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CVC. Rinconete. Lengua. «Mascarilla», «cubreboca(s)» y otros sinónimos en español (2), por David Prieto García-Seco. 17/2/22 21:32 Rinconete > Lengua Lunes, 7 de febrero de 2022 BUSCAR EN RINCONETE LENGUA Mascarilla, cubreboca(s) y otros sinónimos en español (2) Por David Prieto García-Seco En la entrega anterior nos hemos ocupado de las palabras mascarilla y tapaboca/s. La primera, acompañada a veces de los adjetivos quirúrgica o sanitaria, es de uso mayoritario en España y conocida en el español de América; la segunda constituye una de las elecciones léxicas de determinados países hispanoamericanos. En esta entrega vamos a detenernos en barbijo, cubreboca(s) y nasobuco, sustantivos que también nos llevan al otro lado del Atlántico. Según DRAE (2014), la palabra barbijo se utiliza en Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Se trata de una voz que se documenta desde la segunda mitad del siglo XIX; con ella, entre otras cosas, se ha designado la cicatriz en la cara producida normalmente por un arma blanca y, por otro lado, el barboquejo, es decir, la cinta o correa que, pasando por debajo de la barba o barbilla, sujeta un gorro, un sombrero, un casco, etc. Con el sentido que nos interesa se documenta, para Argentina, en textos de los años cuarenta: «Tapaboca.— Es también buena práctica cubrir la boca con un barbijo que filtre el aire expirado e impida que al hablar salten partículas de saliva al campo aislado»; «Ha llegado el momento de vestir la ropa de aislación: un guardapolvo o, por lo menos, un delantal esterilizado, gorro de cirugía, antiparras y barbijo que muchos prácticos no consideran imprescindible» (Ernesto Gietz, Cirugía oral menor, Buenos Aires, Progrental, 1946, pp. 112 y 124). En el Boletín de la Academia Argentina de Letras (t. 42, 1977, p. 475) se definió la palabra barbijo como «pieza de tela con la que médicos, enfermeros y quienes con ellos colaboran se cubren la boca y la nariz como medida aséptica». Unos años más tarde esta acepción, o una muy parecida, se registró en el diccionario usual (1992). Con la palabra cubreboca, documentada a finales del siglo XIX en textos mexicanos, se nombraba —al igual que sucedía en tal centuria con tapabocas — un cilindro de madera utilizado para tapar la boca de un cañón. En el Reglamento para el almacenaje y conservación del material de guerra, publicado el 26 de diciembre de 1894, puede leerse: Art. 17.º […] Estas bocas de fuego [de un cañón] se colocarán con el fogón hacia abajo y con un tapón de madera en la boca, ligeramente ajustado. Art. 18.º Las bocas de fuego de acero, sin cierre, se colocarán también sobre polines, cubiertas sus extremidades con el cubreculata y cubreboca, cuidando engrasarlas interiormente. (Recopilación de leyes, decretos y providencias de los poderes legislativo y ejecutivo de La Unión formada por la redacción del «Diario oficial», México, 1895, t. 63, p. 269). En alusión a este uso Hans Strom recogió el término cubreboca en el índice español del Dictionary of ordnance terms. Arms, Ammunition and Explosives including other War Materiel in five languages: English, French, German, Italian, Spanish (1900, p. 405b). A comienzos del siglo XX, cubreboca(s), también en el español de México y concretamente en publicaciones médicas, acogió el significado que nos atañe: «Se aplicó [un cirujano] al mejoramiento de la técnica aséptica, procurando su perfección en todos los sentidos, a fin de disminuir los peligros de las operaciones; no solo por la introducción de sus guantes, gorros y cubrebocas […]» (Crónica médica mexicana. Revista de medicina, cirugía y terapéutica y órgano del cuerpo médico mexicano, t. VIII, 1905, p. 223). Parece que durante la primera mitad del siglo XX este uso de cubreboca(s) estuvo limitado al ámbito médico: figura tal voz en publicaciones como el Boletín Odontológico Mexicano (1925) o la Revista de Cirugía (1936) del Hospital de Juárez. Sin embargo, a lo largo de la segunda mitad del XX la palabra fue superando poco a poco la barrera del tecnicismo y terminó popularizándose en la lengua general de los mexicanos. A pesar de la dilatada y bien documentada vida de cubreboca(s), sorprende que no figure en repertorios de mexicanismos y, sobre todo, que no haya sido registrada en el diccionario usual de la Academia sino hasta fechas recientes: con la actualización de diciembre de 2021 se incluyeron los artículos cubreboca y cubrebocas (el primero con remisión al segundo). De mayor sensibilidad hizo gala otro tipo de diccionarios, como los bilingües hechos en el ámbito anglosajón. Uno de ellos es el Collins Spanish-English, English-Spanish Dictionary (2.