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Una nota acerca de la intervención estatal y la teoría
Miguel Ceara- Hatton
Suplemento Portafolio.
El Nuevo Diario
8 de octubre 1985
Esta nota pretende una revisión acerca del tratamiento de la intervención estatal en le
teoría económica. De ningún modo es exhaustiva, simplemente busca aclarar las principales
posiciones en el estudio del tema.
Tradicionalmente en los tratados de macroeconomía se inicia la explicación de la
determinación del producto suponiendo una economía cerrada y sin gobierno. Posteriormente, se
introduce el análisis de la política fiscal y la presencia del gobierno.
Este proceder metodológico refleja una concepción del papel Estado en la economía de
carácter exógeno e instrumentalista. En el proceso de desarrollo del análisis, sencillamente se le
"agrega" con un rol predeterminado: se le responsabiliza de las distorsiones y la crisis, o por el
contrario, se le atribuye el rol de generador de demanda efectiva y la capacidad "casi mágica" de
franquear le crisis.
A riesgo de presentar un argumento excesivamente simplista y esquemático, podemos diferenciar
dos posiciones extremas sobre le interpretación de la presencia del Estado en la economía: primero,
la que propone una acción del Estado totalmente exógena a la dinámica de reproducción del capital,
quizás la más difundida en República Dominicana, y la segunda, postula un estado endógeno a la
dinámica de reproducción de capital.
La proposición del Estado exógeno encuentra su soporte de teoría económica en la teoría
neoclásica (de equilibrio parcial y de equilibrio general) y en la teoría keynesiana.
En la primera, la neoclásica, se asume que en la actividad económica "pura" existe una
tendencia automática al ajuste de "pleno empleo"1 o al "desempleo natural"2 determinados por
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En la teoría neoclásica de equilibrio parcial se supone que si la curva de oferta de trabajo tiene pendiente positiva y la
curva de demanda pendiente negativa, ambas elásticas a precios flexibles (el salario), se alcanza el equilibrio de pleno
empleo en el mercado de trabajo. Determinado el nivel de empleo, a través de la función de producción, se determina el
nivel de producto de pleno empleo. Con el nivel de producto de pleno empleo fijo, el ahorro determina la inversión
mediante variaciones en la tasa de interés. El producto de pleno empleo ha quedado determinado en el lado real de la
economía a través de suponer flexibles el salario y la tase de interés. Fijando el producto y suponiendo que todo el
ahorro se invierte, fijan la demanda de dinero, es decir, se asume que la velocidad de circulación del dinero es constante
en la ecuación cuantitativa del dinero, de manera, que los aumentas en la mesa monetaria sólo se reflejan en el nivel de
precios (MV = PQ), Es evidente que en este análisis basta con que la tasa de salarios y la tasa de interés sean flexibles
para que haya equilibrio de pleno empleo.
La versión neoclásica “de moda" sustituye el análisis de equilibrio parcial por un análisis, de equilibrio general y
sustituye el concepto de pleno empleo por el de desempleo estructural. La idea de equilibrio general es explicada por
Kenneth Arrow de le siguiente manera: "El carácter problemático de la coordinación económica es muy obvio en una
economía de libre empresa (…) La forma en que ocurre esta coordinación ha sido una preocupación central de la teoría
económica desde Adam Smith y recibió una respuesta razonablemente clara en el decenio de 1870 con el trabajo de
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factores reales, sobre la base del funcionamiento de los mercados y del sistema de precios. El
supuesto esencial es que, con flexibilidad de precios e información plena siempre puede existir en la
economía un vector de precios que garantice el equilibrio en todos los mercados.
Esta visión teórica adolece de un grave error metodológico, pues el modelo que construye
para explicar el funcionamiento de la realidad sustituye a la realidad misma, de manera que, si la
realidad de los hechos no se ajusta a la realidad que supone el modelo, aparece una "distorsión". La
"distorsión" es con respecto a la realidad supuesta en el modelo, derivándose de aquí un axioma que
domina la práctica: si la realidad de los hechos no se ajusta a la realidad pensada, lo que está mal no
es lo pensado sino los hechos.
