Superficie
Superficie
Superficie
AUTORAS
CHÁVEZ AGUIRRE, LESLY
CHIPILLO VARGAS, ZOILA
PLASENCIA ELLACURIAGA, SARELY
REGALADO HUARAC, DIANA
ASESOR
YUL ALEXANDER NEIRE ROBLES
HUARAZ – PERÚ
2018
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN
II. CUERPO
CAPÍTULO I : SUPERFICIE
1.1. Antecedentes Históricos
1.2. Concepto
1.3. Definición Clásica del Derecho de Superficie
1.4. Críticas a la Definición Clásica
1.5. Definición Moderna
1.6. Constitución
1.7. Naturaleza Jurídica
1.8. El Derecho de Superficie como Derecho Real y Autónomo
1.9. Características Relevantes del Derecho de Superficie
1.10. Plazo de Duración
1.11. Renovación de Plazo.
1.12. Retribución
1.13. Elementos del Derecho de Superficie
1.14. Extinción
1.15. La Reversión
1.16. Constitución y Transmisión de Derecho
1.17. Consecuencias del Nacimiento de la Relación Superficiaria
2.1. Bolivia
2.2. Perú
2.3. Cuba
2.4. Canadá
2.5. Brasil
2.6. Portugal
2.7. Argentina
2.8. Uruguay
III. CONCLUSIONES
IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
INTRODUCCIÓN
CAPITULO I. SUPERFICIE
El derecho real de superficie es una herramienta jurídica con una historia larga
que se remonta hasta el Derecho Romano.
Del mismo modo, José Antonio Álvarez Caperochipi explica que, en la primera
fase del Derecho Romano, la protección del propietario superficiario era
solamente personal y no guardaba los caracteres de un derecho real. Es
posteriormente que se le protege a través de un interdicto de superficiebus y,
más adelante, con una actio de superficie, con lo cual se configura el carácter
real del derecho de superficie
“Artículo 959”
“El derecho a que se refiere el artículo anterior, podrá constituirse a lo
más por noventa y nueve años, y pasado el término, el edificio será de
propiedad del dueño del suelo”.
Como se puede apreciar, el derecho de superficie tuvo un tímido inicio en
nuestro ordenamiento jurídico. Fueron dos breves artículos los que se
ocuparon del asunto y se calificó a la superficie, reiteramos, como una
modalidad de usufructo que podía constituirse únicamente por acto entre
vivos y cuyo objeto era el nacimiento de un derecho de propiedad sobre los
edificios, separado de la titularidad del suelo. Este derecho no podía exceder
los noventa y nueve años; a su vencimiento las edificaciones pasaban a ser
de propiedad del dueño del suelo.
Al vencimiento del derecho de superficie, las edificaciones pasaban al
propietario del suelo. Este traslado de dominio ocurría de pleno derecho, sin
necesidad de un acto posterior, y naturalmente debía ocurrir sin las
limitaciones y/o gravámenes que hubiera impuesto el superficiario, las
cuales se extinguían con el vencimiento del plazo. El Código Civil de 1936
no estableció si en este momento se debía compensar al superficiario por el
valor de las edificaciones, lo que generó un espacio para que se discutiera
si este pago era una obligación a cargo del dueño del suelo o si el
superficiario no debía recibir indemnización alguna.
Si bien no existía una obligación derivada de las normas del usufructo sobre
tierras edificables, se entendía que el propietario no podía enriquecerse a
expensas del superficiario, debiendo compensarlo con el valor de las
edificaciones que recibiera al vencimiento del derecho. Muy probablemente
la idea detrás de esta interpretación es que el dueño del suelo habría sido
compensando por el aprovechamiento temporal del bien en manos de un
tercero (a través de la cancelación de un canon periódico), por lo que al
momento de adquirir las construcciones debía pagarlas en beneficio del
superficiario.
Ahora bien, y más allá de las particularidades descritas, ¿la regulación del
Código Civil de 1936 hizo bien en calificar a la superficie como una
modalidad del usufructo? Consideramos que no. En cuanto a su objeto y
naturaleza jurídica, la superficie es un derecho real distinto al usufructo, por
lo que merece un tratamiento diferenciado y autónomo. Las notas distintivas
entre ambos derechos son evidentes:
1.3. CONCEPTO
“el derecho de superficie como un derecho real sobre la cosa ajena, que se
otorga en favor de una persona y que faculta a ésta para llevar a cabo una
construcción en suelo ajeno, mediante el pago de un canon al dueño del mismo,
haciendo suyo lo edificado”.
