Bartolome Herrera
Bartolome Herrera
Bartolome Herrera
HERRERA VÉLEZ
Escaso fue el tiempo que pasó al lado de sus progenitores, quienes fallecieron
cuando contaba con apenas 5 años de edad (1813), quedando encargado de la
custodia de su tío materno, el sacerdote Luis Vélez, cura de la Iglesia de Santa
Ana, de quien recibió sus primeras enseñanzas. Estudió latinidad en el Colegio
del Príncipe. En febrero de 1823 fue matriculado como alumno interno del
Convictorio de San Carlos, cuando tenía 15 años de edad.
arrancaron la piel de su cuerpo estando aún vivo, luego de lo cual le cortaron la cabeza. Parece
que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre
que era Natanael (que significa "regalo de Dios"). Bartolomé Herrera hizo honor al significado de
su nombre pues fue un verdadero “regalo de Dios” para nuestro país.
1
“Hechos los estudios preparatorios, entró en clase de alumno interno al
Colegio de San Carlos de Lima (el más célebre de la América Española),
en febrero de 1823. Allí estudió filosofía, matemáticas puras y aplicadas,
teología y derecho. Se había acostumbrado en "lo antiguo que los
colegiales hiciesen anualmente los ejercicios de San Ignacio, para
prepararse a la comunión pascual Esta costumbre obligatoria
(entablada, sin duda, por los padres jesuitas, cuando tenían a su cargo
el Colegio) no existía ya. Sin embargo los colegiales que querían
prepararse mejor a la comunión, q u e reciben el Jueves Santo, hacían
voluntariamente los ejercicios. El doctor Herrera los hizo por la primera
vez en su primer año de Colegio. Los maravillosos fenómenos, que en
aquel santo retiro obró la gracia en su inteligencia y en su corazón, no
son para explicados. Lo cierto es que él repite frecuentemente que no
puede pensar en sus primeros ejercicios, sin estremecerse, al
contemplar la cuenta que Dios le pedirá algún día del admirable cambio
que el Espíritu Santo operó entonces en su manera de pensar y de sentir.
Los jóvenes que salían aprovechados de los ejercicios, formaban en el
colegio una sociedad, que tenía por objeto alentarse unos a otros en la
vida cristiana, orando en común a mañana y noche, y con otras prácticas
piadosas. El señor Aguilar, que era confesor y director espiritual del
doctor Herrera, y el reverendo padre Arrieta, después arzobispo, lo
formaron en la religión y lo salvaron de la impiedad (que en aquella
época de la lucha por la independencia era de moda) mientras en el
colegio iba recibiendo su educación científica3” .
3 Taurel, R. M., Colección de obras selectas del clero contemporáneo del Perú, con biografía de
los autores y varios documentos interesantes sobre el estado actual de la Santa Iglesia del Perú,
tomo segundo, p. 28. París, 1855.
4 De la Puente, José Agustín, Bartolomé Herrera, p. 8. Editorial Universitaria, Lima.
2
de Cajacay (entonces perteneciente a la provincia de Cajatambo y actualmente
a la Región Áncash).
“En aquel curato vivió el doctor Herrera, como se vive en la mayor parte
de los pueblos de la Sierra, en una horrible soledad. Los habitantes se
alejan casi todos de los pueblos a labrar la tierra o cuidar su ganado, y
no parecen sino el domingo, para oír misa y embriagarse. A veces asoma
un indio a la puerta del cura a pedirle auxilios para un moribundo: el cura
monta en su caballo y atraviesa algunas leguas para confesar a su
feligrés. Los caminos son peligrosísimos, aun de día. De noche a cada
paso hay riesgo de desbarrancarse de esos cerros y caer en profundas
quebradas. El doctor Herrera se contrajo a plantificar escuelas para la
educación cristiana de los niños, en quienes fijaba sus esperanzas para
la reforma de las costumbres. Por lo demás, cumplió sus deberes de
párroco con palpable provecho de la parte del rebaño que le estaba
encomendada. Esta soledad le fue utilísima. En ella pudo tomarse
cuenta del fruto de sus estudios, y descubrió que había bebido como
doctrina sana en el colegio los errores jansenistas en religión, y e n
política las nociones más subversivas del orden social. Entonces
emprendió la renovación completa de sus ideas, desde la filosofía, su
ciencia predilecta; y desde entonces suspiró incesantemente por salvar
a la juventud de los estragos de las pésimas doctrinas que lo habían
extraviado y que corrían con el mayor crédito5”.
