Restauración y Patrimonio Musical
Lino García
Existe una conexión directa entre Patrimonio Musical y Restauración. El
patrimonio, independientemente de su denominación secundaria, constituye parte
de la memoria cultural (regional, nacional, universal), cuya transmisión al futuro
debe ser garantizada, mientras que la Restauración incluye un conjunto de
procesos, a corto y largo plazo, para hacerlo posible.
Patrimonio Musical
“La preocupación por el Patrimonio Musical es algo relativamente reciente”1, con
todo lo que supone el uso de los términos “relativo” y “reciente”. Todas las culturas
poseen un patrimonio musical. No hay nada más universal en tiempo y en espacio
que la música. Todos tenemos cierta conciencia acerca del valor de ese patrimonio
pero ¿cuál es su extensión? ¿qué se considera y qué no patrimonio musical? ¿cómo
documentar, exhibir, preservar, conservar y restaurar un patrimonio tan
heterogéneo? El intento de satisfacer éstas interrogantes plantea nuevas
cuestiones, y así sucesivamente en una espiral sin fin, que demuestran no sólo la
justificación de los términos “relativo” y “reciente” sino que vislumbran un
disciplina rica, vital, compleja, en plena expansión.
En la memoria del Máster Universitario en Patrimonio Musical de la Universidad
Internacional de Andalucía2, aprobado por la Agencia Nacional de Evaluación de la
Calidad y Acreditación (ANECA) en 2010, por ejemplo, se define que
“El Patrimonio Musical comprende todas aquellas fuentes que permiten el estudio
e interpretación del hecho musical tanto antiguo como actual, fuentes escritas,
orales, sonoras, instrumentos, etc. […] es extraordinariamente rico y complejo y, a
diferencia del resto del patrimonio artístico, no es aún suficientemente conocido,
por lo que seguirá deparando positivas sorpresas en un futuro inmediato, una vez
que todo lo conservado haya sido convenientemente inventariado, catalogado y
analizado.”
Y a continuación se agrupa esta variedad y complejidad en seis áreas diferentes:
«Patrimonio Musical Monumental, que comprende las propias partituras,
manuscritas e impresas. El término está tomado de las artes plásticas pero no pierde
en absoluto el sentido. Si en las artes plásticas entendemos por fuentes
monumentales las obras de arte en sí consideradas (cuadros, esculturas, obras
arquitectónicas, etc.), en la Música es la partitura el monumento por excelencia, base
imprescindible y piedra angular de la actividad musical.
»Patrimonio Musical Documental y Literario, integrado por todas aquellas fuentes
que, sin ser específicamente obras musicales (partituras), nos aportan información
sobre el autor, la obra, la técnica, etc. El estudio de la partitura no presenta otra
información que no sea la de la misma obra, e incluso ésta de manera incompleta, y
ha de ser complementado con otra serie de elementos que ayuden a descubrir y a
penetrar en el hecho musical. Entre ellos podemos incluir los tratados didácticos,
tratados de teoría musical, escritos teóricos de los propios músicos, autobiografías, etc.
etc. […] También los documentos históricos en sentido estricto forman parte de este
patrimonio, como los relativos a contratos, pagos, etc. así como todo tipo de
literatura que marginalmente pueda proporcionar información sobre los autores, las
1
ACG28/36: Máster Universitario en Patrimonio Musical, Boletín Oficial de la Universidad de Granada nº
28, 15 de Marzo de 2010.
2
ACG28/36, loc. cit.
obras o el ambiente: las biografías, crónicas, memorias, cartas, libros de viaje, guías
de ciudades, periódicos, revistas, etc.
