Duerces, atajo al agujero de gusano
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Relatos que nunca fueron pensados para tener nada en común pero que acaban conectando en Duerces a través de un agujero de gusano.
«La siguiente pregunta era ineludible, habían surgido varios nombres en la conversación, pero sólo uno marcaba la pauta... ¿quién era Mariam? Este es el resultado, un algo que no es más que tiempo y espacio, nada tangible lo rodea pero se presiente». El título divide al libro, o el libro divide al título. La trama encuentra el misterio en Duerces y sus entrañas las componen una serie de relatos creados a lo largo de cinco años durante el inútil rastreo de las verdades universales.
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Duerces, atajo al agujero de gusano - MONICA GARCIA RODRIGUEZ
© 2016, Mónica García Rodríguez
© 2016, megustaescribir
Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN: Tapa Blanda 978-8-4911-2510-5
Libro Electrónico 978-8-4911-2509-9
Contenido
Primera Parte
Segunda Parte
Tercera Parte
Cuarta Parte
Quinta Parte
Incógnitas
Agujero De Gusano
Queridos Hijos...
Para Siempre, Adios
Angustia
Con El Ojo En La Mirilla
Un Buzón Lleno De Plumas
La Nonna
Marcelo
Humanización En Bramura
Mi Familia Por Un Día
Caracolas
Genes
Sssecretos
Vínculo
Desubicada
El Portón
Qfue
Viernes Noche
Luis
Rotación
Mi Primera Vez
Enjaulados
...Y En El Bosque Se Hizo La Luz
Amantes
Statuspict
Suicidio Por A-Mar
Cuatro Segundos
DUERCES, atajo al agujero de gusano
Miró la hora en el ticket del supermercado, no tenía tiempo que perder, ni para sacar el móvil de su funda. Recogería a Daniela de las clases de verano y la llevaría con una amiga cuya madre había conseguido entradas gratuitas para el preestreno, en la playa, de la película No pierdas el estandarte
. Ella también iría, pero no tenía entradas para ver la proyección. Iría y se haría hueco entre las decenas de sillas plegables, bolsos de comida, toallas y chanclas que se concentrarían alrededor de la zona limitada.
Recogió a Daniela de las clases, la llevó con su amiga, volvió a casa y dejó la cena preparada para el mayor de sus hijos que había hecho de la habitación su cueva, la que sólo abandonaba para salir a cazar algo de la nevera y para acudir a reuniones con su clan celebradas en algún centro comercial, actividad para la cual mamá debía aportar su rocomóvil.
Era, como otras muchas, madre, ama de casa y trabajadora. No añoraría el recuerdo de todos esos años, como tampoco se arrepentiría nunca de haber sido madre. ¿Echar de menos estar apurada desde la mañana a la noche? No, no echaría de menos tener que cubrir las necesidades básicas de tres personas y de los ancianos de la residencia a los que cuidaba a tiempo parcial todos y cada uno de los días de su insulsa vida. ¿Y si el futuro le tuviese preparado algo peor?, mejor acallar ese pensamiento, no quería retar al destino. Lo cierto es que no iba a echar de menos lo pasado aunque tener memoria para ello supusiese un privilegio a cierta edad.
(QUERIDOS HIJOS. Página 37)
Se preguntaba si no habría sabido disfrutar de la infancia de sus hijos y se respondía que quizás no lo supo hacer, puede que porque ella pocas veces se sintió niña. Le exigieron adultrastia
desde muy joven como argumento de buen comportamiento, porque para ella, adulterio y pederastia es abusar de la inocencia en todas sus facetas, incluida la de hacer creer adulto... a un niño.
Había estudiado filología semítica, una profesión que dejó de ejercer cuando decidió quedarse embarazada a pesar de los riesgos... Años más tarde también dejó de ejercer sentido su relación en pareja.
(PARA SIEMPRE, ADIOS. Página 40)
***
PRIMERA PARTE
Llegó a la playa ya anochecido, todo lo oscurecido que una hermosa y repleta luna permite cuando ha de guardar las espaldas a las nubes. Buscaba un hueco en la arena entre la gente y encontró uno ocupado de ocho o nueve de sus mejores amigos ya acoplados junto al resto de espectadores sin entrada.
Se quitó los zapatos y agradeció la fresca benevolencia de la arena de la playa bajo los pies.
