Spectrum
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Índice
Prefacio
I Política
1 La derecha intransigente, Michael Oakeshott, Leo Strauss, Carl Schmitt, Friedrich von
Hayek
2 El teatro constitucional: Ferdinan Mount
3 Los sueños de Europa Central: Timothy Garton Ash
II Filosofía
III Historia
Presentación
En este libro Perry Anderson recorre las trayectorias de un conjunto de intelectuales que desde
la derecha (Oakeshott, Strauss, Smith, von Hayek, Mount, Garton Ash), el centro (Rawls,
Habermas, Bobbio) y la izquierda (Thompson, Timpanaro, García Márquez, Therborn, Brenner,
Hosbawm) han tenido un impacto duradero en la esfera pública y en los universos intelectuales
que han definido las problemáticas teóricas predominantes durante estos últimos años quince
años de profundas convulsiones políticas, económicas y sociales. Textos de gran profundidad
analítica, de enorme erudición y de gran honestidad intelectual a la hora de reconstruir la lógica
profunda que anima los respectivo proyectos intelectuales de los autores estudiados, el libro
traza una densa descripción del espacio ideológico y teorético y de las líneas de fuerza que han
definido los límites de lo enunciable, la trama de las discusiones públicas y las problemáticas
teóricas de estos últimos años. De acuerdo con estas premisas, Perry Anderson nos entrega de
modo paulatino una apasionante fresco de la lucha ideológica de nuestra estricta
contemporaneidad, que resulta de una gran utilidad para comprender cómo han funcionado las
1
estrategias de construcción de hegemonía, de esterilización política de la izquierda y de
justificación intelectual de las políticas aplicadas por las clases dominantes a escala global.
Perry Anderson (1938), es uno de los principales pensadores marxistas británicos de las últimas décadas.
En la actualidad es profesor de historia en UCLA. Autor en otros trabajos de Passages From Antiquity to
Feudalism (1974), Lineages of the Absolutist State (1974), In the Tracks of Historical Materialism
(1985), English Questions (1992), A Zone of Engagement (1992) y The Origins of Postmodernity (1998).
Editor de la New Left Review entre 1962 y 1982 y entre 2000 y 2003.
Prefacio
Este libro es un ejercicio sobre la historia de las ideas contemporáneas. Puede considerarse una
toma panorámica, de derecha a izquierda, de un paisaje intelectual determinado. Los pensadores
y los escritores a los que observa pertenecen a un mundo político en el que las categorías de
derecha, centro e izquierda conservan aún visiblemente su significado, aun cuando –ésta es una
de las cuestiones que se plantean a lo largo del libro– las localizaciones y los límites de cada
uno distan mucho de estar fijados. Se trata del espectro al que alude el título. La existencia de
tal gama de concepciones y convicciones es suficientemente conocida. Pero un recorrido por
ellas sigue siendo una empresa analítica relativamente rara, por dos buenas razones. La primera
es la tendencia natural de cada familia política a interesarse más por su propia especie que por
extraños o adversarios. El celo polémico puede provocar una fijación con la otra orilla, u orillas,
de intención puramente hostil. La Guerra Fría estaba llena de este tipo de bibliografía, tan
efímera como instrumental. Pero en un plano intelectual más serio, las mentes tienden a
dividirse de acuerdo con simpatías, una versión erudita de la atracción hacia los similares. El
impulso de estudiar, ante todo, las fuentes –próximas o remotas– de las lealtades de uno mismo
es perfectamente adecuado y productivo. Pero evidentemente también puede provocar un
estrechamiento del horizonte. Las ideas raramente son valores absolutos: su valor siempre está
en relación con cualesquiera otras nociones en juego al otro lado del campo, y cuyo
conocimiento es el único que permite medirlas. La absorción intramural nunca puede
proporcionar esto.
