Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Billiken Bajo La Dictadura

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 4

DOMINGO, 21 DE MAYO DE 2006

INVESTIGACIONES >BILLIKEN BAJO LA DICTADURA


Dictadura para principiantes
Mensajes sobre los peligros de andar por la calle. Historietas protagonizadas por militares.
Profticas siluetas vacas que representan a los que no estn. Profusin de lenguaje bblico.
Insinuaciones racistas. Ausencia de discapacitados, viejos y hasta adolescentes. Y todo en pos del
orden, la familia y el trabajo. Esto es exactamente lo que Paula Guitelman encontr baj las
coloridas tapas de los Billiken publicados bajo la ltima dictadura. Por Cecilia Sosa
Billiken: Un 10 en la escuela. Quin no recort alguna vez sus figuritas, subray sus efemrides
o dibuj un bigote sobre un hroe de mayo? Tras ese mundo de blancas palomitas visitado por
generaciones argentinas se oculta otro un poco ms oscuro, ms silencioso y sin dudas ms
sorprendente. En La infancia en dictadura. Modernidad y conservadurismo en el mundo de
Billiken, Paula Guitelman, graduada en Comunicacin, docente e investigadora, se ocup de
revisar los ejemplares correspondientes al perodo 76-83 y se encontr con un reino entre
fantstico y espeluznante que con cndido fervor cientificista se ocup de escribir la vida
cotidiana dictatorial, purgada de su lado oscuro, y satisfaciendo la pulsin de orden que desvelaba
al gobierno militar.
La revista Billiken comenz a salir en 1919 y se sigue editando hasta hoy, cuando adems cuenta
con un sitio web (billiken.com.ar). Icono cultural de la clase media y nunca opacada por su
inconstante rival Anteojito, su coleccin completa se ha convertido casi en material incunable
que se guarda con inusitado celo en alguna privilegiada biblioteca nacional. Paula Guitelman
naci en el 77, tiene 29 aos, y su primer contacto con la revista fue como lectora de la Billiken
democrtica. A la otra accedi a travs de hemerotecas a partir de 2002 y gracias a una beca de
investigacin colectiva Ubacyt que puso el foco en el tradicionalismo de la Editorial Atlntida y
que en su caso termin primero como tesina y ahora como libro.

Las revistas para adultos de la editorial mostraban una posicin totalmente funcional a la
dictadura; a m me interesaba saber qu pasaba con la revista infantil, si apareca o no en Billiken
alguna alusin al golpe militar. Lo primero que me sorprendi fue la omisin total de la dictadura.

No slo porque no aparece mencionada en ningn lado sino tambin porque resulta raro que en
un revista que recurra permanentemente a cronologas tales como Qu fue lo ms importante
que pas en el ao 1976 o en 1977, el 24 de marzo no apareciera y en cambio s se celebrara
el centenario del nacimiento de Constancio C. Vigil (fundador de la revista) o los premios de Nadia
Comaneci.
Autorreferencial, moralizante, duea de una euforia cientificista casi proftica, obsesivamente
higienista y hasta racista; en fin, un perfecto compendio del peor sentido comn argentino.
Operacin macabra o la mayor sutileza en el arte de la coercin infantil? Guitelman prefiere
evitar el juicio: Cualquiera puede ver estas notas, todo estaba ah. Y cualquier padre puede haber
comprado las figuritas del 25 de Mayo para su hijo sin advertir que en los detalles ms pequeos
se estaba legitimando la idea de autoridad, obediencia y disciplina. Por eso me interes la revista:
era la entrada a una vida cotidiana que se continuaba ms all del miedo.
SIN HISTORIA, SIN CONFLICTO
Fomentada por padres y maestros, Billiken siempre tuvo secciones fijas en coincidencia con la
organizacin escolar. Es notable lo poco que queda en la divisin que haca la revista para las
Ciencias Sociales: con suerte queda la Geografa. Y si aparece algo referido a la Historia es
siempre a una historia universal o a una historia argentina remota, siempre como una visita al
museo. Del presente, nada. El conflicto no aparece ni explcita ni implcitamente. En el mundo
Billiken, no hay o no encontr, un hermano que se pelea con otro, un padre que discute con un
hijo, algn cuestionamiento a la autoridad, y menos que menos una protesta en el espacio
pblico. El espacio pblico es slo para circular y en este marco sorprende la insistente cantidad
de notas relacionadas con la seguridad vial: la calle es peligrosa, dice Guitelman.
TECNOFILIA
La hiptesis de la autora es que en Billiken se da una paradoja fundamental: la de un
modernismo-conservador, una euforia cientificista que se combina con los valores ms
retrgrados. En un contexto donde lo poltico aparece totalmente omitido, la palabra orden
aparece continuamente y la exaltacin de la ciencia se realiza de la mano de la disciplina, la
transparencia, la vigilancia y el control, cuenta Guitelman. El lenguaje bblico se cuela en toda la
revista. Una edicin aniversario dice que Billiken naci para alcanzar la pacificacin espiritual y
aun cuando los nuevos Mesas sean la mquina o una inteligencia endiosada, muchas veces las
notas terminan en un que as sea. Slo falta el Amn. Casi una Biblia para chicos.
QUIEN ES QUIEN
Las notas favoritas de Billiken en esa poca son las que descubren los quehaceres del barrio: Un
paseo para ver quin trabaja o Quin es quin en la esquina de tu casa, donde una ilustracin
a doble pgina muestra los distintos negocios del barrio (la panadera, el banco, los bomberos, el
correo, la carnicera) y tambin, a modo de espeluznante profeca, las siluetas blancas de los que
no estn. Eso es lo que le importa a Billiken: que uno sepa quin es quin, acostumbrar al chico
a ser claro, a tener roles precisos, a saber con quin habla. Todo tiene que estar claramente
ubicado, ordenado. Tambin hay secciones como Secreteando misterios donde incluso se dice
siempre es muy lindo tener alguna incgnita para develar. Es muy fuerte toda esa cosa
detectivesca cuando no se estaba exactamente jugando a las escondidas.
AUSENCIAS
Un dato llamativo para Guitelman es que en Billiken no hay jvenes ni adolescentes. Como si los
chicos que leen la revista no tuvieran hermanos o primos que trabajaran o que fueran a la
universidad. Tampoco casi aparecen abuelos. Como si todo aquel que pudiera contar cmo eran