LA ACCION DESMEDIDA DE LOS POLITICOS
En este sentido, dentro del marco de la teoría neoclásica, la finalidad de la política
económica es impedir la "distorsión" de la realidad con respecto a lo pensando, para que las fuerzas
del mercado actuando "libremente" desbrocen la senda de crecimiento económico. En esta tradición
de pensamiento, -dominante en nuestro país- la principal fuente de distorsión proviene de la acción
desmedida de los políticos que en su afán de satisfacer apetencias de orden partidarias o de
mantener una determinada clientela política hipertrofian al Estado. De manera que, la acción del
Estado es extraña al funcionamiento eficiente de la actividad económica, adjudicándosele la
responsabilidad de los fracasos económicos, mientras que los éxitos eran responsabilidad del
"eficiente funcionamiento de los mercados"3
Jevons, Menger y sobre todo, León Walras: el hecho de que todos los agentes de la economía enfrenten el mismo
conjunto de precios, provee el flujo común de información necesario paro le coordinación del sistema. Se sostuvo que
existe un conjunto de precios, uno para cada 'bien, que igualará la oferta y la demanda en todos los bienes, y si la oferta
y la demanda fuesen desiguales en todas partes, por lo menos algunos precios cambiarían, mientras que en el caso
opuesto no cambiaría ninguno. A causa de las últimas características, el balanceo entre la oferte y la demande sobre
estas condiciones puede llamarse de equilibrio de acuerdo con el uso habitual de ese término en la ciencia y las
matemáticas. El adjetivo 'general" se refiere al argumento de que no podemos hablar legítimamente de equilibrio con
respecto a ningún bien particular, dado que la oferte y la demande en cualquier mercado dependen de los precios de
otros bienes, el equilibrio general de la economía no puede descomponerse en equilibrios separadas para bienes
individuales" Kenneth Arrow. El equilibrio económico general: propósitos, técnicas analíticas, elección colectiva.
Premio Nobel de Economía. 1969- 1977. Lecturas del Fondo de Cultura Económica, No. 25, Pág: 157.
El concepto de desempleo natural es todavía un concepto más abstracto. En efecto, Milton Friedamn lo define de la
siguiente manera: "La tasa natural de desempleo, un término que introduce un recuerdo de la tasa natural de interés de
Wicksell, no es una constante numérica, sino que depende de factores reales por oposición a los monetarios: la eficacia
del mercado de mano de obra, el grado de competencia o monopolio, las barraras o los estímulos para el trabajo en
diversas ocupaciones, etc. ". En este sentido, "hay una tasa natural de desempleo congruente con las fuerzas reales y con
las percepciones correctas; el desempleo podrá mantenerse Por debajo de ese nivel sólo mediante una inflación
acelerada; o por encima de ese nivel sólo mediante una deflación acelerada". Friedmea, Milton. Inflación y Desempleo.
Los Premios Nobel de Economía 1969- 1977. Lecturas del Fondo de Cultura Económico, No. 25, Págs. 321-322.
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Brunhoff, Suzann de. Crisis Capitalista y Política Económica. En Marxismo y la Crisis del Estado. Colección
Filosófica, Universidad Autónoma de Puebla.
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Otra versión del Estado exógeno, la encontremos en el desarrollo de la teoría keynesiana, en
donde la intervención estatal guarda un estatuto diferente. En este caso se muestra que el sistema
económico puede permanecer en equilibrio en una situación de desempleo, sin que exista ningún
mecanismo que lo empuje al pleno empleo. Este es el meollo de la crítica de Keynes a los
neoclásicos, quien demuestra que el nivel de empleo no se determina en el mercado de trabajo, en
razón de que el mismo no existe4 (por lo menos en el sentido neoclásico, donde la curva de oferta de
trabajo está formada por una sucesión de puntos de equilibrio que igualan la utilidad marginal del
salario real con la desutilidad marginal de trabajar), determinándose entonces, el nivel de empleo a
través de la demanda efectiva.
