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Ángel Xolocotzi Yáñez Jesús Márquez Carrillo María del Carmen García Aguilar coordinadores BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA José Alfonso Esparza Ortiz Rector José Jaime Vázquez López Secretario General Ygnacio Martínez Laguna Vicerrector de Investigación y Estudios de Posgrado María del Carmen Martínez Reyes Vicerrectora de Docencia FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS Ángel Xolocotzi Yáñez Director Francisco Javier Romero Luna Secretario Académico María del Carmen García Aguilar Secretaria de Investigación y Estudios de Posgrado Mónica Fernández Álvarez Secretaria Administrativa Arturo Aguirre Moreno Coordinador de Publicaciones Estas investigaciones, arbitradas por pares académicos, se privilegian con el aval de la institución coeditora. Publicación financiada con fondos de PFCE 2016, apoyo extraordinario de la VIEP y recursos alternos de la FFyL. Primera edición: 2018 ISBN: 978-607-525-497-5 © Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 4 sur 104 Facultad de Filosofía y Letras Juan de Palafox y Mendoza 229 CP. 72000, Puebla, Pue., México http://www.filosofia.buap.mx Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida mediante ningún sistema o método electrónico o mecánico sin el consentimiento por escrito de los autores. Hecho en México / Made in Mexico Ángel Xolocotzi Yáñez Jesús Márquez Carrillo María del Carmen García Aguilar coordinadores Fotografía: Berenize Galicia Isasmendi con la colaboración de Eliecer Eduardo Alejo Herrera Introducción / Ángel Xolocotzi Yáñez / 7 Edificio Arronte o Casa de los Cañones / Jesús Márquez Carrillo / 21 Edificio Ricardo Flores Magón / Erika Galicia Isasmendi / 53 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz / Josefina Manjarrez Rosas / 79 Edificio Gabino Barreda / María de Lourdes Herrera Feria / 103 Edificio Alfonso Reyes / José Carlos Blázquez Espinosa / 119 Edificio Casa del Pueblo / María del Pilar Paleta Vázquez / 141 Epílogo / Ángel Xolocotzi Yáñez / 165 Sobre los autores Ángel Xolocotzi Yáñez I Palafoxiano. En las facultades de teología y filosofía se difundía el quehacer humanístico de la época.2 Ahora bien, el antecedente directo de la FFyL remite al año de 1937 cuando el Colegio del Estado se transforma en Universidad. En la promulgación de la Ley orgánica que fundamentaba este hecho, se contempla la creación de una Facultad de Filosofía y Letras.3 Sin embargo, un año después, la universidad había quedado reducida a las dimensiones previas del Colegio del Estado y asumía, a la vez, la encomienda de dedicarse únicamente a labores de enseñanza. Por ello, la creación de la FFyL quedó relegada. En ese momento la universidad estaba constituida por sus bachilleratos y las facultades de Derecho y Ciencias Sociales, Medicina, Ingeniería, Química y Farmacia, Comercio y Ciencias Administrativas y Odontología; así como la Biblioteca “Lafragua”, el Observatorio Meteorológico, el Instituto Obrero y el Museo Comercial.4 U na universidad se puede ostentar como tal, gracias a sus miembros como instancia pensante fundamental. La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), como universidad en sentido esencial, contiene desde hace más de cincuenta años a la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL). Ésta ha sido la depositaria del pensar mediante la defensa y el cultivo de las humanidades. El surgimiento de la FFyL en la segunda mitad del siglo XX tiene, empero, una larga historia tras de sí. Sabemos que ya en la época colonial se cultivaban las humanidades, especialmente mediante los estudios de gramática, retórica y filosofía, en los colegios jesuitas y palafoxianos de Puebla. Sin embargo, será hasta principios del siglo XX cuando las humanidades se inserten en el ámbito universitario, concretamente en la Universidad Católica Angelopolitana, que sustituía en 1908 al antiguo seminario 2 Agradezco al Dr. Jesús Márquez Carrillo su apoyo para la elaboración de la presente introducción. 1 3 4 7 Octaviano Márquez, Monseñor Ibarra y González, pp. 27-29. Alfonso Vélez Pliego, Leyes orgánicas de la Universidad Autónoma, pp. 23-24. Ibid., pp. 41-43. Introducción 8 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap En la modificación de la Ley orgánica en 1941, de hecho ya no se menciona la creación de la FFyL.5 Por ello, algunos interesados en el cultivo de las humanidades, como Miguel Eduardo Flürscheim Tromer e Ignacio Ibarra Mazari, proponen en 1942 la creación del Teatro de la Ciudad con la idea de abrir un espacio para la difusión del quehacer humanístico, no sólo la formación teatral. En 1944 el gobierno del estado cancela el permiso para tal tarea y nuevamente queda a la deriva la inserción de las humanidades en la universidad.6 Será hasta 1949 cuando el estudio de las humanidades ingrese a la universidad a nivel de la Escuela Preparatoria. Junto con el estudio de las ciencias exactas y naturales estaban las humanidades, que se enfocaban en temáticas de estudios clásicos, de introducción a la filosofía y en materias históricas dedicadas al conocimiento de lo mexicano.7 Esta transformación sentará las bases para solicitar en 1961 el retorno a la propuesta de creación de la FFyL como se había anunciado en 1937. Así, finalmente en 1965, la FFyL se constituye como Mascarón Foliáceo escuela, dando cumplimiento al decreto original de creación de la misma, plasmado en la Ley Orgánica de la Uni- compartidos con odontología.8 Cabe mencionar que en los versidad de Puebla. De esa forma, en el Primer Patio del dos primeros años de la Escuela, la mayoría de los profeEdificio Carolino, el 5 de abril de 1965 iniciaron las cua- sores eran visitantes, fundamentalmente de la UNAM. En tro licenciaturas que conformaban la Escuela de Filosofía el primer año de la Escuela, la población estudiantil de los y Letras: Letras Españolas, Historia, Filosofía y Psicología. colegios fue de 155 estudiantes, distribuidos de la siguiente El espacio básico inicial, en el segundo patio del edificio Carolino, consistió en dos salones, más tres que fueron 8 La primera planta académica de la Escuela de Filosofía y Letras estuvo formada por los siguientes docentes: el profesor Joaquín Sánchez Mc Gregor, el profesor José Luis Barcárcel, el profesor Ulises Báez, el ingeniero Luis Rivera Terrazas, el doctor Ángel Altieri Megale, el profesor Juan Brom, el licenciado Mario Victoria Báez de Acosta, el profesor Carlos Colchero, el doctor Vicente Suárez Soto, el licenciado Carlos Ibarra, la profesora Margarita Teutli Teyssier, la profesora María Jean Heuse, el profesor Paul Davis, la profesora Dolores Hernández Herrero, el profesor Luis Zenteno y el profesor Carlos Alberto Peniche, Mauel Lara y Parra, La lucha universitaria en Puebla, p. 185. Ibid., pp. 46-47. Ibarra Pedraza, “Miguel Eduardo Flürscheim Tromer”, en México. El exilio bien temperado, pp. 306-308. 7 Jesús Márquez. Entrevista a Horacio Labastida Muñoz. Ciudad de México. 16/III/1995; Humberto Sotelo Mendoza, Crónica de una autonomía anhelada, p. 79. 5 6 9 Introducción manera: psicología, 127; letras, ocho; historia, diez, y filosofía, diez.9 En cuanto a las actividades académicas, no curriculares, durante los primeros años fueron pocas: mesas redondas, ciclos de conferencias, participación de maestros y estudiantes en congresos. En 1973, con el cambio de local de la Escuela de Filosofía y Letras del edificio Carolino al edificio del antiguo colegio de San Jerónimo (3 Ote. 403), se inició una nueva época. Si en 1965 eran 16 maestros y 155 estudiantes, para 1971 había 35 maestros, en 1973 la planta era de 61 docentes, y la población estudiantil que en 1973 era de 643, para 1974 se había incrementaría a 1,014.10 Entre 1974-1980 se intensifican las labores de docencia e investigación, y dentro de los acuerdos a destacar en este periodo está el tomado por el Consejo de Gobierno de la Escuela para la creación, en 1979, del Colegio de Antropología Social que inicia sus actividades en una casa rentada. En 1978 se había comenzado a trabajar en la creación de un programa de posgrado en Ciencias Sociales que culminó con la fundación de la Maestría en Ciencias Sociales. Posteriormente, en 1982, se aprobó la creación de una Maestría en Ciencias del Lenguaje.11 Siguiendo lo que el Estatuto Orgánico de 1991 marcaba sobre el objetivo fundamental de la Facultad, el 12 de agosto de 1993 el Consejo Universitario aprobó la Maestría en Literatura Mexicana (MLM), cuyo programa se echó a andar en febrero de 1994. En ese mismo año se aprobó el programa de la Maestría en Educación Superior (MES), de carácter Anuario, 1984-1985, p. 6. Ibid., p. 7. Actualmente contamos con una planta de 141 docentes (TC, MT y HC) y una matrícula de 1,709 alumnos de licenciatura y 261 de posgrado. 11 Los siguientes párrafos corresponden a Ángel Xolocotzi Yáñez, Plan de Desarrollo, p. 5. 9 10 10 profesionalizante, desde el Centro de Estudios Universitarios. Ambos programas se incorporaron a la Facultad en 1998. En 1997 se aprobó la Maestría en Estética y Arte (MEYA), la cual inició labores en enero de 1998. Será casi una década después cuando se vuelvan a abrir programas educativos, concretamente en 2007 cuando el Consejo Universitario aprueba la Maestría en Filosofía (MFIL), que iniciaría cursos en 2008. A partir de ahí, la Facultad de Filosofía y Letras ha crecido de forma constante con la formación de seis nuevos programas en los últimos años: la Licenciatura en Procesos Educativos (2010), el Doctorado en Literatura Hispanoamericana (2011), la Maestría en Antropología Social (2012), el Doctorado en Investigación e Innovación Educativa (2013), el Doctorado en Filosofía Contemporánea (2015) y la Especialidad en Antropología de la Alimentación (2017). Actualmente hay más proyectos en proceso de aprobación, como es el Doctorado en Antropología Social. A pesar de que algunos programas ya no forman parte de la Facultad de Filosofía y Letras, ésta se ha consolidado y actualmente está constituida por catorce programas académicos: cinco licenciaturas (Filosofía, Historia, Lingüística y Literatura Hispánica, Antropología Social y Procesos Educativos), cinco maestrías (Literatura Hispanoamericana, Educación Superior, Estética y Arte, Filosofía y Antropología Social), tres doctorados (Literatura Hispanoamericana, Investigación e Innovación Educativa y Filosofía Contemporánea) y una especialización (Antropología de la Alimentación). Todos los programas atraviesan constantemente por procesos de acreditación que garantizan su calidad mediante dictámenes externos. Es digno de mención que todos los programas de licenciatura han sido acreditados o están en proceso de acreditación por CIEES o COPAES; mientras que las maestrías y los doctorados Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 11 Introducción forman parte del PNPC del CONACYT. Algunos prograLa Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP es una famas ya cuentan con reconocimiento a nivel internacional cultad con muchos rostros, todos ellos mirando hacia un como la Maestría en Estética y Arte que ha sido evaluada fin común: la defensa de las humanidades. La diversidad de a nivel de “Competencia internacional” por CONACYT o los trabajos que realizamos no sólo remite a una pluralidad la Maestría en Filosofía que ha recibido el Premio de Ca- temática que va desde reflexiones filosóficas hasta artísticas lidad 2016-2017 por parte de la Asociación Universitaria pasando por el estudio de los hechos más importantes refeIberoamericana de Posgrado (AUIP). rentes a la historia, el lenguaje y la literatura, la educación o La calidad de nuestros programas es reflejo indudable la antropología. Además, abordamos los diversos modos y de la alta capacidad de sus componentes. En el caso de los niveles de expresión mediante los cuales impactamos a grudocentes, esto se refleja en los indicadores con los que con- pos de carácter variopinto. En ese sentido, nuestra facultad tribuyen dentro de la facultad, los cuales incluyen el trabajo toma en serio la misión de la BUAP, expresada en su Ley individual reflejado en un alto número de miembros del Sis- orgánica, al realizar investigación, docencia y divulgación tema Nacional de Investigadores (SNI) o en quienes cuen- en múltiples ámbitos y niveles. Asimismo, la discusión y los tan con el “perfil deseable” resultados académicos se di12 avalado por PRODEP. Por funden tanto en eventos como Respecto del apoyo recibido en cuanto a su parte, el trabajo colectivo, en publicaciones arbitradas. la ampliación y remodelación de espacios, expresado en los niveles de Así, nuestra facultad se nutre debemos decir lo siguiente: desde hace más de consolidación de los cuerpos de diversas expresiones acadécuatro décadas, la BUAP ha tomado a su cargo el académicos y en redes de camicas y culturales que le otorcuidado y mantenimiento de edificios rácter nacional e internaciogan su peculiaridad y riqueza. históricos, especialmente en el Centro nal, deja ver el compromiso Todo esto es posible gracias al de la Ciudad de Puebla. en la investigación. Un aspeccompromiso de sus integranto central lo constituye la vintes y al apoyo constante de la culación social mediante una gama de proyectos en múlti- Rectoría de la BUAP. Queda claro que una facultad como la ples comunidades y de diverso cariz. Es importante destacar nuestra crece y se fortalece gracias a la seriedad académica que el buen desempeño académico va acompañado de un de sus miembros y a una visión certera de nuestras autoridaexcelente trabajo administrativo. Los trabajadores de este des, las cuales saben reconocer la calidad de los resultados al rubro pasan por programas de certificación que consolidan apoyar proyectos humanísticos. el apoyo administrativo correspondiente. Al inicio indicábamos la importancia del núcleo pensante que debe poseer una universidad en sentido estricto. Quizás en la época contemporánea ese sea un ámbito cen12 La FFyL cuenta actualmente con 47 miembros del Sistema Nacional de In- tral para justificar el paso de lo “particular a lo universal” vestigadores, dos de ellos del Nivel III, así como con 66 docentes con “perfil que mienta el conocimiento cultivado en una universidad. deseable” de PRODEP. 12 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Actualmente vemos con desaliento que en múltiples lugares esto deja de ser el hilo conductor universitario para ser sustituido por criterios empresariales, financieros o tecnocráticos. Si esto es así, la “universidad” pasa a ser un negocio que “instruye” seres humanos adaptables al sistema en turno. Pareciera entonces que hablamos de la universidad como de una especie en extinción, especialmente cuando por doquier vemos, por un lado, la proliferación de “centros educativos” con las mencionadas prioridades y, por otro, detectamos la intromisión de criterios ajenos a la investigación y docencia en los ejes rectores de las universidades. Ante estas amenazas y para preservar la esencia de su carácter, una universidad sensible debe promover y apoyar el trabajo autocrítico que se realiza desde ella misma. Precisamente ese espacio lo ocupa, desde hace más de cincuenta años, la FFyL. Así, la defensa de las humanidades, en tanto rechazo de hegemonías empresariales y tecnocráticas, es, al mismo tiempo, una defensa del carácter esencial de la universidad. El reconocimiento del papel que desempeñamos en este sentido se deja ver en múltiples apoyos que van desde la apertura de nuevos programas humanísticos como el cuidado y atención a los espacios a cargo de la FFyL. Es importante resaltar esto ya que mientras en otras universidades se adopta un esquema en donde las humanidades, al no cumplir con los parámetros empresariales, son relegadas al grado de, en muchas ocasiones, cerrar los programas desde los que son abordadas, en la BUAP se apoya la expansión de sus posibilidades, ejemplo de eso es la reciente creación del Doctorado en Filosofía Contemporánea. Respecto del apoyo recibido en cuanto a la ampliación y remodelación de espacios, debemos decir lo siguiente: desde hace más de cuatro décadas, la BUAP ha tomado a su cargo el cuidado y mantenimiento de edificios históricos, 13 especialmente en el Centro de la Ciudad de Puebla. El patrimonio monumental de la BUAP, que abarca 34 edificaciones históricas, incluye seis edificios de la Facultad de Filosofía y Letras en los cuales se desarrolla el trabajo crítico y pensante de las humanidades en nuestra universidad.13 Se trata concretamente de los siguientes edificios:14 1) Edificio Arronte, adquirido en 1980. Actualmente es sede de las bibliotecas del Área de Humanidades y Ciencias Sociales así como de espacios docentes y de investigación de la FFyL. 2) Edificio Ricardo Flores Magón, adquirido en 1984. Ahí se alberga el Colegio de Historia y oficinas administrativas de la FFyL. 3) Edificio Sor Juana Inés de la Cruz, adquirido en 1984. Es sede del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica. 4) Edificio Gabino Barreda, adquirido en 1987. Actualmente alberga al Colegio de Filosofía. 5) Edificio Alfonso Reyes, adquirido en 1992. Es sede del Colegio de Procesos Educativos, oficinas administrativas de la FFyL y el Centro de Estudios de Género. 6) Edificio “Casa del Pueblo”, adquirido en 2001. Alberga desde 2016 gran parte de los posgrados de la FFyL. Cf. http://148.228.173.140/topofiliaNew/assets/1-m5c-ljc-jfs.pdf Es importante señalar que la FFyL cuenta con otro edificio en Ciudad Universitaria en donde se desarrollan los programas relacionados con la antropología: Colegio de Antropología Social, Maestría en Antropología Social, la Especialidad en Antropología de la Alimentación y, en fecha próxima, el Doctorado en Antropología Social. Debido a que la presente publicación se centra en el patrimonio edificado de la FFyL en el Centro Histórico, no se ha considerado en ello el edificio en el que se imparten los programas mencionados. 13 14 Introducción Estos edificios han sido remodelados y adaptados principalmente para fines docentes e investigativos de la FFyL. La presente publicación busca destacar los aspectos más significativos de las edificaciones mencionadas con el fin de apreciar el tipo de espacio que habitamos en el trabajo crítico y pensante que ahí se lleva a cabo. Veamos esto. II El trabajo en torno a las humanidades cultivado en la FFyL desde su inicio se ha llevado a cabo en un ambiente que hace de la Historia no un mero recuento del pasado, sino que la vive en su habitar cotidiano. El espacio del quehacer humanístico, en el caso de nuestra facultad, no ha sido secundario, sino que ha logrado desarrollarse, en su mayoría, en edificaciones históricas que albergan el trabajo docente y de investigación. Se trata de edificios que, aunque no fueron proyectados inicialmente para labores académicas, se han convertido en espacios dignos para transmitir y problematizar el ámbito humano desde diversas perspectivas. Frente al carácter homogéneo y desechable que impone la técnica contemporánea en donde los modos de habitar se diluyen en este proceso, los espacios heterogéneos y únicos indican otro modo de estar en el mundo. Así como las humanidades se rehúsan a ser absorbidas por la vorágine de la producción masiva, de igual forma los edificios históricos se niegan a ser meras edificaciones neutrales. Se constituyen como espacios que exigen una relación de conservación y que, a su vez, nos permitan leer la historia que los constituye. No pueden ser reducidos a meros bloques materiales o a meros espacios formales indiferentes. Se trata de habitaciones únicas, cuya particularidad expresa también la singularidad de los análisis que ahí se realizan. Edificio Alfonso Reyes. Primer piso. Capitel compuesto 14 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap El carácter particular de las humanidades se refleja en múltiples expresiones que van desde su modo de trabajo, plasmando resultados de creación y de investigación principalmente en libros, hasta en la disposición de sus espacios. Precisamente esta publicación busca destacar el modo peculiar de habitar que tiene el ejercicio humanístico en estos recintos. El objetivo es mostrar el carácter único de nuestros edificios no sólo para exhibir su belleza arquitectónica, sino su historia. La cotidianidad en la que nos movemos hace que lo inmediato sea tan familiar que no destaca su peculiaridad, sino su mera funcionalidad. Efectivamente, lo que encontramos a diario son útiles con los que actuamos y orientamos nuestra vida. Sin embargo, podemos enfrentarnos a algo que en la familiaridad pasa por ser un simple útil, pero que se rehúsa a ser simplemente eso. Nuestros edificios están en ese caso. No son meros espacios con bancas y sillas, sino, como se verá claramente en esta obra, edificios singulares con una historia propia. Se trata pues de habitaciones que cumplen las funciones al servicio de nuestra facultad, pero que a su vez se niegan a ser sólo eso porque expresan una belleza que trasciende su uso común. En el uso cotidiano se abre la funcionalidad y se oculta la singularidad de la edificación, gracias a ello es que podemos concentrarnos en las clases o en las conferencias; sin embargo, hay momentos en los que podemos no hacer uso de tal carácter utilitario y más bien tener una actitud contemplativa. En esos momentos se oculta la función y resplandece la belleza y la Historia que los caracterizan. Esos momentos podemos vivirlos al caminar por los patios, al percibir las estructuras, al contemplar los detalles. En esa actitud disfrutamos de nuestros espacios. Indudablemente, 15 la vida en nuestra facultad conlleva esa riqueza de cambios de actitud entre la funcionalidad y la apreciación histórica y estética. Los seis edificios históricos al cuidado de la FFyL forman parte central de la Historia de Puebla y de nuestra Universidad. En la cotidianidad, al estar tan cerca de ellos, pudiese pasar esto a segundo plano. La presente publicación busca recordarnos tanto la belleza como la Historia de los espacios que habitamos. Tal empresa ha sido llevada a cabo mediante la pulcritud investigativa de nuestros historiadores: Dr. Jesús Márquez, Dra. Josefina Manjarrez, Dra. Erika Galicia, Mtra. Pilar Paleta, Dra. Lourdes Herrera, Mtro. José Carlos Blázquez y a través del ojo fotográfico de la Dra. Berenize Galicia. A la Dra. María del Carmen García y al Dr. Jesús Márquez agradezco especialmente el apoyo en la coordinación del libro. Parte del financiamiento para la publicación de esta obra proviene del PFCE, a través del Dirección General de Planeación Institucional, y de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado (VIEP). Agradecemos especialmente a la Mtra. Esperanza Morales y al Dr. Ygnacio Martínez Laguna por la confianza en los proyectos a cargo de nuestra facultad. Esperamos que este libro se constituya como un eslabón que nos permita generar una relación más sólida entre el habitar de nuestra cotidianidad académica y la belleza extraordinaria que caracteriza a nuestros edificios mediante la historia e imágenes que se presentan a continuación. Asimismo, es una muestra de agradecimiento por el compromiso y dedicación de todos los miembros de la comunidad de la FFyL, quienes día a día honran estos espacios y hacen que nuestra Historia siga creciendo. Referencias Anuario 1984-1985, Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 1985. Ibarra Pedraza, María Eugenia, “Miguel Eduardo Flürscheim Tromer y su presencia en la cultura teatral de la ciudad de Puebla”, en México. El exilio bien temperado. Instituto de Investigaciones Interculturales Germano-Mexicanas, Instituto Goethe, UNAM, Ciudad de México, 1995, pp. 303-311. Lara y Parra, Manuel, La lucha universitaria en Puebla, 1923-1965, Gobierno del Estado de Puebla, Archivo Histórico Universitario-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2002. Márquez, Octaviano, Monseñor Ibarra y González, Editorial Jus, Ciudad de México, 1973. Sotelo Mendoza, Humberto, Crónica de una autonomía anhelada, Gobierno del Estado de Puebla, Archivo Histórico Universitario-Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2004. Vélez Pliego, Alfonso (comp.), Leyes orgánicas de la Universidad Autónoma de Puebla, Editorial de la UAP, Puebla, 1981. Xolocotzi Yáñez, Ángel, Plan de Desarrollo. Facultad de Filosofía y Letras, 2016-2020. http://cmas.siu.buap.mx/portal_pprd/wb/filosofia/plan_de_desarrollo 16 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 17 Edificio Arronte o Casa de los CAñones Edificio Ricardo Flores Magón Edificio Sor Juana Inés de la Cruz Edificio Gabino Barreda Edificio Alfonso Reyes Edificio Casa del Pueblo Introducción 20 Jesús Márquez Carrillo U no de los elementos característicos de la ciudad de Puebla es su arquitectura civil del siglo XVIII y en particular sus grandes casas-habitación, cubiertas de ladrillos y azulejos y elementos decorativos de argamasa. Estas obras fueron construidas en el marco de un proyecto higienista y con la idea de satisfacer las necesidades básicas de sus moradores en sus aspectos fisiológicos y psicológicos, pero también de poder y de prestigio. En este trabajo abordaremos la Casa de los Cañones, atendiendo: 1) al contexto histórico y artístico de la época; 2) la remodelación que hizo arquitecto Antonio Ignacio de Santa María el Incháurregui y 3) a la historia de sus propietarios e inquilinos. El contexto histórico y artístico Durante el siglo XVIII, la ciudad de Puebla y su región vivieron un estancamiento económico de dimensiones considerables. Hacendados, comerciantes y dueños de obrajes se fueron a la ruina, y muchos de los que ostentaban títulos nobiliarios tuvieron que renunciar a ellos por causa de su 21 pobreza. En Puebla, mientras hacia 1746 había una lista de 33 nobles, entre 1777 y 1808 sólo aparecen 20 y, de éstos, nueve pueden denominarse “pudientes” en algún momento de ese tramo histórico, pero no por todo el tiempo.1 Por lo tanto, las grandes casonas construidas en el último tercio del siglo XVIII son de familias nobles que sortearon la crisis, de nuevos ricos y de grandes burócratas al servicio de la monarquía, incluso de personas que por el momento no percibían la crisis, pero que después tuvieron que pagar las consecuencias. Por otro lado, en términos estilísticos durante los dos primeros tercios del siglo XVIII las construcciones urbanas siguieron la modalidad expresiva del barroco, con el predominio de la línea curva y los claroscuros; después se insertarán en ellas o surgirán en los nuevos edificios los adornos Se consideran “pudientes” a las personas con recursos económicos bastantes para atender préstamos forzosos del Ayuntamiento. He aquí el nombre de ocho nobles pudientes: 1) José Díaz Colombres, 2) Dionisio Fernández Pérez Leal, 3) José Mariano González Maldonado, 4) Tiburcio Uriarte, 5) Andrés Pardiñas Villar de Franco, 6) Francisco Pardiñas Villar de Franco, 7) Manuel de Flon y 8) Francisco Javier Vasconcelos. vid. Pilar Paleta Vázquez, “Los pudientes poblanos”, p. 14. 