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La Batalla Del Adopcionismo

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La batalla del Adopcionismo

en la desintegracin de la
Iglesia visigoda

Discurso ledo en la recepcin pblica de

D. Ramn de Abadal y de Vinyals


en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona ,
el da 18 de diciembre de 1949

Contestacin del Acadmico numerario

Dr. D. Jos M. a Mills y Vallicrosa

. --~

BARCELONA - MCMXLIX
La batalla del Adopconsmo
en la desintegracin de la
Iglesia visigoda

Discurso leido en la recepcin pblica de


D. Ramn de Abada1 y de Vinyals
en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona,
el da 18 de diciembre de 1949

Contestaci6n del Academico numerario


Dr. D. Jos M.a Mills y Vallicrosa

BARCELONA - MCMXLIX
Discurso de entrada

D. Ramn de Abada1
y de Vinyals
E s loable tradicin de esta casa que todo nuevo acadmico
rinda, al entrar en ella, el debido homenaje al que le prece-
diera en su lugar. En el presente caso en que yo, por condescen-
dencia vuestra, vengo a ocupar el silln que con su presencia
honr Don Eduardo Toda, el homenaje esquiva todo formulismo.
La personalidad del Sr. Toda fu tan recia y tan completa.
su inteligente dinamismo tan eficiente, su erudicin tan vasta,
que slo con recordar su nombre se agolpan en la mente de todos
nosotros mltiples realizaciones que le debieron su ser.
Dedicado por muchos aos al ejercicio de la carrera consu-
lar, ocupado luego en negocios navieros, vivi en las iiis varia-
das regiones del mundo: China, Egipto, Cerdea, Ecuador, Arge-
lia, Estados Unidos, Francia, Blgica, Inglaterra, ......impregnando
su espritu, intensamente analizador, en el espiritu de cada una
de ellas. Su abundantisima bibliografa traduce el inters profun-
do con que vivi las ms diversas culturas del universo: orienta-
les, africanas, mediterrneas. Para nosotros este inters repre-
sent en especial la resurreccin de los estudios sobre Cerdefia,
la isla mediterrnea donde se desvanecieron tantas ilusiones de
los reyes de Aragn y donde reposan las cenizas de tantos ante-
pasados nuestros.
Porque Toda supo conjugar aquel sentido universal de con-
vivencia con un amor intenso a todas las cosas de su tierra y vi6
el mundo a travs de este amor; exponente de esta visin es su
obra fundamental sobre la Bibliografa espafiola de Italia.
Retornado Toda en la madurez de sus aos a su patria, de.
dic6 sus ms fervientes desvelos a la ingente y costosa obra de
hacer resurgir de sus ruinas monasterios otrora resplandecientes
en nuestra historia: Escornalbou, Poblet.
Poblet en especial fu el amor y la ilusin de toda su vida;
a los diez y ocho aos public ya su primer estudio histrico
sobre el monasterio, al que espaciadamente fueron siguiendo mu-
chos otros en el largo curso de su existencia. Nadie como l lleg
a conocer
. . la historia,.vicisitudes, el alma del martirizado monas-
terio; nadie como l poda infundirle nueva vida.
Poblet resucitado es el homenaje permanente y glorioso a
Don Eduardo Toda;, fue' su vida, es ahora su sepulcro y ser su
perenne monumento.
La Iglesia visigoda a travs de la
dominacin musulmana

P ocos acontecimientos han presentado externamente en la


historia un carcter ms desconcertante que la conquista
del reino visigodo por los rabes.
Que un pequeo contingente de hombres, los doce mil bere-
beres de Tarik, rota la barrera que Rodrigo les opusiera en las
riberas de la Janda, pudiesen entrar a los pocos meses de su
desembarco en la altiva Toledo, l a capital del gran reino de los
godos. y que con un refuerzo de diez y ocho mil rabes pudiera
Muza recorrer impune el centro y norte de la pennsula hasta
llegarse a las playas del Cantbrico, todo ello en tres campaas
estivales, tiene aparentemente algo del amiracle historique)) de
que habla el profesor francks Mr. Lot.'
Sube de punto an el aspecto maravilloso si se reflexiona en
las condiciones tcticas de la guerra del tiempo, cuando tan difi-
cil empresa apareca la expugnacin de cualquier ciudad forti-
ficada -y Merida mismo fu un ejemplo palpable de ello-. En
verdad que tamaa empresa n o se explicaba fcilmente.
No se lo explicaron los enjutos cronistas primitivos, ni tam-
poco los historiadores medievales que les siguieron, ni an los
eruditos modernos, ya ms curtidos en el arte de la interpreta-
cin histrica; desde el castigo sobrenatural por una supuesta
corrupcin goda, hasta la tesis de una decrepitud e irremediable
agotamiento del Estado tole dan^,^ pasando por el socorrido y
popular expediente de la traicin, muchas fueron las causas
intilmente alegadas como justificacin histrica de un aconte-
cimiento que se presentaba inexplicable.

1-Lot, Les invasions barbares, Paris, 1937, pg. 14.


2-En la opinin de Lbvi-Provencal, Hisfoire de i'Espa,qne
. . musulmane; 1, Le Caire,
1944, p a g 4' ..:
10 -
Y es que hubo ya de antiguo un error en el planteamiento
del caso. Se juzg6 de los orgenes por las c6nsecuencias tardas y
aparentes, y se aplic en el juicio un predeterminado criterio con-
temporneo, extrao en absoluto a.la mentalidad de la poca en
que los hechos ocurrieran. Hoy podemos afirmar que es un error
hablar de la invasin rabe, en el sentido de violencia que com-
porta la expresin; los rabes n o vinieron a Espaa para invadir-
la, y una vez estuvieron en ella tuvieron an sus dudas sobre la
conveniencia de quedarse.
Llamados por los hijos de Witiza para recuperar el poder que'
a la muerte de su padre arrebatara el partido contrario con la
eleccin del rey Rodriga (como Atanagildo haba llamado contra
Agila, siglo y medio antes, a las tropa's imperiales de Justiniano,
y como ochenta aos ms tarde Sisenando recabara la colabora-
cin del ejrcito franco de Dagoberto), son perceptibles las vaci-
laciones de las autoridades rabes en la aceptacin de la propues-
ta, que probablemente gestionaba como intermediario el conde
Urbano de Ceuta. El califa Al-Walid, consultado sobre el caso
por el gobernador de Africa, Muza, parece que le haba contes-
tado: Gurdate de arriesgar los musulmanes a traves de los pe-
ligros de un mar de violentas tempestades)).'
A pesar de ello una reducida expedicin de tanteo fu reali-
zada. durante el verano de 710, dirigida por el oficial bereber
Tarif? las pocas naves del conde Urbano demostraron su eficien-

1 - -Les historiens arabes donnent a entendre qu$ la faveur de ces vnements,


Musa ibn Nusair fut bientbt convainqu qu'nne expdition de quelque envergnre
tait possible contre 1'Espagne. Mais il ne ponvait la dcider de son propre mou-
vement; il lui fallait l'accord du calife. Pressenti, al-Walid n'accorda pas d'em-
ble I'autorisation demande. Par deux fois, il aurait prescrit a son gouverneur
d'lfrikiya de se borner a faire oprer de simples reconnaissances de cavalerie,
destines a le renseigner sur la capacit de rsistence des Wisigoths et sur la vri-
table sitnation politique de I'Espagne, nGarde-toi, ajoutait le souverain, d'exposer
les Musulmans aux prils d'nne mer aux violentes tempetes". Lvi-Proven~al,
Histoire de I'Espagne musulmane, 1, pg. 13.
2 -Basamos fundamentalmente la trama de los hechos histricos, certificados por el
testimonio de las fuentes, en su relacin por Lvi-Provencal, Histoire de I'Espag-
ne musulmane, 1, donde el lector curioso podr eucoqtrar !as referencias bi-
bliogrficas y documentales.
cia en el traslado de los escasos contingentes a travs del estre-
cho. Y as fu aceptada la propuesta witizana.
La verdadera expedicin de ayuda fu confiada por Muza al
gobernador de Tnger. Tarik, su liberto. Parece que el conde
Urbano tomaba tambin personalmente parte en ella. Las tropas
en su mayor parte eran bereberes, con lo que se cumplan lasins-
trucciones del califa de n o arriesgar los musulmanes. Desembar-
c6 en abril-mayo de 711 en Gibraltar y tom como base el lugar
de Algeciras Se adivina la cautela de Tarik en n o alejarse de esta
base; seguramente sospechaba de la conducta de los witizanos,
que n o parece dieran muestras eficientes de su colaboracin.
S i la tradicin histrica rabe es verdadera. conio parece, y
los witizanos acudieron al llamamiento del ejrcito de resistencia
convocado en Crdoba por el rey Rodrigo. aunque fuese con la
oculta intencin de abandonarlo en el momento oportuno, se
comprenden las vacilaciones de Tarik, con el mar a sus espaldas.
No obstante decidi mantenerse, pidiendo refuerzos al Africa;
acudieron cinco mil bereberes a sumarse a los siete mil de que
disponia.
Con ejrcito relativamente tan reducido iba a sostener el
choque contra las fuerzas del potente Estado godo, dirigidas per-
sonalmente por el rey. El talento militar de Tarik se patentiza al
escoger el campo de batalla, favorable a su probable inferioridad
numrica, en el estrecho corredor entre la laguna de Janda y la
sierra de Retin. Los historiadores rabes consignan que la batalla
dur una semana, del 19 al 26 de julio. Esta duracin tan prolon-
gada es un hecho que se repite a menudo en la historia militar de
la poca; pero no hay que pensar en una lucha de varios dias; los
contendientes enfrentados se observan, tantean, negocian, procu-
ran sobornar a las tropas enemigas, en busca siempre de la solu-
cin ms segura y menos cruenta. All se renovarian los pactos
gestionados por Urbano y se produciria la esperada defeccin de
los witizanos, dando ocasi6n al ataque a fondo con que Tarik
deba derrotar y dispersar a los leales que le hubiesen quedado a
don Rodrigo.
Lo que luego aconteci es sorprendente. Tarik, despreciando
l a i tropas fugitivas de Rodrigo, abandonando su persecucin. y
prescindiendo casi de las plazas fuertes que dejara al dorso,lse
lanz directamente sobre la capital, Toledo. A qu iba all? No
parece q"e fuese a proclamar a Akhila, el hijo de Witiza, que no
lleg a obtener la sucesin del trono; mas bien puede sospechar-
se que fuera a recoger el tesoro real, temeroso de su traslado hacia
el.norte por los rodericianos fugitivos. Si ste era su mvil, el
xito fu completo, a juzgar por las noticias que los historiado-
res rabes se complacieron en transmitirnos ponderando la mag-
nificencia de la presa.
Es posible que este tesoro fuese el precio pactado con los
witizanos por la ayuda prestada; hay el precedente de Sisenando
que haba cedido una parte del mismo tesoro a favor del mero-
vingio Dagoberto, en un caso parecido, que acab, no obstante,
rescatando por 200000 sueldos.
Pero si Tarik con su decisin logr apreender el tesoro antes
de que pudiera escaprsele, una vez en su posesin pudo medir
las consecuencias peligrosas de su audacia. Haba dejado en su
retaguardia los restos dispersos del ejrcito de Rodrigo y asi se
haba cerrado el camino para la vuelta; poda, despus de su
xitb, correr el riesgo de perder el tesoro en la inseguridad de la
va de regreso? Opt por quedarse en Toledo y pedir un nuevo
envo de refuerzos a su jefe. Muza.
este, aleccionado con las experiencias de la empresa y movi-
do a la vez por posibles sentimientos de envidia y de codicia, de-
termin dirigir personalmente la expedicin de socorro a su liberto.
Muza atraves el estrecho en junio de 712 con un ejrcito de
diez y ocho mil hombres; esta vez n o se trataba de bereberes
apenas islamizados. sino de rabes propios, muchos de ellos no-
bles. La expedicin poda ser considerada como una infraccin
abierta a' las instrucciones del califa Al-Walid.
El objetivo prximo de Muza era abrir un camino seguro
hacia Toledo para liberar a Tarik y poner mano en el tesoro ad-
quirido. Pero para ello precisaba rendir las plazas que jalonaban

1 -Parece que se limito a negociar el paso con las de Eci~ay Crdoba.


aquei camino. Medina-Sidonia, Carmona, Sevilla, se entregaron
con poca resistencia; en su interior pesaran mucho los elemen-
tos witizanos o cuando menos indiferentes. Pero Mrida, refugio
probable de buena parte de las tropas rodericianas hudas el
ao antes de la Janda, se neg a negociar, y oblig6 a Muza a per-
der un ao, pues no se rindi6 hasta el 30 de junio de 713. Demos-
tracin clara de lo apuntado ms arriba sobre la dificultad de
someter a la fuerza plazas fortificadas, y exponente indicador de
que la facilidad de los movimientos musulmanes s610 era debida
a su carcter de aliados de un partido, no invasores del pas.
Rendida Merida, Muza y Tarik pudieron darse las manos en
Talavera y ganar otra vez Toledo.
En este momento es cuando parece producirse un cambio
trascendental en el carcter de la intervencin musulmana: parece
como si Muza se hubiera dado cuenta de la desorganizacin y de
la debilidad del partido witizano y, por tanto, de la posibilidad
de repetir el juego del general Liberio cuando, venido al frente de
las tropas bizantinas para ayudar al pretendiente Atanagildo, se
qued ocupando gran parte de la Betica para Justiniano. De he-
cho, ni Akhila ni ninguno de los familiares del difunto Witiza
fu entronizado; al contrario, con los hijos de Witiza, Akhila y
sus hermanos Olmundo y Ardabasto, se estableci6 un acuerdo
en virtud del cual recobraban la propiedad particular de tres mil
cortijos que haban constituida el patrimonio real de su padre,
incautado por Rodriga, y se les reconoca una jurisdicci611, como
condes, sobre los cristianos de determinadas regiones meridio-
nales.'
Muza y Tarik pasaron el invierno de 713-714 en Toledo, tra-
mitando seguramente estos acuerdos y planeando su extensin
en vasta escala por todo el mbito peninsular; se tratara, al pa-

1 - Akhila recibi el gobierno de Toledo, que continu an en mano de sucesores


suyos; a Ardabasto le fu adjudicada Crdoba, donde un descendiente suyo seguia
llamndose conde; a Olmundo, Sevilla, y Sabemos de tres hijos suyos: Sara ala
g o d a ~casada con un noble rabe antecesor de un clebre cronista; un hijo que
muri en los dominios cristianos del norte; y otro que Ileg6 a obispo de la misma
ciudad de Sevilla. Vide: De las Cagigas, Los Alozrabes, 1, Madrid, 1947, pg.
133, nota 5.
recer, de intentar ligar convenciones parecidas con los jefes loca-
les, duques o condes O potentes. El acuerdo logrado con los hijos
de Witiza seria un excelente cebo para que todos estos jerarcas
se sintieran inclinados a aceptar una situacin que, si por una
parte no les exiga nuevos sacrificios de importancia, por otro
lado daba a muchos de ellos una estabilidad en su cargo de que
carecan en la antigua administracin.
Conocemos afortunadamente el texto de una de estas con-
venciones, la celebrada por el hijo de Muza con Teodomiro, el
gobernador godo de la regin murciana, y su contenido nos ilu+
mina sobre el mecanismo mediante el cual iba a establecerse la
dominacin arbiga. Las actas de muchas otras convenciones se-
mejantes debieron perecer consumidas por la injuria del tiempo.'
En rigor, los recin venidos iban a substituirse en el gobierno
central del derruido Rodriga, y con los bienes del fisco y los par-
ticulares de los allegados y partidarios del rey vencido, fugiti-
vos. podran ser dotados todos los participantes en la empresa y
an, los nuevos inmigrados, y satisfechos los derechos califales.
La apropiacin de los impuestos existentes, o su simple substitu-
cin formal, seria suficiente para eludir toda nueva carga sobre
el pueblo.
De esta forma las clases populares iban ms bien a mejorar
su situacin dura y triste; tainpoco parece que'los posesores hu-
biesen de salir perjudicados. En cuanto a los jerarcas ya hemos
dicho como se les ofreca, a base contractual, una mayor estabi-
lidad. Slo para los reacios a la colaboracin poda preverse el
uso de la violencia.
Desde Toledo, Muza haba mandado unos legados a Damasco
para informar al califa sobre los pasados acontecimientos y la

1 -De las Cagigas, Los Mozrabes, 1, pgs. 61-62, explica la falta de transmisin de
las capitulaciones primitivas por la circunstancia de que hasta mediados del siglo
segundo de la hjira no empezara a escribirse historia rabe. Eso aumenta el
inters del pacto de Teodomiro .pues nos ha permitido conocer, en lineas gene-
rales, cul fu el verdadero pensamiento de los conquistadoresu. Puede verse la
traduccin de Simonet del tratado con Teodomiro :en: Snchez-Albornoz, La
Espaa musulmana, Buenos Aires, 1946, 1, pg. 44.
- 15
situaciijn actual. y exponer sus planes, y pedir autorizacin para
llevarlos a la practica.
Mientras tanto, finalizada la labor preparatoria en Toledo, se
dispuso a recorrer el reino para captar la colaboracin de los
jefes locales, establecer convenios, imponer su autoridad donde
la resistencia lo hiciera imprescindible. quebrantar los restos de
los dispersos rodericianos fugitivos. Con Tarik se dirigi primero
hacia Zaragoza, posiblemente con nimo de llegarse hasta Cata-
lua y la Galia gtica. Pero en Zaragoza (primavera de 714) de-
bi6 detenerle el retorno de los legados que mandara a Damasco.
Venan con malas impresiones; el califa pareca irritado de una
empresa que supona en abierta desobediencia a sus indicaciones,
y llamaba a Muza y a Tarik a su presencia para responder de su
conducta. Muza tuvo que renunciar a sus proyectos hacia el nor-
este. Combin con Tarik un rpido recorrido de las regiones
noroeste; 61, personalmente, parece que visit la cuenca alta del
Duero, subiendo luego verticalmente para llegar hasta el mar, en
Asturias; Tarik habra seguido el valle del Ebro para saltar des-
pus por la Bureba hacia Amaya, Len y Astorga, y quiz Gali-
cia. En todo caso, estas expediciones, que debieron hacerse sin
grandes dificultades, fueron rpidas; los dos generales, jefe y sub-
alterno, salan de Espaa en septiembre del mismo 714 para. a
travs del Africa del norte, llegar a Damasco a principios de715;
ya n o volverian; su desgracia estaba decretada.
Al abandonar la pennsula Muza dej confiada la direccin
de su empresa a su hijo Abdalaziz; ste, siguiendo el plan pater-
nal, visit las regiones de Portugal, Andaluca y Levante; fue
entonces seguramente y en esta ltima regin, cuando se estipul6
el convenio con Teodomiro de que hablbamos. Abdalaziz llev
su poltica de atraccin hasta casarse con Egilona, la viuda del
rey Rodrigo. S u gobierno n o deba ser de mucha duracin; en
marzo de 716 era asesinado por orden del califa Suleiman, por
abuso de poder, se dice: cabe entender por ilegalidad en el ttulo
ya que su nombramiento se deba a su desautorizado padre.
La poltica de Damasco sobre el caso de Espaa contina
vacilante y confusa; de m-omento el wal del Africa occidental nom-
16 -
br6 un gobernador, Al-Horr; pero, por la primavera de 719, el califa
Omar se decide finalmente a enfocar a fondo el problema que
suscitara Muza con sus iniciativas. Para ello mand a Espaa, en
dependencia suya directa, como wal. a Al-Samha: este wal lleg6
con instrucciones precisas del califa. El soberano omeya quera
ser informado con toda exactitud sobre la configuracin geogr-
fica de la pennsula y sobre la seguridad de las comunicaciones
martimas entre este pas y el resto del mundo islmico. Incluso
habra pensado -todos los historiadores rabes lo recuerdan-
en decretar la evacuacin pura y simple de Espaa; slo las difi-
cultades prcticas de una tal evacuacin le habran disuadido
del proyecto.'
Los informes deban ser concluyentes sobre la solidez de la
estructura creada por Muza con su politica de colaboracin, y a
partir de este momento la presin musulmana se hace decisiva
en el gobierno del pas, sin dejar por ello de respetar las conven-
ciones pactada^.^
Hemos querido presentar los orgenes de la intervenci6n mu-
sulmana en E ~ p a ainterpretando
,~ en la forma a nuestro modo
de ver ms racional y lgica los datos fragmentarios proporcio-
nados por las fuentes hist6ricas, porque son estos orgenes los

1 - Lvi-Provencal, Histoire de I'Espagne musulmane, 1, pg. 28.


. 2 - El gobernador Anbasa (721-726) pretendi doblar las cargas a los cristianos y
confiscar los bienes a los judios, pero debido a las protestas fu destituido, nom-
brndose en s u lugar a Yahya (726) el cual arestituye a los mozrabes y judios
lo que se les haba cobrado indebidamente, forzando a los musulmanes con gran
energa para que lo devolviesenn. De las Cagigas. Los Mozrabes, 1, pig. 84.
Abderrahman. inaugurando el emirato independiente, continu la misma, politica
de respeto con relacin a los indgenas; la tramitacin del asunto de la mezquita
de Crdoba es un exponente tipico de esta poltica. Id. Id. pg. 108. Ya en pleno
siglo X recuerda el P. Ptrez de Urbel, San Eulogio de Crdoba, Madrid, 1942,
pg. 230, conio (<delmismo palacio llegaran al cadi avisos como este: El canciller
te saluda y te dice que a estos espaoles que hablan en romance no se les debe
tratar con desdn. Sabes perfectamente lo que debe hacerse para cumplir lo que
hemos pactado con ellos. (Aljoxaui, Jueces de Crdoba, trad. Ribera, pg. 228)n..
Siempre flotando la idea de fidelidad a los pactos.
3 - En rigor l a p a l a b r a ocupacin no es del todo exacta; como hace notar De las
Cagigas "los invasores fueron pocos, muy pocos, y dominaron el pais, pero n o lo
ocuparon., LosMozrabes, pg: 11.
que imprimen el caracter especial que va a tener en lo sucesivo
la dominacin arbiga en el interior de la peninsula, carcter que
denuncia siempre la primitiva poltica de atraccin y de colabo-
racin pactada. Las inacabables luchas y violencias que van a
producirse en el pais durante el siglo VIII, sern exclusivamente
conflictos tribales entre los sobrevenidos, sin que afecten a los
indgenas en mayor proporcin que la parte que ellos mismos
se atribuyan con su personal adhesin a alguno de los conten-
dientes. S610 mucho ms tarde, bien entrado el siglo IX, se pro-
ducir un estado general y disperso de insubordinacin en las
aglomeraciones ciudadanas y entre los jerarcas y potentes mula-
des. atribuible en buena parte a la rapacidad de los dominado-
res y a la inquietud de caudillos dominados:' aludimos especial-
mente a Mkrida, Toledo, Crdoba, a los beni Quasi, ben Hafsun,
ben Marvan.. .
Uno de los aspectos que mejor traducen aquel carcter -y es
el que nos interesa especialmente ahora a nosotros- se refiere a
la situacin religiosa y la consiguiente organizacin eclesistica.
La antigua idea de que los rabes entraran en Espaa animados
por un espiritu de proselitismo religioso,'hace tiempo que tuvo
que ser d e s e ~ h a d aNingn
.~ hecho concreto conocido poda abo-
narla: desde el punto de vista religioso, los rabes se comporta-
ron en Espaa, mejor que con tolerancia, con indiferencia respe-
tuosa. Si el metropolitano Sinderedo huy de Toledo al acercar-
se las tropas de Tarik, lo hara como r ~ d e r i c i a n o ,mientras
~ el

1 -Las quejas que los cristianos de Mrida hicieron al acudir en 828 a Ludovico Pio,
segn cuenta ste mismo en la carta que les dirigi (Espaa Sagrada, XIII, pg.
416), se referian a que <habindoles aumentado Alhaquem injustamente los tri-
butos que no debian y exigindoles. violentamente su pago, de amigos se haban
convertido en enemigos, de siibditos obedientes en sediciososa.
2 - ~ T a r d i o shistoriadores cristianos ... presentan la invasin como un hecho de pro-
selitismo religioso y como una guerra fantica. La realidad, sin embargo, fn bien
distinta. Al llegar los invasores... no se forz a nadie para s u conversin-. De
las Cagigas, Los Mozarabes, pg. 54.
3 - Garcia Villada en s u Discui*so de receprjbn en la Academia de la Hjsforia,
Organizacin. y fisbnoma de l a Iglesia espaola desde la cada del Imperio
visigodo en 711 hasta la toma d e Toledo en 1085, Madrid, 1935, pg. 10, hace
notar que fn tan general la actitud del obispado visigodo en permanecer en sus
metropolitano de Sevilla, Oppas, las flanqueaba; por otra parte
sospecha Menendez Pidal que estas tropas eran en su mayor par-
te berberiscos gomeres, tribu probablemente catlica y sbdita
de los vjsigodos.' La convencin Abdalaziz-Teodomiro, a nuestro
modo de ver convencin tpica. estableca que los indgenas n o
seran molestados en la practica de su religin y que las iglesias
n o seran incendiadas ni despojadas de sus bienes' y objetos del
culto.
Y el P. F16rezz pudo demostrar que la organizacin eclesis-
tica visigoda persisti con carcter general en el territorio domi-
nado por los musulmanes; los fallos locales fueron debidos a cir-
cunstancias especiales, lo misino en el momento de la ocupacin
que, ms tarde, en las zonas a menudo peligrosas y barridas de
las fronteras. Las anchas planicies castellanas sobre el Duero, las
leonesas y portuguesas a ambas mrgenes del ro, estuvieron so-
metidas durante largas temporadas, como territorio barrido de
entre fronteras, a condiciones de una dureza parecida a las que
vamos a exponer luego para la Septimania. Pero hacia el sur
peninsular la jerarqua episcopal n o sufri interrupcin; se cele-
braron concilios cuando fu preciso, la vida monacal continu
floreciente, el culto se celebr pblicamente, en las escuelas se
formaron las nuevas generaciones de clrigos y monjes.
Modernamente el P. Garcia Villada dedic a este tema un
capitulo de su excelente Historia Eclesistica d e Espaa,? lo titu-
laba: ((Persistencia de la organizacin eclesiastica antigua en el
territorio ocupado por los musulmanesa. Despus de hacer hin-
capie a la conservacin de las antiguas provincias con sus res-
pectivas dicesis sufragneas, que considera probada por la exis-
tencia de listas mozrabes que reproducen las divisiones existentes

dicesis cuando la ocupacin musulmana sque, como excepcin, hace resaltar zl


annimo Toledano* la conducta del obispo de Toledo, Sinderedo, que al acer-
carse el invasor, abandon, como mercenario, su rebao, huyendo a Roman.
1 - Menndez Pidal, Historia de Espana, 111, Espaa visigoda, Madrid, 1940, pg.
LIII.
2 -Espaa Sagrada, V, pgs. 352 a 384.
3 - Garcia Villada, Historia Eclesistica de Espaa, 111, Madrid, 1936, pigs. 47 a 53.
en el siglo VII. y haciendo notar que enel siglo IX habla Alvaro
de Crdoba de la existencia de l a provincia eclesistica Btica
como de la cosa ms naturalu; pasa a desarrollar un argumento
mucho ms convincente, el que el padre Florez estableci como
bsico. de la continuidad de la sucesin episcopal en las dicesis.
Vamos a cederle la palabra. Poseemos -dice GarcaVillada-
todavia otro argumento ms firme, si cabe, para probar la con-
tinuidad de la antigua organizacin diocesana en la zona i n v a d i
da. Refirese este a las listas de obispos de Elvira, Sevilla y Toledo,
guardadas en el cdice. Emilianense. La de Elvira consigna los
nombres de sus prelados desde san Cecilia, uno de los varones
apostlicos, hasta Gapio, muerto poco antes del 958; la de Sevi-
lla. desde Marcelo, que gobern la dicesis en la ltima mitad
del siglo tercero, hasta Julin, de principios del siglo IX; y la de
Toledo, desde Pelayo, hacia la mitad del siglo IV, hasta Juan,
muerto el ao 9 5 6 ~ .
En otro lugar lieinos probado la autenticidad de estas listas.
Efectivamente: se puede sta contrastar sin gnero ninguno de
duda, por lo que atae a los obispos de la poca visigoda. Lo mis-
m o se puede hacer con el i~letropolitanode Sevilla, Teddulo, que
combati el adopcionismo a fines del siglo VIII, con el prelado
de la misma sede, Juan, y el de Elvira, Nefridio, que asistieron
al Concilio de Crdoba del 839. Pero donde la prueba es ms
abundante es en lo referente a Toledo. P o r testimonio del An6-
nimo Toledano* consta que Sinderedo regia la metrpoli hacia
712, y Cixila Iiacia 774. Un poco ms tarde, hacia 783, ocup la
silla el tristemente clebre Elipando; y por los aos de 830 la go-
bernaba el obispo Wistremiro, muy alabado por san Eulogio. En
719 dice el Annimo Toledano que honraba Fredoario la di-
cesis de Guadix; y las firmas de los que asistieron al citado con-
cilio cordobs del 839 nos dan los siguientes datos: Wistremiro,
metropolitano deToledo; Juan, metropolitano de Sevilla; Ariulfo,
metropolitano de Mrida; Quirico, obispo de Guadix; Leobesindo,
Obispo de Ecija; Recafredo, obispo de Crdoba; Amalasindo.
obispo de Mlaga, y Nefridio, obispo de Elvira.
xA mayor abundamiento, refiere san Eulogio que a la vuelta
de su frustrado viaje a Francia. vi6 a los obispos de ~ a m ~ l o yn a
Zaragoza, a Sisemundo, que lo era de Sigenza, y a Venereo, que
ocupaba la sede de Alcal*.
rSi subimos unos anos ms, tropezamos con Hostegesis, in-
digno obispo de Mlaga. y con los que se pusieron de parte del
abad Sansn y en contra del heresiarca Malacitano. a saber: Ari-
culfo, metropolitano de Mrida; Saro, obispo de Baeza; Reculfo.
de Cabra: Beato. de Ecija; Juan t as teta no; Gins, de Urci; Teo-
deguto, de Elche: Miro, de Asidonia, y Valencio, de Crdoba)).
establecido en el primer tercio -del siglo X el califato en
Espaa, y concedida a los mozrabes alguna ms libertad y pro-
teccin, era natural que continuase lajerarqua: La silla de Tole-
do, ocupada en 965 por Juan, era regida seis aos ms tarde,
segn los historiadores rahes, por Obaidala ben Casi, y en 1077
por Pascual, como consta por la suscripcin de un cdice visi-
godo. Al frente de la de Sevilla estaba en 937 cierto Julin. En
Crdoba, consta que haba obispo en 931; que en 957 lo era Juan;
que a ste sucedi Asbag ben Abdala. y en 988 ejerci esta digni-
dad Juan 11. El afo 931 muri el obispo de Guadix, Martn. La
suscripcin del cdice toledano (segunda mitad del siglo X) men-
ciona a Servando, obispo de Ecija; a Esteban, de Medinasidonia,
y a Juan, de Cartagena, trasladado luego a Crdoba. Prelado de
Mlaga debi de ser por este tiempo un tal Februario. Gapio lo
era de Elvira en la primera mitad de este siglo y Recemundo en
958~.
Comprobada por esta sucesin ininterrumpida de las jerar-
quas metropolitanas y episcopales la persistencia de la Iglesia
visigoda a travs de la ocupacin. hay que sealar de todas ma-
neras una consecuencia importante originada por el cambio de
rgimen poltico. Contra, lo que pasaba en el reino visigodo, don-
de la compenetracin entre las dos jerarquas, eclesistica y poli-
tica, se haba convertido en la base del sistema, ahora la separa-
cin de los dos poderes es la norma comn, y s610 en casos
excepcionales y graves los emires de Crdoba se permiten fugaces
intervenciones. As pues la Iglesia mozrabe reconquista dos atri-
buciones de la mayor importancia: la eleccin de obispos y la
convocatoria de concilios. Oigamos tambin sobre ello lo que
dice en otra ocasin el mismo Garca Villada:' Se ha. sostenido
que esta prerrogativa (de la eleccin de obispos) la ejercieron
tambin los emires de Crdoba; pero la hiptesis se funda unica-
mente en el apoyo que para su politica religiosa encontr Abde-
rrhmen 11 en el obispo de dicha ciudad, y ms tarde metropo-
litano de Sevilla, Recafredo. Pero sta no es base suficiente para
generalizar la te0ria.l Precisamente poseemos un documento de
singular importancia que desmiente tal afirmacin. A la muerte
del obispo de Toledo, Wistremiro, fu nombrado para suceder-
le san Eulogio: y su bigrafo y gran amigo, Alvaro Cordobs,
dice expresamente: nAb omnibus comprovincialibus et confiniti-
mis episcopis electus, et dignus est habitus, et pro relatu omnium
comprobatus~.Lo que acabamos de decir referente al nombra-
miento de obispos, hay que extenderlo a la convocatoria de los
concilios. Tompoco se prueba que en ella intervinieran los emi-
res, como lo hacan los monarcas visigodos. El sinodo que se
tuvo en Crdoba el ano 839 para condenar a los acfalos, no fu
ciertamente convocado por el emir cordobs. Es, s, verdad que
la asamblea del 852, en que se censur a los mrtires espont-
neos, se reuni por iniciativa de Abderrhmen 11; pero ni san Eu-
logio, ni los catlicos sinceros la consideraron como cannica,
sino ms bien como concilibulo desprovisto de toda autoridad.
No obstante, estas nuevas condiciones de libertad, que a pri-
mera vista y con ojos modernos aparecan como elementos favo-
rables al desarrollo de la Iglesia visigoda, fueron en realidad para
ella causa de debilitacin. Acostumbrada durante ms de un siglo
a vivir en plena colaboracin con el poder temporal, apoyada y
protegida por su autoridad, al encontrarse libre y sola qued
como desamparada, en circunstancias ms bien desfavorables. El
1 - Garcia Pillada, Discurso, pgs. 1 1 y 12.
2 - No obstante Lvi-Proven~al,Histoire de I'Espagne musulmane, 1, pg. 56, sos-
tiene la opinin contraria: ala dsignation de ce prlat (el metropolitano de To-
ledo), comme celles des kveques de Cordoue et des autres dioceses tait toujours
soumise i l'assentiment du monarqiie umaiyadeu. Creo que con su mtoujoursn
Lvi exagera; s610 en ciertos casos extraordinarios, y el de san Eulogio fu uno
de ellos, el emir o el califa ejerceria su veto contra una olecci6n caniinica.
22 -
tiempo y el aislamiento trabajaban contra ella; la disgregacin
de las autoridades civiles indgenas subsistentes. por falta del
lazo de unidad de la derrocada monarqua, haba de repercutir
en su propia disgregacin, sin contar los fallos en la fidelidad de
muchas d e aquellas autoridades que con su apostasia crean ser-
vir los propios intereses.
P o r otra parte, la masa del pueblo, perdido el encauzamiento
tutelar del poder, irase deslizando hacia la indiferencia y tam-
bien hacia la apostasa, arrastrada unas veces por el ejemplo y
an la presin de aquellos jerarcas renegados, otras por la pro-
pia conveniencia, y en ltimo trmino por las relaciones familia-
res con los sobrevenidos musulmanes que, llegados sin mujeres,
fueron creando sus hogares en el pas.
P o r todo ello, ms que de una persistencia de la Iglesia visi-
goda sera exacto hablar de una supervivencia. La Espaa musul-
mana -que no, coino ha observado muy bien De las Cagigas. la
Espaia rabe- estuvo formada por una niasa de indiferentes o
renegados, los muladies, base de la poblacin, una minora muy
pequea propiamente rabe. otra ms numerosa de bereberes,
una tercera mayor an de mozrabes, en proceso indefinido de
disminucin, y una cuarta de mestizos, indigenas con rabes o
bereberes. Sin contar con el fondo tradicional judo. La Iglesia
sigui la suerte de los terceros, los mozrabes, en un clima de
lenta asfixia. Su esplendorosa cultura, que culminara con el ful-
gor de un san Isidoro, ir apagndose rpidamente; en unos mo-
mentos de pasin y controversia proyectara an las figuras de un
Elipando, un Beato de Likbana. un Flix de Urgel; en otra oca-
sin de reacci6n intensa las de Speraindeo, Alvaro Paulo, el Abad
Sansn y , -sobre todo. de san Eulogio; pero y a n o son figuras de
primera categora ni de fuerza creadora; su saber tampoco va
ms all de una supervivencia opaca del saber visigodo. Toda
fuente de renovacin se ha perdido.
Supervivencia, pero decadencia fatal. Contra las dos grandes
causas de esta decadencia reaccion la Iglesia visigodo-mozrabe
con bro, espectaculartnente, pero sin eficacia. Contra el ata-
que exterior, que amenazaba reducir su territorio de obediencia
-asfixia geogrsfica-. alz la bandera del adopcionismo. Contra el
ataque interno, que amenazaba reducir su grey y su piedad -as-
fixia espiritual-, alz6 la bandera martirial espontnea. Elipando
y san Eulogio, fueron los dos portaestandartes de aquellas reidas,
bien que intiles batallas.
Vamos a estudiar la primera, la del adopcionismo, mientras
esperamos y deseamos que una mano experta vuelva a trazar los
rasgos histricos de la segunda.'

El traspaso de Septimania a la Iglesia franca

L a derrota de Alarico en Vougl (507) haba reducido el do-


minio visigodo en la Galia a la regin narbonense, pero esta
regin, a pesar de las apetencias de los inerovingios francos, se
mantuvo fielmente adherida al nuevo reino de Toledo hasta su
desaparicin. Incorporada a la Iglesia visiQoda, convivi con ella
por dos siglos. y especialmente ntima fue esta convivencia du-
rante el periodo en que, realizada ya la unificacin religiosa con
la conversin de Recaredo, alcanzaba aquella Iglesia una impor-
tancia y trascendencia fundamentales en la vida del Estado y de
la sociedad entera.
En el concilio tercero de Toledo (mayo de 589), concilio don-
de fu realizada aquella unificacin religiosa. asistieron, perso-
nalmente o representados. todos los obispos de la provincia nar-
bonense: Migecio de Narbona, Sedato de Bziers, Juan de Elna,

1- E l tema de loS mrtires espontneos de Crdoba, al que Dozy dedic d a s pa-


ginasms emotivas y mas atrayentes de sumagistral -Historia de los musulmanes
espafioless -son palabras justas de De las Cagigas- ha sido luego tratado
repetidamente por Simonet, por el P. Prez de Urbel, por Lvi-Provencal, por De
las Cagigas; n o obstante, creo yo que merece ser estudiado nuevamente, enio-
cndolo desde un punto de vista poltico y humano, y esclareciendo toda la in-
fluencia que en su gestacibn y direccin tuviera la figura prominente de san
Eulogio, que fue su promotor, determinadamente despus de su viaje y estancia
efi los moqastenos y en la sede de Navava,
Sergio de Carcasona, Nigridio de Agde, Agripino de Lodeva,
Pelagio de Nimes y Boecio de Maguelona. Luego, en noviembre,
volvieron a reunirse en Narbona para ratificar los cnones de
Toledo y cumplir con la disposicin all ordenada de celebrar
cada ao el concilio provincialcon asistencia de las autoridades
seculares.
Cuando por una y otra causa los obispos de la Narbonense
n o podan asistir a los concilios generales de Toledo -como pas6,
por ejemplo, cuando el XVIO(693),por una terrible peste que diez-
maba la regin- se ordenaba la celebracin de un concilio pro-
vincial en la misiiia Narbona. al cual eran sometidos los cnones
toledanos por su aprobacin.
En el cuarto concilio de Toledo, el concilio b6sico constitu-
cional de la Iglesia visigoda, que dirigi en 633 san Isidoro, fue
establecido. por el canon segundo, que las iglesias de la provin-
cia de las Galias observaran el mismo rito y disciplina que las
de Espaa, especialmente en el divino oficio y en toda la liturgia;
era la consagracin definitiva de la unidad.
Precisaba de todas maneras tomar tales medidas para lograr-
la, porque la Narbonense provena originariamente de la Iglesia
galicana y ningn lazo la habia ligado antes de la invasin visi-
goda a la suerte de Espaa. Esta divergencia originaria era tan
fuerte, que contina reflejada en la nomenclatura a lo largo de
dos siglos de convivencia: cuando Toledo pretende estatuir con
carcter general. ordena la obediencia en todas las iglesias dela
Hispania y de la Galian (entindase narbonense). En ciertos i i ~ o -
inentos incluso precisa establecer diferenciaciones legislativas:
l a s disposiciones persecutorias promulgadas contra los judos en
el concilio toledano dcimosptimo. celebrado el ao 694, n o sc-
rn aplicables al ducado de las Galias, a partir de las clausuras
entre la Galia y la Hispania, y por m8s que la excepcin se moti-
va en circunstancias ocasionales de xincursiones de una nacin
extranjera y estragos de la peste, se basa n o obstante en la im-
portancia fundamental que para el restablecimiento de la provin-
cia representaban la industria y los tributos de la poblacin ju-
da. La Septimania es un pas de poblacin complicada; en las
- 25
actas del concilio provincial de Narbona de 589 se hace constar
por dos veces que es habitada por cinco naciones: visigodos, ro-
manos. judos, sirios y griegos. Pronto precisar aadir hispanos
y francos.
Subsiste pues, en la noinenclatura y en- la realidad, la distin-
cin entre Hispania y Galia narbonense, distincin de origen ro-
mano; pero sobreponindose a esta distincin ha sido consagra-
da, por la convivencia en momentos de plenitud, la unidad de
doctrina, de rito, de jurisdiccin, en la Iglesia visigoda.
La conquista franca, reaccin contra la invasin musulmana.
haba de tergiversar esta situacin de la Galia narbonense; es
natural: producida por una causa poltica. un nuevo cambio po-
litico deshaceria con el tiempo la obra del, anterior.
Desconocemos cual fu la vida de las iglesias de Septimania
en el perodo. relativamente breve, de suocupacin musulmana;'
n o nos lia sido transmitido sobre ello ningun testimonio hist-
rico. Los primeros momentos de la invasin, que en esta regin
parece fu violenta, seran para ellas duros; pero participaran
pronto de la tolerancia de los nuevos dominadores. Lo dejan en,
trever los trminos de la capitulacin de Carcasona, la importan-
cia que demuestran en seguida las organizaciones indgenas, que
pueden entregar al rey franco Pepino, en 752, las ciudades de
Nimes, Maguelona, Agde y Bziers, y. en 759, la propia capital,
Narbona. Pero si les fu relativamente leve el trnsito al dominio
arbigo, en cambio su posterior liberacin fu muy dura. La Galia
narbonense se convirti en el campo de batalla de gran parte de
los choques entre Carlos Martel y Pepino; por un lado, y los du-
ques de Aquitania, por otro, contra las ondas del poder' musul-
mn; fu la barrida playa donde se iniciara el reflujo de este poder.
Soport todas las consecuencias de la despiadada lucha entre l o s
dos bandos: destrucciones, devastaciones, incendios, saqueos. Car-
los Martel, cuando su retirada del infructuoso sitio de Narbona, en
737, destruye e incendia las iglesias de Beziers. Agde, Maguelona
y Nimes. Esto es lo que conocemos concretamente: pero el mar-
tillo de la destruccidn repicara sobre todo el pas como una gra-
gizada. Los cgncllios provinciales de la poca visigoda: determi-
26 -
nadamente el reunido en Narbona por noviembre de 589, dejan
entrever que los monasterios eran numerosos en la regin; pues
bien, los liistoriadores del Languedoc confiesan no conocer otras
supervivencias monastiriales de origen visigodo en la comarca
que las de San Andrs de.Agde y las de Saint-Gilles y puede
San Baudilio de Nimes.'Es muy poca cosa. Bsicamente, la es-
tructura eclesistica de Septimania debi desaparecer, y tras ella.
como acostumbra a pasar siempre despus de guerras prolonga-
das, la religiosidad del pas decaeria hasta muy bajos niveles.
La poca dura de roce y colisin se habia prolongado desde
la primera embestida fallida de Carlos Martel en 737 hasta el ao
767. cuando Pepino con l a toma de Tolosa someta definitiva-
mente el ducado de Aquitania: eran treinta aos. la etapa de una
generacin.
Cuando volvi la paz, la Iglesia provincial narbonense se en-
contraba separada de su madre, la Iglesia visigoda, por una fron-
tera enemiga, y en cambio, polticamente, unida al reino franco
en momentos de gran euforia para ste. La ocasin fu en segui-
da aprovechada por la Iglesia franca para recuperar la provincia
perdida cuando la desintegracin del inuiido romano.
Veamos c6mo y en qu circunstancias.
La Iglesia franca habia pasado por das de terrible prueba
con la decadencia total de los ltimos tiempos merovingios; el
mismo Carlos Martel tambin habia exprimido el patrimonio ecle-
sistico. agobiado por las exigencias numerarias de sus campaas.
Solameiite a su muerte y con la sucesin de sus hijos. Pepino y
Carlomn, hay un cambio de espritu; los dos hermanos, el se-
gundo especialmente, que acab ingresando en un convento. eran
de temperamento religioso. Carlomn primero, que regia la Aus-
trasia. luego tambin Pepino en la Neustria, confiaron a san
Bonifacio la obra ingente de restaurar la decadente Iglesia franca.
Bonifacio dedic a ello diez anos de su actividad apostlica, hasta
despus de la consagracin real de Pepino, en 751. Entonces re-
gres a sus misiones de Frisia, donde habia de morir mrtir al

1 - HistoiregnCrale de Languedoc, 1, Toulouse, 1872, pg. 651


poco tiempo. A Bonifacio sucedi en su empresa franca. el obis-
po de Metz, Chrodegango; disfrutaba de la confianza del rey
Pepino y por otra parte el papa le otorg el palio, que, junto con
el ttulo de arzobispo, representaba una delegacin pontificia y,
en aquellos momentos, el nico grado jerrquico sobre los obis-
pos francos, pues los metropolitanos n o funcionaban entonces
en la Iglesia franca.'
Chrodegango reuni tambien, como hiciera Bonifacio varios
concilios que intentaron reformar y restablecer la cada discipli-
n a , purificar las costumbres. En 766 mora a su vez Chrodegango.
Sucesor suyo fu Wilcario, el obispo de Sens: desde aquel mo-
mento aparece con el mismo ttulo de arzobispo y con los mis-
mos poderes de que estaba investido Chrodegango. Wilcario n o
-era franco, era italiano: habia sido obispo de Nomento, cerca de
Roma, y habia acompaado a Francia al papa Esteban 11 en 754,
cuando ste iba a gestionar la ayuda de Pepino contra los ata-
ques lombardos. Wilcario ya se qued desde entonces en Francia,
actuando como una especie de legado papal permanente; ahora,
766, reuna de este modo el doble carcter de legado oficioso de
Roma y jefe de la jerarqua eclesistica franca.
Fu en estos momentos cuando se produjo en Roma una gra-
ve crisis en el papado. Haba muerto el papa Pablo 1 y un poten-
tado de la campia romana, el duque Toto de Pkpi, haba logrado
entronizar en la sede papal, violentamente, a un hermano suyo,
e l que fu antipapa Constantino 11. Un ao m s t a r d e , una pode-
rosa reaccin del clero romano consegua deshacerse del intruso
y sentar en el solio pontificio al papa Esteban 111. Se trataba en-
tonces de solidar la eleccin celebrando un concilio confirmato-
rio y que al mismo tiempo sentase las bases de sucesin para
evitar usurpaciones como la que acababa de liquidarse; qusose
que el concilio tuviera gran amplitud y se acord en consecuencia
convocar tambin a la Iglesia franca. A este fin fu mandado al
rey Pepino un legado para suplicarle que se reclutasen en las

1 - Cesne, La hirarchie episcopale ... en Gaule et en Germanie depuis la rdforme


de saint Bonjface jusqu'a la mort d'Hincmar, 742-882, Paris, 1905.
Galias algunos obispos doctos en la Escritura y en los Cnones
a fin de que con sus luces sumaran la ayuda de la Iglesia franca
a la Iglesia romana. Precisamente al llegar el legado acababa de
inorir el rey Pepino (septiembre 768). Sus dos hijos, Carlos y Car-
lomn, recibieron la misiva papa1 y se dispusieron a cumplirla;
como entraba el invierno fu preciso demorar hasta la prxima
primavera.' P o r abril de 769 se reunieron en la baslica de Letrn
l o s obispos romanos con los de Lombardia, Toscana, Campatiia,
Romaa y el reino franco. Los' de este reino comparecieron pre-
sididos por Wilcario, el arzobispo de la provincia de las Galias)),
y formaban parte de la comitiva los obispos de Amiens, Meaux,
Maguncia, Tours, Lybn, Bourges, Narbona, Worms, Wrzbourg,
Langres, Reims y Noy6n.l
As, en estas circunstancias solemnes, la provincia de la
Galia narbonense, que hasta ahora haba llevado este nombre de
Galia para diferenciarse de la propia Hispania y que desde ahora
adoptara el de Gotia para diferenciarse de la propia Galia, hacia
su entrada, o mejor su retorno, a la Iglesia galicana, en 769, des-
pus de una ausencia de tres siglps.
Haca su entrada -ya lo hemos indicado- en unos momen.
tos de gran euforia del reino y la Iglesia francos; las dos, Iglesia
franca e Iglesia de Gotia, acababan de salir de un penoso periodo
de desintegracin y corrupci6n. pero entraban en una poca de
restauraci6n activa que presidira la figura dominante de Carlo-
magno.
La Iglesia visigoda. en cambio, acababa de perder una de sus
ms ricas provincias metropolitanas.

