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El Dolor de La Histeria Nasio

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J. D.

Nasio
EL DOLOR DE LA HISTERIA
PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
Mexico
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Indice de esta Edicin Digital
EL DOLOR DE LA HISTERIA ....................................................................................................... 1
APERTURA ...................................................................................................................................... 6
EL ROSTRO DE LA HISTERIA EN ANALISIS ............................................................................ 7
LAS CAUSAS DE LA HISTERIA ................................................................................................ 15
LA VIDA SEXUAL DEL HISTERICO ......................................................................................... 28
LOS FANTASMAS HISTERICOS ................................................................................................ 32
EL UTERO EN LA HISTERIA: UN FANTASMA FUNDAMENTAL ....................................... 42
DIFERENCIA ENTRE LOS FANTASMAS HISTERICO, OBSESIVO Y FOBICO .................. 44
RETRATOS IMAGINARIOS DEL HISTERICO ......................................................................... 49
EL TRATAMIENTO PSICOANALITICO DE LA HISTERIA Y EL FIN DEL ANALISIS ....... 54
PUNTUACIONES .......................................................................................................................... 75
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA HISTERIA ............................................................ 79
LA CEGUERA HISTERICA SEGUN LAS TEORIAS DE CHARCOT, JANET, FREUD Y
LACAN .................................................................................................................................................... 88
EXTRACTOS DE LAS OBRAS DE S. FREUD Y DE J. LACAN SOBRE LA HISTERIA ....... 95
SELECCION BIBLIOGRAFICA SOBRE LA HISTERIA ......................................................... 101
indice de autores citados ............................................................................................................... 105
SUMARIO .................................................................................................................................... 107
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Titulo original: Lhvsterie ou lenfant magnifique de la psvchanalvse
Rivages, Paris.
1990 Editions Rivages
ISBN 2-86930-414-5
Traduccion de Irene AgoII Cubierta de Gustavo Macri
la. edicion, 1991
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Queda hecho el
deposito que previene la ley 11.723
Copyright de todas las ediciones en castellano
Editorial Paidos SAICF DeIensa 599, Buenos Aires
Ediciones Paidos Iberica SA Mariano Cubi 92,
Barcelona
Editorial Paidos Mexicana SA Ruben Dario 118, Mexico
D. F.
La reproduccion total o parcial de este libro, en cualquier Iorma que sea, identica o
modiIicada, escrita a maquina, por el sistema "multigraph", mimeograIo, impreso por
Iotocopia, Iotoduplicacion, etc., no autorizada por los editores, viola derechos reservados.
Cualquier utilizacion debe ser previamente solicitada.
ISBN 950-12-4156-4
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Apertura
El rostro de la histeria en analisis
Las causas de la histeria
La vida sexual del histerico
Los fantasmas histericos
El utero en la histeria. un fantasma fundamental
Diferencia entre los fantasmas histerico, obsesivo v fobico
Retratos imaginarios del histerico
El tratamiento psicoanalitico de la histeria v el fin del analisis
Puntuaciones
Preguntas v respuestas sobre la histeria
La ceguera histerica segun las teorias de Charcot, Janet, Freud v Lacan
Extractos de las obras de S. Freud v de J. Lacan sobre la histeria
Seleccion bibliografica sobre la histeria
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
A la memoria de mi padre, Juan Nasio, medico. Sus trabafos de clinico e investigador
estuvieron atravesados por el deseo de comprender el enigma del cuerpo que sabe decir la
verdad de lo que somos.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
APERTURA
"A donde se han ido las histericas de antao, esas mujeres maravillosas, las Anna
O., las Dora...",
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todas esas mujeres que son hoy las Iiguras matrices de nuestro
psicoanalisis? Merced a su palabra, Freud, al escucharlas, descubrio una Iorma
enteramente nueva de la relacion humana. Pero la histeria de entonces no solo hizo
nacer el psicoanalisis sino que, sobre todo, marco con un sello indeleble la teoria y la
practica psicoanaliticas de hoy. La manera de pensar de los psicoanalistas actuales y la
tecnica que aplican siguen siendo, a pesar de los cambios inevitables, un pensamiento y
una tecnica intimamente ligados al tratamiento del suIrimiento histerico. El
psicoanalisis y la histeria son hasta tal punto indisociables que rige sobre la terapeutica
analitica un principio capital: para tratar y curar la histeria hay que crear
artiIicialmente otra histeria. En deIinitiva, la cura analitica de toda neurosis no es otra
cosa que la instalacion artiIicial de una neurosis histerica y su resolucion Iinal. Si al
termino del analisis se supera esta nueva neurosis artiIicial creada enteramente por el
paciente y su psicoanalista, habremos conseguido resolver tambien la neurosis inicial
que dio motivo a la cura.
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Asi pues, los histericos de antao vivieron, y su suIrimiento presenta en nuestros
dias otros rostros, otras Iormas clinicas, tal vez mas discretas, menos espectaculares
que las de la antigua Salpetriere. El histerico de Iinales de siglo XIX y el histerico
moderno viven cada cual a su manera un suIrimiento diIerente; y sin embargo, no ha
variado en lo esencial la explicacion oIrecida por el psicoanalisis en cuanto a la causa
de estos suIrimientos. Es verdad que desde sus comienzos la teoria psicoanalitica
experimento singulares cambios, pero su concepcion del origen de la histeria continua
Iundamentalmente intacta. Ahora bien, que origen es este? Cual es la teoria
Ireudiana de la causalidad psiquica de la histeria? O, para decirlo en terminos mas
simples: como se vuelve uno histerico? Y si esto sucede, como se cura? He aqui las
preguntas que nos Iormularemos en este libro.
12
1
J. Lacan, "Propos sur lTiysterie", conIerencia pronunciada en Bruselas en 1977, publicada en
Quarto, n
s
2, 1981
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
EL ROSTRO DE LA HISTERIA EN ANLISIS
Antes de proponer una respuesta para nuestros interrogantes iniciales, dibujemos
el rostro clinico de la histeria moderna. Segun el tipo de mirada que le dirijamos se nos
aparecera de dos maneras diIerentes. Si la consideramos desde un angulo descriptivo y
partimos de los sintomas observables, la histeria se presenta como una entidad clinica
deIinida; en cambio, si la encaramos desde un punto de vista relacional, concebiremos
la histeria como un vinculo enIermo del neurotico con el otro y, particularmente en el
caso de la cura, con ese otro que es el psicoanalista.
Si nos situamos primero en el puesto de un observador exterior, reconoceremos en
la histeria una neurosis por lo general latente que, las mas de las veces, estalla al
producirse ciertos acontecimientos notorios en periodos criticos de la vida de un sujeto,
como la adolescencia, por ejemplo. Esta neurosis se exterioriza en Iorma de trastornos
diversos y a menudo pasajeros; los mas clasicos son sintomas somaticos como las
perturbaciones de la motricidad (contracturas musculares, diIicultades en la marcha,
paralisis de miembros, paralisis Iaciales...); los trastornos de la sensibilidad (dolores
locales, jaquecas, anestesias en una region limitada del cuerpo...); y los trastornos
sensoriales (ceguera, sordera, aIonia...).
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Hallamos tambien un conjunto de aIecciones mas especiIicas que van de los
insomnios y los desmayos benignos a las aliteraciones de la conciencia, la memoria o
la inteligencia (ausencias, amnesias, etc.), e incluso a estados graves de seudocoma.
Todas estas maniIestaciones que el histerico padece, y en particular los sintomas
somaticos, se caracterizan por un signo absolutamente distintivo: son casi siempre
transitorias, no resultan de ninguna causa organica y su localizacion corporal no
obedece a ninguna ley de la anatomia o la Iisiologia del cuerpo. Mas adelante veremos
hasta que punto, por el contrario, todos estos suIrimientos somaticos dependen de otra
anatomia, eminentemente Iantasmatica, que actua a espaldas del paciente.
Otro rasgo clinico de la histeria al que nos reIeriremos con Irecuencia concierne
tambien al cuerpo, pero entendido como cuerpo sexuado. En eIecto, el cuerpo del
histerico suIre de dividirse entre la parte genital, asombrosamente anestesiada y
aquejada por intensas inhibiciones sexuales (eyaculacion precoz, Irigidez, impotencia,
repugnancia sexual...), y todo el resto no genital del cuerpo, que se muestra,
paradojicamente, muy erotizado y sometido a excitaciones sexuales permanentes.
Cambiemos ahora de puesto e instalemonos en el angulo de mira relacional, aquel
que adopta el psicoanalista cuando cumple su trabajo de escucha. Su concepcion de la
histeria se ha Iorjado no solo a traves de la enseanza teorica de las obras de
psicoanalisis, sino sobre todo merced a la experiencia de la transIerencia con el
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
analizando llamado histerico y, de modo mas general, subrayemoslo bien, con el
conjunto de sus pacientes. Si, con el conjunto de sus pacientes, pues todos los
pacientes que se encuentran en analisis atraviesan inevitablemente una Iase de
histerizacion al instalarse la neurosis
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de transIerencia con el psicoanalista. Justamente, que hemos aprendido de la histeria
con nuestros pacientes? Este libro aspira a ser una larga respuesta a esa pregunta; pero
por el momento, quedemonos en lo siguiente: que rostro adopta la histeria en analisis?
Desde nuestro puesto transIerencial, veriIicamos tres estados o incluso tres
posiciones permanentes y duraderas del yo histerico. Mas alla de la multiplicidad de
acontecimientos que se suceden a lo largo de una cura, y sin perjuicio de las palabras,
aIectos y silencios, reconocemos eIectivamente tres estados propios del yo que
resumen por si solos el rostro especiIico de la histeria en analisis. Un primer estado,
por asi decir, pasivo, donde el yo se encuentra en constante espera de recibir del Otro,
no la satisIaccion que colma, sino, curiosamente, la no respuesta que Irustra. Esta
espera deIraudada, siempre diIicil de manejar para el psicoanalista, conduce a la
perpetua insatisIaccion y al descontento de que tanto suele quejarse el neurotico.
Primer estado, pues: el de un yo insatisIecho. Otra posicion tipicamente histerica
observable en el analisis es tambien un estado del yo, pero un estado mas bien activo
de un yo que histeriza, es decir, que transIorma la realidad concreta del espacio
analitico en una realidad Iantasmatica de contenido sexual. Pronto vamos a determinar
en que consiste esa transIormacion y que sentido habra que otorgar a este caliIicativo
de "sexual", pero ya podemos aIirmar que el yo histerico erotiza el lugar de la cura.
Segundo estado, pues: el de un yo histerizador. Existe ademas una tercera posicion
Subjetiva del histerico, caracterizada por la tristeza de su yo cuando debe aIrontar por
Iin la unica verdad de su ser: no saber si es un hombre o una mujer. Tercer estado,
pues: el de un yo tristeza. Detengamonos un momento sobre cada uno de estos estados
yoicos.
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UN YO INSATISFECHO
Para el psicoanalisis, la histeria no es una enIermedad que aIecte a un individuo,
como se piensa, sino el estado enIermo de una relacion humana en la que una persona
es, en su Iantasma, sometida a otra. La histeria es ante todo el nombre que damos al
lazo y a los nudos que el neurotico teje en su relacion con otro, sobre la base de sus
Iantasmas. Formulemoslo con claridad: el histerico, como cualquier sujeto neurotico,
es aquel que, sin saberlo, impone al lazo aIectivo con el otro la logica enIerma de su
Iantasma inconsciente. Un Iantasma en el que el encarna el papel de victima
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
desdichada y constantemente insatisIecha. Precisamente este estado Iantasmatico de
insatisIaccion marca y domina toda la vida del neurotico.
Pero, por que concebir Iantasmas y vivir en la insatisIaccion, cuando en principio
lo que buscamos alcanzar es la Ielicidad y el placer? La razon es clara: el histerico es,
Iundamentalmente, un ser de miedo que, para atenuar su angustia, no ha encontrado
mas recurso que sostener sin descanso, en sus Iantasmas y en su vida, el penoso estado
de la insatisIaccion. Mientras este insatisIecho, diria el histerico, me hallare a
resguardo del peligro que me acecha. Pero, de que peligro se trata? De que tiene
miedo el histerico? Que teme? Un peligro esencial amenaza al histerico, un riesgo
absoluto, puro, carente de imagen y de Iorma, mas presentido que deIinido: el peligro
de vivir la satisIaccion de un goce maximo. Un goce de tal indole que, si lo viviera, lo
volveria loco, lo disolveria o lo haria desaparecer. Poco importa que imagine este goce
maximo como goce del incesto, suIrimiento de la muerte o dolor de agonia; y poco
importa que imagine los riesgos de este peligro bajo la Iorma de la locura, de la
disolucion o del anonadamiento de su ser; el problema es evitar a toda costa cualquier
experiencia capaz de evocar, de cerca o de lejos, un estado de plena y
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absoluta satisIaccion. Por mas que se trate de un estado imposible, el histerico lo
presiente como una amenaza realizable, como el peligro supremo de ser arrebatado un
dia por el extasis y de gozar hasta la muerte ultima. En suma, el problema del histerico
es ante todo su miedo, un miedo proIundo y decisivo que en verdad el no siente jamas,
pero que se ejerce en todos los niveles de su ser; un miedo concentrado en un unico
peligro: gozar. El miedo y la tenaz negativa a gozar ocupan el centro de la vida
psiquica del neurotico histerico.
Ahora bien, para alejar esta amenaza de un goce maldito y temido, el histerico
inventa inconscientemente un libreto Iantasmatico destinado a probarse a si mismo y a
probar al mundo que no hay mas goce que el goce insatisIecho. Asi pues, como
alimentar el descontento si no creando el Iantasma de un monstruo, monstruo que
nosotros llamamos el Otro, unas veces Iuerte y supremo, otras debil y enIermo,
siempre desmesurado para nuestras expectativas y siempre decepcionante? Cualquier
intercambio con el Otro conduce inexorablemente a la insatisIaccion. La realidad
cotidiana del neurotico se modela, en consecuencia, segun el molde del Iantasma, y los
seres cercanos a los que ama u odia desempean para el el papel de un Otro
insatisIactorio.
El histerico trata a su semejante amado u odiado, y en particular a su partenaire
psicoanalista, de la misma Iorma en que trata al Otro de su Iantasma. Que como se las
arregla? Busca y siempre encuentra! aquellos puntos en que su semejante es
Iuerte y abusa de esta Iuerza para humillarlo; y los puntos en que su semejante es debil
y, por esta debilidad, despierta compasion. Con agudisima percepcion, el histerico
descubre en el otro la seal de una potencia humillante que lo hara desdichado, o de
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
una impotencia conmovedora que le suscita piedad, pero a la que no podra poner
remedio. En sintesis, se trate del poder del otro o de la Ialla en el otro, con el Otro de
su
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Iantasma o con el otro de su realidad, lo que el yo histerico se empeara en reencontrar
como su mejor guardian, sera siempre la insatisIaccion. El mundo de la neurosis,
poblado de pesadillas, obstaculos y conIlictos, se convierte en la unica muralla
protectora contra el peligro absoluto del goce.
UN YO HISTERIZADOR
El histerico nunca percibe sus propios objetos internos o los objetos externos del
mundo tal como se los percibe comunmente, sino que el transIorma la realidad material
de estos objetos en realidad Iantasmatizada: en una palabra: histeriza el mundo. Que
quiere decir esto? Que signiIica histerizar?
Acabamos de ver que, para asegurarse un estado de insatisIaccion, el histerico
busca en el otro la potencia que lo somete o la impotencia que lo atrae y lo decepciona.
Dotado de una aguda sensibilidad perceptiva, detecta en el otro la minima Ialla, el
minimo signo de debilidad, el mas pequeo indicio revelador de su deseo. Pero, a
semejanza de un ojo penetrante que no se conIorma con horadar y traspasar la
apariencia del otro para encontrar en el un punto de Iuerza o una Iisura, el histerico
inventa y crea lo que percibe. El instala en el cuerpo del otro un cuerpo nuevo, tan
libidinalmente intenso y Iantasmatico como lo es su propio cuerpo histerico. Pues el
cuerpo del histerico no es su cuerpo real, sino un cuerpo sensacion pura, abierto hacia
aIuera como un animal vivo, como una suerte de ameba extremadamente voraz que se
estira hacia el otro, lo toca, despierta en el una sensacion intensa y de ella se alimenta.
Histerizar es hacer que nazca en el cuerpo del otro un Ioco ardiente de libido.
ModiIiquemos ahora nuestro lenguaje y deIinamos de un modo mas preciso el
concepto de histerizacion. Que es
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histerizar? Histerizar es erotizar una expresion humana, la que Iuere, aun cuando por si
misma, en lo intimo, no sea de naturaleza sexual. Esto es exactamente lo que hace el
histerico: con la maxima inocencia, sin saber, el sexualiza lo que no es sexual; por el
Iiltro de sus Iantasmas de contenido sexual y de los que no tiene necesariamente
conciencia. el histerico se apropia de todos los gestos, todas las palabras o todos los
silencios que percibe en el otro o que el mismo dirige al otro.
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A esta altura debemos hacer una precision que se tendra en cuenta cada vez que
utilicemos en este libro la palabra "sexual". De que sexualidad se trata cuando
pensamos en la histeria9 Cual es el contenido de esos Iantasmas? Que queremos
decir cuando aIirmamos que el histerico sexualiza? Empecemos por aclarar que el
contenido sexual de los Iantasmas histericos no es nunca vulgar ni pornograIico, sino
una evocacion, muy lejana y transIigurada, de movimientos sexuales. Se trata,
estrictamente hablando, de Iantasmas sensuales y no sexuales, en los que un minimo
elemento anodino puede obrar, como disparador de un orgasmo autoerotico.
Debemos comprender, en eIecto, que la sexualidad histerica no es en absoluto una
sexualidad genital sino un simulacro de sexualidad, una seudogenitalidad mas cercana
a los tocamientos masturbatorios y los juegos sexuales inIantiles que a un intento real
de concretar una verdadera relacion sexual. Para el histerico, sexualizar lo que no es
sexual signiIica transIormar el objeto mas anodino en signo evocador y prometedor de
una eventual relacion sexual. El histerico es un creador notable de signos sexuales que
rara vez van seguidos del acto sexual que anuncian. Su unico goce, goce masturbatorio,
consiste en producir estos signos que le hacen creer y hacen creer al otro que su
verdadero deseo es internarse en el camino de un acto sexual consumado. Y sin
embargo, si existe un deseo en el que el histerico se empee, es el de
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que tal acto Iracase; para ser mas exactos, el histerico se empea en el deseo
inconsciente de la no realizacion del acto y, por consiguiente, en el deseo de
permanecer como un ser insatisIecho.
El marco habitual del analisis, el divan, el ritual de las sesiones o el tono particular
de la voz del psicoanalista, asi como el vinculo transIerencial. constituyen condiciones
de las mas Iavorables para que se instale este estado activo de histerizacion. La palabra
del analizando, hombre o mujer se lo diagnostique o no como "histerico", en
determinado momento de la sesion puede cargarse de un sentido sexual, suscitar una
imagen Iantasmatica y provocar eIectos erogenos en el cuerpo, sea el cuerpo del
psicoanalista o el del propio analizando.
El relato de una analizanda nos permitira ilustrar la Iorma en que un elemento
anodino de la realidad puede ser transIormado en signo erotico.
Ejemplo de histerizacion: "Cuando al llegar oigo el toque de la puerta principal del
ediIicio, cuando usted me abre pulsando el boton del portero automatico, siento que su
dedo pulsa mi piel a la altura de los brazos. Y en ese momento me rio de mi misma. A
decir verdad, solo me rei la primera vez que me paso; ahora no me rio mas, mis
sensaciones me absorben. Cada vez que estoy atenta al mas ligero movimiento de otro,
lo recibo en la piel, lo siento, siento un calor en el cuello o en el corazon. Siento
incluso como una excitacion cuando oigo el simple ruido de la respiracion de un
hombre junto a mi. En ese momento algo llega directamente al cuerpo, sin ninguna
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
barrera. Ante los menores ruidos que usted hace, siento inmediatamente una sensacion
de placer en la piel. Soy muy sensible a sus movimientos, que resuenan en mi piel.
Imagino lo que sucede en usted como si yo Iuera su propia piel, envolviendolo. Siento
sus movimientos en mi piel porque yo soy su piel." Despues de un silencio, aade:
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"Pensar esto y decirselo me tranquiliza, y me da un limite. El razonamiento mismo
es el limite."
Vayamos ahora al tercer estado del yo histerico, el yo tristeza.
UN YO TRISTEZA
Es de imaginar hasta que punto el yo histerico, para histerizar la realidad, debe ser
maleable y capaz de estirarse sin discontinuidad desde el punto mas intimo de su ser
hasta el borde mas exterior del mundo, y cuan incierta se torna entonces la Irontera que
separa los objetos internos de los objetos externos. Pero esta singular plasticidad del yo
instala al histerico en una realidad conIusa, medio real, medio Iantaseada, donde se
emprende el juego cruel y doloroso de las identiIicaciones multiples y contradictorias
con diversos personajes, y ello al precio de permanecer ajeno a su propia identidad de
ser y, en particular, a su identidad de ser sexuado. Asi pues, el histerico puede
identiIicarse con el hombre, con la mujer, o incluso con el punto de Iractura de una
pareja, es decir que puede encarnar hasta la insatisIaccion que aIlige a esta. Es muy
Irecuente comprobar la asombrosa soltura con que el sujeto adopta tanto el papel del
hombre como el de la mujer, pero sobre todo el papel del tercer personaje que da lugar
al conIlicto o, por el contrario, gracias al cual el conIlicto se resuelve. El histerico.
desatando el conIlicto o despejandolo, sea hombre o mujer, ocupara invariablemente el
papel de excluido. Precisamente, lo que explica la tristeza que suele agobiar a los
histericos es el hecho de verse relegados a este lugar de excluidos. Los histericos crean
una situacion conIlictiva, esceniIican dramas, se entrometen en conIlictos y luego, una
vez que ha caido el telon, se dan cuenta, en el dolor de su soledad, de que todo no era
mas que un juego en el
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que ellos Iueron la parte excluida. En estos momentos de tristeza y depresion tan
caracteristicos descubrimos la identiIicacion del histerico con el suIrimiento de la
insatisIaccion: el sujeto histerico ya no es un hombre, ya no es una mujer, ahora es
dolor de insatisIaccion. Y, en medio de este dolor, queda en la imposibilidad de decirse
hombre o de decirse mujer, de decir, simplemente, la identidad de su sexo. La tristeza
del yo histerico responde al vacio y a la incertidumbre de su identidad sexuada.
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En suma, el rostro de la histeria es una cura de analisis y. Iuera de esta, en
cualquier relacion con el otro, se presenta como un lazo insatisIactorio, erotizador y
triste, enteramente polarizado alrededor de la tenaz negativa a gozar.
Es oportuno precisar ahora que esta tenaz negativa a gozar aparece igualmente en
los Iundamentos de esas otras neurosis que son la obsesion y la Iobia, pero adoptando
entonces modalidades bien especiIicas. Cuales son las modalidades obsesiva y Iobica
de la negativa que el neurotico opone al goce? Y, comparativamente, cual es la
modalidad especiIica de la negativa histerica? De esto vamos a tratar a continuacion.
DIFERENCIA ENTRE LA HISTERIA, LA OBSESION Y LA FOBIA
Para situar a la histeria dentro del amplio marco de las neurosis e indicar su
especiIicidad al lado de los otros dos grandes tipos clinicos, preguntemonos que es la
neurosis en general. La respuesta ya esta clara: la neurosis es una inapropiada que, sin
saber, empleamos para oponernos a un goce inconsciente y peligroso. Si caemos
enIermos, neuroticamente porque nos obcecamos en procurar deIendernos
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de un goce doloroso. Y, al hacerlo, nos deIendemos mal. Nos deIendemos mal porque,
para aplacar lo intolerable de un dolor, no tuvimos otro recurso que transIormarlo en
suIrimiento neurotico (sintomas). Finalmente, lo unico que conseguimos es sustituir un
goce inconsciente, peligroso e irreductible, por un suIrimiento consciente, soportable y
en ultima instancia reductible. Las tres neurosis clasicas pueden deIinirse, pues, segun
el modo particular que tiene el yo de deIenderse. Existen tres maneras insisto, malas
maneras de luchar contra el goce intolerable y, por consiguiente, tres modos distintos
de vivir la propia neurosis.
SuIrir neuroticamente de modo obsesivo es suIrir conscientemente en el
pensamiento, o sea desplazar el goce inconsciente e intolerable hacia el suIrimiento del
pensar.
SuIrir de modo Iobico es suIrir conscientemente el mundo que nos rodea, o sea
proyectar hacia aIuera, al mundo exterior, el goce inconsciente e intolerable y
cristalizarlo en un elemento del medio externo, transIormado ahora en el objeto
amenazador de la Iobia.
Por ultimo, suIrir de modo histerico es suIrir conscientemente en el cuerpo, o sea
convertir -el goce inconsciente e intolerable en suIrimiento corporal.
En una palabra, el goce intolerable se convierte en trastornos del cuerpo en el caso
de la histeria, se desplaza como alteracion del pensamiento en la obsesion, y se
expulsa, para retornar de inmediato como peligro exterior, en la Iobia.
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EIectuemos una ultima observacion, apoyada en una esclarecedora Irase de Freud:
"Nuestra terminologia de las neurosis no es aplicable a lo reprimido |goce intolerable|,
que ya no podemos caliIicar de histerico ni de obsesivo ni de paranoico." Vemos
Iacilmente que los caliIicativos de histerico, obsesivo o Iobico no se aplican a la cosa
inconsciente y reprimida, sino a los modos de deIensa utilizados por el yo. La neurosis
es una cuestion de deIensa y no un asunto del objeto contra el que la deIensa actua.
Acudiendo de nuevo a nuestra terminologia, podemos concluir aIirmando que no hay
goce neurotico, obsesivo o de cualquier otra indole: no hay sino modalidades
neuroticas del yo para deIenderse.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
LAS CAUSAS DE LA HISTERIA
NUESTRA LECTURA DE LA PRIMERA TEORIA DE FREUD: EL
ORIGEN DE LA HISTERIA ES LA HUELLA PSIQUICA DE UN
TRAUMA
Volvamos ahora a nuestras preguntas iniciales: como se hace uno histerico?,
cual es la causa de las maniIestaciones histericas? Cual es el mecanismo por el que
se Iorma un sintoma histerico? Segun la primera teoria Ireudiana, la neurosis histerica,
como ademas cualquier neurosis, es provocada por la accion patogena de una
representacion psiquica, de una idea parasita no consciente y Iuertemente cargada de
aIecto. Recordemos que, a Iinales del siglo XIX , bajo el impulso de Charcot y Janet,
quedo establecida y relativamente bien admitida la tesis que hacia de la histeria una
"enIermedad por representacion". Tambien Freud tomo esta senda, pero pronto se
aparto de ella introduciendo una serie de modiIicaciones; la mas decisiva Iue
considerar la idea parasita, generadora del sintoma histerico, como una idea de
contenido esencialmente sexual. Pero, que es esto de idea sexual? Como es posible
que una idea inconsciente y sexual baste para provocar una aIonia, por ejemplo, una
bulimia o hasta una Irigidez? Para responder, seguiremos paso a paso el trayecto que se
inicia con la aparicion de esta representacion sexual inconsciente y que culmina con la
aparicion de un sintoma histerico en el paciente.
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En los inicios de su obra, Freud esta persuadido despues cambiara de opinion
de que el enIermo histerico suIrio en su inIancia una experiencia traumatica. El nio,
tomado de improviso, Iue victima impotente de una seduccion sexual proveniente de
un adulto. La violencia de este acontecimiento reside en la irrupcion intempestiva de
una eIusion sexual excesiva, que inunda al nio y de la que no tiene la menor
conciencia. El nio, ser inmaduro, queda petriIicado, sin voz: no ha tenido tiempo para
comprender lo que le sucede ni para experimentar la angustia que. si una eIusion tan
brutal se hubiese hecho consciente, se habria apoderado de el. La violencia del trauma
consiste en el surgimiento de una demasia de aIecto sexual, no sentido en la conciencia
sino recibido inconscientemente. Trauma quiere decir demasiado aIecto inconsciente
en ausencia de la angustia necesaria que, al producirse el incidente, hubiese permitido
al yo del nio amortiguar y soportar la tension excesiva. Si hubo trauma, Iue
precisamente porque la angustia que debio haber surgido Ialto. De ahi en mas, se
instala en el inconsciente del nio un exceso de tension inasimilable y errabunda que
no llega a descargarse en una llamada de socorro, por ejemplo o en la accion motriz de
la Iuga. Esta demasia del aIecto subsistira en el yo a la manera de un quiste, y pasara a
constituir el Ioco morbido generador de los Iuturos sintomas histericos. La excitacion
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
brutal provocada por el acto seductor del adulto introdujo en el seno del yo una energia
que, transIerida de lo exterior a lo interior, se encierra aqui en Iorma de una intensa
tension sexual a la deriva. Podemos reconocer en semejante exceso de aIecto sexual el
equivalente de un orgasmo inconsciente en un ser inmaduro. De este modo,
comprendemos que el trauma ya no es un acontecimiento exterior sino un violento
desarreglo interno, situado en el yo.
