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Revista La Migraña N16 PDF

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revista

de anlisis poltico
N16 / 2015

A 10 AOS DEL
PROCESO DE
CAMBIO EN

BOLIVIA

EL PROCESO BOLIVIANO ENCLAVE

BREVE BALANCE

TRANSFORMACIONES EN LA

REGIONAL

ECONMICO Y SOCIAL

IGUALDAD DE GNERO EN

LVARO GARCA LINERA

DEL GOBIERNO DEL

MAS-IPSP
MARIANA ZEBALLOS

BOLIVIA
MARA EUGENIA ROJAS

revista de anlisis poltico N16

Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia


Jacha Marrka Sullka Irpataa Utta
Taqi Markana Kamachi Wakichana Tamtachawi Utta
awra Kawsaypura suyuta sullka Kamana
Rimanakuy u-mallina suyu kamana
Ttat guasu juvicha jakuerigua jembiapoa
Ttaguasuiomboat juvicha jembiapoa
Depsito legal: 4-13049-12
ISSNI: 78069
La Paz Bolivia
Consejo editorial
Hctor Ramrez, Gabriel Limache y Juan Carlos Pinto.

Participan en este nmero


lvaro Garca Linera, Salvador Schavelzon, Elmar Altvater, Grard Mauger, Farit
Limbert Rojas Tudela, Sue Yanamoto, Daniela Ochoa Ovando, Patricia Guzmn
Cabello, Mara Eugenia Rojas, Arnaldo Otegi Mondragn Logroo, Mariana Zeballos,
Cynthia Daniela Franco Pinto, Dra. Miren Itxaso Arias Arana, Alison Lemos Gama
da Silva PT, Juan ngel Caldern, Vctor Hugo Romero, Louca Lerch, Atilio Born,
Gabriel Alejandro Villalba Prez, Ricardo Rocha y Hjalmar Jorge Joffre-Eichhorn.
Edicin y correccin

Diseo
Gabriel Snchez
Ilustracin portada
Ricardo Rocha
Artes
Ricardo Rocha
El contenido de los artculos publicados en La Migraa es
de entera y exclusiva responsabilidad de sus autores.
Distribucin gratuita
Impreso en Bolivia

2015

CONTENIDO
Autor: Ricardo Rocha.

I SECCIN:
PARA SEGUIR PENSANDO
EL MUNDO DESDE BOLIVIA

Pg. 12

El proceso boliviano enclave regional


(lvaro Garca Linera)

Pg. 24

Podemos y la experiencia boliviana


Acerca de la construccin de un nuevo
proyecto espaol de voluntad popular
(Salvador Schavelzon)

Pg. 30

Acumulacin y violencia
(Elmar Altvater)

Pg. 34

Poltica del compromiso sociolgico


(Grard Mauger)

Pg. 44

Una lectura del fallo de la Corte


Internacional de Justicia
(Farit Limbert Rojas Tudela)

Pg. 48

Desafos para pensar la memoria


colectiva desde Bolivia
(Sue Yanamoto)

Pg. 52

La invencin de la poltica en Bolivia:


esbozo de una respuesta a la
reeleccin presidencia
(Daniela Ochoa Ovando)

Pg. 56

El rol de los medios de comunicacin en la


Poltica: Opinin publica vrs. Construccin
del Sentido Comn
(Patricia Guzmn Cabello)

II SECCIN:
LAS DEMOCRACIAS Y EL MAR

III SECCIN:
APORTES REVOLUCIONARIOS Y ORGANIZACIN

Pg. 64
Pg. 71

Autor: Ricardo Rocha.

Transformaciones en la igualdad de gnero


en Bolivia: un breve anlisis de los cambios y
brechas de gnero
(Mara Eugenia Rojas)
Carcel y lucha en el
Pas Vasco
(Arnaldo Otegi Mondragn Logroo)

Pg. 76

Breve balance econmico y social


del gobierno del MAS-IPSP
(Mariana Zeballos)

Pg. 82

Subjetividad y subversin en poltica:


reactualizando la historia desde abajo
(Cynthia Daniela Franco Pinto)

Pg. 90

Democracia Intercultural: la experiencia


de habitar cuidando la diversidad
(Dra. Miren Itxaso Arias Arana)

Pg. 94

La nacin en Bolivia: una lectura de


Fausto Reinaga a la luz de Franz Fanon
(Alison Lemos Gama da Silva, Mara Julia Gimnez)

Pg. 100

La alternativa educativa Por qu la


educacin es una alternativa?
(Juan ngel Caldern)

Pg. 106

Crnicas del desmantelamiento de Bolivia


(Vctor Hugo Romero)

IV SECCIN:
DEMOCRACIA INTERCULTURAL Y
DESCOLONIZACIN

Autor: Ricardo Rocha.

V SECCIN:
GEOPOLTICA Y DERECHOS HUMANOS

Pg. 114
Pg. 118
Pg. 122

Mapeas o te mapean: (geo) poltica de


un instrumento de gobierno en Bolivia
(Louca Lerch)
Imperio, Imperialismo y Extractivismo
(Atilio Born Entrevista)
Entendiendo la diplomacia de los pueblos
(Gabriel Alejandro Villalba Prez)

VI SECCIN:
CULTURAS Y LETRAS

Pg. 128
Pg. 130
Pg. 140
Pg. 144
IV SECCIN:
OJO LECTOR

Pg. 154

El escribir como una forma de transcender


(lvaro Garca Linera)
El arte plstico en oruro y la visibilizacin
de imgenes del indio
La construccin de la interculturalidad en el
marco de la comunicacin para el desarrollo
(Ricardo Rocha)
El Teatro del Oprimido
Mtodo de Fuerza en la Lucha por un
nuevo Sentido Comn
(Hjalmar Jorge Joffre-Eichhorn)
Sicko de Michael Moore Documental que
explora las crudas realidades del sistema de
salud norteamericano
(Javier Garca Bellota)

Libros sugeridos por la Biblioteca y Archivo


Histrico de la Vicepresidencia del Estado

Editorial

8U

n ao ms se va y empieza otro. Se
cumplir en enero el dcimo aniversario del inicio del proceso de cambio en nuestro pas. Parecen muchos
SDUD ORV SHULRGRV WRUPHQWRVRV \ FRQLFWLYRV
que ha vivido nuestro pas en el pasado, que
ha transcurrido entre golpes de Estado militares que protegan los intereses de los sectores
dominantes y democracias frgiles que cumplieron el mismo papel. La alternancia en el
poder fue casi una regla pues fueron varios los
que pugnaban por acceder al poder de Estado y
desde all lograr pingues ganancias personales
con las que muchos polticos del pasado se enriTXHFLHURQDFRVWDGHOVDFULFLRGHOSXHEOREROLviano, al que siempre le toco poner los muertos,
el maltrato, la discriminacin y el trabajo mal
pagado. Cuando las balas no podan detener
las protestas populares aparecan los periodos
democrticos en los que los partidos polticos
se apropiaron del escenario, para ofrecer electoralmente inclusin, trabajo y otras maravillas
que nunca se cumplan, pero que haban cumplido su propsito de hacer creer a las mayoras

que ellas elegan y decidan lo que ocurra en


el pas. As pasaron muchos aos de vida republicana y 20 aos de neoliberalismo en los que
o bien estuvimos intentando protegernos de
las balas y la desaparicin o bien votando por
quienes siendo de una condicin social diferente, reciban el apoyo de la diversidad bajo la ilusin de que podran cambiar el pas.
Tuvieron que pasar muchos gobiernos, para
convencernos de que en realidad ninguno de los
partidos tradicionales quera cambiar el pas y
que los cambios de maquillaje que algunos ensayaron, slo buscaban endulzar el proceso de
H[SORWDFLyQ \ H[FOXVLyQ SDUD QDOPHQWH VHJXLU
convirtindonos en cada vez ms pobres. Por eso
el 2005 y durante 10 aos el pueblo, el de esas
mayoras diversas y plurinacionales, voto por
alguien que lo expresaba y lo proyectaba como
SDtV SDUD QDOPHQWH VHU UHFRQRFLGR HQ HO H[WHrior y en el propio pas como el impulsor de una
revolucin en Democracia; vot por una identidad propia, expresada en el presidente Evo que
es uno de los de la mayora, de los que vivieron

Autor: Ricardo Rocha.

la miseria y la exclusin, por tanto alguien que


como lder est dispuesto a transformar el pas
por razones polticas y de compromiso existencial, hasta las ltimas consecuencias.
(QQDSDUWLUGHHVWHFRQWH[WRFRQHOTXHGHFLGLPRVLQLFLDUQXHVWUDUHH[LyQOOHJDPRVDOD
publicacin de nuestra revista Migraa 16, con
la que esperamos persistir en la deliberacin
como un factor importante para conocernos
y reconocernos en nuestra diversidad. ConWLQXDPRV FRQ OD UHH[LyQ VREUH HO SURFHVR GH
FDPELRFRQLQWHUHVDQWHVUHH[LRQHVGHMyYHQHV
acadmicos que apuestan a ser parte del mundo de las ideas que construyen pas. Desde el
exterior del pas, nos escriben y hacen llegar sus
FRODERUDFLRQHV WRGDV DSXQWDQGR D UHH[LRQDU
y ponderar la revolucin en democracia que
ha emprendido el pas y que es observada en
el mundo entero que nos reconoce como interlocutores vlidos en este largo pero necesario
camino de la autodeterminacin de los pueblos.
Otros han aprendido del proceso boliviano
para repensar su propio pas, como PODEMOS

de Espaa que ha emprendido una ruta de victorias que ya han quebrado el discurso unipolar
de los sectores dominantes del sistema.
Tambin queremos ponderar en medio de todas
las colaboraciones y aportes, la de Oaki que nos
escribe desde una celda en el pas vasco, para
compartir su compromiso poltico y sus sueos
plenamente vlidos para seguir construyendo la
autodeterminacin de nuestros pueblos. Esperamos de verdad que sigamos viviendo tiempos
LQWHUHVDQWHV TXH QRV KDJDQ FDGD YH] PiV DUmados en nuestra diversidad y al mismo tiempo
con un Estado Plurinacional que nos expresa y
nos muestre orgullosos de tanta diversidad que
somos capaces de expresar como pas. Que le
encontremos el gusto permanente a leer y escribir para seguir existiendo y trascendiendo como
escribe el Vicepresidente, para que nos preparemos a una democracia cada vez ms intercultural, ms nuestra, que nos prepare el camino para
el Socialismo Comunitario. Es nuestro compromiso desde la Migraa, seguir aportando para
que nuestra utopa sea posible.

10

I SECCIN
PARA SEGUIR PENSANDO EL
MUNDO DESDE BOLIVIA

11

Autor: Ricardo Rocha.

El proceso boliviano en
clave regional*
lvaro Garca Linera

12

l da de hoy quisiera compartir con ustedes una especie de balance, rpido y


esquemtico, de estos ltimos 15 aos
de grandes transformaciones en nuestro
continente, en la mayora de nuestros pases de
Amrica Latina y, no cabe duda, en el mundo
que de alguna manera, pueda ayudar a visualizar nuestro horizonte.
Me gustara destacar, en ocho puntos, algunos
avances y logros en el mbito de los procesos
revolucionarios en el mundo, pero tambin quisiera hacer nfasis en sus tensiones, complejidades y sus propias contradicciones, ya que son
el motor de la transformacin, de las nuevas luchas y logros.
Si tenemos futuro es porque somos un proceso
en movimiento y no algo esttico. A quienes haEODQGHOQGHOUHODWRSURJUHVLVWDFRPRDJRUHURV
funcionales a la ofensiva imperial, les decimos
que venimos y que nos hemos forjado en ella,
que nada de lo que se ha hecho en el continente
ha venido como regalo ni concesin de nadie, y
que estos procesos habrn de continuar porque
tenemos un pueblo y un continente de lucha y
seguiremos teniendo un continente y un proceso
de lucha.
Ocho avances y tensiones en los procesos revolucionarios latinoamericanos

1. La reivindicacin de lo democrtico
como el espacio de la revolucin
Un primer elemento que quisiera destacar es la
UHVLJQLFDFLyQGHODGHPRFUDFLDHQORVSURFHVRV
revolucionarios.
En el siglo anterior, muchos de nosotros (de
nuestros profesores, de la izquierda de la que
emergemos, que nos hered sus glorias y sus
derrotas) habamos concebido a la democracia
como un escenario sospechoso digmoslo
as y hasta cierto punto incmodo, que tena
que ser utilizado de manera instrumental para
alcanzar y llegar a la revolucin, para conseguir
y llegar al socialismo.
En general, el siglo XX estuvo marcado, en las izquierdas, por una mirada esquiva respecto a los
procesos democrticos. Y estos ltimos 15 aos
han mostrado, a partir de lo que ha sucedido
inicialmente en Venezuela, Ecuador, Argentina,
Brasil, Bolivia, Uruguay, Nicaragua, posteriormente en El Salvador, de que la democracia no es
una etapa temporal o un puente que nos conduce, necesariamente, hacia una nueva sociedad.
El aporte que Amrica Latina est incorporando
al debate de las izquierdas en el mundo es que
la democracia no es solamente un mtodo, sino

Versin revisada de la ponencia brindada por el Vicepresidente, en el II Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP) 2015:
"Democracias en revolucin: por la soberana y la justicia social", realizado en Quito-Ecuador, el 29 de septiembre de 2015.

lvaro Garca Linera

tambin un espacio; el escenario del propio proceso revolucionario. Porque es justamente en


democracia, en el desarrollo de las capacidades
organizativas autnomas de la sociedad, en el
desarrollo de la capacidad de participacin y de
intervencin en los asuntos colectivos y comunes,
que los procesos revolucionarios latinoamericanos han prosperado, se han consolidado y se estn
desarrollando. Ciertamente, esta no es una concepcin de la democracia de manera procedimental (como modos de seleccin de gobernantes) ni
siquiera simplemente como principios ticos, en
la versin literal y minimalista de lo democrtico.
Lo que Amrica Latina est mostrando es que
esta reivindicacin de lo democrtico como el
espacio mismo, como el escenario inevitable y
obligado de la revolucin, requiere y necesita
una reinvencin o refundacin de lo democrtico, que no se quede nicamente en la seleccin de los gobernantes o un modo de respetar
la asociatividad, el pensamiento y la actividad
poltica que evidentemente son hechos democrticos, sino que parta de su fundamento y esencia, de lo democrtico como la creciente participacin de la sociedad en la toma
de decisiones.
Nos referimos, entonces, a la democracia por encima de la concepcin fsil proveniente, en su
mayora, de los pases del norte, tradicionalmente llamados democrticos, en los que apenas
la mitad de su poblacin elige gobernantes; y de
esa mitad, ni el 2 % participa en la toma de decisiones; y de ese 2 %, en realidad menos del 1 %

Naci en Cochabamba-Bolivia. Es
licenciado en Matemticas por la
Universidad Nacional Autnoma de
Mxico (UNAM). A su regreso a Bolivia
se dedic a la organizacin y aporte
ideolgico en el Ejrcito Guerrillero Tpac
Katari (EGTK), conciliando la teora
indianista con el marxismo y generando
una praxis revolucionaria-comunitaria.
En 1992 fue encarcelado durante cinco
aos; en 1997 sale de prisin por no haber
sentencia en su contra. Dict ctedra en
la Universidad Mayor de San Andrs
(UMSA) y otras universidades.
En el ao 2005 fue invitado por
el presidente Evo Morales como
vicepresidente para las elecciones
en las que triunfaron. Actualmente
es vicepresidente del Estado
Plurinacional de Bolivia.
Entre sus publicaciones destacan:
De demonios escondidos y momentos de
revolucin. Marx y la revolucin social
en las extremidades del cuerpo capitalista
(1991); Reproletarizacin. Nueva clase
obrera y desarrollo del capital industrial en
Bolivia (1952-1998) (1999); Sociologa de
los movimientos sociales en Bolivia (2004);
Estado multinacional (2005); Forma valor
y forma comunidad (2009); La potencia
plebeya (2010); Las tensiones creativas
de la Revolucin (2011); Geopoltica de
la Amazona, poder hacendal patrimonial
y acumulacin capitalista (2012);
Identidad boliviana. Nacin, mestizaje y
plurinacionalidad (2014).

13

tiene la fuerza de decisin y de ejecucin de las


decisiones.

lite por otra, surge el debate en torno a si se debe o


no tomar el poder.

Para nosotros, esas democracias fsiles del norte


no son ningn modelo a imitar o seguir. La democracia que estamos reinventando en Amrica
Latina es una democracia plebeya, de la calle,
de la accin colectiva, de la participacin y de la
movilizacin.

John Holloway le plante a las izquierdas mundiales


y latinoamericanas transformar el mundo sin tomar
el poder1.

Y es, pues, precisamente en este escenario de la democracia concebida como creciente y permanente
participacin de la gente en la vida pblica y colectiva, en los asuntos comunes, familiares, educativos, mdicos, econmicos y presupuestarios, donGH VH GHQH HO FDUiFWHU UHYROXFLRQDULR \ DO QDO
socialista de cualquier proceso revolucionario.

14

En el fondo, el socialismo es la radicalizacin absoluta de la democracia: la democracia llevada al


centro de trabajo, al parlamento, al rgano EjeFXWLYR\DODSURSLDYLGDFRWLGLDQD<DOQDOOR
que hemos aprendido es que cualquier mtodo
de lucha, ha de ser revolucionario nicamente si
cuenta con la participacin de la gente. Ya sea por
ODYtDDUPDGDRSDFtFDVRORKDGHWHQHUHIHFWR
real en la medida de la creciente y permanente
ampliacin y desborde de la sociedad en el ejercicio, cumplimiento y desarrollo de ese mtodo.
Sin eso, cualquier accin parlamentaria (electoral) o armada ser reformista u oportunista.

2. Tomar o construir el poder?


Un segundo debate de la izquierda mundial que est
siendo zanjado por la experiencia latinoamericana,
es el que se da en torno a tomar o construir el poder.
Qu hay que hacer?
Para aquellos que hemos sido formados en la vieja
escuela, al menos los leninistas y yo me reivindico
como un leninista absoluto, el objetivo de la toma
del poder est bien y es correcto. Pero si quienes la
propugnamos no entendemos que el Estado, por
muy democrtico o participativo que sea, es tambin
un monopolio de lo comn y de lo universal, un monopolio creciente de lo colectivo, no entenderemos
que la toma del Estado es asimismo la toma de ese
monopolio y de sus instituciones y, a la larga, la sustitucin de unas instituciones y de ese monopolio por
una nueva administracin y una nueva burocracia.
Entonces, frente a ese riesgo de convertir la revolucin en un proceso que simplemente sustituya una

Claro, se entiende que en el esfuerzo por alejarse de


esa sustitucin de lites, del control de un monopolio y de la concentracin de decisiones porque eso
tambin es el Estado algunos reivindicaron la no
toma del poder para cambiar el mundo, recluyndose en pequeos ncleos, comunas y actividades semiautnomas que construyeran socialismo y comunismo en lo pequeo, en los hbito alimentarios, en
las compras y en la transferencia de objetos. Sin embargo, olvidaron una cosa terrible: que cuando uno
se aleja y no quiere embadurnarse ni mancharme
con el poder (recluyndose en su pequeo espacio
o comuna al margen de l) no consigue que el poder
desaparezca. Al contrario, independientemente de
lo que uno diga o haga, el poder del Estado sigue
y seguir existiendo bajo la vieja forma de monopolio centralizado por unas oligarquas que rotan en la
gestin de la administracin pblica. Entonces, en
ese nuestro aislamiento, silencio, aparente abandono
y reclusin monstica en un centro donde nadie se
contamine con el poder, lo nico que permitiremos
es que unos pocos sigan administrando en contra de
las mayoras, que el poder del Estado se mantenga
en manos de unas pequeas oligarquas que privaticen los recursos de muchos. Estaremos dejando
que el Estado, que ese monopolio llamado Estado
siga desorganizando a la sociedad y conduciendo la
desposesin de sus recursos comunes. Y, lo peor, que
esto pblico no estatal (producto de la sociedad, que
surge en esas pequeas iniciativas autnomas o semiautnomas, de manera aislada y desarticulada), a
la larga quede subsumido por el propio Estado y los
propios procesos de valorizacin del capitalismo.
El gran problema de enfocarse solo en uno u otro
aspecto (tomar el poder o construir el poder) radica
en que hay y hubo en la izquierda una concepcin
del Estado como una cosa; una cosa que o bien es
conquistable (hay que conquistar el Estado) o bien es
distanciable (hay que alejarse o huir de ella porque
nos envenena).
No obstante, la cuestin es que el Estado no es simplemente una cosa (si bien representa instituciones,
1

Se puede revisar, Holloway, John. Cambiar el mundo sin


WRPDU HO SRGHU (O VLJQLFDGR GH OD UHYROXFLyQ KR\, Ediciones
Herramienta, Buenos Aires, 2002.

normas y procedimientos que le dan una forma csica) es ms que eso. Es una relacin entre las personas, una manera de vincularnos cotidianamente
en torno a cosas que nos involucran a todos: la vialidad, la educacin, el intercambio de productos, la
sanidad, el respeto, los procedimientos lgicos, los
procedimientos morales, etc. El Estado es, pues, el
espacio de lo comn, lo colectivo y universal que
tiene una sociedad.
Su fuerza radica en eso, en que nos atraviesa, nos involucra y nos contiene a todos; si no, no sera universal (ms bien sera particular). Y, en la medida en que
nos involucra a todos (an a los que no queremos
nada y, por tanto, huimos de l), el Estado es una relacin viva entre las personas, es lo que ellas tienen
en comn (aunque vivan en diferentes barrios, ciudades o departamentos; en el caso del Ecuador, en
Quito o Guayaquil, en la sierra o la Amazona).
Entonces, el Estado es pues tambin el espacio y la
gestin de lo comn, de lo universal y colectivo estatizado que tiene una sociedad. Sin embargo, si bien
es lo comn y colectivo, tambin es su concentracin,
su monopolizacin; es decir, tambin es monopolio.
Y Marx tena una frase fantstica que resuma esta
paradoja estatal, la de comunidad ilusoria2. Ilusoria, porque no est objetivamente construida a partir
del encuentro entre las personas libremente asociadas; pero al mismo tiempo es una comunidad real,
vigente (de ah que el Estado es una comunidad ilusoria). Es as que el Estado gestiona lo comn, pero
al mismo tiempo lo monopoliza; es una relacin paradojal: material e ideal, colectiva y monopolizada,
universal e individualizada. En eso radica su magia.
Por lo tanto, si el Estado es ms que una cosa (ms
que instituciones y procedimientos), si es tambin lo
comn, los preceptos lgicos y morales con los que
integramos nuestra vida en comn, personas que vivimos en lugares muy distintos, pero que nos sentimos partcipes de una misma comunidad histrica
en el mundo; entonces hay que tomarlo! Hay que
tomar y conquistar esa relacin.
No nos podemos quedar al margen del poder porque
HVRDORV~QLFRVTXHEHQHFLDHVDTXLHQHVHVWiQHQ
l y van destrozando a la sociedad a partir de l. No
puede haber izquierda revolucionaria que no opte
por la toma del poder ese es un falso debate,
2

Ver Marx C. y Engels F., "Feuerbach. Oposicin entre las


concepciones materialistas e idealistas" (Captulo I de "La
ideologa alemana"), en Marx, C. y Engels F., Obras escogidas,
Tomo I, Editorial Progreso, Mosc (URSS), 1974.

pero esa izquierda debe entender que si bien el Estado es comunidad (una comunidad ilusoria) tambin es
monopolio, y no puede contentarse nicamente con
tomar el poder. No; sino que est obligada (antes, en
medio y como continuacin del proceso) a transformar, democratizar y construir el poder, porque si solamente nos dedicamos a tomarlo sin transformarlo,
sin construir el poder social que democratice la toma
de decisiones, a la larga devendremos en una nueva lite. Pero, si solo nos contentamos con construir
HOSRGHUH[WHUQDPHQWHDO(VWDGRDOQDOHVWDUHPRV
dejando tranquilas a las lites para que gobiernen
durante 500 aos ms, y el poder se volver nuevamente en contra de la sociedad.
Entonces, si el Estado es una institucin paradojal,
las revoluciones contemporneas tambin son paradjicas. El destino de una revolucin se juega en la
dialctica de la toma y la construccin del poder, de
la ampliacin y la concentracin del poder.

3. La construccin hegemnica:
proceso cultural de convencimiento o
asalto frontal al Estado
Una tercera enseanza y complejidad de la revolucin latinoamericana en marcha, est relacionada a la
cuestin de la hegemona, entendida como liderazgo
intelectual, moral, tico, lgico y organizativo de un
bloque social sobre el resto de la sociedad, a partir
del cual todos vemos el porvenir, el horizonte y la
sntesis de lo que somos. Esa es la idea general, en
sentido gramsciano, de la hegemona.
El viejo debate del siglo XX acerca de cmo lograr hegemona estaba escindido en dos vertientes referidas
a los pases asiticos y a los modernos (occidentales).
En los pases asiticos, poseedores de una sociedad
civil supuestamente muy frgil y amorfa, haba que
tener una guerra de movimientos, de asalto frontal al
Estado. En cambio, en los pases occidentales, con
una sociedad civil e instituciones pblicas fuertes,
haba que tener una mirada menos audaz, ms lenta y difusa, una guerra de posiciones, para asediar las
slidas casamatas que tiene el Estado y la sociedad
civil contempornea. Guerra de movimientos o guerra
de posiciones, asalto frontal o largo proceso cultural de
convencimiento y seduccin para llegar al poder. Ah
estaba el viejo debate.
Y en esa mirada paradojal que quiero resaltar de los
procesos revolucionarios porque si no fueran para-

15

dojales no seran revolucionarios, qu es lo que ha


mostrado la experiencia latinoamericana al respecto?
Nuevamente, que los dos son necesarios.
No puede haber conquista del poder ni transformacin de la correlacin de fuerzas en el Estado, si
SUHYLDPHQWHQRH[LVWHXQDPRGLFDFLyQHQORVSDUimetros de percepcin lgicos, morales y de ordenamiento del mundo de la sociedad.
Qu pas en Ecuador, Bolivia, Venezuela, los aos
2000, 2005, 2008? Hasta antes, los lineamientos que
ordenaban el mundo de las personas eran: la privatizacin de los recursos va a traer el bienestar y la
riqueza para el pueblo; los Estados son burcratas;
en el mundo globalizado la presencia de la inversin
extranjera es la salvadora; todos somos neoliberales.
Eso ordenaba el mundo, la vida cotidiana, los horizontes de accin, los parmetros lgicos y la tolerancia moral de las personas hacia los gobernantes.

16

de los procesos progresistas en Amrica Latina, con


los presidentes Chvez, Kirchner, Correa, Lula, Evo.
Esos lderes no caen como un rayo en el cielo despejado. No. Antes se da un quiebre previo, fundaPHQWDOPHQWH FXOWXUDO (VR VLJQLFD TXH QR SXHGH
haber el asalto del poder digmoslo as, la toma
del poder (por la va electoral o revolucionaria), si no
se tiene previamente una transformacin en los parmetros culturales. En otras palabras, no existe una
verdadera guerra de posiciones sin una previa guerra de
movimientos, y lo mismo a la inversa.
Por tanto, bastar con promover una transformacin cultural en los parmetros cognitivos de la sociedad para crear identidades y una predisposicin
al cambio? Si bien, esa es una condicin necesaria, no
HV VXFLHQWH 1R H[LVWH UHYROXFLyQ ODWLQRDPHULFDQD
que haya triunfado contentndose simplemente con
ODPRGLFDFLyQGHORVSDUiPHWURVFXOWXUDOHV

Pero qu pas despus? Aquello ya no era toleraEOH FUHtEOH QL YHULFDEOH 3RFR D SRFR HVH RUGHQDmiento neoliberal del mundo, esas ideasfuerza que
ordenaban la organizacin cotidiana del mundo en
nuestra sociedades fueron cuestionadas, se fueron
resquebrajando y siendo debatidas, por dirigentes
polticos, sindicales, acadmicos, por el ama de casa
y el estudiante. Algo no cuajaba ni encajaba en este
KRUL]RQWHGHOQGHODKLVWRULD3 al que todos, tarde
o temprano, tenamos que ceirnos para conseguir la
IHOLFLGDGXQDIHOLFLGDGTXHQROOHJDEDXQQGHOD
historia que no se presentaba como tal; y un paraso
SURPHWLGRTXHKDEtDVLGRVXVWLWXLGRSRUXQLQHUQR
cotidiano para lograr conseguir el sustento diario y
una fuente de ingresos.

Aqu, en Ecuador, acaso no se ha tenido que derrotar, primero en las urnas y luego en las calles, a la
oposicin golpista para consolidar el proceso revolucionario? En Bolivia, acaso no hemos tenido que
derrotar electoral, poltica y militarmente a los separatistas y a la derecha que queran dividir el pas para
recin consolidar el proceso revolucionario?

Hubo un cimbramiento espiritual, mental y cultural


en las sociedades latinoamericanas; en unos casos,
promovido por una accin militar; en otros, por una
accin colectiva frente a los dueos del agua o por
una movilizacin frente al gobierno que haba engaado a su pueblo. Se trataba de un quiebre cultural,
XQDUXSWXUDVLPEyOLFDRXQFRQMXQWRGHPRGLFDFLRnes del sentido comn de la sociedad. Y sobre ese esFHQDULRDELHUWRSRUHOTXLHEUHFXOWXUDO TXHPRGLFD
las tolerancias morales de las personas y que habilita
XQ HVSDFLR GH SUHGLVSRQLELOLGDG D QXHYDV GHOLGDdes, proyectos y liderazgos) es que emerge cada uno

Entonces, qu nos ensea la experiencia latinoamericana? Que en realidad la hegemona es haciendo


referencia a dos grandes autores Gramsci, Lenin
y nuevamente Gramsci. Es decir, lucha cultural, de
smbolos, identidades, construcciones cognitivas, de
ideasfuerza desde la sociedad; condensacin, enfrentamiento, derrota de tu adversario tienes que
derrotar a tu adversario, porque si no, no has triunfado, e inmediatamente luego de que has derrotado a tu adversario, nuevamente lucha cultural para
asentar y consolidar esa victoria. Y si otra vez el adversario vuelve a sobreponerse y busca reagruparse,
otra vez derrota cultural, tica, poltica y, si es necesario, militar, para volver a avanzar en la parte cultural.

Se hace referencia al libro escrito por Francis Fukuyama El


QGHODKLVWRULD\HO~OWLPRKRPEUH (1992), en el que se sostiene
que el liberalismo econmico y poltico se habra impuesto
GHQLWLYDPHQWH HQ WRGR HO PXQGR FRPR HO SXQWR QDO \
culminante de la evolucin ideolgica de la humanidad.

No hay revolucin duradera o verdadera que simplemente se asiente a travs de la transformacin


gradual de los parmetros culturales. Inevitablemente, esa tiene que traducirse, tarde o temprano, en una
accin de fuerza y de derrota del adversario. Solamente derrotando a tu adversario, tu hegemona cultural podr irradiarse y consolidarse.

La referencia a solo Lenin o solo Gramsci, supone


un falso debate. Gramsci sin Lenin evoca un proce-

so de irradiacin sin victoria; Lenin sin Gramsci, un


hecho de fuerza sin irradiacin. Necesitas a Lenin y a
Gramsci, a ambos.

4. La lucha por las ideas-fuerza y el


sentido comn de la sociedad
Un cuarto punto de nuestros procesos latinoamericanos (que emerge del anterior) es la importancia de la
lucha por el sentido comn, que son las ideas ordenadoras y movilizadoras del mundo y de la cotidianiGDG6HWUDWDGHOSXQWRHQHOTXHVHGHQHODWROHUDQcia moral entre los gobernantes y los gobernados, del
lugar de las certidumbres estratgicas de la sociedad.
Evidentemente, la dominacin neoliberal consisti
en fuerza, coercin e imposicin, pero tambin fue
un conjunto de ideasfuerza. Tambin fue y quiz
fundamentalmente un conjunto de preceptos mentales, de sentidos comunes de lo propio y lo ajeno,
de lo privado y de lo colectivo, de lo extranjero y de
OR QDFLRQDO GH OR HFLHQWH \ GH OR LQHFLHQWH GH OR
probable y de lo improbable, mediante los cuales la
sociedad (el ama de casa, estudiante, dirigente, partido poltico, congresista) ordena, explica y se ubican
en el mundo para desenvolverse en l.
Hablamos, pues, de las ideasfuerza, de los esquemas mentales, lgicos y morales que tienden a naturalizar el hecho de la dominacin, a volverlo cuerpo,
carne y rutina; a convertirlo en algo natural.
Si esto es as, entonces la revolucin (la lucha contra
el neoliberalismo) que requiere de golpes de fuerza
electoral y de fuerza social, colectivos y movilizables, tambin precisa, en lo fundamental, de nuevas
ideasfuerza, ideas esperanzadoras con la capacidad
de generar movilizacin y accin colectiva, con la posibilidad de territorializarse e irradiarse. Una lucha
victoriosa contra el neoliberalismo es imposible sin
una lucha en las ideas, antes, durante y, fundamentalmente, despus de la toma del poder.

En este punto, quisiera hacer un llamado de


atencin a las ms de 54 organizaciones polticas
de Amrica Latina (14 del Ecuador) a no descuidar la lucha por las ideas. De un tiempo a esta
parte, despus de las victorias y del gran ascenso de un intenso debate colectivo que ayud a
posesionar y a convertir en fuerza material un
conjunto de ideas progresistas revolucionarias
sobre el mundo, hemos entrado en un periodo
de estancamiento. Y eso es muy peligroso, es pe-

ligrossimo. Tenemos la necesidad permanente


de renovar, enriquecer y relanzar ese conjunto
de ideas revolucionarias. No podemos perder
la bandera de la esperanza de la sociedad. Una
revolucin es una esperanza movilizadora en
movimiento prctico y en estos quince aos hemos avanzado bastante, hemos logrado muchas
cosas nos ha costado muchsimo, pero an
QRHVVXFLHQWH
La batalla de las ideas es nuevamente decisiva
en las universidades, los peridicos, los medios
de comunicacin, las asambleas, reuniones y encuentros. No debe existir escenario donde el revolucionario no est dando batalla con su idea,
su pancarta, su frase, su peridico o su discurso.
En muchos lugares de Amrica Latina, los luchadores sociales que estbamos en el mbito sindical, gremial o acadmico, ahora hemos pasado a
la gestin de gobierno eso era necesario, por
supuesto, por lo que hemos dejado abandonada la retaguardia y eso es muy peligroso.
Necesitamos volver ah. Un dirigente conduciendo el sindicato, la federacin o confederacin; un acadmico enseando en la universidad
HVWDQLPSRUWDQWHFRPRXQHFLHQWHPLQLVWURGH
gestin pblica o de obras. No podemos concentrar toda la fuerza intelectual y activa en la
gestin del gobierno. No podemos descuidar el
frente social lo digo como experiencia, eso
nos ha pasado a nosotros y es un error.
Muchos dirigentes combativos y luchadores han
pasado a la gestin de gobierno y ahora son alcaldes, ministros y diputados. Excelente! Tenemos
un parlamento con el 65 % de asamblestas provenientes de organizaciones sociales; se trata de
un parlamento muy plural. Pero me preocupa lo
que est pasando a nivel del sindicato, de la federacin o confederacin y de la academia, porque
all es donde se est comenzando a atrincherar la
derecha. No permitamos eso. Salgamos nuevamente all a dar la batalla por el sentido comn,
por las ideas; pues eso es lo que ha de sostener la
continuidad de este proceso a largo plazo.

5. La gobernabilidad dual de los


procesos revolucionarios
Una quinta leccin que hemos aprendido y que
ha emergido de la accin y lucha de los proce-

17

sos revolucionarios, es que la que la democracia


no puede reducirse nicamente al mbito de la
participacin parlamentaria, por muy plural, participativa y expresiva que ella sea. Los procesos
UHYROXFLRQDULRVVRORVHGHHQGHQVHDVLHQWDQVH
consolidan, se construyen y se profundizan, teniendo obligatoriamente! fuerza en el parlamento y fuerzas en las calles. Venimos y nos hemos forjado en las calles; eso hay que mantener.
En mi percepcin, los procesos revolucionarios
tienen una gobernabilidad dual. Por una parte,
la gobernabilidad que se gesta en la articulacin
del Ejecutivo, el liderazgo revolucionario, el parlamento, la expresin de los sectores sociales.
Y el segundo mbito de gobernabilidad es la relacin que se entabla con las organizaciones sociales, los sindicatos, las asambleas, los barrios y
los gremios movilizados defendiendo su revolucin. Eso es democracia.
Hemos criticado la democracia fsil del norte,
donde se elige una vez cada cinco aos y luego
Autor: Ricardo Rocha.

18

un puado de 20 personas decide el destino de


millones. No queremos eso. La democracia latinoamericana, real, profunda y radical, tiene que
ver con la amplia participacin de la sociedad
en el parlamento, en los ministerios, con la profunda movilizacin y participacin de la sociedad en las calles, para defender y profundizar su
proceso revolucionario.

6.

La eciente gestin econmica

Una sexta leccin que sacamos de nuestra experiencia revolucionaria, est vinculada con el papel de la gestin econmica.
Cuando uno est en la gestin de gobierno, entiende la profundidad de los textos del Che
debatiendo, entre otros, con Charles Bettellheim
sobre la economa en Cuba4RODVUHH[LRQHVGH
Lenin acerca de la nueva poltica econmica en
"Ms vale poco pero bueno"5, etc. Mientras que
cuando uno est en oposicin lo que importa es
tanto su capacidad de movilizacin como la de
crear ideasfuerza articuladoras que generen un
principio de esperanza social en torno a liderazgos individuales y colectivos. Eso es lo central, y
uno se juega diez, veinte, treinta, cuarenta aos
si es que no la vida entera para que todo
esto se consolide en un proceso revolucionario,
como acontece hoy en Amrica Latina.
Sin embargo, una vez que el proceso revolucionario (que emerge desde la sociedad) se vuelve
gestin de gobierno, evidentemente se necesita
capacidad de movilizacin, de seduccin y de
convencimiento, pero tambin y esto es lo
nuevo capacidad de gestin econmica.
Los procesos revolucionarios latinoamericanos
4

Entre 1963-1964 se desarroll en Cuba el denominado "gran


debate econmico", en el que participaron importantes dirigentes de la revolucin, como Ernesto (Che) Guevara y Carlos Rafael Rodrguez, adems de Charles Bettelheim (proIHVRUGHHFRQRPtDH[SHUWRHQSODQLFDFLyQ\PLHPEURGHO
Partido Comunista francs) y Ernest Mandel (uno de los dirigentes ms conocidos de la Cuarta Internacional trotskista).
En palabras de este ltimo, ese debate estuvo referido a cuatro cuestiones principales. Dos de orden prctico, que versaban sobre los problemas de poltica econmica del gobierno
revolucionario (la organizacin de las empresas industriales)
y la importancia relativa de los estmulos materiales en la
construccin del socialismo. Y otras dos, de orden terico: el
papel exacto de la ley del valor en la poca de transicin del
capitalismo al socialismo, y la naturaleza estricta de los medios de produccin estatizados en esa poca.
Se puede revisar Lenin, V. I., "Ms vale poco y bueno" (4 de
marzo de 1923), en Obras, Tomo XII (1921-1923), Editorial
Progreso, Mosc, 1973.

GHQHQ VX GHVWLQR HQ OD HFRQRPtD SRUTXH ORV


ciclos heroicos de participacin y movilizacin
no son perpetuos y se dan por oleadas, con momentos de ascenso, consolidacin, estabilizacin, descenso, y luego valles que pueden durar
semanas, meses o aos, hasta lograr un nuevo
proceso de ascenso social.
En esos valles que, pueden ser cortos o largos, ya
no se tienen los momentos heroicos de generosidad y universalismo desplegados como derroche revolucionario, pues se trata de tiempos de
cotidianidad, de resultados, en los que la sociedad le dice al gobernante (al presidente Correa,
al presidente Evo, al presidente Chvez, al presidente Lula o al presidente Kirchner): he peleaGRPXFKRSUHVLGHQWHPHKHVDFULFDGR(VWHHV
mi proceso, es mi conquista, pero tambin quiero resultados. Quiero tener agua potable, ver mi
calle mejorada, tener una escuela, un hospital.
Y es ah donde debemos mostrar la otra cara del
revolucionario, en la capacidad de gestin, porque ser revolucionarios tambin se demuestra
en la capacidad de gestin econmica de nuestro pas.
(OIXWXURVHYDDGHQLUDKt/RTXHYD\DDSDsar en Amrica Latina en los prximos aos
(2015-2018), que es una etapa de transicin, va
a depender de cmo respondemos, actuamos
y generamos un conjunto de decisiones que le
brinden certidumbre a las personas en el mbito
econmico.
Ah tenemos que depositar toda nuestra fuerza,
porque es ah donde nos vamos a jugar nuestro
destino y donde el imperio, las fuerzas conservadoras locales e internacionales estn apuntando sus caones de permanente conspiracin. En
la economa es donde tenemos que obtener una
nueva victoria, a travs de una buena gestin y
administracin econmica.
No me detendr sobre todos los aspectos principales en relacin a este tema en Bolivia, solamente mencionar algunos que nos estn ayudando
y tienen que ver con la exportacin (el mercado
externo) y el mercado interno.
Cuando los precios estuvieron altos, crecimos
mucho gracias a la economa de exportacin. El
50 % de nuestras exportaciones provienen del
gas y cuando subi el precio del petrleo y del
gas, ingres mucho dinero a nuestra economa.

Pero como sabamos que eso era coyuntural e


inestable, porque cualquier rato poda caer (ya
el 2008 el precio del barril de petrleo haba cado de 140 a 35 dlares, ms de cien dlares), que
XQRQRSXHGHFRQDUVH~QLFDPHQWHHQODGLQimica de exportaciones aunque por supuesto,
hay que aprovechar sino que debe generar
tambin una retaguardia, eso es, el mercado interno, el crecimiento va dinmica interna o mercado interno.
En Bolivia, el dinamismo del mercado externo
ha cado. En vez de crecer al 6 o 7 %, estamos
creciendo al 4.5 %. Y es un buen crecimiento porque hemos tomado la previsin de apuntalar
tambin a la dinmica del mercado interno, que
VLJQLFD GLVWULEXFLyQ GH OD ULTXH]D 1R H[LVWH
fortaleza del mercado interno sin una distribucin de la riqueza).
La teora econmica nos aconseja, primero, generar riqueza y, luego, distribuirla. Sin embargo,
nosotros no les hemos hecho caso a los economistas, esperando primero producir para luego
distribuir, sino que hemos distribuido y producido, producido y distribuido. A medida que
producamos, distribuamos, y al distribuir producamos ms y mejor. De esa manera, estamos
pudiendo remontar este momento adverso en el
mbito econmico.
Un segundo elemento importante es el control
del Estado sobre los resortes fundamentales de
la economa, de las empresas y de la generacin
del excedente del pas. Todo, tanto el crecimiento, la inversin como la distribucin de la riqueza, en funcin de la sociedad y para potenciar
la sociedad. La totalidad del aparato econmico
debe centrarse en torno al ncleo del empoderamiento y la mejora de las condiciones de la propia sociedad.

7. El extractivismo y la preservacin de
la Madre Tierra
Un sptimo problema y tensin que se est dando en nuestros procesos revolucionarios, es el
debate entre la generacin de mayor riqueza material y bienestar econmico, y la preservacin
de la Madre Tierra. Se trata del famoso debate
sobre los extractivismos, que se ha puesto de
moda en Amrica Latina. Claro! Ecuador, Venezuela y Bolivia arrastran una herencia extracti-

19

vista, que en el caso de nuestro pas se remonta a


1.570 cuando el virrey Toledo instaura el trabajo
obligatorio en el Cerro Rico de Potos y nos convierte en un pas productor de materias primas
son exportadoras a la metrpoli.
Desde entonces, Bolivia y Amrica Latina queGDQ GHQLGDV GHQWUR GH OD GLVWULEXFLyQ SODQHtaria de tareas al interior del capitalismo, como
productoras de materias primas. Son casi 450
aos que arrastramos esa herencia. Es cierto, esa
herencia est ah! Adicionalmente, las sociedades latinoamericanas tienen muchos problemas
de pobreza y necesidades inmediatas, porque
durante dcadas y siglos (en el transcurso de la
Colonia, la Repblica, hasta el neoliberalismo)
han estado abandonadas a su suerte.
Esa es nuestra herencia: el extractivismo histrico
y las grandes necesidades materiales insatisfechas
de nuestra gente. Y lo que tenamos que hacer era
para satisfacer las necesidades del pueblo, que vea
en sus lderes y en su revolucin la esperanza para
salir de la pobreza y acabar con su miseria y abandono, era producir en base a esa herencia.

20

Sin embargo, tenemos a la vez otra herencia en


Amrica Latina, que es nuestra raz indgena,
en nuestra herencia familiar se encuentra un indio, porque somos indios y venimos de una raz
indgena que representa nuestra fuerza y en la
que se condensa no solamente una identidad e
historia, sino la enseanza de un tipo de Marx
dira intercambio metablico con la naturaleza, mutuamente procreativa.
Las tecnologas y la sabidura indgena, heredadas en tierras bajas y en tierras altas, en la Amazona y la sierra, corresponden a una tecnologa
y unos conocimientos productivos que siempre
intentaron dialogar con la naturaleza, porque
ella fue concebida como un ser vivo, un ser orgnico; y el ser humano como una prolongacin orgnica de ese ser superior. Entonces, si el ser humano depende y es una prolongacin de ese ser
vivo superior, no se lo puede matar, porque para
el indgena es matarse a s mismo. Arrastramos
esa herencia y venimos de esa raz. Y, dado que
hoy en el mundo el cambio climtico est afectando y transformando la siembra, la cosecha y
el clima, una responsabilidad del revolucionario
es asumir esa raz como una fuerza creativa para
la preservacin de la naturaleza.

Pero cmo hacer coincidir las dos herencias?Cmo articularlas, especialmente en sociedades
como la ecuatoriana o la boliviana, de vieja y
preponderante historia extractivista? Se trata de
un gran debate que ni Lenin ni Gramsci abarcaURQ4XLHQUHH[LRQyVREUHHVRIXH)LGHO&DVWUR
Si solo nos dedicamos a producir no importa
que sea de manera extractivista para satisfacer
nuestras necesidades materiales, tendremos xito
y resultados econmicos, pero habremos abandonado la raz comunitaria, la herencia comunitaria
indgena que habilita un futuro o porvenir comunitario (porque el futuro socialista va a ser ecolgico o no va a ser ni va a poder existir). Por otro
lado, si solamente nos dedicamos a cuidar la naturaleza y a no tocarla, continuaremos viviendo
en la pobreza y la miseria. Y vendrn los neoliberales a quienes no les importa preservar nada,
ni los rboles ni los pajaritos
que se dedicarn a producir como puedan para satisfacer las
necesidades de la poblacin. Y la poblacin con
justo motivo nos va abandonar.
Entonces, no podemos simplemente producir de
PDQHUD LUUHH[LYD PDQWHQLHQGR HO H[WUDFWLYLVmo, porque de esa forma renunciamos a nuestra raz y porvenir. Pero tampoco podemos contentarnos con ser unos guardabosques, dejando
a nuestra gente, a los pueblos indgenas, en la
miseria colonial en la que viven hoy, porque sus
condiciones de vida, lejos de ser idlicas, son las
condiciones de pobreza que han sido construidas
en los en los ltimos 500 aos de colonialismo. Y
eso es lo que nos propone ese medioambientalismo colonial como yo le he denominado,
que propugna que los latinoamericanos dejen
de soar con el progreso si quieren hacer algn
aporte a la humanidad, y se dediquen a cuidar
rboles y generar oxgeno, mientras el norte
contina produciendo e inundando de C02 el
mundo, destruyendo los bosques y las reservas
naturales del planeta. Eso es lo que propugna el
mendioambientalismo colonial! Que los pases
del sur paguemos la plusvala ambiental, congelando nuestra produccin, desarrollo y futuro;
congelando nuestras condiciones de vida que
son coloniales. Eso supuestamente en aras
de preservar la naturaleza, mientras los del norte continan con la orga destructiva del planeta.
Y nos atacan. Gobierno de Correa, extractivista!.
Gobierno de Evo Morales, extractivista! Claro,
los que nos critican reciben un buen dinero de

esos organismos extranjeros para acusarnos y, a


la larga, sirven a esos intereses externos. Pues
no seores! Qu es lo que estamos haciendo en
Bolivia y en Ecuador que sigo a distanciaque
considero es lo correcto? Permtanme explicarlo.
Tenemos que salir del extractivismo? Por supuesto que s, pero no congelando las condiciones de produccin o regresando a las condiciones de vida de la edad de piedra. Saldremos
de l utilizndolo temporalmente para crear las
condiciones culturales, organizativas y materiales que nos permitan dar un salto hacia la economa del conocimiento.
Sin embargo, de qu economa del conocimiento podemos hablar cuando tenemos compaeros
que viven en el altiplano, en casas de piedra, que
caminan cinco horas para llegar al colegio, que
se sientan en asientos de barro y que se duermen
durante el da porque no pudieron alimentarse
bien para mantenerse despiertos? Qu economa del conocimiento se construye de esta manera?
Esa es la farsa del mediambientalismo colonial
porque existe un medioambientalismo revolucionario, que nos quiere hacer caer en esa
trampa de que las condiciones de vida actual de
los pueblos indgenas son idlicas y armnicas.
Que vayan a ver a un nio durmindose porque
no pudo desayunar bien! Que entren a la Amazona para ver cmo la gente se muere a causa de la mordedura de una vbora por falta de
atencin mdica oportuna! Esa es una realidad
que no conocen, porque desde las ONG donde
trabajan en las que ganan mucho dinero se
dedican a ver desde la ventana lo que pasa en el
mundo e intentan resolver los problemas desde
all. No puede ser as.
Hay que acabar con el extractivismo? S. Pero
simultneamente hay que acabar con la miseria
utilizando las herramientas heredadas. Cmo
pueden pedirnos acabar en cinco aos lo que ha
durado 500?Nos exigen que acabemos en seis
meses lo que ha durado siglos! No seores, no
vamos a caer en esa trampa.
Los procesos latinoamericanos estn conscientes de que hay que transitar a una economa del
conocimiento, a una economa industriosa que
vincule la ciencia y la tecnologa contempornea
con la ciencia y la tecnologa ancestral. Vamos

a llegar a eso, pero lo vamos hacer creando las


condiciones materiales, culturales y espirituales
para ese tipo de economa y sociedad, produciendo lo que hoy tenemos, usando temporalmente
el petrleo, el gas, los minerales, la agricultura.
Necesitamos un periodo de transicin, un puente que cree las condiciones tcnicas, materiales
y culturales de una nueva generacin capaz de
superar el extractivismo.
Entonces, vamos a seguir produciendo (porque
hay que satisfacer las necesidades materiales de
la gente) pero, a la vez, creando las condiciones
para un reencuentro con la naturaleza, rescatando la tradicin indgena de la relacin mutuaPHQWHYLYLFDQWHHOODQDWXUDOH]D([WUDFWLYLVPR
S. Temporalmente. S Necesariamente hasta
crear la nueva sociedad del conocimiento y de
la cultura.
Aqu, permtanme criticar a esa izquierda de cafetn que as la llamo yo o si ustedes quieren izquierda deslactosada. Evidentemente
hay grupos que se oponen, provenientes dicen desde la izquierda ms radical del proceso. Quines son? Una izquierda perfumada que
observa el fragor de los procesos desde el balcn,
en la televisin o tomando caf. Una izquierda
bien remunerada, que se horroriza del lenguaje
guerrero y del olor de la plebe en las calles, porque le incomoda el estruendo de la batalla y el
desorden de una democracia de barricada.
Es una izquierda a la que le gusta su caf descafeinado, que critica a los gobiernos progresistas
por no haber construido en una semana el comunismo! Una izquierda que, aprovechando el
GHVFDQVRGHVXWQHVVPDWLQDOQRVFULWLFDHOTXH
no hayamos acabado, de una buena vez, con el
mercado mundial, y denuncian, en seminarios
GRQGH ULQGHQ FXHQWDV GH VXV QDQFLDPLHQWRV
externo que les garantizan su buena vida), a los
gobiernos progresistas, por no haber instaurado
inmediatamente y por decreto el buen vivir (el
Vivir Bien).
La verdadera y desbordante lucha de clases
plebeya e indgena les resulta incomprensible
a estos caballeros y seoritas. La nica revolucin que conocen es la que han visto resumida
en History Channel. Y, por ello, la multiforme
a veces, desorganizada lucha plebeya real
por el poder, les resulta totalitaria, tirnica y
autoritaria.

21

Son, pues, los radicales de palabra y timoratos


de espritu. Son los cmplices arrepentidos del
pasado neoliberal, devenidos hoy de manera
sorpresiva en ultra radicales profetas del inminente fracaso de los procesos revolucionarios.
Portadores de teoras "deslactosadas", no tienen
ninguna medida concreta, ni una sola propuesta
prctica enraizada en el movimiento social que
pueda hacer avanzar los procesos revolucionarios. Por tanto, son los mediocres corifeos internos
de la nueva ofensiva imperial, que buscan desestabilizar a los procesos y gobiernos progresistas.
Su pseudo radicalismo abstracto e inoperante no
apuntala ninguna movilizacin ni refuerza la accin colectiva de los sectores populares, campesinos, obreros o indgenas. Pero eso s, su discurso
aglutina el conservadurismo y racismo de los secWRUHVDFRPRGDGRVTXHEDMRHOFDPXDMHGHXQGLVcurso pseudo izquerdista o pseudo ambientalista,
buscan desprestigiar los procesos revolucionarios.

22

Al no impulsar la movilizacin de las clases subalternas ni ser alternativa de poder real, estos
pseudos radicales trabajan para los restauradoUHVGHOQHROLEHUDOLVPR6RQORVLGHyORJRVGHOQ
del relato del progresismo latinoamericano! Los
conozco. Me toc vivir un proceso parecido en
los aos 80 en Bolivia, un proceso progresista
cuando estaba el gobierno de Juan Jos Torres,
con el gobierno progresista de la Unidad Demcrata y Popular (UDP), con sus problemas y
GLFXOWDGHV<HQWRQFHVVXUJHXQRSRVLFLyQGH
izquierda radical que le demanda el comunismo,
el socialismo, el decreto, el nacionalizar los merFDGRVHQQHOKDFHUWRGRGHLQPHGLDWR\\D
Ellos no fueron alternativa ni entraron al poder,
ms bien ayudaron a derrocar a los gobiernos
progresistas y lo que habilitaron fueron diez aos
de dictadura militar, veinte aos de neoliberalismo. Sin embargo, como por suerte estamos vivos
para sacar lecciones de la historia y no volver a
repetirla ni permitir que estos tipos vuelvan a socavar los procesos revolucionarios, propiciando
el regreso de las fuerzas conservadoras.

8. La cuestin de la cohesin
nacional estatal
En trminos generales, podemos decir que el
neoliberalismo ha tenido dos fases o etapas a nivel mundial.

