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Cedrruti Historia de La Memoria

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Entre la fetichización y el duelo

La historia
de la memoria
por Gabriela Cerruti
fotografías Fernando Gutiérrez

Distintos relatos se fueron sucediendo en estos 25 años para explicar que pasó, por qué pasó y cuál fue la natura-
leza de víctimas, victimarios y cómplices. Pero al proceso de elaboración de la historia reciente aún le falta la
necesaria reflexión sobre cómo es la sociedad en la que el terrorismo de estado fue posible.

La melancolía de los sobrevivientes inundó las calles y las nos en el momento post-trauma: un post que seguirá eter-
plazas de nuestro país este marzo. Como si apenas ayer namente pospuesto hasta que no admitamos la centralidad
hubiéramos escapado del infierno. de la cuestión del terrorismo de estado y la represión para
Yo ví a Estela Carlotto llorar bajo la lluvia del 24 de marzo la historia de la sociedad argentina en este siglo.
como si acabaran de arrancarle a su hija Laura. Pero Guido,
el nieto que busca, el bebé de aquella panza, hoy debe Primera etapa. La teoría de los dos demonios
ser un hombre de 25 años. Con la llegada de la democracia fue la revulsión. La sensa-
¿Por qué esta herida cada vez más abierta? ¿Por qué esta ción de una irrealidad que se imponía como real: lo inve-
falta de sosiego, esta imposibilidad del pasado para quedar rosímil vuelto cierto. Relatos tenebrosos, la descripción
atrás? del mal y del horror, la ruptura brutal de un silencio.
Algunos encuestadores señalan sus números y declaran: la El fin de la dictadura en la Argentina, enmarcada en lo que
gente está preocupada por el trabajo, la seguridad y la edu- Guillermo O’Donnell llama los finales “por colapso”, se trans-
cación. Los derechos humanos no son un problema. Y se mitió como forma, como discurso, a toda la sociedad. Cada
miran perplejos entonces cuando recurrentemente el tema uno tuvo su propio, personal colapso frente a esa abrupta
estalla, y aparece en la primera plana de las informaciones, caída de los velos, los telones, las pantallas. En un último
y moviliza un sinnúmero de gente, y se abren nuevas cau- atentando contra la sociedad, la dictadura se desmoronó
sas judiciales, y los jóvenes preguntan por la cuestión como sobre ella, hasta casi asfixiarla con esos escombros.
si ellos hubieran sido protagonistas de un tiempo en el En medio del ruido, de la gritería, de los relatos, de las imá-
que aún no habían nacido. genes, era necesario encontrar un discurso social que inte-
¿Es que tal vez no realizamos todavía, como colectivo, el grara, que tranquilizara, que pusiera cierta dosis de racio-
duelo necesario? Ese trabajo de acompasamiento del len- nalidad y consuelo.
guaje y el silencio, de reconocimiento del drama y de acepta- El discurso medio, el discurso acordado, no es ni el más ver-
ción de la pérdida que implica el duelo. Un trabajo de refle- dadero ni el más cierto: sólo el más tolerable. Los discursos
xión y elaboración que nos devuelva los trozos perdidos de acordados son, por eso mismo, fruto de una negociación.
nuestra identidad y nos reúna en la solidaridad de la memo- Como en cualquier negociación, son los extremos los que
ria. pierden. Y también la verdad, si se encontraba en boca de
Ese trabajo de duelo que nos permitiría finalmente instalar- alguno de esos extremos.