Sin embargo, hay otro aspecto mas del trauma que debemos destacar. El trauma
psiquico no es solamente un
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exceso de tension errante; es tambien una imagen sobre-activada por la acumulacion de
este exceso de energia sexual. La huella psiquica del trauma, que ahora llamaremos
"representacion intolerable", comprende, pues, dos elementos inconscientes: una
sobrecarga de aIecto y una imagen sobreactivada. Acabamos de ver como surge la
carga sexual: preguntemonos ahora como surge la imagen. Para esto, hay que entender
primero que el yo del nio, Iuturo histerico, sobre el que recaera el impacto traumatico
de la seduccion, es una superIicie psiquica compuesta de diIerentes imagenes
corporales que se organizan como un cuerpo imaginario, verdadera caricatura del
cuerpo anatomico. Asi pues, el yo histerico es un cuerpo Iormado a la manera de un
traje de arlequin, donde cada rombo corresponde a la imagen deIormada de un organo
particular, de un miembro, de un oriIicio o de cualquier otra parte anatomica. En el
momento del trauma, el impacto de la seduccion suelta uno de estos rombos, toca
puntualmente una de estas imagenes, precisamente la que corresponde a la parte
corporal puesta en juego en el accidente traumatico. El excedente de tension psiquica se
concentra entonces en esta imagen, y la inviste en tal medida que esta se desolidariza
de las demas imagenes del cuerpo imaginario o, lo que es equivalente, se desolidariza
del yo histerico. Precisamente, lo que dimos en llamar representacion inconsciente o
idea parasita cuando caliIicamos a la histeria de "enIermedad por representacion", es
esta misma imagen inconsciente, desconectada del cuerpo imaginario (el yo),
remitiendo a la parte del cuerpo que estuvo en juego en la escena traumatica y
altamente investida por una carga sexual. Un detalle, una postura del cuerpo del adulto
seductor o del cuerpo del nio seducido, un olor, una luz, un ruido..., todas estas Iormas
pueden constituir el contenido imaginario de la representacion inscrita en lo
inconsciente y sobre la cual va a Iijarse el exceso del aIecto sexual.
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Quisiera insistir mas sobre el elemento esencial del trauma. Lo que hay que tener
presente es esto: el trauma que el nio suIre no es la agresion exterior, sino la huella
psiquica que queda de la agresion; lo importante no es la naturaleza del impacto, sino
la seal que deja, impresa sobre la superIicie del yo. Esta seal, esta imagen altamente
investida de aIecto, aislada, penosa para el yo, debe ser considerada la Iuente del
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sintoma histerico e incluso, generalizando, la Iuente de cualquier sintoma neurotico,
sea el que Iuere.
El trauma se ha desplazado. Empezamos mencionando un incidente traumatico
exterior al nio, y ahora nos hallamos con la misma violencia de la eIraccion enclavada
en el interior del yo en Iorma de una representacion inconsciente, sobrecargada de
energia sexual y Iuente de un dolor intolerable para el yo. Lo recalcamos: la causa de
la histeria no es un accidente mecanico exterior y Iechable en la historia del paciente,
sino la huella psiquica sobre-investida de aIecto; lo que opera no es el hecho de la
seduccion, sino la representacion psiquica que es su huella viva.
LA HISTERIA ES PROVOCADA POR UNA DEFENSA
INADECUADA DEL YO: LA REPRESION
Se nos impone ahora una nueva pregunta: que destino tendra la sobrecarga que
inviste a la representacion errante? Como hara el yo para desprenderse de ella? Y
sobre todo, por que decimos que la representacion sobrecargada es la Iuente morbida
de los trastornos histericos? Es decisivo responder a estas preguntas para comprender
una de las grandes tesis Ireudianas de la etiologia de la histeria. Segun Freud, la
neurosis histerica es provocada por la torpeza con que el yo pretende neutralizar ese
parasito interno que es la representacion sexual
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intolerable. Es curioso observar que la representacion intolerable adquiere
paradojicamente su verdadero poder patogeno cuando se ve atacada por un yo
recalcitrante a ella. Esta representacion ya habia sido aislada por el peso de su
sobrecarga, y el yo va a acentuar su aislamiento hasta llevar la tension al paroxismo.
Cuanto mas ataca el yo a la representacion, mas la aisla. Ahora bien, este sobresalto
deIensivo del yo es exactamente lo que Freud llama "represion". Tanto insistio Freud
en la nocion de represion, que solemos olvidar lo siguiente: "reprimir" quiere decir,
ante todo, "aislar". Lo que hace a la representacion radicalmente intolerable es el hecho
de haber quedado Iundamentalmente separada de las otras representaciones organizadas
de la vida psiquica; y precisamente esto hace que conserve, en el seno del yo, una
actividad patogena inextinguible. Mientras esta representacion penosa permanezca
apartada es decir, reprimida, el yo conservara en si un traumatismo psiquico
interno y larvado.
Insisto: lo que enIerma a un histerico no es tanto la huella psiquica del trauma
como el hecho de que esta huella, bajo la presion de la represion, este sobrecargada de
una demasia de aIecto que en vano quisiera Iluir. La razon esencial de la histeria es,
por lo tanto, el conIlicto entre una representacion portadora de un exceso de aIecto, por
un lado, y, por el otro, una deIensa desaIortunada la represion que hace aun mas
virulenta la representacion. La represion, cuanto mas se ensaa con la representacion,
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mas la aisla y mas peligrosa la vuelve. Asi, el yo se extenua y se debilita en un vano
combate que genera el eIecto inverso al Iin perseguido. La represion es una deIensa
hasta tal punto inadecuada, que bien podemos juzgarla tan malsana para el yo como la
representacion patogena a la que pretende neutralizar.
Fue tan decisivo para Freud el papel de la deIensa en la etiologia de la histeria,
que llamo a esta "histeria de
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deIensa'' (pudimos haber dicho tambien "histeria de represion"). A continuacion,
veremos que Freud no se conIormara, y propondra una denominacion nueva: "histeria
de conversion".
LA HISTERIA ES PROVOCADA POR EL FRACASO DE LA
REPRESION LA CONVERSION
Nos hallamos, pues, en presencia de un conIlicto en el seno del yo entre, por un
lado, una representacion sobrecargada que intenta liberar su exceso de energia, y, por
el otro, la presion constante de la represion, la cual, aislando a la representacion, le
impide dejar Iluir su sobrecarga. De que modo se resolvera este conIlicto? No habra,
de hecho, ninguna solucion radical, es decir que no habra Ilujo liberador sino
unicamente soluciones de compromiso, consistentes todas ellas en la investidura de
otras representaciones menos peligrosas que la representacion intolerable. Se trata,
pues, de un desplazamiento de energia; para ser mas exactos, deberiamos decir que se
trata de una transIormacion de la energia de un estado primero en un estado segundo.
Con el Iin de poner Iuera de juego a la represion, el exceso de energia pasa de su
estado primero sobrecarga de una representacion intolerable a ese otro estado de
carga que es el suIrimiento corporal. La carga se transIorma, pues, pero no por ello
deja de ser un exceso de energia generador de morbidos eIectos.
Ahora bien, este conIlicto "sobrecarga/represion", que hemos destacado en nuestro
aIan de comprender el mecanismo de la histeria, en realidad constituye el Iundamento
de todas las neurosis. La especiIicidad de cada tipo de neurosis, obsesion, Iobia e
histeria, dependera de la modalidad que adopte el desenlace Iinal del conIlicto.
Tendremos una neurosis diIerente segun el tipo de representacion que la sobrecarga
acabe por investir tras
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abandonar la representacion intolerable. Expliquemonos. El desenlace del conIlicto se
decide, de acuerdo con el esquema de transIormacion de la energia, en dos estados
distintos. Tenemos siempre la sobrecarga energetica en su naturaleza de exceso, pero
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esta sobrecarga adopta dos estados diIerentes? y sucesivos: el estado primero
corresponde al momento en que ella inviste a la representacion intolerable "escena
traumatica"; y el estado segundo corresponde al momento en que inviste a una
representacion cualquiera perteneciente al pensamiento (obsesion), al mundo exterior
(Iobia) o al cuerpo (histeria). Asi pues, la sobrecarga, conservando siempre su
naturaleza de exceso, puede movilizarse sorteando de tres maneras posibles la
represion; o. si se quiere, provocando tres reveses de la represion que a la larga seran
tres malas soluciones, pues cada una de ellas dara lugar a un sintoma neurotico
causante de suIrimiento.
Obsesion
El primer desenlace posible consiste en un 'desplazamiento de la carga, que
abandona la representacion penosa, se instala en el pensamiento y sobreinviste una idea
consciente que ha pasado a invadir la vida del neurotico. Reconocemos aqui el
mecanismo de Iormacion de la idea Iija obsesiva.
Fobia
El segundo desenlace corresponde al caso de la neurosis Iobica. La carga
abandona igualmente la representacion pero, en vez de instalarse de inmediato en un
elemento del pensamiento, como sucede en la obsesion, en Un primer momento queda
libre en el yo, desconectada, a
31
la expectativa. La carga disponible y Ilotante se proyecta luego al mundo exterior y se
Iija en un elemento deIinido (la muchedumbre, un animal, un espacio cerrado, un tunel,
etc.). convertido ahora en el objeto que el Iobico debe rehuir para evitar que aparezca la
angustia.
EL SUFRIMIENTO DEL SINTOMA DE CONVERSION ES EL
EQUIVALENTE DE UNA SATISFACCION MASTURBATORIA
Conversion
El tercer desenlace de la lucha con la represion, el que aqui nos interesa, consiste
en la transIormacion de la carga sexual excesiva en inIlujo nervioso igualmente
excesivo que, actuando como excitante o como inhibidor, provoca un suIrimiento
somatico. Asi pues, la conversion se deIine, desde el punto de vista economico, como
la transIormacion de un exceso constante de energia que pasa del estado psiquico al
estado somatico.. Este salto de lo psiquico a lo somatico, que es aun hoy un
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interrogante abierto,
2
podria describirse asi: la sobrecarga energetica se suelta del
collar de la representacion intolerable, conserva su naturaleza de exceso y resurge
transIormada en suIrimiento corporal, sea en Iorma de hipersensibilidad dolorosa o,
por el contrario, en Iorma de inhibicion sensorial o motriz. Puesto que en el paso de lo
psiquico a lo Iisico el exceso de energia permanece constante es decir, siempre
desmedido, podemos admitir que el suIrimiento de un sintoma somatico es una
energia equivalente a
32
la energia de excitacion del trauma inicial o, para ser mas exactos, a aquel exceso de
aIecto sexual que comparabamos con un orgasmo.
Esta permanencia de un mismo exceso de energia justiIicaria la impresion del
psicoanalista cuando, ante maniIestaciones somaticas de caracter histerico, acaba
reconociendo en ellas la expresion sustitutiva de un orgasmo sexual. Para ser mas
precisos, de un orgasmo obtenido por masturbacion, pues no olvidemos que la
sexualidad del histerico es esencialmente una sexualidad inIantil. Una repentina
mancha roja en el cuello de un paciente histerico al Iinal de una sesion puede ser
considerada, desde el punto de vista psicoanalitico, como el equivalente cutaneo de un
orgasmo. Vomitos atipicos, enuresis en un nio, una crisis de llanto, una aIonia o una
paralisis histerica de la marcha constituiran, en deIinitiva, la manera irregular y
neurotica de que se vale el histerico para vivir su sexualidad inIantil. Asi pues, los
sintomas de conversion han de ser tenidos por equivalentes corporales de
satisIacciones masturbatorias inIantiles.
En consecuencia, de los tres Iracasos de la represion Iracaso por desplazamiento
de la sobrecarga de una representacion a una idea en la neurosis obsesiva, Iracaso por
proyeccion de la sobrecarga del interior psiquico al mundo exterior en la neurosis
Iobica, y Iracaso por conversion de la sobrecarga en el sintoma somatico, este ultimo
constituye el mecanismo especiIico de la histeria. De aqui en mas, Freud sustituira la
antigua denominacion de "histeria de deIensa" por la expresion "histeria de
conversion".
LA ELECCION DE ORGANO, ASIENTO DE LA CONVERSION
Ya quedo entendido que para desbaratar y sortear la presion de la represion, la
sobrecarga tuvo que hallar esa
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2
P. Benoit, "Le saut du psychique au somatique", Psychiatrie Iranqaise, 5, 85, pags. 13-25.
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salida conversiva en lo corporal e investir un organo preciso. Ahora bien, en que
Iorma se elige este organo? Como se explica que la carga irrumpa en una determinada
zona corporal y no en otra? Precisamente, la region somatica aIectada por el sintoma de
conversion corresponde a aquella parte del cuerpo alcanzada antao por el trauma, y
que paso a constituir asi una imagen determinada. En la conversion, la carga energetica
abandona la imagen inconsciente para ir a "energizar" el organo cuyo reIlejo es esta
imagen. La eleccion del asiento somatico de la conversion se explica entonces,
esquematicamente, por la secuencia siguiente: parte del cuerpo percibida en la escena
traumatica (por ejemplo, el brazo) ~ imagen inconsciente de un brazo ~ paralisis
conversiva del brazo. Por supuesto, estos tres estados sucesivos del cuerpo cuerpo
percibido, cuerpo en imagen y cuerpo suIriente no siempre se reIieren al cuerpo de
una misma persona. La zona corporal percibida en ocasion del trauma puede pertenecer
tanto al cuerpo del nio como del adulto seductor, y hasta al de un testigo de la escena.
Pues lo importante no es saber a quien pertenece el cuerpo, sino que parte del cuerpo
percibio el nio mas intensamente en el momento del trauma, es decir, con mas
pregnancia. Por ejemplo, si durante la escena traumatica de seduccion se escuchan los
gritos indignados de un testigo pongamos por caso, una madre horrorizada que
sorprende al padrastro tocando el cuerpo de su hija, entonces el sintoma somatico de
conversion adoptara la Iorma de una inhibicion en la voz (aIonia) que aos despues
aIectara a la hija, convertida en mujer histerica. Los gritos de la madre, percibidos e
inscritos en el inconsciente de la nia, resurgiran ulteriormente en esta como perdida de
su propia voz. El histerico actualiza en su cuerpo (aIonia) la seal psiquica impresa por
el cuerpo del otro (gritos de la madre).
34
Si resumimos los dos aspectos esenciales de la conversion, que acabamos de
examinar, la constancia del exceso de energia al pasar del estado sexual-psiquico al
estado de suIrimiento somatico, y la persistencia de una zona del cuerpo al pasar del
estado de imagen inconsciente al estado de organo conversivo, comprenderemos hasta
que punto la solucion conversiva es una solucion mala e inapropiada. La energia
cambio sin duda de sistema, pero el sujeto sigue suIriendo porque el motivo de su
suIrimiento no ha variado. Sea en el plano psiquico o en el plano del cuerpo, el sujeto
suIre de estar habitado por un exceso inasimilable e irreductible. La conversion es una
mala solucion porque no resuelve la diIicultad principal causante de la histeria, a saber:
el encierro del exceso de carga energetica en un elemento aislado y desconectado del
conjunto, tanto se trate de una representacion psiquica como de una zona corporal
conversiva. La salida conversiva es, en eIecto, una mala solucion, porque el problema
de la incompatibilidad permanece intacto: lo que antes Iue incompatibilidad de la
representacion con el conjunto de representaciones constitutivas del yo del histerico, es
ahora incompatibilidad de un suIrimiento somatico que no obedece a las leyes del
cuerpo real.
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Pero surge de inmediato este interrogante: si la conversion no es la buena
solucion, habria una manera mas adecuada de tratar el exceso?, una solucion que no
Iuese este cambio de estado en el que, como hemos visto, el exceso sigue siendo un
exceso? Si, empezar de nuevo y distribuir este exceso en una multiplicidad de
representaciones, colectivizar el exceso; en sintesis: diseminarlo y, de este modo,
desactivarlo. Pero, de que manera? Este es el punto en que debemos introducir la
escucha del psicoanalista, considerada justamente como una diseminacion del exceso y
como una via posible para curar al sujeto de lo inconciliable.
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EL SINTOMA DE CONVERSION DESAPARECE SI COBRA UN
VALOR SIMBOLICO, EL QUE PRODUCE LA ESCUCHA DEL
PSICOANALISTA
Porque alguien me escucha v quiere descubrir el enigma de los
malestares de mi cuerpo, estos malestares cobraran un sentido en mi
historia. tal ve: asi podran desaparecer alguna ve:.
Puesto que la conversion deciamos no es la buena solucion, como tratar el
exceso y curar al histerico de lo inconciliable que lo parasita? Partimos de la hipotesis
siguiente: la escucha y la interpretacion del psicoanalista Iuncionan como yo
simbolico, es decir, como conjunto de representaciones. Se trata de un yo capaz de
acoger la representacion inconciliable que el yo histerico reprime y de neutralizar asi la
sobrecarga morbida, distribuyendola entre el conjunto de sus propias representaciones.
La escucha del analista integra y disipa lo que el histerico reprime y concentra. De este
modo, el sujeto se cura de lo inconciliable y el sintoma de conversion podra
desaparecer. Estamos Iormulando estrictamente, en los terminos del vocabulario
energetico, aquel principio general segun el cual un sintoma conversivo se desvanece si
cobra el valor simbolico que la escucha y la interpretacion del psicoanalista le
conIieren. Que un sintoma cobre un valor simbolico y tenga la posibilidad de
desaparecer, signiIica que la representacion inconciliable a la que este sintoma habia
venido a sustituir pudo ser integrada en el sistema de representaciones de la escucha
analitica, y que su sobrecarga pudo ser diseminada. Estamos Iormulando lo mismo
mediante dos expresiones diIerentes, una energetica y otra simbolica. Decir que la
representacion inconciliable se integra en el seno del yo de la escucha equivale a decir
que la escucha del analista otorga un sentido simbolico al sintoma conversivo y lo hace
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desaparecer. La escucha analitica actua, pues, tanto en el registro energetico como en el
simbolico.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Ahora bien, como es evidente, para que un sintoma conversivo adquiera
signiIicacion simbolica y desaparezca, tendra que cumplirse una unica condicion: que
sea dicho por el paciente y recogido por una escucha, no una escucha que revele un
sentido oculto y ya existente, sino una escucha generadora de un sentido nuevo. Pero,
como admitir que la escucha silenciosa de un analista, aparentemente pasiva, es capaz
de engendrar sentido por si sola? Y como admitir que el engendramiento de este
sentido hace desaparecer el sintoma? Una escucha tendra eIectivamente el poder de
engendrar un sentido nuevo si es la escucha de un psicoanalista habitado por un deseo
en hueco, preparado para recibir el impacto de un dicho sintomatico. Entendamonos:
para que el sintoma conversivo cobre sentido, no basta con que el paciente lo nombre y
hable de el a otro. Aun es preciso que la escucha que recibe este decir sea una escucha
transIerencial, esto es, la escucha de un terapeuta que desea entrar en la psique del
paciente hasta el punto de encarnar en ella el exceso irreductible, de constituirse en ella
como el nucleo del suIrimiento. Si lo consigue, es decir, si su deseo de analista esta
presente, identiIicado - con la causa del suIrimiento suIrimiento, entonces el
psicoanalista sera llevado a decir la interpretacion o a hacerla surgir indirectamente en
la palabra del analizando. Para que el analista sea llevado a decir la interpretacion,
habra hecho Ialta, ante todo, que se identiIique con el exceso inasimilable, esto es, que
pase a ser la energia misma. Para encontrar la buena interpretacion no hay ninguna
necesidad de buscarla en los libros ni en el trabajo del pensamiento; surgira de
improviso si el analista supo colocarse antes en el centro del Ioco psiquico del exceso.
IdentiIiquense con el nucleo del suIrimiento y la interpretacion brotara: y, cuando
aparezca, se oIrecera como un sustituto de la
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representacion intolerable, radicalmente distinto de ese otro sustituto que era el sintoma
de conversion.
Antes de la escucha, la representacion inconciliable era dicha por el sintoma a
traves de la conversion, y esto hacia suIrir; con la escucha, la misma representacion es
dicha por la interpretacion y esto disipa el suIrimiento. Por que? Porque el analista, al
decir la representacion inconciliable a traves de la interpretacion, logra que el exceso
que pesaba sobre la representacion se disemine entre la Iamilia de representaciones que
la escucha analitica encarna (yo simbolico). Al yo del histerico extenuado y enIermo
por querer reprimir en vano, le inserto como psicoanalista mi deseo de ser el
suIrimiento del sintoma: y, gracias a la interpretacion, vuelvo conciliable la
representacion hasta entonces inconciliable. De este modo el sintoma se hara
compatible con el resto del cuerpo, es decir, sera llevado a desaparecer. Con mi
escucha, o sea con mi inconsciente, acepto integrar lo que el yo histerico rechaza. Es
suIiciente este deseo del analista, aun silencioso y tacito, para que la escucha viviIique
al sintoma con un valor simbolico y, en consecuencia..., lo haga desaparecer. Si, la
escucha da un sentido y el sentido mata al sintoma, porque lo "ordinariza", lo trivializa
y le hace ocupar un lugar entre otros acontecimientos en la constelacion de
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acontecimientos de la vida psiquica del sujeto. Mientras no ha sido escuchado, el
sintoma sigue siendo la espina que, por inasimilable, hace suIrir; pero Iue preciso que
la escucha lo tornara signiIicante para que el suIrimiento menguase y el sintoma se
disolviera.
En resumen, es como si la escucha del psicoanalista Iuncionara como una Iamilia
de representaciones que da acogida a la representacion inconciliable, hasta entonces
reprimida por el yo histerico. El exceso de sobrecarga se reparte asi entre los diIerentes
miembros de esa Iamilia auxiliar que es el yo simbolico haciendo las veces de
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escucha. La resolucion del exceso de aIecto se cumple, pues, gracias a la dispersion y
disipacion de la energia entre las representaciones de este conjunto que es el yo de la
escucha. Por Iin, liberada de la sobrecarga y homologada
con otras representaciones hermanas, la representacion antao inconciliable y
ahora apaciguada podra volver a integrarse en el yo que la habia repelido. La escucha
analitica obraria, pues, como relevo, a traves del cual la representacion inconciliable se
torna conciliable; relevo entre un yo enIermo que reprime y un yo nuevo, antao
histerico, que en lo sucesivo acepta. Estructuralmente hablando, el conjunto de
representaciones que reprime llamado yo histerico, el conjunto de
representaciones que acoge llamado yo simbolico, es decir, la escucha psicoanalitica
y el conjunto de representaciones de un yo nuevo que ahora acepta, constituyen,
dentro del marco de la transIerencia, tres conjuntos que se superponen. Estos conjuntos
se Iundan en una sola y misma estructura llamada lo inconsciente, un inconsciente que
no pertenece ni a uno ni a otro de los partenaires analiticos.
NUESTRA LECTURA DE LA SEGUNDA TEORIA DE FREUD: EL
ORIGEN DE LA HISTERIA ES UN FANTASMA INCONSCIENTE
El interes del que estudia la histeria no tarda en apartarse de los
sintomas para dirigirse a los fantasmas que los producen.
S.Freud
Antes de continuar, preguntemonos lo siguiente: esta teoria que acabamos de
exponer y que se basaba en nuestra lectura de las primeras Iormulaciones de Freud,
mantiene su actualidad? Sigue siendonos util en el trabajo con nuestros pacientes?
Cuando un psicoanalista
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
se encuentra hoy ante un sintoma histerico de conversion un problema somatico como
los que suelen presentarse en el curso del analisis: crisis de urticaria, por ejemplo, o
vertigos en el nio, piensa este psicoanalista en los terminos que acabamos de
emplear? Respondo, sin vacilar, por la aIirmativa. A nuestro juicio, la teoria de la
conversion, segun la hemos interpretado, sigue siendo extremadamente actual. Mas
actual todavia si tenemos en cuenta la modiIicacion que Freud le introdujo en 1900: el
origen de la histeria es un Iantasma inconsciente, no una representacion. Y lo que se
convierte es una angustia Iantasmatica, no una sobrecarga de la representacion.
Freud considera que. para explicar la aparicion de un sintoma de conversion, ya no
es necesario descubrir un acontecimiento traumatico real en la historia del paciente. La
representacion penosa no necesita surgir de una remota seduccion sexual cometida por
un adulto. Ahora basta pensar en nuestra inIancia, imaginar el desarrollo de nuestro
cuerpo pulsional, y comprender que cada experiencia vivida en nuestra niez, en el
nivel de las diIerentes zonas erogenas boca, ano, musculos, piel, ojos tiene el
exacto valor de un trauma. A lo largo de su maduracion sexual, el yo inIantil mismo,
sin tener que padecer una experiencia traumatica real desencadenada por un agente
exterior, es el asiento natural de la eclosion espontanea y violenta de una tension
excesiva llamada deseo.
Pero donde localizar entonces, en la evolucion normal de nuestro cuerpo
libidinal, esa eclosion espontanea de un trauma producido sin intervencion exterior?
Para Freud y en el presente para nosotros el vocablo trauma ya no se reIiere
esencialmente a la idea de un acontecimiento exterior, sino que designa un
acontecimiento psiquico cargado de aIecto, verdadero microtrauma local, centrado en
torno a una region erogena del cuerpo y consistente en la Iiccion de una escena
traumatica que
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el psicoanalisis llama Iantasma. Que el Iantasma sea un trauma no quiere decir, por
supuesto, que todos los traumas sean Iantasmas. En la vida cotidiana del nio pueden
producirse choques traumaticos reales provocados por agentes exteriores; estos choques
existen y son Irecuente motivo de consulta en psicoanalisis de nios. En este caso, el
aIecto provocado por el trauma real es un sentimiento de pavor que, sin ser reprimido,
quedara inscrito no obstante, de una u otra manera, en la vida Iantasmatica de la psique
inIantil. Digamoslo, pues, con claridad: es cierto que hay traumas que no son
Iantasmas, pero todos los traumas, sean reales o psiquicos, se inscriben necesariamente
en la vida de los Iantasmas.
Pero sigamos. Por que decir que los Iantasmas equivalen a traumas? Porque en
ese Ioco del Iantasma que es el lugar erogeno, brota una sexualidad excesiva, no
genital (autoerotica), sometida automaticamente a la presion de la represion. La
sexualidad inIantil nace siempre mal, pues es siempre exorbitante y extrema. Este Iue
el gran descubrimiento que hizo abandonar a Freud la teoria del trauma real como
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
origen de la histeria. La sexualidad inIantil es un Ioco inconsciente de suIrimiento,
pues es siempre desmesurada en relacion con los limitados recursos, Iisicos y
psiquicos, del nio. El nio sera siempre inevitablemente prematuro, no preparado en
relacion con la tension que aIlora en su cuerpo; y, a la inversa, esta tension libidinal
sera siempre demasiado intensa para su yo. Origen de Iuturos sintomas, la sexualidad
inIantil es traumatica y patogena porque es excesiva y desbordante. Segun la primera
teoria, el incidente traumatico real de la histeria consistia en la accion perversa de un
adulto sobre un nio pasivo; en el presente, la perspectiva ha dado un vuelco total: el
propio cuerpo erogeno del nio produce el acontecimiento psiquico, pues es Ioco de
una sexualidad rebosante, asiento del deseo. Un deseo que entraa la idea de que algun
dia podria realizarse en la
41
satisIaccion de un goce ilimitado y absoluto. Lo insoportable para el sujeto es,
justamente, esta posibilidad de un absoluto cumplimiento de deseo. Lo habiamos dicho
en las primeras paginas: para el sujeto el goce es insoportable porque, si lo viviera,
pondria en peligro la integridad de todo su ser. Es tan intenso el surgimiento de este
exceso de sexualidad llamado deseo, con la eventualidad de su cumplimiento, llamado
goce, que, para atemperarse, necesita la creacion inconsciente de Iabulaciones, escenas
y Iantasmas protectores.
Estas Iormaciones Iantasmaticas producidas inconscientemente, es decir,
ignorandolas el sujeto, son la respuesta psiquica obligada para contener el exceso de
energia que el empuje del deseo implica. Una escena Iantasmatica tan "verdadera"
como la antigua escena traumatica ocurrida en la realidad, dara entonces Iorma y Iigura
dramaticas a la tension deseante. Esta tension, una vez Iantasmatizada, es decir,
atemperada por el Iantasma, sigue siendo una tension igualmente insoportable, pero
ahora esta integrada en la escena del Iantasma y a ella se circunscribe. Ahora la
llamamos angustia Iantasmatica. La angustia es el nombre que adoptan el deseo y el
goce una vez inscritos en el marco del Iantasma.
Sin embargo, se entienda el exceso de energia como una demasia de aIecto
resultante de un choque traumatico (primera teoria), o como una angustia Iantasmatica
respondiendo al despertar espontaneo y prematuro de la sexualidad inIantil (nueva
teoria del Iantasma), invariablemente seguimos sosteniendo la tesis de que la causa
principal de la histeria reside en la actividad inconsciente de una representacion
sobreinvestida. Con la salvedad de que el contenido de esta representacion ya no se
reduce a la imagen delimitada de una parte del cuerpo (primera teoria), sino que se
despliega respondiendo a un libreto dramatico llamado Iantasma. Este Iantasma se
desarrolla en una breve secuencia escenica que comprende
42
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
siempre los elementos siguientes: una accion principal, protagonista, y una zona
corporal excesivamente investida, Iuente de angustia. En esta nueva teoria, el Iantasma
asi construido es tan inconsciente y esta tan sometido a la represion como la
representacion intolerable de la primera teoria; y tambien es portador de un exceso
insoportable de aIecto, exceso que ahora denominamos angustia. Angustia que. al
desbaratar la accion de la represion, hallara su expresion Iinal en un trastorno del
cuerpo. De ahora en adelante, de acuerdo con esta segunda teoria Ireudiana que situa al
Iantasma en el origen de la histeria, el psicoanalista ya no debera buscar detras del
sintoma un acontecimiento traumatico Iechable y real, sino el "traumatismo" de un
Iantasma angustiante.
43
27
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
LA VIDA SEXUAL DEL HISTRICO
LA VIDA SEXUAL DEL HISTERICO ES UNA PARADOJA, Y ESTA
PARADOJA ES LA EXPRESION DOLOROSA DE UN FANTASMA
INCONSCIENTE
El deseo y el asco son las dos columnas del templo del Vivir.