5 Taurel, R. M., Colección de obras selectas del clero contemporáneo del Perú, con biografía de
los autores y varios documentos interesantes sobre el estado actual de la Santa Iglesia del Perú,
tomo segundo, p. 30. París, 1855.
6 El Convictorio, luego Colegio de San Carlos, fue establecido por la Corona española, luego de
la expulsión de los jesuitas, en base a los Colegios de San Felipe y San Martín en 1770. Para
ello le fue asignado el antiguo local del noviciado de la mencionada orden religiosa, actualmente
denominado Casona de San Marcos.
7 El Arzobispo Bartolomé María de las Heras Navarro, a pesar de ser español, se quedó en Lima
cuando ingresó San Martín al frente de las tropas patriotas. Firmó el Acta de la Independencia,
aprobada por el Cabildo de Lima el 15 de julio de 1821 y participó en la proclamación de la
Independencia el 28 del mismo mes. Ante la intromisión del Ministro Bernardo Monteagudo en
asuntos de carácter eclesiástico renunció a la dignidad arzobispal. Entonces fue desterrado a
España. Pocos días después de su regreso a España falleció en Madrid, a los 80 años.
3
nombramiento de monseñor Jorge de Benavente y Macoaga como Arzobispo de
Lima. El día de la toma de posesión en la Catedral, debido a sus grandes dotes
académicas, Herrera fue designado para pronunciar la oración de gratitud y de
gozo (26/7/1835). El Arzobispo lo llevó como su asistente personal durante la
visita pastoral que realizó a la arquidiócesis a su cargo. Al concluir tal encargo,
por razones de salud –contrajo la verruga–, se vio en la necesidad de dejar el
curato de Cajacay a un coadjutor (1837).
Bartolomé Herrera8
8 Taurel, R. M., Colección de obras selectas del clero contemporáneo del Perú, con biografía de
los autores y varios documentos interesantes sobre el estado actual de la Santa Iglesia del Perú,
tomo segundo, p. 28. París, 1855.
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080044193/1080044193_MA.PDF (5/5/2017).
4
En 1839 Herrera fue designado director de la Biblioteca Nacional. Al año
siguiente, también por concurso, gana el curato de San Pedro de Pachacamac y
del anexo de Lurín. El 4 de enero de 1842 tuvo a su cargo la oración fúnebre
pronunciada con motivo de las exequias del Presidente Constitucional de la
República, Gran Mariscal Agustín Gamarra, las que se realizaron en la Catedral
de Lima. En su intervención, realizada en momentos en que la anarquía y la
guerra civil se extendían por la nación, realizó un llamado a la unidad nacional,
a la obediencia a la autoridad legítima y al respeto de la ley. Se ganó entonces
la fama de gran orador y hombre de ideas geniales.
5
hemos ido hundiendo en un abismo? ¿Cómo este pueblo abundante en
talentos, en valor y en todo género de recursos, ha podido sufrir la última
humillación de ver su territorio profanado, y vencido su Ejército por el de
un Estado, que debía estremecerse al contemplar nuestro poder de
lejos? Juzguemos, señores, con imparcialidad, y en nosotros hallaremos
la causa de la afrenta.
11 Herrera, Bartolomé, Oración que en las exequias celebradas el día 4 de enero de 1842 en la
Iglesia Catedral de Lima por el alma de S. E. el Generalísimo Presidente de la República D.
Agustín Gamarra muerto gloriosamente en el campo de Incahue pronunció el Dr. D. Bartolomé
Herrera, cura y vicario de Lurín, pp. 6-7. Lima, Imprenta de Eusebio Aranda, 1842.
12 Herrera, Bartolomé, Oración que en las exequias celebradas el día 4 de enero de 1842 en la
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de su amor, no existía para muchos. El hábito de no obedecer las
instituciones ni la autoridad pública estaba inveterado13”.
“La medida más importante que llevó a cabo fue la transformación de los
planes de estudio del Convictorio. Herrera puso especial énfasis en
aquellos cursos que tenían contenidos doctrinarios y filosóficos. Entre
ellos los principales fueron los de Filosofía, Derecho Natural, Derecho
Canónico y Religión. Así, desterró los fundamentos ilustrados que
habían sido introducidos en los programas de San Carlos desde su
creación, para reemplazarlos por contenidos que estaban en
consonancia con la ortodoxia Católica e incorporó algunos de los
13 Herrera, Bartolomé, Oración que en las exequias celebradas el día 4 de enero de 1842 en la
Iglesia Catedral de Lima por el alma de S. E. el Generalísimo Presidente de la República D.
