El Espiritu Del Fariseo
El Espiritu Del Fariseo
El Espiritu Del Fariseo
Las siguientes son señales de que este espíritu se encuentra activo dentro de una
iglesia local. Este espíritu del fariseo:
[+] reemplaza las verdades contenidas en la Palabra de Dios por interpretaciones
humanas;
[+] es enemigo de la verdad;
[+] es un espíritu de control;
[+] es un espíritu enemigo de la fe;
[+] es un espíritu de envidia, critica y acusación;
[+] desprecia las almas de los perdidos;
[+] es un espíritu de hipocresía y soberbia;
[+] saca de contexto y tergiversa la Palabra de Dios;
[+] imposibilita la revelación;
[+] es enemigo del evangelio de la gracia;
[+] es un espíritu de religiosidad o de error religioso;
[+] fomenta el legalismo;
[+] trae maldición a las iglesias que controla;
[+] retarda la venida de Cristo;
[+] inspira el “evangelio de la prosperidad”;
[+] atrae a otros espíritus inmundos;
[+] causa división en el cuerpo de Cristo ya que, de las tergiversaciones de la Palabra
de Dios que produce e inspira, surgen las sectas;
1
El fariseísmo en la Biblia
Para comprender como se mueve este espíritu inmundo, que sigue activo en nuestros
días, solo debemos detenernos en algunos pasajes bíblicos que describen la conducta
de los fariseos que disputaron con Jesús.
Marcos, 7:3 Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los
ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.
Juan, 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por mí.
Mateo, 12:14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.
Juan, 11:49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo:
Vosotros no sabéis nada; 11:50 ni pensáis que nos conviene que un hombre muera
por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
Caifás quería mantener vivo el sistema religioso imperante en Israel, aun a costa de
muerte de Jesús, para mantener el control sobre el pueblo.
Por esto puede decirse que el espíritu del fariseo es un espíritu que tergiversa,
manipula y sacrifica la verdad para mantener el control. El espíritu del fariseo es, en
esencia, un espíritu de control.
2
[+] Es enemigo de la fe
El espíritu del fariseo impide, a aquellos a quienes controla, creer en lo que no pueden
ver:
Mateo, 16:1 Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les
mostrase señal del cielo.
Marcos, 8:11 Vinieron entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole
señal del cielo, para tentarle.
El espíritu del fariseo seduce a la iglesia para sacarla de las perfecciones de Cristo y
sumergirla en nuestras propias imperfecciones. Cuando este espíritu nos usa contra
otros, primeramente nos provoca a celos o a temor. Segundo, nos sentimos
amenazados por el éxito de otras personas y buscamos justificarnos a nosotros
mismos engrandeciendo las faltas de los otros. Y, mientras más crece nuestro celo,
más manipula este demonio nuestros pensamientos.
Juan, 12:19 Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad,
el mundo se va tras él.
Mateo, 27:17 Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a
Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? 27:18 Porque sabía que por envidia le habían
entregado.
Marcos, 2:18 Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le
dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos
no ayunan?
Marcos, 7:5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos
no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos
inmundas?
Lucas, 6:7 Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo
sanaría, a fin de hallar de qué acusarle.
Pablo escribe:
3
2 Corintios, 6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las
tinieblas?
6:15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
Delante de Dios, las personas se dividen en dos categorías: los que están en Cristo y
los que no lo están. Por lo tanto, los creyentes no deben asociarse voluntariamente, ni
estar en intima asociación con los incrédulos, porque tales relaciones pueden echar a
perder su relación con Cristo. Esto incluye sociedad en los negocios, ordenes secretas
(logias), citas amorosas, matrimonio y amistades íntimas. La asociación de creyentes
con incrédulos debe limitarse a la que se precisa para la convivencia social y
económica o para mostrar a los incrédulos el camino de la salvación.
2 Corintios, 5:18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 5:19 que Dios estaba en Cristo
reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados,
y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Marcos, 2:16 Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los
pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los
publicanos y pecadores?
Lucas, 5:30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo:
¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?
Lucas, 15:1 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
15:2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y
con ellos come.
Lo que satanás quiere es una iglesia auto acuartelada, aislada al mejor estilo de las
abadías y monasterios de la Edad Media, sin la más mínima interacción con el mundo.
Lucas, 11:43 ¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas,
y las salutaciones en las plazas.
