesis. En efecto, nadie puede buscar lo que sabe, porque ya lo tiene, ni lo que no sabe, porque no sabe qué es lo que se ha de buscar. A esto se le conoce como la “paradoja de la investigación” (1986; 16). Sexto responde a los dogmáticos –para salir de la paradoja planteada– que es muy distinto i.) aprehender sin afirmar la existencia de lo aprehendido que ii.) aprehender afirmando la existencia de lo aprehendido. Si solamente se pueda aprehender afirmando la existencia de lo aprehendido, toda refutación de una tesis sería imposible después de enunciarla porque “enunciarla seria afirmarla” (1986; 16). De esta manera, Sexto argumenta que la investigación escéptica es posible en tanto que se aprehenda sin afirmar la existencia de lo aprehendido. Asimismo, Sexto asume que toda investigación parte del conocimiento del objeto (para Sexto toda investigación más que partir del objeto, parte de un preconcepto) y dado que asume que los escépticos no conocen, la investigación es imposible, aunque siguen investigando. Sexto no solo evade la “paradoja de la investigación” sino que devuelve el argumento contra ellos multiplicando su recurso argumentativo. Como lo evidencia De Olazo: Argumenta que cuando los estoicos critican los epicúreos, asumen las opiniones de estos. Si fuera cierta la doctrina de que enunciar es aceptar, entonces en esos casos el estoico destruiría completamente el pórtico (PH II, 6). También presenta ejemplos de los propios estoicos en los cuales decir algo verdadero no entraña conocer –es el caso, cuando aciertan de los idiotas, los locos y los niños; también aduce instancias en que decir algo falso no implica asentir a lo que se afirma. (De Olazo, 1986; 16). Aparte de esto, Sexto profundiza más en la crítica al dogmático y nos devela el funcionamiento del método de investigación sobre las cosas ocultas o no evidentes que usa la zetesis dogmática. Sexto explica que el dogmático puede investigar sin haber aprehendido de lo oculto (lo cual no es digno de crédito porque no es una investigación verdadera, es decir, es una investigación sin aprehensión) o bien, después de haberlo aprehendido (porque lo oculto se le presento a los sentidos en un caso inmediato) y por lo tanto, como lo oculto ha sido aprehendido no debería haber discrepancia entre las diferentes escuelas o filósofos (pero evidentemente las hay) o bien porque lo oculto ya es producto de otra zetesis. Aquí Sexto vuelve a aplicar la paradoja del Menon: o bien para investigar lo oculto debe aprehenderlo o bien para aprehenderlo debe investigarlo (Véase el gráfico en la pág. 17). De esta manera, Sexto demuestra que lo oculto es oculto precisamente porque no se puede conocer. Por lo tanto, Sexto concluye que una investigación de lo oculto (como la dogmática) siempre ha de terminar en el fracaso. De Olazo en este punto del artículo considera que la posición de Sexto es paradigmática: Por un lado Sexto considera que quien comienza por conocer antes de investigar, procede “dogmáticamente” (se arroja a lo oculto); por otro lado, Sexto comparte la doctrina de que para investigar hay que conocer (preconceptos). (…) Yo creo que Sexto participa de la doctrina general según la cual para investigar hay que conocer porque quiere sacar la consecuencia de que investigar [para el dogmático] es imposible. (De Olazo, 1986; 17). Los escépticos comparten con los dogmáticos al menos la creencia de que sin conceptos previos a la investigación, una investigación no se puede realizar, siendo imposible. La diferencia entre ambos es que, el escéptico no parte ninguna investigación de tipo dogmático porque tiene demasiados preconceptos y como él no posee un criterio para escoger uno sobre otro, decide suspender el juicio De Olazo hace la salvedad de que los escépticos dudan de algunos preconceptos, no de todos los preconceptos. Por ejemplo, el escéptico sostiene preconcepciones prácticas que guían su vida y sostienen su conducta en conflictos éticos. Considero que esto puede ser importante en la discusión del problema de la apraxia en el escepticismo. De inmediato Sexto aclara que todos los preconceptos que tienen son, en sí mismos plausibles y eso impone no creer en todos ellos dado que están en conflicto. Asimismo, no pueden creer en un preconcepto