Universidad de Panamá
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Materia:
DESARROLLO FISICO Y COGNITIVO EN LA ADOLESCENCIA
Profesora:
Eva Guevara
Elaborado por:
Susan Balladares 8-893-5
Semestre:
I
Fecha de Entrega:
27/06/2020
INTRODUCCIÓN
Para que los estudiantes puedan adquirir el conocimiento y habilidades esenciales
para desenvolverse adecuadamente en el ámbito social y profesional en el siglo
XXI, es necesario transitar de una enseñanza centrada en el profesor a una
centrada en el estudiante. El éxito de este transito requiere plantearse
modificaciones en la forma de concebir e implementar el proceso de enseñanza y
aprendizaje y el rol del alumno y del profesor en estos escenarios formativos. Así
como los elementos esenciales de la formación como los contenidos, las
actividades y la evaluación entre otros.
Las teorías de aprendizaje centradas en el alumno han promovido el uso de las
metodologías activas, en tanto estrategias didácticas a disposición de los docentes
que son valiosas herramientas para transformar la docencia y el proceso de
enseñanza aprendizaje. Esas son metodologías que ponen el estudiante al centro
del proceso, donde la docencia no gira en función del profesor y los contenidos,
sino en el alumno y las actividades que éste realiza para alcanzar el aprendizaje.
Este artículo presenta una propuesta de modelo para implementar las
metodologías activas en educación superior. Para implementar con éxito este
modelo, es necesario el conocimiento de las metodologías activas, el aprendizaje
en los contextos actuales y el uso de las tecnologías de la información y
comunicación (TIC) como herramientas de apoyo.
EL APRENDIZAJE EN LA UNIVERSIDAD ACTUAL
Los actuales contextos de democratización en el acceso de la educación superior,
con su consecuente cambio en la composición del alumnado, llevan a pensar en
nuevas formas de abordar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Las
estrategias tradicionales no permiten dar respuesta a las necesidades formativas
de los actuales estudiantes universitarios, dada la democratización de la matrícula
universitaria, la diversidad en la composición del alumnado y la necesidad de un
mayor acompañamiento para orientar su aprendizaje profundo (Biggs, 2008). El
desafío para la docencia universitaria es, entonces, transitar desde un enfoque del
proceso de enseñanza aprendizaje que transmite información a uno que promueve
la participación de los estudiantes.
En la concepción socio-constructivista, el aprendizaje se genera cuando el
estudiante participa activamente en su proceso, construyendo significados a partir
del contenido, desarrollar actividades concretas y elaborar propuestas a partir de
la colaboración de los profesores y sus pares. Se aprende realmente cuando se
generan contextos que impelen al estudiante a orientar su proceso desde un
enfoque profundo (Biggs, 2008; Rué, 2007).
El enfoque de aprendizaje profundo refiere a la disposición que muestra un
estudiante al abordar una determinada tarea de manera significativa, lo que
implica interés y desafío, más allá de una motivación extrínseca, como lo podría
ser una calificación o la presión docente (Zabalza, 2007). Por el contrario, el
aprendizaje superficial refiere al poco interés genuino que demuestra un
estudiante por una determinada tarea, lo que le lleva a no comprender un
determinado tema, sino a focalizarse en aquellos aspectos que le permiten
simplemente cumplir con las exigencias mínimas.
Los enfoques de aprendizaje -superficial o profundo- refieren a formas de
aprender una tarea y no a características de los estudiantes (Biggs, 2008). La
adopción por parte de un estudiante de un determinado estilo de aprendizaje no
depende exclusivamente de sus características personales, sino que se vincula
directamente con la relación formativa, ya que la organización de las actividades
podrá generar mayor o menor activación personal (Rué, 2007).
La formación universitaria logrará que sus estudiantes alcancen aprendizajes
profundos y estables en el tiempo, si promueve la construcción colaborativa de los
aprendizajes, integrando los conocimientos previos y situando las experiencias de
aprendizaje. Lograrlo requiere en primer lugar que los profesores aprecien la
naturaleza de esta concepción sobre el aprendizaje y en segundo lugar, el más
importante, que planifiquen la enseñanza considerando esta transformación.
Centrar el aprendizaje en el estudiante, requiere una acción docente con enfoque
en el aprendizaje en lugar de la enseñanza. El profesor adquiere las competencias
para crear y orquestar ambientes de aprendizaje complejos, incorporando a los
alumnos en actividades donde puedan construir el conocimiento en ambientes de
interacción social y personal; fomentando la colaboración, la reflexión, el análisis y
la crítica con capacidad para rentabilizar los diferentes espacios en donde se
produce el conocimiento (Unesco, 2004). La inserción de las TIC en la docencia
demanda un profesional competente en saber qué información necesita y saber
cómo aplicarla, diseñador de ambientes de aprendizaje mediados por TIC con
capacidad para aprovechar los diferentes espacios en donde se produce el
conocimiento (Unesco, 2004).