1 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 22 diminutos y las formas arriñonadas del rococó, una moda aristocrática y de la clase media alta, consistente en formas sinuosas, agregadas a las paredes y los techos para llenar los espacios vacíos de las superficies, con el fin de que la arquitectura pareciese más liviana, con pegotes y tachonaduras de “ilusiones pasajeras”.2 Frente a esta peculiaridad estilística hegemónica, las modificaciones en la arquitectura de la ciudad comenzaron propiamente al mediar el siglo y tomaron un nuevo perfil durante el gobierno diocesano (1765-1773) del obispo Francisco Fabián y Fuero, en el marco de un amplio proceso que buscaba el fortalecimiento de la monarquía frente al poder eclesiástico y el desplazamiento de los grupos de poder locales.3 Antes, entre 1758 y 1763, por disposición del obispo Pantaleón Álvarez de Abreu, el arquitecto José de Miguel Santa María había realizado la ampliación de los reales y pontificios colegios de San Pedro y San Juan, unificando sus fachadas con las del antiguo Palacio Episcopal, mediante un revestimiento de ladrillos y azulejos en forma de petatillo o espina de pez.4 A partir de entonces comenzó el uso de los Guillermo Reynoso Sparrow. Antiguo Palacio Episcopal. Detalle elementos decorativos propios de la región poblano-tlaxcalteca y sobre todo de la ciudad de Puebla. en cuya virtud se rompieron los espacios cerrados y se imPor su parte, el obispo Francisco Fabián y Fuero tuvo puso el predomino de la luz y la circulación del aire. Pero un especial interés por modificar la arquitectura de los con- asimismo, al decidir sobre la construcción de la biblioteca ventos, mandando hacer zonas comunes en los monasterios, del Seminario, la Biblioteca Palafoxiana, este prelado se inclinó porque tuviese grandes vanos.5 Las disposiciones del obispo no pasaron desapercibidas. Del mismo modo que 2 las paredes exteriores de suntuosas casas se cubrieron de laArnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte, pp. 185-186. 3 Gustavo Rafael Alfaro Ramírez, “Administración y poder oligárquico”, p. 406. drillos y azulejos, en los muros divisorios de las mismas se Es de mencionar que, después de un conjunto de medidas y prácticas que arrancaron en 1537, en 1601 se integró en la ciudad el cabildo indígena (Repú- abrieron vanos para el tránsito de las personas por las piezas, blica de Indios) para administrar, cobrar tributos, recabar servicios personales, impartir justicia y representarla ante el ayuntamiento de la ciudad, la Audiencia Real y el virrey, “pugnando por conservar su relativa autonomía”, a pesar de su obligada subordinación al cabildo español. Fausto Marín Tamayo, Puebla de los Ángeles, p. 74. 4 Efraín Castro Morales, Constructores de la Puebla, p. 154. 5 Sobre este asunto: Jesús Márquez Carrillo, Política, Iglesia y modernidad, pp. 171-173, 192-195. 23 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 24 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap y se procuró también la circulación del aire con la hechura –en las fachadas– de claros más grandes. Las casas que se construyeron después de 1780 corresponden con plenitud a este modelo, uno de cuyos mejores ejemplos es la Casa de Alfeñique (1790).6 La remodelación de Antonio Ignacio de Santa María Incháurregui Entre las casonas señoriales que se edificaron o se remodelaron en el último tercio del siglo XVIII son de citarse la Casa del Marqués o Casa de las Diligencias, la Casa de los Cañones o Edificio Arronte (ca. 1786-1787), la Casa del Capitán Munuera (1779-1784), la llamada Casa de Raboso, la Casa Aguayo, la Casa de Velasco, la Casa del Alguacil Mayor, la Casa de Alfeñique (1790), la Casa de Toledo o de la Real Aduana de Azogues y la Casa de los Muñecos (1792).7 En este caso trataremos de hacer un estudio de la Casa de los Cañones. Por fortuna, la investigación de archivo ya la llevaron a cabo dos excepcionales investigadoras: Victoria Oliva Castro Morales y Lilián Illades.8 En términos documentales sus resultados son la base de este trabajo; por supuesto, la interpretación del proceso social y artístico es de mi entera responsabilidad. Documentalmente, ambas investigadoras muestran que la obra fue construida en 1634 por el capitán y regidor del cabildo de la ciudad Alonso López Berrueco, pero que de inmediato fue hipotecada a favor del convento de la Pura y Manuel Toussaint, “La casa del Alfeñique”, en El ensayo mexicano, pp. 352-357. Para una breve historia de las mismas: Arturo Córdova Durana, Guía. Arquitectura representativa, pp. 24, 40, 44, 56, 66, 84, 124, 148-149. 8 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, pp. 437-447; Lilián Illades, La Casa de los Cañones. 6 7 Fachada. Perspectiva lateral 25 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 26 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Limpia Concepción de Nuestra Señora. Luego, en el transcurso del siglo tuvo varios propietarios hasta que en 1686 el mismo monasterio la adquirió por la suma de doce mil pesos, reconociendo mil de un censo impuesto, a favor del convento, y dos mil a favor de una capellanía que había fundado el licenciado Alonso Berrueco.9 Un siglo más tarde, en 1785, ante el escribano Mariano Francisco Zambrano, el licenciado Nicolás Delgado, presbítero y mayordomo administrador de los bienes del convento de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora, y doña María Josefa de Mendívil y Palacio y González Maldonado (1759-1811), efectuaron “trueque y cambio” de la casa, que era habitada entonces por el licenciado Jerónimo Vallarta y producía al convento cuatrocientos setenta y cuatro pesos de arrendamientos, recibiendo a cambio dos casas que había comprado doña María Josefa, a don Paulo José Velázquez, “con dinero de su patrimonio”, el 31 de enero de 1783, en precio de trece mil pesos, y que se encontraban situadas en la calle que iba de la Plaza Pública al Río de San Francisco y la que iba del hospital de San Roque a la plaza de ese nombre.10 Doña María Josefa Mendívil González Maldonado se había casado en 1781 con Rafael Mangino y Fernández de Lima Urceso y Freitas, Caballero de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III, tesorero de la santa Cruzada y administrador de los Reales Novenos y de las vacantes mayores y menores de S. M. en el obispado de Puebla.11 Ella era descendiente por línea materna de una poderosa y acaudalada familia: los González Maldonado, cuya fortuna provenía fundamentalmente del comercio y las propiedades rurales, incluso su abuelo Eugenio (uno de 9 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, p. 439; Lilián Illades, La Casa de los Cañones, pp. 5-6. 10 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, p. 440. 11 Gazeta de México, 19/V/1784, p. 87. 27 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 28 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 29 Edificio Arronte o Casa de los Cañones los hombres más ricos de la ciudad) había querido subsidiar, en 1740, la estancia del virrey en Puebla. Al parecer, en 1781, la nieta de Eugenio González Maldonado, doña María Josefa Mendívil, al contraer nupcias con Rafael Mangino recibió una formidable herencia, proveniente de su abuelo y de su padre, la cual utilizó para comprar propiedades y remodelar la casa que compró en 1785.12 El encargado de llevar a cabo la remodelación total de la casa fue el arquitecto poblano Antonio Ignacio de Santa María Incháurregui (1751-1827): proveniente de una familia de reconocidos arquitectos, maestros mayores y artífices de la cantería, cuya actividad se desarrolló principalmente en los [actuales] estados de Puebla y Tlaxcala, a quienes se atribuye el haber conformado la arquitectura típica poblana, mediante el uso decorativo del ladrillo, el azulejo y la argamasa modelada.13 En 1786, Santa María Inchaúrregui sería nombrado maestro mayor de arquitectura por los regidores de la ciudad. Construcciones y proyectos suyos se encuentran en varias partes del obispado de Puebla.14 En la ciudad, baste mencionar la Casa de los Muñecos, el Parián, en la Plazuela de San Roque (1801) y la atribución de la Casa del Alfeñique. 12 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, p. 441. Sobre las propiedades de Josefa Mendívil en la ciudad: Hugo Leicht, Las calles de Puebla, pp. 3-4, 13, 202-203, 309, 373. 13 Elizabeth Fuentes Rojas, La Academia de San Carlos, p. 319. 14 Efraín Castro Morales, Constructores de la Puebla, pp. 156-157; Elizabeth Fuentes Rojas, La Academia de San Carlos, pp. 319-321. Entre sus planos cabe mencionar un proyecto para la construcción de la iglesia, sacristía y bautisterio de la parroquia de Santa María Tetela Jonotla; un proyecto para la construcción de la parroquia del pueblo de Teziutlán, y otro para ampliar las casas reales y cárceles del pueblo de San Pedro Zacatlán. En 1796 realizó un proyecto para reedificar la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Cosamaloapan. Primer patio. Perspectiva y elevador 30 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 31 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 32 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Hoy, la obra que este arquitecto hiciera para doña María Josefa Mendívil luce magnífica y esplendorosa, y es considerada como una de las construcciones civiles más notables de la época colonial.15 El conjunto conserva las dos plantas originales de Santa María Incháurregui, más una que se agregó en el siglo XIX. Aquí nos concentraremos en la edificación del siglo XVIII. En medio de pilastras-jambas aplanadas que se prolongan desde el piso hasta la sinuosa cornisa superior de argamasa, la fachada de los dos primeros niveles se encuentra revestida con pequeños ladrillos cuadrados que alternan con azulejos blancos con decoración azul a base de flores de seis pétalos, en el centro; el contorno de los azulejos tiene, a su vez, un delicado enmarcamiento azul, dando la impresión de que sobre la zona roja se han zurcido pequeñas carpetas invisibles o servilletas bordadas, como si –de gratas emociones táctiles– cayeran, sobre la superficie, lujosos paños de tela. La decoración de la casa se interrumpe por un gran balcón que en el segundo nivel corre a lo largo de la fachada, con un barandal de hierro forjado, sujeto al paramento a través de roleos arriñonados que terminan en seis diminutos y melenudos mastines de bronce. En la planta baja, siguiendo con la tradición inaugurada por el barroco poblano, esta casa tiene un zoclo o zócalo de piedra gris bastante alto, rematado con una gruesa moldura mixtilínea que termina en encontrados roleos, los cuales 15 El debate sobre cómo definir la época de la presencia española en el continente americano sigue siendo intenso. Miño Grijalva considera que el concepto Antiguo Régimen es correcto en relación con lo político e institucional, pero “deja de lado buena parte de la realidad material y olvida el intenso proceso de formación de la economía colonial en un contexto de subordinación”. Por eso, para él sería más adecuado hablar de una época colonial y de Antiguo Régimen. Manuel Miño Grijalva, “De colonia y Antiguo Régimen”, en América Latina: entre discursos y prácticas, pp. 49-50. Planta baja. Jamba. Decoración a cadelieri 33 Edificio Arronte o Casa de los Cañones dan pie para colocar, encima de ellos, “pegotes” de argamasa, de onduladas formas, a modo de rocallas. La portada es de cantera gris, con cerramiento recto y tiene en la clave un pequeño conopio que propicia una discreta molduración interior, del dintel hacia la mitad de las jambas. En la planta baja, además de la portada hay cuatro vanos enmarcados por jambas de cantera gris, cubiertos de hierro forjado, con salientes roleos o rocallas en las claves del dintel; encima, y de manera simétrica, hay cinco ventanas con cerramientos rectos de argamasa, cuatro que se corresponden con las ventanas del primer nivel y una en medio de la portada, todas ellas conopiadas. En ambos niveles las pilastras-jambas se prolongan desde el piso hasta las cornisas; encima de los dinteles están decoradas con salientes roleos (casi rollos) y rocallas de argamasa que se prolongan hasta la primera cornisa del segundo nivel. En medio de los vanos, entre los paños de los dinteles y a la altura de la primera cornisa hay seis cañones de cantera a modo de gárgolas. “Los cañones son claramente identificables; sus ruedas dentadas son de argamasa y sobre el eje de cada uno se encuentra la cara de un león que aparenta estar levantando un lienzo con las fauces”.16 Este es un elemento característico de la casa. Asimismo, la primera cornisa remata en ambos extremos con un mastín, hecho de argamasa; el perro, al mostrar sus patas delanteras, da la impresión de estar saliendo de un hueco. La fachada cierra con una cornisa sinuosa de argamasa muy elaborada, temblorosa a la distancia. En el conjunto de la fachada destacan los cañones, los roleos y las rocallas y sobre la superficie plana, los ladrillos y los azulejos. El arquitecto Antonio Ignacio de Santa 16 Lilián Illades, La Casa de los Cañones, p. 13. 34 María Incháurregui utilizó todo su ingenio para dejarnos aquí una muestra de su refinado gusto rococó y su pericia. Si nos adentramos en la mansión, los paramentos del zaguán están revestidos de ladrillos y azulejos, de la misma manera que el exterior y el resto de la casa. Al norte, en el corredor que separa al zaguán del patio principal, hay dos columnas toscanas de cantera gris y tres arcos: uno central más amplio y notablemente rebajado, y dos laterales, más angostos y de medio punto; la misma composición se repite en el corredor techado de la planta alta, a la cual se accede por el oriente, mediante una escalera de cantera labrada en dos tramos, con barandal de hierro forjado. En el patio, siguiendo la tradición poblana, se destaca en el primer nivel una danza de arcos carpaneles que descansan en gruesos mensulones y sirven de corredor para la segunda planta, circundada por un barandal, sujeto al paramento a través de roleos arriñonados de hierro forjado.17 En el arranque de los arcos y en la casa toda, sobre las extendidas jambas, se destaca la decoración de mascarones, roleos y rocallas, flores de acanto; las jambas y dinteles están finamente decorados a cadelieri, un motivo consistente en grutescos, dispuesto en franjas verticales.18 En este caso podemos observar zarcillos de hojas de acanto y pámpanos (tallos jóvenes y verdes de la vid), ovas y acaso ramas de encino con sus frutos. Asimismo, destaca en la clave de los dinteles, en una cartela, el mascarón foliáceo o antropofito de un anciano delgado, cuya cabellera está hecha de hojas tiernas de parra (Vitis vinífera) o hiedra (Hedera hélix), custodiado por arriñonadas formas de tallos-hojas de acanto.19 En el segundo 17 Sobre la modalidad poblana de estos arcos: Diego Angulo Íñiguez, Historia del arte hispanoamericano, II, pp. 659-661. 18 Joaquín Lorda, Classical Architecture: http://www.unav.es/ha/ 19 Según Luks, en general, la decoración mascarones grutescos “pertenecen Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 35 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 36 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap guirnalda de hojas de acanto. Y, del mismo modo que en la fachada, pilastras-jambas se prolongan, más arriba de los dinteles: los motivos decorativos son veneras, roleos, rocallas. La cornisa que rodea el patio, dentellada y de sinuosas formas, es similar a la de la fachada y se destaca también por el despliegue de once cañones hechos de cantera. Desplantada sobre una superficie de 1500 varas, en 1788, a petición de su propietaria, el arquitecto de Santa María Incháurregui valuó la propiedad en 49,631 pesos. En ese entonces había en el zaguán y el primer patio 11 piezas, a veces contiguas, y dos cocheras; en el segundo patio, una caballeriza, tres piezas para bodega o almacenes, una fuente con agua perenne y una alcantarilla. En el corredor de la escalera principal, en el primer tramo, había una pieza. En el corredor techado de la segunda planta, entrando por la sala de recibir se encontraban, a veces interconectados: el oratorio, la sala de estrado, dos recámaras, un cuarto, el placer (baño), el comedor, el planchador, la cocina, el despacho, la recámara para huéspedes, un cuarto para mozas, una zotehuela, un cuarto para despensa, una paila de bronce para calentar el agua del placer, dos comunes (sanitarios) separados, una zotehuela con lavaderos, una escalera descubierta que iba hacia la azotea, donde, en una fracción, se encontraba Planta baja y Diacronía, escultura de José Villalobos el gallinero.20 nivel hay también en la clave de cada dintel una cartela paUno de los elementos que más ha llamado la atención es recida, pero con una joven con guirnaldas de hiedra, y en el sentido o significado de los cañones. Si atendemos a una este caso, como el pilar es más pequeño que la jamba-pi- construcción similar, como es el palacio de los condes de lastra, a los lados del dintel hay una ménsula de roleo y una Santiago de Calimaya, actual sede del Museo de la Ciudad de México, los cañones fueron colocados para simbolizar el privilegio que tenían los condes como capitanes generales cabezas o rostros humanos de intensas expresiones, por lo general deformes y monstruosas. Muchas veces las facciones se diluyen en formas vegetales y como resultado el rostro pierde su condición humana y se transforma en un grutesco con personalidad propia”. Ilmar Luks, Tipología de la escultura decorativa hispánica, p. 169. 20 La descripción completa de Santa María Incháurregui en Lilián Illades, La Casa de los Cañones, pp. 9-11. 37 Edificio Arronte o Casa de los Cañones dice que nunca cierra los ojos, incluso cuando duerme, con lo cual se convierte en emblema de la vigilancia. Por eso aparece en las tumbas, en las casas y en las puertas como aldabón;22 la propia Casa de los Cañones tiene dos en las hojas de su puerta. Según Illades: “los grandes felinos, que en muchas ocasiones aparecen con máscaras casi humanas, simbolizan justicia”.23 En los emblemas morales de Sebastián de Covarrubias, el número 28 lleva el mote Volat illud et incandescit eundo: Vuela ésta, y con la marcha se pone incandescente. La imagen es un cañón en el momento del disparo, lo que permite apreciar sus efectos, el estruendo. Así, la fama se acrecienta a medida que avanza: El estruendo del cañón disparado permite que su sonido se expanda a mucha distancia como ocurre con la fama. Las salvas dedicadas a alguien tienen como objetivo difundir su fama. El estrépito de la bala de cañón se dispara sin ser detenido por nadie, siendo a medida que avanza, mayor su efecto y divulgación.24 Fama es decir voz pública, enterada. ¿Por qué no suponer que junto con la vigilancia, en la Casa de los Cañones está el del ejército.21 Pero en el caso de Puebla, aunque en la ascen- emblema de la fama? Además, la idea de lealtad y vigilancia dencia de doña María Josefa Mendívil hubo militares, éstos es reforzada con la presencia de los perros mastines en la no tuvieron el rango de los condes, aunque sí la alcurnia. fachada. Pero no solo eso, con ello se destaca el carácter arisHay un elemento más, el león como elemento de ornato tocrático de la casa, pues la cacería, una actividad propia de sobre el eje de cada uno de los cañones. reyes y señores sólo era permitida a los hombres libres, a los En la Baja Edad Media española, el león fue el animal beneméritos de Puebla. más representado en las gárgolas. Símbolo de Cristo, se Covarrubias de Orozco, Emblemas morales [1610], f. 128r Dolores Herrero Ferrio, “La gárgola en el mundo hispano”. Revista Digital, pp. 70-71. Lilián Illades, La Casa de los Cañones, p. 14. 24 Juan de Dios Hernández Miñano, Emblemas morales, pp. 208-209. 22 Eduardo Rosa Erosa, “La conservación de los elementos iconográficos”, pp. 151-152. 21 23 38 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 39 Edificio Arronte o Casa de los Cañones 40 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap En términos hipotéticos, podríamos decir que más allá del placer y el goce estético; en otro nivel de sentido, aristocracia, fama, lealtad y vigilancia se dan cita en la fachada de este edificio y se reivindican como valores consustanciales de sus propietarios; el estudio de la decoración interior es más complejo y no puede abordarse en este corto espacio. La Casa de los Cañones no únicamente es un magnífico ejemplo de la arquitectura poblana, también expresa formas de pensar, decir y sentir el mundo. Frente a las demás casas que se construyeron en el último tercio del siglo XVIII, su originalidad estriba en el uso de zoclos de perfil mixtilíneo y sobre todo en su gran balcón que abraza toda la fachada. En la parte alta se observan canales o botaguas en forma de cañón. Los propietarios e inquilinos Doña María Josefa de Mendívil no sólo fue propietaria de fincas urbanas, se dedicó a otros asuntos y, cuando pudo ,acrecentó el patrimonio conyugal, junto con su esposo, don Rafael Mangino y Fernández de Lima. Pero, síntoma de una época y de un grupo social, en 1792, 1793 y 1795 los negocios en la familia no marcharon con el debido empuje y se vio obligada a hipotecar la Casa de los Cañones al convento de Santa Clara; en 1799 obtuvo otro préstamo del cofre de la catedral. Don Rafael, su esposo, murió en 1806; ella, en 1811. Su hijo Rafael heredó la propiedad, aunque nunca se propuso o pudo recuperarla, pues quedó en manos del convento hasta 1850.25 En ese trayecto arrendaron el inmueble, el obispo de Puebla, Antonio Joaquín Pérez Martínez –que nunca la 25 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino” Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, pp. 442-443; Lilián Illades, La Casa de los Cañones, p. 18-19. Primer piso. Arco poniente. Cartouche 41 Edificio Arronte o Casa de los Cañones Planta Baja. Arco Oriente. Motivo decorativo. Cartouche habitó– y clérigos del obispado. En 1831, Joaquín Haro y Tamariz la rentó para su hermano Antonio, quien en 1841 invitó a la marquesa Calderón de la Barca y nos dejó la siguiente opinión: La casa de Don Antonio Haro está amueblada, a mi parecer con mucha más elegancia que cualquiera de las de México. Es de inmensas proporciones, con los pisos bellamente pintados. Uno de los grandes cuartos está adornado de raso azul pálido; otro, de damasco rojo, y se ven en ellos mesas incrustadas, magníficos espejos, y todo del En 1850 arrendó el inmueble Ignacio Guerrero y Manzano y le propuso al mayordomo del convento de Santa Clara, comprarlo por la cantidad de 28,539 pesos: el convento aceptó la propuesta. A principios de 1853, Ignacio Guerrero y Manzano se asoció con Miguel Joaquín O’Farril para establecer un café y hotel en la casa que había adquirido. El establecimiento se llamó Hotel Universal y fue el primero en su tipo.27 Hasta en 1852 existían en el centro de la ciudad, además de la Casa de Diligencias, cuatro mesones.28 Con el propósito de cumplir mejor su cometido, se le agregó a la casa un tercer piso y se cubrió el patio “con una mejor gusto.26 26 27 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino” Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, p. 443. 28 Hugo Leicht, Las calles de Puebla, pp. 202-203 Citada por Lilián Illades, La Casa de los Cañones, p. 24. 