1 - Amann, L'gpoque carolingienne, en: Histoire de ZEglise sous la direcfjon de


Fliche et Martin, VI, Paris, 1941. pgs. 39-45.
2 - Se encuentran los detalles del acontecimiento en la vida del papa Esteban, en el
~LiberPontificaliss~.Todos los textos referentes al concilio estn reunidos en:
Werminghoff,
. , Concilia aevj Kgrolini, MGII, Hapnover!'l908,1-2, vip. 74-92,
El renacimiento religioso en Septimania

N o puede ser negado que la Iglesia de,Septimania se benefici


mucho del renacimiento religioso franco; se benefici de el
especialmente por la propulsin que, por parte de las ms altas
autoridades polticas, recibi toda actuacin renovadora. y tam-
bin por la ms difusa derivada de un ambiente general favorable:
pero es forzoso tambin admitir que la Gotia, una vez intregada
dentro la jurisdiccin de la Iglesia franca, colabor con ella en el
movimiento ascensional, y que su participacin en la empresa
tuvo una importancia bsica. El nombre de Benito de Aniano es
fundamental en la historia del renacimiento religioso carolingio.
San Benito de Aniano es precisamente un godo de la Gotia,
iniciador y animador de la restauracin religiosa de su provincia
antes de lanzarse a la obra ms general que abarcar todo el im-
perio. Es preciso, pues. que nos ocupemos de esta relevante figura.
Un discipulo suyo, Ardn Smaragdo, que haba convivido
con 61 muchos aos en situacin de absoluta confianza, escribi
la vida de Benito a poco de su muerte, en 822. Es una biografia
llena de inters y con todos los caracteres de fidelidad deseables,
corroborada a menudo por las noticias sueltas de los <Analesde
Aniano, el monasterio fundado por el mismo san Benito.'
Naci Benito en Septimania por los alrededores de 750; su
nombre era Witiza, exponente de su origen godo; el sobrenombre
Benito lo adoptb ms tarde como expresin de su devocin al
santo de Nursia; su padre, que era conde de Maguelona, segura-

1 - Histoire Iiteraire de la France par des religieux benedictins de la Congregation


de Saint Maur, ed. Paulin, Pars, IV, 1866, pgs. 447-459; Ebert, Histoire de la
littrafure du Moyen age,II,Pars, 1884,pgs. 379-382. La biografa de san Benito
de Aniano fue publicada por primera vez por Mabillon, Acta sanctorum ordinis
sancti Benedicti, Saec. IV, pars 1, Venecia 1738, pgs. 183-215; despus ha sido
editada por Migne, Patrologa latina, 103, cols. 353 SS., y por Pertz, Scriptores,
MGH,XV.
mente de los compaeros que con el conde Ansemundo se entre-
garon al rey Pepino en 752,' conserv para este rey durante toda
su vida fidelidad absoluta. Como prenda de reciprocidad, segu-
ramente, y de acuerdo con la costumbre establecida con relacin
a las familias ms allegadas a la casa real. el nio ~ i t i z fue
a ad-
mitido en Palacio, para su crianza y educacin, desde su ms
tierna infancia: all se distingui entre el grupo de escolares por
su talento y su aplicacin. Obtuvo el cargo de copero y, al llegar
a la edad pertinente, pas al servicio militar de Pepino: muerto
el rey en 768, continu en el servicio de su hijo, el gloriossimo
Carlo~.~
Fu sirviendo a Carlomagno cuando Witiza se sinti llamado
por la vocacin religiosa. Se encontraban en plena campaa con-
tra el rey lombarda Didiero, en Italia, (773). l y su hermano;
quiso ste vadear un rio y la corriente le arrastr; Witiza, se ech
al agua y logr salvarle, n o sin correr grave peligro. En los mo-
mentos crticos hizo voto al Seor de abandonar el mundo. Sin
embargo, al regreso a su hogar, cel a su padre aquellos prop-
sitos; se aconsejaba secretamente con un venerable anciano, falto
de la vista corporal pero resplandeciente de la espiritual, llamado
Widmaro. Simulando m&s tarde un retorno al Palacio de Aquis-
grn, psose en camino, despidiendose de sus familiares; mas, al
pasar por el monasterio de Saint-Seine. cerca Dijn, orden a sus
acompaantes que regresaran a su casa; l, obtenida la licencia
abacial, ingresaba en el cenobio, vistiendo el hbito m ~ n a c a lSe-
.~
ria el ao 774.
Benito residi unos seis aos en el claustro de Saint-Seine.
Aplicado en el estudio y en la vida de perfeccin fueron estos aos
los de preparacin interna y callada antes de lanzarse a la obra
de intervencin y proselitismo: fu entonces cuando pudo estu-

1 -<Anales de Anianolb, en el ao 752, en: Histoire gnrale de Languedoc,II, Tou-


louse 1875, Preuves, n.' l.
2 - ~Vitasancti Benedicti Anianensisw, prf. 4, en: Migne, Patrologia latina, 103, cols.
353 SS.
-
3 ~Vitasancti Benedicti Anianensis., parf. 6, en: Migne, Pafrologia latina, 103, cols.
353 SS.
diar las diversas reglas del vivir monstico, las griegas de Anto,
nio, de Pacomio, de Basilio, las latinas de Colombano, de Cesa-
rio, de Benito; cuando pudo comprobar cun alejada era la vida
real en el monasterio donde resida de la que se estableca en
aquellas reglas, ideal de perfeccin al que se senta llamado. P o r
ello, cuando a los cinco aos y ocho meses de haber profesado
en Saint-Seine, habiendo muerto el abad, quisieron los monjes,
para substituirle, elegir a Benito, ste, huyendo de un nombra-
miento que le repugnaba, dadas las costumbres de la casa, aban-
don el monasterio y regres a su pas. Sera en 780 y Benito
contara unos treinta aos. Benito est dispuesto para emprender
su obra renovadora que impulsar sin reposo durante loscuaren-
ta aos que le quedan de vida.
Llegado a su patria,.construye en una propiedad familiar,
sobre el riachuelo Aniano, afluente del Hrault, y cerca la. pequea
iglesia de S a n Saturnino. una ncella que va a habitar junto con
el ciego Widmaro y algunos otros, pocos, compaeros. As inicia
Benito la vida regular, al modo como por l es entendida, en
reaccin de cmo la viera practicada: con espritu de pobreza y
penitencia, dedicado a la oracin y al trabajo manual. Es en este
momento cuando debe aplicarse el relato del bigrafo de Benito:
*En este tiempo haba en la tnisma prbvincia algunos varones de
estrenua santidad. como Atilio y Nebridio y Aniano, que vivan
religiosamente, pero que ignoraban la-obediencia a una regla; los
cuales le apreciaron en gran manera lbego de conocerle. P o r otra
parte, cuando l tenia alguna dificultad a superar, guarnecia su
borriquillo y corra a la visita de Atilio. el ms vecino, para con-
sultarle.' Estos varones -as hay que interpretarlo- vivan la vida
eremtica, colmando su fervor religioso de acuerdo con una tra-
dici6n cara a la Iglesia visigoda, como erniitaos. El contacto y
la amistad con Benito haba de encajarlos por sendas de mayor
eficacia religiosa.
La pequea cella>sde Benito no tard mucho en esparcer
por los alrededores el olor de suvirtud; poco a poco fu creciendo
1 - evita sancti Benedicti Anianensisn, prf. 10, en: Migne, Patrologia latina, 103,
cols. 353 SS.
el numero de los discpulos y el reducido lugar se hizo insu-
ficiente. Hubo que pensar en la construccin de una nueva casa
y, como el valle donde se sentaba la primitiva fuera excesivamen-
te angosto, se escogi n o lejos del lugar un emplazamiento opor-
tuno. Al lado de una capilla consagrada a la Virgen Mara fu
creciendo el nuevo monasterio gracias al esfuerzo de los monjes;
Benito colaboraba personalmente en los trabajos, dando el ejem-
plo; alternaba los trabajos del escritorio con los quehaceres de
la cocina; a menudo, por falta de bueyes, cargaba, junto con sus
discpulos, la lea sobre sus propias espaldas. De esta forma fu
creciendo la fbrica del monasterio, de humilde construccin, sin
ornamentos ni decoraciones. Reciba los donativos de los vecinos
devotos, pero si la oferta consista en siervos la rechazaba, piJ
diendo que fuesen l'ibertados. No quiso admitir vasos sagrados
de plata; primero los usaba de madera, luego de vidrio, finalmente
de estao. Si alguien le ofreca casullas de seda, las cedia en se-
guida para uso de terceros.'
Con este espritu edific Benito el nuevo monasterio: lo ha+
ba iniciado, si es justa nuestra interpretacin de una nota de los
aAnalesn de la casa, en 782:2 tres aos ms tarde, en 785, lo ofre-
ca personalmente al rey Carlos quien, al aceptarlo, le otorg un
precepto concedindole lainmunidad y la libre eleccin del abad.3
El ejemplo de Benito f u e ewla regin de inmediata eficacia.
La biografia del santo explica como aparecieron en seguida en la
comarca y sus alrededores algunos varones religiosos que edifi-
caron monasterios. reclutando monjes y educndolos. segn el
proceder de Benito, esquivando los antiguos desvos. de acuerdo

1 - evita sancti Benedicti Anianensisn, prf. 14, en: Migne, Patrolog a latina, 103,
cols. 353 SS.
2 - "Anales d e Anianon, en el ao 782, en: Histoire de Languedoc, 11, Preuves n . 9 .
3 - nBenedictns, abba ex monasterio, quod ipse novo opere jure propietario a Funda-
mentis ... aedificavit in loco nuncupante Aniano, in pago Magdalonense, subtus
castro Monte Calmense, ad nostram accedit clementiam, et praedictum monaste-
num cum omnibns rebus nostris plenissima deliberatione visus est delegasse, et
ipsum sanctum locum sub riostra defensione atqne dominatione a d regendum
nobis visns est tradidissen. El rey lo acepta, concediendo la inmunidad y la libre
eleccin de abad. Hisfoire de Languedoc, 11, ap. 8
-3 3
con su magisterio. Benito les hacia como de padre, proporcio-
nndoles ayuda n o slo espiritual, sino tambin material; les vi-
sitaba a menudo, exhortAndoles a n o desmayar ni decaer frente
a las dificultades y contrariedades que se les presentasen. De esta
forma se fundaron muchos monasterios y los monjes fueron mul-
titud.' Los anales de Aniano confirman con frase lapidaria el
hecho: et per ipsum exemplum per totam Gociam sive Aquita-
niam inanasteria c o n s t r ~ u n t u r ) ) . ~
Otros recuerdos histricos permiten seguir la misma realidad
con ms detalle. As, en primer lugar, p a r a los tres ermitaos
compaeros de Benito, citados en su biografia. Su vecino Atilio
dejaba fundado el monasterio de San Tiberio, en el mismo valle
del Hkrault, ms abajo, cerca de Agde, monasterio contempor-
neo al de A n i a n ~Nebridio,
.~ que ms tarde seria arzobispo de
Narbona y colaborador importante de Benito en muchas de sus
actividades, eriga por el mismo tiempo, alrededores de 780, el
monasterio de la Grassa que, conocido tambin con el nombre
de Santa Mara del Urbin, el riachuelo vecino, tanta relacin
tendra con C a t a l ~ aAniano
.~ rigi el monasterio de Caunes, fu-
sionando dos casas, y recibiendo la proteccin temporal del con-
de Milon de Narbona que vivia en 782.5
Teodulio, abispo.de Orleani, de quien tendremos que ocu-
parnos detalladamente mas adelante. dej un poema dedicado a
Benito de Aniano, donde por cierto compara este amigo suyo y
su obra a la de san Benito de Nursia; en este poema hace refe-
rencia de los obispos y abades que conoci en Septimania, segu-
ramente con ocasin de su visita de inspeccin verificada por

1 - "Vita sancti Benedicti Anianensisn, parf. 15, eit Migne, Patrolog~alatina, 103, cols.
353 SS.
2 - .Anales de Anianov, en el ao 782, en: Histoire de Languedoc, 11, Prenves, n.O 1:
~Benedicinsabba qui vocatnr Vitiche, in loco qui dicitur Anianum,...monasterium
hedificavit .. et per ipsum exempluin per totam Gociam sive Aquitaniam monas-
teria constmntur.. Lo mismo dicen los *Anales de Uzsn, suprimiendo las pala-
bras .sive Aquitaniam*: Histoire de Languedoc, 11 Preuves, n: 7.
3 - Histoire de Languedoc, IV, Toulouse, 1872, pg. 556.
-
4 Histoire de Languedoc, IV, pg. 477.
5 - Histoire de Languedoc, IV, pg. 464.
34 -
orden del rey Carlos en 798. Entre los abades cita, adems del
obispo Nebridio, a Donato, Atilio, Aniano, Nampion, Atala y
Oldemundo.' Excepto Donato, de quien no tenemos otra men-
cin, todos los dems nos son conocidos por otras fuentes: ya
hemos hablado de Atilio, Nebridio y Aniano, los a ~ i g o sde pri-
mera hora de nuestro Benito. Nampion haba seguramente sido
el fundador, cuando menos es el primer abad que se conoce, del
monasterio de san Hilario, cerca de Carcasona, por el que reci-
bi un precepto de proteccin de C a r l ~ m a g n oLo
. ~ mismo pode-
rnos afirmar en relacin con el monasterio de Montolieu, o de
San Juan del castillo Malasto, en la regin de Carcasona, y con
referencia al abad Oldemundo.3 La historia de Atala es algo ms
complicada: de Atala conocemos su origen hispano. En efecto:
un pretendido precepto de Carlomagno, que parece fabricado pos-
teriormente a 890 aprovechando otros preceptos anteriores y se-
guramente notas analisticas conservadas en el monasterio de San
Policarpo de Razs, cuenta que un abad Atala. acompaado de

1-a ...............
Quod fuit Ausoniis Benedictus rector in arvis.
Hoc modo tu in nostris es, Benedicte, locis
...............
lnde salutandi fratrem pietate revise,
Sum cui junctus ego nomine, non merito.
Hinc pete Nebridii patris venerabilis aedes,
Mox et Donati sit tibi visa domns.
Sed nec praetereas sancti loca fratris Atili,
Anianique mei tecta verenter adi.
Nampius adspiciat dantem sibi dona salutis,
Atala te videat, dicque ~Olemunde,valen.
At si forte vales mundanas ire per urbes,
Singula perlustrans oppida, mra. casas,
Praesulibus nostras in carmine pande salutes,
Atqne omni clero, quosque referre more est.
Attila, Clarinus, Teutfredus, Leubila, et omnis
Turba patrum nostrum sentiat alma vale.
Ouid tibi plura canam7 cunctos ex voce saluta
Hisque salutatis te mihi redde citarn*.
Diimler, Poefae latini aevi carolini, MGH, 1, Berln, 1881, pgs. 520-522.
2 - Histoire de Languedoc, IV, pg. 545.
-
3 Histoire de Languedoc, IV, pg. 455..
un cierto Agobardo, de siervos y libertas, queriendo escapar de
la sociedad nefanda huy de Espaa, instalndose primero en un
lugar llamado ~Magregerumn,en la comarca de Peralada, en el
Ampurdn, y luego en el condado de Razs, donde fund un mo-
nasterio, extirpando tierras incultas y plantando vias.' El diplo-
ma de Carlomagno puede ser y seguramente es falso. cuando me-
nos interpolado y retocado; pero es muy probable que la historia
que nos cuenta de Atala, sino en el detalle en sus rasgos ms sa-
lientes, sea verdadera. De 61 nos habla, coino hemos dicho, Teo-
dulfo; su acompaante Agobardo seria el futuro arzobispo de
Lyn, personalidad de primer orden, de quien tendremos que ocu-
parnos ms adelante, y del que sabemos por propia confesin
que en 782 se traslad de Hispani? a la Galia narbonense: aHoc
anno ab Hispaniis in Galliam Narbonensem veniw?
Los Anales de Uzsa explican que el presbtero Corbilla edi-
fic en 783 un monasterio en P ~ a l n i o d i oMas
. ~ n o son estos slos
los monasterios que aparecen en la Septimania en estos momen-
tos de florecimiento; es probable que los de Saint-Aignan de Vern-
doubl, San Lorenzo del Cabrers y Santa Mara de Cuberes, los
tres en la dilatada dicesis de N a r b ~ n ahayan
,~ tarnbien nacido
en este periodo inicial del proselitismo de Benito; como, aunque
algo ms tardos. son tambin hijos de la influencia moral bene-
dictina los de Conques, que tuvo su origen como secuela de la
razzia de Abdelmlic de 793, y el de Gelona o San Guillermo del
Desierto, fundaci6n del duque Guillermo de Tolosa hecha en 804.=
.dos aos antes de que el mismo duque vistiese el hbito monacal
en la misma casa de Benito, en A n i a n ~ . ~
En la Septimania slo parece ser anterior a la irradiacin de

1 - Muhlbacher, Die Urkunden der Karolinger, MGH, 1, Hannover, 1906, n.' 305,
falso. Histoire de Languedoc, 1, pg. 862 y lV, pg. 549.
2 - Manitius, Geschichte der lateinischen Literatur, 1, Munich, 1911, pg. 386.
3 - Histoire de Languedoc, 11, Preuves n." 7 .
-
4 Histoire de Languedoc, IV, pgs. 528 y 686.
5 - Histoire de Languedoc, IV, pgs. 538.
6 -*Anales de Aniano~,en el a80 806, en: ~ i s i o R ede Languedoc, II Prenves n.' 1.
36 -
Benito el monasterio de Saint-Gilles, en la extrema frontera nor-
este de la regin, junto a Provenza.'
Naturalmente, todo este renacer religioso que 'estamos con-
siderando en Septimania por los alrededores de 780 y que tiene
como centro motor el ardiente fervor del abad de Aniano, nos
muestra slo los efectos en el sector de la iglesia regular. Pero
precisa pensar que el peso social de este sector era en aquella
poca considerable.
Muy poco sabemos, en cambio, de la marcha de la iglesia
secular. No tenemos idea de cundo ni cmo fueron reedificadas
las iglesias de Bziers, Agde, Maguelona y Nimes, destruidas por
Carlos Martel, ni de cmo se desenvolvi la sucesin episcopal
en estas ni en las dems sedes de la provincia narbonense. La
afirmacin de los historiadores del Languedoc2 de que Pepino res-
taur en 752 todas las iglesias de la Narbonense y restableci
todos los obispos expulsados por los sarrecenos, no est basada,
a mi conocimiento, en ninguna fuente histrica contempornea y,
por tanto, n o pasa de ser un supuesto simplemente posible. Es
probable que las iglesias fuesen restaurndose lentamente a tile-
dida de la consolidacin de la paz en el pas.
Las series episcopaies es fcil que n o tuviesen graves inte-
rrupciones; pero ignoramos el nombre de casi todos los obispos
anteriores a los albores del siglo noveno: Teodulfo, con ocasin
de su viaje de 798, conoci a los obispos Atila, Clarino. Teutfredo
y Leubila; mas no preclsa la sede correspondiente a cada uno de
ellos.3 Sabemos que en 791 regia la de Nimes un Sesnando.%a
1 - Histoire de Langiiedoc, lV, pg. 514. El monasterio de Caunes, fundado propia-
mente por un cierto Daniel, y que pas6 luego a ser regido por Aniano, el funda-
dor de San Juan y San Lorenzo de Extorio y Olibegio, podra ser tambien ante-
rior a la influencia creadora de Benito, si fuese posible identificar aquel Daniel
con el obispo de Narbona del mismo nombre (769-782). Llama la atencin que
fuese el conde Milon de Narbona, el mismo que habia despojado de siis bienes al
obispo Daniel (Histojre de Languedoc, 11, ap. 6 ) el que adjudicase Caunes al abad
Aniano (Histoirede Languedoc, 11, aps. 10 y 11). El despojo de Milon en perjuicio
del obispo Daniel era anterior al 782.
2 - Histoire de Languedoc, IV, pgs. 262,
3 - Vase la nota 1 de la pg. 34.
4 - Histojre de Languedoc, IV, phg. 275.
nica sede que nos h a transmitido varias noticias de sus prela-
dos es la metropolicana de Narbona; parece, sin que yo quiera
afirmarlo muy en firme, que en 768 la presida Ariberto;' es segu-
ro que en 769 la rega Daniel, que, como vimos. asisti al conci-
lio romano de este ao acompaando a Wilcario; trece aos ms
tarde, Daniel continuaba en su cargo: entonces, 782, se encon-
traba ausente de su dicesis, seguramente en peregrinacin, au-
sencia que fu aprovechada por el conde Milon de Narbona para
enriquecerse a costas de su iglesia, apoderndose de sus bienes
y hacindoselos adjudicar por el rey Carlos; el representante del
obispo ausente, Arluino, obtena el 3 de junio de este 782 la res-,
titucin de los bienes eclesisticos en un juicio presidido por los
apoderados del mismo rey.2 Esta ancdota nos revela la situacin
poco firme an de la iglesia
- secular en los momentos en que Benito
emprendia el restablecimiento de la regular. Despus de Daniel no
conocemos ya otro arzobispo sucesor en Narbona que Nebridio. el
compaero y amigo de Benito, fundador y primer abad de la
Grassa. N o sabemos cuando entr en el nuevo cargo ni si fu su-
cesor directo de Daniel. De todos modos, Teodulfo, en 798, le
conoci ya obispo. La presencia de Nebridio en la sede metropo-
litana de Narbona representa la infiltracin del espritu renovador
de Benito de Aniano en las esferas directoras de la jurisdiccin
secular. Tendremos ms adelante ocasin de ver cmo colabora-
ron Benito y Nebridio en los conflictos que afectaron la Iglesia
narbonense; la intensidad y solidez de su amistad y mutua con-
fianza viene perfectamente demostrada por una carta del primero
al segundo, escrita desde Inden en los Oltimos tiempos de su vida:
le suplica que ore por l, que est ya acabando su vida y n o con-
fia en poder volver a verle; que atienda como siempre a los mon-
jes del monasterio de Aniano, que los vigile, siendo SU gua, acon-
sejndoles, corrigindoles en su caso; le encomienda sus familiares,
los amigos de la regin. Es una sentida despedida t e ~ t a m e n t a r i a . ~
1 - Histoire de Languedoc, 11, nota 92.
2 - Histoire de Languedoc, 11, ap. 6. Abel. Jahrbcher des frankischen Reiches
unter KarJ dem Grossen, Berlin-Leipzig, 1886, pgs. 438-439.
3 - Carta publicada por Migne. Patrologja latina, 103, col. 1381,
38 -
La conjuncin Benito-Nebridio asegur a la Iglesia de Gotia,
separada ya de su madre toledana, el pleno renacimiento religioso
y su estabilizacin dentro de la rbita franca.

La tentativa franca de captacin de la Iglesia espaola

E 1 rey Pepino, como viiiios antes, complet la reintegracin


de la antigua Galia con la conquista de Septimania y Aqui-
tania; por su muerte, correspondi a los primeros tiempos de
regencia de sus hijos coronar la obra con la incorporacin oficial
de la provincia Narbonense a la Jglesia franca. La empresa de su
hijo Carloniagno para liberar Hispania del dominio musulmn e
incorporarla a sus dominios, como venia haciendo con Italia y
con Germania, a pesar del fracaso inicial que supuso la campaa
de Zaragoza de 778, n o fu abandonada, sino sdlo suspendida: y
como secuela de esta empresa hay que considerar la tentativa
paralela de captacin de la Iglesia visigoda. Vamos a considerar
como se desarroll esta tentativa, que fu un capitulo fallido en
la historia de la formacin del imperio carolingio y un ttulo de
honor para el obispo Elipando de Toledo, que supo, con su en&-
gica direccin, desbaratar el ataque a la independencia de su
Iglesia.
Las pocas noticias que poseemos sobre esta tentativa de cap-
tacin las contienen exclusivamente tres cartas del papa Adriano
incluidas en la coleccin llamada ((Cdice carolino.' Como en
todas las empresas fracasadas. los contemporAneos n o fueron
muy amantes de recordarlas.
Explica el papa Adriano que Wilcario, el arzobispo de la pro-
vincia de las Galias que ya conocemos, le pidi6 licencia para
consagrar obispo a un tal Egila con el fin de mandarlo, con su
autoriaacin, a la provincia de Espaa a predicar la fe ortodoxa
1 -Gundlach, Epistolae merowingici et karolini aevi, MGH, 1, Berln, 1892, n." 95,
96 y 97.
de la santa Iglesia catlca; el papa confiesa que otorg con sa-
tisfaccin la licencia y la autorizacin pedidas. Esto en la primera
carta.' En la tercera escrita despus de haber cado Egila en la
hereja. el papa procura descargar su responsabilidad sobre las
espaldas de Wilcario: hace constar a este fin que Wilcario le ha-
ba loado la fe, buenas costumbres y vida ejemplar de Egila; que
el, el papa, di6 su aprobacin a la empresa siempre que Egtla
fuese previamente examinado can6nicamente y slo se procediese
a la consagraci6n caso de resultar recto y catlico segn el exa-
men; finalmente que Egila no pudiese pretender ni usurpar sede
ajena en Espaa sino solamente procurar el bien de las almas.z

1 - "Hadrianus episcopus, servns servorum Dei, dilectissimo nobis Egilae episcopo


seu Johanni presbitero~.Ha recibido a Sarano dicono y Victorino clrigo que
vienen a hacerle en su nombre una consulta. a,.. frater noster Wilcharius, archie-
piscopus provinciae Galliarum-cui el licentiam dedimus de vestris ordinatio-
nibus atque auctoritatem dirigere vos pro orthodoxae fidei sanctaeque catholice
Ecclesiae predicatioue in partibus Spaniensis provinciae-pro vobis nobis insi-

.
nuante, magnisque gaudiis triumphamus, cum ubique terrarum Dominns Sabahot
semen purae confessionis reliquisse cognoscimns... "At quam fortitudinem sanc-
tarum mentium reborandam dilectionem vestram jam fatus sanctissimns archie-
piscopus-nos illi licentiam cedentes-pro apostolicae fidei amore direxit; quibus
merito persistentes integntatis ornari nsque ad coronam bravii exoptante non
dubitaminin. Epstola 96 del ~ C o d e xCarolinusu, en: Gundlach, Epistolae karolini
aevi, MGH.
2 - "Hadriauus episcopus,
~. servus servorum Dei, dilectissimis nobis omnibus ortho-
doxis episcopis per universam Spaniam commorantibus~~ ... ~Audivimusquippe,
suod quidam e .~ i s c.o ~ o r u~ma r t i b n svestris deeentibus.. a~ostolicae
. sedis doctrinae
contemptores, contra ~ o m a n a met orthodoxim fidei tradicionem'novas introdu-
czrz nituutur hereses ..a por lo que les incita a conservar la verdadera fe. eDudum
vero, quod Wilcharius archiepiscopus Galliarum suggessit nobis pro quodam
Egila, ut eum episcopum consecraret, valde nimisque eum iu fide catholica et in
moribm atque actibus laudans, ut consecratus vestris partibus emitteretur predi-
candum; nos vero predicti Wilcharii archiepiscopi petitioni credentes, consuete
illi licentiam tribuimus, ut canonice eum examinante, qiiatenus, si post discussio-
nem et veram exaniinatiouem rectum et catholicum eum invenisset, episcopum
ordiuaret; et nullam quamlibet alienam sedem ambiret ve1 usurparet, sed solnm-
modo animarum lucra Deo oferri-qui una cnm Johaune presbitero partibus
vestris venientes-quod pejus est, et ejus fama in auribus nostris sonuit-non
recte illa Egila predicat; sed erroribus quidam Mingentii magistri sui sequens,
extra catholicarn disciplinam, ut fertur, conatur docere; et alia plura capitula,
quae absque norma ecclesiastica alios suadere videtur. Quod si ita est ...m no le
sigis sino que os conservis dentro de la ortodoxa disciplina de la Iglesia. Epis-
tola 95 del eCodex Carolinusn, en: Gundlach, Epistolae karolini aevi. MGH.
40 -
P o r la seQunda carta nos enteramos de como el rey Carlos me-
diaba en las relaciones entre el obispo Egila y el papa, y tomaba
un inters especial en el asunto.' Y esto es todo.
Precisa ahora interpretar que es lo que estas noticias quieren
realmente decir a travs d e lo que dicen y en las circunstancias
en que lo dicen.
La primera dificultad que se presenta en el caso es la relativa
a las datas de las cartas sobredichas. Por razones que ms abajo
tendremos ocasin de exponer, la tercera y ltima de ellas tiene
que ser posterior al otoo de 785, de ltimos de este ao, pues.
o quizs de principios del siguiente. Las otras dos, separadas por
iin n o muy largo intervalo, n o pueden ser muy anteriores: refi-
rindose al hecho originario de la consagracin de Egila, usa el
papa en la tercera la locucihn d u d u m ~hace
. algn tiempo. Yo
me inclino aproximativamente a un par o tres aos, y asi atri-
buiria la consagracin de Egila al 782: la redaccin de las dos
cartas a una fecha n o muy alejada de sta.'
Sobre estas bases imprecisas vamos a ensayar una reconsti-
tucin, en parte, hipottica, de los hechos. Despus del fracaso
de la expedicin de Zaragoza, que sigui a la ilusin d e u n rpido
apoderamiento de parte de Espaa, Carlomagno, en lugar de re-
nunciar a la empresa final, n o hizo ms que aplazarla, dedicn-
dose con calma a preparar las bases que haban de facilitarla y
asegurarla para el da de maana: una de estas realizaciones pre-
vias consista en fortalecer el reino fronterizo de Aquitania; otra
1 - .Hadrianus episcopus, servus servorum Dei, dilectissimo Egila episcopo.. No
habindole llegado la contestacin que el papa habia dado a sus consultas he-
chas por los clrigos Bellerefonso y Juan, se la manda de nuevo, copiada de los
registros papales; lo hace a peticin del apraecellentissimus ac praeiulgidus filius
et spiritalis conpater noster, domnus Carolus, rex Francorum et Langobardorum
ac Patricius Romanorumv, peticin comunicada por su enviado, el obispo Pedro
Ticinense, que se interes mucho. A los herejes que n o quieran obedecer tus en-
seanzas ortodoxas -le dice-, despus de amonestarlos por una y dos veces.
djalos por publicanos. T, siguiendo la doctrina de la Iglesia, no temas nada,
pues ya sabes que dijo el Seor: *Estar con vosotros hasta la consumacin de
los siglos". Epistola 97 del "Codex Carolinus~,en: Gundlacb. Epistolae karolini
aevi, MGH.
2 - E l P. Flrez, Espaa Sagrada, V, data la primera carta, claro que hipottica-
mente, .por el ao 782~.
en lograr la completa sumisin de la cula gascona. En quiebra
el procedimiento de reclutar lo que hoy llamamos quinta colum-
n a , dentro de Espaa, entre los elementos discolos musulmanes,
no se ofreca otro camino que intentar encontrarla en la colabo-
racin de los cristianos dominados. De ah la idea de acometer
una obra misional, idea influda por el recuerdo de la actuacin
de san Bonifacio en Germania, procurando captar la Iglesia visi-
goda, perdida entonces en pais de infieles, hacia la esfera domi-
nante de la renaciente Iglesia franca. Que esta idea naci en
Francia y n o fu de iniciativa papal. se deduce de las mismas
palabras del papa; podriamos dudar de ello si slo conoci&ramos
la tercera carta, posterior al fracaso, pues nadie ama atribuirse
iniciativas fallidas; pero en la primera carta, cuando las co.sas
parecan encauzadas en el mejor camino, el papa hacia ya cons-
tar que se limit a conceder su licencia y autorizacin a proyec-
t o s ajenos, aunque lo hiciera con plena satisfaccin y gozo.
El papa atribuye repetidamente la sugerencia de la empresa
al arzobispo Wilcario; es evidente que este personaje fu el eje-
cutor directo de la idea, pero no es tan seguro que fuese su autor,
o , cuando menos, puede pensarse que la paternidad del proyecto
fuera doble: de Wilcario y del rey. Ya hicimos notar que en la
segunda carta papa1 se haca referencia al inters especial que el
rey se tomaba en el asunto. Se trataba de una consulta hecha
desde Espaiia por el obispo Egila al papa; ste habia contestado
con detalle a las preguntas hechas, inas la contestacin n o se ha-
ba recibido; por la causa que fuese, n o habia llegado a manos
de los interesados. El papa volva a mandar de nuevo la misma
contestacin. copiada de los registros papales, y haca constar
que l o efectuaba a peticin del praecellentissimus ac praefulgi-
dus filius et spiritalis compater noster domnus Carolus rex Fran-
corum et Langobardorum ac Patricius Romanorum)),peticin co-
municada con mucho inters por su enviado el obispo Pedro.
Resulta pues que el inters real en el asunto era lo suficien-
temente intenso para que Carlomagno se constituyera en media-
dor entre el obispo Egila y el papa. Y que el rey se tomaba el
caso con todo empeo lo confirma el hecho de que fuesen archi-
vados en su palacio todos los documentos que se referian al mis-
mo, de lo que es buena prueba el que estas cartas del papa Adria-
n o nicamente nos hayan sido conservadas por su inclusin en el
(<Cdicecarolino. Carlomagno, hombre meticuloso, quera te-
ner a mano el expediente de un asunto al que concedia mucha
importancia y prestaba buena atencin. Es prudente, pues, pensar
que la iniciativa de la empresa fuese suya, o. cuando menos, coin-
cidente con el pensamiento de Wilcario, dentro la lnea de la
poltica real.
Que Wilcario fuera el encargado de ejecutarla es natural,
dada su posicin preeminente en la jerarqua de la Iglesia franca,
del mismo modo como le hemos encontrado antes encargado de
dar el sello oficial a la incorporacin de la Iglesia narbonense.
La persona escogida por Wilcario para cumplir en Espaa
aquella misin incorporadora fu un tal Egila, acompaado de
un amigo suyo llamado Juan. Mgr. Amann' juzg, por su nom-
bre, que Egila era espaol. y creo que acertaba si quera decir
visigodo. Podia ser uno de tantos espaoles emigrados a Francia
en el perodo inmediatamente posterior a la fracasada expedicin
franca a Zaragoza. como lo fu Teodulfo, del que nos ocupare-
mos luego, como el abad Atala del que hablbamos no hace mu-
cho, como poda ser un godo originario de la Narbonense. Esto
ltimo es incluso ms verosmil, pues no es fcil que de ser Egila
un fugitivo de Espaa pudiera ahora regresar all impunemente
y de manera. ostensible. De todos modos, en Francia era sobre-
venido y desconocido, y iu preciso que le avalara el mismo
Wilcario y que. por orden papal. fuese examinado cannicamente,
a fin de cerciorarse de su rectitud y de su catolicidad antes de
consagrarle obispo. segn dice el mismo papa. Precauciones que
resultaron vanas, como veremos: Egila fu mejor un intrigante
que un apstol.

1 - Amann, L'epogue carolingienne, pg. 130. No podemos aceptar la afirmacin


que hace Amann en el mismo lugar de que ~Wilcariofu sin duda encargado
por la Santa Sede de promover en Espaa una reforma anloga a la que Boni-
facio haba iniciado en Francia". Creo haber demostrado que la intervencin
del Papa fui pasiva, se limit a la autorizacin de una iniciativa ajena.
Es evidente de todas maneras, por el contenido de'las cartas
papales, que Adriano fu informado de los planes que iba a eje-
cutar Wilcario a t ~ a v sde Egila; de como iba a consagrar a ste
obispo sin afectarlo a sede determinada, de como iba a m a n d a r -
lo a Espaa con carcter de legado. Es evidente tambin que el
papa otorg gozoso su permiso para la consagracin y su auto-
rizacin expresa para la misin especial a la provincia de Espaa.
De modo que pudo sostenerse que Egila ejerca en Espaa una
legacin papal,' a travs del arzobispo Wilcario de las Galias y
del rey de los francos. Como insinubamos antes, el precedente
de Bonifacio deba pesar en toda la concepcin de la actual em-
presa.
Si la condicin de godo de Egila fu considerada como ga-
ranta de acierto para su actuacin en el interior de Espaa, los
hechos desmentiran pronto y de manera rotunda esta presuncin.
NiEgila ni los dirigentes francos demostraron poseer el ms tenue
conocimiento del carcter y de las condiciones de vida de laIgle-
sia visigoda bajo el dominio musulmn.
Egila, junto con su ayudante, e l presbtero Juan, debi inter-
narse en Espaa, hacia la Btica, al parecer. Contra sus previsio-
nes, debieron encontrarse con una Iglesia fuertemente constituida
y organizada, que gozaba, como hemos descrito en el capitulo
primero, de un amplio margen de libertad. Es posible que, a su
llegada a Espaa, Egila encontrase an a Cixila rigiendo l a sede
primacial de Toledo. Cixila es el bigrafo de san Ildefonso, muy
alabado por el autor del #Annimo toledanox, y parece que re-
gent aquella sede desde el ao 774 al 783i2 pero pronto seria
sucedido por Elipando, un anciano de 67 aos, lleno de energas
y tenaz sustentador y defensor de todas las prerrogativas arzo-
bispales.

1 - ~ n l primera
a carta de Adriano, la n.O 96 del *Cdice carolino., el papa se dirige
a Egila exhortndole a que #como habis sido encargado por nosotros y por el
venerable arzobispo de predicar la Fe ortodoxa, predicad de acuerdo con la santa
Iglesia romana por amor a san Pedro prncipe de los apstoles, para que, as
como el pastor es uno, Cristo, uno sea el rebao... u.
2 - Espaa Sagrada, V, pg. 328,
La Iglesia visigoda, durante todo el siglo VII, habia cetitrali-
zado mucho su organizacin; los metropolitanos de las diversas
provincias, al revs de Francia, donde fueron perdiendo signifi-
cacin, ejercan activamente sus derechos jurisdiccionales. y por
encima de ellos el metropolitano de Toledo lleg a representar
como una especie de El concilio XII de Toledo, de t81,
haba establecido en su canon sptimo: Unde placuit omnibus
pontificibus Hispaniae atque Galliae, ut salvo privilegio unius cu-
jusque provinciae licitum maneat deinceps Toletano pontifici,
quoscumque regalis potestas elegerit et jamdicti Toletani episco-
pi judiciurn dignos esse probaverit,in quibuslibet provinciis in prae-
cedentium sedibus praeficere praesules. et decedentibus episcopis
eligere successores. Desaparecida la potestad real con la entrada
musulmana, el metropolitano de Toledo habra sumado a sus
propios derechos los antiguos del rey, y, si mientras subsisti la
monarquia no us nunca el ttulo de arzobispo, coino constata
Magnin, ahora le era adjudicado incluso por sus mismos contra-
rios.' S u autoridad, pues, respondia en aquellos momentos y den-
tro la Iglesia mozarabe a la definicin que de aquel ttulo diera
san Isidoro en el libro XII. captulo 6 , de sus Etimologias; nAr-
chiepiscopus tenet vicein apostolorum et praesidet tam metro-
politanis quam episcopis c a e t e r h . Estas palabras -dice el P.
Garcia Villada refirindose an a la poca propiamente visigoda-
escritas con los ojos puestos en el prelado de la ciudad regia,
nos dan'una idea de las eminentes prerrogativas del metropoli-
tano de Toledo sobre los dems obispos de la monarqua;=en teo-
ra, repetimos, estas prerrogativas deberan an haber aumentado
con la desaparici6n del poder real, que tantas de ellas reservaba,
pero en realidad la falta del brazo civil visigodo dispuesto a sos-
tener la autoridad del primado deba hacerse sentir pronto en
perjuicio de su eficacia.
Egila al llegar para su misin en Espaa deba, pues, encon-

1 -Vase ms abajo, pg. 55, el encabezamiento del libro de Beato y Heterio contra
Elipando. Tambien Llama arzobispo a Elipando el papa Adriano en la carta que
dirigi a los obispos espaoles en 794: Werminghoff, Concilia aevi Karolini,
MGH, 1, 2. pg. 122.
2 - Garcia I'illada, Historia eclesistica de Espaa, 11, 1." parte, pg. 206.
trarse con una Iglesia fuertemente encuadrada en su organizacin
jerrquica y con un arzobispo celoso de su autoridad; Iglesia.
adems. que por estar aferrada a la tradicin visigoda, viva una
vida recluda de particularismo nacional. Magnin, en la conclu-
sin de s u obra L'Eglise wisigothique precisa exactamente esta
caracterstica: elle se tenait peut-etre trop i l'cart de la vie de
la catholicit. O n y tenait compte sans doute et des conciles oecu-
mniques et du droit canon universel; o n n'y ignorait pas les pr-
rogatives de l'veque de Roine. mais on y vivait nanmoins un
peu A l'cart et comine repli sur soi-meine, les iiiterventions
pontificales e n parficulier portaient a s s e z facilement ombrage.'
Esta vida recluda en s misma an deba exacerbarse en la Igle-
sia mozrabe por el aislamiento forzado. producto de las nuevas
circunstancias politicas.
Con todas estas caracteristicas enfrente. cabe pensar cul sera
el recibimiento que podra hacerse al nuevo Egila cuando, llegado
a Espaa, pretendiese desarrollar su misin doctoral y protectora.
S610 podemos figurrnoslo, porque de su paso no qued en Espa-
a ningn testimonio histrico. ni an de su existencia; tenemos
pues que limitarnos a exponer las pocas informaciones que puedan
derivarse de las cartas papales tan repetidamente aprovechadas.
Al poco de hallarse en Espaa, Egila y su compaero, el pres-
btero Juan, mandaron al papa el dicono Sereno y el clrigo
Victorino para hacerle varias consultas sobre la fecha de cele-
bracin de la Pascua, sobre los alimentos llamados impuros, so-
bre la predestinacin. sobre los problemas de convivencia con
judios y paganos, sobre. el divorcio, matrimonios mixtos. concu-
binato de clrigos, sobre las ordenaciones anticannicas ...... lo
que significa que haban hallado en el pas unas doctrinas y unas
prcticas que ellos consideraban desacertadas y queran asegu-
rarse con un dictamen papa1 para combatirlas con mayor auto-
ridad. El papa en su contestacin les hacia presente que era de
s u cometido procurar que nadie diese escndalo ni propagase nin-

1 - Magnin, L'glise wirigothique au VII" sigcle, Pars, 1912, pg. 200. El subrayado
es mio.
guna hereja en la provincia (espaola): los que quieran corre-
girse -aadia- que se purifiquen de toda sospecha y obedicin-
doos a vosotros demostrarn ser nuestros.'
La contestacin papal, ignoramos por qu causa, no lleg a
los interesados; stos debieron quejarse a Wilcario y Wilcario a
su vez al rey Carlos. quien gestiono, con mucho inters, del papa,
una repeticin de la respuesta; el papa la mand sirvindose de
los clrigos Bellerefonte y Juan, copindola de los registros pa-
pales y acoinpandola de una nueva carta en la que aconsejaba
adems sobrc la obligacin de los ayunos sabticos y ordenaba
a Egila que abandonase por publicanos a los herejes que se nega-
sen a obedecer sus enseanzas ortodoxas, despues de amonesta-
dos por una y dos veces. T, siguiendo la doctrina de la Iglesia
-le dice- n o temas nada, sabes lo que dijo el Seior: Estar con
vosotros hasta la consumacin de los siglos.zEl tono de resig-
nacin de estas recomendaciones papales a Egila, en contraste
con las palabras sealadas de la primera carta, indica que durante
el intervaio entre una y otra se habra quejado el obispo legado
de las dificultades encontradas en su misin, del aislamiento en
que se hallaba. del desprecio con que fuera recibido. Nadie debi6
hacer caso de l; por eso insista en'tener el apoyo de unas misi-
vas papales.
En este punto del proceso se produce una solucin de conti-
nuidad en las cartas papales; la tercera conservada3 es ya bastante
posterior -principios del 7867- y nos presenta un panorama to-
talmente transformado. Esta epstola de Adriano va dirigida a
todos los obispos de Espana incitndoles a conservar la verda-
dera fe en los momentos en que, segn acaba de saberse, varios
de sus compaeros, contradiciendo la doctrina de la sede apos-
tlica. pretenden iiitroducir herejias contrarias a la tradicin de
la fe ortodoxa. Confiesa que le llegaron noticias de que Egila -y
es aqu donde el papa nos narra la historia de cmo y en qu

1 -Epstola 96 del .Cdice carolino8,en: Gundlach, Epistolae karolini aevi,MGH, 1.


2 - Epistola 97 del "Cbdice carolino., en: Gundlach, Episfolae karolini aevi,MGH, l.
3 - Epistola 95 del <Cdice carolino., en: Guiidlach, Epistolae karolini aevi,MGH, 1.
circunstancias fu consagrado y enviado a Espaa, y donde pro-
cura descargarse en lo posible de su responsabilidad en el asunto1-
no predica rectamente sino que, siguiendo a su maestro Mige-
cio, pretende ensear errores contrarios a la doctrina catlica, y
aconsejar muchas cosas apartadas de las normas eclesisticas.
todo lo cual es muy graven. Si esto es as -dice el papa a los
obispos espaoles- n o le sigis; al contrario. conservaos dentro
de la ortodoxa disciplina de la Iglesia.
Una desautorizacin ms contundente de un legado no era
posible; pero es evidente su absoluta necesidad si resultaba que
el tal legado en lugar de predicar la verdadera doctrina y de guiar
por el recto camino, n o slo se haba pasado l mismo a la here-
ja, sino que se haba convertido en su promotor.
Para tener una idea clara del asunto precisar que nos ocu-
pemos algo de aquel Migecio que segn el papa se haba consti-
tuido en maestro de Egila. Las pocas noticias que tenemos de l.
exceptuada esta alusin papal, nos son ofrecidas por su contra-
dictor. el arzobispo Elipando. en tres cartas dirigidas por ste,
la primera, al mismo Migecio, indatada, pero de alrededor de
784;*la segunda, a un abad asturiano llamado Fidelio, escrita en
otoo de 785;3la tercera. junto con los obispos espaoles, a los
obispos francos, en 794.4
Resulta de estas cartas que Migecio era un personaje estrafa-
lario, un iluminado con atisbos de locura, que actuaba en la pro-
vincia Btica. Elipando, con su tpico apasionamiento que ten-
dremos ocasiones repetidas de conocer, le acusa de considerarse
semejante a Cristo y de haberse elegido doce apstoles; de haber
dicho a una mujer. que en ocasin de una intervencin quirr-
gica le cuidaba y le condola, parodiando a Jess: <Amen, amen
dico tibi: odie mecum eris in paradison: de haber anunciado su
resurreccin al tercer da en ocasin de encontrarse en peligro de

1 -Vase el texto correspondiente en la nota 2 de la pg. 39.


2 -Publicada por el P. Flbrez en su Espaa Sagrada, V , pgs. 543-554.
3 -Publicada tambin por el P. Flrez, Espaa Sagrada, V , pgs. 555-556.
4 -Publicado por Werminghoff,Concilia aevi Karolini, M G H . 1-2, pgs. 118-119.
48 -
muerte . . . ' Antes Elipando confesaba al mismo Migecio que se
haba resistido a dar fe a muchas de las cosas que de l se con-
taban, perq despues de haber ledo la locura de sus escritos ya
nada en 61 le admiraba.2Tambien a nosotros se nos hace algo di-
fcil prestar crdito a la realidad de ciertos absurdos y desvos
que .se nos cuentan de aquellos tiempos; pero el mismo- hecho de
ser contados, y su repeticin en lugares diversos y muy alejados
unos de otros, nos obliga a darles crdito, como a una caracte-
ristica de las deformaciones espirituales de la poca.
An prescindiendo de las gestas pintorescas del personaje,
posiblemente exageradas por el ardor polmico de Elipando, es
incuestionable que Migecio se haba lanzado a una propaganda y
a una actuacin herticas. Los errores que sostena slo los co-
notemos por las palabras de su adversario al refutarlo, y por las
alusiones en otra carta posterior. la dirigida al abad Fidelio de
Astucias. Con tendencia a una posicin rigorista, pro-judaizante,
varios de aquellos errores son los que fueron tema de consulta
por Egila al papa Adriano; no nos interesa aqu su contenido,
sino constatar la posicin de Egila, que se adivina preparndose
para sostener una campaa contra las errneas doctrinas de
Migecio. Adivinamos muy clara esta toma de posicin, a la cual
responden las cartas del papa Adriano a Egila que hemos analizado.
Pasa un tiempo -que las fuentes histricas mantienen silen-
cioso- Y encontramos a Egila convertido de contradictor en dis-
cpulo de Migeco. Este golpe de efecto tan sorprendente requie-
re una interpretacin histrica, por muy hipotetica que sea. Pre-
cisa partir de la afirmacin que hiciramos antes: Egila era m i s
bien un intrigante que un apstol. El papa Adriano, en la tan re-
petida carta a los obispos espaoles, cuando pretende sincerarse
de su responsabilidad en el fracaso, ya nos da a entender que
hubo un error fundamental sobre el personaje, error que n o fu
de su culpa, pues haba encomendado a Wilcario que fuese pre-

1 - Carta citada a los obispos francos, en: Werminghoff, Concilia aevj Karolini,
MGH, 1-2, . - 118-119.
pgs.
2 - Carta citada a Migecio, en: Espaa Sagrada, V, pgs. 543-554.
viamente y cuidadosamente examinado para cerciorarse de su
rectitud y catolicidad, y Wilcario haba loado la fe, las costum-
bres y las actividades del interesado. Result luego ser todo lo
contrario.
P o d e m o s pensar, dado el carcter que ya iremos conociendo
del arzobispo de Toledo, Elipando, queEgila se encontr tan,des-
preciado por toda la jerarqua oficial eclesistica, tan arrincona-
do, que despus de un perodo de descorazonamiento -denuncia-
do por la segunda carta papal, como hemos apuntado antes- en
lugar de darse por vencido en s u misin y abandonarla, prefiri,
guiado por su ambicin, pactar con el enemigo, aliarse con 61 y
junto con l volverse contra la Iglesia que haba precisamente
pretendido incorporar, y que le rechazaba con desprecio.
El pacto Egila-Migecio pudo .tener una traduccin curiosa en
los errores que iba acumulando el segundo. Elipando le acusa
de sostener que slo la Iglesia de Roma era santa, sin mcula n i
arruga, nico lugar donde reinaba Cristo. Es una doctrina muy
rara dentro la tendencia general judaizante de las ideas migecia-
nas; slo se comprende como una adjuncin artificiosa hecha
bajo la presin de las circunstancias: una alianza con Egila, que
representaba directamente la Iglesia romana por su legacin, es
la nica justificacin para explicar que Migecio incorporase tal
doctrina a su confesin de fe. Precisamente la Iglesia toledana,
contra la que se hacia la alianza, era muy poco amiga, por tia-
dicin, de las intervenciones romanas; ahora mismo, Elipando,
responda con un desplante: <Sostenis que solamente Roma es
sin mcula; csiita est, quare Liberius, ejusdem ecclesiae pontifex,
inter haereticos dainnatus est?x, preguntaba.
O t r o resultado del pacto Egila-Migecio, de un orden ms
prctico que el primero. fu la adjudicacin a favor del primero
de la sede de Eliberis;' Egila dejaba de ser un obispo vagabundo
con la obtencin de esta dignidad, debida seguramente a la in-
fluencia de su nuevo aliado.
1 - "Egila .... era por este tiempo (del papa Adriano) obispo de Eliberi, como consta
por el catlogo de sus prelados, que se conserva en el Cdigo Emilianenseii.
Esparia Sagrada, V, pg. 349.
50 -
La coalicin Migecio-Egila se adivina, an a la distancia a
que la observamos, como un error tctico. Elipando desde el
lugar de mxima responsabilidad en la jerarqua de la Iglesia
espaola, le hizo frente vigorosamente. De sus citadas cartas se
desprende que ~ i g e c i opublic un libelo en defensa de sus doc-
trinas, libelo que sera posterior a su conjuncin con Egila, puesto
que contena la teora romanizante. Elipando aprovech la na-
tural reaccin que entre el episcopado produjera esta manifes-
tacin pblica y escrita del error, para reunir un concilio general
precisamente en Sevilla, la capital de la Bktica, ya que sta era
la provincia afectada por las actuaciones de los coaligados. El
resultado del concilio hubo de ser brillante: la condenacin de
Migecio debi de ser contundente y unnime. Elipando en la
carta a Fidelio, escrita en otoo de 785, aproximadamente un
ao despues de la celebracin del concilio, da sobre el mismo
unas referencias muy precisas: xYo y los dems hermanos mos,
juzgamos con parsimonia, en Sevilla, la opinin sobre la fiesta
pascua1 y los otros errores del hereje Migecio y con la ayuda de
Dios los enmendamosg; el Seor desarraig mediante sus siervos,
la hereja migeciana. de los confines de la Btican. Y en la carta
, al mismo Migecio, contestando a su libelo, y que se adivina
escrita luego de la reunin conciliar y repitiendo las argumenta.
ciones que se haran por el mismo Elipando durante esta reunin,
se hace constar que Migecio ha sido condenado y anatematizado
perptuamente por toda la Iglesia.
Posteriormente a stas, no hay otra referencia que la de la
carta del papa Adriano a los obispos espaoles, carta sealada
al principio de este capitulo, donde tambin el papa' hace una
condenacin conjunta de Migecio y de Egila, a pesar de que pa-
rezca provocada como justificacin de la condena de Elipando,
que es el verdadero motivo de la epistola papal.
Despus, el silencio absoluto sobre Migecio y sobre Egila.
La fulminacin por Elipando y el concilio de Sevilla sera mortal
para los coaligados. Y as muri en el ms triste fracaso la ten,
tativa franca de captacin de la Iglesia espaola. De las figuras
que intervinieron en ella: Wilcario, Egila, Migecio, Elipando,
'

esta ltima es la nica que tiene una cierta grandiosidad..


Orgenes del adopcionismo

E 1 concilio de Sevilla, si por un lado liquid el problemaEgila-


Migecio. por otro di6 origen a un conflicto mucho ms pro-
fundo y duradero, cuya resonancia deba hacerse oir hasta los
tiempos modernos en los dominios de la erudicin histrico-
eclesistica. Nos referimos a la llamada hereja adopcionista.
Vamos a inquirir cmo se inici este conflicto, segn puede
deducirse de la nica fuente primitiva de que disponemos, el
Tratado apologtico que Beato de Libana y Heterio de.Osma
dirigieron a Elipando combatiendo sus supuestos errores. Tratado
escrito a ltimos del 785, que contiene, perdidos entre el texto,
unos fragmentos de la carta de Elipando el abad Fidelio de As-
turias y la profesin de fe dictada por el concilio de Sevilla.'