Este tipo de actitudes caracterizan a quienes son controlados por el espíritu del
fariseo.
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Pero hay palabra de Dios para ellos:
Lucas, 14:7 Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los
convidados una parábola, diciéndoles: 14:8 Cuando fueres convidado por alguno a
bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté
convidado por él, 14:9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste;
y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. 14:10 Mas cuando
fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te
convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que
se sientan contigo a la mesa. 14:11 Porque cualquiera que se enaltece, será
humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Los fariseos, en cambio y como dice el Señor, amaban ocupar las primeras sillas en la
sinagoga, porque se sentían superiores al resto, lo cual es soberbia espiritual.
Por esto, quienes son controlados por este espíritu, actúan como los fariseos de la
época de Jesús, buscando ocupar lugares de preeminencia en la iglesia, donde el
Señor no los ha puesto, para exaltarse a si mismos.
Juan, 8:3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en
adulterio; y poniéndola en medio, 8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en el acto mismo de adulterio. 8:5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear
a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?.
Los pasajes anteriores son bien conocidos. Los fariseos habían sorprendido a una
mujer en el mismo acto de adulterio y la presentaron a Jesús para que se expidiera
sobre el asunto. El final de la historia también es conocido: Jesús contesta que el que
se encuentre libre de pecado que arroje la primera piedra. Todos sueltan sus piedras
mientras la mujer se va en paz, con la recomendación de Jesús de que no pecar más.
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El adulterio no puede ser cometido sino por un hombre y una mujer (jamás por una
mujer sola). Es por eso que, con buen tino y dentro de lo dura que era, la ley de
Moisés mandaba apedrear a los dos. La ley de Moisés no dice en ningún lugar que
solo hay que apedrear a las “tales mujeres”, como plantearon los fariseos. ¿Cómo se
les escapo este detalle a los fariseos?. ¿Acaso no eran maestros de la ley?.
Para hacer tropezar la verdad (a Jesucristo), el espíritu del fariseo saca de contexto y
tergiversa la Palabra de Dios, obstaculizando la revelación divina.
Por eso, mientras a Pedro (que era iletrado) le fue revelado que Jesús era el Mesías
prometido a Israel, los fariseos (que eran maestros de la ley) jamás pudieron
vislumbrar al Mesías en Jesús:
Mateo, 16:15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16:16 Respondiendo
Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 16:17 Entonces le
respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló
carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
[+] Es enemigo del evangelio de la gracia
Hechos, 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se
levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de
Moisés.
Pablo sostuvo desde el principio que la salvación era solo por gracia, por medio de la
fe y no por obras:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Cuando Pablo predicaba su evangelio de la gracia, que le había sido revelado por
Jesucristo, sus enemigos no eran ni los romanos, ni los griegos sino los (falsos)
maestros judaizantes, fariseos en cuanto a la ley, que decían a los nuevos convertidos
al cristianismo, si eran judíos, que no debían abandonar el judaísmo, es decir, que
debían seguir guardando la ley de Moisés y, a los gentiles (no judíos), que, antes de
convertirse al cristianismo, primero tenían que convertirse al judaísmo y circuncidarse.
Aquí la ley de Moisés y la circuncisión son sinónimos de obras, es decir, estos falsos
maestros negaban la gracia que predicaba Pablo añadiendo obras, a la fe necesaria
para la salvación.
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Gálatas, 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras
de la ley, o por el oír con fe?.
Gálatas, 5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. 5:2 He aquí, yo Pablo os digo que si os
circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 5:3 Y otra vez testifico a todo hombre que
se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 5:4 De Cristo os desligasteis,
los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Pablo les escribe a los gálatas, que estaban siendo influenciados por estos falsos
maestros judaizantes, para que se mantengan firmes en “la libertad con que Cristo los
hizo libres de (guardar) las obras de la ley” y para que no vuelvan a colocarse ese
yugo otra vez.
Y a los que se querían circuncidar y justificar por la ley, es decir, a los que pretendían
“salvarse por las obras”, les dice “de Cristo os desligasteis” y “de la gracia habéis
caído”. Pablo les aclara además que, aquellos que estaban rechazando la gracia y
pretendían salvarse por las obras de la ley, tendrían que “guardar toda la ley”.
