Revista Adipri II 2016
Revista Adipri II 2016
Revista Adipri II 2016
Revista Chilena
Chilena de
de Derecho
Derecho Internacional Privado
Internacional Privado Año
Año I,
II,Número Noviembre
Número1 2 Marzo 2015 2016
Año
Año
Marzo
Vol. II,
Diciembre
Noviembre
II, Número
20152014
2016
Número 12
Revista
Privado
Derecho
Chilena de
Internacional
ISSN
ISSNN°
Nº0719-6261
0719-6261
Revista
ISSN Nº 0719-626
Chilena de
Derecho
Internacional
Privado
AñoII,
Año I, Número
Número 21
Marzo 2015
Noviembre 2016
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
2
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
Directorio
PRESIDENTE: Sr. Eduardo Picand Albónico
VICEPRESIDENTE: Sr. Cristián Conejero Roos
SECRETARIO: Sr. Pablo Cornejo Aguilera
TESORERO: Sr. Sebastián Coulon Bauer
Miembro de Honor
Mario Ramírez Necochea ()
Profesor Titular y Emérito de Derecho Internacional
Privado de la Universidad de Chile
Miembros Plenos
Aguilera Villalobos, Laura Leonor: Cornejo Aguilera, Pablo Andrés:
Ayudante Ad-Honorem Departamento de Derecho Profesor de Derecho Internacional Privado
Internacional Universidad Alberto Hurtado
Universidad de Chile
Dolmestch Urra, Hugo Enrique:
Blanco Herrera, Ricardo Luis: Ministro de la Excma. Corte Suprema de Justicia
Ministro de la Excma. Corte Suprema de Justicia
Fernández Illanes, Samuel Gerardo:
Borbarán Ramos, Marcelo Francisco: Profesor de Derecho Internacional Privado
Ayudante Ad-Honorem Departamento Derecho Universidad Bernardo O`Higgins
Internacional
Universidad de Chile Fernández Undurraga, Macarena:
Profesora de Derecho Internacional Privado
Bordachar, Rodrigo: Universidad Pedro de Valdivia
Profesor de Arbitraje Internacional
Pontificia Universidad Católica de Chile Gallegos Zúñiga, Jaime Ramiro:
Profesor de Derecho Económico
Cabrera Orellana, Cristián Gonzalo: Universidad de Chile
Profesor de Derecho Internacional
Academia Diplomática “Andrés Bello” García Pujol, Ignacio:
Profesor de Derecho Internacional Privado
Campusano Droguett, Raúl Fernando: Pontificia Universidad Católica de Chile
Profesor de Derecho Internacional Privado
Universidad del Desarrollo Gil Ljubetic, Rodrigo
Profesor de Derecho Civil
Canelo Figueroa, Carola Andrea: Universidad de Chile
Profesora de Derecho Internacional Privado
Universidad de Chile González Cuellar, Luis Manuel:
Profesor de Derecho Internacional Privado
Carreño Seaman, Héctor Guillermo: Universidad Arcis
Ministro de la Excma. Corte Suprema de Justicia
Jorquiera Malschafsky, Carlos Eugenio:
Cerda Fernández, Carlos José: Profesor de Derecho Económico
Ministro de la Excma. Corte Suprema de Justicia Pontificia Universidad Católica de Chile
Cicci Salazar, Gilda Mirella: Kunsemüller Loebenfelder, Carlos Guillermo Jorge:
Profesora de Derecho Internacional Privado Ministro de la Excma. Corte Suprema de Justicia
Universidad de Las Américas
Loyola Novoa, Héctor Julio:
Conejero Roos, Cristián Andrés: Profesor de Derecho Internacional Privado
Profesor de Derecho Internacional Privado Universidad de Chile
Pontificia Universidad Católica de Chile
Llanos Mansilla, Hugo Aníbal:
Coulon Bauer, Sebastian: Profesor de Derecho Internacional Público
Ayudante Ad-Honorem Departamento de Derecho Universidad Central de Chile
Internacional
Universidad de Chile
3
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Mahu Martínez, Pablo Andrés: Villarroel Barrientos, Gabriel:
Ayudante ad-honorem Departamento de Derecho Profesor de Derecho Internacional Privado
Internacional Pontificia Universidad Católica de Chile
Universidad de Chile
Winter Igualt, Luis Carlos Fernando:
Monsálvez Muller, Aldo: Profesor de Derecho Internacional
Profesor de Derecho Internacional Privado Universidad de Los Andes
Universidad Bolivariana, U. Finis Terrae, U. Santo
Tomás, U. de Talca y U. SEK Zarricueta Baeza, Juan Francisco:
Jefe de la Oficina Internacional
Muñoz Gajardo, Sergio Manuel: Corporación de Asistencia Judicial
Presidente de la Excma. Corte Suprema de Justicia
Zuvanich Hirmas, Sonia Joanna:
Ortúzar Meza, Pedro: Profesora de Derecho Internacional Privado
Profesor de Derecho Internacional Privado Universidad de Magallanes
Universidad de Las Américas
Josefina Silva Lavin:
Peña Torres, Marisol: Abogada
Profesora de Derecho Internacional Público
Pontificia Universidad Católica de Chile Dione Meruane Osorio:
Presidenta del Tribunal Constitucional de Chile Ayudante de Derecho Internacional Privado.
Universidad de Chile
Picand Albónico, Eduardo:
Profesor de Derecho Internacional Privado Pía Moscoso Restovic:
Universidad de Chile Profesora de Derecho Internacional Privado.
Presidente ADIPRI Universidad de Atacama
Quintana Castillo, Camila Fernanda: Felipe Laguna:
Ayudante ad-honorem Departamento de Derecho Abogado
Internacional
Universidad de Chile Jorge Schleyer Alt:
Ayudante de Derecho Internacional Privado.
Reeves Becker, María Cecilia: Universidad de Chile
Profesora de Derecho Internacional Privado Milenko Bertrand-Galindo:
Universidad Autónoma de Chile Profesor de Derecho Internacional de la Pontificia
Rivera Carmona, Daniela Andrea: Universidad Católica de Chile
Profesora de Derecho Internacional Privado Francisco Larenas Vega:
Universidad San Sebastián Profesor de la Universidad de Concepción
Riveros Marín, Edgardo Sebastián: Mariana De la Puente Hervè:
Profesor de Derecho Internacional Público Abogada
Universidad de Chile
Subsecretario de Relaciones Exteriores de Chile Mauricio Baquero Herrera:
Abogado de la Universidad Externado de Colombia.
Ríos de Marimón, Hernán Aquiles: Profesor de Derecho Comercial Universidad de Talca
Profesor de Derecho Internacional Privado
Pontificia Universidad Católica de Chile Constanza Prieto Figelist:
y Universidad Central de Chile Abogado
Vásquez Palma, María Fernanda: Alfredo Ferrante:
Profesora de Derecho Internacional Privado Licenciado en Derecho Universidad de Pisa. Profesor
Universidad de Talca de Derecho Comercial. Universidad Alberto Hurtado
Verbeken Manríquez, Kristoffer: Carlos Bellei Tagle:
Profesor de Derecho Internacional Privado Profesor de Derecho Internacional Privado.
Pontificia Universidad Católica de Chile Universidad Alberto Hurtado
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
Comité Científico
Andrea Bonomi (Suiza); Fernando Cantuarias (Perú);
Adriana Dreyzin de Klor (Argentina); José Carlos Fernández Rozas (España);
Francisco González de Cossio (México); Eugenio Hernández Bretón (Venezuela);
Pedro de Miguel Asensio (España); Leonel Pereznieto Castro (México);
Rubén Santos Belandro (Uruguay); Carlos Villarroel Barrientos (Chile).
David Stewart (USA); Ana Villalta (El Salvador).
Consejo de Dirección
Ignacio García Pujol; Eduardo Picand Albónico; Hernán Ríos de Marimón;
Ignacia Vial Undurraga; Gabriel Villarroel Barrientos; María Fernanda Vásquez Palma;
Cristian Conejero Roos; Álvaro Vidal Olivares.
Consejo de Redacción
Sebastián Coulon Bauer; Camila Quintana Castillo;
Pablo Mahu Martínez; Marcela Prieto Bravo.
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
6
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
INDICE
PRESENTACIÓN
14 Discurso Inaugural Segundas Jornadas ADIPRI sobre Derecho Internacional Privado.
Punta Arenas, Región de Magallanes y la Antártica Chilena.
ESTUDIOS
17 La función consular en el contexto del derecho internacional privado chileno.
Carlos Bellei Tagle
24 El mecanismo de solución de controversias de la Organización Mundial de Comercio.
Gonzalo Biggs Bruna
33 América Latina y nuevas leyes de Derecho Internacional Privado.
Adriana Dreyzin de Klor
40 La ordenación del arbitraje comercial internacional en América Latina y el Caribe: entre
el particularismo y la unificación.
José Carlos Fernández Rozas
58 Soluciones de Derecho internacional privado a dilemas presentados en arbitraje.
Francisco González de Cossío
68 El Río de la Plata, a la vanguardia, pero por vertientes separadas, ¿se puede salvar la
dicotomía? especial análisis de la ley paraguaya de derecho aplicable a los contratos
internacionales y las normas atingentes del código civil y comercial argentino.
Jaime Gallegos Zúñiga
JURISPRUDENCIA
Comentarios.
85 Sustracción internacional de niños, niñas y adolescentes SCS Rol N° 17125-2016, de 08
de julio de 2016, dictada por la Cuarta Sala de la Excma. Corte Suprema de Justicia
Carolina Estefanía Zamar Rabajille y Isidora Candia Fuenzalida
89 Protección del orden público y en materia de filiación STS Rol N° 247/2014, de 06 de
febrero de 2014 Sentencia Tribunal Supremo Español (Sala de lo Civil)
Pablo Cornejo Aguilera
93 Exequátur de laudo arbitral extranjero. Caso “Quisheng Resources Limited c. Minera
Santa Fe” SCS Rol 7854-2013, de 21 de abril de 2016, dictada por la Primera Sala de la
Excma. Corte Suprema
Eduardo Picand Albónico
Sentencias destacadas.
101 Sentencia Rol 6990-2015., dictada por la Excma. Corte Suprema de Justicia, de fecha 13
de octubre de 2016. Declara el abandono del procedimiento en un juicio de exequátur
103 Sentencia Rol 2179-2016, dictada por la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, de
fecha 17 de octubre de 2016. Revoca resolución de primera instancia y rechaza restitución
internacional conforme el “interés superior” del menor
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
104 Sentencia Rol 11446-2015., dictada por la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, de
28 de junio de 2016. Rechaza recurso de nulidad en arbitraje comercial internacional con
sede en Chile
110 Sentencia Rol 55038-2016., dictada por la Excma. Corte Suprema de Justicia, de 05
de Octubre de 2016. Declara inadmisible recurso de casación en el fondo en contra de
laudo arbitral dictado de conformidad a la ley N° 19.971, sobre Arbitraje Comercial
Internacional
111 Sentencia Rol 14.861-2016, dictada por la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago,
de fecha 11 de julio de 2016. Concede exequátur de sentencia extranjera de divorcio
pronunciada en Noruega
113 Sentencia Rol 7854-2013, dictada por la Excma. Corte Suprema de Justicia, de fecha 21
de Abril de 2016. Caso “Minera Santa Fe”
121 Sentencia Rol 32479-2014, dictada por la Excma. Corte Suprema de Justicia, de fecha
28 de Septiembre de 2015. Exequátur de sentencia alemana que declaró la resolución por
incumplimiento esencial de un contrato de compraventa internacional de mercaderías
127 Sentencia Rol 17741-2015, dictada por la Excma. Corte Suprema de Justicia, de fecha 13
de enero de 2016. Exequátur de sentencia argentina sobre sucesión ab intestato
130 Sentencia Rol 7480-2013, dictada por la Excma. Corte Suprema de Justicia, de 02 de julio
de 2014. Exequátur de sentencia argentina sobre en juicio no contencioso sobre sucesión
hereditaria
TEXTOS LEGALES
135 Nuevo Auto Acordado N° 205-2015, de la Excma. Corte Suprema, “Modifica y Refunde
Texto del Auto Acordado sobre Procedimiento aplicable al Convenio de la Haya relativo
a los Efectos Civiles de la Sustracción Internacional de Niños y Niñas”, publicado en el
Diario Oficial el 16 de enero de 2016
RECENSIÓN BIBLIOGRÁFICA
141 Mardones Osorio, Marcelo. Fusión internacional de sociedades anónimas en el
ordenamiento jurídico chileno, Editorial Jurídica de Chile
144 Carlos Villarroel Barrientos y Gabriel Villarroel Barrientos. Derecho Internacional
Privado, Editorial Jurídica de Chile, 2015
NOTICIAS
152 Punta Arenas, Región de Magallanes y la Antártica Chilena. Segundas Jornadas de la
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado (ADIPRI). 12 y 13 de noviembre
de 2015.
157 Santiago de Chile. Presentación del libro Derecho Internacional Privado, Editorial
Jurídica de Chile, 2015.
158 30 de agosto de 2016. ¡Al Fin! Chile tiene Apostilla.
CONVOCATORIA
161 Universidad de Talca será la sede para las III Jornadas de la Asociación Chilena de
Derecho Internacional Privado. ADIPRI (24 de noviembre de 2016).
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
PRESENTACIÓN
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
PRESENTACIÓN
La Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado (ADIPRI) fue creada el año 2014, por
un grupo de profesores y jueces, con el propósito de renovar y fortalecer el estudio del Derecho
Internacional Privado en Chile.
Entre sus objetivos se encuentra promover e incentivar el estudio, investigación y difusión del
Derecho Internacional Privado en Chile, y de aquellas disciplinas relacionadas con ella; fomentar y
honrar la cátedra y a los grandes maestros que han enseñado en nuestro país y contribuir al progreso
del conocimiento, estudio y solución de aquellos problemas que les son propios.
ADIPRI reúne, sin exclusión, a todos los académicos, abogados, jueces y estudiantes que,
con respeto irrestricto a la libertad, igualdad y diversidad cultural, desean reflexionar, debatir o
intercambiar ideas en torno a las materias que integran esta disciplina.
La Revista de la Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado pretende dar a conocer
a la comunidad jurídica, chilena y extranjera, los estudios científicos, novedades legislativas y
jurisprudencia chilena en esta disciplina.
La publicación de la Revisa será anual y su difusión se llevará a cabo únicamente de manera
electrónica –a través del correo de nuestra Asociación y en la página web www.adipri.cl– a profesores,
estudiantes, abogados y jueces que cultivan el Derecho Internacional Privado, tanto en Chile como
en el extranjero.
El número que hoy presentamos recopila las ponencias de las Segundas Jornadas de la Asociación
Chilena de Derecho Internacional Privado, llevadas a cabo en el mes de noviembre de 2015, en la
ciudad de Punta Arenas, Región de Magallanes y la Antártica Chilena, en donde se generó un
intenso debate respecto a temas de gran actualidad en Chile, tales como la función consular en el
contexto del derecho internacional privado chileno; el mecanismo de solución de controversias de
la Organización Mundial de Comercio; América Latina y nuevas leyes de Derecho Internacional
Privado; la ordenación del arbitraje comercial internacional en América Latina y el Caribe: entre el
particularismo y la unificación; soluciones de derecho internacional privado a dilemas presentados
en arbitraje, y la nueva ley paraguaya de derecho aplicable a los contratos internacionales y las
normas atingentes del código civil y comercial argentino, que sin duda constituye un modelo que
perfectamente podría seguir el legislador chileno.
Esperamos que este segundo número de la Revista de la Asociación Chilena de Derecho
Internacional Privado, despierte inquietudes y genere debate, única manera de lograr los cambios
que tanto anhelamos.
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
PRESENTATION
The Chilean Association for Private International Law (ADIPRI) was created in 2014 by a group
of professors and judges, its purpose is to renew and strengthen the study of Private International
Law in Chile.
Amongst its goals is encouraging the study, investigation and promotion of Private International
Law in Chile, and of the disciplines it relates to; fostering and honoring its chairmanship and the
renowned scholars that have taught this aspect of Law in our country, as well as contributing to the
advancement of knowledge, study and solution of the common problems it is faced with.
ADIPRI gathers, without exclusion, all those scholars, lawyers, judges and students whom,
with unconditional respect to freedom, equality and cultural diversity, wish to reflect upon, debate or
exchange ideas on the matters that form this discipline.
It will be a annual electronic publication which will be forwarded through the Associations
–e-mailing list and in our website www.adipri.cl– to professors, students, lawyers and judges who
cultivate Private International Law, in Chile and abroad.
The issue which we present today gathers the presentations of the Second Conference of the
Chilean Association of Private International Law, which took place Punta Arenas in November
2015, where there was an intense debate on topical issues for Chile, such as the consular function in
the context of the chilean private international law; the dispute settlement mechanism of the World
Trade Organization; Latin American and new laws on Private International Law; ordination of
international commercial arbitration in Latin America and the Caribbean: between particularism
and unification; private international law solutions to dilemmas presented in arbitration, and the new
Paraguayan law applicable to international contracts and standards Argentine Civil and Commercial
Code law, which certainly is a model that could well follow the Chilean legislature.
We hope that this second issue of the Chilean Association of International Private Law Journal
can interest and generate debate since this is the only way of achieving the changes we dearly
aspire to.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
PRESENTATION
L'Association Chilienne du Droit International Privé (ADIPRI) a été créée en 2014, par un groupe
de professeurs et de juges, afin de renouveler et de renforcer l'étude du Droit International Privé au
Chili.
Parmi ses objectifs, on trouve la promotion et stimulation de l'étude, la recherche et la diffusion
du Droit Privé International au Chili, et des disciplines relatives; l’encouragement de l’enseignement
en honorant les grands maîtres qui ont instruit la matière dans notre pays ainsi que la contribution
au progrès de la connaissance, l'étude et la solution des problèmes qui s’y associent.
L´ADIPRI réunit, sans exception, tous les universitaires, les juristes, les juges et les étudiants
qui, avec le respect absolu de la liberté, l'égalité et la diversité culturelle, veulent réfléchir, discuter ou
échanger ses idées sur les matières qui intègrent cette discipline.
La revue de l’Association vise à mettre en lumière la communauté juridique, la chilienne et
l’étrangère, les études scientifiques, les nouveautés législatives et la jurisprudence chilienne dans cette
discipline.
La publication de la revue sera annuel et sa diffusion sera effectué uniquement par voie
électronique –par l’e-mail de notre Association et sur le website www.adipri.cl– à enseignants,
étudiants, juristes et juges qui se livrent au Droit International Privé, aussi bien au Chili qu’à l'étranger.
La livraison que nous présentons aujourd'hui rassemble les exposés des Journées de l'Association
Chilienne du Droit Privé, tenues en Novembre 2015 dans la ville de Punta Arenas, où il y avait un
intense débat sur les questions d'actualité, comme la fonction consulaire dans le cadre du Droit
International Privé chilien ; le mécanisme de règlement des différends de l'Organisation mondiale
du commerce; Amérique latine et de nouvelles lois sur le droit international privé; coordination de
l'arbitrage commercial international en Amérique latine et dans les Caraïbes: entre le particularisme
et l'unification; solutions de droit international privé à des dilemmes présentés dans l'arbitrage, et la
nouvelle loi paraguayenne de droit applicable aux contrats et aux normes internationales atingentes
droit argentin Code civil et commercial, ce qui est certainement un modèle qui pourrait bien suivre
le législateur chilien.
Nous espèrons que ce cahier de Revista de l’Asociación Chilena de Derecho Internacional
Privado sera encourageant et suscitera le débat qui est l’unique manière pour atteindre les changements
que nous aspirons.
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Buenos días a todos. Estamos muy contentos de poder inaugurar hoy las Segundas Jornadas de la
Asociación Chilena de Derecho internacional Privado en Punta Arenas, y en la Universidad más
austral del planeta, la Universidad de Magallanes.
Tener la oportunidad de coorganizar este evento académico de nivel internacional junto a la
ADIPRI, es un privilegio. Y es que nos da a conocer como ciudad y región, donde la reflexión jurídica
tiene lugar de manera periódica, donde el convocar a destacados expertos nos brinda un saber y una
experiencia enriquecedora para la universidad y para nuestra comunidad jurídica.
El estar situados en un punto geográfico neurálgico, donde convergen diversos actores de muchas
nacionalidades por razones comerciales, de turismo y científicas, hace que para nosotros el desarrollo
y el estudio de temas de Derecho Internacional Privado sea una necesidad.
En este evento podremos analizar importantes tópicos, como serán entre otros, los vinculados al
Derecho procesal internacional y arbitraje comercial internacional. Creemos que el intercambio
académico es la base de un robusto desarrollo de la disciplina y pensamos que es nuestra misión
ayudar en este proceso, apoyando este encuentro. Es así, que agradecemos a todos los profesores
chilenos y extranjeros presentes por haber aceptado nuestra convocatoria y darnos la oportunidad
de reflexionar y crecer en el estudio de la disciplina y a todos los presentes por apoyar estas Jornadas.
Les deseamos a todos una agradable y provechosa estadía en nuestra Región.
Muchas gracias,
Sonia Zuvanich
Directora de la Facultad de Derecho. Universidad de Magallanes
Región de Magallanes y la Antártica Chilena.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
ESTUDIOS
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
RESUMEN
En un mundo globalizado, la función consular cumple cada vez más importantes tareas en
el contexto del derecho internacional privado. Durante los últimos años, debido al aumento
de los flujos migratorios y del tránsito de personas, la función consular se ha revalorizado.
En el caso de Chile, los cónsules desempeñan una serie de tareas que benefician no sólo a la
población chilena en el exterior, sino también a los extranjeros. Entre las principales, destacan
las de registro civil, notariales, legalizaciones, y el otorgamiento de visas para extranjeros.
Las características y el detalle de algunos aspectos de interés de estas funciones son abordadas
resumidamente en este artículo.
ABSTRACT
In a globalized world, the consular function increasingly plays important tasks in the context
of the private international law. During last years, due to increased migration flows and
the movement of persons, the consular function has become more valued. Regarding Chile,
consuls perform a series of functions that benefit not only Chilean population abroad, but
also to foreigners. Among the main, it highlight functions of civil registration, notarial,
legalizations, and the granting of visas to foreigners. Features and details of some aspects of
interest of these tasks are briefly addressed by this paper.
1
Abogado, Universidad de Chile, Magister en resolución de controversias internacionales, Universidad de Ginebra.
Profesor Universidad Alberto Hurtado.
2
El Reglamento Consular de Chile, en su artículo 2 y a propósito de las funciones generales de los cónsules, señala “la de
proteger los intereses comerciales y marítimos de Chile o de sus nacionales, prestar asistencia y amparar a éstos, solemnizar
actos jurídicos o de estado civil que tendrán efecto en Chile, promover el turismo hacia el país, divulgar el conocimiento
de Chile en su circunscripción consular y ejercer –en general– todas aquellas actuaciones que el Estado receptor acepte o
admita que se ejecuten en su territorio, sea en virtud de Convenciones Consulares bilaterales o multilaterales, el Derecho
Internacional Consuetudinario, la práctica, costumbres o usos generalmente aceptados y reconocidos por los Estados”.
3
Según recuerdan Álvarez y Chávez, “la institución consular nace de la necesidad de proteger a los comerciantes y navegantes
que solicitaban refugio en países extranjeros (…). En Roma también había instituciones como la del Hospitium que
desempeñaba funciones similares a las del actual consulado. En la edad media se desenvuelven los consulados de una
forma similar a la actual (…). Durante la formación del Estado el consulado se convierte en un órgano suyo para actuar
en su nombre frente a sus propios nacionales y a las autoridades del estado huésped”. Álvarez Sabogal, Julio (ed.), Los
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
al desarrollo de tareas mucho más complejas y variadas. Así, si revisamos el principal instrumento
jurídico internacional referido a la función consular –la Convención de Viena sobre Relaciones
Consulares4– podremos apreciar un listado abundante y variopinto de tareas encomendadas a los
cónsules, las que a la vez se encuentran recogidas en su integridad en el ordenamiento jurídico
chileno, con ligeras variaciones5.
Conforme al derecho internacional, para que sea posible establecer una oficina consular en el
territorio de otro Estado es necesaro que éste preste su consentimiento de manera expresa. Del
mismo modo, el Estado receptor conserva la prerrogativa de visar la clase de representación consular
que pretende establecerse, la sede de la oficina, y la circunscripción en la cual ejercerá funciones.
Del mismo modo, todas estas representaciones gozan de inviolavilidad, además de los privilegios e
inmunidades establecidos en la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares6. Algunas de estos
beneficios se reconocen de manera parcial tratándose de los consulados honorarios.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
con la atención de ciudadanos extranjeros que recurren a los consulados chilenos requiriendo algún
tipo de servicio.
7
“Como requisito previo al otorgamiento de un pasaporte en el territorio nacional, el interesado deberá presentar un
certificado expedido por la Policía de Investigaciones de Chile, que acredite que no tiene impedimentos judiciales o
policiales para salir del país”.
19
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
El pasaporte, para los chilenos residentes en el extranjero, constituye más que un documento de viaje,
un documento de identidad, necesario –por ejemplo– para acceder a prestaciones sociales en el país
en el que residen. Pero además, su no obtención impide su desplazamiento entre países.
En uno de los casos detectados, la negativa a otorgar el pasaporte por parte de un cónsul se debió a
que la persona registraba seis anotaciones en su extracto de filiación y antecedentes por delitos de giro
doloso de cheques, falsificación y estafa. Los descargos del MINREL y del SRCEI fueron en la línea
del irrestricto cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 12 del DS N° 1.010.
Las Cortes de Apelaciones han dispuesto consistentemente que la norma del Decreto Supremo
relevante tiene por objeto evitar que una persona que tiene una medida de prohibición de salida del
país lo abandone, eludiendo su obligación de estar a disposición del tribunal respectivo, lo que no
acontece en situaciones como las descrita, debido a que el solicitante se encuentra residiendo en un
Estado extranjero.
Por último, es importante mencionar que además del pasaporte ordinario, los consulados están
facultados para emitir por sí mismos un tipo especial de pasaporte denominado “pasaporte consular o
de emergencia”. Ésta potestad se encuentra contemplada en el artículo 57 del Reglamento Consular.
Son algo distintos a los tradicionales, que son biométricos. En este caso, consisten en una libreta
que es completada de manera manual por los funcionarios consulares, y se otorgan en caso de que
la persona interesada acredite su necesidad a objeto de viajar a algún otro país de destino distinto de
Chile, pues en ese caso procede emitir un salvoconducto.
c. Expedir certificados
Los consulados se encuentran conectados a las redes informáticas del SRCEI, mediante máquinas
especialmente habilitadas para ello. Es por esto que pueden entregar a las personas que lo requieran
ciertos certificados almacenados en las bases de datos de dicho servicio. A saber: certificado de
nacimiento, matrimonio, defunción, antecedentes penales, entre otros.
8
De hecho, el artículo 31 del Reglamento Consular dispone que las oficinas consulares deberán llevar un Libro de Actos
Notariales, en el que se inscribirán los contratos, declaraciones, poderes, testamentos abiertos y cerrados, entre otros.
9
Los testamentos que se otorgan ante los cónsules de Chile son siempre solemnes, y pueden ser de dos tipos: abiertos o
cerrados. Los primeros constituyen la norma general. En el caso de los segundos, consta de un escrito contenido en un
sobre cerrado y su otorgamiento lo constituye el acto por el cual el testador presenta dicho sobre al cónsul y a tres testigos,
declarando a viva voz y de manera que todos oigan y entiendan, que el escrito contenido dentro del mismo corresponde a
su testamento. Debe estar debidamente firmado por el testador, y sellado el sobre exteriormente. Posteriormente, el cónsul
debe tomar razón en el Libro de Actos Notariales de cada testamento cerrado que haya sido autorizado, transcribiendo
íntegramente lo escrito en la cubierta del sobre (circunstancia de encontrarse el testador en su sano juicio, nombre,
apellido y domicilio del testador y de cada uno de los testigos, y la hora, día, mes y año del otorgamiento). Finalmente,
el cónsul expedirá y remitirá una copia autorizada del texto de la carátula transcrita en el Libro de Actos Notariales al
Jefe de la respectiva Misión Diplomática, para los efectos previstos en el inciso 2 del artículo 1029 del Código Civil. Esta
copia autorizada se remite también al Ministerio de Relaciones Exteriores, quien previa legalización, lo transmite a la
Secretaría de la Corte de Apelaciones de Santiago, para su correspondiente distribución al juez del último domicilio del
testador en Chile, a fin de que éste la haga incorporar en el protocolo de un notario del mismo domicilio. La normativa
nada dice respecto del destino del sobre o carátula original que contiene el testamento cerrado, siendo habitual que se
entregue al testador o a la persona que éste designe. En Chile la práctica es que los notarios conserven el testamento en
custodia, para así evitar que el testador lo pierda o que sea extraviado. Lo mismo tendría que hacer la oficina consular si
el testador así lo solicita expresamente, cuidando de preservar en caja de seguridad el sobre que contiene el testamento
(Circular Consular N° 252, sobre testamentos cerrados (enero de 2010), de la Dirección General de Asuntos Consulares
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
certificados, autenticación de firmas, etc. Para que estos documentos tengan valor en Chile, deberán
con posterioridad ser debidamente legalizados en el MINREL, en Chile.
Tratándose de cierto tipo de escrituras públicas, los notarios –en este caso los cónsules– no pueden
proceder sino en base de minutas firmadas por un abogado habilitado para el ejercicio de la profesión
en Chile, debiendo además dejarse constancia expresa antes del fin de la escritura del nombre del
profesional que firmó dicha minuta10.
3.2.3. Legalizaciones
La validez de los documentos públicos en el extranjero puede analizarse desde un doble punto de
vista: por una parte, los Estados son receptores de documentos públicos otorgados en el extranjero,
que pretenden emplearse en su territorio; por el otro, en los Estados se emiten documentos que están
destinados a producir efectos –por ejemplo– fuera de Chile.
A nivel normativo, la disposición clave relacionada con los instrumentos públicos otorgados en el
extranjero y que pretender hacerse valer en Chile es el artículo 345 del Código de Procedimiento
Civil. En su virtud, estos documentos deberán presentarse debidamente legalizados, y se entenderá
que lo están cuando en ellos conste el carácter público y la verdad de las firmas de las personas que
los han autorizado. La autenticidad de las firmas y el carácter de estos funcionarios que autorizaron el
documento se comprobará mediante el atestado de un agente diplomático o consular acreditado en el
país en donde el documento se otorgó, y cuya firma luego se compruebe con el respectivo certificado
del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.
En la práctica, el procedimiento de legalización se traduce en la obtención de una larga cadena
de firmas ante diversos funcionarios tanto del Estado de origen del documento como del Estado
destinatario del mismo. Se trata de un trámite lento, costoso y excesivamente burocrático.
Por contrapartida, los Estados que forman parte del Convenio de la Apostilla han adoptado un
procedimiento mucho más sencillo y expedito. En síntesis, la cadena de legalizaciones es reemplazada
por un único estampado o timbre conocido como Apostilla, el que inmediatamente posibilita la
presentación del documento público respectivo en el país de destino, que sea parte del Convenio. Desde
el 30 de agosto de 2016, entró en vigor en Chile este Convenio internacional, que en la actualidad
agrupa a 112 Estados. El cambio normativo implicó la adición del artículo 345 bis al Código de
Procedimiento Civil, que estipula que entre países miembros del Convenio de la Apostilla no será
necesario presentar los documentos públicos legalizados, si respecto de ellos se ha emitido una apostilla.
El incremento de los flujos hacia Chile migratorios ha traído consigo un aumento considerable
en el número de actuaciones que son realizadas por el MINREL en este campo. Así, por ejemplo,
las personas extranjeras que se avecindan en nuestro país deben legalizar o apostillar una serie de
documentos como documentos de registro civil, certificados de estudios, laborales, médicos, de
previsión social, etc.
Es muy relevante destacar que el Convenio de la Apostilla no se aplica a los documentos expedidos
por agentes diplomáticos o consulares. Esto implica que si el cónsul realiza una actuación notarial o
expide alguna clase de certificado, éste debe presentarse en Chile legalizado, y no apostillado.
21
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
la obligación de informar al detenido que le asiste tal derecho. Además, el cónsul podrá visitarlo
libremente, para conversar con él y organizar su defensa ante la autoridad competente.
Si la persona está en un recinto carcelario cumpliendo condena, la familia del detenido podrá
solicitar la acción del consulado para gestionar el envío de dinero, documentos, correspondencia,
medicamentos, etc.
4. Algunas estadísticas
Durante el año 201512, se realizaron un total de 420.609 actuaciones en los consulados de Chile en
el exterior.
Principalmente, estas actuaciones se concentran en legalizaciones (203.314); emisión de documentos
de identidad y de viaje (72.196); actos notariales (52.759); otorgamiento de visas (36.654); y práctica
de inscripciones (7.699).
11
El Reglamento Consular establece que el otorgamiento de visaciones a los extranjeros que se encuentren fuera del
país es una atribución exclusiva del MINREL, la que será ejercida en forma discrecional, ateniéndose en especial a la
conveniencia o utilidad que reporte al país la concesión de la visación de la que se trate.
12
Fuente: Sistema de Atención Consular (SAC), Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.
22
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
5. Perspectivas futuras
Entre los desafíos que enfrenta el MINREL y que tienen un impacto en el derecho internacional
privado se encuentran los siguientes:
23
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Gonzalo Biggs13
RESUMEN
La columna sobre el mecanismo de solución de controversias comerciales internacionales de
la Organización Mundial de Comercio (“OMC”) analiza su estructura y procedimiento de
desarrollo, desde su inicio hasta su ejecución, y destaca su eficiencia operativa. Resume algunas
de las principales controversias ya resueltas como son los juicios del Banano, de Ecuador, y
del Azúcar, de Brasil y otros países, en contra de las Comunidades Europeas, y algunas de
aquellas en que Chile ha sido demandante con otros países ante Estados Unidos (enmienda
byrd) y demandado (whisky y bandas de precios) por Argentina.
ABSTRACT
This article on the World Trade Organization’s (“wto’s”) mechanism for the settlement of
international trade disputes, analyses its structure and development procedure, from its start
through its completion, and highlights its operative efficiency. It summarizes some of the
leading completed controversies such as Ecuador’s Bananas Claim, and Brasil’s and other
countries´ Sugar Claims, againjst the European Communities, and some of those in which
Chile has acted as claimant against the United States (byrd amendment), and defendant
(whisky and price bands) before Argentina.
1.- Introducción
Como indicaré más adelante, el mecanismo de solución de disputas comerciales entre los Estados
miembros de la Organización Mundial de Comercio es diferente a cualquier otro procedimiento de
solución de disputas internacionales y, también, uno de los más exitosos.
Aunque las partes en estas controversias son exclusivamente los Estados, como los intereses
representados son siempre privados, ello exige de los gobiernos respectivos mantener una estrecha
coordinación y comunicación con las industrias o empresas nacionales afectadas por las decisiones
de industrias competidoras de otros países. Esta coordinación en países como Estados Unidos, las
Comunidades Europeas o Brasil es permanente e incluye apoyo técnico y legal tanto previo como
durante el desarrollo de las controversias.
Así, por ejemplo, en las últimas grandes controversias resueltas por la OMC, como fueron las
del azúcar, de Brasil y otros países contra las Comunidades Europeas, o del algodón, de Brasil y
otros países contra Estados Unidos, las estrategias de las partes respectivas, estuvieron siempre
estrechamente coordinadas con las industrias nacionales afectadas.
Abogado, socio de Figueroa y Valenzuela, miembro del Directorio de la American Arbitration Association de Nueva York
13
24
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
a) Participantes.
Los únicos participantes son los Estados Miembros. Ni las empresas privadas, la OMC, las
organizaciones internacionales o la ONU pueden intervenir o participar en el proceso.
25
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El objetivo del sistema es lograr soluciones mutuamente satisfactorias tanto para los Estados partes
en la disputa como para los demás miembros de la OMC.
Por esta razón, las decisiones de los paneles establecidos para resolver las disputas no son jurídicamente
fallos sino meras recomendaciones o informes que solo adquieren fuerza obligatoria cuando son
refrendados o ratificados por el Órgano de Solución de Disputas –OSD- y lo mismo ocurre con las
decisiones o informes del Órgano de Apelación
b) Razones de su eficiencia.
Como explico a continuación, las reglas sobre jurisdicción, el cronograma, la supervisión y las
obligaciones que el Tratado impone a los Estados Miembros, explican, entre otros, la eficiencia del
procedimiento:
i) Jurisdicción.
Los Estados partes en un litigio ante la OMC, no pueden cuestionar su jurisdicción o las de los
paneles o del órgano de apelación por cuanto ellas fueron aceptadas cuando ratificaron el Tratado
de Marrakech y su anexo sobre solución de disputas. Por lo tanto, iniciada una acción bajo este
procedimiento, el demandado no puede objetar o cuestionar la jurisdicción del panel u órgano
designado por la OMC para resolver la disputa o controversia. Esto contrasta con lo que ocurre, por
ejemplo, con las disputas ante el CIADI del Banco Mundial o la Corte Internacional de Justicia,
donde las cuestiones jurisdiccionales absorben una parte substancial del procedimiento.
ii) Cronograma.
El procedimiento aplicable a las disputas está sujeto a un cronograma estricto que no puede ser
modificado discrecionalmente por las partes o por los paneles o el Presidente, sino que solo por el
OSD o su Presidente.
Los plazos desde la formación de un panel hasta la adopción del fallo por el OSD es de 9 meses
y de 12 cuando hay apelación. Las prórrogas solo las puede autorizar el Presidente del Órgano de
Solución de Disputas- OSD
iii) Supervisión.
Los países miembros están obligados a asegurar la conformidad de sus leyes, reglamentos y
procedimientos administrativos con las obligaciones que les impone el Tratado ( art.XVI (4). Además,
los paneles pueden solicitar información y asesoramiento técnico a cualquier persona o entidad de los
Estados miembros y éstos están obligados a responder de manera pronta y completa las solicitudes
que les dirija un panel.
c. El procedimiento.
A diferencia de otros procedimientos, las partes no tienen libertad para elegir las causas legales de sus
reclamos por cuanto ellas deben limitarse a las siguientes:
i) una infracción a las disposiciones de los acuerdos multilaterales y/o a los derechos y obligaciones
establecidos por el Tratado de la OMC y/o al Anexo sobre Solución de Disputas (son las
denuncias más frecuentes); o
ii) que un beneficio proveniente directa o indirectamente del GATT 1994, está siendo anulado
o menoscabado como consecuencia de que la otra parte contratante: a) no ha cumplido sus
obligaciones bajo el GATT; o b) ha aplicado una medida contraria a las disposiciones del GATT.
26
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
d. Desarrollo.
El procedimiento es confidencial y se inicia cuando un Estados miembro consulta a otro Estado
miembro; una vez formulada la consulta, debe ser respondida dentro del plazo de 10 días con el
objeto de encontrar una solución mutuamente razonable. La misma se realiza sin la presencia del
Secretariado pero puede incluir a otros Estados miembros como terceros interesados que demuestren
tener un interés substancial involucrado.
Si la diferencia no se resuelve dentro de 60 días de formulada la consulta o el país consultado no
responde dentro de diez días, el país que solicitó la consulta puede pedir al OSD la formación de un
panel o grupo especial que será el que administrará la controversia.
El balance del mecanismo de consultas arriba descrito ha sido inmensamente positivo por cuanto
ha reducido de manera substancial el número de las disputas y ha contribuido a lograr soluciones
razonables sin los costos y demoras de un procedimiento contradictorio.
i) Los Paneles.
La composición de los paneles la reglamenta el Acuerdo y, para facilitar la elección de sus miembros,
la Secretaría mantiene una lista indicativa de expertos de las cuales pueden elegirse tres personas que
actuaran a título personal. Las partes solo pueden oponerse a sus nombres por razones imperiosas.
Los fallos no pueden reducir, aumentar o modificar los derechos y obligaciones establecidos en los
acuerdos multilaterales anexos (art.3(2) por cuanto el objetivo no es crear derecho nuevo mediante
la interpretación de las disposiciones de la OMC. Su objetivo es garantizar la seguridad y predicción
del sistema Multilateral de Comercio
Acreditada una infracción a algunas de las obligaciones establecidas en los acuerdos multilaterales, el
artículo 3.8 establece la presunción de que la medida constituye una caso de anulación o menoscabo y,
en tal caso, corresponderá al Miembro contra el cual se ha presentado la denuncia refutar la acusación.
En general, la presunción del artículo 3,8 jamás ha sido refutada y los paneles han rechazado el
argumento de que las obligaciones infringidas habrían tenido efectos comerciales mínimos y no
habrían menoscabado los derechos de la otra parte.
En la práctica, los reclamos más frecuentes son por infracciones positivas a disposiciones que prohíben
ciertas acciones.
Un rol fundamental lo desempeña el personal profesional de la OMC que asesora a los paneles,
aunque no firman ni son responsables por sus decisiones.
ii) Tercerías.
Todo miembro que tenga un interés sustancial en un asunto sometido a un panel y así lo haya
sometido al OSD tendrá la oportunidad de ser oído y de presentar comunicaciones escritas las que
serán reflejadas en el informe del panel.
Bajo ciertas condiciones, los paneles tienen discreción para determinar las materias que podrán ser
incluidas o excluidas de los términos de referencia y del fallo de una controversia.
Respecto de los amicus curiae, se ha resuelto que ello queda entregado a la discreción de los paneles,
caso por caso. (art.13 del DSU). Los riesgos son el uso de información confidencial o que se utilice
para reforzar los argumentos de las partes en la disputa.
27
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Las decisiones del OSD se adoptan por consenso lo que significa que un acuerdo se produce cuando
ningún miembro presente en la reunión en que se adopte la decisión se opone formalmente a ella
(art. IX(1)
e. Apelación.
Dentro de los 60 días de distribuido el fallo o informe del Panel, el mismo será adoptado por el OSD
al menos que una de las partes notifique formalmente su decisión de apelar o que el OSD decida por
consenso no adoptar el fallo.
Las apelaciones las resuelve el Órgano de Apelación que lo conforman siete personas nombradas por
el OSD por períodos de cuatro años. Deben ser personas de reconocido prestigio y no vinculadas a
ningún gobierno. Hasta la fecha ningún chileno ha sido miembro del Órgano de Apelación.
La duración del procedimiento de apelación desde la fecha en que se notifica la decisión de apelar
y la fecha en que el órgano de Apelación emite su informe es de sesenta días. El único objeto de la
apelación son las cuestiones jurídicas tratadas en el informe del panel. Las decisiones del órgano de
apelación son adoptadas sin condiciones por el OSD salvo que éste decida no adoptarlo dentro de
los 30 días.
f. Ejecución.
Cuando el panel o, en su caso, el Órgano de Apelación concluyan que la medida reclamada es
incompatible con el Acuerdo objeto del reclamo, recomendarán al Miembro afectado que la ponga
en conformidad con ese Acuerdo y podrán sugerir su forma de ejecución.
Al respecto, el artículo 21(1) señala que para asegurar la eficaz solución de las disputas en beneficio
de todos los Miembros, es esencial el pronto cumplimiento de las recomendaciones o resoluciones
del OSD.
El anterior principio se haya reiterado por el artículo 3(7) que señala que “el último recurso para el
Miembro que se acoja al procedimiento es la posibilidad de suspender, de manera discriminatoria
contra el otro Miembro, la aplicación de concesiones o el cumplimiento de otras obligaciones siempre
que el OSD autorice la adopción de esta medidas.
La más típica forma de suspensión de concesiones es el recargo de tarifas las que deben ser
proporcionales o equivalentes al monto del perjuicio sufrido por la parte agraviada y deben especificar
el acuerdo o sector que será objeto de la suspensión.
Las sanciones son prospectivas y no retroactivas y comienzan desde la fecha en que el OSD autoriza
la suspensión de concesiones u otras obligaciones.
Las sanciones se aplican en el mismo sector en el cual se produjo la infracción. Sin embargo, cuando
ello no fuera efectivo o practicable, la parte afectada puede pedir que se aplique en otro sector pero
dentro del mismo acuerdo. Pero si lo anterior tampoco fuera efectivo, puede pedir la suspensión de
concesiones en otros acuerdos. En el juicio del banano de Ecuador en contra de las Comunidades
Europeas, que comentamos más adelante, Ecuador pidió la suspensión de los derechos de propiedad
intelectual sobre diversos productos importados de Francia.
La aplicación integrada del DSU y de todos sus acuerdos multilaterales anexos debe interpretarse
conforme al derecho internacional, lo que no ocurría bajo el GATT por cuanto este consistía en una
sucesión de decisiones y reglas separadas.
No se reconoce el stare decisis del derecho anglo sajón- que hace obligatoria la aplicación de la
jurisprudencia precedente- pero en la práctica las resoluciones toman en consideración lo resuelto en
los fallos anteriores.
28
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
g. Algunos ejemplos.
El sistema de solución de controversias arriba descrito ha funcionado y funciona excepcionalmente
bien entre países cuyos niveles de desarrollo son fundamentalmente equivalentes. Sin embargo,
cuando los autores de las medidas discriminatorias son Estados Unidos o las Comunidades Europeas
y los afectados algunos países en desarrollo, la ejecución de las decisiones ha sido más compleja.
Ejemplo de esto último han sido los juicios de los productores de bananos contra las Comunidades
Europeas y de Antigua-Barbuda en contra de Estados Unidos por los servicios de apuestas por
internet de Antigua-Barbuda en contra de Estados Unidos que comentamos a continuación.
Este juicio fue iniciado por Ecuador en contra de las Comunidades Europeas (“CE”), el 5 de Febrero
de 1996, bajo las reglas del GATT y fue continuado bajo las reglas de la OMC. Finalizó por mutuo
acuerdo de las partes el 8 de Noviembre de 2012 y es el más largo en la historia de ambas instituciones.
El reclamo fue por las restricciones impuestas por las Comunidades a las importaciones, distribución
y venta del banano desde Ecuador- en violación de las disposiciones del GATT, y de los Acuerdos
sobre Agricultura, Comercio en Servicios y Medidas en Materia de Inversiones relacionadas con
el Comercio y las preferencias Europeas por las importaciones de sus excolonias agrupadas en el
Convenio de Lomé. A la demanda del Ecuador se sumaron la mayoría de los países productores y
Estados Unidos como consumidor; finalmente, gracias a los buenos oficios del Director de la OMC,
Pascal Lami, las partes concluyeron el conflicto de mutuo acuerdo.
El Estado Isla de Antigua inició el 23 de julio de 2003, un juicio en contra de Estados Unidos que
hasta la fecha continúa pendiente.
La demanda fue en contra de las restricciones legales de Estados Unidos al suministro por internet,
desde Antigua, de servicios de juego y apuestas que, según Antigua, infringían diversas disposiciones
del Acuerdo General sobre Comercio en Servicios. Estos servicios devengaban para Antigua ingresos
superiores a $164 millones de dólares anuales.
El 7 de abril de 2005 el OSD ratificó el fallo del Órgano de Apelación que resolvió que las restricciones
de Estados Unidos infringían el mencionado Acuerdo y debía eliminarlas.
Estados Unidos procuró modificar el Acuerdo para que se excluyeran de este, explícitamente, los
servicios de apuestas y juego. Tuvo éxito con todos los países miembros excepto con Antigua quién,
en cambio, solicitó se suspendieran las concesiones a Estados Unidos bajo los Acuerdos de Servicios
y de Propiedad Intelectual (“TRIPS”) por un monto de $3.4 billones anuales. Esta petición fue
acogida por el OSD el 28 de enero de 2013 pero, hasta la fecha, el tema se mantiene pendiente.
i) Enmienda Byrd
El 21 de septiembre de 2000, Australia, Brasil, Chile, las Comunidades Europeas, India, Indonesia,
Japón Corea y Tailandia iniciaron consultas con Estados Unidos con el objetivo de eliminar
la “Enmienda Byrd” que prohíbe la utilización de recursos federales de Estados Unidos para
determinadas actividades, por considerarla contraria a los Acuerdos Antidumping, de Subsidios y
Medidas Compensatorias, GATT 1994 y Tratado de Marrakech. En 2001, México y Canadá se
sumaron a la demanda.
29
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Chile inició consultas con Francia el 24 de julio de 1995 por sus restricciones a las importaciones de
ostiones.
El reclamo fue por prohibir Francia que los ostiones importados de Chile se denominaran “coquille
Saint Jacques” y fue apoyado por Canadá y Perú. El 5 de julio de 1996 las partes solucionaron el
reclamo de mutuo acuerdo.
Chile solicitó consultas con Estados Unidos el 5 de agosto de 1997 por sus restricciones a la
importación de salmón (DS.97)
Según Chile, Estados Unidos habría iniciado una investigación sin tener evidencia de daño como lo
exige el Acuerdo sobre Subsidios y Medidas Compensatorias.
Chile solicitó consultas con Perú el 22 de abril de 2002 por su impuesto a las importaciones de fruta
(DS-255).
El 25 de septiembre de 2002, Chile retiró su reclamo por haber sido derogada la legislación que lo
motivaba.
30
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
modificado su legislación y de que el impuesto del 25% aplicado a las bebidas alcohólicas importadas
se aplicaría igualmente al pisco.
Pez Espada.
El 19 de abril de 2010 las Comunidades Europeas, solicitaron consultas con Chile por prohibir,
basado en su legislación de pesca de 1999, el desembarque en puertos chilenos del pez espada y de
que esta prohibición violaría las disposiciones del GATT 1994 sobre libre tránsito y eliminación de
restricciones cuantitativas (art.XI).