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Esa narración común que encontró la sociedad argentina en – Es notoria la ausencia del tema Malvinas del discurso de
aquel momento es la que se popularizó como “la teoría de esta etapa. La guerra de Malvinas y el apoyo activo de la
los dos demonios”. Sus componentes fundamentales fueron: población, los políticos, los sindicalistas y empresarios, a la
– Hubo una guerra entre dos grupos armados, los terro- dictadura fue acallado y ocultado como esas familias que
ristas y las Fuerzas Armadas. La sociedad argentina fue la esconden una vergüenza y se solidarizan en ese secreto.
espectadora y víctima de estos fuegos cruzados.
– Hubo víctimas inocentes de uno y otro lado. Es más: las Autores clásicos en la teoría de la memoria colectiva como
víctimas fueron esencialmente inocentes. Halbwachs1 y Bartlett2 coinciden en señalar que el proceso
Dos casos paradigmáticos se convirtieron en emblema: el de de formación de la memoria colectiva tiene dos componen-
la joven sueca Dagmar Haghelin y el de la “Noche de los tes esenciales: las bases institucionales de la memoria y la
lápices”. En los dos casos, los relatos simplificaban la escena. dinámica social del recordar. Bartlett sostiene además que
En el primer caso, la historia conocida popularmente refiere existe en esta dinámica un primer momento de “acuerdo”
a una joven sueca, adolescente, rubia, que está visitando a en que se produce una nivelación (leveling), el encontrar
una amiga y es matada a sangre fría por un marino, Alfredo unos puntos básicos, medios, que para nadie resultan tan
Astiz. En el segundo, un grupo de jóvenes estudiantes secun- molestos ni traumáticos, un camino que hay que recorrer
darios caracterizados como casi niños que no entienden de para llegar luego a la acentuación (accentuation) de los
política, cantan canciones de Sui Generis y piden por el boleto recuerdos y finalmente la asimilación (assimilation) y con-
estudiantil son secuestrados, torturados y asesinados. Cuando vencionalización (conventionalization) de la experiencia para
se trataba de contraponer a estas víctimas inocentes las ser transmitida ya de generación en generación.
del otro “sector”, se mencionaba a Paula Lambruschini,la hija Este encuentro de nivelación se dio en la teoría de los dos
de un jefe de la Armada asesinada en un atentado contra su demonios. El Nunca Más, como relato y como expresión,
padre. fue el acuerdo básico para salir del colapso.
– Hubo jefes con autoridad y por lo tanto culpa, en La dinámica social se gestó sobre un contexto institucio-
ambos lados. Y hubo subordinados en el sector militar y nal, político y económico. El estado actuó para poner esta
“perejiles” entre los terroristas. En ambos casos, estos fue- impronta: fueron los decretos de juzgamiento a las cúpulas
ron casi victimizados. Los subordinados “debieron” ejecu- de las Fuerzas Armadas y de las organizaciones armadas fir-
tar las órdenes. Los “perejiles” fueron mandados al combate mados por el presidente Raúl Alfonsín apenas asumió el
engañados, casi contra su voluntad, mientras sus jefes se poder los que enmarcaron institucionalmente la teoría de
exiliaban en el exterior. los dos demonios. Si el presidente Raúl Alfonsín estaba dando
– La sociedad en su conjunto fue también víctima: del expresión a un sentimiento colectivo o si estaba dándole
engaño, en este caso. Una sociedad harta del caos a que forma es un punto a elaborar.
había llevado el país el peronismo, pidiendo sólo la pacifi- La teoría de los dos demonios tendrá su puesta en escena
cación, sin saber nada de lo que estaba sucediendo. durante el Juicio a las Juntas, en el que fue sostenida por
– La resistencia estuvo en manos de los familiares de las los fiscales y en el que se trató de probar los “excesos”
víctimas, fundamentalmente de las Madres de Plaza de Mayo. cometidos durante la “guerra sucia” por los militares– y en
Esto explica también que la “sociedad” en su conjunto no el informe de la Comisión Nacional por la Desaparición de
supiera nada de lo que sucedía. Los únicos involucrados Personas, que comienza con un prólogo de Ernesto Sábato
en algún tipo de resistencia fueron los “afectados”. Una expli- condenado los terrorismos de cualquier extremo.
cación corriente era entonces “yo no sabía nada, no Pero si estas fueron sus bases institucionales, lo cierto es
conocí a nadie que...”. En este marco, aún quienes habían que se fue construyendo en múltiples relatos sociales que
participado en alguna forma de resistencia por mandato confluyeron por esos días.
de conciencia –muchos de ellos incluso dentro de los orga- La película La Historia Oficial y el libro, luego película, La
nismos de Derechos humanos–, pero que no tenían lazos Noche de los Lápices, contienen buena parte de estos ingre-
de sangre con las víctimas tuvieron menor presencia pública. dientes. Las producciones artísticas, intelectuales, de una
Una forma también de reivindicar a esas madres a quienes sociedad están siempre a la altura de ella. Esto es: las pelí-
se había perseguido durante la dictadura, se había estigma- culas no son más edulcoradas ni lineales que el relato social
tizado y se había tratado de “locas” y, al mismo tiempo, contemporáneo sobre el tema. Una sociedad que no había
transformar ese mensaje para exculpar a quienes no habían querido ver, saber ni escuchar, necesitaba encontrar una
resistido: resistir no había sido una opción moral o racional, explicación razonable sobre lo que sucedió. Aún sobre su
sino un acto emocional, límite, producto del instinto materno. propia actitud.

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¿Se podía no saber lo que estaba sucediendo? ¿Cómo podía repitiendo durante los primeros meses de democracia el
ser que yo no supiera? Era sin duda la pregunta íntima, bru- discurso del momento en que ostentaban el poder, sin haber
tal, de cada argentino. Sí, se podía, nadie sabía, fue la incorporado a su análisis el cambio en la situación polí-
respuesta-acuerdo social para poder dar un paso adelante tica y social que se había producido. El efecto es patético
en esa historia. El personaje de Norma Aleandro en La y aleccionador a la vez: ellos no había cambiado, era la
Historia Oficial viene a blanquear ese sentimiento: la esposa sociedad argentina la que había cambiado. Las mismas pala-
de un represor, de un torturador, era una mujer inocente bras dichas en otro contexto despertaban otra reacción.
que no sabía lo que estaba sucediendo. Era la representa- El 7 de febrero de 1984 por la mañana Jorge Rafael Videla
ción máxima de la sociedad argentina, que había confiado se sentó por primera vez frente al Consejo Supremo de las
amorosamente en los militares y había sido engañada, y Fuerzas Armadas. Con la misma parsimonia y seguridad con
traicionada. Y todos respiraron aliviados. La película ganó que hablaba en sus conferencias de prensa comenzó a rela-
un Oscar sumándole bendición institucional a la resolu- tar: “Esto, señores, en términos militares tiene una sola
ción y la sociedad argentina se convirtió en público de su denominación: la guerra. Una guerra impuesta por el ene-
propia tragedia. migo y,en su momento, aceptada, yo diría que aplaudida,
Alfredo Astiz es, tal vez, el personaje símbolo de esta etapa. por grandes sectores de la civilidad, sin cuyo concurso
Sus víctimas son las más buenas, las más inocentes, las ino- no hubiera sido posible la victoria militar lograda”.
cultablemente equivocadas: Dagmar Hagelin, las monjas Dos años después, cuando estaba concluyendo el Juicio a
francesas. Y él es el símbolo de la traición. No del asesino las Juntas la perplejidad se había transformado en indig-
por naturaleza, sino del traidor. Es un joven que podría ser nación.
el hijo de cualquier familia de clase media argentina, de bue- En su alegato ante al Cámara, el brigadier Basilio Lami Dozo
nos modales, rubio, que se infiltra en un grupo para trai- le dedicó varios párrafos a sus conciudadanos: “Es irracio-
cionar a las mujeres y entregarlas "con un beso". Una nal la actitud de la sociedad argentina cuando primero
imagen católica conocida por todos. El Angel Rubio, el Judas. manda a sus fuerzas armadas a la guerra y después, cuando
Queda sin embargo por saber si la sociedad argentina nunca disfruta de los beneficios de la victoria, se horroriza por
le perdonó a Astiz ese beso o que hubiera rendido sin pelear reales o supuestos excesos cometidos. Pienso que este jui-
en las Georgias, durante la guerra de Malvinas. cio, más que un proceso a los militares, debería serlo a la
veleidosa sociedad argentina”.
Quienes aparecen realmente desconcertados frente a este La sociedad argentina expresó su defensa a través del fis-
acuerdo social para condenarlos son los militares, que siguen cal Julio César Strassera: “Los acusados pretenden con-