P. Valery
Pero, cual es ese Iantasma inconsciente, origen de la histeria? Quienes son sus
actores, como actuan y de que naturaleza es la angustia que los anima? Vamos a
responder pero, antes, preIiero comenzar por tratar este Iantasma segun los eIectos
clinicos que produce en la vida sexual de los pacientes histericos. El desajuste de la
sexualidad histerica se explica como la maniIestacion mas directa o, para decirlo con
mas precision, como la conversion somatica mas inmediata de la angustia que domina
en el Iantasma originario de la histeria. Veremos mas adelante cual es este Iantasma y
de que angustia se trata, pero observemos ya que el mecanismo de conversion, que
transIorma a la angustia de este Iantasma inconsciente en un desorden general de la
sexualidad, tiene un alcance mas global que la estricta conversion que
45
transIormaba la sobrecarga en un sintoma somatico peculiar. Existirian entonces
dos clases diIerentes de conversion que, lejos de oponerse, se complementan: una
conversion global que transIorma la angustia en un estado general del cuerpo, y una
conversion local que transIorma la angustia en un trastorno somatico limitado a una
parte deIinida del cuerpo. Pensamos que la idea de una conversion global que por lo
tanto ya no se limitara a una parte del cuerpo sino que lo involucraria globalmente
permite explicar mejor la sexualidad histerica. Creemos que a partir del momento en
que reIlexionamos en terminos de Iantasma inconsciente y no ya en terminos de
representacion (imagen de una parte corporal), en terminos de angustia y no ya en los
de exceso de energia, la teoria Ireudiana de la conversion, asi reestructurada, resulta
mas Iecunda que nunca como explicacion del suIrimiento sexual de la histeria.
Podemos aIirmar que la angustia del Iantasma se transIorma en una perturbacion de la
vida sexual del histerico, en un estado de suIrimiento causado por una erotizacion
general del cuerpo, erotizacion que se acompaa, paradojicamente, de una inhibicion
concentrada en el nivel de la zona genital. Asi pues, la conversion global de la angustia
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
del Iantasma da lugar a un sorprendente contraste: un cuerpo globalmente erotizado
coexiste dolorosamente con una zona genital anestesiada.
Pero, de que naturaleza es esta angustia que acompaa al salto de un Iantasma
psiquico situado en lo inconsciente a la erotizacion global del cuerpo y a la inhibicion
genital? Por otra parte, de que Iantasma se trata? Dejemos la respuesta en suspenso un
momento mas, y describamos la singular y dolorosa paradoja de la sexualidad histerica.
46
LA PARADOJA DE LA VIDA SEXUAL DEL HISTERICO
Aclaremos primero que la inhibicion genital a que nos reIerimos se traduce en la
vida sexual del histerico no, como podriamos pensar, por una indiIerencia hacia la
sexualidad, sino casi siempre por una aversion, verdadera repugnancia hacia todo
contacto carnal. La inhibicion sexual histerica no signiIica apartamiento, sino
movimiento activo de repulsion. Una repulsion tan caracteristica que Freud llego
incluso a Iormular lo siguiente: "No vacilo en considerar histerica a toda persona a
quien produce asco cualquier ocasion de excitacion sexual, maniIieste o no esta
persona sintomas somaticos."
3
Y, en otro texto, aadira: "El contradictorio enigma que
plantea la histeria (...) (es| la pareja de opuestos Iormada por una necesidad sexual
excesiva y una repulsa exagerada de la sexualidad"
4
De modo, pues, que a la
hipererotizacion global del cuerpo no genital se le opone una proIunda aversion por el
coito genital. La impotencia, la eyaculacion precoz, el vaginismo o la Irigidez son
todos ellos trastornos caracteristicos de la vida sexual del histerico que expresan, en
una Iorma u otra, esa angustia inconsciente del hombre a penetrar en el cuerpo de la
mujer, y esa angustia inconsciente de la mujer a dejarse penetrar. La paradoja del
histerico respecto de la sexualidad se caracteriza, pues, por una contradiccion:por un
lado, hay hombres y mujeres excesivamente preocupados por la sexualidad y que
intentan erotizar cualquier relacion social; por el otro, ellos suIren sin saber por que
suIren de tener que pasar la prueba del encuentro genital con el otro sexo. Pienso por
ejemplo en esa clase de hombres que se cuestionan sobre el tamao y los atributos de
su pene, o incluso sobre su guapura muscular, y que
47
correlativamente maniIiestan un Iragil interes por las mujeres; para ser mas exactos,
una Iragil pulsion de penetrar el cuerpo de la mujer. Son hombres narcisistas,
exhibicionistas, a veces muy seductores, y con un grado variable de homosexualidad y
masturbacion.
3
S. Freud, Cinq psychanalyses, P.U.F., 1981, pag. 18.
4
S. Freud, Trois Essais sur la theorie sexuelle, Gallimard, 1987, pag. 60.
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LA MUJER HISTERICA Y EL GOCE DE LO ABIERTO
Si pensamos ahora en las mujeres histericas, la paradoja resulta mucho mas
complicada y oscura. En eIecto, la multiplicidad de aventuras amorosas de ciertas
mujeres contrasta con el suIrimiento de que dan Ie variados tipos de inhibicion durante
el acto sexual (Irigidez, vaginismo, etc.). Ahora bien, entre estas inhibiciones Iigura
una, esencial y secreta, que alcanza a la histerica en lo mas proIundo de su ser de
mujer. Mientras vive una relacion carnal aparentemente dichosa con un hombre, la
mujer histerica puede rehusar abrirse casi sin saberlo, pero resueltamente a la
presencia sexual del cuerpo del otro. La leccion que obtiene el psicoanalista de esta
negativa de la mujer histerica podria enunciarse asi: la histerica se oIrece, pero no se
entrega; puede tener relaciones sexuales orgasmicas (orgasmo clitorideo o vaginal) sin
por ello comprometer su ser de mujer. En el momento del acto, cuando se enIrenta a la
amenaza de perder su virginidad Iundamental, se repliega en el umbral del goce del
orgasmo, preservandose asi de experimentar un goce radicalmente distinto, enigmatico
y peligroso, que llamaremos goce de lo abierto.
5
La histerica puede oIrecerse al
orgasmo, pero no se entrega por ello al goce de lo abierto.
48
La histerica no se entrega, de acuerdo; pero subsiste un interrogante: es posible,
histerico o no, entregarse verdaderamente a ese goce inIinito? Es concebible gozar de
lo abierto? Aparte de los misticos y de sus experiencias de extasis, quiza todos
nosotros seamos, igual que los histericos, seres para quienes la relacion sexual es
Iinalmente una relacion imposible. Esto es lo que Lacan se esIorzo en mostrarnos a
traves de toda su obra. Pero entonces, que cosa singularizaria a la histerica sino la
intensidad y pasion que pone para tropezar, hiriendose, con el limite de una imposible
relacion sexual?
Al rehusar entregarse, la histerica se ve inevitablemente arrastrada a la pendiente
de la insatisIaccion. Se trate del hombre que se niega abiertamente a penetrar a la
mujer, o de la mujer que, aceptando la penetracion, se niega a perder su virginidad
Iundamental, los dos viviran sin escapatoria un estado permanente y latente de
insatisIaccion. Una insatisIaccion que no se acantona en el mero registro sexual sino
que se extiende al conjunto de la vida; a veces, con enorme dolor, a traves de episodios
depresivos y hasta de tentativas de suicidio. Sin embargo, a pesar de este dolor, el
histerico se empea asombrosamente en su insatisIaccion. Tanto se empea que hace
de ella su deseo: deseo de insatisIaccion; deseo con el cual Lacan marco para siempre
lo propio de la histeria. El histerico desea estar insatisIecho porque la insatisIaccion le
garantiza la inviolabilidad Iundamental de su ser. Cuanto mas insatisIecho esta, mejor
5
El concepto de apertura Iue ampliamente desarrollado por X. Audouard, La Non-Psychanalyse ou
l'ouverture, L'Etincelle, 1984.
30
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protegido queda contra la amenaza de un goce que el percibe como riesgo de
desintegracion y locura.
49
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
LOS FANTASMAS HISTRICOS
EL FANTASMA INCONSCIENTE QUE ORIGINA LA HISTERIA ES
UN FANTASMA VISUAL: LA AMENAZA DE CASTRACION
ENTRA POR LOS OJOS EL CASO DEL NIO VARON
Pero como explicar esta paradoja de la vida sexual del histerico: erotizacion
excesiva y dolorosa del cuerpo no genital e inhibicion de la zona genital, asi como la
insatisIaccion resultante? Ya hemos indicado que el origen de esta escision de la
sexualidad histerica residia en un Iantasma inconsciente. Ahora debemos explicarnos
sobre el contenido del Iantasma. Nos habiamos preguntado: quienes son los actores
del Iantasma originario de la histeria, como actuan y, sobre todo, de que naturaleza es
la angustia que los atraviesa? Respondamos inmediatamente: el Iantasma que da base a
la neurosis histerica, es decir, el Iantasma Iundador de la histeria que todo
psicoanalista podra descubrir en el trabajo con un paciente histerico, cualquiera sea la
variante con que este Iantasma se presente, se resume en la instantanea de la escena
siguiente:
51
Un nio (mas adelante nos reIeriremos al caso de la nia) se sobrecoge de horror
al ver la imagen del cuerpo sin ropas de una mujer; para ser mas exactos, del cuerpo
desnudo, "castrado", de la madre. De la madre, o de cualquier otra mujer con la que
exista un lazo de amor. La vision del cuerpo Iemenino, percibido como un cuerpo
privado de pene, provoca angustia porque el nio piensa que el mismo puede ser
victima de una castracion igual. Basto que viese a su madre desnuda, percibiendola
castrada, para que de inmediato le asaltase el temor de padecer el mismo destino.
Recordemos simplemente que la interdiccion del incesto proIerida por la voz del
padre es complementaria de esta otra interdiccion, silenciosa y visual, impuesta por la
desnudez del cuerpo materno. Con toda seguridad, las dos amenazas, una que entra por
los ojos, la del cuerpo materno, y otra que entra por los oidos, la de la voz paterna,
convergen para desencadenar la angustia de castracion.
LA ANGUSTIA FANTASMATICA DESTINADA A
CONVERTIRSEES UNA ANGUSTIA INTOLERABLE, LLAMADA
ANGUSTIA DE CASTRACION"
La vida psiquica del histerico se organiza, pues, alrededor de este Iantasma visual
cuyo argumento sigue el trazado de una linea que parte de los ojos del chiquillo, toca
enseguida el agujero sexual del otro castrado y retorna Iinalmente al Ialo del propio
32
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
nio. La mirada del nio es placer y horror a la vez: placer para el sujeto de revelar la
Ialta en la madre (curiosidad visual), y tambien horror de deducir que si la Ialta ha
aIectado a la madre, tambien el puede ser castrado. Este horror, que es el aIecto
dominante del Iantasma histerico del varon, se
52
denomina en psicoanalisis "angustia de castracion". Angustia que, para ser rigurosos,
deberiamos llamar "angustia Irente a la amenaza de castracion", pues remite no al dolor
de suIrir la castracion, sino al temor de percibir la amenaza de suIrirla. Angustia de
castracion quiere decir temor ante la amenaza de castracion visualmente percibida, y no
miedo de ser realmente castrado. En el libreto Iantasmatico de la histeria, el unico
personaje verdaderamente castrado es la Iigura de la madre; la castracion es siempre la
castracion del Otro.
LA ANGUSTIA DE CASTRACION ES INCONSCIENTE
Agreguemos una observacion reIerida a la naturaleza inconsciente de la angustia
de castracion. Cuando el psicoanalista utiliza la expresion "angustia de castracion",
esta angustia no tiene que ser conIundida con la que vemos aparecer en los nios, por
ejemplo, en Iorma de miedos diversos (pesadillas, terrores nocturnos, etc.). Estas
perturbaciones, caracterizadas por una angustia que el nio vive y siente en Iorma de
miedo, no son sino las maniIestaciones clinicas de una lucha invisible que el yo libra
contra la angustia inconsciente de castracion, inherente al Iantasma. Asi pues, la
angustia vivida y consciente, llamada "miedo", es la expresion de la deIensa del yo
(represion) contra esa otra angustia no vivida, Iantasmatica e inconsciente, que
denominamos angustia de castracion. Por supuesto, y he aqui la tesis Ireudiana que
sostenemos a lo largo de este libro, la angustia inconsciente de castracion es la Iuente
no solo de estos miedos Iobicos, sino de las maniIestaciones neuroticas en su conjunto.
EIectuemos una precision terminologica. Ha llegado el momento de reunir
diversas expresiones que habiamos empleado para designar la cosa inconsciente,
reprimida
53
e intolerable que el yo histerico es llamado a convertir. Aqui la denominabamos
"angustia inconsciente de castracion". Pero recordemos que inicialmente, al estudiar la
teoria del trauma, dimos en designar la cosa inconsciente con el termino de "sobrecarga
de la representacion intolerable". Lo que hay que retener es lo siguiente: la cosa
inconsciente que se convierte es, desde el punto de vista de la teoria del trauma, la
sobrecarga energetica; y, desde el punto de vista de la teoria del Iantasma, la angustia
de castracion. Agreguemos una precision mas a Iin de establecer claramente la
33
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
diIerencia entre la intolerable angustia de castracion y el intolerable goce. Una cosa es
el miedo y la repulsa de un goce ilimitado que amenaza la integridad de todo el ser; y
otra la angustia ante la amenaza de una castracion dirigida a una parte limitada del
cuerpo: el Ialo. O bien tengo miedo de perder mi ser al cumplir mi deseo incestuoso, o
bien me angustio Irente a la idea de arriesgar mi Ialo.
EL FANTASMA DE LA HISTERIA ES UN CONGELAMIENTO DE
IMAGEN" EN UN MOMENTO DE LA EVOLUCION LIBIDINAL DEL
NIO: LA FASE FALICA
Segun Freud, la escena del Iantasma visual de la histeria que acabamos de
describir corresponderia en todos sus detalles a una escena Iicticia. A una escena que
habria sido vivida por un nio de cinco aos en la Iase asi llamada Ialica de su
evolucion libidinal. El histerico seria, pues, aquel nio que, no habiendo podido
remontar psiquicamente esta Iase, quedaria coagulado en ella. Si la llamamos Iase
Ialica es porque la parte sexual que le Ialta a la madre en la imagen de su cuerpo
desnudo no es, a los ojos del nio, el pene, sino el idolo del pene, la Iiccion de un pene
potente cargado de una extrema tension libidinal, un "semblante" del pene que el
psicoanalisis conceptualiza
54
con el vocablo Ialo. Precisamente, cuando el varon descubre, angustiado, que su madre
esta desprovista de Ialo, su universo antao exclusivamente habitado por seres
portadores de Ialo (todos, incluido el propio nio) se escinde a partir de ahora en dos
clases de seres: los que son portadores de un Ialo y los que estan desprovistos de el; y
esto, independientemente de su sexo anatomico. En la Iase Ialica, la diIerencia entre el
sexo masculino y el sexo Iemenino no esta adquirida; el universo inIantil sigue
repartido entre seres provistos y seres desprovistos de Ialo o, simplemente, entre seres
potentes y seres impotentes, sanos y enIermos, lindos y Ieos, y no entre hombres que
tienen un pene y mujeres que tienen una vagina. Es decir que el nio sumergido en este
universo no sabe si es un varon o una nia. Exactamente de esta incertidumbre sexual
suIre el histerico.
Sealemos que la intensidad libidinal centrada en las regiones peniana y clitoridea,
asi como la necesidad de tranquilizarse en cuanto a la permanencia e integridad de su
organo sexual, explican en el nio de la Iase Ialica y posteriormente en el histerico la
propension a una actividad masturbatoria Irecuente y compulsiva.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
EL FANTASMA VISUAL DE CASTRACION ORIGEN
INCONSCIENTE DE LA HISTERIA
EL CASO DE LA NIA
Oigo ahora a una lectora que me pregunta: "De acuerdo, entiendo que el varon se
angustie ante el peligro que representa la imagen de una madre castrada, pero, que
sucede con la nia, con esa nia que yo misma he sido?". Vamos a responder,
proponiendo nuestra propia concepcion del Iantasma Iemenino de castracion. Pero
antes, recordemos claramente la posicion Ireudiana clasica. Segun Freud, el aIecto que
domina en el Iantasma Iemenino
55
de castracion como origen de la histeria, no es la angustia, como en el caso del varon,
sino el odio y el resentimiento hacia la madre. La mujer no podria tener angustia de
castracion en el verdadero sentido del termino, pues ya esta castrada; no hay para ella
ningun peligro de castracion. Sin embargo, existe cabalmente un Iantasma Iemenino de
castracion en el cual la castracion no es una amenaza sino un hecho ya consumado. En
su Iantasma, la nia no tiene la idea del pene sino de un Ialo que le han robado, y
tampoco tiene la idea de la vagina como cavidad positiva sino de la Ialta de un Ialo que
hubiese debido estar ahi.
Como lo hicimos respecto del nio varon, recuadremos la instantanea de la escena
Iantasmatica, version Iemenina:
Una nia descubre visualmente, ella tambien, el cuerpo desnudo de su madre y se
dice: "Vaya!... estoy castrada como ella!". No olvidemos que, con anterioridad a este
instante de descubrimiento, la nia habia visto el pene de un chiquillo y vivia creyendo
que todos los humanos poseen esa cosa potente que se llama Ialo. Sorprendida ante el
cuerpo castrado de su madre y conIirmandosele asi su propia castracion, se ve asaltada
por la incontenible apetencia de tener ese Ialo que le Ialta, o de ver un dia que su
pequeo Ialo clitorideo ha crecido. Dominada por esta apetencia, irrumpe en ella de
inmediato un odio reivindicativo respecto de su madre, esa madre a la que considera
responsable de haberla hecho mujer y de no haber sabido protegerla garantizandole la
permanencia de una Iuerza Ialica.
6
56
La secuencia escenica que acabamos de describir recoge a grandes rasgos la tesis
Ireudiana clasica del Iantasma Iemenino de castracion. Ahora bien, en realidad
deberiamos caliIicar a este Iantasma con mas precision y decir: Iantasma Iemenino de
6
Una Iormulacion mas pormenorizada del Iantasma Iemenino de castracion puede encontrarse en J.
-D. Nasio, Enseignement de 7 concepts cruciaux de la psychanaiyse, Rivages, 1988, pags. 23-51.
35
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
conIirmacion de una castracion ya consumada. Respecto del varon, en cambio,
enunciabamos: Iantasma masculino de una amenaza de castracion temida y venidera.
Para completar nuestra descripcion, deberiamos aadir que la hostilidad de la nia
respecto de su madre castrada reactualiza un sentimiento de odio mas antiguo: el
rencor que acompao a la separacion dolorosa del destete.
Ahora bien, nuestra practica con pacientes histericos nos autoriza a introducir una
modiIicacion en el planteamiento Ireudiano. En eIecto, la Irecuente corroboracion
clinica de la paradoja de la sexualidad histerica, y en particular de esa variante singular
de la inhibicion sexual constituida por el renunciamiento al goce de la penetracion, nos
llevo a teorizar de otra manera el Iantasma Iemenino de castracion como origen de la
histeria. En este punto coincidiremos parcialmente con las ideas que Iormulara Ernest
Jones.
7
Con anterioridad al descubrimiento de la madre castrada, cuando la nia
atribuye a todos los seres un Ialo universal, experimenta ya unas conIusas sensaciones
en el bajo vientre y en la vagina, con la misma mezcla de impresiones Iisicas,
narcisismo y ensoaciones que despierta el pene en el nio varon. Mientras que para
Freud, en cierto momento de la evolucion de la nia el Ialo podria localizarse
esencialmente en el clitoris, nosotros ampliamos su localizacion a los demas organos
genitales Iemeninos, y en particular al utero. La chiquilla investiria su clitoris y sus
organos sexuales internos como el nio inviste su organo peniano,
57
es decir, con la misma potencia Ialica y con el mismo temor de sentirlos amenazados.
8
Por lo tanto, asi como el varoncito considera su pene como un Ialo que no habra que
perder jamas, la nia toma sus organos genitales por un Ialo que habra que preservar de
cualquier ataque. En eIecto, la vision de la madre desnuda e impotente despertaria en la
pequea la inquietud de un peligro que amenazaria la integridad de sus organos
genitales, y en particular de su utero. El cuerpo materno se oIrece a los ojos de la
chiquilla como un cuerpo inmenso, monstruoso y soberbio, todo el Ialo inquietante. No
negamos que la nia experimenta rencor y decepcion con respecto a su madre, pero
queremos reconocer y hacer existir tambien la angustia provocada por ese Ialo
desmesurado e invasor que es el cuerpo de la madre-Ialo. Madre-Ialo y no "madre
Ialica", pues no se trata de una madre poseedora de un Ialo sino de una madre
enteramente homologada, identiIicada con el Ialo insuperable.
*
7
Theorie et pratique de la psychanalyse, Payot, 1969, pags. 399-405,410, 426-427, 443, 446-448,
450-451.
8
Ciertamente, la nia investiria sus organos internos de la misma manera en que el nio inviste su
organo peniano externo. Pero subsiste una interesante cuestion, saber que diIerencia hay entre uno y otro
en la manera de percibir, y por consiguiente de investir, sus propios organos. Como si la nia poseyera
una percepcion mas aguda de sus sensaciones internas (percepcion propioceptiva) que el varon; y tal vez,
a la inversa, como si el varon Iuera mas sensible que la nia en la percepcion de las Iormas exteriores.
*
Debo mencionar aqui, aunque no me extendere sobre ello, la existencia de otra categoria de
angustia Iemenina que, segun Freud, Iocaliza el conjunto de las angustias de una mujer: la angustia de
36
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
He aqui nuestra propuesta. Creemos que la angustia primera suscitada por el
peligro de una madre-Ialo es la Iuente inconsciente de la angustia que puede
experimentar una mujer histerica ante la penetracion sexual, captada esta como riesgo
de desgarradura y de estallido de su vagina, su utero y, mas alla, todo su ser. En su
Iantasma, el pene del hombre representaria, para la mujer histerica, el equivalente
inconsciente del cuerpo desmesurado y peligroso de la madre.
58
QUE ES LA CONVERSION HISTERICA? UN FENOMENO DE
FALIZACION DEL CUERPO NO GENITAL Y DE DESAFECCION
DEL CUERPO GENITAL
Volvamos a lo principal de nuestro desarrollo. Se trate de la version Iemenina del
Iantasma de castracion o de la masculina, el histerico queda petriIicado en este
Iantasma. Presa de la angustia de perder lo que tiene por lo esencial de si mismo, su
Ialo, se sume en la conIusion de no saber si es hombre o mujer. En una palabra, el
universo Ialico constituye el mundo angustiante en el que el sujeto histerico se debate
constantemente. Cuanto mas indeterminado esta en su identidad sexual, mas le
importara su Ialo y mas se acrecentara su angustia hasta transIormarse en sintomas y
suIrimiento.
Nos habiamos preguntado de que modo explicar la paradoja de la vida sexual del
histerico, asi como la insatisIaccion resultante. Ahora podemos dar una respuesta: esta
obsesion permanente de los peligros Iantasmatico que acechan la integridad de su Ialo
y, mas alla, la integridad de todo su ser, es una angustia intolerable, inconscientemente
intolerable, que es preciso quitarse de encima. Ahora bien, precisamente, el histerico es
histerico por la manera que tiene de quitarse de encima su angustia. Como se las
arregla? Que mecanismo intentara el histerico para resolver su angustia?
Conocemos ya una primera respuesta Iormulada en los terminos de la teoria del
trauma, pues hemos estudiado la conversion como un Iracaso de la represion
provocado por el desplazamiento de la sobrecarga de la representacion inconciliable
hacia las otras representaciones. Explicabamos que, como el yo es incapaz de
desprenderse de la sobrecarga abriendola a un Ilujo liberador, entonces la desplaza, es
decir, la convierte. De que manera? La sobrecarga sigue siendo excesiva, pero
59
cambia de estado: cesa de investir la representacion inconciliable (estado primero)
para investir una parte del cuerpo (estado segundo) y producir asi un sintoma somatico
perder el objeto de amor.
37
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
de conversion. Ahora bien, la teoria del origen Iantasmatico de la histeria que
acabamos de exponer, asi como el concepto de Ialo y el de angustia de castracion, nos
invitan a pensar de otra manera el mecanismo de conversion, y no con la teoria del
trauma. Tenemos una razon extra para concebir diIerentemente la conversion, y es la
necesidad de explicar no solo la Iormacion de un sintoma, sino tambien el suIrimiento
general del cuerpo en el histerico y, mas concretamente, la paradoja de su vida sexual
con la insatisIaccion resultante. Esta claro que las dos concepciones posibles del
mecanismo de la conversion local y global, lejos de oponerse, convergen
estrechamente para dar cuenta de la clinica de la histeria.
Hagamos un alto y examinemos la otra Iorma de concebir el mecanismo
conversivo. Sabemos que la conversion de la angustia de castracion da lugar a un doble
eIecto clinico: una excitacion que aIecta al conjunto del cuerpo de manera global, y
una inhibicion que aIecta estrictamente a la region genital. Cual es el motor de esta
transIormacion conversiva? Para responder, volvamos por un momento a la dinamica
interna del Iantasma inconsciente de castracion. Que observamos? Observamos que el
cuerpo entero, quiero decir toda la tension libidinal del cuerpo Iantasmatizado, se
concentra en un solo lugar que el vocabulario de la anatomia medica denominaria
"region genital", pero que, en el Iantasma, se llama Ialo. Ciertamente, no debemos
olvidar que los ojos, zona erogena tambien marcadamente investida, acumulan a su vez
tension. En eIecto, el nio del Iantasma siente con los ojos el placer y el horror de
percibir la castracion de la madre. Pero los ojos no son sino un aIluente que canaliza la
libido hacia ese nucleo central que es el Ialo. Toda la energia esta, pues, ahi, en el Ialo.
Toda la energia se
60
concentra en este Ioco bullente de sensaciones conIusas, excitaciones punzantes y
aIectos excesivos, Ioco desde el que irradian todas las Iuerzas y en el que se ocultan
todas las debilidades llamadas angustia. Pero entonces, como hallara una salida este
exceso de energia inasimilable, toda esta libido Ialica mezcla de amor y de angustia,
sometida a la presion tenaz de la represion? Como podra el yo desembarazarse de ella
si no desviandola del nucleo Ialico, como se desvia el curso de un rio?
El Ienomeno de conversion puede ser comparado, en eIecto, con un movimiento
de vasos comunicantes: la libido Ialica contenida en un vaso que seria el Iantasma
inconsciente de castracion Iluye hacia otro vaso representado por el cuerpo real
suIriente del histerico. Acumulada hasta entonces en el nivel del Ialo Iantasmatico, la
libido abandona su Iuente central y va Ializando progresivamente el cuerpo real; es
decir que se expande por todas las partes del cuerpo, con una excepcion puntual: la
zona genital. Mientras que en lo inconsciente el cuerpo se condensa reduciendose a ser
nada mas que Ialo, ahora, en la realidad, todo el cuerpo real del histerico es invadido
por el Ienomeno de Ializacion. El cuerpo real pasa a ser un cuerpo que suIre de ser un
inmenso Ialo. El mecanismo de conversion se ha hecho comprensible: se trata de un
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Ienomeno de Ializacion del cuerpo no genital y, simultaneamente, de desaIeccion del
cuerpo genital. Asi pues, el cuerpo del histerico suIre de ser un Ialo desmesurado y
embarazoso en el que se abre, en el nivel de la region genital, un agujero (vease el
esquema siguiente).
61
62
QUE ES LO QUE SE CONVIERTE EN LA CONVERSION
HISTERICA? LA ANGUSTIA DE CASTRACION SE CONVIERTE
POR UN LADO EN UN EXCESO DE EROTIZACION DEL CUERPO
NO GENITAL Y, POR EL OTRO, PARADOJICAMENTE, EN UNA
INHIBICION DE LA SEXUALIDAD GENITAL
Ahora se comprende mejor por que, en su posicion histerica, los dos sexos tienen
las maximas razones para negar cualquier idea de relacion sexual, para anestesiar sus
organos genitales y, opuestamente, Ialicizar globalmente, su cuerpo. La zona genital
pasa a ser entonces un lugar vaciado y desaIectado, mientras que el cuerpo no genital
se excita y se yergue cual Ialo potente, lugar de veneracion narcisista, objeto de todas
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
las seducciones, pero tambien sede de multiples suIrimientos. El cuerpo no genital se
convierte en ese Ialo que el histerico pasa a ser: el es Ialo. Esta claro que para un
histerico tener el Ialo es, en realidad, serlo. Pero, que Ialo es el histerico?
Precisamente, aquel que le Ialtaba a la madre, al Otro castrado en el Iantasma de
castracion. Comprendemos ahora de donde viene el suIrimiento vivido por el histerico.
El sujeto suIre por haber pasado a constituir ese Ialo del que el Otro esta castrado. El
es lo que el Otro no tiene; y esto duele. Pues ese narcisismo en demasia, ese Ialicismo
diIundido por el cuerpo, constituye un exceso tan grande que, aun cuando procura al
sujeto el sentimiento de existir, le costara el dolor de ser constante presa de
requerimientos por parte del estimulo mas anodino del mundo exterior. Un ligero
murmullo, el mero roce de una tela, la menor inIlexion de una voz o una simple
mirada, son captados por el histerico-Ialo como estimulaciones sexuales que se
renuevan incesantemente. A la manera de un sexo que se extenua queriendo responder
a las excitaciones pero que nunca se descarga, el histerico permanece en la anarquia
libidinal: el es un cuerpo-Ialo que suIre de un narcisismo en demasia y de una nada de
63
genitalidad. Vive su sexualidad en todas las partes de su cuerpo, menos donde
tendria que vivirla. El histerico renuncia al goce de la penetracion e ignora la
sexualidad genital. Penetrar a la mujer para un hombre histerico, o para una mujer ser
penetrada, signiIica inconscientemente poner en peligro esa parte Iantasmaticamente
sobreinvestida, el Ialo; el cual, de ser alcanzado, acarrearia la desintegracion total del
cuerpo. Un hombre histerico sorprendido por su impotencia en el momento en que esta
a punto de penetrar a la mujer deseada, reactualiza sin saberlo su Iantasma inconsciente
de nio angustiado ante la vision del cuerpo castrado de la madre, que el percibe como
un cuerpo deseante y por lo tanto peligroso. La angustia de castracion se convierte aqui
en inhibicion sexual, seguida de la insatisIaccion que naturalmente resulta;
insatisIaccion lo repetimos que lo protege y en la que el se empea.