¿Por qué Pablo dice esto?. Por lo que dice Santiago en:
Santiago, 2:10 Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto
se hace culpable de todos.
Por último, si serian nuestras obras las que nos salvan ¿para que murió Cristo de la
peor muerte?. ¿No hubiese sido más fácil (y menos doloroso) que Dios nos hubiese
dado igualmente su Evangelio y, el que creía, tenía vida eterna y, el que no,
condenación eterna?.
Gálatas, 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia,
entonces por demás murió Cristo.
La duda de Pablo es básica pero no por ello menos crucial: si la salvación (la justicia)
fuese por nuestras obras (la ley), entonces ¿Cristo no habrá muerto en vano?.
Romanos, 3:22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que
creen en él. Porque no hay diferencia, 3:23 por cuanto todos pecaron, y están
destituidos de la gloria de Dios, 3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús,
¿Por qué el espíritu del fariseo luchaba contra Pablo y sigue luchando, hoy día, contra
el evangelio predicado por Pablo?.
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Por lo que expresa Pablo en:
1 Corintios, 3:10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito
arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo
sobreedifica. 3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto,
el cual es Jesucristo.
Gálatas, 1:15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi
madre, y me llamó por su gracia, 1:16 revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase
entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, 1:17 ni subí a Jerusalén
a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a
Damasco. 1:18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y
permanecí con él quince días; 1:19 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a
Jacobo el hermano del Señor.
Gálatas, 1:11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es
según hombre; 1:12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo.
Ahora bien ¿qué opinaban los apóstoles que si habían convivido con Jesucristo,
acerca del evangelio de la gracia que predicaba Pablo?. ¿Opinaron?. Si opinaron ¿es
posible conocer esa opinión?. Desde luego.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito por Lucas como complemento de su
evangelio, nos permite, en efecto, conocer esa opinión, en cabeza de Pedro primero y
Santiago después. El libro de los Hechos cuenta con 28 capítulos. La bisagra es el
capítulo 15 (la mitad del libro) donde se celebra el famoso “Concilio de Jerusalén”.
La estructura del libro de los Hechos es la siguiente: mientras del capítulo 1 al 14, la
figura central es Pedro y el epicentro geográfico es la iglesia de Jerusalén (la iglesia de
los judíos), del capítulo 16 al 28, la figura central es Pablo y el epicentro geográfico es
la iglesia de Antioquia (la iglesia de los gentiles). En el “medio”, en el capítulo 15, como
dijimos, se celebra el famoso “Concilio de Jerusalén”. ¿Qué se discutió en ese
concilio?. “Que se necesita para ser salvos”, nada más y nada menos. ¿Y qué se
necesita para ser salvos, en opinión de Pedro y de Santiago?. Escuchemos primero a
Pedro:
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Hechos, 15:7 Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los
gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. 15:8 Y Dios, que
conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a
nosotros; 15:9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus
corazones. 15:10 Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 15:11
Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que
ellos.
Ahora escuchemos a Santiago:
Como surge de sus propios discursos, podemos ver que ni para Pedro ni para
Santiago era necesario circuncidarse ni guardar la ley (tener obras) para ser salvos, lo
cual solo acontecía “por la gracia del Señor Jesús” (Hechos, 15:11). El evangelio de
Pablo fue claramente respaldado por Pedro y Santiago.
Por último y para que se entienda. No estamos diciendo que un cristiano no tenga que
tener obras. Las obras, en definitiva, son la manifestación externa (el fruto) de la fe
que decimos tener. Lo que intentamos decir es que, esas obras, no nos salvan por la
sencilla razón de que no son nuestras sino de Dios. Y es ahora cuando todos los
pasajes de Efesios, 2 escritos por Pablo cobran sentido:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas.
Las buenas obras en las que se manifiesta nuestra fe, como dice Pablo, fueron
preparadas por Dios de antemano, es decir, están totalmente inspiradas por el Espíritu
Santo. No son nuestras. No somos salvos por nuestras obras sino que somos capaces
de hacer buenas obras porque somos salvos, es decir, porque el Espíritu Santo mora
en nosotros.
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Isaías, 26:12 Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas
nuestras obras.
