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Ciencia Tecnica y Tecnologia A Mockus

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Antanas Mockus

CIENCIA, TECNICA Y TECNOLOGIA


Una primera versión de este trabajo fue redactada especialmente para ser
leída y discutida en las sesiones del 25 de Julio y 2 de Agosto de 1983 del
seminario regular que viene realizando la Facultad de Agronomía de la
Universidad Nacional.

Antanas Mockus
Profesor Asistente, Depto. de Matemáticas Universidad Nacional. Bogotá
Miembro del grupo de investigación dirigido por el Dr. Carlo Federicl.

Los productos tecnológicos (que en su mayor parte pueden clasificarse


como medios é instrumentos) se caracterizan por la posibilidad de separar
radicalmente su producción y su utilización. La naturaleza misma de la
tecnología encierra la posibilidad de un divorcio entre dos clases de
culturas: las que gestan tecnología y las que la consumen. Mediante
procesos determinados política y económicamente se generaliza, en buena
parte del mundo, el empleo de productos de alta tecnología sin la mediación
de un proceso de comprensión racional de sus fundamentos teóricos. De
este modo surge un eje de dependencia Internacional cada vez más
importante.

¿Qué es lo decisivo en la tecnología? ¿Cuál es ese nexo privilegiado, pero


oscurecido por la idea de aplicación, entre ciencia y tecnología? Estas son
las preguntas que pretende abordar este artículo.

A primera vista, la cuestión de las relaciones entre ciencia, técnica y tecnología


parece ser esencialmente contemporánea. El desarrollo científico y técnico propio
de los últimos siglos (que indudablemente ha modificado las concepciones
mismas de ciencia y de técnica) ha tendido a convertir la cuestión en auténtico
lugar común. Hablar de ella es, entonces, exponerse a reiterar una serie más o
menos banal de "evidencias". Nuestra época es Ia época de la revolución
científico-técnica, la investigación se ha convertido en una fuerza productiva
primordial, etc. Por ello es sano e incluso indispensable en cualquier
planteamiento sobre estas materias sea recibido con una buena dosis de
desconfianza y de escepticismo.

En la reflexión que vamos a desarrollar pretendemos valernos del hecho de que al


menos en algunos de sus aspectos más esenciales, la cuestión de las relaciones
entre ciencia y técnica es en realidad una cuestión antigua, milenaria, planteada
ya con intensidad en Grecia en el momento mismo en que se configuraba y se
consolidaba el proyecto de una forma específica de conocimiento que marcaría en
forma decisiva la historia de la cultura occidental1. Esbozaremos luego, en forma
contrastiva, aquellas dimensiones de la cuestión que obedecen ya
específicamente a los desarrollos y a las mutaciones de sentido correspondientes
a la constitución de la ciencia y de la técnica modernas y que se expresan en la
emergencia de lo que con el tiempo llega a designarse como "tecnología" 2.

Aristóteles plantea la cuestión, no en algún pasaje secundario, sino en el capítulo


primero del primer libro de su METAFÍSICA. La frase inicial de este capítulo es ya
problemática. Dice:

“Todos los hombres desean por naturaleza saber”3

El deseo de saber, postulado así como algo propio del hombre por naturaleza, se
convierte entonces no sólo en el punto de partida de un texto (el del capítulo) en el
cual Aristóteles expondrá y jerarquizará diversas formas de saber, sino también en
presupuesto fundamental de un proyecto cultural que de un modo u otro sigue vivo
en nuestra época. Después de destacar enfáticamente el valor y la especificidad
de la sensación, de la memoria y de la experiencia, escribe Aristóteles:

''Los demás animales viven con imágenes y recuerdos, y participan poco de la


experiencia. Pero el género humano dispone del arte (tekhné) y del
razonamiento4.

Más adelante Aristóteles considera conveniente aclarar las diferencias y las


relaciones entre experiencia, tekhné y ciencia:

"Y la experiencia parece, en cierto modo, semejante a la ciencia y a la tekhné,


pero la ciencia y la tekhné llegan a los hombres a través de la experiencia. Pues la
experiencia hizo la tekhné como dice Polo, y la inexperiencia, el azar. Nace la
tekhné cuando de muchas observaciones experimentales surge una noción
universal sobre los casos semejantes. Pues tener la noción de que a Calias,
afectado por tal enfermedad, le fue bien tal remedio, y lo mismo a Sócrates y a
otros muchos considerados individualmente, es propio de la experiencia; pero
saber que fue provechoso a todos los Individuos de tal constitución, agrupados en
una misma clase y afectados por tal enfermedad, por ejemplo a los flemáticos, a
los biliosos o a los calenturientos, corresponde a la tekhné.
1. En modo alguno podríamos creernos ajenos a ese proyecto. Precísame por ello al menos en
cuanto a ese proyecto se refiere, alguien aparentemente tan lejano para nosotros como
Aristóteles puede hablarnos casi como un contemporáneo.
2. El "rodeo" inicial a través de un breve texto dé Aristóteles permitirá comprender en particular en
qué sentido la concepción usual de la técnica qué ve simplemente en ella un arsenal disponible
de Instrumentos (reglas prácticas, procedimientos y medios) es radicalmente insuficiente. En
un texto que se llama precisamente "La Cuestión de la técnica". Heidegger afirma que la
esencia de la técnica no es técnica, no es Instrumental, y esto porque la esencia de la técnica
es la causalidad. Sin lugar a dudas esta afirmación ha sido la inspiración central del presente
trabajo. La imagen cultural más difundida e inmediata de la técnica es el aparato, el
instrumento sofisticado. En realidad, lo que así sirve de imagen para la técnica es un producto
de la misma pero no pone de manifiesto lo que le es esencial.
Por otra parte, una comprensión instrumental de la técnica, llevada hasta las últimas
consecuencias, tiende a suprimirle toda especificidad al término pues conduce a aplicar la
distinción medios- fines a toda actividad y a reconocer como "técnica" todo cuanto resulte
asimilado a "medio" a la luz de esa distinción:

