Revista Antropologías del Sur
Año 7 N°14 2020
Págs. 089 - 126 |
LA ANTROPOLOGÍA CHILENA EN RAPA NUI:
UNA RETROSPECTIVA
Chilean Anthropology in Rapa Nui: A Retrospective
DIEGO MUÑOZ*, ANDREA SEELENFREUND** & VALENTINA FAJRELDIN***
Fecha de recepción: 14 de septiembre de 2020 – Fecha de aprobación: 20 de septiembre de 2020
Resumen
El presente artículo analiza el desarrollo de la antropología –y en particular la antropología social chilena– en Rapa Nui y el
lugar que ocupa la isla en la disciplina, al determinar sus características y aportes en la comunidad local. El estudio aborda tres
dimensiones: 1) un análisis histórico de los paradigmas y las transformaciones teóricas en los estudios sobre Rapa Nui, 2) un
abordaje de los estudios desde la institucionalización de la disciplina y 3) un análisis de las relaciones entre los investigadores
y los informantes en la producción antropológica y sus repercusiones en la apropiación de los saberes por la comunidad isleña.
Palabras clave: Rapa Nui; Isla de Pascua; antropología chilena; perspectivas teóricas; antropología crítica.
Abstract
This essay analyzes the development of anthropology -and particularly Chilean social anthropology- in Rapa Nui and the
place the island occupies in the discipline, determining its characteristics and contributions to the local community. In this essay
we provide an analysis of three dimensions: 1) a historical analysis of the paradigms and theoretical transformations in Rapa Nui
studies, 2) an approach the studies carried out since institutionalization of the discipline and 3) an analysis of the relationships
between researchers and informants in the anthropological production and its effects on the appropriation of knowledge by the
island community.
Keywords: Rapa Nui; Easter Island; chilean anthropology; theoretical perspectives; critical anthropology.
* Dr. en Antropología. Posdoctorante, Department of Social and Cultural Anthropology, Ludwig-Maximilian-Universität, Munich,
Alemania. Correo-e: diego.munoz@ethnologie.lmu.de
** Dra. en Arqueología. Profesora titular, Escuela de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Academia de
Humanismo Cristiano, Santiago, Chile. Correo-e: aseelenfreund@academia.cl
*** Doctoranda en Antropología y Comunicación U. Rovira i Virgili. Profesor Asistente Facultad de Odontología, Universidad
de Chile, Santiago, Chile. Correo-e: vfajreldin@odontologia.uchile.cl
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
Introducción
El 17 de noviembre de 2018 desarrollamos
en Rapa Nui1 el seminario “Rapa Nui: patrimonio, sociedad y cultura desde una perspectiva contemporánea”2. Este reunió a investigadores y profesionales activos en el campo de
la antropología, la historia y la gestión patrimonial de la isla. Con él quisimos dar continuidad
a los congresos internacionales patrocinados
por la Easter Island Foundation que culminaron
con el congreso de Berlín en 2015. También
quisimos crear la instancia para que profesionales y académicos pudieran reflexionar
sobre temáticas y problemáticas expresamente
excluidas del congreso “Early Pacific Migration”,
organizado por la Fundación Mata Ki te Rangi
(MKTR) en los días previos y que son centrales
en varios aspectos de la vida cotidiana. Nos
pareció importante posicionar como legítima,
pertinente y necesaria a la antropología social
en el campo de los estudios rapanui por sobre
los enfoques que por años han restringido la
discusión e interés académico a la arqueología.
Por último, pretendíamos poner en valor la
producción antropológica en español (aunque
contamos con ponencias en idioma inglés), la
investigación interdisciplinaria y su carácter
internacional, junto con presentar los trabajos
a una audiencia tanto rapanui como internacional de académicos del Pacífico. Por ello,
el simposio se realizó en la isla, abierto a la
comunidad rapanui e inmediatamente posterior
al congreso de la MKTR.
A partir de este contexto nos pareció
necesario reflexionar sobre el desarrollo de la
antropología –y en particular sobre la antropología chilena– relacionada con Rapa Nui. En
este artículo proponemos abordar el desarrollo
de la investigación antropológica desde la
primera expedición científica chilena del siglo
XIX hasta nuestros días, buscando responder
a dos preguntas fundamentales: ¿Cuáles son
las características y la trayectoria de la antropología chilena sobre Rapa Nui? ¿Ha seguido
el mismo camino de la antropología chilena en
general?
A partir de ello, este artículo tiene tres
objetivos: 1) establecer los enfoques paradigmáticos usados en los estudios antropológicos
sobre Rapa Nui, 2) dar cuenta del lugar de Rapa
Nui en la antropología chilena y 3) reflexionar
sobre las contribuciones a la comunidad local.
En la primera parte abordaremos desde una
mirada histórica, los paradigmas y las transformaciones teóricas en los estudios sobre la isla;
en la segunda, revisaremos el abordaje disciplinar desde lo institucional y, finalmente, analizaremos el rol de los rapanui en la producción
de conocimiento antropológico.
Retrospectiva: paradigmas
y transformaciones
Los intelectuales chilenos que han reflexionado sobre la trayectoria de la antropología
chilena están de acuerdo en que la consolidación de la disciplina fue tardía. Su institucionalización universitaria comenzó después de 1960
y experimentó una importante ruptura durante la
dictadura chilena (1973-1990) y un nuevo auge
a partir los años noventa (Arnold, 1990; Palestini, Ramos & Canales, 2010; Bengoa, 2014).
Previo a su institucionalización, el conocimiento
antropológico, esto es, el interés en la diversidad
cultural y en las formas de vida de los pueblos
indígenas del país, era desarrollado por investigadores extranjeros, radicados en Chile y que
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provenían de disciplinas tales como la historia
y la geografía. En esta fase, que Palestini et
al. (2010) denominan “pre-universitaria” y que
Bengoa (2014) caracteriza por ser realizada por
“sabios”, la antropología se desarrollaba desde
los museos o desde las sociedades científicas
y tenía por principal interés la recolección de la
cultura material de los pueblos indígenas tanto
del pasado como del presente. Estos estudios
seguían un modelo interpretativo que Bengoa
(2014) llama “naturalista”, en el cual el ser
humano se encontraba incorporado al mundo
natural y a la geografía, y que se apoyaba en
el enfoque científico del evolucionismo. Desde
esta perspectiva, el mundo indígena era leído
como atrasado y en vías de desaparecer.
En una etapa posterior, pero aún desde una
antropología pre-universitaria, el paradigma
en vigor de los estudios antropológicos realizado en Chile tuvo por objetivo “rescatar los
fragmentos de las culturas destinadas a desaparecer” (Bengoa, 2014, p. 17). Estas investigaciones que Bengoa (2014, p. 17) llama “rescatistas”, fueron realizadas tanto por científicos de
otras disciplinas como por misioneros jesuitas
y capuchinos. En cuanto a Rapa Nui, como
veremos, el rescatismo fue realizado tanto por
exploradores como por antropólogos profesionales extranjeros.
El naturalismo y el rescatismo marcarán la
pauta de los estudios antropológicos en esta
primera fase de la antropología chilena. Cabe
destacar que ni Palestini et al. (2010) ni Bengoa
(2014) hacen referencia a los estudios sobre
Rapa Nui. Estos parecen estar fuera de la
trayectoria de la antropología chilena tanto en
su etapa preuniversitaria como en su fase institucionalizada posterior.
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Mostraremos a continuación que el desarrollo
de la investigación de carácter antropológico
sobre Rapa Nui se enmarca en una trayectoria
similar a la descrita por dichos autores, pero
presenta variaciones importantes que permiten
pensar en una trayectoria paralela, tanto de los
enfoques y paradigmas, como de los temas de
interés. La exclusión de los estudios sobre Rapa
Nui en el desarrollo de la antropología chilena
tiene varias razones que se pueden resumir en el
estatus ambivalente otorgado a los rapanui y su
isla en el seno de la nación y el Estado chileno.
Desde el siglo XIX y cuando la élite ilustrada
intentaba forjar la identidad nacional chilena,
Rapa Nui no aparece mencionada más allá del
hecho colonial de la anexión del territorio (9 de
septiembre de 1888). Los discursos sobre la
identidad chilena, sea en su variante mestiza
o hispana (Larraín, 2001), no incluían a los
rapanui ni como un componente de “la patria”
ni como parte de los “otros internos”, como lo
fueron, por ejemplo, los mapuche. Si se considera que sus territorios históricos fueron incluidos a las fronteras nacionales en el mismo
período de expansión colonial chilena, llama
la atención que ambos pueblos fueron conceptualizados de manera diferente3. Mientras que
los pueblos indígenas en Chile eran llamados “indios” y eran conceptualizados como
un problema para el desarrollo de la nación
(Larraín, 2001), los rapanui eran llamados canacas (Muñoz, 2017a), palabra de origen polinésica incorporada en el habla chilena (Lenz,
1905). En este contexto, los problemas existentes en la lejana isla, producto de una política
colonial de abandono y explotación ganadera
por agentes privados, no eran vistos como un
asunto nacional, sino bien avanzado el siglo
XX cuando se levanta la demanda por “chilenizar Rapa Nui” (Foerster & Montecino, 2018).
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
De este modo, los rapanui, desde el inicio de la
presencia chilena, fueron considerados como
un otro externo y, por lo tanto, excluidos de la
sociedad nacional. A partir de los años sesenta
se observa un cambio de perspectiva que se
acentúa con la integración del territorio insular
a la administración civil del país y que gatilló un
marcado proceso de chilenización4.
Teniendo en consideración el lugar ambiguo
que ocuparon los rapanui y su isla en la
construcción nacional, los primeros estudios
antropológicos realizados u organizados
desde Chile tuvieron como objetivo registrar y
describir los vestigios materiales de la sociedad
del pasado para incorporarlos al patrimonio
nacional, ignorando la presencia de los rapanui
como actores relevantes.
El interés por el rescate de los vestigios de
una cultura considerada en vías de desaparecer
fue la segunda gran preocupación. A diferencia
del impulso nacional de apropiación patrimonial,
este interés provino del extranjero. Las principales investigaciones fueron realizadas desde
un comienzo por antropólogos profesionales,
a los que se sumaron algunos misioneros que
residieron en Rapa Nui durante varios meses e
incluso años, quienes se mostraron sensibles a
las condiciones de vida de los isleños.
Así, durante toda la primera mitad del siglo
XX, la mayoría de la información de interés
antropológico sobre Rapa Nui que circulaba
en Chile tenía su origen no en investigaciones
antropológicas sistemáticas o enmarcadas
dentro de programas de investigación, sino
como informes oficiales o reportajes de prensa
redactados por unos pocos visitantes (i.e.
Foerster, 2015 y Foerster & Montecino, 2018).
Esto puede explicar también por qué Rapa Nui
nunca fue observada desde el indigenismo,
principal paradigma de la naciente antropología
académica chilena de las décadas de 1940 y
1950.
Con la institucionalización de la antropología
chilena, a través del Centro de Estudios Antropológicos (CEA) en los años cincuenta, parte
de sus miembros pasan a actuar como contraparte chilena de las misiones científicas extranjeras desarrolladas en Rapa Nui. El énfasis
en la investigación en ese entonces estuvo en
el registro y la puesta en valor del patrimonio
arqueológico por medio de la restauración de
sitios monumentales y el inicio del programa de
prospección arqueológica, ambos financiados
por fondos internacionales y nacionales5. Recién
a partir de los años setenta podemos observar
el desarrollo de investigaciones antropológicas,
que pondrán de relieve lo que llamaremos el
presente etnográfico.
A continuación revisaremos el desarrollo de
los estudios antropológicos sobre Rapa Nui
distinguiendo aquello relacionado con la trayectoria general de la antropología chilena de lo
que se presenta como particular a los estudios
sobre la isla e identificando paradigmas y
tendencias temáticas.
La mirada naturalista
Durante el siglo XIX varios intelectuales
chilenos abogaron porque la investigación
científica fuese un emblema identitario de un
país moderno y progresista. Como parte de este
esfuerzo, Rudolf A. Phillipi, director del Museo
Nacional, promovió la creación de una colección
que presentara “lo chileno” y “lo exótico” del territorio nacional. En los museos de historia natural,
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que en su concepción fueron una continuidad
de los gabinetes de curiosidades surgidos en el
siglo XVII y XVIII en Europa, todos los objetos
provenientes de sociedades no occidentales
eran conceptualizados como parte de la “historia
natural”. Las sociedades científicas chilenas del
siglo XIX y principios del siglo XX, siguiendo el
modelo francés, definieron la ciencia antropológica como “historia natural del hombre” (Porter,
1909; Lenz, 1924). Esta estaba constituida por:
la antropología (descripción anatómica, física y
patológica), la etnografía (descripción de tribus
o naciones aisladas), la etnología, la lingüística,
la arqueología y la prehistoria (Porter, 1909).
Así, el museo de “ciencias naturales” contenía
elementos de la naturaleza, pero también de
las poblaciones indígenas, bajo una denominación de antigüedades, en la que los límites
entre los objetos arqueológicos y los etnográficos estaban poco claros (Schell, 2001). Cabe
destacar que hasta principios del siglo XX
no existía una sección de antropología en el
museo, a pesar de contar con una colección de
1.086 objetos etnográficos y sobre 3.687 piezas
arqueológicas (Moore, 1910). Esta sección
recién se crea en 1914 (Mora, 2016).
Phillipi organizó diversas expediciones tanto
al norte como al sur de Chile y encargó también
a otros las observaciones, los registros y la
colecta de objetos con la finalidad de acrecentar
las colecciones del museo. Uno de estos
encargos los recibió el capitán de marina Ignacio
Gana, comandante de la nave O’Higgins, para
observar y registrar la historia natural de Isla de
Pascua en el año 1870, dieciocho años antes
que el Estado chileno la incorporara a su territorio. Se trata de la primera expedición chilena
a la isla. La misión, aparte de ser una excursión
de formación de cadetes e infantes de marina,
era recopilar toda la información necesaria para
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determinar si el territorio podía y ameritaba ser
anexado por el país (Phillipi, 1874).
