Qué Es El Coaching Ontológico
Qué Es El Coaching Ontológico
Qué Es El Coaching Ontológico
Hecha esta salvedad, podemos dar una definición del Coaching Ontológico
como:
Orígenes
Aprender a Aprender
Los cambios cada vez más acelerados y vertiginosos que están ocurriendo en
todo el mundo nos impiden mantenernos estáticos; por lo tanto, necesitamos
nuevas formas personales y organizacionales para afrontarlos.
Por ejemplo: cada diez años se duplica la información y los conocimientos
generados por la humanidad; al tiempo que cada diez años se vuelve obsoleta
una cuarta parte de la información existente. Esto significa que rápidamente se
está acumulando información que no podemos conocer, entender ni asimilar, a
la vez que gran parte de los conocimientos en los que nos basamos para actuar,
ya están perimidos.
El Coach Ontológico cuestiona, con respeto, las formas en que las personas y
equipos perciben sus realidades y situaciones para permitirles cambiar
estrategias estáticas, que aunque en el pasado dieron buen resultado ahora
pueden no darlo, por nuevas posibilidades de ser y hacer que sean más
efectivas para lograr los resultados deseados.
Para lograr una mayor efectividad y bienestar es preciso cuestionar las antiguas
formas de pensamiento, para aprender cómo practicar "un nuevo juego", cómo
ampliar la capacidad de "ver" y pensar, cómo generar nuevas posibilidades de
acción, y obtener resultados que, previos a la intervención de coaching
ontológico, podrían haber sido impensables.
Resultados extra-ordinarios
El ámbito empresarial
Nos preguntamos por qué hoy es tan importante para las organizaciones
modernas crear una “cultura de coaching”. La razón es, simplemente, que
nuestros modos tradicionales de gerenciamiento no están funcionando lo
suficientemente bien como en el pasado. La economía global, las nuevas
tecnologías, la competencia, el cambio acelerado han cambiado las reglas de
juego. Hoy, las compañías no se pueden dar el lujo de controlar todo desde
arriba. Es más, no pueden aunque quieran. Las compañías que tienen éxito son
aquellas que pueden responder rápidamente a los cambios de los mercados,
tecnologías, actitudes sociales y políticas gubernamentales.
La importancia de Entrenar
Una reciente encuesta realizada por MetrixGlobal LLC demostró que el coaching
produjo la devolución de 529% de la inversión realizada junto con significativos
beneficios intangibles para la empresa.
Fuente: http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Que_es_Coaching_Ontologico.htm
EL PROCESO DEL COACHING
El proceso del coaching
4.Actuar - Una vez reunida toda la información, hay que actuar de una forma
sostenida en el tiempo. El entrenador acompañará de cerca este proceso
superando las dificultades que suelen aparecer en la puesta en práctica.
Coaching empresarial
Fuente: http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Que_es_Coaching_Ontologico.htm
La declaración de quiebre implica sostener que algo no funciona, que algo anda
mal, que hay cosas que no nos gustan y que quisiéramos que fueran diferentes
y tenemos que tener, simultáneamente, el juicio de que no sabemos cómo
hacernos cargo de ello. El observador que somos no es suficientemente
competente para mostrarnos lo que debemos hacer. Sólo existen quiebres --
solemos también llamarlos problemas -- para un observador determinado. Los
llamamos quiebres y no problemas al menos por dos razones En primer lugar
porque ellos marcan una interrupción en el fluir de nuestra vida. En segundo
lugar, es el observador que somos el que declara que algo es un quiebre. El
quiebre revela al observador. La misma experiencia puede constituir un quiebre
para alguien y no serlo para otra persona. O puede ser un quiebre bajo ciertas
circunstancias y no serlo bajo otras. Por lo tanto, podemos decir que todo
quiebre es una apertura al alma de la persona que lo declara como tal.
Los seres humanos actuamos desde la historia (siempre mediados por nuestra
estructura presente), pero también actuamos desde fuera de ella: desde una
visión del futuro que es distinta a la del pasado. Tenemos la capacidad de
sepultar nuestros pasados. A ese lugar fuera de la historia, lo llamamos la nada.
A partir de la nada, rompemos viejos patrones de comportamiento, creamos e
innovamos, asumimos nuevos riesgos, improvisamos y participamos en nuevos
juegos. La historia siempre aporta pesadez a nuestro ser, la nada lo hace más
liviano. Un buen coach ontológico sabe jugar con ambos y está siempre
aportando una cuota de levedad en el coaching. En la levedad del ser reside
nuestro mayor poder para superarnos y transformarnos.
I. LA ETAPA DE LA INTRODUCIÓN
Esta etapa suele iniciarse con una declaración de quiebre. Junto con la
declaración de quiebre, la persona suele declarar también la necesidad de que
otra persona le sirva de coach. En esta fase inicial, el coachado suele conferirle
al coach la necesaria autoridad para que lo ayude, como suele también
otorgarle la confianza necesaria para que éste asuma ese rol.
En las manos del directivo no sólo está el proceso de coaching que éste
desencadena, sino también la evaluación global de desempeño del coachado y,
en último término, la permanencia del mismo en la organización.
Los procesos de coaching al interior del trabajo suelen ser “light”, más
superficiales, acotados a aspectos directamente relacionados con el propio
trabajo.
Una vez que el quiebre ha sido identificado, podemos dar por cerrada la etapa
introductoria del proceso de coaching.
II. LA ETAPA DE LA INTERPRETACIÓN
Es tarea de coach identificar estos juicios y emociones que conforman los límites
del alma humana, mostrar los efectos que ellos ejercen en nuestras vidas y
trabajar para sustituirlos por otros desde los cuales se expandan nuestras
posibilidades.
La experiencia del coaching nos obliga a visitar el espacio de nuestra nada, del
no-ser que somos. Nos coloca al borde de lo que suele presentársenos como un
precipicio, como el peligro de la desintegración, donde cuerpo, emocionalidad y
lenguaje, “no nos dan”, como si quedaran cortos. Pero lo que el coaching nos
muestra es que esa experiencia de la nada es un espejismo, una ilusión
perversa tras la cual se esconden las inmensas posibilidades de ser y que
descubrimos al cruzar la frontera. En efecto, al transitar en ese espacio de la
nada dejamos parte del ser que somos, hay una parte del ser que somos que se
sacrifica, pero se sacrifica en pos de la creación.