»Patrimonio Musical Iconográfico, integrado por representaciones musicales en
pinturas, grabados, estampas, dibujos, fotografías, escultura monumental,
bajorrelieves, escultura funeraria, cajas de los órganos, vasos ornamentados, monedas,
medallas, pintura mural, monumental, mosaicos, vidrieras, telas, cuadros, artes
gráficas, dibujos, esbozos, litografías, grabados, miniaturas, ilustraciones de libros,
imaginería popular, tapices, decoraciones en instrumentos musicales, etc. etc. es
especialmente importante para el conocimiento de la música de determinados
periodos, tanto en sus instrumentos como en otras actividades musicales. La
iconografía musical es una de las principales ciencias auxiliares para la
reconstrucción de escenas musicales, formas de interpretar, configuración de
instrumentos musicales ya desaparecidos, técnicas vocales, etc.
»Patrimonio Musical Organológico integrado por los instrumentos musicales
cuenta igualmente con su propia disciplina que es la Organología, cuyo objeto
esencial es la enumeración, descripción, clasificación e historia de los instrumentos,
incluso de los menos importantes, que se han usado en todas las civilizaciones y en
todas las épocas de la humanidad a fin de producir sonidos o ruidos en un intento
puramente estético o sin otra finalidad que la religiosa, mágica o práctica, según la
clásica definición de André Schaeffner3.
»Patrimonio Musical Sonoro lo integran las fuentes sonoras, emisoras o
reproductoras de sonido como los productores de música mecánica (cajas de música,
carillones, etc.) y los productores de música grabada, como cilindros, discos, bandas
magnéticas, casettes, videodiscos, etc. No es difícil percatarse de la importancia de
este patrimonio ya que, frente a la partitura con su escritura muda y fría, estas
fuentes ofrecen el mensaje sonoro concreto y especifico de una determinada época y
tal como en la misma se le escuchó. Es urgente la constitución de Archivos Sonoros
en los que tengan cabida los aparatos reproductores de sonido, para su restauración
y para su utilización y contemplación estética, porque son otros tantos instrumentos
musicales.
»Patrimonio Musical Oral es el que está integrado por la música de transmisión
oral, no escrita. Junto a la partitura, vehículo de transmisión escrita, la
Etnomusicología utiliza inicialmente la transmisión oral. De ahí que sus técnicas y
procedimientos sean distintos inicialmente de los de la “música histórica”, aunque
enseguida confluyen con la misma porque acaban siendo registrados en soportes
materiales (grabaciones, partituras, vídeos, etc.).
En esta clasificación es posible advertir una gran heterogeneidad en todo aquello
susceptible de ser “objeto de Restauración”: soportes de transmisión musical,
instrumentos, objetos materiales e inmateriales, etc. Sin embargo, ¿no es el
Bayreuther Festspielhaus (Teatro de los Festivales de Bayreuth), diseñado ex
profeso para el festival, cuyo diseño y construcción supervisó personalmente
Richard Wagner, parte del patrimonio musical? Este complejo supone numerosas
innovaciones arquitectónicas adaptadas a las inmensas orquestas para las que
Wagner escribió su visión particular de lo que debería ser el montaje. ¿O alla Scala
3
Se refiere al sistema de clasificación “exhaustivo, que abarca todos los potencialmente reales e
instrumentos imaginables” propuesto, en 1932, por André Schaeffner. El sistema de Schaeffner tiene
sólo dos categorías de nivel superior que se representan mediante números romanos: I: instrumentos
que producen sonido a partir de la vibración de sólidos: A: no hay tensión, ni valor; B: linguáfonos (fijada
en un solo extremo); C: cordófonos (cuerdas, es decir, fijados en ambos extremos); II: instrumentos que
producen sonidos por vibración del aire. Con el invento del hidraulófono, esta clasificación se amplió
para incluir líquidos, en la categoría de nivel superior es el estado de la materia (sólido, líquido o gas) del
material que hace que el sonido.
