Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Prólogo

2019, La imprenta en Sevilla en el siglo XVI (1521-1600), de Arcadio Castillejo Benavente

Arcadio Castillejo Benavente LA IMPRENTA EN SEVILLA EN EL SIGLO XVI (1521-1600) I Edición y prólogo a cargo de Cipriano López Lorenzo La imprenta en Sevilla en el siglo XVI (1521-1600) Esta edición se ha financiado con la colaboración de las siguientes personas y entidades: Biblioteca General Histórica (Universidad de Salamanca) Pedro M. Cátedra García Pablo Castillejo Pons Carlos M. Collantes Sánchez Lola Cortés Meyniel Alexander Cramwinckel Anne Cramwinckel Joppe Cramwinckel y Maricel Pons Prats Sonia Díaz Zapata María Mercedes Fernández Valladares Jaime Galbarro García Ignacio García Aguilar Lola Gómez Cortés Clive Griffin María Jesús Lacarra Ducay Óscar Lilao Franca María Eugenia López Varea Jose Manuel Lucía Megías Juan Montero Delgado Jane Ogilvie José Antonio Ollero Pina Eduardo Peñalver Gómez Fermín de los Reyes Gómez Angels Rius Bou Pedro Carlos Rojo Alique Julián Solana Pujalte José Solís de los Santos Antje Thiel Marco Thiel Esteban Veiga Chacón Javier Vila Rodríguez Arcadio Castillejo Benavente La imprenta en Sevilla en el siglo XVI (1521-1600) –Volumen I– Edición y prólogo a cargo de Cipriano López Lorenzo Sevilla 2019 Colección Biblioteca Universitaria Núm.: 26 Comité editorial: José Beltrán Fortes (Director de la Editorial Universidad de Sevilla) Araceli López Serena (Subdirectora) Concepción Barrero Rodríguez Rafael Fernández Chacón María Gracia García Martín Ana Ilundáin Larrañeta María del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Manuel Padilla Cruz Marta Palenque Sánchez María Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda José-Leonardo Ruiz Sánchez Antonio Tejedor Cabrera Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito de la Editorial Universidad de Sevilla y de UCOPRESS. Editorial Universidad de Córdoba. Con la colaboración de: Diputación Provincial de Sevilla (Servicio de Archivo y Publicaciones), Biblioteca de la Universidad de Sevilla y CIPHCN. Centro de Investigación en Patrimonio Histórico, Cultural y Natural de la Universidad de Huelva © EDITORIAL UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2019 C/ Porvenir, 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: eus4@us.es Web: <http://www.editorial.us.es> © UCOPRESS. EDITORIAL UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA 2019 Campus de Rabanales. Ctra. Nacional IV, km 396 - 14071 Córdoba. Tlf.: 957 21 21 65 (Distribución); Fax: 957 21 81 96 Correo electrónico: ucopress@uco.es Web: <http://www.uco.es/ucopress> © Cipriano López Lorenzo (edición y prólogo) 2019 © Herederos de Arcadio Castillejo Benavente 2019 Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain ISBN de Editorial Universidad de Sevilla De la obra completa: 978-84-472-1913-1 Del volumen I: 978-84-472-2821-8 Del volumen II: 978-84-472-2822-5 ISBN de UcoPress. Editorial Universidad de Córdoba De la obra completa: 978-84-9927-434-8 Del volumen I: 978-84-9927-435-5 Del volumen II: 978-84-9927-436-2 Depósito Legal: SE 153-2019 Diseño de cubierta y maquetación: Juan Diego Bazán Gallego Impresión: Tórculo Comunicación Gráfica, S.A. Cuando Arcadio estaba ya al tanto del cáncer que se lo llevó pocas semanas después de que se lo diagnosticaran, no dudó en decirnos quiénes debían hacerse cargo de “rematar” el proyecto en el que llevaba trabajando más de 15 años: Juan Montero y Eduardo Peñalver, compañeros ambos de la Universidad de Sevilla. En estas líneas queremos agradecerles a ellos, especialmente, su dedicación desinteresada que ha hecho posible que el trabajo de Arcadio haya podido ser publicado. Sabemos que el trabajo no ha sido fácil, dada la complejidad de la investigación y la ausencia del autor, pero creemos, sabemos, que se ha conseguido llegar a buen puerto, con una publicación con la calidad adecuada al nivel de la obra. Y era una persona que no se conformaba con poco. Juan, Eduardo, muchísimas gracias por vuestra paciencia y vuestro apoyo. Y por hacernos de lazarillos en el complicado mundo de la investigación universitaria. Nos gustaría también agradecer su colaboración a todos los compañeros del “gremio” con los que Arcadio contactó y consultó las múltiples dudas que le fueron surgiendo durante la investigación. Y, cómo no, gracias, papá, por compartir con nosotros los hallazgos y descubrimientos con los que ibas encontrándote todos estos años. Y por hacernos partícipes de un trabajo del que nos sentimos muy orgullosos. Gracias, allá donde estés. Mayna, Andrés, Daniel y Pablo Familia de Arcadio Castillejo Benavente Cuando llegó el día de su jubilación, Arcadio Castillejo llevaba ya varios años acariciando la idea de redactar una bibliografía de libros impresos en Sevilla en el siglo XVI. El amor de Arcadio por los libros antiguos venía de lejos. Aunque desde que en 1977 se incorporara como miembro del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos a la plantilla de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, había desempeñado hasta casi el final de su carrera profesional el cargo de director de la Biblioteca de la Facultad de Derecho, en todos aquellos años desarrolló una parte de su trabajo en la Biblioteca General, colaborando