"Lo que se entiende concretamente por “técnica” es fluido (…). En este sentido hay una técnica
para cada forma de actividad: técnica de la oración, técnica de la ascética, técnica del
pensamiento y de la investigación, técnica mnemónica, técnica de la educación, técnica del
poder político o hierocrático, técnica administrativa, técnica erótica, técnica militar, técnica
musical (de un virtuoso, por ejemplo), técnica escultórica o pictórica, técnica jurídica. Etc.. . ."
(Max Weber, Economía y Sociedad, Vol. I. F.C.E., Bogotá, 1977. pp. 47-48).

Para evitar las dificultades asociadas a esta equivocidad del término "técnica", intentaremos no
emplearlo en el resto del presente trabajo. Atenderemos a la especifidad del concepto
aristotélico de tekhné para luego precisar las características propias de la "tecnología". El
sentido que atribuimos esta expresión tiene rasgos comunes con lo que Weber denomina
"técnica racional" ("una aplicación de medios que conscientemente y con arreglo a plan está
orientada por la experiencia y la reflexión, y en su óptimo de racionalidad por el pensamiento
científico", ibíd.), pero pretende tener un sentido más preciso y restringido.

El camino que sigue nuestra reflexión es, por supuesto, uno de varios posibles y su
pertinencia — si es que la tiene- tendrá que considerarse una vez hayamos hecho el intento de
recorrerlo.

3. Citaremos según la versión castellana incluida en: Aristóteles, La Metafísica, adición trilingüe
por Valentín García Yebra. Gredos, Madrid, 1070, pp. 3-10.
4. La traducción tradicional de tekhné por arte es incómoda porque históricamente los dos
términos se han ido alejando: tekhné ha dado raíz a nuestro término "técnica", mientras que
por una evolución ciertamente paralela, el término "arte" ha tendido a restringirse o a las bellas
artes, o a saberes prácticos, imposibles de formular discursivamente, "encarnados" en los
Individuos (y los cuales, como veremos, están mucho más cerca de lo que Aristóteles llama
experiencia). Por esta razón, en los fragmentos citados a continuación conservaremos el
término tekhné en griego.

Como lo dice incluso su etimología, el control representa el esfuerzo por asegurar la


conformidad de lo real con lo escrito. La materialidad no aparece entonces en su parcialmente
imprevisible resistencia a nuestro trabajo, no ofrece ya sorpresas; más bien se manifiesta en su
completa docilidad.

Dentro de la proliferación de institutos de educación post-secundaria se optó por gastarle el


ostentoso título de "tecnólogo" a una serie de carreras intermedias, como una especie de iróni-
co consuelo nominal para quienes precisamente son formados para desempeñar funciones
subalternas.

La fórmula de Bacón “saber es poder” se hace cada vez más verdadera. Ya no se trata de una
jerarquía puramente cultural defendida por una elite ociosa que cultiva, como su más alta
forma de placer, la comprensión causal del mundo. Se trata de una jerarquía con clarísimas
consecuencias no solo en el campo económico y militar: lo que está en juego son grados
distintos de poder de disposición sobre lo real.
"Pues bien, para la vida práctica la experiencia no parece ser en nada inferior a la
tekhné, sino que incluso tienen más éxito los expertos que los que, sin
experiencia, poseen el conocimiento teórico. Y esto se debe a que la experiencia
es el conocimiento de las cosas singulares, y la tekhné, de las universales; Y
todas las acciones y generaciones se refieren a lo singular. No es al hombre,
efectivamente, a quien sana el médico, a no ser accidentalmente, sino a Calias o a
Sócrates, o a otro de los así llamados, que además, es hombre. Por consiguiente,
si alguien tiene, sin la experiencia, “el conocimiento teórico, y sabe lo Universal
pero ignora su contenido singular, errará muchas veces en la curación, pues es lo
singular lo que puede ser curado".