La primera, que va de los aos 1980s (con Ronald Reagan y Margaret Thatcher) hasta el 2000
o 2005. Y, la segunda, desde el ao 2005 hasta la
actualidad no sabemos cunto ms, a nivel
mundial.
En la primera fase (1980 a 2005), el neoliberalismo captur, reform y utiliz al Estado nacional
para transferir el excedente (la riqueza pblica,
las empresas pblicas, los ahorros pblicos) a las
empresas privadas, a la propiedad privada local
y, fundamentalmente, extranjera. Las empresas
S~EOLFDVIXHURQSULYDWL]DGDVVHWUDQVULHURQUHcursos de los bancos a los sectores privados y se
entregaron los recursos naturales a la inversin
extranjera.
En esta fase, el Estado nacional jug el rol de regulador y transferente de lo pblico a lo privado,
pero tambin asumi el papel de cohesionador
cultural de la sociedad en torno a la privatizacin. Es decir, cumpli las funciones de privatizar, transferir lo pblico a lo privado, y adems
de brindar la cohesin cultural o ideolgica el
cemento, dira Louis Althusser para mantener
la percepcin de la sociedad articulada a las decisiones gubernamentales.
Hoy nos encontramos ante una nueva fase del
neoliberalismo, en la que los Estados plurinacionales son un estorbo y me atrevo a decir
que han sacado la leccin de lo que ha pasado
en Amrica Latina para no repetirla y empezar a
operar en el mundo rabe y Europa de manera
distinta; una fase distinta en la que los Estados
nacionales ya no le son cmodos, funcionales ni
tiles al neoliberalismo.
Se ha pasado a una etapa de desmembramiento,
debilitamiento y fraccionamiento de los Estados,
con dos variantes. La primera, la formacin de
oposiciones polticas movilizadas, la creacin de
reas extraterritoriales del Estado (pueden ser
parques nacionales), el fraccionalismo regional
en algn pas y, posteriormente, la promocin de
guerras civiles e intervencin militar extranjera
(es el caso de Irak, Afganistn, Libia, Tnez, Siria; no sabemos an si el caso de Ucrania puede
entrar tambin en este modelo).
La segunda variante tiene que ver con el impulso a las privatizaciones, la ampliacin del endeudamiento pblico, la prdida de soberana tributaria y monetaria de esos Estados y el recorte de

reas de intervencin estatal. El ejemplo de Grecia es aqu paradigmtico en esta otra modalidad de derrumbe de la soberana estatal Lo que
ha hecho Europa, Merkel en Alemania, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Bundesbank,
con el pueblo griego es paradigmtico.

Si esta es la lgica contempornea, necesariamente la defensa de los Estados bajo un nuevo


mando y un nuevo bloque social de poder, se
presenta como una tarea imprescindible en los
procesos revolucionarios de Amrica Latina y
el mundo.

Ambas variantes, va guerra civil o recortamiento de soberana, conducen a una implosin de


los Estados y a una cohesin ideolgica, ya no
por parte de ellos, sino por estructuras supraestatales y una nueva reparticin de empresas, reFXUVRV\iUHDVJHRJUiFDV

La defensa de los procesos en Amrica Latina


requiere la profundizacin de la revolucin y la
irradiacin a otros lugares.

Este es momento novedoso. Si en los aos 80s


los Estados eran funcionales al desarrollo del
neoliberalismo, en esta etapa no lo son. Basta ver
la aniquilacin de los Estados laicos en el mundo
iUDEHTXHHVWHUULEOH$OQDOVHWUDWDGHTXLpQ
controla la geopoltica y el petrleo, pero ahora
bajo la va de la fragmentacin, de pequeos feudos armados, enfrentados unos contra otros.

Es importante que no olvidemos que los procesos revolucionarios nos son permanentemente
ascendentes, sino por oleadas (avanzan, se consolidan, se estancan, retroceden, caen, vuelven a
levantarse), en un proceso continuo de avances
y retrocesos.
En el fondo, la lucha del pueblo y solo la luFKDHVODTXHGHQLUiHOIXWXURFXUVRKLVWyULFR
del continente y el mundo.

23

Entrevista a igo Errejn*

Podemos y la
experiencia boliviana
Acerca de la construccin de un nuevo
proyecto espaol de voluntad popular
Salvador Schavelzon (entrevistador)

24 S

DOYDGRU6FKDYHO]RQ&XiOHVWXUHH[LyQ
sobre el sujeto poltico y las implicancias de plantearlo en trminos de clases
populares o de un pueblo ms genrico. Llevando este debate al objeto de tu tesis de
GRFWRUDGR %ROLYLD YHPRV XQD GHQLFLyQ PX\
interesante de pueblo boliviano como conformado por naciones y pueblos indgena originario campesinas, con las naciones y los sujetos
colectivos que complejizan una idea de pueblo
ms clsica en la tradicin poltica populista. Por
otra parte, en Bolivia y Amrica del Sur aparece
la idea de la clase media como una nueva identidad en la que tambin los indgenas se integran
cada vez ms. En este sentido, Cmo construir
o tener un pueblo como interlocutor en un
contexto donde ste se concibe como compuesto
por ciudadanos y no necesariamente como las
masas populares o indgenas que encontramos
en Bolivia y en otros lugares de Sudamrica?;
Cmo estn viviendo esa discusin, en parte
tctica y en parte de proyecto poltico, que pasa
tambin la cuestin de la composicin del propio Podemos? Cmo ordenas esos elementos:
pueblo, clases populares, clase media, en lo tc-

tico, en el proyecto, en la composicin de Podemos? igo Errejn: Esta es una discusin en


marcha y diferentes compaeros de Podemos
daran diferentes respuestas. Yo parto de una
comprensin de lo poltico por la cual ese sujeto
no es ninguna derivacin de ningn componente de clase, ni de ninguna posicin sociolgica
en la estructura productiva ni en la economa. Es
una construccin fundamentalmente narrativa,
una produccin de una voluntad en comn.
Ahora bien, con qu materiales se hace esa produccin de voluntad en comn? Pues yo creo
que hay que tener en cuenta tres elementos en
el caso espaol. En primer lugar, no tenemos un
Estado fallido, ni un Estado con zonas grises ni
con sombras. Tenemos un Estado que funciona,
que administra el territorio y genera certidumbres, que tiene instituciones que canalizan las
peticiones, le da seguridad a la gente y gobierQDHOFRQMXQWRGHOWHUULWRULR4XpVLJQLFDHVR"
Que es una poblacin fundamentalmente de
ciudadanos y que ha producido mucho ms ciudadana que pueblo. Es decir, la gente est acostumbrada a las certidumbres: si tienes el proble-

Realizada en la sede de Podemos, Madrid, el 9 de julio de 2015. El presente artculo es solo un fragmento de dicha entrevista.

igo Errejn

ma uno, vas a la ventanilla uno; problema dos,


ventanilla dos; problema tres, ventanilla tres. No
cortas la calle para que te restablezcan la luz en
las farolas de tu calle.
Eso es un dato central, digamos (pues) cualquier
posibilidad de ruptura del sistema de partidos y
de construccin de una voluntad popular nueva
pasa por el hecho de que estamos trabajando con
una sociedad en la que los procesos de ciudadanizacin son exitosos. Cuando volv (despus) de
vivir en Amrica Latina, aprend a mirar esto en
los aspectos ms cotidianos. Todo es muy sencillo.
Eso te produce mucha certidumbre para que va\DVSRUWXFDUULOFRPRLQGLYLGXR(VRWHFRQJXUD
drsticamente cules son los mimbres para que
pueda haber cambio poltico. Con qu se construye la posibilidad de una mayora diferente.
En segundo lugar, con respecto a la cuestin de las
clases medias, lo fundamental que est pasando en
Espaa es que hay una crisis de expectativas. No
estn siendo los sectores ms golpeados los que
estn saliendo a movilizarse, o los que han encabezado las protestas o incluso el voto en un sentido
transformador o de cambio. Lo fundamental son
esos sectores que han visto la posibilidad de la mo-

Naci en Madrid Espaa. Es doctor en


Ciencias Polticas y de Administracin
por la Universidad Complutense de
Madrid (UCM), con sobresaliente Cum
laude y mencin europea, con una
tesis doctoral sobre la construccin
de hegemona del Movimiento Al
Socialismo (MAS) en Bolivia. Ha sido
investigador visitante en diferentes
universidades, (UCLA, Los ngeles)
y europeas (UU, Utrecht y UNIBO,
Bolonia). Actualmente es investigador
posdoctoral en el Instituto Complutense
de Estudios Internacionales
(Madrid). Entre sus temas de estudio
GHVWDFDQODGHPRFUDFLD\HOFRQLFWR
poltico, el anlisis del discurso y la
hegemona, los procesos de cambio
poltico y transformacin estatal en
Latinoamrica, sobre los que ha escrito
diferentes libros y artculos. Colabora
regularmente con diferentes medios de
comunicacin y anlisis. Es director de
campaa del partido poltico Podemos
de Espaa.

25

26

Autor: Ricardo Rocha.

vilidad social ascendente bloqueada. Y han visto


que, por primera vez en tres generaciones en la historia de Espaa y esto es importantsimo, van
a vivir peor que sus padres. Se rompe, por tanto,
el mito del ascenso social individual y el progreso.
Y ese era seguramente el mito, y realidad, porque
era una realidad capaz de mantener a los sectores
medios en el mismo proyecto de pas conducido
por la oligarqua. Y eso se quiebra. As que una
buena parte de la reaccin de la que Podemos y
el movimiento 15M son feudatarios, tiene que ver,
como en muchos procesos de cambio, con una crisis de expectativas. Y (esa) es una reaccin de signo
si me permites conservador. No en trminos
ideolgicos, sino porque quiere (de)volver a una
parte los derechos erosionados por la gestin de
la crisis y tiene la sensacin de estafa, porque
no es que impugne el pacto de la constitucin del
78 en un sentido de superacin revolucionaria. Es
que bsicamente lo que dice es oigan, se la estn
saltando ustedes, los poderosos. Hay una cierta
sensacin de que los ciudadanos cumplen la ley y
los que mandan no. As que es una reaccin que
tiene un componente ciudadanista y conservador,
en ese sentido, de defensa del anterior marco y del
Estado de Derecho, que limita las posibilidades o,
SRU OR PHQRV UHFRQJXUD HO PDSD < SRU WDQWR
uno no puede hacerse trampas. Tiene que mantenerlo en la cabeza para saber hasta dnde puede
llegar, o cul es el alcance posible para imaginarse
el proceso de transformacin poltico o el proceso
de cambio poltico.
Pero el ltimo elemento es que se ha ido produciendo el acercamiento progresivo del Partido Socialista y el Partido Popular, como dos opciones
que han sido percibidas por muchos ciudadanos
como una opcin similar. Su supeditacin comn
DORVLQWHUHVHVGHOD7URLNDHQ(XURSDODGLFXOWDG
econmica de tener recursos con los que comprar
la obediencia en Espaa, han ido generando un
proceso de alienacin de buena parte de nuestra
poblacin con respecto a las lites polticas y econmicas; sobre todo polticas por desgracia,
a las que van culpando de la crisis y sobre todo
van agrupando: bueno, ustedes, centro izquierda y centro derecha son lo mismo y, fundamentalmente: la diferencia principal no es la que
(los) separa entre ustedes, sino la que (los) separa
(a) todos ustedes, de nosotros.
Eso ha ido produciendo la posibilidad de construir una voluntad popular nueva que, en todo
caso, en Espaa se asienta sobre treinta aos de

derrota cultural de la izquierda, de sus smbolos, de sus banderas, de sus canciones, de su tejido asociativo. As es que cuando la gente sale a
protestar e impugnar lo que existe, sale por fuera
de los relatos tradicionales, de los smbolos que
haba disponibles en la izquierda para la contestacin de la existente, y para intentar superarlo.
Esto no tanto por una especie de escisin autnoma sobre la izquierda Es que para muchos
de los que salen a protestar ni siquiera es ya un
referente. Es ms, consideran que el ciclo poltico
se ha cerrado, y se ha cerrado tambin para los
que eran oposicin a ese ciclo poltico. Es decir:
ustedes no hicieron nada malo pero son parte de
lo viejo. Eso puede ser injusto en trminos ticos
o personales, pero me parece que informa o explica bien una parte de lo que est sucediendo.
Con esos elementos, nosotros hemos jugado a
alterar esa divisin simblica izquierda-derecha, e intentar construir una voluntad popular
por oposicin a los que mandan. Es un tipo de
construccin similar a la que ha hecho el Frente
Nacional en Francia, solo que con sentido ideolgico antagnico y lo digo con toda la voluntad polmica; totalmente diferente, en la medida en que no ponemos como chivo expiatorio
a los ms dbiles, a los migrantes, sino que el
afuera que permite construir ese pueblo son las
lites polticas entregadas a los sectores privilegiados, que ms han ganado dinero en la crisis
mientras a todo el mundo le iba peor. Y frente a
ellos intentamos construir un bloque alternativo
que tiene dos partes. Un ncleo fuerte compuesto por los sectores ms golpeados, por lo menos
ms golpeados en sus expectativas durante estos
aos; los perdedores de la crisis, digamos, y que
ese ncleo pueda articular en torno a s un acuerdo de pas diferente. (En) eso obviamente queda
mucho para recorrer, y no se agota en la pelea
electoral, de modo alguno.
Nosotros nos estamos centrando en la batalla
electoral porque es para lo que nacimos y porTXHLGHQWLFDPRVTXHVLQHVDEDWDOODWiFWLFDQR
va a poder haber el resto de los combates estratgicos. Hay que intervenir en el ciclo electoral como una cua que evite que se cierre en
falso, y que ms o menos las lites y sus viejos
partidos lo cierren y restablezcan los equilibrios tradicionales. Pero la construccin de esa
voluntad popular nueva va mucho ms all y
tiene muchas tareas a las que nosotros no necesariamente llegamos y para las que hace falta

27

el concurso de muchos otros sectores de la sociedad civil.


SS: Abriste varios temas. Uno es el de la lgica
de construccin de hegemona, que es otro debate que se puede tener con Bolivia, en particular con Garca Linera, y que discuts un poco
en tu tesis. Incluso en El Pas sali una entrevista de tu ex orientador en donde ste plantea
una diferencia con la concepcin de hegemona
de Garca Linera y el MAS, a partir de cmo
lidiar con el adversario y pensar la relacin entre discursos y fuerzas polticas de oposicin.
Te quera preguntar sobre tu concepcin de
hegemona en relacin a lo nacional-popular,
y en relacin a los lmites que encuentran relacionado con esta lgica que decas, del parlamentarismo, y tambin en relacin al escenario
europeo, lo que puede llevarnos a pensar el lmite de la transformacin en escala nacional.
La pregunta es, en estas condiciones, cul es
el cambio que se puede esperar con Podemos?

28

IE: El otro da discuta con un compaero, medio


en broma, que deca: si para ganar al adversario
te tienes que parecer tanto a l cuando ganas,
cunto le has ganado? Esto no solo es un trabalenguas, (sino que) expresa una verdad turbadora y apasionante de la poltica: Quin ha ganado
PiVDOQDO"(VSRVLEOHTXHOHKD\DVDUUHEDWDGR
algunos instrumentos de poder y hayas construido
un poder poltico de signo diferente, pero al precio
de haberte ido pareciendo a l. Y seguramente eso
es la magia que hace tan apasionante el estudio de
la hegemona como forma de construccin de poder poltico, que es que uno asegura que si es derrotado, es derrotado por alguien que se le ha tenido que parecer. Y en ese sentido hay que reconocer
que aunque tenemos una crisis de hegemona en
Espaa actualmente, venimos de 30 aos de construccin de estabilidad, de construccin de un tipo
de sociedad, un tipo de sentido comn, un tipo de
cultura, de un tipo de instituciones, de un tipo de
formas de valoracin de la legitimidad poltica.
Y eso no se evapora porque llevemos cinco aos
de erosin de la distribucin de la renta o de los
derechos sociales en un sentido ms inequitativo
XROLJiUTXLFR(VRPHUPDRPLQDODFRQDQ]DGH
la gente en los representantes polticos, y a veces
en las elites econmicas. Pero no erosiona, no carcome del todo esa construccin de terreno por la
FXDOQRVRWURVGHVDDPRVDQXHVWURVDGYHUVDULRV
en parte, en su terreno. Siempre decimos que

nuestras ideas son de sentido comn, y hay una


crtica auto-situada a nuestra izquierda que dice:
es que el sentido comn siempre es conservador, y decimos: claro, es que fueron las lites
las que se movieron ms all del sentido comn
de poca que responda a su proyecto histrico.
Y entonces, nos podramos encontrar con una situacin en que la defensa de ideas que algunos
actores polticos tradicionales abanderaban hace
no tanto, hoy coloca a esos mismos actores en
XQDGLFXOWDGPX\H[WUHPD\SRUWDQWRSHUPLWH
imaginar la construccin de una mayora poltica diferente. Ahora, a eso te haces la pregunta
bueno, si has tenido que integrar tanto de lo que
eran ellos, de su sentido comn, de sus inercias
y de sus valores, para ser capaz de construir una
mayora o un bloque popular con capacidad de
cambio, de romper el sistema poltico espaol y
sus derivas oligrquicas, si has tenido que hacer
eso cunto tienes de capacidad para avanzar?
Poca, como por desgracia, casi siempre.
El otro da un periodista me preguntaba en una
conversacin ya apagada la grabadora:
No tenis miedo a la desilusin, con las expectativas creadas? Digamos a que estis levantando una ola de ilusin popular que luego os cueste mucho cumplir porque desarrollarla a medias
sea difcil.
Puede ser uno de los mayores errores, pero yo
fui de nuevo muy honesto y le deca, en general, para los sectores subalternos, avances muy
pequeos han costado verdaderas explosiones
de ilusin. Es decir, imagnate una mquina que
tiene que producir mucha energa, y es una dinamo que funciona mal, en (la) que mucha energa
aqu se traduce en muy poco movimiento ac,
porque la dinamo traduce mal. O sea que tienes
que producir inmensas olas de ilusin popular
para que la gente considere que vale la pena, que
ahora s que se puede, que se pueden transformar las cosas y la gente sencilla puede ganar. Y
a lo mejor avanzas la mitad del terreno. Esto no
SXHGHFRQYHUWLUVHHQXQDMXVWLFDFLyQGHOFLQLVmo: ah, bueno, no se puede avanzar. No. Hay
que intentarlo, pero asumir que uno avanza en
una relacin complicada entre las fuerzas que t
has podido desatar, y lo fuerte que son los actores que estn jugando para que nada cambie.
Y hay que decirlo ntidamente, esos sectores son
hoy mucho ms poderosos que la voluntad de
cambio en Espaa. Mucho ms. Lo que pasa es
que no son capaces de atarlo todo tienen con-

tradicciones internas, no tienen capacidad de


presentar un proyecto de pas que seduzca a una
buena parte de la ciudadana. Estn atados a una
idea de Unin Europea que aparece sin proyecto
sobre todo para los pases del sur pero estos
poderes son muy fuertes.
4Xp VLJQLFD HVWR" %XHQR SXHV TXH KD\
capacidad de avanzar. Hay posibilidad incluso
de una mayora diferente, pero que incluso si se
constituyera esa mayora y esa mayora formara
gobierno, sera una pequea cua intrusa en un
Estado que no le pertenece. Lo estamos viendo
en los ayuntamientos de cambio. Las principales
ciudades de Espaa: Madrid, Barcelona,
Zaragoza, estn ya gobernadas por alcaldas de
cambio. Han sido 25 aos de gobierno del PP
en Madrid, en el Ayuntamiento y t entras
en una alcalda casi pidiendo permiso yo lo
s porque hay compaeros y compaeras en
posiciones muy destacadas en el ayuntamiento
de Madrid No digo que a los compaeros les
falte coraje o audacia, lo estn derrochando!,
pero es que entras en un sitio en que durante un
cuarto de siglo ha sido el adversario el que ha
FRQVWUXLGR TXp VLJQLFDED VHU GH 0DGULG TXp
era el ayuntamiento, quienes eran los administrativos, los burcratas, las inercias, las norPDV$VtTXHWXHQWUDVPRGLFDQGRDOWHUDQdo, bueno, un poco lo que puedes y dando
pasitos, con el intento de no te puedes poner a
todos en contra a la vez.
Me acuerdo en una charla, que me pareci una
cosa particularmente lcida de lvaro Garca Linera, que me deca uno no puede enfrentarse al
conjunto del bloque dominante todo a la vez. Si
tu actuacin, por torpeza, lo que hace es restablecer una unidad que los dominantes ya no tenan,
porque se les haba resquebrajado, porque algunos estaban dispuestos a pactar y otros no. Si lo
que haces es que la restableces y constituyes, por
tu intransigencia o por tu voluntad de avanzar
muy de prisa restableces el bloque de los que
ayer mandaban, al bloque entero no le ganas; y
eso en un Estado particularmente dbil. ImagQDWH HQ XQ (VWDGR VyOLGR \ GLYHUVLFDGR FRPR
este, lo estamos viendo en los ayuntamientos.
Cunto se puede avanzar entonces? Bueno,
pues yo creo que hay una relacin con el Estado
y hay otra con la hegemona. La relacin con el
Estado es que puedes avanzar en la medida en
que hayas sido capaz de construir acuerdos y un

equilibrio de fuerzas que te permita ir tomando


posiciones, a menudo, lentamente. Y ah, no s,
me parece que no hemos sido capaces de superar
la concepcin de Poulantzas. Que es bueno, pues
queda una guerra de posiciones nada pica, en
el conjunto del campo institucional. Por la parte
de la hegemona, cunto avanzas si tienes permanentemente que integrar a una buena parte
del adversario? Pues yo dira que todo depende
de cunto cuidas despus la retaguardia. Porque
t lo integras, porque el problema de integrarlo
es que no se integre tal y como era, y que t lo
PRGLTXHV3RUTXHVLORWUDHVWDO\FRPRHUD\
no dejas nada afuera, te puedes ver en el mismo problema la batalla que dabas en el parlamento ahora la das en los congresos internos del
partido, porque ya cabe todo adentro, y eso si
es otro problema. Dira que en nuestro caso, ese
problema est muy lejos. En nuestro caso el problema no es que quepa todo en Podemos, sino
que el adversario ha podido polarizar mucho,
mucho y demasiado pronto, con Podemos, de tal
manera de que un tercio te ame y una muy buena parte de la poblacin te vean con inquietud o
con miedo.
No hay que olvidar que esos componentes de
que hablbamos de la ciudadana y la clase media producen que para mucha gente la posibilidad de un cambio poltico en Espaa produzca
miedo. Si de algo ha sido importante conquistar
las alcaldas de las principales alcaldas de Espaa es que ya no solo hablamos con la retrica,
hablamos con las polticas pblicas. Es decir, hoy
millones de ciudadanos que tienen una alcalda
de cambio pueden ver que no hay apocalipsis.
Eso no es propaganda, es fundamental. No es un
sitio en que los presidentes van a salir en helicptero de la Moncloa. El Que se Vayan Todos1
aqu no parece que vaya a destituir a nadie. El
pas no est deshecho, no est roto, y creo que
no se va a romper como en Grecia. No vamos a
llegar a esa situacin.
< HVR TXp VLJQLFD" 4XH OD PD\RU SDUWH GH
la gente tiene mucho que perder y mucho que
conservar. Me contaba un periodista que un
diputado del partido popular le deca hoy no
s si dira lo mismo, pero me pareca certero: en
las elecciones se decidir si los espaoles le tienen ms miedo a Podemos o ms asco al PP. Yo
no lo mejorara.
1

Canto de las calles argentinas en las movilizaciones de


diciembre de 2001

29

Acumulacin y
violencia*
Elmar Altvater

30

ontrariamente al concepto de crecimiento, el de la acumulacin encierra los crculos de la economa real y


QDQFLHUDHOGHVDUUROORGHODUHODFLyQ
social entre las clases, el metabolismo del uso de
la energa y los recursos; es decir, el concepto de
acumulacin abarca la relacin de la sociedad con
la naturaleza y, por ende, las relaciones de poder
y su regulacin poltica a nivel local y global. Es
un proceso demasiado complejo como para que
se mida a partir de un mero indicador como el
del crecimiento del PIB anual. Sobre todo se trata
de un proceso cuyo desenlace, dentro de las formas sociales de produccin y regulacin capitalista, es incierto. Abordajes tericos y empricos
sobre su funcionamiento a largo plazo despiertan serias dudas. El capitalismo ha construido su
andamiaje sobre los pilares de la energa fsil; si
esta ltima est puesta en juego en funcin de
las cada vez ms escasas reservas de petrleo y
de la limitacin que le impone el efecto invernadero, es obvio que los fundamentos comienzan
a resquebrajarse. La crisis de la acumulacin de
capital es mucho ms amplia ms que una crisis
econmica medida por los indicadores del crecimiento referidos al producto interno bruto.
Dentro de la economa de capital, la acumulacin y el crecimiento estn condicionados por el
OXFUR/RVEHQHFLRVVRQODIRUPDTXHDGTXLHUH
el plusvalor producido; son los excedentes en
valor que se miden como tasa de crecimiento
en la produccin capitalista. Solamente podrn
transformarse en dinero si la mercanca donde
*

se encuentran coincide con la demanda de dinero. En principio, lo que se logra es un equilibrio


estacionario, es decir, si las circunstancias en
las que tiene lugar este proceso permanecen invariables y las mercancas producidas con ese
capital se compran y se venden por su valor, la
plusvala es absorbida como renta. Esto es lo que
0DU[FDOLFDEDFRPRUHSURGXFFLyQVLPSOHGRQde la economa no crece por ms que se produzcan ganancias y se acumulen.
(VWH HTXLOLEULR FRQGLFLyQ SDUD OD PRGLFDFLyQ
dinmica de las estructuras de reproduccin, es
en s una excepcin dentro de la acumulacin capitalista y, por eso, inestable. La regla general es
la reproduccin expandida, la acumulacin de
capital. El crecimiento. Esto implica que tambin
los mercados deben expandirse para absorber la
mercanca producida, de otra manera, no podra
producirse el lucro. En este contexto los ciclos de
la oferta y la demanda deben desarrollarse de
manera ms o menos proporcional.
Rosa Luxemburgo puso en duda que esto ltimo sea posible dentro del capitalismo puro.
Al analizar las leyes del proceso del capitalismo,
Marx haba sustrado de su campo de anlisis
todos los factores no-capitalistas de ese mismo
proceso. El problema que encuentra Rosa Luxemburgo en Marx se sintetiza en la siguiente
pregunta: puede la reproduccin ampliada, es
decir la produccin a una escala creciente, tener
lugar bajo las condiciones del capitalismo puro y
abstracto, donde no existen pases o mbitos no

Extracto de su libro Los lmites del capitalismo. Acumulacin, crecimiento y huella ecolgica.

Elmar Altvater

capitalistas? Segn Rosa Luxemburgo, el capital,


para expandirse, debe necesariamente recurrir a
espacios y estratos no capitalistas, de otro modo,
se interrumpira el proceso de acumulacin. La
esfera propiamente capitalista, dice Rosa Luxemburgo, el capitalismo puro no puede asegurar ms que su reproduccin simple.
Lo que diferencia a la produccin capitalista
de todos los sistemas anteriores es que tiende
a expandirse mecnicamente a toda la superFLHGHOSODQHWDLQYDOLGDQGRVLVWHPDVSUHH[LVtentes El mtodo inicial del capital es la destruccin y aniquilamiento sistemticos de las
organizaciones sociales no capitalistas con que
tropieza en su expansin Toda nueva expansin colonial va acompaada, naturalmente, de esta guerra tenaz del capital contra las
formas sociales y econmicas de los naturales,
as como de la apropiacin violenta de sus medios de produccin y de sus trabajadores. De
esto resulta la aniquilacin de conformaciones
sociales de la economa natural, con el arrasamiento de pueblos aborgenes enteros con sus
sistemas sociales, culturales y econmicos.1

En la concepcin de Rosa Luxemburgo, la capacidad de expansin del capital puede ser considerada como progreso hasta que las contradicciones inherentes al capitalismo la hacen imposible.
El capitalismo es la primera forma econmica con capacidad de desarrollo mundial.
1

Luxemburgo, Rosa, La acumulacin del capital, traduccin


de Raimundo Fernndez O., Mxico D.F., Juan Grijalbo
editor, 1967.

Nacido el 24 de agosto 1938 en Kamen,


Provincia de Westfalia fue profesor
de Ciencias Polticas en la Otto-SuhrInstituto de la Universidad Libre
de Berln, antes de retirarse el 30 de
septiembre de 2004. Altvater es un
reconocido crtico de la economa
poltica y autor de numerosos escritos
sobre la globalizacin y crticas de
capitalismo. Un trabajo estndar es de
su libro Los lmites de la globalizacin
(1996), escrito con su compaero Birgit
Mahnkopf.

31

Una forma que tiende a extenderse por todo


el mbito de la Tierra y a eliminar a todas
las otras formas econmicas; que no tolera
la coexistencia de ninguna otra. Pero es tambin la primera que no puede existir sola, sin
otras formas econmicas de qu alimentarse,
y que al mismo tiempo que tiene la tendencia
a convertirse en forma nica, fracasa por la
incapacidad interna de su desarrollo. Es una
contradiccin histrica viva en s misma. Su
movimiento de acumulacin es la expresin,
la solucin constante y, al mismo tiempo, la
graduacin de la contradiccin. A una cierta altura de la evolucin, esta contradiccin
slo podr resolverse por la aplicacin de los
principios del socialismo.2

32

Es lgico preguntarse si efectivamente el desarrollo del capitalismo lleva en esta direccin,


sobre todo cuando, como hace Luxemburgo,
se excluyen del anlisis los lmites que le impone la naturaleza al desarrollo capitalista. En
s misma, deca la autora, la expansin del capitalismo no conoce lmites, porque el progreso tcnico y las fuerzas productivas de la tierra
relacionadas con l no lo tienen. Quiere decir
que a comienzos del siglo XX Rosa Luxemburgo no vio que con la gnesis del capitalismo
tambin haba nacido una determinada forma
de relacin social con la naturaleza. Pero la
accin revolucionaria no es el nico factor de
freno, como postularon los clsicos del marxismo, sino tambin la naturaleza desde las condiciones funcionales inherentes a la forma de
produccin capitalista. Hoy por hoy, la naturaleza marca sus fronteras y est representada
por los movimientos sociales que, articulados
polticamente, constituyen el sismgrafo que
mide los topes ambientales y hace visible los
FRQLFWRVTXHJHQHUDQ
A pesar de haber omitido la relacin humana con
la naturaleza, Rosa Luxemburgo logra desentraar una barrera en el desarrollo del capitalismo,
paradjicamente a partir de un error terico de
interpretacin de los esquemas de reproduccin
del capital que haba elaborado Marx. Ella parta
de la base que la plusvala producida no poda
ser asimilada en su totalidad por los sectores capitalistas, sino que siempre quedaba un resto de
sobreproduccin. Con este resto, el capitalismo
invade esferas que no le son propias:
2

dem, p. 363.

el capitalismo est atenido, aun en su plena


madurez, a la existencia coetnea de capas y
sociedades no capitalistas 3

necesarias para la realizacin de su plusvala.


Estas esferas no capitalistas son las que posibilitan la acumulacin de capital y mantienen su desarrollo. Un proceso que, tal como lo demuestra
la historia, solo se logr a travs de la aplicacin
de la violencia.
En su brillante anlisis de las condiciones histricas de la acumulacin, Rosa Luxemburgo fue
la primera en demostrar cmo el capitalismo
somete a la tierra por la fuerza. A travs de una
grandiosa descripcin histrica, la autora expone la asimilacin de todos los espacios geogrFRV \ VRFLDOHV HQ HO SURFHVR GH DFXPXODFLyQ
de valor y explotacin; de manera apasionada
y contundente muestra cmo en nombre de la
modernidad y el progreso, el proceso de acumulacin tiende a reemplazar en todas partes,
primero la economa natural por la economa
simple de mercancas, y a sta, por formas capitalistas hasta lograr que la produccin de capital se constituya en la nica y exclusiva forma
de produccin. Semejante proceso de apropiacin no pudo menos que realizarse con la fuerza blica o militar. Por ejemplo, el caso de las
Guerras del Opio en la China que dieron su inicio hacia 1840 en las que China se vio obligada a
adquirir el veneno de las plantaciones indias para
convertirlo en dinero destinado a los capitalistas ingleses. (p. 189) Aqu se demuestra en qu medida el complejo poltico econmico impregn el
poder colonial y cun estrecha fue la relacin
entre la expansin de la economa libre de
mercado y el uso de la violencia.4
En el captulo dedicado a la lucha contra la economa campesina, Rosa Luxemburgo demuestra
la manera en que es diezmada la economa campesina u otras formas de economa de subsistencia; en regiones donde campesinos o labriegos
podan alimentarse de lo que producan, se pierde la soberana alimentaria; con ello se genera la
dependencia que lleva a las grandes hambrunas
actuales. Tal vez nadie logr expresar de manera tan contundente la destruccin del mundo
3
4

dem, p. 280.
Mike Davis no hace ms que subrayar lo antedicho cuando
VHUHHUHDODVKDPEUXQDVGHQDOHVGHOVLJOR;,;HQ$VLD
Davis, Mike, Los Holocaustos en la era victoriana tarda, Valencia, Universitat de Valencia, 2006.

agrario como la situacin de los labriegos norteamericanos despus de la Guerra de Secesin


descripta por Rosa Luxemburgo:
La revolucin experimentada por la agricultura norteamericana despus de la gran
JXHUUD QR IXH HO Q VLQR HO SULQFLSLR GHO
torbellino en que haba cado el granjero. Su
historia lleva de la mano a la segunda fase
del desarrollo de la acumulacin capitalista, de la que es, igualmente, un excelente
ejemplo; el capitalismo combate y aniquila
en todas partes la economa natural, la produccin para el propio consumo, la combinacin de la agricultura con el artesanado.
Necesita imponer la economa de mercado
para dar salida a la propia plusvala. La
produccin de mercancas es la forma general que el capitalismo necesita para prosperar. Pero una vez que sobre las ruinas de la
economa natural se ha extendido la simple
produccin de mercancas, comienza en seguida la lucha del capital contra dicha produccin. El capitalismo entra en competencia con la economa de mercancas; despus
de haberle dado vida, le disputa los medios
de produccin, los trabajadores y el mercaGR3ULPHUDPHQWHHOQHUDHODLVODPLHQWR
del productor, apartarlo de la proteccin de
la comunidad; luego, separar la agricultura
del artesanado; ahora, la tarea es separar al
pequeo productor de mercancas de sus
medios de produccin. (p. 310)

Trasladada esta conversin al mbito de los


pases, el capitalismo, en su etapa final o imperialista, encuentra en los emprstitos la forma ms sutil de sometimiento. Las naciones
se ven obligadas a contraer crditos internacionales que no pueden pagar y terminan
por desangrarse como los casos de Egipto y el
Imperio Otomano que, hacia finales del siglo
XIX, terminaron por ser subsidiarios del poder
imperial porque no estaban en condiciones de
pago. Quiere decir que la dinmica de crdito y endeudamiento, responsable de las crisis
econmicas y dependencias polticas, no es
una cuestin privativa de la actualidad. Para
Luxemburgo es caracterstica de la fase imperial del capitalismo en la que, por medio del
otorgamiento de masas de crdito se obliga a

los deudores a comprar la produccin de los


pases centrales. El corolario de este desarrollo son las barreras aduaneras proteccionistas
y aranceles aplicados al ritmo de la ampulosa
retrica del libre comercio. A travs de las barreras aduaneras, los pases centrales amparan
su economa obligando a los pases deudores
a abrir las propias con el fin de integrarlos en
el proceso de acumulacin global y, con ello,
mantenerlos dentro de la rbita econmica y
poltica de dominio. Este es el mtodo que se
manifiesta en el anlisis de la actual crisis de
los alimentos: con el fin de consolidar los ndices de ganancia del capital, las sociedades
ms ricas no vacilan en usar el concepto del
libre comercio junto al de proteccin de sus
propios mercados.
Segn Rosa Luxemburgo la violencia es el motor
de la acumulacin. En este contexto es imposible
analizar la integracin de las reas no capitalistas al sistema imperialista mundial, sin tener en
cuenta el rol de la poltica, del Estado y, por lo
tanto, del poder. El proceso analizado por Rosa
Luxemburgo pertenece a la historia. No por eso
est cerrado ni debe considerrselo solo como
parte del pasado. Autores como David Harvey
y Mike Davis (que partieron de Rosa Luxemburgo) demostraron de manera fehaciente su vigencia en la actualidad.
A partir del error terico en el esquema de reproduccin que crey haber hallado en Marx,
Rosa Luxemburgo postula que los circuitos de
reproduccin simple (simple repeticin invariable y constante del proceso productivo) y
de reproduccin ampliada (dinmica) no terminan de cerrar y dejan un sobrante adicional que
solo puede realizarse o expandirse en espacios
no capitalistas. Este hallazgo dio origen a uno
de los anlisis histricos ms impresionantes
sobre el proceso de valoracin capitalista y las
diferentes formas de violencia que desarroll
para imponerse. En l se basan los postulados
actuales de la acumulacin por desposesin
en la que siguen persistiendo la depredacin, el
fraude y la violencia.5
5

Harvey, David, El nuevo imperialismo: Acumulacin por desposesin, traduccin de Ruth Felder, en: Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales de Amrica Latina y el Caribe de la
red CLACSO, 2005. http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/

33

Poltica del compromiso


sociolgico*
"Los gobiernos estn siempre interesados en que su sociedad no
sea ilustrada, porque si ilustrasen a su sociedad seran aniquilados
en poco tiempo por esa sociedad ilustrada por ellos".

Thomas Bernhard
Trabajamos hoy en la incertidumbre y la ignorancia del bien
exacto (del mal tambin, por desgracia) que podemos hacer.

34

Jacques Bouveresse

Grard Mauger

el mismo modo que, segn Sartre,


el escritor "est en el ajo (est dans le
coup), haga lo que haga", se puede
considerar que la sociologa y, de forma general, las ciencias sociales, pueden colaborar en el ejercicio de la dominacin o contribuir
a su crtica (transgrediendo el principio weberiano de "neutralidad axiolgica", se renuncia
SRUHOORDODFLHQWLFLGDGGHODVRFLRORJtD"6LQ
SURSRQHUQRVMXVWLFDUHVWRDTXtSRGHPRVFRQVLderar a la inversa que la sociologa es tanto ms
FLHQWtFD FXDQWR PiV VLVWHPiWLFDPHQWH FUtWLFD
es)1. El trabajo de guardin del orden simblico
FRQVLVWH HQ OR HVHQFLDO HQ FRQUPDU OD YLVLyQ
dominante del mundo social (mandando, por
ejemplo, las "clases" y sus "luchas" al "cubo de
basura de la historia"), en limitar el campo de los

*
1

IXWXURV SRVLEOHV SURIHWL]DQGR HO Q GH OD KLVtoria" y pregonando urbi et orbi que "el neoliberalismo" es el horizonte insuperable de nuestro
tiempo). En suma, consiste en reforzar la ortodoxia, en particular haciendo que la doxa acceda
al estado de opinin y atribuyndole la legitimidad otorgada a la ciencia o a sus apariencias: "La
IXHU]DGHODDXWRULGDGFLHQWtFDTXHLQX\HHQ
el movimiento social y llega hasta el fondo de las
conciencias de los trabajadores, es muy grande.
Produce una forma de desmoralizacin. Y una
de las razones de su fuerza es que se halla en manos de personas que parecen estar completamente de acuerdo entre s en general, el consenso
es un signo de verdad", declaraba Pierre Bourdieu en la sesin inaugural de los Estados Generales del Movimiento Social (Bourdieu, 1998).

La primera edicin fue en: Intersticios. Revista Sociolgica de Pensamiento Crtico.


Vase, por ejemplo, P. Bourdieu, 1984a; 2001; 2002a; 2002b. Vase tambin el debate sobre este tema en la obra colectiva dirigida
por Bernard Lahire (2002).

Grard Mauger
Es director del Centro Europeo de
Sociologa (CSE). Sus intereses de
LQYHVWLJDFLyQVHUHHUHQDODVRFLRORJtD
de la juventud y la desviacin, las
polticas pblicas y las prcticas
culturales. Uno de los representantes
ms genuinos de la mejor herencia de la
sociologa de Pierre Bourdieu.

35
Consiste en racionalizar el ejercicio de la dominacin simblica, gracias al uso de instrumentos
de conocimiento construidos por las ciencias sociales1 o de simulacros que permiten atribuirse
ORVEHQHFLRVGHODOHJLWLPLGDGFLHQWtFD2. En la
perspectiva inversa, se trata de desvelar los mecanismos3 y las estrategias de dominacin4 y de
contribuir as a contrarrestarlos, liberando las
fuerzas potenciales de resistencia y de rechazo
neutralizadas por el desconocimiento.
1
2
3

Vase el uso de los sondeos como instrumentos de demagogia


racional (Bourdieu, 1984b; 1987; Champagne, 1990).
Vase el uso de la "consulta" como instrumento de ilusionismo poltico (Mauger, 1996).
Es decir, poner en evidencia la violencia fundadora ocultada por el acuerdo entre el orden de las cosas y el orden de
los cuerpos (Bourdieu, 1997: 224).
Y, en particular, "la contribucin que el conocimiento racional puede hacer a la monopolizacin de hecho de los beneFLRVGHODUD]yQXQLYHUVDO %RXUGLHX 

La sociologa auxiliar del orden simblico


puede ceder tanto ms fcilmente a la ilusin
de su omnipotencia cuanto que la ortodoxia
se asocia con el bon sens, el sentido comn, la
doxa: "los poderes intelectuales no son nunca
WDQ HFLHQWHV HVFULEH 3LHUUH %RXUGLHX FRPR
cuando se ejercen en el sentido de las tendencias inmanentes del orden social" (Bourdieu,
1997: 11), reforzando simblicamente las relaciones de fuerzas sociales. Pero, cul puede
ser, a la inversa, la fuerza de la crtica sociolgica? Cules pueden ser los efectos de las
revoluciones operadas en el orden de las palabras sobre el orden de las cosas? Quiz no se
trata tanto, hoy en da, de denunciar los fantasmas de omnipotencia de intelectuales que
soaban con "rehacer el mundo", como de desPLWLFDU OD FUHHQFLD VLPpWULFD HQ OD LPSRWHQFLDTXHMXVWLFDWRGDVODVGLPLVLRQHV3DVDGRV
ORVH[FHVRVGHFRQDQ]DHQORVSRGHUHVGHORV
discursos, se tratara quiz de luchar contra
ORVH[FHVRVGHGHVFRQDQ]D"6HDFRPRVHDOD
renuncia a las ilusiones de la logoterapia sigue
siendo una condicin previa necesaria para el
DQiOLVLVGHODVFRQGLFLRQHVVRFLDOHVGHODHFDcia crtica.
Autor: Ricardo Rocha.

Las ilusiones de la logoterapia


La ilusin de la omnipotencia de los intelectuales "comprometidos"5 se basa en una forma espeFtFDGHHWQRFHQWULVPR\HQHOGHVFRQRFLPLHQWR
correlativo de la fuerza de las cosas. Este etnocentrismo escolstico puede declinarse, segn
Pierre Bourdieu, de cuatro maneras: la creencia
en las virtudes de la discusin, una visin encantada de las relaciones de fuerza polticas, la
ilusin constructivista y el optimismo populista.
La visin encantada de universos escolsticos
donde las constricciones sociales se reduciran a
constricciones lgicas6 y la inmersin prolongada
de los intelectuales en una actividad ordenada de
GLVFXVLyQ\MXVWLFDFLyQGHORVHQXQFLDGRVSHUPLten explicar la creencia ciega o escptica, pero
HQFXDOTXLHUFDVRVXFLHQWHSDUDFRQWLQXDUSDUWLcipando en el juego en las virtudes de la discusin, permiten dar cuenta del ideal lgico y moral
5
6

Sobre las diferentes modalidades del compromiso de los intelectuales, vase Grard Mauger (1995).
Pero quienquiera que haya pasado en l una temporada
VXFLHQWHPHQWHODUJDQRSXHGHGHVFRQRFHUFRPSOHWDPHQWH
un funcionamiento con frecuencia ms prosaico

desigualmente interiorizado pero siempre honrado, si no respetado y de la ilusin democrtica.


Sin embargo, esta creencia en la omnipotencia del
discurso ignora las condiciones econmicas y sociales indispensables para que puedan instaurarse
deliberaciones pblicas susceptibles de conducir a
un consenso racional. Contra este angelismo escolstico, hay que interrogarse sobre las condiciones
GHHFDFLDGHXQD5HDOSROLWLNGHODUD]yQTXHWHQga en cuenta la desigualdad real en la igualdad formal7. La ilusin democrtica tiene como corolario
una visin encantada de las relaciones de fuerza
polticas reducidas a relaciones de comunicacin,
de "dilogo". Es igualmente solidaria de la ilusin
constructivista que tiende a hacer del mundo social
un mero producto de una construccin performativa: desde este punto de vista, cambiar el lenguaje, es cambiar la realidad, de la cual se ignora o se
quiere ignorar que est tambin inscrita en la objetividad de las instituciones, las cosas y los cuerpos.
En cuanto al optimismo populista que slo conoce
"dominados resistentes"8, confunde la relacin intelectual (es decir, escolstica) con las condiciones
dominadas y la relacin dominada con esta condicin: visin populista del pueblo como lugar de resistencia, si no de subversin, en la que se fundan
las expectativas de la liberacin poltica del efecto
automtico de la "toma de conciencia" (contra la
"falsa conciencia"). Ignorando que "el orden instituido tiende siempre a dar la impresin, incluso a
los ms desfavorecidos, de que cae por su propio
peso, de que es necesario, evidente, ms necesario,
ms evidente, en cualquier caso, de lo que cabra
creer desde el punto de vista de los que, no habiendo sido formados en unas condiciones tan duras,
no pueden ms que encontrarlas insoportables e
indignantes" (Bourdieu, 1997: 207), el optimismo
populista ignora al mismo tiempo que la fuerza de
ORVDUJXPHQWRVQRWLHQHQLQJXQDHFDFLDFRQWUDODV
disposiciones y la fuerza de las cosas9. Puesto que
las estructuras cognitivas puestas en prctica
7
8
9

Sobre este tema, ver Lilian Mathieu (2002).


El pesimismo simtrico deplora su "resignacin
Las disposiciones iniciales (el "habitus primario") son
incorporadas en el seno de un grupo familiar social y espacialmente situado, en el curso de una experiencia precoz y
prolongada de interacciones habitadas por las estructuras de
dominacin. "El nio incorpora lo social en forma de afectos,
SHUR FRQ XQ FRQWHQLGR GH FRORU \ FDOLFDFLyQ VRFLDO HVFUL
be Pierre Bourdieu (1997: 200), y es as como el orden social
se inscribe en los cuerpos, "en forma de disposiciones que
[ ] se expresan y se viven en la lgica del sentimiento o del
deber, a menudo confundidos en la experiencia del respeto, la
devocin afectiva o el amor, y que pueden sobrevivir mucho
tiempo despus de la desaparicin de sus con-diciones sociales
de produccin" (Bourdieu, 1997: 215).

son productos de la incorporacin de las estructuras del "mundo vivido", el habitus funciona
como fuerza de llamada al "topos del origen" (si
cada cual "se encuentra a s mismo", "se siente
como en casa", es porque ese topos est en l) y
"tiende a reducir las disonancias entre las anticipaciones y las realizaciones operando un cierre
ms o menos total de los horizontes" (Bourdieu,
1997: 275)10. La adhesin al orden establecido,
"la sumisin", "el conformismo" son resultado
de la interiorizacin duradera, sino indeleble,
de las estructuras sociales en forma de esquemas de percepcin (alto/bajo, masculino/femenino, blanco/negro, etc.), de disposiciones y de
FUHHQFLDV TXH HVFDSDQ D OD LQXHQFLD HPSULVH 
de la conciencia. "Esta sumisin, escribe Pierre
Bourdieu, no es un acto de conciencia, una simple representacin mental susceptible de combatirse slo con la fuerza intrnseca de las ideas
verdaderas, sino una creencia tcita y prctica
hecha posible por la habituacin que nace del
adiestramiento (dressage) de los cuerpos" (Bourdieu, 1997: 205). Explica la facilidad, en ciertos
aspectos desconcertante, con la que, a lo largo de
la historia, con la excepcin de algunas situaciones de crisis, los dominantes imponen, sin errar
el golpe, su dominacin. En otros trminos, lo
problemtico es que, al margen de situaciones
excepcionales de crisis, el orden establecido no
es problemtico. Por ello, es vano creer en una
posible transformacin de las relaciones de dominacin en virtud de una simple "conversin
de los espritus (de los dominantes o de los
dominados) tras una logoterapia colectiva cuya
organizacin correspondera a los intelectuales.
De hecho, escribe Pierre Bourdieu, "la accin
simblica no puede, por s sola, y al margen de
toda transformacin de las condiciones de produccin y fortalecimiento de las disposiciones,
extirpar las creencias corporales, pasiones y pulsiones que permanecen por completo indiferentes a las conminaciones o las condenas del universalismo humanista" (Bourdieu, 1997: 215). La
creencia en las virtudes teraputicas de la sola
crtica sociolgica es tanto ms vana cuanto que
esas exhortaciones a la "toma de conciencia
obstaculizan la perpetuacin de la ilusin sobre
uno mismo (la cual permite salvaguardar una
forma tolerable de verdad subjetiva"), y que el
10

Puesto que el punto de vista del habitus es necesariamente "local", podemos preguntarnos por los efectos de un ensanchamiento del horizonte social: la sociologa tiene, entre
otras virtudes, la de intentar aprehender toda situacin "en
su conjunto".

37

etnocentrismo escolstico desconoce los costes


materiales y simblicos de la revuelta. "Debido,
en especial, a que el orden establecido, incluso
HOPiVDEUXPDGRUSURSRUFLRQDXQRVEHQHFLRV
GHRUGHQTXHQRVHVXHOHQVDFULFDUDODOLJHUDOD
indignacin, la sublevacin y las transgresiones
(en el inicio de una huelga, por ejemplo) resultan siempre difciles y dolorosas y, por lo general, muy costosas, material y psicolgicamente",
escribe Pierre Bourdieu (1997: 274). Aceptar o
descubrir la verdad depende al menos en parte del inters en el desvelamiento. Pero el inters
por la verdad no tiene nada de universal, aunque slo sea porque contrarresta los intereses en
la ceguera.

38

Estos obstculos estructurales a la apropiacin


de la crtica sociolgica son reforzados por las
trabas puestas a su difusin ms all de un cenculo de iniciados11 SRU VX GLFXOWDG LQWUtQVHFD
y por la desigual distribucin del capital cultural (de manera que es virtualmente posible para
quienes le son ms hostiles y particularmente
improbable para quienes tienen objetivamente
un inters en ella), sin contar con la resistencia
opuesta por los portavoces de los grupos dominados a lo que perciben como una amenaza de
"hegemona experta (savante)" y por las distintas
formas de anti-intelectualismo popular, etc. En
estas condiciones, cmo no suscribir el pesimismo de Jacques Bouveresse, que considera que
"para vencer esa inercia de disposiciones vinculadas a lo que Pascal llama la "costumbre" (coutume), es decir, para Bourdieu, a la educacin y
el adiestramiento de los cuerpos, hace falta algo
ms que "la fuerza de las ideas verdaderas", vengan stas de la sociologa o de cualquier otro sector del conocimiento" (Bouveresse, 2002).

El rea de la doxa
Si "la extraordinaria inercia que resulta de la
inscripcin de las estructuras sociales en los
cuerpos" (Bourdieu, 1997: 206) apenas incita a
creer en las virtudes de la "toma de conciencia",
la sociologa no puede ignorar sin embargo las
huelgas, las revueltas obreras y campesinas, las
11

"No podemos, evidentemente, contar con los empresarios,


ORVRELVSRVRORVSHULRGLVWDVSDUDTXHHORJLHQODFLHQWLFL
dad de trabajos que desvelan los fundamentos ocultos de
su dominacin, ni para que se esfuercen en divulgar sus
resultados", escriba Pierre Bourdieu (1984). Pero, como
cualquier otro imperio, el de la comunicacin tiene sus
fallas: de ah la importancia de la localizacin y de un uso
controlado de esos "eslabones dbiles".

revueltas estudiantiles (de la crtica de la familia y de la universidad a la del orden social), los
FRQLFWRVGHJHQHUDFLRQHVHQGLIHUHQWHVFDPSRV
del espacio social, entre "poseedores" (llevados
a la ortodoxia) y "aspirantes" (llevados a la hereja), las revueltas feminis-tas, etc., las resistencias
individuales y colectivas, ordinarias y extraordinarias, duraderas y puntuales, pasivas y activas,
en suma las rupturas al menos temporales
con el "orden de las cosas". Cmo es posible
sus-traerse a la violencia simblica, salirse de
la evidencia silenciosa de la doxa? Como seala Jacques Bouveresse, "Pierre Bourdieu siempre
busc [ ] a la vez explicar por qu [las cosas] son
tan difciles de cambiar y mostrar cmo pueden
o podran cambiar" (Bouveresse, 2002). De hecho, los instrumentos conceptuales construidos
por Pierre Bourdieu (habitus, campo, violencia
simblica, etc.), que permiten analizar la reproduccin, la inercia del orden social, permiten estudiar igualmente su cuestionamiento12.
El anlisis de las condiciones sociales de receptividad de la crtica sociolgica pasa por el anlisis sociolgico diferencial de las relaciones con el
mundo social o, ms concretamente, de las variaciones de la extensin del rea de la doxa y, por
tanto, tambin del rea de las opiniones heterodoxas. Si es cierto que las representaciones del
"mundo de los otros" (Hoggart, 1970) a travs
de esquemas de percepcin del ethos popular
(la dialctica "envidia/orgullo" descrita por Florence Weber, 1989) pueden, en ciertas condiciones, suscitar la indignacin, incluso la revuelta,
que la experiencia reiterada de diferencias entre
prestaciones y retribuciones puede, en ciertas coyunturas, despertar un sentimiento de injusticia,
que las diferencias entre discursos y prcticas,
entre promesas y realidades o las incoherencias
OyJLFDV GHPDVLDGR PDQLHVWDV SXHGHQ HQJHQdrar la ira, que los atentados a la dignidad, al
sentido del honor pueden provocar la rabia; a la
inversa, el sentimiento de impotencia, la llamada al orden de la necesidad y el estoicismo correlativo imponen una represin (refoulement)
PiVRPHQRVGXUDGHUDPiVRPHQRVHFD]GH
la indignacin moral, de las revueltas lgicas o
de la ira: de ah la inestabilidad, la imprevisibilidad del humor de los dominados respecto de las
llamadas a la revuelta. Puesto que esas revueltas
12

"La fecundidad de esta concepcin de la accin se debe a


que se esfuerza en pensar el cambio y la conservacin con
los mismos instrumentos" (Mathieu y Roussel, 2002).

suponen instrumentos de expresin y de crtica


desigualmente distribuidos, los profesionales
del trabajo de explicitacin pueden, en ciertas
circunstancias, convertirse en portavoces de dominados reducidos al silencio: desvo o transferencia de capital cultural que les permite acceder
a la movilizacin colectiva y a la accin subversiva contra el orden simblico establecido.
En general, el estudio de las sensibilidades diferenciales al orden y al desorden remite al de
los grados de integracin del habitus. Los habitus divididos, desgarrados, llevan, en forma
de tensiones y de contradicciones, la huella de
las condiciones de formacin contradictorias de
las que son producto: las situaciones de "doble
constreimiento" ("ethos del entre s/disciplina
de fbrica", "clase de origen/clase de pertenencia", "pas de emigracin/pas de inmigracin",
etc.) hacen los habitus desgarrados, librados a la
contradiccin y a la divisin contra uno mismo
("divisin del yo"), la multiposicionalidad induce la distancia al rol opuesta a los habitus "unidimensionales" de los oblatos y de los apparatchiks, etc.
Asimismo, "estar en su sitio", "mantenerse en su
puesto", "quedarse en su lugar", todo ello supone el ajuste de las disposiciones a las posiciones,
la coincidencia de la esperanzas y de las probabilidades objetivas, la homologa del habitus y
del hbitat: los desfases, las discordancias, los
tropiezos hacen los habitus desconcertados".
Ahora bien, la homologa entre el espacio de
posiciones y el espacio de disposiciones no es
nunca perfecta: por eso siempre existen agentes
"en situacin incmoda", "desplazados", "mal
en su lugar" y "mal consigo mismos (mal dans
leur peau)". Podemos suponer que "sentirse desplazado" inclina a la objetivacin y a la crtica,
si no a la lucidez. De manera general, los habitus desconcertados nacen de la diferencia, vivida como sorpresa positiva o negativa, entre las
expectativas y la experiencia: diferencias ligadas
a la inercia de los habitus (cuyo paradigma es
Don Quijote) o, a la inversa, al cambio del modo
de generacin de las nuevas generaciones, a los
desplazamientos, ascendentes o descendentes,
inter o intrageneracionales que confrontan los
habitus de los "advenedizos" y de los "desclasados" a unas condiciones de actualizacin distintas de aquellas en las que han sido producidos, o,
an, al desajuste estructural de las expectativas
subjetivas y de las posibilidades objetivas ligado

al desclasamiento estructural producido a la vez


por la generalizacin de la escolaridad, y la devaluacin de los ttulos escolares que conlleva, y
por la generalizacin de la inseguridad salarial
(Bourdieu, 1978).
El desajuste entre expectativas y probabilidades
abre as un margen de libertad a la accin poltica. Desde el punto de vista de la receptividad a
la crtica del orden establecido, la diferencia ptima entre expectativas subjetivas y probabilidades objetivas se encuentra sin duda en esta zona
de incertidumbre situada entre la seguridad del
xito ("siempre se gana") y la certeza del fracaso ("siempre se pierde): en efecto, la aniquilacin de las posibilidades ("no future") conlleva
la mayor parte de las veces la aniquilacin de
las defensas psicolgicas, una desorganizacin
general y duradera del pensamiento que oscila
entre el onirismo y la dimisin. "La posesin de
las garantas mnimas relativas al presente y al
futuro, que estn inscritas en el hecho de tener
un empleo permanente y las seguridades asociaGDVHV>@ORTXHFRQHUHDORVDJHQWHVDVtGRWDGRV
las disposiciones necesarias para afrontar activamente el futuro" (Bourdieu, 1997: 266).
3RGHPRV LQWHUURJDUQRV QDOPHQWH VREUH ODV
condiciones de posibilidad de una liberacin
temporal de los mandatos mudos del orden
simblico, de una suspensin de la dominacin,
de una "pokh de la actitud natural" (Schtz):
es el caso de la existencia temporalmente liberada de la dominacin de las situaciones de crisis (mayo del 68), de los das de huelga o de la
skhol temporal de las vacaciones, "existencia
liberada del tiempo, puesto que liberada de la
illusio, de la pre-ocupacin, mediante la suspensin de la insercin en el campo, por tanto
en la competencia se habla comnmente de
"desahogarse" (faire le vide) o de desconectar" y, llegado el caso, mediante la insercin
en universos sin competencia, como la familia
o ciertos clubs de vacaciones, universos sociaOHVFWLFLRVTXHVHVXHOHQYLYLUFRPROLEHUDGRV
y liberadores" (Bourdieu, 1997: 250). Si es cierto
que "la reanudacin (reprise)" (Le Roux, 199813),
"la rutina (traintrain)", remiten al pasado, a los
recuerdos, es decir al inconsciente, esas experiencias de liberacin temporal hacen olvidar
que la experiencia del mundo como evidente,
que la adaptacin "natural", "automtica" a las
13

Relato de la investigacin-rodaje de la pelcula de la cual


es autor (Reprise, 1996).