1 - E l .Tratado apologticoa de Beato y Heterio fu publicado por Migne, Pafrologia


latina, 96, cols. 894 a 1030 El P. Flrez, Espaa Sagrada, V, pgs. 555 y 556,
public en pieza separada la carta de Elipando al abad Fidelio. Menudez y
Pelayo, cuando en plena juvenlud escribi los Heterodoxos, se entusiasm con
el ~Apologticonde Beato; como buen emontaiis~~ se senta compatriota de Beato
y se propuso rendirle un homenaje publicando una buena edicin de su obra con
la traduccin castellana (Heferodoxos, 112, Madrid, 1917, pg. 293). He aqui como
la califica: .Libro brbaro, singular y atractivo, donde las frases son de hierro,
como forjadas en los montes que dieron asilo y trono a Pelayo. Libro que es una
verdadera algarada teolgica. propia de un cntabro del siglo VIII. . En el fondo,
Beato y Heterio son muy fieles a la tradicin isidoriana; pero concese luego que
s u Apologtico no ha nacido entre las pompas de Sevilla o de Toledo, sino en
tierra spera, agreste y bravia,.entre erizados riscos y mares tempestuosos, para
ser escuchada por hombres no tranquilos ni dados a las letras, sino avezados a
continua devastacin y pelea. Pasma el que se supiese tanto y se pudiese escribir
de aquella manera, ruda, pero valiente y levantada, en el pobre reino asturiano
de Mauregato y de Bermudo el Dicono.. Heterodoxos, 11, pg. 292 En contra-
posicin a este juicio, he aqui el de Amann: .La moderacin n o reina en este
pamfleto, en el que el arzobispo (Elipando) es tratado con brutalidad e incluso
con injusticia. Los autores n o se preocupan del arte de la composicin: digre-
siones, repeticiones, discusiones alargadas, de las que salen maltratadas la
gramtica, la dialctica y el sentido comn. La exposicin de la doctrina de Eli-
pando es tendenciosa; .... Asiera ms fcil refutar al primado .... De todos modos
la argumentaci6n teolgica es deficiente. Sin duda tienen razn los autores en
52 -
Creo es en esta confesin de fe donde hay que buscar, no
dir la causa, pero si el punto de partida de todo el conflicto. Tal
como nos ha sido transmitida por Beato decia: Aqul que fue
hombre entre nosotros est unido en una sola persona con el
Verbo. Pero no es por Aqul que es nacido de la Virgen que el
universo ha sido creado. sino por Aqul que es hijo no por adop-
ci6n sino por condicin, no por gracia sino por natura. Y es por
Aqul que es a la vez hijo del liombre e hijo de Dios, hijo adop-
tivo por la humanidad, hijo no adoptivo por la divinidad, que el
mundo ha sido redimido. Y si todos los santos son segn el
modelo de este Hijo de Dios segn la gracia, son pues hijos
adoptivos como El, llamados como El. ungidos como El, pequeos
infantes como El es pequeo, sirvientes como El es sirvienteu.
Esta profesin de fe debera su origen a la estrafalaria doc-
trina sobre la Trinidad sostenida por Migecio. En la forma un
poco caricatural, tal como nos ha sido presentada por Elipando Z ,
la doctrina de Migecio sostena que David era el Padre; Jess,
no el engendrado por el Padre sino Aqul que provenia del linaje
de David, era el Hijo: la tercera persona. el Espritu Santo, era
san Pablo: Los textos sagrados sobre los cuales Migecio sentaba
sus afirmaciones. eran estos: para David: ~Eructavitcor meum ,
verbum bonuma; para el Cristo: Qui factus est de semine David
secundum carnem; a san Pablo le aplicaba las palabras del
Salmista: ((Spiritus oris ejus omnis virtus eorumn, y las de Jess:

denunciar el peligro de ciertas frmulas de Elipando que llevadas al exlremo


peligrarian de disociar el Cristo en dos personas distintas, pero el concepto que
ellos mismos se forman de la Encarnacin, a ms de confuso, no es el ms
extrictamente conforme con la doctrina autntica. Olvidando los textos ms
claros de la Escritura llegan a proclamar que Cristo como hombre no se nos
parece.Su doctrina trinitaria no es mucho mejor que su cristologian. Amann,
L'Gpoque carolingienne, pg. 134. Menndez y Pelayo n o lleg de todas maneras
a publicar la edidn prometfda cuando los entusiasmos juveniles.
2 - Vase la carta de Elipando a Migecio, citada ms arriba, en: Espaa Sagrada,
V, pgs. 543-554. Esta carta fu escrita inmediatamente despus del concilio ,de
Sevilla y no antes, como generalmente s e ha admitido. De otra forma n o podria
Elipando afirmar en ella que toda la Iglesia ha condenado y anatematizado per-
petuamente a Migecio. Esta condena no puede ser otra que la del concilio gene-
ral sevillano.
nspiritus, qui a Patre meo procedit, ille vos docebit omnein veri-
tatemn. Elipando, con plena razn, calificaba el libelo de Migecio
donde se formulaban todas estas teoras, de escrito de locura.
En el concilio de Sevilla quiso precisarse la verdadera posicin
cristolgica y trinitaria frente aquella confusin de naturalezas y
t
de persona de Cristo; sta era la verdadera intencin de la profe-
sin de fe que heinos aportado.
Basndose en ella,' empero, se inici en Asturias un movi-
miento de oposicin dirigido por un monje, Beato, de Libana,
y seguido por un tal Flix y por el joven Heterio, obispo fugitivo
de Osma, refugiado en Astucias. Se deduce de las palabras de
Elipando en la carta a Fidelio, de que nos ocuparemos luego,
que Beato dirigi al primero una epstola de recriminacin que
seria como el programa de la naciente protesta y propaganda:
para Beato y sus compaeros el contenido de la profesin de
Sevilla era hertico. Esta carta inicial, desgraciadamente, se h a
perdido.
Elipando reaccion con una vivacidad que nos pinta magis-
tralmente su carcter. Escribi una carta a un abad Fidelio de
Asturias' -era en octubre del ao 785- para encargarle la lucha
contra la hereja beatianan y su extirpacin del pas asturiano.
La carta es expresiva y luminosa. Empieza fulminando: *Quien
no confiese que Jesucristo es adoptivo en la humanidad y n o lo
es en la divinidad, es hereje y debe ser exterminadov. Y refirin-
dose a los opositores asturianos, exclama: no me consultan,
sino que pretenden aleccionarme, porque son sirvientes del anti-
cristo. Esta idea del respeto doctrinal debido a la dignidad de
su alta jerarqua ya respiraba tambin en la carta a Migecio: ahi
se acusaba a Migecio de que su libelo haba sido escrito <non
voce interrogantis sed imperio docendis ... y, censurndole sus
1 - Resulta claro este origen del sentido general del <<Tratadoapologtico. de Beato
y Heterio, y determinadamente de las palabras de Elipando en s u carta a Fidelio
cuando, hablando de las decisiones del concilio de Sevilla, dice: muuc illi (los
asturianos) e contrario inveniunt, unde nos argnant..
2 - Vase EspaaSagrada, pgs. 555-556.La fecha de la carta la proporcionanBeato y
Heterio en su cmTratadow: qmense octobriin aera 823 (ao 785)". All mismo queda
fijada la fecha del .Tratado,,: .anuo praesenti., en relacin con el de la carta.
54 -
modos suficientes, le decia que antes de ensear es preciso apren-
der. Ahora recalcaba un caso de comportamiento ejemplar: a su
carta a Fidelio ajuntaba otra carta recibida por l del obispo
Ascarico donde reluca la humildad cristiana frente a la soberbia
del anticristo, donde se le consultaba en lugar de pretender ense-
arle. Y a pesar de esta falta de consideracin y respeto por parte
de Beato y compaeros, si lo que dicen fuese expresin de la
verdad -aade Elipando- l se someteria: Pero nunca se oy
decir que los montaeses de Libana adoctrinaran a los toledanos.
En cambio, todo el mundo sabe que la sede de Toledo lia brillado
desde los inicios de la fe por la santidad de sus doctrinas y nunca
cay en el error. Con qu energia se yergue el arzobispo en
defensa de su Iglesia primada! qu alta idea de su intangibilidad!
.Y ahora, una oveja tarada pretende adoctrinarnos~,aade con
desprecio.
Elipando declara que seria para l ignominioso que pudiera
mentarse este mal de la hereja beatiana dentro de la tradicin
toledana y por eso ni quiere comunicar su existencia a los dems
obispos hasta que haya sido radicalmente amputado de los lu-
gares donde tuvo su origen. Es a este fin que encarga a Fidelio y
a los suyos que con toda diligencia expulsen el error de entorno
suyo, que ata1 como el Seor desarraig por medio de sus sir-
vientes la herejia migeciana de los confines de la Btica, del
mismo modo sea arrancada totalmente por vosotros la herejia
beatiana de los confines deAsturias. Del contrario, si actuaseis
con tibieza y n o lograseis. enmienda, entonces n o tendra ms
camino que llevar el asunto a conociiniento de los hermalios -se
entiende, reunir el concilio- y seria para vosotros ignominioso
que hubiseis de ser amonestados por ellosn.
Ignoramos quien fuese este abad Fidelio al que Elipando
encargaba cometido de tal importancia; pero, por la comisin.
precisaba que se tratase de una persona significada dentro la
Iglesia asturiana. Si podemos dar fe a las palabras de Beato,
Fidelio habra dado a conocer en seguida por toda Asturias la
carta de Elipando y habra obtenido resultados importantes contra
la doctrina de Beato y Heterio. profesada por toda la regin en
- 55
los primeros momentos; las opiniones se habran dividido: e . . . .
aquel libelo contra nosotros y contra nuestra fe -dice Beato-
haba sido divulgado pblicamente en toda Asturias. Y asi como
nuestra fe era hasta entonces una e inc6lume. ahora la nave
empieza a fluctuar entre escollos; y era la fe partida en dos.
De momento, Beato y Heterio, s610 tuvieron noticia de la
carta de Elipando por referencia; hasta el da 26 de noviembre,
es decir, hasta despues de ms de un mes de recibida por Fidelio,
y en ocasin de encontrarse casualmente con ste en una cere-
monia, seguramente la profesin monacal de la reina Adosinda,
la viuda del difunto rey Silo, a la que haban sido convocados
todos ellos, n o conocieron detalladamente el contenido de la
carta.
Entonces, rpidamente, dentro el misino ao 785, segn con-
fiesan ellos mismos, redactaron un libelo de refutacin contra
Elipando, el Tratado apologtico del que venimos hablando
repetidamente, pues es la nica fuente de informacin de que
disponemos para 'estos primeros momentos de la hereja.
El Tratado inicialmente se dirige a Elipando: ~Eminentis-
simo nobis et Deo amabili Elipando, ~ o l e t a n a esedis archiepis-
copo, Heterius et Beatus in Domino salutem. Legimus litteras
prudentiae tuae anno praesenti, et non nobis, sed Fideli abbati ...
directas., y se presenta como una refutacin de esta carta a
Fidelio, un fragmento de la cual -lo hemos dicho- copia. Pero
en seguida abandona la forma epistolar inicial para dirigirse
directamente al pueblo fiel asturiano.
.Nuestro Buen pastor nos dijo: guardaos de los falsos pro-
fejas que se os presentarn vestidos de oveja y por dentro son
lobos rapaces. Acaso no son lobos aqullos que os dicen: creed.
que Jesucristo es adoptivo, y quin as n o lo crea sea exterini-
nado? Quieran el metropolitano y el prhcipe de la tierra, los
dos de acuerdo, uno con la palabra, el otro con la vara del poder,
que la hereja y el cisma sean arrancados de cuajo. Ciertamente
se ha divulgado ya, n o slo por Asturias sino por toda Espaa
y an en Francia, el rumor y la fama de que la Iglesia de Asturias
est dividida en dos bandos, pelendose una paiite con otra,
pueblo contra pueblo, iglesia contra iglesia, por un mismo Cristo;
discutiendo apasionadamente si una fe es verdadera o falsa;' y
esto. no entre gente sencilla, sino entre los obispos. Una parte de
los obispos dice: que Jesucristo es adoptivo en cuanto a la hu-
manidad y n o es adoptivo en cuanto a la divinidad. La otra par-
te dice: que en cuanto a las dos naturalezas es hijo nico y pro-
pio de Dios Padre, n o adoptivo, Dios verdadero, y el mismo es
adorado y reverenciado que fu crucificado bajo Poncio Pilato.
Esta parte somos nosotros, eso es, Heterio y Beato, con los de-
m i s que as creen. Creemos n o s610 en Dios Padre omnipotente.
sino en Jesucristo su nico hijo, Dios y Seor nuestro, nacido
del Espritu Santo y la Virgen Marja, que sufri pasin bajo Pon-
cio Pilatou. Hemos copiado este fragmento por la precisin y
claridad, n o acostumbradas, con que se plantea la cuestin y nos
da de ella idea cabal. Despus, el Tratado, que se compone de
dos larguisimos libros, se, hincha, se repite, se pierde en una se-
rie de cuestiones y temas ajenos al adopcionismo. Argumenta
falsainente a base de combatir afirmaciones que atribuye gratuita-
mente a Elipando; asi dice: eElipandus Toletanae sedis episco-
pus .... Cristum de Virgine natuin, non Deum, sed tantum homi-
nem creditn. Con semejantes afirmaciones puede fcilmente lle-
gar a la conclusin de que el obispo de Toledo ha cado en el
error nestoriano y triturarlo entonces a base del uTu es Christus
filius Dei vivi de san Pedro; del rFilius Dei sum, et qui negat
me. negat eum qui me m i s i t ~ ;del anuncio del ngel <le pondrs
el nombre de Jess, ser grande y ser llamado Hijo de Diosu.
El libro segundo lleva el titulo: De Christo et ejus corpore,
quod est Ecclesia, et de diabolo et ejus corpore, quod est Anti-
christus)) y en l se defiende de la acusacin de anticristo que le
hace Elipando y la revuelve contra l para acabar calificndole
de testculo del Anticristo.
Esta crudeza de expresin, as como la violencia y el apasio-
namiento en sus discusiones teolgicas, son la caracterstica co-
mn de los dos grandes adversarios espaoles: Beato y Elipando.
No es que yo pretenda igualarlos. Elipando posee evidentemente
una personalidad de mayor categora, pero existen entre ellos un
cierto nmero de trazos comunes que puede sea ms justo atri-
buir al psito de una tradicin escolar y temperamental de la
Iglesia espaola, que tomar por caractersticas estrictamente in-
dividuales.
De Elipando, dejando aparte el juicio que personalmente po-
demos hacernos de l a travs de sus escritos y de su actuacin,
n o tenemos otras referencias que las estampadas en algunas de
sus cartas por Alcuino: cuando escribe a Flix de Urgell le alude
tratndole de venerable obispo <al que nombra con amor; cuan-
do escribe al mismo Elipando,=le dice que aprecia la amistad del
hombre de nombre famoso y de piedad reconocida: t eres, san-
tisimo obispo. ciudad colocada sobre la montaa que n o puede
celarse)); he odo a menudo hablar de la buena fama de tu vida
religiosa)); le califica an de sagrada luz de Espaiiaa. Cuando
finalmente escribe a Benito de Aniano, a Nebridio y a L e i d r a d ~ , ~
despus del fracaso de sus buenos intentos cerca el obispo tole-
dano y despus de la despectiva contestacin de ste, entonces
llega a reconocer que la perfidia del mal es en l pareja a la dig-
nidad.
Si a estas referencias aadimos lo que permiten deducir sus
cartas ms arriba mencionadas y que vendr corroborado por las
que an tendremos que comentar ms adelante, podremos con-
cluir, aproximadamente, que Elipando era un hombre virtuoso y
recto; sabio, pero apasionado y violento; ntimamente conven-
cido de la importancia y trascendencia del sitio que ocupaba, y
por esto mismo extremadamente celoso en mantener su fuero y
su dignidad; orgulloso, dominador y aferrado a su criterio. S u
orgullo y perfidia le vedaban hacer caso de las observaciones aje-
nas; su pasin y violencia le llevaban a deformar las cosas exter-
nas, crendose un mundo irreal. donde n o v lo que hay, sino lo
que se figura; su celo le priva de toda rectificacin: la sede de
Toledo que l representa <nunca cay en el errorw. P o r otra parte,

1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, M G H , Berlin, 1895, 11, n." 23.


2 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.O 166.
3 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 200.
su buena fe no parece que pueda ponerse en duda: durante ms
de diez siglos, desde Alcuino hasta Menndez Pelayo. ha sido
acusado de falsario, pero las ltimas investigaciones de la erudi-
cin moderna han permitido devolverle su buena fama. Es al pa-
recer un incidente secundario, pero que interesa al fondo del
adopcionismo porque caracteriza su intencin.
En la epstola sinodal con la que los obispos francos respon-
dieron, cuando el concilio de Frankfurt de 794, a la carta doctrinal
que les mandaran los obispos espaoles y Elipando,' ya le acusan
de haber falsificado de mala fe textos de los Santos Padres, en
especial de san Agustn y san Jer6nimo: Sanctorum Patrum per
loca, testimonia invenimus posita, sed male perfidiae veneno cor-
rupta; y para facilitar estas falsificaciones habis omitido -les
dicen- en las citaciones de los pasajes de los Padres la referen-
cia de libros y capitulas, para asi dificultar su comprobacin y
n o ser descubiertos en vuestra falsa.
Cinco ,aos ms tarde Alcuino, en el libro segundo de su
obra *Contra E l i p a n d ~ afirma
~ que en l o s p a d r e s espaoles n o
se encuentran las frases adopcionistas que Elipando usa: san
Isidoro no llam6 nunca adoptivo al Hijo de Dios; Juvencio le lla-
ma claramente Hijo propio; san JuliAn n o dice nada que favorezca
tu opinin. ni puedes apoyarte en los sinodos toledanos .... Sabe-
mos muy bien que has alterado perversamente y con temeridad
nunca vista sus sentencias, cosa que he podido comprobar des-
pus de la conversin deFlix(deUrgel), ahora compaero nuestroB.
~ e n n d e zy Pelayo parte del supuesto de que las menciones de
la adoption hechas por Elipando a cargo de la liturgia toledana
son todas falsas: *Grande ejemplo de humana. flaqueza es este
obispo toledano, tan ardiente y convencido, pero descaminado
por un yerro de inteligencia y u n instinto soberbio, que le lleva-
ron a morales cadas y aberraciones. a falsificar textos y a ca-
lumniar impudentemente a sus a d ~ e r s a r i o s ) ) . ~
1 -Vase ms adelante en el capitulo sobre *El concilio de Frankfurta.
2 - <<AdversusElipandum libri IV., libro 11, en: Migne, Patrologia latina, 101, cols.
244 SS.
3 - Menndez y Pelayo, Heterodoxos, 11, pgs. 305 y 307.
Las mismas acusaciones se hacen contra el compaero de
Elipaiido, Flix de Urgel. Alcuino, en. la obra #Contra Flix.,L le
.dice que despus de haber aducido muchos textos de Santos Pa-
dres abiertamente catlicos, da los de otros obispos espaoles
que l califica de ortodoxos, pero que en sus citaciones contie-
nen herejias, *a no ser que, como en otros casos has hecho, los
hayas mutilado y hecho decir lo que no dicenn; sostienen gentes
de tu pas que donde t hablas de adoptioellos dicen assump*
tios, y con esto se demuestra tu malvola pertinacia. &ea como
sea -aade Alcuino- lo digan ellos o lo digas t, yo prefiero
antes apoyarme en la autoridad romana que en la espaola, a pe-
sar de no rechazar lo que sta digaeuando habla catlicamente.
A la misma lnea acusatoria pertenece la ancdota contada
medio siglo mas tarde por Hincmaro de Reims en el prefacio de
su segundo escrito De praedestinati~ne>u.~ En un concilio cele-
brado bajo Carlomagno -explica Hincmaro, y debe de referirse
probablemente al snodo de Aquisgrn de 799- Flix fue conven-
cido de haber inducido a un joven bibliotecario del Palacio real
de Aquisgrn a alterar, en un manuscrito de san Hilario. la frase
dum carnis humilitas adoraturn sustituyendo la ltima palabra
por el vocablo adoptatur.
Ahora bien, como dijimos antes, este cmulo de acusaciones
se ha visto derribado modernamente. Con relacin a la ltima,
tan precisa, Hefele-Leclercq3 hacen notar que en su carta contra
Alcuino, Flix haba realmente citado aquel pasaje de san Hila-
rio con la variante adoptatury que Alcuino ya le haba acusado
por ello de falsificador: pero probablemente es Alcuino el equi-
vocado ya que an hoy la mayora y los mejores manuscritos que
se conservan de la obra de san Hilario dan la leccin xadoptaturn
y es por tanto casi seguro que la diese tambin el que sirvi a
Flix. Entonces la gestin de Flix cerca el bibliotecario palatino

1 - ~AdversusFelicem libri VIIu, libro VII, capt. 13, en: Migne, Patrologa latina, 101,
cols. 128 S S .
2 - Migne, Patrologia latina, 125, col. 55.
3 - Hefele-Leclercq, H~stoiredes conciles d'apres
. .
les documents oricinaux, Paris,
111, 1909, pg. 1099. . . . , . . .
de Aquisgrn fu un acto correcto. Cuando se acusa Elipando de
haber falsificado a san Jernimo, se trata s610 de una confusin;
el texto criticado realmente n o era de san Jernimo, sino del ca-
taln Eutropio, y deca: UNOes el Verbo quien en el dia del Bau-
tismo ha odo la voz del cielo que deca: Este es mi Hijo, sino
que es el hombre que,para nuestra salvacin habia asumido el
Dios Verbo. Este. hijo del hombre a causa del Hijo de Dios (que
le asume) merece ser elevado al nivel de Hijo de Dios, y el Hijo
adoptado n o es separado de aqul que es Hijo por naturalezaw.'
Finalmente, con las modernas publicaciones de textos litrgicos
visigodos emprendidas por dom Frotin y los monjes de Silos y
continuadas por el Dr. V i ~ e sse , ~han podido comprobar como la
liturgia toledana usaba repetidamente las expresiones aadoptivus
horno y uadoptata carow, y, por tanto, como Elipando n o inven-
taba esta terminologa ni le precisaba falsificarla.3
Podemos pues hoy purificar a Elipando, igual que a su segui-
dor Felix de Urgel, de la tradicional acusacin de falsarios y rei-
vindicar la buena fe de su a r g ~ m e n t a c i nPorquela
.~ circunstancia
de que en la interpretacin de textos bblicos y patristicos hayan
acudido a retorcimientos y a soluciones forzadas, leyendo en ellos

1 - Amann, L'poque carolingienne, pgs. 137-139. Vase la nota 1 de la pg. 65.


2 - Vase: Prado, Manual de liturgia hispanovisigdtica o mozrabe, Madrid, 1927;
Dr. Jos Vives, Oracional visigtico, Barcelona, 1947.
3 - El P. Garcia Villada deca que se pueden dar dos interpretaciones al uso de la
palabra cmadoptio. en el Sagramentario visigodo: <luna que considera las frases
como expresin de una teologa atrasada,una especie de errormaterial (DeBruyne,
"Revue bndictinen, XXX, 1913, pgs. 429-430), y otra que tiene las palabras
adoptivus homo, adoptata caro, como paralelas de estas otras: adsumtiis homo,
adsumta caro. Esta solucin parece la ms acertada. En realidad, son muchas
ms las veces en que se emplea en el mismo Sacramentario esta ltima manera
de hablar que la primera., Garcia Villada, Historia eclesistica de Espaa, 11,
2." parte, pg. 83.
4 - Agobardo, ~Adversumdogma Felicis~,capt.39, en: Migne, ~ a t r o l o ~latina,
ia 104,
col. 65, que escriba poco despus de la muerte de Flix, reconoce ya el uso que
los Padres hicieron de la palabra aadoption y slo le acusa de falsa interpreta-
cin: elegit etiam Felix in sanctorum Patrum Hieronymi, Augustini, Ambrosii,
Hilarii et Aviti libris, cum de incarnatione Salvatoris tractaret, intromissum no-
men adoptionis, sed juxta modum assumptionis vel susceptionis ab eis positum,
quod ille alio et e contrario hausit sensun. . . .
lo que difcilmente pudieran decir, es una prctica tan general en
la literatura teolgica de controversia de la poca, que no puede
hacerse de ello acusacin particular.
Menos precisa que la de Elipando es la idea que podamos for-
marnos de sus adversarios Beato y Heterio. Tenemos casi que
dejarla limitada a las pocas cosas que de ellos nos cuenta el mis.
mo Elipando, y ya sabemos como es l apasionado en sus jui-
cios; porque las palabras laudatorias que a Beato dirigiera Alcuino
en la carta de que luego nos ocuparemos, no tienen otro sentido
que el de puras frmulas de cortesa,
Sobre Heterio, conceptuado tradicionalmente como obispo
de Osma refugiado en Asturias, uno de los obispos vagantes de
la poca, Elipando aconseja con cierto desprecio al abad Fidelio,
en la tan mentada carta que le dirigi, que no se impresione por
l; le califica de adolescente y de discpulo de Beato; se adivina.
que a pesar de que su nombre encabece el Tratado apologticoi>
su importancia es secundaria y seguramente derivada slo de su
condicin episcopal, que sirve a Beato de apoyo. Beato le habia
dedicado su Comentario al Apocalipsis. pero Elipando habla

Beato es una figura de mayor envergadura, es precisamente


el autor de este Comentario al Apocalipsis)) que habia dedicado
a Heterio. Libro que obtuvo un gran xito (los temas misteriosos
de simbolismo y profeca a que se prestaba el comentario del
Apocalipsis eran muy estimados en aquella poca), y que se di-
fundi rpidamente; se han conservado de l hasta 24 manuscri-
tos y sus ilustraciones miniadas son tema apasionante para los
arquelogos medievales.' Beato, en este libro, se limita a dividir
el Apocalipsis en pequeos fragmentos, copiar su texto y aadir
el correspondiente comentario: ste consiste en una compilacin
de textos ajenos relativos a cada fragmento. La originalidad, pues,
es escasa, pero la erudicin amplia. Beato utiliza obras de san
Jernimo, san Agustn, san Ambrosio, san Fulgencio, san Grego-
1 -El P. Flrez edit por primera vez el comentar ion de Beato en 1770; moderna-
mente, en 1930, lo ha editado Saudrrs. Para la bibliografa y estado actual de la
cuestin: Garcia Villada, Historia eclesistica de Espaa, 111, pgs. 386-387.
rio, san Ireneo. san Isidoro. Ticonio, Victorino, Apringio; Beato
era. por tanto,, bsicamente, un erudito. Es natural que esta eru-
dicin y sobre todo el tema por donde se encaminaba, influyese
en su espritu en'un. sentido visionarista por un lado, en una ten-
dencia a la polmica por otro. Elipando, que no acostumbra a des-
cuidar el usoreticente de la coletilla eantifrasiip cuando nombra
a Beato, hace de l una descripcin peyorativa, equiparndolo al
hereje Migecio: ....similes dixerimus Migetium et Beatum, quia
equales in honore et pares in virtuten. Le acusa de borrachn,
crapulatus in vino*, contando ,
ancdotas que supone acaecidas
en aquel estado. Cuenta 'an que profetiz al pueblo de Liebana
el fin del mundo para el siguiente da, una vigilia de Pascua; las.
gentes aterrorizadas y enloquecidas dejaron de comer; el da si-
guiente a las tres de la tarde continuaban en ayunas; entonces un
cierto Hordofio, sintiendose hambriento, exclam: <Comamos y
bebamos y si tenemos que morir que nos coja hartoss. En otra.
ocasin, simulando una enfermedad y muerte, resucit al tercer
da con el cuerpo vivo y el alma muerta.' Es preciso dar su
parte a la pasin y exageracin del adversario que nos relata to-
das estas ancdotas, pero de todas maneras hay que tener pre-
sente que uno de los autores favoritos de Beato era Apringio de
Beja, un contemporneo del rey Teudis (531-548) y que, segn este
autor. el fin del mundo deba llegar en 835, precedido por la vic-
toria del a n t i c r i s t ~ Tambin
.~ en este autor, como en muchos
otros de los que utiliz, habra Beato tomado el gusto por la con-

1 - Carta de los obispos espafioles a los obispos francos, del 794, en: Werminghoft,.
Concilia aevi karolini, MGH, 1-2, pgs. 118-119. Esta carta, como veremos ms
adelante, es casi seguro que f u i redactada por Elipando. Es interesante recoger
en ella las flores de irona apuntadas, flores poco frecuentes en el jardn de Eli-
pando, ms bien ufano en el sarcasmo.
2 - Vaie: Garca Villada, Hfsforia eclesistica de Espaia, 11, 2." parte, pgs. 124-
125. Las fantasas escatolgicas y milenarias eran entonces muy apreciadas, y
era muy comn deslizarse en ellas por parte de los autores aficionados a l tema.
I Por otra parte la obsesin del anticristo es tambin muy extendida en aquel
tiempo. El mismo Elipando, en la tan comentada carta al abad Fidelio, le dice
que tiene entendido que el precursor del anticristo ha aparecido en Asturias
anunciando que el anticristo es ya nacido, y por ello le suplica que investigue
donde, como y cuando naci este espritu del error y se lo haga.saber luego.
- 63
troversia, pues las obras de polmica son muy comunes en ellos;
en Apringio, por ejemplo, que se encontr en medio de la lucha
arriana, deba Beato afectarse especialmente a las doctrinas de la
divinidad de Jess y de la consubstancialidad de las tres divinas
Personas.
Es posible que el lector considere excesivamente larga esta
digresin sobre las personas y escritos de Elipando y de Beato.
No obstante h a sido hecha con toda intencin. Nos interesa de-
jar bien fijado, en lo posible y desde el principio, el carcter de
las personas y las circunstancias que intervinieron en los inicios
de la batalla adopcionista, para poder explicarnos los orgenes y
la evolucin del problema con la mxima probabilidad de acierto.
Esta cuestin de los orgenes Iia dado lugar a muchas supo-
siciones inconsistentes y artificiosas. H a sido discutido si fu,
Flix de Urge1 el inventor de la hereja y el que la pas aElipando.
si el origen deba buscarse en Crdoba, si era una reviviscencia
de derivacin arriana, si una contaminacin de las doctrinas ma-
hometanas,' .... . ... Hefele-Leclercq acusan a Menndez y Pelayo
de enfocar el problema como si se tratara de un caso de genera-
cin espontanea. Pues bien. a nuestro entender se trata de una
cosa parecida.
He aqu como nos representamos el origen y las piimeras
evoluciones del asunto.
Las absurdas afirmaciones de Migecio sobre Cristo, suponien-
do que slo en cuanto Hijo de David segn la carne era la segun-
da Persona de la Trinidad y que. por tanto, esta segunda Persona
n o exista antes de la Encarnacin, obligaron a Elipando en el

1 -Esta ltima opinin parece ser la del cannigo Dr. Rivera en su estudio bio-
grfico sobre Elipando de Toledo, nueva aportacin a los estudios mozrabes,
Toledo, 1910. No obstante Rivera tiene sus vacilaciones: #Supuesta la instmccin
rabe de Elipando, n o por eso tenemos la filiacin de s u doctrina, que puede
estar
-~ ~ desconectada del dogma musulmn*.. pg.
~
. - 35; *No es pues, el adopcionismo
cristoi6~ic0,que esrudiamos, una dirivacin islamica, aunque, repelimos, 1.3 doc-
trina de los arabes eiercio su influio en la erspsin de la heterodoxia espafiolan,
pg. 39. En cambio, los cristianos .llegaron a concederles (a los rabes) en un
momento de generosidad apologtica, ms de lo que podan .... El mtodo apolo-
gtico motiv la hereja adopcionista, que es un intento racionalista de explicar
y demostrar el dogmas, pgs. 39-40.
concilio de Sevilla, para dejar bien sentada la doctrina ortodo-
xa, a fijar bien la fil~acineterna del Lagos y la distincin entre.
la generacin del Verbo y la Encarnacin del Cristo. La Iglesia
visigoda haba siempre sostenido firmemente las doctrinas orto-
doxas declaradas por los concilios de Efeso y de Calcedonia; Eli-
pando se atuvo extrictamente al fondo de estas doctrinas; pero
en la forma, a fin de bien discriminar la distincin entre las dos
naturalezas, adopt una terminologa imperfecta, contraponiendo
la filiacin natural del Cristo en cuanto a la divinidad a la filia-
cin adoptiva en cuanto a la humanidad. No es que l inventara
el uso del vocablo adopcinn; en la tradicin patrstica y litr-
gica visigoda se usaba la antigua frmula del uassumptus hornos
para expresar que el Verbo, queriendo habitar entre nosotros,
tom y elev hasta El una naturaleza humana completa y con-
creta, un hombre: paralelamente se hablaba de la adopcin> de
aquella naturaleza concreta, de aquel hombre, por la persona del
Verbo? Lo hemos comprobado ms arriba cuando purificbamos
a Elipando y a Flix de Urge1 de la acusacin de falsarios que
afectaba precisamente este particular, los precedentes en el uso
del vocablo adopcin.
Elipando, pues. no innovaba nada ni pretendia establecer doc-
trina nueva; se limitaba a escoger, dentro la manera de decir y la
terminologa tradicional visigodas, aquellas frmulas que en su
opinin caracterizaban mejor la verdadera doctrina frente y en
oposicin a los errores de Migecio. Que estas frinulas fuesen
peligrosas por exceso contrario -y de hecho en tales se convir-
tieron- es otra cuestin, que de momento n o nos interesa.=

1 - Amann, L'epoque carolingienne, pg. 132.


2 - A posteriori se ha querido encontrar en la carta de Elipando a Migecio, docu-
mento publicado despus del concilio de Sevilla, pero seguramente elaborado
contemporneamente a los trabaios del mismo. los orimeros oasos de la hereila
c ; ~piR.
adopcinnista. Ari ~ e f e l e - ~ e c l e r c ~ , ' ~ o n 111, e s , 1011; ~ l r e ; . ~ s ~ a a ~ a g r a d a ,
V, pag.543. Es t~erdadqiie en la :aria son aleeados textos encrilurarios que luego
seresgrimidos a menudo para sostener tesis adopcionistas, pero de &omen?o
no se saca de ellos ninguna conclusin hertica; en el prrafo 7.O se adivina una
inclinacin a distinguir mucho los conceptos del Hijo antes y despus de la En-
carnacin, cosa que .puede ser originada por exceso polmico conh Migecio;
pero la palabra repetidamente usada para sta es precisamente la de eassumptio.
y no la de ~adoptio.. No he sabido encontrar en toda la carta el uso de la palabra
nadopcinn.
La imperfeccin de estas frmulas no haba producido hasta
entonces desviacin ni contradiccin alguna.' Es en este momen-
to, al ser utilizadas en el concilio de Sevilla que acab con el
movimiento cismtico Egila-Migecio reintegrando la Iglesia visi-
goda a su unidad, cuando aparece esta contradiccin. Y esta con-
tradiccin no aparece dentro la zona mozaribiga, sino en la se-
gin polticamente independiente del reino asturiano. Ahora bien
por que aparece en este lugar y en este momento? Porque con-
fluyen las circunstancias favorables polticas y personales. El rei-
no de Asturias-Galicia, que por no haber sido atacado de mucho
tiempo se encontraba en periodo de consolidacin, despus de las
expansiones de Alfonso 1, empezaba a tener conciencia de su pro-
pia personalidad, y ya veremos luego como pocos afos despus
Alfonso 11 concreta en positivas realizaciones este estado de con.
ciencia. Era natural que empezase tambin a pesarle la sujecin
eclesistica aToledo cuando polticamente era libre, que existiese
un deseo, ni que fuera an en cierto modo inconsciente. de eman-
cipacin. Y es precisamente en el mismo tiempo cuando se des-
taca la figura de Beato, tal como acabamos de presentarla, con
su amplia erudicin y con su preparacin de tipo polmico. Beato
fue el interprete, en cierto modo el precursor, del momento: como
ave de presa, con certero golpe de vista y con fulminante golpe
de alas, se lanz sobre la expresin desgraciada. La hemos trans-
crito ms arriba dentro la confesidn de fe de Sevilla: Y es por
Aquel que a la vez es hijo del hombre e hijo de Dios, hijo adop-
tivo en la humanidad, hijo no adoptivo en la divinidad, que el
mundo ha sido redimidon.

1 -Si por el contenido de la profesin de fe de Sevilla tenia que ser acusado de he-
reja Elipando, no sabriamos comprender por qu no h a de ser acusado Eutropio
del origen de la misma hereja, a tenor del prrafo citado ms arriba, pgina 60,
de su obra *De similitudine carnis peccativ. Dom Morin habia atribuido esta
obra, al publicarla por primera vez, a san Paciano; posteriormente el P. Madoz,
La herencia literaria delpresbtero Eutropio, en: Estudios Eclesisticos*,XVI,
1942, pgs. 39-53, demostr que su autor era el presbitero Eutropio, citado por
Gennadio; Dom Morin ha aceptado la atribucin del P. Madoz; vase: Germain
Morin, Brillantes dcouvertes d'un jdsuite espagnol e t retraction qui s'ensuit,
en ~ R e v n ed'histoire ecclsiastiqueu, XXXVIIII, Louvain, 1942, pgs. 411-417.
Debo esta indicacin a dom Anscario Mund, de Montserrat.
Contra el ataque de Beato -la reaccin de Elipando fui fulmi-
nante y enrgica; n o hemos de repetir aqu el contenido de la
carta al abad Fidelio, transcrito poco ha, y que representa aque-
lla reaccin; pero s encarecer al lector que lo recuerde y acentuar
tambin su caracterstica. Elipando, con claravisin, se da cuenta
de.que el ataque, en su fondo, va dirigido contra las prerrogati-
vas de la Iglesia de Toledo; adems, el texto incriminado es una
decisin del concilio general, que 61 presidiera. Se trata pues de
una sublevacin contra el magisterio de la Iglesia toledana, que
nunca cay en el error, y con toda la furia de su genio apasio-
nado, Elipando contesta decretando: (<Quien n o confiese que Je-
sucristo es adoptivo en la humanidad y no lo es en la divinidad,
es hereje y debe ser exterminado)).
Beato y Heterio replicaron entonces con los duros motes:
falso profeta, lobo rapaz, hereje. Lo irreparable haba sido pro,
nunciado en pblico y ya nadie podra barrarle el camino.
Los adversarios se enfrentaron con la mutua acusacin de
hereja. y. con la natural tendencia humana a encuadrar los con,,
ceptos dentro de categoras conocidas, Elipando fu para Beato
un nestoriano y Beato fu para Elipando un monofisita.'Todos
los textos escripturisticos y patristicos que haban sido esgrimi.
dos en las grandes luchas alrededor de los concilios de fifeso y
de Calcedonia, e incluso los producidos cuando las luchas arria,

1 - Elipando acusa a Beato de caer en los mismos errores que Bonoso y Fausto.
Por lo que s e refiere a la paridad con Bonoso el texto acusatorio de Elipando es
muy oscuro, pero puedo presentar otro texto que aclara el concepto. San Isidoro,
en su libro .De viris illustribuso, tratando del espaol rustiniano (un obispo de
Valencia, contemporneo de Teudis (531) y hermano de nuestros Justo, obispo de
Urgel, y Nebridio, obispo de Egara), dice que escribiun libro de respuestas a
las consultas de un cierto Rustico, y la segunda respuesta era *contra Bonosia-
nos, qui Christum adoptivum filium et non proprium dicunt~(viase el texto del
*De viris illustribus~~ en: Espana Sagrada, V, pg. 459). Esto, as formulado,
podrja parecer el adopcionismo tal como es corrientemente entendido, pero rela-
cion6ndolo con la acusacin de Elipando s e ve que se trata de la filiacin ma-
terna, es decir que Bonoso sostendra (y parecidamente Beato) que Jesucristo era
slo hijo adoptivo de Mara. En cuanto a la paridad con Fausto, Elipando la
formula de esta manera: as como Fausto conden los patriarcas y profetas, asi
Beato condena -es decir, contradice- los doctores antiguos y modernos. Eli-
pando hace estasacusaciones en su carta a Fidelio.
nas, en cuanto estuvieran en el acerbo de su erudicin,. seran
exhibidos ahora nuevamente por una o por la otra de las partes.
Es condicin de las contiendas humanas ascender de bases
muy simples a grandes y complicadas estructuras; en el caso pre-
sente se trataba en rigor de un vocablo mal aplicado que por su
ambigua significacin poda dar lugar a interpretaciones equ-
vocas. El mismo Beato, que con alegra se lanz en busca de esta,
clase de interpretaciones, confiesa, en un momento de sinceridad
en su tratado Apologtico~,que la insensatez de Elipando con-
siste en usar palabras nuevas que n o entiende.' Aos ms tarde
Alcuino dira a Flix de Urgel, el compaero de Elipando en el
adopcionismo: En tus escritos se encuentran muchas cosas ver-
daderas y justas. Haz atencin, que nicamente con la sola pa-
labra de adopcin disientes de la doctrina de los Santos P a d r e s ~ . ~
Pero es que en el fondo se discuten otras cosas de las que n o
se habla. Del caso de Flix nos ocuparemos luego. En el caso de
Elipando se trata de retener bajo la jurisdiccin toledana la anti-
gua provincia Galaica que pretende escaparse. S i se logra una
separacin de fe el cisma ser consumado; si en cambio Elipando
triunfa contra la pretendida xherejia beatiana. la unidad de la
Iglesia espaola estar an salvada.
P o r lo que puede intuirse de las palabras de Beato en su Tra-
t a d o ~ en
, el primer momento su xito habra sido general. .Pero
la llegada y divulgacin de la carta de Elipando al abad Fidelio
y la 'probable actuacin de ste, cambiaron la situacin, a y as
como nuestra fe'era hasta entonces una e inclume, ahora la nave
comenz a fluctuar entre escollos; y la fe fu partida en dosx,
confiesa el mismo Beato. Elipando haba logrado de momento
que el cisma, en lugar deproducirse entre la provincia Galaica y
la Iglesia espaola, se convirtiera en una lucha interna provin-
cial; la fuerza tradicional del magisterio toledano se mantena in-
cluso a travs de unas fronteras polticas. Beato confiesa abier-

1 - .An non Elipandus more cymbali a Toleto sonitum mittit et insensatns est, quin
ipse non sentit verba nova quae dicit?~
2 -Carta de Alcuino a Felix de Urgel, en: Dmmler, Epistolae karomi aevi, MGH,
11, n." 23.
tamente esta nueva situacin: la Iglesia de Asturias-dice,'y con:
viene subrayar la expresin por su novedad e intencin, pues es
la primera vez que se habla de una Iglesia de Asturias- la Iglesia
de Asturias est dividida en dos bantlos, que se combaten uno
contra otro, pueblo contra pueblo, iglesia contra iglesia .... y esto,'
no entre gente menuda, sino entre los mismos obisposw. Esta es-
cisin es tan potente y clamorosa, que toda Espaa la conoce y
an en Francia ha sido divulgado el escndalo.
Beato temblara ante el posible fracaso de su iniciativa: por
esto pide auxilio a las mximas autoridades del pas, que han de
tener un supremo inters en la empresa, y les incita a la ofensi-
va: <Quieran el metropolitano y el prncipe de la tierra, los dos
de acuerdo, uno con la espada de la palabra, el otro con la vara
del poder, que sean arrancados de cuajo la hereja y el cisma>.
A no tardar muchos aos Alfonso 11 respondera a este llama-
miento.
Posterior al ((Tratado apologtico .de Beato y Heterio es la
epistola del papa Adriano a los obispos residentes en toda Espa-
iia;' es la epstola ya mencionada donde eran condenados Egila.
y Migecio; en su segunda parte se ocupa del caso de Elipando y
de su adopcionismo: ntambin nos ha llegado devuestro pas una
historia lgubre: que algunos obispos de ah, o sea Elipando y
Ascario y otros compaeros adeptos, no se avergenzan de cali-
ficar de adoptivo al Hijo de Dios, blasfemia que nunca hereje al-
guno haba osado proferir, excepto el prfido Nestorio que no.
reconoca al Hijo ms que como hombre de Diosu. El papa con-
juraba a los obispos para que alejasen este veneno serpentino de
su pas y se mantuviesen fieles a la tradicin de Roma y de los
Padres: san Pedro y san Pablo hablaban de Jess como hijo pro-
pio de Dios, y a continuacin el papa aportaba un copioso <dos-
s i e r ~de textos de los Padres latinos y griegos: san Atanasio, san

1 -Epstola 95 del d o d e x Carolinusa en: Gundlach, Epistolae karolini aevi, MGH,


1. Generalmente se ha dado a esta carta la fecha de 785; creo mejor retrasarla un
poco, a principios del 786. De ltimos de 785 es el .Tratado" deBeato; si la carta
hubiese existido entonces, Beato no hubiese dejado de hacer alusin a ella y
habra aprovechado su argumentacin como arma inmejorable.
Gregario Nazianceno, san Gregario de Nyssa, san Juan Criss-
tomo, san Agustin, saii Hilario, san Len el Grande;' los obis-
pos deben servirse de estos textos para lograr el retorno. al seno
de la Iglesia catlica. apostlica y romana de aquellos que yerran
en la fes. De san Agustin, especialmente, aporta el papa textos
de gran peso contra la terminologia elipandiana.
Esta condenacin papal fallaba el pleito, pero es dudosa su
eficacia; es posible que la difusin de la epstola fuera muy limi.
tada. Slo ha sido conservada enFrancia en el uCodexcarolinus,
y desconocemos otra mencin ni alusin posteriores. En aquella
poca el papado, en Occidente. no acostumbraba nunca a inter-
venir por propia iniciativa, sino excitado por algn interesado.
Quin fu el promotor en el presente caso? No creo que,sea des-
carriado pensar en B e a t ~como
;~ acuda al metropolitano y al
prncipe de su tierra, es probable que acudiera tambin al papa.

El adopcionismo en los dominios carolingios

S eguramente fueron contemporneas las anteriores actuaciones


de Elipando y el traspaso de la comarca urgelesa del domi-
nio arbigo al del reino carolingio. Presida entonces la sede de
Urge1 el obispo Flix, probablemente en el pleno de su edad, y
hacia aos que estaba regentando la dicesis. Los obispos espa-
oles, al escribir a Carlomagno en 794, le aluden, afirmando que
udesde joveii edad actua en servicip de Dios en las regiones pr-
ximas a i ~ o s o t r o s nAlcuino
.~ tambin exclama: ano quieras perder
1 - Amann, 'poqu; carolingienne, pg. 135, cree que el aparato patrstico griego
que utiliz aqu Adriaoo fu extrado del que Fjguraba en las actas de la primera
sesin del concilio de Efeso.
2 - Las nicas otras personas visibles que en este caso hubiesen podido dirigirse al
papa, Elipando o Carlomagno, n o son de pensar. La designacin de Beato sera
m6s evidente si la carta papal s e ocupara slo del adopcionismo y no tambin
del caso Migecio-Egila; pero an as cabe pensar si la ltima de las denuncias no
serva de apoyo disimulado a la primera. Adems, el argumento por exclusin
pesa mucho.
3 - Werminghoff, Concilia a e v i kqroni, MGH, 1-2, pg. 120.
70 -
el esfuerzo de unavida religiosa que en nombre de Cristo llevaste
-desde la juventud, que no pueda decirse de ti: se afan intil,
i n e n t e ~ : El
' sentido de los dos textos es claro: haciamuchos aos
:que Felix vena ejerciendo con fervor su ministerio en la dicesis
urgelitana. Sera en aquellos aos de juventud cuando, con ansia
de apostolado hacia los elementos musulmanes, entonces domi-
nadores an del pas, escribi una ((Disputacin contra un sarra-
ceno que tiempos ms tarde buscaba Alcuino con mucho inters
para ofrecerla a C a r l ~ m a g n o . ~
Flix, que deseguro era catalan -natione Hispanusa segn
los *Anales reales francos- era un' hombre de vida intachable y
d e bondad reconocida; merecia bien el trato de varn venera.
ble* que le otorgara A l ~ u i n oLa. ~ fama de su santidad no s610 se
esparci en el espacio, llegando pronto al norte de F r a n ~ i asino
,~
que se perpetu en el tiempo, siendo tenido por tal durante siglos
en su d i ~ e s i sSan
. ~ Agobardo explica, poco despus de su muer-
1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.' 23
2 - Por la primavera del 799 Alcuino escribia a Carlomagno: ~Disputationemitaque
Felicis cum Sarraceno nec vidi nec apud nos inventa est; immo nec audivinomen
illius autea. Tamen, dum diligentius &esivi, si quis ex no+ famam illius audi-
ret, dictum est mihi, quod apud Laidradum episcopum Lugdnnensem inveniri po-
tuisset. Quapropter sub Eestinatione direxi missnm nostrum ad praefatum epi-
scopum, si Forte ibi invenire potuisset, ut quam citissime vestrae praesentiae diri-
geretur.. Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 172.
3- En la carta a Elipando, escrita en 798. A ms de tratarle de varn venerable, en
la misma carta se dice de l: <viro scilicet religiosae vitae praecipuo et sanctitate
spectabiliu; y mAs abajo: ~ l i c e praefatus
t Dei Felix laudibili vita vivat coram ho-
minibus, tamen ....B. Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n? 166 Elipando,
por su parte, dice tambin de Flix: nquem novimus ab ineunte etate caritate
summum, pudicum et moribus ornatumn. Dmmler, Epistolae karolini aevi,
MGH, 11, n." 182.
4 - Alcuino le escribe en 798: nOlim me ipsum, celeberrimam tuae sauctitatis audiens
famam, . per quendam
. ex illis partibus ~resbvterumb i s sacratissimis lintercessio-
nibns] commendare curavi, eiquem t"nc slius famae auditu amaregestiebamn.
Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.O23.
-
5 >Urge11tiugue a Felix per un de sos V11 bisbes sants: en els episcopologis se li
diu sempre sanctus es!, i en un d'ells s'esborraren aquestes paraules per a
escriure-hi, sembla que amb lletra del segle XVII, haereticus est. No'ns ha d'ex-
tranyar aquel1 renom de que joi, ja que'lpropi Sant Agobardus escrivia: aincauti
admirantes vitam predicti Felicis, probanda putan: omnia quae dixit*, demoshaci
de la rectitut d e s a conductau. Nicolau d'Olwer, F$lix hisbe d'rgell, en: ,<Revista
de Bibliografia catalana". Barcelona, VI, 1906, pg. 141.
te, que muchos siguieron sus ideas arrastrados por la admiracin
hacia su vida ejemplar, cosa que suscita las quejas del santo, ins-
pirndole este comentario: amuchos son los que con buenas creen-
cias se pierden por mala vida; pero nadie que crea mal puede
salvarse a pesar de llevar buena vida)).'
Adems de santo, Flix, deba de ser sabio; esto no lo dicen
sus contemporneos, hay que deducirlo de sus actividades inte-
lectuales; lstima que no podamos valorar la extensin de su eru-
dici6n ni la profundidad de su saber, por haberse perdido sus
escritos. E1 nico conservado ha sido una carta dirigida a los
clrigos y fieles de la dicesis de Urgel; es la profesin de la fe
suscrita por l despus de la abjuracin de sus errores en el con-
cilio de Aquisgrn de 799; narra las circunstancias en que se pro-
dujo la abjuracin, exhortando' a los destinatario's a seguir su
ejemplo y a orar por l; a continuacin inserta los textos patris-
ticos, desconocidos antes por l, uqui nobis prius incogniti erantn,
y que. no por violencia -dice- sino por la fuerza de la razn le
llevaron al cambio de 0pini6n.~ Es un escrito redactado bajo la
frula y el control de sus vigilantes, bien poco apto pues para
juzgar al autor. Ya siete aos antes, en 792, habia redactado otra
abjuracin, en Roma, de la que n o queda ms que el recuerdo,
pero que tampoco nos habra servido mucho para el conocimien-
t o del ntimo pensar del autor,tambin estaba escrita uin vinculis~.
En cambio todas sus obras polmicas, las escritas con todo
el aliento de su espritu y el ardor de su conviccin, aquellas en
las que se exhibira la agudeza de su juicio y la amplitud de sus
conocimientos, las que nos hubieran permitido formarnos una

1 - .Non ego doctis et eloquentibus viris ... dico... sed meis similibus, quibus vere scio
expedire ut fidem suam subtilissime corrigant; qui incaute admirantes vitam prae-
dicti Felicis, probanda putant cuucta quae dixit; nescientes quia non ex vita
hominis metienda est fides, sed ex fide probanda es( vita. Qnanquam enim multi
bene credentes, male vivendo pereant; nullus tamen male credens, bene vivendo
salvaturn. Agobard, ~Adversusdogme Felicisn, cap. 2, en: Migne, Patrologja la-
fina, 104, col. 34.
2 - H a sido publicado a menudo fragmentriamente. Una edicin ntegra, la mejor,
es la dada por Werminghoff en: Concilia aevi karolini, MGH, 1-2, pgs. 220 S S ,
segn el cOdice de R.eims n . O 385, del siglo 1X.
idea cabal sobre Flix como pensador y como escritor. stas se
han perdido, es de pensar irremediablemente; es presumible que
fueron destruidas con plena intencin a causa de. su contenido
hertico. Excepto la mencionada ~Disputacincontra un sarra-
ceno, obra de juventud, cuyo ttulo ya insina claramente el te-
ma apologtico, todas las dems de que qued memoria estaban
dedicadas a la defensa del adopcionismo: una primera carta res-
pondiendo a la consulta de Elipando sobre este tema; unos libros
qu, a deducir de la forma con que habla ms tarde la carta de
los obispos espaoles a Carlomagno' en el sentido-de requerirle
para un arbitraje en la lucha entre Flix y Beato, seran una r-
plica al Tratado apologtico de Beato y Heterio; el gran libelo
6octrinal escrito en ocasin de contestar una carta que le diri*
giera Alcuino; un ltimo escrito, redactado clandestinamente en
el exilio de Lyn, en la forma dialogada d e preguntas y respues-
tas, tan apreciada por los lectores. de l a poca.
Del gran libelo doctrinal pdra rehacerseaproximadamente
su estructura' a b a s e de los Siete libros contra .Flixn que escri-
bi A1c"ino para refutarlo y que, seg(in confiesa el autor, siguen
el orden de la 'obra d e Fklix; como podran coleccionarse de l
multitud de fragmentos copiados o extractados en el mismo tra-
tado y en el de #Tres libios contra F l i x ~de Paulino de Aquilea.
Del escrito d e Lyn podrian tambin rehacerse algunos trozos a
base de la refutacin de Agobardo. Es un trabajo, ste de la re-
construccin de los escritos de Flix, que se propone an como
tema indito interesante a nuestros eruditos.
Precisaba de todos modos que la personalidad de Flix fuese
considerable para que diera lugar'a todo el juego que vamos a
exponer seguidamente, y que tuviese l unas extraordinarias cua-
lidades de captacin para que lograse formar ncleos importan-
tisimos de partidarios de sus doctrinas en Septimania, a pesar de
tener en contra elementos indgenas de gran valor y todo el peso
de la oposicin oficial del Palacio.'Slo esta gran personalidad

1 - Werminghoff, Concilia aevi karolini, MGH, 1-2. pg. 120.


