Coordinando Grupos
Coordinando Grupos
Coordinando Grupos
Para pensar los grupos centrados en una tarea, propongo servirnos del texto freudiano: El
malestar en la cultura (1929).
“¿Por qué es tan difícil para los seres humanos conseguir la dicha?”, se pregunta Freud en
ese tratado sobre la felicidad y las complejidades del alma humana (1). A veces en la
apresurada inquietud de encasillar u texto-en este caso con el título de “texto social” -(2),
se olvidan las preguntas importantes. ¿O acaso no nos ocupamos de los problemas con la
felicidad de quien acude a la consulta y, de alguna manera, de quien se reúne en grupos
con otros?
El ser humano sufre un mal estructural, nunca busca exactamente lo que busca; entre el
placer buscado y el placer encontrado hay una ineludible distancia y solo serán fugaces los
momentos de felicidad…solo instantes. Siempre queda un resto y no se logra la armonía
tan buscada. Entre el placer buscado y el encontrado jamás hay adecuación, nunca se
encuentra exactamente lo que se busca, y lo que cada uno haga con esta diferencia marca
su posición en la vida.
El ser humano llega a la vida desamparado, y Freud llama “naturaleza” al mundo hostil al
que se enfrenta, y “cultura” a todo aquello que busca bordearlo. El malestar tiene que ver
con lo real del cuerpo, el paso del tiempo, la enfermedad, la muerte de los seres queridos,
los imponderables, todo aquello que, aunque la cultura intente velar, nunca logra hacerlo
del todo, siempre queda un resto.
1- Dice J. Strachey en la introducción del texto de Amorrortu: “El título que inicialmente
había elegido Freud fue “La felicidad en la cultura” pero más tarde Freud reemplazo
felicidad por” malestar”.
2- Los grupos están inscriptos en lógicas colectivas, pero no se explican por ellas. Psicología
de las masas y análisis del yo, El yo y el ello, El porvenir de una ilusión y El malestar en la
cultura están inscriptos en la línea de los textos sociales de Freud, con lo que en una época
se diferenciaban de los escritos teóricos y los técnicos
De tres fuentes proviene el “penar”: la fragilidad de los cuerpos, la hiperpotencia
de la naturaleza en la furia de su impredecible fuerza destructora y la insuficiencia
de las normas que regulan los vínculos recíprocos, o sea el vínculo con “otros”
también trae malestar; las normas que nosotros mismos hemos inventado,
paradójicamente no nos protegen. Ya en 1929 Freud anuncia a la humanidad que
estar con otros no es fácil. Hay algo ingobernable e inexorable, con la misma fuerza
de los fenómenos de la naturaleza, que recorre nuestro psiquismo. Pero en el
mismo vínculo con otros- nos anticipa el maestro- hay a la vez una salida posible.
En la compleja temática del malestar en la cultura queda planteado un
irremediable antagonismo entre la pulsión y las restricciones de la civilización.
La vida desengaña, duele, y para soportarla, hay diferentes salidas: la enfermedad,
el síntoma, la soledad, las adicciones, las “actividades científicas” o las religiones,
que operan, según Freud,” gracias a un infantilismo psíquico insertando al sujeto
en un delirio de masas y señalando el mismo camino para todos” (3).
Pero “(…) hay por cierto otro camino, un camino mejor: como miembro de la
comunidad (..)se trabaja con todos por la dicha de todos”, o sea ante el malestar,
en vez de salir enfermantes, el trabajo con otros. Subrayo el verbo trabajar; en u
pie de página Freud ubica el trabajo como un modo de inserción en la comunidad,
vía posible de una pasajera e incompleta- pero no por eso despreciable- felicidad, y
plantea una cuestión teórica no poco relevante que es el valor del trabajo en el
destino de los componentes agresivos, eróticos y narcisistas.
A veces, antes el vacío, el misterio, lo que duele, buscamos inmediatamente
reparar y llenar la falta, embriagándonos para adormecernos y nombrar
rápidamente lo que es innombrable, o en cambio nos enseña Freud: los posibles
“caminos de la creación, con otros”.
“El arte, la creación o, en cambio, las formas patológicas como síntomas y
adicciones son salidas posibles para el sujeto””. (Los tóxicos producen cambios
químicos que dan placer inmediato, nos previene Freud). Y, como no podría ser de
otra manera, nos anuncia una salida posible para el ser humano: la sublimación.
El malestar paradójicamente, puede ser el punto de partida de la insatisfacción y el
padecimiento, o, a la vez, causa para la creación. El vínculo con otros, como fuente
del malestar a la vez que salida posible, y los caminos de la creación como vía para
hacer algo no enfermante con el malestar inexorable, son dos ideas fuertes en la
lógica para trabajar con grupos centrados en la tarea, tal como lo propondré a lo
largo de este libro. Freud se pregunta por la felicidad y nos enseña: la dicha (…)
“solo es posible como un fenómeno episódico, de vez en cuando”. “Ser felices”, el
programa del principio del placer, pareciera irrealizable. Discernir la dicha posible