Una vez que echamos mano a la intuición para producir hipótesis, es prudente
intentar corroborarlas. El proceso de corroboración en el coaching suele ser
indirecto. Es necesario distinguir entre las preguntas que el coach se formula a
sí mismo para guiar la conversación de coaching y las preguntas que éste le
formula al coachado. No siempre se corresponden y muy a menudo no deben
hacerlo. El coaching no es sobre explicaciones. Las explicaciones muchas veces
matan el coaching. Lo que el coach debe hacer es “mostrarle” al coachado lo
que acontece con él, las consecuencias de sus acciones.
El coaching ontológico es un arte, no una ciencia que se rija por leyes estrictas o
una tecnología que podamos aplicar mecánicamente. El que sea un arte no
desconoce que el coaching ontológico se apoya en bases teóricas sólidas. Pero
no basta con conocerlas adecuadamente para transformarse en un buen coach.
Anteriormente nos referíamos a los dominios en los que solemos encontrar las
emociones y los juicios maestros de las personas. Hablábamos de los dominios
del si mismo, del mundo y los demás, y de la estructura de la temporalidad. Ello
representa un primer mapa de ruta para este proceso de indagación.
Una vez que el quiebre ha sido identificado. Lo que ahora le interesa al coach es
la construcción del rompecabezas, el avanzar hacia su interpretación de la
estructura de coherencia del coachado que lo lleva a tener el quiebre que
declara. Se busca alcanzar cada vez una capa más profunda dentro de una
misma temática y seguir, por asociación, la cadena de emociones y juicios que
nos conducirán a detectar aquellos que son maestros y de los cuales cuelga
precisamente el quiebre. El coach experimentado sabe que el rompecabezas que
busca construir no tiene un número finito de piezas y que no se completará
jamás.
¿Cuándo se llega a ese punto? ¿Cómo se sabe que efectivamente se llegó a él?
Estas son preguntas que se nos hacen frecuentemente. Es muy difícil dar una
respuesta precisa. Se llega a ese punto cuando el coach se considera satisfecho
con lo que ha logrado construir. Es el juicio del coach el que determina que la
etapa de la interpretación se ha completado.
La centralidad de la acción
Uno de los rasgos más sobresalientes del coaching ontológico es el carácter que
le confiere a la acción humana. En la etapa de la intervención la acción deviene
central.
En primer lugar, por cuanto el coach opera consciente del carácter activo y
transformador de su palabra y la utiliza en esta dirección. En esta etapa el
coach ya no tiene como objetivo principal el “hacer sentido” del coachado, sino
que busca más bien ayudarlo a generar sentidos nuevos. Mientras en la etapa
anterior, la palabra del coachado guiaba al coach en la construcción de su
interpretación, en esta etapa la relación se invierte y es la palabra del coach la
que guía al coachado en la construcción de nuevos sentidos. El carácter
generativo del lenguaje ahora se hace patente.
El coaching ontológico mira también con mucha liviandad las historias que nos
contamos. Nuestras historias suelen ser un esfuerzo de hacer sentido de lo que
lo que ha acontecido y, como tal, suelen explicar, justificar, conferirle razones a
lo ya ocurrido. Si bien frente al pasado no somos libres, si solemos serlo en el
presente. La libertad sólo se conjuga en el presente. No tiene pretérito. El
criterio que rige el presente no es sólo el de la necesidad, sino también el de la
posibilidad. Y es en ese espacio, en el de la posibilidad, que se sitúa el coaching
ontológico. De allí que el coach suele desconfiar de las historias que le cuenta el
coachado para explicarse a si mismo y su comportamiento.
Siendo ésta la situación, cabe entonces preguntarse por las condiciones que
resultan necesarias para que el coachado pueda efectuar dicho tránsito. ¿Cuales
son las condiciones que lo hacen viable? ¿Cuales son aquellas que el coach debe
proveer para que el coachado esté dispuesto a poner en cuestión su ser y optar
por el devenir?
De la misma manera, a ido colocando los apoyos necesarios para que éste se
atreva a dar los pasos que lo conduzcan a un desplazamiento. Ello implica, por
ejemplo, trabajar con algunos de los juicios maestros del coachado, disolviendo
algunos, ablandando otros, sustituyendo varios, etc. Todo ese trabajo,
característico de esta etapa de intervención, va produciendo las condiciones
emocionales que, en un determinado momento, le permitirán al coachado
comprometerse con las acciones que le son necesarias para resolver su quiebre.
Por otro lado, también cabe mirar al coaching como una de política del alma
humana en la que la dimensión artística antes subrayada se pone al servicio de
generar posibilidades y de trazar caminos viables, senderos conducentes, para
lograr la realización de ideales de vida, de sueños, fantasías y aspiraciones, y de
nuevas modalidades de convivencia. La política, no lo olvidemos, ha sido
magistralmente definida como “el arte de lo posible”.
El coach debe escuchar los juicios y las emociones que buscan ganar nuevos
espacios y procurar conferirles una legitimidad y carta de ciudadanía a la que
muchas veces no han tenido acceso. Su trabajo consiste en facilitar que el
coachado pueda iniciar un proceso de desarticulación de antiguas coherencias y
de rearticulación de nuevas configuraciones que le permitan encarar en mejor
forma sus desafíos y ganar para sí una mayor satisfacción. Este proceso lo
concebimos como una política del alma humana.
Muchas veces acontece que el trabajo del coach se oriente a buscar un punto de
inflexión donde concentrará su esfuerzo de intervención. Normalmente se trata
de localizar un determinado juicio maestro en cuyo alrededor se aglutinan otros
juicios y una gama de emociones, haciendo de obstáculo principal para la
resolución del quiebre seleccionado. El coach intuye que de lograr desmontar
ese juicio, ello puede generar un efecto importante de rearticulación de la
estructura de coherencia del coachado
Estrategias de intervención
La experiencia nos muestra que a menudo resulta más difícil trabajar desde el
mismo dominio al que pertenece el obstáculo que deseamos disolver. En ese
dominio el coachado suele haber desarrollado sus mayores defensas y podemos
encontrar una mayor resistencia al cambio. Al dirigir la intervención a través de
los otros dos dominios, sus resistencias suelen ser menores y posiblemente
comprobaremos que, desde posturas corporales diferentes, su apertura a
revisar juicios y cambiar su emocionalidad aumenta.