Así el desempleo depende de una insuficiencia de demanda efectiva la cual puede ser
cubierta a través del gasto público. En este sentido Keynes señala: “'...el Estado tendrá que ejercer
una influencia orientadora sobre la propensión a consumir, a través de su sistema de impuestos,
fijando una tasa de interés y, quizás, por otros medios (...)", puntualizando, que una socialización
bastante completa será el único medio de aproximarse a la ocupación plena; aunque esto no necesita
excluir forma, transacción o medio por los cuales la autoridad pública coopere con la iniciativa
privada" y más adelante señala sobre la función del Estado: “...si éste es capaz de determinar el
monto global de los recursos destinados a aumentar esos medios (de producción, MCH) y la tasa
básica de remuneración de quienes lo poseen, habrá realizado todo lo que le corresponde".
Afirmando el carácter exógeno del Estado indica: "...si nuestros controles centrales (refiriéndose al
gobierno, MCH) logran establecer un volumen global de producción correspondiente a la ocupación
plena, tan aproximadamente como sea posible, la teoría clásica (en realidad se refiere a la teoría
neoclásica, MCH) vuelve a cobrar fuerza de aquí en adelante. Si damos por sentado el volumen de
producción, es decir que está determinado por fuerzas exteriores al esquema clásico de pensamiento
(neoclásico, MCH) no hay objeción que oponer contra su análisis de la manera en que el interés
personal determinará lo que se produce, en que proporciones se cambiarán los factores de la
producción con tal fin y como se distribuirá entre ellos el valor del producto final".5
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Keynes inicia la crítica a la estructura lógica neoclásica a partir del mercado de trabajo (véase nota 5) mostrando que
no existe una curva de oferta de trabajo y, por lo tanto, no existe un marcado de trabajo. Los argumentos de Keynes, en
este sentido, pueden resumirse de la siguiente forma:
a) Las decisiones de emplearse se toman sobre la base del salario nominal y no sobre la base del salario real,
porque de otro modo las personas abandonarían sus trabajos cuando hubiese inflación, en razón a que
disminuye el salario real. De manera que la curva de oferte de trabajo no puede vincular la utilidad marginal
del salario real con la desutilidad marginal de trabajar,
b) En el razonamiento neoclásico, el nivel de precios se determina a través de la ecuación cuantitativa, del dinero,
que indica que siendo constante el producto y la velocidad de circulación del dinero, los cambios en el nivel de
precios son explicados por las cambias en la masa monetaria. De aquí, que los cambios en el salario real (W/P)
sólo pueden ser explicados por los cambios en el salario nominal. Sin embargo, Keynes indica que salarios
nominales son rígidos a la baja debido a que son un resultado de acuerdos entre patrones y sindicatos.
c) Pero aún en caso de que los salarios fueran flexibles, debería esperarse que los neoclásicos sostuvieran que
los precios bajaron en la misma proporción, dejando a los salarios reales intactos, pues de lo contrario, estarían
asumiendo implícitamente que las ganancias dependen de las salarios y no del aporte marginal al producto, lo
cual es una clara inconsistencia lógica con la teoría de la distribución neoclásica.
5
Keynes, J. M. Teoría General de la Ocupación, el Interés y e/ Dinero. Fondo de Cultura Económica. México 1974,
Págs. 332-333
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Es evidente el carácter exógeno del Estado en el esquema keynesiano, pero esta vez como
elemento que tiende a contrarrestar los factores de crisis sosteniendo el "aliciente para invertir". En
este sentido, le acción del Estado es responsable del éxito económico, pero no de los fracasos6. Sin
embargo, como acertadamente ha indicado le señora Robinson: "todo gobierno que tuviera tanto
poder como el deseo de remediar los principales defectos del sistema capitalista, tendría la
voluntad y el poder para abolirlo por completo".
Desde otra perspectiva, vinculado con la tradición de pensamiento marxista, está la
determinación de la acción del Estado en forma endógena a la dinámica de la reproducción del
capital, dentro de la cual también podemos establecer dos tipos de interpretaciones: por un lado,
una relación mecanicista y por otra, una relación estructural orgánica entre Estado y economía.
