EL CEMENTERIO JUDÍO DE LUCENA (CÓRDOBA)
The Jewish Cemetery of Lucena (Cordoba)
DANIEL BOTELLA ORTEGA - JORDI CASANOVAS MIRÓ
Arqueólogo Municipal, Lucena - Museo Nacional de Arte de Cataluña
BIBLID [1696-585X (2009) 59; 3-25]
Resumen: El descubrimiento en el año 2007 de un sector de una necrópolis hebrea con
motivo de la construcción de la Ronda Sur de Lucena, hizo posible la excavación de unas
346 tumbas, constituyendo un hito, por la novedad de sus aportaciones, en el estudio de las
necrópolis judías del período andalusi califal y postcalifal (siglos X-XI). El hallazgo, a su
vez, de una nueva inscripción hebrea reutilizada en una de las sepulturas ha contribuído a
completar un poco más la colección de epígrafes hebreos tan escasa en la Península Ibérica
y muy especialmente en la zona andalusí. En último lugar la aparición de numerosos
ejemplos de tumbas de fosa y cámara lateral, hasta ahora restringidas al período tardo
medieval, ha supuesto la ampliación de su horizonte cronológico.
Abstract: The discovery, arising from the construction of the Ronda Sur ring road in the
town of Lucena (Córdoba province), of a section of a Jewish necropolis in 2007 led to the
excavation of some 346 tombs. The new information obtained from the tombs means that
the find constitutes a breakthrough in the study of Jewish necropolises from the Andalusi
caliphal and post-caliphal period (10th-11th centuries). Furthermore, the discovery of a new
Hebrew inscription that had been reused in one of the graves has made the collection of
Hebrew epigraphs (few and far between in the Iberian Peninsula and in Andalusia in
particular) a little more complete. Lastly, the presence of numerous specimens of tombs
comprising a pit and a side chamber, previously only seen in finds dating from the late
medieval period, has refined our knowledge of the timespan corresponding to their use.
Palabras clave: necrópolis, cronotipología, cámara lateral, epitafio, reutilización.
Key words: necropolis, chrono-typology, side chamber, epitaph, reuse.
Recibido: 10/07/2009 Aceptado: 16/10/2009
INTRODUCCIÓN. CONTEXTO. CAUSAS Y OBJETIVOS.
Con motivo de la ejecución de la Ronda Sur de Lucena, y en su
confluencia con la carretera conocida como del Calvario (CP 19), donde
se proyectaba una rotonda, aparecieron restos humanos pertenecientes a
una necrópolis de difícil adscripción y de cronología imprecisa en un
primer momento. Los trabajos arqueológicos se iniciaron el 31 de Enero y
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concluyeron el 25 de junio de 2007, llegándose a excavar unas 346
tumbas.
El espacio que ocupa el yacimiento se ubica en terrenos municipales y
se encuentra inmediatamente al lado de los antiguos depósitos de agua
potable de la ciudad y de las últimas casas construidas al sur del casco
urbano (véase lámina 1).
Con una superficie total excavada de 1.458,85 m2, y un desarrollo en
suave pendiente hacia la ladera norte del Cerro Hacho (entre los 540,63 m.
y los 529,75 m. s.n.m.) se plantearon como objetivos el conocer la función
de este espacio a través del tiempo y delimitar su ámbito funcional y
cronológico. Nos proponíamos asimismo fijar la secuencia estratigráfica,
si la hubiere, documentar y analizar el sistema constructivo de cada una de
las estructuras funerarias, así como el estudio de los restos humanos, si su
estado lo permitía (véase ilustración 2).
El método concreto aplicado consistió en primer lugar en el desmonte
de la capa superior de humus (entre 25 a 106 cm. de potencia) que se
caracterizaba por presentar unos tonos pardos oscuros. A continuación se
procedía a la limpieza manual del contacto de la base de esta capa de
humus con las margas miocénicas blancas subyacentes. Cuando se
detectaban estructuras negativas se procedía a su delimitación precisa,
para inmediatamente proceder a numerarlas y excavarlas por niveles
naturales. Se ha realizado una completa documentación planimétrica y
fotográfica de todas las tumbas a lo largo de su proceso de excavación.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA NECRÓPOLIS
En líneas generales el yacimiento se extiende por la ladera noroeste del
Cerro Hacho. Cada una de las estructuras funerarias documentadas se
adapta a la topografía del terreno y a su progresiva pendiente. No se
realizaron aterrazamientos artificiales del terreno natural y siempre todas
las tumbas se excavaron en la marga geológica y arqueológicamente
estéril.