El 12 de diciembre de 2000 se formó un panel pero el 12 de noviembre de 2003 las partes informaron
a la OSD que habían acordado suspender el proceso de formación del panel. Posteriormente, el 28
de mayo de 2010, ambas partes informaron a la OSD que notificarían cualquier solución mutua a la
que pudieran llegar y que fuera ratificada por sus legislaciones respectivas.
l. Experiencias Personales.
El suscrito fue designado por el Gobierno de Chile para formar parte de la lista indicativa de expertos
de la cual la Secretaría de la OMC designa a los miembros de los grupos especiales o paneles que
resuelven las diferencias entre los países miembros ( Anexo 2 del Tratado de Marrakech de 15 de
abril de 1994 que estableció la Organización Mundial de Comercio).
Las experiencias del suscrito han sido las siguientes:
1 Demanda de Canadá en contra de Estados Unidos por los derechos compensantorios aplicados
a las importaciones de madera blanda (WT/DS236R).
El 1° de Febrero de 2002 el Director de la OMC designó un panel que presidió Dariusz Rosati de
Polonia, Robert Arnott de Australia y el suscrito de Chile.
Las conclusiones del Panel fueron que las decisiones de Estados Unidos fueron inconsistentes con sus
obligaciones bajo el Acuerdo de la OMC sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias y anularon
los derechos conferidos a Canadá por dicho Acuerdo. Las anteriores conclusiones fueron ratificadas
por el Órgano de Solución de Disputas de la OMC y no hubo apelación de Estados Unidos.
2 Demanda de Australia, Brazil y Tailandia en contra de las Comunidades Europeas por sus
subsidios al azúcar (WT265/R). Participaron, igualmente, como terceros interesados,23 países.
El 23 de diciembre de 2003, el Director de la OMC designó un panel que presidió Warren Lavorel
de Estados Unidos, Naoshi Hirose de Japón y el suscrito de Chile.
Las conclusiones del Panel fueron que las exportaciones de azúcar de las Comunidades Europeas
constituyeron subsidios que infringieron sus obligaciones bajo el Acuerdo sobre Agricultura y
anularon los beneficios conferidos a Australia por dicho Acuerdo. Además, se recomendó, a las
Comunidades Europeas adaptar su legislación a las disposiciones del Acuerdo de la OMC sobre
31
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Agricultura. Las anteriores conclusiones fueron ratificadas por el Órgano de Solución de Disputas
de la OMC y la apelación de las Comunidades Europeas fue rechazada por el Órgano de Apelación
de la OMC.
3 Demanda de Panamá en contra de Colombia por la aplicación de precios indicativos y restricciones
de sus puertos de entrada (WT/DS366/IR). Participaron en calidad de terceros, 9 países.
El 8 de febrero de 2008, el Director de la OMC designó un panel formado por Gary Horlick de
Estados Unidos, Miguel Rodriguez Mendoza de Venezuela y el suscrito de Chile.
Las conclusiones del Panel fueron que los decretos y las diversas resoluciones de Colombia que
establecieron precios indicativos eran por si mismos incompatibles con las disposicione del Acuerdo
sobre Valoración en Aduana y sus medidas respecto a los puertos de entrada eran incompatibles con
diversas disposiciones del GATT 1994. Las anteriores conclusiones fueron ratificadas por el Órgano
de Solución de Disputas de la OMC.
32
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
RESUMEN
El presente artículo efectúa una revisión de los recientes procesos de actualización del
derecho internacional privado de los países de la región, destacando especialmente la reciente
experiencia argentina. De esta forma, la autora analiza las novedades que en la materia
presenta el Código Civil y Comercial de 2015, destacando el nuevo tratamiento unificado
que recibe el derecho internacional privado en dicho país en un único cuerpo normativo, que
abarca las tres grandes materias propias de esta rama (parte general, competencia judicial y
parte especial), guiado por un espíritu posmoderno, que recoge criterios flexibles que favorecen
la justicia por sobre los formalismos, de una manera acorde con la constitucionalización del
derecho.
ABSTRACT
This article reviews update processes of private international law in the countries of the
region, especially highlighting the recent Argentina´s experience. The author analyzes the
developments presents the Civil and Commercial Code of 2015, highlighting the new
unified treatment given to private international law in that country in a single regulatory
body, covering the three major own objects this branch (general part, jurisdiction and special
part), guided by a postmodernist spirit, which includes flexible criteria that favor justice over
formalisms, in a manner consistent with the constitutionalization of law.
14
Abogada. Doctora en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Profesora de
Derecho internacional privado y de Derecho de la integración, Universidad Nacional de Córdoba. Miembro de la lista de
árbitros Mercosur por Argentina. Académica Honoraria de la Academia Mexicana de Derecho Internacional Privado y
Comparado. Vice-Presidente de European Community Studies Association-América Latina.
15
Publicada en la Gaceta Oficial N 36.511 de 6/8/1998.
16
Conf. Fernández Rozas, José C., “Orientaciones del Derecho internacional privado en el umbral del siglo XXI”, en Revista
Mexicana de Derecho Internacional Privado, número especial 2000, Academia Mexicana de Derecho internacional
Privado y Comparado, A.C. , México D.F., 2000, p. 7.
33
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
incorporar los Tratados de DDHH en las Constituciones nacionales lleva a cubrir un vasto horizonte
en las nuevas regulaciones de DIPr y despliega consecuencias directas en el accionar del legislador y
de los aplicadores del derecho.
En el legislador, se proyecta a la hora de elaborar las normas en tanto debe lograr el respeto cabal
de los principios constitucionales. Mientras que el juez, como intérprete y aplicador de las normas
de DIPr, debe actuar sobre la base de tales principios y valores. En la práctica revierte en que ante la
posibilidad de distintas interpretaciones, el juzgador opte por la que mejor garantice el cumplimiento
de tales axiomas.
La interpretación de las normas de DIPr a la luz de los principios incorporados no es particular de
cada sistema o de un ordenamiento sino que bien puede aseverarse que representan un patrimonio
común de los Estados vinculados por dichos tratados, al tratarse de una muy importante porción de
la humanidad17.
Efectuada este breve introducción, se comprende que varios Estados del continente se hayan puesto
en la tarea de modernizar sus legislaciones, Algunos países se decidieron por independizar el DIPr
de los Códigos Civiles reconociendo la autonomía que ha ganado la materia. En esta línea se enrolan
por ejemplo, Venezuela, Panamá18 y República Dominicana19, en tanto que otros estados optaron
por incluir las normas de tráfico jurídico externo en el Código Civil y Comercial; tal el caso de
Argentina20.
Además de estas regulaciones jurídicas que se encuentran vigentes, están aquellas proyectadas en
países que vienen trabajando vastamente en normas específicas de DIPr. En esta línea mencionemos
a modo de ejemplo a México que elaboró un Proyecto de Código Modelo de DIPr21, impulsado por
la Academia Mexicana de DIPr y Comparado, y a Uruguay cuyo Proyecto Uruguayo de Ley General
de Derecho Internacional Privado22 fue presentado al Parlamento en 2009 aunque a la fecha no ha
sido aprobado.
17
Ver una ilustrativa publicación que aborda la temática: El sistema de los Tratados de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas. Folleto informativo N 30 /rev 1, Naciones Unidas, Nueva York y Ginebra, 2012. http://www.ohchr.org/
Documents/Publications/FactSheet30Rev1_sp.pdf
Para los Tratados de DDHH de la Oranización de Estados Americanos ver: http://www.oas.org/es/cidh/mandato/
documentos_basicos.asp
18
Código de Derecho Internacional Privado de la República de Panamá,
Ley 7 promulgada el 8 de mayo de 2014.
Publicado en la Gaceta Oficial No. 27.530.
19
Ley no 544-14 de Derecho Internacional Privado de la República Dominicana, de 15 de octubre de 2014
20
Fecha de Publicación: B.O. 8/10/2014. Si bien se ha discrepado con el trámite legislativo brindado para su aprobación
por el Honorable Congreso de la Nación, en coincidencia con el Dr. Lorenzetti consideramos que “las grandes obras del
derecho argentino siempre fueron conflictivas en sus procesos de gestación”; sin perjuicio de lo cual dichas “disputas se olvidaron
y quedaron las obras, que dieron un gran beneficio a la evolución del derecho…”. Consultar: “Presentación del Código Civil y
Comercial de la Nación”, de Ricardo LORENZETTI, Publicado en: La Ley 06/10/2014, 06/10/2014, 1; Cita online:
AR/DOC/3561/2014
21
El Proyecto puede verse en Revista Mexicana de Derecho Internacional Privado y Comparado No 20, Academia Mexicana
de Derecho Internacional Privado y Comparado, A.C., México DF, 2006, pp. 73-125.
22
Enviado al Parlamento de Uruguay en 2009. Acerca del Proyecto ver: Fresnedo de Aguirre, C./ Lorenzo Idiarte,
G., El Proyecto Uruguayo de Ley General de Derecho Internacional Privado Uruguayo, https://asadip.wordpress.
com/2009/05/29/el-proyecto-uruguayo-de-ley-general-de-derecho-internacional-privado-2008/
23
El Decreto 191 del Poder Ejecutivo, emitido el 23 de febrero de 2011, creó la Comisión de Reforma.
34
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
El criterio adoptado por la CR para elaborar las normas de Derecho internacional privado (DIPr)
consistió en convocar a un equipo integrado por especialistas a fin de que colaboren en la tarea de
construcción de un nuevo sistema24.
A fin de cumplir con el compromiso asumido se siguieron las pautas establecidas por la Comisión
en orden a los principios que debían guiar el trabajo y tópicos que correspondía incorporar como
normativa. El equipo colaborador diseñó varias reglas que no fueron incluidas, principalmente las
relativas al sector de reconocimiento de decisiones extranjeras y a las sociedades constituidas en el
extranjero. Más allá de estas omisiones, la CR respetó casi en un todo los lineamientos generales que
le fueran elevados.
En términos generales, y pese a no superar la dispersión normativa que caracterizó durante tanto
tiempo a la materia, el fraccionamiento de la asignatura ha disminuido considerablemente, y me
animo a adelantar que la nueva regulación de DIPr constituye un avance muy significativo con
relación a la que le precede25.
Para desarrollar la temática que integra este Capítulo, transitaremos por algunos de los principios
orientadores del nuevo sistema (2), las fuentes que obraron de inspiración para diseñar la normativa
(3) efectuaremos seguidamente un fugaz enunciado de las temáticas que consideramos relevantes
(4), para finalizar con algunas conclusiones que son más bien reflexiones nacidas como fruto del
trabajo realizado (5). En este breve sobrevuelo por el DIPr autónomo argentino, seguimos la nota de
elevación que el EC acompañó a la Comisión de Reforma ya que resulta sumamente ilustrativa para
conocer el pensamiento que primara a la hora de elaborar las disposiciones.
Consignemos para completar esta faz introductoria, que las normas de DIPr están compiladas en el
Libro Sexto, Título IV del nuevo CCCN. En consecuencia, no hemos logrado aún la aspiración de
máxima de los jusprivatistas internacionalistas que gira en torno al reconocimiento de la autonomía
legislativa de una disciplina que goza de autonomía científica. Empero, el hecho de agrupar buena
parte de la materia bajo un único título, aunque dedicado solo a dos de sus tres sectores, es un paso
importante en tal dirección26.En este orden de ideas, el derecho comparado permite advertir que hay
posiciones encontradas; están los ordenamientos que se ubican en el reconocimiento de la autonomía
legislativa, sin duda la óptica que predomina con mayores rangos de conveniencia y criterio lógico27,
24
Tuvimos el privilegio de ser invitados a colaborar los Dres. Marcelo Iñiguez, María Susana Najurieta, María Elsa Uzal y
quien suscribe, Adriana Dreyzin de Klor.
25
Doctrina calificada se ha pronunciado en igual sentido. Ver BRITOS, Cristina, “Principios del Derecho Internacional
Privado en el Proyecto de Código”, La Ley 13/02/2014, 1, AR/DOC/4058/2013; SCOTTI, Luciana, Disposiciones de
Derecho Internacional Privado, Código Civil y Comercial, (Alberto Bueres, Director) Hammurabi, Buenos Aires, 2015;
FELDSTEIN DE CÁRDENAS, Sara, El nuevo Código civil y Comercial de la Nación Argentina, LERMAN, Celia, Las
disposiciones generales de Derecho internacional privado en el Anteproyecto de reforma del Código Civil y Comercial de
la Nación: Comentarios sobre su continuidad, concisión y consenso. Universidad Torcuato Di Tella, Revista Argentina
de Teoría Jurídica, Volumen 13 (Agosto de 2012); HERRERA, María M., Breve reseña de la estructura y regulación de
derecho internacional privado en el Proyecto de Unificación del Código Civil y Comercial, elDial DC1ACD, publicado
el 28/6/2013. SAMTLEBEN, Jürgen, Neukodifikation des Internationalen Privatrechts in Argentinien, IPrax Hamburg,
2015.
26
Lamentablemente, importantes temas quedan fuera del Título IV, Libro 6. Así, el sector del reconocimiento de decisiones
extranjeras que fuera diseñado por el EC y elevado a la CR, no se incorpora al título. Lo mismo sucede con las normas
referidas a sociedades constituidas en el extranjero. En el primer caso, continúan vigentes las normas contenidas en el
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y en los ordenamientos procesales provinciales, en tanto que la regulación
de las sociedades constituidas en el extranjero, sigue sometida a lo dispuesto en la Ley de Sociedades Comerciales. Otros
temas que integran el DIPr no fueron abordados por el equipo que colaboró con la CR en la materia, pues ab initio se
nos anticipó que no debíamos incluir –al menos en esta etapa-, la regulación de situaciones internacionales plasmadas
en leyes especiales que reciben una regulación autónoma (por ejemplo, derecho internacional privado de la navegación,
insolvencia, seguros y derechos de autor y conexos). Asimismo, el grupo de trabajo que conformamos no ha abarcado la
problemática de las inmunidades jurisdiccionales de Estados y organizaciones internacionales.
27
En esta línea se inscriben, entre otros ejemplos, Bélgica, con su Código de Derecho Internacional Privado; Suiza, que
cuenta con la Ley Federal sobre Derecho Internacional Privado; Italia que adoptó la Ley Italiana de Derecho Internacional
Privado. En América hay también una clara tendencia en igual sentido pues Venezuela fue pionera en el continente al
adoptar en 1998 su Ley de Derecho Internacional Privado y existen actualmente el Proyecto de Ley General de Derecho
35
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y también existen legislaciones que se han inclinado por la incorporación del DIPr autónomo al
Código Civil28.
3.- Los principios inspiradores del nuevo Código Civil y Comercial desde la perspectiva del
DIPr autónomo
Una premisa insoslayable que necesariamente preside el sistema de DIPR consiste en tomar como
punto de partida que las normas que integran un sistema nacional de DIPr de fuente interna deben
favorecer una coordinación adecuada entre el derecho autónomo y los sistemas de los demás Estados.
Esta posición tiene un claro propósito, que no es otro que favorecer la mejor inserción global del
sistema interno de un Estado a la vez que respetar la articulación con los países de la región a la
que pertenece el ordenamiento. En Argentina esta directriz se encuentra en buena medida allanada
al haberse alcanzado algunos consensos en diversos temas por medio de la trama de convenciones
internacionales que vinculan a la República Argentina29.
En este tiempo hay un factor esencial que transita por reconocer que la materia no es un compartimento
estanco en reñación con las otras asignaturas que integra la ciencia jurídica y su carácter formalista
ha ido cediendo espacio para ganar terreno una posición sustantivista en el sentido de su orientación
metodológica. Hoy no se debate que se trata de una orientación comprometida con solventar una
jurisprudencia de valores e intereses y esta afirmación implica negar neutralidad a la disciplina asi
como dejar de lado la concepción que sostiene estrictamente su carácter localizador considerar al
DIPr en función de los objetivos y valores que persiguen las respuestas que brinda al caso concreto.
EL DIPr al igual que toda la ciencia jurídica debe poner en práctica la jurisprudencia de valores y
no solo recibirla.
A partir del desarrollo que observa esta ciencia, en virtud del incremento de las situaciones privadas
multinacionales y la necesidad de tener en cuenta la evolución de la ciencia operada en los últimos
decenios con la globalización como escenario, las relaciones de tráfico externo se ven condicionadas
por una dinámica impensable solo un par de décadas atrás. Frente a esta realidad y una operatoria cada
vez más significativa, hubo acuerdo en que debían diseñarse soluciones “que sean a la vez sencillas y
de cierta flexibilidad, a fin de que la codificación permita captar situaciones que se presentan con una
tipicidad fáctica compleja, de alto dinamismo y muchas veces rebelde a encuadramientos rígidos”.
Ahora bien, como principios rectores, siguiendo las pautas establecidas por la CR, obran aquellos
axiomas que llevan a señalar que el CCCN opera como instrumento de la constitucionalización del
Derecho Privado- y por tanto del DIPr - nutriéndose de un espíritu latinoamericanista y abrevando
en las respuestas que brinda la jurisprudencia para situaciones que muchas veces carecen de respuesta
normativa. Estas lagunas se comprenden con solo atender a la época en que se dicta el código civil
derogado, obra magistral de un jurista sabio como fue Vélez Sarsfield, pero que ya no capta situaciones
y figuras que se han ido evidenciando al hilo de la posmodernidad. Una regulación pionera en su
Internacional Privado del Uruguay, el Proyecto de Ley de Derecho Internacional Privado de República Dominicana; y
otro ejemplo en la misma dirección está dado por los Estados Mejicanos que cuentan con el Proyecto de Código Modelo
de Derecho Internacional Privado. Argentina contaba con antecedentes en igual sentido pues, en 1974, se presentó
el Proyecto de Código de Derecho Internacional Privado por el Prof. Goldschmidt y luego el Proyecto de Derecho
Internacional Privado de 2003. Ver, DREYZIN DE KLOR, Adriana, “Los principales desarrollos dentro del Derecho
internacional privado en el próximo siglo en Argentina”, Revista Mexicana de Derecho Internacional Privado, Número
especial 2000, Academia Mexicana de Derecho Internacional Privado y Comparado. A.C. México, mayo de 2000.
28
Hay legislaciones modernas que han optado por incluir las normas de DIPr en sus Códigos Civiles. En esta línea, véase el
Código de Quebec que les dedica el Libro X, el Código Civil Alemán, que las incorpora en su Acta Introductoria (2009)
y el Código Civil del Perú, entre otros.
29
Conforme se explicita en la nota elevada por el equipo colaborador de la CR en esta materia a la hora de entregar las
normas diseñadas, la que es tomada en buena medida para elaborar este trabajo. Resulta muy ilustrativo dar a conocer las
ideas, principios y consideraciones que nos guiaron a quienes trabajamos en la normativa del DIPr, motivo que lleva a
transcribir en buena parte, tales líneas.
36
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
momento y destacable por su señera vigencia de más de cien años no resulta apta para regir los
destinos del ciudadano del siglo XXI.
Los principios sobre los que se edifica el DIPr enraizan en el espíritu posmoderno30 y concretamente,
en la adopción de criterios flexibles, en asumir la cooperación jurisdiccional internacional como un
deber, en la incorporación expresa de la autonomía de la voluntad destacando así la posibilidad
de reconocer a la persona humana una facultad que le compete y en optar por incluir conexiones
que responden a la vinculación de las relaciones con los ámbitos espaciales desde una perspectiva
lógico-axiológica, dotando al sistema de razonabilidad a la vez que facilitando la armonización de
las soluciones.
Ver: BRITOS, Cristina, “Principios del Derecho Internacional Privado en el Proyecto de Código”, La Ley 13/02/2014,
30
1, AR/DOC/4058/2013.
37
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38
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
En el Capítulo IV, Parte especial, se contemplan las soluciones particulares sobre derecho aplicable
y las reglas especiales respecto de los criterios atributivos de jurisdicción en los institutos relativos a
la persona, sus atributos, las relaciones de familia (matrimonio, uniones civiles, filiación, adopción,
responsabilidad parental y problemática sobre protección de niños y niñas), incapaces; las sucesiones,
las personas jurídicas de derecho público, personas jurídicas de derecho privado constituidas en
el extranjero, los actos jurídicos, contratos en general y contratos de consumo, responsabilidad
extracontractual, títulos valores, derechos reales y prescripción.
LORENZETTI, Ricardo, /Highton, Elena /Kemelmajer de Carlucci, Aida, La vigencia de un nuevo Código, La Ley
32
2015-D.
39
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RESUMEN
Este artículo trata sobre todo del marco legal del arbitraje comercial internacional en
América Latina y el Caribe y la influencia de la Comisión de las Naciones Unidas para el
Derecho Mercantil Internacional en las leyes de arbitraje adoptadas por la mayoría de los
países de la región, que han adoptado un modelo normativo moderna del arbitraje comercial
internacional. También incorpora información sobre el marco jurídico en vigor para el
arbitraje internacional en América Latina y el Caribe. Por último, muestra el esfuerzo
importante en estos países para superar las tendencias nacionales e idiosincrasias formalistas
en esta materia. A pesar de la resistencia negativa por los países de la región y de la defensa
de un cierto particularismo en la actualidad no existe una actitud hostil hacia el arbitraje
comercial internacional.
ABSTRACT
This article discusses the current situation of the international commercial arbitration in
Latin America and the Caribbean and the influence of the UNCITRAL Model Law
above the legal systems of the countries in this region, most of which have adopted a modern
regulatory model on international commercial arbitration. This paper also addresses news
on the international arbitration legal framework in Latin America and the Caribbean.
Finally, this article stresses the important efforts of these countries to overcome obstacles
such as the national trends and formalist idiosyncrasies in regard to this matter. Despite the
negative resistance of the countries of this region and the defense of a certain particularism, a
hostile attitude towards international commercial arbitration has no place in today’s reality
33 *
Texto revidado de la ponencia presentada en las II Jornadas de la Asociación Chilena de Derecho internacional privado
(12 y 13 de noviembre de 2015). Universidad de Magallanes, Punta Arenas. Patagonia chilena.
34
** Catedrático de Derecho internacional privado de la Universidad Complutense de Madrid. Asociado del Institut de Droit
International.
35
C. Barclay, “Arbitration in Latin America”, Arbitration, vol. 34, 1977, pp. 105 ss; D.B. Straus, “Why International Commercial
Arbitration is Lagging in Latin America: Problems and Curses”, Arb. J., vol. 33, 1978, pp. 21-24.
40
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
y para el arbitraje internacional, el cual quedaba perjudicado por la ausencia por los Estados de la
región de compromisos internacionales. La ordenación dejaba en el aire, además, una serie de dudas
y de lagunas en materias substanciales atinentes a la institución arbitral. Es cierto que el arbitraje
comercial comenzaba una tímida andadura, pero seguía pesando sobre él una concepción basada
en la función jurisdiccional, muy difícil de erradicar36 que, en esencia, rechazaba que los órganos
judiciales quedasen sustituidos por personas ajenas al poder judicial, elegidas por las partes, por los
centros administradores, o inclusive por el propio órgano de justicia ordinario, pero sin constituir un
instrumento suficientemente adecuado para la solución de las controversias37.
No se lograba alejar la institución de la esfera judicial la cual, en vez de limitarse a cumplir las
tareas de apoyo y control, se involucraba decididamente en el procedimiento arbitral introduciendo
significativos elementos de inseguridad y desconfianza38. El alcance y contenido insuficiente
de los instrumentos legales en materia de arbitraje y la manifiesta limitación de su tratamiento y
sistematización normativa eran paralelos a un esquema conceptual, que involucraba al “arbitraje”
como parte de la ley civil adjetiva y sentaba las bases de una contaminación “congénita” con las leyes
procesales estatales39. La prevalencia del texto regulador fundamental, el Código Procesal Civil, seguía
siendo la pieza maestra del sistema40, con una incidencia esencial en la interpretación e integración
de las normas que no hubiesen sido expresamente previstas por las partes (v.gr., Bolivia, Brasil41,
Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú, Venezuela…), constituyendo, a su vez, la
fuente supletoria para la interpretación e integración de la reglamentación arbitral. Finalmente, el
marco normativo y jurisdiccional descrito estaba muy en la línea de la práctica arbitral, cuya base
material e institucional se alejaba de la seguida en las instituciones arbitrajes consolidadas en otras
áreas geográficas42.
Sumariamente, todas estas deficiencias43 podrían resumirse en: a) el empleo de una variedad de
recursos para impugnar la validez de un laudo arbitral; b) la intervención, muchas veces determinante,
de los tribunales locales en el proceso arbitral, antes, durante y después de que hubiese sido dictado un
laudo44, con lo cual cualquiera de las partes estaba en condiciones de solicitar la suspensión del proceso
36
La jurisprudencia colombiana era sumamente expresiva al respecto como muestra la Sentencia de la Corte Suprema de
Justicia nº 42 de 21 de marzo de 1991. Vid. nota de F. Mantilla Serrano, Rev. arb., 1991, nº 4, pp. 723 ss. Entre otros
muchas decisiones que abonaban este planteamiento vid., inter alia, Chile: Corte de Apelaciones de Santiago, 29 de
agosto de 1986 (Urrutia / De La Maza): “los árbitros están encargados de administrar justicia y desempeñan, claro está,
una función pública, toda vez que la jurisdicción es atributo exclusivo del Estado y solo los órganos por él autorizados
pueden ejercerla”; Sentencia Corte de apelaciones de Santiago de 30 de noviembre de 1983 (De Bonis, Domingo / Zugadi,
Mª Nieves), El arbitraje en la jurisprudencia chilena, CAM Santiago, 2005, pp. 77-79 y 80-82; Panamá: Sentencia del
Pleno de la Corte Suprema de Justicia de 29 de octubre de 1992 (C. Fernie & Co., S.A. / Universal Compañía de Seguros y
Reaseguros, S.A.). Costa Rica: Sentencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, de 22 de noviembre de
2000 (Agencia Arias Hermanos, S.A. / Productos Roche Interamericana, S.A.). Perú: Sentencia del Tribunal Constitucional,
de 28 de febrero de 2006 (Fernando Cantuarias Salaverry). Vid. un estudio sistemático de esta jurisprudencia en J.C.
Fernández Rozas, Tratado de Arbitraje comercial internacional en América Latina, Madrid, 2008, nos 47-53.
37
E. Picand Albónico, “Algunas reflexiones sobre la naturaleza de la justicia arbitral”, Estudios de arbitraje. Libro homenaje al
profesor Patricio Aylwin Azócar, Santiago, 2006, pp. 193-209.
38
J.C. Fernández Rozas, Ius Mercatorum, Autorregulación y unificación de Derecho de los negocios transnacionales, Madrid, 2004, p. 68.
39
Es una tendencia extendida a otros sistemas. Vid. nuestras consideraciones en “La contaminación del arbitraje por los
conceptos e institutos de las leyes procesales estatales”, Anuario de Justicia Alternativa. Derecho arbitral, nº 13, 2015, pp.
35–66.
40
C. Frutos Peterson, “International Commercial Arbitration in Latin America: As Healthy as It Could Be?”, Alternative
Resolutions, State Bar of Texas, vol. 12, nº 3, 2001.
41
Brasil, era parte del Protocolo sobre cláusulas de arbitraje. Ginebra, 24 de septiembre de 1923.
42
N. Blackaby, D.M. Lindsey y A. Spinillo, International Arbitration in Latin America, La Haya, 2002, pp. 126 ss.
43
A.M. Garro, “Enforcement of Arbitration Agreements and Jurisdiction of Arbitral Tribunals in Latin America”, J. Int’l Arb., vol.
1, nº 4, 1984, p. 293–321; H.A. Grigera Naón, “Arbitration in Latin America: Overcoming Traditional Hostility”, Arb. Int’l, vol.
5, nº 2, 1989, pp. 146–148; id., “ICC Arbitration and Courts of Law: Practical Experiences in Latin America”, Liber Amicorum
Karl–Heinz Böckstiegel, Colonia, 2001, pp. 231–251;
44
V.gr., el asunto Entidad Binacional Yacyretá / Eriday objeto de un fallo del Juzgado Contencioso Administrativo de Buenos
Aires, 27 de septiembre de 2004 (http://www.limaarbitration.net/pdf/argentina/ yacireta-cuatelar.pdf ) que dispuso la
suspensión de un procedimiento arbitral que se seguía bajo las reglas de la Corte Internacional de Arbitraje de la CCI [ J.
41
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arbitral mientras los jueces estatales, resolvían cuestiones sobre la validez del contrato principal o
del convenio arbitral; c) la falta de aceptación de la idea que los árbitros fuesen competentes para
determinar el ámbito de aplicación de su competencia45; d) la imposición de formalidades rígidas
en el proceso arbitral como los requisitos formales que debían cumplirse en cuanto a la firma de
acuerdos arbitrales bajo formas y exigencias específicas, o e) la prohibición de extranjeros para servir
como árbitros en procesos arbitrales46. La existencia de convenciones internacionales sobre la materia
no resultaba suficiente para evitar la amplia gama de problemas que un marco legal interno de esta
naturaleza generaba47.
Como resultado de las insuficiencias apuntadas se desalentaba fuertemente el uso del arbitraje
internacional.
Frente a este enfoque, fiel reflejo de una época periclitada, ya en los primeros años del presente siglo
la institución arbitral era conocida y reglamentada en la totalidad de la región48 y se afirmaba que
América latina y el Caribe disponía de los elementos necesarios para convertirse en un espacio donde
la aplicación de arbitraje comercial internacional sería factible, a condición de que los gobiernos, los
jueces y abogados se comprometiesen a garantizar, no tanto su reconocimiento como su eficacia49.
Andando el tiempo, al lado de importantes reformas legislativas, que han conseguido un significativo
progreso de unificación, correctos desarrollos jurisprudenciales y mayor especialización de los árbitros,
se fue configurando una cultura arbitral que se extendió a los propios abogados y a los jueces50, y se
fue paulatinamente reflejando en las decisiones de éstos últimos51. De esta suerte, aunque la mayoría
Dioguardi, “El poder (proceso) judicial y el control sobre el arbitraje internacional”, Revista Iberoamericana de Arbitraje,
6 octubre 2005; H. Masnatta, “El caso Yacyretá. Un testimonio que se levanta y anda”, El Derecho (Buenos Aires), 13 de
abril de 2005]. En la práctica brasileña tuvo gran repercusión el asunto Companhia Paranaense de Energia / UEG Araucária
Ltda. (T. Marinho Nunes, “A Prática das Anti-Suit Injunctions no Procedimento Arbitral e seu Recente Desenvolvimento
no Direito Brasileiro”, Revista Brasileira de Arbitragem, nº 5, 2005, pp. 15-50; A. Wald, “As Anti-suit injuctions no dereito
brasileiro”, Revista de Arbitrage e Mediação, vol. 3, nº 9, 2006, pp. 29-43.
45
Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Panamá 13 de diciembre de 2001 (Pycsa Panamá, S.A.) donde se resolvió
que el principio según el cual los árbitros son competentes para dirimir toda controversia sobre su propia competencia
violaba el derecho fundamental constitucional de todo ciudadano a acceder al sistema estatal de justicia ( J.C. Fernández
Rozas, Tratado de arbitraje…, op. cit., nº 233). Esta doctrina sería rectificada con posterioridad tras la modificación del art.
202 de la Constitución panameña.
46
Sentencia Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala Plena, 21 de marzo de 1991 [F. Mantilla Serrano, “El arbitraje
internacional: comentario sobre la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Colombia (Sala Plena) de 21 de marzo de
1991”, Revista de la Corte Española de Arbitraje, vol. VII, 1991, pp. 95-101].
47
A. Van den Berg, “L’arbitrage commercial en Amérique Latine”, Rev. arb., 1979, pp. 123-203.
48
Vid. J.B. Lee, Arbitragem comercial internacional nos paises do Mercosul, Curitiba, 2002; C. Frutos–Peterson, L’émergence de
l’arbitrage commercial international en Amérique Latine. L’efficacité de son droit, París, 2003; J.C. Fernández Rozas, Tratado de
arbitraje comercial en América latina, Madrid, 2008 y el libro colectivo, de C. Conejero Roos, A. Hierro Hernández–Mora,
V. Machia, Valeria y C. Soto Coaguila, El arbitraje comercial internacional en Iberoamérica, Madrid, 2009 (2ª ed, 2012); J.L.
Siqueiros, “El arbitraje comercial en Latinoamerica. La perspectiva mexicana”, Estudios en homenaje a Jorge Barrera Graf, t. II,
México, UNAM-IIJ, 1989, pp. 1353 ss.R. Layton, “Changing Attitudes Toward Dispute Resolution in Latin America, J. Int’l
Arb., vol. 10, 1993, pp. 123 ss; F. Mantilla Serrano, “Major Trends in International Commercial Arbitration in Latin America”,
J. Int’l Arb., vol. 17, nº 1, 2000, 139-142; R. Santos Belandro, “Una nueva actitud de los Estados Latinoamericanos hacia el
arbitraje”, Revista Iberoamericana de Arbitraje, 4 de noviembre de 2003; D.E. González, G.F. Hritz, M. Rios y R.C. Lorenzo,
“International Arbitration: Practical Considerations with a Latin American Focus”, The Journal of Structured and Project Finance,
Spring, 2003, pp. 33–43; F. Cantuarias Salaverry, “Breve descripción de la situación del arbitraje internacional en América
Latina”, Laudo (Perú), nº 3, mayo 2004; H.A. Grigera Naón, “Arbitration and Latin America: Progress and Setbacks”, Arb. Int’l,
vol. 21, nº 2, 2005, pp. 134–135; R. Santos Belandro, “Brisas favorables de orientación estatal impulsan, a vela desplegada, el
arbitraje comercial internacional en la región”, Estudios de arbitraje. Libro homenaje al profesor Patricio Aylwin Azócar, Santiago,
2006, pp. 553–565; A. Mourre, “Perspectives of Internatioinal Arbitration in Latin America”, Am. Rev. Int’l Arb., vol. 17, nº 4,
2006, pp. 597-613; H. Díaz Candia, “Tendencias actuales del arbitraje en Latinoamérica.”, Arbitraje, vol. VIII, nº 2, 2015, pp.
413-442; A. Follonier-Ayala, Droit de l’arbitrage international en Amérique latine et en Suisse sources, nature juridique et convention
d’arbitrage, Basilea, 2015.
49
Esta es la conclusión final del libro de C. Frutos-Peterson, L’emergence de l’arbitrage comercial interfnational en Amérique latine:
l’effectivité deson droit, París, 2003
50
En torno al contenido de esta expresión, vid. Th. E. Carbonneau, “Arbitral Law-Making”, Mich. J. Int’l L., vol. 25, 2003-
2004, pp. 1183-1208.
51
Resulta ilustrativa la Sentencia C-037 de 5 febrero 1996 de la Corte Constitucional de Colombia. <http://www.
42
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
de las leyes se elaboraron teniendo presente ante todo, si no exclusivamente, la dimensión nacional,
el arbitraje empezó a coexistir con la jurisdicción estatal ampliándose las materias o temas que se
consideraban arbitrables, se redujo el uso del arbitraje de equidad y se disminuyó la relevancia del
orden público como elemento excluyente de la arbitrabilidad, al tiempo que se ampliaba el alcance
de esta última52. Como resultado, en la actualidad nadie pone en duda la relevancia del arbitraje
en el ámbito internacional, ni la envergadura de su progresiva codificación e implementación, que
posibilita la gestión, de forma pacífica y civilizada, de muchos de los retos que se suscitan hoy día en
las transacciones de carácter transfronterizo53.
A lo largo de la región es patente la acogida favorable al arbitraje comercial54 que, pese a ser inequívoca,
no deja de esconder ciertas prácticas particularistas que impiden una decidida armonización
y obligan a un estudio más pormenorizado de cada sistema particular. Una vez que en la región
se estableció la estructura necesaria para el desarrollo del arbitraje comercial los Estados del área
comenzaron a incorporarse a tratados internacionales y redactar una legislación interna adecuada. Y a
ello contribuyó un interés empresarial basado en que ambas acciones tendrían como virtud proponer
en sus acuerdos arbitrales a su propio país como sede de futuros arbitrajes55. La adopción de leyes
modernas de arbitraje era sin duda un paso necesario para revertir dicho fenómeno todavía existente
en las normas locales sobre arbitraje, y para promover una cultura favorable al uso del arbitraje como
medio de resolución de diferencias internacionales.
corteconstitucional.gov.co/relatoria/1996/C-037-96.htm>.
52
Sentencia de la Corte Constitucional de Colombia de 20 de febrero de 1995 (T-057/95) y en Argentina Sentencia
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala F, de 26 de junio de 1974.
53
K. Böckstiegel, “The Role of Arbitration within Today’s Challenges to the World Community and to International Law”, Arb.
Int’l, vol. 22, nº 2, 2006, p. 177.
54
C. von Wobeser, “Arbitrage international en Amérique latine: où en sommes-nous et vers où allons-nous?”, L’arbitrage
en France et en Amérique Latine à l’aube du XXIe siècle : aspects de droit comparé, (B. Fauvarque-Cosson y A. Arnoldo Wald,
dirs), París, 2008, pp. 256-267.
55
J.C. Treviño, “El arbitraje comercial internacional: un recurso para América Latina”, Revista de investigaciones jurídicas. Escuela
Libre de Derecho, nº 12, 1988, p. 323.
56
No puede desconocerse que determinadas agencias internacionales han sido actores importantes de este proceso. En primer
lugar, la Agencia de los EE UU para el Desarrollo Internacional (USAID) aportó más de doscientos millones de dólares entre
1985 y 1995 para la Reforma judicial, especialmente en Centro América; el Banco Mundial destinó en 1998, 90 millones de
dólares para reformas judiciales en diversos países Latinoamericanos, particularmente en Venezuela y Bolivia; por último el
Banco Interamericano de Desarrollo ha llegado a aprobar en la región proyectos por valor de 130 millones de dólares a 1998
para la reforma de la justicia. Vid. “The World Bank`s Role in Legal and Judicial Reform”, Judicial Reform in Latin America and
the Carabean: Proceedings of a World Bank Conference (M. Rowat, W.H. Malik y M. Dokalias, eds.), Washington, World Bank,
1995 (Technical Paper 280); E. Iglesias, “Derecho, justicia y desarrollo en América Latina en la década de los noventa”, Justicia
y desarrollo en América Latina y Caribe, Washington, 1993, pp. 3-11.
57
Vid. M. Dakolias, “A Strategy for Judicial Reform: The Experience in Latin America”, loc. cit., pp. 167-204; F. Saez García, “The
Nature of Judicial Reform in Latin America and Some Strategic Considerations”, Am. U. Int’l Rev., vol. 13, 1997, pp. 1267 ss.
43
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sector58. No es preciso insistir aquí en la lentitud de los procesos judiciales, en su carácter burocrático,
causante del colapso de los tribunales, y en su excesivo formalismo y rigidez, circunstancias
especialmente presentes en la práctica contenciosa de la región59. De ahí la necesidad de instaurar un
sistema alternativo basado en el diálogo y en la cooperación, conformando mecanismos de justicia
participativa conducentes a un cambio cultural en el modo de concebir la justicia.
Los gobiernos de la región han vuelto su mirada hacia los ADR en un intento de mejorar el “acceso
a la justicia”, entendida como una noción de carácter integral que no se limita a la oferta estatal en
su administración, sino que es extensiva a otros mecanismos válidos para resolver controversias de
modo pacífico. Y a ello se une el interés por controlar los costos de administración de sus sistemas
judiciales, dedicando importantes esfuerzos a estudiar la pertinencia de extender los alcances de
los métodos alternativos de resolución sin poner en marcha la maquinaria judicial. A partir de aquí
la promoción de los ADR se ha vinculado a las iniciativas de modernización de la justicia y a la
consecución de mayores grados de eficiencia para garantizar mayor igualdad en acceso a la misma de
todos los ciudadanos.
Gran parte de estas actuaciones se han inspirado en la práctica seguida en EE UU, que durante
muchos años ha introducido una amplia gama de modalidades de mediación, arbitraje, junto a y
otras formas de solución de controversias, en su sistema judicial60. Precursor y guía indiscutido en
el empleo de formas alternativas de solución de controversias en una amplia gama de controversias
sociales, debe recordarse que en muchas jurisdicciones de los Estados de la Unión las partes no
pueden dar inicio a acciones ante tribunales, ni instaurar procesos antes de haberse involucrado en
un ADR.
Con el paso de los años la actitud de reserva hacia los ADR ha ido cambiando en la región y, aunque
su implantación dista mucho de generalizarse, los usuarios de los mismos, sobre todo los vinculados
al sector empresarial, van reconociendo sus inherentes ventajas: mayor celeridad en la resolución de
los conflictos, coste menor, confidencialidad y experiencia y/o especialización del árbitro o mediador.
2. Constitucionalización
Curiosamente, a pesar de su importancia como método para resolver las controversias, sancionada
por el Estado, el arbitraje había quedado hasta tiempos recientes fuera del punto de mira del Derecho
constitucional61 y, precisamente, la región ha contribuido decididamente a este cambio de actitud
dentro del panorama comparado62, dando lugar a ciertas construcciones doctrinales, algunas de
58
A. Angell y J. Faundez, “La reforma judicial en América Latina. El rol del BID”, Revista Sistemas Judiciales, vol. 8, 2005, pp.
90-113, esp. p. 90. <http://www.sistemasjudiciales.org/content/jud/archivos/revpdf/ 34.pdf>.
59
J.C. Leal Júnior y T. Lobo Muniz, “Análise crítica sobre a utilização da arbitragem na solução de conflitos do comércio
internacional”, Revista Internacional de Estudios de Derecho Procesal y Arbitraje, 2013, nº 2, <http://www.riedpa.com/
COMU/ documentos/ RIEDPA21302.pdf>.
60
F.E.A. Sander, “Alternative Methods of Dispute Resolution: an Overview”, Univ. Florida L. Rev., vol. 37, nº 1, 1985, pp. 1-18;
H.T. Edwards, “Alternative Dispute Resolution: Panacea or Anathema?”, Harv. L. Rev., vol. 99, nº 3, 1986, pp. 668-684; W.
Twining, “Alternative to What? Theories of Litigation, Procedure and Dispute Settlement in Anglo-American Jurisprudence:
Some Neglected Classics”, Modern L. Rev., vol. 56, nº 3, 1993, pp. 380-392; M. McManus y B. Silverstein, “Brief History
of Alternative Dispute Resolution in the USA”, Cadmus J., vol. I, nº 3, 2011 < http://www.cadmusjournal.org/node/9>; M.
Hernández Crespo, “A Systemic Perspective of ADR in Latin America: Enhancing the Shadow of the Law Through Citizen
Participation”, Cardozo J. of Conflict Resolution, vol. 10, 2008, pp. 91-129; C. Menkel-Meadow, “Regulation of Dispute Resolution
in the United States of America: From the Formal to the Informal to the ‘Semi-formal’”, Regulating Dispute Resolution: ADR
and Access to Justice at the Crossroads (F. Steffek, H. Unberath, H. Genn, R. Greger y C. Menkel-Meadow, eds.), Oxford, U.K,
2013, pp. 419-454.
61
Aunque desde la perspectiva estadounidense, uno de los más importantes y recientes estudios de síntesis de debe a P.B. Rutledge,
Arbitration and Constitution, Nueva York, 2013.
62
J.C. Fernández Rozas,“La Constitución mexicana y el arbitraje comercial”, Cuestiones Constitucionales. Revista mexicana de Derecho
constitucional, nº 16, 2007, pp. 159–204; E. Silva–Romero, “De la inexorable colisión de filosofías en la constitucionalización del
arbitraje internacional en América Latina”, Constitucionalización del Derecho Privado (dir. Ch. Larroumet), Association Andrés
Bello des juristes franco–latino–américains – Universidad Externado de Colombia – Universidad del Rosario, Bogotá, 2007, p.
341.
44
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
gran enjundia63. Actualmente gran parte de los textos constitucionales latinoamericanos contienen
disposiciones propicias al arbitraje64, algunas de ellas resueltamente apreciables y otras, aunque en
modo indirecto, a través del reenvío que sus normas efectúan a los tratados internacionales65. Este
fenómeno se ha generado a través de la inserción de disposiciones concretas sobre el arbitraje en
los textos constitucionales o del reconocimiento por vía jurisprudencial del arbitraje como una
alternativa constitucional66.
La constitucionalización del Derecho al arbitraje en la región se ha manifestado a través de dos
tendencias, una que contempla el arbitraje dentro de las normas relativas al Poder Judicial67 y otra que
inserta el “derecho al arbitraje “dentro de las disposiciones sobre los derechos fundamentales68. Dicho
fenómeno ha tenido la virtud de restringir los recursos de inconstitucionalidad contra las leyes de
arbitraje69 promovidos por algunos obsesionados impugnadores de la globalización o por operadores
jurídicos para quienes resulta muy difícil entender que la función jurisdiccional nunca ha sido un
monopolio exclusivo del Estado ni un baluarte básico de la noción de soberanía nacional70.
Sin embargo no puede desconocerse que muchas veces la inclusión del arbitraje comercial en la
Constitución supone una arma de doble filo como ocurre con ciertos Estados de la región que han
usado la referencia constitucional del arbitraje como una justificación para someter al procedimiento
arbitral y a los laudos arbitrales a controles excesivos de constitucionalidad que han resultado ser
lesivos para el desarrollo de la institución71. Baste apuntar que el recurso de amparo constitucional ha
sido utilizado las más de las veces como un mecanismo en contra del derecho al acceso y a la eficacia
63
. Vid. K. Heller, “Constitutional Limits of Arbitration”, Stockholm Arbitration Review, n° 1, 2000, p. 7; B.Mª Cremades,
“El arbitraje en la doctrina constitucional española”, Revista de Arbitragem e Mediação, n° 8, p. 143; L. Luigi Capucci, “An
important decision of the italian ‘Corte Costituzionale’ regarding the powers of arbitral tribunales to apply to the Court to test
constitutionnality”, ASA Bulletin, vol. 20, n° 1, 2002, p. 138.
64
J.C. Fernández Rozas, Tratado…, op. cit., nos 198 ss; J. Santisteban Noriega, “La habilitación constitucional, para el
arbitraje con el Estado y su desarrollo en el Perú”, Arbitraje, vol. III, nº 1, 2010, pp. 43-83, esp. 45-51.
65
A. De Jesús O., “The Impact of Constitutional Law on International Commercial Arbitration in Venezuela”, J. Int’l Arb., vol.
24, nº 1, 2007, pp. 69–79.
66
Supremo Tribunal Federal (Brasil), Sentencia del 12 de diciembre de 2001, MBV Commercial and Export Management
Establishment / Resil Indústria e Comércio Ltda, Rev. arb., 2003, nº 2, p. 529, observaciones de J. Bosco Lee y C. Valença Filho;
Corte Suprema de Justicia (México), Sentencia de agosto de 2004, Teléfonos de México, S.A., comentada por F. González de
Cossío, “Chauvinism Rejected: Mexican Supreme Court Upholds the Constitutionality of the Mexican Arbitration Statute”, J.
Int’l Arb., vol. 22, n° 2, 2005, p. 163.
67
Tendencia seguida por el art. 202 de la Constitución panameña reformada en 2004. Vid. J.C. Araúz Ramos, Constitucionalización
y justicia constitucional en el arbitraje panameño, Panamá, 2015, pp. 32 ss.
68
Es el caso de las Constituciones de Costa Rica (art. 43), El Salvador (art. 23) o Honduras (art. 110). Por su parte, el Tribunal
Constitucional de Chile, al pronunciarse en el marco del control previo de la constitucionalidad del proyecto de Ley sobre
Regulación del Arbitraje Comercial Internacional, señaló que algunos de sus artículos “son constitucionales en el entendido que
dejan a salvo las atribuciones que la Constitución otorga a la Corte Suprema (control directivo, correccional y económico sobre
los tribunales)…, así como también, las acciones jurisdiccionales que contempla la Carta Política a favor de quienes puedan
verse afectados en sus derechos fundamentales por la aplicación de esta”. Cf. Tribunal Constitucional (Chile), Rol n° 420 del 25
de agosto de 2004, Proyecto de Ley sobre Regulación del Arbitraje Comercial Internacional. Vid. C. Ambrose, “Arbitration and
the Human Rights Act”, Lloyd’s Maritime and Comm. L. Q., 2000, pp. 468 ss.
69
Vid. un estudio de las decisiones sobre la eventual inconstitucionalidad de las normas sobre arbitraje en Argentina, Bolivia, Brasil
(v.gr., Sentencia del Supremo Tribunal Federal de 12 de diciembre de 2001), Colombia, México, Panamá (v.gr., Sentencia de
la CSJ de 13 de diciembre de 2001, Pycsa Panamá, S.A.), Perú y Venezuela en J.C. Fernández Rozas, Tratado…, op. cit., nos 207
ss. Refiriéndose al sistema argentino R.J. Caivano se ha cuestionado si los árbitros pueden o no ejercer el control difuso de la
constitucionalidad de las leyes. En su análisis, y después de estudiar las normas sobre el control difuso de la constitucionalidad
en Argentina y algunas sentencias judiciales afirma que “no existe norma ni principio jurídico alguno que se oponga a que los
árbitros puedan pronunciarse sobre la constitucionalidad de una norma, si tal pronunciamiento resulta necesario para resolver
las cuestiones que las partes someten a su decisión”. Vid. R.J. Caivano, “Planteos de inconstitucionalidad en el arbitraje”, Revista
Peruana de Arbitraje, nº 2, 2006, pp. 107 y 137.
70
A. De Jesús O., “El arbitraje entre constitucionalización y fundamentalismo jurídico”, Constitucionalización del Derecho Privado
(dir. Christian Larroumet), Association Andrés Bello des juristes franco–latino–américains–Universidad Externado de
Colombia–Universidad del Rosario, Bogotá, 2007, p. 391 ss.
