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ASERTIVIDAD

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ASERTIVIDAD

CONTENIDOS
1. Concepto de asertividad. Aceptació n y oposició n asertiva.
2. Ventajas de una respuesta asertiva.
3. Derechos asertivos.
4. Esquema general de una respuesta de oposició n asertiva.
5. Algunas respuestas asertivas:
 Solicitar a alguien que deje de ejecutar una conducta que resulta molesta.
 Mostrar desacuerdo sobre una opinió n y expresar la propia.
 Afrontar la crítica.
6. Relació n entre asertividad y fobia social
7. Conclusiones. Peligros de auto entrenarse en habilidades asertivas. Sugerencias.

CONCEPTO DE ASERTIVIDAD. ACEPTACIÓN Y OPOSICIÓN ASERTIVA

Existen mú ltiples definiciones de asertividad pero todas convergen en considerarla


como una habilidad de comunicació n interpersonal o social.

Se puede definir como la capacidad para transmitir há bilmente opiniones, intenciones,


posturas, creencias y sentimientos. La habilidad consiste en crear las condiciones que
permitan conseguir todos y cada uno de estos cuatro objetivos:

 eficacia (conseguir aquello que uno se propone),


 no sentirse incó modo al hacerlo, y 
 en situaciones en que se pone de manifiesto un conflicto de intereses, ocasionar las
mínimas consecuencias negativas para uno mismo, para el otro, y para la relació n.
 en situaciones de aceptació n asertiva, establecer relaciones positivas con los demá s.

Veamos algunas características de la asertividad:

1. Como toda habilidad, la asertividad no es un término dicotómico (todo - nada),


sino que la conducta puede resultar má s o menos asertiva. Es decir, puede conseguir
en mayor o menor medida los objetivos señ alados anteriormente.
2. La asertividad no es una característica de personalidad aunque pueda estar
relacionada con determinadas formas de la misma. Por tanto, una persona puede
mostrarse má s asertiva en determinadas situaciones y menos en otras. Este sería el
caso de alguien que cuando expresa una opinió n contraria o se muestra en
desacuerdo ante su pareja, suele hacerlo de forma asertiva. En cambio, ante su jefe
suele inhibirse o bien, se siente incó modo o provoca conflictos cuando lo hace. 
3. Todas las habilidades pueden aprenderse con mayor o menor dificultad y en
este sentido, la asertividad no es diferente. Así que una persona que suele ser
poco asertiva en su interacció n con personas del sexo contrario y de edad similar,
puede llegar a serlo má s mediante el entrenamiento correspondiente.

1
La literatura distingue entre oposición asertiva y aceptación asertiva.

En general, se consideran habilidades de oposició n asertiva aquellas que se aplican a


situaciones de interacció n con el objeto de manejar conductas poco razonables de los
demá s. Una de las principales consecuencias de la oposició n asertiva es la conservació n de
la autoestima.
De otro lado, la aceptació n asertiva se relaciona con la capacidad de ofrecer y recibir
reconocimiento y cumplidos. Estas habilidades se inhiben con demasiada frecuencia
olvidando las ventajas que comportan. Debe tenerse en cuenta que ofrecer reconocimiento
y cumplidos ante la conducta adecuada o gratificante del otro, aumenta la probabilidad de
que la repita en un futuro. 
Estas habilidades permiten aumentar la autoestima tanto del emisor como del
receptor al mostrar aceptació n y afecto hacia los demá s, y en definitiva, facilitan la relació n
de confianza aumentando la satisfacció n mutua. Ayudan a establecer relaciones positivas
con los demá s.
Frente a este tipo de situaciones puede reaccionarse con falta de habilidades
asertivas, con asertividad, agresivamente, o inhibiéndose. Veamos qué ventajas supone la
conducta asertiva frente las otras tres.