Desde el punto de vista espacial merece señalarse la presencia de
diferentes grados de concentraciones, aumentando progresivamente los
agrupamientos hacia el norte y el sudeste del yacimiento. En ningún
momento ha sido posible determinar los límites de la necrópolis por la
presencia de muros o tapias; simplemente las tumbas dejan de aparecer a
medida que nos alejamos en dirección este.
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Las sepulturas aparecen orientadas de Oeste a Este con leves
variaciones en grados, debido probablemente a las diferentes estaciones en
las que se llevaron a cabo los entierros.
En ningún caso una estructura funeraria destruye a otra inmediata y en
consecuencia no existen superposiciones, por lo que se puede intuir la
inexistencia de presión poblacional o falta de espacio para los sepelios.
El ritual de enterramiento es el de inhumación, en fosa y siempre sobre
tierra estéril. Los individuos se depositan siempre de forma individual, en
decúbito supino, normalmente con la cara mirando al este, depositando el
cuerpo en la cámara más profunda o lateral siempre en hueco, ya que el
cráneo aparece girado hacia cualquier punto, produciéndose este
fenómeno por movimientos anaeróbicos postdeposicionales, que sólo
ocurren si existe un medio aéreo alrededor del difunto.
No aparece ningún tipo de ajuar, tanto ritual como de adorno personal,
ni tampoco elementos de sujeción de sudario (agujas) o clavos (parihuelas
o ataúdes). Hemos detectado dos casos de enterramientos secundarios
individuales.
SÍNTESIS GENERAL DEL REGISTRO ARQUEOLÓGICO
La dinámica sedimentaria de cada estructura funeraria es muy similar.
La parte inferior de la fosa (bien en cámara lateral o fosa de menores
dimensiones en relación a la fosa superior) en la que se depositaba el
cadáver, quedaba siempre en hueco. Encima o lateralmente se colocaba la
cubierta (maderas, piedras o tegulae), que a su vez se cubría con tierra. La
parte superior de la fosa es más ancha que la inferior o lateral y presenta
una coloración parda clara, cuyo origen está en la mezcla de la marga
geológica blanca y la tierra vegetal superior, ambas extraídas y mezcladas
durante la ejecución de la fosa por el sepulturero. Con el paso del tiempo
la parte inferior de la fosa, donde se encuentra el cuerpo, suele sufrir
puntualmente desprendimientos o filtraciones desde la fosa superior,
especialmente cuando la cubierta usada entre fosa inferior y superior
desaparece (tableros de madera).
TIPOS DE TUMBAS (véanse las ilustraciones 2 y 3)
Atendiendo a la complejidad de la tumba hemos distinguido entre tres
grandes tipos y dos subtipos:
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Fosa sencilla. Este tipo consiste en una simple fosa de diseño variable
pero que básicamente se ejecuta con la excavación de un solo nivel.
Simple. Con una fosa sencilla y la deposición del individuo, con o sin
cubierta. Está presente en 61 tumbas, lo que corresponde al 17,63 % de
todas las tumbas excavadas.
Cámara, Covacha o nicho lateral. Es la segunda en importancia en
toda la necrópolis. Se trata de una fosa sencilla excavada en la marga
geológica y que presenta, siempre en el lateral sur de la fosa, una covacha
o nicho que sirve realmente de loculus para la deposición del difunto. Se
trata de un modelo antiguo y relativamente común en el Mediterráneo del
que conocemos algunos ejemplos en la zona de Qumrán y en algunos
puntos de Jerusalén dentro de un contexto judío claro.1
Normalmente la profundidad de la fosa es mayor en éstas que en las de
fosa simple, donde la cota de la base es menor. Su número en Lucena
asciende a 107 y suponen el 31,21 % del total de las excavadas.
Fosa escalonada. Esta forma es la más común de la necrópolis con 176
tumbas que constituyen el 51,16% del total. Se caracteriza por presentar
un escalón, bien en los laterales norte y sur, bien en todos sus lados, y que
servía para separar la parte inferior de la fosa, con el difunto en hueco, con
la superior rellena de tierra extraída al realizar la fosa. Ambos niveles
quedarían separados con materia orgánica vegetal, tipo tablazón o tablero
de madera, o bien con piedras o tegulae.