71
E. Silva Romero, “À propos de l’inexorable collision de philosophies dans la constitutionnalisation de l’arbitrage international
en Amérique latine”, L’arbitrage en France et en Amérique Latine à l’aube du XXIe siècle : aspects de droit comparé, París, Société de
Législation comparée, 2008, pp. 269-281.
45
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de la justicia arbitral72. Por su resonancia cabe referirse al asunto Grupo Radio Centro, S.A. de C. V. /
Gutiérrez Vivó, suscitado ante la Suprema Corte de Justicia mexicana y que fue objeto de una gran
polémica73.
72
Cf. A. De Jesús O., “La Sala Constitucional y el arbitraje comercial. Hacia un régimen racional del control del laudo arbitral en
el Derecho venezolano”, Revista Peruana de Arbitraje, nº 3, 2006, p. 65.
73
F. González de Cossio, “El Caso Infored v. Grupo Radio Centro El Quijote Mexicano”, Revista del Club Español del Arbitraje,
nº 12, 2011, pp. 17-24.
74
C. Frutos–Peterson, L’émergence de l’arbitrage commercial international en Amérique Latine. L’efficacité de son droit, París, 2003; L.
Pereznieto Castro y J.A. Graham, “El arbitraje comercial latinoamericano: en busca de una doctrina propia”, Arbitraje. Revista
de Arbitraje Comercial y de Inversiones, vol. 4, nº 2, 2011, pp, 455–474.
75
Acerca de la incidencia de los tratados en la región vid. J. Hamilton “Three Decades of Latin American Commercial Arbitration”,
Univ. Pennsyvania J. Int’l L., vol. 30, nº 4, 2009, pp. 1099-1119.
76
A.F. Abbott, “Latin America and International Arbitration Conventions: The Quandary of Non-Ratification”, Harv. Int’l.
L. J., vol. 17, 1976, pp. 131 ss, esp. pp. 134-137; N. E. McDonell, “Obtaining Arbitral Awards under the Inter-American
Convention”, Disp. Res. J., vol. 50, 1995, pp. 19 ss; F. Cantuarias Salaverry, “Convención de Nueva York vs Convención de
Panamá sobre reconocimiento y ejecución de laudos”, Laudo (Lima), nº 4, 2004, pp. 1-3.
77
Vid., inter alia, F. Cantuarias Salaverry, “Reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales extranjeros en Perú”, Revista
Iberoamericana de Arbitraje, 1 enero 2003. http://www.servilex.com.pe/arbitraje/colaboraciones/reconoclaudos.html; H.
Andaluz Vegacenteno, “Algunas consideraciones generales sobre la aplicación de la Convención de Nueva York en Bolivia”,
Revista Internacional de Estudios de Derecho Procesal y Arbitraje, 2013, nº 1, pp. 1–23.
78
La Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional de Panamá de 1975 fue aprobada por la Primera
CIDIP y se incorporaron a misma: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, EE
UU, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela
(http://www.oas.org/juridico/spanish/firmas/b-35.html). Desde la perspectiva norteamericana Vid. E. Brunet, R.E. Speidel,
J.E. Sternlight, y S.H. Ware, Arbitration Law in America. A Critical Assessment, Nueva York, 2006, pp. 195 y 298-299; U.G. Pitti,
46
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
“Ámbito de aplicación del Convenio interamericano sobre arbitraje comercial internacional. Convenio de Panamá de 1975”,
Revista de la Corte Española de Aerbitraje, vol. II, 1985, pp. 121-125).
79
La Convención interamericana sobre eficacia extraterritorial de las sentencias y laudos arbitrales extranjeros fue suscrita
en Montevideo, el 8 de mayo de 1979 incorporándso a la misma Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México,
Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela (<http://www.oas.org/juridico/spanish/firmas/b-41.html>).
80
Vid. inter alia, el informe de E. Vilalta Nicuesa, P.Fabra Abat, R. Ramón Casas Vallés y A. Carod Requesens, “El marco jurídico:
Derecho comparado”, Libro Blanco de la Mediación en Cataluña (P. Casanovas, J. Magre y Mª E. Lauroba), dirs.), Departament
de Justícia, Generalitat de Catalunya, 2011, pp. 129-178. <http://justicia.gencat.cat/web/.content/documents/publicacions/
llibres_fora_colleccio/libro_blanco_mediacion.pdf>; J.P. Bonafé-Schmitt, “Os modelos de mediação: modelos latinos e anglo-
saxões de mediação”, Meritum: Revista de direito da FCH/FUMEC, vol. 7, nº. 2, 2012, pp. 181-227. <file:///C:/Users/usuario/
Downloads/1601-2806-1-SM.pdf>.
81
N. González Martín, “Un acercamiento al acceso a la justicia a través de la mediación como medio alterno de solución de
conflictos”, Sin derechos. Exclusión y discriminación en el México actual, México, UNAM-IIJ, 2014, pp. 103-139.
82
F. Orrego Vicuña, “Arbitration in a New International Alternative Dispute Resolution System”, Disp. Res. J., vol. 57, nº 2,
2002. En este contexto cabe situar la Declaración final de la VI Cumbre Iberoamericana de Presidentes de Cortes y
Tribunales Supremos de Justicia de Santa Cruz de Tenerife (mayo, 2001) según la cual los poderes judiciales deben asumir
el compromiso de “Combinar los esfuerzos nacionales e internacionales en la aplicación de los métodos alternativos
de resolución de conflictos que permitan generar directrices y políticas integradoras con esfuerzos compartidos y de
clara atención a todos los sectores de la sociedad, a fin de que la justicia se convierta en un servicio de alcance directo,
fácil y accesible que la comunidad valore por su efectividad” (http://www.tsj.gov.ve/informacion/miscelaneas/declaracion_
VICumbre.html).
47
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iii) Reglamentación unitaria o reglamentación dual del arbitraje interno y del arbitraje internacional.
En el momento de plantearse un contencioso internacional, se operaba pura y simplemente
trasladando los postulados del arbitraje nacional que, en muchas ocasiones, no encajaban con esa
modalidad de solución de diferencia. Debe tenerse en cuenta que práctica del arbitraje internacional
se orienta hacia el establecimiento de estándares más o menos globalizados que desvinculan a la
institución de consideraciones puramente locales83; por eso el interés de un Estado en someter el
arbitraje a normas obligatorias y al control de los jueces ha sido más intenso en relación con los
litigios de naturaleza estrictamente nacional, pero sin llegar a una situación totalmente diferenciada84.
Esto se puede traducir en el sistema de recursos, que están prohibidos, salvo la acción de nulidad,
por los sistemas que han adoptado la LMU (art. 34.1º) y que pueden mantenerse para el arbitraje
interno, si se opta por establecer una regulación dual. La garantía de las normas internas de justicia
procesal es un condicionamiento ineludible para todo aquel sistema estatal que pretenda ser receptor
de arbitrajes comerciales internacionales; y dichas normas incluyen por lo general la obligación por
parte del árbitro de cumplir con diligencia su misión y ciertos controles para corregir tanto los errores
como los excesos de autoridad en que éste puede incurrir. Por eso cada vez es más frecuente que el
legislador interno se incline por reglamentar las relaciones entre los árbitros y los jueces sin tener en
cuenta el eventual carácter internacional del arbitraje85.
83
Cf. G. Kaufmann–Kohler, “The Globalization of Arbitral Procedure,” Vand. J. Transnat’l L, vol. 36, nº 4, 2003, p. 1313.
84
C.M. Schmitthoff, “The Jurisdiction on the Arbitrator”, The Art of Arbitration. Liber Amicorum Pierter Sanders, Deventer, 1982,
pp. 285-288.
85
P. Lalive, “Le juge et l’arbitrage: Les problèmes spécifiques de l’arbitrage international”, Rev. arb., 1980, pp. 358 ss.
86
Cf. J.C. Fernádez Rozas en J.C. fernández Rozas, R. Arenas García y P.A. De Miguel Aensio, Derecho de los negocios
internacionales, 5ª ed., Madrid, 2016, p. 72.
87
U. Montoya Alberti, “Impacto de la LMU en las legislaciones de arbitraje comercial en Lationoamérica”, Commercial Arbitration
in the Americas, México, 1992, pp. 121 ss; C. Conejero Roos, “La influencia de la ley modelo de la Cnudmi sobre arbitraje
comercial internacional en América latina: un análisis comparativo”, Revista Chilena de Derecho, vol. 32, nº 1, 2005, pp. 89-138.
48
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
B) Adopción en bloque
Cuanto antecede conduce a considerar que el éxito de estas reformas radica en el hecho de que
buena parte de los países de América latina y el Caribe se decantaron por la adopción de la LMU
prácticamente en bloque, es decir, con todas o la gran mayoría de las disposiciones que ella incorpora.
Una solución de este tipo suele ser acorde con la máxima según la cual los redactores de una ley
de arbitraje que eligen el modelo de la Uncitral no deben desviarse del objetivo esencial de este
instrumento, cuál es proveer un marco jurídico para que el arbitraje deba ser entendido por todos los
operadores jurídicos que lo van a emplear; en consecuencia, los eventuales desvíos de un nuevo texto
respecto de la LMU únicamente deben de practicarse con carácter mínimo y excepcional en lo que
fuera absolutamente necesario. Más concretamente, la LMU en su versión de 1985 ha sido acogida
prácticamente sin modificaciones, esto es, literalmente en todas sus partes en el caso de países como:
a) Chile con la Ley nº 19.971, de 29 de septiembre de 2004 sobre arbitraje comercial internacional90;
b) Guatemala, con La Ley de arbitraje introducida por el Decreto Ley nº 67-95, de 17 de noviembre
de 1995; c) México, que introdujo en 1989 cambios substanciales a su regulación sobre arbitraje
interno e internacional en el Código de Comercio, el Código Federal de Procedimiento Civil y el
Código de Procedimiento Civil del Distrito Federal y de Territorios91; e) Nicaragua; f ) Paraguay,
con Ley nº 1879 para el Arbitraje y la Mediación de 24 de abril 2002. Dentro de estos, sin embargo,
Chile optó por un modelo de carácter dualista por el cual las disposiciones de la Ley modelo se aplica
exclusivamente al arbitraje comercial internacional; esta opción encuentra cierta justificación al estar
vinculado el arbitraje interno a instrumentos esencialmente jurisdiccionales y por existir ciertas
reservas a modificar normas muy consolidadas presentes en los códigos locales de procedimiento92.
C) Adopción parcial
Incluso en países que impulsaron proyectos propios no se pudo desconocer la incidencia de la LMU.
La flexibilidad que caracteriza a esta técnica codificadora, permitiendo al legislador adaptar el texto
modelo a sus peculiaridades internas, se percibió especialmente en Brasil, Ecuador y Venezuela, y
88
En algunos sistemas estatales con bastantes dificultades. Vid. A.S. Reid, “The Uncitral Model Law on International comercial
Arbitration and the English Arbitration s Poles Apart?”, J. Int’l Arb., vol. 21, nº 3, 2004, pp. 227-237.
89
Un balance actual del significado de la LMU se recoge en P. Sanders, “Uncitral’s Model Law on International and Commercial
Arbitration: Present Sutuation and Future”, Arb. Int’l, vol. 21, 2005, pp. 443-482.
90
M.F. Vásquez Palma, “La nueva Ley de arbitraje comercial internacional de Chile y su análisis comparativo con la ley
española”, Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, vol. XXVI, 2005, pp. 533-558; C. Conejero
Roos, “The New Chilean Law and the Influence of the Model Law”, J. Int’l Arb., vol. 22, nº 2, 2005, pp. 154 ss.
91
H. Briseño Sierra, “El arbitraje comercial en México y las Leyes tipo internacionales, Revista de la Corte Española de
Arbitraje, vol. I, 1984, pp. 67-80); G. Aguilar Álvarez, “El Título Cuarto del Código de comercio mexicano y la legislación
comparada en materia de arbitraje comercial internacional”, Revista de Derecho Mercantil, 1989, pp. 101-114; A.C.
Hoagland, “Modification of Mexican Arbitration Law”, J. Int’l Arb., vol. 7, nº 1, 1990, pp. 91-100; L. Pereznieto Castro,
“Commercial Arbitration in Mexico”, Fla. J. Int’l L., vol. 13, nº 1, 2000, pp. 29-32; J.L. Siqueiros, “La nueva regulación del
arbitraje en el Código de comercio”, El Foro, t. II, nº 1, 1989, pp. 157-172; id., “Las reformas (1993) referentes al arbitraje
comercial en México”, RCEA, vol. X, 1994, pp. 339-347; id., “Mexican Arbitration. The New Stat-ute”, Tex.Int’l.L.J., vol,
30, 1995, pp. 227-259. Vid., asimismo, L. Pereznieto Castro y J.A. Graham, Tratado de Derecho comercial internacional
mexicano, México, 2009
92
M.F. Vásquez Palma, El arbitraje el Chile. Análisis crítico y su normativa y jurisprudencia, Santiago, 2009.
49
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en una primera etapa en Colombia y Costa Rica, cuyas reglamentaciones si bien se alejaron en
determinadas cuestiones, señaladamente la ejecución del convenio arbitral o del laudo arbitral,
incorporaron un buen número de sus postulados.
i) Brasil. La regulación reciente estuvo condicionada por lo dispuesto en el art. 5.XXXV de la
Constitución (“la ley no excluirá de la apreciación del Poder Judicial la lesión o la amenaza de
derechos”); luego de diversas vicisitudes y tras ser declarada constitucional por la Sentencia del
Supremo Tribunal Federal de 12 de diciembre de 2001, la Ley Federal nº 9.307/96, pese a apartarse
en muchos aspectos de la LMU y del Convenio de Nueva York de 195893, supuso en su día una
autentica revitalización del arbitraje en Brasil94 reflejando un balance positivo, sobre todo en lo que
concierne a la imposibilidad del poder judicial de revisar el fondo del laudo, aunque dejando bastantes
incertidumbres por resolver95. Así las cosas el Senado brasileño creó en marzo de 2013 una comisión
la modificación de la Ley 9.307/1996, de Arbitraje que dio como resultado la Ley nº 13.129/201596,
en vigor desde el 27 de julio de 2015 que, en esencia, amplia el ámbito de aplicación del arbitraje
y regula el procedimiento de elección de los árbitros por parte de los centros administradoras, y la
concesión de medidas provisionales y urgencia. Entre otras novedades que se incorporan figura la
posibilidad de que las empresas públicas puedan acudir al arbitraje para resolver sus controversias y
la ampliación del arbitraje societario, reconociéndose la posibilidad de incluir un convenio arbitral en
los estatutos sociales sujeto a determinados requisitos97.
ii) Ecuador. Como se advirtió el Decreto-Ley nº 735, de 23 de octubre de 1963 introdujo, una Ley de
Arbitraje Comercial que incluía disposiciones de carácter sustantivo y procesal pero únicamente desde
la perspectiva del arbitraje institucional toda vez que el arbitraje ad hoc seguía regulado por el Código
de Procedimientos Civiles. Hubo de esperar muchos años para la aprobación de la Ley de Arbitraje
y Mediación 000 /RO 145, de 4 de septiembre de 1997 que derogó la sección XXX del título II del
libro II del Código de Procedimiento Civil, la sección XV del título I de la Ley orgánica de la Función
Judicial, el art. 21 de la Ley Orgánica del Ministerio Publico y la parte final del art. 1505 del Código
civil, que el sometimiento a una jurisdicción extranjera constituía objeto ilícito por contravenir al
Derecho público ecuatoriano y que, por lo tanto, una estipulación en ese sentido sería nula98. Con tal
iniciativa Ecuador acogió instituciones muy importantes del arbitraje y la mediación, reforzando el
arbitraje administrado, colocándose al nivel de leyes similares, que responden a la necesidad mundial
de encontrar sistemas alternativos para una más ágil e independiente administración de justicia99. La
Ley Reformatoria a la Ley de Arbitraje y Mediación nº 23-942 de 25 de febrero de 2005, aunque con
referencia específica al arbitraje, modificó, entre otras cosas, los requisitos del arbitraje internacional
93
E. Grebler, “A lei-modelo sobre arbitragem comercial internacional da Uncitral em face da lei brasileira de arbitragem”,
Revista de Direito Mercantil (São Paulo), vol. 38, nº. 116, 1999, pp. 101-109; J.C. de Magalhães, “A Convenção de Nova
Iorque e a lei de arbitragem”, Revista de Direito Bancário, do Mercado de Capitais e da Arbitragem (São Paulo), vol. 5, nº 18,
2002, pp. 309-318.
94
Vid., con carácter general, C. Amigo Román, “La nueva Ley de Arbitraje de Brasil (Ley 9.307/1996)”, Revista de la
Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, nº 90, 1998, pp. 9-29; M. Basso, “A revitalização da arbitragem no
Brasil sob um enfoque realista e um espírito diferente”, Revista de Direito Mercantil (São Paulo), vol. 35, nº 103, 1976,
pp. 5-24; id., “Lei nova revitaliza a arbitragem no Brasil como método alternativo-extrajudicial de solução de conflitos de
interesses”, Revista dos Tribunais, São Paulo, vol. 85, nº 733, 1996, pp. 11-23. R. Santos Belandro, “La nueva ley brasileña
sobre arbitraje”, Revista Uruguaya de Derecho Internacional Privado, nº 2, 1997, pp. 153-177; L.R. Parizatto, Arbitragem
comentário à Lei 9.307, de 23-9-96: revogação dos artigos 1.037 a 1.048 do código civil e 101 e 1.072 a 1.102 do código de
processo civil, São Paulo, 1997; P.A.B. Martins, “Arbitration in Brazil: A Look at Recent Developments”, Disp. Res. J.,
vol. 58, nº 1, 2003; A. Wald, “Les récents progrès de la jurisprudence brésilienne en matière d’arbitrage commercial
international”, Bull. ASA, vol. 24, nº 2, 2006, pp. 206 ss.
95
P. Dunham y S. Greenberg, “After Ten Years of Positive Developments. Does Confusion Remain in Brazil’s Arbitration
Law?”, World Arb. & Med. Rep., vol. 17, nº 3, 2006, pp. 80 ss.
96
http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/_Ato2015-2018/2015/Lei/L13129.htm.
97
E. Baraldi y M. Morelli, “Nueva ley brasileña de arbitraje: los principales cambios y el nuevo escenario”, Revista
Internacional de Arbitraje, nº 23, 2015, pp. 130-155.
98
Vid. E. Salcedo Verduga, El Arbitraje: La Justicia Alternativa, Guayaquil, 2001, p. 168.
99
I. Zivy y J. González Hidalgo, “La nouvelle loi relative à l’arbitrage en Equateur”, Journ. dr. int., 1999, pp. 115-124.
50
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
estableciendo que el objeto de litigio debe referirse a una operación de comercio internacional que
sea susceptible de transacción, “y que no afecte o lesione los intereses nacionales o de la colectividad”.
Posteriormente los ADR y, dentro de ellos, el arbitraje quedarían reforzado de conformidad con el
art. 190.1º de la Constitución de 2008, según el cual “Se reconoce el arbitraje, la mediación y otros
procedimientos alternativos para la solución de conflictos. Estos procedimientos se aplicarán con
sujeción a la ley, en materias en las que por su naturaleza se pueda transigir”100.
iii) Venezuela. La Ley sobre Arbitraje Comercial el 7 de Abril de 1998 contó como fuente principal
la LMU101, si bien con carácter sesgado, incorporando, virtudes y ventajas, respecto del sistema
anterior, sobre todo en lo que concierne al mecanismo de reconocimiento y ejecución de laudos
arbitrales extranjeros; pero contiene significativas deficiencias, desaciertos y lagunas legales, resaltadas
oportunamente por la doctrina de este país102. Con ello no se sacó oportuno partido a una ocasión
muy especial para haber enmendado y corregido las incertidumbres y lagunas que sobre esta materia
existen103. Baste atender a que la nueva Ley no derogó las disposiciones que sobre el arbitramento
que se contienen en Código de Procedimiento Civil, manteniéndose este cuerpo legal como un
instrumento de interpretación e integración. Tampoco prestó un tratamiento específico al arbitraje
comercial internacional limitándose a regular el capítulo del reconocimiento y ejecución de laudos
arbitrales extranjeros (arts. 48 y 49), el idioma del arbitraje (art. 10) y guardando silencio en torno a
los problemas de Derecho aplicable que esta modalidad entraña (salvo la referencia del art. 49.g)104.
100
J,C. Riofrìo Martínez–Villalba y R. Bedón Garzón, Rene: “Efectos de la constitucionalización del arbitraje”, Revista
Internacional de Estudios de Derecho Procesal y Arbitraje, 2013, nº 2, <http://www.riedpa.com/COMU/documentos/
RIEDPA21301.pdf>. J.M. Marchán, “El tratamiento del arbitraje en la nueva Constitución ecuatoriana”, Revista del Club
Español del Arbitraje, nº 4, 2009.
101
Y. Bermúdez Abreu e I. Esis Villarroel La ley modelo de arbitraje comercial internacional de la Cnudmi y su impacto en
el ordenamiento jurídico venezolano”, Revista de derecho: División de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Norte, nº. 29,
2008, pp. 257-266
102
S. Sánquiz Palencia, El Derecho aplicable al arbitraje comercial internacional en el Derecho venezolano, Caracas, 2005.
103
Vid. una exégesis de la Ley en F. Gabaldón, Análisis de la Ley de arbitraje comercial, Caracas, 1999.
104
J.O. Rodner, “La nouvelle loi vénézuélienne sur l’arbitrage”, Bull. CIArb. CCI, vol. 11, nº 2, 2000.
105
J.L. Siqueiros, “La CNUDMI modifica su Ley Modelo sobre arbitraje comercial internacional”, Revista de Derecho
Privado, vol. VII, nos 21-22, 2008-2009, pp. 125-133; vid. asimismo, la nota de P. Perales Viscasillas, Arbitraje, vol. I,
nº 3, 2008, pp. 788-790. Esta revisión sirvió para alentar la reformas de determinados sistemas de la región como el
argentino. Vid. L. Feldstein de Cárdenas, “La reforma de la ley modelo sobre arbitraje comercial internacional: una mirada
imprescindible para los legisladores argentinos”, ibíd., pp. 849-875.
106
D.J. Pascuzzi, “International Trade and Foreign Investment in Colombia: A Sound Economic Policy Amidts Crisis”, Fla.
J. Int’l L., vol. 9, 1994, pp. 443-477.
51
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por fin a la Ley 1563 de 12 de julio de 2012 por medio de la cual se expide el Estatuto de Arbitraje
Nacional e Internacional y se dictan otras disposiciones 107. Manteniendo la reglamentación dual
del arbitraje (una breve Sección segunda contempla la “Amigable composición”) la Sección primera
está dedicada al “arbitraje nacional”, con una ordenación marcadamente continuista, mientras que la
tercera se centra en el “Arbitraje internacional” siguiendo prácticamente íntegras las previsiones de la
LMU con las enmiendas de 2006108.
ii) Costa Rica. Mediante acuerdo de Corte Plena de 18 de octubre de 1993 se creó el Programa
de Resolución Alterna de Conflictos del Poder Judicial conocido como “Programa RAC”; poco
después, por la Ley nº 7.496 de 8 de junio de 1995 se aprobó el Contrato-Préstamo nº 859 OC-
CR con el BID “Programa de Modernización de la Administración de Justicia”, siendo el segundo
componente de dicho programa los métodos de solución alterna de conflictos y el acceso a la justicia
con el propósito de descongestionar los despachos judiciales. El proceso culminó con la Ley nº 7727
de 9 de diciembre de 1997 llamada “Ley de Resolución Alternativa de Conflictos y promoción
de la Paz social”109, pero la modernidad faltaba por llegar. El cambio fue propiciado por la Ley
nº 8937, de 24 de abril de 2011, que lleva un título significativo: “Ley sobre arbitraje comercial
internacional basada en la ley modelo de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional (CNUDMI)” y confirma un sistema “dualista” al aplicarse exclusivamente a
los arbitrajes internacionales110.
iii) Panamá aprobó el Decreto Ley nº 5 de 8 de julio de 1999 que insertaba una Ley de Arbitraje que
no contiene diferencias significativas en la regulación del arbitraje interno y del el internacional111.
Con posterioridad la Ley nº 15 de 22 de mayo de 2006 modificó ciertos preceptos del referido
Decreto-ley nº 5 de 1999, sobre todo en lo relativo a la regulación del postulado de competencia-
competencia, restaurando la vigencia del precepto que había sido declaro inconstitucional por la
sentencia de la Corte Suprema de Justicia de 13 de diciembre de 2001. No obstante la normativa
panameña seguía resintiéndose de un cierto alejamiento de la LMU, considerándose que era restrictiva
y formalista y, en todo caso, contraria a la práctica arbitral panameña que se había acomodado a
los estándares internacionales. El acercamiento se produjo con la Ley 131, de 31 diciembre 2013,
que regula el arbitraje comercial nacional e internacional en Panamá en la línea de las legislaciones
consideradas más “avanzadas” en la materia. El proceso de reforma fue, sin embargo, accidentado112,
pues coincidió con otra iniciativa legislativa que concluiría con el Código de Derecho internacional
privado promulgado por la Ley 7 de 8 de mayo de 2014 y que también incorporaba normas de
arbitraje comercial internacional.
f ) Perú ha contado con regulaciones sucesivas. La primera versión de la Ley General de Arbitraje vino
a través de Decreto Ley 25935, de 10 de diciembre de 1992, que derogó las disposiciones del Código
Civil Peruano referidas a la cláusula compromisoria y compromiso arbitral, y las del Código Procesal
Civil referidas al juicio arbitral. Esta disposición estaba inspirada en la LMU113, que también influyó
107
Arbitraje, vol. V, nº 3, 2012, pp. 816-839.
108
J.H. Muriel–Ciceri, “Aspectos de la nueva Ley de arbitraje en Colombia”, Arbitraje, vol. V, nº 3, 2012, pp. 803-815; M.
Rodríguez Mejía, “Una aproximación al régimen del arbitraje nacional del nuevo estatuto del arbitraje en Colombia, Ley 1563
de 2012”, Revista de Derecho Privado (Universidad Externado de Colombia), nº 23, 2012 <http://revistas.uexternado.edu.co/
index.php/derpri/article/view/3312/3461>; J.A. Gaviria Gil, “Comentarios sobre las nuevas normas colombianas en materia de
arbitraje internacional”, Revista de Derecho Privado (Univ. Externado de Colombia), nº 24, 2013, pp. 259–281.
109
P. Oller, “Arbitration in Costa Rica”, International Comercial Arbitration: A Comparative Survey, Estambul, 2007, pp. 207-
228.
110
A. Fernández López, “Algunos criterios relevantes sobre el arbitraje en Costa Rica tras la Ley No 8937 de 2011”, Arbitraje,
vol. IV, nº 3, 2011, pp. 797-811.
111
J.I. Rovi Sánchez, “Arbitraje comercial internacional en Panamá. Comentario a la nueva Ley de Arbitraje, Conciliación y
Mediación”, Revista de la Corte Española de Arbitraje, vol. XVI, 2000/2001, pp. 431-453.
112
J.C. Araúz Ramos, “La porfiada reforma del arbitraje en Panamá”, Arbitraje, vol. VII, nº 1, 2014, pp. 143-159.
113
F. Cantuarias Salaverry, “Comentario acerca de algunas disposiciones sobre arbitraje internacional contenidas en la Ley
General de Arbitraje”, Ius et Veritas, V, nº 8, 1994, p. 69.
52
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en la Ley nº 26572 el 6 de enero de 1996114 que disciplinó de manera separada el arbitraje nacional
y el internacional incorporándose en este último caso, de forma textual o casi textual, 30 artículos
de la LMU. El sistema “dual” estaba delimitado, precisando la Ley qué artículos concernientes al
arbitraje nacional eran aplicables al arbitraje internacional115. Tras doce años de funcionamiento de la
ley el legislador peruano consideró que debía modernizarse en la línea con las más modernas leyes de
arbitraje del mundo y de las modificaciones de la LMU y, al mismo tiempo sustituir el modelo “dual”
por un modelo “unitario”. El resultado fue la Ley de Arbitraje inserta en el Decreto Legislativo N°
1071, publicado el 28 de junio de 2008 y vigente desde el 1 de setiembre de 2008. Como indica su
exposición de motivos se pretende que las características de la nueva regulación “sean reconocibles
y comprensibles para los inversionistas y comerciantes, nacionales y extranjeros, de manera que se
genere confianza de que en el Perú se arbitra siguiendo las reglas y principios internacionalmente
aceptados”116.
g) Puerto Rico. El estudio de la institución arbitral en Puerto Rico obliga a un deslinde previo entre
las competencias del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y las del Gobierno de los EE UU, a
partir de la Ley 600 del Congreso de 3 de julio de 1950, esencialmente sus arts. 4 y 5. Debe tenerse
en cuenta que el gobierno federal posee poderes delegados sobre el comercio internacional. Ya, en
el 1904, Puerto Rico contaba un marco ordenador del arbitraje, a partir de los arts. 1714 y 1715 del
Código civil, procedentes del Código Civil español, que regulaban los compromisos que resultan
en la transacción de disputas y disponían que éstas últimas poseían autoridad de cosa juzgada para
las partes; con ello se mantiene viva la institución de los amigables componedores procedente del
Derecho civil. El sistema sería completado con la Ley nº 376 de 8 de mayo de 1951, de arbitraje
comercial117, como una proyección directa de su homóloga de los EE UU. Sin embargo hubo que
esperar a la Ley nº 10, de 10 de enero de 2012 de arbitraje comercial118, para que, siguiendo el ejemplo
seguido por algunos Estados de la Unión, como California, Connecticut, Illinois, Oregón, Texas y
Florida, se incorporase a la versión de 2006 de la LMU. Dicha reforma se enmarca dentro de un
conjunto de medidas adoptadas en la misma fecha que pretenden fomentar los negocios en la isla119.
h) República Dominicana. La ordenación del arbitraje en la República Dominicana está presidida
por la Ley nº 489–08, de 19 de diciembre de 2008 sobre arbitraje comercial que recoge los aspectos
esenciales de la LMU en su versión de 2006 y excluye otros mecanismos de solución de controversias120.
Dicha disposición se completa con la Ley nº 181–09 que introduce modificaciones a la Ley nº 50–87,
de fecha 4 de junio de 1987, sobre Cámaras Oficiales de Comercio y Producción de la República
que regulariza lo concerniente al arbitraje institucional administrado por los Centros de Resolución
Alternativa de Controversias de las Cámaras Oficiales de Comercio y Producción de la República.
No podemos soslayar la importancia de esta ley ya que en este país existen importantes incentivos
legales a favor del arbitraje institucional administrado por los referidos Centros121.
114
F. Vidal Ramírez, Manual de Derecho arbitral, Lima, 2003.
115
G. García Calderón Moreyra, “El arbitraje internacional en la legislación Peruana”, Revista Peruana de Derecho
Internacional, t. XLVI, 1996, nº 108, pp. 171 ss; id., El arbitraje internacional en la Sección segunda de la Ley nº 26572.
Procedimiento de solución de controversias, Lima, 2003.
116
F. Cantuarias Salaverry y R.J. Caivano, “La Nueva Ley de Arbitraje Peruana: Un nuevo salto a la modernidad”, Revista
Peruana de Arbitraje, nº 7, 2008, pp. 43-84; J. Santistevan de Noriega, “Inevitabilidad del arbitraje ante la nueva ley
peruana (DL Nº 1071)”, ibíd., nº 7, 2008, pp. 85-118; C.A. Soto Coaguila y A. Brullard González, Comentarios a la Ley
de arbitraje, t. I (arts. 1º a 73º), Lima, 2011.
117
J. Trías Monge, “Arbitration in Puerto Rico”, The Arbitration Journal, vol. 38, nº 2, 1983, pp. 48-51; G.R. Pico, “A Beginner’s
Guide to Arbitration in Puerto Rico”, Appalachian J. of L., vol. 5, 2006, pp. 263 ss.
118
http://www.lexjuris.com/lexlex/Leyes2012/lexl2012010.htm.
119
Ley para Fomentar la Exportación de Servicios, Ley para Incentivar el Traslado de Individuos Inversionistas en Puerto
Rico y revisiones al Capítulo 9 de la Ley de Transacciones Comerciales
120
E. Alarcón, Comentarios a la Ley de arbitraje comercial de la República Dominicana, Santo Domingo, 2012; J.C. Fernández
Rozas y N. Concepción, Sistema de arbitraje comercial en la República Dominicana, Santo Domingo, 2013.
121
Esta Ley nº 181–09 introduce modificaciones a los aspectos referentes al arbitraje institucional que estaban contenidos
en la Ley nº 50–87, de fecha 4 de junio de 1987, sobre las Cámaras Oficiales de Comercio y Producción de la República
53
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2. Reglamentaciones autóctonas
Los países que se han apartado del modelo hasta ahora descrito lo han hecho por circunstancias
justificadas en razones objetivas (v.gr., problemas competenciales del Estado, o derivadas de
una determinada opción de la economía internacional) y, en otros casos, por mero e inexplicable
particularismo nacional. Estas opciones descansan en unos casos en Leyes especiales, en otros en
tratados internacionales, conservando algunos Estados la regulación en sus códigos sustantivos o
procesales. Ello no excluye que hayan impulsado algunas iniciativas importantes con el objeto de
modernizar la práctica del arbitraje interno y que dé una respuesta adecuada al tratamiento del
arbitraje internacional
i) Argentina. Con arreglo a la Constitución, la regulación del arbitraje en Argentina queda reservada
a las jurisdicciones provinciales y, en la ciudad autónoma de Buenos Aires, al Congreso Nacional en
sus funciones de legislatura local122. En consecuencia, las normas de base argentinas están contenidas
los códigos procesales locales, y en el de la Nación, para los casos en que resulte aplicable, lo que
dificultaba una normativa de arbitraje de carácter nacional123. Estas dificultades de técnica legislativa,
que hicieron fracasar varias iniciativas de alcanzar una Ley de arbitraje, quedaron soslayadas al
insertarse la materia bajo la rúbrica “El convenio de arbitraje” (arts 1549 a 1665) dentro del Capítulo
29 (Contrato de Arbitraje) del Título IV (Contratos en Particular) del Libro III (Derechos Personales)
en el nuevo Código Civil y Comercial aprobado el 1 octubre 2014124, el cual, de acuerdo con los
miembros de la Comisión Redactora tuvo como fuente inspiradora “el Código civil de Québec,
La Ley Modelo UNCITRAL (LMU) y el Decreto francés de enero 2011, reconociéndose que los
principios que recoge son hoy prácticamente universales”. El Código no distingue entre arbitraje
internacional125 y arbitraje interno, estando centrado en esta última modalidad, pero contempla la
posibilidad de que las partes pueden encomendar la administración del arbitraje y la designación de
árbitros a asociaciones civiles u otras entidades “extranjeras cuyos estatutos así lo prevean”, rigiendo,
al integrarse en el contrato de arbitraje, sus reglamentos todo el proceso arbitral (art. 1657). La
originalidad de la regulación126 deja abierta numerosas incertidumbres que deberán ser despejadas
Dominicana
122
La legislación procesal constituye una materia no delegada en el Gobierno Federal y por ello reservada a las Provincias
(art. 121 Constitución); cada Provincia cuenta con su propio ordenamiento procesal en materia civil y aunque algunas
Provincias se han incorporado, con ciertas particularidades, al Código Procesal Civil y Comercial de la Nación de 1967
(CPCCN) otras han aprobado ordenanzas procesales provinciales mucho más matizadas en la materia que nos ocupa (así
ha sucedido en las Provincias de La Pampa y Tierra del Fuego).
123
H. Grigera Naón, “El arbitraje comercial en el Derecho argentino interno e internacional privado”, Rerevista de Derecho
Mercantil, nº 163, 1982, pp. 115-134; id., “La Ley Modelo de la CNUDMI sobre arbitraje comercial internacional y el
Derecho argentino”, La Ley (Buenos Aires), 13 y 14 de febrero de 1989, pp. 1-7 y 3-4; id., “The Scope of the Separability of the
Arbitration Agreement under Argentine Law”, Am. Rev. Int’l Arb., vl. 1, nº 2, 1990, pp. 261-271.
124
R.J. Caivano, “El contrato de arbitraje y su autonomía respecto del contrato que lo contiene”, Derecho y Ciencias Sociales,
nº 13, 2015, pp. 13-39 <http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/49947/ Documento_completo.pdf-PDFA.
pdf ?sequence=1>.
125
M.I. Corrá y F. Fuentes Benítez, “Argentina”, International Arbitration ( J. Tirado ed.) Global Legal Group, 2015, pp. 9-22
<http://www.bomchil2.com.ar/Uploads/Documents/29-4-15-%20ING%20GLI_IA 1_Argentina_20150429081333.
pdf>.
126
Para el nuevo CCCN, habrá contrato de arbitraje cuando las partes decidan someter a la decisión de uno o más árbitros
todas o algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación
jurídica, contractual o no contractual, de Derecho privado en la que no se encuentre comprometido el orden público (art.
1649). Pese a estar nucleada la regulación en una dimensión contractual y regular exhaustivamente todo lo relacionado
con acuerdo arbitral, el nuevo Código se extiende, al igual que ocurre con sus preceptos de Derecho internacional privado,
a sectores cuya ubicación en un instrumento de este tipo no resulta habitual. Por eso haa sido objeto de críticas: R.C.
Hermida, “El contrato de arbitraje en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación Argentina: Ley 26.994”, Arbitraje,
vol. VIII, nº 3, 2015, pp. 765-684; F. Aguilar, “Arbitraje y el nuevo Código Civil y Comercial argentino”, Revista del
Notariado, nº 918 (oct-dic 2014), <http://www.revista-notariado. org.ar/2015/06/arbitraje-y-el-nuevo-codigo-civil-y-
comercial-argentino/>. M.J. Cristiá, “Algunos aspectos del arbitraje en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación”,
Revisa de la Bolsa de Comercio de Rosario, Año CV, nº 1528, 2016, pp. 38-46, <https://www.bcr.com.ar/Secretara%20
de%20 Cultura/Revista%20Institucional/2016/ Mayo/Arbitraje.pdf>. Estos preceptos han desplazando las competencias
de las Provincias, en aras de la eficacia y de la oportunidad de insertar principios universalmente aceptados, muchos de
ellos pertenencientes a la LMU. Ello explica que incluya la arbitrabilidad (art. 1651) y contemple figuras tales como el
54
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
por los tribunales de justicia y que revelarán si el camino emprendido por el legislador conduce
efectivamente a la incorporación de argentina al modelo mayoritariamente adoptado en América
latina127.
ii) Bolivia. Dentro de esta reformas global de la justicia emprendida por este país se inscribió la
Ley nº 1770 sobre Arbitraje y Conciliación el 10 de marzo de 1997 poniéndose a tono con las
corrientes modernas del Derecho arbitral, aunque manteniendo grandes diferencias respecto a la
LMU sobre todo en lo relativo a la sustanciación de las actuaciones arbitrales. Consecuencia de los
cambios políticos y constitucionales la Ley 708 de Ley de Conciliación y Arbitraje, de 25 de junio de
2015, aumentó las peculiaridades en la ordenación del arbitraje comercial internacional en este país.
Se desarrolla en 135 artículos, cuatro disposiciones transitorias, cuatro disposiciones finales y una
disposición abrogatoria y derogatoria y, al igual que la anterior, expresa una marcada influencia del
Código Procesal Civil detallando pormenorizadamente los aspectos procedimentales. Precisamente
esta nota procedimental, que se nutre (y muchas veces transcribe) de disposiciones procedentes de
reglamentos de arbitraje, muchas de ellas procedentes del Reglamento de la CCI, incluido el árbitro
de emergencia, justifica el carácter diferencial de esta disposición. Y dicho carácter se acreciente por
contemplar al lado del arbitraje comercial, una reglamentación muy minuciosa y original del arbitraje
de inversiones (art. 127-133)128. Por último, presta atención al arbitraje testamentario (art. 134).
iii) Cuba. La diferencia más importante entre el arbitraje comercial practicado en Cuba y el
efectuado en otros países de la región reside en que el Estado cubano posee el monopolio de la
actividad comercial e industrial (art. 18 de la Constitución), por lo que las empresas que litigan son
entidades estatales, empresas mixtas o empresas extranjeras con intereses en Cuba. Sin embargo
la regulación del arbitraje en este país no difiere esencialmente de los de su entorno pues, aunque
no exista una Ley de Arbitraje en la línea de la LMA, es parte desde 1964 del Convenio europeo
sobre arbitraje comercial internacional, hecho en Ginebra en 1961, que entró en vigor en 1964.
Este importante instrumento, complementario del Convenio de Nueva York de 1958, consiguió,
entre otras cosas, facilitar la implantación de este procedimiento de arreglo de controversias en el
marco de las relaciones entre países de economía de mercado y países de economía planificada129.
Posee el protagonismo de esta materia la Corte Cubana de Arbitraje, fundada por Ley nº 1184 de
15 de septiembre de 1965 y regulada por el Decreto-Ley nº 250, de 30 de julio de 2007, que añadió
a la Corte el calificativo de “internacional” e incorporó los estatutos de la Corte, el procedimiento
de Arbitraje y el Procedimiento de mediación, agregando los Códigos de Ética de los árbitros y
los mediadores. La Corte está integrada por 21 árbitros y sus características, aunque sin adoptarla
totalmente, se acercan mucho más a la LMU, y se aleja del “estilo CAME” que le diera vida a la
anterior Corte hace más de cincuenta años130.
iv) El Salvador. El art. 23 de la Constitución, que se refiere expresamente a la institución del arbitraje,
fue el motor de un constante apoyo e incentivo hacia la institución del arbitraje en los últimos años
principio de competencia-competencia (art. 1654), la posibilidad que los árbitros dicten medidas cautelares (art. 1655),
la imposibilidad de la renuncia a la impugnación judicial del laudo definitivo (art 1656), la manera de elegir a los árbitros
ante la ausencia de acuerdo de partes, sus cualificaciones, obligaciones y deberes, los motivos por los cuales pueden ser
recusados (similares que para los jueces), la manera de determinar la retribución de los árbitros, y la extinción de su
competencia una vez dictado el laudo definitivo (arts. 1659-1665).
127
D.P. Fernández Arroyo y E. H. Vetulli, “El nuevo contrato de arbitraje del Código Civil y Comercial: ¿un tren en
dirección desconocida?”, Revista Código Civil y Comercial, octubre, 2015, pp. 161 ss.
128
B. Cremades, Jr., “Nuevas perspectivas de la protección de inversiones en América Latina: Análisis de la situación en
Bolivia, Arbitraje, vol. VII, nº 3, 2014, pp. 679 ss; H. Andaluz Vegacenteno, “Constitución y arbitraje de inversiones”,
Arbitraje, vol. VIII, nº 3, 2015, pp. 785-797.
129
P.I. Benjamin, “The European Convention on International Commercial Arbitration”, British Yearb. Int’l L., 1961, pp.
478-495; L. Kopelmanas, “La place de la Convention européenne sur l’arbitrage commercial international dans l’évolution
du droit international de l’arbitrage”, An. fr. dr. int., 1961, pp. 331-345; F.E. Klein, “La Convention européenne sur
l’arbitrage commercial international”, Rev. crit. dr. int. pr., 1962, pp. 621-640.
130
R. Dávalos Fernández, “El arbitraje comercial internacional en Cuba”, Revista de la Corte Española de Arbitraje, vol. XX, 2005,
pp. 11-43.
55
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por parte de diversos sectores interesados y por el Estado que se plasmaron en la Ley de Mediación,
Conciliación y Arbitraje, publicada en agosto de 2002. Su sección segunda regula el arbitraje nacional
insertándose el “arbitraje internacional y extranjero” en su sección tercera. Esta última materia fue
objeto de importantes modificaciones el año 2009, en virtud de las cuales se agregó la posibilidad
de apelar contra los laudos pronunciados en arbitrajes de derecho, que fueron recibidas con grandes
críticas dentro de los medios arbitrales por considerase que desnaturalizaban el funcionamiento del
arbitraje y disminuyendo sus principales beneficios, tales como agilidad, certeza y confianza. Esta
situación puede cambiar pues en mayo de 2013 se presentó un proyecto de ley de arbitraje cuenta
con una clara inspiración en la LMU.
v) Honduras. Como desarrollo del art. 110 de su Constitución, y con apoyo del el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), se aprobó el Decreto Ley nº 161-2000 que contiene la Ley de Conciliación y
Arbitraje el 17 de octubre de 2000. Tras dedicar un Título I a la conciliación, el Título II (arts. 26
a 93) presta atención al arbitraje tanto interno como internacional que se regulan conjuntamente,
aunque este último tiene un desarrollo específico, en virtud de los tratados suscritos por Honduras,
que se detalla en los arts. 84 a 93. La regulación es extensa y, en lo que concierne al arbitraje, está
inspirada en gran parte en la Ley española de 1988 ofreciendo las respuestas clásicas en temas tales
como arbitrabilidad, auxilio judicial, convenio arbitral, árbitros, laudo y recurso de nulidad, pero tiene
una marcada vocación procesalista en lo concerniente al procedimiento arbitral que le confiere una
innecesaria nota de jurisdiccionalista.
vi) Uruguay se mantiene entre el círculo de países que todavía siguen regulando el arbitraje en sus
códigos orgánicos y de procedimiento131 contando con una concepción peculiar de la autonomía
de la voluntad en el ámbito internacional. Tras una etapa de promoción de la institución arbitral
en el contexto de las Cámaras de Comercio132, el Título VIII del Libro II del Código General
del Proceso (Ley nº 15.982 de 18 de octubre de 1988) dedicado al desarrollo de los procesos, se
dedicó al “Proceso arbitral”. Esta situación estuvo en trance de superación, pues el 25 de mayo de
2004 se presentó al Parlamento un proyecto de ley nacional de arbitraje comercial internacional,
basado en la LMU, que más tarde se ajustaría a las modificaciones de 2006 de último este texto.
Pero esta iniciativa fracasó y hubo que esperar a la Ley nº 19.090 de junio de 2013, que introdujo
algunas modificaciones a la referida Ley nº 15.982 sin cambiar el contenido sustancial del modelo
regulatorio. Dichas modificaciones, son mínimas y afectan al “alcance de la cláusula compromisoria”
(art. 475), a las “diligencias preliminares (art. 488), a los “recursos contra el laudo” con ampliación de
las causales de anulación (art. 499), al “alcance de la nulidad (art. 500). La gran reforma del arbitraje
comercial internacional sigue, pues, pendiente en este país austral.
131
Vid. por todos C. Fresnedo de Aguirre, “El arbitraje internacional: presencia y evolución en el ámbito jurídico uruguayo”,
Revista de Derecho, Segunda época, año 7, nº 7, diciembre 2012, pp. 115-151
132
H.M. Rodríguez Sanguinetti, “Uruguay: un arbitrio imprescindible: la dilucidación arbitral de controversias entre las partes”,
Revista de la Corte Española de Arbitraje, vol. I, 1984, pp. 274-276.
133
N. Bouza Vidal, “Perspectiva universal y regional en la consolidación del arbitraje comercial internacional”, Anuario del
Instituto Hispano Luso Americano de Derecho Internacional, vol. 19, 2009, pp. 25-50.
134
Bien entendido que la proyección es privativa del arbitraje comercial. para L. Pereznieto Castro la región, por sus
características y circunstancias, tiene peculiaridades especiales en materia de arbitraje de inversiones “tanto en la forma de
recibir los principios del arbitraje como en su interpretación” (cf. “El arbitraje comercial internacional latinoamericano, en
busca de una doctrina propia”, Arbitraje, vol. IV, nº 2, 2011, pp. 455-473, esp. p. 456.
56
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
por la defensa en la región ciertas peculiaridades, como una marcada tendencia “jurisdiccionalista”135.
Aunque se carezca de una reglamentación totalmente armonizada del arbitraje y que ciertos
postulados comienzan a recibir ciertas críticas por su inadecuación a las circunstancias concretas136 no
puede negarse una clara vocación de modernización137. El balance no puede ser más positivo: dejando
a un lado el caso de Haití, cinco Estados han incorporado en bloque la versión de 1985 de la LMU,
seis que han elegido la versión más moderna de 2006 y tres la han introducido parcialmente. El
particularismo se registra en tan sólo seis Estados, cuyos sistemas en unos casos no son especialmente
contrarios al modelo y, en otros, se asiste a una vocación de incorporarse al mismo. Con ello la
supuesta actitud negativa de América latina y el Caribe hacia el arbitraje comercial internacional
ha dejado de ser un mito138, mostrando una clara apertura hacia la consolidación de una auténtica
cultura arbitral no exenta de dificultades139.
Los obstáculos legales más importantes, que tradicionalmente impedían que el arbitraje se transformara
en el método más efectivo y utilizado para resolver controversias comerciales internacionales en
América latina y el Caribe, han sido prácticamente suprimidos acomodándose a las previsiones
establecidas en cuerpos legales de países de otras áreas geográficas más familiarizados con la práctica
del arbitraje internacional. Sin duda la LMU ha construido una inapreciable fuente de inspiración,
junto con otros textos específicos de la región. Al haberse seguido los principios recogidos en la
LMU, el proceso de reforma legal ha permitido, asimismo, dotar, a la mayoría de los países de la
región sino de una armonización generalizada al menos de un cierto grado de uniformidad en cuanto
al reconocimiento de los principios básicos y universales del arbitraje. Con ello se ha creado un marco
legal adecuado para la promoción de un mayor desarrollo del arbitraje internacional y de su mejor
comprensión por parte de los tribunales y abogados locales, lo cual debería conducir en el futuro a
una gradual consolidación de la práctica del arbitraje internacional dentro del contexto de América
latina y el Caribe140.