42 Edificio Arronte o Casa de los Cañones estructura de metal y vidrio, que puede considerarse como una de las primeras de este tipo que se realizaron en México”.29 Después de la muerte de don Ignacio, en 1889, el hotel pasó a administrarlo su hijo, Rafael Guerrero Berriel; en 1906 el hacendado Joaquín G. Pacheco compró la casa a los herederos de don Ignacio y dos años más tarde se instaló en ella el Nuevo Hotel, propiedad de Blas Reguero y Caso, quien al morir, en 1915, la heredó a su nieto, Alfredo Miranda y Reguero. Como era menor de edad, el yerno de don Blas, Alfredo Miranda Reguero, arrendó, en 1915, el inmueble al empresario Manuel Arronte, quien le impuso al hotel su apellido. En 1928, el heredero vendió la casa a José Arriba Palacio, con la condición de que se respetara el contrato de arrendamiento celebrado con Manuel Arronte. El hotel Arronte existió hasta finales de los años treinta del siglo pasado; en los años veinte, probablemente el señor Arronte instaló el elevador. Además, por esos años, en la planta baja, a la entrada del lado derecho, se abrió el cine Olimpia. Al morir en 1930 Arriba Palacio, su familia siguió rentando la casa a Manuel Arronte, pero en 1935 la propiedad fue embargada. A principios de los años cuarenta, Emilia Cuervo, la viuda de Arriba Palacio se hizo cargo del negocio. En 1945, la casa se arrendó a Arnaldo Alos, quien le cambió el nombre al establecimiento: Hotel Alos. En 1956, la Recaudación de Rentas del Estado embargó a la sucesión de Arriba Palacio y en 1957 la casa fue comprada por Rafael Solís González. Durante el tiempo en que Solís fue propietario, el inmueble cambió de giro: el interior se arrendó para despachos de abogados y se estableció la fábrica de zapatos Lorena; el segundo patio fue rentado como bodega del almacén de 29 Victoria Oliva Castro Morales, “La Casa de Mangino”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, p. 443. alfombras y tapices Taxal. Hubo también una tienda de regalos especializada en cristalería fina; en el salón que ocupaba la administración del hotel se puso una juguería, y el tercer piso funcionó como gimnasio de judo. El primer patio se convirtió en el estacionamiento de los inquilinos. El señor Rafael Solís González murió en 1968 y la propiedad pasó a manos de su viuda, la señora María Luisa Tinoco Terres. En 1969 fue valuada en 435,952 pesos. En 1980, la señora María Luisa Tinoco vendió la Casa de los Cañones a la Universidad Autónoma de Puebla. El rector endosó un cheque por la cantidad de 2’5000,000 pesos. El monto cubría 719,408 Primer piso. Escalera de acceso 44 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 45 Edificio Arronte o Casa de los Cañones pesos correspondientes al precio de la construcción y la diferencia equivalía al costo del terreno cuya superficie es de 1,112.87 metros cuadrados.30 Desde 1981 fue sede de las maestrías en Ciencias Sociales y Ciencias del Lenguaje y de varios centros de investigación (Centro de Estudios Contemporáneos, Centro de Investigaciones Históricas del Movimiento Obrero, Biblioteca, Centro de Investigaciones Filosóficas) adscritos al Instituto de Ciencias de la UAP, después alojó al Colegio de Antropología. En los años 90 se instaló la Vicerrectoría de Docencia, la biblioteca José Revueltas y otras dependencias. El día 20 de Marzo de 2012 el Servicio Sismológico Nacional reportó un sismo con magnitud 7.4 localizado en las cercanías de Ometepec, Guerrero y Pinotepa Nacional, Oaxaca. El terremoto, ocurrido a las 12:02 horas, se sintió en gran parte de la zona centro de la República Mexicana. En la ciudad de Puebla se afectaron varios edificios de la Universidad, principalmente la Casa de los Cañones que tuvo que cerrar sus puertas. El 26 de abril de 2017, después de cinco años de intenso trabajo de remodelación y una inversión de 58 millones de pesos, se reabrió para ofrecer más espacios a la Facultad de Filosofía y Letras en sus servicios bibliotecarios, además de contar con 32 cubículos dobles para profesores, tres salas de seminarios y espacios de lectura; el equipamiento fue de cinco millones. Tras develar la placa de este edificio, el rector Alfonso Esparza sostuvo que su administración cumplía con el compromiso adquirido con la FFyL y los universitarios en el sentido de poner en marcha este importante edificio, uno de los más emblemáticos de la época colonial. 30 Toda la información proviene de Lilián Illades, La Casa de los Cañones, pp. 33-41. 46 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 47 Edificio Arronte o Casa de los Cañones Una consideración final “La arquitectura –según la manida frase de Octavio Paz– es el testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones”.31 Cualquier inmueble nos revela los afanes, las sensibilidades y el desarrollo tecnológico conseguido por las sociedades en un cierto momento de su devenir y así mismo nos muestra el entramado histórico, social y cultural que condicionó su nacimiento, sus usos y funciones a través del tiempo, pero también el significado que sus propietarios y constructores quisieron imprimirle. Al abordar la Casa de los Cañones quisimos adentrarnos al contexto histórico y artístico de la época, maravillarnos con la remodelación del arquitecto Antonio Ignacio de Santa María Incháurregui y describir la historia de sus propietarios e inquilinos. En este edificio podemos ver la importancia de difundir y preservar nuestro patrimonio arquitectónico universitario, sabedores de que en el conocimiento y su preservación es indispensable considerar su valor como testigo de distintos procesos culturales, cuyo resultado final es una memoria construida que sirve como elemento de cohesión identitaria entre los universitarios de la Facultad de Filosofía y Letras y la Universidad toda, tanto más si pensamos que la Casa de los Cañones es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil poblana realizada en el último tercio del siglo XVIII. 31 Pese a ser tan multicitada, no encontré la referencia exacta. La expresión más cercana es la siguiente: “La arquitectura es el testigo insobornable de una sociedad”. Octavio Paz y Fell Claude, “Vuelta a El Laberinto de la Soledad”, p. 186. Seguno piso. Pasillo Poniente 48 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 49 Edificio Arronte o Casa de los Cañones Referencias y los proyectos reformistas del obispo Francisco Fabián y Fuero, 17651773, Facultad de Filosofía y Letras, BUAP, Puebla, 2016. Alfaro Ramírez, Gustavo Rafael, “Administración y poder oligárquico en la Puebla borbónica, 1690-1786”, Facultad de Filosofía y Letra-UNAM, Ciudad de México, 2006 (tesis de doctorado en historia). Miño Grijalva, Manuel, “De Colonia y Antiguo Régimen: dos conceptos en cuestión”, en María Concepción Gavira Márquez (coord.), América Latina: entre discursos y prácticas, Morelia, Facultad de HistoriaUniversidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2009, vol. 1, pp. 49-79. 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Según el libro Colección Puebla desde el aire, el edificio fue construido entre el siglo XVIII y hasta finales de 1983 “fue empleado como vivienda, en tanto que, en la parte inferior fueron ubicados establecimientos comerciales”.2 Es importante resaltar que el presente escrito nos lleva a reflexionar sobre los espacios que utilizan y hacen suyos alumnos, docentes y administrativos; y que las autoridades universitarias modifican según las necesidades y exigencias de la vida universitaria, por ello, 1 Ricardo Flores Magón: “(San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, 1873 - Leavenworth, Kansas, 1922). Político y periodista mexicano al que se considera precursor de la Revolución Mexicana. Su figura ha quedado como la de uno de los luchadores más íntegros y consecuentes con la causa de los trabajadores durante los tiempos de la Revolución. Infatigable e insobornable, su pensamiento y su lucha inspiraron muchas de las conquistas obreras y algunos derechos que quedarían recogidos en la constitución mexicana”. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/f/flores_magon.htm 2 Luz del Carmen Jimarez Cano y Juan Francisco Salamanca Montes, Colección Puebla desde el aire, p. 102. al centrarnos en el uso de dicha área educativa nos recuerda una de las problemáticas que enfrenta la comunidad universitaria: la falta de espacios, pero también conocemos las estrategias que las autoridades universitarias han desarrollado a partir de los años 80 para cubrir estas carencias con la adquisición de inmuebles para generar espacios educativos, iniciadas durante el rectorado de Alfonso Vélez Pliego.3 Los bienes inmuebles que pertenecen a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se distribuyen en el Centro Histórico, lo que nos lleva recordar el proyecto del “Barrio universitario”, y como lo manifiesta en una entrevista el arquitecto Carlos Montero Pantoja,4 tal proyecto tuvo como objetivo habitar nuevamente el centro de la ciudad, razón por la cual se propuso un programa de restauración, consolidación y conservación del patrimonio edificado, encaminado a recuperar los inmuebles abandonados para darles Investigación realizada por Ana Flores Tlatelpa: http://www.archivohistorico. buap.mx/tiempo/2000/num8/index.html 4 Investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH) “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP, quien desde el año 2000 estudia el paisaje de manera integral. 3 53 Edificio Ricardo Flores Magón Planta alta. Corredor uso y preservar su valor arquitectónico. Y fue así que la Uni- en lo privado como en lo público. El lugar que ocupa este versidad se dio a la tarea de poblar nuevamente esta zona. edificio nos muestra una dicotomía, al encontrarse en un Montero Pantoja recordó que, en los años ochenta, la BUAP sitio privilegiado y complicado, ya que a unos pasos se enobtuvo un gran prestigio al rescatar edificios para convertir- cuentran el zócalo, la catedral, el archivo municipal —lulos en escuelas, oficinas, bibliotecas y espacios culturales. Y gares emblemáticos desde su fundación—, de igual forma señala que este trabajo multidisciplinario se enfoca en con- el terreno donde se ubica actualmente la casa perteneció servar un espacio catalogado como patrimonio de la huma- a la parroquia del Sagrario, una de las más importantes de nidad y símbolo de identidad para los poblanos.5 la ciudad, porque desde su fundación fue “concebida El edificio que hoy alberga al Colegio de Historia nos para la administración sacramental del grupo español ahí lleva a repasar las distintas actividades cotidianas en los asentado, alcanzando las mayores dimensiones territoriadiferentes momentos de su historia y que han influido de les y habitacionales”.6 diferentes maneras en la utilización de los espacios, tanto 5 6 Rosalva Loreto López (coordinadora) “La casa, la vivienda y el espacio doméstico en la Puebla de los Ángeles del siglo XVIII”, en Casas, viviendas y Disponible en http://efekto10.com/busca-buap-consolidar-el-barrio-universitario/ 54 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 55 Edificio Ricardo Flores Magón Al mismo tiempo fue el “principal espacio de redistribución pública de agua dulce, además de ser el núcleo comercial y socializador por excelencia.”7 La avenida, una de las principales de la traza urbana, ha recibido distintos nombres, por ejemplo, en los planos de 1883, 1908 y 1911 se le nombró de La Compañía. Para el año 1919 fue nombrada Ayuntamiento y para esos años la casa a la que hacemos referencia, ubicada en la 9ª calle de Ignacio Zaragoza, en los años 30 se le otorgó el número 229 y a la calle se le dio el nombre de Jarcierías, y para 1947 se le da el nombre de Maximino Ávila Camacho. Esta histórica e importante avenida ha vivido en sus diferentes épocas la complejidad de un espacio urbano céntrico, desde el bullicio de los desfiles conmemorativos, las marchas y los mítines de inconformidad que interferían en muchas ocasiones en la impartición de los cursos y en la dificultad de deambular tranquilamente o en el problema de encontrar estacionamiento para los vehículos. Los propietarios La casa marcada con el número 13 (cuya numeración cambiará hasta los años 50, y se le dará el número 229) nos lleva a imaginar las actividades diarias de sus sitios cotidianos y Planta alta. Corredor poniente privados que fueron requeridos y utilizados por las personas En el libro Patrimonio arquitectónico de Puebla se señala que habitaron ahí. Es posible realizar un recorrido por cada una de las habitaciones, gracias a la ayuda de documentos que para el año de 1904, la casa era propiedad de Guadacomo los inventarios de los avalúos y compra-venta de la lupe Ovando y Enciso, quien vendió una fracción a Francasa de los años 1915, 1918, 1937, 1950 a 1980, así como cisco Lozano. Para los años 1930-1950, la casa pertenece a también el croquis del avalúo de la casa (1918), sin olvidar la las señoritas Guadalupe, Dolores y Josefina Lozano Cardoso. Para el año de 1967, después de unificar la propiedad a favor fuentes bibliográficas y algunos objetos o muebles. de Guadalupe Cardoso, viuda de Lozano, la planta baja se otorgó en arrendamiento por diez años y cuatro meses al hogares en la historia de México, p. 151. licenciado Luis Lozano Traslosheros. En el año de 1972: 7 Ibid., p. 152. 56 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 57 Edificio Ricardo Flores Magón Dolores Lozano Cardoso se aplica a su hermana Josefina Lozano Cardoso el usufructo vitalicio en proporción de una cuarta parte y la Nuda propiedad de esa cuarta parte a sus sobrinas María del Carmen Lozano Traslosheros y a Guadalupe Lozano Quintana en partes iguales, por aplicación de la sucesión de Margarita. En seguida, Dolores y Josefina Lozano Cardoso se aplican por partes iguales la cuarta parte de las rentas del inmueble por aplicación en la misma sucesión.8 En el año de 1982, un documento ante el notario indica que se acordó vender el inmueble cuya medición y plano determinan la “superficie 713 m2, de los cuales están cubiertos por construcciones 593 m2, aproximadamente, en dos pisos”,9 la venta fue a favor de la Universidad Autónoma de Puebla, representada en ese momento por el Rector Alfonso Vélez Pliego. La casa al inicio sería destinada para la Escuela de Música de la misma institución. La cantidad de la venta fue por: CINCO MILLONES QUINIENTOS MIL PESOS, MONEDA NACIONAL; y el precio convenido por el librero de calidad empotrado es la cantidad de QUINIENTOS MIL PESOS, MONEDA NACIONAL, haciendo un total estos precios de SEIS MILLONES DE PESOS, MONEDA NACIONAL.10 8 Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Tomo 2964-5. Palafox 229. Foja 5. 9 Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Foja 18. 10 Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Tomo 2964-5. Palafox 229. Foja 10. Planta baja. Sala de Maestros 58 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Tal cantidad se cubrió en su totalidad con un cheque a cargo de Banco de Oriente de esta ciudad. La planta baja y la distribución de sus espacios Hacer un repaso de los espacios de la casa es hablar de lo cotidiano y lo común, ya que hace referencia a los lugares ordinarios que actualmente se siguen usando en nuestras propias casas. Así pues, con los datos recabados del avalúo del año 1915, el croquis de 1918 y la fotografía blanco y negro del mismo año, se puede indicar que la casa número 13 de la 9ª calle de Ignacio Zaragoza, propiedad del señor Francisco Lozano, muestra una fachada sencilla, en cuya planta baja de lado izquierdo se encuentra una ventana seguida del zaguán, del lado derecho se ubican las cuatro ventanas que son decoradas “con herrería colada dulce y molduras de plomo”11 (en el lado derecho, la tercera y la quinta ventana se modificaron y ahora son el acceso a la farmacia Fleming y a la librería universitaria). El zaguán está enmarcado con piedra de cantera adintelada y Planta baja. Salón de conferencias de los balcones son sencillos de fierro colado, y resalta en el principal (de en medio) la figura de una lira en el centro. Los aleros están formados por brazos de soporte que sostienen mantas plegables. El paramento se remata con una cornisa con friso sin ornamento alguno, (cor- con pilastras toscanas a cada lado y un dintel muy ape- nisa arriba y abajo), adornada con glifos distribuidos raltado con clave trabajada en altorrelieve conteniendo simétricamente.13 una hoja de acanto muy pequeña y un roleo; la portada Al entrar a la casa inmediatamente se observa el piso de cuadros de cantería, los muros son estucados de yeso y pintados de aceite, teniendo sus tableros también de yeso. Para el año de 1915 se indica que hubo en la entrada “una reja de fierro emplomada”, la cual pudo ser muy parecida a la reja que se encuentra actualmente en el edificio “Sor Juana Inés de la secundaria es igualmente adintelada con jambas lisas, también en cantera. 12 En la planta alta se encuentran cuatro balcones, que no han sufrido cambio o modificación, los barandales: 11 12 Arely Kerenina Velázquez Espejo, Barrio Universitario: catálogo de inmuebles, p. 38. Luz del Carmen Jimarez Cano y Juan Francisco Salamanca Montes, op. cit., p. 102. 13 59 Arely Kerenina Velázquez Espejo, op. cit., p. 38. Edificio Ricardo Flores Magón 60 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 61 Edificio Ricardo Flores Magón Planta alta. Plafón. Aula Magna. José María Iglesias 62 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Cruz” del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica; pasando la reja, se ubica el patio principal o central bordeado “por corredores donde se encontraban las habitaciones cuando la casa era de un piso o locales de servicio cuando tenía dos niveles”.14 En la planta baja, según señala el croquis (1918),15 se situaron 14 piezas (a cada una de ellas se les otorgará la letra que indica el croquis), las cuales se distribuyen de la siguiente manera: en la entrada, a mano izquierda, se ubicó el despacho con dos piezas (B) y que se pudo acceder a éste por medio de dos puertas, el cual estuvo iluminado por una ventana, en dicha habitación se puede observar el librero original, actualmente es la sala de maestros y la siguiente pieza (C) es donde se localiza la recepción de la dirección de la facultad, las dos piezas anteriores tuvieron cielo raso, el piso fue de duela y sus paredes estuvieron tapizadas. En la pieza siguiente (D) se encuentra la sala de juntas, y en la pieza contigua (E), a la que se le realizaron modificaciones, ya que en el croquis se observa sólo una pieza y en la actualidad el espacio se encuentra dividido por tres piezas, las intervenciones que se pueden observar son, en primer lugar, un acceso a través de tres puertas y la colocación de dos paredes que formarán tres piezas: la oficina del director, la oficina del secretario particular del director y la coordinación de eventos de la facultad. Otra habitación, que en épocas pasadas fue la caballeriza (F) y estuvo protegida por una reja, en la actualidad es la sala de cómputo del Colegio de Historia. Junto a ésta y al fondo de la casa estuvieron 4 bodegas (I, J, H, Enrique Ayala Alonso, Casas Barrocas, p. 22. Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Planos de la casa marzo 23 de 1918. Foja 71 y 72. 14 15 Acceso a la planta alta 63 Edificio Ricardo Flores Magón G), actualmente son la cafetería y cocina de la misma, las cuales rodeaban el patio trasero (número 2); espacio destinado a “las caballerizas, los carruajes y alojamiento de la servidumbre masculina”.16 En tal patio se ubicó el tanque de mampostería labrado, los lavaderos y una escalera de servidumbre de mampostería de piedra. En la planta baja, situándonos del lado derecho de la entrada, se encontró la pieza (P) que da a la calle y fue iluminada por cuatro claros o ventanas, con un cielo raso, y se llegaba a ella por una puerta que tuvo una reja, actualmente está tapiada por una vitrina, al lado de dicha puerta se ubican las escaleras principales y enseguida un pequeño cuarto con ventana y puerta de madera y reja, actualmente se utiliza como bodega, sin la reja. De la pieza principal (P) se conectaron otras dos piezas (O y N), que ahora son utilizadas por la farmacia y la librería. La pieza (M) corresponde al Aula Magna del Colegio de Historia y antes fue la biblioteca de especialización de la Facultad. El material de los pisos de las piezas (F, G, I, M, N, R) fue de ladrillo mientras que las piezas (B, C, O, P) fueron de duela, las paredes estuvieron compuestas de mampostería de piedras repelladas, aplanadas y pintadas a la cal. La planta alta y la distribución de sus espacios Al subir por las escaleras de mampostería se llega a la planta alta de la casa en donde se distribuyeron 22 piezas, de lado izquierdo encontramos tres habitaciones principales: la primera de ellas es un despacho (S) compuesto por dos piezas, 16 Enrique Ayala Alonso, Habitar la casa, p. 29. 64 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 65 Edificio Ricardo Flores Magón que actualmente es la coordinación del colegio de Historia y la recepción de la misma, el piso del despacho fue de ladrillo y tuvo alfombra; las piezas principales (L y M) estuvieron conectadas con el despacho y dieron al balcón de la casa; la pieza (M) se empleó como sala. Los espacios correspondientes a la salas se originaron en Inglaterra con las “viviendas burguesas y ambientes económicamente acomodados”17. La pieza (L) sólo se señala que es una habitación común, actualmente en ella existe una capilla. Junto al despacho, del lado izquierdo, encontramos la pieza (T) donde se ubica la recepción de la coordinación; las piezas (U, W, X, Y, Z) estuvieron conectadas a través de puertas las cuales debieron emplearse como recámaras, actualmente son utilizadas como cubículos. Al observar cada una de las piezas o habitaciones, hay otros detalles que no pueden pasar desapercibidos: los pasillos, la casa, a pesar de tener corredores externos que permitían trasladarse de una recámara a otra, también contaban con los pasillos distribuidores interiores, por este motivo las habitaciones estuvieron comunicadas unas con otras. Dichas cadenas de piezas se empezaron a utilizar en el siglo XVI,18 Robin Evans lo explica en el artículo “Figuras, puertas y pasillos”, sobre las habitaciones comunicantes y de la aparición del pasillo: Coexistió con el sistema compositivo del pasillo a la necesidad de separación de los circuitos de los sirvientes y de los señores de la casa y de sus invitados. Así que en una primera fase de contaminación de estar (individual o colectivo) por la circulación no era problemática si este cruce se hacía entre personas pertenecientes al mismo círculo social y familiar. Solamente en torno al siglo XIX el pasillo tomó el papel principal relativo a la distribución y comunicación entre las diversas/ habitaciones de un mismo edificio, suplantando las comunicaciones directas entre ellas.19 Con ello, la idea de la intimidad en las casas de esta época se puede distinguir de tres maneras: la familiar (lo que pasa en el interior de una casa es de ámbito privado, concerniente a la familia, y así vedado al exterior), la conyugal (una habitación para los padres es el mínimo que pasa a ser requerido) y la individual.20 Y es así como las actividades cotidianas en las habitaciones se llevaron a cabo “a través del movimiento que lo recorre. Las vías de circulación separan funciones y las une a través de distribuidores”.21 Otro de los elementos que se debe resaltar y que ayudó a la comunicación fueron las puertas sencillas del interior, contrariamente a las puertas que dan al pasillo que eran de doble hoja para proporcionar protección y las de vidrio que proveían iluminación a las habitaciones, a las nueve piezas (S, T, U, V, W, X, Y, Z, A) los rayos del sol llegaban muy tenuemente, por lo que en invierno eran frías, y en primavera, las más frescas. La altura de estas piezas permitía una buena circulación del aire, y además en la parte 19 Ana Sofia Pereira da Silva, Hacia un espacio individual. http://artesescenicas. uclm.es/archivos_subidos/textos/375/Ana%20Sofia%20Pereira%20da%20Silva-Hacia%20un%20espacio%20individual.pdf p. 310. 20 Ibid., p. 309. 21 Gonzalo Pardo Díaz, op. cit., p. 32. Albert Soriano Rull, “Evolución histórica de los espacios de baño en la vivienda”. https://www.tecnoinstalacion.com/media/uploads/.../42-49_AT_Espacio_baño. pdf, p. 45. 18 Gonzalo Pardo Díaz, “Cuerpo y casa”, p. 32. 