Es bien claro que Aristóteles no vacila en reconocerle una superioridad, desde el


punto de vista de la práctica, a la empiria, a la experiencia, y ello por una clara y
contundente razón: toda acción, toda práctica, toda producción se ejerce sobre lo
particular. Efectivamente así era en la época de Aristóteles y lo siguió siendo
durante muchos siglos. En efecto el carpintero o el zapatero (cuando su oficio es
aún artesanal) no trabajan la madera o el cuero en general, sino que trabajan este
trozo particular de madera o cuero y se ven obligados en su trabajo a adaptarse e
incluso a sacar partido de las particularidades del material, las cuales, por otra
parte, con frecuencia solamente aparecen a lo largo del propio proceso de trabajo.
Se comprende entonces que para adquirir la apertura, la flexibilidad y la
recursividad necesarias para enfrentar con eficacia ese tipo de producción juegue
un papel tan importante la experiencia: es la experiencia la que poco a poco
enseña a vérselas apropiadamente con la diversidad incontrolada de las
especificidades de los particulares5,así como es la experiencia la que enseña a
reconocer apropiadamente bajo que universales subsumir en cada caso los
particulares. Sin embargo, esa superioridad práctica no evita el que —incluso a los
ojos de la opinión común de esa época— el experto, el hombre de experiencia,
aparezca como inferior, en cierto aspecto que se precisará, al hombre que posee
la tekhné. A continuación de lo anteriormente citado escribe en efecto Aristóteles:

"Creemos, sin embargo, que el saber y el entender pertenecen más a la tekhné


que a la experiencia, y consideramos más sabios a los conocedores de la tekhné
que a los expertos, pensando que la sabiduría corresponde en todos al saber. Y
esto, porque unos saben la causa y los otros no”
5 Es conveniente recordar que para Aristóteles no es posible un conocimiento científico de lo
particular. Lo particular posee una Irreductible singularidad, mientras que lo ciencia es siempre
ciencia de lo universal. Modernamente se abrirá paso la voluntad de conocer científicamente lo
concreto particular, pero ello sólo será posible en la medida en que ese concreto logre hacerse
aparecer como síntesis de múltiples determinaciones (abstractas).
Para Aristóteles enseñar es identificar las causas. Según, esta concepción, enseñar un
procedimiento limitándose al como no merece el nombre de enseñanza. El verdadero enseñar
es el que privilegia al por qué.

Las decisiones vinculadas a la producción dependen cada vez más de la exploración racional
da lo posible. El dominio de lo posible es asegurado por la teoría y mediante el obrar metódico
labre los signos, y es desde ese dominio de lo posible desde donde se decide y se prefigura en
detalle lo real.

Así, el eje de la nueva jerarquía no es la eficacia práctica sino el conocimiento de


las causas. Quienes tienen un tal conocimiento son superiores a quienes no lo
tienen:

"Pues los expertos saben el qué, pero no el por qué. Aquellos (los conocedores de
la tekhné) en cambio, conocen el por qué y la causa. Por eso los jefes de obras los
consideramos en cada caso más valiosos, y pensamos que entienden más y son
más sabios que los simples operarios, porque saben las causas de lo que se está
haciendo; éstos, en cambio, como algunos seres inanimados, hacen, sí pero
hacen sin - saber lo que hacen, del mismo modo que quema el fuego. Los seres
inanimados hacen estas operaciones por cieno impulso natural, y los operarios,
por costumbre. Así, pues, no consideramos a los jefes de obras más sabios por su
habilidad práctica, sino por su dominio de la teoría (logos) y su conocimiento de
las causas".

Aristóteles no solamente ilustra así la diferencia entre los que tienen el


conocimiento de las causas y los que no, 'sino que la conecta también con un
hecho social fundamental: la división Jerárquica del trabajo. Con cierta malignidad
puede interpretarse el texto como mera apología de la sociedad esclavista en que
fue escrito, como simple expresión del deprecio aristocrático hacia el productor
directo y su trabajo manual. Sin embargo ninguna exaltación del trabajo manual y
de las habilidades adquiridas por experiencia, ni el obvio reconocimiento de que
cualquier actividad humana involucra funciones intelectuales, puede anular las
diferencias efectivas de posibilidades entre un conocimiento causal universal y
otras formas de conocimiento6. Es claro que el desconocimiento de las causas no
impide un desempeño eficaz de quienes ocupan un lugar subalterno en la
producción, de quienes pueden proceder mecánicamente, como "por costumbre",
pero sí impide asumir su dirección (o participar efectivamente en ésta)7. A renglón
seguido. Aristóteles indica un criterio decisivo para distinguir entre conocimiento
causal y conocimiento adquirido por experiencia:
6 Esto no impide que -tomando conciencia de la relatividad de nuestra cultura- podamos llegar a
admirar con respeto y a veces incluso con cierta nostalgia formas diversas de conocimiento.
7 Se debe recordar además que la comprensión aristotélica de la causalidad es mis amplia que
la nuestra, pues incluye en particular la finalidad; conocer causalmente un objeto o un proceso
requiere conocer también las finalidades a las cuales responde.

“En definitiva, lo que distingue al sabio del ignorante es el poder enseñar, y


por esto consideramos que la tekhné es más ciencia que la experiencia,
pues aquellos (los que poseen la tekhné) pueden y éstos (los hombres de
experiencia) no pueden enseñar”.

