Las Noches Tristes
Las Noches Tristes
Las Noches Tristes
-
4 77. So. 2 f
P.
FROM THE
BRIGHT LEGACY
One half the income from this Legacy, which was re
ceived in 188o under the will of
JONATHAN BROWN BRIGHT
of Waltham, Massachusetts, is to be expended for books
for the College Library. The other half of the income
is devoted to scholarships in Harvard University for the
benefit of descendants of
HENRY BRIGHT, JR.,
who died at Watertown, Massachusetts, in 1686. In the
absence of such descendants, other persons are eligible
to the scholarships. The will requires that this announce
ment shall be made ineverybook added to the Library
under its provisions.
-
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ELAS
2ésabor 3óéxicano,
cuarta cuicion.
MÉXICO.
SE ESPENDEN EN LA LIBRERIA NUMERO 7
DEL PORTAL DE MERCADERES.
1833.
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ARGUMIENTO (O IDEA
DE LAS
NOCES RSTES,
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DE LAS
NOCES RESTES,
DI./1 LOGO,
MIN. Carcelero.
lo,MIN. Este
de quien es un gran
tenemos tantopícaro: es el famoso Teófi
encargo. N
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2
8
E
iiiiiiii:
¿ ¿S).
rece en él.
24
RoD. Eso es incontestable.
TEof. Pues á este modo son muchos de los males
que afligen á los hombres, y siendo por su culpa, los
atribuyen los impíos á la Providencia; pero injusta y
temerariamente.
iglesia pide á Dios que nos libre de todo mal, mas esto
no prueba que Dios decrete todo el mal. El Sér Supre
mo no es autor del mal. El mal, te he dicho, que suce
de con la permision de Dios; pero tambiente espliqué
que no es lo mismo permitir que querer. Debemos pe
dirle que nos libre del mal, y confiar en supoder, pues
es omnipotente y puede librarnos, y no solo puede, nos
libra en efecto de mil desgracias, de que no pode
mos precavernos, y con tanta bondad, que mil veces nos
libra sin pedirselo. Cuántas ocasiones acuérdate,
cuantas veces hubieras perecido en esta riña, en aquel
encuentro, en tal camino, en aquel rio, y en otros
precipicios en que te haz visto, y de los que te ha saca
do la Omnipotente mano del Altísimo! ¿De cuantos
riesgos no te haz visto libre por esta invencible mano!
Acuérdate, y reflecciona, que tú no fuiste suficiente
á escaparte de ellos por tus propias fuerzas, y que quizá
al tiempo de salvarte no te acordaste de Dios para na
da, preocupado únicamente del susto que te amenazaba.
Pero de que Dios sea absolutamente poderoso para
librarnos de todo mal, y de que así se lo debemos pe
dir, no se deduce que cuantos males nos afligen sean
determinados ó decretados por Dios. Mucho menos se
arguye que esté, digámoslo así: obligado á librarnos,
aun á costa de milagros, de aquellos males, que noso
tros nos acarreamos por nuestra culpa, ni á salvarnos
de los peligros á que nosotros temerariamente nos es
ponemos. Sus atributos resplandecen en todo, y su
bondad se hace perceptible aun á las criaturas insen
26
mas habias de ha
En 1í esa oferta ó
o le hubiera prome
odo el tuyo. Bien
es con los pobres.
ario?
de otros, si los que
dar ejemplo de ca
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#
¿
TEóFILo Y MARTIN.
TEóFILo Y MARTIN.
TEóFILo Y MARTIN.
TEóFILo Y MARTIN.
MIART. Voime.
F? La DEFSV^Ef 4, 9 IRErSrºgge
TEóFILo Y MARTIN.
TEóFILo Y UN sEPULTURERo.
VR AVBUV a A.VV.
La rosa y la aumnapola.
VRAWSUVuA VVV.
La tortuga y la hormiga.
VRAMUMuA MV.
VR.AVBUV A. V.
WFAMUUiA VV.
El payo y el colegial.
Hipocrates y la muerte.
A usurpar mi dominio,
Pretendiendo librar del esterminio
A todos los mortales,
Curándoles sus lacras y sus males?
¿No adviertes, nécio, que por varios modos
Morirán los humanos todos todos
Cuantos la luz miraren,
Y el aire que respiras respiraren?
Sábete que no hay ciencia
Que los pueda ecsimir de esta sentencia.
Así reconvenia
A Hipócrates la muerte cierto dia,
Y este apreciable griego,
Temblando desde luego
A vista de la muerte,
Así la dice: Gran señora, advierte
Que jamas he intentado
Lo que has imaginado.
