Radiovanguardia
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Durante las primeras décadas del siglo veinte, los poetas de vanguardia de todo
el mundo celebraron la invención de la radio (o el «teléfono sin hilos» como se
le conocía en esos años) no solamente como una nueva y moderna tecnología,
sino también como la inspiración para una nueva poesía. En sus manifiestos el
futurista italiano Filippo Tommaso Marinetti celebró la «imaginación sin
hilos», un tipo de escritura que prometía liberar a la poesía de la sintaxis y la
puntuación — los «hilos» que mantenían a la escritura atada a una época pre-
tecnológica — e incitó a los poetas jóvenes a buscar nuevos modelos literarios
en la radio 1 . Los críticos Gregory Whitehead y Douglas Kahn han explorado la
fascinación que la radio ejerció sobre las distintas vanguardias en su antología
The Wireless Imagination (La imaginación sin hilos), un volumen que examina
la relación entre los escritores y la radiodifusión en Inglaterra, Francia y
Alemania 2 . En este ensayo examinaré la influencia del discurso radiofónico en
los poetas españoles y latinoamericanos de las primeras décadas del siglo
veinte. Presentaré el caso de un grupo de poetas — los estridentistas mexica-
nos — como un ejemplo paradigmático de como la nueva tecnología dio ori-
gen a una nueva poesía. La poesía de los estridentistas es uno de los mejores
ejemplos de la «imaginación sin hilos» anhelada por Marinetti.
La época moderna se caracterizó por una serie de revoluciones tecnológi-
cas: la cámara transformó nuestra manera de ver el mundo; la máquina de
escribir mecanizó la escritura, y la radio electrificó el oído al transformar el
sonido en una serie de impulsos electromagnéticos. Cuando los primeros
radioescuchas se sentaron frente a un aparato receptor y percibieron la voz de
los primeros locutores, seguramente tuvieron la extrañísima sensación de estar
oyendo lo que aparentaba ser una voz humana pero que el realidad no era mas
que el resultado de una serie de operaciones eléctricas. La radio fue un medio
más misterioso que la fotografía o la escritura mecánica por varias razones: este
nuevo medio transmitía voces descorporizadas desde un origen desconocido y
tenía el poder de enviar mensajes sin hilos, como por arte de magia, de un país
a otro y de un continente a otro. Esta nueva tecnología transformaba a los
radioescuchas en ciegos — al menos durante los minutos que duraba la
1 Filippo Tommaso Marinetti, «Destruzione della sintasi — Imaginazione senza fili», en: F.
T. M., Teoria e invenzione futurista, Milano, Mondadori, 1996, pp. 65–80.
2 Douglas Kahn/Gregory Whitehead (eds.), The Wireless Imagination, Cambridge (Mass.),
MIT Press, 1994.
Tour Eiffel
Guitare du Ciel
En las antenas
se abaten las bandadas mensajeras
y oigo el pío pío de los pájaros tristes,
3 La Torre Eiffel fue uno de los temas privilegiados en la pintura de Delaunay. Este artista
realizó varios dibujos y grabados de la torre para ilustrar los versos de Blaise Cendrars.
4 Vicente Huidobro, Tour Eiffel, Madrid, Pueyo, 1918.
RADIOVANGUARDIA: POESÍA ESTRIDENTISTA Y RADIOFONÍA 275
El poeta dibuja un cielo oscuro, lleno de ondas que transportan todo tipo de
sonidos invisibles: música («un cake walk» en inglés), palabras (emitidas por la
voz que llama desde las estrellas), y también mensajes telegráficos (como
vemos en el fragmento de clave Morse insertado en el texto). Este poema tam-
bién reitera uno de los temas preferidos de Marinetti (y de Huidobro): el
deseo de traducir los sonidos radiofónicos en imágenes visuales («las palomas
se enredan las alas / en los invisibles cables»), pero también introduce nuevos
temas, como la relación entre la radiodifusión y otro de los productos de la
época moderna; la música de jazz («América / silba en inglés un cake walk»).