y no en otro debido a su equivalencia y por lo tanto deben suspender el juicio. Así, el filósofo escéptico solo llega a tener preconcepciones para la investigación pero nunca aprehensión. Entonces, ¿cuál es el objetivo de la zetesis escéptica? Se puede decir grosso modo que la zetesis escéptica, a diferencia de la zetesis dogmática carece de intención constructiva puesto que su fin es neutralizar los dogmas. Es un empleo refutatorio con el fin de restituir la equipolencia en las opiniones. Es una zetesis voluntaria (producida por el entendimiento) que busca mantener la equivalencia en pro o en contra de lo oculto. Es una actividad teleológica porque tiene como fin la neutralización del poder persuasivo y perturbador que generan las diferentes creencias en disputa buscando la preservación espiritual. En este caso, la zetesis escéptica es una actividad social y filantrópica porque el escéptico es movido por su afán terapéutico de llevar tranquilidad al hombre lleno de tormentos ocasionados por las opiniones dogmáticas. El filósofo escéptico es, en últimas, un benefactor para la sociedad. iii.) la zetesis parece contradictoria con la tranquilidad del alma. Quien ha enfatizado esto es Burnyeat dado que, él le ha adjudicado un estado de expectativa al escéptico frente a “es el caso que P o no es el caso que P” porque la investigación escéptica, tal y como la menciona Sexto, es y debe ser abierta. Esto es problemático para Burnyeat porque si hay expectativa dentro del escéptico, es porque puede haber desequilibrio de las opiniones en pugna (P o ¬P) y si eso sucede, entonces hay perturbación, “es decir, la ataraxia desaparece. Y si se opta por preservar la tranquilidad esto exige que el escéptico esté persuadido de que no podrán aparecer novedades. Entonces desaparece la zetesis” (1986; 11). Sin embargo, el escéptico mantiene a la vez la zetesis y la ataraxia. ¿Es esto cierto y contradictorio? Como hemos visto en i. y ii. el escéptico lleva su zetesis a una posición de equivalencia frente a las opiniones asumiendo nociones pero sin conceder que poseen existencia real, sin creer en ellas. Una vez puesto en contraste las dos opiniones que si asumen la existencia real de las cosas, el escéptico procede a suspender el juicio (cfr. Hipotiposis Pirrónicas I, 30 y 196). Una consecuencia lógica de i y ii es que el escéptico pueda realizar su zetesis sin perder su estado de ataraxia puesto que “el propósito de la zetesis es neutralizar el poder persuasivo de las opiniones en pugna, y puesto que la tranquilidad es el estado que sucede a la suspensión del asentimiento a las opiniones en pugna, es claro que no hay incompatibilidad entre zetesis y ataraxia” (1986; 23). Sin embargo, para Burnyeat, esto parece problemático. Veamos cual es la argumentación de Burnyeat al respecto y para argumentar una posible respuesta: Burnyeat constituye su crítica frente a dos supuestos: el primero (i) es que, dado que la zetesis del escéptico no tiene fin, es posible que el escéptico este persuadido de que hay respuestas y segundo (ii) que el escéptico no es un dogmático negativo munido de objeciones a priori que suprimen la posibilidad de respuestas como si se tratara de un principio general de una vez para siempre. Estas dos objeciones son, a mi parecer, validas en tanto que ponen en cuestión la rigurosidad de la extraña zetesis escéptica frente a su condición humana (tentación por las respuestas derivada de su investigación de carácter abierto o falta de objeciones para las tesis planteadas). Siguiendo a De Olazo, ambos puntos, ofrecen dificultades. En el primer supuesto (es posible que haya respuestas) al parecer, Burnyeat cree que están íntimamente relacionados “el espíritu abierto” del escéptico o “la investigación abierta” con la disposición del escéptico a admitir que hay respuestas. Sin embargo, De Olazo comenta que está relación no debe hacerse: “en efecto, la premisa de que la zetesis no tiene fin no es suficiente por sí sola para que se infiera de ella que el escéptico puede estar dispuesto a admitir respuestas. (…) Además, el zetético no está dispuesto a admitir que hay respuestas si es que éstas ponen término a la zetesis” (1986; 24). Asimismo, Sexto sigue la doctrina que especifica que “dónde hay investigación