con la entonces directora, Rocío Caracuel, en la redacción del suplemento al Catálogo de incunables de la Biblioteca Universitaria, que vio la luz en 1982, y sobre todo en la del catálogo Manuscritos jurídicos de la Biblioteca Universitaria de Sevilla, que editó la Universidad en 1986. Arcadio volcó en el catálogo de manuscritos jurídicos la dedicación, el rigor y la meticulosidad que animan cada una de las páginas que ahora presentamos. Su labor en el mundo del libro antiguo no terminaba aquí, porque en 1998 dejaría la dirección de la Biblioteca de Derecho para ocupar la plaza de Jefe de Sección de Fondo Antiguo y Archivo Histórico. En esta última fase de su larguísima carrera profesional Arcadio tuvo tiempo de preparar el catálogo de Manuscritos de la Biblioteca Universitaria de Sevilla que tratan de temas relacionados con Sevilla y su provincia, que publicó en el libro homenaje de Rocío Caracuel, pero sobre todo se dedicó a poner en marcha el proyecto de catalogación retrospectiva del fondo antiguo de la BUS, que sólo recientemente hemos podido ver terminado, y a integrar a nuestra institución en los proyectos cooperativos más relevantes en España relacionados con el patrimonio histórico, y nos referimos especialmente a la integración en el Grupo de Patrimonio de la Red Española de Bibliotecas Universitarias. En el año 2000, muy próxima ya su jubilación, se ocupó de la participación de la BUS en Exlibris Universitatis, una magna exposición que el Grupo de REBIUN organizó en la Universidad de Santiago de Compostela, y que supuso un auténtico punto de inflexión en el esfuerzo histórico de difusión del patrimonio bibliográfico a que se han entregado en los últimos lustros las bibliotecas españolas. La participación de Arcadio en la redacción de alguno de los estudios, en los comentarios de las obras aportadas por Sevilla, y en la coordinación general del proyecto, fueron el punto final de su carrera funcionarial. La dedicación de Arcadio a la tipobibliografía sevillana del XVI, permitió que en los años que siguieron a su despedida profesional sus compañeros en la Biblioteca General y sobre todo en la Sección de Fondo Antiguo y Archivo Histórico siguieran disfrutando de su compañía, pues buena parte de sus pesquisas las hizo en la Sala de Investigación de la Biblioteca. Ello nos dio la oportunidad de aprovecharnos de sus amplísimos conocimientos en el campo del libro antiguo, que a menudo nos ayudaban a salir de los aprietos a que a veces conducen los trabajos bibliográficos, pero también de seguir disfrutando de su extraordinario sentido del humor, y de otros campos del saber en los que destacaba y de los que disfrutaba. Siempre he pensado que las búsquedas bibliográficas que tanto le apasionaron tenían mucho que ver con las pesquisas micológicas, a las que en más de una ocasión nos invitó a que nos uniéramos. Han sido muchas las bibliotecas en España y fuera de España que Arcadio visitó en los tres lustros que dedicó a esta obra, y han sido muchos miles de ejemplares de libros sevillanos del Quinientos los que han sido objeto de su escrutinio bibliográfico. Un instrumento de esta naturaleza es un trabajo ingente que agradecerán sin duda los investigadores en los ámbitos de la historia de Sevilla y de la historia del libro. El libro que hoy finalmente ve la luz es la justa recompensa a una dedicación de la que hemos sido testigos. Juan Montero Delgado Eduardo Peñalver Gómez ÍNDICE –Volumen I– PRÓLOGO ....................................................................................................................................... 15 INTRODUCCIÓN ....................................................................................................................... 23 I. Tipografía hispalense. Antecedentes bibliográficos de la imprenta en Sevilla. Status quaestionis ....................................................................................................................... 25 I.1. Prolegómenos ................................................................................................................ 25 I.2. Semblanza de la Sevilla quinientista .......................................................................... 26 I.3. Llegada de la imprenta a Sevilla ................................................................................. 27 I.4. Movimientos religiosos. La Inquisición ................................................................... 30 I.5. La tipobibliografía hispalense: estado de la cuestión ............................................. 33 II. Talleres de imprenta. Esbozo histórico ................................................................................. 51 II.1. Álvarez, Antón (fl. 1544-1551) ................................................................................. 54 II.2. Álvarez, Catalina, viuda de Alonso Escribano (fl. 1577) ...................................... 57 II.3. Álvarez, Cristóbal (fl. 1550-1551) ............................................................................ 57 II.4. Álvarez, Pedro (fl. 14??-1536) .................................................................................... 60 II.5. Barrera, Alonso de la (fl. 1568-1599) ....................................................................... 