2
de Milán, quizá el teatro de ópera más famoso del mundo? ¿No es acaso el espacio
una prolongación del instrumento? ¿No debería ser la técnica de los grandes
intérpretes también parte del patrimonio musical: Jimi Hendrix, Niccoló Paganini,
Frédéric Chopin, Franz Liszt, Arthur Rubinstein, Sergei Rachmaninoff, Yo‐Yo Ma,
etc.? ¿Cómo se generan las grandes sinfonías? ¿Qué pasa con la epistemología, la
semiótica, la cognición y la percepción musical? ¿No deberían ser consideradas
también patrimonio musical?
Figura 1. Modelo de Información de F. Richard Moore.
Richard Moore4 propuso un modelo, en términos de información, que secuencia los
datos y procesos (transformadores de estos datos) musicales según un
ordenamiento circular de análisis‐síntesis. Los procesadores del sistema de Moore
son el compositor (genera datos musicales en algún sistema de representación
simbólico a partir de información musical abstracta), el intérprete (consume
información musical abstracta y la transforma en una serie de acciones de control
sobre el instrumento), el instrumento (recibe determinadas acciones de control
que transforma en sonido), la sala (produce un campo sonoro a partir del sonido
según sus propiedades acústicas) y el oyente (captura información acústica del
campo sonoro y la procesa mediante su sistema perceptual y cognitivo para
producir información musical abstracta). Los procesadores de más alto nivel:
compositor, intérprete, oyente, constituyen la base de conocimiento “musical” de
alto nivel; mientras que los procesadores de más bajo nivel: instrumento y sala,
constituyen la base de conocimiento “físico”.
Respecto a los datos, la notación es la representación simbólica de determinada
información musical abstracta; es la interfaz del compositor con el intérprete. Un
sistema de notación exhaustivo puede controlar con mayor precisión los límites de
4
F.R. Moore, Elements of Computer Music, Prentice‐Hall, 1990.
3
esta información pero dificulta el proceso de interpretación mientras que un
sistema de notación incompleto no es capaz de satisfacer un mínimo de matices y
sutilezas. Los datos de control determinan cómo estimular el instrumento para
producir el sonido “programado” por el sistema de notación. Tales acciones de
control forman el corpus de cualquier disciplinar instrumental. El sonido es
energía, no materia, producida por las vibraciones del instrumento en respuesta a
determinadas acciones sobre el instrumento (golpear una cuerda, soplar aire en un
tubo, etc.) mientras que el campo sonoro es resultado de la interacción del sonido
con la sala. Los sonidos no se producen normalmente en espacios abiertos, sino en
recintos cerrados (teatro, foso, catedral, habitación, etc.), y su interacción
energética con los obstáculos que encuentra en su camino de propagación
(determinado por la composición geométrica de la sala, grados de absorción de sus
superficies, volumen, etc.) produce el campo sonoro donde está inmerso el oyente.
Por último, el estímulo físico que llega al oyente es procesado por el sistema
perceptual auditivo, al más bajo nivel, y por el sistema cognitivo, al más alto nivel,
que genera información perceptual/cognitiva abstracta útil al compositor para
entender y crear la música en un ciclo que se repite circularmente.
Se podría decir que cada dato entra al proceso correspondiente mediante algún
mecanismo de análisis mientras que los datos salen transformados mediante algún
mecanismo de síntesis. Éste modelo tiene, además, una propiedad muy valiosa y es
que todos éstos procesos pueden darse, paralelamente, tanto en el mundo real,
como en el virtual. Compositor, intérprete, instrumento, sala, oyente, pueden ser un
individuo o cosa o un ordenador y los datos: notación, control, sonido, campo
sonoro, percepción/cognición pueden ser, igualmente, objetos y señales tanto
reales como virtuales. Paradójicamente, en el mundo real, los procesos de la base
de conocimiento “musical” son materiales mientras que los procesos de la base de
conocimiento “física” son inmateriales.