hay preconcepción”. Esto quiere decir que, si alguien (en este caso el escéptico) investiga con “espíritu abierto”, entonces hay que decir que investiga sin preconcepciones y habría que decir como consecuencia que Sexto no práctica la zetesis con espíritu abierto lo cual no es cierto ni verdadero porque él lo hace a partir de preconcepciones como lo ha mencionado anteriormente. En el segundo supuesto de Burnyeat (el escéptico no es un dogmático negativo cargado de respuestas a priori que sirven para todos los casos) De Olazo muestra que hay dos sentidos de dogmatismo: el primero, que es el que Sexto rechaza para sí mismo, significa “asentir a una de las cosas ocultas que se investigan epistémicamente” (1986; 24) y el segundo sentido de dogmatismo enfatiza que “se considera dogmático a quién está completamente seguro de que algo es (o no es el caso) como Sexto posee esa seguridad [de que algo nunca va a ser el caso] se le imputa de dogmatismo” (1986; 24). Burnyeat completa la figura dogmática de Sexto cuando sobreentiende que Sexto está seguro de que no se puede investigar en (el primer) sentido dogmático. Sin embargo, para De Olaso la postura de Sexto es desagradable (no podemos saber nunca nada) pero no incoherente con la doctrina escéptica que está profesando dado que tiene un motivo en especial. Sexto, como expresa de Olazo: Ha montado un dispositivo contraargumental destinado a neutralizar cualquier eventual enunciado dogmático. Es lícito suponer que el escéptico no quiere estar incesantemente expuesto a ser persuadido por enunciados dogmáticos [por eso su método es a priori]. Pero su actitud no es arbitraria. Si un enunciado escapa de su red contraargumental escéptica entonces se trata de un enunciado no dogmático y por lo tanto, resulta admisible. La zetesis desempeña un importante papel criteriológico (De Olazo, 1986; 24). De Olazo muestra que las interpretaciones –como es el caso de Bunryeat– de la investigación escéptica como “una empresa abierta y libre (máximamente libre) de supuestos (y la correlativa noción de dogmático) están determinadas por otra concepción de zetesis que poco tiene que ver con la escéptica y germina en la Academia platónica. El ideal zetético de la Academia –comenta De Olazo– a diferencia de la zetesis del escéptico, si tiene un carácter constructivo. Investigar consistía en penetrar todo, presentar argumentos de toda índole y hasta abstenerse del dogmatismo. La gran diferencia entre ambas zetesis es que la zetesis académica no afirma que los argumentos opuestos deban hallarse en equilibrio. Asimismo, el alumno de la Academia debía esforzarse intelectualmente en razonar por ver cuál era el argumento verdadero del falso. El objetivo de la zetesis académica era el hallazgo de la verdad o la mayor aproximación a ella pero no la suspensión completa del juicio. La posible confusión entre zetesis se debe a que Sexto no fue explícito en su obra en diferenciar la zetesis suya de la de los académicos. Sexto en esta parte es contradictorio o sostiene diferentes tesis: (i) en el comienzo de las Hipotiposis sostiene que los académicos no investigan porque consideran que la verdad es inhaprensible (pero deben acercarse a ella) y (ii) en otro pasaje crítica a los académicos por el carácter no metódico de su zetesis. Por otra parte, Sexto si considera que la zetesis es propia del escepticismo en tanto que es una actividad exclusiva de ellos que es metódica y refutatoria. Por lo tanto, para Sexto, la zetesis es imposible de abolir. De Olaso comenta que esta tesis Sexto la desarrolla en polémica con la tesis adversa de los epicúreos que dicen que todas las cosas y todas las presentaciones (y posiblemente las representaciones). De esto se desprende –por consecuencia lógica– que nada es oculto y que todo es patente. De esta manera, si todo es patente, no hay que investigar ni dudar acerca de nada. Así, el conocimiento se vuelve un dogma al que se asiente necesariamente. Sin embargo, aquí Sexto enfatiza: “pero es absurdo abolir la investigación y la duda”. De ahí concluye que no todas las cosas y las representaciones son verdaderas, parece que Sexto lo piensa de la siguiente manera: Premisa I: admitir una verdad que no sea producto de una zetesis es absurdo. Premisa II: admitir que todo es verdadero implica abolir una zetesis. C: no todo (cosas y representaciones) es verdadero. Por último, la zetesis dogmática se ejerce sobre lo oculto –como hemos visto anteriormente– y la zetesis escéptica no procura develar lo oculto sino discutir y poner en equivalencia las pretensiones de los dogmáticos. Según de Olazo, mal interpretar la zetesis escéptica es producto de su redacción engañosa en Hipotiposis: En efecto, creer que se ha alcanzado objeto de la investigación, pone termino [fin] a la investigación; creer que no se puede alcanzar el objeto de la investigación, pone termino a la investigación [y] decir que se continua investigando [como Sexto lo hace] sugiere que se supone que se puede alcanzar el objeto de la investigación. Y esta actitud satisface inmediatamente nuestra idea de la investigación abierta. En suma, Sexto profesó una idea de la zetesis como empresa refutatoria pero sugirió fuertemente que se trataba de una investigación abierta (1986; 27). Anexo I: Sobre la Zetesis mística y Zetesis epistémica En este pequeño apartado De Olazo reconoce la idea de una zetética inacabable –como la escéptica– ha aparecido en la historia de la filosofía. Además, como lo ha demostrado a lo largo del artículo, reconoce dos modelos de zetesis: un modelo místico y otro modelo epistémico. El primero lo identifica en el neoplatonismo de Plotino. Esta investigación consiste en buscar la verdad. En todo caso, esta zetesis ocurre cuando tienen la certeza de haber encontrado la verdad. La zetesis escéptica, comenta De Olazo, la encuentra históricamente reflejada en la actitud que mantiene Sócrates en la Apología. En ésta, se culpa a Sócrates de investigar impertinentemente lo celestial y lo subterráneo. Sócrates intenta mantener su derecho otorgado por la pitonisa de investigar lo que le corresponde por derecho divino. Por lo tanto, su actitud investigativa es constante y Sócrates reconoce que él sigue hasta el momento investigando. El juez prohíbe a Sócrates seguir en su actividad investigativa. Sin embargo, Sócrates prefiere la muerte a obedecer dicha ley que prohíbe la actividad investigadora pues en el infierno podrá seguir investigando quién es sabio y quién no. Aquí tenemos una zetesis interminable, guiada no por lo que cree el investigador (como lo hace el escéptico) sino que es guiada por lo que creen los sabios. Por consiguiente, el ejercicio investigativo es refutatorio y culmina confirmando la ignorancia (inhaprensibilidad) de la persona a quien se investiga. En ese sentido, la investigación zetética es de carácter destructivo y no constructivo y la cita de Diógenes Laercio al inicio del texto adquiere relevancia: “Los escépticos no hablan positivamente sino destructivamente como cuando al refutar un argumento alguien dice ‘Escila no existe más que la Quimera’”. (DL IX, 75). Anexo II: Zetesis y falacias Como se ha argumentado anteriormente, el escéptico no refuta las opiniones de los dogmáticos. Lo único que hacen, simplemente, es llevar a competición diferentes opiniones y de ese modo pretenden demostrar que, sobre la cuestión “x” es imposible elegir una u otra. El dogmático, que es aquel que cree tener la razón y decide responder con su propia carga de la prueba. Al intentar hacerlo, el escéptico nota que el dogmático empieza a incurrir en falacias argumentativas que el escéptico ha tipificado (trilema de Agripa: regresión al infinito, hipótesis, dialele o circularidad lógica). Como expresa de Olazo: “los escépticos describen las falacias como movidas ilícitas en el proceso de la investigación” (1986; 30). Para Sexto, el modo del circulo vicioso se construye “cuando aquello que debe ser confirmatorio de lo que se investiga necesita a su vez de la garantía de lo que se investiga” (1986; 31). La petición de principio, llamada por Sexto “to zetoumenin sumarpazei” lo cual significa “arrebatar”, “robar” o “arrancar por la fuerza”. Funciona grosso modo de la siguiente manera: Se investiga, contra los estoicos, si la razón podría aprehender los incorpóreos. Asunto investigado: los incorpóreos. Medio que se propone para investigar: la razón. Pero, advierte Sexto, la razón está parcialmente compuesta de incorpóreos. Al proponer la razón se ha "arrancado por la fuerza