39

posiciones dominadas es una relacin socialmente construida; la existencia misma de estas


experiencias reprimidas (refoules) abre virtualmente la posibilidad de reactivarlas.

Qu hacer?

40

Si es cierto que todo proyecto de reforma del


entendimiento optimiza sus posibilidades de
recepcin entre habitus divididos, rasgados,
desconcertados, desajustados, en situaciones de
excepcin (huelgas, movimientos sociales, etc.) o
de crisis estructural (desajuste estructural de las
expectativas y las probabilidades), cules pueden ser las apuestas (enjeux), las estrategias, las
tcticas de la crtica sociolgica? Una Realpolitik
de lo universal implica primero "una lucha poltica permanente por la universalizacin de las
condiciones de acceso a lo universal (Bourdieu,
1997: 100), favoreciendo por todas partes y por
todos los medios el acceso de todos a los instrumentos de lo universal. En esta perspectiva, si
es cierto que los programas nacionales, escritos
o no escritos, producen cerebros nacionalmente programados (Bourdieu, 1997: 41), hay que
inscribir la heterodoxia en el programa. Porque
el poder sobre los instrumentos incorporados
de conocimiento (esquemas de percepcin y de
apreciacin, principios de divisin) es un poder
de hacer ver y de hacer creer, el proyecto de subvertir el orden de las cosas implica una "poltica
de la percepcin" que aspire a transformar las
categoras a travs de las cuales ste es percibido, las palabras en las que se expresa.
La crtica sociolgica puede igualmente intentar reactivar el "inconsciente social" y combatir
la represin (re-foulement) de todo lo que atae
a la realidad social, luchar contra todas las empresas de "naturalizacin" de lo social, trabajar
por el retorno de lo reprimido, romper el crculo encantado de la negacin colectiva, "llevar a
cabo la suspensin de la suspensin de la duda
sobre la posibilidad de que el mundo social sea
diferente que est implicada en la experiencia
del mundo como algo evidente" (Bourdieu,
1997: 207). De manera general, la imaginacin
y la accin innovadoras no pueden tener xito
ms que si, "actuando como detonantes o, mejor, como desencadenantes simblicos capaces
GHOLFLWDU\GHUDWLFDUPHGLDQWHODYLUWXGGHOD
explicitacin y de la publicacin, malestares o
descontentos difusos, deseos socialmente instituidos ms o menos confusos, consiguen reac-

tivar disposiciones que las acciones de inculcacin anteriores han depositado en los cuerpos"
(Bourdieu, 1997: 277). En esta perspectiva, una
poltica del compromiso sociolgico puede movilizar la crtica histrica14, la trasgresin simblica15\QDOPHQWHHO:LW]TXHSXHGHHMHUcer un efecto de catarsis expresado en una risa
liberada y liberadora. Porque si bien es cierto
que la mirada sociolgica de Pierre Bourdieu es
a veces desencantadora, puede tambin contriEXLUDHGLFDUXQPXQGRHQHOTXHFDGDFXDO
podra mirar al otro riendo".

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ejercen sobre l cuando, abandonndose a las rutinas del
DXWyPDWDWUDWDFRPRFRVDVFRQVWUXFFLRQHVKLVWyULFDVUHLca-das", escribe Pierre Bourdieu (1997: 218).
15 "La transgresin simblica de una frontera social tiene
de por s un efecto liberador porque, en la prctica, hace
reali-dad lo impensable. Pero ella misma no es pensable, y
VLPEyOLFDPHQWH HFLHQWH HQ OXJDU GH VHU UHFKD]DGD FRPR
un escndalo [ ], ms que si se cumplen ciertas condiciones
objetivas. Para que un discurso o una accin (iconoclastia,
terrorismo, etc.) que trate de cuestionar las estructuras
objetivas tenga alguna posibilidad de ser reconocido
como leg-timo [ ] y de ejercer un efecto de ejemplaridad,
es necesario que las estructuras cuestionadas de ese modo
estn a su vez en un estado de incertidumbre y de crisis que
favorezca la incertidumbre con respecto a ellas y la toma
de concien-cia crtica de su arbitrariedad y su fragilidad",
escribe Pierre Bourdieu (1997: 279).

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41

II SECCIN
LAS DEMOCRACIAS

42

Y EL MAR

43

Autor: Ricardo Rocha.

24 de septiembre del 2015

Una lectura del fallo de


la Corte Internacional
de Justicia
Farit Limbert Rojas Tudela

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l fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de 24 de septiembre de 2015 ha


generado muchos comentarios y polmicas, pero se ha ledo con detalle esta
VHQWHQFLD"(VWHWH[WRQRHVODOHFWXUDRFLDOGHO
fallo, pero pretende referirse al enunciado textual
del mismo, en busca de una comprensin de sus
alcances para la demanda martima, por ello se
ha subtitulado a este texto como una lectura, una
lectura ms. El fallo est disponible en el portal de la Corte Internacional de Justicia: http://
ZZZLFMFLMRUJGRFNHWOHVSGI

Antecedentes
El 24 de abril de 2013 Bolivia present a la Corte Internacional de Justicia una demanda contra Chile en relacin a la obligacin de Chile de
negociar de buena fe y de manera efectiva con
%ROLYLDFRQHOQGHOOHJDUDXQDFXHUGRTXHRWRUgue a Bolivia un acceso plenamente soberano al
2FpDQR3DFtFR
Conforme al pargrafo 2 del Artculo 40 del Estatuto de la CIJ, el Secretario comunic inmediatamente la demanda al Gobierno de Chile. Dado
que la Corte no incluye a ningn juez de nacionalidad chilena o boliviana, cada parte procedi
a ejercer su derecho de designar un juez ad hoc
para que comparezca en el caso. Bolivia design a Yves Daudet (Secretario General de la Aca-

demia de Derecho Internacional de La Haya) y


Chile a Louise Arbour (Juez de la Corte Suprema
de Canad).
(OGHMXQLRGHOD&RUWHMyHOGHDEULO
de 2014 como plazo para la presentacin de la
Memoria de Bolivia y el 18 de febrero de 2015
para la presentacin de la Contra Memoria de
Chile. Bolivia present su Memoria dentro del
plazo establecido.
Tanto Per como Colombia solicitaron a la Corte
se les facilite copias de los alegatos y documentos anexos al caso, solicitud que fue aceptada
por el Presidente de la Corte.
(OGHMXOLRGHGHQWURGHOSOD]RMDGRSRU
el pargrafo 1 del Artculo 79 del Reglamento de
la Corte, Chile present una excepcin preliminar a la competencia de la Corte. Mediante providencia de 15 de julio de 2014 la Corte suspendi el procedimiento sobre el fondo y se abri un
mini proceso para determinar si la Corte posee
jurisdiccin para conocer la demanda boliviana.
/D &RUWH My HO  GH QRYLHPEUH GH  FRPR
plazo para que Bolivia presente una declaracin
escrita de sus observaciones y conclusiones sobre la excepcin preliminar presentada por Chile. Bolivia present su respuesta escrita en el plazo indicado.

Farit Limbert Rojas Tudela

Dado que Chile basaba su objecin preliminar en


una interpretacin del Pacto de Bogot, la Corte
en aplicacin del Artculo 43 de su reglamento comunic a los Estados Partes del Pacto de Bogot
DGHPiVGHQRWLFDUDOD2UJDQL]DFLyQGH(VWDGRV
Americanos (OEA) consultando si esa organizacin tiene o no observaciones que aportar. El Secretario General de la OEA inform a la Corte que
esa organizacin no tena observaciones.
(OGHIHEUHURGHOD&RUWHMyODVDXGLHQcias orales para los das 4, 6, 7 y 8 de mayo de
2015. En el desarrollo de estas audiencias la Corte escuch los alegatos orales de Chile y Bolivia.
Durante las audiencias los jueces de la Corte formularon preguntas a las Partes, las que respondieron de forma verbal y escrita. Cada una de
las partes present sus observaciones sobre las
respuestas escritas proporcionadas a la Corte.
El 24 de septiembre de 2015 la Corte emiti su
fallo sobre Excepciones Preliminares en el caso
Bolivia contra Chile (Obligacin de negociar acFHVR DO 2FpDQR 3DFtFR  PHGLDQWH HO FXDO SRU
catorce votos a dos rechaza la excepcin preliminar presentada por Chile y por catorce votos
contra dos concluye que tiene jurisdiccin para
conocer la demanda presentada a la Corte por
%ROLYLD$VLPLVPROD&RUWHMyHOGHMXOLRGH
2016 como un nuevo plazo para la presentacin
de la Contra Memoria de Chile.

Abogado y Filsofo, M.Sc. en


Investigacin Social, M.Sc. en Gestin
Gubernamental, ha cursado la
especialidad en Historia y Filosofa
y es candidato a Doctor en Ciencias
del Desarrollo. Ha trabajado en la
elaboracin de la Memoria boliviana
y la Respuesta Escrita a las Objeciones
Preliminares. Actualmente es Ministro
de Primera de la Embajada de Bolivia
ante el Reino de los Pases Bajos

45

46

Autor: Ricardo Rocha.

La controversia entre Chile y Bolivia en


las excepciones preliminares
Para comprender de lo que trata el fallo de 24 de
septiembre de 2015 se debe diferenciar entre la
controversia entre Bolivia y Chile al interior del
proceso de fondo que denominamos demanda
martima, y la controversia generada por Chile en
el mini proceso de las excepciones preliminares.
La controversia entre Bolivia y Chile en la demanda martima radica en si Chile est obligado a negociar de buena fe el acceso soberano de
%ROLYLDDORFpDQR3DFtFR\VLGLFKDREOLJDFLyQ
exista, si Chile la ha incumplido. Bolivia ha solicitado a la Corte que declare que Chile s tiene
esta obligacin, que la ha incumplido y que la
deba cumplir.
La controversia entre Chile y Bolivia en las excepciones preliminares radica en la comprensin
GHOREMHWRGHODGHPDQGDTXHGLHUHHQODVYHUVLRQHVGH&KLOH\HQODVDUPDFLRQHVGH%ROLYLD
lo cual llev a la Corte a realizar un examen para
determinar cul es el objeto de la demanda para
pronunciarse despus sobre su jurisdiccin.
Segn Chile, el objeto de la demanda de Bolivia
es la soberana territorial y la naturaleza del acceVRGH%ROLYLDDORFpDQR3DFtFRDPEDVHVWDEOHFLdas y gobernadas por el Tratado de Paz de 1904.
Chile fundament que la supuesta obligacin de
negociar que plante Bolivia debe ser vista como
XQPHGLRDUWLFLDOSDUDORJUDUODUHYLVLyQRDQXlacin del Tratado de Paz de 1904. Por esta razn
Chile invoc el Artculo VI del Pacto de Bogot,
el mismo que seala que los procedimientos establecidos en el Pacto de Bogot no pueden ser
aplicados a cuestiones ya resueltas entre las partes o que estn regidas por acuerdos o tratados
en vigencia en 1948. Para Chile el objeto de la
demanda boliviana se encontrara regido por el
Tratado de 1904.
Bolivia respondi sealando que Chile malinterpreta el objeto de su demanda. Bolivia enfatiza
que la demanda solicita a la Corte que concluya
que Chile tiene una obligacin de negociar con
%ROLYLD XQ DFFHVR VREHUDQR DO 2FpDQR 3DFtFR
asimismo Bolivia sostiene que el resultado de esWDVQHJRFLDFLRQHV\ODVPRGDOLGDGHVHVSHFtFDV
de su acceso no son cuestiones que conciernan a
la Corte sino que son cuestiones para el acuerdo

futuro a ser negociado de buena fe por las Partes. Asimismo Bolivia alega que no ha solicitado
a la Corte se pronuncie sobre la validez o no del
Tratado de 1904 y que no busca la revisin o anulacin de dicho tratado en este proceso.
En la sentencia de 24 de septiembre de 2015 la CorWHLGHQWLFyHOREMHWRGHODFRQWURYHUVLDHQEDVHDOD
demanda presentada por Bolivia, al respecto seal que Bolivia no invoca el Tratado de Paz de 1904
como fuente de su demanda ni solicita que se pronuncie sobre el estatus jurdico del mismo, en este
VHQWLGROD&RUWHFRQFOX\yDUPDQGRTXHHOREMHWR
de la controversia es determinar si Chile est obligado a negociar de buena fe el acceso soberano de
%ROLYLDDORFpDQR3DFtFR\VLGLFKDREOLJDFLyQH[LVta, si Chile la ha incumplido. Una vez determinado
el objeto de la demanda la Corte pas a determinar
si era o no competente. La Corte observa que no es
aplicable el Artculo VI del Pacto de Bogot debido
a que las disposiciones del Tratado de Paz de 1904
no abordan ni expresa ni implcitamente la cuestin
relativa a la posible obligacin de Chile de negociar
el acceso soberano de Bolivia al mar.
Hecho este examen, la Corte rechaz la objecin
preliminar de Chile y concluy que si tiene jurisdiccin sobre la base del Artculo XXXI del Pacto
de Bogot.
Como puede verse la Corte no se pronunci sobre la controversia de fondo, primero porque
mediante su providencia de 15 de julio de 2014
la Corte suspendi el procedimiento sobre el
fondo, y segundo, porque ese no es el objeto ni
la naturaleza de este mini proceso de objeciones
preliminares. Lo nico que poda hacer la Corte, y as lo hizo, fue examinar su competencia en
atencin a lo sealado en el Artculo XXXII del
Pacto de Bogot, el cual seala que si las partes
no acuerdan si la Corte tiene competencia sobre
la controversia, la Corte decidir.
En la parte resolutiva del fallo la Corte no hace
ninguna consideracin respecto a los contenidos
y alcances de la demanda presentada por Bolivia,
simplemente rechaza la Objecin Preliminar presentada por Chile y establece su competencia para
conocer la totalidad de la demanda boliviana presentada a la Corte por Bolivia el 24 de abril de 2013.
La claridad del fallo de la CIJ de 24 de septiembre de 2015 deja muy poco margen a las interpretaciones.

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Desafos para pensar la


memoria colectiva desde
Bolivia
Sue Yanamoto

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l analizar los grandes momentos de


movilizacin social en Bolivia, nos
llama la atencin la forma contundente en que los activistas incorporan
eventos del pasado considerados fundacionales
en sus narrativas. Fue as por ejemplo en las luchas campesinas indgenas del altiplano paceo
de las ltimas dcadas, en que la rebelin de Tupac Katari apareci como inspiracin constante.
3HURWDPELpQOD*XHUUDGHO3DFtFRMXJyXQURO
importante en las jornadas de octubre de 2003,
por ejemplo, cuando los manifestantes no slo
criticaban la salida del gas por Chile, pero tambin reclamaban la recuperacin del gas con
las mismas canciones con que se ha demandado
histricamente el litoral.

cas: el momento constitutivo y la crisis poltica.


En su famoso ensayo Las masas en noviembre,
l escribe:

Este fenmeno fue notado por intelectuales bolivianos, que ya desde los aos 1980 utilizan el
concepto de memoria colectiva para explicar los
ricos procesos de movilizacin social del pas.
En Oprimidos pero no vencidos (2003 [1986]), Silvia Rivera distingue dos tipos de memoria para
explicar la fuerza del entonces recin surgido
movimiento katarista: la larga, referente a las reEHOLRQHVDQWLFRORQLDOHVGHQHVGHOVLJOR;9,,,
y la corta, referente a la Revolucin del 1952.

De esta manera, mientras en otras partes del


mundo la discusin sobre memoria colectiva recin estaba empezando a renovarse, en Bolivia,
estos dos autores seminales insertan en el debate sociolgico contemporneo una sensibilidad
temporal nica. Con todo, la discusin sobre
memoria colectiva se qued limitada a ellos, reproduciendo dos principales problemas que ya
se encontraban en sus trabajos. Pareciera que
estos autores, Rivera y Zavaleta, con sus importantes aportes, abrieron y cerraron a la vez el debate sobre memoria colectiva en Bolivia. Veamos
entonces en qu consisten sus limitaciones, reproducidas por las generaciones de intelectuales
que los siguieron.

Por su parte, en la obra de Zavaleta Mercado, la


memoria aparece como un elemento mediador
(aunque no conceptualizado directamente) entre
dos de sus ms importantes formulaciones teri-

En todo caso, la crisis de noviembre reprodujo de una manera casi fsica los trminos constitutivos tanto de la historia nacional-popular del pas como los recuerdos ms
conservadores dela clase dominante, o sea
que cada uno de los polos record su historia, como si lo de hoy no fuera sino la obligacin de lo que dorma en el pasado. Hace
cuatro siglos que el seoro practica un Proceso Mohoza contra los indios de Bolivia
(2009 [1983], p. 221).

Sue Yanamoto

La primera, que se puede decir esquemticamente que se radica en el trabajo de Rivera, es un


entendimiento de la memoria como un inconsciente colectivo que queda latente y adormecido por hasta siglos y reaparece en el momento
presente por alguna provocacin coyuntural.
Las memorias forman capas en el inconsciente colectivo, siendo las ms antiguas las ms
importantes y estructurales. De ah tenemos la
prioridad de la memoria larga (la memoria anticolonial indgena) frente a la memoria corta (la
memoria nacional-popular).
Esta esquematizacin representa una metfora
poderosa, particularmente en las ltimas dcadas del siglo XX, en que movimientos indgenas
cobraron ms importancia en el continente. Con
todo, se trata de una metfora limitada, al menos
en un sentido sociolgico, ya que al adoptar el
criterio del inconsciente colectivo, las posibilidades de investigacin acadmicas se cierran al
mundo social y sus expresiones materiales. Comparadas a fuerzas inconscientes que despiertan o
que se activan, estas expresiones materiales registros, libros, discursos, espacios y objetos nos
permiten entender mejor los matices que presentan las memorias colectivas en el despliegue del
tiempo, adems de iluminar las formas en que
la agencia humana constantemente las molde.
La segunda limitacin para el estudio de la memoria deviene de una necesaria corresponden-

Sue A. S. Iamamoto es investigadora


social y periodista, que estudia
movimientos sociales bolivianos
desde 2007. En la Universidad de So
Paulo (Brasil), hizo su licenciatura
en comunicacin social (2008) y su
maestra en ciencias polticas (2011).
Actualmente, es doctorante en Queen
Mary, Universidad de Londres (Reino
Unido). Su tesis es relativa a la memoria
colectiva en periodos de movilizacin
social en Bolivia, particularmente en
Omasuyos, El Alto y Potos.
En Bolivia, public el libro El
nacionalismo boliviano en tiempos de
plurinacionalidad en 2013, editado
por el Servicio Intercultural de
Fortalecimiento Democrtico (Sifde),
del Tribunal Supremo Electoral.

49

cia, presupuesta en la obra de Zavaleta Mercado, entre los eventos que son entendidos como
sociolgicamente importantes, los momentos
constitutivos, y los eventos que son recordados
por los actores en la crisis (o en el periodo de
movilizacin social intensa). En este sentido, se
esperara, por ejemplo, que la Guerra del Chaco,
un momento constitutivo por excelencia en trminos zavaletianos, sera una memoria colectiva
PXFKRPiVLQWHQVDTXHOD*XHUUDGHO3DFtFROR
que no sucedi en octubre de 2003.
Estas dos contribuciones tienen en comn un
entendimiento del pasado como un elemento
GHQLGRU GHO SUHVHQWH HV FRPR VL HO SDVDGR VH
apoderara del momento actual, cobrando cuentas pendientes. Una otra perspectiva, quizs no
tan corriente en el anlisis sociolgico boliviano,
pero muy comn en otras tradiciones acadmicas, es entender el pasado como una funcin del
presente, o sea, el presente determina el pasado.

50

Quizs el trabajo que ms concentra este argumento sera la obra La invencin de la tradicin, organizada por Eric Hobsbawm y Terence Ranger.
El concepto de tradicin inventada aparece en
el libro para ilustrar situaciones en que instituciones modernas, normalmente el Estado, se utilizan de rituales relativamente nuevos, pero que
hacen referencia a tiempos inmemoriales, para
crear cohesin y legitimacin popular. Segn los
autores, una de las grandes utilidades del concepto es permitir una mirada crtica a la supuesta ancestralidad cultural defendida por los ms
diversos nacionalismos alrededor del mundo.
Los estudios sobre memoria colectiva, por su
parte, tambin estuvieran atados desde su momento fundacional a esta mirada que condiciona
el pasado al presente. Segn Maurice Halbwachs, socilogo francs que inaugura el concepto en el periodo entre la primera y la segunda
guerra mundial, la memoria colectiva est subordinada a las necesidades de los grupos que la
cultivan, o sea, el pasado no es preservado, sino
es reconstruido con base en el presente (1992,
p. 39-40). Para l, cualquier actividad de recuerdo es una actividad colectiva, porque seran las
colectividades las que ofrecen a los individuos
los soportes, como el lenguaje, para la reconstitucin de los eventos del pasado.
Con todo, la visin presentista, al enfatizar
tanto la agencia de los actores cuanto las condi-

ciones estructurales contemporneas, puede ser


criticada por no ofrecer explicaciones acerca de
la fuerza de narrativas sobre pasado, ya que algunas parecen no enraizarse, pese los esfuerzos
de los actores polticos, y otras surgen espontneamente y con fuerza inesperada. Recuperando
uno de los ejemplos iniciales del texto, por qu
Tupac Katari inspir ms que otros personajes de
la izquierda, como Lenin o Che Guevara, pese la
intensa militancia de la izquierda socialista boliviana? Por qu la gente empez a hablar de la
*XHUUDGHO3DFtFRHQRFWXEUHGHSHVHORV
pedidos del gobierno para que no se mezclara el
negocio del gas con el tema del mar? Estos ejemplos sugieren que hay lmites para la agencia de
los actores polticos cuando se trata de inventar
o manipular las memorias del pasado.
As que el estudio de la memoria colectiva en
momentos de movilizacin social en Bolivia nos
plantea el siguiente desafo: Dnde encontrar
el trmino medio entre un pasado sper poderoso, que determina ya de antemano las pugnas
del presente, y un presente dotado de creatividad absoluta, en que los actores pueden retorcer
e instrumentalizar el pasado de acuerdo a sus
intereses? En otras palabras, se trata de pensar
estas representaciones del pasado como memorias colectivas que son constitutivas de los actores sociales, pero tambin instrumentos para sus
luchas.
En un proyecto de investigacin reciente sobre
las movilizaciones de septiembre y octubre de
2003, encontr algunas formas de explicar la
fuerza constitutiva de esas memorias, sin tener
que suponer procesos en que estos eventos se
replicaran de manera inconsciente a travs de
generaciones. Una caracterstica comn de estas memorias es que ellas representan historias
prototpicas de injusticia y de desequilibrio de
poder que son aplicables en el presente. En 2003,
por ejemplo, la rebelin de Tupac Katari se presentaba, para los campesinos aymaras de Omasuyos, como una inspiracin para rebelarse en
contra de un sistema poltico y econmico que
menospreciaba los indgenas campesinos al devaluar su produccin, al sujetarlos al racismo
cuando visitaban a la ciudad, y al no ofrecer
servicios bsicos en el campo, como agua potable, energa, escuelas, salud. No hay expresiones
ms claras de rechazo a este sistema que qara,
utilizada para denominar las lites polticas de
HQWRQFHV \ TXH VLJQLFD SDUiVLWR \ HO FHUFR GH

La Paz promovido Katari, cuando los indios demostraron no solamente su fuerza de mayora,
pero tambin su importancia vital como productores y proveedores de alimento a la ciudad.
Estas narrativas prototpicas, adems de apuntar
DORVVHFWRUHVHQFRQLFWR DKpURHV\VXVDGYHUVDrios), tambin traen una representacin espacial
SROtWLFDGHPDQHUDTXHHVWRVFRQLFWRVDSDUHFHQ
espejados en un espacio cotidiano conocido de
los actores sociales movilizados. De esta manera, la rebelin de Tupac Katari tambin es una
rebelin del campo en contra de la ciudad, en
la que los espacios de poder y contra-poder son
ubicados en la geografa recortada de la capital
pacea y El Alto.
3RU Q HVWDV QDUUDWLYDV VREUH HO SDVDGR FRQtienen una poderosa metfora corporal, en que
algo que representada una totalidad fue roto,
desmembrado, en algn momento de la historia y necesita recomponerse. En este sentido, no
slo la promesa de retorno en millones de Katari
aparece como ejemplo, sino tambin la demanda
martima boliviana, ya que la recuperacin del
DFFHVRDO3DFtFRKDVLGRYLVWDSRUPXFKDVJHQHraciones de bolivianos como una condicin para
la promocin del desarrollo nacional. Hay mucho en comn entre la recomposicin del cuerpo
descuartizado de Katari y el retorno de la forma familiar del mapa, para citar a Jaime Senz.
En resumen, estos tres factores - la capacidad de
expresar desequilibrios de poder contemporneos; el enraizamiento en el espacio cotidiano de

los actores (o sea, la facilidad en que se puede


imaginar los eventos del pasado en el espacio
vivido); y la existencia de metforas corporales,
que expresan la prdida y la necesidad de volverse entero para construir proyectos futuros
ayudan a entender cmo y porque determinadas memorias son ms relevantes que otras
en el presente. Cuando aparecen en momentos
de movilizacin social, estas memorias ayudan
a crear cohesin social en torno de las demandas, y se vuelven instrumentos importantes para
los actores polticos. No hay contradiccin entre
carcter instrumental y constitutivo, ellas son
instrumentales porque se vuelven herramientas
poderosas en la lucha poltica, pero slo pueden
ser poderosas porque se relacionan con aspectos
ntimos y constitutivos de los actores mismos.

Referencias
Halbwachs, M. On collective memory. Chicago:
The University of Chicago Press, 1992.
Hobsbawm, E.; Ranger, T. La invencin de la tradicin. Barcelona: Editorial Crtica, 2002.
Rivera Cusicanqui, S. Oprimidos pero no vencidos.
Luchas del campesinado queshwa y aymara
1900-1980. La Paz: Aruwiyri, 2003.
Zavaleta Mercado, R. Las masas en noviembre. En: Zavaleta Mercado, R; Tapia, L.
(compilador). La autodeterminacin de las
masas. Bogot: Siglo del Hombre Editores
y Clacso, 2009.

51

La invencin de la poltica
en Bolivia:
esbozo de una respuesta a la reeleccin
presidencia
Veo una multitud innumerable de hombres, iguales y semejantes,
que giran sin cesar sobre s mismos para procurarse placeres ruines y vulgares,
con los que llenan su alma. Retirado cada uno aparte, vive como un extrao
al destino de todos los dems, []: se halla al lado de sus conciudadanos

52

pero no los ve [] y si bien le queda una familia, puede decirse que


no tiene patria. Sobre estos se eleva un poder inmenso y tutelar
que se encarga solo de asegurar sus goces y vigilar su suerte.
Tocqueville Poltica y democracia

Daniela Carolina Ochoa Ovando

ablar de poltica es hablar de democracia, y as lo ha sido desde la Grecia antigua, cuna de este rgimen. El
nacimiento y despliegue de la democracia ateniense revolucionan el campo de la poOtWLFD/DFRQJXUDFLyQGHHVWHHVFHQDULRQRHVWDba dado por la unanimidad de opiniones, todo
lo contrario, estaba dado por la confrontacin y
la divisin del sujeto poltico; a pesar de ello, la
asamblea era el campo poltico donde se articulaban todas las diferencias para discurrirlas en
una decisin a favor del bien comn y el buen
vivir de la comunidad.

Hoy asistimos a la crisis de la democracia y de la


poltica; se ha olvidado el campo poltico como un
campo de confrontacin y divisin, y al sujeto poltico como un sujeto de disenso y contestatario. La
poltica ha tornado al ciudadano indiferente ante
las necesidades del sujeto poltico, en conjunto y
como un todo, destinndolo a la fragmentacin e
individualizacin, sometindolo al conformismo
de la libertad y la igualdad - banderas de la democracia liberal - en un campo despolitizado.
Este es el proceso por el que hemos pasado de
retorno a la Democracia en Bolivia, pero que ter-

Daniela Carolina Ochoa Ovando


Es abogada, estudiante de la carrera
de Ciencia Poltica en la UMSA y de
la maestra en Filosofa y Ciencias
Polticas del CIDES. Curs el
Diplomado en Descolonizacin y
Estado Plurinacional en el Instituto
Internacional de Integracin
Andrs Bello y el Diplomado sobre
Gobernabilidad y Gestin Pblica de
la Corporacin Andina de Fomento en
coordinacin con la Univalle y George
Washington University. Asidua lectora
de literatura nacional contempornea y
entusiasta del folklore boliviano.

mina cuando decidimos aperturarnos hacia la


utopa de refundacin del Estado inclusivo y
emancipado del orden capitalista mundial. Hoy,
nuevamente la amenaza de la poltica mecanicista, de la despolitizacin de la poltica, acecha; el
retorno al cuoteo y a la coalicin poltica de una
lite partidaria que se alza sobre el horizonte histrico del nuevo Estado Plurinacional de Bolivia.
La poltica mecanicista en el retorno de la democraciaDesde el retorno de la democracia en
Bolivia, hemos vivido en la simple, sencilla y
reducida funcin de la poltica a travs de la

53

eleccin entre en puado de candidatos, de los


que no hemos aprobado ni sus discursos, ni sus
promesas, ni sus acciones. La reduccin de la poltica se ha visto sometida por la democracia delegativa1, por la que una lite poltica encuentra
la frmula perfecta para mantenerse en el poder
por ms de veinte aos, delegndose el poder entre pocos actores polticos, sin la legitimidad del
YRWRSRSXODUSHURHQWDEODQGRGLiORJRVXLGRV
SDUD MXVWLFDU VX DFFHVR DO SRGHU \ OD JREHUQDbilidad al interior de los rganos principales del
Estado. Una muestra de este cnico pragmatismo
se da en 1989, cuando el candidato del MIR tercero en votacin popular es elegido presidente
del pas por el Congreso, a partir de una alianza

con el ex dictador Hugo Banzer Surez (quien


fuera su principal enemigo poltico), transgrediendo as la voluntad popular y traicionando a
la ideologa sobre la cual se habra constituido su
partido. La despolitizacin se va condensando a
partir de estas alianzas; un ejemplo de stas es la
llamada Megacoalicin, que en 1997 reuna al
grupo ms heterogneo2 e incoherente del sistema de partidos, mostrando el carcter clientelista del reparto de poder.
(OUHWRUQRDODGHPRFUDFLDFRQJXUDHOHVSDFLR
de la poltica mecanicista; el sistema de partidos
absorbe a los partidos ms pequeos para mimetizarlos en lo que ser llamado el centro po2

Tipo de democracia desarrollada por Guillermo ODonnell,


donde el gobernante solo gobierna con los lmites impuestos por las relaciones de poder existentes, imponiendo elementos de un rgimen autoritario. ODonnell, Guillermo.
(1992). Democracia Delegativa. Journal of Democracy en
espaol.

Autor: Ricardo Rocha.

54

Entre los partidos grandes que formaban la Megacoalicin,


se encontraban: Accin Democrtica Nacionalista (ADN),
Unidad Cvica Solidaridad (UCS), Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Conciencia de Patria (CONDEPA); y otros ms pequeos como el Partido Demcrata Cristiano (PDC) y la Nueva Fuerza Republicana (NFR), entre
otros.

ltico, decisivo para la formacin del gobierno


a partir de la generacin de consensos y negociaciones que muestren un proceso progresivo
de institucionalizacin de la poltica partidaria,
GRQGH ORV DFWRUHV FODYH \D VH HQFXHQWUDQ GHnidos por pactos polticos interpartidarios, as
como tambin se encuentran delineados los
mrgenes de accin poltica, establecidos por el
multipartidismo de la coalicin, desoyendo los
clamores sociales de cambio, inclusin y refundacin del Estado.

La invencin de la poltica
La transicin democrtica visibiliz que el pueblo an no estaba listo para elegir a un solo gobernante con mayora absoluta, pero tampoco
para seguir aguantando las medidas desacertadas de cada gobierno de turno.
En el ao 2000 y 20033 la poltica comienza a
surgir desde las calles, en forma de contestaFLyQ GH SROpPLFD \ GH FRQLFWR 1XHYDPHQWH
HO VXMHWR SROtWLFR VH FRQJXUD HQ VX SRWHQFLD
poltica, esa fuerza soberana que lo instituye
como [] el demos que no es ni la adicin de
los partenaires sociales ni la coleccin de las
diferencias, sino, todo lo contrario, el poder de
deshacer los partenairiats, las colecciones y ordenaciones.4 La poltica en Bolivia haba sido
puesta en escena nuevamente, irrumpiendo el
callado y excluyente transitar de la despolitizada democracia delegativa.
Un partido poltico joven con promesas y discursos que hacan referencia a la utopa olvidada, que visibilizaban las voces del descontento;
que reconstitua la democracia desde la resistencia, la emergencia de esa voz de disenso y discusin: en otras palabras, de lucha surga con el
apoyo de las mayoras populares, de esa poltica
3

Nos referimos en 2000 a la Guerra del agua en Cochabamba, donde se unieron campesinos y clases medias en
contra de la privatizacin del recurso ms escaso para ese
departamento: el agua. Y en 2003, a la Guerra del gas, a
travs de la cual el pueblo termina expulsando al presidente
de ese entonces, Gonzalo Snchez De Lozada, que, a consecuencia de su ltima medida desacertada, termina colmando la paciencia de la ciudadana ante el abuso poltico de los
mandatarios de Estado.
Rancire, Jaques. En los bordes de lo poltico. Ediciones La Cebra. Buenos Aires, 2010. Pg. 28.

que haba sido excluida, silenciada y eclipsada


por el centro poltico partidario.
8QQXHYR(VWDGR\XQQXHYRJRELHUQRUHFRQguraron el escenario despolitizado del anterior
rgimen. La divisin que haba caracterizado a
una sociedad tan heterognea como la boliviana, se instauraba en pleno ncleo democrtico:
la asamblea legislativa. A partir de la representacin de ms grupos sociales se logra trabajar,
desde el debate y la votacin, sobre la divisin
social que los constituye.
Sin embargo, el viejo sistema de partidos, de actores ya derrotados, amenazan con retornar a la
despolitizacin de la poltica, a la exclusin; un
retorno hacia lo arcaico, hacia lo no resuelto: el
rechazo del otro. Reducir o excluir la participacin poltica del partido que ha trabajado y trabaja en la divisin social de la comunidad, en la
eliminacin de la exclusin, en la recomposicin
del sujeto poltico como comunidad, es despolitizar la democracia y recluir a la verdadera poltica.

Bibliografa
ODonnell, Guillermo. (1992). Democracia Delegativa. Journal of Democracy en espaol.
Gallego, Julin. (2003). La democracia en tiempos
de tragedia. Asamblea ateniense y subjetividad
poltica. Buenos Aires: Editorial Mio y Dvila.
Mar, Silvina. (2014). Dos modos de retornar
a los clsicos: las aproximaciones de Leo
Strauss y Jaques Racire a la cuestin de
la democracia . En Griegos en disputa. Buenos Aires: Editorial Eudeba.
Rancire, Jaques. (2010). En los bordes de lo poltico. Buenos Aires: Ediciones La Cebra.
Mayorga, Ren A. (2003). Presidencialismo parlamentarizado y gobiernos de coalicin en
Bolivia. En: Tipos de presidencialismo y coaliciones polticas en Amrica Latina. Buenos
Aires: CLACSO.

55

Opinin publica vrs.


Construccin del
Sentido Comn
El rol de los medios de comunicacin en la Poltica

Patricia Guzmn Cabello.


n el escrito procuro hacer un esbozo sobre el rol de los medios de comunicacin
HQODSROtWLFD\FRPRHVWRVLQX\HQHQ
la construccin de "opinin pblica" y
entonces que implica el "sentido comn", lgicamente es un tema que abarca para ahondar ms
en investigacin, es por esto que este sera una
introduccin a manera de abordar el tema. Este
artculo est basado o inspirado en la ponencia
presentada con mi compaero para el encuentro ELAP Juventudes, denominada "Procesos de
cambio estatales y los medios de comunicacin"
en agosto de este ao.

lisis del texto: Las Tensiones Creativas de la Revolucin del Vicepresidente lvaro Garca Linera)
para entender el rol de los medios de comunicacin en esta construccin, en la primera parte se
explica el paso del Estado Colonial a la construccin del Estado Plurinacional a travs de cuatro
etapas del proceso revolucionario Boliviano desde el ao 2000 tomando en cuenta los principales
KLWRVSDUDODLGHQWLFDFLyQGHpVWDVHWDSDV3DUD
luego explicar ya la consolidacin del Estado y
una vez ms qu rol desarrollan los medios de
comunicacin procurando plantear un anlisis
sobre la nueva construccin del sentido comn.

Es importante analizar la comunicacin poltica


desde las diferentes esferas de la sociedad, y el
rol que cumplen los diferentes actores polticos
y medios de comunicacin en los procesos revolucionarios nacionales y continentales, con este
QGHVDUUROORHODUWtFXORGHODVLJXLHQWHPDQHUD

Medios de comunicacin y cambios estatales.

Comenzar con una contextualizacin del proceso Boliviano, (tomando algunos lneas de an-

Los medios de comunicacin de masas, que son


aquellos que son recibidos simultneamente por
una gran audiencia, ya sean Televisin, Peridico, Radio, Internet, Redes Sociales, son insWUXPHQWR PX\ LQX\HQWH HQ OD VRFLHGDG \ HQ
los procesos polticos juegan un rol importante
LQIRUPDQGRRGHVLQIRUPDQGRRQDOPHQWHUH-

Patricia Guzmn Cabello.


Politloga UMSA, Diplomado en
Gobernabilidad y Gerencia Poltica.
Delegada en el ELAP Juventudes 2015
Quito, Delegada al Grupo de trabajo
para el parlamento joven de UNASUR
por el Consejo Plurinacional de la
juventud, Militante de Generacin Evo
y del Bloque Juvenil Antiimperialista.

produciendo y reforzando las ideas base de la


sociedad.
El vicepresidente lvaro Garca Linera describe el proceso revolucionario boliviano desde el
ao 2000 en cuatro etapas: crisis del Estado neoOLEHUDOHOHPSDWHFDWDVWUyFRHOWULXQIRHOHFWRral del MAS; el triunfo sobre la derecha el 2008.
Posterior a estas cuatro etapas hay una quinta
que denomina como la emergencia de las contradicciones creativas. (Las tensiones creativas de
la Revolucin, Vicepresidencia, 2012), tomaremos
las primeras cuatro etapas para describir la construccin del Estado plurinacional.

1.1. Crisis del Estado neoliberal.


La crisis del estado neoliberal boliviano llego a
su mximo esplendor en el ao 2000, hasta el ao
2003 tenemos un tipo de "develamiento de la crisis", en esta parte se empieza a rebatir, cuestionar
las ideas dominantes de una sociedad, ideas que
mantenan el statu quo del Estado, comienzan a

57

emerger ideas distintas a la privatizacin, a los


pactos polticos partidarios y al desconocimiento y exclusin de sectores sociales indigenas y
campesinos. Esto viene seguido por el derrumbe de las fuerzas dominantes de una sociedad,
estas fuerzas dominantes serian las encargadas
de generar el sentido comn y hacer que este sea
aceptado por todos, al emerger nuevas ideas estas
fuerzas dominantes se ven debilitadas y prontamente derrotadas por las nuevas ideas emergentes y construccin del nuevo sentido comn.
Las ideas emergentes giraban en torno a las siguientes ideas fuerza:
1) La idea de igualdad entre indigenas y mestizos; 2) La idea de nacionalizacin de los recursos
naturales; 3) La idea de autonoma.

58

Finalmente esta crisis del Estado tambin presenta el derrumbe de las instituciones de la soFLHGDGTXHVHYHUHHMDGRHQODVFRQVWDQWHVPDnifestaciones y movilizaciones sociales en contra
de las acciones y decisiones polticas tomadas
promoviendo las nuevas ideas. Las movilizaciones, cabildos, asambleas, bloqueos pasan a ser
los espacios de deliberacin y de interpelacin al
conjunto de las que fueran las ideas dominantes
y de proposicin de las ideas emergentes.
Hechos marcados de esta accin social, plasmada en movilizaciones masivas y bloqueos son los
acontecimientos denominados "guerra del gas"
y "guerra del agua", que promovan ideas como
la nacionalizacin y el manejo de los recursos
naturales de Bolivia por y para los bolivianos.

1.2. El "empate catastrco".


Segn lvaro Garca Linera el denominado "emSDWH FDWDVWUyFR VH GD HQWUH ORV DxRV GH 
al 2005, este concepto es tomado de Antonia
Gramsci, este intelectual de principio del siglo
XX lo uso para hacer referencia a: "Cuando en
una sociedad dos bloques sociales se enfrentan
por el liderazgo intelectual y moral de la socieGDG HVWDPRV DQWH XQ HPSDWH FDWDVWUyFR (V
GHFLUTXHHVWHHPSDWHFDWDVWUyFRVHGDFXDQGR
el bloque dominante del Estado se ve confrontado por las ideas del bloque emergente y ambos tienen una igual fuerza poltica y social, de
movilizacin y proponen un proyecto nacional
GHVGHVXLUUDGLDFLyQGHLQXHQFLDWHUULWRULDOHV
decir que logran convertir una causa general.

Despus de que los movimientos sociales de la


Guerra del gas hicieran huir a Snchez de Lozada
surge el bloque de estos movimientos que tienen
la capacidad de movilizacin nacional bajo ideas
fuerza emergentes contrarias a las ideas del bloque antiguamente perpetrado en el poder. A esta
confrontacin de dos proyectos de pas, Garca
/LQHUD GHQRPLQD FRPR HO HPSDWH FDWDVWUyFR
que se dio en nuestra historia del proceso.
Para posteriormente con el triunfo el presidente
(YR0RUDOHV\HO0$6,363VHGpXQDPRGLFDcin del bloque en el poder.

1.3. El triunfo sobre la derecha reaccionaria 2008. (Punto de bifurcacin ).


Este es el momento en el que los grupos antagnicos y reaccionarios, con sus diferentes proyectos polticos regionales, surgen en el afn de
detener el proceso del nuevo Estado, a travs
de la movilizacin y la medicin de fuerzas, la
confrontacin. Tras el fracaso de revocar al presidente Evo Morales, entre agosto y octubre del
2008, la denominada "media luna" conformada
por grupos de la derecha neoliberal reaccionaria que tenan presencia en departamentos como
Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, comenzaron
con acciones en contra del Estado, como impedir
la llegada de las autoridades a dichos departamentos tomando los aeropuertos, y movilizando
de manera muy violenta a sus grupos de choque
de corte racista, fascista, y separatista.
Con discursos regionalistas, separatistas, desconociendo al Estado, con actos inhumanos de
humillacin hacia los collas (ciudadanos paceos o de occidente del pas residentes en Santa
Cruz) y hacia campesinos e indigenas tanto en
Sucre como en Pando donde se los humill y
mat. Adems de la toma y destruccin violenta
de instituciones Estatales. Hechos como: Golpe
Cvico Prefectural en Santa Cruz y Pando, y la
calancha en Sucre.

2. Medios de comunicacin.
En cada una de estas etapas los medios de comunicacin jugaron un rol importante dentro
del cambio de ideas fuerza de la sociedad, en su
mayora desde una trinchera conservadora resguardando los intereses del bloque que tena el
dominio econmico y poltico del pas.

En la primera parte, en la que se van quebrando


las ideas fuerza de la sociedad que haban sido
aceptadas por aos en las estructuras del Estado
Colonial, son justamente estas ideas fuerza que
se van rompiendo a travs de la comunicacin
del boca a boca de los vecinos y las organizaciones sociales. Los medios de comunicacin primero manejaban un discurso de enfrentamiento
sectorial como si fueran algunos sectores aislados los que estaban inconformes con las polticas
privatizadoras y excluyentes del gobierno, planteaban la ingobernabilidad en Bolivia por las
movilizaciones de los movimientos sociales. Las
LGHDV HPHUJHQWHV QR IXHURQ UHHMDGDV DXQ SRU
los medios, era ms una organizacin territorial
que permita la emergencia de estas ideas.
Posteriormente, ya en lo que se denomina el
HPSDWH FDWDVWUyFR VH GD OXJDU D HVWD FRQfrontacin de ideas del bloque emergente con el
bloque establecido en el poder, en esta etapa del
2003 al 2005 (de manera mayoritaria) los medios
de comunicacin, principalmente de orden priYDGRUHHMDEDQODFRQLFWLYLGDGFDXVDGDSRU
estos movimientos, pero entendindolos aun
como sectores sub alternos, sin comprender el
cambio de las ideas fuerza de la sociedad que
estos proponan, que luego pasaran a ser el pedido de todo un pas. Se mostraba la inconformidad pero sin nimo de cambiar el bloque histrico en el poder.
Ya en la etapa del 2005 al 2008, se impone el nuevo proyecto poltico emergente, pero por supuesto los reaccionarios, la media luna y los sectores
que haban estado acostumbrados a otra forma
de estado, aun seguan dando lucha y los enfrentamientos regionales y separatistas fueron la ltima trinchera de estos sectores conservadores.
En esta etapa los medios de comunicacin jugaron un papel muy importante en alianza con los
grupos cvicos separatistas, ya que casualmente
los dueos de dichos medios de comunicacin
SULYDGRV HUDQ ORV PLVPRV TXH QDQFLDEDQ ORV
golpes separatistas. Mostrando una Bolivia al
borde de una guerra civil y planteando la idea
de que estos movimientos separatistas se daban
debido a la intransigencia y falta de liderazgo
del Presidente Evo Morales. Fue vital el rol de
los medios para dar fuerza a estos movimientos.
Posteriormente el ao 2009 se consolid el Estado con la victoria electoral del Presidente Evo
Morales.

2.1. Mercantilizacin de los medios de


comunicacin.
Los medios de comunicacin son un negocio,
concentra material y un tipo de bien con la capacidad de generar y hacer difusin masiva de la
informacin (o lo que consideren importante reHMDUHQHOPHGLRGHFRPXQLFDFLyQ 1RWRGDVODV
personas tienen la oportunidad de tener un medio de comunicacin masivo (se podra entrar en
debate sobre las cuentas de Twitter o Facebook u
otras redes, pero aun as entran dentro del marco de la popularidad o el rating y la posibilidad
de tener acceso inmediato a stas). Entonces son
stos medios de comunicacin los encargados de
transmitir la informacin.
Cada uno de estos medios a la vez compite entre
s, por cul de ellos, televisin, radio, peridico,
tienen mayor rating o son ms vistos, escuchados, comprados y ledos, en cuanto a ms personas lleguen estos medios son ms populares,
PiVUHTXHULGRV\SRUORWDQWRPiVLQX\HQWHVHQ
la percepcin de las personas. Esto, a la vez hace
que el rating sea ms alto y por tanto tenga ms
auspicios, capacidad econmica y de llegada al
pblico, entones se puede decir que hay una
constante lucha por monopolizar una mayor audiencia, todos los medios incluyendo los de nueva generacin, se encuentran en esa disputa.
En palabras del Vicepresidente, a medida
que la informacin se subordina al rating
cosa que implica la subordinacin de la noticia
al mercado -, asistimos inevitablemente a una
creciente preponderancia del sensacionalismo y
de la banalizacin sobre la propia informacin"1.
A su vez al darse este fenmeno se refuerzan y
promueven patrones de consumo, ante esta creciente predominancia del sensacionalismo la soFLHGDG TXH DFXGH D HVWRV PHGLRV FRQ HO Q GH
entretenerse o informarse cae ante este sensacionalismo y se convierte en un circulo de lo que
SUHHUHYHUODPD\RUtDGHODSREODFLyQEXVFDQGR
entretenimiento y la gente que se da cuenta de la
mala informacin y busca otras fuentes. Entonces la poblacin da mayor rating a los medios
ms sensacionalistas y en base a ese rating los
medios construyen su prestigio y son cada vez
ms vistos y la poblacin cada vez peor informada por stos.
1

Garca Linera LVARO. 2015. Existe objetividad en los medios


de comunicacin?

59

El antagonismo entre sociedad civil y estructura


estatal impulsa una dialctica en la que la prensa
y los medios de comunicacin social tienen un
papel protagonista, al mismo tiempo que convierten los mensajes en mercanca y la funcin
social de la comunicacin, en instrumento de
FUHDFLyQGHULTXH]D\GHLQXHQFLDSROtWLFD
Esta es la lgica mercantil de los medios de comunicacin sometidos al rating, la popularidad.

3. Dueos de medios de comunicacin,


dueos de la opinin pblica.
Hay investigaciones enteras cmo el libro escrito
por Edgar Ramos Andrade, titulado Neoliberalismo
Meditico (Ramos Andrade 2011), o el libro titulado La Verdad Secuestrada. Medios de comunicacin
privados y el proceso de cambio en Bolivia ( Llorenti
Sacha 2012 ), entre otras investigaciones enfocadas a explicar las redes de poder que se generan
a travs de los dueos de los medios privados de
comunicacin que en su mayora son empresarios
privados con una gama de empresas y lgicamente representan a un rubro empresario tambin.

60

En Bolivia, por ejemplo, est el Grupo Monasterio, dueos de: UNITEL, Banco Ganadero, ZOFROMAQ, Curtiembre Sausalito, Frigor S.A.,
BBO, entre otras empresas. Grupo Kuljis: Red
Uno, Banco Sol, FRIDOSA, Hipermaxi, Empacar
S.A, entre otras varias.2 Eso slo por mencionar
GRVSDUDHMHPSOLFDU
Entonces, son estos dueos y los directores de
medios quienes manejan una lnea comunicacional que responder a sus intereses corporativos,
asociativos y de "negocios". Al poseer ellos un
medio de comunicacin tienen la posibilidad de
LQXLUHQTXHSLHQVDODJHQWHHQODFRQVWUXFFLyQ
de la "realidad pblica", lo que aparece en los
medios y lo que no, que se informa y que no,
etc. De acuerdo a lo que ellos consideren importante o conveniente. En base a este imaginario y
las ideas que se construye a partir de los medios
masivos de comunicacin, la gente construir
sus ideas tambin.
El trmino "opinin pblica" tiene sentidos e
implicaciones que suelen escapar a las consideUDFLRQHV SRFR UHH[LYDV ORV DQiOLVLV OOHYDGR D

cabo por autores como Habermas 3muestran la


diversidad de fenmenos aludidos por dicha expresin, as como su estrecha relacin con la dinmica del poder y de los procesos polticos, de
una manera mucho menos obvia y ms compleja
de lo que suele pensarse.
En una manera ms comn, se suele denominar
"opinin pblica" a aquella construccin de la opinin de todos como lo pblico, a partir de un tema
determinado. Sin embargo la opinin pblica esta
generada por las lneas informativas y opiniones
inducidas por los medios de comunicacin, convertidos en opinin pblica, que pueden ser limitados a la opinin personal o grupal de personas o
empresarios al que representa el medio para ponerlo en la agenda pblica mediante el medio de comunicacin, cmo "lo que la gente est pensando"
o la opinin que tiene la gente sobre determinado
WHPD/DRSLQLyQS~EOLFDHVHQWRQFHVHOUHHMRGH
la opinin privada de los detentores de los medios
de comunicacin que inculcan una opinin suya
hacia el resto sobre algn asunto.

4. Opinin Pblica vrs. Sentido


Comn.
La construccin de la opinin pblica se da a partir de los medios de comunicacin privados en
el afn de transformar los intereses individuales
o corporativos de los dueos de comunicacin
en un inters comn, esta opinin pasa a existir
como espacio de disputa, de luchas y de intereses de determinados individuos. Y no representa una agenda de intereses comunes emergidos
desde la sociedad en conjunto.
La opinin pblica sera pues, la opinin y el inters individual o grupal de los dueos de medios de comunicacin expresado como un inters comn a travs de los mismos medios que
construyen la agenda poltica.
En este sentido en la construccin del nuevo Estado, tambin entramos en la disputa de la construccin del nuevo sentido comn, desde el punto en
el que se rompen las ideas dominantes en la crisis
del Estado Colonial, se empieza en la disputa por
el sentido comn de plantear nuevos lineamientos
e ideas que rijan en la sociedad para la consolidacin del nuevo Estado. "En el fondo el sentido co3

Ramos Andrade, EDGAR. 2011. Neoliberalismo Meditico.

J. Habbermas, 1981.+LVWRULD\FULWLFDGHODRSLQLyQS~EOLFD/D
WUDQVIRUPDFLyQHVWUXFWXUDOGHODYLGDS~EOLFD

mn de una sociedad, es esa lucha poltica, quien


logra controlar el sentido comn de la sociedad
controla al estado. Porque el Estado es fundamentalmente idea ms que maquina. Es creencia ms
que institucin."(Estado Poder y Punto de bifurcacin,
conferencia magistral, 11 de diciembre del 2008).

