Broodthaers
Broodthaers
Broodthaers
MARCEL BROODTHAERS
DIETER SCHWARZ
* Actualmente se está preparando una versión más extensa de este ensayo, que será
of Books 1957-1975, 1982, Galerie Michael Werner, Colonia; Marian Goodman Gallery,
Nueva York; Galerie Gillespie, París; Salomon, Laage, no. 4).
poeta2. Aunque los poemas incluidos pertenecen al contexto de lo que
Broodthaers había estado escribiendo a principios de los 1960, particularmente
los poemas en prosa del ciclo del zodíaco de La Bête Noire3, ahora no eran
lanzados en un contexto exclusivamente literario. Sólo se vendió una pequeña
cantidad de libros y la mayor parte de los ejemplares conocidos de hecho fue
modificada por Broodthaers, que cubrió algunas páginas parcial o totalmente con
papeles de colores. Así, literalmente desplegándose en el espacio conforme el
lector cambiaba la página, el libro adquirió carácter de objeto.
Sin embargo, en la primera fase de su obra, uno encuentra más que nada
la producción de montajes con cascarones de huevo y mejillones, cuya
apariencia a primera vista parece recordar las obras del nouveau réalisme.
Broodthaers también empleaba a menudo las técnicas fotográficas de pinturas y
objetos que se habían dado a conocer en el contexto del arte pop europeo y
norteamericano. En esos años, Broodthaers participó también en discusiones
públicas o en eventos que él mismo organizaba –eventos que estaban en algún
lugar entre la conferencia y el happening4– y publicó ensayos críticos sobre arte
pop. En 1967, Broodthaers presentó todas sus obras creadas hasta ese
momento en una primera “retrospectiva”, en su exposición Court-Circuit en el
Palais des Beux-Arts en Bruselas5.
La segunda fase, de 1968 a 1972-1973, consiste de dos grupos de obras
paralelas. En 1968, Broodthaers inició el Musée d’Art Moderne, Département
des Aigles [Museo de Arte Moderno, Departamento de Águilas], ubicado en su
propio apartamento, en espacios museográficos existentes, y en el marco de
una de las principales exposiciones de arte contemporáneo (Documenta V,
1972). En el contexto de este museo ficticio, Broodthaers organizó exposiciones,
2
Las actividades poéticas consistieron de tres volúmenes publicados anteriormente así
como publicaciones en revistas influenciadas por el surrealismo belga, tales como Le
Ciel Bleu, Le Surréalisme Révolutionnaire y Phantomas.
3 Marcel Broodthaers, La Bête Noire, 1961, Bruselas.
4 Desafortunadamente, estos eventos sólo están documentados con unas cuantas
fotografías.
5 Court-Circuit. Marcel Broodthaers, Palais des Beaux-Arts, 13-25 de abril de 1967,
Amberes (folleto).
7 De la primera presentación del Jardin d’Hiver en una exposición colectiva en el Palais
9 “Marcel Broodthaers par Marcel Broodthaers”, Journal des Beaux-Arts, no. 1086, 1965,
p. 5.
10 Marcel Broodthaers, “Gare au défi! Le Pop Art, Jim Dine et l’influence de René
Magritte”, Journal des Beaux-Arts, no. 1029, noviembre de 1963. Ésta y todas las citas
subsecuentes son de la traducción publicada en este número, p. 33. Supongo que aquí
Broodthaers describe la escultura de George Segal Gottlieb’s Wishing Well, 1963
(colección privada, Bruselas) y Woman in a Restaurant Booth, 1961-1962 (Colección
Hahn, Colonia). Una fotografía de Broodthaers que retrata la primera obra apareció
como ilustración del ensayo “Les loisirs humiliés ou les appareils à sous”, de Roger
Caillois en el Journal des Beaux-Arts, no. 1035, 1963, p. 1.
existencia como objetos de consumo; establece una relación con prácticas
artísticas más antiguas, implicada en el propio yeso como material; niega la
relación de la obra con la tradición ya sea del readymade o del “objeto poético”
surrealista, puesto que en esos casos el acceso al objeto no estaría limitado de
tal manera. En contraposición con el readymade, que es seleccionado por su
“autor”, y por lo tanto queda instaurado como objeto estético, los poemas de
Pense-Bête siguen siendo parte del discurso literario, pues el “mensaje” del
autor obviamente está inscrito, por su medio de presentación (libro y tipografía),
dentro de una tradición cultural existente.