Obsérvese que el modelo informacional de Moorer está estrechamente relacionado
con los perfiles de patrimonio musical citado; con la excepción del patrimonio
musical iconográfico. Desde éste punto de vista cualquier proceso o dato (es decir,
cualquier información) es susceptible de ser objeto de Restauración.
Objeto de Restauración
La Restauración (con R mayúscula5) incluye procesos a largo y corto plazo sobre el
objeto como son la producción (generación del objeto), documentación (proceso
continuo de adquisición de información), exhibición (mantenimiento de la
eficiencia por un breve período de tiempo), preservación (actuación sobre el medio
para evitar la pérdida de eficiencia), conservación (acción sobre el objeto para
mantener la eficiencia) y restauración (devolución de la eficiencia al objeto). En
cualquier caso, todos los procesos de Restauración tienen como objetivo la
eficiencia del objeto fundamentalmente en cuanto a valor simbólico. Pero este valor
5
Éste concepto de Restauración fue propuesto por Salvador Muñoz Viñas en Teoría Contemporánea de
la Restauración, Editorial Síntesis, 2004, para relacionar los procesos de conservación y restauración y
expandido por el autor, en su tesis doctoral Conservación y Restauración del Arte Digital, del programa
Prácticas Artísticas y Teoría del Arte en la Contemporaneidad, por la Universidad Europea de Madrid,
http://www.safecreative.org/user/1103070352907 [Consulta: 9/12/2012], a los procesos de
producción, documentación, exhibición y preservación.
4
puede darse a muchos niveles (sin discriminación entre ellos): “signos
especialmente privilegiados por un colectivo (una nación, un grupo de naciones, un
pueblo, una ciudad, una familia, un club de baloncesto) o incluso por un sólo
individuo”6.
La Figura 2 muestra la relación de estos procesos con el tiempo mientras que la
Figura 3 ilustra la descomposición funcional del objeto de Restauración en
estructura (contenedor de la información) y aspecto (manifestación de la
información).
Figura 2. Relación temporal de los procesos de Restauración.
Figura 3. Objeto de Restauración.
La estructura del objeto contiene la información y puede ser material (como es el
caso del soporte representado por un rectángulo negro), inmaterial (como es el
caso de datos y procesos, representados por un rectángulo blanco de borde
continuo). El aspecto es aquella parte del objeto donde se manifiesta la
información a través de la imagen; que puede ser material, inmaterial o híbrida
(representada por un rectángulo blanco de borde discontinuo). Por ejemplo, en
una partitura el soporte es el propio papel (no existen datos ni procesos) mientras
que la imagen corresponde a lo visible, la partitura impresa con determinada tinta.
La función del papel es soportar la notación musical impresa sobre él. En un
registro sonoro en una cinta magnética, sin embargo, la estructura es mucho más
compleja. El soporte no sólo constituye la bobina magnética sino también el
reproductor, la máquina de representación, capaz de extraer la información de ella
y toda la cadena de dispositivos (amplificadores, altavoces, etc.) que transforman
el sonido hasta que se manifiesta. Los datos se “graban” en el medio según
6
S. Muñoz Viñas, Teoría Contemporánea de la Restauración, Editorial Síntesis, 2004, p. 41.
5
determinado formato, en este caso, mediante la orientación de las partículas
magnéticas depositadas en la cinta según la intensidad del sonido en un proceso
conocido como señalización. Los procesos sobre esos datos (transducción,
ecualización, amplificación, etc.) permiten que los datos finalmente constituyan la
imagen, lo que se escucha. La imagen tiene la huella del soporte. El valor simbólico
puede estar en el aspecto, o en la combinación aspecto‐estructura, o en la
estructura; en ese caso se podría hablar de conservación informacional (donde es
más importante la información que su contenedor). La información almacenada en
el soporte también es susceptible de ser transmitida (como ocurre, por ejemplo, en
la radio). Además del formato la señal es sometida a un protocolo, normalmente un
proceso de intercambio de información estandarizado. Algunos de los procesos
representados en la Figura 3 están relacionados con la codificación y compresión de
la información, ya sea para guardarla adecuadamente en un medio o para reducir
su volumen, respectivamente. La compresión puede ser sin pérdidas (caso en el
cual es posible recuperar íntegramente toda la información original) o con
pérdidas (caso en que la información recuperada no se corresponde a la original
con diferencias perceptualmente imperceptibles). Para la Restauración los
procesos de compresión con pérdidas resultan improcedentes7.