ª ed., 1988), de Colin Smith: «cubrebocas nm invar (Med) mask». Como puede verse, todavía pesaba en este diccionario la procedencia técnica de la voz, de manera que se marcó como propia de la medicina. https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/febrero_22/07022022_01.htm Página 1 de 2 CVC. Rinconete. Lengua. «Mascarilla», «cubreboca(s)» y otros sinónimos en español (2), por David Prieto García-Seco. 17/2/22 21:32 Sucede lo mismo con el English-Spanish, Spanish-English Medical Dictionary (3.ª ed., 2007), de Glenn T. Rogers, donde, además de precisar el ámbito médico (cirugía), se consigna alguna otra información relevante: «cubreboca(s) m (Mex, surg) mask». No solo se indica en el lema que estamos ante una voz con dos variantes posibles (con -s o sin ella, aunque parece más frecuente cubrebocas), sino que se marca como mexicanismo. En efecto, se trata de una palabra que tuvo su origen en México, pero en la actualidad no es, desde luego, exclusiva de dicho país, sino que, según DRAE (2014, actualización de diciembre de 2021), también es conocida en otros países hispanoamericanos (Guatemala, Nicaragua y Uruguay) y en Estados Unidos. Nasobuco es una excepción. A diferencia de las voces anteriores, que presentan una vida más o menos larga y, en distintos momentos de la primera mitad del siglo XX, desarrollaron el significado que nos incumbe, nasobuco constituye un término monosémico creado ex novo. El Observatorio de palabras de la Academia señala, sin embargo, que tal voz «puede entenderse como un acortamiento de nasobucofaríngeo o como deformación de nasobucal (protección nasobucal)». A nuestro juicio, no se trata ni de un acortamiento ni de una deformación, sino que estamos ante un nuevo compuesto a partir de los elementos cultos naso ‘nariz’ y buca ‘boca’, para cuya formación, en todo caso, pudieron coadyuvar en alguna medida los adjetivos técnicos nasobucofaríngeo y nasobucal. Hay que decir que la voz nasobuco se limita prácticamente al español de Cuba y tiene una vida relativamente corta, lo que en cierto modo justificaba que hasta hace muy poco no figurara en ningún diccionario (desde la citada actualización de diciembre de 2021 aparece en el académico). Ahora bien, no es, como piensan algunos, una voz surgida en el contexto de la pandemia causada por la COVID-19, sino que se utiliza en Cuba desde hace casi dos décadas. La encontramos, por ejemplo, en un artículo aparecido en 2003 en la centenaria revista cubana Bohemia, dedicado al coronavirus del SRAS (síndrome respiratorio agudo severo): «ante un resfriado común los asiáticos echan mano con rapidez al nasobuco o tapaboca para evitar el contagio» (2 de mayo de 2003, p. 22a). Como puede verse, en el mismo artículo se usa tapaboca y, poco más adelante, «mascarilla quirúrgica», sinónimos que en la actualidad también circulan en Cuba. Por otro lado, tiene la voz nasobuco una variante popular, que es nasabuco, seguramente causada por influencia de nasal, nasalizar, etc.; incluso también se emplea en ocasiones el acortamiento naso: «Cada vez es más frecuente enterarse de que algún colega, un vecino, un amigo o un conocido está ingresado por Covid-19. Y sacamos cuenta entonces de cuándo le vimos por última vez, si hablamos o no, si llevaba puesto el “naso”» (periódico cubano Sierra Maestra, 6 de enero de 2021). Tal y como se afirmaba al comienzo de este trabajo, la actual crisis sanitaria ha fomentado el uso de muchas palabras y ejemplo claro de ello son las voces estudiadas. Uno de los objetivos de estas líneas ha sido mostrar que la polisemia es en muchas ocasiones la respuesta más adecuada ante determinadas necesidades designativas de un idioma. Salvo el singular caso de nasobuco, se ha podido constatar una vez más que las palabras que una lengua tiene en circulación desde hace más o menos tiempo son candidatas óptimas para acoger nuevos significados. De este modo, ante la aparición y propagación de una nueva realidad como el utensilio que cubre la boca y la nariz para impedir la inhalación o expulsión de agentes nocivos, hemos visto que para nombrarlo distintas