Conclusiones.
Entonces, vemos como los medios masivos de
comunicacin cumplen diferentes roles, pero deQLWLYDPHQWHPX\OLJDGRVDODSROtWLFDVHJ~QHO
texto desarrollado:
Qu o quin determina lo que saldr y lo que
no en un medio de comunicacin? Al entender
a un medio de comunicacin sometido a la mercantilizacin, el rating, el consumo y el amarillismo meditico. Son los patrones de consumo los
que determinan que hace que un medio sea ms
visto, ms popular y ms exitoso. Por tanto que
tenga mayor llegada a la poblacin, y en base a
esto programar su contenido.
Quines son dueos de Comunicacin? De entrada no es malo ser dueo de un medio de comunicacin, para nada, lo que se cuestiona en
realidad es la intencionalidad de estos grupos
empresariales al ser dueos de los medios de comunicacin y pretender tergiversar los sucesos
pblicos en conveniencia de un sector.
En todo caso, si es la sociedad, los sectores sociales o sujetos polticos quienes acuden a los medios
GHFRPXQLFDFLyQPDVLYDSDUDDPSOLFDUVXDFWLYLGDGLGHRORJtDHLQXHQFLDDWUDYpVGHOXVRGH
medios de comunicacin se est cumpliendo con
HO Q GH ORV PHGLRV GH FRPXQLFDU DOJR D OD VRciedad, est siendo efectivamente un medio. Sin
embargo cuando son los propios medios los que
ayudan a organizar una accin poltica, que por
decisin del propietario privado pueden devenir
en actores polticos partidarios, convirtindose el
propio medio en un partido poltico, y engaando a la gente bajo la idea de "opinin pblica",
es cuando se tergiversa el uso de los medios de
comunicacin. Parece esto algo muy comn en la
actualidad, son los medios quienes salen a defender a uno u otro poltico, o a desprestigiar a uno u
otro, justamente tergiversando su rol de medio y
convirtindose en una agencia partidaria poltica.
Que adems, bajo el sndrome de "imparcialidad"
logran confundir a la gente entre lo que pasa en
un espacio y lo que el medio quiere generar.

Opinin Pblica vrs. sentido comn? Cmo vimos anteriormente la mal denominada "opinin
pblica" no es ms que la construccin desde los
SULYDGRV R VHFWRUHV HVSHFtFRV GH XQD RSLQLyQ
sobre algo pblico que se quiere sea aceptada
como un comn general. Es decir es la opinin
individual induciendo a travs de los medios de
comunicacin a que las personas crean que es la
opinin de todos, por tanto tambin su opinin,
la opinin pblica.
Contrario a esto, en la actualidad se construye un
sentido comn que se trata de las ideas fuerza
que impulsaran y sern las bases de los cambios
sociales y polticos, destituyendo otras ideas fuerza (en el caso de un proceso de cambio o revolucin) por ideas fuerza nuevas promovidas desde la
sociedad y aceptadas en un acuerdo de sentido comn. Es decir que el trabajar en estas ideas fuerza
hacen que la sociedad adopte ciertos criterios negando otros y a partir de esto si se pueda construir
una serie de pensamiento o idea conjunta, pasando a dejar de lado la "opinin pblica". Y es desde
los medios de comunicacin, los discursos, escritos, investigaciones y debates que se genera esta
disputa por el sentido comn de los grupos que
conforman parte de la construccin de las nuevas
ideas, en encuentro con las ideas aun vigentes de
un antiguo sistema que se quieren encarnar en la
sociedad mediante los medios masivos.

Bibliografa.
Garca Linera, LVARO. 2015. Existe objetividad
en los medios de comunicacin?
Ramos Andrade, EDGAR. 2011. Neoliberalismo
Meditico
J. Habbermas, 1981. Historia y critica de la opinin
S~EOLFD /D WUDQVIRUPDFLyQ HVWUXFWXUDO GH OD
YLGDS~EOLFD
Gramsci, ANTONIO. 1916. "Los peridicos y los
trabajadores".
Ch.S.STEINBERG.1958. The Mass Communicators. Version castellano: Los medios de comunicacin social. 1969.
Llorenti SACHA.2012. La verdad secuestrada. Medios de comunicacin privados y el proceso de
cambio Bolivia.

61

62

III SECCIN
APORTES REVOLUCIONARIOS
Y ORGANIZACIN

63

Autor: Herlan Balboa.


Autor:
Ricardo
Rocha.
Waca
Waca
Autor:
Raul Lara. Coleccin Pictrica, BCB.

Transformaciones en la
igualdad de gnero en
Bolivia
Un breve anlisis de los
cambios y brechas de gnero
Maria Eugenia Rojas Valverde

l proceso recorrido por la democracia


boliviana en las ltimas tres dcadas, a
travs de las elecciones, la profundizacin de la descentralizacin del poder, la
mayor participacin social y poltica y el reconocimiento constitucional en muchos de los pases
de la regin de los derechos de los indgenas y
las mujeres, entre otros y considerados como los
grupos histricamente excluidos de la vida poltica y que han logrado ser partcipes formales
de esta condicin, como resultado de sus luchas
y reformas, ha representado un enorme avance
hacia la igualdad sustantiva.
En ese marco, Bolivia ha venido desarrollando
una agenda social importante, con novedosas
reformas tanto en lo econmico como en lo social, que apuestan por un mayor crecimiento
econmico, empleo digno, disminucin de las
GHVLJXDOGDGHV\UHGXFFLyQVLJQLFDWLYDGHODSRbreza. Todo esto ha permitido la posibilidad de
gestar un modelo alternativo de desarrollo que
articula un crecimiento sostenible de la economa
y, en consecuencia, un incremento del bienestar
social, a travs de una distribucin ms equitativa de recursos y oportunidades, en un mbito

ms democrtico e intercultural de convivencia


social. Es as que a partir del 2006 se gesta una
nueva etapa con cambios sociales y econmicos,
orientados a la eliminacin de la discriminacin,
al empoderamiento de nuevos/as actores/as.
El carcter redistributivo de las polticas pblicas
que el actual gobierno ha estado implementado
es la base fundamental en la que se ha sustentado, especialmente a travs de los bonos, promoviendo la igualdad de oportunidades en el
acceso, uso y disfrute de los recursos nacionales
tanto para hombres como para mujeres, expresadas a su vez, en polticas de seguridad, polticas econmicas y polticas sociales (educacin,
salud, vivienda, empleo, salarios, previsin, seguridad social, otras).

Breve Balance del estado de situacin


de las mujeres y hombres en el mbito
socioeconmico y sociodemogrco
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)
UHHMDQHODPSOLRUHFRQRFLPLHQWRLQWHUQDFLRQDOVR-

Maria Eugenia Rojas Valverde

bre el empoderamiento de las mujeres y el logro


de la igualdad entre los sexos como asuntos que
tienen que ver con los derechos humanos y la justicia social. Cualquier forma de discriminacin de
gnero es una negacin a los derechos humanos y
un obstculo al desarrollo humano (NNUU, 2002).
El objetivo de las polticas pblicas que se plantean es el de universalizar los derechos e igualar
ODVFRQGLFLRQHVEiVLFDVSDUDXQDYLGDGLJQDDQ
de construir una sociedad justa, con respeto y
convivencia entre todos y todas, en armona con
la naturaleza. Estos derechos conciernen a todas
las dimensiones de la vida individual y social
(poltica, social, productiva-econmica, cultural,
etc.), priorizando las ms crticas, avanzando y
amplindolas gradualmente:
La universalidad de las polticas pblicas signiFD EHQHFLDU D WRGRV DV  \ QR VROR D DOJXQRV
(as); de lo contrario, los derechos acaban siendo
privilegios, y por tanto fuentes de injusticia, y
QDOPHQWHIXHQWHVGHFRQLFWR/DSROtWLFDVRFLDO
establece que toda la poblacin debe acceder a
un conjunto de prestaciones y servicios sociales
de calidad equivalente:

Es boliviana, activista y defensora


comprometida de los derechos polticos
de las mujeres, tiene un grado en
economa con especializacin a nivel de
PDHVWUtDHQQDQ]DVGHOD8QLYHUVLGDG
Catlica Boliviana. Ha escrito varios
artculos, realizado investigaciones
y documentos relacionados a la
vulneracin de los derechos polticos de
las mujeres, entre estos su libro titulado
Derechos Polticos de las Mujeres; Entre
la inseguridad y la violencia poltica de
alto riesgo.

65

 Sin importar el nivel de ingreso o pertenencia tnico-cultural.


 Sin importar el territorio o regin donde vivan.
 Solo por su condicin de ciudadanos (as).

66

Los resultados y retos de la poltica social boliviana dan cuenta de algunos datos importantes
del Censo 2012. En Bolivia, durante la ltima
dcada, se ha experimentado positivamente un
proceso de reduccin de la pobreza, tanto moderada como extrema, pasando de 41,2% en 1996
a 21,6% en 2014, aunque manteniendo niveles
todava relativamente altos en el contexto rural,
con una variacin de 67,8% a 40,9% durante el
mismo periodo. No obstante, la desigualdad no
ha avanzado a la par que la reduccin de la pobreza. Una muestra de estos avances importantes es el alcance en 2015 de la primera meta de
los ODMs, relativa a la reduccin a la mitad, entre 1990 y 2015, de la proporcin de las personas
con ingresos inferiores a un dlar da, es decir,
en situacin de pobreza extrema. Sin embargo,
D QLYHO JHRJUiFR \ VXEQDFLRQDO D~Q TXHGDQ
desafos pendientes para que determinadas regiones tambin alcancen la mencionada meta.
Mirar la pobreza desde una perspectiva de gnero devela que son las mujeres quienes mayoritariamente engrosan los grupos de personas
viviendo en situacin de pobreza y pobreza
extrema. A pesar de sus condiciones de pobre]DODVPXMHUHVFRQWULEX\HQGHPDQHUDVLJQLcativa a la economa, en el trabajo formal o informal, como empleadas o emprendedoras, o
realizando trabajo no remunerado en el hogar.
El aporte de las mujeres es esencial para el sostenimiento de sus familias y, en general, para
el bienestar y desarrollo de las comunidades y
sociedades. Sin embargo, el valor del trabajo y
la contribucin de las mujeres todava no son
reconocidos de manera completa, y aun cuando las mismas han aumentado sus credenciales acadmicas, sus oportunidades de acceder
a empleos de calidad y a puestos de toma de
decisin son restringidas. Segn naciones Unidas (2015), las condiciones de pobreza de las
mujeres estn asociadas con la discriminacin
de gnero, y sta tambin reduce su acceso a
la tierra, al crdito, a la asistencia tcnica y a
otros activos necesarios para el desarrollo y
bienestar de las personas.

La pobreza a nivel nacional medida por las Necesidades Bsicas Insatisfechas (NBIs) es mayor
en el rea rural (79,8%) que la pobreza urbana
(28,2%): 8 de cada diez personas son pobres en
el rea rural, mientras que en el rea urbana slo
lo son 2 de cada 10. En esa proporcin, el 28,0%
de las mujeres del rea urbana se encuentra en
esta situacin de pobreza frente al 28,3% de los
hombres, con una brecha a favor de las mujeres
del 0,3%. En el rea rural, donde la proporcin
de pobreza es mayor, esta diferencia disminuye inversamente, es decir, es ms desfavorable
para las mujeres que hombres, con una brecha
de -0,2%.
La pobreza a nivel nacional, medida por las
1%,V UHHMD TXH HO  GH ODV PXMHUHV VH
encuentra en esta situacin frente al 45,73% de
los hombres, con una pequea brecha a favor de
las mujeres. En contraposicin, el 55,88% de las
mujeres se encuentra en condicin de no pobres
frente al 54,27% de los hombres, con una brecha
a favor de las mujeres del 1,6%.
En el Censo 2012 se registran 4 de cada 10
mujeres en condicin de pobreza.
El gasto social ha aumentado sobre todo en educacin y en proteccin social (Bonos) alrededor
de los 256 US$/per cpita; aunque el nivel de
gasto social per cpita sigue siendo muy bajo en
comparacin con el promedio regional. Se reconoce a nivel internacional que el pas ha logrado avances en el ltimo decenio, pero todava
hay que superar brechas grandes y disminuir
las desigualdades. Hasta la fecha se ha hecho
un esfuerzo para aumentar el gasto social en un
FRQWH[WRVFDO\HFRQyPLFRIDYRUDEOH/DLQWHUvencin del Estado en la economa y la nacionalizacin de los hidrocarburos (2006), han dado
como resultado una mayor disponibilidad de recursos provenientes del Impuesto Directo a los
Hidrocarburos (IDH), dando continuidad a su
redistribucin en los niveles subnacionales.
(O ,'+ VH FRQYLHUWH HQ HO UHVSDOGR QDQFLHUR
para sostener parte de las polticas distributivas
GHOJRELHUQRHVSHFtFDPHQWHODVWUDQVIHUHQFLDV
directas y distribucin de la riqueza a travs de
los bonos: el Bono Juancito Pinto (2007), para garantizar la asistencia y permanencia escolar de
nios y nias; el Bono Juana Azurduy, dirigido
a madres y nios menores de un ao; y el Bono
Dignidad, para personas mayores de 60 aos.

En cuanto a las brechas en educacin, el 2010,


el Estado promulg la Ley de Educacin Avelino Siani Elizardo Prez y paralelamente se
implement el Bono Juancito Pinto, un programa de transferencias monetarias condicionadas
destinadas a todos los escolares. Ambos avances
han promovido la equidad y la inclusin, especialmente de las nias del rea rural en el ejercicio de su derecho a la educacin1. Con la nueva
normativa se han formalizado los derechos de
las nias y mujeres adolescentes, de acceso y
permanencia en el sistema educativo; las adolescentes y jvenes embarazadas no pueden ser alejadas de la unidad educativa por esa condicin,
entre otras acciones.
El Programa Nacional de Alfabetizacin Yo s
puedo, ha alfabetizado a 824.101 bolivianas y
bolivianos, de los cuales 576.871 son mujeres.
Por su parte, el Programa Nacional de Post AlIDEHWL]DFLyQ <R Vt SXHGR VHJXLU EHQHFLD D
mujeres indgenas, trabajadoras asalariadas del
hogar, amas de casa y agricultoras, convirtindose en un medio para lograr la igualdad entre
hombres y mujeres.
Uno de los desafos ms importante en el mbito
educativo es que maestras y maestros profundicen la aplicacin de la Ley de Educacin a travs
de metodologas participativas, materiales y acciones en el aula que promuevan la equidad, la
igualdad, la interculturalidad, as como la despatriarcalizacin en todo el territorio nacional.
La tasa de alfabetismo muestra que el nmero
de mujeres y hombres alfabetos de 15 aos de
edad para arriba. Segn datos del Censo 2012,
que en el rea urbana la brecha de gnero es
de -3.2, aun desfavorable a la mujer (mujer
95.8% y hombre 99%). Esta brecha de gnero
se incrementa en el rea rural a -10.8, es decir,
la disparidad es ms amplia entre (hombres
97.3% y mujeres 92.3%). En general, la brecha
pendiente de cerrar es de -5.3 entre hombres
y mujeres de reas rurales y urbanas, con una
diferencia a favor de los hombres con 97.6% y
mujeres con 92.3%.
 La brecha de gnero, es desfavorable a las
mujeres, siendo mayor en el rea rural que
en el rea urbana.

Informe nacional del Estado Plurinacional de Bolivia, CEPAL, 2014.

 La brecha global, que comprende el rea urbana y el rea rural, aun es desfavorable para
las mujeres con un -5.3.
 La brecha intragnero es de -11.8, altamente
desfavorable para las mujeres del rea rural.
Segn la OMS/OPS, la equidad de gnero en
FXDQWRDVDOXGQRVLJQLFDWDVDVLJXDOHVGHPRUtalidad o morbilidad para ambos sexos, sino la
ausencia de diferencias evitables entre mujeres
y hombres en las oportunidades de sobrevivir y
disfrutar de salud y en la probabilidad de no padecer enfermedad, discapacidad ni muerte prematura por causas prevenibles.
Los datos al respecto muestran que en cuanto al
promedio de hijos/as declarados vivos/as, para
las mujeres entre 15-19 aos, tanto del rea rural como urbana, alcanza a 0,3%, es decir, es casi
nula. Entre los 25-29 aos, empieza a destacar la
diferencia entre el nmero de hijos/as del rea
urbana (1,6 hijo) y rural (2,4 hijos), con una tendencia creciente que ampla las brechas entre los
35 hasta los 60 aos, de entre 4 a 7 hijos.
La poblacin de mujeres que en el tramo de edad
entre 15 y 19 aos, declara no haber tenido hijos/
as alcanza al 41,8%. Asimismo la cantidad de mujeres que declaran no haber tenido hijas/os, para
el tramo de edad entre 20 y 39 aos, representa
el ms alto porcentaje en este grupo, el 48.4%; eso
VLJQLFD TXH XQ DOWR SRUFHQWDMH GH PXMHUHV MyYHQHV
  HQ HGDG IpUWLO GHFODUD QR KDEHU WHQLGR QLQJ~Q
hijo/a. En contraste, la poblacin mayor de 40 aos
para arriba, que se encuentran en el mismo grupo
sin hijos/as, apenas representa el 9,8%.
La poblacin de mujeres que declara haber tenido un/a hijo/a, entre los 20 y 39 aos, representa
un mayor porcentaje (68.7%) que el de las mujeres entre 15 a 19 aos (11.5%).
En el grupo que declaran haber tenido de 2 a 3
hijos/as, la poblacin representativa de mujeres se encuentra en el tramo de edad entre 20
y 39 aos, cuyo porcentaje, elevado, representa
el 58.9%, aunque su tendencia decrece de 39%
a 9,5% al aumentar el nmero de hijos/as (de 4
hijos/as a ms). De igual manera, en el tramo de
edad de 15 a 29 aos, el nmero de mujeres desciende ante ms hijos declarados; esta tendencia
va de un 1,9% a 0%.

67

En general, la poblacin de mujeres que declaran no haber tenido ningn hijo aun tiende a
aumentar entre la poblacin ms joven, en contraste al de la poblacin de mujeres de 40 aos
para arriba que declaran haber tenido ms de
cuatro hijos; esta situacin tiende a incrementarse representando un 67%.
En Bolivia, las tasas de mortalidad materna
permanecen altas a pesar de todas las intervenciones que el pas ha venido realizando en los
ltimos aos, como los seguros de maternidad
y niez: el Seguro Nacional de Maternidad y
Niez (SNMN), 1996-1997; el Seguro Bsico de
Salud (SBS), 1998-2002; el Seguro Universal Materno Infantil (SUMI), 2003 a la fecha. Desde el
ao 2009 se cuenta con el Bono Juana Azurduy
de Padilla, que consiste en una transferencia monetaria condicionada por el uso de prestaciones
que mejorarn la salud materna e infantil como
seala UDAPE (2015).

68

Y segn indica el Ministerio de Salud y Deportes


(MSD), la principal causa de mortalidad materna es la falta y el inadecuado tratamiento de las
complicaciones del embarazo durante el parto y
postparto.
Si bien no se cuenta con datos actualizados, segn la Encuesta Nacional de Demografa y Salud
(ENDSA), entre 1989 y 2003 (14 aos), se observa
un descenso del indicador de razn de mortalidad
materna de 416 a 229 por cien mil nacidos vivos. Es
decir, que la mortalidad se redujo en dos cuartas
partes. Es importante relacionar la reduccin de
muertes maternas con el incremento de la cobertura de parto institucional, la atencin institucionalizada y formal de los partos maternos que se han
incrementado en ese quinquenio, tanto en reas
rurales y urbanas como se observa para este ao2.
Para las mujeres de 15 aos y ms edad por lugar
de atencin del ltimo parto, segn rea en el
ao 2012, el 81% asistieron a un establecimiento
de salud en el rea urbana; solo un 16.5% lo realiz en su domicilio y un 2.1% en otro lugar. En
el rea rural, el 55.3% tuvo su atencin de parto
en su domicilio y solo un 42.2% en un establecimiento de salud.
En general, el 69.1% de las mujeres asisten a
un establecimiento de salud para dar a luz, un
2

Objetivos de Desarrollo del Milenio en Bolivia, sptimo informe


de progreso, UDAPE, 2013.

28.6% tiene el parto en su domicilio y un 2.2 %


en otro lugar.
En la mayora de las sociedades, como en la boliviana, las mujeres asumen la responsabilidad
principal del trabajo reproductivo de cuidado
de los hijos y el hogar, trabajo que tiende a ser
percibido como una funcin natural femenina,
sin valor econmico. En contraste, el trabajo remunerado, valorado siempre como productivo,
ha constituido histricamente la principal responsabilidad de los hombres. Tal organizacin
ha conducido a una subordinacin econmica
de las mujeres que se asienta en la invisibilidad
econmica de la distribucin del trabajo reproductivo, contribucin que no se contabiliza aun
en las cuentas nacionales.
La falta de autonoma econmica de las mujeres
dedicadas al trabajo en el hogar se evidencia dramticamente en los casos de desamparo en que
quedan ellas y sus hijos a raz del abandono o la
muerte del cnyuge. Tal situacin de desamparo
econmico y prestacional no ocurre porque tales
sucesos empobrezcan a las mujeres, sino por el
hecho de que las mujeres no ejercen, por derecho
propio, el acceso y control de los recursos bsicos para mejorar su calidad de vida .
La entrada de las mujeres al mercado de trabajo
no altera de manera esencial la divisin sexual del
trabajo, simplemente sita a la mujer en dos esferas de actividad, regidas ambas por el mismo sistema de jerarquizacin, y da origen a la llamada
doble jornada (una de ellas sin vacacin, ni jubilacin y menos remuneracin). La necesidad de
las mujeres de conciliar sus roles reproductivos y
productivos, aunada a la subvaloracin social del
trabajo femenino, da origen a diferencias profundas en los patrones de trabajo de cada sexo.
La poblacin en edad de no trabajar (PENT), en
%ROLYLD VH LGHQWLFD D SDUWLU GH ORV PHQRUHV GH
diez aos, en cuanto a la poblacin en edad de
trabajar (PET) representan los menores de diez
aos para arriba.
La evidencia emprica muestra que las brechas
entre hombres y mujeres son mnimas en ambas
condiciones de actividad: poblacin en edad
de no trabajar PENT -09 (hay ms hombres en
edad de no trabajar) y la poblacin en edad de
trabajar PET 0,9 (hay ms mujeres que hombres
en edad de trabajar).

En trminos laborales, la distribucin de la poblacin se realiza segn la poblacin econmicamente activa (PEA) (personas de 10 aos o
ms, en edad de trabajar, que buscan trabajo),
que representan la fuerza laboral, y la poblacin econmicamente inactiva (PEI), que son
las personas que no trabajan ni buscan trabajo
(compuesta mayoritariamente por estudiantes,
amas de casa, jubilados pensionistas y rentistas),
segn el INE, 2015.

Esta continua integracin de las mujeres al mercado de trabajo responde a cambios econmicos
y sociales. La creciente necesidad de los aportes econmicos de ambos miembros de la pareja as como de hijos e hijas, principalmente en
los estratos menos favorecidos de la sociedad,
acompaa los procesos de migracin e insercin
urbana en un escenario laboral marcado por el
aumento del desempleo masculino, de la informalidad y precariedad de los trabajos.

Para el ao 2012, se observa que la PEA de la


mujer es de 49,5%, menor a la PEA del hombre
que alcanza a 69,7%, con una brecha amplia entre ambos sexos de -20,2 a favor de los hombres.
En relacin al PEI, se conserva la misma brecha
de 20,2. Se muestra una relacin inversa entre la
PEA y el PEI, es decir, la primera concentra a la
poblacin masculina, mientras que la segunda
concentra a la poblacin femenina en desmedro
de las mujeres.

Sin embargo, de estos avances importantes en


varios aspectos se ha logrado acortar las brechas de gnero y en algunos casos hasta superados pero continan siendo de preocupacin
aun no resuelta la igualdad sustantiva es an
una tarea pendiente. en las reas analizadas. Se
observan diferencias importantes entre gneros
HLQWUDJpQHURDVtFRPRSRUiUHDJHRJUiFDHVpecialmente en desmedro de las habitantes de
zonas rurales, que a su vez experimentan mltiples discriminaciones que agravan las desigualdades estructurales que caracterizan la pobreza
multidimensional en Bolivia.

El crecimiento de la fuerza laboral se ha incrementado en los ltimos aos con la participacin


de las mujeres en las actividades generadoras de
ingresos. Las mujeres en edad de trabajar (PET)
que estn incorporadas en la poblacin econmicamente activa (ocupadas en trabajos remunerados o en bsqueda de un trabajo remunerado) representan hoy el 49,5% (segn el censo de
1976, stas representaban el 20% o menos de la
mitad en relacin a la situacin actual).

La mayora de los cambios ocurridos mejoran las


condiciones para el ejercicio de la autonoma por
parte de las mujeres, a la vez que los desafos buscan consolidar los logros ante los riesgos reales de
retrocesos, ya sea por causas econmicas, polticas y/o culturales, anotadas con mucha claridad
en los informes presentados por el gobierno.

69

Carcel y lucha en
el Pas Vasco
"Reflexiones en voz alta
Desde una celda de aquel Imperio
que Uds. Vencieron"

Arnaldo Otegi Mondragn Logroo

scribo la presente desde la prisin en


que me encuentro y agradezco a la revista la migraa la oportunidad otorgada. La crcel como algunso de Uds.
conocen es rutina y arbitrariedad. Pero tambin
existe la crcel que construimos todos los das
los/as presos/as, en este caso polticos. Nuestra
vida transcurre entre libros (de lectura o estudios), el deporte y un constante debate poltico.
Y las oportunidades para contestar entrevistas o
escribir notas en pequeos papeles nos da opcin para alimentar nuestros debates sobre temas fundamentales.
Hace ya seis aos que yo y otros cuatro compaeros, entre los que se encuentra el ex Secretario
General del sindicato LAB, miembro de la FSM,
Rafa Diez, fuimos detenidos y condenados por
los tribunales espaoles debido nicamente a
consideraciones de naturaleza poltica. Nuestra
sentencia se elabor de atrs para adelante, priPHUR VH GHMR FODUD OD GLVSRVLFLyQ QDO OD FRQdena) y luego se trat de argumentarla jurdicamente. Nuestro delito ms grave fue plantear
y conseguir que la violencia armada de ETA

GHVDSDUHFLHUD GHQLWLYDPHQWH GH OD HFXDFLyQ


poltica vasca promoviendo un debate que los
meses siguientes a nuestra detencin fue desarrollado por miles de militantes en condiciones
ciertamente difciles de persecucin y semiclandestinidad. Nuestro delito as consisti ser,
junto con otros, promotores de un debate por
el que, tras mas de 50 aos, acordaba trasladar
la confrontacin con el Estado Espaol desde el
ring de boxeo al tablero de ajedrez. Sin embargo est claro que vistos estos cuatro aos el Estado espaol pretende seguir jugando al boxeo
y juega as al ajedrez que le hemos puesto delante con guantes de boxeo y eso sencillamente es imposible. Y no entiende as que nuestro
mantenimiento en prisin no hace ms que conUPDUODFRUUHFFLyQGHODDSXHVWDTXHGHVGHHO
movimiento vasco de liberacin impulsamos en
su da (Jesus Egiguren ex Presidente del Partido
Socialista en el Pas Vasco ha llegado a manifestar que si nosotros/as hubiramos seguido
apostando por la continuidad de la lucha armaGDQRHVWDUtDPRVHQSULVLyQUHH[LyQDOWDPHQWH
reveladora desde mi punto de vista). Pero como
resumi Ghandi Bajo un gobierno injusto toda

Arnaldo Otegi Mondragn Logroo

persona decente debera de estar en prisin.


Como los lectores latinoamericanos conocen
muy bien a travs de su propia historia con el
Imperio que primero los descubri, luego los
esclaviz y coloniz y ahora trata de volver a
engaar con nuevas cuentas de colores ahora
transportadas por CEOs de multinacionales,
el Estado espaol sabe mas de la razn de la
fuerza que de la fuerza de la razn.
El gobierno espaol manteniendo todas las bateras represivas contra el independentismo vasco
(a pesar que antes se nos deca que todo era posible sin violencia) trata de voltear el tablero de
DMHGUH]\UHFUHDUGHPDQHUDDUWLFLDOHOULQJGH
boxeo. Necesita alargar al mximo la sombra y
la lgica del escenario anterior de violencia, porque en la lgica antiterrorista (ring) cree tener
alternativa, mientras que en el actual escenario
no lo tiene (ajedrez). Por eso, cuando ya no tiene
S~JLOHQIUHQWHORFUHDDUWLFLDOPHQWHGHWHQLHQdo, encarcelando, manipulando la informacin,
sencillamente porque no tiene argumentos, ni
talento para jugar en el nuevo escenario, sencillamente porque no tiene alternativa. Por eso

Nacido el 6 de Julio de 1958 en Elgoibar.


Licenciado en Filosofa y letras, es el
Secretario General de Sortu (partido de
la Izquierda Independentista Vasca) y
antiguo portavoz de Batasuna. Desde
Octubre de 2009 se encuentra en Prisin
acusado de un delito de terrorismo
por impulsar el debate estratgico que
concluy con una apuesta inequvoca
SRUYtDVH[FOXVLYDPHQWHSDFtFDV\
democrticas.
En Marzo de 2015 se present en el
Parlamento Europeo una Declaracin
Internacional por la libertad para
Arnaldo Otegi y el traslado de los
presos al Pas Vasco, apoyada entre
otros por Jos Mujica, Adolfo Perez
Esquivel, Manuel Zelaya...

71

trata de ganar tiempo porque lo que teme y lo


que ocupa la primera de sus preocupaciones es
que Euskal Herria inicie el camino emprendido
por Catalunya hacia la liberacin; las dos naciones que son los verdaderos eslabones dbiles del
rgimen "atado y bien atado establecido por el
dictador Franco.

72

As incluso la legalizacin de la coalicin EHBildu hace cuatro aos tenemos que entenderlo que no fue ninguna concesin. Simplemente,
la relacin de fuerzas que habamos construido
con el cambio de estrategia hizo imposible que el
Estado adoptara cualquier otra decisin y legalizar la fuerzas independentistas. Pero dicho esto
me consta que la ilegalizacin de Bildu formaba
parte de la agenda del PP si este partido acceda
al gobierno, pero entre otras cosas la declaracin
GHFHVHGHQLWLYRGHODOXFKDDUPDGDSRUSDUWH
de ETA y las sugerencias de la comunidad internacional frustraron esos planes. El sustrato de
estas actitudes por parte del Estado es algo que
lleva incorporado en su propio ADN poltico y
cultural y eso se entiende muy bien en la Gran
Amrica: a falta de cultura democrtica solo resta la amenaza y la fuerza. Pero la amenaza y la
fuerza como posicin son perfectas para el ring
de boxeo, en el ajedrez no valen los guantes, y si
te las pones tu naturaleza antidemocrtica queda al descubierto. As que aquel latiguillo de que
todo es posible sin violencia ha quedado retratado como lo que era: una autntica mentira,
una falacia.
En Euskal Herria/Pais Vasco no existe un proceso de paz porque para que pueda existir un
proceso de esa naturaleza es condicin imprescindible que las dos partes tengan voluntad e
inters para desarrollarlo; y el Estado tiene un
nico inters que el ciclo anterior se mantenga
DELHUWRDXQTXHVHDGHIRUPDDUWLFLDO/RUHSLWR
una vez ms: esa es la razn de nuestro encarcelamiento. Lo que hay en Euskal Herria es una
estrategia unilateral que desde la asuncin de las
YLDVSDFLFDV\GHPRFUiWLFDVGHFRQVWUXFFLyQGH
mayoras sociales busca avanzar en el proceso
de liberacin nacional y social de nuestro pas,
un proceso que indefectiblemente pasa por la
constitucin de un Estado vasco independiente.
El Estado dise durante aos una estrategia
global que le permiti la criminalizacin del independentismo vasco y el intento permanente
GHUHGXFLUHOFRQLFWRSROtWLFRDXQDPHUDFXHV-

tin antiterrorista, adems de garantizarle frente


a la comunidad internacional niveles de impunidad importantes con respecto a la escalada represiva que llevaba a cabo. El cambio unilateral
de estrategia por el que el movimiento indepenGHQWLVWDDSRVWDEDSRUODYtDVSDFLFDV\GHPRcrticas poniendo en el centro la acumulacin de
fuerzas soberanistas, uniendo a los diferentes en
una apuesta comn por hacer central en la vida
poltica vasca al independentismo era algo que
el Gobierno tema y teme todava. En este sentido y en relacin al uso de la violencia debemos
de subrayar que existe un principio de tica revolucionaria en el que los revolucionarios/as
debemos siempre andar nuestra posicin y contrastarla: un revolucionario debe elegir si existe
una mnima posibilidad, el camino que genere
menos costes en trminos humanos tanto en sus
ODVFRPRHQODVGHODGYHUVDULR
Algunos nos plantean todava que deberamos
basar nuestra reclamacin en la demanda del reconocimiento de nuestro carcter nacional y el
derecho a decidir pero no negandolo creo que
para el Estado una solucin acordada al conLFWR TXH UHFRQR]FD OD LGHQWLGDG QDFLRQDO GHO
Pas Vasco o cataln y su derecho a decidir es,
en trminos estratgicos, tan inasumible como
la propia independencia de nuestras respectivas
naciones. No podemos esperar por tanto ningn reconocimiento de este tipo en este Estado.
Para el Estado, la prdida que supone el reconocimiento de ese escenario intermedio, solo es el
preludio de otra tragedia nacional: la secesin de
una parte de lo que consideran su territorio. Por
eso necesitan el ring, porque con reglas de juego
democrticas la secesin catalana, vasca o gallega es solo cuestin de tiempo y lo saben. Deca
como ejemplo de esto el Profesor de Universidad Ferrn Requejo, que durante aos ha sido
ferviente defensor de lo que se llama el federaOLVPRDVLPpWULFR\DKRUDGHHQGHFRQDKtQFROD
independencia de Catalunya que el problemas
no es en ser o no federalista, que el lo seria en
Canad o Blgica, pero que es imposible el serlo
en el Estado Espaol porque nunca va a pasar,
motivo de su naturaleza e historia.
Lo que si creo es que estoy convencido de que el
FHVHGHQLWLYRGHODYLROHQFLDGHFLGLGRSRU(7$
forma parte (sin hiperbolizar) de las razones
principales en las que estamos asistiendo al levantamiento del acto de defuncin del Rgimen
del 78 de Espaa y a su proceso de degeneracin

y decadencia. Por eso quienes buscan no nuestra


contribucin constructiva al escenario poltico
sino nuestra rendicin poltica e ideolgica (que
no se producir) lo que realmente buscan es el
regreso al escenario anterior (ring); algunos incluso inconscientemente y sin mala fe (alguna
vctima), otras de manera interesada desde mi
punto de vista con inters poltico partidista y
RWURV GH PDQHUD SODQLFDGD \ FRQVFLHQWH HV HO
caso de los Estados.
Y en ese sentido ni el PSOE ni el PP ni tuvieron
nunca la voluntad (y si la hubieran tenido no dispondran en ningn caso de margen de maniobra) para alcanzar un acuerdo sobre reglas del
juego democrticos ni la van a tener. Smenle a
HVRXQDUHH[LyQTXHQRVKL]RXQDSHUVRQDPX\
poderosa de un poderoso medio de comunicaFLyQ HVSDxRO (O SDUWLGR TXH GHHQGD DELHUWDmente en Espaa el derecho de autodeterminacin se suicida poltica y electoralmente. Ahora
que algunos/as nos hablan de procesos constituyentes en el Estado espaol yo mantengo muy
IUHVFDHVDUHH[LyQ\HVWR\VHJXURGHTXHHOORV
as tambin. Por ello no existe ni creo que vaya a
existir negociacin posible con el Estado entendido la negociacin en los trminos que lo entendamos. El estado no tiene inters ninguno en cerrar un ciclo sino en mantenerlo abierto porque
se juega mucho en este envite. Para el Estado las
demandas de decisin de catalua y Euskal Herria son sencillamente inasumibles.
Por eso hemos llegado al convencimiento de
que debemos de preocuparnos ms por poner
en marcha una dinmica que nos conduzca a la
creacin de nuestro propio Estado que a tratar
de elaborar estrategias alambicadas para tratar
de mover las posiciones del Estado. Si nuestras
estrategias de liberacin pasan necesariamente
por acuerdos con el Estado ni habr acuerdos ni
KDEUiOLEHUDFLyQ6LJQLFDHVWRTXHUHFKD]DPRV
todo tipo de acuerdos? En absoluto, lo que sigQLFDHVTXHWUD]DPRVQXHVWUDKRMDGHUXWDFRQ
independencia de que los haya o no. Para conseguir la paz en Euskal Herria debemos conseguir
que nuestros enemigos se conviertan en nuestros
vecinos, cada uno en su propio Estado.
En nuestro pas histricamente tanto el PNV
como la izquierda -independentista- abertzale
(de diferentes formas y con diferente contenido)
hemos alimentado la posibilidad de alcanzar
escenarios democrticos de reconocimiento de

nuestra identidad nacional y nuestro derecho a


decidir mediante un acuerdo con el Estado. Hoy
el PNV sigue insistiendo en tal posibilidad por
cuanto que consideran que el proceso cataln
obligar al Estado a una reforma constitucional
que esta vez s reconocer nuestros derechos
nacionales. Yo creo que tal escenario simplemente no va a existir, sencillamente no va a haber
ninguna reforma que reconozca el carcter plurinacional del Estado y el derecho a decidir de
QXHVWUDV QDFLRQHV 4XLHQHV GHHQGHQ HVWD RScin venden humo, y cuanto antes seamos conscientes de ello mejor.
1RVRWURVDV\DDUPDPRVGHVGHHOLQLFLRTXH
la Constitucin era un candado cuando naci
y ese candado se rompe (por ejemplo) en Catalunya apoyando la independencia. Pero a las
izquierdas del Estado no les veo ah desgraciadamente. Ya s que me dirn, y lo respeto,
pero no comparto, que el derecho a decidir solo
ser posible cuando se produzca un proceso
constituyente en el conjunto del Estado que
PRGLTXHOD&RQVWLWXFLyQ\ORUHFRQR]FDSHUR
ellos/as saben muy bien que en el Estado no
hay relacin de fuerzas para alcanzar ese objetivo. Y entonces qu nos proponen? Esperar?
Yo les digo con todo respeto que el esquema es
el contrario: son los procesos constituyentes e
independentistas en las diferentes naciones del
Estado, lo que en cualquier caso podra hacer
necesario un proceso constituyente de esas caractersticas en el conjunto del Estado.
En ese sentido hoy los presos/as independentistas vascos/as somos ms que nunca rehenes de
un Estado que mediante nuestra instrumentalizacin busca fundamentalmente tres objetivos:
perpetuar el escenario anterior (ETA con sus presos); generar frustracin y desilusin en nuestro
pueblo (con nuestro mantenimiento en prisin
VLQ PRGLFDFLRQHV GH OD SROtWLFD SHQLWHQFLDULD 
y por ltimo, el Estado entiende que mientras no
se resuelva esta cuestin (y el Estado nos tenga
en sus manos) Euskal Herria no iniciar un proceso soberanista unilateral.
Siendo esa la situacin, los independentistas teQHPRV TXH MDU XQD SRVLFLyQ FODUD FRQ UHVSHFWR
a esta cuestin: todos/as los presos/as independentistas vascos/as y los refugiados/as debemos
recuperar la libertad, volver a nuestras casas y a
nuestro pas. Eso no puede ser objeto de mercadeo poltico, lo cual no quiere decir que no ha-

73

blemos de un proceso gradual. En mi opinin la


estrategia destinada a dar satisfaccin a la cuestin de la libertad de los presos/as debe comenzar generando las condiciones que permitan poner en marcha un proceso unilateral soberanista.
Se trata de enviar un mensaje claro al Estado: los
rehenes no impedirn que pongamos en marcha
un proceso soberanista. En segundo lugar y enlazado con ese proceso de ofensiva popular soberanista se deben de operativizar los acuerdos con
la comunidad internacional y los agentes vascos
propiciando la presin popular a favor de nuestra
libertad. Y por ltimo haciendo uso de la unilateralidad debemos utilizar su propia legalidad para
debilitar la propia posicin del Estado. No hay un
dao mayor para el Estado que demuestra que no
cumple su propia legalidad. Y en este marco yo no
albergo ninguna duda sobre la voluntad de ETA
de desaparecer del escenario poltico vasco con la
VXSHUDFLyQGHODVFRQVHFXHQFLDVGHOFRQLFWR
El proceso independentista debe adems empezar
DFRQVWUXLUXQDDOWHUQDWLYDHFD]DOQHROLEHUDOLVPR
y para ello necesitamos de entrada no abandonar
Autor: Ricardo Rocha.

74

jams el principio de realidad: aunque no nos guste


tenemos que reconocer que en la batalla ideolgica
nos lleva dcadas de ventaja (principios y valores
en las actuales sociedades occidentales). Es cierto tambin que la actual crisis golpea de manera
cruel a amplias capas de la poblacin que han experimentado sus niveles de indignacin que no de
radicalizacin poltica, pues creo exagerado pensar que haya sedimentado en ellas una verdadera conciencia transformadora y anticapitalista (al
menos de momento). En este contexto, cul es la
esperanza neoliberal? Que en cuanto se produzca
una mnima recuperacin (que nunca lo ser para
las capas populares) las aguas volvern a su cauce. Sin embargo, nosotros/as sabemos, que a pesar
GHOGLVFXUVRRFLDOORVJpUPHQHVGHXQDQXHYDFULsis ya han comenzado a hacerse visibles en la economa mundial. Nuestra batalla fundamental debe
de darse en el plano de las ideas, la respuesta al
capitalismo exige una nueva economa, una nueva
tica y una nueva poltica.
Es necesario reconstruir el proyecto poltico y
el modelo socio-econmico en toda Europa. En

la dcada de los 80 el Movimiento de liberacin


plante la necesidad de un Banco Pblico VasFRGHQLyDOD8QLyQ(XURSHDFRPROD(XURSD
de los Mercaderes; defendi la nacionalizacin
de los sectores estratgicos de la economa y fuiPRV FDOLFDGRV FRPR XQRV DXWpQWLFRV VRFLDOLVtas trasnochados. Hoy es Jeremy Corbyn quien
realiza estas propuestas como secretario general
del partido Laborista. As pues, empecemos por
defender la recuperacin de todas las conquistas
sociales y econmicas que con la gran coartada
de la crisis han reducido a cenizas. Defendamos
la universalidad y gratuidad de todos los servicios pblicos esenciales; la renta de ingresos mnimos para todo ser humano; construyamos un
sector pblico fuerte, transparente y bajo control
democrtico; dejemos claro que la propiedad
privada ha de desempear una funcin social y
estar sometida al inters general. Y recuperemos
la poltica con maysculas para que someta y
controle a las fuerzas del mercado, haciendo al
mismo tiempo evolucionar la democracia representativa hacia su combinacin con niveles cada
vez ms crecientes de democracia participativa y
democracia directa.
En ese sentido la independencia en el siglo XXI
en medio del sur de Europa adquiere toda su
relevancia. Nosotros defendemos la independencia por muchas razones, pero entre las fundamentales est que la recuperacin de nuestra
soberana poltica y econmica es imprescindible para acometer la transformacin poltica y
econmica necesaria para garantizar el bienestar de la mayora de nuestro pueblo. Hay que
construir una agenda (nacional o a escala planteara) para el cambio social que debe de incorporar necesariamente los siguientes ejes: la
lucha por la supervivencia del gnero humano
(y del planeta) haciendo frente al cambio climtico. La lucha por el desarme nuclear y la paz; la
lucha por la autodeterminacin de los pueblos;
la lucha por el reparto equitativo de la riqueza; y la lucha por la superacin del modelo patriarcal. Estas luchas son necesariamente anticapitalistas y deben de encontrar y construir un
espacio de coordinacin y encuentro a escala
planetaria. Necesitamos recuperar soberanas
polticas y econmicas y ponerlas a todas en
relacin mediante una alianza (poltica, econmica, tica, ecolgica) a escala mundial. En este
contexto el propio sindicalismo desde mi punto
de vista necesita poner en marcha una profunGDUHH[LyQHQWRUQRDVXSDSHO\DSRUWDFLyQD

la construccin de una nueva poltica, una nueva economa y una nueva tica (modo de vida,
relacin con la naturaleza). La dinmica clsica de exigencia de una distribucin ms equitativa de la riqueza (mediante una poltica saODULDORVFDO HVVLQGXGDXQDQHFHVLGDGSHUR
sin perder de vista que el mito del crecimiento
ilimitado y de un consumo irresponsable nos
conduce al desastre una y otra vez y nos conGXFLUiDOGHVDVWUHQDOVLQROHSRQHPRVUHPHdio con urgencia. Las fuerzas de izquierda deEHPRVDVtPLVPRKDFHUXQDSURIXQGDUHH[LyQ
interna.De qu vale plantear una nueva poltica, una nueva economa, una nueva tica, si
seguimos construyendo viejas organizaciones y
viejas formas de funcionamiento? De qu vale
plantear nuevos/viejos principios y valores, si
HQ QXHVWUD YLGD GLDULD QR WLHQHQ HO UHHMR QHcesario y coherente? Nuestras organizaciones y
nuestra vida (militante y personal) deben de ser
HOUHHMRGHODDOWHUQDWLYDTXHUHSUHVHQWDPRV\
defendemos. Porque no hay cambio social que
no empiece en nosotros/as mismos/as.
Y ah hay que colocar tambin el debate sobre la
llamada nueva poltica y el debate sobre entrar
en las instituciones para recuperarlas. Cul es la
dialctica institucin-calle, partido-movimiento,
gestin-cambio social? Hay adentro sin afuera?
Hay adentro sin afuera si lo que se plantea es
una dinmica poltica convencional, o dicho de
otra manera, si decides instalarte en el espacio
confort del sistema. Las instituciones, en una estrategia de transformacin social, ni pueden, ni
deben ser la vanguardia de los cambios sino y,
en todo caso, su retaguardia. El verdadero motor del cambio debe gestarse en el tejido social y
SRSXODUFRPRFRQVHFXHQFLDGHXQDUPHWHQD]
y paciente lucha ideolgica que cambie la escala
de valores de la gente. Los cambios que se producen como consecuencia de una mayora electoral siempre sern reversibles por una mayora
alternativa de distinto signo. Los cambios que se
producen en la escala de valores social se podrn
retrasar, reprimir, contener, pero acabarn siempre imponindose.
(Q GHQLWLYD ODV IXHU]DV VREHUDQLVWDV \ GH L]quierdas del mundo tenemos mucho trabajo
por hacer, mucho sobre lo que compartir y discutir entre nosotros pero nunca olvidemos que
tenemos muchos motivos para sonrer, porque
vamos a luchar y vamos a ganar y sobre todo
porque para tristes ya estn ellos/as.

75

Breve balance econmico


y social del gobierno del
MAS-IPSP
Mariana Zeballos Ibez

76 E

n poco tiempo se cumplir una dcada


de Evo Morales y el MAS-IPSP en el gobierno y es primera vez en la historia
democrtica de Bolivia que un gobierno
permanece nueve aos en el poder y, que a pesar
del tiempo transcurrido, ha logrado mantener
un alto nivel de popularidad en la poblacin. Un
gobierno que despus de casi diez aos es todava fuerte, ya que en las tres ltimas elecciones
generales ha obtenido una votacin mayor al
50%, es decir, siempre ha accedido al poder con
una mayora absoluta. El 2005 obtuvo un 54% de
votos; el 2009 un 64%; y el 2014 el 61%. Lo que
demuestra su gran popularidad y por lo tanto,
segn muchos analistas, un proceso de construccin de hegemona exitoso.
Es a partir de su permanencia y alta popularidad
electoral durante nueve aos consecutivos de
gobierno que surge la interrogante sobre cules
VRQORVHOHPHQWRV\ODVFDUDFWHUtVWLFDVHVSHFtFDV
de su gestin que hacen que sea un gobierno tan
exitoso electoramente. Esta interrogante se hace
an ms presente a puertas de un inminente referndum destinado a aprobar o rechazar una
segunda postulacin consecutiva a la presidencia de Evo Morales.

Existen bastantes y diversos motivos que inciden en la alta popularidad del MAS-IPSP
durante todos estos aos. Se puede estudiar
el gobierno de Evo Morales y del MAS-IPSP
desde diferentes mbitos que particularizan su
gestin: sociales, econmicos, discursivos, polticos, simblicos, culturales, etc. Sin embargo,
aqu se realizar un breve acercamiento a los
mbitos econmico y social.
En estos mbitos se debe destacar el crecimiento
HFRQyPLFRUHHMDGRHQORVtQGLFHVPDFURHFRQymicos; as como la disminucin de la pobreza y
la desigualdad. Entre los ndices macroeconmicos se destaca el crecimiento sostenido del PIB:
el promedio del crecimiento del PIB entre 2006
y 2014 ha sido de 5,1%, dos puntos porcentuales
por encima del promedio de crecimiento del periodo de 1985 a 2005 cuando se registr en un 3%.
1RHVPHQRUDUPDUTXHODVGRV~QLFDVYHFHVHQ
la historia que Bolivia tuvo el mayor crecimiento
econmico de la regin, fue durante el gobierno
de Evo Morales (Loza, 2014; Ministerio de Economa y Finanzas Pblicas, 2015). Tambin se ha
registrado un importante aumento en el PIB per
cpita, desde el 2005 al 2014 en promedio- una
persona recibe casi tres veces ms de lo que reci-

Mariana Zeballos Ibez


Es Mster en Estudios
Latinoamericanos del Instituto de
Iberoamrica de la Universidad de
Salamanca-Espaa y Licenciada en
Ciencias Polticas de la Universidad
Catlica Boliviana. Es investigadora y
cuenta con distintas publicaciones en el
mbito de las ciencias sociales.

ba hace 9 aos, ya que el 2005 reciba 1.010 dlares y el 2014 el promedio registrado fue de 3.000
dlares por persona.
Se ha mantenido una estabilidad de precios y un
EDMRQLYHOGHLQDFLyQ\DTXHHQWUH\
TXHVHUHJLVWUyXQSURPHGLRGHGHLQDcin y entre 2006 y 2012 el promedio ha sido de
6,67%, es decir cuatro puntos porcentuales menos (Loza, 2014: 20-21).
El gasto pblico ha aumentado de 34,6% del PIB
en 2006 a 46% del PIB en 2012 (Loza, 2014: 13).
En cuanto a la inversin pblica, se ha registrado
un aumento. El promedio entre 1997 a 2005 fue
de 569 millones de dlares y el promedio entre
2006 y 2014 ha sido de 2.174 millones de dlares.
El ao 2005 se registr 629 millones de dlares
de inversin, el 2013 se subi a 3.781 millones
y el 2014 se invirti un total de 4.507 millones
de dlares (Ministerio de Economa y Finanzas
Pblicas, 2015).
Asimismo, se ha registrado un incremento en las
reservas internacionales: el 2005 se registr un
total de 1.714 millones de dlares; y el 2015 se
registr un total de reservas internacionales ne-

77

78

Autor: Ricardo Rocha.

tas de 15.144 millones de dlares (Ministerio de


Economa y Finanzas Pblicas, 2015).
Desde el 2006 se tiene un supervit constante,
GHVSXpVGHPXFKRVDxRVGHGpFLWVFDOORTXH
GLRSDVRDODDPSOLDFLyQGHOHVSDFLRVFDO\SRU
lo tanto un aumento de recursos disponibles en
el presupuesto del sector pblico (Paz, 2014; Ministerio de Economa y Finanzas Pblicas, 2015).
Son varios los motivos del crecimiento econmico
del pas, entre algunos de ellos se debe mencionar
el cambio del rol del Estado en la economa, un Estado ms intervencionista, establecido tanto en la
Constitucin Poltica del Estado, as como puesto
en prctica por la poltica econmica del gobierno del MAS-IPSP. Una nueva poltica econmica
TXH FRQVLVWH HQ XQ DMXVWH VFDO D ODV HPSUHVDV
trasnacionales; nacionalizacin de hidrocarburos;
privilegio a la inversin pblica; transferencias en
efectivo a grupos vulnerables a partir de distintos bonos; una poltica monetaria de control a la
LQDFLyQ\HODXPHQWRGHORVLQJUHVRVWULEXWDULRV
incluso sin tomar en cuenta el Impuesto Directo
a los Hidrocarburos (IDH) (Loza, 2014: 11-12, 49).
As como los favorables precios de las materias
primas, petrleo y minerales en el mercado internacional que han acompaado el gobierno de Evo
Morales. Por su parte, el Ministerio de Economa
y Finanzas Pblicas sostiene que el motor del
crecimiento econmico sostenido es la demanda
interna, es decir el consumo de los hogares y la
ejecucin en la inversin pblica, siendo el sector
pblico lo que estara jalando al crecimiento de
la economa.
En el mbito social se destacan los bonos redistributivos o transferencias en efectivo, la poltica
salarial y la disminucin de los ndices de pobreza y desigualdad. En este sentido, como ya
se ha mencionado la poltica econmica ha dado
XQPD\RUHVSDFLRVFDOTXHKDDELHUWRODSRVLELlidad de expandir el gasto social.
Respecto a los bonos stos han tenido varios efectos positivos en la sociedad boliviana. Debido al
Bono Juancito Pinto se ha dado un incremento
en la cantidad de estudiantes matriculados en
primero y segundo de primaria; la reduccin de
la tasa de abandono a nivel nacional; aumento
de asistencia en los sectores ms pobres. BeneFLRV DO JUXSR GH SHUVRQDV QR UHQWLVWDV D WUDvs de la Renta Dignidad. Un incremento de la
demanda de servicios de salud, reduccin de

la tasa de desnutricin crnica en los primeros


aos de vida de los nios por polticas como el
Bono Juana Azurdy (Paz, 2014; UDAPE, 2013).
Sin embargo, todava se pueden encontrar grandes desigualdades entre el rea urbana y el rea
rural, ya que por ejemplo de todos los nios que
no culminan la primaria la mayora (seis de cada
diez) habitan en reas rurales; las condiciones
desiguales de logro escolar se producen y agudizan principalmente en secundaria, lo que sin
duda repercute tambin en el mbito ocupacional; asimismo, el rea rural sigue siendo el ms
desfavorecido con un 25,9% de nios desnutridos registrado el 2012 (UDAPE, 2013:17).
La poltica salarial ha consistido en un aumento
del salario nominal igual o por encima de la inDFLyQ /R]D (QHVWHVHQWLGRDORODUJRGH
los nueve aos de gobierno de Evo Morales se
ha dado un aumento progresivo del salario mnimo, el ao 2006 el salario mnimo era de 500
Bs. y actualmente (2015) el salario mnimo es de
1656 Bs. Lo que segn el Ministro de Economa
\)LQDQ]DV3~EOLFDV/XLV$UFH&DWDFRUDVLJQLFD
un incremento de 27,6% en trminos nominales y del 87% trminos reales de poder adquisitivo (Ministerio de Economa y Finanzas
Pblicas, 2015).
7DPELpQ VH KD GDGR XQD VLJQLFDWLYD GLVPLQXcin de la pobreza, de 15 puntos porcentuales
entre el ao 2006 cuando se registraba un 59,9%
de pobreza, a un 45% registrado el 2011. Disminucin de la pobreza extrema en 19 puntos porcentuales de 38,2% en el 2005 a 21,6% en 2012.
Disminucin de la pobreza extrema rural en 22
puntos, el 2005 se registr un 62,9% y el 2012
un 40,9% (Paz, 2014:9; Loza, 2014). No obstante, existe una gran brecha entre el rea rural y
urbana puesto que el 2012 se registr que de 2,3
millones de pobres extremos, 1,5 millones pertenecen al rea rural (UDAPE: 2013:30-32).
A pesar de que Bolivia, segn la CEPAL, es uno
de los pases ms desiguales de la regin en
cuanto a los ingresos y adems forma parte del
grupo de pases con grandes brechas en bienestar, ha existido una disminucin en los ndices
de desigualdad. El ndice Gini1 ha presentado un
1

ndice que mide la concentracin del ingreso de las


personas de una determinada regin o pas. Es un ndice
que toma valores de 0 a 1, donde 0 indica que todos los
individuos tienen el mismo ingreso (perfecta igualdad) y 1
indica que un solo individuo tiene todo el ingreso (perfecta
desigualdad).