Aristóteles otorga al término "enseñar" (didaskein) un sentido preciso,


estrictamente académico, que explícita en otros textos: para él, enseñar es Indicar
las causas8. Según esta concepción, enseñar un procedimiento limitándose al
cómo no merece el nombre de enseñanza. El verdadero enseñar es el que
privilegia el porqué.

A lo largo del texto comentado, la tekhné aparece asimilada —en relación a la


posibilidad de ser enseñada y en relación a su superioridad respecto a la empiria -
a la ciencia. Falta pues establecer lo que las diferencia. Para Aristóteles, según el
pasaje que sigue “a los citados, la diferencia entre tekhné ciencia radica en el
grado de capacidad de desprendimiento respecto a la utilidad”

La valoración extrema de aquellos conocimientos causales "que no se ordenan al


placer ni a lo necesario" expresa el reconocimiento de que su cultivo constituye un
placer en sí mismo: se trata de la satisfacción suprema de aquel deseo de saber
postulado al principio. Esta afirmación de una voluntad de saber que se valida por
ella misma, puede por supuesto ser cuestionada -y lo será en forma muy intensa,
por ejemplo, en los comienzos de la Modernidad-, pero es innegable que ella esté
intrínsecamente ligada a la historia de la investigación y de la academia en Grecia.
No por azar la palabra griega (skole) de la cual proviene el vocablo "escuela"
significó originalmente "ocio" y "actividad propia del ocio". No por azar escribe el
propio Aristóteles que aquellas ciencias que no se orientan a los placeres ni a las
necesidades surgieron primero "donde primero tuvieron vagar los hombres".
8 ". . . enseñan verdaderamente los que dicen las causas acerca de cada cosa”.(Metafísica, 982
a 30)

No por azar la palabra griega skole de la cual proviene el vocablo "escuela" significo
originalmente "ocio" y "actividad propia del ocio".

Aún en nuestros días, a pesar de la expansión de las Instituciones escolares, la comprensión


causal de los principales procesos naturales y sociales que nos afectan sigue siendo lujo de
minorías.
De nuevo es posible una lectura malintencionada que encuentre en el texto
únicamente la apología de una de las formas de lujo posibilitadas por la sociedad
esclavista. De todas maneras, es imposible desconocer el papel que desempeñó
el desapego respecto a la utilidad en la constitución del tipo de saberes que hoy
reconocemos como científicos. Igualmente no se puede dejar de reconocer que
aún en nuestros días, a pesar de la gran expansión de las instituciones escolares,
la comprensión causal de los principales procesos naturales y sociales que nos
afectan sigue siendo lujo de minorías.

Quien, a comienzos de la Edad Moderna, más claramente expresó la rebelión


contra esa concepción "ociosa" de la ciencia fue Francis Bacón. En su discusión,
dirigida en realidad más contra el aristotelismo de su época que contra la obra del
propio Aristóteles, Bacón -auténtico “Ideólogo" de la Ciencia Moderna- formula el
imperativo de poner las ciencias al servicio del dominio de la naturaleza y juzgar
su desarrollo según sus contribuciones al bienestar material de la humanidad .Sin
embargo, a pesar de —o más bien precisamente por- su concepción pragmatista
de la investigación. Bacón previene claramente contra el error que sería darle
prioridad a los "experimentos fructíferos"; según él, deben preferirse los
"experimentos lucíferos" pues el éxito en éstos arrastra tras de sí catervas de
resultados fructíferos. Y esto porque Bacón reconoce y formula explícitamente una
relación directa entre el conocimiento causal y el establecimiento de reglas que
guíen la acción: el cómo se deriva del por qué9:

En síntesis, desde el punto de vista de la eficacia práctica la empiria podía ser


superior a la tekhné por cuanto la actividad práctica portaba sobre particulares,
mientras que el conocimiento causal propio de la tekhné lo era de universales. La
puesta en relación del particular sobre el cual se trabaja con los universales
objetos de conocimiento por causas dependía fundamentalmente de la experiencia
práctica.
9 Ciertamente, una y otra vez en la historia el cultivo "desinteresado" del saber ha arrojado
multitud de resultados prácticos imprevistos (uno de los ejemplos más notorios en el
presente siglo es al de la física nuclear que en los años 30 parecía ser un campo de
especulación teórica sin ninguna posibilidad de consecuencias de orden práctico). La
anterior consideración no debe, sin embargo, hacernos olvidar que actualmente la mayor
parte de los recursos asignados mundialmente a la investigación 190-95%, está destinada
a investigaciones que corresponden "sobre pedido" a necesidades y problemas "prácticos"
fundamentalmente militares e industriales. A pesar de ello, y al mismo tiempo que tiende a
manifestarse el desengaño y el descontento de los investigadores que se ven sujetados a
formas de empleo cada vez más parecidas a la de cualquier trabajador asalariado, una
élite numéricamente importante sigue disponiendo de cierta autonomía. De todos modos,
desde la conceptualización aristotélica, toda esa investigación orientada por la utilidad
aparece como auténtica tekhné y su auge está ligado a un proceso histórico que
abordaremos ahora y que es de la lenta y progresiva inversión de la superioridad práctica
de la empiria sobre la tekhné.