2 -De veinte mil convefsos, entre los que figuran obispos, sacerdotes, monjes, pue-
klo, hombres y mujeres, habla Alcuino en "tia carta al obispo-Arno,deSalzburg,
en: Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 208.
y estas dotes justifican que lograse un relieve superior a Elipando
-quien por otra parte acdstumbraba a loarlo en gran 'manera-'
en la consideracin internacional, hasta el punto de que corrien-
temente se llamara feliciana una hereja que en todo caso deba
a Elipando su paternidad.
Del valor de su maestrazgo es prueba patente la celebridad
de su discpulo Claudio de Torino. Jons de Orlens, en su obra
uDe cultu imaginumx, nos informa que Claudio era originario
de Espaaa y desde joven fu discpulo inseparable de F l i x ~ . ~
Creo poder identificarle con el amigo presbtero que acompaaba
a Flix en la reunin de Aquisgrn de 799 y del cual cuenta Alcui-
no, en carta al obispo Arno de Salzburg, que el rey quera con-
fiarlo para su guarda y castigo al mismo Arno, mientras Felix
sera entregado al arzobispo Riculfo de Maguncia, pero que ha-
biendo abjurado los dos fueron confiados juntos a Leidrado de
L ~ nEn'esta
.~ ocasin Alcuino deca que el acompaante era peor
que el maestro. Alcuino muri en 804; si hubiese vivido veinte
aos ms, se habria podido admirar del xito de su prediccin.
Porque Claudio fiizo una carrera brillante y sonada. En Lyn se
capt la amistad de su vigilante Leidrado, cultiv las del arzo-
bispo Nebridio de Narbona y especialmente del abad Teudemiro
de Psalmody, probables conocidos suyos de cuando viva en Ur-
gel, profundiz sus estudios, en especial los bblicos, y supo rela-
cionarse con tal acierto y traza, que, a partir de 811 figuraba ya
como capelln en la corte aquitana del rey Luis, residiendo en
Chasseneuil y en Ebreuil; cuando la muerte de Carlomagno con-
tinu por el inomento al servicio de Luis en la escuela del Pala-
cio imperial y poco despus era nombrado obispo deTorino. Fu
desde esta sede que alz6 la bandera iconoclasta en Occidente, su-
primiendo las imgenes en todas las iglesias de su dicesis, ata-
cando el culto a la Cruz y a las reliquias, combatiendo las pere-
grinaciones, y, sirvindose de su vasta erudicin, escribi en

1 - e.... quem multum laudare soles. le dice Alcuino a Elipando refirindose a Fhlix
en la obra nAdversus Elipandum libri IV, en el libro 1,capt. 16.
-
2 Migne, Patrologia latina, 106, col. 310.
3 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 207,
defensa de todas estas teoras un libro aApologtico.Luis elPia-
doso se vi6 obligado a mobilizar un concilio en Paris, ario 825,
para detener la progresin de la hereja, mientras destacaba para
combatirla a Dungal, el monje ingls de Saint-Denis, al cataln
Agobardo, nuevo obispo de Lyn, a Jons, el obispo de Orlens.
rbitro en aquellos momentos de la cultura franca. Dungal dedi-
c6 su obra de refutaciiin al emperador Luis y a su hijo y corre-
gente Lotario, suplicndoles que volaran en socorro de la Iglesia
y que castigasen an ms severamente de lo que hicieran con el
maestro Flix a ste su discipulo, pues n o s610 era su igual, sino
que le sobrepasaba en maldad; era la cola de la serpiente que sil-
baba contra la unidad de la Iglesia.'
Nos hemos permitido esta digresin para acabar de situar
espiritualmente, a travs del discpulo <inseparable>, a su maes-
tro, Flix de Urgel. Que a pesar de vivir *colgado de las monta,
fiass' de aquella ~ O r g e l l i s...
. civitas in Pyrenei montis jugo sita*,
como se creen obligados a explicar los Anales reales# para refe.
rirse a un rincn del ~ n u n d ollevaba ,~ en su espritu el peso de
una tradicin cultural tan fuerte como era la de la Iglesia visigo-
da, peso que inclinaba a Alcuino a pedir el auxilio de las gran-
des figuras intelectuales de la poca para combatirlo: nego solus
non sufficio ad r e s p o n s i o n e m ~ . ~
Pues bien: fu a este obispo Flix de Urgel al que acudi Eli-
pando solicitando su valiosa adhesin en la lucha abierta contra
los asturianos. Los Anales realesu explican el hecho: allabiendo
Elipando, obispo de Toledo, consultado por carta al obispo Flix
de Urgel qu debia opinarse sobre la humanidad de nuestro Seor

Z -Vase sobre Claudio de Turn: Hisloire Iiteraire de la France, IV, pgs. 223 y
257; Ebert, Histoire de la Iitterature latine, 11, pgs. 248-256;Manitius,Geschichte
der lateinischen Litteratur, 1, pgs. 390-396. Las obras de Claudio, en: Migne,
Patrologia latina, 104, cols. 615-918.
2.- Frase despectiva de Alcuino en la carta a Elipando: Dmmler, Epistolae karolini
aevi, MGH, 11, n." 166.
3 - Kurze, Annales regni Francorum, MGH in usum scholamm, Hannover, 1895, al
ano 792. Vase el texto mas adelante en la nota 1 de la pg. 80.
4 - Cartas de Alcnino a Carlompgno: Dummler,, Epistolae . karolini aevi, MGH, 11,
qms. 148-149,
Jesucristo, y si en cuanto hombre deba crersele y Ilamrsele
hijo deDios adoptivo o bien propio, no slo se pronunci incau.
tamente y sin consideracin por el adoptivo, contra la tradicio-
ha1 doctrina de la Iglesia catlica. sino que procur defender este
funesto criterio con toda pertinacia escribiendo unos libros que
dirigi a Elipando)).'
Esta noticia de los Anales reales suscita varias cuestiones:
poca del hecho, carcter de la consulta, intencin de la misma.
Los Anales la consignan en el ao 792 pero la fecha se re-
fiere, no a la consulta, sino al concilio de Ratisbona que fu una
lejana consecuencia de ella; la noticia que hemos copiado la dan
como un antecedente informativo. 'El P. Villanueva la supona
ms antigua de diez aos, hacia el 782, anterior al <Tratado de
Beato y Heterio y a la bula de Adriano I;a Nicolau d'Olwer, en
cambio, opina que precisamente la consulta se hizo como reac-
cin a la oposicin de los asturianos y del'papa.3 La suposicin
del P. Villanueva es doblemente imposible porque en 782, ni ha-
ba aparecido el adopcionismo, ni probablemente Elipando era
an obispo de Toledo; confirma el acierto de la opinin de Nico-
lau el hecho de que ni Elipando, en su carta a Fidelio, ni el papa
en su epstola, hagan la ms mnima alusin a una adhesin doc-
trinal de Flix, siendo as que los dos se preocupan de consignar
la del obispo Ascarico, menos significativa; si la de Flix hubiese
ya existido, no habrian descuidado de reportarla. Nos inclinamos
a opinar que la consulta se hizo despus de la bula papal, es de-
cir, entrado ya el 786. y de todas maneras antes del 790.
Qu carcter tenia la consulta? Esta pregunta tiene inters
histrico, porque la noticia de los Anales> ha sido interpretada
por varios comentaristas en el sentido de que Flix fu el primer
formulador de la hereja adopcionista. Hemos visto como los he-
chos contradicen tal interpretacin. A mi entender la consulta no
tendra de tal ms que la frmula entre corts y diplomtica,

1 - .Anales
reales., al ao 792, en la segunda redaccin. Vease el texto mas adelante
en la nota 1 de la pg. 80.
2 - Villanueva, Viage literario a las IgIesias de Espaa, Valencia, 1821, pg. 22.
3 - Nicolau d'Olwer, F?ix d'Urgell,
. p. a g 96,
76 -

por el estilo de lo que ms tarde va a ser la carta de los obis.


pos espaoles a Carlomagno, que analizaremos, y que haca
preguntar a l rey si haban querido ms bien ensear que ser en-
seados. Creoque Elipando en el caso de Flix, como anterior-
mente en el del obispo Ascarico, ms que consultar lo que hacia
era captar la adhesin a unas doctrinas que l mismo daba ya
como explanadas. A Flix no le precisaba ms que otorgar su
conformidad y eso fu lo que de momento se limit 'a hacer; fu
luego, probablemente a consecuencia de insinuaciones o ruegos
de Elipando, en el curso de una relacin amical nacida al calor
de una primera convergencia, cuando Flix aportara, con la re-
daccin de los libros contra Beato de que se nos habla, el caudal
de su ciencia a la estructuracin doctrinal del adopcionismo.
Por qu Elipando busc l a colaboracin de Flix? Es natu-
ral que la finalidad perseguida por Elipando en su gestin episto-
lar cerca de Flix fuese reforzar su posicin en la lucha contra los
asturianos y otros posibles disidentes, especialmente despus del
ataque papal; pero esta era la finalidad generica; especficamente,
el acudir a Flix se justificaba no slo por la gran autoridad mo.'
ral de este obispo, que con su adhesin habia de proporcionar un
refuerzo importantsirno a la posicin discutida del arzobispo to-
ledano, sino muy particularmente por la situacin especial en que
se encontraba Flix despus del traspaso de su dicesis de los do-
minios arbigos al reino franco. Como la separacin poltica de
Asturias amenazaba en convertirse tambin en separacin religio-
sa, desintegrando la unidad jurisdiccional de la Iglesia espaola
presidida por Toledo, la incorporacin de dicesis tarraconenses
al reino franco llevaba tambin el peligro de que quedaran sec-
cionadas de aquella gran unidad, como habia sucedido ya con
toda la provincia narbonense; y si bien la prdida de esta era ms
llevadera, dados sus orgenes galos, la de las dicesis tarraco-
nenses constitua una herida en la carne viva de la unidad. Eli-
pando, estrechando las relaciones con el obispo de Urgel, cap-
tndole para sus doctrinas que empezaban a tomar un tono de
espaolistas frente a laIglesia universal representada por el papa,
aseguraba el mantenimiento de la jurisdiccin toledana a pesar
de los cambios polticos; era una directiva que parece fu descui-
dada por sus sucesores.
Es un aspecto, ste de la adaptacin de la geografa eclesis-
tica a la geografa poltica, que los historiadores han descuidado
a menudo de considerar, con evidente error. porque en general ha
sido de elaboracin difcil y ha ocasionado muchas y graves reac-
ciones en la vida de los pueblos; en el caso presente es incom-
prensible que nunca y por ningn historiador se haya prestado
atencin a este proceso de adaptacin y a sus consecuencias.
No slo Elipando poda retener las dicesis tarraconenses a
base de su compenetracin con Flix, sino que logrando, como
logr, su colaboracin activa, podan intentar ambos la recon-
quista espiritual de la provincia narbonense, recientemente per-
dida. El intento de hacerlo fu bien manifiesto; tan claro y tan
visto, que una generacin ms tarde poda an Jons de Orlens
explicarlo aproximadamente: aen tiempo del pisimo e invictsimo
augusto Carlos, de santa memoria, un obispo de la ciudad de
Urgel. Flix de nombre. infeliz de hechos, adherido al criminal
error de Elipando, obispo de la ciudad de Toledo, se atrevi a
predicar que segn la humanidad el Hijo de Dios no era propio
sino adoptivo. Y los dos juntos infectaron la mayor parte de Es-
paa con esta doctrina virulenta. Despus, queriendo imitar la
actuacin de los apstoles de Cristo .....cada u110 de ellos por se-
parado intent imbuir su insana doctrina en diversas provincias,
Elipando en Asturias y Galicia ..... Flix despues de haber propi-
nado muchos tragos de su pestfero brebaje a Septimania, quiso
an propinar en cuanto le fu posible otros a la Galia y a Ger-
maniau.' La realidad era no obstante que Asturias, Galicia y Sep-
1 - ~Disertissimosviros et eloquentissimos atque catholicae et apostolicae fidei invic-
tissimos defensores' Hispaniam protulisse, manifestum est .... Ut igitur caeteros
omittam emersit ex eadem Hispania.. tempore
. sanctae memoriae Caroli piissimi
atque invictissimi augusti, quidam Felix nomine, actu iufelix Urgellitanensis civi-
tatis episcoous.
. . . aui . iuncto
. suo sceleratissimo errori Eliphanto Toletanae urbis
episcopo, secundum humanitatem non esse propriuni Filium Dei, sed adoptivim,
praedicare ausus est. Et hac virulenta doctrina, uterque Hispaniam magna ex
parte infecit. Deinde apostolornm Christi actus imitari vide~ivolentes, cum ipsi
non apostoli Christi,sed praecones essent hostis antiqui, unusquisque separatim
diversas provincias, eadem sua insana doctrina imbuendas, appetivere. Eliphantus
78 -
timania no eran para Elipando regiones nuevas a conquistar, sino
regiones que se le estaban escapando y pretenda retener o recon-
quistar.
'Las gestiones de Elipando cerca de Flix no pasaran inad-
vertidas en Francia, ni tampoco su intencin. Tambin alfi y por
las mismas razones en sentido contrario, les interesaba captarse
la amistad de Fklix. Se encarg de esta gestin Alcuino, entonces
ya personalidad importantisima en el Palacio real. y es la pri-
mera vez que esta figura relevante del mundo cultural carolngio
toma contacto con Fklix y con el problema del adopcionismo es-
paol, en el cual va a brillar como astro de primera magnitud.
Ha sido conservada la carta de Alcuino a Flix, sin fecha,
que su editor Dmmler atribuye con acierto al ao 789; que ha.
de ser anterior al 790 cuando Alcuino regres a Inglaterra, y que
de todas maneras pertenece al momento en que Elipando estaba
captando a Flix, a n t e s de. que ste se hubiese lanzado abierta-
mente y con sus libros a la batalla.
Alcuino le dice que a pesar de no conocerle personalmente,
.sabe por terceros de su piedad; por eso se atreve a encomendarse
a sus oraciones y a las de sus fieles, movido, no por sus meritos
propios, sino con la esperanza de las buenas referencias que de
l tiene. (<Manteneosy luchad virilmente por Cristo ya que, no el
que empiece. sino aqul que persevere hasta el fin, ser salvado.
Ms os escribira si no fuese superfluo predicar virtudes a aqu-
llos a quienes debo pedir que intercedan por mis pecados. Os

scilicet Asturias et Galliciam, cujus discipulos apud Astures me aliquando vidisse


memini, quos et catholicorum virorum regionis illius, qui eorum vesanae doctri-
nae secundum sanam doctrinam rationabiliter retinebantur, perspicuitatisque
meae probatu, secundum eorum actum et habitum, certissimos autichristos esse
liquido deprehendi: manifeste cernens in illis illud beati Ambrosii compleri: Habi-
tus mentis in corporis stata cernitur. E t illud cujusdam: Frons hominis propriae
mentis depromit amictum. Qualis vultus erit, talia corda gerit. Quibus verissime
et apertissime cognitis, et quia jam secundum apostolicum praeceptum, ut a b
eadem sua erronea praedicatione desisterent, admoniti fuerant, et tamen in eodem
errore permanebant,ut haereticos devitavi. Pomo idem Felix, cum multis apud
Septimaniam eumdem haustum pestiferum propinaverit, eum tamen Galliae,
Germaniaeque, quantum in illo fnit, propinare voluitn. Tratado .De praedestina-
tione* en: Migne, Patrologia latina, 106, col. 310.
pido y vuelvo a pedir que me acepteis en amistad fraternal en la
comunin de vuestras oraciones. Y.que Dios os remunere acep-
tendoos en la gloria eterna de su reinos.'
La carta, como puede verse, es simplemente introductoria,
de presentacin, una solicitud de amistad. En otra carta escrita
varios aos mas tarde, dice que solicit esta amistad, por inter-
medio de un presbtero de la regin, movido por la celeberrima
fama de su santidad, pues le placa la amistad c o n gente renom-
brada.=La frase es sin duda una alusin a la primera carta y pa-
rece querer recalcar que sta fue escrita desinteresadamente, sin
segunda intencin. No obstante, conocida por nosotros la situa-
cin de las cosas, aquella frase reportada sobre la. perseverancia
nos suena algo reticente, y no dudamos de que la gestin inicial
de Alcuino iba encaminada a la captaci6n de Flix para apartar-
lo de la influencia de Elipando.
La gestin de Alcuino no tuvo exito, ni parece que su carta
llegara a obtener respuesta; por otra parte marchse entonces
Alcuino hacia su pas de Inglaterra solicitado por otras ocupa-
ciones. Flix. en la disyuntiva de escoger, se sinti ms ligado a
la ancestral tradicin visigoda que al halago de las solicitudes
francas. La melosa cortesa d e Alcuino n o logr desbancar la re-
cia y adusta severidad de EIipando.
Y as Flix escribi los libros que haban de caracterizarle
como adalid de la hereja adopcionista en el Ambito del mundo
occidental ~ r i s t i a n oen
: ~ Francia y en Italia n o tenan acostum-

1 -Edicin Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.O 5. Carta de Alcuino a
Flix de Urgel, del 789.
2 - "Olim me ipsum, celeberrimam tuae sanctitatis audiens famam, per quendam ex
illis partibus presbyterum tuis sacratissimis [intercessionibus] commendare curavi,
et quem tunc solius famae auditu amare gestiebamn. Dmmler, Epistolae karo-
lini aevi, MGH, 11, n.Y3.
3 - No existe noticia alguna que permita precisar el momento de la publicacin por
Felix de los libros que en defensa del adopcionismo mand a Elipando segn los
"Anales reales.. Tuvo que ser, como fechas extremas, entre el 789, ano de la
reunion del clebre concilio de Aquisgrn que, de haber tomado importancia el
asunto, se habria ocupado de ello, y el 792, ao del concilio de Ratisbona; me
inclino a favor de una fecha prxima a esta ultima, creyendo que la reaccin
real no debia tardar en producirse despus del conocimiento del hecho..Una indi-
brados los odos, como en la Iglesia visigoda, al vocablo adop-
cinx; no es pues de extraar que su nuevo sonido les hiriera. Ni
que produjese escandalo el hecho de que un obispo, con jurisdic-
cin sobre tierras sometidas al reino franco, osara convertirse en
campen de tan peligrosas novedades. Carlomagno, consciente
de la misin tutelar religiosa que le corresponda ejercer sobre
todo el reino, se crey obligado a intervenir; para ello convoc
el concilio de Ratisbona donde haba de ser examinado el asunto
y condenado y obligado a abjurar el obispo de Urgel.
Son varias las fuentes histricas que han conservado el re-
cuerdo del concilio de Ratisbona y las ceremonias de Roma que
fueron su continuacin; suplen en parte la sensible falta de las
actas conciliares. Las cuatro fundamentales son: l.",la narracin
contenida en los *Anales realesx, por el ao 792, y en sus dos
ver~iones;'2.~. la explicaci6n de antecedentes contenida en las

cacin mas precisa la hubiera proporcionado la fecha del concilio de Narhona,


del 785 o del 791, de ser autntico. Este concilio, segn las supuestas actas (His-
toire de Languedoc, 11, ap. 9),conden ya el adopcionismo en presencia de F@x;
se ocup de la jurisdiccin de Narbona sobre la di6cesis de Ausona y de unos
pleitos sobre ciertos limites diocesanos de Narbona. Los antiguos autores: Baluze,
Marca (Marca Hispanica, Paris, 1688, pgs. 887-891), historiadores del Languedoc
(Histoire de Languedoc, 1, pgs. 887-891),10 tienen por autntico; modernamente
existe una tendencia a favor de la autenticidad del concilio, rechazando, sin em-
bargo, como interpelacin, cuanto se refiere al examen y condenacin de las doc-
trinas de Flix de Urgel, asi: Hefele-Leclercq, Conciles, 111, pgs. 1025-1027, y
Auzias, L'Aquitaine caroIigienne, Toulouse, 1937, pgs. 38-40. Es inexplicable
como una seleccin de eruditos t a n eminentes n o se hayan dado cuenta de que
s e trata de una invencin, del principio al fin, fabricada a ltimos del siglo XI,
con la finalidad de apoyar ciertas pretensiones narbonenses, y especialmente dar
u n ttulo iuridico a los derechos metropolitanos sobre las dicesis catalanas en
un momento en que estas iban a emanciparse recreando la provincia tarraconen-
se. Los falsificadores veian claro: era gracias a la condenacin y destitucin de
Felix que s e habia logrado abrir la situacin especial que ahora iba a cerrarse.
1 - -792-Natalem Domini et pascha in Reganesburg. Heresis Feliciana primo ibi con-
dempnata est; quem Angilbertus ad praesentiam Adriani apostolici adduxit, et
confessione facta suam heresim iterum abdicavitu. a792-Orgellis est civitas in Py-
rinei montis jugo sita, cnjus episcopus nomine Felix, natione Hispanus, a b Eli-
pando Toleti episcopo per litteras consultns, quid de humanitate salvatoris'Dei
et domini nostri jesu Christe sentire deberet,utrum secnndum id, quod homo est,
Droonus
. . a n a d o ~ t i v uDei
s filius credendus esset ac dicendus. valde incaute ataue
inconsiderate et contra antiquam catholicae ecclesiae doctrinam adoptivum non
solum pronuntiavit, set etiam scriptis a d memoratum episcopnm libris, quanta
actas del concilio celebrada en Roma en octubre de 798 bajo Len
111;' 3.", la amplia alusin de Alcuino en su tratado <Contra Eli-
pan do^;^ 4.", la referencia sucinta de Paulino de Aquilea en su
obra <ContraFlixu? Es curioso e inexplicable que los anales de

potui pertinacia, pravitatem intentionis suae delendere curavit. Hujus rei causa
ductus ad palatium regis - nam is tunc apud Reginum Bajoariae civitatem, in
qua hiemaverat, residebat - ubi congregato episcoporum concilio auditus est et
errasse convictus; ad praesentiam Adriani pontificis Romam misssus ibi etiam co-
ram ipso in basilica beati Petri apostoli heresim suam damnavit atque abdicavit.
Quo facto a d civitatem suam reversus estl,. .Anales reales., en el ao 792, l.' y
2.' formas.
1 - aIn primis namque in Ratisbonensis concilio, quod per jussionem praefulgidi et
orthodoxi filii nostri domni Caroli magni regis actum est, confessus est se ex
ipsa herese male dixisse et in ipso couscripsit concilio, anathematizans qui ausus
fuerit dicere filium Dei domiuum nostrum Jesum Christum adoptivum secundum
carnem esse. Et iterum sub sanctae recordatiouis praedecessore nostro domno
Hadriano papa, directus a domno Carolo praefulgido magno rege, ipse miserri-
mns hereticus, infelix episcopus, doctus a b eodem almo praesule, fecit illum or-
thodoxum in vinculis libellum, anathematizans et confirmans inter cetera nequa-
quam filium Dei adoptivum esse, sicut dixerat,sed uproprium et verum dominum
nostrum Jesum Christum filium Dei confiteorn. Unde et ipsum orthodoxum suum
libellum super sacrosancta Dei mysteria iu uostro patriarchio pouens juravit sic
tenere et confiteri. Et iterum in confessione super Corpus beati Petri apostoli ip-
sum ponens orthodoxum suum libellum similiter et illic inaravit nequaquam s e '
dicere audere adoptivum, sed <cpropriumet dilectum filium Dei teneo et confiteor~.
E t postmodum transgressus legem Dei excelsi fugiens apud paganos consenta-
taneos perjuratns effectus estu. Actas del concilio romano de octubre de 798, bajo
Len 111, en: Werminghoff, Concilia aevi karolinj, MGH, 1-2, ~ g202. .
2 - "Antequem ego, eodem sapientissimo rege Carolo jubenle, venissem in Franciam,
haec eadem vestri erroris secta, eodem glorioso principe praesidente, praesente
Felice, quem multum laudare soles, vestrae partis tunc temporis defeusore, venti-
lata est iu celeberrimo loco, qui dicitur Raiginisburg, et synodali auctoritate sa-
cerdotum Christi, qui ex diversis christiani imperii partibus convenerant, aeterno
anathemate damnata: imo et a beatae memoriae Adriano papa, qui tunc temporis
sanctae Romanae Ecclrsiae apostolica auctoritate rexerat sedem, funditus exter-
minata; douec idem Felix infeliciter ad vestras refugiens partes sopitos infidelita-
tis cineres, vobis exhortantibus, resuscitare intenditn. Alcuino, ~AdversusElipan-
dum libri IVn, libro 1, capt. 16, en: Migne, Patrologia latina, 101, cols. 244 SS.
3 - "Conqueritur de Felice faedifrago conciliis quibus et Carolus Magnus et ipse Pau-
liniis interfuerunt. His etiam digestis, operae pretium duximns de genere transe-
undo ad speciem, ac de generalis consortii communione ad proprii remeare juris
privilegium. Aggrediamur ergo, divinis per omnia sufulti praesidiis, hunc pudoris
insciam virum, quem palaestrae jamdudum devictum certamiui, gerendarum re-
rum qualitas efficaciter certis approbat documentis. Nunc autem temerario ausu,
nescitur cujus instintu (al. intinctu), rediviva reparare nititur bella. Obtitus prae-
terea foederis jurisjurandi quod cum Deo pepigerat, candidis millium angelorum
Anian n o digan palabra, ni del conciliode Ratisbona, ni de la
abjuracisn en Roma: especialmente habiendo el abadBenito par.
ticipado en el primero y, a miparecer, en forma muy activa; los
Anales> tratan por primera vez el asunto de Flix el ao 794 con
ocasin del concilio de Frankfurt y suponen, con manifiesta equi-
vocaci6n, que hasta entonces no llegB a odos de Carlomagno
la existencia de la hereja.
Vamos a explicar, concordando y resumiendo estas fuentes,
las noticias, que tenemos sobre el desarrollo del asunto.
Carlomagno se encontraba en Ratisbona, Baviera, sobre el
Danubio, por la Navidad del ao 791, de regreso de su campaa
contra los bvaros. All debi recibir la visita del rey infante Luis
con sus consejeros, que venian a darle cuenta de la marcha de
las cosas en el reino aquitano: sera en esta ocasi6n cuando
deberan enterarle de la posici6n agresiva de Flix, quien, no
s610 se haba adherido al adopcionismo de Elipando, sino que
procur6 defender este funesto criterio escribiendo unos libros que
a
dirigi Elipando~.'
Aprovechando la reunin que deba celebrarse de la asamblea
general del reino, Carlomagno convoc a los obispos para un
concilio en el~mismolugar y fecha. Las reuniones debieron cele-
brarse en el palacio real de Ratisbona, a ltimos de julio y pri-

circumfusis catervis. Sed neque humanae, u1 puto militae huic expectaculo defuit
multitudo. Praesertim cum in cotispectu venerandi priucipis ventilaretur hujusce-
modi controversia quaestionis. Nam tactis sacrosantis Evangeliis, jurejuyando
protestatus est, quemadmodum tunc temporis sincerissimae fidei exigente censura,
suppresso silentio obscurae obmotuit garrulitas disceptationis: nullius umquam
deinceps, nullo quolibet titulo quidam (forte, quidquam) refragativo molimine
revolvere quaestionis; sed in ea, qui consenserat, fidei regula spopondit se perpe-
,tua immutabilitate mansurum. In hoc quippe gymnasticae disputationis conflictu
coutigit etiam humilimae uostrae parvitatis personaliter praesentiam adfuisse.
Proh dolor1 heul quam terribile sonat quod diciturl Foedus cum Deo percuasum,
quod impune irritum non transcucurrit humanae praesumptionis audacia usur-
pativa conqueritur fraude resolutum. Sed haec diviui sunt arbitrii reservanda
judicio*. Pauliuo de Aquilea, -Contra Flixu, libro 1, capt. 5, en: Migne, Palrolo-
gia latina, 59,cols. 355-356.
1 - "Anales reales*, vase l a n o t a 1 de la pg. 80.
- 83
meros de agosto de 792.' Las presida personalmente Carlomagno
y entre los asistentes venidos de las diversas regiones del impe-
rio cristianona se encontraban el celebre Paulino, patriarca de
Aquilea, considerado en la corte de Carlomagno como la.mayor
autoridad teolgica de los reinos, y 'Benito, el ardiente abad fun-
dador de Aniano que ya conocemos; Felix tambien estaba: xprae-
sente Felicew dice ~ l c u i n o ;pero los Anales real es^ hablan ms
claramente, usan la palabra aductusw, llevado, conducido: con-
ducido por esta razn (la propaganda adopcionista) al palacio
real, donde resida el rey y.estaba congregado el concilio de los
obispos, fu escuchado y convicto de error. No se trataba pues
de una comparecencia voluntaria. sino forzosa. Yo sospecho que
el conductor fu el abad Benito y que con esta ocasin renov,
ya en plan de hombre de confianza, su contacto con la casa real,
que habia abandonado haca veinte anos llamado por lavocacin
religiosa, mientras inauguraba una de las actividades que ocu-
paran una parte importante de su vida, la lucha contra el adop-
cionismo: No puedo silenciar -dice su bigrafo Ardn Smarag-
do- que, como por aquel tiempo la perversa doctrina feliciana
invadiese casi toda aquella provincia, escap gracias a ~ i o ilesos
a la perfidia del pestfero error, y, con su esfuerzo, le arrebat
mucha gente, no slo entre los humildes, sino entre los mismos
obispos de la Iglesia; y a menudo combati con las armas de su
contraversia contra la doctrina nefanda^.^

1 -El 27 de julio Benito de Aniano recibia personalmente un precepto real: Mhl-


bacher, Die Regesfen des Kaiserreichs unter den Karolingern, Innsbruck,l908,al
ao 792 El 4 de agosto el rey concedia un privilegio J. Paulino de Aquilea para
Su iglesia: Abel, Jahrbcher, 11, pgS. 29 SS. Benito y Paulino estaban pues pre-
sentes en el concilio y seria durante su celebracin que habran recogido estos
preceptos. En cuanto al lugar preciso de celebracin, los *Anales reales" dicen:
....ad palatium regis ....ubi congregato episcoparum concilio......8,.
2 - Alcuino C o n t r a Elipandon, vase la nota 2 de la pg. 81.
3 - ~ N e cillud silendum puto, quia cum pene provinciam illm eodem tempore per-
versum Feliciani invasetit dogma, hic a b omni pestifero perfidiae errore illaesus
ope divina intus evasit, multosque, non solum infimos, verum etiam praesules
Ecclesiae suo eripuit studio, et adversus nefandum dogna veris disputationum
jaculis armatus saepe congressus este. ~ V i t asancti Beuedicti Anianensis., parf.
17, en: Migne, Patrologia lafina, 103, cols. 353 SS.
Llevado pues Flix delante. el concilio, fue escuchado y con.
vencido de error; Paulino de Aquilea debi pontificar aqu por
primera vez contra el adopcionismo, y como veremos, le tom
aficin al tema; los obispos decretaron condenada con eterno
anatema la doctrina adopcionista y Flix confes haberla soste-
nido equivocadamente, suscribiendo una declaracin por la que
anatematizaba por su parte a todo aqul que dijese que nuestro
Seor Jesucristo segn la carne era hijo adoptivo de Diosv. Jur
adems sobre los santos Evangelios que no volveria a reproducir
su doctrina errnea, sino que permanecera constantemente liga,
do a laregla de fe a la que se adhera en aquel momento. Acto
seguido se procedi a la quema de muchos libros de Flix y de
Elipando.1
Los Anales realess, lo mismo que las actas conciliares de
Roma de 798, hacen constar que era la primera vez que se con-
denaba la hereja; siguieron luego otras varias condenaciones.
Tambien era la primera abjuracin de Felix y n o sera la ltima:
sta era claramente hija de la coaccin. Tanto es as, que a pesar
de su confesin y de su promesa. Flix no fu liberado; conduci.
do por Angilberto, el propio yerno por mano izquierda de Carlo-
magno, fu llevado por orden de ste a Roma a disposicin del
papa Adriano.
Una vez all y estando en prisin, adoctrinado por el papa,
escribi un libelo ortodoxo, anatematizando entre otras cosas
que el Hijo de Dios fuese adoptivo, como haba sostenido, y con-
firmando que reconoca que nuestro Seor jesucristo era verda-
dero y propio Hijo de Dios. Este libelo fu puesto sobre el altar
de la baslica patriarcal del Laterano y all jur Flix reconocerlo
y mantenerlo; luego, llevado al Vaticano, en el altar de la confe-
sin, y depositado sobre el cuerpo del beato apstol Pedro, nue-
vamente jur Fklix no usar ms la locucin de adoptivo, sino

Z - Mhlbacher, Regesta, al ao 792 y con re!erencia a los *Anales Mximos*. Los


ejemplares quemados habrian sido requisados en Urgel y territorios cercanos,
probablemente gracias a la actividad de Benito de Aniano.
ucreer y confesar propio y dilecto al Hijo de Diosu.' El libelo no
ha sido conservado, pero sera semejante al que firm siete aos
ms tarde el mismo Flix en Aquisgrn, y del que tendremos oca*
sin de ocuparnos.
Prestados todos estos juramentos, el papa y el rey debieron
considerarse suficientemente garantizados para poner a Flix en
libertad y permitirle el retorno a su dicesis de Urgel, tanto ms
que la regin estaba sometida al dominio real franco; le dejaron
pues marchar libremente. Los Anales reales* constatan que Flix
regres a su ciudad. Pero por las repetidas actas del concilio ro-
mano y por la obra Contra Elipandox de Alcuino, venimos en
conocimiento de que, fuese en seguida o algo ms tarde, Flix no
se detuvo en Urgel, sino que, traspasando la frontera de la His-
pania, se intern en los dominios musulmanes. Alcuino.supone
que obr asi instigado por Elipando; es posible, por ms que no
creo le fuese necesaria instigacin ajena; la dura experiencia que
hiciera del rgimen carolingio deba naturalmente inclinarle, sin
necesidad de muchas presiones amigables, a protegerse bajo la
amplia tolerancia del rgimen arbigo.

1 -Narracin incluida dentro las actas del concilio romano del 798. Su texto puede
ieerse en la nota i de la pg. 881. Tambin la donacin al patrimonio de San
Pedro hecha por Carlomagno, escrita y firmada, fu colocada sobre el altar y
all jurada, para depositarla luego en la confesi00 de San Pedro; vease: Apann,
L'pogue carolingienne, pg. 56,
El concilio de Frankfurt

E s probable que la condenacin del' adopcionismo decretada


en el concilio de Ratisbona del 792 y en cierto modo confir-
mada por el papa Adriano con los actos de abjuracin de Filix
en Roma, hubiese proporciona~loun nuevo aliento a los partida-
rios de Beato en el reino de Asturias; por otra parte la presi6n
que deba realizarse en la dicesis de Urge1 y comarcas vecinas
de parte de las jerarquas episcopales y monacales narbonenses
contra los partidarios de Flix, a lo que parece inspirada,
si no ordenada, por la casa real, debera producir un efecto des-
moralizador entre estos partidarios.
En conjunto supona para la Iglesia espaola y paraElipando
que la representaba, no s610 la prdida de unas zonas geogrficas
que le pertenecan por una tradicin secular -las provincias ga-
laica y narbonense y unos territorios en las extremidades de le-
vante y poniente de la tarraconense-, sino tambien una dismi-
nucin de prestigio dentro el conjunto de la Iglesia universal.
Estas circunstancias adversas llevaron a Elipando a tomar
una decisin extrema, a reaccionar apasionadamente contra una
situacin que de prosperar poda conducir a la lenta asfixia de la
Iglesia visigoda. Probablemente a ltimos de 793, reuni un con-
cilio para tomar los acuerdos pertinentes en este sentido; no te-
nemos de ello ningn testimonio histrico directo, pero unas
cartas que vamos aexaminar, en cuanto van encabezadas en nom-
bre de todos los obispos hispanos, dejan suponer que seran al
menos avaladas por el acuerdo de una reunin cohciiiar. No obs-
tante; estas cartas en su texto y en la iniciativa de su envio, ya
que no en la aprobacin colectiva, deben ser obra personal de
Elipando -as lo afirma una carta posterior del papa Adriano-,'
1 -Carta del papa Adriano a los obispos esp'aoles, de 794,en: Werminghoii, Conci-
lia aevi karolini, MGH, 1-2, pg. 122. En ella dice el papa refirindose a la pre-
sente carta: ureperta sunt in eodem pseudosyllabo perquam plurima cntn auctore
suo Elipando, Toletanae sedis qrchiepiscopo, redarguendaa. . .
que no era el arzobispo hombre para dejarse imponer directivas
por sus compaeros de inferior jerarqua.
En realidad, lo que ha sido conservado es una carta de los
aobispos y dems fieles de Espaaa dirigida a sus hermanos de
Galia, Aquitania y Austria,' y otra carta, conectada a la anterior
y dirigida a Carlomagno, bajo el encabezamiento, diplomtica-
mente impreciso: Domino inclito adque glorioso diversarum
gentium principi. .... . w .
Vamos a exponer estas dos cartas y procuraremos despus
analizar su significacin.
P o r . la primera de ellas,'dirigida como hemos dicho a los
obispos de la Galia, Aquitania y Austria, los espaoles empiezan
anunciando que lleg6 a su conocimiento la triste y funesta nueva
de que el lenguaje de vbora y la fetidez de azufre de los errores
del nefando presbitero asturiano, por antfrasi llamado Beato,
falso cristo y falso profeta, ha infectado sus corazones, particu-
larmente con la doctrina de que el Hijo de Dios no haba sido
adoptado carnalmente ni como hombre, y que n o haba tomado
de la Virgen una forma verdadera y real anec veram ex Virgine
visibilem formam susceperit~.Nosotros profesamos -dicen- con
los Santos Padres y en contra de estos errores, que aqul que es
engendrado del Padre de toda la eternidad es su Hijo verdadero,
de la misma substancia que l, eterno como l; no es su hijo
adoptivo, es el Hijo de Dios non adoptione sed genere, neque
gratia sed naturas, y al final de los tiempos este Hijo ha tomado
de la Virgen y por la salud de los hombres un cuerpo visible.
Creen con los Padres que fu afactus ex muliere, factus sub lege,
non genere esse Filium Dei, sed adoptione ..... Apoyan su doctri-
na en san Hilario, san Ambrosio, san Agustn -y san Jer6nim0, en
los Padres espaoles san Isidoro, san Fulgencio, san Eugenio,
san Ildefonso y san Julin, en la liturgia moztrabe, y citan mu-

1 -Austria es el nombre que se daba a la regin oriental del reino franco que los
historiadores acostumbran a nombrar Austrasia.
2 - Publicada por primera vez por Froben en su edicin de las obras de Alcuino a
base de una copia que le mand nuestro Mayans, segn un cdice de Toledo del
siglo XI. Vease en Werminghoff,Concilia aevi karolini, 1-2, pkg. 111.
chos pasajes de la Biblia. Se defienden de la acusacin de ense-
ar dos personas en Cristo y, sirvindose textualmente de las pa-
labras de san Agustin, definen la doctrina ortodoxa de la unidad
de persona y de dos naturalezas. Despues de demostrar que la
expresin de ~adoptio.no tiene nada de sorprendente ni de blas.
fematorio, comparan Beato al maniqueo Fausto y a Migecio, y,
haciendo un paralelo entre Beato y Migecio, explican las aberra-
ciones en que suponen caidos a los dos. Sigue el anatema contra
Bonosio, Sabelio, Arria, Manes, el concupiscente Beato, el Nona-
gro Eterio, doctor de las bestias*, que niegan que el Hijo deDios,
considerado en su forma de esclavo, haya tomado carne. Exhor-
tan finalmente a los obispos galeses a que comuniquen esta car-
ta al glorioso prncipe Carlos para que juzgue, que procuren con
prudencia conservar la paz, y que, si piensan de manera distinta
a la suya, les muestren la razn, a fin de que la luz de la verdad
y los rayos del dogma iluminen nuestras almas, para que la ca-
ridad de Cristo permanezca en nosotros y no sean divididas en
lejania las tierras que Cristo fecunda.
La segunda carta,' la dirigida a Carlomagno. empieza dicien-
do que han tenido conocimiento de cmo el insoportable escrito
de Beato, llamado as por antifrasis, ha infectado con su veneno
el corazn de algunos obispos. Este nefando iresbitera y falso
profeta supone que el Hijo de Dios, en cuanto hombre, no adop-
t su carne en el seno de la Virgen. Hemos escrito -dicen- con-
tra estas locuras y segn nuestra manera de pensar. a los obispos
sometidos a tu dominio, una carta que te ser mostrada. Te pe-
dimos que seas' rbitro entre el obispo Felix, quien desde joven
edad acta en servicio de Dios en las regiones prximas a noso-
tros, y aqullos que defienden al sacrlego Beato agotado por sus
excesos; pronuncia un juicio equitable y saludable; Dios te dar
en recompensa lavictoria sobre todas las naciones brbaras. Pro-
fundamente inclinados ante tu presencia te pedimos, conlgrimas
en los ojos, la reintegracin de tu servidor Flix en su cargo y el
1 -La public por primera vez el P. Flrez, Espana Sagrada, V, pgs. 558-561, a
base de un cdice de Toledo. Ultimamente en: Werminghoff, Concilia aevi karo-
lini, 1-2, pg. 120.
retorno del pastor cerca el rebao dispersado por lobos voraces.
Dios te guarde. de la suerte de Constantino, quien, ganado por su
mujer, verdadera serpiente, abandon la fe de los318Padres1 para
adherirse a los dogmas del arrianismo y acab tan tristemente
su vida. Te pedimos que expulses de tu imperio la doctrina del
llamadp por derisin Beato. El antiguo serpiente no debe serven-
cedor en los pases del reino franco. El rey debe hacer aquello
que sea agradable a Dios y no avergonzarse de renunciar anterio-
res opiniones; Cacaso el apstol Pedro no se haba dejado ins-
truir por Pablo? A menudo pasa que el inferior tiene que dar lec-
ciones al superior. El rey slo no debe oponerse a la doctrina de
tantos Santos Padres sobre la adopcin; an menos puede usar,
como parece que est haciendo, de la ~ i o l e n c i a .Da~ pena con-
templar a Beato glorificndose y escribieiido a todas partes que
ha ganado para su doctrina a un prncipe tan ilustre. Entre los
paganos se dice -cosa increble- que Carlos niega, como ellos,
que Cristo fuese Hijo de Dios Padre.
Si procedemos al anlisis del contenido de estas dos cartas
veremos que se basan sobre dos pretendidos hechos: l o en la
supuesta propagacin y adopcin de las doctrinas de Beato entre
las jerarquas del reino franco, incluso el rey; 2.". en una perse-
cucin de que, por orden de ste, es objeto el obispo Flix y sus
partidarios. El segundo de estos alegatos sera cierto, por ms
que ignoramos hasta que punto fuese real la violencia de la que
se habla como un rumor; lo que es evidente es que Felix, perjuro
y fugitivo, haba sido desposedo de su sede de Urgel, que esta-
ra administrada por sus adversarios. En cambio, por lo que se
refiere al primer hecho. todos los testimonios histricos que se
conservan nos permiten afirmar que es f a n t s t i ~ o las
: ~ contesta-

1 - Se refiere al concilio de Nicea de 325, primero ecumnico, donde fu condenado


el arrianismo.
2 - ~Persuadis,parece, a muchas personas, ms por el miedo a vuestro poder que
por la justicia de vuestra causan. Alusin, entre otros, a los procedimientos usa-
dos con Flix en Ratisbona y en Roma.
3 -Aos mas tarde, cuando la cuestin habia sido debatida y, por tanto, estudiada
bajo todos los aspectos, Alcuino, que era el que ms a fondo la habia tratado en
el reino franco, podia an decir, en s u obra <<ContraFlix-, que lo que ste afir-
ciones que recibieron las cartas de los obispos espaoles, las
poln~icasque se sucedieron por unos aos, en las que n o hay in-
dicio de conocimiento de las obras polkmicas de Beato en la lite-
ratura franca, demuestran que las doctrinas de Beato eran desco-
nocidas en los dominios de Carlomagno por los tiempos de que
estamos hablando. Hasta cuatro aos ms tarde no empiezan las
,relaciones del rey de Asturias con el rey franco.
Entonces cabe preguntarse si Elipando quera engaar o era
el mismo el engafado; difcilmente puede sostenerse lo primero,
pues dirigidas las cartas a los supuestos corrompidos por los
errores de Beato, estos saban perfectamente la irrealidad del he-
cho, no tenan conocimiento del corruptor; algo raro parece lo
segundo, pues supone, n o slo una falta extraordinaria de infor-
.macin, sino adems otra falta anormal de criterio para juzgar
dichos y hechos. Pero por raro que parezca n o hay ms remedio
q u e admitirlo. Las cartas nos sitan ante una serie de incon-
gruencias que n o admiten ms explicacin que la que pueda dar-
,nos la especial psicologa. de Elipando; precisaba que se tratase
de un hombre obcecado, apasionado, de una violencia sin freno
que le vedaba toda serena visin de las cosas. S u lenguaje ya le
delata; ciertamente se adivina en las dos cartas un esfuerzo de
contencin para hacerse agradable a los destinatarios, al ,rey es-
pecialmente; pero en el tono, ms que en la letra, consiste la can-
cin, y el tono es, a juicio del mismo rey, asaz reticente:' aque-
llas exclamaciones a que n o derivara en,un nuevo Constantino
no deban sonar muy agradablemente a odos del rey. Y la mis-
ma letra, ;qu seleccin de vocabulario para calificar a los ad-
versarios! Cun lejos nos encontramos de la caridad cristiana!

maba de que Beato y su discipulo Heterio le habian combatido, 41 no podia menos


que alabarlo; bien que, si era cierto, como afirmaba Felix, que habian confundido
las dos naturalezas de Cristo, en esto tenia que reprenderlos.. Esta forma condi-
cional de. expresarse demuestra que por entonces Alcuino desconocia an las
obras de Beato, prueba evidente de que en Francia habian pasado inadvertidas.
1 - E n la carta de contestacin, de la que nos ocuparemos ms abajo, Carlomagno
dice: "In quarum itaque serie litteramm non satis nobis elucebat, a n qnasi ex
auctoritate magisterii nos vestra docere disposuistis an ex humilitatis discipulatu
postra djscere desideratis., Werminghoff,
. . Concilia aevi karolini, 1-2, pg. 158.
- 91
Como puede explicarse, sino a base de una obcecacin extre-
mada, que Elipando atribuyera a Beato una doctrina abiertamente
contraria a laEncarnacin, cuando todos los lectores de las obras
de ste -y por tanto los obispos francos que l supona infecta-
dos por estas obras y a quienes iba dirigida la carta- podan
constatar que en todo caso precisaban esfuerzos inauditos de in-
terpretacin forzada para encontrar algo, y an dudoso, e'n este
sentido, en los escritos de Beato? Evidentemente su exaltacin le
h a c a ver a Elipando las cosas desorbitadas. En la carta al rey se
queja de que Beato pueda gloriarse de haber ganado para su doc-
trina a un prncipe tan ilustre, y aade que los paganos -que-
.riendo designar los mahometanos dominadores en Espaa- co-
mentan que Carlomagno niegue como ellos la divinidad del Cristo.
La ofensiva interna que pudieran llevar contra Elipando sus ene-
migos de Asturias y de la Espaa musulmana, a base de la con-
cordancia entre las doctrinas de Beato y las sostenidas en el
.snodo de Ratisbona, ratificada por la persecucin de que eran
objeto Flix y las teoras adopcionistas en el sector del antiguo
reino visigodo dominado por los francos, deba representar, para
la autoridad de Elipando y para la Iglesia toledana, un angustio- ,

so peligro. Y la reaccin de Elipando ante este peligro es tan i16-


gica que le lleva a ver las cosas, no como son, sino como, a los
efectos de propaganda, las presentan sus enemigos.
Slo as se explica la desorbitada decisin que tom Elipan-
do para conjurar el peligro. Pedir a Carlomagno un arbitraje entre
sus doctrinas y las que -le constaba ciertamente- sostenan en
contra el mismo rey, el papado y la Iglesia franca, supona, o
una conviccin tan absoluta de la verdad de su opinin doctri-
nal -cosa que confirmara su estado de exaltacin- que le ?aba
la confianza de convencer al rey y a los obispos, o la creencia de
que el rey franco se encontraba en aquellos momentos en t a l po-
sicin poltica frente. al papa, que pudiera inclinarse a dar una
vuelta en el sentido impulsado por Elipando, precisamente para
marcar una separacin de Roma. Como no creo que esta segun-
da hiptesis pueda sostenerse, pues opino que en Toledo ignora-
ban en absoluto la situacin equivoca reinante en aquellos m q -
92 - '

mentos entre el Palacio franco y la corte de Roma, ignorancia


que se compagina con lafalta de informacin de que antes ha-
blamos, precisa aceptar la primera hiptesis de la confianza en
la eficacia convincente de la bondad intrnseca de s u propia doc-
trina frente a la supuesta de Beato. Una confianza muy loable,
pero muy poco eficiente. Asi result de desacertada y contraria
a su fin la gestin de Elipando, como vamos a ver.
Poco tiempo despus de haber recibido las cartas de los es-
paoles, Carlomagno convocaba un concilio que deberia reunirse
en Frankfurt, coincidiendo con la asamblea del reino. De este con-
cilio han quedado numerosas memorias de distinto carcter; fu
una reunin a la que el Palacio quiso dar particular importancia.
Ante todo cabe hacer mencin del capitular por el que el rey
promulgaba los acuerdos tomados en la reunin; es como el acta
oficial de la misma? En su introduccin explica como el ao 26
de su principado, por mandato del rey Carlos. y la apost6lica au-
toridad, se reuni el concilio sinodal con todos los obispos y sa-
cerdotes del reino franco y de Italia, Aquitania y Provenza, y que
el primer punto tratado fue la nefanda hereja de Elipando, obis-
po de la sede de Toledo, de Flix, que lo era de Urgel, y de sus
secuaces, que erradamente sostenan la adopcin en el Hijo de
Dios. Despus trat -aade el capitular- de la cuestin suscitada
1 - qconjungentibus, Deo favente, apostolica auctoritate atque piissimi domni uostri
Karoli regis jussione anuo XXVI principatus sui cunctis regni Francorum seu
Italiae, Aquitaniae, Provintiae episcopis ac sacerdotibus synodali concilio, inter
quos ipse mitissimus sancto interfuit conventiii. Ubi in primordio capituloruh
exortum est de impia ac nefanda erese Elipandi Toletanae sedis episcopi et Felicis
Orgellitanae
. eorumque sequancibus, qui male sentientes in Dei filio adserebanl
adoptionem: quam omnes qui supra sanctissimi patres et respuentes una voce
contradixerunt atque hanc heresim Funditus a sancta ecclesia eradicandam sta-
tuerunt. 11. ~ l l a t a $ s :in medio questio de nova Grecorum synodo, quam de ado-
randis imaginibus Coustantinopolim iecerunt in qua scriptum habebatur, ut qui
imagines sauctorum ita ut deificam Triuitatem senritio aut adorationem non
inpenderent, auathema judicaverunt: qui supra sanctissimi patres nostri omni-
modis adorationem et servitutem rennuentes contempserunt atque cousentientes
condempnaveruut. .... .... .... LVI. Commonuit etiam, ut Aliqninum ipsa sancta
synodus in suo consortio sive in orationibus recipere dignaretur, eo quod esset
vir iu ecclesiasticis doctrinis eruditus. Omnis namque synodus secundum ammo-
nitionem domni regis consensit et eum iu eorum consortio sive in orationibus
receperuntn. Werminghoff, Concilia aevi karolini, 1-2, pg. 165.
por el nuevo snodo que los griegos haban reunido en Constan-
tinopla (se refiere al segundo concilio de Nicea, sptimo ecume-
nico, del ao 787,terminado en Constantinopla) sobre la adoracin
de las imgenes. donde se supona haberse decretado el anatema
contra aqullos que no rindieran a las imgenes de los santos el
mismo servicio y adoracin que a la deifica Trinidad. A conti-
nuaci6n el capitular inserta otros 54 captulos, obra del concilio,
la mayor parte de los cuales se refieren a cuestiones de organiza-
cin y disciplina eclesisticas, reflejo en gran parte de las dispo-
siciones del celebre concilio de Aquisgrn de 789. El ltimo de
estos captulos tiene para nosotros un inters especial: el santo
snodo, a peticin del seior rey, recibe en su consorcio y en sus
deliberaciones a Alcuino, por ser un varn erudito en las doctri-
nas eclesisticas.
Independientemente de esta especie de acta los cronistas qui-
sieron dejar memoria del acontecimiento y al hacerlo variaron
sus versiones segn la posicin de cada uno de ellos, derivada
bsicamente de su ubicaci6n geogrfica.
Los Anales reales,' que eran redactados en las esferas cor-
tesanas de Aquisgrn, constatan que el rey celebr en 794 lapas-
cua en Frankfurt y que all fue reunido un magno snodo de los
obispos de las Galias. de Germania y de Italia, a presencia del
prncipe y de los legados del papaAdriano, los obisposTeofilacto
y Esteban. All -dicen- fu condenada por tercera vez la here-
jia feliciana, consignndose en un escrito la condenacin dictada
por los Santos Padres, escrito que fu subscrito de su propia
mano por todos los sacerdotes asistentes. En la segundaversi6n2
1 - ~ P a s c h acelebratum es1 in Franconofurt: ibique congregata est synodus magna
episcoporum Galliarum, Germanorum, Italorum in praesenlia jamfati principis et
missorum domni apostolici Adriani, quorum nomine haec sunt, Theofilactus e l
Stephanus episcopi. Ibi tertio condemnata es1 heresis Feliciana, quam dampna-
tionem per auctoritatem sanctorum patrum in libro conscripserunt, quem librum
omnes sacerdotes manibus propriis subscripserunt~~. <Anales reales", en el ao794
2 - ~ R e xpropter condemnandam heresim Felicianam aestatis initio, quando et gene-
raleni populi sui conventum habuit, concilium episcoporum ex omnibus regni sui
provinciis in eadem villa congregavit. Adfuerunt etiam in eadem synodo et legati
sanctae Romanae ecclesiae, Theophilactus ac Stephanus episcopi, vicem tenentes
ejus, a quo missi suiit, Adriani papae. In quo concilio el heresis memorata con-
de los mismos <Anales se repiten aproximadamente los mismos
conceptos, pero se hace constar de modo concreto que la reunin
fue convocada por el rey ucon el fin de condenar la herejia feli-
cianar y que esta reunin tuvo lugar a principios del verano, al
mismo tiempo que se celebraba la asamblea general del pueblo,
Es de notar que estos uAnalesn prescinden en absoluto, como
veremos que hacen tambin los dems, de que el concilio se ocu*
pase del asunto de las imgenes. Para ellos el objeto del concilio.
su causa, fue la condenacin de la herejia feliciana: de Elipando
ni se habla, a pesar de que sus cartas hubiesen sido las promo.
toras directas de la reuni6n conciliar y a pesar de que en el capi-
tular conciliar figure su nombre en primer lugar. La cuesti6n del
adopcionismo en los circulos germnicos de la corte (y n6tese
que en los Anales reales es en la nica fuente donde se habla
de la asistencia de los obispos de Germania) no debia interesar
en absoluto como cuestin espaola, sino s610 como un asunto
interno del reino, continuacin del mismo tema tratado ya en
Ratisbona y en Roma dos aos antes, cuando las dos primeras
condenaciones a que aluden los uAnales.
La versin de los anales reales fu la generalmente adop-
tada por los numerosos anales y cronicones francos y germnicos
posteriores, que no hicieron ms que.transcribirla o extractarla,
no teniendo pues para nosotros ningn valor informativo.'
Contrastando con esta versin, que podramos llamar la sep-
tentrional o germnica. hay la meridional o gtica. representada
por los <Anales de Aniano. ksta se ajusta mucho ms al capitu-
lar del concilio. copiando de l incluso algunas frases y expresio-
nes, y aadiendo de propia cosecha buenas informaciones, espe-
cialmente en lo que se refiere a los asistentes, y, sobre todo, a los
compaeros del analista, que seria un monje de Aniano. En resu-
men, los Anales de Aniano explican como el ao 794 el rey

demnata est et liber contra eam communi episcoporum auctoritate conponitus, in


quo omnes propiis manibus subscripseruntn. "Anales realesii, en el ano 794, 2."
-
forma, llamada de E~inardo.
1 - Nicolau d'0lwer reuni una serie de ,estas anotaciones en su trabajo ya citado:
FPlix, bisbe d'iirgell, pgs. 107- 114.
- 95
Carlos tuvo noticia .de las perversas doctrinas que defendan el
obispo de Toledo, Elipando, y el obispo de Urgel, F6lix;'en con-
secuencia mand unos legados a Roma, a la sede apostlica y al.
! papa Adriano, para consultar a dicho pontfice sobre aquellas he-
rejas; y movido por el celo de la fe, convoc apresuradamente
para una reuni6n en la villa de Frankfurt a numerosos obispos
de todas las provincias de su reino. reuniendo all un snodo uni-
versal con los legados del papa Adriano, con Paulino patriarca
de Aquilea, con Pedro arzobispo de Miln, con los obispos, aba-
des, monjes, presbteros, diconos y subdiconos de Italia. Galia,
Gotia, Aquitania y Galicia -entre ellos el abad Benito, llamado
Witiza, del monasterio de Aniano en la Gotia, con sus monjes
Beda, Ardn llamado Smaragdo, y los discpulos Ingila, Aimn,
RAbano, Jorge-con todo el dems clero y pueblo agregado. El
santo y universal snodo conden la doctrina sobredicha por una-'
nimidad y, para desarraigarla de la Iglesia, estatuy un decreto
del que los Anales ofrecen el contenido.l
1 -Ya hicimos notar antes la anomalia de que estos .Anales de Anianon ignorasen
todos los precedentes del asunto y muy especialmente el concilio de Ratisbona y.
los juramentos de Roma.
2 - .Amo DCCXCIIII, rex Karolus apud villam Franchofurt celebravit Pascha. Anno
autem XXVI regni su, pervenit a d aures piisimi principis ac ortodoxi Karoli,
quod Helefautus, Toletauae sedis episcopus, cum alio episcopo sedis Orgelletane,
Felice nomine, seu infelice in dictis, qui uterque asserebant dicentes: quod Do-
minus noster Iesus Christus, iu quantum ex Patre est ineffabiliter ante secula
genitus, vere sit filius Dei; et iu quantum ex Maria semper virgine carnem assu-
mere diguatus est, non verns, sed adobtivus filius, perverso ausi sunt ore profi-
teri. Quo audito, jamdictus princeps ad sedem apostolicam Adrianoque pape
nrbis Rome missos dirigit, ac super prefatam heresim predictum pontificem con-
sulens, ex omni imperio suo ve1 regno, per diversas provinciasiegni sui sibi sub-
jectas, zelo fidei succensus, suma cum celeritate procurrencia multitud0 antistitum,
sacris obtemperando preceptis, i n u n o collegio aggreganda couvenit apud villam,
quae dicitur Franchofurt; ubi universali siuodo congregata cum missis domni
apostolici Adriani pape seu patriarcha, Aquileiense Pauli archiepiscopo, seu
Petro Mediolanensi arcliiepiscopo, seu etiam Italie, Gallie, Gocie, Aqnitanie,
Gallecie, sicut supradictum est, episcopis, abbatibus, monachis, presbiteris, diaco-
nibus, subdiaconibus; inter quos etiam venerabilis ac sanctissimus abbas Bene-
dictns, qui vocatur Vitiza, monasterii Anianensis a partibus Gocie, et religiosos
suos monachos Bede, Ardo qui et Zmaragdus, seu cunctis fratribus suis discipu-
lia: hi sunt Ingila, Aimo, Rabanus, Georgius cum ceteris fratribns, 'cunctoquecle-
ro, devotoque populo pariter aggregato ......B. Anales de Anianonen:. . Histoire de
Languedoc, 11, Preuves n." 1.
Una tercera versin, nos es proporcionada por la continua-
cin, llamada romana, de la Historia Langobardorum~de Pau-
lino el Diaca. Es la versi6n italiana. En ella Fklix pierde todo
relieve para conceder a Elipando su papel preponderante y, a su
lado. las grandes figuras de Paulino de Aquilea, Pedro de Miln
y Alcuino de Inglaterra, que son las nicas que le merecen men-
cin personal: es una in~presinacaso la ms justa del aconte-
cimiento ya que, si prescindimos del juego poltico que el concilio
pudiera representar para Carlomagno, la reunin de Frankfurt fu
un gran pugilato teolgico de los personajes mentados: Elipando, ,
Paulino y Alcuino. La <Historia dice que el ao 794, en las Ga-
lias y en el lugar llamado Frankfurt, se reuni un magno snodo
contra Elipando, obispo de la sede espaola de Toledo, y su so-
cio, Flix. Aseguraban stos que el Hijo de Dios no era propio
sino adoptivo. contra cuya hereja los santisimos varones Pauli-
no,.patriarca de Aquilea, Pedro de Miln y Alcuino, archidicono
de Bretaa, con los dems obispos, basndose en las aserciones
de las divinas Escrituras, sentenciaron que deba decirse upropio))
y no adoptivo.i
Expuestas las distintas versiones que tenemos del concilio y
que representan la idea que de l se tuvo en las diversas partes
del imperio, vamos a analizar. con los datos que ellas nos pro-
porcionan y los que pueden extraerse de los documentos origina-
dos por el concilio, cmo pasaron en realidad las cosas:
La recepcin de las cartas de los espaoles debi causar a .
Carlornagno una gran sorpresa; que la Iglesia espaola, que siem-
pre haba mantenido un tono orgulloso e independiente, que
haca pocos aos habia quebrantado con gracia el intento inter-
vencionista dirigido por el arzobispo Wilcario, viniese ahora es-

1 - ~ A n n oDCCXCIV. In Gallis in loco qui Franconofurth dicitnr, adversus Elipan-


dum Hispaniarum Toletanae saedis episcopum, et Feliciem ejus socium, magna
synodus -egata est. Hi aserebant Dei Filium adoptivum, non proprium esse;
quam haeresi viri sanctissimi Paulinus Aquilegiensis patriarcha, et Petrus Medio-
lanensis, seu Alchuinus Britaniae archidiaconus, cum ceteris episcopis, divinarum
Scripturarum adsertionibus destnientes, proprium eum et non adoptivum dici
sanxerunt*. Historia Langobardornmu en: Bethmann-Waitz, Scriptores rerum
Langobardicarurn, MGH, Hannover, 1878, pag. 202..
pontneamente a someterse al juicio y arbitraje de un monarca
extranjero como Carlos, era una cosa rara y nueva y que deba
resultar. por tanto, inesperada.
Supona atribuir a Carlomagno una autoridad que hasta en-
tonces el Occidente no haba reconocido en ninguna jerarqua
civil; representaba, pues, que Carlomagno era considerado como
un monarca distinto de los que hasta entonces haban regido los
diversos Estados nacidos de la desintegracin del Imperio roma-
no. En realidad, el gesto de la Iglesia espaola, es el sntoma de
un estado de espritu que haba de cristalizar siete aos ms tar-
de en la coronacin de Carlos como emperador, realizada solem-
nemente por el papa Len la noche de Navidad en la baslica ro-
mana de san Pedro. Precisamente porque se trataba de un gesto
y de una sorpresa tan inesperados. la reaccin momentnea de
Carlomagno fue imprecisa. Resolvl primero el caso llevndolo
a su va natural de planteamiento, es decir, haciendo lo que nor-
malmente debieran haber hecho los obispos espaoles: mandando
al papa una copia de las cartas recibidas para que fuese l, con
su apostlica autoridad, quien resolviese el conflicto doctrinal
que haba sido indebidamente sometido al rey.' Esta primera ges-
tin, precipitada por espontnea, analsticamente ha sido slo
constatada por los Anales de A n i a n o ~ como
, acabamos de ver;"
pero de hecho, sigui todo su proceso normal, acabndose con
una resolucin pontificia en forma de carta, que ha sido conser-
vada y que oportunamente examinaremos.
Pero despus de esta gestin natural, Carlomagno debi re-
flexionar; debi'darse cuenta de lo inslito del caso, d e lo que
representaba en su novedad para sus designios de dominacin, y
quiso aprovecharlo. No se atrevi a resolver personalmente una
cuestin dogmtica, tal como le proponan los obispos espao-
les -menos podia hacerlo an despus de haber trasladado el