Resumamos en un esquema el movimiento que va del Iantasma visual de
castracion a la conversion histerica.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
EL UTERO EN LA HISTERIA: UN FANTASMA
FUNDAMENTAL
En las muferes, lo que llaman matri: o utero
es un animal dentro de ellas que tiene un apetito de
hacer nios, v cuando permanece un tiempo largo
sin fruto, este animal se impacienta v tolera mal
ese estado, vaga por todas las partes del cuerpo,
obstruve los pasafes del aliento, impide la
respiracion, sume en angustias extremas v
provoca otras enfermedades de toda clase. Platon,
Timeo
Nuestra practica nos muestra que el Iantasma de castracion que da base a la
histeria siempre va acompaado de otro Iantasma en el horizonte del universo
histerico, un Iantasma tan importante que lo llamamos Iantasma Iundamental. Cual es
su contenido? La escena es muy simple y se resume en lo siguiente:'un hombre y una
mujer con sus cuerpos enlazados conciben un hijo sin ninguna penetracion genital. El
histerico seria no solamente, artesano y actor de este sueo, desempeando tanto el
papel de la Virgen Inmaculada como el del Padre todopoderoso, sino que seria
tambien, y sobre todo, el lugar contenedor de este encuentro procreador y divino. Sea
que encarne el lecho, la casa o el suelo de la tierra que alberga a los dos cuerpos
misticos, sea el lugar matricial que alberga a la pareja germinal, el histerico hace de si
el
67
lugar protector de su union sublime. He aqui el Iantasma Iundamental que
atraviesa como un hilo rojo toda su existencia.
Resulta de este Iantasma una identiIicacion primordial: encarnar el utero, organo
matricial en hueco que contiene el encuentro real en el que se genera la vida. Todo se
presenta como si el histerico se identiIicara con el utero segun los dos estados que
adopta este organo en sus sueos. En el Iantasma de castracion, es el organo
amenazado de mutilacion al producirse la penetracion sexual; y en el Iantasma
Iundamental, es el receptaculo ideal que da cobijo al encuentro Ieliz y divino de un
hombre y una mujer sin sexo. El histerico se identiIica, por lo tanto, con dos clases de
utero-Ialo. O bien es el utero como organo interno que habra que preservar y no
exponer nunca; o bien es el utero asimilado al cuerpo del propio histerico, receptaculo
que encierra dos cuerpos enlazados, los de un hombre y una mujer sin sexo. Para
comprender estas identiIicaciones cruzadas del histerico, utero contenido en un cuerpo
y a la vez utero que contiene a dos cuerpos, nuestro pensamiento se ve obligado a
eIectuar una torsion. IdentiIicaciones cruzadas entre un adentro y un aIuera que
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
despiertan en nosotros otra intuicion, muy distinta de la intuicion habitual: la intuicion
topologica.
9
Se suele decir, y con razon, que los histericos son seres bisexuales. En un universo
en el que no existe la oposicion de sexos y donde la mujer se conIunde con el hombre,
ambos resbalan Iacilmente del papel masculino al papel Iemenino y viceversa. Ahora
bien, deberiamos ir mas alla y aIirmar que no son bisexuales sino otra cosa; hallandose
Iuera del sexo, son extrasexuales. No solo ignoran la diIerencia de sexos sino que
encarnan el limite, el marco
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neutro y exterior contenedor de una union sexual procreadora y sin penetracion.
Una observacion mas. Asi reconozcamos al histerico como bisexual o como
extrasexual, subsiste un hecho de Iondo: el histerico ignora si es un hombre o una
mujer. El histerico es histerico porque no ha logrado tomar para si el sexo de su
cuerpo. En este sentido no seguiremos a los autores que, despues de Charcot, aIirmaron
la existencia de una supuesta histeria masculina diIerente de la histeria Iemenina. No
podemos conIirmar sus asertos por la sencilla razon de que el problema de la histeria
reside precisamente en la imposibilidad de asumir psiquicamente un sexo deIinido. La
expresion "histeria masculina" es en si misma una contradiccion en los terminos, pues
el sustantivo histeria signiIica incertidumbre sexual (ni hombre ni mujer), mientras que
el adjetivo masculina, en cambio, decide y elige alli donde la eleccion muestra ser
imposible
69
9
El lector deseoso de proIundizar en la relacion topologica entre el adentro y el aIuera, puede
consultar J. -D. Nasio, Les Yeux de Laure. Le concept d'objet a dans la theorie de J. Latan, Aubier. 1987,
pags. 197-202.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
DIFERENCIA ENTRE LOS FANTASMAS
HISTRICO, OBSESIVO Y FBICO
LA ANGUSTIA DE CASTRACION COMO CENTRODEL
FANTASMA DE LA HISTERIA ES TAMBIEN EL CENTRO DE LOS
FANTASMAS OBSESIVO Y FOBICO
Para precisar mejor nuestro desarrollo sobre la histeria debemos hacer una
digresion. Asi como reconocimos un Iantasma originario de castracion en la histeria,
igualmente podemos despejar un Iantasma inconsciente Iundador de la neurosis
obsesiva y otro Iundador de la neurosis Iobica. En verdad, estos ultimos Iantasmas no
son otra cosa que dos versiones derivadas del Iantasma histerico, que esta en la base de
todas las neurosis. Los libretos del Iantasma obsesivo y de Iantasma histerico se
despliegan, cada cual a su manera, recorriendo el mismo drama de la prueba de
castracion, pero sobre todo bajo la misma tension de angustia que en el Iantasma
histerico. Describamos estos dos libretos, el del Iantasma obsesivo y el del Iantasma
Iobico.
El fantasma del obsesivo
La instantanea de la escena de Iantasma obsesivo puede representarse como sigue:
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Un nio, presa de un deseo incestuoso hacia la madre, es embargado por la
angustia (angustia de castracion) al oir la voz interdictora del padre prohibiendole
cumplir este deseo so pena de castrarlo. La zona erogena a cuyo alrededor se organiza
el Iantasma obsesivo es el oido, que vibra, suIre y goza de haber oido la voz imperiosa
del padre.
Este Iantasma, como todos los Iantasmas a que nos reIerimos, es, a todas luces,
inconsciente, dado que esta sometido a la presion de la represion. Recordemos que la
neurosis obsesiva, es decir, el suIrimiento que experimenta de manera consciente y en
sus sintomas el sujeto obsesivo, es la expresion dolorosa del combate del yo para
reprimir, negar y desplazar la angustia de castracion contenida en este Iantasma.
El fantasma del fobico
El libreto de la Iobia es mas complicado. Para comprender la instantanea del
Iantasma Iobico recordemos previamente que la angustia de castracion es suscitada en
este caso por el deseo del nio para con su padre, esencialmente, y ya no en Iorma
exclusiva para con su madre, como sucedia en el caso de las neurosis obsesiva o
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
histerica. Quien esta en el centro de la Iobia es el padre, primero como objeto de un
deseo de muerte (deseo parricida) y despues como objeto de un deseo de amor. Aunque
al igual que en toda neurosis el punto de partida es siempre el deseo incestuoso hacia la
madre, en la Iobia el personaje principal es el padre.
Resumamos esquematicamente, como trazando una cadena de acontecimientos, la
secuencia del Iantasma Iobico:
72
Deseo incestuoso por la madre > Interdiccion de realizar este
deseo proIerida por el padre > Odio contra ese padre interdictor (deseo
parricida)>El odio suscita angustia de castigo (castracion)>Para morigerar la
angustia, el nio reprime su odio contra el padre interdictor> En el lugar del odio
reprimido, aparicion del aIecto opuesto: amor por el padre
>Pero este amor despierta otra Iorma de la angustia intolerable de castracion:
angustia de mostrar v decir el amor por el padre. Temor de depender del padre, de
sometersele en demasia, de ser femini:ado, es decir, seducido v hasta sodomi:ado por
este padre al que ama.
>La angustia de castracion que el amor al padre suscita es repelida y proyectada al
mundo exterior > Esta angustia expulsada hacia aIuera se Iija a un objeto del mundo
circundante (muchedumbre, espacio cerrado, puente, animal, etc.), transIormado ahora en el
objeto amenazador que el Iobico debera rehuir para evitar la invasion de un miedo consciente
mas tolerable que la angustia inconsciente de castracion.
Si de esta sucesion de acontecimientos quisieramos extraer el momento
culminante del Iantasma Iobico, elegiriamos aquel eslabon en que el nio, luchando
con su deseo de amor Iilial por el padre, vive la angustia de ser asIixiado por este. La
zona erogena a cuyo alrededor se organiza el Iantasma de la Iobia no se limita a una
region localizada del cuerpo sino que se extiende al conjunto de los tejidos musculares.
En la Iobia, la zona erogena son los musculos que rigen sobre los oriIicios,
contrayendolos o dilatandolos (aIlojamiento o crispacion del ano, de la
73
boca, del ojo, del aparato digestivo o pulmonar, etc.). Recordemos que, a
semejanza de otras neurosis, el suIrimiento vivido por el Iobico es la expresion
dolorosa del combate del yo para proyectar hacia aIuera la angustia de castracion
contenida en su Iantasma.
10
En realidad, el Iobico es aquel que instala su angustia de
10
En lo tocante al problema de la Iobia, el lector podra consultar el trabajo de Chantal Maillet, rico
en proposiciones clinicas, dedicado a la Iobia: "Phobies", Patio, 10, 1988, Ed. de l'Eclat.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
castracion sobre la escena del mundo con el Iin de ubicarla, controlarla y evitarla
merced a los desplazamientos motores de su cuerpo.
Reuniendo en una unica Iormula los tres Iantasmas Iundantes de las grandes
neurosis, diremos:
En el Iantasma obsesivo, la amenaza de castracion entra por el oido, y la
angustia que de ella resulta, que es inconsciente pues esta sometida a la
represion, acaba por desplazarse hacia el pensamiento y se Iija sobre una idea
anodina (idea Iija).
En el Iantasma Iobico, la amenaza de castracion entra por los oriIicios de
todo el cuerpo, esten crispados o sueltos, y la angustia que de ella resulta, que
es inconsciente pues esta sometida a la represion, acaba siendo proyectada,
instalada y ubicada en el espacio del mundo exterior.
En el Iantasma histerico, la amenaza de castra cion entra por los ojos, y la
angustia que de ella resulta, que es inconsciente pues esta sometida a la
represion, acaba por convertirse en suIrimiento de la vida sexual del histerico,
consistente en una erotizacion general del cuerpo a la que se suma,
paradojicamente, una inhibicion localizada en el nivel de la zona genital.
74
Agreguemos una observacion importante. El Iantasma de castracion que
postulamos en la base de las neurosis es tambien el Iantasma que todo ser hablante,
neurotico o no, tuvo que conocer y superar necesariamente, y que ademas no dejara de
conocer y superar. En el caso particular de las neurosis, la especiIicidad de este
Iantasma consiste en la Iuerza que es capaz de emplear para dominar la vida del
neurotico; esta vida se organiza enteramente en Iuncion de la angustia de castracion,
nucleo del Iantasma. Esta claro que nuestro escrito es una larga demostracion de la
determinacion de la neurosis por este Iantasma.
RESUMEN
Resumamos en una serie de cinco proposiciones la genesis Iantasmatica de la
histeria. Pero antes, quisiera destacar ya con toda nitidez el tercer eslabon del
encadenamiento que vamos a describir, y al que tenemos por principal.
Tanto hemos insistido sobre el Iantasma de castracion como causa de la histeria,
que el lector ha perdido quiza de vista lo maniIestado en las primeras paginas. El
Iantasma angustiante de castracion que domina la vida psiquica del histerico es sin
duda la Iuente y el motivo del suIrimiento del neurotico, pero es tambien, y sobre todo,
una pantalla protectora, una deIensa segura contra cualquier eventual acercamiento al
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
goce maximo. Todo se presenta como si el histerico preIiriese enIermar de su Iantasma
angustiante antes que aIrentar lo que teme como al peligro absoluto: gozar. A mi
juicio, este es el concepto decisivo para comprender lo que es la histeria, asi como para
orientar la escucha del practicante psicoanalista.
Recordado este punto capital, vayamos a las cinco proposiciones de sintesis:
75
Gozar constituye, para el histerico, un limite ultimo y peligroso que una vez
cruzado lo sumiria inevitablemente en la locura, lo haria estallar y disolverse
en la nada.
Frente a este peligro del goce, el histerico opone entonces una tenaz
negativa a gozar.
Para mantenerse apartado del goce y persistir en su negativa, el histerico
inventa inconscientemente un Iantasma protector: el Iantasma angustiante de la
castracion. Utiliza este Iantasma para crear una amenaza Iicticia, la amenaza
de perder su Iuerza Ialica, que le permite olvidar otra amenaza igualmente
Iicticia pero mas oscura, indeIinida y mucho mas terrible: la de sucumbir al
goce. El histerico se angustia ante una castracion que el necesita tornar posible
para no desaparecer ante un goce insostenible. En el Iantasma, la repuls a del
goce se transIorma en angustia de castracion. Y el objeto amenazado no es
todo el ser, sino el Ialo. En el capitulo sobre el tratamiento psicoanalitico de la
histeria veremos que, en una cura de analisis, este rechazo del goce se traduce
por la negativa a atravesar la prueba del Iantasma angustiante de castracion.
Volveremos sobre esto.
Ahora bien, es verdad que el Iantasma salva y protege del goce al histerico,
pero lo hunde en un suIrimiento corporal (sintomas somaticos), sexual
(paradoja de la vida sexual) y relacional (deseo de insatisIaccion). La angustia
de castracion se transIorma, por conversion, en sintomas del cuerpo, en
desajuste de la sexualidad y en dolor de insatisIaccion.
El Iantasma de castracion salva y protege del goce al histerico, pero
perturbando su manera de percibir a los seres amados u odiados. A la manera
de una lente
!"
deIormante, el Iantasma de castracion sumerge al neurotico en un mundo donde la
Iuerza y la debilidad deciden exclusivamente sobre el amor y el odio. Yo amare u
odiare a mi partenaire segun la percepcion de su Iuerza o de su debilidad Ialica.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Por eso. las relaciones aIectivas del histerico se transIorman inevitablemente en
relaciones de dominante y dominado.
La logica de la genesis de la histeria se resume, pues, en lo siguiente: el deseo
conduce al goce, el goce suscita el Iantasma, el Iantasma contiene la angustia y la
angustia, por ultimo, se transIorma en suIrimiento.
77
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
RETRATOS IMAGINARIOS DEL HISTRICO
El analizando, tendido sobre el divan, habla; yo lo escucho, y espontaneamente se
Iorma en mi una Iigura que condensa tres Iactores conjugados: la abstraccion de la
teoria, el deseo de la transIerencia y la historia del sujeto.
Cuando escucha a sus pacientes, ciertas imagenes se imponen al practicante. Son
imagenes que traducen de manera Iigurada los elementos principales de la teoria
psicoanalitica y que el practicante podra reconocer, eventualmente, a lo largo de su
trabajo. Estas imagenes, autenticas esceniIicaciones de tesis teoricas, Iuncionan como
disparadores de una intervencion analitica, en general apropiada y oportuna. Asi pues,
el psicoanalista se serviria de estas imagenes para realizar la metamorIosis de lo
abstracto a lo perceptible, y enunciar su interpretacion. Es como si el practicante, en
vez de preguntarse: "Como intervenir? Que decir al paciente?", se interrogara: "Que
debo Iantasmatizar? Con que imagen Iorjada por la teoria, pero surgida en el silencio
de mi escucha, debo trabajar?". Justamente, hagamonos esta pregunta: Que retratos
imaginarios se dibujan en la mente del psicoanalista cuando escucha activamente a su
paciente histerico o al paciente en Iase de histerizacion transIerencial?
Al escuchar a un paciente histerico, en particular si es un hombre, imaginemoslo
como un chiquillo asustado,
79
acurrucado en un rincon de la habitacion, los ojos abiertos
de par en par y protegiendose la cabeza con las manos como para atajar la
violencia de un eventual castigo.
Al escuchar a un paciente histerico, sobre todo si es una mujer, piensen en el
padre. EsIuercense por imaginar que quien les habla no es una mujer sino el padre que
se encuentra en su interior, un padre dolorido y de voz distante. La imaginacion del
psicoanalista podria entrar en movimiento y alumbrar incluso esta caprichosa quimera
compuesta por una niita cuyo rostro hubiese adquirido, durante el instante de una
mirada, las Iacciones del padre. Una niita cuyo sexo, como el de la mueca de
porcelana, Iuera tan solo una superIicie lisa, marmorea y sin pliegue.
Si ahora pensamos en el aspecto corporal de esta paciente o en su modo de mover
las manos, no son como la emanacion en ella de la presencia viva de padre? Presencia
viva, incluso y sobre todo si el padre esta muerto o si parece en su vida un personaje
borroso.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Al escuchar a nuestro paciente, imaginemos que su cuerpo alberga a la pareja de
un hombre y una mujer de cuerpos transparentes, enlazados como dos personajes de
sueo en un abrazo sin penetracion ni erotismo.
Al escuchar a un paciente histerico, recordemos que suIre de no saber quien es, de
no poder interrumpir ni siquiera por un instante el insostenible desIile de las Iiguras
que lo pueblan y bajo las cuales no puede evitar oIrecerse a los otros.
Al escuchar a un paciente histerico, imaginemos que su mundo del que
Iormamos parte esta poblado de seres Iuertes e inaccesibles y de seres debiles y
lastimosos. El rechaza a los potentes y sin embargo esta al acecho de
80
su menor debilidad, del mas ligero suIrimiento, de la mas inIima Iatiga. El
rechaza, por desprecio, a los impotentes porque estan hechos a su imagen, y sin
embargo los reclama con la compasion de quien desea sanar sus heridas.
EL PSICOANALISTA ESCUCHA A SU ANALIZANDO
REPRESENTANDOSE MENTALMENTE EL FANTASMA DE
CASTRACION
Con estos retratos imaginarios del histerico nos hemos instalado en el espacio
psiquico del psicoanalista. Pero ahora se plantea un interrogante: estas imagenes
surgidas espontaneamente en el, mientras escucha, que relacion tienen con la escena
central del Iantasma de castracion? Como interviene el Iantasma de castracion en el
trabajo concreto del psicoanalista con sus pacientes?
Ante todo, un punto previo. Las escenas que describiamos en los capitulos
precedentes al exponer los Iantasmas masculino y Iemenino de castracion, las variantes
obsesiva y Iobica, asi como el Iantasma del utero, no corresponden en absoluto a
hechos realmente acontecidos. La escena del Iantasma de castracion no es un hecho
real, y pocos de sus detalles hallaran conIirmacion, por ejemplo, en la conducta
observable de un nio Irente a la desnudez de una mujer adulta y amada. Una escena
semejante tampoco corresponde al relato graIico que alguno de nuestros pacientes
pudiera haber eIectuado en sesion. Son raras las ocasiones en que el practicante oye
narrar una secuencia Iantasmatica parecida. Pero entonces, de donde sacamos esta
historia de la castracion, que no es ni un hecho real ni un relato que pudiesemos haber
oido? Digamos las cosas con toda claridad. Las breves escenas que describiamos y
recuadrabamos en nuestro texto como quien enmarca una IotograIia, no son sino los
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
dibujos abstractos de un libreto Iantasmatico concebido e inventado por el
psicoanalisis para dar cuenta de la clinica y la practica con pacientes histericos y, de
manera mas general, con neuroticos. Pero entonces, se trata de una caprichosa
ensoacion del psicoanalista? En que se respalda este, y originariamente el propio
Freud, para construir un Iantasma semejante, suponerlo en los Iundamentos del
suIrimiento histerico y aIirmar, como lo hicimos nosotros, que este Iantasma es la obra
inconsciente del propio sujeto?
La legitimidad del Iantasma de castracion es doble: teorica y practica. Legitimidad
teorica, porque el libreto de la castracion segun lo hemos descrito guarda una rigurosa
coherencia con el conjunto del ediIicio conceptual del psicoanalisis. El concepto de
castracion constituye una de las nociones mas solidamente arraigadas en el suelo de la
teoria. Pero tambien, y sobre todo, legitimidad practica pues ese libreto, a pesar de su
cliche de aleluya aparentemente envejecido, se renueva sin cesar en una inIinidad de
variantes imaginarias que se suceden en el camino de la cura. Una inIinidad de
imagenes que se veriIican continuamente en el trabajo con nuestros pacientes, como
Iieles expresiones del Iantasma de castracion que causa su suIrimiento.
Pero, concretamente, que quiere decir que el dibujo abstracto del libreto de la
castracion, asi como sus imagenes derivadas, se veriIican en el trabajo con nuestros
pacientes? SigniIica, en primer lugar que cuando un analizando nos habla y nos
comunica sus conIlictos y sus quejas, empezamos por comprender el origen
inconsciente de su suIrimiento sobre la base, claro esta, de nuestro lugar en la
transIerencia, pero tambien representandonos mentalmente el dibujo de la escena
Iantasmatica que la teoria nos propone. Que quede bien claro: somos nosotros, los
psicoanalistas, quienes en el silencio de la escucha imaginamos mentalmente, en Iorma
de escena,
82
el origen del suIrimiento experimentado por el neurotico. A la manera de un Iiltro
teorico colocado entre la oreja y la boca del psicoanalista, entre lo que este escucha y
lo que dice, el libreto de la castracion revela ser un notable instrumento mental en el
trabajo del practicante.
Con todo, debemos Iormular dos importantes reservas. En primer lugar, la escena
graIica que nos representamos mentalmente mientras el analizando nos habla no
reproduce nunca tal cual el dibujo del Iantasma de castracion establecido por la teoria,
y que hemos descrito, sino una de sus inIinitas variantes, la que es propia de un
momento determinado de la sesion. Despues, segunda reserva, se trata de imagenes que
el psicoanalista no construye deliberadamente sino que se le imponen de modo
espontaneo al ejercer su escucha activa.
Ahora bien, como interviene el psicoanalista en Iuncion de estas imagenes?
Cuando el practicante rompe el silencio de su escucha e interviene, su intervencion
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
debe ser considerada como la puesta en palabras de la escena Iantasmatica que se
desplegaba en el mentalmente y que expresaba, en Iorma graIica, el origen
inconsciente del suIrimiento vivido por su paciente. Claro esta que tal puesta en
palabras no es nunca una simple descripcion de los detalles o el contenido de la escena
graIica. El psicoanalista conserva la imagen en silencio y solo dice a su analizando
aquellas palabras con las que el traduce la signiIicacion de la escena. La secuencia
podria descomponerse en la siguiente Iorma: Iantasma inconsciente en el paciente >
suIrimiento vivido por el paciente > palabras del paciente en sesion > al
escuchar estas palabras, el psicoanalista ve surgir espontaneamente en el una escena
graIica >traduccion mental y silenciosa de la escena por el psicoanalista,
considerada como la expresion graIica del Iantasma de castracion, causa del
suIrimiento del paciente > comunicacion al analizando del resultado de esta
traduccion interior. En este
83
esperamos la reaccion del analizando a nuestra intervencion y, al recibirla,
podremos conIirmar retroactivamente el valor del dibujo teorico del Iantasma de
castracion. Asi pues, solo en el ejercicio de la escucha se podra conIirmar este dibujo
como una Iiccion Iecunda de la teoria analitica.
EL PSICOANALISTA MIRA LO QUE ESCUCHA
Nos sera posible circunscribir mejor el lugar de esta escucha visual en la cura?
Como conceptualizar la Iuncion de la imagen en el trabajo del psicoanalista? A las
diversas variantes de la accion psicoanalitica como lo son el silencio, las
intervenciones explicativas y la interpretacion, debemos aadir ahora esa cuarta Iigura
que es la escucha visual. Se veriIica en la practica que ciertas intervenciones
psicoanaliticas tan inIrecuentes como la interpretacion estan ligadas, en eIecto, a un
estado de vision transitoria y Iugaz vivido por el psicoanalista. Ya no se trata del
silencio preparando una palabra interpretativa, ni de la reconstruccion de elementos de
la historia del paciente precediendo a una intervencion explicativa, sino cabalmente de
una disposicion subjetiva del practicante, harto peculiar. La escucha esta tan polarizada
en el decir de paciente, que el analista no solo olvida su yo sino que mira lo que
escucha. Intentemos describir mejor este Ienomeno de una escucha transIormada en
vision.
Cuando el psicoanalista percibe visualmente lo que oye, podemos suponer que ha
tenido lugar una singular identiIicacion entre el analista mismo y la materialidad
sonora de las palabras pronunciadas por el analizando. Para que el analista llegue a
mirar lo que escucha, Iue preciso que el Iuera la voz del enunciado; e incluso, mas que
la voz, Iue preciso que el Iuese la sonoridad Iisica de la palabra hablada, como si la
persona del psicoanalista se
52
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
84
hubiese desplazado, a la manera de un objeto erogeno, a traves de tres zonas del
cuerpo: el oido, la boca y los ojos. Si esquematizamos la secuencia de este curioso
desplazamiento, obtendremos: primero, el analista escucha > despues, al escuchar,
olvida su yo > luego, el mismo se convierte en la materialidad sonora de las
palabras pronunciadas > y, por ultimo, percibe visualmente el origen inconsciente
de lo que oye. En sintesis, para mirar en el inconsciente, Iue preciso que el sea lo que
oye. La secuencia se complica si, por aIan de rigor, aadimos que, para un sujeto,
mirar signiIica ser el objeto que el mira. Habria que resumir, pues, diciendo: para
mirar, vale decir, para ser lo que el ve, Iue preciso que el sea lo que oye. Por supuesto,
esta gradacion de una escucha transIormada en mirada no es sino un artiIicio
explicativo destinado a hacer comprensible el proceso de una experiencia que se
produce en la practica de un modo condensado y compacto. Tambien esta claro que
presentar este artiIicio tiene no solo una ventaja explicativa. Cuando propongo esta
gradacion como una secuencia que va de la escucha a la mirada, mi objetivo es echar
algunos jalones en una busqueda teorica que debe continuar.
En un texto dedicado a la transIerencia,
11
deIini la interpretacion como un retorno,
en el psicoanalista, de lo reprimido inconsciente del analizando. Al igual que la
interpretacion, la mirada mental del analista puede ser entendida como el retorno en el
psicoanalista de lo reprimido inconsciente del analizando. Asi pues, la interpretacion y
la mirada serian dos modos de retorno de lo reprimido, diIerenciados por el hecho de
que el primero es, Iundamentalmente, un modo simbolico de retorno la
interpretacion consiste en un decir simbolico,
85
mientras que el segundo es, Iundamentalmente, un modo Iantasmatico de retorno.
En verdad, deberia decir que la mirada surgida en el psicoanalista mientras escucha
realiza un unico deseo, el de la relacion analitica misma o, si se preIiere, el de la
transIerencia inconsciente. En sintesis, el analista mira lo que el paciente desea.
Una bellisima Irase de Nietzsche evoca certeramente la disposicion visual del
analista durante el trabajo de la escucha: "Hay que esperar y prepararse, acechar el
brote de manantiales nuevos, estar prontos, en la soledad, para visiones y voces
extraas, reencontrar dentro de si el Mediodia, tender de nuevo por encima de si la "
claridad, el resplandor y el misterio del cielo de Mediodia."
86
11
J. -D. Nasio, "L'inconscient, le transIeri et l'interpretation du psychanalyste: une vue lacanienne",
Psychanalyse a i'Universe, 1985, t. 10, na 37, pags. 87-96.
53
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
EL TRATAMIENTO PSICOANALITICO DE LA
HISTERIA Y EL FIN DEL ANLISIS
EL TRATAMIENTO DE LA HISTERIA CONSISTE EN CONDUCIR
AL ANALIZANDO A ATRAVESAR CON EXITO LA PRUEBA DE LA
ANGUSTIA DE CASTRACION
El histerico es el nio magnifico que solo, a las puertas de la
prueba decisiva, listo para atravesarla, nos difera.
Afrontare mi angustia defandola que pase sobre mi, a traves de mi.
Y cuando, gracias a una palabra, un silencio o un grito la angustia
hava pasado, volvere mi mirada interior hacia su estela. Y por donde
hava pasado, va no habra liada. Nada mas que vo, convertido en
pliegue de una cicatri:, impulso de un nuevo nacimiento.
Ahora vamos a abordar el problema del tratamiento psicoanalitico de la histeria.
Considere ya parcialmente este problema cuando, examinando el sintoma de
conversion, deIini la cualidad que se requiere en la escucha del psicoanalista para el
trabajo con un paciente histerico. Llego ahora el momento de concebir de otra manera
la
87
accion psicoanalitica, y de situar el hecho capital que se ha de producir en la cura
analitica para que el neurotico se vea libre de su suIrimiento. Mas que desarrollar los
diIerentes aspectos tecnicos de la terapeutica de la histeria, preIiero dedicarme
exclusivamente a demostrar en que Iorma un analizando, sea o no histerico, logra
superar esta otra histeria que es el analisis. La cura reproduce, en eIecto, la enIermedad
que debe tratar. Asi pues, el analisis constituye, pura y simplemente, una histeria
artiIicial que el analizando y el analista deberan resolver juntos. Por consiguiente, el
mejor metodo de que dispondremos para comprender lo esencial del tratamiento
psicoanalitico de la histeria sera examinar precisamente el hecho capital de la
resolucion de esta histeria de transIerencia. Pero, cual es este hecho capital?