VENTAJAS DE UNA RESPUESTA ASERTIVA

La inhibición supone la falta de acció n. Las opiniones y deseos de los demá s


prevalecen sobre los propios ya que se opta por no manifestarlos. Las consecuencias que
tiene esta opció n es la sumisió n ante los deseos del otro y el sentimiento de frustració n al
no poder lograr los propios objetivos. De otro lado, impide que se avance en el grado de
confianza de una relació n al no darse a conocer. Inhibir sistemá ticamente las opiniones, los
deseos, las intenciones y la postura personal puede evitar problemas con los demá s, pero
acaba convirtiendo a quien así se comporta en un completo desconocido. En ú ltima
instancia, la inhibició n refuerza el temor desmesurado a no ser aceptado por los demá s y a
no creer en los derechos asertivos que todos tenemos. Entonces aparecen sentimientos de
indefensió n y la creencia de que  "haga lo que haga, no cambiaría las cosas". 
Realmente, muchas de las veces que uno se siente disconforme con el trato recibido
por otro y le atribuye malas intenciones, se resolvería contestando afirmativamente a la
pregunta "¿se lo has dicho?".

Una conducta agresiva en el estilo, el tono y el contenido del mensaje, permite una
descarga emocional má s o menos intensa que puede resultar satisfactoria en un primer
momento. A diferencia de la inhibició n, una conducta agresiva puede conseguir el objetivo
que uno se propone al provocar en el otro una conducta de sumisió n (¡o no!). Pero el precio
que se paga por ello puede ser alto. A medio plazo, puede que se hagan evidentes nuevos
conflictos con la persona "sometida". En realidad, a nadie le gusta ser objeto de una
agresió n y ello podría dañ ar seriamente, y a veces letalmente, la relació n. En el caso en el
que no exista una rebelió n por parte de la persona objeto de la agresió n, es bastante

2
probable que ésta no se atreva a expresarse libremente por temor a ser agredida
nuevamente. Así que a medio - largo plazo, la conducta agresiva provocará una falta de
confianza mutua que acabará por limitar, sino erosionar, la relació n.

Una conducta sistemáticamente inhábil, es decir, poco asertiva, no logra transmitir


eficazmente la propia postura ni conseguir los objetivos de uno. A la larga crea sentimientos
de indefensió n (como en el caso de la inhibició n) que aun son má s intensos al ir precedidos
de intentos infructuosos. Después de fracasos repetidos al hacer prevalecer los propios
derechos, se refuerza la creencia de no ser aceptado por los demá s.

Un estilo asertivo de conducta permite comunicar tranquila y eficazmente cuá l es nuestra


propia postura y ofrece informació n sobre có mo nos gustaría que el interlocutor actuase en
un futuro. Permite darse a conocer y perseguir los propios objetivos respetando los
derechos de los demá s. Evidentemente no asegura la obtenció n de todo aquello que uno
desearía de los otros, pero al menos sí permite que ellos conozcan de qué se trata. La
persona que practica una conducta asertiva se percibe como auto eficaz al sentirse capaz de
hacer aquello que cree y desea hacer. Por todo ello, un estilo asertivo permite conservar
una relació n de confianza con los otros, y de otro lado, la autoestima.

ALGUNAS RESPUESTAS  ASERTIVAS

A través de la literatura especializada, se han definido diversos tipos de respuesta


asertiva. Ló gicamente, todas ellas guardan relació n con los derechos asertivos. Si los leemos
con detenimiento veremos que algunos de estos derechos guardan relació n con la
oposició n, y otros con la aceptació n asertiva. A continuació n nombraremos los tipos que
han sido objeto de entrenamiento con má s frecuencia:
 Rechazar una petició n,
 Hacer una petició n, o solicitar ayuda,
 Solicitar un cambio de conducta que resulta molesta,
 Mostrar desacuerdo,
 Hacer una crítica,
 Recibir una crítica,
 Formular un elogio,
 Hacer cumplidos.

