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CIBERPOLÍTICA 2018: TENDENCIAS EN L AT I N O A M É R I C A C A R M E N B E AT R I Z F E R N Á N D E Z Hace unos cinco años, en octubre de 2013, dictaba yo un taller a activistas de la Unidad Democrática en Venezuela en la Isla de Margarita. Al finalizar, uno de los participantes, joven profesional que había sido particularmente activo durante la sesión, se me acercó a contarme que era un desertor de lo que el oficialismo llamaba su tropa en Twitter. Había sido hasta hacía poco funcionario del aeropuerto internacional Santiago Mariño y, desde su trabajo, manejaba 50 cuentas que se activaban a diario y consistentemente a favor del gobierno. Le pagaban un sueldo por ello. Fue la primera constancia que tuve de la clara y 147 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A sistemática existencia de cyborgs,1 como se les denomina ahora, empleados por la Revolución bolivariana para incidir en la opinión pública desde el ciberespacio. El episodio denota lo pronto que empezaron en nuestra región las llamadas granjas de trolls que tan famosas se harían en los análisis poselectorales de la contienda norteamericana de 2016. En ese momento, el esquema venezolano debía tener unos dos años, al menos. Igualmente hay evidencia de que en Brasil esto ya existían desde la campaña de 2010,2 mientras que las granjas rusas no comenzaron hasta 2014, según las investigaciones que las dieron a conocer a finales de 2017. Muchos de los análisis de las contiendas de 2016 en Estados Unidos y el Reino Unido activan ahora las alarmas prodemocracia. Pero en el 2013, de cuando data la anécdota narrada arriba, todavía estábamos en una época de profundo optimismo respecto a las posibilidades de la ciberpolítica, como palanca que llenaría de vigor a la democracia, ampliaría las bases de la participación ciudadana y contagiaría de entusiasmo a las nuevas generaciones por la política y sus posibilidades de incidencia real en los cambios necesarios. El presidente Barack Obama había sido el principal entusiasta y su administración apostó muy fuerte a favor de Sillicon Valley y las enormes posibilidades de democratización que traerían aparejadas la comunicación a través de redes sociales y las nuevas tecnologías en general. Tras la primera victoria de Obama en 2008 el mismo presidente se había convertido en el principal promotor de las técnicas de microsegmentación y el uso de herramientas en línea para movilizar a los votantes a través de las redes sociales, así como un poco más tarde, en 2012, del análisis del big data como herramienta para comprender a los electores y a los ciudadanos y diseñar políticas públicas acordes. El pesimismo llegaría tras la autopsia a las campañas digitales de 2016 en los Estados Unidos y la campaña del brexit en el Reino Unido. Mientras que el foco de las dos últimas campañas norteamericanas se había puesto en el potencial de nuevas herramientas y las positivas innovaciones de las campañas de Obama, la historia de 2016 se basó en la implosión de las comunicaciones: desde el hackeo de cuentas relevantes del comando de la campaña demócrata hasta la desinformación 1 2 148 Se denomina cyborg a una cuenta en redes sociales que es manejada por un humano pero que sigue precisas instrucciones en cuanto a su actividad, a diferencia de un bot, que es una cuenta totalmente automatizada y programada para reaccionar a determinados estímulos. Investigación llevada a cabo en 2017 por la bbc; véase ‹https://www.bbc.com/portuguese/ brasil-42172146›, bajo la serie denominada Democracia Ciborgue. C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A generada por la proliferación de fake news, pasando por la existencia de numerosos robots automatizados de redes sociales, cyborgs en granjas de trolls y el manejo de técnicas de propaganda en ciberpublicidad pautada desde dentro y fuera de los Estados Unidos. La campaña ganadora había descubierto unas vulnerabilidades en el nuevo campo comunicacional, aquel precisamente donde el comando demócrata creía tener holgada ventaja. Un reciente estudio de dos investigadores de Oxford (Bradshaw y Howard, 2017) identificó que las tropas cibernéticas son un fenómeno generalizado y global. Muchos países diferentes emplean un número significativo de personas y recursos para gestionar y manipular la opinión pública en línea, a veces dirigidas a audiencias nacionales y, a veces, a públicos extranjeros. Los primeros informes sobre la manipulación organizada de las redes sociales surgieron en 2010. El estudio analiza 28 países, entre los cuales están los casos de Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela. Además, encontraron