1 - Precisamente en aquellos momentos acabaran de elaborarse los Libros Caro+


linos. donde (libro 1, cap. 6) se afirmaba la autoridad del papa en materia doc-
trinal: "Quod sancta romana catholica el apostolica Ecclesia caeteris ecclesiis
praelata, pro causis fidei cum qnaestio surgit omnino sil consulendaa.
2 -Vase el texto correspondiente en la nola 2 de la phg. 95.
asunto al papa- pero decidi convocar rpidamente un concilio
de todos sus reinos, de todo el futuro imperio, y quiso dar a este
concilio la maxima importancia. De magno lo califican los #Ana-
les reales y la ((Historia lombarda, de universal los Anales de
Anianox.
Y realmente debi alcanzar esta magna importancia. Primero
por la concurrencia. Los cronistas nos dicen repetidamente que
estaban presentes obispos de todas las provincias del reino. Los
Anales reales, queriendo comprenderlas todas, hablan de las
Galias, de Germania y de Italia; el capitular conciliar precisa,
ms tcnicamente, que estaban presentes los del reino de los fran-
cos, y los de Italia, Aquitania y Provenza, que eran reinos distin-
tos delfrancs; los Anales de A n i a n o ~hacen constar, con inters
comarcal, que estaban alli los de Gotia, como Paulino de Aqui-
lea detalla que de Italia figuraban los de Liguria, Istria, Hesperia
y Emilia. Eran pues todos los dominios de Carlomagno, los que
pocos aosdespus constifuiran el imperio. Los Anales de Ania-
no hablan an de Galicia, que era la forma tradicional de desig.
nar el pas que entonces era ya el reino de Asturias; pero no existe
indicio, fuera de esta indicacin, que permita creer en la presen-
cia de obispos espaoles en 'Frankfurt, y yo me inclino por la ne-
gativa y por pensar que el analista de Aniano sufri una confusin.
La concurrencia no se limitaba a los obispos; al lado de stos,
dice el capitular, haba los sacerdotes que debian acompaarlos;
los <Anales de Amiano detallan que se trataba de obispos, aba-
des. monjes, presbteros, diconos y subdiconos. En conjunto,
una multitud clerical, y si recordamos que junto con el concilio,
como afirman los ((Anales reales, se celebraba la asamblea ge-
neral del reino a la que debian acudir.las jerarquas laicas ms
salientes de todo l, ser preciso convenir en que la reunin de
Frankfurt debi ser algo impresionante en su poca, y se explica
que la mayora de los anales del tiempo no descuidaran su men-
cin. El cardenal Baronio habl de 300 obispos, pero es desco-
nocida la prueba sobre la que pudo basar semejante afirmacin.
Por los Anales de Aniano sabemos an que entre los aba-
des concurrentes haba e l de este monasterio, el clebro Benito,
y que le acompaaban los monjes Beda y Ardn, llamado Sma:
ragdo, y sus discpulos Ingila, Aimn, Jorge y otros; tambin un
precepto real nos informa de la presencia del abad de Caunes,
Aniano, con sus monjes Continuo. Stromundo y Luri6n.l Son
ejemplos de como cada personaje iba acompaado de una comi-
tiva, y, por otra parte, nos revelan que la concurrencia de Septi-
mania deba ser muy nutrida.
Junto con el abad Benito otras importantes figuras tomaron
asiento en la reunin al lado del rey; en primer lugar los legados
papales, Teofilacto, obispo de Todi, y Esteban, que lo era de
Npoles; despus. el patriarca de Aquilea, Paulino. un franco de
Austrasia que por su inteligencia y su saber gozaba del respeto y
de la proteccin de Carlos desde haca una veintena de aos,
acompaado del arzobispo Pedro de Miln.
Finalmente, como hemos dicho ms arriba, por el ltimo
canon del concilio, ste reciba, a peticin expresa del rey, en su
consorcio y en sus deliberaciones, a Alcuino, el clebre dicono
ingls, como varn erudito que era en las doctrinas eclesi&sticas.'
Tambin el rey hace constar que haba convocado de Britania a
algunos sabios en disciplinas eclesisticas para que investigasen
con toda diligencia sobre la verdad de la fe catlica. reuniendo
los testimonios probatorios de los Santos Padres, a fin de des-
vanecer toda duda.3
Alcuino. hijo de una familia noble y nacido en el reino de
Northumbria hacia 730, era un antiguo discpulo de Egberto y de
Alberto en la escuela de York, la fundacin del venerable Beda.
Carlomagno le haba reclutado, con ocasin de un encuentro cir-

1 - P r e c e ~ t odel rev Carlos al abad Aniano de Caunes. del 20 de inlio 974, librado en
Frankfurt. Dice: eAnianus abbas ex monasterio Sanctiloannis et Sancti Laurenti...
nostro svnodali concilio veniens una cum monachis suis Continuo. Stromundo,
Lurio....B. Histoire de Languedoc, 11, ap. 11.
2 - Vease el texto dei canon en la nota 1 de la pg; 92.
3 -aNecnon et de Brittanniae partibus aliquos ecclesiasticae disciplinae viros convo-
cavimus, nt ex multorum diligenti considerafione verias cafholicae fidaei investi-
garetur et probatissimis sanctornm patrum hincinde roborata testimoniis absque
nlla dubitatione teneaturn. Carta de Carlomagno a los obispos espaoles, en:
Werminghoff, Concilia aevi karolini, 1-2, pg. 157.
cunstancial en Italia en 781, para su Palacio; ah se convirti en
el gran preceptor de la corte y, en rigor, fu el verdadero funda-
dor de la Escuela del Palacio y director de la misma. En 790 ha-
ba regresado a Inglaterra comisionado por el rey mismo. Pero a
principios del 793 haba sido vuelto a llamar cerca la corte, don-
de sus servicios se hacan necesarios; era el telogo de la Escue-
la y en aquellos momentos se presentaban problemas que reque.
ran el auxilio de la gran dialctica teologal.' No precisa insistir.
pues, sobre la importancia de su presencia en Frankfurt. y se com-.
prende el canon mentado por el que era recibido en el consorcio
conciliar a pesar de no pertenecer a los dominios del reino fran-
co, de ser un extranjero; en ltimo trmino, l seria el gran con-
sultor y el redactor de la asamblea.
Porque sta, si bien es posible que fuera precipitada en su
reunin por causa de la iniciativa de Elipando con sus cartas.
vena de otra parte preparndose de hacia cierto tiempo por un
motivo muy diverso, pero que tambin tena un matiz marcada-
mente poitico, dentro su disfraz teolgico. Se trataba de las re-
laciones con el imperio de Oriente y de las ms importantes an
con el papado. El imperio de Oriente. que por la poltica ic8no-
clasta haba roto con el papado, haba con ello favorecido la p6-
sicin de los reyes francos en la relacin con Roma; el papa, en
conflicto con el Imperio, vease forzado a buscar la proteccin
del rey franco: pero ste, naturalmente, tenda al abuso de esta
necesidad papa], procurando pesar sobre Roma en posicin di-
rectiva. La nueva poltica inaugurada enoriente por la emperatriz
Irene, de acuerdo con Roma, transtorn el panorama poltico.
El concilio de Nicea de 787 haba condenado la hereja iconoclas-
ta, y las relaciones de Imperio con Roma se haban convertido
en muy amistosas al tiempo que se tornaban difciles las de sta
con Carlomagno; el papa aprovechaba esta situacin para contra-
pesar la presin carolingia. '
. .
Carloinagno, que no era hombre para dejarse gobernar' por

1 -Vase sobre Alcuino la reciente obra de Kleinclausz, Alcuin, uAnnales de 1'Uni-


versit.de Lyn., Paris, 2948.
. . .. . .. ..,.
los acontecimientos, quiso hacer frente a esta situacin; se trata-
ba de entorpecer, de anular las buenas relaciones del papa con el
Imperio. Para ello se procur crear al papa una situacin inc-
moda e insostenible. Carlomagno hizo redactar un memorial, los
clebres Libros Carolinos, donde se acumulaban multitud de acu-
saciones contra Bizancio; el tema bsico era la refutacin de la
ortodoxia de los cnones del concilio de Nicea; pero a su mar-
gen se haca la crtica de las personas de los soberanos, de los
ttulos que ostentaban, de los usos y de las expresiones de que se
serva la cancillera bizantina, y que ms bien eran una frmula
y una tradicin que una afirmacin. Dentro la obra haba ms
intencin poltica que dogmtica, a pesar de que el dogma fuese
la base de la argumentacin. Este memorial, inspirado por Car-
lomagno, fu seguramente redactado por Alcuino, y es para ello
que se le haba hecho regresar de Inglaterra a principios de 793.
Los <Libros Carolinosu fueron presentados en Frankfurt y sirvie-
ron de base para la aprobacin del segundo canon del concilio,
que hemos mentado,' por el que se condenaba la doctrina que se
supona establecida en el concilio ecumnco de Nicea. Con la
condena conciliar en mano, Carlomagno mand a Roma su yer-
n o Angilberto, portador de unos Capitula Carolb, extracto de
los Libros Carolinos)),para someterlos a la aprobacin del papa
Adrian0.l
Dejemos ya este asunto, que slo hemos detallado para situar
al lector respecto a la importancia y el carcter del concilio de
Frankfurt, y volvamos a ocuparnos directamente de este concilio.
Se reuni el primero de junio de 794.= Paulino de Aquilea. en
una carta de la que habremos de ocuparnos ms adelante, da de-
talles de la reunin. Los obispos -dice- se reunieron en el aula
del sacro palacio, es decir. en la gran sala del palacio imperial;

1 - Puede verse el texto del canon en la nota 1 de la pg. 92.


2 - Esta cuestin ha sido muy bien tratada por Dom Leclercq en su estudio: cl'ico-
noclasme en Occidentn, publicado como apndice en: Hefele-Leclercq, Conciles,
111, pgs. 1240-1246.
3 - La fecha del da primero la dan los ~AnnalesMosellanin, en: Pertz, Scriptores,
M GH, XVI, pag. 498.
los presbteros, diconos y dems clrigos, formaron circulo al-.
rededor de los obispos, a presencia del prncipe Carlos. Fu en-
tonces presentada una carta de Elipando, el autor de la perniciosa
blasfemia; el rey mand leerla en alta voz, luego el venerable prn-
cipe se alz, avanz sobre las escaleras del trono, pronunci un
largo discurso sobre las cuestiones de fe que se estaban discutien-
-do, concluyendo: icul es vuestra opinin? Desde hace un ao
este error insensato se ha extendido con fuerza en este pas y a
pesar' de estar situado en el extremo de nuestro reino, no obs-
tante es necesario cortar por l o sano este error con la censura de
la fe. Se acord conceder el plazo de unos das, durante el que
podra cada cual formular por escrito su opinin sobre el asunto
y entregarlo al rey.'
Para ello los conciliares se dividieron en dos grupos: los ita-
lianos por un lado, del otro los galos, germanos y aquitanos; y
contestaron separadamente; en rigor, slo los segundos habian
sido llamados en consulta por los obispos espaoles, y as, mien-
t r a s la contestacin de stos tomaba la forma de respuesta, la de
los italianos era ms bien un tratado. El concilio acept estas
contestaciones como letras o cartas sinodales y a tenor de ellas
formul su conclenacin. El capitular conciliar que hemos anali-

1 - ~uSanctoincitante Spiritu ac zelo fidaei catholicae scintillatim sub pectore ferves-


cente clementissimi et tranquillissimi gloriosique Caroli regis, domini terrae, im-
perii ejus decreta per diversas provincias regni ejus ditioni subjectas summa cele-
ritate praecurrentia, multitudo antistitum sacris obtemperando praeceptis in uno
collegio adgregata convenit. Quadam die residentibus cnnctis in aula sacri palatii,
adsistentibns in modum coronae presbyteris, diaconibns cunctoque clero, sub
praesentia praedicti principis allata est epistola missa a b Elipando, auctore in-
bormi negotii, Tolitanae sedis antistite Hispaliensi finitanae ruri. Cumque jubente
rege publica voce recitata fuisset, statimque snrgens venerabilis priuceps de sella
regia stetit supra gradum suum, adlocutus est de causa fidaei prolixo sermone et
adjecit: *Quid vobis videtur? Ab anno prorsus praeterito et ex quo coepit hnjus
~ e s t i sinsania tumescente perfidiae ulcu diffnsius ebullisse, non parvus in his
regionibus, licet in extremis finibns regni nostri, error inolevit, quem censura
fidaei necesse est modis omnibus resecare*. Cumque inprecata et concessa esset
morosa dilatio per dies aliqnot, placuit ejus mausuetudini, ut unusquisque, qnic-
quid ingenii captu rectius sentire potuisset, per sacras syllabas die statuto ejus
clementiae oblatum sui pectoris fidaei munus stili fercnlo ments vivacitate defe-
rretn. Pauliuo de Aquilea, ~Libellussacrosyllabuss, en: Werminghoff, Concilia
aevi karolini, 1-2, phg. 130.
-103
zado antes slo hace una leve referencia explicativa de esta con-
denacin, diciendo que fu acordada por unanimidad d e l o s asis-
tentes.' Pero los <Anales de Aniano han conservado elX.texto
integro de la declaracin de fe emanada del concilio. Dice as:
Dei filius hominis factus est filius; natus est secundum veritatem
naturae ex Deo Dei filius, secundum veritatem naturae ex homine
hominis filius, ut veritas geniti non adoptionem, non appellatio-
nem, sed in utraque nativitate filii nomen nascendo haberet et
esset verus Deus et verus horno, unus filius proprius, ex utraque
natura, non adoptivus, quia impium et profanum est Deo patri
aeterno filium coaternum et proprium dici et adoptivum, sed ve-
rum et proprium, sicut supradictum est, ex utraque natura et credi
et praedicari deberen.2
Los Anales realew3 aaden que el acuerdo conciliar fu con-
signado en un libro o documento suscrito por todos los obispos;
es una lstima que no se haya conservado el original o una copia
que nos dara un inventario preciosisimo de todas las dicesis
del reino asistentes, con el nombre de sus titulares, y posible-
mente de muchos monasterios y abades.
Pero si en este particular la tradicin manuscrita ha tenido
poca suerte, hay en cambio la compensacin de que nos sean
transmitidas, no slo el texto de las dos contestaciones que los
obispos hicieran a la consulta pedida por el rey en el concilio,
sino tambien la carta del mismo rey con la que mandaba aque-
llas contestaciones a los obispos espaoles, y an una cuarta epis-

1 -Vase la nota 1 de la pg. 92.


2 - En los nAnales de Anianov esta declaracin de fe viene .orolocada dentro de la
narracin en esta forma: sed sancta et universalis synodus hoc nefandnm dictum
non concessit (lo
. oue. sostenan Elioando v Felixl sed una voce resunentes con-
tradixerunt; atque hanc haeresim funditus a sancta Ecclesia eradica'ndam statue-
rnnt, dicentes: Dei filius.. .D. Pertz, Scriptores, MGH, 1, pg. 301, uCronica de
Moissacu, nota del ms. Anianense. Werrninghoff duda sobre el valor real de este
texto; creo muy claro que se trata de la declaracin de fe conciliar, y me con-
firma en esta creencia el hecho de que este texto de los .Anales. concuerde lite-
ralmente en varias expresiones con el texto del canon primero del capitular con-
ciliar. Por su estilo, diriase que la declaracin de fe fu redactada por Paulino
de Aquilea, con las reservas propias de toda atribucin estilstica.
3 -Vase la vota 1 de la pag 93. . . .~
tola que el papa diriga tambin a aqullos obispos a consecuen-
cia de la consulta que le hiciera el rey antes de la reunin conci-
liar.' Los cuatro' documentos fueron niandados juntos por Carlo-
magno a Elipando despus del concilio. y con ellos deba incluir
el decreto conciliar de condenacin del adopcionismo, posible-
mente el ejemplar firmado por todos los obispos asistentes; opina
Hefele.=
Vamos a ocuparnos ahora de estos cuatro importantes docu-
mentos. Empezando por la carta del rey Carlos que serva de in-
troduccin y presentacin de los dems. Iba dirigida a ~ l i ~ a i i d o ,
metropolitano de la ciudad de Toledo, y a los dems sacerdotes
de la tierra de Espaa, y era la contestacin a la carta que ellos
le haban dirigido. por la que l se preguntaba si mejor haban
pretendido ensear que ser enseados. A pesar de ello y como su
deseo era siempre la defensa de la fe ortodoxa y estaba enamo-
rado de la unidad de la Iglesia, quiso atender a sus deseos. En
consecuencia, haba convocado un concilio de todas las tierras
de su reino para que dictaminase qu deba creerse sobre la adop-
cin de Cristo, de la que nunca se oyera hablar en la ~glesia,ex-
cepto por los escritos de los espaoles. Incluso, movido por la
novedad, haba mandado varias veces legados al papa para saber
qu respondia a esta inquisicin la Iglesia romana, sabia de las
tradiciones apostlicas. Tambin haba llamado algunos sabios
clrigos.de Bretaa a fin de que, siendo la verdad de la fe cat-
lica puesta en claro por las comunes y asiduas deliberaciones de
muchos, fuese luego aceptada por todos. As les mandaba cuatro
libelos con los resultados unnimes de estas deliberaciones: el
del papa, donde se expresaba su opinin conjuntamente con la
de la santa Iglesia romana; el de los obispos italianos que estu-
vieron presentes en el snodo; el que, respondiendo a sus objecio-

1 -Los cuatro documentos han sido conservados en un manuscrito de la Biblioteca


de Munich, del ano 821, procedente del monasterio de San Emmeran de Ralis-
bona. Fueron publicados por primera vez por Surius, despus por muchos otros
autores, a menudo fragmentariamente, y ltimamente, en edicin critica, por
WerminghofE, Concilia aevi karolini, 1-2, pgs. 122-164.
2 - Hefele-Leclercq, Conciles, 111, pg. 1060.
nes, haban redactado los obispos de Germania, Galia, Aquita-
nia y Britania; en fin, sta su propia respuesta. como le haba
sido pedida por carta, respuesta de unanimidad con los decretos
anteriores. La carta que ellos le mandaran haba sido leda en su
presencia y sometida al examen de muchos doctores eclesiAsticos
y rectores del pueblo cristiano, y todos juntos la haban discuti-
do capitulo por captulo, con distinciones, preguntas y respues-
tas. Antes de vuestra adopcin -les dice- os compadeciamos
por vuestra servitud corporal pero nos alegrbamos por vuestra
rectitud, ahora la queja es doble: entonces os distinguamos con
una doble caridad, eso es, orando por vosotros en todo nuestro
reino y tenindoos siempre presentes en nuestro recuerdo, con la
voluntad de liberaros de vuestra servitud temporal, con la ayuda
de Dios y segn la oportunidad de los tiempos y vuestros conse-
jos; ahora esta doble caridad, con dolor lo declaramos, vosotros
mismos la defraudkis. Los espaoles le haban advertido de guar-
darse de la suerte de Constantino; podan estar tranquilos que
esta era su intencin, no quera dejarse inducir a error, ni por
Beato ni por nadie, pero tampoco ellos deban dejarse alterar en
la fe. Termina manifestndoles que su deseo era verles reconcilia-
dos con la Iglesia y, a este fin. les propone una profesin de fe.
insertada en la carta y semejante a la contenida en las Libros
Carolinos~,imitacin del smbolo de Nicea.
Del ~Libellussacrosyllabus de los obispos italianos se han
conservado dos versiones; una en nombre personal exclusivo de
Paulino de Aquilea, que lo redact, y la segunda adoptada por
todos los obispos asistentes al concilio; sta fu la que Carlo-
magno mand a Espaa. Empieza explicando la convocatoria al
concilio y la primera sesin, talGcomoexpu>imos antes. Precisa-
mente porque en esta sesin el rey pidi la opinin de todos,
Paulino junto con los obispos italianos dan la presente respues-
ta: #Algunas personas cuyo nombre n o figura ciertamente en el
libro inmaculado del Cordero, han renovado una antigua herejia,
suponen que nuestro Seor Jesucristo, nacido de la Virgen. no es
ms que el hijo adoptivo de Dios~.'Hacenotar como en la carta
de Elipando se encuentran muchas cosas buenas mezcladas con
1W -
el veneno, como se acostumbra en los escritos de los herejes:
Paulino muestra las contradicciones de la carta con las Escritu-
ras y las copsecuencias absurdas que derivaran de esta doctrina;
explica luego y deja sentadala doctrina ortodoxa. Todos aqullos
que se opongan a ella son dignos de anatema; por eso Elipando
y Flix, si 40 se enmiendan y hacen penitencia, creemos que de-
ben ser eliminados del consorcio de los catlicos y excludos del
gremio de la Iglesia. Y la misma sentencia deber aplicarse a to-
dos aqullos que no se atemperen a la definicin dada por el
snodo, areservato per omnia juris privilegio. summi pontificis
domini et patris nostri. Adriani, primae sedis beatissimi papaen.
La (~Epistolasynodica)) de los' obispos francos est, encabe-
zada as: El santo snodo y los padres y todos los obispos de
Germania, Galia y Aquitania, y todo el clero, a los obispos y cris-
tianos de Espaa. Es pues un documento oficial del snodo y no,
como el ~Libellusnitaliano, la simple expresin de una opinin;
es la respuesta oficial que la carta de los espaoles haba pedido.
Como dijimos ms arriba, la conceptuamos obra personal de
Alcuino, y parece como si entre l y Paulino hubiesen convenido
una distribucin de trabajo, puesto que, mientras el escrito de
los italianos argumenta a base de la Escritura, el de los francos
lo hace sirvindose preferentemente de los Santos Padres. La
*Epstola declara que los obispos del reino se han reunido por
orden y bajo la presidencia de su seor el rey Carlos para restau.
rar con su unanime consejo el status de la Iglesia y para procla-
mar la verdad de la fe ortodoxa. A este fin. habiendo el rey Carlos
ordenado la lectura por un notario de la letra dogmtica de los
espaoles; les scaus una impresin doblemente penosa: porque
10s espaoles no se.satisfacen con la doctrina de los Padres y
quieren sobrepasarles en sabidura. y porque se atreven a escru-
tar la sgeneratio Filii Dei, as como su nacimiento eterno y tem-
poral, objetos de nuestra fe y de nuestra veneracin en lugar de
sUjetos de nuestras investigaciones: Isaas dice. en efecto', LIII.,
12: ((Generationem ejus quis enartabit?. Despus de esta intro-
duccin se ocupan del contenido de la carta de los espaoles acu-
sndoles dc haber omitido, en las citaci0nei.de los pasajes de loa
Padres. las referencias por libros y captulos, creyendo as difi-
cultar la investigacin de los errores cometidos con la interpola-
cin de pasajes apcrifos. con lo que se demuestra que erraron
voluntariamente, sin temor a introducir la hereja dentro las fuen-
tes pursimas de la fe catlica. Citan entonces algunos textos que
creen falsos y una serie de falsas interpretaciones, y siguen paso
a paso la carta de los espaoles para explanar la correspondiente
refutacin, procedimiento, como veremos ms tarde, preferido de
Alcuino. Los espaoles haban alegado muchos textos de los obis-
pos toledanos Eugenio, Ildefonso, Julin, y de la liturgia com-
puesta por ellos, donde se habla de la adoptati0 c a r n i s ~ lo
, que
hace exclamar a los francos: n o es extrao que con tales Padres
y con tales plegarias Espaa haya cado bajo la dominacin de
los infieles; pues que negaron que Cristo fuese verdadero hijo del
Padre, l n o quiso ser vuestro defensor, sino que os entreg en las
manos de sus enemigos. Oponis nvuestrox Zldefonso a nuestro>
Gregorio. doctor universal y pontfice romano, y si aqul llam
adoptivo al Cristo ste siempre lo denomin unignito. <Nadie ha
enseado cosas semejantes a n o ser vuestros maestros (Ildefonso,
Eugenio, Julian de Toledo), cuyos nombres seran desconocidos
en la santa Iglesia universal si vuestro cisma n o l o s hubiese reve-
lado al mundo.' La carta termina exhortndoles al retorno a la fe.
El cuarto documento que mandaba Carlomagno era la carta
del papa Adriano, respuesta a la consulta que el rey le haba he-
clio sobre las cartas de los obispos espaoles, antes de la reunin
del concilio. El papa la diriga n o al rey, que era quien le haba
consultado, sino,directamente a los dilectsimos hermanos y con-
sacerdotes nuestros que presiden las iglesias de Espaa y Galiciau,
y aada con reticencia si es que puedo llamaros en todo her-
manos y consacerdotess. Ntese la distincin que hace el papa
en esta direccin entre Espaa y Galicia, distincin que n o sera

1 - En la carta se argumenta a base de la dislincin entre los trminos oiassumptusn


y wadoptatusn que los adopcionistas tendan a convertir en sinnimos. El primero
quiere significar un ser que nunca ha sido aatnomo, de si y por si; el segundo
supone un ser propio, independiente, que en un momento dado entra en depen-
dencia de otro sin dejar de ser l mismo.
108 -
nada agradable a los odos de Elipando. ~ u e g oel papa explica a
los obispos espaoles que su compadre espiritual, el seor Carlos
rey de los francos y lombardos y patricio de los romanos, a me-
nudo le consulta. Y as, habindose presentado en los confines
de Espaa un movimiento contrario a la ortodoxia. ha querido
someterlo a la ctedra de san Pedro, arenovando la regia y can-
nica consuetud)). Exploradala carta consultada por el rey al papa
se h a encontrado que su autor, el arzobispo d e Toledo, Elipando,
haba cado en el error. Especialmente debe ser rechazada la doc-
trina que sostiene sobre la adopcin de Jesucristo, hijo de Dios,
segn la carne. #Esto la Iglesia catlica no lo ha credo nunca,
no lo ha enseado nunca, no ha consentido nunca que fuese crei-
do. El papa argumenta entonces la buena doctrina basiindose en
pasajes de la Escritura y de los Santos Padres, especialmente de
Atanasio, Gregorio Nazianceno, Agustn y Gregorio Magno; con-
mina a los espaoles a escoger entre la vida y la muerte, la ben-
dicin o la maldicin. Si abjuran, harn penitencia. sin perder
sus dignidades, de otra forma se ver obligado a anatematizarlos.
Ha sido muy discutida la relaci6n de esta carta con el con-
cilio: si era anterior, si posterior y como una confiimacin de las
decisiones conciliares. Werminghoff cree que fu anterior. En
apoyo de que fuese posterior y confirmando el concilio de Frank-
furt puede citarse un texto inserto en los ~Annalesveteres Fran-
corumn que dice: Por respeto al papa Adriano, el concilio gene-
ral de Frankfurt decidi enviar sus actas a Roma y conformarse
en todo al privilegio papal. El papa reuni un concilio de todos
los obispos de la Iglesia- romana y, lo mismo que el concilio de
. Frankfurt, anatematiz a Elipando y Flix. Dirigi tambin una
carta a los obispos espaolesv. Hefele hace notar que slo un
manuscrito de los ((Annales~contiene este prrafo. que falta en
todos los dems, y por ello Pertz lo suprimi en su edicin de
los *Annales; no puede ser dado por autntico: la misma carta
de Adriano no hace ninguna alusin a las decisiones conciliares,
slo habla de la carta de Elipando a los obispos francos; el autor
de la interpelacin escribira inspirado en la frase final, que ya
hemos copiado, del ~Libeiiusude Paulino de Aquilea.
-. Yo creo que Hefele tiene iazn al considerar este texto inter-
pelado.' Donde no l a tiene es al creer que la carta. del.papa n o
hace alusin alguna al concilio; en aquellas palabras de la carta
cienovando la regia y cannica conSuetud. ~Regiamscilicet ve1
canonicam placuit ei cpnsuetudinem renovares, que se aplican a
la consulta que el rey le hiciera, veo yo una reticencia del papa.
herido precisamente por la reunin conciliar. El hecho de que el
rey. despues de haberle sometido a consulta la cuestin adopcioe
nista, interfiriese sometiendo la misma cuestin al concilio. de-
jaba al papa en una situacin desairada; por ello la, frase reticen-
te de s u carta, por ello tambien la reserva que hace Paulino al
final de su Libelluss: ureservato per omnia juris privilegio sum-
mi pontificis domini et patris nostri Adriani, primae sedis beatis-
simi papaes. Paulino n o quera hacerse cmplice de la maniobra
real.. El mismo rey, una vez realizada su maniobra, juntaba la
carta papal a los documentos conciliares mandados a Espaa,
como en especie de desagravio. Carta papal y concilio fueron con-
temporneos e independientes; uno y otro redactaron y decidie-
ron simulando ignorarse; si bien es verdad que Carlos hubo de
comunicar su decisin de reunir el concilio al papa y hubo de
pedirle que mandase al mismo su representacin, pues sabemos
que el papa envi sus legados, ni una palabra se pronuncia so-
bre la actuacin de estos, que seria enteramente pasiva, mero
acto de presencia; de otro modo no se comprendera como per-
mitieron la aprobacin del canon segundo condenando el conci-
lio de Nicea.
cules fueron los resultados y las consecuencias :del conci-
:lo de Frankfurt?
Para responder a esta pregunta cabe distinguir entre los dos
puntos de vista de los grandes interesados en la cuestin: Elipan-
do y Carlomagno. ParaElipando un fracaso total en cada uno de
los propsitos que hubiese tenido al provocarlo; su doctrina que-

1 - Hefele-Leclercq, Conciles, 111, phg. 1052. En cambio Amann sostiene la probabili-


dad de que la carta papal fuese anterior al concilio y publicada antes de la cele-
bracin de este; en este caso, habna sido llevada a Francia por los obispos lega-
dos Teofilacto y Esteban
daba condenada de una manerasolemne, resonante, no s61o por
el papado, sino por la unanimidad de t o d a l a Iglesia occidental;
no eran avaladas las propagandas de Beato y sus asturianos, que
en rigor eran desconocidas fuera de Espaiia, pera, por la decisi6n
conciliar y an ms por la carta papal, que se diriga no s610 a
los obispos de Espaa sino tambin a los de Galicia, consagran-
do asi una diferenciacibn entre las dos zonas, la posici6n d e Beato
y los suyos quedaba sin duda muy fortalecida. En cuanto al caso
de la persecuci6n.de Fklix que con tanto inters haba llevado a
colacin Elipando en sus dos cartas, el rey, ni le habia dado sa-
tisfaccin, ni an habia hecho l a 'ms mnima .alusin al asunto
en sus contestaciones; 'era pues un caso cerrado y decidido, y
la condenaci6n del adopcionismo y .la expresi6n de borrar la
hereja de los confines del reino, que haba sido pronunciada por
el concilio, no permitan pensar en un cambio de directivas,.sino
ms bien lo contrario. A Elipando se le escapaban las zonas norte-
orientales, narbonense-catalana, y norte-occidentales, galaico-
asturiana. de su Iglesia visigtica, ahora sin apelacin; y en la.
zona central su autoridad s610 poda debilitarse con las conde-
naciones concretas del concilio universal franco y del papa. El
gesto, provocando la intervencin directa de Carlomagno, fu
para Elipando contraproducente.
Desde el punto de vista franco los resultados fueron ms po-
sitivos, por ms que sea dificil precisarlos. Se adivina que el con-
cilio, con su carcter de universalidad1 de los reinos carolingios,
contribuy a afirmar la aureola que iba envolviendo la figura del
rey Carlos y que haba'de recibir su sancin en el acto del coro-
namiento imperial el da de Navidad del ao 800 en la baslica de
San Pedro: era un concilio que por un lado se enfrentaba con el
concilio de Nicea, obra del Imperio oriental, mientras por otro
decretaba sobre el dogma en funcin judicial frente a la Iglesia
espafiola. Se comprende su resonancia y la impresin que deba cau-
sar a los contemporneos el papel asumido en l por Carlomagno.
1 -El calificativo de universal que los <Anales de Aniano~dan al concilio, es de
tradicibn visigoda. Magnin, L'Eglise wisigothique, pg. 51, hace notar que los
concilios VI y VI11 de Toledo se califican ellos mismos de universales.
. . - 111
En un 'plano mas concreto, los obispos y abades de Septima-
nia que concurrieron en l, quedaron, por este mero h e c h ~ vin-
,
culados con ms estrechos e ntimos l'azos con l a Iglesia franca
y sus hombres; all seguramente naci la amistad de Alcuino con
Benito de Aniano y con Nebridio de Narbona, amistad que tanta
importancia deba alcanzar en las futuras incidencias de la lucha
adopcionista en la regin meridional.
En cambio, si en cualquier momento Carlomagno lleg4 a
pensar que el gesto de los obispos espaoles sometiendo a su
juicio sus doctrinas poda facilitarle un camino de penetracin
poltica en la pennsula, pronto tuvo que desilusionarse. No puede
creerse que la ilusin del rey fuera muy firme; ya hemos hecho
notar la prevencin con que l :mismo recibia la iniciativa espa-
ola cuando en su carta dice que por el tono de los espafioles
cabe preguntarse si ms bien pretenden ensear que ser enseados;
pero por otra parte en la misma carta l apunta el cebo de libe-
rarlos del yugo sarraceno si aceptan el camino que les seala de
la verdadera fe.
En realidad, Elipando. como Flix, como seguramente los
dems obispos espaoles, prescindiron de la sentencia del con*
cilio de Frankfurt y continuaron firmes en sus doctrinas equivo-
cadas; no eran gente, como presentia Carlomagno, para recibir
lecciones de nadie. Esta posicin arrogante era tradicionalten la
Iglesia visigtica: los padres del XV."concilio toledano, en 688,
con el arzobispo san Julin. contestando a unas observaciones
que el papa en edicto 11 hiciera sobre la dudosa ortodoxia de un
escrito suyo. responden, ratificndose: uSi despus de lo que
hemos dicho, conforme al dogma de los Padres, aun no se dan
porcontentos (en Roma, se entiende), no hay por qu discutirlo
ms; siguiendo con paso firme el camino indicado por nuestros
'pasados. nuestra respuesta ser juzgada con juicio divino como
sublime por los amantes de la verdad, incluso 'si los mulos igno-
rantes nos acusan de indcilesn.' La arrogancia de Elipando ixo
haba de ser inferior a la de su antecesor en la ctedra toledana,
. , ;.
: ,

1 - Migne, Patrologfa latina, 84, col. 519.


sanJlin. Doktri'nalmente, pues, el concilio de Frankfurt no hizo
vacilar a aqullos contra quienes esgrimiera su anatema; lo haban
voluntariamente provocado con la esperanza absurda de que les
diera iazn en su lucha contra los asturianos, como esta razn
no les era concedida se desinteresaban en absoluto de todos sus
decretos. Y por lo que se refiere al cebo d e l a uliberaci6nn que
ofreca Carlomagno, saban demasiado a qu atenerse, desp~ies
de las experiencias de Flix de Urgelb para dejarse seducir por
tales espejuelos.

El retorno a la lucha y la ofensiva de Alcuino

D espus del concilio de Frankfurt el silencio de las fuentes his-


tricas nos hace creer que sigui una larga temporada de
calma. Las posiciones respectivas haban quedado bien sentadas
y se recortaban con precisin. En el interior de Espafia, Elipando,
guardado por una frontera que le liberaba de toda coaccin real
o papal. poda seguir libremente su camino; Flix, en cambio, im-
posibilitado de mostrarse pblicamente en su dicesis. o debia
protegerse dentro de aquella frontera o vagar encubierto entre
riscos y peales.'
Quien sigui ocupndose del problema adopcionista fu el
que menos afectado pareca por l, Paulino de Aquilea. Se adi-
vina que el tema, que estudi6 con motvo del concilio de Frank-
furt, cuando se encarg de la re'daccin del ~Libellussacrosylla-
bus> presentado por los italianos, le interes de tal modo que
tom para l un carcter obsesivo. En cuanto tuvo ocasin de
reunir un concilio provincial, cosa que n o haba podido realizar
de mucho tiempo debido a la inseguridad causada por las gue-

1 - Elipando en su carta a Alcuino, el ao 798, le acusa de perseguir a Flix cin


montibiis et in speluncis et in cavernis terrae latitantemn. Dmmler, Epislolae
karolini aevi, MGH, 11, n." 182.
rras. la apravech para condenar- nuevamente el adopcionismo.
En las actas se defiende de querer hacer cambio alguao en los
smbolos de Nicea y Constantinopla, cosa prohibida por los con-
cilios; pero crea necesario hacer unas aclaraciones a ciertos pa-
sajes que por excesivo laconismo no eran fcilmente entendedo-
res, especialmente para los ignorantes. Las aclaraciones versaban
sobre el Filioquex y el adopcionismo. Paulino encareca a todos
los clrigos que aprendiesen de memoria estas aclaraciones y las
supiesen para el prximo concilio del ao siguiente. Los clrigos
del Friul deban quedar algo extraados de tener que estudiar un
problema absolutamente extrao a su pas. El concilio se haba
celebrado en la capital,Cividale, entre fin de mayo de 796 y la
misma fecha de 797.'
S i a Paulino el concilio de Frankfurt le dej esta preocupa-
cin doctrinal, a Alcuino le leg una herencia mucho ms agra-
dable, la amistad fraternal con Benito de Aniano y una especie
de patronato espiritual sobre los monjes de Septimania.
De los lazos amist'osos entre Alcuino y ~ e h i t ose hacen eco
las respectivas biografias: la de Alcuino para decirnos que la
familiaridad que los una era superior a la que Benito tuviese con
cualquier otro monje, y que a menudo Benito iba desde la Gotia ~

a visitar a Alcuino en busca de saludables consejos para l y los


suyos.l La vida de Benito cuenta que Alcuino se lig con l en
amistad inviolable, hasta el punto que reunidas las cartas que a
'menudo le diriga formaran un v01umen.~Por desgracia esta
copiosa correspondencia, que habra tenido histricamente un
inter8 inapreciable, se ha perdido casi por entero; slo nos quedan
dos cartas .de Alcuino, sin las respuestas de Benito. Dummler al
publicarlas las fech dubitativamente entre 786 y 796; por mi
parte, creyendo que la relacin edtre los dos se inici en Frank-
furt, me siento inclinado a suponerlas de muy poco posteriores

1 -Las actas del concilio han sido publicadas en Werminghoff, Concilia aevi kar*
lini, MGH, 1-2, pgs. 177-195.
2 - ~VitaAlbinin, capt. 9, en Migne, Palrologla latina, 100, cols. 90 SS.
-
3 ~VitaBenedicti Anianensis~,capt. 36, en Migne, Patrologia latina, 103, cols. 353 SS.
'
al concilio de 794 Por la primera, Alcuino pide a Benito que
con .sus monjes oren por l, tal como le prometi>; le dice que
cumplir sus encargos en la hora oportuna; le da las gracias por
su envio de yerbas medicinales; nodescuidar de seguirle escri-
biendo y espera recibir contestaciones; *deseo mucho, a ser,po-
sible, verte dentro del presente ao, pues mi espritu se complace
con tu sencilla amistad. Con la segundale manda varias cartas
para que las reparta entre los correspondientes destinatarios: una
de ellas para el rey Luis, al que le ruega que salud&;otra para el
conjunto de los monjes, en recuerdo de amistad (seran los mon-
jes que conoci en Frankfurt), que puede hacerla copiar si le
parece digna de serlo, aadiendo lo que crea necesario; ir escri-
bindole tan a menudo como la oportunidad de mandaderos lo
haga posible; le pide que en las contestaciones no se excuse, como
acostumbra, injustamente; de su rusticidad; que mis ojos te pue-
dan ver antes de morir, no una. sino muchas veces.
Sera gracias a esta amistad y relacin continuadas que Alcui-
no estara al corriente de los acontecimientos que iban produ-
cindose en la lejana Gotia.
Cuando -el concilio de Frankfurt, Carlomagno, en su parla-
,mento a los obispos, se haba quejado de que desde hacia un
ao el error adopcionista se haba extendido en los lmites extre-
mos del reino:= creo que con estas palabras se refera exclusiva-
mente a las regiones recientemente liberadas, de este lado del
Pirineo; pero llega un momento en que la nueva idea empieza a
infiltrarse del otro lado de las montaas, por la Septimania. Es
algo dificil comprender como, fuera de la esfera natural de juris-
diccin de Flix, pudiese tomar pi una idea de carcter tan pu-
ramente especulativo que no poda desvelar el inters ms que de
contadisimas personas. Precisaba en todo caso que fuese tomada
como signo de contradiccin, por su carcter cismtico y no
hertico, como slogan de una oposicin; sin que pueda ofre-
cerse una prueba decisoria, yo me inclino a interpretar la marcha
1 - Cartas de Alcuino a Benito de Aniano, de la segunda mitad del 794, en: Dmmler,
Epistolae karolini aevi, MGH,11, nms. 56 y 57.
2 - Werminghoff, Concilia aevi karoljnj, MGH,1-2, pg. 130.
de las cosas en este sentido. 'laactuacin intens2 de Benito en
Septimania, del b r & o de .su compaero Nebridio, que por este
tiempo habra obtenido la sede metropolitana de Narbona sin
perder la abada de IaGrassa, habia de producir a la larga, como
todas las actuaciones pblicas sostenidas, un fermento impor-
tante de oposicin y contradiccin; que esta oposicin tomara
por bandera a Flix, con toda su aureola de santo. de sabio y de
perseguido, es una de las reacciones ms humanas, sobre todo
teniendo en cuenta que Benito se habia especialmente distinguido
en su persecucin por los das de Frankfurt y probablemente en
los que siguieron; y que F&lix,por su parte, se aprovechase de
estas circunstancias para hacer proselitismo y fortalecer su posi-
cin, de si difcil, es muy natural. Y as se explica como la llamada
hereja adopcionista pudo adquirir una importancia social dentro
Septimania bajo el patronato de Flix de Urgel. La infiltracin
debi realizarse pausada y subrepticiamente. A Benito, empero,
que viva y actuaba en el pas, no poda escaparle su progresin;
informara de ello a Alcuino, le pedjra auxilio. Alcuino por su
parte, movido por el aspecto religioso del problema que yacono-
ciera en Frankfurt, llam la atencin del rey; en una carta suya
a Carlomagno, que yo me inclino a datar hacia ltimos de 797 o
comienzos de 798,' se queja y protesta contra laherejia y dice que
el error, que hasta entonces se mantena aletargado, se ha infil-
trado en el espritu de algunos doctores. cosa que puede ser in-
terpretada en el sentido de que ha sido adoptado por elementos
directores de la jerarqua, abades y obispos.
Se h a conservado una carta de Alcuino a Flix de Urgel, muy
conocida y comentada, que generalmente los tratadistas atribu-
. ..
yen al ao 793 y que yo creo escrita a principios del 798,=preci-
samente despues de la anterior a Carlomagno y siguiendo la lnea

1 - Dmmler, Epistolae aevi karolini, MGH,11, n.- 41. Dmmler la data dubitativa-
mente 794-795. Por mi parte creo hay que situarla en los das de poco anteriores
a la ofensiva desplegada por Alcuino a consecuencia del peligro que en ella
misma se seala, por tanto, a ltimos del 797 o principios del 798.
2 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.' 23. Carta de Alcuino a Flix de
Urgel, de principios del 798.
de alarma que stainicia; La opinin general para aquella atribu-
cin se basaba en unas palabras del mismo Alcuino insertas en
su obra aContra Elipando*;' all, en el libro 1, captulo 16, dice
que cuando lleg a Francia escribi a Flix una carta, que debe
identificarse con aqulla de que estamos hablando; como Alcuino
retorn a Francia a principios de 793, de ahiel fundamento de la
datacin. Pero si prestamos cuidadosa atencin al sentido gene.
ral de la narracin contenida en aquel captulo 16 que refiere,
amodo grosson, las relaciones entre Flix y Alcuino, observare-
mos que la llegada a Francia se cita en oposicin a l tiempo ante-
rior, cuando Alcuino habitaba en Inglaterra; e s decir. se hace la
separaci6n de acontecimientos segn hubiesen tenido lugar du-
rante la estancia de Alcuino en Inglaterra o despus de su retor-
,no en Francia: el concilio de Ratisbona y la conduccin de Flix
a Roma ante Adriano, antes del retorno a Francia,la carta a Flix,
despubs. Pero no debe entenderse inmediatamente despus: sabe-
mos que Flix contest la carta de Alcuino en mayo del 798 y en
dicho captulo16 se habla de esta contestacin como una secuen-
cia de la carta en forma tan natural, que seria inexplicable si de
la carta a la contestacin hubiesen transcurrido cinco aos, con
toda la historia intermedia del concilio de Frankfurt. Quiero sen-
tar con ello que la carta de Alcuino debi preceder de poco tiem-
po la contestacin del mayo de 798. Cuando Alcuino escribi de
forma semejante a Elipando, ste tard tres meses en contestar,
pero se crey obligado a justificar su tardanza por enfermedad,
lo que significara que el plazo de contestacin, incluso para una
carta de tipo doctrinal como stas, era normalmente ms corto;
y si bien la contestacin de Flix no era de epistolar brevedad#,
<sino que se esforz en responder con prolijidad libresca*. no es
de pensar que eso le llevara ms tiempo que la enfermedad de
Elipando en caso semejante, quien, por otra parte, se haba tam-
bin alargado mucho en su escrito. Por todo ello me inclino a
datar la carta de Alcuino a Flix dentro el primer trimestre de
798 y despues de la del mismo Alcuino a Carlomagno.

1 - Migne, Patrologfa latina, 101, cols. 244 SS.


- 117
El lector excusar esta digresin, que normalmente habra
sido ms propia de una nota, por el interes especial que en la
serie 16gica de los acontecimientos tiene la fijacin del momento
en que Alcuino emprende la ltimay defiditiva ofensiva franca en
la batalla del adopcionismo. La carta, que en 793 no tendraningn
sentido, en 798 confirma el fracaso de Frankfurt y explica el
cambio de procedimiento de autoritario en deprecatorio, de vio-
lento en templado. El procedimiento templado parece ser caro. a
Alcuino,' como si el sabio ingles fuese una prefiguracin del espi,
ritu moderno de su pas, frente a su adversario Elipando, tan
amigo de la violencia, prefiguracin del espiritu espaol. El ltimo
episodio de la lucha en torno el adopcionismo. en los aos 798-
799, se presenta ms como un esfuerzo para convencer, que como
una acci6n para imponer, y este cambio de procedimiento tiene
que haber sido de inspiracin alcuiniana.
Vamos ya al contenido de la carta que inici6 el cambio. Em-
pieza Alcuino expresando su confianza en la eficacia de la exhor-
tacin para convertir. Y dirigikndose personalmente a Flix le
recuerda como ya en otro tiempo, movido por s u fama, se enco-
mend a sus oraciones y a su amistad;' ahora, movido p o r la
caridad, le dirige estas cartas sinceramente deprecatorias, sin nin-
gn.espritu de combate. rogndole que procure diligentemente
encontrar el buen camino, volver a Jess, a pesar de que durante
tiempo haya dudado. No es hereje ms que el que se efisafia-en

1 - Halphen, Charlemagne et 1'Empire caroljngien, Paris, 1947, pg. 85, remarca


tambin el carcter templado de Alcuino a propsito del problema de la conver.
sin de los avaros, recin conquistados. Dice: ~Alcuin,qui est alorsun conseiller
tres cout en matiere religieuse (796), ne cesse tout ensemble d'encourager les
espoirs de ceux qui, dans l'entourage de Charlemagne, croient a u succPs d'nne
vanglisation rapide, et de recommander inlassablement la prudente. PrPchez
d'abord, rjtpe-t-il, avant que de baptiser; ne poussez pas les paiens a la cuve
baptismale sous la menace du glaive (como se haba hecho en Sajonia, con fra- ,
caso evidente); usez,au contraire,.de la douceur et de la persuasion; procedez par
tapes, et surtout remettez i plus tard les obligations d'ordre matriel, telles que
le paiement des dimes, qui ont bien inutilement exasper les Saxons et ont con-
tribu4 & leur rendre le christianisme insupportable (Alcuin, lettres 99, 107, 110-
113)n.
2 -Vase la primera carta de Alcuino a Flix, pg. 78.
ello; se trata de seguir la doctrina evanglica y apostlica, no
inventando vocablos, ni serviendose de los inacostumbrados,,ni
cultivando la vanidad de nuestro nombre con doctrinas de nove-
dad. Precisa someterse a la Iglesia y a su, unidad, y pensar que
todo error cismatico rompe esta unidad# Nosotros proclamamos
que Cristo es hijo verdadero de Dios, tal como dice el discpulo
dilecto Juan cuando motiva su Evangelio:. Haec autem scripta
sunt ut credatis quia Jesus Christus filius Dei. ;Cmo te atreves
pues a u s a r el vocablo nuevo de adopcin que no se encuentra
en todo el Viejo n i el Nuevo Testamento? No te das cuenta de
que Dios no puede haber elegido a vosotros, tan ni a una
Iglesia de la pequeez de la vuestra? La potestad dada a Pedro,
le habra sido retirada para cedrtela a ti? Haz atencin a no ba-
sar un edificio sobre la arena, reacciona y vuelve a tu padre, al
gremio de la santa madre Iglesia, recjete en ella con tus ovejas.
El Evangelio, ,los apdstoles, la Iglesia romana, predican que.Jesu-
cristo es Hijo de Dios verdadero y propio porqu quieres lla-
marleadoptivo?Un hijo adoptivo no es acaso un falso hijo? Y
si Jesucristo es un falso hijo, es un falso Dios, y toda la doctrina
de la Redencin es falsa. iOh! cuantos textos no podra aportar
para probar que Jesucristo es hijo verdadero de Dios padre, naci-
do de la .Virgen verdadero Dios; pero mi intencin es deprecato-
ria, para tu salvacin. Muclias cosas verdaderas y justas hay en
tus. escritos; cuida de no disentir de los Santos Padres por este
slo-vocablo de adopcin; no quieras ser admirado por algu-
nos sino. por el contrario, defender la verdad con muchos; yo
mismo seria un cooperador fiel tuyo y si pudiera hablar contigo
me alegrara poder explicarte lo que es verdadero y admitido por
la fe catlica. No quieras perder el esfuerzo de toda una vida re-
ligiosa mantenida por el Cristo desde la juventud; ven hermano,
Cristo te llama. la Iglesia te desea. Y aunque no sea mi intencin
aleccionarte, sino suplicarte, voy aproponerte algunas palabras
de los Santos Padres, pocas entre muchas, para que puedas de
ellos intuir la verdad; y si la pobre miseria de mis palabras no te
conmueve, que te convenzan las de los Santos Padres. Aporta
entonces la carta pasajes de san Hilario, san Atanasio, san Cirilo.,
san Agustn. san Gregorio y Cromacio, algunos de ellos -los de
los santos Agustn yGregorio, por ejemplo- niuy pertinentes al
tema y muy conclusivos. No creemos -aade- q'ue estas senr
tencias de los Santos Padres pue'danser llamadas impas. Entra
pues en la va regia seguida por. los apstoles, frecuentada por
los Padres, elegida por la fe cat6lica en todo el mundo.'Exhorta
a tu hermano, el venerable obispo Elipando, que con amor men:
ciono, para que junto contigo y con la multitud que. le sigue po-
damos llegar a las puertas de la ciudad 'eterna. No quieras per-
der el rebao de Cristo que te fu confiado, sino salvarlo. S610
la palabra de <adopcinte separa de la santa y ap,ostlicaIglesia.;
qu fcil es. con el auxilio ,de la divina gracia, cambiar este vo,
cablo y usar palabras evanglicas y apostlicas; qu loable y sa-
ludable sera vuestro retorno a la :unidad de paz y de fe;, que glo-
ria alcanzaras de ello delante de Dios. Que yo pueda leer vuestras
cartas y tener la alegra de ver colmadas mis preces. . .
Cun lejos nos encontramos de los aprisionamientos de Ra-
tisbona y de Roma, de las fulminaciones de Frankiurt. ]Qu mar
nera ms cristiana y ms humana al mismo tiempo de enfocar
el problema1 Si Alcuinose puso o no de acuerdo con Carlomag-
no para adoptar esta nueva linea en la conduccin del problema,
lo ignoramos, pero es prudente suponerlo; era par otra parte la
lnea ms apropiada, pues la manera fuerte habra podidb forzar
a los simpatizantes de Septimania y de las ,regiones catalanas li-
beradas de poco tiempo, pero se habra mostrado inoperante con.
tra los jefes. Flix especialmente. que situados. al otro l a d o d e la
fronteraencontraban en ella una barrera segura de impunidad.
Alcuino se muestra con esta carta un buen crtico y un buen
psiclogo. No recoje, o cuando menos lo disimula, el aspecto
poltico del problema que afectaba a la dignidad y a l prestigio de
la Iglesia espaola; pero todos los incentivos internos que po-
dan motivar la actuacin personal de Flix son tenidos en cuenta.
y el aspecto doctrinal de la cuestin es valorado sin pasin, con
toda parsimonia.
Nada de aspavientos, ni una alusin a los anatemas de Roma,
Ratisbona y Frankfurt; menos an a los perjurios y fuga deFlix:
no es hereje m i s que aqul que se ensaa en el error, a Flix le
espera la Iglesia con los brazos abiertos como hijo predilecto.
La divergencia es tan pequefial $610 una palabra, si en lugar de
decir adoptar>t dijesen asumir. la conformidad sera universal.
cmo insiste Alcuino y con qu amabilidad insina sus exhor-
taciones! Con qu cuidado, para n o herir el amor propio'con
aires de superioridad! UNOtengo intencin de aleccionarte, sino
de suplicar te^, recalca. Porque Alcuino piensa que en el amor
propio y en la vanidad h a y q u e buscar las causas originarias de
la tozudez de Flix, por ello le habla de despreciar el halago de
teoras nuevas y el placer de ser admirado por algunos.
A pesar de tan delicadas precauciones la diplomacia de Alcui-
n o fracas d'e momento ante la firmeza de Flix: la posicin hu-
milde y afectuosa del dicono ingls n o fue suficiente a vencer el
amor propio y la vanidad del obispo de Urgel: precisa aceptar
que tras estos factores menores haba otros que pesaban ms,
como el prestigio del cargo e incluso -por qu ho?- la convic- e

ci6n en la propia razn doctrinal.