En un momento avanzado de la cura, en el punto culminante de la neurosis de
transIerencia, el paciente se encuentra ante la alternativa de aceptar o de negarse a
atravesar lo que llamamos prueba de la angustia de castracion. Digamos sin tardanza
que la asuncion por el analizando de una de estas dos opciones, aceptacion o repulsa,
no depende de una eleccion consciente y deliberada sino de un estado subjetivo
inconsciente. Un estado muy particular, Iruto de un largo periodo preparatorio durante
el cual el psicoanalista y el propio paciente crearon las condiciones para que el
54
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
segundo se acercase cada vez mas intensamente a la prueba Iinal. Decimos prueba Iinal
no porque se produzca en las ultimas sesiones de una cura (veremos, por el contrario,
que se situa en el apogeo mismo del analisis), sino porque lo que esta en juego es tan
esencial que el desenlace de esta prueba decidira el Iin del analisis y la curacion del
sujeto. Si este pase se realiza, tendremos razones para creer que la cura llegara a su
termino y que el suIrimiento neurotico amainara. Podremos identiIicar entonces la
prueba de la angustia de castracion con el Iin del analisis, entendido
88
este no en sentido temporal sino como la desatadura decisiva de la neurosis de
transIerencia. Si la prueba no ha podido realizarse, la neurosis de transIerencia queda
en suspenso y el Iin de la cura no se consuma. En una palabra, la manera en que el
neurotico termina su analisis decide su curacion. Precisamente, tenemos la conviccion
de que el analisis es un largo esIuerzo por desembocar en la unica experiencia que en
verdad cuenta: la experiencia de la angustia. Como si todo el camino analitico no Iuera
mas que una lenta preparacion destinada a alcanzar este punto terminal. Cual es esta
experiencia? En que consiste tan decisiva prueba? El presente capitulo es una
tentativa de responder a esta pregunta.
EN UNA CURA, EL ANALIZANDO SE SEPARA DOS VECES:
PRIMERO DE EL MISMO Y DESPUES DE SU ANALISTA
Pero propongamos sin tardanza una distincion preliminar. Hay dos clases de
separaciones: una que corresponde al Iinal de la relacion analista/paciente y que
concluye con la ultima sesion; la relacion analitica se termina, aunque pueda suceder
que el ex analizando vuelva a cruzarse con su antiguo analista en diversas
circunstancias sociales o proIesionales, Iuera del marco analitico. Por lo tanto, primera
separacion: la separacion del ultimo dia, el dia del adios a la relacion analitica.
12
La
otra separacion, muy diIerente de esta despedida Iinal entre analizando y analista,
consiste tambien en un desprendimiento, pero se trata de un desprendimiento
89
muy particular que se eIectua dentro del espacio intrapsiquico del analizando y
que tiene lugar mucho antes y mucho despues de la ultima sesion. Esta separacion, que
debemos considerar mas bien como una autoseparacion, es en verdad el corte de una
parte de uno mismo. No se produce de una vez, sino que se engendra lenta y
12
En cuanto al problema del Iin del analisis, el lector podra remitirse a la excelente
compilacion de las intervenciones del coloquio realizado en la Sorbona, en mayo de 1987,
Fin dune analvse, finalite de la psvchanalvse, Mouvement du Cot Freudien, Solin, 1988.
55
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
progresivamente a partir del atravesamiento de una prueba singular, y continua
indeIinidamente mucho mas alla del dia Iinal.
Les pido, pues, que acepten esta distincion previa: una cosa es la separacion
temporal en la que todos pensamos, cuando la relacion analitica se detiene, y otra la
separacion al margen del tiempo, concebible no como un acontecimiento momentaneo
sino como un largo proceso que se inaugura con la experiencia de una prueba dolorosa
en el punto culminante del analisis, y continua como un trabajo de duelo, que, en lo
temporal, va mucho mas alla del ultima dia del divan. Tenemos entonces dos
separaciones, una vinculada al acontecimiento y Iechable, es decir, la separacion de la
ultima sesion; y otra, inconsciente, que nace en pleno analisis, se elabora lentamente y
se despliega mas alla de la cura.
Pueden ver ustedes que al distinguir dos clases de separacion diIerenciamos
implicitamente dos registros distintos de la cura. El primero, registro temporal, es
aquel por el que la cura se desenvuelve cronologicamente en tres Irases que van
marcando la evolucion de la neurosis de transIerencia. Una Iase inicial en la que la
histeria de transIerencia se instala gradualmente. Una Iase media caracterizada por un
estado de crisis aguda en el analizando y que marca el punto de exacerbacion
paroxistico de la neurosis transIerencial. En este preciso momento se produce ese
hecho capital de la cura que es la conIrontacion del analizando con la prueba de
angustia. Una ultima Iase, por Iin, la Iase Iinal, donde se elaboran el duelo y el proceso
de autoseparacion surgidos de la
90
prueba. Aclaremos que esta tercera Iase se conIirma como tal a partir del momento
en que el psicoanalista y el analizando acuerdan concluir, en un Iin cercano, su trabajo
comun de analisis. Acuerdo que puede revestir diIerentes Iormas, mas o menos
explicitas o tacitas, directas o indirectas.
El segundo registro de la cura es el del proceso psiquico del analisis. Se despliega
en un tiempo ilimitado ilimitado pero igualmente ciclico, como veremos, que nace
con el primer germen de la idea de consultar a un psicoanalista y se aleja, terminado ya
el analisis, hacia una otra parte desconocida. Precisamente en este registro se inscribe
la autoseparacion psiquica a que aludiamos.
Ahora bien, la Iorma en que el analizando se despedira de su analisis y de su
analista depende directamente de las modalidades con las que este mismo analizando
haya remontado la prueba singular y eIectuado su autoseparacion. Si la cura se
interrumpe abruptamente o se eterniza en el atascamiento, deduciremos, sin peligro de
equivocarnos, que la prueba no Iue exitosa, que el proceso de autoseparacion no se
eIectuo y que, por consiguiente, no hubo analisis acabado. No hubo analisis acabado
porque lo esencial de un analisis, es decir, esa prueba dolorosa cuyo atravesamiento
hace posible el trabajo de autoseparacion, no tuvo lugar. Asi pues, observando la Iorma
56
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
en que el analizando deja su analisis, sabremos si el curso del umbral de la prueba, y su
eIecto de separacion intrapsiquico, se cumplio verdaderamente o no. Esta claro que la
posicion que aqui Iormulo en terminos tan tajantes es siempre necesariamente ideal y
debe ser entendida como un Iecundo punto de reIerencia para nuestro trabajo clinico, y
no como una ley imperativa.
91
LA HISTERIA DE TRANSFERENCIA. LAS CONDICIONES QUE
CONDUCEN AL ANALIZANDO A LAS PUERTAS DE LA PRUEBA
DE ANGUSTIA
Vayamos ahora a esa prueba que nos parece a tal extremo esencial que, una vez
superada, dejara ver eIectuarse la autoseparacion, resolverse la neurosis transIerencial
y derivar hacia el Iin concreto de la relacion analitica. Que prueba es esta? En que
consiste exactamente? En otro trabajo la deIiniamos como "la secuencia dolorosa de la
transIerencia".
13
Lacan la bautizo de maneras diversas; a veces la llamo
"atravesamiento del Iantasma", en otras ocasiones "cruce del plano de identiIicacion".
Pero, antes de examinarla con detalle, repasemos las condiciones que la rodean.
Se trata ante todo de la prueba de una angustia, pues es alrededor de la angustia
como se juega el resultado de este pase. Expliquemos esto. Partimos de una premisa
que ya ha quedado perIectamente establecida. El suIrimiento neurotico que condujo al
paciente histerico a entrar en analisis es la expresion dolorosa de una mala deIensa la
represion y la conversion que el yo emplea para poner un dique a la angustia del
Iantasma inconsciente de castracion. Esta angustia es intolerable y, para deshacerse de
ella, el histerico no ha encontrado mas solucion que transIerirla a los suIrimientos
corporales o, mas generalmente, a los suIrimientos neuroticos. Hemos visto que el
mecanismo de conversion, que transIorma a la insoportable angustia de castracion en
cuerpo-Ialo, es un pesimo recurso para sortear la angustia. La conversion redujo quizas
en lo inconsciente el exceso de angustia, pero ahora se ha transIormado en otro exceso,
el de la
92
erotizacion/inhibicion dolorosa del cuerpo. Un exceso intolerable en lo
inconsciente Iue suplantado por otro exceso penoso en el cuerpo. Habria entonces una
posicion mejor que la deIensa para terminar con la angustia? Esta es precisamente la
pregunta a la que intenta responder el tratamiento analitico de las neurosis, entendido a
su vez como reactualizacion del Iantasma de castracion por medio de la transIerencia.
13
J. - D. Nasio, Lecons sur la technique psvchanalvtique (seminario inedito), 1989;
La Guerison (seminario inedito), 1990.
57
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
En eIecto, de lo que se trata en un analisis es de volver al punto de partida, quiero
decir al punto de origen Iantasmatico de la neurosis, y de reproducir en el seno de la
cura la misma situacion de peligro que, en lo inconsciente, provoca la angustia. En una
palabra, se trata de crear la angustia para resolverla; se trata de instituir una nueva
neurosis, una histeria de transIerencia, e intentar hallar entonces una salida mejor que
la de la conversion. Esta otra salida hacia la que debe orientarse todo el trabajo
analitico, se condensa en una Iormula: atravesar la angustia. El psicoanalista apunta a
crear las condiciones para que el analizando aIronte, por Iin, su miedo.
Crear las condiciones signiIica que previamente el analisis y la accion del
psicoanalista deben conducir al paciente al estado de angustia; para ser mas exactos, a
reactivar la angustia que antes se habia convertido en los sintomas por los que el
paciente vino a consultar. Lo repetimos: para que el paciente pueda aIrontar su miedo,
la accion analitica debe conducirlo primero al estado de angustia. Cuales son esas
condiciones? Son las mismas que rigen el libreto de Iantasma de castracion, que el
analista con su silencio y sus intervenciones debera hacer revivir. Esas
condiciones se reducen principal-
93
mente a tres Iicciones peligrosas, a tres mascaras amenazadoras del Otro que
suscitan angustia y que el psicoanalista habra de revestir: el Otro castrado, el Otro de la
Ley y el Otro del deseo perverso.
El Otro castrado. Es la Iigura mas amenazadora, y ya la habiamos situado en la
escena del Iantasma masculino de castracion origen de la histeria. Se yergue como una Iigura
de horror cuando el nio descubre, subitamente, la imagen del cuerpo desnudo, castrado de la
madre. El agujero en la imagen constituye la seal de peligro percibida por unos ojos
espantados. Esta Ialta, sombra opaca en un cuerpo luminoso, signiIica que yo tambien corro el
riesgo de suIrir algun dia la mutilacion. Y sin embargo, horrorizado y paralizado por la
amenaza, el nio se empea paradojicamente en seguir bajo el dominio del peligro, hasta el
punto de demandar que el Otro le exhiba la grieta de su castracion, y lo asuste. El Otro
castrado representa para el neurotico no solo una amenaza que espanta, sino tambien una
llamada que seduce y tranquiliza. "Tengo horror de tu cuerpo castrado y sin embargo te pido
que me lo muestres, porque tu castracion me conIorta en mi inIancia de nio Ialico." El
Iantasma de castracion es angustiante, sin duda, pero no olvidemos su condicion primera de
garantia que protege al nio Ialico del peligro absoluto, el de experimentar un goce sin limites.
El Otro de la Lev. Es una de las versiones paternas del Otro. Su Iuncion, prohibir y
castigar severamente el deseo incestuoso, esta representada por una voz que hace
restallar la Ley de prohibicion del incesto. Es la Iigura principal, sonora y peligrosa,
del Iantasma de castracion en el origen de la neurosis obsesiva. Como lo hizo antes
Irente al Otro castrado, el nio escapa y persigue al
58
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
94
mismo tiempo la presencia amena:adora que asusta v tranquili:a. Una ve:
mas el nio neurotico o, si se quiere, el nio falico, se dirigiria al Otro en estos
terminos. "Tengo miedo de la Lev, pero no defes de recordarmela constantemente,
te pido que me mandes, me prohibas v, de ser necesario, me castigues."
El Otro del deseo perverso. Por ultimo, es tambien una Iigura eminentemente
paterna, la de un padre gozador y que goza de todas las mujeres, un padre capaz de abusar de
mi, violarme y gozar de mi suIrimiento. Ya nos habiamos cruzado con esta tercera cara del horror
cuando examinamos el Iantasma Iobico de castracion. Aclaremos unicamente que, al igual que
en los dos casos anteriores, se repite la misma contradiccion caracteristica del neurotico: el
neurotico se angustia, pero preIiere vivir el horror y la angustia de un nio asustado antes
que asumir trabajosamente sus limites de ser hablante y sexuado. Sin mirar nunca a los ojos
a su padre amado, le pediria: "Tengo mucho miedo de ti, pero tomame en tus brazos y haz de
mi la presa de tu deseo perverso".
Disipemos sin tardanza un posible malentendido. Esta escena Iantasmatica de
castracion, como las dos precedentes, hace pensar sin duda en la perversion. Pero
desengaemonos, solo se trata de una perversion soada; el neurotico no es un perverso
sino alguien que suea con serlo. El Iantasma neurotico es solamente el Iantasma
perverso de un neurotico que se aIerra a su angustia y suea con ser un nio angustiado
Irente a una madre monstruosamente bella (Otro castrado), a un padre terriblemente
protector (Otro de la Ley) y a otro padre, perversamente amante (Otro del deseo
perverso).
95
EL DESEO DEL NEUROTICO ES UN DESEO DE ANGUSTIA
Aqui esta el problema para el psicoanalista: es indudable que la angustia hace
suIrir al analizando pero, paradojicamente, tambien lo tranquiliza. "Me gusta darme
miedo, me tranquiliza", me decia un paciente, sealando de este modo el lazo que une
a todos los neuroticos con su angustia. Constituye un serio obstaculo para el progreso
de la cura pues, para romper la dinamica morbida de la neurosis, el practicante debera
romper primero esa atadura inaudita del analizando a su angustia. Lo mas diIicil en la
labor del analista es, conjuntamente, recrear un estado de peligro dentro de la cura,
suscitar la eclosion de una angustia nueva en el analizando y lograr que este renuncie a
la angustia con la que convivia desde siempre. Pero, como llevarlo a renunciar? Antes
de dar una respuesta examinemos detenidamente la Iorma en que el histerico anuda su
ser a su angustia.
59
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Ya habiamos individualizado la triple amenaza Iantasmatica: el agujero de la
imagen que anuncia la mutilacion, la voz de la Ley que anuncia el castigo, y la
perversidad de un deseo que quiere mi suIrimiento. En una situacion semejante, el
sujeto cree arriesgar no solo su Ialo sino el aniquilamiento de todo su ser. Embargado
por la angustia, el neurotico tiene una reaccion completamente natural: convertirla. En
su intento de sacarsela de encima, la convierte en sintomas; y, proponiendose escapar a
la castracion, deviene el mismo el objeto imaginario que le Ialta al Otro. Sea que
transIorme la angustia de castracion en suIrimiento neurotico o que el mismo devenga
el objeto Ialico del Otro, los dos son movimientos que, lejos de desembarazarlo de su
angustia, Iijan al sujeto a ella. Formulamos en terminos diIerentes una misma idea: la
solucion histerica al problema de la angustia es amar la angustia, atarse a ella en
cuerpo y alma hasta volverse cosa; y ello a pesar del suIrimiento de
96
los sintomas. La conversion histerica que conceptuabilizabamos primero como
Iracaso de la represion y despues como Ializacion del cuerpo no genital/inhibicion
genital, se presenta ahora como una Iijacion irresistible del neurotico a su angustia. El
deseo del neurotico es un deseo de angustia.
Pero, como hacer que el analizando renuncie a su angustia? Para desembarazarse
de ella radicalmente, debe conocer primero una angustia nueva producida por el
analisis, atravesarla y, entonces si, dejarla.
Sigamos. En que condiciones se halla el analizando antes de atravesar la prueba
de angustia? Reconocemos aqui un estado de peligro creado por la triple amenaza bajo
las especies del agujero, la Ley y el deseo perverso; triple amenaza que podemos
condensar en la primera, la del agujero: "Veo el agujero del Otro y, acto seguido, me
siento amenazado". Despertar de la angustia: "Estoy, pues, angustiado, y no tengo mas
salida que transIormar mi angustia en sintomas y transIormarme a mi mismo en el
objeto que le Ialta al Otro; yo paso a ser su objeto y, al hacerlo, lleno su agujero y me
aseguro de que el Otro sigue castrado y Iragil.
*
> Convertido asi en el objeto del otro,
el sujeto ve obliterado su pensamiento, petriIicado su cuerpo y llevado al extremo su
narcisismo. Se vive mas que nunca como un yo que se complace en lo que es: un nio
coagulado. "En la angustia, soy una cosa inmovil que ya no piensa y que goza de un
goce que es dolor tanto como placer narcisista."
97
*
Esto explica por que es tan delicado conducir la cura de un histerico,
permanentemente al acecho de una Ialla en el analista. Cuando Iinalmente descubre la
Ialla, se decepciona y se angustia al no hallar mas la omnipotencia de su psicoanalista; y
simultaneamente, se tranquiliza ahora al saberlo castrado
60
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
LA ACCION DEL PSICOANALISTA APUNTA A RESOLVER LA
HISTERIA DE TRANSFERENCIA
Frente a este sujeto angustiado y que goza de su angustia, cual debe ser la accion
del psicoanalista? Como debe intervenir para que su analizando, protagonista
principal en la escena analitica del Iantasma de castracion, trate la angustia de otra
manera y no convirtiendola en reIugio narcisista? Como abandonar esta histeria de
transIerencia? Ante todo, comprobamos que la mayoria de los autores Freud el
primero que se inclinaron sobre el Ienomeno de la neurosis de transIerencia, no
previeron medidas tecnicas especiales para reducirla. Los consejos dados por Freud se
mantienen en los limites de una gran prudencia, ya que reglas tecnicas excesivamente
deIinidas pueden llevar a intervenciones apresuradas e inoportunas. El practicante
correria el riesgo de alcanzar un resultado contrario al que se persigue, reIorzando aun
mas la histeria de transIerencia, haciendo interminable el analisis y condenandolo al
Iracaso. Cuando un analisis gira en redondo o se descamina, es sin duda porque la
histeria de transIerencia no se resolvio, es decir que el psicoanalista y el analizando no
consiguieron abrir la senda que conduciria a este a las puertas de la prueba de
castracion.
Se advierte que, comparada con la importancia de lo que se halla en juego,
cualquier indicacion tecnica parece Iuera de lugar. Ahora bien, el problema subsiste:
como resolver la histeria de transIerencia? Nuestra respuesta no sera, pues, un consejo
tecnico sino una proposicion capaz de orientar al psicoanalista en el sentido de
acompaar al analizando al umbral de la prueba de angustia y de Iavorecer su cruce.
Las intervenciones del psicoanalista procuraran primero volver a hallar en su
analizando al nio angustiado, arrinconado Irente al obstaculo insuperable del horror
de la castracion. Como si el impacto de
98
la accion analitica debiera cuajar justo en el momento en que la angustia va a
transIormarse en suIrimiento neurotico, y justo antes de que el sujeto se identiIique con
el objeto. Pero, que accion es esta? Esta accion consiste en un cambio de lugar. El
psicoanalista cambia de lugar porque ha comprendido que es el momento de modiIicar
su posicion: deja caer sus mascaras de Otro de la castracion, da un paso al costado y se
instituye como testigo simbolico de una prueba que el sujeto puede cumplir ahora solo.
Destaco la palabra "solo" a Iin de evocar en el lector analista ese momento casi
conmovedor en que sentimos a nuestro paciente al borde de la prueba, pero no
podemos empujarlo a ella.
Asi pues, la accion del psicoanalista se situa en el momento preciso en que el
paciente vacila en dar el paso decisivo que le haria abandonar la piel del nio Ialico y
lo introduciria por Iin en la Iase terminal de la cura. Como si el terapeuta debiera
captar este instante naciente de la angustia, este momento en que el sujeto se encuentra
61
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
ante la alternativa siguiente: o contener esta angustia naciente y asumirla, y sera
entonces la apertura a la prueba; o convertir la angustia en suIrimiento, y sera entonces
el mal camino que cristaliza la neurosis. En otras palabras, o acepta atravesar la
prueba, o se resiste. Precisamente en este sentido destaca Freud en "Analisis terminable
e interminable", uno de sus ultimos escritos, el caso del paciente o la paciente que
inconscientemente renuncia a comprometerse en la prueba, y las incidencias de esta
negativa sobre la prosecucion del trabajo analitico. Para Freud, la negativa a abrirse a
la angustia suele desembocar en la interrupcion brusca de la cura. En su comentario,
Freud explica la negativa del paciente a entrar en la prueba de angustia como una
repulsa de la castracion o, para tomar sus palabras, como una repulsa de la Iemineidad.
Si, repulsa de la Iemineidad, tanto del lado del hombre como del lado de la mujer. Por
que
99
homologar la repulsa de la castracion con la repulsa de la Iemineidad? Porque para
un hombre neurotico, la mera idea de ser castrado equivale, en su Iantasma, a no ser
sino una mujer; una mujer que, como todas las mujeres de su Iantasma, esta
necesariamente sometida. En la misma Iorma, para una mujer neurotica, la mera idea
de no poseer el Ialo que ella reivindica equivale, en su Iantasma, a ser tambien una
mujer dominada. No olvidemos que el universo del neurotico no se compone de
hombres o mujeres sino de todopoderosos y castrados, dominadores y sometidos. Se
comprende entonces que, independientemente de su sexo anatomico, el neurotico
identiIique la imagen rechazante de el mismo castrado con la imagen de una mujer
humillada. Por todo esto, Freud llegara a la conclusion de que la repulsa de la
Iemineidad, es decir, y para utilizar nuestro vocabulario, la negativa a atravesar la
prueba, es un "No!" que el neurotico angustiado opone a la idea Iantasmatica de
dejarse castrar en el caso del hombre, o a la idea Iantasmatica de no obtener el
Ialo codiciado en el caso de la mujer. Precisamente en este punto el analizando
interrumpe bruscamente la cura y abandona, Iurioso e indignado, a su analista. Una
celebre Iormula Ireudiana supo traducir este Iracaso: "El analisis choco con el escollo
de la roca de la castracion."
DESCRIPCION DEL ATRAVESAMIENTO DE LA PRUEBA DE
ANGUSTIA
Ahora bien, como relatar el atravesamiento doloroso de la prueba de angustia? Es
tan esencial, que resulta diIicilmente descriptible. En este mismo momento cada uno de
nosotros, pensando en nuestras sesiones como analistas o como analizandos, tendra una
representacion propia de esa prueba. Podemos utilizar los conceptos de
100
62
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
la teoria, recurrir a alegorias o intentar Iormulas, pero la imagen de una prueba
semejante seguira siendo intransmisible, pues se modelo segun nuestra historia
personal, nuestro analisis y la enseanza de nuestros pacientes.
Por mi parte, la imaginaria asi. Acercarse lentamente a la angustia hasta la mas
extrema inmediatez, contenerla en su punto de maxima tension y entonces atravesarla.
Atravesarla como se cruza el marco de una puerta que, en el instante mismo de pasar,
se redujera a una Iina lamina acerada que nos atravesara el cuerpo por el centro,
dejando la huella umbilical de una limpida hendidura. Atravesar la angustia signiIica
ser atravesado por ella.
Cambiemos ahora nuestro lenguaje e intentemos decir esto de otra manera.
Atravesamos la angustia cuando una palabra, un acontecimiento, un gesto o un
silencio, poco importa, una revelacion Iulgurante viniendo del psicoanalista o
surgiendo de improviso dentro de mi, analizando, me ha hecho comprender que podia
aceptar la perdida porque lo que se juega nunca es un todo sino una parte; y una parte
que estara perdida siempre. Comprendi, no mentalmente sino en acto, que cualquiera
que sea el desenlace Iinal de este atravesamiento de la angustia, el riesgo sera
necesariamente parcial, y la perdida, inevitable. Comprendi, mi cuerpo comprendio,
que nunca perdere todo y que, si gano, no ganare nunca sin perder.
EL DUELO DE UN ANALISIS TERMINADO NO ES EL DUELO DE
MI ANALISTA, SINO EL DUELO DE UNA FICCION Y DE UNA
ANGUSTIA
Asi pues, la perdida es parcial e inevitable. Pero, de que perdida se trata? Tiene
rostros innumerables, pero aqui, en la prueba de angustia, es ante todo y sobre todo
perdida de una ilusion, la ilusion de un todo (mi ser-Ialo) y del monstruo amenazador
que me hacia suIrir (el Otro
101
castrado). Al comprender que nunca expongo todo, que el riesgo es parcial y la
perdida inevitable, descubro la Iiccion de la que me hallaba prisionero y, al descubrirla,
la pierdo. Si, aceptando perder una parte de mi, pierdo la omnipotencia Iicticia del Otro
y, junto con ella, lo que estaba en juego: mi supuesta potencia Ialica. Asi, mi angustia
se desvanece. Ya no tengo angustia, es verdad, pero me pongo a lamentar la
desaparicion de un peligro Iicticio, de una potencia inIantil, el Ialo, y de una angustia
ahora disipada que, en deIinitiva, no era mas que una manera segura de existir.
Ahora, con esta comprobacion dolorosa pero serena, comienza el trabajo de duelo
por la muerte de una Iiccion transIerencial, trabajo que conducira primero a la
separacion concreta y eIectiva con el psicoanalista, y que se prolongara despues, mas
alla de la cura, en un proceso interminable. Se advierte de este modo que el duelo de un
63
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
analisis acabado no es el de mi psicoanalista, sino el duelo de una Iiccion y de una
angustia.
Entre las maniIestaciones observables de la elaboracion de este duelo Iigura un
signo clinico indiscutible que no paso desapercibido para la mayoria de los analistas
que se interesaron en el problema del Iin de la cura. Desde Ferenczi, el primero en
hacerlo notar y con Iuerza conmovedora, hasta los ultimos trabajos sobre las
maniIestaciones clinicas de la terminacion del analisis, todos los autores coinciden en
reconocer un mismo hecho perceptible. El signo incontestado que seala la entrada de
la cura en su Iase terminal es el siguiente: el paciente, en un estado de gran serenidad,
ha cesado de hallarse en espera de amor; o sea que ha cesado de demandar al Otro,
representado por su partenaire analitico, la seguridad de recibir su amor alguna vez.
Pues el analizando ha comprendido que, Iuera de la esperanza de abandonar el callejon
sin salida que lo encerraba, su analista no le dio ninguna otra cosa. No le dio ninguna
otra cosa porque no tenia
102
ninguna otra cosa que dar, salvo esta "promesa", esta esperanza de alcanzar las
puertas de la prueba de angustia.
*
Hallamos tambien otros signos clinicos indicadores
de esta Iase terminal. Por ejemplo, en este periodo es Irecuente comprobar la aparicion
en el relato del paciente de recuerdos vinculados a los momentos iniciales del analisis:
detalles o palabras pronunciadas en las entrevistas preliminares, la Iecha de la primera
cita, los sintomas por los que el analizando habia venido a consultar, etc. Otro signo
que pone en evidencia la entrada en esta Iase Iinal consiste en la presencia de sueos
singularisimos relacionados con el nacimiento, con movimientos de partida, estaciones
y transportes, aviones, barcos, gente que se marcha y cosas que llegan.
El fin de la cura no es el levantamiento de los sintomas. Agreguemos aqui una
importante observacion para la direccion de la cura en esta Iase terminal. Comunmente,
cuando se habla del Iin del analisis, de inmediato se piensa en el levantamiento de los
sintomas. Ahora bien, los sintomas parecen tener vida propia, una vida que no depende
de la evolucion del analisis. Algunos desaparecen asombrosamente con las primeras
sesiones, otros se metamorIosean en el curso del tratamiento una conversion
histerica puede transIormarse en suIrimiento Iobico, y hay otros que desaparecen o
*
Siguiendo la acepcion mas pura de la palabra "don", declararemos que si hay algo
que el analista da en un analisis, es la espera. El psicoanalista encarna la esperanza para
el sujeto de hallarse alguna vez en el estado mas Iavorable para atravesar su pase y
desembarazarse de su neurosis. Ahora bien, justamente, esta esperanza o, para retomar la
expresion de Freud, esta "espera creyente" del analizando constituye el mejor auxiliar
terapeutico del analista. Para que el sujeto tenga una posibilidad de atravesar la prueba, le
es menester la esperanza Iirme de poder atravesarla. Freud lo repitio con Irecuencia: la
espera creyente del paciente es un invalorable Iactor de curacion.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
reaparecen mucho despues de Iinalizada la cura. El hecho de que los sintomas
desaparezcan no autoriza al practicante a imaginar y
103
esperar un Iin proximo de la cura. Antes que orientarse por el movimiento de los
sintomas para deducir el Iin de un analisis, es mucho mas importante que el
psicoanalista preste atencion a los cambios de posicion subjetiva en el analizando.
Este, una vez que ceso de dirigir su demanda de amor al Otro de la neurosis
transIerencial, toma una distancia mas serena respecto de su analista.
La manera de terminar una cura da fe de su fecundidad o su fracaso. La manera
en que una cura se detiene decide no solo sobre la continuacion postanalitica sino
tambien, y principalmente, sobre el periodo analitico mismo, la cura entera. La
terminacion da sentido retroactivamente al camino analitico ya recorrido. Pensamos
que la detencion de un analisis es la causa Iinal que determina a posteriori la
Iecundidad o, por el contrario, la esterilidad de la andadura analitica. Existe un hecho
muy concreto que el practicante que ya ha conducido curas conIirmara Iacilmente: si el
analizando, despues de tres aos de un trabajo al parecer IructiIero y rico en
acontecimientos, abandona su analisis y se va dando un portazo, la Iorma brutal de
semejante Iin pondra en entredicho la totalidad de la cura. Es evidente que este modo
de terminacion pone de maniIiesto una realidad indiscutible: ese analisis,
supuestamente rico y IructiIero, no termino verdaderamente porque el analizando no
conocio la experiencia puntual de abandonar su neurosis. Abandona con violencia el
analisis porque no abandono con angustia su neurosis. Para decirlo mejor, no hemos
sabido analista y paciente crear conjuntamente las condiciones de un paso exitoso
de la angustia y evitar entonces que el analizando se marchase con su suIrimiento
intacto. Ya hemos insistido: todo el trayecto analitico es un largo esIuerzo que
converge hacia este pase esencial y, mas alla, hacia la detencion Iinal de la cura.
