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Roma La Gran Mentira

S. Olabarrieta

I A MANERA DE PROLOGO
Al correr del ao 1981 y con ocasin de la clebre Pastoral de los Obispos Vascos en defensa del terrorismo, le por casualidad una frase de Jos Luis de Vilallonga que me hizo mucha gracia y que llam fuertemente mi atencin. Comentaba al respecto: Lo que yo quisiera es que alguien me explicara cmo hay que arreglrselas para dejar de ser Cristiano Catlico Romano y quedarse slo en Cristiano. Yo creo que la contestacin se la podemos dar en forma muy sencilla; lo nico que hay que hacer es desprenderse del Catlico y sobre todo del Romano y entrar de lleno en el Cristianismo con mayscula, que es el autntico, y que es, desde luego, el que nos leg Jesucristo. El escndalo y el anacronismo de las falsas religiones es algo que est en el corazn del mundo civilizado y que, con gran proclividad, ha ido encauzndose y perpetuando dentro del mundo de la idolatra y de la supersticin en el campo del cristianismo. Podramos meter en el mismo cesto a muchas confesiones entre las que, singularmente, destaca la catlica con su liturgia romana y sus excrecencias populares: milagros y apariciones, medallas y rosarios, pan bendito, cirios, anillos de amatista, estigmas, grandes misas y bendiciones de montera... es una solemne payasada en donde no se divisa ms que irracionalidad, superchera, mojigatera, zalemas y sulpiciadas. Entre un hechicero pap y un obispo o dignatario, en plena exposicin con todo su colgadizo, encontramos montones de analogas. Tal vez la balanza se inclina a favor del brujo puesto que si comparamos el tam-tam con las procesiones, son ms de perdonar las prcticas fetichistas de los pueblos subdesarrollados, que las peregrinaciones y romeras occidentales con todas sus ciencias y adelantos. En medio de los falsos cristianos, dentro de los emperifollados y disfrazados sistemas religiosos, se encuentra, atrincherado y a la cabeza, el impresionante y deslumbrante cristianismo catlico que es, virtualmente, una religin politesta: Igual invocan a Jesucristo y a sus cientos de vrgenes, que a todos y a cada uno de sus innumerables santos. A lo largo de esta exposicin iremos dando respuestas oportunas y cabales para llegar a descubrir, con patente evidencia, toda la trama que sirve de sostn a este conjunto catlicoromano. Al mismo tiempo desarrollaremos, con slidas estructuras y adecuadas herramientas, nuestro alegato y epiquerema para darnos cuenta de la poca base que tienen los argumentos sobre los que se apoya toda esa mquina descomunal que se llama la Santa Madre Iglesia Catlica Apostlica y Romana, y que a partir de ahora llamaremos simplemente Roma. Nos decidimos a llevar hacia adelante este trabajo con valenta y con entereza. Es posible que la lucha sea muy fuerte. Imaginamos que nos enfrentaremos con muchas clases de enemigos. No slo a los que acusamos, que aunque usen todo tipo de disfraces, son reales, de carne y hueso como nosotros; sino tambin a otros ms temibles, extremadamente numerosos, astutos, invisibles y rodeados de misterio. A pesar de ello procuraremos que no decaiga nuestro nimo, Dios conoce su potencia, al igual que nuestra debilidad. Nuestra confianza queda pues en sus manos. El sabr cmo armarnos para la lucha. Nos fortificamos en el Seor y en el poder de su fuerza. No presumimos de sentirnos fuertes; simplemente creemos que Jesucristo pondr a nuestra disposicin la fuerza necesaria y actuaremos en consecuencia. Nos revestiremos a nosotros mismos por un acto de fe enrgico, sin esperar a que venga un ngel en nuestra ayuda.

Nuestros adversarios no son dbiles como nosotros. Esta es la razn de la necesidad de una armadura divina, de la que no podemos prescindir bajo ningn concepto. Ser muy difcil ponernos al abrigo de sus ataques. En lo nico que confiamos es en la resistencia y aguante de nuestra coraza. Bien ceidos con esta armadura, estaremos acompaados por el Espritu de verdad para que todo aparezca claro como la luz del da, y no como el espritu de mentira se esfuerza en hacrnoslo ver a fin de inducirnos al error, confundirnos y descorazonarnos. Busquemos la luz y la verdad con paso firme, alerta, y partamos vencedores. Hay personas acorazadas en el egosmo, la dureza o la indiferencia; la coraza ms segura, la ms gil y flexible es el amor. El amor es una excelente coraza para sentirnos vencedores de la susceptibilidad, insensibles a las ofensas, capaces de entrar en la refriega sin miedo a los puetazos. Como cristianos debemos caminar con la cabeza erguida y enfundada en el casco de la salvacin, sin dejarnos abatir por las contrariedades, los desprecios, las tribulaciones de todo gnero: forman parte de nuestro programa y son presagio cierto de la victoria que se avecina. Esta armadura defensiva es completa. Slo falta el arma ofensiva, la del cuerpo a cuerpo, la espada. El herrero que la forj y le dio temple es el Espritu Santo. Es dentro de Su escuela que vamos a manejarla respondiendo con un victorioso ya est escrito a todos los sofismas del enemigo.

*** II Los Mandamientos

Para empezar nuestra argumentacin y razonamiento presentaremos al lector dos tablas diferentes de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, una dada por las escrituras Sagradas, que figura en todas aquellas Biblias que han sido traducidas honestamente, y otra que es la que nos ha hecho tragar Roma. Autnticos Yo soy Jehov, tu Dios: 1. No tendrs dioses ajenos delante de m. 2. No te hars imagen ni ninguna semejanza de lo que est arriba en el cielo ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinars ante ellas ni las honrars; porque yo soy Jehov tu Dios, fuerte, celoso, que visit la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generacin de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. 3. No tomars el nombre de Jehov, tu Dios, en vano; porque no dar por inocente Jehov al que tomare su nombre en vano. 4. Acurdate del da de reposo para santificarlo. Seis das trabajars y hars toda tu obra; mas el sptimo da es reposo para Jehov, tu Dios; no hagas en l obra alguna, t ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que est dentro de tus puertas. Porque en seis da hizo Jehov los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos, y repos en el sptimo da; por tanto Jehov bendijo el da de reposo y lo santific. 5. Honra a tu padre y a tu madre para que tus

das se alarguen en la Tierra que Jehov, tu Dios, te da. 6. No matars. 7. No cometers adulterio. 8. No hurtars. 9. No hablars contra tu prjimo falso testimonio. 10. No codiciars la casa de tu prjimo, no codiciars la mujer de tu prjimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prjimo.

Roma Yo soy el Seor Dios Tuyo: 1. Amars a Dios sobre todas las cosas. 2. No tomars el nombre de Dios en vano. 3. Santificars las fiestas. 4. Honrars a tu padre y a tu madre. 5. No matars. 6. No fornicars. 7. No hurtars. 8. No dirs falso testimonio ni mentirs. 9. No desears la mujer de tu prjimo. 10. No codiciars los bienes ajenos.

Dejando aparte la simplificacin que ha hecho Roma (que nos parece lgica en aquellos casos en que no se altera el sentido) queremos destacar que Roma: suprime por las buenas el 2. mandamiento; el 7. (que con la supresin del 2. pasa a 6.) lo cambia sustancialmente; el 10. lo desglosa en dos para que le siga saliendo la cuenta de los diez; inventa, por tanto, el 9. y el 10. de su nueva serie; el 5., que pasa a 4., lo cercena, quitndole la promesa. es decir que manipula, suprime y desvirta hasta cinco mandamientos (el 50 /o de la Tabla).

Supresin total del 2. mandamiento El 2. mandamiento, segn la ley de Dios, en su parte esencial dice as: No te hars imagen ni ninguna semejanza de lo que est arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinars ante ellas ni las honrars; porque yo soy Jehov, tu Dios, fuerte, celoso... (Ex. 20:4-6) Al suprimir Roma este mandamiento, resolvi de un solo plumazo y para siempre el obstculo que se opona al rentable y manitico culto que se rinde a las imgenes, que con tanta frecuencia y gran ostentacin se viene desarrollando en los templos y en los domicilios particulares de los catlicos. El culto y la veneracin que se tiene a la Virgen Mara llega a cotas insospechadas en distintas geografas, en riqueza de adornos, en adoraciones fanticas, en monumentos y romeras que son una verdadera idolatra, etc., etc. Yo no digo que no sea muy hermoso, pero lo que est claro por el 2 mandamiento es que no se puede hacer!; y no se puede hacer por la sencilla y nica razn de que Dios nos lo prohbe. La Virgen Mara, la madre de Jess, fue sin lugar a dudas una mujer fiel, extraordinaria y maravillosa; a quien, precisamente por serlo, debe repugnar con toda seguridad todo este montaje que se ha levantado a su alrededor, contraviniendo las leyes del Sumo Hacedor. El propio Jess nos confirma en dos ocasiones diferentes que a este mandamiento no se le puede imponer veda alguna ni siquiera por su madre:

1. Mientras l an hablaba a la gente he aqu su madre y sus hermanos que estaban fuera y le queran hablar. Y le dijo uno: He aqu tu madre y tus hermanos que estn fuera y te quieren hablar. Respondiendo Jess al que le deca esto, dijo: Quin es mi madre y quines son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discpulos, dijo: He aqu mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre, que est en los cielos, se es mi hermano, y hermana y madre. (Mateo, 12.) 2. Mientras l deca estas cosas, una mujer de entre la multitud levant la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo y los senos que mamaste. Y l dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan. (Lucas, 11.) Es decir que Jess no quiso mezclar en ningn momento a la Virgen Mara con los asuntos de su Padre, y con ello dejaba bien claro y patente que su madre en la tierra nada tena que ver con la divinidad. Y, por tanto, los dogmas marianos, el ttulo de Reina del Cielo, Intercesora entre Jesucristo y los hombres, etc., carecen de sentido. Roma ha llegado a decir que peticiones formuladas directamente a Jess con resultado negativo se han visto, por el contrario, atendidas hacindolo a travs de Mara. Sin comentarios! Para saber dnde hay que colocar exactamente a Mara basta con examinar las palabras que pronuncia Jess desde la cruz a su discpulo amado: Ah tienes a tu madre. Esta era realmente la voluntad de Jesucristo: que nosotros, la humanidad, considersemos y amsemos a Mara como a nuestra madre y naturalmente la honrsemos con la mxima devocin que se puede tener a una madre (que no es poco!). Lo dems son sentimentalismos excesivos, que si son verdaderamente serios, quedan reservados nicamente al propio Dios. Este culto idoltrico tambin lo extiende Roma a los santos en una forma casi increble: devocin a San Jos (los 7 domingos, novena y mes), devocin al ngel de la Guarda (novena y misa), devocin a las almas del Purgatorio (novena, misa y responso de difuntos), los trece martes en honor de San Antonio de Padua, oracin a San Luis Gonzaga (los seis domingos), los cinco domingos a las llagas de San Francisco de Ass, novena de la gracia (San Francisco Javier), deprecaciones a Santa Teresa del nio Jess, oraciones propias de los santos (San Antonio Abad, San Sebastin, San Francisco de Sales, San Blas, Sto. Toms de Aquino, San Benito, San Isidro Labrador, etc., etc. etc.) Oracin a todos los santos (que nada tienen que ver con las propias). El culto y devocin a la imagen de San Antonio ha llegado a niveles elevadsimos, ha batido todos los rcord. En algn templo tienen imagen repetida y en algunas sacristas existen recambios y stocks que hacen palidecer. Yo creo que queda clara cul es la voluntad de Dios a este respecto, y que el 2. mandamiento no puede suprimirse de un plumazo bajo ningn concepto. Cambio substancial del 7. mandamiento (6. segn Roma) Lo llamaremos 6. para entendernos mejor, porque sobre este nmero se ha escrito mucho, se ha gastado mucha tinta y de distintos colores. El mandamiento deca literalmente no adulterars. La intencin de Dios era muy clara,

quizs demasiado clara: no se poda ir con la mujer de otro. No haba ninguna intencin sexual. Se segua la lnea del conjunto. No se poda ir con la mujer de otro porque con esto se perjudicaba al prjimo. Pero, amigo, esto a Roma no le interesaba. Roma tena ya preparado otro mandamiento, el 9. como veremos a continuacin, donde iba a decir claramente que no se poda desear la mujer de otro. Aqu en el 6. haba que aprovechar para meter algo ms gordo. Haba que introducir la fornicacin en algn apartado, porque es que realmente no estaba! No hubo ningn inconveniente, la cosa era muy sencilla: cambiar la palabra adulterar por fornicar. Y as naci el 6. mandamiento Romano: NO FORNICARAS. Invento del 9. mandamiento A Roma, por lo visto, no le salieron las cuentas al suprimir el 2. mandamiento, de modo y manera que tuvo que aadir un 9. mandamiento que no exista. Esto lo hizo a base de coger el 10. mandamiento de la tabla original, que deca: No codiciars la casa de tu prjimo, no codiciars la mujer de tu prjimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prjimo (Ex. 20:17) y desmenuzarlo de la siguiente forma: en el 9. coloc lo de la mujer (que era el 2. concepto), en el 10. meti todo el resto: casa, siervo, criada, buey, asno y cosa alguna; y todo esto lo unific en un solo concepto de bienes ajenos. Entonces los dos nuevos mandamientos quedaron redactados as: 9. no desears la mujer de tu prjimo, 10 no codiciars los bienes ajenos. La intencin del verdadero legislador apuntaba como siempre, a un mismo fin: Respeto total al prjimo, sin ninguna intencin sexual. Pero a Roma le convino mucho ms aislar a la mujer en un 9. mandamiento, echndole de comer aparte. Como vemos, los diez mandamientos en su versin original no perseguan ms que una sola finalidad: Adorar al Dios nico y amar al prjimo. En ningn sitio, lo vuelvo a repetir, se puede encontrar o imaginar una intencin de tipo sexual o ertica. En el 6. haba la simple prohibicin de usar la mujer del prjimo: no adulterar. Pero Roma logr introducir sexo en el 6. y el 9. mandamientos por el procedimiento ya explicado. Cuando se hizo la traduccin de la Vulgata en 1884, no se atrevieron a establecer este desglose descarado, y se limitaron a poner dos puntos despus del primer concepto, con objeto de que la serie de sumandos empezara en la mujer y as, por lo menos, darle a sta la categora de primer sumando. Y para resaltarlo ms, el verbo desear se aplic a partir de este nuevo primer sumando, reservndose el codiciar slo para la casa. Observen con qu sutileza est redactado el 10. en la edicin de la Vulgata del ao 1974: 10. no codiciars la casa de tu prjimo: ni desears su mujer, ni esclavo, ni esclava, ni

buey, ni asno, ni cosa alguna de las que le pertenecen. Esta rara astucia no fue ms que un simple detalle porque en realidad s se atrevieron a prohibir bajo pena de excomunin que se leyese o simplemente se tuviese una Biblia en casa. Mientras tanto han ido propagando su versin del 6. y del 9. distribuyndolos en los parvularios, colegios y universidades, historias sagradas y sermones. En el ao 1905, el Papa Po X autorizaba la publicacin en Italia, de lo que se ha venido llamando el Catecismo Mayor de S. Po X, con ligeras modificaciones para que la tierna juventud quede provista de un catecismo que exponga de un modo claro los rudimentos de nuestra Santa Fe.... Los Obispos de otros pases, y cmo no, los espaoles a la cabeza, se adhirieron inmediatamente a la dulce esperanza (as reza el texto de S. Po X) aceptando estas ligeras modificaciones. El texto definitivo de los mandamientos de la ley de Dios segn la Iglesia Romana quedaba finalmente redactado as: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. Yo soy el Seor Dios tuyo. Amars a Dios sobre todas las cosas, No tomars el nombre de Dios en vano, Santificars las fiestas, Honrars a tu padre y a tu madre, No matars, No cometers actos impuros, No hurtars, No dirs falso testimonio ni mentirs, No consentirs pensamientos ni deseos impuros, No codiciars los bienes ajenos.

Observamos que estas ligeras modificaciones de S. Po X eran, como siempre y solamente, en el 6. y en el 9. y adems no eran tan ligeras. No conformes con haber introducido la fornicacin y la mujer en una primera etapa, se lanzaron en esta segunda a sustituir: la fornicacin, por actos impuros (comprendida la fornicacin, naturalmente) la mujer, por pensamientos y deseos impuros (comprendida la mujer, naturalmente). Esto es lo que se llama una metamorfosis en cadena convergente: saliendo por una parte de un simple adulterio, y por otra de una casita, una mujer, un siervo, una criada, un buey, un asno, se llega siempre inexorablemente a la impureza, tanto en deseos como en actos (incluidas la fornicacin y las mujeres, naturalmente). Esta versin final que hemos dado de los mandamientos est refrendada por la conferencia Episcopal Espaola y as figura en todos los textos que se distribuyen actualmente en Espaa. Esto es simplemente la teora; la prctica se puede encontrar en el libro titulado El sexo en la confesin que se public en 1973 por Marsilio Editori (II sesso in confessionale), en el cual todo es miseria y podredumbre, y donde, al leerlo, uno se da cuenta, a travs de las obsesiones y contradicciones de los confesores, de la imprecisin y falsedad de la ley.

Parece como si Roma tuviese una verdadera obsesin por el tema sexual. Hace pocos meses le en el peridico unas manifestaciones de Juan Pablo II en las que deca que en el otro mundo los hombres y las mujeres conservaran el sexo pero no podran utilizarlo. Lo del sexo en el otro mundo ya hace mucho tiempo que qued zanjado por Jess cuando dijo que all no habra ni maridos ni mujeres sino que todos seramos ngeles (Mat. 22:30). Creo que hubiese sido ms interesante que el Papa, con todos los respetos, nos hubiese dicho cmo y cundo podemos utilizarlo aqu, en la tierra, que es donde s de verdad lo tenemos. Y qu dice Jesucristo sobre el sexo? Jesucristo, como es natural, habl muy poco sobre este tema. Pero las pocas palabras que dijo son suficientes para poder conocer por dnde iban los tiros, y ver que estaba esencialmente en la lnea del Antiguo Testamento. Cuando le preguntaron si era lcito repudiar a las mujeres, dijo tajantemente que no, que no es posible divorciarse. Adems ah aprovech para darnos una definicin clara y matizada de lo que es el adulterio: Comete adulterio, dijo Jess, cualquiera que deja a su mujer y se casa con otra. Esta es la verdadera definicin. No se puede uno casar con una mujer, tener hijos con ella, etctera, y despus dejarla y marcharse con otra. No se puede hacer dao tan descaradamente al prjimo. Est claramente en la lnea de los mandamientos. Hizo una sola salvedad: salvo caso de fornicacin. Es decir, que si la mujer te sale zorra, s te puedes divorciar; como era lgico, pues en este caso es imposible formar una familia estable. Roma parece que ha entendido perfectamente lo del divorcio y lo prohbe. Desgraciadamente ha encontrado y puesto en prctica un procedimiento para separar sin divorciar, a base de demostrar que nunca hubo matrimonio, con lo cual no vulneran la ley. Aplicando este sistema ha concedido la separacin a miles de parejas catlicas, tras hacer correr ros de tinta, inventar montones de figuradas inseminaciones artificiales y embolsarse muy buenos millones. Volviendo a la contestacin de Jess, lo ms interesante es una coletilla que agreg a esta contestacin. Al ver que se formulaban ciertos susurros entre sus apstoles a propsito de lo del divorcio, en el sentido de que si las cosas estaban as no mereca la pena casarse, Jess aadi: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron as del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres y hay eunucos que a s mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibirlo que lo reciba (Mat. 19:11-12). A Jess se le brind una ocasin para decir algo sobre s mismo y la aprovech. Era indudable que El se haba hecho eunuco por amor al reino de los cielos! Pero, seores, quin hay que posea el don adems de Jesucristo? Nadie!! Eunucos de nacimiento, s hay muchos, pero eunucos por amor al reino de los cielos, ninguno. Aspirantes, algunos. A todos los sacerdotes catlicos que han aceptado el celibato los podemos dividir en tres grupos claramente diferenciados: l.er grupo. Un 60 %, de los sacerdotes romanos son eunucos de nacimiento. (El celibato catlico es un autntico refugio para esta clase de personas) 2. grupo. Un 25 % de los sacerdotes son homosexuales. (Con qu cautela se mueve en los

colegios esta insaciable vorgine) 3.er grupo. Un 15 % de los sacerdotes son hombres de verdad. Del tercer grupo no llega prcticamente a feliz puerto ninguno: unos se echan una amiga, otros se defienden como pueden, otros aqu caigo aqu me levanto, otros acaban en manos de psiquiatras (o por lo menos debieran de estarlo) y finalmente hay unos cuantos que cuelgan los hbitos y abandonan el sacerdocio. A Jesucristo slo se le puede clasificar en el tercer grupo, le gustaban muchsimo las mujeres, como al que ms! Era ms hombre que ninguno! Pero adems era Dios y por tanto posea el don!. Cuando le presentaron a la mujer adltera para que la juzgara, vemos muchas caras conocidas entre los all presentes, reconocemos a muchos sacerdotes, obispos y cardenales que no hubiesen podido tirar la primera piedra. Solamente Jesucristo estaba capacitado para tirarla! Slo El poda hacerlo! y... sin embargo no la tir. Yo tampoco te condeno!, dijo. Jesucristo dej bien claro a travs de su importantsima y elocuente coletilla y de la historia de la mujer adltera: que El no perteneca ni al l.er ni al 2. grupo, que perteneca al 3. y que adems posea el don, que senta compasin de la miseria humana, y que en cierto modo la perdonaba.