Como la imagen que refleja el espejo
La versión mecanicista le atribuye al Estado un rol reflejo de la base material de producción.
El Estado adquiere el estatuto de "instrumento de le burguesía", incapaz de modificar aspectos de
esa estructura. La acción del Estado se concibe como la imagen que se refleja en un espejo y solo se
altera cuando cambia el objeto a reflejarse. Esta visión instrumentalista y mecanicista del Estado
resulta de una lectura impropia del Prólogo a la Crítica de la Economía Política de 1869 de Marx.
En efecto, éste señala: "Mis investigaciones dieron este resultado: que las relaciones
jurídicas, así como las formas del Estado no pueden explicarse ni por sí mismas, ni por la llamada
evolución general del espíritu humano, que se origina más bien en las condiciones materiales de
existencia...”. Más adelante Marx señala: "...en la producción social de su existencia, los hombres
entran en relaciones determinadas necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de
producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la
sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política a la que
corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual en general. No es la
conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, le realidad es la que
determina su conciencia”7
Si bien es cierto que la base material determina la conciencia de los hombres, y no al revés
como supondrían las concepciones idealistas, verbi gracia, la versión neoclásica del paradigma de
pleno empleo y las distorsiones; no es menos cierto que el Estado no es después de las relaciones de
producción, sino que es parte constitutiva de esas relaciones y garante de su permanencia.
En la versión mecanicista estaríamos desarrollando una estructura lógica agregativa primero
la base material, después el Estado. Por lo cual, aunque éste es endógeno a la estructura económica,
no es más que un simple reflejo. Sin embargo, si convenimos con Marx8 en que la condición para
que surja el capital es la presencia de la fuerza de trabajo como una mercancía, ofrecida y vendida
por su propio poseedor. El trabajador dispone de su capacidad de trabajo, de su persona como libre
6
7
Brunhoff, Suzann de Ob. Cit. p 153.
Marx, Carlos. Prólogo a la crítica de la economía política de 1859. Editora La Nacional. México 1969, p. 7-8
8
Marx, Carlos. El capital. Tomo l. Fondo de Cultura Económico. Capítulo IV
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propietario; al tiempo que éste y el poseedor del dinero se presentan en el mercado y se contratan de
igual a igual como poseedores de mercancías, jurídicamente iguales, sin más diferencia de que uno
es vendedor y el otro es comprador, de manera que la libertad e igualdad formal son condiciones
necesarias para el surgimiento y la reproducción del capital. En tanto el intercambio (compra y
venta de fuerza de trabajo) sea formalmente libre y voluntario, está implicando una relación
contractual que regula el intercambio entre dos voluntades.
Sobre este particular escribe José Oviedo: "Si la juridización de la relación de producción es
una necesidad estructural de la relación de capital frente a la lucha de clases (refiriéndose a la
regulación del salario, MCH), entonces la ley no puede ser una superestructura, mucho menos un
reflejo que como tal no tienen sustancialidad propia, sino una presencia que conforma las relaciones
de producción, que participa de su desarrollo histórico, aunque esta inserción o presencia interna,
por ser general, deba tener una exterioridad relativa". Más adelante apunta: "Si convenimos que el
Estado es una mediación interna al conflicto de clases, y que la lucha de clases no empieza después
sino que está inscrita en la relación de producción, entonces hay que convenir en que el Estado
participa de las transformaciones de las relaciones de producción... si bien su presencia en las
relaciones de producción no es física e inmediata (como la violencia política del precapitalismo),
tampoco su exterioridad es absoluta ni su acción se establece a posteriori (como simple gendarme):
el Estado trasciende (no se agota en) las relaciones de producción, pero participa de su constitución
y redefinición. Considerar que el Estado forma parte de las relaciones sociales de producción es
comprender que estas mismas relaciones expresan una ligazón orgánica entre Estado y Capital. El
Estado no es un reflejo, sino un producto que al mismo tiempo' es productor de relaciones
capitalistas".9
La función del Estado es por lo tanto preservar el orden capitalista, para lo cual debe recrear
las condiciones capitalistas de producción, sacrificando en determinados circunstancias parte del
capital, cuando éste impida la acumulación del capital total y el trabajo cuando pretenda convertir la
libertad y la igualdad formal en real, pero al mismo tiempo, debe preservarlo para que continúen las
relaciones capital-trabajo. Su acción aparece exterior al capital y al trabajo en su calidad de
mediador, pero ello no es la esencia de la relación, puesto que como mediador no es imparcial en
tanto, el propósito es preservar el orden capitalista, el cual implica una relación de dominación, de
sujeción del trabajo al capital. El Estado es pues, un elemento activo en la constitución de las
relaciones de producción y en la recreación de las condiciones que permiten la reproducción del
capital: la acumulación. En efecto, el capital es valorizable solo en un país gobernable.