Es así, que este derecho es un derecho real constituido en terreno ajeno que
nace de la relación jurídica entre el propietario del suelo y el superficiario y que
al constituirse el Derecho de Superficie, se está otorgando al superficiario el
derecho de gozar de la facultad de tener una propiedad temporal sobre lo
construido; es temporal porque hay un plazo establecido para la culminación de
la superficie, la temporalidad de la superficie esta librada a la voluntad de las
partes y esta debe estar necesariamente en relación con el valor y destino de la
construcción; es un derecho transmisible que puede ser a título oneroso o
gratuito, por acto inter vivos o mortis causa es decir la superficie puede ser
transmitido por herencia siempre supeditado al plazo concertado o por el plazo
legal; es un derecho gravable y enajenable ya que sobre este puede recaer
garantía hipotecaria o de anticresis, esto es que podrá constituirse garantía
hipotecaria con lo construido o podrá entregarse al acreedor autorizándolo a
percibir sus frutos, como sucede en la anticresis; el derecho de superficie permite
la modificación de lo construido, se pueden realizar cambios sustanciales o
accidentales.
Modalidad de Propiedad
El derecho de propiedad es el género próximo del derecho de superficie. A
diferencia de derechos reales autónomos como el usufructo, el uso, las
servidumbres o los derechos reales de garantía en los que solamente se
detentan algunos de los poderes inherentes a la propiedad, con el derecho de
superficie el propietario superficiario puede ejercer un derecho absoluto sobre el
sobresuelo, el subsuelo o ambos, según se haya constituido el derecho de
superficie. Tan es así que no sólo tiene la posibilidad de usarlo de acuerdo a su
destino común o de beneficiarse con los frutos naturales, industriales y/o civiles
del bien, sino que además puede realizar modificaciones sustanciales al mismo,
puede enajenarlo, gravarlo, e incluso puede destruirlo, sin que con ello se
desnaturalice su derecho de superficie.
Separación
En virtud del derecho de superficie se hace una excepción a la regla de que no
pueden existir derechos singulares sobre partes integrantes. Es cierto que a
efectos prácticos, un propietario superficiario de sobresuelo y subsuelo excluiría
de cualquier disfrute directo del bien al propietario del suelo. Sin embargo, la
característica de la separación no tiene su valor en la posibilidad de que el
propietario superficiario utilice el sobresuelo y el propietario del predio utilice el
suelo, pues ya vimos que ello es físicamente imposible. Lo que permite la
separación es dejar atrás en el caso de la superficie la concepción individualista
de la propiedad, distinguiendo la propiedad económica (productora) de la
propiedad jurídica (rentista), con la finalidad de fomentar una explotación más
eficiente del inmueble.
Temporalidad
El plazo máximo de 99 años cumple con la finalidad de fomentar la explotación
del inmueble por parte del superficiario, quien buscará beneficiarse con los
réditos que obtenga de la diferencia entre los resultados de la actividad realizada
en el inmueble y lo pagado como canon superficiario. Esta característica de
temporalidad también evita la perpetuidad de una separación de la propiedad
como ocurría con derechos limitados perpetuos y, al mismo tiempo, combate la
posibilidad de que se utilice el inmueble con fines de especulación. Sin embargo,
los 99 años como tope máximo abren la posibilidad de utilización de este derecho
para cualquier finalidad aun cuando los resultados se proyecten a largo plazo,
para lo que se hace necesario una regulación precisa de las relaciones entre el
superficiario y el propietario del suelo durante la vigencia del plazo.
1.4. DEFINICIÓN CLÁSICA DEL DERECHO DE SUPERFICIE
Tal es la definición que establece el artículo 1030 del Código Civil peruano. El
punto de vista mayoritario considera a la superficie como un derecho real y no
como una modalidad de la propiedad: “El derecho de superficie es, por un lado,
un derecho real sobre un bien ajeno, el predio gravado, y, por otro lado, un
derecho real limitado.