Sé que es justo y debido
Que mueran todos, pues que ya han nacido:
Pero es mi corazon harto sensible,
Y así me es insufrible
Ver padecer, señora,
Al mísero mortal, que á un tiempo ignora
El rnal de que adolece
Y el remedio oportuno; aunque apetece
12:
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Hipocrates y la muerte.
A usurpar mi dominio,
Pretendiendo librar del esterminio
A todos los mortales,
Curándoles sus lacras y sus males?
¿No adviertes, nécio, que por varios modos
Morirán los humanos todos todos
Cuantos la luz miraren,
Y el aire que respiras respiraren?
Sábete que no hay ciencia
Que los pueda ecsimir de esta sentencia.
Así reconvenia
A Hipócrates la muerte cierto dia,
Y este apreciable griego,
Temblando desde luego
A vista de la muerte,
Así la dice: Gran señora, advierte
Que jamas he intentado
Lo que has imaginado.
Sé que es justo y debido
Gue mueran todos, pues que ya han nacido:
Pero es mi corazon harto sensible,
Y así me es insufrible
Ver padecer, señora,
Al mísero mortal, que á un tiempo ignora
El Inal de que adolece
Y el remedio oportuno; aunque apetece
123
Si acuerdo mi habilidad,
Mis primores y mis gracias,
Hasta hoy ¿qué insecto es capaz
De disputarme la palma?
¡Qué digo insecto los hombres
Que de saber tanto jactan,
No es posible que una puerta
Destruyan con tanta gracia,
Que taladren con tal tino,
Ni enhuequen con tanta maña
Como yo, que en dos por tres
Hago la madera rajas.
Si mi virtud rememoro,
Mi retiro, mi templanza,
Y otras prendas, considero
Que en ellas nadie me iguala,
Et cétera, que parece
Muy mal la propia alabanza.
Yo lo sé; nadie lo ignora
De los vivos, y esto basta.
¿Pues por qué no he de tener
Muy fundadas esperanzas
De que Júpiter escuche
Con atencion mis plegarias?
Así pues, Júpiter alto,
Oye benigno mis ansias;
Muda mi suerte, y dispon
Que de esta madera salga.
Yo no te pido imposibles,
Ni cosas ¿
Mi súplica se reduce
A que me des un par de alas.
Este don has concedido
A cualquiera musaraña;
Pues para lograrlo yo
¿Qué es, padre, lo que me falta?
El caballito del diablo
Es sabandija endiablada,
12
12 S.
Si acuerdo mi habilidad,
Mis primores y mis gracias,
Hasta hoy ¿qué insecto es capaz
De disputarme la palma?
¡Qué digo insecto los hombres
Que de saber tanto jactan,
No es posible que una puerta
Destruyan con tanta gracia,
Que taladren con tal tino,
Ni enhuequen con tanta maña
Como yo, que en dos por tres
Hago la madera rajas.
Si mi virtud rememoro,
Mi retiro, mi templanza,
Y otras prendas, considero
Que en ellas nadie me iguala,
Et cétera, que parece
Muy mal la propia alabanza.
Yo lo sé; nadie lo ignora
De los vivos, y esto basta.
¿Pues por qué no he de tener
Muy fundadas esperanzas
De que Júpiter escuche
Con atencion mis plegarias?
Así pues, Júpiter alto,
Oye benigno mis ansias;
Muda mi suerte, y dispon
Que de esta madera salga.
Yo no te pido imposibles,
Ni cosas ¿
Mi súplica se reduce
A que me des un par de alas.
Este don has concedido
A cualquiera musaraña;
Pues para lograrlo yo
¿Qué es, padre, lo que me falta?
El caballito del diablo
Es sabandija endiablada,
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130
VRAMUMuA X.
Celia y la mariposa.
VRAMULA X.
Celia y la mariposa.
RAWSUV A XIV.
El herrador y el zapatero,
FARUMuA X\MA.
La espada y el sombrero.
RAWRUMuA XVMA.
La espada y el sombrero.
Mi ama la señorita
En sus faldas me pide la pancita,
Me tusa, me enlistona, me adereza,
Y ostenta donde quiera mi belleza.
Como bizcocho, bebo chocolate,
Y nunca sé dormir en el petate.
Larga, en fin, la llevaba
El perrillo mordaz que lo insultaba,
Tanto que el sopilote
Enfadado le dijo: tontonote,
Eres bonito, quedo satisfecho,
Pero ¿sirves en algo de provecho?
Sí señor, dijo el perro: sirvo tanto
Que los gatos espanto
En muchas ocasiones
Para que no se coman los ratones.
Me siento, sé bailar, hago el soldado
Con un palo arrimado:
Ladro, hago fiestas, brinco á troche moche,
Asomo la cabeza por el coche:
Pido con las manitas
A todas las visitas
Cuando mueven la boca,
Lo que á bastante risa las provoca;
Y si quieren jugarme algun engaño
Les ladro, y aun la ropa les araño.