La misión de la O’Higgins tuvo mucho en
común con las expediciones europeas del siglo
XVIII en el Pacífico, caracterizadas por una
mezcla de intereses expansionistas y científicos, lo que da cuenta de un fenómeno epocal
para observar las relaciones dentro de una
lógica colonial mayor. Los informes redactados
por los capitanes y el médico de a bordo son
las primeras informaciones de interés etnográfico producidas desde Chile, mientras que los
objetos recolectados pasaron a formar parte de
la colección del Museo de Historia Natural.
Destaquemos que la información colectada
fue utilizada por Philippi, junto a algunos de
los diarios de los navegantes europeos6, para
redactar su Jeografía de la Isla de Pascua y sus
habitantes (1874), texto que se inscribe en lo
que Bengoa (2014) llama una mirada naturalista. Phillipi describe la geografía, el clima, la
flora, la fauna y los habitantes, centrándose en
su físico, en elementos de la “religión” y “los
usos y costumbres”. Los habitantes eran parte
de la geografía del lugar. Incluye además una
descripción sobre “las estatuas y esculturas
de piedra y madera”. Su texto termina con la
descripción de los objetos recolectados por
la misión de 18707 y aporta un vocabulario,
extraído de los informes redactados por los
oficiales de la O’Higgins.
Este texto resume las interrogantes que
guiarán durante los siguientes cincuenta años
las investigaciones, centradas en el estudio de
las construcciones megalíticas, en el origen
de los habitantes y en el desciframiento de los
rongorongo como eventual sistema de escritura. Al mismo tiempo, la población fue conside-
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
rada en vías de desaparición, tanto por razones
demográficas, sanitarias como culturales8. Este
texto llegó a ser una importante fuente para los
estudios antropológicos de la primera parte del
siglo XX, siendo una de las escasas referencias de origen chileno para el estudio de Rapa
Nui. Otras descripciones del período rescatan
aspectos tales como la nutrición, que se catalogó
de pobre por no incluir proteínas animales,
o el clima húmedo, a la par de las conductas
sexuales, leídas con patrones morales de
la época y elementos de juicio a la hora de
calificar el estado degradado de sus habitantes.
Claros fueron los conceptos emanados de un
imaginario en torno de la otredad de un sujeto
exótico al que era posible atribuirle un canibalismo gastronómico producto de un estado
de guerra permanente (Polakowsky, 1895;
Ossandón, 1903)9. El enfoque naturalista se
mantiene presente incluso en algunos trabajos
de mediados del siglo XX (Bórmida, 1951).
La segunda expedición organizada desde
Chile que recogió datos antropológicos fue la
misión meteorológica de 1911 de la Universidad
de Concepción, dirigida por el ingeniero alemán
con residencia en el país, Walter Knoche.
Esta misión se inscribe en la misma lógica de
aprehensión de Rapa Nui como objeto científico
desde las ciencias naturales. Knoche, acompañado por el botánico del Museo Nacional
de Historia Natural, Francisco Fuentes y su
ayudante Edgardo Martínez, tenía como objetivo
instalar una estación meteorológica, otra sismológica y estudiar desde el higienismo la situación sanitaria de los habitantes, en especial de
los leprosos (Knoche, 1912a, 1913). Solo por
interés personal, Knoche registró un importante
corpus de información etnográfica (Mückler,
2015). Con él empezamos a reconocer la
emergencia de un nuevo paradigma para leer
Rapa Nui, consistente en la recopilación de
leyendas y la descripción de prácticas sociales
vistas como vestigios. Knoche se interesó en el
tatuaje, que califica como una práctica extinta,
en la recopilación de leyendas para salvaguardarlas (Knoche, 1912b) y en la colecta
de objetos etnográficos (Knoche, 1926, 1927).
Edgardo Martínez, quien permaneció en la
isla durante un año, se interesó en la lengua y
publicó el primer vocabulario bilingüe producido
en Chile10 (Martínez, 1913).
El interés científico de carácter naturalista
por parte del Estado de Chile fue intermitente y circunstancial: si en 1870 primaba el
interés por una expansión territorial de Chile
hacia el Pacífico y para tales efectos se relevó
información tanto geográfica, demográfica
como sanitaria, en 1911 -ya anexada la isla
a Chile- se estudiaban los potenciales económicos del suelo isleño. Después de estas dos
expediciones no vemos un nuevo esfuerzo
en el estudio de este territorio por parte del
Estado sino hasta 1935, cuando se releva su
valor patrimonial. Sin embargo, no será hasta
los años sesentas en que la investigación
antropológica y sobre todo la arqueológica,
adquieren una mayor relevancia desde Chile
(Seelenfreund, 2009).
La mirada rescatista y el giro etnológico
El enfoque del rescate es la continuidad lógica
de la mirada naturalista en el sentido de recopilar,
clasificar y describir la totalidad de una realidad
dada. En el caso de Rapa Nui, sus habitantes
eran vistos como vestigios vivientes de un pasado
glorioso y misterioso, próximos a desaparecer
(Phillipi, 1874; Routledge, 1919; Métraux, 1971
[1941]; Barthel, 1978), de ahí la importancia y
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la urgencia de salvaguardar cuanta información
fuese posible sobre los modos de vida tradicionales. En esta lógica, el patrimonio arqueológico,
que a los ojos de la época era el vestigio de una
alta civilización de la antigüedad, se consideraba distanciado de la población rapanui observada. El obispo Edwards (1918), quien había
visitado la isla en dos ocasiones (1916 y 1917),
y que representaba una de las altas autoridades
morales de Chile, escribe respecto de Rapa Nui
y sus vestigios:
¿Quiénes fueron los primeros pobladores de esta
isla? ¿de dónde vinieron y cómo llegaron hasta ella?
Hubo en una época remota en la Isla de Pascua una
población numerosa y de un alto grado de cultura. Para
afirmarlo basta contemplar los restos, desafiando el
tiempo y a la codiciosa barbarie de los hombres, aún
quedan de las obras que llevaron a cabo los primeros pobladores. En las orillas del mar y en las laderas
de los volcanes se contemplan hasta hoy los restos
de construcciones gigantescas. Los dilatados malecones, los cimientos de los palacios, tal vez antiguos
templos, que eran justamente antiguos cementerios,
son mudos testigos de sacaremotas [sic] grandezas…
¿qué pueblo, qué raza realizó estas obras? las tabletas
y piedras con inscripciones jeroglíficas [...] son indicios
de la cultura de los antiguos pobladores de Pascua.
Sólo en los pueblos más adelantados se encuentran
vestigios de escritura [...] centenares de estatuas se
ven diseminadas por la Isla, de pie algunas, caídas las
más: quiénes fueron los soberbios faraones que levantaron estos monumentos? ¿Cuál es su significación?
¿Quién y con qué poderosos medios los arrastró a
través de las praderas pedregosas y por las pendientes
de los volcanes?. (pp. 7-9)
Hasta entrada la segunda mitad del siglo XX,
el grueso de las investigaciones sobre Rapa
Nui fueron realizadas por investigadores profesionales extranjeros y combinaban arqueología,
estudios raciales y lo que hemos llamado el
rescate de leyendas, historia y formas de vida
entendidas como tradicionales (Barthel, 1978;
Seelenfreund, 2007; Foerster, 2016; Muñoz,
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2017a), las que eran relatadas por unos pocos
informantes clave. Todos los investigadores
señalaron en su momento que se encontraban frente a la dificultad del olvido de la
cultura ancestral. Este enfoque y la necesidad
del rescate pueden resumirse en el célebre
comentario de Alfred Métraux (1957) cuando
describe las “angustiosas” condiciones para el
trabajo etnográfico que presentaba la isla. Para
Métraux, no existía otra isla en todo el Pacífico
en la que quedaran tan escasos vestigios de la
cultura antigua (Métraux, 1971 [1941]).
La investigación sobre Rapa Nui en este
período se inscribe en una serie de interrogantes mayores sobre la antropología y la
arqueología del Pacífico que poco interesaba
a la academia chilena o al Estado, visto que no
se promovieron este tipo de estudios. Una de
las grandes áreas de investigación era sobre
los orígenes de los polinesios. Esta pregunta se
plantea ya durante las primeras exploraciones
europeas en la Oceanía del siglo XVIII (Howard,
1967). En el siglo XX, con posterioridad a la
creación de museos antropológicos en Hawaii
y Nueva Zelandia, se dio inicio a la antropología
histórica del Pacífico y desde 1920 en adelante,
la arqueología de esta región se ha preocupado por rastrear y establecer una “secuencia
cronológica de dispersión y poblamiento”
de las islas y los archipiélagos (Kirch, 2010).
En esta época, instituciones como el Bishop
Museum de Hawaii promovieron expediciones
antropológicas y etnográficas que enviaron
simultáneamente equipos de investigación
a las islas Marquesas, a Tonga, a las islas
Australes y a Hawaii. Cada equipo llevaba un
etnógrafo para estudiar la organización social y
religiosa y un arqueólogo para el estudio de la
cultura material, en especial los monumentos
de piedra, y “resolver el tema del origen de los
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
polinesios” (Gregory, 1921). La expedición de
Katherine S. Routledge a Rapa Nui, que si bien
no fue promovida por una institución sino que
contó con financiamiento privado, se enmarca
bajo las mismas interrogantes.
Varios de estos estudios concluyen que
desde la arqueología eran pocos los datos que
se podían obtener en vista de la ausencia de
depósitos estratigráficos. Bajo el prisma de las
teorías difusionistas de la época, se promueven
entonces los estudios antropológicos sobre
migraciones, los que propusieron encontrar
los orígenes de los polinesios en las culturas
brahmánicas de la India o de Indo China (véase
Handy, 1930 o McMillan-Brown, 1997 [1924]
para Rapa Nui). Al mismo tiempo, entre 1920 y
1930, los antropólogos físicos proponen tabulaciones antropométricas y divisiones raciales
de los pueblos oceánicos. Uno de los textos
surgidos en esos años es la síntesis de Peter
Buck (1938), forjada en un caldero de prejuicios
raciales de principios del siglo XX (Saura, 2019).
El debate sobre los orígenes polinesios se
trasladó rápidamente a los estudios en Rapa
Nui, buscando todo tipo de relaciones con otras
islas de Oceanía o incluso con Asia, por medio
de paralelos en las construcciones megalíticas o bien a través de los estudios raciales.
En estos estudios prima una atemporalidad
en la cual la construcción de los monumentos,
los restos arqueológicos de asentamientos,
artefactos y datos etnográficos eran estudiados
como objetos sincrónicos. La visión de una
sociedad pasada inmutable, en ese entonces
desaparecida, sienta las bases del ideario sobre
los “misterios” de Rapa Nui y sus nexos con una
“civilización perdida”, ideas que han permeado
la literatura popular sobre la isla.
La mirada rescatista tuvo la particularidad de
otorgar un nuevo protagonismo a los rapanui,
vistos ahora como informantes del pasado.
Llamaremos a este cambio de enfoque el giro
etnológico, el cual se produce principalmente
con las investigaciones de Katherine Routledge
y Alfred Métraux. El giro etnológico permitió
salir del paradigma naturalista, que mostraba
poco interés en los rapanui contemporáneos
más allá de la hipótesis de su próxima extinción como “raza”. Por otra parte, este enfoque
permitió centrar la atención en recopilar
información desde la memoria oral de los
habitantes, la cual comenzó a ser vista como
la mejor fuente para acceder al pasado, debido
a la supuesta ausencia de depósitos estratigráficos (Lavachery, 1939). Los problemas a
resolver seguían siendo los mismos: el origen
de los habitantes, el significado, los modos de
construcción y el transporte de los moai y el
desciframiento del rongorongo.
Routledge, en sus casi 17 meses de estadía
en Rapa Nui11, reconoció la importancia de lo
que ella llamó “la memoria viva” conservada
por los ancianos. Esto la llevó a recopilar una
inmensa cantidad de información memorial,
ayudada por un grupo de ancianos mujeres y
hombres que habían nacido antes de la llegada
de los misioneros, pero mucho después del
paso de las primeras exploraciones europeas12.
Con ellos pudo sacar a la luz ciertos elementos
de la organización social, conceptos religiosos,
rituales de iniciación, canciones, mitos e historia
local, todos los cuales podían servir para
reconstruir una imagen global de la sociedad
del pasado13. Con Routledge y estos ancianos
nace en Rapa Nui el oficio de informante, al
mismo tiempo que algunos rapanui dan una
nueva valorización a su pasado como fuente de
interés para los extranjeros14.
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El principal intérprete de Routledge fue Juan
Tepano, de unos 40 años de edad y que había
estado en Chile, por lo que manejaba bien el
castellano y tenía ciertas nociones de inglés.
Tepano tradujo e interpretó toda la información dada por este grupo de ancianos, entre
los cuales se encontraba su madre, Paulina
Veriamo, nacida hacia 1830. Tepano será más
tarde el principal informante de Métraux, quien
lo califica de “maori15 del folclore de la isla”
(Métraux, 1971 [1941], p. 1) e indica además,
que “su reputación llegaba hasta Chile”
(Métraux, 1957, p. 23).
Si bien Routledge (1919) no publicó una obra
científica sino más bien un libro sobre su viaje,
este entregó un nuevo impulso a la posibilidad de entender el pasado rapanui desde los
recuerdos de los habitantes vivos. Este impulso
fue llevado casi al límite 15 años más tarde por
Métraux, quien llegó a la isla a la cabeza de una
misión científica europea.