Agustín Gamarra muerto gloriosamente en el campo de Incahue pronunció el Dr. D. Bartolomé
Herrera, cura y vicario de Lurín, p. 18. Lima, Imprenta de Eusebio Aranda, 1842.
14 Putnam Velando, Jorge, Bartolomé Herrera (1808-1864): Bicentenario de su nacimiento.
7
desarrollos filosóficos vigentes en el pensamiento europeo de la
época15”.
15 Cubas Ramaciotti, Ricardo, Herrera como educador: La reforma del Convictorio de San Carlos,
p. 41. En: Altuve-Febres Lores, Fernán (comp.), Bartolomé Herrera y su tiempo, Actas del
Congreso Internacional conmemorativo del Bicentenario del natalicio de Bartolomé Herrera
(1808-2008). Sociedad Peruana de Historia - Editorial Quinto Reino, Lima, 2010.
16 San Cristóbal, Antonio, Bartolomé Herrera, maestro de la democracia peruana. En Bartolomé
8
Bartolomé Herrera17
17 Francisco Laso, Instituto Riva Agüero. En: Altuve-Febres Lores, Fernán (comp.), Bartolomé
Herrera y su tiempo, Actas del Congreso Internacional conmemorativo del Bicentenario del
natalicio de Bartolomé Herrera (1808-2008), p. 11. Sociedad Peruana de Historia - Editorial
Quinto Reino, Lima, 2010.
18 Porras Barrenechea, Raúl, José Antonio Barrenechea (1829-1889), En Boletín Bibliográfico de
9
“Inteligencia de alto vuelo, voluntad férrea y audaz, brillaba como una
personalidad de tipo superior. Polémico y dialéctico por instinto, monarca
de la oratoria, escritor de pluma concisa y clara, ascendía naturalmente
sobre lo superficial y gratuito, sobre el palabreo vacuo y recargado. Era,
además, todo un carácter. La mirada franca y firme, el rostro definido,
mensajero de una alma principista, el porte altivo de un cuerpo enjuto y
lleno de nervio, revelaban inconfundiblemente al rígido disciplinario de
San Carlos y al político quijotesco que se atreviera amonestar al
Presidente Castilla, diciéndole: «Si me amenaza el martirio, esto sería
para mí una felicidad; más no creo haber adquirido méritos bastantes
para alcanzar esta corona. Yo estoy en mi puesto y lucharé en el
Congreso hasta el último instante por la causa de la Iglesia y la nación,
aunque el Gobierno ceje. Sentiría que un Gran Mariscal temiese más la
muerte que un sacerdote»19”.
19 Álvarez Calderón Ayulo, Carlos E., Bartolomé Herrera y la soberanía de la inteligencia. Revista
de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, N° 7, pp. 32-50, Lima,
1947.
20 Su Santidad el Papa Pío IX, a través de la Bula Ineffabilis Deus, proclamó el Dogma de la
promulgada por el papa Pío IX el 18 de julio de 1870. Ella contiene la definición solemne del
Dogma de la Infalibilidad Pontificia: “...con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y
definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra,
esto es, cuando, ejerciendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, en virtud de su
Suprema Autoridad Apostólica, define una doctrina de fe o costumbres y enseña que debe ser
sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el
bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su
Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por lo mismo, las definiciones del Obispo
de Roma son irreformables por sí mismas y no por razón del consentimiento de la Iglesia. De
esta manera, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de contradecir ésta, nuestra
definición, sea anatema. El Concilio Vaticano II, a través de la Constitución Dogmática Lumen
Gentium, ratificó esta doctrina.
10
otros escritores anticlericales. Herrera integró la comisión revisora de los libros
que ingresaban a la Biblioteca Nacional, cuyo director era Francisco de Paula
González Vigil. Asimismo, tuvo a su cargo el dictado de la cátedra de Teología
en la Universidad de San Marcos. En ese periodo introdujo los manuales de
krausismo alemán, traducidos del francés al castellano por él mismo.
22Taurel, R. M., Colección de obras selectas del clero contemporáneo del Perú, con biografía de
los autores y varios documentos interesantes sobre el estado actual de la Santa Iglesia del Perú,
tomo segundo, pp. 37-38. París, 1855.