Si ¿ estraño pasa
Por donde estoy, aturdiré la casa,
Y si ese se descuida,
No dejaré de darle una mordida.
En fin, sé hacer el muerto
Y muy al vivo.—Bien está, Por cierto,
Dijo el sopilotillo
Al vano falderillo:
Que tú por gracias tales
Mereces veinte palos muy cabales,
Pues entre tus oficios,
Los que no son perjuicios
139
13
140
VRAWSUV, A. XV.
El pastor, el cinivo y los carneros
-
CAMINABA un pastor
Un dia muy alegre,
Llevando unos carneros
Para ver si los vende.
Encuentra con un rio
Y trepa sobre el puente
El cabestro que lleva
Para que los adiestre.
Mas los carneros tontos
Que de guias no entienden,
Créyendó pasarian
A nado el rio mas breve,
Despues de muchas vueltas
A nadar se resuelven,
Sin atender las señas
Que porque lo siguiesen
Les hacia el chivo viejo
Parado sobre el puente.
En fin, se arrojó al agua
Un carnero novele,
Tras este otro, y tras él
Tres, cuatro, quince, veinte,
"Todos sin quedar uno
Murieron de esta suerte.
Se daba al diablo el pobre
Del pastorcillo, al verse
Solo, y que sus corderos
Los lleva la corriente.
13
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YRAWSUV A XV.
El pastor, el cinivo y los carneros.
CAMINABA un pastor
Un dia muy alegre,
Llevando unos carneros
Para ver si los vende.
Encuentra con un rio
Y trepa sobre el puente
El cabestro que lleva
Para que los adiestre.
Mas los carneros tontos
Que de guias no entienden,
Creyendo pasarian
- Anado el rio mas breve,
Despues de muchas vueltas
A nadar se resuelven,
Sin atender las señas
Que porque lo siguiesen
Les hacia el chivo viejo
Parado sobre el puente.
En fin, se arrojó al agua
Un carnero novele,
Tras este otro, y tras él
Tres, cuatro, quince, veinte,
Todos sin quedar uno
Murieron de esta suerte.
Se daba al diablo el pobre
Del pastorcillo, al verse
Solo, y que sus corderos
Los lleva la corriente.
El que loco desprecia
Un consejo prudente
Por seguir su capricho,
Las mas veces se pierde.
-
141
UN médico afamado
Visitar á un enfermo no queria,
Porque desesperado
Veia que la dolencia no cedia;
Antes por mas remedios que aplicaba
Mas y mas el paciente se empeoraba.
Un dia vió que el enfermo
Abrazaba á una vieja tenazmente,
Y este vil estafermo
A la vista del médico prudente,
Con insolencia y desvergüenza rara
Lo besaba en los ojos y en la cara.
El médico la dice,
De rabia lleno y de furor temblando:
Deja, bestia infelice,
A este pobrete. Ves que está espirando.
¿Pues para qué lo acosas, condenada,
Si ya no puedes conseguir de él nada?
Al oir esto la vieja,
• Al médico se encara y le responde:
Dejemos esta queja.
Tú no sabes quien soy, Bien se te esconde.
Pues soy la tisis que curar quisieras.
Y ya hubieras curado si pudieras.
¿Y por qué no? replica
El médico en enojo ya ecsaltado.
¿Pues todo cuanto indica
Naturaleza ya no le he ordenado?
142
•ºssessessiso
RAWSUYA XVVV.
La vaca, el becerrillo y los ordefiadores.
Un pobre becerrillo
A quien el hambre mata,
Luego que vió á su madre
A la teta se llega por mamarla.
Pero ella ingratamente
Lejos de sí lo aparta,
Valiéndose para esto
Del corvo cuerno y de la hendida pata
El infeliz becerro
Mugiendo lamentaba -
Su triste situacion,
Y de su madre la crueldad estraña.
Cuando en esto al corral
Entró Juan de buena alma
Con su muger Chafina,
Y sus dos hijos Anacleto y Pancha.
e
143
En el instante mismo
Comienzan á ordeñaria,
Llenando sus vasijas
l De la espumosa leche que sacaban.
La vaca muy paciente,
Inmóvil cual estatua,
Que la espriman permite
Las llenas ubres de la leche blanca,
El becerrillo triste
Y Marcia ingrata
Bien se aprovecha
Del maiz y todo
Cuanto le queda,
Que como logre
Mejorar ella,
Las gallinitas
Aunque perezcan.
Así sucede,
Yá consecuencia
Unas se mueren,
Otras se enferman;
Cual enflaquece,
Y cual se enteca.