17 66 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 67 Edificio Ricardo Flores Magón 68 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap superior de las paredes de lo que fue la cocina, el comedor y el segundo despacho aún se pueden observar las rendijas que tienen la forma circular y que están protegida por un enrejado o malla, y ayudaron a ventilar las habitaciones. En las piezas (J, F, X y Z) se pueden encontrar ciertos tipos de armarios pequeños empotrados a la pared. Con respecto a las puertas, cada una de ellas tuvieron chapas y cerrojos con los cuales se pretendía proteger la intimidad de pareja y la individual. Hasta el momento no se ha encontrado indicio del uso de cortinas. Alrededor de las habitaciones de la planta alta se encuentran los barandales que son idénticos a los que se hallan en las ventanas de la fachada. La última pieza (A) que se encuentra al lado de la pieza Z estuvo conectada con el cuarto techado número 1 donde se ubicó el cuarto de baño, el cual estuvo forrado con mosaico y tuvo un “WC de los finos ingleses”22 y un lavabo. El segundo cuarto de baño estuvo en el patio de servicio de la planta baja de la vivienda, el cual se proveyó de “mingitorio y WC corrientes”,23 puede ser que este segundo baño haya sido ubicado en lo que ahora son los baños de las mujeres. Tal espacio nos muestra la búsqueda de comodidad y la integración de los cambios urbanos que llegaron a dicho hogar. Actualmente ya no se encuentra el cuarto techado ya que la pared que hacía la división fue removida dejando sólo uno. Planta alta. Cristal esmerilado Estos espacios que aparecen en el siglo XIX representan la idea progresiva de independencia, ya que fueron diseña- a la “progresiva industrialización, que dieron lugar a princidos “exclusivamente al disfrute de los efectos de la higiene”.24 pios del siglo XX a la mejora de las infraestructuras del saTambién, dichos espacios nos muestran elementos unidos neamiento” 25 de la casa, al poner mayor énfasis en el cuidado y la distribución del agua con el uso del drenaje, de los dos tinacos y una pila para almacenar el vital líquido. 22 Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Informe de la casa número 13 y 15 de al de Zaragoza, banco Nacional, foja 65. 23 Ibid., foja 64. 24 Gonzalo Pardo Díaz, op. cit. p. 125. 25 69 Albert Soriano Rull, op. cit., p. 45. Edificio Ricardo Flores Magón 70 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 71 Edificio Ricardo Flores Magón La piezas de la parte derecha de la casa (K, J, F, D) ahora se ocupan como salones de clase. La pieza (C) que se encuentra enfrente de la sala de la casa y donde se ubicaba el comedor, en la actualidad es un salón de clases; el piso es de mosaico, los muros de mampostería de piedra, repellado aplanado y pintado, tiene cielo raso, aún se encuentran dos alacenas con dos claros de vidrio, es iluminado por dos ventadas con rejas; esta pieza se conecta con la pieza (D) y ésta a su vez con la cocina (E), en tal espacio aún se puede observar el bracero que se forró con cuadros de azulejos amarillos y blancos. En este lugar también se encuentra la pila de agua en forma de concha y un lavabo o fregadero forrado del mismo material que el bracero; esta pieza se ilumina con dos ventanas, la primera se localiza enfrente del fregadero y la segunda arriba de la puerta que da al pasillo que lleva al patio número 2. La cocina se conecta con otras dos habitaciones a través de una puerta de madera. Tales piezas sirvieron como despensa o alacenas, en dicho espacio aún se conserva el cancel de madera con su marquesina, sus pisos fueron de ladrillo, sus muros de mampostería de piedra y tabique repellado, los techos de vigas y tejamanil y una puerta de dos hojas de madera. El piso del comedor es de mosaico y el de la cocina de piedra de Santo Tomás. Dichas piezas se comunicaron con la azotehuela número 2, que tuvo piso de ladrillo, y se conectaba a una escalera que daba a la azotea, aquí se ubica un lavadero de mampostería de tabique forrado de azulejo del país. El croquis del año 1918 señala la azotehuela, se encuentra dividida por una pared,;actualmente ya no se encuentra, pero sí se puede observar la división en el piso. Los muros de las piezas son de mampostería, repellados, aplanados y tapizados, los techos son de vigas y tejamanil. Del otro lado se señala que hay un pequeño lavadero y dos baños que se conectan con la pieza A. 72 Las azotehuelas desde la época colonial siempre se ubicaron en la parte posterior de la segunda planta, donde se encuentran también: la cocina, la repostería, las alacenas y los cuartos de mozas, destinados estos últimos al alojamiento de la servidumbre femenina, a la cual se procuraba tener a mano por lo que pudiera ofrecerse, sobre todo por las noches, y simultáneamente a buen resguardo conforme a la moral de la época. La servidumbre masculina se alojaba en los bajos de la casa.26 Detalles y materiales Para el año 1937, los documentos referentes al avalúo27 hacen referencia grosso modo de las habitaciones de la casa y, haciendo una comparación con el croquis de 1918, no se presentó alguna modificación, se siguen mencionando los dos despachos de dos piezas cada uno, 4 bodegas, la caballeriza, las habitaciones de la parte de arriba. Pero con respecto al material de los pisos sí hay un cambio, ya que se menciona que en algunas habitaciones de la parte de arriba (no se especifica cuáles) se utilizó la loza de Santo Tomás. Otros detalles correspondientes a la casa los encontramos en la decoración de las paredes con los tapizados y en algunas ocasiones pinturas a la cal en los techos; hasta el momento sólo se han preservado algunos ejemplos en el aula magna, en el comedor, en la sala de profesores. Los cielos rasos de la capilla están decorados con yesería al “estilo Neoclásico”.28 Enrique Ayala Alonso, op. cit., p. 24. Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Foja 34 (6 de marzo de 1937). 28 Luz del Carmen Jimarez Cano y Juan Francisco Salamanca Montes, op. cit., p. 102. 26 27 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 73 Edificio Ricardo Flores Magón 74 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap De igual forma se puede observar en las piezas (B, C, D) paredes que tienen rejas de ventilación. A su vez, se señala que alrededor del patio principal y en el de servicio se encontraron “jardineles”29 o macetones. Los materiales más comunes que se utilizaron para la construcción fueron piedra, cantera, cal, ladrillo, madera y fierro; por ejemplo: los muros de la construcción que miden de 4 a 4.50 metros de altura son de material mixto o de mampostería de piedra. Se advierte que dicho material permite la reducción en los desperdicios de materiales. En otros casos se utilizaron ladrillos, bloques de cementos prefabricados30 o piedra. Las paredes o muros fueron repellados, aplanados y pintados a la cal, tapizados y, en algunos casos, se adornaron con frescos. Los techos de la casa son de terrado o techo de vigas y tejamanil o pequeñas tejas de madera, “algo más largas que las normales y planas, y del grueso de un dedo. Se clavan a las vigas del techo, con la inclinación necesaria para que corra el agua. En náhuatl reciben el nombre de tejamaniles”.31 Los distintos pisos de la planta baja fueron de materiales variados, por ejemplo: los patios se pavimentaron de piedra laja o cantería, en el caso de las puertas se indican que son de madera de oyamel pintadas de aceite y que, en otros casos, eran de dos hojas. Consideraciones finales En el transcurrir del tiempo es notorio cómo muchos de los elementos de nuestro entorno citadino cambian y algunos, 29 Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Informe de la casa número 13 y 15 de al de Zaragoza, banco Nacional, foja 65. 30 http://sogestone.com/tecnicas/mamposteria.html 31 Florescano y Virginia García Acosta, Mestizajes tecnológicos y cambios culturales. México, CIESAS, 2004, p. 144. Decoración 75 Edificio Ricardo Flores Magón aparentemente, parecen inalterables. Regularmente, los cambios obedecen a la necesidad de adecuar los espacios, y es el caso del edificio que ocupa nuestro colegio, a las prioridades más urgentes de las actividades académicas y administrativas que cotidianamente se desarrollan en nuestra universidad. Rastrear e indagar sobre el origen y el uso de casonas o edificios antiguos tiene un raro misterio, porque nos lleva a adentrarnos en cotidianidades pasadas, en otros entornos cuyos rastros han quedado aprisionados en los muros de esas casas y habitaciones. Hurgar en el pasado es remover los recuerdos de tiempos ya idos que nos proporcionan nostalgia y, sobre todo, conocimientos. Y sólo el conocimiento de nuestra herencia arquitectónica nos permitirá valorarlas en su exacta dimensión. Referencias Archivo Histórico BUAP. http://www.archivohistorico.buap.mx/tiempo/2000/num8/index.html Ayala Alonso, Enrique, Casas Barrocas, CONACULTA, Ciudad de México, 2005. Ayala Alonso, Enrique, Habitar la casa: Historia, actualidad y prospectiva, UAM, Ciudad de México, 2016. Florescano y Virginia García Acosta, Mestizajes tecnológicos y cambios culturales, CIESAS, Ciudad de México, 2004. Hernández Villagrán, Laura, “Busca BUAP consolidar el Barrio Universitario”, Efecto. El poder de la noticia 10.10. http://efekto10.com/ busca-buap-consolidar-el-barrio-universitario/ Instituto Registral y Catastral del Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Estado de Puebla. Loreto López, Rosalva, “La casa, la vivienda y el espacio doméstico en la Puebla de los Ángeles del siglo XVIII”, en Casas, viviendas y hogares en la historia de México, COLMEX, Ciudad de México, 2001, pp. 147-206 Jimarez Cano, Luz del Carmen y Salamanca Montes, Juan Francisco, Colección Puebla desde el aire. Volumen 6, BUAP, Puebla, 2015. Pardo Díaz, Gonzalo, Cuerpo y casa. “Hacia el espacio doméstico contemporáneo desde la transformación de la cocina y el cuarto de baño en occidente”, Universidad Politécnica de Madrid, Madrid, 2016. Pereira da Silva, Ana Sofía, “Hacia un espacio individual”. http://artesescenicas.uclm.es/archivos_subidos/textos/375/Ana%20Sofia%20 Pereira%20da%20Silva-Hacia%20un%20espacio%20individual.pdf Rodríguez, Óscar, “Sogestone. Soluciones en piedra”, http://sogestone. com/tecnicas/mamposteria.html Soriano Rull, Albert, “Evolución histórica de los espacios de baño en la vivienda”, https://www.tecnoinstalacion.com/media/ uploads/.../42-49_AT_Espacio_baño.pdf Velázquez Espejo, Arely Kerenina. Tesis: “Barrio Universitario: catálogo de inmuebles”, BUAP, Puebla, 2006. 76 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 77 Introducción 78 Edificio Josefina Manjarrez Rosas L a historia de la casa (ubicada en la calle 3 oriente 214) se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, específicamente al Porfiriato. Durante este periodo, la ciudad de Puebla experimentó un desarrollo económico que se evidenció en el crecimiento de la industria textil, la construcción de nuevas edificaciones y el embellecimiento de la ciudad. Desde su edificación tuvo diversos propietarios hasta que fue adquirida por la Universidad en 1984. Actualmente alberga el Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras y lleva el nombre de la gran poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz. territorio hasta alcanzar las dimensiones definitivas alrededor de 6.9 km2, las cuales corresponden a las que conforman el centro histórico actual, el cual se mantuvo estable hasta principios del siglo XX.1 Una vez lograda la Independencia, y en casi todo el siglo XIX, la ciudad (y el país) experimentó una serie de problemas sociales y políticos que se reflejaron en un decremento poblacional; pero gracias al surgimiento de la industrialización2 se produjo un cierto desarrollo económico hacia 1835. Sin embargo, fue durante el Porfiriato que la ciudad de Puebla tuvo una transformación urbana importante. Se construyeron grandes edificaciones que contribuyeron a modificar el paisaje de la ciudad colonial. La ciudad experimentó un desarrollo económico y demográfico debido a Puebla en el Porfiriato la construcción del ferrocarril y a la pujante industria textil. La ciudad de Puebla fue una de las más importantes del pe- De acuerdo con Contreras, la industria del algodón, en las riodo novohispano. Su excelente ubicación (que comunicaba a Veracruz con la capital de la Nueva España), así como el 1 Esta traza incluía cerca de 320 manzanas en las que se han catalogado alrededesarrollo económico, la catapultó como uno de los proyec- dor de tres mil edificaciones como iglesias conventos, hospitales y casas erigidas tos urbanos más sobresalientes de la época. De acuerdo con entre el siglo XVI y la primera mitad del siglo XIX. Rosalva Loreto, La ciudad como paisaje, p. 18. Rosalva Loreto, la ciudad logró consolidarse y expandir su 2 Ibid., p. 87. 79 80 81 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz márgenes del Río Atoyac, era el núcleo más dinámico de la economía local.3 Uno de los grandes proyectos modernizadores de este periodo para la ciudad fue la política de saneamiento y el combate a la insalubridad. Las obras públicas consistieron sobre todo en una mayor dotación y mejor sistema de agua potable, pavimentación y embanquetado, y la creación de un sistema de cañerías y drenaje. El mismo autor señala: La modernidad porfiriana significó para Puebla, no sólo nuevas construcciones, comunicaciones y servicios urbanos, sino fundamentalmente el paso secular de una situación de estancamiento y retroceso a otra de recuperación [e] integración a los nuevos patrones de la urbanización nacional.4 A pesar de ello, la ciudad de Puebla mantuvo su fisonomía urbana casi sin cambios entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XX. La parte edificada de la ciudad sólo cubría 423 hectáreas. Para 1900 existían un total de 2245 casas de un piso, 1470 de dos y sólo 160 de tres pisos.5 Pero fue evidente que el centro de la ciudad fue embellecido. Los grupos de la oligarquía poblana se habían convertido en los principales dueños de casas de la ciudad. Doce propietarios detentaban 9 % del valor de las propiedades censadas en 1892. El zócalo o plaza mayor formaba el punto clave de atracción y concentración urbana. Esta zona, a partir de este centro, estaba conformada por no más de treinta manzanas Carlos Contreras, La Gran Ilusión Urbana, pp. 11-12. Ibid., p. 45. 5 Ibid., pp. 73-75. 3 4 Planta alta. Árbol de Yoloxóchitl o Magnolia mexicana y bay window, al fondo 82 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 83 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz 84 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 85 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz (casi 10 % del total de las manzanas que existían en la ciudad hacia 1910) y constituía la propiedad urbana6 de mayor valor. Loreto señala que en el periodo que comprende los años de 1830 a 1910 la arquitectura se caracterizó por la aparición del neoclasicismo ornamental. La desamortización de los bienes eclesiásticos tuvo un fuerte impacto en la estructura de la propiedad. Hacia 1870, 50 % de los inmuebles urbanos “entraron en la dinámica del mercado inmobiliario”. Pero, además, en este periodo: las formas arquitectónicas experimentan un tránsito hacia un afrancesamiento que incide en la modernidad urbana propuesta por el Porfiriato. Las plazas se convierten en jardines y la piedra, el fierro y el mármol logran combinaciones atrevidas y cosmopolitas e incentivan nuevas De hecho, predominaba una arquitectura eclecticista, academicista y afrancesada. De igual forma, surgieron nuevos materiales y procedimientos de construcción, aunque persistían las técnicas coloniales. En 1854, se sustituyeron los barandales de los balcones y techos que eran de madera, el de los primeros, por fierro y el de los segundos, por bóveda. El material más empleado por la bóveda era la piedra. La generalización del fierro en la arquitectura ocurre con varias décadas de anticipación con respecto al desarrollo a gran escala de siderúrgica nacional. La mayor parte del fierro utilizado en las estructuras fue importado.8 También se emplearon los materiales de recubrimiento y acabado, los mármoles italianos, los granitos nórdicos, bronces y vidrios.9 En este contexto se enmarca la casona ubicada en la 3 Ote. 214 que lleva el nombre de la ilustre Sor Juana Inés de la Cruz. formas de habitar la ciudad.7 6 7 8 Antonio Juárez Burgos y Marcial Márquez Ordoñez, Patrimonio Arquitectónico Universitario. [CD] 9 Leslie Camilo, “La arquitectura neoclásica en México”, [en línea] https://sites. google.com/site/camiloleslie/la-arquitectura-neoclasica-en-mexico. Ibid., p. 110. Rosalva Loreto, op, cit., p. 20. 86 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 87 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz Historia de la Casa De acuerdo con el Libro I (Vol. 5) del Archivo de Notarias de Puebla, el 7 de octubre de 1877 se tiene el primer registro de la Casa marcada con el número 14, de la Calle de los Infantes.10 Su primer dueño fue el señor Bernardo Pastor, quien otorgó poder a José López para que vendiera esta propiedad por un costo de 12 mil pesos al presbítero José María Arroyo. La escritura fue firmada por Gerónimo Sandoval. Para el año de 1882, el presbítero Arroyo vendió la casa a Luis Gonzaga Ponce y Mayorga, también en 12 mil pesos. Sólo la tuvo en posesión por pocos años, ya que en 1885 la propiedad fue vendida. La señora Ponce y Mayorga la otorgó por 8 mil pesos a Leopoldo Álvarez. Cuatro años pasaron para que nuevamente fuera vendida por el señor Álvarez. Así, el 31 de julio de 1889 fue adquirida por el agricultor Egidio Sánchez González. Se le denominaba Calle de los Infantes debido a que allí se localizaba el Colegio de los Infantes, integrado por los niños del coro de la Catedral, llamados también monacillos o seises porque antiguamente —en España— su número era de seis integrantes. En 1686 el Obispo Santa Cruz compró para el Colegio una casa en la acera Sur de la ahora avenida 3 Ote., número 200. El colegio estaba bajo la inspección del chantre de la Catedral. Los alumnos aprendían el canto llano o gregoriano, canto de órgano y también a tocar instrumentos. Además, recibían instrucciones en las primeras letras, gramática, filosofía y la facultad mayor que elegían. Desde su entrada se dedicaban al servicio del altar y de coro en la Catedral, con el fin de prepararlos para el sacerdocio. El número de los alumnos se mantuvo todavía en 16 en 1852; en 1896 fueron 12. En 1894, el Colegio se trasladó a la casa número 2, hoy 4, de la Calle de Morados (Av. 7 Ote., número 1) y en 1902 se trasladaron a la Av. 5 Ote., núm. 1. La cuadra se llamó Calle del Colegio de Niños Infantes en 1790, del Colegio de Infantes en 1819, y Calle de Infantes en 1825, ya en todos los padrones y planos posteriores. Hugo Leicht, Las calles de Puebla, p. 201. 10 88 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 89 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz La casa contaba con una superficie de 582 metros: tenía 12 metros y 80 centímetros de frente, por 41 metros y 35 centímetros de fondo. Sus límites eran los siguientes: al Poniente, limitaba con la Casa número 11 y parte del número 13 de la Calle de la Compañía o Jarciería. En 1903 el contrato fue rescindido porque la casa había sido hipotecada cuando el señor Álvarez era el dueño. Todo indica que tenía problemas financieros y que incluso tardó cuatro años para pagar la casa. El 21 de octubre de ese año se emitió una resolución judicial, directa en juicio sumario, que obligó al señor Álvarez a devolver los 16 mil pesos en los que había vendido la casona. En 1908, tras la muerte del dueño, su esposa María de la Luz Sesma de Álvarez heredó el inmueble a sus hijas Delfina Álvarez viuda de Blasco y Natalia Álvarez. En el transcurso de los siguientes siete años, la casa fue hipotecada en innumerables ocasiones, incluso fue embargada por la Tesorería General del Estado. Fue hasta el 22 de febrero de 1915, una vez que fue saneada, que pudo ser adquirida por Teresa Mora de Díez de Urdanivia por la cantidad de 33 mil pesos (según consta en los registros de a Notaría Número 3, ante el escribano Mario Bonilla). La familia fue propietaria de esta casa por más de sesenta años, hasta que decidieron venderla. El 28 de julio de 1984, la sucesión testamentaria de Teresa Mora de Díez de Urdanivia, representada por su albacea, el doctor Agustín Díez de Urdanivia y Mora, vendió la casa a la Universidad Autónoma de Puebla por 8 millones de pesos. En el momento de su venta, su extensión y colindancias eran las siguientes: tenía una extensión de 583 mts2 y colindaba al norte, en catorce metros, con propiedad particular; al sur, en trece metros, cuarenta y ocho centímetros, con la avenida 3 oriente; al oriente, en cuarenta y un metros, sesenta y tres centímetros, Planta alta. Aula Magna Germán List Arzubide 90 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 91 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz con la casa número 216 de la avenida tres oriente; al poniente, en tres tramos que se describen de norte a sur, el primero en treinta y cinco metros cuarenta y siete centímetros; el segundo, en cincuenta centímetros; y el tercero, en seis metros, sesenta y un centímetros, colinda por estos tres tramos con la casa número 212 de la avenida tres oriente.11 Usos La casa tuvo un uso principalmente habitacional. Pero también fue utilizada por una organización política, la Confederación Nacional de Organizaciones Populares. Además, fue sede del grupo Triangular de teatro. Actualmente es sede del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica (COLLHI) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y, como ya se señaló, le otorgó el nombre Sor Juana Inés de la Cruz. Arquitectura Tiene una arquitectura de tipo neoclásico eclecticista. La fachada es simétrica con acceso lateral. Posee cuatro vanos protegidos por reja de hierro dulce con molduras de plomo. Pero el vano de ingreso, es decir, la puerta principal, es ligeramente mayor. Por su parte, los cuatro vanos superiores tienen balcón y doble cornisa como remate. El acceso se encuentra enmarcado en dos jambas de cantera gris con molduras y remata en una platabanda que tiene en el centro un escudo heráldico. La fachada se remata en Lic. Sergio Tinoco Loera, Notario Público No. 5, Vol. Núm. 412, Título para la Universidad Autónoma de Puebla, 28 de julio de 1984. 11 Planta baja. Patio 92 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap vertical con pilastras de capitel jónico en cada extremo y en horizontal con modulación arquitrabada. Cuenta con dos niveles. La planta baja luce tres fuertes enrejadas con sus correspondientes puertas de madera. El zaguán es de madera con ornamentación geométrica y al igual que las demás puertas está enmarcada por jambas y dinteles de orden corintio. Con excepción del acceso principal, los vanos están protegidos con herrería de forja, ornamentada con motivos neoclásicos. A los costados de la fachada hay dos pilastras sobre las que recae la cornisa que remata la fachada. La planta tiene como componente esencial los patios que sirven de corredores, en tres de sus lados se ubican los aposentos. Una de sus características es el aprovechamiento del espacio a cielo abierto, al grado de incluir arbolado y sus portamacetas.12 El Patio es rectangular con piso de cantera gris que cuenta con dos jardineras. Alberga una crujía en forma de C y en el lado norte de ésta se encuentra la escalera que da acceso a la planta alta. La escalera tiene tres rampas con escalones de cantera gris con barandales de hierro colado. La tercera rampa se apoya en rieles decorados con yesera. El lado poniente tiene tres vanos asimétricos de forma rectangular y de dimensiones similares. Hacia el norte existe una ventana con arco escarzano y carpintería. El patio está rodeado de un corredor salidizo de cantera gris; las esquinas están redondeadas. Este corredor tiene un barandal realizado de herrería de fierro colado con decoración fitomórifica. 12 Planta alta. Salón 203. Motivo decorativo Antonio Juárez Burgos y Marcial Márquez Ordoñez, op. cit., p. 160. 