El cierre de la interacción
Es importante que coach esté consciente que existe una diferencia importante
entre el espacio en el que se desarrolló el coaching y el espacio en el que el
coachado tendrá que actuar. Acciones que aparecen posibles en uno, puedo
mostrarse bastante más difíciles en el otro, donde el coachado se encuentra
solo, sin el apoyo del coach. En este último espacio, el de la vida efectiva,
pueden por lo demás suceder cosas que no siempre logran ser anticipadas en la
interacción de coaching.
http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Caracter_del_Coaching_Ontologico.htm
En ese contexto y desde el año 1991 Julio Olalla y Rafael Echeverría propusieron
formar coaches ontológicos como una nueva profesión que posibilitara intervenir
en los modos de observar y observarse de las personas con el fin de facilitarle la
conexión con sus aspiraciones.
Es por ello que en este trabajo propondremos lo que entendemos como coaching
ontológico y como Consultoría de Coaching Ontológico la Dra. Olga Suárez y quien
escribe a partir de nuestra experiencia concreta como consultores de coaching
ontológico.
Durante muchos años los que nos fuimos formando en coaching ontológico
tuvimos dificultades para definir lo que hacíamos y aún hoy muchos profesionales
las siguen teniendo.
Nos interesa en este trabajo mostrar que luego de una conversación de coaching
ontológico una persona puede realizar acciones que no les estaban disponibles
antes y que estas acciones no llegan como consecuencia de inducción, consejo y/o
recomendación del coach ontológico sino que surgen de la exploración e
intervención realizada en conjunto.
Sin embargo nos parecía (y nos sigue pareciendo) que el desafío mayor en este
tiempo no está en la intervención en lo individual sino en el abordaje de
aprendices colectivos como lo son los equipos, las organizaciones y las
comunidades.
Este enfoque nos permite comprender desde una perspectiva privilegiada algunos
dilemas que se viven en las organizaciones día a día: vemos por ejemplo a
menudo el caso de excelentes ejecutivos conformando equipos que logran
resultados poco acordes a la calidad de las individualidades.
Incluso hay otros que aún siendo muy efectivos en lo suyo, tienen dificultades
para coordinar acciones con sus pares de otros sectores...O empresas en procesos
de cambio que tropiezan con ciertas actitudes de sus integrantes...
De este modo nos es posible intervenir en territorios que hasta ahora permanecían
como "cajas negras" y que tienen que ver con el aspecto vincular de la gestión
que es el soporte de toda la gestión. Si las relaciones son precarias, la gestión lo
será también.
Creemos por tanto que resulta vital para las compañías y las personas que las
habitan contar con gerentes y jefes que a la vez sean líderes desde el enfoque del
coaching ontológico (respetuosos de los tiempos, elecciones y compromisos
propios y ajenos) , que sepan no sólo hacer bien lo que tienen que hacer sino
también coordinar efectivamente, mostrar el rumbo sus pares y a su gente a
cargo, alinearlos e inspirarlos, generando confianza, sentido de la responsabilidad,
compromiso y capacidad de aprendizaje permanente.
Tal como hemos dicho, la Consultoría de Coaching Ontológico asienta sus raíces en
una revisión profunda de lo que significa Ser Humano y básicamente del aporte del
biólogo chileno Humberto Maturana quien al igual que otros exponentes como
David Bohm y Fritjof Capra desde la física cuántica muestran que a los seres
humanos no nos es posible acceder a lo que llamamos "realidad" pues no tenemos
los mecanismos biológicos de percepción para hacerlo.
De allí nuestra gratitud con los promotores de esta revista Puentes que nos
permiten acercar esta mirada a Ud. y a la vez tener la posibilidad de recibir su
feedback y seguir aprendiendo.
¿Le gustaría lograr mejores resultados? ¿Aumentar las ventas, mejorar el trabajo
en equipo, ser más efectivo?
Es evidente que para mejorar los resultados que obtenemos debemos cambiar las
acciones que realizamos (interacciones en el ámbito empresarial). Para ello
debemos comprender que dichas acciones e interacciones no son realizadas
caprichosamente, sino que son el producto del comportamiento, hábitos, actitudes
de la persona o equipo.
Si sólo actuamos sobre las consecuencias (los síntomas) nuestra acción será
sumamente inefectiva y con efectos en el corto plazo. Para ahondar en las causas
debemos ampliar la conciencia para ampliar la capacidad de acción efectiva, y por
ende, el mejoramiento de los resultados obtenidos. Para ello es necesario
desentrañar los modelos mentales y emocionales del equipo y sus integrantes, del
mismo modo que los modelos culturales reinantes en la organización, pues son
estos modelos los que, en definitiva, determinan el resultado logrado.
Ahora sí, siendo más concientes de todo el proceso que nos lleva al resultado,
podemos desarrollar el nivel más adecuado, tanto sea con una capacitación clásica
o a través de un desarrollo de competencias actitudinales, que implica un cambio
más profundo. De esta manera aseguramos un buen retorno de la inversión en
capacitación o desarrollo de competencias y, en definitiva, un resultado mucho
más efectivo y sostenible en el tiempo.
http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Metodo_CORE_Coaching_Competencias.htm
Y esto lo voy a expresar aún de otra manera, con una pregunta, por supuesto, y la
pregunta que quiero hacer es por el observador y el observar. ¿Quién es el
observador? cualquiera de nosotros, y como somos seres vivos y operamos en la
realización del vivir, la pregunta es ¿cómo operamos como observadores en la
realización de nuestro vivir?. Si dejamos de vivir, no hay pregunta de ninguna
clase, no hay reflexión filosófica, no hay reflexión científica, no hay cocinar, no se
hacen edificios, no pasa nada. El vivir es esencial para realización de todo lo que
hacemos como seres humanos. Y todo lo que hacemos los seres humanos ocurre
en la realización del vivir, en la praxis del vivir.