La contestacin de Flix fu efectivamente una denegaci6n
absoluta. P o r desgracia n o ha sido conservada; nosabemos pues
de ella ms que lo que dice el mismo Alcuino; ignoramos si en
l a forma era dulce o tenia la aspereza de una respuesta de Eli-
pando; pero, en el fondo, no s61o mantena el uso de la locucin
discutida, sino que, proyectndose ms all, deduca consecuen-
cias hasta entonces esquivadas.' A las pocas pginas de su lec-
tura, Alcuino haba ya encontrado herejas peores y blasfemias
mayores que en los escritos anteriores que de l conocan: afir-
maba que Jesucristo ni era hijo verdadero de Dios, ni era verda-
dero Dios. sino nuncupativo: temo que an puedan encontrarse
otras cosas contrarias a la fe catlica, pero aunque as n o fuera,
bastara esto slo a su perdici6n. Qu mundo de escndalo! He

1 -Esta respuesta de Flix a Alcuino hubo de ser escrita en mayo del 798, pues fn
recibida por Alcuino poco antes de que este escribiera a Elipando, en junio. Que
todo esto pasaba en 298 es evidente, ya que, segn carta de Alcuino a Arno
(Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 207), era el ano anterior a la
controversia de Aquisgrn, que, como probaremos, se celebr en 799.
- 121
aqu que a Aqul que es adorado por los ngeles en el cielo. en
la tierra le es negado por los hombres que sea verdadero Diosa.'
Ms tarde, despus de un examen profundo, Alcuino hace este
resumen de la carta de Flix: ((sostena que Cristo habia sido
antes hombre, que era Dios nuncupativo, hijo adoptivo, que le
precis una segunda regeneraci6n, y otras doctrinas eclesisticas
incon~enientesx.~
' Resultaba pues que la posicin primitiva del adopcionismo,
cuando se mantena en cierto modo dentro de la ortodoxia, sos-
teniendo la unidad personal de Cristo dentro la doble naturaleza.
y se caracterizaba s610 por el uso de la palabra ((adopcinx, que
mejor que una hereja era una imprecisin verbal, habia sido
sobrepasada y estaba descarrilando hacia una especie de nesto-
rianismo sutil,3 que era el peligro apuntado ya por el papa Adriano
doce anos antes. en 786, en su epstola a los obispos espaoles.
As la forma defectuosa de expresarse habia generado el defecto
en el pensar. por la influencia que tiene el verbo sobre la idea.4
San Agobardo, que por ser cataln y por haber convivido
con Flix durante aos en la residencia de Lyn, tena un cono-

1 - Dnimler, Episfolae karolini aevi, MGH, 11, n.' 148. Carta de Alcuino a Carlo-
magno de junio 798.
2 - Alcuino, C o n t r a Elipando~),libro 1, capt. 16. A mas de las referencias de Alcuino
en esta obra y en la carta a Carlomagno de la que acabamos de hablar, es en
otra obra del mismo Alcuino, =Contra Plix*, donde pueden hallarse muchos
datos sobre la perdida carta de Plix.
3 - Menndez y Pelayo vio bien este aspecto al decir: .En realidad la herejia misma
.... ....no deja de mostrar alguna perspicacia y lucidez en sus autores. No es el
nestorianismo puro, error fcil de ocurrirse a cualquiera que se ponga a des-
barrar acerca de la Encarnacin,sino un trmino medio, algo original e ingenioson
pero que #no tenia condicin de vida y estaba, adems, en el aire.. Heferodoxos,
11, pg. 318.
4 - Walch, Historia adopfianorum, Goettingen, 1755, caracteriza el adopcionismo
por las siguientes desviaciones doctrinales: 1.' distincin en Cristo de hijo propio
segn la divinidad y adoptivo segn la humanidad; 2.a la regeneracin de Cristo
que como hombre tuvo que ser bautizado y en el bautismo adoptado; 3.' la locu-
cin de Dios nuncupativo aplicada al Hijo como hombre; 4." la falsa interpreta-
cin de la forma servus Dei; 5.' la supuesta ignorancia en Cristo por mala inteli-
gencia de ciertos textos evanglicos. Parece que las cuatro ltimas desviaciones
se inician o , cuando menos, toman forma concreta en este libelo de Flix a
Alcuino.
cimiento vivo de todo el problema, describe aos ms tarde, con
frase transparente, la evolucin de Flix: Timens enim permix-
tionem Eutychetis incurrere, corruit in divisionem Nestoriia.'
Para combatir el vocablo aadopcinx usado por Elipando, los
asturianos Beato y Heterio se haban, por reaccin, inclinado
ligeramente hacia el monofisitismo de Eutiches; Flix, en los li-
bros que escribi despus de ser consultado por el arzobispo de
Toledo, y que seguramente eran dedicados a refutar los errores
de aquellos asturianos, tambin por reaccin natural habra de
inclinarse en sentido contrario, y as se iniciara el deslizamiento
hacia la tendencia nestoriana.
La respuesta de Flix fue para Alcuino una sorpresa: cuando
l esperaba una atenuacin en la posicin errnea del obispo de
Urgel, este, por el contrario, se internaba profundamente en la
hereja. El peligro para la fe se hace evidente. Alcuino lanza el
grito de alarma, dirigiendose al rey en una carta angustiosa: des-
pues de exponerle las herejas y blasfemias que ha encontrado en
el libelo poco ha recibido de Flix en la forma que acabamos de
exponer, exhorta al rey a tomar en seguida la defensa de la fe:
clzate, elegido de Dios, lzate, hijo de Dios y soldado de Cristo,
a defender la esposa de tu seiior Dios. Piensa como lo tomarias
de ser injuriado un hijo tuyo; como pues mayormente debes
vindicar la injuria al Hijo de Dios, salvador tuyo, protector tuyo,
dispensador de todos los bienes a los hombres. Defiende viril-
mente lo que aceptastesbe Dios para regirlo y conservarlo; que
t u potencia secular aproveche a tu gloria espiritual. La respuesta
al libelo y a los errores de Flix debe hacerse con mucho cuidado
y con la ayuda de muchos. l slo -Alcuino- n o se ve con fuer-
zas para responder, que el rey le proporcione ayudantes idneos

1 - Agobardo, Contra el dogma de Flixn, capt. 6, en: Migne, Patrologia latina, '

104, col. 38. Tambin Alcuino, "Contra Fklix., libro 1, vi8 claramente el doble
peligro en las discusiones sobre la palabra adopcin y por eso proclama: .Nos
non sequimur nec Nestorianam divisionem, qni propter duas naturas duas per-
sonas iu Chnsto inserere voluit, nec Eutychelis confusionem, qui propter unam
personam unam naturam in Chrislo intexere voluil. Ambo a catholica Fide devian-
tes, impietate pares, quia fidem rectam non tenuepnt; sed errore impares, quia
iste confundit, ille dividitu,
para que pueda ser extinguida la hereja antes de que se propague
por todo el mundo cristiano.'
Esta carta de Alcuino al rey debi ser escrita por los alrede-
dores de junio de 798, a poco de recibir el libelo de Flix. Con
ella inauguraba Alcuino un perodo de actividad trepidante, acu-
ciando al rey y gestionando la intervencin de personajes impor-
taiites en la cruzada que emprenda en defensa de la fe. Como
tena por costumbre comunicar sus preocupaciones a su amigo
Arno, el arzobispo de Salzburg. ahora le dice: toda Espaiia est
infectada por el error adopcionista. Ruega por nosotros para que
el Espritu Santo Parclito inspire a sus sirvientes en la defensa
de la verdad de la fe catlica, que ya es hora de ello^.^
El rey acept la sugestin de.Alcuino; no poseemos su carta,
pero s la replica de este, expedida el 22 de julio. Alcuino confie-
sa que la carta real le ha vivificado; est muy contento de que el
rey se preocupe de la respuesta que se haya de dar al libelo de
Felix. Le suplica al efecto que haga mandar un ejemplar del libelo
al papa, otro al patriarca Paulino, otros dos a los obisposRicbo-
dono de Trveris y Teodulfo de Orlens, para que cada uno de
ellos d su respuesta. l, personalmente, trabajar con el rey para
defender la fe; que se fije tiempo para responder todos los argu-
mentos. y sentencias del libelo. Vencido el plazo, que sean man-
dadas al rey todas las respuestas; si concuerdan, se entender
que en diversas voces habla un espritu; si no, se ver quien hable
con mayor autoridad; ste tendr la palma.3
En realidad la campana n o sigui exactamente este programa
recomendado por Alcuino al rey, pero s fueron gestionadas las
colaboraciones propuestas por Alcuino, cuando menos las del pa-
pa. de Paulino y de Teodulfo de Orlens. No obstante quien llev
el peso de la empresa, quien despleg las mayores actividades fu

1 - Dmmler, Episfolae karolini aevi, MGH, 11, n.' 148. Carta de Alcuino a Carlo-
magno de junto 798.
2 - Dmmler, Episfolae karolini aevi, MGH, 11, n." 146. Carta de Alcuino a Arno
de Salzburg, de junio-julio 798.
3 - Dmmler, Episfolae karolini aevi, MGH, 11, n." 149. Carta de Alcuino a Cprlo-
magno del 22 de julio 798,
Alcuino en persona. La actuacin de todos ellos fue simultnea:
n o es posible, pues, exponerla con claridad, sin proceder a una
discriminacin que nos aleje de confusiones. Nos ocuparemos
pues sucesivamente de la gestin de Alcuino cerca Elipando, de
la misin de Teodulfo en Septimania, del concilio reunido en
Roma por el papa Len, de la campaa sostenida por Alcuino
junto con Benito cerca los monjes de la Narbonense, de la obra
antiadopcionista compuesta por Paulino de Aquilea.

La primera gesti6n de Alcuino, despus de alertar al rey


sobre el peligro de las nuevas doctrinas felicianas, fu dirigirse a
Elipando; suponiendo que ste, por la amistad que tenia con el
obispo de Urgel y por la autoridad jerarquica que sobre l podia
ejercer, era persona calificada para inclinarle a la rectificacin, le
escribi, rogindole quisiera intluenciarle en este sentido; la carta,
al lado de esta finalidad secundaria, tenia la principal de conse-
guir la enmienda personal de Elipando. S i se lograra encarrilar a
Elipando por la buena va, seguira la conversin de atoda la
Espaa infectada por el error adopcionista))-preocupacin viva
de Alcuino, segn explicaba a Arno- y, como secuela, la del
obispo de Urgel y de sus partidarios.
La opinin que Alcuino tendra de Elipando, tena que ser
muy buena para que se decidiera a poner confianza en la eficacia
de esta gestin, tan parecida. para no llamarla idntica,,>on la
intentada meses antes cerca de Flix y que tan mal resultado ha-
ba dado.' La carta de Alcuino tena el mismo tono de amabili-
dad, afectuosidad y respeto, que la dirigida a Flix.= Empezaba
confesando como apreciaba la amistad de los hombres de nom-

1 -Vase la pgina 117.


-
2 Podriamos pensar, por el tenor de esta carta y de la anterior dirigida a Flix,
que Alcuino se guiaba por aquellas palabras pastorales de san Pablo en su se-
gunda carta a Timoteo, 11, 24-26: ~Servumantem Domini non oportet litigare:
sed mansuetiim esse ad omnes, docibilem, patientem, cum modestia corripientem
eos, qui resistuut veritati: nequando Deus det illis poenitentiam ad cognoscendam
veritatem, et resipiscant a diaboli laqueis, a quo captivi tenentur ad ipsins yo-
Ipqtatem)),
- 125
bre famoso y piedad reconocida, y por eso se encomendaba a sus
oraciones. T eres, obispo santsimo -le deca a Elipando- la
ciudad puesta sobre la roca, que no puede esconderse, que ha de
ser inexpugnable. Te suplico que procures seguir la fe apostlica
y no aceptar locuciones nuevas como la adopcin>en Cristo; he
ledo en la carta de Flix -varn por otra parte de conocida san-.
tidad y vida religiosa- que el Cristo e s adoptivo por la asumcin;
que nacido de la Virgen, no es verdadero Dios sino nuncupativo;
que es en todo igual a nosotros excepto que es nacido sin peca-
do; que le precisaba ser bautizado; he visto all mal interpretados
los textos de los Santos Padres. Alcuino refuta todas estas falsas
afirmaciones, y contina: Os pido que me leis benignamente;
leyendo a menudo la buena fama de vuestra vida religiosa, me
encomiendo a vos y a los vuestros y os suplico que obris cauta-
mente. Aunque Flix lleve una vida laudable ante todo el mundo,
no obstante no sigue plenamente las sentencias de los Padres en
muchos extremos de la fe catlica; y no puede confiarse uno en
si misnio, sino que hay que orar para no desviar de la verdad.
La Iglesia debe ser una; y o bien es la general fundada sobre la
piedra, o bien la de Flix y sus pocos secuaces; ahora bien; sera
indigno del Cristo que no tuviese en su rebao mas ovejas que
las que andan escondidas con Felix por las montaas. Retorna a
la Iglesia y con tus ruegos y tus sugestiones procura el retorno
de Flix, varn venerable. Te pido tambin humildemente que ha-
gas llegar stas mis palabras a los sacerdotes que habitan Espaa.
Con ello se conocer si amas la verdad y la unin de la Iglesia,
si abres caritativamente tus odos a los escritos fraternales. Vuel-
ve an Alcuino a argumentar contra las novedades en la predi-
cacin, y aade: Dice Flix que los doctores espaoles acostumbran
a llamar adoptivo a Cristo, pero nosotros no leemos a aquellos
doctores, ni sus escritos nos han llegado nunca; y si as lo dicen,
no habiendo pertinacia, la ignorancia les excusa; mayor es la au-
toridad de los doctores de todo el mundo que la de los pocos de
Espaa; precisamente Isidoro, que fu el ms preclaro de Espaa,
pone muchos nombres de Cristo en las aEtimologas, pero no
encontramos all los de adoptivo ni nuncupativo. Termina ofre-
126 -
ciendo que de ser bien recibida esta carta, y si place a Elipando.
establecer un intercamhio epistolar amigable, muchas otras cosas
le ir diciendo. Mientras tanto acordaos de m, sacratsima luz
de Espaa*, en vuestras oraciones.'
Elipando recibid esta carta en julio de 798, al mismo tiempo
que una carta de Flix, lo que hace pensar si la primera haba
sido transmitida a travs del obispo de Urgel; n o pudo contestar
en seguida por hallarse enfermo, cuando lo hizo era ya entrado
el mes de octubre y tambin encomend la contestacin a Flix
para que la diera curso. Lo hacia con una carta que le dirigia
personalmente y que vamos a resumir por el gran inters que pre*
senta en orden a las relaciones estrechas mantenidas por los dos
obispo^.^
O s hago saber -le deca a Flix- que a ltimos de julio reci-
ba vuestro escrito y a ltimos de agosto os contest. Pero he
estado a punto de morir, y rehacindome a los cuarenta das, he
vuelto al trabajo y he escrito a este hereje y tenebroso Alcuino
todo lo que he podido escribirle para su confusin. Te mando el
escrito. hzselo llegar, lo he mandado el 23 de octubre. Te mando
tambin un pequeo escrito del hermano Milita que opina recta-
mente sobre Dios; me mand cuatro cuadernos escritos por l
contra el falso profeta, el ftido Inbeato. Confrmame que ests
en Rama (parece querer referirse a Urgel, poblacin situada en los
lmites de Espaa. como Rama lo era en los lmites de Judea).
He contestado la carta fetida del hijo del fuego de la geena, Alcui.
no, nuevo Arrio aparecido en el pas de Austria en los tiempos

1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, M GH,11, n.' 166, carta de Alcuino Elipando
de junio 798. Esta carta fn recibida por Elipando, segn propia confesin, en el
mes de julio (Carta de Elipando a Alcuino, Dmmler, nP 182) al mismo tiempo
que reciba una carta de Flix (carta de Elipando a Flix, Dmmler, n.' 183). Eli-
pando estuvo enfermo y n o pudo contestarla hasta ms tarde: el 23 de octubre
mandaba la contestacin a Felix para que la hiciese llegar. a Alcuino. Estos
hechos inclinan a creer que la carta de Alcuino a Elipando tambin habia sido
mandada sirviendose de Flix como intermediario. Nos encontramos en el ano
798; el 799, fijado por Dmmler a estas cartas, es imposible, como lo demostrarn
los hechos que seguiremos explanando.
2 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, M G H , 11, n." 183, carta de Elipando a Fblix
de 23 de octubre de 798.
- 127
del glorioso principe, basndome en las sentencias de los Santos
Padres catlicos y ortodoxos. T, por tu parte, sigue comportn-
dote virilmente, recordando como son bienaventurados los que
padecen persecucin por la justicia ... Envi tu carta a los herma-
nos de Crdoba que opinan rectamente sobre Dios, y me escri-
bieron muchas cosas que tendra que haberte mandado en ayuda
tuya, pero las he mandado al heresiarca por antifrasi Beato, el
maestro de Alcuino, para que las lea. T manda aquel escrito (la
contestacin a Alcuino) a tu fiel glorioso principal (Carlomagno)
antes de que lo reciba el hijo de la muerte, Alcuino. Tengo en-
tendido que nuestro hermano difunto me leg algo, y por esto
te suplico que mandes tu fmulo Ermedeo a enterarse cerca de
los judos, que cuidan su mujer e hijos, para que me manden lo
que Dios les inspir, pero en forma que los dems judos que ha-
bitan entre nosotros no se enteren de nada. Y a ser posible nos
lo dirigs por los mercaderes que vengan. Y decidnos cual es vues.
tra intencin de obrar, especialmente sobre los dos libros de Epis-
tolas de san Jernimo y el opsculo del beato Isidoro. que tiene
Ermedeo, y que yo mand por el dicho hermano ahora difunto,
y me los haba pedido para copiarlos. Estoy hacindome ancia-
no; e1 25 de julio pasado cumpl 82 aos. Rogad por nosotros
como lo hacemos por vos. Os encomiendo nuestro presbtero
Venerio si por acaso llega a vos.
Como puede verse ni los aos ni la enfermedad haban miti*
gado la trepidante actividad de Elipando, ni haban dulcificado
su trato, ni debilitado sus convicciones. Pudo constatarlo muy
bien Alcuino con la contestacin que le fue mandada; ya la di-
reccin era cargada de reticencia: <Al reverendsimo hermano,
el dificono Alcuino, no ministro de Cristo, sino ftido discpulo
del por antifrasi Beato, nuevo Arrio aparecido en la regin de
Austria en los tiempos del glorioso principe, adversario de las
doctrinas de los venerables Santos Padres Ambrosio, Agustn,
Isidoro y Jernimo; eterna salud en el Seor si se convierte y si
no lo hace eterna condenacin. Recib -le dice Elipando a Alcui-
no- a ltimos de julio tu carta escrita en lenguaje supersticioso,
inspirada no por el Espritu Santo, sino por el espritu de la men-
tira. Lo que afirmas de que el Hijo de Dios no tomo de lavirgen
carne adoptada segn naturaleza servil, es falso, como lo que sos-
tiene el por antiirasi Beato, discpulo del Anticristo, inmundicia
de ftida carne, extrafio al altar de Dios, falsocristo y pseudo profe-
ta, T mismo procura que en lugar de ser como Esteban no seas
t, como Nicols, en lugar de Vicente. Daciano; que no seas seme-
jante a Rufino, perseguidor del mrtir Flix, como eres persegui-
dor de otro ~ l i xconfesor; a quien conocemos desde joven ador-
nado de pudicia y buenas costumbres, rebosante de caridad, y a
quien t persigues por montes y cuevas y en los escondites de
las cavernas. En cuanto a lo que dices en tu carta de que l slo
con unos pocos secuaces sostiene esta doctrina, que todaEspaa
sigue, recuerda cuan estrecho es el camino que lleva a la vida y
cun pocos son aqullos que lo encuentran. Que defendiendo la
deidad del Hijo de Dios engendrado antes de los siglos, n o niegues
la humanidad tomada en el seno de la Virgen.' Procura no infa-
tuarte por. las riquezas con tus veinte mil siervos.' Recuerda como
el Seor dijo que alli donde estuviesen dos o tres congregados en
su nombre, alli estara l en medio de ellos, tal como se encuen-
tran el confesor Flix y sus socios. Mas, del mismo modo que tu
fetido y horrible maestro infect Likbana, lo mismo t el reino
de Austria; procura no ser otro Arria, quien con la mujer volvi
hereje a Constantino, emperador cristianizado por Silvestre, ha-
ciendo exclamar al beato Isidoro: Heu pro dolor, principio bono
fine malo; el veneno de cuya maldad macul no s610 la Gotia,
1 -Esta alusin a la posesin por Alcuino de uti numero tan importante de siervos
estabd futidamenlada en el cargo de abad de Saii hiariin de ~ o u r que
s le hobia
sido concedido por Carlomadno en 796. En una caria de Alcuino a los aininos
de York les dice que ellos pueden testificar como no fue a Francia y se qued6 all
por avaricia de oro, sino por las necesidades de la Iglesia y la defensa de la fe.
(Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.O 43. Dmmler data esta carta en
795 pero yo creo que debe ser posterior a la adjudicacin del abaciazgo de Tours).
Se adivina la existencia de una campana contra Alcuino acusndole de avari-
cioso, campaa de la que Elipando tendria conocimiento a travs de las relacio-
nes con Flix; la acusacidu gozara de una cierta popularidad en Septimania y
por ello Alcuino s e crey obligado a mencionarla, por el verano del 799, en su
carta a Leidrado, Nebridio Y Benito (Diimmler. Eoistolae karolini aevi. MGH. 11,
n " 200j,donde vuelve a hablarse de los veinte mil siervos Au? Alcu~iiovuelve a
detenderse de la niisma acusacion en su obra *Contra Elipando*, libro 1, capt. 16.
sino la Lybia, y el Oriente y el Occidente hasta los tiempos del
rey Recaredo, de divina memoria. Procura no hacer del glorioso
prncipe Carlos como Arrio hizo de Constantino. Muchas otras
cosas deberamos escribirte, pero no podemos escribirlo tan afli-
gidos como estamos por la opresin de la gente.' A pesar de ello
engarza aqu Elipando una serie de testimonios patrsticos sobre
la adopcin, de los santos Ambrosio, Jernimo. Agustin, Len
papa, Isidoro; y una serie de textos escriptursticos sobre los
cuales basa su doctrina adopcionista; cita tambin ocho pasajes
de la liturgia visigoda, extrados de los Padres toledanos, donde
se sirven de la locucin adopcin.Y despus comenta: tu len-
guaje es exteriormente muy dulce y suave, pero por dentro lleva
la amargura de la hiel; alabas las obras y condenas las ideas.
Ms adelante le acusa de falsificar su doctrina, suponiendo que
ellos sostienen que el Hijo de Dios nacido de la Virgen no es esen-
cialmente Dios; recuerda -le dice- .las palabras de la Escritura:
Testis falsus non erit impunitus)).Termina pidindole que sugiera
al glorioso prncipe que mitigue su indignacin contra su sirvien-
te Flix, y repite la comparacin con Constantino, que Dios h o
permita, y la queja de Isidoro.
Como puede verse por esta carta. Elipando continuaba obse-
sionado por la preocupacin asturiana, empeado en que Alcuino
era, como los obispos francos en 794, un seguidor de Beato; ms
adelante podremos volver a coniprobar como Alcuino desconoca
por este tiempo las obras de este liebanes. Por otra parte esta
carta es tambien el ltimo testimonio que nos ha quedado de las
actividades del anciano arzobispo de Toledo; parece que vivi
an algunos aos pero no oiremos ya ms su voz; Alcuino redac-
tar una tupida obra para responder a esta carta, pero la rplica
toledana ya no se har oir. Desaparecido Elipando. animador
formidable, el adopcionismo hubo de entrar en Espaa en un
perodo agnico del que slo percibimos los extertores en los
tiempos de Alvaro de Crdoba y Jons de Orlens. Mientras tan-

1 - Me escapa el sentido de esta frase; ignoro a qu opresin quiera aludir Elipando,


pero no se refiere evidentemente a las autoridades rabes.
to. empero, Elipando viva, y Alcuino pudo constatar que, como
en el caso de Flix, no era hombre que se dejara convencer por ra-
zones ni halagos. Su gestin result infructuosa.

Todo lo contrario pas, con el tiempo, con una gestin de


carcter muy distinto que se realiz simultneamente al cambio
de correspondencia Alcuino-Elipando. Me refiero a la misin que
los obispos Teodulfo de Orlens y Leidrado de Lyn llevaron a
cabo en tierras de Septimania durante el verano de 798. Era me-
canismo bsico en el rodaje de la poltica carolingia la institucin
de los <missi, especie de inspectores que, con carcter informa-
tivo y ejecutivo, mandaba el rey a lugares determinados cuando
circunstancias especiales lo aconsejaban, actuando en parejas,
con jurisdiccin especial sobre las autoridades ordinarias
Cuando Carlomagno fu alertado por Atcuino, como hemos
visto m i s arriba, sobre el carcter de gravedad que estaba toman-
d o l a propaganda del obispo de Urgel, determin mandar una
misin a la regin afectada; se trataba de un caso el ms apro-
piado a semejante decisin. Creo que la iniciativa lo era del rey.
pero seguramente fu consultada con Alcuino antes de empren-
derla: especialmente parece que este no fu extraiio a la designa-
cin de los delegados, punto, como es de ver, de la mayor im-
portancia.. Hemos dicho que stos fueron Teodulfo, obispo de
Orlens, y Leidrado. obispo de Lyn. Contra la costumbre de
emparejar un personaje civil con una dignidad eclesistica, en el
presente caso y respondiendo al carcter religioso del asunto prin-
cipal a tratar, eran enviados dos clrigos. Vamos a ver de quie-
nes se trataba.
Teodulfo' haba sido propuesto a Carlomagno por Alcuino,
en la carta arriba comentada del 22 de julio. como una de las
personas indicadas para responder al libelo de Flix; en lugar de

1 - Sobre Teodulfo y su biografa puede consultarse: Histoire Iiteraire de la France,


IV,pgs. 459-474; Ebert, Histoire de la littrature latine,
11, pgs. 81-97; Cuis-
sart, Thodulfe veque d'orlans, Orlans, 1892; Manitius Geschichte der latei-
nischen Litferatur,1, pgs. 537-543; Arnann, L'poque carolingienne, pg. 100.
este encargo doctrinal, el rey prefiri confiarle la misin poltica.
Alcuino escribe entonces a Teodulfo una carta, anuncindole que
le manda el libro que est escribiendo contra el reciente libelo
de Felix, pero que le agradecera que en el entretanto l le man-
dase los testimonios que encuentre en los Santos Padres relati-
vos a la cuestin;' nueva prueba de como Alcuino tenia una muy
alta idea del saber del obispo de Orlens y no quera perder su
colaboracidn doctrinal. El rey, en cambio, apreciaba sus cualida-
des polticas, sobrevaloradas en este caso por las circunstancias
personales. Porque Teodulfo era doblemente indicado para la mi-
sin que se le confiaba por su origen godo y espaol.
Confiesa este origen en el poema que escribi sobre su mi-
sin, poema del que hablaremos luego; y lo confirman los epita-
fios que le fueron dedicados. Cuissart cree poder precisar ms y
propone tenerlo por zaragozano: basa esta atribucin en las pa-
labras anoster et ipse parens que usaTeodulfo hablando dePru-
dencio en el poema sobre sus l e ~ t u r a s es
; ~ una atribucin muy
verosirnil. S i no fuese aragons habria de ser cataln. Manitius
propone deducir de una carta de Alcuino que en 801 haba am-
pliamente sobrepasado los cuarenta aos, y por tanto habria na-
cido por los alrededores de 755-60. Fuese en Catalua o en Ara-
gn. la posicin social que ocupara deba ser importante; si esta
importancia era debida al esfuerzo personal o a l a situacin fami-
liar, lo ignoramos. En un momento dado tuvo que abandonar
Espaa,expulsado o fugitivo, y fue acogido por Carlomagno; as
puede deducirse de sus palabras: Annuit is (es decir, Carlos)
mihi qui sum inmensis casibus e ~ u l Los . ~ bigrafos de Teodulfo
calculan que esto aconteci por los alrededores de 780, pero ig-
noran cual fuese la causa del destierro a que alude el interesado.
Yo me inclino a opinar que nos hallamos ante otro caso de un
hispano fugitivo a consecuencia de la expedicin de Zaragoza del
778; Teodulfo sera uno ms de los complicados en la empresa de
1 - Drnmler, Episfolae karolini aevi, MGH,11, n.' 160, carta de Alcuino a Teodulfo
de Orlans de julio-agosto 798.
2 - Dmmler, Poetae Iatini aevi carolini, M G H , 1, pg. 543.
-
3 Dmmler, Poefae latini aevi carolini, MGH,1, pg. 481.
Carlomagno, que n o tuvo ms remedio que la huida despus del
fracaso de la misma. Lo hace pensar la persistencia de sus ideas
sobre la liberacin de Espaa; en un poema que dedic al rey ex-
plicando la vida de la corte a lo largo de una jornada, escrito
precisamente despus de la llegada del 6 0 t h de los avaros en 796,
debuta con un canto de triunfo en honor de Carlos que derrot
a los hunos: para el poeta esta nueva conquista es un engrande-
,cimiento del reino de Dios, y del mismo modo que se convertir
a los avaros al crfstikismo, as debe hacerse con los grabes, que
no son menos crueles ni arrogantes, y que, vencidos una vez ms
por Carlomagno, se inclinarn ante l; la misma Crdoba tendr
que poner a sus pies los tesoros que ha amasado durante tanto
,tiempo.
En el momento de refugiarse en Francia, Teodulfo, precisa-
mente por la posicin elevada de que disfrutara en Espaa, fu
a parar a la corte; era dicono y llevaba escritos varios libros de
poesas, de tal modo que en 780 era ya calificado de ((divino poetas
y. realmente, fue el poeta por antonomasia de la corte carolon-
gia. Adems era hombre de un gusto esttico muy superior al de
sus contemporneos, con aficiones artsticas 1- arqueolgicas, que
demostr con la construccin de la baslica de Germiny, con las
celebres copias de la Biblia que llevan su nombre, con su aficin
a los objetos de arte antiguo. En otro aspecto fu un adminis-
trador episcopal diligente y cuidadoso. redactando unas instruc-
ciones pastorales en forma de ((Capitular a los presbteros de sus
parroquias*,' donde se regulaba la actuacin del clero parroquia1
y se atendia a la creacin de escuelas. Era finalmente un erudito
de altura y en un poema sobre los libros que acostumbraba a
leer nos ha dejado un catlogo de lo que podramos llamar su
biblioteca de mano;' puede ser considerado como el fundador de
la renombrada escuela de Orlans.
Despus de la muerte de Alcuino y de Paulino se convirti
en el consultor del emperador para las cuestiones teolgicas; as

1 -Publicado en: Migne, ~atrolo&alafina, 105, cols, 191-207.


2 - Dmmler, Poetae Iatjni aevi carolini, M G H , 1, pg. 543.
en la tan debatida -en los momentos en que Carlon~agnovolva
a encontrarse en conflicto con los griegos, 809- sobre la proce-
sin del Espritu Santo.' El rey le habia beneficiado con el obis-
pado de Orleans y la adjunta abada de Fleury, antes del 796.
Ignoramos la relacin exacta que mantuvo con la corte antes de
esta fecha, relacin que tuvo que ser muy estrecha a juzgar por
el conocimiento que demuestra poseer del personal que la inte-
graba, pero no parece haber practicado en la escuela del Palacio
ni haber formado parte de la celebre Academia.
ste era, en resumen, uno de los personajes a los que se
confiaba la misin en S e ~ t i m a n i ade ; ~ su compaero Leidrado
tenemos pocos antecedentes. En el momento de ser designado
para la misin, posea el nombramiento de obispo de Lyn, pero
no haba sido an ordenado. Originario del Nrico, se cree que
fu llamado a la corte de Carlomagno y an que ejerci en ella
el cargo de bibliotecario; sera como premio a sus servicios que
recibi el e p i s ~ o p a d o Con
. ~ Alcuino estaban ligados en estrecha
amistad; habranse conocido en la corte y fticilmente all se habra
convertido Leidrado en escolar de Alcuino; ste. aludindole en
una carta a Arno, le califica de caro hijo r n o ~en ; ~ otra carta,
dirigida esta al mismo Leidrado obispo electo, que puede datarse
en verano de 798, deja adivinar que responde a una carta por la

1- Sobre este tema redact, a ruegos del emperador, un *Tratado del Espritu Santo>,
donde sostena, apoyndola en mucha documentacin, la doctrina del *Filioque*,
dochina de arraigada tradicin en la Iglesia visigoda que la inici en el tercer
concilio de Toledo. Tambin compuso Teoduifo un =Tratado sobre los ritos del
bautismon, respondiendo a una encuesta ordenada por Carlomagno.
2 - Dos aos despus Carlomaeno habia de confiarle otra misin ms importante
an-la de ir a.I?oti,a formir parre del iribunal que Iiabiade juzgar la condiicta
del Daim Leon 111. I.uis cl Piadoso le deleeo tnml~ienuara acudir al recibimiento
del -pipa Esteban IV, cuando ste fu a - ~ e i m sp a r a la ceremonia de la consa-
gracin, en 816. Pero en 818 le releg en un convento de Amberes, acusado de
complicidad en la revuelta de Bernardo de Italia, parece que injustamente; all
murib, en el exilio, en 821.
3 -Datos biogrficos en: Hjstoire literaire de l a France, IV, pgs. 433-438.
-
4 Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, n." 207, carta de Alcuino a Arno de
$alzburg, de 26 junio de 799,
que Leidrado le peda autorizacin para aconsejarse con el;' es
verosmil que esta ltima era ocasionada por el encargo misional
que Leidrado acababa de recibir; era natural que ste desease
ponerse de acuerdo sobre el problema que iba a investigar cerca
de la persona que, al lado del rey, llevaba la direccin del asunto.
La colaboracin de los dos fu larga y eficaz pues, como vere*
mos, Leidrado ya qued incorporado en el asunto, hasta que en
816 dej la sede lyonesa para retirarse en el monasterio de Saint,
Mdard de Soissons.
Es probable que Teodulfo y Leidrado emprendiesen su viaje
de misin hacia finales de verano. Excepto una posible alusin,
consignada en un precepto posterior de Luis el Piadoso para
Aniano,=el recuerdo de la misin nos ha sido slo conservado
por un poema del mismo Teodulfo. Ha sido titulado ~Paraenesis
ad judices y es una obra larga de 956 versos, escrita en ocasin
de la misin, pero que no tiene a sta por tema principal, sino a
los fallos en la administracin de la justicia y su correccin. Ha-
blando de la venalidad judicial explica las tentativas de corrup-
cin de que fueron objeto l y su compaero por parte de gran-
des y de humildes, detallando los regalos que se les ofrecan, entre
los que figuraba un vaso antiguo, de mucho inters, que describe
cuidadosamente; hace exhortaciones a los jueces para que obren
rectamente, con pleno desinters, y les propone unas reglas para
bien juzgar segn derecho y segn caridad. Dentro del tema prin-
cipal, Teodulfo, engarza una digresin para explicarnos el itine.
rario que siguieron l y Leidrado en cumplimiento de la misin
encomendada: partiendo de Lyn, y siguiendo el valle del Rdano,

1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n? 141, carta de Alcuino al obispo
electo Leidrado, del verano de 798.
2 -Precepto del 21 de octubre de 837, donde en la lista de bienes confirmados se
dice: .Et in loco qui dicitur Sogrado, cellulam quam ipsi monachi aedificaverunt
cum adjacentiis suis; omnia haec cum omni integritate, sicuti a misso genitoris
nostri Karoli Leydrath archiepiscopo
. ~
traditum et marmoribus per cruces et termi-
naiiones adsignatum fui1 e1 ab ipsis monachis a temporibus genitoris nosiri pos-
srsum.. Histoire d e Lanauedoc, II. a ~ e n d 93.
. Como Leidrado voli,io repelidas
veces a Gotia y probablgmente actuando siempre con carcter de arnissusn, es
dificil precisar si esta gestin la realiz en ocasi6n de este primer viaje o en otro
posterior.
atravesaron sucesivamente las ciudades de Viena, Valencia, Ro-
chemore y Orange para llegar a Avi6n; entraron entonces en
Gotia por Nimes, ciudad espaciosa y considerable. De aqui, pa-
sando por Maguelona, cercada por el mar, y por Substancin,
cefida por speros pueyos. dejando la ciudad de Agde a la iz-
quierda, fueron a Bziers, y de Bziers a Narbona. Para Teodul-
fo, Narbona, como ciudad, sobrepasa la misma Arles; cuenta en-
tonces como los godos le recibieron con alegra y especialmente
sus compatriotas hispanos. Desde Narbona se llegaron hasta visi-
tar Carcasona y Razs. De retorno a la capitalde Gotia, reunieron
aqui una asamblea en la que tomaron parte gran nmero de cl-
rigos y seglares. Camino de regreso y pasando porArles, celebra-
ron ah otra asamblea, despues visitaron Marsella, Aix y Cavailln.'
1 - "Jam, Lugdune, tuis celsis post terga relictis
Moenibus, adgredimur, causa quod optat, iter.
Saxosa petimus constructam in valle Viennam,
Quam scopoli inde artant, hinc premit amnis hians.
Inde Valentinis tems urbique jacenti.
Rupee, nos dedimus, hinc, Morenate, tibi,
Post et Arausinas terras et Avennica rura
Tanaimus et fines. quos teuuere Getae.
Inde ~ e m a u s i a c a ssensim properamos ad arces,
Quo spatiosa urbs es1 resque operosa satis.
Hinc ~ a d a l o n ahabuit levam, ~extaiodextram:
Hic scabriis podiis cingitur, illa mari.
Quis bene transitis Agateu mox parte sinistra
Linquimus, et uosmet tecta Beterris habeut.
Mox sedes, Narbona, tuas urbemque decoram
Tangimus, occurrit quo mihi laeta cohors,
Reliquiae Getici populi, simul Hespera turba
Me cousanguineo fit duce laeta'sibi.
Inde revisentes te, Carcasona, Redasque,
Moenibus inferimus uoscito, Narbo, tuis.
Undique conveniunt populi clerique catervae,
Et sinodus clerum, lex regit alma forum.
Quis bene conpositis nos tandem opulenta recepit
Urbs Arelas, cives quam statuere sui;
Urbs Arelas, aliis quae pluribus urbibus extat
Prima, gradu tamen est, Narbo, secunda tibi.
Quo sinodo cleri, legum moderamine plebis
Pectora contudimus juris et artis ope.
Massilia Argolica nos cepit condita gente,
Arvum et Aquine urbis sive, Cavelle, tuum.
Ast alias lustrare vetat per singula casus,
Quarum nos populus, quo sumus, omnis aditr.
pummler, Poetae latini aevi carolini, MGH, 1, pags. 497-498.
El contacto directo proporcion6 a Teodulfo y Leidradoun
conocimiento profundo de la situacin poitica y religiosa del
pais; Benito de Aniano, el arzobispo Nebridio y todos sus'ami-
gas, debieron auxiliar a los missi reales en su cometido.
Teodulfo, en otro poema escrito en loor de Benito, con el que
lig6 en esta ocasin profunda amistad, habla de estos amigos.
entre los que cita cuatro obispos y una serie de abades que a la
fuerza conoceria entonces.' Leidrado, cuya obra misional, como
veremos, haba de prolongarse an en la Septimania y en la
marca, estableceria tambin a la sazn una cantidad de contactos
que haban de serle de gran utilidad; es muy probable que fuese
tambin entonces cuando, en ocasin de la visita a Razs, se ad-
juntara Agobardo, el joven compaero del abad Atala, venido
con l de Catalua,=quien de momento quedara convertido en
familiar suyo para acabar sucedindole en la sede arzob'ispal de
Lyn. Taxativamente, no sabemos nada sobre la actuacin de
Teodulfo y Leidrado a lo largo de estas visitas y en la asamblea
de Narbona, pero de todas maneras tuvo que ser importante a
juzgar por el significativo recibimiento que godos e hispanos tri-
butaron al compatricio que venia a establecer contacto directo
con ellos como delegado del rey. Las consecuencias del viaje no
tardaron en hacerse notar despus del regreso; la campaa lle-
vada a fondo por Alcuino deba basarse en las informaciones que
de viva voz proporcionarian los missi al rey, como resultado
de su comisin investigadora.
.S
**
Hemos visto como Alcuino haba recomeiidado a Carlomag-
n o que fuese enviado un ejemplar del libelo de Flix al papa. El
rey acept la sugestin y la puso en seguida en marcha; envi al
papa el libelo, acompaado seguramente de una instructa con la
historia de toda la cuestin redactada por el mismo Alcuino o ,
cuando menos, sirvindose de sus escritos y sus cartas. Junto
con la documentaci6n, el rey expresara por carta al papa su de-
l - Vase la pgina 33.
2 -Vase la pgina 34.
- 137
seo de que fuera reunido un concilio a fin de reforzar las conde-
naciones contra las doctrinas del obispo de Urgel.
El papa Len, que no deba desear otra cosa que complacer
al rey franco, especialmente en aquellos primeros momentos de
su pontificado en que sus enemigos en Roma eran muy podero-
sos, se di6 prisa en reunir el concilio deseado por el rey. El acto
se abri con solemnidad el da 23 de octubre del mismo ao 798
en la basilica de San Pedro, alrededor de los cuatro santos Evan-
gelios colocados en el centro, presidido personalmente por el papa
Len y con asistencia de 57 obispos y de muchos presbteros y
diconos.' Se han conservado, en un manuscrito del siglo X de
la Biblioteca nacional de Pars, unos cortos fragmentos de las
actas de las tres sesiones que celebr el concilio, fragmentos que
fueron publicados por primera vez por Siriiiond, y, ltimamente,
despus de muchos otros, por Werminghoff? Segn ellos, en la
primera sesin, el papa pronunci un discurso exponiendo el es-

1 - En un tratado de un cierto obispo Teodoro, #De primatu et cardinalatu*, de me-


diado siglo XV, Sagmller encontr el siguiente fragmento que hace referencia a
este concilio: Altera .... sinodus est .... Leonis pape tertii, que Rome habita est
contra heresim asserentium dominum nostrum Jesum Cristum filium Dei esse non
naturalem, sed adoptivum. Quod quidem concilium post invocationem sancte
Trinitatis sic incipit: ~ A n n oDeo propicio domini KaroIi regis Francorum et Lon-
gobardorum atque patricii Romanorum, a quo cepit Italiam. vicesimo sexto, mense
Octobrio die XXIII., indictione VII., prepositis in medio sacrosantis Christi qua-
tuor Evangeliis, presidente ter beatissimo et coangelico Leoue, summo pohtifice
sancte Romane ecclesie et universalis 'tertio papa, in veuerabili basilica beati
Petri principis apostolorum, presentibus etiam cum eo reverentissimis et sanctis-
simis episcopis, id est Valerio archiepiscopo sancte ecclesie Ravennatis, Georgio
episcopo Hostien; ubi etiam post quosdam episcopos hodie inferiores, sed tunc
ordinatione priores Albanensis et Penestrinus describuntur episcopi et enumeratis
cunctis episcopis sequitur: "sed et venerabilius presbiteris Pardone archipresbitero
tituli Emiliane, Gregorio presbitero tituli Marcis. Et post omnes presbiteros se-
quitur: rAstantibus diaconibus, id est Fausto diacono, Leone diacono sancte Ro-
mane ecclesiaeu, etc.. (ms. saec. XV, Bibl. Nac. Berlin, theol. l a t 4.", 184). Wermin-
ghoff hace notar que la fecha 23 de octubre de 798 presenta todos los caracteres
de certidumbre, que la de 799 no seria posible porque en este aio el papa n o
regres de Francia a Roma hasta fines de noviembre, y que el sistema de contar
ca quo cepit Italiamn es constatado en la curia romana por Sickel, Bresslau y
Sagmller. Wermiughoff, Concilia aevi karolini, M GH, 1-2, pags. 202-203.
2 - Werminghofi, Concilia aevi karolini, MGH, 1-2, pags. 202-204. El encabeza-
miento de estas actas seria el texto citado por el obispo Teodoro que se copia en
la nota anterior.
tado actual de la cuestin, justificando como, a pesar de que el
papa Adriano hubiese con su autoridad apostlica anatematizado
la hereja del desgraciado obispo Plix mediante un snodo orde-
nado por el rey y pareciese que con ello se habia extinguido el
mal, ste habia vuelto a rebrotar y creca fuertemente, y era pre+
ciso que lo tratasen de nuevo juntos en concilio. Y por lo que
sabemos -aada- ha rebrotado <con peores herejas y mayores
blasfemias que las contenidas antes en sus escritos o en sus pala-
bras, asegurando que Jesucristo no es verdadero hijo de Dios, ni
verdadero Dios, sino nuncipativo)).'
En la segunda sesin, el papa expuso los antecedentes del
asunto, explicando el concilio de Ratisbona y la abjuracin que
en kl hiciera Flix de sus errores, la segunda abjuracin solemne
realizada luego en Roma en tiempo del papa Adriano. la fuga al
pas de los paganos y el perjurio. Y en lugar de someterse a las
recomendaciones del concilio que sobre el mismo tema orden el
rey Carlos (se refiere al concilio de Frankfurt), reaccion an peor
con su libelo blasfematorio que dirigi al venerable Alcuino, abad
del monasterio de San Martii, y es peor que antes.
Finalmente, en la tercera y ltima sesin, el papa, a base de
la sentencia del Redentor: uno quiero la muerte del pecador sino
su vida y conversin)), exhorta a los que erraron a que oigan sus
palabras conminatorias y, convirtindose, mantengan la fe cat-
lica y apostlica, y sigan las tradiciones de los Santos Padres, .
venerando las sagradas definiciones de la Iglesia catlica y apos-
tlica, que es la cabeza de las iglesias de Dios. Termina: uAFlix,
obispo de la iglesia de Urgel, si no quisiere abandonar su dogma
herktico, segn el que el hijo de Dios es adoptivo, sea anatema,

1 - E l texto de las actas dice as: nEt ut nobis visum est, pejores hereses ve1 majores
blasfemias, quam ante in ejus scriptis ve1 dictis unqnam audissemus, ibidem
cognovimus. Asserens autem Christum Jesum dominnm nostrum nec filium D e i
verum nec etiam verum Deum, sed nuncupativum~.Lo que subrayo est tex-
tualmente calcado de la carta de Alcuino a Carlomagno explicndole su primera
impresin sobre el libelo de Felib Dmmler, Episfolae karolini aevi, MGH,11,
n.' 148. Es lo que me permite afirmar en el texto que el papa recibi del rey una
instructa redactada por Alcuino o, cuando menos, construida sobre sus cartas y
escritos. . ,
condenado ante el tribunal de Dios omnipotente. expulsado de la
santa y apostlica Iglesia de Dios, separado de nuestro consorcio.
Pero aqullos que se conviertan y se unan a nosotros en la fe y
en la concordia de la santa catlica y apostlica Iglesia, son me-
recedores de vida perpetua y del gozo de la beatitud, y oirn la
voz divina: venid, benditos de mi Padre .... etc.sl
La forma condicional de la decisin conciliar, contrastando
con el tono enkrgico y tajante de las decisiones anteriores, sigue
la lnea de actuacin de concordia iniciada ltimamente por Alcui-
no, y hace pensar que fu inspirado a Roma desde la corte fran-
cesa. Todo el concilio da la impresin de desenvolverse de acuer-
do con unas normas trazadas por Alcuino, a cuyas finalidades se
adapta perfectamente; era una arma ms para llevar a Flix a una
rendicin voluntaria, a base de lo que hoy designaramos como
guerra de nervios. cuando finalmente el obispo de Urge1 se rin-
di, confes como una de las causas que le decidieron a ello este
snodo, Kquae nuper in Roma pro hac intentione, precipiente glo-
riosissimo ac piissimo domno nostro Karolo, adversus epistolatn
meam. quam dudum venerabili viro Albino, abbati Turonensis
ecclesiae, scripseram, congregata est -in qua sinodo presente
Leone apostolico et cum eo ceteri episcopi numero LVII residen-
tes et plerique presbiteri ac diaconi cum eis in domo beatissimi
Petri apostoli- .....n 2

En los momentos en que se celebraba el concilio romano


Teodulfo y Leidrado deban encontrarse ya de retorno de su mi-
l - En las actas completas hahria laargumentacin doctrinal contra los errores de
Flix basada en los correspondientes textos escriturarios y patristicos: as puede
deducirse de la forma como el continuador romano de la *Historia de los lorn-
bardosi de Paulino Dicono da noticia del concilio: %Contra quem (adoptiano-
rum) heresim Leo tertius papa congregata Romae synodo, mnltis eam Evange-
liorum et sanctorumPatrum testimoniis in perpetuum damnavitu. Bethmann-Wajtz,
Scriptores rerum Langobardicarum, M GH, pg. 202.
2 - nConfessio Felicis, segn la edici6n de Werminghoff, Concilia aevi karolini,
M GH, 1-2, pg. 220. Estas palabras de Flix acaban de confirmar como todo el
asunlo del concilio obedeci al deseo y voluntad del rey, inspirado, como vabe-
mos, por Alcuino.
140 -
sin en Septimania; es natural que fuesen a visitar al rey para
darle cuenta de los resultados del encargo. Despus de este deber
primordial, Leidrado, seguramente por encargo del mismo rey,
fu a explicar a Alcuino el estado de cosas observado en Gotia.
Los resultados de esta informacin se tradujeron inmediata-
mente en dos cartas que Alcuino dirigi a los monjes y a los fie-
les de la Gotia, respectivamente. En la carta a los monjes, Alcui-
no, se alegra de las explicaciones que sobre su religiosidad le diera
Leidrado, el obispo electo: les recomienda pues una buena perse-
verancia. Hermanos -les dice- guardaos de las nuevas sectas, de
los errores hispnicos; no queris insertar nuevas palabras en
el smbolo de la fe catlica; sobre la adopcin la autoridad sino-
da1 ha decretado ya, aade, aludiendo sin duda a Frankfurt. Lue-
go pasa la carta a tratar de otros errores observados en la regin
y amonesta a los monjes para su enmienda: as, por ejemplo, se
le ha dicho que usan de la sal en la Eucarista, y esto est prohi-
bido por los cnones cartaginenses. Tambin le ha sido denun-
ciada una falsa prActica en el bautismo. importada de Espaiia,
-pas que en otro tiempo fu patria de tiranos y hoy lo es de cis-
mticos~,- y contraria a la universal costumbre de la santa Igle-
sia; se trata de la inmersin nica hecha bajo la invocacin de
la santaTrinidad; responde an a una consulta que se le hizo so-
bre la observancia en el da del sbado santo.' Aprovecha la oca-
sin encargando a los monjes que hagan llegar un ejemplar de
esta carta a manos de los monjes de Lerins que le habian inte-
rrogado sobre estos problemas.2

1 - E l bautismo visigodo se administraba a los pequeos en cada parroquia y so-


lemnemente la tarde del sbado santo, precedindole durante varios dias cere-
mohias preparatorias. Sobre la inmersin una o trina hubo vacilaciones; consul-
tado san Gregorio Magno dijo que la trina era la costumbre romana pero que la
nica no era rechazable y que incluso podia ser recomendable como oposicibn al
arrianismo. El concilio de Toledo del 633 adopt la inmersin nica para Espaa
y la Galia narbonense. Garcia Villada, Historia eclesjastica de Espaa, 11-2,
pgs. 59-60. En esta carta de Alcuino se confirma la tendencia general del autor
a considerar cismticas todas las peculiaridades de la Iglesia espanola, en parte
por desconocimiento, en parte por el espritu de absorcin del movimientocaro-
lingio.
2- Dmmler, Epistolae karolinf aevi, MGH, 11, n.' 137. Carta de Alcuino a los
monjes de Gotia, del otoo de 798.
Ea carta dirigida a los fieles, que debi ser expedida al mis-
mo tiempo que la anterior, les amonesta contra algunas malas
costumbres que empiezan a arraigarse en la regin, por ejemplo,
la doctrina de que a los laicos no les precisa acusarse de sus pe+
cados ms que ante Dios, negndose en consecuencia a la confe-
sin con el sacerdote.'
La situacin confusa promovida por la lucha entre las jerar-
quas alrededor del adopcionismo deba ser muy favorable a des-
viaciones de todas clases, que no escaparon a la atencin de los
observadores Teodulfo y Leidrado; pero las observaciones reco-
gidas por Alcuino eran las personales del segundo y lo confirma
el carcter de algunas de ellas; a Teodulfo, espaol de patria y de
formacin, no se le habria acudido, por ejemplo, recoger la prc-
tica de inmersin bautismal nica, prctica cannicamente per-
fecta en el rito visigodo, como un error cismtico. Leidrado en
cambio era un bvaro y no senta ms que por la Iglesia franco-
carolingia. Es posible que en esta divergencia entre visigodo y
franco, que en la cuestin que se debata era doctrinalmente fun-
damental. se encuentre la explicacin del apartamiento de Teo-
dulfo, que yano vuelve afigurar en el posterior proceso del asunto,
en el que toma en cambio un papel preponderante su compae-
ro de misin, Leidrado. Todo ello muy lgico en una lucha cuya
finalidad ltima era separar la regin de toda influencia hispnica.
Junto con las cartas anteriores, Alcuino mand a los abades
y monjes de Gotia un libelo que haba compuesto a base de tes-
timonios evanglicos y patristicos. que probaban la buena doc-
trina, y que deban servirles para solaz y para confirmarse en la
fe catlica. Este libelo, que es la primera de las obras doctrina-
les que Alcuino escribi contra la hereja adopcionista, puede
identificarse con un pequeo tratado conservado en un cdice de

1 - Diimmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 138. Carta de Alcuino a los fieles
de Gotia, del otoo de 798. Sobre esta desviacin doctrinal y prctica escribi
una obra Benito de Aniano; es una coleccin de sentencias de los Santos Padres
destinada a demostrar Ia ufilidad de descubrir los pecados al padre espirjfual.
Vase: Histoire Iiteraire de la France, IV. pgs. 450-456. Benito habria llamado
la atencin de los "missin sobre la desviacin que amenazaba la religiosidad de
los fieles de Septimania.
142 -

la Bibliotecavaticana, publicado por Migne;' no contiene alusio-


nes externas ni anecdticas y slo en su principio se justifica como
una medicina preventiva para evitar la infeccin del error; el te+
nor de la obra es puramente doctrinal.
No hay que confundir esta obra de carcter provisional, con
aqulla que Alcuino se haba comprometido a escribir contra el
clebre libelo de Flix segn las cartas, ms arriba analizadas, a
Carlomagno; esta segunda obra la estaba redactando durante el
invierno 798-799, y prometa enviarla una vez sometda a la apro-
bacin de los obispos y del seor rey.= As lo explica todo en una
tercera carta que entonces, por intermedio del amigo Benito, co-
mo hiciera con las anteriores y el libro, haba mandado a los aba.
des y monjes de Gotia en respuesta al acuse de recibo que estos
le hicieran de las cartas que les llegaron en otoo.