Podemos decir que Jesucristo no promocion en absoluto la fornicacin, y la sola vez que estuvo en sus labios esta palabra (Mateo, 15-19) iba acompaada de muchsimos otros conceptos que nos hacen pensar que lo que condena en realidad es el abuso, la lujuria, las formas depravadas de la fornicacin, los actos antinaturales, la animalidad y la homosexualidad; con lo que se quedara, naturalmente, en la lnea del Antiguo Testamento. Jesucristo sabe, mejor que nadie, que la carne es dbil, que el acto 100 % natural y espontneo entre un hombre y una mujer est creado por Dios y que no puede ser malo siempre que est contemplado dentro del contexto ms amplio de la personalidad y la comunidad; y nicamente prohibido cuando se comete adulterio. En el sermn de la Montaa, Jesucristo dijo: Se os ha enseado que se mand "No cometers adulterio", pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer casada excitando su deseo por ella, ya ha cometido adulterio con ella en su interior (Mateo 5-28 - Biblia Espaola de Alonso Schokel, 1975). Esto sigue en la misma lnea que los mandamientos, por cuanto para hacer dao al prjimo no hace falta llevarse a su mujer a la cama, sino que basta con realizarlo con el pensamiento. Ms cosas sobre el sexo Recientemente Juan Pablo II manifest pblicamente que no se puede ni siquiera desear a la mujer propia con apetito concupiscente.Yo aqu tambin debo manifestar y reconocer pblicamente que este lenguaje es ininteligible. Esto s que nadie sabe cmo se come ni cmo se guisa! El apstol Pablo afirm la legitimidad y la bondad del sexo, pero al mismo tiempo expres sin vacilaciones sus preferencias a favor del celibato a la luz del retorno de Cristo en

Gloria, que Pablo consideraba inminente. La escatologa de Pablo, el clima moral depravado de su poca y el influjo de la filosofa estoica sobre su pensamiento, han de tenerse en cuenta para una correcta interpretacin de sus alusiones al matrimonio y otras materias relacionadas con la sexualidad. Con todo. Pablo encarece sean maridos de una sola mujer nicamente a los obispos y a los diconos (Tim. 3:2, 12). En el Antiguo Testamento existe la poligamia y hasta el concubinato. Slo se condena indefectiblemente el adulterio con la esposa o prometida de otro; de tal modo que puede verse con claridad que la razn de tal condena no se funda en la naturaleza de la sexualidad humana, sino en las responsabilidades familiares y sociales. Abraham se cas con Sara, de la que tuvo un hijo, Isaac. Adems, tuvo varias concubinas que tambin le dieron hijos y asimismo tuvo un hijo con su esclava egipcia Agar. No se divorci. Colm de alimentos y de dones a los hijos de las concubinas con gran sentido de responsabilidad. Abraham est en el cielo! Es palabra de Jesucristo. Lo mismo podramos decir de Isaac y Jacob. El caso del Rey David, que tuvo cantidades de mujeres y concubinas, siempre fue bendecido por Dios. Solamente cuando adulter con la mujer de Uras, le castig. A pesar de todo, al final le perdon. El Rey Salomn logr batir el record: 1000 mujeres! 700 con rango de princesa y 300 concubinas. Tena claramente el beneplcito de Dios. Solamente, en su vejez, cuando permiti que algunas de sus mujeres extranjeras practicaran la idolatra recibi su merecido. Con todo ello se ha creado una respuesta bblica coherente de la sexualidad humana considerada como un aspecto de la vida, que ha de situarse adecuadamente en el contexto de la persona total y de la vida humana en su conjunto y con todas las relaciones y responsabilidades. 5. mandamiento Da mucha pena que el catecismo Mayor de S. Po X no recoja en su correspondiente 4. mandamiento la promesa que nos hizo Dios en este tan dulce y agradable escaln de la ley. Es el primer mandamiento que nos obliga a cumplir un deber para con el hombre. Pero adems, qu deber tan maravilloso: honrar a nuestro padre y a nuestra madre! A los seres que nos han precedido y nos han engendrado sobre la tierra. Que nos han dado la vida. Y entonces, y slo entonces!, como consecuencia de amarlos, de amar a quien nos ha dado la vida, se nos alarga la misma vida. Este amor fortalece la vida familiar, augurando una estabilidad del individuo y de la sociedad. La bendicin de Dios reposa sobre la observancia de esta regla, y produce todas estas consecuencias y efectos tan maravillosos que hemos descrito. Es el nico mandamiento de la ley de Dios que va acompaado de una promesa por parte de Dios. Pues bien, lleg S. Po X con su famoso Catecismo Mayor, cogi unas tijeras as de grandes y nos cort la promesa. Solamente interesa amar a los padres! S. Po X, S. Po X, ... qu corte nos has pegado! Conclusin El hombre que se pronuncia clibe a s mismo y se reconoce, por tanto, en posesin del don es, adems de falso e inexacto, un insolente orgulloso. Cualquier individuo normal debe confesarse perpetuamente pecador e inhbil o incapaz para poder auto-someterse y poseer el don (y de esto no se escapa ni el inmaculado y virgneo mismsimo Papa). Slo Dios,

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encarnado en la persona de nuestro Seor Jesucristo, puede poseer el don; todo lo dems es pura invencin, entelequia y sueos dorados. En lo concerniente a los Mandamientos de la ley de Dios, tal y como figuran en las Sagradas Escrituras, son de un sentido comn, de una humanidad y de una lgica tan aplastantes que es indiscutible su origen divino as como tambin su subsistencia realista incuestionable, en contraposicin a la mutilada y adulterada ley de Dios que recomienda y distribuye Roma que es un autntico aborto finamente sazonado y bien rebosante de aberracin, desacierto, descarro, inexactitud y cabezonera. Dios deja bien claramente establecido que: no quiere que adoremos a otros (dioses ajenos), no daemos ni perjudiquemos a otros (el prjimo), no les quitemos la mujeres a otros, etc., resumiendo: slo hay que adorarle a El y respetar amorosamente a nuestros semejantes. En definitiva, Dios, a travs de sus mandamientos potencia, fortalece y revigoriza los dulces y exquisitos nombres de Padre y hermano hasta lmites indecibles e inagotables... tal y como Jess nos iba a instruir y adoctrinar ms tarde. La verdadera Cruz no fue de madera, sino la doble dimensin de su infinito amor: hacia el Padre, glorificndole continuamente, y hacia los hombres sus hermanos con misericordia, serenidad y dulzura. ***

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III EL CSAR Y ROMA

Los fariseos le preguntaron a Jess: Dinos qu opinas: Est permitido pagar tributo al Csar o no? Calando Jess su mala intencin les dijo: Hipcritas! Por qu intentis comprometerme? Enseadme la moneda del Tributo. Ellos le ofrecieron un denario y l les pregunt: De quin es esta efigie y esta leyenda? Le respondieron: Del Csar. Entonces les replic: Pues lo que es del Csar devolvdselo al Csar, y lo que es de Dios, a Dios (Mat. 22:17-20). Queda muy claro que Jesucristo con esta frase estableci de una vez por todas, su criterio sobre la separacin e independencia que debe tener el poder espiritual, las cosas de Dios, con el poder temporal, las cosas de los hombres. La Iglesia no debe casarse con ningn estado, ni tan siquiera debe flirtear con l. Pero parece que Roma y muchos otros se han saltado esta norma a la torera. En Espaa se ha llegado a muy altos niveles de integracin de la Iglesia Romana con los distintos regmenes polticos, con un total desprecio de la frase de Jesucristo. Y esto ha sido as en todas las pocas, desde los tiempos de los conquistadores hasta el renacimiento de esta especie de nacional-catolicismo que se ha creado en la ltima centuria. En todo tiempo y siempre un cardenal espaol ha tenido acceso directo al trono o ha sido consultado por el Csar. Tambin el Anglicanismo en Inglaterra se ha casado con la Corona, porque aunque diga Canterbury que se trata de una unin ms bien simblica, de facto no se hace nada sin consultarla. Y sus lazos con el Csar y la pompa y los rituales que utilizan son los mismos (o ms

exagerados si cabe) que los que utiliza Roma; y son desde luego un insulto a la Biblia de la que tanto blasonan. Los protestantes tambin tienen su nacional-protestantismo en varios pases europeos. Parece que lo del poder temporal tira mucho; Jesucristo ya nos previno contra todo ello. No olvidemos que la Iglesia Romana fue promovida por el Emperador Constantino en el siglo ni y prcticamente calcada de las estructuras paganas que tena el Estado en aquel entonces. El Emperador romano era considerado Pontifex Maximus del paganismo y como tal tena la prerrogativa de ser adorado. Miles de cristianos dieron su vida por negar adoracin a la imagen del Pontifex Maximus de la religin oficial del Imperio Romano. Los emperadores persas y egipcios pretendan lo mismo y se consideraban infalibles. Eran reverenciados como representantes de la divinidad en la tierra. La Iglesia catlico-romana que conocemos no ha olvidado ninguno de aquellos detalles: el Papa es el Sumo Pontfice, se considera infalible, el protocolo obliga a que se le besen los pies (aunque en la prctica se tolera slo arrodillarse con inclinacin), hay que adorarle, es el Beatsimo Padre! (hay grandes masas que lo hacen hasta el histerismo), ni siquiera se ha desprendido de los abanicos de plumas de pavo real que lo acompaan en la silla gestatoria, como hacan los emperadores del mundo gentil. Roma representa sin lugar a dudas: una Iglesia apstata, que debiendo pertenecer a Jesucristo se ha casado con el mundo; una falsa religin con ropajes deslumbrantes; la religiosidad unida a la mundanalidad; la personificacin de la infidelidad, la hipocresa y la persecucin; un sistema mundial de confusin espiritual; una institucin que promociona la corrupcin eclesistica.

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En todo caso estamos ante un falso cristianismo que tiene relaciones culpables con los grandes de la tierra y se complace con las cosas mundanas, como son los honores nacionales, riquezas y dominio. Durante muchos siglos ha sido perseguidora de otras religiones. Ha cometido muchos crmenes en nombre de Jesucristo. Detrs de una especie de mscara de piedad, con unas pompas y unos ritos imponentes, atrae y seduce a hombres esparcidos por toda la superficie de la tierra. Este gigantesco sistema de prostitucin espiritual es algo nunca visto. Es una autntica tirana eclesistica, que ha traducido a su favor la Biblia y las formas paganas en una especie de baile lleno de hipocresa y de idolatra. Es muy triste tener que decir que los falsos cristianos de Roma conscientes de esta hipocresa son ante Dios ms culpables probablemente que los fetichistas y los musulmanes, puesto que su conocimiento y su infidelidad son ms grandes. Nadie ha perseguido a los creyentes como lo ha hecho Roma. En 1179, en el tercer concilio de Letrn, el papado decidi exterminar a los herejes. Entre los siglos xui y xv hizo todo lo que pudo para eliminarlos a todos. Los Albigenses, los Valdenses, los Husitas, etc., fueron quemados vivos en nombre de Jesucristo.

Sin ir ms lejos, en la guerra santa contra los Albigenses por Inocencio III, 7.000 cadveres fueron encontrados en una sola iglesia de Bziers. De esta manera Roma podra envanecerse de haber aniquilado toda clase de oposicin dentro de la cristiandad, pero fue entonces cuando explot la reforma. Fue a partir de entonces cuando la sangre empez a correr a base de bien, en Espaa (donde la Inquisicin funcion durante 600 aos), en Italia, en Francia, en los Pases Bajos, etc., la Biblia estaba prohibida y era suficiente encontrar una en cualquier casa para ser enviado a las galeras o a cadena perpetua. Las torturas infligidas eran de un sadismo refinadsimo. La Roma papal de esta poca sobrepas en mucho a la Roma pagana en crueldad. Todo esto pas hace mucho tiempo. Pero jams Roma ha expresado oficialmente su arrepentimiento por todos estos actos. Por el contrario, ha grabado una medalla conmemorativa de la matanza de San Bartolom en la que representa a un ngel del cielo ejecutando por s mismo aquel acto de barbarie. Este mismo da el Papa rindi homenaje a Dios pblicamente en accin de gracias por esta gran victoria sobre los enemigos de Jesucristo. Ha sido canonizado Po V, que es alabado en el breviario por haber sido inflexible y notable inquisidor. Se encuentra tambin en el breviario, con fecha 30 de mayo, una nota donde se resalta que San Fernando (Fernando III de Castilla y de Len) es alabado por el celo con que persigui a los herejes, acercando con sus propias manos leos a la hoguera para quemar a los condenados. En el centro de todo esto se encuentra un hecho innegable: el de que las persecuciones estn inscritas no solamente en la historia de la Iglesia Romana sino incluso en su dogma. El derecho a matar herejes figura en los decretos infalibles e irrevocables de sus concilios generales (el 3. y el 4. de Letrn). Bellarmn, doctor de la Iglesia Romana, demuestra la necesidad de quemar a los herejes basndose en que la experiencia ensea que no puede haber otra solucin, puesto que la Iglesia ha tenido demasiadas contemplaciones ensayando otros medios diferentes de disuasin. Los mtodos de disuasin normalmente empleados fueron: en un principio, la excomunin; pero result que los herejes la despreciaban, despus, la imposicin de multas, posteriormente, la deportacin, luego, el encarcelamiento; pero los malditos herejes corrompan a los carceleros con sus libros y sus palabras, finalmente, la pena de muerte. Estaba visto que el nico remedio era matarles! Todas las ordenanzas de Roma contra la hereja, todas las reglas que ataen a las persecuciones, permanecen todava inalterables en sus cnones, nada ha sido abrogado! Roma ha martirizado a millones de santos. Sus edictos de persecucin se extienden a todo el perodo de su existencia. El cardenal Lepicier, profesor de Teologa Sagrada en el Colegio de la Propaganda de Roma, escriba en 1908: Si alguno hace pblicamente profesin de hereja, no solamente ser reo de excomunin, sino que podr ser justamente ajusticiado, de manera que su ejemplo contagioso y malsano no sea perjudicial para muchos ms (de Stabilitate et progressu dogmatis). Este libro recibi la aprobacin vehemente del Papa Po X en 1910. A este Papa le conocemos ya, es el clebre S. Po X, impulsor del famoso Catecismo Mayor del que hablamos al principio de este trabajo y que todava est en vigor en nuestros colegios y universidades a

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travs de la Conferencia Episcopal Espaola. Algunos hechos relativamente recientes nos ensean que desgraciadamente todava persiste el espritu de persecucin. En Espaa hemos asistido durante muchos aos al encarcelamiento de Protestantes, al cierre de templos, a la destruccin de Biblias, a la expulsin de misioneros, etc. La situacin ltimamente parece felizmente resuelta. En Colombia, 1948, se estableci la dictadura del Partido Catlico-conservador, una de cuyas finalidades era la eliminacin brutal de todas las dems confesiones. Hasta finales de 1957 se lleg a martirizar a docenas de creyentes no catlicos, destruyendo sus templos y colegios. Todo esto sin una palabra de protesta por parte del Vaticano. No cabe la menor duda, de que hoy, como siempre, los perseguidores estn plenamente convencidos de que ellos poseen en exclusiva el monopolio de la Iglesia de Jesucristo. El papado ha pretendido, en efecto, dominar el poder temporal. Durante siglos ha nombrado reyes y emperadores. Es con los reyes de la tierra con quienes ha tenido relaciones culpables. Roma ha buscado incesantemente la alianza entre el trono y el altar para poder influenciar la poltica. A donde ella no ha llegado, ha sabido poner en marcha el brazo secular, el poder del Estado, para torturar o exiliar a sus vctimas. Basta con recordar el papel que desempearon, movidos por Roma, reyes como Luis XIV de Francia o Felipe II de Espaa. Queda claro que Roma, sobre todo durante la Edad Media y durante el perodo de la Inquisicin, desempe un papel muy importante en la historia de las persecuciones. En grado menos acentuado tambin los Protestantes y los Ortodoxos griegos han hecho sus pinitos en materia de persecucin y han realizado matanzas en sus respectivos pases contra los catlico-romanos. Pero lo que es indiscutible es que cualquier Iglesia que acta de esta manera no puede ser una Iglesia de Jesucristo. Recordemos lo que Jess le dijo a la samaritana: Mujer, creme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusaln adoraris al Padre (Juan 4:21). Sepamos, pues, a quin tenemos que adorar; no nos casemos con esta o con aquella Iglesia. Seamos verdaderos adoradores y adoremos al Padre en espritu y en verdad. El Espritu de verdad, el Espritu del Padre, es el Espritu de Jesucristo. Las Escrituras, que son la Palabra de Dios, hacen de El un retrato nico, que sobrepasa toda representacin humana de la divinidad. Solamente el Dios de la Biblia es Dios verdadero, Espritu, Creador, Maestro, soberano del universo, glorioso, eterno, santo, absolutamente sabio, incognoscible en su esencia, de una justicia perfecta y de un amor insondable que brota de su corazn de Padre. Es tambin Redentor, sufriendo con su criatura cada, viniendo a ella por la revelacin y la encarnacin, realizando y a qu precio el plan grandioso de la salvacin de la humanidad. La persona de Jesucristo sobrepasa igualmente cualquier encuadre terrestre. Jams hombre alguno ha hablado como este hombre! (Juan 7:46). Nadie jams vivi, sufri y am como El. Resucitado, slo El est capacitado para regenerarnos. Jesucristo, la Palabra hecha carne, es la prueba por excelencia de la inspiracin divina de la Palabra hecha libro. Y es incluso la sola prueba realmente necesaria. Aquel que por la fe y por la iluminacin del Espritu Santo ha encontrado en El al Dios viviente a travs de las pginas del libro sagrado, no tiene necesidad en absoluto de ninguna otra clase de demostraciones. En los prximos captulos desvelaremos claramente en qu nos han engaado y dnde est la verdad. ***

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IV LA GRAN MENTIRA
Sobre el camino de Cesrea de Filipo Jesucristo pronuncia por primera vez la palabra Iglesia. Hay que tener en cuenta que hasta entonces siempre haba ocultado quin era a sus discpulos. El no quera dar este paso. Esperaba pacientemente la ocasin de que su Padre actuase en ellos por medio de su Espritu. Y vosotros quin decs que soy? Entonces Simn Pedro en un arranque de espontaneidad, tomo la palabra y dijo: T eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Este momento era capital para la vida del Seor. Era capital para la historia de la humanidad! Antes de hablar de su Iglesia, Jess, lo primero que hizo fue darle las gracias a Pedro por esta revelacin: Dichoso t, Simn, hijo de Jons, porque esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que est en el cielo. Tuvo que existir una intervencin directa para que Pedro llegara a esta conviccin plena. Y entonces fue cuando Jess fund su Iglesia diciendo: Y yo a mi vez te digo que t eres Pedro y sobre esta piedra edificar mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecern ante ella (Mat. 16:18). A ti te dar las llaves del reino de los cielos y lo que ates en la tierra quedar atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedar desatado en los cielos (Mat. 16:19). Analicemos la parte importante del primer versculo: sobre esta piedra edificar mi Iglesia. Jesucristo nos habla de su Iglesia, la que le pertenece totalmente, la que va a adquirir al precio de su propia sangre, es decir, la que llevar su nombre para toda la eternidad, y la va a edificar l mismo, Jesucristo va a ser su propietario y su constructor, El mismo va a dibujar el proyecto, El mismo va a poner las fundaciones, El mismo va a colocar el edificio sobre estas fundaciones. Para qu necesita a Pedro? PARA NADA Pero Pedro acaba de decir una verdad muy grande! esa piedra, esa roca slida, esas fundaciones sobre las que Jess va a edificar: T eres Cristo, el Hijo de Dios vivo Esa es la roca sobre la que Jess va a cimentar su Iglesia. No sobre Pedro, como dice Roma.

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 No sobre Pedro, que no es piedra slida, que falla: 1. porque le va a negar tres veces, 2. porque pierde la fe cuando camina sobre las aguas, 3. porque dentro de pocos minutos le va a tener que reprender dicindole: Qutate de mi vista, Satans! Escndalo eres para m, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres. Cmo puede Jesucristo construir, nada menos que su propia Iglesia, sobre esta piedra tan resbaladiza que es Pedro? Jesucristo lo hace todo siempre sobre la misma piedra, la de la fe: cuando nos dio la vida eterna ya lo hizo sobre esta piedra: El que cree en m y en el que me envi tiene la vida eterna (Juan 5:24). cuando nos manda su Espritu, tambin lo hace sobre esta misma piedra: Al que crea en m yo le enviar mi espritu (Juan 7:38). cuando funda su Iglesia, lgicamente tambin lo hace sobre la misma piedra de la fe en El. En los tres casos es la misma piedra, y esto no es ninguna casualidad, sino que para creer en Jess hay que saber simplemente que es nada menos que el Hijo de Dios, y sta es la piedra. Cmo, seores, si todo lo trascendental e importante lo fundamenta Jess en la fe, ahora nos va a edificar su Iglesia sobre Pedro? Esto es de locos! No, y mil veces NO!!! Pedro ha servido para vehiculizar desde el Padre la gran verdad de nuestra fe: T eres el Hijo de Dios y sobre esta gran verdad, sobre esta piedra, esta roca firme, nica, que sintetiza toda la obra del Padre en su Hijo, es sobre la que Jesucristo, su Hijo, va a edificar la autntica, la nica y verdadera Iglesia. Pero sigamos y tomemos la parte importante del segundo versculo: a ti te dar las llaves del reino A quin, seores, le va a dar Jesucristo las llaves de su reino? Pues sencillamente a su propia Iglesia que acaba de pergear, a todos los que van a pertenecer a ella, es decir, al Cuerpo mstico de Jesucristo. Lo que pasa (y esto es muy importante) es que al ponerlo en singular parece que se pudiera referir al propio Pedro, pero no es as, como veremos. Lo que ocurre exactamente es que Jess entre los dos versculos hace una pausa y entonces, pensando en su Iglesia que acaba de crear y ensimismado por el propio pensamiento se expresa como si dijera: Y a ti te dar (Oh Iglesia ma) las llaves del Reino de los Cielos. Y as s tiene sentido todo: tiene sentido todo el versculo que est en singular aqu en Cesarea. y lo que ates en la tierra quedar atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedar desatado en el cielo (Mateo, 16-19)

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 tiene sentido todo el versculo dicho en plural en otro lugar. Todo lo que atis en la tierra quedar atado en el cielo y todo lo que desatis en la tierra quedar desatado en el cielo (Mateo, 18-18). Y aqu s se refiere a todos, a toda su Iglesia, y Jesucristo no va a decir a Pedro solo lo mismo que ha dicho a todos, a su Iglesia. Por lo tanto, queda patente que se refera, como es lgico, nicamente a su Iglesia. Aparece, pues, clarsimo (y esto es infantil, como todas las cosas que Dios nos deja percibir) que Jesucristo fund su Iglesia sobre la fe: T eres el Hijo de Dios; que las puertas del Hades no prevalecern ante ella (su Iglesia); que, adems, le dio a esta misma Iglesia las llaves del Reino y que todo lo que esta Iglesia de Cristo reunida (donde estuviereis dos o ms reunidos en mi nombre, all estar yo con vosotros) decida hacer como Iglesia suya, l lo aceptar, y si decide no hacerlo no lo aceptar. Pero es que adems de este razonamiento que pone todo en claro, podemos aducir otros que corroboran esta verdad: Pedro no se enter nunca de que hubiese sido nombrado jefe, Pedro muri sin enterarse de que era Papa, tampoco se enter Pedro de que el primado fuese transmisible, nunca Pedro fue Obispo de Roma, los primeros Obispos de Roma no se transmitieron ninguna jefatura, Pedro nunca estuvo en Roma, slo le llevaron all para matarle, mientras los apstoles vivieron jams pensaron en la posibilidad de un Papa, los otros tres Evangelios no hablan nada de la promesa a Pedro, Marcos y Lucas slo mencionan la confesin de Pedro, en las cartas de Pablo dirigidas a Roma nunca hay un mensaje para Pedro, Pedro jams presidi ninguna reunin del colegio apostlico, no se encuentra nada en la poca primitiva que pueda servir de base a las pretensiones papales, en el ao 607 un Papa proclama la autoridad del Obispo de Roma, incluso a finales del siglo VII un snodo de Obispos espaoles declar que la promesa se hizo sobre la fe, hablar de infalibilidad del Papa antes del Concilio de Nicea es un monstruoso anacronismo, en 1049 el Concilio de Reims lo declara Primado Apostlico de la Iglesia universal, en 1054 el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla se excomulgan recprocamente, el dogma de la infalibilidad pontifical fue promulgado en el Concilio Vaticano I, en 1870, en medio de fuertes oposiciones por parte de muchos Obispos catlicos, para justificar la infalibilidad de Roma han tenido que falsificar la frase de Jess que aparece slo en Mateo, San Agustn es un testimonio ms a favor de la verdad que dijo Pedro y no sobre Pedro.

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De todo esto se desprende que Jess en Cesrea de Filipo lo nico que hizo fue concebir lo que iba a ser su autntica y nica Iglesia, fundada sobre la roca firme de la fe, y otorgarle a la misma una serie de privilegios. Jesucristo es, pues, la piedra fundamental, la piedra angular de esta Iglesia cimentada en la roca firme: T eres el Hijo de Dios; y nosotros, los que creemos en esta verdad, somos las piedras escogidas por El para formar parte de este edificio nico, cuyo sostn y apoyo nos lo da El mismo. Entonces, el argumento retorcido de que Pedro es la cabeza visible de la Iglesia de Cristo, de que todo se apoyaba en l, de que a Pedro le fueron entregadas las llaves del Reino y de que posee la infalibilidad, es una falacia, una autntica tomadura de pelo! Es completamente falso! En esto consiste, seores, la gran mentira: Roma no es la verdadera Iglesia de Jesucristo, Pedro nunca fue nombrado jefe de su Iglesia, El papado es una institucin que han creado unos pocos en nombre de Jesucristo, pero sin la autorizacin de Jesucristo, Sus leyes no obligan a nadie que sea cristiano, El Papa de Roma nada tiene que ver con Jesucristo, Los cristiano-catlicos son unos falsos cristianos. Y qu dice Roma? Roma, como no est muy segura de su paralogismo, intenta reforzarlo con la frase de Juan apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas; lo cual es una solemne tontera. Cuando el Seor ha resucitado, uno de los affaires que tiene que resolver en la Tierra, antes de marcharse, es rehabilitar a su buen amigo Pedro: no olvidemos que Pedro haba negado por tres veces al Seor, y que Jess se lo haba pronosticado pblicamente, entonces el Seor le pregunt: T me quieres?, y Jess reitera esta pregunta, tres veces tambin, Pedro por tres veces le contesta con profunda humildad: S te quiero y t lo sabes, y tres veces le contest el Seor: apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas, y Jess lo hizo tambin pblicamente, con lo que Pedro quedaba pblicamente rehabilitado. Los Telogos catlicos, a falta de argumentaciones, se han agarrado desesperadamente a estas simples palabras corderos y ovejas, para confirmar la institucin del papado, la delegacin oficial de los atributos soberanos de un pontfice sobre la Iglesia universal compuesta de fieles, los corderos, y de una jerarqua integrada por Obispos y Cardenales, las ovejas. El raciocinio es retorcidsimo por parte de Roma. Nos encontramos delante de una nueva argucia querer nada menos que identificar las relaciones entre la jerarqua y los fieles con las de las ovejas y los corderos! Ya lo hemos dicho se trat slo de una rehabilitacin! Y despus de esta dura y humillante experiencia, Pedro se encontr calificado, como todos los dems, para poder apacentar con paciencia y con amor el rebao de Jesucristo. Cuando se llega a desvelar esta gran mentira, nicamente los que hemos sido catlicos bien intencionados sentimos una emocin ms que profunda.