Sin embargo, al menos en ciertos campos de la actividad humana, y muy


específicamente en la industria moderna, ello ha dejado de ser así: la producción
industrial excluye metódicamente la singularidad del particular. Este, ya sea cosa,
acto o proceso, es conminado, obligado sistemáticamente, a manifestarse en su
universalidad. En la industria, el ente particular es obligado a comportarse como
un auténtico universal. El conocimiento científico de materias primas y procesos
hace cada vez más posible que, mediante diversos dispositivos, se asegure —
dentro de rangos de precisión de amplitud preestablecida— la conformidad de los
insumos, del proceso y del producto a lo racionalmente previsto. Así la producción
se conforma meticulosamente al proyecto de producción. El proyecto deja de ser
esa especie de idea límite que regula y orienta los permanentes ajustes exigidos
por la lucha con la materialidad y sus sorpresas. El proyecto se convierte en
diseño, es decir en predeterminación completa desde el signo. Proceso y producto
alcanzan así una auténtica existencia previa, conferida por la posibilidad y la
coherencia aseguradas ya sobre el papel, es decir, en los planos, en los cálculos,
etc. Ahora los signos sobre el papel dejan de ser un burdo barrunto o una copia a
posterior de lo real, son la configuración a prioridad de una realidad.

El diseño incluye la previsión de Todos aquellos medios necesarios para la


realización de lo diseñado y presupone su disponibilidad, tanto en el orden teórico
como en el orden práctico. Presupone además la radical conformidad de la
naturaleza a las leyes que precisamente hacen posible el diseño. También es este
dominio desde el signo el que le da todo su sentido a la creciente importancia del
control. Como lo dice su etimología (contra = contra y rotulus = lista, lista que
sirve para verificar algo por confrontación con ella), el control representa el
esfuerzo por asegurar la conformidad de lo real con lo escrito. Aunque sólo sea
dentro del margen local de algunos procesos privilegiados, la materialidad no
aparece entonces en su parcialmente imprevisible resistencia a nuestro trabajo, no
ofrece ya sorpresas; más bien se manifiesta en su completa docilidad

Por supuesto, se trata de una tendencia, consumada fundamentalmente en la gran


industria, pero que sin lugar a dudas tiende a afectar otros campos de la
producción y de la actividad humana. Bajo su influjo, las decisiones vinculadas a la
producción se toman cada vez menos dependientes de la experiencia adquirida en
el conocimiento práctico anterior de procesos reales y dependen, por el contrario,
cada vez más de la exploración racional de lo posible. No se trata ya de la
búsqueda más o menos intuitiva de alternativas a lo real. Se trata de la inmersión
de lo real dentro de lo posible y de la búsqueda de lo óptimo dentro de éste10.
El dominio de lo posible es asegurado por la teoría y mediante el obrar metódico
sobre los signos, y es desde ese dominio de lo posible desde donde se decide y
se prefigura en detalle lo real. No se trata pues -como ingenuamente se cree — de
una "aplicación' de resultados científicos a la producción. Se trata de una auténtica
conversión de la mirada, conversión que sin lugar a dudas postula la posibilidad
ilimitada de un conocimiento científico de la realidad y presupone la superioridad,
a corto o largo plazo, de la actividad practica guiada por un tal conocimiento. Esta
conversión de la mirada. Esta opción por la prefiguración exhaustiva de lo real
desde el signo, esta instalación en el campo teóricamente construido y asegurado
de lo posible, así como la búsqueda sistemática de lo "óptimo" dentro de ese
campo de posibilidades, caracterizan lo que merece el nombre de "tecnología".11

Si la tecnología es un racionalismo redoblado de la técnica, si ella constituye la


realización y la ampliación del proyecto intelectualista asignado por Aristóteles a la
tekhné, y si su despliegue sólo es posible en la medida en que el obstáculo
señalado por Aristóteles -la particularidad del objeto sobre el cual porta la actividad
productivo tradicional— logra activamente, prácticamente, ser levantado, es lógico
que su desarrollo en países como el nuestro esté a la zaga de transformaciones
económicas y culturales y especialmente a la zaga de la industrialización12. Este
proceso es relativamente reciente e incompleto en Colombia. Se comprende
entonces que durante cierto tiempo parezca cómodo emplear tecnología sin
producirla y utilizar productos de la investigación sin fomentarla decididamente13.
10 Es bien cierto que en un comienzo se designó con el nombre de "tecnología" el Inventario y la
crítica de los procedimientos Industriales existentes. Pero ello mismo, y en particular la
Importancia acordada a la crítica, abrió el camino para un salto decisivo: el paso del Inventario
de lo existente a la prospección teórica de lo posible. Muy ilustrativa en este sentido es la
historia del desarrollo de las máquinas de vapor. Después de una larga serie de mejoras, por lo
general empíricamente logradas, Sadi Carnot revolucionó su historia con la publicación en
1824, de sus reflexiones sobre la potencia motriz sobre el fuego y sobre las maquinas
apropiadas al desarrollo de esa potencia. Allí plantea y resuelve en forma radicalmente teórica
tres problemas ¿existe un límite máximo para el rendimiento obtenible en una maquina térmi-
ca? ¿De qué depende tal límite? ¿Cuáles son las condiciones que deben realizarse para
obtener ese máximo rendimiento? Su respuesta en el texto mencionado constituye el
nacimiento de una nueva ciencia: la termodinámica. (Según: Carlo Tarsitani y María Grazia
Ianniello. Storia del concetti forza, lavoro e energía, instituto de Física Universidad de Roma,
pp. 139-146).