Desde este punto de vista, este derecho real consiste en la potestad de construir
sobre un terreno ajeno y la potestad de hacerse dueño de lo edificado. Al decir
“dueño de lo edificado” nos estamos refiriendo a la particularidad de que aquello
construido en el sobresuelo o subsuelo de dicho terreno, se tiene en “propiedad
separada” del suelo, cuya titularidad se mantiene con el propietario inicial. Por lo
tanto, desde esta perspectiva, el derecho de superficie se constituye como un
derecho real independiente del derecho de propiedad y de cualquier otro derecho
real, porque en su configuración está compuesto no sólo de un tipo de propiedad,
sino de dos elementos:
Las críticas al concepto clásico del derecho de superficie que vamos a señalar a
continuación no son un punto de vista aislado, pues, en general, siempre ha
existido en la doctrina la duda de si debía considerarse a este derecho como “un
caso de propiedad dividida”. Es usual que el tratamiento del derecho de
superficie en el ámbito de la doctrina comience por señalar las confusiones y
ambigüedades de este derecho y precisar su diferencia con otras instituciones
civiles. Desde nuestro punto de vista, la definición clásica del derecho de
superficie puede criticarse a dos niveles: A nivel dogmático y a nivel práctico.
Lo segunda crítica que se puede realizar del concepto clásico del derecho de
superficie es desde un punto de vista práctico y/o económico. Como lo
mencionamos al inicio del texto, el superficiario no es más ni menos que un
propietario económico del inmueble. Aún en el caso de que la superficie se
extienda solamente al sobresuelo o al subsuelo, pero especialmente en el caso
en que ésta se extienda a ambos, en la realidad el propietario del predio cede
de manera total su propiedad sobre el inmueble, salvo el único límite en el
aspecto temporal. Cierto es que según el concepto del derecho de superficie el
propietario del predio conserva el derecho de propiedad sobre el suelo. Sin
embargo, para efectos prácticos este derecho no sirve para ningún propósito
porque la propiedad sobre la membrana que físicamente separa el sobresuelo
del subsuelo en la realidad no tiene ninguna utilidad económica y es imposible
de ser aprovechada sin ocupar físicamente el sobresuelo o el subsuelo.
1.7. CONSTITUCIÓN
El derecho de superficie se constituye por acto inter vivo; o por acto mortis causa
y a título gratuito u oneroso. Se llega e admitir en ciertos casos que puede
constituirse por usucapión. Algunos también· consideran a la expropiación como
uno de los modos para constituirlo.
No hay duda, sin embargo, que la forma más frecuente de constitución del
derecho de superficie es por acto inter vivos, es decir, mediante contrato, sea
como resultado del derecho de construir o concesión ad aedificandum; es decir,
cuando el propietario concede a una persona el derecho a edificar sobre el suelo
o baje él. Adquiriendo así el concesionario la propiedad de la construcción o
también, mediante la enajenación de una edificación pre Existente o como
consecuencia del contrato anexo al de arrenda miento de un terreno.
Bajo este concepto están reunidas aquellas teorías que asimilan al derecho de
superficie con otras instituciones. Así tenemos:
Puede señalarse que son bienes de dominio público, entonces, los que
pertenecen al dominio soberano como, por ejemplo: el mar territorial, y
los bienes de dominio público propiamente dicho teniendo en cuenta que
estos bienes no son del dominio público por su propia naturaleza, sino
por la utilidad que prestan a la colectividad.
Igualmente, señala Ferrero Rebagliatti que los bienes de uso público "son
inalienables e imprescriptibles. Pero el Estado puede desvincular del uso
público un terreno que ya no presta utilidad y transferido a su dominio
privado, como en el caso de un camino antiguo. Una vez desafectado, el
bien es enajenable y sigue las normas del derecho privado".
Esto quiere decir que los bienes destinados al uso público no tienen esta
característica, sino que pueden cambiar de su condición de públicos a
privados mediante la desafectación.
García Montúfar manifiesta que "el carácter puede cambiar
perteneciendo a la misma persona, la misma cosa, al recibir otro destino,
puede salir de la esfera del dominio público para entrar en la de la
propiedad privada.