104
El caso de la reanudacion de un nuevo analisis tras haber interrumpido el
primero. El problema de los "tramos". Este mismo criterio nos permite juzgar tambien
el Irecuente caso de los pacientes que inician un segundo o tercer analisis un tiempo
despues de concluir el primero. Es la cuestion de los "tramos". Cuando un analizando
toma la decision de emprender un segundo tramo de analisis, a nuestro modo de ver
esto corrobora el caracter inacabado de su primer recorrido analitico. Era yo el segundo
analista de un paciente cuando este, intentando calcular sus aos de divan, me dijo:
'Tengo seis aos de analisis: cuatro aos en un primer divan y dos en un segundo..."
Sin vacilar, le conteste: "Fijese usted, no hay dos analisis, ni tres, ni cinco. Hay un solo
analisis, este en el que estamos hoy, y mas adelante veremos si prueba ser el analisis
que esperabamos, es decir, un analisis acabado". Sigo convencido de que el
psicoanalista no debe trabajar con la idea de que el segundo tramo de su analizando
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
completa con Iortuna al primero. Creo que, por el contrario, la posicion mas ajustada es
pensar que el analisis en curso, aqui y ahora, es el unico analisis en juego. Por que?
Porque la demanda de un nuevo tramo muestra claramente que la Iinalizacion del
precedente no sanciono la separacion que debio producirse. Entendamonos. Si a la
interrupcion de un analisis le sucede la iniciacion de otro, esto indica que el analizando
no eIectuo la autoseparacion, no logro separarse de cierta parte de el mismo (su
Iantasma neurotico de castracion) y, sobre todo, no supo despegarse de la Iigura
Iicticia del Otro y abandonar asi su angustia. Este analizando no ceso de hacer existir al
Otro de la castracion y de instalar en este lugar al psicoanalista y al psicoanalisis en
general. Por lo tanto, cuando un paciente decide emprender un segundo tramo de
analisis, podemos deducir, sin riesgo de equivocarnos, que el Otro de su neurosis sigue
representado por uno u otro de los psicoanalistas sucesivos, o sea que el lugar del Otro
continua ocupado por el interlocutor analitico.
105
Ahora bien, terminar un analisis consiste, justamente, en separarme psiquicamente
del Otro analitico, en cesar de dirigirle mi demanda de amor y en trasladar esta
demanda al exterior de la cura. Podemos decir que terminar un analisis es terminar con
el analisis en general; la expresion seria: "termine de una vez con el analisis!".
Considero, pues, que en el caso de un segundo tramo el analisis no estuvo terminado, e
incluso que el analisis todavia no existe. Pues, para ser rigurosos, un analisis que no
esta enteramente acabado no tiene aun existencia. El segundo tramo constituye a mi
juicio una nueva ocasion para reinstalar tal vez las condiciones de la histeria de
transIerencia, para intentar de nuevo la experiencia que no se pudo llevar a cabo es
decir, el atravesamiento de la angustia, y para concluir Iinalmente el analisis. En
sintesis, mientras se demande un analisis, se trate del primer tramo o del tercero, da lo
mismo, podemos estar seguros de que el analisis no esta terminado. En eIecto, el
analisis actual es siempre la sola y unica experiencia analitica, pues el entraa la
posibilidad de superar la prueba crucial de la angustia y de culminar en un Iin
deIinitivo.
ATRAVESAR LA ANGUSTIA ES DAR PASO AL DOLOR DEL
DUELO
Pero volvamos a la experiencia de la prueba de angustia, y preguntemonos: una
vez que esta prueba se ha atravesado, que consecuencias resultaran para la vida del
analizando? Estas consecuencias son tres. Primero, la aparicion del dolor del duelo;
despues, el surgimiento del sujeto del inconsciente; y, por ultimo, un cambio en la
percepcion de su identidad sexual por el sujeto. Examinemos sucesivamente cada una
de estas consecuencias y empecemos por el problema del dolor.
Hagamonos esta pregunta: cuando un histerico atraviesa
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
106
la prueba de angustia, de que se separa? Se separa del nio Ialico que habita en
su inconsciente. Pero tal separacion no es nunca una perdida deIinitiva, ya que en el
curso de su existencia el histerico perdera y reencontrara una y mil veces al nio de su
Iantasma. El hecho de haber terminado una cura analitica y de haber pasado con exito
la prueba de la angustia de castracion otorga al analizando una unica conquista: la de
aprender a perder y a encontrar indeIinidamente a su nio Ialico, pero siendo cada vez
menos aIectado por la pasion de la angustia. Menos aIectado por la angustia, pero
invadido por un nuevo aIecto que entonces se impone, el del dolor. La angustia de la
neurosis, que ahora ha desaparecido, da paso al dolor del duelo.
Que dolor es este? Como se explica que el histerico, al igual que todo neurotico,
haya podido trocar la permanencia de la angustia por este dolor que seala y acompasa
el duelo de una parte de si mismo? Por que hay dolor cuando el histerico pierde al
nio Ialico de su Iantasma? Y, mas generalmente: por que hay dolor cuando perdemos
a un ser amado? Respondamos ya mismo, despues nos justiIicaremos: al contrario de lo
que se cree habitualmente, el dolor del duelo no es dolor de haber suIrido una perdida,
sino dolor de reencontrar lo que se perdio, sabiendolo uno irremediablemente perdido.
EL DOLOR DE DUELO NO ES DOLOR DE PERDER, SINO DOLOR
DE REENCONTRAR LO QUE SE PERDIO SABIENDOLO UNO
IRREMEDIABLEMENTE PERDIDO
Comencemos por una puntualizacion previa. El analizando ha logrado atravesar la
prueba de angustia e ingresar en la Iase terminal, aquella donde se despliega el proceso
de duelo de una parte que es el nio Ialico. Lejos de haberse librado de su perdida,
volvera a encontrarla
107
innumerables veces en el curso de su existencia, entendida ahora como un largo y
paciIico trabajo de duelo. He aqui nuestra hipotesis: son los reencuentros mil veces
repetidos con el nio Ialico mil veces perdido, los que engendran, cada vez, el dolor.
Insistamos: lo que duele no es el hecho de perder, sino de reencontrar lo que ya hemos
perdido sabiendo que lo hemos perdido irremediablemente.
Para justiIicar nuestra hipotesis tendremos que retornar a Freud y rehacer
brevemente, en compaia del lector, el camino que nos llevo a pensar que el trabajo
doloroso del duelo es, ante todo, una serie interminable de encuentros con la
resurgencia del ser desaparecido y no con su ausencia.
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Freud intento dilucidar un enigma que en la actualidad sigue acicateandonos: por
que hay dolor cuando perdemos a un ser amado? La respuesta de Freud, como muchas
de sus respuestas, es ambigua y contradictoria. Pareceria que el dolor Iuese correlativo
del trabajo de ligazon y desligazon de las representaciones del objeto que hemos
amado y que ahora esta perdido. Despues de leer esa notable obra Ireudiana que es
Duelo y melancolia, asi como los dos articulos dedicados por arl Abraham a la misma
cuestion, y sobre todo al pensar en mi propia experiencia y en la de mis pacientes, me
parecio evidente que el dolor del duelo no se reduce a la emocion suscitada por la
perdida del ser amado. Es costumbre vincular el dolor con la separacion, con la
desgarradura o la violencia que toda perdida repentina conlleva. Para ciertos
psicoanalistas, sobre todo anglosajones, el dolor provendria de la separacion del yo
respecto de una parte del mismo yo. Asi, pues, la tesis para explicar el dolor psiquico
se centra en la idea de separacion. Segun estos autores, el dolor seria un eIecto de la
separacion. En cierta medida, esta
108
tesis recoge la idea y el sentimiento que todo humano experimenta ante la perdida
de un ser querido. Yo lo admito, pero a mi juicio el dolor no resulta directamente de la
separacion. No; pienso, por el contrario, que el dolor surge en el momento en que hay
una sobreinvestidura de la representacion del objeto amado y hoy perdido. Lo que
duele en el trabajo de duelo no es tanto la ausencia del ser querido, como el encuentro,
la investidura y la sobre-investidura de la representacion psiquica que tenemos del ser
amado y perdido. En su texto, Freud habla de ligazon y desligazon de las
representaciones del objeto perdido; yo creo precisamente que el dolor se produce
cuando, psiquicamente, localizamos y cercamos al maximo la representacion del objeto
perdido. Como si ante la masa enorme de representaciones inconscientes del yo,
debiesemos seleccionar una por una las representaciones del ser amado y perdido,
aislandolas y concentrando en cada una de ellas toda nuestra energia psiquica. Es
entonces, ante cada representacion, cuando surge el dolor, y es esto lo que lastima.
El trabajo doloroso del duelo se orienta ciertamente hacia el horizonte de un
desprendimiento jamas total ni deIinitivo del objeto perdido, pero su trayectoria esta
jalonada por dolorosas citas con el representante inconsciente del objeto del que habra
que separarse cada vez mas e indeIinidamente. Lo que duele es encontrarse de nuevo
con la cosa amada para al Iinal poder desprenderse de ella en Iorma deIinitiva.
Entendamonos. Lo que duele es amar de nuevo, si, pero sin que este la persona
imaginaria que sostiene ese amor.
Pero entonces, que perdemos cuando alguien muere? Cuando alguien muere,
perdemos Iundamentalmente la armazon imaginaria que nos permitia amarlo mientras
vivia. Esto es lo que perdemos, pero no es esta perdida la que suscita el dolor del
duelo. Insisto: el dolor proviene del hecho de encontrarnos una y mil veces, como se
encuentra
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
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un hilo entre los innumerables nudos del telar, de encontrarnos, pues, con la
representacion del objeto amado y perdido, pero sin el sosten imaginario que el otro
signiIicaba cuando vivia. Cual es este sosten imaginario?: mi propia imagen devuelta
por el otro vivo y amado. Ahora que ya no esta, vuelvo a descubrir huellas y su amor
sin reencontrar por ello mi propia imagen. El trabajo de duelo consiste en habituarme a
estar en el silencio de la presencia del otro perdido, pero sin el soporte de mis
imagenes. Expresado en terminos lacanianos: en el trabajo del duelo, tengo que amar al
otro sin yo ideal, es decir, sin la imagen del otro, y sin mi propia imagen.
En resumen, mi hipotesis es la siguiente: el dolor del duelo no se origina en una
separacion progresiva de la representacion del objeto amado y tampoco en una
separacion de las partes del yo. El dolor del duelo se origina en el hecho de que, por el
contrario, la ligazon con las representaciones del objeto amado es mas Iuerte que
nunca; hay una sobreinvestidura, un centramiento de la representacion del objeto
amado, sin el sosten de aquella imagen de mi mismo que el otro era capaz de
devolverme.
Lacan deIine claramente la posicion del que esta de duelo. En una leccion del
seminario dedicado al tema de la angustia, dice: "Estamos de duelo por aquel para
quien ocupabamos sin saberlo el lugar de su Ialta". Precisamente, el otro hoy
desaparecido importaba en el registro imaginario como superIicie especular porque
yo ocupaba, en uno u otro momento, el lugar de su Ialta. Que quiere decir "ocupar el
lugar de su Ialta'? Quiere decir exactamente, ocupar, por momentos y sin saberlo, el
lugar del objeto del deseo. Este lugar es Iundamentalmente un sitio vacio, sitio que,
segun las ocasiones, puede ser llenado por personas o cosas. "Ocupar el lugar de su
Ialta" signiIica, pues, ocupar el lugar del objeto del deseo de aquel a quien hemos
perdido. Ahora bien, para que hagamos el duelo de una persona desaparecida se
necesitan
110
dos condiciones: que esta persona haya contado para nosotros como sosten
imaginario; y que hayamos ocupado para ella el lugar del objeto de su deseo. Se trata
de dos niveles cruzados: el nivel imaginario de reenvio de imagenes, y el nivel
llamemoslo Iantasmatico en que uno de los partenaires toma el lugar del objeto del
deseo. En un vinculo asi llamado de amor, los miembros de la pareja se situan, cada
cual a su manera, en uno y otro de estos niveles. ParaIraseando entonces a Lacan,
podriamos decir: estamos de duelo por aquel que imaginariamente conto para nosotros,
y esto lo sabiamos, y para el cual hemos sido el objeto Iantasmatico de su deseo, y esto
no lo sabiamos. Finalmente, la proposicion de Lacan podria enunciarse asi: para que
haya duelo de un ser desaparecido, es preciso que con este ser haya habido una doble
69
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
relacion, de amor y de Iantasma. Esta proposicion enuncia lo que todo el mundo ha
podido experimentar alguna vez ante la muerte de un ser amado.
Pero, hagamonos una ultima pregunta: que hace que un duelo no se elabore? La
Ialta de tiempo, y la ausencia del ritual. Y que es un ritual? Un ritual es el tiempo
necesario para retomar la representacion del objeto perdido, sobreinvestirla y
Iinalmente, poco a poco, separarse de ella. El ritual da paso al tiempo; y un duelo no
realizado es un duelo que no pudo darse tiempo. Es el caso de Hamlet cuando entierran
a su padre a todo correr, sin ceremonia ni Iunerales, sin que nada asegure el tiempo
psiquico indispensable para aceptar que el otro ya no esta.
Fue necesario este rodeo por el dolor del duelo para que pudiera entenderse que, al
Iinal del analisis, el analizando que ha perdido al nio de su Iantasma siente el dolor,
no de haberlo perdido, sino de reencontrarlo sabiendolo irremediablemente perdido. El
atravesamiento de la angustia ha dado paso asi al dolor del duelo.
111
112
ATRAVESAR LA ANGUSTIA ES REENCONTRAR EL LUGAR DE
NACIMIENTO DE AQUEL QUE NUNCA DEJE DE SER
Se trata de pasar de lo inicial a lo inicial. Asi es la vida...
Vayamos ahora a la consecuencia mas decisiva del atravesamiento de la angustia,
la del advenimiento del analizante como sujeto. A la salida de la prueba, su voz nos
diria: "He comprendido que nunca perdere Todo y que inevitablemente perdere una
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
parte de mi mismo. Y, al comprenderlo, he perdido la Iiccion. Pero, que queda
entonces? Nada, ya no hay nada de la totalidad Iicticia, del Iantasmatico peligro y de la
angustia, no quedo mas que yo. Yo, quien? El sujeto, quiero decir, el mero sujeto
absoluto, unico, el del inconsciente, el sujeto que nunca dejamos de ser puesto que
estaba ya mucho antes, sin que lo supieramos. He comprendido en acto y, al
comprender, reencuentro a aquel que yo era ya sin saberlo". Ahi donde eso era, yo he
advenido. La celebre maxima Ireudiana retraducida por Lacan nos evoca aquel oraculo
eterno del Poema de Parmenides: "Coherente con su termino es para mi el punto de
partida, pues a el de nuevo tendre que volver". Precisamente, en el orden de la
constitucion del sujeto, el termino y el punto de partida del analisis coinciden; en la
cura no hay Iuturo ni porvenir, pues el ir hacia adelante es en realidad un retorno, no al
pasado, sino a lo mas inicial y autentico en mi.
Percibimos ahora claramente que el camino de un analisis describe el trayecto
circular de dos giros que enlazan en espiral el punto terminal con el punto inicial de un
proceso ciclico e indeIinido y siempre abierto. Teniamos dos registros temporales de la
cura, uno de acontecimientos y cronologico, otro psiquico y logico; ahora podremos
expresarnos mejor. Estos dos registros
113
se complementan y describen un movimiento general del analisis segun un tiempo
ilimitado y ciclico. Esta concepcion del tiempo recuerda estrechamente la teoria
neoplatonica del tiempo, Iormulada por Plotino.
*
Cual es precisamente ese ciclo abierto e ilimitado de una cura analitica?
Comprende dos giros circulares que no se cierran sino que describen una curva en
espiral; y tres momentos singulares: la primera entrevista (M1), la prueba de angustia
(M2) y el nacimiento del sujeto (M3). Describamos este movimiento ciclico e
ilimitado, que el lector podra observar en el esquema de la pagina siguiente.
114
*
Si hay un IilosoIo con el que podemos pensar provechosamente el concepto de tiempo
en psicoanalisis, ese IilosoIo es el neoplatonico Plotino. Vease la Illa. Eneada.
71
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
El primer giro comienza con el acontecimiento de la primera entrevista (M1) y
termina, despues de Iormar un rizo, con el acontecimiento de la prueba de angustia
72
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
(M2). Estos dos momentos se superponen, por cuanto en la primera entrevista el
analizando dice su suIrimiento, y en la prueba de angustia atraviesa el Iantasma que dio
origen a este suIrimiento.
El segundo giro describe tambien un rizo que, como el anterior, queda igualmente
abierto. El giro comienza con la salida exitosa de la prueba de angustia (M2) y termina,
despues del rizo, con el surgimiento del sujeto absoluto (M 3) que el sujeto llevaba en
si desde siempre y que el pase de la angustia permitio revelar. Revelacion que no se
oIrece de una sola vez, sino en una sucesion interminable de acontecimientos. Estos
dos momentos tambien se superponen, por cuanto el pase exitoso signiIica que el
analizando se ha desligado de su neurosis y ha reencontrado por Iin al sujeto verdadero
que el nunca habia dejado de ser. Terminado el analisis, somos esperados ahora por ese
sujeto que, sin saber, ya eramos y que ahora pasamos a ser. Esto es porque ya Iue: tal
es la ley mas ineluctable del inconsciente.
Esquematicamente, podriamos escribir los cuatro terminos sucesivos que jalonan
el ciclo de un analisis: sujeto del inconsciente imperceptible > yo neurotico
> atravesamiento de la prueba de angustia > encuentro con el sujeto del
inconsciente imperceptible. Se comprende ahora que el tiempo exigido para hacer un
analisis y terminarlo no es, hablando con propiedad, su duracion lineal y temporal
tres aos, cinco aos, etc., sino el tiempo de una prueba diIicil y de una revelacion
singular y repetida. El tiempo analitico se contrae como el momento puntual de
emergencia en acto de la verdad.
116
EL ATRAVESAMIENTO DE LA ANGUSTIA MODIFICA LA
PERCEPCION DE MI PROPIA IDENTIDAD SEXUADA
Antes de concluir, hagamonos una ultima pregunta. Una vez atravesada la prueba
de angustia, comenzado ya el duelo y consumado el Iin del analisis, que sucede?
Ahora el analizando elabora solo su duelo y entra en ese periodo que se ha convenido
en llamar "postanalisis". Pero entonces, que ha sucedido en el? Que cicatriz ha
dejado la experiencia de autoseparacion? O incluso, haciendo nuestra la interrogacion
de Lacan: que nuevo estado tiene el inconsciente en un sujeto que concluyo su
analisis? Es un inconsciente mas la experiencia del inconsciente, respondia el.
Nosotros diriamos: es un inconsciente mas el atravesamiento de la prueba de angustia.
Es un inconsciente modiIicado, suavizado por el atravesamiento de un pase doloroso;
un inconsciente mas maleable en su capacidad de ejercer la autopercepcion
inconsciente o, como la llama Freud, la percepcion endopsiquica. Como si una vez
pasada la angustia a traves de mi, ahora me Iuera posible percibir de manera
endopsiquica los limites de mi ser hablante y sexuado. Que queremos decir? Que es
lo que cambio en el inconsciente? Lo que cambio es la cualidad de la percepcion de
73
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
nuestra propia identidad sexuada. Antes de atravesar la prueba el sujeto ignoraba
(represion) la diIerencia de sexos y percibia la Ialta de Ialo como la Ialta de un Todo
absoluto, de una Iuerza absoluta. Pues bien, que sucede despues de la prueba?
Reconocera por Iin que la distincion sexual existe, que hay hombres que son hombres
y mujeres que son mujeres? Hara algo mejor que eso, hara otra cosa que reconocer la
existencia de la diIerencia sexual: sabra interrogarla. Despues de la prueba, ya no sera
cuestion de ignorar la distincion sexual ni de plantearla como un dogma irreIutable.
Esta distincion no sera ni reprimida ni dogmatizada, sino reconocida y, de inmediato,
cuestionada
117
La percepcion del sujeto, que el atravesamiento del pase modiIico, ya no sera
inspirada por el aIuera sino que se volvera al adentro. Antes de la prueba, orientada
hacia el exterior, la percepcion se hallaba al acecho de la castracion del Otro,
interpretada como la Ialta de un Todo; despues de la prueba, vuelta hacia el adentro, la
percepcion aprehende el enigma del ser sexuado.
118
74
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
PUNTUACIONES
No nos dejemos engaar por el atractivo seductor del histerico. Mas que un
seductor, el histerico es un ser de miedo.
Hay tres situaciones en las que el histerico esta tranquilo y se concede una tregua:
cuando esta enamorado, cuando esta triste y, tratandose de una mujer, cuando esta
encinta.
La pasion del histerico es doble: amor y odio. Cuando ama, ama a su compaero
con exclusion de su sexo; y cuando odia, odia el sexo de su compaero, desprendido de
su persona amada. Este amor y este odio siempre pasionales se cruzan y se alternan
inIinitamente. A menudo el amor se transIorma en devocion por un otro sin sexo
(enIermos, sacerdotes o psicoanalistas). Y el odio puede transIormarse en arrebato de
arrancar al otro su sexo (devoracion, Iellatio).
El aire sensual de los histericos hace creer que estan habitados por un aIirmado
deseo sexual. Sin embargo,
119
mas alla de su encanto, la vida sexual de los histericos es conIusa, limitada e
intrinsecamente insatisIactoria.
El histerico vive su sexualidad de tres maneras diIerentes. SuIriendo en su cuerpo,
pues el suIrimiento de los sintomas somaticos es el equivalente psiquico de una
satisIaccion orgasmica. Masturbandose, pues se preIiere el placer de la actividad
masturbatoria al peligro de la relacion sexual. Y disociandose entre la Iigura
esplendorosa de un hipersexual y la penosa realidad de un suIrimiento traducido en
insensibilidad de la zona genital.
La crisis histerica traduce a la lengua de un cuerpo suIriente pantomimas eroticas
que no tuvieron nunca mas existencia que la del ensueo.
En la ceguera, el sujeto histerico ha perdido la vista de la imagen del otro, para
centrar su mirada inconsciente en una sola cosa: el encanto libidinal del otro. El
histerico pierde la vista, pero conserva la intensidad de su mirada.
Ahora bien, el histerico no percibe el encanto libidinal del otro como un rasgo
sexual sino como atributo de Iuerza o signo de debilidad. Lo que excita a un histerico
no es la sexualidad del otro sino la vulnerabilidad de su Iuerza o su vencimiento de la
debilidad.
75
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Cuando el psicoanalista propone a su paciente acostarse en el divan, le propone
tambien dejarse histerizar, perder la vista del mundo para mirar tan solo los Iantasmas
120
del deseo. La histeria de transIerencia comienza con el divan.
Por que no pensar que en nuestra epoca uno de los lugares privilegiados de la
histeria es el psicoanalisis? Pues, que otra cosa es este sino la reproduccion de la
histeria para curar la histeria? Lacan y Freud caliIican al proceso analitico de "paranoia
dirigida"; nosotros agregaremos que es tambien una histeria dirigida.
El histerico diria, en sustancia: "Para alejar mejor el peligro del goce de la relacion
sexual, me importa asegurarme de dos garantias: que el Otro suIra de impotencia y que
me prohiba gozar." Dicho de otra manera, para salvarse de gozar, el neurotico vuelve al
Otro impotente e interdictor.
Lectura de la formula lacaniana del fantasma histerico
Lacan
14
redujo a una Iormula el movimiento esencial del Iantasma histerico de
castracion:
que leemos asi: el histerico mira: () al Otro castrado (A), se angustia, y ante esta
angustia se identiIica con el objeto imaginario que Ialta en el Otro (-! ). De este modo
el (-! ) deviene el (! ) encarnado por el yo histerico. El yo es (! ) con excepcion de
la zona genital, que queda
121
anestesiada (-! ). El resultado de esta conversion, que el histerico creia salvadora,
es el dolor de la insatisIaccion (a), dolor al que el sujeto acaba por reducirse. Es decir;
14
J. Lacan, Le Transferi (seminario inedito), leccion del 19 de abril de 1961.
76
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
122
Presencia libidinal de la histeria. un efemplo clinico
"Me acuesto y de inmediato algo se va, las palabras se van, el lenguaje desaparece,
y aparece el sentir. Cuando estoy aqui es como si estuviera en una nube, me siento
autohipnotizada, como si me hallara bajo la accion de una hipnosis provocada por mi
misma. Me acuesto, me siento sumamente dependiente de todo, de usted y de lo que
77
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
me sucede. Y entonces, poco a poco se que puedo determinar mis emociones y
experimentar lo que quiero. Me acuesto y de inmediato empiezo a sentir y a querer
sentir mas y mas. Espero lo que voy a sentir, no solo en el nivel del cuerpo sino en la
cabeza. Como si en mi cabeza hubiese un cuerpo y la sensacion debiese descender de
la cabeza a mi cuerpo Iisico. Se que cuando experimente la caida de esta sensacion que
desciende, se transIormara en orgasmo.
"Estoy muy incomoda porque no quiero sentir aqui estas sensaciones prohibidas.
Yo espero que la sensacion descienda, circule y llegue a mi cuerpo, pero que se
detenga justo antes del orgasmo. No quiero gozar aqui, en las sesiones, pero quiero
experimentar y vivir todo lo que precede a ese momento limite."
Efemplo de un fantasma femenino de odio v angustia histerica hacia la madre
-falo
"Todo lo que mostraba cuando era pequea corria el riesgo de que mi madre lo
destruyese. Ella quisiera que yo no exista, que me marche y me suicide. Pero yo no
quiero suicidarme porque le causaria demasiado placer. Si, la odio, no me mato para no
satisIacer su deseo de verme muerta. Tengo ganas de matarla y de reunir mis Iuerzas
para hacerla desaparecer. Hay un problema de masculino y de Iemenino en mi, porque
soy mujer pero
123
tambien quisiera ser un hombre capaz de hacer Irente a la destruccion que viene de
mi madre. En casa mi padre nunca Iiguro y nunca me deIendio; al contrario, yo sola era
el hombre que se atrevia a oponerse a mi madre."
124
78
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LA
HISTERIA
. Situo usted a la histeria en el fundamento de las neurosis, mientras que otros
autores consideran que la histeria es la neurosis, por asi decir, mas sana. Que piensa
de esto?
*
Toda histeria encierra un nucleo de triste:a
En eIecto, clasicamente, ciertos analistas consideran que la histeria es la neurosis
mas madura porque desde el punto de vista del desarrollo de la libido es la que mas se
acerca a la etapa Iinal, llamada etapa genital. El principal deIensor de esta posicion es
. Abraham, a cuyo juicio la histeria, estando Iijada al estadio Ialico, estadio que
precede inmediatamente a la culminacion genital, resulta ser la neurosis mas
evolucionada. Ahora bien, la clinica nos muestra, por el contrario, que hay que
considerar a la histeria como la mas primaria en la escala de las neurosis, aquella sobre
la que se ediIican las estructuras
125
obsesiva y Iobica. Esta no es solo nuestra posicion, como intentamos demostrarlo
en nuestro escrito, sino que Iue igualmente la de Lacan y Melanie lein. Sobre todo
Lacan quien, tras identiIicar a la histeria como el paradigma de las neurosis, Iundo el
discurso histerico entendido como la estructura-tipo que encuadra a todas las neurosis;
mas exactamente, a todos los lazos neuroticos. Sumemos a esto la relacion que
mantiene la histeria con la psicosis, en particular con la melancolia y la esquizoIrenia.
La teoria leiniana, por ejemplo, concibe a la histeria como una muralla deIensiva
contra un nucleo psicotico melancolico.
15
Para un psicoanalista leiniano un paciente
histerico es ante todo un melancolico en potencia. No podemos desmentir esta
orientacion que la clinica conIirma con tanta Irecuencia, pero en cambio no
utilizaremos los mismos conceptos para pensar la relacion de la histeria con la
melancolia. En este trabajo hemos utilizado otros terminos para sostener hasta que
punto la identiIicacion histerica con el dolor de insatisIaccion bordeaba estrechamente
la hiancia psicotica de la melancolia.
* Habria una disposicion particular de ciertos sufetos a la histeria?
*
Las preguntas que me aplicare a responder Iueron redactadas en su conjunto
sobre la base de intervenciones Iormuladas a raiz de diIerentes exposiciones orales
sobre el tema de la histeria.
15
Veanse las propuestas teoricas de Eric Brenman y Herbert RosenIeld en J.
Laplanche, "Panel on 'Hysteria today", Int. Journ. ofPsvcho-Anal., 1974, 55, pags. 459-
468.