También en España, Ramón Gómez de la Serna meditó sobre los efectos
de la radio sobre el cuerpo humano en algunas de sus «Greguerías»:
Las Greguerías fueron publicadas entre 1918 y 1961. No tenemos las fechas de
cada una de las greguerías, pero las imágenes que presenta en estos dos aforis-
mos nos llevan a concluir que fueron escritos en la década de los veinte,
cuando la mayoría de los aficionados escuchaban las emisiones radiales usando
un par de audífonos.
En 1919 el poeta vanguardista catalán Joan Salvat Papasseit publicó su
primer libro de poesía, titulado Poemes en ondes hertzianes 7 . A pesar del título,
los poemas contenidos en este libro no incluyen ninguna imagen radiofónica,
aunque abundan las referencias a otros inventos de la modernidad: la electrici-
dad, los tranvías y los autobuses. Al llegar la década de los veintes, la radio se
había convertido en un tema tan popular que muchos poetas salpicaban sus
creaciones — y los títulos de sus libros — de referencias a la radiofonía pero
5 Juan Larrea Celayeta, Poesías y poética del ultraísmo, ed. Francisco Fuentes Florido,
Barcelona, Mitre, 1984, p. 209.
6 Ramón Gómez de la Serna, Greguerías: selección 1910–1960, Madrid, Espasa Calpe 1991,
p. 102.
7 Joan Salvat Papasseit, «Poemes en ondes hertzianes», en: J. S. P., Poesies, Barcelona, Ariel,
1978.
276 RUBÉN GALLO
T. S. H. […]
¿En dónde estará el nido
de esta canción mecánica?
[…]
Manicomio de Hertz, de Marconi, de Edison!
El cerebro fonético baraja
la perspectiva accidental
de los idiomas.
Hallo!
Una estrella de oro
Ha caído en el mar 10 .
Este poema introduce una estrategia que no habíamos visto en los poemas de
Huidobro o Larrea Celayeta: la incorporación de términos técnicos de la
radiofonía como «audión inverso», uno de los componentes de los primeros
receptores. El 18 de mayo de 1923 El Universal Ilustrado había publicado un
artículo sobre la obsesión que estaba extendiéndose por todo México (y por
todo el mundo) y que el autor llamó «La locura del radio». Maples Arce se re-
fiere a esta «locura» en su poema, en los versos que relacionan la radiodifusión
No creo que haya en la literatura […] un poema anterior a éste que se ocupara de
la radiofonía. Insisto en ello: no creo que exista. En la literatura europea de van-
guardia de entonces, cierto, se habían introducido expresiones, palabras y giros
de la vida moderna; pero poemas que reflejaran un poco el ambiente de inquietud
e interés suscitado por la radiofonía […], nadie los había escrito 11 .
11 Felipe Gálvez, «Cincuenta años nos contemplan desde las antenas radiofónicas», en:
Comunidad, n° 46 (diciembre 1973), pp. 733–742, aquí: p. 733.
12 Arqueles Vela, «El hombre antena», en: El Universal Ilustrado, n° 308 (5 de abril de
1923), pp. 22–47.
13 Carlos Noriega Hope, «Notas del director», en: El Universal Ilustrado, n° 308 (5 de abril
de 1923), p. 11.
278 RUBÉN GALLO
14 Citado en: Luis Mario Schneider, El estridentismo o una literatura de la estrategia, México,
CONACULTA, 1997, p. 272.
15 Rudolf Arnheim, Radio, Londres, Faber and Faber, 1936, p. 126.
16 Luis Quintanilla, Radio: poema inalámbrico en trece mensajes, México, Editorial Cultura,
1924.
RADIOVANGUARDIA: POESÍA ESTRIDENTISTA Y RADIOFONÍA 279
Silencio
Escuchad la conversación de las palabras
en la atmósfera
Hay una insoportable confusión de voces terrestres
y de voces extrañas
lejanas
Se erizan los pelos al roce de las ondas hertzianas
Ráfagas de aire eléctrico silban
en los oídos
Esta noche
al ritmo negro de los jazz-bands de Nueva York
la luna bailará un fox-trot […] 17 .