Z - Con el titulo: qBeati Alcuino adversus Felicis haeresin libellus ad ahbates et mo-
nachos Goth'iae missus", en: Migne, Patrologia latina, 101, col. 86 SS., ex Cod. 290
bibl. Vaticano-Palatinae.
2 - v.... sicut in libello ex parte factum est, quem direximus per abbatem Benedictum
vobis solacium et confirmacionem fidei catholice. Sed in manibus majus modo
habemus opus propter alias causas, quas in libello venerandi Felicis legimus. Et
illum volente D20 vobis dirigimus, postquam lectus et conprobatus fuerit ab epis-
copis nostris et dompno regen. Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n."
205. Carta de Alcuino a los abades y monjes de Gotia, invierno 798-799. Dmmler
anduvo desorientado en la datacin de esta carta, atribuyndola a un tiempo muy
posterior al verdadero y dejndola asi desplazada dentro la serie ordenada de
las cartas de Alcuino. Tambin err6 a mi entender sobre otras dos cartas de
Alcuino a Carloniagno (Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, nos. 171
y 172) que supone escritas en abril y mayo del 799 y que yo creo anteriores de
algunos meses. Dmmler piensa que estas cartas s e refieren a la segunda obra
de Alcuino "Contra Flixn, en siete libros; yo estoy seguro que aluden a este
primer libelo mandado a los monjes de Gotia por conducto de Benito. En la pri-
mera carta Alcuino le dice al rey: quisisteis que tomara parte en la lucha interior,
os he complacido, como podis ver, con el libelo que o s mand hace poco; espero
sobre l vuesira conformidad, entretanto estoy angustioso. En la segunda da
gracias al rey por haberse hecho leer el libelo que por su orden le mand y por
habrselo deviielto sealando las erratas a corregir; mejor podiais -le dice-
enmendarlo vos mismo, pues es preferible el juicio de un tercero al del propio
autor; otras faltas habr an, causadas por el cansancio y por la negligencia. E s
en esta segunda carta donde se hace mencin de la obra de Flix, ~Disputaci6n
con un sarraceno", de que hablbamos antes en l a pgina 70.
Mientras Aicuino preparaba su libro, tambin en el lejano
Friul el patriarca Paulino de Aquilea elaboraba un trabajo seme-
jante. El tema no era nuevo para l, ya le hemos visto tomando
activa parte en el concilio de Frankfurt, donde redact la epstola
de los obispos italianos, y posteriormente en el concilio que l
mismo convoc y presidi en Cividale en 796-797.Era una razn
ms para que Alcuino hubiese pedido al rey que le fuera manda-
da una copia del libelo de Flix y se le invitara, como a Teodulfo
y a Ricbodono a que redactase una refutacin. Teodulfo y Ric-
bodono, si es que recibieron la invitacin del rey, procuraron li-
berarse del encargo; Paulino, por el contrario, da la sensacin de
recibirlo con gusto. Un ao despus de recibido, en verano del
799,escribe una carta al rey ofrecindole los tres libros que ha
compuesto por su mandato contra la hereja deFlix; nquin immo
infelicis, perversique fautoris dogmatis perfidiae sectae clangor
horrisonus?
Los tres libros de Paulino han sido coriservados y publica-
d o ~Empiezan
. ~ con una profusa exposicin contra los herejes en
general y en particular contra los que yerran sobre la Trinidad;
fila el adopcionismo con el arrianismo y el nestorianismo. Los
dos primeros libros basan la confutacin en el razonamiento y
en la Escritura, el tercero en la autoridad de los Padres griegqs
y sobre todo latinos. En el final pide al rey que su obra sea co-
municada a Alcuino.
La obra de Paulino es un modelo de barroquismo oscuro,
complicado y divagador, lo mismo en el estilo que en las ideas.
Masdeu la califica de gusto pueril y estragado)), y Menendez
PeIayo3 opina que apenas se concibe mayor afectacin en la bar-
barie, y aade: <Lo peor es que el patriarca de Aquilea di6 en su
refutacin lejos del blanco, acusando a sus adversarios de arria-
nos y macedonianos, empeado en demostrarles la divinidad del
Hijo y del Espritu Santo. que ellos no negaban. Y no obstante,

1 - Dmmler, Episfolae karolni aevi, MGH, 11, n." 17; carta de Paulino de Aquilea
al rey Carlos, del verano de 799.
2 - En Migne, Pafrologia latina, 99, cols. 349 SS.
-
3 Heferodoxos, 11, pg. 302,
Carlomagno, tenia una alta opinin de la ciencia y el valer de
Paulino, y Alcuino alaba, precisamente con ocasin de este libe-
lo, su elocuencia, el estilo florido, la slida argumentacin, la
autoridad de los textos escogidos;' es una cuestin de moda in-
telectual y del mal gusto de la poca: opinin general del tiem-
po; el continuador romano de Pablo Dicono -por ejemplo-
anota l a aparicin de este libro de Paulino con las siguientes pa-
labras: utambin el patriarca Paulino, varn de admirable saber,
compuso con lenguaje elocuente tres libros contra esta nefand-
sima hereja (del a d o p c i ~ n i s m o ) x . ~

La controversia de Aquisgrn y el ocaso


del felicianismo

D os cartas de Alcuino y un escrito posterior de Flix nos dan


a conocer un hecho muy trascendental en la historia del
adopcionismo cataln. Se trata, segn puede deducirse de la com-
binacin de las tres fuentes, de que Leidrado, despus del retorno
de la misin cumplida junto con Teodulfo en Septimania y una
vez dada cuenta al rey y a Alcuino de sus resultados, volvi al
medioda, a Catalua. lleg hasta Urgel, se puso all en comuni-
cacin con Flix y le convenci para ir a la corte carolingia a
defender sus doctrinas en una asambleaepiscopal de controversia;
a este fin le di6 seguridades personales en nombre del rey. La
reunin deba celebrarse a mediados de mayo y Leidrado acom-
paara a Flix a ella.
1 - A ltimos de 799 Alcuiuo escribi a su amigo Arno de Salzburg: "Et s i tibi causa
eveniat Paulinum patriarcham videndi, saluta eum mille milies. Libellum vero
catholicae fidei, quem domno regi direxit, perlegebam; et satis mihi placuit in
eloquentia sua et in floribus dictionum gt in fidei ratioue et in testimoniorum auc-
toritate; ita ut nihil his addi de quaestionibus, nuper habitis inter nos et partes
Felicianas, opus esse arbitrabar. Et felix est ecclesia populusque christianus,
quamdiu cum domno rege ve1 unum talem babebit defensorem fidei catholicae..
Dmmler, Epistolae karolini aevi, 11, n." 208, carta de Alcuino a Arno de Salz-
burg, de ltimos del 799.
2 - Bethmann-Waitz, Scriptores rerum Langobardicarum, phg. 202.
La primera alusin a esto se encuentra en una carta de Alcui- ,.
no al arzobispo Arno de Salzburg, escrita por los alrededores de
febrero: Alcuino le dice que espera poder verle el prximo verano
y que antes, a mediados de mayo, ha de estar en Palacio, como
le ha pedido el rey, porque Flix, el novador, ha jurado acudir
all a razonar su fe; le. pide, pues, que ore por l, Alcuino, a fin
de que obtenga xito en su cometido de defensor de la unanimi-
dad entre los sacerdotes de Cristo.' Arno replic con otra carta
que Alcuino reciba, junto con unos regalos, el 19 de marzo. Y
acto seguido Alcuino volva a escribirle aludiendo por segunda
vez a la proyectada asamblea: a mitad de mayo, -dice- con la
voluntad de Dios, espero estar con el rey, pues Leidrado, nuestro
hijo, ha de traer a Flix, quien tendr una controversia conmigo.
Y cuanto mejor si viniere tambin nuestro carisimo padre Paulino
, (de Aquilea). Y si a ti te fuera posible, deseara en gran manera
verte alli, pues tengo muchas cosas que decirte que no pueden
ser confiadas a una carta por la infidelidad de los p o r t a n t e s ~ . ~
La referencia a la misma gestin de Leidrado dada con pos-
terioridad por el mismo obispo Flix, se expresa as: Os hace-
mos saber que despus de haber sido llevado a presencia del rey
Carlos recibimos su licencia, tal como nos haba sido prometido
en Urge1 por el obispo Leidrado, para presentar ante los obispos
reunidos por orden expresa del rey Carlos a tal fin, las sentencias
de los libros Santos que nosotros considerbamos favorables a
la adopcin y a la nuncupacin; a fin de que. n o por violencia,
sino por razn, fuese juzgada la conformidad o disconformidad
de nuestra doctrina con los Santos P a d r e s ~ . ~
La gestin hecha por Leidrado cae tambin dentro la lnea
de concordia inspirada por Alcuino, y nos lleva a pensar que
tambin de ste deriv la iniciativa de emprenderla; hemos cons-
tatado como Leidrado estuvo en tratos con Alcuino despus del

1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 193, carta de Alcuino a Arno de
Salzburg, alrededores de febrero de 799.
2 - Diimmler, Epistolae karolini aevi, M G H ,11, n . O 194, carta de Alcuino a Arno de
Salzburg, ltimos de marzo de 799.
-
3 ~ConfessioFelicisa, en: Werminghoff, Concilia aevi karolini, M GH, 1-2, pag.220.
146 -
regreso de la misin en Septimania, y como, cuando la misin,
se habia llegado con Teodulfo hasta el rinc6n de Razs, posi-
blemente para obtener un contacto con los agentes de Flix. De
todos modos, en ocasin de este segundo viaje, Leidrado ya se
llega hasta el mismo Urgel. y es en Urge1 donde parece haber
tenido lugar la entrevista personal con Flix, donde se dieron a
ste las seguridades y donde se obtuvo su conformidad a la asis-
tencia a la controversia. Como por elverano del 798 Elipando habla
an de Flix escondido y perseguido en las montaas, h a tenido
que producirse entretanto un cambio de situacin; ha existido un
viraje de tolerancia hacia Flix, viraje que yo situara cuando la
presencia misional de Teodulfo y Leidrado, concretndolo en la
visita de Razs, con la posible intervencin del abad Atala de
-San Policarpo y de su compaero Agobardo.
Este viraje es el que hizo luego posible el txito d e la ltima
gestin de Leidrado que fu. en definitiva, el xito del procedi-
miento de concordia de Alcuino, como vamos a ver.
Porque la proyectada asamblea de controversia se realiz.
cund do? He aqu uno de los puntos ms discutidos por los eru-
ditos, desde Hefele, que la data por octubre de 798,' hasta Dm-
ler,z Mhlbacher3 y W e r m i n g h ~ f fque
, ~ la atribuyen al 800, pasan-
do por Sagmller,=Simson6 y Leclercq,' que la suponen del 799.
Y son los ltimos los que llevan la razn a m1 criterio. Uno de,

1 - Hefele-Leclercq, Conciles, 111, pgs. 1097-1099.


2 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, 11, pg: 344. La importancia de esta fecha se
proyecta no slo sobre la misma asamblea sino tambin sobre la cronologia de
una serie de cartas de Alcuino que Dmmler considera del ao 800 y que yo creo
que pertenecen al 799. En las notas de citaci6n de estas cartas he procurado dar
en cada caso la fecha que a mi entender les corresponde.
3 - Mhlbacher, Die Regesten der Karolinger, al ao 800.
4 - Werminghoff, Concilia aevi karolini, MGH, 1-2, pgs. 220-225.
5 - Sagmller, en: Tbinger lheologische Quartalschritt, LXXXVI, pgs. 302 SS.
6 - Abel-Simson, Jahrhcher, 11, phgs. 154-163.
7 - Hefele-Leclercq, Conciles, 111, pgs: 1255, nota de "Addenda et errata.. Antes en
un apndice, phgs. 1237-1238, habia aceptado la opinin de Werminghoff favo-
rable al 800. S e da as el caso de que en un mismo volumen de la obra se atri-
buyen a la asamblea d e Aquisgrn las fechas 798,799 y 800, variando adems
los meses.
los datos que m&s ha contribuido a desorientar ha sido que en
la obra de Alcuino Contra Elipandon se dice que fu el ao 32
del prncipe Carlos, ao que va del 9 de octubre de 799 al 8 de
octubre del 800. Entonces, como la controversia se celebr, como
veremos, en junio, tena que ser del ao 800. A esta afirmacin,
.que seguramente es hija d e un error de copia o de una interpola-
cin posterior. se opona otra afirmacin de Flix, en su Confe-
sin de fea redactada poco despus de la asamblea de Aquisgrn.,
donde aluda al concilio de Roma del 798 como celebrado de
poco, anupera; este poco podan ser unos meses. no poda tra-
tarse de ao y medio. Entre las palabras de Flix y las de Alcuino,
oscilaban pues las opiniones. Pero yo creo poder reforzarlo dicho
por Fklix con un nuevo argumento. Hemos visto las cartas de
Alcuino a Arno hacindole saber que la reunin era convocada
para mediados de mayo; en una carta posterior, del 26 de junio,'
Alcuino le habla ya a Arno de la asamblea celebrada; esta tuvo
pues lugar entre mayo y junio. Efectivamente: en junio del 799 es
datado un diploma que Carlomagno otorga desde Aquisgrn al
abad Benito de Aniano, presente en P a l a c i ~ qu
; ~ haca all
Benito? asista precisamente a la reunin convocada por el rey;
esta pues se celebraba e n 799. No slo estaba presente Benito;
tambikn se encontraba all Nebridio, el arzobispo de Narbona y
abad de la Grasse; en el ltimo concepto reciba tambin enton-
ces un precepto del rey, hermano gemelo del diploma de B e n i t ~ . ~
Es que a la asamblea, que la Vida de A l ~ u i n o califica
~ de
1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.O 207, carta de Alcuino a Aruo de
Salzburg, de 26 de junio de 799.
2 - Diploma publicado en: Histoire de Languedoc, 11, ap. 13, y ltimamente en: Muhl-
bacher, Die Urkunden der Karolinger, MGH, n.' 188.
3 - Dioloma oublicado en: Hisfoire de Lanpnedoc. 11. ao. . 14..,v en Mhlbacher. Die
~ i k u n d e hder Carolingur, II G H , ii.' 18Y. Este diiloma conservado en el origiiial
est falto del irapnirnto que contenid la data: los autores de la Gallia cliristiana~,
que fueron los p%meros en publicarlo, lo fecharon eu778, los nuevos editores de
la Histoire de Languedoc, lo mismo que Sickel, lo han atribuido a-junio del 800.
Es evidente aue fu dado por los mismos dias que el precepto . . citado en la nota
anterior, del que es gemelo en su redactado, es dr;ir pJr iunia de i99, con ocasion
de la asarnhlea dc Aquisgrn. Es tambiiin la opinibn ultiina de llhlbacher.
4 - aVita Alcuini., capt. 13, en: ~ i B n e Patrologia
, latina, 100, cols. 90 SS. Esta vida
fu compuesta a base de las referencias transmitidas por el discipulo del mismo
Alcuino, Sigulfo, antes del 829.
magno snodo episcopaln convocado en el Palacio real de Aquis-
grn, haban sido convocados los obispos, segn explica el mismo
Fklix,' y segn Alcuinoa estaban presentes el rey, sus magnates y
los Sacerdotes de Dios. Se trataba pues de una reunin numerosa
y escogida, y es natural que la concurrencia de Septimania fuese
especialmente nutrida, dado que el tema ms vistoso a tratar
afectaba esencialmente aquella regin. ,Creo que incluso asistira
con sus acompaantes el rey Luis de Aquitania. que acababa de
ser llamado por su padre a Aquisgrn para tomar parte, xcum
populo suon, en la expedicin contra los sajones, expedicin rea-
lizada luego de la asamb1ea.j
Flix lleg voluntariamente, acompaado del arzobispo Lei-
drado. Tanto l como Alcuino debian andar bien preparados para
la controversia doctrinal a sostener ante la ms escogida concu-
rrencia de la poca. De como se desarroll el acto tenemos la
versin de cada uno de los interesados y la tercera de un espec-
tador. Flix, en su Confesin. lo explica as: despus de haber
sido conducido a presencia del rey Carlos, recibimos su licencia.
tal como nos haba sido prometido en Urge1 por el obispo Lei-
drado, para presentar, ante los obispos reunidos por orden ex-
presa del rey Carlos a este fin. las sentencias de los libros Santos
que nosotros creamos favorables a la adopcin y a la nuncupa-
cin; para que, no por violencia sino por razn, fuese juzgada la
conformidad o disconformidad de nuestra doctrina con los San-
tos Padres. Y as se hizo. Presentadas pues por nosotros las sen-
tencias sobre la adopcin y la nuncupacin, fueron rechazadas,
no, como se ha dicho, por violencia, sino por razn de la ver-
dad, alegando textos de Cirilo obispo. del beato Gregorio papa
de Roma. del beato Len y de otros Santos Padres, que nosotros
desconocamos antes; y la autoridad del snodo de poco celebra-
do en Roma por mandato de nuestro rey Carlos contra la carta
que tiempo atrs escrib al venerable varn Alcuino, abad de la

1 - E n su econfesinu, Werminghoff, Concilia aevi karolini, MGH, 1-2, p6g. 220.


2 - ~AdversusElipandum~,libro 1, capt. 16, en: Migne, Patrologfd latina, 101, cols.
244 SS.
-
3 Mhlbacher, Die Regesten der Karolinger, al ario 799.
iglesia de Tours ....... Convencido de la autoridad de estas verda-
des y del consenso de toda la Iglesia, hemos vuelto de todo co-
razn, con la ayuda de Dios, a la Iglesia; no por simulacin y
falsedad, como en otro tiempo, sino, como digo, con profesin
de palabra y creencia de corazn. Hemos hecho esta profesin
ante muchos sacerdotes y monjes, arrepintikndonos del antiguo
error y de la prevaricacin del juramento prestado en otro tiem-
po, confesando no creer ni predicar nunca ms la adopcin ni la
nuncupacin, sino la unidad de filiacin......'
Alcuino lo explicaba muy poco despus a Elipando: el dicho
Flix, el ao presente, llamado, acudi voluntariamente a Aquis-
grn, en presencia del rey, de los optimates y de los sacerdotes
de Dios, fu razonablemente odo y, convencido de la verdad,
dando gracias a Dios, confes la verdadera fe volviendo a la paz
de la unanimidad catlica con sus discpulos que eran entonces
presentes con l en el acto.2Y en carta a Arno de Salzburg,
dentro el mismo mes de junio en que se celebrara la reunin: He
tenido una magna controversia con el hereje Flix en presencia
del rey y de los santos padres. l, en su terquedad, no admita
ms autoridad que sus sentencias sectarias, creykndose muy sabio
en lo que menos saba. Pero habiendo visitado su corazn la
divina clemencia confes por ltimo estar seducido por opinin
falsa y querer reconocer firmemente la fe catlica. Yo, no obs-
tante, desconociendo los secretos de su corazn no hago juicio
pblico^.^
Aos ms tarde, el autor annimo de la *Vida de Alcuino
dedicaba un captulo entero de la biografa a la resea de este
acto que tena un relieve especial en la vida de su biografiado.
Deca: Refuta e n Aquisgrn a l hereje Flix. Mientras tanto
lleg a odos de Carlos la existencia por el lado de Espaa de
una hereja contraria a Dios,,que sostena que el Hijo de Dios
1 - ~ConfessioFelicisn, en: Werminghoff, Concilia aevi karolini, M GH, 1-2, pgs.
220 SS.
2 - uAdversns Elipandnmn, libro 1, capt. 16, en: Migne, Parrologia latina, 101, cols.
244 SS.
-
3 Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n." 207, carta de Alcuino a Arno de
Salzburg, de 26 de junio de 799.
150 -
era adoptivo segn la carne. El magno y catlico rey quiso des-
truir de forma radical la simiente diablica,separando la cizaa
del buen grano. Haciendo pues venir a Alcuino, su institutor, des-
de Tours, y al msero liereje Flix, desde los confines de Espaa,
congreg un magno snodo de obispos en el Palacio imperial de
Aquisgrn, donde, bajo su presidencia. orden que Flix, aunque
n o le pluguiese mucho, disputase razonadamente con el docti-
sima Alcuino sobre la naturaleza del Hijo de Dios segn la carne.
iQu silencio eiitonces entre tantos obispos! iOh, qu clara e
inexpugnable fu la defensa de la fe hecha por el maestro deCar-
los! P o r muchas escapatorias que buscase Flix, Alcuino le agui-
joneaba siempre, de manera que casi agotaban los argumentos
antes de entrar en el tema. Fu preciso dedicar a ello desde el
lunes hasta el sbado. A pesar de ser evidente a todos el fallo de
Flix, y de que por todos fuese considerada refutada con apost-
lica autoridad su hereja, l se mantenia terco hasta que Alcuino
le ley, dirigindose a l quejumbroso, este texto de san Cirilo
mrtir: Ea natura, quae per diabolum vitiata est, super angelos
exaltata est propter triumphum Christi, atque ad dexteram Patris
collocata. Al oir esta sentencia finalmente se emocion, confe-
sando con gran llanto y exclamaciones su error)).'
Es evidente que en esta narracin del bigrafo de Alcuino se
notan ya infiltraciones legendarias; aquella escena pattica que
sbitamente estalla al conjuro de la sentencia de san Cirilo, no es
ms que una forma escenogrhfica para explicar la final confesin
de Flix, anonadado y deprimido por una semana entera de dis-
cusiones, dentro una atmsfera contraria, asfixiante. P o r eso he-
mos dado enteras las narraciones de Alcuino y del mismo Flix,
que, compulsadas y comparadas. permiten formarse una idea
muy aproximada de lo que tuvo que ser la realidad Note el lec-
tor, por ejemplo, la reserva con que habla Alcuino sobre la sin-
ceridad de la confesin de Flix al escribir pocos das despus de
la reunin y antes de que Flix se hubiera ratificado en ella por
escrito pblico.

1 - "Vita Alcuinin, capt. 7, en: Migne, Patrologia latina, 104 cols. 90 SS.
Alcuino se haba preparado con aplicacin para sostener esta
controversia que para l era un acto de compromiso, de respon-
sabilidad y de lucimiento a la vez. Durante el invierno haba ido
redactando el libelo de contestacin a la carta doctrinal de Flix
de la primavera anterior.' y ahora lo tenia ya listo; deba servirle
de base para la discusin, l mismo lo c o n f i e ~ a Pero
. ~ adems
haba preparado una serie de argumentos en forma de interroga-
ciones dialcticas que indudablemente haban de ser un arma
muy espectacular en una controversia pblica; por suerte l mis-
m o tuvo una cierta vanidad en exhibirlas y as las conserv man-
dandolas a una amiga suya (Gundrada?) incluyndolas en una
carta: ecomo s que vuestra prudencia es muy erudita en las sub-
tilidades de la dialctica, me complazco en adjuntar a esta m i
carta algunas interrogaciones dialcticas que pueden ser aplicadas
contra la adopcin y la nuncupacin en C r i s t o ~As. ~ podemos
an hoy en da hacernos cargo de la forma como eran planteados
los argumentos y llevada la discusin en una controversia de
aquel tipo. cuando se haba ya agotado el dossier de autorida-
des que cada uno de los adversarios llevaba preparado para con-
fundir al otro.
Lograda la confesi611 de Flix, el pleito estaba fallado y la
controversia haba producido todo el efecto que de ella pudiera
esperarse. Precisaba ahora explotar a fondo la nueva situacin
creada, anulando a Flix como jefe del cisma en las regiones de
Septimania y de la marca hispnica. La primera providencia fu
asegurarse de su persona ponindole bajo la guarda y vigilancia
de una autoridad de confianza a fin de evitar el peligro de una
recada y el contacto indeseable con los antiguos amigos. <El rey
1 - "Sed in manibus majns habemus opus propter alias causas, quas in libello vene-
randi Felicis legimus. Et illum volente Deo vobis dirigimus, postquam lectns et
conprobatus fuerit ab episcopis nostis et dompno regen. Dmmler, Epistolae
karolini aevi, M GH, 11, n." 205. Carta de Alcuino a los abades y monjes de Gotia,
del invierno de 798-799.
2 - aNam isium libellum in disputatione, quae in vestra veneranda praesentia cum
Felice ventilata est, praesentem habuin. Dmmler, Epistolae karoliniaevi, M G H ,
11, n." 202, carta de Alcuino a Carlomagno, del verano de 799.
3 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, M G H , 11, n." 204, carta de Alcuino a una
amiga (Gundrada?), del verano de 799.
se haba propuesto antes entregarlo al arzobispo de Maguncia
como castigo y a fin de que le guardase y mandar a tu providen-
cia su presbtero (Claudio de Torino probablemente) que era peor
que el maestro. Pero como se han declarado convertidos a la fe
catlican .... xlos hemos entregado al obispo Leidrado, nuestro
caro hijo, para que lo tenga con l y lo pruebe;, si es verdad lo
que dice y .si quiere condenar con carta suya el primitivo error
que antes predic con pertinacia: as lo contaba el mismo Alcui-
n o a su amigo Arno de Salzhurg luego de celebrada la contro-
versia, el 26 de junio.'
Pero la entrega no fu inmediata; como Leidrado tuvo que
marcharse otra vez en misin a Septimania, segn vamos a ver
luego, es probable que entre tanto Flix fuese retenido en Palacio.
De hecho, mientras Leidrado estaba ausente, Alcuino logr arran-
car de Flix una carta abierta dirigida al clero y fieles de su igle-
sia de Urge1 ratificando la confesin pronunciada en la asamblea;
era, como se comprende, un documento de la mxima impor-
tancia para actuar cerca los secuaces de Flix e inducirles a se-
guir el buen camino del maestro. La carta, escrita seguramente
poco despus de la de Alcuino que acabamos de citar, a ltimos
de junio o primeros de julio, por tanto, ha sido conservada e iba
dirigida en esta forma: En nombre de Dios. Felix, en otro tiempo
indigno obispo, a los liermanos en Cristo Emanio presbtero,
Ildesindo presbtero, Exsuperio, Gundefredo, Sinodio y Ermegil-
do y dems presbteros, Witildo dihcono y Witirico y dems cl-
rigos sirvientes en la iglesia de la dicesis Urgelitana. y a l o s de-
ms fieles habitantes en dicha.iglesia, en nombre de Dios Padre
y de Jesucristo verdadero Hijo suyo, seor y redentor nuestro, y
del Espritu Santo. salud eterna>. Segua la narracin de los pre-
cedentes y del acto de Aquisgrn en la forma poco ha mencio-
nada. y. a continuacin, se ratifica en la profesi6n heclia en la
asamblea de Aquisgrn, diciendo: profesamos pues que en ade-
lante de ningn modo creeremos ni predicaremos la adopcin de
la carne en el Hijo del hombre, ni la nuncupacin en la humani-
i - Dmmler, Epistolae karolini aevi, M GH, 11, n.O 207, carta de Alcuino a Arno de
Salzburg, de 26 de junm de 799.
dad, sino que confesamos que nuestro seor Jesucristo es en las
dos naturalezas. divina y humana, propio y unignito Hijo del
Padre, nico Hijo suyo; salvas en todo las propiedades de las dos
naturalezas, de modo que no se crea que la divinidad del Verbo
de Dios se convirti en naturaleza humana, ni sta, asumida por
el Verbo, en divina; sino que las dos, es decir, la divina y la hu-
mana, desde el primer instante de la concepcin en las entraas
de la Virgen estn de tal manera unidas en una persona singular
que el que naci de la Virgen fu Hijo unignito del Padre, Dios
verdadero. Esta es nuestra confesin de fe que aceptamos y soss
tenemos despus de los pasados errores. O s exhortamos a creer-
la y confesarla, sin tocar nada de ella. Orad por m, culpable de
la contienda habida en la Iglesia, para que obtenga de Dios mi-
sericordia antes de la muerte y la enmienda de los que cayeron
en la misma prevaricacin ma; en lo que confo, adhirindonos
a la paz y unidad de la Iglesia universal y anatematizando la cau-
sa de la discusin, o sea, la adopcin y la nuncupacinn. Copia
luego Flix la doctrina de Nestorio para rechazarla, y los textos
de san Cirilo, san Atanasio, san Gregorio Nazianceno y san Len
por los que se ve claramente como el Hijo de Mara es en cuanto
tal y como hombre hijo propio y natural de Dios.'
La segunda providencia tomada despus del xito de la asam-
blea de Aquisgrn, fu la de mandar en misin a las regiones afec-
tadas por la hereja de Flix, a Leidrado de Lyn, Benito de
Aniano y Nebridio de Narbona, a fin de que reintegrasen. a la
verdadera fe y a la obediencia de la jerarqua oficial de la Iglesia
franca las poblaciones seducidas por el llamado error hispnico..
Tambin es Alcuino quien nos lo explica en la tan citada carta a
Arno, del 26 de junio: uy Leidrado, junto con el abad Benito y
con Nebridio, han sido enviados a aquellas regiones occidenta-
les para extinguir y suprimir estas perversas doctrinas contra la
fe. Los tres estaban, como hicimos constar antes, presentes en
la asamblea y asi les pudieron ser dadas personalmente las ins-

1 - La mejor edicin de la ~ConfessioFelicis,, es la dada por Werminghoff, segn


el cdicen.' 385 de Reims, del siglo IX,en: Concilia aevi karolini, M G H , 1-2,
pgs. 220 SS.
154 -
trucciones. Quien ms deba aleccionarlos sera Alcuino que con-
tinuaba siendo el verdadero director y el inspirador doctrinal de
la empresa.
61 era quien haba de proporcionarles el bagaje intelectual.
que les servira en sus predicaciones y razonamientos. A conti-
nuacin de la noticia anterior aade a Arno: a quienes (los en-
viados) ayuda nuestra pequeez en lo que puede con escritos ecle-
sisticos, especialmente coi1 aquel libelo que hace boca hemos
editado contra aquel otro libelo que el pasado ao nos dirigi
Flixu.' Trtase de la obra capital antifeliciana de Alcuino: Ad-
versus Felicem libri VII, que emprendi, de acuerdo con el rey,
cuando peda que hicieran otro tanto Teodulfo, Ricbodono y Pau-
lino de Aquilea,' en l'a cual estuvo trabajando el anterior invierno
y de la que se sirvi, indita an, para la controversia de Aquis-
grn. Ahora. pasada la controversia, la mandaba tambin al rey
para su aprobacin, con dos cartas de presentacin que en resu-
men venan a decirle: P o r vuestro mandato he escrito est.a obra
respondiendo al libelo que en contra de mi os mand el obispo
Flix; lo hice animado ms por vuestro deseo que por mi pericia.
Ahora lo someto a vuestro juicio. En realidad tuve presente este
mi escrito cuando se ventil en vuestia presencia la disputa con
Flix, pero como no lo leisteis ni lo comprobsteis, n o lo he dado
al pblico. Ved ahora que es lo que haya de hacerse con l; por
mi parte no lo publicar que n o lo hayis examinado con vues-
tros famillares. Excusad la forma de composicin en gracia a se-

1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11. n."207, carta de Alcuino a Arno de
Salzburg, de 26 de junio de 799.
2 - Esta obra es publicada en: Migne, Patrologa latina, 101, cols. 128 SS. Es en ella
donde Alcuino muestra, contra la obsesin de Elipando, desconocer las obras de
Beato y Heterio: uLo que decis, que Beato y su discipnlo Heterio os han comba-
, tido, les alabamos por ello. No obstante, si como tambin decis, confunden las
dos naturalezas de Cristo, por esto les reprendemos),. Tambin es en esta obra
donde Alcuino marca la separacin de las Iglesias romana y espanola: .Despus
de muchos textos de los Santos Padres catlicos que has aducido-le dice
a Elipaudo- produces otros de obispos espaoles que tu dices ortodoxos, pero
en estos textos hay herejas, a no ser que, como en otros casos, los hayas muti-
lado y les hayas hecho decir lo que no dicen. Sea como fuere nosotros preferimos
m65 acomodar nuestra fe a la autoridad romana que a la hispana, a pesar de no
reprobar sta en aquellos casos en que habla catlicamente*.
- 155
guir la argumentacin del adversario.' En la segunda carta expli-
caba que se haba servido de estos Santos Padres: Jernimo, Agus-
tin, Gregorio papa, Hilario, Len papa, Fulgencio obispo, Ambro.
sio. Cirilo, Beda, Gregorio de Nicea, Isidoro espaol y Juvencio;.
tambin haba utilizado las obras de Orgenes y de Casiano. a
pesar de que estos autores hubiesen descarrilado, aprovechando
slo lo que era bueno, siguiendo el ejemplo del proceder de san
Jernimo, y a ejemplo tambin de san Pablo que us de los libros
paganos en lo que era recto. Si alguien quiere combatir mis pa-
labras -aada- estos testimonios me sostendrn, que no puede
errar quien mora dentro estos castillos de la fe.2
La aprobacin del rey sera inmediata y anterior a la salida
de los <missi hacia Septimania, pues en la obra (~ContraElipan-
do^, que Alcuino les mand para su misin, se habla ya de la
aprobacin como cosa pasada: <respondimos al libelo de Flix
con otro en siete libros ..... que fu ledo y aprobado en presencia
del rey y de los sacerdotes de C r i ~ t o Una
. ~ vez aprobado debi
ser puesto a disposicin de los missis.
Posterior a la salida de estos y probablemente mientras se
encontraban en las etapas de su camino, acaso en Lyn, la sede
de Leidrado, Alcuino les mand la ~Confesinude Flix y otra
obra suya que haba terminado velozmente, exprofeso para que
fuera utilizada e4 la misin. Se trataba de los ((Adversus Elipan-
dum libri IVs, que hemos aprovechado aqu nosotros a menudo
por la gran cantidad de datos que nos p r o p ~ r c i o n a b a nSon
. ~ cu-

1 - Dmmler, Epistolae karoliniaevf, MGH, 11, n." 202, carta de Alcuino al rey c a r -
los, de principios del verano de 799. Dentro la misma obra, en el libro 1, capt. 1,
tambin se excusa por la falta de orden y mtodo: .Non debet mihi lector impu-
tare sermonis mei confusam quodammodo disputationem et inordinatam, quia non
recto tramite currentis, sed circiiloso loquacitatis rotatu disputandis vestigia
seqni necessarium habeo. Et prout ordo proponentis exierit, sermo respondentis
subsequatur".
2- Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, 11, n.' 203, carta de Alcuino al rey
Carlos, de principios del verano de 799.
3 - nAdversus Elipandum libri IVn, libro 1, capt. 17, en: Mignc, Patrologia latina,
101, cols. 244 SS.
4 -La obra =Contra Elipandou es publicada por Migne, Patrologa latina, 101, cols.
244 SS. Como dice el mismo autor, de sus cuatro libros, los dos primeros son
riosas e interesantes las dos cartas con las que Alcuino mandaba
su trabajo a los 1egados.Por la primera, dirigida aLeidrado obis.
po de Lyn, Nebridio obispo de Narbona. Benito abad, y a los
monjes, abades y obispos de la provincia de Gotia, les deca: *Es
tarea ma defender la fe y procurar por tanto que la vecina peste
del error hispnico no pueda infectaros; aquella tierra, en otros
tiempos, segn cuentan las antiguas historias, era prdiga en ti+
ranos que acostumbraban a hostigar a menudo al imperio roma.
no, y ahora. mucho peor, agrede con nuevas perversidades cis-
mAticas los odos sacratsimos del imperio cristiano. A estaobra
de predicacin os ha mandado el rey Carlos; yo, para proporcio-
naros una pequea ayuda en vuestro camino os mando la res-
puesta a una carta dirigida a m por Elipando, por si esta carta
hubiera maculado alguien, pues sabemos que fu a parar a otras
manos antes que a las nuestras. Entonces explica Alcuino como
se haba desarrollado el asunto con Elipando; como, queritndole
l escribirle, le informaron de su perfidia y a pesar de ello le es-
cribi, exhortndole con el deseo de volverle al buen camino en
edad tan avanzada. Pero Elipando reaccion con ira, defendiendo
su secta, tildndole de falsario, de hereje, de perseguidor de cris-
tianos; aportaba muchos testimonios escripturisticos y patris-
ticos, maculndolos con pravsima interpretacin. Yo -aade
Alcuino- he procurado responder, en dos libros, segn la recta
interpretacin; he ariadido otros dos libros para defender la fe
catlica sobre el Cristo. Todo ello lo someto al juicio de vuestra
autoridad y de vuestra censura antes de darlo al pblico. No he
usado en mi respuesta de su violencia, ni he trabajado exclusiva-
mente por su salud -pues temo haya muerto dada su senectud o
que no le lleguen mis escritos por las disensiones populares de
alli- sino en ayuda a vuestra predicacin y para edificacin de los

dedicados directamente a la refutacin de la &artaque le haba escRto Elipando,


los dos segundos, de carcter m6s general, llevan por titulo: De la Encarnacin
de Jesucristo, de las dos naturalezas y de la verdad de una sola persona en $D.
Es en esta obra donde Alcuino, defendikndose de la acnsaci6n de Elipando de
que corrompa al rey Carlos, proclama al rey incorruptibIe Y hace un elogio de
S U personainteresante para tener en cuenta. . .
hombres y mujeres que viven en las zonas vecinas de Espaa. Me
acusa aquel padre de poseer muchas riquezas, hasta veinte mil
siervos; ignora mi nimo: hay quien tiene riquezas y no las tie-
ne, y quien n o tiene y las tiene; no he vendido nunca mis servi-
cios, he deseado siempre servir a Cristo. Llamado por el rey Car-
los vine a Francia para hacerlo, tal como me lo haba predicho
en mi patria un santo varn, tal como me lo mand mi maestro
(el obispo ~ g b e k t ode York), hombre entregado a Dios, que me
dedicara a la defensa de la fe si apareciesen nuevas sectas. As,
padres y hermanos, trabajad en la predicacin y en la testifica-
cin de la verdad.'
La segunda carta slo se diriga a los amissir, Leidrado, Ne-
bridio y Benito; sera escrita poco despus de la anterior y las
dos a principios de verano de1 799. Les anunciaba que les some-
ta un opsculo que haba redactado contestando la carta que le
remitiera Elipando en contestacin a su caritativa misiva; la obra
se compone de cuatro libros, con las sentencias de los Santos
Padres contra la impa doctrina. Despues de la conversin de
Fklix hemos procurado obligar a ste a escribir una carta cat-
lica, as el piadoso lector vera como no puede sostenerse el error
hispnico. Porque. con la proteccin de Dios. Felix h a vuelto al
seno de la Iglesia, como puede comprobarse por su carta que ad-
junto a mi opsculo para la salud de los lectores. Vosotros leed
mi obra antes de darla al pblico; con ocasin de vuestro viaje
la he dictado, sin tiempo para releerla y enmendarla. Si la consi-
deris digna de ello mostradla a los hermanos. si no, ocultadla,
hasta que de comn acuerdo veamos que hay que hace.r con ella.
Si os parece que pueda ser til, mandad el opsculo a los herma-
nos de Espaa, si se da el caso que se encuentre oportunidad de
portador. Antes de salir de la ciudad, si no tiene que daros mo-
lestia. procurad ligar en un solo cuerpo estos cuadernos. no fue-
ra caso que se dispersaran en manos de los lectores. El conjunto
ha sido compuesto como un libro nico. Si queris mandarlo a
alguien, copiadlo, y retendreis el original hasta que volvis con
1 - Dmrnler, Epistolae karolini aevi, MGH,11, n." 200, carta de Alcuino a Leidrado,
Nebridio y Benito, del verano de 799.
156 -
nosotros. Todo lo que en l encontrargis bueno, es de Dios, lo
dems para ser corregido.'
As los enviados del rey iban a Septimania armados doctri-
nalmente con las dos grandes obras de Alcuino, contra Flix y
contra Elipando, y polticamente con la confesin de Flix, ins-
trumento de particular eficacia. Pero, adems, disponian de los
conocimientos especiales que sobre la cuestin adopcionista te-
na el abad Benito. ste no se haba limitado a servir de corres-
ponsal activo de Alcuino en Septimania: por su parte haba estu-
diado el asunto y haba escrito tambin sobre l unos opscu10~
dirigidos a un tal Warnacio, que puede hubiera sido u n seducido
por las doctrinas' adopcionistas. Cuatro son los opsculos con-
servados: el primero es una coleccin de testimonios escriptura-
rios sobre la Encarnacina y la Trinidad destinados a afirmar la
.doctrina contraria a la hereja feliciana; el segundo, que se adivi-
na claramente como una continuacin del primero, esta directa-
mente dirigido a combatir el adopcionismo de Fklix con textos
de la Escritura, de los Santos Padres, y conciliares, y con una
buena argumentacin propia que deja adivinar en Benito un apre-
ciable telogo; el tercero tiene forma epistolar y resulta bastante
oscuro aacausa de una transmisin manuscrita muy deficiente; el
cuarto', finalmente, es una profesin de f i sobre el misterio de la
Trinidad, redactada en forma de 0raci6n.~
Por fuentas directas no sabemos nada de la marcha ni de los

1 - Dmmler, Epistolae karolni aevi, MGH,11, nP 201, carta de Alcuino a Leidrado,


Nebndio y Benito, del verano de 799.
2 - Estos opsculos fueron publicados por primera vez por Baluze en sus MiscelJa-
nea, Pars, 1678-1715, V, pgs. 1-62, y despus han sido reproducidos en: Migne,
Patrologia latina, 103, cols. 1399 SS. Vtase sobre ellos: Hjsfoire Iiteraire de la
France, IV, pgs. 450-456. Su contenido es exclusivamente doctrinal y por lo
tanto n o nos proporcionan ningn dato histrico sobre las circunstancias de su
publicacin. El bigrafo de Benito explica la intervencin del santo en la lucha
contra el felicianismo con estas palabras: ~ N e cillud silendum puto, quia cum
pene provinciam illam eodem tempore perversum Feliciani invaserit dogma, hic
" a b omni pestifero perfidiae errore illaesus ope divina intus evasit, mullosque, non
solurn infimos, verum etiam praesules ecclesiae suo eripuit studio, et adversus
nefandum dogma veris disputationum jaculis armatus saepe congressus esb.
"Vita sancti .Benedicti Anianensisn, capt.17, en: Migne, Pafrologia Iatina,l03,
cols. 353 ss.
resultados de la misin. S6lo.una carta de Alcuino, que da la im-
presin de haber sido escrlta unos meses despus de ella, hacia
ltimos del 799, nos deja adivinar su xito; es una de aquellas
cartas con las que el abad de san Martin de Tours acostumbraba
a informar sobre los acoiitecimientos de inters a su amigo Arno
de Salzburg:' ahora le deca: <Si ves al patriarcaPaulino saldale
repetidamente. He ledo el libelo para la fe catlica que' mand al
rey y me ha gustado mucho, de modo que n o cabe aadirle nada
para las recientes cuestiones entre yo y F1ix.l Feliz la Iglesia y el
pueblo cristiano que tienen tales defensores como l y el rey. Pero
falta an hacer algo: el obispo de Toledo, de nombre n o pordig-
nidad, Elipando, contina en la hereja condenada apostlica-
mente y sinodalmente. Sabed que nuestro hijo, el obispo Leidra-
do, hermano vuestro, est trabajando cuotidianamente con todo
ardor por aquellas zonas. De tal modo que segn me informan
personas religiosas y veraces, se han convertido hasta veinte mil
entreobispos, sacerdotes, monjes, pueblo de hombres y mujeres,
llorando el pasado error y dando gracias a Dios por el conoci-
miento de la verdad. De Flix ya sabes por mis cartas y lo que se
hizo de Estuvo en San Martin con el predicho hijo nuestro
Leidrado, y me ama mucho, todo el odio que me profesaba se ha
transformado en dulzura de caridad. Procurar, como me pides.
aumentar mi correspondencia a medida de la oportunidad en el
tiempo y en los correos.
De esta carta pueden hacerse varias deducciones. La prime-
ra, es que los resultados de la misin, que continuaba an en los
momentos en que se escribia la carta, fueron esplndidos en toda
la regin infectada, perteneciente al reino franco; realmente ningn
testimonio histrico fidedigno vuelve a hablar de herejia ni de
cisma en esta regin. La segunda, en cambio, es que la conver-
sin de Flix no afect en la Hispania; Alcuino se queja amarga-
mente de queElipando contine firme en la hereja. La tercera se

1 - Dmmler, Epistolae karolini aevi, MGH, Ir, n."208, carta de Alcuino a Arno de
Salzburg, de ltimos de 799.
2 -Se refiere al libelo de que hablamos en la pgina 143.
3 -Alusin a la carta citada en la pagina 152.
refiere a la, hasta ahora desconocida, visita de Flix a Alcuino
que ciment la amistad y confianza entre ambos; esta visita pue-
de colocarse despus de las cartas de ~ l c u i n oa Arno del 26 de
junio y como una etapa del viaje de Leidrado y su encomendado
Flix desde Aquisgrn a Lyn; posiblemente durante esta visita se
gestion la anuencia de Flix en la redaccin de la Confesin.
La satisfaccin de Alcuino en esta carta se trasluce desbor-
dante; es natural, en aquellos momentos recoga los buenos re-
sultados de todos sus esfuerzos, y su poltica de concordia,' que
tantos obstculos y resistencias haba encontrado, era coronada
al fin por el pleno xito.
Aqu podramos dar fin al presente captulo a no ser la exis+
tencia de un documento cataln. el nico conservado en toda la
vasta regin de Gotia y de la marca que haga referencia al in-
menso ajetreo que conmovi nuestra. tierra; es una donacin que
Leidrado, por la gracia de Dios obispo, por ms que indigno,
presidiendo la sede de Santa Maria de Urgel, hace al abad Cator-
do del monasterio de San Saturnino de Tabrnoles y a sus her-
manos Ucano, Juan, Sunila, Eldesendo, Exsuperio, Gontefredo.
Sidonio, Ermegildo y dems que con l conviven en el cenobio.
Les da su iglesia de San Saturnino de Ardvol, en el condado de
Urgel, edificada en la soledad de la marca, con todos sus tr-
minos y pertenencias, villas y villares, cultivos y yermos. y con
las dcimas y primicias que ellos mismos instituyan. Lo da a fin .
de que oren por l y por el monje Sidonio que voluntariamente
se entreg a Dios en expiacin de sus culpas. Sidonio se le haba
presentado pidindole el perdn y la penitencia, y 61, dada la
magnitud de la culpa habia dispuesto que precisaba acudir a
Roma, al jefe de la Iglesia; Sidonio, haciendo cesin de todos
sus bienes, se haba sometido a nuestro mandato. Entonces yo
-dice Leidrado - en cumplimiento de mi ministerio, mand r-
pidamente la peticin del perdn al sumo apostlico, quien con.
test en seguida acordndol'o. En un inciso da a entender que l
habia predicado en la regin solitaria de la marca. donde estaba
situada la iglesia objeto de la donacin. Entre las clusulas juri-
dicas se encuentra sta: xsecundum regulam ecclesiasticam manus
- 161
nostra vestita in vestra transfundimus, vinculo subnixo, ut me-
inoratum esse. El documento lleva la fecha de 6 de abril de 805.'
Pero. desgraciadamente, este documento, que di6 tanto que
hablar al P. Villanueva y que fu aceptado por los eruditos pos-
teriores, es falso; forma parte de la serie de falsificaciones relati-
vas al monasterio de San Saturnino de Tabkrnoles que, por el
inters intrnseco de su contenido, han sido muy apreciadas de
nuestros historiadores, injertando variados errores en la historia
de la regin.= Su autor, que probablemente vivi en la segunda
mitad del siglo XI,era un buen erudito, muy conocedor de los
diplomas guardados en el archivo de la iglesia de Urgel, y supo,
a base de ellos, construir sus falsos con apreciable verosimilitud
y r o n datos del mayor interhs. En el presente caso es evidente
que se sirvi de un ejemplar de la uConfesi6nn de Flix, del que
tom6 los nombres de varios de los supuestos monjes, as como
la noticia de la presencia y las i'ntefvenciones del obispo Leidra-
do en Urgel; y de un precepto de Luis el Piadoso de 835, para San
Salvador de lavedella, del que extrajo el nombre del abad Calor-
d o de T a b r n ~ l e signoramos
;~ en cambio si, para la ancdota del
monje Sidonio, dispuso de alguna fuente histrica, o fu. toda
ella producto de su imaginacin.
En todo caso, repetimos, el documento no tiene valor hist-

1 -Se conservaba slo en copia del XIII en el Cartulario de Tabrnoles, fol. 67. doc.
122, en el Archivo del Seminario de Urgel, y lo public Villanueva, Viaje literario,
X, ap. 4. La fecha es interpretada, los elementos de ella ofrecidos por el docu-
mento n o convienen entre ellos, caracteristica muy comn en las falsificaciones.
2 -Entre estas falsificaciones son especialmente de notar el supuesto documento del
conde Fredolo, del 815, publicado por Villanueva, Viage literario, X, ap. 5, que
introduce este conde en la serie de los de Urgel; el del conde Borrell, de 792,
publicado por Baluze, Marca Hispanica, ap. 115, que nos dara conocimiento de
un nuevo hermano del conde y atestada la existencia de un precepto de Carlo-
magno para Tabernoles; y la clebre bula del papa Len 111 que public Kehr,
Papsturkunden N2 Spanien. Kafalanien. 11, Berlin, 1926, pg. 241. Todos estos
documentos presenlan ciertas caractersticas que inclinan a pensar en la unidad
de autor; en todo caso sle era un apreciable erudito, muy buen conocedor del
archivo de Urgel y del de Tabernoles, cuyos documentos autenticos utilizaba
para sus manipulaciones.
-
3 Abadal, Els preceptes carolingis p e r Cafalunya, obra en prensa, precepto de
San Salvador de la Vedella, 1.
162 -
rico contemporneo y 5610 representa el recuerdo, por ms de dos
siglos posterior, que dejara en Urge1 la impresionante figura y
actuacin del obispo Flix.
El cual, una vez recluso en Lyn y apartado y separado de
su antigua dicesis, perdi todo contacto e influencia en ella.' Se
encontraba vigilado y controlado, n o s610 por su guardin ofi-
cial, el obispo Leidrado, sino por otro guardin oficioso, hombre
de confianza de aqul. Me refiero a aquel cataln AgobardoZque
vimos establecido de muy joven en San Policarpo de Razs, al
lado del abad Atala, y que Leidrado, con ocasiSn de Iiaberle co-
nocido en uno de sus viajes misionales. se adjunt llevndosele a
Lyn. Ah le habia ordenado en 804, y era tanta la confianza que
tena puesta en l, que le habia nombrado corepscopo de su sede:
cuando en 816 Leidrado se retir al monasterio de Soissons,
Agobardo hered6 su a r ~ o b i s p a d o . ~
En efecto, an en la poca de la guarda oficial de Leidrado,
Agobardo estaba ya vigilante, y as pudo enterarse de como Flix
se dedicaba a ensear falsas interpretaciones evanglicas; se lo
pregunt entonces a 61 mismo, delante sus oyentes. y la respues-
t a de Flix fu confirmativa. Agobardo procur demostrar a di-
chos oyentes de qu forma deban entenderse aquellos pasajes
evanglicos, y a Felix procur convencerle leyndole sentencias
de los Santos Padres que contradecan sus blasfemias; luego Flix
prometi enmendarse. Agobardo, una vez obtenido de esta forma

1 - Es evidente que Flix fu depuesto. Agobardo, nAdversum dogma Felicisv, capt.


1.D, en Migne, Patrologia latina. 104, cols. 30 SS., habla muy claro de esta depo-
sicin cuando alude a las doctrinas errneas por las que fu sab honore episco-
patus depositus".
2 - Sobre Agobardo pueden consultarse: Histoire literaire d e la France, IV, pgs.
567-583; Ebert, Histoire de la Iirfrature latine, 11, pgs. 234-248; Manitius, Ge-
schichte der lateinischen Literatur, 1, pgs. 386487. La nota analistica (Pertz,
Scriptores, M G H , 1, pg. 110) que supone que fu en 792 cuando Agobardo se
traslad a Lyn, la considero, por su tenor, como una interpelacin posterior a
la muerte del obispo, en 840, y la tengo por errnea.
3 - Lo explica Adn de Viena en s u ~Cronicnu,Pertz, Scriptores, M GH, 11, pg. 320:
~BernardusViennensis episcopus erat et Leidradus Lugdunensis. Qui initio im-
perii Ludovici imperatoris Suessionis monasterii locum pet~itet in loco ejus Ago-
bardus ejusdem ecclesiae chorepiscopus consentiente imperatore et universa Ga:
llorum episcoporum synodo episcopus substitutus estu.
el silencio de Flix, guard secreto el incidente, pues que de otra
parte tampoco era de su incumbencia.'
Pero ms tarde, al retirarse Leidrado a Soissons, junto con
la herencia episcopal, hered tambin la guarda oficial de Flix;
probablemente no por mucho tiempo ya que ste morira pronto,
sin que podamos fijar fecha precisa. Fu en ocasin de esta muerte
cuando Agobardo pudo enterarse, por algunos fieles amigos, de
que Flix haba continuado sosteniendo falsas ideas;=no slo esto,
sino que examinando los papeles del difunto fu encontrado un
escrito, redactado por l en forma de preguntas y respuestas,
donde de manera fraudulenta volva a sostener las mismas doc-
trinas que en otro tiempo abjurara y por las que haba sido de-

l - mlgitur anteqnam de eis quae praedictus Felix scripta reliquit disputemus, prae-
mittendum video quomodo propriis verbis quibusdam, adhuc vivens, aliqua im-
probanda persuadere conatus est. Coepit aliquando, ut dixi, quosdam docere, ut
crederent Dominum nostrum Jesum Christum, secundum caruem veraciter nescisse
sepulcrum Lazari, cum diceret sororibns ejus: aUbi posuistis eumu, et veraciter
ignorare diem judicii, veraciter etiam ignorasse quid confemetiir a duobus disci-
pulis ambulantibus in via de his quae facta fuerant in Hierusalem; veraciter quo-
que ignorasse utrum plus diligaretur a Petro, quam a b aliis discipulis, cum dice-
ret: uSimon Petre, amas me plus his?". Hoc ut cognovi, accessi ad eum coram
ipsis quibus ista suadebat, et interrogavi eum utrum ita prorsus sentiret. Quod
cum confirmare tentaret, objurgavi eum, et detestatus sum pravos sermones ejus;
ostendique ut potui, caeteris qua custodia ista repudiarent, et quo seusu loca illa
Scripturarum intelligere deberent; ipsique Felici sumptas sanctorum Patrum sen-
tentias, quae blasphemiis ejus coutrairent legendas direxi. Quibus lectis, promisit
s e omuis emendationis diligentiam sibimet adhibiturum. Propter quam rem silen-
ter eurn dimittens,non putavi necessarium esse easdem blasphemias ejus iu exteros
publicandas, quia nec a d me pertiuebat.. Agobardo, ~Adersumdogma Felicis.,
capt. 5, en: Migne, Patrologia latina, 104, cols. 30 SS.
2 -.Post morteni vero ejus, cognovi per quosdam fideles fratres, qui a b illo audie-
rant, quod direxit Deuui Dei Patris filium nullateuns dici debere passnm aut cru-
cifixum, sed a b eo hominem assumptum; coniimare Loc niteus exemplo Isaac,
qui a patre ductus ad immolandum, non ipse, sed aries pro e o est immolatus;
tanquam in lsaac figuratus fit filius Dei, et in ariete filius hominis. Haec autem
faciebat saepedictus Felix, quia nullatenus acqniescebat sentire, nec suadere
sibimet ita valebat, ut crederet in uno Domino nostro lesu Christo duaruui uatu-
rarum unitionem substantialiter factam, et Deum Verbum secundum subsisten-
tiam carni unitum, sicut liquido in consequentibus ex verbis illius apparebit.
Contra quae et nos obviantia sibi testimonia sanctorum Patrum, Deo auxiliante,
posituri sumus. Timens enim permixtionem Entychetis incurrere, corruit in divi-
sionem Nestoriin. Agobardo, ~Adversumdogma Felicisn, capt. 6,en: Migne, Patro-
logia latina, 104, cols. 30 SS.
puesto de su sede episcopal; y si bien suprima ciertas expresio-
nes imprudentes que antes usara, aada otras nuevas que antes
haba callado.'
Agobardo aprovech esta ocasin para lucir los conocimien-
tos que sobre el tema haba adquirido durante el largo proceso
del asunto al lado de Leidrado; escribi un tratado ((Adversum
dogma Felicisn, que dedic al emperador Luis, en el que se reco-
gen pasajes de Flix y se refutan a base de textos de san Hilario,
san Jernimo, san Agustn, san Cirilo, Vigilio de Tapso, san
Avito de Viena, el papa Simaco, san Gregorio y cierto F i d e n c i ~ . ~
Con el libro de Agobardo queda definitivamente cerrado el
ciclo del felicianismo; el paso de la hereja queda tambin borrado
dentro los dominios carolingios de la Septimania y la vecina
marca, definitivamente incorporados en la Iglesia franca.