Fosa mixta. Realmente es la unión de dos de los tipos anteriores en una
sola fosa. Se unen una fosa escalonada con una covacha o nicho lateral.
En tan solo dos de los casos conocidos, uno de ellos, la tumba 240,
presentaba restos en los dos espacios usados (240 y 240´) mientras que en
el segundo (tumba 121) solamente se depositó un cadáver en la fosa
escalonada de la estructura mixta.
Atendiendo a la planta de fosa superior se distinguen cuatro formas
básicas dentro de un total de 337 tumbas:
Rectangular. Siendo la más numerosa, con 211 casos.
Ovalada. La segunda en importancia con un total de 121 tumbas.
Oval. Tipo meramente testimonial con cuatro ejemplos.
1. Hachlili, 2005: 467-479.
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Cuadrada. Con una sola tumba y perteneciente a un infante
(tumba149).
Si nos ceñimos a la planta de fosa inferior entre 276 tumbas también
detectamos cuatro tipos:
Rectangular. La más numerosa con 130 casos.
Ovalada. La segunda en importancia con 109 tumbas.
Oval. Ocupa el tercer lugar, pero con mucha diferencia, respecto a la
ovalada, llegando a tan sólo 17 ejemplos.
Antropomorfa. Este tipo, aunque aparece en sólo 20 tumbas, es uno de
los más representativos en otras necrópolis del nordeste de la Península
Ibérica.
ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS
Del total de tumbas localizadas, 142 no presentan restos humanos
conservados, básicamente debido a tres posibles factores: la edad de la
defunción (ancianidad o infancia), la acidez del terreno, o la inexistencia
de los mismos por no haber sido utilizada. De los casos en los que si
aparecían restos (196), en tan sólo 117 se ha podido recuperar material
óseo, aunque muy fragmentario y en muy mal estado de conservación.
Como ya hemos señalado, la posición predominante de los individuos
es la de decúbito supino (138), seguida de otras formas menos frecuentes
pero no por ello menos interesantes: cabeza y tronco de decúbito supino y
piernas flexionadas (38), de decúbito lateral derecho (2), o secundario
(también 2 casos). En el caso de los dos enterramientos secundarios,
ambos se realizan en covacha lateral y muy cerca entre sí (tumbas 107 y
122), presentando un cuidado agrupamiento de todos los restos óseos
gracias, sin duda, al uso de un sudario.
A pesar de los pocos individuos susceptibles de poder extraer datos
biométricos, podemos avanzar que se han distinguido 54 varones y 34
mujeres, mientras que el número de individuos cuyo sexo es difícil de
determinar es de 113, lo que supone un porcentaje del 56%. Dentro del
grupo de indeterminados hemos englobado tanto a sujetos subadultos (en
los que no existen técnicas discriminatorias para estimar el sexo) como
aquéllos imposibles de caracterizar por el mal estado de conservación de
sus restos.
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Los rangos de edad están determinados por 8 infantiles, 17 juveniles,
19 adultos, 53 maduros, 4 seniles y 100 individuos sin determinar. Los
porcentajes corresponden a 3%, 8%, 9%, 27%, 2% y 51%
respectivamente. Como se aprecia, han aparecido individuos de todas las
edades, pero destacando en número los considerados maduros.
CRONOLOGÍA
Desde el primer momento en el que aparecieron los restos humanos de
la necrópolis de Ronda Sur en Lucena planteamos la posibilidad de que el
mismo tuviese una cronología amplia entre una fase tardoimperial y el
inicio de la cultura andalusí. Ello se debía a diversos elementos
fundamentales. En primer lugar a la aparición de tegulae cubriendo
algunas de las estructuras que aparecían en el corte artificial del talud en
la rotonda de esta infraestructura municipal. En los mismos se apreciaban
posibles tumbas de fosa con cubierta de tegulae a la capuchina. Por otro
lado las citas bibliográficas tanto antiguas como recientes aludían en este
paraje a la existencia de un yacimiento romano, por la aparición de
abundantes tegulae, y por la existencia de una alberca.2 Y por último, la
aparición de un fragmento de borde de terra sigillata africana, tipo 52 de
Hayes ó clara C, dentro del relleno superior de la tumba 10 nos apuntaba
la hipótesis de haber encontrado la necrópolis de este hipotético
yacimiento romano.