No es la finalidad de esta exposició n detallar cada uno de los tipos de respuesta, así que
se han escogido ú nicamente 3 relacionados con la oposición asertiva.

Veamos seguidamente cuá les son los pasos a seguir.

a) Solicitar el cambio de una conducta molesta


Cuando alguien se enfrenta con cierta regularidad a una conducta de otra persona que le
resulta molesta, tiene la posibilidad de pedir que deje de hacerla y, si la situació n lo permite,

3
que adopte una nueva conducta en su lugar. El propó sito de esta petició n tiene muchas má s
posibilidades de éxito si se formula de forma asertiva.
La formulació n asertiva aumenta la posibilidad de que el cambio se produzca dado que,
por una parte, se informa a la persona del sentimiento desagradable que produce su
comportamiento (cosa que podría ignorar hasta el momento), y de otra, se le brinda la
posibilidad de rectificar.
A continuació n se ofrece los pasos que debe seguir este tipo de petició n:

1. En primer lugar, no hay que olvidar que la persona tiene la posibilidad de decidir si
desea hacer, o no, esta petición. Quizá s no esté justificado en los casos en que es
improbable que se produzca de nuevo la conducta molesta, o se prevé poca
predisposició n al cambio. 
2. Pensar qué se dirá y cómo. Normalmente una petició n de este tipo no es
imprescindible hacerla en el momento que se produce, sobretodo cuando quien
decide hacer esta petició n se encuentra "secuestrado" por emociones de tipo
agresivo o por la tristeza. Es preferible esperar a que se estabilicen las emociones, ya
que será má s fá cil mantener todos los componentes de una petició n asertiva.
3. Escoger el momento y el lugar adecuado. Es preferible hacerlo en un momento en
el que pueda mantenerse la atenció n, sin que existan otros eventos que distraigan o
dispersen la atenció n. Se intentará evitar la presencia de otras personas que
pudieran tomar partido a favor o en contra de cualquiera de las dos personas
dialogantes, ya que ello podría predisponerlas desfavorablemente.
4. Describir la conducta molesta. Se trata de explicar clara y específicamente aquella
conducta que resulta molesta, aportando concreció n y sin extenderse má s de lo
necesario. Simplemente, se expondrá n los hechos (p. ej.: "me gustaría hablar contigo
sobre un tema que me preocupa, ¿tienes un momento?...en las ú ltimas semanas
vengo observando que no cumples con lo establecido en cuanto al reparto de tareas
domésticas, has descuidado la compra y el bañ o de los niñ os"). Deben evitarse
completamente las descalificaciones personales y la atribució n de intenciones (p. ej.:
"eso demuestra que eres un irresponsable", "sé que lo que pretendes haciendo esto,
es que sea yo quien me encargue de todo"...). Esto só lo serviría para crear malestar e
incitar al otro a defenderse mediante acusaciones, justificaciones, y en ú ltima
instancia, negá ndose a cambiar. 
5. Expresar cómo se siente en relación a la conducta molesta. Este punto es
adecuado cuando existe una relació n de confianza con la otra persona, y no tanto
cuando se trata de un extrañ o.
6. Expresar que se comprende el comportamiento del otro. A pesar de no estar de
acuerdo con ello, es necesario comunicar que se conoce el punto de vista de la otra
persona. Con ello se logra que esté má s dispuesta a escuchar y a valorar un posible
cambio. Siguiendo con el ejemplo, podría ser adecuado algo como "sé que
ú ltimamente tienes mucho trabajo y está s cansado/a".
7. Especificar el cambio de conducta que se desea. La petició n debe formularse
clara y directamente, evitando las frases que pudieran dar lugar a confusió n. El tono
será cordial, amable, pero firme (p. ej.: "creo que deberías continuar asumiendo tus