A diferencia de la misión de Routledge,
financiada con fondos privados (Van Tilburg,
2003), la llamada misión francobelga estaba
auspiciada por el Instituto de Etnología de la
Universidad de París, el Museo de Historia
Natural de París, bajo la supervisión de Paul
Rivet y del Museo Real de Arte e Historia de
Bélgica. La expedición estaba compuesta
por el ya mencionado Alfred Métraux16 como
etnólogo y por Henri Lavachery como arqueólogo. El gobierno chileno instruyó la participación del médico Israel Drapkin con el objetivo
de estudiar la situación de la lepra (Métraux,
1971 [1941]). Drapkin fue una incorporación
de último momento para reemplazar a Charles
Louis Watelin, quien falleció en la travesía del
Cabo de Hornos (Lavachery, 1939). El objetivo
último de la expedición era dar respuesta al
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“misterio” de la escritura rongorongo, de la cual
se especulaba tenía un origen en el valle del
Indo en Pakistán (Laurière, 2014)17.
En solo seis meses de trabajo de campo,
Métraux, junto a unos pocos hombres y mujeres,
todos nacidos durante la segunda mitad del siglo
XIX y en los albores del XX, y con un importante
trabajo posterior de comparación etnológica,
logró resituar a Rapa Nui dentro de la literatura
antropológica del Pacífico. Reconoce haber
llegado muy tarde pues lamenta que varios
ancianos habían muerto en 1927 debido a una
epidemia de tuberculosis, y que las personas
ancianas tenían ya una memoria frágil (Métraux,
1971 [1941]). A pesar de ello, su obra es aún
hoy el trabajo etnológico más completo sobre
el pasado de Rapa Nui que continúa alimentando la reflexión antropológica y arqueológica.
Métraux intenta dar por terminada la interrogante sobre los orígenes de los habitantes y da
una interpretación convincente del rongorongo
como un sistema mnemotécnico (Métraux, 1971
[1941]; Fischer, 1997). En cuanto a los trabajos
arqueológicos, estos estuvieron a cargo de
Lavachery, que en gran medida dedicó su
tiempo a prospectar la costa norte y registrar los
petroglifos. Sus escritos sobre el arte rupestre,
en particular los petroglifos, siguen vigentes
(Lavachery, 1939). Por su lado, Drapkin (1935)
no solo se dedicó al estudio de la lepra, sino que
hizo los primeros estudios demográficos y de
grupos sanguíneos, además de contribuir a la
expedición con la colecta de flora y fauna para
alimentar las colecciones de “historia natural”
de los respectivos museos europeos (Métraux,
1971 [1941]).
El hecho que el volumen Ethnology of Easter
Island de Métraux fuese publicado por el Bishop
Museum de Hawaii y apoyado por Peter Buck,
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
en ese entonces su director; que la misión
haya sido organizada desde París y Bruselas y
ejecutada por un investigador suizo, otro belga
y un chileno incorporado en último momento,
demuestra que hasta ese momento Rapa Nui
era foco de interés de una antropología internacional, vinculada además a importantes centros
de investigación en el Pacífico y Europa.
Esta tendencia continuará, al menos para los
estudios arqueológicos, hasta la actualidad.
El impacto de la misión francobelga se dejó
sentir en Chile en dos ámbitos. En primer lugar,
por la valorización de la isla como lugar patrimonial. En efecto, cuando la misión dejó Rapa Nui
en enero de 1935, transportó a Europa un moai,
una cabeza de moai y varios objetos arqueológicos y restos humanos. En ese momento, el
gobierno chileno tomó conciencia que la isla
podía ser un lugar de interés patrimonial. En el
imaginario nacional, la monumentalidad de los
restos arqueológicos le daba al país un lugar
en la lista de las grandes civilizaciones de la
antigüedad, comparable a los antiguos egipcios
y sumerios, como ya lo había sugerido el obispo
Edwards. Esta interpretación contribuyó a crear
un “orgullo nacionalista” en la apropiación de
Rapa Nui como patrimonio nacional (Faba,
2012). En este contexto, la salida de restos
arqueológicos fue conceptualizada como un
expolio del patrimonio del país, aunque dichos
vestigios no estaban aún protegidos legalmente
(Ministerio de Relaciones Exteriores, 1935). En
segundo lugar, por la obtención de 35 piezas
etnográficas africanas que llegan al Museo
Nacional de Historia Natural procedente de las
colonias francesas. Aunque Latcham (1936) lo
describe como una “retribución” por el apoyo
que recibió la expedición francobelga, se trató
en realidad de una compensación negociada
por el Museo Etnográfico de París por la salida
no autorizada de Chile de los objetos (Ministerio
de Relaciones Exteriores, 1935).
Esta situación llevó a la elaboración de una
misión científica chilena destinada principalmente
a levantar un inventario de los restos arqueológicos para su futura puesta en valor (Vergara,
1939), lo cual fue materializado en 1935 con la
inscripción de Rapa Nui como Parque Nacional18
y Monumento Histórico19. Se trata entonces de la
tercera misión chilena. Curiosamente, la persona
encargada del estudio fue el misionero capuchino
Sebastián Englert, quien se convertirá en otra de
las fuentes imprescindibles para aproximarse a
la historia rapanui.
El trabajo de Englert es de una complejidad mayor y complementa los resultados de
Métraux. Englert fue más sensible a lo que
podemos denominar la historia local cuando
posiciona a sus informantes en largas genealogías. Como lo ha indicado Muñoz (2017b),
Englert logró conectar con personas vivas a
varios de los personajes que aparecían en las
leyendas recopiladas. La memoria genealógica, si bien reconocida ya por Routledge como
importante, es con Englert que adquiere toda
su relevancia para la reconstrucción histórica
y las cronologías arqueológicas. Otra de sus
contribuciones fue el publicar en español y en
rapanui una serie de leyendas, una gramática y
un diccionario de la lengua, haciendo accesible
dicho material en Chile (Englert, 2006 [1936]).
Cabe destacar que su libro de difusión, La tierra
de Hotu Matu’a (1948), contribuyó a establecer
una versión canónica del mito de poblamiento
tanto para los futuros investigadores como para
la comunidad rapanui (Muñoz, 2017a).
Los trabajos etnológicos realizados por misioneros se inscriben dentro de la misma lógica
Revista Antropologías del Sur
del rescate enunciada por Bengoa (2014),
pero que en el caso de Rapa Nui tuvieron la
particularidad de abordar también la historia
moderna. Notables son los registros dejados
por el también capuchino padre Bienvenido de
Estella (1920, 1921), que plasmaron cómo los
rapanui recordaban e interpretaban la anexión,
cómo vivían el catolicismo, así como también
cómo festejaban los nacimientos o sufrían las
muertes. Esta etnografía misionera fue sensible
al momento presente, lo que paradójicamente
aparece descuidado tanto por Métraux como
por Englert.
El paradigma rescatista encontró un nuevo
impulso en 1955 cuando, durante la expedición noruega organizada por Thor Heyerdahl20,
se toma conocimiento que algunas familias
conservaban antiguos cuadernos donde habían
transcrito leyendas. Dos años más tarde, el
etnólogo alemán Thomas Barthel centrará su
investigación en descifrar uno de estos textos:
el “Manuscrito E”.
La visita de Barthel en 1957 se realizó durante
su estadía en el recientemente formado Centro
de Estudios Antropológicos de la Universidad de
Chile (CEA). Como resalta el autor, su intención
no era el rescate de conocimientos antiguos. En
una carta dirigida a Métraux relata:
[...] voy a hacer un estudio de los cambios culturales
más destacados que tuvieron lugar desde vuestra
estancia en 1934-35. Como en breve se completará
la nueva pista de aterrizaje, parece necesario hacer
esta investigación. Este “re-estudio” puede resultar de
mayor interés científico que hurgar por tradiciones antiguas21. (en Fischer, 2009, p. 5)
Sin embargo, contrario a sus expectativas,
como algunas familias rapanui mantenían
un interés activo en los conocimientos de su
Año 7 N°14 2020
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pasado, su trabajo de campo terminó centrándose en discusiones sobre una “cultura de
memoria” (memory culture) (Barthel, 1978,
p. ix). La nueva posición del rapanui como
informante del pasado le permitió a Barthel
interpretar desde el interior el “Manuscrito E”,
documento que narraba en detalle el descubrimiento de la isla, la preparación y la migración
de Hotu Matu’a, Ava Rei Pua y Tu’u Ko Iho,
así como los pormenores de la colonización
(Barthel, 1978).
Barthel a diferencia de Métraux, que solo
nombra a dos de sus informantes (Juan Tepano
y Victoria Rapahango), entrega la identidad de
cada uno de ellos, lo que permite hoy saber
cuáles eran las familias rapanui que detentaban un saber memorial. Al mismo tiempo,
su trabajo de interpretación se alimentó de
los resultados de investigación de Métraux y
Englert, con quienes mantuvo un estrecho
contacto (Fischer, 2009). El trabajo de Barthel,
si bien sigue la pauta de una etnografía rescatista, fue pionero por su mirada comparativa, al
posicionar e interpretar los relatos del Manuscrito E en el contexto de la cosmología polinésica y de comparación lingüística.
En esta misma línea de trabajo comparativo
encontramos la investigación de Horst Cain y
Anette Bierbach sobre religión y etnolingüística. Ambos investigadores alemanes, con una
amplia trayectoria de investigaciones en Samoa
(Cain, 1979), realizaron un estudio sobre “la
terminología mágico-religiosa de Rapanui”
(Bierbach & Cain, 1996, p. vii). Al igual que
Barthel, lograron posicionar la antigua cosmovisión rapanui en el contexto polinesio, dado
los escasos estudios realizados sobre estos
aspectos de la cultura insular.
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
Si bien hasta ahora todas estas investigaciones se centraron en una información
memorial bajo la forma de leyendas, técnicas
y genealogías, que permitían interpretar los
vestigios arqueológicos, una nueva área de
interés aparece con el trabajo del médico residente durante la década de 1970, el chileno
Ramón Campbell, la cual permitía otro acceso
al pasado. Se trata de la etnomusicología.
Campbell, a justa razón, indica que estos estudios habían sido descuidados por Routledge,
Métraux e incluso por Englert. Campbell (1971)
propuso una tipología y una clasificación cronológica de los cantos en la que consideró dos
grandes momentos: una etapa de “Música Antigua”, desde tiempos remotos hasta 1917, en
contraste con la “Música Moderna” (desde 1917
hasta la actualidad).
Asimismo, en su calidad de médico, Campbell
registró varias prácticas y saberes médicos,
que incluyen una copiosa terminología en
lengua rapanui sobre ciclos vitales, cuerpo,
sexualidad, embarazo, parto, puerperio, entre
otros, que registran tanto lo observado por él
como lo obtenido de sus informantes y que
portan una alusión vaga a un pasado remoto
(Campbell, 1993).
Todas estas investigaciones que proponían
rescatar los vestigios de la cultura rapanui,
desde Routledge hasta Campbell, poseen un
problema de fondo en la interpretación etnológica importante de resaltar. Si bien todas tenían
por objetivo reconstruir lo más fielmente posible
la sociedad rapanui del pasado, dicho pasado
se presenta “fuera del tiempo” (Thomas, 1996).
Todos tenían el objetivo de entender la sociedad
del tiempo en que los moai estaban aún de pie
a través de los recuerdos de los ancianos. Sin
embargo, ninguna de las personas que oficiaron
como informantes vivieron en dichos tiempos.
Es más, todos los informantes de Routledge
habían nacido al menos cien años después de
las primeras visitas europeas. Con los informantes de Métraux, Englert, Barthel y Campbell
el dilema se acrecienta, puesto que la mayoría
había nacido a finales del siglo XIX. El pasado
de esta sociedad aparece así indeterminado,
se distancia sustantivamente de lo que los
autores observan en sus pares temporales. Por
otra parte, los recuerdos secundarios, más que
enunciar un pasado histórico lejano, eran más
bien interpretaciones locales del pasado, muchas
veces reciente. Ambos dilemas es lo que Fabian
(2002) llamó la negación de la co-temporalidad.
La información memorial recopilada estaba
haciendo referencia a una sociedad profundamente transformada y no a aquella en la cual los
rapanui no conocían influencias externas a su
sociedad. Por otra parte, como hemos indicado
más arriba, el momento presente, a excepción
de Routledge y la etnografía misionera, fue
profundamente descuidado.
La mirada de la aculturación
A partir de 1960 la antropología chilena entra
en su fase de institucionalización (Arnold, 1990;
Palestini et al., 2010; Bengoa, 2014). Veinte
años después de la formación del Centro de
Estudios Antropológicos de la Universidad de
Chile (CEA), vemos a un primer equipo de investigadores chilenos interesados en Rapa Nui. Las
hipótesis de principios de siglo, que anunciaban
la desaparición de esta sociedad y de la “raza”,
dejaron de concentrar los esfuerzos interpretativos dando paso al estudio de la aculturación.
Este cambio de paradigma de la antropología
chilena fue influenciado por la antropología
Revista Antropologías del Sur
norteamericana, donde el método prestaba
atención a los contactos culturales y los efectos
de estos en el cambio cultural. La cultura era
conceptualizada como un conjunto de saberes,
prácticas y valores propios y autónomos de
cada grupo humano y se entendía a los sujetos
como portadores de la misma; de modo que el
contacto cultural implicaba la transformación
del sistema nativo, influenciado por la cultura
foránea (Linton, 1945)22.
Los análisis sobre la aculturación se inician
durante la expedición noruega y provienen
de los escritos del arqueólogo norteamericano Edwin Ferdon (1957, 1958). Sus textos,
aunque poco citados en el medio antropológico
chileno, fueron pioneros por el interés dado al
presente etnográfico y marcaron una importante diferencia respecto del trabajo de Métraux
y de Barthel. Recordemos que Métraux (1971
[1941]) expresó que su misión etnológica de
1934 descuidó el análisis de la aculturación que
era lo “verdaderamente interesante” en la isla.