17 Citado en: Luis Mario Schneider, El estridentismo o una literatura de la estrategia (n. 14),
p. 416.
18 Los estridentistas escribieron varios textos sobre la música de jazz como símbolo de la
modernidad. Uno de los más interesantes es el ensayo de Maples Arce que lleva el título
«JAZZ =√TRS» y que se publicó en El Universal Ilustrado. Escribe el poeta: «La
estructuralización mecánica de las grandes ciudades modernas, en su expresión auditiva
(el ruido de los motores, el silbato de las sirenas, la trepidación de las máquinas y todas
las manifestaciones fonéticas Brrs ttrns!!! Trff tRRReSSNNN bbbRRr Ruuuuu!! de los
automóviles, trasatlánticos, aeroplanos, etc. considerados como elementos arquitecturales
del jazz, poema neo–musical, debe sólo recordarse en su valor sugerido y no real»;
Manuel Maples Arce, «JAZZ = XY √TRS. El Jazz en México», en: El Universal Ilustrado,
n° 373 (3 de julio de 1924), p. 15.
280 RUBÉN GALLO
Poesía nueva ha dado en llamarse a los versos cuyo léxico está formado de las
palabras «[…] radio, jazz band, telegrafía sin hilos», y en general, de todas las
voces de las ciencias e industrias contemporáneas, no importa que el léxico cor-
responda o no a una sensibilidad auténticamente nueva. Lo importante son las
palabras.
Pero no hay que olvidar que esto no es poesía nueva ni antigua, ni nada. Los
materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espí-
ritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está des-
tinado, más que a hacernos decir «telégrafo sin hilos» a despertar nuevos temples
nerviosos, profundas perspicacias sentimentales, amplificando vivencias y com-
prensiones y densificando el amor; la inquietud entonces crece y se exaspera y el
soplo de la vida se aviva. Esta es la cultura verdadera que da el progreso; este es su
único sentido estético, y no el de llenarnos la boca con palabras flamantes 19 .
Según Vallejo hay una gran diferencia entre los poetas que simplemente dicen
las palabras «radio» o «teléfono sin hilos» (como Salvat Papasseit) y aquellos
que logran «asimilarlas» de una manera más profunda (como Quintanilla).
Los estridentistas fueron los únicos poetas de vanguardia en el mundo
hispanoamericano que lograron «asimilar» la radiofonía a la literatura. Pero
¿qué quiere decir «asimilar» la radio a la literatura? Como hemos visto, los
estridentistas no sólo escribieron sobre la radio sino que también participaron
19 Citado en: Jorge Schwartz (ed.), Las vanguardias latinoamericanas: textos programáticos y
críticos, Madrid, Cátedra, 1991, p. 45.
RADIOVANGUARDIA: POESÍA ESTRIDENTISTA Y RADIOFONÍA 281
20 Véase «Radiophonism» en: Rubén Gallo, Mexican Modernity: the Avant-Garde and the
Technological Revolution, Cambridge (Mass.), MIT Press, pp. 117–167.