11
En el transcurso del sermón destacó la obra evangelizadora realizada por
España en el Nuevo Mundo; criticó duramente algunos principios falsos, impíos
y antisociales de la revolución francesa; sostuvo la soberanía de la inteligencia
–según la cual deberían gobernar los intelectual y moralmente más capaces–,
etc. En respuesta a tales afirmaciones Benito Laso, a través de sus escritos
periodísticos, le replicó afirmando el carácter democrático de la soberanía
popular23.
“«Basta tener ojos para saber que el Perú de ahora no es el de los Incas.
Las razas que España trajo a habitar en este suelo han formado con la
indígena un pueblo nuevo enteramente».
El visualiza el Perú como un país mestizo y cuyo futuro está definido por dicho
mestizaje. Para Herrera la esencia de nuestro país no consiste en el
restablecimiento del Imperio de los Incas ni en el trasplante de la cultura
española sino en la fusión producida entre las tres razas. Su concepción del
Estado era tomista pues lo entendía como un ser vivo –un todo integral–, libre,
independiente y soberano. Esa soberanía, insistió Herrera, le viene de Dios, a
quien se le debe plena obediencia. Por ello se oponía a la libertad de cultos pues,
tal y como él la entendía, atentaba contra la unidad del Estado. Poco antes de
12
finalizar su mandato Castilla pretendió prorrogar su periodo de gobierno. Herrera,
que había sido su ministro, lo enfrentó, exigiendo el acatamiento del mandato de
la Constitución y afirmando que el poder debía pasar al Presidente del Consejo
de Estado. Castilla se relevó y Echenique resultó electo.
26Iannettone, Giovanni, Patriotismo y devoción: La misión de Herrera en Roma. p. 58. En: Altuve-
Febres Lores, Fernán (comp.), Bartolomé Herrera y su tiempo, Actas del Congreso Internacional
conmemorativo del Bicentenario del natalicio de Bartolomé Herrera (1808-2008). Sociedad
Peruana de Historia - Editorial Quinto Reino, Lima, 2010.
13
prerrogativas del Gobierno Peruano en la Iglesia (artículos 9-16); 3°
Ejercicio de la autoridad eclesiástica y de sus derechos (artículos 17-23);
y 4° Concesiones de la Santa Sede a la Iglesia del Perú (artículos 24-
34)27”.
En julio de 1853 Herrera regresó al Perú para participar en las actividades del
Congreso que se instaló el 28 del mismo mes, dejando listo para su suscripción
el respectivo borrador de concordato. Para ello se requería la previa aprobación
del Senado, la que obtuvo a principios de noviembre; sin embargo el 17 el
Congreso de la República concluyó la Legislatura sin llegar a aprobarlo28. El
Congreso de la República designó a Herrera miembro del Consejo de Estado y
el Cabildo Metropolitano lo promovió a la dignidad de chantre. Además, al
retornar al país Herrera trajo consigo una imprenta, la que destinó a la
publicación del periódico El Católico, cuya dirección encargó a Juan Ambrosio
Huerta (1854). Desde sus páginas respondería la intensa propaganda realizada
por los autores liberales.
27 Iannettone, Giovanni, Patriotismo y devoción: La misión de Herrera en Roma. p. 65. En: Altuve-
Febres Lores, Fernán (comp.), Bartolomé Herrera y su tiempo, Actas del Congreso Internacional
conmemorativo del Bicentenario del natalicio de Bartolomé Herrera (1808-2008). Sociedad
Peruana de Historia - Editorial Quinto Reino, Lima, 2010.
28 El 5 de marzo de 1875 Su Santidad Pío IX, a través de la Bula Praeclara Inter Beneficia,
14
supieran leer y escribir; restableció las Juntas Departamentales y las
Municipalidades; etc. Las disposiciones de la Constitución evidentemente
afectaron a la Iglesia. Además, una minoría propuso la libertad de cultos. Sin
embargo, el dictamen en mayoría, firmado por los Diputados José Santos
Castañeda, Juan Valdivia, Luis Mesones y Miguel San Román sería avalado por
la Convención Nacional por 46 votos contra 22.
15
múltiples amenazas que habían recibido muchos políticos por parte de
una minoría radical que estaba dispuesta a usar hasta violencia para
lograr sus fines sectarios.
Antes de la instalación del Congreso del 60, había recibido una gran
cantidad de avisos y anónimos, en el sentido de que no se atreviera a
concurrir a la instalación del Congreso porque peligraba su vida. Sin
embargo, el 28 de julio de 1860, impasible y sereno, se presentó solo en
la Plaza de la Inquisición, acompañado, a prudente distancia, por su
ayudante, y se dirigió hasta la puerta del Congreso Constituyente, junto
a la esquina de la Caridad. Deliberadamente, permaneció en la puerta
por espacio de diez minutos, que parecieron eternos a sus admiradores,
como si estuviese esperando a alguna persona, pero los enemigos no
se presentaron ante el coraje de este hombre de fe29”.