En un gesto irónico, Broodthaers fingió sorpresa cuando comentó
posteriormente sobre el hecho de que el espectador no reconociera los libros
como objetos reales y ni siquiera intentara apropiárselos mediante la lectura:
11 Marcel Broodthaers, “Diez mil francos de recompensa” (después de una entrevista de
Irmeline Lebeer), en Marcel Broodthaers, Palais des Beaux-Arts, 1974, Bruselas. La cita
es de la traducción en este libro, p. 44. Las esculturas de yeso de Segal, en cambio,
establecen una mediación entre el espectador y el objeto de producción industrial al
colocarse en, o en relación a, situaciones humanas tipificadas. Su carácter de productos
queda entonces negado, puesto que los objetos aparecen como acompañamientos
comunes de los seres humanos.
tampoco un sustituto de la escritura que ya no es accesible. Sin embargo, al
igual que esa escritura, el pedestal, con su exigencia de una interpretación,
introduce a la escena un orden simbólico. Broodthaers critica a Segal por el
hecho de que su obra se queda al nivel del objeto encontrado o la invención
artística, y en consecuencia ubica a Segal dentro del legado del surrealismo de
Breton. “En este caso no trascendemos el nivel del objeto encontrado, o más
bien el de la invención. Un invento tan extraordinario que cancela todos los
poderes de la imaginación –o, por el contrario, los libera–. Eso depende en las
tendencias del espectador”12.
Una fotografía de Maria Gilissen muestra a Broodthaers acomodando al
crítico Otto Hahn en la misma posición de una figura de Segal y colocando su
brazo como el doble de esta figura13. Con ello afirma que la función de la
contemplación crítica es una simple identificación con el objeto de arte; así, la
crítica queda definida como tautología. Sin embargo, este arreglo fotográfico
también abre una nueva lectura que no es tautológica, puesto que permite una
comparación entre la figura real y la artificial. De la misma manera, la escultura
Pense-Bête permite una comparación entre lo real y su imitación, puesto que el
objeto real sólo está parcialmente oculto de modo que sigue siendo visible, en
parte.
La situación real creada por la escultura, conforme articula las posiciones
tanto del objeto de arte como del espectador, difiere de las operaciones del
readymade. Aun cuando inserta un objeto ordinario en un contexto artístico, el
readymade vuelve invisible su propio ocultamiento del objeto real como un
objeto de arte. En contraste, el pedestal de yeso en la escultura de Broodthaers
ofrece un marco material que invita a una lectura contra el marco abstracto del
contexto artístico. Broodthaers no sólo emplea una estrategia similar a la de
Magritte, también reconoce explícitamente la importancia de éste en su ensayo
sobre arte pop, aseverando que Magritte fue la figura más influyente en el
desarrollo del arte de principios de los 1960, incluyendo su propia obra. “René
12 Broodthaers, “Gare au défi”, p. 33.
13 Otto Hahn voisinant un moulage de Segal, en Phantomas, nos. 51-61, 1965, p. 303.
Magritte”, escribió, es “un belga que permaneció dentro de nuestras estrechas
fronteras, pero que sin duda influyó y determinó el curso de todo este
movimiento que ahora florece en Nueva York. Magritte niega la naturaleza
estética de la pintura”14.
Al ejecutar una obra como Ceci n’est pas une pipe, Magritte da al oficio
mismo de la pintura una cualidad de cita, envolviéndolo en el lenguaje
representativo del realismo de los carteles publicitarios. Al mencionar este
cuadro en su ensayo sobre arte pop, Broodthaers señala que Magritte, en
contraposición con las preocupaciones estéticas de Schwitters y los surrealistas,
opera en términos de la interrogante planteada por la inconmensurabilidad entre
un objeto real y su representación. Pero mientras que la interrogante de Magritte
está completamente dirigida al problema semiótico, Broodthaers la expande
convirtiéndola en una reflexión económica y social. Por lo tanto no elige
simplemente cualquier objeto que pueda servir para ilustrar el problema –tal
como una pipa–, sino un objeto al que está vinculado tanto biográfica como
económicamente: los sobrantes de la edición de su libro de poemas.