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vertir a la sociedad argentina de víctima en cómplice. Como ción extrafronteriza terminó de derrumbarse con el fallo.
acabamos de demostrar, el Gobierno anterior no ordenó (...) Ahora bien, si quedó en claro que los argentinos no fui-
la represión ilegal y la sociedad nunca pudo aprobar lo rea- mos ‘derechos y humanos’, como quiso hacer creer un pri-
lizado porque nunca se le explicó lo que se hizo. La socie- mitivo y anónimo publicista de aquellos años, solo cabe infe-
dad argentina siempre fue engañada. Hasta el día de hoy la rir que la comprobación no cierra un debate, sino apenas
intentan engañar negando los hechos que ocurrieron. Si la una de sus etapas y que este tendrá una continuidad no
sociedad no sabía, mal pudo otorgar la aprobación a lo rea- menos significativa y quizás aún más incómoda que la ante-
lizado”.3 rior. No hay más que percibir en el fallo la ausencia de refe-
La idea de la “sociedad engañada” tanto como la idea de la rencias a la lucha que la sociedad debió haber librado
sociedad rehén en una guerra entre dos poderes militares, para impedir el horror para comprender que un examen glo-
lo que se conoció entonces como la Teoría de los dos demo- bal de responsabilidades es algo que tiene la fuerza de
nios esgrimida por el gobierno de entonces, intenta clau- una idea cuyo tiempo ha llegado".5
surar un debate fundamental: los crímenes de la dictadura No era el momento entonces para comenzar el examen glo-
no se podrían haber llevado a cabo sin la colaboración y el bal de responsabilidades.
silencio de las elites dirigentes tanto de la prensa como de
la iglesia, los partidos políticos y los empresarios y la indi- Segunda etapa. La teoría de la reconciliación nacional
ferencia o pasividad de buena parte del resto de la pobla- El silencio llegó, como durante la dictadura, de la mano
ción. del miedo. El miedo a la desestabilización de la democracia,
primero. El miedo al abismo producto de la hiperinflación,
Esta primera etapa del proceso de elaboración de lo suce- después. Una sociedad que había sufrido el terror como polí-
dido durante la dictadura estuvo cargada de tensiones, pro- tica de estado no necesitó que volviera a ponerse en mar-
vocaciones y hasta cierta dosis de euforia. El “show del cha una sofisticada maquinaria de control para aprender que
horror” desplegado en los medios de comunicación con la eso que sentía, que la paralizaba, que la convertía en una
apertura de las fosas comunes donde se encontraban cadá- fácil presa del poder, era miedo.
veres NN, el tono melodramático impuesto a las historias, Una sociedad rehén, vuelta sobre sí misma, aparentemente
el relato siempre en tercera persona, de lo que había suce- indiferente, dócil, incapaz de expresar lo que sentía.
dido a los otros, como si no tratara de un drama que nos Fueron una sucesión de meses entre el otoño de 1987 y prin-
atravesaba como sociedad, conspiró contra la reflexión. Los cipios de 1989 en que los peores fantasmas se desplegaron
pensamientos y las ideas fueron reemplazados por con- frente a la vista de los argentinos. Tres levantamientos cara-
signas, y al duelo se le anticipó la fetichización. pitandas, un intento de copamiento de un cuartel por
El sociólogo Eric Santner contrapone el trabajo de duelo parte de un grupo terrorista, saqueos violentos a super-
con el de “fetichización” del pasado. Tanto una como otra mercados y la amenaza de un estallido social, la estam-
son respuestas a la pérdida4. Pero mientras aquel es el pro- pida del dólar y la hiperinflación. Imágenes conocidas que
ceso de aceptación y elaboración del trauma, la narración volvieron a desatar los miedos más primitivos y ancestra-
fetichista simplifica, estimula la sensación del ser intacto. les, y los más conocidos y cercanos.
“Para distinguir entre el duelo y el fetichismo, es necesa- Sin índices por los cuales jerarquizar los peligros, sin sabe
rio tener en cuenta que uno puede reconocer el hecho de exactamente cuál era el límite entre lo real y la fantasía, la
que un evento ha existido, es decir que sucedió, y todavía sociedad argentina vivía confrontada a la tarea imposible de
seguir sin hacerse cargo del impacto traumático del evento”. instrumentar acciones para protegerse de un posible ataque
El día después de que la Cámara Federal dictara su senten- sin conocer al enemigo.
cia a los ex comandantes, el periodista Oscar Cardozo escri- La dictadura argentina hizo de los miedos individuales un
bió una análisis político cuyos puntos centrales son los arma de control político. El miedo al caos, a la soledad, a la
siguientes: “Para la sociedad argentina, el lunes último arbitrariedad, fueron transformados en consenso hacia un
–cuando se conoció el fallo de la justicia federal en el caso estado de terror que, bajo una apariencia de control, orden,
de los nueve miembros de las ex juntas militares–fue mucho justicia, enmascara todos los desórdenes. En un ensayo titu-
más que la ‘jornada histórica’ que definió el lugar común lado Los efectos psicológicos de la represión, León Rozitch-
de los comentarios. Fue el día en que la historia reciente ner escribió que la principal consencuencia, buscada, de los
consolidó su existencia en la superficie de la conciencia estados de terror es “ahondar en el ámbito nuevo de la paz
colectiva. (...) Esto es, el pasado efectivamente existió, y la política el temor que se prolonga en ella y que la circunda,
concepción que durante los años del régimen miiltar pero ahora pacificado, como si no estuviera”.
quizo hacer creer a los argentinos que en realidad nada La atomización de la sociedad, la destrucción de la esfera
sucedía en sus días y en sus noches y que el dolor y la san- pública y la arbitrariedad del peligro y del castigo formaron
gre eran apenas producto de una nunca definida conspira- parte de los mecanismos de control del terrorismo de estado,