11 No pretendemos examinar aquí la génesis de esa "conversión", de esa radical transformación


de la mirada sobre los procesos productivos. En particular, no es éste el lugar para desarrollar
las indudables influencias —en la constitución de la perspectiva tecnológica- de la racionalidad
capitalista, de su apertura hacia el futuro y hacia lo posible, así como su carácter de matriz
histórica del cálculo racional y de la optimización. Por otra parte, para una crítica de la
concepción usual según la cual la revolución industrial habría sido principalmente resultado de
la ''aplicación" de las ciencias a los procesos productivos y para una adecuada valoración de la
gran importancia inicial de las mejoras de origen empírico, puede consultarse el trabajo "La
ciencia y la técnica en la revolución industrial " presentado por José Granes en el seminario de
Max Weber realizado en el Postgrado de Filosofía de la Universidad Nacional en 1981.
12 Por ejemplo, la apicultura especialmente en países como el nuestro, por su relativa
dependencia de factores incontrolados o incontrolables (biológicos, climatológicos, pero
también económicos), hasta ahora comienza a abrirse a la tecnología, y ello precisamente en
la medida en que se industrializa. La Industrialización de la agricultura no es simplemente
introducción en el campo de maquinaria e insumos industriales, ni es simplemente inserción de
las actividades agrícolas dentro de la producción y reproducción económica del capital ni es
simplemente la transformación radical de las relaciones de producción en el campo y el
resultante predominio de la relación salarial; es todo eso, pero también es una nueva
comprensión de la naturaleza y de la acción humana sobre ella.
Un ejemplo distinto, aunque también Instructivo, corresponde a los intentos de reestructurar los
procesos educativos desde una perspectiva tecnológica ("lógica de la educación" Incluyendo
desde la instrucción programada hasta el diseño instruccional. En este caso, los manifiestos
tropiezos no se explican por un simple atraso en un supuesto proceso de "industrialización” de
la educación. Se explican por limitaciones esencialmente ligadas al hecho (culturalmente
reconocido) de que la educación es un proceso predominante cultural en el cual la
particularidad y la individualidad no pueden ser sistemática y permanentemente excluidas. De
nuevo en este caso una aproximación tecnológica requería un giro radical en la comprensión
de los procesos de aprendizaje y de la acción humana sobre ellos: una tal nueva comprensión
fue la que pretendió asegurar en su momento el conductismo.

13 Podría pensaras que es el tiempo requerido por uno adaptación cultural; pero es también al
tiempo durante si cual constituimos clientes más bien ingenuos condenados a confiar
ciegamente en quienes tienen a su cargo la promoción y venta Internacional de productos
tecnológicos.

En nuestros países, descentrados precisamente frente a la conversión de


perspectiva característica de la tecnología, el término mismo de "tecnología" ha
recibido un uso peculiar. Por Un lado, tiende a entenderse por tecnología al
conjunto de medios o de procesos que precisamente han resultado de un trabajo
guiado por esa conversión de la mirada14. Por otro lado, dentro de la proliferación
de institutos de educación post-secundaria (determinada en parte por la
rentabilidad del negocio de la educación privada que logra por lo general vender
un mal servicio a una población desinformada, en parte también por la iniciativa de
un Estado más preocupado por establecer la apariencia de una oferta de
oportunidades educativas que por asegurar la calidad de esa educación), se optó
por gastarle el ostentoso título de "tecnólogo" a una serie de carreras intermedias,
como una especie de irónico consuelo nominal para quienes precisamente son
formados para desempeñar funciones subalternas. No es indispensable recordar
que del M.I.T. a nuestros institutos tecnológicos hay una enorme distancia para
reconocer que semejante uso del término tiende a desvirtuar el concepto. Si se
respeta éste, es posible comprender por qué, en primer lugar, un "tecnólogo" en
sentido auténtico requiere una formación científica básica muy sólida no se trata
de conocer simplemente unos resultados para después "aplicarlos", se trata de
ejercitarse en la comprensión teórica porque más adelante habrá de comprender
teóricamente los procesos sobre los cuales se va a disponer y por lo tanto no sólo
es necesario "armarse" de conocimientos teóricos sino que es necesario asimilar
la teoría como perspectiva y como exigencia; en segundo lugar, es posible
comprender por qué, además de dicha formación teórica que le abre el dominio de
lo racionalmente posible en cada caso, el tecnólogo necesita una formación que le
permita elegir adecuadamente las alternativas óptimas (formación que exige en
particular un adecuado conocimiento de la economía y de la racionalidad
económica). Sólo así puede el tecnólogo convertirse en puente real a través del
cual se hace efectiva una ordenación teórica fundamentada de la configuración
práctica de la producción.