El marco legal está servido, ahora los operadores jurídicos, los centros de arbitraje y los jueces tienen
la iniciativa.
135
Cf. H. Díaz Candia, “Tendencias actuales…”, loc. cit., p. 417.
136
P. Landolt, “The Inconvenience of Principle: Separability and Kompetenz–Kompetenz”, J. Int’l Arb., vol. 30, nº 5, 2013,
pp. 511–530; P. Tan, y J. Ahmad, “The UNCITRAL Model Law and Awards infra petita”, J. Int’l Arb., vol. 31, nº 3, pp.
413–423.
137
Vid. M.F. Vásquez Palma, “¿Están preparados los países latinoamericanos para ser sedes de arbitraje?”, Revista Internacional de
arbitraje, nº 10, pp. 109–174; id., “Arbitraje y jurisdicción estatal: su coordinación en una perspectiva latinoamericana”, Arbitraje,
vol. III, nº 3, 2010, pp. 766-788, esp. p. 766.
138
A. Jana (con la colaboración de E. Mereminskaya), “International Commercial Arbitration in Latin America: Myths and
Realities”, J. Int’l Arb., vol. 32, nº 4, 2015, pp. 413–446.
139
D. Brock y L. Feldman, L “Recent Trends in the Conduct of Arbitrations”, J. Int’l Arb., vol. 30, nº 2, 2013, pp. 177–193
140
J.M. Cook, “International Arbitration in American Context: A Comparative Look at Arbitration in Mexico and the United
States”, Vindobona J. Int’l Comm. L & Arb., vol. 3, 1999, pp. 41-60.
57
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
RESUMEN
En el presente artículo el autor propone que existen algunos aspectos del Derecho Internacional
Privado que pueden servir para nutrir el derecho arbitral. Para sustentar dicha proposición
analiza, a modo de ejemplo y sin intención de agotar el tema, la sede, el orden público, el
problema de la arbitrabilidad relevante y el derecho aplicable a las disputas de las partes.
ABSTRACT
The author suggests In this contribution that there are some aspects of Private International
Law that can serve to contribute to the development of arbitration law. To support this
proposition, he analyzes by way of example and without the intended to exhaust the topic,
subjects as the seat of arbitration, ordre public, arbitrability and the applicable law to the
disputes of the parties.
1.- Postulado.
Existe mucho que el derecho arbitral puede aprender del derecho internacional privado (“DIPr”).
Conceptos jurídicos diversos del derecho arbitral pueden nutrirse de las lecciones que ofrece el
DIPr. Y de hacerlo, pueden lograrse soluciones a algunos dilemas insuficientemente resueltos. Para
justificar la aseveración, a continuación toco algunos ejemplos, propositivamente y de complejidad
incremental: la sede (§II) el orden público (§III), el problema de la arbitrabilidad relevante (§IV), y
el derecho aplicable a la disputas de partes (§V).
Mi objetivo no será agotar el tema sino hacer ver cómo cada uno de los temas (y dilemas) indicados
puede verse enriquecido con retroalimentación de DIPr.
2.- Sede.
El concepto jurídico “sede” del derecho arbitral ha sido malentendido – y con frecuencia mal
aplicado. Y la aseveración no sólo aplica a la praxis cotidiana, sino al derecho arbitral escrito. Muchos
(la mayoría) de los derechos arbitrales aluden al “lugar” del arbitraje, lo cual invita ambigüedad y
confusión. “Lugar” es una palabra que denota geografía, cuando la “sede” no es un criterio geográfico
sino jurídico. Como resultado, en una cantidad importante de casos uno observa que buena parte del
tiempo, acervo de negociación, y capital de persuasión se consume en una cuestión que no lo justifica:
¿dónde fijar la sede? Y la incomprensión suele convertirse en una mala utilización: después de todo,
faltando claridad sobre qué es la “sede” y cómo se distingue del “lugar” del arbitraje, no es infrecuente
que se escoge por criterios distintos a los óptimos.
El DIPr es de utilidad en resolver dicha confusión. El concepto jurídico “punto de conexidad” del
DIPr sirve para esclarecer, pues esa es la esencia y naturaleza jurídica del concepto jurídico “sede”:
servir como punto de conexidad que establece un vínculo entre un derecho arbitral y un tribunal
141 ∗
Árbitro, mediador y profesor de arbitraje. González de Cossío Abogados, SC, México (www.gdca.com.mx)
Este ensayo documenta la conferencia magistral impartida ante la Academia Chilena de Derecho Internacional Privado
(ADIPRI) en Punta Arenas el 12 de noviembre de 2015. Se invitan observaciones a fgcossio@gdca.com.mx.
58
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
y proceso arbitral determinado. Al elegir la sede de país X se elige el derecho arbitral de país X –
una consecuencia jurídica. Y ello es distinto al lugar donde ocurrirán las audiencias u otros pasos
procesales – un criterio geográfico.
Luego entonces, postulo que al definir la noción “sede” mucho se ganaría de hacer uso de la noción
“point de rattachement” del DIPr. El resultado será ilustrar. Facilitar. Apalancar al exponente en los
conocimientos que todo abogado tiene (o debe tener) sobre derecho internacional privado a efecto
de dilucidad lo que es y debe entenderse por “sede”. Y el resultado pragmático será ahorrar tiempo
de explicación y pasos innecesarios, ambos frecuentemente vistos en el contexto de la negociación de
contratos o confección de procesos arbitrales.
Conclusión y postulado: “sede” es el vínculo jurídico (o “punto de conexidad” conforme a nomenclatura
de DIPr) que existe entre un derecho arbitral (la lex arbitri) y un tribunal y proceso arbitral. Se
diferencia de la lex causae (el derecho aplicable al fondo de la disputa) y del lugar físico donde tendrán
lugar las audiencias u otros pasos procesales.142
4.1) Arbitrabilidad.
La arbitrabilidad es la susceptibilidad de una materia al arbitraje. A ser resuelta mediante un proceso
privado y contractual. Por definición, supone que no toda disputa es susceptible de ser dirimida en
142
Por ejemplo, la ejecución de un laudo.
143
Para conocerlo, véase Arbitraje, Ed. Porrúa, México, 4ª ed., 2014, pp. 967-1008.
144
Artículo 14.III del Código Civil Federal de México.
145
Artículo 15.II del Código Civil Federal de México.
146
Artículos 1457.II y 1462.II del Código de Comercio. Artículo V(2)(b) de la Convención sobre el Reconocimiento
y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras.
59
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arbitraje. Y aunque existen criterios para discernir la arbitrabilidad,147 no hay un criterio único; más
bien hay un test a seguir para discernir.
La arbitrabilidad varía de Estado en Estado. El motivo: el que una materia sea “sensible” o evoque
temas del género que le restan arbitrabilidad suele depender del temperamento social y de la
confianza y sofisticación que un poder legislativo y judicial local tienen respecto del arbitraje – lo
cual es variado.148 Luego entonces, la arbitrabilidad es un tema que arroja respuestas diversas a según
el país en cuestión. Como resultado, respecto a este tema, el mundo es kaleidoscópico: el contenido
y alcance de la arbitrabilidad es casuista. Depende del derecho local relevante, y difiere atendiendo a
quien lo realiza.149
No hay una respuesta uniforme acerca de las áreas que pueden ser sometidas al arbitraje. La
arbitrabilidad tiene una espacio-temporalidad. Los temas arbitrables varían de jurisdicción en
jurisdicción. Más aún, áreas que históricamente se consideraban no arbitrables se han ido abriendo
al arbitraje en la medida en que ha crecido la confianza en dicho mecanismo. Algunas jurisdicciones
son liberales, algunas conservadoras, y dentro de estos polos existen posturas intermedias y matices
dentro de las mismas. El que una legislación permita que un área pueda ser sometida al arbitraje
refleja confianza por parte de su legislatura y judicatura en dicho sistema de solución de controversias.
El que una controversia sea arbitrable lo decide el derecho sustantivo aplicable. Lo anterior invita
a problemas de conflictos de leyes en arbitrajes internacionales con una diversidad de puntos de
contacto.
147
Suele decirse que la arbitrabilidad de una materia depende de cuatro elementos: (1) si la relación es mercantil,
contractual o dineraria, en cuyo caso la respuesta suele ser afirmativa; (2) si versa sobre una materia o derecho de libre
disposición, (3) que no invoque un tema de interés público; (4) que no verse sobre derechos de terceros.
148
Para abundar, véase González de Cossío, El Dúo Dinámico del arbitraje, visible en www.gdca.com.mx/
publicaciones/arbitraje.
149
Mientras que un tribunal estatal que examine la posibilidad de someter al arbitraje una determinada controversia lo
hará aplicando su concepción del orden público, los árbitrosal carecer de foroaplicarán los requisitos de un verdadero
orden público internacional, sujeto a consideraciones sobre la ejecutabilidad del laudo.
150
Para efectos del presente, llamaré “A” a la parte demandante y “B” a la parte demandada.
151
Bautizaré como “E” y “F” a los derechos de cada una de las diferentes jurisdicciones que donde las partes cuentan
con activos. Sin embargo, podrían ser más de dos.
152
Que, si bien podría parecer exagerada o académica a unos, no lo será para abogados con experiencia en arbitrajes
internacionales.
153
Nótese que no he complicado el análisis con factores que en ocasiones se presentan. Por ejemplo, arbitraje
multipartes donde las partes están en diferentes jurisdicciones. Además de que considero innecesario complicar la
hipótesis con la finalidad de dar respuesta a la presente incógnita, el objetivo al que pretendo arribar me lo impide: el
establecer un modelo para solucionar esta situación. Todo modelo es, por definición, una simplificación de la realidad.
60
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
El tema no está decidido y ha sido debatido académicamente. Resumiendo, las posturas son las
siguientes:
1. Lex fori: El Dr. Albert Jan van den Berg154 y varios autores155 sostienen que la arbitrabilidad de
una controversia debe ser determinada bajo el derecho del foro del juez que le corresponde decidir
sobre la misma. Lo anterior puesto que: (a) la “consistencia interna” de la Convención de Nueva
York exige dicho resultado; (b) las cortes derivan competencia de su derecho, y que las cortes
deben evitar obstruir las reglas extranjeras de arbitrabilidad, mismas que con frecuencia derivan
de casos complejos, más que de derecho escrito; y (c) las cortes que han examinado la cuestión de
arbitrabilidad lo han hecho exclusivamente bajo su derecho.
2. Lex arbitri: Gabrielle Kaufmann-Kohler y Antonio Rigozzi reconocen la diferencia de opinión
sobre el tema toman la postura que la mejor visión es el derecho arbitral: la lex arbitri.156 El
motivo: es el derecho más cercano a la cuestión de la arbitrabilidad (“more closely connected”, en sus
palabras).157
Una digresión es relevante: conforme a derecho arbitral e internacional privado suizo, la arbitrabilidad
‘suiza’ de una disputa no se ve afectada por que la materia no sea arbitrable conforme a otro
derecho.158 La implicación de esta postura es no solo interesante y poderosa, sino útil – y digna
de énfasis dados los fines de este ensayo: dicha aproximación es especialmente valiosa en sistemas
internacionales de solución de disputas de una materia (por ejemplo, la deportiva). De otra
manera, el que un país declare inarbitrable una materia tendría un efecto ‘dominó’ negativo en
todo el sistema. Para construir un ‘sistema’ internacional de solución de disputas sobre una materia
o industria, la visión suiza159 es indispensable. De otra manera, una inarbitrabilidad local se torna
en un óbice internacional.
3. Derecho del acuerdo arbitral: existen otros autores que sostienen que la arbitrabilidad debe
aquilatarse exclusivamente en base al derecho aplicable al acuerdo arbitral.160
4. Lex fori + derecho del acuerdo arbitral: otros autores sostienen que la arbitrabilidad de una
controversia debe determinarse haciendo un análisis conjunto tanto del derecho del foro del juez
y el derecho aplicable al acuerdo arbitral.161
5. Presunción en favor de arbitrabilidad salvo la lex contractus y el derecho de la sede del acuerdo arbitral
contemplen lo contrario: Jan Paulsson162 considera que, para efectos del artículo II y V(1)(a) de
la Convención de Nueva York, la arbitrabilidad de la materia debe considerarse procedente a
menos que la parte que resista el arbitraje, o se oponga a la ejecución del laudo, pruebe que el
acuerdo arbitral es inválido (por inarbitrabilidad) bajo (a) el derecho que las partes designaron
154
Albert Jan Van den Berg, The New York Arbitration Convention of 1958. Towards a Uniform Judicial
Interpretation, Kluwer Law and Taxation Publishers, T.M.C. Asser Institute, The Hague, 1981, pp. 152-153.
155
E. Minoli, L’entrata en vigore della convenzione di new york sul riconoscimento e l’esecuzione delle
sentenze arbitrali straniere, 24 Rivista di Diritto Processuale (1969, p. 539; J. Robert, La Convention de New York
du 10 juin 1958 pour la reconnaissance et l´execution des sentences arbitrales étrangères, Revue de l’arbitrage (1958),
p. 70 ; F.E. Klein, La Convention de New York du 10 juin 1958 pour la reconnaissance et l´execution des
sentences arbitrales étrangères, 57 Revue Suisse de Jurisprudence (1961), p. 229.
156
International Arbitration. Law and Practice in Switzerland, Oxford University Press, UK, 2015, pp-
99-100.
157
Id., p. 100.
158
Id., p. 103.
159
Visible en el artículo 177(1) de la Private International Law Act.
160
Gerald Asken, American Arbitration Accession Arrives in the Age of Aquarius: United States
implements United Nations Convention on the Recognition and Enforcement of Foreign Arbitral
Awards, 3 Southwestern University Law Review (1971), p. 1; Phillippe Fouchard, L’arbitrage commercial
international, Paris, 1965, No. 186.
161
Th. Bertheau, Das New Yorker Abkommen vom 10 Juni 1958 uber die anerkennung und Vollstreckung
auslandischer Schiedsspruche (Wintherthur 1965), p. 38; K.H. Schwab, Schiedsgereichtbarkeit, 3d. Ed., Munich
1979, p. 342; Peter Schlosser, Das Rechr der internationalen privaten Schiedsgerichtsbarkeit, Tubingen, 1975, No. 312.
162
Jan Paulsson, Still Through a Glass Darkly, ICC International Court of Arbitration Bulletin, Arbitration
in the Next Decade, Special Supplement, 1999, p. 104.
61
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
como aplicable al contrato; y (b) el derecho de la sede del arbitraje. En caso de no existir sede,
la referencia será al derecho del país donde la autoridad encargada de designar al presidente del
tribunal arbitral en ausencia de pacto entre las partes al respecto.
6. Orden público internacional: En la medida en que los árbitros no tienen foro, aplicarán lo que
consideran que son los requisitos de un verdadero orden público internacional.163
El tema no está resuelto, y no se observan tendencias dominantes en jurisdicción alguna.
Podría pensarse que el tema es teórico, pero la realidad es otra. Un ejemplo mexicano puede ser
ilustrativo. Piénsese en el caso en que una disputa laboral es sometida al arbitraje en México y
el laudo es llevado para ser ejecutado en Estados Unidos de América. (Como el lector sabe, las
controversias laborales no son arbitrables en México, pero sí en Estados Unidos.) ¿Debe por ello
juez estadounidense no ejecutar el laudono obstante que bajo su lex fori la disputa sí es arbitrable?
Y el ejemplo inverso también es ilustrativo. Si se desea hacer cumplir una condena monetaria
contenida en el laudo derivado de una controversia laboral que proviene de Estados Unidos, ¿podría
el juez mexicano únicamente utilizar como la jurisdicción relevante a Estados Unidos? ¿O tendría
que descartar su validez dado que dichas materias son inarbitrables en México?
Conceptualicemos el problema desde la óptica de un juez mexicano: dado que es en México donde
se ejecutaría el laudo, ¿por qué habría de ponerse en juego una arbitrabilidad distinta a la mexicana?
Pero llevemos el postulado un paso más adelante: ¿por qué habría la arbitrabilidad mexicana de ser
el criterio definitorio si los puntos de conexidad relevantes, o los que tienen in casu más peso, no
involucran a México? ¿Por qué dar peso a un vínculo accidental?
A continuación retomo una propuesta que he hecho,164 y que actualiza el postulado general de este
ensayo: que se resuelva el dilema utilizado materia prima intelectual del DIPr.
163
Phillipe Fouchard, Emmanuel Gaillard, Berthold Goldman, Traité de l’Arbitrage commercial
international, Ed. Litec, 1996, p. 345. A su vez, Fouchard, Gaillard, Goldman on International Commercial
Arbitration, Emmanuel Gaillard y John Savage editores, Kluwer Law International, 1999, p. 330.
164
Arbitraje, ob. cit., p. 962 et seq.
62
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
lo que el gran pensador de DIPr, Friederich Juenger, llamaba “soluciones conflictuales teleológicas”.165
A continuación propongo una solución conflictual teleológica.
Deseo proponer que la solución al problema expuesto incluya determinar si existió fraude a la ley.
Que el juzgador de nulidad debe analizar si in casu existió fraude a la ley. Si mediante la utilización de
medios lícitos se logró un resultado ilícito. Si el derecho fue usado para burlar el Derecho – la esencia
del fraude a la ley. De ocurrir, el juez podrá negar ejecución.
Para ejemplificar, tomemos de nuevo el caso dibujado con anterioridad. Si A y B (ambos
estadounidenses) someten al arbitraje una controversia laboral, y A solicita la ejecución del laudo en
México, mismo que condena a B a pagar US$20,000, ¿por qué no habría de ejecutarse? El derecho
laboral mexicano nunca estuvo en juego. El orden público mexicano no se ve obviado u ofendido. Se
trata de una relación laboral fuera del ámbito material y geográfico de aplicación del derecho laboral
mexicano. En cambio, negar su ejecutabilidad parece miope y nacionalista—además de prestarte a
que una de las partes (A en nuestro ejemplo) se vea (sorpresivamente) privada de indemnización.
Pero si A y B son mexicanos, y la relación estaba regida por derecho laboral mexicano, y B incluye
una cláusula arbitral en el contrato (en esencia laboral) que lo vincula con A, ejecutar dicho laudo en
México da efectos a un fraud à la loi. Rechazar su ejecución sería justificado.
El tipo de análisis que el juez de nulidad realizará es un análisis conflictual.166 Es decir, la determinación
del Derecho que debe ser aplicable ante la concurrencia simultánea de más de un sistema jurídico.
Existen diferentes métodos conflictuales, unos de los cuales tienden a ser mecánicos. Sin que la
aproximación sea mala (pues da seguridad jurídica) en ocasiones es subóptima. El motivo es fácil de
percibir: la realidad rápidamente rebasa soluciones legales aritméticas. Ante ello, el movimiento a
favor de soluciones conflictuales teleológicas es plausibleaunque exige más del juzgador.167
Considero que el problema de la arbitrabilidad relevante amerita dicha solución. Después de todo,
no es en vano que haya atraído la atención de las mentes más agudas y experimentadas del mundo en
arbitraje. Se trata de un problema de alto relieve.
El ejercicio parece difícil. No lo es. Simplemente se trata de realizar un análisis lógico del caso y de
los derechos involucrados.
4.4) Beneficios.
La postura por la que abogo evita que la existencia de un punto de conexidad con una jurisdicción
que no tiene peso en la relación y que tiene una aproximación limitada con respecto a arbitrabilidad
entorpezca la eficiente solución de la controversia en al misma. Es por ello congruente con el
principio favor arbitrandum. También evita la utilización abusiva del arbitraje. Si, por ejemplo, las
partes movieran las piezas de su relación y pactaran la utilización de arbitraje con miras a efectuar un
fraude a la ley, la teoría expuesta permite zanjar la estrategia.
Como puede verse, se trata de una solución de DIPr a un dilema derecho arbitral.
165
Al respeto, ver Friederich K. Juenger, Choice of Law and Multistate Justice, The Netherlands, Martinus
Nijhoff Publishers Dordrecht/Boston/London, 1993. La obra de Juenger, quien es uno de los estudiosos más interesantes
que sobre esta materia he encontrado, hace un interesante (y elegante) estudio sobre lo que es y debe ser el derecho
internacional privado. (Confieso sesgo: fue mi maestro, y uno de los mejores que he tenido.)
166
Es decir, de derecho internacional privado, o choice of law (como se le alude en jurisdicciones de common law) o droit
conflictuelle (en Francia).
167
Al respeto, ver Friederich K. Juenger, Choice of Law and Multistate Justice, The Netherlands, Martinus
Nijhoff Publishers Dordrecht/Boston/London, 1993. La obra de Juenger, quien es uno de los estudiosos más interesantes
que sobre esta materia he encontrado, hace un interesante (y elegante) estudio sobre lo que es y debe ser el derecho
internacional privado. (Confieso sesgo: fue mi maestro, y uno de los mejores que he tenido.)
63
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
5.1) Panorama.
El terreno jurídico en esta materia es sinuoso — fértil para problemas de DIPr. Existen —y
coexisten— diferentes regímenes de derecho aplicable: (1) el Código de Arbitraje del Deporte (el
Code of Arbitration for Sport - “Código TAS”), (2) la ley suiza de derecho internacional privado (la
Swiss Private International Law Act - “PILA”), y (3) el contenido de los contratos celebrados por los
deportistas y actores deportivos. Y todos estos pueden—suelen—generar conflictos de leyes pues:
(1) Los contratos celebrados entre deportistas suelen contener disposiciones de derecho aplicable.
(2) El artículo 187(1) de la PILA establece que:168
El tribunal arbitral deberá decidir de conformidad con el derecho elegido por las partes o, en
ausencia de tal elección, de conformidad con el derecho con el cual la acción esté más íntimamente
conectada.
[The arbitral tribunal shall rule according to the law chosen by the parties or, in the absence of
such choice, according to the law with which the action is most closely connected.]
(3) En procedimientos ordinarios, el artículo R45 del Código TAS prevé que:169
El Panel deberá decidir la controversia en base a las reglas de derecho elegidas pro las partes o, en
ausencia de tal elección, de conformidad con derecho suizo.
[The Panel shall decide the dispute according to the rules of law chosen by the parties or, in the
absence of such a choice, according to Swiss law. …].
(4) A su vez, el artículo R58 del Código de Arbitraje del Deporte (Tribunal Arbitral du Sport)
establece:170
Derecho aplicable al fondo
El Tribunal resolverá la controversia de acuerdo con la normativa aplicable y, subsidiariamente,
con las reglas de la ley elegida por las partes o, en ausencia de dicha elección, de acuerdo con la
ley del país en el que la federación, asociación u organismo deportivo relacionado que ha emitido
la decisión impugnada esté domiciliada o de acuerdo a las reglas de derecho que el Tribunal
considere apropiadas. En este último caso, el Tribunal deberá motivar su decisión.”
[Law Applicable to the merits
The Panel shall decide the dispute according to the applicable regulations and, subsidiarily, to
the rules of law chosen by the parties or, in the absence of such a choice, according to the law
of the country in which the federation, association or sports-related body which has issued the
168
Traducción libre del autor.
169
Traducción libre del autor, pues el idioma oficial del TAS es inglés y francés.
170
Traducción libre del autor, pues el idioma oficial del TAS es inglés y francés.
64
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
challenged decision is domiciled or according to the rules of law that the Panel deems appropriate.
In the latter case, the Panel shall give reasons for its decisión.]
Como resultado, el régimen conflictual descrito puede resumirse en los siguientes criterios de
conflictos de leyes:
a) Las regulaciones deportivas aplicables;
b) la autonomía de la voluntad; y
c) En ausencia de designación de derecho aplicable, ya sea (i) el derecho con el que se guarde la
conexión más estrecha; o (ii) el domicilio de la asociación deportiva.
Sin embargo, dicho escenario, lejos de solucionar, propicia conflictos de leyes. A continuación se
explica por qué.
171
Deseo reconocer el recuento de todas las visions realizado por el Professor Dr. Ulrich Haas en su conferencia sobre
65
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
(i) Algunos abordan la cuestión únicamente cuando existe una colisión de derechos; es decir,
cuando las dos rutas de derecho aplicable posibles apuntan al mismo resultado (por ejemplo,
derecho suizo), el conflicto de leyes posible no es solucionado.172
(ii) Algunos laudos toman la postura que una elección expresa de derecho aplicable desplaza una
elección implícita contenida en la lex sportiva.173 Es decir, lo trata como derecho dispositivo
que admite pacto en contrario.
(iii) Otros (los más) ignoran la elección de derecho aplicable y aplican el derecho suizo en forma
“subsidiaria”.174
(iv) Una variante de esta última visión es que la elección ex post es entendida que prevalece sobre
la elección ex ante; y la primera está contenida en las reglamentaciones deportivas aplicables.175
(v) Algunos niegan la elección de derecho aplicable y aplican Derecho Suizo explicando que el
régimen deportivo internacional requiere uniformidad.176
(vi) Otros favorecen la “coexistencia” o la teoría del “depeçage”: el derecho escogido por las reglas
deportivas aplicables y la elección de derecho aplicable coexisten dentro de sus respectivos
ámbitos.177
Esta no es la primera ocasión que el concepto de aplicación “subsidiaria” (supletoria) genera
problemas. Nuestro poder judicial ha esclarecido que significa, en esencia, que el derecho supletorio
aplicará únicamente cuando el concepto jurídico existe en el régimen primario. En caso de que el
concepto jurídico específico no exista en el régimen primario, no puede ser reintroducido mediante la
“puerta trasera” de la aplicación subsidiaria del régimen secundario. Está simplemente indisponible.
El régimen supletorio requiere la existencia de una institución jurídica. El régimen supletorio debe
suplementar —complementar— el régimen primario aplicable, no reintroducirlo sorpresivamente
cuando no existe.
En forma similar, el concepto y alcance de la “aplicación subsidiaria” según el artículo R58 del Código
TAS de un derecho determinado ha provocado diferencia de opinión. ¿Qué significa? ¿Qué tan lejos
nos llega?
Recientemente, el Profesor Ulrich Haas ha escrito un ensayo profundo sobre este tema.178 Además de
ser lectura obligada para todo árbitro deportivo, propone una visión que en mi opinión es la correcta.
Comienza planteando el problema así: ¿Qué sistema de derecho rige la cuestión sustantiva en casos
de apelación? En respuesta, ofrece tres proposiciones que tienen que ver con el papel del derecho
aplicable:
1. Impacto de la elección del derecho aplicable: la autonomía de la voluntad es limitada. Conforme
al artículo R58 del Código TAS, la autonomía de la voluntad se ciñe al área normativa fuera del
ámbito de aplicación obligatoria: las “reglas deportivas aplicables”.
2. La elección de derecho aplicable contenida en la lex sportiva: si las “reglas aplicables” contienen
una referencia a derecho nacional (como ocurre con el artículo 66(2) del Estatuto FIFA), entonces
el ámbito de aplicación del derecho nacional invocado debe ser delineado del derecho elegido por
las partes. Por ejemplo, el derecho Suizo invocado por el artículo 66(2) del Estatutot FIFA no
66
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
prevalece sobre la elección hecha por las partes. Coexiste con el derecho elegido por las partes.
(Me refiero a esto como la “Teoría del Depeçage”.)
3. Temas residuales: cualesquiera otros temas que no estén abarcados por las reglas FIFA están
sujetas al derecho que ha sido elegido por las partes. Se entiende que son áreas dentro de las cuales
no se requiere un estándar de industria uniforme.
Para ilustrar, un ejemplo puede ser de utilidad. Piénsese en un contrato de fútbol que establece que
el derecho mexicano es aplicable. Surge una disputa en la que dos cuestiones jurídicas deben ser
resueltas: (a) si la obligación de pago ha fenecido como resultado de un cambio de circunstancias
(rebus sic stantibus); y (b) enriquecimiento sin causa. Mientras que lo primero estaría regido por
derecho suizo, lo segundo por Derecho mexicano. El primero en la medida en que se plantea como
una cuestión de interpretación del Estatuto FIFA. Lo segundo en la medida en que es un concepto
jurídico no abarcado por el Estatuto FIFA.
El corolario de lo anterior es que la elección del derecho aplicable será sin perjuicio a la lex sportiva (las
“reglas aplicables”) y el régimen en que descansa. Sin embargo, dicha lex causa no será desplazada por la
lex sportiva cuando se relacione con un tópico que no existe en el régimen de estatutos FIFA.
5.3) Comentario.
La Teoría del Depeçage deportivo es una idea coherente que hace sentido de una enorme cantidad de
visiones diversas sobre un terreno jurídico sinuoso. Es además, útil e importante.
Es útil, en que prevé una manera apropiada de entender y manejar la conjugación y aplicación en cada
caso de una enorme cantidad de regímenes que se entrelazan y aplican a las disputas deportivas. Es
importante pues dichos regímenes pueden —y con frecuencia son— lois de police u ordre public. Por
ende, es aconsejable asegurar que son manejados correctamente a efecto de disminuir la posibilidad
de argumentos en el contexto de juicios de nulidad o ejecución de laudos.
Como puede observarse, Teoría del Depeçage es una herramienta de DIPr útil para resolver dilemas
vividos en arbitraje deportivo y que buscan (y logran) un propósito importante: mantener uniformidad
en el régimen deportivo mundial—una necesidad implícita en el objetivo de fair play.
67
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RESUMEN
El presente trabajo busca exponer los elementos más relevantes de la Ley paraguaya de
Derecho aplicable a los Contratos Internacionales y las normas correspondientes del nuevo
Código Civil y Comercial argentino, que recogen, entre otros elementos, instrumentos que
se han elaborado en los foros especializados en el Derecho Internacional Privado, destacando
el reconocimiento que se brinda a la autonomía de la voluntad como canal apto para que
las partes puedan escoger qué ordenamiento jurídico regulará la relaciones derivadas de
la convención celebrada. Lo anterior, resulta elogiable, ya que coloca al Paraguay y a la
Argentina a la vanguardia de esta zona del continente en esta materia, con normas que
dan mayor certeza a los negocios internacionales contactados con el Derecho de esos países.
El que ambas modificaciones legislativas coincidan en muchos elementos es positivo, pues
puede entenderse como una materialización de la necesaria armonización de la regulación del
Derecho contractual, en un contexto integrado, como es el Mercosur, paso que puede mirarse
como una instancia previa hacia un estadio de unificación de su normativa, como ha ocurrido
en Europa, a través del Reglamento Roma I.
ABSTRACT
This paper seeks to expose the most important elements of the Paraguayan Law applicable
to international contracts and corresponding provisions of the new Argentine Civil and
Commercial Code, which includes, among other elements, instruments that have been
developed in specialized forums on Private International law, highlighting the recognition
that is given to autonomy of will as suitable channel so that the parties can choose which law
will regulate the relations arising from the convention held. Above, it is commendable, as it
places Paraguay and Argentina to the forefront of the continent’s area in this matter, with
rules that give greater certainty to international business in contact with the law of those
countries. It is positive that both legislative changes coincide in many elements, because it can
be understood as a realization of the necessary harmonization of the regulation of contract
law, in an integrated context, such as Mercosur, a step that may be regarded as a prior step to
a stage unification of the rules, as has happened in Europe, through Rome I.
179 *
Profesor del Departamento de Derecho Económico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Magíster en
Derecho de los Negocios Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.
68
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
I. Introducción.
En Sudamérica180, para hablar de Derecho Internacional Privado es necesario contar con un escritorio
de grandes dimensiones (si se opta por ocupar fuentes en formato papel) o con un computador que
aguante tener simultáneamente muchas ventanas abiertas, dado que las normas positivas de esta
disciplina se encuentran dispersas en diferentes cuerpos internos e internacionales, muchos de ellos
del siglo XIX, que no obstante ese sombrío estado del arte, en razón del incansable esfuerzo de los
internacionalistas por buscar sistematizar y dar cierta coherencia a esta rama, ha podido configurarse
en cada uno de los países de la zona181, muchas veces a través de complejos esquemas, para -en
definitiva- generar una inarmónica teoría general y especial de la disciplina, como por ejemplo, ocurre
en Chile182.
Este escenario dificulta que se puedan brindar ex ante respuestas seguras y previsibles183, puesto que
no hay normas de conflicto (ni materiales) claras y precisas, que permitan preveer las consecuencias
jurídicas de los diferentes comportamientos que pueden adoptar los sujetos inmersos en este plano
internacional184.
Lo señalado resulta particularmente sensible en espacios en que, desde hace 25 años, han emprendido
un proceso de integración en aras a alcanzar un mercado común -esto es, libre circulación de bienes,
capitales, personas y servicios-, como ocurre con Mercosur, en el cual, naturalmente debieren
incrementarse las operaciones internacionales.
Al interior de ese bloque de la vertiente oriental del continente, no se cuenta con un instrumento
subregional común que determine las pautas para resolver el Derecho que será aplicable a los contratos
internacionales185, no obstante lo cual, dos de sus países integrantes, han emprendido -exitosamente-
un proceso de dictación de normativa destinada a paliar esta carencia, siendo tales legislaciones el
objeto de este informe.
180
Con la salvedad de Venezuela.
181
OVIEDO ALBÁN, Jorge. Autonomía de la voluntad en contratos internacionales. En PICAND ALBÓNICO (Coord.)
Estudios de Derecho Internacional Privado chileno y comparado, Thomson Reuters, Santiago, 2014, pp. 556-558; NOODT
TAQUELA, María Blanca. Reglamentación general de los contratos internacionales en los Estados mercosureños. En
FERNÁNDEZ ARROYO, D. (Coord.) Derecho Internacional Privado de los Estados del Mercosur, Zavalia Editor, 2003,
Buenos Aires, p. 999; PÉREZ PACHECO, Yaritza. Aportes de la Ley de Derecho Internacional Privado venezolana
a la codificación ius internacional privatista. En: Ars boni et Aequi, año 10, N° 2, 2014, pp. 52-53; ALBORNOZ, María
Mercedes. Integración regional y voluntad. En CEDEP. Derecho Internacional Privado y derecho de la integración. Libro
homenaje a Roberto Ruíz Díaz Labrano, Asunción, 2013, p. 591.
182
GALLEGOS ZÚÑIGA, Jaime. Aspectos Generales del Derecho Internacional Privado en Chile. En Revista del Magíster
y Doctorado en Derecho, N° 3, 2009-2010, Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, pp. 137-206; GALLEGOS
ZÚÑIGA, Jaime. Unificación de instituciones en el Derecho Comunitario Europeo, como mecanismo para facilitar el
mercado común. En: Congreso Internacional, homenaje al centenario de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso,
tomo III, 2011, pp. 325-330.
183
Ahora bien, es menester advertir, que en lo que se refiere a tribunal competente, algo ya se había avanzado en el Mercosur,
puesto que se sobre el particular, se cuenta con un instrumento subregional sobre jurisdicción internacional en materia
de contratos, el Protocolo de Buenos Aires, de 1994 (ver GALLEGOS ZÚÑIGA, Jaime. Tendencias Unificadoras del
Derecho Comercial Internacional. En: VÁSQUEZ PALMA, M.F.; FERNÁNDEZ ROZAS, J.C. Derecho Mercantil
Internacional. La unificación del Derecho Privado, Thomson Reuters, Santiago, 2012, pp. 461-465).
184
CALVO CARAVACA, A. – CARRASCOSA GONZÁLEZ, J. Derecho Internacional privado, vol. II, décimo cuarta
edición, 2013/14, Comares, p. 672.
185
ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho aplicable a los contratos internacionales en los Estados del Mercosur, en
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, año XLII, Nº 125, 2009, p. 638.
69
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II. Modificaciones en el río de la Plata. Ley paraguaya sobre el Derecho aplicable a los
Contratos Internacionales (LPDAC) y el Código Civil y Comercial argentino.
1. Antecedentes
1.1. Paraguay
Rompiendo, con el escenario recientemente enunciado, el Paraguay, dictó la ley Nº 5.393, sobre
Derecho aplicable a los Contratos Internacionales (en adelante LPDAC), publicada en su Gaceta
Oficial el 20 de enero de 2015.
Tal preceptiva recogió, como consta en su historia, el proyecto del destacado académico -representante
de esa nación ante la Comisión Especial que aprobó el texto final de los Principios de La Haya sobre
selección de Derecho aplicable a los contratos internacionales- José Antonio Moreno Rodríguez.
La anotada ordenación recoge los más avanzados instrumentos internacionales -que, en definitiva, son
aquellos que sirven para lograr la armonía internacional de las soluciones186-, los referidos Principios
de La Haya, de 2015187 y la Convención de México, de 1994, Interamericana sobre Derecho aplicable
a los Contratos Internacionales188.
A tal punto, la ley paraguaya toma las disposiciones de los textos recién aludidos, que su autor,
“sin pudor alguno” nos dice -de manera sarcástica- que “el legislador paraguayo es un perfecto
ladrón”, ya que la LPDAC siguió del modo lo más literal posible sus preceptos, a fin de buscar una
homogenización de las reglas del Derecho aplicable a los contratos, de modo universal189.
1.2. Argentina
La sistematización de la regulación de Derecho Internacional Privado era una necesidad sentida
en la Argentina desde hace muchos años190, pues -tal como ocurre hoy en Chile- sus normas se
encontraban dispersas en distintos cuerpos, tanto a nivel convencional (los Tratados de Montevideo,
de 1889, y 1940, y la Convención de la CIDIP, de 1979, sobre normas generales de Derecho
Internacional Privado, ratificada a través de la ley Nº 22.921, publicada en 1983-, entre otros) y
diferentes disposiciones desperdigadas en su Código Civil, sus cuerpos procedimentales y otros
textos de diferente alcance191.
Lo anterior, llevó a que, a través de sucesivos intentos, con dispar éxito, se buscase compilar los
desarrollos efectuados por la doctrina y jurisprudencia de ese país, para modernizar la legislación con
la cual se contaba192.
186
RAMÍREZ NECOCHEA, Mario. Curso de Derecho Internacional Privado, Lom ediciones, Santiago de Chile, 1999, pp.
66-67.
187
BORRÁS, Alegría. ¿Qué ha significado 2014 para la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado. En
Anuario Español de Derecho Internacional Privado, t. XIV-XV, 2014-2015, p. 705.
188
Ver VEYTIA, Hernani. La Convención Interamericana sobre Derecho aplicable a los contratos internacionales, en
Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, N° 25, 1999, pp. 383-397.
189
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley paraguaya de contratos internacionales: ¿Regreso al pasado? En.
INSTITUTO PARAGUAYO DE DERECHO BANCARIO Y SOCIETARIO. Temas Actuales del Derecho Bancario y
Societario, Intercontinental Editora, Asunción, 2015, p. 197.
190
MAGALLÓN ELÓSEGUI, Nerea. La reforma del sistema de Derecho Internacional Privado en la República Argentina.
En Revista Electrónica de Estudios Internacionales, Nº 14, 2007, p. 3; MENICOCCI, Alejandro Aldo. Codificación de
Derecho Internacional Privado. Con especial referencia a la parte general y la regulación patrimonial de contratos y
responsabilidad civil extracontractual en el proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación. En Anuario Argentino de
Derecho Internacional, XXIII, 2014, pp. 185-188.
191
BOTTIGLIERI, María Gloria. Importantes avances en la codificación del Derecho Internacional Privado argentino. En
Anuario Español de Derecho Internacional Privado, t. XIII, 2013, pp. 649, 662.
192
LERMAN, Celia. Las disposiciones generales de Derecho Internacional Privado en el anteproyecto de reforma del
Código Civil y Comercial de la nación: Comentarios sobre su continuidad, concisión y consenso. En Revista Argentina de
Teoría Jurídica, vol. 13, agosto 2012; RAPALLINI, Liliana Etel. “El Derecho Internacional Privado en el Código Civil y
Comercial de la Nación Argentina”, Colegio de Abogados de La Plata, 2016, p. 20; MENICOCCI, Alejandro Aldo. Op.
70
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
En ese contexto, en la discusión del nuevo Código Civil y Comercial unificado (que derogase al
de Dalmacio Vélez Sarsfield, en vigor desde 1871), que se aprobare mediante la ley Nº 26.994
-publicada en el Boletín Oficial 8 de octubre de 2014, y en vigor, a contar del 1 de agosto de 2015-
se incorporó un Título IV en su Libro Sexto, que abordó la materia de nuestro estudio, recogiendo,
al efecto, el legado de diferentes autores y proyectos encaminados hacia este objetivo, tanto internos
trasandinos -como el proyecto de Código de Derecho Internacional Privado, de 2003-, como también
instrumentos internacionales y de Derecho comparado193.
En particular, les correspondió un papel activo en la comisión encargada de confeccionar y afinar el
texto definitivo de Derecho Internacional Privado a los profesores señores Adriana Dreyzin de Klor,
María Elsa Uzal, María Susana Najurieta, y Marcelo Iñiguez.
Ahora bien, la empresa argentina fue más amplia que la paraguaya, pues no se limitó (en lo que a Derecho
Internacional Privado se refiere) a la regulación de la ley aplicable a los contratos internacionales,
sino que también comprendió normativa respecto a tribunal competente, y otros asuntos del ámbito
especial de esta disciplina, como matrimonio, adopción, responsabilidad extracontractual, entre otras
materias, asuntos que exceden el área de este trabajo, y que muy probablemente, más pronto que
tarde, comenzarán a exponerse y discutirse en la región.
2. Contrato internacional
Para entender cuándo estamos ante un contrato internacional, el artículo 2º de la LPDAC nos llama
a hacer una aplicación amplia de este término194, excluyendo de esa categoría sólo a aquel convenio
en que todos los elementos relevantes estén vinculados exclusivamente con un Estado195.
El Código argentino, en cambio, no hace siquiera un intento de conceptualización de esta figura196,
dada la falta de consenso entre los operadores de esta rama, sobre los elementos que debiese
comprender esa definición 197. Silencio, que de todas formas, a nuestro entender, no suponen un vacío
grave.
Cit., p. 223.
193
BOTTIGLIERI, María Gloria. Op. Cit., pp. 648-650; MENICOCCI, Alejandro Aldo. Op. Cit., p. 193; IÑIGUEZ,
Marcelo, en HERRERA, M., CARAMELO, G., y PICASSO, S. Código Civil y Comercial de la Nación comentado, tomo
VI, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, 2º edición, 2016, Buenos Aires, p. 319.
194
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Consolidación del principio de la autonomía de la voluntad. En Anuario
Argentino de Derecho Internacional, XXIII, 2014, p. 76.
195
Sobre esta materia y reconociendo la autonomía de voluntad como principio rector, el profesor Ramírez Necochea admite
incluso la remisión de un contrato interno a un Derecho foráneo, aun cuando no tuviese ningún elemento extranjero
relevante, dado que señala que, resguardando el orden público atingente y siempre que no se incurra en una conducta que
importe fraude a la ley, las partes bien, en ejercicio de tal autonomía, pueden transcribir las normas de un ordenamiento
extranjero, por lo que no resulta lógico que se excluya de plano la posibilidad de que incluso en un contrato “nacional”
se efectúe tal “entrega” a un Derecho externo (ver RAMÍREZ NECOCHEA, Mario. Op. Cit. pp. 283-287). A una
misma solución se llega en España, admitiendo la remisión a un Derecho extranjero, aun cuando se trate de un contrato
puramente interno o doméstico, a través de la incorporación por referencia, que en fondo incide en el régimen dispositivo
con el que cuentan las partes en virtud de la autonomía de la voluntad en su faz material (GARCIMARTÍN ALFÉREZ,
Francisco. Derecho Internacional Privado, Thomson Reuters- Civitas, Editorial Aranzadi, Cizur Menor, 2012, p. 332).
196
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., p. 78.
197
MENDOZA PEÑA, Alfredo. Los contratos internacionales en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, en
RAPALLINI, Liliana Etel. “El Derecho Internacional Privado en el Código Civil y Comercial de la Nación Argentina”,
Colegio de Abogados de La Plata, 2016, p. 222.
198
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…) Op. Cit. pp. 141-142.
71
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bastante amplia y enfática, la libertad de elección de ley, indicando que las convenciones se regirán
por el Derecho elegido por las partes, ya sea de modo expreso o tácito. En este último caso, tal opción
deberá desprenderse claramente de las disposiciones del contrato o de sus circunstancias.
De modo claro, también, el Derecho argentino reconoce esta posibilidad199 al indicar, en el artículo
2651 de su Código Civil y Comercial, que los contratos se rigen por el Derecho elegido por las
partes, en cuanto a su validez intrínseca, naturaleza, efectos, derechos y obligaciones, plasmando así
un criterio ya reconocido, antes de esta modificación, por la doctrina y jurisprudencia de ese país200,
no obstante que, del tenor de la normativa positiva previa, dicha facultad parecía tener un alcance
restringido201.
En relación con este asunto, como premisa general, estimamos adecuado señalar que se ha constatado,
de modo creciente, tanto a nivel de normas nacionales, convencionales e institucionales, de las más
variadas regiones, el reconocimiento del poder de los particulares para autorregularse en el plano de
los contratos202, y fue esa la tendencia que han seguido el Paraguay y la Argentina203.
3.3. Necesidad de vínculo efectivo del contrato para remitirse a un Derecho dado.
El Nº 4 del artículo 4° de la LPDAC -siguiendo los Principios de La Haya y la Convención de
México de 1994205- otorga también un amplio margen de libertad respecto al ordenamiento jurídico
que puedan escoger los celebrantes, puesto que ellos podrán elegir el Derecho que les plazca, aun
cuando aquél no tenga un vínculo efectivo con el contrato que se convenga.
199
Además del tenor de la norma enunciada esta predilección por reconocer como principal factor decisorio a la autonomía
conflictual aparece en la exposición de motivos de ese cuerpo orgánico, en que se indica que “…en los países que desarrollan
una vasta dinámica en el comercio internacional, la autonomía de la voluntad es admitida en su más amplio despliegue”.
200
IUD, Carolina Daniela. Contratos internacionales en el Código Civil y Comercial argentino 2014. En Anuario Argentino
de Derecho Internacional, XXIV, 2015, p. 199; ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho (…) Op. Cit., pp. 645-646 .
201
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., p. 79.
202
FERNÁNDEZ ARROYO, Diego. Conceptos y problemas básicos del derecho internacional privado. En FERNÁNDEZ
ARROYO, D. (Coord.) Derecho Internacional Privado de los Estados del Mercosur, Zavalia Editor, 2003, Buenos Aires, pp.
79-81; ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho (…) Op. Cit., p. 632.
203
RAPALLINI, Liliana Etel. Op. Cit., p. 76; URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., pp. 75-93; IUD, Carolina
Daniela. Op. Cit., p. 229; IÑIGUEZ, Marcelo. Op. Cit., p. 419.
204
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 147-148.
205
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 149-150.
72
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
Por su parte, si bien la normativa trasandina no se refiere expresamente a esta materia, es pertinente
traer a colación, sobre este punto, el inciso segundo del artículo 2597 de su Código Civil y Comercial,
que exime de la exigencia de algún vínculo (objetivo) con el contrato, en el evento en que las partes
hayan elegido un Derecho puntual. En tal caso, el magistrado no podrá desatender la opción acordada
por los contratantes, aun cuando, objetivamente el convenio de que se trate presentare vínculos más
estrechos con otro ordenamiento jurídico.
A su turno, lo prescrito en el artículo 2651 (que se verá en su momento) ha permitido concluir a
la doctrina de ese país que se “reconoce a los contratantes la facultad de elegir cualquier ley, esté o
no vinculada al contrato, cuyas disposiciones se ajusten mejor a sus intereses materiales, excluyendo
aquella que de otra forma resultaría aplicable”206.
206
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., p. 81.
207
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., p. 146.
208
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., p. 81.
209
Ibíd., p. 85.
210
IUD, Carolina Daniela. Op. Cit., p. 207.
211
LERMAN, Celia. Op. Cit.
212
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…), pp. 150-158.
213
Refiriéndose al uso de estor términos, el autor de la ley paraguaya en estudio nos señala que el objeto que se busca con tal
nomenclatura es excluir el empleo de categorías vagas o inciertas como normas de Derecho (Ibíd., p. 155).
73
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su artículo 12, que fija, de modo transversal, que además de lo dispuesto en los artículos anteriores,
se aplicarán, cuando corresponda, las normas, los usos de comercio y los principios de la contratación
preponderantes en el Derecho comparado214, con la finalidad de materializar las exigencias propias
de la equidad en el caso concreto.
Sobre el particular, en Argentina, debe tenerse presente, en primer término, que el artículo 1º de
su nuevo Código Civil y Comercial, inserto dentro de su Título Preliminar, señala que los “usos,
prácticas y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos o en
situaciones no regladas legalmente, siempre que no sean contrarios a derecho”.
Luego, ya dentro de la preceptiva propia del Derecho Internacional Privado, y en específico en la
sección de Contratos, del Capítulo 3, de su Título IV, del Libro sexto, expresa en la letra d) del
artículo 2651 que los usos y prácticas “comerciales generalmente aceptados”215, las costumbres y
los principios del Derecho comercial internacional, resultan aplicables cuando las partes los han
incorporado al contrato.
Al respecto Uriondo216 y también Iud217 han advertido que, aun cuando el artículo 2651 ha empleado
indistintamente el vocablo ley y “derecho”, siendo este último más amplio, pues en su seno cabrían
no sólo las normas positivas estatales, sino que también los usos y costumbres mercantiles, como la
lex mercatoria, dado el tenor literal de la letra d) reseñada, que exige su incorporación al contrato, las
partes no estarían habilitadas para efectuar una remisión o referencia general, como Derecho rector
del contrato, a las reglas creadas al margen de los sistemas estatales.
Ahora bien, lo curioso es que el artículo 2652 prescribe que en defecto de elección por las partes
del Derecho aplicable, el contrato se regirá por las leyes y “usos” del país del lugar de cumplimiento,
acudiendo en el silencio de los contratantes a esta fuente informal.