En este tiempo
Celia regresa:
Ve sus gallinas
De hambre muertas.
A Marcia llama
De rabia llena;
Pero esta infame
Da media vuelta,
Pues no tenia
Que responderla;
Celia que ve esto
Se desespera,
Grita, se enoja,
Riñe, lamenta,
Y su hijo el grande
Por complacerla
Su cuello abraza,
Su cara besa;
Y así la dice
Con voz muy tierna:
iYa ves lo que hizo,
Mama, la vieja
Con las gallinas
Que tú la entregas?
147
o 9B #323: fe e
VRAWRUMuA XX.
La paloma celosa.
UN palomo bebia
Alegre en un arroyo cristalino. -
Su paloma lo via -
Mugeres desdichadas
Que os dejais dominar de un celo necio:
Sed mas consideradas:
No hagais de las sospechas tanto aprecio,
Que el celo que no rige la prudencia
Pinta una realidad de una apariencia.
o-seº E>3<=33 o
R º Vº, A. A YAY. A.
La gata y la raon:º.
Inadvertidamente
Quebró un vaso una gata
Por coger una rata;
Pero al fin la pilló con uña y diente:
Ufana retozaba
Con su presa, y contenta,
Sin advertir que atenta .
Una insolente mona la miraba,
Y muy escrupulosa
La dice la monita:
Diviertete, manita,
¡Que por cierto que has hecho linda cosa!
Ya tu muerte sospecho,
Y si yo aquí mandara
Al momento te ahorcara,
Pues haces mas perjuicio que provecho.
149
La gata y la RRaona.
Inadvertidamente
Quebró un vaso una gata
Por coger una rata;
Pero al fin la pilló con uña y diente:
Ufana retozaba
Con su presa, y contenta,
Sin advertir que atenta .
Una insolente mona la miraba,
Y muy escrupulosa
La dice la monita:
Diviertete, nanita,
¡Que por cierto que has hecho linda cosa
Ya tu muerte sospecho,
Y si yo aquí mandara
Al momento te ahorcara,
Pues haces mas perjuicio que provecho.
14)
VRAMUU. A XXVV.
El momo y su amo.
WR AVBUMuA XXV .
VR AVBUM, A XXVV.
El perro en barrio ageno.
VRAWSUMuA XXV .
WF.AMUMuA XXVIVA.
O si no te vas de lado.
Para que esto no suceda
Estirémos juntamente,
Y verás que fácilmente
Toda la máquina rueda.
Hagamos los dos un tiro,
Y te juro que verás
Que es fácil, y estirarás
Sin que te cueste un suspiro.
Lo hizo así la mula, y vió
Cuán fácilmente arrastraba
Lo que antes tanto pesaba,
Y nunca tirar creyó.
RAWSUVa A XXVX.
El mono y el cazador.
VRAWSUVA. A XXX.
El martillo y el yunque
VRAVBUMuA XXXV.
La hormiga y el elefante.
VRAMBUU. A XXXVV.
FABULA XXXVIII.
El mono Vano.
UN mono presumido
Que en gran casa se crió,
Para la sierra huyó
De todos sus trapillos prevenido.
Se presentó á los monos
Haciendo cortesías
Con dos mil monerías
Y hablando con ridículos entonos.
A la primera vista
Los monos se aturdieron,
¿Quién será este? dijeron:
¡Júpiter con sus rayos nos asista!
Mas poco á poco el susto
Se les fué disipando,
Se fueron acercando
Y lo reconocieron á su gusto.
¿Qué es esto, compañero?
Un mono le decia,
Y el vano respondia:
Tratarásme otra vez de caballero.
Advierte, desdichado,
Que de la mona gente
Soy yo muy diferente,
Porque soy hábil, rico, y bien plantado.
En medio de este entono
Hizo cierta cabriola;
Se le salió la cola;
Y todos le dijeron: Eres mono.
175
16
FAVBUY, A XXXVX.
Es un hipócrita, al fin,
Y estos viles tienen ciencia
Para dañar cuando halagan,
Para matar cuando besan.
Dijo la rata y murió.
Yo venero su advertencia:
El enemigo es temible,
Y mucho mas si aparenta
La amistad que no conoce
O la virtud que desprecia.
El palacio de mnaipes.
CANSADos y prolijos
Pedian á Pascual sus dos hijos
Que unos naipes les diera
Para hacer una casa. De manera
Sus ruegos esforzaron,
Que por fin los naipes alcanzaron.
Luego que los hubieron,
Un gran palacio hicieron
Con inmenso trabajo;
Pero despues de todo, vino abajo
Por un ligero viento,
Que se los destruyó en un momento.