un patrón interesante: todos los regímenes autoritarios (China, Rusia, Turquía y Venezuela) tenían campañas de medios sociales dirigidas a sus propias poblaciones desde el gobierno, mientras que en los regímenes democráticos las iniciativas eran llevadas a cabo generalmente por los partidos políticos. Luego de la irrupción en la política brasileña y venezolana, vendrían también las cibertropas de Argentina y Ecuador. En ambos casos, sus actividades, identificadas por el estudio de Oxford, se vincularon a la oficina del presidente (Kirchner y Correa, respectivamente), mientras que en Venezuela las acciones estaban ligadas al despacho de Comunicaciones, y en Brasil al Partido de los Trabajadores (pt) y al Partido de la Social Democracia Brasileña (psdb).3 Según consta en un estudio pionero sobre la ciberpolítica latinoamericana que realizamos en 2006 y publicó la Fundación Konrad Adenauer (Fernández, 2008), los periódicos impresos constituían la fuente principal de información política, preferidos por un 80 % de los encuestados. Nueve años más tarde, en otro estudio de seguimiento (Rodríguez-Virgili y Fernández, 2017) se constata que los periódicos 3 Bradshaw y Howard (2017) mencionando los trabajos de Rueda (2012) y Morla (2015). En 2012 el periodista Jorge Lanata investigó el caso de al menos 400 cuentas de Twitter que estaban disfrazadas de ciudadanos comunes, pero que sistemáticamente se activaban para apoyar a la presidenta Kirchner. En Ecuador, el gobierno de Rafael Correa lanzó a inicios de 2015 un sitio web llamado Somos+ (@somosmasEc) para investigar y responder a los usuarios de las redes sociales que criticaban al gobierno. El sitio web envíaba actualizaciones a los suscriptores cuando un usuario de las redes sociales criticaba al gobierno, lo que permitía a los partidarios de Correa atacar colectivamente a los disidentes políticos. 149 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A C UA D R O 1 . P O B L AC I Ó N , P E N E T R AC I Ó N D E I N T E R N E T Y FA C E B O O K PA R A B R A S I L , C O L O M B I A , M É X I C O Y V E N E Z U E L A País Población 2018 Brasil Colombia México Venezuela Usuarios de Internet Penetración Usuarios de Facebook 210.867.954 149.057.635 70,7 % 139.000.000 49.464.683 31.275.567 63,2 % 29.000.000 130.222.815 85.000.000 65 % 78.000.000 32.381.221 17.178.743 53,1 % 13.000.000 Fuente: World Internet Stats, 2018, con datos al 31 de diciembre de 2017. en papel mermaron nada menos que 50 puntos y dejaron ya de ser la fuente fundamental de información política durante la campaña, superados ampliamente por las distintas plataformas de Internet (incluyendo periódicos digitales). En el primer estudio, la tv constituía un muy importante medio de información política aun entre los públicos especializados que se estudiaron (periodistas políticos, dirigentes, consultores y académicos de la política); la investigación de 2015 mostraba, en cambio, que entre este mismo tipo de públicos resultaban claramente dominantes los nuevos medios como canales principales para informarse políticamente. Un 61 % de los encuestados afirmaron haberse informado a través de Twitter y un 56 % a través de publicaciones periodísticas en Internet. En una segunda línea de preferencias estuvieron la tv de señal abierta (28 %), los periódicos impresos (25,9 %), la radio (25,8 %) y Facebook (25,6 %). Esto constata la existencia de un nuevo patrón de consumo de la información, un cambio que ha sido vertiginoso en apenas una década. Latinoamérica no solo no escapa de la tendencia global, sino que ha sido campo de experimentación incipiente de muchas de las nuevas herramientas hoy en boga. Yendo un poco más atrás, y aunque el término fake news sea un anglicismo y un neologismo, una expresión equivalente existe en español desde hace casi 500 años: en 1564 se hizo correr la «noticia» de que Felipe II, rey de España, había sido asesinado de un arcabuzazo. El propio monarca se encargó de desmentirlo, acuñando la expresión las falsas nuevas.4 La evidencia muestra que en buena medida las técnicas denominadas cibertropas, granjas de trolls y astroturfing, 4 150 Lo reseña la historiadora Almudena Serrano Mota en ‹https://twitter.com/almudenasm_/ status/1047206178143580160›. C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A que suelen ser analizadas con connotaciones muy negativas, parecen ser un fenómeno cada vez generalizado, que constituye una práctica común en un continente masivamente conectado a la www y las redes sociales. Se estima que en 2018 ya más del 70 % de la región está conectada a Internet. Cuatro elecciones presidenciales importantes (o tres y