aquello que se investiga", (PH III, 52-3). En general la falacia básica consiste en pretender establecer lo que se investiga mediante lo que se investiga, movida ilegítima que reviste diferentes formas. En todos los casos la investigación fracasa. (De Olazo, 1986; 31) Para ver cómo funciona el trilema de Agripa en detalle, cfr. El artículo de Zuluaga llamado “El problema de Agripa” en Ideas y Valores 54, núm. 128, agosto, 2005, pp. 1-28. Veamos como la estructura lógica de los tropos en los cuales puede caer el dogmático. El tropo de “por hipótesis lo sacaré de Barnes (1960) y los tropos de regresión al infinito y circularidad lógica los sacaré de Zuluaga (2005). i.) Hipótesis: Las hipótesis han sido usadas desde la antigüedad para el desarrollo de una investigación. Barnes cuenta que, hay al menos dos sentidos del uso de las hipótesis: la primera ha sido la tradición platónica, la cual ha usado la hipótesis en un sentido heurístico (inventivo). Por ejemplo, estamos interesados en la investigación o indagación de la naturaleza de la justicia. Para hallar una respuesta a nuestra investigación, nosotros planteamos una hipótesis o supuesto de trabajo. Inmediatamente se desarrolla una investigación al respecto, la cual permite plantear otras hipótesis. Sin embargo, las hipótesis en Platón son controversiales porque para efectos de la investigación, se puede plantear cualquier hipótesis. La segunda tradición se puede denominar como aristotélica. La investigación científica para Aristóteles, parte de primeros principios indemostrables. En ese sentido, podemos considerar dentro de la tradición aristotélica las hipótesis como axiomas indemostrables. Como expresa Alejandro de Afrodisia: Hypotheses are first principles of proofs, because there is no proof of such propositions, i.e. of first principles, but they are posited as evident and known in themselves and what is assumed without proof they call an hypothesis (or even, more generally, a thesis) and say that it is hypothesized. (in APr 13.7-II) En ambas tradiciones, las hipótesis funcionan como dogmas puesto que son injustificados o se parten de ellos como autoevidentes. Sin embargo, Sexto cuestiona y ataca la naturaleza de las hipótesis (y de la filosofía) considerando que o bien una hipótesis debe ser justificada (pero es imposible) o bien no hay ninguna hipótesis plausible y solamente hay afirmaciones dogmáticas. Ahora bien, para Sexto, todas las hipótesis dogmáticas son hostiles. Las hipótesis empiezan a florecer cuando los dogmáticos quieren parar por ejemplo, la regresión al infinito buscando asumir de manera simple y sin prueba la investigación realizada. Sexto critica las hipótesis de la siguiente manera: Si es aceptable para un dogmático plantear la hipótesis de que P, es decir, poner P como un primer principio entonces debe ser igualmente aceptable para un escéptico -u otro dogmático- proponer la hipótesis que P1, donde P1 es el 'opuesto' de P. Pero si P1 es no menos aceptable que P entonces no podemos aceptar P como primer principio sólo porque el dogmático lo hipotiza. (Véase PH I 173; M VIII 370; M III 8.) Lo que los dogmáticos plantean como hipótesis es verdadero o falso. Si es verdad, no deben plantear hipótesis (ya que la hipótesis es un "asunto lleno de sospecha"), sino más bien asumirla de inmediato. Si es falso, no les sirve de nada, porque un falso punto de partida no puede fundamentar una ciencia o una rama del conocimiento. (Véase PH I 173; M VIII 371; M III 9-10.) Si los dogmáticos sostienen que las consecuencias de una hipótesis son aceptables entonces todo conocimiento es absurdo. Porque, dado cualquier absurdo podemos encontrar algunas hipótesis de las que se desprende; de ahí que cualquier proposición sea aceptable. Y esto es evidentemente una tontería. Si para establecer la premisa 2 primero se plantea una hipótesis de premisa 1 para derivar de P2 de P1, ¿por qué no establecer P2 directamente, hipotetizándolo, y así ahorrarse el trabajo de buscar argumentos (como P1)? (Véase PH I 174; M VIII 374; M III 13.). (Barnes; 1990; 100, la traducción es mía) iii.) Regresión ad infinitum El tropo de la regresión se da cuando alguien intenta justificar una creencia que cree que es verdadera. Al hacerlo, desata una cadena infinita