93 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz 94 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Planta alta. Salón 203. Motivo decorativo La planta alta posee también una pequeña terraza que vestibula el acceso hacia diferentes espacios. Está cubierta de viguería y el piso era de Santo Tomás. Hacia el norte de ésta se encuentra un pilar apoyado en un zócalo. Al sur de este vestíbulo se hayan: dos puertas simétricas de las mismas dimensiones: sus jambas y platabandas se encuentran decoradas con molduras13. El espacio ubicado hacia el oriente cuenta con una habitación que tiene una cubierta con cielo raso y pintura con decoraciones de querubines. Mientras que el espacio ubicado hacia el poniente tiene una cubierta de cielo raso y pintura con decoraciones fitomórficas y al centro un gran medallón de yesería. En el muro oriente se encuentra un nicho realizado en yesería; la ménsula está sostenida por guirnaldas y rosas. La habitación al sur de la crujía tiene piso de duela, muros con decoraciones de yesería en forma de tableros rectangulares y cuadrados. Estos tableros tienen pinturas y sus motivos con plantas y aves. 13 Arely Karenina Velázquez Espejo, Barrio Universitario. Catálogo de Inmuebles, p. 175. Las habitaciones tenían circulación interna y eso se evidencia por la serie de puertas que corren de sur a norte en toda la crujía.14 La crujía ubicada al norte tiene tres vanos, la del centro es un bay window que tiene forma casi octagonal con decoraciones en forma de tableros y grecas. Posee cinco cenefas con carpintería, la central es la más grande. Sobre el muro poniente existe un vano que tiene una puerta y un postigo; ésta da acceso a una habitación que tiene cubierta de viguería y piso de ladrillo. Remata el primer patio con pretil realizado con herrería de fierro colado con pilastras intermedias que están decoradas con tableros. El acceso al segundo patio se hace por un corredor ubicado en el extremo oriente, cubierto con bóvedas catalanas. Existe una puerta de forma rectangular, colocada al centro que da acceso a una habitación que tiene piso de duela y que está cubierta de cielo raso. Por su parte, el segundo patio es de forma rectangular y tiene una crujía que se ubica sobre al lado poniente 14 95 Idem. Edificio Sor Juana Inés de la Cruz 96 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 97 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz del mismo. Éste tiene tres vanos asimétricos de diferentes formas y sin relación alguna.15 La casa tiene detalles interesantes que dan cuenta del estilo en el que fue construida. Destacan los siguientes: • • • • • • • • La escalera principal es de tres rampas en forma de “c” (o escalera exenta) con barandal de hierro forjado y pasamanos de madera. El corredor de la planta alta destacan las ménsulas de hierro que unen el muro con el barandal. El vano de la ventana en la planta baja está coronado por un arco de tres puntos. Cuenta con una escalera de caracol en un vestíbulo de la planta alta del segundo patio. En la planta alta existe una puerta con dos claraboyas y una chimenea, que confirman la fachada. Posee una galería en la planta baja del segundo patio; en el primer plano tiene una pilastra con base de cantera, losa catalana y al fondo un vano rematado por un arco de medio punto. Sobresale el detalle de la forja de la reja de la entrada principal. Finalmente, tiene un mirador en la planta alta del patio principal, que es de forma semioctagonal.16 Planta alta. Salón 203. Motivo decorativo de los motivos bautizados popularmente como franceses de que de manera más precisa debemos designar como eclécticos. Este eclecticismo (…) se nutre de los Otros elementos interesantes de la casa las describe Monserrat Galí en el siguiente relato: sucesivos revivals del siglo XIX: neorrenacentistas, clasicistas e incluso medievales, pero adaptados a los gustos pretenciosos de la nueva burguesía. El estrecho patio al- 15 16 La Casa de Sor Juana exhibe un amplio repertorio de berga las típicas escaleras exentas de los patios poblanos yeserías y trabajos en estuco que corroboran la difusión poscoloniales.17 Ibid., p. 176. Antonio Juárez Burgos y Marcial Márquez Ordóñez, op. cit. 17 98 Montserrat Galí Bedolla, La Casa de Minerva, p. 29. Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 99 Edificio Sor Juana Inés de la Cruz Sobre el nombre de edificio Referencias Este bello edificio adquirió el nombre de la célebre Sor Juna Inés de la Cruz debido a un certamen en el que se invitó a la comunidad del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica. Este nombre debía reflejar el quehacer de la comunidad del colegio, es decir, el estudio de las letras. De la terna de nombres propuestos, entre los que se encontraban además del de la Décima Musa, el de Juan Rulfo y Carlos Sigüenza y Góngora, resultó ganador el de Sor Juana porque es considerada la máxima representante de las letras novohispanas del siglo XVII.18 Galí Boadella, Montserrat, et al., La Casa de Minerva. Arte e Historia en el patrimonio edificado de la BUAP, Ediciones de Educación y Cultura, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2011. Juárez Burgos, Antonio y Marcial Márquez Ordoñez, Patrimonio Arquitectónico Universitario BUAP, Dirección de Fomento Editorial, BUAP, Puebla, 2002. [CD] Leicht, Hugo, Las calles de Puebla, Puebla, Secretaría de Cultura del estado de Puebla, Gobierno del estado de Puebla, LunArena Arte y Diseño Editorial, Puebla, 2007. Loreto Rosalva, La ciudad como paisaje. Historia urbana y patrimonio edificado de Puebla, BUAP, Educación y Cultura, S.C., Puebla, 2014. Velázquez Espejo, Arely Karenina, “Barrio Universitario. Catálogo de Inmuebles”. Tesis para obtener el grado de Licenciatura en Arquitectura, Facultad de Arquitectura, BUAP, Puebla, 2006. Consideraciones Finales Este bello edificio, que alberga al Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica (COLLHI), es una muestra de la riqueza histórica y arquitectónica de la ciudad de Puebla. Su construcción realizada a finales del siglo XIX, formó parte del proyecto de embellecimiento de la ciudad durante el Porfiriato. De estilo neoclásico eclecticista, posee una belleza sinigual en su estructura y en cada uno de los detalles que la conforman. Durante un largo tiempo fue utilizado como casa-habitación, hasta que en 1984 fue adquirido por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla para albergar al COLLHI, contribuyendo con ello a conservar el patrimonio histórico. 18 Contreras, Carlos, La Gran Ilusión Urbana. Modernidad y saneamiento en la ciudad de Puebla durante el porfiriato (1880-1910), Dirección de Fomento Editorial, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2013. Antonio Juárez Burgos y Marcial Márquez, op. cit. p. 159. 100 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 101 Introducción 102 Edificio María de Lourdes Herrera Feria A este edificio, marcado con el número 210 de la avenida 3 Oriente, actualmente se le conoce por el nombre del distinguido pensador poblano Gabino Barreda —exponente del positivismo mexicano, autor de la Oración Cívica, primer director de la Escuela Nacional Preparatoria y promotor del método científico en la enseñanza elemental— y es la sede del Colegio de Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. La localización del predio en la traza urbana, próxima al sitio donde tradicionalmente se asentaron y prosperaron los poderes civiles y religiosos de la ciudad, permite suponer su temprana ocupación. En 1721, “se menciona la casa que llaman de la Aduana Vieja que estaba en la acera norte, frente a la casa que, al poniente, lindaba con el Colegio de Infantes”.1 Esta dependencia dio su nombre a toda la cuadra comprendida en la 3 Oriente, número 200. En el plano de Medina, de 1754, la Aduana está indicada con la letra B en esta calle. 1 Hugo Leicht, Las calles de Puebla, p. 201. En 1780, Veytia todavía designa a esta cuadra como Calle de la Aduana Vieja, nombre que siguió conservando en las Ordenanzas de Flon (1796) y en la maqueta más antigua. Aunque desde 1785 se le empieza a conocer como Calle del Colegio de los Infantes, que llaman de la Aduana Vieja. En la nomenclatura de la calle se fue imponiendo la presencia del Colegio de Infantes al que asistían los infantes músicos o niños del coro de la catedral angelopolitana, llamados también monacillos o seises; el obispo Palafox y Mendoza había dispuesto, en 1648, que se admitieran, primero, en el Colegio de San Juan y sirviendo de acólitos, asistieran a voluntad y arbitrio de los señores obispos a las conferencias morales, en la inteligencia de que posteriormente se les hiciera al lado habitación aparte con la invocación y nombre de Colegio de San Pablo, contiguo a la misma casa, de suerte que de un seminario se vayan pasando al otro, para que con mayor decencia y puntualidad, separados de los demás, como sacerdotes, acudan a los ejercicios de su instituto. Ese proyecto no fue realizado por los sucesores de Palafox por lo que los infantes seguían estudiando en San Juan, pero “como molestaban mucho e inquietaban a los colegiales en su 103 Edificio Gabino Barreda El colegio quedó bajo la inspección del chantre de la catedral, los alumnos aprendían el canto llano o gregoriano, canto de órgano y también a tocar el instrumento al que se inclinaban, además, recibían instrucción en las primeras letras, gramática, filosofía y la facultad mayor que elegían; se les alimentaba y vestía; llevaban sotanas y bonetes encarnados. Desde su entrada se le dedicaba al servicio del altar y del coro en la catedral, con el fin de prepararles para el sacerdocio. El número de los alumnos se mantuvo en 16 todavía en 1852; en 1896 fueron 12, lo mismo que hasta hace poco. El colegio tenía la advocación de Sto. Domingo Mártir o San Dominguito, “niño seise de la iglesia de Zaragoza”.3 Así, la cuadra adquirió el nombre de Calle del Colegio de Niños Infantes en 1790, del Colegio de Infantes en 1819, Calle de Infantes en 1825 con el que se consignó en todos los padrones y planos posteriores. En tiempo de Veytia, casi frente al Colegio de Infantes, el edificio de la antigua Aduana servía de cuartel para las milicias de españoles. Pero, a mediados del siglo XIX, la idea de que había un verdadero estancamiento de las actividades productivas a consecuencia de la excesiva concentración de las bienes raíces en manos de las corporaciones y de que el remedio a esa situación era poner en circulación la propiedad raíz a fin de impulsar el desarrollo económico para el bien común empezó a propagarse con tal fuerza que alcanzó a expresarse Fachada en ley: la Ley Lerdo o de Desamortización de Fincas Rústicas estudio, resultando una confusión incapaz de gobierno en y Urbanas Propiedad de Corporaciones Civiles y Eclesiásticas el más resuelto rector”, 2 el obispo Santa Cruz (1676-1699), se promulgó el 25 de junio de 1856, durante el gobierno del en 1686, compró para el Colegio de Infantes una casa en presidente Ignacio Comonfort. la acera sur de la Calle de la Aduana Vieja, que antes había pertenecido a Miguel Díaz. 2 Ibid., p. 201. 3 Jorge Luis Morales Arciniega, “Oración y canto: el Colegio de Infantes”, Estudios sociales sobre la infancia en México, pp. 223-240. 104 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 105 Edificio Gabino Barreda 106 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap En su momento, estas disposiciones polarizaron los ániNo obstante los prejuicios y las amenazas, la desamortimos y causaron grandes tensiones en la sociedad mexicana. zación se llevó a cabo y, en un plazo realmente breve, las meLa prensa liberal abundó en ejemplos de la incuria en que se jores casas, haciendas y ranchos tenían un nuevo propietario. encontraban fincas urbanas, casi abandonadas, porque no En el primer artículo de la Ley Lerdo se estableció la se las reparaba nunca, y fincas rústicas, que permanecían sin desamortización de todas las fincas urbanas y rústicas, o cultivo ni explotación, las cuales, en su mayoría pertenecían sea, todos los bienes inmuebles del campo y de las ciudades a las corporaciones eclesiásticas. pertenecientes a las corporaciones civiles o eclesiásticas, y Mientras algunos celebraron la decisión y la acción del que no eran destinados directamente al cumplimiento de presidente de la República, del ministro de Hacienda, Mi- sus funciones, “se adjudicarían en propiedad a los que las guel Lerdo de Tejada, y de la Cámara de Diputados, muy tienen arrendadas, por el valor correspondiente a la renta distinto fue el sentir del arzobispo que la actualidad pagan, calculada de México, quien solicitó la derogacomo rédito al seis por ciento anual”.4 Juan Múgica, como su padre, se ción de la ley y de Pelagio Antonio dedicó a la industria y al comercio, Y según el artículo tercero, bajo el de Labastida y Dávalos, a la sazón nombre de corporaciones quedaron actividades en las que alcanzó obispo de Puebla, quien, desde el comprendidas “todas las comunidanotoriedad junto a Luis de Haro exilio al que había sido confinado des religiosas, cofradías, archicofray Tamariz, Cosme Furlong y Juan por sus intromisiones en política, días, congregaciones, hermandades, Tamborrell; llegó a ser agente del escribió una protesta contra la aproparroquias, ayuntamientos, colegios Banco de Avío en 1839 y en 1846 bación de la Ley. Después de advery en general todas aquellas asociaadquirió el Molino del Carmen tir sobre los males que la aplicación ciones que tuvieran una duración de la ley acarrearía —traspaso de la perpetua o indefinida”. Los partipropiedad raíz a los extranjeros porque pocos mexicanos culares aprovecharon la oportunidad y se convirtieron en se atreverían a enriquecerse a costa y con perjuicio de la propietarios de fincas que antes no podían adquirir, por la Iglesia, afectación a las clases medias que no podían ad- simple razón de que no estaban en el mercado, pues no saquirir una propiedad y vivían como arrendatarios de la lían jamás a la venta. Para hacerlo, el arrendatario debía, en Iglesia que caritativamente cobraba rentas moderadas, en- un principio, realizar un desembolso relativamente pequecarecimiento de los alquileres porque los nuevos propie- ño, pagar al Estado un impuesto por la traslación de domitarios, ávidos de ingresos, elevarían el costo de las rentas, nio de cinco por ciento del valor del inmueble, pagando etc.— Labastida dictó pena de excomunión para quienes una parte en efectivo y otra en bonos de la deuda pública, cooperaran con el cumplimiento de la ley, entre los que se y continuar pagando la cantidad que cubría como renta, contaban escribanos, archiveros, alguaciles, jueces y todos aquellos que autorizaran o consintieran tales ventas y, por 4 Ley de desamortización de fincas rústicas y urbana propiedad de corporaciones supuesto, sus autores. civiles y eclesiásticas (Ley Lerdo). Artículo primero. 107 Planta baja. Escalera de acceso a planta alta Plantas baja y alta. Poniente 108 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap pero que con la nueva ley sería considerado como abono por la adquisición del inmueble. No se trató, pues, de una confiscación ni expropiación de los bienes de la Iglesia; fue en realidad una venta forzosa. El capital producto de la venta pertenecía a las corporaciones, quedando los nuevos dueños obligados a pagar directamente los réditos. Sin duda, la aplicación de esta ley tuvo un impacto enorme en todos los órdenes, pues afectó aspectos económicos y sociales e, incluso, con el transcurrir de los años, tuvo un papel importante en la conformación y traza urbana de nuestras principales ciudades. En Puebla, se tiene noticia de que en los años treinta del siglo XIX las casas marcadas con los números 8 y 10, en la acera norte de la Calle de Infantes, pertenecían al Colegio Seminario Conciliar Palafoxiano y en la señalada con el número 10 vivían, como arrendatarios, el capitán Gregorio Múgica y Osorio, representante de los comerciantes de Puebla, casado, de 44 años, así como sus hijos: Planta alta. Escalera de acceso don Juan de 23 y don Gabino de 20 años, teniendo por vecinos a Juan Anzures, Miguel Rodríguez, José María SánJuan Múgica, como su padre, se dedicó a la industria y chez, Miguel González Cabofranco, José Dolores Armas, Gerónimo Díaz Quijano, Alejandro Lemus, Flaviano de la al comercio, actividades en las que alcanzó notoriedad junto Cruz y José María Osorio.5 Siguiendo las costumbres de a Luis de Haro y Tamariz, Cosme Furlong y Juan Tambola época, este sería su domicilio durante varios años pues rrell; llegó a ser agente del Banco de Avío en 1839 y en 1846 era práctica común que los inquilinos habitaran la misma adquirió el Molino del Carmen. Apareció en el escenario casa por mucho tiempo, la gente no se mudaba con tanta político durante la ocupación de la ciudad por el ejército frecuencia como hoy en día, ligados a ella por la fuerza norteamericano, cuando el Congreso del Estado lo nombró de la costumbre así como por los gastos invertidos en su para ocupar el cargo de gobernador el primero de mayo de 1848, en el que permaneció hasta 1853. mantenimiento y mejora. Juan Múgica y Osorio siguió declarando como su lugar de residencia el número 10 de la Calle de Infantes, según se desprende de la información localizada en los expedien5 Archivo General del Municipio de Puebla (en adelante AGMP). Serie Expetes sobre elecciones del Archivo General del Municipio de dientes, Vol. 145, 1832. Padrones, f. 51v. 109 Edificio Gabino Barreda 110 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Puebla y de la referencia en la Guía de Forasteros de Juan M. del Valle.6 Y llegado el momento de la aplicación de la Ley Lerdo, aprovechó la oportunidad para adjudicarse la propiedad. El escribano Francisco de Paula Fuentes, a cargo de la Notaría Pública No. 2 de Puebla, registró a partir de la foja 72v., del volumen núm. 1 de 1856, lo siguiente: Adjudicación. En Puebla a 21 de julio de 1856 ante mí, el Escribano y testigos el señor Prefecto de esta capital Don José Antonio de Zamacona, dijo: que como se ve de las diligencias que obran en poder del suscrito actuario para agregarlas a este Registro el señor D. Roberto Smith como encargado de los negocios e intereses de los señores Múgica y Pardo, ha pedido se use de la franquicia que le concede la ley fecha 25 del próximo pasado junio Planta alta. Corredor oriente publicada en esta ciudad el día 4 del corriente, la adjudicación de las casas números 8 y 10 calle de Infantes, per- escritura pública, plena, perfecta, irrevocablemente y sin tenecientes al Colegio Seminario Conciliar Palafoxiano de esta diócesis, por el precio de 12,100 pesos que dan los la menor reserva al señor Don Juan Múgica y Osorio ya 60 pesos 4 reales capitalizados al 6 por ciento y que pagan a la señora Pardo las susodichas casas Números 8 y 10 mensualmente; que como a tal solicitud se ha proveído calle de Infantes con cuanto de hecho y de derecho les de conformidad y el decreto de este estado fecha 14 del corresponde y por el capital de 12,100 pesos que recono- corriente previene que, dándose por hechas todas las no- cerán sobre las mismas fincas a razón de un 6 por ciento tificaciones que manda la citada ley de 25 de junio, esta anual que pagarán con la debida puntualidad por ahora Prefectura procederá a extender las escrituras respectivas y mientras dure la intervención decretada por ley fecha en puntual observancia de esa disposición y como más 31 de marzo a la Depositaria General; y después a quien haya lugar en derecho su Señoría Otorga: que en nombre fuere parte legítima todo bajo las penas que las citadas y voz del señor Mayordomo de dicho Colegio o de quien leyes demarcan y condiciones que expresa el proveído legítimamente lo represente, adjudica por la presente fecha 22 del corriente.7 6 AGMP, Serie Expedientes, Vol. 179, expediente 1897, 1849-1866. Sobre elecciones, f. 78v.; véase también Juan M. del Valle, Guía de forasteros de la capital de Puebla, p. 37. 111 7 Archivo General de Notarías del Estado de Puebla (en adelante AGNEP). Notaría No. 2. Escribanos Francisco de Paula Fuentes e Ignacio María Guerrero. Caja 186. Años 1854–1856, Vol. 1, f. 72v. y ss. Edificio Gabino Barreda Ocho años después de que se promulgó la ley de desamortización, la casa marcada con el número 10 de la Calle de Infantes alcanzó la calidad de propiedad privada y por tanto podía ser comprada, vendida, hipotecada, traspasada o heredada a conveniencia o necesidad del propietario. En la notaría número 8, el 29 de octubre de 1869, el escribano Miguel Domínguez Toledano registró la adjudicación, en pago, de la casa número 10 de la calle de Infantes, perteneciente al concurso de don Juan Mújica y Osorio, otorgada por los síndicos de ese concurso, a favor del Licenciado D. Clemente López (dueño del Molino del Carmen); el ingeniero Ignacio Ramírez valúo la casa en $15,604.00.8 De forma simultánea se especificó que la finca “fue aplicada en pago de su haber hereditario a la menor María Guadalupe Adelina Enríquez Rizo por los señores licenciados Juan N. Quintana y Juan Matienzo, como albaceas del licenciado Clemente López, conforme a la voluntad de este y de acuerdo con los demás partícipes de la testamentaría”.9 La casa fue descrita de la manera siguiente: Planta alta. Entrada a salón La casa número 10 de la Calle de Infantes tiene su frente Al margen del documento se hicieron anotaciones que en resumen registran la anulación de esta escritura el 13 de febrero de 1858 por circular del gobierno. El 11 de marzo de ese mismo año se devolvió la posesión del bien raíz al Colegio Seminario, según la ley del 28 de enero del mismo año. El 15 de noviembre de 1862, la propiedad volvió a manos del señor Múgica y Osorio conforme a la orden recibida el 23 de octubre del mismo año. Pero sólo la de Infantes 10, bajo el pago de seis mil pesos, ya que la del número 8 la había vendido el clero a José María Luna durante el gobierno de “la reacción”. Habiendo renunciado a ella Múgica, la oficina de Hacienda la vendió entonces a Santiago Vicario en 6 mil 100 pesos. al sur y ocupa una superficie de 589 metros con 84 centímetros. Limita al norte con el Hotel Universal o casa número 9 de la Calle de la Compañía.10 Al oriente, colinda con la casa número 12 y al poniente con la número 8. Se compone de tres plantas,11 constando la baja de un zaguán, dos accesorias, dos patios, una bodega grande, 8 AGNEP. Notaría No. 8. Escribano Miguel Domínguez Toledano Años 1869, f. 191v. y ss. 9 Antonio Juárez Burgos y Marcial Márquez Ordoñez, Patrimonio arquitectónico universitario, p. 193. 10 Actualmente Casa Arronte, sita en la avenida Juan de Palafox y Mendoza número 219. 11 En esta descripción el entresuelo se equipara con un segundo piso, aunque más adelante la descripción deja claro que se trata de un entresuelo o mezzanine. 112 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 113 Edificio Gabino Barreda Cenefa escalera, una covacha, cuatro cuartos, dos caballerizas y una fuente en el primer patio. En el segundo están los excusados. El entresuelo lo forman tres piezas. Y el piso alto lo componen un corredor ancho con barandal de piedra y un tramo envidrierado. Además, una sala con dos balcones a la calle, una recámara con balcón, cuatro recámaras interiores, una pieza comedor, cocina, cuarto de criadas y cuarto de baño. También una azotehuela con una escalera para la azotea donde se halla un depósito de agua y en la misma azotehuela están los lavaderos, un calentador de agua y los excusados.12 En 1892, el taller de talabartería de Sóstenes Tapia ocupaba una de las accesorias de la calle de Infantes número 10,13 siendo su propietaria María Guadalupe Adelina Enríquez, en ese año la casa tenía un valor de $11,637.76.14 12 Archivo del Registro Público de la Propiedad. Puebla, Libro I, tomo 34, fs. 223-223v., citado en Juárez Burgos, Antonio y Marcial Márquez Ordoñez. op. cit., pp. 193-194. 13 Caballero, Manuel, Primer directorio general del Estado de Puebla, México: Tip. de E. Dublán y Comp., 1892, p. 69. 14 Ibid., p. 79. 114 Candil Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Plafón. Motivos decorativos Posteriormente, la casa sería vendida a Andrés Lastra, La escritura de referencia quedó registrada el 11 de mayo de la operación la realizó Evaristo Enríquez en legítima repre- 1900, autorizada por el escribano Octaviano Navarro, encarsentación de su hija, María Guadalupe Adelina Enríquez y gado de notaría pública número 6 de la ciudad de Puebla.15 Rizo, con la autorización concedida por el Juez Segundo de El 19 de junio de 1919, Andrés Lastra donó la finca a Primera Instancia, licenciado Eugenio Sánchez en su reso- su hija María Purificación Elena Jovita de Lastra y Arrieta, lución del 7 de diciembre de 1899 y de acuerdo con el licenciado Félix Lamadrid, tutor de la menor, propietaria de la finca. El precio fijado en esta ocasión fue de 13 mil pesos. 15 Juárez Burgos, Antonio y Marcial Márquez Ordoñez, op. cit., p. 194. 115 Edificio Gabino Barreda 116 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap quien la vendió a Gloria Carmen García y del Camino el 14 de agosto de 1943. A su vez, ella la vendería a Juan Sordo y Celestina Haro de la Fuente de Sordo el 26 de julio de 1950, quienes determinaron para ellos el usufructo vitalicio del inmueble y para sus hijas, Manuela y Juana María Sordo y Haro la nuda propiedad16 en partes iguales. Al morir los usufructuarios, la finca quedó exclusivamente en poder de Manuela y Juana María Sordo Haro, quienes la vendieron a la Universidad Autónoma de Puebla el 25 de septiembre de 1987, en 25 millones de pesos, que la destinó para albergar el Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras. Si bien las primeras noticias del inmueble refieren su uso público, como aduana y después como cuartel, desde finales del siglo XVIII se consigna que pasó a ser utilizado como casa habitación para ser arrendada y con sus productos sostener una de las más insignes instituciones educativas de la Iglesia: el Colegio Seminario. La desamortización de los bienes eclesiásticos causó un cambio de manos pero no un cambio de uso pues está acreditado que, a lo largo del siglo XIX, el edificio siempre tuvo un uso habitacional, lo que dejó su impronta en la disposición y diseño de los espacios que conserva hasta el día de hoy. Referencias 16 El nudo propietario es un propietario sin facultades de aprovechamiento directo sobre los bienes mientras subsista el usufructo, o sea, es un propietario desnudo de sus facultades. 