1-Post obitum Felicis, illius qui fuerat quondam episcopus in sede Orgelletana,
inventa esta uobis quaedam schedula a b eo edita sub specie interrogationis et
responsionis: quam cum legentes consideraremus, inspeximus hominem diligenter
et fraudalenter instaurasse, quautum iu s e fuit, omnem pravitatem dogmatis sui,
in qua dudum fuerat detectus et convictus, et propter quam a b honore episcopa-
tus depositns: qui licet aliqua verba, quae prius imprudente? efferebat, postea
suppresserit, aliqua tamen nuuc addidit, quae tunc reticuit.. Agobardo, Adver-
sum dogma Felicisn, capt. 1, en: Migne, Pafrologia latina, 104, cols. 30 SS.
2 - Esta obra de Agobardo se halla publicada en: Migne, Patrologia latina, 104, cols.
30-70.
La independencia de la Iglesia asturiana

P or el mismo tiempo en que, con la conferencia de Aquisgrn


y la reclusin de Flix en Lyn, quedaba resuelta la sece-
sin de la Gotia y la marca catalana de la Iglesia de Toledo, la
-
Iglesia de Asturias adquira tambin personalidad independiente.
No se lleg a ello sin establecer antes unos contactos, una espe-
cie de alianza, en la comn batalla, entre las cortes de Oviedo y
de Aquisgrn.
Vamos a relatar sucintamente el proceso de esta relacin que
si empez con un tinte ms bien poltico, pronto deriv hacia la
comn finalidad eclesistica.
Hemos citado antes las alusiones que Beato hiciera en su Tra-
tado apologtico)),escrito a ltimos del 785, sobre el conocimiento
que en Francia se tena de la divisin suscitada entre los fieles
asturianos por la cuestin adopcionista: tambin nos referimos a
las afirmaciones de Elipando en sus cartas a Carlomagno y a los
obispos francos, del 794, sobre el hecho de que uno y otros fue*
ran seguidores y discpulos de Beato de Libana. Pero en ambos
casos, ya lo apuntbamos, se trataba de afirmaciones ms fants-
ticas que reales: es evidente, y lo hemos repetido, que en Francia
durante los primeros aos no se tuvo conocimiento de la obra
de Beato y slo ms tarde llegaron all noticias indirectas a tra-
vs de las cartas mismas de Elipando y de Flix. Una relacin
directa, un contacto inmediato, entre Asturias y Francia, no pa-
rece haber existido antes del 797. La nica nota que podra des-
virtuar esta opinin. seria la asistencia de obispos de Galicia al
concilio de Frankfurt del 994. consignada en los *Anales de Ania-
no, pero que nosotros hemos conceptuado hija de una confusin
del analista.'

1 - Vease la pgina 98.


Fu a ltimos de 797 o principios del 798 cuando realmente
se establece contacto entre la corte de Asturias y la corte franca;
veamos en que circunstancias.
En 793 haba tenido lugar una gran expedicin de devastacin
organizada por el emir Hixem y encomendada al general Abdel-
mlic ben Moguits que penetr profundamente en Septimania,,
llevando sus depredaciones hasta la Rouerga; era, despuks de la
gran campaa de Carlomagno sobre Zaragoza del 778, la primera
reaccin violenta y ofensiva de Crdoba contra los proyectos
ms o menos platnicos del rey franco sobre una liberacin de
Espaa. El arrasamiento de una gran extensin del pas. que es-
taba incorporado al reino franco desde hacia una generacin,
practicado casi impunemente, tuvo que producir en la corte de
Aquisgran una profunda impresin de pena y de sorpresa. Carlo.
magno tuvo de constatar que las cosas n o marchaban regular-
mente en la corte aquitana de su hijo Luis: era evidente un des-
cuido y desorganizacin en la vigilancia de fronteras, como se
descubri la existencia de grandes abusos en las administracio.
nes fiscales del interior. Fu preciso proceder a una reorganiza-
cin bsica de la casa real aquitana, cosa que encarg Carlo-
magno a personajes de confianza de su propia casa.'
Coincida el planteamiento de estos problemas militares y ad-
ministrativos con la ebullicin del conflicto adopcionista; el ano
794, que es el del concilio de Frankfurt, fu tambin el atio de la
reorganizacin aquitana. Urga asegurar militarmente y espiri-
tualmente la frontera meridional del reino; los esfuerzos en el
ltimo sentido, los hemos narrado; la muerte del emir Hixem,
dejando la sucesin al joven e inexperto hijo Alhquem, a quien
la reviviscencia de las antiguas pretensiones de sus tos Suleimn
y Abdallah acababan de debilitar, ofreci buena oportunidad para
lo primero.
Es probable que Carlomagno concibiera entonces un plan de
ataque a realizar escalonadamente, y que su ltima intencin fue-

1 - Lo cuenta la Vila Hludowicin del Astrnomo, capt. 7, en: Bouquet, Recueil des
historiens des Gaules, VI, Paris, 1870. Vase tambin: Abel, Jahrbcher, 11, pgs.
89-93.
se llevar la frontera al Ebro, apuntalndola en las fortalezas de
Zaragoza y Tortosa. P o r el momento, en 976, ao de la muerte
de Hixem, mand una expedicin al otro lado de la frontera que
parece haber sido slo de tanteo o descubierta. Iba dirigida direc-
tamente por prceres suyos y n o hizo ms que devastar el pas;
sus jefes regresaron pacficamente al palacio de Aquisgrn cerca
del rey.' Pero bast esta algarada, con las intenciones que dejaba
adivinar, para que en el interior fronterizo. un rabe, Zeid, se su-
blevara por su cuenta, convirtindose en amo y seor de Barce-
lona; por la primavera siguiente, de 797, compareca Zeid en Aquis-
grn, encomendndose al rey y poniendo la ciudad de Barcelona
bajo su potestad; sujecin, por otra parte, puramente n ~ m i n a l . ~
. Los acontecimientos entonces se precipitan. Animado Carlo-
magno con los buenos resultados de su actuacin y con las es-
paldas guardadas por el lado de Barcelona, orden luego a su
hijo Luis que fuese con un ejrcito a combatir la ciudad de Hues-
~ aMientras
. ~ tanto, compareca tambin en Aquisgrn, Abdallah,
el hijo de Abderramn 1, que, derrotado en 788 por su hermano
Hixem, estaba desde entonces refugiado en Africa; ahora apare-
ca en la corte franca, encomendndose tambin a Carlomagno,

1 -Las noticias que tenemos de esta ex~edicinson muv. vaeas - e indeterminadas:


las proporciona el ~Cronicnde Moissacu limitndose a decir que el rey Carlos
en el verano del 796 mand un eircito snvo. . .
, con sus .missi". a Esoafia.. a la
frontera de los sarracenos, ejrcito que devast la tierra, retornando aqullos al
palacio de Aquisgrn, cerca del rey.
2 - E n s u primera forma los .Anales reales. dicen: aBarcinona civitas Hispaniae,
quae jam pridem a nobis desciverat, per Zatun praefectum ipsius nobis est red-
dita. Nam ipse a d palatium veniens domno regi semetipsum cnm civitate com-
mendavit ...n. En la segunda forma, ms completa: Barcinona civitas in limite
Hispanico sita, quae alternante rerum eventu nunc Francorum nunc Sarraceno-
rum dicioni subiciebatur. tandem per Zatnm Sarracenum, aui tunc eam iuvaserat.
regi reddita est. Nam in aestatis initio Aquisgrani ad regem venit seque cum me-
morata civitate montanea deditione illius ootestati ~ermisitn.Kurze. Annales
re@ Francorum, MGH in usum scholarum, Hannover, 1895, al ao 797.
-
3 eQua recepta (la potestad de la ciudad de Barcelona, de la que se habla en la
nota anterior) rex fjlium siium Hludowicum ad nl~idionemOscae cum exercifu
in Hispaniam misit, et tpse, more solito, propter contundendam perfidiae gentis
contumaciam Saxoniam vastaturus intravitn. Kurze, Annales regni Francorum,
M GH, al ao 797.
buscando su proteccin para destronar al nuevo emir, su sobrino
Alhquem?
El rey Carlos, aprovechando el verano, se fu a la acostum-
brada campaa de sajonia. De vuelta, en Hkristahl, recibi al rey
Luis, quien a su vez regresaba de la algarada de Huesca, y le
mand hacia Aquitania acompaando al protegido Abdallah; te-
na la orden de facilitarle la entrada en Espaa para que pudiera
reunirse con los fieles que esperaba encontrar all.*
Lo mismo que cuando la expedicin de 796 encatalua, tam-
poco de la de Aragn de este ao poseemos detalles; pero como
la primera provoc el alzamiento de Zeid y su apoderamiento de
Barcelona, la segunda va seguida de la rebelin de Bahlul ben
Marzuc que se apode16 de Zaragoza y deHuesca. Fu conBahlul
con quien se junt el pretendiente Abdallah desde la corte aqui-
tana del rey Luis.3
Los sntomas n o podan ser ms propicios: con dos campa-
l - wEt Aquis palatio Abdellam Sarracenum filium Ibin-Mauge (Abderrahman ben
Moavia) regis, qui a fratre (el emir Hixem) regno pulsus in Mauritania exulabat,
ipso semetipsum commendante suscepitn. Asi en la primera forma de los .Ana-
les.; en la segunda: &de regressus cum Aquisgrani venisset ibique Abdellam
Sarracenum, filium Ibin-Mauge regis, de Mauritauia ad se venientem suscepis-
set.... Kurze, Annalos regni Francorun~,MG H, al ao 797.
2 - Carlomagno ha regresado a Hristahl: d u d e Abdellam Sarracenum cum filio suo
Hludowico in Hisoanias reverti fecit....n dicenlos .Anales" en su orimera forma:
en la segunda: <clllucPippinutn de Italia et Hludowicum de Hispanica expeditione
regressum ad se venire jussit ... lnde iterum Pippinum ad 'Italiam, Hludowicum
ad Aquitaniam remisit, cum quo et Abdellam Sarracenum ire jussit, qui postea, ut
ipse volui, in Hispaniam ductus et illorum fidei, quibus se credere non dubitavit,
commissus est. Kurze, Annales regni Francorum, M GH, a1 ao 797.
-
3 Ennuguari d a la siguiente relacin: .El ao 181 (797) se rebel Bahlul Ben Mar-
zuc, conocido por Abulhajaj,en la regin de la frontera; entr en Zaragoza y
se apoder de ella; hacia l se dirigi Addall ben Abderrahman, tio de Alhquem,
conocido por el Valenciano, cuando se diriga a Francia; despus se dirigi a
Huesca y residi en ella junto con Imram y los rabes. Bahlul fu contra ellos y
los siti; por defeccin d e los rabes Bahlul penetr en Huesca y Abdall ben Ab-
derrahman se fu a Valencia, donde residi. Esto fue en el ao 184 (800)~.MillBs
Vallicrosa, Textos dels hisforiadors ariibics referents a la Calalunya carolingia,
obra en prensa, texto n." 89. Aben Adari d a slo la primera parte de este texto,
derivado de una fuente comn: Mills Vallicrosa, Textos, n.O88. La afirmacin de
que Abdallah s e reuni a Bahlul cuando se diriga a Francia es posiblemente
equivocada; el juego de fechas permite creer que la reunin tuvo lugar cuando
Abdallah entr en Espaa desde Aquitania, al regreso de Hristahl con el rey Luis.
.
fias de simple demostracin.' Carlomagno haba logrado conmo-
ver la situacin de toda la frontera superior sarracena, logrando
la encomendacin del seor de Barcelona, la del pretendiente al
emirato de Crdoba, la rebelin contra el emir de las ciudades
de Zaragoza y Huesca. El clima creado por todos estos aconte-
cimientos se extendi hasta Asturias. Tambin hasta all haban
llegado, en 794 y en 795, las incursiones ofensivas de los genera-
les del emir Hixem, Abdelmlic y A b d e l q ~ e r i m Alfonso
.~ 11, el
Casto. a la sazn reinante, era hombre de suficiente envergadura
para no amilanarse con estos contratiempos, y, ante la reaccin
carolingia, debi considerar un acto de prudencia poltica buscar
el acuerdo con el potente rey franco, a fin de encontrar en l un
aliado y no un mulo en los esfuerzos intervencionistas de ste
en Espaa.
Este debi ser el sentido de la legacin que Alfonso mand
a Francia y que fu recibida por Carlomagno en Hristahl, a l-
timos del 797 o primeros dias del 798. Los Anales realeso, en su
segunda forma y refirindose al ao 797 y a la estancia de Carlos
en Hristhal, explican as la legacin: ibi legatum Hadefonsi re-
gis Asturice atque Galleciae dona sibi deferentem suscepix: la pri-
mera forma de los Anales, lo refiere al 798 diciendo: uVenit
etiam et legatus Hadefonsi regis Galleciae et Asturiae, nomine
Froia, papilionem mirae pulchritudinis p r a e s e n t a n s ~No
. ~ se dan
ms detalles y cabe pensar que, en rigor, se trat slo de una
toma de contacto y una iniciacin de negociaciones que deban
ser continuadas luego en Tolosa. Porque en este momento es
cuando el rey Carlos, que hasta ahora habia llevado personal-
mente la direccin de los asuntos hispnicos. traspasa esta di-
reccin a la corte aquitana, bajo la jefatura nominal del rey Luis,
joven entonces de veinte aos, y la efectiva del conde san Gui-

1 - E n la expedicin de Huesca parece que ni lleg a combatirse. L o deduce Abel,


Jahrbcher, 11, pg. 132, de la noticia consignada en los .Anales alemanes* pn-
blicados por Sirmond: ~Hludowicnsin Spania cum exercitn magno.... et absqne
bello reversus est ad propria., que cree poder aplicar a esta expedicin de 797.
-
2 Vase: Lvi-Provenval, Histoire de I'Espagne musulmane, phg. 102.
-
3 Kurze, Annales regni Francorum, M G H, en los aos 797 y 798.
llerrno de Tolosa. Este cambio de direccin se traduce, no slo
en los hechos, sino en las fuentes que nos proporcionan su cono-
cimiento; en lugar de los ((Anales reales)), crnica oficiosa de la
corte de-Aquisgrn, tendremos que acudir a las noticias insertas
en las biografas del rey Luis. Es la <Vida de Luis del llamado
Astrnomo, la que nos explica como en este tiempo -tena que
ser en la primavera del 798- el rey reuni en Tolosa la asamblea
general: esta asamblea se hizo cargo de todos los asuntos relati-
vos al problema hispano que Carlomagno acababa de delegar a
la corte aquitana. Aqui comparecieron otra vez los legados del
rey asturiano, cargados de presentes, para completar y formalizar,
con un tratado de alianza. el contacto amistoso iniciado unos
meses antes en Htristahl: Sequente porro tempore Tolosam ve-
nit rex, et conventum generalem ibidem habuit. Adefonsi, Galli-
ciarum principis, missos, quos pro amicitia firmanda miserat cum
donis, suscepit, et pacifice remissit~.'
As el problema poltico de las relaciones entre Asturias y
Francia habia quedado resuelto. A pesar de ello, no tardamos en
constatar el envo de una nueva legacin del rey Alfonso a la
corte de Aquisgrn. Alfonso habia realizado, durante el verano
del mismo ao 798, una expedicin afortunada hasta Lisboa re-
gresando de ella cargado de botn: para demostrar a Carlomagno
su inters en la amistad pactada y al mismo tiempo ofrecerle
constancia de sus xitos militares, a ltimos de ao le manda a
'

. Aquisgrn sus legados Froia y Basilisco con ricos presentes, par-


te de aquel botn de Lisboa. Tambin son los #Anales reales los
que nos dan la correspondiente informacin; dicen, en su segun-
da forma ms completa: s....venerunt de Hispania legati Hade.
fonsi regis, Basiliscus et Froia, munera deferentes, quae ille de
manubiis, quas victor apud Olisiponam civitatem a se expugna-
tam ceperat, rege mittere curavit, Mauros videlicet septem cum
totidem mulis atque loricis, quae, licet pro dono mitterentur, ma-
gis tamen insignia victoriae videbantur. Quod et benigne susce-
pit et remuneratos honoriice 'dimisitu.'

1 - aVita Hludowicin, cap. 8, en: Bouquet, Recueil des hisforiens des Gaules, VI,
pg. 90.
2 - Kurze, Annales regni Francqrum, M G H , al ao 798,
La presencia del legado Basilisco en esta embajada nos deja
entrever, empero, una nueva finalidad en su transmisin. El pro-
blema adopcionista haba recobrado durante el curso de 798, co-
m o hemos relatado ms arriba, toda su intensidad, se encontraba
de nuevo en plena ebullicin. Carlomagno haba expedido la mi-
sin de Teodulfo y Leidrado en Septimania, el papa Len haba
reunido el concilio en Roma. Alcuino escriba su carta de cap-
tacin a Elipando; es probable que en estos momentos el rey
Alfonso, eufrico de su campaa de Lisboa, se inclinara a pres-
tar odos al llamamiento que Beato hiciera intilmente sal prin-
cipe de la tierra) en tiempos de Mauregato, e intentase aprove-
char el clima favorable por la nueva ofensiva francesa
para obtener, por su parte, la independencia de su reino en rela-
cin con la Iglesia espaola. Es natural que, en estas circunstan.
cias, procurase establecer un acuerdo con el rey franco sobre este
particular, como un ao antes haba gestionado el acuerdo poltico-
militar. De aqu la presencia de Basilisco al lado de Froia en la
presente legacin: Froia representaba la capacidad negociativa
comprobada ya por el xito de su anterior misin; Basilisco era
el tcnico especialista en la cuestin adopcionista; sabemos por
una carta de Alvaro de Crdoba a Juan de Sevilla que haba es-
crito un tratado sobre ella.'
La compenetracidn derivada. de estas relaciones y el acuerdo
logrado con ellas en las directivas fundamentales de los dos reyes,
llev a un alto grado la amistad entre estos; Einhardo, en su c:
lebre biografia de Carlos, dice: aAdeo namque Hadefonsum Ga-
lleciae atque Asturicae regem sibi societate devinxit ut is, cum ad
eum litteras ve1 legatos mitteret, non aliter se apud illum quam
proprium suum appellari juberet~,Zfrase que hay que entender,
n o en el sentido literal-jurdico de una encomendacin, sino en
el afectivo y espiritual.
O t r a consecuencia fu lograr finalmente el contacto entre los

1 -Habla de Basilisco como autor antiadopcionista Alvaro de Crdoba en su cuarta


carta a Juan de Sevilla; vase: Espaa Sagrada, V, pg. 123, n." 28.
2 - Einhard, qVita Karolis, cap. 16, en: Halphen, Eginhard, Vie de Charlemagne,
Pars, 1923.
dirigentes intelectuales de los dos movimieiitos anti-toledanos, el
asturiano y el franco, Beato y Alcuino. D a razn de este contacto
una carta descubierta por el eminente diplomatista Millares Carlo,
quien la public reuniendo dos fragmentos de un manuscrito visi.
godo, uno en posesin particular, otro en el cdice B 1007 del
Archivo Histrico Nacional de Madrid.'
Se trata de una carta dirigida por Alcuino a Beato y dice as:
Beatissimo beati Dei famulo Beato patri, perpetue beatitudinis
pacem et lucem humilis levita Alcuinus obtat. Audiens venerabi-
lem vestre religionis in Christi caritate famam, cupiens ex multo
tempore me ipsum gremio vestre sancte dilectionis inserere et
vestre sanctitatis orationibus conmendare, quod statim supplici
mentis affectu facere non tardabi, dum oportunitas temporis et
portitoris nostrarum litterarum advenit. Gaudens de adventu viri
venerabilis Vincentii qui, orationis gratia, limina beati Martini
patris vestri e t protectoris vestri visitavit, qui multiplici vestre
bonitatis studium laude nobis enarravit, et quasi de ipso presen-
te. tuis nostris visceribus infixit caritatem, ita ut pene nihil de
absentia facili vestre cor meum ingemuit, dum spiritalis presentie
jucunditatem tecum ex verbis illius posse habere speravi, ve1 ma-
gis per eum qui mutue caritatis dulcedinem paternis infundere
cordibus solet, qui nobis datus est pignus perpetue salutis. In
quo te amare me fateor et a te amari exobto, ut in nobis sit unus
spiritus et una fides et eadem in sancta caritate concordia, sicut
decet filiis lacte eclesiastice consolatione enutritis. Legimus cujus-
dam Felicis Urgellitane sedis episcopi litteris reprehensionis ves-
tra verba, qui vos adfirmavit primo omnium adoptionis nornine
in Christo contradicere. Que reprehensio vestri nominis valde,
ut fateor, mihi placuit. dum te catholice fidei defensorem audivi
et apostolice doctrine predicatorem agnovi, que omnes novita-
tes sub anathematis terrore conspicui, ita ut angelis quoque,ana-
thema indixit, si aliter venirent predicare quam predicatum est
ab apostolis Christi. Ideo obsecro. sanctissime frater, u t in popu-

1 -Millares Carlo, Contribucin al "Corpus~de cdices visigticos, Madrid; 1931;


Millares publica la carta en las paginas 213-222 de esta obra,
lo christiano, cui vos cum sacerdotibus Christi doctoris divina
statuit gratia, nihil novi, nihil apostolicis tradictionibus contra-
rium aboriri permittatis, sed intra terminos Patrum firma statio-
ne se ipsos retenere jubeatis. Gradatim vero prefatus Felix sem-
per ad pejora descendit. Primo, adobtivum Jhesum Christum
Dominum nostrum Dei Patris filium asserens. Secundo, baptismo
eum indiguisse, sicut nos peccatores. Tertio, nuncupatibum Deum
eum cum ceteris sanctis esse adfirmabat. In qua assertione nulla-
tenus effugere poterit duas personas in Christo, .... o .
De este prefacio a la parte doctrinal, que en su redaccin
acusa abiertamente el tpico estilo epistolar de Alcuino, parece
deducirse que la iniciativa del contacto debise a Beato, que fu
quien mand a Tours al monje Vicente, especie de legado destina-
do a entablar la relacin. La carta confirma nuestra afirmacin
de que Alcuino n o haba conocido por entonces la obra doctri-
nal de Beato, el aApologeticum adversus Elipandumx, y slo in-
directamente, a travs del escrito de refutacin de Flix, tena
noticia de la existencia y posicin doctrinal del autor. P o r las
palabras de Alcuino podemos deducir que su carta fu escrita por
la primavera del 799, antes de la controversia de Aquisgrn y la
subsiguiente abjuracin de Flix, despus de la carta de Flix con-
testando a Alcuino, y contemporneamente a la redaccin por
ste de su Tratado contra F l i x ~ ,con el que tiene puntos de
contacto.' Como dijimos, es de creer que la iniciativa de Beato
fuera una consecuencia de las conversaciones sostenidas en Aquis-
grn por Basilisco con el rey Carlos a ltimos del 798.
Desgraciadamente desconocemos el curso que siguieron una
y otras; las fuentes de informacin guardan ahora un silencio im-
penetrable que dificilmente podr ser superado, a n o tener la
suerte de un nuevo descubrimiento como el de Millares Carlo.
Desconocemos el curso de ambas iniciativas. pero sabemos el

1 -El cannigo Rivera asigna a la carta la fecha de -principios del 800. a base de
estos mismos argumentos, pero creyendo que la controversia de Aquisgrn tuvo
lugar en 800 en lugar de 799, que es la fecha real. Rivera, A propsito de una
carta de Alcuino, en: Revista Espaola de Teologia, Madrid, 1, 1941, pgs.
418-433.
resultado definitivo en que desembocaron las directivas del rey
Alfonso; una frase lapidaria del cronista de Albelda, testigo no
muy lejano de los acontecimientos, lo proclama: Omnem Go-
thorum ordinem, sicuti Toleto fuerat, tam in Ecclesia, quam Pala-
tio, in Oveto cuncta statuitu.' Por obra del rey Casto quedaba
pues instaurado en Oviedo el orden eclesistico tole dan^;^ esto
supona, no slo la separacin de la jurisdicci6n elipandiana, sino
la implantacin de una Iglesia rival que pretenda, y con el tiem-
po logr, monopolizar el orden toledano. Era l'a consagracin
ms absoluta de la independencia de la Iglesia asturiana. La ba+
talla del adopcionismo, lo mismo en Asturias que en Septimania
y Catalua, terminaba con la derrota de Toledo y de su corifeo
Elipando, y con esta derrotaquedaba iniciado el proceso de desin-
tegracin de la Iglesia visigoda.

Dada su edad no es fcil que Elipando sobreviviera mucho a


estos desastres. Muerto l, tampoco debi sobrevivirle por largo
tiempo su doctrina adopcionista; las fuentes cesan de hablar de
ella; cabe pensar que extinguidos los factores de prestigio y amor
propio, que s61o personalmente afectiban al arzobispo, la coac-
cin moral derivada de las repetidas condenaciones conciliares y
papales, llevara a una extincin relativamente rpida de la here-

1 -Vase la Crnica de Albelda en: Gmer-Moreno, Las primeras crnicas de la


Reconquista. El ciclo de Alfonso III, en: ~Boletinde la Academia de la Historian,
C, Madrid, 1932.
- .La restauracin del esplendor eclesi6stico toledano en Oviedo, exigia elevar su
Iglesia matriz en sede episcopal. Esto lo llev a cabo el mismo Alfonso 11. Mas
ni an esto era suficiente. Oviedo, cabeza del reino, no poda estar sometida
eclesisticamente a ninguna otra sede. Por la invasin sarracena, habia desapa-
recido la metrpoli de Braga. Lugo, recobrada en 745, y que habia ostentado esta
dignidad parcialmente en el siglo VI, pudo ~ c l a m a ~para
l a si; pero la fuerza de
los hechos exigia que la capitalidad en el orden eclesistico estuviera all donde
estaba la civil. Por eso, al dar cuenta el Albeldense de las dicesis que entonces
quedaban en pi, dice con cierto nfasis, refirindose a Oviedo: ~Regiamquese-
dem Hermenegildus tenet.. Recordemos que, en tiempo de los visigodos, Toledo
era designada con el titulo de Ciudad Regia*. Garcia Villada, Discurso, pgs. 15-
16. El mismo P. Garcia Villada amplia estos conceptos sobre el tema en s u His-
toria eclesistica do Espaa, 111, pgs. 184 192-193 y 317-318.
- i7.5
jia dentro el mbito de la Iglesia mozhrabe.' Buena prueba de ello
es el hecho de que por los alrededores de l a tercera dcada del
siglo 1X ocupe ya un lugar' tan elevado en la jerarquia como la
iglesia arzobispal de Sevilla, un cierto Theudula, que en los bue-
nos tiempos de las polmicas de Elipando le haba combatido e
incluso haba escrito un Epitome contra sus doctrinas.'
Asturias se convirti pronto en un centro de atraccin para
los clrigos mozrabes descontentos de su situacin b a j o e l do-
minio musulmn: la repoblacin de la zona yerma entre 1 o ~ ' d o s
dominios debi al esfuerzo de esos refugiados el levantamiento
de muchos monasterios; pero como llegaban precisamente con
un espritu de protesta, su influencia ms bien reforz la inde-
pendencia de la nueva Iglesia iniciada por el rey Casto. Slo pe-
queos restos del antiguo adopcionismo pudo encontrar en ella
JonAs de Orlens en la visita que all hiciera en fecha indeterrni-
nada, que se aproximaria entre la segunda y terceras dcadas del
nuevo sig10;~pero debian ser restos de poca importancia que moe
riran pronto asfixiados; las fuentes no hablan ms de ello.
En Cataluiia tambin los inmigrados hispanos llegaban en
tono de refugio y por tanto inclinados a una colaboracin con el
dominio franco; es ms bien entre los elementos propiamente in-
dgenas donde pudieron producirse movimientos que, como los
de Aizn y de Guillermo, representaban una protesta antifranca

1 -Es Alvaro de Crdoba, en sus cartas a su cuiiado Juan de SevilIa, escritas para
instigarle a l abandono de sus simpatias adopcionistas, el nico que nos da alguna
noticia. posterior sobre el tema. Vanse las obras de Alvaro en: Espaa Sagrada,
X1, pgs. 62-225, o en: Migne, Patrologa latina, 121, cols. 397-556. Alvaro conoca
los escritos de Beato ~Libanensispresbyterix, de un cierto Vicente, de Basilisco,
de Theudula. Vase: Manitius,Geschichte der Iateinischen Litterarur, 1,pgs. 421-
425. La carta en que se habla de Theudula fu escrita, segn el P. Flrez, del 820
a1 830, y en el fragmento correspondiente dice asi: "Eo tempore q u o Elipandi
lues nostram vastabat provinciam et crudeliter barbarico gladio laethali pectora
dissipabat, vester nunc requisitus episcopus Theudula, post multa et varia de
proprietate Christi veneranda eloquia tali fine totius suae dispositionis conclusit
Epitoma, u1 diceret: Si quis carnem Christi adoptivam dixerit Pahi, anathema sit.
Amena. Modernamente De Bruyne ha descubierto un nuevo adversariomoiiabe
de Elipando que escribiria por los alrededores de 800, un cierto Aben Handom;
vase la nota en: Garcia Villada, Historia eclesistica d e Espaa, 111, pg.65.
2 -Vase la nota 1, pg. 77.
mejon qpe una posici6n hispanista. Eclesi&sticamente sblo dos
episodios incidentales podrian ser considerados sntomas de su-
pervivencia de una adhesin a la Iglesia visigoda: el relativo xito
del presbtero cordobs Tirso en su usurpacin, en Barcelona,
contra el obispo, hacia 874;' y el intento del abad Cesario de
Santa Cecilia de Montserrat cuando, a mediados del siglo X, pre-
tendi erigirse en a r z o b i s p ~Los
. ~ dos episodios no tuvieron con-
tinuacin ni, por tanto, trascendencia. La separacin de Toledo
de las Iglesias catalana y asturiana era definitiva e irremediable.

1 - !21 incidente de Tirso nos es conocido por el capitular conciliar de Attigny, de


874, que dice: ~EpiscopusBarcinonensis s e reclamavit, quod Tyrsus presbyter
Cordubensis in ecclesia intra muros ipsius civitatis sita seorsnm conventus agens
pene duas partes ex decima ipsius civitatis sibi nsurpat et sine illius licentia mis-
sas et baptisteria in eadem civitate praesumit celebrare et convocatos a b episcopo
ad matrem ecclesiametiam in solemnitatibus paschae et nativitatis Domini ad se
revocat atque contempto episcopo .eis communionem largitur.... De his autem,
qui contra auctoritatem et Barcinonensis episcopi voluntatem Tyrsum presbite-
rum in eclesia Barcinonae civitatis retinent, capitulare augustornm domni Karoli
et domni Hludowici decernit de boc modo: aDe his qui sine consensu episcopo ve1
a quolibet misso dominico admoniti obedire noluerint, ut bannum nostrum rewa-
diare cogantur et per fidejussores ad palatium nostrum venire jubeantur; et tunc
nos decernamus, ntrum nobis placeat, ut aut illum bannum persolvant, aut aliam
harsnscaram sustineantn. Qnia vero longnm est istos ad praesentiam regis addn-
cere ve1 periculosum est longius a marcha eos abducere, domnus rex commen-
dabit sno marchioni, qualiter eos distringat atque castiget De decimis vero, quae
in potestate et dispositione episcopi esse debent, quas illi a matre ecclesia ab-
strahunt et pro suo libitu alibi donant,idem capitulare dicita: ......s. Boretlus,Capi-
tularia regum Francorum, MGH,11, Hannover, 1897, n.' 303.
2 -Vase: Abadal, El pseudi-arquebisbe d e Tarragona Cesari, en. i ~ Paraula a
Cristiana*, VI, Barcelona, 1927, pgs. 316-345.
Discurso de contestacin
del

Dr. D. Jos M." Mills


y Vallicrosa
E s para mi un preciado honor dar en nombre de esta Real
Academia de Buenas Letras la solemne bienvenida al nuevo
recipiendario Don Ramn de Abada1 y de Vinyals, destacada figura
en el campo de la investigacin histrica catalana, con cuyas
meritisimas aportaciones ha sabido prestigiar nuevamente los
lauros de su antigua familia, que ana apellidos muy ilustres en
las tierras vicenses y gerundenses. Hace largos aos que me honro
con la amistad del Sr. Abadal, y siempre he visto en l el mode-
lo de las ms preciaras virtudes de la tierra: rectitud de carcter,
nobleza de ideales, trato llano pero seoril, virtudes puestas, en
nuestro caso, al servicio de un alto y exigente designio de inves-
tigacin histrica. En el Sr. Abada1 ha velado, durante toda su
vida, una llama de fervor para el estudio histrico de la vieja
Catalua, ha sabido percibir los primeros vagidos de nuestro
pas, cuando naci a los pechos de la dinastia carolingia. y con
el concurso de los primates de la nobleza hispana que sk haba
refugiado en las anfractuosidades del Pirineo supo disputar a los
muslimes el dominio de los valles prepirenaicos y el de las tie-
rras bajas que se escalonaban de la montaa al mar en los anti-
guos condados catalanes. Momento feliz. pero tambin crtico;
coyuntura crepuscular y fecunda, pero transida de problemas. En
verdad, constituye un tema histrico de dificil investigacih, por
lo remoto de los tiempos, por la avaricia de las fuentes y por las
grandes desapariciones y sofisticaciones en los documentos. Se
necesita toda la reciedumbre de carcter del Sr. Abadal, su gran
competencia, su desapasionada constancia y tambin la holgura
de medios con que le dot la Providencia, para dar cima a tan
ardua empresa.
El nuevo acadmico naci en la noble ciudad de Vich el da
1 de octubre de 1888, y en su ciudad natal curs las primeras
letras y el Bachillerato; en nuestra Universidad curs la carrera
de Derecho, licencindose en el ao 1910. Pero la vocacin hist-
rica que precozmente se haba despertado en su alma hizo que
simultaneara sus estudios de Derecho con los cursos de investi-
gacin histrica que en los Estudis Universifaris Catalans pro-
fesaban maestros tan eminentes como D. Antonio Rubi y Lluch,
D. Jaime Mass y Torrents y D. Jos Puig y Cadafalch. Al mismo
tiempo que con la enseanza terica procuraba adiestrarse en la
prctica paleogrfica y diplomtica, trabajando ya en los riqu-
simos fondos de nuestro Archivo de la Corona de Aragn. La
misma vocacin histrica resplandece en el periodo (1910-11) de
su doctorado en Derecho, cursado en la Universidad de Madrid,
pues durante este curso procur beneficiarse del alto magisterio
en Historia del Derecho espaol, de Don Eduardo de Hinojosa,
fundador de la Escuela de Historia jurdica espaola, de Don
Rafael de Urea, el profesor de la Universidad de Madrid, y de
Don Elas Tormo, maestro tan meritsimo en nuestra historia del
arte. Al mismo tiempo el S r . Abadal ya empezaba sus escarceos
histricos en los fondos de la Real Academia de la Historia y de
El Escorial.
Al terminar el nuevo acadmico sus estudios de Doctorado
haba triunfado netamente en l su vocacin para los estudios
histricos, singularmente para el de las instituciones jurdicas,
que en nuestro pas haban tenido tan benemritos cultivadores.
Y sera probablemente gracias a estos estudios histrico-jurdicos,
a la necesidad de estudiar ab ovo el origen y desarrollo de nues-
tras instituciones civiles, polticas y sociales, que el centro de
atraccin de los estudios del Sr. Abada1 se polariz ya tempra-
namente hacia los tiempos carolingios. tiempos, como hemos
dicho antes, de gestacin para nuestra Catalua; y a este centro
de atraccin de la poca carolngia haba de ser fiel toda la vida
erudita del Sr. Abadal, y a l haba de consagrar speras fatigas
y mantenidas vigilias de estudio. En efecto, esta precocidad se
seala en el hecho de que en el curso 1911-12, inmediato siguiente
al de su doctorado, el Sr. Abada1 pas a Pars, a perfeccionar su
formacin historiogrfica, y alliscurs en la clebre cole des
Charfes con Mr. Prou, en la cole des ~ a u f e s - t u d e con
s Mrs.
Thvenin y Cuq, en la cole d u Droit con Mrs. Viollet. Esmein
- 181
y Girard. Al mismo tiempo ya inici en la Bibliothkque Natio-
nale sus investigaciones en los fondos diplomticos referentes a
la Catalua carolingia.
Circunstancias familiares obligaron al Sr. ~ b a d al volver de
Pars antes de lo que l deseaba, pero el fermento de la vocacin
adquirida se ech de ver acto seguido: se incorpor a la Oficina
d'Estudis jurdics, organismo creado por la Diputacin de Bar-
celona, y dentro de dicho organismo cuid de la publicacin de
una serie de Textos d e Dret catalir, tarea en la cual le acompa
su fraternal amigo y antiguo Presidente que fu deesta Real Aca-
demia de Buenas Letras D. Fernando Valls-Taberner. En dicha
coleccin el Sr. Abada1 cuid especialmente de la preparacin y
prlogo del volamen uUsatges d e Barcelona (Barcelona, 1913).
Al mismo tiempo, con la colaboracin de Don Jorge Rubi y
Balaguer, publicaba en los Estudis Universitaris Catalans (1910,
vol. IV) un muy erudito trabajo Notes sobre la formaci de les
Constitucions d e Cafalunya)).Esta orientacin histrico-juridica
que alumbr tan tempranamente en la vocacin de trabajo del
S r . Abada1 encontr bello remate en un tema que podriamos
llamar de derecho comparado hispnico: Las Partidas e n Ca-
talua d u r a n f e la Edad Media, estudio que constituye su Tesis
doctoral. publicada en Barcelona, 1914.
Llegados a esta etapa se seala un parntesis en las publica-
ciones histricas del Sr.Abada1; no es que se distrajera de los
temas que haban centrado su inters de investigador, ni que
dejara la labor paciente de bsqueda y transcripcin de los docu-
mentos correspondientes a su objetivo. pero debido a circuns-
tancias particulares qued paralizado, por un tiempo, el curso
de sus publicaciones. Elegido rept.tidamente diputado provincial
por la demarcacin Vich-Granollers, nuestro academico ya no se
crey dispensado de entregarse plenamente a los intereses de la
cosa pblica para cuyo gobierno habia sido votado. Dentro de la
Diputacin de Barcelona y de la Mancomunidad desempe va-
rios cargos en la Consejeria de Cultura, y en ellos desarroll una
labor seria y eficiente, de la que me cupo la suerte de beneficiar-
me personalmente durante el curso de mis estudios,
Prueba de que la vocacin histrica del Sr. Abada1 n o se
haba dormido es que en el ao 1927 nos ofreca en la revista
La P a r a u l a cristiana)), VI, pgs. 316-345), un trabajo de gran
enjundia sobre El pseudo-a'rquebisbe d e Tarragona Cesario,
en el que no solamente presenta un exhaustivo acopio de docu-
mentos y referencias histricas sobre la personalidad algo sin-
gular de este abad de Santa Cecilia de Monserrat, sino que ensaya
una interpretacin muy luminosa acerca de las pretensiones del
abad Cesreo para revestirse. de los ttulos y derechos de la mitra
tarraconense, cuando a mediados del siglo ,X esta sede estaba
an en poder de los muslimes: en ello ve el S r . Abada1 un sintoma
de la reaccin antifranca que en algunos sectores indgenas de la
Marca Hispnica se senta a la sazn, y como quiera que los
ttulos y jurisdiccin de la sede tarraconense, ocupada por los
musulmanes. se haban transferido a la sede arzobispal deNarbona,
Cesreo reaccionaba contra esta dependencia eclesistica. de la
Marca respecto de la sede francesa e intentaba -aunque vanamen-
te -sustraerse a la jurisdiccin del arzobispo de Narbona, revis-
tindose de los ttulos de la mitra tarraconense.
P o r el mismo tiempo el Sr.Abada1 nos ofreci en los Estudis
Universitaris Catalans (1927-1930) una magnifica traduccin de
la monografa del clebre historiador alemn Paul F. Kehr El
papat i el Principat d e Catalunya*. Sabido es como este autor,
despus de haber publicado su Gallia pontificia, su Germania
pontifica, preparaba su Hispania pontificia. El gran investigador
pronto se di6 cuenta de los estrechos vinculas que ligaban nues-
tra naciente Catalua y la Roma papa], se percat muy pronto
de la acendrada romanidad que se respiraba en el alba de la his-
toria de la Catalua condal; en aquellos das, en los que nuestros
- condes acudan frecuentemente a Roma, y tenan en papas como
Silvestre 11 -el antiguo monje Gerberto, educado en Vich- el
mejor consejero; esta romanidad, que embevi la cuna de la Ca-
talua renacida y trascendi incluso en su educacin literaria, es
lo que destaca Kehr en la monografa traducida por nuestro nuevo
acadmico. Y n o estara de ms notar que, al parecer, en esta
nueva etapa de la produccin cientfica del S r . Abadal los temas
estudiados ya no se circunscriben exclusivamente a temas juridico-
histricos sino que el marco es ms holgadamente histrico, y
tiende a captar toda la compleja y orgnica vida social. Entre-
tanto iba avanzando calladamente la labor benedictina de bs-
queda, transcripcin y estudio de los Preceptes carolngs per
Catalunya, estudio cuya envergadura slo puede medirse por sus
dificultades, y que remontaba a las diligentes vigilias del Sr.
Abada1 en los jvenes das de su formacin enParis. LosPrecep-.
tes carolingis iban imprimikndose lenta y cuidadosamente en la
imprenta de la Casa de Caridad de Barcelona, y laltaba muy poco
para su ultimacin, cuando vino la terrible sacudida del verano
de 1936; elementos anarquistas saquearon los domicilios del Sr.
Abada1 en Barcelona y en Vich,.perdiironse todos sus libros,
papeles de estudio y originales, entre ellos el original de lo que
faltaba imprimir en los Precepfes carolingis; asimismo perdi-
ronse originales, en preparacin, sobre los Usatges y el libro
Dotze del Cristik de Eiximenis. El Sr. Abada1 ha sabido sobre-
llevar tales contratiempos -que s610 puede justipreciar adecuada-
mente el que los haya pasado igualmente- con su ecunime sere-
nidad acostumbrada, y, restaurando tanta ruina y depredacin
sufridas, tiene el gozo de anunciar para pronto la ultimacin de
su gran obra sobre los Preceptes carolingis.
Otro tema que ha solicitado la perspicua atencin del nuevo
acadmico es el de los Orgenes d e los condados d e Pallars y
Ribagorza, tema verdaderamente dificil que arredr a historia-
dores del temple de Miret y Sans y de Carreras Candi; sobre este
problema espinoso, por las grandes sofistificaciones de documen-
tos que se han hecho, desde los lejanos tiempos medievales hasta
llegar al historiador Jos Pellicer, inventor de la famosa carta
falsa de Alan, promete el Sr. Abada1 una prxima obra, en la
que se completarn y rectificarn muchos puntos de vista de los
modernos iniciadores de la historia de los condados de Pallars y
Ribagorza, seores Serrano Sanz y Valls-Taberner. Pero al mar-
gen de esta obra de conjunto el Sr.Abada1 nos ha dado ya, como
primicias, dos pequefios estudios: uno de ellos una Presentaci
crtica d e La Cant del Pros Bernat de Mila y Fontanals (Vich,
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1947); y el otro: E l monestir d e S a n t P e r e d e Burgal. Efemh-


rides mil'lenclries (949-1949) (Vich, 1948). Me permitir expone-
ros una rpida sntesis del primero de ambos estudios. Ana-
lizando Mil y Fontanals las diversas versiones de la leyenda de
Bernardo dadas por los ms antiguos historiadores espaoles,
desde el Tudense hasta la Crnica General, lleg6 a la conclusin
de que podan sealarse tres momentos fundamentales en la le-
yenda heroica: un Bernaldo, espaol por ambas lineas, sobrino
del rey Alfonso el Casto; un Bernaldo, un tanto afrancesado, hijo
de Sancho Daz y de Doa Tber; sobrino de Carlomagno y fa-
vorecido por ste; un Bernaldo carolingio. pero establecido en
Aragn, poblador del Canal de Jaca, vencedor de los rabes en
Berbejar, Barbastro, Sobrarbe y Monteblanco, casado con la hija
de un conde aragons. El orden cronolgico de evolucin del
tema pico fue a la inversa, o sea, que primero fu el Bernaldo
carolingio, el cual, ltimamente, se transform en el Bernaldo
sobrino de Alfonso el Casto. Mil ya defendi que la leyenda
pica haba proliferado desde Ribagorza, por Aragn y Navarra,
hasta Castilla y Len. En cuanto a la identificacin del Bernaldo
carolingio,, conquistador de buena parte de Ribagorza, faltos de
datos histricos fidedignos, mientras unos se inclinaban a supo-
nerlo un personaje mtico, y otros se inclinaban a identificarlo
con Bernardo de Septimania, marqus de Catalua en tiempo de
Ludovico Po, en cambio; Mil identific el hroe pico con un
conde Bernardo de Ribagorza, del cual hablaba el citado Jos6
Pellicer, el falsificador de la carta de Alan. Pues bien, el Sr.
Abada1 en su estudio citado puede ofrecernos ya un perfil muy
autkntico de la figura y antecedentes histricos del conde de Ri-
bagorza, Bernardo, expurgndole de toda una serie de mixtifica-
ciones documentales. Bernardo era uno de los cinco hijos que
tuvo el conde Ramn, que dominaba en Pallars y Ribagorza, a
fines del siglo IX y principios del X; Bernardo era tambin lla-
mado con el nombre godo de Unifredo, y se cascon Doa Tata,
hija del conde aragons Galindo Aznar 11. S i bien el historiador
rabe Aben Hayn nos dice que, en el ao 884, el gobernador de
Zaragoza Muhammad ben Lupa vendi esta ciudad al conde
Ramn de Pallars, padre de nuestro Bernardo, es un hecho que
aquella venta fu un ardid estril y que durante este tiempo las
regiones de Pallars y Ribagorza padecieron mucho con las incur-
siones y algazas de las huestes moras de Zaragoza o bien de las
del reyezuelo de Huesca, Attoil, y seguramente fu el hijo del
conde Ramn. nuestro conde Bernardo de Ribagorza, el que re-
conquist definitivamente aquellas comarcas, incluido el alto
valle de Sopern, librndolas definitivamente del yugo de musul-
manes y de renegados. Esta aureola que s u s hazaas histricas
le valieron irradi luego y prolifer en la imaginacin de las ge-
neraciones siguientes hasta convertirse en tema pico. . .

Una magnfica y bella obra nos h a ofrecido ltimamente el


Sr.Abada1 en su libro: L'abat Oliba, bisbe d e Vic, i la seva
&poca (Barcelona,1948). Y esta aportacin es tanto ms de agra-
decer en cuanto ha aparecido en un campo ya muy espigado, en
el que haban pasado ya historiadores del mrito de Jos Pijoan
y del Rdmo. Dom Anselmo Albareda, actual Prefecto de la Vati-
cana. El raro mrito de la obra del S r . Abada1 es que sabe pro-
yectar magistralmente la gran figura del abad-obispo Oliba en el
marco de su tiempo, sabe cotejarla con la psicologa colectiva
de la poca: el ambiente que se respiraba en la familia condal de
Besal-Cerdaa, las analogas y probables influencias recibidas
de su to, el amigo ntimo de Gerberto, el conde-obispo Mirn
de Gerona; el contraste con sus dos hermanos Guifre. conde de
Cerdaa, y Tallaferro, conde de Besal; la parte que tuvo Oliba
en la herencia de su padre Oliba Cabreta y su actuacin como
conde; su profesin como monje en elcenobio de Ripoll, de tan
preclara vida espiritual y cientfica; la eleccin, por voto unnime
de los monjes, como abad de Ripoll y Cuix, dignidad que n o
pudo, sin embargo. sacar a nuestro abad Oliba de la vida.reco-
leta, verdaderamente cenobitica. que llevaba, en franco contraste
con la alta clereca de su tiempo que acuda incluso a expedicio-
nes militares, como la organizada entonces por los catalanes con-
tra uno de los bandos de Crdoba. Nombrado obispo de Vich,
probablemente por la providencia de la condesa viuda Ermesinda,
ya tuvo Oliba sobradas ocasiones de proyectarse eti un marco
ms vasto de actividad -pensemos en lo dilatada que era la sede
de Vich-, y 'podemos decir que su figura patriarcal preside la
obra de restauracin y reconstruccin religiosa, cultural y civil
que entonces ocupa a Catalua. El S r . Abada1 sabe aportar nue-
vas lucei en todo este vasto panorama, por ejemplo, al justipre.
ciar adecuadamente la actitud de Oliba en la reidindicacin de
las iglesias de Montserrat, en su intervencin en los sinodos de
Tuluges y de Vich, y las decisiones acordadas de paz y tregua.
En fin, en manos del S r . Abada1 cobra nueva vida y aliento la
gran figura del abad obispo Oliba, al proyectar sobre ella la vida
misma de su tiempo y de su patria. Y todo ello expuesto en un
estilo claro, sobrio, que brilla con la difcil facilidad que le con-
fiere el absoluto dominio que del tema tiene el autor.
Y tcame poner ahora unas breves palabras de comentario
al magnfico discurso que habeis odo. Es un tema histricamente
bastante remoto. en parte, teolgico; difcil, por tanto. Parecia
que despus del estudio hecho por el gran ~ e n n d e zPelayo en
s u s Heterodoxos espaoles o por el P. Garca Villada en s u
Historia eclesisfica d e Espaa, poco o nada se podria decir
sobre el mismo. Y he aqu que hoy el S r . Abada1 nos ha presen-
tado una nueva visin del mismo. Para Menendez Pelayo la he-
reja adopcionista del metropolitano toledano Elipando y del obis-
po Flix de Urgel se presentaba desarticulada del medio anibiente
histrico; su explicacin hace el efecto -como muy bien dicen
Hefele-Leclerq- de un caso de generacin espontnea. Para Menn-
dez Pelayo el metropolitano Elipando era un falsario que en su
contumacia hertica falsific las citas de los Padres eclesisticos
en que quiere apoyarse; segua, pues, la imputacin caluinniosa
contra Elipando que se pronunci en ocasin del concilio de
Frankfurt. En cambio, Menndez Pelayo, montas como era,
elev en el pinculo del elogio la obra apologtica de Beato de
Libana y ~ e t e r i ode Osma. Hoy da. la critica histrica -como
ya reconoci el P. Garcia Villada- ha venido a librar de esta
acusacin de falsario a Elipando; merced al minucioso estudio
de los textos litrgicos y patristicos de la Iglesia visigoda, sobre
todo merced a las investigaciones de Dom Ferotin y de los mon-
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jes de Silos estamos bien informados sobre el empleo en la litur-
gia visigoda de frmulas tales como ((adoptata caro, aadopti-
vus horno, en el sentido de que el Verbo,, al encarnarse, adopt,
asumi la naturaleza humana. Claro est que esta terminologa
de adopfio, al ser exclusiva de la Iglesia visigoda, la hacia peli-
grosa, pues fcilmente se poda entender que la persona delverbo
encarnado era hijo adoptivo de Dios, en lo que ya estamos en
franca hereja. Y, en verdad, los mismos adversarios de Elipando
y de su aliado Fklix de Urgel, como eran Beato y Alcuino. incul-
pan a aqu&llos,en los momentos de mayor serenidad en la con-
tienda, no un espritu consciente de hereja sino slo el empleo
peligroso de esta terminologa de adopfio, terminologia que pre-
cisamente fu empleada en el acta del Concilio de Sevilla (1784)
en el que la Iglesia espanola, presidida por el metropolitano Eli-
w
panda, conden los errores cristolgicos de Migecio. Pero lo que
es tristemente cierto y tpicam-ente humano es que con el ardor
y aspereza de la polemica, con los rencores suscitados, con las
malas interpretaciones desorbitadas, el debate se enciza y, en
efecto, el bando de Elipando, sobre todo su portaestandarteFlix
de Urgel. se apegaron a frmulas que ya frisaban en franca hereja.
Pues bien, el Sr. Abada1 con su interpretacin historicista
nos ayuda a captar y comprender los factores humanos, polticos,
que se interfirieron en el debate teolgico, los factores personales
que fueron los verdaderos puntos neurlgicos de la cuestin, los
que envenenarop la reyerta hasta hacerla crispar en hereja. En
el fondo, lata un problema de asimilacin o imperialismo ecle-
sistico. Carlomagno senta la necesidad de incorporar a su im-
perio franco la Hispania mozrabe, como ya haba incorporado
la Gerrnania y la Italia. Muchos cristianos de la Hispania verian
en l el libertador providencial. Ya se haba rescatado la antigua
y
Gallia narbonesa o Septimania, llamada ahora Gocia, se com-
bata para liberar las primeras tierras de la vertiente sur del Piri-
neo. Y claro est, el espritu, el mdulo franco, incluso en lo ecle-
sistico y litrgico, iba a sustituir al mdulo visigtico, cuya
Iglesia -como dice Magnin- vivi quiz algo replegada sobre s
misma. Precisamente fu en rea de influencia carolingia, en los
montes de Cantabria y Asturias, donde se recusaronprimera-
mente las frmulas, la terminologa teolgica, de solera visig-
tica, empleada por el metropolitano Elipando. Y la acusacin fu
extremosa. en el fondo y en la forma, como s i l a oposicin obe-
deciera a algo ms que a simples cuestiones doctrinales. Claro
est, la reaccin del metropolitano Elipando no le fu a la zaga
en extremosidad y encono: vea en los dicterios de Beato la con-
denacin de toda la tradicin visigtica y el anuncio de la sepa-
racin de la Iglesia asturiana respecto de la mozrabe hispnica.
Y se contest con condenacin contra condenacin, con denues-
to contra denuesto. La pasin y el encono personalista nos dan
razn de estos imponderables humanos y polticos que latan en
el seno de la cuestin teolgica. En Flix de Urgel, a pesar de vi-
vir en rea ya liberada, 'nemos de ver el obstinado defensor de
esta tradicin visig6ticai obstinacin exacerbada por las amargu-
ras sufridas en el Snodo de Ratisbona y en el Concilio de Frank-
furt, y que le llev a afirmaciones sin duda, herticas. La suerte
de'la Iglesia visigoda ante la expansin del imperio franco estaba
echada; seran precisamente monjes franceses de Cluny los que,
al cabo de dos siglos, daran razn definitiva de su liturgia.
La proyeccin histrica que de la contienda teolgica nos
hace el Sr. Abada1 nos sirve, p e s , para valorar el profundo ca-
rcter humano, social y poltico que en la misma se ventilaba.
Tambin hoy por los orientalistas se admite que fueron e s p k c i ~
les circunstancias histricas, sociales y tnicas. las que explican
el xito, en el mundo del Oriente Pr6xim0, de las herejas mono-
fisita y nestoriana en contra de la ortodoxia bizantina; aquellas
herejas se debieron, en gran parte, y originariamente, ms que a
posturas doctrinales, a fricciones, antipatas, entre las poblaciones
cristianas de Siria y Egipto respecto la iglesia oficial de Bizancio.
No me queda ms, ante lo dicho, que felicitar cordialmente
al nuevo acadmico por su magistral Discurso, y felicitar asimis-
mo a esta Real Academia de Buenas Letras, porque con laentrada
de D. ~ a m 6 nde Ababa1 y de Vinyals se acrecienta en el seno de
esta' docta corporacin el prcer espritu de investigacin de la
historia patria, a la que tantos acadmicos, pasados y presentes,
se han hecho un deber servir con todas sus fuerzas y su ser.
Pg 7 Discurso d e entrada d e D. R a m n d e Abadal.
Pg. 9 L a bafalla del Adopcionismo en la desintegracin
d e la Iglesia visigoda.
Pg. 9 La Iglesia visigoda a travs de la domina-
cin musulmana.
Pg. 23 El traspaso de Septimania a la Iglesia franca.
Pg. 29 El renacimiento religioso en Septimania.
Pg. 38 La tentativa franca de captacin de la Igle-
sia espaola.
Pg. 51 Orgenes del adopcionismo.
Pg. 69 El adopcionismo en los dominios carolin-
gios.
Pg. 86 El concilio de Frankfurt.
Pg. 112 El retorno ala lucha y la ofensiva de Alcuino.
Pg. 144 La controversia de Aquisgrn y el ocaso del
felicianismo.
Pg. 165 La independencia de la Iglesia asturiana.
Pg. 179 Discurso. d e contestacin d e D. Jos M." Mills y
Vallici-osa.

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