de creencias que no llega a último término o cae en una circularidad entre las creencias o en una hipótesis injustificada o en una dialele. En esta cadena potencialmente infinita de creencias la creencia Cn justifica la creencia Cn+1, y la creencia Cn+1 justifica la creencia Cn+2 y así sucesivamente, y en donde la creencia Cn está justificada por la creencia Cn-1 y la creencia Cn-1 por la creencia Cn-2 y así sucesivamente. (Reconstrucción de Moser). Ahora bien, la reconstrucción de Black, me parece pertinente en tanto que permite apreciar solamente el regreso al infinito. La estructura de la regresión al infinito, según Black es la siguiente: La explicación de la estructura empleada por Black mediante lógica de predicados es explicada por Zuluaga: dice que para todo x1 que tiene la propiedad A, hay un x2 que tiene la propiedad A y x1 está en la relación R con x2. (2) señala que hay un x1 que tiene la propiedad A. Lo que (3) y (4) afirman es que la relación R que se da entre x1 y x2 es irreflexiva y transitiva, por lo tanto es una relación de orden estricto. (5) nos dice hay una secuencia de rango infinito, cada uno de cuyos elementos tiene la propiedad A y están en la relación R con su antecesor. (De 1-4 por un procedimiento específico (cf. Black 1988: 421; 1985)). (6) señala que tal secuencia de rango infinito no debe presentarse. (7) presenta la contradicción entre (5) y (6). Lo que (8) señala es que frente a la contradicción debemos rechazar alguna de las premisas. (…) Si ejemplificamos este argumento para el caso de la justificación epistémica, el argumento se puede presentar de la siguiente manera: consideremos la propiedad A como la propiedad “estar justificado”. (1) dice es que para toda creencia x1 que esté justificada, hay una creencia x2 tal que x2 está justificada y x1 está justificada por x2 (o x1 está basada en x2 o x1 se puede inferir de x2 o x2 es una razón para x1). (2) señala que hay por lo menos una creencia que está justificada. (3) dice que si x1 se justifica por x2, no se puede dar el caso de que x2 se justifique por x1. Lo que (4) afirma es que si x2 justifica x1 y x3 justifica a x2 entonces x3 justifica a x1. (5) nos dice que se presenta un regreso al infinito en la justificación inferencial. (6) señala que una justificación inferencia que conduce a una regresión al infinito, no debe aceptarse, de ahí la contradicción que se presenta en (7). iii.) Petición de principio: Siguiendo a la enciclopedia de Stanford, la petición de principio (en la justificación de la creencia) se da cuando la proposición que se está tratando de establecer es asumida inconscientemente, es decir, la premisa y la conclusión son la misma proposición. Descartes ilustró este tipo de falacia con el ejemplo de que nuestra creencia en la Biblia es justificada porque es la Palabra de Dios, y nuestra creencia en la existencia de Dios es justificada porque está escrita en la Biblia. Un ejemplo básico que ejemplifica Zuluaga sobre la petición de principio es el siguiente: Agripa: Papi, Papi, ¿es París una ciudad grande? Tobías: seguro, París es una ciudad grande. A: ¿Por qué? T: Porque París tiene muchos habitantes. A: ¿Por qué? T: Porque en París hay muchas posibilidades de trabajo. A: ¿Por qué? T: Porque París es una ciudad muy hermosa, con muchas casas y restaurantes. A: ¿Por qué? T: Porque París es una ciudad grande. (Zuluaga, 2004; 21) A modo de conclusión: Podemos ver como para el escéptico, cualquier justificación del conocimiento es imposible porque cae irremediablemente en cualquiera de estos tropos. En aras de evitar caer en el dogmatismo, el escéptico antiguo usa como herramienta la suspensión del juicio en su investigación. De esta manera, el escéptico se mantiene inmune frente a la equipolencia de opiniones buscando conservar la tranquilidad del alma y así poder seguir investigando siendo una práctica no contradictoria entre su investigación y sus creencias (doctrina). Bibliografía: De Olazo E. Zetesis. Centro de Investigaciones Filosóficas, Buenos Aires, Argentina, 1986. Barnes, Jonathan. The tolls of skepticism. 1990. Zuluaga, M. El problema de Agripa en Ideas y Valores 54, núm. 128, agosto, 2005, pp. 1-28. Universidad nacional. Sexo Empírico. Esbozos Pirrónicos. Editorial Gredos. 16