media, si se considera la elección venezolana solo como media «elección») ha visto Latinoamérica en este año, y de cada una de ellas pueden extraerse algunas lecciones del estado del arte de la ciberpolítica en nuestro continente. L A PA R A D O J A C O L O M B I A N A En Colombia, la sociedad tradicionalmente ha innovado en política digital. Notable fue el caso de la candidatura de Anthanas Mockus en el año 2010, un comando que tuvo más desarrollos propios de aplicaciones digitales para motivar a la ciberpolítica que los que había tenido la campaña de Obama un par de años antes. Por ello quizás lo más relevante de la elección presidencial colombiana de 2018 fue lo poco innovadora que resultó en términos de política digital. Este país echó las bases de su proceso presidencial en una contienda interna, la consulta interpartidista que se celebró el 11 de marzo, conjuntamente con las elecciones legislativas, dos meses y medio antes de la primera vuelta y que se convirtió en hito fundamental de la lid electoral. Fue notable en ese proceso, en teoría menor, la holgura con la que se consolidó Iván Duque como candidato del partido de Uribe, el Centro Democrático. Hasta entonces Petro venía siendo el frontrunner de la contienda, pero el día que se condujeron las elecciones internas, se visibilizaron dos grandes contendores, Petro y Duque, con tal nitidez que le resultó muy dificil al resto de los candidatos romper la polarización. En ese sentido fue muy costosa la decisión del resto de los partidos de no participar en esas internas, pues le cedieron todo el espacio y visibilidad al Centro Democrático y al partido de Petro. Y esa intensa movilización del voto duro uribista a favor de Duque también señaló el cariz que tomaría la contienda presidencial, con el miedo al efecto Venezuela como epicentro. Las búsquedas en Google mostraron claramente la importancia del momentum favorable que se había creado para los dos candidatos. Las búsquedas en Google mostraban un interés permanente en la figura de Gustavo Petro, también similar al interés mediático que despertaba el candidato dentro y fuera de las fronteras colombianas. Sin 151 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A F I G U R A 1 . V I R A L I D A D G E N E R A D A P O R L O S C O N T E N I D O S D E L O S C A N D I D AT O S , H A C I A L A P R I M E R A V U E LTA E L E C T O R A L D E C O L O M B I A 2 0 1 8 Pe rso n a s viral iz a n do su co n te n ido e n Fa ce b o o k www.humbertodelacalle.co www.vivianemorales.com www.mejorvargaslleras.com www.petro.com.co www.sergiofajardo.co www.ivanduque.com Humberto de la Calle Viviane Morales Germás Vargas Lleras Gustavo Petro Sergio Fajardo Iván Duque 24.893 38.517 58.840 158.552 215.000 256.161 Fuente: Ideoviral. Información tomada de Likealyzer, el 25 de abril de 2018. embargo, ese liderazgo en Google Trends, que expresaba interés, no era equivalente a intención de voto. Facebook mostró con quizás mejor precisión lo que estaba pasando y funcionó como un mejor proxy de lo que sería el resultado de la primera vuelta (García, 26.4.2018). Fajardo venía creciendo, con un mensaje de campaña que apostaba a la despolarización de la contienda, pero su crecimiento no fue lo suficientemente rápido como para llegar a segunda vuelta y la polarización se impuso. De forma similar a lo que había ocurrido dos años antes, en la elección que buscaba refrendar los acuerdos de paz con las farc, la sociedad colombiana no votó como sugerían las tendencias en redes sociales. La elección 2016 había sido el preludio de lo que iba a pasar en 2018. Santos no tenía por qué haber sometido a plebiscito lo que ya se había logrado, pero quiso hacerlo. Las encuestas decían que pese a la desconfianza por el éxito del proceso de negociación, la gente votaría mayoritariamente a favor del acuerdo. Nadie se esperaba el triunfo del no. El sí era lo que claramente auguraban las mediciones digitales y las encuestas. No bastó la bella campaña plena de celebrities que apoyaban la causa, como tampoco bastó la orquestación editorial de los medios de comunicación, ni el concurso de las más grandes figuras internacionales. El rol del expresidente Uribe fue fundamental en la victoria del no en 2016, como fue también fundamental en la escogencia de Iván Duque como presidente en 2018. Como asegura Carlos Andrés Pérez en la conclusión de su capítulo de este mismo libro, Álvaro Uribe ha demostrado ser el político colombiano más eficaz de la década. No solo le ganó al presidente Santos un plebiscito que parecía perfecto, sino que montó sobre sus hombros a un desconocido Duque y lo hizo presidente. 