21 André Cœuroy, Panorama de la radio, Paris, Kra, 1930, p. 224.
22 Gálvez, «Cincuenta años nos contemplan desde las antenas radiofónicas» (n. 11), p. 733.
282 RUBÉN GALLO
El poema abre con un título onomatopéyico que imita los silbidos emiti-
dos por los primeros aparatos receptores mientras el usuario intentaba sintoni-
zarlos. Sigue una secuencia de los fragmentos de programas de radio que el
usuario escucharía al mover la perilla de sintonía de un extremo a otro del
cuadrante. El resultado es un texto desarticulado y fragmentado que nos lleva
de un continente a otro — aunque siempre en español — a gran velocidad:
arranca con los «marranos degollados en Chicago Illinois» antes de transpor-
tarnos a las Cataratas del Niágara «en la frontera del Canadá» y cruzar el
océano hacia la patria germánica de «Kreisler Reisler», la Italia de D’Annunzio
y la Francia de tantos «etcéteras». En un instante el poema nos devuelve al
continente americano, en donde escuchamos ecos de «los jazz bands de
Virginia y Tenesí» antes de volar a México (representado por el volcán Popo-
catepetl) y efectuar tres viajes relámpago de ida y vuelta — de los Dardanelos a
Egipto, de Rusia a Patagonia, de Bagdad a Sevilla — y aterrizar, por fin, en la
tierra de Babe Ruth y Jack Dempsey.
La carrera intercontinental representada en el poema es una evocación
metafórica de uno de los aspectos más celebrados de la radio: la capacidad de
enviar mensajes y programas de un continente a otro cruzando las fronteras
políticas y los accidentes geográficos. Como escribió Rudolf Arnheim, «Wire-
less […] passes all customs officers, needs no cable, penetrates all walls and
even in house raids it is very difficult to catch» 23 . Los primeros teóricos del
medio expresaron una gran fascinación ante el cosmopolitismo que prometía la
radio: este nuevo invento permitiría a la gente más humilde, en los rincones
más aislados del mundo, salir de su aislamiento y transformarse en ciudadanos
del mundo en contacto con los programas de las capitales de Europa y los
Estados Unidos.
En Radio, Arnheim celebra esta promesa de cosmopolitismo a través de
una evocación de la heterogeneidad de la radio — una descripción en prosa que
representa el mismo caos de programación que el poema de Quintanilla:
The wireless listener bobs like a cork on the waves, hears one after another an
endless succession of totally unconnected things, and so entirely without a
breathing space that he does not manage subsequently to ponder and consider
what he has heard […] 25 .
The real radio lovers, those simple people who really need education, are begin-
ning to prefer noise to books […] they absorb everything pell-mell: Wagner,
jazz, politics, advertising, the time signal, music hall, and the howling of secon-
dary waves […] We are in utter confusion […] today the man in the street is fed,
morally as well as physically, on a mass of debris which has no resemblance to a
nourishing diet. There is no method in this madness, which is the very negation
of culture 26 .
Acabáis de escuchar el sexteto All Nuts Jazz Band y ahora oís mis palabras;
dentro de diez minutos oiréis Il Bacio [sic], de Arditi, o Guadalupe la Chinaca,
de Nervo, o Manon, de Massenet, y podéis estar en la postura que mejor os plaz-
ca, con el traje de acostaros, con pantuflas, cosa que no solía hacerse en la ópera,
fumando vuestra segunda pipa o dormitando… 27
como los freudianos, diríamos que su consciente está lleno de palabras — su yo;
mientras que su ello, su subconsciente, está simplemente lleno de ruidos que
saben burlar la censura del consciente en instantes de grave emoción 28 .
«IU IIIUUU IU» está más cerca del tono travieso de Novo que del moralismo
de Duhamel. A Quintanilla le divierte la yuxtaposición de D’Annunzio y la
Patagonia, de Gandhi y el fútbol, tanto como a Novo la reunión de «Guada-
lupe la Chinaca» con la opereta de Massenet. El poema de Quintanilla con-
cluye con una descripción juguetona del revoltijo radial: escuchar un programa
de radio, nos dice la voz del narrador que emerge clara y nítida de entre los
escombros auditivos, es como salir a pescar en las ondas, ya que nunca sabe-
mos lo que atrapará el radioescucha-pescador: «…y podréis pescar los sonidos
que se mecen / en la hamaca kilométrica de las ondas / …IU IIIUUU IU…».