La segunda razón para la escasez de trabajos comparativos en este campo está relacionada con
la naturaleza del ámbito en sí. La política no es una actividad encerrada en sí misma, que genere
orgánicamente un conjunto de conceptos internos. El conjunto de ideas que se considera que
influyen en el conflicto político de un tiempo varía de acuerdo con la época y la región. Hoy se
extiende mucho más allá del alcance de la ciencia política, tradicionalmente concebida. La
filosofía, la economía, la historia, la sociología, la psicología, por no hablar las ciencias de la
tierra y de la vida, y las artes, todas se entrecruzan en diferentes puntos con el terreno de la
política en su definición clásica.
Aunque dista mucho de haberse extinguido, la teoría política formal ocupa sólo una parte del
espacio resultante. Ésta es una expansión, sin embargo, sometida a las leyes férreas de la
especialización. Cuanto más amplio sea el conjunto de disciplinas con potencial interés por las
perspectivas políticas de un momento determinado, más difícil resulta hacerse una idea precisa
de la gama de ideas sobre el poder y la sociedad –el ámbito de la política propiamente dicha–
que compone el inventario de ese tiempo. La restricción especialista refuerza la introspección
partidista, al inhibir la exploración del campo en su totalidad.
Al intentar, no obstante, dar un paso en esta dirección, he seguido los métodos establecidos en A
Zone of Engagement1, un libro anterior del que éste puede considerarse continuación. Sería
ocioso repetirlos en profundidad aquí. Todo lo que debe decirse es que este libro también se
basa en la premisa de que, con independencia de su complejidad, las ideas es mejor estudiarlas
en la obra detallada de los escritores que las presentan, como textos inseparables de contextos
1
P. Anderson, A Zone of Engagement, Londres, 1992 [ed. cast.: Campos de batalla, Barcelona,
Anagrama, 1998].
2
históricos que siempre son a un tiempo sociales y conceptuales, aunque no reducibles a ellos. La
opción, en otras palabras, es no tratarlas como motivos intemporales, ni como discursos
genéricos, ni como lenguajes especializados, las tres alternativas más populares que se ofrecen.
Por otra parte, este volumen no es un mero apéndice de la obra anterior, porque su diseño
supone una alteración del alcance. En el anterior yo explicaba que, dado que normalmente mi
impulso fundamental al analizar una obra era la admiración crítica, hallaba difícil escribir sobre
autores de los que personalmente me sentía demasiado cercano. Al elaborar un volumen
referido a pensadores que cubren el espectro desde la extrema derecha al centro moderado y la
izquierda radical, he intentado superar esta limitación. A Zone of Engagement menciona a tres
pensadores de la izquierda sobre quienes me habría gustado escribir en aquel momento, pero me
sentía incapaz. Dos de ellos, Eric Hobsbawm y Sebastiano Timpanaro, se incluyen en este libro;
el tercero, Fredric Jameson, es objeto de otro estudio, The Origins of Postmodernity2. Es una
ampliación en un extremo del espectro. En el otro, analizo aquí a un grupo de pensadores que, al
contrario de todos los demás tratados antes, no eran liberales de convicción más o menos
conservadora –Max Weber y Francis Fukuyama, que forman parte importante de A Zone of
Engagement, lo eran ciertamente– sino teóricos de una derecha más inflexible, enemigos de
cualquier consenso liberal.
La recopilación de temas incluida en este libro, en cada caso a través del prisma de una obra
completa determinada, no pretende ser ni remotamente integral. Faltan por ejemplo sistemas
intelectuales sobre los que he tratado en otras partes: más notablemente, el postestructuralismo
francés, a cuyo pensador político más activo, Jean-François Lyotard, analizo en Los orígenes de
la posmodernidad. Figuras de otros campos han sido tan bien captadas por otros colegas que la
adición sería superflua. Entre ellas se encuentran los dos teóricos más significativos de las
relaciones interestatales en la actualidad, de sello muy diferente, John Mearsheimer y Philip
Bobbitt4. La teoría de los sistemas mundo de Immanuel Wallerstein y su escuela aún no ha sido
evaluada en cuanto a calidad, pero ha atraído mucha bibliografía. Lo mismo podría decirse de la
2
P. Anderson, The Origins of Postmodernity, Londres, 1998 [ed. cast.: Los orígenes de la
posmodernidad, Barcelona Anagrama, 2000].
