Guía de Trabajo Anacronías 3
Guía de Trabajo Anacronías 3
Guía de Trabajo Anacronías 3
A continuación vienen una serie de ejercicios que tienen relación tanto con los elementos vistos
anteriormente como con el concepto de focalización. Para contestarlos deberás mandar la hoja de
respuesta que viene al final de la guía con el nombre de las integrantes del grupo y el curso.
I. Conceptual:
4-. Personaje (s) que realizan una acción dentro de la historia y es plano:
a-. Secundario.
b-. Protagonista.
c-. Incidentales.
5-. Estilo narrativo donde el narrador se encarga de contarnos la historia y utiliza, generalmente, la
conjunción “que”, es:
a-. Directo.
b-. Indirecto.
c-. Indirecto libre.
II-. “En un muro, a los pies de la hamaca, colgaba un retrato retocado por un artista serrano, y en él
se veía a una pareja joven.
El hombre, Antonio José Bolívar Proaño, vestía un traje azul riguroso, camisa blanca, y una corbata
listada que sólo existió en la imaginación del retratista.
La mujer, Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo, vestía ropajes que sí
existieron y continuaban existiendo en los rincones porfiados de la memoria, en los mismos donde se
embosca el tábano de la soledad.
Una mantilla de terciopelo azul confería dignidad a la cabeza sin ocultar del todo la brillante
cabellera negra, partida al medio, en un viaje vegetal hacia la espalda. De las orejas pendían zarcillos
circulares dorados, y el cuello lo rodeaban varias vueltas de cuentas también doradas.
La parte del pecho presente en el retrato enseñaba una blusa ricamente bordada a la manera
otavaleña, y más arriba la mujer sonreía con una boca pequeña y roja.
Se conocieron de niños en San Luis, un poblado serrano aledaño al volcán Imbabura. Tenían trece
años cuando los comprometieron, y luego de una fiesta celebrada dos años más tarde, de la que no
participaron mayormente, inhibidos ante la idea de estar metidos en una aventura que les quedaba grande,
resultó que estaban casados.
El matrimonio de niños vivió los primeros tres años de pareja en casa del padre de la mujer, un
viudo, muy viejo, que se comprometió a testar en favor de ellos a cambio de cuidados y de rezos.
Al morir el viejo, rodeaban los diecinueve años y heredaron unos pocos metros de tierra, insufi-
cientes para el sustento de una familia, además de algunos animales caseros que sucumbieron con los
gastos del velorio.
Pasaba el tiempo. El hombre cultivaba la propiedad familiar y trabajaba en terrenos de otros
propietarios. Vivían con apenas lo imprescindible, y lo único que les sobraba eran los comentarios
maledicentes que no lo tocaban a él, pero se ensañaban con Dolores Encarnación del Santísimo
Sacramento Estupiñán Otavalo.
La mujer no se embarazaba. Cada mes recibía con odiosa puntualidad sus sangres, y tras cada pe-
ríodo menstrual aumentaba el aislamiento.
—Nació yerma —decían algunas viejas.
—Yo le vi las primeras sangres. En ellas venían guarisapos muertos —aseguraba otra.
—Está muerta por dentro. ¿Para qué sirve una mujer así? —comentaban.
Antonio José Bolívar Proaño intentaba consolarla y viajaban de curandero en curandero probando
toda clase de hierbas y ungüentos de la fertilidad.
Todo era en vano. Mes a mes la mujer se escondía en un rincón de la casa para recibir el flujo de la
deshonra.
Decidieron abandonar la sierra cuando al hombre le propusieron una solución indignante.
—Puede que seas tú quien falla. Tienes que dejarla sola en las fiestas de San Luis.
Le proponían llevarla a los festejos de junio, obligarla a participar del baile y de la gran borrachera
colectiva que ocurriría apenas se marchara el cura. Entonces, todos continuarían bebiendo tirados en el
piso de la iglesia, hasta que el aguardiente de caña, el «puro» salido generoso de los trapiches ocasionara
una confusión de cuerpos al amparo de la oscuridad.
Antonio José Bolívar Proaño se negó a la posibilidad de ser padre de un hijo de carnaval. Por otra
parte, había escuchado acerca de un plan de colonización de la amazonia. El Gobierno prometía grandes
extensiones de tierra y ayuda técnica a cambio de poblar territorios disputados al Perú. Tal vez un cambio
de clima corregiría la anormalidad padecida por uno de los dos.
