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“Más el Dios de toda Gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,
después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme,
fortalezca y establezca.” (1 Pedro 5:10)
Este versículo empieza con una partícula gramatical de contraste, “más,” o que el
escritor aquí diferencia entre lo que ha dicho y lo que está diciendo. Ha declarado que
las personas a quien escribió atravesaban por tiempo de aflicción: “Amados, no os
sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os
aconteciese… Si sois vituperados por el nombre de Cristo… Si alguno padece como
Cristiano… el justo con dificultad se salva… los que padecen según la voluntad de Dios.”
(v4:12, 14, 16, 18-19). O se dirige a un pueblo perseguido y sufrido. Su fe estaba
siendo probada, y es corriente en tal circunstancia que la esperanza se debilite, pero los
que sobrepasen la prueba su fe le saldrá fortalecida. No será extraño que en situaciones
así preguntemos: ¿Será cierto que soy salvo?, y si lo soy, entonces ¿por qué tantas
tribulaciones y amarguras? o que el corazón se inunda de dudas sobre la promesa de
Dios al Creyente. De manera, que con el fin de fortalecerlos, y reverdecer su esperanza,
les consuela con este verso: “Más el Dios de toda Gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” Las pruebas en la vida del Creyente son
amargas, pero su fruto es dulce: Perfeccionar, afirmar, fortalecer y establecer. En
resumen les dijo: Que aun cuando hayan sufrimientos y tentaciones en la vida cristiana,
con toda seguridad Dios los llevará a gloria eterna.
Hablaremos así: Uno, Explicación breve del texto. Dos, Lecciones alentadoras de
este versículo.
Gracia, por fe o confiando de que estaremos por siempre en gloria. De otro modo que el
Dios de toda Gracia, dará toda Gracia posible con el fin infalible de llevar cada Creyente
a la gloria.
Un caso ilustra, la elección de David: “Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo
ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová
vino sobre David.” (1Sa.16:13). Le dio un reino terrenal y las ventajas terrenales que se
derivaban; pero años después le dijo esto: “Y será afirmada tu casa y tu reino para
siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.” (2Sa.7:16). Le dio
Gracia y gloria, así a todo verdadero Cristiano. Entonces sepamos y no olvidemos que
Dios ha comprometido todo Su poder y sabiduría hasta llevarnos a posesión de esta
bendita gloria. Como dijera un puritano: Al disfrute constante de la felicidad eterna.
Pablo lo dice con un hermoso lenguaje: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a
Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido
desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la
verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro Evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro
Señor Jesucristo.” (2Tes.2:13-14). La fe y la santidad son los medios, pero la gloria y
salvación el fin. Esos medios tienen como objeto que andemos en ellos, y al mismo
tiempo se va haciendo cada vez más claro en nuestros corazones el derecho en Gracia,
de poseer y disfrutarlo por siempre. Esto en cuanto al llamado.
Duración de esta Bendición. Esta duración implica dos cosas: Por un lado, que
como fuimos llamados a gloria eterna, y esto desde el mismo instante del nuevo
nacimiento, entonces la simiente de vida sin final es sembrada en el alma Creyente tan
pronto como recibe a Cristo por la fe. Dos textos de Su palabra son suficientes: “Mirando
a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria
en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2Co.3:18). Nadie puede
ser trasformado de gloria en gloria a menos que antes la tenga. Y el otro verso: “Todo
aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” (Jn.11:26). Y la razón de todo, es
esta: Posee por fe “gloria Eterna.” Por otro lado, que cuando una persona es llamada a
conversión, ahí mismo Dios le da el eterno derecho de gloria. Tenemos un testamento
donde el testador murió y dejó sus riquezas a todos los que creen en Su nombre. Léalo:
“Es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las
transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la
herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del
testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto
que el testador vive.” (Heb.9:15-17). La gloria que pertenece al Creyente no es por
obra, sino por herencia. Los bienes del señor Jesús son eternos, Su reino no es de este
mundo, entonces la herencia es eterna. Leo un articulo del testamento: “Que justificados
por su Gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”
(Ti.3:7). Somos hijos de Dios por adopción y habiendo muerto Jesús por nuestro
pecados heredamos Sus riquezas, que se resumen en esta declaración: “Su gloria
eterna”; que recibimos por Gracia y vienen del Dios de toda Gracia. Duración eterna.
El Propietario o Dueño: Se infiere del texto que hay eso como la gloria del Padre,
y que es y será para quienes creen en Jesús. Ahora bien, esa gloria es revelada al
corazón de quienes le confían; por tanto es suya, entró a sus almas y allí por Gracia se
quedó: “La gloria de Dios.” Es nuestra por herencia, pero no es nuestra es de Dios, del
“Dios de toda Gracia.” Decimos gloria del padre porque las Escrituras hacen esa
distinción entre la del Padre y del Hijo. Veamos algunos versos: “El Hijo del Hombre
vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles.” (Mt.16:27). Y de Su gloria es dicho
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Pastor Oscar Arocha
así: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria… Entonces se sentará en su trono de
gloria.” (Mt.25:31). Recordemos lo que se nos ha revelado, un Dios Único inmortal,
invisible, sabio y verdadero en tres personas distintas. Se trata, pues de un dogma de
fe; el misterio de la Santa Trinidad. Es la gloria del Padre que brilla en el Hijo, la
segunda persona de la Trinidad por generación eterna.
Así que, es la gloria del Padre comunicada a nosotros y distinta de la de Cristo que
está en nosotros. Para esto veamos varios textos de la Santa Palabra de nuestro Dios:
“Que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.” (1Tes.2:12).
Otro texto hace la distinción entre el reino de Cristo y de Dios: “Ningún idólatra, tiene
herencia en el reino de Cristo y de Dios.” (Efe.5:5). Entonces el Padre tiene un reino y
gloria para nosotros distinto del de Cristo, y cada verdadero Creyente es participante de
cada uno de ellos. Ahora veamos como esta distinción será finalmente resuelta: “Luego
el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio,
toda autoridad y potencia… Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces
también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios
sea todo en todos.” (1Co.15:24,28). En el Día del Juicio Final será esta entrega, luego
que Cristo haya aparecido en Su Reino y Gloria, y los Creyentes tendrán una gloria
mucho más excelente que toda otra, o que brillarán aun más, esta es la última obra que
Dios hará por nosotros en nosotros: “el Dios de toda Gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” Ahora bien, habría de ser asunto de otro
estudio abundar sobre esta diferencia.
Vimos el enfoque sobre el verso: “Dios nos llamó a su gloria eterna.” Y esto en tres
asuntos: Un llamado: “Nos llamó a su gloria.” La duración: “Eterna”, y el propietario o
dueño: “Dios, o la gloria de Dios.”
moriría, y cuando tú morirás y donde vives, no ignora tus luchas y tentaciones. Y así
como le dijo aquel ladrón lleno de corrupciones, también la promesa es para ti: “De
cierto te digo que estarás conmigo en el paraíso.” (Lu.23:43).
3. Hermano: Procura que tu conducta sea de acuerdo a tu esperanza. Esto
es, que tu manera de vivir no sea simplemente evangélica, sino superior, como está
escrito: “Os encargamos que andéis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y
gloria. (1Tes.2:12). Cuando el Señor Jesús resucitó, que aun no había sido glorificado;
se nota que su conducta hacia los discípulos, cambió. Así tu esperanza de gloria ha de
mejorar la tuya, en santa imitación de nuestro Hermoso Salvador Jesús.
AMÉN
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