En un proceso de aprendizaje centrado en el estudiante, éste es un actor principal
y debe estar dispuesto a trabajar en equipo, demostrar flexibilidad, proactividad y
autonomía, junto con una disposición permanente hacia la reflexión. La Tabla
1 resume el cambio de rol de estudiantes y docente en un aprendizaje centrado en
el alumno.
Tabla 1 Rol del docente y alumno en entornos de aprendizaje centrados en el
alumno
Fuente: Newby et al., 2000 en Unesco 2004, p. 28.
Este cambio de roles de estudiantes y profesores se evidencia en la planificación
de la enseñanza, definida sobre la base de metodológicas activas que permiten de
manera efectiva posicionar a los estudiantes en su rol protagónico sobre el
aprendizaje (López, 2007). Las actividades tendrán sentido si se plantean
alineadas constructivamente, es decir, si existe relación de coherencia que entre
los propósitos o resultados de aprendizaje, las actividades de enseñanza y
aprendizaje y la evaluación de una asignatura (Biggs, 2008; Rué, 2007). Las
actividades de enseñanza planificadas deben permitir al estudiante alcanzar,
durante el proceso formativo, los resultados de aprendizaje.
LOS NUEVOS APRENDICES
Presenciamos una generación de jóvenes, la cual está fuertemente identificada y
familiarizada con el uso de las tecnologías, se han formado y han crecido en la era
digital. Se caracterizan por superar a sus profesores/adultos en el dominio de las
tecnologías y tienen más fácil acceso a datos, información y conocimientos que
circulan en la red; viven en una cultura de interacción y su paradigma
comunicacional se basa en la interactividad al usar un medio instantáneo y
personalizable como Internet (Oblinger y Oblinger, 2005). Esta generación de
estudiantes vive la tecnología como parte de su entorno habitual, para ellos la
información y el aprendizaje no están relegados a los muros del aula, ni es
ofrecida en forma exclusiva por el profesor.
Un estudio sobre el uso de la Internet en las universidades Catalanas, llegó a la
conclusión que los estudiantes que presentan un uso intensivo y creativo de las
herramientas de la Web especialmente herramientas web 2.0, suelen tener más
problemas para adaptarse a la enseñanza tradicional que la universidad les
ofrece, incluso presentando bajas en el rendimiento (Duart et al., 2008). Esto
último no se asocia con falta de capacidades, sino porque esperarían educarse en
ambientes más creativos que utilizan las herramientas TIC empleadas
normalmente en sus vidas. Se requiere previamente, por tanto, del uso innovador
de las TIC para convertir al estudiante en un actor protagónico de su aprendizaje,
permitiéndole opinar, interactuar y aportar conocimiento a la red (Pedró, 2006).
La literatura muestra que no hay una generación digital homogénea, se presentan
diferentes perfiles derivados del acceso a los aparatos tecnológicos, las horas de
exposición frente a ellos y los tipos de usos (Kennedy, 2009). Las autoras
Escofet, García y Gros (2012) hacen énfasis en el uso diferenciando de las
tecnologías que realizan los jóvenes. Su conclusión, es que usan las TIC para
vivir, pero no para aprender o desenvolverse en las labores prácticas del trabajo
formativo. Poseen habilidades tecnológicas que utilizan en actividades sociales y
de ocio, pero no son capaces de transferirlas directamente a sus procesos de
aprendizaje y construcción de conocimiento.
Existen diferentes aproximaciones al tema de las nuevas generaciones y su
relación con el mundo digital, éstas pueden ordenarse según su enfoque en tres
categorías: el extendido uso de las TIC, el impacto de la inmersión digital
particularmente en el aprendizaje; las características personales y el
comportamiento distintivo de esta generación (Bullen, Morgan y Qayyum, 2011).
Las dos últimas categorías tienen particular relevancia en la implementación
modalidades de aprendizaje a distancia abiertas y flexible, como las que ofrecen
las plataformas online, los MOOC, el m-learning, Serious Game, entre otras
tecnologías que facilitan el aprendizaje en línea.
METODOLOGÍAS ACTIVAS
Por metodologías activas entendemos aquellos métodos, técnicas y estrategias
que utiliza el docente para convertir el proceso de enseñanza en actividades que
fomenten la participación activa del estudiante y lleven al aprendizaje (Labrador y
Andreu, 2008). Corresponden a aquellas metodologías que materializan este
cambio en la forma de entender el aprendizaje, ya que se centran en las
actividades más que en los contenidos, lo que implica cambios profundos en el
actuar de profesores y estudiantes. Esto implica modificar la planificación de las
asignaturas, el desarrollo de las actividades formativas y la evaluación de los
aprendizajes, de manera tal que se promueva el alineamiento constructivo.