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Si Pedro no ha sido nunca Papa, si la institucin papal carece de infalibilidad y el pontificado romano es una clara mentira, se invierte la base misma de nuestras creencias. Qu debemos hacer? Esto es una triste y desoladora bancarrota de nuestras convicciones, edificadas sobre arena! La desesperanza es la reaccin de una esperanza mal colocada! En quin y en qu, querido lector, debe ser basada nuestra fe? Sin lugar a dudas, para no equivocarnos nunca ms!, en la persona de Nuestro Seor Jesucristo y sobre la roca grantica de su palabra divina, que es el Evangelio. Los catlicos romanos hemos estado sirviendo durante mucho tiempo a una falsa religin sin enterarnos. Terrible y dolorosa confesin! Tengo que suspender por unos instantes mi razonamiento, ya que las lgrimas no dejan de acudir a mis ojos y verter incesantemente por mi tan largo tiempo desgraciado y equivocado destino. no puedo dejar de pensar con particular desasosiego en los humildes y admirables sacerdotes y religiosos que han credo y siguen creyendo, con todas sus fuerzas y con toda la sinceridad de su corazn, que cuando la Iglesia Romana, el Papa habla, es Dios quien habla, no quiero dejar de pensar en un Francisco de Ass que al final de su vida se consuma en lgrimas, viendo la descomposicin de su orden, porque sus discpulos, desconociendo las ansias de su pensamiento, empezaban a reemplazar la obediencia al Evangelio por la obediencia a la autoridad eclesistica. no quiero dejar de pensar en un Savonarole, este valiente de la fe, que un triste Papa, el Borgia Alejandro VI, conden a ser colgado por haber denunciado sus infamias y torpezas y las de su jerarqua, no quiero dejar de pensar en Juan Huss, no menos ferviente catlico que fiel apstol de Jesucristo, que Roma desautoriz y trat sin piedad. Fue quemado vivo en 1415, y as podramos seguir indefinidamente. Roma slo distingue entre los fieles a su doctrina y los rebeldes y sublevados. Se le obedece aunque sea contra la propia conciencia, o se cae en hereja. Y cuando un alma que ama ardientemente a Jesucristo se ve acorralada en este dilema de rebelin contra su Iglesia o de infidelidad a la palabra de Jess... Es espantoso! Entonces se cae en esta angustia, donde hay que aclarar conceptos y encontrar la conciliacin dentro de lo inconciliable. Este dilema solamente tiene solucin en Jesucristo! Todas estas conturbaciones se resuelven leyendo los Santos Evangelios, cuyo espritu y carcter permiten llegar al mximo grado de la suma serenidad y de la suma fortaleza. Y qu dice su predilecto hijo el Papa S. Po X? Si leemos otra vez su Catecismo Mayor a travs de los textos nacionales de 1980 que nos otorga la Conferencia Episcopal Espaola, en su leccin La Santa Iglesia, reza as: Cules son las notas o caracteres que Cristo confiri a su Iglesia? Las notas o caracteres que Cristo confiri a su Iglesia son cuatro: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. Cul es la verdadera Iglesia fundada por Cristo? La verdadera Iglesia fundada por Cristo es nicamente la Iglesia Romana, porque slo ella es Una, Santa, Catlica y Apostlica.

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Al leer la contestacin a la primera pregunta nos habamos asustado. Aqu faltaba algo! Dnde est la Romanidad? Cremos que S. Po X ya se haba sacado otra vez de la faltriquera las grandes tijeras y zas! haba pegado otro tijeretazo y de golpe se haba quitado el apellido. Pero no, no es as. La segunda contestacin es bien clara a este respecto: Es la Iglesia Romana! Y adems es la verdadera! Nos lo dicen bien claro! No renuncian a este apellido! As, pues, las notas o caracteres que tiene esa Iglesia que llaman verdadera son cinco: Una, Santa, Catlica, Apostlica y Romana. Entonces ya no son cuatro Son cinco! Por lo tanto ya no es la Iglesia de Cristo. Ellos mismos, los Obispos, nos lo han dicho! Aunque nosotros ya lo sabamos. Si analizramos a fondo estos cinco apellidos nos daramos cuenta de lo que esconden algunos detrs de s mismos. Bastara con hablar de la santidad, para ver que la tienen bien merecida; son muchos los santos que han enviado al cielo... a travs de la hoguera. Pero no vamos a realizar este anlisis. Me gustara poder definir solamente: Qu es este contubernio catlico-romano? Catlico-Romano! Si dos palabras se juraron alguna vez amor eterno, ah las tenemos! Catlico = universal, abierto, comprensivo, acogedor, conciliador, anticonformista, liberal, a mano abierta. Romano = estrecho, difcil, resistente, sectario, ritualista, tirnico, intolerante, a puo cerrado. Catlico-romano La anttesis de la paradoja! En cuanto se convirti en romana, la Iglesia catlica, ipso facto, acab en secta como cualquier Iglesia Particularista. La Iglesia cristiana, al principio santa, catlica y apostlica, en cuanto se le aadi el y romana perdi su nombre de Iglesia catlica. Por lo tanto el Papa S. Po X, al aceptar claramente la romanidad y por tanto el sectarismo, acepta implcitamente, a travs de la anttesis de la paradoja, tambin el falseamiento de este contubernio catlico-romano. Yo soy cristiano Como cristiano autntico, que he buscado la verdad y la he encontrado, que he vuelto a mis orgenes, a la Iglesia primitiva de Jesucristo, quiero hacer esta declaracin: doy gracias a Dios por haber encontrado la verdad, perdono a Roma todo el mal que me pueda haber hecho, pido a Dios que ilumine a la jerarqua Romana y a todos los catlicos del mundo para que vean con claridad dnde estn sus orgenes, y se incorporen a la autntica Iglesia fundada por Jesucristo y se conviertan en autnticos cristianos. Parbola del tesoro escondido (Mat. 13:44)

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Si bien suele interpretarse el tesoro como Cristo, el Evangelio o el reino, para obtener los cuales debe el pecador estar dispuesto a sacrificarlo todo, el empleo consecuente de hombre en esta parbola para designar a Cristo y la circunstancia de que lo vuelva a esconder despus de hallarlo, invalidan totalmente aquella interpretacin. Ms bien, el tesoro escondido en un campo seala a la nacin israelita durante el interregno (Ex. 19:5; Sal. 135:4). A esta oscura nacin vino Cristo. Pero la nacin lo rechaz y entonces, por designio divino, fue derrocada de su momentnea preeminencia y diseminada; hasta el da de hoy, en las apariencias externas, es nebulosa su relacin con el reino mesinico, contrariamente a lo que le ocurre a la Iglesia, que tambin est diseminada y dispersada. Pero Cristo dio hasta su vida, todo lo que tiene, para comprar el campo entero, el mundo (2 Cor. 5:19; 1 Juan 2:2), y as obtuvo el dominio absoluto por derecho de hallazgo y de redencin. Por lo tanto, el tesoro escondido en un campo es, sin ningn lugar a dudas, la Iglesia invisible de Jesucristo. Cuando El regrese se desenterrar el tesoro y se expondr a plena luz (Zac. 12, 13), presentando as Su Esposa a todo el universo para consolarla de los sufrimientos, de los insultos y de las persecuciones a que fue sometida en su desparramo y disgregacin sobre la tierra. En su retorno, Jesucristo, volver sobre las nubes, es decir, desde arriba, tal como se march la primera vez. No ser Roma ni el Consejo Ecumnico de Ginebra (W. C. C.), quienes lo coronan rey y establecen su reino aqu abajo. No es tampoco de las profundidades de nuestra tierra entregada a la apostasa ni del Palacio del Vaticano de donde va a surgir Jesucristo, sino que vendr con las nubes del cielo como un hijo de hombre (Daniel 7:13). Esta vez vendr para revelar al mundo entero su gloria divina. Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ngeles, y entonces pagar a cada uno conforme a su conducta (Mat. 16:27). Jesucristo entr en la gloria suprema el da de la Ascensin, y aparecer revestido de esta gloria cuando venga aqu abajo en un futuro muy prximo. ***

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V La Iglesia de Jesucristo
La iglesia fundada por Jesucristo es la Iglesia cristiana y que a partir de ahora llamaremos simplemente la Iglesia. La Iglesia es el conjunto de todos los cristianos, extendida por todo el mundo y dispersados en todos los tiempos, pero unidos por una sola doctrina, la fe en Jesucristo. Esta Iglesia no est ligada a un lugar preciso: Donde dos o ms estn reunidos en mi nombre, all estar yo con ellos (Mateo 18:20) el conjunto de los elegidos el pequeo rebao de los redimidos la nueva humanidad unida con Dios el cuerpo de Cristo todos los elegidos formando un solo cuerpo la comunin de los santos basada en la fe de cada uno de los hombres individualmente la construccin continua de Jesucristo tomando posesin de los hombres individualmente la comunidad de los que han sido llamados para servir a Jesucristo el conjunto de hombres que Dios ha elegido para darles su salvacin la comunidad de los elegidos

 los que guardan fidelidad a Jesucristo, los que creen en El y han sido marcados por el Espritu Santo el conjunto de todos los que creen en Cristo, que viven en la unidad del Espritu, de la fe, de la esperanza y del amor los que esperan la salvacin en Jesucristo, aceptando ser lavados por su sangre y santificados y marcados por el Espritu Santo la asamblea de los que marchan por la fe y viven del Espritu una confederacin de creyentes el conjunto de templos vivientes que albergan en su interior el Espritu de Dios Fue Jess quien habl por primera vez del Templo que es el cuerpo del hombre (en tres das reedificar mi Templo) y cuando nos dijo que nos enviara su Espritu para permanecer dentro de nosotros nos convirti en verdaderos Templos de Dios. As que si creemos firmemente en Jesucristo Hijo de Dios con fe verdadera, recibiremos el Espritu Santo dentro de nosotros y nos colmar de dones, y su Padre har morada en nosotros y no moriremos jams y formaremos parte de su nica Iglesia. Pablo dice: Jesucristo es el jefe de la Iglesia (Efesios, 5-23) Jesucristo am a la Iglesia y se entreg por ella (Efesios, 5-25) Al leer los Evangelios notamos que Jesucristo utiliza la palabra Iglesia solamente en dos ocasiones. Lo que ocurre es que cada vez que evoca las relaciones entre hermanos se dirige indudablemente a la Iglesia. Dejando aparte otra serie de alegoras que se relacionan con la Iglesia, merece la pena destacar de los Evangelios siete imgenes que se repiten con cierta frecuencia y cuyo significado aclaramos: el reino-------------------- la colectividad humana organizada el rebao --------las relaciones entre la colectividad y Cristo la planta que crece------------------ las leyes del crecimiento la via --------------------------------- la dependencia de Cristo el edificio------------------------------------------la construccin la esposa------------------ las relaciones de afecto con Cristo el cuerpo ---------------las diferentes funciones de la Iglesia 1. EL REINO. Esta palabra menudea en los Evangelios. No se puede aplicar simplemente a la Iglesia. Son dos crculos concntricos. El reino desborda o envuelve a la Iglesia. Pero la Iglesia es el lugar donde actualmente Jesucristo ejerce su reinado. 2. EL REBAO. Es tambin una colectividad, agrupada esta vez alrededor del Pastor. El Buen Pastor es Jesucristo. Llama a las ovejas que le pertenecen. Marcha delante de ellas. Va en busca de la oveja descarriada, etc. 3. LA PLANTA QUE CRECE. Ilustra la ley del crecimiento de su Iglesia. El grano de mostaza que se convierte en arbusto da idea de la desproporcin entre la pequeez de la semilla y la importancia del resultado. El desarrollo de la Iglesia es lento, progresivo y silencioso. Los granos estn dispersados por todo el mundo y aceptan morir con Cristo. 4. LA VIA. Imagen familiar del pueblo de Dios que los profetas ya haban utilizado en el Antiguo Testamento. Presenta a la Iglesia como un campo donde se trabaja, cuya recompensa se distribuye segn la ley de la gracia y no segn la de los mritos. La via es, como la Iglesia, un

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conjunto de plantas del mismo propietario beneficindose de los mismos cuidados. En la imagen de la cepa y de los sarmientos el acento se pone sobre la unin entre Cristo y la Iglesia. Los sarmientos intiles deben ser podados: es el secreto de una vida espiritual fecunda. 5. EL EDIFICIO Y EL TEMPLO a/ El edificio. Somos el edificio de Dios. Somos el edificio que Dios construye sobre el fundamento de los apstoles y de los profetas, siendo Jesucristo la piedra angular. Hemos sido integrados en el santuario con todos los dems para formar una posada donde Dios habita por el Espritu. El Templo. Somos el Templo del Dios viviente. Todo el edificio se eleva para ser un Templo Santo en el Seor. El Templo es la casa del Padre, una casa de oracin. 6. LA ESPOSA. Cristo es el esposo de la Iglesia. En el Antiguo Testamento era un smbolo de las relaciones entre el pueblo elegido y su Dios. En los Evangelios Juan Bautista ya llama a Jess esposo. Cristo ama a la Iglesia como a su propio cuerpo. El nacimiento espiritual es un milagro en el que colaboran ntimamente Dios y el hombre. Igual que una familia la Iglesia no slo trae nios al mundo, sino que les ayuda a crecer hasta la plena madurez. 7. EL CUERPO. Nos dice que los cristianos: son bautizados en un solo cuerpo forman un solo cuerpo son un solo cuerpo en Cristo son el cuerpo de Cristo son los miembros del cuerpo de Cristo son miembros unos de otros estn llamados a formar un solo cuerpo son miembros de un mismo cuerpo con los judos Con este resumen de evocaciones de la Biblia queda suficientemente aclarado que la Iglesia es el cuerpo de Cristo y que, naturalmente, Jesucristo es la cabeza nica de este cuerpo. Jesucristo tiene un cuerpo fsico con el que pas por la tierra haciendo el bien, profetizando, muriendo en la Cruz y resucitando. Al dejarnos, nos leg otro cuerpo nuevo, el mstico que es la Iglesia a la que Cristo ha conferido plenos poderes para la continuacin de su misin en la tierra. Por esto dijo a sus discpulos: el que cree en m realizar tambin las cosas que yo hago, e incluso ms grandes, puesto que yo voy al Padre (Juan 14:12). La salvacin es anunciada a las multitudes en respuesta a esta palabra y muchas vidas son radicalmente transformadas. Roma y todas las religiones no autnticas tendrn que volver a or de nuevo la voz del mundo cristiano verdadero, que vive en el silencio, que no se presenta con fausto ni esplendor, que no tiene ni necesita un brazo secular para seguir hacia adelante, pero que sin temor y sin contemplaciones denuncia las hipocresas de los formalistas. El Espritu es la verdadera fuerza que nos impulsa a seguir adelante y sentirnos Iglesia como cuerpo de Jesucristo. Lo que se llam en los primeros tiempos iglesias de Efeso, de Roma, de Corinto, de Tesalnica, etc., no era ms que una simple manera de designar e identificar a los grupos cristianos que, sin

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factor diferencial alguno, residan en estas poblaciones y que, lgicamente, formaban ncleos espirituales de una sola y nica Iglesia cristiana. En la actualidad se aplica la palabra iglesia para designar particulares instituciones, repletas de singulares apellidos, que no sugieren para nada la Iglesia que edific Jesucristo cuya titulacin nicamente la llevan los hombres regenerados. Existen iglesias: Catlico romanas (2 apellidos), ortodoxas griegas (2 apellidos), protestantes luteranas federadas (3 apellidos), protestantes anglicanas espiscopalianas (3 apellidos), protestantes de la alianza reformada mundial (4 apellidos), y as podramos seguir clasificando mltiples denominaciones detrs de cuyos apellidos se esconden muchas veces, autnticos apaos que difcilmente resistiran un anlisis serio. Queremos concluir diciendo que la IGLESIA DE JESUCRISTO no lleva ningn apellido; tiene solamente un nombre propio como distintivo: CRISTIANA! Y sus caractersticas y connotaciones son tales como las de ser: invisible, aunque est dispersada y esparcida por toda la tierra; nica, porque los que la integran estn unidos en un solo cuerpo y por una sola doctrina de la fe, en Jesucristo; pura, porque slo cree lo que dice la Biblia, con espritu de oracin y obediencia al Espritu Santo; desvinculada y redimida de cualquier clase de sacramento ni ceremonial ritualista de ninguna clase; liberada, mediante las riquezas espirituales e insondables de Cristo; reducida, sin exhibicionismos ni grandes masas; adorante de Jesucristo, su Dios, en verdad y en espritu, y no con degradante paganismo ritualista e imgenes de pacotilla; confiada, en los brazos del Seor; salvada, a travs de la aceptacin de Su gracia; esperanzada, puesto que se orienta hacia Su retorno; bizarra, sin miedo a dar testimonio de quien engendra la vida eterna; idlicamente amorosa, con aoranza hacia Jess que sobrepasa los lmites naturales; armnica, porque posee al Espritu Santo que hace de todos los redimidos un solo pueblo y una sola familia; feliz, por cuanto sus miembros son hijos del Padre, de quien lo reciben todo con puro amor filial, cumpliendo su voluntad; receptiva del resplandeciente reino del Padre, como nico pueblo de Dios que hoy existe sobre la tierra; desconocida en el Antiguo Testamento y revelada nicamente en el Nuevo; implantada entre la Cruz y la gloria. Su existencia en la tierra est limitada al perodo comprendido entre Pentecosts y la venida de Cristo para tomarla consigo; gobernada nicamente por Jesucristo su fundador. El empleo del futuro es crucial en yo edificar mi Iglesia puesto que nos dice que no exista en aquel instante; arrebatada en la gran tribulacin: el ministerio y testimonio del Espritu Santo a travs de ella desaparecer. Pero el Seor continuar actuando en el mundo como en los tiempos del Antiguo Testamento;

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 constituida por todos los hombres y mujeres regenerados, judos y no judos; especialmente edificada, constituye una obra de Dios distinta para nuestro tiempo, la poca de la gracia; simbolizada por un templo nico, que es la suma de todos los templos vivientes que albergan en su interior al Espritu de Dios. Esta es la autntica Iglesia! La que est formada por todos los hombres y mujeres dispersados sobre la tierra que cumplen con estos requisitos sin necesidad de reuniones peridicas, intercambios obligados, institucionalismos ni jerarquas terrestres de ninguna clase; y viviendo tranquilamente sobre el planeta con la sola ayuda del Espritu Santo y sin ms armas que los Santos Evangelios. ***

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VI La cena del Seor

On la institucin de la Santa Cena, quiso Jesucristo dejarnos un memorial de su muerte expiatoria. Jesucristo saba que iba a ser crucificado al da siguiente, como efectivamente ocurri. Y para que iba a ser crucificado? Nada menos que para perdonarnos nuestros pecados. Entonces, Quines eran los beneficiaros de aquel cuerpo inmolado y de aquella sangre derramada? ramos precisamente nosotros, que, sin el sacrificio hecho por El, jams podramos entrar en el reino de los cielos. Haca algo ms que morir. Nos entregaba un pasaporte para la vida eterna. Y era tan importante que lo supiramos que no bastaba que lo recordramos as, sin ms. Quera que participramos espiritualmente, acompandole en un recuerdo profundo! Quera en definitiva que nos alimentramos de El, puesto que era su carne y su sangre lo que entregaba para nosotros en aquel nico acto irrepetible. Entonces escogi la cena pascual, como simbolismo ms acertado, por cuanto all, segn la costumbre juda, se bendecan y se coman el pan y el vino as como el cordero, para celebrar la pascua en recuerdo de la salvacin de sus primognitos antes de su salida de Egipto. Esto era exactamente lo que Jesucristo buscaba: El nos daba la salvacin a cambio de que aceptsemos ese sacrificio de su cuerpo y de su sangre. Que nos lo regalaba! Qu maravilla! Haba encontrado justamente la frmula para que lo aceptsemos con un simbolismo completo. Que al hacerlo no slo lo comprendiramos sino que adems comiramos pan y bebiramos vino para que al ingerir estos dos elementos nos alimentramos de El, de su sacrificio, de su amor. Tomad y comed, sois vosotros los grandes destinatarios de este sacrificio, no os limitis a mirar, tomad, comed y bebed. Aunque no comprendis hasta qu punto os tuve presentes mientras agonizaba en el Calvario. Y yo quiero que as de esta manera lo recordis seriamente hasta que vuelva. Escogiendo pues, como deca, la cena pascual por memorial de su persona y de su obra, Jesucristo no poda resaltar ms claramente la importancia y la significacin de su muerte expiatoria y la necesidad de la vida de comunin lo ms estrecha posible con El. Por lo tanto, queda claro que es un simple memorial lo que Jess instituy. El cuerpo de Jesucristo no est en el pan ni en el vino; lo ms importante de la cena es la muerte del Seor. El

recuerdo de la muerte ignominiosa de Jess da a esta cena una nota trgica y solemne, en contraposicin a la certeza de su vuelta que aade una nota de esperanza. El sacrificio de la Misa Veamos cmo nos define la Conferencia Episcopal Espaola la Santa Misa: Qu es la Santa Misa? La Santa Misa es el sacrificio del cuerpo y sangre de Jesucristo que se ofrece a Dios por ministerio del sacerdote y renovacin del sacrificio de la Cruz. Por qu decimos que la Santa Misa es sacrificio? Decimos que la Santa Misa es sacrificio porque en ella Jesucristo se ofrece como vctima en reconocimiento de la suprema majestad de Dios y en reparacin de nuestros pecados. Esto confirma lo que se aprob en el concilio de Trento de que Cristo, segn Roma, se ofrece en cada Misa, por manos nicas del sacerdote, en sacrificio; o sea que el sacrificio de Cristo en el calvario se renueva en cada Misa, tambin confirma que es este sacrificio de la Misa el que repara nuestros pecados, los Telogos Catlicos confirman que la Misa en s es un verdadero sacrificio, y tambin confirman estos Telogos que la Misa sirve para aplicar la nica propiciacin y expiacin llevada a cabo en la Cruz, aseguran los Telogos catlicos tambin, que la Epstola a los Hebreos no dice nada en contra de este sacricio, puesto que all se habla de un sacrificio nico en su gnero Todas estas aseveraciones de Roma siguen en la misma lnea equivocada y errnea que S. Po X nos desvel en su anttesis paradjica. La Biblia dice claramente: Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados, pues donde hay remisin de stos, no hay ms ofrenda por el pecado (Hebreos, 10) est claro, pues, que Cristo se ofreci una sola vez para siempre en el calvario, que se ha sentado a la diestra es una frase simblica para demostrar que ha cesado de ofrecerse, puesto que el sacrificio est de pie, ofrecido ya en la Cruz, la Cruz bast para propiciar por todos los pecados del mundo, de todos los hombres y para siempre!, cuando habla la Biblia de la remisin de stos, se refiere a los pecados, y por tanto no hay por qu decir con ninguna clase de finalidad una Misa para redimir nuestros pecados es Jesucristo la propiciacin de nuestros pecados, no hay ms ofrenda por el pecado!, tenemos que ofrecer siempre a Dios por medio de Jesucristo (nuestro nico Pontfice) sacrificio de alabanza, es decir, 'fruto de labios que confiesan su nombre, Pedro se refiere, no a una casta sacerdotal sino a todos los fieles, cuando llama al pueblo cristiano regio sacerdocio el Nuevo Testamento jams aplica a nadie en singular, excepto a Jess, la palabra sacerdote, ya los telogos que dicen que la Misa es la aplicacin del sacrificio de la Cruz, siendo este sacrificio nico en su gnero, les respondemos:

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1. el Nuevo Testamento no conoce otra aplicacin del sacrificio de la Cruz que la fe, como una angustiosa mirada a la Cruz, en forma parecida a como los israelitas mordidos por las serpientes venenosas escapaban de una muerte segura. Es Jess quien establece este paralelo, 2. el sacrificio de la Cruz es nico, no slo en su gnero, sino totalmente nico (como sacrificio propiciatorio y expiatorio), en la nueva ley, por la razn ya expuesta en el texto de que Jess aparece sentado y sin nada ms que ofrecer. 3. el propio P. Colunga, considerado uno de los mejores exgetas catlico-romanos, no ha encontrado rastro de sacrificio alguno en la prefiguracin del pretendido sacri66 ficio de Melquisedec, en Gnesis; y si lo hubiese habido, el autor de la Epstola a los Hebreos no habra pasado por alto el paralelo del pan y vino al hacer el contraste entre Melquisedec y Cristo. La sagrada comunin Siguen diciendo nuestros Obispos a travs de sus textos: Qu es la Sagrada Comunin? La Sagrada Comunin es recibir al mismo Jesucristo bajo las especies del pan y del

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vino.

Efectivamente as lo reconoci el Concilio de Trento: Cristo est realmente presente, con la totalidad de su humanidad y de su divinidad, en el sacramento de la Eucarista en virtud de la transubstanciacin. La Biblia nos dice que Jess, consumado su sacrificio nico, entr una vez para siempre en el lugar del Santsimo. Este lugar no es el sagrario de los Templos catlico-romanos, sino el cielo, y de all no bajar a la tierra corporalmente hasta la segunda venida. Jess dijo que nos enviara su Espritu para que hiciese morada en nosotros eternamente, pero no su carne: la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espritu y son vida. El comer y el beber, el cuerpo y la sangre, deben tomarse en sentido figurado, al que los apstoles estaban acostumbrados, para expresar que nuestra salvacin est en comer, o hacer nuestro espiritualmente por medio de la fe, el cuerpo de Cristo, roto por nosotros en la Cruz, como el pan partido para alimento del cuerpo, en signo de camaradera y smbolo de su muerte. Slo la fe, no la manducacin del pan o el beber el cliz, da vida eterna y satisface el hambre y sed espirituales del hombre. yo soy el pan de vida, el que a m viene nunca tendr hambre; y el que en m cree no tendr sed jams. si no comis la carne del Hijo del Hombre y bebis su sangre, no tenis vida en vosotros. Las palabras de Jess indican claramente una necesidad de medios, mientras que la Teologa Romana afirma que la recepcin del sacramento de la Eucarista es necesaria como una necesidad de precepto. Est claro, pues, que Jess no intent prescribir el comer literalmente su cuerpo, ni beber literalmente su sangre. Finalmente hay que darse cuenta de que Jess, despus de decir esto es mi sangre, sigue hablando del fruto de la vid:

Desde ahora no beber ms este fruto de la vid (no dice sangre) hasta aquel da en que lo beba de nuevo con vosotros en el Reino de mi Padre (pero segn Roma misma, entonces no habr comunin sacramental). Los Telogos romanos, tal y como nos tienen acostumbrados, no se han olvidado de traducir silenciosamente trozos de la Vulgata como ste: mi sangre es verdaderamente comida... en lugar de mi sangre es verdadera comida...