variedades del español echaron mano en la primera mitad del siglo XX de lo más cercano, es decir, las palabras que tenían en el idioma algún rodaje y que, precisamente gracias a él, resultaban naturales para sus hablantes. Ver todos los artículos de «Mascarilla, cubreboca(s) y otros sinónimos en español» Centro Virtual Cervantes © Instituto Cervantes, 1997-2022. Reservados todos los derechos. cvc@cervantes.es El Instituto Cervantes utiliza cookies propias y de terceros para facilitar, mejorar y optimizar la experiencia del usuario, por motivos de seguridad, y para conocer sus hábitos de navegación. Aceptar Recuerde que, al utilizar sus servicios, acepta su aviso legal y su política de cookies. https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/febrero_22/07022022_01.htm Página 2 de 2
CVC. Rinconete. Lengua. «Mascarilla», «cubreboca(s)» y otros sinónimos en español (1), por David Prieto García-Seco. 17/2/22 21:32 Rinconete > Lengua Lunes, 17 de enero de 2022 BUSCAR EN RINCONETE LENGUA Mascarilla, cubreboca(s) y otros sinónimos en español (1) Por David Prieto García-Seco La crisis sanitaria actual también ha sacudido la lengua española, concretamente su léxico, en el que han aflorado nuevas voces y, sobre todo, se ha potenciado notablemente el uso de otras. El 14 de mayo de 2020 podía leerse en la página electrónica de la Academia: «El Diccionario de la lengua española alcanza su récord con 100 millones de consultas en el último mes [abril]». Entre las voces más consultadas durante aquel año, «destacan — señala la Crónica de la lengua española 2020 (p. 127)— aquellas que guardan relación con la grave crisis sanitaria y socioeconómica provocada por el coronavirus», como «estado, virus, epidemia, confinar, velar, contingencia, diezmar, cuidar, concienciar, barbijo, sesgar, confinado, escalar, desescalar, mediar, paro, tapaboca o inocuo». Como vemos, figuran en esta lista los sustantivos barbijo y tapaboca; a ellos y a otros sinónimos habremos de referirnos en este trabajo. Pero antes de atender a cada una de las palabras que en español designan la «máscara que cubre la boca y la nariz de su portador para protegerlo de la inhalación y evitar la exhalación de posibles agentes patógenos, tóxicos o nocivos» (DRAE, 2014: s. v. mascarilla), debe indicarse que, dado que casi todas las palabras que vamos a tratar son polisémicas, trazaremos una breve trayectoria histórica de cada una de ellas de modo que se comprenda mejor cuándo, dónde y por qué tales voces desarrollaron el significado que nos interesa. La palabra mascarilla comenzó a utilizarse en español a finales del siglo XVI. El diccionario más madrugador en recogerla fue el Tesoro de las tres lenguas francesa, italiana y española (1609), de Girolamo Vittori, donde se declaraba la procedencia francesa del objeto designado: «Mascarilla, masque que portent les femmes en France, la maschera delle Francese». Algunos de los primeros testimonios de mascarilla apuntan, precisamente, a tal origen: «Lleuauan vnas mascarillas françesas de terçiopelo negro» (carta de Lope de Vega al duque de Sessa, 8 de enero de 1628); «Aplica, al uso francés, / en el rostro (que a Narciso, / más que su imagen, matara) / la mascarilla, que he visto / venir los Pares de Francia / hacia acá» (Antonio Mira de Amescua, La reina Sevilla, a 1644). El Diccionario de autoridades (t. IV, 1734) definió este primer uso del diminutivo lexicalizado mascarilla como «La máscara pequeña, que regularmente suele cubrir solamente la frente y ojos». La palabra prendió de tal modo en español que a mediados del XVII desarrolló un uso figurado (‘cosa tras la que se ocultan los verdaderos sentimientos o las intenciones’) y, en íntima relación con él, entró a formar parte de la locución verbal quitar(se) la mascarilla: «Phrase que, además del sentido recto, significa deponer el empacho y vergüenza y decir con resolución su sentimiento claramente y sin rebozo» (Autoridades, t. IV, 1734). En el último tercio del siglo XVIII mascarilla adquirió un nuevo significado, recogido unos años más tarde por el diccionario de la Academia: «El vaciado que se saca sobre el rostro de una persona, y particularmente de los cadáveres» (Supl. DRAE, 1803). Tenemos este valor, por ejemplo, en la obra póstuma del médico y botánico Miguel Barnades llamada Instrucción sobre lo arriesgado que es, en ciertos casos, enterrar a las personas, sin