El objeto de Restauración tiene carácter dual; es, a la vez, objeto‐sistema y objeto‐
símbolo. Como objeto‐sistema debe satisfacer determinados requisitos funcionales:
la «eficiencia del producto» (un reproductor de cintas debe funcionar
correctamente). Como objeto‐símbolo debe satisfacer tales requisitos funcionales
sólo en cuanto preserven su valor simbólico (debe activar emociones). Un
fonógrafo es un aparato de reproducción de sonidos grabados mecánicamente en
un disco de pizarra (la máquina de representación) que puede o no actuar como
símbolo en cuanto a objeto artístico‐histórico. Un casete es un soporte cuya
función es contener información codificada magnéticamente según determinado
formato tal que pueda ser reproducida por un reproductor sin ningún interés de
contemplación estética. Una vez extraída la información mediante la digitalización
¿hasta dónde es importante la conservación del contenedor? Y lo que es más
importante ¿a qué coste?
La música, per se, es una manifestación artística alógrafa cuya autenticidad está
normalmente consagrada por un sistema de notación. Sin embargo, cualquier
registro del sonido o del campo sonoro (a veces como proceso de producción, otras
como proceso de documentación), le convierte en una práctica autógrafa cuya
autenticidad, debido a la reproductibilidad técnica, es cuestionada y controlada
mediante contratos, versiones, copias limitadas, etc. En cualquier caso, las
estrategias de Restauración se aplican en sintonía con el objeto; la práctica más
común, de hecho, es el caso de estudio; donde se considera el objeto como único y
se atiende a sus particularidades y especificidades.
El objeto parte de un estado inicial A (objeto no restaurado) que debe ser auténtico
respecto al estado final B (objeto restaurado) o, lo que es lo mismo, no debe ser
7
La migración entre diferentes formatos, por ejemplo, exige procesos complementarios de
descompresión‐compresión que afectan el estado de autenticidad del objeto de Restauración.
Obsérvese que aplicar estos procesos en dos o tres generaciones sucesivas puede introducir
distorsiones inadmisibles perceptualmente.
6
considerado falso histórico. Este nivel de autenticidad o de igualdad se entiende, en
cualquier caso, en término de variaciones de grado, no de clase. En general existen
cuatro estados de autenticidad: inicial (a menudo desconocido; corresponde al
primer estado del objeto inmediato a su producción), pretendido (por el autor; se
confiere como única autoridad del estado de autenticidad), actual (corresponde a
la teoría anti‐restauratoria; es decir, ausencia de acción), prístino (estado que
debería tener, aunque de hecho no lo haya tenido nunca). ¿Cuál estado es objetivo
de la Restauración según el caso de estudio en cuestión? En la actualidad no
existen argumentos científicos ni objetivos que determinen cuál debe ser el estado
de autenticidad destino, por lo tanto, la elección es puramente subjetiva y debe ser,
sobre todo en prácticas invasivas, consensuada por un equipo multidisciplinar.