152 C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A M E X I C O Y L A P E L E A C I U DA DA N A C O N T R A E L A S T R O T U R F I N G Y L A S FA L S A S N U E VA S La singular elección presidencial mexicana 2018 mostró en vivo y directo la implosión del sistema político. Una contienda en la que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (amlo en lo sucesivo) se mantuvo permanentemente liderando la intención de voto, al menos desde dos años antes de la cita electoral. Una encuesta global entre 38 países de Pew Internet Research (Gramlich, 12.2.2018) arrojaba un indicador tremendo para México, que explicaba con claridad lo que iba a ocurrir en las elecciones: solo el 6 % de los mexicanos se encontraban satisfechos con su democracia, comparado con una media del 46 % en países encuestados. En añadidura, solo un 17 % de los encuestados creían que el gobierno mexicano hacía lo que era mejor para el país. En ese entorno de profundo descrédito del sistema, y con un presidente saliente hondamente desacreditado y con ínfimos números de aceptación popular, los dos principales partidos políticos del país entablaron una disputa fiera por quién se hacía con el segundo lugar, en la convicción de que ello les daría la oportunidad de lograr el voto útil necesario para derrotar a amlo. Las cartas estaban echadas. amlo permanentemente fue el frontrunner de la contienda. No solo en las búsquedas en Google, también en la cobertura mediática y en la intención de voto que se expresaba en las encuestas. La clase política mexicana le apostó al miedo a amlo como mensaje único, pero en un entorno de tal desprestigio del sistema, el mayor miedo del electorado era a la continuidad. En el momento en que el nivel de rechazo a López Obrador, que un año antes de la elección había sido muy alto, bajó a menos del 50 % ya no había nada que pudiera derrotarlo. Ni siquiera los debates pudieron sacar momentáneamente a la campaña de su inercia. En el marco de esta campaña tan predecible, hubo al menos dos lecciones interesantes. En México el forjamiento de afectos en redes sociales a través de perfiles falsos se había convertido en un sonoro incidente de campaña durante las elecciones de 2012, en las que resultó victorioso el presidente Peña Nieto. La tendencia a diseñar campañas en redes sociales que, siendo planificadas, centralizadas y pagadas, pretenden dar una impresión de espontaneidad se conoce como astroturfing. Es un anglicismo derivado de un doble juego de palabras en inglés, a partir del concepto de grassroots con lo que se denominan los movimientos de activismo de base (literalmente raíz de hierba), se extiende la noción a una conocida marca comercial de grama o hierba artificial, AstroTurf. En la campaña de 2012 se identificaron al menos 153 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A 350 cuentas con identidades falsas que publicaron mensajes idénticos, cientos de veces por día a favor del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional. Muchas de estas cuentas quedaron en silencio una vez que el esquema fue revelado. El tema tuvo relativa importancia durante la campaña por una iniciativa lúdica ciudadana denominada «Caza un bot»5 que puso en ridículo los esfuerzos de ciberactivimo autómata del comando de campaña de Peña Nieto, al develarlos. Fue un juego exitoso y que alcanzó cierto nivel de viralidad y que quizás funcionó como inoculación para la elección de este año, evitando que la práctica de los laboratorios de bots se extendiese demasiado, al elevar sus riesgos y hacerse inefectiva a los ojos del elector. Otra experiencia valiosa de la que aprender fue la de la iniciativa Verificado 2018 (‹https://verificado.mx›). Las advertencias derivadas de las elecciones de Estados Unidos y Reino Unido en 2016 hicieron posible esta iniciativa, equivalente a la iniciativa Cross Check llevada a cabo en las elecciones francesas de 2017. Más de sesenta medios de comunicación mexicanos, universidades y ong constituyeron una plataforma contra las noticias falsas, un proyecto periodístico colaborativo con su propia sala de redacción. Verificado alentaba a las personas a que les enviaran historias en las redes sociales utilizando el hashtag #QuieroQueVerifiquen. Un ejemplo de noticia falsa detectada y alertada en marzo de 2018, por ejemplo, fue un informe que decía que una encuesta de opinión encargada por The New York Times mostraba a Meade, el candidato del pri, liderando la contienda presidencial con el 42 % de los votantes a su favor (Martínez, 30.5.2018). La encuesta, tanto como la noticia, eran falsas. La iniciativa también contó con el apoyo 5 En ‹http://cazabots.tumblr.com› se indicaban «Los 7 pasos para cazar un bot» a manera de instrucciones del juego: 1. En Twitter.com hay una ventanita de «search», busca la cuenta de un candidato o gobernador, o bien su nombre. 