constar su muerte por otras señales más que las vulgares… (Madrid, 1775, p. 355): «En la abanzada edad va descaeciendo la cara de manera que mejor parece mascarilla de difunto que verdadero semblante de persona viva». A principios del siglo XX la palabra mascarilla asumió un nuevo significado. Comenzó a utilizarse para designar la «Capa de cosmético con que se cubre la cara y el cuello, o a veces el pelo, y que se deja actuar durante cierto tiempo» (DEA, 2011). En la revista Alrededor del Mundo leemos: «Al parecer, las mascarillas que antes se usaban eran generalmente de lienzo, y se colocaban sobre el rostro, untadas con una delgada capa de aceite. Hoy, las mascarillas de belleza son por lo común de goma, y a veces cubren, además de la cara, el cuello y el busto» (n.º 495, 25 de noviembre de 1908, p. 345b). Llegamos, finalmente, al significado que nos interesa: ‘utensilio que cubre la boca y la nariz para impedir la inhalación o expulsión de agentes nocivos’. La generalización de mascarilla con dicho significado se produce también en ese siglo; sin embargo, es posible encontrar algún texto anterior en el que se alude a ciertas «mascarillas protectoras». En una noticia recogida en La Correspondencia de España se habla de dos inventos del Dr. Calatraveño dados a conocer en un congreso ginecológico: «el segundo [invento] es una mascarilla protectora contra la infección diftérica, llamada a prestar grandes servicios en los hospitales» (1 de junio de 1888, p. 2b). https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/enero_22/17012022_01.htm Página 1 de 2 CVC. Rinconete. Lengua. «Mascarilla», «cubreboca(s)» y otros sinónimos en español (1), por David Prieto García-Seco. 17/2/22 21:32 Ocupémonos ya del segundo sinónimo que nos incumbe, el sustantivo tapaboca. Disponemos de testimonios desde el último tercio del siglo XVI: «le mandó dar vn tapaboca, herirle en el rostro» (Francisco Ortiz Arias, Segunda parte de los mysterios de la sacrosanta passión de Christo nuestro Redentor y señor, Alcalá de Henares, 1578, fol. C 4v.º). Covarrubias lo definió en su Tesoro (1611) como «el golpe que se da con la mano abierta». Muy pronto, en el mismo siglo XVI, aquel sustantivo, usado normalmente en la construcción dar un tapaboca, adquirió un nuevo valor: «Metaphóricamente, se llama la razón, dicho u acción con que a otro se le corta y suspende la conversación, obligándole a que calle, especialmente quando se le convence de ser incierto lo que dice» (Autoridades, t. VI, 1739). A partir del siglo XIX la palabra tapabocas —con el segundo formante del compuesto en plural— sirvió para nombrar, por un lado, el «Cilindro de madera con que se tapa la boca de una pieza [de artillería], para evitar que penetre en el ánima la lluvia, el agua del mar o la humedad» (Luis Corsini, Vocabulario militar, 1849) y, por otro, una especie de bufanda: «Su rostro apenas dejaban verlo el ala de su sombrero y el ancho tapabocas que arrollaba al redor de su cuello» (Rosalía de Castro, La hija del mar, 1859). Para este segundo uso también se utilizó tapaboca —sin s—, y así se registró en DRAE (1884). Tanto tapaboca como tapabocas llegaron al siglo XX con plena vitalidad, y, según nuestras pesquisas, a partir de los años treinta, la segunda voz adquirió en algunos países hispanoamericanos el significado que nos interesa especialmente. En la revista argentina La Semana Médica (1931) se lee: «El cirujano y sus ayudantes deberán usar delantal esterilizado y tapabocas»; y en la Revista de Cirugía (1937), publicada en México: «Todo esto se hace con todo el material perfectamente esterilizado en seco y a alta temperatura, usando guantes y tapabocas las personas que hacen esta operación». En la actualidad la voz tapaboca —y también tapabocas—, en su sentido de «mascarilla para proteger de agentes patógenos o tóxicos», es propia, según informa el DRAE (2014, en una de las actualizaciones de su versión en línea), de Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, Guinea Ecuatorial, México, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. En la próxima entrega nos ocuparemos de las voces barbijo, cubreboca(s) y nasobuco, utilizadas, igualmente, en el español de América. Ver todos los artículos de «Mascarilla, cubreboca(s) y otros sinónimos en español» Centro Virtual Cervantes © Instituto Cervantes, 1997-2022. 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