Piensen, cuando Uds. piden una explicación, qué es lo que quieren oír?. Cuando se
dice a alguien, “Ud. llegó tarde”, lo que esperamos oír es un relato de un suceder
tal que si hubiese tenido lugar, el resultado sería el haber llegado tarde. Ese relato
se transforma en explicación en el momento en que lo aceptamos, porque si no lo
aceptamos no es explicación. Y esto lo aprendemos en nuestra casa, con nuestra
mamá, con nuestro papá, con los hermanos, con los profesores, cuando somos
pequeños... Un niño de 7 años, una niña de 7 o 6 años, sabe perfectamente bien
el tipo de respuesta que tiene que escuchar cuando quiere una explicación.
“Mama, ¿cómo es que yo nací?” Hija mía, tu eres preciosas, tienes unos ojitos
negros, unos rulitos negros... ”No mama, yo quiero saber cómo nací. Yo sé que
soy linda”. Lo que quiere oír de respuesta es un relato de un proceso tal que si
tiene lugar el resultado es la experiencia explicada. Si ese relato es aceptado es
una explicación. De modo que a lo que uno se compromete si acepta la pregunta
¿cómo hacemos lo que hacemos?, es a proponer como respuesta un relato que
muestre como lo que hacemos seria el resultado del proceso indicado por ese
relato. Si no aceptamos la pregunta, no pasa nada. Pero si una vez que aceptamos
la pregunta, nos preguntamos qué estaríamos aceptando al no aceptar la
pregunta, aparece algo muy interesante. Se hace evidente que al no aceptar la
pregunta por cómo hacemos lo que hacemos, estamos aceptando implícitamente
que tenemos la habilidad intrínseca de hacer referencia a un mundo independiente
de nosotros.
Hablamos de las cosas que están ahí, fuera de nosotros: “¡El florero está sobre la
mesa¡ decimos. ¿Cómo sabes que el florero está sobre la mesa?, “Lo veo, ¿no ves
que está ahí”. Y el que aceptamos que las cosas están ahí con independencia de
nosotros se nota en los argumentos que damos al otro: “pero si está ahí, míralo,
todo el mundo lo puede ver”, y todo el mundo lo puede ver porque está ahí con
independencia de lo que yo digo; yo no soy responsable de lo que esté ahí, pero
yo lo puedo decir que está ahí porque veo que está ahí. ¡Ah¡, esa es la actitud
cotidiana, es así como vivimos cuando no nos preguntamos como hacemos lo que
hacemos. Y para este modo de estar tenemos una expresión cotidiana, esa
expresión es objetividad. Somos objetivos. El ser objetivo indica que cuando uno
dice que es objetivo está diciendo que lo que él dice se fundamenta externamente.
Los fundamentos que van dando validez a lo que yo digo son externos a mi.
Cuando a uno le dicen, eres subjetivo, lo que le están diciendo es: los
fundamentos de lo que tu dices no son externos a ti, sino que están en ti. Y en
esta actitud, por supuesto, desvalorizamos lo subjetivo. Y esto lo voy a indicar en
el diagrama con la palabra “objetividad”. La objetividad, en último término, tiene
su fundamento en el supuesto de que hay una realidad independiente de uno
desde donde se valida lo que uno dice.
Por lo tanto para entender como hacemos lo que hacemos, tenemos que entender
el vivir y que hacemos en el vivir en el acto de conocer, y que pasa que nos
equivocamos. ¿Cómo nos equivocamos?. Si miramos el vivir nos encontramos con
dos situaciones cotidianas para las cuales tenemos dos palabras maravillosas en
castellano, que son “ilusión” y “percepción”. Cuando hablamos de percepción
hablamos como si aquello que decimos que vemos, que distinguimos, fuese
independiente de nosotros; pero cuando hablamos de haber tenido una ilusión, lo
que estamos diciendo es que tuvimos una experiencia que vivimos en el momento
de vivirla como una percepción, pero que después comparándola con otra
experiencia nos dimos cuenta de que no era válida. Piensen en las situaciones
corrientes de ilusión. Uno va por la calle, se encuentra con un amigo, y saluda
diciendo “Hola Juan, ... hola ... “ Y un momento después nos disculpamos.
“Disculpe, me equivoqué. Fue una ilusión”. Pero mientras uno está saludando a
Juan, está saludando a Juan, vive el encuentro con Juan. En Santiago, años atrás,
yo iba por una acera, y al otro lado de la calle por la otra acera pasa alguien y me
grita: “Hola Pérez, cómo te va?” y yo le contesto: “Muy bien, Jiménez, cómo estás
tu?” Más tarde yo pensé que la persona que me saludó se habría preguntado ¿con
quien me confundiría Pérez?. Yo no era Pérez, seguramente el no era Jiménez.
Pero cuando él saludó a Pérez tuvo gesto de alegría, vivió el encanto de
encontrarse con Pérez. Lo interesante de la ilusión es que cuando uno vive una
ilusión uno la vive como una experiencia de percepción en el momento en que la
vive, y es sólo después que la descalifica como ilusión. En la experiencia misma
uno no sabe si lo que está viviendo después lo va a descalificar o no como una
ilusión en relación a otra experiencia.
Además en castellano tenemos otro par de palabras hermosas que son: mentira y
error. La palabra “mentira” hace referencia a situaciones en las cuales uno dice
algo en circunstancia de que uno sabe, en el momento en que lo dice, que lo que
está diciendo no es válido. “Ud. miente”, quiere decir que en el momento en que
Ud. dice lo que dice, sabe que tiene todos los argumentos necesarios para afirmar
que lo que está diciendo no es válido. “Yo mentí”, quiere decir que en el momento
en que dije lo que dije tenía todos los argumentos necesarios para afirmar que no
era válido, aunque yo decía que era válido. O sea, la mentira ocurre en el
momento en que ocurre. Uno miente cuando miente. El error es diferente, y es
muy interesante. El error ocurre después. “Discúlpenme, ayer me equivoqué.
Cometí un error”. “En el momento en que dije lo que dije, yo pensaba que era
válido, pero ahora me doy cuenta por tales o cuales circunstancias, que no, me
equivoqué”. Uno no se equivoca en el momento en que se equivoca, se equivoca
después. Uno vive la experiencia que vive como válido en el momento de vivirla, y
es solamente después, en relación con otra experiencia que puede descalificarla
como un error. Esto es potente, ¿no? Cuando uno se disculpa por un error, lo que
pide es reconocimiento de honestidad. Uno no puede deshacer lo que ya ha hecho.