La existencia de dudas razonables para esta adscripción se basaban en
una serie de elementos extraños dentro de la tónica general en los usos y
costumbres tardoimperiales o altomedievales en el sur de la Península
Ibérica. Por un lado las tegulae no aparecían cubriendo fosas sencillas,
sino que la tipología era doble: cubierta plana sobre fosa o bien fosa
sencilla con covacha artificial o nicho realizado en el lateral sur de ésta.
Esta última presentaba el difunto en el nicho lateral y este espacio se
cubría con tegulae apoyadas entre el suelo y el reborde superior del nicho
lateral, quedando, vistas en sección, posicionadas de forma oblicua.
Llegados a este punto, aparecían nuevos elementos que inducían a
reflexión. Por un lado la existencia de fosas muy profundas para restos
2. Roldán - Cárdenas, 1749: 14-15; Villalba, 1765: capítulo III; López de Cárdenas,
1777: 23-26; López Salamanca, 1994: 12 y 21; Botella Ortega - Morena López, 2000: 61105.
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humanos sin ajuar de ningún tipo con el propósito evidente de excavarla
en tierra virgen, un aspecto éste que no hemos podido documentar en
época tardorromana o altomedieval en el sur de la Península Ibérica. Por
otro lado la inexistencia de restos romanos en un radio de unos cinco
kilómetros permitieron a su vez que surgieran dudas más que razonables
sobre su cronología. Un repaso a las intervenciones arqueológicas llevadas
a cabo anteriormente en necrópolis judías nos permitió encontrar paralelos
exactos con las estructuras funerarias excavadas en Gerona y Barcelona,
aunque éstas eran cronológicamente más tardías.3 Esto nos permitió
orientar mejor nuestra investigación desde nuevas perspectivas. En este
sentido parecía coherente suponer que nos encontrábamos ante una de las
necrópolis judías de Lucena dada su ubicación en los alrededores de la
ciudad, a 700 m. de la línea de muralla, distancia prudencial para este tipo
de espacios ritualmente impuros. Sin embargo la confirmación nos la
proporcionó el hallazgo de una lápida funeraria con caracteres hebreos
dentro de la fosa 239 del cementerio lucentino. La adscripción cultural
quedaba resuelta aunque en este caso nos encontrábamos ante una
necrópolis considerablemente antigua tal como apuntaban ciertas tumbas
de tegulae.
Esta duda razonable se solventó con la aplicación de dataciones
radioactivas sobre diferentes muestras de restos de la necrópolis en el
centro del yacimiento pero en diferentes tipos de fosas (T. 11, escalonada
sin cubierta; T.26 de cámara lateral con tegulae; y T. 131, escalonada pero
cubierta con grandes losas de piedra). En todos los casos se confirmó que
no hubo nunca contaminación por papel o parafina, además de no haber
estado en contacto con materia orgánica viva (excavadores,
bioturbaciones, etc...). Estas tres muestras enviadas al Servicio de
Datación Radiométrica y Geología Isotópica, del Centro de
Instrumentación Científica de la Universidad de Granada, han
proporcionado los siguientes resultados:
Nº de muestra
1
2
3
Tumba
11
26
131
Código de lab.
UGRA663
UGRA664
UGRA665
Datación
1050 BP
1000 BP
1020 BP
Margen
+/- 60
+/- 60
+/- 80
3. Maese Fidalgo - Casanovas Miró, 2003; Palahí - Casas - Fiego - Jiménez, 2003.
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Para concluir podemos establecer que esta cronología apunta a un uso
espacial muy concreto de esta parte del cementerio judío, en pleno apogeo
de la ciudad, bajo control judío y con las máximas cotas de autonomía
respecto al poder islámico, ya sea Córdoba, Granada o Sevilla. La
presencia de elementos ajenos, entre ellos una tegula con inscripción
romana, para cubrir la parte inferior de la tumba puede responder a
material de expolia, acarreadas desde otros yacimientos cercanos y cuyo
uso en la necrópolis no debió plantear en aquel momento ningún conflicto
con la Halakhá.
En relación a las diferentes tipologías de tumbas utilizadas parece claro
que todos los tipos conviven de forma coetánea en este punto del
cementerio por lo que probablemente esta diferencia se deba más bien a
causas sociales o económicas, e incluso a usos y costumbres diferentes
para la muerte en diferentes sectores o familias dentro de la comunidad
judía que habitaba en ese momento la ciudad.