Los niños maldecian
Al aire cuando vian
Destruido por el suelo v,
#
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MN IIIIN DE LA IIIIM,
s POR EL
EMSAIER MEXICAN0.
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VDA. S. I a.CIOS
-S33?». «63&
CAPITULO H.
CAPITULO II.
¿
UE cierto es que si no hubiera entremetidos en las fa
milias, andaria todo con mas órden; pero estos comedidos
consejeros muchas veces llevan á las casas la discordia.
Mi buen tio era el cura de Jalatlaco, que habreis oido
nombrar varias ocasiones en este reino. Se apuraba por lo
que no debia, y aun los cuidados mas agenos lo tenian ma:
cilento y estenuado: ¿qué seria cuando juzgaba que el mal
recaia inmediatamente sobre alguno de sus parientes! ¡Dios
de mi alma! Entonces todo era para él sustos, temores y
congojas: no habia consejo que no diera, ni diligencia que
no practicara, para evitar que sintiera el mal que amenaza
ba. Algunas veces se salia con la suya á fuerza de rega
ños y sermones; pero en otras, que eran las mas, predi
caba en desierto, y todo se quedaba como siempre.
Así le sucedió conmigo. Un dia. . ... pero os pintaré
primero su figura, para que conozcais cuán diferentes se
rian sus pensamientos de los mios; porque si por el fruto
se conoce el árbol, por el esterior suele conocerse el carác
ter de los hombres.
Era, pues, mi buen tio un clérigo viejo como de sesen
ta años de edad, alto, flaco, descolorido, de un rostro vene
rable, y de un mirar sério y apacible: los años habian em
blanquecido sus cabellos, y sus estudios y enfermedades,
-
- CAPTTULO III,
tes con tal cual lujo: todos los bienes, y aun las mugeres,
son comunes en tiempo de guerra, y en el de paz se hacen
de guerra, echando mano al sable por cualquier cosa; y
así olvídate de esas palabras con que te espantó el viejo
tonto de tu tio, y pasa buena vida. Muerte, eternidad y
honor, son fantasmas, son cocos con que se asustan los mu
chachos. Muerte, dicen; pero ¿quién temerá la muerte,
cuando el morir es un tributo debido á la naturaleza? Mue
re el hombre, lo mismo que el perro, el gato, y aun el ár
bol, y así nada particular tiene la muerte de los hombres.
Eternidad: ¿quién la ha visto, quién ha hablado con un
santo ni con un condenado? Esto es quimera. Honor:
esta es una palabra elástica que cada uno le da la estension
que quiere. Punto de honor es combatir al enemigo has
ta perder la vida en la campaña, y punto de honor es ase
sinar al indefenso, robarle sus bienes y abusar de la ino
cencia de sus hijas. Esto lo has visto: la gracia está en
saber pintar las acciones y dictar los partes; y teniendo la
habilidad de engañará los gefes, tú pasarás por un militar
Sabio, valeroso y prudente.
Conque vuelve por tu honor entre los camaradas: sé cor
riente, franco, marcial y para todo; pues si te metes á mís
tico y escrupuloso, serás la irrision mia, de Precioso, de Ta
ravilla, y en fin hasta de Modesto, que ya lo ves que pare
ce que no sabe quebrar un plato.
Este Modesto era un jóven oficial, que habia estado oyen
do la conversacion de Tremendo con mucho silencio; pe
ro lo rompió á este tiempo, y dijo con bastante seriedad:
oyes, Tremendo: el cadete nuevo tiene mucha razon para
confundirse al oir una plática tan escandalosa como la que
sostuvo Taravilla, y la tendrá mayor si se hace cargo de
los desatinos que has dicho, y cuya malicia tú mismo ig
noras; pero yo que aunque jóven y militar no soy de la ra
za de los Catrines y Tremendos, debo decirle que hace
muy bien en abrigar los cristianos y honrados sentimien
tos que le ha inspirado el bueno de su tio. Sí, amigo D.
Catrin: entienda vd. que la carrera militar no es el camino
real de los infiernos. Un cadete, un oficial, es un caballe
195
CA PETUELO EV.
CARPETULO V.
es ejé33:3 seis o
CAPTTULO VI.