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la doctrina de la transubstanciacin triunf en la Iglesia Romana gracias al concepto aristotlico-tomista de sustancia y accidentes, siendo sancionada por primera vez en el concilio romano de Tours en el ao 1059. Lutero admiti la presencia real, no por conviccin bblica, sino por sus ideas ubiquistas y por no saber sacudirse el peso de la Tradicin, ya secular. Nosotros podemos terminar diciendo que:

en la Santa Cena, el pan y el vino representan un recuerdo constante de la muerte de Cristo y una exhortacin a la unidad cristiana, en espritu de caridad y de vigilia tensa, abnegada, en expectacin de la segunda venida del Seor, que el mero hecho de conmemorar la muerte del Seor hasta que El venga, es otra prueba de que el cuerpo de Cristo no est en la tierra, sino slo en el cielo, imaginar que los apstoles entendieron al pie de la letra que, bajo la apariencia de pan, haba all un cuerpo humano, slo puede hacerse en virtud de un prejuicio teolgico. La cobarde contradiccin Sabemos que Jesucristo ha tenido dos manifestaciones claras y una tercera que esperamos: su primera venida a la tierra, para poder abolir el pecado con su sacrificio, su subida al cielo, a fin de comparecer ahora por nosotros ante Dios, su segunda venida a la Tierra, su retorno para darnos la salvacin. Esta segunda venida es el objeto de la esperanza de los creyentes. No son sus dones lo que queremos sino su vida, su presencia, su persona. El retorno de Jesucristo ser la respuesta a todas nuestras aspiraciones, la solucin a todos nuestros problemas. Nos uniremos a El para siempre y seremos trasformados en su imagen. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros tambin seris manifestados con El en gloria (Colosenses 3-4). Tomemos de nuevo el Catecismo que nuestros Reverendsimos Obispos nos otorgan: Qu verdades debemos creer? Debemos creer las verdades que Dios ha revelado y la Iglesia nos ensea. Dnde se contienen las principales verdades que debemos creer? Las principales verdades que debemos creer se contienen en el Credo. Veamos lo que dice el Credo que ellos mismos nos otorgan, en punto a la cuestin que debatamos. Dice as:

desde all ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos los Obispos nos otorgan desde all ha de venir, ellos saben ciertamente que Jesucristo est en el Cielo, saben que slo desde all ha de venir en su segunda venida a la tierra, saben tambin que la fecha de este gran acontecimiento slo la conoce el Padre, adems de saberlo, nos lo ensean como principal verdad, cada da lo repiten en el Credo que recitan al decir la santa Misa, es literalmente imposible que se puedan olvidar de lo que leen. Entonces, seores, qu es lo que pasa aqu? Por qu nos dicen que el cuerpo de Jesucristo est en la Eucarista? Cmo lo traen con esta desvergenza todos los das, sobre el altar, en sus manos, y nos lo dan con cuentagotas, y lo cierran bajo llave en el Sagrario? Por qu esta contradiccin? O es que a este Santsimo Sacramento tambin solamente nos lo otorgan? Sabemos que los Obispos son grandes Telogos. Pero esto no es razn para que sean idiotas! Yo no creo que sea cuestin de recordarles el aforismo azoriniano: poner una cosa despus de la otra y no mirar a los lados... Y -----DESDE -----ALL -----HA-----DE -----VENIR los Obispos saben perfectamente que el verdadero cuerpo de Jesucristo no volver hasta la gran tribulacin. Sin embargo toleran ese trajn de seudo-cuerpos de Jesucristo todos los das! En todas las misas que se dicen en su obispado y bajo su jurisdiccin! Esto es un insulto y una idolatra! Ellos saben ms que cierto que el cuerpo de Jesucristo ahora est en el Cielo. Esto es una felona y una cobarde contradiccin!!! Conclusin El Seor, para mejor darse a entender, casi siempre hablaba por medio de acciones simblicas. Al permitir a los pecadores y despreciados compartir su mesa (Luc. 15:2) y hospedarse en su casa (Luc. 19:5), e incluso dentro del crculo de sus propios discpulos (Mar. 2:14), no hizo otra cosa que resaltar y epilogar la accin simblica potencindola con una trascendencia y repercusin inigualables. Estas comidas con los publicanos son signos inequvocos ms impresionantes que todas las palabras que pueden anunciar lo que nadie pudo entender: Acaba de empezar el tiempo mesinico, y el tiempo mesinico es el tiempo del perdn. La noche antes de su muerte aprovecha sentarse en la mesa con sus discpulos para realizar la ltima accin simblica de su vida, y es durante esta cena que les anuncia, descubre y proclama la eficacia redentora de su muerte inminente. El rompimiento del pan es la accin simblica central del cristianismo. Cuando Jess dijo esto es mi cuerpo es obvio que quera decir

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claramente esto es simblicamente mi cuerpo; su cuerpo fsico an estaba con ellos. Similar lenguaje simblico se emplea en Juan 6:35; 8:12; 10:9. Lo mismo es valedero en cuanto a lo que dice respecto a su sangre. Jess rompe el pan y lo da, vierte el vino y tambin lo da. El Seor se entrega como un pan roto y un vino derramado: Regala a la humanidad su cuerpo roto y su sangre derramada! El Cordero de Dios es inmolado para la vida y la salvacin del mundo. En la sobremesa despus de hablar del Padre, habla del Espritu. Uno y otro encuentran su sitio en estas ltimas efusiones de amor y de luz. No podemos entrar en la intimidad del Hijo sin tropezar con el Padre y simultneamente con el Espritu. Cuando Juan nos anuncia el Cordero de Dios, haba visto la plenitud del Espritu de Dios simbolizndose en una paloma. El Cordero y la paloma: distintos e inseparables.

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*** VII EL ESPRITU SANTO

El apstol Pablo pregunt a algunos de sus discpulos: Habis recibido el Espritu Santo cuando habis credo? Ellos respondieron: Nosotros jams hemos odo hablar del Espritu Santo. Esta misma contestacin la podramos dar muchsimos catlicos, llegados a la ms que madurez de nuestras prcticas religiosas catlico-romanas, porque de verdad nunca nos han llegado a aclarar perfectamente, los Doctores de la Iglesia, lo que es exactamente el Espritu Santo. Es tal la envolvente teolgica en que introducen este concepto, que al final lo nico que nos dicen que podamos entender es que: es la tercera persona de la Santsima Trinidad. Es Dios, pero slo un nmero. Nos santiguamos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Amn. Y ah! se acab todo. Vamos a ver qu dice la Biblia El Espritu Santo acta como una persona: permanece ensea, llama rinde testimonio convence de pecado conduce a la verdad. Entiende, dice, habla, anuncia inspira las escrituras y habla por ellas habla a Felipe llama al ministerio enva sus obreros no permite ciertas acciones intercede, etc. Posee los atributos esenciales de la personalidad. El Espritu est dotado, por ejemplo: de voluntad: da a cada uno sus dones como El quiere (1Cor. 12:11) de pensamiento: Dios conoce cul es el pensamiento del Espritu (Rom. 8:27)

 de conocimiento: el Espritu conoce y sondea las cosas de Dios (1 Cor. 2:10-11) de lenguaje: Nosotros hablamos de ello con los discursos que ensea el Espritu empleando un lenguaje espiritual (1 Cor. 2:13) de amor: Pablo exhorta a los romanos, por amor al Espritu, a combatir con l (Rom. 15:30) de bondad: Y enviaste Tu buen Espritu para ensearles (Neh. 9:20) Los nombres que se le van dando revelan a la vez su personalidad y su divinidad: El espritu (Gn. 6:3) el Espritu de Dios (2Cor. 15:1) el Espritu del Eterno (Is. 11:2) el soplo del Todopoderoso (Job 32:8) el Espritu del Seor (Is. 61:1) el Espritu de Cristo (Rom. 8:9) el Espritu del Hijo (Gal. 4:6)

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Puesto que las tres personas divinas son una, no es sorprendente que el Espritu Santo pueda recibir indiferentemente una u otra de estas apelaciones. Sus otros nombres subrayan sus cualidades de una manera muy completa. Es Espritu: de Santidad (Sal. 51:31; Rom. 1:4) de inteligencia (Is. 11:2) de consejo (Is. 11:2) de conocimiento (Is. 11:2) de suplicacin (Zac. 12:10) de adoracin (Juan 4:23) de verdad (Juan 14:17) de consolacin (Juan 14:26) de vida (Rom. 8:2) de adopcin (Rom. 8:15) de fe (2 Cor. 4:13) de amor (2 Tim. 1:7) de fuerza (2 Tim. 1:7) de sabidura (2 Tim. 1:7) de revelacin (Ef. 1:17) de potencia (Ef. 3:20; Rom. 15:13) de eternidad (He. 9:14) de gracia (He. 10:29) de gloria (1 Pe. 4:14) El Espritu puede ser tratado como una persona. Se puede, en efecto: mentirle tentarle resistirle entristecerle ultrajarle blasfemar contra El

 invocarle Jess, nunca emplea, hablando de El, el pronombre lo sino el le. El Espritu posee atributos divinos, tales como: omnisciencia: El Espritu sondea todo, incluso las profundidades de Dios (1Cor. 2:10) la omnipresencia: El Espritu habita a la vez en el corazn de todos los creyentes (Juan 14:17) la omnipotencia: No con la fuerza ni con el poder sino slo con mi Espritu (Zac. 4:6) la verdad: Jess puede decir Yo soy la verdad porque es Dios. Igualmente se declara que el Espritu es la verdad (1 Juan 5:6) la grandiosidad insondable: Quin ha penetrado el Espritu del Eterno y quin lo ha esclarecido en sus consejos? (Is. 40:13) Muchas otras cualidades divinas se le atribuyen al Espritu por los nombres mismos que lleva: es el Espritu de vida (Rom. 8:2) es el Espritu de amor (2Tim. 1:7) es el Espritu de sabidura (2Tm. 1:7; Rom. 16:17) Destaquemos primeramente que el Espritu est asociado al Padre y al Hijo, y situado a la misma altura que ellos. Todo lo realiza el Espritu: El Espritu de Dios me hizo (Job 33:4). Por otra parte, Jess llama el Espritu al otro consolador, designndole as como un otro S-mismo. Se expresa en el mismo sentido cuando declara a sus discpulos que les ser ventajoso perder su presencia corporal y recibir en ellos al Espritu. La unidad entre las tres personas divinas es tan grande que Pablo puede decir indistintamente: vuestro cuerpo es el Templo del Espritu Santo que est en vosotros (1Cor. 6:19) vosotros sois el Templo de Dios (1Cor. 3:16) Cristo en vosotros (Col. 1:27) En efecto, Dios es indivisible y no se puede concebir ni recibir a una sola de las tres personas de la Trinidad sin las otras dos. Para mucha gente, esta unidad en la pluralidad es incomprensible y se convierte en un pretexto para no creer. Sin embargo, no debemos olvidar que el hombre mismo est formado de tres elementos, cuya unin ntima constituye su personalidad: el espritu, el alma y el cuerpo. Lo que nos parece admisible para el hombre nos da pie para aceptarlo con mayor razn para la Divinidad. Ella es tambin una, de alguna forma compuesta por tres elementos. La unidad de las tres personas de la Trinidad no impide que cada una de ellas desempee un papel particular: el Padre es el ms grande de todos, el Hijo solamente hace lo que ve hacer al Padre y realiza su voluntad, el Espritu Santo es enviado por el Padre y por el Hijo, es enviado por el Hijo y hace morada en el corazn de los creyentes. Por otra parte se ve clara la unidad entre el Hijo y el Espritu: el que no acepta a Cristo se resiste al Espritu Santo,

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 el que acepta al Salvador recibe al Espritu Santo, el que se entrega enteramente a Jess es empleado por el Espritu Santo. En resumen podemos afirmar que el Espritu Santo es el Espritu de Dios. Existe alguna diferencia entre el Espritu de Dios y el Espritu de Jess glorificado? No, no hay ms que un solo Espritu divino, el Espritu Santo. Es a la vez el del Padre y el del Hijo puesto que son uno. Por otra parte, teniendo en cuenta que el Padre y el Hijo son Dios, el Espritu de uno o del otro no puede ser ms que Dios igualmente. Es decir: el Espritu del Padre es el Espritu Santo, el Espritu del Hijo es el Espritu Santo, el Padre y el Hijo son uno puesto que estn unidos en el mismo Espritu, que es el Espritu Santo, y por esto decimos que el Espritu Santo es el Espritu de Dios, puesto que es el mismo Espritu que tiene el Padre y el mismo Espritu que tiene el Hijo. El bautismo Juan el Bautista, que bautizaba en el Jordn a todos los que acudan a l confesando sus pecados, dijo: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es ms fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizar en Espritu Santo y fuego. Su aventador est en su mano, y limpiar su era, y recoger el trigo en su granero, y quemar la paja en fuego que nunca se apagar. El bautismo que l imparta era un bautismo simblico. Por all pasaban los israelitas de nacimiento, los fariseos, convencidos de no tener ninguna necesidad de nacer de nuevo, que pedan el bautismo para hacer lo que todo el mundo haca y no por temor a la ira venidera Detrs de l iba a venir alguien que bautizara en Espritu Santo y fuego. El fuego es un agente purificador ms potente que el agua. Por otra parte ilumina y calienta: el Espritu Santo produce alegra y amor. Jesucristo no teniendo ningn pecado que confesar ni ninguna necesidad de arrepentimiento, por qu pide el bautismo? Por su bautismo, Jess se solidariza tan ntimamente con la humanidad culpable que se condena El mismo a muerte. Es lo que Juan el Bautista constata llamndole el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo; y es lo que Dios da a entender proclamndolo su Hijo bienamado y concedindole al mismo tiempo un bautismo completamente nuevo y excepcional del Espritu Santo, que lo convertir en El que bautiza en el Espritu Santo. Y tal como describe la Biblia se vio al Espritu de Dios que descenda como una paloma y vena sobre El, simbolizndose as la perfeccin, la pureza, la dulzura, la simplicidad y quizs la fecundidad: es el Espritu en su plenitud, bajo la forma de un organismo viviente. Aquel minuto fue nico para Juan el Bautista: Oy la voz del Padre, contempl al Hijo y vislumbr el Espritu Santo. Para Jess este doble bautizo de agua y de Espritu marca el trmino de su preparacin y define el punto de partida de su ministerio mesinico. Se convierte en el enemigo pblico n. 1 de aquella raza de vboras. La promesa era formal: Cristo bautiza a los suyos con el Espritu Santo. Y este bautismo es indispensable a todo verdadero discpulo. Podemos concluir con Pablo que el bautismo del Espritu es el acto por el cual Dios nos hace miembros del cuerpo de Cristo.

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Es a travs del bautismo del Espritu como el hombre, hasta entonces separado de Dios, se sumerge en Jesucristo y se coloca por la fe en El. Podemos definirlo as: el bautismo en el Espritu es el acto por el cual Dios da al creyente su posicin en Jesucristo. Remarquemos que la definicin del bautismo del Espritu cuadra perfectamente con los dos solos ejemplos histricos que el Nuevo Testamento nos da de esta experiencia: 1. los ciento veinte fueron bautizados con el Espritu el da de Pentecosts y se convirtieron en miembros del Cuerpo de Cristo que el Espritu cre en aquel momento (Actos de los Apstoles) 2. los paganos, en casa de Cornelio, fueron bautizados en el Espritu en el mismo momento que se convirtieron por la fe, en miembros del mismo Cuerpo (Actos de los Apstoles) Las escrituras emplean diferentes expresiones: bautizados en el Espritu Santo (He. 1:5) bautizados en Cristo (Gal. 3:27; Ro. 6:3) bautizados en Su muerte (Ro. 6:3) Formalmente no hay ms que un solo bautismo: es el Espritu que, sumergindonos en Jesucristo, nos hace morir a nosotros mismos y revivir en El. El bautismo en casa de Cornelio es semejante al nuestro: fueron bautizados en el Espritu en el mismo instante en que se convirtieron a Jesucristo. La regeneracin Respondi Jess a un hombre importante y sabio llamado Nicodemo: De verdad, de verdad te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: Cmo puede un hombre nacer siendo viejo? Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondi Jess: De verdad, de verdad te digo, que el que no naciere de agua y del Espritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido de Espritu, Espritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. (Juan, 3) El hombre no puede formar parte del Reino de Dios sin pasar por una transformacin que llamamos regeneracin. Solamente Jess har posible a cada uno nacer de nuevo. Pero, por qu esta regeneracin? El que ha nacido de la carne, no puede ni siquiera ver, es decir comprender, conocer las cosas espirituales. Tampoco es capaz de comprender la necesidad de esta regeneracin hasta que el Espritu lo haya iluminado. No se trata de modificar algunas formas, ritos o frmulas. No sirve cambiar el cuadrante o las agujas de un reloj que no funciona bien, hay que cambiar la maquinaria. Es el corazn el que hay que poner a punto. Nosotros no podemos disponer del Espritu como el viento. Pero nosotros s podemos abrir las ventanas de nuestra alma a la brisa celeste. El Evangelio es la humillacin de los sabios y el consuelo de los simples.

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Lo importante es todava y siempre la fe. El alma del hombre pecador est muerta desde el punto de vista espiritual y separada de Dios puesto que el salario del pecado es la muerte. La regeneracin es el milagro mediante el cual esta alma es resucitada, engendrada de nuevo y recibe la vida eterna. No hace falta decir que, sin ella, es imposible a un hombre salvarse. Si nosotros vivimos por el Espritu, marcharemos tambin segn el Espritu. Pablo dice: nos salv no por obras de justicia que nosotros hubiramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneracin y por la renovacin en el Espritu Santo (Tito 3:5). El agua, est claro, es el smbolo de la Palabra de Dios. Simiente incorruptible que vive y permanece para siempre (1 Pe. 1:23). Pablo tambin nos habla en Ef. 5:26 de la purificacin con el lavamiento del agua por la Palabra. No se trata, pues, de una evolucin necesaria a nuestra alma pecadora, sino de una revolucin: la resurreccin espiritual. Por el nuevo nacimiento recibimos la vida eterna. Esta gracia se nos da desde el mismo momento en que creemos: el que cree en el Hijo tiene la vida eterna (Juan 3:36) el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene la vida eterna y no ser juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida (Juan 5:24). La regeneracin es a la vez indispensable e instantnea y la cogemos mediante un acto de fe. El bautismo del Espritu y la regeneracin son, pues, simultneas. En efecto, desde que yo estoy en Cristo por la fe, Cristo est tambin en m para comunicarme la vida por el nuevo nacimiento. La santificacin Es por el Espritu, es decir por su presencia espiritual en nosotros, que el Salvador nos santifica. santificados por el Espritu (Romanos) la santificacin del Espritu (Tesalonicenses, 2) La santificacin se opera en la medida en que el Espritu llena nuestro corazn. El hombre nuevo no es simplemente el hombre regenerado, como tal vez estamos imaginando. Recibimos la nueva naturaleza en el mismo momento de nuestra regeneracin. De modo que tal como hemos visto en la recepcin del Espritu, es entonces cuando El viene a hacer su morada en nosotros. Tomemos una imagen: Un rbol silvestre que no produce ms que malos frutos lo injertamos. Recibe una nueva naturaleza, superior, que no puede producir ms que buenos frutos y que adems los produce sin esfuerzo. De la misma manera, el Espritu se convierte en nuestra segunda, nuestra nueva naturaleza. Es evidente que no puede pecar. Si la dejamos en libertad de actuar, El no producir en nosotros ms que buenos frutos. Es exactamente lo que Juan expresa diciendo: Todo aquel que es nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en l; y no puede pecar, porque es nacido de Dios (1 Juan 3:9). De la misma manera que el rbol injertado guarda su vieja naturaleza dispuesta siempre a volver por sus fueros, el creyente conservar hasta el fin su vieja naturaleza, la carne, el viejo

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hombre. Dos aclaraciones previas 1. Qu es exactamente la carne? La carne no es solamente el pecado en nosotros, lo que consideramos como malo en nuestra personalidad; ella no es simplemente nuestro cuerpo, nuestra carne fsica. Ella es mucho ms que todo esto. La carne es todo nuestro ser, nuestro yo, todo lo que somos por naturaleza fuera de Jesucristo. Pablo mismo nos da esta definicin: Y yo s que en m, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien est en m, pero no el hacerlo. Por tanto, el nuevo hombre, es Cristo en nosotros por el Espritu, y el viejo hombre, somos nosotros mismos, fuera de El. 2. Qu es el pecado contra el Espritu Santo? Los judos no queran creer, rechazando obstinadamente el testimonio del Espritu y encontrando siempre argumentos para negar la evidencia. Lo que ellos rehusaban era reconocer su pecado y aceptar a Cristo como su Salvador. Es entonces cuando Jess les habla del pecado que no puede ser perdonado: De cierto os digo que todos los pecados sern perdonados a los hijos de los hombres y las blasfemias, cualesquiera que sea; pero cualquiera que blasfeme contra el Espritu Santo no tiene jams perdn, sino que es reo de juicio eterno (Marcos 3:28-29). El pecado contra el Espritu Santo es no creer en Jess. Este pecado no podr jams ser perdonado por cuanto consiste en la negacin del perdn y el rechazo del Salvador. Pecar contra el Espritu Santo es obstinarse en no creer en el Jess que El presenta al alma. La obra por la cual el Espritu busca introducir en nosotros la presencia del Salvador es la finalidad principal del plan de Dios. Si alguno la rehsa y persevera en su dureza, Dios no puede hacer nada ms en su favor: no puede salvarlo aunque quiera. Las consecuencias son terribles, el castigo de este pecado no cesar jams, es eterno. Santificacin (continuacin) Como la vieja naturaleza del rbol injertado permanece salvaje y no puede por s sola dar ms que malos frutos, as la carne en nosotros no se somete a la luz de Dios ni tampoco puede. Porque el deseo de la carne es contra el Espritu y el del Espritu es contra la carne; y stos se oponen entre s, para que no hagis lo que quisiereis. A causa de esta oposicin irreductible de la carne con el Espritu y de su incapacidad para ser mejorada o santificada, Dios, para liberarnos de ella, no puede hacer ms que una sola cosa: crucificarla. Las personas que voluntariamente, persistiesen en entristecer el Espritu Santo con su negacin a dejarse santificar, demostraran que nunca nacieron de nuevo y terminaran en la perdicin. Sin la santificacin nadie ver al Seor. Por lo tanto despertmonos, gritemos a Dios, supliqumosle que nos libre de este cuerpo de muerte. Si somos sinceros, El lo har ciertamente, puesto que sta es su voluntad, darnos la victoria. El Espritu es todopoderoso y si lo dejamos simplemente actuar, nos da la libertad.