A raíz de lo dicho, a nuestro juicio, la postura que el Código trasandino adopta respecto al Derecho
es algo ambigua, puesto, que si bien, de manera general, lo admite, luego exige que las partes lo
incorporen materialmente, sin parecer dar cabida a una remisión o referencia general, no obstante lo
cual, luego ante el silencio de las partes hace un llamado a atender a él, a pesar que en tal supuesto,
evidentemente, no estará “incorporado” al contrato, por lo que su alcance puede hacerse aún más
difuso y conducir a resultados no queridos ni sospechados por los contratantes.
Como puede apreciarse, en este punto las legislaciones en análisis presentan una diferencia, dado que
mientras en Paraguay se admite la remisión al Derecho no estatal, en Argentina, tal posibilidad, no
resultaría -en principio- practicable.
214
En lo que dice relación con esta temática, nos encontramos con una diferencia relevante con el marco normativo dado por
el Reglamento Roma I, en atención a que en los países regidos por ese instrumento comunitario, sólo se admite la remisión
a una “ley” de origen estatal, excluyendo la posibilidad que las partes puedan entregar su contrato a reglas que carezcan de
ese carácter , a menos que lo hagan mediante incorporación por referencia , esto es transcribiendo las normas, reglas, usos
o costumbres pertinentes en el convenio mismo (ver GALLEGOS ZÚÑIGA, Jaime. Unificación (…). Op. Cit., pp. 317-
318; ESPLUGUES MOTA, Carlos. Op. Cit., p. 496; MADRID MARTÍNEZ, Claudia. Notas sobre la lex mercatoria
entre el silencio del legislador europeo y el silencio de los Estados americanos. En CEDEP. Derecho Internacional Privado
y derecho de la integración. Libro homenaje a Roberto Ruíz Díaz Labrano, Asunción, 2013, pp. 343-348). En Europa se ha
hecho una defensa de haber adoptado ese camino, lo que no es “ningún capricho ni ningún homenaje a la Soberanía
estatal” (ver CALVO CARAVACA, A. – CARRASCOSA GONZÁLEZ, J. Derecho Internacional privado, vol. II,
décimo cuarta edición, 2013/14, Comares, pp. 713-720), ya que los “otros materiales normativos o pseudo-jurídicos”, no
brindarían fuerza vinculante a tales convenios ante los tribunales y no pasarían a ser más que un acuerdo de caballeros, y
además, porque, a juicio de estos autores, sólo “una Ley estatal constituye un sistema jurídico completo, de calidad, que
puede integrar las lagunas del contrato, proporcionando los criterios de interpretación del mismo y fijar los límites a los
que han de sujetarse las partes”.
215
Se critica también el empleo de estos adjetivos de generalmente aceptados, puesto que no se precisa de quién debe venir
esa aceptación, indicando que no resulta lógico que si las partes, en ejercicio de su autonomía conflictual quisieren quedar
normados por unas prácticas particulares, el tenor de esta norma podría limitar su elección, aún pese a la incorporación
que efectúen (IUD, Carolina Daniela. Op. Cit., p. 212), razonamiento que compartimos.
216
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., pp. 87-90.
217
IUD, Carolina Daniela. Op. Cit., pp. 208-209.
74
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
218
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 159-161.
219
No obstante algunos autores han reparado que en este ámbito no se haya empleado la nomenclatura “inequívoca” que se
utiliza en el Reglamento Roma I, compartimos el razonamiento de Iud, que concluye que con los términos a los cuales
acudió el legislador argentino se puede llegar al mismo resultado (IUD, Carolina Daniela. Op. Cit., p. 202).
220
El empleo de la voz “resultar” ha sido entendido como el corolario de un proceso de indagación que pondere todos los
elementos del contrato y del caso, así luego de un método lógico inductivo o hipotético deductivo se pueda arribar a ese
resultado (URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., p. 83).
221
Cabe comentar que hay autores de ese país que han criticado que no se mencionen algunos elementos que ilustren
cuáles serían esas circunstancias del caso del cual se desprenderá la elección tácita, atendidos algunos fallos de tribunales
que empleando este mecanismo habrían llegado a soluciones que dejaron perplejos a los operadores (MENICOCCI,
Alejandro Aldo. Op. Cit., p. 213). Como puede deducirse fácilmente, el que esa alternativa deje un abanico amplio de
posibilidades sin singularizarla opera sobre cierta confianza en el recto criterio con el que se presume resolverán los
juzgadores.
222
IUD, Carolina Daniela. Op. Cit., p. 205.
223
IÑIGUEZ, Marcelo. Op. Cit., p. 420.
224
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 151-152.
75
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
alguna para tal expresar el consentimiento, a menos, desde luego, que las partes así lo hubieren
pactado.
4. Reenvío
Otra materia que contempla el artículo 10 de la LPDAC -en armonía con el criterio de los Principios
de La Haya y la Convención de México de 1994228- es la exclusión del reenvío -entendido aquél como
el “conflicto negativo de legislaciones, que se declaran sucesivamente incompetentes para resolver un
problema que tenga elementos internacionales, dando competencia para ello a otra legislación”229,
a menos que las partes expresamente hayan convenido que la remisión a un Derecho comprende
también sus normas de conflicto.
En la Argentina, en tanto, el artículo 2596 de su Código Civil distingue, si los contratantes han
elegido el Derecho aplicable, en cuyo caso, según su inciso segundo, se entiende aplicable el Derecho
“interno” del Estado al cual se remitieron (a menos que expresamente tales partes hubieren hecho
alusión a la totalidad del ordenamiento jurídico seleccionado, lo que incluiría a sus normas de
conflicto y por ende admitiría el reenvío), del caso en que ante su silencio, aplicando las reglas de
conflicto pertinentes, resulte rector un Derecho dado, en cuyo caso, corresponderá atender también
a las normas de Derecho Internacional Privado de ese país, recogiendo de este modo “parcialmente
el reenvío”230.
Tal preceptiva guarda armonía con lo dicho por la letra b) del artículo 2651, que señala que las partes
pueden escoger el Derecho aplicable en forma total o parcial al contrato que celebran, y elegida la
aplicación de un derecho nacional, se debe interpretar elegido el “Derecho interno”231 de ese país, con
exclusión de sus normas sobre conflicto de leyes, excepto pacto en contrario.
225
SILVA ALONSO, Ramón. Derecho Internacional Privado, reedición, Intercontinental Editora, Asunción, 2005, p. 274.
226
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Autonomía de la Voluntad (en Informe Paraguay) En PIZARRO WILSON,
Carlos (Coord.) El Derecho de los contratos en Latinoamérica, Ediciones Fundación Fernando Fueyo Laneri, Santiago de
Chile, 2012, pp. 383-384; ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho (…) Op. Cit., pp. 646-648.
227
RAMÍREZ NECOCHEA, Mario. Op. Cit., p. 50.
228
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 165-166.
229
RAMÍREZ NECOCHEA, Mario. Op. Cit., p. 135.
230
BOTTIGLIERI, María Gloria. Op. Cit., p. 654.
231
Se ha criticado el empleo de la voz “derecho interno”, pues este término no incluiría el derecho de fuente convencional,
y se limitaría al Derecho positivo local, lo que podría generar dudas interpretativas en su aplicación (MENICOCCI,
Alejandro Aldo. Op. Cit., p. 213). Esta crítica bien podría salvarse, si entendemos que una vez que en este caso Argentina,
76
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
La admisión, en general de esta figura, tan propia del estudio del Derecho Internacional Privado, ha
sido criticada en duros términos por los profesores Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo232, que sobre
el particular, han dicho que ella constituye una técnica formalista, que apenas encuentra justificación
en la comodidad o interés de facilitar la aplicación preferente de la ley del foro, no obstante con ella
se traicione el propio sentido de las normas de conflicto, por lo que esperan desaparezca del sistema,
lo antes posible.
En coherencia con estas ideas, en lo que a Argentina se refiere, un sector de la doctrina de ese país ha
criticado la admisión del reenvío, aunque se haya configurado de un modo “residual”, atendidos, los
diversos inconvenientes que genera su aplicación233.
Sobre este punto, nuevamente encontramos una leve diferencia entre la normativa paraguaya
y argentina, puesto que mientras la primera rechaza de plano el reenvío (no obstante que
convencionalmente las partes sí podrían admitirlo), la segunda admite que se emplee este mecanismo
ante el silencio de los contratantes.
una vez que ratifica un instrumento internacional, lo incorpora a su ordenamiento interno, y por lo demás, porque es otro
el enfoque, en concreto de exclusión de las normas de conflicto, el que se buscó dar, el cual se desprende de la lectura de
la disposición.
232
FERNÁNDEZ ROZAS, J.C., SÁNCHEZ LORENZO, S. Derecho Internacional Privado, 9 ed., Civitas Thomson
Reuters, Cizur Menor, 2016, p. 133.
233
RAPALLINI, Liliana Etel. Op. Cit., pp. 30-31; LERMAN, Celia. Op. Cit.
234
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 165-166.
RAMÍREZ NECOCHEA, Mario. Op. Cit., p. 166.
235
En lo que atañe a esta materia, en Europa, antes de atender a los vínculos más estrechos del contrato el hoy vigente
Reglamento Roma I estableció la figura de la “prestación característica” de modo preeminente (ver DE MIGUEL
ASENSIO, Pedro. Contratación Internacional: La evolución del modelo de la Unión Europea. En: VÁSQUEZ PALMA,
M.F.; FERNÁNDEZ ROZAS, J.C. Derecho Mercantil Internacional. La unificación del Derecho Privado, Thomson Reuters,
Santiago, 2012, pp. 99-112; GALLEGOS ZÚÑIGA, Jaime. Unificación (…). Op. Cit., pp. 315-316; GARCIMARTÍN
ALFÉREZ, Francisco. Op. Cit., pp. 333-339.
A grandes rasgos, podemos decir que la “prestación característica” es aquella por la cual es debido el pago, así por ejemplo, en
una compraventa sería la prestación característica la del vendedor, y en el arrendamiento la del arrendador.
Sobre este particular, a juicio de un reconocido académico español, el emplear esta técnica “permite localizar al contrato
atendiendo a los elementos internos que reflejan la esencia de la relación contractual y son determinantes de la categoría
a la que el contrato pertenece” (DE MIGUEL ASENSIO, Pedro. Op. Cit., p. 100).
En mérito de lo dicho, para determinar qué Derecho aplicar (ante el silencio o ineficacia del acuerdo de las partes), en primer
término será necesario atender a si el contrato en cuestión es uno de aquellos que tienen normas especiales en ese texto
normativo, si así no fuere, luego cabría analizar la “prestación característica” y detectada ella, aplicar entonces el Derecho
del lugar de residencia habitual de quien debe satisfacerla, y sólo en su defecto, se admite que el juez pueda ponderar cuál
es el Derecho que presenta vínculos más estrechos con el contrato.
Ahora bien, esta secuencia de reglas cuenta con una cláusula de excepción en el artículo 4.3, pues, en defecto de la elección por
las partes, si del conjunto de las circunstancias se desprende claramente que el contrato presenta vínculos manifiestamente
más estrechos con otro país distinto al que se llega por las normas pautas antedichas, tal convenio se regirá por aquél
derecho con el cual tenga mayor proximidad (CALVO CARAVACA, A. – CARRASCOSA GONZÁLEZ, J. Derecho
Internacional privado, vol. II, décimo cuarta edición, 2013/14, Comares, p. 704).
No obstante lo recién enunciado, la adopción de este modelo en Europa, ha generado -según nos advierte el autor de la
LPDAC (MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., pp. 169-171) - supuestos de compleja
aplicación, que ha llevado a un verdadero “laberinto” a los operadores que deben emplear aquellas reglas en los casos
concretos (por ejemplo en el caso de la permuta, donde no es claro quién debe efectuar la prestación característica), en
razón de lo cual, el redactor de la ley paraguaya estimó más adecuado dar un margen más amplio al tribunal a fin de
descifrar con qué Derecho la convención de que se trate presenta vínculos más estrechos, sin sujetarle a una figura, como
la de la prestación característica .
Ahora bien, como contrapunto, refiriéndose a la Convención de México de 1994, que reconoce el mismo criterio que se
77
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estableció en la legislación paraguaya, se ha señalado que el no precisar una regla del tipo de la prestación característica,
conlleva a una mayor incertidumbre para las partes, respecto a la decisión que en definitiva vaya a adoptar el tribunal
encargado de conocer la controversia (DE MIGUEL ASENSIO, Pedro. Op. Cit., pp. 113-115)
236
Esta redacción ha llevado a entender que si bien, con arreglo a lo dicho por el artículo 2651, las partes no podría hacer una
remisión, como ley del contrato, a normas no estatales, en caso de silencio de ellas en este punto, o en el evento en que tal
acuerdo fuere eficaz, el juez, sí debiese por las leyes y “los usos” del lugar de cumplimiento, lo que no deja de ser extraño,
y en cierta medida contradictorio (URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., p. 89).
237
IÑIGUEZ, Marcelo. Op. Cit., p. 421.
238
Siguiendo de este modo la figura que para este fin se emplea en Europa, tanto en la entonces Convención de Roma, de
1980, como hoy con el Reglamento Roma I.
239
IÑIGUEZ, Marcelo. Op. Cit., p. 421.
240
Para lo cual será necesario que se atiendan a los vínculos jurídicos y económicos que mantiene el contrato de que se trate.
241
A través de una disposición de este tenor, se ha sostenido -no obstante los múltiples reparos terminológicos y semánticos
que se le formulan- que se permite evitar las “acrobacias de la jurisprudencia” para llegar a una solución justa al caso
concreto, lo que importa una verdadera revolución en el Derecho positivo argentino, ya que a través de este precepto se
abandona el sistema de conexiones rígidas, hasta entonces vigente en ese país, ampliando el marco de la discrecionalidad
judicial (MENICOCCI, Alejandro Aldo. Op. Cit., pp. 200-201)
242
LERMAN, Celia. Op. Cit.
243
BOTTIGLIERI, María Gloria. Op. Cit., p. 654.
244
LERMAN, Celia. Op. Cit.
245
IÑIGUEZ, Marcelo. Op. Cit., p. 422.
78
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hincapié en que dado el carácter de excepción de esta regla que habilita desatender los restantes
criterios para llegar a la preceptiva con la cual cuenta con vínculos más estrechos, es necesario para
su aplicación, que concurran una serie de requisitos, como son que lo solicite una de las partes, y
también que el contrato presente elementos subjetivos y objetivos que denoten aquellos vínculos con
otro ordenamiento, distinto al resultante del juego de las normas de conflicto.
Atendido lo señalado, si bien en primer término, pareciera que el sistema paraguayo y argentino
siguieran caminos distintos ante la ineficacia de lo convenio o el silencio de las partes, no obstante
las reglas intermedias fijadas por el legislador rioplatense (a las cuales debe dárseles supremacía),
supletoriamente, ambos ordenamientos coinciden con acudir al criterio de “los vínculos más estrechos”
para zanjar el Derecho rector, entregando un margen de ponderación flexible a los juzgadores.
MORENO RODRÍGUEZ, José Antonio. Nueva Ley (…). Op. Cit., p. 186.
246
Se ha criticado el empleo de la voz “en principio” pues no pareciere aclarar a qué se refiere, ya que bien podría entenderse
247
como algo excepcional, o bien como una atribución facultativa que se conferiría al juzgador, lo que no colaboraría que la
necesaria certeza respecto a las normas del contrato en cuestión (IUD, Carolina Daniela. Op. Cit., p. 215).
79
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Con todo, es pertinente también mencionar que la letra c) del artículo 2651 permite a las partes
establecer, de común acuerdo, el contenido material de sus contratos e, incluso, “crear disposiciones
contractuales que desplacen normas coactivas del derecho elegido”.
Respecto a las limitantes referidas, es pertinente destacar que el legislador trasandino al mencionar el
orden público alude a “los principios fundamentales de orden público que inspiran su ordenamiento”,
lo que acota su espectro, no obstante lo cual, algunos académicos de ese país han criticado la falta de
un adjetivo del tipo “manifiesto” “relevante” o “trascendental” para remarcar tal incompatibilidad o
contravención de la norma extranjera respecto a aquél, lo que brindaría un margen de discrecionalidad
muy amplio al juzgador248, observación que, en lo personal, no compartimos, pues creemos que la
redacción dada, es por sí misma elocuente, respecto a la intención de mermar el empleo recurrente
o indiscriminado del factor orden público para excluir un Derecho foráneo aplicable al caso que se
trate.
Por otra parte, cabe también mencionar que en el artículo 2598 se incorpora la noción de fraude a la
ley249, que si bien, busca moralizar las conductas, al no suministrar los elementos para su configuración,
especialmente en lo que atañe a la intención fraudulenta, ni con precisar el efecto que se produce
una vez constatado, ha sido criticado por un sector de la doctrina250 de ese país, mientras que otras
lo elogian251.
Relacionado con esto último, en particular, la letra f ) del artículo 2651 señala que los contratos
celebrados en Argentina para violar normas internacionalmente imperativas de una nación extranjera
de necesaria aplicación al caso, no tienen efecto alguno, con lo cual, se busca evitar -indirectamente-
el forum shopping252.
Como puede verse, con los matices, de una preceptiva más extensa -que es de advertir, puede ocasionar
más problemas interpretativos por parte de los operadores, o viceversa- frente a otra más sucinta, la
regulación brindada en esta materia por Argentina y Paraguay, no difieren en la esencia.
III. Conclusiones
La unificación de instrumentos, y en particular la claridad en la determinación del Derecho
aplicable a los contratos internacionales constituye un elemento fundamental para las certeza de las
operaciones internacionales, más aún en un mercado común -como busca ser Mercosur- si se quiere
que éste sea sólido y efectivamente integrado253, y a nuestro juicio, ese objetivo debería perseguirse
sin miramientos254.
Efectuada esa premisa, es necesario recordar que no existe un instrumento a nivel del bloque (como
sí ocurre en materia de tribunal competente con los Protocolos de Buenos Aires y de Santa María)
en materia de Derecho aplicable, lo que resulta de suyo complejo, atendido, a mayor abundamiento,
que los demás integrantes de Mercosur tampoco tienen un panorama claro en este punto, dado
248
BOTTIGLIERI, María Gloria. Op. Cit., p. 656; LERMAN, Celia. Op. Cit.
249
Tal precepto nos dice “Para la determinación del derecho aplicable en materias que involucran derechos no disponibles
para las partes no se tienen en cuenta los hechos o actos realizados con el solo fin de eludir la aplicación del derecho
designado por las normas de conflicto”.
250
BOTTIGLIERI, María Gloria. Op. Cit., pp. 654-655; MENICOCCI, Alejandro Aldo. Op. Cit., pp. 203-204.
251
LERMAN, Celia. Op. Cit.
252
IÑIGUEZ, Marcelo. Op. Cit., p. 420.
253
PENADÉS FONS, M. La fisura de Roma I y los intereses nacionales. En Anuario Español de Derecho Internacional
Privado, t. XII, 2012, p. 244.
254
ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho (…) Op. Cit., pp. 665-666; RODRÍGUEZ, Mónica Sofía. La imperiosa
necesidad de lograr la armonización legislativa en materia de derecho aplicable al contrato internacional en el MERCOSUR,
Proyecto de investigación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, 2012, p. 40.
80
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que en Brasil255 y en el Uruguay256, incluso se discute la posibilidad de reconocer que las partes
puedan libremente elegir el Derecho que regirá los contratos internacionales que celebren, lo que
dificulta la certidumbre en las transacciones que se efectúen al interior de este espacio “en vías” de
ser integrado257.
Por otra parte, si bien un notable catedrático ibérico258 ha hecho presente que las leyes nacionales
por sí mismas suelen ser inadecuadas para resolver conflictos internacionales, motivo por el cual
se ha abogado por armonización y unificación jurídica entre los diferentes Estados, a través de
instrumentos supra o multinacionales, como por ejemplo, el Reglamento Roma I, que rige espacio
común europeo, puesto que, en definitiva, resultan más eficiente que cada uno de sus Estados se
dé sus propias normas de Derecho Internacional Privado, no puede desconocerse que en América
Latina los esfuerzos multilaterales desde ya hace mucho tiempo, en este ámbito, no rinden los frutos
esperados259 y a nivel de Mercosur tampoco se ha avanzado en este punto.
Felizmente, como ha tenido ocasión de describirse son mayores los puntos de convergencia entre
la noveles regulaciones paraguaya y argentina, y entre ellas se presentan diferencias sólo en algunos
ámbitos que se han podido exponer -como son la admisión de la referencia a normas no estatales, la
admisión del reenvío y el trato que se dé ante el acuerdo ineficaz o silencio de las partes-, que a nuestro
entender, no resultan inconciliables, lo que nos permite aseverar que, no obstante las leyes reseñadas
se emprendieron en procesos independientes y en paralelo, ambas han llevado a una armonización
de la normativa de Derecho Internacional Privado, en cuanto a Derecho aplicable, en el río de la
Plata, la cual recoge, muy de cerca, los postulados presentes en los más progresistas instrumentos
internacionales, lo que es digno de elogio, ya que les brinda un matiz universalista, replicable en otros
países de la región y el globo.
Constatamos asimismo, que hoy no puede legislarse, desconociendo los ordenamientos jurídicos
extranjeros, con los cuales se comparten raíces de cultura jurídica, puesto que esta herramienta de
conocimiento permite formar un juicio de valor propio, de acuerdo a las particulares necesidades
de cada nación260, inserta en un contexto global, y por esa senda han circulado los promotores y
legisladores de los países estudiados.
El desafío que nos queda en Chile, es hacer que la voz de la academia proactiva se haga sentir ante
las autoridades, para así poder emprender, de una vez por todas, una tarea sistematizadora como la
que se verificó en el río de la Plata.
Sólo nos resta felicitar al Paraguay y a la Argentina, en especial a los profesores José Antonio
Moreno Rodríguez y Adriana Dreyzin de Klor, y los demás docentes trasandinos que fueron parte
del equipo que tuvo a cargo la normativa de Derecho Internacional Privado en el nuevo Código Civil
y Comercial, quienes hicieron entrega a sus países de obras que hoy son un referente en la región, que
nos pueden servir de valioso ejemplo.
255
BRANDAO DE OLIVERA, A., RAIZER BORGES MOSCHEN, V. Un enfoque crítico del sistema brasileño de
Derecho Internacional Privado y los retos de la armonización: Los nuevos principios de La Haya sobre elección del
Derecho aplicable en materia de contratos internacionales. En Anuario Español de Derecho Internacional Privado, t. XIII,
2013, pp. 665-679; ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho (…) Op. Cit., pp. 648-649
256
No obstante a que hace ya muchos años se presentase en ese país un completo proyecto de Ley General de Derecho
Internacional Privado, elaborado por un grupo de académicos, entre ellos, los profesores Operti, Tellechea y Fresnedo, que
no ha prosperado en su tramitación parlamentaria.
257
URIONDO DE MARTINOLI, Amalia. Op. Cit., pp. 92-93; ALBORNOZ, María Mercedes. El Derecho (…) Op.
Cit., pp. 650-651, 661-663, 665.
258
FERNÁNDEZ ROZAS, José Carlos. Derecho de los Negocios Internacionales. En FERNÁNDEZ ROSAS, J.C;
ARENAS GARCÍA, R, DE MIGUEL ASENSIO, P. Derecho de los Negocios Internacionales, 2da edición, Iustel, Madrid,
2009, pp. 57-68.
259
GALLEGOS ZÚÑIGA, Jaime. Tendencias (…) Op. Cit., pp. 451-460.
260
RAPALLINI, Liliana Etel. Op. Cit., p. 15.
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JURISPRUDENCIA
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COMENTARIOS
2.- Procedimiento.
En los autos RIT: C-3726-2015, caratulados “Altea Con Allende”, ante el Primer Juzgado de Familia
de Santiago, la Corporación de Asistencia Judicial de la Región Metropolitana, en su calidad de
Autoridad Central de Chile, formuló petición de restitución inmediata de la menor V.A.L a la
ciudad de Melbourne Australia.- por sentencia de fecha 19 de Diciembre de 2015, dicho tribunal
rechazó la solicitud. La sentencia fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Santiago, con
fecha 01 de Febrero de 2016.- Finalmente, la solicitante interpone recurso de casación en el fondo,
solicitando que se acoja y se anule la sentencia de primera instancia, y que se dicte una sentencia que
haga lugar a la solicitud de restitución inmediata de la menor a Australia. La corte Suprema acoge el
recurso deducido y dicta sentencia de reemplazo, con fecha ocho de Julio de 2016.-
261
Licenciadas en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogadas por la Universidad Gabriela Mistral, Máster en Derecho de los
Negocios Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, Miembros del Colegio de Abogados de Chile.
Miembros de ADIPRI.
carolinazamar@gmail.com
isidora.candia@gmail.com
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Alejandra Pino M. y Eduardo Quiroz López. “Análisis doctrinario y jurisprudencial del Convenio de la Haya sobre los
262
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La pregunta que surge inmediatamente luego de analizar esta norma, es la siguiente: ¿Qué se
entiende por lugar de residencia habitual del menor?
Es menester señalar en este trabajo, que existe una carencia del concepto residencia habitual en la
convención, y éste es un factor esencial, en la tramitación de un juicio de restitución internacional de
menores, es un concepto muy controvertido en cuanto a sus alcances. Si bien es cierto, este término
se ha entendido con diferentes alcances y variados matices, su interpretación debe ser rigurosa y
cautelosa, toda vez que ella, en definitiva va a determinar el futuro de un menor y su desarrollo, pero
que está claro, que es lo que la convención pretende resguardar.
Gómez Bengoechea, nos ayuda en la precisión del concepto, señalando: que se trata de una cuestión
puramente fáctica, cuya interpretación no debe referirse a ninguna ley estatal, sino siempre desde un
contexto y punto de vista internacional y de acuerdo con el espíritu del Convenio. 263
6.- La decisión.
El Tribunal Supremo, acogió el recurso de casación en el fondo al decidir que los jueces de la instancia,
infringieron el artículo 32 de la Ley de Tribunales de Familia.
En definitiva, al acoger la casación en el fondo, la Corte Suprema invalidó la sentencia de 19 de
Diciembre de dos mil quince, y acto continuo, y separadamente, dictó la sentencia de reemplazo
correspondiente conforme a la ley, sin embargo para comprender el razonamiento jurídico que
empleó la Corte Suprema para resolver el caso conviene en primer lugar, transcribir el mencionado
artículo: artículo 32 de la Ley de Tribunales de Familia: “Los jueces aprecian la prueba de acuerdo a las
reglas de la sana critica. En consecuencia, no podrán contradecir los principios de la lógica, las máximas
de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados. La sentencia deberá hacerse cargo, en su
fundamentación, de toda la prueba rendida, incluso aquella que hubiere desestimado, indicando en tal caso
las razones tenidas en cuenta para hacerlo.”
Por lo tanto, no tiene sentido el cálculo matemático que realizó la parte requerida en cuanto al tiempo
que V. estuvo en cada país, ya que de las pruebas que se presentaron en el juicio, se desprende que no
es efectivo que estuvo un año en Chile con posterioridad a su nacimiento, además que lo que importa
en cuanto a determinar dónde tiene la residencia una persona, es el ánimo de permanecer en ese
lugar, y las pruebas que se presentaron en el juicio demostraron fehacientemente que los padres de la
menor sustraída, tenían ánimo de permanecer en Australia.
7.- Conclusiones.
El sistema probatorio que consagra el artículo 32 de la Ley de Tribunales de familia autoriza a los
jueces a valorar la prueba con libertad, con las limitaciones que señala, y exige que las motivaciones
den cuenta o exterioricen razonamientos conforme a los que se logró arribar a un determinado
convencimiento, lo que se traduce en imponer al juez una obligación de señalar todos los medios
probatorios y examinarlos, tanto aquellos en los que apoya su convicción como en aquellos que
descarta, y argumentar conforme al análisis de las probanzas que le permitieron dar por acreditados
los hechos controvertidos. En este caso, conforme a los medios de prueba acompañados, se puede
arribar a la conclusión de que se infringió la disposición citada.
La Convención sobre los aspectos civiles del secuestro internacional de niños, según lo prescribe
el artículo 1, tiene por finalidad asegurar el inmediato regreso de los niños trasladados o retenidos
ilícitamente en cualquier Estado contratante, y hacer respetar efectivamente en los demás Estados
contratantes, los derechos de tuición y de visitas decretado en alguno de los Estados miembros.
Alejandra Pino M. y Eduardo Quiroz López. “Análisis doctrinario y jurisprudencial del Convenio de la Haya sobre los
263
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La Convención sobre los Aspectos Civiles del Secuestro Internacional de niños, no señala qué debe
entenderse por residencia habitual del niño inmediatamente antes de su traslado o retención, sin
embargo, se debe tener presente que la Convención, pone atención en el niño y no en los padres, y lo
que se intenta proteger es tanto su entorno físico como afectivo. Si bien se trata de un concepto que
se centra en el niño, es el padre que ejerce su cuidado personal el que la determina, en este caso, es la
madre, la titular del derecho de tuición, conjuntamente con el padre de la menor, lo que lógicamente
implica el derecho de determinar la residencia de la menor, por lo que se debe concluir que el padre
al trasladarla a Chile, violó tal derecho.
Por lo tanto, de la doctrina citada, de la norma transcrita, de los fundamentos expuestos por la Corte
Suprema, y estando los presupuestos redactados en concordancia con la Convención, es que nos
encontramos de acuerdo, con la Excelentísima Corte Suprema de Chile, en cuanto a su decisión de
acoger el recurso de casación en el fondo, dictando sentencia de reemplazo, y ordenando la restitución
de la niña inmediatamente a su lugar de residencia habitual que es Australia, y precisamente a las
autoridades de dicho país a quienes les corresponde pronunciarse sobre las cuestiones de fondo,
según lo dispuesto en el artículo 16 de la mencionada Convención.-
Para reafirmar, nuestra posición, la que se encuentra ajustada con la decisión de la Excelentísima Corte
Suprema de Chile, ésta se encuentra en concordancia además, con la legislación y jurisprudencia
Argentina, como se pronuncia Dreyzin de Klor y Uriondo de Martinoli: “Piénsese que el progenitor
que sustrae o retiene ilícitamente al menor, con frecuencia actúa con la esperanza de obtener el
acogimiento a sus pretensiones por los Tribunales del país en el cual se radica. Es por ello que a la hora
de establecer cuál es la ley aplicable y la jurisdicción que reúne los requisitos para ser consideradas
las más idóneas y las que brindan mayor certeza de protección al menor, debe tenerse presente que el
objetivo en miras, es devolver el niño a quien ejerce y conserva su tenencia o guarda legal. Es en este
sentido que señalamos la Restitución Internacional de menores como un procedimiento autónomo
respecto del litigo de fondo.”264
Luciana B. Scotti. “La garantía del debido proceso en caso de restitución de menores”. www.academia.edu/5194854/
264
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Uno de los mayores desafíos que presenta el derecho internacional privado en la actualidad, es lograr
compatibilizar la armonía en el tratamiento de las situaciones jurídicas constituidas válidamente en
otra jurisdicción y el respeto de la vida familiar, con aquellos valores considerados indispensables
por cada foro, incluso con una proyección internacional; todo ello en un contexto donde, por más
que los distintos ordenamientos recurran a los derechos fundamentales como un mínimo común, de
todas maneras se producen diferencias importantes en el tratamiento de nuevas realidades familiares,
máxime en circunstancias que la evolución social y el desarrollo de la técnica presentan desafíos
impensables hace tan poco algunos años. Precisamente, el caso sobre el cual versa este comentario, mira
a una de esas materias en que existe un distinto tratamiento en los diversos ordenamientos, incluso
entre aquellos que han reformado sus instituciones familiares de acuerdo con un cierto paradigma de
igualdad y no discriminación, destinado a incorporar dentro de él a las familias constituidas en torno
a una pareja de personas del mismo sexo.
En el presente caso, el Tribunal Supremo español (en adelante, indistintamente TS) debió conocer
de un recurso de casación interpuesto por Estanislao y Ginés, una pareja casada de españoles, en
contra de la decisión de la Audiencia Provincial Valencia, que declaró la impugnación de una filiación
establecida en el extranjero (California, Estados Unidos), recurriendo a la maternidad subrogada.
Según sus antecedentes, se impugnó en sede jurisdiccional la resolución dictada por la Dirección
General de los Registros y del Notariado, que autorizó la inscripción en el Registro Civil Consular
español de dos niños, Ricardo y Victoriano, nacidos en los Estados Unidos de América, cuya filiación
quedó determinada respecto de los dos ciudadanos españoles antes mencionados, como consecuencia
de la celebración de un contrato de gestación por sustitución; filiación que fuera previamente
determinada por las autoridades de California, en base de la legislación de dicho estado. En su
decisión, el TS ordenó cancelación de la inscripción y a que se proceda de la manera más conveniente,
con miras a dar por establecida la filiación de los niños, respecto de quienes aparezcan como sus
posibles padres.
Pues bien, en el razonamiento del TS ocuparon un lugar primordial dos consideraciones. La primera,
que este caso debía ser analizado conforme a los requisitos generales que se plantean con ocasión del
reconocimiento de una decisión emanada de un órgano extranjero. La segunda, que centrándose la
discusión en sede de reconocimiento, deben aplicarse las tradicionales salvaguardas que ocupa cada
ordenamiento jurídico para resguardar sus intereses esenciales, dentro de los cuales se encuentra el
orden público.
En efecto, consideró el TS en todo momento que aquí no nos encontrábamos ante un hecho que
debía ser objeto por primera vez de decisión ante una autoridad en España. Por dicha razón, no cabía
en el caso recurrir a las reglas generales de carácter conflictual, sobre determinación del derecho
aplicable; sino que debía ser abordado en sede de reconocimiento, pues ya existía una decisión por
parte de la autoridad administrativa del Estado de California, al momento de inscribir el nacimiento
de los niños y determinar su filiación conforme a las leyes de dicho Estado. En este contexto, como
265 *
Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile. Master, Droit international et comparé,
Universidad de Lausanne. Profesor Derecho Civil, Universidad Alberto Hurtado. Correo electrónico: pcornejo@
uahurtado.cl
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bien se señala en la sentencia, la discusión versaba acerca de si “…esa decisión de autoridad puede ser
reconocida, y desplegar sus efectos, en concreto la determinación de la filiación a favor de los hoy recurrentes,
en el sistema jurídico español.”
Aquí aparece el primer elemento a destacar en la sentencia del TS, pues el recurso al orden público
como límite al reconocimiento no aparece como un límite general, que permita desconocer una
situación por el solo hecho de guardar diferencias con el derecho interno español. Por el contrario,
en un contexto donde el TS se plantea la necesidad de respeto hacia el pluralismo jurídico, en la
articulación de un sistema de derecho internacional privado que actúe sobre la base de normas
de compatibilidad, la concepción de orden público internacional que establece como límite al
reconocimiento, se construye sobre la base de aquel “…sistema de derechos y libertades individuales
garantizados por la Constitución y en los convenios internacionales de derechos humanos ratificados por
España, y los valores y principios que estos encarnan.”
Pues bien, realizada la delimitación precedente, surge la interrogante ¿Cómo poder dotar de un
contenido a ese concepto jurídico por esencia indeterminado, como es el orden público? O más
precisamente, ¿Cuándo nos encontramos en presencia de una de aquellas decisiones que afecta este
sistema derechos y libertades individuales? En la materia, el TS tuvo en especial consideración el
hecho que el ordenamiento jurídico español se encargó de resolver expresamente las cuestiones que
dicen relación con la maternidad subrogada, disponiendo una regla de carácter prohibitivo, en el
artículo 10 de la Ley 14/2006, sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, en lo constituye
una expresión de una decisión razonada, adoptada por el legislativo previo a un amplio debate, donde
se consideraron los diversos valores en pugna, cuando se trata de este método.
De esta forma, el TS considera contraria esta técnica al orden público internacional español no por el
hecho de abrir la filiación a las parejas del mismo sexo (de hecho, en el propio ordenamiento español
ellas cuentan con vías para ese efecto, como la adopción), ni por afectar alguna visión en particular de
la familia, sino por la forma en que ella introduce a la gestación dentro del ámbito de lo disponible y
comerciable, afectando la dignidad de la mujer y del niño, como bien se puede leer en el considerando
6º de la sentencia:
“6.- Llevan razón los recurrentes cuando afirman que las modernas regulaciones de las relaciones familiares
no establecen como fuente exclusiva de la filiación el hecho bilógico, y que por tanto la determinación de
una filiación por criterio distintos a los puramente bilógicos no constituye en sí una contravención del
orden público internacional español. Junto al hecho biológico existen otros vínculos, como los derivados de
la adopción o del consentimiento a la fecundación con contribución de donante, prestado por el cónyuge o
conviviente de la mujer que se somete al tratamiento de reproducción asistida, que el ordenamiento jurídico
toma en consideración como determinantes de la filiación. De estos otros posibles vínculos determinantes de
la filiación resulta también que la filiación puede quedar legalmente determinada respecto de dos personas del
mismo sexo. Con ello se reconoce que en la determinación legal de la relación de filiación tienen incidencia no
solo factores biológicos, sino también otros de naturaleza social y cultural.
Pero junto a ello, en nuestro ordenamiento jurídico y en el de la mayoría de los países con ordenamientos
basados en similares principios y valores, no se acepta que la generalización de la adopción, incluso
internacional, y los avances en las técnicas de reproducción humana asistida vulneren la dignidad de la
mujer gestante y del niño, mercantilizando la gestación y la filiación, “cosificando” a la mujer gestante y al
niño, permitiendo a determinados intermediarios realizar negocios con ellos, posibilitando la explotación
del estado de necesidad en que se encuentran mujeres jóvenes en situación de pobreza y creando una especie
de “ciudadanía censitaria” en la que solo quienes disponen de elevados recursos económicos pueden establecer
relaciones paterno-filiales vedadas a la mayoría de la población.
[…]
También responden a esta preocupación las leyes que en los diversos países regulan las técnicas de reproducción
humana asistida, y en concreto la gestación por sustitución.”
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Con todo, una vez desechada la conformidad entre la filiación establecida y las exigencias que a priori
formula el orden público internacional español, el TS debió considerar dos cuestiones adicionales,
que podían seguirse de su decisión: ¿Discrimina esta aproximación a las parejas del mismo sexo? ¿Se
encuentra acorde con el interés superior del niño y el reguardo de su identidad?
El primero de los problemas señalados presentaba una solución evidente en el contexto del
razonamiento del TS: el problema aquí no se producía por el hecho de que quienes recurrieron a la
técnica en el extranjero fuera una pareja del mismo sexo, casada en España; sino por las características
mismas de la técnica utilizada. Por esta razón, estamos en presencia de una limitación que resulta
extensible sin mayor inconveniente a las parejas de distinto sexo, que pretendan recurrir a esta vía
para el establecimiento de un vínculo de filiación, pues en ese caso también deberíamos encontrarnos
dentro del ámbito de lo indisponible y por tanto, resultar contrario dicho vínculo de filiación
establecido con el orden público.
Más complejo, era el problema de cómo podía interpretarse el principio del “interés superior
del niño” en un contexto como éste, cuestión que el TS resolvió de una manera que supone una
aplicación del principio de deferencia hacia el legislativo. Así, el Tribunal renuncia a extraer una
regla aplicable al caso a partir de este principio, considerando que la concreción de este interés
debe hacerse en consideración a los valores asumidos por la sociedad como propios, los cuales se
encuentran contenidos en las reglas legales y en los principios que inspiran la legislación nacional y
las convenciones internacionales. De esa forma, el Tribunal entiende que se encuentra impedido de
recurrir directamente a este principio con miras a revisar una decisión del legislativo, en el entendido
siempre que la función de éste en el sistema de adjudicación es interpretar o facilitar la aplicación
de la ley, o en su caso, permitir colmar sus lagunas, más no apartarse de lo expresamente dispuesto
por ella. De la misma forma, la invocación al principio a la identidad es desechada por una cuestión
formal, al momento que este principio se identifica con la identidad registral y los apellidos que
lleva cada uno de los niños, valor considerado de menor importancia en el marco del ejercicio de
ponderación que efectúa el TS.
Por lo mismo, sabiendo quizás que en esta parte está la mayor debilidad en la decisión, el TS se
encarga en la parte resolutiva de la sentencia de enmendar los eventuales efectos perniciosos que
de ella se siguen, buscando la manera de promover la plena vigencia de estos derechos: así, dispone
expresamente que debía instarse al Ministerio Fiscal a que, “…de acuerdo a las funciones que le atribuye
su Estatuto Orgánico, ejercite las acciones pertinentes para determinar en la medida de lo posible la correcta
filiación de los menores y para su protección, tomando en consideración, en su caso, la efectiva integración de
los mismos en un núcleo familiar ‘de facto’.”
Hasta aquí, el análisis del razonamiento del TS debería ser suficiente para efectos de exponer
aquellas consideraciones tenidas a la vista, al momento de fundamentar su decisión de confirmar
la impugnación registral. Sin embargo, del análisis de la sentencia existe un último elemento, que
consideramos importante para efectos de su cabal comprensión: por más que el razonamiento del
derecho desarrollado por el TS gire en torno a la idea del orden público internacional como límite al
reconocimiento de actos emanados de una jurisdicción extranjera, debe adicionalmente considerarse
que de los hechos del caso, resulta que también estaba involucrado un problema de fraude a la ley.
Este elemento, que refleja la segunda gran salvaguarda de los valores del foro, es objeto de una
especial consideración por parte del TS, que en su considerando séptimo declara:
“En el caso de objeto de este recurso, los vínculos eran intensos puesto que de lo actuado se desprende que
los recurrentes, nacionales y residentes en España, se desplazaron a California únicamente para concertar
el contrato de gestión por sustitución y la consiguiente gestación, parto y entrega de los niños, porque tal
actuación estaba prohibida en España. La vinculación de la situación jurídica debatida con el estado
extranjero cuya decisión se solicita sea reconocida es completamente artificial, fruto de la “huida” de los
solicitantes del ordenamiento jurídico español que declara radicalmente nulo el contrato de gestación por
sustitución, no reconoce la filiación de los padres intencionales o comitentes respecto del niño que nazca como
consecuencia de dicha gestación por sustitución (sin perjuicio de la reclamación de paternidad que pueda
91
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efectuar el padre biológico), e incluso tipifica ciertos supuestos como delito, también cuando la entrega del
menor se ha producido en el extranjero (art. 221.2 del Código Penal).
Como se puede apreciar, por más que se trate de un argumento expresado a mayor abundamiento, y
que no afecte en principio la configuración de los límites establecidos para el orden público español,
resulta llamativo que el TS haya reparado especialmente en este elemento, lo que puede indicar que,
en un futuro, si se presenta un caso que no presente mayores vinculaciones con el foro español (vg.
los padres son ciudadanos americanos), la forma de ponderar los diversos intereses comprometidos
dentro del caso, al momento de juzgar la compatibilidad de la filiación establecida con el orden
público español, sea diversa.
Pues bien, llegado este punto, cabe preguntarse cómo podría resolverse una situación como la descrita,
a la luz del ordenamiento jurídico chileno. Para estos efectos, creemos que es necesario efectuar una
aproximación similar a la desarrollada por el TS, circunscribiendo el problema a la aplicación de las
reglas sobre reconocimiento de actos de autoridad extranjeros: conforme a los principios que se extraen
de lo dispuesto en los artículos 242 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, a falta de una regla
especial, debemos estar a la regularidad internacional de la decisión, procurando especialmente que ésta
no se oponga a lo dispuesto por la ley chilena (art. 245 Nº1 CPC), en lo que se ha interpretado por la
doctrina como un reconocimiento al orden público como límite a ese eventual reconocimiento266.
En este contexto, pese a la ausencia de una regulación en nuestro medio de las técnicas de
reproducción humana asistida (sólo existe en sede de filiación el artículo 182 CC), creemos que
puede desarrollarse una argumentación de principios similar a la expuesta por el TS en su sentencia,
centrada en la mercantilización de la procreación, en la explotación de la posición de la mujer y con
ello, en la afectación de la dignidad de la mujer gestante y del niño (valor reconocido en el artículo
1 de la Constitución), para efectos de rechazar la posibilidad de un reconocimiento de esta filiación
establecida ante una jurisdicción extranjera; a lo cual se suma, desde una perspectiva más general, la
importancia que tiene en la construcción de las reglas de filiación el hecho del parto (art. 183 CC) y
la manera como nuestro sistema filiativo recoge el principio de la identidad, estructurado desde una
perspectiva primeramente biológica, empleando los restantes factores de tipo social como correctivos.
Más aún, cuando sean chilenos quienes recurran a estas técnicas en el extranjero, creemos que la
posibilidad misma de reconocimiento de dicha filiación queda excluida, en virtud de lo dispuesto en el
artículo 15 del Código Civil, que considera la nacionalidad para sujetar a los chilenos a la ley nacional, de
una forma que el sólo hecho de que cambien su jurisdicción no les permite sustraerse a las restricciones
que impone la ley nacional. Así, una pareja de chilenos no podría solicitar el reconocimiento de
una filiación establecida en el extranjero recurriendo a esta técnica, pues se estarían sustrayendo a la
aplicación de las reglas nacionales en materia de filiación, afectando el orden público familiar chileno.
Como bien se puede apreciar, al igual como ocurre en la sentencia del TS, la restricción aquí
viene impuesta por las características propias de la técnica, antes que por cualquier consideración
a la exigencia de una diferencia de sexo entre quienes aparecen como padres en el contexto del
reconocimiento de los vínculos de filiación. Sin embargo, creemos que una aplicación estricta de
la misma puede llevar, en ciertos extremos, a situaciones indeseables, como ocurre particularmente
cuando el reconocimiento de dicho vínculo de filiación aparece como una cuestión que debe ser
resuelta con ocasión de otro problema (vg. determinación de los herederos en un contexto sucesorio,
definición de los legitimados activos en una acción de responsabilidad, etc.). En dicho caso, creemos
que en la medida que nos encontremos en presencia de extranjeros, pareciera que la primera solución
debe ceder ante la exigencia que plantean los imperativos de protección de la vida familiar y de la
buena fe, debiendo ser reconocido dicho vínculo.
Si bien estamos en presencia de reglas dispuestas con ocasión de las sentencias dictadas en país extranjero, entendemos
266
que sus principios deben también inspirar las soluciones que se desarrollen respecto de otros actos de autoridad; máxime
en circunstancias que las normas sobre la apostilla sólo dicen relación con el reconocimiento del carácter público del
instrumento y con aquellos elementos de los cuales puede dar fe (autenticidad formal), más no con su contenido, ni menos
acerca de la conformidad del mismo con el orden público chileno.
92
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
El 21 de abril de 2016 la Excma. Corte Suprema de Justicia, concedió el exequátur para cumplir en
Chile un laudo arbitral dictado el 15 de febrero de 2014, a través del cual se condenó a la Sociedad
Contractual Minera denominada “Minera Santa Fe” a pagar a la empresa china Qisheng Resources
Limited, la suma de USD$ 46.671.609,27.
267
Profesor de Derecho Internacional Privado de la Universidad de Chile. Miembro de Número del Instituto Hispano Luso
Americano de Derecho Internacional. Presidente de la Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado.
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York de 1958, copia autorizada y debidamente traducida del acuerdo arbitral y del laudo objeto del
exequátur. Argumenta en la demanda que el laudo arbitral es final, definitivo y vinculante para las
partes, especialmente porque las partes, al someterse al Reglamento de Arbitraje de la ICC, de 1998,
habían renunciado a la posibilidad de impugnarlo en cuanto al fondo por la vía de recursos procesales
ordinarios.
94
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
268
Debe recordarse que el Informe del Sr. Fiscal Judicial no es vinculante para la Excma. Corte Suprema.
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DECIMOTERCERO: “…constatándose en cambio que lo que realmente dicha parte ataca es el fondo de la
decisión adoptada por el juez extranjero, así como la ponderación que hizo de las prueba allegadas a dicho
procedimiento, cuestiones éstas que en los términos que ya se han expuesto, no pueden ser revisadas dentro
del procedimiento de exequátur, por decir relación tales materias con los hechos y el derecho relativos a
la causa en que se dictó la sentencia extranjera y por lo mismo, no constituye la presente acción, una
instancia, caso en el cual se permitiría un análisis de esa naturaleza, porque el marco legal que regula la
tramitación del exequátur…”.
• Principio de especialidad
SÉPTIMO: “…Que atendido lo referido, corresponde precisar, de consiguiente, que los consabidos artículos
35 y 36 de la Ley N° 19.971, sobre: Arbitraje Comercial Internacional que rigen el Reconocimiento
y Ejecución de los Laudos arbitrales dictados en el extranjero, que son normas especiales que priman
respecto de las generales…”.
• Las causales de oposición son taxativas.
Las alegaciones de la demandada referidas a cuestiones no previstas en el artículo 36 de la Ley
Nº 19.971, no deben ser consideradas para rechazar el exequátur. En este sentido, la Excma.
Corte Suprema señala lo siguiente: “DÉCIMO: Que, sin perjuicio que ninguna de estas alegaciones
se fundamentan en hechos que configuren alguna de las causales que hacen procedente enervar el
reconocimiento del fallo y su cumplimiento pertinente…”.
• La causal de oposición de “falta de legitimidad activa” es una excepción propia del juicio ejecutivo.