79
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
"Todos somos histericos'"
En primer lugar, deberia contestarle que, a nuestras horas y de maneras muy
diversas, todos somos neuroticos,
126
pues todos debemos conIrontarnos con el Iantasma de castracion y esto
indeIinidamente. La experiencia de la castracion se renueva sin cesar a lo largo de una
existencia, y nos hallamos cotidianamente expuestos a la histeria, asi como a la Iobia o
a la obsesion. Deberia recoger aqui la conclusion de un celebre psiquiatra
contemporaneo de Freud, Moebius, quien, preocupado por ampliar el concepto de
histeria, exclamaba: "Todos somos histericos!" Dicho esto, no podemos negar que
ciertos sujetos no hacen ningun caso de la prueba de castracion, mientras que otros se
Iijan a ella hasta la extenuacion. Pero, volviendo a su pregunta, ante todo debo
recordarle que Freud consideraba la disposicion a la neurosis como un enigma
irresuelto. Ahora bien, Breuer, el amigo de Freud, habia construido una teoria
etiologica de la histeria basada precisamente en un estado particular del yo por el cual
el sujeto esta mas expuesto a suIrir un trauma y a hacerse histerico. Breuer creia que
para provocar un trauma generador de histeria no solo se necesitaba el impacto local
del choque traumatico, sino sobre todo que este impacto encontrase una disposicion
psiquica Iavorable en un yo aquejado de un debil nivel de conciencia. Ahora bien, dado
que semejante estado psiquico de obnubilacion crepuscular, muy permeable al impacto
de una agresion, podia reproducirse artiIicialmente bajo hipnosis, Breuer lo denomino
"estado hipnoide". Al igual que Freud, Breuer bautiza a la histeria segun lo que el
privilegie como causa principal. Al entender que la causa es esa disposicion psiquica
particular llamada "hipnoide", designa a la histeria como "histeria hipnoide".
* Podria precisar mas las ra:ones por las que no existiria una histeria femenina
diferenciable de una histeria masculina?
127
Antes de responder quisiera recordar que este ensayo sobre la histeria lleva
claramente la marca de mi trabajo como analista. En eIecto, para sostener las hipotesis
actuales, hizo Ialta situarse primero en el espacio del consultorio analitico, haberse
analizado, estar sentado en el sillon del psicoanalista y someterse a la experiencia de la
escucha. Se advierte que en un momento u otro de la cura ciertos pacientes adoptan,
segun sus maneras de ser y de decir, lo que nosotros llamamos una posicion histerica;
una posicion que puede ser asumida tanto por un hombre como por una mujer, sin
diIerencia especiIica. La posicion histerica no se deja reducir al dualismo
hombre/mujer. Por eso creemos que es un error examinar, como lo hicieron Charcot e
incluso autores contemporaneos, una entidad que se llamaria "histeria masculina". Tal
distincion, histeria Iemenina/histeria masculina, no solo es invalidada por la practica,
80
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
tambien por la teoria. Sostener esta division es ignorar que la histeria encarna, como
hemos visto, el suIrimiento de un ser que no esta determinado en cuanto a su identidad
sexual. El histerico suIre de no saber si es un hombre o una mujer. No puede decirse
hombre o mujer porque se ha quedado en el umbral de la experiencia de la angustia de
castracion. AIirmar que el histerico suIre de no saber si es hombre o mujer equivale a
decir que permanece coagulado en su Iantasma, en el cual el mundo no se divide en
hombres y mujeres sexuados, poseedores unos de un pene y los otros de una vagina,
sino que se escinde entre los poseedores de Ialo y los que estan desprovistos de el. Hay
que hablar claro: el mundo del histerico es un mundo inIantil compuesto de potentes y
de impotentes, de Iuertes y debiles, de jovenes y viejos, de atletas y discapacitados. El
histerico suIre porque se equivoca de escena: su drama transcurre en una realidad
Iantasmatica de nio donde la oposicion hombre/mujer es inexistente, mientras que el
vive este drama en un mundo donde la
128
realidad sexuada es ciertamente problematica, pero insoslayable.
Por supuesto, hoy podriamos llamar histeria masculina a la histeria de la que un
hombre anatomicamente hablandoestaria aIectado; pero semejante clasiIicacion
seria un contrasentido proIundo con respecto al suIrimiento mismo de la histeria: suIrir
de no saberse hombre o mujer; mas exactamente, reprimir la diIerencia de sexos hasta
el punto de ignorarla. Cual es, en eIecto, el deseo del histerico? Con Lacan, sabemos
que el deseo del histerico es un deseo de insatisIaccion. Pero, entendamonos: de que
insatisIaccion se trata? No solo de la insatisIaccion vivida por el histerico y en la que
se complace con tanta obstinacion, sino tambien de la insatisIaccion propia de la
relacion entre un hombre y una mujer. El deseo del histerico es el deseo de alcanzar el
punto de insatisIaccion de un hombre en relacion con la mujer amada, o de una mujer
en relacion con el hombre amado. El histerico tiende siempre a instalarse en el centro
medular de la pareja, en ese punto donde el lazo hombre/mujer desIallece porque
ambos son seres sexuados y hablantes. Pero asimismo debemos comprender que el
histerico suIre por su indeterminacion sexual y a la vez la mantiene como una
ambigedad necesaria y tranquilizadora. Digamoslo en otra Iorma: el histerico preIiere
ignorar su sexo y suIrir de esta ignorancia antes que atravesar la dolorosa prueba de la
castracion, que lo conduciria a no ser hombre o mujer sino a poder sostener el enigma
del sexo del hombre y de la mujer.
* Por que hav mas histericas muferes que histericos hombres ?
Su pregunta es una muy vieja pregunta que los psiquiatras, los etnologos y los
psicoanalistas siempre se
129
81
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
hicieron, pero a la que nunca dieron una respuesta terminante. Tratare de
responderle desde el punto de vista psicoanalitico, sin olvidar que el problema Iue ya
largamente tratado en el campo de la etnopsiquiatria y a menudo en Iorma notable.
Solo en nuestra cultura occidental y judeocristiana hallamos esa aIinidad histeria-
Iemineidad? Que ocurre en las otras civilizaciones contemporaneas? O incluso, en el
seno de nuestro propio contexto cultural, cual es y cual Iue la inIluencia que
ejercieron sobre este hecho social palpable las Iiguras Iemeninas de la religion
cristiana, Eva, Maria, Maria Magdalena, etc., todas ellas histericas ejemplares? Estas
interrogaciones plenas de interes son legitimas y merecen ser estudiadas con seriedad.
Vayamos ahora a la respuesta psicoanalitica, recordando primero una importante
proposicion teorica que ya hemos expuesto, a saber: el histerico suIre como histerico
porque sigue petriIicado en la posicion de ser el objeto querido, amado y deseado del
otro, de un Otro con mayuscula, por cuanto se trata del Otro de sus Iantasmas
inconscientes. Ahora bien, si hay alguien que debe pasar normal y obligatoriamente por
ese estadio de ser el objeto del Otro, ese alguien es la mujer. Segun la teoria Ireudiana,
la mujer, en su hacerse mujer, debe atravesar la identiIicacion con el objeto del padre,
es decir, con el Ialo. Para soportar la conIirmacion de una castracion ya presente y
hallar solucion a la apetencia de poseer un pene, la chiquilla se identiIica con el pene o,
digamoslo mejor, se identiIica con el Ialo del padre. Como no tiene el objeto tan
apetecido, entonces se convierte en este objeto, se hace a si misma Ialo paterno.
Sealemos de inmediato dos reservas. Primero, la identiIicacion con el objeto Ialico
paterno puede variar Iacilmente y transIormarse en una identiIicacion con los
diIerentes rasgos de la persona del padre. Y despues, segunda reserva, esta
identiIicacion no se cristaliza nunca. En su hacerse mujer, durante algunos
130
aos, la chiquilla atraviesa provisionalmente una Iase masculina: se hace varon,
como manera de ser el Ialo paterno. Esta Iase dura en principio hasta la pubertad, edad
en la cual la adolescencia ve brotar por Iin su Iemineidad. Ahora bien, que sucede con
el histerico? Por que hay mas histericas mujeres que histericos hombres? O, mejor
dicho, por que la histeria esta teida siempre de Iemineidad? Pues bien, porque todo
neurotico histerico, sea hombre o mujer, ha eIectuado la misma identiIicacion con el
Ialo del Otro paterno que la realizada por la mujer en su evolucion normal. Pero con
esta diIerencia de Iondo: el devenir Iemenino de una mujer comporta necesariamente el
reconocimiento, no exento de dolor, de que su sexo sigue siendo un enigma, pero de
que no es el Ialo ni la ausencia de Ialo. En cambio, el histerico permanece asido a la
identiIicacion neurotica y penosa con el Ialo. Se comprende ahora que haya mas
mujeres histericas que hombres, porque la mujer sigue estando mas expuesta que el
hombre a cristalizarse en la identiIicacion Ialica.
* Podria explicar mefor con que obfeto se identifica el histerico?
La identificacion del histerico
82
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Dire, para empezar, que el yo del histerico eIectua una identiIicacion con la
imagen del otro considerado solamente en cuanto ser sexuado. Para ser mas exactos,
con la imagen de la region genital del otro. arl Abraham emplea esta expresion de
"region genital" para indicar el lugar imaginario del sexo del otro, Iuertemente
investido por los pacientes histericos en menoscabo del resto de la imagen de la
persona. Como si el sujeto histerico Iocalizara y precipitara todo su yo sobre el Ioco
genital de la
131
imagen del otro, anulando el resto de la imagen. Esta identiIicacion del yo
histerico con los organos genitales del otro es precisamente lo que examinabamos
como identiIicacion del sujeto con el Ialo que le Ialta al Otro castrado. Sin embargo,
Abraham reconoce tambien la posibilidad inversa: el histerico se identiIica con la
imagen de conjunto de la persona, pero desprovista de sexo; como si, a la altura de los
genitales, la imagen se hallase opacada por una mancha blanca.
Recordemos el pasaje donde . Abraham, en el segundo volumen de sus Oeuvres
completes (pag. 300), al comentar el caso de la relacion de una paciente histerica con
su padre, describe esta doble modalidad de identiIicacion parcial: "Una
sobreabundancia de maniIestaciones neuroticas pone de maniIiesto el interes exclusivo
y compulsivo |de la paciente) por una sola parte del cuerpo de su padre, el pene. A los
ojos de esta paciente el padre ya no revestia el caracter de un ser total, no quedaba de
el mas que una sola parte. Esta era el objeto de su compulsion de ver (acechar los
contornos de los organos genitales a traves de la vestimenta del padre). Ademas, se
identiIicaba inconscientemente unas veces con el padre y otras con sus organos
genitales, que habian pasado a ser su representante".
Para ilustrar mejor esta doble identiIicacion con la imagen del otro, repasemos
brevemente el caso de Dora, la paciente histerica de Freud. Veremos que Dora se
identiIica, sea con la imagen del otro reducido al lugar genital, y en este caso el otro es
percibido como cosa sexualmente deseable; sea con la imagen del otro privado del
lugar genital, y por consiguiente el otro es percibido como sexualmente deseante,
puesto que, al tener un agujero, desea completar su Ialta. Recordemos con que
intensidad puede desempear Dora los dos papeles complementarios correspondientes
a la seora . (deseable) y a su padre (deseante), en la escena de su propio
132
Iantasma histerico. En primer lugar, el papel en que la seora . se revela como
objeto sexualmente deseable a los ojos del padre; la seora . se reduce entonces a la
dimension exclusiva de cosa sexual, de cosa sexualmente deseable por un amante
83
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
masculino.
16
Pero, reciprocamente, Dora tambien puede cumplir el papel opuesto del
deseante habitado por la Ialta; se identiIica entonces con su padre deseoso de una
mujer. Ahora bien, corresponde sealar en este punto que el impulso de este
movimiento identiIicatorio con el deseante es impreso por una tendencia Iundamental
del yo histerico a identiIicarse no solo con un deseante que busca, sino tambien con un
deseante que goza buscando, con un deseante que goza de hallarse en estado de deseo.
De este modo, la identiIicacion mas inmediata de Dora con el padre deseante Iorma
parte de una linea tendida hacia el horizonte intangible en el que se hallaria por Iin la
esencia enigmatica de la Iemineidad. Dora espera, pues, mas alla de todos los limites,
unirse a la seora ., a la que esta vez Iantasmatiza no como cosa deseable sino como
portada por el deseo supremo, el misterioso deseo Iemenino, puro deseo sin objeto
asignable.
Pero hay ademas una tercera modalidad de la identiIicacion histerica. Esta
variante, un tanto inadmisible para el pensamiento, tiene sin embargo un alcance
clinico decisivo. El yo histerico se identiIica no solo con la imagen local del otro: con
la seora . en tanto cosa sexualmente deseable y con el padre deseante de la dama;
sino tambien
133
con la emocion del orgasmo, que Dora Iantasmatiza en el abrazo de un hombre y
una mujer. Ya en 1895, Freud no vacilaba en tener al ataque histerico por el
equivalente de un orgasmo. Cuando vean a una histerica desmayarse, no lo duden
aseguraba Freud, el sujeto hace algo mas que gozar, se identiIica con la eIusion
sexual compartida por los miembros de la pareja Iantasmatizada. Ya no es suIiciente
aIirmar que el yo histerico se identiIica con la imagen del otro sexualmente deseable ni
con la del otro sexualmente deseante; hay que ir todavia mas alla y sealar aunque
parezca sorprendente la perIecta asimilacion del yo con el hecho mismo de la
eIusion sexual de la pareja. EIusion que, no lo olvidemos, es Iundamentalmente
insatisIaccion de la pareja, pues en el Iantasma del histerico el encuentro sexual es
siempre un Iracaso. Como se ve, en la unidad de una sola entidad clinica, la histeria,
hallamos contenida la diversidad de las tres variantes de la identiIicacion del yo con un
aspecto parcial del otro. Ninguna estructura clinica encierra una pluralidad tan clara de
identiIicaciones parciales, irreductibles entre si e igualmente complementarias. En
deIinitiva, la histeria consiste en la asuncion de todos los lugares del cortejo sexual,
uno por uno, de todas las posiciones relativas al deseo. Todo sueo, sintoma o
16
La cosa sexualmente deseable en la que se convierte la seora . es llamada falo
por el psicoanalisis. Si acudimos a la teoria lacaniana, la expresion completa seria "Ialo
imaginario"; imaginario porque esa cosa en la que la seora . se resuelve es el lugar
sexual region genital percibido en la imagen del otro. Una Irase de Lacan apoya este
enIoque: "(...) el Ialo, o sea la imagen del pene, es negativizado en su lugar en la imagen
especular |del otro|" [Ecrits, pag. 822).
84
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Iantasma histerico condensa y actualiza una triple identiIicacion: identiIicacion con el
otro deseado, con el otro deseante y con la insatisIaccion de los dos amantes. Incluso
habria que agregar una ultima identiIicacion, tipica de la histeria, con el tercer
personaje que reune o separa a la pareja. A la pregunta mas general sobre la naturaleza
del objeto de la identiIicacion histerica, habria que responder: el objeto de la
identiIicacion no es la mujer amada,
*
ni el hombre amante, ni tampoco su
134
comun insatisIaccion sexual, ni tampoco el tercer personaje excluido de la escena,
sino todo esto junto y simultaneamente. En una palabra, el objeto central de la
identiIicacion histerica no es un objeto preciso sino el lazo que liga uno con otro a los
miembros de la pareja Iantasmatizada.
* Discierne usted entonces cuatro modos de identificacion histerica. con el
hombre deseante, con la mufer deseable, con el otro que provoca su encuentro, v
ademas con la insatisfaccion de la parefa hombre v mufer?
Maternidad e histeria
Absolutamente. Pero usted me da ocasion para insistir sobre mi hipotesis de la
quinta identiIicacion histerica. El sujeto histerico se identiIica, en eIecto, con el
hombre, con la mujer, con el tercero excluido de su encuentro, con el dolor que los
separa, pero sobre todo ultima identiIicacion con el espacio que reune y contiene a
la pareja. La vida de una histerica esta atravesada por un Iantasma Iundamental que se
perIila siempre en el horizonte y que podria Iormularse asi: "Yo soy diria la histerica
no el hombre, ni la mujer, ni el dolor de su lazo, sino esa tierra que ha acogido su
encuentro divino, un encuentro sin comercio carnal del que no obstante, yo seria Iruto".
He aqui la quinta identiIicacion; corresponde a ese Iantasma en el cual el sujeto
histerico hace las veces de crisol que alberga y protege el acoplamiento divino de dos
cuerpos sin sexo. Fantasma que me condujo a considerar esta ultima identiIicacion del
histerico con la identiIicacion con el utero en cuanto organo hueco contenedor de la
Iecundacion de las celulas germinales, sin cuerpo sexuado que las haya producido. Es
como si en el histerico el utero
135
Iuera, segun decia Platon, un organo migratorio, un Ialo movil que vaga por su
mundo Iantasmatico: de organo interno amenazado por la penetracion pasa a ser el
contenedor externo que abraza a dos cuerpos inmaculados. La notable observacion de
Platon imaginando el utero como un animal sediento vagando por el cuerpo de la mujer
en busca de un contenido que lo colme y apacige, toca el punto mas candente de
*
Se comprende por que es un error creer que el deseo histerico es un deseo
homosexual.
85
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
nuestro trabajo clinico con pacientes histericas. Este punto concierne a la cuestion de la
maternidad. En eIecto, cuantas veces no hemos percibido la disminucion del
suIrimiento histerico en los ultimos meses del embarazo de tal o cual analizanda?
Como si a su manera, la maternidad Iuera una variante posible del atravesamiento de la
prueba de castracion, en la que el utero deja de ser un Ialo amenazado y a la deriva
para dar paso a esa otra Iigura del Ialo que es el hijo por nacer.
* He seguido atentamente el paralelo que usted hace entre la repulsa de la
castracion v la repulsa de la femineidad en el neurotico, ahora bien, que sucede con
la femineidad en un hombre neurotico que logro atravesar la prueba de angustia?
La femineidad del padre
Su pregunta es importante porque toca a la relacion del hombre con la Iemineidad
y con la Iuncion paterna.
17
En eIecto, si el neurotico se arriesga y atraviesa la prueba de
angustia, la Iemineidad que el rechazaba con horror Iemineidad encarnada por la
imagen de una mujer castrada
136
y humillada, se transIorma en una Iemineidad distinta, la suya propia, que
podemos llamar la parte Iemenina de un hombre. Ahora bien, mi hipotesis es esta: yo
creo que el hombre llamado a ocupar el lugar de padre debe reconocer en el su parte
Iemenina. En eIecto, quien reconoce con dolor su parte Iemenina tiene mas
posibilidades de asumir el diIicil papel de padre que quien no reconoce su Iemineidad.
Por que? Para contestar, debemos retomar nuestra deIinicion de la neurosis. Pues una
manera de caracterizar el suIrimiento neurotico seria aIirmar que el neurotico es aquel
que, angustiado, rechaza su Iemineidad, es decir, rechaza entregarse al Otro, por temor
de que abuse de el, lo penetre o lo viole. Como hemos dicho, para un neurotico la
Iemineidad, su Iemineidad, es sinonimo de pasividad y sumision. Para el, ser mujer es
vivir lo que vive la mujer de sus Iantasmas. Y que vive ella? Ella padece de estar
castrada. La mujer Iantasmatizada, neuroticamente Iantasmatizada, es un ser castrado,
sometido y siempre expuesto a la accion perversa de un Otro; para ser mas exacto, a la
accion de un padre perverso y tiranico. Quisiera insistir y subrayar bien que la idea que
se Iorma el neurotico respecto de la Iemineidad es enteramente producto de sus
Iantasmas angustiantes de castracion, y que esta idea no tiene nada que ver con la
concepcion psicoanalitica de la Iemineidad. Insisto en este punto porque se ha dado un
malentendido descomunal entre el psicoanalisis y ciertas corrientes de pensamiento a
menudo Ieministas que asimilan Iantasma del neurotico con teoria analitica,
acusando a los psicoanalistas de la idea neurotica de mujer castrada y, por
consiguiente, sometida.
17
La respuesta se extrajo de una entrevista con N.-E. Thevenin, publicada en Futur
anterieur, n 2, 1990.
86
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
No puedo explayarme mas sobre esta observacion, pero se necesitaba este repaso
para comprender el sentido de la expresion: repulsa de la Iemienidad. Para un
neurotico, rechazar su Iemineidad signiIica rechazar con miedo el riesgo imaginario de
perder algo de su ser o de
137
perder su ser entero: "No quiero someterme ni permanecer dependiente de un Otro
al que tengo por un padre omnipotente, supuestamente capaz de penetrarme y
destruirme, y al que sin embargo amo". Asi, pues, la neurosis comprende cuatro
componentes: la angustia de sentirme amenazado por un Otro perverso (un padre), la
negativa obstinada a abrirme a el, la demanda imperiosa de que continue amandome, y
esos eIectos de la angustia que son la obliteracion del pensamiento y del cuerpo
(sintomas). Puede usted imaginarse que, en un estado subjetivo semejante, el neurotico
experimentara muchisimas diIicultades para asumir el papel de padre, para ser el
mismo un padre. Por que? Por dos razones. En primer lugar, porque su propio padre,
el padre de sus Iantasmas, ocupa ya todo el espacio; el neurotico, Iantasmaticamente,
sigue siendo un nio. Y despues, porque no puede y no quiere identiIicarse con ese
padre al que teme, ama y detesta.
Ahora veamos al hombre que, opuestamente al neurotico, acepta su parte
Iemenina. Este hombre ha logrado atravesar la prueba de angustia y comprender que,
cualquiera que sea la solucion de este pase, sigue habiendo una perdida inevitable.
Antes se angustiaba ante la idea de arriesgar todo su ser; ahora ha comprendido que,
sean cuales Iueren los riesgos de esta prueba psiquica, nunca quedara enteramente
destruido y que de todas maneras perdera una parte de el mismo. Ya no debe hacer
ninguna eleccion sino vivir lo que tiene que vivir. En este pase exitoso, el Otro de sus
Iantasmas cesa de ser un padre castrador para convertirse simplemente en un ser entre
otros, marcado por un limite comun a todos los humanos. Esto signiIica que el sujeto
que haya cruzado la prueba integrara su parte Iemenina. Es decir que asumira
serenamente la ausencia de una identidad sexual establecida de una vez para siempre, y
la imposibilidad de deIinir con certeza la naturaleza del ser sexual hombre y del ser
138
sexual mujer. Aceptar su parte Iemenina es, para un hombre, aceptar que su ser
sexuado quede como un enigma que reaviva v anima su deseo. El hombre que admitio
asi su Iemineidad y que un dia se convirtio en padre, se hallara en la mejor posicion
subjetiva para conducir a sus hijos a las puertas de la prueba que da paso a la edad
adulta.
139
87
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
LA CEGUERA HISTRICA SEGUN LAS TEORIAS
DE CHARCOT, 1ANET, FREUD Y LACAN
Consideremos ahora ese sintoma de conversion reconocido desde siempre como el
emblema del suIrimiento histerico: la ceguedad o, para ser mas exactos, la ceguera
histerica. En un texto de gran concision, Freud se valio de este trastorno visual como
ejemplo capaz de ilustrar la concepcion psicoanalitica de la Iormacion de un sintoma.
18
A lo largo de este trabajo Freud menciona las diIerentes teorias etiologicas de la
histeria propuestas por la Escuela Irancesa de la epoca (Charcot, Janet, Binet, etc.) e
invita al lector a la lectura de los trabajos de estos autores. Tras seguir el consejo de
Freud y consultar los diversos tratados sobre la histeria publicados en Francia a Iinales
del siglo XIX, grande Iue nuestra sorpresa ante la pronunciada cercania de opiniones,
sobre todo entre Freud y Janet. En Etat mental des hysteriques, libro capital de Pierre
Janet, encontramos en eIecto pasajes notables y Irases decisivas reIeridas precisamente
a la ceguera histerica. Ciertas enunciaciones de este libro y de otras obras de Janet
Iueron recogidas casi palabra por palabra en los textos Ireudianos. Hay Irases que,
141
curiosamente, los psicoanalistas citan como procedentes de la pluma de Freud y
que brotan enteramente del pensamiento de Janet. Como por ejemplo esta Iormula que
Freud propone en su articulo, recogida con Irecuencia y comentada en numerosos
escritos analiticos, y que hallamos, salvo escasos detalles, en Janet: "Los que estan
aquejados de ceguera histerica solo son ciegos para la conciencia; en lo inconsciente,
ven".
Estas aIinidades entre la obra Ireudiana y la de la Escuela Irancesa nos incitaron a
establecer un cuadro evolutivo entre las teorias de Charcot, Janet y Freud en cuanto a
la genesis de la ceguera histerica. Este cuadro nos mostrara en que Iorma, a partir de
Charcot, el pensamiento sobre la histeria se modiIica progresivamente hasta llegarse a
la ruptura radical operada por Freud. Para completar ese recorrido, aadimos al cuadro
el aporte de Jacques Lacan.
TEORIA DE CHARCOT SOBRE LA CEGUERA HISTERICA
"No veo mas" igual "ceguera"
Para Charcot, como para muchos otros psiquiatras de su epoca, especialmente
Briquet, la histeria es una enIermedad producida por la accion incisiva de una idea o de
18
"Le trouble psychogene de la vision dans la conception psychanalytique" en Nevrose,
psvchose et perversion, P.U.F., 1978, pags. 167-173.
88
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
una representacion psiquica Iuertemente cargada de aIecto. Si la representacion es
Iuerte, quiero decir si representa una sensacion intensa, excesiva, entonces tendra el
inmenso poder de trasponerse brutalmente a la realidad del cuerpo y de maniIestarse en
Iorma de sintoma somatico. Si a traves del hipnotismo o de la autosugestion, una idea
penetra en la psique permeable del sujeto y cobra un elevado valor aIectivo, el cuerpo
ejecuta inmediatamente el contenido de la idea. La representacion
142
de un movimiento Iuertemente sentido: "siento que camino", es ya el movimiento
en vias de ejecucion : el sujeto camina eIectivamente. Si se toma el ejemplo contrario,
el de la representacion de la ausencia de movimiento: "ya no puedo caminar", la
paralisis motriz se ha instalado. En una palabra, para estos autores que son Briquet,
Charcot y Bernheim, el suIrimiento corporal histerico resulta de la encarnacion plastica
de una idea o, mas exactamente, de la traduccion a la lengua del cuerpo de una Irase
gramatical aIirmativa o negativa. Subrayemos el caracter gramatical de la Irase, pues
justamente en este punto Janet marcara uno de sus desacuerdos con su maestro
Charcot. Se deduce Iacilmente que el trastorno histerico de la vision, en el que el sujeto
pierde potencialmente la vista, se explicaria por el impacto de una representacion que
diria: "no veo mas". Asi, la ceguera histerica es producida, segun estos autores, por una
representacion Iuertemente cargada de aIecto que enuncia la ausencia de vision: "no
veo mas"; reciprocamente, esta representacion es la causa de la ceguedad. Digamos
tambien que esta concepcion era comun a Charcot y a Bernheim. Sin embargo, ambos
maestros de la psiquiatria discrepaban en cuanto a la mayor parte de las cuestiones
relativas a la histeria. Una de las divergencias mas notorias puede resumirse asi.
Charcot consideraba que la representacion patogena se habia introducido en el sujeto a
raiz de un incidente traumatico provocado por un agente exterior. Para justiIicar la
validez de esta aIirmacion, Charcot practica el hipnotismo. Demuestra entonces que la
orden impartida al sujeto hipnotizado y consistente en una idea o Irase, es susceptible
de provocar un sintoma histerico. Bernheim, por el contrario, entendia que dicha
representacion habia nacido espontaneamente en el interior del sujeto y por
autosugestion. Segun Bernheim, el histerico, al decirse a si mismo que no podia ver, se
volvia automaticamente ciego.
143
TEORIA DE JANET SOBRE LA CEGUERA HISTERICA
En la teoria de Janet, el "no veo mas" de Charcot es reempla:ado por un
"ver" que va vagando en lo subconsciente. "Jer" que va vagando en lo
subconsciente equivale a la ausencia de ver en lo consciente (ceguera).
89
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Pierre Janet, discipulo de Charcot y contemporaneo de Freud, estudio con gran
rigor el Ienomeno de la ceguera histerica en numerosos trabajos. Como todos los
autores de la epoca, Janet asienta su teoria en este principio establecido por Charcot y
Briquet: una idea, si resulta excesivamente cargada de aIecto, se traducira
inevitablemente en una alteracion somatica. Asi pues, la histeria es una enIermedad por
representacion. Este principio ampliamente aceptado recibira por parte de Janet
multiples correcciones. Sus rectiIicaciones son sumamente importantes para nosotros,
los psicoanalistas actuales, porque algunas de ellas no solo seran recogidas por Freud
sino que llegaran hasta nosotros a traves de varias generaciones de analistas. Cuales
son, pues, estas rectiIicaciones aportadas por Janet? He aqui las principales.
Recordemos ante todo un punto previo. Janet postula la necesidad de separar dos
planos radicalmente diIerentes en la vida psiquica. Siguiendo la teoria de sumo
interes para nosotros de Maine de Biran y, mas alla, Leibniz, Janet distingue entre el
plano de la conciencia y el plano de lo subconsciente. Estos dos planos se encuentran
contenidos en una instancia mas global que Janet llama el yo |moi|. Este yo seria capaz
de sintetizar en una sola percepcion (denominada "percepcion personal") los dos
registros, consciente y subconsciente. La percepcion del yo sintetiza a la vez una
sensacion subconsciente y el reconocimiento de esta sensacion por el pensamiento
144
consciente. La sensacion subconsciente "ver", por ejemplo, sera inmediatamente
vivida por mi conciencia como una sensacion que me es propia. El yo eIectua una
percepcion que sintetiza los dos aspectos, subconsciente y consciente, bajo la Iorma de
un "yo veo".