LA INSCRIPCIÓN HEBREA (véase lámina 3)
Esta nueva lápida hebrea, la segunda de las localizadas en Lucena,
había sido reutilizada formando parte de la serie de hitos que delimitan
por el lado norte la fosa inferior de la tumba 239, catalogada como de fosa
escalonada sin cubierta de ningún tipo y con diversos hitos alrededor de la
fosa inferior. Las pruebas de carbono 14 realizadas con diversas muestras
obtenidas en la tumba 11 tipologicamente del mismo grupo que la 239 han
permitido una datación de la misma hacia el año 1050 (+/- 60). Conviene
precisar, sin embargo, que la tumba 11 se encuentra al sur de la zona
excavada, mientras que la 239 se halla en el sector norte de la misma.
Es el primer caso de una reutilización de este tipo. Hasta ahora
conocíamos algún ejemplo de lápida con un texto en cada una de las caras
fruto de un reaprovechamiento de una misma losa para un nuevo
enterramiento de época posterior. Es el caso de una de las inscripciones
leonesas con un epitafio del año 1026 en un lado (cat. 152)4 y un segundo
del año 1102 en el otro (cat. 160). Se ha podido documentar asimismo la
reutilización en Toledo de un cipo árabe del año 1073 para un breve
4. Los números de catálogo remiten a la obra general sobre inscripciones funerarias
hebreas de España.
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epitafio que hemos fechado en el siglo XII (cat. 171) o de una lápida
romana de la 1ª mitad del siglo II d. C. para una inscripción hebrea de los
siglos IX o X. Todos estos casos difieren, sin embargo, del de la nueva
lápida lucentina, ya que aquí la encontramos reutilizada no como epitafio,
si no como elemento estructural de la fosa y con el texto claramente
visible, lo que no permite sugerir la posibilidad de que les hubiera pasado
inadvertida. Por otro lado debemos hacer hincapié en el hecho de que la
superficie de la lápida era ya muy irregular antes de grabar la inscripción
en ella. Esto es especialmente evidente por lo que se refiere a las líneas 4
y 5, totalmente alteradas debido al mal estado de la superficie, lo que nos
lleva a preguntarnos si existía en este momento una cierta carestía de
materiales pétreos. Parece confirmarlo también la primera de las lápidas
de Lucena con una inscripción iniciada en uno de los lados que,
posteriormente rechazada, fue reiniciada y completada en el reverso.
Posiblemente por esta misma razón se empleó un número tan elevado de
tégulas para el cierre de las cámaras laterales de los sepulcros llamados
«de covacha». Sin embargo no deja de sorprendernos la presencia de la
lápida en el lugar donde fue encontrada, a no ser que hubieran decidido
que ésta era la mejor forma de protegerla, ahora ya fuera de uso, entre el
resto de materiales de otra nueva sepultura.
Descripción de la lápida
Pequeña estela de arenisca local de tono amarillento constituida por un
bloque cuadrangular de considerable grosor con melladuras en todos sus
bordes afectando parcialmente la lectura del texto. Probablemente fue
cortado posteriormente suprimiendo la parte inferior que se hincaría en el
suelo como parece intuirse en el otro ejemplar conservado.
El texto empezaría muy cerca del extremo superior dejando muy poco
margen. En el lado izquierdo, sobre las dos últimas letras del nombre se
conserva una parte del margen superior, de unos 12 mm., cuya anchura
original no creemos que fuera mayor.
El lapicida se adapta a la anchura de la piedra sin dejar apenas
márgenes laterales tal como puede verse en la primera de las lápidas
lucentinas conocidas. En algunas líneas (2, 4 y 5) los últimos caracteres
son de menor tamaño, mientras que en la segunda el final de línea se
inclina hacia abajo. Al final de la tercera se hace más evidente la
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diferencia de formato de los caracteres si comparamos la mem final de
ésta con la última de la línea anterior.
La superficie de la cara epigráfica presenta un rehundido en sentido
oblicuo de izquierda a derecha anterior a la realización de la inscripción y
que afecta negativamente la labor del lapicida en las líneas 3 y 4 así como
una parte del final de la quinta línea. Se observan también diversas
melladuras posteriores en el centro de la parte superior que han provocado
la pérdida de algunas letras.