79

descenso entre 1990-2002 cuando estaba en un


0,59 y entre 2005-2011 que disminuy a un 0,50
(Paz, 2014). Sin embargo, es importante mencionar que existe una tensin entre la creciente
igualdad poltico/legal y la desigualdad econmico/social. La creciente igualdad poltico/
legal se debe a una ampliacin de la democracia
mediante mecanismos de participacin y deliberacin, as como el protagonismo de grupos de
la poblacin anteriormente excluidos. Pero existe una desigualdad econmico/social debido
a una situacin de desigual distribucin de ingresos entre los individuos y grupos sociales, ya
que la sociedad boliviana es diversa y con una
DOWDHVWUDWLFDFLyQVRFLDO ,'+ 

80

El crecimiento y estabilidad econmica, adems


de las polticas sociales de redistribucin promovidas por el gobierno durante los ltimos
nueve aos ha incidido positivamente en la inclusin social, ya que se ha aumentado el poder
adquisitivo en sectores perifricos y esto ha generado un dinamismo general en la economa.
A esto debe sumarse la existencia de sectores
pujantes en la economa boliviana, sectores populares emprendedores que han sabido aprovechar la poca de auge econmico y han puesto
a disposicin la venta de diferentes tipos de
bienes al alcance de todos. Es importante destacar la democratizacin del acceso al Estado
por parte de sectores anteriormente excluidos
como sectores indgenas, campesinos, jvenes
y mujeres como uno de los motivos ms importantes del xito del gobierno del MAS-IPSP y
de Evo Morales. Procesos de inclusin social de
sectores antes excluidos que han tenido un sigQLFDWLYRLPSDFWRGHHPSRGHUDPLHQWR\SRUOR
tanto son factores que tambin se constituyen
en motivos de la popularidad y legitimidad del
gobierno de Evo Morales.
Sin embargo, si bien se han dado varios logros
en cuanto a inclusin, sobretodo en el mbito
poltico, se debe tomar en cuenta que todava
queda mucho camino por recorrer en cuestiones
de mejora de calidad, calidad de educacin, ocuSDFLRQHVPHMRUUHPXQHUDGDV\PiVFDOLFDGDVR
cobertura rural de polticas pblicas.
Por otra parte, la circulacin de las lites polticas es algo debe ser estudiado para comprender
estos aos de gobierno del MAS-IPSP. De manera simple, se entendern a las lites polticas
como aquellas que controlan el Estado. En este

VHQWLGRVHSXHGHDUPDUTXHGXUDQWHHOJRELHUQRGH(YR0RUDOHVVHKDLQFUHPHQWDGRVLJQLFDtivamente la presencia de diferentes sectores sociales indgenas, campesinos y populares tanto


en la Asamblea Legislativa Plurinacional como
en el rgano Ejecutivo, en ministerios, viceministerios y direcciones. Cuantitativamente se ha
incrementado el nmero de campesinos indgenas en puestos dentro del Estado, pero tambin
es importante mencionar que cualitativamente
estos sectores ocupan puestos estratgicos en
cuanto poder y decisin para y segn el sector al
que representan. Es aqu donde se hace importante la pertenencia colectiva a los distintos sectores desde donde se desplazan y se movilizan a
partir de sus intereses. Por ejemplo, existira una
lite cocalera que no solamente ha ingresado a
la estructura institucional del Estado, sino que
adems dirige algunas instituciones importantes relacionadas con su sector, como el Viceministerio de la Coca y Desarrollo Integral, u otros
viceministerios estratgicos (Espinoza, 2015). A
partir del 2005 se empieza a dar la emergencia
de nuevas lites sectoriales que se constituyen
con otros marcos referenciales y se conforman
nuevas redes familiares y sociales que lo sostieQHQORTXHVHJ~Q(VSLQR]DQRVLJQLFDTXHODV
antiguas lites hayan desaparecido pero, que la
pertenencia a una lite ya no podr ser heredada
a familias tradicionales ya que se han transformado los canales de acceso al poder.
Es decir, han ingresado personas de sectores
campesinos indgenas a la administracin del
Estado, adems debido a la creacin del Estado
Plurinacional, la Constitucin Poltica del Estado y la aprobacin de leyes fundamentales se
han creado y transformado las instituciones, ya
que han incorporando cuotas de participacin
LQGtJHQD TXH VL ELHQ QR UHHMDQ QXPpULFDPHQte el porcentaje de poblacin indgena del pas,
suponen mecanismos mnimos de incorporacin
de estos sectores a la institucionalidad estatal.
En el caso del rgano Ejecutivo durante los
nueve aos de gobierno del MAS-IPSP- en el
FDVR HVSHFtFR GH ORV PLQLVWURV OD PD\RU FDQtidad de ellos proviene del sector que se le ha
denominado como invitados, es decir actores
que no vienen de ningn tipo de organizacin
social ni tienen trayectoria sindical, sino que
forman parte del MAS-IPSP a partir de una adscripcin ms individual y probablemente sean
personas provenientes de clase media.

Sin embargo, en el rgano Legislativo la presencia de sectores campesinos indgenas y sectores populares es mucho ms numerosa. De
los 166 representantes de la actual Asamblea
Legislativa Plurinacional, dos tercios, 113 representantes son del MAS-IPSP. La mayora
de dichos representantes son de organizaciones campesinas indgenas. Es decir de los 113
representantes la mitad (50,44%) provienen
del principal crculo de apoyo al MAS-IPSP
de organizaciones campesinas indgenas. En
segundo lugar vendran los representantes que
provienen de la direccin o de las juventudes
del MAS-IPSP que son un 21,24% de la bancada
del MAS-IPSP. Los representantes que pertenecen a organizaciones sindicales y populares
ocupan un 17, 7% de la bancada del MAS-IPSP
y solamente un 10,62% de los representantes
del MAS-IPSP son invitados en la actual Asamblea Legislativa Plurinacional.
(QWRQFHVVLELHQVHSXHGHQLGHQWLFDULPSRUWDQtes logros durante el gobierno de Evo Morales,
que sin duda han incidido en sus altos ndices
de popularidad electoral y legitimidad en varios
sectores de la sociedad civil. Estas caractersticas
todava deben ser analizadas desde otros enfoques que tambin forman parte importante de
estos componentes. En este sentido, ser necesario evaluar la poltica econmica en un contexto de precios internacionales en el mercado
mucho ms bajos y por lo tanto menos favorables que durante estos nueve aos de gobierno.
Los avances sociales a partir de las grandes brechas de desigualdad que todava vive Bolivia y
lo convierte en uno de los pases ms desiguales de la regin y por lo tanto el anlisis de la
existencia de una verdadera movilidad social en
otros mbitos distintos al poltico. As como una
evaluacin del cambio de lites a un nivel cuali-

tativo. Es decir, como se ha mencionado, existe


un evidente aumento cuantitativo de sujetos de
diferentes sectores a puestos de representacin
sobretodo en rgano legislativo; sin embargo,
queda pendiente analizar su efectiva participacin en la produccin legislativa y en la toma de
decisiones, ya que una verdadera inclusin no
solamente pasa por el aumento en cantidad de
sujetos, sino en su poder efectivo de decisin.

Bibliografa
Espinoza, Fran (2015) Bolivia nuevo sistema clientelar de lites? 6 Seminario Nacional de sociologa y poltica. Universidad Federal de
Paran.
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Paz, Vernica (2014) Nuevos caminos de la poltica
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efectivo 2006-2012. La Paz: CIS/PNUD
Unidad de Anlisis de Polticas Sociales y Econmicas UDAPE (2013) Sptimo informe de
progreso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en Bolivia La Paz: UDAPE/CIMDM.

81

Subjetividad y
subversin en poltica
Reactualizando la historia desde abajo

Cynthia Daniela Franco Pinto

82 S

LHQGR TXH H[LVWH XQ GLVFXUVR RFLDO TXH


determina el sentido de la historia nacional, hallamos la necesidad de reconstruir
una memoria oral alternativa emitida
por los sujetos que quedaron en sus mrgenes.
Se trata de dar apertura a una lnea de investigacin centrada en la condicin del sujeto y de los
imaginarios que ste construye en torno al acontecer histrico. Al dar cabida a la memoria oral
pensamos encontrar fragmentos y discontinuiGDGHVUHVSHFWRGHODQRUPDWLYDKLVWyULFDRFLDO
Generando una base de datos con entrevistas a
actores, pretendemos nombrar lo que fue repriPLGRVRPHWLGR\VXMHWDGRDXQGLVFXUVRRFLDO
es decir, voces que desde su lugar nos muestran
el clivaje de los enfrentamientos y de las luchas
TXH OD KLVWRULD VLVWHPDWL]DGD X RFLDO RFXOWD Foucault, 1976).

Historia ocial versus reconstruccin


histrica desde abajo
La presente mirada afirma que la condicin subjetiva de los actores sociales es relevante para reconstruir la narrativa histrica. A la vez, la subjetividad del ser humano est condicionada por el

transcurrir temporal y la conciencia que se tiene


al respecto. Las dimensiones econmicas, polticas y sociales, construidas por los sujetos, acaecen sobre ese teln de fondo, el tiempo. El filsofo
griego Herclito sealaba que la esencia del ser se
trataba de un eterno devenir, conocer la realidad
era, segn l, como querer atrapar la fluidez de un
mismo ro. Siguiendo la reflexin heraclitana, el
filsofo Friedrich Nietzsche en sus consideraciones intempestivas mostraba la condicin temporal como una caracterstica propiamente humana,
aquella que condena a los sujetos a la conciencia
de su propia finitud.
() el instante, de repente est aqu, de repente desaparece () Retorna, sin embargo,
como fantasma, para perturbar la paz de un
momento posterior () el hombre () envidia al animal que inmediatamente olvida
() El hombre, en cambio, ha de bregar con
la carga cada vez ms aplastante del pasado
() (Nietzsche, 1990).

Asumiendo que la historicidad es una caracterstica ntima de la condicin humana, pretendemos hacer una genealoga, entendida, de
manera foucaultiana, como la visualizacin de

Cynthia Daniela Franco Pinto

ciertos saberes histricos, propios de los sujetos que fueron acallados, y hacerlos capaces de
oposicin y lucha contra la coercin de un discurso formal.
La genealoga debe librar su combate, sin
duda, contra los efectos de poder, propios de
un discurso considerado como formal(Foucault, 1976).

Este es un intento por recuperar cierta memoria


perdida, o que puede perderse por la mortalidad
de los actores, un intento por sortear la nostalgia
del ancestro (Rivera Cusicanqui, 2014). Que la
existencia humana est determinada por su temporalidad hace que el hombre se vea sumergido dentro de su propia mortalidad, su insistente
mutacin, su interminable transformacin. Este
continium perenne del tiempo sobre lo subjetivo
y con ello sobre lo social, infunde nostalgia y dolor. Por tanto, intentaremos construir desde las
voces de distintos sujetos una nueva narrativa
histrica que procure plasmar las experiencias
que pronto desaparecern. Y desde esta escritura descentrar del lugar de la verdad a los saberes
totalitarios y normativos.

Es licenciada en Psicologa, con


maestra en Estudios Psicoanalticos
y egresada de la Carrera de Filosofa.
En co-autora ha publicado los
libros: Composicin social del
Estado Plurinacional. Hacia la
descolonizacin de la burocracia
(2014) y Nuestras novelas de la
*XHUUDGHO3DFtFR(QVD\RKLVWyULFR
para comprender su ausencia (2013).
En la actualidad es Investigadora del
Centro de Investigaciones Sociales
de la Vicepresidencia del Estado
Plurinacional.

83

Michel Foucault, en su Arqueologa del Saber nos


seala que la atencin de los historiadores usualmente se centr en los periodos largos, los equilibrios estables, los fenmenos tendenciales, que
gracias a un movimiento de acumulacin construyeron grandes zcalos que disearon la historia universal dividida en siglos y pocas. Para
Octavio Paz, una visin progresista y teleolgica
respecto del pasado se constituy en el germen
de nuestra censura histrica y psquica, aquella
que nos dej sin una idea clara de lo que hemos
sido como pueblos.
Empero, para Foucault, existe otro tipo de historia, la de las ideas, que devela rupturas y contradicciones sobre los periodos estables: la historia del pensamiento, de los conocimientos, de
ODORVRItD SDUHFHPXOWLSOLFDUODVUXSWXUDV\
buscar todos los erizamientos de la discontinuidad; mientras que la historia propiamente dicha,
la historia a secas, parece borrar en provecho de
ODV HVWUXFWXUDV PiV UPHV OD LUUXSFLyQ GH ORV
acontecimientos(Foucault, 1997). La historia de
las ideas y del pensamiento, ha disociado el largo
ensamble constituido por el supuesto progreso
Autor: Ricardo Rocha.

84

de la consciencia o del pensamiento, cuestionando las tendencias teleolgicas, racionales y evolutivas del pensamiento humano1.Para esta nueva historia coexisten series histricas diferentes,
que no slo se suceden, sino que se yuxtaponen
y entrecruzan, sin que se las pueda reducir a un
esquema lineal pues evidencian la complejidad
de la propia condicin subjetiva.
Nos cuestionamos entonces, quin posibilita
las rupturas y las fragmentaciones sobre los saEHUHV RFLDOHV MXVWDPHQWH VRQ ORV DFWRUHV FRQ
sus propias dimensiones subjetivas y sus testimonios quienes lo hacen. Por ello tambin nos
preguntamos qu actores y qu dimensiones
subjetivas seran relevantes registrar, a modo
de generar una memoria oral propositiva para
la reconstruccin histrica (Ticona Alejo, 2002).
Dando cabida a la narrativa e imaginarios de la
vida cotidiana de los sujetos, se hilvana una es1

El psicoanlisis con la interpretacin lacaniana de la propuesta de Sigmund Freud contribuye a argumentar esta posicin
FXDQGRVXVWLWX\HHOSODQWHDPLHQWRORVyFRFDUWHVLDQRSLHQso, luego existo por la proposicin soy donde no pienso y
pienso donde no soy. Al respecto ver: (Lacan, 2007).

trategia micro-poltica que rompe con los mitos


de las normalidades (Rivera Cusicanqui, 2015).
Accin ya realizada en Bolivia por la experiencia
del Taller de Historia Oral Andina (THOA) que
incursion principalmente en la construccin de
una memoria colectiva acerca de los procesos
subversivos indgenas del siglo XX2.
Teniendo plena consciencia, tal como lo seal
6LOYLD5LYHUDGHTXHHQODKLVWRULDQDFLRQDORcial existen manifestaciones subjetivas que han
sido borradas por ciertas relaciones de poder,
se torna preeminente reactualizar las historias
diversas, discontinuas y poco unvocas, las relatadas por la memoria oral de los actores y actoras. Se trata en suma de re-actualizar el pasado
dando paso a la diversidad, a los recuerdos de
infancia, a los sueos recurrentes, a la memoria
del hacer (de Certeau, 1990). Con ello se generar una narrativa histrica de la experiencia, trazando entonces una historia desde abajo, desde los actores acallados por la mirada del los de
DUULED TXH JHQHUDQ QRPHQFODWXUDV \ FODVLFDciones.

escrita desde las instancias de poder y a merced de


los intereses de las lites hegemnicas.
La historia desde abajo o desde la periferia se asemeja tambin a la labor de los grandes representantes
de la Escuela de los Annales y de la historia social.
Marc Bloch iniciara la primera con el planteamiento
de que el objeto de la historia no es el pasado, sino
los hombres que actan sobre l, bajo cuya perspectiva la historia sera una ciencia de los hombres en el
tiempo (Bloch, 2000). En cuanto a la historia social
esta fue enriquecida principalmente por Hobsbawn
y E.P. Thompson quienes analizaran las pequeas
batallas de los sujetos dentro de las enormes estructuras de poder3 que los silencian.
Analizando la historia desde la voz de los sin voz
pueden ser de-veladas las causas de tal acallamiento
y en consecuencia quedar re-escrita una historicidad
sub-alterna o popular.
Antes era vlido acusar a quienes historiaban el pasado, de consignar nicamente las
gestas de los reyes. Hoy da ya no lo es,
pues cada vez se investiga ms sobre lo que
ellos callaron, expurgaron o simplemente
ignoraron () ya podemos reconstruir un
fragmento de lo que se ha dado en llamar
cultura de las clases subalternas o cultura
popular ()(Ginzburg, 1999).

Microhistoria e historia social desde


abajo en el horizonte del Estado
Plurinacional
Los sujetos, mediante sus distintas formas de vida,
estrategias de sobrevivencia, desplazamientos espaciales, transformaciones identitarias, etc., realizan
una serie de movimientos dialcticos entre emplazamientos y desplazamientos, entre continuidades
y discontinuidades, que muestran en su transcurrir
los sentidos diversos de nuestra historicidad como
sociedad. La metodologa que proponemos se adscribir a la orientacin micro-histrica generada
por autores como Carlo Ginzburg, quien sostuvo, al
igual que Michel Foucault, la posibilidad de reconstruir los procesos macro-histricos a partir del anlisis de casos concretos o micro-histricos. Ginzburg
intent crear con su posicionamiento metodolgico
una suerte de dialctica e interseccin entre el sujeto
\ODKLVWRULFLGDGVRFLDODQDOLGDGGHKDFHUKDEODU
a aquellos sujetos que quedaron sin voz dentro de
los procesos histricos de la humanidad al estar sta

Nuestra investigacin apunta a recrear una historiografa boliviana desde las voces de los sujetos
subalternos que hasta el advenimiento del Estado
Plurinacional transitaron un espacio marginal y
de acallamiento, aunque nunca de inactividad o
de poca relevancia social pues, como lo demuestran diversos autores, stos se constituyeron en
los mviles de devenir histrico. En la actualidad
parte de la subjetividad que yaca al margen, ha
pasado a ser el centro del discurso poltico hegemnico vigente4. Si bien esta ubicacin ha cobrado
nuevas caractersticas situadas por algunos crticos como contradictorias, su relevancia no deja de
ser central. La investidura de Evo Morales como
presidente de la nacin es el punto mximo al cual
llegaron los procesos de movilidad social, emplazamiento y desplazamiento del sujeto sub-alterno
desde situaciones marginales a centrales respecto

3
4

Nuestro trabajo dara continuidad a esta iniciativa gestada


por el Taller de Historia Oral Andina (THOA),ampliando el
sujeto de nuestro inters a todo sujeto poltico, sea mujer,
obrero, indgena o poltico, que desde sus luchas y enfrentamientos cuestion la normativa histrica que le toc vivir.

Al respecto ver (Hobsbawn, 2001) y (Thompson, 2012).


Aunque evidenciamos que cualquier discurso hegemnico
siempre deja por fuera de su espectro de representatividad
alguna porcin de subjetividad. Por lo que el discurso poltico de la actualidad no integra la totalidad de la subjetividad
marginada del pasado. Al respecto ver (Laclau, y otros, 2004).

85

al poder. Sin embargo, este punto clmine ha supuesto un largo proceso en retrospectiva que nos
interesa reconstruir.

La subversin histrica de los sujetos


marginales

86

En este sentido, cul es el tipo de sujeto que la


memoria oral alternativa debe priorizar para reconstruir la historia? Para Foucault el individuo es
un efecto del poder: el poder circula a travs del
individuo que ha constituido (Michel Foucault
en Serra Snchez & otros, 2014). El ser humano
est muy lejos de ser el individuo autnomo y racional proclamado por la modernidad, aquel que
el psicoanlisis revel que pasa por procesos de
descentramiento en torno a su yo y a su consciencia (Lacan, 2007). Si los sujetos estn sujetados al
poder, el cuestionamiento es el siguiente: Los
sujetos cuentan con alguna posibilidad de ser algo
ms que los efectos de poder que son?, algo que
trace un margen de emancipacin o de libertad
en sus existencias? Lo importante no es lo que
han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con
lo que han hecho de nosotros (Jean- Paul Sartre
en Serra Snchez & Fernndez, 2014).
Para Foucault el sujeto genera diversas estrategias para resistir o burlar el poder que los
constituye, hecho visible, no sobre quienes estn
cmodamente situados dentro de las relaciones
de poder, sino ms bien de aquellos marginales
a las mismas (Serra Sanchz, y otros, 2014). Para
Judith Butler los sujetos expulsados por el poder
generan estrategias interesantes para resituarse
en la estructura de relaciones que los alberga,
con esos actos de subversin ponen en evidencia
la trampa que sustenta la normatividad autora
GHODKLVWRULDRFLDOTXHVLW~DFRPRFHQWUDOHVD
XQRVVXMHWRV\FRPRPDUJLQDOHVDRWURVDQDOLdad de responder a determinados intereses econmicos (Serra Sanchz, y otros, 2014).
La problemtica del sujeto se pone evidencia
al analizar justamente la condicin de quienes
son expulsados por los privilegios del poder
(Serra Sanchz, y otros, 2014). Suerte a la que
histricamente se asoci en el pas a las mujeres,
los indgenas, los obreros y quienes asumieron
SRVLFLRQHVSROtWLFDVTXHLQWHUSHODURQODRFLDOLdad vigente. Cuando un individuo es marginado por el poder, es colocado en un margen, en un
sin-lugar que le otorga una identidad monstruo-

sa e ininteligible, constituyndose entonces una


JXUD LPSRVLEOH 6LQ HPEDUJR ORV PDUJLQDdos pueden posibilitarse un lugar e identidad,
al luchar contra las normas que los expulsan. En
este sentido, existen movimientos en relacin al
poder, los actores sociales pueden pasar de la
marginalidad al epicentro y viceversa segn las
circunstancias (Serra Sanchz, y otros, 2014).
Despus de lo expuesto nos preguntamos qu
condiciones normativas se generaron a nivel
histrico en nuestro pas durante los siglos XX
al XXI para sujetar dentro de determinadas relaciones de poder a la amplia gama de actores
del horizonte nacional. Y cmo ellos, pudieron o
no, desde sus vivencias personales, subvertir las
condiciones pre-establecidas y generar ciertas
aperturas o emergencias de emancipacin y liEHUWDG3DUDQDOL]DUVHxDODPRVTXHODmemoria
oral alternativa apuntara a registrar la invencin de lo cotidiano de los actores polticos que
en momentos histricos puntuales subvirtieron
el orden normativo de las cosas.
Delimitamos nuestro objeto de estudio, desde la
amplitud de la subjetividad presente en los siglos XX y XXI al actor poltico. Sostenemos que
es relevante situar personalidades del mundo
femenino, indgena, obrero o poltico disidente
(o como quiera llamarse la subjetividad subalterna) que incursionaron en la esfera poltica de
nuestra realidad. Aquellos que bien pasaron de
situaciones marginales a posiciones centrales, o
bien desde sus posicionamientos perifricos generaron estrategias de supervivencia. En suma,
nos centraremos en el anlisis de los excluidos
cuyos discursos cuestionaron las representaciones polticas hegemnicas e incluyo las subvirtieron. A sabiendas de que los discursos de resistencia, generados por quienes no se concibieron
representados por las ideolgicas imperantes,
pueden llegar a sustituir e incluso a destruir las
hegemonas. En este sentido, concebimos que la
insatisfaccin subjetiva, que conduce a la discusin, es el motor de la renovacin de la clase poltica (Laclau, y otros, 2004).
Reconstruir el proceso histrico a partir de los
sujetos y sus discursos sub-alternos es exponer
las maneras concretas como se plasma el tiempo
en las existencias, revelar los espacios de lucha,
resistencia, transformacin y permanencia que
VHJHVWDURQ\ORTXHVLJQLFyHQFDGDFDVR'Htrs de los grandes procesos macro-histricos no

est ms que ese sujeto que los viabiliza, a travs


de sus penurias, alegras, luchas y gozos. A l le
debemos esta re-escritura.

Nietzsche Friedrich. (1990). De la utilidad y de


los perjuicios de la historia para la vida.
Alianza editorial: Barcelona.

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87

IV SECCIN
DEMOCRACIA

88

INTERCULTURAL Y
DESCOLONIZACIN

89

Autor: Ricardo Rocha.

Democracia intercultural:
la experiencia de habitar
cuidando la diversidad
Miren Itxaso Arias Arana

90

in duda alguna en Bolivia, en trminos


constitutivos, existe una toma de conciencia acerca de la importancia de la cultura
poltica: Pero sin duda, el desafo mayor de la
Democracia Intercultural tiene un horizonte de largo
plazo. Es el reto de la cultura poltica, esto es, la internalizacin de normas, las instituciones, las organizaciones, las prcticas, de una Democracia Intercultural
en Igualdad. Ello implica apuntar a los cimientos mismos de la democracia no slo como rgimen poltico o
principio de legitimidad, sino como forma de vida1.

En este trabajo, vamos a entender y analizar la


GHPRFUDFLDLQWHUFXOWXUDOHQHOPDUFRGHODORsofa pragmatista2, no tanto como forma de gobierno, sino como estilo de vida (cultura y prctica
cotidiana). Nos centraremos, por lo tanto, en el
ethos democrticoTXHGRWDGHVHQWLGR\VLJQLFDdo a la democracia poltica.
A continuacin, este ethos democrtico lo vamos a
plantear desde una interpretacin del Vivir Bien,
PX\HVSHFtFDHQHOPDUFRGHODKHUPHQpXWLFD
ORVyFD\DTXHFRQVLGHUDPRVTXHSXHGHHQULquecer su comprensin y aportar elementos de
anlisis interesantes. Consideramos que la construccin de un ethos democrtico desde el Vivir
Bien, es la base de la descolonizacin cultural, a
partir de la construccin de un modelo propio de
convivencia desde la interculturalidad que salga
de nuestras races como un aporte a la poltica.
1

EXENI RODRIGUEZ JL; Democracia Intercultural. Ese


reto. Democracia Intercultural. Ao 1. N4. Octubre 2012.
SIFDE. TSE.pp38-39
En concreto nos basamos en la propuesta elaborada por el
OyVRIR-RKQ'HZH\  

Finalmente, planteamos que todo este proceso


favorece la descolonizacin poltica a partir de la
construccin de un modelo propio de democracia intercultural, ahora como forma de gobierno,
en el marco de la construccin de un Estado Plurinacional.
Un primer elemento fundamental para entender
la propuesta de John Dewey es plantearnos lo
que l denomina la fe democrtica.
La democracia es un modo de vida guiada por
una fe activa en las posibilidades de la naturaleza humana. La creencia en el hombre comn
es un artculo familiar en el credo democrtico.
1RWLHQHEDVH\VLJQLFDGRH[FHSWRHQHOKHFKR
GHTXHVLJQLFDIHHQODVSRVLELOLGDGHVGHODQDturaleza humana tal como se muestran en todo
ser humano, con independencia de raza, color,
sexo, nacimiento o familia, de su nivel de riqueza cultural o material. Esta fe puede ser puesta
en prctica por estatutos, pero esto la sita slo
sobre el papel a menos que se ponga a prueba
en las actitudes que los seres humanos mantienen unos con otros en el curso de todos los
sucesos y las relaciones que se dan en la vida
cotidiana.3
A partir de esta creencia, nos plantearemos es
una pregunta fundamental para poder tomarnos
en serio este ideal democrtico, tenemos fe (acWLYDRUHH[LYD HQODFDSDFLGDGGHORVVHUHVKXmanos, por muy diferentes que seamos unos de
3

DEWEY, J; Early Works. 1882-1898, 1967-1972. 14. p. 227. Citado en: BERNSTEIN R; Filosofa y democracia en Jhon Dewey.
Herder. Barcelona. 2010.p. 242.

Miren Itxaso Arias Arana

otros, para hacer juicios y acciones inteligentes


que reviertan en la vida comunitaria? Cules
seran las condiciones necesarias o apropiadas
para que esto pueda darse?
&XDQGRKDEODPRVGHXQDIHDFWLYDRUHH[LYDQR
nos referimos a un acto ciego de fe, sino a creer
seriamente en la legitimidad de esas formas diversas de construccin de la vida comunitaria, a
la conviccin de que algunas de esas formas de
pensar pueden pasar a formar parte de nuestra
vida y nuestra prctica cotidiana. Esta es la base
de una democracia radical y de una interculturalidad, que se sustente en una ampliacin de la
nocin nosotros no porque respetemos otras
formas de vida, sino porque creemos que tambin pueden realizar juicios, deliberaciones y acciones que van a incidir en la vida comunitaria
de la que formamos parte.
Entonces, el primer elemento que vamos a destacar es que la democracia se basa en una conviccin fundamental: que todo ser humano es
capaz de responsabilidad personal y de iniciativa individual. Ahora bien, este individualismo
de la democracia, como explica Bernstein, no es
numrico es tico, ya que nos referimos al individualismo de la libertad4 y de la responsabili4

Entendiendo la libertad como una realizacin mutua. Marx


GHQHODOLEHUWDGWDPELpQFRPRXQDUHODFLyQORJUDGDFRQHO
otro: Solamente dentro de la comunidad con otros todo individuo tiene los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los sentidos; solamente dentro de la comunidad
es posible, por tanto, la libertad persona. [ K.Marx, Ideologa
alemana, Montevideo, Pueblos Unidos, 1958,p.82] Para profundizar en este tema, ver tambin: BYUNG-CHUL HAN;
Psicopoltica. Herder. Barcelona. 2014.p.13 y ss.

Licenciada en Filosofa y Ciencias


de la Educacin por la Universidad
de Deusto (Bilbao). Doctora en
Ciencias Polticas y Sociologa por la
Universidad Complutense de Madrid
(2005). Docente e investigadora en
Bolivia (Universidad Salesiana y
Fundacin Paulo Freire), Mxico
(Universidad Autnoma de Chiapas y
CIESAS-Sureste), Per (Universidad
&LHQWtFDGHO6XU/LPD (FXDGRU
(Unin Regional de Campesinos del
Litoral), en el Pas Vasco (Centro de
Investigacin Ikusbide de la UPV) y en
la Fundacin General de la Universidad
de Alcal de Henares (Madrid).

91

dad5. Dewey llama a este individualismo tico


personalidad, pero entendindolo no como
algo ontolgicamente dado sino como un logro.
En una sociedad democrtica todo individuo es
capaz de desarrollar una personalidad6.
Esto es algo fundamental ya que a menos que la vida
ORFDOVHSXHGDUHVWDXUDUHOS~EOLFRQRSRGUiUHVROYHU
adecuadamente su problema ms urgente: encontrar
una identidad7. Por ello, al analizar la democracia
intercultural como forma de vida estamos haciendo corresponder a este anlisis, siendo coherente
con el contexto en el que nos encontramos, con la
construccin de las identidades plurinacionales.
La tragedia de lo que Dewey llam el individuo perdido8 se debe al hecho de que, aunque
los individuos estn insertos en un vasto complejo de asociaciones, QRVHGDXQDUHH[LyQDUPRQLRVD
y coherente acerca de la importancia de estos vnculos
en el panorama imaginativo y emocional de la vida9.

92

Para Dewey, la experiencia vital, adquiere un carcter fragmentado y truncado en las condiciones de vida de la sociedad capitalista, en cambio,
la democracia como forma de vida permitir la
recuperacin de valores y vnculos perdurables
que mantienen unidas a las personas en una comunidad de genuina H[SHULHQFLD HQ FRP~Q Por
ello, la concepcin de democracia de Dewey ha
sido ha sido denominada: democracia radical, social, socialista y tambin participativa.

7
8

Existe una conexin fundamental entre el cultivo de esa espiritualidad india y nuestra construccin como ciudadanos
democrticos ya que, la reciprocidad es una forma de responsabilidad cvica, un deber hacia nuestros hermanos y
hermanas que nos ayuda a alcanzar la madurez poltica.
Lo esencial es la socialidad de los seres humanos, y esto, no
slo tiene importancia descriptiva sino tambin normativa.
Por ello la democracia para Dewey es una forma tica de
vida cuando se asume esa dimensin normativa plenamente.
BERNESTEIN R; Filosofa y democracia en John Dewey. Herder. Barcelona. 2010.p. 253
El individuo perdido es el protagonista de una experiencia
truncada, la recuperacin de esa individualidad truncada
pasa por volverse un miembro distintivo de la comunidad,
es decir, partcipe de una experiencia compartida.
Entendiendo por experiencia: [] se trata de todos aquellos momentos en la historia de cada individuo en que uno
o varios procesos de su vida adquieren una intensidad y
XQLFDFLyQHQWRUQRGHXQREMHWRGHXQDFRQWHFLPLHQWRGH
una situacin especial. [] En comparacin con el tono habitual de la vida, esos momentos nos dan la sensacin de
vivir intensamente, nos dejan un recuerdo imborrable y se
integran en nuestra historia como episodios importantes de
ella. DEWEY J; El arte como experiencia. Fondo de Cultura
Econmica. Mxico.p.xi
Op.Cit..p. 233

Ahora hemos de preguntarnos, cules son las


costumbres, normas, actitudes, sentimientos y
aspiraciones de la vida de los pueblos que componen el pas? Existe un ethos o una cultura de
talante vital y democrtico del que pueda alimentarse la democracia poltica? La democracia
como forma de vida depende de este ethos, ya
que sin l se convierte en algo vaco y carente
de sentido. Sin esta dimensin tica (naturaleza
social) la democracia carece de relevancia como
forma de gobierno, es decir, que la democracia
es concebida, por Dewey, como el carcter moral
de la vida comunitaria.
Podemos encontrar este ethos en el denominado paradigma del VIVIR BIEN?
Teniendo en cuenta que existen numerosos trabajos realizados por intelectuales indgenas y no
indgenas, en relacin al Vivir Bien, en este caso,
nuestro aporte va a consistir en realizar una inWHUSUHWDFLyQHVSHFtFDGHOsuma qamaa desde la
nocin heideggeriana de habitar para vincularlo
despus con la democracia intercultural. Qu
prcticas y creencias vinculadas al Vivir Bien pueden ser el sustento de la democracia intercultural?
Como es sabido, el suma qamaa es traducido al
castellano como Vivir Bien. Qamaa puede ser
traducido como vivir, habitar, morar y radicar y
WDPELpQVLJQLFDODFRQYLYHQFLDFRQODQDWXUDOHza, por otro lado, suma es descrito como bonito,
hermoso, agradable, bueno, amable, pero tambin precioso, excelente, acabado, perfecto10
Lo que nos interesa es rescatar la nocin de habitar, es decir, vamos a hacer una interpretacin
del Vivir Bien desde la nocin de habitar que
plantea la hermenutica, concretamente, desde
el planteamiento elaborado por M. Heidegger11,
para de aqu vincularlo con la democracia.
La primera idea fundamental es que la manera segn la cual los hombres y las mujeres somos en la
tierra es nuestro habitar. 6HUVHUKXPDQRVLJQLFD
habitar, entonces somos en la medida en que habitamos, pero al mismo tiempo, la palabra habitar12
VLJQLFDDEULJDUFXLGDUFXVWRGLDUYHODUSRU
10
11

12

ALB X; 2011,56
M. HEIDEGGER; Construir, Habitar, pensar. 1951. Los
trabajos de Heidegger vinculados con la nocin de habitar
son la base de algunas propuestas elaboradas desde la llamada ecologa profunda.
Del alemn bauer.

Los mortales habitan en la medida en que salvan la


tierra. [] La salvacin no slo arranca algo de un
SHOLJUR 6DOYDU VLJQLFD SURSLDPHQWH IUDQTXHDUOH
a algo la entrada a su propia esencia. [] Salvar
la tierra no es aduearse de la tierra; no es hacerla
QXHVWUR V~EGLWR GH GRQGH VROR XQ SDVR FRQGXFH D
la explotacin sin lmites. Los mortales habitan en
la medida en que reciben al cielo como cielo, en la
medida en que dejar al sol y la luna seguir su viaje, a las estrellas su ruta, a las estaciones de ao su
bendicin y su injuria, en la medida en que no convierten la noche en da, ni hacen del da una carrera
sin reposo13.
El rasgo fundamental del habitar es, por tanto,
el cuidar, pero en el sentido de custodiar o velar
por, es decir, el cuidar quiere decir dejar a algo
ser lo que es, resguardado en lo libre.
Pero los mortales habitan tambin en la medida en que son capaces de una buena muerte, esto
QRVLJQLFDSRQHUFRPRPHWDODPXHUWHHQWDQto que nada vaca, ni ensombrecer el habitar con
XQDPLUDGDFLHJDGLULJLGDMDPHQWHKDFLDHOQ14. El
habitar tambin acontece en la forma en la que
nos conducimos los mortales15. La buena muerte puede ser interpretada como la otra cara del
Vivir Bien, es, podramos decir, la plenitud del
Vivir Bien, la capacidad realizada de vivir como
ser humano plenamente.
El ser humano al habitar, abriga y custodia la
diversidad. Cuida lo que crece (la naturaleza) y
erige las cosas que no crecen, por lo tanto, el haELWDUHVWDPELpQXQFRQVWUXLUHGLFDU
Cuidar lo que crece VLJQLFDGHMDUTXHDOJRVHD
lo que es resguardado en lo libre, estamos hablando de la relacin con la naturaleza y nuestro
entorno. Estamos analizando un primer nivel
de la relacionalidad propia del ser humano, por
lo tanto, el Vivir Bien, connota est relacionalidad
FDOLFiQGRODHQSULPHUOXJDUcomo el cuidado de
la diversidad natural.
Cuidar lo que no creceVLJQLFDTXHHOKDELWDUHV
WDPELpQFRQVWUXLU\HGLFDUDTXtLQFOXLPRVWLHUUD
y territorio (base de la soberana y autogobierno)
13
14
15

HEIDEGGER, Op.Cit.p.3
HEIDEGGER, Op.Cit. p.4
Para Heidegger: En salvar la tierra, en el recibir el cielo, en la
espera de los divinos, en la conduccin de los mortales, acontece
de un modo propio el habitar como el cudruple cuidar (velar por)
de la Cuaternidad. Cuidar (velar por) quiere decir custodiar la
cuaternidad en su esencia. HEIDEGGER, Op.Cit.p. 4

y vida comunitaria (el cuidado de la diversidad


democrtica desde la interculturalidad).
La pregunta que nos hacemos ahora es: dnde
FRQVWUXLPRV\HGLFDPRVORTXHQRFUHFH"
En este sentido ya Zavaleta deca: El territorio es lo
profundo de un pueblo; en realidad, slo la sangre misma es tan importante como el territorio16. Es un acto
FRQYHUWLGRHQXQXMRFRQVWDQWHGHGHWHUPLQDFLyQTXH
sostiene: yo soy yo y mi espacio; este espacio no sera
reconocible sin m, yo no soy al margen de este espacio17.
Lo que se plantea es la importancia de tomar conciencia de la necesidad de aprender a habitar
en el espacio para desde ah construir la vida comunitaria, en este sentido, Zavaleta plantea que:
el territorio, desde luego, es un elemento esencial de
la ideologa, es el soporte material nodal de la manera
que tiene un pueblo de verse a s18.
3RUHOORYLQFXODPRVHVWDFDUDFWHUtVWLFDHVSHFtca de este ethos democrtico desde el Vivir Bien,
esto es, cuidar lo que no crece es construir o ediFDUODYLGDFRPXQLWDULDHQXQespacio, hablamos
de tierra y territorio, base de las identidades plurinacionales. Esta es la base de la construccin
de un Estado Plurinacional desde un ethos espeFtFRTXHGHPDQGD\DFRPRIRUPDGHJRELHUQR
la construccin de las autonomas.
Es en este sentido que podemos relacionar el habitar con la construccin comunitaria, el sentimiento de necesidad y anhelo de construccin
comunitaria es lo que, desde esta perspectiva,
nos puede llamar a habitar en el sentido que estamos describiendo, y ms an a aprender a habitar.
/DFRQVWUXFFLyQRHGLFDFLyQGHODYLGDFRPXQLtaria desde el habitar supone entonces velar por
la libertad (dejando que cada cosa sea lo que es),
esto es, velar por la convivencia desde la mayor
diversidad posible, hablamos de habitar cuidando como custodiar la diversidad que sera en
GHQLWLYDHOVHQWLGRGHODGHPRFUDFLDAprender
a habitar cuidando sera por tanto aprender a
vivir en democracia. As estamos construyendo
un sentido propio de lo que entendemos por dePRFUDFLDGHVGHXQHWKRVHVSHFtFRTXHDOLPHQta al proyecto poltico desde cuestiones vitales
para la vida de la comunidad.
16

ZAVALETA, R; Lo nacional-popular en Bolivia. SXXI. Mxico.


1986.p.37

17
18

Op.Cit.p.38
Op.cit.p.26

93

La nacin en Bolivia:
una lectura de Fausto Reinaga
a la luz de Franz Fanon

Alison Lemos Gama da Silva


Mara Julia Gimnez

L
94

a tradicin de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y
cuando stos aparentan dedicarse
precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en
estas pocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su
auxilio los espritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra,
su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar
la nueva escena de la historia universal ()
Es como el principiante que ha aprendido un
idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero slo se asimila el espritu del
nuevo idioma y slo es capaz de expresarse
libremente en l cuando se mueve dentro de
l sin reminiscencias y olvida en l su lenguaje natal.

Karl Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte


5HH[LRQDU HQ WRUQR D OD QDFLyQ QRV REOLJD D
GHWHQHUQRV HQ ODV OXFKDV \ FRQXHQFLDV SRU OD
VLJQLFDFLyQ GHO WpUPLQR 6LJXLHQGR D %HQHWLFW
Anderson (1991), podemos decir que al referirnos a una nacin nos enfrentamos a comuni-

dades imaginadas, aunque no por ello falsas o


FWLFLDV(QWHQGLGDFRPRFDWHJRUtDTXHGHQHD
una comunidad poltica, la nacin remite a artefactos o productos culturales que deben ser
estudiados desde una perspectiva histrica que
revele los intereses en disputa, las formas de reVLJQLFDFLyQ\OHJLWLPLGDGGHGHWHUPLQDGRXVR
Analizar cmo y quines delimitan quines pertenecen a una nacin y quines no, cmo se establecen los smbolos, lugares, personajes y relatos
KLVWyULFRVTXHSUHWHQGHQXQLFDUDXQDFRPXQLdad, implica captar la lucha de proyectos polWLFRVSRUGHQLUHOKRUL]RQWHGHH[SHFWDWLYDHV
decir, el proyecto de nacin que dirige la consWUXFFLyQ\XQLFDFLyQGHODFRPXQLGDG
Al referirnos a este asunto en tierras latinoamericanas, el problema de la nacin resulta un tema
crucial que atraviesa los 200 aos de independencia de las coronas europeas. Frente a la evidencia y lucha contra la persistencia de elementos que nos retrotraen a la dominacin colonial,
TXp VLJQLFD OD QDFLyQ" TXp SRWHQFLDO WUDH D
los procesos de lucha contra las opresiones?
El problema de la nacin en Bolivia resulta un
tema de fuerte controversia y con diversos abor-

Alison Lemos Gama da Silva


Nacido en 1988 en la ciudad de Rio
de Janeiro. Actualmente se encuentra
QDOL]DQGROD0DHVWUtDHQ&LHQFLDV
Sociales en la Universidad Federal
Rural do Rio de Janeiro, donde
desarrolla su investigacin acerca de
los movimientos sociales y la idea
de plurinacionalidad en Bolivia.
Es miembro de la Asociacin de
Estudiantes de Posgrado en la UFRRJ.
GDMHVGHVGHORVFXDOHVUHH[LRQDU$ORODUJRGH
este texto proponemos realizar un recorte del
pensamiento del intelectual boliviano Fausto
Reinaga, intentado traer al debate algunas de
VXVUHH[LRQHVSROtWLFDVHQWRUQRDODVXQWR7Rmando en cuenta que sus ideas inspirarn particularmente a los movimientos indianistas y
kataristas, que desde las dcadas de 1960 y 1970
participarn decisivamente en la disputa poltica en Bolivia, nos interesa captar algunos elePHQWRVGHVXSHQVDPLHQWRDQGHDSRUWDUDORV
debates actuales acerca de la nacin.
6LQODLQWHQFLyQGHVLOHQFLDUODVGLYHUVDVLQXHQcias que componen el pensamiento de Reinaga,
a lo largo de este texto proponemos realizar una
lectura a partir de la cual se establezca un dilogo con el pensamiento del intelectual argelino
Frantz Fanon y su visin sobre los procesos de
ruptura con la dominacin colonial. En un breve
ejercicio comparativo, intentaremos captar los
puntos de conexin y bifurcacin de sus anlisis,
FRQHOREMHWLYRGHLQFRUSRUDUDOJXQDVUHH[LRQHV
y abrir debates que aporten a los actuales procesos sociales y polticos de Bolivia.

Mara Julia Gimnez


Nacida en 1984, en Baha Blanca (Buenos
Aires, Argentina). Se form en Historia
en la Universidad Nacional del Sur (2008;
2010). Realiz la Maestra en Historia y
Memoria en la Universidad Nacional de
la Plata (2014); y en 2015 concluy la
Maestra en Ciencias Sociales (2015), en
la Universidad Federal Rural de Rio de
Janeiro. Actualmente participa como becaria
del Laboratorio ETTERN, del IPPUR/
Universidad Federal de Rio de Janeiro.
Desarrolla actividades como comunicadora
popular, vinculada, principalmente, a
vehculos radiofnicos.

95

La cuestin colonial y la nacin en


Fausto Reinaga y Franz Fanon
Al referirnos a Fausto Reinaga, estamos frente
a un gran intelectual boliviano orgnico a la lucha contra la persistencia de la opresin colonial.
Nacido a inicios de 1900 en una aldea Macha, en
el distrito de Colquechaca, desde la dcada de
VXVUHH[LRQHVVHLQFRUSRUDQDOGHEDWHVRcial y poltico boliviano. Habiendo fundado en
1962 el partido PIAK (Partido de Indios Aymaras y Keswas, ms tarde denominado PIB, Partido Indio de Bolivia), y publicado La revolucin
india (1970), Tesis india (1971), El pensamiento amutico (1978), El hombre (1981), y El
pensamiento indio (1991), se convirti en un
UHIHUHQWHFRQJUDQLQXHQFLDKDVWDHOSUHVHQWH

96

Sin duda, la produccin terica de Reinaga recorre diversos debates que circulan por Amrica
Latina a partir del constante intercambio de correspondencias con colegas indianistas. Sea por
la posible apropiacin conceptual de Dos Pers, de Guillermo Hoke; por las convergencias
con Maritegui acerca de las crticas al programa poltico de la III Internacional, y el rechazo
a la idea de una necesaria revolucin democrtico-burguesa como etapa de la lucha por el soFLDOLVPR (VFiU]DJD   R SRU OD LQXHQFLD
de las discusiones en torno al Black Power en su
Autor: Ricardo Rocha.

formulacin sobre el poder indio (Cruz, 2015), el


pensamiento de Reinaga absorbe y tiene que ser
enmarcado en un contexto de fuerte incremento
de las luchas sociales y de un ansiado intento por
UHH[LRQDU\WHRUL]DUDFHUFDGHHVWRVIHQyPHQRV
estableciendo claras rupturas con la matriz del
pensamiento hegemnica.
En este mismo contexto, los escritos de
Franz Fanon son de gran inters literario, poltico y terico. Desde mediados de la dcada de
1950, sus textos acerca de la vida en las colonias
y los procesos de independencia poltica no solo
resultan ser una importante fuente histrica,
sino que tambin han inspirado, e inspiran, la
batalla por la liberacin de las opresiones.
En este sentido, en su horizonte marcado por
la ruptura del dominio de la metrpoli europea, el pensamiento de Franz Fanon se presenta
como una interesante clave de lectura desde la
cual aproximarnos a las discusiones de Reinaga.
Compartiendo problemas y formas de aproximacin a los procesos sociales estudiados, resulta posible observar fuertes vinculaciones entre la
produccin de ambos pensadores.
Convencido de la necesidad de liberar al pueblo
argelino del yugo francs, en Piel negra, mscaras blancas (1952), Sociologa de una revolucin (1959), Los condenados de la tierra
(1961) y Por la revolucin africana (1964), FaQRQ OODPD D OD UHH[LyQ DFHUFD GH ORV PHFDQLVmos polticos, culturales e incluso psicolgicos
que perpetuaban las relaciones coloniales. Aqu
es donde encontramos un primer punto de convergencia.
Aunque Bolivia ya haba logrado su independencia formal, el problema de la dependencia y
dominacin blanca-mestiza continuaba siendo
XQDFXHVWLyQFODYHTXHFRQYRFDEDDODVUHH[LRnes de Reinaga. En este sentido, luego de ms
de 150 aos del corte de la relacin con la metrpoli, el intelectual boliviano advierte acerca de
la manutencin de las relaciones de opresin y
VH GHWLHQH D FDSWDU \ UHH[LRQDU HQ WRUQR D ORV
mecanismos que permiten la persistencia de la
dominacin.
$VtFRPR)DQRQSUREOHPDWL]DODJXUDGHOLQtelectual colonizado motivado por aspiraciones
LQGLYLGXDOHV UHHMDGDV HQ ODV UHSUHVHQWDFLRQHV
culturales de la metrpoli (Fanon, 1997), Reina-

ga, tambin utilizando a la literatura nacional


como fuente de anlisis, propone un estudio
atento del cholaje.
A partir del trmino cholaje HO DXWRU VH UHHUH
al sector nacional occidentalizado y dominante,
contrapuesto y enemigo del indio autntico con
valores y modos de vida ligados al ayllu. Viendo
en la lite blanco-mestiza los trazos de continuidad histrica con la lite criolla, Reinaga apunta
sobre la importancia del estudio de las relaciones
sociales coloniales y la persistencia de los lazos
de dominacin. En una de sus obras expresa:
Se ha metido el Occidente en el espritu de
nuestros mejores cerebros y los ha convertido en enemigos de sus propios hermanos de
sangre. El indio occidentalizado, el indio
alfabeto, el indio Instruido, ha resultado el
peor enemigo del indio. El indio civilizado,
convertido en pro-indio como Franz Tamayo, o en anti-indio como Andrs Santa
Cruz, en la objetiva realidad de su existencia
ha tratado al indio peor que al perro. (Reinaga, 2010, p. 86).

La centralidad de la raza en los esquemas de


dominacin colonial es otro punto de convergencia entre el pensamiento de Reinaga y FaQRQ 6LQ HPEDUJR \ DXQTXH DPERV FRQX\HQ
en una crtica al marxismo por eludir la cuestin colonial, sus conclusiones los llevarn a
proposiciones distintas.
$QGHGLVWLQJXLUVHGHOPDU[LVPR5HLQDJDSUHsentaba como alternativa a la lucha de clases,
la lucha de razas1. Como veremos, este ser un
punto de bifurcacin entre los autores, ya que
para Fanon, centrado en la liberacin nacional,
no estaba en juego el poder de una raza, categora que para l perteneca al colonialismo.
Desde el punto de vista de su contenido, la
bsqueda de Reinaga es inversa de aquella hecha por Fanon. Mientras el primero escudria
explicaciones en lo que existe por esencia, por
originario, el otro critica esa bsqueda, comprendiendo que no sirve a un proyecto de emancipacin poltica.
1

Sobre esta ltima idea, Gustavo R. Cruz (2015) es enftico


DODUPDUTXHHVWiLQVSLUDGDHQODREUD3RGHU1HJURGH
Carmichael y Hamilton. Ms adelante haremos una discusin
en torno del debate entra raza y clase bastante recurrente en
La Revolucin India de Fausto Reinaga (1970).

En la propuesta del intelectual argelino, la formacin de la cultura es constante y constitutiva


del proceso de liberacin nacional. En este sentiGR)DQRQLGHQWLFDTXHODGLVWLQFLyQSRUUD]DV
es una construccin central del propio colonialismo, aunque no por ello deja de reconocer la
importancia del rescate de la cultura pre-coloQLDOHQODGHQLFLyQGHORTXHHVVHUQHJUR
Creemos que la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberana de la nacin
constituye la manifestacin ms plenamente cultural que existe. No es nicamente el
triunfo de la lucha lo que da validez y vigor
a la cultura, no hay amodorramiento de la
cultura durante el combate. [] Esta lucha,
que tiende a una redistribucin fundamental
de las relaciones entre los hombres, no puede dejar intactas ni las formas ni los contenidos culturales de ese pueblo. Despus de
la lucha no slo desaparece el colonialismo,
sino que tambin desaparece el colonizado.
(Fanon, 2001, p. 225).

En su enfrentamiento con una naciente burguesa nacional que incentivaba las rivalidades tnicas, Fanon entenda que la conciencia nacional
era la forma ms elaborada de la cultura. Decir
que la lucha de liberacin nacional, la transformacin de las formas y los contenidos culturales
hacen desaparecer no solamente al colonialismo
VLQRWDPELpQDOFRORQL]DGRVLJQLFDDUPDUTXH
no se puede hablar de una cultura universalmente negra. Entendiendo la prctica como constituyente de valores, comportamientos, formas de
interaccin sociales, para Fanon la formacin de
la cultura es nacional, as como la propia nacin
se hace en la lucha por su emancipacin poltica.
No podra haber culturas rigurosamente
idnticas. Imaginar que se va a hacer una
cultura negra es olvidar singularmente
que los negros estn en vas de desaparecer, puesto que aquellos que los han creado estn contemplando la disolucin de su
supremaca econmica y cultural. No habr
cultura negra porque ningn poltico piensa tener vocacin para dar origen a repblicas negras. El problema est en saber el
sitio que esos hombres piensan reservar a
su pueblo, el tipo de relaciones sociales que
decidan instaurar, la concepcin que tienen
del futuro de la humanidad. Eso es lo que

97

cuenta. Todo lo dems es literatura y mixtiFDFLyQ )DQRQS 

Ms all de las crticas al colonialismo, mientras Reinaga propugna el reconocimiento de un


otro cultural en un Estado mono-cultural y eurocntrico, Fanon no abandona la idea de disputar una idea de nacin confortativa del proyecto
eurocentrista hegemnico. En ese sentido, el autor argelino se distingua de los escritores de la
negritud, que inspiraron la idea de indianidad
desarrollada por Reinaga2.
Crtico a la burguesa nacional argelina, que al
aventurarse en un proyecto nacional acab por
reforzar las diferencias tnicas el tribalismo
(Fanon, 2001), Fanon propone que la idea de
nacin debe extrapolar los lmites tnicos, y para
ello debe lograr convergir a las etnias en una
unidad.

98

As, la nacin argelina se presenta de manera


completamente diferente a la nacin india. Recuperando las conceptualizaciones de Habermas
(2000), podemos decir que la Nacin India, a la
que hace referencia el pensador boliviano, se deQHSRUVXHVStULWXSRUVXDQFHVWUDOLGDGXVDQdo la expresin germana Volksnation-; mientras
en Fanon, se trata de una nacin moderna, que
conjuga los valores culturales y universales, esto
es Volksnation y Staatsnation. En este sentido, segn este ltimo, la lucha por la liberacin nacional conduce tambin a la construccin de una
FXOWXUD QDFLRQDO TXH XQLFD SRU HQFLPD GH ODV
etnias. As se entiende por qu, en la concepcin
de Fanon, la lucha deba estar orientada por el
horizonte de liberacin nacional.
Frente a lo dicho, resulta importante resaltar que
tanto Fanon como Reinaga, distanciados de la
matriz de pensamiento marxista, presentan una
crtica a la sociedad occidental, dejando importantes huellas para el desarrollo de los estudios
sobre la colonialidad del poder.
Sin embargo, aunque actualmente existen diversas vertientes que no reniegan de incorporar
2

La negritud encontr su primer lmite en los fenmenos


que explican la historizacin de los hombres. La cultura
negra, la cultura negro-africana se fraccionaba porque los
hombres que se proponan encarnarla comprendan que
toda cultura es primero nacional y que los problemas que
mantenan alertas a Richard Wright o a Langston Hughes
eran fundamentalmente distintos de los que podan afrontar
Leopold Senghor o Jomo Kenyatta. (Fanon, 2001, p. 200)

las relaciones capitalistas como clave de anlisis (Walsh, 2007), no son pocas las crticas a Reinaga por dejar de lado esta forma de abordar
VXVUHH[LRQHV
Si bien se resalta la enrgica lucha en torno a la
forma de la propiedad de la tierra, apuntando
en direccin al uso colectivo de la tierra orientado por relaciones de reciprocidad del ayllu que
cuestiona la existencia de grandes propiedades
depredadoras; acorde a su crtica al marxismo,
Reinaga realiza referencias meramente descriptivas acerca de los procesos econmicos propios
del sistema capitalista.
Armando Bartra, crtico mexicano, dir que el
pensamiento del intelectual boliviano puede ser
FODVLFDGRDSDUWLUGHXQDFRQFHSFLyQGHFKRque de civilizaciones, en la que se conciben a
las sociedades nativas de manera apartada de la
sociedad moderna occidental, an cuando estas
se encuentran involucradas en las relaciones soFLDOHVFDSLWDOLVWDVLQWHUQDFLRQDOHV6HJ~QDUPD
Bartra, el objetivo de la lucha se encuentra en el
reconocimiento en el mbito de la cultura y de la
ciudadana, sin comprometer todava la acumulacin del capital nacional e internacional. (Bartra, 2014).