Los bafles rodeaban la zona vip de entradas especiales, por lo que el sonido apenas era audible en la zona lip (less important persons) donde ellos se encontraban. María no lo requería, sentía la arena bajo sus pies, veía en la luna partituras de canciones románticas de los ochenta y oía a las olas silbarlas, olió la sal y escuchó a la brisa que la transportaba. ¿Acaso necesitaba entender el film? Cuando terminó la película se quedó un rato más, tumbada, tal y como estaba desde hacía media hora. Se había generado uno de esos momentos que realmente echaría de menos en el futuro y que también su hija, sentada entre los privilegiados, recordaría con añoranza, de matices muy diferentes a los suyos, sin luz, sin sal, silbidos... ¿Ves? Se dijo, de una manera u otra los hijos necesitan de los padres y estos de sus hijos para tener preciados recuerdos familiares, pero que duro es... qué duro ha sido...
(ANGUSTIA. Página 41)
Se puso en pie y comenzó a recoger sus cosas, la niña volvería a casa con la amiguita, ella había dejado el rocomóvil demasiado lejos de la playa, le quedaba más de media hora de paseo en la noche por la orilla. Recogió su zapato y rastreó buscando el otro. Apenas se veía. A los diez minutos ya intuyó que no lo encontraría, casi no quedaba gente en el recinto, continuó la búsqueda, desenterró una bolsa vacía de palomitas, una gomilla del pelo, una moneda....siguió apretando las manos cada vez más profundamente contra el suelo de arena y las extendió más allá de lo probable. Sus dedos engancharon algo, esperando que no fuera orgánico tiró de ello y desenterrada quedó una sandalia muy similar a la suya, no era roja sino de un rosa pastel, hebilla de mariposa y tres tallas menos. El aun pequeño mundo de la niña que confundió llevándose la suya debía estar desmoronándose sin su Pablosky, pensó que su calzado no valía nada más que un poco menos de suciedad en el pie desnudo pero para un niño era diferente, las pequeñas posesiones suponían tesoros incanjeables.
Del bolso sacó un cuaderno y del bolsillo delantero un bolígrafo, se entretuvo en escribir algo y dirigió sus pasos hacia una de las palmeras más próximas que otorgaban el toque exótico a la playa, depositó la sandalia sobre la piedra a modo de jardinera y reposando en su interior enrolló la cuartilla, puede que mañana la chiquilla volviera con su madre a rebuscar en la arena y con fortuna, repararía en el árbol.
Se dio la vuelta decidida a regresar al coche disfrutando del paseo, le preocupaba algo, era instintivo, pensó que el subconsciente se estaba ocupando de solucionar el tema de tener que conducir medio descalza esta noche, pero no, había algo más. Una corriente de aire helado atravesó su cuerpo y así, instintivamente, se volvió a mirar en dirección a la palmera. Sólo alcanzó a ver una corpulenta sombra alejarse desde el árbol hacia el asfalto, tuvo miedo de andar sobre sus pisadas y con premura continuó el camino, además, era tarde, Daniela le estaría aguardando en casa de su amiguita y a ella le esperaba un duro día de trabajo.
A la mañana siguiente se despertó irrumpiendo una vorágine de ensoñaciones: zapatos que la perseguían emergiendo del océano; amenazantes palmeras cargadas de folios escritos; cientos de personas apiñadas en la puerta de su casa reclamando las sandalias de sus hijas...
Cuando María se levantó, Daniela y Alejandro aun dormían, se preparó un café y tostadas, abrió la tableta para revisar la agenda y mirar el correo, la niña se quedaría en casa con el cavernícola mientras ella cumplía con su jornada laboral. Uno de los mensajes provenía de dirección de correos desconocida, incluso para su ordenador, que le preguntó si estaba segura de querer abrirlo.
Justo esto era lo que esperaba ya que en la cuartilla encajada en la sandalia había dejado su dirección electrónica, creyó que sería más impersonal que anotar el número de teléfono. Hizo clic sobre el correo recibido, el remitente era lostsandalsinspain@hotmail.com, ¡vaya! Parece un correo creado especialmente para la ocasión. Ante ella se abre una pantalla que le devuelve una foto de su propia carta tuneada con pequeñas pegatinas de motivos variados, a pie de folio unas líneas escritas con letra redondeada, muy diferente a su trazo, de letras altas y ligeramente inclinadas, en la foto de la cuartilla habían incluido a su propia sandalia. Alguien obvió el teclado para seguirle el