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así como la delgada línea entre el secreto que rodeó a los nos viven entonces inmersos en un tiempo sin tiempo, en
campos de concentración y, al mismo tiempo, la filtración un presente eterno en que no se puede recordar el pasado
de informaciones que servían para aterrorizar a la pobla- ni planificar el porvenir. La gente está asustada de perder
ción. un mapa cognitivo que les permita estructurar sus posibili-
Los reflejos crecidos o fortificados durante aquel estado de dades en tiempo y espacio. Todo es posible, todo puede
terror volvieron a aparecer apenas las imágenes de ese suceder. Se monta entonces la doble cara del pánico: no
pasado de caos, de la violencia, del enfrentamiento, vol- sólo parálisis de la voluntad sino también fascinación. El
vieron a la superficie. Los levantamientos carapintadas y el poder, el estado, es el único que puede salvarnos del
discurso del gobierno de entonces y de los medios de comu- caos. Y, al mismo tiempo, es el que nos amenaza. Terror y
nicación acerca de los peligros de desestabilización y vuelta sumisión, caos y regimentación.
al pasado fueron el prólogo para la sanción de las leyes de En su estudio sobre el Holocausto, Bruno Bettelheim lo plan-
obediencia debida y punto final. El ataque guerrillero al tea así: “Para la integración de una persona puede resultar
regimiento de La Tablada de enero de 1989 y el estallido completamente demoledor ver que el sistema de creencias
social de febrero de ese año reforzaron la sensación de caos en que se basa dicha integración y que lo protege contra la
e inestabilidad. angustia ante la muerte, no sólo deja de cumplir su come-
La sensación abismal creada por la hiperinflación sólo coroló tido sino que, peor aún, se dispone a destruirla psicoló-
estos sentimientos. La imposibilidad de predecir las míni- gica y físicamente. Entonces uno siente que ya no queda
mias instancias de la vida cotidiana, la aniquilaciónde la nada capaz de ofrecer protección”.6
capacidad de compra, de ahorro, de organización de la pro- La desesperada y radical experiencia de no conectarse con
ducción, hicieron estallar la esfera pública y privada. los códigos manejados por el resto de la humanidad, de no
Una vez más, como durante la dictadura, la sociedad argen- poder predecirla reacción de los otros frente a los propios
tina amaneció arrinconada, incapaz de reaccionar, sumisa actos y de no poder entender la lógica del sistema en que
ante los dictados de un estado que se le ofrecía como la un individuo está inmerso. Aquello que Hannah Arendt sin-
única posibilidad de salir de la crisis. Un estado que una tetizó al señalar que en esas condiciones el hombre está
vez más le ofrecía soluciones pero le exigía a cambio que solo. Mucho más que solitario, mucho más que aislado: solo,
nadie pudiera controlarlo, y que nadie pudiera opinar sobre sintiendo que las raíces que lo unían a su tierra o los lazos
sus métodos. de pertenencia a una sociedad se desbarataron por com-
No hay mayor terror que el que produce la aniquilación de pleto.7 Las reglas mínimas de pertenencia a la sociedad
la capacidad de predicción y de anticipación: los ciudada- humana dejaron de existir.

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Sobre el silencio y el miedo, ante la amenaza de la “diso- un afuera de la sociedad argentina: aquel que recordaba,
lución nacional”, el estado generó una nueva narrativa: la aquel que tenía nostalgia, estaba en la “vereda de enfrente”,
teoría de la reconciliación nacional. El pasado era el con- era parte de la “máquina de impedir”, era parte de la vereda
flicto, el pasado era el caos, el pasado era el atraso. Había del No.
que dejarlo atrás para poder avanzar. En ese dejar atrás el Hubo una plaza fundamental en esta historia de la memo-
pasado se involucraban antinomias políticas, garantías cons- ria: es la del domingo 30 de diciembre de 1990. El 29 de
titucionales y derechos adquiridos. diciembre se conoció que el presidente Carlos Menem había
Los indultos firmados por el presidente Carlos Menem en firmado un día antes los indultos para los ex comandantes
octubre de 1989 y diciembre de 1990, el desfile de reivindi- militares y para algunos guerrilleros. La tapa del diario Página
cación de los militares en julio de 1990, la “misa de recon- 12 se convirtió en un virtual vocero: apareció en blanco. Los
ciliación nacional” organizada por la iglesia cómplice durante organismos de derechos humanos convocaron para ese día
la dictadura junto a la cúpula de los Montoneros y las Fuer- en la Plaza de Mayo. Casi como si el reloj hubiera retroce-
zas Armadas, fueron la otra cara de la moneda de la teoría dido diez años, no fueron muchos los que se congregaron
de los dos demonios. Había habido una guerra entre dos en la Plaza. Un año atrás, en la primer movilización con-
grupos armados. Ahora se reencontraban y se reconciliaban. vocada contra el indulto, más de doscientas mil personas
Pero la etapa de los primeros cinco años del menemismo en desfilaron por las calles de Buenos Aires. Esta vez, era un
el poder fue mucho más que la “nada”, el silencio o la supre- grupo reducido, dolorido, sin fuerzas. Deambulaban de un
sión de los relatos sobre lo que había sucedido durante la lado a otro, desconcertados, golpeados, desolados. En silen-
dictadura. Fue un intento deliberado por construir el olvido. cio. Ni un cántico se escuchó. Ni un insulto. La inmensa con-
Pero el olvido no sólo de los crímenes de la dictadura: fue goja se transmitía en silencio.
un intento por suprimir la memoria de los ideales de parti- Las encuestas publicadas por los medios de comunicación
cipación política, resistencia a la opresión y defensa de los señalaban que el ochenta por ciento de la población estaba
valores sociales que se transmitieron durante este siglo de en contra de esa medida. Sin embargo, la aceptaron resig-
generación en generación. El discurso menemista en el poder nados, sin una protesta. Algunos meses después iban a votar
no intentó sólo acallar las voces que reclamaban recordar masivamente a ese gobierno que había liberado a los mili-
lo sucedido en la década del setenta, sino que comenzó a tares torturadores pero estaba dominando la inflación.
estigmatizar a todo aquel que, simplemente, intentara recor- Durante finales de la década del ochenta y los primeros años
dar. de la del noventa, la sociedad argentina parecía enferma de
Se construyó entonces, una vez más, un “otro”, un enemigo, amnesia. Como durante los años de la dictadura, eran sólo