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responsabilidades de encargarte del bañ o de los niñ os y de la compra diaria, tal
como acordamos..."). En esta fase la persona que efectú a la petició n debe estar
abierta a la negociació n, ya que es posible que el otro pida alguna cosa a cambio. A
veces es má s importante crear un clima de entendimiento que obtener todo cuanto
se deseaba.
8. Exponer las razones por las que se desea el cambio. Explicar las ventajas que
se derivan del mismo. Ló gicamente, las ventajas deben referirse a ambos
interlocutores. Exponerlas puede ayudar a que el otro reconsidere la petició n y
mantenga la conducta de cambio. Hay que tener en cuenta que todo cambio de
comportamiento significa un esfuerzo de adaptació n; significa abandonar antiguos
há bitos para adquirir otros nuevos. Todo es má s fá cil si se prevén las ventajas que
ello supone. En el ejemplo anterior, las posibles consecuencias positivas podrían ser
"así tendríamos má s tiempo para compartir tiempo de ocio", o "de esta manera yo
me sentiría mejor y estaría má s amable contigo"...
9. Explicar las posibles consecuencias negativas que pueden derivarse de no
aceptar el cambio de conducta. Esta opció n só lo se actuará en caso de que la otra
persona mantenga una completa oposició n a modificar su conducta. Es
recomendable ser realista al enumerar las consecuencias negativas, es decir, cuidar
que se ajusten a la realidad. En la situació n tomada como ejemplo, de nada serviría
decir algo como "bien, entonces los niñ os dejará n de tomar un bañ o", o "bueno, pues
la nevera permanecerá vacía hasta que decidas ir a comprar"....¿Realmente estaría
dispuesto/a a mantener su postura? ¿Supondría algú n tipo de ventaja para Ud., má s
allá de la posible satisfacció n inmediata obtenida por la expresió n de un sentimiento
de venganza? ¿Ayudaría esto a mejorar sus propias condiciones?.

Ahora tomemos como ejemplo una situació n laboral en la que Ud. debe esperar a que
llegue su compañ ero del siguiente turno para abandonar su lugar de trabajo. Supongamos
que esta persona tiene una conducta repetida de impuntualidad, de forma que Ud. suele
marcharse má s tarde de lo estipulado. Después de haber seguido todos los pasos sin éxito,
podría ser adecuado plantear algo como "bien, entonces no me queda má s opció n que
hablar de ello con mi superior". Respó ndase a las preguntas formuladas para el caso
anterior, y si la respuesta es afirmativa, ¡adelante!.

b) Mostrar desacuerdo sobre una opinión y expresar la propia.

Realmente hay un sinfín de situaciones en las que una persona puede experimentar
desacuerdo con la opinió n de otros. A veces se opta por no expresarlo, otras por hacerlo de
forma agresiva, y otras por la forma asertiva.
Inhibirse implica perder la oportunidad de darse a conocer y de exponer una opinió n
que puede ser valiosa para abordar un tema de interés comú n. La inhibició n puede ser ú til
cuando el tema que se debate no tiene trascendencia alguna, pero aú n así, enriquece poco el
proceso de comunicació n.

La forma agresiva de expresar desacuerdo aporta muchos riesgos; puede entorpecer el


avance en un posible replanteamiento de ambas partes, puede añ adir nuevos problemas de

5
comunicació n, y aunque puede obtener el asentimiento del contrario por sumisió n,
establece una diná mica de relació n de escasa confianza. El hecho de que esta modalidad sea
tan utilizada podría deberse a su relació n con la lucha por el poder má s trivial, en la que se
define quién es el vencedor y quién el vencido. Pero esta lucha no permite alcanzar estados
má s avanzados y creativos que sí permite el contraste de opiniones. Ademá s, vencer a
alguien por sometimiento siempre engendra el peligro de la rebelió n.

La modalidad asertiva no só lo carece de las desventajas anteriores, sino que ofrece la


posibilidad de mantener la autoestima de la persona.

A continuació n se expone los pasos que deben tenerse en cuenta para expresar
desacuerdo ante la opinió n de otro y formular la propia opinió n, de forma asertiva.