Para la segunda posición, las partes pueden pactar la renovación del derecho de
superficie, aun excediendo el total de los noventa y nueve años, y aún antes del
vencimiento del plazo, pero siempre cuidando que a partir de la renovación no
haya por delante un plazo mayor a noventa y nueve años; según esta posición,
el cual comparto, con ello queda suficientemente abastecido el propósito de la
ley de evitar una derogación del principio de accesión por mayores términos,
pero se debe tener en cuenta que la prórroga no puede perjudicar a terceros que
tengan inscriptos derechos que se consolidarían al extinguirse la superficie.
1.14. RETRIBUCIÓN
El concedente
Es el dueño del suelo y como tal goza de amplias facultades. No existe
inconveniente alguno para que transfiera o grave su dominio y ejerza sus
derechos del modo más pleno y absoluto, con la sola limitación que la ley
pueda ponerle por su particular condición jurídica.
Como expresa Cárdenas Quirós: "Siendo la constitución del derecho de
superficie un negocio de tipo dispositivo, el concedente deberá ser
propietario de la finca sobre o bajo la cual se constituirá dicho derecho,
tener poder de disposición sobre la misma y, como es natural plena
capacidad de ejercicio”.
El superficiario
Es el titular del derecho de superficie y propietario de lo que se edifique
por el plazo otorgado y sólo requiere, en términos generales, el tener la
capacidad necesaria para contratar para que se complete el círculo
contractual y surja válidamente el derecho de superficie
Conforme al artículo 1034 del CC, la extinción del derecho de superficie importa
la terminación de los derechos concedidos por el superficiario en favor de
tercero.
1.17. LA REVERSIÓN
El segundo párrafo del artículo 1030 del Código Civil dispone que, al vencimiento
del derecho de superficie, el propietario del suelo adquiere la propiedad de lo
construido reembolsando su valor, salvo pacto distinto.
De acuerdo con el artículo 1031 del Código Civil, el derecho de superficie puede
constituirse por acto entre vivos o por testamento; asimismo, este derecho es
trasmisible, salvo prohibición expresa.
Sin embargo, Muro Rojo, con el que coincido, tiene una opinión distinta: “La
norma no dice „salvo pacto en contrario‟, sino „salvo prohibición expresa‟;
debiéndose entender que tal prohibición (a la transmisibilidad) debe fundarse en
la ley, esto es, en cualquier norma del ordenamiento que así lo disponga, y solo
eventualmente en pacto privado cuando, a su turno, la ley permite estos pactos
limitativos.”
1.19. CONSECUENCIAS DEL NACIMIENTO DE LA RELACIÓN SUPERFICIARIA
1.21. IMPORTANCIA
El artículo 958 del código civil de 1936 definía al derecho de superficie como una
titularidad que
Podía nacer por acto entre vivos. No se admitía la posibilidad de que fuera
constituido por acto mortis causa. El artículo 1031 del código civil vigente permite
que la superficie nazca por acto entre vivos o por disposición testamentaria.
“el derecho de superficie se constituye por acto inter vivos, o por acto
mortis causa y a título gratuito u oneroso. No hay duda, sin embargo,
que la forma más frecuente de constitución del derecho de superficie es
por acto inter vivos, es decir, mediante contrato, sea como resultado del
derecho de construir o concesión ad edificandum; es decir, cuando el
propietario concede a una persona el derecho a edificar sobre el suelo
o bajo él, adquiriendo así el concesionario la propiedad de la
construcción; o también, mediante la enajenación de una edificación
preexistente o como consecuencia del contrato anexo al de
arrendamiento de un terreno.”
“Artículo 141”
“La inscripción del derecho de superficie dará lugar a la apertura de una
partida especial, la que contendrá:
La mención expresa de que se trata de una partida especial generada
como consecuencia de la constitución de un derecho de superficie,
precisando la partida registral del predio sobre el que recae el mismo.
La indicación de que el derecho de superficie se concede sobre o bajo
la superficie del suelo o sobre ambos.
El plazo de duración.
Si se constituye a título gratuito u oneroso, señalándose en este último
caso la contraprestación a cargo del superficiario.
El nombre del titular del derecho de superficie.
El traslado de las cargas y gravámenes registrados antes de la
inscripción del derecho de superficie cuando corresponda.