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Despus de depender de la esclavitud del cristiano carnal, que busca la Santificacin por sus propios esfuerzos, Pablo pregunta: la ley del Espritu de vida en Jesucristo me ha liberado del pecado y de la muerte. Realmente lo ha hecho por nosotros? El Espritu no hace ms que hacer realidad en nosotros lo que Cristo nos consigui en el Calvario. Sobre la Cruz, Jess no solamente carg con nuestros pecados; ha tomado consigo a nuestro viejo hombre y lo ha crucificado. El ha triunfado as sobre nuestra carne, raz de todos nuestros pecados, que todos nuestros esfuerzos no llegaron nunca ni a vencer ni a hacer morir. Es por lo que Pablo declara: Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos ms al pecado. Porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado. Sin embargo, esta crucifixin realizada en principio no se convierte en real en nosotros ms que por medio de nuestro consentimiento y por la accin constante del Espritu. Volvamos a nuestra imagen del rbol injertado. En el injerto, la vieja naturaleza ha sido destronada y sometida a la nueva. Pero ella soporta mal la subordinacin y, como es la ms lista, saca cantidades de brotes, de retoos tan salvajes como ella. Si el jardinero no vigila y no corta cuidadosamente todos estos brotes, qu ocurrir? Ellos absorbern toda la savia, la corona del rbol cesar de llevar fruto, y finalmente morir. Ocurre exactamente igual con nosotros. Si no prestamos atencin, el viejo hombre, siempre tan listo en cada uno de nosotros, trata de coger la ventaja. Confiados a nosotros mismos, estamos perdidos. Pero es entonces cuando debemos dejar que se realice la obra de Cristo: Si nos entregamos a su Espritu, El cortar todos estos malos brotes y mantendr la vieja naturaleza en un estado de crucifixin real. Es por ello por lo que Pablo puede gritar: si vivs conforme a la carne, vais a morir; mas si por el Espritu hacis morir las obras de la carne, viviris (Ro 8:12-13), andad en el Espritu, y no satisfagis los deseos de la carne (Gal. 5:16,24-25), porque la ley del Espritu de vida en Cristo me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro. 8:2). Con todo esto nos dice que el Espritu Santo acta, cuando lo hace libremente, de una manera tan apremiante y continua como no lo haca antes del pecado, cuando dominaba la carne. Otra imagen nos permite fijar esta verdad. Si yo tomo mi pluma estilogrfica y la sostengo: su naturaleza y peso no han variado; la ley de la gravedad acta todava sobre ella. Si yo la dejo caer, se precipitar indefectiblemente contra el suelo y se romper. En la medida en que la sostengo qu ocurre? La ley de vida que acta en mi mano contrabalancea la ley de la gravedad, y me permite por otro lado utilizar mi pluma que, dejada sola, no servira para nada. Pero si yo la suelto, su propia naturaleza adquiere de nuevo sus derechos y cae al suelo inexorablemente. Lo mismo ocurre cuando uno se entrega a Jesucristo. Nuestro viejo hombre no cambia. El pecado siempre se aduea de l y lo atrae irremisiblemente si se abandona a s mismo. Pero la potencia del Espritu se apodera de m, mantiene crucificado al viejo hombre y me libera de la esclavitud del mal. Ella slo acta en la medida en que mi voluntad permanece sometida. Si yo me aparto, mi viejo hombre se reanima y yo sufro la dolorosa experiencia de la cada. Ciertas personas piensan que despus de haber hecho una tal experiencia de la santificacin ya no pueden pecar ms, y que toda raz de pecado ha sido extirpada para siempre de su corazn. Es lo que se llama la entera santificacin o erradicacin. Es fcil comprender que las escrituras no ensean esto. Declaran sin lugar a dudas que nuestro viejo hombre ha sido

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crucificado con Cristo, de forma que el cuerpo del pecado fuese destruido. Pero la palabra griega destruido podra tambin ser traducida por hecho inoperante. Los captulos 7 y 8 de los Romanos demuestran, por otra parte, que el viejo hombre es a menudo terriblemente activo en el corazn del creyente y que la santificacin no es real ms que en la medida de nuestro abandono y de nuestra fe. Nuestra vida espiritual debe crecer sin cesar, hasta la medida de la estatura perfecta de Cristo, y el Espritu debe llenarnos cada vez ms hasta alcanzar la plenitud de Dios. Dios no interviene para perdonarnos, regenerarnos y santificarnos ms que en la medida en que nos ponemos en Sus manos para que pueda actuar solo. Puesto que El sabe perfectamente que nadie ser jams salvado ni santificado por sus obras. Algunos pensarn quizs que no tienen una fuerza de voluntad suficiente como para quedar siempre sometidos al Seor. Que estn tranquilos, puesto que Dios no pide de nosotros ms que una buena voluntad sincera, por muy dbil que ella sea. Por lo dems es El quien produce en nosotros as el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses). Basta con que le dejemos actuar. En esta vertiente como en todas las dems podemos siempre contar con la ayuda del Espritu Santo. Nuestra voluntad, sea dbil o rebelde, sostenida por el Espritu, se convertir en hormign armado, que tirando de su armazn la obliga a resistir a todas las presiones. El justo vivir por la fe. Como recibimos el perdn de nuestros pecados por la fe, entramos en la va de la santificacin y marchamos por la fe. Durante demasiado tiempo, nos hemos imaginado que seramos santificados por nuestros esfuerzos, por nuestras luchas, por nuestras oraciones, por nuestras lgrimas; en una palabra, por nuestras obras y hemos desembocado en el desastre. Dejemos este terreno resbaladizo para instalarnos sobre la roca de la fe. Dejemos de mirarnos a nosotros mismos y fijmonos slo sobre Aquel que es todo para nosotros: sabidura, justicia, santificacin y redencin. La santificacin establece una comunin siempre creciente entre Dios y nosotros. El pecado separa de Dios, la santificacin nos acerca. En fin, la santificacin nos prepara para el retorno de Jesucristo. Cuando vuelva no tomar con El ms que los autnticos creyentes, aquellos que encontrar con las lmparas llenas de aceite (smbolo del Espritu). Si queremos estar de pie delante del Hijo del hombre y no dudar en absoluto de Su venida, apresurmonos a dejarnos preparar por la santificacin del Espritu. Esquema sinptico total: 1. el hombre no cree en nadie 2. el hombre cree en alguien o en algo 3. el hombre no cree en Jesucristo 4. el hombre cree en Jesucristo: por definicin de enseanza escolar porque as lo dicen porque no hay otra cosa porque lo omos en la Misa porque mis padres lo dicen porque me bautizaron cuando era pequeito porque lo dice la Santa Madre Iglesia 5. el hombre cree en Jesucristo: porque es el Hijo de Dios porque lo siente en el corazn

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 porque lo siente en el alma porque lo siente en su mente 6. el hombre recibe el Espritu Santo 7. el hombre es bautizado en el Espritu Santo 8. el hombre es regenerado en el Espritu Santo 9. el hombre crece en la Santificacin 10. el hombre llega a la plenitud del Espritu Santo. En esta cadena escalonada podemos hacer las siguientes observaciones: a) El hombre que no cree en nadie es un incrdulo total y se condena. b) El hombre sabio del 2 escaln que cree en las teoras cientficas aspticas, en ese remolino inteligente que lo form todo por las buenas, en ese buuelo que no ha logrado plasmar en una frmula matemtica tensorial nica, en ese impulso inicial que sali de la nada; y que, finalmente, se recrea en la grandiosidad del Universo sin encontrar a su Creador, ese hombre se condena. c) El hombre del 3er escaln, que ha tenido ocasin de conocer a Jesucristo, que se ha enterado de quin es, que lo ha conocido de alguna manera y se ha confesado a s mismo definitivamente y con toda claridad que no cree en El, tambin se condena. d) El hombre del 4. escaln suele ser el cristiano del registro del bautismo parroquial que todava no se ha enterado de que sea cristiano; la familia y la sociedad s creen que lo es, los curas y los Obispos tambin lo creen. Adems, puede que haya un Dios!; en la escuela le ensearon que era Jesucristo. El no siente nada, pero eso s, tiene un bonito certificado de bautismo y otro de confirmacin y adems va a Misa todos los domingos, como hace la mayora de la gente. Jesucristo, no ha pasado de la primera epidermis, ni tan siquiera le roza por los pelos. Este hombre tambin se condena. e) El hombre del 5. escaln ya ha encontrado la roca fundamental Cristo es el Hijo de Dios. Lo siente con conviccin plena, lo ama. Ah no hay que darle vueltas. Este hombre ha encontrado la vida eterna. f) A partir del 5 escaln, el 6. el 7. y el 8. se realizan casi simultneamente, el hombre es lleno de Espritu, queda bautizado en el Espritu y sufre la transformacin. Ha nacido de nuevo. g) Pero este hombre no se va a quedar ah como un nio de bibern. Crecer y amar cada vez ms a Jesucristo. As, en el 9. y el 10. escalones va santificndose hasta poder llegar a la plenitud. h) En los diez escalones el hombre es una criatura de Dios. En los seis ltimos es, adems, Hijo de Dios. i) Cualquier proceso en que interviene el Espritu Santo, tener fe, bautizar, regenerar, santificar, plenitud, formar parte del cuerpo de Cristo, ser cristiano de la Iglesia de Cristo, ser un Templo de Cristo, est basado siempre sobre la misma roca T eres el hijo de Dios vivo, y no existe ms concepto ni ms filosofas que las de la fe en Cristo. j) El hombre viejo subsiste a lo largo de los diez escalones, aunque a partir del 9. empieza a ser dejado de lado y mantenido en estado de crucifixin. El hombre viejo, la carne, slo desaparece totalmente con la muerte. El esquema simplificado -final se escribe solo: se conoce a Jesucristo y se le ama

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 Jesucristo nos manda su Espritu el Espritu Santo dentro de nosotros obra maravillas el Espritu Santo nos lleva hasta el Padre. La promesa En cinco ocasiones Jesucristo llama el Consolador al Espritu Santo. Transcribiremos dos de los textos: Pero cuando venga el Consolador, que yo os enviar del Padre, el Espritu de verdad, el cual procede del Padre, El dar testimonio acerca de m (Juan 15:26) Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendra a vosotros; mas si me fuere os lo enviar. Y cuando El venga convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:7-8). La traduccin de la palabra Consolador (parakletos) nos lleva a la idea de alguien llamado a ayudar, pero no podemos restringirla a la persona de un abogado legal. El trmino ms general de consejero se adapta mejor. La ayuda del Consolador no es intermitente sino permanente. Jess pone el acento (el Espritu de verdad) especialmente sobre este atributo del Espritu a causa de la importancia evidente que esto representa para un Consolador. Jess asegura a sus discpulos que estar siempre presente en medio de ellos, incluso cuando el mundo no lo ver ms. La palabra hurfanos (que utiliza en otro texto) aade un inters especial a la promesa de Jess relativa al amor del Padre. Todava un poco ms de tiempo... (En otro texto) deja presagiar la resurreccin cuando los discpulos vern a Jess en un nuevo da. En definitiva se dar al que tiene. Al que ama con amor verdadero, obediente, Dios le dar este sustituto de su Hijo, este Inspirador, el Espritu de verdad, que mantendr su espritu de creyente dentro de la verdad, dentro de la luz, lo guardar contra las mentiras del enemigo, le ensear todas las cosas como Dios las ve, desde la gran luz de la eternidad. Aquella luz imposible de llenar de esperanza, de victoria, de fuerza, de alegra. Aceptemos en nuestros corazones este pensamiento: el Espritu de adopcin que hemos recibido se llama, ante todo. Espritu de verdad. Es este Espritu precisamente el que nos revela Dios, gritando dentro de nosotros Abba, Padre, y que derrama en nuestros corazones todo su amor. Vosotros le conocis, dice Jess, lo habis visto actuar en mi persona, habis visto lo que significa llegar a la plenitud del Espritu Santo y ser conducidos por El. Nuestra vida espiritual depender, por tanto, de nuestra ntima comunin con Jesucristo viviente. En aquel da, cuando recibis el Espritu de verdad, el nico que puede revelaros estas cosas, conoceris verdades que ninguna ciencia humana puede revelaros, las relaciones del Hijo con el Padre y las del Hijo con los creyentes. Merece la pena obedecer para poder disfrutar de estas maravillas que sobrepasan infinitamente lo que el hombre natural jams hubiera podido imaginar. Dios no nos abandonar jams si le somos sinceros. El nos instruye por su Espritu segn la promesa de Jess: el Consolador, el Espritu Santo, que el Padre enviar en mi nombre, os ensear todas estas cosas y os recordar todo lo que yo os dije... (Juan 14:26).

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Templos Nos damos perfecta cuenta del regalo fabuloso que nos ha hecho Jesucristo al mandarnos al Espritu Santo, el Espritu de Dios, para que haga morada en nosotros. Y que esta morada sea, adems, permanente: Yo rogar al Padre, y El os dar otro consolador, a fin de que permanezca eternamente en vosotros... (Juan 14:16). Ahora, en este mismo momento, Jesucristo habita en Espritu en el corazn de todos los que le aman sobre la faz de la tierra. Pablo dice: No sabis que sois Templos de Dios y que el Espritu de Dios habita en vosotros? (1Cor. 3:16). Entonces, todos y cada uno de los hombres que son verdaderos creyentes, son verdaderos y autnticos Templos de Dios. Cada creyente es un Templo de Dios y el conjunto de todos los creyentes, formando la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, son el gran edificio, el gran Templo de Dios sobre la tierra. Esto es una perogrullada! Despus de todo lo que hemos venido hablando a lo largo de este libro, decir que el gran Templo del Dios viviente (en Espritu) en la tierra somos todos los creyentes!, es un simple corolario que no necesita demostracin. Y QUE DICE ROMA DE TODO ESTO? Parece que Roma todava no se ha enterado de que el velo del Templo se rasg en dos, de arriba a abajo en el preciso momento en que Jesucristo muri en la Cruz. Vamos a seguir la secuencia de acontecimientos: primeramente Dios se manifiesta por la obra de la Creacin, el hombre, a travs de su conciencia, intenta encontrar a Dios, Dios empieza a manifestarse al pueblo elegido por medio de la revelacin, se revel de una manera suficientemente clara a personajes muy concretos del Antiguo Testamento, la revelacin culmina en la encarnacin, totalmente prevista y saludada con anticipacin por los creyentes del Antiguo Testamento, en Jesucristo, Dios se da claramente a conocer, todo estaba perfectamente previsto en las Escrituras, los sabios todava no se han enterado!, al morir Jesucristo en la Cruz, reinicia una nueva etapa, a partir de ahora ya no hay ms Eterno dentro del Templo, por esto y slo por esto, se rasg el velo del Templo, el Templo de piedra de Jerusaln ya no tiene sentido, ya no queda nada, el Eterno es Jesucristo y se ha marchado, nos ha prometido antes de marcharse que nos enviar su Espritu, a partir de ahora el Espritu de Dios habitar en un nuevo Templo, este Templo es el hombre que cree de verdad en Jesucristo! Pero si esto es as, tan claro, tan evidente, por qu tantas religiones que se llaman cristianas siguen levantando preciosidades de templos de piedra para adorar a Dios sabiendo que all dentro no hay nada?

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 el hombre en general es un ser religioso por naturaleza, por otra parte, a la mayora le gusta la mentalidad rebaega de las masas, como dira nuestro filsofo Ortega y Gasset, unos pocos sabios se aprovechan de los sentimientos de esta masa sencilla e ignorante, se erigen en lderes y explican su propia interpretacin que juran recibir desde lo alto, los templos de piedra actuales son lugares de concurrencia muy aptos para explotar su propio negocio. Roma, HA IDO MUCHO MS LEJOS: no le ha bastado fundar en el siglo ni, bajo la gida del Emperador Constantino, ese nacionalcatolicismo llamado Iglesia Romana, no se ha contentado con levantar estos grandes monumentos de dimensiones gigantescas que ms bien responden a una mentalidad babilnica, para justificar esa grandiosidad, esa arquitectura, estos tesoros que albergan, han tenido que colocar de nuevo y sin permiso! a Dios en su interior, han inventado la Misa, que han convertido en sacrificio; y lo que es un simple y maravilloso memorial en recuerdo de la muerte de Jess, lo han transformado en la presencia real del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo y de su Espritu, o sea, de Dios hecho hombre, es decir, han hecho volver a Jesucristo a la tierra antes de que El personalmente haya fijado la fecha, y lo guardan encerrado en el Sagrario (el Sanctasanctrum, pero sin velo, por si acaso se vuelve a rasgar) con lo cual justifican ante el mundo la categora de sus grandes y tambin pequeos templos. Pero es que TODAVA HAY MS: se lo han montado de manera que no puede haber fallos no podan fracasar! haba que llevar a la gente hasta all aunque no quisieran! slo haba una nica frmula: obligarlos! crearon la misa dominical y metieron en la conciencia de los Catlicos su obligatoriedad, inventaron la Santa Misa; pues para esto est esa raza de vboras que se llaman los sabios y los legisladores, e inventaron tambin los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia Catlica, Apostlica y Romana, y se declar pecado mortal la no asistencia, el xito haba sorprendido a sus propios legisladores: la masa acude solcita para no caer en pecado mortal! Pero es que hay TODAVA MUCHSIMO MS! dentro de los propios templos se montan tenderetes de todas las especies (se venden libros, estampitas, fotografas, folletos explicativos de los tesoros del propio templo, panes de San Antonio, etc., etc.), se pide dinero a la gente siempre! Es un verdadero exhibicionismo y carrera de competencia, existen docenas de cofrecitos cerrados esparcidos por todo el templo y muchos de ellos al pie de imgenes de distinto calibre, con inscripciones que van desde: para el culto y el clero hasta

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para los pobres de San Antonio, pasando por Nuestra Seora del Sagrado Corazn abogada de los casos imposibles y desesperados, all todo est tarifado: desde las indulgencias para sacar las almas del purgatorio, hasta la bendicin de los atades con los cuerpos de los difuntos, todo se desarrolla delante del Sagrario, dentro del cual hay un dios que preside todas las operaciones y tasaciones Si ahora mismo se presentase Jess en la Tierra empezara a muertazos! haciendo exactamente lo mismo que hizo cuando ech a los mercaderes del Templo. Y qu pasa con la deplorable cultura religiosa? De dnde salen estos libritos y textos infantiles y manipulados, llenos de estampitas y dibujitos, que promociona directa o indirectamente la Comisin Episcopal?, Se responsabilizan los seores Obispos y Cardenales, o le pasan el muerto a Roma?, ahora empezamos a comprender por qu no sabamos nada sobre el Espritu Santo!, con grficos y dibujitos de la paloma y de la Virgen presidiendo en la asamblea de apstoles, no se puede realmente saber absolutamente nada sobre el Espritu Santo!, en el captulo sobre los Mandamientos de la ley de Dios, ya vimos y desarrollamos cmo nos haban soplado los autnticos, y con qu fuerza destacan la importancia de los Mandamientos que se han inventado sobre la Santa Madre Iglesia, no se han olvidado de incluir el de pagar diezmos y primicias a la Santa Madre Iglesia y que ahora han transformado definitivamente en ayudar a la Iglesia en sus necesidades, y todo esto bajo pena de pecado mortal!, adems, se han sacado de la manga unos sacramentos que tambin obligan bajo pena de pecado mortal y que jams instituy Jesucristo, el bautismo tal y como lo hace Roma no sirve para nada. Slo es vlido el bautismo en el Espritu tal y como lo ensean los Evangelios, la Confirmacin tampoco es vlida. Roma no ha querido entender lo que es la regeneracin. Los nios o los jvenes no saben quin es el Espritu Santo! y los Obispos no sirven para nada!, la Penitencia y la Eucarista son otro monopolio que Roma tiene en sus manos, el Matrimonio es de orden natural. No necesita ni a la Iglesia ni al Estado, la Extremauncin es otro monopolio de Roma. y el Orden Sacerdotal no existe. Sacerdotes lo somos todos, a partir de la muerte de Jesucristo. Seores lectores, decididamente ya pongo punto final a esta sucesin de verdades como puos y a esta cadena de falsedades bien montadas. Solamente el Espritu de Jesucristo, que es el Espritu de Dios, est en la tierra; y no su cuerpo y su sangre por mucho que se empee Roma. Y la ubicacin de este Espritu es el Templo del hombre creyente. Lo que ocurre es que el Espritu Santo no es santo de la devocin de Roma! Por lo menos, no es su especialidad. Lo que llaman Iglesias o Templos, que hay en cantidades industriales por toda la tierra, son simplemente edificios vacos, templos fros, que no albergan a Dios, ni siquiera en Espritu. Es un montaje colosal con una liturgia asombrosa y solemne, cargada de pompas y ritos imponentes para seducir a las almas de la tierra. Despus de muchos aos de practicar el Catolicismo, cuando se lee la Biblia en serio, por primera vez, de pronto, uno se da cuenta de que se encuentra delante de otro Evangelio diferente del que nos haban enseado en la escuela, y que la Iglesia Catlica-apostlica-romana aparece

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como un gran colage integrado ya sea por seudo-verdades que nunca existieron, o ya por grandes recortes de las verdades que forman la estructura de los Evangelios. Roma ha cuidado ms la forma que el fondo. Y la forma ha sido tan abundante, tan recargada de oratoria, tan llena de Teologa, de liturgia, de ritos, de idolatra, de leyes, de monopolio y de tirana, que al final se ha perdido el verdadero sentido cristiano. Hay que regresar a sus orgenes y ah reside el quid de la cuestin. Quin puede desmontar esta gran mquina religiosa cargada de arte, de monumentos, de riqueza, de poder, de hipocresa, que lo ha copado todo, y que todo lo integra en beneficio suyo? Solamente el Espritu! Los dones espirituales Slo el hombre espiritual puede discernir la sabidura de la cruz, puesto que ella es de naturaleza espiritual. A la razn humana, a la inteligencia, le resulta del todo imposible penetrar los misterios espirituales si no son esclarecidos a travs del Espritu Santo. El espritu es esta facultad superior, divina, que distingue el hombre del animal y le permite conocer a Dios y poder establecer unas relaciones con El. Es el sentido de lo divino, y su rgano es la conciencia. En el hombre normal, el ser entero debe ser sometido al espritu como el corcel se somete al jinete. Lo que ocurre es que, despus de la cada, el espritu es como un jinete desconcertado, desarmado, que se zarandea a merced de su cabalgadura rebelde e indmita. Tal es el hombre animal, cuyo espritu ha sido destronado en provecho del alma carnal. No podr ser salvado sin que el espritu, reanimado y vivificado por el Espritu Santo, recupere el sitio y el poder que le corresponden. Entonces es cuando se convierte en un hombre espiritual, capaz de comprender y de saborear las cosas espirituales. El hombre natural o animal por muy inteligente, sabio, director de empresa que pueda ser, ser siempre incapaz de percibir otra cosa que no sea locura dentro del mensaje evanglico. Cmo describiramos los colores a un ciego de nacimiento? En cambio, el hombre ms sencillo y ms ignorante puede percibir a Dios y disfrutar de su contacto, puesto que su espritu ha sido esclarecido por el Espritu Santo. Consideremos el pensamiento de Jesucristo: creado a imagen de Dios e instruido por el Espritu Santo. Solamente el hombre espiritual puede volver sobre los pasos del pensamiento de Jesucristo. Ya no puede vivir solo; es Cristo el que vive en l y le comunica sus pensamientos, sus deseos, su amor a los pecadores, su horror al pecado. Jess nos ofrece la vida eterna... el tiempo no cuenta para quien lleva la eternidad en el corazn. Como la hiedra, el corazn humano aspira a sujetarse a alguien que le sobrepase. Fijacin y vinculacin es su lema. Destinado a la inmortalidad, no se adhiere a lo fugaz y perecedero. No puede olvidar que las races de su vida vienen desde lo alto, aunque su cometido y tareas estn aqu abajo. El corazn humano se sirve de la tierra, pero apunta hacia el cielo como si fuese una estrella. Para no ser arrastrados por el espritu de mentira tenemos necesidad de establecer unas normas seguras para poder descubrir las inspiraciones divinas de los dems. Ah las tenemos: a) el Espritu Santo glorifica siempre la persona divina y humana de Jesucristo; lo hace Rey y lo reconoce como el Cristo

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b) acaso no se cae en paganismo al dejarse arrastrar por los dolos mudos de la riqueza, de la gloria mundana y de todo aquello que toma en el corazn el lugar que le corresponde a Dios? Todos los dolos son silenciosos, solamente el Dios viviente es el que habla y responde a las oraciones; es necesario saber escuchar! El Espritu es uno, y todos los creyentes reciben el mismo Espritu sin distincin. Pero los dones que comunica son diferentes: el don de sabidura el don de conocimiento el don de la fe el don de la curacin el don de milagros el don de la profeca el don de discernimiento de espritus el don de lenguas el don de interpretacin de lenguas el don del apostolado el don de ayuda el don de gobierno el don de interpretacin bblica el don de pastor el don de liberalidad, etc. Jess dijo: El que cree en M, de su interior brotarn ros de agua viva. Esto dijo del Espritu que haban de recibir los que creyesen en El... (Juan 7-38). Una fuente nica da nacimiento a diferentes ros. Un solo Espritu Santo, un solo Seor Jesucristo, un solo Dios Padre, pero los dones son diversos a travs de las funciones diversas, ejercidas de diversas maneras y obteniendo resultados diversos. Esta diversidad es deseada por Dios y as debemos aceptarla por amor a la uniformidad. La libertad soberana del Espritu en la reparticin de los dones se hace con esta regla fija y absoluta: Para el prjimo! Con lo que podemos concluir: 1. no despreciemos ningn don; esto sera censurar al Espritu Santo. 2. no podemos dejar de cultivar ni desatender el don que hayamos recibido para que los dems no sufran. 3. nos necesitamos unos a otros ms de lo que nos imaginamos. Dios tiene realmente necesidad de nosotros? No puede acaso, sin nosotros, consolar, alentar, esclarecer, fortificar las almas, curar los cuerpos, edificar su Iglesia? El caso es que El no quiere hacerlo sin nosotros, para darnos ocasin de poner al servicio de los dems nuestros diversos dones, nuestro esfuerzo, nuestra inteligencia, y sobre todo, nuestro amor. Someter nuestros dones nicamente al servicio de nuestra propia gloria, no slo es quitar a Dios lo que le pertenece, sino perjudicar a nuestro prjimo. Todo brota de la unidad; todo debe ponerse a disposicin de la unidad. Bendecimos a Dios por no querer que seamos nosotros mismos los que hacemos la eleccin. La diversidad en la unidad:

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 un solo cuerpo y muchos miembros diversos unidos solidariamente, por muy distintos que sean nuestro origen y nuestra educacin, el Espritu nico que nos anima y nos pone bajo una misma Paternidad nos cimenta unos a otros dentro de un sentimiento profundo de unidad de familia, estrecha solidaridad mutua de todos los miembros. Un miembro no tiene vida si decide estar solo, los dbiles son necesarios para el empleo juicioso y til de las fuerzas de los fuertes, igualmente los enfermos, las viudas, los indigentes se necesitan para desarrollar el sentido de solidaridad, generosidad y nobleza de corazn: la caridad y la fraternidad, los pobres salvan ms ricos que viceversa. Los pobres son ms necesarios a la Iglesia: uno slo posee ms riqueza en fe que una multitud de ricos; y es por la fe que la Iglesia subsiste. La utilidad de los diversos dones: los corintios no haban comprendido el por qu de los diferentes dones, su utilidad beneficiosa y su profunda significacin, cuntos cristianos jams dieron las gracias a Dios por todos estos dones recibidos por la Iglesia, como si no fuesen sus miembros y como si ellos no fueran los destinatarios!, lo que da valor a un don espiritual no es su destello exterior; la valoracin por parte de quien lo posee debe hacerse en funcin de la utilidad y beneficio que produce en los dems, al conjunto de la Iglesia, todos los cristianos debemos agradecer a Dios los dones repartidos a toda su Iglesia como si fueran para uno mismo, hay algo que vale ms que todos los dones, que est a la disposicin de cada uno y que ningn don puede reemplazar. Algo sin lo cual los ms preciados dones pierden su valor, como es el camino de la salvacin, dentro del cual deben marchar todos los discpulos de Jesucristo. El amor es una grandeza suprema, que tiene sus caracteres y su superioridad: el amor slo valora todo aquello que puede realizarse de grande, noble y elevado, sin el amor, incluso los ms hermosos dones no sirven ms que para exaltar el yo o cultivar el orgullo, la caridad es la lengua del corazn. Es el lenguaje de Dios y el nico que Dios entiende, buscamos lo maravilloso, y no nos damos cuenta de que lo maravilloso es siempre el amor, Si fuese el amor el que faltara, la fe y la esperanza no reflejaran en absoluto la imagen de Cristo, procuremos que los dones espirituales jams sean separados de su fuente divina, el Espritu Santo; la uncin desde lo alto no se nos da para acariciar nuestro YO y adular nuestra vanidad, a veces es ms difcil callarse que pronunciar un discurso. Donde reinan el amor y la humildad, el orden se establece fcilmente, el hombre, el templo del Dios viviente, como en otro tiempo fue el de Salomn, no puede edificarse ms que dentro de un orden, en paz y con gran recogimiento, para percibir a Dios en toda su inmensidad, aparentemente lejana y vaca de los espacios celestes, no existe mejor telescopio que las lgrimas, incluso puede Dios sacar provecho de una falta grave de un creyente, convirtiendo la tristeza en alegra, cuando existe una sincera humillacin, la tristeza, segn Dios, viene del dolor de haber perdido a Dios, los lugares celestes son la morada actual y habitual de los creyentes, el Evangelio es el gran nivelador, el Espritu Santo el gran creador de armona, el nico capaz de hacer de todos los redimidos en Cristo un solo pueblo y una sola familia, todo es gracia, gracia soberana y absoluta: eleccin, predestinacin a la santidad:

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adopcin redencin remisin de los pecados inteligencia espiritual necesaria para entrar en los pensamientos divinos y, en fin, el don precioso del Espritu Santo sello divino y prenda de la herencia reservada por Dios a los redimidos. Debemos reconocer que no podemos hacer nada sin un don particular del Espritu. Pidamos a Dios que nos revele la tarea que nos tiene reservada y nos conceda el don espiritual que nos permita realizarla. Si nos ponemos sinceramente en sus manos, podemos creer, sin esperar ms, que este don nos ha sido concedido y que a medida que tengamos necesidad de l y seamos obedientes se manifestar. Es posible que Dios nos haya ya comunicado un don: se trata, pues, no de pedirlo, sino de avivarlo. Muchos cristianos se lamentan de que son intiles y no saben qu pueden hacer para el Seor. A menudo ocurre, como al siervo de la parbola, que ha enterrado su talento en el suelo. Dios, al darles su Espritu, les dio asimismo un don; pero, por incredulidad o desobediencia, han dejado que se atrofie y aun se apague por falta de uso. Es por esto por lo que Dios nos recuerda que hemos recibido un espritu no de timidez, sino de fuerza, de amor y de sabidura. Si los obreros calificados son tan raros en la obra de Dios la falta no est ciertamente en el Seor, sino en los hombres que resisten al Espritu. Avivemos, pues, nuestro celo y renovemos nuestra consagracin en las manos de Dios; obedezcmosle y nos maravillaremos al ver cmo nos usa, gracias al don celeste que ha puesto en nosotros. La parbola de las diez vrgenes (Mat. 25:1) Existen igual nmero de vrgenes insensatas que prudentes. Por qu tal semejanza entre ellas que slo se las distingue a la hora de la verdad? Las insensatas tienen tambin una lmpara, hacen profesin de fe cristiana, pero no de provisin de aceite, nada para alimentar y reanimar la llama; formas distintas de piedad, pero sin fuerza motriz interior (2Tim. 3:5). Lo que nos descubre Jess en esta parbola es altamente elocuente. Para Dios existen, sin lugar a dudas, tres grupos de sujetos: a) los que no tienen lmpara, son los ateos, los incrdulos, los que se han olvidado por entero de Dios, al punto que ni siquiera se han tomado la molestia ni preocupado de intentar o pretender enterarse, informarse o venir en conocimiento de la existencia y realidad de su Creador; b) los que s tienen lmpara pero sin aceite, son los cristianos nominales, que conocen a Dios dentro de ritualismos, formalismos y tradiciones cargados de hipocresa religiosa, idolatras o abominaciones; c) los que tienen lmpara con aceite, son los que han recibido el Espritu Santo, por la regeneracin y por su Santa Palabra, amndole sincera e ilimitadamente. Cuando venga Jesucristo a buscar a los suyos (grupo c), uno ser tomado y otro ser dejado. En el campo, en la casa, en la fbrica, en la oficina, los verdaderos creyentes sern invitados a la gran cena, y todos los dems permanecern dentro del ms espantoso de los juicios. Solamente las vrgenes prudentes que tengan en sus lmparas el aceite del Espritu Santo entrarn con el Esposo en la placidez resplandeciente e incomparable del grandioso y

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extraordinario banquete de bodas.

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VIII La Salvacin
La salvacin est perfectamente expuesta en la Epstola a los Romanos en sus captulos 6,

7 y 8.

Lo resumiremos muy sucintamente, esquematizndolo al mximo, y aclarndolo definitivamente con el relato de los dos ladrones que insertamos hacia el final de este captulo. En el centro de la historia de la humanidad se encuentra la gran ley de la solidaridad, en virtud de la cual todos somos pecadores y mortales como consecuencia de la cada de Adn. Por esta solidaridad hemos participado en el pecado y en la muerte. Igualmente por solidaridad con Cristo, tambin podemos ser justificados en la Cruz beneficindonos de la vida y de la justicia. La liberacin del pecado es una gracia que es preciso alcanzar por la fe, lo mismo que el seguro de salvacin. Para ser justificado hay que creer en el perdn gratuito, en el amor divino que perdona por pura gracia, a causa de la obra expiatoria de Cristo. Bajo el rgimen de la gracia no se puede hablar ms que de don gratuito: Dios no es un comerciante y quin podr y con qu comprar la vida eterna? Nos podemos liberar de la ley? la liberacin del pecado slo es posible bajo el rgimen de la gracia. Lo que significa terminar con el rgimen de la ley, esto solamente se puede lograr con la muerte, puesto que mientras vivimos no tenemos derecho a desentendernos de su poder soberano, la ley (trmino masculino en griego) tiene los derechos de un marido: su esposa no puede entregarse a otro antes de ser viuda, de hecho, no es el marido el que muere, es la esposa, el creyente, el creyente muere en el justo instante en que se une por la fe a Cristo crucificado, resucitando con El, por tanto, dentro de la legalidad, cuando nos situamos en Jesucristo, morimos segn el pecado y la carne, dejamos de vivir dentro de la ley de la carne, no permanecemos, ni un minuto ms, sujetos a un marido tirnico, desalentador, siempre exigente sin poder satisfacer jams sus exigencias, todo empieza de nuevo! y nos entregamos en las manos de nuestro Esposo, el Seor, con toda la fuerza y la alegra que El mismo nos da. ENTONCES, LA LEY NO SIRVE PARA NADA? La ley es santa, es el corazn que est manchado; la ley no hace ms que poner al da esta mancha profunda. La ley se propuso para que se llegue a la gracia y la gracia se da a fin de que se cumpla la ley. Se puede establecer un paralelismo sobre la lucha interior que nace del hecho de que la ley es espiritual mientras que nosotros somos carnales. Despus de la cada, el hombre es semejante a un jinete que ya no es dueo de su cabalgadura: el jinete (el espritu), es llevado por

el caballo (la carne) all donde l no quisiera ir hasta el momento en que, en Cristo, el Espritu Santo devuelve al espritu humano las riendas y el dominio de la carne. Se pueden contar hasta siete etapas en esta va dolorosa que desemboca en la gloria: 1. sin la ley, simplemente se viva, 2. aparece la ley: la admiramos y la aceptamos por marido, 3. el pecado que est en nosotros rehsa someterse a su marido, 4 el marido declara su incapacidad para curarnos y corregirnos, lo nico que puede hacer es matarnos; en efecto, constatamos, que la ley sirvi para matar a Cristo, 5. nos casamos de nuevo, con Jesucristo!, 6. es la liberacin!, libertad y divina comunin, 7. la gloria eterna!. El pacto de la Nueva Alianza es infinitamente superior al de la Antigua Alianza: mientras la ley de Dios permanece slo escrita en las tablas de piedra no puede cambiar los corazones, nicamente puede condenar a muerte, a la letra impotente se opone el espritu, la obra del Espritu consiste en vivificar nuestro espritu, inspirarle el horror al pecado, el amor hacia Dios y hacer su voluntad, el pacto de la Antigua Alianza, que slo pudo ofrecer la muerte, puesto que la letra mata, tuvo tambin sus glorias, glorias efmeras como este destello que haca resplandecer el rostro de Moiss, el pacto de la Nueva Alianza es mucho ms glorioso, el primero era un pacto de muerte, de condenacin, provisional ., el otro, un pacto del espritu, de la justicia, permanente. Sus ministros no necesitan ningn destello visible a los ojos de la carne, ningn prestigio exterior, ni siquiera un velo, si los Judos no perciben la gloria de este nuevo pacto, es que hay todava un velo... sobre sus corazones, que les impide ver la belleza del Evangelio, sin Jesucristo, el Antiguo Testamento no es ms que un enigma, Jesucristo es, pues, este espritu que vivifica, que hace viviente y vivificante la letra del Antiguo Testamento, llevando la vida hasta donde se le deja penetrar. Da la libertad al alma liberndola de la letra de la ley, mientras que slo era la piel del rostro de Moiss la que brillaba con un misterioso resplandor, es el alma, la personalidad entera del redimido la que se transforma en la imagen de su Salvador, de gloria en gloria, de santidad en santidad, bajo la accin del Espritu de santidad, la serpiente deca: desobedeced y seris como Dios, el Evangelio afirma: contemplad sin cesar a Jess, y os convertiris en su imagen, mientras no decidamos obedecer a Dios, caminar en la luz, es decir, siguiendo dcilmente cada rayo de luz que esclarece la conciencia, se deteriora el ojo espiritual, lo que incapacita para poder discernir la ley divina, de nada sirve ser muy inteligente o muy instruido para comprender el Evangelio; basta con una conciencia recta y un amor sincero a la verdad. El es resplandeciente: con tal de que el ojo sea sano, estar siempre iluminado. el esplendor del Evangelio es Cristo. Y es esta verdad la que hay que predicar, es siempre la palabra creadora de Dios la que hace brotar la luz; de la misma forma que fue el contacto de Dios el que convirti el rostro de Moiss en resplandeciente, la gloria de Dios resplandece sobre su cara por la presencia de Cristo en el cielo.

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Me gustara poder llevar el nimo del lector, en este importante captulo de La salvacin, hasta tal punto que pudiese romper definitivamente las cadenas y librarse de este miedo y terror a la muerte, que no debiera existir de ninguna manera en el corazn de un cristiano que ama a Jesucristo y que ha pasado, por tanto, de muerte a vida y que ha sido redimido por la sangre expiatoria de nuestro Seor en la Cruz. El Nuevo Testamento est lleno, abarrotado, de afirmaciones de Cristo y de sus apstoles que no dejan ni un solo resquicio que pueda servir de base para poder sucumbir ante esta clase de temores que a veces nos acosan. Leamos lo que dice el Seor en Juan 5:24: El que oye mi palabra, y cree en el que me envi, tiene vida eterna, y no vendr a condenacin (en griego, literalmente "no ser sometido a juicio"), sino que ha pasado de muerte a vida. Fijmonos que el Seor no habla en futuro sino en presente, que ya es pasado. No hay ningn futuro, ni ningn condicional, de que nos salvaremos si cumplimos tales reglas o si hacemos cuales cosas. No, no. Dice literalmente ha pasado, es decir,, que tiene vida eterna, desde el mismo momento en que hemos aceptado a Cristo como Hijo de Dios y como Salvador porque su sacrificio en el Calvario es suficiente para limpiarnos y redimirnos de todos nuestros pecados y aparecer como justos delante de Dios. La lectura de lo que dice Pablo en Romanos 7 y 8 nos sugiere algunas consideraciones que exponemos a continuacin: podemos creer que el apstol Pablo era un hombre perfecto, libre de pecado, libre totalmente de los problemas de la carne? de ninguna manera! todo lo contrario! cuando hace una analoga del matrimonio para destacar las diferencias entre la ley y la gracia, fijmonos en que en ningn momento nos dice que como cristianos hemos quedado libres del pecado, sino que lo ocurrido es que hemos muerto a la ley (versculo 4) mediante el cuerpo de Cristo. De modo que estamos libres de la ley (versculo 6) porque estamos bajo el rgimen nuevo del Espritu, y aqu alguien podra decir: As, pues, los que estn bajo el rgimen del Espritu estn libres de todo pecado, pero... no. El mismo apstol en el versculo 14 nos dice: la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al poder del pecado..., fijmonos en que el apstol est haciendo aqu una pblica confesin de su incapacidad para librarse del pecado: ...porque no comprendo mi proceder, sino lo que aborrezco esto hago, si continuamos leyendo, del 16 al 23, es una pura confesin: Porque segn el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros que hace guerra contra la ley de mi mente, en el versculo 24 despus de concluir que no tiene solucin y habiendo llegado al cnit de la desesperacin, exclama: Miserable hombre de m! Quin me librar de este cuerpo de muerte?, pero inmediatamente responde: Gracias doy a Dios, por medio de Jesucristo nuestro Seor, finalmente, al acabar el captulo concluye que con la muerte sirve a la ley de Dios pero con la carne sirve al pecado. Esta es la triste conclusin a la que llega Pablo despus de hacer un pequeo anlisis de su propia conducta!, pero... cmo empieza el prximo captulo 8? Empieza diciendo: Ahora, pues, ninguna condenacin hay para los que estn en Cristo Jess!, y aqu tenemos que hacer un entreacto, para echar una parrafada, porque hay algo muy importante que debemos conocer, yo les rogara que leyesen todo este pasaje en la nueva revisin de 1977 de la Biblia de

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Reina-Valera, que juntamente con la de Jerusaln son las dos mejores versiones que existen en la actualidad, fijmonos en que la segunda parte del versculo 1 del captulo 8, los que no estn andando conforme a la carne, sino conforme al Espritu, est entre corchetes, saben ustedes por qu est entre corchetes? Sencillamente porque esta segunda parte del versculo no la escribi el apstol Pablo!, y por esta razn, de que no la escribi el apstol Pablo, no figura en los manuscritos ms antiguos y dignos de crdito del Nuevo Testamento, qu es lo que ocurri exactamente? Pues ocurri que algn copista del siglo ni o iv, bien aleccionado por algn Telogo perteneciente al nuevo nacional-catolicismo que ya haba hecho su aparicin en Roma (y que ya sabemos cmo se las gastan), introdujo a continuacin del versculo 1 lo que el apstol escribi en el 4, por qu se hizo esta barbaridad? Pues sencillamente, porque la forma de pensar del apstol ya no encajaba en la doctrina de la Iglesia Romana de los siglos ni y iv, el apstol Pablo declara enfticamente (esgn los manuscritos griegos y sin aadidos): Ahora, pues, ninguna condenacin hay para los que estn en Cristo Jess. Porque la ley del Espritu de vida en Cristo Jess me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto (yo) era dbil (y pecaba) a causa de la carne. Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en lo concerniente al pecado, conden al pecado en la carne; para que (pese a nuestro pecado, pese a que con la carne servimos a "la ley del pecado") la justicia de la ley se cumpliese en nosotros (a travs de Cristo), los que no andamos conforme a la carne (por haber sido redimidos por Cristo), sino conforme (a la "ley del Espritu") al Espritu, esto es lo que escribi Pablo despus de analizar su propia conducta y reconocer sus propias debilidades y fracasos pero algn Telogo del siglo IV se dijo: cmo vamos a decir esto al pueblo? Este Pablo estaba loco de remate. Si decimos a la gente que ninguna condenacin hay para los que estn en Cristo... dnde queda la autoridad de la Iglesia y la del sacerdocio? Cmo vamos a dominar al pueblo bajo el temor de la condenacin si les decimos, as de entrada, que para el verdadero creyente no hay condenacin? Esto no puede ser! Hay que arreglarlo de alguna manera!, cmo? aadiremos al versculo 1 lo que el apstol haba dicho en el 4: los que no estn andando conforme a la carne, sino conforme al Espritu, fjense ustedes lo que hizo esa raza de vboras que ya estaba ah! Ya tenemos el tpico condicional de la Iglesia Romana!, la Iglesia Romana nos dice: ciertamente no hay ninguna condenacin para los que estn en Cristo Jess, pero cuidado, carsimos hermanos! slo para los que estn en Cristo Jess! Y quines son los que estn en Cristo Jess? Solamente los que no estn andando conforme a la carne, sino conforme al Espritu! (que es lo que hemos visto dentro de los corchetes en la Biblia), es decir, solamente aquellos que siguen las normas de la Iglesia y se comportan consecuentemente guardando todos los preceptos y las reglas..., esto es completamente falso! Pablo nunca dijo ni escribi tal barbaridad. Se limit a decirnos que pese a que somos pecadores, pese a que no hacemos el bien sino el mal, pese a que nuestro cuerpo traiciona a nuestra mente, ninguna condenacin hay para nosotros! ya que por la unin con Cristo Jess, la ley del Espritu de vida nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte, esto es exactamente lo que nos dijo Pablo y esto es la gran verdad del Evangelio! Lo dems son falsificaciones y mentiras interesadas que sirven para construir esas entelequias a que nos tienen acostumbrados los cobardes telogos a travs de sus contradicciones, adems, por si fuera poco, esta versin autntica de Pablo est completamente en la lnea de

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las palabras de Jesucristo a la mujer pecadora pblica, cuando dice: sus muchos pecados le son perdonados, porque am mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. Naturalmente! El amor grande y verdadero que se tiene a Jesucristo tiene tal naturaleza, tanta fuerza y potencia acumulada, desarrolla tal cantidad de energa, que aniquila, pulveriza y destruye cualquier pecado que se haya podido cometer. Es decir, cuando ya se ha entrado de lleno dentro de la ley del Espritu la purificacin es tan enorme y de tanta envergadura que todo lo dems es... silencio, en sus palabras a la mujer pecadora pblica (Luc. 7:47) no establece una simple correlacin de proporcionalidad: a quien ama mucho-------- se le perdona mucho a quien ama poco---------- se le perdona poco sino que Jesucristo penetra mucho ms all de una pura ley de crecimiento hipergeomtrico, incluso ms que la misma exponencial: es un autntico campo vectorial de fuerzas demoledoras del pecado. As es de importante, el verdadero y grande amor que se le tiene!, nos damos perfecta cuenta del insondable abismo que separa la revelacin de Pablo, puro Evangelio, de lo que estos seores de Roma nos han enseado y nos siguen explicando, relleno de gazapos y de gazapas, seores! aqu no hay lugar para temores, ni para condicionantes, ni purgatorios, ni Misas expiatorias, ni condenaciones, ni excomuniones, ni intervenciones humanas de ningn tipo, por qu nos han engaado de esta forma? Por qu nos quieren meter en el cuerpo estos temores infundados? Por qu nos amenazan en seguida con el terror de la condenacin eterna? Por qu Roma slo sabe hablar de pecados mortales, veniales, especiales, normales y paranormales, obligndonos a vivir bajo la servidumbre de la ley y no bajo la gracia?, debemos estar firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estar sujetos al yugo de la esclavitud! Pues s, por la ley hemos de justificarnos... en vano muri Cristo! tenemos que entrar en la ley del Espritu, sin resquemores, amando ilimitadamente a Jesucristo; y entonces s podremos pronunciar, con total liberacin y completa seguridad, las tranquilizadoras y maravillosas palabras de Pablo: Para m el vivir es Cristo, y el morir es ganancia!!! ENTONCES, LAS OBRAS NO SIRVEN PARA NADA? Pablo dice: ...no por las obras, para que nadie se glore... (Ef. 2:9) La Biblia subraya el valor de las buenas obras que resultan de una persona salvada, pero ellas no prejuzgan la salvacin y no forman parte de su estructura. Por este motivo la primera cuestin a resolver entre Dios y el hombre es la de aceptar a Cristo. Slo Dios puede resolver la cuestin del pecado; slo El puede hacernos pasar desde el poder de las tinieblas al reino de su Hijo bienamado. Dios no puede ejercer su gracia ms que por la Cruz, en donde todo lo relacionado con el pecado ha sido para siempre resuelto. La salvacin, pues, es imposible de realizar, incluso por el mismo Dios infinito, si no es a travs del mismo Jesucristo, Por ello un simple acto de fe en Jesucristo abre en toda su amplitud el acceso al poder y a la gracia infinitos de Dios. Esta palabra, creer, representa todo lo que un pecador puede hacer y todo lo que debe hacer para salvarse. Debe creer lo que Dios ha dicho de su Hijo, es decir, que se ha identificado

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con todas las miserias de nuestro estado de perdicin y que ha resucitado de entre los muertos para ser un salvador viviente para todos aquellos que ponen su confianza en El. Creer en Cristo es ver y aceptar toda la suficiencia de su gracia que salva. Creer es la nica condicin de la salvacin. Los que no creen estn condenados. El sacrificio de la cruz ha satisfecho a Dios para siempre. Lo que El hace est basado sobre el valor que aplica a la obra realizada por Cristo. Los hechos y las condiciones de la salvacin estn basados sobre la estimacin divina, ms que sobre la de los hombres. La salvacin no se ha ofrecido a los que son buenos y religiosos. Tampoco se garantiza a los que esperan que Dios al final se mostrar bueno y misericordioso. Se ofrece a todos los pecadores que sin mritos, sin fuerzas, han credo de una vez por todas, en su Hijo Jesucristo. Esto hay que creerlo, simplemente porque Dios lo ha dicho en su palabra. La seguridad nace de la confianza en Cristo. El ha dicho: Yo no echar fuera al que venga a M. Esta cuestin es extremadamente seria, pues la sinceridad y la honestidad de Cristo estn en juego. Aquel que dude de la salvacin sobre este punto no comete un acto de humildad, comete por el contrario, un acto de desconfianza hacia Dios. Hace a Dios mentiroso! Dios nos da la vida eterna con carcter definitivo al complacerle creyendo y amando a su Hijo: En verdad, en verdad os digo, que el que oye mis palabras y cree en el que me ha enviado, tiene la vida eterna y no vendr a condenacin, sino que pas de muerte a vida. El seguro de salvacin no reposa sobre una base imaginaria, se apoya sobre el amor de Dios manifestado por el don de su Hijo, entregado a la muerte por nosotros, resucitando por nosotros, intercediendo por nosotros. A la intercesin del Espritu Santo habitando el corazn de los redimidos corresponde la de Cristo rogando por ellos en el cielo. El juez convertido en abogado! Quin se atreve a luchar contra esta coalicin del Padre, del Hijo y del Espritu Santo? La salvacin depende pura y enteramente en aceptar, por la fe, a Jesucristo como nuestro salvador, y despus considerar la vida cristiana como un ntimo idilio amoroso con El. De esta seguridad en la salvacin nos dieron un ejemplo vivsimo y firme los cristianos primitivos. Estos hombres y mujeres que vivieron durante los primeros siglos del cristianismo daban sus vidas en los circos romanos con una valenta y un herosmo tan desmesurados, con un coraje y una naturalidad tan elevados, y sobre todo, con aquella serenidad tan novedosa, que nos sentimos obligados a preguntarnos qu era en realidad lo que les daba aquella fuerza y aquella alegra a estas gentes que iban a morir y a dejarse matar antes que renunciar a su fe cristiana y adorar a los dolos paganos? Era la seguridad en la salvacin. Ellos no vacilaban y no albergaban ninguna duda sobre la mecnica de la salvacin: saban que por su fe en Cristo haban recibido la vida eterna y que el Espritu Santo que habitaba en su interior los acompaara directa e inmediatamente a las manos del Padre en el paraso. Cuando Justino, antiguo filsofo pagano convertido a la fe cristiana, fue presentado ante el procnsul pagano Rufus, ste le pregunt: Supones que si te enviara a los leones o mandara cortar tu cabeza iras a un lugar donde seras honrado y recompensado? La contestacin fue tajante: No lo supongo. Lo s, y estoy absolutamente seguro de ello. Esta firmeza sin titubeos de aquellos creyentes que vivieron ms de cerca los orgenes del cristianismo y que, por tanto, estaban ms imbuidos e impregnados del verdadero espritu de su fundador, es todo un ejemplo de desprecio a la muerte y de aoranza de Jesucristo que no hace

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ms que afianzarnos en que posean la certeza y la seguridad de la vida eterna. Esto nos marca la lnea que debemos seguir los cristianos de ahora si queremos estar dentro del autntico cristianismo sellado por el marchamo de aquellos hombres que estuvieron tan cerca de los apstoles y de sus sucesores: tener fe y amor a Jesucristo ilimitada e incondicionalmente, creer en la seguridad de la salvacin y no tener miedo a la muerte. La salvacin segn Roma Para el Catolicismo, lo que salva o condena son las buenas obras, la salvacin depende exclusivamente de nosotros a travs de nuestras obras y nuestras devociones, nadie se puede salvar, si no est en gracia de Dios, estar en gracia de Dios es no estar en pecado mortal, y para esto, basta haberse confesado con un sacerdote, la salvacin a travs de la confesin viene condicionada por las obras y surje su efecto a travs del confesor mediante las palabras: ego te absolvo pecatis tuis..., excepto en caso de santidad se pasa siempre por el Purgatorio, la duracin en el Purgatorio es funcin de la cantidad de malas obras confesadas, si se est en pecado mortal y no se confiesa, se condena, si una meretriz no ha hecho puntual confesin de todos y cada uno de sus pecados, queda irrevocablemente condenada, Roma impone siempre la ineludible mediacin de la jerarqua eclesistica entre las escrituras y los creyentes, Roma asegura que el mensaje de la Biblia no es objeto de Fe mientras no sea refrendado por el magisterio infalible de la jerarqua, insiste en que no se perdona pecado mortal alguno sin confesin auricular, confesando todos y cada uno de los pecados mortales. Roma ha llegado a imponer (y de hecho existe) en la piedad del catlico un ritualismo o sacramentalismo rutinario que conduce a aquel a pensar que para salvarse tiene bastante con acudir al confesonario o al comulgatorio, olvidando la necesidad de la autntica y verdadera fe y del genuino arrepentimiento. Ayuda mucho para poder conseguir la vida eterna, siempre segn Roma: asistir a la Santa Misa, la comunin diaria, hacer novenas, va crucis y rosarios, asistir a procesiones y ejercicios espirituales, primeros sbados, y sobre todo, hacer los nueve primeros viernes de cada mes (esto da seguro de salvacin), tambin ayudan las peregrinaciones, culto a imgenes, ngel de la guarda, etc.

