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inconsciente
Rosana López Rodriguez Martín Fierro. Nada hay de épico en Pereyra, no lo
Grupo de investigación de Literatura persigue (bien que psicológicamente) más que una Fontanarrosa, un intelectual particular (1944-2007)
Popular y autora de La Herencia - CEICS bandada de loros; ni siquiera la barbarie es tal, tan ci-
vilizados están los indios comandados por el cacique
Las andanzas del gaucho vago y sexista que supo ser Lloriqueo que sirven para cumplir más una función
la parodia del paradigma de la argentinidad, al me- ficcional que la histórica que les conocemos.
nos en lo que al canon literario se refiere, han llegado Una parodia, entonces, como homenaje o como
a su fin. No habrá nuevos enfrentamientos con los burla, se caracteriza por invertir o exagerar los ele-
desafiantes loros, ni peleas con la Eulogia, ni reflexio- mentos típicos del autor o género en cuestión. De
nes sesudas en boca de su inefable y eterno compañe- allí que la parodia tenga siempre un efecto humo-
ro, el reconcentrado Mendieta. Roberto Fontanarro- rístico. El humor requiere una distancia y un juicio
sa falleció el jueves 19 de julio en su Rosario natal. de valor respecto de lo que causa risa: nos reímos de
Nacido en el año 1944, este dibujante humorístico, aquello con lo cual no estamos involucrados afecti-
apasionado del fútbol, fanático de Rosario Central, vamente, o que consideramos errores o defectos que
escribió, además de las “tiras” que lo consagraron (en quizá alguna vez hayamos cometido (o que no co-
particular, Boogie, el aceitoso e Inodoro Pereyra), li- meteremos nunca), algo que se cree superado. Ino-
teratura “formal”, bajo la forma de cuentos y novelas. doro Pereyra puede ser pensado como un homenaje,
Sin embargo, escritor y humorista, como veremos, habida cuenta de que gran parte de la obra del autor
eran uno solo. expresa en forma explícita, contenidos nacionalistas
y populistas: la reivindicación del barrio, la mística
Un poco de literatura del fútbol, la barra de amigos en el café. Y sin embar-
go, a despecho de las expresiones concientes del pro-
En otro lugar,1 hemos analizado de uno de los cuen- pio autor, Inodoro Pereyra señala, en tanto parodia,
tos más famosos de la historia de la literatura: “El que hay algo en ese núcleo temático de la nacionali-
corazón delator”, de Edgar Allan Poe. Una inter- dad que está fallando. Que los modelos nacionales
pretación de qué son el arte y el artista en la socie- y populares que la escuela, los medios y la ideología
dad burguesa: el artista es un ser diferente, superior, burguesa nos han transmitido tienen algo que hace
que vive al margen de un mundo prosaico que no ruido, que no todo lo que reluce es oro en ese mun-
lo comprende. Esta postura aristocrática reconoce do nac&pop.
la situación de “excluido de la sociedad” y de “inútil
para todo trabajo productivo”. Muchos de los pro- Una burguesía que es un chiste
tagonistas de la narrativa de Poe son locos, asesinos,
tipos desquiciados que no encuentran su lugar en el Como hemos dicho, el humor es una de las formas
mundo. El criminal de “El corazón delator” es más discursivas que expresa el distanciamiento, el desape-
sensible que el resto del mundo (en especial, tiene un go, la crítica. El chiste, como ya lo explicó Freud2, es
oído muy agudo) y se considera a sí mismo muy in- una de las formas de expresión que tienen las ver-
teligente y astuto. Siempre niega estar loco. Comete dades ocultas a la vida y al pensamiento conscien-
un crimen que es una obra de arte y confiesa cuando te. El inconsciente (freudiano) se exhibe en esos mo-
es ninguneado por los representantes de una de las mentos en que brota el chiste y muestra por lo tanto
formas de la violencia del estado burgués (la policía). aquellas verdades que no se observan a simple vista.