“UNDÉCIMO: Que, en efecto, y atento a lo señalado en los razonamientos que anteceden y considerando
desde luego que la presente gestión de exequátur está destinada solamente al fin de habilitar la iniciación
de un juicio ejecutivo dentro del cual podrá debatirse lo alegado, ha de comprenderse que la excepción
deducida en relación a la falta de legitimidad activa de Qisheng Resources Limited para requerir el
exequátur, en los términos que ha sido formulada por la reclamante, corresponde claramente a aquella
contemplada en el N° 2 del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, por lo que resulta improcedente
promoverla y pretender resolverla en esta etapa judicial. Por lo demás, la personería de quien comparece
por la requirente, consta de un mandato judicial otorgado ante la Cónsul de Chile en Beijing, República
Popular China…”.
• La exigencia del artículo 245 Nº 4 del CPC (laudo firme o ejecutoriado) no es aplicable si las
partes renunciaron a los recursos ordinarios para impugnar el laudo arbitral en el Estado sede.
DUODÉCIMO: …De lo anterior resulta que a las sentencias arbitrales se les exige que sean obligatorias
para las partes al momento de exigirse el cumplimiento y que ellas no hayan sido anuladas o suspendidas
por un tribunal del país en que fueron dictadas, por cuanto la impugnación de los laudos arbitrales se
formula generalmente ante los tribunales ordinarios y son obligatorias cuando han sido aprobadas por
éstos, como lo precisa el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil. En el caso de autos el laudo
arbitral cuyo reconocimiento y cumplimiento se ha solicitado, se ventiló en un procedimiento regido por el
Reglamento de Arbitrajes de la Cámara Internacional de Arbitraje y conforme a sus dictados, las partes
se obligaron a dar cumplimiento al laudo que se dictase, en tales términos entendieron que renunciaron
a cualquier recurso susceptible de renunciarse, de lo que resulta que el laudo es obligatorio para las partes
litigantes, al haber renunciado de antemano a la posibilidad de impugnarlo, como quiera todavía que la
recurrida interpuso un recurso ante el Juzgado de la Corte de la Haya y sin que dicho tribunal hubiese
enervado su ejecución sea por la vía de decretar la suspensión de su cumplimiento o bien, mediante la
declaración de nulidad de sus efectos, con lo que ha de afirmarse con certeza que ha de entenderse que se
encuentra justificada su obligatoriedad para quienes han sido partes del compromiso que se ha zanjado
con el laudo arbitral cuyo reconocimiento y ejecución se persigue, dictado con fecha 15 de febrero de 2013”.
• No se produce infracción al derecho de defensa si la parte demandada intervino activamente en
el arbitraje.
DECIMOTERCERO: Que en lo atinente a la alegación consistente en haberse incurrido en la causal que
permite denegar el reconocimiento y ejecución de la sentencia, por haberse vulnerado el derecho de defensa
durante la substanciación del juicio que dio lugar a la sentencia cuya ejecución se pretende en Chile,
procede consignar que de los propios argumentos vertidos por dicha parte se desprende palmariamente
que aquélla no sólo no se vio impedida de ejercer su derecho a la defensa sino que, según ella misma lo
96
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
reconoce compareció al juicio arbitral realizando alegaciones y defensas, como aparece del mérito de los
antecedentes, con lo que la recurrida no se ha visto privada de la posibilidad de hacer valer sus medios
de defensa…”.
6.- Conclusiones.
La sentencia de la Excma. Corte Suprema viene a reafirmar positivamente algunos conceptos y
creemos que vuelve a posturas ambivalentes en otros, especialmente en lo referido a la aplicación de
las exigencias previstas en el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil en los procedimientos
de exequátur de laudos arbitrales extranjeros:
a) El exequátur no es instancia y por tanto no es posible discutir la justicia o injusticia del laudo
arbitral y tampoco la valoración de las pruebas realizadas por el árbitro269;
b) Las únicas causales para oponerse al reconocimiento y ejecución de un laudo arbitral extranjero
son las contempladas en el artículo 36 de la ley Nª 19.971, sobre arbitraje comercial internacional,
las que se encuentran igualmente contempladas en la Convención de Nuevas York de 1958, sobre
Reconocimiento y Ejecución de Laudos Arbitrales Extranjeros, y en la Convención de Panamá,
de 1976, sobre Arbitraje Comercial Internacional.
c) La Ley Nº 19.971, sobre arbitraje comercial internacional es una norma legal de carácter
“especial” que prima en su aplicación a los requisitos exigidos en el artículo 245 del Código de
Procedimiento Civil, los que no son aplicables al exequátur de laudos arbitrales extranjeros sino
únicamente tratándose de otras sentencias extranjeras y cuando no existan tratados internacionales
o reciprocidad con el Estado en donde se dictó el fallo.
d) Las excepciones contempladas en el juicio ejecutivo (artículo 464 del Código de Procedimiento
Civil) no pueden oponerse en un procedimiento de exequátur cuyo objeto precisamente es habilitar
el inicio de un juicio ejecutivo en Chile respecto de la sentencia o laudo arbitral extranjero que se
pretende hacer valer en nuestro país.
e) Finalmente, llama nuestra atención el hecho de que nuestro máximo tribunal no haya descartado
de plano la exigencia prevista en el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil -como sí
lo ha hecho en otras ocasiones- al justificar la “obligatoriedad del laudo para las partes” (lo que
funda únicamente en la aplicación del Reglamento de Arbitraje de la ICC de 1998), norma
procedimental pensada a comienzos del siglo pasado en donde nadie pensaba la “libre circulación”
que tendrían los laudos en la actualidad y que contempló la exigencia de acompañar a la demanda
de exequátur una certificación de un tribunal ordinario del país en donde se había dictado el
laudo arbitral como exigencia previa para su reconocimiento en Chile (doble exequátur), norma
que hemos insistido de manera reiterada270 se encuentra hoy en día tácitamente derogada por el
artículo 36 de la Ley Nº 19.971, sobre arbitraje comercial internacional, la que, además, tiene
aplicación especial sobre ella.
El artículo 246 del Código de Procedimiento Civil dispone que “Las reglas de los artículos precedentes
son aplicables a las resoluciones expedidas por jueces árbitros. En este caso se hará constar su autenticidad
y eficacia por el visto bueno u otro signo de aprobación emanado de un tribunal superior ordinario
del país donde se haya dictado el fallo”. El legislador chileno es muy claro en este sentido: la regla
del artículo 242 del Código de Procedimiento Civil [existencia de tratados internacionales] es
aplicable a los laudos arbitrales extranjeros; sin embargo, para probar la autenticidad y la eficacia
del mismo en territorio chileno, será necesario acompañar al proceso de exequátur un documento
que dé cuenta del visto bueno o aprobación del laudo dictado por un tribunal ordinario de justicia.
269
En ese mismo sentido véase las sentencias de exequátur dictadas por la Excma. Corte Suprema Rol 4390-2010, de 8 de
septiembre de 2011; Rol 3225-2008, de 8 de septiembre de 2009; Rol 5228-2008, de 15 de diciembre de 2009; Rol 6615-
2007, de 15 de septiembre de 2008.
270
Véase: PICAND ALBÓNICO, Eduardo: “El exequátur en Chile”, publicado en: “Estudios de Derecho Internacional
Privado chileno y comparado”, Editorial Thomson Reuters, 2014.
97
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En los procedimientos de exequátur de laudos arbitrales extranjeros que ha debido resolver la Corte
Suprema durante los últimos 8 años, ha mantenido una postura vacilante en cuanto a la aplicación
de esta norma.
• En los autos sobre exequátur Rol 4390-2010, nuestra Corte Suprema ha resuelto que: “…
CUARTO: Que, tratándose del reconocimiento en nuestro país, solicitado para sentencias expedidas por
tribunales arbitrales extranjeros -cuyo es el caso que se ventila en autos- se aplican, en el orden señalado,
las reglas recién examinadas, que rigen para los fallos del mismo origen, pronunciados por tribunales
ordinarios. Así lo establece el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil en su primer acápite para
agregar, luego, en el siguiente: “…En este caso se hará constar su autenticidad y eficacia por el visto bueno
u otro signo de aprobación emanado de un tribunal superior ordinario del país donde se haya dictado
el fallo”. Este requisito adicional e imprescindible, relacionado con la comprobación de la autenticidad
y eficacia de todo fallo proveniente de la justicia arbitral extranjera, aun cuando existieran tratados
vigentes sobre la materia con el Estado donde hubiera sido expedido, se ha explicado por el hecho de
que ?los jueces árbitros, por regla general, tienen su fuente u origen en la voluntad de las partes, no
constituyendo verdaderos agentes de la soberanía del país en que se haya pronunciado su sentencia…”.
• En los autos sobre exequátur Rol 4401-2003, nuestro máximo tribunal ordenó el archivo de los
antecedentes hasta que la requirente “…acompáñese…, una copia que reúna las condiciones requeridas
para su autenticidad y constancia de haber sido aprobada la sentencia cuyo cumplimiento se solicita,
por un tribunal superior ordinario del país donde se dictó, como lo exige el artículo 246 del Código de
Procedimiento Civil…”271.
• En otra oportunidad, la Excma. Corte Suprema de Justicia, siguiendo el criterio de la Fiscalía
Judicial272, ha dicho que este requisito imperativo se cumple cuando se han desestimado los
recursos procesales interpuestos en contra del laudo ante los tribunales ordinarios de justicia
del país donde fue dictado, pues ello supone por sí mismo que han tomado conocimiento del
mismo. Así, la Corte resolvió, en los autos sobre exequátur Rol 6600-2005, que “QUINTO: Que
atendido el mérito y tenor de las certificaciones que rolan a fs. 26 y 28 de autos, emanadas del Secretario
de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal de la República
Argentina y del Secretario del Tribunal Arbitral de la Comisión Interamericana de Arbitraje Comercial,
respectivamente, que dan cuenta de los rechazos sucesivos de dos recursos por los tribunales ordinarios de
la República Argentina, a través de los cuales la parte oponente impugnó la validez del laudo arbitral,
lleva a esta Corte a considerar suficientemente acreditada la autenticidad y eficacia de la resolución cuyo
exequátur se solicita, toda vez que constando a los tribunales ordinarios del vecino país la validez de dicha
resolución arbitral -situación jurídica que se desprende del rechazo de que fueran objeto los respectivos
recursos de nulidad y extraordinario-, no puede sino desprenderse consecuentemente su eficacia respecto de
las partes intervinientes. Esta circunstancia permite tener como apropiado signo de comprobación de la
autenticidad y eficacia del laudo arbitral el atestado, no objetado, extendido el por Secretario de la Excma.
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal de la República Argentina con
fecha 25 de agosto de 2005, debidamente legalizado, acompañado al expediente…”.
• Incluso, nuestro máximo Tribunal, insistiendo en que necesariamente debe cumplirse el requisito
del artículo 246 del Código de Procedimiento Civil para dar lugar al exequátur de un laudo
arbitral extranjero, ha dicho, incluso, que basta una simple “copia certificada y legalizada” (aunque
no sea el original) de la sentencia “confirmatoria” del tribunal ordinario del país donde fue
Véase sentencia definitiva dictada en los autos de exequátur Rol 6600-2005: “El señor Fiscal de esta Corte informa que,
272
en su concepto, procede la autorización solicitada por cuanto…, la alegación que fundamenta la oposición no se aviene
al mérito de los antecedentes, particularmente con las certificaciones que rolan a fs. 26 y 28 de autos, específicamente
con el atestado del Secretario de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal de
la República Argentina, que da cuenta de que fueron desestimados dos recursos a través de los cuales la parte oponente
impugnó el laudo, con lo cual se ha hecho constar su autenticidad y eficacia, constituyendo esta certificación más que
un “visto bueno” que evidencia que la sentencia arbitral fue conocida por los tribunales ordinarios mediante recursos
procesales que aprobaron lo resuelto, circunstancias jurídicas por las que sugiere rechazar la oposición y conceder el
exequátur solicitado”.
98
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dictado el laudo para entender cumplida esta exigencia. Así, pues, la Corte Suprema ha dicho,
en los autos Rol 3225-2008, que ““DECIMO SEXTO: …la impugnación de los laudos arbitrales se
formula generalmente ante los tribunales ordinarios y son obligatorias cuando han sido aprobadas por
éstos, como lo indica el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil…”. “DECIMO SEPTIMO:
Que finalmente la demandada estima infringido el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil
por no haber adjuntado la contraria el documento original, debidamente traducido, que de cuenta de la
sentencia confirmatoria del laudo arbitral y que ha sido dictada por el tribunal de Distrito de los Estados
Unidos, Distrito Sur de Nueva York y, a su vez, por no haber acreditado que éste es el superior jerárquico
del tribunal arbitral. Tal argumentación se encuentra estrechamente vinculada con aquella analizada
y descartad a en el motivo que precede, no obstante lo cual, a lo ya anotado se dirá que, además de no ser
una exigencia absoluta aquella consistente en acompañar una sentencia en su original, desde que puede
ser suplida por la vía de adjuntar una copia de la misma que reúna las condiciones requeridas para su
autenticidad ? como ha sucedido en la especie-, resulta que la sola circunstancia que el laudo arbitral
haya sido confirmado por el tribunal ordinario del Distrito Sur de Nueva York es un motivo suficiente
para concluir que es éste, precisamente, el que lo supera jerárquicamente y, consecuencialmente, que tiene
el carácter de tribunal de alzada en relación con aquél que se pronunció dictando el fallo arbitral que la
demandada cuestiona…”.
• Asimismo, en los autos Rol 5228-2008, en donde la Primera Sala de la Excma. Corte Suprema,
haciendo suyos los argumentos de la Fiscalía Judicial273, entendió cumplida la exigencia de cumplir
el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil, esta vez tratándose de un laudo que, según
la Defensa, aún no era “obligatorio” para las partes pues según el Derecho francés se encontraba
“suspendida” su ejecución274.
273
La sentencia definitiva señala lo siguiente: “V.-…, Nuestra ley exige, por tanto que se dicte una resolución judicial en
el país donde se llevó a cabo el arbitraje, que anule o suspenda el laudo para impedir su reconocimiento o ejecución.
Como la sentencia arbitral se dictó en París, es menester que un Tribunal de Francia haya dictado una resolución que
resuelva lo antes señalado, es decir, que se suspende el cumplimiento del laudo o que se le anule. A juicio de la Fiscalía,
la sola circunstancia que la parte de Inverraz haya iniciado ante la Corte de Apelaciones de París el 17 de febrero de
2009- después de la notificación de la solicitud de exequátur- el procedimiento que busca la anulación del laudo sin que
el tribunal respectivo hubiere decretado tal suspensión, no satisface la exigencia de la ley nacional en este punto, toda
vez que se requiere de un pronunciamiento específico de un tribunal del país en que se dictó. En Francia y Alemania
los laudos arbítrales a semejanza de lo que dispone el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil, requieren de un
procedimiento previo ante un tribunal ordinario para proceder a su ejecución…”. “…Estima que la parte oponente
ha debido acreditar que existe una resolución del Tribunal francés que ordena la suspensión del cumplimiento o la
anulación de la sentencia arbitral, lo que no ha ocurrido…” [El destacado es nuestro]. “…Añade que las opiniones
vertidas en los informes en derecho respecto de la suspensión ipso jure del cumplimiento de las sentencias arbítrales por la
interposición de una demanda ante la justicia ordinaria en Francia, podrán tener cabida en dicho país, pero no se avienen
con el requisito de nuestra ley que exige la existencia de una resolución judicial expresa que disponga la suspensión o
anulación…” [El destacado es nuestro].
274
“VIGÉSIMO: Que en lo referido a la alegación de Inverraz de que la sentencia arbitral no sería obligatoria para las
partes, amparándose en lo preceptuado en el numeral v) de la letra a) del numeral 1 del artículo 36 de la Ley 19971,
es decir que el laudo no es aún obligatorio para las partes o ha sido anulado o suspendido por un tribunal del país
en que, o conforme a cuyo derecho, ha sido dictado ese laudo, debe expresarse y tomarse en cuenta especialmente lo
expuesto por la Sra. Fiscal Judicial en su informe evacuado a fojas 1106 y siguientes. Inverraz efectivamente sostiene
que el cumplimiento de la sentencia arbitral se encontraría suspendido en Francia por aplicación del artículo 1505 del
Código de Procedimiento Civil Francés, como consecuencia de una acción de nulidad deducida por Inverraz el 17 de
octubre de 2008; dice la oponente que tampoco sería ejecutable de acuerdo con la legislación alemana. La disposición
legal señalada al inicio de este considerando reproduce de manera casi textual lo dispuesto en el artículo V) letra e de la
Convención de Nueva York, pero la gran diferencia es que la Ley 19.971 exige que el laudo se encuentre suspendido o
anulado por una autoridad judicial del país en que se dictó. Como lo señala la Sra. Fiscal Judicial, la sola circunstancia
que Inverraz interpusiera un recurso de nulidad después de la solicitud de exequátur, sin que hasta el presente se haya
acreditado en el proceso que dicha Corte de Apelaciones de París ha decretado la suspensión del fallo, no basta para
satisfacer la exigencia de nuestra legislación en este punto, pues tal pronunciamiento no existe o no fue acreditado en esto
autos. Por otra parte, la circunstancia de que la sola interposición del recurso de nulidad en París tenga efectos suspensivos
en la legislación francesa o que, para la legislación alemana, sea requisito previo un exequátur previo dictado por un
tribunal ordinario alemán, no resultan atendibles toda vez que lo que se persigue por el actual procedimiento de autos es
el reconocimiento del Laudo en Chile, de conformidad con la leyes chilenas. De otra parte el Reglamento de Arbitraje
de la Cámara de Comercio Internacional señala en su artículo 28 N° 6 que: “Todo Laudo es obligatorio para las partes.
Al someter su controversia a arbitraje según el Reglamento, las partes se obligan a cumplir sin demora cualquier Laudo
que se dicte y se considerará que han renunciado a cualesquiera vías de recurso a las que puedan renunciar válidamente”.
99
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• En el caso “Sociedad quote Food Products B.V con Sociedad Agroindustrial Sacramento Limitada”275,
resuelto el 5 de julio de 1999, la Excma. Corte Suprema276 constató específicamente el
cumplimiento del requisito previsto en el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil277.
• Por último, en los autos Rol 2.087-1999, la Excma. Corte Suprema resolvió el caso “Sociedad
Naviera Transpacific Steamschip Ltda. Con Euroamérica SA”, denegando el exequátur del laudo
obtenido en Londres, Reino Unido. La Corte Suprema rechazó el exequátur, entre otras razones,
por no haber cumplido la exigencia de autenticidad contenida en el artículo 246 del Código de
procedimiento Civil.
En nuestra opinión, el legislador no pensó jamás a través del artículo 246 del Código de Procedimiento
Civil establecer exigencias especiales para el exequátur de laudos arbitrales extranjeros, pues si ello
hubiera sido así habría estado generando un sistema de verificación paralelo al sistema de cascada
previsto en los artículos 242 a 245, lo que no es comprensible. El artículo 246 del Código de
Procedimiento Civil es una norma de remisión al artículo 242, y, por tanto, la exigencia que prevé
sólo es aplicable en la lógica del sistema de cascada, o sea, únicamente en la medida que no existan
tratados internacionales aplicables, pues de existir, deben aplicarse los requisitos establecidos en éstos
y no el previsto en el artículo 246 del CPC.
Además, las normas de la Ley Nº 19.971, sobre Arbitraje Comercial Internacional, deben tener
aplicación preferente a las disposiciones del Código de Procedimiento Civil por principio de
especialidad, ya que contiene normas para el exequátur de laudos arbitrales extranjeros, de modo
tal que todas aquellas contenidas en otros cuerpos legales de carácter general deben entenderse
derogadas tácitamente cuando sus normas contengan exigencias incompatibles con la Ley Nº 19.971
o con los tratados internacionales que deben aplicarse preferentemente por remisión del mismo
artículo 246 del CPC.
Es entendible que nuestro legislador de 1906 haya incorporado una norma de esta naturaleza para los
laudos arbitrales extranjeros, pues el desarrollo y utilización del arbitraje hace cien años atrás era muy
distinto al de hoy. No es posible ni razonable exigir que un tribunal ordinario del Estado en donde
se ha llevado a cabo el arbitraje “vise” el laudo arbitral extranjero, pues ello equivaldría a someterlo a
un doble procedimiento de verificación: primero, en el Estado del cual proviene el laudo; luego, en
el Estado de ejecución, lo que no se condice con el espíritu de la Ley Nº 19.971 y de la Convención
de Nueva York de 1958, que partes de la base que los laudos arbitrales son obligatorios desde que se
dictan y, por tanto, siempre son ejecutables, a menos que la parte demandada pruebe alguna de las
causales taxativas previstas en la Ley o en la Convención.
De dicha disposición se sigue que la sentencia dictada por dicho tribunal resulta irreformable en el sistema previsto por
esa normativa, de forma tal que el recurso formulado ante la justicia de Francia, no suspende los efectos de aquella, la que
mantiene su vigencia y es posible ejecutarla en tanto no exista resolución de contrario…” [el destacado es nuestro].
275
SCS de 5 de julio de 1999 (RDJ, t. XCVII, sección 1, p. 82)
276
SCS, Rol 3.832-1998.
277
La solicitud de exequátur requería la autorización para reconocer y ejecutar un laudo arbitral dictado en Rotterdam, Países
Bajos, en contra de una empresa chilena. Se demandó el pago USD 56.420 dólares. El arbitraje fue sometido a las Normas
de Arbitraje de la Asociación de Comercio de Fruta Seca, Especias y Productos Afines de los Países Bajos. La empresa
chilena, se opuso a dicho reconocimiento, alegando que no había sido emplazada conforme a las normas chilenas, pero
tal alegación fue desestimada, al estimarse válida la notificación por fax y carta certificada, sin que se haya acreditado una
infracción al artículo V, letra b) de la Convención de Nueva York.
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SENTENCIAS DESTACADAS
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pactada por las partes, no constituyendo, por ende, una obligación para Arce Holdings. Para comprobar
lo anterior, basta una simple lectura a las estipulaciones de la Franquicia Maestra y con verificar que el
fallo en ninguna parte indica en qué cláusula o párrafo de la Franquicia Maestra estaría contenida la
obligación supuestamente infringida. Indica que el juzgador se limitó a señalar que la misma emanaría de
la naturaleza del contrato, remitiéndose al artículo 1546 del Código Civil, sin dar mayores explicaciones o
fundamentos.
Asevera que el juez árbitro, sólo tenía facultades para interpretar las obligaciones que un contrato impone
a las partes, a contrario sensu, y en virtud de los principios y disposiciones que inspiran y regulan nuestro
derecho contractual, incluyendo la autonomía de la voluntad, libertad contractual y fuerza obligatoria e
intangibilidad de los contratos, los jueces no están facultados para crear o inventar obligaciones no pactadas
por las partes en un contrato, o para dar a las obligaciones pactadas un sentido totalmente diverso a la
intención que las partes han tenido al momento de obligarse cuando deben recurrir a su intención para
interpretar alguna disposición que no sea clara, lo que no ocurre en la especie. Estima el impugnante que las
personas sólo pueden resultar obligadas como consecuencia de su consentimiento, salvo que lo sean, en virtud,
de otra fuente generadora de obligaciones, lo que no ocurre en la especie.
Estima la recurrente, por ende, que la sentencia es contraria al orden público, específicamente en su ámbito
sustantivo, por cuanto vulnera, infringe y no respeta los principios y pilares fundamentales en los que
se sostiene todo nuestro derecho contractual, que además se encuentra consagrado y protegido en nuestra
Constitución Política de la República, consistentes en los principios de la autonomía de la voluntad, la
libertad contractual y la fuerza obligatoria e intangibilidad de los contratos.
Concluye solicitando anular la sentencia arbitral y declarar el estado en que queda el Juicio Arbitral, con
costas; o bien en acto continuo y sin nueva vista, pero separadamente, dictar la sentencia de reemplazo que
corresponda con arreglo a la ley, acogiendo totalmente la demanda de resolución de contrato e indemnización
de perjuicios deducida por Arce Holdings en contra de Matriz, con costas;
Cuarto: Que, al formular sus observaciones, a fojas 78 y siguientes, Matriz Ideas S.A. expone, en suma, que
la recurrente comete un error grave en su comprensión de la significación de orden público y del sistema de
recursos contemplado en la Ley N° 19.971. Asevera que Arce Holdings está usando una noción expansiva e
improcedente del concepto señalado para así presentar de modo encubierto un verdadero recurso de apelación.
Adiciona que la contraria quiere revisar el fondo de lo resuelto en al arbitraje sub lite, pese a que ello no se
encuentra permitido por el sistema de recursos contemplado en el compendio legal citado.
Indica que toda la argumentación utilizada por la impugnante para fundamentar la procedencia del recurso
es contradictoria con el propio concepto de orden público que ella cita por cuanto el orden público en materia
de arbitraje comercial internacional consiste en las "nociones más básicas de moralidad y justicia del Estado"
y, por lo mismo que el arbitrio intentado solo procede en casos extremos y gravísimos. Nada de ello, dice,
ha ocurrido en este caso. Aquí solo se trata de una discrepancia de Arce Holding con el razonamiento legal
utilizado por el juez árbitro. Disconformidad que por lo demás, afirma, es totalmente infundada en Derecho
Civil al no entender la recurrente el sentido y alcance del artículo 1546 del Código Civil.
Añade que Arce Holdings incluso formula dos peticiones improcedentes en el marco de la Ley N° 19.971
que son que esta Corte determine el estado en el que ha de quedar el arbitraje o que dicte una sentencia de
reemplazo, cual recurso de casación. La petición de anulación, señala, carece de todo mérito y atenta contra el
tenor literal y los principios subyacentes de la Ley de Arbitraje Comercial Internacional. Vulnera, asimismo,
los mandatos del legislador nacional y la postura consolidada de este tribunal;
Quinto: Que, así como en otras ocasiones ha tenido oportunidad de consignar esta Corte, la Ley N° 19.971,
sobre Arbitraje Comercial Internacional, vigente desde el 29 de septiembre del año 2004, estableció un
tratamiento sistemático del arbitraje comercial internacional, teniendo como fundamento, según la historia
fidedigna de su establecimiento, cuatro cuerpos legales, esto es: La Ley Modelo UNCITRAL, sobre arbitraje
comercial internacional; La Convención sobre Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales
Extranjeras, de 10 de junio de 1958 (Convención de Nueva York); Decreto Supremo N°664 del Ministerio
de Relaciones Exteriores de 30 de octubre de 1975; La Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial
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Internacional, de 30 de enero de 1975 (Convención de Panamá); Decreto Supremo N°364 del Ministerio
de Relaciones Exteriores, de 12 de julio de 1976; y El Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a
Inversiones entre Estados y nacionales de otros Estados (CIADI), adoptado en Washington, el 18 de junio
de 1965, promulgado mediante Decreto Supremo N°1304, del Ministerio de Relaciones Exteriores, de 9 de
enero de 1992. En este mecanismo arbitral las partes son libres de establecer las reglas del procedimiento al
que ajustarán sus actuaciones, sólo con las limitaciones que la misma ley consagra.
El objetivo de la Ley Nro. 19.971 fue regular en nuestro ordenamiento jurídico de manera específica el
arbitraje comercial internacional procurando que la intervención de los Tribunales fuera lo más limitada
posible, actuando así sólo en aquellos casos establecidos por la ley;
Sexto: Que este procedimiento, siguiendo la Ley Modelo UNCITRAL, estatuye como sistema de impugnación
del laudo arbitral el recurso de nulidad, el cual tiene su fundamento sustantivo en la parte pertinente del
artículo 34 de la misma, norma que establece en su numeral segundo que sólo podrá ser anulado por la
respectiva Corte de Apelaciones cuando:
“a) La parte que interpone la petición pruebe:
i) Que una de las partes en el acuerdo de arbitraje a que se refiere el artículo 7º estaba afectada por alguna
incapacidad, o que dicho acuerdo no es válido en virtud de la ley a que las partes lo han sometido, o si nada
se hubiera indicado a este respecto, en virtud de la ley de este Estado, o
ii) Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o no
ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos, o
iii) Que el laudo se refiere a una controversia no prevista en el acuerdo de arbitraje o contiene decisiones que
exceden los términos del acuerdo de arbitraje; no obstante, si las disposiciones del laudo que se refieren a las
cuestiones sometidas al arbitraje pueden separarse de las que no lo están, sólo se podrán anular estas últimas, o
iv) Que la composición del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado al acuerdo entre
las partes, salvo que dicho acuerdo estuviera en conflicto con una disposición de esta ley de la que las partes no
pudieran apartarse o, a falta de dicho acuerdo, que no se han ajustado a esta ley, o
b) El tribunal compruebe:
i) Que, según la ley chilena, el objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje, o
ii) Que el laudo es contrario al orden público de Chile”.
Estas causales son básicamente las mismas que establece la Ley Modelo, la cual a su vez las tomó de aquellas
que contempla la Convención de Nueva York de 1958 para rechazar el reconocimiento y obligatoriedad de
una sentencia arbitral extranjera, y que a su vez se identifican con los motivos de impugnación que recoge la
Convención de Panamá de 1975.
Como se ha expresado por la doctrina, esta acción de invalidación estatuida en la Ley sobre Arbitraje
Comercial Internacional constituye un mecanismo de vigilancia de las garantías procesales básicas o de
los presupuestos elementales para la validez jurídica del arbitraje, sin que se trate, técnicamente, de una
instancia. El control que se efectúa a través de este medio de impugnación se limita a revisar que no se hayan
cometido los vicios descritos en el precepto reproducido, siendo de éstos aquel que tiene una raigambre más
sustantiva la que permite anular el laudo por resultar éste contrario al orden público chileno. (“El Arbitraje
Interno y Comercial Internacional”, Alejandro Romero Seguel y José Ignacio Díaz Villalobos, Lexis Nexis,
1° edición, 2007, pág. 273);
Séptimo: Que la acción de nulidad a la cual se ha hecho referencia constituye un recurso de carácter
extraordinario, de derecho estricto, en el que la actuación de esta Corte se limita a verificar la efectividad
de las causales invocadas en relación a los hechos que las fundamentan, toda vez que la Ley N° 19.971
pretende regular en nuestro ordenamiento jurídico de manera específica el arbitraje comercial internacional,
procurando la intervención de los Tribunales sólo en aquellos casos expresamente establecidos por la ley. Así,
el artículo 5° del compendio normativo citado estatuye que “En los asuntos que se rijan por la presente ley, no
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intervendrá ningún tribunal salvo en los casos en que esta ley así lo disponga”. Luego, en el artículo siguiente,
se indica el tribunal que cumplirá “determinadas funciones de asistencia y supervisión durante el arbitraje”,
denominando a la Corte respectiva para conocer del recurso de nulidad;
Se ha dicho que estas específicas causales de nulidad “abarcan prácticamente todos los aspectos relativos al
arbitraje, comprendiendo desde la regularidad del procedimiento arbitral, las exigencias de validez del
convenio y el eventual control frente de la infracción al orden público chileno. Mediante esta opción se busca
dar certeza y estabilidad a la decisión arbitral, impidiendo el ejercicio de acciones que directa o indirectamente
pretendan revertir el resultado del proceso arbitral”. (Obra citada pág. 255).
Debe además anotarse que por medio de este recurso de nulidad “…se busca dar certeza y estabilidad a la
decisión arbitral, reduciendo el control del arbitraje por parte de la judicatura ordinaria fundamentalmente
a la regularidad procesal del arbitraje, sin perjuicio de un pronunciamiento de control acerca del fondo por la
vía de una eventual infracción al orden público chileno”. (Ob. cit., pág. 272);
Octavo: Que, sentado lo anterior, procede analizar el vicio de anulación sobre el cual el impugnante construye
el arbitrio en examen, esto es, aquel previsto en el punto ii) de la letra b) del artículo 34 de la Ley tantas veces
citada, consistente en que el laudo arbitral es contrario al orden público chileno, por estimar la impugnante
que el fallo contraviene dicho orden público, específicamente en su ámbito sustantivo, desde que violenta los
principios y pilares fundamentales del derecho contractual y protegidos en la Carta fundamental, esto es, la
autonomía de la voluntad, la libertad contractual y la fuerza obligatoria e intangibilidad de los contratos.
Al efecto debe apuntarse que los tribunales superiores han entendido que la Ley N° 19.971 incorpora al derecho
nacional el estatuto de arbitraje internacional más difundido y uniforme entre los países que practican el
comercio internacional. Por otra parte, esta normativa constituye un estatuto regulatorio que recoge diversos
principios del derecho internacional privado, que caracterizan al arbitraje comercial internacional como
un estatuto autónomo y diverso del arbitraje doméstico. Entre estos principios cabe destacar la presunción
de validez del laudo y la consagración de que el límite de legitimidad y eficacia de un laudo está dado por el
orden público internacional, que conceptualmente difiere del orden público nacional.
La misma ley, establece una presunción de validez de los laudos arbitrales y esta presunción tiene dos
importantes efectos: por una parte establece que un laudo dictado en Chile sólo puede ser anulado por causales
estrictas y taxativas, cuya concurrencia debe ser acreditada por la parte vencida y recurrente de nulidad,
a menos que se trate de alguna causal que pudiera ser aplicable de oficio por la Corte que corresponda; en
segundo lugar implica que el reconocimiento en Chile de un laudo dictado en el extranjero sólo puede ser
denegado por causales igualmente estrictas y taxativas, cuya concurrencia también constituye una carga
probatoria de la parte vencida, con la salvedad de las causales aplicables de oficio por la Corte. Sin perjuicio de
la innovación que supone la presunción de validez de los laudos arbitrales, la ley deja a salvo el pleno respeto
a los principios fundamentales de nuestro ordenamiento jurídico, al consagrar la excepción de orden público.
Esta tiene por objeto evitar la dictación o reconocimiento de una sentencia que sea manifiestamente contraria
a la ley nacional, por ejemplo si se vulnera el derecho de las partes a un trato igualitario y a un debido proceso,
o si supone algún fraude o corrupción del tribunal arbitral;
Noveno: Que la noción de orden público –que no ha resultado ser pacífica y de hecho su inclusión en la Ley
Modelo fue motivo de discusión- fue recogida por la Ley N° 19.971 tanto en su artículo 34, como en el
36, restringiéndolo al “orden público chileno”. Luego, tal inclusión supone distinguir entre el orden público
nacional y el orden público internacional. La doctrina ha entendido que este último es el que se aplica en
materia de arbitraje comercial internacional y que no abarca todas las normas imperativas de la ley local,
sino solamente aquella que responde al principio jurídico más fundamental del ordenamiento en que se
dicta o intenta reconocer el laudo. Lo anterior por cuanto se pretende evitar que se invoque para impedir la
ejecución de un laudo sobre la materia.
La denominada excepción de orden público internacional viene a ser un límite extraordinario para la
aplicación de la ley extranjera, mediante el cual se descarta aquella en razón del contenido material de
la ley foránea, ya que de aplicarse podría ocasionar perturbaciones en el ordenamiento jurídico interno.
Abordando este tópico Savigny postula que el orden público interno limita la autonomía de la voluntad, en
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tanto que el orden público internacional limita la aplicación del Derecho extranjero, pues tutela principios
considerados de mayor importancia. De suerte que se podría decir que mientras el “orden público interno o
relativo” es aquel que se aplica a todas las personas nacionales o domiciliadas, son inderogables por parte de
los particulares, quienes no pueden renunciar a ellos o debilitarlos en virtud de un acuerdo. Por su parte el
“orden público internacional o absoluto” es aquel que se impone a todos sin excepción porque mediante él se
tutelan grandes intereses considerados esenciales por el legislador. No obstante, parte de la doctrina no cree
que existan dos tipos de “orden público”, sino solamente uno que produce un único efecto, debiendo aplicarse
como regla el derecho nacional y solamente como excepción el derecho internacional;
Décimo: Que, con todo, el establecimiento en el artículo 34 citado de una causal de nulidad basada en el
orden público de Chile, hace referencia al denominado orden público internacional, lo que “provoca que
la anulación de laudos arbitrales por ese concepto se circunscriba a violaciones de extrema gravedad a
los principios y reglas fundamentales del derecho de Chile. Estas graves infracciones pueden ser de orden
procesal o sustantivo. A nivel procesal, el orden público relevante para estos efectos comprende principios tan
fundamentales como las condiciones del debido proceso, el trato igualitario a las partes, la existencia de un
procedimiento contradictorio, la imparcialidad del tribunal arbitral y la prohibición de fraude o corrupción
de algunos de sus miembros.” (Sentencia Corte de Apelaciones de Santiago, Rol Nro. 9134-2007).
No puede dejar de apuntarse que en este especial tipo de arbitraje, el árbitro goza de plena libertad para la
tramitación del asunto sometido a su conocimiento, e incluso tiene libertad para suplir la voluntad de las
partes en todas aquellas materias de orden procesal, respecto de las cuales nada hayan dicho las partes. Así,
de conformidad con la Ley Nro. 19.971, el árbitro puede conducir el arbitraje de la manera que lo estime
más apropiado. El poder discrecional del árbitro incluye la facultad de determinar la admisibilidad, el valor
probatorio, el peso y la producción de la prueba, según lo previsto en el mismo artículo 19 de la ley.
Asimismo, la ley contiene una serie de reglas adjetivas supletorias del silencio de los litigantes, que abarcan
todo el espectro en el que se desenvuelve el procedimiento arbitral, desde su inicio hasta el pronunciamiento del
laudo. De esta forma, la ley combina la libertad de las partes para elegir las normas aplicables al procedimiento
arbitral, con un conjunto de reglas supletorias que no tienen carácter imperativo y que permiten al tribunal
arbitral, conducir el arbitraje con independencia de las reglas locales, que regulan el procedimiento en un
arbitraje interno.
De este modo, la Ley Nro. 19.971 otorga independencia al árbitro en cuanto a las resoluciones por él dictadas,
a diferencia de lo que acontece en el nivel interno donde los tribunales ordinarios, tienen un amplio margen
para la revisión de las resoluciones. En tal sentido se reconoce como principio básico de la institución del
arbitraje, la limitada actuación de los tribunales estatales en el procedimiento arbitral, conocido como el
“principio de intervención mínima”. El artículo 5° de la Ley, recoge lo anterior al señalar “en los asuntos que
se rijan por la presente ley no intervendrá ningún tribunal, salvo en los casos que la ley así lo disponga”, y el
artículo 34 que consagra a “la petición de nulidad como único recurso contra el laudo arbitral”.
El fallo precedentemente citado y reproducido en el Rol Nro. 1971-2012 se encarga, además, de precisar
que “A nivel sustantivo, en tanto, el orden público considerado para estos efectos incluye principios como la
prohibición del abuso del derecho, la protección de los intereses políticos, sociales y económicos esenciales del
Estado y el respeto a las obligaciones asumidas por éste con otros estados u organismos internacionales”;
Undécimo: Que, luego y enfrentados al arbitrio en examen aparece que éste se funda en la supuesta
inobservancia de los principios de la autonomía de la voluntad, la libertad contractual y la fuerza obligatoria
e intangibilidad de los contratos en el fallo arbitral de que se trata; empero, de la lectura del reproche en
comento resulta que se pretende atacar más propiamente la forma en que el juzgador ha ponderado la
prueba rendida y ha hecho aplicación de la normativa contenida en el Código Civil. En efecto, cuestiona
la recurrente la circunstancia de haber arribado el juzgador a la conclusión que su parte ha incumplido un
deber contractual –su obligación de adquisición, retiro y comercialización de productos desde la bodega de
Matriz de manera eficiente y ordenada– que afirma, no fue pactada expresamente por los contrayentes en la
Franquicia Maestra, sin embargo, la conclusión a la que llega, el árbitro la sustenta en el artículo 1546 del
Código sustantivo, por estimar que se trata de una obligación que emana de la naturaleza del contrato y de la
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cual deviene que la actora no empleó en el cumplimiento de su obligación el grado de diligencia a que estaba
obligada. Luego, entendiendo el sentenciador que ambas partes incumplieron sus obligaciones recíprocas e
invocando los artículos 1557, 1538 y 1552 del compendio legal aludido, rechaza la pretensión del actor
dirigida a la obtención de los perjuicios que dice haber sufrido.
Sentado lo anterior debe recordarse que el orden público es el núcleo, el aspecto central y más sólido y perdurable
del orden social. Es el conjunto de aquellas características y valores de la convivencia que una sociedad
considera como “no negociables” y se le identifica por lo mismo con la coexistencia ordenada, segura, pacífica
y estabilizada de una sociedad. De manera que el fallo que se pretende írrito, para entenderse viciado por
la causal invocada, debe haber contrariado un orden de la magnitud de que se viene hablando y no puede
declararse sobre la base de un estándar disminuido o de menor exigencia, so pretexto que la decisión aqueja
a una de las partes.
Por consiguiente y siguiendo en la misma línea de argumentación procede colegir que la referencia a que
se hace mención en el libelo de nulidad que se analiza, en relación con la transgresión del orden público
nacional, en la medida que no se enmarca dentro de aquel sentido que la doctrina y la jurisprudencia le han
atribuido al concepto en derecho internacional privado y en la legislación chilena y comparada sobre arbitraje
internacional y, no se ha demostrado en definitiva que se identifique con la figura específica que describe el
artículo 34 tantas veces citado no puede ser suficiente para justificar el reproche por el cual se persigue un
resultado tan gravoso como es la invalidación del laudo arbitral que se cuestiona;
Duodécimo: Que, como corolario, el denominado recurso de nulidad debe ser rechazado, por cuanto no resulta
ser, la presente, la vía para procurar obtener la revisión del escrutinio que se ha efectuado de las probanzas
aportadas al juicio arbitral, como tampoco la forma en la cual se ha aplicado el derecho para la solución del
conflicto, máxime si, como sucede en el caso sub judice, se impugnan los argumentos que han servido a la
resolución del pleito por no compartirlos y estimarlos demasiado escuetos en relación con la cuantía debatida.
Como se ha señalado, en el derecho comparado, no nos encontramos en este caso ante una segunda instancia y
menos ante un recurso de casación como de ningún otro recurso que tenga por objeto revisar la conformidad a
los hechos o al derecho, sino que se está en presencia de un proceso autónomo de impugnación en que el tribunal
tiene una competencia específica y restrictiva, en la cual sólo debe limitarse a resolver y dejar sin efecto lo
que constituye un exceso o una incorrección del laudo, a la luz de los únicos motivos tasados y restrictivos que
legitiman la interposición de esta acción de nulidad en los términos de la Ley N° 19.971.
Por ello es que el laudo, una vez notificado es definitivo, inapelable y obligatorio para las partes. Así se
asegura la cosa juzgada de la decisión arbitral, imposibilitando que ésta sea recurrible según la legislación
aplicable al arbitraje;
Décimo tercero: Que por las razones anotadas, el mérito de los antecedentes tenidos a la vista, el análisis
del fallo impugnado, esta Corte arriba a la convicción que el laudo dictado por el juez árbitro recurrido,
no ha incurrido en el vicio de invalidación que se invoca, razón por la cual la acción en estudio procede sea
desestimada.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en la Ley N°19.971, se rechaza el recurso de nulidad interpuesto a
fojas 1, deducido por el abogado don Marcelo Giovanazzi Retamal, en contra del laudo definitivo dictado
por el juez árbitro don Alberto Lyon Puelma, con fecha veintitrés de julio de dos mil quince.
Regístrese y archívese.
Redacción de la Ministra señorita Romy Grace Rutherford Parentti.
Rol N° 11.466-2015.
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Séptimo: Que, en relación con la materia, es útil anotar que el inciso segundo del aludido artículo 83 de
la Ley N°19.947 dispone que “las sentencias de divorcio y nulidad de matrimonio dictadas por tribunales
extranjeros serán reconocidas en Chile conforme a las reglas generales que establece el Código de Procedimiento
Civil”, de suerte, pues, que como en la especie concurren cada una de las circunstancias exigidas en el artículo
245 del Código de Procedimiento Civil, reseñadas en el fundamento segundo de esta sentencia, corresponde
acoger la solicitud en estudio.
Octavo: Que, por otro lado, de los antecedentes no aparece que ambos cónyuges hubieren tenido domicilio en
Chile en los tres años anteriores al pronunciamiento de la sentencia, de modo que no cabe entender que hayan
actuado en fraude a la ley chilena; por ello, tampoco concurre el impedimento previsto en el inciso final del
artículo 83 de la Ley N°19.947.
Noveno: Que se disiente así, de la opinión del Fiscal Judicial, pues siendo una característica propia de la
institucionalidad del Reino de Noruega la tramitación y resolución de peticiones de divorcio por ciertos
órganos administrativos, aquella no parece una cuestión que deba ser controlada en el examen que prevé
el trámite de exequátur, desde que este debe limitarse a la convalidación de decisiones foráneas conforme a
las reglas contenidas en el artículo 245 del Código de Procedimiento Civil, que en la especie se cumplen, sin
que corresponde a esta Corte fiscalizar o investigar el origen de las mismas. Y de conformidad, con lo antes
expuesto y disposiciones citadas, se acoge el exequátur solicitado en lo principal de fojas 9, para que se lleve a
efecto en Chile la sentencia dictada el 10 de diciembre de 1985, por el Gobernador de Telemark del Reino de
Noruega, que declaró el divorcio del matrimonio celebrado en Chile entre don Frank Jacob Kristensen y doña
Cecilia Elizabeth Sepúlveda Cifuentes.
Acordada con el voto en contra de las ministras señoras Chevesich y Muñoz, quienes fueron de opinión de
rechazar la presente solicitud en razón los siguientes argumentos: 1°. Que como cuestión que debe despejarse
de manera previa a analizar la petición materia de la vista, es el cuestionamiento que realiza el Fiscal
Judicial de esta Corte a la naturaleza de la resolución cuya homologación se pretende, en cuanto se trata
de una decisión emanada de un órgano administrativo, esto es, la Gobernación de Telemark del Reino de
Noruega. 2°. Que, al respecto, debe señalarse que el trámite de exequátur o pase regio, corresponde a una
prerrogativa emanada de las facultades propias de la soberanía del Estado de Chile, que el legislador entrega
a la Corte Suprema, para que autorice o no la entrada en vigor dentro de los límites jurisdiccionales chilenos
de una sentencia foránea. 3°. Que nuestro sistema acepta la posibilidad de ejecutar sentencias extranjeras
en el territorio chileno, por medio de un sistema mixto, en que conviven, conforme un orden de prelación,
diversas fórmulas procesales. Pues bien, el primer criterio de determinación de este asunto el de la reciprocidad
convencional conforme fluye del artículo 242 del Código de Procedimiento Civil, que dispone atenerse a la
existencia de Tratados que establezcan la fuerza de las sentencias extranjeras; en ausencia de instrumentos
internacionales, se ordena recurrir a la reciprocidad práctica; y sólo a falta de tal antecedente, opera el modelo
denominado de regularidad internacional, establecido en el artículo 245 del Código de Procedimiento Civil,
por el cual se le dota de eficacia a una sentencia extranjera, previa comprobación de regularidad formal,
como sucede con los requisitos 3° y 4° de la norma en comento, esto es, respectivamente, que la parte en contra
de la cual se invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de la acción y que estén ejecutoriadas
en conformidad a las leyes del país en que hayan sido pronunciadas, además de ciertos criterios relativos a
elementos sustanciales de la decisión, relacionados con el orden público nacional, en cuanto a no contener nada
contrario a las leyes de la República; y, de no oponerse la decisión foránea a la jurisdicción nacional. 4°. Que
entre la República de Chile y el Reino de Noruega no existe tratado bilateral ni instrumento multilateral
que trate este tema, ni existe constancia de reciprocidad o falta de ella, por lo mismo, es aplicable en la especie
el esquema de regularidad internacional que regula el artículo 245 del Código de Procedimiento Civil.
Sin embargo, debe considerarse que dicho régimen responde a ciertos presupuestos procesales básicos que es
menester tener presente. En efecto, la norma antes referida, se encuentra inserta en el Título XIX del Libro
Primero del Código de Procedimiento Civil, que trata “de la ejecución de las resoluciones”, específicamente, en
su acápite 2, titulado “De las resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros”. En dicho entendido, es
palmario que el procedimiento de homologación materia de autos es aplicable solamente respecto las decisiones
jurisdiccionales emanadas de tribunales extranjeros, concepto que en nuestra tradición se opone a la idea
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de órgano administrativo. Pues bien, en la noción nacional de coordinación de los organismos y poderes
públicos, es incuestionable la existencia de un deslinde claro y evidente entre los órganos jurisdiccionales y los
administrativos, señalándose sin perjuicio de la existencia de funciones cruzadas específicas que puede existir
en los diversos entes estatales, que las sentencias judiciales corresponden a los actos propios de los órganos que
tienen dicha calidad. En tal entendido, sólo gozan de la posibilidad de ser tramitados bajo el procedimiento
de exequátur, los fallos firmes y ejecutoriados que emanen de entes jurisdiccionales, calidad de la cual carecen
las Gobernaciones, claros entes de corte administrativos, cuyos actos no son susceptibles de hacer valer dentro
del territorio nacional, por lo menos por la vía aquí intentada. Pues bien, la sentencia de divorcio dictada
por el Departamento de Salud y Asuntos Sociales de la Gobernación de la Región de Telemark, no goza
del presupuesto básico que debe demostrar para ser sometido a este trámite, de manera que, y concordando
con lo expresado por el señor Fiscal Judicial informante, se concluye que corresponde denegar la solicitud
en estudio. 5°. Que, el razonamiento que se ha venido desarrollando se ve reforzado por lo dispuesto en el
artículo 83 de la Ley de Matrimonio Civil, contenido en su capítulo VIII, titulados “de la Ley aplicable y del
reconocimiento de la sentencia extranjeras”, que en su inciso tercero señala: “En ningún caso tendrá valor en
Chile el divorcio que no haya sido declarado por resolución judicial o que de otra manera se oponga al orden
público chileno”. El cumplimiento se pedirá al tribunal de familia correspondiente.