29Ugarte del Pino, Juan Vicente, Bartolomé Herrera en su Bicentenario, p. 5. En: Altuve-Febres
Lores, Fernán (comp.), Bartolomé Herrera y su tiempo, Actas del Congreso Internacional
conmemorativo del Bicentenario del natalicio de Bartolomé Herrera (1808-2008). Sociedad
Peruana de Historia - Editorial Quinto Reino, Lima, 2010.
16
descolocados con la propuesta herreriana y únicamente pudieron
responder a ésta con un silencio que se ha prolongado hasta nuestros
días30”.
A fines de 1859 habían llegado de Roma las bulas que nombran como Obispo
de Arequipa al doctor Bartolomé Herrera. El 21 de mayo de 1860 es consagrado
como tal en la Iglesia de San Pedro de Lima por el Obispo de Trujillo, Francisco
Orueta y Castrillón. El Presidente de la República pone a su disposición la fragata
Amazonas, la cual lo conduce a Islay, donde desembarca el 1 de enero de 1861.
El 6 del mismo mes tomó posesión de su sede y a cuya labor dedicó el resto de
su vida. En su accionar pastoral se consagró a fortalecer la vida espiritual de la
feligresía a su cargo, reformar el Seminario de San Jerónimo, mejorar la
instrucción del clero, incrementar las vocaciones, refaccionar el antiguo palacio
30 Altuve-Febres Lores, Fernán, El pensamiento constitucional de Bartolomé Herrera, p. 185. En:
Altuve-Febres Lores, Fernán (comp.), Bartolomé Herrera y su tiempo, Actas del Congreso
Internacional conmemorativo del Bicentenario del natalicio de Bartolomé Herrera (1808-2008).
Sociedad Peruana de Historia - Editorial Quinto Reino, Lima, 2010.
31 Asís, Agustín de, Bartolomé Herrera pensador político, p. 6. Publicaciones de la Escuela de
del Perú, ya que habría regido hasta 1920. Sin embargo, en ese lapso de tiempo hubo numerosos
golpes de Estado y gobiernos de facto. De hecho la Constitución que ha estado más tiempo
vigente sin interrupciones en nuestro país es la de 1993, aprobada por el Congreso Constituyente
Democrático durante el gobierno del Presidente Constitucional de la República ingeniero Alberto
Fujimori. Cabe añadir que los primeros libros que se publican en nuestro país sobre Derecho
Constitucional fueron el de Antonio Leocadio Guzmán, Ojeada de Proyecto de Constitución que
el Libertador ha presentado a la República (1826); el del Diputado en las Cortes de Cádiz doctor
Ramón de Salas y Cortés, Lecciones de derecho público constitucional para las escuelas de
España (1821 en España y 1827 en Lima); la traducción realizada por el doctor Bartolomé
Herrera de la obra del doctor Silvestre Pinheiro Ferreira, Compendio de Derecho Público Interno
y Externo (1848); la de su discípulo el doctor Felipe Masías, Breves nociones de la ciencia
constitucional (1855); y José Silva Santisteban, Curso de Derecho Constitucional (1856).
Además, se debe recordar la obra de Toribio Pacheco, Cuestiones Constitucionales (1854).
17
episcopal, reconstruir la catedral –la que había sido afectada por un incendio el
1 de diciembre de 1844–, reformar los conventos de regulares y defender la
independencia de la Iglesia frente al Estado. Además, organizó una colecta y
diversas actividades espirituales en apoyo al Papa Su Santidad Pío IX, quien
había sido despojado de los Estados Pontificios33. Sin embargo de sus múltiples
ocupaciones, todos los días celebraba misa y dedicaba varias horas diarias a la
oración y a la meditación.
33 Constantino El Grande cesó las sangrientas persecuciones contra la Iglesia Católica. Además,
declaró que ésta podía poseer y transmitir propiedad, lo que fue el origen de las posesiones de
la Iglesia de Roma. Con el transcurrir del tiempo las propiedades aumentaron por las donaciones
realizadas por los feligreses, convirtiendo a la Iglesia en el más grande propietario en la
Península italiana. Tales recursos eran utilizados principalmente en obras de caridad –hospitales,
orfanatos, la liberación de esclavos, la alimentación de los pobres, etc.–; la construcción y el
mantenimiento de templos, conventos y demás edificios; la atención de los gastos del Papado,
la Corte Romana y el clero; y la satisfacción de otras necesidades públicas, entre ellas la
seguridad de las poblaciones. La existencia de la soberanía papal se consolidó con la protección
brindada por el Rey franco Pipino El Breve al Papa en el año 754 y ratificada dos años después.