En opinión de Ferdon:
Hoy en día, el contacto inicial con los nativos de la Isla
de Pascua y su pueblo de Hangaroa crea la ilusión
definitiva de que aquí la aculturación hacia un patrón
chileno se acerca a su finalización y es solo cuestión
de que el gobierno apruebe las leyes necesarias para
darles el derecho al voto hasta que se produzca la
absorción final que está en buen camino. Rasgos tales
como casas en marcado estilo europeo o casas con
paredes de cemento con techos de hojalata ondulada,
la plena aceptación de la cabalgata y de la cultura del
caballo, el uso ocasional de carretas y arados tirados
por bueyes y la completa aceptación de las vestimentas europeas, incluyendo zapatos bien lustrados el día
domingo, reflejan más bien un entorno continental rural
que una isla habitada por polinesios en el Pacífico.
(1957, p. 224)23
Año 7 N°14 2020
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El enfoque de la aculturación se vio perennizado en la antropología chilena sobre Rapa Nui
con el trabajo realizado por el recientemente
formado Instituto de Estudios de Isla de Pascua
de la Universidad de Chile24. En agosto de 1981
se realizó en la isla el Primer Seminario de Antropología de Isla de Pascua, en el que el equipo
encabezado por Claudio Cristino, presentó los
primeros resultados de una investigación realizada in situ desde 1979. Esta investigación
pretendía identificar cómo la cultura rapanui
había cambiado a lo largo de su historia. De
esta presentación, emana un documento que
marcará el tono de la reflexión antropológica
chilena sobre Rapa Nui (Cristino, Recasens,
Vargas, González & Edward, 1984). Su título
resume el propósito: “Isla de Pascua: Procesos,
alcances y efectos de la aculturación”. Tomando
como referencia el trabajo de Ferdon y de los
teóricos norteamericanos de la aculturación,
como Herskovitz, Linton y Redfield, el equipo
propone la siguiente tesis (Cristino et al., 1984):
Desde su descubrimiento en 1722, la Isla ha sido escenario de un continuo y progresivo proceso de aculturación. Este presenta una secuencia abigarrada de
cambios sociales y culturales, cuyas características
dependen en parte del tipo de agentes que intervinieron, de cuáles fueron sus motivaciones y de la intensidad de su acción sobre la población. Este fenómeno ha
venido a ser problematizado en la actualidad, a raíz de
haberse iniciado en las dos últimas décadas una acelerada y multifacética aculturación, debido a la introducción en la Isla de una serie de cambios de carácter
económico, social, cultural y político. (p. 6)
El objetivo de este enfoque era:
[...] determinar exactamente qué es esta “cultura
pascuense”, cuáles han sido sus respuestas frente a
los contactos diferenciales que ha sufrido, qué cambios
sustanciales han producido éstos y, cuáles son, desde
esta perspectiva, los actuales problemas de la población. (Cristino et al., 1984, p. 1)
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
Bajo este prisma teórico, el equipo chileno
leyó la historia rapanui identificando las
mutaciones ocurridas tanto en la organización social como en el sistema de creencias.
El impacto de la publicación de Cristino et al.
(1984) se debió principalmente al hecho que fue
una de las primeras en sistematizar la historia
contemporánea de la sociedad, pero por sobre
todo, porque fue durante años el único trabajo
publicado en castellano y por tanto, accesible
para las nuevas generaciones de estudiantes
de antropología.
Los autores proponen una periodización de los
“contactos culturales” que generaron “cambios
en los patrones culturales”. Esta, como lo ha
señalado recientemente Foerster (2016), sigue
siendo de utilidad. En su periodización, la última
fase es llamada “sociedad abierta”, que, según
Cristino et al. (1984), se caracteriza por:
[...] la apertura total del sistema. La Isla se vincula
estrechamente con el mundo exterior a través de los
medios de comunicación, contactos aéreos permanentes y la llegada de grandes contingentes de funcionarios continentales, extranjeros y turistas, que generan
profundos cambios del modo de vida isleño. El isleño
busca la “continentalización” y adhiere a todas las
formas externas de la cultura occidental, modificando
día a día su modo de vida “tradicional”. (p. 29)
La conceptualización de esta fase dio el marco
a la emergencia de nuevas temáticas de investigación que si bien no fueron numerosas, permitieron salir del enfoque rescatista y concentrarse
en el presente etnográfico. Así por ejemplo, en
los años ochenta aparecen los primeros trabajos
sobre la emigración rapanui a Chile continental
(Goñi, 1983; Santibañez, 1986), fuertemente
influidos por la teoría de la aculturación que se
aplicaba a otros contextos chilenos desde los
años cincuenta (Munizaga, 1961).
Resulta interesante constatar que al mismo
tiempo en que los antropólogos chilenos leen los
cambios en la sociedad en términos de aculturación, investigadores extranjeros empezaban
a leer la historia rapanui como una serie de
adaptaciones y modos de resistencia o reapropiación, donde una matriz cultural propia modificaba los elementos foráneos (McCall, 1976;
Porteous, 1981; Delsing, 2009). Se empieza
así a conceptualizar y observar los procesos
que podemos llamar de “resiliencia”, tanto en el
pasado como en el presente.
La mirada de la resiliencia
El concepto de resiliencia hace referencia a la
capacidad de los individuos de sobreponerse a
una situación traumática; es un concepto venido
de la psicología social utilizado en antropología
por Gregory Bateson (1972). Este enfoque fue
el aplicado por Grant McCall en su tesis de
doctorado titulada Reaction to Disaster: Continuity and Change in Rapanui Social Organisation (McCall, 1976). Su hipótesis es que los
rapanui tuvieron la capacidad de “reaccionar al
desastre”, como lo indica el título de su trabajo.
En esta “reacción”, McCall identifica que ciertos
aspectos de la cultura profunda sirvieron para
modificar y adaptar las influencias foráneas
a la cultura local. El autor discute las tesis de
Ferdon para poner en evidencia cómo una
matriz cultural rapanui actuaba en un proceso
de adaptación, reapropiación y rechazo de las
influencias externas.
El libro que McCall pública después de su
tesis doctoral, titulado Rapanui, tradition and
survival on Easter Island (McCall, 1981), traducido al castellano diez años después, caracteriza esta transición entre los estudios de rescate
Revista Antropologías del Sur
y aquellos que leen la aculturación no como
un proceso lineal, sino como procesos divergentes y convergentes donde emergen nuevas
formas culturales (Bateson, 1972). En lugar de
inventariar los cambios culturales y definir un
proceso lineal de transformación social, McCall
se enfocó en cómo la sociedad rapanui se
adaptó a los cada vez más rápidos y constantes
contactos culturales. McCall concluye que si
bien existieron transformaciones mayores en
ciertas áreas de la cultura, como en la religión
o el sistema político, en otras esferas más
íntimas persistieron ciertos aspectos culturales
que permitieron la adaptación de los patrones
foráneos a una nueva cultura rapanui que
emergía. Así, la sociedad rapanui no desapareció porque el sistema cultural y la ingeniosidad de sus miembros permitieron modificar
los modelos foráneos. McCall concluye que
durante los años setenta, “por debajo de una
apariencia de chilenidad se esconde un patrón
cultural polinésico” (1981, p. 65), el cual puede
ser observado a través de las relaciones de
parentesco, el trabajo colectivo y el modelo de
tenencia de la tierra.
Pensamos que el trabajo de McCall influencia
dos tendencias actuales de la antropología
chilena sobre Rapa Nui. En primer lugar, una
que podemos denominar como antropología
histórica, consistente en la recopilación y sistematización de corpus documentales, tanto para
reconstruir genealogías, observar las relaciones
coloniales o analizar momentos precisos de la
historia rapanui (primeros contactos, evangelización, colonialismo chileno, etc.). La segunda
es la valorización del presente etnográfico que
da pie al análisis de temáticas específicas.
En una línea similar, aunque varios años más
tarde, se inscribe el trabajo de la antropóloga
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holandesa, residente en Chile, Riet Delsing.
Su tesis doctoral, defendida en 2009 en la
Universidad de California, Santa Cruz, publicada primero en inglés (Delsing, 2015) y luego
en castellano (Delsing, 2017), nos presenta
un análisis general de las estrategias de resistencia, apropiación y negociación de la sociedad
rapanui frente al Estado chileno. El argumento
es que la sociedad rapanui ha empleado lo que
la autora llama diferencia cultural como una
herramienta para construir espacios de autodeterminación política. Utilizando conceptos de
los cultural studies y del posestructuralismo,
el trabajo de Delsing aporta con un efecto de
actualidad, puesto que entrega antecedentes
de los acontecimientos políticos más importantes de los últimos treinta años, como lo es
la aplicación de la Ley Indígena y la creación
de organizaciones de representación, como el
Consejo de Ancianos, el Parlamento Rapa Nui y
–en su versión revisada en español– el “consejo
de clanes” Honui (Delsing, 2017).
Desde el abordaje de la resiliencia, el presente
etnográfico adquiere relevancia y desde éste
se analizan problemáticas particulares sobre
aspectos culturales específicos. Con estos
cambios paradigmáticos se deja de lado tanto el
abordaje holístico de la sociedad rapanui, como
lo hizo Métraux en su monografía (1971), como
también las temáticas que habían sido privilegiadas por la antropología clásica, tales como
el problema de los orígenes de los habitantes,
las interrogantes ligadas al megalitismo y el
desciframiento de las tablillas rongorongo.
Estas temáticas pasan a ser campos especializados dentro de la arqueología, la bioantropología y la arqueogenética (Green, 1998, 2000;
Stefan, 2001; Matisoo-Smith & Robins, 2004),
el estudio de la estatuaria (Van Tilburg, Dunn &
Sherwood, 2020), la criptología y las ciencias del
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
lenguaje (e.g. Pozdniakov, 1996; Pozdniakov &
Pozdniakov, 2007; Horley, 2005, 2007; Melka
& Schoch, 2020 y una extensa bibliografía
adicional), entre otras especializaciones. Si
bien, el presente etnográfico comenzó a ser
observado en un primer momento por investigadores extranjeros, estos poco a poco fueron
dejando lugar a investigadores y estudiantes
nacionales. El presente etnográfico aparece
con fuerza en los trabajos que surgieron desde
la academia chilena.
Cabe destacar que el enfoque del rescate
memorial ha sido nuevamente puesto en valor
con los reportajes de investigación realizados
por la periodista Patricia Ŝtambuk, que interroga
las memorias sobre acontecimientos que
tuvieron lugar hace cien años atrás (movimiento
milenarista de 1914), o a fines de los años
sesenta (presencia de la base norteamericana) (Ŝtambuk, 2010, 2016). Ya no se trata de
reconstruir una sociedad de un pasado indeterminado, sino de salvaguardar cómo la sociedad
actual procesa su propia historia. Esto parece
apuntar a una problemática mayor y transversal
en el tiempo, que corresponde a la temática del
olvido y la preservación de la memoria.
Durante el último tercio del siglo XX observamos un doble giro paradigmático que permitió
centrar el interés en el presente etnográfico,
primero desde el enfoque de la aculturación como
un proceso largo e inacabado, y luego, desde la
perspectiva de la resiliencia y las formas performativas de crear y recrear una cultura y una
sociedad rapanui. Cabe destacar que recientemente Rapa Nui comienza a ser observada desde
sus interacciones con Polinesia, lo que alimenta
actualmente un proceso de renacimiento cultural
y reconfiguración política (Delsing, 2009; Muñoz,
2010, 2017a; Seelenfreund & Mardones, 2018).
La institucionalización de la investigación
en Rapa Nui
En la antropología como disciplina se pueden
reconocer dos grandes abordajes: uno teórico,
ligado tradicionalmente con la academia, que se
puede remitir a la fundación de la misma, y a
los diferentes enfoques que hemos desarrollado
en la sección previa; y otro aplicado y vinculado
con los enfoques desarrollistas que se inician
en la década de 1950. En Chile, con la institucionalización de la disciplina ambos enfoques
se despliegan en paralelo y se complementan.
La investigación antropológica
desde la academia chilena
Como ya se mencionó, la institucionalización
de la antropología chilena nace con el Centro
de Estudios Antropológicos de la Universidad
de Chile (CEA), creado en 1954, al alero de
la Facultad de Filosofía y Humanidades. Este
centro antecede tanto al Departamento de
Antropología de la Universidad de Concepción, fundado en 1968, y al de la Universidad
de Chile (UCh), fundado en 1969 (Arnold, 1990;
Garretón, 2005). A partir de la década de los
noventa se abren nuevas carreras de antropología en varias universidades privadas del país
pero, a pesar de ello, la investigación antropológica y arqueológica sobre Rapa Nui seguirá
siendo, hasta tiempos recientes un monopolio
de investigadores extranjeros.
La institucionalización de la disciplina estuvo
marcada por la mirada del director del CEA, el
arqueólogo norteamericano Richard Schaedel,
para quien la antropología debía entenderse
como una ciencia social general que abarcaba
tanto la antropología física, la lingüística, la
Revista Antropologías del Sur
arqueología y la antropología social. Durante
los primeros años del CEA, y dada la falta de
profesionales chilenos, se promovió la venida
de varios investigadores extranjeros para
desarrollar sus estudios arqueológicos en Chile
y formar a los futuros profesionales (Arnold,
1990). Entre los académicos que realizaron
clases figuran Alfred Métraux, invitado por la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO) en su calidad de antropólogo americanista y no como miembro de la expedición
francobelga a Rapa Nui; y en 1961, William
Mulloy, quien había trabajado en la isla en la
restauración del primer complejo monumental
(Ahu Akivi). Mulloy había formado parte en
1955-1956 de la expedición noruega.