117 Archivo General de Notarías del Estado de Puebla. Notaría 2; Notaría 8. Archivo General del Municipio de Puebla. Serie Expedientes. Bazant, Jan, “La desamortización de los bienes corporativos en 1856”, en Historia Mexicana, vol. XVI, núm. 2, octubre 1966, pp. 193-212. Caballero, Manuel, Primer directorio general del Estado de Puebla, Tip. de E. Dublán y Comp. México, 1892. Juárez Burgos, Antonio y Marcial Márquez Ordoñez, Patrimonio arquitectónico universitario. Centro histórico, Fomento Editorial BUAP, México, 2001. Leicht, Hugo, Las calles de Puebla, Comisión de Promoción Cultural del Gobierno del Estado de Puebla, Puebla, 1967. Ley de desamortización de fincas rústicas y urbana propiedad de corporaciones civiles y eclesiásticas (Ley Lerdo). Morales Arciniega, Jorge Luis, “Oración y canto: el Colegio de Infantes de Santo Domingo en Puebla”, en María de Lourdes Herrera Feria (coord.), Estudios sociales sobre la infancia en México, Fomento Editorial BUAP, Puebla, 2007. Valle, Juan M. del, Guía de forasteros de la capital de Puebla para el año de 1852, Imprenta del editor, Puebla, 1852. Edificio Gabino Barreda 118 Edificio José Carlos Blázquez Espinosa La casa E n mayo de 1998, la Facultad de Filosofía y Letras festejó los 100 años de vida del escritor Germán List Arzubide.1 Lejos habían quedado los años en que la vanguardia encabezada por el veracruzano Manuel Maples Arce y el propio List Arzubide, poblano de origen, habían hecho cimbrar las calles de la Angelópolis con el Manifiesto Estridentista publicado el primer día de enero de 1923. List Arzubide llegó en auto al número 227 de la acera sur de la avenida Juan de Palafox y Mendoza. Al bajar, lenta 1 Germán List Arzubide falleció el 17 de octubre de 1998, había cumplido 100 años cinco meses atrás. Humberto Sotelo escribe, en la Gaceta Tiempo Universitario correspondiente al 5 de noviembre de ese año, un texto titulado “(18981998) Germán List Arzubide: morir sonriendo” en el que evoca la trayectoria del estridentista y recuerda la entrega, un año antes, de un premio “Alux” otorgado por el periódico Síntesis, en su cumpleaños 99. Allí List Arzubide leyó el texto “Puebla en sueños”, incluido en la mencionada Gaceta. En ese mismo noviembre, el Consejo Universitario de la BUAP otorgaría el Doctorado Honoris Causa, post mortem, a Elena Garro (también fallecida en agosto de ese mismo año) y al propio Germán List Arzubide. Al poeta Víctor Toledo correspondió hacer la semblanza y a Edgar List pronunciar el discurso de aceptación a nombre de su padre ya ausente. y trabajosamente, pudo advertir la majestuosidad de la casa donde los jóvenes se habían dado cita para conocer al legendario personaje que era. Vio la fachada de dos pisos, su solidez, advirtió la elegancia de su simetría. Con calma, la recorrió de arriba a abajo. Supo que era de cantera. Vio el pretil, sus balaustres, y su remate destacados sobre el cielo; allí, un medallón enjaezado por ramas que podrían ser de acanto o de laurel culmina el remate arqueado y dividido en el centro. “Soberbios, propio de la época”, pensó. “Un edificio neoclásico, siglo XIX”, se dijo al mirar los cinco balcones en piedra de la segunda planta que lucen, también, seis balaustres en la principal y cinco en cada una de las dos que se encuentran a cada lado; los balcones, custodiados por esbeltas columnas. “Ecléctico, muy principio del siglo XX”, añadió sin saber todavía que, en el interior, elementos Art Decó habían sido incorporados a la construcción: el barandal en hierro de la escalera de madera que conduce al tercer piso lo acusa. Recorrió con la vista de izquierda a derecha el frente de la parte baja, también simétrica. Se detuvo en el vano central —el portón de acceso—. Vio en el dintel el arco escarzano, 119 Edificio Alfonso Reyes Primer piso. Aula Severo Martínez Peláez. Motivo decorativo 120 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Azotea. Coladera de desagüe advirtió que las dovelas y la clave eran idénticas, también de cantería con almohadillado. La puerta de madera, compuesta por dos hojas en cuyos tableros se simulan ventanas arqueadas, está dividida por una columna ajimezada; sus molduras de arco en medio punto son rematadas por festones. Sus ojos se detuvieron brevemente en el elemento fijo superior; allí la herrería de sus cuatro pequeños vanos es radiada y sus remates dorados le dan un tinte de alegría. Retrocedió un poco. Se detuvo a mirar el conjunto. Lo encontró sobrio y soberbio al mismo tiempo. Volvió a ver las columnas de las ventanas superiores; recorrió su base, el fuste liso hasta ver sus remates festonados, las volutas y las hojas que podrían ser de acanto; remates ni jónicos ni corintios ni dóricos, pero no por ello menos bellos. Una fachada que combina líneas rectas y curvas; armonizada inteligentemente y con buen gusto en la distribución de sus jambas, medallones, arcos, balaustres, festones. Miró primero las ventanas de la izquierda y luego las de la derecha de la planta baja: enrejadas de piso a techo con motivos arrebolados en los extremos, lo que les imprime movimiento y rompe la austeridad de un enrejado simple: el hierro también puede ser festivo, girar sobre sí mismo y luego lanzar uno de sus extremos al aire. Una pequeña jamba y dintel con molduras les adornan. Se repite el arco escarzano en cada una de ellas. En la parte superior un almohadillado cobija al centro un medallón sin grabado. No recordaba haber visto a detalle la casa a pesar de haber pasado frente a ella innumerables veces en su infancia y juventud. 121 Edificio Alfonso Reyes Recordó sí, el inicio de su manifiesto, su carácter irreverente, su excitación a la juventud del estado de Puebla a rebelarse contra la “ranciolatría ideológica”. No podría precisar si en esa puerta también habían fijado el Manifiesto, era probable que lo hubieran hecho. De tanto pasar frente a ella, cuando vivió en la ciudad y asistía al Colegio del Estado, había dejado de verla. Esas calles de la Puebla de principios de siglo XX. La calle Por un momento fijó su vista al oriente. La iglesia de la Compañía, apenas entrevista, le devolvió ecos de su juventud. La calle, recordó, había tenido otros nombres. En el libro de Hugo Leicht, Las calles de Puebla, se registraba el nombre original.2 A principios del siglo XVII, en 1601, se le denominaba “la Calle que va del Portal de la Audiencia para la iglesia de los Teatinos”. Antes, al finalizar el siglo XVI, en 1578, la calle estaba asentada en un acta del Cabildo Eclesiástico como de “la Compañía del Santísimo Nombre de Jesús o Teatinos”, aunque la última denominación no tenía nada que ver con los jesuitas. La orden de los Teatinos, siguiendo a Leicht, había sido fundada en Roma en 1524 por, entre otros, san Cayetano de Thiene. La calle sería conocida como de la Compañía de Jesús o, simplemente, de la Compañía. Hasta 1864, un año después del Sitio de Puebla, cuando los conservadores sueñan con el Segundo Imperio y, no obstante, en la República el laicismo no parece dar marcha atrás, no así en esta Puebla de los Ángeles; es en ese tiempo cuando aparece por vez primera la denominación de Calle de las Jarcierías. 2 Planta baja. Escalera de acceso azotea 122 Hugo Leicht, Las calles de Puebla, pp. 202-203. Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap Leicht mismo hace el recuento de los establecimientos dedicados a la venta de objetos fabricados con fibras vegetales que se alojaron en esa calle. Entre 1835 y 1930, en 95 años, hubo en ambas aceras 88. El autor de Las calles de Puebla es meticuloso en el registro. Los comercios jugaban parejas al disputarse a los compradores. En el periodo señalado hubo, en la acera norte, 48 jarcierías; en la sur, 40, alternándose la supremacía a lo largo del tiempo. Muy cerca, con dirección al poniente, al doblar la esquina hacia el norte, se encontraba la calle Mercaderes, centro del comercio citadino. List Arzubide recordó también aquel libro de Enrique Gómez Haro, Hablan las calles. Recordó, también, lo que sobre él y otros personajes había escrito en el Manifiesto. Luego de incitar a la juventud a “cagarse” en las estatuas del general Zaragoza —a quien llamó “bravucón insolente de zarzuela” (lo que sin duda escandalizó a más de un poblano)—, llamaba a hacer lo mismo para “don Felipe Neri del Castillo, fonógrafo interpretativo del histerismo primaveral tergiversados que hace catrinas de pulque con cenizas de latines para embriagar a sus musas rezanderas, en don Manuel Rivadeneyra y Palacio, momia presupuestiva de 20 reales diarios. En don José Miguel Sarmiento, recitador de oficio en toda clase de proxenetismos familiares en que la primavera y el ‘jazz band’ se zangolotean en los espejos, y en algunos estanquilleros literarios, como don Delfino C. Moreno y don Enrique Gómez Haro.”3 3 Schneider, Luis Mario, El Estridentismo o una literatura de la estrategia, Lecturas mexicanas, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de Publicaciones, México, 1997, pp. 276-277. Segundo piso. Escaleras de acceso azotea 123 Edificio Alfonso Reyes 124 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 125 Edificio Alfonso Reyes Primer piso. Aula Magna Severo Martínez Peláez Arremetía, irreverente, en contra de figuras literarias de principios de siglo, algunos respetables profesores del Colegio del Estado. La aseveración que hiciera en 1923 le parecía justificada, pues en 1951, fecha de la aparición de Hablan las Calles, Enrique Gómez Haro se refería a la calle de las jarcierías por el moderno nombre de “Avenida del General Maximino Ávila Camacho” y reconocía en ella al “gobernador que supo mantener el orden con beneplácito de la ciudad”, lo que a Germán List siempre le pareció, por lo menos, cuestionable, cuando no condenable. Él la recordaba como la Calle de las Jarcierías, sería llamada después “la Ávila Camacho”, para terminar siendo “la Juan de Palafox y Mendoza”. Pero Gómez Haro, apoyado en su memoria, hacía un recuento del uso de las casas de la Calle de las Jarcierías que no parecía despreciable, daba la idea de quiénes le habían dado vida: en la moderna nomenclatura, pasaba revista, primero, a las marcadas con nones: en el 203, se estableció una sucursal del Monte de Piedad de México (1881) que sería sustituida por un “Cajón de Ropa ‘La Soriana’”. Le seguiría el Casino Poblano, al que sería asiduo el gobernador Mucio Martínez, entre otros concurrentes. En el 205 habitó un hacendado, rentista y dueño de fincas de nombre Joaquín G. Pacheco; durante la Revolución, un jefe carrancista de nombre Silvino García se habría posesionado de esa casa. La marcada con el 219 fue primero mansión de Joaquín de Haro y Tamariz, gobernador del estado en 1828 (hermano de Luis, quien fuera fundador de la Casa de la Maternidad). Allí, Ignacio Guerrero y Manzano, quien construyera, en 1862, el teatro Guerrero (después cine del mismo nombre y hoy Teatro de la Ciudad), fundó el Hotel Universal en 1854, que luego sería Hotel Nuevo y finalmente Hotel Arronte. En el 227 hubo, al parecer —y al decir de Gómez Haro y sin precisar fechas—, una escuela fundada por las hermanas Amanda y Marina Pasquel. Esa casa sería demolida y en su lugar un dentista de nombre Juan Carbó haría la que hoy ocupa su lugar. La casa marcada por el número 229 era habitada por la familia de un agricultor de Atlixco de nombre Francisco Lozano, asiduo también al Casino. En el 233 era inquilino quien fuera jefe de la Séptima Zona Militar en los tiempos de don Porfirio, el general Luis G. Valle. La última, la del 237, era la más vieja de todas, un laberinto de viviendas y cochitriles que serían demolidos por un industrial 126 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 127 Edificio Alfonso Reyes 128 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 129 Edificio Alfonso Reyes Mexicano, propiedad de Francisco J. Cid. En el entresuelo de la casona se hallaba una habitación y una accesoria, y allí, una tabaquería que pertenecía a Manuel Guzmán, un coronel de las tropas de Miramón y Maximiliano sumido en la nostalgia del imperio perdido. En el 206 habitaba Leopoldo Gavito, “consejero de compañías industriales, mercantiles y bancarias”. El 208 correspondía a la casona que pertenecería a Marcelino Presno, hacendado e industrial español que, a decir de Gómez Haro, sería despojado por la Revolución. Allí se habría instalado, en 1914, “Pablo González con su Estado Mayor y su Cuartel General”. En el 212 vivía un hacendado y ganadero de nombre Rafael Acho; en el 214 habitaba Rafael Illescas, abogado, hacendado y fundador de la Academia Literaria de Puebla; en esa misma casa, Eduardo Polanco se dedicaría al negocio de la jarcia. En el 220 el comerciante español Armando Roig, se dedicaba a la droguería. La casa marcada con el 222 estaba habitada por doña Clara Bancel viuda de Sesma. La del 226 fue habitada por el magistrado Gerardo Márquez, quien era, además, poeta y periodista. Allí estuvo otra jarciería perteneciente a Arturo Gutiérrez. La casa del número 230 fue habitada por Francisco de P. Sentíes, veracruzano, dueño de la librería La Ilustración, ubicada en el Portal de Hidalgo.4 “Si hemos de creerle a Eduardo Gómez Haro —pensó List Arzubide—, la calle5 era de estirpe aristocrática, Primer piso. Aula Magna Severo Martínez Peláez. Motivo decorativo español de nombre Enrique Artasánchez, quien edificaría la que hoy está en la esquina. En las casas marcadas con número par, las de la acera norte, se encontraba, en primer lugar, el edificio que albergaría sucesivamente al Banco Oriental, “el Banco de México, la Cámara de la Industria Textil de Puebla y Tlaxcala, y el semi palacio de Gobierno”. En el 204, el Colegio Franco 4 Véase Gómez Haro, Enrique, Hablan las calles, pp. 61-65, donde el autor hace —basado en sus recuerdos (lo que quizá demerite la precisión histórica)—, un detallado recuento de quienes habitaron la calle en diferentes periodos de tiempo. 5 En la Guía general descriptiva de la República Mexicana: Historia, Geografía, Estadística, etc. Con triple directorio del comercio y la industria, autoridades, oficinas públicas, abogados, médicos, hacendados, correos, telégrafos y ferrocarriles, de J. Figueroa Doménech, publicada en México por el editor Ramón de San Nicolás Araluce, 1899, en el Tomo II y en el apartado referente al Directorio profesional de la capital de Puebla se habla también de tres abogados domiciliados en la Calle de Jarcierías: Fernando S. Mendizábal, en el número 130 Edificio Alfonso Reyes Azotea. Motivo decorativo parte interior de las rampas. Notó que a ambos lados de la escalera las lisas y esbeltas columnas parecían custodiarla. A medida que se acercaba los detalles destacaban. El sólido basamento de las columnas culminaba en remates festonados iguales a los del exterior, lo que mantenía la armonía del El interior conjunto. Las columnas parecían continuar en el piso supeNada más cruzar el portón, List Arzubide advirtió la genero- rior interrumpidas apenas por el pretil; las del segundo piso, sidad del patio, su piso de laja, las habitaciones de diferente igualmente esbeltas, lucían casi al centro una corona labrada tamaño distribuidas a ambos lados, salones de clase unos, sobre la piedra misma. Un detalle de elegancia. oficinas administrativas, otras; todas enmarcadas, y en la Su ascenso fue trabajoso. “Cien años pesan, pero me dan parte superior una clave al centro sin grabado alguno. Se el privilegio de subir a mi ritmo, soslayando la inevitable fatidirigió a la escalera principal, tipo imperial, de tres rampas ga” —pensó. Llegó al descanso y la mano de un desconocido con un descanso al centro; el barandal de hierro forjado, su le señaló con amabilidad la escalera derecha para continuar. pasamanos de madera. Vio el decorado de los tableros de la Continuó. Miró de nueva cuenta el barandal que parecía ascender, sus festivas volutas, los risos del hierro jugando a la levedad. Llegó al segundo nivel y la casa se le mostró en todo 1 Teodosio Azcué, en el número 2; y Gerardo Márquez, en el 22, pp. 506-507. su esplendor; una perspectiva distinta pero no menos bella. conservadora”. Los dardos de la vanguardia Estridentista iban, al amparo de la recién Revolución triunfante, contra lo que ellos representaban. 132 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 133 Edificio Alfonso Reyes El amplio descanso de la segunda planta era continuado por pasillos a ambos lados que conducían a otro descanso igual de amplio, igualmente custodiado por las esbeltas columnas, una simetría bien lograda; el diseño de las losetas del piso, a manera de tapetes, le evocaron el Art Decó. Un generoso barandal repetía alegremente los motivos de la escalera, rodeaba los descansos y los pasillos; más salones de clase y oficinas igualmente enmarcadas. Puertas de madera, cristales decorados. Advirtió las macetas, los geranios variopintos y las diversas plantas que adornaban el patio. Una sensación de paz propicia al estudio lo inundaba todo, pese al bullicio de los muchachos y el transitar exterior de los vehículos. Nada parecía acusar las angustias de quienes la habitaron en el pasado. Porque el inmueble —destinado principalmente a casa habitación y cuya parte baja fue eventualmente ocupada por comercios— había pertenecido, en el lapso que va de 1903 a 1990, a por los menos diez diferentes propietarios; padecido siete hipotecas, y sufrido por lo menos seis embargos antes de pasar a formar parte del patrimonio universitario.6 La Casa Alfonso Reyes albergaría primero al Colegio Azotea. Vista desde un cubículo 6 La lista de los propietarios es la siguiente: En 1903 Gelacio M. de Velazco la hereda. 1904, el licenciado Patricio Carrasco la compra. 1905, pasa a ser propiedad de Sofía Lozada de Carbó. 1910, Las hermanas Luz y Virginia Reyes Ramírez la adquieren a partes iguales. 1938, la casa va a remate judicial. Es adquirida por Manuel del Campo, quien la cederá a su hermana Margarita del Campo y Boo. 1968, aproximadamente, pasa a ser propiedad de Amelia del Campo y Boo por sucesión. 1986, la pareja formada por Carlos Rojas Vértiz y Delgadillo y Graciela del Campo y Pedraza de Rojas Vértiz la adquieren por donación. Finalmente, la Universidad la adquiere por compraventa 575 mil pesos. Hipotecas: la primera se registra en 1901 por 4 mil 835 pesos a favor del Hospicio de los Pobres de la ciudad de Puebla con un 6 % de interés anual. 1903, una hipoteca de segundo orden por 8 mil pesos en beneficio de Antonio Cabrera Bello. El plazo expiraba el 21 de noviembre de 1907. En 1909 se cancela la primera hipoteca y dos años después, en 1911, se cancela la segunda hipoteca. 1917, nueva hipoteca por 12 mil pesos a favor de Vicente Barrientos; se pagará en 1920. En 1918, la Tesorería General del Estado embarga la casa como garantía por un adeudo de 450 pesos. Luz y Virginia Reyes Ramírez eran, en ese momento, las propietarias; esa cantidad será pagada en 1921. En 1918 otra hipoteca, ahora por 32 mil pesos a favor de Juventino Reyes Ramírez; la 134 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 135 Edificio Alfonso Reyes de Antropología Social, después a las Maestrías en Estética y en Literatura Mexicana; vería el nacimiento del Doctorado en Literatura Hispanoamericana para albergar, en la actualidad, la licenciatura en Procesos Educativos y, también, a estudiantes del Colegio de Historia. Giró a su izquierda, siempre conducido afablemente, y advirtió los cristales de las ventanas ricamente decorados con jarrones, volutas, hojas, elementos esmerilados con pulcritud y a detalle. “El buril de un artista se complació con su oficio” —se dijo a sí mismo. De pronto escuchó una voz femenina que le decía: “Bienvenido, maestro, a la sala ‘Severo Martínez Peláez’ del edificio Alfonso Reyes”. El nombre del historiador marxista fallecido en enero de ese año le hizo recordar La patria del criollo: ensayo de interpretación de la realidad guatemalteca, de evidentes resonancias mariateguirianas; lo que lo llevó a evocar aquel otro libro de Luis Cardoza y Aragón: Guatemala, las líneas de su mano. Pero el nombre que más resonó fue el del regiomontano Reyes. “Alfonso, Alfonso Reyes” —repitió para sí dejando que su mente vagara por entre sus recuerdos acuñados en su niñez y hipoteca estaba a un plazo de cinco años con un interés del seis por ciento anual. En 1932 se hipoteca de nueva cuenta por 20 mil pesos con un 15 por ciento anual de rédito a favor de la sucursal de Crédito Español de México S.A. En 1932 el crédito es cedido a Gabriel Bayón y Compañía. Se cancelan las hipotecas de 20 mil y 32 mil pesos (la de 1918 y la de 1932). Ese 1932 vuelve a hipotecarse por 25 mil pesos a favor de Margarita del Campo. Tres años después, en 1935, una segunda hipoteca por otros 25 mil pesos. En la navidad de ese año hay un embargo precautorio por 6 mil 724 pesos promovido por Jorge Jiménez del Moral, Luis B. Gómez, Manuel Arce Gómez y Alfonso Velazco. En 1937 hay un embargo por 51 mil 250 pesos más gastos. Lo gestiona Margarita del Campo en contra de su hermano Manuel del Campo. En 1980 un embargo más, ahora por 603 mil 450 pesos. Lo promueve Salvador Gutiérrez Martínez en contra de Amelia del Campo. En 1984 otro embargo por 500 mil pesos que se cancela el 2 de octubre de 1986. Dos años más tarde, en 1988, nuevo embargo por 63 mil 538 pesos. En 1990, el último embargo es cancelado. Véase Juárez Burgos, Antonio y Marcial Márquez Ordóñez, Patrimonio Arquitectónico Universitario, Centro Histórico, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2002, pp. 173-176. 136 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap juventud: la muerte de los Serdán, Madero Presidente, la muerte del general Bernardo Reyes en el asalto al Palacio, la Decena trágica, el asesinato de Madero, la Revolución. Sí, su juventud había sido intensa. Apenas un año menor que él, Alfonso había fallecido casi 40 años atrás, en 1959. Alfonso, el ateneísta, representaba la tradición renovada; él, ellos, los estridentistas, la disposición al combate de las vanguardias, la estridencia de la modernidad, la vocación por el irrefrenable cambio. Pero esos eran otros tiempos. Cruzó la puerta e ingresó a la sala “Martínez Peláez”. Un aplauso atronador lo recibió. “¡Viva el mole de guajolote!”, gritó alguien de entre el público. Germán List giró su cabeza buscando a quien lo había exclamado. Los asistentes advirtieron un rostro cansado por el paso del tiempo, las arrugas de su frente, lo espeso de sus cejas centenarias, esa barba de candado cana y larga, la nívea cabellera otrora rizada y hoy apaciguada por el paso de los años, pero crecida, aún rebelde, desordenada. Sus ojos, acuosos y vivaces de los que parecían colgar las profundas ojeras labradas por el tiempo, miraron en derredor cuando tomó asiento. Los aplausos continuaban. Levantó la cabeza y observó el rico decorado del techo. El hermoso grabado de los cristales de la ventana se lo habían anticipado; el interior era una verdadera sorpresa. Los motivos se repetían: un jardín interior hecho a base de yesería multicolor desplegaba líneas, las cruzaba, las remataba en flores de colores pastel, algunas volutas, medallones; festiva, la yesería se convertía en arte multicolor. Los aplausos continuaban. Germán List Arzubide, el último de los estridentistas se dejó abrazar por la calidez de un público ansioso de escucharlo. Consideraciones Finales La hoy casa Alfonso Reyes —una casa que había atravesado el siglo XX pasando de unas manos a otras, vivido las penurias y 137 Edificio Alfonso Reyes conflictos de sus diferentes ocupantes, sorteando su destino entre hipotecas y embargos, evadiendo ese absurdo afán modernizador que llevó a la picota a más de una casa centenaria— refrendaba, en ese acto altamente simbólico, su carácter humanista iniciado el siglo pasado al ser finalmente rescatada por la Universidad Autónoma de Puebla. Referencias Figueroa Doménech, J., Guía Guía general descriptiva de la República Mexicana: Historia, Geografía, Estadística, etc. Con triple directorio del comercio y la industria, autoridades, oficinas públicas, abogados, médicos, hacendados, correos, telégrafos y ferrocarriles, editor Ramón de San Nicolás Araluce, México, 1899. En http://cdigital.dgb.uanl.mx/ la/1020001211_C/1020001211_C.html, consultado el 14 de diciembre de 2017. Germán List Arzubide. Doctor Honoris Causa, Serie Reconocimientos y Méritos, Cuadernos del Honorable Consejo Universitario, No. 26, noviembre de 1998, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 1998. Gómez Haro, Enrique, Hablan las calles, edición del H. Ayuntamiento Municipal Constitucional de Puebla 1993-1996, México, 1995. Leicht, Hugo, Las calles de Puebla, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla, México, 1986. Jimarez Caro, Luz del Carmen y Juan Salamanca Montes, colaboración de Arturo César Pozos Romero, Colección Puebla desde el aire, Collection Puebla From the Air, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, Vol. 4/10, México, 2015. Juárez Burgos, Antonio y Marcial Márquez Ordóñez, Patrimonio Arquitectónico Universitario, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2002. 