Pensar el proceso formativo desde estas metodologías activas no significa
incorporar actividades aisladas que promuevan la participación, sino que implica
pensar la docencia al servicio del estudiante. El docente adquiere un carácter
mediador que permite enfocar las disposiciones de aprendizaje profundo, a través
de actividades que posibilitan en el estudiante la participación, cooperación,
creatividad y reflexión sobre la tarea. (Figura 1).
Fuente: Elaboración propia.
Figura 1 Metodologías activas
Usar estas metodologías implica centrar el proceso en las actividades por encima
los contenidos, aun cuando esta última ha sido la forma de estructurar la
enseñanza tradicionalmente. Los contenidos siguen existiendo pero cobran
sentido en el contexto de las actividades. Gros (2011) establece diferencias entre
concebir el proceso de enseñanza centrado en los contenidos o centrado en las
actividades (Figura 2).
Fuente: Gros, 2011, p. 39.
Figura 2 Aprendizaje basado en contenido vs Aprendizaje centrado en actividades
A partir del análisis de la Figura 2, se observa que el aprendizaje centrado en el
alumno es de un mayor nivel de compromiso y trabajo del estudiante, favoreciendo
la autonomía y generando competencias para el aprender a aprender en
colaboración con los compañeros. Esto le entrega un rol protagónico, se favorece
el aprendizaje colaborativo y autónomo (Rué, 2007). Permite desarrollar en el
estudiantes habilidades de orden superior, como son: la colaboración,
autoapredizje, etc, demandadas por la sociedad del conocimiento y útiles no tan
sólo para la vida académica sino también para la profesional (Zabalza, 2007).
Para el desarrollo de un proceso formativo centrado en la actividad por encima del
contenido, se han diseñado e implementado una amplia variedad de metodologías
activas. Se considerarán dentro de estas metodologías: Análisis de casos,
Aprendizaje basado en problemas (ABP), Aula Invertida, Aprendizaje basado en
equipos, Aprendizaje y Servicio (A+S), juego de roles, debates, entre otras.
El Análisis de casos es una metodología que se caracteriza por ser un análisis
pormenorizado de una situación, real o creada, pero factible, que recree las
condiciones del medio laboral del futuro profesional. Su formato puede ser escrito,
audiovisual o a partir de la observación no participante. Para su implementación se
requiere de los estudiantes que analicen el caso y observen sus diferentes
implicancias, aplicando principios, conceptos y teorías propias del curso. El
docente debe plantear preguntas que ayuden al análisis. Finalmente, los
estudiantes elaboran un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y
amenazas (FODA) del caso estudiado. En esta metodología, la evaluación debe
considerar los progresos que los estudiantes han realizado y las condiciones en
que se han llevado a cabo. Por lo tanto, no solo es relevante el producto final, sino
que el proceso a través del cual los estudiantes logran llegar a ese producto, lo
que obliga a pensar la evaluación de manera integrada en el proceso de
enseñanza-aprendizaje (Labrador, Andreau y González-Escrivá, 2008).
El Aprendizaje basado en problemas (ABP), es una metodología que asume los
problemas como punto de partida para la adquisición e integración de los
aprendizajes. Permite al estudiante enfrentar situaciones problema de la vida
cotidiana y/o asociadas a su profesión, y desde allí moviliza un conjunto de
recursos para aproximarse a su resolución (Díaz Barriga, 2005). Requiere de parte
del estudiante que éste reflexione sobre el problema, discuta y plantee hipótesis
para su resolución, considerando sus aprendizajes previos sobre el tema, exploran
posibles estrategias para enfrentar el problema con apoyo de la información
pertinente, y finalmente comprueban la hipótesis a través de los antecedentes
recopilados y la fundamentación de sus respuestas, por lo tanto, se refiere a un
enfoque inductivo donde los estudiantes simultáneamente aprenden del contenido
y resuelven problemas reales (Atienza, 2008). Con el fin de resguardar el
alineamiento constructivo, la evaluación en esta metodología debe ser un proceso
donde se valore el uso de la información por sobre la memorización de la misma,
la integración de los aspectos teóricos del curso y la transferencia de lo aprendido
a nuevos problemas.
En la metodología de análisis de caso o de ABP, es imprescindible asegurar la
articulación real entre teoría y práctica, que además promueva la integración entre
saberes conceptuales, procedimentales y actitudinales, evitando las escisiones
artificiales ente conocimiento conceptual y su aplicación práctica (Coll, Mauri y
Onrubia, 2006).