La relación entre el poema de Quintanilla y el medio radiofónico es
compleja — quizá más compleja que la distinción binaria que establece Cœu-
roy entre textos «radiofónicos» y «radiogénicos». No se trata de un poema ra-
diogénico, ya que no fue escrito para ser leído en el aire, pero tampoco de un
simple ejercicio radiofónico en el que la radio sólo aparece como tema. El poe-
ma de Quintanilla es «radiomimético»: un texto que reproduce la experiencia
de escuchar un aparato de radio a través de procedimientos audio-miméticos:
es como si el narrador se hubiera convertido en un aparato de grabación — un
artefacto que no existía en los años veinte. Un texto radiofónico se limitaría a
usar técnicas literarias tradicionales — metáforas y lenguaje figurado — para
describir la audición, pero un texto radiomimético nos presenta una trascrip-
ción de todo lo que se oye en la radio, incluyendo «los silbidos y crujidos» de
la interferencia. A diferencia de un texto radiofónico, un poema radiomimético
como «IU IIIUUU IU», al ser leído en voz alta con una entonación correcta y
efectos vocales suplementarios, reproduciría con gran fidelidad, como si se
tratara de una grabación, la transmisión que escucho el poeta.
La estrategia que emplea Quintanilla en este poema nos recuerda las teo-
rías sobre la «imaginación sin hilos» de Marinetti. El futurista italiano quiso
introducir en la poesía — y no simplemente describir — el ruido de la moder-
nidad. En su célebre Zang Tumb Tumb, por ejemplo, Marinetti representa un
tren a través de los ruidos industriales generados por el ferrocarril: «treno
treno treno treno tren tron tron tron [ponte di ferro: tatatluuun-tlin] ssssssiii
ssiissii ssiisssssiiii» 29 . Siguiendo una estrategia muy similar, Quintanilla
introduce en la poesía los ruidos de un aparato receptor — «IU IIIUUU IU» —
para representar la radiofonía.
El poema de Quintanilla no sólo es radiomimético: también es radio-
fónico. La primera sección — la trascripción de fragmentos de programas — es
un ejercicio radiomimético pero los cuatro últimos versos describen el radio
usando una estrategia radiofónica más tradicional: «Todo esto no cuesta ya
más que un dólar / Por cien centavos tendréis orejas eléctricas / y podréis
pescar los sonidos que se mecen / en la hamaca kilométrica de las ondas».
28 Salvador Novo, «Meditaciones sobre el radio», en: S. N., Toda la prosa (n. 27), p. 88.
29 Marinetti, «Zang Tumb Tumb», en: Teoria e invenzione futurista (n. 1), pp. 689 y ss.
RADIOVANGUARDIA: POESÍA ESTRIDENTISTA Y RADIOFONÍA 287
Estos cuatro versos introducen una voz narrativa que evalúa la secuencia
caótica de fragmentos de programas: «Todo esto no cuesta ya más que un
dólar». Las palabras «Todo esto» son un resumen de todos los fragmentos de
emisiones que el lector «escucha» en la primera sección — se trata de una tra-
ducción de los fragmentos radiomiméticos a un lenguaje radiofónico.
Las palabras «todo esto» no logran captar la complejidad y la riqueza de la
programación radial, y este es uno de los mensajes del poema. El poema con-
fronta al lector con dos maneras radicalmente distintas de representar la radio:
una estrategia mimética que reproduce la cacofonía y la heterogeneidad del
medio y una aproximación radiofónica que ofrece una descripción interpreta-
tiva. La sección radiomimética es mucho más compleja — y más cacofónica y
heterodoxa — que la conclusión radiofónica, en la que dos palabras «todo
esto» apenas nos dan una idea de la complejidad de la primera sección.
Una de las críticas que se le ha hecho al estridentismo es que fue un movi-
miento poético que no llevó a cabo el programa radical que anunció en sus
manifiestos. Carlos Monsiváis, por ejemplo, ha escrito que «al no conseguirse
interlocutores genuinos, el estridentismo resulta, en lo básico, materia prima
de los historiadores de la cultura» 30 . La producción poética del grupo, señala
Monsiváis, es bastante tradicional y no logra efectuar la revolución poética que
Maples Arce anunció en su manifiesto. «IU IIIUUU IU» demuestra lo contra-
rio: en este poema Quintanilla realiza gran parte del programa poético pro-
puesto en los manifiestos del estridentismo. El poema no sólo celebra la
radiofonía — uno de los inventos de la modernidad que el manifiesto propone
como modelo poético — sino que lo hace a través de técnicas innovadoras: el
poema no está escrito en una métrica tradicional sino en una forma experi-
mental que consiste en el uso de mayúsculas sin signos de puntuación, la utili-
zación de onomatopeyas, y la destrucción de la sintaxis y la gramática.