2. Identifica tuits particularmente entusiastas de apoyo o que claramente solo replican un mensaje textual del susodicho. 3. En la misma ventanita de «search» busca ahora la frase textual del tuit sospechoso y verifica si no se repite el mismo mensaje entre otros «usuarios». 4. Si se repite, googlea la frase para asegurarte que no se trata de un mensaje repetido solo por el uso del botón Twitter de algún portal noticioso. 5. Revisa los tl de los usuarios que identificaste repitiendo el mismo mensaje. Es importante que distingas (gracias a las bios, por ejemplo), entre ectivistas (usuarios que explícitamente apoyan a candidatos en redes sociales) y bots (usuarios falsos). Es frecuente que unos retuiteen a otros. 6. Toma screenshot del tl y de la repetición de mensajes por parte de varios usuarios, y guarda también el avatar (para poder identificar si esa imagen no fue robada de algún sitio de Internet). 7. Manda esas imágenes en un tuit usando el ht #CazaUnBot. 154 C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A de Facebook, Google News Lab y Twitter. Facebook, por ejemplo, notificaba sobre las historias más compartidas entre las cuentas mexicanas para detectar posibles falsas nuevas. Google, por su lado, hacía que los materiales de #Verificado2018 contaran en el buscador con el sello de «Hecho verificado». La alianza con Twitter prometía usar distintas herramientas para que los tuits con la información verificada tuvieran prioridad en el feed. B R A S I L Y L O S L A B O R AT O R I O S B U M E R Á N Una trama de corrupción con conexiones que afectan prácticamente todos los poderes del Estado, una presidenta defenestrada, un popular expresidente preso que lleva dos décadas convertido en el gran elector del país, un candidato acuchillado, grupos de mujeres enardecidas, granjas de bots, noticias falsas por montones y muchas, muchas, cadenas de WhatsApp. Todo eso y más contiene el guión de la campaña electoral del gigante brasileño. El resultado de esa mezcla explosiva no podía ser otro que la volatilidad que vimos en la avalancha electoral que hizo ganar a Bolsonaro en primera vuelta, muy por encima de lo que previeron las encuestas. Lula aspiraba a volver a ser presidente y llevaba la delantera en las intenciones de voto, con cifras superiores al 40 % desde un año antes de la elección. La certeza de que no podría ser candidato no la tuvo hasta el día 1 de setiembre, a apenas cinco semanas de la primera vuelta electoral, cuando finalmente endosó la candidatura de Fernando Haddad. Probablemente Lula se creyó capaz de repetir la proeza del 2010, cuando acababa de concluir su segundo período en la presidencia con cerca de un 85 % de popularidad y pudo trasferirle buena parte de ese caudal electoral a Dilma Rousseff, quien era a la postre una gran desconocida. Lula la cargó sobre sus hombros y en los últimos diez días de la campaña 2010 unos 15 millones de electores cambiaron su intención de voto. En su reelección de 2014, tras cuatro años en la presidencia, Dilma volvió a apalancarse sobre Lula para lograr la reelección. Incluso las ínfulas de gran elector de Lula han tenido cobertura extraterritorial: Lula hizo spots de apoyo también para Michelle Bachelet en Chile, Nicolás Maduro en Venezuela, Ollanta Humala en el Perú y Evo Morales en Bolivia. Pero Lula ya no es el que era. No solo porque está preso y no puede salir libremente a hacer campaña, sino porque es también el jefe máximo de la cleptocracia en la que se convirtió el Brasil, con enormes ramificaciones continentales. Sus números de aprobación no son ya 155 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A del 80 %, sino de un más que respetable 40 %. Ahora sabemos además que esos bellos spots que vimos en sus campañas y en toda Latinoamérica, con la diestra manufactura brasileña, eran parte importantísima del entramado de corrupción de Oderbrecht y estaban bajo la batuta del estratega Joao Santana, quien también era parte fundamental de la trama. Lula parece haber sobreestimado sus propias capacidades y la fortaleza del relato de víctima con su encarcelamiento, al tiempo que desestimó el impacto tremendo que tendría la corrupción como telón de fondo de toda la dinámica electoral 2018. El polémico Jair Bolsonaro fue apuñalado a dos semanas de la contienda. El incidente fue relativamente menor para la salud del candidato pero muy significativo para la agenda pública. Como guinda, y para completar la potencia noticiosa del evento, al confesar su crimen el agresor