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SE ESTA EN PECADO MORTAL (segn Roma): 1. si no se cumplen los Mandamientos de la ley de Dios (Versin Papa S. Po X), 2. si no se cumplen los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia Catlica y Apostlica, 3. si no se aceptan los dogmas establecidos por Roma, 4. si no se reciben los Sacramentos establecidos por Roma.

Dos casos prcticos: a) si los Obispos declaran fiesta de precepto en Espaa una fiesta nacional, la no asistencia a Misa es pecado mortal aun cuando en el pas vecino no lo sea. (Ya me explicarn el sentido de catolicidad de esta Iglesia) b) un Seor de comunin diaria que no asiste a Misa el domingo peca mortalmente. (O sea, que la Misa es ms importante que la misma comunin, aun cuando a la Misa la inventaron para justificar la propia comunin) En fin, donde Roma carga ms las tintas es en la confesin, en la Santa Misa, en la devocin sin lmites a la Virgen Mara, que ha sido nombrada Reina de los Cielos, y en que cualquier gracia que podamos recibir de su Hijo Jesucristo se obtiene por mediacin de ella (lo que es un insulto al Padre, al Hijo y al Espritu Santo). Roma establece la Recomendacin del alma para la buena muerte introduciendo las oraciones: Santa Mara, ruega por m, San Jos, ruega por m. Jess, Jos y Mara, asistidme en mi agona. las Misas liberan y acortan las penas del purgatorio, las llamadas Gregorianas aplicadas treinta das consecutivos aseguran la salida automtica, casi todo lo explican teolgicamente, caso de duda: Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que lo sabran explicar. Nosotros, a su vez, agregamos que: lo del purgatorio no se puede entender ni a base de Doctores, por cuanto Dios no puede exigir dos veces el pago de una misma deuda, el pago de nuestros pecados fue ya pagado con creces por Cristo en la Cruz, exigir una expiacin o pago suplementario en un supuesto purgatorio es blasfemo para con Cristo y denigrante para aquellos a quienes Jess lav con su sangre, cualquier parecido que encontremos entre esta salvacin y la de los Evangelios es pura coincidencia. Relato de los dos ladrones Entresacamos primero un trozo del Evangelio de Lucas: Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba diciendo: "Si t eres el Cristo, slvate a ti mismo y a nosotros." Respondiendo el otro, le reprendi diciendo: "Ni aun temes t a Dios, estando en la misma condenacin? "Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas ste, ningn mal hizo." Y dijo a Jess: "Acurdate de m cuando vengas a tu reino." Entonces Jess le dijo: "De cierto te digo que hoy estars conmigo en el Paraso" (Luc. 23:39-43). En primer lugar sabemos que los dos ladrones fueron crucificados junto a Jess, uno a la derecha y otro a la izquierda. Pero esto no quiere decir que estuvieran las tres cruces en un mismo plano como nos ensean las estampas, sino que lo lgico es que para la economa y

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fciles servicios de los soldados, estuvieran en una especie de semicrculo bastante cerrado para controlar fcilmente a los tres ajusticiados. Por lo tanto, puede razonablemente admitirse que los tres crucificados estaban bastante cerca el uno del otro, a pocos metros de distancia; y que seguramente se trataba de tres cruces de parecidas dimensiones, y no una grande para Jess y dos ms bajitas, como seguimos viendo en muchos dibujos. O sea, que los tres hombres que iban a morir se podan ver y or perfectamente entre s, estaban situados en una posicin elevada (la misma altura geomtrica para los tres) y dominaban desde esta situacin encopetada todos los movimientos de los soldados y del pueblo que estaban all congregados, y tambin oan todo lo que decan. Los dos ladrones podan leer en la cruz de Jess un titulo escrito con letras griegas, latinas y hebreas: este es el Rey de los judos. Los dos ladrones tuvieron ocasin de or los insultos dirigidos a Jess por parte del pueblo, y cmo le escarnecan los soldados, cmo le escupan y, en fin, cmo se movan todos aquellos gusanos debajo de ellos. Todo este espectculo lo vean en primera fila, como desde un proscenio; no podan perderse ni una sola mueca de Jess. A medida que pasaba el tiempo haba uno de los dos ladrones (al que llamaremos l.er ladrn) que se estaba compungiendo y hasta se estaba decantando del lado de Jess. Cuando el 2. ladrn le injuri, el primero salt en su defensa reprendindole. El primer ladrn: reconoci que ellos dos reciban justamente su merecido, dijo que Jess ningn mal haba hecho, le reconoci tambin a Jess que algn da reinara (pensaba que vendra a reinar sobre la tierra), le conceda poder de resucitar y volver para reinar, le consider a Jess como su Dios que estaba en la misma condenacin. En resumen, que en pocos instantes no slo demostr un arrepentimiento por sus culpas al reconocer que el castigo era justo y merecido, sino que reconoca a Jess como su Dios, que un da reinara, y por tanto, que resucitara, y se atrevi incluso a pedirle que le llevara con l a su reino, demostrando una fe total en el poder y la personalidad de Jesucristo. Era una splica tan humilde como firme en su certeza. En lo ms ntimo de su fondo, confiesa su pecado, confiesa su fe, se da cuenta de la inocencia de Jess y tambin de su realeza y de su divinidad. Era de entre todos los que asistan al espectculo el nico que crea en la resurreccin y en el triunfo del Rey de los Judos. Fue un caso de conversin rpida, sin problemas, que cumpla todos los requisitos necesarios para salvarse: arrepentimiento, fe en Jess y una cierta identificacin de la muerte en la Cruz. La respuesta de Jess a este hombre fue fulminante y categrica: Hoy mismo estars conmigo en el Paraso. Qu consuelo, qu alegra para Jess, que blsamo para un moribundo, poder dar a un compaero de suplicio una respuesta que sobrepasa todo cuanto este hombre hubiese podido esperar! Este primer ladrn ser el primer hombre que morir y subir al cielo despus de la

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muerte de Jess. Se salv, no por sus obras, que no eran precisamente recomendables, sino por su fe. La Iglesia Catlica-Romana le llama simplemente el buen-ladrn. Lo que le interesa a Roma sobretodo es que sea bueno, es decir, que haya hecho cosas buenas en su vida (buenas obras) y que precisamente por haber sido bueno Jess lo salva. Pues NO!!! Jess no le salva por ser bueno al buen ladrn como dice Roma, sino sencillamente por tener fe en El, en el Hijo de Dios. Esto confirma que la salvacin es una gracia que hace Jess a quien quiere, sin tener en cuenta para nada las buenas obras. Historia jams contada y jams escrita del 2. ladrn Esta historia es la ms interesante de todas las que se desarrollaron en el Calvario. Con el fin de que quede ms clara, la dividiremos en tres actos, a saber: 1. acto: hasta la muerte de Jess 2. acto: despus de la muerte de Jess 3." acto: despus de la muerte del l.er ladrn Vamos a ir siguiendo, tal y como hemos venido haciendo hasta ahora, la serie de acontecimientos que se desarrollaron delante de los ojos del segundo ladrn: Primer acto el 2. ladrn est contemplando el mismo espectculo que sus dos compaeros y en un proscenio idntico est oyendo el dilogo que se ha establecido entre Jess y el l.er ladrn, en cierta manera le est entrando una pequea envidia no declarada, a pesar de todo injuria a Jess: Si t eres el Cristo slvate a ti mismo y a nosotros, acababa de reconocer que caso de que fuese el Cristo tendra poder para poder salvar a los tres, haba dicho los tres! Este hombre se estaba solidarizando con sus compaeros, adems sus palabras iban mucho ms lejos que una simple solidaridad, este hombre en cierta manera se senta formando equipo con los otros dos. Porque caso de serlo hara lo imposible para llevarse con El a sus compaeros de suplicio, y es que adems vea el letrerito, Este es el Rey de los Judos, y por si acaso, pensaba..., la verdad es que este hombre duro que nunca haba trabajado, empezaba a trabajar a fondo en su cabeza, no podemos desde luego negar que formaban equipo un equipo de tres hombres luchando con la muerte, viendo las mismas cosas, sufriendo dolores fsicos parecidos, ms o menos acompasados, etc., haba una sola diferencia, los dos ladrones lean el mismo letrerito sobre la cabeza de Jess, lo que les igualaba en categora. Y si el letrerito fuese autntico? Quedaba definido el jefe del equipo, en todo caso, hay que reconocer que el llevar un letrero ya denunciaba una categora!, el 2. ladrn empez a ponerse nervioso porque en el peor de los casos era posible que una parte de la inscripcin fuese verdadera, oy las palabras de Jess: Padre perdnalos porque no saben lo que hacen, or la palabra perdonar al tiempo que vea cmo se desarrollaba el espectculo, creaba en l un gran confusionismo, pero es que, adems, se lo peda a su padre; qu clase de padre tena este personaje tan misterioso?, y unos minutos antes de verle morir, otra vez volvi a or la palabra padre!,

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 pero esta vez era para encomendarle su propio espritu, esto le intrig y le preocup mucho ms, porque pareca que el jefe se haba olvidado de los dems y slo pensaba en su propio espritu, y de pronto son el grito desgarrador! Que lo acapar todo. Jess acababa de morir. Segundo acto quin era ese hombre que acababa de morir en el preciso instante en que l mismo haba anunciado que iba a hacerlo?, y justo al torcer la cabeza Jess, vio un relmpago cegador con un estallido fenomenal acompaado de un terremoto, con todo esto, la tarde se haba ennegrecido y el aguacero ya se iniciaba ostensiblemente, vio a la multitud que se volvan golpendose el pecho, cmo desaparecieron uno tras otro, asustados, desconcertados, vio que algunos pocos se quedaban lejos mirando estas cosas, oy al centurin a su ejecutor! decir sin titubear: Verdaderamente ste era el hijo de Dios, entonces, junto al cuerpo yerto de Jess, slo encontr al l.er ladrn a quien dirigirse, y t lo declaraste inocente y a m culpable! pero t qu es lo que sabes de todo esto?, mientras tanto, iban llegando noticias importantes, que corran de boca en boca hasta los mismos soldados: a) que cuando el terremoto, se haba rasgado de arriba abajo el velo del Templo b) que se abrieron los sepulcros y se haban levantado muchos cuerpos de los sepultados c) que salieron de los sepulcros, vinieron a la ciudad y aparecieron a muchos d) que haban matado el verdadero Cristo! e) que muchos judos lloraban f) que toda Jerusaln se haba sumido en la tristeza y ostensible duelo. el 2. ladrn se diriga esta vez con gritos de exigencia al l.er ladrn, el l.er ladrn no poda hablar acababa de prorrumpir en lgrimas!, el l.er ladrn haba recibido al Espritu Santo despus de expirar Jess (Cuando yo me vaya os mandar otro consolador), al l.er ladrn se le haba formado un nudo en la garganta y no poda articular ninguna palabra, el l.er ladrn slo con gestos, con lgrimas y con miradas intentaba decir algo al 2. ladrn, de pronto, ante la mirada atnita del 2.e ladrn, ste vio cmo unos hombres descargaban la gran mazada sobre las piernas del primer ladrn, vio cmo el cuerpo de su compaero era lanzado al vaco, al mismo tiempo que por fin articulaba un grito, era un tremendo grito de dolor y de agona, pero de una claridad meridiana, acababa de lanzar su nico grito con lgrimas en los ojos: Jess, te quiero!, el primer ladrn acababa de morir. Tercer acto acababa de contemplar, en su proscenio, otra muerte seguramente ms que ejemplar, la del segundo camarada de equipo, se quedaba solo, Aquello era la soledad con mayscula!

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 l, solo frente a dos cadveres. Uno de aquellos dos hombres haba estado tratando de convencerle de la inocencia del otro, de Jess, inocencia que ahora ya era reconocida por todos los que se movan all abajo, de haberle podido hablar el l.er ladrn antes de morir, seguro que le habra arrastrado hacia Jess, puesto que en vida de ste en la cruz ya haba iniciado su apostolado! el 2. ladrn haba hecho rpidamente una serie de reflexiones : a) el 1er. ladrn al morir haba dejado escapar una tremenda confesin de amor a Jess b) este hombre. Jess, a quienes ya tantos confesaban como Cristo, desde luego, era alguien c) cmo! Este hombre, sereno, majestuoso, aguantando los mismos dolores fsicos sin rechistar, habindoles con tanta dulzura... d) este hombre le revelaba de pronto, una honda, desgarradora tragedia ntima? e) les haba hablado implcitamente, al paso, sin declamaciones oratorias, de la grandeza de su espritu, de la entrega a su padre, de su entrega a la humanidad, tal vez de su abandono? f) Ah, este hombre no es un hombre vulgar! Este hombre bueno, callado, amoroso, poderoso, desconocido, es alguien. Y ese grito inesperado de su camarada de suplicio en medio de la gran tragedia del Calvario, fija la memoria de este hombre, rey de los judos, en el centro de su corazn. de pronto, este 2. ladrn estall en sollozos, qu digo aquello eran alaridos entrecortados por lgrimas y sobresaltos!, haba comprendido perfectamente que la entrega de su otro compaero de equipo, era algo que no se poda medir con patrones humanos y naturales, 132 haba reconocido de pronto, que aquel compaero y jefe de equipo, era nada menos que el Cristo el Hijo de Dios! y que de haberlo sabido antes tambin se lo hubiese llevado al Paraso, su grito atronador fue muy elocuente: Soltadme! Desclavadme!, quiero ir hasta El para besarle y abrazarle de pronto tambin sinti en sus piernas una monstruosa mazada que tambin lo dejaba colgado en el vaco, pero que a l no le importaba demasiado porque en realidad le acercaba fsicamente mucho ms hacia aquel a quien quera abrazar, este 2. ladrn, agonizando, que renegaba de todas sus maldades, llegaba a la conviccin de que ya amaba a Jess, que le reconoca como Cristo, acababa de recibir tambin el Espritu Santo ya era hijo de Dios!, se haba integrado completamente en su propio equipo acababa de morir, en l tambin se haba cumplido la mecnica de la salvacin, cuando se conoce a Jess se conoce mucho ms de lo que uno se cree! Se conoce lo suficiente para bien vivir y para bien morir, puesto que se conoce el fondo, el centro del corazn del Padre, subi al cielo y all le esperaba el Padre con los brazos abiertos como al hijo prdigo, no poda ser de otra forma. Se tena que salvar el equipo entero. Para Jess, el apstol de los apstoles, esto era un simple juego de nios. En el propio Calvario y al lado de El! Quin se podra resistir?, entonces se quedaron mudos para siempre y solos, los cuerpos de los tres ajusticiados, en la lejana apareci y se iba acercando, otro equipo, presidido por un hombre rico llamado Jos de Arimatea, que vena a llevarse el cuerpo de Jess> Roma, a este 2 ladrn, le llama el mal ladrn.

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Cuntas cosas se podran escribir sobre pasajes que ocurrieron en la apretada vida de Jesucristo sobre la tierra, y que todava no conocemos! Les puedo asegurar a ustedes, con toda honradez, que cuando redact esta historia indita del 2, ladrn, el Espritu Santo estaba ms cerca de m de lo que lo estuvo con los Papas de Roma en sus infalibilidades y en los cnclaves. Ahora empiezo a comprender por qu Jess dijo en cierta ocasin que muchas prostitutas y publicanos nos precedern en el reino de los cielos. La muerte del Salvador La flagelacin la orden Pilatos con la esperanza de salvarle la vida a este acusado inocente las consecuencias fatales de la debilidad de Pilatos: Barrabs agraciado, Jess flagelado y abandonado al odio de sus adversarios aquellos soldados crueles no se pueden imaginar el papel que iba a desempear en el mundo su corona de espinas! Pensaron cubrir a Jess de desprecio con el cetro de caa y aquella corona irrisoria a su espalda desgarrada hay que aadir la lucha suprema de Getseman y el sufrimiento moral que sobrellev con la carga de todos despojado de todo, su nico consuelo es poder comprobar que recorre el camino predicho mil aos atrs por el espritu proftico de los hombres del pueblo escogido. Cada nuevo hecho responde a lo que est escrito en cuanto al motivo de la condenacin, ni Pilatos ni los jefes religiosos creen en l. Es el pretexto para sus conciencias: la cobarda de Pilatos y la envidia y rencores de los dems pero la verdadera razn de este suplicio infame es el pecado de la humanidad lo crucificaron entre dos ladrones, lo injuriaron y repartieron entre s mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes (Sal. 22:18), nuevo ultraje y nuevo cumplimiento involuntario de las escrituras, triunfo y consuelo supremo de este Rey, cuyo compaero malhechor moribundo es el nico capaz de reconocer su divina majestad, infernal coalicin del populacho profano y de los jefes religiosos, todo est contra Jess!, por qu no interviene Dios? no contesta?, por qu no confunde a estos cnicos burlones?, Si eres Rey desciende de la cruz y creeremos en ti!, Jess aguanta y deja hablar... no quiere bajarse de la cruz: quiere salvarnos!, nosotros s creemos. El ha hecho mucho ms que bajarse de la cruz: ha resucitado de la tumba!... pero ellos no han credo, fue alguna vez tan aorado del corazn del Padre como lo es en esta hora suprema?, el suplicio se va alargando, las mismas tinieblas ensean a Jess que Dios no estaba tan indiferente a lo que suceda, en medio de su sufrimiento y de su angustia, el salmo 22 llega sobre sus labios como la expresin perfecta, preparada desde hace un millar de aos, manteniendo su alma como el ms potente estmulo gracias a la seguridad del triunfo final que se apoya y ratifica as tan fuertemente, en cuanto a los dems, estas misteriosas tinieblas amedrentan y llenan de espanto sus corazones. Dios tiene miles de maneras de hablar a los peores sordos! estas tres horas que dur el suplicio son nicas en la historia de la humanidad; por qu?, porque t, Cristo, te hiciste pecado por nosotros. No haba otra alternativa de salvacin!,

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 porque el pecado es a los ojos de Dios tan odioso y criminal que es necesario el infierno!, porque el pecado, nuestro pecado!, ha puesto entre Dios y la humanidad una nube tan espesa que ha sido preciso disiparla!, por qu? Dios sigue sin contestar. Se limita a hacer comprender a su Hijo que est en el buen camino, puesto que se van cumpliendo las escrituras..., por qu? Porque Dios es luz y amor, tiene horror al pecado, su amor quiere a todo precio salvar al pecador, por qu? Porque la cruz es muy importante; y tiene que ser, en los siglos venideros, la sublime revelacin de lo que es por una parte el pecado del hombre, y por la otra la grandeza y la santidad del amor de Dios, la muerte del Cordero de Dios marca el fin del antiguo pacto y permite a cualquiera que desee, humilde y sinceramente, entrar en el lugar sagrado (Sanctasanctrum), poder gozar y disfrutar de la comunin con Dios, de los sepulcros que se abrieron cuando el terremoto del Viernes Santo salieron aquellos santos como espcimen y primicias de la resurreccin, la muerte del Santo y del Justo se opone de tal forma a la ley natural, que no debe extraar que la naturaleza se turbe y se conmueva hasta tal punto que engendre y manifieste fenmenos sobrenaturales, hasta las piedras han gritado: T eres el Hijo de Dios. De esta manera Dios ha iluminado a los paganos burlndose de las mofas crueles y profanas de los jefes religiosos, se ha tenido que llegar a esta catstrofe! Pero el amor no muere jams y tendr su recompensa, si Dios no hubiese tomado sus precauciones para poner al abrigo este precioso cadver, seguro que los fariseos lo habran pulverizado para borrar las pruebas de Su resurreccin, era necesario fundar la Iglesia sobre una tumba vaca. La sabidura de Dios hace aparecer a Jos de Arimatea, propietario de un sepulcro protegido, que lo cede gustosamente a este condenado a muerte, qu extraordinario valor y qu entereza la de Jos, al hacerse cargo de este Jess abandonado, sobre el que sus adversarios acaban de triunfar!, l os hacerlo! y su amor por Jess queda desvelado a travs de esta rica sbana de inapreciable valor en que lo envuelve, Dios se sirve de los enemigos de la verdad para confirmarla, as como de los que lo aman, todas las precauciones que tomaron sus adversarios no han hecho ms que atestiguar con mayor seguridad la realidad de la resurreccin de Jess, los discpulos brillaron por su ausencia! Si Jess fue juzgado por impostor qu seran sus discpulos?, gracias a las precauciones tomadas, el cadver reposa seguro durante todo el sbado, al abrigo del robo y el ultraje, ningn ojo humano vio salir a Jess de la tumba. Pero Dios ha marcado esa gloriosa victoria sobre la muerte y el infierno por una manifestacin especial de su potencia. A partir de la resurreccin, este sptimo da ha suplantado al de descanso, marcando as el carcter especial del pacto de la gracia, las mujeres no encontraron el cuerpo de Jess en su tumba. Pero les ocurri algo infinitamente superior a lo que esperaban: Vieron y oyeron a Jess, Alegraos! fue la primera palabra de Jess resucitado a estas mujeres sumidas en el dolor. Por el momento no hay ms explicaciones. Vive! es suficiente. En Galilea responder a las preguntas, Hermanos! Es la primera vez que Jess emplea este trmino. Sus hermanos son los que le han abandonado y renegado...,