3
New Left Review se fundó en 1960. Empecé a colaborar editorialmente en 1962. La conexión define, por
supuesto, mi propio posicionamiento en el espectro político.
3
política cultural de Edward Said, cuya influencia no es menor hoy. Otras lagunas están más
relacionadas con la falta hasta ahora de una figura u obra suficientemente importante como para
representar un punto de entrada obvio en el terreno afectado. Éste es en general el caso de
cuestiones que componen buena parte de la agenda política emergente del nuevo siglo, pero que
aún no han generado una bibliografía igual a su importancia. La ecología y la biotecnología son
ejemplos obvios. El feminismo es un caso distinto, su historia ahora considerable ofrece un
enigmático patrón de parones y avances intelectuales. Si bien el actual es un periodo de relativa
calma –no hay ningún El segundo sexo a la vista–, es improbable que dure. El mundo de las
ideas políticas sigue siendo un asunto más masculino que el de las carreras políticas, pero antes
o después uno se pondrá a la altura del otro.
La distribución del libro se adapta al desfile del tiempo. Desde el final de la Guerra Fría, cuando
se publicó A Zone of Engagement, las ideas de la derecha han ganado más terreno; el centro se
ha adaptado cada vez más a ellas; y la izquierda sigue, mundialmente hablando, en retirada. La
escala de la restauración intelectual que se ha producido –el término «neoliberalismo», tomado
en serio en su referencia histórica, capta parte de ella– se reprime habitualmente en la izquierda
de diversos modos. La derrota es una experiencia difícil de dominar: siempre hay la tentación de
sublimarla. Mas para superarla es necesario poder mirar a la cara a los adversarios teóricos, sin
indulgencia ni autoengaño. Eso exige una cultura de curiosidad y crítica que no se contente con
mantenerse en las tradiciones de la propia izquierda, donde la inclinación general de las
tendencias políticas al autoensimismamiento se ha intensificado en general debido a la
mentalidad de sitio experimentada por cualquier formación minoritaria, como siempre ha sido –
en Occidente, desde luego, con las excepciones fugaces de la Francia y la Italia de posguerra– el
universo intelectual de la izquierda; y nunca más que hoy. Uno de los objetivos de esta
recopilación es el de resistir contra esta involución.
La primera parte del libro considera escritos que de un modo u otro pertenecen a la bibliografía
de la derecha. Dominando este paisaje se encuentran los cuatro pensadores, cada uno a su modo
de dotes sobresalientes, analizados en el primer artículo: Michael Oakeshott, Carl Schmitt, Leo
Strauss, Friedrich von Hayek. Desde que se escribió este texto, la bibliografía sobre cada uno de
ellos, como pensador individual, se ha enriquecido5. Pero son las interrelaciones complejas entre
estas mentes, a medida que reaccionan ante la llegada de la democracia de masas, las que siguen
siendo claves para entender su impacto político. Es el tema del capítulo que aquí se les dedica.
El resto de esta parte analiza dos escritores de levas posteriores, ambos destacados en la vida
pública inglesa, que ilustran en parte el modo de concebir la democracia después de ese
momento: Ferdinand Mount, que introdujo el legado de Oakeshott en las estructuras internas del
Estado y de la sociedad británicos; Timothy Garton Ash, preocupado por la reproducción
externa de los modelos occidentales, desintoxicados de los riesgos que alarmaron al cuarteto de
entreguerras, en Europa Oriental y en el resto del mundo. El título de esta sección, «Política»,
debe entenderse en el sentido más estricto del término, es decir, el diseño de formas y políticas
para dirigir un Estado, como algo distinto de cuestiones más amplias sobre la naturaleza y la
estructura del poder en una sociedad, o en el uso francés, la politique opuesta a le politique. Es
lógico que los escritos sobre esta materia correspondieran predominantemente a la derecha,
porque así ha ido el mundo en este periodo.