“- Discúlpeme, ayer me equivoque.- Si, pero aplastó a mi coche”. - “Lo siento,
pero me equivoque, no lo vi”. La disculpa no deshace lo hecho, pero pide
reconocimiento de honestidad. La mentira es, como dice Ximena Dávila, es una
afirmación hecha en el intento de manipular a otro. En la disculpa ante una
mentira uno hace otra cosa que en la disculpa ante un error. Uno por una parte
reconoce la propia deshonestidad, y por otra, en el mejor de los casos, promete
no mentir más.
Podríamos argumentar de muchas maneras para mostrar que esto es así, pero
Uds. pueden reconocerlo en sus propias vidas. Todo momento del vivir se vive
como válido en el momento en que se vive. Pero tenemos un problema. Decimos
que aprendemos de los errores, pero los castigamos. En vez de felicitar a quién
dice “me equivoque”, diciéndole “Te felicito, qué cosa más buena”. ¿cómo no va a
ser magnífico el que alguien reconozca que se equivocó? Si uno no se da cuenta
de que se equivocó va a seguir cometiendo el mismo error. Así que, por favor, de
ahora en adelante, cuando alguien diga que se equivocó, felicítenlo.
Explicamos nuestro vivir con las coherencias de nuestro vivir, y no importa que
nos equivoquemos o que tengamos ilusiones, porque en verdad, lo central es que
el vivir se va transformando en la convivencia en una dinámica en la cual, eso no
importa. Y no importa porque el mundo que vivimos se constituye en la
coordinación del convivir, no en la referencia a alguna realidad trascendente. Esto
lo indico yo en el diagrama ontológico poniendo la palabra “objetividad” entre
paréntesis en el camino explicativo que surge de aceptar la pregunta por cómo
hacemos lo que hacemos. En estas circunstancias el paréntesis hace referencia a
un estado de conciencia, e indica que: me doy cuenta de que no tengo cómo
pretender validar lo que digo, mis afirmaciones, o mis explicaciones con una
referencia a una realidad externa independiente de mi, y me doy cuenta también
de que valido mis explicaciones con mi vivir, y de que explico mi vivir con
coherencia de mi vivir. Explicamos nuestras experiencias con las coherencias de
nuestras experiencias, incluso en el explicar científico, aunque no voy entrar en
eso en este momento. El resultado es que al poner la objetividad entre paréntesis
nos damos cuenta de que vivimos muchos, muchos dominios de realidad, muchas
realidades distintas. Pero para darme cuenta de esto, yo tengo que aceptar la
legitimidad de la ilusión y por otro lado la legitimidad del error como un aspecto
del vivir que no puede desdeñar. Tengo que aceptar que no tengo acceso a una
realidad independiente para validar mi explicar; tengo que aceptar que no puedo
exigirle al otro que vea lo que yo veo; tengo que aceptar que cuando hay una
discrepancia con otro, el otro se encuentra moviéndose en un espacio de
coherencia experiencial tan válido como el mío, aunque sea diferente. Tengo que
aceptar que un error es una afirmación hecha en un dominio y escuchada desde
otro. Lo mismo es el caso de la ilusión: una ilusión es una experiencia vivida en un
dominio que es considerada desde otro.
En este diagrama ontológico lo que indico los dos camino explicativos que el
observador puede adoptar según acepte o no la pregunta ¿cómo hacemos lo que
hacemos? O, como yo prefiero decir. Según acepte o no la pregunta por el
observador y el observar. Si el observador no acepta preguntarse cómo hace lo
que hace, explica su experiencia buscando alguna referencia a lo objetivo, a lo que
él o ella llama la realidad, y opera en el supuesto implícito de que él o ella tiene un
acceso privilegiado a ver las cosas como son, ya sea directamente o según algún
procedimiento racional. Yo llamo a este camino explicativo el camino explicativo
de la objetividad sin paréntesis.
Ya hemos estado hablando del amor. Recuerden que yo soy biólogo, no soy
terapeuta. Ximena hace conversaciones liberadoras que resultan terapeutas. Y es
por esto que las reflexiones que vamos a hacer en conjunto Ximena y yo tiene que
ver en último término con terapia. ¡Ya voy a terminar! Sigan conmigo un momento
más. Quiero invitarlos a otra reflexión que Uds. pueden hacer ahora o durante la
noche, y darse cuenta de algo que ya saben. Esto es, que cada vez que hablamos
de emociones hablamos de algo que tiene que ver con nuestro vivir cotidiano, no
de algo que tenga que ver con un mundo independiente de ese vivir. Bien, ¿de
qué hablamos cuando hablamos de emociones? Hablamos de conductas
relacionales, o mejor aún, hablamos de clases de conducta relacionales. Paciencia,
voy a terminar con esto, así que pueden tranquilizarse un poquito. Digo, lo que
distinguimos cuando distinguimos emociones son clases de conductas relacionales.
O sea, lo que digo es que si Uds., atienden a su vida cotidiana, si atienden a las
circunstancias en las cuales hablan de emociones,; por ejemplo, si atienden a las
circunstancias en las cuales hablan de miedo, de ternura, de amor, de odio, de
agresión, si atienden a lo que hacen y si se escuchan a sí mismos, van a darse
cuenta de que están haciendo referencia a conductas relacionales. Si dicen, “que
Pedro tiene miedo” saben perfectamente que se refieren al espacio de conductas
relacionales en las cuales Pedro se moverá o se puede mover en este momento.