Por mucho, el grupo más grande de obras del periodo 1963-1967 está
compuesto de los montajes de mejillones y cascarones de huevo, que en un
principio parecerían asemejarse a la producción de los nouveaux réalistes. La
estructura de acumulación de objetos idénticos o similares –donde cada uno
corresponde con los otros– produce un efecto tautológico: dentro de esta masa,
los elementos no pueden formar un paradigma ni un sintagma. Pero Broodthaers
criticaba la cualidad de enrarecimiento latente en las acumulaciones de los
nouveaux réalistes, puesto que el marco en el que estaban montadas estas
acumulaciones –el envase de la exposición– imbuía al objeto de una semblanza
de autonomía:
14 Broodthaers, “Gare au défi”, p. 34.
Estos objetos son presentados de tal manera, que tenemos que hablar de
obras con un carácter artístico, pero que están directamente conectadas
por una especie de cordón umbilical que las vincula con una realidad que
todo mundo experimenta. Porque todos, a fin de cuentas, van a las grandes
tiendas departamentales; todo mundo atestigua las acumulaciones
industriales que nuestra era produce. Sólo el movimiento de Restany está
asintiendo de manera más bien callada a las formas de la civilización
moderna. Casi una glorificación. Están buscando una nueva estética,
hecha a la medida de la civilización en la que viven15.
15 Jean-Michel Vlaeminckx, “Entretien avec Marcel Broodthaers”, Degré Zéro, no. 1,
1965.
impreso con letras de caligrafía y diez cascarones de huevo acomodados en tres
filas de tres y un sobrante como ejemplar individual. El texto impreso dice: “Por
un glorioso futuro del comportamiento artístico”16.
Mediante la retórica del montaje, los cascarones de huevo y las líneas de
texto son colocados aquí en cierta condición de equivalencia. Pues de la misma
manera en que las florituras de la caligrafía confieren al texto una cierta tradición
y dignidad, el acomodo en filas que asemejan líneas textuales les da a los
cascarones el estatus de objetos discursivos. Pero esta equivalencia no busca
una estética ni una condición lógica de la tautología. Más bien, trata de la mutua
insuficiencia tanto de la presentación escrita como la visual.
La incorporación en esta obra de un lenguaje pictórico esencialmente ajeno
le permite a Broodthaers construir una representación de ese lenguaje pictórico
de la misma manera en que su acomodo de Otto Hahn como doble de una figura
de Segal, había creado una relación aparentemente tautológica entre el
espectador y la obra. Esta imitación parece haber funcionado efectivamente,
pues Broodthaers fue tomado, al menos durante algún tiempo, como un artista
pop belga17. El hecho de que su carrera inicial estuviera basada en este
equívoco fundamental –como cuando en sus últimos años Broodthaers fue
percibido erróneamente como el defensor del “aura” del museo–, parece
confirmar más que contradecir su concepción de la crítica.
Por ejemplo, Broodthaers juega con el doble sentido del significado en el
anuncio de su exposición de 1966 en la Galerie Cogeime en Bruselas, donde lo
que afirma puede leerse ya sea como la producción de una mercancía o como
su trascendencia mística. “Vuelvo a la materia. Redescubro la tradición de los
primitivos. Pintar con huevo. Pintar con huevo”. Esta referencia, como eslogan, a
aquella antigua tradición de la pintura donde los pigmentos molidos a mano eran
suspendidos en una base de yema de huevo, aquí es menoscabada
16 Moules Sauce Blanche, 1966 (Ver Marcel Broodthaers, Museum Ludwig, 1980,
sus obras en la colección de arte pop del Dr. Hubert y Marie-Thérèse Peeters, Brujas
(ver el catálogo Three Blind Mice. De collecties: Visser, Peeters, Becht, Stedelijk Van
Abbemuseum, 1968, Eindhoven).
simultáneamente por una literalidad pedestre: pintar con cascarones de huevo.
Las pinturas “de huevo” de Broodthaers consistían de pequeños fragmentos
pintados de cascarón sobre un lienzo preparado, o filas de cascarones pintados
acomodados en la superficie de un lienzo. Hay más evidencias de esta clase de
engaño que opera dentro de los códigos culturales de significado en esta
primera fase de la relación de Broodthaers con el objeto, como por ejemplo en el
cuadro L’Erreur, donde vemos varias filas de cascarones inscritas con el título
“Moules” [“Mejillones”].
El medio que Broodthaers parece desarrollar para esta etapa es, entonces,
el de una retórica que nos priva de nuestra certeza de poder comprobar la
veracidad de una afirmación. Si la retórica tradicional, la retórica de la presencia,
ha sido siempre el arte de convencer, la de Broodthaers es una retórica de
ausencia implosiva.