En ausencia de antropólogos y arqueólogos
profesionales en el país, la Universidad de
Chile decidió enviar a los jóvenes estudiantes
del CEA como acompañantes de las expediciones científicas extranjeras, esto como parte
de su programa de formación y especialización. En este contexto llega a Rapa Nui, en
1955, Gonzalo Figueroa García-Huidobro para
integrar la expedición arqueológica noruega y
en 1957, Ruperto Vargas acompaña a Thomas
Barthel en la “Expedición Etnológica Chileno-Alemana”. Asimismo, en febrero de 1956, la
Universidad de Chile, a través del CEA, organiza
una expedición a la isla en la cual participaron
Gustavo Peña, Alberto Medina, Bernardo Berdichevsky, Francisco Reyes, Carlos Munizaga,
Gastón Bejarano, Eduardo Sánchez y Ottmar
Wilhelm25, médico de la Universidad de Concepción y de la Armada nacional, que había estado
en Rapa Nui26. También viajaron dos miembros
de la Sociedad Arqueológica de Viña del Mar,
Jorge Silva y Luis Strozzi. Sánchez se unió a la
expedición noruega y prosiguió con ellos a las
otras islas de la Polinesia oriental. Su colabora-
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ción quedó plasmada en un estudio comparativo
de las azuelas de basalto (Figueroa & Sánchez,
1965). De todas estas expediciones, probablemente la con mayor impacto disciplinar de
largo plazo fue la noruega, dado que dos de sus
miembros (W. Mulloy y G. Figueroa) dedicaron
el resto de sus vidas al estudio y la protección
del patrimonio arqueológico de la isla.
Durante su estadía de 18 meses en el CEA
(entre 1959 y 1961), William Mulloy estuvo más
de un año en la isla trabajando de la mano con
Gonzalo Figueroa en la primera restauración de
un sitio monumental. Durante la otra parte de
su estadía (en 1961) fue docente en la Universidad de Chile en Santiago. Desde mediados de
los años setenta, Mulloy contó en sus trabajos
con la participación de estudiantes de arqueología formados tanto en la Universidad del
Norte como en la Universidad de Chile. Primero,
Calogero Santoro, quien participó en la restauración de la aldea de ceremonial de Orongo;
luego Claudio Cristino y Patricia Vargas se
encargaron de continuar con el programa de
prospección arqueológica iniciado por Mulloy
en 1973. Posteriormente, ambos arqueólogos
fueron parte del Instituto de Estudios de Isla de
Pascua de la Universidad de Chile.
Al mismo tiempo que Cristino y Vargas
llegaban a la isla, regresaba a ella, como
director del Museo, Sergio Rapu Haoa. Rapu
fue el primer arqueólogo rapanui, formado
inicialmente como museólogo en el programa
de formación técnico-profesional al interior
del Museo Nacional de Historia Natural, y que
luego continuó estudios en las universidades de
Wyoming y de Hawaii, patrocinado por Mulloy.
A lo largo de estos años, los estudios arqueológicos opacaron en gran medida las investigaciones en antropología social.
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
La arqueología chilena en Rapa Nui entre los
años setenta y ochenta consistió principalmente
en la prospección emprendida por el equipo del
Instituto de Estudios de Isla de Pascua (IEIP)
que derivó en la publicación de un atlas con la
ubicación de los sitios arqueológicos, aunque
sin su identificación, y muchos años después
en un libro sobre los patrones de asentamiento
(Vargas, Cristino & Izaurieta, 2006). En este
periodo también se realizaron proyectos de
conservación y de restauración desde el museo
con el apoyo de la Dirección de Bibliotecas,
Archivos y Museos (DIBAM) y financiamiento
del gobierno regional27. Se trata de la puesta en
valor de los sitios monumentales como Ahu Nau
Nau y Ahu Tautira, una pequeña excavación y la
conservación de las pinturas de la cueva de Ana
Kai Tangata y luego un proyecto de estudio de
restos humanos en conjunto con la Universidad
de Wyoming28 (Seelenfreund, 1988, 2000; Cervellino, 1993; Seelenfreund & Holdaway, 2000;
Gill, 2000; Shaw, 2000a, 2000b). De los resultados de las excavaciones en Ahu Nau Nau solo
contamos con los análisis de los restos humanos
desarrollados por el equipo de la Universidad de
Wyoming (Gill & Owsley, 1993; Gill, 2000). Con
posterioridad a los años noventa, ya prácticamente no vemos involucramiento de la academia
chilena en proyectos de investigación en la isla, y
los escasos estudios realizados fueron llevados
a cabo por el equipo del IEIP de la Universidad de
Chile. El resto de los esfuerzos estuvo orientado
principalmente a la conservación de la estatuaria
(Bahamóndez, 2000).
Una repercusión directa de interés arqueológico es que, a partir de los años setenta, un
pequeño número de estudiantes rapanui ingresaron a estudiar esta disciplina en la Universidad de Chile. De estos solo una estudiante
continuó ejerciendo, trabajando siempre en
asociación con los equipos internacionales.
Recién en 2013 se tituló la primera arqueóloga
rapanui en una universidad chilena (Universidad Internacional Sek), pionera de una nueva
generación de profesionales isleños. Hoy, la
isla cuenta con seis profesionales rapanui (en
arqueología, bioantropología y antropología
social) graduados en instituciones nacionales.
La mayoría trabaja en la gestión patrimonial o
en consultorías de impacto ambiental. Destacamos que la actual gobernadora provincial,
Tarita Alarcón Rapu, es una de ellas. A la fecha,
no vemos aún el involucramiento de los profesionales jóvenes en el ejercicio académico.
Una forma de acceder al desarrollo de la
investigación chilena contemporánea sobre
Rapa Nui es a través de las tesis de pregrado
y de posgrado realizadas. Resulta interesante
preguntarse por cuáles eran las temáticas de
estudio durante la fase de institucionalización e
identificar el lugar que los estudios sobre Rapa
Nui ocupaban. Si bien la institucionalización de
la antropología en Chile no significó un aumento
considerable de investigaciones sobre Rapa
Nui, esto cambia entrado el siglo XXI.
Arnold (1990) desglosa las temáticas de las
tesis realizadas en la Universidad de Chile para
el periodo 1977-1987; del total de 84 tesis de
pregrado de antropología social, solo dos corresponden a estudios “pascuenses” (Cristino, 1979;
González, 1984). Estas tesis fueron realizadas
por estudiantes del programa de prospección
arqueológica iniciado en la década de 1970
por Mulloy (Arnold, 1990). Adicionalmente,
hubo una tesis de arqueología (Seelenfreund,
1980). Por otra parte, hemos podido determinar
que entre 1979 y 1990, considerando todas las
instituciones que imparten la carrera de antropología y sus subdisciplinas en Chile, solo cinco
Revista Antropologías del Sur
tesis abordaron temas de antropología, arqueología o historia rapanui, de las cuales la mayoría
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son de la Universidad de Chile (Figura 1).
Figura 1. Distribución de tesis en temáticas de antropología social, arqueología
o historia producidas en universidades chilenas entre 1979 y 2020.
Elaboración propia.
Revisemos en detalle las tesis producidas
durante este período. La primera tesis de arqueología en una universidad chilena sobre un tema
rapanui se defiende en 1979 (Cristino, 1979)
y la primera en antropología se realiza en 1980
(Cuadra, 1979). En toda la década de los años
ochenta solo se defienden dos tesis (González,
1984; Santibañez, 1986), reflejo tanto de las
dificultades de viajar en aquellos años a la isla,
como de la distancia con la cual se veía dicho
territorio y sus habitantes. Hay un extenso vacío
en cuanto a producción de tesis hasta mediados
de los años noventa, sin duda producto del cierre
de los centros de estudios y del exilio de varios
académicos durante la dictadura militar. En 1996 y
1997 dos estudiantes de historia en la Universidad
de Valparaíso, ambos alumnos de Jorge Silva,
reavivan los estudios sobre la historia contemporánea de Rapa Nui (Castro, 1996; Grifferos, 1997).
Cuando analizamos la distribución de las tesis
por decenios observamos un aumento significativo de las mismas a partir del año 2000 (Figura
2). Estas se reparten casi por igual entre la
UCh y la Universidad Academia de Humanismo
Cristiano (UAHC). Destacamos que el desarrollo
de la investigación antropológica realizada
por tesistas de pregrado en este período está
signado por los esfuerzos más bien individuales
de algunos académicos, como Mónica Weisner,
en la Universidad de Chile, Jorge Silva, en el
Departamento de Historia en la Universidad de
Valparaíso, Andrea Seelenfreund, en la UAHC
y en la Universidad Internacional Sek (USek) y,
más recientemente, por Rolf Foerster, también
en la Universidad de Chile.
En el caso de las cuatro tesis de la UCh del
decenio 2000-2010, dos están directamente
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
vinculadas al proyecto de investigación de
Weisner sobre temáticas de antropología médica
(Fajreldin, 2002; Leyton, 2004). Otra de las tesis
versa sobre educación y crianza (Zurob, 2009),
mientras que la última solo se relaciona tangencialmente con Rapa Nui (Menares, 2004).
Simultáneamente, las seis tesis defendidas en
la UAHC en el decenio 2000-2010 están directamente asociadas al fomento del estudio de la
insularidad que la Escuela de Antropología de
dicha institución comenzó a desarrollar. Así, los
temas abarcan desde las artes performáticas y
la Tapati Rapa Nui (Andrade, 2004), la relación
comunidad-museo (Budinich, 2006), la migración y la etnicidad urbana (Muñoz, 2007), las
discusiones en torno a la autonomía (Escobar &
Lagos, 2009), la alimentación (Ramírez, 2010) y
el etnopaisaje (Torres, 2010). Solo una tesis de
pregrado se registra en la Universidad de Valparaíso (Delaire, 2005). De este análisis podemos
concluir que recién a partir del año 2002 observamos un aumento sustantivo en las investigaciones de pregrado.
De las tesis producidas en el decenio
2011-2020, casi todas están vinculadas a dos
proyectos de investigación financiados por
fondos estatales (FONDECYT), uno alojado
en la UCh a cargo del profesor Rolf Foerster
y el otro en la UAHC dirigido por la académica Andrea Seelenfreund. Dos de las cuatro
tesis de la UCh producidas en este periodo se
vinculan al proyecto de Foerster (Garrote, 2013;
Alvear, 2014). Una está vinculada al proyecto
de investigación de Seelenfreund en la UAHC
(Charó, 2014) y la cuarta (Arias, 2011) fue
autofinanciada y gestionada por la estudiante.
Al mismo tiempo, en la UAHC, las cinco tesis del
período se vinculan a proyectos (FONDECYT
y FONDART) de Seelenfreund (Rojas, 2014;
Arriagada, 2015; Mardones, 2016; González,
2017). En forma paralela, las cuatro tesis registradas para la USek entre 2011 y 2020 fueron
dirigidas por Andrea Seelenfreund (Atam, 2012;
Astete Paoa, 2014; Rapu, R., 2017; Berenguer,
2018). Las temáticas abordadas en las tesis se
muestran en la Figura 3.
Figura 2. Número de tesis en antropología/arqueología e historia distribuidas por decenios.
Elaboración propia.
Revista Antropologías del Sur
Cabe destacar que actualmente, las tesis
sobre temas rapanui son desarrolladas sobre
todo por investigadores nacionales y estudiantes
de pregrado en universidades chilenas (Universidad de Chile, IsLab en la UAHC), como por
investigadores nacionales desde el extranjero
en el marco de estudios de posgrado (Francia,
Alemania, Estados Unidos, España, Nueva
Zelanda y Uruguay).
En cuanto al registro internacional de tesis
doctorales o de magíster identificamos un
primer momento entre los años 1963 y 1978. Se
trata de trabajos realizados por estudiantes de
arqueología norteamericanos que acompañaron
a Mulloy en sus sucesivas campañas de excavación y restauración de sitios monumentales.
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A partir de 1967, con el aumento de las
frecuencias de vuelos, empezamos a observar
a los primeros jóvenes antropólogos sociales
en la isla. La primera tesis de doctorado fue
realizada por el norteamericano Grant McCall y
data de 1976. La primera tesis sobre un tema
rapanui escrita y defendida por una antropóloga
chilena en el extranjero data de 1993 y fue realizada por Susana Rochna-Ramírez (1992), con
base en datos recogidos en la isla a fines de
los años ochenta. En su trabajo, Rochna-Ramírez compara las políticas públicas aplicadas
en Rapa Nui y aquellas desarrolladas en Chile
continental y Costa Rica. Recién en 2009
encontramos una tesis en antropología, que si
bien fue defendida en una universidad extranjera, fue escrita por la antropóloga holandesa
residente en Chile, Riet Delsing (2009).
Figura 3. Dispersión temáticas de las tesis de pregrado y doctorado defendidas
en universidades chilenas entre 1979 y 2018.
Elaboración propia.
A partir de 2010 las tesis de posgrado se
multiplican y son realizadas en su totalidad por
jóvenes investigadores chilenos. En parte, este
aumento en los estudios sobre Rapa Nui es el
resultado de la implementación de programas
de becas a través de CONICYT, que financian
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
estudios de posgrado en el extranjero. Entre
2010 y 2020 se defendieron en total siete tesis,
tanto de maestría como de doctorado (Muñoz,
2010; Arthur, 2012; Faba, 2012; Arthur, 2015;
Rivas 2017; Muñoz, 2017a), más del doble que
todas las tesis defendidas por investigadores
extranjeros en veinte años29.
Hemos observado también un progresivo
aumento en las publicaciones académicas, ya
sea en formato de libro de uno o varios autores,
compilación de artículos independientes en
torno a uno o varios temas, compilaciones de
documentos de archivo y también, artículos
publicados en revistas académicas. En efecto,
entre 1980 y 1990 se publicó un solo libro en
Chile, referente a la arqueología de la isla y solo
cuatro artículos en español. En los decenios
entre 1990 y 2009 y 2010-2019, el número de
libros aparecidos aumentó a siete y también
hubo un importante aumento en la cantidad de
artículos. Ya en la última década hemos visto
una explosión en la publicación de libros (Tabla
1, Figura 4). Estos son producto, en parte, de
proyectos de investigación iniciados en esta
década, pero también del trabajo de intelectuales jóvenes formados en antropología e
historia en Chile que comienzan a publicar sus
investigaciones.