Frente a estas crticas, y a diferencia de Fanon,


existen cuestionamientos acerca de su propuesta
programtica. Por eso mismo, creemos que traer
DODUHH[LyQDOJXQRVHOHPHQWRVGHOSHQVDPLHQto de Fausto Reinaga resulta de gran importancia para comprender y participar de los debates
polticos del presente.

A modo de conclusin
A partir de una lectura de Fausto Reinaga a la
luz de Franz Fanon, se intent captar algunos
elementos que estn presentes en el pensamiento social y poltico boliviano. Sin duda, entender
la raza como constituyente del poder y de la
formacin de los Estados-nacin en Amrica Latina, resulta un aporte clave a las perspectivas
terico-polticas vinculadas a la colonialidad del
poder y al pensamiento social y poltico boliviano. Sin embargo, el dilogo con el intelectual argelino nos desafa a nuevas preguntas.
Teniendo en cuenta la importancia del katarismo y los procesos polticos contemporneos, la
lucha contra la opresin colonial se direcciona al

retorno a lo ancestral o a la construccin de algo


nuevo? Cmo se inscribe esta comunidad en la
lucha por la liberacin del yugo colonial?

Fausto Reinaga y Felipe Quispe. En: Revista Poltica y Cultura, n. 37, pp. 185-210,
Distrito Federal, Mxico, 2012.

En este sentido, esta propuesta comparativa preWHQGHSURPRYHUODUHH[LyQDFHUFDGHODVWHQVLRnes que atraviesan al presente del movimiento
indgena en Bolivia. Como ya fue dicho, este
trabajo fue motivado y pretende motivar a nuevos y ms profundos debates que aporten a la
lucha contra las dominaciones y dependencias
de nuestra Amrica Latina.

Fanon, Frantz. Los condenados de la tierra, Fondo


de Cultura Econmica, Mxico, 2001.

Referencias bibliogrcas
Anderson, Benedict, Imagined Communities, Verso, Londres, 1991.
Bartra, Armando. La conspiracin de los diferentes. En: El Hombre de Hierro: Limites sociales y naturales del capital. Editorial taca,
Ciudad de Mxico, 2014
Cruz, Gustavo R. Poder indio y poder negro: recepciones del pensamiento negro en Fausto Reinaga. En: conos, Revista de Ciencias Sociales, n.51, enero-febrero, pp. 29-46,
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Quito, Ecuador, 2015.Escrzaga, Fabiola. Comunidad indgena y revolucin
en Bolivia: el pensamiento indianista de

Habermas, Jrgen. Realizaes e Limites do


Estado Nacional Europeu. En: Balakrishnan, Gopal. Um mapa da questo nacional.
Ro de Janeiro, Contraponto, 2000.
Marx, Karl. O 18 Brumrio de Lus Bonaparte.
En: 0DQXVFULWRVHFRQ{PLFRORVyFRVHRXWURV
textos escolhidos, So Paulo: Abril Cultural,
1978.
Reinaga, Fausto. La Revolucin India. Movimiento Indianista Katarista, La Paz, 2010.
Tapia, Luis. Entrevista realizada el 05/09/2014.
Walsh, Catherine. Interculturalidad y colonialidad del poder. En: Castro-Gmez, Santiago y Grosfoguel, Ramon (Eds.), El Giro
'HFRORQLDO 5HH[LRQHV SDUD XQD GLYHUVLdad epistmica ms all del capitalismo
global. Siglo del Hombre Editores, Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales
&RQWHPSRUiQHRV \ 3RQWLFLD 8QLYHUVLGDG
Javeriana, Instituto Pensar, Bogot, 2007.

99

La alternativa educativa:
Por qu la educacin es
una alternativa?
Juan ngel Caldern Cabrera

P
100

ensar a la educacin como un lugar de


resistencia tiene que ver con una concepcin terica prctica de lo que es la
misma. La visin acerca del problema
citado no poda quedarse en un planteamiento
mecnico o determinista ante lo que se ha problematizado, es decir, que as como hay una serie de movimientos polticos y sociales de resistencia desde la exclusin ante la globalizacin
neoliberal en todo el mundo, en Amrica Latina y, concretamente en Mxico, la educacin ha
sido parte esencial de ese proceso, es decir, tambin dentro de la educacin hay una serie de
acciones que la hacen compleja, contradictoria
y dinmica al mismo tiempo, y que posibilitan
TXHDSDUWLUGHODHGXFDFLyQFLHQWtFD\KXPDnstica las sociedades controlen a los mercados
para el ser humano. La poltica neoliberal a travs de un discurso dogmtico de lo que debe
ser la educacin ha inundado y controlado a
la mayor parte del sistema educativo nacional
incluyendo a las universidades, sin embargo,
qu es lo que hace de las instituciones escolares pblicas lugares de resistencia y propuesta
activa desde los docentes, investigadores y estudiantes y, ms todava, desde fuera de ellas
en donde se est gestando un nuevo paradigma
educativo y social. Veamos.

Ante semejante pregunta, me resta re-conceptualizar lo que entiendo por educacin y lo que
he vivido dentro y fuera de la educacin para
tratar de intuir una alternativa posible.
As pues, puedo decir que la educacin y las relaciones pedaggicas son como un correr transversal que se presenta en todas las relaciones
humanas; que no se ve pero que est presente
en cada gesto, en cada palabra y cada acto de la
vida. Se presenta en todos los encuentros y situaciones; en el grupo primario, el callejero, los
grupos escolares, el trabajo, el grupo deportivo,
la asociacin civil, el partido poltico, la empresa y los medios de informacin. La educacin
no es slo la accin de las generaciones adultas sobre las no maduras para la vida social; es
tambin la accin ejercida por las generaciones
no maduras a las adultas, por la accin de las
maduras hacia las maduras y las jvenes hacia
las jvenes. La educacin es de todos para todos y en todos los lugares. Todos nos educamos
LQXLGRV SRU HO PXQGR (V HVD PHGLDWL]DFLyQ
la que hace que el fenmeno educativo sea un
hecho social; un hecho que transmite y reconstruye en las realidades concretas las creencias,
valores, y costumbres. En este sentido la educacin es para la socializacin.

Juan ngel Caldern Cabrera

Ahora bien, la educacin como un hecho social


se ha mantenido de manera continua a lo largo
de la historia. Pero no exactamente de manera
continua, sino en relacin directa con la situacin histrica concreta donde se expresa; la educacin corresponde siempre al espritu de la poFD\UHHMDODVLGHDVFROHFWLYDVGRPLQDQWHVFRPR
HOFDUiFWHUDFHQWXDGDPHQWHWpFQLFR\FLHQWtFR
de este momento neo imperial. As, la educacin
adems de ser un hecho social es un hecho histrico, entendido no como algo mecnico o lineal,
como si sus formas pertenecieran a determinado
momento histrico sin descubrir que la educacin es como una amalgama histrica que va recuperando o reproduciendo los viejos esquemas
educativos en las realidades concretas. AclaranGRTXHQRPHUHHURVyORDODHQVHxDQ]DVLVWHPDtizada, sino a la educacin en general, que bajo
diversas concepciones del mundo, trasciende los
momentos histricos y, sin ser dominantes, se
PDQLHVWDQGHPDQHUDVGLIHUHQWHV
Para el caso que nos ocupa, el de la educacin
FRQFDUiFWHUWpFQLFR\FLHQWtFRHVLPSRUWDQte sealar que surge en un momento histrico
en que la educacin deja de ser slo un hecho
de transmisin de valores, costumbres, etc., y
empieza a presentarse de manera organizada a
travs de una institucin y por medio de cono-

Es socilogo de la Universidad
Nacional Autnoma de Mxico
(UNAM). Tiene un posgrado en
Educacin Didctica y conciencia
histrica de la Universidad Autnoma
de la Ciudad de Mxico. Realiza talleres
de lectura a padres y madres de la
delegacin Benito Jurez de la ciudad
de Mxico. Ha sido formador de varias
generaciones de jvenes en la disciplina
\ORVRDGHOGHSRUWH

101

cimientos ordenados y sistematizados. Esta situacin empieza con el espritu racionalista instrumental del siglo XVIII hasta llegar a nuestros
das. Sin duda, el hecho educativo visto como
institucionalizacin es parte de la conformacin
del Estado occidental moderno; Estado burgus
que surge a partir de algunos fenmenos econmicos, polticos, sociales y culturales; los cuales
parten, adems, de rupturas violentas como la
Revolucin Inglesa, la Revolucin Francesa y la
Revolucin Industrial. Estos hechos cambiaron
aceleradamente las formas de vida de los seres
humanos, sacndolos de sus asentamientos y
llevndolos a otros nuevos, transformando sus
procesos laborales, sus ideas y su moral y, con
HOORODVIRUPDVGHODHGXFDFLyQ$VtSDUDMXVWLcar el nuevo orden burgus bajo una actitud aparentemente neutral, el Estado-nacin moderno
que se expandi sin medida se convirti en un
factor de equilibrio y regulador de energas dispersas y elaborador de la conciencia y la unidad
nacionales. El nuevo ciudadano se estaba creando y haba que darle una forma y una conciencia
con respecto a la nacin burguesa. La educacin
Autor: Ricardo Rocha.

102

pasa de las instituciones religiosas y sociales a


ser una de las funciones principales del Estado
que buscaba formar al nuevo ciudadano desarrollando sus cualidades fsicas, intelectuales
y morales. Pensar la educacin as, es estar de
acuerdo con la visin neoliberal empresarial de
que el Estado slo es un instrumento que equilibra y hace que las instituciones funcionen de
acuerdo con lo establecido, sin embargo, habra
TXH UHH[LRQDU OD FRPSOHMLGDG GHO KHFKR HGXcativo, como he tratado de hacerlo hasta aqu,
desde las situaciones generales del poder, es
decir, como un producto de la lucha social entre dominantes y dominados. As pues, el Estado y sus instituciones educativas son como una
fuerza creada para vigilar y castigar a los ciudadanos que no son obedientes, a los ciudadanos
peligrosos. Esa fuerza estatal que lleva las mentes de los ciudadanos por causes normales se
divide en dos, una coercitiva y directa a travs
de policas y ejrcitos y, la otra, por persuasin
o imposicin de conocimientos a travs de planes y programas acordes con los empleadores, es
decir, es una persuasin que oculta un poder de

hecho presentndolo como una autoridad legtima. Esto es lo que en conjunto, Pierre Bourdieu
llama violencia simblica dentro de la accin
pedaggica.
Ante este planteamiento, la visin de la educacin como un hecho socializante e histrico
puede resultar incongruente con la complejidad del hecho educativo; tan inconsistente como algunos planteamientos de la teora
de la correspondencia cuando menciona que
la escuela es el pilar de la reproduccin de la
fuerza de trabajo y su comportamiento. Desde
que el marxismo plante que la conciencia es
el producto de las condiciones de la vida diaria del ser humano, de su trabajo diario y de su
actividad, se han hecho muchas interpretaciones que se quedan en un nivel mecnico y lineal diciendo que la postura marxista se reduce a la determinacin de la estructura sobre la
superestructura y que, el Estado es quien ejerce un control social y educativo total; con sujetos sumisos, amputados, limitados, dciles e
incapaces de ver ms all de su tarea inmediata. No obstante esta visin, algunos marxistas
como Louis Althusser ya observaban que la resistencia de las clases explotadas se expresaba
en los mismos aparatos ideolgicos de Estado
a travs de diversas formas de expresin utilizando las contradicciones existentes dentro
de las mismas instituciones escolares. Por su
parte, Lenin tambin interpretaba esta idea
de forma ms detallada cuando planteaba la
relacin existente entre educacin burguesa y
aparato poltico; agregando que la clase que
tuviera el control poltico tena la posibilidad
de tener la violencia concentrada y organizada
del conjunto social.
La educacin, bajo esta perspectiva, ya no puede
ser vista desde la socializacin o como una accin ejercida por las generaciones adultas a las
jvenes o la funcin equilibrada del Estado con
HOQGHVRFLDOL]DUHLQWHJUDUDOLQGLYLGXRHQVX
contexto histrico social.
La educacin es, adems de esto, un aparato de
Estado, es decir, un hecho social e histrico subordinado al poder. Quien ejerce el poder poltico es quien orienta la educacin y quien le da un
carcter de acuerdo a su propia ideologa. Bajo
esta concepcin, la educacin es un hecho social,
histrico y poltico, entendido esto ltimo como
una relacin entre dominantes y dominados.

Como se observa, hay una ruptura con respecto al


esquema estructural reproduccionista y con la concepcin de Estado por encima de los seres humaQRV(V$QWRQLR*UDPVFLTXLHQVXUDHVWDYLVLyQ\
expone que el Estado es un cmulo de relaciones
entre quienes dominan y son dominados, entre diversas fuerzas o correlacin de fuerzas y sus correspondientes hegemonas. En este sentido, entiendo
que el Estado es algo dinmico y contradictorio
ya que, para constituir una dominacin tiene que
haber un opuesto, es decir, lucha de hegemonas.
Cuando en esa lucha se logra crear un hombre colectivo hay una hegemona dirigente que puede
ser lograda a travs de un consenso. Pero tambin
hay una hegemona dirigida, es decir, hay una relacin de poder o relacin pedaggica entre los
contendientes histricos, entre los que dirigen y
los que intentan subvertir dicha hegemona. Es en
esta propuesta que Gramsci retoma su concepcin
DPSOLDGHO(VWDGRDOUHH[LRQDUVREUHODUHODFLyQ
pedaggica como una relacin poltica en la cual
se condensa coercin y persuasin. Y es la escuela uno de los espacios moleculares donde mejor se
expresa dicha relacin.
Sin duda, esta interpretacin rechaza la propuesta mecanicista de un aparato todopoderoso que
controla y manda sobre el resto de la sociedad y
que no toma en cuenta la idea de un sujeto social
FDSD]GHPRGLFDUVXVLWXDFLyQFRQFUHWD(QHVWD
perspectiva se encuentra la teora de la resistencia la cual plantea que la reproduccin social no
se da de manera lineal o absoluta, sino que contiene tambin componentes de la parte dominada a partir de campos complejos de resistencia
en los cuales los mensajes principales de las escuelas a menudo se rechazan.
Este planteamiento trata de trascender la idea
reproduccionista al decir que hay un juego de
relaciones de poder en donde los sujetos son capaces de oponerse a lo que emana de la ideologa dominante y, no solamente oponindose sino
generando alternativas que, a partir de decisiones que adoptan en las pequeas esferas, sean
verdaderas posibilidades de transformacin. Es
la formulacin de que el poder se da en todas
las relaciones, en todos los niveles y en todos los
momentos, es decir, el poder no slo se ejerce a
nivel macro, sino principalmente en las redes o
tejidos de lo molecular. En el caso educativo, en
FDGD VDOyQ GH FODVH VH PRGLFD PROHFXODUPHQte a la sociedad en esas relaciones de poder que
hay entre autoridades, docentes y estudiantes.

103

Como se puede observar, en este planteamiento se desarrolla una nueva y vieja problemtica
que consiste en cmo plantear la participacin
GHOVXMHWRFRPRPRGLFDGRUGHVXUHDOLGDG(Q
qu momento el sujeto puede adoptar una actiWXGUHH[LYDDOUHGHGRUGHVXYLGDFRWLGLDQDDOrededor de ese micropoder que se ejerce en todas
las relaciones pedaggicas? En qu momento el
sujeto puede oponer resistencia a la cultura dominante desde la misma escuela o, mejor an,
desde afuera? Qu es lo que tiene que suceder
para que ese proceso se traslade a la realidad
concreta? Cmo lograrlo si hay un abismo entre
su vida cotidiana y los contenidos educativos?
Es desde esta perspectiva que pretendo retomar
la teora de la resistencia y su complemento que
se ha denominado teora del sujeto en su momento histrico.
Considero que el sujeto es en su circunstancia y
que por lo tanto, pensar en una teora acabada
sera caer en los mitos de la ciencia y las leyes
Autor: Ricardo Rocha.

104

eternas. Es en la prctica y en el contexto social


del sujeto o los sujetos donde esta teora se ir
construyendo y donde se relacionarn la teora
y la prctica para poder transformar la realidad.
No slo estoy de acuerdo con los planteamientos
que hace Gramsci de la existencia de una contrahegemona que se estructura fuera del aparato
escolar, sino con una contra hegemona que se
expresa desde dentro. Tal vez lo correcto sera
decir el conjunto de resistencias que conforman
una contrahegemona. La educacin es esa gota
de agua que acaba por abrir camino en la roca.
Cuando cada sujeto se da cuenta y participa en
su propia realidad escolar, en ese momento la
educacin transforma la sociedad y se transforma a s misma. Porque desde esta perspectiva
los sujetos, lo quieran o no, estn dando forma a
la sociedad que los ha formado, a la historia que
los condiciona pero que no los determina.
En suma, la educacin es un hecho social en
donde nadie se educa solo: es un fenmeno que

se relaciona directamente con el acontecer histrico, nacional e internacional; con el acontecer


econmico en donde hay una vinculacin con
las relaciones sociales de produccin; en lo poltico, en donde se expresa a travs de las complejas relaciones de poder; en lo ideolgico que refuerza y rompe al mismo tiempo la estructura de
dominacin; y, en lo educativo, mirndolo como
un conjunto de resistencias que desde adentro,
desde los sujetos, genere una contrahegemona.
Ante este panorama general qu nos resta por
hacer? Reconocer que la educacin por s sola
no puede cambiar las relaciones sociales vigentes pero s puede ayudar a los cambios que
necesitamos para la liberacin de los pueblos
como una condicin ineludible. Necesitamos
una pedagoga que busque un mejoramiento
de la humanidad desde lo local. Esto implicaUtD VXERUGLQDU D OD HGXFDFLyQ ORV QHV KXPDnos. Fines que chocan con el poder econmico e
ideolgico de los dueos del mundo. La lucha,
desde esta visin, no slo es educativa; la lucha
es poltica y se puede dar en tres niveles: el ncleo didctico (tico-poltico) que permita enriquecer crticamente el proceso de enseanza
aprendizaje; el institucional donde las autoridades educativas promuevan la alfabetizacin
o educacin para la recepcin crtica de los contenidos; y el de la participacin y colaboracin
de la poblacin en general a partir de organiza-

ciones civiles que promuevan la enseanza en


todos los rincones del pas. En suma, crear toda
una red de lucha que permita a su vez organizar
una contrahegemona que frene de alguna manera el poder de las transnacionales y el cinismo de quienes las manejan. En este sentido, la
educacin tico-poltica, se vuelve mediadora o
defensora de lo heterogneo y diverso en contra
de la imposicin homogeneizante; la lucha es
pues poltica. Por ello, hay que oponerse al pensamiento mutilado que se considera experto y
la inteligencia ciega que se considera racional
pero que es una crcel disciplinaria, una crcel
que no nos deja ver, que nos mantiene ciegos.
Es necesario que la educacin y los profesionales de la misma, tratemos de salir de la ceguera a la que nos han enseado desde el pensamiento parcelario, es importante que tratemos
de quitarnos la venda invisible y aprendamos a
ver la totalidad compleja. Porque debemos recordar que el solo hecho de pensar es poltico,
es movilizador, es una actividad subversiva. El
pensamiento complejo es moverse de lo uno a
lo mltiple, de lo homogneo a lo heterogneo
y de lo nico a lo diverso, es decir, moverse de
lo imposible a lo posible en un proceso articulador. Debemos iniciar un nuevo renacimiento a
partir de nuestra propia situacin de existencia
y de la razn humanitaria y no instrumental.
Cmo y por dnde? Por la educacin hay muchos caminos.

105

Crnicas del
desmantelamiento de
Bolivia
Victor H. Romero

I.- En tres periodos neoliberales


vendieron al pas

106 L

os procesos de privatizacin y capitalizacin a los que fue sometido el pas por


los gobiernos neoliberales, tienen su origen en 1985 y culminaron en el ao dos
mil dejando a Bolivia sumida en una crisis econmica y en condicin de limosnera, representantes directos de estos gobiernos ahora quieren
recuperar el privilegiado lugar de poder que tuvieron aquella poca, despus de haber vendido
60 empresas bolivianas.
6HJ~QODLQIRUPDFLyQRFLDOSURSRUFLRQDGDSRU
la Asamblea Legislativa Plurinacional los primeros pasos para la privatizacin arrancan en 1985
con el inicio del periodo neoliberal en Bolivia y
el Decreto Supremo 21060, las privatizaciones
que se ejecutan la dcada de los noventa, proyecta la relocalizacin de miles de trabajadores
minero, el cierre de la Corporacin Boliviana de
Fomento y la transparencia de sus empresas a
las corporaciones regionales de desarrollo, junto
con la prohibicin de que las empresas pblicas
efecten inversiones.
En este periodo se tiene el manto adecuado para
comenzar a debilitar la economa boliviana que
MXVWLTXHDIXWXURODDSOLFDFLyQGHGXUDVPHGL-

das econmicas, estas medidas se asumen en el


gobierno de Vctor Paz Estenssoro, las investigaciones que se estn realizando han establecido
que se han realizado tres olas de privatizaciones
en tres periodos distintos y gobiernos distintos,
que adems explican el desarrollo de la revolucin boliviana que luego culminara con el inicio, avance y futura consolidacin del Proceso
de Cambio.

Privatizacin I
La Primera Ola se inicia en el periodo de 19911993, con el acuerdo patritico gobierno que funciona en base a la alianza entre el MIR y ADN,
siendo sus representantes directo Hugo Banzer
Surez y Jaime Paz Zamora, raz poltica de Juan
Del Granado (MBL, MNR, MSM) y de Samuel
Doria Medina (UN, UD) y Tuto Quiroga (ADN,
Podemos, PDC).
En este gobierno que cruza los ros de sangre y
sella alianza entre perseguidos y torturadores, se
emite la Ley 1330 de Privatizacin, el gobierno
boliviano vende las empresas estatales a las que
FRQVLGHUD HQ TXLHEUD R LQHFLHQWHV D LQWHUHVHV
econmicos extranjeros y nacionales conformados por la elitocracia burguesa y partidaria del
momento.
Las empresas que se privatizan en este periodo
pertenecan a las nueve corporaciones de desa-

Victor H. Romero

UUROORUHJLRQDOHVTXHH[LVWtDQFRQHOQGHIRUtalecer y disear polticas de desarrollo departamentales, en este periodo se venden a precio


de gallina muerta, an si eran efectivas o necesitaban mayor impulso, son vendidas debilitando
duramente la economa boliviana y regional, jusWLFDQGRXQHVFHQDULRGHFULVLVHFRQyPLFD
La privatizacin implic tambin la imposicin/
alianza de polticas internacionales comandadas
por la Embajada de Estados Unidos, que luego
del periodo dictatorial convirti al pas en una
colonia ms del Imperio que consideraba a Latinoamrica su patio trasero. Esta subordinacin
de la lite poltica condena la dignidad y soberana nacional al extremo de que se impone la venta de 157 empresas bolivianas como condicin
para superar una crisis econmica, los datos establecen que 76 pertenecan al estado y las Fuerzas Armadas, 62 a las corporaciones de desarrollo y 19 a las prefecturas y municipio, por si esto
fuera poco sentencia al cierre a las empresas que
no estn en condiciones de ser vendidas. Jugosos
negocio el que se preparaba porque los principales compradores sera intereses econmicos del
exterior como tambin de la empresas poltica y
privada boliviana.
Al igual que la embajada norteamericana, el
Banco Mundial literalmente orden la privatizacin de todas las empresas privatizables. En este
contexto poltico los gobernantes de entonces

Escritor y periodista. Public varias


obras en novela, cuento y poesa. Su
novela Yo, el presidente, se halla
en la tercera edicin, mientras que
la novela infantil En el pas de los
grandes fue elegida como una de las
mejores del periodo 2012-2014 por
la Academia Boliviana de Literatura
Infantil. En el rea de la comunicacin
varios ensayos relacionados al
tratamientos de la informacin en los
medios. Actualmente es columnista de
varios peridicos a nivel nacional. Es
estratega en comunicacin y creador del
peridico digital La verdica.com. Es
miembro del Colectivo de Pensamiento
Poltico Satucos.

107

prometen privatizar todas las empresas y cumplir con los lineamientos internacionales de los
Estados Unidos y del Banco Mundial, segn inIRUPDFLyQSHULRGtVWLFDGHHVDpSRFD$QHVGH
1991, Samuel Doria Medina, quin fue Ministro
de Planeamiento del gobierno de Jaime Paz Zamora que cogobernaba con Hugo Banzer Surez
el ex dictador, era jefe de la delegacin boliviana
ante el grupo Consultivo de Pars, grupo que se
compromete a privatizar las empresas nacionales en un plazo de dos aos.
Quienes tambin conformaban esta comisin,
aparte del actual candidato/empresario Samuel
Doria Medina que era el jefe de la misma, era los
ministros David Blanco y el adenista Fernando
Kieffer y aqu viene el dato, quin tambin participaba en este proceso era un joven Tuto Quiroga, como viceministro del rea. En ese periodo
Doria Medina proyectaba la medida como positiva prometiendo que era lo mejor para el pas,
asumiendo como efectivo el desmantelamiento
de la empresa estatal productiva. Bajo esos preceptos se vendieron en este primer periodo sesenta empresas bolivianas.

108

Tarija perdi trece empresas: la Planta Industrializadora de Leche PIL, la Fbrica de Alimentos
Balanceados, el Centro Vitivincola CEVITI, las
Industrias Avcolas de Tarija, el Programa Avcola
de Oleoginosas y Maz PAOM, la Empresa Tarijea de Gas EMTAGAS, Industrias Agrcolas de
Bermejo IAB, Fbrica de Cemento El Puente, Empresa Forestal Pecuaria Tariquia, Fbrica de Envases de Vidrio Cristalera scar Alfaro, la Fbrica
de Sal Yodada, la Fbrica de Aceites Comestibles
Villamontes y la Industria Papelera de Tarija.
Santa Cruz perdi doce empresas: la Planta industrializadora de leche PIL, la Hilandera Santa
Cruz, Planta Elaboradora de Queso San Javier,
Cabaa Lechera Santos Pas, Hotel Asahi, Fbrica
de losetas Montero, Fbrica de cermica roja Camiri, Fbrica de cermica Robor, Proyecto Ganadora Todos Santos HIRTNER, Ingenio Azucarero Guabir, Productos Alimenticios de Maz
Mairana PAM, Fbrica de Alimentos Balanceados Portachuelo ALBAPOR.
Beni perdi ocho empresas: Planta de Silos SACHOJERE, Aserradero Chimanes San Borja, Empresa Procesadora de Semillas Mejorada EPSM,
la Empresa Ganadera FONBENI-COTESU, Empresa Ganadera REMES, Fbrica de Cermica

Roja Trinidad, Planta Laminadora de Goma LAMIGOSA, Empresa Nacional de Castaa ENACA.
La Paz perdi seis empresas; Planta Industrializacin de Leche PIL, Industrias Metlicas
INMETAL, Fbrica Nacional de Vidrio Plano
)$19,3/$1)ULJRUtFR/RV$QGHV3ODQWD,Qdustrializacin de T Chimate y la Planta Industrializadora de Quinua PIQUIN.
Oruro perdi seis empresas: Fbrica de Cermica Roja Oruro, Fbrica de Objetos de Peltre,
Centro Agropecuario de Desarrollo del Altiplano CADEA, Hotel Terminal, Terminal de Buses,
Fbrica de Cadenas, CASAM Oruro.
Cochabamba perdi cinco empresas: Planta Industrializadora de Leche PIL, Planta de T Chapare, Proyecto de Produccin de Harinas Compuestas TARHUI, Proyecto de Granja Pisccola Piusilla
y la Fbrica Boliviana de Cermica FABOCE.
Chuquisaca perdi cinco empresas: Taller de Cermica, Fbrica de Cemento sucre FANCESA,
Planta de Industrializacin de Leche PIL, Planta
de Aj y la Planta de Pollos BB.
Pando perdi cuatro empresas: Sistema de Agua
Potable Cobija APC, la Fbrica de Cermica Roja
Cobija, Telfonos Automticos COTECO, Servicios de Energa Elctrica SEC Pando.
Finalmente Potos perdi una empresa la Lnea
Area Imperial, LAI Potos.

Consecuencias
Leyendo a la lista de las empresas vendidas uno
puede darse cuenta de lo mucho que Bolivia ha
perdido con este proceso, en comparacin a lo
que ahora impulsa el Proceso de Cambio, prcticamente se est reconstruyendo el desarrollo
nacional a partir de la creacin y generacin de
empresas estatales. Vale aclarar que la venta de
estas empresas tambin incluy el despido de
decenas de empleados, que tuvieron que perder
su trabajo, mientras que otros se subordinaron
a las nuevas administraciones bajo condiciones
distintas que implicaban un sometimiento laboral y que atentaba a sus derechos.
Realizados hoy los balances, se concluye que el
estado boliviano en este primer periodo priva-

tizados, no slo perdi sus empresas, sino que


se endeud para venderlas, el gobierno de turno
las vendi en cerca de 87 mil millones de dlares, cuando en realidad costaba mil millones de
dlares y por si fuera poco estos gobernantes se
prestaron para venderlas en 500 millones aproximadamente.

II.- Las empresas estratgicas de Bolivia


como plato fuerte
El proceso de privatizacin no slo tuvo resistencia de parte del pueblo, tambin de la propia
Constitucin Poltica del Estado, que impidi se
comercialice las empresas estratgicas del estado, al menos por un momento hasta que se inventaron una nueva frmula para seguir con la
privatizacin en Bolivia, la capitalizacin.
Las nuevas investigaciones han establecido que
la privatizacin arranca con el decreto 21060, en
el gobierno de Victor Paz Estenssoro, las primeras sesenta empresas se vende en el gobierno de
Jaime Paz y Hugo Banzer Surez, origen poltico
y en el que participaron los actuales candidatos
a la presidencia Samuel Doria Medina y Jorge
Tuto Quiroga.
El segundo periodo de privatizacin arranca en
el gobierno de Gonzalo Snchez de Lozada con
la ley de la Capitalizacin en 1994, con esta ley,
vulneran lo que estableca la Constitucin Poltica
del Estado, que impeda vender las consideradas
empresas estratgicas del Estado, por tanto decidieron privatizarlas vendiendo el 49 por ciento,
prometiendo que Bolivia seria siempre el dueo,
de esa manera que se hizo el negocio y se accedi
a la privatizacin de la ENDE, ENFE, YPFB, ENTEL y LAB, electricidad, ferrocarriles, hidrocarburos, telecomunicaciones y aeronutica.
De todo este grupo, incluyendo las anteriores sesenta, el 87 por ciento de las empresas vendidas
eran productivas y 53 dedicadas exclusivamente a la industria alimenticia. Realizados hoy los
balances, se concluye que el estado boliviano en
este primer periodo privatizados, no slo perdi
sus empresas, sino que se endeud para venderlas, el gobierno de turno las vendi en cerca de
87 mil millones de dlares, cuando en realidad
costaba mil millones de dlares y por si fuera
poco estos gobernantes se prestaron para venderlas 500 millones aproximadamente.

Las nuevas indagaciones estn estableciendo


que todo este proceso fue previamente planiFDGR GHVGH ORV (VWDGRV 8QLGRV ORV LQIRUPHV
realizados por distintas consultoras sobre la inHFLHQFLDRLPSURGXFWLYLGDGGHODVHPSUHVDVHVtatales, extraamente coincidan con los que la
Embajada norteamericana ya haba realizado. El
plan para desmantelar Bolivia fue diseado en
los burs extranjeros en complicada con la partidocracia nacional. Por si fuera esto poco se estableci que las empresas bolivianas fueron vendidas en precios inferiores a los que valan de
verdad, en mucho casos no se puede hablar de
venta sino de remate, por ejemplo FANVIPLAN,
tena que venderse en un milln doscientos mil
dlares, nunca se lo logr y cerr, Bolivia perdi
con esta empresa aproximadamente nueve millones de dlares.

III.- Los servicios bsicos, el postre


del negocio
Luego de haber vendido las empresas estatales
inicialmente las que pertenecan a las corporaciones de desarrollo, sesenta en total a ttulo de
la privatizacin y capitalizar las estratgicas,
los neoliberales ojos posaron su vista en las empresas que brindaban servicios bsicos, especialmente la luz y el agua.
Las investigaciones que actualmente se realizan en la Asamblea Plurinacional de Bolivia
han determinado que el proceso de la privatizacin arranca en el gobierno de Vctor Paz
Estenssoro con el Decreto 21060, luego toma la
posta el cogobierno entre Jaime Paz Zamora y
Hugo Banzer Surez, siendo el caudillo del momento privatizador como jefe de grupo Samuel
Doria Medina y teniendo tambin a un joven
Tuto Quiroga como viceministro. Quin sigue
la lnea es Gonzalo Snchez de Lozada para
TXHQDOPHQWHVHD+XJR%DQ]HU6XiUH]TXLHQ
la culmina, pero muere en el intento, pasndole
la misin a Tuto Quiroga.
En este ltimo periodo comprendido entre 1997
y 2001 el negocio se concentra en la venta/privatizacin/capitalizacin de las empresas que
brindaban los servicios bsicos al pas, la luz y
el agua, principalmente, las investigaciones que
se impulsan desde la Asamblea Plurinacional
de Bolivia todava estn en estas guas buscando
los elementos necesarios, pero preliminarmente

109

110

Autor: Ricardo Rocha.

se inform que en el consocio Aguas del Tunari,


que increment el costo del agua potable en CoFKDEDPED\TXHVLJQLFyODSURWHVWDGHOSXHEOR
cochabambino con la Guerra del Agua, habra
participado la empresa SOBOCE, como una de
las accionistas.
Con la llegada a la presidencia del Presidente Evo Morales, la instauracin del Proceso de
Cambio como nuevo modelo poltico, social y
econmico se inici una nueva etapa de recuperacin de las empresas estatales y estratgicas
del pas, empezando con la de los hidrocarburos, con la Nacionalizacin. De esa manera es
que cerca de nueve aos despus de gestin del
MAS, en el rea de hidrocarburos ya se inici la
industrializacin de nuestros recursos, con las
plantas separadoras de gas de Ro Grande, del
Gran Chaco, las plantas fertilizantes y plsticos
en Tarija y Cochabamba respectivamente.
En estos tres periodos de privatizacin, el comprendido entre 1991 y 1993, como tambin el
VHJXQGR\HOQDOKDVWDHO
particip la vieja casta poltica que fue expulsada del pas con el voto luego de la cada de
Gonzalo Snchez de Lozada que continuaba subordinndose a las polticas que imponan los
Estados Unidos en concordancia con el Banco
Mundial. En toda esta dcada de desmantelamiento el pueblo boliviano a travs de sus organizaciones y movimientos sociales impuls
una resistencia que fue reprimida duramente
generando que muchas personas pierdan la vida
HVSHFLDOPHQWH HQ ORV FRQLFWRV HQ HO DOWLSODQR
boliviano y el Chapare tropical.

y se fueron visibilizando muchos lderes que


buscaban la recuperacin no slo econmica
de Bolivia tambin su reivindicacin, especialmente recuperar no slo sus recursos naturales
tambin su dignidad y soberana. Muchas confrontaciones protagoniz el pueblo, siendo hitos
importantes de estas luchas la Guerra del Agua
y especialmente la Guerra del Gas.
Los cambios que la otra Bolivia demandaba, se
hicieron realidad con el triunfo de Evo Morales,
lder cocalero e indgena que vino a consolidar
la esperanza de una patria nueva y adems la
recomposicin del estado en su economa, a partir del modelo heredado, aprovechando sus herramientas se aplic un nuevo enfoque desde el
que se pens en lo social, disendose la construccin de una Nueva Constitucin Poltica del
Estado y las bases para que Bolivia recupere la
dignidad perdida.
Nueve aos despus, con muchos procesos y
FRQLFWRVVXSHUDGRVOD1XHYD%ROLYLDVHSUHSDUD
profundizar el Proceso de Cambio, la continuidad
del Nuevo Modelo de hacer poltica y ser poltico, como tambin la consolidacin de una visin
de estado altamente ideolgica que busca el desarrollo social y poltico de los bolivianos, siendo la
nueva tendencia la defensa de los recursos naturales y estatales del estado, dejando atrs procesos de privatizacin que tanto dao nos ha hecho.

Fuentes:
Breve Historia del Neoliberalismo, David Harvey.
Informe Asamblea Plurinacional de Bolivia.

La resistencia fue creciendo paulatinamente,


hasta que la presin fue llegando a la ciudad

$UFKLYRKHPHURJUiFR

111

112

V SECCIN
GEOPOLTICA Y
DERECHOS HUMANOS

113

Autor: Ricardo Rocha.

Mapeas o te
mapean: (geo)poltica
de un instrumento de
gobierno en Bolivia*
Louca Lerch

M
114

apeas o te mapean. La informacin


JHRJUiFDHVXQDWHFQRORJtDGHOSRder. Pero que pasa cuando, como
en Bolivia en los ltimos aos, el
poder cambia de manos? Cambian los mapas?

Ilustracin 1: Mapeas o te mapean? Joven cocalero boliviano


FDUWRJUDDQGRVXFRPXQLGDG/HUFK

Los dos planos de la Ilustracin 1 ilustran lo que


se juega detrs de las tecnologas del poder,
como la estadstica o la cartografa. En primer
plano vemos a un joven cocalero dibujando un
mapa de su comunidad, ms precisamente el
rea ocupada por su sindicato agrario, forma
de organizacin poltico territorial de los pueblos indgena-originario-campesinos de Bolivia. En segundo plano, a la izquierda de la fotografa, vemos un mapa de todos los sindicatos
cocaleros de la zona elaborado por la agencia
norteamericana de ayuda al desarrollo, USAID.
Esta cartografa es nica en Bolivia por su nivel
de precisin, y representa una inversin millonaria hecha por los Estados Unidos y la Unin
(XURSHDHQODSHUVSHFWLYDGHXQFRQWUROHFD]D
distancia de un segmento de la poblacin desplazado por las privatizaciones mineras y poco a
SRFRLGHQWLFDGRFRPRXQDDPHQD]D
Estas inversiones, como todas las que acompaaron las polticas de desmantelamiento de
los mecanismos de redistribucin de la riqueza,
apuntaban a implementar un modelo de ayuda
a los mas pobres entre los pobres (y solo ellos) y
de control de los que, para salir de esta pobreza

Articulo adaptado del publicado por Diplomacia Parlamentaria, N2, 2015, Publicacin anual de la Direccin General de Relaciones
Internacionales del Honorable Senado de la Nacin de la Repblica Argentina, Buenos Aires.

Louca Lerch

pudieran convertirse en una amenaza. Ambos


REMHWLYRV QHFHVLWDEDQ LQVWUXPHQWRV GH LGHQWLcacin precisa de sus blancos y de modos de
intervencin lo menos perturbadores posible de
los mecanismos de mercado a cargo de regular
el resto de la sociedad. Lo primero se lograra con
PDSDV\EDVHVGHGDWRVORVHJXQGRFRQODJXUD
que caracteriz el pensamiento neoliberal del los
90: proyectos limitados en el tiempo y el espacio
(Boltanski y Chiapello 1999). Bolivia fue entonces emblemtica de lo que el economista Rodrguez-Carmona (2009) llama el proyectorado:
cada comunidad, cada alcalde, cada dirigente local, cada funcionario publico buscando la manera
GHORJUDUXQSUR\HFWRQDQFLDGRSRUFXDOTXLHU
entidad de cooperacin internacional.
/DJHRJUDItDJHQHUDGDSRUHVWHSURFHVRVHUHHMD
en la forma que se estructuro la cartografa (catastro rural, planes de uso de suelos, planes de
desarrollo municipal, etc.): heterognea, fragementada y dispersa, funcional a una gobernanza
D GLVWDQFLD JHRJUiFDPHQWH H LQVWLWXFLRQDOmente localizada en distintos Estados.
/RVGRQDQWHVQDQFLDURQJUDQSDUWHGHOSURceso de obtencin de informacin, seleccionando
los territorios y por lo tanto las poblaciones que
correspondan a sus intereses: zonas forestales

Es Doctor en Geografa de la
Universidad de Ginebra (Suiza). Trabaja
en Bolivia desde 2008 al desarrollo de
una Infraestructura de Datos Espaciales
para el Estado Plurinacional desde la
Vicepresidencia del Estado y dedic su
tesis doctoral al papel de la cooperacin
internacional y las tecnologas de la
LQIRUPDFLyQJHRJUiFDHQODSROtWLFDV
territoriales y de desarrollo en este pas.

115

fronterizas y potencialmente cocaleras, estratgicas en el marco de una economa de la captura del carbono para los Estados Unidos; zonas
rurales tnicas emisoras de migrantes pobres y
SRWHQFLDOPHQWHFRQLFWLYDVSDUDODFRRSHUDFLyQ
esencialmente europea. La ilustracin 2 muestra
un anlisis de la sobre posiciones entre proyectos de saneamiento de tierras de la cooperacin
internacional y elementos de inters geopoltico
en el territorio boliviano (concesiones, corredores biocenicos) ms ampliamente desarrollado
en Lerch (2014). Sin sorpresas, el anlisis conUPR TXH HO QDQFLDGRU TXH PDV VH GHGLFR D
mapear la tenencia de tierras en reas de inters
geoeconmico son los Estados Unidos. Sin entrar en mas anlisis en este corto texto, se trata
aqu de mostrar la importancia de desarrollar
XQD PLUDGD JHRSROtWLFD VREUH OR TXH HO ORVRIR
Michel Foucault (Foucault 2004a) llama la gubernamentalidad, es decir todo lo que permite
un manejo desagregado orientado a forma de
coercin blanda de la poblacin y su territorio.

116

Pero a la hora de romper con el proyectorado Qu hacer con una cartografa totalmente
dispersa, heterognea y dependiente de
QDQFLDPLHQWRVH[WHUQRV"4XpKDFHUFRQODJXbernamentalidad neoliberal? Estos interrogantes inspiraron la propuesta de Infraestructura de
Datos Espaciales (IDE) del Estado Plurinacional
de Bolivia, GeoBolivia, desarrollada por la Vicepresidencia a partir de 20101.

GeoBolivia
El proceso se inici a partir de la recuperacin
de datos que se encontraban dispersos en todas
las dependencias del Estado. Para permitir su
uso, se implement un conjunto de tecnologas,
datos y acuerdos institucionales que permiten
la difusin en lnea de informacin geoespacial.
Esta informacin es compartida entre diferentes
instituciones y asociada a un sistema de catalogacin estndar que permite en todo momento
LGHQWLFDU HQWUH RWURV OD IXHQWH \ OD IHFKD GH
creacin de esta informacin.
A esta regulacin de la informacin, se suman
estrategias de regulacin por la informacin. La
Constitucin boliviana establece el derecho de
toda la ciudadana a ejercer un control social
sobre la accin gubernamental y para ello se necesita una cartografa del proyectorado que
permita restablecer un control democrtico sobre las polticas de desarrollo.
Ilustracin 2: Analisis de sobreposiciones entre origen del
QDQFLDPLHQWRGHOFDWDVWURFRQFHVLRQHVGHH[SORWDFLyQGH
recursos naturales y corredores de transporte internacional.
Fuente Lerch 2014. Datos INRA 2008; VMT 2008; GeoBolivia
2013; SITAP 2011; ESRI 2013; LSIB 2013.

El portal puede ser consultado en www.geo.gob.bo.

Ilustracin 3: Captura de pantalla del portal GeoBolivia www.


geo.gob.bo. El mapa representa la tierras catastradas por ao
de titulacin y los proyectos del programa Evo Cumple Bolivia
Cambia (puntos verdes).

La ilustracin 3, extrada del portal GeoBolivia,


muestra muy concretamente cmo al establecer
una poltica de redistribucin de la informacin
JHRJUiFD VH DEUH OD SXHUWD D PHFDQLVPRV GH
regulacin. Permite a tod@s saber que hace el
Estado y donde? A los gestores de polticas publicas y proyectos de no duplicar trabajos en los
mismos lugares, no mapear diez veces lo mismo,
no deshacer con una mano lo que otra mano trata de hacer. A la poblacin permite ver lo que
efectivamente el Estado y otros actores registran
\ GHFODUDQ VREUH VX WHUULWRULR (V HQ GHQLWLYD
un instrumento de articulacin entre territorio y
Estado a partir de una soberana sobre la informacin.

Instrumentos de gobierno post-neoliberal


No existe una gubernamentalidad socialista autnoma. () Hay que inventarla, deca Foucault en
1979 (2004b). Tener una poltica publica de la inIRUPDFLyQ JHRJUiFD JUDWXLWD \ HQ OLEUH DFFHVR

permite a cada uno de los actores del territorio


QR VROR DTXHOORV SUHLGHQWLFDGRV \ VHOHFFLRQDdos por una agenda de ayuda al desarrollo,
de formular demandas y propuestas sin tener
que partir de cero y adoptando una suerte de
lenguaje compartido. Es este lenguaje compartido, que permite tambin llegar mas fcilmente
a acuerdos y compromisos entre sectores de una
sociedad fragmentada por 20 aos de neoliberalismo. Desde este punto de vista, la cartografa
y otros saberes de gobierno, ya no solo sirven a
los militares para hacer la guerra segn la formula del gegrafo Yves Lacoste (1976), sino tambin siempre mas a construir nuevas formas de
hegemona civil (Gramsci 2011: 181). Es tiemSRTXHVHFRPLHQFHQDGHQLU\WHRUL]DUFXDOHV
son los principios y las racionalidades que se
implementan o deberan implementarse para
lograr este nueva gubernamentalidad socialista
y post-colonial fundada en la ampliacin de los
bienes comunes y el desarrollo de formas colectivas de produccin y regulacin.

Referencias.
Foucault, Michel, 2004
Scurit, Territoire,
Population, Cours Au Collge de France
(1977-1978). Hautes Etudes. Paris: Seuil.
Foucault, M. (2004). Naissance de la biopolitique. Cours au Collge de France, 19781979. Paris: Gallimard Seuil.
Lerch, L. (2014). The Geopolitics of Land: Population, Security and Territory Viewed
from the International Financing of the
Land Survey in Bolivia. Journal of Latin American Geography, 13, 137 - 168.
http://muse.jhu.edu/login?auth=0&type=summary&url=/journals/journal_of_latin_american_geography/
v013/13.1.lerch.html

117

Imperio, Imperialismo y
Extractivismo
Atilio Born

Por qu su libro Imperio & Imperialismo fue tan polmico?

118

Fue un libro que fue motivado debido a


la confusin que sembr, dos autores que
sostenan que haba imperio pero que no haba
LPSHULDOLVPR HQ ODV ODV GHO )RUR 6RFLDO 0XQdial de Porto Alegre y la izquierda en general de
amrica latina. Lo que pareca un juego de paODEUDV QR HUD QDGD LQRFHQWH FX\R VLJQLFDGR
concreto fue la desmovilizacin y la desmoralizacin de buena parte de la dirigencia universitaria y de diferentes movimientos sociales. A raz
de eso escrib el libro Imperio & Imperialismo
una crtica al Negri y Hardt para poder refutar
las conclusiones que plantearon. El libro tuvo
gran difusin y se publicaron la 5ta. 6ta. edicin que se tradujeron al portugus, al francs
y al ingls. En la lengua espaola, ms o menos,
fueron impresos 10. 000 libros y que creo que
D\XGyDFODULFDUXQGHEDWH ORGLJRFRQPRGHVtia pero, al mismo tiempo, sin autoengao) sobre
la persistencia del imperialismo y la necesidad
de avanzar en la lucha al imperialismo que no
poda ser contra una entelequia, una entidad
fantasmagrica expuesto en el libro Imperio
de Toni Negri.
Haba que plantear unas cuestiones muy elePHQWDOHV HQ SULPHU OXJDU UDWLFDU OD YLJHQFLD
de los 5 rasgos que haba sealado Lenin como
constitutivo del imperialismo; pero al mismo
tiempo sealar que las trasformaciones ocurri-

das en el capitalismo contemporneo se acrecentarn con la incorporacin de otros rasgos. Por


HMHPSORHOSDSHOIXQGDPHQWDOGHOVHFWRUQDQFLHURGHELGRDODQDQFLDUL]DFLyQGHODHFRQRPtD
y el otro son los medios de comunicacin que
eran cuestiones por completo ausentes en la teorizacin de la marxista de los principio del siglo
pasado porque no existan esos datos; y tambin
sealar la desenfrenada militarizacin en la cual
haba incurrido el imperialismo contemporneo.
La cuestin qued saldada, me consta que Negri y Hardt lo vieron de manera negativa, un libro que en realidad surgi como necesidad de
respuesta a los sesgos de estos autores y como
protesta porque originariamente iba hacer un artculo mucho ms breve (no ms de 15 pginas).
Tena que ser incorporado a un libro, que public
la editorial inglesa Verso, sobre la obra la Hardt
y Negri. Ellos de alguna manera presionaron al
compilador de trabajos para que mi artculo no
sea incluido. Hay que aclarar algunas cosas, sobre todo que para algunos crculos intelectuales
no siempre la polmica respetuosa es aceptada,
VLXVWHGVHMDQRKD\QLQJ~QLQVXOWRSDUDPtIXH
una sorpresa que los autores tan consagrados ca\HUDQHQHTXtYRFRVWDQHOHPHQWDOHVQDOPHQWH
termine ampliando mi argumentacin y de esa
manera surgi el librito.
-Est asumiendo la concepcin de imperialismo que hered Lenin de Hilferding? Esa teora
TXH LQGLFD HO SUHGRPLQLR GHO FDSLWDO QDQFLHUR
en el capitalismo contemporneo.

Atilio Born

No ese fenmeno es totalmente diferente. Lenin habla de la fusin del capital bancario y el
capital industrial, en este caso, lo que se est
hablando es de un crecimiento totalmente desRUELWDGRGHOFDSLWDOQDQFLHUR(VDOJRTXHQR
estaba previsto que ocurriera en ese sentido,
hasta en la misma obra de Lenin o Hilferding,
y que hace que hoy en da sea la fraccin hegemnica del capitalismo a escala mundial. Creo
que la importancia que debe drsele est fuera de toda cuestin, es un elemento decisivo
del capitalismo contemporneo, no podemos
HQWHQGHUOR DO PDUJHQ GHO FDSLWDOLVPR QDQFLHUR SRUTXH HO FDSLWDO QDQFLHUR SODQWHD VXV
exigencias y por como modula el proceso de
acumulacin capital a escala mundial, es la
fraccin hegemnica que somete y subordina
a la fraccin productiva o el capital agrario.
(QODKHJHPRQtDGHOFDSLWDOQDQFLHUR6HDEDQdona la teora del valor de Marx?
Yo personalmente pienso que el fenmeno apenas fue visto por Marx y Engels, no olvidemos
que Marx muere en 1883 y Engels muere en 1895
a principios del siglo XX, cuando el fenmeno de
la expansin colonialista estaba en sus primeras
etapas. Yo creo que ms que abandonar la teora
del valor, cosa que Lenin no lo hizo nunca, explica como que hay otras fuentes de acumulacin
de capital que se complementan con la expansin imperialista.

Es autor de varios libros de ciencia


VRFLDO\ORVRItDFRQRULHQWDFLyQ
marxista y con una apuesta poltica
clara de compromiso con el socialismo
para Amrica Latina. Actualmente es
profesor de Teora Poltica y Social,
en la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires.
Desde 1986, investigador superior
del CONICET y director del PLED
(Programa Latinoamericano de
Educacin a Distancia en Ciencias
Sociales). Entre 1997 y 2006 fue
Secretario Ejecutivo del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales
CLACSO. En 2004 le fue conferido el
Premio de Ensayo Ezequiel Martnez
Estrada de la Casa de las Amricas,
institucin creada en el contexto del
rgimen comunista de Fidel Castro,
en La Habana , Cuba, por su libro
Imperio & Imperialismo. En 2009 fue
galardonado por la Unesco con el
Premio Internacional Jos Mart por su
contribucin a la unidad e integracin
de los pases de Amrica Latina y el
Caribe.

119

-Retomando los 5 rasgos del imperialismo de Lenin. Nos puede hablar de los nuevos rasgos en el
capitalismo contemporneo.
&XDQGR HOORV PHQFLRQDQ HVWH WHPD PH UHHUR
a Negri y Hardt- de alguna manera lo insinan
en su libro, pero no le dan la transcenda fundamental que tiene en el capitalismo contemporneo, ya que posee toda una industria cultural
con sus medios de comunicacin, con sus estudios de psicolgicos del consumidor logrando
armar un dispositivo de control ideolgico muy
importante. Han logrado formar perfectamente las conciencias, es decir cules son los valores que deben ser incorporados, cmo pueden
vender sus productos; no solo se produce en el
capitalismo contemporneo: pastas de dientes
o automviles sino productos polticos. En ese
sentido, la industria cultural y el papel que tiene
Hollywood que no podemos dejar de lado, para
m es un tema fundamental.