las cosas antes o en ese momento estuviera ausente. Slo hay nios y padres jvenes, una
prolijita familia nuclear que se mantiene segura en el hogar. Discapacitados, nunca; tampoco
chicos de otras religiones. Hay uno del que se dice que es judo pero que, sorpresivamente,
tambin va a la iglesia.
RAZA BLANCA
El trato a los otros raciales es increble dice la investigadora. En una nota se dice Vos, yo y la
raza blanca, dando por supuesto que ese vos, destinatario de esta revista, y yo, quien la
escribo, somos del mismo palo. El nio Billiken es blanco, rubiecito y de ojos verdes; un nio nico
y esencial frente a la masa informe de otros, el japonesito de ojos oblicuos o el negrito de pelo
crespo.
VIRILES
Dentro de la lgica de omisiones casi fantsticas que operan en la revista, Guitelman se
sorprendi de encontrarse con el Coronel Leal. A tres o cuatro meses del golpe aparece una
historieta llamada Operacin 90: las Fuerzas Armadas, representadas como defensores de la
patria y como conquistadores del desierto, deben llegar al Polo y plantar la bandera argentina.
El protagonista es el Coronel Leal, un hombre que no duda del cumplimiento de su objetivo
final, que siempre tiene la sangre fra. En uno de los cuadros, el Coronel Leal ha triunfado, se
emociona y llora, pero la historieta se ocupa de aclarar que sus lgrimas son viriles, lgrimas de
hombre, seala Guitelman.
QUE PREMIOS
En Billiken los militares no slo libran batallas; tambin se mantienen junto a las aulas para
premiar mejores alumnos y conductas ejemplares. Cmo? Llevndolos a pasear por los
lugares histricos, culturales, tecnolgicos y tursticos ms importantes de regin: la central
nuclear Atucha, la represa de Salto Grande, el monumento a la bandera de Rosario o los hornos
de Zapla. Todo tiene que ver con esa ptica cientfica, tcnica, ingenieril que se buscaba
imponer, dice Guitelman.
PLATITA
Otra de las sorpresas fue la constante aparicin del dinero en una revista para chicos. No slo se
subraya el dinero y la propiedad privada desde una perspectiva utilitaria, tambin por lo
cuantificable, lo medible, lo ordenable. El pobre est totalmente omitido y se da por supuesto que
los chicos ahorran. Y en el momento de organizar la asignacin mensual lo primero que aparece
es la suscripcin anual a Billiken!, cuenta Guitelman. Pero lo ms escalofriante para ella de todo
fue encontrar una lista que enumeraba las cosas que el nio no puede comprar: una conciencia
tranquila, la garanta de no tener pesadillas, un documento de identidad. Es una lista de ironas:
al da de hoy hay muchos chicos que desconocen su identidad.
OPERACION PLANCHADO
Billiken no duda de los roles de gnero. Siempre hay un padre que mantiene el hogar y una
madre ama de casa. No se espera de la nia otra cosa que aprenda a ser como su mam. Los
hombres pueden ser astronautas y manejar tecnologa de punta, la mujer cocina, aprende corte y
confeccin, y a lo sumo maneja la licuadora; su mayor expedicin es ir al supermercado. Me re
cuando encontr una nota en la que se muestra que los hombres miden con regla y las mujeres
con cucharas y tenedores, dice Guitelman.
EL CUERPO

Si la primera tapa de Billiken (1919) fue la estampa de un chico despeinado y embarrado en el


potrero, para la segunda mitad de los 70 desaparecen las barras de amigos y ganan las imgenes
individuales, donde el cuerpo se presenta como mquina. Por eso eleg para la tapa del libro la
imagen de una mueca que muestra los engranajes de un grabador. El ser humano es una
mquina que puede rer, llorar y, en letras chicas y como dicho en voz baja, que tambin cuenta
con un mecanismo de reproduccin, como para que nadie pregunte demasiado, sonre la autora.
Adems, cuando se habla del control de la salud siempre aparece bajo metforas blicas: guerra
contra las caries, disparen contra la gripe o las vacunas veneno contra veneno. La idea de
extirpar lo disfuncional se hace presente hasta en el consultorio del pediatra.
La infancia en dictadura
de Paula Guitelman
Ed. Prometeo Libros

También podría gustarte