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“El discurso menemista en el poder no
intentó sólo acallar las voces que reclama
ban recordar lo sucedido en la década
del 70, sino que comenzó a estigmatizar juntaron, nadie sabe bien cómo ni dónde, y de repente están
a todo aquel que intentara recordar. Se allí, reclamando justicia: fueron a entregarle a los jueces de
construyó entonces, un otro, un enemigo, la nación habeas corpus pidiendo algún dato que les per-
un afuera de la sociedad argentina: aquel mita reconstruir la suerte seguida por sus padres.
que recordaba, aquel que tenía nostal- Las Madres de Plaza de Mayo decidieron acompañarlos “por-
gia, era parte de la vereda del No.” que son nuestros nietos y no tienen a sus padres para guiar-
los”, pero no están de acuerdo. Ellas ya no creen en la jus-
los organismos de derechos humanos los que seguían con ticia. Ellos sí. Reclaman justicia, y más: desde hoy se lla-
su prédica. Los que volvían a la Plaza de Mayo cada jueves marán H.I.J.O.S.: hijos por la identidad y la justicia contra el
acompañando a las madres, los que se reunían cada 9 de olvido y el silencio.
diciembre en la Marcha de la Resistencia, los que recorda- El aniversario por los veinte años del golpe militar y la apa-
ban el 24 de marzo. Los que continuaban con sus presen- rición de HIJOS en el escenario social argentino marcó un
taciones ante organismos internacionales, los que buscaban punto de inflexión en la arena de los derechos humanos.
resquicios en los tribunales para seguir adelante con algu- Al reclamo de justicia que venían sosteniendo las diferen-
nas causas. Las Abuelas de Plaza de Mayo continuaban bus- tes organizaciones se sumaron los de la búsqueda de la ver-
cando a sus nietos. En Francia condenaban a Astiz por el dad y la construcción de la memoria colectiva.
secuestro de las monjas francesas. En la Argentina, Astiz bai- Un inusual “boom” de memoria comenzó a tomar forma. Las
laba en las discotecas de moda. Caras, la revista emblemá- “caras” que representaron las luchas reivindicativas de la
tica del momento, daba cuenta de ello: diciembre de 1993. década del 80 dejaron su lugar a nuevos rostros y nuevas
Una fotografía de Astiz bailando en una discoteca. El epí- voces. Los hijos de los desaparecidos irrumpieron en los más
grafe decía que Astiz todavía tenía “la cara de ángel, bien diversos ámbitos y escenarios: en la televisión, en las revis-
conocida en todo el mundo”, que le gustaban las adoles- tas, en la universidad. Eran modelos, futbolistas, jóvenes
centes “porque no pueden reconocerlo fácilmente”, que era profesores. Algunos hablaban del tema con serenidad y
“implacablemente seductor” con ellas, que “todos sus movi- firmeza. Otros con fiereza.
mientos son precisos, puede siempre calcular y anticipar Junto a sus palabras, otros discursos comenzaron a apare-
lo que su presa está por hacer” y que “es un cazador que cer: las “confesiones” de los torturadores, los ejecutores, la
se resiste a dejar las armas”. ¿Una ironía? “Sin ninguna refe- autocrítica de algunos jefes militares. El relato del horror
rencia real o sin información acerca del hombre, de su pasado hecho no ya por las víctimas como en los primeros años
y sus crímnes, no es una ironía, es claramente ocultamiento”, de democracia sino por los victimarios.
escribió Martín Granovsky en Página 12. En febrero de 1995 un oficial retirado de la armada, Adolfo
Las caras de Videla, Massera, el mismo Astiz, habían apa- Scilingo, confesó al periodista Horacio Verbitsky detalles de
recido en los diarios o la televisión en aquellos días del los llamados “vuelos de la muerte”,8 los vuelos llevados ade-
indulto. Pero ya nadie se acordaba de ellos. Podrían haber lante por las Fuerzas Armadas en que prisioneros vivos eran
ingresado a una clase de un colegio secundario, y no los tirados al Río de La Plata. La confesión del torturador publi-
hubieran reconocido. Era diciembre de 1994, y la sociedad cada en El Vuelo alcanzó un tremendo impacto mediático:
argentina parecía dispuesta a sepultar la historia reciente en fue propagada por radio, televisión y prensa escrita, otros
el olvido. torturadores se sumaron con más confesiones. La situación
alcanzó su climax cuando el jefe de las Fuerzas Armadas en
Tercera etapa. El boom de la memoria ese momento, general Martín Balza, decidió hacer una auto-
Son más de cien antorchas encendidas que entibian el aire crítica pública y pedir perdón por los errores cometidos.
de una madrugada de otoño en Buenos Aires. Están en manos En algunos meses, la agrupación HIJOS había alcanzado noto-
de unos cuantos jóvenes y algunas viejas, que las menean rio protagonismo, varias cámaras federales habían abierto
en alto para iluminar el frente oscuro del Palacio de Tribu- causas para investigar los crímenes cometidos, y la cuestión
nales. Ellos tienen veinte, treinta años. Hay hippies y había vuelto a ser un tema cotidiano en la prensa. ¿Fue todo
punks tardíos, hay atildados y modernos. Las viejas llevan gracias a la confesión de Scilingo? O la repercusión que tuvo
pañuelos blancos rodeando sus cabezas. A ellas se les su confesión se debió a que existía un clima previo, latente,
nota la furia. A ellos, la melancolía. que provocó el estallido. Los integrantes de HIJOS admiten
Amanece el 24 de marzo de 1996 en Buenos Aires. Los hijos que si bien venían trabajando y reuniéndose desde tiempo
de los desaparecidos durante la dictadura militar que antes, la difusión mediática del tema los llevo a aparecer
asoló al país entre 1976 y 1983 irrumpen en la historia. Se más, y eso a recibir más apoyo, más llamados de hijos