dijo ser partidario nada menos que de Nicolás Maduro. Por otro lado, el rechazo generado por las declaraciones machistas y homofóbicas del candidato convocó a una importante manifestación femenina a nivel nacional, que en redes sociales se expresó bajo la etiqueta #EleNao (Él no) . La convocatoria fue importante y los partidarios de Bolsonaro la contrarrestaron con la etiqueta #EleSi. Ambos eventos pusieron a la agenda pública a girar sobre el eje Bolsonaro. En general Google Trends parece haberse comportado como mejor proxy para lo que iba a ocurrir en Brasil electoral que las propias encuestas. No solo en la predicción de la avalancha Bolsonaro, sino del repunte de Ciro Gomes en la fase final de la campaña, que mermó apoyos a Haddad haciendo más demoledora su derrota. Lo cierto es que la sociedad brasileña fue forzada a escoger entre dos opciones extremas y muy polarizadas. A su manera, el extremista Bolsonaro fue el hijo díscolo de Lula y el Foro de San Pablo. La batalla en las redes sociales dio cuenta del fenómeno claramente. Pocos partidos políticos latinoamericanos, y quizás del mundo, pueden atribuirse las destrezas en ciberpolítica del Partido de los Trabajadores del Brasil (pt). Ello incluye las buenas y las malas artes. No solo en términos de su capacidad de articular el ciberactivismo e incidir en la discusión pública, sino en cuanto a la creación de laboratorios de bots y cyberbots que orquestan participación para aparentar apoyo a políticas públicas, y dirigir hábilmente el astroturfing. Tambien se han creado laboratorios de generación de falsas nuevas para atacar a adversarios, desde blogs y páginas web de falsos activistas, con perfiles de ficción creados fingiendo ser auténticos. Existe abundante evidencia al respecto. El estudio de Bradshaw y Howard (2017) encontró testimonios de la manipulación del ciberactivismo, con cyborgs y bots, no solo 156 C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A en el pt sino también en el Partido de la Social Democracia Brasileña; pero además dan cuenta de la generación de contenidos falseados. La bbc realizó una completa investigación sobre cómo el pt durante la campaña que hizo ganar la reelección a Dilma creaba perfiles falsos, falsos influencers, rumores, y generaba contenidos falsos como parte de sus tácticas corrientes (Gragnani, 8.12.2017, 21.3.2018). No solo eso: desde la gestión de gobierno, la campaña de Dilma Rousseff en 2014 tambien empleó la tecnopolítica al utilizar las bases de datos de los programas de ayudas sociales del gobierno, y específicamente el de Bolsa Familia, el programa estrella, con bases de datos de hasta 50 millones de beneficiarios (Morales Castillo, 27.10.2014). Con tan vasta experiencia en el tema de la posverdad que en el Brasil el pt contribuyó a crear, resulta llamativo el énfasis que en los días finales de la campaña por la primera vuelta Lula y Haddad le pusieron a las fake news. Situados completamente a la defensiva, prácticamente cerraron la campaña manifestándose escandalizados por el auge de las falsas nuevas, y creando un sitio web para desmentirlas.6 La experticia del pt se devolvía como un poderoso bumerán. Lo cierto es que esas falsas nuevas, que con seguridad existieron, corrían raudas por las cadenas de WhatsApp pero con una discreción tal que hacía muy difícil detenerlas. Al menos no sin importante rezago. Un asesino silencioso… Con unos 120 millones de usuarios, el WhastApp es un monstruo comunicacional en Brasil, discreto y opaco, con mínimas posibilidades de monitoreo. Por allí circuló pródigamente mucha información política. Otro animal de buen tamaño es el Facebook, con 139 millones de usuarios, claramente la principal red social del Brasil, casi del mismo tamaño del padrón electoral, que fue para esta elección de 147 millones de habitantes. Una estimación de ComScore sugiere que el 95 % del tiempo que los usuarios brasileños gastan en redes sociales está dedicado al Facebook. Y es que en el Brasil todo ocurre a gran escala. Son equivalentes a las elecciones de un continente: un punto de diferencia en intención de voto presidencial en Brasil implica la migración de un millón de electores. El ptb de la ciudad de San Pablo es mayor que el ptb de todo Chile. Un comando de campaña importante puede contratar mil grupos focales en su campaña y gastarse 30 millones de dólares solo en producción televisiva. Tambien la corrupción tiene unas dimensiones impresionantes, como muy bien dejó en claro el escándalo Oderbrecht. 6 ‹https://lula.com.br/combatafakenews›. 