Gálatas, 3:23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley,
encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 3:24 De manera que la ley ha sido
nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 3:25
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe
en Cristo Jesús;
La palabra “ayo” significa “tutor” o “custodio”. La ley fue nuestro tutor (nuestro guarda)
para conducirnos a la fe. Como dice Pablo: la ley fue nuestro tutor para llevarnos a
Cristo a fin de que fuésemos justificados solo por la fe. Venida la fe, ya no estamos
más bajo el ayo (bajo ese tutor).
Este falso evangelio (fe + ley o fe + obras), se levantó casi desde el principio contra el
evangelio que predicaba Pablo (gracia + fe):
Hechos, 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se
levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de
Moisés.
Como puede verse, Pablo tuvo que luchar contra este enemigo desde el principio y
más que contra ningún otro (incluidos griegos y romanos).
El interés principal es hacernos creer que somos participes de nuestra salvación con
nuestras propias obras (los católicos han ido más allá en este punto, al creer que
nuestras buenas obras son directamente una “moneda de pago” para comprar nuestra
salvación).
Hechos, 15:5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se
levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de
Moisés.
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Contrariando el evangelio de Pablo:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Satanás y sus demonios buscan todo el tiempo y por todos los medios impedir que
Dios sea glorificado. Y una de las formas de evitar que Dios sea glorificado es vaciar
de propósito la cruz de Cristo. Cuando somos controlados por este espíritu del fariseo,
creemos que, en efecto, la fe nos ha salvado, pero también creemos que participamos
en nuestra salvación, con nuestras propias obras y es aquí donde somos funcionales
al espíritu del fariseo.
De tal suerte, suelen afirmar, entre otras cosas, que, de la misma forma que el Espíritu
Santo abandono a Sansón, también puede abandonar, hoy en día, a un creyente de la
iglesia neo testamentaria. (*)
(*) Aunque parezca una broma, esta es la postura doctrinal de una importante Biblia de estudio que
circula en las iglesias, utilizada por pastores y ministros.
Jueces, 16:20 Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su
sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que
Jehová ya se había apartado de él.
Los que así piensan, están mezclando las cosas (una especialidad del espíritu del
fariseo) más que en una ensalada.
Jueces, 14:6 Y el Espíritu de Jehová vino sobre Sansón, quien despedazó al león
como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano; y no declaró ni a su
padre ni a su madre lo que había hecho.
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Jueces, 14:19 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a
treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que
habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre.
Los pasajes anteriores dicen claramente que el Espíritu Santo “venia” sobre Sansón y,
cada vez que lo hacía, ahí se manifestaba su fuerza sobrenatural. Pero el Espíritu
Santo no moraba en Sansón, que es un personaje bíblico del AT y que, por lo tanto,
estaba bajo la ley y no bajo la gracia.
Una cosa es que alguien que moraba en tu casa te abandone y otra, muy
distinta, es que alguien que solía visitarte, deje de hacerlo.
En la era de la iglesia, a diferencia del AT, el Espíritu Santo viene a morar con el
creyente y es “sellado” en él, como lo dice Pablo:
1 Corintios, 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual
está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
El Espíritu Santo es sellado en nosotros, dice Pablo. ¿Hasta cuándo?. ¿Hasta que
pecamos la primera vez?. No, hasta la redención de la posesión adquirida, es decir,
hasta el rapto de la iglesia, que es cuando se va a completar nuestra redención.
Beneficios exclusivos para la iglesia:
[+] resucitar en el rapto antes de que resuciten los santos del AT (1 Corintios, 15:51-
52, 1 Tesalonicenses, 4:15-17, Daniel, 12:1-2); y
Nadie en el AT tuvo jamás los privilegios que tiene la iglesia. Nadie en el AT tuvo
jamás al Espíritu Santo morando consigo de la forma en que mora en un creyente de
la iglesia.
Jesucristo dijo:
El Juan que Jesús menciona aquí es “el Bautista” (el precursor de Jesús). Es decir, el
AT (Antiguo Testamento) no termina en Malaquías sino en Juan el Bautista. Como
12
Juan el Bautista murió primero que Jesús, jamás paso por la experiencia de que el
Espíritu Santo morara en él, por la sencilla razón de que esto solo ocurrió después de
la muerte de Jesús: el Padre envió el Segundo Consolador (el Espíritu Santo) una vez
que el Primer Consolador (Jesucristo) murió, resucito y ascendió.