4
Véase Peter Gowan, «A Calculus of Power», New Left Review 16, julio-agosto de 2002, pp. 47-67 [ed.
cast: «Un cálculo de poder», New Left Review 16, septiembre-octubre de 2002, Madrid, Ediciones Akal,
pp. 44-63]; y Gopal Balakrishnan, «Algorithms of War», New Left Review 23, septiembre-octubre de
2003, pp. 5-33 [ed. cast.: «Algoritmos de guerra», New Left Review 23, noviembre-diciembre de 2003,
pp. 5-31].
5
La aportación más notable a esta bibliografía es la de Gopal Balakrishnan, The Enema. An Intellectual
Portrait of Carl Schmitt, Londres, 2000. Paul Franco, Michael Oakeshott, Yale, 2004, y Daniel Tanguay,
Leo Strauss. Une biographie intellectuelle, París, 2003, son interesantes. Alan Ebenstein, Friedrich
Hayek. A Biography, Nueva York, 2001, y Hans Jorg, Friedrich August von Hayek. Die Tradition der
Freiheit, Dusseldorf, 2000, son primeros pasos buenos pero limitados.
4
La segunda parte del libro contempla tres filósofos políticos fundamentales en el cambio de
siglo, todos los cuales están considerados en general –y se consideraban a sí mismos– figuras de
la izquierda moderada: John Rawls, Jürgen Habermas y Norberto Bobbio. Aquí son tratados, sin
un ánimo polémico particular, como pensadores que, a estas alturas, es mejor considerar como
figuras del centro. En el caso de Rawls y Habermas, la justificación procede del ideal que une la
teoría política interior de su obra tardía: el «consenso». Si éste no es un valor prototípico del
centro, parece difícil saber qué lo sería. Bobbio, que tuvo un currículum más duradero y más
comprometido como figura de la izquierda, nunca se adscribió a él: de hecho, intentó con no
poca elocuencia retrazar líneas de división precisas entre derecha e izquierda que sólo
permitieran un espacio de evasión hacia el centro. En su caso, más claramente aún que en el de
Habermas o de Rawls, la clasificación política está más en función de la coyuntura política que
de la identidad esencial. He escrito en otras partes acerca de los primeros trabajos de Habermas
y Bobbio, cuando eran sin ambages de izquierda 6. Si comparamos la teoría política interior de
los tres pensadores, como se analiza aquí, Bobbio mantuvo hasta el final una sensibilidad más
radical que Rawls o Habermas. Pero si observamos los escritos sobre relaciones internacionales
de los tres, el tema del artículo intermedio de este libro, la convergencia sobre los principios de
intervención militar que han justificado sucesivas guerras imperiales los sitúa a los tres en el
puro centro de las ideas mayoritarias de hoy.
La tercera parte del libro se traslada al terreno de la izquierda, donde todos los analizados
pueden considerarse más abiertamente interesados por la historia en cuanto registro del pasado,
distinto de cualquier deontología, que cualquiera de las figuras de la derecha o del centro aquí
consideradas. Esto es aplicable, por supuesto, a historiadores famosos actuales como Edward
Thompson, Robert Brenner o Eric Hobsbawm. Pero también se puede decir de Sebastiano
Timpanaro, historiador de las ideas del siglo XIX y filólogo clásico; de Göran Therborn, de
profesión sociólogo, pero cuya obra principal es desde cualquier punto de vista una gran síntesis
histórica; e incluso a su propio modo de Gabriel García Márquez, cuyos relatos nunca han
tenido por objeto al mundo contemporáneo. ¿Es una disposición activa de la izquierda porque
ésta ya ha dejado atrás su vida activa como movimiento para cambiar el mundo? Sería una
conclusión demasiado fácil, y no sólo porque ninguna de estas figuras ha dejado nunca de
participar en la política contemporánea. Esta inclinación por la historia indica, por el contrario,
unas conexiones compartidas con lo que hasta hace poco era la Leitkultur de la izquierda
internacional, a la que después de todo sus fundadores denominaron materialismo histórico.