CAPITULO VIII,
CAPITULO IX,
CAPITULo X.
dias tenia que untar mis botas con tinta de zapatero y dar
les bola con clara de huevo, limon ó cebolla: tenia mi fra
quecito viejo á quien hacer mil caricias con el cepillo: te
nia mi camisa que lavar, tender, y planchar con un hueso
de mamey: temia un pantaloncillo de punto, ó de puntos,
que zurcia con curiosidad con una aguja: tenia una cade
na pendiente de un eslabon, que me acreditaba de sugeto
de relox: tenia una tira de musolina que bien lavada pasa
ba por un fino pañuelo: tenia un ¿o verdaderamente
acolchado de remiendos tan bien pegados, que hacian una
labor graciosa y esquisita: tenia una cañita ordinaria, pero
tan bien manejada por mí, que parecia un fino bejuco de
la China: tenia un sombrero muy atento por su naturale
za, pues hacia cortesías á todo el mundo; pero con agua
cola le daba yo tal altivez, que no se doblaria al monarca
mayor del mundo todo, pues estaba mas tieso que pobre
recien enriquecido: tenia en fin mis guantes, viejos, es ver
dad, pero me cubrian las manos: mi anteojo, mis peines,
escobetas, pomadas, espejo, tocador, limpiadientes, y otras
semejantes chucherías, y cuando salí de la cárcel, como lo
mas vendí para comer, no tenia nada.
Ya, amigos Catrines, me teneis reducido á la última mi
seria. No conocia camisas ni cosas superfluas, y era pre
ciso andar decente para comer de balde, ¿cómo seria esto
Un frac y un pantalon quedó en mi baul de tanto lujo, que
no se pudo ni empeñar ni vender. A esto poco. . . . lo que
es la industria de un sabio le dí tantos millares de punta
das, tantas teñidas y limpiadas, que el baratillero mas dies
tro lo hubiera calificado por nuevo. Mis"botas viejas que
daron, á merced del fierro y de la clara de huevo, tan lus
trosas sicut erant in principio, el sombrero y chaleco lo
mismo; pero para suplir la camisa no habia cosa que lo
valiera.
Yo debia comer al otro dia, y para comer era menester
salir á la calle á buscar á los amigos: de todo estaba pre
venido, pero la falta de camisa me consternaba.
En medio de esta afliccion me acordé de que en otro
tiempo tuve una camisa sola, y la apellidé camisola. Es
v 237
CAPITULO XI,
ro, soez y aun cruel que nos daba el comitre maldito, bajo
cuya custodia trabajábamos. Ya se ve, era un mulato, ruin
y villano, poco acostumbrado á tratar á los caballeros de
mi clase; y así cuando se le antojaba, ó le parecia que no
andábamos ligeros, nos sacudia las costillas con un látigo.
Esto me hacia rabiar, y os aseguro que á no haber estado
indefenso y atado con una cadena, á modo de diptongo, con
mi amadísimo compañero, yo le hubiera hecho verá aquel
infame cómo debia portarse con los caballeros de mi rango.
No obstante, puse al gobernador un escrito quejándome
de los malos tratamientos de aquel caribe, alegándole mi
notoria nobleza, y presentándole mis ejecutorias y papeles.
Pero como la fortuna se complace en abatir á los ilustres y
perseguir la inocencia, el señor gobernador no solo no me
hizo justicia, sino que me ecsasperó con el decreto siguiente.
La nobleza se acredita con buena conducta mejor que
con papeles. Sufra esta parte sus trabajos como pueda,
pues un ladron ni es noble, ni merece ser tratado de me.
jor modo.
¿Qué os parece, queridos ¿No fué esta una
injusticia declarada del gobernador? Sí, ciertamente; y yo
me irrité tanto, que maldije á cuantos nobles hay; rompí
los papeles, los masqué y los eché al mar hechos menudos
pedazos, pues que de nada me servian.
Pasaron por fin los dos años, se me dió mi libertad, y
me volví á México mi patria; pero como ya habia roto mis
ejecutorias, y abjurado de toda cosa que oliera á nobleza,
me dediqué á divertirme y á buscar la vida sin vergüenza.
Degeneré de la ilustre familia de los Catrines, y me agre
gué á la entreverada de los pillos. Cuando tenia un pe
dazo de capote ó una levita dada, me asociaba con los pi
llos de este trage, y cuando no, le sabia dar bastante aire á
una frazada y acompañarme con los que las usaban, uni
formando siempre mis ideas, palabras y acciones con aque
llos de quienes dependia.
Entre las ventajas que conseguí en el presidio, cuento
tres principales, que fueron: perder toda clase de vergüen
za, beber mucho y reñir por cualquier cosa. Con esto la
243
fuí pasando así, así. Mis amigos eran todos como yo: mi
ropa y alimento, segun se proporcionaba: mi casa, donde
me cogia la noche; mis tertulias, los cafés, villares, vinate
rías, pulquerías y bodegones. ..
ro, soez y aun cruel que nos daba el comitre maldito, bajo
cuya custodia trabajábamos. Ya se ve, era un mulato, ruin
y villano, poco acostumbrado á tratar á los caballeros de
mi clase; y así cuando se le antojaba, ó le parecia que no
andábamos ligeros, nos sacudia las costillas con un látigo.