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El escenario de su construcción Para los territorios del imperio hispánico, el siglo XVII inició con el reinado de Felipe II, el “Piadoso”, quien había ascendido en 1598 y gobernó por 21 años más; siguió un dilatado periodo de más de 44 años con Felipe IV, “el Rey Planeta”, y cerró con el dominio de Carlos II, “el Hechizado”, quien murió el 1 de noviembre de 1700 a los 38 años. Tales mandatos significaron, primero, la máxima expansión territorial del imperio; segundo, un amplio despliege político y militar para defender a España, así como la aplicación de continuas reformas en medio de numerosos conflictos; y, en tercer término, la solución de agudos problemas económicos y políticos, incluido el sucesorio que marcó el fin de los Habsburgo y la entrega de la corona al linaje de los borbones, justo en el ocaso del siglo. Con respecto al obispado y la ciudad de Puebla, como para la Nueva España, esta centuria representó un “auge indiscutible, pero también el encuentro de un límite”.1 En las primeras décadas, la administración real cerró el proceso de conquista y fundación del virreinato; en las cinco posteriores, las reformas tuvieron como punto de partida el combate a la “blandura” y permisividad concedida a los funcionarios públicos, incluidos los novohispanos, “en contraposición a la corrupción y excesivas mercedes del reinado anterior [a fin de] conseguir una mayor limpieza de manos entre los ministros”. 2 1 Bernardo García Martínez, “La época colonial hasta 1760”, Nueva historia mínima de México, p. 168. 2 José de la Peña, Oligarquía y propiedad en Nueva España, p.13. 141 Edificio “Casa del Pueblo” 142 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 143 Edificio “Casa del Pueblo” Planta alta. Segundo patio. Alero norte Primordial para la corona fue cuidar estratégicamente el incremento de sus ingresos, y para los grupos locales fue el mantenerse en alerta para defender sus propios intereses, como quedó demostrado con el exitoso golpe de Estado contra el marqués de Gelves, virrey de la Nueva España, en 1624, y ante el cual la corona quedó inmovilizada.3 Numerosas eventualidades debieron manejar los vecinos de la ciudad de los Ángeles y su obispado, por ejemplo, Bernardo García Martínez señala que la inundación de la ciudad de México de 1629-1634 permitió a Puebla convertirse “en el centro manufacturero más activo del país”.4 Tal complicación pudo beneficiarle, pero entonces la ciudad de los Ángeles ya era el eje articulador de una gran región; Bühler considera que no sólo era una de las ciudades más importantes Nueva España, sino del continente.5 Para entonces, el triángulo Atlixco-Huejotzingo-Tepeaca se había consolidado como el granero del virreinato, de hecho, la producción de ranchos y haciendas constituía un porcentaje significativo de las fortunas de los pudientes de la época, poseedores de tierras muy productivas. 6 La producción manufacturera crecía de forma constante, con una amplia variedad de tejidos de lana que se distribuían por el reino y el extranjero, mientras la factura de tejidos de algodón también remontaba.7 José de la Peña, op. cit., p. 38. Ídem. 7 Miguel Marín Bosch, Puebla neocolonial, p. 57. 5 Bernardo García Martínez, op. cit., pp. 153-154. 4 Ibid., p. 158. 3 6 144 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 145 Edificio “Casa del Pueblo” Se vivió una etapa de diversificación de actividades económicas en la ciudad (textiles, vidrio, loza, jabón, pieles, productos de hierro) y su región. Las familias poblanas se consolidaron por medio de una estrecha red de vínculos que les permitió sortear los reformas y no pocos conflictos: la lucha entre “beneméritos” (conquistadores) y pobladores;8 la prohibición de las encomiendas y repartimientos; o las medidas restrictivas al comercio con el Perú, que terminaron en una prohibición absoluta desde 1631.9 La catástrofe demográfica del siglo XVI llegó a su punto más bajo en 1620 en la Nueva España,10 le siguió un proceso de estabilización de la población indígena para luego gozar de un relativo ascenso. En Puebla hubo un incremento poblacional en las primeras décadas del siglo XVII, en parte por inmigración hispana y luego por la inmigración desde la Ciudad de México;11 pero los datos parecen mostrarnos un descenso general, para 1678, Zerón Zapata calculó 69,800 habitantes; Gerhard, 67,765 para 1681, y 57,500 en 1696, por el mismo Zerón.12 A partir del último tercio del siglo, entre 1678 y 1746, se perdió una cuarta parte de los habitantes del obispado, la epidemia de sarampión en 1692 cobró miles de vidas, a lo que se sumó una importante emigración en épocas de estancamiento económico.13 Con todo, signos negativos y límites visibles, la capital del obispado creció, se afirmó como la segunda dentro del virreinato, su nombre fue simplificándose a “ciudad de José de la Peña, op. cit., p. 166. Takako Sudo Shimamura, “Navegación y comercio en Nueva España, siglo XVI y XVII”, Gran Historia de México, p. 235. 10 Bernardo García Martínez, “La época colonial hasta 1760”, Nueva historia mínima de México, p. 88. 11 Dirk Büler, Puebla. Patrimonio de arquitectura civil del virreinato, pp. 57-59. 12 Miguel Marín Bosch, Puebla neocolonial, p. 65. 13 Ibid., p. 59 y173. Puebla”, tal como gustó de llamarle el virrey don Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), y a lo largo del siglo vivió un aumento constructivo en diferentes puntos de su geografía. Las edificaciones del siglo XVII Esta centuria guarda, para Puebla, rasgos muy definidos tanto económicos, sociales, como en los procesos que poblaron el escenario urbano —manzana a manzana—, particularmente en el centro de la ciudad. Emblemática resultó la construcción y conclusión de la iglesia catedral en 1649, obra que se había estancado desde 1575.14 La imagen urbana cambió no sólo con nuevos edificios, el Catálogo de monumentos arquitectónicos e históricos de la ciudad de Puebla de 1985 advierte que los elementos distintivos de esa centuria corresponden a manifestaciones del renacimiento purista y del barroco, pero es difícil acceder a un conocimiento detallado de las construcciones y adaptaciones del siglo XVII.15 Rastreando en Las calles de Puebla, de Hugo Leicht, se encuentran referencias a ese proceso constructivo tanto en el centro de la ciudad como en el barrio: en 1682, el hospital de unciones para enfermos de humor gálico o “de las Bubas” (2 oriente 1000); el Mesón de Sosa que entre 1589 y 1597 era considerado como un edificio nuevo (4 poniente 900); los baños de la Calera, de Agua Azul y del Matadero.16 También se concluyó el templo de San Sebastián (17 norte 8 9 14 Efraín Castro Morales, “La catedral vieja de Puebla”, Estudios y documentos de la región de Puebla-Tlaxcala, p. 29. 15 Catálogo de monumentos arquitectónicos e históricos de la ciudad de Puebla, p. 6. 16 Hugo Leicht, Las calles de Puebla, pp. 208-348. 146 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 147 Edificio “Casa del Pueblo” y 17 sur); se levantaron capillas del Calvario; y el templo de Balvanera en la 16 norte 1400.17 La zona situada por Buhler como sección 2, la que se extiende entre Palafox y Mendoza y 5 de mayo, cuenta aún con el mayor número de edificios históricos, según observa desde el inventario de 1937 —consultado por el mismo autor—, para entonces todavía se conservaban 7 edificios con elementos del siglo XVI y 44 del siglo XVII, de un total de 130 coloniales; cifras que logran dar idea.18 El autor ofrece una descripción del paisaje urbano a medidados de la época colonial, entreverando colores, lluvia, polvo, huertas, casas, agua y terrenos baldíos: …en las calles pavimentadas dominaba el tono gris, mientras que las que no lo estaban eran fangosas y polvorientas en la temporada seca y embariadas en la época de lluvia. El diseño era homogéneo dentro de la traza sólo se veía interrumpido por terrenos sin edificar y las huertas de los límites de la ciudad. Las condiciones higiénicas correspondían al estándar de la época, el agua potable llegaba a fuentes públicas y conventos a través de un sistema de distribución, sólo un número reducido de hogares disponían de una “merced de agua”, el permiso que permitía a los hogares particulares hacer uso de la red de distribución pública. Las aguas residuales eran guiadas principalmenta a través de hondonadas situadas en el centro de las calles; en pocos casos podían haber existido canales de desagüe.19 Entre el gran número de edificios públicos y privados, civiles y religiosos, los que tuvieron fines habitacionales llegaron a ser plenamente funcionales a las necesidades de vecinos y vecinas que se desempeñaban en labores muy diversas. Edificios que en primer lugar se brindaban como vivienda, pero también con accesorias a la calle, adecuadas a talleres, tienda o servicios propios de la época, por cierto, actividades regularmente vinculadas a una cierta especialización por calle o avenida. La parroquia, su manzana, su calle La manzana donde se construyó “La casa del Pueblo” está limitada por la calle de Echeverría (4 norte 100), la calle de la Compañía que va hacia San Roque (Palafox 400), la Calle de los Convalecientes20 o de San Roque (6 norte 100) y Calle de la Aduana Vieja, luego de Toledo (2 oriente 400); el lado oriente, justo en la calle de San Roque, quedaba el paso diario del agua introducida al área urbana con dirección a la Compañía, los Sapos y el Carmen.21 Cuenta con edificios que son referentes en la historia de la ciudad: la Casa de las Diligencias en la esquina norponiente, la Casa de la Aduana Vieja en la acera norte, la casa del capitán Hipólito del Castillo de Altra (donde murió la China Poblana en 1688) en la esquina nororiente; y la casa de las Bóvedas en el no. 10 de la acera sur, propiedad en 1687 del Licenciado Diego Peláez, racionero de la Catedral, el lugar en algún momento del siglo XVIII sirvió de Aduana y sería sede de la Academia de Bellas Artes a partir del 25 de julio de 1813, ahí se enseñó dibujo, modelado y grabado.22 Ibid., p. 355. Hugo Leicht, op. cit., pp. 355-356. 22 Ibid., pp. 255-258. Ibid., 31-57 y 208-348. Dirk Büler, op. cit., p. 60. 19 Idem. 17 20 18 21 148 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 149 Edificio “Casa del Pueblo” 150 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap En el plano elaborado por el presbítero Christophorus de Guadalaxara, de 1698, denominado Planta de la ciudad de los Ángeles de la Nueva España (resgauardado por el Archivo General de Indias de Sevilla), se observa esta manzana dividida en ocho fracciones, mas no refleja construcción específica alguna.23 Al contrastar este documento con el plano denominado Puebla centro histórico. La ciudad en el siglo XVII, elaborado por Bühler, se logra un mejor acercamiento a la urbanización de la ciudad, en él se indican las áreas edificadas y conservadas del periodo XVII XVII-XVIII, tales construcciones cubren más del 50 % de la manzana: toda la calle de Echeverría y la del costado de la Compañía, excepto los últimos dos lotes, y dos espacios amplios de la calle de la Aduana Vieja. Mirando la acera oriente, la de San Roque, no aparece construcción alguna en esa centuria.24 Los habitantes de la manzana estaban sujetos a la jurisdicción del Sagrario Metropolitano, la parroquia más antigua de la ciudad, que comprendía el centro, los colegios de San Pedro y San Juan, el de San Pablo, San Gregorio, el hospital de San Pedro, la cárcel y la plaza mayor, según Fernández de Echeverría.25 En 1678 los vecinos de esta parroquia eran 39,000; mientras la de San José alcanzaba los 15,000; para 1696 la primera tenía 34,000 y la segunda 14,000.26 La calle de nuestro interés está separada de la Plaza pública por una sola cuadra, la llamada “de la Compañía” en los siglos XVI-XVIII, “de Jarcias” en el siglo XIX. Y a pesar M.A., Cuenya y Carlor Contreras Cruz, op. cit. Dirk Bühler, op. cit., p. 57. Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, Historia de la fundación de la ciudad de la Puebla, pp. 201-204 26 Miguel Marín Bosch, op. cit., pp. 77-78. de ubicarse en un lugar tan céntrico, en el cruce de un importante movimiento económico, con tránsito constante y con casas de gran envergadura por el peso social de sus poseedores y por su valor material, careció de un nombre formal por largo tiempo. Gómez Haro y sobre todo Hugo Leicht mencionan los más comunes: “calle del Costado de la compañía de Jesús” (1722), “frente al costado de la iglesia del Espíritu Santo” en 1730, “frente a la puerta del costado de la iglesia del Espírtu Santo” (1759); “que va de Plaza Pública para San Roque”, “calle de la Compañía” en 1791, 1805 y 1832, “frente a la cerca del Colegio del Espísitu Santo” (1835); “Calle del Costado de la Compañía” en 1830; incluso “Calle de San Roque” (1865); y calle de las Bóvedas de la Compañía.27 La nomenclatura da cuenta de la historia de la calle y la ciudad, en 1848 se le menciona como calle de la Academia, aunque es nombrada oficialmente en 1889 como “calle de Francisco Morales”, en honor del pintor Franciso Morales Van den Eynden, nacido en Atlixco en 1811 y formado en la propia Academia bajo la direción de Julián Ordoñez; la relevancia de su obra, extendida por los templos de la ciudad y sus funciones como director de la Academia de Artes (de 1859 a 1884), regidor y diputado al Congreso local explican la asignación del apelativo.28 En el siglo XX recibiría el nombre de Avenida Maximino Ávila Camacho y después Palafox y Mendoza. Los contrastes en la lista de sus nombres son signo de los eventos significativos de su historia, pero la calle parece mostrar una cierta vocación por la enseñanza de las artes 23 24 25 27 Eduardo Gómez Haro, “Hablan las calles (1950)”, Cronistas, viajeros y documentos. p. 57 y Hugo Leich, op. cit., pp. 255- 257. 28 Hugo Leicht, op. cit., pp. 257. 151 Edificio “Casa del Pueblo” Plantas alta y baja. Salones y los oficios, en contraste con la Calle de Jarcierías o la que corre a sus espaldas, incluso de la de Infantes (3 oriente 200), las que se distinguieron por la venta de cordeles, jarcias, sombreros y petates.29 De la casa No. 6 de la calle del costado de la Compañía a la Casa del Pueblo No deja de llamar la atención que, pese a su belleza, la casa número seis de la hoy calle Palafox y Mendoza 410 no reciba 29 la menor mención en una amplia cantidad de estudios sobre la ciudad de Puebla. Casa particular que habría de combinar su función de vivienda con las de tipo comercial, de servicios, productiva o social. La historia escrita del edificio no. 6 de la Calle del costado de la Compañía empieza a escribirse con este trabajo; muy complicado ha sido recabar algunos datos de su evolución, por lo ahora recopilado es posible atribuir su propiedad a la familia Santervas y Catarroja, al menos por ciento veintidos años. El primero más antiguo que sirve a esta hipótesis es la solicitud presentada en 1722 por el licenciado don Joseph Miguel y Catarroja, presbítero domiciliario de Puebla, para que se trasladara o subrrogara una deuda (hipoteca) que tenía sobre su hacienda llamada San Francisco Aculco, Tlaxcala, a una casa habitación de la ciudad de los Ángeles que también le pertenecía. La casa situada en la calle del Costado de la Compañía de Jesús se valuó entonces en 9,000 pesos y estaba libre de censos. Cuatro años más tarde, en 1726, el maestro mayor Diego de la Sierra elevaría la cifra a 9,699 pesos. Catarroja aprovechó la ocasión para precisar que su valor era mayor pues no contemplaba las mejoras y reparaciones que recientemente había hecho al edificio.30 Sobre la ocupación y usos en sus primeros siglos de vida es posible recrearlos mediante la disposición de sus espacios, comparándola con los datos ofrecidos para otros inmuebles. Martha Fernández estudió la vecina Casa de las Bóvedas: un “magnífico edificio” construido por el arquitecto Diego de la Sierra entre 1684 y 1685 “para habitación del racionero de la catedral de Puebla, don Diego de Peláez Sánchez”. La autora advierte que todas las casas del siglo XVII se cubrieron Ibid., pp. 202-203. 30 152 AGNEP, 1726. Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 153 Edificio “Casa del Pueblo” 154 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap con vigas en el interior y terrado y ladrillera en el exterior. Describe cómo tras cruzar el zaguán, se llegaba al patio principal constituido “por tres corredores o un corredor”; y como era usual, “al lado de la escalera se encuentra el pasillo o ‘pasadizo’ que comunicaba con el segundo patio o azotehuela”, lugar donde se encontraba “la cocina, en el piso superior, y el corral de gallinas debajo de ella”, la caballeriza y la letrina o “secreta”.31 La descripción que presenta Fernández sobre las casas principales de la Ciudad de México nos permite reconocer los espacios de la Casa del Pueblo: Ahora bien, en la documentación recabada sobre la familia Santervas y Catarroja no se hace mención del inmueble como su casa principal, lo que lleva a suponer que se mantuvo arrendada. Las distintas generaciones de los Santervas estuvieron estrechamente vinculadas a los distintos organismos políticos de la ciudad, especialmente al cabildo y al clero, e incluso lograron manejar un mayorazgo a través del matrimonio de Miguel de Santervas Miguel y Catarroja —celebrado el 4 de junio de 1772— con doña Antonia Petronila Román Altamirano, heredera ella del mayorazgo que sería motivo de un pleito de la familia Román contra los Santervas por la posesión del mismo. A propósito, en la documentación sí es visible el uso público que hicieron los varones Santervas de dicho título como un capital simbólico.33 Para el siglo XIX fue integrado un expediente a nombre de un José Santervas, en él se indica “el cuerpo de bienes”: una casa en la calle de San Pedro, cargas de trigo vendidas, la ya mencionada hacienda San Francisco de Aculco, Tlaxcala que había sido rematada a Francisco de Ararrendi en 18,250 pesos. En este inventario no aparece la casa del Costado de la Compañía aunque seguramente todavía formaba parte de la fortuna familiar porque en 1844 sería vendida y rematada a un propietario por un Santervas.34 Volviendo al expediente de 1726, donde plantea la subrrogación de una deuda sobre la casa, es preciso aclarar que ella se originó por la fundación de una capellanía, la cifra impuesta como censo fue de 3,000 pesos y al parecer nunca fue liberada. Es necesario señalar la naturaleza de esta deuda porque ello explica las circunstancias de su venta en el siglo XIX. La casa de las Bóvedas no. 6 cambió de propietario en 1844, el valor establecido fue de 6,000.00 pesos y el proceso fue presidido por el Juez de testamentarías, capellanías y obras pías del obispado de Puebla, licenciado José Trinidad Caballero. El remate se efectuó el 14 de junio de 1844 y el testimonio de la compraventa se dio un mes y medio después, el 30 de julio.35 Martha Fernández, “De puertas adentro”, Historia de la vida cotidiana en México II, pp. 61-65. 32 Ibid., p. 58. AGNM, AGNEP, APSMP. AGNEP, 1819. Juan Francisco, Salamanca Montes, Recorrido por: El patrimonio edificado. p. 127. Alrededor del patio central, la casa tendría la sala principal, una sala más pequeña, dos recámaras, aposento de mozas y cocina. La habitación más importante y amplia de la casa era la sala principal, mejor conocida como “salón del estrado”, porque en ella se levantaban tarimas o estrados y estaban acondicionados con el mobiliario más lujoso de la casa; era el sitio donde se recibían las visitas y donde se efectuaban los banquetes y saraos.32 33 31 155 34 35 Edificio “Casa del Pueblo” Cabe pensar en la situación de las propiedades de la iglesia durante el nuevo siglo, como lo señala Carmen Labastida: “Desde 1820 la Iglesia poblana se enfrentó en efecto a una serie de problemas en la administración de sus propiedades, traducidos en una baja de sus rentas”.36 Problemas como el mantenimiento y conservación de los inmuebles, pago de impuestos y servicios, pero, sobre todo, la no solvencia o reticencia de los inquilinos al pago de las rentas y el subarriendo fueron los factores que más incidieron en la problemática.37 Mas la situación no parece muy diferente para los particulares, al menos en el caso que aquí se analiza. Con el remate mencionado se inició un largo proceso de compraventa de la casa entre distintos ciudadanos: José Miguel Marín, Teodora Marín de Godínez, herederas de Miguel de la Torre, Mariano Morales, Andrés Torres y Pedro Azcárraga en el siglo XIX; Octaviano Rodríguez Pavón y Joaquín Serrano, Cid Carrillo, Rosario Veyrán, Anastacio Valle, Pedro Alonso, Aquilino Alonso, Agustín Cid, Marina Suárez, José Rafael Suaréz en el siglo XX.38 Tan sólo en 1908 se dieron continuos cambios en la propiedad y habitación del inmueble; el valor formal de la propiedad (en término monetarios) se modificó de 9,000 a 6,000, 16,000 y $18,000; pero una historia acompañada de hipotecas que llegaron a comprometer el valor total del inmueble en forma preocupante, particularmente con los gravámenes que beneficiaron a una institución, La Piedad, A.C. Sobre sus usos en este siglo XIX volvemos a refirir información acerca de otros inmuebles, por ejemplo, Labastida menciona el caso de una casona alquilada para vecindad, la casa del Arbolito 9, de la Cofradía de los Remedios, habitada por 34 inquilinos (familias) distribuidos en 29 cuartos y 8 accesorias; o la de Puente de Ovando no. 9 que albergaba 16 inquilinos (familias) que ocupaban 23 cuartos, dos hortalizas, una caballeriza y una accesoria. Aunque la misma autora menciona que había propiedades del clero que eran unifamiliares.39 En contraste con el uso habitual de las casas como viviendas, hay dos registros aportados por Hugo Leicht, en el sentido de que a principios del siglo XX la casa del Pueblo (410) y la del Traductor (408) sirvieron de sede —entre 1903 y 1913— del Convictorio Angelopolitano de San Luis Gonzaga, una escuela Normal Católica para profesores que había funcionado antes en la calle de Cholula (1892) y luego en estos edificios.40 Salvo este posible y efímero uso de carácter educativo, la casa se destinó predominantemente como habitación familiar y para locales destinados al comercio o al ofrecimiento de servicios. Y en este largo devenir se hicieron adaptaciones y modificaciones que fueron transformando el inmueble de forma significativa, como lo dejaría ver el proceso de restauración hecho por la BUAP en los albores del siglo XXI. En la década de los años setenta del siglo XX, un movimiento social dio por resultado la ocupación de la casa, su “recuperación” siguió a la emprendida en la Casa de las Bóvedas en 1973, que se perfiló como en un espacio educativo y social, de hecho en esta última se instaló la Escuela Popular de Artes. Ambas casas permanecieron como viviendas 36 María del Carmen Labastida Claudio, “La fallida intervención de los bienes eclesiásticos”, Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, p. 38. 37 Ibid., pp. 38 y 39. 38 Juan Francisco, Salamanca, op, cit., pp. 127-133. 39 40 156 Ibid., p. 48. Hugo Leicht, op. cit., pp. 114-115. Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 157 Edificio “Casa del Pueblo” Temporalmente, fue corta la historia del inmueble bajo esta nueva condición, pero profundamente significativa, entre otras cosas porque fue entonces cuando adquirió el nombre de Casa del Pueblo. Esta designación formaba parte de una larga historia no sólo local o nacional, la primera Casa del Pueblo de que se tiene noticia se instaló en la Rusia del siglo XIX, vale la pena subrayar, ocurrió mucho antes de la Revolución socialista de 1917, aunque se llega a hacer referencia de una casa establecida desde la primera mitad del siglo XIX. A partir de la Casa del Pueblo de Moscú, proliferaron por toda Rusia las Casas del Pueblo, y luego se adoptaron en distintos lugares de Europa, España entre ellos. Su objetivo se asemejó a lo que se llamaría una Casa de Cultura, un espacio destinado a la educación y divulgación de la cultura y las artes. En México, José Vasconcelos promovió la formación de Casa del Pueblo y, no pocas veces, distintos intelectuales, académicos o actores sociales han retomado la idea y apelativo. Los habitantes de la casa número 410 de la Avenida Maximino Ávila Camacho en la década de los años setenta y ochenta constituían una pequeña muestra de la composición social de la ciudad, a partir de los relatos recabados con sus habitantes o visitantes pude identificar que convivieron vecinos de diferentes ocupaciones, por ejemplo, Planta baja. Segundo patio. Escalera en un relato se describe la presencia de un policía, una a la par de las funciones que se fueron desplegando, de tal trabajadora social del IMSS, estudiantes de la universidad suerte que los habitantes avecindados previamente mantu- (algunos provenientes de Sinaloa y Oaxaca o del interior vieron sus espacios; no pocos universitarios participaron del estado de Puebla), un obrero, prostitutas, algún desen ese proceso, algunos incluso eran o llegaron a ser sus empleado y sus respectivas familias, por supuesto habitainquilinos. Fue una época en la cual universidad se vincu- ban líderes de movimientos sociales que vivían de forma laba a las luchas obreras, campesinas y populares de forma permanente o provisonal en los distintos departamentos muy comprometida y más de una ocasión con funciones o cuartos en que se encontraba dividida la propiedad. Los habitantes realizaban sus actividades con la parsimonia o de liderazgo. 