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“Durante finales de la década del ochenta
y los primeros años de la del noventa,
la sociedad argentina parecía enferma de
de desaparecidos que querían sumarse, a darle una diná- amnesia. Como durante los años de la
mica propia. Varios jueces de las cámaras federales que dictadura, eran sólo los organismos de
pidieron preservar su anonimato admitieron que tenían derechos humanos los que seguían con
las causas preparadas en sus juzgados, que venían traba- su prédica.”
jando hacia años y que entonces se sintieron con el res-
paldo de la opinión pública necesaria como para hacerlo. La evolución del tema en este último período tuvo además
Sin duda la irrupción de Balza, con lo que significa el estado otras características que lo diferenciaron también de aque-
haciéndose cargo del tema, le dio un carácter y un cariz llos primeros años posteriores a la dictadura.
impensando. ¿Era el momento para que esto sucediera? =.La narración del tema puso en primer plano la búsqueda
¿Hubiera sucedido de todas maneras? ¿La sociedad de la verdad sobre el destino final de los desaparecidos,
argentina estaba, por fin, dispuesta a escuchar? ¿O el tema incluyendo en esta reconstrucción de la verdad la vida y la
irrumpió, a su pesar, fruto de la maldición histórica, de la militancia de las víctimas. No se trataba ya de jóvenes ino-
incapacidad para haber realizado el duelo? centes, sino de militantes con un proyecto, una participación
El resurgimiento del tema a partir de 1995–1996 no sólo se política y cierto grado de opciones. Esto se plasmó de
manifestó en la amplitud con que volvió a ser registrado diferentes maneras. Por una parte, al ser los hijos quienes
por los medios de comunicación y en la inusual producción comenzaban a hacerse cargo de reivindicar a sus padres,
de filmes, documentales, libros, monumentos, movilizacio- lo hacían con el concepto global de persona: padre, mili-
nes. Tuvo su clara expresión en la justicia al dar inicio a dos tante, revolucionario, trabajador, haciéndose cargo de sus
tipos de causa que en unos años llevarían nuevamente a los múltiples facetas. Por otra parte, una cantidad de produc-
militares a prisión: los juicios por la Verdad, en los que fami- ciones literarias, de cine, o en los medios de comunicación,
liares de desaparecidos interrogan al estado sobre la suerte comenzó a dar cuenta de la historia de las organizaciones
de las víctimas y el estado, reconociéndoles el derecho a armadas o los grupos militantes antes del golpe de 1976.
la verdad como parte de la identidad, dio lugar a esas cau- – A medida que creció el núcleo de los interesados en la
sas. Y las que propulsaron las Abuelas de Plaza de Mayo cuestión, el núcleo de los "recordadores" o de los actuantes,
en contra de los jefes militares como culpables de un plan comenzaron las disputas por la legitimidad de las voces. La
sistemático de apropiación de menores nacidos en campos vieja y casi doméstica disputa dentro de los organismos de
de concentración que luego eran entregados a familias de Derechos Humanos entre "afectados" y "de conciencia" se
militares deseosos de adoptar un niño. En los dos casos, amplió ahora a muchos otros círculos. ¿Quién posee la legi-
para otorgar legitimidad a causas abiertas veinte años des- timidad para hablar en nombre de? ¿Quién tiene autoridad
pués de ocurridos los hechos, y no habilitar el recurso de para decidir las formas y los usos de la memoria? ¿Es la san-
prescripción, se basaron en la continuidad en el tiempo gre un vehículo de legitimidad? ¿Es el único? La aparición
de los delitos: la desaparición, por un lado, y la pérdida de incluso de los académicos interviniendo en el debate
identidad, en el caso de los menores apropiados por los amplificó estos dilemas. La memoria como tema de estudio
militares. puso en conflicto la estructura de los organismos.
A esto iba a sumarse la apertura de causas en el extranjero – Lo mismo se registró entre los sobrevivientes y ex mili-
para juzgar el genocidio argentino, impulsadas en muchos tantes. ¿Sólo los ex militantes pueden contar su historia? ¿Es
casos por exiliados, familiares de las víctimas y organismos una herejía intentar discrepar con una visión de la historia
de derechos humanos y, en otros, por gobiernos extran- que, como todas es sin duda mezquina, parcial, personal?
jeros. En algunos años, a las causas abiertas para juzgar La nueva etapa marcó también el inicio de nuevas búsque-
a los militares argentinos iba a sumarse la detención del das y nuevos dilemas.
dictador chileno Augusto Pinochet en Londres, su traslado – La búsqueda de archivos y papeles, la necesidad de comen-
a Chile y la apertura del debate en la sociedad chilena. zar a preservar, la necesidad de guardar los testimonios y
En estos años, la cuestión de los bebés apropiados pasó a los relatos.
tener un protagonismo fundamental. No sólo porque fue el – La proliferación de marcas urbanas: placas en los cen-
motor de la causa por la que volvieron a estar presos los tros clandestinos de detención, recuperación de espacios
dictadores que habían quedado en libertad por el indulto, para la memoria, construcción de monumentos.
sino también por el éxito en la búsqueda llevada adelante – La aparición de nuevos dilemas: la vida diaria en los cam-
por las Abuelas de Plaza de Mayo. En un solo año, el 2000, pos de concentración, la cuestión de género, la tortura como
encontraron seis adolescentes que habían sido apropia- forma de deshumanización, el rol de los medios de comuni-
dos cuando bebés. cación para la eficacia del terrorismo de estado.