120

El capitalismo ha logrado de alguna manera


atenuar las enormes contradicciones que evitan
un estallido social y una ruptura revolucionaria porque han abarcado el tema de la cultura.
Cuando digo la cultura hablo en un sentido amplio, es decir el gramsciano que tiene que ver con
todos los smbolos, los valores, las ideas las representaciones, los gustos, la forma, la forma de
sensibilidad. Y Hollywood desempea un papel
fundamental forjando nuestras sensibilidades,
introduciendo valores, concepciones, creencias
y prejuicios. Y esto de alguna manera ha evitado que la brutalidad de explotacin capitalista
apareciera desnuda ante los ojos de sus vctimas.
Yo creo, hoy en da, que es muy difcil exagerar
la importancia de los medios de comunicacin,
fjense por ejemplo a Rupert Murdoch (dueo de
la cadena Fox) l dijo hace poco existen 5 conglomerados empresariales que manejan el total
de los medios comunicacin a nivel mundial, y
predijo que en el futuro iban a ser 3, siendo la
cadena Fox como uno de esos 3 medios. Y esto te
habla del grado fenomenal de la concentracin
de esa manera la misma noticia se ven en los diferentes pases. Las mismas interpretaciones, las
mismas advertencias en el sentido poltico porque obedecen a un patrn comn, y yo digo que
en ese sentido han tenido un xito.
La televisin fue un complemento decisivo, porque antes tenas la prensa y la radio, pero la televisin te junta lo visual con lo auditivo y adems

con una tecnologa que permite que tu atencin


permanentemente concentrada en esos medios.
Te atrapa ms que otro medio de comunicacin.
Y bueno ellos fueron los inventores de los televisores, por eso lograron forjar un mundo que
tiene a la sociedad americana como el modelo
a imitar, a pesar de los horrores de la sociedad
americana.
-Pero con este control de los medios Aun as el
imperialismo est en decadencia?
<RUDWLFRODWHVLVH[SXHVWDHQHVHOLEUR*HRSRltica -que saldr publicada por la Cancillera
del Estado Plurinacional- que el imperialismo se
ha vuelto ms agresivo, el debate sobre la decadencia sobre el imperialismo ya es inocultable,
absolutamente inocultable, saben muy bien los
tericos de la derecha que en los EEUU no se
puede disimular el debilitamiento del impulso
de los EEUU. La discusin no est en que si se
debilit o no se debilit sino en cunto se ha
debilitado. Los estrategas norteamericanos nos
dan una pista, cuando en un documento muy
importante del pentgono -lo cito en el libro- dicen que EEUU en esta nueva situacin y ante las
nuevas amenazas tiene que estar preparado para
librar grandes combates en el exterior durante
los 30 aos. O sea que da la impresin que en ese
curso descendente de la hegemona norteamericana van a defender lo que tienen mediante guerra en los siguientes 30 aos; incluso los anlisis
de autores muy conservadores plantean la debilitamiento de la primaca de los Estados Unidos
en el sistema internacional, no es un prejuicio de
m, de mi obra, sino se encuentra avalado por los
hechos.
El peligro para Amrica Latina, en ese marco
de declinacin del imperio, es que traten de
ajustar la tuercas en el rea en los que ellos tenan un control absoluto, en este momento que
estara muy debilitado, han surgido gobiernos
con proyectos autonmicos, proyectos de autodeterminacin, tambin han surgido instituciones como la UNASUR, como la CELAC. La
UHYROXFLyQFXEDQDKDUHVLVWLGRGHSLHUPHWRdas las tentativas de derribarla y la tenemos de
pie funcionando, los pases bolivarianos Venezuela, Bolivia y Ecuador han logrado realizar
unos avances muy notables, pese a la grandes
presiones en su contra y la campaa de desestabilizacin- sobre todo en el caso de Venezuela.
De manera que ellos -EEUU- estn en este con-

texto tratando de normalizar la situacin en


amrica latina estn impulsando la cada de estos gobiernos, ya lo intentaron con Evo el 2008,
intentaron con Correa el 2010, y les result con
Lugo. Y comenzaron una brutal campaa contra Argentina y Brasil, o sea que el imperio se
ha lanzado al contra ataque.
-En ese aspecto con un imperialismo ms agresivo Es viable la crtica de los analistas que hablan de un desarrollo estractivista?
Es un crtica que no tiene seriedad realmente,
se le dado una importancia que no merece, creo
que es un planteo irresponsable porque la sociedad humana no est separada del medio ambiente. Nosotros vivimos del aprovechamiento
de los bienes comunes que ofrece la naturaleza,
tenemos que tener en cuenta que estamos montados sobre una dinmica poblacional, en el caso
de Bolivia en los siguientes 25 aos ser un pas
de ms de 20 millones de habitantes, y la nica manera como podra enfrentar ese desafo es
duplicar el nmero de escuelas, el nmero de
hospitales, el nmero de casas, la extensin de
ORV FDPLQRV OR TXH VLJQLFDUi KDFHU XQD JUDQ

inversin. Bolivia tiene gas, tiene petrleo, tiene


litio, y sera absolutamente insensato dejar esos
recursos bajo la tierra cuando con ellos se puede
QDQFLDU DPELFLRVRV SURJUDPDV GH GHVDUUROOR
social. Pero que haya que tener cuidado con esa
explotacin no me cabe ninguna duda, por supuesto hay que hacerlo de una manera responsable y ecolgicamente. Pero los analistas que
hablan de extractivismo estn hablando de
crecimiento cero y de otra nocin de desarrollo
-pero todava estoy esperando cul es esa alternativa, no dicen cul es-. Nosotros no queremos
un desarrollo capitalista, queremos un desarrollo impulsado por la expansin de los bienes de
uso y el acceso universal a los bienes y derechos
que consagran la constitucin poltica boliviana.
Yo no termino de entender, salvo desde punto de
vista, de una disputa poltica. Ser posible que se
pueda plantear una alternativa con crecimiento
cero sin plantear otro modelo de desarrollo sin
hacerse cargo de los problemas que enfrentar
ste pas.
Yo detesto del desarrollo capitalista, pero debemos ofrecer una alternativa real, y que creo Bolivia est intentado abrir esa alternativa.

121

Entendiendo la
diplomacia de los pueblos
Gabriel Alejandro Villalba Prez

122

l Estado Plurinacional nos plantea nuevos


paradigmas civilizatorios en contraposicin a las viejas, obsoletas y decadentes
GRFWULQDV TXH VH UHHMDURQ D WUDYpV GH
ODV WHQGHQFLDV SROtWLFDV HFRQyPLFDV QDQFLHUDV
MXUtGLFDV VRFLROyJLFDV \ ORVyFDV DQWHULRUHV D OD
1XHYD &RQVWLWXFLyQ 3ROtWLFD GHO (VWDGR 'HQLWLvamente esta constitucin otorga las bases sobre
las que se fundamentan diversos desarrollos tericos y doctrinarios que antes eran simplemente
copiados o adaptados. Los bolivianos entendiendo
nuestra propia realidad social dejamos de copiar
y empezamos a desarrollar estos nuevos paradigmas tales como la concepcin misma del Estado
3OXULQDFLRQDOTXHURPSHWRGDGHQLFLyQFOiVLFDGH
Estado, la concepcin de economa plural, la visin
de convivencia cosmocntrica en contraposicin a
la clsica visin antropocntrica, priorizamos la
administracin de nuestros recursos estratgicos,
en s, recuperamos la dignidad boliviana y les
planteamos a los pueblos del mundo nuevas ideas
alternativas, de Bolivia para el mundo.
Uno de estos nuevos paradigmas, muy importante porque constituye nuestro relacionamiento
con el resto del mundo, es La Diplomacia de los
Pueblos. Para empezar a desglosar, teorizar e interpretar lo que es y lo que implica la diplomacia
de los pueblos primero se debe recurrir necesariamente a un breve repaso histrico de cmo
nace la diplomacia, como se desarrolla, como se
la teoriz, como se la entiende y como se la ensea hasta nuestras das.

Diplomacia Clsica
La diplomacia es quiz una disciplina tan antigua como la misma poltica, porque esta ultima
desarrolla una compleja serie de estrategias con
*

Trabajo compartido por @Cuadernos GE en su portal web)

HO Q GH FRQTXLVWDU HO SRGHU HMHUFHUOR PDQWHnerse en el mismo y desarrollar una compleja
gama de acciones para lograr que el desarrollo
de las ideas de poder y gobierno se hagan reales y efectivas. A su vez la diplomacia persigue
consolidar objetivos e intereses en el mbito
internacional, las polticas internacionales, en
relacin con otros estados u organismos internacionales. La nocin ms clsica que se tiene
GH GLSORPDFLD HV DTXHOOD TXH OD GHQH FRPR
El arte de la negociacin.
Esta diplomacia clsica surge histricamente
desde el momento en que los pueblos quisieron
negociar. En la antigedad, por ejemplo, ejercan
la diplomacia los emisarios de los reyes o de los
grandes imperios como el egipcio o el imperio
persa que mantenan relaciones con otros pueblos, reyes o imperios. En el siglo XV cuando se
empiezan a constituir los estados nacin, en el
continente europeo surge una diplomacia quiz ms organizada pero incipiente y aun arcaiFD HQ OR TXH UHULy D VX LQVWLWXFLRQDOLGDG /RV
SULPHURVDOERUHVGHODGLSORPDFLDRFLDOVXUJHQ
en 1815 en Viena con el primer congreso sobre
diplomacia, Austria es el primer estado nacin
en el cual el diplomtico pasa a convertirse en
funcionario pblico. De este desarrollo histrico surge la diplomacia clsica como instrumento
para la consolidacin de los objetivos de la poltica internacional de cada estado.

Diplomacia contempornea
En la prctica diplomtica contempornea se
pueden distinguir cuatro formas de diplomacia
RFLDOWRGDVHVWDVIRUPDVSUDFWLFDGDVH[FOXVLYDmente por los sujetos de derecho internacional
pblico que son el presidente, el ministro de re-

laciones exteriores (Canciller) y eventualmente


un ministro plenipotenciario especialista en el
tema que el Estado desea negociar de forma bilateral o multilateral.
Estas formas de diplomacia son: La diplomacia
bilateral que se desarrolla ante estados y ante
organismos internacionales. La diplomacia ad
hoc cuya delegacin o misin es creada excluVLYDPHQWHSDUDSHUVHJXLUXQREMHWLYRHVSHFLFR
La diplomacia directa ejercida por los jefes de
estado entre s y la diplomacia multilateral practicada por tres o ms estados con nuevos campos
de accin en la prctica diplomtica. Es importante poner en conocimiento del lector y con el
QGHSURIXQGL]DUODLQYHVWLJDFLyQ/D&RQYHQcin de Viena sobre Relaciones Diplomticas1
LQVWUXPHQWRQRUPDWLYRLQWHUQDFLRQDOTXHMDWRdas las directrices que deben cumplir los estados
para ejercer sus relaciones diplomticas. Instrumento que adems se ampara en los propsitos
y principios de la Carta de las Naciones Unidas
relativos a la igualdad soberana de los estados,
al mantenimiento de la paz mundial, seguridad
internacional y desarrollo de las relaciones de
amistad entre las naciones.

El proceso de democratizacin de la diplomacia hacia la diplomacia de los pueblos


Ahora bien, despus de desglosar lo que es la
diplomacia clsica y su prctica contempornea,
VHLGHQWLFDQDVSHFWRVVXPDPHQWHDUFDLFRVTXH
GHEHQVHUUHIXWDGRVUHSHQVDGRV\UHGHQLGRV
buscando la democratizacin de la diplomacia
FRQHOQGHFRQVWLWXLUIXQGDPHQWRVPRGHUQRV
1

CONVENCION DE VIENA SOBRE RELACIONES DIPLO07,&$6'($%5,/'(5DWLFDGRSRU%ROLYLD


Adhesin el 28 de Diciembre de 1977. Entr en vigor el 24
de Abril de 1964.

Gabriel Alejandro Villalba Prez


Naci en la ciudad de Oruro Bolivia.
Actualmente cursa el ltimo ao de
la Carrera de Derecho en la Facultad
de Derecho, Ciencia Poltica y Gestin
Pblica de la Universidad Mayor de
San Andrs (UMSA); es miembro de la
6RFLHGDG&LHQWtFDGHODIDFXOWDG\GHO
Bloque Juvenil Antiimperialista (B.J.A.).

123

en principios y valores para una nueva diplomacia cercana a la Diplomacia de los Pueblos.
El primer aspecto clsico de la diplomacia que se
sigue enseando, se sigue reproducido por todos
los autores que teorizan y hacen doctrina, en mi
opinin doctrina clsica arcaica y sin valor real en
el contexto social internacional, de la ciencia de la
diplomacia es que: LA DIPLOMACIA DEBE SER
OFICIAL, es decir, practicada nica y exclusivamente por los sujetos de derecho internacional pEOLFRTXHVRQORV~QLFRVFRQVLGHUDGRVRFLDOHV
La Diplomacia de los Pueblos destroza completamente esta mxima ya que se constituye en la forma de ejercer presin para conseguir las justas reivindicaciones internacionales de un pueblo, ejerce
oposicin cuestionando y rechazando las polticas
que afectan a los pueblos del mundo como el imperialismo, colonialismo, neo colonialismo, terroULVPRQDQFLHUR\YLRODFLyQGHGHUHFKRVKXPDQRV

124

Ejercen la Diplomacia de los Pueblos los movimientos sociales mundiales, que comparten el mismo
sentimiento de rechazo a las malas prcticas polticas internacionales de su propio o de otro gobierno
y que comparten a su vez el mismo sentimiento de
reivindicaciones sociales internacionales histricas
de los pueblos del mundo. Todo eso de forma no
RFLDO\DTXHORVPRYLPLHQWRVVRFLDOHVQRJR]DQGH
personera jurdica internacional, es decir, no son
considerados sujetos de derecho internacional pblico, no gozan de inviolabilidad y privilegios diplomticos, ni de todas las comodidades propias de un
agente diplomtico. Sin embargo gestionan, organizan y combaten a travs de las protestas que conglomeran a todos los sectores sociales populares y de
forma especial a la juventud para exigir y gritarle al
mundo el respeto a la vida, el respeto a los Derechos
Humanos, reclamar las justas reivindicaciones histricas de los pueblos, rechazar las polticas econmicas de imposicin por parte de organismos internacionales como el fondo monetario internacional,
rechazar las intervenciones militares aprobadas en
el consejo de seguridad de ONU, expresar su repudio a polticas expansionistas y genocidas haciendo
poltica internacional de cambio y rebelin contra la
represin de toda poltica neoliberal. Todo esto sin
VHUDJHQWHVGLSORPiWLFRVRFLDOHV
Nuestra legislacin2 teoriza a la Diplomacia de
los Pueblos de la siguiente manera:
2

Ley de Celebracin de Tratados del 18 de Septiembre de


2013 No. 401 TITULO II, CAPITULO II, ARTICULO 22.
(DIPLOMACIA DE LOS PUEBLOS).

I. La Diplomacia de los Pueblos procura entender, dialogar y trabajar para todos, y no para algunos
sectores privilegiados, priorizar los intereses de la nacin
sobre los intereses de cualquier sector, promover y facilitar no slo el relacionamiento entre cancilleras sino
tambin entre pueblos y valorizar el respeto a los Derechos Humanos y principios de la vida por sobre criterios
exclusivos de mercado y capital.
II. El respeto a la Madre Tierra, el principio
de la vida y los Derechos Humanos constituyen los
fundamentos para las relaciones entre los pueblos del
mundo con soberana y dignidad.

Diplomacia de los pueblos en prctica


Un ejemplo concreto en la praxis de lo que es la
Diplomacia de los pueblos se dio cuando nuestro
presidente Evo Morales asisti a la posesin de la
presidenta de Chile Michel Bachelet. Qu fue lo
que paso? Nuestro presidente asisti como dicta
WRGR SURWRFROR LQWHUQDFLRQDO D OD SRVHVLyQ RFLDO
de la presidenta, expresndole sus felicitaciones,
cumpliendo con todos los formalismos y rigurosidades diplomticas hasta ese momento nada fuera
de lo normal o del estndar de comportamiento
diplomtico que se espera de un primer mandatario. Posteriormente nuestro presidente participo
de una multitudinaria reunin con los movimientos sociales chilenos de izquierda que no quisieron
quedar al margen de la visita de un icono mundial
de la revolucin socialista global como es Evo Morales. Fue en ese momento donde nuestro presidente realmente ejerci la Diplomacia de los Pueblos al
tocar el tema martimo, los movimientos sociales
chilenos expresaron los ms fervientes deseos del
pueblo chileno de otorgarle a Bolivia una salida soberana al mar. En el encuentro el mximo respaldo
a la poltica martima internacional boliviana por
las organizaciones sociales chilenas se dio con la
frase de un joven dirigente chileno que dijo: Chile
(el pueblo chileno) har todo lo posible, y hasta lo
imposible por devolverle a Bolivia una salida soberana al mar3. E ah la Diplomacia de los pueblos,
al conseguir en Chile y por los movimientos sociales chilenos pleno respaldo a la poltica martima
internacional Boliviana pues estos actores polticos y sociales chilenos que representan al pueblo
QRVRQSXHVDJHQWHVGLSORPiWLFRVRFLDOHVSHURVL
3

La frase ms emblemtica de los sectores sociales chilenos


en el encuentro que sostuvieron con el Presidente Evo
Morales en Santiago de Chile, encuentro desarrollado el
PLVPRGtDSHURGHIRUPDSRVWHULRUDODSRVHVLyQRFLDOGH
la presidenta de Chile Michel Bachelet.

eligen a sus representantes y ejercen presin poltiFRVRFLDOKDFLDVXSURSLRJRELHUQRDOLGHQWLFDUVH


con esta justa reivindicacin de Mar para Bolivia,
reivindicacin histrica no solamente boliviana
sino latinoamericana y mundial.
Otro ejemplo claro de praxis de Diplomacia de los
Pueblos se dio con el movimiento social mundial
#todosSomosPalestina4. El mundo queda horrorizado con la masacre hacia el pueblo palestino en
la Franja de Gaza, masacre imposible de ocultar.
Qu es lo que se hace, qu medidas se toman? En
todo el mundo se producen protestas contra el genocidio gestado por el sionismo israel y en apoyo
al pueblo palestino. Otra vez por la sociedad civil
organizada a travs de los distintos movimientos
sociales que tampoco son agentes diplomticos
RFLDOHV SHUR TXH DO SHUVLVWLU FRQ ODV SURWHVWDV
obligaron a los gobiernos de sus propios pases
D WRPDU PHGLGDV GLSORPiWLFDV RFLDOHV FRQWUD HO
genocidio en la Franja de Gaza. Excluyendo las
SROtWLFDVGLSORPiWLFDVRFLDOHVXUXJXD\DV\YHQHzolanas abordare solamente lo que paso en Bolivia, se determin solicitar Visa a todos los israeles
que pretendan viajes hacia nuestro pas, medida
GLSORPiWLFD RFLDO TXH UHVSRQGLy D ODV SURWHVWDV
nacionales, es decir el pueblo boliviano organizado en los distintos movimientos sociales demostr
y expreso su indignacin contra las polticas internacionales genocidas y expansionistas del estado
sionista israel. Estas protestas nacionales si fueron tomadas en cuenta y si produjeron decisiones
GLSORPiWLFDVRFLDOHVHVDHVOD'LSORPDFLDGHORV
pueblos. Que el clamor del pueblo respecto a una
poltica internacional no se quede simplemente
en un bonito enunciado de apoyo o rechazo, sino
que produzca realmente posiciones diplomticas
QDFLRQDOHV RFLDOHV 4XH HO SXHEOR PDWHULDOL]DGR
en los movimientos sociales participe en la poltica
internacional del estado. Que el pueblo se transforPHHQXQDJHQWHGLSORPiWLFRRFLDOODVGHFLVLRQHV
del pueblo sean decisiones de la poltica internacional del estado, esa es la Diplomacia que se ejerce
por el pueblo, esa es la Diplomacia de los Pueblos.

Conclusin
Se entiende este nuevo paradigma denominado
Diplomacia de los Pueblos como la democratizacin de las polticas internacionales mundiales
para todos los pueblos del mundo, para todos
los actores sociales.
4

Denominacin del link en las redes sociales expresando el


apoyo global hacia el pueblo palestino.

La diplomacia de los Pueblos se distingue de la


'LSORPDFLD RFLDO WUDGLFLRQDO SRU DVSHFWRV HVSHFtFRV WDOHV FRPR ORV VXMHWRV TXH OD GHVDUUROODQ\DTXHODGLSORPDFLDRFLDOVRORSXHGHVHU
HMHUFLGDSRUORVVXMHWRVGLSORPiWLFRVRFLDOHV2
sea presidente, ministro de relaciones exteriores
y ministros plenipotenciarios siendo la misma
restrictiva y negando participacin en la poltica
internacional del estado a las mayoras nacionales de gran relevancia social que se expresan a
travs de las organizaciones sociales. Producindose as la interrelacin internacional entre movimientos sociales de uno y otro pas, o varios
pases a travs de las manifestaciones sociales
masivas a un gobierno, varios gobiernos propios
o ajenos, e incluso a organizaciones internacionales para ejercer presin y rechazar las polticas
internacionales degeneradas por el neoliberalismo e imperialismo mundiales.
La diplomacia de los pueblos se constituye entonces como el instrumento fundamental que
tienen los estados a travs de sus organizaciones
VRFLDOHV DJHQWHV QR RFLDOHV GH OD GLSORPDFLD 
para ejercer presin hacia otros estados u organismos internacionales con el objetivo de proyectar, persuadir y consolidar las justas reivindicaciones histricas y sociales de los pueblos del
mundo obligando as a la consolidacin de los
DFWRV GLSORPiWLFRV RFLDOHV (QWRQFHV OD 'LSORmacia de los Pueblos se instituye como garante e
instrumento de control social de la propia diploPDFLDRFLDODOH[SUHVDUODYROXQWDGGHOSXHEORD
travs de las organizaciones sociales nacionales e
internacionales que se involucran en las polticas
sociales internacionales de sus estados o las denuncian de ser estas polticas imperialistas, neocolonialistas, si atentan contra la naturaleza, el
medio ambiente, si violan los derechos humanos
en cualquier parte del mundo. El clamor de los
pueblos del mundo es el espritu del ejercicio de
la Diplomacia de los Pueblos como instrumento
importantsimo en la poltica internacional.

Fuentes bibliogrcas
Convencin de Viena sobre Relaciones DiploPiWLFDVGHDEULOGH5DWLFDGRSRU
Bolivia: Adhesin el 28 de Diciembre de
1977. Entr en vigor el 24 de Abril de 1964.
Ley de Celebracin de Tratados No. 401; Entra
en vigor el 18 de septiembre de 2013.

125

VI SECCIN
CULTURAS Y LETRAS

126

127

Autor: Ricardo Rocha.

El escribir como una


forma de trascender
lvaro Garca Linera

128

Qu es lo que lleva a las personas a escribir? Qu es lo que llev al ser humano,


hace ms de diez mil aos, a gravar su experiencia en piedras, en cuero, en la propia tierra y en las cuevas, mediante smbolos,
dibujos, palabras y, despus, libros? Por qu
escriben las personas?

litlogo, socilogo), que analiza lo que sucede en


el mundo estableciendo los parmetros del comportamiento social, necesita someter al debate coOHFWLYRVXVLQYHVWLJDFLRQHV\UHH[LRQHVWHyULFDV
pues solamente de esa manera podr validar la
fuerza de su anlisis y de sus hiptesis, y la importancia de su investigacin para otras personas.

No cabe duda que el comunicarse es una necesidad. El comunicar e informar es una necesidad humana y por eso el lenguaje es un hecho colectivo,
social, y no personal. Una persona aislada, sola, no
genera lenguaje; somos las personas que vivimos
en colectividad, en sociedad (en un barrio, una comunidad, una ciudad) las que necesitamos de l.

En ese sentido, tanto para un matemtico o fsico, como para un antroplogo, politlogo o historiador, el escribir se presenta como una necesidad imprescindible y obligada para dar cuerpo a
lo que ha estudiado y para poder validar y comprobar los resultados de sus estudios.

El lenguaje es un hecho colectivo, de comunidad.


Y ya que los seres humanos somos seres colectivos, el lenguaje, la informacin y la transmisin (a
travs de la comunicacin) de lo que pensamos,
queremos y sentimos es tambin una necesidad
humana. Desde nuestros antepasados hasta las
generaciones venideras, pasando por las actuales
que usan masivamente las modernas tecnologas
de informacin y redes sociales como el facebook
y twitter, necesitamos comunicarnos y transmitir.
Por ejemplo, un investigador en matemticas,
fsica, qumica o biologa necesita informar y
comunicar sus avances, por lo que escribe a la
espera de las respuestas de otros investigadores
KR\HQFLQFRYHLQWHRFLQFXHQWDDxRV DQGH
someter a prueba sus hiptesis y la fortaleza de
sus anlisis lgicos del mundo matemtico, fsico, qumico, biolgico, etc.
(QWRQFHVXQFLHQWtFRREOLJDWRULDPHQWHQHFHVLWD
transmitir sus conocimientos y escribirlos para
poner a prueba, en el debate, la validez o invalidez de sus hiptesis. De la misma manera, un
investigador social (antroplogo, economista, po-

Sin embargo, tomando en cuenta que la palabra


forma sentido y que los discursos y las expresiones van trabajando los esquemas mentales,
lgicos y morales de las personas, esa necesidad
de escribir se presenta, con ms razn, como una
obligatoriedad para los polticos, porque en el
fondo un poltico lucha por el sentido comn,
por el predominio en la conduccin de los esquemas morales y lgicos que tiene una sociedad,
una ciudad, un pas, el continente, el mundo.
En el caso del poeta o literato, este no escribe para
someter a debate la lgica de su investigacin o
poner a prueba la fortaleza de su construccin lgica argumental, porque no necesita validar sus
hiptesis. Lo que el poeta o literato hace es transmitir su experiencia sensible: el lenguaje del alma.
Cuntas imgenes tendramos que transmitir a
una persona para expresar lo que un poeta describe y resume en pocas frases? Cuntos videos
tendran que ver, por ejemplo, los jvenes acostumbrados a la imagen visual para captar la
fuerza de la angustia y experiencia que el poeta
condensa en unas cuantas lneas? All radica la
fuerza de la poesa: en la capacidad de sintetizar,

lvaro Garca Linera


Vicepresidente del Estado
Plurinacional de Bolivia

de una manera armoniosa y poderosa, la experiencia. Una experiencia frente a la cual la imagen
queda miserable, frente a la cual incluso el relato
VRFLROyJLFRVHPXHVWUDLQVXFLHQWHSRUTXHVHWUDta de una experiencia del espritu y del alma.
La poesa y la literatura tienen esa virtud, la de
transmitir a los lectores lo que los escritores experimentan en los lugares ms alejados del mundo; experiencias que son capaces de plasmar, de
manera poderosa, condensada y comprimida,
en algunos versos, prrafos o captulos de alguna novela u otro texto literario.
No existe relato lgico ni video mucho meQRVHOUHVXPHQWHOHJUiFRGHXQPHQVDMHGHIDcebook o twitter que pueda imitar el podero
de esa imagen escrita que no llega solamente al
cerebro, sino que lo perfora para alcanzar el corazn y atravesar el alma.
Entonces, cuando uno rehye o deja de lado el
conocimiento de esa experiencia, est dejando
de lado un pedazo del mundo sensible del escritor, que nunca va a poder experimentar. En
cambio, si nos acercamos a ese conocimiento y
lo leemos, de cierta manera nos apoderamos del
alma del poeta o literato. Y cuantos ms poemas,
relatos literarios o novelas leamos, ms nos habremos acercado, apropiado y apoderado de las
almas y experiencias de esas personas a las que
nunca conoceremos y de esos lugares a los que
nunca llegaremos. Y, sin duda, esa experiencia
HQULTXHFHLQQLWDPHQWHQXHVWUDDOPD\HVStULWX
En cada poema y libro estn depositadas las experiencias sensibles del escritor. En ese sentido,
el escribir es justamente una forma de decirle al
mundo: esto es lo que soy, esto es lo que vivo, esto
es lo que he comprendido. Por ello el anhelo de
XQHVFULWRULQYHVWLJDGRURFLHQWtFRHVTXHHOGtD

de maana, de aqu a un mes o en los prximos


aos, otra persona o investigador pueda acercarse a su libro, desempolvarlo, leerlo y sumergirse
en sus lneas y pginas para, de esa forma, volver
a hacer renacer, a travs de la lectura y en los ojos
de quien lee, la experiencia sensible de aquel que
lo escribi un ao, cien o doscientos aos atrs.
Y saben qu es lo hermoso? Que cuando eso sucede, cuando alguien te lee y te capta, sin importar la
edad que hayas tenido como escritor ni el tiempo o
siglo en el que hayas escrito, renaces otra vez en el
cuerpo y en el alma del lector. Por eso, de alguna manera el escribir es buscar tambin la trascendencia,
buscar la eternidad. Pero no la eternidad del cuerpo,
que se deshace y es corruptible por el tiempo, sino la
eternidad de la idea, la experiencia, la sensacin, el
aprendizaje y la lgica, que no se corrompen con el
tiempo y que son capaces de vencerlo.
Todo lo dems se derrumba, incluso el universo,
pero la idea no. La idea es lo nico humano que
vence la segunda ley de la termodinmica de los
fsicos, que dice que todo tiende a desorganizarse1. Por ello el escribir es tambin una forma no
solo de transmitir lo que vivimos o de comunicar resumida y comprimidamente lo que somos,
sino una forma de trascender lo que somos, de
superar las propias leyes del universo.
Cuando alguien nos lee hoy, el da de maana, de aqu a un mes, a diez aos o a quinientos
aos superamos la corruptibilidad del tiempo,
porque la idea se perpeta. Y si la idea se perpeta en el cerebro de una persona, de un grupo de
personas, de una nueva generacin, es que continuamos viviendo.
1

La segunda ley de la termodinmica hace referencia, en general, a que todos los procesos son irreversibles y degenerativos, y se la podra asociar con el principio de la entropa
(desorden en un sistema).

129

El arte plstico en oruro


y la visibilizacin de
imgenes del indio
La construccin de la interculturalidad
en el marco de la comunicacin para el
desarrollo*
Ricardo Rocha Guzmn

Antecedentes

130 E

l momento actual que vive Bolivia es


un caudal histrico y social para la reH[LyQ \ DFFLyQ WDQWR SDUD HO PXQGR
hoy denominado; indgena/originario/campesino, como para la clase dominante.
6LJQLFD SDUD ORV SULPHURV OD SRVLELOLGDG KLVtrica de ingresar de una vez y para siempre
HQ OD KLVWRULD RFLDO GH HVWH SDtV R SRU HO FRQtrario reconstruir y poner en marcha su propio proyecto histrico anhelado en el tiempo,
la autodeterminacin social y para el segundo;
la posibilidad real de perder su hegemona o
por el contrario regenerarla cambiando por un
nuevo tipo de dominacin para mantener el
proyecto civilizatorio occidental y los intereses
corporativos acumulados en su historia.
En ese contexto el arte en general, se constitu\H HQ XQ PHGLR LGyQHR SDUD UHHMDU HOHPHQWRV
FXOWXUDOHV FRQ ORV TXH ODV PDVDV VH LGHQWLFDQ
6LJQLFD TXH FXPSOH ODV IXQFLRQHV GH FRPXQLcar, educar y formar valores, donde el hombre
puede adquirir visiones, concepciones y conoci*

mientos relacionados con su arraigo cultural y


su identidad; estos, permiten la conservacin de
elementos socioculturales necesarios para compartir un mismo espacio cultural y de pertenencia. Visto que toda produccin artstica es, por su
contenido: popular, atractiva, esttica y seductora de grandes multitudes; entonces, deviene imSRUWDQWHPHGLRSDUDHOFRQRFLPLHQWR\UHHMRGH
la identidad cultural de toda regin.
Para el caso boliviano, la tradicin indigenista
en el arte plstico, comenz en dilogo con el
PXUDOLVPR PH[LFDQR \ FRQLFWLYDPHQWH FRQ HO
abstraccionismo norteamericano de los aos 50;
con ello se produjo la corriente esttica denominada realismo expresionista.
En cuanto a obra social un claro ejemplo fue; Miguel Alandia Pantoja, cuya pintura referente de
un movimiento social que trascendi ms all de
las fronteras hasta convertirse en instrumento de
H[SUHVLyQ GH ORV FUHDGRUHV TXH VH LGHQWLFDURQ
con la realidad de su pueblo. El muralismo fue
un movimiento que en su produccin pretendi
integrar lo nacional con lo cultural y lo univer-

La versin original del presente artculo fue una Tesis de Maestra presentada y aprobada en la Universidad Mayor
5HDO\3RQWLFLDGH6DQ)UDQFLVFR;DYLHUGH&KXTXLVDFDHQHOPHVGHDJRVWRGHHQODFLXGDGGH6XFUHHPDLO
qualityworld_qw@yahoo.com.

Ricardo Rocha Guzmn

sal, cuyo propio acto potenci su capacidad de


resignacin crtica permanente. Naci en Mxico, se expandi y dialog creativamente con
otras corrientes estticas en Amrica. (Fernando Caldern, 1991)
7UDWiQGRVHGHXQHVWXGLRGRQGHVHGHQHSUR[LPLdades imaginarias lleno de simbolismos como son
las obras pictricas, hace necesario observar lo que
sucedi en el movimiento indigenista latinoameriFDQRFX\DPLUDGDLQWHUQDUHH[LRQDODUXSWXUDFRQ
Europa, para reconocer y valorar las culturas originarias e incorporar a sus actores en la sociedad.
Sobre el tema; la investigadora de arte boliviaQR3LODU&RQWUHUDV  UHH[LRQDTXHDVtOD
nacin boliviana podra construirse en el reconocimiento de sus propios lmites, tanto histrico
como efectivos, aade; para empezar a imaginar la nacin, hace imprescindible revelar los
lmites culturales internos ms profundos y resistentes. De all parte la necesidad de consolidar
smbolos de cohesin social que apelen a todos
los sectores sociales y den sentido de pertenencia. En Bolivia, la cultura indgena surge como
elemento cohesionador y, adems, elemento primigenio de la nacionalidad boliviana. (Contreras, Pilar. 2002)

Es Magister en Comunicacin
Intercultural como aporte al
Desarrollo - Universidad Mayor Real
\3RQWLFLDGH6DQ)UDQFLVFR;DYLHUGH
Chuquisaca, Licenciado en Ciencias de
la Comunicacin - UTO. Especializado
en Produccin para Radio y Televisin
Universidad de Madison WisconsinS.
Conferencista en: Pittsburg University,
Cornell University, Vassar College,
Ithaca College, Universidad Autonoma
de Mxico UNAM ExtensinCanad, Laval University Quebec,
Museo Antropolgico de Basel
Suiza, University of Central Florida,
Gainesville University Florida.

131

Dicho de otra manera, la presencia del indio deQLyODHVWUDWLFDFLyQVRFLDO\HVHQODQHJDFLyQ


de lo indgena que las lites dominantes instauUDURQFRPRWDOHV6LJQLFDTXHHOHOHPHQWRLQGLR
invisibilizado en procesos histricos y relatos
formales de la historia de Bolivia; el arte, lo conYLUWLyHQHOHPHQWRGHUHH[LyQVRFLDOFRPRXQD
temtica importante de inclusin social.

Situacin problmica
Entre las preocupaciones actuales, abordar el arte
desde la perspectiva de la comunicacin es una
JUDQSUHRFXSDFLyQHVWRVLJQLFDDQDOL]DUORTXH
Schramm1UHHUHTXHODFRPXQLFDFLyQGHPDVDV
FRQHUHstatus a sus protagonistas, quienes como
actores se hacen muy conocidos en una especie
1

Wilbur Schramm naci en Ohio (USA) en 1907. Es uno de los autores principales de los MASS COMMUNICATION RESEARCH, cuyo
estudio recogido en su obra PROCRESS AND EFFECTES OF MASS
COMMUNICATION FUNCIONAMIENTO DEL MODELO DE
6&+5$00  WRPDHOPRGHORGH6KDQQRQ\:HDYHUKHLGHQWLFD
TXHORVSURFHVRVGHFRGLFDFLyQ\GHGHFRGLFDFLyQVHUHPLWHQDXQFDPSR
de experiencias que no son del todo coincidentes. Y Propone cinco efectos
en la comunicacin: el efecto primario, el efecto de los diferentes canales,
ODFRPSUHVLyQGHOVLJQLFDGRODFRGLFDFLyQGHODVDFWLWXGHV\RSLQLRQHV
adems de los efectos en funcin a los grupos.
En: PYE, Lucian W. (comp.) Evolucin poltica y comunicacin de masas,
Troquel, Buenos Aires, 1969

"Tupack Katari" Autor: Mario Vargas.

de pseudo intimidad y cuyas voces causan impacto frecuentemente en hombres ilustrados.


En un pas como el nuestro donde la hegemona
de los actores en la comunicacin noticiosa son
autoridades, hombres pblicos, o que la noticia
HVH[FOXVLYDPHQWHRFLDOFRQVLGHUDUHOUROGHORV
medios de comunicacin en torno a la interculturalidad o indgena, se constituye en un factor
importantsimo a la hora de observar el contexto
social en el que se desenvuelven.
A partir de estudios realizados por Josef Estermann (1998) en los pueblos indgenas del Per,
quien hace una revisin sobre el principio de la
relacionalidad que norma la vida de los pueblos
andinos. Cabe mencionar que: todo est relacionado con todo, dentro ese pensamiento elaboran un esquema de comprensin de la realidad en el que no deja a nada ni a nadie fuera, es
decir; los mundos de arriba se corresponden con
los mundos de abajo a travs de los mundos de
aqu. (Sevilla, 2008)
Por consiguiente; en la actualidad, en los medios
de comunicacin tradicionales el periodismo
imparcial, est lejos de ser complementaria. La
colonizacin trajo consigo su propia forma de
interpretar este nuevo mundo, sin respetar la
cultura, avasallando y detentando el poder con
el abuso, cuyo principal instrumento dominador
fue el periodismo.
A propsito; Joseph Estermann, introduce nuevos paradigmas para cuestionar la colonizacin
FX\D SUHVHQFLD VH UHHUH DO $QGURFHQWULVPR
y Occidentocentrismo dentro el periodismo.
Con esto el periodismo se sustenta en el esquePD GH TXH VROR DXWRULGDGHV R ODV JXUDV QRWDbles son noticia, sin considerar al vecino u hombre comn. (Sevilla, 2008)
En coincidencia con Estermann2; hace necesario la existencia de un periodismo intercultural, que fomente dilogos y encuentros; busque
2

El P. Josef EstermannPLVLRQHUROyVRIR\WHyORJRVXL]RKDHVFULWRHO
libro FILOSOFA ANDINA. Estudio interculturalidad de la sabidura
autctona andina, como una forma de dar voz y expresin a los que fueron acallados por el ruido triunfador de las concepciones importadas e
impuestas por la fuerza, como un deber de devolucin de lo propio,
maltratado, negado y supuestamente extinguido, como una protesta
contra la situacin escandalosa del pueblo andino que sufre las consecuencias de la globalizacin. Opta para ello por un enfoque intercultural al
TXHHQWLHQGHFRPRXQDDFWLWXGFRPSURPHWLGD\FRPRXQDUHH[LyQVREUH
las condiciones y los lmites de un dilogo (o pollogo) entre culturas.
En: Solar, n. 4, ao 4, Lima 2008

cambios de perspectiva precisamente en tiempos de cambio, eliminando las actitudes estereotipadas que se muestran en la televisin por
ejemplo, para ellos el concepto de interculturalidad esta en mostrar en la pantalla chica, una
simptica cholita como presentadora que intenta a todas luces parecerse a la presentadora de
vestido, de pelo teido, bien pintadita, y lo que
es peor utilizando las mismas muletillas y
contenidos occidentocentrista. Por tanto; representar una tarea pendiente en la comunicacin para la construccin de un periodismo
intercultural en Bolivia.
En ese contexto; revisando histricamente los
contenidos de los medios; sean escritos, televisivos o radiales, el elemento indio fue tratado de
PDQHUD VXSHUFLDO \D VHD HQ VX LGLRPD X RWUDV
formas de expresin.

El arte como agente de cambio social


Sin duda, la seleccin explcita de estos cuatro
DUWLVWDV QRV SHUPLWLy UHH[LRQDU VREUH HO DUWH
como un medio para conocer la realidad, una
KHUUDPLHQWDGHUHH[LyQHLQWHUFDPELRTXHFRQtrasta la imagen que se nos muestra desde los
PHGLRVGHFRPXQLFDFLyQ6LJQLFDTXHSURSRUciona elementos de anlisis y conocimiento que
amplan una informacin basada en la estereotipacin de los sujetos. Considerando que arte es
una actividad humana que acontece dentro un
marco social e histrico; por tanto est determinada por el contexto en el que se produce. (Garrido Del Saz, Eva. Moreno, Ezquerra, Monteros,
Silvina Garca, Silvia, 2009: 78)
El arte no es solo un transmisor obediente de
informacin, muy al contrario, evidencia las relaciones de poder que se imponen desde los arquetipos sociales vigentes. A travs del arte se
pude ampliar la percepcin de un hecho deterPLQDGR\HVTXHHODUWHFXHVWLRQDODVLPSOLFDcin de la realidad y el sistema de valores al que
VRPHWHPRVORVFRQLFWRVVRFLDOHV *DUULGR'HO
Saz, Eva. Moreno, Ezquerra, Monteros, Silvina
Garca, Silvia, 2009) En otras palabras posibilita,
al no existir un enfoque exclusivo, mltiples formas de comprensin, lo que nos hace desarrollar
una aptitud para la lectura crtica de los hechos
evitando un punto de mira nico y reductor.
Entonces; cada grupo cultural tiene sus manifestaciones artsticas que le son propias, encontran-

do diferentes estilos artsticos en cada poca. En


este sentido, el arte plstico precedido de diversos eventos histricos cumple un papel fundamental en su manera de entender el mundo.

La obra de arte y los artistas


Si partimos del hecho de que lo simblico es un
referente hacia el imaginario colectivo, hace necesario escribir un esbozo identitario en la pintura, a partir de los diferentes acontecimientos
histricos acaecidos en el contexto boliviano.

Cecilio Guzmn de Rojas y temtica


indgena
Revisando la historia de Bolivia encontramos
que el Siglo XX, fue un importante escenario
para que intelectuales, pensadores, aporten al
debate de la temtica social en distintos mbitos,
uno de ellos fue la cultura. En tal debate sobre
estas ideas, surge la discusin no planteada directamente pero s implcita entre Franz Tamayo y Alcides Arguedas.
En las obras Pueblo Enfermo de Arguedas en
1909 y Creacin de la Pedagoga Nacional de
)UDQ] 7DPD\R HQ  VH GHQHQ DOJXQRV GH
los aspectos ms importantes de la controversia
sobre la construccin de una cultura nacional, de
una visin de identidad, de un conjunto de elementos que seran parte de un debate bsico sobre cmo construir la sociedad boliviana. (En:
Los Tiempos, Cochabamba, 13/05/2012)
A partir de ese intercambio de ideas que marcaron el pensamiento boliviano, y considerando
que el arte es l ms universal de los lenguajes.
La capacidad creadora y la sensibilidad artstica
del hombre fue inimaginable, muchos artistas
bolivianos y orureos en particular contribuyeron al desarrollo del arte, desde principio de siglo XX hasta nuestros das a la par de su propia
historia. (Rocha, R. 2006)
En ese contexto, en el arte plstico es notable la
presencia de Cecilio Guzmn de Rojas, quien
busca un lenguaje propio y, sobre todo nacional. Por tanto; en su obra experimenta distintas temticas comenz comparando el ambiente
de su Potos natal con las ciudades espaolas y
luego pint retratos de damas de la aristocracia
vestidas con atuendos indios.

133

Para el crtico de arte boliviano Carlos Salazar


0RVWDMR HO DUWH D QHV GHO VLJOR ;,; \ SULQFLpios del siglo XX, hall una solucin de larga
vigencia en lo que quedaba del siglo: el arte nacional consistir en pintar el paisaje boliviano
y, por consiguiente, al personaje que lo habita
HOLQGLR FX\DJXUDHVWUDWDGDGHPDQHUDLQdianista, decorativa, idealizada, ennoblecida,
con alusiones tnicas, pero no sociales, postura
opuesta a la manera indigenista de planteamiento social, en busca de reivindicaciones.
(Querejazu, P. 1989)
En esa lnea indianista, los artistas pintaron
al indio representado de forma esttica fornido, garboso, creando ritmos voluptuosos en
la construccin de la imagen, nada real, pero
trascendente hasta nuestros tiempos. Para el
investigador Javier Sanjins (2005); todos los
artistas y pensadores de la primera dcada del
siglo XX, ms all de sus posturas particulares,
comparten la misma matriz epistemolgica de
un solo ojo, que no obstante exaltar e idealizar
las virtudes de la indianidad ocultan al indio de
carne y hueso.

134

/DPLUDGDGHXQVRORRMRGH6DQMLQpVUHHUHD
los indios que plasma en el lienzo Guzmn de
Rojas parten no de la vivencia real del sujeto que
es representado en la obra (el indio), sino que
SDUWHQGHVGHODPLUDGDLGHDOL]DGDVLQVXUDVQL
contradicciones, que tiene el pintor del indio.
(Sanjins, J. 2005)

Arturo Borda y nuevos ideales estticos


Borda (1883-1953) es un pintor que inici su produccin durante, la primera dcada del siglo XX,
entre 1900 a 1950. Su sensibilidad social lo llevo a
ejecutar obras que tratan el tema indgena, como
el Yatiri (1919) que representa a tres mujeres de
diferente edad, a las que el Yatiri lee la suerte en
hojas de coca.
Con el artista coinciden muchos autores, a este
se le considera como un pintor con una constante inquietud de expresar ideales estticos
nuevos, pese a ser marginado por sus colegas
de la poca. Borda con su pintura logra una
JUDQ LQXHQFLD HQ HOORV SDUD DOJXQRV SLQWRres como Alberto Medina: es un raro caso en
la pintura boliviana, pues siendo autodidacta
busca la perfeccin tcnica en sus obras y con
un denotado esfuerzo lo consigue, como lo

atestiguan las obras de su tiempo. (Entrevista: Alberto Medina; 2011)


Solo Arturo Borda, pintor paceo, escapa a
esta visin de la realidad. Borda ms ligado a los movimientos anarquistas de entonces
fue capaz de proponer una mirada diversa y
policntrica, que critica a los valores eternos
e inmutables que Guzmn de Rojas trataba de
imprimir a sus cuadros.
A criterio de Sanjins, (Borda) es el arquetipo
del pintor maldito que rehye mostrar la realidad como una entidad esttica, estable y solemne y que propone, en cambio, la multiplicidad
de la realidad, su presencia polifactica, dinmica y contradictoria. (Sanjins, J. 2005: 114)
Posteriormente, y como fruto de los cambios
sociales y polticos generados por la derrota boliviana en la guerra de Chaco, aparecen
importantes intelectuales como Augusto Cspedes y Carlos Montenegro, quienes critican
la concepcin de mestizaje que haba iniciado
Franz Tamayo. Cspedes lo hace a partir de la
concepcin del mestizaje de Tamayo, que en
VXFULWHULRVHKDEUtDPLVWLFDGRSURSRQLHQGR
HOLPLQDUHODXUDTXHURGHDDODUWHFRQODQDOLdad de darle al mestizaje su rol de liberador de
la bolivianidad, lejos est considerar al sujeto
indgena como protagonista.

Imagen del indio en paredes que hablan


2WUR VRSRUWH TXH SHUPLWLy UHHMDU OD LPDJHQ
del indio quizs sea el muralismo boliviano
como advierte el socilogo boliviano Fernando Caldern (1991): fue una de las produccioQHVHVWpWLFDV\FXOWXUDOHVPiVVLJQLFDWLYDVGHO
siglo XX en Amrica. En las actuales condiciones de la crisis de la modernidad contempoUiQHDUHVLJQLFDUORFRQVWLWX\HXQRGHORVGHsafos ms fascinantes de las sociedades y de
los analistas contemporneos, es decir; lejos
de ignorar al indio, lo que hace es convertirlo
en el epicentro de su quehacer plstico, puesto
que es al mismo tiempo la base del desarrollo
nacional en todo aspecto. El indigenismo se
moderniza, se actualiza a nivel de los quehaceres internacionales, permanece como la sustancia de las nuevas tendencias, las alimenta
de manera permanente y segura. (Nueva Sociedad, 1991).

Para el caso boliviano, la tradicin indigenista en dilogo con el muralismo se observan en


distintos pintores como; Miguel Alandia Pantoja
y Walter Soln Romero, estos son los artistas de
la segunda mitad del siglo XX, que responden a
un proceso histrico social en el que se observan
diversas construcciones simblicas, y no menos
cierto son los artistas orureos. Cabe sealar que
el indio aparece como el elemento aglutinador
de diversas corrientes ideolgicas, polticas y
tambin estticas,() el indio aparece como un
ser familiar, pero clandestino. Lo ominoso se
PDQLHVWD FXDQGR pVWH KRPEUH WUDQVJUHGH ODV
normas sociales, ticas, morales, estticas, pero
aun, cuando transgrede el propio yo. (Contreras, Pilar; 2002)
Entonces en la pintura nacional, la esttica hace
SUHVHQFLDGHOLQGLRFRPRODHVWUDWLFDFLyQVRFLDO
y es en la negacin de lo indgena que las lites
sociales se constituyen como tales. La produccin artstica recoge y construye smbolos que
surgen de la cotidianidad, del intercambio de
sentidos y de formas de mirar la realidad, esas
representaciones aparecen en la pintura, con un
conjunto de imgenes legtimas, donde la incorporacin del elemento indio no es casual, porque
obliga a la propia negacin de una clase social
empoderada del poder, que subyuga a esa clase
social dominada.

Facilitacin comunicacional del arte


En ese contexto, podemos explicar al arte como
un hecho comunicativo, o sea, la obra de arte
como emisor en el proceso de comunicacin
artstica para una nueva concepcin en el que
WRGRVLJQLFDDOJR$OUHVSHFWR2PDU&DODEUHVH
(1979) en su anlisis de la obra de arte en el proFHVR GH FRPXQLFDFLyQ DUWtVWLFD VH UHHUH D TXH
H[LVWHXQVLJQLFDGRHQWUHHOELQRPLRDUWH\FRmunicacin. Es decir pone en claro que el arte,
como condicin de ciertas obras producidas con
QHVHVWpWLFRV\SURGXFFLyQGHREMHWRVFRQHIHFWR
esttico, son un fenmeno de comunicacin y de
VLJQLFDFLyQ
Si esto es as, es obvio que cada una de estas premisas genera problemas. En el curso de los ltimos decenios, por cierto, cada una de ellas se
constituy en un tema de debate, a veces hasta
H[WUHPDGDPHQWH LQWHQVR 3RU HMHPSOR DUPDU
que el arte pueda ser analizado como fenmeno

FRPXQLFDWLYR (VWR VLJQLFD TXL]i TXH OD FRPXQLFDFLyQRPHMRUODVWHRUtDVTXHVHUHHUHQD


la comunicacin, pueden explicar el arte?
Evidentemente, Cecilio Guzmn de Rojas pint bellos cuadros de indios pero los mismos
carecan de referente emprico, incapaces de
establecer Vasos comunicantes con la misma
realidad del indio de entonces; corroborando
esta valoracin, Pedro Querejazu (1989), sentenci que Guzmn de Rojas evidentemente
planteo el indigenismo como esttica nacional,
reivindicando la imagen del indio, pero sin
considerar al hombre como tal ni su problemtica social.
Arturo Borda; se atrevi a revelar tanto lo grotesco del poder, como la belleza latente de lo que
era supuestamente considerado como vulgar,
6DQMLQpV -DYLHU   VLJQLFD TXH HVWH SLQWRU
paceo, propuso un arte crtico, antagnico a
la obra de Guzmn de Rojas demostrando que
ninguna imagen esttica es casual, cada una de
ellas genera epistemes discursivas comunicacionales, es decir existe un orden verbal de discurso
"Bartolina Sisa" Autor: Mario Vargas.

a travs de diversas corrientes desarrolladas en


HOSDtV\FX\DLQXHQFLDIXHDGRSWDGDSRUDUWLVtas orureos.
Un ejemplo de lo mencionado son los retratos
de los lderes indgenas Tupak Katari y Bartolina Sisa, ambas pinturas concebidas por el
artista Mario Vargas Cuellar y adoptadas por
la Federacin Sindical nica de Trabajadores
Campesinos de Oruro F.S.U.T.C.O., como identidad institucional.
De la misma manera est la obra del pintor, Alberto Medina, cuya temtica emergi substancialmente de su entorno, sin embargo ste es
tamizado a travs de una sensibilidad que comulga con una condicin social y una cosmovisin. Lo andino, lo minero, lo rural, lo inmediato
cotidiano cobran vida, y ms que universos auWyQRPRVFRQJXUDQXQDXQLGDGFRPSOHPHQWDria, hecho que termina otorgndole identidad a
su obra. (En: La Patria 27/03/2013)

136

Por su parte; el artista Erasmo Zarzuela, impuso


la sutileza del trazo espontneo de su pincel, para
ofrecernos un expresionismo moderno que deviene de una corriente europea con rasgos de esta
parte andina. La naturaleza, con todos sus fenmenos, ya era una razn para llevar a los cuadros
una simbologa del medio en el que se desarrolla
la gente del altiplano. (Ros Mario, 2005)
Finalmente, est la obra del malogrado Humberto Jaimes Zuna; a propsito de su relacin como
pintor-poeta (y algo ms), su contemporneo
Luis Fuentes Rodrguez (1977) rememora: Jaimes Zuna, buscaba siempre el perfecto equilibrio
entre la expresin de su obra y la plena, la absoluta autenticidad de su existencia; como que de l
no podr decirse nunca que contradijo su arte con
HORFLRGHXQDYLGDGHVSREODGDGHVRVSHFKD\GH
ansiedad. (En: Catlogo Pstumo, 1977)
Conviene precisar que una obra de arte en trminos comunicacionales se reconstruye de manera diferente para cada perceptor, e incluso,
para el mismo perceptor en momentos diferentes, en dependencia del enriquecimiento de su
experiencia temtica o conceptual para enfrentarse al proceso de GHVFRGLFDFLyQ de la obra y
del grado de dominio que este vaya adquirienGRHQHOSURFHVRGHGHVFRGLFDFLyQGHORVOHQguajes artsticos.

Marco Contextual
Para comprender cualquier obra de arte es necesario ubicarla en el contexto histrico. Los
factores que intervienen en su creacin con la
sociedad, que estimula la corriente artstica, el
artista, que interpreta las necesidades de su sociedad y responde a ese estmulo y el espectador, como el observador de la obra de arte. Pero
que adems, esta contextualizacin nos permite aproximarnos a escribir la historia del arte
orureo, porque son muchos los artistas que
aportaron con su arte para interpretar la realidad. Independientemente de lo bello y lo esttico, est el contenido, algunos de los artistas
fueron militantes polticos y que por el arte de
inclusin que desarrollaron sufrieron el exilio,
o fueron encarcelados. Por tanto a continuacin
describimos, los hitos histricos que permiten
contextualizar el trabajo de los artistas a propsito de nuestro estudio.

La guerra del Chaco


La guerra del Chaco (1932) se constituye en un
hito importante que logra construir en los artistas bolivianos una temtica expresionista. A travs del pincel plasman el sufrimiento del hombre andino en las candentes tierras del Chaco.
Sin duda el mximo representante de esa poca
fue Cecilio Guzmn de Rojas.
(PSHUR RWURV DUWLVWDV DQFDGRV HQ 2UXUR KLcieron su representacin artstica con temas que
UHH[LRQDURQ OD FUXHQWD JXHUUD SHUR D VX YH]
LQLFLDURQXQDUHH[LyQGHOWHPDLQGtJHQD'HVGH
su paleta Luis Wallper, artista ecuatoriano, segn su propio relato (1986) lleg a Bolivia en la
dcada de los 30, cuya inspiracin indigenista
se bas en las pampas altiplnicas de Oruro y
los oscuros socavones de Potos. (En: La Patria,
Oruro, 2006) Un cuadro que retrata esos pasajes
es el denominado Funeral Aymara, donde las
expresiones del indgena son principalmente de
reivindicacin cultural.
En la escena artstica aparece otro pintor orureo, se trata de Guillermo Moscoso Padilla,
quien se destaca particularmente en el mural,
y precisamente con temas sociales. As mismo
emerge el acuarelista Jos Rovira; (primer director de la escuela de Bellas Artes de Oruro),
su temtica sigui la tendencia de Guzmn de
Rojas, con paisajes andinos, alegoras al altipla-

no colorido, el lago Titicaca, las montaas, entre


otros. Como profesor y director de esa prestiJLRVDLQVWLWXFLyQORJURXQDLPSRUWDQWHLQXHQcia en sus alumnos.

con larga experiencia artstica en Jujuy Argentina, les caracteriza y preocupa primordialmente
un objetivo preciso; ubicar el hecho plstico en
una dimensin humana.

La revolucin del 52

La dictadura y la pintura Social

Tras el triunfo de la revolucin nacional en


1952, se da una euforia muralistica, cuya temtica basada en los postulados marxistas, la
lucha de clases, el obrero y el campesino como
grandes masas humanas marginadas y en pie
de lucha31, se expresa en todo el pas. El arte de
protesta en Oruro es desarrollado en la dcada
de los cincuenta por Humberto Jaimes Zuna, la
REUD PXUDO FRQ FRQWHQLGR VRFLDO VH PDQLHVWD
con el artista orureo Guillermo Moscoso Padilla. (Querejazu, P. 1989: 25)

Esta es una etapa muy dura en el pas, donde las


libertades fueron conculcadas. Se produce la dispersin de los pintores sociales, existe una persecucin hacia ellos, la dictadura hace que los
artistas retraten los eventos del rgimen. En este
recorrido encontramos al artista orureo Eduardo Ibez (perseguido y exiliado) quien sigue
los pasos de su maestro Humberto Jaimes.