Al menos hasta el presente, el desarrollo de la tecnología ha tendido a acentuar la


división social del trabajo: el dominio teórico de los procesos, su diseño sobre el
papel y su control son actividades especializadas que tienden a ser encargadas a
individuos distintos de los productores directos15. La concepción se separa
espacial y temporalmente de la ejecución. La producción en su conjunto se hace
cada vez más compleja mientras que la operación del trabajador directo tiende en
general a hacerse cada vez más pobre y rutinaria. Ello no es casual: esa
operación ha debido perder también toda particularidad para poder ser prefigurada
desde el papel. En este sentido, la tecnología supone y amplía, no sólo el poder
teóricamente afianzado sobre la naturaleza, sino también el poder sobre el trabajo
humano. Así, no solamente se agrava la división entre quienes conciben y diseñan
y quienes realizan directamente la producción en el interior de una determinada
sociedad se acentúa también —lo que a nuestro juicio es aún más grave — la
"división internacional del trabajo16. La fórmula de Bacon "saber es poder" se hace
así cada vez más verdadera. Ya no se trata de una jerarquía paramente cultural
defendida por una ente ociosa que cultiva, como su más alta forma de placer la
comprensión causal del mundo. Se trata de una jerarquía con clarísimas
consecuencias no sólo en el campo económico y militar: lo que está en juego son
grados distintos de poder de disposición sobre lo real. Reaparece así, en toda su
actualidad la otra indicación contenida en el texto de Aristóteles comentado: el
desarrollo de la tecnología acentúa definitivamente la relación por él señalada
entre la posesión del conocimiento causal y la división del trabajo.
14 En otras palabras, se confunde la Tecnología con sus productos. Entre otras cosas. Ello se
explica que nuestra relación con lo tecnología tienda a ser primitiva y meramente instrumental:
ante todo nos asombra o incluso nos espanta el poder de sus productos. Filosóficamente no
somos aún suficientemente racionalistas al menos en el sentido en el cual el racionalismo
significa una relativización radical de lo empírico y de lo tradicional y una instalación decidida
en el horizonte de lo racionalmente posible. Es como incluso en este espacio el desarrollo
capitalista no nos hubiera permeado aun
15 Hasta qué punto y en qué sentido esta separación ha obedecido primordialmente te al interés
de limitar radicalmente el poder de los productores directos y a la voluntad de asegurar un
control externo absoluto sobre el proceso productivo con cuestiones que no podemos
desarrollar aquí. Para una discusión pueden verse Taylor, F. principios de la administración
científica. El Ateneo, Buenos Aires, 1973; Braverman H. trabajo y capital monopolista. Nuestro
Tiempo, Mélico, 1975; Mesa Darío, La universidad ante la revolución científica y técnica en
semanario cultural – la revista de El Pueblo Octubre 1978, Cali, e indujo la primera parte de
nuestra tecnología administrativa educativa y taylorización de la educación de Matemáticas
Universidad Nacional, Bogotá, 1983.

16 Muchas compañías multinacionales concentran ya en el país sede de la cosa matriz todas las
actividades complejas de investigación y diseño, desplazando a países periféricos todas las
labores poco calificadas. Así no solamente realizan un beneficio económico, sino que
mantienen — contra cualquier eventualidad- el monopolio de los conocimientos requeridos por
la producción.

Aunque nuestra historia nacional haya sido, en cierto sentido, la historia de


nuestras diversas dependencias en el orden internacional, y aunque nuestro país
posiblemente no tenga en el momento actual otra alternativa que la de comprar y
consumir productos de tecnologías desarrolladas por otras naciones, no podemos
— se pena de agrava nuestra dependencia- llegar a creer que en el campo de
conocimiento nos baste con saber cómo emplear esos producios17. Resulta muy
cuestionable la opción de que, con un criterio conservador o pragmático inmediato
nos contentemos con el adecuado empleo de esas importaciones de productos de
la tecnología y pongamos en peligro nuestro futuro nacional, aunque sea con el
pretexto de preservar y desarrollar las especificidades de nuestra cultura18.

Una institución como la Universidad Nacional debe mantener la conciencia de que


forma para el futuro, y debe tener bien claro que según el tipo de formación que
ofrezca y asegure, no sólo decide un destino social para quienes estudian en ella,
sino que opta por ampliar o por restringir el campo de posibilidades históricas de
nuestra sociedad.
17 Incluso una diferencia aparentemente sutil puede ser decisiva. El mismo paquete tecnológico
puede utilizarse atendiendo apenas a las instrucciones y a las Informaciones suministradas por
la casa productora o puede utilizarse comprendiendo (o al menos manteniendo en ejercicio la
voluntad de comprender) racionalmente su desarrollo y considerando su efectividad en el
marco del conjunto de posibilidades concebibles si desde el punto de vista pragmático
Inmediato los resultados pueden ser en ambos casos iguales y lo primero resulta más cómodo,
desde el punto de vista de nuestro futuro lo segundo puede resultarnos Indispensable.