Regístrese, dése copia autorizada y hecho lo anterior, archívese.
Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema, integrada por los Ministros (as) Ricardo Blanco H.,
Gloria Chevesich R., Andrea Marçia Muñoz S. y los Abogados (as) Integrantes Álvaro Quintanilla P., Jean
Pierre Matus A.
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TERCERO: La Sociedad Contractual Minera Santa Fe al evacuar el traslado solicitó el rechazo del
exequátur, alegando que la petición no cumple con las normas básicas de prueba respecto de quiénes son
las partes, cuyo requisito es sine qua non para contar con un procedimiento válido y eficaz. Así, no se ha
acreditado suficientemente la existencia de Qisheng Resources Limited, al formular la solicitud de exequátur,
ni la personería de quienes comparecen en su nombre en Chile.
Asimismo, sustenta su oposición, aduciendo una flagrante vulneración de la bilateralidad de la audiencia, al
debido proceso y al orden público chileno. Estas infracciones denunciadas se configuraron al haber permitido
el árbitro que Qisheng Resources Limited acompañara documentos probatorios, tras haber vencido los
plazos establecidos para ello y sin conceder a Minera Santa Fe la oportunidad procesal de impugnar esos
antecedentes, afectando con ello el principio de bilateralidad de la audiencia. Así consta del considerando
N°95 del Laudo y de cuyo vicio solo se tomó conocimiento una vez notificado el fallo arbitral y sin que hubiere
recursos en su contra. La recepción extemporánea de tales documentos le ha causado agravio, ya que fueron
la base de su condena.
Agrega que esta alegación incide en la inobservancia a ciertas normas básicas aplicables a un debido proceso,
sea nacional e internacional, lo que entraña además una infracción al orden público, configurando tres causas
legales de rechazo del exequátur:
a) Minera Santa Fe no pudo hacer valer sus derechos en el arbitraje que dio origen al Laudo, motivo previsto
para el rechazo en el artículo V.1 (b) de la Convención de Nueva York, que replica el artículo 36.1.a (ii) de
la Ley N° 19.971.
b) Asimismo, el procedimiento arbitral no se ajustó a la ley del país sede del arbitraje, cuya causal de rechazo
está prevista en los artículos V.1 de la Convención de Nueva York y en el artículo 36.1.a (iv) de la LACI
c) Por último, el reconocimiento o la ejecución del Laudo sería contrario al orden público de Chile, lo que
rechaza la causal de los artículos V.2 de la Convención de Nueva York y 36.1.b (ii) de la LACI.
Que, a mayor abundamiento, señala que para demostrar la seriedad con que Minera Santa Fe ha sustentado
la antedicha vulneración del debido proceso y su alegación en orden a que el Laudo no se ajusta a la ley del
país sede del arbitraje, inició un juicio de nulidad el 23 de julio de 2013, -con posterioridad a la fecha del
Laudo y dos meses antes de presentada la petición de exequátur de autos- ante el Tribunal del Distrito de La
Haya. Este juicio no es un recurso, sino un proceso independiente, en el cual ejerce una acción ordinaria, por
el que solicita que se deje sin efecto el Laudo por ser nulo, por infracción al principio del debido proceso en la
sentencia arbitral.
Sostiene que la presunción de legitimidad de los laudos arbitrales extranjeros, que admite la Convención de
Nueva York, supone que se den todos los requisitos de validez que hacen procedente la ejecución de un Laudo
en Chile, lo que es imperativo verificar.
CUARTO: Que, atendido lo expuesto, Minera Santa Fe opuso, en primer término:
a) La excepción de falta de legitimidad activa de Qisheng Resources Limited, puesto que, aunque este
procedimiento no constituye una instancia procesal en la que se pueda entrar al análisis del fondo de la
controversia dirimida por la sentencia cuya ejecución se pretende, ello no quita cumplir con las formalidades
propias de todo procedimiento judicial, como es acreditar conforme al derecho chileno la legitimidad activa
para exigir un exequátur.
En la petición, se dijo que Qisheng Resources Limited sería “Una compañía existente y constituida en Hong
Kong, República de China”. Sin embargo, solo se acompañó un aparente mandato judicial para representar
a la solicitante, contenido en un instrumento protocolizado en la Notaría Avello de Santiago el 12 de julio
de 2013, y en el cual la Cónsul de Chile en Beijing dejó constancia, que sería una “sociedad válidamente
constituida y existente bajo las leyes de la Región Administrativa Especial de Hong Kong” y que “la
personería de don Li Liang para representar a Qisheng Resources Limited consta[ba] en la resolución de la
junta directiva en que se le entrega[ron] poderes suficientes, que se [habrían] exhibido en este acto y que no
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Hace presente y por último, que la traducción acompañada de la sentencia no es correcta, porque da a entender
que la prueba extemporánea habría sido irrelevante para las conclusiones del árbitro, cuando en realidad sin
esa prueba el árbitro no habría podido regular los perjuicios que fijó.
QUINTO: Que el Sr. Fiscal evacuando el informe requerido, señaló que es de opinión que se rechace la
oposición de la Sociedad Contractual Minera, denominada Minera Santa Fe, y que se conceda el exequátur
solicitado por Qisheng Resources Limited para cumplir en Chile el Laudo Arbitral dictado en la ciudad de La
Haya, Holanda, con fecha 15 de Febrero de 2013, atendido que: “Un laudo arbitral en materia de comercio
internacional expedido en el extranjero, cualquiera que sea el país en que se haya dictado, será reconocido
como vinculante u obligatorio, como imperativamente lo dispone la norma contenida en el artículo 35 de la
Ley Nº19.971, y su reconocimiento o ejecución debe ajustarse a lo que dispone el artículo 36 de la misma;
estas disposiciones por su calidad de especiales priman sobre las contenidas en los artículos 242 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, que reglan en forma general el cumplimiento de las resoluciones judiciales
dictadas en el extranjero; se establece así una especie de presunción legal de la legitimidad del laudo, la que
solamente puede ser desvirtuada por las circunstancias que señala el citado artículo 36”.
Agrega que los requisitos que contempla el artículo 245 del Código de Procedimiento Civil, tienden a
salvaguardar el orden público del país que acepta su cumplimiento; a verificar el emplazamiento de la parte
contra la cual se hace valer; a la observancia de las reglas de competencia y a que los fallos revistan el
carácter de ser definitivos y señala que: “Con relación a las sentencias arbitrales en materia comercial, se exige
solamente que ellas sean obligatorias para las partes, según el artículo 36 número 1 ), letra a), apartado “v”
de la ley Nº19.971, requisito que es diferente al del número 4º del artículo 245 del Código de Procedimiento
Civil”.
“Como este procedimiento –añade- no constituye una instancia, no es dable promover ni resolver dentro de
él, materias propias de los hechos y del derecho relativas a la causa en que se dictó la sentencia extranjera si,
como ha sucedido en este caso, las partes se han sometido voluntariamente a un Tribunal Arbitral y a un
derecho extranjeros, solamente pueden ser resueltas alegaciones que puedan constituir las excepciones que
taxativamente enumera el artículo 36 número 1) letra a) de la Ley Nº19.971 y que pueden ser opuestas en
la gestión de solicitud de reconocimiento por la parte contra la cual se invoca el laudo arbitral; esta norma
exige que el oponente pruebe ante el Tribunal competente del país en que se pide el reconocimiento, que su
oposición se funda en algunas de las cinco circunstancias que se enumeran en sus acápites i), ii), iii), iv) y v).
Estas circunstancias permiten oponerse a la petición de exequátur,, de modo que de acuerdo con su naturaleza
podrán servir para desconocer el laudo como vinculante”.
“Como motivo para denegar el reconocimiento, “Minera Santa Fe” señala que el Laudo se ha dictado con
infracción al debido proceso y al orden público nacional, por constar en el Laudo una vulneración flagrante
de la bilateralidad de la audiencia, y no haber tenido ocasión de hacer valer sus derechos”.
“De la lectura del Laudo resulta evidente que la Minera compareció en el proceso arbitral e hizo valer sus
medios de defensa. Más aún, dictado el Laudo, recurrió ante el Juzgado de la Corte de La Haya, Jurisdicción
Comercial, solicitando la anulación del fallo, invocando también como fundamento que el Tribunal Arbitral
violó el principio de bilateralidad de la audiencia. Dicho Tribunal, por sentencia de fecha 10 de Septiembre
de 2014, rechazó la acción de anulación del Laudo Arbitral, que quedó firme y ejecutoriado (sic)”.
“De este modo, -concluye- no se configura el motivo que señala el Artículo 36, número 1), letra a), apartado
ii), de la Ley Nº 19.971, para denegar la solicitud de reconocimiento del Laudo Arbitral, esto es que “Minera
Santa Fe” no pudo hacer valer sus medios de defensa”.
Se trajeron los autos en relación.
CONSIDERANDO:
SEXTO: Que, a fin de zanjar las dudas y dificultades derivadas de la inteligencia de las normas legales que
regulan la aplicación del fallo arbitral dictado en el territorio de un Estado extranjero y cuya ejecución se
solicita en otro Estado distinto de aquel como es Chile, ha de admitirse, desde luego, que la solicitud ha de ser
sometida al conocimiento de esta Corte, como quiera que toda sentencia pronunciada por tribunales extranjeros,
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incluyendo las arbitrales, requieren de exequátur para poder ser cumplidas en territorio nacional, como lo
resolvió esta Corte a Fs. 355 de estos autos, al zanjar una incidencia de previo y especial pronunciamiento
sobre incompetencia promovida por la demandada, y habrá de ser resuelta según lo dispuesto en el párrafo II,
del Título XIX, del Libro I, artículos 242 y siguientes del Código de Procedimiento Civil y especialmente,
atento a lo estatuido en la Ley N° 19.971, sobre Arbitraje Comercial Internacional, sin perjuicio de las
normas que se han establecido en la Convención de Nueva York sobre Reconocimiento y Ejecución de las
Sentencias Arbitrales Extranjeras de 1958, de la O.N.U., promulgada como ley por el D.S. N° 664 del
Ministerio de Relaciones Exteriores, publicado en el Diario Oficial de 30 de Octubre de 1975.
Que, en lo que interesa, el capítulo VIII, relativo al reconocimiento y ejecución de los Laudos, estatuye en
el artículo 35 de la Ley N° 19.971, número 1) que: “Un laudo arbitral, cualquiera sea el país en que se
haya dictado, será reconocido como vinculante y, tras la presentación de una petición por escrito al tribunal
competente, será ejecutado en conformidad con las disposiciones de este artículo y del artículo 36”.
Que, cabe precisar, tal como lo ha admitido el señor fiscal judicial, que este procedimiento no constituye una
instancia, por lo que no es dable promover ni resolver materias propias de los hechos y del derecho ventiladas
en la causa en que se dictó la sentencia arbitral extranjera, ni tampoco pueden ser resueltas alegaciones que
puedan constituir defensas o excepciones que deban ser opuestas en la ejecución correspondiente del fallo y ante
el Tribunal que ha de conocer de ellas.
En definitiva corresponde a esta Corte, a la luz de los antecedentes allegados a estos autos, examinar el
cumplimiento de los requisitos previstos para que sea reconocido y ejecutado en Chile el laudo arbitral,
según la Ley 19.971 sobre Arbitraje Comercial Internacional, en relación con las normas pertinentes de la
Convención sobre Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras de 1958 y los artículos
242 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, puesto que el demandado alega que no se reúnen las
condiciones copulativas que la ley establece.
SÉPTIMO: Que atendido lo referido, corresponde precisar, de consiguiente, que los consabidos artículos 35
y 36 de la Ley N° 19.971, sobre: Arbitraje Comercial Internacional que rigen el Reconocimiento y Ejecución
de los Laudos arbitrales dictados en el extranjero, que son normas especiales que priman respecto de las
generales y cuyos preceptos por lo demás son similares a los establecidos en las disposiciones de la Convención
de Nueva York y en la que la primera, por lo demás, se inspiró para su dictación, estatuyen lo siguiente:
Artículo 35: Reconocimiento y ejecución.
1) Un laudo arbitral, cualquiera que sea el país en que se haya dictado, será reconocido como vinculante y,
tras la presentación de una petición por escrito al tribunal competente, será ejecutado en conformidad con
las disposiciones de este artículo y del artículo 36.
2) La parte que invoque un laudo o pida su ejecución deberá presentar el original debidamente autenticado
del laudo o copia debidamente certificada del mismo, y el original del acuerdo de arbitraje a que se refiere
el artículo 7º o copia debidamente certificada del mismo. Si el laudo o el acuerdo no estuviera redactado en
un idioma oficial de Chile, la parte deberá presentar una traducción debidamente certificada a ese idioma
de dichos documentos.
Al efecto, el artículo IV de la Convención que establece normas y exigencias específicas sobre
reconocimiento y ejecución de las sentencias arbitrales extranjeras contiene, según su tenor literal,
una norma que es reflejo de la anteriormente reproducida.
OCTAVO: A su vez, el citado artículo 36 - reproduciendo el artículo V de la Convención de Nueva York
- señala los motivos por los cuales se puede denegar el reconocimiento o la ejecución de un laudo arbitral,
cualquiera sea el país en que se haya dictado, de cuyo respecto se infiere que sólo se podrá rehusar el
reconocimiento y ejecución de la sentencia, a instancia de la parte contra la cual se invoca, si ésta prueba ante
el tribunal competente del país en que se pide el reconocimiento y ejecución, alguna de las situaciones que a
continuación dicho precepto refiere y que consisten en lo siguiente:
i) Que una de las partes en el acuerdo de arbitraje a que se refiere el artículo 7º estaba afectada por alguna
incapacidad, o que dicho acuerdo no es válido en virtud de la ley a que las partes lo han sometido, o si nada se
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hubiera indicado a este respecto, en virtud de la ley del país en que se haya dictado el laudo, o ii) Que la parte
contra la cual se invoca el laudo no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las
actuaciones arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos, o iii) Que el laudo se
refiere a una controversia no prevista en el acuerdo de arbitraje o contiene decisiones que exceden los términos
del acuerdo de arbitraje; no obstante, si las disposiciones del laudo que se refieren a las cuestiones sometidas al
arbitraje pueden separarse de las que no lo están, se podrá dar reconocimiento y ejecución a las primeras, o iv)
Que la composición del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado al acuerdo celebrado
entre las partes o, en defecto de tal acuerdo, que no se han ajustado a la ley del país donde se efectuó el arbitraje,
o v) Que el laudo no es aún obligatorio para las partes o ha sido anulado o suspendido por un tribunal del
país en que, o conforme a cuyo derecho, ha sido dictado ese laudo. Agrega a continuación que también se podrá
denegar el reconocimiento y ejecución de una sentencia arbitral si la autoridad competente del país en que se
pide el reconocimiento y ejecución comprueba que se dan algunos de los siguientes escenarios: i) Que, según la
ley chilena, el objeto de la controversia no es susceptible de arbitraje, o ii) Que el reconocimiento o la ejecución
del laudo sean contrarios al orden público de Chile.
NOVENO: Pues bien, de estas situaciones que se han transcrito y que revisten el carácter de ser causales
para denegar el reconocimiento y ejecución del laudo arbitral según las normas citadas, la sociedad: Minera
Santa Fe con arreglo a los antecedentes descritos precedentemente, ha invocado como motivos de reparo en su
defensa: a) La Falta de Legitimidad activa de Qisheng Resources Limited para requerir el exequátur; b) La
excepción de falta de eficacia del laudo y c) La infracción al debido proceso, a las leyes que regulan el arbitraje
y al orden público chileno.
Como ha quedado dicho, hace consistir las respectivas causales en lo que dice relación con la letra a) en que
tratándose de una empresa constituida en China, no es propio que se dé por exhibido el poder al Cónsul de
Chile en Beijing y no se inserte la personería de quien otorga el poder, ni se acredite la vigencia de la sociedad,
aparte que el Cónsul que interviene en la diligencia no sería competente, por corresponder al Cónsul de Hong
Kong; la excepción de la letra b) consiste en que no se ha acreditado con un certificado de la CCI que el fallo
cuyo cumplimiento se persigue esté ejecutoriado y la de la letra c) en que el árbitro habría ajustado el laudo
que dictó a la apreciación de una prueba rendida extemporáneamente.
DÉCIMO: Que, sin perjuicio que ninguna de estas alegaciones se fundamentan en hechos que configuren
alguna de las causales que hacen procedente enervar el reconocimiento del fallo y su cumplimiento pertinente,
como lo ha informado el Sr. fiscal judicial al sostener que la sentencia pronunciada por el tribunal arbitral
reúne todas las condiciones requeridas por el marco legal aplicable para dar curso a su respectivo reconocimiento
y ejecución, ha de advertirse además lo que seguidamente se expresa.
UNDÉCIMO: Que, en efecto, y atento a lo señalado en los razonamientos que anteceden y considerando
desde luego que la presente gestión de exequátur está destinada solamente al fin de habilitar la iniciación de
un juicio ejecutivo dentro del cual podrá debatirse lo alegado, ha de comprenderse que la excepción deducida
en relación a la falta de legitimidad activa de Qisheng Resources Limited para requerir el exequátur, en los
términos que ha sido formulada por la reclamante, corresponde claramente a aquella contemplada en el N° 2
del artículo 464 del Código de Procedimiento Civil, por lo que resulta improcedente promoverla y pretender
resolverla en esta etapa judicial.
Por lo demás, la personería de quien comparece por la requirente, consta de un mandato judicial otorgado
ante la Cónsul de Chile en Beijing, República Popular China, quien actuó en ejercicio de las facultades de
ministro de fe pública que le reconoce la ley, en cuya jurisdicción se extendió la escritura pública respectiva de
fecha 19 de Abril de 2013, instrumento que se legalizó ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile
y que se protocolizó en el Registro del Notario público de esta ciudad don Eduardo Avello C., de fecha 12 de
Julio de 2013, que se agrega a los autos
DUODÉCIMO: Que en cuanto la demandada sostiene que no se ha acreditado que está ejecutoriado el
laudo arbitral, debe precisarse, en primer lugar, que entre los requisitos a que se refiere el consabido artículo V
Nro. 1 de la citada ley N° 19.971 se establece que: “Sólo se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de la
sentencia cualquiera que sea el país en que se haya dictado: a) A instancia de la parte contra la cual se invoca,
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cuando ésta parte pruebe ante el tribunal competente del país en que se pide el reconocimiento y ejecución: v)
Que el laudo no es aún obligatorio para las partes o ha sido anulado o suspendido por un tribunal del país
en que, conforme a cuyo derecho, ha sido dictado ese laudo. A su vez, en el artículo 36 Nro. 1 letra a) acápite
v) se estatuye que se puede denegar el reconocimiento o ejecución de un laudo arbitral”: Si el laudo no es aún
obligatorio para las partes o ha sido anulado o suspendido por un tribunal del país en que, o conforme a cuyo
derecho, ha sido dictado ese laudo.
De lo anterior resulta que a las sentencias arbitrales se les exige que sean obligatorias para las partes al
momento de exigirse el cumplimiento y que ellas no hayan sido anuladas o suspendidas por un tribunal del
país en que fueron dictadas, por cuanto la impugnación de los laudos arbitrales se formula generalmente ante
los tribunales ordinarios y son obligatorias cuando han sido aprobadas por éstos, como lo precisa el artículo
246 del Código de Procedimiento Civil.
En el caso de autos el laudo arbitral cuyo reconocimiento y cumplimiento se ha solicitado, se ventiló en un
procedimiento regido por el Reglamento de Arbitrajes de la Cámara Internacional de Arbitraje y conforme a
sus dictados, las partes se obligaron a dar cumplimiento al laudo que se dictase, en tales términos entendieron
que renunciaron a cualquier recurso susceptible de renunciarse, de lo que resulta que el laudo es obligatorio
para las partes litigantes, al haber renunciado de antemano a la posibilidad de impugnarlo, como quiera
todavía que la recurrida interpuso un recurso ante el Juzgado de la Corte de la Haya y sin que dicho tribunal
hubiese enervado su ejecución sea por la vía de decretar la suspensión de su cumplimiento o bien, mediante
la declaración de nulidad de sus efectos, con lo que ha de afirmarse con certeza que ha de entenderse que se
encuentra justificada su obligatoriedad para quienes han sido partes del compromiso que se ha zanjado con el
laudo arbitral cuyo reconocimiento y ejecución se persigue, dictado con fecha 15 de febrero de 2013.
DECIMOTERCERO: Que en lo atinente a la alegación consistente en haberse incurrido en la causal que
permite denegar el reconocimiento y ejecución de la sentencia, por haberse vulnerado el derecho de defensa
durante la substanciación del juicio que dio lugar a la sentencia cuya ejecución se pretende en Chile, procede
consignar que de los propios argumentos vertidos por dicha parte se desprende palmariamente que aquélla no
sólo no se vio impedida de ejercer su derecho a la defensa sino que, según ella misma lo reconoce compareció
al juicio arbitral realizando alegaciones y defensas, como aparece del mérito de los antecedentes, con lo que la
recurrida no se ha visto privada de la posibilidad de hacer valer sus medios de defensa, derecho salvaguardado
por lo demás constitucionalmente, constatándose en cambio que lo que realmente dicha parte ataca es el fondo
de la decisión adoptada por el juez extranjero, así como la ponderación que hizo de las prueba allegadas a
dicho procedimiento, cuestiones éstas que en los términos que ya se han expuesto, no pueden ser revisadas
dentro del procedimiento de exequátur, por decir relación tales materias con los hechos y el derecho relativos a
la causa en que se dictó la sentencia extranjera y por lo mismo, no constituye la presente acción, una instancia,
caso en el cual se permitiría un análisis de esa naturaleza, porque el marco legal que regula la tramitación
del exequátur tiene por objeto facilitar y no obturar el reconocimiento y ejecución de una sentencia arbitral
dictada en el territorio de otro Estado distinto de aquel en que habrá de producir sus efectos, como es este país.
Que, en consecuencia, atendido lo expuesto, lo dictaminado por el Sr. Fiscal Judicial y lo preceptuado en las
disposiciones legales citadas, se acoge la solicitud de exequátur sin costas, por la cual se solicita que se conceda
la autorización para cumplir en Chile el Laudo arbitral dictado en la ciudad de La Haya, de fecha 15 de
febrero de 2013, por el árbitro Sr. Michael Lee, recaído en el proceso arbitral rol N° 18420/CYK, ventilado
conforme al Reglamento de Arbitrajes de la Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara Internacional
de Comercio y que ha impetrado Qisheng Resources Limited, a través de sus apoderados Sres. Ricardo Rozas
Hurtado y Max Morgan Searle y cuyo fallo condenó a la Sociedad Contractual Minera denominada Minera
Santa Fe, a pagar la cantidad de USD$46.671.609,27, ejecución que deberá someterse al conocimiento del
tribunal civil que corresponda conforme a la ley.
En cuanto a la incidencia promovida por la recurrida respecto de la traducción del fallo, se deja constancia
que no se formulará pronunciamiento por haber sido resuelto su rechazo por esta Corte a fs. 411 de estos autos.
Regístrese y Archívese
Redacción del Abogado integrante Sr. Rafael Gómez Balmaceda
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Rol 7854-2013
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sr Patricio Valdés A., Sra. Rosa
Maggi D., Sr. Juan Fuentes B. y los Abogados Integrantes Sr. Daniel Peñailillo A. y Sr. Rafael Gómez B.
No firman el Ministro Sr. Fuentes y el Abogado Integrante Sr. Peñailillo, no obstante haber concurrido
ambos a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por estar con feriado legal el primero y ausente el segundo.
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la sentencia cumple con todos los requisitos que la citada norma contempla, por lo que procede conceder el
exequátur solicitado.
A fojas 3 a 23 y 27 a 32 rolan las copias autorizadas, traducidas y legalizadas, de las sentencias materia de
autos, con las correspondientes certificaciones de encontrarse ejecutoriadas.
La solicitud de exequátur fue puesta en conocimiento de la Sociedad Creceland Ltda. mediante notificación
personal, por exhorto, a su representante don Jorge Sekulovic, según consta a fojas 92, la que no compareció
al proceso.
La Señora Fiscal Judicial suplente, informando a fojas 102, manifiesta que es de opinión de rechazar el
exequátur solicitado porque, si bien tanto Alemania como Chile son partes de la Convención de las Naciones
Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, suscrita en Viena, Austria, el 11
de octubre de 1980, el Estado de Chile ratificó dicha Convención con declaración de que cualquier disposición
que permita la celebración, modificación o terminación por mutuo acuerdo del contrato de compraventa o
cualquier oferta, aceptación u otra manifestación de intención se hagan por cualquier procedimiento que
no sea por escrito, no se aplicará en el caso de que cualquiera de las partes tenga establecimiento en Chile.
Expresa que, conforme a lo referido, las partes celebraron verbalmente el convenio de compraventa; y según
la Declaración que nuestro país formuló, no serán aplicables las normas de la Convención cuando se trate
de contratos de compraventa o cualquier otra oferta, aceptación u otra manifestación de intención, que no
se celebren por escrito. Así, de acuerdo a esa Declaración, el acuerdo verbal de las partes no es reconocido por
Chile.
Se trajeron los autos en relación.
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que el exequátur ha sido definido como “el acto que recayendo sobre la propia sentencia
extranjera, inviste a ésta, tal como ha sido dictada, de los mismos efectos que tienen las sentencias de los jueces
nacionales sin necesidad de entrar a la revisión del juicio” (Vicco, Carlos: “Curso de Derecho Internacional
Privado.” 6ª edición. Biblioteca Jurídica Argentina. Tomo II, página 320).
Al respecto esta Corte ha expresado que en nuestro país consiste en la decisión de la Corte Suprema por la
cual, luego de sustanciar el procedimiento contradictorio respectivo y revisar las exigencias legales, otorga
autorización o pronunciamiento favorable a la sentencia extranjera con el objeto de reconocerle la fuerza
ejecutiva de la que carece y los mismos efectos que los fallos expedidos por jueces nacionales, lo que permitirá se
pueda cumplir mediante el procedimiento y ante el tribunal competente (sentencia de once de mayo de 2009,
rol 5478-07, Considerando tercero). En el mismo sentido, se ha dicho que “El exequátur es, por consiguiente,
un procedimiento autónomo, independiente del juez anterior, en que se revisa solamente si la sentencia
extranjera cumple o no con determinados requisitos” y sin alterar su contenido substancial (Guzmán, Diego
y Millán, Marta: “Curso de Derecho Internacional Privado.” Editorial Jurídica de Chile. Santiago, 1973,
ps. 869 y 880).
SEGUNDO: Que, en épocas en las que las soberanías nacionales han sido celosamente protegidas, ha
sido adoptado el principio de que en el Estado no deben tener efecto las resoluciones judiciales dictadas por
tribunales extranjeros. Fue también la posición predominante entre nosotros, hasta fines del siglo XIX. Pero
la solidaridad, la interdependencia de los países, el tráfico y el comercio internacional, aconsejan una actitud
distinta.
En el Derecho chileno el cambio se produjo con la dictación del Código de Procedimiento Civil. Anunciando
la modificación, en el Mensaje con el que se envió el proyecto de este Código al Parlamento se expresó: “La
ejecución de las sentencias da lugar a dificultades que se ha tratado de subsanar, especialmente en lo relativo a
las que emanan de tribunales extranjeros. Los Tratados, la reciprocidad y, en último término, los principios
de natural equidad, son las bases sobre que descansan estas disposiciones.”
Con base en esta declaración, el procedimiento de exequátur fue regulado en los artículos 242 a 251 del
referido Código.
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Aunque está discutido que este procedimiento sea necesario para hacer valer la sentencia extranjera en la
plenitud de su vigor de cosa juzgada y, aun, como documento, sí es indispensable para ejecutar su contenido.
Y la acción, es decir, el derecho al proceso de reconocimiento, la tiene quien exhibe un interés actual en tal
reconocimiento (así Guzmán, Diego y Millán, Marta. Ob. cit. p. 874 y siguientes).
TERCERO: Que para reconocer en Chile las resoluciones dictadas por tribunales extranjeros, las citadas
reglas del Código de Procedimiento Civil disponen atender en primer término a la existencia de Tratados
(entre Chile y el país de donde proviene la sentencia cuyo reconocimiento se solicita); en subsidio, a la
reciprocidad (legal o de hecho); y en ausencia de esos elementos entra a aplicarse la denominada regularidad
internacional, para lo cual esta Corte debe escrutar en la sentencia extranjera si ella cumple con los requisitos
dispuestos en el artículo 245 del citado cuerpo legal.
CUARTO: Que entre Chile y Alemania no existen Tratados que regulen la fuerza que debe darse en este
país a las sentencias pronunciadas por tribunales de ese Estado.
Tampoco es posible recurrir a la reciprocidad; no se ha aportado prueba al respecto y no hay constancia en
los autos sobre su existencia (para considerarla debe haber constancias en el proceso; así se ha resuelto: Corte
Suprema, 4 de noviembre de 1909).
En estas circunstancias tiene aplicación lo dispuesto por el artículo 245 del Código de Procedimiento Civil.
Esta norma ordena que, para que las resoluciones dictadas por tribunales extranjeros tengan la misma fuerza
que si se hubieren dictado por tribunales chilenos, deben reunir los siguientes requisitos: 1.- no contengan
nada contrario a las leyes de la República; 2.- no se opongan a la jurisdicción nacional; 3.- la parte en contra
de la cual se invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de la acción; y 4.- estén ejecutoriadas en
conformidad a las leyes del país en que hayan sido pronunciadas.
El examen de esas exigencias permite concluír que se trata de constatar si en el procedimiento que condujo a la
dictación del fallo se cumplió con unos presupuestos elementales de administración de justicia y si su contenido
contraviene la legalidad fundamental de nuestro ordenamiento, sin revisar el contenido substancial de la
controversia ni la justicia o injusticia intrínseca contenida en la resolución, es decir, sin erigirse el tribunal
requerido en una instancia de revisión de lo allí resuelto (en este sentido la sentencia de once de mayo de
2009, antes citada, Considerando octavo).
Con esta premisa básica, corresponde verificar si la sentencia materia del presente exequátur cumple con los
requisitos previstos, a fin de poder conferir la pretendida autorización para ser cumplida en Chile.
QUINTO: Conforme a los antecedentes descritos en lo expositivo, la exigencia consignada en el Nº 3 del
precepto mencionado, de la notificación de la acción a la parte en contra de la cual se invoca la sentencia,
aparece cumplida; así consta a fojas 12. Otro tanto acontece con la del Nº 4 de ese texto, su ejecutoriedad, como
se lee a fojas 22, 24 y 30.
SEXTO: Que en cuanto a la exigencia del Nº 2 del citado artículo 245, también aparece cumplida.
En efecto, el referido requisito se ha entendido en el sentido de que la sentencia de que se trate no verse sobre
un conflicto que debió ser conocido y resuelto por un tribunal chileno; es decir, que no se trate de un conflicto
para cuya resolución era un tribunal chileno el competente (así, por ej. Guzmán, Diego y Millán, Marta.
Ob. cit. p. 892). Y en el proceso no consta algún antecedente con el que pudiere concluírse la competencia
de un tribunal nacional. Aparece dictada por un tribunal competente en razón del acuerdo atributivo de
competencia que, según la sentencia, se pactó entre las partes de conformidad a lo previsto por el artículo
23, apartado 1, tercera frase, letra a), segunda variante del Reglamento (CE) N° 44/2001, del Consejo, de
22 de diciembre de 2000, relativo a la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones
judiciales en materia civil y mercantil; así consta a fojas 12 y 13 del proceso.
SÉPTIMO: Que, en cuanto a la exigencia del Nº 1 del citado artículo 245 del Código de Procedimiento
Civil, esto es, que la sentencia no contenga nada contrario a las leyes de la República, en principio tampoco se
observa en ella alguna contrariedad, ahora con las leyes nacionales. Se trata de un contrato de compraventa
de cosa mueble cuya resolución fue pedida y declarada por el incumplimiento del vendedor.
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Pero a este respecto surgen dos observaciones que merecen ser examinadas.
A.- La primera se refiere al sentido de la expresión “contrario a las leyes de de la República.”
Por cierto, no se trata de que el fallo no pueda separarse de la legislación chilena, porque eso significaría
prácticamente que tendría que someterse a la legislación chilena y nunca podría cumplirse el requisito.
Entonces, con un criterio moderado, han sido propuestas varias alternativas. Se ha estimado que el fallo es
contrario a las leyes de la República cuando es contrario al orden público chileno; que lo es cuando contraviene
las normas chilenas de Derecho Internacional Privado de modo que la sentencia debió dictarse conforme a la
ley chilena y no conforme a la ley del país en que fue dictada; en fin, cuando es contraria al Derecho Público,
a sus principios, o a la moral o las buenas costumbres (así es expuesto en Guzmán, Diego y Millán, Marta.
Ob. cit. ps. 891 y 892, citando a Anabalón y a Albónico).
En la especie, nada se observa contrario a las leyes de la República, en ninguna de las alternativas que han
sido propuestas como el significado de la exigencia. En todo caso, en cuanto a una eventual contravención del
orden público chileno se formulará un alcance luego de que se examine la observación que sigue.
B.- Y la segunda se refiere a la vigencia y aplicación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los
Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, conocida generalmente como “Convención de
Viena.”
Esta preocupación se explica porque en la especie se trata de una compraventa de cosa mueble, que se celebró
verbalmente y de aquella Convención son partes Alemania y Chile. Esos antecedentes explican también
el contenido del Informe de la Sra. Fiscal Judicial de esta Corte, quien formuló, como se dijo, objeción a la
solicitud.
OCTAVO: Que la dificultad que se presenta sobre la materia surge con la Declaración con que Chile ratificó
la Convención. Su tenor es el siguiente: “El Estado de Chile declara, en conformidad con los artículos 12
y 96 de la Convención, que cualquier disposición del artículo 11, del artículo 29 o de la Parte II de la
presente Convención que permita que la celebración, la modificación o la terminación por mutuo acuerdo
del contrato de compraventa, o cualquier oferta, aceptación u otra manifestación de intención se hagan por
cualquier procedimiento que no sea por escrito, no se aplicará en el caso de que cualquiera de las Partes tenga
su establecimiento en Chile.”
NOVENO: Que el sentido y alcance de esa reserva de Chile y, sobre todo, su relación con la legislación
interna, han motivado algunas discrepancias; aquí serán abordados los extremos necesarios para la resolución
de la presente solicitud.
DÉCIMO: En primer término, como puede percibirse, nuestra reserva se refiere, fundamentalmente, a
aquellas normas de la Convención atingentes a los principios de consensualismo y libertad de forma en
la celebración (o formación) del contrato, su modificación o extinción por mutuo acuerdo, que ciertamente
inspiran ese cuerpo normativo. En otros términos, la reserva está dirigida a protegernos del consensualismo
en la compraventa de mercaderías, que viene establecido en la Convención.
Pero acontece que en nuestro ordenamiento jurídico el consensualismo en esta precisa materia está ampliamente
establecido; en la celebración, modificación y extinción del contrato.
En efecto, tratándose de la compraventa civil, conforme al artículo 1801 del Código Civil, claramente la
regla general es, precisamente, el consensualismo: hay compraventa desde que las partes están de acuerdo en
la cosa y en el precio. El precepto añade varias excepciones entre las cuales no está la compraventa a que se
refiere esta gestión (cabezas de liebres) ni en general la regulada por la Convención de Viena. Y tratándose
de la compraventa mercantil la conclusión se mantiene porque la citada regla no está alterada en el Código
de Comercio.
En estas circunstancias, al menos para los efectos del primer requisito del artículo 245 del Código de
Procedimiento Civil, cuyo cumplimiento se está aquí examinando, se aprecia que nada hay que sea contrario
a las leyes de la República.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
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Chile se someten a las leyes chilenas, agrega que “Esta disposición se entenderá sin perjuicio de las estipulaciones
contenidas en los contratos otorgados válidamente en país extraño. Pero los efectos de los contratos otorgados
en país extraño para cumplirse en Chile, se arreglarán a las leyes chilenas.”
DECIMOCUARTO: Ahora se está en mejores condiciones de apreciar si la sentencia de la presente solicitud
contraviene o no el orden público chileno, que se dejó pendiente precisamente para facilitar la comprensión
del razonamiento.
Pues bien, en la situación planteada tampoco se detecta una oposición a este respecto, por cuanto, como se ha
dicho, el consensualismo que inspira a la Convención no está repudiado en el Derecho chileno; por el contrario,
está establecido; y lo está en la generalidad de los contratos que versan sobre cosas muebles y, particularmente,
en la compraventa.
Todavía podría pretenderse que la restricción probatoria, que impide acudir a la prueba de testigos, pudiere
ser una norma de orden público; pero ni siquiera ella, porque si bien esa limitación está establecida en la
materia civil (en los preceptos del Código Civil antes citados), no lo está en la materia mercantil, con lo cual
no puede estimarse que es una base fundamental de nuestro ordenamiento jurídico; debe repararse en que,
para los efectos, el ordenamiento debe ser apreciado en su conjunto (en este sentido, el estudio del prof. Grob
Duhalde citado, p. 54; también esta Corte Suprema, en sentencia de 18 de mayo de 1961, en Revista de
Derecho y Jurisprudencia Tomo 58, sección 1ª p. 132). En todo caso, no hay constancia en autos de que ese
medio de prueba haya sido utilizado con la función aludida en la reserva chilena.
DECIMOQUINTO: Que, como ha podido percibirse en los varios capítulos que han sido abordados, al
menos para los efectos de que aquí se trata y aunque hay matices diferenciados, no ha logrado tener gran
relevancia que el contrato sea civil o mercantil.
Aun así, conviene dejar constancia de que, sin que obren más pruebas en el proceso (confirmando o negando),
el comprador de la mercancía ha manifestado que la compró para luego venderla en Vietnam. Se trataría,
pues, de una compraventa calificable de mercantil, al quedar incluida en el Nº 1 del artículo 3 del Código
de Comercio que, en síntesis y con dirección al caso, califica de acto de comercio: comprar para vender. Como
a este respecto no hay constancia en autos de la situación del vendedor, para el Derecho chileno se trataría o
integralmente de una compraventa comercial o de un acto de los que en la disciplina mercantil son llamados
actos “mixtos” o de “doble carácter.” Sea como fuere, conforme a lo dicho en los considerandos precedentes, con
esta última constatación las eventuales y leves observaciones quedan aún más reducidas si no decididamente
extinguidas.
DECIMOSEXTO: Que de lo expuesto se concluye que el fallo materia de estos autos no contraviene la
legislación chilena ni es contrario a la reserva con que Chile ratificó la Convención de las Naciones Unidas
sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías.
DECIMOSEPTIMO: Que, por otra parte, la resolución de que se trata es una sentencia definitiva en
causa contenciosa civil.
DECIMOCTAVO: Que los antecedentes y raciocinios expuestos permiten concluír que no hay obstáculo para
reconocer eficacia al fallo cuya autorización para su cumplimiento se solicita, lo que será dispuesto, accediendo
a lo pedido por el abogado don Pablo Palma Calderón, en representación de International Hides Vertriebes,
disintiéndose, por tanto, de la opinión de la Fiscal Subrogante expresada en su dictamen de fojas 75.
De conformidad a lo manifestado, disposiciones citadas y artículos 247 y 248 del Código de Procedimiento
Civil, se resuelve que se acoge el exequátur solicitado en lo principal de fojas 75 y, en consecuencia, se autoriza
a que se cumpla en Chile la sentencia de 17 de julio de 2012, por la Sala III de lo Mercantil del Tribunal
Regional de Karlsruhe, República Federal de Alemania, en la causa N° Expediente: 14 0 27/10 KfH III
sobre resolución de contrato, y la resolución complementaria de 9 de noviembre de 2014, sobre regulación de
costas.
Regístrese y archívese.
Redacción del abogado integrante don Daniel Peñailillo Arévalo.
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Rol N° 32.479-2014.-
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Héctor Carreño S., Guillermo
Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y Abogados Integrantes Sres. Daniel Peñailillo A. y Juan Figueroa V.
No firman la Ministra Sra. Maggi y el Abogado Integrante Sr. Peñailillo, no obstante haber concurrido
ambos a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por estar en comisión de servicios la primera y ausente el
segundo.
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Sin perjuicio de lo anterior, hace presente que respecto de los bienes situados en Chile el inciso primero
delartículo 16 del Código Civil establece que ellos “están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños
sean extranjeros y no residan en Chile.” Esta disposición debe concordarse con la del artículo 27 de la Ley
16.271de Impuesto a las Herencias, A. y Donaciones en cuanto señala: “Art.27: Cuando la sucesión se abra en
el extranjero, deberá pedirse en Chile, no obstante lo dispuesto en el artículo 955 del Código Civil, la posesión
efectiva de la herencia respecto de los bienes situados dentro del territorio chileno, para los efectos del pago
de los impuestos establecidos por esta ley. La posesión efectiva, en este caso, deberá pedirse en el lugar en que
tuvo el causante su último domicilio en Chile, o en el domicilio del que pida la posesión efectiva si aquél no lo
hubiere tenido.” En su artículo 149 el Código Orgánico de Tribunales reitera esta exigencia al disponer: “Art.
149. Cuando una sucesión se abra en el extranjero y comprenda bienes situados dentro del territorio chileno,
la posesión efectiva de la herencia deberá pedirse en el lugar en que tuvo el causante su último domicilio en
Chile, o en el domicilio del que la pida si aquél no lo hubiere tenido.”
Estima el señor F.J. que de lo anteriormente expuesto se deduce que la resolución del tribunal argentino tiene
valor en cuanto se reconoce la calidad de heredera de la compareciente.
Por lo razonado y por reunirse los requisitos legales, es de opinión que se conceda el exequátur para cumplir en
Chile la sentencia de 30 de diciembre de 1997, dictada por el Juzgado Nacional en lo Civil de la ciudad de
Buenos Aires, República Argentina, que declaró que por el fallecimiento de don C.N.P. le sucede en carácter
de única y universal heredera su cónyuge doña L.S.P..
Se trajeron los autos en relación.
CON LO RELACIONADO Y CONSIDERANDO:
PRIMERO
Que la resolución cuyo exequátur se solicita declara que por el fallecimiento de don C.N.P. le sucede, en
carácter de única y universal heredera, su cónyuge doña L.S. de P..
SEGUNDO
Que con Argentina no existen Tratados que regulen la fuerza que sus resoluciones judiciales han de tener en
Chile; y no pudiéndose recurrir tampoco al principio de reciprocidad, por no existir antecedentes al respecto,
es necesario aplicar el sistema establecido en el artículo 245 del Código de Procedimiento Civil.
TERCERO
Que, conforme a la norma citada, para que la resolución de un tribunal extranjero pueda cumplirse en Chile,
es necesario que ella no contenga nada contrario a las leyes de la República y que no se oponga a la jurisdicción
nacional.
CUARTO
Que el artículo 16 del Código Civil, en su inciso primero, establece que “Los bienes situados en Chile están
sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños sean extranjeros y no residan en Chile.” Este precepto debe
concordarse con lo previsto en el artículo 27 de la Ley 16.271 sobre Impuesto a las Herencias, A. y Donaciones,
que dispone: “Cuando la sucesión se abra en el extranjero, deberá pedirse en Chile, no obstante lo dispuesto en
el artículo 955 del Código Civil, la posesión efectiva de la herencia respecto de los bienes situados dentro del
territorio chileno, para los efectos del pago de los impuestos establecidos por esta ley. La posesión efectiva, en
este caso, deberá pedirse en el lugar en que tuvo el causante su último domicilio en Chile, o en el domicilio del
que pida la posesión efectiva, si aquél no lo hubiera tenido.”
Por su parte, el artículo 149 del Código Orgánico de Tribunales repite esta exigencia al señalar: “Cuando
una sucesión se abra en el extranjero y comprenda bienes situados dentro del territorio chileno, la posesión
efectiva de la herencia deberá pedirse en el lugar en que tuvo el causante su último domicilio en Chile, o en el
domicilio del que la pida si aquél no lo hubiera tenido.”
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
QUINTO
Que el artículo 688 del Código Civil dispone: “En el momento de deferirse la herencia, la posesión efectiva
de ella se confiere por el ministerio de la ley al heredero; pero esta posesión legal no habilita al heredero para
disponer en manera alguna de un inmueble, mientras no preceda:
1. La inscripción del decreto judicial o la resolución administrativa que otorgue la posesión efectiva; el
primero ante el conservador de bienes raíces de la comuna o agrupación de comunas en que haya sido
pronunciado, junto con el correspondiente testamento, y la segunda en el Registro Nacional de Posesiones
Efectivas;” (y continúan otros incisos que no es necesario transcribir aquí).
SEXTO
Que la normativa citada, como puede apreciarse, deja entregado exclusivamente a la jurisdicción de los
tribunales chilenos decidir sobre el otorgamiento de la posesión efectiva de una sucesión que comprenda bienes
situados en Chile. Esta última situación fáctica, es decir, la eventual existencia de bienes hereditarios situados
en Chile, no fue manifestada por el solicitante y no consta a esta Corte. Sin embargo, en la búsqueda de una
decisión acertada, íntegra y conveniente al caso, previendo la supuesta finalidad práctica que ha justificado
el trámite materia de estos autos, se entiende que lo requerido por el solicitante se encuadra en lo dispuesto
en las normas legales citadas y, en todo caso, de no ser así hasta ahora, tendrá que oportunamente procederse
conforme a nuestro Derecho.
Así, siendo lo pedido en este exequátur que se cumpla en Chile la sentencia referida disponiéndose que se
practiquen las inscripciones correspondientes, al no haberse solicitado la inscripción de bien alguno situado en
Chile, procede acceder sólo a la inscripción de dicha sentencia en el Registro Nacional de Posesiones Efectivas,
conforme a lo dispuesto en los artículos 688 del Código Civil, 13 de la Ley 19.903 y 31 y siguientes del
Reglamento sobre tramitación de posesiones efectivas intestadas, Registro Nacional de Posesiones Efectivas
y Registro Nacional de Testamentos.
SÉPTIMO
Que, por otra parte, en los términos antes consignados, la resolución del 19º Juzgado Nacional
de Primera Instancia en lo Civil de Buenos Aires, Argentina, que se pretende cumplir en estos
antecedentes, para los efectos de que se pueda requerir la inscripción de la posesión efectiva de la
herencia abintestato, no se opone a la jurisdicción chilena.
Y de conformidad con lo expuesto, lo dictaminado por el señor F.J., disposiciones legales citadas y lo
establecido en los artículos 249 y 251 del Código de Procedimiento Civil, artículo 688 del Código
Civil,artículo 13 de la Ley 19.903, artículo 31 y siguientes del Reglamento sobre tramitación de
posesiones efectivas intestadas, Registro Nacional de Posesiones Efectivas y Registro Nacional de
Testamentos y artículos 877 a 884 del Código de Procedimiento Civil, se resuelve que:
a.- Se hace lugar al exequátur solicitado en la petición principal de la presentación de fojas 5 y se
autoriza que se cumpla en Chile la sentencia que reconoció a doña L.S. de P. el carácter de única y
universal heredera de su cónyuge don C.N.P., sólo para los efectos de solicitar la inscripción de la
sentencia de 30 de diciembre de 1997 en el Registro Nacional de Posesiones Efectivas.
b.- El cumplimiento de la sentencia extranjera deberá solicitarse ante el Tribunal que corresponda,
de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 251 del Código de Procedimiento Civil, 688 del Código
Civil, 13 de la Ley 19.903 y 31 y siguientes del Reglamento sobre tramitación de posesiones efectivas
intestadas, Registro Nacional de Posesiones Efectivas y Registro Nacional de Testamentos.
Regístrese y archívese.
Redacción del Abogado Integrante don Daniel Peñailillo Arévalo.
Rol Nº 17.741-2015.
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Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros Sres. Héctor Carreño
S., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D., Sr. Juan Fuentes B y Abogado Integrante Sr. Daniel
Peñailillo A.
No firma el Ministro Sr. Fuentes, no obstante haber concurrido a la vista del recurso y acuerdo del
fallo, por estar con permiso.
Autorizado por el Ministro de fe de esta Corte Suprema.
En Santiago, a trece de enero de dos mil dieciséis, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.
Como asimismo personalmente al señor F.J. de la Corte Suprema, quien no firmó.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
Que lo preceptuado en el artículo 245 del Código de Enjuiciamiento Civil tiene por objeto que las resoluciones
dictadas por tribunales extranjeros posean la misma fuerza que si se hubieren dictado por tribunales chilenos,
con tal que: 1°) no contengan nada contrario a las leyes de la República; 2°) no se opongan a la jurisdicción
nacional; 3°) que la parte en contra de la cual se invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de
la acción y; 4°) que estén ejecutoriadas en conformidad a las leyes del país en que hayan sido pronunciadas.
Tercero
Que de los antecedentes acompañados es posible establecer lo siguiente:
a.- Compareció don R.V.F., abogado, en representación de don A.S.F., quien a su vez actúa en representación
de la “Sucesión A.F.”, y por sí en calidad de heredero del causante D.A.F.,
b.- Por sentencia de 29 de marzo de 1995, el Decimoquinto Juzgado en lo Civil, Comercial y Minas de la
Primera Circunscripción Judicial de la Provincia de Mendoza, República de Argentina, declaró que por
fallecimiento de don A.F., le suceden como únicos y universales herederos su cónyuge doña A.V., y sus hijos
don A.S.F. y doña F.A.F..
c.- D.A.V. cedió en favor de don A.S.F. todos los derechos y acciones que le corresponden en la sucesión de don
A.F..
d.- Por acuerdo notarial de 29 de marzo de 2010, doña F.A.F. y don A.S.F., en su calidad de únicos
actuales herederos, acuerdan adjudicar a éste último, el inmueble ubicado en Avenida San Martín Nº 800,
departamento Nº 204, de Viña del Mar, República de Chile, que forma parte del acervo hereditario.
e.- Por resolución de 26 de julio de 2010, el Decimoquinto Juzgado en lo Civil, Comercial y Minas
de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia de Mendoza, República de Argentina aprobó
la adjudicación referida en la letra precedente.
f.- El causante don A.F. era de nacionalidad argentina, y su último domicilio lo tuvo en calle S.M. Nº
1.510, D.M.D.. Departamento de L. de Cuyo, M., República de Argentina.