Supóngase, por ejemplo, que se desea reproducir un registro de un campo sonoro
realizado en una sala A, en una sala B. ¿Cómo es posible garantizar que ambos
sonidos A y B sean «iguales»? ¿Es viable? Tal situación se da, muy a menudo,
durante el montaje de un objeto sonoro en una exposición en un museo. El artista
(compositor) concibe su registro sonoro en un entorno pero debe ser reproducido
en otro. No se trata de una obra site‐specific sino de «recrear» un espacio dentro de
otro. El proceso de generación del campo sonoro se denomina técnicamente
convolución. La situación planteada en el ejemplo es una doble convolución que,
por supuesto, produce un campo sonoro con la huella de ambas salas; justo lo
contrario de lo que se desea. Una manera de evitar este efecto es aplicando un
proceso complementario de deconvolución que elimine la sala B. Éste es un
ejemplo claro donde el estado de autenticidad inicial es conocido y, sin embargo, es
técnicamente compleja su consecución. Supóngase entonces, el caso de un estado
de autenticidad pretendido. Se cuenta con la opinión y autoridad del autor; sin
embargo es muy probable que, por la complejidad técnica que supone, no sea
capaz de describir paramétricamente las condiciones acústicas de la sala. ¿Qué se
puede hacer entonces? Se ha dicho que, dada la influencia de la sala B, no es
posible conseguir el estado de autenticidad actual por lo que sólo queda un estado
posible: el prístino. Habitualmente se decide, «a oído», cuál es el mejor campo
sonoro posible en la nueva situación acústica B manipulando el sonido en lugar de
la sala (en otras palabras: «adaptación» del sonido al recinto); si es posible con la
certificación del artista (o gestor de su legado) sino con la del conservador
responsable. Sin embargo, ¿dónde está el límite de tal reinterpretación? ¿hasta
dónde puede o debe asumir el rol de «autor» el «Restaurador» sin vulnerar el
marco legal configurado por la ley de patrimonio y la ley de propiedad intelectual?
La documentación de la obra en términos objetivos podría ayudar en la obtención
de un espacio acústico que cuente con la aprobación del autor; máxime cuando se
dispone de la tecnología para colocar cada objeto sonoro en un sistema espacial
tridimensional xyz y definir su movimiento. Es necesario, por lo tanto, realizar un
esfuerzo monumental en la objetivación de la manifestación de todos aquellos
fenómenos que, aunque de apariencia subjetiva, son procesos medibles,
parametrizables y simulables. Dos salas son «iguales» acústicamente, si comparten
todos sus parámetros característicos: tiempo de reverberación, nivel de ruido,
niveles de aislamiento mínimo por octavas, etc. ¿Sería posible normalizar unas
condiciones de «exposición» sonora óptimas para instituciones y museos con
7
responsabilidades patrimoniales? ¿Es posible objetivar las condiciones de
representación para satisfacer la subjetividad estética de la manifestación?
Conservación evolutiva
Parte del patrimonio musical depende de la tecnología y la Restauración de éste
sólo es posible si permanece a través del cambio8. Para atajar la obsolescencia
tecnológica, la Restauración se debe plantear desde el propio proceso de
producción o desde su recreación (del latín refectum: rehacer, reconstruir,
restablecer), una estrategia de conservación evolutiva9 que redefine la estructura
de la obra mientras mantiene su aspecto, garantiza la eficiencia funcional del
objeto a la vez que preserva su valor simbólico u informacional; una estructura que
pueda asimilar las «nuevas» tecnologías sin alterar su eficiencia.
El proyecto Variable Media Network publicó una serie de estrategias aplicables a la
Restauración que, aunque de gran utilidad, no garantizan una completa identidad
simbólica. La sustitución repone estructura y aspecto; exige la acumulación de
hardware‐software para recambio en caso de desgaste o fallo. La migración
actualiza estructura y aspecto; supone un cambio de tecnologías con todas sus
consecuencias (por ejemplo la sustitución de un magnetofón por un reproductor
SACD). La emulación actualiza estructura y aspecto; es una especie de migración
inteligente donde lo que se actualiza es el soporte hardware (mediante la
introducción de una capa o máquina virtual que simula el soporte antiguo en uno
nuevo). Por ejemplo la emulación de un plato tocadiscos. La reinterpretación
redefine estructura y aspecto; es directamente una re‐producción de la obra con la
tecnología disponible en ese momento; sin duda, la estrategia más agresiva. La
recreación es una especie de combinación de reinterpretación, migración y
emulación que produce o versiona el objeto‐sistema (hardware‐software) para que
mute controladamente en el tiempo a la vez que garantiza la identidad simbólica
del objeto‐símbolo.