1. Asegurarse de haber comprendido la opinión del otro. Una forma de hacerlo es


parafraseando, es decir repitiendo, lo que se ha creído entender, p. ej.: "segú n lo que
dices, entiendo que propones que la cantidad anual de emigrantes se limite desde los
gobiernos autonó micos...". También puede utilizarse preguntas de comprobació n de
la comprensió n. En este caso, la formulació n del contenido del mensaje es lo ú nico
que cambia. Siguiendo con el ejemplo sería "¿quieres decir que segú n tu opinió n, la
cantidad anual de emigrantes debería limitarla los gobiernos autonó micos?". De esta
forma, se da la oportunidad de clarificar malos entendidos y obtener una
informació n má s precisa antes de dar la propia opinió n.
En ocasiones y por diversos motivos, se da el caso de que tras la pará frasis o la
pregunta de comprobació n, la persona niega haber sido el autor de lo que
verdaderamente ha dicho..."Bueno, no quiero decir exactamente esto...", "no, yo no he
dicho esto...". Puede entonces, aprovechar la ocasió n para matizar lo que ha dicho. En
el caso de ser así, es conveniente hacer de nuevo una pará frasis o resumen buscando
el compromiso personal con lo dicho, sobretodo en el caso de que la persona que
emite la opinió n tenga alguna responsabilidad de acció n en el tema. Para el ejemplo
que nos ocupa, aconsejaríamos a un político que lo hiciese. 
2. Pensar en lo que se va a decir y en cómo. De nuevo no es conveniente precipitarse
en emitir la opinió n contraria, con má s motivo si ésta supone un compromiso de
acció n. Puede retomarse el tema posteriormente, tras haber estudiado los matices
que interesa introducir.
3. Reconocer los aspectos positivos de la opinión del otro en caso de hallarlos.
Este aspecto es aconsejable, ya que así se predispone al interlocutor a estar
receptivo ante la nueva opinió n que va a escuchar. En el ejemplo anterior podría
formularse como "estoy de acuerdo en que es un problema la entrada de emigrantes
sin ningú n tipo de planificació n...".
4. Mostrar desacuerdo de manera clara, firme y amable. En este punto es
conveniente no mostrar signos de inseguridad como el titubeo, o el uso del
condicional como forma verbal (yo propondría..., yo diría ...). Es imprescindible
utilizar el pronombre personal yo, o nosotros si representa la opinió n de un
colectivo. Aunque el mensaje verbal y no verbal es firme, el tono debe ser amable
(sin alzar excesivamente la voz, sin negar la mirada, manteniendo una postura

6
erguida y no altiva...). Una forma sencilla como "yo no estoy totalmente de acuerdo
con tu opinió n sobre el tema..." o "nuestro grupo no está de acuerdo con la solució n
que vosotros proponéis al problema...", será suficiente.
5. Ser específico al describir la opinión con la que se está en desacuerdo. En esta
fase hay que cuidar de no caer en descalificaciones personales que só lo sirven para
activar una conducta defensiva del interlocutor (p.ej.: "esto nos parece
representativo de mentes estrechas...", "esto demuestra la poca capacidad que Uds.
tienen de buscar soluciones acordes con las necesidades sociales..."). Lo má s
probable es que tras este tipo de intervenciones se entre en una escalada de
descalificaciones mutuas a las que tan acostumbrados nos tienen ciertos políticos, y
que tan poco aportan al entendimiento mutuo y al avance en las negociaciones.
Ademá s, por poco agudo que sea el receptor de este mensaje, pronto adivinará que el
que lo emite está haciendo gala de un pensamiento deductivo erró neo, repleto de
generalizaciones imprecisas, que poco tiene que ver con la realidad. Una alternativa
asertiva sería algo como "no creemos que la alternativa sea pasar la competencia de
limitació n de entrada del emigrante a las autonomías..."
6. Dar razones que sustenten el desacuerdo. Aquí no se trata de justificarse, sino de
dar razones basadas en el aná lisis de las limitaciones que tiene la propuesta del otro.
7. Dar la propia opinión formulándola de forma concisa. El enunciado debe ser
claro, conciso, formulado en primera persona, y sin perderse en disquisiciones que
se apartan del tema concreto. Una formulació n formalmente correcta es "nosotros
creemos que la entrada de la emigració n debería estar regulada desde una comisió n
que represente al gobierno central y a los gobiernos autonó micos, cuyas funciones
serían analizar las necesidades del mercado...".
8. Resaltar las ventajas de la nueva opinión respecto a la del interlocutor. Esto
otorga credibilidad a la opinió n que se emite, ademá s de aumentar la probabilidad
de que el otro reconsidere su propia opinió n. 
9. Obtener la reacción de la otra persona a la nueva opinión. La finalidad no es
forzarla a que esté de acuerdo y que abandone necesariamente su planteamiento
inicial, sino conocer cuá les son sus puntos de discrepancia, sus nuevas
argumentaciones, o si fuera el caso, las dificultades que tiene en mantener su
posició n inicial.