60 II.6. Burgos, Andrés de (fl. 1541-1548) ............................................................................ 68 II.7. Cabrera, Rodrigo de (fl. 1594-1599) ........................................................................ 76 II.8. Canalla, Juan (fl. 1548-1555) ..................................................................................... 78 II.9. Carpintero, Estacio (fl. 1545-1550) .......................................................................... 83 II.10. Carpintero, Simón (fl. 1560-1563) ........................................................................... 87 II.11. Chaves, Jerónimo (fl. 1575) ........................................................................................ 90 II.12. Coca, Alonso de (fl. 1559-1565) ............................................................................... 90 II.13. Cromberger, Taller de los: Jacobo (fl. 1504-1528), Juan (fl. 1529-1540 y Jácome (fl. 1540-1560) ............................................................................................ 92 II.14. Díaz, Fernando (fl. 1567-1588) ................................................................................. 92 II.15. Díaz, Tomás (fl. 1590-1598) ................................................................................... 100 II.16. Escribano, Alonso (fl. 1567-1577) ......................................................................... 102 II.17. Fernández, Juan (fl. 1579) ........................................................................................ 105 II.18. García, Francisco (fl. 1578-1587?) ......................................................................... 106 II.19. Gómez, Juan (fl. 1559) .............................................................................................. 108 II.20. González, Bartolomé (fl. 1575-1580) ................................................................... 109 II.21. Gutiérrez, Juan (fl. 1559-1575?) ............................................................................. 109 II.22. Hidalgo, Clemente (fl. 1598-1615) ....................................................................... 114 II.23. Herrera, Juan de (fl. c. 1563-c. 1569) ..................................................................... 117 II.24. Lara, Cosme de (fl. 1587-1590) .............................................................................. 117 II.25. Lara, Fernando de (fl. 1592-1611) ......................................................................... 118 II.26. León (I), Juan de (fl. 1545-1549) ........................................................................... 120 II.27. León (II), Juan de (fl. 1585-1617) .......................................................................... 126 II.28. López, Benito (fl. 1559-1575) ................................................................................ 130 II.29. Luján, Pedro de (fl. 1550-1554) .............................................................................. 131 II.30. Maldonado, Fernando (fl. 1580-1586) ................................................................. 136 II.31. Martínez de Bañares, Pedro (fl. 1564-1565) ........................................................ 137 II.32. Montesdoca, Martín de (fl. 1553-1558) ............................................................... 140 II.33. Peña, Ana de la, viuda de Trujillo (fl. 1567-1574?) ............................................ 140 II.34. Pérez, Bartolomé (fl. 1529-1543) ........................................................................... 142 II.35. Pérez, Francisco (fl. 1584-1607) ............................................................................. 146 II.36. Pescioni, Andrea (fl. 1580-1587) ............................................................................ 150 II.37. Picardo, Alonso (fl. 1572-1577) ............................................................................. 156 II.38. René, Juan (fl. 1598) .................................................................................................. 157 II.39. Robertis, Dominico de (fl. 1533-1549) ................................................................ 157 II.40. Sánchez, Benito (fl. 1594) ........................................................................................ 164 II.41. Torre, Gregorio de la (fl. 1550-1558) .................................................................... 164 II.42. Trujillo, Sebastián (fl. 1549-1569) ......................................................................... 166 II.43. Varela de Salamanca, Juan (fl. 1509-1539) ........................................................... 172 II.44. Vázquez de Ávila, Juan (fl. 1550) ............................................................................ 186 II.45. Zapata, Gaspar (fl. 1544) .......................................................................................... 187 III. El presente catálogo ............................................................................................................... 191 III.1. Advertencia preliminar ............................................................................................. 191 III.2. Noticia bibliográfica: elementos de las noticias contenidas en el catálogo .... 