De modo que uno puede caracterizar a todas las emociones en forma de
conductas relaciónales. Voy a caracterizar aquí en estos términos la emoción más
fundamental y más simple de todas, el amor, y sin mayúsculas. “Cuando vemos
conductas relacionales a través de las cuales el otro, la otra, o uno mismo, surge
como legítimo otro en convivencia con uno, decimos que vemos (distinguimos)
amor”. Lo que distinguimos cuando distinguimos amor, es un modo de
relacionarnos. Una emoción particular aparece ante el observador cuando él o ella
ve que se dan ciertas conductas relacionales. Atiendan Uds. en su vida cotidiana al
uso de la palabra amor o amoroso, y verán que esas palabras connotan, denotan o
evocan la clase de conductas relacionales que mencione hace un momento. La
expresión “legítimo” sólo quiere decir el otro, la otra o uno mismo no tiene que
disculparse por ser. Cada vez que alguien se disculpa por ser revela que se
encuentra en un espacio en el cual no surge en su legitimidad en relación con los
otros. De esto vamos a hablar mañana y vamos a hacer nuestro taller con Ximena,
mañana. Mañana nos vamos a ocupar de la segunda pregunta fundamental. La
primera pregunta que consideramos fue: ¿cómo hacemos lo que hacemos? La
segunda pregunta fundamental es: ¿cómo es que amamos? Fíjense que
interesante, hablamos del amor como un aspecto fundamental de nuestra
existencia. ¿Cómo pasa que el amor es eso? Al mismo tiempo lo podemos negar,
podemos negar el amar. ¿Cómo es que amamos en circunstancias que podemos
negar el amar?
http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Biologia_del_conocimiento.htm
Es común que tengamos momentos de lucidez a nivel del lenguaje, en los que
alcanzamos nuevas e interesantes interpretaciones para solucionar nuestras
dificultades. Para que se produzca la transformación personal con nuevas acciones
es preciso que el cambio alcance no sólo el lenguaje, sino también una coherencia
entre el cuerpo y la emoción, que de no existir nos devolvería al lugar de partida.
Para entender este fenómeno es importante saber a nivel fisiológico que ha
ocurrido. Sabemos que el cerebro humano se compone de tres zonas:
Hemos sido seres emotivos mucho antes de haber tenido la capacidad de razonar.
En este mundo emocional, que hemos reemplazado con la razón y el lenguaje, se
encuentra una gran sabiduría.
Las acciones que los grandes líderes logran realizar tienen que ver con esta
capacidad de resonar con el colectivo al cuál se dirigen, asimismo, para que el
coaching se produzca ha de darse también esta resonancia.
En la resonancia límbica hay un instante en el que sentimos que empezamos a
funcionar al unísono y es entonces cuando la fisiología empieza a ser afectada por
la emoción, produciendo la regulación límbica.
Un ejemplo podría ser lo que ocurre con los ciclos menstruales de las mujeres que
viven juntas, que al cabo de un tiempo comienzan a ser coetáneos.
También podemos observar que una madre que amamanta a su niño y si éste
enferma, la calidad y composición de su leche se transforma para hacerse cargo
de la enfermedad del niño.
El tema emocional es más que mis sentimientos por un lado y los tuyos por otro,
no hay que analizarlo individualmente sino que se trata de espacios de encuentro.
Gran parte de lo que sucede en una conversación tiene que ver con el espacio
emocional que se crea, cuando nos encontramos con el coachee en esta danza
estamos diciendo mucho más que lo que decimos con las palabras.
Cada emoción tiene su sabiduría, cada una es guardiana de un espacio del ser,
cada una cumple con su rol y, cada una nos dispone a actuar diferente.
El punto de conexión entre el mundo emotivo y el del lenguaje tiene que ver con
los juicios que hacemos, con nuestra manera de hacer sentido e interpretar: si por
ejemplo, voy caminando por la calle y alguien me da un golpe en la cabeza, puedo
interpretar que el golpe es un acto injusto y entonces reaccionaré con rabia. Si por
el contrario, juzgo que el golpe es un aviso de peligro cambiaré la emoción de
rabia por otra.
Mirando otras emociones vemos que la tristeza existe cuando enjuicio que he
perdido algo; en cambio en la emoción del miedo enjuicio que algo malo me va a
ocurrir.
Hay seis emociones básicas (según Susana Bloch) si nos fijamos en dos criterios:
Encontramos que la rabia conlleva alta tensión y cercanía física mientras el miedo
tiene alto nivel de tensión y lejanía física, porque existe la tendencia a la huida. La
ternura y el erotismo conllevan baja tensión y cercanía física.
El erotismo está cerca de la ternura. Una sociedad que le tiene miedo al erotismo
acaba muchas veces reprimiendo todo acto de ternura. El erotismo es más que la
predisposición al acto sexual, tiene que ver también con la apertura a la belleza,
con la experiencia mística, con los fenómenos espirituales.
La alegría tiene que ver con algo muy distinto a la excitación. El sistema límbico
tan sólo puede estar excitado momentáneamente. Cuando una sociedad cambia la
alegría por la excitación, los instantes de excitación cada vez tienen menor
intensidad y tras ellos aparecen espacios de bajón.
Para que podamos vivir la alegría, es necesario que sepamos vivir la tristeza,
esta emoción es esencial en nuestro aprendizaje. Un ser humano al que le importa
algo, estará en la emoción de tristeza cuando lo ha perdido y por eso llora.
La emoción del miedo se encuentra asociada a los juicios que hacemos sobre
posibles pérdidas. ¿Qué es lo que tememos perder?
Hay una emoción que tiene mucho poder negativo en las organizaciones. Es
el cinismo. El cinismo es una resignación inteligente. Cualquier persona que crea
que existe alguna acción es posible para solucionar las dificultades, desde los ojos
del cínico, es un imbécil. Por ello, las personas no quieren estar en desacuerdo con
el cínico, para no parecer tontos. El cínico chupa mucha energía en el colectivo, es
un militante activo pues quiere que haya más resignados como él.
La disposición a la acción en el resentimiento es el desquite. Espero la ocasión
para el desquite, es secreto, tiene dos elementos clave: el silencio y la revancha.
Las lágrimas las vemos, pero a veces existen otras alteraciones corporales que no
vemos y que se producen en el proceso emocional.
Hay otra emoción que es la pasión, es la más mística de todas las emociones
porque la predisposición a la acción es fundirnos en lo que hacemos, implica un
desaparecer en el hacer. El acto de apasionarse es perderse, los místicos hablan
desde la pasión. Un coach sin pasión, termina no teniendo com-pasión y eso hace
imposible el coaching.
Es como creer que nuestros pensamientos son debido a nosotros mismos, sin
embargo, no podemos pensar si no estamos en un espacio colectivo. Si no
aprendemos a hablar a los tres años perdemos la capacidad del lenguaje, pues
éste es una contribución colectiva y es inconcebible en la soledad.