Partiendo de este dato previo, Janet construye su concepcion etiologica de la
histeria. Enuncia la hipotesis de que la causa de la enIermedad reside en la debilidad
psicologica del yo de los histericos en cuanto a eIectuar una sintesis mental. El
histerico esta enIermo porque su yo es incapaz de sintetizar la sensacion con el
pensamiento que la aprehende, lo sentido con las palabras que lo expresan. Falto de
sintesis, el yo se disocia, y entre la conciencia y lo subconsciente se abre un espacio
que termina haciendo de ellos dos instancias completamente autonomas. Resulta de
esto, pues, lo siguiente:
1. Segun Janet, la representacion psiquica "no veo mas", que para Charcot era
origen de la ceguera, es una representacion demasiado compleja como para que el debil
yo del histerico pueda reconocerla e integrarla. En lugar del yo demasiado permeable
de Charcot, que deja introducirse en el psiquismo la representacion "no veo mas" y
convertirse directamente en ceguera, Janet propone un yo demasiado debil como para
elaborar el aIecto "ver" mediante un pensamiento coherente. Mientras que para Charcot
el problema de la histeria reside en la permeabilidad del yo, para Janet reside en la
debilidad psicologica del yo.
90
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
2. Asi pues, Janet piensa que el yo histerico es demasiado debil para sintetizar una
Irase tan elaborada como el "no veo mas" propuesto por Charcot. Por consiguiente, en
el caso del yo debil del histerico es preciso suprimir los dos componentes mas
abstractos de la Irase
145
"no veo mas", que son el pronombre personal "yo" |je| (representado en castellano
por la desinencia verbal), y la negacion "no mas". Y conservar solamente la pura
sensacion subconsciente reducida a un simple "ver".
3. De este modo, nos queda solo el verbo "ver", que pertenece a lo subconsciente.
Elemento primitivo, sensacion pura, el "ver" escapa a todo dominio de un debil yo
sintetizador que quisiera asimilarlo mediante una elaboracion donde intervendria un
agente: el "yo" |je|, y una operacion abstracta: la negacion. Con Charcot, la
representacion era un "no veo mas" y se localizaba en el campo indeterminado de lo
mental; con Janet, la representacion es "ver" y se localiza en el campo bien
determinado de lo subconsciente. El nombre que da Janet a esta representacion
subconsciente, y rebelde al yo histerico, sera "idea Iija subconsciente".
4. Asi pues, la representacion "ver" constituye una representacion altamente
cargada de aIecto, aislada, desprendida del yo y dando vueltas por el espacio de lo
subconsciente. Como esta representacion subconsciente "ver" permanece excluida e
inintegrable en el conjunto de representaciones que componen el yo histerico, la
actividad visual Ialtara tambien en el conjunto de las Iunciones yoicas. Digamoslo de
otra manera: como la representacion "ver" Ialta en el yo, entonces la vista le Ialtara al
sujeto (ceguera).
De este modo, la Ialta de la representacion "ver" en el yo se traduce por una
ausencia de vision en el cuerpo. La ceguera histerica no es provocada, pues, por la
accion de una representacion "no veo mas" (Charcot), sino por la Ialta de una
representacion subconsciente, rebelde al yo: "ver".
146
Detengamonos aqui un instante e invitemos al lector a repasar nuestros desarrollos
sobre la teoria Ireudiana del trauma como causa de la histeria. El lector comprobara
hasta que punto la "idea Iija" de Janet es la hermana gemela de la representacion
inconciliable de Freud. Dos hermanas aparentemente semejantes pero que se
convierten en dos seres radicalmente heterogeneos a partir del momento en que
irrumpe la sexualidad. Si, precisamente, con la sexualidad surge la conmocion
innovadora del aporte Ireudiano. Si Janet no Iue Freud, es precisamente porque nunca
pudo imaginar que el aIecto que inviste a la idea Iija Iuese un aIecto sexual.
91
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
TEORIA DE FREUD SOBRE LA CEGUERA HISTERICA
El "ver" subconsciente de Janet es reempla:ado en la teoria de Freud por
"ver" inconscientemente el sexo. La ceguera resulta de una restriccion violenta
del vo contra un inconsciente perverso. "Ya que tanto quieres ver cosas
sexuales, pues bien, no veras nada mas".
1. Freud toma de Janet la teoria de lo inconsciente y de la disociacion del yo, pero
introduce el Iactor revolucionario de la sexualidad. Segun Freud, el "ver" inconsciente
es una sensacion de placer sexual escoptoIilico obtenido durante la percepcion del
encanto sexual del objeto amoroso. Subrayemos el doble aspecto de la sexualidad: hay
algo sexual en el placer de mirar (escoptoIilia) y en el objeto que uno mira (encanto
sexual). Desde el momento en que se considera a la sensacion "ver" como una
sensacion sexual, y al objeto mirado como un objeto sexual, se modiIica y debe ser
enteramente revisada toda la dinamica de la relacion entre el yo, lo consciente y lo
inconsciente.
147
2. Puesto que el "ver" inconsciente es sexual, entonces el yo histerico, en lugar de
asimilar y sintetizar este "ver", como creia Janet, va a intentar por el contrario aislarlo
mas y, para decirlo todo, reprimirlo. Para Janet, el yo histerico esta enIermo por ser
debil, mientras que para Freud, como veremos, esta enIermo por hallarse
excesivamente oIuscado. El yo reprime tan violentamente la representacion sexual para
el intolerable "ver", que suprime deIinitivamente toda Iuncion visual. La ceguera
histerica se explicaria segun Freud como el resultado de una represion demasiado
desmesurada, eIectuada por un yo que se ensaa con el "ver" sexual e intolerable; un
yo tan indignado ante la sexualidad y que pretende contrarrestarla tan torpemente que
acaba por cegarse y por hacerse dao a si mismo. La ceguera histerica es el eIecto
observable y maniIiesto de la lucha subterranea librada contra lo sexual por un yo
desesperado.
Si comparamos la teoria Ireudiana de la psicogenesis de un sintoma de conversion
con las otras dos teorias de la Escuela Irancesa, estaremos en presencia de tres
concepciones del "yo" histerico perIectamente diIerenciadas: el yo demasiado
permeable de Charcot, el yo demasiado debil de Janet y el yo demasiado desesperado
de Freud.
92
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
TEORIA DE LACAN SOBRE LA CEGUERA HISTERICA NUESTRA
LECTURA
" Jer" inconscientemente el sexo en la teoria de Freud se traduciria en Lacan
por. "El vo es un ofo erogeno que mira el sexo del Otro", se traduciria ademas
por. "El vo es un falo que mira el falo del Otro", se traduciria finalmente por.
"El vo es un falo que mira la potencia /impotencia del Otro".
148
No emprenderemos aqui el examen exhaustivo de la teoria lacaniana de la mirada,
que hemos desarrollado en otro lugar.
19
Nos limitaremos a destacar el aporte, crucial a
nuestro juicio, de Lacan respecto de la concepcion Ireudiana de la ceguera histerica.
En que consiste la particularidad de la avanzada lacaniana respecto de las tres
teorias precedentes? Lacan introduce una modiIicacion sustancial en el esquema
propuesto por Freud para explicar la ceguera histerica. Esta modiIicacion puede
resumirse en una breve Irase: Iantasmatizar el esquema Ireudiano. Que queremos
decir? Que Lacan interpreta el "ver" inconscientemente el sexo propuesto por Freud,
como una accion desplegada entre dos personajes principales de una escena
Iantasmatica, el yo y el Otro. "Ver" el sexo en lo inconsciente pasaria a ser: "el yo mira
el sexo del Otro". Estos dos personajes, el yo y el Otro, son los actores del Iantasma de
castracion. Por un lado, ya no se trata del yo represor descubierto por Freud, sino de un
yo-ojo-erogeno captando visualmente la Ialla del Otro castrado. EnIrente, tenemos
precisamente al Otro, personaje caracteristico que habiendo sido castrado no tiene otro
sexo que el agujero dejado por la ausencia de Ialo. Asi, "ver" el sexo en lo inconsciente
se transIorma en: unos ojos erogenos miran el agujero del Otro. Si seguimos la logica
del Iantasma de castracion que estableciamos en los capitulos anteriores, diremos que
el yo-ojo-erogeno no solo percibe la Ialla en el Otro sino que se identiIica con el objeto
Ialo del que el Otro Iue privado. De esto resulta entonces que el yo-Ialo percibe
visualmente la Ialta de Ialo en el Otro. Si traducimos esta ultima Iormula a terminos
mas generales, concluiremos diciendo que el yo mismo es un sexo en
149
busca de la Ialla del Otro; sea esta Ialla una impotencia o una potencia en demasia.
19
J. -D. Nasio, Le Regara en psvchanalvse, I y II (seminario inedito.!, 19Sb y 1987.
149
93
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
A los ojos del histerico, el sexo del Otro no es el pene y tampoco la vagina, sino
su Ialla revelada por una debilidad demasiado grande o por un exceso de potencia. Lo
que conmueve a un histerico no es el encanto de lo sexual (en el sentido de lo genital),
sino el encanto que emana de la Iuerza o, por el contrario, de la Iragilidad del
compaero. Freud aIirmaba que el ojo ciego del histerico no veia en la conciencia, pero
veia en lo inconsciente el encanto erotico del otro amado. Con Lacan, propondremos
que el ojo ciego del histerico es seducido por el encanto erotico emanado de otra
persona que no es ni viril ni Iemenina, sino desIalleciente u omnipotente.
150
94
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
EXTRACTOS DE LAS OBRAS DE S. FREUD Y DE 1.
LACAN SOBRE LA HISTERIA
`
La causa de la histeria no es el trauma de una agresion exterior, sino la huella
psiquica defada por la agresion. Esta huella, demasiado cargada de afecto, aislada,
penosa para el vo, debe entenderse como el origen del sintoma histerico
"El traumatismo psiquico, y como consecuencia su recuerdo, actuan a la manera
de un cuerpo extrao que mucho tiempo despues de su irrupcion continua ejerciendo
un papel activo."
20
Freud.
El origen de la histeria es la huella psiquica de un trauma de contenido sexual
"AIirmo, pues, que en la base de cada caso de histeria hallamos uno o varios
acontecimientos de una experiencia sexual prematura."
21
Freud.
151
La histeria es una enfermedad provocada por una mala defensa del vo. la
represion. Asi, pues, la histeria es llamada "histeria de defensa"
"La irrupcion de la histeria se remonta casi invariablemente a un conIlicto
psiquico, a una representacion inconciliable que pone en accion la deIensa del yo y
provoca la represion."
22
Freud.
"Para que se Iorme un sintoma histerico tiene que haber un esIuerzo de deIensa
contra una representacion penosa."
23
Freud.
La conversion es un fracaso de la represion, consiste en la transformacion de una
sobrecarga energetica que pasa del estado psiquico (representacion inconciliable) al
estado somatico (sufrimiento corporal)
*
Las Irases en bastardilla que anteceden a las citas, son del autor. Expresamos aqui nuestro
reconocimiento a los editores de las obras de Freud y Lacan que nos permitieron reproducir las
respectivas citas.
20
Le mecanisme psychique des phenomenes hysteriques", Eludes sur
lhvsterie, P.U.F., 1981, pag. 4.
21
L'etiologie de l'hysterie". Nevrose, psvckose et perversion, P.U.F., 1978,
pag. 95.
22
Ibid., pag. 192.
23
Ibid., pag. 104
95
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
"En la histeria, la representacion inconciliable se ha tornado inoIensiva debido a
que su suma de excitaciones es trasladada a lo corporal, proceso para el cual propondre
el nombre de conversion."
24
Freud.
Tres autores en la historia de la histeria que afirman hasta que punto los
sintomas somaticos de conversion no obedecen a ninguna lev de la anatomia o de la
fisiologia del cuerpo, sino que dependen de otra anatomia eminentemente imaginaria.
152
Janet: "Estas anestesias |histericas| en segmentos geometricos no corresponden a
regiones anatomicas inervadas por un tronco nervioso, sino a organos enteros tal como
son concebidos y delimitados por el pensamiento popular. Tienen Iorma de manga de
chaqueta, de gigot, de puo de camisa."
25
Freud: "Sostengo (...) que la lesion de las paralisis histericas debe ser totalmente
independiente de la anatomia del sistema nervioso, ya que la histeria se conduce en sus
paralisis y otras maniIestaciones como si la anatomia no existiera o como si no tuviera
de ella ningun conocimiento.
(...) |La histerica| toma los organos en el sentido vulgar y popular del nombre que
llevan: la pierna es la pierna hasta la insercion de la cadera, el brazo es la extremidad
superior tal como se perIila bajo la ropa."
26
Lacan:"(...) no se hace una paralisis ni una anestesia segun las vias y la topograIia
de las ramiIicaciones nerviosas. En la anatomia nerviosa, nada corresponde en absoluto
a lo que se produce en los sintomas histericos. Pues siempre se trata de una anatomia
imaginaria."
27
El sufrimiento vivido por el histerico en un sintoma de conversion equivale a la
satisfaccion de un orgasmo, v la parte del cuerpo que es asiento de la conversion toma
el valor de un organo sexual
153
24
Les psychonevroses de deIense", Nevrose, psvchose et perversion, ob. cit., pag. 4
25
Etat mental des hvsteriques, vol. I, RueII et Cie, 1894, pag. 111.
26
Paralysies motrices organiques et hysteriques", Resultais, dees,problemes, I,
P.U.F., 1984, pag. 55.
27
Le Seminaire, livre III, Les Psvchoses (texto establecido por Jacques-Alain Miller),
Jacques Lacan, col. "Le champ Ireudien" Seuil, 1981, pag. 201.(Trad. esp.: El Seminario,
libro 3, Las psicosis, Barcelona, Paidos, 1984.)
96
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
"Incontables sensaciones e inervaciones que, con el caracter de sintomas de la
histeria, se localizan en organos al parecer desprovistos de toda relacion con la
sexualidad (...), constituyen otras tantas satisIacciones de deseos sexuales perversos."
28
Freud.
"|La histeria intenta| sustituir los organos genitales por otros organos que se
conducen entonces como organos genitales de sustitucion (...) |organos que| ademas de
su Iuncion normal desempearian tambien un papel sexual, erogeno, que a veces
resulta dominante."
29
Freud.
"Los sintomas representan la actividad sexual de los enIermos."
30
Freud.
El sintoma de conversion desaparece cuando cobra un valor simbolico producido
por la escucha del psicoanalista
"Los sintomas se resuelven al averiguarse su signiIicacion psiquica."
31
Freud.
Freud cambia su teoria etiologica de la histeria. el origen de la histeria no es va
un trauma sino un fantasma
154
"El acento ya no recae sobre el elemento 'traumatico' en las experiencias sexuales
inIantiles (...). La textura de la neurosis y su relacion con la vida de los enIermos solo
se hicieron transparentes cuando se introdujo el elemento de los Iantasmas
histericos."
32
Freud.
"Los sintomas histericos no son otra cosa que los Iantasmas inconscientes que
hallan por conversion una Iorma Iigurada."
33
Freud.
La vida sexual del histerico es una paradofa que hace sufrir. un cuerpo muv
eroti:ado coexiste con una :ona genital anestesiada
28
Introducon a la psvchanalvse, Payot, 1988, pag. 288.
29
Ibid., pag. 288.
30
"Mes vues sur le role de la sexualite dans l'etiologie des nevroses"Resuliats,
idees, problemes, I, ob. cit., pag. 120.
31
Cinq Psvchanalvses, P.U.F., 1981, pag. 28.154
32
Mes vues sur le role de la sexualite dans l'etiologie des nevroses".Resultais, idees,
problemes. I, ob. cit., pag. 117.
33
"Les Iantasmcs hysteriques et leur relation a la bisexualite", Nevrose,psvchose et
perversion, ob. cit., pag. 151.
97
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
"(...) el enigma contradictorio planteado por la histeria (...) |es| la pareja de
opuestos constituida por una necesidad sexual excesiva y un rechazo exagerado de la
sexualidad."
34
Freud.
"No vacilo en considerar histerica a toda persona a quien una ocasion de
excitacion sexual provoca (...) asco, presente o no esta persona sintomas somaticos."
35
6
Freud.
Que es el asco?Es una repulsa brutal de la sexualidad genital, efectuada no en
el plano genital (vaginismo, etc.)
155
sino en el nivel digestivo. La boca pasa a ser un sexo que vomita, v el compaero
sexual se reduce a un obfeto repulsivo
"Solo en la Iuncion en que el objeto sexual corre hacia la pendiente de la realidad
y se presenta como un paquete de carne, surge esa Iorma de desexualizacion tan
maniIiesta que se llama, en el histerico, reaccion de asco".
"No he tomado al azar la Iuncion del asco. Hay en verdad dos grandes vertientes
del deseo segun puede surgir en la caida de la sexualizacion: por un lado, el asco
engendrado por la reduccion del compaero sexual a una Iuncion de realidad,
cualquiera que sea; por el otro, lo que he llamado, a proposito de la Iuncion escopica, la
invidia, las ganas. Las ganas son otra cosa que la pulsion escopica, y el asco otra cosa
que la pulsion oral."
36
Lacan.
Para Lacan, el deseo del histerico es ante todo un deseo de insatisfaccion. He aqui una
confirmacion de Freud
"Aquello que |los histericos| anhelan mas ardientemente en sus ensoaciones, lo
rehuyen no bien la realidad se los oIrece, y mas gustosos se entregan a sus Iantasmas
cuando ya no es de temer ninguna realizacion."
37
Freud.
34
Trois Essais sur la theorie sexuelle, trad. por Philippe oeppel, Gallimard,
1987, pags. 78-79.
35
Cinq Psvchanalvses, ob. cit., pag. 18.
36
Le Seminaire, livre XI, Les Quatre Concepts fondamentaux de la psvchanalvse
(texto establecido por Jacques-Alain Miller), Jacques Lacan, col. "Le champ Ireudien"
Seuil, 1973, pag. 157. (Trad. esp.: El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanalisis, Barcelona, Paidos,1986.)
37
Cinq Psvchanalvses, ob. cit., pag. 83.
98
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
El histerico adopta con sorprendente facilidad tanto el papel del hombre como el de la
mufer, pero sobre todo el
156
papel del tercer personafe por el que se instala el conflicto. Escenifica dramas, se
entromete en revertas v luego, una ve: caido el telon, advierte con el dolor de la soledad
que todo no fue mas que un fuego del que el es la parte excluida
"La identiIicacion es un Iactor importantisimo en el mecanismo de la histeria.
Gracias a este medio los enIermos pueden expresar a traves de sus maniIestaciones
morbidas los estados interiores de gran numero de personas y no solamente los propios;
pueden suIrir en cierto modo por una multitud de individuos y desempear ellos solos
todos los papeles de un drama."
38
Freud.
Jacques Lacan supo resumir en una frase dificil, pero notable, el poder del histerico de
extender hacia el afuera, mucho mas alla de los limites de nuestro cuerpo real, la
presencia intensa del cuerpo libidinal. La libido es aqui un organo que, a la manera de
un bra:o flexible v extensible, lleva muv lefos a ese cuerpo libidinal que Lacan llama "el
ser del organismo"
"La libido es esa laminilla que desliza el ser del organismo a su verdadero limite, que
va mas lejos que el del cuerpo. Esta laminilla es organo por ser instrumento del
organismo; a veces es como Ilexible, cuando el histerico juega a experimentar su
elasticidad hasta el extremo".
2039
Lacan.
La mufer histerica ignora lo que es el sexo femenino v para saberlo pasa por la
intermediacion del padre, portador
157
del pene. La histerica se instala en el deseo del padre, para saber desde este lugar que
cosa tiene una mufer de deseable, v para intentar vivir la misma sensacion que experimenta su
padre de poseer un pene. Cree asi que llega a simboli:ar tal ve: el organo sexual femenino
"Cuando Dora aparece interrogandose sobre que es una mufer?, intenta simbolizar el
organo Iemenino como tal. Su identiIicacion con el hombre, portador de pene, es en esta
ocasion para ella un medio de acercarse a esta deIinicion que se le escapa. El pene le sirve
literalmente de instrumento imaginario para aprehender lo que no logra simbolizar."
40
Lacan.
38
LInterpretation des reves, P.U.F., 1967, pag. 136.
39
Ecrits, Seuil, 1966, pag. 848.
40
Le Seminaire, Hvre III, ob. cit., pag. 200.
99
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
"(...) Que es ser una mufer y, especiIicamente, que es un organo femenino? Observen que
nos hallamos aqui ante algo singular: la mujer |histerica| se interroga por lo que es ser una
mujer, asi como el sujeto |histerico| masculino se interroga por lo que es ser una mujer."
41
Lacan.
"(...) el deseo de la histerica (...) es sostener el deseo del padre (,..)."
42
Lacan.
158
41
Ibid., pag. 193.
42
Le Seminaire, livre XI, ob. cit., pag. 38.
100
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
SELECCIN BIBLIOGRFICA SOBRE LA
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205,Seuil, 1981.|Trad.esp.:/Semmrio, Iibro3,Las psicosis, Barcelona, Paidos, 1984.|
La Relation dobfet (seminario inedito), lecciones del9, 16 y 23 de enero de 1957.
Les Formations de linconscient (seminario inedito),lecciones del 7, 14 y 21 de mayo, 11
y 18 de junio de1958.
Le Desir et son interpretation (seminario inedito),leccion del 10 de junio de 1959.
Le Transferi (seminario inedito), lecciones del 12 y 19de abril, 21 de junio de 1961.
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165
104
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
INDICE DE AUTORES CITADOS
Abraham, : 108, 125, 131, 132, 162
Audouard, X.: 48
Benoit, P.: 32, 162
Bemheim, S.: 143
Binet, A.: 141
Bonnet, G.: 162
Brenman, E.: 126, 162
Breuer: 127
Briquet, P.: 141, 143, 144
Brun, D.: 162
Charcot, J.-M.: 25, 69, 141-146, 128, 148
Chemama, R.: 162
Deleuze, G.: 162
Denier, P.: 163
Dolto, F.: 163
Dor, J.: 163
Fairbairn, R.: 163
Falade, S.: 163
Fenichel, O.: 163
Ferenczi, S.: 102
Freymann, J.-R.: 163
Green, A.: 163
Harari, R.: 163
Israel, L.: 163
Janet, P.: 25, 141-148,
163
Jones, E.: 57
lein, M.: 126
Laplanche, J.: 126,163
Leibniz, . G.: 144
Loeenstein, R.: 163
Maillet, C: 74
Maine de Biran: 144
Maldavsy, D.: 164
Millot, C: 164
Moebius P.-J.: 127, 164
Nasio, J.: 164
Nasio, J.-D.: 56, 68, 85,
105
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
149
Nietzsche, F.: 86
Parcheminey, G.: 163
167
Parmenides: 113
Perrier, F.: 164
Platon: 67, 136
Plotino: 114
Pommier, G.: 164
RosenIeld, H.: 126
Rosolato, G.: 164
This, B.: 164
Thomas, M.-Cl.: 164
Valery, P.: 45
idlocher, D.: 165
inter, J.-P.: 165
isdom, J.-O.: 165
168
106
SUMARIO
Apertura
!" $%&'$% () "* +,&')$,* )- *-.",&,&
Un yo insatisIecho 16
Un yo histerizador 18
Un yo tristeza 21
DiIerencia entre la histeria, la obsesion y la Iobia 22
/*& 0*1&*& () "* +,&')$,*
Nuestra lectura de la primera teoria de Freud.
El origen de la histeria es la huella
psiquica de un trauma 25
La histeria es provocada por una deIensa inadecuada del yo: la represion 28
169La histeria es provocada por el Iracaso de la represion: la conversion 30
El suIrimiento del sintoma de conversion
es el equivalente de una satisIaccion
masturbatoria 32
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
La eleccion de organo, asiento de la conversion 33
El sintoma de conversion desaparece si sobra
un valor simbolico, el que produce
la escucha del psicoanalista 36
Nuestra lectura de la segunda teoria de Freud:
el origen de la histeria es un Iantasma
inconsciente 39
/* 2,(* &)31*" ()" +,&'4$,0%
La vida sexual del histerico es una paradoja,
y esta paradoja es la expresion dolorosa
de un Iantasma inconsciente 45
La paradoja de la vida sexual del histerico 47 La mujer histerica y el goce de lo abierto 48
170
/%& 5*-'*&6*& +,&'4$,0%&
El Iantasma inconsciente que origina la histeria
es un Iantasma visual: la amenaza de castracion
entra por los ojos. El caso del nio varon 51
La angustia Iantasmatica destinada a
convertirse es una angustia intolerable
llamada "angustia de castracion" 52
La angustia de castracion es inconsciente 53
El Iantasma de la histeria
es un "congelamiento de imagen" en un momento
de la evolucion libidinal del nio: la Iase Ialica 54
108
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
El Iantasma visual de castracion,
origen inconsciente de la histeria.
El caso de la nia 55
171
Que es la conversion histerica?
Un Ienomeno de Ializacion
del cuerpo no genital y de desaIeccion
del cuerpo genital 59
Que es lo que se convierte en la conversion
histerica? La angustia de castracion se convierte
por un lado en un exceso de erotizacion del cuerpo
no genital y, por el otro, paradojicamente, en una
inhibicion de la sexualidad genital 63
!" 7')$% )- "* +,&')$,*8 1- 5*-'*&6*
51-(*6)-'*" 67
9,5)$)-0,* )-'$) "%& 5*-'*&6*& +,&'4$,0%: %;&)&,2% < 5=;,0%
La angustia de castracion como centro del
Iantasma de la histeria es tambien el centro
de los Iantasmas obsesivo y Iobico 71
El Iantasma obsesivo 71 El Iantasma Iobico 72
172
Resumen 75
Retratos imaginarios del histrico
El psicoanalista escucha a su analizando representandose mentalmente el Iantasma
de castracion 81
109
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
El psicoanalista mira lo que escucha 84
El tratamiento psicoanaltico de la histeria y el fin del anlisis
El tratamiento de la histeria consiste en conducir
al analizando a atravesar con exito la prueba
de la angustia de castracion 87
En una cura, el analizando se separa dos veces:
primero de el mismo y despues de su analista 89
173
La histeria de transIerencia. Las condiciones que conducen al analizando a las puertas
de la prueba de angustia 92
El deseo del neurotico es un deseo de angustia 96
La accion del psicoanalista apunta a resolver la histeria de transIerencia 98
Descripcion del atravesamiento de la prueba de angustia 100
El duelo de un analisis terminado no es
el duelo de mi analista, sino el duelo
de una Iiccion y de una angustia 101
Atravesar la angustia es dar paso al dolor del duelo 106
174
El dolor del duelo no es dolor de perder,
110
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
sino dolor de reencontrar lo que se perdio
sabiendolo uno irremediablemente perdido 107
Atravesar la angustia es reencontrar el lugar de nacimiento de aquel que nunca deje de
ser 113
El atravesamiento de la angustia modiIica la percepcion de mi propia identidad sexuada
117
Puntuaciones
Lectura de la Iormula lacaniana del Iantasma histerico 121
Presencia libidinal de la histeria: un ejemplo clinico 123
Ejemplo de un Iantasma Iemenino
de odio y angustia histerica
hacia la madre-Ialo 123
175
Preguntas y respuestas
sobre la histeria 125
La ceguera histerica segun las teorias de Charcot, Janet,
Freud y Lacan 141
Extractos de las obras de S. Freud
y de J. Lacan sobre la histeria 151
111
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
Seleccion bibliograca sobre la histeria 159
indice de autores citados
176
112
J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA PROFUNDA
(cont.)
69. R.Fliess (comp.),.Reich y otros
- Escritos psicoanaliticos funda
mentales
70. Georges Amado - Del nio al
adulto. El psicoanalisis v el ser
71. Jean Guillaumin - Los sueos y
el vo. Ruptura, continuidad,
creacion en la vida psiquica
72. I. Berenstein - Psicoanalisis de
la estructura familiar
73. M. A. Mauas - Paradofas psko-
analiticas
74. N. Yampey - Psicoanalisis de la
cultura
75. C. M. Menegazzo -Magia, mitov
psicodrama
76. L. Grinberg - Psicoanalisis. As
pectos teoricos v clinicos
77. D. J. FeldIogelyA. B.Zimerman
(comps.) - El psiquismo del nio
enfermo organico
78. C. G. Jung - Energetica psiquica
v esencia del sueo
79. C. D. Perez - Masculino-Fe
menino o la bella diferencia
80. S. Freud - Esquema del psico
analisis
81. D. Lagache -ObrasI 11932-1938)
82. D. Lagache - Obras II (1939 -
1946)
83. D. Lagache - Obras III (1947 -
1949)
84. D. Lagache - Obras IJ (1950 -
1952)
85. M. Balint - La falta basica
91. M. Mannoni - El nio retardado
v su madre
92. L. C. H. Delgado - Analisis
estructural del dibufo libre
93. M. E. GarciaArzeno-Elsindrome
de a nia puber
94. C. D. Perez - Un lugar en el es
pefo. El espacio virtual de la cli
nica
95. M. Mahler - Estudios 1. Psicosis
infantiles v otros trabafos
96. M. Mahler -Estudios 2 -Separa
cion u individuacion
97. C. S. Hall - Compendio de psico
logia freudiana
98. A. TallaIerro - Curso basico de
psicoanalisis
99. F. Dolto - Sexualidad femenina
100. B. J. Bulacio y otros - De la dro
gadiccwn
101. Irene B. C. de rell (comp.) - La
escucha, la histeria
102. O. F. ernberg - Desordenes
fronteri:os v narcisismo patolo
gico
103. D. Lagache - El psicoanalisis
104. F. Dolto -La imagen inconsciente
del cuerpo
105. H. Racer - Estudios sobre tec
nica psicoanalitica
106. L. J. aplan - Adolescencia. El
adios a la infancia
107. S. Rosen -Mi vo: ira contigo. Los
cuentos didacticos de M. H.
Erickson
108. M. Perez Sanchez - Observacion
de nios
110.H. ohut - Como cura el anali
sis?
111.H. Maver - Histeria
112.S. P. Ban y M. D. ahn - El
vinculo fraterno
113.C. G. Jung-Aion. Contribucion a
los simbolismos del si-mismo
114.C. G. Jung -Las relaciones entre
el vo v el inconsciente
115.C. G. Jung - Psicologia de la de
mencia preco:. Psicogenesis de
las enfermedades mentales 1
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conceptos freudianos
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J u a n D a v i d N a s i o E l d o l o r d e l a h i s t e r i a
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