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Piel de Asno

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Esc. Sec. Tec. No.

5
“Genaro Reyna Soto”

EQUIPO: 4

ALUMNAS:

• LUPITA
• SUGEY
• ZAIRA

.
Piel de asno

n un remoto país,

existe un rey poderoso

y justo que estaba

casado con una mujer

más hermosa y buena

que pueda imaginarse


El matrimonio real era especialmente feliz
viendo crecer a su hija, una niña que
se mostraba igual de bonita, dulce y virtuosa
que la madre. Era una familia tan especial que
todo su alrededor era tan maravilloso.

Por eso no os sorprenderá saber que en las


cuadras del rey, tratado con el mayor lujo,
vivía un asno de apariencia vulgar, que
sin embargo era prodigioso: aquel animal
no desprendía excrementos, como los otros,
sino que echaba monedas de oro para que
el rey acumulara aun mas sus riquezas en su
hermoso reino. Sin embargo, la felicidad
y la alegría casi nunca son eternas
y la desgracia llego también a aquel reino
de maravilla, pues un día la reina enfermo
gravemente de un mal desconocido.
Ningún médico sabía como curarla
y la reina perdía sus fuerzas cada día ante
la desesperación de su esposo. Viéndose
morir, la reina le llamo y le dijo:

-Amado mío, sé que voy a morir y deseo


que me prometas algo antes de dejarte:
quiero saber que no te volverás a casar,
a menos encuentres a una mujer más
hermosa y discreta de lo que yo he sido.

Su esposo estaba tan apenado, que


se lo prometió todo sin pensar, mientras
ella moría en sus brazos. El rey pasó
muchos meses de tristeza y dolor, encerrado
y sin querer hablar con nadie, hasta
que poco a poco, volvió a ser el hombre
alegre que era antes de la muerte
de su esposa.
Llego un día en que el rey deseo volver a
tener a su lado a una esposa que le
acompañara en su soledad, pero había dado
su palabra de no casarse con una mujer
imperfecta, así que decidió reunir a todas las
damas, doncellas y nobles del reino que
estuviera en condiciones de contraer
matrimonio. Ninguna de ellas era tan virtuosa
como la antigua reina: si no eran más feas,
eran demasiado habladoras, chismosas
o egoístas, algunas eran demasiado
ambiciosas y otras carencias de encanto.

No había en
el reino ninguna
mujer como la
reina fallecida
excepto su hija,
la princesa,
y en su
desvarió,
el rey dio en
enamorarse
de su propia
hija.
La pobre niña lloraba de desgracia, cuando
apareció su hada madrina para aconsejarla:

-Pide a tu padre un regalo de boda que sea


imposible de conceder como condición para
casarte y así no podrá obligarte –le dijo
el hada madrina.

-Pero –respondió la princesa- ¿Qué cosa es


tan imposible para que un hombre tan
poderoso no pueda conceder?

-Le pedirías –contesta la hada- que te de la


piel de asno que tanto le enriquece. Tendrá
que elegir entre tu amor o perder su poder.
Pero el hada no contaba con que no hay
barreras para el loco amor y el rey,
trastornado por completo ante la pasión que
sentía, mato al asno y le dio la piel a su hija.
Entonces la hada madrina aconsejo
a su ahijada que huyera antes de que
se celebrase la boda.

-Te envolverás en la piel de asno para salir


e forma inadvertida –le dijo-. Mete
tus pertenencias
en este baúl, porque
es mágico y te seguirá
bajo tierra allá donde
vayas. Para poder abrirlo
y coger las cosas
de su interior, solo
tendrás que darle un golpe
en el suelo. De este
modo, la princesa huyo.
Estuvo mendigando
de pueblo en pueblo
para sobrevivir sin que nadie
la reconociera, hasta que llego a una granja
donde, a cambio del humilde oficio de limpiar
las porquerizas, le dieron una cama
en el desván y algo de comida.
La princesa trabajo hay sin que nadie
sospechara nada, pues la repugnante piel
de asno y el modo en que se tiznaba la cara
con hollín para pasar desapercibida la hacían
parecer en ser horroroso, el blanco
de las burlas de los granjeros que llamaban
Piel de Asno. Los días de fiestas, Piel de Asno
se encerraba en su miserable habitación y
sacaba el baúl mágico. Entonces se consolaba
de sus desgracias vistiéndose con sus
preciosos trajes de princesa y sus magnificas
joyas, solo por el placer de contemplarse
tan hermosa en el espejo.

Uno de esos
días paso por la
granja un
príncipe que
estaba de caza y
vio a la princesa
por una ventana
cuando se
acicalaba.
Completamente enamorada de la visión,
pregunto quién era la dulce doncella, pero
cuando vio a la muchacha de piel de asno,
salió huyendo despavorido.

Aun así, el príncipe cayó en una terrible


melancolía: enfermaba, suspiraba, recordaba
como soñaba despierto
y un día dejo de comer.

-Solo comeré un pastel que haya sido


cocinado por la dama de mi amor.

Entonces piel de asno cocino un pastel,


dejo caer en la masa uno de sus anillos
de princesa s hizo llegar el dulce al príncipe.

Este recibió el pastel con el anillo y pensó


que debía buscar a su dueña: una joven
con el dedo tan fino y como para
llevar un anillo tan estrecho.
Naturalmente, no puedo encontrar ninguna
dama con los dedos así, hasta que llego
a la granja. Todos se burlaron cuando
piel de Asno pidió que le dejara probárselo,
pero cuando vieron que el anillo se ajustaba
perfectamente al dedo nacarado
que se asomaba bajo la espantosa piel de asno,
reconocieron a su futura reina.

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