Una estrategia común en la Restauración de los registros sonoros, por ejemplo, es
la migración; se transcodifica la información musical de un formato a otro, de una
tecnología a otra, para evitar su deterioro o fin. Sin embargo, en el mundo
analógico, éstos procesos no son posibles sin añadir ruido (entiéndase por ruido,
en este contexto, una señal indeseable).
Restauración digital
La Restauración, sobre todo cuando en el objeto de Restauración la información es
lo más valioso, debe ser digital. Desde aproximadamente la segunda mitad del siglo
XIX, Nyquist y Shannon demostraron que era posible «discretizar» la información
(elemento de intercambio de los sistemas) sin pérdidas; esto permite observar, e
incluso controlar, al mundo en un dominio binario mucho más económico
formados por «unos» y «ceros» equivalente a su homólogo analógico.
8
DEPOCAS, A.; HIPÓLITO, J. y JONES, C. (Ed.) Permanence trough change: The Variable Media Approach.
Montreal: Guggenheim Museum Publications and The Daniel Langlois Foundation for Art, Science, and
Technology, 2003.
9
GARCÍA, loc. cit..
8
Harry Nyquist conjeturó en 1928 las condiciones de reconstrucción de una
variable o señal continua a partir de sus muestras. Dicho de otro modo, la
información completa de la señal analógica que cumple el criterio anterior está
descrita por la serie total de muestras resultantes del proceso de muestreo. Claude
E. Shanon demostró en 1948, veinte años después, en lo que se conoce como
Teoría de la Información, cómo se debe realizar esta cuantificación. La entropía
determina el número promedio de bits necesarios para representar la información.
El resultado de esta combinación (digitalización = muestreo + cuantificación): una
secuencia de números binarios; copiable infinita e idéntica, transmisible (libre de
error) y almacenable de forma barata y segura, aceleró la tercera revolución
industrial.
La tecnología digital, en la sociedad de la información, está establecida,
normalizada y en expansión10. La digitalización introduce ruido de cuantificación
(perceptualmente controlado, despreciable) pero sólo una vez; en el momento en
que se produce. A diferencia de la copia en el dominio analógico
(independientemente del medio), todas las copias en el dominio digital son
idénticas, clones. Cualquier transcodificación conserva la calidad del dominio
anterior. Es decir, las características técnicas del nuevo medio siempre son
superiores (ancho de banda, resolución, relación señal/ruido, distorsión armónica,
etc.). Por ejemplo, al digitalizar desde un medio analógico, el medio digital
conserva las características del medio analógico; lo mismo que al migrar de un
formato inferior a uno superior en el dominio digital.
La edición en el dominio digital ofrece una gran cantidad de ventajas: control de la
relación señal/ruido, potencia y simplicidad (copiar, arrastrar, pegar), edición no
destructiva («infinitas» posibilidades de deshacer lo hecho: niveles de undo),
procesado con técnicas de sonido e imagen (técnicas muy poderosas, por ejemplo,
para la eliminación de ruido), tratamiento de la nota como objeto (enormes
posibilidades de cuantización, alineación, reducción/aumento de su duración,
transposición, etc.) lo que permite alcanzar el estado de autenticidad prístino si así
se decide. También es importante destacar que, en términos de información,
pueden coexistir diferentes versiones en el tiempo (debidamente documentadas,
por supuesto, para no inducir a error ni a falsos históricos) orientadas a diferentes
estados de autenticidad lo que puede suponer una sintonización de la Restauración
según el «sujeto» objetivo. Para el historiador o el etnomusicólogo puede ser muy
interesante escuchar el «ruido de fritura» de un vinilo o el «hiss» de cinta, un rasgo
muy característico de una época y de determinadas maneras de consumo, mientras
que para el musicólogo o el teórico de la música, no. La digitalización se puede
considerar como una migración imprescindible que reordena los procesos de
Restauración.