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 el ms viejo y cruel enemigo de la Iglesia es el dinero. Se sirvieron de esta calumnia para arruinar la reputacin de los discpulos y atentaron contra la moral de los soldados paganos comprando sus conciencias. Pero se olvidaron de que la verdad acaba siempre triunfando sobre las mentiras, concluiremos diciendo que el Rey de la gloria no es solamente rey de los judos, y que confa a los suyos la tarea gloriosa de hacerle rey del mundo entero, para alentarles y estimularles Jess les recuerda que: 1. su poder le ha sido conferido y extiende su realeza tanto en el cielo como sobre la tierra entera, 2. el carcter universal de sus enseanzas es de tal naturaleza que puede ser aceptado con alegra por todas las naciones: un mismo bautismo, una misma fe, un mismo Padre, un mismo Salvador, un mismo Espritu, 3. su poder es eterno; su presencia, soberana; su amor inmutable y real: yo cuento con vosotros; vosotros podis contar conmigo. Bautizndolos y regenerndolos, los pecadores quedan lavados y limpios de sus pecados, muriendo a su antigua vida y naciendo a una nueva vida, declarndose por la fe crucificados y resucitados con Cristo. Por este bautismo, el nombre divino del Padre, del Hijo y del Espritu Santo queda vinculado al alma del creyente, inscrito sobre su frente, grabado en su corazn. El creyente, adems, no podr olvidar ni por un instante que aquel bautismo es propiedad inalienable de Dios; que Dios ha pagado su propio rescate a travs de su Hijo Jesucristo; y que Este es definitivamente nuestro Salvador. Conclusin Dejemos aclarada, definitivamente, la diferencia entre salvacin y tesoro en el cielo puesto que son dos conceptos que se confunden muy a menudo con gil facilidad: tesoro en el cielo es una simple tesaurizacin acumulada en la cuenta corriente personal de cada uno en el reino de los cielos, mientras que la salvacin es el pasaporte indispensable para poder penetrar o entrar en dicho reino; la apertura de cuenta slo es factible cuando se obtiene el pasaporte. Una vez obtenido ste, y establecida por tanto automticamente la cuenta corriente, se inicia sin ms el proceso de tesaurizacin; la salvacin slo se consigue por la fe, por la gracia, regenerndose; y de ningn modo a base de obras, para que nadie se glore; sin pasaporte las obras no sirven para nada, son obras muertas, puesto que no existe inscripcin bancaria sin la cual no podemos acumular tesoro; sin pasaporte solamente obtendremos tesoro en la tierra pasajero y sujeto a menoscabo por la polilla, el orn y los ladrones; lo primero e indispensable es, siempre, reconocer a Dios, adorarle y glorificarle. Despus ya se realizarn las buenas obras que Dios prepar de antemano para que anduvisemos en ellas. Estas s se tesaurizan! Los sistemas humanos, de cualquier religin, no pueden ofrecer una autntica salvacin puesto que no conocen al Dios nico tres veces santo, sus exigencias absolutas y la condenacin de cualquier desobediencia a su ley. No conociendo el sentido real del pecado, no ofrecen solucin! El hombre, concluyen, no est condenado irremisiblemente y puede ganar el perdn por sus esfuerzos y sus buenas obras. Se salva, pues, l mismo, lo que equivale a decir que en realidad no se salva en absoluto, y su conciencia, trastornada a pesar de todo, no encuentra jams

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la certeza del perdn. La Biblia, por el contrario, denuncia, como slo Dios puede hacerlo, la culpabilidad, Ja incapacidad y la perdicin eterna del hombre. Despus ella nos muestra al propio Seor en la Cruz pagando por amor toda nuestra deuda y ofrecindonos gratuitamente su gracia con la seguridad de salvacin total. Todo nuestro futuro, terrestre y celeste, est a partir de ahora concentrado en la persona de Aqul que llega para reinar eternamente. Qu autor humano, qu genio religioso habra podido jams inventar un mensaje tan humillante para el pecador orgulloso y tan maravilloso para el creyente arrepentido? Pablo tiene razn cuando grita: Dios encerr a todos en desobediencia para tener misericordia de todos. Oh profundidad de las riquezas de la sabidura y del conocimiento de Dios! Cuan inescrutables son sus juicios e insondables sus caminos! Porque, quin penetr en el pensamiento del Seor?... A El sea la gloria por los siglos (Rom. 11:32-36). El mensaje de Jess nicamente alcanza a los genuinos pecantes y a los puros pecadorizos. No es apto para el hombre bueno y perfecto y colmado de honestidad. Ya que por muy sublime y de campanillas que pueda ser su virtud y grado de moralidad siempre ser manifiestamente inhbil e insuficiente para poder pagar y satisfacer al tribunal del Gran Juicio, puesto que la bondad e impecabilidad son atributos exclusivos de Dios. Solamente el Espritu Santo puede convencer de pecado aplicando la Palabra al corazn humano, arrancndole de su estado por la fe en Jesucristo! Tan slo el Espritu puede plasmar, en realidad, lo que Cristo nos consigui en el Calvario. Su evidencia y acomodacin slo se resuelve y se materializa, positivamente, con nuestro dcil y resuelto consentimiento y por la accin constante del Espritu Santo. *** IX EL PADRE Y LA ORACIN A Dios Padre lo consideramos como nuestro Creador. En realidad es el Creador de todo, con mayscula. O tambin como Aquel que engendra y guarda con amor a los que se convierten, por la regeneracin, en sus hijos espirituales. O todava, como Aquel que tiene con Jesucristo, una relacin misteriosa e inefable de paternidad divina. Sobre el Padre sabemos muy poco; solamente Jesucristo nos habl unas pocas palabras de EL Pero s lo suficiente para darnos cuenta que estamos ante Dios Todopoderoso, el Ser por antonomasia y la profundidad desconocida ms misteriosa y amorosa que existe. Sera superfluo hablar de Su divinidad, como deca Pablo, ya que brilla y resplandece a los ojos de todos. Est claro que es eterno, justo, omnisciente, todopoderoso, infinitamente sabio, infinitamente amoroso, omnipresente, etc., en una palabra, el Padre nos aventaja y nos rebasa infinitamente. Pero oigamos a San Juan, todo lo que dice relacionado con el Padre: Cules son las relaciones del Padre con el Hijo? 1. El Padre ama al Hijo. esto se afirma en diversas ocasiones

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 ya lo amaba antes de la fundacin del mundo lo ama porque el Hijo da su vida voluntariamente 2. El Padre da su Hijo. puesto que El am tanto al mundo... Jess se convierte as en el don de Dios sacrifica al Hijo, separndole para la obra que debe realizar enva al Hijo lo marca con su sello, dndole el Espritu sin mesura da testimonio de El delante de los hombres le hace beber el cliz de la amargura 3. El Padre est con su Hijo mientras ste est en la tierra. yo no estoy solo, puesto que el Padre... est conmigo lo abandona nicamente en el instante trgico en que Jess se convierte en pecado por nosotros el Padre est conmigo y permanece en m. el Padre acoge siempre al Hijo 4. El Padre le da hombres confiadamente para su trabajo. todo lo que Padre me da los que T me has dado el Padre da sus ovejas al buen pastor 5. El Padre busca sin cesar la gloria del Hijo. mi Padre... busca mi gloria y me glorifica le devuelve la gloria que ya tena cerca de El antes de que el mundo existiera En qu el Hijo es igual al Padre? 1. Forma una unidad con el Padre. mi Padre y Yo somos uno el Hijo ama al Padre y el Padre lo ama permanece en este amor las dos personas se confunden a menudo quien conoce al Hijo, conoce al Padre el que cree en el Hijo, cree en el Padre el que ve al Hijo, ve al Padre el que odia al Hijo, odia al Padre la vida eterna, consiste en conocer al Padre y al Hijo actan conjuntamente nosotros vendremos y haremos morada en l el Hijo puede decir: Padre, yo quiero... Es verdad que es la sola ocasin, y que Jess habla,

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no para El mismo, sino por nosotros est dentro del seno de su Padre est unido a El de la manera ms ntima el Padre est en M, y Yo estoy dentro del Padre el Padre permanece en M los que lo llaman Hijo de Dios han credo en El y lo han adorado 2. El Hijo revela al Padre. slo El le conoce nadie vio jams al Padre... sino el que viene de Dios vosotros no le conocis... pero Yo s le conozco el Padre me conoce y Yo conozco al Padre Padre justo, el mundo no te quiso conocer; pero s, Yo te conozco nadie ha visto a Dios; el Hijo es quien lo da a conocer Yo les di a conocer tu nombre y Yo se lo dar a conocer el que me ve ha visto al Padre Yo soy el camino... nadie puede ir al Padre si no es por M Yo soy la puerta... si alguno entra por M ser salvado El camina delante de sus ovejas y ellas le siguen 3. El Padre ha puesto todas las cosas en sus manos. todo lo que el Padre posee me pertenece mi Padre acta, Yo tambin acto todo lo que el Padre hace, tambin lo hace el Hijo el Padre ha concedido al Hijo el tener como El la vida en S mismo como el Padre, el Hijo da la vida a quien quiere "El ha recibido poder para dar la vida eterna a toda carne har resucitar en el ltimo da El padre ha depositado todo juicio en el Hijo lo ha nombrado juez de los vivos y de los muertos 4. As como sali del Padre, regresa al Padre. es de Dios de donde he salido y que yo vengo Yo he salido del Padre y vuelvo a El 5. El Hijo tiene derecho a una misma adoracin. que todos honren al Hijo como honran al Padre. De hecho, el que no adora al Hijo tampoco adora al Padre. delante del nombre de Jess toda rodilla debe flexionarse En qu el Hijo es dependiente del Padre? 1. El Padre es ms grande que El. 2. El Hijo vive por el Padre.

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3. Busca, no Su gloria, sino la del Padre. 4. El Hijo hace la voluntad del Padre mi alimento consiste en hacer la voluntad de Aquel que me ha enviado Yo no busco hacer mi voluntad... sino la de mi Padre Yo hago siempre lo que le es agradable el Hijo viene a la tierra, no de El mismo, sino enviado por el Padre El guarda Su palabra y Sus mandamientos El acta segn las rdenes que ha recibido obedece las rdenes voluntariamente y da su vida el Hijo no puede hacer nada de S mismo, no hace ms que lo que ve hacer al Padre Yo hago... las obras de Dios todo lo que Yo hago es el Padre quien lo realiza en El el Padre permanece en M (por el Espritu) es El que hace las obras Yo he terminado la obra que T me ordenaste El dice las palabras de Dios lo que Yo he odo al Padre... os lo digo a vosotros Yo hablo segn lo que el Padre me ha enseado Yo digo lo que he visto en casa de mi Padre Yo os he dicho la verdad que he entendido de Dios las cosas que Yo digo, las digo como mi Padre me las ha dicho 5. Jess ruega al Padre. Yo rogar al Padre y El os dar otro Consolador El est vivo para interceder en nuestro favor est a la derecha del Padre... y El intercede por nosotros Cules son las relaciones del Espritu Santo con el Padre? el Espritu ha salido del Padre (como el Hijo, sale del Padre; tiene, pues, su misma naturaleza) ha sido dado por el Padre al Hijo sin mesura ha sido dado por el Padre a los creyentes en su plenitud es por el Espritu que el Padre permanece en Jesucristo al igual que el Padre, el Hijo enva el Espritu Santo el Espritu Santo viene a tomar cerca de los discpulos la plaza dejada vaca por Jesucristo Antes de que Jesucristo viniera al mundo, en el Antiguo Testamento, los hombres, a travs de la revelacin, conocan al Padre como el Dios Santo, potente, temible, misericordioso, pero tambin muy lejano. Es en Cristo que se ha convertido en el Padre de los que creen (en el evangelio de San Juan la palabra el Padre es empleada ms de ciento diez veces). Merece destacar tambin que cada una de las personas de la Trinidad tiende a glorificar a la otra: el Padre glorifica al Hijo el Hijo glorifica al Padre el Espritu Santo glorifica al Hijo

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Muchos pasajes (y los del mismo contenido en otros evangelios) nos muestran que sobre la tierra Jesucristo obtena todo lo que quera de su Padre por medio de la oracin. Y a nosotros nos dijo taxativamente que todo cuanto pidisemos al Padre en su nombre nos sera concedido. Pedid y se os dar. Hay que orar y pedir al Padre dirigindonos a El con el mismo espritu que lo haca Jesucristo, para que el Padre sea glorificado, por puro amor filial, en la abnegacin y el entero olvido de s mismo. Hay que rezarle con el Espritu de verdad con que nos ha marcado por nuestra fe y llamndole Padre, tal y como Jess nos ense en el Padre Nuestro. Por lo tanto, la oracin hay que dirigirla al Padre. Cualquiera que haya realmente glorificado a Dios en esta vida se puede decir que ha terminado todo su trabajo. Dios nos ha puesto en la tierra para que le glorifiquemos. El Padre glorificar a todos aquellos que le hayan glorificado. Y qu hace Roma a propsito de la oracin? Desde luego aceptan la oracin al Padre, puesto que rezan el Padre Nuestro. Pero desgraciadamente el 80 /o de las oraciones van por otros derroteros. El culto a los santos y a Mara, acompaados de rezos y plegarias muy completas y especficas menudean con harta frecuencia. El rezo del Rosario, que ha sido potenciado con tanta fuerza por todos los ltimos Papas y Obispos en general es una oracin muy de repeticin mecnica (y, por tanto, que tiene muy poco de oracin) y que, adems, no va dirigida exclusivamente al Padre, puesto que es la Virgen quien se lleva la parte del len; y sobre todo, le falta espontaneidad, que es lo que gusta a Dios. La misma Ave Mara en su 2.a parte (ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte), es un ruego que slo se puede hacer a Dios, por cuanto los pecados slo los perdona el Padre, en todo momento si se lo pedimos, y lo mismo ocurre en el momento de nuestra muerte. Adems, est como siempre en contradiccin con el 2. Mandamiento de la ley de Dios, como vimos al principio de este libro. En la Salve Regina, que tanto se reza en la Iglesia Romana, ocurre exactamente lo mismo. Aqu se pone a Mara como abogada nuestra (quitando los papeles al propio Espritu Santo) y como nuestra intercesora nica ante Jess. Todos sabemos lo que opina Jess y por lo tanto Dios (que es un Dios celoso, no lo olvidemos) sobre este particular. Una oracin que tiene que ofender muchsimo a Dios es el yo pecador de la Misa Catlica, por cuanto infringe lo establecido en el 2. Mandamiento con repeticin intolerable. Adems de confesar a Dios todos los pecados, los confiesan a la Virgen Mara, a San Miguel Arcngel, a San Juan Bautista, a San Pedro, a San Pablo y a todos los Santos apstoles, cuando los pecados slo se pueden confesar a Dios, y solamente Dios es quien puede perdonarlos. Conclusin La gloria que Dios nos ha dado, como es el derecho a llamarle Padre, es a los ojos de Jesucristo la gloria suprema. Y es al mismo tiempo el bien supremo, puesto que la ltima voluntad del Hijo agonizando es que sus hermanos, su Iglesia, los que su Padre le ha dado, y los que su Padre le dar, disfruten plenamente de los derechos de hijos y aprecien la inmensidad de esta gloria que es la suya propia, la de ser el Hijo nico. Dice el Evangelio de San Juan (1:12): Mas a todos los que le recibieron, a los que eren en su nombre, les dio potestad de ser

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hijos de Dios. A travs de Jesucristo, que ha sido amado por el Padre desde toda la eternidad, recibimos una bendicin inapreciable de una grandeza y un valor infinitos del don que Dios ha hecho a la humanidad de su Hijo bienamado. Al Padre justo, el mundo le niega su justicia, incapaz de comprender sus caminos. Jesucristo al dar a conocer a los suyos, a su Iglesia, el nombre del Padre, los coloca en estado de creer en su justicia, que a despecho de todas las apariencias contrarias, no puede dudar de su amor ni de su justicia. La ms hermosa oracin que el hombre verdadero cristiano y simple creyente puede pronunciar en el momento de su muerte es, sin lugar a dudas: Padre, recibe mi espritu en nombre de tu Hijo y salvador mo, Jesucristo! No es nada fcil pero tampoco desmesuradamente difcil ser un simple creyente, conservador, que camina delante del prjimo con angustia y apuro, que se identifica con la Palabra del Espritu Santo, que marcha con alegra y ora al Padre sin cesar. Como Jess dijo, nosotros con toda humildad tambin decimos: Te alabamos, Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los nios. El Dios de la Biblia es, sencillamente, el Padre Celestial que se hizo uno con nosotros en Jesucristo. ***

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EPILOGO
A travs de este sencillo libro creo que hemos dado puntual respuesta a nuestro amigo Jos Luis de Vilallonga sobre la forma en que se debe proceder para dejar de ser catlico-romano y convertirse en Cristiano a secas. Pero tambin me gustara decirle claramente que al hacerlo debe quedarse muy tranquilo. Lo nico que hacemos al obrar as es remontarnos a nuestros orgenes, aceptando nicamente lo que nos leg Jesucristo que es el verdadero fundador del Cristianismo. Roma es la que ha introducido la metamorfosis en su Iglesia. Es decir que es Roma la que ha aadido al Cristianismo las palabras de catlico y romano, y ha formado esta nueva entidad religiosa que se llama la Santa Madre Iglesia Catlica Apostlica y Romana, que nada tiene que ver con el original, aunque tengan a primera vista muchos elementos comunes. Roma ha prostituido el original!, se ha desviado de sus orgenes! Por tanto, es ella, la Romana, la que ha cado en apostasa! Pero no nosotros! Nosotros nos limitamos a creer, a rajatabla y con humildad, las enseanzas de Jesucristo con toda fidelidad. Nosotros, los cristianos a secas, no hemos apostatado, no hemos negado nuestra creencia religiosa que profesbamos; sino que nos hemos dado cuenta de la falacia (de este churro qumicamente puro) que han introducido unos seores de Roma en nuestra religin. Y digo nuestra religin, porque Jesucristo nos la leg a toda la humanidad y no a unos cuantos para que la manipulasen a su antojo. Protestamos vivamente contra tal atropello, que durante tanto tiempo nos han escondido con tan fina hipocresa, y que por fin, hemos logrado desvelar, con la ayuda del Espritu Santo. Hemos decidido denunciar con todas nuestras fuerzas esta gran mentira, despegndonos

de esta falsa copia que es Roma, y quedarnos en nuestro propio origen. Nos ponemos en lnea total con los cristianos primitivos, y no tenemos ms armas que los Santos Evangelios. Sabemos que intentarn, como siempre, invertir el razonamiento y traducirlo todo por pasiva, sabemos tambin que utilizarn las mismas armas de siempre, porque son los mismos de siempre, nos condenarn con un legajo testamental lleno de excomuniones y condenaciones, pero nos quedaremos muy tranquilos, porque sabemos tambin que el Espritu de Dios est con nosotros. Ah estn los mismos de siempre! Los fariseos que estaban en el Templo en tiempo de Jesucristo son los mismos fariseos que hoy (salvo excepciones) estn integrando la Curia Romana alrededor del Palacio del Vaticano. Nuestra accin es honesta, por cuanto denunciamos a los autnticos desviacionistas. Jesucristo jams nos perdonara la hipocresa que representa el no hacerlo y quedarnos en nuestro confortable silencio, por miedo a Roma, con estas verdades escondidas que nos acucian. Desgraciadamente muchos de los catlicos que lean este libro no querrn reconocer jams sus propios errores; se aferrarn a los argumentos de siempre, resbaladizos y nada slidos, basados en la oscuridad de la Biblia. S, oscuridad de la Biblia, para aquellos lectores incrdulos que se recrean en su misma orgullosa oscuridad, y que la ojean con la idea fija de encontrar el error soado. S, oscuridad de la Biblia, para el hombre aferrado a la ciencia profesional, incapaz de ser regenerado y de percibir las cosas del Espritu, porque son una locura para l y no las entender nunca porque slo se pueden discernir espiritualmente. S, oscuridad de la Biblia, cuando unidos en aquelarre intentan falsear los principios de la verdad con recortes sutiles e inverosmiles y logran estructurar con ellos unos nuevos Evangelios. S, oscuridad de la Biblia, cuando despreciando olmpicamente la mitad de las leyes divinas, se inventan todo un fino simbolismo de formas y ritos burlescos que desafan y compiten con los mayores del mundo idoltrico, dentro de un sarcasmo de hipocresa silenciosa. S, oscuridad de la Biblia, cuando explotan su misma falacia en beneficio propio y no quieren apearse de ella. S, oscuridad de la Biblia, cuando se presentan las ricas y flamantes instituciones paralelas que, vestidas con los mismos ropajes de las que adulan y defienden, escandalizan al robustecer nicamente la armazn del poder y las finanzas. S, oscuridad de la Biblia, cuando se vive de la mentira, del crimen y de la traicin. 155 S, oscuridad de la Biblia, cuando se busca en ella lo que no se puede encontrar; cuando se busca el papado, la transubstanciacin, el purgatorio o la Misa. S, oscuridad de la Biblia, cuando aparecen los telogos en nombre de la fe, y bajo el simple disfraz de un ecumenismo universal, nos estn acercando a la inevitable y nica federacin que es la Iglesia del Hombre. S, oscuridad de la Biblia, cuando la Iglesia se infiltra y desparrama dentro del Estado, bajo el encandilamiento de los valores histricos y sociales, que sirven nicamente de tapadera para esconder su autntico matrimonio morgantico. S, pero clara y transparente como el cristal se manifiesta la Biblia, cuando se busca en ella, de todo corazn, el camino de la salvacin, la voluntad del Padre y la verdad del Espritu.

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Entonces, y slo entonces!, el cristiano autntico encontrar todos los tesoros, la gracia, el consuelo, la plenitud y la luz que aparecen dentro de sus pginas si la leemos con sincero espritu de oracin y de obediencia al Espritu Santo. Terminaremos con una reprimenda muy acertada que hizo Pablo a los Calatas: Mas si aun nosotros, o un ngel del cielo, os anunciara otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, tambin ahora lo repito: si alguno os predica diferente evangelio del que habis recibido, sea anatema (Gal. 1:8-9). Qu les pasaba a los Calatas exactamente? Aadan ciertas obras de la ley, concretamente la circuncisin, a los Evangelios. Cosa parecida hace Roma: no niega el Calvario, pero aade la Misa, no niega la fe, pero exige tambin obras, para la justificacin y la salvacin, no niega la mediacin de Cristo, pero aade la mediacin de Mara, San Jos y todos los Santos, no niega el retorno de Jesucristo en la gran tribulacin, pero aade su cuerpo descaradamente dentro de la hostia, Y todas estas aadiduras corrompen el verdadero Evangelio, haciendo que la Teologa Romana sea otro Evangelio diferente, igual y como suceda con los Calatas. Porque la palabra de Dios sufre detrimento y falsificacin: lo mismo por parte de menos, como hace el modernismo, en un sector de la Iglesia Protestante, que llegan a negar la divinidad de Cristo; como por parte de ms, como hace la Iglesia Catlica Apostlica y Romana. Para que sea la palabra de Dios, tiene que ser toda, y sola, porque Dios no tiene ms que una sola palabra: EL VERBO! Por tanto, la Iglesia Romana no puede arrogarse el derecho de ser la continuacin de la Encarnacin, como ha declarado el Vaticano II con el fin de promulgar nuevas doctrinas, so pretexto de que son crecimiento en la verdad, hasta llegar a decir (en oposicin con lo que se dice en Hebreos 1): Dios, que habl en otros tiempos, sigue conversando siempre con la esposa de su Hijo Amado (Concilio Vaticano II, constitucin dogmtica sobre la Divina Revelacin, punto 8). En estas conversaciones que tiene Roma con Dios, debe de fallar algn cable telefnico, en disimulado cortocircuito permanente, puesto que la verdadera misin de la Iglesia es transmitir sin aumento, ni disminucin, ni alteracin de ninguna clase, el mensaje de la fe que ha sido una vez dada a los santos. El Evangelio ha sido censurado por Roma y lo ha cercenado. La Iglesia Catlica, como hemos podido ver, recibe la revelacin, y a travs del Catecismo Mayor de S. Po X nos la explica a su manera con unas ligeras modificaciones y aquellas dulces esperanzas... Al final de toda esta andadura, cuando ya hemos logrado desmontar este tinglado y

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desvelar este enredo que nos ha tenido por tanto tiempo, amordazados, podemos ensear las herramientas que hemos utilizado para la trabazn de nuestro discurso: no hemos empleado sutilidades ni disfraces, en el campo de las matemticas, no hemos pasado de la simple suma^ en el de la fsica, de la ley de la gravedad, en la religin nos hemos dejado llevar por el Catecismo escolar, una simbolizacin elemental, hemos discurrido con el lenguaje de la calle, la concisin discursiva y la integridad, una dosis suficiente de sentido comn, la sinceridad que nos exige Jesucristo, no conocemos anfibiologas ni retrucanos, una sola vez hemos tenido que recurrir a la anttesis paradjica! porque es el nico lenguaje que manejan los telogos para formar sus entelequias!, hemos puesto una cosa despus de la otra, hemos tenido que llegar hasta el fondo!, ha sido necesario y obligado sacar conclusiones!, todo ello, naturalmente, muy diluido dentro del nico excipiente que puede ayudar al hombre: el Espritu, y con todo este equipaje, hemos encontrado:,

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lo inmutable! la lgica! 2 + 2 = 4! Los Evangelios!!! No con la fuerza, ni con el poder, sino con el Espritu! Jesucristo dijo: El que no recibe el reino de Dios como un nio, no entrar en l... (Le.

18:17). Un nio es pequeo, dbil e ignorante. Estos tres defectos le incitan y ayudan a depender y a confiar en alguien. Esa infantil dependencia confiada, filial, en Dios es lo que constituye la base de la vida cristiana. Entonces esta pequeez, esta bajura, esta horizontalidad y este inconveniente se convierten automticamente a los ojos del Seor en grandeza, en altura, en verticalidad, en mejoramiento y en conformidad. Esto no significa desprecio a la especulacin mental de los estudios bblicos y teolgicos. Slo muestra que las elucubraciones de la sabidura humana no son la ruta por la que se llega al conocimiento sobrenatural de Dios y de su santa palabra. Cuando empec a escribir este libro pensaba titularlo La gran mentira y la gran verdad; pero ahora, cuando llego al final de la primera parte, me doy cuenta de mi equivocacin. Debo reconocer que no fui ms que un necio y un pretencioso al aspirar a tanto; Dios me perdone por tal desatino. La segunda parte, La gran verdad, no la escribir nunca, y no la escribir nunca por la sencilla razn de que hace muchsimo tiempo que ya se escribi. Jesucristo mismo nos lo dice: Escudriad las escrituras. La gran verdad, seores, es la Santa Biblia.

Padre, Perdnalos Aunque si saben Lo que hacen

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