Durante su máxima extensión los Estados Pontificios abarcaron las regiones de Lacio, Las
Marcas, Umbría y Emilia-Romaña en la Península italiana. Durante más de mil años el Papa tuvo
un doble poder: el espiritual –Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia Católica– y el
temporal –soberano de los Estados Pontificios. La mayor parte de la península fue unificada por
el Reino de Cerdeña en 1861; sin embargo, los Estados Pontificios subsistieron, limitados a
Lacio, hasta el 20 de setiembre de 1870, cuando el ejército piamontés tomó Roma y puso fin a
la soberanía de los Papas. Finalmente, en 1929 fue fundado como Estado independiente el
Vaticano, al que le adjudicaron 44 hectáreas de la ciudad de Roma.
18
Seminario. Redactó, además, un texto nuevo de Estética. Otras veces
potenciaba un buen texto como el de Filosofía del P. Tergiordi, en
detrimento de Liberatore, por su mayor claridad y precisión34”.
Durante varios años de su breve existencia Bartolomé Herrera hizo frente a una
terrible enfermedad, la tuberculosis pulmonar. Ello lo llevó a trasladarse a Cayma
(Arequipa) en busca del descanso que le permitiese recuperar su salud. El 4 de
agosto de 1864 retornó al Palacio del Buen Retiro. El 8 de redactó su testamento,
manifestando no haber adquirido bien alguno mientras estuvo a cargo de su
diócesis. Dos días después falleció en la Ciudad Blanca, dos semanas antes de
cumplir 56 años de edad. Fue sepultado en la ante sacristía de la Catedral de la
Ciudad Blanca. El historiador Jorge Guillermo Leguía compiló sus escritos; sin
embargo, no llegó a culminar tal tarea debido a su inesperado fallecimiento. La
obra resultante se plasmó en dos volúmenes, con el epígrafe de Escritos y
discursos (Lima, 1929-1934).
34 Benito, José Antonio de, Bartolomé Herrera sacerdote. En: Altuve-Febres Lores, Fernán
(comp.), Bartolomé Herrera y su tiempo, Actas del Congreso Internacional conmemorativo del
Bicentenario del natalicio de Bartolomé Herrera (1808-2008), p. 96. Sociedad Peruana de
Historia - Editorial Quinto Reino, Lima, 2010.
35 De la Puente Candamo, José Agustín, Bartolomé Herrera, pp. 5-6. Editorial Universitaria, Lima.
19
“Contrariamente a lo que podría esperarse, Herrera fue siempre un
hombre de la oposición. Después de un fugaz paso por el gabinete de
Echenique, el Rector del Convictorio de San Carlos destacó por sus
encendidas polémicas con los liberales en las aulas, en el escaño
parlamentario y en la tribuna periodística. Sus brillantes cualidades lo
llevaron a ocupar importantes puestos en el Congreso de la República,
pero nunca fue el líder de alguna mayoría parlamentaria.
20
Monumento conmemorativo a Bartolomé Herrera. Parque Universitario (Lima).
Señores:
21
Dios Omnipotente autor de las sociedades humanas y de la organización y
naturaleza especial de cada una; Dios, cuya luz únicamente hacer discernir a los
legisladores lo justo; Dios, de quien viene todo consuelo, que ha reunido aquí
por una maravillosa acción de su Providencia tantas inteligencias y tantos
corazones acordes; sobre todo, en la sinceridad con que lo adoran; Dios, señores
asista al Congreso y derrame sobre él su bendición. Con esa asistencia y con
esa fecunda bendición hallareis en vuestra sabiduría; en vuestra fidelidad a los
explícitos mandatos de los pueblos; en vuestra constancia y en la rectitud de
vuestras intenciones, recursos sobrados para realizar la difícil obra que
emprendéis. La nación aguarda impaciente vuestra primera palabra. Hablad,
Legisladores, y salvadla.
¡Viva el Perú! ¡Viva la libertad para todos, sin exclusión de ningún partido! 37
37Artículo elaborado por Fernando Ayllón Dulanto. Sitio Web del Museo del Congreso y de la
Inquisición.
22