Poco antes de las festividades de San Luis reunieron las escasas pertenencias, cerraron la casa y
emprendieron el viaje.”
Sepúlveda Luis, Un viejo que leía novelas de amor (extracto)
13-. La razón que gatillo que la pareja decidiera irse del pueblo fue que:
a-. Querían escapar del lugar donde se castigaba la esterilidad.
b-. Le propusieron al hombre ir a un carnaval y entre la euforia y orgía, la mujer podía concebir un hijo.
c-. Vieron la oportunidad de surgir económicamente en otro lugar.
d-. Le aconsejaron que en otro lugar cambiaran de aire y se curarían de su mal.
15-. El refrán que más concuerda con el espacio social de la historia es:
a-. “Ir por lana y volver trasquilado”
b-. “A mal tiempo, buena cara”
c-. “Ojos que no ven corazón que no siente”
d-. “Pueblo chico, infierno grande”
III-. “Gertrudis cerraba los ojos cada vez que daba un sorbo a la taza de chocolate que tenía frente a ella.
La vida sería mucho más agradable si unos pudiera llevarse a donde quiera que fuera los sabores y olores
de la casa materna. Bueno, ésta ya no era su casa materna. Su madre había muerto sin que ella se
enterara.
Sintió mucha pena cuando Tita se los informó. Ella había regresado con la intención de mostrarle a Mamá
Elena que había triunfado en la vida. Era generala del ejército revolucionario. Este nombramiento se lo
había ganado a pulso, luchando como nadie en el campo de batalla. En la sangre traía el don de mando, así
que cuando ingresó al ejército, rápidamente empezó a escalar puestos en el poder hasta alcanzar el mejor
puesto, y no sólo eso, regresaba felizmente casada con Juan. Se había encontrado después de haberse
dejado de ver por más de un año y entre ellos había renacido la misma pasión que la del día en que se
conocieron. ¡Qué más podía pedir una persona! Cómo le gustaría que su madre la hubiera visto y cómo le
gustaría volverla a ver, aunque sólo fuera para que le indicara con la mirada que era necesario que
utilizara la servilleta para limpiarse los restos de chocolate en los labios.
Este chocolate estaba preparado como en los viejos tiempos.”
Esquivel, Laura; Como agua para chocolate.(extracto)
IV-. – “En la mañana del cuatro de septiembre la radio y los puestos móviles, y que ya había votado
Allende, y que Alessandri votó en Mapocho, y que Tomic, y que los incidentes y los atentados, y yo veía a
Juan Carlos que no había aparecido más, con su pistola y en el auto, y quién sabe qué podría pasarle, hasta
muerto podía estar, que era tan mala cabeza, y mi madrina estaba bordando unas sábanas que le habían
encargado, y me dijo que cuando yo me casara ella me iba a bordar un juego de sábanas maravilloso, y yo
me sonreía pa mis adentros, casarme yo... ¡y con Juan Carlos!
En la tarde comenzaron a dar los resultados y en la noche mi madrina le prendió cinco velas a la
virgencita que teníamos en el dormitorio y se puso a rezarle y me dijo, reza conmigo para que no salga
Allende. Pero, a mí, como que me gustaba Allende... Total, nosotras éramos harto pobres y si podía hacer
algo por nosotras, si hubiera salido antes, me decía a lo mejor el Porotito estaría vivo. Y ya como a las
nueve de la noche se sabía que había ganado Allende, por poco, pero había ganado. Y se oían gritos y
bocinazos, y en el cité todos gritaban y cantaban la Canción Nacional, y de la casa del lado llegaron a
buscarnos, pero mi madrina no quiso salir y no quiso sacar la tranca de la puerta y me dijo que mejor nos
metíamos a la cama, que quién sabía qué iba a pasar ahora, y estuvo rezando como hasta medianoche y yo
seguí leyendo y también me preguntaba que qué iba a pasar ahora a Juan Carlos.”
Enrique Lafourcade, Palomita Blanca.(Fragmento)
24-. El espacio físico donde se desarrolla la historia del fragmento leído es:
a-. Chile.
b-. Santiago.
c-. Recoleta.
d-. El cité.
V-. “Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando
despierta. "Como esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que
se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero,
me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el
verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque
me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo
vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro
que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas
a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le
diré que no: "¡así! "
La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la
tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin
mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar. “
Esopo, La lechera (fábula)