El poema de Quintanilla utiliza varias de las técnicas literarias que Mari-
netti celebró en su «Manifiesto del futurismo». En «IU IIIUUU IU» no hay
puntos ni comas, una ausencia que nos recuerda los esfuerzos de Marinetti por
«abolir la puntuación»; y los bloques de texto nos hacen pensar en la forma
experimental de textos futuristas como Zang Tumb Tumb. Y si el manifiesto
del futurismo incitó a los poetas a evitar adjetivos, Quintanilla escribe el
poema sin utilizar un solo adverbio. «IU IIIUUU IU» es uno de los mejores
ejemplos de lo que Marinetti llamó «el arte del ruido» 31 .
Hay, sin embargo, una diferencia importante entre el experimento poético
de Quintanilla y los textos marinettianos. Para Marinetti, la mejor manera de
liberar a la poesía del peso de la tradición era seguir una serie de reglas que in-
cluían el uso de infinitivos y sustantivos y la eliminación de los adjetivos y
adverbios. En su poema, Quintanilla propone una estrategia algo distinta: des-
cartar verbos y objetos directos para dejar sólo una cadena de sustantivos. El
resultado es una serie de sujetos en busca de verbo que dejan al lector en
30 Carlos Monsiváis, «Dos momentos en la poesía mexicana del siglo XX», en: La gaceta del
Fondo de Cultura Económica, n° 391 (julio 2003), pp. 12–13, aquí: p. 12.
31 Marinetti, Teoria e invenzione futurista (n. 1), p. 77.
288 RUBÉN GALLO
32 André Breton, «Manifeste du surréalisme», en: Œuvres complètes. Paris, Gallimard, 1988,
p. 328.
33 Marinetti, «Fondazione e Manifesto del Futurismo», en: Teoria e invenzione futurista
(n. 1), pp. 9 y ss.
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vanguardia. Más que ningún otro invento moderno, la radio hizo soñar a los
poetas de todo el mundo con la imagen de un cielo nocturno cargado de ondas
que transportan mensajes invisibles. Además, los poetas reconocieron las
muchas semejanzas entre los proyectos vanguardistas y la radiodifusión. Pero
en ningún lugar del mundo fue tan fértil y tan prolongado el romance entre los
poetas y la radio como en México. En México la radiodifusión nació de la van-
guardia ya que fueron los editores y colaboradores de revistas literarias quienes
lanzaron los primeros programas al aire. Los estridentistas no sólo escribieron
sobre la radio: participaron activamente en las primeras estaciones de la capital
y se interesaron en las implicaciones culturales del medio.
El amor a la radio distingue a los estridentistas de los otros «ismos» del
momento. Es cierto, como han apuntado varios críticos, que el suyo fue un
movimiento abortado, una erupción de creatividad que se extinguió abrupta-
mente y no dejó herencia poética en México. A pesar de su breve existencia,
los estridentisas fueron el único grupo de vanguardia en el mundo que escribió
sobre la radio al mismo tiempo que participó en la radiodifusión. E incluso si el
grupo publicó poco — como señala Octavio Paz 34 —, nos dejó «IU IIIUUU
IU», uno de los poemas más originales sobre la experiencia radial y uno de los
rarísimos ejemplos de poesía radio-mimética. Las palabras de Carlos Noriega
Hope no pudieron haber sido más acertadas: «El estridentismo es hermano de
leche de la Radiofonía. ¡Son cosas de vanguardia!»
34 Octavio Paz (ed.), Poesía en movimiento, México, Siglo XXI, 1966, p. 17.