Como Juan el Bautista pertenece al AT y el Espíritu Santo jamás moro en él, pueden
comprenderse ahora estas palabras de Jesús:
Mateo, 11:11 De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro
mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es
que él.
El espíritu del fariseo también fomenta el legalismo, porque reduce el evangelio a una
serie de preceptos a cumplir (o a transgredir) y presenta a Dios como un juez
implacable, premiador o castigador de nuestros actos (exactamente lo que ocurría en
la ley de Moisés), negando la eficacia de la gracia.
Por otra parte, en lugar de centrarse en el mensaje de Jesús y en los milagros que
hacía, los fariseos ponían el énfasis en cuestiones de forma:
Mateo, 12:2 Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es
lícito hacer en el día de reposo.
Lucas, 6:2 Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito
hacer en los días de reposo?
Lucas, 6:6 Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y
enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. 6:7 Y le
acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin
de hallar de qué acusarle.
En las iglesias donde gobierna este espíritu, el evangelio de Pablo no puede ser
predicado y por esto este espíritu trae maldición sobre las iglesias que logra controlar.
Al suplantar el evangelio de Pablo (gracia + fe) por el falso evangelio que inspira (fe +
obras), el espíritu del fariseo activa la siguiente maldición con la que Pablo blindo su
evangelio:
Gálatas, 1:7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren
pervertir el evangelio de Cristo. 1:8 Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os
anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 1:9
13
Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
Jesús dijo:
Mateo, 24:14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Al suplantar el evangelio de Pablo (gracia + fe) por el falso evangelio que inspira (fe +
obras), el espíritu del fariseo no solo logra que las personas no sean salvas sino que,
además, logra otro objetivo, tal vez más importante: retardar la vuelta de Cristo.
En la condición que pone Jesús, en su afirmación de Mateo, 24:14, para el fin (y, por
ende, para su vuelta), el evangelio que se predique en todo el mundo debe ser el
“evangelio del Reino”, que es el de Pablo.
Mateo, 8:20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; más el
Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
Lucas, 16:13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y
amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a
las riquezas. 16:14 Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y
se burlaban de él.
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Por esto los fariseos se burlaban de Él. Es más. Una de las cuestiones por las que
más dudaban los fariseos de que Jesús podía ser el Mesías es que no era rico ni tenia
posesiones.
Cuando el espíritu del fariseo controla una iglesia, la vacía de la gracia de Dios (y de la
presencia del Espíritu Santo) y la llena de control, manipulación, envidia, critica,
acusación, hipocresía, soberbia, religiosidad, legalismo y maldición y estos son los
nombres de los espíritus inmundos que atrae este espíritu. El espíritu del fariseo es
quien encabeza hoy día (y desde siempre) la ofensiva contra iglesia porque, detrás de
él, vienen los demás espíritus inmundos.
Apocalipsis, 18:2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran
Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y
albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
Consideraciones finales
Quienes son controlados por este espíritu en nuestros días (por lo general lideres),
normalmente se acercan a las Escrituras no en busca de la verdad sino en busca de
aquellos pasajes bíblicos que justifican (creen ellos) sus propias interpretaciones de
las Escrituras, las que heredaron de las asambleas a las que pertenecen o en las
cuales se han formado.
Estas personas tienen una posición tomada respecto de algún tópico de las Escrituras
y buscan en las mismas no la verdad sino, simplemente, pasajes que justifiquen esa
posición tomada que, en realidad, es previa a cualquier búsqueda de la verdad.
Podemos ver en este proceso una deshonestidad que es manifiesta, porque no hay un
intento de búsqueda de la verdad (orando a Dios para que traiga revelación) sino que
lo que se pretende es acomodar las Escrituras a una creencia que, en realidad, es
previa y está por encima de cualquier intento de búsqueda de la verdad.
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Señor Jesucristo, con la autoridad que hay en tu nombre y con el poder que hay en tu
sangre, atamos, reprendemos, echamos fuera, desalojamos de nuestra iglesia, a los
lugares secos y vacíos, al espíritu inmundo del fariseo y a todos los demonios que
vienen detrás de el: control, manipulación, envidia, critica, acusación, hipocresía,
soberbia, religiosidad, legalismo y maldición.
MARCELO D. D’AMICO
Maestro de la Palabra - Ministerio Rey de Gloria
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