En conjunto sorprende el contraste entre algunos caracteres, muy
cuidados con delicados apéndices, junto a otros de trazo descuidado e
irregular debido a la mala preparación de la cara epigráfica. En aquellos
lugares en los que la superficie no se vio afectada, las letras aparecen
profundamente grabadas. En la parte izquierda de las líneas cuarta, sexta y
séptima se advierten de forma muy tenue lo que parecen ser líneas pauta.
Sin embargo a partir de la tercera línea las líneas muestran una tendencia a
inclinarse hacia abajo.
Dimensiones
Altura: 21,3 cm. (lado derecho); 23,5 cm. (lado izquierdo)
Anchura: 17,4 cm. (parte superior); 17,2 cm. (parte inferior)
Grosor: 9 cm. (lado derecho); 6,8 cm. (parte superior); 6,2 cm. (parte
inferior del lado izquierdo)
Campo epigráfico: 16,2 (l.1); 17 (l.2); 16,3 (l.3); 16 (l.4); 16,2 (l.5);
15,5 (l.6); 15,8 (l.7) x 17,2/17,4 cm.
Altura de las letras:
1, 5 cm. (l.1) algunas alcanzan 1,96 cm.
1, 5; 1,6; 1, 8 (l.2) las dos últimas 1,17 cm.
1, 3; 1, 6; 1, 7; 1, 8; 2; 2,2 cm. (l.3)
1, 4; 1, 9; 2, 7 cm. (l.4)
1, 18; 1, 4; 1, 5; 1,7 cm. (l.5)
1,3; 1,5; 1,7; 2; 2,2; 2,4 cm. (l.6)
1,4; 1,7; 1,8; 1,9 cm. (l.7)
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Texto
[]ר[ב]י[ ל]כ[טושוש יש]ן
בשלו]ם מ[שכב בשלום
]ע[ד ]י[בא מנחם
משמ]י[ע שלום
[---]בשער שלום יש
[שלום ויאמרו ל]ו
משכבו בשלום
Rabí Lactosus duerma
en paz. Descanse en paz
hasta que venga el Consolador
que anuncia la paz
en la puerta de la paz
[---]
paz. Decidle:
descansa en paz
Comentario
Línea 1: El nombre del difunto ocupa prácticamente la totalidad de la
primera línea, utilizando, dada la irregularidad de la lápida, caracteres de
distinto tamaño. Al tratarse de un nombre latino por su desinencia en -us,
como en el caso de Amicus de la otra lápida, las posibilidades de su
lectura se reducen a dos: Lactosus o Luctosus. Dado que la segunda
opción no resulta adecuada como nombre de persona nos inclinamos por
la forma Lactosus, similar a la de otros nombres cristianos de esta misma
época como Fructuosus, que en este caso derivaría del sustantivo laclacte/leche con un evidente carácter simbólico y que muestra un claro
paralelo con la forma Lactantius, ésta bien documentada en el ámbito
cristiano.5
Línea 2: La primera mitad de la línea muestra los efectos de un golpe
que ha afectado a cinco de sus caracteres pero que no imposibilita su
lectura, ya que por lo menos se ha conservado una parte de cada una de
ellos. Las tres últimas letras de la línea son de menor tamaño para poder
encajarlas en el espacio que queda disponible, lo que nos permite
confirmar que la lápida no ha sido cortada por este lado. Delante de משכב
5. Agradecemos al Prof. Josep Moran de la Universidad de Barcelona sus comentarios
sobre estos aspectos relacionados con la onomástica.
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donde el texto está muy alterado suponíamos la existencia de un וpero no
hay espacio para incluirlo.
Línea 3: El Consolador es el Mesías tal como aparece reflejado en Is.
51,12, Yo soy quien os consolará, el que anunciará la paz en la puerta de
la paz. Por esta razón, hasta que llegue este momento aquellos que pasen
frente a su tumba le dirán: Descansa en paz.
Líneas 4 y 5: Esta y la siguiente son las líneas más afectadas por el mal
estado de la superficie de la lápida. Ambas mal alineadas combinan
caracteres de medidas variables desde 27 mm. hasta 14 mm. de altura con
una mem final en la cuarta de rarísimo diseño. La לde la quinta línea muy
ancha (19 mm.). También en esta misma línea en el término שלוםel ו
apenas es visible. ¿Podría leerse también בשער שלםcomo en la primera
lápida?