Cuarto
Que las resoluciones que se pretende hacer valer reconocen a don A.S.F. la calidad de heredero
abintestato de su padre don A.F., y adjudicatario del inmueble ubicado en Avenida San Martín Nº
800, departamento Nº 204, de Viña del Mar, República de Chile.
Quinto
Que el artículo 16 del Código Civil, en su inciso primero, establece que “Los bienes situados en
Chile están sujetos a las leyes chilenas, aunque sus dueños sean extranjeros y no residan en Chile”,
disposición que debe concordarse con lo que previene el artículo 27 de la Ley 16.271 sobre Impuesto
a las Herencias, A. y Donaciones, en cuanto señala: “Cuando la sucesión se abra en el extranjero -cuyo
es el caso de autos- deberá pedirse en Chile, no obstante lo dispuesto en el artículo 955 del Código
Civil, la posesión efectiva de la herencia respecto de los bienes situados dentro del territorio chileno,
para los efectos del pago de los impuestos establecidos por esta ley. La posesión efectiva, en este caso,
deberá pedirse en el lugar en que tuvo el causante su último domicilio en Chile, o en el domicilio del
que pida la posesión efectiva, si aquél no lo hubiera tenido”. Por su parte, el artículo 149 del Código
Orgánico de Tribunales repite esta exigencia al señalar: “Cuando una sucesión se abra en el extranjero
y comprenda bienes situados dentro del territorio chileno, la posesión efectiva de la herencia deberá
pedirse en el lugar en que tuvo el causante su último domicilio en Chile, o en el domicilio del que la
pida si aquél no lo hubiera tenido”.
Sexto
Que la normativa precedente, como se aprecia, deja entregado exclusivamente a la jurisdicción de
los tribunales chilenos el decidir sobre el otorgamiento de la posesión efectiva de una sucesión que
comprenda bienes situados en Chile, situación fáctica que no fue manifestada en el caso en particular
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por el solicitante y que no consta por ende a esta Corte, pero que ha de suponerse y considerarse en la
búsqueda de una decisión acertada, íntegra y conveniente al caso en concreto, previendo, desde ya, la
supuesta finalidad práctica que ha originado y justificado el trámite materia de estos autos, de modo
es necesario que en su oportunidad se solicite ante el tribunal chileno que corresponda la posesión
efectiva de la herencia quedada al fallecimiento de don A.F..
Séptimo
Que de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1325 del Código Civil, la partición parcial y
adjudicación del inmueble ubicado en la ciudad de Viña del Mar, efectuada de común acuerdo por
todos los herederos de don A.F., se ajusta a lo dispuesto en dicha norma respecto de la partición de
bienes, por lo que no contraviene la legislación nacional.
Octavo
Que en consecuencia, las resoluciones del Decimoquinto Juzgado en lo Civil, Comercial y Minas
de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia de Mendoza, República de Argentina que
se pretenden cumplir en estos antecedentes, no se oponen a la jurisdicción chilena y, por tanto,
corresponde acceder a la solicitud de exequátur.
Y de conformidad, con lo antes expuesto y disposiciones citadas, se acoge el exequátur solicitado en
lo principal de fojas 34, y se autoriza que se cumplan en Chile las sentencias que reconocen a don
A.S.F. la calidad de heredero abintestato de su padre don A.F., y adjudicatario del inmueble ubicado
en Avenida San Martín Nº 800, departamento Nº 204, de Viña del Mar, República de Chile.
El cumplimiento de las sentencias deberá solicitarse ante el Tribunal que corresponda, de acuerdo
con lo dispuesto en los citados artículo 27 de la Ley 16.271 y 149 del Código Orgánico de Tribunales.
Regístrese, dése copia autorizada y, hecho lo anterior, archívese.
N° 7.480-13.
Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señores G.S.G.,
R.B.H., señora G.A.C.R., señor C.A.Z., y señora A.M.S.S., dos de julio de dos mil catorce.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
En Santiago, a dos de julio de dos mil catorce, notifiqué en Secretaria por el Estado Diario la
resolución precedente, como asimismo a la señora F.J., quien no firmó.
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TEXTOS LEGALES
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(ACTA Nº 205-2015)
En Santiago, a tres de diciembre de dos mil quince, se deja constancia de que con fecha veinte de noviembre
del actual, se reunió el Tribunal Pleno bajo la Presidencia del subrogante señor Milton Juica Arancibia y
con la asistencia de los Ministros señores Dolmestch, Carreño, Pierry, Brito, señoras Maggi, Egnem, señor
Blanco, señoras Chevesich y Muñoz y señores Cerda, Valderrama y Dahm.
Teniendo presente:
1º) Que la Convención de La Haya de 25 de octubre de 1980, sobre Aspectos Civiles de la Sustracción
Internacional de Menores, vino a regular el vacío legal que existía a nivel internacional acerca del traslado
y/o retención ilícita de menores;
2º) Que el Convenio de La Haya sobre Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores de
25/10/1980, que entró en vigor a través del decreto Nº 386, de 17/06/1994, del Ministerio de Relaciones
Exteriores, se viene aplicando ya desde el siglo pasado. A partir del año 1994, aproximadamente, y
precisamente por los problemas en su tramitación en los Juzgados de Menores, fue que la Corte Suprema
dictó un Auto Acordado publicado en el Diario Oficial del 3 de noviembre de 1998, que fue modificado
posteriormente en el Diario Oficial del 17 de mayo de 2002, y que establece un procedimiento muy sumario,
acorde a lo que exige el Convenio;
3º) Que en sus disposiciones el referido auto acordado establece tanto el tribunal competente como el
procedimiento adecuado para dar cumplimiento al referido Convenio;
4º) Que el tiempo transcurrido ha hecho patente la necesidad de actualización del contenido del ordenamiento
en mención en lo que respecta a la institucionalidad (tribunales de menores por tribunales de familia) y en
la forma de denominación del menor en relación a su género (niño, niña y adolescente). Se ha evidenciado,
además, la necesidad de establecer una concordancia con el documento “Lineamientos emergentes, relativos al
desarrollo de la red internacional de jueces de La Haya y Proyecto de principios generales sobre comunicaciones
judiciales, que comprende las salvaguardias comúnmente aceptadas para las comunicaciones judiciales
directas en casos específicos, en el contexto de la red internacional de jueces de La Haya”, de julio de 2012
(Documento elaborado por la Oficina Permanente de la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional
Privado, para revisar el funcionamiento práctico del Convenio de La Haya de 1980 sobre Sustracción de
Menores y del Convenio de La Haya de 1996 sobre Protección de Niños);
Y de conformidad a lo establecido en los artículos 82 de la Constitución Política de la República y 96 número 4
del Código Orgánico de Tribunales, se acuerda dictar el siguiente nuevo auto acordado sobre el procedimiento
aplicable al Convenio de La Haya relativo a los Efectos Civiles de la Sustracción Internacional de Niños y
Niñas:
Artículo 1º. Tribunal competente y efectos de la presentación. Será competente para conocer de la solicitud
o demanda de ubicación y búsqueda de un niño, niña o adolescente sujeto a sustracción internacional el
Juzgado de Familia del domicilio presunto del niño o niña. Si en la comuna respectiva existiere más de un
Juzgado de Familia, el conocimiento de dicha solicitud corresponderá al que se designe conforme a las reglas
generales de distribución de causas.
La presentación de la demanda o solicitud de restitución ante el tribunal competente determinará la fecha de
iniciación de los procedimientos para los efectos establecidos en los incisos primero y segundo del artículo 12
del Convenio de La Haya, de 1980, sobre Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores, y 14
de la Convención Americana de Derechos Humanos, de 1969.
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Artículo 2º. Orden de localización. Ingresada la solicitud el tribunal deberá emitir, cuando corresponda, a las
distintas instituciones del país, las respectivas órdenes que fueren pertinentes para asegurar la ubicación del
niño, niña o adolescente en el territorio chileno.
Artículo 3º. Ausencia de formalidades. No deberán requerirse legalizaciones ni otras formalidades similares
a la documentación que se presente, salvo que estuviere redactada en otro idioma, en cuyo caso deberá
acompañarse una traducción fiel al idioma castellano.
Artículo 4º. Aseguramiento nacional del menor. Ingresada la solicitud deberá decretarse, en forma inmediata,
la orden de arraigo del niño o niña. Podrá, asimismo, disponer el tribunal la entrega del pasaporte del niño
o niña, si contare con uno.
Artículo 5º. Plazo máximo de resolución. La solicitud deberá ser proveída en un plazo que no podrá exceder
las 48 horas siguientes a su presentación, citándose a las partes a una audiencia única de conciliación,
contestación y prueba para dentro de quinto día hábil, plazo que deberá contarse desde la última notificación.
Artículo 6º. Comparecencia. El solicitante estará eximido de comparecer obligatoriamente en forma personal,
bastando la comparecencia de su apoderado o apoderados a la audiencia única.
Artículo 7º. Suspensión de procedimientos en curso. Mientras se tramita la solicitud de restitución, quedarán
en suspenso los procesos tendientes a resolver sobre el fondo de la guarda o custodia del niño, niña o adolescente
que estuvieren en trámite.
Artículo 8º. Notificación. La resolución que cite a audiencia única se notificará por Receptor Judicial, por
Receptor de turno encargado de notificaciones u otro funcionario ad hoc que el Juzgado designará en su
caso. Si el notificado no fuere habido, bastará que el ministro de fe certifique que se trata de su morada para
notificarlo conforme al artículo 44 del Código de Procedimiento Civil, sin necesidad de establecer que éste
se encuentra en el lugar del juicio. Si no pudiera realizarse la notificación en esa forma, la resolución se
notificará al Defensor Público, quien deberá asumir la representación del ausente
Artículo 9º. Audiencia única. La audiencia única procurará, en principio, asegurar el retorno seguro del niño,
niña o adolescente a su lugar de residencia habitual o facilitar una solución amigable, y tendrá por objeto lo
siguiente:
a) Establecer si el niño, niña o adolescente se encuentra en el país;
b) Establecer si el traslado o retención del niño, niña o adolescente ha sido ilícito en los términos del Convenio;
c) Determinar si concurre alguna de las causales que el Convenio autoriza para oponerse a la restitución del
niño, niña o adolescente.
Atendida la naturaleza y urgencia del procedimiento, en la audiencia única se deberá ratificar oralmente
la demanda, contestar la demanda de manera oral si no se ha hecho previamente por escrito, promoverse la
conciliación y fijar los hechos a probar y las convenciones probatorias acordadas, si las hubiere.
No se admitirán cuestiones previas, incidentes ni reconvenciones que obsten a la prosecución del trámite. El
tribunal rechazará de plano toda excepción fuera de las enumeradas en la referida Convención.
Si fuere necesario rendir prueba las partes deberán producirla en la audiencia única, la que se apreciará de
acuerdo a las reglas de la sana crítica.
El número de testigos se limitará a tres por cada parte.
En la audiencia se escuchará la opinión del Consejo Técnico si ha sido citado a la audiencia y las observaciones
que a las partes les merezca la prueba, con derecho a replicar respecto de las conclusiones argumentadas por
la parte contraria.
El tribunal podrá disponer, de oficio, que se acompañen todos los medios de prueba de que tome conocimiento
o que, a su juicio, resulte necesario producir en atención a la acción intentada. Dichas diligencias deberán
evacuarse dentro del plazo máximo de quince días hábiles, al cabo del cual aquellas que no hubieren sido
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
cumplidas se tendrán por no decretadas. Para tal efecto, el tribunal deberá citar a audiencia de continuación
para una fecha no posterior a quince días hábiles, contados desde la fecha de la audiencia única.
Artículo 10. Derecho a ser oído. En la audiencia única se oirá al niño, niña o adolescente cuando a criterio
del tribunal su opinión pueda resultar relevante, atendida su edad y madurez.
Artículo 11. Sentencia. Una vez concluido el debate el Juez comunicará de inmediato su veredicto, indicando
los fundamentos principales tomados en consideración para emitirlo.
Excepcionalmente, cuando la audiencia se hubiere prolongado por más de un día, se podrá postergar la
decisión del caso hasta el día siguiente hábil, lo que se indicará a las partes al término de la audiencia,
fijándose de inmediato la oportunidad en que el veredicto será comunicado.
El Juez podrá diferir la redacción del fallo hasta por un plazo de cinco días hábiles.
Artículo 12. Recursos. La sentencia definitiva sólo será impugnable a través del recurso de apelación, el que
deberá interponerse dentro del plazo de cinco días hábiles, contado desde la notificación respectiva. El recurso
será distribuido por el Presidente de la Corte dentro de los cinco días hábiles siguientes a su ingreso, sin
esperar la comparecencia de las partes, y se conocerá en cuenta, salvo que éstas soliciten alegatos, caso en el cual
se agregará preferentemente a la tabla.
Contra la sentencia que se pronuncie sobre el recurso de apelación no procederá recurso alguno.
Las demás resoluciones que se dicten durante la substanciación del procedimiento sólo serán susceptibles de
recurso de reposición.
Artículo 13. Juez de Enlace. Se designará un Juez de Enlace con el cometido de facilitar las comunicaciones
judiciales directas sobre los asuntos en trámite comprendidos por el presente Auto Acordado, entre los
tribunales extranjeros y los tribunales nacionales.
Las consultas podrán ser recíprocas, se realizarán por intermedio del Juez de Enlace y se dejará constancia de
las mismas en los respectivos expedientes, con comunicación a las partes.
La designación se hará por el o la ministro encargado de la Unidad de Apoyo a los Tribunales de Familia
de la Corte de Apelaciones de Santiago, previo concurso de oposición de antecedentes, al cual podrán postular
todos los jueces de Familia del país. El juez nominado ejercerá su rol para todo el territorio nacional.
El Juez de Enlace así designado ejercerá la función por el término de cuatro años.
Artículo 14. Vigencia. El presente Auto Acordado comenzará a regir cumplidos tres meses desde su publicación
en el Diario Oficial.
Artículo 15. Comunicación y publicación. Transcríbase a las Cortes de Apelaciones del país para su
cumplimiento y para que, con igual objeto, lo comuniquen a los Juzgados de sus respectivas jurisdicciones.
Publíquese en el Diario Oficial y en la página web del Poder Judicial.
Las prevenciones de los ministros señor Brito, señoras Maggi, Egnem, Chevesich y Muñoz, y la disidencia
del ministro señor Cerda quedaron expresadas en el cuaderno administrativo AD 1970-2015.
Acta 205-2015, modificada por el Acta Nº 235-2015 de 30 de diciembre de 2015.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
RECENSIÓN
BIBLIOGRÁFICA
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
El Dr. Marcelo Mardones Osorio presentó en diciembre de 2015 la primera edición de su obra:
“Fusión Internacional de Sociedades Anónimas en el Ordenamiento Jurídico Chileno” (527 pp.). El autor
nos entrega una obra absolutamente original, siendo el primer trabajo investigativo a nivel nacional
centrado en el estudio del régimen jurídico aplicable a la fusión internacional de sociedades anónimas
en el ordenamiento jurídico chileno.
En un volumen único presenta un abordaje teórico-sistemático de las materias tratadas, la claridad,
concisión y donaire del estilo utilizado hacen de su lectura un deleite intelectual.
Los distintos temas, son abordados desde una representación real de los problemas comprometidos,
pero alejándose de aquellos puramente constructivos, así como de las grandes polémicas doctrinales
que nos llevan en la mayoría de los casos a un conceptualismo jurídico distante de la vida práctica.
El autor recurre en todo momento a las leyes fundamentales, a la doctrina y jurisprudencia tanto
nacional como extranjera que las interpreta, manifestando un claro, acabado y minucioso conocimiento
del “Civil Law” y del “Common Law”. Posiciona en reiteradas ocasiones al lector en la historia previa
y contemporánea a la legislación que refiere, incorporando así una cercanía especifica a los problemas
y situaciones que provoca la vida del derecho y la experiencia jurídica de los asuntos considerados.
La actualidad, frescura, novedad, originalidad y practicidad de los temas abordados, constituyen el
aspecto magnificente del trabajo.
Mardones Osorio estructura su obra de la siguiente manera: una introducción y dos partes: la
primera que consta de IV capítulos, la destina a una visión global y general de la fusión internacional
en Chile y al estudio acabado de los modelos normativos del derecho comparado; la segunda que
consta de V capítulos, en donde se aboca de lleno en el régimen jurídico de la fusión internacional
de sociedades anónimas en el ordenamiento jurídico chileno, analizando los aspectos jurídico-
societarios y conflictuales, explicando con detalle primeramente como funciona en el derecho interno
tal institución.
Dedica el autor, el primer capítulo a poner de manifiesto y relieve, las falencias de nuestro
ordenamiento, el cual carece de disposiciones legales y reglamentarias que aludan expresamente a
la fusión internacional de sociedades anónimas, y ésta carencia no sólo se aprecia en el ámbito del
Derecho Societario, sino que también en el sector del Derecho Internacional Privado que es escaso
en lo que respecta al régimen de actuación extraterritorial de las sociedades. Seguidamente en el
capítulo II, nos hace transitar por el apasionante mundo de la movilidad societaria, el cual hoy es la
piedra angular en la conformación de extensos mercados como lo son el norteamericano y el europeo,
no pudiendo desconocerse; sino todo lo contrario, debiendo resaltar que el papel fundamental en
el desarrollo del comercio interestatal en los Estados Unidos y en la construcción jurídica europea,
Licenciadas en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogadas por la Universidad Gabriela Mistral, Máster en Derecho de los
278
Negocios Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, Miembros del Colegio de Abogados de Chile.
carolinazamar@gmail.com
isidora.candia@gmail.com
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se debe a la fusión internacional, cuyo análisis es de suma pertinencia para Chile, puesto que el fin
último de la movilidad societaria -tal como lo señala el autor-, es la correcta asignación de factores
con el objeto de satisfacer en forma adecuada la demanda del mercado.
En los capítulos III y IV efectúa un análisis acabado, exhaustivo y minucioso de los modelos normativos
vigentes en relación a la materia en análisis; remontándose a los antecedentes históricos tanto en lo
que respecta al Derecho Comunitario Europeo (La Convención de la Haya sobre reconocimiento de
sociedades de 1956, El proyecto de Convención sobre fusión internacional de sociedades anónimas,
La propuesta de Décima Directiva de 1985, El Reglamento 2157/2001 de la “Societas Europaea” [SE]),
como al Derecho Norteamericano, de suma relevancia si tomamos en consideración que las fusiones
societarias en los Estados Unidos se vinculan con los inicios del desarrollo económico de dicho país.
Se analizan dichos modelos justamente porque en el Derecho Societario Norteamericano, la fusión
de sociedades se configura, al igual que en los ordenamientos europeos, como un procedimiento
reglado cuya consecución es necesaria para producir los efectos propios de la institución, los cuales
se encuentran expresamente previstos por el legislador, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país.
Otros temas interesantes sobre los que se explaya el autor con la misma fluidez y claridad conceptual,
dicen relación con los aspectos comunes en las regulaciones europeas y norteamericana sobre fusiones
internacionales, a saber: (a) existencia de armonización de los ordenamientos jurídicos que concurren,
(b) configuración procedimental de la fusión internacional, que se estructura sobre la base de tres
etapas, fase previa, decisoria y ejecutiva, (c) el reconocimiento de la fusión interna que opera como
un prius para el reconocimiento de la fusión internacional, (d) principio de tipicidad de la fusión
internacional, (e) principio de asimilación, es decir, las fusiones internacionales se estructuran sobre la
base de las normas materiales y procedimentales previstas para las operaciones de fusión interna, (f )
principio de simplificación, es decir, tendencia a simplificar los procedimiento generales de fusión, (g)
se considera tanto la fusión interna como internacional como una operación típica, cuyos efectos se
derivan de la propia ley y no depende de la voluntad de las partes, (h) principio de sucesión universal,
y (i) modelo distributivo como modelo conflictual, es decir, se exige a cada sociedad el cumplimiento
independiente de sus respectivas normativas internas reguladoras de la fusión.
Nos ofrece una conceptualización de fusión internacional como “un tipo de fusión en que participan
dos o más sociedades sometidas a ordenamientos jurídicos distintos, o en que estando sujetas a un mismo
ordenamiento, la nueva sociedad lo está a uno diverso, con independencia del criterio utilizado para fijar
tal sujeción”, obteniendo el autor dicha definición después de inmiscuirse en un profundo análisis del
elemento extranjero relevante (propio y característico del campo del Derecho Internacional Privado)
y de la fusión internacional como supuesto de modificación de Leges Societatis.
Luego de desarrollar en la primera parte todo lo concerniente a los aspectos jurídico-societario y de
Derecho Internacional Privado de Sociedades en los modelos normativos comparados, procede en
la segunda parte de su trabajo a la construcción del régimen de fusión internacional de sociedades
anónimas en Chile; -lo cual de por sí se trata de un tema complejo, ello debido a la falta de regulación
expresa de la fusión internacional de las sociedades anónimas en la legislación chilena-; sumándole
ya a aquella difícil tarea, es pionero y se adiestra en la construcción de dicho régimen, siguiendo dos
premisas que a su consideración (con la cual estamos absolutamente de acuerdo) son fundamentales:
la primera, consiste en la aplicación del denominado principio de asimilación del régimen de fusión
interno e internacional, en virtud del cual, el régimen jurídico societario interno de la fusión de
sociedades es asimismo el régimen aplicable a las fusiones internacionales. Y la segunda en relación a
la forma en que se debe desarrollar el régimen y para ello sigue un enfoque totalmente opuesto al de
la doctrina comparada tradicional, consistente en desarrollar en primer lugar los aspectos propios del
Derecho conflictual, para posteriormente recién abordar el régimen jurídico material.
Nos entrega en los capítulos que conforman la segunda parte de su obra, los fundamentos jurídicos
que sustentan en el ordenamiento chileno la posibilidad de llevar a cabo fusiones internacionales,
para luego desarrollar la consideración de la fusión de sociedades denominado por el autor como
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Ignacio García279
Señor Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, don Carlos
Frontaura Rivera
Autoridades y señores profesores de la Facultad de Derecho UC
Estimados Alumnos, Colegas y amigos presentes
Hace casi doce años atrás tuve el honor de presentar el libro escrito por mis queridos amigos,
colegas y maestros, Carlos y Gabriel Villarroel Barrientos, titulado “Curso de Derecho Internacional
Privado-Parte General”. En ese momento, el libro de los profesores Villarroel aparecía como una
flor en el desierto y lanzaba un desafío tanto a los profesores de la cátedra como a los legisladores y
jueces de nuestro país, no solamente para corregir la pobreza de nuestra legislación, jurisprudencia y
doctrina en esta materia, sino también para ubicar a esta disciplina en el lugar que le correspondía en
el espectro académico y jurídico.
Desde ese tiempo, nuestra legislación ha avanzado muy poco, principalmente mediante la ratificación
de algunas pocas convenciones internacionales o leyes modelo que si bien han contribuido en
algo a modernizar el derecho internacional privado chileno en áreas como el reconocimiento de
documentos públicos extranjeros, el arbitraje internacional o algunos aspectos del derecho de familia
internacional, aún mantiene a nuestro país como un miembro reservado y más bien retraído de la
comunidad internacional, con una legislación anticuada y ciertamente inadecuada a los tiempos en
que la globalización y los negocios transnacionales exigen leyes más ágiles y modernas para enfrentar
los desafíos que ello conlleva.
Debemos reconocer que por su parte, la jurisprudencia nacional ha estado más a la altura en la última
década y que los jueces y árbitros se han capacitado en estas áreas, en parte gracias a los esfuerzos
de esta facultad, revelando un mayor entendimiento acerca del rol de la judicatura en la aplicación
del derecho extranjero, lo que no tengo duda en atribuir en parte a la difusión de las enseñanzas de
los autores en esta materia y que se encuentran contenidos en sus artículos y libros, partiendo por
aquel renombrado artículo escrito en 1991 que propuso de manera brillante su teoría del derecho
extranjero como hecho fuera de la causa, aplicable de oficio por los tribunales de justicia, y cuya
influencia excede sin duda a la que los propios autores, en su inexcusable modestia, creen.
Esto ha ido mejorando la calidad de los fallos, los que han ido adoptando soluciones cada vez más
modernas y globalizadas, particularmente por la vía de los laudos arbitrales, pero aún subsiste un
ambiente de oscurantismo frente a las áreas más tradicionales del DIP, tal como el método conflictual,
cuyas aristas resultan todavía incomprensibles y misteriosas para una buena parte de la comunidad
jurídica.
La doctrina nacional ha aportado nuevas obras que si bien cubren parcialmente la necesidad de
debate permanente que esta disciplina requiere para poder ir a la velocidad que las necesidades
jurídicas lo exigen, representan una renovación que al menos en opinión de quien les habla, comenzó
con aquella primera obra de los profesores Villarroel en el año 2004.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
Y es por ello que este nuevo libro de los profesores Carlos y Gabriel Villarroel Barrientos, titulado
“Derecho Internacional Privado” (si me puedo permitir el atrevimiento de ponerle un apellido,
Primera Edición), editado por la Editorial Jurídica de Chile, y que cuenta con la colaboración de
mi ex alumno Carlos Ignacio Villarroel Contreras, viene a fijar un nuevo hito doctrinal en nuestra
disciplina, renovando el desafío lanzado hace ya más de una década por los autores e infundiendo
nuevos bríos en las futuras generaciones de iusprivatistas que deberán enfrentar de lleno la tarea
de modernizar el derecho internacional privado chileno y encontrar su punto de conexión con las
demás disciplinas del derecho con las que debe convivir, sacándola de las sombras de misterio que
tradicionalmente han envuelto a esta rama del derecho.
A riesgo de aburrirlos con una frase usada hasta el cansancio por los críticos de nuestro ramo, en
1953 el profesor William Prosser, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Berkeley
en California, célebre profesor de derecho civil y uno de los padres del derecho de responsabilidad
extracontractual norteamericano, señalaba, refiriéndose al DIP, que “el ámbito del conflicto de leyes es
una ciénaga sombría, llena de falsos atolladeros y habitada por excéntricos profesores que teorizan acerca
de materias misteriosas en una jerga extraña e incomprensible”. Esta imagen ha rodeado a los cultores
de esta ciencia del derecho de una reputación de narcisismo, alimentada con frases como la del
Profesor alemán radicado en Argentina, Werner Goldschmidt, quien, al esbozar su teoría acerca de
esta disciplina, señala que el DIP es un “verdadero derecho de la tolerancia, cuya importancia trasciende su
campo científico, constituyéndose en un auténtico faro que ilumina todo el panorama del derecho y de la vida”.
En nuestro país, quizás a causa de nuestra idiosincráctico bajo perfil, falta de vanidad, flema británica
criolla o desarrollado sentido del ridículo, resulta inconcebible para los estudiosos de este ramo
asumir tales pretensiones.
Lo que es cierto sin embargo, es que el DIP a menudo resulta confuso y desconcertante para quienes
intentan desenmarañar las incontables teorías y soluciones que los especialistas se debaten por
concordar para dar respuesta a las interrogantes que presenta el tráfico jurídico externo y todo parece
indicar que en el escenario teatral del derecho chileno, este personaje presenta algunas diferencias
evidentes con los demás personajes con los que comparte escena, y merece ser analizado con alguna
mayor detención, particularmente porque parece revelar algunos trastornos de personalidad que
pasaremos a revisar. Aquí me permito hacer algunas reflexiones acerca de la personalidad de esta
misteriosa disciplina de jerga extraña, que me servirán de escenario para comentar la obra que hoy
nos convoca.
Los profesores Villarroel, que han formado a más de treinta generaciones de alumnos de esta escuela
de derecho en las disciplinas del derecho internacional privado (incluyendo, con mucho orgullo,
al suscrito), siguen la división tradicional en esta materia, dividiendo el libro en dos partes: la
Parte General, que actualiza y refuerza el contenido de la obra anterior y que aborda temas que
ninguna obra chilena había abordado antes con esta profundidad, tales como la responsabilidad
extracontractual internacional o los efectos internacionales del matrimonio o la ya renombrada tesis
sobre la aplicación del derecho internacional como un hecho fuera de la causa (que, contrario al
temor que expresan los autores en su libro, si es conocida por los estudiantes de derecho, al menos de
esta facultad, así como por muchos jueces que se han capacitado en estas aulas); y la Parte Especial,
que aborda tanto materias de derecho civil como los estatutos personal, real y de los actos jurídicos,
así como de derecho procesal internacional, como la determinación de la jurisdicción y las normas
sobre exequatur. Por razones de orden, hemos decidido que yo abordaré la Parte General y el profesor
Picand se hará cargo de comentar la parte Especial.
Fieles al estilo directo, claro y didáctico que los ha caracterizado en su vida académica y profesional,
los autores presentan algunas reflexiones acerca de los orígenes y razón de ser del DIP, sus
características principales, sus fuentes y ámbito de aplicación, materias que suelen provocar profundas
confusiones en quienes recién se inician en el estudio de esta disciplina, por obligarlos a alejarse del
prejuicio adquirido por los alumnos de derecho de que su sistema jurídico es único y no puede ni
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necesita comunicarse con los demás. El constante aumento del tráfico jurídico externo nos fuerza a
concluir que este prejuicio es equivocado, que reconoce que existen múltiples sistemas normativos y
organizaciones judiciales y consecuentemente, por la virtualidad que poseen las relaciones jurídicas de
estar conectadas con más de un ordenamiento jurídico o con más de una jurisdicción, exigen que cada
derecho nacional se interconecte con otros, ya que solo así se permitirá la adecuada defensa de los
intereses de los destinatarios de dichos derechos. La presencia de un elemento internacional relevante
imprime el carácter internacional a las relaciones jurídicas y determina el rol que le corresponde al
ordenamiento estatal frente a dichas situaciones; estas materias constituyen el fundamento de la
aplicación del DIP y se encuentran tratadas con profundidad en esta obra.
Lo primero que salta a la vista de esta área del derecho, aún para quienes no son especialistas, son sus
intentos desesperados por independizarse de quien podría considerarse como su padre -o al menos,
su hermano mayor, si se prefiere-, el derecho internacional público. Hay quienes, como el profesor
argentino Diego Fernández Arroyo, han visto en este afán independentista una especie de síndrome
de Edipo, expresado en el íntimo deseo de matar al padre, quitándole desde luego el componente
incestuoso de la célebre obra de Sófocles, derivación cuyo comentario sería por cierto impropio
de estas aulas, por lo que podríamos también referimos a un complejo de Caín o a una batalla de
independencia del yugo paterno de un adolescente rebelde.
En efecto, el DIP latinoamericano nació rebelde, marcando de inmediato diferencias con su principal
fuente europea, a tal punto que fue a buscar inspiración fuera de su sistema jurídico de origen, al
derecho constitucional de Estados Unidos, país con el que, si bien el nuestro comparte la juventud
y la base de inmigraciones europeas, guarda también profundas diferencias sistémicas, que explican
algunas de las confusiones de nuestro derecho internacional privado nacional. Los autores tratan con
claridad en su obra las profundas contradicciones fundamentales de nuestro sistema internacionalista,
que busca como factor de conexión principal el territorialismo, marcando una tajante diferencia con
el nacionalismo centrífugo de las legislaciones europeas de mediados del Siglo XIX.
Pero al igual que en la historia de Sófocles la imagen del padre asesinado regresa a atormentar al hijo,
así la influencia del Derecho Internacional Público vuelve cada día con más fuerza a instalarse en el
ámbito del DIP y permea el muro de esta artificial independencia en distintas materias, tales como la
de los derechos humanos, el de la inversión extranjera, el derecho laboral internacional, el comercio
internacional, el derecho comunitario de la integración, el derecho del mar, del medio ambiente,
financiero, y últimamente el arbitraje internacional, por mencionar solo algunos. Se hace necesario
revisitar esta antigua distinción, y replantear una visión moderna y globalizada, que reconozca que
existe un derecho interconectado no solo con el derecho internacional público sino también con otras
áreas del derecho con las que convive y a las que de hecho puede aportar una dimensión distinta, que
refleje en toda su magnitud lo que ha venido a ser llamado un derecho de la tolerancia, en palabras
ya citadas del profesor Goldschmidt.
El DIP lleva el adjetivo internacional en atención a sus destinatarios, y no a sus fuentes, las que son
mayoritariamente de derecho interno y de derecho privado, a diferencia del derecho internacional
público, cuyas fuentes con principalmente internacionales y públicas. Al respecto, reitero mi
frustración que comparto con la de los autores en cuanto a la insuficiencia, pobreza, dispersión y
antigüedad de nuestra normativa interna en esta materia, lo que hace imposible encontrar un criterio
común que informe a nuestra legislación en esta área.
Las principales normas en esta rama se encuentran contenidas en el Título Preliminar del Código
Civil, que data de 1855, época en la cual no solamente nuestro país enfrentaba un flujo de inmigración
constante y numeroso sino que su redacción es anterior a la época en que se desarrollaron las teorías
de derecho internacional privado moderno, a fines del Siglo XIX y durante todo el Siglo XX. Ello
explica la escasez de normas de conflicto contenidas en nuestro Código Civil, en oposición a la
multitud de este tipo de normas que encontramos en legislaciones más actualizadas en esta materia,
incluyendo varias latinoamericanas que han decidido recientemente actualizar y reformar por
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
completo su legislación de DIP, como Perú, Venezuela y República Dominicana, necesidad que por
cierto, está siendo analizada también hoy para nuestro país por un grupo de especialistas del ramo,
que incluye a profesores de esta Facultad y obviamente, a los autores de este libro.
Las normas contenidas en tratados internacionales tampoco contribuyen a una mayor riqueza
legislativa. La ratificación en 1934 del Código de Derecho Internacional Privado o Código de
Bustamante sujetándolo a una reserva prácticamente lo inutilizó frente al derecho nacional,
relegándolo a la categoría de derecho supletorio de las lagunas de ley existentes en la legislación
actual o futura chilena, lo que claramente excluye su aplicación de las materias de mayor relevancia
o aplicación jurídica, las cuales se encuentran casi siempre tratadas, aunque sea precariamente, en la
legislación interna. Ello explica también la importancia que ha adquirido como fuente de esta área del
derecho, por una parte, la autonomía de la voluntad de las partes, que cada vez con mayor frecuencia
prefieren regular materialmente sus potenciales conflictos de ley o de jurisdicción, y por otra parte,
de la lex mercatoria o las leyes de los comerciantes, que adquieren cada vez mayor influencia, así como
del soft law, expresado magistralmente en los Principios de Contratación Comercial Internacional de
Unidroit, cada vez más recurridos por los árbitros internacionales para resolver disputas mediante la
aplicación de normas neutrales que reflejan prácticas comerciales generalmente aceptadas alrededor
de todo el mundo.
Al DIP también se lo ha diagnosticado como una víctima del síndrome de Peter Pan, ya que se
trata de una disciplina a la que se ha pedido conformarse con una función meramente localizadora,
como lo proponía nada menos que uno de los padres del DIP moderno, Henri de Battifol. El
DIP latinoamericano del Siglo XIX fue concebido con una función que originalmente lo relegaba
solamente a la localización geográfica y temporal del elemento internacional relevante y por
consiguiente a la mera determinación del derecho aplicable y, hasta hace no mucho tiempo, la parte
general del estudio del ramo consistía básicamente en estudiar la norma de conflicto y el método
conflictual. La fuente inspiradora de varias convenciones CIDIP de los años 70 y 80, entregaba al
DIP casi exclusivamente esa tarea viendo en ella un mecanismo neutral y despolitizado de fijación
del derecho a aplicar, sin pedirle al DIP buscar la interconexión que esta determinación podía tener
con otras ramas del derecho, al igual que a un niño pequeño se le encargan rutinariamente algunos
deberes hogareños, sin que este tenga la conciencia de la importancia que estas tareas tienen en la
mantención del hogar ni en su funcionamiento integral. A pesar de este síndrome que hace parecer
que el DIP se resiste a asumir mayores responsabilidades en el hogar jurídico, se reconocen atisbos de
madurez en este adolescente rebelde, tales como el reconocimiento de la influencia del principio de
autonomía de la voluntad (que por cierto los profesores Villarroel celebran y erigen como uno de los
factores de conexión preponderantes en el DIP chileno moderno), o el reconocimiento de sentencias
extranjeras, la suscripción de convenciones internacionales en distintas materias, la solución no
jurisdiccional de conflictos a través del arbitraje y la irrupción de la lex mercatoria y del soft law como
fuentes de derecho mercantil, todo lo cual parece anunciar que estamos en camino hacia un DIP más
pluriconectado, supranacional o inclusive, transnacional.
También hay quienes han creído detectar un síndrome de Estocolmo en este atribulado DIP, porque
sus estudiosos siguen rindiendo culto a ilustres autores que mantienen a esta disciplina atada al
pasado y desconocen o reniegan de los aportes de las teorías modernas; o de un caso de múltiples
personalidades, al no tener claridad del lugar que ocupa en el espectro jurídico, ni de su posición
frente a lo público y lo privado, ni de la misión que le corresponde frente a las otras ramas del derecho,
lo que en definitiva, y en esto estoy seguro coincidirán mis colegas especialistas, y espero también los
autores, ha sumido a nuestra disciplina al menos en un cuadro de profunda ansiedad que debe ser
tratada de inmediato.
Los siguientes capítulos se refieren a los temas que tradicionalmente se relacionan con el método
conflictual: la norma de conflicto, las calificaciones, el reenvío, la cuestión previa y los problemas
temporales. A partir de la obra de Friedrich Karl von Savigny, a mediados del Siglo XIX, la idea de
localización de la sede de la relación jurídica elevó la norma de conflicto al eje del planteamiento
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
circunscribir su estudio a un grupo más bien reducido de académicos y profesionales, lo que ha alejado
las instituciones y normas de derecho internacional privado del estimulante y revitalizante debate
doctrinario. Los tiempos que vivimos exigen reconocer el aumento del tráfico jurídico internacional
y la proliferación de los conflictos internacionales, lo que muchos países han tomado como señal
de alerta para modernizar su legislación y doctrina. Pero nuestro país sigue siendo un espectador
de estos cambios, avanzando con extremada lentitud en reformas que son de evidente necesidad
y conveniencia. Tomo como ejemplo la ratificación de la Convención sobre la Apostilla, que fue
anunciada con gran solemnidad en 2010 y recién hace un mes se concluyó el trámite que permitirá
que nuestro país subirse al carro de la modernidad en esta matera a fines de este año. Casi seis años
para poner en marcha una convención cuya implementación concita una aprobación unánime de la
comunidad jurídica parece, al menos a mi juicio, mucho tiempo para un país que está consciente de
su importancia y urgencia.
La obra cuyo lanzamiento hoy compartimos, nos llena de esperanza. Cuando nuestro país se dispone
a enfrentar el debate de una nueva legislación de derecho internacional privado, la opinión autorizada
y profunda de los profesores Villarroel en estas materias de alta complejidad, fijan la vara a una gran
altura, a lo que la academia internacionalista nacional no puede quedar indiferente. Confiamos que
este libro será la ruta de navegación de esta expedición que acaba de zarpar y que, con la guía y apoyo
de los autores, podamos ver pronto una nueva legislación de derecho internacional privado moderna,
adecuada a los tiempos que vivimos y a las urgentes necesidades de nuestra comunidad jurídica.
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NOTICIAS
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12 Y 13 DE NOVIEMBRE DE 2015
PUNTA ARENAS
REGIÓN DE MAGALLANES
Y LA ANTÁRTICA CHILENA
Con éxito se desarrollaron las II Jornadas de la Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado
(ADIPRI) los días 12 y 13 de noviembre de 2015 en la ciudad de Punta Arenas en la Patagonia
Chilena, cuyo anfitrión fue la Universidad de Magallanes.
El evento académico contó con la participación de destacados académicos nacionales y extranjeros,
destacando especialmente las clases magistrales dictadas por los profesores Dr. José Carlos Fernández
Rozas de la Universidad Complutense de Madrid, España, y el Dr. Francisco González de Cossio de
la Universidad Iberoamericana y Escuela Libre de Derecho, México.
Además de la participación en las Jornadas, los asistentes tuvieron la posibilidad de conocer el Parque
Nacional Torres del Paine, así como otros atractivos turísticos de la región, lo que contribuyó a una
enriquecedora experiencia, más allá del ámbito académico.
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El día 6 de enero de 2016 se realizó la presentación del libro “Derecho Internacional Privado” de los
profesores Carlos Villarroel Barrientos y Gabriel Villarroel Barrientos, en la Pontificia Universidad
Católica de Chile, casa de estudios a la que dichos autores pertenecen.
Este libro contribuye al estudio y desarrollo de la disciplina en el país, y continúa con el trabajo de
estos destacados autores en nuestra rama del Derecho, que cuentan con numerosas publicaciones y
con el indispensable “Curso de Derecho Internacional Privado”, publicado hace doce años.
Esta obra, publicada por la Editorial Jurídica de Chile, comprende un basto tratamiento del Derecho
Internacional Privado Chileno, desde aspectos generales y metodológicos, a un análisis normativo y
procesal, brindando un completo estudio sobre la materia en nuestro país.
La presentación estuvo a cargo del profesor de la P. Universidad Católica Ignacio García Puyol y
del Presidente de la Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado (ADIPRI) y profesor de
la Universidad de Chile Eduardo Picand Albónico, quienes destacaron la publicación, su acabado
contenido, así como el aporte y extenso trabajo de los autores dentro de la disciplina.
http://derecho.uc.cl/Noticias-Enero-2016/lanzamiento-de-libro-sobre-derecho-internacional-privado.html
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30 DE AGOSTO DE 2016
¡¡AL FIN!!.
CHILE TIENE APOSTILLA
El martes 30 de agosto de 2016 entró en vigencia en Chile la Convención de La Haya que Suprime
la Exigencia de Legalización de Documentos Públicos Extranjeros, más conocida como Convención
de la Apostilla, integrándonos al grupo de 112 países donde funciona este Convenio.
La característica de la Apostilla es que simplifica los trámites de autenticación de documentos,
prescindiendo de los que se denomina “cadena de legalizaciones” entre los países miembros de la
Convención, reemplazándolo por un certificado o apostillado, que contiene la información suficiente
para reconocer un documento como válido.
Además de los beneficios para los usuarios que tiene la utilización de la Apostilla en nuestro país,
se ha implementado el sistema de Apostilla electrónica o e-APP, uniéndonos a otros países de la
región con dicha tecnología como Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Argentina y Perú,
otorgando mayor acceso y agilidad al proceso de autenticación de documentos.
El apostillado en Chile es gratuito y otorgado según el tipo de documento de que se trate por los
Ministerios de Relaciones Exteriores, de Educación, de Justicia y Derechos Humanos, de Salud, y el
Servicio de Registro Civil e Identificación.
La Convención de La Apostilla fue aprobada por el H. Congreso Nacional e año 2012, por lo que se
tramitó y dictó la Ley N° 20.711 que la implementa, publicada el 2 de enero de 2014 y que ahora ha
entrado en vigencia, junto a su Reglamento, modificando entre otros cuerpos legales el artículo 345
del Código de Procedimiento Civil. Más información en http://www.apostilla.gob.cl
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CONVOCATORIA
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La Universidad de Talca será la sede para las III Jornadas ADIPRI (24 de noviembre de 2016).
Esta casa de estudios fue fundada en 1981, tras la fusión de antiguas sedes de la Universidad de Chile
y la Universidad Técnica del Estado, y se ha posicionado como un referente educacional a nivel país,
destacando especialmente su carácter de universidad regional, con presencia en la zona centro-sur del
país, contando con 6 campus en distintas ciudades.
Resalta por la calidad de sus docentes y egresados de pre y post grado, así como por su carácter de
universidad estatal y sin fines de lucro.
Dentro de sus desafíos y misiones se encuentra el posicionarse como una universidad de excelencia,
innovadora e internacionalizada, y es dentro de este contexto que este año 2016 será anfitriona
de las III Jornadas de la Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado (ADIPRI) en su
Centro de Extensión y Escuela de Postgrado, ubicado en la comuna de Providencia en Santiago de
Chile, contando con ponencias de destacados académicos nacionales y los extranjeros Dra. Adriana
Dreyzin de Argentina, Dr. Mauricio Baquero de Colombia, Dra. María Elsa Uzal de Argentina y la
conferencia magistral del Dr. Jürgen Basedow de Alemania, Director del Max Planck Institute for
Comparative and International Law.
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Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado - ADIPRI
Revista Chilena de Derecho Internacional Privado es una revista jurídica que persigue el desarrollo
de esta área del Derecho en el país, la difusión del conocimiento y servir como vínculo entre la
comunidad jurídica nacional e internacional. Sus números tienen un carácter misceláneo, sin perjuicio
de poder editar, cuando se considere adecuado, número monográficos.
La Revista es una publicación académica de carácter semestral (marzo y septiembre), editada por la
Asociación Chilena de Derecho Internacional Privado (ADIPRI). Sus secciones permanentes son:
(i) Estudios,
(ii) Jurisprudencia,
(iii) Recensiones, y
(iv) Noticias.
Los colaboradores deberán enviar sus artículos o comentarios antes del 15 de febrero o del 15 de
agosto de cada año, según si se trate del número del primer o del segundo semestre, respectivamente.
Todas las colaboraciones deberán ser remitidas al correo electrónico revista@adipri.cl, bajo el asunto
“Colaboración Revista ADIPRI”.
Los colaboradores se comprometen a no someter su trabajo a la consideración de otras publicaciones
periódicas y a ceder los derechos de reproducción una vez admitida su publicación, conservando el
autor la plena propiedad de la obra. Para estos efectos, se firmará un contrato de edición entre la
Revista y el autor del trabajo, previo a la publicación respectiva en la edición correspondiente de la
Revista. Será facultad del editor decidir la modalidad gráfica o magnética en que se efectuarán las
ediciones del autor. Se dejará expresa constancia que el autor concede al editor la autorización para
publicar, distribuir y explotar de otras formas el trabajo en Chile y en el exterior.
Las colaboraciones deben estar escritas en idioma español. Sólo se aceptarán artículos originales e
inéditos, los cuales no podrán tener una extensión superior a 30 carillas, incluidas las notas al pie, la
bibliografía y los apéndices, en su caso. La primera página incluirá el título, tanto en español como
en inglés, el nombre del autor o los autores, la filiación académica y la dirección de correo electrónico.
Luego, se incluirán dos resúmenes, en español y en inglés, de doscientos caracteres máximo y con
tres a cinco palabras claves o descriptores generales de la materia tratada, también en ambos idiomas.
La filiación académica del autor deberá hacer mención del cargo o autoridad que el autor goce en su
correspondiente centro universitario o de estudios.
El autor podrá hacer mención en una segunda nota al pie de los grados académicos que posea, junto
con la universidad donde fue otorgado, en el siguiente orden: Licenciatura – Magíster o equivalente
– Doctorado. Otros títulos profesionales pueden ser agregados.
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Revista Chilena de Derecho Internacional Privado
Los comentarios de jurisprudencia deberán estar referidos a sentencias actuales, hayan sido éstas
pronunciadas por tribunales nacionales, extranjeros e internacionales. Los autores se comprometen a
enviar, en forma adjunta, la sentencia que comentan.
Sólo se aceptarán trabajos originales e inéditos. La Revista decidirá, a través de su Comité Editorial,
la publicación de los trabajos, requiriendo siempre al menos dos informes de evaluadores anónimos.
La solicitud de correcciones a los autores, en ningún caso implicará un compromiso de publicación.
Los autores de trabajos aceptados para la publicación podrán ser requeridos para la corrección de
pruebas de imprenta, las que habrán de ser devueltas en breve plazo. No se permitirá la introducción
de cambios sustanciales en las pruebas, quedando estos limitados a la corrección de errores con
respecto a la versión aceptada.
El autor de un trabajo debe citar sus fuentes de información identificando el autor y fecha de
publicación de los libros, revistas, tesis y otros documentos utilizados. Se sugiere, asimismo,
incorporar el o los números de página en que aparece la cita. Las referencias bibliográficas de los
trabajos enviados a la Revista deben respetar las siguientes normas o estándares:
i) NCh1143.Of1999 Documentación – Referencias bibliográficas – Contenido, forma
y estructura; equivalente a norma ISO 690: 1987 (Information and documentation –
Bibliographic references – Content, form and structure).
ii) NCh1143/2.Of2003 Información y documentación – Referencias bibliográficas – Parte 2:
Documentos electrónicos o partes de ellos; equivalente a norma ISO 690-2 (Information and
documentation – Bibliographic references – Part 2: Electronic documents or parts thereof ).
Resúmenes explicativos y ejemplos sobre el uso práctico de las siguientes normas o estándares
están disponibles en el sitio web http://www.adipri.cl
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Revista
Revista Chilena
Chilena de
de Derecho
Derecho Internacional Privado
Internacional Privado Año
Año I,
II,Número Noviembre
Número1 2 Marzo 2015 2016
Año
Año
Marzo
Vol. II,
Diciembre
Noviembre
II, Número
20152014
2016
Número 12
Revista
Privado
Derecho
Chilena de
Internacional
ISSN
ISSNN°
Nº0719-6261
0719-6261