Sin duda otro importante artista es Valerio Calles Choque, siendo un extraordinario dibujante,
hace representaciones estticas basadas en los
6XSD\.R\DVTXHQRVRQRWUDFRVDTXHJXUDV
de mineros fornidos, robustos, mitad humanos
mitad diablos, con factura slida en el empaste del color y el dibujo, utiliza alto relieves en
el lienzo, donde el cuadro pareciera salir de su
interior para penetrar en la retina espectador.
Lamentablemente tras su fallecimiento (1989) se
revela que muy poca obra haba dejado el artista.

Arte con temtica del folklore andino


Las propuestas surgen a travs de temticas distintas, prevalecen los cholos sentados, aparapitas, mineros con fuerza en pie de lucha, el indio
es representado en otras actitudes como parte de
los movimientos sociales, producto de regmenes de gobierno cuya inestabilidad poltica es
latente en nuestro pas (1960).
En esta poca surge el denominado barroco
mestizo contemporneo, con pinturas de los
hermanos Lara, Gustavo y Ral, quienes plantean un arte peculiar, ellos se ocupan de plasmar en sus lienzos las tradiciones populares y
el folklore de Oruro. Ambos artistas orureos
3

Pedro Querejazu, es precursor de haber escrito la historia del arte


plstico boliviano, su obra PINTURA BOLIVIANA SIGLO XX,UHHMD
el universalismo del arte, y en Bolivia como en todas las naciones, expresa
ODEHOOH]DGHXQDUWHTXHPDQLHVWDIXHU]DWHO~ULFDGHQXHVWURDPELHQWHOD
turbulencia de nuestra historia, y los sentimientos de nuestra gente y su
espritu. El libro pretende dar una visin del quehacer pictrico en Bolivia,
GHVGHORVSULPHURVDxRVGHOVLJOR;;KDVWDQDOHVGHOPLVPRHQHOTXH
se explica los planos ideolgicos y culturales, la formacin artstica y los
problemas tcnicos, entre otros.

Ibez actualmente radicado en Noruega, sigue


la corriente de la pintura social, introduce un
aire particular del minero como temtica central, interpreta la sensibilidad y experiencia de
la vida del minero boliviano cuya vivencia en la
dictadura se hace dura y difcil.
Otro artista graduado de la Escuela de Bellas
Artes de Oruro es Mario Vargas Cuellar es quizs el ms destacado de los ltimos tiempos;
discute que el arte est al servicio de una lite,
es un artista que vuelca su esfuerzo creando representaciones pictricas que discuten al sistema. Propone al indio en situacin de apronte y
GHVDDQWHQRHVPiVGHFRUDWLYRHVFXHVWLRQDdor a todo rgimen.
Mario Vargas es un artista que introduce un lenguaje propio en toda su obra, su esttica nace de
una autntica experiencia de la vida del indgena
minero. El instrumento para expresar su mundo
interno y su realidad circundante, es el dibujo,
en algunos casos refuerza su intencin con colores primarios, solo como sugerencias, porque
a consideracin del artista, el dibujo como elemento primigenio se constituye en el esqueleto
sobre el cual se estructura el fenmeno plstico
de su arte. Citamos a este artista porque es uno
de los artistas sociales ms destacados que impone un arte comprometido con lo indgena; en
nuestro estudio su pintura es analizada.

Restauracin de la democracia
Hasta aqu se renen en esta antologa ideas
diversas por conducto de las cuales los artistas
orureos han respondido de manera acertada o
no a problemas donde se entrelazan lo artstico,

137

lo social, lo cultural y lo poltico. La creacin es


YDVWDODYLVXDOL]DFLyQSOiVWLFDVHUHHUHDFXHVtiones importantes para cada circunstancia, tratadas y debatidas a lo largo de la historia de las
prcticas e ideas artsticas.
La reconquista de la democracia hace que se
inscriban nuevos valores en este proceso y que
tratan de representar la realidad social, cuyos
antecedentes se ven plasmados en pinturas de
caballete y otros soportes, mismos que trascendieron ms all de las fronteras, mencionamos
a Ernesto Rodrguez, Erasmo Zarzuela, Walter
Saravia, Jaime Calizaya y Ricardo Rocha.
El arte en Bolivia siempre ha sido una expresin
cultural exclusiva para ciertos privilegiados y
lo poco de arte que es conocido por nosotros, es
de artistas que son reconocidos mundialmente
fuera de nuestro territorio, y que alguna vez
son presentados en exposiciones masivas en
nuestro pas. Es decir nos limitamos a reconocer artistas extranjeros pero desconocemos los
propios, desconocemos el estado actual del arte
en Bolivia.

138

Otra cuestin que surge es conocer cules son


los artistas que priman ahora y cules son sus
tendencias. Probablemente los hitos histricos
sealados lneas arriba, sean las motivaciones
para explicar el arte boliviano que intenta aportar a la construccin de una identidad intercultural, con inclusin social, tarea pendiente para
nuevos estudios.

A manera de conclusin
En nuestra investigacin, se inicia un camino
hacia la necesidad de reconocer lo mestizo en la
poblacin boliviana adems de consolidar una
identidad nacional con la presencia de la imagen del indio, en las obras analizadas de los cuatro artistas seleccionados, legitima su presencia,
pero para que su imagen pueda transgredir las
normas sociales es necesario que se incorpore
elementos nuevos a su propia expresin sgnica.
Esa transgresin se traduce en que los smbolos
creados, independientemente de lo esttico incorporan presencias que cuestionan al sistema,
VLJQLFD PLUDU HO HQWRUQR WDQWR GH VXV UDVJRV
fsicos como sus vestiduras para que los artistas vean la forma de pintarlo y de reproducir su
existencia oculta, invisibilizada, enmascarada

cuyos impulsos ms ntimos se encuentra detrs


de signos hasta cierto punto indescifrables.
La tesis demostr que a lo largo de los hitos histricos en Oruro, el arte plstico, fue un medio
importante de inclusin del sujeto indio en propuestas estticas, como se evidencia en el contenido de las obras pictricas de Mario Vargas,
Erasmo Zarzuela, Alberto Medina, y Humberto
Jaimes, quienes son transmisores de construccin intercultural, y tienen como elemento principal al sujeto indio y de manera secundaria al
minero y obrero, en el marco de la comunicacin
para el desarrollo
Finalmente, la realidad, es la realidad social e
KLVWyULFD \ HO UHHMR GH HVD UHDOLGDG SHQVDGR
en trminos dialcticos, aparece en la obra de
arte boliviano y orureo en particular de manera recurrente. Esta tesis parece interpretar, en
materia esttica, el clebre axioma contenido
en el prefacio de la contribucin a la crtica de
la economa poltica de Marx quien sentencia
que no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, es su ser
social el que determina su conciencia (Marx,
1986), que bien podra ser considerado como el
IXQGDPHQWRGHODHVWpWLFDGHOOyVRIRK~QJDUR
para el caso de nuestro estudio se comprueba
en las obras estticas de los pintores sus referentes son la realidad social e histrica en la que
fueron desarrolladas.

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139

El Teatro del Oprimido


Mtodo de Fuerza en la Lucha por un
nuevo Sentido Comn

Necesitamos refrescar, renovar y actualizar los mtodos de lucha


(Fernando Buen Abad Dominguez)
Actores somos todos nosotros, el ciudadano no es aquel que vive en
sociedad: Es aquel que la transforma!

140

(Augusto Boal)
Hjalmar Jorge Joffre-Eichhorn

En Amrica Latina el TdO est presente en casi todos los pases y se aplican sus diferentes tcnicas
a un sinnmero de problemas sociales, polticos,
econmicos, culturales e incluso ambientales en
la urgente necesidad de mejora y transformacin.
Asimismo, se puede constatar una creciente reH[LyQFUtWLFDVREUHODPHWRGRORJtDHQIRUPDGH
publicacin de libros, tesis de Maestra y DoctoUDGR6LQHPEDUJRHVODPHQWDEOHDUPDUTXHHO
TdO, a pesar de sus grandes mritos y aportaciones, an no ha logrado ser reconocido dentro de
los movimientos sociales y/o por los gobiernos
progresistas del continente. Parecera que se lo
considera una mera herramienta nicho. Por consiguiente, se hace necesario, desde la ptica de los
y las que practicamos el TdO, discutir su contribucin al fortalecimiento y la profundizacin de
las grandes luchas polticas que se estn dando
en este momento tan crucial en nuestra Amrica.

deado en tiempos de las dictaduras en Amrica del Sur y luego profundizado en el exilio europeo, el Teatro del Oprimido (TdO) del
brasileo Augusto Boal (1931-2009) aspira ser
un teatro popular liberador y deselitizado para,
por y con los y las oprimidos, inspirado en las teoras y prcticas emancipadoras del gran educador
brasileo Paulo Freire, del visionario dramaturgo
comunista Bertolt Brecht y del eternamente inmortal Carlos Marx. Compuesto por seis tcnicas
teatrales altamente participativas e interactivas de
dilogo, entre ellas el reputado Teatro Foro, y basado en una tica humanista de solidaridad incondicional con los condenados de la tierra, el Teatro del
Oprimido, hoy practicado en ms que 70 pases y
en todos los continentes, devuelve los medios de
produccin teatrales al pueblo y le entrega simultneamente una herramienta de accin transformadora y una autntica forma de vida.

Hjalmar Jorge Joffre-Eichhorn

3
De ah que las siguientes seis tesis pretenden
ser un aporte a la discusin de las posibilidades transformadoras del Teatro del Oprimido por parte de todos los y las militantes que
apostamos por un Abya Yala todava ms democrtico, independiente, justo y prspero en
el futuro.

4
Tesis 1: El TdO radicaliza la democracia. Promueve una permanente y creciente participacin
de la sociedad mediante la ampliacin de espacios y mecanismos democrticos que fomentan
la democracia directa, nutrida de una ecologa
de saberes que permite el dilogo entre las vctimas de las injusticias del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Es un teatro de la calle,
plebeyo que busca constantemente la produc-

Es facilitador, guionista y director que


utiliza diferentes formas de teatro
participativo interactivo para trabajar
FRQODVFRPXQLGDGHVHQFRQLFWR\
crear posibilidades para el dilogo de
abajo hacia arriba y la bsqueda de
soluciones de base.Hjalmar ha llevado
a cabo iniciativas de teatro basadas en
la comunidad en ms de una docena
de pases de los cinco continentes,
incluyendo en la (post) los entornos de
FRQLFWRFRPR$IJDQLVWiQ.LUJXLVWiQ
Irlanda del Norte, Rwanda, Sierra
Leona, Sudfrica, Tayikistn, Timor
Leste y Yemen . l es el co-fundador de
la Organizacin de Derechos Humanos
y la Democracia (AHRDO; Afganistn
www.ahrdo.org), una plataforma de
teatro basada en la comunidad en
Kabul, Afganistn.

141

cin de posibles alternativas al sistema imperante, apostando por las capacidades amaticas de
cada uno de nosotros.
Tesis 2: El TdO democratiza el poder. Mediante actividades teatrales interactivas se cultivan
nuevas esferas de autonoma. Se democratiza la
toma de decisiones y fortalece la auto-representacin poltica hacia la construccin de un genuino poder popular. En el TdO, la sociedad toma
por si misma decisiones y contribuye a que el
propio pueblo vaya asumiendo su papel protagnico en la creacin de una nueva cotidianidad.
Tesis 3: El TdO incentiva la participacin social
HQODGHQLFLyQGHODVSROtWLFDVS~EOLFDV En su
formato Teatro Legislativo, el TdO involucra al
Autor: Ricardo Rocha.

142

pueblo para que genere sus propias propuestas


polticas y legislativas, fomentando e impulsando una creciente autogestin desde una visin
de los de abajo. De hecho, el pueblo es convertido en legislador mientras el legislador se vuelve
pueblo, profundizando de esta manera la relacin entre movimientos sociales y estado.
Tesis 4: El TdO contribuye a una nueva comunicacin emancipadora basada en el pensa-siento.
Busca romper el analfabetismo esttico. Rompe
con la colonialidad del crear (Ana Lucero Lpez
Troncoso). Desmonumentaliza los medios de comunicacin tradicionales. Sugiere el escuchar
como una investigacin. Ayuda a que las emocioQHV VH SROLWLFHQ < QDOPHQWH QRV LQYLWD D PRVWUDUQRVFRPRORVOyVRIRVTXHVRPRV

Tesis 5: El TdO resucita la imaginacin poltica


del pueblo. Sistemticamente desalentado y ridiculizado por el neoliberalismo triunfante, el TdO
recupera nuestra capacidad de imaginacin como
un proceso psquico-corporal que amalgama
ideas, emociones y sensaciones (Augusto Boal)
capaces de concebir un mundo ms all de un sistema capitalista que se presenta sin alternativas.
Descoloniza el pesimismo y nos permite comprender que el poder no est fuera de nosotros,
sino que est en nuestras mentes y cuerpos, de
este modo revitalizando nuestra audacia poltica.
7HVLV  (O 7G2 DUPD OD FXOWXUD GH OD YLGD
Gracias a su espritu ldico y creativo, el TdO
impulsa el despliegue de las capacidades individuales y colectivas y crea espacios de libertad
donde la gente aprende que es posible vivir de
una manera distinta a la que quiere imponernos
el capitalismo. El TdO es una de las formas ms
afectivas de estar con la gente. Es el teatro de la
primera persona plural. Un Yo colectivo basado en la reciprocidad, la solidaridad, la complementariedad y el amor.

5
En resumen: en un mundo que sigue siendo
escandalosamente desigual (Boaventura de
Sousa Santos) el TdO es una verdadera arma
para la profundizacin de nuestras revoluciones continentales en tiempos de renovados
ataques de la derecha internacional. Convoca
al pueblo a ensayar, experimentar y prepararnos de manera encarnada para las luchas concretas de hoy y maana. Simultneamente crea
espacios realmente existentes en los que es posible convertirse en una mejor versin de uno
mismo y disfrutar del otro y todas sus facultades emotivas e intelectuales plenamente desarrolladas, respetadas y promovidas. El TdO
impulsa un ser humano nuevo capaz de crear
un mundo nuevo en el que todos quepamos
y todos seamos reconocidos como hombres y
mujeres merecedores de una vida digna. En
otras palabras, un mundo nuevo en el que el
Suma Qamaa/Sumak Kawsay se haya conYHUWLGR QDOPHQWH HQ XQD XWRSLD KHFKD UHDOLdad para todos y todas.

143

Sicko de Michael
Moore
El documental que explora las
crudas realidades del sistema de salud
norteamericano.
Javier Garca Bellota

Introduccin.

ICKO1 es un documental estadounidense


realizado por el cineasta y activista poltico
Michael Moore2 con una duracin de poco
ms de 2 horas en las que se exploran, interrogan y comparan las crudas realidades del sistema de salud norteamericano el cual ha sido privati

6LFNRSURYLHQHGHODSDODEUDHQLQJOpVVLFNTXHVLJQLFDHQfermo, padecer enfermedad, etc. La palabra completa sick-o


hace referencia a una persona o sujeto que est mentalmente enfermo o perturbado, asociado a conductas de sadismo,
perversin o locura. La pronunciacin correcta es [siccou] a
diferencia de [saico], error que se incurre comnmente en
Latinoamrica aludiendo a la palabra en ingls psycho de
psicpata. El ttulo del documental de Moore hace referenFLDDDPERVVLJQLFDGRVVLPXOWiQHDPHQWHHVGHFLUSDGHFHU
de enfermedades que afectan la salud y a su vez, la exploracin del enfermizo mundo de la medicina privatizada norteamericana que est manejada por gente perversa.
Michael Moore es un cineasta norteamericano nacido en
Flint, Michigan conocido mundialmente por sus documentales Bowling for Columbine (El tiroteo y masacre en la escuela secundaria de Columbine), Fahrenheit 9/11 (Los atentados del 11 de septiembre, la invasin a Irak y la poltica
blica de Bush) Sicko (la presente obra analizada) y CapitaOLVPR8QDKLVWRULDGHDPRU &ULWLFDDODFULVLVQDQFLHUDGH
2008 generada por los banqueros en Nueva York). Moore es
un crtico del sueo americano y de la american way of life (la
forma de vida norteamericana), escribi 8 libros de activismo poltico y es ganador del premio Oscar del ao 2003 por
mejor documental (Bowling for Columbine).

zado desde 1971 durante el mandato del presidente


Richard Nixon y en donde las corporaciones farmacuticas junto con las aseguradoras privadas ms
un enorme grupo mdicos al servicio del inters
QDQFLHUR FRQIRUPDQ XQ ~QLFR PRQRSROLR VREUH
la salud de ms de 250 millones de ciudadanos y
ciudadanas, a quienes se les restringe la cobertura del seguro mdico utilizando como criterio de
negacin, la ganancia de millones de dlares que
generan un cmulo de corporaciones que no solo
cotizan en la bolsa de Wall Street sino tambin desempean toda su actividad lucrativa bajo el manto
protector del gobierno de se pas. No es la primera
vez que Moore decide enfrentar a las corporaciones, los medios masivos de comunicacin, su gobierno y desde luego los mitos populares urbanos.
El contenido del documental ms el impacto que
gener a una audiencia mundial y que le generara a cualquiera que lo vea, resulta pertinente al
contexto boliviano actual donde an queda pendiente el acceso gratuito y universal a la atencin
mdica, el debate sobre la jornada laboral de 8
horas del sector salud, y la reforma estructural de
todo el sistema de salud pblica. Los problemas
concretos que enfatiza el documental son comunes a la mayora de los pases donde el acceso a

Javier Garca Bellota


Licenciado en Derecho de la
Universidad Catlica Boliviana San
Pablo
Egresado de la Maestra en Filosofa y
Ciencia Poltica del CIDES UMSA
Estudiante de la Carrera de Filosofa de
la Facultad de Humanidades UMSA
3UHVLGHQWHGHOD6RFLHGDG&LHQWtFDGH
la C
la salud se encuentra en una pugna disputada
HQWUHORS~EOLFRHVWDWDO\ORSULYDGRQDQFLHUR
([SORUHPRVDOJXQRVGHWDOOHVGHOOPHQUHODFLyQ
a nuestra situacin nacional

Por qu hacerle caso a un documental?


Est claro que en la actualidad el estudio de los
materiales audiovisuales ha cobrado una gran
importancia, por ejemplo las pelculas3, al tener
XQ FRQWHQLGR PHUDPHQWH FFLRQDO \ GH HQWUH3

Existe una gran variedad de cines y de producciones ciQHPDWRJUiFDV DOUHGHGRU GHO PXQGR QR HV QXHVWUD ODERU
evaluar si la europea es superior a la latinoamericana o s la
DVLiWLFDHVPiVLQWHUHVDQWHTXHODKLQG~ORGHQLWLYRHVTXH
las producciones hollywoodienses siempre han sido y son
ODVPiVLQX\HQWHVTXL]iQRVRQODVPHMRUHVVHJ~QFLQplos probablemente sean las ms mediocres pero lo innegable es que el mainstream norteamericano est difundido por
todo el globo. En el caso de Bolivia, un 90% de las pelculas proyectadas en salas de cine y de las que pasan por los
canales de televisin nacionales de seal abierta e incluso
cerrada, corresponden al cine hollywoodiense. En el caso
de las series de televisin y telenovelas, actualmente las
producciones mexicanas, brasileras, colombianas se disputan la audiencia con las series norteamericanas, a diferencia
de aos atrs donde haba un dominio de las producciones
mexicanas. Interesantemente las producciones asiticas se
abren paso en el bufet de opciones para mirar televisin.

145

tenimiento, no son simples narrativas flmicas


fruto de creaciones artsticas o pretensiones comerciales para un pblico consumidor, al contrario, resulta que las pelculas son una poderosa
herramienta de ideologa, producen y constituyen realidades y pautas de comportamiento esSHFtFDV/DLQXHQFLDGHSHOtFXODVWHOHQRYHODV
series de televisin, caricaturas es determinante
en las creencias de las personas as como en su
conducta individual y social. El slo hecho de
seguir una trama cualquiera, el darle continuidad, ya implica asumir sus supuestos, sea de forma directa o indirecta, cualquiera podra decir
que sta absorcin generalmente es indirecta, sin
embargo lo indirecto aqu, de ninguna manera
VLJQLFDVHFXQGDULRRPHQRVLPSRUWDQWH

146

El cine hollywoodiense y las tv series de ese pas


son el producto mejor consumido en Bolivia y
por un pblico trasciende a toda edad, sexo y
clase o condicin social, hay una centralidad en
stas producciones que suelen caracterizarse por
exportar abiertamente la manera norteamericana de ver las cosas y por difundir gran cantidad
de mitos urbanos. Los supuestos de stas narrativas y que se convierten en mitos, son por ejemplo que la justicia norteamericana es imparcial,
que carece de corrupcin, que cada vez que se
comete un crimen la polica llega a la escena en
cuestin de minutos, que el asesino siempre es
atrapado por una celera investigacin, que los
policas previenen el crimen, sirven a la sociedad
y son incorruptibles, que los bomberos llevan
una actividad bien recompensada, que no existe
racismo entre nios, que la educacin es de calidad, que los mdicos atienden gratuitamente a
sus pacientes, que no hay burocracia en los hospitales, que la prioridad es la emergencia mdica
y no as lo monetario o lo racial, que las ambulancias acuden pronta y gratuitamente, etc.
Michael Moore es quien a lo largo de su carrera
como cineasta, escritor, productor y activista poltico se encarg de formular contra-narrativas
DODKHJHPRQtDGHVPLWLFDFLRQHVSXVRHQGHVcubierto ese lado de la sociedad norteamericana
que las producciones hollywoodienses niegan a
mostrar, la minimizan o que incluso omiten su
existencia. El ideal del sueo americano es seguramente el mito ms reiterado y difundido por
las producciones audiovisuales de dicho pas y
Moore es probablemente uno de sus mayores
detractores durante ms de dos dcadas.

Sicko vs. E.R.


E.R. Sala de urgencias es una de las principales
series de televisin acerca de la profesin mdica, corresponde al gnero dramtico y relata el
trabajo bajo presin del personal que atiende las
emergencias dentro de un hospital estadounidense. La serie explora, por un lado, el lenguaje
WpFQLFR ODV FRPSOHMLGDGHV \ HVSHFLFLGDGHV GH
la prctica mdica, los detalles de la especialidad
en s, y por el otro, muestra aspectos de la vida
cotidiana, los problemas personales, familiares,
de pareja que sufren los mdicos por la naturaleza de su profesin, la empata con sus pacientes,
la depresin que ello provoca, incluso cmo se
inmiscuyen en la vida personal de los stos con
tal de ayudarlos a nivel extra-mdico, en general
el mejor esfuerzo, la mayor concentracin y el
trabajo en equipo para preservar la vida humana. La serie estuvo al aire durante 15 temporadas
desde 1994 hasta 2009 y es un referente para los
estudiantes y profesionales mdicos.
E.R. cont con un reparto icnico de actores que
se volvieron mundialmente famosos a travs de
la serie o en algunos casos ya lo eran antes de
unirse a ella. El personal mdico es retratado
prioritariamente como una mezcla de alta esteticidad, juventud y pasin por la profesin. La sala
de urgencias no discrimina pacientes, no lidia con
cuestiones burocrticas, el equipo de mdicos es
LQWHUUDFLDOFXDOTXLHUFRQLFWRHQWUHHVWRVSURIHsionales responde a una mera trivialidad, los recursos son prcticamente ilimitados y la creatividad es permitida para continuar salvando vidas,
sin lugar a dudas, ejemplos a seguir. En sntesis
E.R. entre otras series, es principal responsable de
la difusin de los mitos del ejercicio de la profesin mdica en Estados Unidos.
Michael Moore nos propone una contra-narrativa
a su propio estilo y con tono sarcstico. Abre su
documental4 con imgenes y el relato de un hombre llamado Rick quien en un accidente con una
sierra mecnica pierde un poco ms de las puntas
de sus dedos medio y anular, es llevado al hospital y antes de ingresar a quirfano una enfermera
le muestra una pre-factura donde se indica que
4

Sicko fue estrenado en Estados Unidos en junio de 2007,


QXQFDWXYRXQODQ]DPLHQWRRFLDOHQ/DWLQRDPpULFD\%Rlivia no fue la excepcin, las salas locales de cine no estn
interesadas en proyectar documentales ni por muy aclamados que stos sean en el extranjero. El acceso a SICKO es
solo mediante la copia DVD pirata en lugares que venden
material audiovisual rebuscado.

el costo de curarle el dedo medio ser de 60.000


dlares y del dedo anular ser 12.000 USD. Desde
luego al no poder pagar ambos debera escoger
de entre sus dos dedos. Segn relata Rick, el dedo
ms funcional y del cual perdi mayor proporcin es el medio pero por un gesto romntico con
VXHVSRVDGHFLGLySRUHOGHGRDQXODUDQGHSUHservar su anillo de bodas. Paralelamente Moore
muestra el caso de Adam, un adulto joven que tiene una profunda cortadura en la rodilla y se est
suturando as mismo dentro de su propia casa al
ser parte de los 50 millones de estadounidenses
que no cuentan con un seguro de salud.

El viaje en ambulancia ser facturado


porque no fue pre-aprobado
Frases como sta son las que se van reiterando a
lo largo del documental poniendo en descubierto
la irracionalidad con las que se manejan las aseguradoras privadas con respecto a sus asegurados. Negar consultas mdicas, tratamientos estndar, medicacin costosa y cirugas de vida o
muerte se torna cada vez ms rutinario a medida
que transcurren los aos desde la privatizacin
del sistema de salud en la dcada de los 70s. Est
FODURTXHGHVGHXQSXQWRGHYLVWDQDQFLHUROR
fcticamente ilgico se vuelve lgico en trminos
de ganancia y es as que solicitar a la aseguradora
la aprobacin de envo de una ambulancia antes
de que suceda un accidente o una emergencia es
uno de los preceptos con los que se maneja el personal administrativo de dichas empresas.

No cualquiera puede convertirse en


asegurado
Hasta ste punto pareciera que el problema se
solucionara simplemente demandando la cobertura plena del seguro y no una cobertura a
medias, pero Moore logra entrevistar a ex-funcionarios de stas aseguradoras quienes le conHVDQ VX PRGXV RSHUDQGL PRVWUDQGR TXH HO
hoyo es mucho ms profundo de lo imaginado.
La dinmica de stas corporaciones consiste en
premiar a los empleados que encuentren la mayor cantidad de errores en las boletas de aplicacin, es decir, un mal llenado de la boleta de
solicitud que puede ser fcilmente subsanado es
motivo determinante para ser rechazado y desde luego perder el dinero que se paga solamente
para aplicar.

As mismo existe una lista ridculamente larga


(y ordenada alfabticamente) de todas las enfermedades que excluyen la cobertura, para sorpresa del pblico, incluye las enfermedades ms
comunes que se dan en las sociedades urbanas
contemporneas. El trmino tcnico con el cual
rechazan es condicin pre-existente y eso puede hallarse con un exhaustivo anlisis del historial mdico realizado por estos funcionarios, de
los cuales dos, un hombre y una mujer, sienten
remordimiento por la forma tan insensible en la
que desempeaban su trabajo que desde luego
era exactamente lo que la compaa les instrua
hacer, aun as cargan en su conciencia el deterioro y la muerte de asegurados a los que les tuvieron que negar cobertura y acceso a tratamiento.

EE.UU. vs. Canad


Moore no se contenta con explorar las injusticias
del sistema de salud de su pas, entonces decide
cruzar la frontera hasta Canad, (algo que ya hizo
en sus documentales anteriores) y se propone inwww.michaelmoore.com

147

dagar ese sistema socializado de salud que tan


mala fama tiene en EE.UU. Para sorpresa de todos descubre que hay ciudadanos norteamericanos que cruzan la frontera solamente para recibir
tratamiento mdico y donde increblemente nadie
paga un centavo al hacer el check-out del hospital.
Satricamente muestra como los hombres canadienses son altamente cotizados por las mujeres
norteamericanas para contraer matrimonio y as
recibir legtimamente el seguro mdico estatal.
Por si fuera poco Moore visita a sus parientes caQDGLHQVHVTXLHQHVOHFRQHVDQTXHQRVHDWUHYHQ
a cruzar la frontera con EE.UU. sin antes comprar
un seguro mdico completo para la estada en el
pas vecino. Michael les pregunta por qu tienen
tanto miedo de ir a mi pas si solo es cuestin de
cruzar el rio y permanecer unas pocas horas? Sus
tos le responden que tienen un amigo que se fue
de vacaciones a Florida y tuvo un accidente en el
hombro jugando al golf, cuando lo internaron en
el hospital, le haban pasado una pre-factura de
30.000$ por hacerle la curacin. ste hombre en
medio del dolor y la agona, tuvo que levantarse
y tomar el primer vuelo hasta Canad hacerse curar gratuitamente en cualquier hospital.
www.michaelmoore.com

0RRUHHQWUHYLVWDDOJROVWD\OHSLGHXQDH[SOLFDcin para la gratuidad de la atencin mdica en


Canad, el hombre le responde que es un sistePDGRQGHWRGRVFRQWULEX\HQSDUDHOEHQHFLRGH
quien necesite tratamiento mdico. Moore provocativamente le pregunta eres una especie de
socialista, eres miembro del partido socialista?
El hombre le responde: para nada, soy miembro
del partido conservador! Pero aqu en Canad
nos preocupamos por los dems, cuidamos de
quienes menos ingresos tienen

EE.UU. vs. Inglaterra


A Moore le parece raro ver clnicas vacas y donde el tiempo de espera para la atencin mdica
es promedio 20 minutos, as que decide cruzar
el continente e irse hasta Inglaterra donde visita farmacias y descubre que la tarifa nica de
los medicamentos es de 6,65 libras esterlinas sin
importar la cantidad ni el tipo de pastilla que se
est comprando. Moore no puede creer esa respuesta y pregunta en detalle qu pasa si me llevo
10 antigripales o medicamentos para el VIH, me
est diciendo que en cualquier caso la tarifa sigue
siendo 6,65 libras esterlinas? El farmaceuta le responde: As es seor y si la persona es menor de
16 aos o mayor de 60 aos queda exenta del pago
de la tarifa de 6,65 libras Esto es una locura!
dice Moore, acto seguido ingresa con equipo de
OPDFLyQ D KRVSLWDOHV FRQYHUVD FRQ GLIHUHQWHV
pacientes, personal administrativo, mdicos, enfermeras, preguntndoles a cada uno si la atencin mdica es gratuita en ste pas, todos y hasta
rindose le dicen: Si, esto no es Estados Unidos!

EE.UU. vs. Francia


La situacin en Francia no es muy diferente a
Canad o Inglaterra, Moore logra contactarse
con un grupo mixto de jvenes norteamericanos
que actualmente estn trabajando y/o estudiando en Francia quienes le cuentan las bondades
del sistema francs tales como la educacin universitaria gratuita, los das libres con paga por
enfermarse, mucho tiempo de recreacin y el
remordimiento que sienten por llevar la vida que
llevan con tan poca edad y a diferencia de la saFULFDGDYLGDGHVXVSDGUHVTXLHQHVFRQVLJXHQ
tan poco y con tanto esfuerzo en su pas natal.
La ridiculez5 del cuidado por los pacientes llega
5

Ridiculez en sentido de algo tan sorprendente que no puede creerse que sea cierto.

hasta el punto donde existe una especie de polica mdica, es decir una patrulla tipo policial que
la maneja un mdico y atiende emergencias en
domicilios particulares a cualquier hora del da e
incluso portando con walkie talkie y una radio en
el automvil. Moore decide acompaarlo en lo
que espera ser una dura noche de trabajo y una
gran cantidad de situaciones dramticas, para
su sorpresa, la nica emergencia que atendieron
apresuradamente era la de un hombre con dolores abdominales al cual se le recet y provey
medicamentos para la indigestin.
Ms ridculo aun, entrevista a ciudadanos y ciudadanas francesas que reciben vacaciones en las
playas del sur de Francia para combatir el stress
post traumtico y ser reincorporados con una
completa renovacin a sus puestos laborales,
todo esto pagado en un 70% por el Estado y en
un 30% por el empleador. En el caso de la mujer quien recientemente tuvo a su hijo, el Estado
le enva una especie de trabajadora social que
no solamente le ayuda a cuidar al nio dndole
una capacitacin de cmo atender a menores de
edad sino tambin cocina y hace la lavandera.
Moore estalla en risas de no poder creer que literalmente el Estado francs hace la lavandera de
una mujer que acaba de dar a luz.

Una nia muere por acudir a un hospital


donde no estaba registrada
De vuelta a la realidad y al continente, se muestra
HOFDVRGHXQDQLxDTXHSDGHFtDGHXQDIXHUWHHEUH
durante la noche, la madre llam a emergencias y
la ambulancia la llev lgicamente al hospital ms
cercano, ya en la sala de espera, la enfermera le comunica que su hija no puede ser atendida porque
su seguro mdico no trabajaba con ste hospital y
que necesariamente deba ser trasladada a un hospital que se encuentre dentro de la red de cobertura
de su empresa aseguradora. Pese a la imploracin
de la madre y despus de transcurrir horas para
que efectivamente la trasladen, la nia fue enviada
a otro hospital, cuando lleg ya llevaba una hora
de muerta, hora en la que los paramdicos intentaban resucitarla en vano.

Cmo llegamos a esto?


Es la pregunta que se hace Moore cuando investiga casos similares a los de la nia, donde las
clnicas literalmente no solo dejan morir a sus

pacientes en su sala de espera sino tambin lo


DEDQGRQDQHQPHGLRGHODVFDOOHVFXDQGRYHULcan que no tienen recursos para pagar la cuenta
de hospital. Se entrevista a pacientes con lesiones graves y gravsimas que interrumpiendo su
tratamiento o curacin, fueron sacados violentamente de su habitacin para ser despachados
en taxi hacia otro hospital, la calle o al domicilio
del paciente, todo esto realizado por las enfermeras bajo las rdenes de la administracin de
las clnicas u hospitales. Las cmaras de seguridad captaron a una mujer adulta mayor en bata
y totalmente inconsciente deambulando por las
calles de alguna ciudad estadounidense. Cmo
llegamos a esto? dice Moore.

Los rescatistas del 11 de septiembre


El 11 de septiembre de 2001 es un acontecimiento
GHQLWLYRHQODFDUUHUDGH0RRUHFRPRFLQHDVWD\
escritor de libros6, elogia el sentimiento generalizado de patriotismo y hermandad que acompao
a los norteamericanos el superar los traumas de
esos eventos mundialmente conocidos. Muestra
a los rescatistas voluntarios, hombres y mujeres,
quienes por su solidaridad, recibieron pblicamente el agradecimiento del gobierno, la admiracin de los medios de comunicacin y el respeto pblico en general. Dadas las circunstancias
del ground zero, tanto bomberos como rescatistas
desarrollaron una serie de enfermedades y patologas, principalmente agudos problemas de
respiracin y stress post traumtico tras recoger
de los escombros, restos de personas. Cuando
estos voluntarios le pidieron asistencia mdica
a su gobierno, ste se las rechazo, argumentando que se deben cumplir ciertos requisitos tcnicos para ser considerado un rescatista del 11 de
VHSWLHPEUH\UHFLELUHOEHQHFLRGHODDWHQFLyQ
mdica, el documental muestra fragmentos de
stas declaraciones de polticos y gobernantes.
Moore entrevista a 3 rescatistas, dos hombres y
una mujer, uno de ellos relata que despierta todas las noches con pesadillas y el resto padece
de crnicos problemas respiratorios.

EE.UU. vs. Cuba


Impotente de hacer algo al respecto Moore
se pregunta acaso no existe un solo lugar en
EE.UU. donde haya atencin mdica gratuita?
Inmediatamente se muestran declaraciones de
6

Algunos de sus libros incluso han sido best sellers.

149

SROtWLFRVDUPDQGRTXHHQODSULVLyQGH*XDQWinamo existen condiciones humanitarias para los


presos por terrorismo las cuales incluyen atencin mdica gratuita y de calidad. Nuevamente
en otro acto provocativo, Moore alquila un bote
y junto a estos tres rescatistas del 11 de septiembre emprenden el viaje hasta Guantnamo para
solicitar la famosa atencin mdica gratuita. En
esta peligrosa travesa, las autoridades policiales
o militares armadas ignoran otorgar cualquier
respuesta y encienden la alarma de la prisin,
los cuatro ciudadanos temiendo por su seguridad deciden dar vuelta atrs.
Se le ocurre a Moore aprovechar que estn tan
cerca de Cuba e ir a explorar el infame sistema
comunista de salud pblica, para sorpresa de todos, all descubre que el Hospital de la Habana
les brindara a los tres rescatistas exactamente la
misma atencin mdica que otorga a cualquier
cubano, es decir de calidad y gratuita. Los rescatistas norteamericanos estallan en lgrimas al
www.michaelmoore.com

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encontrarse con un pas supuestamente enemigo


que sin mayor trmite les brinda la atencin que
su propio gobierno les haba negado categricamente. Se derraman ms lgrimas cuando la
mujer ingresa a una farmacia cubana y constata
que el inhalador que en EE.UU. tiene un precio
de 120$ percibiendo ella un sueldo mensual de
1000$, ah vale 5 centavos de dlar. Los rescatistas reciben el tratamiento completo, se les provee de medicamentos y recetas para que puedan
continuarlo de vuelta a su pas. Moore seguramente despert la molestia de sus propios gobernantes y de sus conciudadanos conservadores con todo ste trajn.

Sicko en relacin a Bolivia


Michael Moore denuncia a travs de su documental la irracionalidad e inhumanidad con las
que se maneja el sistema de salud norteamericano que al estar privatizado, su funcin no es
velar por el bienestar de sus asegurados sino
mantener las ganancias y el monopolio de ste
lucrativo negocio, consecuentemente se deriva
una mercantilizacin y control sobre el cuerpo
al determinar qu condiciones son enfermedad
y cules no. Se muestra el caso de una mujer japonesa con residencia en EE.UU que asiste a la
consulta mdica de su empresa aseguradora y
recibe la aparente buena noticia que no tiene ningn problema en la cabeza, la mujer tras seguir
adolorida, en un viaje casual al Japn se hace un
chekeo mdico y le informan que tiene un tumor
cerebral de alto riesgo y que tal condicin es imposible de no verla en exmenes rutinarios.
En similares circunstancias, tambin existe un
monopolio privado sobre la salud en Bolivia. La
ingenuidad que caracteriza a varias generaciones
de bolivianos nos hace creer que la profesin mdica es una profesin altruista y desempeada
de la misma forma que se retrata en E.R. Sala de
Urgencias, pero la realidad7 es distinta, el nivel de
burocracia, insensibilidad y negligencia con los
cuales hay que lidiar en nuestro pas cada que
queremos tener acceso a la salud, es similar o incluso peor al que Moore exhibe en su documental.
7

El trmino realidad se lo utiliza en un sentido meramente


coloquial, entendiendo la realidad como aquello que est
por debajo de la apariencia. Est claro que en la contemporaneidad o postmodernidad ya no puede emplearse el
trmino realidad como sinnimo de verdad revelada pero
DOWUDWDUVHGHXQHQVD\RTXHWLHQHFRPRQDOLGDGODOHFWXUD
de un pblico general, no es menester problematizar las nociones contemporneas de realidad.

Estamos acostumbrados a mirar las clnicas como


centros de atencin mdica y no se los mira por lo
que realmente son: negocios privados. La medicina y la farmacutica son negocios comerciales
al igual que cualquier negocio de comidas o de
electrodomsticos. Se nos ha condicionado para
mirar las empresas importadoras de equipamiento mdico como centros especializados en
traer desarrollo y tecnologa a un pas subdesarrollado cuando son simplemente importadoras
comerciales cuyos productos podran ser equipamiento mdico o computadoras o televisores,
irnicamente varias de stas empresas traen los
tres tipos de productos indistintamente.

Cmo funciona el monopolio de la


salud en Bolivia?
Un mdico especialista generalmente tiene entre
3 a 5 trabajos, los medios tiempos de 3 horas le
permiten abarcar esa cantidad de actividades. Se
nos vende el mito de que la profesin mdica es
ODPiVVDFULFDGDGHWRGDV\TXHORVPpGLFRVVRQ
los nicos que trabajan tantas horas cada da, que
pedirles que trabajen 8hrs. sera una desconsideracin a su profesin, sin embargo, lo que no se
nos dice, es que no estn obligados a trabajar tantas horas, lo hacen porque mientras en ms lugares trabajan obviamente ms dinero perciben, de
ah que es normal conocer a mdicos que tienen
un medio turno en mbito pblico, un medio turno en alguna aseguradora, otro medio turno en
alguna otra institucin privada como una clnica,
un par de horas como docente universitario y el
resto de su tiempo atienden en su consultorio privado. Todo esto en un solo da y por increble que
parezca, es de lo ms habitual.
Uno de los argumentos del Colegio Mdico
para rechazar la jornada laboral de 8hrs. es
que trabajar ms horas pondra en riesgo la
salud de los pacientes al no contar los mdiFRV FRQ ODV VXFLHQWHV KRUDV GH GHVFDQVR VH
les estara cargando con ms responsabilidad
que derivara en desastres mdicos. Pero ser
que la poblacin se ha puesto a considerar que
sin incremento de horas alguno, estar bajo sus
manos es de por s riesgoso al tener los mdicos 5 trabajos simultneamente? Cmo es posible que podamos acudir donde mdicos que
de hecho no descansan? Al igual que Moore
SURSRQHXQDODERUGHVPLWLFDGRUDGHOVLVWHPD
de salud de su propio pas, es necesario desmi-

WLFDU XQ PRQWyQ GH DVSHFWRV GHO VLVWHPD GH


salud en Bolivia.
El negarse a las 8hrs. no tiene que ver con el
bienestar de los pacientes sino con la actividad
lucrativa que es la medicina en el pas, pues incrementar las horas de servicio para extender el
rango de atencin a la poblacin implica desmontar el monopolio de los especialistas que
han instaurado dcadas atrs, a eso es a lo que
se niegan. Acaso no es comn ver que un mismo doctor atienda su especialidad en distintos
OXJDUHV"(OWUXFRGHHVRHVTXHORVPpGLFRVQDOmente derivan a todos sus pacientes a su consulta privada, es decir, trabajan en el sector pblico
y en clnicas privadas para capturar la mayor
cantidad de clientes.

Conicto de intereses
<DTXHODSURIHVLyQPpGLFDVHUtDODPiVVDFULcada de todas, hagamos una comparacin con
otras profesiones. En el caso de la abogaca existe una larga tradicin que rige ticamente el ejercicio de sta profesin, por ejemplo, si un abogado trabaja en cualquier institucin pblica, de
por s est prohibido de trabajar para el mbito
privado. El abogado debe escoger entre trabajar
para el Estado o para un particular y eso por el
principio de que nadie puede ser juez y parte al
PLVPRWLHPSRKDEUtDXQIXHUWHFRQLFWRGHLQtereses, si se permitira que por ejemplo un abogado trabaje para el Ministerio de Economa y
que simultneamente est atendiendo la causa
de un banco privado, se desatara un caos, una
GHVFRQDQ]DLQQLWDVHHMHUFHUtDXQPRQRSROLR
y poder absoluto sobre el Estado y sobre el privado, sin embargo en el mbito mdico en Bolivia esto ocurre cada da y es defendido por los
mdicos, laboratoristas y algunos trabajadores
de la salud en general.
Pongamos el caso del Colegio de Auditores o
Contadores Pblicos de Bolivia el cual regula
el ejercicio de la profesin del auditor, sucede
lo mismo que los abogados, no pueden trabajar
simultneamente para el Estado u entidades pblicas y para el mbito privado. Si lo permitiran
estaran quebrantando el principio de lealtad en
la profesin, una dimensin racional y tica que
el fuero mdico se niega a incorporar.
Este monopolio no solo afecta a la poblacin
tambin es perjudicial para los propios profe-

151

sionales mdicos que recin han obtenido su


ttulo en provisin nacional. stos jvenes no
encuentran trabajo porque todo ha sido ocupado
por las generaciones anteriores de mdicos quienes se rehsan a soltar sus mltiples cargos. Irnicamente los propios estudiantes de medicina
salieron a defender los intereses de sus docentes
y de la generacin de mdicos antiguos.
(OGRFXPHQWDOGHVPLWLFDODLGHDGHTXHORVPpdicos que prestan su servicio solamente para el
Estado estaran percibiendo un nico y bajo salario, al contrario, Moore entrevista a un joven
doctor britnico que trabaja para el sistema mdico socializado y cuyo sueldo le alcanza para
pagar una casa de 3 pisos en el centro de Londres valuada en un milln de dlares adems de
ir al trabajo manejando su propio Audi8. Resulta que el Estado britnico, adems de pagar un
jugoso salario, ha creado un nuevo sistema de
8

Audi es una de las marcas europeas de automviles ms


FRVWRVDV\VRVWLFDGDVGHOPXQGR
fuente: www.michaelmoore.com

152

recompensas donde los mdicos se llevan beneFLRVH[WUDHVGHFLUJDQDQLQFOXVRPiVGLQHURVL


logran por ejemplo que sus pacientes dejen de
fumar o bajen el colesterol, todo como parte de
las medidas de salud preventiva que aplica e impulsa ese pas. Segn relata ste joven, l es un
profesional mdico promedio.

A punta de jeringas con VIH y orina


Podramos hacernos la misma pregunta que
Michael Moore se hizo en el punto ms trgico
de su documental, cmo llegamos a esto? En
el caso de Bolivia, cmo llegamos al punto en
el que laboratoristas y mdicos salieron a las
calles del centro paceo con jeringas cargadas
de VIH y orina amenazando con pincharle a
quien se atreviera a detenerlos? Cmo llegamos al punto en que los medios de comunicaFLyQSULYDGRVMXVWLFDURQ\HQFXEULHURQVHPHjantes amenazas? Cmo llegamos al punto en
que los estudiantes de medicina en un espritu
conservador salieron violentamente en favor
de los mdicos antiguos? Hagamos ms preguntas al estilo Moore Cmo es que vivimos
en un pas donde los doctores pueden entrar
en paro, negando la atencin mdica hasta que
se resuelvan sus peticiones administrativas?
Cmo es posible que el Colegio Mdico de La
Paz se oponga a la investigacin y al establecimiento de sanciones penales por el inaudito caso del nio Alexander? Cmo es posible
que haya medios de comunicacin que exoneren sin prueba ni juicio alguno al personal
mdico responsable de tan atroz crimen? Qu
clase de pas es aquel donde un dolor de muelas ignorado por el mdico dentista llegue a
una sepsis y provoque la muerte del paciente?
Cmo es que los Colegios Mdicos encubran
la mala praxis y se nieguen a pasar a la justicia
ordinaria? Cmo es que llegamos a un pas
donde haya gente extra-sector mdico que se
niegue a la reforma estructural del sistema
mdico? Cmo llegamos a una ciudadana
que encubra y se niegue a desmontar el monopolio de los especialistas? En qu momento
el mdico se convirti en comerciante de sus
servicios y de los laboratorios que auspician
sus recetas? Cmo llegamos a una sociedad
que rechace la universalidad y gratuidad del
acceso a la salud? Me pregunto qu opinara
Michael Moore sobre el sistema de salud boliYLDQR\HOFRQLFWRGHODVKUV

Sicko censurado en Bolivia por el Colegio Mdico?


Supongamos por un instante que Sicko sera un
OPPXFKRPiVUHFLHQWH\KXELHUDWHQLGRXQHVWUHQRRFLDOHQ%ROLYLDHODxRSRUPHGLRGH
las diferentes salas de cine y multicentros que hay
alrededor del pas, o imaginemos que se estrenara el propio 2015 o incluso aos ms adelante, en
GHQLWLYD\SRUWRGRORH[SXHVWRVHUtDXQGRFXmental censurado por el Colegio Mdico de Bolivia y por los respectivos colegios departamenta-

les. Tras conocer pblicamente su punto de vista


y los argumentos que articulan para la rotunda
negacin de la jornada laboral de 8 horas, la universalidad y gratuidad del acceso a la salud y la
reforma estructural del sistema mdico, podemos
asegurar con certeza que Sicko no ser de su agrado. Aun as, la pelcula de Moore es una fuente de
LQIRUPDFLyQH[FOXVLYD\GHVPLWLFDGRUDTXHGHEHUtDKDFHUQRVUHH[LRQDUVHJXLGDPHQWHFDPELDU
ODRSLQLyQTXHWHQtDPRVVREUHHOWHPD\QDOPHQte intervenir en el debate de una frmula nueva
y diferente para algo que nos interesa a todos, el
acceso a la salud.

153

VII SECCIN
OJO LECTOR

154

155

Autor: Ricardo Rocha.

Notas sobre la revolucin latinoamericana


Patricio Echegaray
Editorial Ocean Sur, 2010.
El ser humano piensa como vive. Patricio Echegaray es un infatigable peregrino que hace muchos
aos se lanz al camino. Es como los griots africanos que marchaban, de pueblo en pueblo, narrando historias y leyendas que aprende viendo con sus
propios ojos y palpando con sus propias manos.
La validez del marxismo, la situacin poltica
en Argentina, las vivencias recientes en la Revolucin Cubana, entrevistas a los ms altos jefes
de las FARC-EP de Colombia, aproximaciones
a los procesos transformadores en Venezuela,
Bolivia y Ecuador, y el triunfo de los candidatos del FMLN a la presidencia y vicepresidencia
de EL Salvador, son notas sobre temas tericos y
experiencias nacionales, que nos ayudan a (re)
aprender, a pensar y a actuar en funcin de la
revolucin latinoamericana.

El Estado Absolutista
Perry Anderson
Siglo Veintiuno editores, 2011
En la primera parte de la obra se analizan las estructuras generales del absolutismo como sistema de estado, en Europa occidental, a partir del
Renacimiento; y se discute la difcil cuestin de
las relaciones de la monarqua y nobleza que se
institucionalizan a travs del Estado Absolutista,
para cuya transformacin en el tiempo el autor
propone un esquema general de periodizacin.
La segunda parte emboza una perspectiva comparativa del absoluto en Europa Oriental, para
tratar de comprender las razones por las que las
distintas condiciones sociales de la mitad ms
atrasada del continente desembocan, no obstante, en formas polticas aparentemente similares
a las occidentales. La obra se cierra con una discusin de la posicin especial que ocupa el desarrollo europeo en la historia universal., haciendo
KLQFDSLp HQ HO VLJQLFDGR GH OD KHUHQFLD GH OD
Antigedad clsica.

157

Una vez mas comunismo. Breve antologa pirata


Toni Negri
Por qu es importante la aparicin del libro
de Negri, no slo en s misma, sino en relacin
a Negri en prisin? Porque una curiosa empresa
de depreciacin tuvo lugar en muchos peridicos italianos: Negri no es un pensador importante, es un terico mediocre e incluso pattico. Resaltamos que el fascismo cuando encarcelaba a
un pensador o terico no sostena la necesidad
de infravalorarlo; simplemente deca: No tenemos nada que ver con los pensadores, son gente
detestable y peligrosa. La democracia de nuestro
tiempo necesita, ahora, depreciar y despreciar,
como modo de persuadir a la opinin pblica de
que la persona en cuestin es un pensador falso.
Pero el libro de Negri muestra bastante obviamente lo que todos sabemos, esto es: que Negri
es extremadamente importante, profundo y nuevo terico marxista.
Giles Deleuze

158

La dialctica del amo y del esclavo en Hegel.


Alexander Kojve, 2012
Leviatn,
Este libro rene los cursos dictados en la escuela
de Altos Estudios de Pars por Alexander sobre
la Fenologa del Espritu, cursos que constituyen, hasta hoy, la ms lucida, coherencia y reveladora exgesis del pensamiento hegeliano.
La presente obra comienza con una impecable
traduccin comentada del captulo IV, seccin A,
de la Fenomenologa la dialctica del amo y del
esclavo-, se extiende luego en el tratamiento de
otros temas fundamentales, como el atesmo racional e insistente sobre el papel del artista y del
intelectual en el mundo moderno. No hay duda
que esta obra facilita un provechoso acceso al
pensamiento hegeliano y ha de constituirse en
un irremplazable manual para los estudiosos de
ODVFLHQFLDVSROtWLFDV\ORVyFDV

Figuras de Disenso
Terry Eagleton
Prometeo, 2012
Ni los progresistas ni los conservadores pueden
quejarse cuando sufren crticas de parte de los
radicales; eso sucede todo el tiempo. Nuestros
oponentes polticos deben recordar que hay muchos ms de ellos que de nosotros; tambin deben tener presente que entre ellos se intercamELDQVXFLHQWHPHQWHHORJLRV\TXHHVRVHORJLRV
les permiten prescindir de los nuestros. Por cada
voz de izquierda que se atreve a sugerir que
W.B. Yeats sola ser un tonto de antologa, o que
Isaiah Berlin no fue un genio absoluto de la leyenda progresista, hay un enorme grupo de comentaristas preparados para gritar elogios a voz
en cuello. Espero que estas crticas tambin sean
testigo del hecho de que pende sobre nosotros,
aunque sea como vestigios, una especie de esfera pblica en la cual uno puede intentar escribir
amistosamente sobre cuestiones complejas.

Quin invento a Chvez?


Modesto Emilio Guerrero
Ediciones Continente, 2013
Quin invent a Chvez? Viene a cumplir una
funcin de suma importancia: dejar testimonio
de sus orgenes, de su vida, de su obrar, del medio en el que creci y se desarroll, y de cmo
se fue construyendo a s mismo a partir del entorno familiar y especialmente social y poltico
de los aos setenta. Desde hace doscientos aos,
patriotas como Dessalines, Bolvar, San Martn,
Zapata, Mart, Sandino, el Che, Fidel y tantos
otros -muchos conocidos y otros annimos- emprendieron una larga batalla por la construccin de una Amrica Latina unida, solidaria e
independiente de todas dominacin extranjera.
Hugo Chvez es la continuidad de esa historia
de rebeldas y es uno de sus protagonistas de ese
tiempo.

159

La redes del poder


Michel Foucault
Prometeo, 2014

160

Los pensamientos de la identidad suelen ser solidarios con las polticas utpicas. Los pensamientos de la multiplicidad, por el contrario, suelen
preferir las micropolticas. Mientras las macropolticas aspiran a transformar el mundo, las micropolticas apuntan a conseguir transformaciones a nivel molecular: instituciones, relaciones
personales, prcticas grupales no piramidales.
Se trata de lograr aplicaciones no coercitivas del
poder, resistencias creativas, acciones liberadoras mnimas, cotidianas, constantes, personales
y sociales. Esta postura militante es coherente
con la concepcin de Foucault, donde la verdad
surge de las prcticas sociales de cada cultura.
Esto es, de los dispositivos de poder. Dichos dispositivos semejan redes por las que circula el poder. Poder que no se posee, que se ejerce y que
FRQJXUDXQUHWLFXODGRHQHOTXHWRGRVSDUWLFLSDPRV/DVUDPLFDFLRQHVGHODUHGHIXQFLRQDQ
como vasos comunicante. Esto posibilita que, en
caso de movilizacin, el poder se perturbe, incluso desde zonas que se suponen faltas de poder.

El lder Revolucionario y El hombre Nuevo


Evo Morales, lvaro Garca Linera y Ernesto Che Guevara
Vicepresidencia, 2015
La presente publicacin pretende dar los conceptos bsicos que hacen a los lderes revolucionarios desde la perspectiva de Ernesto Che
Guevara, el presidente Evo Morales y el vicepresidente lvaro Garca Linera, en la perspectiva
de que ser un lder revolucionario es asumir la
responsabilidad histrica con la patria, con los
hermanos y con la naturaleza, como una signiFDFLyQ \ FRPR OD PD\RU UHDOL]DFLyQ 6HJXLU HO
ejemplo de estos luchadores revolucionarios,
que entregaron o entregan su energa, su esfuerzo, su vida y hasta su sangre por una Bolivia libre, digna y soberana; es la esencia que quiere
entregar este copilado.

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