El 20 de diciembre de 1901, en presencia del Inspector General de Enseñanza Secundaria y Normal Pablo Pizzurno y bajo la dirección de Enrique Romero Brest, comenzó el primer curso temporario de Ejercicios Físicos en Argentina. Un universo...
moreEl 20 de diciembre de 1901, en presencia del Inspector General de Enseñanza Secundaria y Normal Pablo Pizzurno y bajo la dirección de Enrique Romero Brest, comenzó el primer curso temporario de Ejercicios Físicos en Argentina. Un universo diverso y heterogéneo participó del mismo: maestros/as titulados, antiguos profesores/as de ejercicios físicos, alumnos/as que estaban cursando el cuarto año de la escuela normal, profesores/as normales, maestros/as de escuelas de aplicación y personas sin título normal.
Por primera vez, el estado educador argentino -también en plena constitución- centró su atención en la formación de ‘educadores físicos’ para el ámbito escolar y civil diferenciándolo del maestro ‘generalista’ y, en consecuencia, reconociéndole un lugar específico y diferente en la matriz de formación de maestros/as y profesores/as normales[1].
Sin embargo, para que se materializaran los cursos temporarios de Ejercicios Físicos y, ocho años después se estableciera la primera Escuela Normal de Educación Física Argentina (INEF) en 1909, una serie de procesos sociales y políticos generaron las condiciones de posibilidad del nuevo oficio y de los nuevos saberes a enseñar. Entre los procesos que apuntalaron y justificaron la necesidad de construcción del oficio del ‘educador físico’ se entremezclaron las urgencias del higienismo decimonónico y el avance del normalismo con sus coincidentes preocupaciones por la educación, la salud, el control y la regulación de los cuerpos.
El Normalismo Argentino decimonónico incluyó a la Gimnasia como disciplina a enseñar en los planes de estudio de las últimas dos décadas del siglo XIX y acompañó, con ello, toda una serie de cuidados y atenciones no sólo sobre la formación de los cuerpos de los alumnos/as en escuelas y colegios, sino también sobre los cuerpos de los maestros/as y profesores/as normales en formación. Asimismo, un conjunto de prácticas y saberes a ser enseñados configuraron lentamente un oficio: el del ‘educador físico’ y aseguraron un lugar específico en la grilla curricular de las instituciones escolares.
En consecuencia, los ‘orígenes’ de la figura del maestro/a y, posteriormente, del profesor/a de educación física encuentran en el Estado el actor principal -en el marco del proceso de constitución del sistema educativo moderno (Puiggrós, 1990)-, el cual se hizo cargo de la formación sistemática mediante la creación de instituciones específicas destinadas a tal fin. En un primer momento fueron las Escuelas Normales, posteriormente fue el INEF. Entre los pedagogos que sobresalieron en estos primeros momentos de conformación del oficio y de la disciplina se destacaron, muy especialmente, dos. Por un lado, José María Torres (1825-1895) a partir de un apoyo explícito a la Gimnasia como saber escolar a ser enseñado obligatoriamente en la primera matriz normalista de formación del magisterio argentino. Por otro lado, Pablo Pizzurno (1865-1940) a partir de su estrecha vinculación con el establecimiento de los primeros cursos normales específicos de educación física y el apoyo incondicional a la gestión de Enrique Romero Brest. Ambos condensaron una serie de preocupaciones que los excedió, estando presente muchos de los problemas planteados por ellos en los discursos hegemónicos de finales del siglo XIX. El presente artículo centra su atención en ambos procesos. Es decir, en cómo y por qué la Gimnasia se estabiliza en la grilla curricular de la formación magisterial normalista argentina y cómo y por qué surge la necesidad de crear un nuevo oficio docente: el del maestro/a de educación física.
Educación Física y ciencias. Abordajes desde la pluralidad. Gabriel Cachorro y Ezequiel Camblor (coordinadores).Editorial Biblos, 2013. ISBN: 978-987-691-145-0. Páginas: 139-149.