Tabla 1: Publicaciones en español sobre Rapa Nui en temáticas antropológico-sociales
en los últimos cuarenta años
Artículos
Libros
Capítulos
en libros
Traducciones
de libros
Libros
compilados
4
1
0
0
0
1990 - 1999
4
7
0
0
0
2000 - 2009
19
7
5
3
0
2010 - 2019
17
23
52
2
4
1980 - 1989
Fuente: Elaboración propia.
Figura 4. Libros y artículos publicados en Chile y en el extranjero en español sobre temáticas Rapa Nui.
Elaboración propia.
Revista Antropologías del Sur
Relacionado a lo anterior, identificamos un
creciente interés editorial por Rapa Nui. Un
importante aliciente fue la creación de la editorial especializada Rapa Nui Press, que activamente ha salido en búsqueda de manuscritos,
ha reeditado antiguos libros y traducido al castellano otros tantos. Otras editoriales, LOM, Ocho
Libros, Pehuén y Catalonia, han publicado libros
sobre Rapa Nui en el marco de colecciones
sobre temas indígenas y antropológicos. Todo
esto muestra el creciente interés editorial que la
isla representa.
En cuanto a los artículos científicos, el
principal referente para investigaciones sobre
Rapa Nui hasta inicios del siglo XXI, fue el Rapa
Nui Journal, publicado en Estados Unidos por
la Easter Island Foundation y fundado por la
arqueóloga Georgia Lee. Una revisión de todos
sus volúmenes (entre 1985 y 2016) nos muestra
que son pocos los antropólogos chilenos que
han publicado en ella. En sus primeros números
contó con algunas contribuciones de arqueólogos e historiadores chilenos que residían
en la isla, pero recién a fines de los noventa
vemos los primeros artículos alejados de los
temas arqueológicos. Se trata de los trabajos
de Arredondo (2000a, 2000b) sobre la temática
de género desde una perspectiva antropohistórica, en concordancia con el surgimiento de este
objeto de estudio en Chile continental.
Finalmente, destaquemos que los trabajos
sobre Rapa Nui son escasos en los congresos
organizados por el Colegio de Antropólogos o
la Sociedad Chilena de Arqueología. Recién
en 2001, en el IV Congreso Chileno de Antropología, Mónica Weisner y Valentina Fajerldin
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presentan los resultados de sus investigaciones
en antropología médica (Weisner & Fajreldin,
2003) y solamente en el congreso de 2007
aparece una mesa exclusiva sobre investigaciones en Rapa Nui. En tanto, la participación
de investigadores chilenos en los congresos
organizados por la Easter Island Foundation
(EIF) se inicia en 1996 en el Congreso de
Albuquerque. En esa ocasión presentaron sus
investigaciones la antropóloga rapanui Paloma
Huke, la antropóloga Riet Delsing y la historiadora Alejandra Grifferos. Posteriormente,
en el congreso del año 2000, vemos solo dos
expositores, Grifferos y Delsing. En el congreso
de 2004, realizado en Viña del Mar, hubo una
mesa dedicada a temas sociales e históricos en
la cual participaron en forma activa estudiantes
de la UAHC y otros antropólogos nacionales.
Ya en 2012, en el evento en California, con la
invitación que la EIF hace a varios estudiantes,
identificamos un aumento de trabajos presentados por investigadores jóvenes chilenos,
entre los que se encuentran varios rapanui.
Esta tendencia se mantiene hasta el Congreso
de 2015, celebrado en Berlín, el cual contó
con una importante delegación de investigadores rapanui y antropólogos chilenos. Los
temas presentados en dicha ocasión reflejan
la diversidad de temáticas en que se desarrolla
actualmente la investigación sobre Rapa Nui:
educación, historia, gestión de patrimonio, cine
antropológico, antropología médica, antropología histórica y arqueología. Con estos datos
sobre la producción intelectual vemos cómo
los estudios sobre Rapa Nui se instalan en
forma sistemática a partir del nuevo siglo en la
antropología chilena.
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
La aproximación antropológica
desde los servicios públicos
En el contexto del retorno a la democracia, el
Colegio de Antropólogos se articuló con algunas
Organizaciones No Gubernamentales (ONG)
para la defensa de los derechos humanos y
de los pueblos indígenas. La sección “Minorías
Étnicas” del Colegio organizó en 1987 y 1988
dos seminarios en esta materia e invitó a
una delegación rapanui. Asistieron a estos
encuentros un joven Petero Edmunds Paoa30
y, al año siguiente, Alberto Hotus Chávez31. A
partir de entonces, según Susana Rochna-Ramírez32, ambos líderes rapanui se vinculan con
dirigentes de otros pueblos indígenas del país.
En febrero de 1990, un grupo de estudiantes de
antropología de la Universidad de Chile (entre
ellos Rochna-Ramírez y Felipe Domb), auspiciados por la ONG Grupo de Estudios Agrorregionales (GEA), organiza el Primer Congreso
para el Desarrollo de Isla de Pascua. En este
se discutieron temas como la tenencia de tierra,
el manejo del patrimonio, la tuición de estos
por parte de la Corporación Nacional Forestal
(CONAF) y aspectos sobre educación. Todos
estos temas mantienen su relevancia en las
políticas actuales de la isla.
Algunos antropólogos del Colegio acompañaron el proceso político interno rapanui, en
el que aparece como referente el Consejo de
Ancianos Rapanui y la figura de Alberto Hotus
Chávez, y cuya principal demanda es la recuperación del dominio de las tierras. En este proceso
jugó un papel importante la antropóloga Susana
Rochna-Ramírez, quien aportó al debate y a la
construcción de una sensibilidad interna sobre
el tema, así como a la difusión en Chile sobre
este problema33.
Posteriormente y considerando que el tema
de la tierra ya se encontraba debidamente
instalado, la promulgación de la Ley 19.253,
conocida como Ley Indígena, constituye otro
hito importante en el Chile posdictadura. Gravitante, aunque de manera diferente a lo ocurrido
con el pueblo mapuche, esta ley marca un giro
en la política pública en el territorio rapanui,
hasta entonces regido solo por la Ley 16.441.
Mientras que en el continente, y en particular
con el pueblo mapuche, el modelo de implementación de la ley se centró en un enfoque
desarrollista y culturalista –a través de la acción
de la CONADI en la compra de tierras a particulares en beneficio de comunidades indígenas–,
en el caso rapanui la aplicación de la ley conoció
importantes divergencias. En la isla aparecen
dos facciones, una a favor de la inclusión de
los rapanui en la ley y otra que impulsaba la
generación de una ley especial34. Mediante
una delicada negociación de los representantes rapanui con senadores y diputados, se
definió la inclusión en esta, aunque con importantes artículos privativos35. La política pública
chilena en Rapa Nui aparece así, de la mano
de la CONADI y de la Comisión de Desarrollo
de Isla de Pascua (CODEIPA), instituciones que
poco a poco se han ido empoderando a través
de la participación cada vez más importante de
rapanui en las jefaturas de los servicios públicos
insulares.
Es notorio que en la década de los noventa los
organismos públicos comienzan a contratar a
antropólogos y arqueólogos en áreas especializadas (patrimonio, gestión del parque, políticas
indígenas)36. A partir de 2010, se promueve
en forma activa que las jefaturas de los servicios sean rapanui, de modo que muchos de
estos cargos han pasado a mano de la primera
Revista Antropologías del Sur
generación de profesionales formados en el
continente. A nuestro modo de ver, se trata de la
consolidación de lo que Andueza (2000) llamó
la “rapanuización” de la política pública37.
En el marco del empoderamiento de la
comunidad rapanui respecto de sus instituciones y procesos de articulación internos,
varios antropólogo(as) han prestado asesorías
y colaborado en la instalación de instrumentos
de gestión y de metodologías con adaptaciones
locales, lo que ha impulsado la conformación de
instancias administrativas o políticas dentro de
la propia comunidad. Destacamos los casos de
los antropólogos Cristian Potoczniak y Javiera
Luco, quienes en los años noventa realizaron
una serie de microasesorías de desarrollo local
a través de proyectos y fondos de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO).
Estas estaban orientadas al desarrollo del
turismo y derivaron en la creación de la oficina
Tarai Henua, que llegó a ser un referente de
desarrollo local en la articulación de nuevos
empresarios en la primera mesa directiva de la
Cámara de Turismo38.
En los últimos diez años, podemos observar
cómo las instituciones, ya dirigidas por actores
locales, se interesan en contar con asesorías
antropológicas en temas puntuales, tales como
el patrimonio, la salud, las tierras, la lengua y
la educación. Desde la doble agencia, académica y aplicada, se han efectuado consultorías para instituciones como el Ministerio
de Salud, el Hospital Hanga Roa (Weisner &
Fajreldin, 2003, 2005; Dides, Pérez, Fajreldin,
Soto & González, 2005; Sadler et al., 2006;
Fajreldin, 2002, 2012, 2017, 2020) y el Consejo
de Monumentos Nacionales, en particular en lo
que refiere a repatriación de ancestros rapanui
(Arthur, 2018, 2020).
Año 7 N°14 2020
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También encontramos el caso de antropólogas residentes que realizan sus actividades
profesionales, como Lilian González, que
desde 1998 ha estado ligada al desarrollo de la
educación intercultural; Camila Zurob, quien se
desempeñó en Bienes Nacionales y posteriormente en los ámbitos educativo y museístico;
o el caso de Paulina Torres, que ha trabajado
en Bienes Nacionales y que actualmente se
desempeña en la Secretaría Técnica del Patrimonio Cultural.
Desde 2008, siguiendo los lineamientos de
la UNESCO, los gobiernos de la concertación
comienzan a desarrollar políticas de protección del patrimonio inmaterial39. Para el caso
rapanui, esto ha significado ampliar el repertorio de bienes patrimoniales que ya se no
limitan al potencial arqueológico, que fue el gran
modelo de desarrollo hasta los años noventa.
El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
crea el Área de Patrimonio Inmaterial y abre una
línea de puesta en valor de oficios y saberes
a través del programa Tesoros Humanos Vivos.
También se promueve el levantamiento de
líneas de base para el trabajo sistemático sobre
estos criterios, donde antropólogos sociales han
tenido un rol importante40. En este contexto, la
Secretaría Técnica ha definido un Plan Maestro
de Patrimonio Rapanui41, con la participación
de la comunidad en la definición de acciones
con sentido territorial y estrategias de comunicación y difusión permanentes. Este trabajo,
según Paulina Torres42, se inspira en iniciativas
y enfoques desarrollados en otras islas de la
Polinesia, como el Código Ético de Aotearoa/
Nueva Zelanda.
El eje ya no está centrado en la colección
y protección, sino en la articulación del patrimonio material con la comunidad, basado en
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
un enfoque de derechos. Asimismo, se ha
avanzado en la línea de trabajo de la restitución tanto de restos humanos como de piezas
de arte y artesanía antiguas que se encuentran fuera de la isla. En la actualidad, esta línea
de trabajo ha consistido principalmente, en la
compra de tallados de madera que datan de
finales del siglo XIX y principios del siglo XX
por parte del museo. También ha incluido la
restitución de restos humanos. Este trabajo
posee para la comunidad un innegable valor de
carácter político y simbólico debido al mana del
cual son depositarios43. Destaca en esa labor
el trabajo realizado por Jacinta Arthur junto a la
líder rapanui Piru Hucke Atan, que llevaba años
registrando los objetos rapanui repartidos en los
museos del mundo (Arthur, 2020).
Los rapanui en la antropología chilena:
de informantes a autores
Hemos señalado que junto al surgimiento
de la antropología académica, realizada en un
primer momento por investigadores extranjeros,
surgió en Rapa Nui el oficio de informante: un
experto en temas del pasado. Schorch et al.
(2020) analizan al informante rapanui como una
figura ambigua, vinculada a la temporalidad de
la información transmitida, pero también a la
noción de secreto de esta. El informante es, en
este sentido, un actor en la producción de información. Nosotros diremos que es también un
autor de esta.
Al analizar las figuras del informante rapanui,
Schorch et al. (2020) identifican dos ramas:
una compuesta por personas nacidas antes
de la llegada de los misioneros y de los cuales
Routledge pudo conocer a los últimos. Estos
ancianos, en el momento mismo de la investi-
gación etnográfica, instruyeron a personas más
jóvenes, como lo fue Juan Tepano. De esta
segunda generación saldrán los informantes
de Métraux, Englert, Barthel e incluso McCall.
Por otra parte, Schorch et al. (2020) indican
una segunda rama, desconocida por Métraux,
correspondiente a los ancianos recluidos en el
leprosario, quienes, al igual que los ancianos
de Hanga Roa, transmitieron información a una
generación más joven, que serán informantes
de Englert.
Si bien todos los investigadores posteriores
a Routledge trabajaron con la segunda generación de informantes, los ancianos recluidos en el
leprosario nunca estuvieron totalmente aislados
de la generación de los jóvenes de Hanga
Roa. Por ejemplo, Simón Hereveri Vaka, quien
entregó la versión más completa de la leyenda
de Tuki Haka Hevari a Métraux, tuvo a su abuelo
materno, Tomenika Vaka Tukuonga, uno de los
informantes de Routledge, en el leprosario. Lo
mismo puede ser dicho de Carlos Teao Tori,
otro de los jóvenes informantes de Routledge y
Métraux, cuyo hermano Arturo Teao Tori fue el
informante de Englert. Arturo fue internado en el
leprosario desde su juventud. Otra figura importante de la segunda generación de informantes
conectados a los ancianos del leprosario fue
Juan Araki Bornier, cercano al obispo Edwards
en 1911 y pariente de uno de los informantes de
Routledge: Arakilo Pua Ara Hoa, autor supuesto
del Manuscrito E. Victoria Rapahango es otra
de las personas que forjó su reputación de informante al colaborar estrechamente con Métraux,
Barthel, Campbell y McCall. Los hermanos
Pakarati Rangitaki (hijos del catequista formado
en Moorea, Nicolás Pakarati y de la mujer originaria del atolón de Fangatau en las Tuamotu,
Elizabeth Rangitaki) y las ramas familiares
Tepano Pakarati y Pakarati Atan fueron siempre
Revista Antropologías del Sur
particularmente abiertas a la transmisión de
información, la que seguramente era una mezcla
de saberes rapanui y paumotu44. Otros fueron
los hermanos Simón, Mateo y Gabriel Hereveri
Vaka; este último internado en el leprosario e
informante en 1964 del explorador francés
Francis Mazière. Las familias Hito y Pate (estos
últimos descendientes también de Tomenika)
fueron los principales informantes de Campbell.