158 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap la efervecencia de los tiempos, al lado de no pocas áreas del edificio clausuradas por el maltrato y el descuido acumulado por varias décadas: techos vencidos; muros derruidos; accesos bloqueados e instalaciones inservibles. Si no celebraban fiestas comunes entre los variopintos habitantes, sí compartían lavaderos, sanitarios comunes (pues no todos los cuartos contaban con el servicio), pasillos, el mismo acceso al edificio y sobre todo el jardín cultivado en el patio central en donde no pocas veces salían a comer mísperos y otros frutos ante los paupérrimos ingresos de los habitantes. Un departamento descrito ocupaba un área de la planta alta, la sala familiar que tenía el único acceso abierto al pasillo estaba ubicada en la hoy Sala de exámenes de posgrado, el baño adjunto (con otra disposición y materiales) tenía el mismo uso pero también servía de pasillo hacia la cocina ubicada en la hoy Coordinación de la maestría y doctorado en Literatura mexicana, donde había una antigua y magnífica estufa hecha de mampostería cubierta de azulejo blanco, acompañada de alacenas y una puerta de acceso a un último espacio, la terraza (hoy inexistente) que se conectaba a las escaleras de piedra que permitían llegar a la azotea, punto clave pues no sólo ayudaba a resolver asuntos domésticos, también ofrecía la posibilidad de observar la agitada vida universitaria de entonces. Planta alta. Segundo patio. Muro poniente El edificio entonces, en el vano oriental e inferior de la fachada, contaba con una librería atendida por una joven pero sin acceso directo a la calle, se instalaría un despacho conocida como Mara, ahí universitarios, estudiantes de di- jurídico. versas instituciones, los mismos visitantes o vecinos de la En algunos relatos se subraya el uso las crujías con sus casa podían adquirir libros económicos que ofrecían una cuartos como el espacio donde brindaba hospedaje a líderes mirada crítica del mundo o el acceso a una literatura poco sociales, la sala sur de la planta se recuerda como auditorio, común en otros puntos de venta. También en la planta baja, y algún cuarto como depósito de materiales de difusión del 159 Edificio “Casa del Pueblo” 160 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap PCM (Partido Comunista Mexicano), mismo que se distribuía por medio de brigadas en la ciudad y fuera de ella. En la década de los años ochenta se registra una clara ruptura al interior del Partido Comunista de México en Puebla y en ese proceso la historia de la casa vivió un nuevo cambio. No es precisa la información, pero sí se sabe que tras un juicio, Francisco Tapia recibiría la casa como propiedad particular; sería él quien, a través de sus apoderados, la vendería a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, acto formalizado en abril de 2001 (ARPPPCP). Antes de ser intervenida, restaurada y adecuada como recinto universitario, sería entregada —en calidad de préstamo— al Gobierno del Estado de Puebla, en el marco de un convenio para instalar la Escuela Taller de Capacitación en Restauración de Puebla. En este periodo el golpeteo del cincel en la piedra hizo conciencia en muchos habitantes de la existencia de este inmueble. En ella se enseñó carpintería, herrería, cantería, plomería, electricidad y albañilería. Una descripción minuciosa del uso del edificio en este periodo lo encontramos en el trabajo de Salamanca, ya citado. La expansión de la Facultad de Filosofía y Letras la llevó a compartir el espacio con la Escuela Taller, se instaló la Secretaría Académica, se asignaron algunos cubículos y espacios como aulas. La Dirección General de Obras había elaborado su Proyecto de intervención del Edificio, entregado al INAH, Sección Puebla, en el año 2000, en él se localiza una descripción del estado de deterioro del edificio (una “estructura ruinosa”) que presentaba alteraciones de los siglos XIX y XX; las medidas se registraron así: 23 metros por 42 de fondo y 10 de altura. Se refiere una fachada “totalmente rasurada, sin jambas, molduras·, con cuatro vanos alargados en la fachada que 161 Planta segundo patio. Puerta de salón Edificio “Casa del Pueblo” alteraron la disposición arquitectónica original, la entrada principal enmarcada de cantera, con cinco balcones de herrería. Se indica la existencia de dos niveles, dos patios, el corredor de bóveda catalana apoyado en rieles con fuerte vencimiento, “un cubo de escaleras”; muros de piedra de traventino cimentados con lodo en gran porcentaje. Techos muy dañados, especialmente en las losas y muros muy dañados. Un espacio construido en la parte alta del cubo (escaleras), observable en el registro fotográfico que forma parte del Proyecto. Se refiere el deterioro de arcos y bóvedas. De igual forma, se mencionan añadidos en el segundo patio. Ante el estado de la fachada y la casa malgastada, se detallaron las medidas del proyecto para restaurar y consolidar cada espacio del inmueble: Finalmente, fue en el año 2017 cuando la FFYL recibió el inmueble plenamente restaurado, asegurado y estabilizado, con un solo acceso a la calle. Alberga, primordialmente, desde entonces, a los posgrados de la Facultad de Filosofía y Letras. documentos de la región de Puebla-Tlaxcala., Volumen II, BUAP, Colegio de Historia/EFL-Instituto Poblano de Antropología, e Historia, Puebla, 1970. Catálogo de monumentos arquitectónicos e históricos de la ciudad de Puebla. Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Gobernación. Registro Público de la Propiedad, Puebla, 1985. Cuenya, M.A., Contreras Cruz, Carlos. Puebla de los Ángeles, Una ciudad en la historia, Puebla, BUAP, 2012. Fernández, Martha, “De puertas adentro: la casa habitación”, en Historia de la vida cotidiana en México. II. La ciudad barroca (Coord. Antonio Rubial García), Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2005, pp. 47-80 Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, Historia de la fundación de la ciudad de la Puebla de los Ángeles, Tomo II, Ediciones Altiplano, Puebla, 1963. 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Castro Morales, Efraín, “La catedral vieja de Puebla”, en Estudios y 162 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap 163 Ángel Xolocotzi Yáñez I L a vida contemporánea se mueve a un ritmo vertiginoso que hace de lo presente algo caduco. La constante innovación tecnológica supera cualquier expectativa. Lo obsoleto es algo atribuible a cualquier objeto con el que tratamos. Frente a esta avalancha de transformaciones permanecen, no obstante, nuestros comportamientos acostumbrados. Sin embargo, la aceleración técnica obliga a preguntar si acaso las formas tradicionales en las que nos relacionamos con las cosas responden al desafío de los tiempos actuales. Y si acaso hay que revisar esta relación entre los comportamientos y el mundo, ¿a qué tipo de saber le corresponde? Si ahora con los procesos técnicos cambia nuestra relación con las cosas y con los otros, el papel de las humanidades consistiría en ver el orden ahí establecido y el origen del mismo. La técnica se inserta en un proceso histórico que, desde la filosofía, no depende de la invención de la máquina de vapor, sino de un modo de presencia de las cosas. Eso remonta a Platón y Aristóteles al anticipar el predominio de 165 la producción (téchne). Fueron los filósofos presocráticos quienes destacaron un proceder técnico cuyo resultado era producir una región permanente, como las ideas o la substancia. El modo de pensar que ahí inicia será caracterizado mucho tiempo después, por Nietzsche y Heidegger, como metafísica. Así, el proceso técnico no es fruto de la época contemporánea, sino que hunde sus raíces en el modo de presencia de las cosas iniciado en la metafísica griega. La época técnica contemporánea lleva al extremo lo iniciado en la metafísica de tal modo que ahora ya no es el ámbito ideal o sustancial permanente el que guía la relación con las cosas, ni siquiera la oposición sujeto-objeto surgida en la modernidad. Ahora nuestra relación con las cosas y con los otros se lleva a cabo mediante un modo de ser en donde todo es consistencia, es decir, en donde todo puede ser exigido y traído a presencia sin distancia temporal o espacial. El hecho de que las cosas y los otros puedan presentarse así, contrasta con los comportamientos tradicionales en donde la distancia y la negatividad jugaban un papel importante. En la época técnica digital ya no tenemos que ver con cosas sino con información y con esquemas para procesarla. Epílogo En términos educativos se ofrecen vías de “procesamiento” de datos que chocan con la idea de “formación” en tanto posibilidad de autonomía pensante. Frente a un mundo en donde ya no hay apego a las cosas porque conviene mejor reemplazarlas, en donde la presencia corporal es sustituida por la virtualidad, en donde lo desechable es la guía de vida, y en el que diálogo es privilegiado a través del teléfono celular, en un mundo así, las humanidades tienen la función histórica de ver en forma panorámica. No se trata de maldecir la técnica, pero sí, nuevamente, de pensar de modo autónomo sin dogmas. Si nuestros comportamientos no son acordes con los avances científicos, entonces ahí las humanidades, al no tratarse de algo técnico, podrían abrir caminos. Eso abonaría en la marcha a desplegar múltiples preguntas a las que está acostumbrado el pensar humanístico: ¿En qué medida se puede llamar educación al procesamiento de información? ¿Acaso el lenguaje se reduce al carácter homogéneo de los datos? ¿Cómo debe entenderse ahora la relación de unos con otros a partir de mediadores como el celular e internet? ¿La amistad se valora cuantitativamente a partir de los datos en las redes sociales? Cuestiones en las que vale la pena detenerse para reflexionar sobre la situación del mundo que habitamos. Autores actuales como el coreano-alemán Byung-Chul Han han llevado a cabo un diagnóstico de la sociedad contemporánea,1 la cual ya no es simplemente una sociedad disciplinaria como había descrito Michel Foucault, sino más bien una sociedad del rendimiento en donde la exigencia de productividad se inserta cada vez más en nosotros sin tregua ni piedad. El saber mismo se vuelve mera producción. 1 Véase La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder, 2012 y La sociedad de la transparencia. Barcelona: Herder, 2013. Las humanidades son todavía el espacio en el que, mediante otro modo de ver, se pueden romper las dinámicas de producción que buscan olvidar el ámbito humano. Una facultad de filosofía y letras que cultiva ese otro modo de ver, llamado theoria por los antiguos griegos, como espacio de reflexión frente al mero producir incesante, es más necesaria que nunca. Y esto es así porque los cambios que están en juego competen en su totalidad al ser humano. Se trata de un ámbito digno de ser pensado que ha caído bajo la responsabilidad de las humanidades. No pensar esto es mantenernos, como ya anticipaban Heráclito y Parménides, “ciegos” y “sordos” ante lo que acontece. II A más de 50 años de existencia, la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se muestra como una unidad académica consolidada en el ámbito humanístico. Esto, como ya hemos anticipado, nos compromete con nuestra propia historia, con la pertenencia a la universidad y con el impacto a nivel regional, nacional e internacional que estamos generando. Se trata de seguir luchando en pro de lo humano desde múltiples miradas; miradas que abarcan el lenguaje, el arte, el pensar, la historia, la educación y las conformaciones humanas. Ante las amenazas de las visiones calculadoras y productivas de la época técnica contemporánea, las humanidades arraigadas a esta facultad defienden su rango y dignidad mediante la excelencia, mediante eso que los griegos llamaban aretai, traducido posteriormente como virtudes. Se trata de llevar a cabo la mejor posibilidad en lo que se hace. Ese modo de trabajo se ha insertado en el quehacer cotidiano de los que a diario circulan por estos edificios porque constituye 166 Patrimonio edificado | Facultad de filosofía y Letras buap nuestra pasión y porque así entendemos el transcurrir de Ante las problemáticas que enfrentamos, la discusión de la vida universitaria. Ya lo sabemos, se trata de una facul- todo aquello que compete al ser humano se hace más necetad que trabaja y trabaja mucho. Contamos con importantes saria. Una universidad que defienda y apoye el trabajo de las proyectos y con altos indicadores como se muestra en el he- humanidades se muestra en su carácter universal y decisivo. cho de que nuestras cinco licenciaturas están acreditadas o En ese marco se halla la misión y visión de una Unidad Acaen proceso de reacreditación, que cerca del 50% de nuestros démica como la Facultad de Filosofía y Letras. profesores de Tiempo Completo sean miembros del Sistema Nacional de Investigadores, que seamos una facultad que, sin ser un instituto de investigación, mantenga a todos sus posgrados en el Padrón Nacional de Posgrados de Calidad del CONACYT,2 que contemos con elevados niveles de calificación para nuestros Cuerpos Académicos,3 que tengamos un amplio espectro de eventos nacionales e internacionales4 y que seamos de las unidades académicas que más publican.5 Todo esto es muestra clara de la pasión que ejercemos por lo que hacemos, lo cual impacta en nuestros estudiantes y nos llena de orgullo por el significativo aporte que hacemos para el alto posicionamiento de nuestra universidad. Como se ve, no podemos entender el quehacer universitario si no es desde una ética de trabajo que implica entregarnos a la docencia y a la investigación, a la par de la generación de actividades de vinculación e impacto social. 2 Se trata de nuestras cinco maestrías: Estética y Arte (Competencia Internacional), Filosofía (consolidado), Literatura Hispanoamericana (en desarrollo), Educación Superior (en desarrollo) y Antropología Social (en desarrollo), y nuestros tres doctorados: Literatura Hispanoamericana (en desarrollo), Investigación e Innovación Educativa (nueva creación) y Filosofía Contemporánea (nueva creación). Hasta el momento el único programa que no forma parte del PNPC es la Especialidad en Antropología de la Alimentación, debido a que se trata de un programa de nueva creación. 3 Se trata de 13 Cuerpos Académicos: 8 consolidados, 4 en consolidación y 1 en formación. 4 Solo en 2017 tuvimos cerca de 200 eventos. 5 El catálogo de nuestras publicaciones tiene más de 150 títulos, la mayoría de ellos expuestos en la Librería “Angelo Altieri” de la FFyL. Sólo en 2017 se publicaron 35 nuevos títulos. 167 Ángel Xolocotzi Yáñez Doctor en filosofía por la Universidad de Friburgo, Alemania. Actualmente es Director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ha sido becario del KAAD, DAAD, Humboldt-Stiftung (Alemania), O’Gorman Grant (Columbia University), entre otros. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III). En 2013 recibió el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología (área Ciencias Sociales y Humanidades en la modalidad de Ciencia Básica) que otorga el estado de Puebla. Tiene en su haber más de cien conferencias y ponencias, tres traducciones de Martin Heidegger así como diez libros de su autoría y quince libros coordinados. Sus áreas de interés se centran en la filosofía contemporánea, especialmente en la fenomenología y la hermenéutica. Desde hace varios años trabaja en una crónica de la vida y obra de Martin Heidegger, de la cual ya ha publicado dos volúmenes. 168 Erika Galicia Isasmendi Es Profesora-Investigadora en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Profesora-Investigadora de la Maestría en Educación Superior, BUAP. Se tituló como maestra y doctora en historia por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Su línea de investigación es la Historia de Mujeres y Género en México, con énfasis en historia novohispana. Finalmente, una línea de investigación más se relaciona con la memoria. En ese sentido, ha participado en diversos congresos sobre los temas señalados. Se desempeñó como Coordinadora de Servicio Social y Práctica Profesional del Colegio de Historia del 3 de Noviembre de 2011 al 2 de mayo de 2016. Coordinadora de Educación Continua y Vinculación social, 2016-2018. Miembro del Honorable Consejo Universitario, para el periodo 2015-2017. Consejera Universitaria (propietaria). Pertenece al Cuerpo Académico “Consolidado” Historia Cultural e Historiografía. Es perfil PRODEP e investigador VIEP 2018-2020. En 2017 publicó Trayecto del fulgor. Libros en la circulación de saberes, siglos XVI al XXI, México, BUAP, University of Delaware, Humboldt State University, 2017, “Los libros en la reeducación de la mujer novohispana, siglo XVIII”. Olvido y conmemoración. La institucionalización del recuerdo. Puebla, Nautilium, 2017, “La conmemoración de la Independencia en la ciudad de Puebla de 1839 a 1855”. Fernando Quiles García, Zara Ruiz Romero, Erika Galicia Isasmendi (editores), Acervo mexicano, legado de culturas, Sevilla/Puebla, ACERVOS/BUAP, 2017. “Artesanos y artesanías en Puebla, México. 2000-2016”. Antonella Cancellier, Alessia Cassani y Elena Dal Maso (eds.), El corazón es centro, narraciones, representaciones y metáforas del corazón en el mundo hispánico, Padova, CLEUP, Colección Lince-o, 2018. “En mi boca y en tu pecho, las representaciones del corazón en la Nueva España durante el siglo XVIII”, De Puebla de los Ángeles a la metrópoli contemporánea. Historias para ser contadas que coordina el Dr. Miguel Ángel Cuenya Mateos, donde se publicará el artículo “Los pobres presos y la cárcel en Puebla, 1821-1851”. En 2018: América: Problemas y posibilidades. Madrid, Asociación Española de Americanistas, 2018, y “Entre esperanzas y angustias, el mundo lúdico de los tahúres novohispanos de la Nueva España, 1774 a 1798”, en prensa. 169 María de Lourdes Herrera Feria Doctora en Historia (Freie Universität Berlin, 2012), es Profesora-Investigadora en el Colegio de Historia de la BUAP. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (nivel I), al Padrón PRODEP (SEP) y al Padrón Institucional de Investigadores (BUAP). Obtuvo la Cátedra América Latina 2016-2017 de la Université de Toulouse Jean Jaurès y ha realizado estancias de investigación en el Lateinamerikas Institut de la FU-Berlin y en la Université Toulouse-Jean Jaurès. Recibió el Reconocimiento del Premio Genaro Estrada 2012 de la Secretaría de Relaciones Exteriores del gobierno mexicano, a la mejor investigación sobre historia de las relaciones internacionales de México; ha sido ponente y conferencista en eventos nacionales e internacionales. Últimamente ha publicado El Colegio del Estado y sus documentos fundacionales (BUAP, 2017), en coautoría con Rosario Torres Domínguez y Edgar Iván Mondragón Aguilera, y Puebla en las exposiciones universales del siglo XIX: La inserción de una región en el contexto global (BUAP, 2015), además de varios artículos y capítulos de libro. 170 Berenize Galicia Isasmendi Doctora en Literatura Hispanoamericana por la BUAP (posgrado de excelencia académica CONACYT); docente-investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras e integrante del Padrón de Investigadores VIEP 2018-2021 de la misma Universidad. Maestra en Estética y Arte (posgrado de excelencia académica CONACYT) y licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica (Tesis Becada por el CONCYTEP y el Instituto Poblano de la Mujer) por la BUAP. Coordinadora, autora de uno de los capítulos y diseñadora del catálogo del libro “La estética y el arte más allá de la academia” (BUAP-MEYA), 2012. Coordinadora General del “Congreso Internacional de Poesía y Poética” en sus versiones XV y XVII, BUAP, 2015 y 2017 (este último organizado además por la Universidad de Costa Rica y la Universidad de Padua-Italia). En 2017 publicó “Cuaderno de Borneo, el viaje arquetípico en la poesía de Francisco Hernández” en Trayectos del fulgor. Libros en la circulación de saberes, siglos XVI al XXI, BUAP, University of Delaware, Humboldt State University. En Acervo mexicano, legado de culturas Sevilla/Puebla, ACERVOS/BUAP donde publicó “Cordillera El Tentzon: casa del diablo y lugar para pedir la lluvia. Atoyatempan-Puebla” y en 2018 “Hölderlin y Scardanelli, una lectura hermenéutica sobre El corazón y su avispero de Francisco Hernández” en El corazón es centro, narraciones, representaciones y metáforas del corazón en el mundo hispánico, Universidad de Padua-Italia. 171 Josefina Manjarrez Rosas Es Profesora-Investigadora en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Se tituló como Maestra en Historia y Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Su línea de investigación es la Historia de Mujeres y Género en México, con énfasis en la participación política de mujeres urbanas y rurales, así como en la configuración del Estado y la nación mexicana después de la Revolución Mexicana. Otra línea es la migración de mujeres mexicanas y centroamericanas hacia Estados Unidos. Finalmente, una línea de investigación más se relaciona con la memoria y el patrimonio cultural. En ese sentido ha participado en diversos congresos sobre los temas señalados. Pertenece al cuerpo académico consolidado Historia Cultural e Historiografía. Es perfil PRODEP e Integrante del Padrón de Investigadores de la BUAP. Además, es evaluadora del Consejo para la Acreditación de Programas Educativos en Humanidades (COAPEHUM). Ha publicado varios artículos y libros como coordinadora sobre las líneas anteriormente señaladas. Actualmente es Coordinadora del Centro de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP. 172 María del Pilar Paleta Vázquez Historiadora, con 35 años de experiencia en investigación histórica, enseñanza de la historia y sistematización del patrimonio histórico documental. Ha participado o coordinado programas colectivos e individuales en los tres ámbitos indicados. Licenciada en Historia y Maestra en Ciencias Sociales. Sus investigaciones giran en torno a la historia social, la mayoría se enfoca en la historia de Puebla y su región. Autora o coautora de instrumentos de sistematización documental (inventarios y catálogos); de libros y artículos sobre historia de Puebla, de libros de texto de Historia de Nivel Medio Superior, de programas de asignatura en Nivel Medio Superior y Superior y de Planes de Estudio en el Nivel Superior. Asesora de Academias de Historia en el nivel medio superior y de estudiantes de la licenciatura en Historia. Ha sido directora de tesis en la licenciatura de Historia: 35 defendidas y aprobadas en examen profesional. Ha impartido clases en el nivel medio superior desde 1980 y en la licenciatura de Historia de la BUAP desde 1992. Constantemente realiza actividades de difusión y divulgación de su disciplina. 173 Jesús Márquez Carrillo Historiador y doctor en Educación, es autor de doce libros y de numerosos artículos y capítulos de libro sobre distintos aspectos de la historia política, social y cultural de Puebla, aparecidos en editoriales nacionales y extrajeras. Colaborador de la prensa, la radio y la televisión, en 1993 fue nombrado Cronista de Número del Consejo de la Crónica de la Ciudad de Puebla, y en 1995, miembro activo del Seminario de Cultura Mexicana. Pertenece al Consejo Mexicano de Investigación Educativa y a la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación. Sus principales campos y líneas de investigación se relacionan con la historia política y cultural de la educación en México y en Puebla, siglos XIX y XX y la historia social y cultural de las imágenes en el imperio español, siglos XVI-XVIII. Actualmente es Profesor investigador de tiempo Completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en los programas de la Maestría en Estética y Arte, y Educación Superior. En la edición de los premios anuales INAH 2013 fue reconocido su libro La obscura llama. Élites letradas, política y educación en Puebla, 1750-1835 con mención honorífica en el premio Francisco Javier Clavijero, correspondiente al área de historia y etnohistoria, en la categoría de investigación. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Entre los reconocimientos sociales, en 2006 fue honrado con la designación de Poblano Distinguido (2006) y, en 2011, el Honorable Ayuntamiento del Municipio de Puebla le entregó una Copia de la Cédula Real: su máximo reconocimiento. 174 José Carlos Blázquez Espinosa Profesor investigador del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, es maestro en Historia y doctorante en Historia por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Lic. Alfonso Vélez Pliego”. Es integrante del cuerpo académico consolidado Historia Cultural e Historiografía. Miembro del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Su trabajo de investigación gira en torno a las relaciones entre la historia y la literatura en el México de finales del siglo XIX y de principios del XX. Ha participado en diversos congresos nacionales e internacionales y publicado trabajos al respecto. 175 Todas las fotos fueron tomadas por Berenize Galicia Isasmendi excepto las contenidas en las páginas 22, 24, 26, 39 y 118 que fueron hechas por Eliecer Eduardo Alejo Herrera. Patrimonio edificado, Facultad de Filosofía y Letras de Ángel Xolocotzi Yáñez, Jesús Márquez Carrillo y María del Carmen García Aguilar (coordinadores) se terminó de imprimir en el mes de mayo de 2018 en los talleres de El Errante Editor, priv. Emiliano Zapata 5947, col. San Baltasar Campeche, cp. 72550. La corrección de estilo estuvo a cargo de Berenize Galicia Isasmendi. El tiraje consta de 500 ejemplares