Si los debates políticos siguieran normalmente este modelo, cabría preguntarse


¿suscitarían má s o menos interés entre la audiencia? ¿aumentaría la credibilidad de sus
líderes?. ¿Porqué las series y programas diversos que se emiten por T.V. representan
continuamente modelos pasivo y/o agresivos de actuació n, en lugar de un modelo asertivo?.
Lo cierto es que tanto los debates políticos como los programas televisivos, transcurren
en un plano de realidad que incorporando un término anglosajó n podemos agrupar bajo el
epígrafe de "show" y que podemos traducir como representació n, demostració n, o
exhibició n. Cabe preguntarse si la vida cotidiana se sustenta sobre las mismas bases, o éstas
no son vá lidas para una convivencia que permita la ó ptima expresió n del individuo.

c) Afrontar la crítica

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Afrontar la crítica es un aspecto que no siempre resulta fá cil. Con demasiada frecuencia
se cede a la tentació n de rechazarla, negarla, o incluso responder con un ataque hacia aquel
que la expresa.
Si la crítica está mal gestionada puede acarrear consecuencias negativas tanto para uno
mismo como para la relació n con la persona que la efectú a.
De todas formas, hay que reconocer que bien llevada es una ocasió n para replantearse y
rectificar la propia conducta. Una crítica ofrece informació n acerca de las consecuencias de
la conducta de uno en otras personas. Esto, como es obvio, es imposible sin la intervenció n
externa.
Así que a continuació n expondremos una forma aconsejable de afrontar la crítica,
asertivamente.
1. Concentrarse en lo que le están diciendo e intentar comprender ese punto de
vista. En esta primera fase es necesario centrarse ú nicamente en el contenido de la
crítica, posponiendo la posible tendencia a defenderse o a pensar en los motivos
ocultos de quien la está haciendo. Intente comprender lo que le está diciendo y si no
ha entendido algo, formule una pregunta clarificadora.
2. No interrumpa, espere a que acabe. Por descabellado que le parezca, escuche y
"almacene" tanto la informació n que está recibiendo como su opinió n al respecto.
Cuando exista una pausa en el discurso o manifieste claramente que ya ha acabado,
es el momento de pasar a la siguiente fase.
3. Tómese unos instantes para procesar la información y organizar la respuesta.
Intente no dejarse llevar por las emociones desagradables que pudiera sentir.
4. Responda. Si está totalmente de acuerdo con el contenido de la crítica, reconó zcalo
(p.ej.: "creo que tienes razó n en todo cuanto dices..."). Puede añ adir las razones que
le han impulsado a obrar así. Sea conciso/a y no intente justificarse, só lo informe.
Discú lpese sin extenderse demasiado (p.ej.: "siento lo que ha pasado y que te haya
molestado..."), y si ello es posible, explique qué es lo que piensa cambiar de ahora en
adelante. Intente que la otra persona le comunique verbalmente có mo recibe su
respuesta. En caso de no ser muy favorable, no intente cambiar las cosas
justificá ndose de nuevo, es mejor que repita brevemente su disculpa (p.ej.:"ya te he
dicho que lo siento...") y vuelva a nombrar los aspectos que piensa cambiar. Eso sí,
sea consecuente con el cambio de conducta que ha anunciado. Si no está seguro/a de
poder mantener su propó sito es preferible que no lo diga, ya que sino perderá
credibilidad.
Si no está totalmente de acuerdo con el contenido, diferencie los aspectos en los que
sí lo está y los que no. En cuanto al resto, haga lo mismo que en el caso anterior.
Si no está de acuerdo en nada de lo que le han dicho, expréselo añ adiendo que a
pesar de ello está de acuerdo en que el otro exprese lo que piensa.
5. Pida un cambio en las formas de expresar la crítica si le ha molestado. Ahora es
el turno de especificar los aspectos formales que no le han gustado y de pedir que en
el futuro, si tiene que expresarle una crítica de nuevo, lo haga teniendo en cuenta
estos aspectos. Sea concreto/a cuando se refiera a los mismos y no caiga en acusar al
otro de malas intenciones o de motivos ocultos. Es preferible que intente anular la