Algunos de los ancianos recluidos en el leprosario utilizaron métodos occidentales de conservación y transmisión de información, como lo
fue la transcripción de leyendas, genealogías
y otras informaciones en cuadernos, como
lo develó Barthel (1965). Estos manuscritos
fueron escritos en su propia lengua, pero en
caracteres latinos. Se conocen seis de estos,
cinco identificados y fotografiados durante la
expedición noruega de 1955 (Barthel, 1965)
y un sexto identificado recientemente (Horley
& López, 2014). En 2006 fue publicada una
primera traducción al español del Manuscrito E
(Alarcón, 2008), que sacó del olvido esta versión
del poblamiento que solo aparece transcrita
al rapanui en el libro de Barthel (1978) y que
circuló por años en Rapa Nui como fotocopia.
Recientemente se publicó una nueva traducción
que ha convertido a este texto en una narración canónica del pasado de la isla (Ramírez &
Hotus, 2017).
El fenómeno de los “manuscritos rapanui” no
ha sido abordado desde la antropología chilena,
pero demuestra el interés profundo de los
rapanui por registrar y transmitir a las nuevas
generaciones su propia historia. Son, de esta
manera, un ejemplo de una nueva relación con
el pasado comparable al archivo. Existen otros
ejemplos relevantes de esta transformación de
informantes a autores. Podemos mencionar los
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talleres de escritura organizados en los años
ochenta por los misioneros protestantes del
Instituto Lingüístico de Verano, Nancy y Robert
Weber, con la colaboración de la Universidad
de Valparaíso, en el marco de los esfuerzos de
recuperación de la lengua, donde varios rapanui
escribieron sobre su propia historia (Pate et al.,
1986). A nuestro juicio, se genera aquí un nuevo
impulso en la escritura por los rapanui, para los
rapanui y en rapanui.
Al día de hoy, varios rapanui han participado
como expositores en los congresos de la EIF
–en especial en los congresos de 1996, 2004
y 2015– y han publicado libros y artículos,
siendo esto la culminación del proceso en el
cual se transforman de informantes en autores.
Podemos distinguir dos tendencias: escritos
con un enfoque académico y otros con un
enfoque memorial. Si bien ambas tendencias se cruzan, los objetivos son diferentes.
En el primer caso, se trata de divulgación de
resultados de investigaciones sobre historia
colonial y las relaciones entre rapanui, la
Compañía Explotadora de Isla de Pascua y
el Estado desde un enfoque antropo-histórico. Podemos destacar en este enfoque los
trabajos de la antropóloga Paloma Huke y del
historiador Cristián Moreno Pakarati (Huke,
2011; Moreno Pakarati, 2011a, 2011b, 2013).
En el segundo caso se trata, una vez más, del
rescate memorial. Pensamos que este enfoque
es una prolongación de los antiguos manuscritos y del paradigma rescatista que encontró
eco en el mundo editorial (Hotus & Consejo
de Jefes Rapanui, 1988; Pakarati, 2011, 2016;
Tepano, 2015; Pakarati, Paoa & Madariaga,
2018; Haoa, 2010). Otros textos recientes han
abordado temas de crianza y sexualidad desde
una perspectiva patrimonial (Rapu, 2017), la
valoración comunitaria del patrimonio arqueo-
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
lógico (Nahoe, 2017) o la modificación de los
currículums escolares y la enseñanza y preservación de la lengua (Haoa, 2009, 2017).
La relevancia contemporánea del Manuscrito E, así como de otros textos académicos
o memoriales, vuelve a plantear el dilema del
informante en términos de cuál es la información que se transmite a los investigadores, cuál
es la que se conserva como secreto y cuál
se transforma en fundamentos de la memoria
contemporánea. Pero también, cuál es la información que en un momento dado interesa más
a los investigadores y cuál es la que estos han
aportado a los mismos rapanui en la comprensión de su pasado y su presente.
Muchos rapanui han aprendido aspectos
sobre su propia historia y valorado sus prácticas
culturales a través de la atención dada por
los investigadores. Este interés por los temas
culturales comienza a ser una constante en
las relaciones entre informantes e investigadores(as), lo que ha desembocado en una relación
de tipo especular, muchas veces tensionada
entre la producción de los saberes, su apropiación y el uso de los mismos. Con frecuencia los
informantes rapanui se proyectan en el interés
de los temas actuales de la antropología y transmiten información permitiendo que la propia
comunidad haga suyos no solo los discursos de
los y las antropólogas, sino que logre observar
ciertas temáticas como relevantes para ser
trabajadas de manera teórica o aplicada por
ellos(as) mismos(as).
Esta transformación del rapanui de informante
a autor es uno de los cambios mayores en la
aprehensión de Rapa Nui como objeto científico. Por años los antropólogos y arqueólogos
han influido en las nociones que la comunidad
isleña tiene sobre su pasado y también sobre
sus fenómenos contemporáneos. La revalorización del pasado monumental, la reapropiación patrimonial, así como las lecturas sobre el
valor del patrimonio inmaterial emergen desde
la relación dialógica, no exenta de tensiones,
entre investigadores, informantes e instituciones. Hoy en día, pensamos que esta nueva
generación de autores rapanui tiene el potencial
de identificar sus propios temas, problemáticas
y eventuales soluciones al articularlos con la
dimensión de las políticas públicas. Ello genera
un círculo virtuoso entre quienes estudian,
publican y a la par, están empoderados en las
instituciones isleñas como técnicos o directores.
Conclusiones
En este artículo hemos identificado y analizado las principales tendencias y características de la antropología chilena sobre Rapa Nui,
esperando contribuir al debate y a los estudios
sobre la cultura y la sociedad rapanui, así como
a la reflexión sobre la antropología chilena.
Hemos podido apreciar que en su trayectoria
los estudios antropológicos sobre Rapa Nui han
conocido dos grandes focos de interés, que se
han desarrollado dentro de una historia paradigmática que se desliga de la antropología chilena
en general.
Durante su fase pre-universitaria, el interés
antropológico se inscribe en el paradigma
general del naturalismo, el que deriva rápidamente en investigaciones de “rescate” de los
vestigios de una supuesta cultura ancestral y
de una sociedad en vías de desaparición. Este
paradigma caracterizó las investigaciones antropológicas durante la primera mitad del siglo XX.
Rapa Nui planteó interrogantes particulares que
Revista Antropologías del Sur
se intentaron responder a través del rescatismo:
el origen de sus habitantes, el significado del
megalitismo y el desciframiento de los signos
rongorongo. El interés estaba centrado en una
sociedad de un pasado que resultaba indefinido. Rapa Nui se inscribe además, dentro de
grandes interrogantes sobre las sociedades
del Pacífico y fue principalmente abordada por
investigadores extranjeros a través de vastas
misiones científicas. Esta característica nos
permite entender por qué en la etnografía
clásica, a excepción de Routledge, el presente
etnográfico aparece descuidado y por qué
durante toda la primera mitad del siglo XX la
cuestión étnica-social, principal paradigma
antropológico en Chile continental, no fue
abordado en Rapa Nui. La investigación que
inaugura el ingreso de la antropología chilena
en Rapa Nui estudió el fenómeno de la aculturación y no “la cuestión social”, como lo hacía
la antropología en Chile continental.
La antropología contemporánea se desarrolla
desde la perspectiva de la resiliencia, lo que ha
dado lugar a una fragmentación temática. Sin
embargo, identificamos que el paradigma rescatista y en menor medida el de la aculturación, no
terminan de agotarse, sino que aparecen leídos
desde el ángulo de la resiliencia. En el quehacer
antropológico nacional la presencia de investigadores chilenos jugó un rol secundario durante
las misiones extranjeras de la segunda mitad del
siglo XX. Pero esta relación se invierte entrado el
siglo XXI, cuando la investigación en antropología
social sobre Rapa Nui se realiza desde Chile o
por investigadores chilenos desde el extranjero.
Al mismo tiempo, la sociedad insular ya no se
observa de manera holística, sino que desde
problemáticas precisas: medicina, migraciones,
identidades, política, etc. Por otra parte, desde
el giro indigenista de las políticas públicas en
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el Chile posdictadura, observamos la participación activa de antropólogos sociales en algunas
instituciones o realizando consultorías. Una
nueva generación de jóvenes antropólogos ha
centrado su interés y desarrollado sus carreras
académicas y actividades profesionales en
temas relativos a la isla. Como resultado de ello,
vemos hoy una proliferación de publicaciones e
involucramientos de esta nueva generación que
levantan una diversidad de temas, en los que, a
la par de rescatar saberes y prácticas, se acercan
a los fenómenos estudiados con enfoque crítico
y afán colaborativo con la comunidad.
Pensamos que el futuro de la investigación
antropológica sobre Rapa Nui está derivando
en un círculo virtuoso de cooperación entre
investigadores/informantes/autores
(extranjeros, continentales y de la comunidad rapanui)
e instituciones dirigidas por profesionales
rapanui. En este contexto dialógico, vemos
cómo se posicionan nuevos temas de interés y
de urgencia que definen también los planes y
los programas de las políticas públicas.
Los artículos presentados en este dossier dan
cuenta en su conjunto, de este giro paradigmático
de la investigación dialógica y que tiene dobles
repercusiones: se plantea desde la generación
de conocimiento nuevo y pretende aportar en
la comprensión de la realidad contemporánea
insular para aplicaciones in situ. Algunos de los
autores de los artículos que siguen participaron
en el Simposio “Rapa Nui: patrimonio, sociedad y
cultura desde una perspectiva contemporánea” del
año 2018, anunciado en el inicio de este artículo.
Todos ellos nos revelan una apertura conceptual
y disciplinar en torno a la contemporaneidad de
los asuntos rapanui y recogen problemáticas
urgentes para la propia comunidad, así como
articulaciones metodológicas para su abordaje.
117
118
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
Agradecimientos
Deseamos agradecer por la contribución a las
ideas y procesos que este artículo recoge a José
Bengoa, Javiera Luco, Paulina Torres y Susana
Rochna-Ramírez. De manera muy especial a
Riet Delsing por sus siempre enriquecedores
comentarios y la revisión del borrador.
También agradecemos a Claudio Espinoza,
director de esta revista, por invitarnos al desafío
de escribir este artículo. Diego Muñoz contó con
financiamiento del Proyecto ERC Starting Grant
803302, “Indigeneities in the 21st Century” dirigido
por el profesor Philipp Schorch (LMU, Alemania).
Notas
Usaremos la nomenclatura Rapa Nui para referir a la entidad
Intendencia de Valparaíso, con base en presupuestos anuales y
geográfica y rapanui cuando aludimos a sujetos culturales o al
proyectos. Parte de esos fondos se utilizaron, a fines de los años
gentilicio.
sesenta, para la restauración del Complejo Ceremonial de Tahai,
1
El seminario se originó por iniciativa de Andrea Seelenfreund, de
a cargo de los arqueólogos William Mulloy y Gonzalo Figueroa. El
la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Valentina Fajreldin,
Decreto Ley Nº 567 de 1974 dejó sin efecto este ensayo. A partir de
de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, y Riet
esa fecha la asignación de fondos públicos a la arqueología quedó
Delsing, investigadora independiente. Luego se unió Diego Muñoz,
supeditada a la necesidad de presentar proyectos a las respectivas
del Centro de Investigación y Documentación de Oceanía (CREDO)
instituciones isleñas que tienen injerencia en el tema.
2
de Francia. Contó con el patrocinio y la colaboración de las siguientes
Entre estos, los diarios de la expedición inglesa de 1774
6
instituciones isleñas: Corporación Cultural de la Municipalidad de
(capitaneada por James Cook), de la expedición francesa de 1786
Isla de Pascua, Consejo de Monumentos Nacionales, Corporación
(dirigida por Jean François Galaup, conde de La Pérouse) y la
de Arte y Cultura Tongariki, Fundación Toki, Secretaría Técnica de
información producida por la expedición inglesa de 1868 (encabezada
Patrimonio Rapa Nui, Centro Cultural Aukara, Museo Antropológico
por Richard Ashmore Powell, comandante de la nave de guerra
P. Sebastián Englert (MAPSE) y Aguas Vaitea.
Topaze).
3
Reconozcamos también que la incorporación de la Araucanía
y de Rapa Nui se realizó por procedimientos diferentes. El primer
Entre ellos se incluye un moai de piedra, varias esculturas
7
antropomorfas de piedra y de madera, dos capas de tela de corteza
territorio fue invadido militarmente, mientras que el segundo fue
(mahute) pespunteada, una red de pesca, un pendiente de madera
anexado a través de un tratado con el consejo de jefes local. Para
de gran tamaño (reimiro) y varios bolsos de fibra vegetal (kete).
los detalles de la historia véase Bengoa (2004).