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¿Por qué veinte años después? En su análisis sobre la evolución de las memorias de la gue-
Como la mayoría de los procesos históricos, aunque tenga rra civil española, Pennebaker y Banasik sintetizan en tres
sus singularidades, no es una originalidad argentina. Hay ya hipótesis las corrientes existentes alrededor de las razones
una extensa bibliografía que intenta desentrañar por qué en para este necesario lapso de entre veinte y treinta años hasta
diversos países del mundo, distintas sociedades, han nece- que comienzan a sucederse las memorizaciones públicas.10
sitado veinte años para volver sobre una tragedia, pensarla La primera de estas hipótesis sostiene la idea de que hay un
y convertirla en un hito histórico. determinado período en la vida, esto es entre los doce y los
Debieron pasar veinte años desde el asesinato de JF Ken- veinte años, en que los eventos públicos afectan más la for-
nedy en Dallas para que esta ciudad abriera su archivo y mación de nuestra identidad.
museo, y el mismo período transcurrió en Memphis hasta La segunda que, en realidad, complementa la primera,
que los ciudadanos fueron capaces de rendir su homenaje contiene un argumento generacional: los monumentos se
a Martin Luther King. Fue recién hacia finales de los sesenta, construyen y las películas se filman cuando los individuos
cuando los jóvenes alemanes comenzaron a preguntarle a tienen el poder y los recursos para hacerlos. Esto es: cuando
sus padres "¿Y vos, qué hiciste en la guerra, papá?" y un aquella generación que fue marcada por estos eventos en
poco después, con la polémica historicista, que se instaló el su vida adolescente llega a tener el poder y los recursos para
debate público sobre la cuestión alemana. Es más: podemos procesarlos y transformarlos en hitos de memoria colec-
incluso sostener que fue recién en 1979, y como consecuencia tiva es entre veinte y treinta años después de sucedidos.
del debate instalado alrededor de una serie de televisión La última hipótesis relaciona este período con el tiempo que
americana, Holocausto, que la cuestión llegó a alcanzar es necesario para que se remueva lentamente el dolor y se
dimensión realmente masiva. pueda pensar en el tema sin las heridas abiertas.
El sociólogo Henry Rousso, autor de la más comprensiva Desde la psicología freudiana más clásica, otro argumento
historia de la memoria en Francia luego del regimen de Vichy viene a sumarse: las situaciones traumáticas vividas por
afirma en el mismo sentido:"Es desde los setenta que las los hijos a raíz de sufrimientos padecidos por sus padres
memorias de la ocupación han tenido una nueva dimensión. suelen permanecer latentes y sus síntomas afloran cuando
Cada año ha traído sus revelaciones, sus revivals, sus escán- los chicos alcanzan la edad que fue históricamente impor-
dalos y sus batallas sobre cómo debe ser recordado el tante para los padres. 11
pasado. Desde 1974, abierta y explícitamente las referencias Más allá del fundamental o relativo grado de influencia que
a los 40 han comenzado a ser una constante de la escena estos cuatro factores puedan tener en la experiencia par-
cultural".9 ticular de la Argentina, entiendo que la historia de la

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memoria durante el período de veinte años transcurrido estado: la dominación a través del miedo tiene consecuen-
desde la dictadura militar hasta lo que llamamos el "boom cias que se transmiten incluso de generación en generación.
de memoria" tiene sus raíces en hechos generados y aca- Pero, sobre todo, esta política fue continuada por los gobier-
ecidos durante el gobierno militar entre 1976–1983 y cuyas nos democráticos que apelaron recurrentemente a visiones
consecuencias marcan todavía hoy los procesos sociales abismales para poder llevar adelante sus planes de gobierno.
en el país. Por último, la actitud por lo menos pasiva o indiferente de
En primer lugar, la destrucción de la esfera pública, que vol- buena parte de la población y la complicidad activa de la
vió imposible la construcción de una narración sobre lo que clase dirigente y los medios de comunación con el accionar
estaba sucediendo y privó a los ciudadanos de lugares en de los jefes militares se expresó en la búsqueda de meca-
los cuales cotejar datos e información, salir de su soledad y nismos autoexculpatorios y necesitó el paso de algunas gene-
lograr sistematizar una visión global del aparato represivo. raciones para que el tema pudiera ser debatido con sere-
El aislamiento de los individuos, la ruptura de las redes socia- nidad y profundidad en un proceso que recién está empe-
les, el amordazamiento de cierta prensa y la complicidad de zando. No es menos cierto que la enorme dimensión del
otra, la destrucción del espacio público, atomizó a la socie- dolor y las heridas para aquella generación que fue prota-
dad, fragmentó los relatos y bloqueó la capacidad de enten- gonista, sea o no afectada directa, necesita del paso del
der la dimensión y sistematicidad de lo que estaba suce- tiempo para realizar el duelo necesario y poder convertirse
diendo. Algunos individuos tenían información aislada de en un relato social.
algunos hechos, pero muy pocos lograban reconstruir una
visión global del conjunto. Esto privó a la socieadad Aunque fascinante en sí mismo, el "boom de memoria"
argentina de un relato, de una narración y esa incapacidad que comenzó a partir de 1995 no podría ser comprendido
se prolongó mucho tiempo después de que la dictadura se si no lo analizamos como una estación en la historia de la
hubiera retirado. Entre otras razones, porque la reconstruc- memoria desde 1983 en adelante, con sus momentos de
ción de esa esfera pública demandó muchos años de cons- expansión y retraimiento, de exitación, calma y silencio. Olas
trucción de la libertad de expresión, el uso y goce de y niveles que seguramente continuarán evolucionando, cre-
derechos y garantías y el acostumbramiento a la libertad, la ciendo, teniendo momentos de silencio y amnesia, y momen-
diferencia, las voces disímiles.12 tos en que todo parece confluir hacia el pasado.
En el mismo sentido interfieren las consecuencias, durade- La memoria colectiva no existe pura, en un vacío, que se
ras en el tiempo mucho después de que la dictadura se retiró transmite de generación en generación. No existe siquiera
del poder, de la imposición del terror como política de una aproximación a una memoria única comparable a lo