193 III.3. Abreviaturas y símbolos usados en la obra ............................................................ 197 IV. Bibliografía citada .................................................................................................................. 201 CATÁLOGO ................................................................................................................................. 211 V.1. Obras impresas en Sevilla (1521-1552) ................................................................ 213 –Volumen II– V.2. Obras impresas en Sevilla (1553-1600) ................................................................ 877 V.3. Apéndice de obras impresas en Osuna (1549-1555) ........................................ 1507 ÍNDICES ...................................................................................................................................... 1517 VI.1. Índice de las ediciones descritas ............................................................................ 1519 VI.2. Índice onomástico .................................................................................................... 1615 VI.3. Índice de referencias bibliográficas usadas en el catálogo ................................ 1649 VI.3.1. Otras fuentes consultadas ......................................................................... 1709 VI.4. Índice de referencias de las bibliotecas y archivos citados en el catálogo ...... 1731 PRÓLOGO Cuando el profesor Juan Montero me mostró en su despacho los dos gruesos volúmenes de la obra inédita de Arcadio Castillejo, yo acababa de depositar mi tesis doctoral, después de cuatro años y medio de duro trabajo. Como se comprenderá, tras esos años de lidiar con impresos poéticos de la Sevilla del siglo XVII, la propuesta de que yo me encargara de editar tamaña tipobibliografía no resultó precisamente tentadora. Al echarle un vistazo, en cambio, comprendí que todos esos datos me hubieran sido utilísimos para contrastar la producción poética del Seiscientos con la del siglo anterior. La bibliografía con la que se contaba hasta el momento se basaba en datos desactualizados, enmarcados a veces en tramos cronológicos más o menos dispersos, y había salido de la pluma de autores como Francisco Escudero y Perosso, Joaquín Hazañas y la Rúa, Aurora Domínguez Guzmán y Frederick J. Norton. También eran de obligada consulta las monografías de Clive Griffin en torno a los Cromberger, o la de Klaus Wagner sobre Martín de Montesdoca. Pero nada comparado con la proeza hercúlea de Arcadio, quien ofrecía por ahora tanta información, contemplando casi todo el siglo XVI sevillano (1521-1600). Y si es “casi todo” es por justicia y respeto a la Imprenta en España 1501-1520 de Norton, a la que Arcadio calificaba de insuperable por haber agotado la materia. Por admiración a Norton, por consejo del ilustre Julián Martín Abad –quien editara al británico con tino y maestría–, y por falta de tiempo y recursos se omitieron los veinte primeros años de la centuria, sin deslucirse, así y todo, el valor del conjunto. Si haber leído esas páginas meses antes me hubiera allanado mucho el camino, era patente que su lectura iba a ser también de mucho provecho para otros especialistas. Aquella obra debía editarse lo antes posible. Arcadio Castillejo Benavente (La Granjuela, Córdoba, 1935- Gines, Sevilla, 2015) se licenció en Filología Moderna (inglés y alemán) en la Universidad de Barcelona. Ingresa en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos el 20 de septiembre de 1969 mediante oposición pública. Desde ese año, desarrolla su labor en la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, donde alcanzó el puesto de Vicedirector entre 1970 y 1976. En ella se encargó de tareas tan diversas como la remodelación completa de la Biblioteca de la Facultad de Medicina, revisión de las secciones de revistas, la catalogación de publicaciones periódicas antiguas, la reorganización de fondos y catálogos, la fundación de boletines con información bibliográfica y un largo etcétera que da cuenta de su intensa actividad y pasión LA IMPRENTA EN SEVILLA EN EL SIGLO XVI (1521-1600) 16 por su profesión. Fue pionero de la informatización de bibliotecas, como demuestra la beca que le concedió la Fundación Juan March para la especialización de archiveros y bibliotecarios en técnicas modernas en 1971. Durante el disfrute de dicha beca, visitó diversos centros de Estados Unidos y Reino Unido. Fue también profesor de biblioteconomía y clasificación en la antigua Escuela de Bibliotecarias, entre los años 1972 y 1976. El 15 de mayo de 1976 tomó posesión del cargo de Director de la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Barcelona, siendo el responsable de su organización, dado que dicha universidad acababa de empezar a andar. El 14 de julio de 1977 se traslada a la Universidad de Sevilla, donde rápidamente vuelve a desempeñar un alto cargo; esta vez como Director de la Biblioteca de la Facultad de Derecho entre 1977 y 1985. Allí vuelve a dejar constancia de su empeño y capacidad de trabajo con una remodelación completa de la Biblioteca y la publicación de catálogos de revistas, al mismo tiempo que supervisaba la Biblioteca de Ciencias Económicas y Empresariales. Fue en la Biblioteca General de la Universidad de Sevilla