Que un marxismo capaz de informar obras de tan obvia magnitud como las de Therborn,
Brenner o Hobsbawm –referentes a temas tan amplios como la historia de la familia moderna, la
dinámica de la economía mundial, la periodización del siglo XX– difícilmente se puede
considerar muerto, es evidente en sí mismo. El tratamiento que doy a las diferentes figuras de
esta izquierda varía en parte en función de la ocasión en la que se me pidió que escribiera sobre
ellos, o decidí hacerlo. Dos de estos textos se compusieron a la muerte del autor del que se
ocupan, Edward Thompson y Sebastiano Timpanaro, y pulsan una nota más personal. Otros dos
tratan exclusivamente de una sola obra del autor, uno dedicado a Göran Therborn, el otro a
Gabriel García Márquez, cuya inclusión aquí, como el novelista en general más admirado del
mundo actual, es menos extraña de lo que pudiera parecer a simple vista: ¿qué selección de la
izquierda podría en realidad excluirlo? Dos, por último, contemplan sus objetos de estudio con
mayor amplitud, cada uno desde un doble punto de vista: Robert Brenner en su obra sobre la
Guerra Civil Inglesa y sobre la larga recesión, Eric Hobsbawm en su tetralogía del mundo desde
la Revolución Francesa y en sus memorias. Este último artículo, de conformidad con el modo en
que el propio autor ha escrito Age of Extremes, y con la realidad del periodo, se titula «La
6
Respecto a Habermas, véase Perry Anderson, In the Tracks of Historical Materialism, Londres, 1982,
pp. 57-67 [ed. cast.: Consideraciones sobre el marxismo occidental, Madrid, Siglo XXI, 1979]; A Zone of
Engagement, cit., 1992, pp. 327-331; The Origins of Postmodernity, cit., pp. 36-44; respecto a Bobbio, A
Zone of Engagement, cit., pp. 87-129. Bobbio me respondió a este último, y al artículo sobre él incluido
en este libro. Respecto a nuestros intercambios, véase Teoria Politica 2-3, 1989, pp. 293-308, y New Left
Review, I/231, pp. 82-93.
5
izquierda vencida». Pero no es lo mismo ser derrotado que doblegado. Ninguno de estos
escritores ha inclinado la cabeza ante los vencedores. Si se quiere una línea divisoria entre lo
que se ha convertido en centro y lo que sigue siendo la izquierda, estaría aquí.
Los ensayos sobre otros, practicados como forma, plantean a menudo cuestiones tácitas acerca
del ensayista. Los estudios culturales han puesto de moda el «autoposicionamiento», como
exordio a menudo forzado a las materias analizadas. Aquí he preferido sencillamente indicar
dos de las deudas que tengo como escritor. La primera la contraje con la London Review of
Books, en el que muchos de estos artículos se publicaron por primera vez. Al proceder de un
entorno político bastante distante del tenor general del periódico, aprendí de él a escribir –y por
lo tanto también a pensar– de modos nuevos para mí. La descripción que intento de la LRB
pretende captar la alquimia peculiar de la revista, y puede interpretarse como signo de lo que
estas páginas deben a su educación. Es difícil escribir sobre las publicaciones periódicas, y no se
escribe mucho acerca de ellas. Las reflexiones incluidas en este libro, tanto críticas como
admirativas, están escritas desde el punto de vista de un colaborador situado en la extrema
izquierda del ancho de banda de la revista. El libro termina con una historia de la vida de mi
padre en la China republicana. Lo que una generación debe a otra varía mucho históricamente.
Las circunstancias que describo me separaron de este pasado, pero cuando lo descubrí, bastante
tarde, comprendí de un modo complicado algo que había contribuido a crearme. Pero el propio
relato, sobre un individuo y una institución, es en sí un trozo de historia.