No habla porque se sienta culpable, sino porque no Del mismo modo, un autor puede exponer, incons-
puede soportar que su sensibilidad y su capacidad ar- cientemente (sin hacerlo deliberadamente) ciertas
tística no sean reconocidas. En el acto de soberbia ideas que no están necesariamente de acuerdo con las
más espectacular de la historia de la literatura, mues- que expresa “concientemente”. De la contradicción
tra su superioridad enfrentando la ignorancia de la entre ambas expresiones, brotará entonces, una ver-
burguesía que lo desdeña y lo desconoce. Para Poe el dad. Podemos tomar entonces, las verdades de Pere-
arte requiere el desprecio de los valores burgueses: la yra no tanto como una oposición irreconciliable, no
burguesía es bruta y el artista es superior. tanto como una antinomia nacionalismo-antinacio-
¿Cuál es, entonces, el tema del cuento? Una lectura nalismo, populismo-miserabilismo (visto a contraluz
superficial indicaría que es el sentimiento de culpa; del resto de la producción de Fontanarrosa) sino más
una más atenta al proceso de la lucha de clases y a los bien como el complemento necesario, la (auto)crítica
lugares que los artistas adoptaron en el mismo, in- del elogio, las limitaciones de una propuesta política
tentaría enunciar lo que hay bajo esa apariencia. Es la que, tomado al autor en serio, no se entenderían. Por
reflexión que realiza Fontanarrosa, que incorporaba a ese motivo, la lectura de la producción de Fontana-
su “escritura” en “cuadritos” elementos de la literatura rrosa como un bloque conscientemente monolítico,
argentina y mundial. Véase, si no, “Inodoro Pereyra, sin contradicciones, sería una interpretación inade-
un paradigma de la honestidá”. Ante los represen- cuada de su postura política. El humor de Fontana-
tantes de las instituciones del estado burgués (la po- rrosa es el complemento que reformula y echa luz
licía y la Eulogia –el matrimonio), Inodoro confiesa sobre la producción “políticamente correcta” o “con-
su crimen, el robo de las gallinas. No puede soportar ciente” (en términos de Freud): con ello expresa los
el ninguneo, la humillación a la que es sometido al límites del nacionalismo y del populismo que en
creérselo incapaz de una obra tal. La confesión pro- sus otros textos reivindica. Pereyra es vago, es cier-
viene, como la de Poe, de la dignidad ofendida, de la to. Si la Eulogia (y sus propios principios) lo permi-
necesidad de rescatar lo mucho (o poco) que vale ese tieran, sería también malentretenido. Pero no es un
orgullo. La soberbia (más o menos justificada, según mal tipo. Se justifica su vagancia porque en realidad,
el caso) es el tema de ambas historias. Fontanarrosa no hay demasiado para hacer. Claro, no hay dema-
expresa con gran claridad el drama central del artista siado para hacer en ese modelo de país que la bur-
romántico: condenado sí, ignorado no. ¿Se trata de guesía nacional supo imponer política, económica y
una casualidad, de una genialidad aislada de un tipo culturalmente (el Martín Fierro y la gauchesca son
que hacía “dibujitos”? Veremos que no, que tras su paradigmas literarios de ese esquema social). No hay
literatura se esconde una reflexión profunda sobre la demasiado para hacer en un país en el cual el nacio-
literatura y sobre la vida nacional. nalismo y el populismo tienen límites y están pues-
tos en cuestión. No hay demasiado para hacer en un
Inodoro Pereyra, paradigma de la argentinidad país en el cual la burguesía nacional antes que repre-
sentantes de un proyecto político serio, constituyen
Este hijo del papel le había nacido a Fontanarrosa una comparsa que da risa. Podemos reírnos de Pere-
allá por el año 1972 en Hortensia, la mítica revista yra, pero también nos reímos con Pereyra de ese pro-
cordobesa. Como cualquier otra producción huma- yecto político que hace más de sesenta años ya es la
na, Pereyra no salió de la nada sino que establece una parodia de sí mismo. Podemos cuestionar a Pereyra
suerte de diálogo con textos y personajes anteriores y preguntarnos cómo es posible que no tenga nada
que forman parte de la literatura nacional. Según para hacer en la Argentina de los ’70 o en la Argenti-
Mijail Bajtin, un texto dialógico es un texto polifóni- na del Argentinazo. Pero ésa es harina de otro costal.
co, pues incorpora en él diversas voces. Por eso, una Baste con saber que Pereyra ha sido, es y será un fiel
parodia (de un autor, de un texto o de un género) representante de la crisis, de la agonía de la burgue-
es siempre un texto polifónico: aparecen allí dos vo- sía argentina y de su nacionalismo, que no puede ser
ces. Parodia de un autor: Conrado Nalé Roxlo es- otra cosa que ridículo. Trotskista inconsciente, Fon-
cribe una Antología apócrifa cuyos textos son home- tanarrosa descubrió, tal vez sin proponérselo, que de
najes a otros tantos escritores (Víctor Hugo, Conan esta gente nada se puede esperar. ¡Que lo parió!
Doyle, Góngora, etc.), pues los escribe “A la manera
de…”. Parodia de un texto: Todos los lectores recor- Notas
darán el clásico ejemplo del Quijote como parodia 1
Véase el prólogo a La herencia. Cuentos piqueteros, Edicio-
del género de caballerías. Ahora bien, Inodoro Pere- nes ryr, Buenos Aires, 2006.
yra, el renegau es una parodia de la gauchesca, pero en 2
Lapsus, actos fallidos, sueños, son otras.
particular, de nuestro modelo de gaucho nacional: el