y en colaboración con la entonces directora Dª Rocío Caracuel Moyano donde revisó e identificó numerosas obras del siglo XVI sin datar, entre las que aparecieron, además, 30 incunables, descritos en el suplemento que ambos publicaron bajo el título Catálogo de incunables de la biblioteca universitaria: suplemento (1982). En 1986 publica otro catálogo, el de los Manuscritos jurídicos de la Biblioteca Universitaria de Sevilla, en el que se recogen numerosos textos de mano de profesores de la Universidad de Salamanca durante los siglos XVI y XVII. Desde ese mismo año y hasta su jubilación en 2000, pasa a ser Jefe de Sección de Fondo Antiguo y Archivo Histórico de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Será precisamente al acercarse a su edad de jubilación cuando decida llevar a término la tipobibliografía de Sevilla en el siglo XVI, proyecto que, tras más de 15 años, ve ahora la luz de forma póstuma. Animado en parte por los resultados que el macroproyecto liderado por José Simón Díaz, Tipobibliografía Española, estaba dando por entonces, Arcadio arranca su investigación en el verano de 1999, con el objetivo de poder describir todo el siglo XVI, desde 1501, y publicar sus frutos en 2005, coincidiendo con el Quinto Centenario de la Universidad Hispalense. La obra pretendía, así, sumarse al conjunto de publicaciones que iban a difundir y promocionar la labor de la institución a lo largo de ese año. Hay que reconocer que el ímpetu inicial se saldó con excelentes resultados, pues si en julio de 2000 ya había incorporado a su catálogo 605 registros, en marzo de 2001 ya eran 1670. Nuestro bibliógrafo estimó entonces que la producción total rondaría las 1800 ediciones, incluyendo potenciales emisiones y estados. El sendero que se abría ante él no pudo ser tan transitable durante mucho tiempo y rápidamente aparecieron dos obstáculos esenciales: la descripción de todos los registros iba a tomarle más tiempo del que inicialmente había calculado; y en segundo lugar, el cotejo de los ejemplares –al menos 3 de cada edición para detectar emisiones y estados– requería una sustanciosa financiación. El primer escollo se atenuó iniciando las descripciones en 1521, tal y como ya hemos mencionado. Para superar el segundo, trazó unas previsiones económicas de sus viajes, dietas y alojamientos y las desglosó en solicitudes de financiación que presentó a varias entidades bancarias. En 2001, consideraba necesaria la visita a bibliotecas de España (Madrid, Valencia y Barcelona, entre otras), de Portugal (Lisboa, Évora, Oporto y Coímbra), Alemania (Múnich), Austria (Viena), Francia (París), Italia (Milán y Roma), Inglaterra (Londres, Oxford y Cambridge), y Estados Unidos (Nueva York). El monto final rondaba los cuatro millones y medio de pesetas. 17 PRÓLOGO Sabemos con seguridad que la Fundación El Monte aceptó financiar uno de estos viajes y que finalmente cumplió con el itinerario descrito, pero ignoramos si hubo otros patrocinadores involucrados. Desafortunadamente, son muy pocos los papeles que la familia ha podido rescatar sobre la cuestión. Hubiera o no otras entidades partícipes en el desarrollo de su empresa a las que agradecer desde aquí su colaboración, es notable la pronta y acertada metodología con que Arcadio había dado para sus asientos bibliográficos, lo que también rebajó mucho sus gastos. Tanto es así, que el modelo que ahora se ofrece al lector estaba prácticamente definido y ultimado en estas primeras etapas de trabajo. Y es que las relaciones personales que supo tender con bibliógrafos de primera talla, como Griffin, Martín Abad, o Fernández Valladares, también dejaron una impronta en su rigor científico, además de un buen puñado de transcripciones que pudieron facilitarle cuando él mismo se hallaba lejos de la fuente. Todos le recuerdan hoy día con cariño y reconocen la importancia de su hazaña, que aguardan leer con entusiasmo; así me lo han expresado en ocasiones. El 7 de mayo de 2015 fallece Arcadio, dejando su tipobibliografía sin pulir, aunque con toda la información recogida, más o menos organizada, y con el estudio histórico preliminar sobre los talleres de imprenta hispalenses muy perfilado. Se advierten rastros de unas últimas prisas en una redacción poco cuidada quizá, pero afortunadamente puede dejar un manuscrito muy próximo a su estado definitivo. Su viuda e hijos pelean por hacerlo público y muestran una encomiable paciencia y constancia de las que soy testigo, buscando a través del Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Sevilla y del actual Jefe del Fondo Antiguo y Archivo Histórico de la Biblioteca Universitaria la orientación y medios necesarios para cumplir con la voluntad de Arcadio. Cuando llega a mis manos el texto, este ya ha sido revisado por Juan Montero, José Solís de los Santos y Eduardo Peñalver, a los que tengo que agradecer no solo sus anotaciones y enmiendas al manuscrito, que tanto me han servido, sino toda su ayuda y apoyo durante los meses que dediqué a editar la obra. Ellos se convirtieron en un felicísimo “sanedrín” al que pude acudir cada vez que surgían dificultades; sin ellos yo jamás hubiera podido salir del paso. Como se podrá deducir de una obra que se ha extendido en el tiempo a lo largo de más de 15 años, las principales