Si el derecho de superficie se ha constituido sobre y bajo la superficie
del suelo a favor de un mismo titular, éste puede solicitar la inscripción
de la superficie en partidas especiales distintas, de lo contrario, se
inscribirá en una sola partida especial”.
Por su parte, los artículos 142 y 143 del Reglamento de Inscripciones del
Registro de
Predios disponen:
Conforme a las normas citadas, en los Registros Públicos se abrirá una partida
especial que contenga el derecho de superficie, distinta a la partida del predio
sobre el que recae la superficie. Son partidas correlacionadas. Una da cuenta de
la otra. En la partida de la superficie se inscribirá el contenido del derecho, así
como todos los actos que afecten la propiedad superficiaria. Mientras que en la
partida del suelo se anotará la constitución del derecho de superficie, los actos
relativos al suelo practicados por el dueño de aquél y eventualmente se inscribirá
también el cierre de la partida especial de la superficie.
Con ocasión de la apertura de la partida especial, conviene recordar que el
Registro de Predios se rige por el Principio del Folio Real, de forma tal que por
cada predio se abre una partida registral, en la cual se extienden todas las
inscripciones que a éste correspondan. De este modo, se puede concluir que el
hecho de que exista una partida especial para la superficie, determina que se
trata de un bien inmueble distinto al suelo, pero vinculado a éste. De ahí que
haya una partida especial, pero correlacionada a la partida registral del predio.
Ahora bien, para lograr la separación de los planos territoriales del suelo,
contenidos originalmente en la partida registral del predio, es necesario que se
inscriba el derecho de superficie.
Es por esta razón que, antes de que opere la inscripción, todos los actos
celebrados respecto de las partes aún no divididas tienen la calidad legal de
bienes futuros. Siguiendo el mismo criterio, para que se produzca el
desdoblamiento predial que genera la superficie, separando el dominio de las
partes integrantes de la propiedad del suelo, resulta imperativo su inscripción en
los Registros Públicos. Este acto formal permite generar la yuxtaposición del
dominio. De manera previa a este momento, estaremos hablando, si se quiere,
de una propiedad superficiaria futura, cuya existencia está sujeta a que llegue a
inscribirse. Por las consideraciones expuestas, el derecho real de superficie
surge con el convenio; no obstante, para su eficacia real (separación inmobiliaria
del suelo) es indispensable que dicho derecho se inscriba en los Registros
Públicos y, como consecuencia de ello, se genere una partida especial para el
derecho de superficie. De lo contrario, habrá un único bien inmueble (el suelo
que se extiende por encima y por debajo) y no dos bienes (suelo y derecho de
superficie).
Nótese que la propiedad del tercero adquirente no nace del contrato celebrado
con el disponente, sino de la ley (ex lege). Si el tercero cumplió con los requisitos
del artículo 2014 del Código Civil, la norma ordena que su adquisición se
mantenga en detrimento del verdadero titular del bien, y su
eficacia no podrá ser atacada por los vicios y/o irregularidades en el derecho del
otorgante.
La protección que confiere la fe pública registral debe desplegarse cuando
concurran los siguientes requisitos:
Que el título del transferente presente un defecto que determine que no
sea el propietario del bien.
Que el tercero tenga buena fe.
Que la adquisición sea a título oneroso.
Que el tercero inscriba su derecho.
En el caso del derecho de superficie, piénsese en el siguiente supuesto. El
propietario registral del predio otorga un derecho de superficie, el cual se inscribe
en los Registros Públicos y, por ende, genera una partida especial para la
propiedad superficiaria. Antes de este momento, no hay ningún acto inscrito en
la partida del inmueble que genere duda sobre la propiedad del dueño del suelo.
No obstante, luego el dueño del suelo pierde el dominio por una causa que no
obra en el Registro. ¿El superficiario puede valerse de la fe pública registral para
proteger su derecho y, por consiguiente, hacer prevalecer la superficie por el
plazo convenido?