157 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A V E N E Z U E L A : FA K E N E W S, A C T I V I S TA S FA K E Y A H O R A TA M B I E N FA K E - E L E C T I O N S La dictadura venezolana hace difícil incluir el caso de la «elección» de mayo 2018 en el análisis, usando la misma lógica de las otras tres elecciones relevantes del continente. Sin embargo, el caso Venezuela ha sido el epicentro temático de las otras contiendas analizadas. El miedo al coco venezolano ha sido una constante y fue el principal flanco del ataque a amlo en México, a Petro en Colombia y, en alguna medida, también a Haddad en Brasil. En abril de 2010 Hugo Chavez se abría su cuenta en Twitter. Podría decirse que, a partir de entonces, el chavismo perseguió los trending topics con fervor revolucionario. A ello dedican buena parte de sus esfuerzos los miembros de la tropa en los bien engranados y pagados equipos comunicacionales que operan desde el gobierno. Se ha calculado que más del 70 % de las etiquetas mejor posicionadas son promovidas por el oficialismo y menos del 30 % por sectores opositores (VonBergen, 28.6.2015). En numerosas ocasiones han logrado convertirse incluso en trending topics globales. Sin embargo, el día 19 de mayo, en vísperas de las elecciones presidenciales convocadas por la Constituyente de Maduro, el tópico que se hizo tendencia en redes sociales durante todo el día fue #RoyalWedding, sobre la boda real del príncipe Príncipe Harry con Meghan Markle. Ello por sí solo es indicador de lo poco interesantes que eran las votaciones a las que estaban convocados los venezolanos al día siguiente, que en cifras oficiales arrojaron un 52 % de abstención. La coletilla «oficial» en el dato de participación es relevante, porque las cifras no oficiales reportadas por Reuters a las 6 de la tarde (hora formal del cierre de las mesas) eran de apenas 32 %. Unas horas después, cuando se anunció el primer parte, el dato subió hasta el 48 %. Aun dándolo por bueno, un 52 % de abstención es marca récord en la que una vez fue la democracia más antigua de la región. Los partidos de la Mesa de la Unidad Democrática, incluyendo los ilegalizados Primero Justicia y Voluntad Popular, así como la Iglesia y un amplio conglomerado de fuerzas sociales agrupadas bajo la denominación común de Frente Amplio, decidieron no participar electoralmente. Lo justificaron por el carácter fraudulento de la convocatoria, del proceso y de las propias elecciones. Han hecho lo mismo 44 países, incluidos los multilaterales G7 y el Grupo de Lima, que desconocieron el resultado electoral que le dio la reelección a Maduro. Sin embargo, el hecho de que haya habido poco interés electoral y escasas muestras espontáneas de ciberpolítica, no quiere decir que la 158 C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A venezolana haya sido una elección sin tecnología aplicada a la política. Las «elecciones» 2018 mostraron la cara más fea de la tecnopolítica al ser aplicada como palanca para el control social. El hambre entró en la campaña presidencial venezolana en 2018, no solo porque los candidatos ofrecían platos de sopas o cajas de comida para sumar voluntades, algo desconocido hasta entonces en la política local, sino fundamentalmente porque el hambre fue usada como mecanismo de opresión social y de dominación desde el Poder Ejecutivo. El programa de reparto oficial de comida es manejado por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (psuv) y el gobierno usó esta tarea social para controlar a la sociedad, convirtiendo a los programas Clap y Carnet de la Patria en poderosas bases de datos que enlazan esta necesidad primaria con el sistema electoral. En paralelo, e independientemente de la apatía electoral, durante todo el proceso el gobierno continuó impulsando sus esfuerzos para influir sobre la opinión pública en redes sociales. Un interesante estudio de Iria Puyosa (2018) analizó los datos de 31 etiquetas que fueron tendencia durante mayo de 2018, e identificó tres distintas tácticas empleadas desde el gobierno: 1. articulación de cuentas oficiales y cuentas automatizadas para alcanzar los trending topics diariamente; 2. promoción de etiquetas de distracción a través de la articulación de cuentas cyborgs y cuentas bots, con uso de mensajes emotivos, escandalosos, desinformativos, ofensivos y/o falsos; 3. secuestro de etiquetas de la oposición para desvirtuar sus discursos e interferencia en los flujos de conversación de las diversas comunidades de opositores. ALGUNAS LECCIONES Las cuatro elecciones analizadas son aleccionadoras, pero difícilmente podemos extraer conclusiones optimistas ante lo que está por venir y ante el futuro de la democracia. Por el contrario, lo que hemos visto en 2018 apunta a la debilidad institucional de los partidos