Esto me hacia rabiar, y os aseguro que á no haber estado
indefenso y atado con una cadena, á modo de diptongo, con
mi amadísimo compañero, yo le hubiera hecho verá aquel
infame cómo debia portarse con los caballeros de mi rango.
No obstante, puse al gobernador un escrito quejándome
de los malos tratamientos de aquel caribe, alegándole mi
notoria nobleza, y presentándole mis ejecutorias y papeles.
Pero como la fortuna se complace en abatir á los ilustres y
perseguir la inocencia, el señor gobernador no solo no me
hizo justicia, sino que me ecsasperó con el decreto siguiente.
La nobleza se acredita con buena conducta mejor que
con papeles. Sufra esta parte sus trabajos como pueda,
pues un ladron ni es noble, ni merece ser tratado de me
jor modo.
¿Qué os parece, queridos compañeros? ¿No fué esta una
injusticia declarada del gobernador? Sí, ciertamente; y yo
me irrité tanto, que maldije á cuantos nobles hay; rompí
los papeles, los masqué y los eché al mar hechos menudos
pedazos, pues que de nada me servian.
Pasaron por fin los dos años, se me dió mi libertad, y
me volví á México mi patria; pero como ya habia roto mis
ejecutorias, y abjurado de toda cosa que oliera á nobleza,
me dediqué á divertirme y á buscar la vida sin vergüenza.
Degeneré de la ilustre familia de los Catrines, y me agre
gué á la entreverada de los pillos. Cuando tenia un pe
dazo de capoteó una levita dada, me asociaba con los pi
llos de este trage, y cuando no, le sabia dar bastante aire á
una frazada y acompañarme con los que las usaban, uni
formando siempre mis ideas, palabras y acciones con aque
llos de quienes dependia.
Entre las ventajas que conseguí en el presidio, cuento
tres principales, que fueron: perder toda clase de vergüen
za, beber mucho y reñir por cualquier cosa. Con esto la
243
fuí pasando así, así. Mis amigos eran todos como yo: mi
ropa y alimento, segun se proporcionaba: mi casa, donde
me cogia la noche; mis tertulias, los cafés, villares, vinate
rías, pulquerías y bodegones. -
. CAPTTULO XII,
En el que da razon del motivo porque perdió una pierna, y como se vió
reducido al infeliz estado de mendigo.
(*) Ponerse la chispa es una de las muchas frases con que aquí se
dice, embriagarse, y quitarse la chispa es decir que se alivió. . . .
249
CAPITULO XIII.
CAPITULO MIV.
nes de los hombres segun han sido, esto es, las buenas con
una gloria, y las malas con un eterno padecer, entonces
yo me la he pegado, pues si me condeno escapo en una
tabla.
Aun cuando haga estas reflecsiones, ni me acobardo, ni
siento en mi corazon ningun estraño sentimiento: mi es
píritu disfruta de una calma y de una paz imperturba
ble (*).
Las ansias me agitan demasiado: el pecho se me levan
ta con el vientre. . ... me ahogo. ... amigo practicante, se
guid la obra....
o-3 B#333 se o
CONCILUSION
A
no pudo seguir dictando el triste D. Catrin: la di
solucion de sus humores llegó á su último grado: el pul
mon se llenó de serosidades: no pudo respirar y se murió.
Se le hicieron las ecsequias correspondientes, segun los
estatutos del hospital, bajando su cádaver caliente de la ca
ma, llevándolo al depósito, y á poco rato al campo santo.
Pobre jóven! Yo me condolí de su desgracia, y quisie
ra no haberlo conocido. El manifestó con su pluma haber
sido de unos principios regulares y decentes, aunque diri
gido por unos padres demasiado complacedores, y por esta
razon muy perniciosos.
. Ellos le enseñaron á salirse con lo que queria: ellos no
cultivaron su talento desde sus tiernos años: ellos fomenta
ron su altivez y vanidad: ellos no lo instruyeron en los
principios de nuestra sagrada religion: ellos criaron un hi
SON - Os
o SE e3333 geo
N
261
Chulo el animalito;
Mas él no habia advertido
En que la miel, testigo
Podia ser, y muy fiel
De su voraz delito;
Descuidado comia,
Y oyó no sé que ruido,
Quiere huir, y como estaba....
Dirémos, adherido;
(Porque decir, pegado,
No es asonante en io)
A la olla con la miel
¿Qué hizo? Romper los grillos,
Alzóla para arriba,
¡Qué fuerzas tenia el bicho!