acciones que tuve que desarrollar fueron la homogeneización y aplicación sistemática de criterios. Es cierto que Arcadio planteó su metodología y convenciones desde muy pronto, pero a lo largo del tiempo hubo cambios en esos planes, pasando a recoger a veces datos que antes no pensaba tener en cuenta o viceversa; o bien incurrió en despistes totalmente lógicos en mitad de aquel torrente de aguas que cursó. De hecho, una lectura atenta del manuscrito permitía ver la evolución de su trabajo en el tiempo, simplemente poniendo atención a pequeños detalles de puntuación, disposición textual, modos de abreviar y otras convenciones varias, como por ejemplo el hecho de cómo a partir de 1550 redujo notablemente el cotejo parcial de las obras [+] y apostó definitivamente por un cotejo completo, bien mediante reproducciones [†] o de visu [*]. Todo eso necesitó de una profunda revisión y normalización para que el lector pudiera recorrer la obra como un trabajo equilibrado y coherente; o en otras palabras, para ocultar la carga del tiempo que pesaba sobre ella. Lo que se alzaba ante mí, en suma, era un reto que me miraba incrédulo desde una erudición inalcanzable. Vino a mi mente en esos momentos la “montaña desafiante en el horizonte” que Infantes y Askins –salvando las distancias– habían tenido que “excavar” para la edición corregida y aumentada del Nuevo diccionario bibliográfico de pliegos sueltos LA IMPRENTA EN SEVILLA EN EL SIGLO XVI (1521-1600) 18 poéticos del siglo XVI, de Rodríguez-Moñino. Me tocaba a mí ahora penetrar en otra cumbre tortuosa, pues no cabía la menor duda de que el legado de Arcadio iba a ser otro coloso accidente geográfico en mitad de la llanura de la tipobibliografía sevillana. La introducción necesitó de una reorganización de las secciones que la componían, de forma que los estudios sobre los impresores y sus talleres fueron ordenados por orden alfabético de los apellidos, acompañados de una orientación sobre las fechas de la actividad laboral. En algunos casos hubo que corregir esas fechas, como en los Cromberger. Reordenadas sus secciones, decidí pulir el estilo de algunos párrafos, que reescribí para hacerlos más accesibles. En ese proceso dominó siempre la idea de que la lectura fuera ligera y por eso eliminé comentarios o digresiones personales que el autor incluía a menudo interrumpiendo el discurso principal, pero que poco o nada aportaban a los datos que se exponían. Asimismo, terminé de recolectar las imágenes de marcas tipográficas que habían quedado pendientes y las inserté en sus correspondientes pasajes, renombrándolas como «figuras» (fig.). Caso más laborioso en este apartado fue el de las citas bibliográficas. He optado por una citación más acorde a la tradición filológica peninsular, y en base a ella cotejé y completé los datos para no dejar errores y omisiones en el camino. Entre esas citas recuerdo que los papeles manuscritos de Hazañas y la Rúa para La imprenta en Sevilla que se custodian en el Archivo de la Universidad Hispalense no disponían aún de signatura topográfica en el catálogo Fama, si bien las consultas y las menciones de Arcadio aceleraron su catalogación y su ficha definitiva. Quiero decir que está el lector ante un trabajo que maneja una amplia documentación, y que desempolva, incluso, papeles que hasta la fecha habían pasado inadvertidos a especialistas en la materia. Asimismo, las referencias bibliográficas las listé al final de la introducción (punto IV) para diferenciarlas de las referencias usadas a lo largo del catálogo, descritas en los índices finales. Otro aspecto que tuve que modificar en la introducción fueron los criterios de descripción del punto III.2. Noticia bibliográfica: elementos de las noticias contenidas en el catálogo, y algunas abreviaturas generales usadas en el III.3. Abreviaturas y símbolos usados en la obra. Si bien los criterios básicos adoptados por Arcadio pudieron mantenerse en esas líneas, otros como la numeración de los registros o el emplazamiento del apéndice con obras impresas en Osuna tuvieron que ser sustituidos por mis propias propuestas –siempre discutibles–, de modo que en esas declaraciones se entremezclan la metodología del bibliógrafo y mis intervenciones como editor. Por contra, y a modo de testimonio de las intenciones del autor, decidí dejar el nota bene final, en el que Arcadio explicaba que las descripciones de los materiales tipográficos empleados en las obras catalogadas –elementos comúnmente omitidos en repertorios análogos– serían recopiladas más adelante en un CD independiente. El plan de Arcadio, no obstante, no pudo llevarse a término y la publicación de ese CD quedará como una labor pendiente para quienes osen, con valor y entrega, colaborar en la radiografía de la industria editorial sevillana del Quinientos. La sección que se llevó la mayor parte del trabajo no podía ser otra que la del mismísimo catálogo. Meses atrás, Mercedes Fernández Valladares había respondido por email al profesor Juan Montero sugiriendo algunas correcciones en el modelo descriptivo de Arcadio. Todavía hoy me veo leyendo ese email y pensando en que la labor iba a ser disparatadamente larga, muy larga. Afortunadamente, esas sugerencias me sirvieron como punto de partida y comencé trabajando en la modificación