8
probabilidad de que ello vuelva a ocurrir definiendo las condiciones en que desea
que formule la crítica si se volviese a dar la ocasió n.

CONCLUSIONES. PELIGROS DE AUTOENTRENARSE EN HABILIDADES ASERTIVAS.


SUGERENCIAS

La prá ctica del conjunto de habilidades asertivas tienen un alto interés personal y
social. Si por un momento imaginamos a cada uno de los miembros de una sociedad
comunicá ndose mediante estas condiciones, probablemente coincidiremos en afirmar que
automá ticamente bajaría el nivel de agresividad y hostilidad, aumentaría el entendimiento
mutuo, crecerían las posibilidades de conservar y aumentar la autoestima, y se crearían las
condiciones para generar relaciones de confianza.
Ahora bien, entrenarse en este tipo de habilidades no es algo sencillo, sobretodo
cuando se parte de un estilo agresivo o inhibido de conducta, y añ adimos una baja
autoestima. Las personas que presentan estas dificultades suelen cometer errores de
interpretació n de la realidad social y/o mantener actitudes excesivamente exigentes
consigo mismo y con los demá s.
Por tanto, en la mayoría de ocasiones, es necesario seguir un entrenamiento que
modifique estos aspectos cognitivos disfuncionales.
Todo entrenamiento necesita nutrirse de ensayos que permiten al fin, alcanzar el
nivel de competencia deseado. En este sentido, no es infrecuente contemplar como el paso
de una conducta inhibida a otra má s asertiva se hace a través de intentos que resultan
agresivos, o que siguen inhibiendo componentes importantes para que la respuesta resulte
eficaz.
Si la persona se precipita al ensayar en la vida real, es fá cil que no obtenga el
resultado deseado y fallezca su motivació n, o incluso refuerce sus sentimientos de
incompetencia.
Es por esto que en casos de gran dificultad en relació n a estas habilidades, es
preferible seguir un entrenamiento bajo las directrices de un psicó logo especializado en
este campo.
Por ú ltimo, y una vez aclarado lo anterior, sería ingenuo pensar que aplicando un
estilo asertivo se obtendrá n todos los propó sitos que uno cree justos. Lo cierto, es que no
todas las personas dirigen su conducta a entenderse con todos y cada uno de los que
configuran su círculo social.
Ahora bien, no hay que olvidar que aú n en el caso de no obtener la respuesta
deseada por parte del interlocutor, una respuesta asertiva siempre producirá los efectos de
un trabajo personal bien hecho, entre ellos, el respeto por uno mismo.

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