8
Recordemos que entre 1862 y 1863, un tercio de la población
Esto, principalmente a través de la Ley 16.441 de 1967 que
de la isla fue secuestrada y transportada al Perú como mano de
crea el departamento y la comuna de Isla de Pascua. La isla deja
obra esclava. En 1866, momento en que se inicia la evangelización,
de depender de la Armada y se instalan oficinas de todos los
promovida y ejecutada por los Sagrados Corazones de Jesús y María
servicios públicos. Esta ley fue discutida en Chile continental sin la
(congregación francesa basada en Valparaíso, Tahití y Mangareva),
participación directa de los rapanui, en coherencia con la falta de
en la isla no vivían más de mil personas (Maude, 1981; McCall,
voluntad política de la época hacia la participación ciudadana. Sin
1976; Muñoz, 2017a). Los informes médicos de la nave O’Higgins
embargo, el Comité de Adelanto Pascuense, formado por inmigrantes
señalan las malas condiciones sanitarias de la sociedad y anuncian
rapanui en el continente con el apoyo del abogado Ismael Parga,
su inevitable extinción (Bate 1930 [1870]).
4
logró reunirse con algunos senadores e incidir en algunos aspectos
9
Si bien no existieron otras expediciones científicas sino hasta
de la formulación de dicha ley (información personal de los autores).
1911, cabe señalar que en cada visita de inspección realizada por
Véase una interpretación complementaria en Delsing (2017).
la Armada chilena hasta los años sesenta se redactaron informes
Los trabajos de restauración de los sitios monumentales (Ahu
médicos, censos, datos demográficos y descripciones sobre la
Akivi en 1960) y luego de la aldea de Orongo fueron financiados
economía, entre otros, que hoy nos sirven como fuentes. En varios
por el World Monuments Fund. A partir de 1967 el Art. 40 de la
aspectos, los autores de estos informes siguen leyendo la realidad
Ley 16.441 establecía un gravamen sobre los ingresos del Casino
insular desde los conceptos naturalistas, dado que la población es
Municipal de Viña. La mitad se destinaba a solventar los gastos de
descrita como parte del paisaje y en ellos se anuncia la próxima
la Municipalidad de la isla y la otra mitad para el estudio y puesta
desaparición de los rapanui o la “raza”.
5
en valor del patrimonio arqueológico. El fondo lo administraba la
10
Sin embargo no es el primer diccionario sobre la lengua
Revista Antropologías del Sur
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rapanui. Al trabajo de Martínez lo precedió el de Tepano Jaussen
el DS Nº 285 del 3 de junio de 1966. (https://www.conaf.cl/parques/
(1893) y el léxico de Hippolyte Roussel (1908), ambos actores de
parque-nacional-rapa-nui/, consulta 10.11.2020).
la evangelización rapanui.
11
Su estadía fue entre el 9 de marzo de 1914 y el 18 de agosto
de 1915.
20
El noruego Thor Heyerdahl (1952) afirmó que los primeros
pobladores de las islas del Pacífico provenían de América, en marcado
contraste con la tradición científica establecida. En un intento por
Muñoz (2017b, p. 44) escribe: “Recordemos quiénes fueron los
encontrar pruebas arqueológicas de los contactos sudamericanos,
informantes de Routledge en 1914. Su colaborador más cercano
Heyerdahl organizó y dirigió la Expedición Arqueológica Noruega a
y quien ofició de intérprete fue Juan Tepano (1872-1947), hijo de
la Isla de Pascua y el Pacífico oriental en 1955-1956. La expedición
Esteban Rano y Paulina Veriamo. Según Routledge era de filiaciones
estuvo conformada por Heyerdahl, además de un arqueólogo noruego
mata Tupahotu y Ure o Hei. Veriamo era la persona más anciana en la
y tres arqueólogos norteamericanos, de formación americanista
isla y recordaba aún algunas ceremonias de iniciación, de matrimonio,
(William Mulloy, Edwin Ferdon y Carlyle Smith). Permanecieron
así como las epidemias de viruela luego de los raids esclavistas
varios meses en la isla realizando trabajos en diferentes sitios
(Routledge, 1919, p. 227). Junto con Veriamo, un selecto grupo de
emblemáticos de esta. Como exigencia impuesta por el gobierno
12
ancianos, nacidos todos antes de las incursiones esclavistas del
chileno, se integraron dos jóvenes estudiantes del Centro de Estudios
Perú, permitieron a Routledge reconstruir los restos de la sociedad
Antropológicos de la Universidad de Chile, Gonzalo Figueroa García-
del pasado: Kapiera Revahiva, Buenaventura Hatirenga, Juan Nuku,
Huidobro y Eduardo Sánchez. Esta expedición tuvo varios impactos
Ramón Te Haha, Juan Porotu, Eutimio Rangitopa, Ioteva Maherenga,
importantes en el desarrollo de la arqueología en la isla.
Miguel Mutiheo, Nicolás Pakarati, Ramón Hei, María Veri Topatahi
21
Traducción nuestra.
y tres ancianos que estaban internos en el leprosario: Arakilio Pua
22
El tema de la aculturación, según lo planteado por Herskovits
Ara Hoa, Miguel Keremuti y Tomeniko Vaka Tukuonga.
13
Las notas de campo de Katherine Routledge se encuentran
aún inéditas y se conservan en la Royal Geographical Society en
(1938), es recogido recién en los años setenta por la antropología
chilena. Fue una lectura básica de los programas de antropología
en Chile desde esa década hasta al menos entrado el siglo XXI.
Londres. Copias digitales se encuentran en el Pacific Manuscripts
23
Traducción nuestra.
Bureau en Canberra, en el Centre de Recherche et Documentation
24
Este Centro de Estudios en sus inicios acogió tanto a los
sur l’Océanie en Marsella y en la biblioteca William Mulloy de Rapa
antropólogos Claudio Cristino, Patricia Vargas y Lilian González,
Nui (sin embargo, en esta última institución, los DVD se encuentran
estudiantes del Departamento de Antropología, como a los
en muy malas condiciones, lo que hace casi imposible su estudio).
académicos Gastón Cea y César Aguilera del proyecto “Mata Ki Te
Recordemos las dificultades que tuvo Thompson para hacer
Rangi” de la Escuela de Diseño de la Universidad de Chile. El Centro
hablar al anciano Daniel Ure Vai Iko, quien se suponía sabía leer los
quedó vinculado por muchos años a la Facultad de Arquitectura
rongorongo. Según Thompson (1891, p. 515), él no deseaba hablar
de esta universidad, dado que se creó a instancias de su decano,
puesto que dichos objetos eran del tiempo pagano.
Gastón Etcheverry, quien abogaba por un centro de investigación
14
15
El término maori es de origen protopolinésico y se reconstruye
como “*ma(q)aoli” o como “*maqoli” y significa verdadero, genuino,
real (POLLEX: https://pollex.shh.mpg.de/entry/maqoli/). En el idioma
rapanui, según el misionero Roussel (1908, pp. 196, 199, 201,
2011, 236), quiere decir diligente, erudito, hábil, ingenioso, con
experiencia, con renombre. Fuentes (1960) agrega los significados
de inteligente, sabio, maestro.
inter y transdisciplinar.
25
La Unión de Valparaíso, 1 de febrero de 1956. Agradecemos
al colega Rolf Foerster por esta información.
26
https://www.mhnconcepcion.gob.cl/640/w3-propertyvalue-42733.
html?_noredirect=1 (consulta 02.11.2020).
27
Los proyectos de restauración de los Ahu Nau Nau (1978) y
Ahu Tautira (1979) fueron dirigidos por Sergio Rapu. El primero contó
Alfred Métraux en ese entonces era reconocido como un
con la participación de las estudiantes de arqueología y antropología
prominente antropólogo americanista, con estudios sobre las
Sonia Haoa y Verónica Cuadra, respectivamente. En las excavaciones
poblaciones indígenas de Argentina y Paraguay (Laurière, 2014).
de Ahu Tautira participaron el arqueólogo norteamericano Charles
16
17
Esta era la hipótesis del difusionista Guillaume de Hereszy, quien
se basaba en una simple analogía de símbolos entre las tabletas
Love y la entonces estudiante de arqueología Andrea Seelenfreund.
28
Investigación realizada en 1981, dirigida por George Gill
de arcilla de la cultura Mohenjo-Daro y el repertorio de símbolos
(Universidad de Wyoming) en colaboración con Sergio Rapu. Los
rongorongo establecido por Tapano Jaussen (Laurière, 2014).
arqueólogos en terreno fueron Leslie Shaw (Universidad de Wyoming)
18
A través del Decreto Nº 103 del 16 de enero de 1935 del
Ministerio de Tierras y Colonización. (https://www.conaf.cl/parques/
parque-nacional-rapa-nui/, consulta 10.11.2020).
19
A través del Decreto Nº 4.536 del 23 de julio de 1935 del
Ministerio de Tierras y Colonización. En abril de 1966, mediante el
y Andrea Seelenfreund (por parte del Museo).
29
Entre 2001 y 2020 se defendieron cuatro tesis de posgrado
en universidades extranjeras de antropólogos extranjeros (Santa
Coloma, 2001; Bendrups, 2006; Andreassen, 2008; Young, 2011).
30
Petero Edmunds Paoa asume con posterioridad la alcaldía
DS Nº 148 del Ministerio de Agricultura, se crea el Parque Nacional
de la Municipalidad de Rapa Nui por varios períodos: 1994-1996,
de Turismo Isla de Pascua, el cual fue modificado una vez más por
1996-2000, 2000-2004, 2004-2008, 2012-2016, 2016-2020. En 2010
119
120
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Diego Muñoz, Andrea Seelenfreund & Valentina Fajreldin — La antropología chilena en Rapa Nui: una retrospectiva
fue además gobernador.
31
Alberto Hotus Chávez fue alcalde entre 1992 y 1994, y concejal
de la comuna entre 1996 y 2016. Desde 1979 hasta 2018 fue el
presidente del Consejo de Ancianos.
32
En comunicación personal con los autores (9 de noviembre
de 2020).
2) la creación de la CODEIPA como organismo netamente local y 3)
la presencia de los rapanui en los servicios públicos en diferentes
grados jerárquicos.
38
A través de este trabajo de mediación, la propia comunidad
comenzó a definir los perfiles de turismo y las zonas excluidas de los
circuitos. Aparecieron los primeros mapas turísticos del tipo “guía”.
El libro de Rochna-Ramírez (1996), escrito en 1993 a petición
Varios de los miembros de esta mesa directiva se convirtieron en
de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI) y publicado
personalidades relevantes tanto en la economía como en la política
por la CONADI, fue citado en distintas sesiones parlamentarias
local (comunicación de los autores con Javiera Luco, octubre de 2020).
33
al momento de discutirse las modificaciones a la Ley Indígenas
39
El patrimonio cultural inmaterial o “patrimonio vivo”, según la
19.253 para integrar las demandas rapanui (Biblioteca Nacional
definición proporcionada por la UNESCO, se refiere a las prácticas,
del Congreso, 1998).
expresiones, saberes o técnicas transmitidas por las comunidades de
34
Comunicación personal de los autores con el académico José
Bengoa, quien participó en calidad de asesor en dicho proceso (30
de octubre de 2020).
generación en generación. (https://es.unesco.org/themes/patrimoniocultural-inmaterial, consulta 02.11.2020).
40
Por ejemplo, la licitación pública Nº 1725-110-LE11 para la
En efecto, la Ley 19.253 fue modificada en 1997 a través de
elaboración del Estudio de Desarrollo del Patrimonio Cultural de
la Ley 12.587, que estableció que para definir la pertenencia a la
Rapa Nui (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2012). El
“etnia rapanui” se aplicarían solo las letras a y b del Artículo 2 de la
énfasis estuvo puesto en el patrimonio inmaterial y fue trabajado
ley 19.253, y no la letra c, que extendía la adquisición de la calidad
por un conjunto de especialistas interdisciplinares –arqueólogos,
indígena a los cónyuges de personas indígenas. Esta modificación
antropólogos sociales, sociólogos, arquitectos y especialistas de
permitió, en estricto rigor, que solo las personas rapanui, esto es, los
la comunidad–.
35
descendientes de otro rapanui, pudiesen adquirir tierras en la isla.
También se definió la composición de la Comisión de Desarrollo de
Isla de Pascua (CODEIPA), institución única en la política nacional
indígena toda vez que entre sus competencias está evaluar y proponer
planes de desarrollo para el territorio insular, así como determinar
41
Comunicación personal de los autores con Paulina Torres
(octubre de 2020).
42
Comunicación personal de los autores con Paulina Torres
(octubre de 2020).
43
El mana es un concepto transpolinésico que refiere a lo sagrado
las necesidades de tierras para los rapanui. Esta comisión cuenta
como una fuerza total. En la Polinesia occidental no se refiere
con cinco miembros elegidos por los rapanui, más el presidente
solamente a una sustancia, una energía invisible y espiritual en
del Consejo de Ancianos y los jefes de los(as) representantes
sí, sino a una potencia que se evidencia en los resultados de una
ministeriales en la isla, el alcalde y el gobernador.
acción (Keesing, 1984). En la Polinesia oriental está relacionado
Los arqueólogos J. M. Ramírez y M. Rauch en la CONAF;
con el poder espiritual del jefe y su poder fecundador, siendo el
en el Museo: C. Cristino, C. Gómez y luego F. Torres; en la oficina
mana el medio invisible que conecta al jefe con la divinidad y los
del Ministerio de Bienes Nacionales la socióloga J. Ramírez; en la
antepasados. Por esta razón, la figura del jefe está rodeada de una
CONADI, el antropólogo social T. Gutiérrez; en la Municipalidad, el
serie de prohibiciones, en especial su cabeza, la cual es considerada
antropólogo y sociólogo J. Adán.
tapu, prohibido por su sacralidad (Métraux, 1971 [1941]).
36
37
El proceso tiene tres aristas: 1) desde 1986 todos los
44
Gentilicio para los habitantes del archipiélago de las Tuamotu.
gobernadores han sido rapanui así como también todos los alcaldes;
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