de la puntuación, que seguía unos criterios que, eventualmente, ponían en riesgo la correcta interpretación de lo transcrito. Corregir 19 PRÓLOGO la puntuación, uniformar las barras de saltos de líneas, agrupar la información en cómodos párrafos independientes, trabajar el estilo de las descripciones de grabados, retrasar el Apéndice de obras impresas en Osuna (1549-1555) al final, reordenar las fichas dentro de cada año en base a lo planteado por el autor –de mayor a menor fiabilidad en los datos de edición y en cronología ascendente–, e incorporar las enmiendas al texto que nuestro “sanedrín” ya había anotado en el manuscrito fueron las primeras y más urgentes intervenciones que llevé a cabo. Lo siguiente, ya con el listado definitivo y ordenado de los registros, fue renumerar las fichas para sustituir el sistema genuino del autor por uno más sencillo y tradicional mediante números correlativos. El método del autor consistía en un juego doble de cifras que surgía del año de publicación de la obra más el lugar que ocupaba la ficha dentro de su listado anual. Por ejemplo, la quinta ficha de 1533 se identificaría como “33-5”. Aunque el método permitía dejar cada año abierto a hipotéticas incorporaciones o supresiones durante el proceso de trabajo sin que se viese alterado el resto, la simplificación en la numeración me pareció más recomendable, máxime cuando el trabajo se daba ya por concluido. Con esto resuelto, pasé a homogeneizar el contenido de los distintos apartados de cada ficha: – Dentro del encabezamiento, hubo que aplicar con rigor la sintaxis de los datos de edición –[Lugar. Impresor, año]– y cotejar la fecha con la descrita en el colofón, cuando lo había. Ya encontré algunos casos en los que no existía correspondencia entre una información y otra y tuve que acudir a la propia obra para dictaminar la verdadera fecha de publicación. Un contratiempo que ponía en jaque la metodología bibliográfica y, adicionalmente, deshacía el orden que acababa de fijar. – En relación con la descripción analítica debo alertar de que fui especialmente cauto y respetuoso, pues cualquier cambio indebido en las descripciones tiraba por tierra la labor de Arcadio. Además, cerciorarse de que lo puesto en papel concordaba con las fuentes consultadas era una faena costosa y suponía prácticamente rehacer la obra entera; y no era mi papel el de coautor, precisamente. Por ello, solo he actuado cuando la errata era evidente o había sospechas fundadas de haberla. Una excepción se hizo con las transcripciones de cinco obras que Griffin consultó en la Houghton Library (Massachusetts) y en la John Carter Brown Library (Rhode Island) a petición de Arcadio, y que reenvió a Juan Montero cuando tuvo noticia del fallecimiento de nuestro autor. Las integré de forma póstuma porque entendí que se respetaba la voluntad autorial y porque redundaba en beneficio de los lectores. Ahora bien, las descripciones físicas sí pasaron por un proceso de homogeneización tipográfica y secuencial que ayudó a leerlas con mayor claridad. Aquí hubo que poner especial empeño en no pasar por alto ninguna flecha –[Þ]–, signo que Arcadio decidió usar para remitir a descripciones previas de otros bibliógrafos, e intenté aligerar algunas hipótesis de atribución con un estilo más sucinto y conciso, suprimiendo detalles farragosos o algunas referencias internas que usaban una paginación no definitiva. Las transcripciones facsimilares apenas se tocaron más allá de las cuestiones formales que ya se habían aplicado pasos atrás (ajustar alineaciones, sangrados, etc.). Se quedó en el tintero la cuestión de las letras capitulares, que Fernández Valladares aconsejaba revisar para marcar las lombardas con paréntesis. No fue posible esa revisión por motivos ya comentados, así que las capitulares no llevan distinción en su tipología. LA IMPRENTA EN SEVILLA EN EL SIGLO XVI (1521-1600) 20 – En las referencias bibliográficas y estudios tuve que asegurarme de que se cumplía el orden alfabético y de que se ajustaba a lo que se recogía en el índice de referencias bibliográficas. Hubo que sustituir las comillas altas por las bajas o angulares, ajustar la ortografía a las normas de la RAE, desplazar los ocasionales comentarios sobre atribuciones a la descripción física, añadir el epígrafe “Estudios” a las referencias bibliográficas extras que trataban un aspecto concreto de la obra (artículos de investigación, ediciones facsimilares modernas...) y separarlas del resto tipográficamente. – La localización de ejemplares tuvo un proceso de homogeneización similar al anterior: estricto orden alfabético para los lugares, letra cursiva para las bibliotecas y archivos, y corchetes para toda la información relativa a cada ejemplar. Los símbolos que indicaban el tipo de cotejo se desplazaron hasta el final de la secuencia informativa de cada ejemplar, de modo que se confundieran lo menos posible con las signaturas topográficas. De los varios índices que dejó Arcadio para su obra, decidí apostar por los más imprescindibles en cualquier tipobibliografía y desechar otros como el Índice de libros de caballerías e historias caballerescas, que aunque no dejaba de ser útil, ponía el foco de atención en un género editorial específico en detrimento de otros tantos cultivados esos