De este modo, si primero se tiene inscrita una hipoteca y luego una superficie, el
derecho real de garantía alcanza a las construcciones que se adhieran al suelo,
por la extensión legal dispuesta en el artículo 1101 del código civil. En este
supuesto la hipoteca comprende en su manto a todas las partes del bien
hipotecado, no pudiendo oponerse al acreedor hipotecario el desdoblamiento
predial que separa a los integrantes del suelo. Siendo ello así, el derecho de
superficie no debe ser considerado como impedimento para la ejecución
hipotecaria, la que llevará consigo a todos los integrantes del suelo. Si la
superficie es inscrita con anterioridad a la hipoteca, se prefiere a la primera
titularidad. El efecto legal es que la hipoteca no alcanza a las edificaciones
levantadas sobre el suelo, cuyo dominio es separado y pertenece al superficiario.
Se entiende pues que el acreedor hipotecario conoce que su garantía está
circunscrita únicamente al suelo. Evidentemente, tal situación cesará cuando
venza el plazo del derecho de superficie. En ese instante la accesión retoma
vigencia y la hipoteca se extenderá a los integrantes del bien hipotecado.
CAPÍTULO II. EL DERECHO DE SUPERFICIE EN EL DERECHO COMPARADO
Variados son los alcances que se le ha dado en los distintos países que regulan este
derecho real. Hay quienes toman como objeto de derecho exclusivamente la
construcción, o exclusivamente las plantaciones, o ambas figuras juntas. No podemos
dejar de recordar que nuestro país, en su redacción original, directamente lo dejó afuera.
También se encuentra variabilidad en el tiempo de duración: hay quienes permiten su
constitución como un derecho perpetuo, de 99 años, o 50 años. Entre los países que
regulan el derecho solo para la construcción encontramos los siguientes:
2.1. Bolivia
2.2. Perú
2.3. Cuba
La única provincia que aplica el derecho real de superficie tanto para la construcción
como la plantación es Quebec. Toma a la superficie como el resultado de dividir el
objeto del derecho de propiedad de inmuebles, transfiriendo el derecho de
adhesión. Las partes pueden pactar las condiciones temporales, de lo contrario se
considera como un derecho perpetuo. Al término del derecho, el propietario
adquiere la propiedad de las construcciones, obras o plantaciones, mediante el
pago de su valor al superficiario, como también, si el valor de estar construcciones,
obras o plantaciones son igual o mayor que el valor del suelo, puede el superficiario
optar por adquirir él la propiedad del suelo.
2.5. Brasil
El Código Civil de este país entró en vigencia en el año 2003. Dispone la posibilidad
del propietario de conceder a otro el derecho a construir o plantar en su terreno por
un tiempo determinado, aunque no determina el máximo ni el mínimo. El contrato
puede ser oneroso o gratuito y debe instrumentarse por escritura pública e
inscribirse en el Registro de la propiedad. Al igual que otras legislaciones ya
analizadas, puede transferirse a un tercero o a los herederos del superficiario.
Terminada la concesión el propietario volverá a tener su propiedad plena sobre el
terreno, la construcción o la plantación independientemente de indemnizar al
superficiario, salvo pacto en contrario.
2.6. Portugal
2.7. Argentina
Sin ahondar mucho cabe mencionar que, en nuestro país al reconocerse el derecho
real de superficie en el Código Civil, solo se hizo en la modalidad forestal, dentro de
las implicancias de la ley 25080 de Inversión para Bosques Cultivados, aunque su
aplicación no es excluyente.
2.8. Uruguay
2.9. Alemania
Conclusiones
En virtud del derecho de superficie el propietario del suelo constituye sobre ést
e un derecho a favor de un tercero que lo faculta a tener y mantener
construcciones sobre la misma o por debajo de ella. Se trata de un derecho
real, enajenable, transmisible por sucesión y temporal.
En virtud del derecho de superficie el propietario del suelo constituye sobre éste
un derecho a favor de un tercero que lo faculta a tener y mantener
construcciones sobre la misma o por debajo de ella. Se trata de un derecho real,
enajenable, transmisible por sucesión y temporal (se confiere por un plazo
determinado que no puede exceder al máximo fijado por la ley).
Romero Romaña, Eleodoro. 1957. Derecho Civil: Los Derecho Reales. Tom. 2,
segunda edición aumentada. Lima.
Chico y Ortiz, José María. 2000. Estudios sobre Derecho. Hipotecario. Tom. 2.
Madrid: Marcial Pons.