18 Según el artículo de Marcello Cini y Galileo Violini del Instituto de Física de la Universidad de
Roma, (publicado en este misma edición de la revista) una personalidad tan Importante pura la
universidad privada colombiana como Mario Laserna formuló hace cuatro años, en el discurso
de apertura de un Simposio Internacional de Física celebrado en la Universidad de los Andes,
la siguiente propuesta que puede calificarse de extrema.
Sustancialmente según la tesis de Laserna, existe una diferencie Insuperable entre los países
con avanzado desarrollo industrial y aquellos en vías de desarrollo. Esta diferencia se
manifiesta en varios niveles. Ya sea en el campo del desarrollo científico en sentido estricto
como en el de la organización económica y del desarrollo tecnológico. Ella debería ser
aceptada como un dato inmutable de la situación y no se debería alimentar la vana
perspectiva de eliminarla, limitándose por al contrario a importar aquella tecnología
estrictamente necesaria para satisfacer las necesidades mía urgentes de una economía
sustancialmente pre industrial, Esta renuncia tendría la ventaja, según la tesis en cuestión, de
evitar la importación de un modelo cultural basado en la supremacía de la ciencia y de la
técnica, modelo no solo extraño t la cultura local, sino además intrínsecamente pobre en
valores "humanistas". Las energías Intelectuales del país deberían entonces emplearse sobre
todo en otra dirección, es decir para potenciar aquellos sectores de mayor significado paro la
cultura del país.

Breve cronología

El 21 de octubre de 1982 el ÍAN y la Comisión Nacional de Energía Atómica de la


República Argentina (CNEA) firmaron en el Palacio de Nariño una "Carta de
Intención" que en su cuerpo dice:

''Los firmantes. . . expresan la voluntad de las Instituciones de negociar en


forma directa el diseño, construcción, equipamiento y puesta en operación
de un reactor de irradiación, una planta de producción de radioisótopos, una
planta piloto para el tratamiento de minerales radiactivos y las instalaciones
anexas...

Estas negociaciones se realizarán en un plazo máximo de seis meses


contados a partir de la fecha... y tendrán como objetivo: establecer los
condiciones económicas y financieras de la operación, favorecer el mayor
desarrollo del potencia' humano involucrado garantizar una eficiente
transferencia de tecnología Y lograr una equilibrada participación de la
industria de ambos países...

A nombre de las instituciones suscriben la carta el Almirante Carlos Castro


Madero, presidente de la CNEA Y el Dr. Ernesto Villarreal, Director General del
IAN. Como testigos firman el Presidente Belisario Betancur el Ministro de Minas
Carlos Martínez Simahan y el Embajador de la República Argentina en Colombia,
Dr. Baúl Medina.
La opinión pública tuvo oportunidad de precisar un poco los alcances de proyecto
a través del artículo del Dr., Jairo Londoño, publicado el 7 de Diciembre en "La
República", de las Columnas de Daniel Samper Pizano perecidas en "El Tiempo"
los días 5 y 6 de enero de 1983, y de las réplicas a ellas del Dr. Villarreal. A partir
de entonces han aparecido esporádicamente en los principales diarios artículos y
entrevistas sobre el proyecto.

Una breve cronología de hechos importantes previos a la firma de la carta de


intención y posteriores a ella permitirá al lector comprender mejor la manera como
se ha adelantado el proyecto y el significado de algunas afirmaciones que
aparecen en las entrevistas

• En junio de 1981 el IAN, con el visto bueno del Ministerio de Minas y


Energía, formuló consultas sobre la adquisición de un reactor nuclear de in-
vestigación de una potencia cercana a 10 MW a diferentes empresas
extranjeras, directamente o a través de las embajadas. Como resultado de
estas consultas, para mediados de 1982 se habían recibido propuestas de
Belgatom (Bélgica), Intenatom (Alemania), de la Junta de Energía Nuclear
de España y de la CNEA de Argentina.

• En marzo de 1982 el Ministro de Minas y Energía, Carlos Rodado, solicitó al


Departamento Nacional de Planeación (DNP) su concepto sobre la
viabilidad del proyecto.

• El IAN, e petición del DNP, elaboró un documento explicando los alcances y


características del proyecto, bajo el título Justificación preliminar para el
proyecto "reactor de investigación IAN R2" fechado en junio de 1982.
• En octubre de ese año se firma la carta de intención ya citada.

• En abril de 1983 vencieron los seis meses contemplados inicialmente en la


carta de intención, sin que hubieran avanzado notablemente las
negociaciones. Se prorrogue por otros seis meses.

• En mayo siguiente el IAN publica el documento Plan de desarrollo nuclear


— Proyecto, e inicia su distribución

• Solicitada por el IAN llega en junio una comisión de dos expertos de la


Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEAJ para asesorar al IAN en
el proyecto; conformada por los doctores Vera y Muranaka. Permanecen en
Colombia entre el 20 y el 25 de junio, entregando a las autoridades del IAN
un informe.

• En julio el IAN publica el documento Proyecto reactor ÍAN R2.

• En octubre venció la seguras prorroga de la carta de intención, y esta vez


se prorroga sin término de vencimiento.

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