Al final de la quinta línea después de la יy de la שse advierte el ángulo
inferior derecho de lo que parece una כo una נque no hemos podido
identificar.
La estructura del texto, muy simple, está constituida por el nombre del
difunto y por una eulogía compleja formada por una combinación de
elementos centrados en el término paz que se repite hasta seis veces. Una
parte de dicha eulogía se inspira en un pasaje de la Haskabah de difuntos:
וילוה אליו השלום ועל משכבו יהיה שלוםutilizado en textos de todas las
épocas (siglos XI-XIV).
Dicha estructura formada solamente por dos elementos es poco
frecuente en los textos epigráficos hasta ahora conocidos, en general más
complejos. También es cierto que son muy escasos los ejemplos de esta
época y de la zona andalusí. El ejemplo más próximo lo tenemos en el
cipo funerario conservado en la iglesia de San Miguel de Córdoba que
hemos fechado en los siglos IX y X. Sin embargo la nueva inscripción
hebrea cordobesa, todavía inédita, fechada en el año 846 presenta una
mayor complejidad estructural. Otros pocos casos con esta misma
combinación de elementos los encontramos en Cataluña (Barcelona,
Girona, Castelló d’Empúries) aunque mucho más tardíos (siglos XIV y
XV).
El texto de la nueva lápida de Lucena reproduce con algunos pocos
cambios el de la ya conocida desde 1959. En este sentido no parece existir
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ninguna duda de que ambos epitafios son contemporáneos y así lo
demuestran ciertas características formales presentes en ambas lápidas.
Éste es un hecho inusual desde la perspectiva de nuestros conocimientos
de epigrafía hebrea, pues no se trata de la repetición de unas fórmulas que
se combinan con más o menos habilidad. Aquí nos encontramos con un
texto que debió hacer fortuna y que sirvió como modelo para otros de su
misma época. Si no es así, sería fruto de la mayor de las casualidades la
que habría permitido la localización de dos epitafios casi idénticos, los
únicos hasta ahora encontrados en Lucena.
Cantera suponía a partir de criterios paleográficos que la primera de las
lápidas podía fecharse en el siglo XI, o algo más tarde, pero con
anterioridad al año 1148, fecha de la invasión almohade.6 Nosotros
mismos sugeríamos adelantar la fecha de la primera a los siglos IX y X
basándonos en criterios paleográficos, onomásticos y así como en
determinados paralelismos que dicha lápida mostraba con una inscripción
de Brindisi.7 La fecha de mediados del siglo XI obtenida por el método de
carbono 14 para una tumba del mismo tipo que la 239, donde se encontró
la nueva lápida reaprovechada, nos llevaría a fecharla en la segunda mitad
del siglo X o en la primera del XI, aunque desconocemos el lapso de
tiempo transcurrido entre la realización de la lápida y su
reaprovechamiento posterior. En todo caso corresponde a la época de
florecimiento de la comunidad de Lucena en la que destacaron sus
jurisconsultos, poetas, rabinos autores de responsa y estudiosos del
Talmud.
CONCLUSIONES
Los resultados de esta intervención en cuanto al registro arqueológico
e histórico se pueden considerar como fundamentales, ya que constituyen
las primeras evidencias físicas de una parte de una necrópolis judía de
Lucena del periodo andalusí califal y postcalifal (finales del siglo X y XI
d.C.). El resto se extendía tanto hacia el sur como al norte de la zona
excavada, entendiendo que el crecimiento normal sería similar al de
círculos concéntricos desde la cerca sur de la ciudad. En último lugar
queremos destacar que el estudio pormenorizado de esta necrópolis, con
6. Cantera, 1959: 140.
7. Casanovas, 2004: 213.
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un alto número de tumbas de variada tipología, constituirá un hito en el
estudio de estos yacimientos hispanos todavía poco conocidos.
Lámina 1: Vista aérea de la excavación de Ronda Sur
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Lámina 2: Tumba de covacha lateral con cubierta de tégulae
Lámina 3: Tumba 239
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Lámina 3: Inscripción funeraria de la tumba 239
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Ilustración 1: Planta de la necrópolis de Ronda Sur
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Ilustración 2: Tipología de tumbas de Lucena. 1.
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Ilustración 2: Tipología de tumbas de Lucena. 2.
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Ilustración 2: Tipología de tumbas de Lucena. 3.
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Ilustración 2: Tipología de tumbas de Lucena. 4.
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