Y al caer el trasto al suelo
Se hizo mil pedacitos,
De los cuales, colgados
A modo de zarcillos,
Le quedaron algunos
Por su mayor martirio:
Entonces azorado,
Suspenso y afligido,
Vió la miel derramada,
Y todos los perjuicios
Que en un instante pudo
Causar su hambriento vicio,
Entonces despechado,
Confuso, arrepentido,
La maña detestó
De comer lo prohibido:
Entonces, finalmente,
A su gula maldijo,
Hizo mandas, promesas,
Y votos repetidos,
(Si de aquella escapaba)
No probar los membrillos,
Quesos, ni chorizones,
262
Pescado, ni tocino.
Tan asustado estaba,
Tan triste y tan contrito,
Que juró mantenerse
Solo con ratoncillos,
Y no acercar jamas
A otra cosa el ocico.
¿Lo dudas! No, lector,
Tú y yo harémos lo mismo:
Si el vaiven de la tierra,
Del rayo el estallido,
La cárcel, la calumnia,
O el fuerte tabardillo
Nos afligen, ó cuantas
Promesas repetimos!
¡Cómo nos proponemos
(Saliendo del peligro)
Nuevas vidas! ¿Y acaso
Así lo hemos cumplido?
Mas volvamos al gato:
Salió el animalito,
Y viendo con cuidado
Si alguno lo habia visto,
Fuese muy cabizbajo,
Y se acostó quedito
Debajo de una cama,
Y allí muy compungido
Esperaba sin duda
El último suplicio;
Y mas cuando notó,
Que el despensero mismo
Lo vió entrar enmelado,
Confirmó el gaticidio;
Pero, ¡ó cosas del mundo!
¡O comprensibles juicios
El cerró su despensa,
Y solapó el delito,
Pues de matar al gato
263
Descubria su descuido.
(No hay pocos despenseros
De gatunos delitos)
En fin, el triste gato,
Porque su suerte quiso,
Escapó de este riesgo,
Aunque no del castigo
(Pues siempre el crímen tiene
Su pago merecido).
Fué el caso, que con tanto
Revoltijo como hizo
De carne y de pescado,
De jamon y membrillo,
Le dió tal miserere
Al infeliz gatito,
Que á pesar de su miedo
Comenzó a dar mahullidos;
A sus tristes lamentos,
A sus ayes sentidos,
Ocurren otros gatos .
De la casa vecinos:
Todos se compadecen
De nuestro pobre bicho:
Quien le hace unos papachos,
Quien le lame el ombligo,
Quien le mete la cola
Por darle un vomitivo,
Quien creyendo que es hambre
Le trae un pellejito;
Mas viendo que no bastan
Los gatunos ausilios,
Le dicen, se disponga,
Que está en grande peligro.
El dijo: Desde luego
Conozco que no vivo:
Agradezco el consejo,
No desprecio el aviso:
Voy á hacer testamento. . . .
264
Quedáronse aturdidos
Los tristes compañeros,
Y él prosiguió tranquilo:
Creo la metempsicosis
Como Pitagorino,
Y que segun un conde (*),
Y por lo que en mí he visto,
Habita en nuestros cuerpos
La alma del ladronicio,
Ingratitud, lisonja,
Con otros muchos vicios:
Declaro, que no debo
Mas de lo que he comido,
Ni á mí me deben otros
Mas, que muchos perjuicios:
Declaro: Que casado
Ni lo soy ni lo he sido,
Por cierto impedimento
Que me impuso el cuchillo;
Por tanto estoy seguro
De que me lloren hijos.
Yo no tengo mas bienes,
Que mi cuerpo solito,
Yá quien me diere gana
Lo dejo, pues es mio.
Mis pelos, á los vagos
Y mal entretenidos
Los dejo, á que los cuenten
En sus ratos perdidos,
Porque estén ocupados
Y no fomenten vicios.
Item: dejo mi cuero
Para que hagan bolsillo
A tantos avarientos,
Y la moralidad
Es el fin de este cuento.
Infelices mil veces
Los hombres, cuyos duelos,
Funerales y ecsequias,
Son gracias al Eterno
Que los vivos le dan,
Pues los quitó de en medio
En el lugar donde fallecio el triste gato,
pusieron los ratones el siguiente:
El P. "A" O.
Aquí un cruel gato murió,
Y sentimos solamente
El tiempo que mal vivió,
Pues á la ratona gente
Mil agravios infirió.
¡O tú, pasagero! Advierte,
Y ten por cosa sabida
(Procurando contenerte)
Que al que hace mal en la vida,
No hay quien lo llore en la muerte.
FIN.
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Argumento ó idea de las noches tristes. . . . . . • - º * --
EL DIA, A LEGREs
ESAMENO DE CA Os
Testamento, muerte y funeral del gato. . . . . . . ... 260
*
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