10
Véase, por ejemplo, Capturing Analog Sound for Digital Preservation: Report of a Roundtable
Discussion of Best Practices for Transferring Analog Discs and Tapes, Council on Library and Information
Resourcesand Library of Congress, Washington, D.C., Marzo 2006 ó Directrices para la producción y
preservación de objetos digitales de audio, Comité Técnico de la Asociación Internacional de Archivos
Sonoros y Audiovisuales (IASA), 2009.
9
Figura 4. Edición digital. A la izquierda una captura del software de restauración
SpectraLayer Pro. A la derecha una captura de Melodyne, un programa para la edición de
objetos sonoros.
La Figura 4 muestra capturas de pantalla de dos programas de edición de audio
digital «basado en objetos»: SpectraLayer Pro y Melodyne destinados a ingenieros
de sonido, diseñadores, editores de audio para vídeo, archivistas y profesionales. El
primero, por ejemplo, explora los datos de audio en una vista espectral
multidimensional. Para ello «desagrupa» el audio (unmix) en capas de
componentes discretos mediante un conjunto variado de herramientas de edición
inteligentes. El segundo ofrece también posibilidades verdaderamente
extraordinarias para la edición de audio. Melodyne «reconoce» las notas grabadas,
permite la manipulación de todos sus parámetros: altura (pitch), duración,
volumen, vibrato, etc. y reconvierte el sonido a unidades de control o incluso, a una
representación simbólica en un pentagrama. Aunque determinados procesos
típicos de edición (limpieza, consolidación, reintegración, transcodificación, etc.) se
repiten, con sus particulares, según el objeto de Restauración, cada información
representada en la Figura 1, sea real o virtual, tiene sus procesos particulares de
observación y procesamiento.
Conclusiones
La Restauración del Patrimonio Musical es compleja, amplia, heterogénea; lo que
exige un enfoque transdisciplinar. La proliferación de las nuevas tecnologías,
devenidas en nuevos medios, exige un conocimiento científico‐técnico que, por
ahora (2012), está fuera no sólo del currículo académico de los artistas sino
también del de los Restauradores. Las fronteras de los roles de los agentes
implicados en Patrimonio Musical (músico, artista, compositor, técnico,
especialista, lutier, archivero, acústico, gestor de patrimonio, restaurador, etc.) son
líneas discontinuas que a menudo intersectan entre sí. La cooperación es
fundamental; el trasvase de conocimiento imprescindible; es necesaria una red.
Para Karin Olenshläger “la transdisciplinariedad es un sistema operativo de código
abierto”, transparente, accesible, mejorable. La red de cooperación debe
extenderse entre las instituciones responsables de su custodio
(independientemente de su especialización), utilizar las nuevas tecnologías para
crear canales de acción, compartir en directo las experiencias, metodologías, casos
de estudio, trabajar en la conformación de estándares, en un espíritu cooperativo y
10
transdisciplinar. El Patrimonio es, en definitiva, como la responsabilidad de su
custodia: universal pero cada objeto, como recuerda Pau Alsina, es a la vez
presencia y ausencia.
Acerca del autor
Lino García es Ingeniero en Control Automático por el Instituto Superior “José A.
Echeverría” (ISPJAE), Máster en Sistemas y Redes de Comunicaciones, Doctor en
Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Doctor en
Bellas Artes por la Universidad Europea de Madrid (UEM), Profesor del
Departamento de Ingeniería Audiovisual y Comunicaciones (DIAC) de la UPM,
Coordinador Académico del Magíster en Conservación‐Restauración de Arte
Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS).
11