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que conocemos como la verdad histórica. La memoria se monumentos y memorials, las decisiones del estado y la
transmite a través de vehículos, de vectores, que cargan sociedad civil sobre el tema en materia de educación, trans-
de sentido a aquello que están transmitiendo, que le dan misión, preservación, marcan un grado de madurez y con-
una forma, una narración, un contenido. Estos vehículos solidación del tema.
son múltiples y variados, numerosos, que reconocen diver- Los 25 años parecen perfilarse también como el momento en
sos orígenes: el estado, la sociedad civil, la comunidad que la sociedad se siente dispuesta a comenzar a debatir
internacional, los medios de comunicación, los indivi- sobre las opciones morales a que se enfrentó cada concien-
duos,entre otros. Que se condicionan y refuerzan mutua- cia. Las preguntas sobre complicidades y culpas surgen junto
mente, o que desvirtuan su contenido. Por ejemplo: una a los relatos de heroísmo y solidaridad.
decisión tomada por el estado sobre la forma en que deberá La sociedad argentina estuvo paralizada por el terror. Pero
enseñarse en las escuelas primarias el terrorismo de estado, aún en esas circunstancias, hubo quienes fueron generosos,
que es implementada por los maestros convocando a sus quienes protegieron a otros, quienes resistieron o llevaron
clases a representantes de organismos de derechos huma- adelante actos heroicos. Porque aún en la más deshumani-
nos que dan su narración de los hechos o leyendo recor- zante de las circunstancias hay lugar para optar por un
tes periodísticos donde los medios de comunicación repre- pequeño buen acto. Que algunos lo hayan hecho, muchos
sentan de determinada manera lo sucedido. Igual que al costo de su propia vida, otros en nombre de su dignidad,
muchas otras sociedades atravesadas por un genocidio, en habla de la supremacía de la libertad aún en momentos difí-
la Argentina la memoria y el olvido compiten, y de acuerdo ciles.
al momento histórico ganan o pierden la pelea en el espa-
cio público. Gabriela Cerruti es doctorando del Centre for the Study of Democracy,
Pero como en pocos otros procesos similares, veinticinco University of Westminster, Londres y Directora Ejecutiva de la Comi-
años después no es sólo la búsqueda de la memoria la que sión por la Memoria.
sigue encendiendo la llama del tema: la lucha por la verdad
y la justicia sigue con el ímpetu de la post dictadura.
¿Cuál es la originalidad de la Argentina en este punto? Los 1. Halwachs, Maurice (1992) On Collective Memory (London: The Uni-
organismos de Derechos Humanos. Si la sociedad se ha versity of Chigado Press)
movido a merced de las "oleadas de memoria", atravesando 2. Bartlett, Frederic (1995) Recordar (Madrid:Alianza)
sus momentos de euforia pero también de olvido, de "boom" 3. Del alegato acusatorio del fiscal Julio César Strassera, reproducido
y de silencio, son los organismos de derechos humanos por El Diario del Juicio, 24 de setiembre de 1985, Año I número 18, Edi-
los que han conseguido, con su accionar metódico y con- torial Perfil.
tante, que allí donde haya un resquicio haya una propuesta, 4. Santner, Eric (1992) Histoy Beyond the Pleausure Principle: Some
una iniciativa una posibilidad. Fueron muchas veces –la thoughts on the representation of trauma en Friedlander, Saul ed (1992)
mayor parte seguramente– los organismos de derechos Probing the Limits of Representation (London: Harvard University Press)
humanos los únicos encargados de llevar adelante las cere- 5. Cardozo, Oscar El pasado subió a la superficie, en Clarín, 11 de diciem-
monias, los monumentos y las celebraciones. Ellos fueron, bre de 1985, página 4
incluso, los mayores impulsores de causas judiciales que 6. Lina, Elizabet and Castillo,Maria (1991) Psicología de la amenaza polí-
determinaron legislación o viceversa. Ellos fueron, sin duda, tica y del miedo (Chile: Puntosur)
los únicos que, tal como había sucedido durante la dicta- 7. Harendt, Anna (1973) The Origins of Totalitarianism (New York:
dura militar, continuaron con su labor y su prédica durante Harvest)
el período que aparentaba ser de amnesia total hasta lograr 8. Verbitsky, Horacio (1995) El Vuelo (Buenos Aires: Planeta)
que el tema volviera a la superficie. 9. Rousso, Henry (1991) The Vichy Syndrome, History and Memory in
France since 1944 (London: Harvard University Press)
De ahora en más 10. Pennebaker, James and Banasik, Becky (1997) The life of Collec-
El camino que se inició con la confesión de Scilingo ha reco- tive Memories, en Pennebaker et ed (1997) Collective memory of
rrido desde entonces distintas etapas de concreción y supe- political events (New Jersey: Lawrence Erlbaum)
ración. El 25º aniversario del golpe de estado encontró un 11. Vidali, Anna (1997) Political Identity, Identification and Transmission
avance singular en todo terreno, sobre todo el jurídico. Los of Trauma, in New Formations, número 30 invierno 1996 (London: Law-
juicios en España, Alemania, Italia, la fortaleza del derecho rence & Wishart) pp35-36
internacional, la declaración de nulidad de las leyes de obe- 12. Cerruti, Gabriela (1994) The War against the public sphere (London:
diencia debida y punto final, las marcas urbanas en paseos, University of Westminster).

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