Los discursos y los juicios generan emociones y las emociones, a su vez, generan
juicios e interpretaciones, no es algo unidireccional, sino que los efectos aquí son
también las causas.
El mundo emotivo nunca será ajeno al pensamiento, estos son chispazos para
mirar pero no son el final de la mirada.
http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Mundo_emotivo_mundo_del_lenguaje.htm
ASESINOS DE LA PRODUCTIVIDAD
“¡Alarma! Este organismo está siendo atacado por un virus. Tomar medidas
urgentes para contrarrestar la infección.” Con este “llamado a las armas”, el
sistema inmunológico se aboca a protegernos de amenazas a nuestra salud.
“¡Alarma! Esta computadora está siendo atacada por un virus. Tomar medidas
urgentes para contrarrestar la infección.” Con este “llamado a las armas”, nuestro
programa antivirus se aboca a protegernos de amenazas a la salud informática.
“¡Alarma! Esta organización está siendo atacada por una serie de virus. Tomar
medidas urgentes para contrarrestar la infección.” En la mayoría de los casos, este
“llamado a las armas” no tiene respuesta. Con serias consecuencias para nuestra
salud social.
Todo ser humano (y toda organización integrada por seres humanos) sufre las
consecuencias de cinco virus instalados en su “bio-software” desde la más tierna
infancia:
Miopía Ética
¿El e-mail caliente o la conversación “en frío”? Las respuestas parecen obvias;
pero quién no ha sucumbido alguna vez a la tentación de los dulces o al
exabrupto. Los científicos han encontrado una altísima correlación entre la
capacidad de demorar la gratificación y la salud, tanto física como mental. La
disciplina es una de las bases fundamentales de la felicidad y del éxito.
El “infectado” (ya sea un individuo o una organización) actúa en aras del placer
inmediato, aun sabiendo que sus acciones son contraproducentes en el largo
plazo. Y lo llamamos “miopía ética” porque lo lleva a traicionar sus valores. ¿Por
qué es tan difícil dejar de fumar o hacer una pausa reflexiva antes de responder a
una crisis? ¿Por qué es tan tentador imponer nuestras ideas sobre otros sin
siquiera escucharlos? Porque estamos programados biológicamente para
enfocarnos en la demanda del momento, incluso a costa de dejar “fuera de foco”
las consecuencias de largo plazo.
Por miles de años, la supervivencia del ser humano dependió de su reacción
automática ante el peligro o la oportunidad. Esta capacidad se basa en un
cortocircuito del sistema nervioso. En situaciones de intensidad emocional –al ver
un camión que se nos viene encima, por ejemplo–, la parte del cerebro a cargo del
pensamiento racional, la más lenta y deliberativa, queda “fuera de línea”. La parte
más atávica, el cerebro instintivo, asume el control: guía al organismo hacia el
placer, alejándolo del dolor.
Este piloto automático es una espada de doble filo. En muchas situaciones, lo que
parece conveniente en el momento es, en realidad, mortífero. En La Odisea,
Homero nos da un ejemplo de esta “atracción fatal”, y de cómo enfrentarla. Ulises
se dispone a navegar cerca de la isla de las sirenas, famosas por su canto
irresistible, que atrae a los navegantes hacia arrecifes donde se hunden con sus
barcos. Para evitar el desastre, hace que los marineros sellen sus oídos con cera y
les exige que lo aten al mástil e ignoren sus órdenes. Esta restricción le permite
exponerse a la tentación sin hundirse en ella. Los mares organizacionales están
plagados de sirenas. Algunos de sus cantos dicen: “Si quieres hacer esta venta no
le digas al cliente que la fecha de entrega prometida te resulta imposible de
cumplir”, “Si quieres conseguir el préstamo no le digas al banco que uno de tus
mayores clientes está por declararse en quiebra”, “Si alguien no apoya tus ideas,
considéralo un enemigo y quítalo de tu camino”. Para muchos gerentes (y sus
organizaciones), estos cantos son tan irresistibles como desastrosos. Taparse los
oídos no es posible; hacen falta todos los sentidos para navegar las turbulentas
aguas del cambio permanente. ¿Cuál es el mástil al que uno puede atarse para
mantenerse en la senda correcta cuando cantan las sirenas?
Por ello es fundamental que los líderes de cualquier grupo se tomen el tiempo para
“atarse al mástil” de la ética. Sólo encarnando estos valores puede un líder dar el
ejemplo y guiar a su equipo a puerto seguro.
Irresponsabilidad
La próxima vez que un colega llegue tarde a una reunión, escuche su explicación.
Probablemente la “culpa” sea de otra reunión que “se extendió”; o del tránsito,
que cada vez está peor. Son razones válidas, pero las causas alegadas no son las
únicas que provocaron la tardanza. Si la reunión anterior se prolongó, él decidió
quedarse; o, al calcular la hora de salida, no tomó en cuenta el tránsito. Hay
muchas causas razonables, pero algunas promueven la capacidad de acción,
mientras que otras quitan poder a quienes las esgrimen.
Cuando jugamos a las cartas no tenemos control sobre la mano que nos toca. Si
nos quejamos por las cartas que recibimos nos sentiremos abrumados y débiles.
Pero si nos concentramos en cómo jugarlas, nos sentiremos aplomados y
poderosos. Aun si al final perdemos, hemos tenido la oportunidad de probar
nuestra habilidad haciendo lo mejor posible con las cartas que nos tocaron.
Lamentablemente, muchas personas prefieren concentrar la atención en los
aspectos que están fuera de su control. “Con estas cartas no se puede jugar”,
dicen. Llamaremos a esta tendencia el virus de “la víctima”. Un virus que causa
estragos en la vida de los individuos, en las organizaciones y en la sociedad. En
esencia, equivale a falta de responsabilidad.
Arrogancia Ontológica
Michelle no come brócoli. Dice que “es feo”. Marcelo se niega a consultar un tema
con Gustavo. Dice que “es un idiota”. La diferencia entre Michelle, mi hija de cinco
años, y Marcelo, mi cliente de 45, no parece tan grande. Pero en el caso de
Marcelo, gerente de marketing para América latina de una conocida multinacional,
las consecuencias son mucho más graves. Gustavo es el ejecutivo a cargo de la
línea de productos más importante en la región de esa misma compañía. Si
Marcelo actúa unilateralmente, hará un desastre. No sólo creará problemas
operativos; también pondrá en riesgo las relaciones entre su función y la división
de Gustavo.