mismo años. Había que ser pragmático y diligente con los plazos a esas alturas, por lo que los índices seleccionados para la publicación fueron el de ediciones descritas, el onomástico, el de referencias bibliográficas y el de referencias de bibliotecas y archivos citados. Todos ellos requirieron un par de meses de trabajo para poder sustituir, en primer lugar, las antiguas numeraciones por las nuevas y definitivas. En segundo lugar, tuve que cerciorarme de que no se había pasado ninguna entrada por alto y cuando así fue, la incorporé y ordené como correspondía. En el índice onomástico, Arcadio había decidido suprimir los nombres de autores que encabezaban los registros, pues al fin y al cabo estos ya aparecían listados en el índice de ediciones. No obstante, opté por añadirlos para no despistar al lector que acudiese a ese índice con independencia del anterior. En el índice de referencias bibliográficas, hubo que adaptar las citas al modelo de citación más propio de la filología peninsular que ya empleé en la introducción, y se completaron aquellas referencias mútilas o que presentaban datos erróneos. Por último, el índice de referencias de bibliotecas requirió básica y exclusivamente una ordenación y regularización tipográfica en la que decidí sustituir el orden según continentes por uno de países, sencillamente. Requirió alguna que otra corrección en las formas toponímicas y la rectificación de alguna entrada, pero poco más. Por último, también alteré ligeramente el título de la obra cuando puntualicé entre paréntesis el período real que abarcaba la cosecha bibliográfica: (1521-1600). En todo lo que intervine intenté esmerarme pensando en que sería del gusto y agrado de Arcadio, a veces escindiéndome entre los datos y la recepción lectora, pero siempre fiel a los objetivos del libro y a su espíritu. Soy consciente de que no siempre me granjearé la aprobación de los especialistas en mi tarea; lo más que puedo solicitar es que se me disculpen las torpezas y se separe la maleza del verdadero grano que nos ha transmitido el autor. No se le pueden negar ni el aplauso ni la admiración de todos los que contemplamos sus resultados ya juntos y en limpio. Así, fascina ver cómo la producción del siglo XVI pasa de las doce ediciones de 1521 a las cuarenta y siete de 1599, en una curva titubeante pero claramente ascendente a lo largo de la centuria, convirtiendo en números la cada vez mayor y mejor acogida 21 PRÓLOGO entre los lectores de la época. En esa curva se atestiguan 1347 ediciones, más las siete salidas de la imprenta en Osuna y las decenas de emisiones y estados, todo lo cual incrementa notablemente el total de registros. Son destacables las trece ediciones de La Celestina, desde 1525 hasta 1599, que hacen ver el incontestable éxito de la tragicomedia; las más de diez ediciones del Contemptus mundi romanzado por san Juan de Ávila; el centenar de novelas de caballerías e historias caballerescas editadas entre 1521 y 1550 –Amadís, Palmerín de Oliva, Lepolemo, la doncella Teodor, Lisuarte de Grecia, las crónicas populares del Cid...–, frente a la veintena de ellas impresas en la segunda mitad del siglo, lo que advertía ya del cambio de rumbo editorial tras la Contrarreforma; la celebridad que alcanzó a finales de siglo la Antorcha para alumbrar herejes y desviarlos de su error, de Ludovico Blosio (O.S.B.); la fama de la Cronografía del sevillano Jerónimo de Chaves, que se convirtió en libro de cabecera de navegantes aún décadas después de muerto su autor; y, cómo no, la popularidad de la que gozaron los Proverbios del Marqués de Santillana y algunos géneros menores como las horas romanas y las relaciones de sucesos. A la luz de la ingente cantidad de impresos firmados por los Cromberger, especialmente por Juan, apabulla igualmente la actividad que debió de darse en su taller hasta 1554-1555. No es de extrañar que a ellos y a la calidad de sus estampaciones se dirigieran los primeros trabajos sobre la imprenta sevillana del siglo XVI, sin desmerecer, claro está, el caudal salido de los tórculos de Dominico de Robertis, Juan Varela de Salamanca o Fernando Díaz. Todos estos nombres y títulos dan cuenta de la heterogeneidad del mercado sevillano, de su importancia en las redes de comercio nacional e internacional y del sustancioso dinero que movió el sector en la ciudad. Desdichadamente, no llegué a conocer a Arcadio en persona, aunque ambos tuvimos que coincidir en la Sala de Investigación de la Biblioteca General Universitaria. Por más que su hijo Daniel se esfuerza en describirme su fisonomía, su pelo y estatura, no consigo recordar al hombre que ahora nos habla. Su personalidad, en cambio, se trasluce bastante bien en el tesón depositado en estas fecundas páginas. Arcadio fue aguerrido y tenaz en sus propósitos y gracias a ello creo que La imprenta en Sevilla en el siglo XVI (1521-1600) salda hoy una deuda pendiente en la tipobibliografía española. Tengo el convencimiento de que su generosidad y su obra, tanto por su propio carácter como por su reconocimiento, vivirán entre nosotros al ritmo del Universo: en una constante expansión acelerada. Cipriano López Lorenzo Sevilla, 7 de marzo de 2017 Este libro se terminó de imprimir el día 28 de enero de 2019, festividad de Santo Tomás Aquino.