En este sentido, podemos concluir que la presencia del Estado es un requisito lógico para las
relaciones capitalistas de producción, pero, ahora cabe preguntamos: ¿Cuál es la instancia de la
política económica?
La política económica es sólo una manera de cómo se hacen las cosas, es una práctica cuyo
contenido en lo general depende de la necesidad de preservar el orden capitalista, pero en lo
especifico expresa la relación de poder de las distintas fracciones del capital y la intensidad de las
9
Oviedo, José (1983). Estado, Reestructuración y Crisis en República Dominicana,' 1965- 1918.
Tesis sustentada paro optar por el título de Licenciado en Sociología, Santo Domingo, p. XIII.
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luchas de clases que imponen el límite a su legitimidad. Su consistencia lógica, la adquiere de la
teoría económica, la cual provee un paradigma que permite identificar problemas para los cuales
hay soluciones dentro del mismo, ignorando los que no tienen respuestas.
Resumiendo, podemos afirmar que la política económica es una práctica insertada en una
sociedad de contradicciones de clases, fracciones y de grupos opuestos, cuya racionalidad está
determinada por la preservación y reproducción del orden de producción, distribución e
intercambio vigente, la cual puede producir cambios que no impliquen la negación de las
relaciones sociales que las soportan, aunque sí la modificación de algunas de sus formas.
En este sentido, el ejercicio concreto de la política económica10 es un resultado histórico y
estructuralmente determinado en una relación dinámica de influencias recíprocas, que pueden
alterar aspectos importantes, aunque no esenciales, de la estructura productiva. Por ejemplo, puede
determinar la importancia relativa de un sector frente a otro, puede contribuir al desarrollo de
nuevas actividades productivas, pero no alterar las relaciones sociales de producción.
No puede impedir que el excedente siga fluyendo
Puede modificar la estructura del capital, así como la estructura y dinámica de la
distribución del ingreso, puede redistribuir el excedente económico entre diferentes grupos de la
clase socialmente dominante pero no puede impedir que el excedente siga fluyendo a ella.
Por último, la política económica influye sobre la decisión de gasto de los capitalistas y en la
proporción del excedente que éstos reinvertirán. El Estado capitalista puede incluso asumir parte de
la inversión que genera plusvalía, puede orientar el proceso de acumulación, pero no puede sustituir
totalmente a los capitalistas privados en la inversión.
En conclusión, nos quedamos con una concepción del Estado estructural orgánica, es decir,
un Estado que es parte constitutiva y componente fundamental de las relaciones sociales de
producción. Por lo tanto, no es exógenamente determinado a voluntad de quienes controlan el
gobierno, pero tampoco es un simple "instrumento de la burguesía". El Estado no es homogéneo y
refleja las contradicciones de intereses que se dan en el desarrollo de la actividad económica.
Su acción en lo económico adquiere consistencia lógica de la teoría económica, ya sea en
una versión ideologizada de conocimiento vulgar o en una versión de riguroso contenido analítico,
pero su acción concreta está mediada por la intensidad de las luchas de clases antagónicas y entre
las diferentes fracciones del capital, así como, por la preservación del orden de producción,
distribución e intercambio.
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