Tanto Michelle como Marcelo sufren del mismo mal: arrogancia ontológica; es
decir, la creencia de que nuestra experiencia define la realidad. “Lo que a mí me
parece —piensa el arrogante ontológico— es así.” En consecuencia, “si a alguien
no le parece lo mismo que a mí, está equivocado”. Marcelo llama a Gustavo
“idiota” porque no piensa igual que él. Como todos los infectados por el “virus” de
la arrogancia ontológica, Marcelo se considera dueño de la realidad. Cree que sus
opiniones son “la” verdad, en vez de “su” verdad.
Por lo que he visto, más que personas que tienen 45 años, muchos ejecutivos
tienen 40 años de experiencia en tener cinco años. “El cliente es un abusador”,
“Los de informática son inaguantables”, son algunas de las frases que reflejan la
arrogancia ontológica en las organizaciones. Estas frases y, en especial, la
ideología que encierran, impiden el diálogo productivo. La arrogancia genera
conflictos e incomunicación que lastiman la efectividad de la tarea y las relaciones
de trabajo.
Ya que es imposible operar sin opiniones, ¿cuál es la alternativa? ¿Cómo opinar sin
convertirse en un arrogante? La clave es adoptar una postura de humildad;
aceptar que mi perspectiva de las cosas no es la única posible. Que mis opiniones
reflejan mi reacción frente a los hechos y no los hechos en sí mismos. Esta
reacción está condicionada por mi información, mis intereses y necesidades. Si
otras personas tienen información, necesidades o intereses distintos, aun frente a
los mismos hechos, sus opiniones serán distintas.
Negociación Narcisista
“Esa galletita es mía.” “No, es mía.” “Yo la vi primero.” “Yo la pedí primero.” ¿Por
qué se pelean los niños? Todo conflicto nace de la escasez, dice la teoría de la
negociación.
Cuando hay suficiente para todos, no hay conflicto. Pero la verdadera escasez no
es material —hay suficientes galletitas para los dos—, sino emocional. Sólo uno de
ellos puede “ganar” y demostrar que es “mejor” que el otro.
¿Qué pensaría si, al presentar una propuesta, alguien le dijera que es una
estupidez? La mayoría de nosotros sentiría que es un ataque personal. Aunque el
comentario alude a la propuesta, y no a quien la presenta, la reacción defensiva
proviene del siguiente razonamiento: “Sólo un estúpido hace propuestas
estúpidas. De modo que llamar a mi propuesta ‘estúpida’ significa llamarme
‘estúpido’”. La misma lógica sugiere que cualquiera que se oponga a mi posición,
necesariamente se opone a mí, y se convierte en una amenaza para mi bienestar,
imagen pública y autoestima. Por lo tanto, se vuelve imperativo neutralizar a ese
individuo, demostrando (si no a él, al menos a todos los demás) que tengo razón y
él está equivocado.
Esta actitud narcisista, que se aferra a una posición rígida, impide la resolución
creativa de conflictos. Para operar en la filosofía del “ganar-ganar”, es necesario ir
más allá de las posiciones y atender a los intereses. En el ejemplo de la
expansión, si los ejecutivos con distintas opiniones tienen suficiente conciencia, en
vez de comenzar una disputa se preguntarán uno al otro: “¿Por qué crees que
expandirnos internacionalmente (o nacionalmente) será más rentable que una
expansión a escala nacional (o internacional)?”. Al compartir razonamientos a
favor y en contra, no se verán como contendientes sino como socios en el esfuerzo
de buscar la mejor estrategia de expansión para la empresa.
Para lograr este cambio radical de perspectiva hay que ayudar a las personas a
encontrar un objetivo común, por el que estén dispuestas a cooperar. No habrá
vencedores ni vencidos, sino colaboradores que aportan sus mejores argumentos
en un marco de respeto mutuo.
Compromisos vacuos
Como dijo Francis Fukuyama, “la vida económica depende de los lazos morales de
confianza social. Este es el acuerdo básico implícito entre los miembros de una
comunidad que facilita las transacciones, alienta la creatividad individual y justifica
la acción colectiva. El capital social representado por la confianza es tan
importante como el capital físico”. Por lo tanto, para preservarlo es fundamental
que tomemos conciencia de la importancia de nuestros compromisos.
Un pedido claro sólo puede ser respondido con igual claridad de seis maneras:
http://www.cocrear.com/coaching_ontologico/Asesinos_de_la_productividad.htm
LA EMPRESA EMERGENTE
La crisis de la empresa tradicional
La palabra no existe por sí sola, siempre existe en una relación con otro, aunque
eso otro pueda ser yo mismo. Pues bien: esa relación en que toda palabra
inevitablemente nos coloca es lo que llamamos “conversación”.
Se puede desagregar el poder transformador de la palabra en un conjunto
específico y concreto de competencias conversacionales. Esta es una operación de
la mayor importancia, pues en la productividad del trabajador denominado no
manual.
La empresa del futuro será una organización en constante aprendizaje y ello debe
traducirse en su estructura y forma de organización. Ello implica múltiples
desafíos, muchos de los cuales están lejos de haber sido resueltos. El aprendizaje
no es sólo una manera de incrementar nuestras competencias, nuestra capacidad
de acción, sino que también es una acción en si misma, que requiere de
competencias propias.
Hasta ahora el énfasis estaba puesto en las acciones que se aprendían, pero
escasamente en las acciones que aseguran aprendizajes eficaces. Se nos enseña
muchas cosas, pero no se nos enseña a “aprender a aprender”, y resulta que
“aprender a aprender” es la madre de todas las competencias, de ella nacen todas
las demás.
Y luego añade:
“En efecto, el directivo se convierte en un coach. Alguien cuyo papel es aconsejar,
apoyar, facilitar, para permitir a los miembros del equipo que cumplan con su
trabajo. Pero no basándose en la premisa de que los directivos están mejor
calificados para hacerlo, porque, francamente, si estuviesen más clasificados para
hacerlo, seguramente lo estarían haciendo ellos mismos, sino porque su aporte
está en amplificar y mejorar el trabajo en equipo.”
¿Qué es un coach?