políticos, a la implosión de sistemas democráticos que parecían sólidos y a una tendencia creciente hacia la polarización. Puede ocurrir que ser parte de uno de los polos haga a la gente más vulnerable a las mentiras informativas. O puede ser al revés, que sea la desinformación la que tiende a polarizar a las sociedades. O ambas cosas, como una serpiente que muerde su propia cola. Las redes sociales podrían estar conduciendo 159 N U E VA S C A M PA Ñ A S E L E C T O R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A tanto a la desinformación como a la polarización pero pareciera pronto aún para concluirlo con contundencia. Lo que sí es cierto es que mucho de lo «nuevo» de la ciberpolítica comenzó en este lado del mundo, varios años antes de que las preocupaciones llegaran a las grandes democracias occidentales. Conviene por ello poner atención a lo que estamos viendo en los procesos en 2018. La irrupción de WhatsApp en las campañas, como nueva plataforma utilizada para la información política parece particularmente relevante. Si creíamos que el fenómeno de las fake news era complicado de controlar con las plataformas de Facebook, Twitter y Google, no habíamos visto nada en comparación con los nuevos retos que tocan la puerta. Conviene acotar también que hay muchos elementos nuevos al analizar las campañas contemporáneas, pero no todo lo nuevo tiene por qué ser negativo o criminal en sus implicaciones. Seguridad versus libertad es un viejo dilema histórico, y ahora estamos viendo su versión 2.0. ¿Dónde se cruzan las líneas? Hay que tener cuidado con algunas posturas que pretenden limitar las libertades en las redes en aras de una pretendida seguridad, u otras que están demasiado cerca de criminalizar el ciberactivismo, una dinámica importante y perfectamente legítima en las campañas electorales. Se teme que las nuevas tendencias de la ciberpolítica puedan tener efectos nefastos sobre la democracia. El hackeo de información sensible de comandos de campañas, el ciberespionaje y el colapso deliberado de sistemas informáticos buscando causar daños, la existencia de falsas nuevas o fake news, la hipersegmentación que construye realidades a gusto del consumidor, y lo que se ha venido llamando la posverdad son todos fenómenos reales y en plena efervescencia. Han tenido gran impacto sobre elecciones en distintos puntos del globo, y Latinoamérica no solo no es la excepción, sino que ha sido la pionera en muchos casos. Sin embargo, lo realmente novedoso no es el uso de estos instrumentos, sino la forma radicalmente distinta en la que la sociedad viene consumiendo la información política y la información en general. El patrón de consumo de la información política ha cambiado 180 grados en apenas 15 años. Si ponemos exagerado énfasis en las plataformas, en el control del Facebook o las limitaciones a la seguridad en WhatsApp, podríamos estar perdiendo de vista que lo que ha cambiado es la forma en que consumimos las noticias. Hay que revisar si la pérdida de influencia de los medios de comunicación, que viene aparejada a la desconfianza, tiene que ver con la eclosión de las redes sociales como vehículos para la información, o más bien está vinculada a un divorcio 160 C I B E R P O L Í T I C A 2 0 1 8 : T E N D E N C I A S E N L AT I N O A M É R I C A entre la agenda de los medios y la agenda pública, como expresión de las preocupaciones ciudadanas. En tal sentido, los elementos estratégicos de la comunicación política, la relevancia del buen mensaje que conecta con las necesidades de las audiencias, así como la construcción institucional de articulación política, terminan siendo los ejes que conducen las dinámicas políticas. De los análisis de las autopsias de las elecciones 2016 mucho énfasis se ha puesto en la intrusión rusa en la elección y los escándalos de la filtración de datos de Facebook hecha por Cambridge Analytica; sin embargo, al hacerlo se puede estar perdiendo de vista lo esencial: la victoria de Trump en 2016 entendió mejor la nueva forma en que los electores estaban consumiendo la información. Igualmente importante es el reto de las entidades regulatorias de los procesos electorales. Cada nueva elección aborda nuevos elementos, muchos de ellos sorpresivos. Es el factor sorpresa lo que les hace a veces tan letales. El desafio de los árbitros de cara a lo que está por venir es perseguir a las innovaciones tecnológicas, sin demasiado rezago… REFERENCIAS Arnaudo, D. (2017). Computational Propaganda in Brazil: Social Bots during Elections. Working Paper 2017.8. Oxford: Project on Computational Propaganda, Oxford University. 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