El Aula Invertida o Flipped Classroom, es una metodología que invierte el orden de
una clase tradicional, la presentación del contenido se realiza antes de la clase
presencial por medio de videos breves, audios o lecturas, entre otros insumos, que
los estudiantes revisan en el trabajo autónomo previo a la sesión. La clase
presencial está centrada en la realización de actividades donde se utiliza el
contenido abordado previamente por los estudiantes. A partir del reconocimiento
de la importancia del dominio del contenido, la comprensión ampliada se alcanza
con la mediación docente al momento de resolver la tarea (Schneider, Froze,
Rolon y Mara de Almeida, 2013).
El Aprendizaje basado en equipos (Team learning) busca generar aprendizajes a
través del trabajo cohesionado de grupos heterogéneos de estudiantes, los que
van logrando mayores grados de autonomía y de responsabilidad, en la medida
que la estrategia se replica durante el curso académico. Para su correcta
implementación, es necesario que el profesor propicie instancias de
retroalimentación permanente y que diseñe tareas que consideren las siguientes
características: desafiantes para el desarrollo del pensamiento complejo; precisas
y breves, pero que movilicen distintos conocimientos; impliquen toma de
decisiones. (Michaelsen, Davidson & Major, 2014)
El Aprendizaje y Servicio (A+S), es una metodología que se basa en la integración
entre el aprendizaje basado en la experiencia y el servicio que contribuye a dar
soluciones reales frente a una problemática comunitaria (Martínez, Martínez,
Alonso y Gezuraga, 2013), junto con generar la posibilidad de un espacio de
formación en valores para los estudiantes (Jouannet, Salas y Contreras, 2013). De
esta forma, la acción formativa basada en el servicio transforma y da sentido a los
aprendizajes activos, promoviendo la solidaridad (Puig, Gijón, Martín y Rubio,
2011). Para la implementación de esta metodología se requiere del diseño de un
curso que posicione la reflexión como un eje articulador del proceso de
aprendizaje. Se debe permitir que los estudiantes antes, durante y después del
proceso, comprendan todos los aspectos que envuelven su intervención en una
determinada comunidad, al mismo tiempo que favorece la resignificación de la
intervención desarrollada. La metodología impele al estudiante a relacionar los
contenidos del curso con la experiencia de servicio, formular preguntas, proponer
teorías y planes de acción y expresar sus ideas (Jouannet, Salas y Contreras,
2013)
Las metodologías expuestas son solo una muestra, de aquellas que el docente
puede considerar en la planificación de la enseñanza. Cualquiera de éstas
suponen una invitación a que los estudiantes actúen de manera activa en función
de los propósitos definidos para el curso, teniendo claridad de éstos (Webster,
Chan, Prosser y Watkins, 2009), por lo que la planificación adquiere un rol muy
relevante, ya que permitirá definir aquella propuesta más adecuada en función de
los propósitos formativos, que sea desafiante para los estudiantes y que se pueda
implementar según las condiciones de contexto en que se encuentre el docente
(Fernández, 2006).
LAS TIC COMO APOYO A LAS METODOLOGÍAS ACTIVAS
Las TIC se insertan de manera exitosa en la educación cuando van de la mano
con cambios metodológicos que promueven la participación activa de los
estudiantes. Durante los primeros años de utilización de las TIC, los proyectos se
centraron en la innovación técnica para crear entornos de aprendizaje basados en
la tecnología, ahora el foco es el alumno mismo, así como la metodología (Salinas,
2004). Las TIC se conciben como instrumentos de apoyo y mejora de las formas
de ayuda educativa a los estudiantes, y de promoción de sus capacidades de
aprendizaje autónomo y autorregulado (Coll, Mauri y Onrubia, 2006).
De esta manera, el advenimiento de las TIC no implica necesariamente la creación
de nuevas metodologías, sino que las ya existentes se potencian a partir de las
posibilidades que ofrecen las TIC de búsqueda y acceso a información, interacción
y colaboración, ampliando así la clase más allá de las fronteras del aula. Para
Mason (1998), la utilización de las TIC abre nuevas perspectivas respecto a una
enseñanza mejor, apoyada en entornos en línea cuyas estrategias son prácticas
habituales en la enseñanza presencial, pero que ahora son simplemente
adaptadas y redescubiertas en su formato virtual. Por lo tanto, existe una serie de
técnicas que facilitan la implementación de metodologías activas a través del uso
de TIC (Salinas, Pérez y De Benito, 2008). La Tabla 2 muestra para diferentes
técnicas, propuestas de metodológicas basadas en el uso de TIC.
Tabla 2 Metodologías para el trabajo en red